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Aristóteles nació en Estagira, Macedonia en el año 384 a. C. Era hijo del influyente
Nicómaco, médico personal del rey Amintas III, lo que facilito más tarde sus conexiones
con la corte de la Capital Pella, donde vivió en su juventud. A los 17 años ingreso en la
academia de Platón, en Atenas, donde permaneció veinte años hasta la muerte de su
maestro (347 a.C.). A partir de ese momento comenzó a elaborar su propia filosofía
apartándose de algunos de los planteamientos de su maestro, y dedicándose a la
investigación naturalista. En el 342 Filipo de Macedonia le encarga la educación de su hijo
de trece años, el que será Alejandro Magno. Funda su propia escuela “el liceo”, donde se
trataban los temas paseando, y de ahí, el apelativo de “peripatéticos”. En el año 323 muere
Alejandro Magno, y Aristóteles, huye a la isla de Eubea, donde muere en el año 322 a.C.
Critica a los dos mundos, ya que para Aristóteles es uno solo, admitir dos mundos
complica la explicación innecesariamente, reduplicando las realidades.
Platón no ofrece una explicación racional al hablar de los dos mundos. Se limita a
utilizar mitos y metáforas, en vez de aclarar conceptualmente sus propuestas.
No hay una relación clara de causalidad del mundo ideal respecto del mundo
sensible, es decir, no explica como las ideas son causas de las cosas sensibles e
inmutables. No infiere que de una idea se derive un objeto.
Argumento del tercer hombre: según Platón, la semejanza entre dos cosas se explica
porque ambas participan de la misma idea. Según Aristóteles, se precisa un tercero
para explicar la semejanza entre dos cosas y un curto para explicar las tres y asi
sucesivamente. Es una regresión al infinito, por eso no se explica nada.
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MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA CIENCIA Y TECNOLOGÍA
INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR “VILLA ANGELA”
Rivadavia y Luis Braile – 3540 – Villa Ángela – CHACO 2018
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“2017-Año del Bicentenario del cruce de los Andes por el Ejército Libertador del General San Martín”
Dice Aristóteles que principio es tanto la causa del movimiento de algo como de su
percepción o realización, así como también de su generación, ordenamiento y
cognoscibilidad.
Empirismo: hace referencia a que nada hay en el entendimiento que no haya estado
antes en los sentidos. El conocimiento comienza por los sentidos. El cuerpo es quien
nos pone en contacto con lo que nos rodea, dispone tanto de sentidos externos
(vista, oído, olfato, tacto y gusto) como internos (memoria e imaginación).
Hilemorfismo: es una teoría filosófica según la cual todo cuerpo se halla constituido
por dos principios esenciales, que son la materia y la forma.
Intelectualismo: hace referencia al orden epistemológico, político y existencial. El
saber es la finalidad de las acciones humanas, su principio de orden y
reconocimiento. Supone una jerarquía de saberes en cuya cima se apuestan los
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“Todos los hombres desean por naturaleza saber”, la admiración, el asombro es el motor o
impulso que nos lanza a la búsqueda del conocimiento. El saber empieza por los sentidos,
toma como objeto lo particular y sensible. La percepción de lo sensible y particular es el
comienzo del conocimiento: “nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en los
sentidos”. Sin embargo, el conocimiento humano no se detiene en lo sensible, puede
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La verdad de las cosas (de los entes) se encuentra en las cosas mismas, el objeto de la
inteligencia está en ellos. Se trata de llegar a conocer aquello que hace que algo sea lo que
es.
Sustancia
Un ente remite a lo que es, existe o puede existir. Existen dos niveles de entes, los entes
inorgánicos, aquellos que el hombre puede transformarlos y los entes orgánicos, los cuales
poseen alma.
En cada ente hay un principio de permanencia: la Ousía, “en sí”, que es la substancia, la
cual no depende de nadie y se distingue de los accidentes que son “en otro”, los cuales
necesitan estar apoyados en la substancia. No existe accidente sin substancia. Los
accidentes son 9: cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, posesión, acción y
pasión.
