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Arte y cultura de América Latina

Máster en Estudios Latinoamericanos

Curso 2018/19

Sara Jiménez Mancilla

Comentario sobre el texto «Bautismo del rey Zubu»

Se ha narrado la conquista desde muchas ópticas: del impacto en la vida de los


indígenas, las masacres, la violencia, el impacto en la tierra, la apropiación de los
terrenos, los alimentos, animales… Pero quizá el tema más estudiado fue el de la
evangelización; una de las tareas más importantes para la corona española era la de
llevar la religión católica al continente americano, imponer una cultura y un modo de
vida. De esta forma el imperio español extendía su dominio y sometía a las poblaciones.

Sin embargo, el proceso de evangelización no se llevó a cabo de igual manera en todos


los casos. El caso del rey Zubu1 fue una táctica muy usada entre los grandes cargos
indígenas: aceptaban libremente convertirse al cristianismo porque de esta forma las
fuerzas españolas los protegían frente a los enemigos y obligaban a estos a someterse a
su poder. Se ve claramente en el siguiente fragmento:

«Hizo el capitán decir al rey que, entre las muchas ventajas de que iba a gozar
haciéndose cristiano, tendría la de vencer más fácilmente a sus enemigos. El rey
respondió que estaba muy contento de convertirse, aun sin beneficio ninguno;
[…] Entonces el capitán mandó que los trajeran y les dijo que si no obedecían al
rey como soberano, los haría matar a todos y confiscaría sus bienes en provecho
del rey. Con esta amenaza todos los jefes prometieron reconocer su autoridad»
(pág. 372)2.

De esta forma, la corona española se asegura tener a un rey bajo el control español, el
cual obligará a su pueblo a someterse a la cultura de la península y dejar de lado la suya
propia. Así no solo se somete a un pueblo sino que, haciendo que renieguen de sus
ídolos, dioses, tradiciones e imágenes lo que se consigue es borrar la identidad del
propio pueblo; es decir, se somete haciéndolo olvidar la raíz de su identidad y así se
aseguran la sumisión y que resulte más fácil dominarlos. Como se ve en el texto:

«Después de haber plantado una gran cruz en medio de la plaza se pregonó que
cualquiera que quisiese cristianizarse debería destruir todos sus ídolos,
colocando la cruz en su lugar».

1
Pigafetta, A. Primer viaje en torno del globo, Madrid, Espasa Calpe, 1999, págs. 103-104
2
Sorroche Cuerva, Miguel Ángel, Villalobos Pérez, Alejandro, «Historia del Arte en
Iberoamérica y Filipinas. Materiales didácticos I: culturas prehispánicas», Universidad de
Granada, Granada, 2004
Por otra parte, también resulta interesante destacar el momento del bautizo y la función
que tenía en ese momento. Al bautizarlo «se le puso el nombre de Carlos», es decir, se
borra la última marca de su identidad indígena y por otro lado entran a formar parte de
la comunidad católica y por tanto deben seguir sus reglas. En muchos casos se creía que
al no conocer la religión, era normal que los indígenas fueran considerados salvajes ya
que no conocían la verdadera fe:

«Y aun si miramos, muchos hay que han profesado nuestra ley y recebido agua
del santo baptismo, [...] de manera que si estos indios usaban de las costumbres
que he escripto, fue porque no tuvieron quien los encaminase en el camino de la
verdad en los tiempos pasados [...]. Y o veo cada día grandes señales, por las
cuales Dios se sirve en estos tiempos más que en los pasados. Y los indios se
convierten y van poco a poco olvidando sus ritos y malas costumbres, y si se han
tardado, ha sido por nuestro descuido más que por la malicia dellos; porque el
verdadero convertir los indios ha de ser amonestando y obrando bien, para que
los nuevamente convertidos tomen ejemplo […]»3.

Ciertamente, dentro de las compañías religiosas hubo grandes defensores de los


indígenas frente a las atrocidades que se cometían contra ellos, como fue el caso de
Bartolomé de las Casas, fraile dominico. Sin embargo, mediante la imposición de esas
creencias religiosas para dominar culturalmente al pueblo lo que se consigue es, como
decía anteriormente, ocupar y explotar el terreno y a los propios indígenas como mano
de obra barata. Esto tuvo lugar gracias al apoyo y respaldo de la Iglesia católica puesto
que con esta expansión cristiana claramente podían llevar allí templos, instaurar la
jerarquía cristiana y también cobrar impuestos por las tierras. Es decir, la evangelización
implicaba a su vez la imposición de las estructuras sociales y económicas que les
permitirían enriquecerse.

A pesar de todo, la cultura indígena no fue erradicada del todo; en el ámbito privado se
siguió adorando a sus propios ídolos manteniéndolos en amuletos y cultos secretos. La
convivencia de esta espiritualidad con la religión cristiana dio lugar a un gran
sincretismo en todo el continente. Se trata, pues, de técnicas que pusieron en marcha las
poblaciones indígenas para resistir y conservar su cultura y tradición.

