Вы находитесь на странице: 1из 9

PRACTICA Nº 03

AGROECOSISTEMA

I. INTRODUCCIÓN:
A pesar de la poca importancia que se le ha dado al estudio del funcionamiento de los
ecosistemas en la formación de los profesionales de la agronomía (Sarandón, 2011), el
objetivo de los agrónomos no es otro que el de “intervenir”, es decir, modificar los
ecosistemas para que éstos produzcan ciertos bienes (y servicios) económicos en lugar
de los que naturalmente producirían sin la intervención humana. La comprensión de la
complejidad de los agroecosistemas, sugiere que un enfoque simplista, reduccionista y
fraccionado de la realidad, no es adecuado para un manejo sustentable, que incluye
propósitos económicos, socioculturales, ecológicos y temporales de los
agroecosistemas.
El cambio hacia una visión sistémica es, entonces, fundamental e implica que los
agroecosistemas deben visualizarse como sistemas (conjunto de componentes
interrelacionados de determinada manera para cumplir un fin) ecológicos asociados a
variables socioeconómicas, que tienen por fin la producción de bienes y servicios de
importancia económica. Por otro lado, el abordaje holístico o generalista implica
reconocer que el todo es más que la suma de las partes. Como señalan Lugo & Morris
(1982) “es imposible interpretar el comportamiento de un sistema dado sólo basándose
en estudios sobre el comportamiento de sus partes”. Esto quiere decir que no es posible
entender cómo funciona un agroecosistema, un sistema agropecuario, (primer paso
para saber si debemos sugerir un cambio o no) basándonos en el estudio detallado de
algunos componentes, como el suelo (propiedades físicas, químicas, biológicas), la
vegetación (por medio de censos, recuentos, medidas como biomasa, etc.), las
enfermedades, las plagas, las malezas, el estado de los cultivos, los animales, etc., y
luego “juntar” toda esta información.

Figura N° 01. Modelo de agroecosistema

Imaginémonos que pudiésemos contratar a los mejores especialistas de cada una de


estas disciplinas o áreas de conocimiento y nos entregasen un informe completo y
detallado de su estudio. El análisis de esta información (si pudiera hacerse), no
necesariamente nos va a dar una idea clara del funcionamiento del sistema. Por ello,
para abordar el desafío que implica el manejo sustentable de los agroecosistemas, es
esencial aplicar un enfoque holístico. En este sentido, no se trata de aprender a “hablar”
sobre lo que es un enfoque holístico, sino de utilizar este enfoque como un potente
instrumento de abordaje.
Este conocimiento es necesario, entonces, para un manejo que compatibilice la
obtención de un flujo de bienes y servicios, que satisfagan las necesidades de esta
generación sin comprometer la capacidad productiva de los recursos para las futuras
generaciones.
El objetivo de este Capítulo es señalar la importancia de aplicar el análisis de sistemas
para el manejo de los agroecosistemas, resaltando las diferencias y similitudes de los
principales procesos en ecosistemas naturales y agroecosistemas, y el impacto que las
distintas prácticas agrícolas tienen sobre ellos.

El enfoque de sistemas
La idea de aplicar el enfoque de sistemas no es nueva ni exclusiva de las ciencias
agropecuarias ni de la Agroecología. Como señala Hart (1985), la historia del concepto
de sistemas es probablemente tan vieja como el ser humano mismo, pues siempre ha
existido la necesidad de entender fenómenos complejos.
La Teoría General de Sistemas fue desarrollada por Von Bertalanfly en 1968. En la
actualidad, el reconocimiento de la complejidad de los fenómenos que el ser humano
debe comprender (y la imposibilidad del enfoque reduccionista para lograrlo), ha
renovado el interés por el concepto de Sistemas, que hoy se usa como herramienta de
trabajo en muchas ciencias.
Como señala Toledo (1994): “...toda producción rural finalmente implica una apropiación
de ecosistemas, es decir, de totalidades o ensamblajes físico - biológicos dotados de un
equilibrio dinámico, y que las especies o los materiales o las energías usufructuadas
durante dicha apropiación no son simples elementos de aquello”.
Un sistema puede ser entendido como un “arreglo de componentes físicos, un conjunto
o colección de cosas, unidas o relacionadas de tal manera que forman y actúan como
una unidad, una entidad o un todo” (Becht, 1974).
Las propiedades de un sistema no dependen sólo de sus componentes, sino de la
interrelación existente entre ellos. Así como el funcionamiento de un reloj no está
determinado sólo por la suma de todas sus piezas sino, además, por la forma en que
éstas están relacionadas o ensambladas, (ya que, si pierden su relación, éste no
funciona), el funcionamiento de un sistema ecológico, no está definido sólo por la suma
de sus componentes, sino por la forma en que éstos se interrelacionan lo que le da sus
propiedades particulares. Y, en el caso de un agroecosistema, lo que le confiere sus
características productivas.
En un sistema pueden reconocerse: componentes, interacciones entre ellos, entradas,
salidas y límites.

