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SU NOVELA DOLORES
Olgalucía Ruiz
La idea central que quisiera desarrollar aquí es cómo en Dolores, pueden verse
las contradicciones ideológicas de su autora, quien es una mujer de avanzada en
su época, que pone como marco y límite de este nuevo actuar de la mujer, las
creencias y costumbres cristianas con las implicaciones que esto tiene y, que
además, a través de la voz del narrador de la novela, trasluce una visión elitista de
los personajes que no pertenecen a su misma clase. Para hacer esto, me apoyaré
tanto en la novela, como en algunos apartes de su extenso ensayo La mujer en la
sociedad moderna.
(Pág 386)
(Pág184)
Queda, pues clara la importancia de la
instrucción de la mujer para Soledad Acosta, desde una doble misión: el trabajo
del hogar es una responsabilidad social y además una mujer que accede a la
educación puede ejercer cualquier profesión. Esta convicción, asumida desde su
rol de escritora, es decir como una mujer que con su trabajo instruye a las
mujeres, una mujer que ha dejado la timidez y publica, es una postura muy
avanzada en su época.
Sin embargo, en su novela Dolores, vemos que la autora construye una heroína
que, si bien es instruida y se preocupa por serlo, responde por otro lado a la visión
romántica de la mujer débil y enfermiza. La primera imagen que tenemos de
Dolores es la de un lirio “Lucía como un precioso lirio en medio de un campo, la
flor más bella de aquellas comarcas” (Pag. 45). Además de mostrar la mujer bajo
la criticada forma de la flor más bella, la compara específicamente con el lirio, que
es símbolo de castidad, virginidad y pureza en la tradición cristiana: El arcángel
San Gabriel porta un lirio en la anunciación, una leyenda cuenta que la virgen
volvió blancos los lirios al tocarlos y en el evangelio se nombran como ejemplo de
entrega a la divina Providencia “Miren los lirios del campo, cómo crecen sin
fatigarse ni tejer”. Además, la belleza de Dolores es singular, se destaca del resto,
es un lirio en medio del valle, en medio de lo campesino y lo rural, ella es esa
elevada flor de la Vírgen, no pertenece a ese mundo que, como se verá más
adelante cuando estén en la fiesta del pueblo, es mirado con cierto desdén por el
narrador.
Considero que el contraste entre la imagen virginal del lirio y la imagen final de
Dolores leprosa es interesante porque va más allá de los propósitos explícitos de
la autora. Al deteriorarse el cuerpo de la heroína, su espíritu también se
transforma, y no precisamente hacia la vida de resignación cristiana, ni al
ofrecimiento sacramental de su padecimiento para la salvación del alma, como se
podría esperar en la concepción religiosa, sino que se torna escéptica y además
tiene crisis de locura. Es cierto que al final muere en la gracia de Dios, se confiesa
y recibe el último sacramento, pero de todas maneras el personaje muestra una
gran contradicción con esos valores. La autora trata con benevolencia la rebeldía
de Dolores, pues siempre escuchamos la voz del personaje contándonos esos
episodios, mientras que la reconciliación final es narrada escuetamente por el
sacerdote.
La imagen virginal de Dolores cuando todavía es la flor más hermosa, el lirio del
valle, contrasta con las ñapangas, que visten de colores y bailan públicamente con
hombres que, como don Basilio, se toman la libertad de decirles al oído palabras
que las hacen sonrojar (obsérvese que decir al oído implica una gran cercanía). A
las señoritas, que observan el baile sin participar en él, les disgusta que los
muchachos de su clase entren en relación de igual a igual con esas mujeres; se
sienten vejadas y por eso se marchan. Aquí hay una mirada que degrada a las
campesinas y pone en lugar más elevado a Dolores y sus amigas, que por el
contrario, caminan juntas y apenas si se tratan en privado con los muchachos que
las acompañan, que son los adecuados porque pertenecen a su misma clase.
Más adelante, al referirse al amor entre Antonio y Dolores, Pedro, el narrador de la
historia, comentará que no
es cierto que los extremos
simpaticen en lo que se
refiere al verdadero amor,
porque en este se precisa
“una completa armonía,
armonía en sentimientos,
en educación, en posición
social y en el fondo de las
ideas” (Pág.56)
BIBLIOGRAFÍA
Gómez Cely, Ángela. Del estrado femenino a la sala familiar cambios en los
interiores domésticos durante el siglo XIX
www.museonacional.gov.co/inbox/files/docs/cestrado.pdf)