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Siempre me gusta conocer un poco del autor antes de comenzar a leer su obra ya que

así es fácil darse cuenta del contexto socio cultural al que pertenece el mismo y así conocer
un poco el historial que antecede al libro. Así, conocí un poco sobre Susana Tamaro,
cinematógrafa y escritora Italiana, muy valorada por su literatura y considerada una poeta de
los dolores del alma. Susana comienza su carrera escribiendo libros para niños pero que
también impactan al público adulto como lo es “Tobías y el Ángel”, libro de gran contenido
sentimental que me dispongo a explicar ahora desde mi punto de vista.

Cuando leí el nombre del libro lo relacione con una lectura que había leído años atrás
llamada “Tobías y el Ángel Rafael”, la cual cuenta sobre un joven que es guiado en una
travesía y traído de vuelta a casa sano y salvo por su Ángel guardián. Lo cual, no es para
nada diferente a la historia de la pequeña Martina, una pequeña curiosa (como todo niño) de
todas las cosas que existían y la cual encuentra respuesta a todas sus interrogantes en la
palabra confiable de su abuelo que siempre esta llena de explicaciones increíbles a cada
misterio de la vida. A veces es raro ver a un niño hablándole a las cosas, a los arboles y a los
animales o de igual forma que piensen que estos les hablan. Sin embargo pensaba en que
nosotros nos comportábamos igual cuando éramos pequeños y encontré una hermosa
explicación que dio el abuelo de Martina al expresar que todas las cosas tienen voz solo ay
que aprender a escucharlas.

El abuelo tiene un don especial para entender la inocencia de Martina y darle una
explicación certera a todas sus preguntas, incluso a aquellas que venían desde la realidad
dolorosa de su familia, por ejemplo, al preguntar porque ya no eran felices sus padres este
responde y explica a la pequeña que las personas tienen sueños y a veces los sueños
explotan como las burbujas de jabón con las que están jugando. De esta forma, Martina va
comprendiendo de una forma mas espiritual todo lo que acontece a su alrededor.

Si todo se nos explicara así desde que somos pequeños creo que serian menos
nuestros traumas y miedos de infancia; digo esto porque al ir leyendo empecé a identificarme
con la niña, con sus problemas y su alegre soledad, también esto me llevo a cuestionarme
del porque la sociedad de alguna forma nos obliga a renunciar a nuestra niñez, ¿Porque hay
una edad especifica para empezar a ser joven y adulto?, ¿Porque se tiene que perder esa
inocencia hermosa que nos hace ver al mundo de una manera tan natural?. A pesar de todos
esos pesimismos antropocéntricos creo que muchos aun conservamos algo de niño dentro
de nosotros. Creo que también el abuelo, mucho mas que los padres de Martina.

“Mientras hay vida hay esperanza” repetía a menudo el abuelo, mismas palabras que
se habían convertido en fuerza suficiente para la pequeña. Marti había aprendido a escuchar
la voz de las cosas, las que, según ella, hablaban siempre cosas simpáticas, por otra parte
las personas hablaban casi siempre para decir cosas desagradables. Que actual este
pensamiento en el mundo de hoy, los seres humanos no nos detenemos a menudo a
escuchar la brisa del viento o la serenidad de un árbol, sin embargo no esperamos el mínimo
error o equivocación de otra persona para gritárselo a la cara o reclamarle de mala forma.
Sin duda a las personas, especialmente a los adultos, nos hace falta ver esas puertas que
están en todo lugar para vencer la tristeza.

El dialogo que Marti mantiene con los arboles plantados a un lado de su apartamento,
la travesía imaginaria de su pez y el juego en el que ella se convierte en el perrito Tobías y
su abuelo en su amo nos van mostrando como en el cuento se desarrolla una enseñanza del
amor puro de los niños expresado por la pequeña. Sin embargo, su alegría (muchas veces
ficticia) se ve opacada con la repentina ausencia de su abuelo que junto a las continuas
peleas y abandono de los padres hacen que la niña opte por huir de la casa, según
recomendaciones del Castaño, para encontrar su destino o mas bien para seguir el camino
para encontrarse a si misma. Esta parte la relaciono muy fácilmente con el crecimiento y la
adolescencia, ya que cuando comenzamos a “dejar” la niñez ya no recibimos tanta atención
de nuestros padres y tenemos que empezar a tomar decisiones por nosotros mismos y de
igual forma tratar de encontrar nuestro propio destino, a forjar nuestro camino.
Lastimosamente al igual que Martina muchas veces hay cero presencia paterna o materna
por lo que los jóvenes se ven obligados a buscar ayuda o información en otras personas, tal
como en el libro lo representa la anciana Ratosa, que en algún momento de nuestras vidas
nos conducen a reinos de cosas perdidas o similares, e incluso a sentir que no somos
queridos por esos familiares o personas, sin embargo aquí entran en juego esas otras almas
que como el conejito athos nos motivan a entender que estamos en esta vida por una razón,
porque alguien no ha deseado, y a entender que los destinos antes o después se
encuentran.

