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ESCUELA PROFESIONAL:
DERECHO
INTEGRANTES:
COORDINADOR:
SEGURA SUYÓN, Milagros Alhelí
AÑO DE ESTUDIOS:
PRIMERO
ASIGNATURA:
ÉTICA Y DEONTOLOGÍA
TEMA:
“ÉTICA JUDICIAL” – JAVIER SALDAÑA
DOCENTE:
Dr. JOSÉ GAMONAL GUEVARA
AÑO LECTIVO:
2019
“AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD”
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ................................................................................................... 3
CONCLUSIONES. ................................................................................................. 14
RECOMENDACIONES .......................................................................................... 16
INTRODUCCIÓN
En general, los estudiosos de la corrupción señalan que esta es un problema; demuestran con
cifras y datos que el fenómeno va en aumento, pero no van más allá, no indican cómo resolver o,
al menos, detener el problema. Solo una mente aguda puede llegar a comprender que el problema
de la corrupción se vincula directamente con el comportamiento humano. De ello se concluye que
son los valores y principios que cada individuo posee los que le harán ser o no corrupto. Y la
disciplina que estudia los vicios y virtudes del ser humano es la ética.
Nos encontramos en una época de densidad ética debido a que las normas éticas se están
convirtiendo en el referente en sociedades avanzadas. La ética como indicativo para la acción:
cuestiones que apelando a las leyes se resuelven mal y encuentran una mejor solución si se
encauzan desde la ética a causa de la conciencia, de modo que se sitúan por encima de la ley, en
un rasgo de coraje y futuro, al reformular normas para el beneficio de los demás, para mejorar.
Todas las personas actuamos con ética durante el transcurso de nuestra vida, demostrando
nuestros valores frente a con la sociedad de igual forma las instituciones mediante sus servidores
públicos deben actuar con ética y bajo normas para brindar un mejor servicio.
Los códigos han sido de gran importancia en la vida debido a que marcar ciertos patrones o reglas,
(Para la Real Academia Española Ética se define como)
Para ARISTÓTELES la ética es; de éthos costumbre, Rama de la filosofía cuyo objeto de estudio
es la moral. Si por moral hay que entender el conjunto de normas o costumbres (mores) que rigen
la conducta de una persona.
ARISTÓTELES Y SUS TRES VERSIONES DE ÉTICA (384 – 322 A.C) Para Aristóteles la
ética se refiere a las costumbres y hace parte de la sociología o la política.
EL SISTEMA DE LA ETICIDAD EN HEGEL (1770 – 1831) Hegel propuso el estado ético
donde el individuo pudiera desarrollarse a través del derecho, la moralidad y la eticidad como
fundamento de los más altos valores de la humanidad.
Según SÁNCHEZ VÁZQUEZ, la “Ética, revela la existencia de una relación entre el
comportamiento moral y las necesidades e intereses sociales y continúa…. la ética nos ayudará a
poner en su verdadero lugar la moral efectiva, real, de un grupo social que pretende que sus
principios y normas tengan una validez al margen de necesidades de intereses concretos”.
En mi opinión los códigos de ética son normas, principios o valores que restringen, regulan o
guían a las personas e instituciones, para orientar un mejor comportamiento de manera obligatoria
y evitar totalmente la corrupción.
En el Perú, suele considerarse equivocadamente que el Código de Ética es un conjunto de meros
postulados morales relacionados a cuestiones abstractas que estudia la deontología del abogado,
materia mucho más cercana a la filosofía y a la moral que al Derecho. Además, con frecuencia,
no suele ser identificado en forma inmediata con las normas de responsabilidad profesional que
regulan la conducta de los abogados y que, como explicaremos en este ensayo, constituyen
“La ética es la actividad del hombre dirigida a garantizar la perfección interna
de su propia personalidad.”
-Albert Schweitzer- 3
“AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD”
verdaderos mandatos jurídicos (al tener respaldo en la fuerza del Estado) aplicables a situaciones
concretas.