Sin embargo, el interés principal de la corona española no residía en la evangelización


de los pueblos americanos; esto fue únicamente una excusa en la que ampararse para
poder expoliar el continente. Como dice Ignacio Ellacuría4:

«Si nos fijamos bien, en el comienzo de la conquista lo que dijeron los


conquistadores es que venían a hacer a los indígenas cristianos. Pero es obvio
que no venían a eso, que tal afirmación era una gran mentira (por más que se

3
P. Cieza de León: La crónica del Perú, 387-390, 393, 397-400; caps. 116, 117 y 119,
escritos ca. 1550
4
Ellacuría, Ignacio, Quinto centenario de América Latina. ¿Descubrimiento o encubrimiento?,
transcripción del texto hablado de una ponencia en el Centro Cristianismi i Justicia, Barcelona,
27 de enero de 1989
quisiera justificar con las mejores razones teológicas, y por más que algunos
creyeran sinceramente tales justificaciones). La verdad es bien diferente. España
fue a América a dominar, a conquistar, a ampliar su poder y sus fuentes de
riqueza. Vino a eso acompañada de una carga ideológica o ideologizada,
representada, sobre todo en aquel momento, por la Iglesia romana. Fue, pues, la
estructura socio-histórica española de entonces la que quedó desvelada […].
Quedó desvelado, igualmente, que esa fuerza se movía, sobre todo, por la
afanosa búsqueda de riqueza y poder. Eso es realmente lo que movía a los
individuos que acudieron a América Latina».

Por otro lado, la colonización también supuso un cambio en la estética y en los


elementos de ornamentación de los indígenas. Con la llegada de la cultura occidental se
impone, a su vez, la estética que provenía de Europa. Así la cultura sometida pierde las
grandes obras culturales de sus tradiciones originarias.

También debe ser destacado el hecho de que el líder de la sociedad indígena se


convierta al cristianismo con facilidad, todo a cambio de mayor poder y ayuda frente a
los enemigos. Esto nos muestra, una vez más, que el interés real de todo este proceso de
cristianización no era más que una forma de “ocultar” los reales intereses de estos
hechos: el poder económico y social.

Los líderes indígenas no eran ajenos a la situación que se estaba dando en América
Latina: los conquistadores iban tomando terreno, destruyendo a los grandes reyes
indígenas lo cual significaba también, para ellos, la derrota de sus propios dioses. Al ver
la derrota contra el ejército, asumían por su parte que el dios que acompañaba a los
españoles era más poderoso que sus dioses indígenas. De esta forma, podemos entender
que no se trataba tanto de abrazar otra fe como de buscar esa suerte en la batalla.

Para reflejar esta situación, resulta muy ilustrativa la obra de Diego Rivera, La llegada
de Hernán Cortés; se trata de una obra en la que se ve, en un margen, cómo se
evangelizaba: se sometía mediante la fuerza a los indígenas y las personas con poder
ofrecían regalos, presentes para ganarse el favor de los conquistadores. En esta imagen
se puede ver a Cortés convirtiendo al indígena con su espada y con el apoyo del
sacerdote tras él.

Por otra parte, la obra de Rivera refleja en un solo mural todo lo que supuso la llegada
de los españoles a América: la esclavitud, la tortura, la participación de la iglesia en
esos actos de tortura. Ya no solo se está narrando desde América la situación de
absoluta explotación que se vivió sino que se está mostrando claramente cómo la iglesia
tomó parte activa en esos actos tan censurables. Porque, a pesar de los actos de
religiosos que buscaban defender y proteger a los indígenas, queda clara que la única
razón de la conquista era el beneficio económico que eso iba a llevar; y dentro de ese
beneficio, obviamente, encontramos el éxito que supuso encontrar mano de obra barata
entre la población autóctona de aquellos territorios.
Sin embargo, volviendo al texto objeto de comentario, me parece interesante señalar los
aspectos ornamentales que se introducen en la conversión del rey. En el texto se apunta
lo siguiente:

«El capitán, tomando al rey de la mano le condujo al tablado; vistiéronle


enteramente de blanco, y se le bautizó […]. Al rey, que se le llamaba raja
Humabon, se le puso el nombre de Carlos, por el emperador; los demás
recibieron diversos nombres».

El bautismo es el primer sacramento, el que introduce a la persona en la religión católica


y mediante el cual se purifica. Además, la ropa blanca simboliza el comienzo de una
vida, esa nueva vida que toma el que va a ser bautizado. El color blanco simboliza esa
pureza del alma, el cambio que se está dando lugar. Es por eso por lo que resulta tan
importante llevar este ritual al nuevo continente colonizado: la cultura no puede
imponerse bruscamente; para consolidar una nueva tradición, una nueva forma de vida
debe emplearse un ritual, una ceremonia que tome un cariz importante y llegue a la
gente para que pueda repetirse, para que se convierta en nueva tradición. De ahí que el
ritual esté cargado de tanta solemnidad y sea tan importante enseñarlo, es otra forma de
borrar los rituales y ceremonias propios de los indígenas.

Como mencionaba anteriormente, el bautismo también supone un cambio de nombre,


una nueva identidad. En este caso se le otorga el nombre de un emperador español.
También este acto está cargado de gran solemnidad, se está construyendo un nuevo
discurso que parte de rechazar lo anterior para implantar lo “nuevo”, que en este caso se
asocia con lo correcto, el camino que les salvará.

A pesar de la brevedad del texto, nos encontramos ante una muestra que enriquece
nuestro conocimiento acerca de lo que supuso la conquista. El proceso de colonización,
que posteriormente ha sido repetido por otros países en el mismo continente, muestran
las consecuencias que tuvo para la sociedad latinoamericana como pudo ser la
complejidad que supuso para el sujeto mestizo –consecuencia directa y física de la
conquista- el hecho de enfrentarse a su origen (hablamos aquí de la figura de la
Malinche, la mujer que ayudó a Cortés a conquistar Tenochtitlán y a la cual culpan de
traidora).

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