LIMITES

COMPONENTE A

ENTRADAS SALIDAS
INTERACCIONES

COMPONENTE B

Figura N° 02. Elementos de unagroecosistema


Componentes de los sistemas
Los componentes de un sistema pueden ser muy variados, según se trate de sistemas
biológicos, mecánicos, o de cualquier otro tipo. Pueden encontrarse sistemas
compuestos de muchos componentes y otros de muy pocos. Por ejemplo, los
agroecosistemas son sistemas muy complejos con componentes biológicos que han
sido distribuidos en el tiempo y el espacio, interactuando con componentes
socioculturales (objetivos, racionalidades, conocimientos y cultura de los agricultores).
Los componentes biológicos de los ecosistemas y agroecosistemas pueden dividirse,
según su función en productores, consumidores y detritívoros o descomponedores. En
cualquier agroecosistema, o sistema agropecuario, vamos a encontrar algunos o a todos
éstos (cultivados o silvestres).
Los productores (autótrofos) son aquellos componentes que tienen la particularidad,
mediante el proceso de la fotosíntesis, de transformar y acumular energía lumínica en
forma de energía química. Las plantas verdes son los productores por excelencia:
cultivos, vegetación espontánea, árboles, arbustos, etc. Estos componentes son la base
de todos los otros y de la vida sobre la tierra. Cualquier ecosistema depende,
directamente o indirectamente, de la capacidad de las plantas para fijar carbono por
medio de la fotosíntesis.
Los consumidores (heterótrofos) se ubican en un nivel trófico superior y necesitan a los
productores para subsistir ya que, por su incapacidad de transformar la energía
luminosa, deben alimentarse de los componentes que sí lo hacen. Los consumidores
comprenden a todos los animales, tanto domesticados (vacas, cerdos, ovejas, aves,
etc.) como silvestres (aves, liebres, insectos, etc.) A los que se alimentan de vegetales,
se los denomina consumidores primarios y los que se alimentan de animales se
denominan consumidores secundarios, como el caso de las fieras, aves rapaces,
predadores de insectos, parásitos animales, etc.
Los detritívoros o descomponedores (heterótrofos), son también consumidores, pero se
alimentan de tejido muerto de las plantas o cadáveres o deyecciones animales, e
intervienen en el reciclado de la materia orgánica y los nutrientes. Aquí se encuentran
varios grupos como los artrópodos y numerosos microorganismos, micro, meso y
macrofauna, fundamentales en estos procesos.

Figura N° 03. Interacciones entre componentes de un agroecosistema


Límites y niveles jerárquicos
a) Definiendo los límites
Reconocer o definir los límites del sistema en estudio es un paso fundamental para
aplicar el enfoque de sistemas. Lo primero que debemos hacer es “recortar, es decir,
identificar el sistema de nuestro interés. Para eso, debemos delimitarlo, fijar sus límites;
éstos no son fijos y dependen de nuestro objetivo o interés.
La definición de los límites resulta indispensable para evaluar las salidas y entradas
desde y hacia el sistema. Si los límites no son precisos, no pueden percibirse entradas
ni salidas, o pueden confundirse con salidas lo que no son más que flujos internos. Este
concepto tiene especial importancia para el manejo de agroecosistemas ya que, por
definición, su objetivo es producir un flujo constante de materiales (bienes y servicios)
fuera del mismo, pero al mismo tiempo evitar o minimizar las salidas no deseadas:
contaminantes, suelos por erosión y nutrientes por lixiviación o volatilización, entre otros.
Muchas veces, la incapacidad para aplicar el enfoque de sistemas ha llevado a varios
errores conceptuales sobre el funcionamiento de los mismos o a minimizar o no percibir
salidas que pueden causar importantes problemas.
Es importante tener en cuenta que los límites del sistema no son sólo bidimensionales,
sino tridimensionales. Es decir, que lo que se escapa por debajo y/o hacia la atmósfera
también debe ser tenido en cuenta. Por ejemplo, en un cultivo de trigo, el límite inferior
estará dado por la profundidad de exploración de las raíces. Todo lo que se encuentre
por debajo, no está accesible o disponible para el trigo. Un nutriente que está a mayor
profundidad que la capacidad de exploración de las raíces del trigo, está fuera de
nuestro sistema. La incorporación de árboles al mismo incrementaría sus límites
inferiores y superiores, ampliando entonces la cantidad de recursos disponibles.