La relevancia del Código de Ética radica en que es la norma que establece los parámetros bajo los
cuales debe ejercerse la abogacía en el Perú y cualquier abogado que patrocine procesos en el país
(aún si fuera extranjero) está en la obligación de cumplirlos. De allí que el tema que abordamos
sea esencial para comprender cómo se encuentra actualmente regulado el control disciplinario de
la abogacía en el Perú.
I. TÍTULO: NATURALEZA CIENTÍFICA DE LA ÉTICA JUDICIAL
AUTOR(A): ALARCÓN MONTOYA, Yanira Geraldine
Debemos considerar primordialmente el preguntarnos si la ética judicial mantiene un
estatuto científico propio, o simplemente es una utopía de la raza humana para hacerse la
idea de la realización de buenos jueces.
Todo va a depender de la importancia, el impulso y relevancia que le demos a la materia.
No se puede desestimar la esperanza que mantiene la sociedad de contar con poderes
judiciales y jueces excelentes, como vemos actualmente nuestro poder judicial, la
reputación de este está por los suelos, vulgarmente hablando, todos anhelamos que
nuestro poder judicial sea correcto, un poder judicial sin corrupción, que sea justo, sin
embargo si nos ponemos a hablar de justicia entraríamos a otro campo más complejo, en
el cual no vamos a tratar.
Sin embargo tenemos que decir también que la Ética Judicial no puede quedarse con ser
sólo considerada una noble aspiración colectiva, sino debemos afirmar que esta es una
disciplina eminentemente científica y que hay buenas razones para sostener tal
afirmación. , es decir no solo tenerlo como utopía sino llevarlo a la realidad, que no sea
un imposible, sino un hecho.
A fin de garantizar el cumplimiento de la misión Institucional, su fortalecimiento,
renovación y efectividad, los integrantes del Poder Judicial deben orientarse por el camino
de la integridad, la transparencia y la conciencia funcional e Institucional.
La ética judicial también tiene objetivos:
1) Promover el cambio en nuestra cultura de trabajo a través del fortalecimiento de
la vocación de servicio.
2) Propiciar que los integrantes del Poder Judicial comprendan, asuman y ejecuten
su rol en el cumplimiento de la misión Institucional.
3) Motivar la mística de que son servidores públicos y que su labor particular es
parte del resultado final del servicio de justicia que se ofrece a la ciudadanía.
La Ética Judicial es una «ética aplicada», es decir, forma parte de todo aquel importante
movimiento científico o «giro aplicado» que conoció el mundo en la segunda mitad del
siglo anterior, donde al lado de los problemas bioéticos, los avances tecnológicos o los
cuestionamientos ecológicos, aparecieron también aquellos otros dilemas relativos a las
«éticas profesionales». Adela Cortina que las éticas aplicadas –entre ellas las
profesionales– intentan aplicar los principios de fundamentación a las distintas
“La ética es la actividad del hombre dirigida a garantizar la perfección interna
de su propia personalidad.”
-Albert Schweitzer- 4
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al juez mediocre, o sea a aquel que simplemente se preocupa de cumplir con los mínimos
estándares sin asumir un compromiso con la excelencia o la perfección de su tarea”.
El segundo modelo de juez, el propuesto por la Ética Judicial, sería aquel que acepta, sin
duda, la obligación de respetar y observar las normas, pero no se conforma sólo con eso.
Esto porque está convencido de la trascendencia de su función y de la importancia de los
bienes que está llamado a proteger, por eso es capaz –como dice Atienza– de ir más allá
del mero cumplimiento del deber, haciendo suyos esos rasgos del carácter que lo
estimulan a superar el mero cumplimiento de la ley. De este modo, el juez propuesto por
la Ética Judicial es consciente de que los principios y las virtudes judiciales lo colocan en
el camino de la excelencia en sus funciones, y para ello debe desplegar un esfuerzo
constante, tener una buena disposición de ánimo, y tener presente que la acción realizada
lo encamina a la excelencia o perfección judicial.