De la substancia se habla en cuatro sentidos: la esencia, el universal, el género y el sujeto,
siendo el sujeto aquello de lo que se die las demás cosas, sin el qué, por su parte se diga de
otra. La esencia es la categoría primordial del ser, porque la esencia es la primera forma que
lo reviste o la sustancia y respecto a ella cobran sentido las demás categorías o formas de
decir el ser. Ser es aquello que todas las cosas tienen en común, es la propiedad inmanente
a todas las cosas.
Materia y forma
Las sustancias sensibles se hallan constituidas por dos principios: materia, que dice de qué
está hecha una cosa, y forma, la disposición o estructura de la misma. La materia es el
substrato general de toda sustancia corpórea, y de ella derivan las propiedades físicas
comunes a todos los cuerpos, pero, por si sola, ni siquiera es cognoscible: es imposible
experimentar una materia no determinada, no incardinada en una forma.
Potencia y acto
Para explicar el cambio, Aristóteles define el cambio como el paso de la potencia al acto.
Se vale de las nociones de acto y potencia, determinaciones primeras del ser. Distingue dos
maneras de “no ser”: un “no ser” absoluto, que no es ni puede ser; y un “no ser” que puede
llegar a ser. Esta última da lugar al concepto de “ser en potencia” como algo intermedio
entre el “ser” y el “no ser”. Así tenemos la potencia (poder o posibilidad de ser) y el acto, lo
que algo actualmente es.
cambio cuantitativo se altera la cantidad (el árbol que crece gana en altura, pero
sigue siendo un árbol).
cambio cualitativo se modifica la cualidad (las lentejas se hacen blandas tras una
prolongada cocción).
cambio local el cual es simplemente el cambio o movimiento de un lugar a otro.
Con las nociones de potencia y acto sabemos cómo suceden los cambios o movimientos.
Ahora bien, el paso de acto a potencia no ocurre espontáneamente; es decir, precisa la
acción de un agente externo: una causa. Las razones o causas del cambio son cuatro:
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Causa material: es la materia condición pasiva, pero de todos modos necesaria como
substrato que recibe la forma y se mantiene a través del cambio.
Causa formal: es la forma. La forma es causa de algo en tanto determina ese algo y
lo hace ser lo que es. La causa forma, entonces, es la causa específica (es decir, la
propia de la especie) del ente de que se trate y que estará más o menos realizada en
la cosa.
Causa eficiente: es el motor o estímulo que desencadena el proceso de desarrollo.
Como la forma, en tanto causa formal, es la causa de lo que la cosa es.
Causa final: constituye el fin, aquello hacia lo que el individuo se orienta, aquello
para lo cual algo es, es decir, el bien; el bien, porque aquello que se busca, se lo
busca justamente porque representa un bien. La causa final es entonces la
perfección a lo que la cosa tiende.
Por ejemplo: El bronce de una estatua es la causa material, la forma de la estatua es la causa
formal, el escultor es la causa eficiente y adornar un templo, la causa final.
La ciencia metafísica de Aristóteles culmina en la teología, la cual se ocupa del ser que
existe per se, o sea, el ente en su sentido más pleno, la forma pura sin materia. Su
argumento más conocido es el denominado de predicamento cosmológico: las cosas de este
mundo son perecederas, y por lo tanto sufren cambio; este cambio acaece en el tiempo.
Cambio y tiempo son, pues, imperecederos; más para que se produzca el cambio o
movimiento eterno ha de existir una sustancia eterna capaz de producir ese movimiento.
El hecho de que hay movimiento es una evidencia que no puede ponerse en cuestión. Por
tanto, tiene que haber un primer motor origen del movimiento.
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Ahora bien, para ser verdaderamente primero, este primer motor ha de ser inmóvil (es
decir, permanencia sin cambio), pues si se moviese necesitaría a su vez un motor anterior, y
volvería a comenzar la regresión.
Puesto que todo lo que tiene potencia (de cambiar, de moverse) está de hecho sometido al
cambio, ese primer motor inmóvil tiene, además, que ser actualidad pura, sin potencias. Es
decir, el primer motor inmóvil, tiene que ser plena y enteramente lo que es, sin que quepa
que pueda transformarse en otra cosa ni pueda tender a ello; tiene que estar en plena pose-
sión de su ser y responder adecuadamente al significado de “sustancia” .