Martina, sola de nuevo, continúa su búsqueda de su propio destino, que por todos
lados se presenta hostil, sin padres, sin amigos y con un pensamiento realmente
desalentador: “Todo se acaba, es algo de veras triste. Todo se acaba y siempre estamos
solos”. Es aquí donde la pequeña encuentra la protección de su Ángel de la guarda, al que
cree en primera instancia ser producto de su imaginación, sin embargo mantiene con él un
dialogo hermoso que le recuerda la forma de hablar del abuelo y la importancia de ver mas
allá de lo material, ver con los ojos del corazón, del espíritu algo que en la cotidianeidad se
nos olvida a los seres humanos, debemos dejarnos sorprender de vez en cuando por los
misterios de la vida, tal como Marti lo hizo al ver y entender que a cada quien le cuida y guía
un Ángel.

Es en este punto donde Martina comienza a recuperar la esperanza de volver a casa y


encontrar nuevamente a su abuelo. El Ángel le habla de un elemento bastante importante en
la vida de todo ser humano, le dice que debe crecer a través de un proyecto, “algo que debes
imaginar, y después de haberlo imaginado lo debes fabricar”, entendido en nuestro contexto
viene a ser el proyecto personal de vida, que indiscutiblemente tiene que ver con nuestro
destino, al igual que Martina no podemos quedarnos en casa a esperar a nuestro destino
venir, tenemos que ir a la búsqueda a través de un proyecto donde se vean envueltas
nuestras metas y sueños pero también las personas que son importantes para nuestra vida,
nuestra familia y amigos. Este proyecto también debe estar dispuesto a aceptar
oportunidades que nos lleven a la felicidad, como bien lo dice el Ángel: “Los hombres tienen
miedo a la felicidad”. Muchas veces hay oportunidades de felicidad a nuestro alcance y nos
negamos a ellas por miedo a incluirlas en nuestro proyecto, por miedo a que otras
situaciones se amalgamen con nuestro destino. Que sabio el Ángel, a lo mejor aprendió del
abuelo, tal vez era la abuela que había pasado a formar parte del mundo invisible.
Otro valor sumamente importante que nos presenta el libro de manera un poco
silenciosa es el valor y respeto al adulto mayor además de la protección que debemos darle
a los ancianos. Vemos en el libro el personaje del abuelo, una persona sumamente sabia e
interesante únicamente valorado por la pequeña nieta, su hija y yerno lo maltratan verbal y
emocionalmente, e incluso se muestra que el viejo vive solo. A pesar de todo el conocimiento
y experiencia que posee solo Martina es la que se preocupa y lo quiere tener cerca siempre.
Es interesante como en el libro las personas que nos enseñan más son la mas joven y el
mas viejo. Parece que los jóvenes y adultos estamos sumergidos en nuestras situaciones y
labores y nos olvidamos de ver la vida desde la perspectiva de un niño o un viejo para
percibir el mundo con mas esperanza y entusiasmo.

Al concluir el último capitulo me dejo un sabor familiar en el alma, me motivo a


entablar una conversación con mi padre, con quien casi nunca veo. Me transmitió esa fuerza
que mantiene el corazón caliente y eso que dijo el conejito: Nada se pierde para siempre.

En conclusión, podría resumir este libro como una poesía para el alma, como las
palabras que siempre necesitamos escuchar pero que nunca sacamos el tiempo para buscar
en nuestra vida diaria. Creo que de algún modo Martina representa una parte de nosotros y
el abuelo esas personas que están siempre a nuestra disposición para escucharnos,
aconsejarnos y ayudarnos a seguir en busca de nuestra felicidad, de nuestro destino a través
de nuestro proyecto.

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