Pero, concerniente a la expresión “Ética Judicial”:
Es intrínseco a toda sociedad humana la aparición de problemas jurídicos en donde se
discuta sobre lo que le corresponde a los justiciables, pero implicó un gran salto
civilizador poner en manos de un tercero imparcial la solución de esas disputas acerca de
derechos y deberes.
Para desempeñar esa función jurisdiccional, el derecho romano pensó en "hombres
buenos, peritos en derecho", lo cual resume ejemplarmente las dos grandes exigencias
que conlleva la justificación de esa tarea, de discernir e imperar lo justo concreto. En
efecto, se requiere del conocimiento y oficio propio de los jurisprudentes, pero dado que
en ese "decir el derecho" no es posible "demostrar" la verdad del juicio judicial, ello se
suple confiando en la calidad ética de aquellos que cumplen la función. Si el Juez es aquel
Hombre experimentado en prudencia y virtudes, es más fácil no sólo que pueda decir lo
justo en el caso, sino que inspire la confianza en que eso que dice es efectivamente lo
justo; ello, atento a que su vida recta constituye un dato significativo para avalar el juicio
recto que da para el caso, aún cuando esté imposibilitado de proveer a ese saber práctico
concreto, de una certeza que sólo alcanzan los saberes teóricos o especulativos.
El conocimiento del derecho apuntala la autoridad del Juez, pero -además- es la calidad
ética probada en el "vivir bien" lo que la refuerza significativamente.
Rodolfo Luis VIGO, manifiesta que: "En estos tiempos de crisis de legitimidad de la
autoridad, resulta indispensable reflexionar sobre los modos de reconstruir y fortalecer
esa necesaria autoridad. Uno de esos caminos -más que idóneos- en nuestra sociedad
argentina es remitir el problema al campo de la ética, para ahí plantear las exigencias que
más allá del derecho podemos establecer y demandar a aquellos que como sociedad
vamos a constituir en autoridades. Esta lógica jutificatoria no sólo abarca históricamente
al mismo Poder Judicial, sino que, es en el campo de esa función judicial donde se
visualiza nítidamente la importancia del estándar ético de los que la desempeñan. La
paradoja ética señalada por Kant, que conlleva toda autoridad, se magnifica cuando de
jueces se trata, dado el poder enorme, personalizado y difícilmente controlable que ellos
tienen a la hora de tomar decisiones sobre la libertad, el honor y el patrimonio de los
Javier Espinoza De Los Monteros Sánchez, citando a Ignacio Sierra, bien expresa que,
"Los Jueces ejercían un auténtico "ministerio", es decir, "un sacerdocio que exige la
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de su propia personalidad.”
-Albert Schweitzer- 8
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ocupación de todos los instantes del magistrado, con abnegación completa, alejándose de
pasiones bastardas que jamás deben entrar al santuario de la justicia. El estudio, la
meditación, la ciencia y la virtud, deben ser las únicas guías de las personas encargadas
de administrar justicia".
La Ética abarca todo el comportamiento humano, y por supuesto aquel que tiene que ver
con la profesión que se ejerce. De ese modo resulta forzoso plantear los perfiles y
contenidos propios de la Ética implicada en las diferentes profesiones en toda actividad
humana libre que se presta al servicio de otros. Sólo desde la ética general es posible
plantear con coherencia y solidez una ética aplicada o profesional, pues de lo contrario
estaremos imposibilitados de postular un "buen" profesional cuando ignoramos o
prescindimos de la noción de bien humano. La Ética profesional es más que una
deontología o catálogo de deberes, pues éstos requieren, para comprenderse, justificarse
y obligar, la remisión a ciertos bienes que los explican y se satisfacen al cumplirse. Sin
bien por detrás no hay deber justificado, al margen de que el bien justificatorio sea el
personal, el común, el corporativo, etc.1
1
NAVARRETE LUIS ALBERTO, Ética Judicial.
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de su propia personalidad.”
