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Nombre: Andrés D. Medina V.

C.I.: 24.726.932.

Profesor: Leisie Montiel.

Cátedra: Literatura Latinoamericana I.

Facundo y su influencia sobre la literatura latinoamericana.

¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que te levantes a


explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas de la literatura
latinoamericana durante dos siglos! Y bien que cuando hablamos de la obra
magna de Sarmiento, estamos haciendo alusión a una notable pieza literaria que
determinaría y pondría sobre la mesa las concepciones alrededor de un debate
que duraría toda una época. Nos estamos refiriendo, evidentemente, al conocido
conflicto entre Civilización y Barbarie, la conjunción de dos términos antagónicos
unidos por la envoltura de un solo concepto: “el siglo XIX y el siglo XII viven juntos.
El uno dentro de las ciudades, el otro en las campañas”, decía Sarmiento en su
aclamada obra1.

A continuación exploraremos detalladamente los entresijos de esta obra,


incluyendo el contexto socio-histórico en el cual fue compuesta, y examinaremos
cuál es su valor en relación al influjo que realizó sobra la corriente literaria de toda
una época, y el nivel de impacto que ejerció sobre la comunidad intelectual
latinoamericana. Con tal de apreciar adecuadamente su importancia dentro de la
tradición del subcontinente.

Introducción a la obra. Contexto histórico.

El autor de Facundo fue el argentino Domingo Faustino Sarmiento, uno de


los más prestigiosos y consagrados intelectuales del siglo XIX. Nació en San Juan,
Argentina, en 1811. Fue educador, escritor, político y periodista. Implacable
activista político en contra de las dictaduras de Juan Manuel de Rosas (1842-
1852) y Justo José de Urquiza (1852-1860) mientras éstas duraron (Nitrik, 2010).
Se le considera tradicionalmente como uno de los máximos representantes del
“Romanticismo combativo”. Éste género, muy propio del siglo XIX latinoamericano,
utilizaba la literatura como un elemento de combate, que iba más allá de la idea de

1
Domingo F. Sarmiento. Facundo. 1845., p 51.
transmitir un mensaje; la literatura de este género se caracterizaba por una
determinada intención persuasiva y argumentativa, que buscaba seducir y atraer
al lector hacia la ideología de organización nacional propia del autor (Angenot,
1982).

El libro fue publicado en Santiago de Chile, a través de folletines


periodísticos editados durante el año 1845. Época convulsa para el país natal del
Sarmiento, debido a la punzante dictadura de Juan Manuel Rosas y a las
sangrientas guerras civiles que la habían precedido. En esta obra, de difícil
clasificación, Sarmiento logró realizar una síntesis, que abarcaba tanto una
propaganda panfletaria de su ideología política como un interesante análisis
antropológico de la sociedad argentina. Posee, además, un enorme valor literario
intrínseco, al ser una hábil biografía novelada, y, al mismo tiempo, un enorme
valor en la historia de las ideas latinoamericanas por la influencia que ejerció sobre
los intelectuales del subcontinente. Ya que definió con precisión el problema más
acuciante que estaban enfrentando las nacientes repúblicas latinoamericanas, y
estableció el marco conceptual sobre el cuál los intelectuales discutirían sus
aspectos durante más de media centuria. Esto es, la pugna entre la anarquía
social y política, mantenida por los caudillos y el regionalismo, y el orden
ciudadano, defendido por los civilistas y adalides del progreso.

Sarmiento, como muchos pensadores de su época, entendía que la


civilización se identificaba con la ciudad, con lo urbano, lo que estaba en contacto
con lo europeo, o sea lo que para ellos era el progreso. “El hombre de la ciudad
viste el traje europeo, vive de la vida civilizada; allí están las leyes, las ideas de
progreso, los medios de instrucción, etc.”2 La barbarie, por el contrario, era el
campo, lo rural, el atraso, el indio y el gaucho. Para él, los dos eran mundos
extraños y diferentes, incompatibles, que se veían mutuamente con desdén. Para
él, la “civilización” había arraigado satisfactoriamente únicamente en Buenos
Aires, y las Provincias del interior, prácticamente rurales todas, estaban sumidas
en la completa “barbarie”; consecuentemente, era una persona que defendía el
centralismo y la predominancia de Buenos Aires sobre las otras regiones
rioplatenses, hacia las cuales debía transferir su civilización. Todo esto imbuido de
un fuerte componente racista y positivista; como difícilmente podía ser de otra
forma, Sarmiento no se sustrajo de los prejuicios de su época.

