Вы находитесь на странице: 1из 2

Piratas en el Caribe

Tras el descubrimiento de América y durante más de dos


siglos, España habrá de defender su propio expolio
americano del continuo acoso extranjero al que sometían los
piratas.
La piratería es tan antigua como la navegación y el robo, pues las dos cosas
juntas la definen. Es un fenómeno que a lo largo de los siglos se ha reproducido
en todos los mares del globo. La voz actual de pirata procede del verbo
griego peirao, que significa esforzarse, aventurarse, intentar conseguir fortuna.
Pero si el ansia de botín y la aventura han sido motivaciones clásicas del oficio
de pirata, no hay que perder de vista la estrecha relación que el robo en el mar ha
tenido con la política y el mundo de los negocios.

Desde la Edad Media, fueron los reyes, los nobles y los mercaderes quienes
financiaron las expediciones de los corsarios, que no eran sino piratas con
papeles en regla (patente de corso) emitidos por el “empresario” (a veces la
propia Corona) armador de los barcos. Así se hicieron fortunas, se
engrandecieron imperios y se prolongaron en el mar las guerras que los países
europeos libraban en tierra.

Al compás de los avances técnicos, la piratería, el contrabando y los gobiernos


estrecharon vínculos. Los capitanes corsarios dependían cada vez más de los
mercaderes de Amsterdam y Londres, de los banqueros de Génova y Venecia o
de los comerciantes de Liverpool. Los corsarios se manchan las manos de sangre
y hacen ganar dinero a sus patronos, hasta que la codicia de los “perros del mar”
termina confundiendo banderas.
El pirata generoso e idealista solo existe en la

fantasía. El genuino solía ser un forajido capaz de

las peores fechorías.


El robo indiscriminado acaba siendo una actividad perjudicial para los mismos
que la promovieron; los Estados toman cartas en el asunto y se alían para
exterminar a los piratas. Desde finales del siglo XVIII, perseguida en todos los
mares, la piratería empieza a ser un recuerdo, y su halo de romanticismo crece
alimentado por la distorsión histórica. El pirata generoso e idealista solo existe en
la fantasía. El genuino solía ser un asesino sin escrúpulos, un forajido capaz de
las peores fechorías.

Imperios en pugna

A partir del siglo XVI, con el descubrimiento y la colonización de América, el


escenario de la piratería y el contrabando organizado se traslada al Caribe. El
siglo –además de desplazar el comercio internacional del Mediterráneo al
Atlántico– trae también el nacimiento de los primeros imperios oceánicos,
empezando por el español, al que siguieron pronto Inglaterra y Holanda.

España estableció de inmediato el monopolio comercial en sus dominios


ultramarinos, y la reacción de sus enemigos europeos no se hizo esperar. Ingleses
y franceses (y holandeses más tarde) no admitieron nunca la línea de de
marcación establecida por bula papal en el Tratado de Tordesillas, que repartía el
Nuevo Mundo entre España y Portugal, y trataron de romper las barreras
mercantiles impuestas.

Вам также может понравиться