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es decir, no tendría razón de ser ni de existir. Existen jueces que falsamente creen que con
la aplicación mecánica de la ley ya están haciendo justicia. Sin duda, la ley en algunos
casos puede concretar la justicia, pero cuando no es así, el juez debe hacer a un lado la
ley y buscar realizar ésta, ya sea, aplicarse los principios generales del derecho y el
derecho consuetudinario u otros instrumentos jurídicos que el propio derecho le
suministra.
Para determinar lo justo, el juez debe identificar el tema de la serie de «bienes» o «cosas»
que debe proteger el juzgador en su actividad judicial 2 Éstos son muy distintos y de la
más diversa naturaleza; entre ellos se encuentra, en primer lugar, los bienes tangibles,
aquellos objetos físico-medibles, como pueden ser los muebles e inmuebles (terrenos,
casas, coches, pinturas), etc. Son aquellos que constituyen el patrimonio del justiciable, y
que el juez debe proteger de toda interferencia en su titularidad.
En íntima relación con lo anterior, hay otro tipo de «bienes» que, aun no siendo tangibles,
pueden perfectamente determinarse, siendo igualmente objeto de titularidad por parte de
la persona. Nos referimos, por ejemplo, a bienes tan fundamentales como la vida, la
integridad física o moral, la libertad, tanto física como de pensamiento o conciencia, el
prestigio, etc. Es aquel conjunto de «bienes» que hoy constituirían el contenido de lo que
conocemos como derechos humanos. Pues bien, sobre todo este conjunto de bienes el
juez igualmente ha de pronunciarse para reconocerlos y defenderlos. Se pueden enunciar
otros que no pertenecen directamente a los justiciables, sino a los abogados, o a quienes
los representan y patrocinan en un juicio.
Para ello es necesario mencionar, aunque sea brevemente, aquella distinción clásica que
en la filosofía moral se encuentra y que más recientemente ha rehabilitado Alasdair
MacIntire cuando habla de la distinción ente bienes “internos” y bienes “externos3”.
Los bienes “internos” serían aquellos por los que una actividad, cualquiera que ésta sea,
se identifica y cobra sentido. “Cada actividad, cada investigación, cada práctica apunta a
algo bueno; por “el bien” o “lo bueno” queremos decir aquello a lo que el ser humano
característicamente tiende4”. Así, la enseñanza cobra sentido y se justifica cuando es
capaz de transmitir buenos conocimientos. Igual sucede en la abogacía, ésta sólo se
justifica y cobra sentido cuando el postulante defiende los derechos y libertades de su
cliente ayudando al juez a concreta la justicia. Del mismo modo sucede en el caso de la
actividad judicial, ésta tiene como bien “interno” a la “justicia”, y su misión radicará
fundamentalmente en determinar lo justo en el caso concreto. De la actividad judicial
esperamos la justicia, esperamos principalmente que un juez sepa identificar y dar a cada
uno lo que le es debido, de modo que si no se tiene presente este bien «interno», o si en
2
Cuando hablamos de «bienes o cosas» nos estamos refiriendo, principalmente, a lo que se conoce como
derechos reales (derechos que se plasman en una cosa), pero también derechos personales (por ejemplo,
de personalidad).
3
Cfr. MacIntyre, Alasdair, Tras la virtud, 2ª ed., Crítica, Barcelona, 2004, pp. 234-235
4
Ibíd., p. 187.
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de su propia personalidad.”
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la búsqueda del mismo éste se desvirtúa, decimos entonces que estamos ante la corrupción
de la actividad judicial.
Los bienes “externos” por su parte no identifican ni han de dar sentido a la actividad
judicial, son externos o contingentes a ella, son en definitiva, bienes que no la han de
definir prioritariamente, éstos puede ser: el prestigio, cuando a través de su desempeño
judicial el juez trata siempre de refrendar y aumentar su fama sacrificando incluso la
decisión justa, o el rango, tratando siempre de que su trabajo le sirva como medio para
llegar a los sitiales más altos del poder judicial, o el dinero, asumiendo su función solo
desde una visión economicista, etc. Ahora bien, habiendo reconocido que la función
judicial se identifica y cobra sentido en la concreción de la justicia, habrá que decir que
en la determinación de dicho bien “interno” están implicados otra serie de bienes. Los
que destacan en primer lugar son los de los justiciables los cuales son muy variados y se
expresan de diversas formas, así, estarían bienes como la vida, integridad, libertad,
seguridad, propiedad, etcétera, en definitiva, bienes en general que son los que hoy
denominamos derechos humanos.