b) Niveles jerárquicos
Otro aspecto a tener en cuenta es el nivel jerárquico, es decir, la relación que se
establece entre diferentes sistemas. Un sistema puede ser un subsistema de un sistema
de mayor jerarquía y, a su vez, contener varios subsistemas, y así sucesivamente. El
análisis puede realizarse a nivel de país, de cuenca, de región, de fincas, de parcelas o
de plantas ¿Cuál es el nivel de jerarquía que debemos tener en cuenta? Esto depende
de nuestro objetivo, pero Hart (1985b) propone que, para cualquier estudio deben
tenerse en cuenta, por lo menos, tres niveles jerárquicos: el sistema de interés (por
ejemplo, la finca a estudiar) el que está por encima, que lo contiene, (en este caso podría
ser la región), y los sistemas que están dentro del sistema de interés. Imaginemos que
nos interesa entender cómo funciona un sistema
agropecuario, una finca, para decidir si es sustentable o no, y sugerir entonces los
cambios necesarios. Esta finca está situada en algún lugar, en alguna región, que le da
sus particularidades. Muchas veces, lo que sucede en la finca y su importancia depende
de ese contexto. Por ejemplo, no es lo mismo una finca productora de frutilla o
arándanos, en una región típicamente productora de estos cultivos, que en una en una
región donde nadie más realiza esa producción Esto puede implicar una enorme
diferencia en el acceso a información, asesoramiento, insumos, mercados, posibilidad
de venta de la producción, acceso a mano de obra calificada, etc. Por otro lado, todo lo
que sale de nuestro sistema, va a parar a su entorno: ¿es una región de lluvias, con
ríos, arroyos, con mucha pendiente, hay peligro de contaminación de aguas? ¿Hay
poblaciones vulnerables cercanas? Muchas de estas cuestiones requieren entender el
entorno, el supra sistema que engloba nuestro sistema.
Finalmente, nos interesa qué hay dentro de nuestro sistema, dentro de la finca, sus
subsistemas: lotes de cultivos, animales, plantas silvestres, insectos, etc.

c) Estructura de los agroecosistemas


Los sistemas tienen, además, una estructura que les permite cumplir con su función. La
estructura de un sistema puede ser muy simple o compleja y depende de: número y tipo
de componentes y del arreglo entre estos componentes. Un ecosistema puede tener
numerosos componentes, (por ejemplo, una selva tropical donde coexisten muchas
especies), o puede tener pocos componentes, (por ejemplo, sistema de monocultivo de
trigo. El arreglo o relación entre los componentes puede ser de varios tipos: competitivo,
cuando utilizan los mismos recursos; cíclico, cuando forman parte de un ciclo
biogeoquímico; o trófico, cuando uno sirve de alimento a otro.
Para poder comprender todas estas características el enfoque de sistemas resulta muy
útil, aunque su construcción e interpretación requieren de algunas consideraciones
básicas.

