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13101 Los limites (2) 22/2/08 12:38 Página 5
Caterina García
Ángel J. Rodrigo
ILUSTRACIÓN DE CUBIERTA:
ISBN:
DEPÓSITO LEGAL:
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN*
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NOTAS
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INTRODUCCIÓN
Democracias por razones de eficacia (las democracias del mundo poseen mayo-
res y más potentes recursos políticos, económicos y militares que el resto de
Estados) y de legitimidad (el texto de este artículo puede verse en
http://www.the-american-interest.com).
6. Vid. F. Fukuyama, America en la encrucijada. Democracia, poder y herencia neo-
conservadora, trad. G. Dols, Barcelona, Ediciones B, 2007 (1ª ed. en inglés
2006), pp. 15-24.
7. Vid. F. Fukuyama, op. cit., 2007, pp. 187-199.
8. Ibid, pp. 163-186; también en su “The Paradox of International Action”, The
American Interest, 2006, vol. 1, Nº 3 (Spring).
9. Vid. B.R. Posen, “The Case for Restraint”, The American Interest, 2007, vol. 3, Nº
2 (November/December).
10 Ibid.
11. Vid. El imperio inviable. El orden internacional tras el conflicto de Irak, Madrid,
Tecnos, 2004.
12. Vid. La seguridad comprometida. Nuevos desafíos, amenazas y conflictos armados,
Madrid, Tecnos, 2008.
13. Vid. “El Derecho internacional hegemónico y sus límites”, Anuario Español de
Derecho Internacional, 2007, vol. XXIII, pp. 147-207.
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CAPÍTULO 1
LA INVIABILIDAD DEL ORDEN IMPERIAL
1. INTRODUCCIÓN
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2. EL PROYECTO IMPERIAL
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5. CONSIDERACIONES FINALES
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NOTAS
1. H. Bull [The Anarchical Society. A Study of Order in World Politics, 2ª ed., Londres:
Macmillan, 1995 (1ª ed., 1977), introducción edición en inglés], advierte que
el orden es un fin y un objetivo deseable, pero que no es el valor primordial al
cual referir los comportamientos en las relaciones internacionales, puesto que
pueden existir otros fines como la justicia o las diferencias culturales. Vid.
también en este sentido R.J. Vincent, “Order in International Politics”, en
J.D.B. Miller y R.J. Vincent (eds.), Order and Violence. Hedley Bull and
International Relations, Oxford, Clarendon Press, 1990, pp. 38-64.
2. H. Bull, op. cit. p. 8.
3. Ch. Reus-Smit define las estructuras constitucionales del orden internacional
como los complejos normativos, no necesariamente jurídicos, que definen
quiénes son los actores legítimos del sistema y cuáles son los criterios de
corrección de la acción de los actores legítimos. Vid. Ch. Reus-Smit, “The
Constitutional Structure of International Society and the Nature of
Fundamental Institutions”, International Organization, vol. 51, Nº 4, otoño,
1997, pp. 555-589.
4. S.P. Huntington, “La superpotencia solitaria”, Política exterior, vol. XIII, nº 71,
1999, pp. 197-217.
5. The National Security Strategy of the Unites States of America, aprobada por el pre-
sidente G.W. Bush el 17 de septiembre de 2002 y de forma más matizada en The
National Security Strategy of the Unites States of America, aprobada por el presi-
dente G.W. Bush el 16 de marzo de 2006 (Vid. ambos documentos en
http://www.whitehouse.gov).
6. Vid., entre otros, N. Ferguson, Coloso. Auge y decadencia del imperio americano,
trad. M. Chocano, Barcelona, Debate, 2005 (1ª ed. en inglés, 2004), en especial
su introducción (pp. 47-81) y el Cap. V (pp. 245-282), en los que sostiene que el
orden internacional necesita más imperio liberal estadounidense, que basado en
reglas e instituciones, asegure bienes públicos como la paz, la libertad de los
mares y los cielos y un sistema abierto de comercio y finanzas internacionales. El
problema principal, para este autor, es la poca determinación y carácter vacilan-
te de los líderes americanos para extender dicho imperio liberal; aún más, la
propia negación de la condición de imperio por parte de los dirigentes america-
nos; M. Ignatieff, El nuevo imperio americano, Barcelona, Paidós, 2003; R. Cooper,
The Post Modern State and World Order, Londres, Foreign Policy Center, 2000 y
“The New Liberal Imperalism”, The Observer, April 7, 2002.
7. H. Bull, La sociedad anárquica..., op. cit., p. 71-73. Este autor concebía el orden
internacional y el mundial como órdenes inclusivos, siendo el segundo más
amplio y moralmente superior al primero. El orden internacional —una reali-
dad— es válido, según este autor, en tanto que es útil para conseguir el orden
mundial —todavía un objetivo—.