Del mismo modo se encuentran aquella serie de bienes que pertenecen a quienes han
representado a las partes, esto es, los abogados, los que ponen en manos del juzgador
dichos intereses y que abarcan desde su prestigio como profesionales del Derecho, hasta
los honorarios acordados con sus representados, etc5
En esta nómina también están los bienes e intereses del propio gremio de los jueces,
incluyendo en estos a los otros juzgadores y a sus auxiliares, en definitiva, a los
integrantes del poder judicial al que sirve, bienes como el prestigio de dicho poder, o la
honorabilidad del mismo, etcétera.
Finalmente, en un sentido más general, el juez también ha de cuidar por los bienes propios
de la sociedad, la cual espera que con su actividad se logre la paz social, el orden público,
la confianza que ésta tenga en sus instituciones, la cohesión y desarrollo social, etc.
Así, la alta consideración que de estos bienes se tenga, será la clave para entender que la
labor judicial no puede ser desarrollada de cualquier manera, o en forma mediocre.
El Dr. Saldaña Serrano, ha aportado mucho con su artículo, sobre todo porque para
cualquier persona común probablemente no se abstraería mucho en su mente respecto si
el Poder Judicial tenga ética o no al realizar su trabajo.
5
Cfr. Ídem.
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Primero, ¿el poder que detentan los jueces es democráticamente legítimo? Unos afirman
que no lo es, porque aparentemente nadie los ha elegido por una votación directa, es decir,
la gente del pueblo no los ha elegido. Por otro lado, están los que alegan que los jueces
tiene la legitimidad democrática para detentar ese poder de juzgar y realizar la tan
afamada Justicia.
En su sentido más coloquial, los legítimos cuestionamientos que cualquier ciudadano
podría formularse serían los siguientes: ¿por qué he de obedecer a una persona (juez) que
con sus decisiones puede afectar mis bienes más preciados cuando nadie lo ha elegido?,
¿en dónde radica el poder del juez si democráticamente no se lo hemos dado?
Algunos han creído que, a pesar de lo acertado que puedan ser las anteriores interrogantes,
el juez sí goza de una legitimidad democrática representativa. Para ello han propuesto la
tesis según la cual aún los miembros de los poderes judiciales detentan el poder que el
pueblo posee originalmente, pues cuando éste elige a sus representantes, o a quienes
después seleccionarán a los jueces a través de la ley (senadores, por ejemplo), se está
delegando ese voto popular y, por tanto, esa soberanía en los magistrados. Así, el poder
que detentan 13 los jueces no les vendrían por elección directa alguna, sino en forma
indirecta, al haber sido seleccionados por los representantes del pueblo.
La ÉJ le diría al juez que debe estar atento también a no cometer errores en su
argumentación para tratar de evitar que incurra en alguna falacia, por ejemplo. Un juez
que no se tomara en serio la ÉJ casi es un hecho que redactaría mal sus sentencias,
exponiendo en ésta puros aspectos formales, ofreciendo una argumentación insuficiente.
Hay, sin embargo, mucho más que decir sobre la legitimidad del juez, pues al lado de la
buena argumentación que está llamado a realizar, ésta ha de ser completada con ese
conjunto de principios, reglas y virtudes judiciales que debería asumir en aras de generar
la confianza entre los justiciables y entre la población en general. De modo que podríamos
decir, en conclusión, que la legitimidad judicial va más allá de la pura legitimidad formal.