Teniendo en cuenta su mecanicismo positivista, tenemos que hacer notar


que para Sarmiento la barbarie era un estadio natural por el cual tenían que
transitar todas las sociedades humanas. Y que debían superar, necesariamente.

2
Domingo F. Sarmiento. Op. Cit. p 30.
En el caso específico de la sociedad argentina, tenemos que la barbarie es
herencia directa de la superestructura feudal de la antigua sociedad colonial.

La civilización estaba representada magistralmente por Benardino


Rivadavia y el general José María Paz. La barbarie, en cambio, por las
personalidades de Juan Manuel de Rosas, el dictador, y de Juan Facundo
Quiroga, uno de los grandes gauchos argentinos. Para Sarmiento, la figura del
gaucho era una de las más importantes manifestaciones de la barbarie argentina.
Curiosamente, Sarmiento siente, a un mismo tiempo, desprecio y admiración por
esta figura; e incluso llega a admitir que hay algo de estimulante en ese estilo de
vida, aunque a fin de cuentas termine siendo bastante despreciable: “La vida del
campo, pues, ha desenvuelto en el gaucho las facultades físicas, sin ninguna de
las de la inteligencia”3.

Juan Facundo Quiroga fue señor de facto de las provincias del noroeste de
Argentina hasta 1835, año en que fue asesinado. Hasta ese año impuso con
soberbia y autoridad su mandato de terror por toda la región. Y es su persona la
que le da nombre y contenido a la obra; pues son, en efecto, su biografía y su
personalidad objetos de los cuales Sarmiento se agarra para ejemplificar y
desarrollar a profundidad sus ideas en torno al asunto. Utiliza como excusa la
composición de una biografía novelada de Facundo para contar su propia opinión
sobre el tipo sociológico que es el argentino, y sobre todo, para seducir y
convencer al lector de que el camino de la civilización, opuesto al de la barbarie,
es la vía correcta para el progreso del país. Pues, más que un estudio científico
riguroso, o un libro de filosofía sociológica en toda la regla, Facundo es un panfleto
político hecho y diseñado para combatir una dictadura conducida por rústicos. “De
eso se trata”, decía Sarmiento, al señalar la idea principal de su libro, “de ser o no
ser salvaje”4.

Influencia de Facundo en la Literatura Latinoamericana. Su legado.

Como ya hemos señalado anteriormente, el aparato feudal le sobrevivió a


las repúblicas latinoamericanas una vez iniciadas sus independencias, moldeando
críticamente todos sus andamiajes políticos, sociales y económicos. Debido a
esto, el tópico de Sarmiento, y su manera de entenderlo y analizarlo desde una
perspectiva liberal, se convirtió en un poderoso elemento constitutivo de la
tradición literaria de la época. Tal fue el poder del impacto que Facundo ejerció
sobre los intelectuales de su tiempo, que “Civilización y Barbarie” se convirtió en el
lema preferido por el liberalismo latinoamericano.

3
Domingo F. Sarmiento. Op. Cit. p 36.
4
Domingo F. Sarmiento. Op. Cit. p 10
El académico A. Dessau identifica tres grandes temas que tuvieron su
origen en Facundo (Dessau, 1970) y fueron desarrollados profusamente con
posterioridad por la tradición literaria del subcontinente:

1) La relación del hombre latinoamericano con su entorno natural, y como


éste termina condicionando toda su forma de ser. Para Dessau,
después de Sarmiento, “muchos autores han descrito la naturaleza
salvaje y el estoicismo de sus habitantes, analizando… rasgos
importantes de la socio-sicología latinoamericana.”

2) El tema del hombre bárbaro, y la “anormalidad” de su forma de ser.