8. Strange sostiene que son los Estados los que han permitido, con sus decisiones
y sus inhibiciones, que otros actores, especialmente en el ámbito económico,
ocuparan su lugar. Este fenómeno es distinto al que, según Cooper, se opera en
los Estados postmodernos, puesto que en este segundo caso la cesión de respon-
sabilidad estatal se hace a una institución supraestatal que recoge y encarna los
vínculos democráticos de los ciudadanos con sus Estados de origen. S. Strange,
La retirada del Estado, trad. J. Ibañez, Barcelona, Icaria-Intermon/Oxfam, 2001
(1ª ed. en inglés, 1996); R. Cooper, op. cit., 2000.
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mantener el orden y pueden verse en D. Schefter, “The United States and the
Criminal Court”, AJIL, 1999, vol. 93, pp. 12-22; y en R. Wedgwood, “The
International Criminal Court: An American View”, EJIL, 1999, pp. 93-107, en
particular, p. 102.
30. Vid. The National Security Strategy…, op. cit., cap. IX, p. 31; también M.A.
Alcoceba Gállego, “La ilicitud internacional de los Acuerdos Antídoto celebrados
por Estados Unidos para evitar la jurisdicción de la CPI”, ADI, 2003, vol. XIX,
pp. 349-372.
31. Vid. las resoluciones 1422 (2002), de 12 de julio y 1487 (2003), de 12 de junio,
con las que el Consejo de Seguridad, actuando con arreglo al capítulo VII, pide
que, según el art. 16 del Estatuto de Roma de la CPI, si surge algún caso de
agentes y funcionarios de cualquier Estado que no sea parte en el Estatuto (por
ejemplo Estados Unidos) que participen en operaciones de mantenimiento de
la paz, no inicie ni prosiga investigaciones durante un periodo de un año a par-
tir de la fecha que establece cada resolución. Vid. C. Escobar Hernández,
“Algunos obstáculos en el proceso de constitución efectiva de la Corte Penal
Internacional: la resolución 1422 del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas y los acuerdos bilaterales celebrados por Estados Unidos”, Revista
Española de Derecho Internacional, 2002, vol. LIV, Nº 2, pp. 999-1003; J.F.
Escudero Espinosa, “Los poderes del Consejo de Seguridad y la Corte Penal
Internacional en el Estatuto de Roma”, ADI, 2003, vol. XIX, pp. 185-261; y M.
Bollo Arocena, “La adopción de las resoluciones 1422 (2002) y 1487 (2003) o el
bloqueo preventivo de la Corte Penal Internacional por el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas”, Anuario de Derecho Internacional, 2004,
vol. XXV, pp. 375-408.
32. La resolución 1497 (2003), en su párrafo 7, no sólo excluye la competencia de la
Corte Penal Internacional respecto al personal de Estados que no sean parte en el
Estatuto (que es el caso de Estados Unidos) sino que excluye también la compe-
tencia de los tribunales de terceros Estados que la tuvieran atribuida por sus leyes
nacionales para juzgar las violaciones graves de Derecho internacional humanita-
rio. Vid. las atinadas observaciones críticas de E. García Rico, “La resolución 1497
(2003) del Consejo de Seguridad: ¿una vuelta al régimen de capitulaciones en el
Derecho interncional?”, REDI, 2004, vol. LVI, pp. 185-192.
33. R. Falk, La globalización depredadora. Una crítica, trad. H. Bevia y A. Resines,
Madrid, Siglo XXI (1ª ed. en inglés, 1999), 2002, p. 29.
34. Vid. sobre las reinterpretaciones de las que está siendo objeto el principio de
soberanía Angel J. Rodrigo Hernández, “Soberanía y administración de terri-
torios”, ADI, 2004, vol. XX, pp. 279-326, en particular, pp. 282-296.
35. The National Security Strategy…, op. cit., en especial la introducción y los capí-
tulos II y V.
36. La decisión de los Estados Unidos de justificar la respuesta militar contra Al
Qaeda y los talibanes que le apoyaban fue una opción de política jurídica, ya
que la resolución 1368 (2001), de 12 de septiembre, en la que el Consejo de
Seguridad condenó los atentados y reconoció el derecho inmanente de los
Estados a la legítima defensa, también los calificó como una amenaza para la
paz y seguridad internacionales y declaró que estaba dispuesto para adoptar
todas las medidas que fueran necesarias. Por tanto, Estados Unidos tenía
abiertas las dos opciones: la de la reacción unilateral justificada por medio de
la legítima defensa y la reacción dentro del marco multilateral del Consejo de
Seguridad y sus autorizaciones para el uso de la fuerza.
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37. W.M. Reisman, “In Defense of World Public Order”, AJIL, 2001, vol. 95, pp.
833-835. L. Condorelli, “Les attentats du 11 septembre et leurs suites: où va le
droit international?, RGDIP, 2001, T. 105, pp. 829-848, en particular, p. 843.
En la doctrina española R. Bermejo García, “El Derecho internacional frente al
terrorismo: ¿nuevas perspectivas tras los atentados del 11 de septiembre”, ADI,
vol. XVII, 2001, pp. 5-24, en particular, pp. 19-22.