La ética es una disciplina que toma cada vez mayor relevancia en el ejercicio profesional,
entendiéndola como aquel conjunto de directrices que valoran el comportamiento de los
individuos de una sociedad. En la actualidad, los valores morales y espirituales se están
perdiendo de manera muy significativa, por ello, desde hace algún tiempo se vienen
desarrollando e implementando códigos de ética que, precisamente, sirvan como: “guía
principal para orientar las acciones y definir la manera en la que se debe actuar en el
desempeño de las funciones y actividades asignadas”. Ahora en los centros de formación
ya no solo se enfocan en transmitir conocimientos netamente académicos sino que a su
vez insiste en que para lograr el engrandecimiento de nuestra profesión hoy más que
nunca se deben aplicar las normas de ética Profesional.
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de su propia personalidad.”
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En el punto 7 JAVIER SALDAÑA nos habla sobre el contenido de los códigos de ética y
los argumentos que fundamentan su importancia en la vida profesional enfocándose
especialmente en el ámbito judicial. En definitiva como futuros abogados estamos a
tiempo de aprender y cultivar no solo nuestras habilidades sino también ese conjunto de
actitudes que enriquecerán nuestra persona, sabiendo que nos enfrentamos a una época
de densidad ética, como dice MARSHALL SCHMINKE, ahora lo común es que la moral
de una persona sea el tercer factor que esta considerará antes de decidir qué hacer. El
más importante es que haría su jefe y segundo que harían sus pares. Como vemos a diario
en los medios de comunicación muchos se han perdido en la vía de la corrupción, dañando
la credibilidad y la reputación de nuestra labor, por eso está en nosotros librar la lucha
limpia para mejorar este panorama sin dejarnos manipular por todos aquellos que ya la
perdieron, pues como dice ARISTÓTELES “es evidente que es algo voluntario el que uno
siga el camino de la virtud o del vicio”, y bien lo tiene dicho pues ser virtuoso es una
decisión.
FROEHLICH, habla de la necesidad de determinar un conjunto de valores éticos específicos de
nuestra profesión para conseguir lo que, tomado de KULTGEN, denomina el ideal profesional,
compuesto por una manera de ser, unas acciones y un conjunto de reglas profesionales
consensuadas. SALDAÑA afirma que dichos códigos recopilan los parámetros de eticidad
que deben ser observados por aquellos que deciden cumplir de manera íntegra su labor, y
que estos se hayan clasificados en dos partes en las cuales se basó para dividir los códigos
de ética. El primero incluye los principios base de la profesión, las reglas aplicables en
casos de dilemas éticos y en algunos detalla las virtudes esenciales para la integridad. La
segunda parte se compone de lo que podríamos llamar una cierta «responsabilidad ética»,
que incluye el establecimiento de un debido proceso ante una infracción, así como el
posible correctivo a aplicar.
Entonces, ¿por qué es importante el papel del Código de Ética para un Abogado? Porque
establece un modelo del correcto actuar apegado a los principios de justicia. El Código
aterriza cuestiones de la ética que son más o menos abstractas y las adecúa a la práctica
profesional cotidiana, pues estos documentos son la compilación de muchas de las
reflexiones, principios, valores, virtudes y preocupaciones éticas, que se encuentran
dispersos de manera intrínseca en el ordenamiento jurídico, lo que facilita al profesional
la tarea de buscar la máxima necesaria a aplicar.
Otro punto en el que radica su importancia es en el potencial que tiene el código de
convertirse en una herramienta de enseñanza de la ética entre estudiantes de derecho si el
mismo es retomado por las universidades del país. De igual manera ofrece una guía de
comportamiento para el ejercicio profesional de cada día que de ser retomada por diversas
instituciones, inclusive bufetes de abogados, puede incidir en un cambio actitudinal de
los abogados y un cambio en la percepción del abogado en nuestra sociedad. De este
modo, el profesional cuenta con un parámetro para saber que conductas están apegadas o
no al código de ética, y pueden servir de estímulo a jueces que encuentran que tal
documento convalida su actuar o pudiendo servir de ejemplo a otros jueces no inclinados
a la observancia de principios éticos.