Recordando que Sarmiento consideraba que el estilo de vida campaña
generaba una vida en “desasociación” que, paradójicamente,
conformaba “la asociación normal de la campaña”. Dessau señala que
los escritores latinoamericanos han descrito sus sociedades y las
actitudes de sus habitantes desde “una posición semejante”.

3) El tema del caudillo como personaje, que luego será trocado por otro
semejante: el del dictador. Para Dessau, la fascinación que tuvo
Sarmiento por la figura del gaucho a través de Facundo tiene su
equivalente en el tratamiento que muchos autores latinoamericanos
hicieron-y siguen haciendo- de la figura del gobernante tirano.

El mismo Dessau anota, sin embargo, que “muchos de los autores


posteriores (a Sarmiento) o son escépticos o no ven ninguna perspectiva de
cambio y progreso”5 en las sociedades latinoamericanas, diferenciándose
enormemente del mismo Sarmiento, quien profesaba un materialismo ingenuo y
de a ratos bastante mecanicista. El mismo autor señala que, a partir de 1870, el
liberalismo latinoamericano sufrió una enorme crisis; esto, a raíz de que, luego de
haberse implantado parcialmente los preceptos del liberalismo en varios países
hispanoamericanos, comenzaron a surgir como por arte de magia nuevos
conflictos y dicotomías sociales. Algunos de los literatos que se manifestaron
como amargos críticos del antiguo liberalismo fueron José Hernández, Baldomero
Lillo, José Martí, Manuel González Prada y José Carlos Mariátegui, entre otros.
José Martí decía en 1882: “[Los hombres]... cuando han dejado de ser esclavos de
la reyecía, comienzan a ser esclavos de la libertad”6.

5
A. Dessau, Civilización y Barbarie en la Novela Latinoamericana. Toronto, 1970, p. 338.
6
J. Martí, El poema del Niágara, en: Obras completas, vol. 7, La Habana, 1963, p. 237 s. y 203.
Dessau considera que aquellos escritores que mantuvieron una mayor
fidelidad para con los preceptos sarmientanos fueron aquellos beneficiados por las
revoluciones burguesas de sus países; es decir, aquellos pertenecientes o
incluidos en las clases altas y el estamento político. Cita, por ejemplo, a los
mexicanos López Portillo y Rojas (1850-1923) y Rabasa (1856-1930). El autor
señala que el último exponente de esta vertiente optimista hacia el progreso social
fue Rómulo Gallegos (1884-1989) con su Doña Bárbara (1929). Sin embargo, aquí
notamos que el tema original de la civilización y la barbarie se ha diluido y
modificado bastante en la tradición con el paso del tiempo, porque Doña Bárbara
trata la dicotomía en un plano ya puramente espiritual. Dessau lo describe así:
“Gallegos logra producir una vasta síntesis de la historia venezolana con una
amplia perspectiva hacia el porvenir. Pero la interpretación […] es totalmente
metafísica […] y está envuelta en un halo de irrealidad”7.

Para el académico los novelistas que no se habían beneficiado de la


revolución burguesa bebieron fuertemente del naturalismo francés y expresaron su
crítica a la visión tradicional del liberalismo, sin abandonar, no obstante, la idea
básica de la dicotomía sarmientana. Entre estos, Dessau cita a Horacio Quiroga
(1878-1937), José Eustasio Rivera (1889-1928), Arévalo Martínez (n. 1884), Díaz
Rodríguez (1868-1927) y Rufino Blanco Fombona (1874-1944). Éste último, autor
venezolano, acuñaría el término “bárbarocracia” para designar a los gobiernos
dictatoriales de su país (Schwartz, 1972).

Otra vertiente de la tradición nacería con el modernismo. Estos


comenzaban a ver diferente la dicotomía Civilización y Barbarie, contemplándola
como una contraposición entre la integridad del ser humano en las sociedades
subdesarrolladas y la alienación que producía el capitalismo en los países
desarrollados, principalmente Estados Unidos. Dessau considera que esta
corriente nació con José Enrique Rodó (1872-1917) y culminó con Ricardo
Güiraldes (1886-1927) y su Don Segundo Sombra (1926).