Cómo emplear y entender el enfoque de sistemas en los Agroecosistemas


Entender el funcionamiento de un agroecosistema, por ejemplo, de una finca, es
esencial para poder diagnosticar si se están alcanzando o no los objetivos de la
sustentabilidad y/o comprender los problemas que el diseño y manejo elegido tienen.
Recordemos que cualquier sistema de producción agropecuario, no es más que un
diseño (entre varios posibles) de distribución en el tiempo y el espacio de una serie de
componentes vegetales y animales con un objetivo. Muchas veces, los problemas se
presentan porque el diseño no es adecuado para el objetivo buscado.
El enfoque de sistemas es una herramienta apropiada para entender esto, porque nos
permite generar un modelo simplificado de la realidad, para saber cómo está
funcionando. Este esquema o modelo, si está bien construido, nos va a brindar
información valiosa para comprender los límites, los componentes, sus relaciones, y las
entradas y salidas (deseadas o no). Veamos un ejemplo: como una primera
aproximación, podríamos construir un sencillo esquema (Figura) donde definamos los
límites, las salidas y entradas. Todavía no nos interesa, (o no podemos) establecer lo
que hay dentro de este sistema: lo tomamos entonces como una “caja negra”, como
podríamos entender una computadora. Aunque no entendemos aún los procesos
internos, podemos identificar entradas y salidas. Esto ya es un paso importante porque
varias de estas salidas pueden ser no deseadas y causar problemas.
Es importante entender que lo que pretendemos es representar la realidad y no lo que
deseamos que ocurra. Es decir, debemos poder definir todas las entradas y salidas del
sistema, más allá de que sean deseadas o no.
Por ejemplo, en un sistema de producción de maíz, que utiliza fertilizantes para la
nutrición y pesticidas para controlar las plagas, la salida será el maíz (nuestro objetivo),
pero, además, saldrán residuos de plaguicidas y de fertilizantes que irán a parar al agua
o al aire, según su composición química y forma de aplicación. Estas salidas pueden
constituir un problema significativo y es importante percibirlas claramente.
El diagrama A, aunque sencillo, brinda poca información sobre lo que ocurre dentro del
sistema: sus procesos y componentes. Si queremos profundizar nuestro entendimiento,
entonces debemos agregar un poco más de información sobre los procesos internos del
sistema.
En la Figura 4.1.B. representamos ahora dos componentes del sistema, que llamamos
A y B y establecemos, con una flecha, el sentido o flujo de materia y energía desde A
hacia B. Desde B identificamos también una salida de materia y energía del sistema.
Este flujo de A hacia B puede ser, por ejemplo, la transferencia de materia desde una
pastura (productor) hacia un animal (consumidor: ganado) que se alimenta de ésta y
luego nosotros vendemos y extraemos del sistema. Por ejemplo, un sistema de engorde
de ganado (invernada).
Figura N° 04. Análisis de un sistema

Lamentablemente, los sistemas reales son un poco más complejos. Veamos la Figura
4.1.C. Aquí representamos 3 componentes: A, B, C. Se observa que ahora las entradas
se han descompuesto en 3 flechas hacia los componentes A, B y C. Además, el
componente A tiene 2 subcomponentes, de uno de los cuales sale un flujo de materia
hacia B. De este componente B hay dos flechas: una salida del sistema y un flujo hacia
un tercer componente C, del cual se observa un flujo hacia A (ambos subcomponentes)
y una salida del sistema.
Esto puede representar en forma más detallada un sistema de producción animal, donde
A es el componente vegetal constituido por dos subsistemas:
una pastura implantada y un componente vegetal silvestre: malezas no apetecidas por
el ganado. Del componente cultivado sale un flujo de materia (forraje) hacia el
componente B (ganado). Del ganado sale un flujo, una parte (deyecciones: bosta y
orina), va hacia el componente C: suelo, y otra sale del sistema como carne. En el
componente C (suelo) se observa un flujo de nutrientes hacia el componente A
(vegetales), que se divide en los dos subcomponentes. Esto puede indicar, (si el recurso
es escaso) una competencia entre estos dos componentes del sistema A. Del
componente C sale, además, una flecha fuera del sistema lo que indicaría pérdidas de
nutrientes o suelo por lixiviación, escorrentía o erosión.
Las entradas se han dividido en los 3 compartimientos o componentes, para brindar
mejor información. Por ejemplo, hacia el componente A pueden entrar semillas,
pesticidas (insecticidas y herbicidas), parte de estos van también hacia el suelo junto
con los fertilizantes. El componente B requiere productos veterinarios, que no entrarían
al sistema si este componente no existiera. Este tipo de diagrama ya nos da mejor
información y nos permite ver si estamos consiguiendo el objetivo deseado. Se observa
la salida de carne que es el objetivo buscado, pero también nos permite ver las
consecuencias del diseño y el manejo elegido. En este caso, las salidas indeseadas,
como los nutrientes del suelo (del componente C), junto con los residuos de los
pesticidas aplicados. A su vez, detectamos que hay ingresos que son económicamente
costosos como los pesticidas y los fertilizantes que, tal vez, podríamos reemplazar por
algún proceso natural si nos interesara.
¿Cuál es el nivel de detalle que debemos buscar? Hemos visto que un diagrama
demasiado simple es inadecuado porque, aunque sencillo de construir, brinda poca
información. Por el contrario, un diagrama demasiado complicado, donde intentemos
“meter” toda la realidad, todas las variables, tampoco es adecuado porque pierde
claridad y, por lo tanto, utilidad. Lo importante es que el esquema o diagrama construido
sea útil. No debemos olvidar que simplemente es un elemento de diagnóstico para
ayudarnos a entender la compleja realidad de los agroecosistemas.
Figura N° 05. Flujo de materia y energía en un agroecosistema