Puede además servir para aquellos jueces o profesionales íntegros puedan denunciar a
otros cuyas actitudes no son bien vistas por una comunidad con cultura ética Así, si un
Poder Judicial se da un código de ética, puede reclamar que los abogados, ministerios
“La ética es la actividad del hombre dirigida a garantizar la perfección interna
de su propia personalidad.”
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públicos, etc., se ponga en regla según los principios que el código establece. Esto no solo
significara una mejora en los distintos organismos del estado sino que también habrá
beneficios intrínsecos para quienes se apegan a estos códigos éticos, como considera
PASCAL el practicar la virtud es la ciencia por excelencia, es el arte de vivir bien y ser
dichoso.”
CONCLUSIONES
La ÉTICA JUDICIAL, como ética aplicada, es una disciplina científica, con un
estatuto propio y no es, solamente, una aspiración humana, sin embargo todo
llegamos al punto que esta aspiración, este anhelo queremos que se haga realidad
en nuestro sistema judicial, y que cada uno de nosotros los alumnos, futuros
profesionales, los profesionales como tal debemos actuar de manera correcta,
siendo éticos y dando el ejemplo a la sociedad.
En el punto 7 “El papel de los códigos de ética” concluimos que son un conjunto
de máximas, reflexiones y pautas éticas del desarrollo laboral mediante valores
universales que posee cada ser humano. Nosotros como próximos abogados debemos
observar y hacer nuestro, estos códigos para desde ahora ir forjando nuestro carácter
con la ayuda de la ética, que nos brindará un optima capacidad de discernimiento
al tomar decisiones para que sean buenas y prudentes basadas en la libertad y
responsabilidad, decisiones aceptadas por todos como grupo que reconoce su
originalidad frente a la sociedad y ofrece a ésta un conjunto de buenas prácticas
como objetivo del bien de la actividad perseguida. Estas buenas prácticas son el
resultado de un método común que refleja el carácter de la profesión y beneficia
finalmente a la sociedad, al usuario, en la calidad del servicio prestado. En este
proceso estos códigos nos ayudaran a entender lo ideal de una vida virtuosa,
entender que nosotros como el futuro del país debemos tener coraje para vivir,
generosidad para convivir, y prudencia para sobrevivir, y así cambiar el panorama.
RECOMENDACIONES
Estimo, que quienes ostentan el poder, me refiero al nivel más alto, no llegan a
comprender la importancia del juez en los órganos jurisdiccionales. Ojo, no me refiero a
que no se les valora –formalmente–, porque, no es noticia decir que tienen sueldos por
encima del promedio del sector público. Pero, que estén bien pagados no necesariamente
significa que se tenga real conciencia de su papel estelar en el éxito o fracaso de un
despacho, para ello considero apremiante analizar qué cualidades son imprescindibles en
un buen juez.
1. Vocación de servicio
Un buen juez debe tener claro que su trabajo es, a fin de cuentas, solucionar los problemas
de relevancia jurídica de las personas. Así, por ejemplo, cuando está en disputa un bien,
el problema no es en realidad este, sino el perjuicio económico que su pérdida supondría
para el litigante vencido.
Que el juez comprenda su verdadera función, es un paso previo para que asimile que su
trabajo es servir, sí, servir al ciudadano de a pie que ha tenido que solicitar como último
remedio tutela jurisdiccional. Cuando ello suceda, notará además, que su labor requiere
de un compromiso real y especial con los “servidos”, es decir, con aquellas personas a
quienes realmente beneficiará de una u otra forma su servicio. Por el contrario, si la
persona que accede a la condición de magistrado considera que es el Estado quien le debe
servir, con los privilegios previstos para su cargo, el destino de su despacho que dirija
será muy probablemente el fracaso.
2. Empático
Esto supone “ponerse en los zapatos” del litigante. Sí, lo sé, es imposible, por la
sobrecarga procesal, resolver los casos en los plazos legales, pero ello no implica de forma
alguna que los procesos puedan estar indefinidamente sin solución o que esta última tarde
más de lo razonable. Si el juez no comparte siquiera en una pequeña parte ese sentimiento
de desesperación del litigante que lleva esperando largo tiempo por su sentencia, no podrá
ser un buen juez. Es difícil identificar esta capacidad, pero valdría la pena hacer ese
esfuerzo, porque de ello dependerá tener o no un juez sensible a la indignación justificada
del ciudadano que no obtiene respuesta oportuna de la justicia.