Finalmente, durante la época contemporánea, el tema de Facundo solo


sigue encontrándose como sustrato histórico, manifestándose desde perspectivas
completamente diferentes a la original, principalmente en la antinomia más
universal de lo humano y lo inhumano. Todo esto concebido en una época en que
las sociedades latinoamericanas, a pesar de haber desarrollado sus aparatos
capitalistas satisfactoriamente hasta cierto punto, mantienen muchos de los
resabios de antaño que tanto inspiraron la disertación de Sarmiento. Seguimos
estando frente a sistemas de civilización que presentan muchos obstáculos para el
desarrollo de los hombres como individuos creadores, en donde ha fracasado casi

7
A. Dessau, Civilización y Barbarie en la Novela Latinoamericana. Toronto, 1970, p. 339.
toda tentativa de cambio sustancial. Esta situación ha orientado la novela
latinoamericana hacia nuevos sentidos.

Para Dessau, la literatura latinoamericana contemporánea se caracteriza


por manejar el tiempo a través del conflicto entre dos perspectivas del mismo: el
tiempo histórico-objetivo, que maneja el devenir histórico tal y como ha sucedido
sin ningún cambio condicionante y con su carácter circular; y el tiempo mítico-
subjetivo, que condensa los anhelos y deseos del hombre latinoamericano por
realizarse y salvarse a pesar del ambiente que lo rodea. Este elemento estaría
incluido en la génesis del género latinoamericano por excelencia, el realismo
mágico.

Dessau identifica dos vertientes principales de este género, y los relaciona


con el sustrato histórico-temático que han heredado directamente de Facundo.
Una, que intenta retratar a los protagonistas de la barbarie desde una perspectiva
introspectiva-psicológica, pero siempre en correlación directa con el medio
ambiente que lo rodea; dentro de esta corriente estaría Juan Rulfo (1917-1986). Y
la otra, que se enfocaría en representar la visión subjetiva de la realidad
hispanoamericana, esa curiosa mezcla entre civilización y barbarie, y de los
deseos y anhelos de sus habitantes a través de la visión de estos; dentro de este
grupo estarían Alejo Carpentier (1904-1980), Miguel Ángel Asturias (1899-1974),
Augustos Roa Bastos (1817-2005) y J.M. Arguedas (1911-1969), entre otros.

La clave de esta época, a nuestro parecer, es que los autores han podido
proyectar mucho mejor la realidad en retrospectiva, y en su desencanto
postmodernista han plasmado lo que para ellos es la relatividad de la dicotomía, y
de las esperanzas e ideales que se desprendían de la ideología liberal de la cual
se derivaba. Decía Úslar Pietri, un sólido exponente de la novela criolla
contemporánea, que la realidad histórica era que dentro de la civilización había
algo de barbarie, y en la barbarie algo de civilización, y que ambas se
condicionaban mutuamente.

Gabriel García Márquez, y su considerada obra cumbre, Cien Años de


Soledad, marcarían un punto de debacle en la tradición latinoamericana derivada
de Sarmiento. Porque Cien Años de Soledad representaría la actualización más
vigente de la visión del hombre latinoamericano de su realidad. Dessau señala
que, mientras que “ambos autores [García Márquez y Sarmiento] tienen conceptos
filosóficamente distintos”, tanto “el Facundo como Cien años de soledad dan
imágenes de la totalidad social e histórica de sus respectivos países que ofrecen
muchos paralelos”.8 Tenemos que García Márquez es un idealista que, en la

8
A. Dessau, Civilización y Barbarie en la Novela Latinoamericana. Toronto, 1970, p. 341.
tradición del postmodernismo, representa la realidad social y folclórica de su
cultura desde un prisma subjetivo y espiritual. Por el otro lado, Sarmiento pretende
darle a su tesis un carácter objetivo; para él la soledad de la pampa y del
latinoamericano es la condición material para que irremediablemente surja la
barbarie. En otras palabras, Sarmiento es un materialista ingenuo.