Procesos de los sistemas


El número, el tipo y la disposición espacial y temporal de los componentes de un
sistema, definen o establecen la ocurrencia de una serie de procesos que determinan el
resultado final del mismo. Tanto en los sistemas naturales como en los agroecosistemas
pueden reconocerse 5 procesos básicos (Lugo & Morris, 1982):

1. Fotosíntesis
2. Respiración
3. Flujo de nutrientes: ciclos biogeoquímicos
4. Sucesión
5. Procesos internos de regulación (ciclos reproductivos, fases fenológicas, asignación
de recursos)

II. OBJETIVOS:
1. Identificar los elementos de un agroecosistema
2. Reconocer la estructura de una agroecosistema en relación con sus
componentes.

III. MATERIALES Y REACTIVOS


a. Termómetro d. Flexómetro
b. Peachímetro e. Cuaderno de apuntes
c. GPS navegador

IV. PROCEDIMIENTO:
1. Establezca una unidad de estudio, considerando para ella las características
físicas que señalan los límites de la unidad de trabajo.
2. Describir en forma general las características físicas del terreno o de la zona
escogida como unidad de estudio de acuerdo a lo que se señala en las tablas
adjuntas de la guía de práctica.
3. Identificar los elementos y la estructura del agroecosistema
4. Cálculo de poblaciones de plantas. Para calcular el número de plantas en un
área de cultivo se usan operaciones matemáticas, como la siguiente:

Largo del área/ Distancia entre plantas x Ancho del área/ Distancia
entre surco

Otra forma de calcular la cantidad de plantas en un área es a través de la


fórmula area2 sobre distancia mayor (D) por distancia menor (d).

Área2/ D x d

5. Realizar una inspección visual del agroecosistema para conteo directo de los
artrópodos por unidad de área o hábitat, en el lugar o sitio de muestreo. Los
conteos se realizan al observar la planta entera o estructuras específicas
dentro de ellas, es decir, observaciones del follaje y luego se registra la
cantidad de insectos por parte: fruto, yema terminal, tallo, etc. Esta
herramienta facilita determinar la intensidad de la plaga en un área,
predeterminada.

6. Muestreo de malezas. Es una técnica utilizada para muestrear malezas,


consiste en muestrear un área en círculo de 1O pulgadas de diámetro,
identificando lo siguiente:
• Porcentaje de cobertura sobre el suelo.
• Tres malezas predominantes.
• Tipos de malezas (gramíneas, hojas anchas y ciperáceas).
Cerca de la estación de muestreo de plagas, se selecciona un sitio con un
diámetro de 1O pulgadas. En el sitio de la muestra, se estima de forma visual
el porcentaje de cobertura que tienen sobre el suelo. Anotar las tres malezas
predominantes y los tipos presentes.

Con los datos tomados, efectúe un resumen de la unidad tomada como ecosistema
en estudio:

V. RESULTADOS:

1. Características geográficas del agroecosistema tomado como unidad de estudio

.....................................................................................................................................
.....................................................................................................................................
.....................................................................................................................................

2. Características del suelo

➢ Color : ............................... ➢ PH : .......................


➢ Olor :................................ ➢ Temperatura :........................
➢ Textura :...............................

3. Factores físicos

➢ Temperatura amb. (°C) : ........ ➢ Latitud : ......................................


➢ Temp.del agua (°C) : ......... ➢ Altitud : ......................................

4. Condiciones ambientales:

➢ Nubosidad ..........................................................................................................
➢ Vientos, dirección ...............................................................................................
➢ ¿Es posible identificar la presencia de algunos elementos químicos?
............................................................................................................................
............................................................................................................................

Вам также может понравиться