Y como la base de la que se sigue que los seres físicos tengan potencia (es decir, que no
sean únicamente lo que son en acto, sino lo que pueden llegar a ser al cambiar) es la
materia que constituye uno de sus principios, el motor inmóvil y plenamente actual tiene
que ser forma pura sin materia. Esto es a lo que llama “Dios”. Este “Dios” aristotélico no es
creador del mundo, no conoce el mundo (ni el movimiento) y mucho menos “se preocupa”
por él.
Aristóteles señala que el primer motor es la causa final del movimiento, que mueve todo lo
que se mueve sin moverse él mismo «como el amado mueve al amante»; es decir, como un
objeto de deseo (todo movimiento aspira al reposo).
Bien es verdad que ese reposo de plenitud que representa el dios aristotélico no le es dado
alcanzarlo a ninguna criatura física, puesto que el movimiento de la physis no puede tener
fin. Pero los seres físicos se mueven, cambian, se esfuerzan para alcanzar algo equivalente
a ese reposo permanente de la divinidad que posee plenamente su ser.
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Concepción antropológica
Alma-Cuerpo
El alma es la organización del cuerpo vivo (su primera actualización o plenitud), que es lo
que lo diferencia de un mero cadáver. De este modo un cuerpo bien organizado (un cuerpo
con alma) tiene la potencialidad de llevar a cabo las funciones vitales. La actualización de
esta potencialidad (la actividad biológica) es la vida.
El alma no es un espíritu separable del cuerpo, no puede existir sin el cuerpo, ya que es la
forma o estructura de un cierto tipo de cuerpo, el cuerpo vivo. Pero tampoco es ella misma
un cuerpo, sino algo de un cuerpo, su forma o estructura.
El alma es reconocida por sus funciones. Dichas funciones son las siguientes: vegetativa,
sensitiva e intelectiva. Estas funciones no sólo revelaban tipos de almas, sino sobre todo
una taxonomía biológica, es decir, una clasificación jerarquizada de los seres vivos. Por
supuesto, el alma sensitiva porta el alma vegetativa y la intelectiva a las otras dos. De esta
forma, el momento supremo del desarrollo de la naturaleza es el ser humano, alentado por
el alma intelectiva. Así, las diferentes funciones del alma revelan diferentes niveles de
organización de la vida: el alma vegetativa sería el nivel inferior y se dedica a los procesos
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logra mediante la virtud o excelencia que nos permita hacernos de la manera adecuada a
nuestro ser racional. Esta excelencia o virtud en el carácter es la que nos puede llevar a la
felicidad en lo individual y a la justicia en lo social. Así se unen ética y política.
Política
La política aristotélica no puede entenderse sin su ética, de igual manera que esta no cobra
sentido sin aquella. Dicha interconexión entre ética y política puede entenderse fácilmente a
partir de su famosa tesis inicial: "El hombre, por naturaleza, es un animal político". El
adjetivo político significa que vive en polis, en sociedad; pero, para Aristóteles, como para
la mayoría de los griegos, un hombre es plenamente tal si participa activamente en la vida
pública o política. La tarea de la política tiene que llegar, entonces, a un compromiso ético:
ha de dictar la manera en que el individuo puede convertirse en buen ciudadano. Para
Aristóteles ser un buen ciudadano es cuestión de prudencia, a la que habría que añadir una
buena dosis de educación.
Este buen hacer o compromiso ético de la política no afecta sólo al ciudadano en tanto que
entidad individual, sino que afecta prioritariamente al Estado como concepción global de la
sociedad. Según Aristóteles, un buen Estado es aquel surgido de la síntesis entre
democracia, la cual nos proporciona libertad, monarquía, la cual genera riqueza y
aristocracia, entendida como cultivo de la excelencia. Para lograr esta síntesis se hacen
necesaria la armonía ética de los ciudadano, autarquía o independencia y autosuficiencia de
la polis y educación de los ciudadanos. Aristóteles fue un gran defensor de la educación
pública, obligatoria y gratuita, al atribuir al Estado la tarea esencial de educar a los
ciudadanos.
El hombre, como animal político, tiende a asociarse naturalmente, porque esa es la manera
que tiene para conseguir su fin propio, que es el de tender naturalmente al saber para
alcanzar la felicidad.