por el enmarañado monte de los prohibidos besos de una tarde de abril en la que el río iba muriendo en los brazos de un desdichado mar tan lejos de los exquisitos encantos de tus divinos ojos.
Eres esa agüita tan pura, tan cristalina
como la luz que ilumina los inmensos prados de tus labios que desfalleciendo de amor están al solamente mirarme de lejos .
Eres esa agüita tan dulce
que dan ganas de beberlo pero otro aguatero se lo tomó primero dejándome una inmensa sed en la laguna de mi pobre corazón, que aún llora por ti.