La desasociación de los Buendía es la causa de su locura y de sus males,


de que en ellos aparezcan comportamientos y maldiciones que se perpetúan
generación tras generación. En otras palabras, son presas de la barbarie y de la
asociación anormalizada que describe Sarmiento en Facundo. “El hombre dotado
eminentemente se esfuerza por producirse y adopta para ello los medios y
caminos que encuentre”9; esto es exactamente lo que les sucede a los Buendía y
he allí la génesis de que sus energías y empresas creativas se vuelvan
desastrosas y autodestructivas: están mal canalizadas. “...Las grandes dotes
naturales van a perderse en el crimen”10, decía Sarmiento en su obra.

No hay ninguna duda de que, a pesar de pertenecer a épocas distintas y


profesar ideologías totalmente diferentes, ambos autores se mueven dentro de un
ideario social común. La diferencia entre ellos son las conclusiones a las que
llegan, porque mientras que Sarmiento interpreta la realidad para cambiarla,
García Márquez es presa del conflicto entre el tiempo objetivo de los
acontecimientos y el tiempo subjetivo de los personajes, y entonces llega a la
conclusión de que no hay posibilidad de cambio ni salvación. Cien Años de
Soledad, como ninguna obra hecha antes, manifiesta la desesperanza frente al
futuro latinoamericano luego de doscientos años de historia teñidos de fracaso y
desencanto, en donde los mismos vicios y los mismos errores se han venido
repitiendo vez tras vez, sin lograr superarse. “Porque las estirpes condenadas a
cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”11,
termina magistralmente su novela García Márquez.

En palabras de Dessau, “El Facundo es como la apertura grandiosa, y Cien


años de soledad es como el pesimista balance final trágico, pero también
grandioso canto del cisne”12 de la perdurable y admirable tradición en torno al
tópico de la Civilización y la Barbarie.

Comentarios Finales.

Facundo es una de las obras cumbres de la Literatura Latinoamericana.


Con él inicia una tradición, un debate, y una manera de entender nuestra realidad
9
Domingo F. Sarmiento. Op. Cit. p 58.
10
Domingo F. Sarmiento. Op. Cit. p 57.
11
G. García Márquez, Cien Años de Soledad., p. 351.
12
A. Dessau, Civilización y Barbarie en la Novela Latinoamericana. Toronto, 1970, p. 343.
social. Es un libro de difícil clasificación; es incipiente sociología, historia, biografía
novelada, autobiografía, relato de costumbres, panfleto político, ensayo. Todo a un
mismo tiempo, expresados con una unicidad y originalidad sintéticas que solo un
genio, de múltiples y multiformes talentos, como Domingo Faustino Sarmiento,
puedo haber escrito. A pesar de tener una primordial intencionalidad política e
ideologizante, opinamos junto con Noé Jitrik, que “la verdad que hay en Facundo
es esencialmente literaria”13. Su verdad es su propuesta de visión, correctamente
contextualizada en su época, y lo que la realidad histórica nos obliga a rechazar
de ella.

A través del interesante análisis del académico A. Dessau, hemos


navegado por los entresijos de la literatura latinoamericana y podido apreciar la
impresionante magnitud de la influencia de Facundo en nuestra tradición literaria.
Los valioso, y precioso, de este libro es que constituye, a pesar de todas sus
tergiversaciones, uno de los primeros y auténticos intentos por comprender
nuestra alma social. El cuál es el primer paso fundamental para superar de una
vez nuestros problemas colectivos.

13
Noé Jitrik, Para una lectura de Facundo, de Domingo F. Sarmiento., p. 6. 2010.
Bibliografía

 Sarmiento, Domingo F. Facundo o civilización y barbarie en la pampa


argentina. 1845. Santiago de Chile. Diario El Progreso.
 García Márquez, Gabriel. Cien Años de Soledad. 1era edición colombiana,
1967. Bogotá.
 Jitrik, Noé. Para una lectura de Facundo de Domingo F. Sarmiento. 2010.
Edición digital El aleph.
 Dessau, A. “Civilización y Barbie” en la Novela Latinoamericana, p.335-344.
Toronto. 1970.

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