4. Proactivo
5. Ordenado
Como diría el filósofo francés Denis Diderot: “Cuidado con el hombre que habla de
poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo
su control”. Puede sonar exagerado, pero un buen juez debe ser casi un maniaco del orden.
Debe clasificar todo lo que tiene pendiente, por antigüedad, por urgencia, por dificultad,
etc.; registrar y conocer todo lo que ingresa a su despacho, desde cuándo, para qué. Solo
de esta forma podrá obtener resultados de trabajo satisfactorios. Sé que están danto esto
(que un juez trabaja en orden) por descontado, sin embargo he visto más de un caso en
que el orden no es un valor tenido en cuenta.
7. Con carácter
Un juez mediocre quiere “llevar la fiesta en paz” con todos, ser el que siempre “da una
mano”, buscará, por ejemplo, satisfacer con sus decisiones a los abogados que sabe luego
lo evaluarán en el referéndum anual que organizan los Colegios de Abogados. Por el
contrario, un buen juez sólo se guía, al dirigir los procesos, por su sentido de justicia, sin
importar si con las decisiones que resultan de este, pueda generar una enemistad o
cualquier inconveniente con los amigos o conocidos que se verán “afectados”.
El carácter es necesario en el juez para poner en su sitio a los abogados que pretendan
amedrentarlo o faltarle el respeto en el despacho. Sin embargo, después de un tiempo,
llega un punto en que ese carácter (que tiene implícita una corrección en la forma de
actuar) será conocido por los operadores del derecho locales, y por ello serán cada vez
más escasos los reclamos injustificados o fuera de lugar.
8. Sentido común
Tener sentido común implica actuar de forma razonable. Un juez no debe dejar nunca de
actuar razonablemente, ni al manejar el personal que tiene bajo sus órdenes, ni al resolver
los procesos que dirige. Había dicho líneas arriba que el conocimiento del derecho
legitimaba la condición de líder del juez, pues esta condición también la refuerza cuando
tiene una relación de trabajo correcta con sus subordinados, la cual no podrá lograr si se
comporta como un tirano con estos, es decir, si no actúa de forma razonable con ellos.
En cuanto a los procesos, el sentido común tiene que ver con jamás permitir que lo
decidido sea irrazonable. Imagino que piensan que ello no suele suceder, pues se
equivocan, los jueces positivistas –todavía los hay– suelen resolver sin considerar la
razonabilidad –o ausencia de esta– que entraña lo decidido. Bueno, considero que
mientras menos jueces positivistas tengamos, mejor le irá a nuestro sistema de justicia.
Considero que en tanto no se acepte y exista consenso en que el juez cumple un papel
protagónico en el éxito o fracaso de un despacho, los males que aún padece el Poder
Judicial no podrán ser sanados.6
Saldaña aborda un tema que él mismo reconoce como complejo. Para resaltar la
relevancia de la responsabilidad ética Saldaña comienza aludiendo a la realidad, a la
referencia de varios casos en los que los servidores públicos (y en particular los servidores
judiciales) incurrieron en conductas reprochables logrando librarse de responsabilidad
jurídica.
6
SALDAÑA SERRANO JAVIER, Ética Judicial. Reflexiones sobre el contenido de una materia.
Esperar que cumplan bien su trabajo, que al menos se rijan por la razón y el sentido
común, rechazando propuestas liberales estúpidas implantadas por millonarios y la
izquierda política que ha mutado desde el Socialismo desarrollado por Marx. Poniendo
algunos ejemplos, la ideología de género, el feminismo de tercera ola. Digo esto porque
en otros países la mayoría de los jueces realizan su trabajo bajo las leyes que dicta la
ideología de género en su respectivo país, ya que el juez se encuentra supeditado a la ley
impuesta por el partido político imperante en ese momento.