38. Th. Franck, “Terrorism and the Rigt to Self-Defence”, AJIL, 2001, vol. 95, pp.
839-843, en pp. 840-841; M. Byers, “Terrorism, the Use of Force and
International Law after 11 September, ICLQ, 2002, vol. 51, pp. 401-414, en par-
ticular, pp. 406-410; y “Not yet havoc: Geopolitical change and international
rules on military force”, Review of International Studies, 2005, vol. 31, pp. 51-70,
en particular, pp. 55-59.
39. El presidente B. Clinton adoptó en diciembre de 1999 el documento A National
Strategy for a New Century en el que se preveía la posibilidad de recurrir a la
fuerza contra grupos terroristas en legítima defensa (Vid. http://www.dtic.mil/
doctrine/jel/other_pubs/nssr99.pdf).
40. M. Pérez González, “La legítima defensa puesta en su sitio: Observaciones crí-
ticas sobre la doctrina Bush de la acción preventiva”, REDI, 2003, vol. LV, Nº 1,
pp. 192 y 195.
41. The National Security Strategy…, op. cit., 2002, Capítulo V, p. 15 y The National
Security Strategy…, op. cit., 2006, Capítulo V, p. 23.
Vid. una defensa de la legítima defensa preventiva en A.C. Arend,
“International Law and Preemptive Use of Military Force”, The Washington
Quarterly, 2003, vol. 26, Nº 2, pp. 89-103, en particular, p. 101-102 en las que
considera que la legítima defensa preventiva es válida jurídicamente pero
políticamente imprudente; W.C. Bradford, “The Duty to Defend Them: A
Natural law Justification for the Bush Doctrine of Preventive War”, Notre Dame
Law Review, 2004, vol. 79, pp. 1.365-1.492, en particular la parte V; J.C. Yoo,
“Using Force”, The University of Chicago Law Review, 2004, vol. 71, pp. 729-797,
en particular la Parte II.
42. W.M. Reisman, “Assesing Claims to Revise the Laws of War”, AJIL, 2003, vol.
97, pp. 82-90, en particular, p. 90.
43. M. Mann, El imperio incoherente. Estados Unidos y el nuevo orden internacional,
trad. F. Beltrán, Barcelona, Paidós, 2004 (1ª ed. en inglés, 2003) llega a una
conclusión similar por medio de unas herramientas analíticas diferentes. Para
este autor el nuevo imperialismo americano se ha convertido en el nuevo mili-
tarismo estadounidense y que éste no es suficiente para mantener un imperio.
Mann ilustra su razonamiento con una metáfora inquietante: el imperio esta-
dounidense resulta ser un gigante militar, un conductor desde el asiento de
atrás de la economía, un esquizofrénico político y un fantasma ideológico.
44. Vid. “un examen detallado de las diferentes implicaciones que este conflicto ha teni-
do sobre el orden internacional y el Derecho internacional” en C. García Segura y
A.J. Rodrigo Hernández (eds.), El imperio inviable. El orden internacional tras el con-
flicto de Irak, Madrid, Tecnos, 2004; también K. Bannelier, Th. Christakis, O. Corten
y P. Klein (eds.), L’intervention en Irak et le droit international, París, Pedone, 2004.
45. I. Clark, “Legitimacy in a Global Order”, Review of International Studies, 2003,
vol. 29, pp. 79-95; y en su Legitimacy in International Society, Oxford, Oxford
University Press, 2005, señala que la legitimidad del orden no sólo ha de resi-
dir en la autoridad, sino que también debe de estar vinculada a nociones como
comunidad, ciudadanía y participación; también los trabajos contenidos en A.
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62. O. Casanovas y La Rosa, op. cit., 2003, p. 918; M. Pérez González, op. cit., 2003,
p. 203; S. Ripol Carulla, op. cit., 2004, pp. 142-152.
63. Vid. S. Morgades Gil, “La asistencia humanitaria tras el conflicto de Irak: hacia
un derecho a la asistencia internacional”, en C. García y A.J. Rodrigo (eds.), op.
cit., 2004, pp. 195-226.
64. Vid. M. Pérez González y J.L. Rodríguez-Villasante, “El caso de los detenidos de
Guantánamo ante el Derecho internacional humanitario y de los derechos
humanos”, REDI, 2002, vol. LIV, Nº 1, pp. 11-40; y P. Pozo Serrano, “El Estatuto
jurídico de las personas detenidas durante el conflicto armado internacional
en Afganistán”, ADI, 2002, vol. XVIII, pp. 171-204.
65. Vid. Hamdan v. Rumsfeld, Secretary of Defense et al., 584 U.S. (2006), en
http://www.supremecourtsus.gov/opinions/05.pdf/05-184.pdf.
66. Vid. la Declaración presidencial de 11 de julio de 2006.
67. Vid. S.R. Ratner, “Ius ad Bellum and Ius in Bello after September 11”, AJIL, 2002,
vol. 96, Nº 4, p. 913.
68. N. Ferguson, op. cit., 2005 afirma en la conclusión a la obra que de los tres défi-
cits fundamentales que explican por qué Estados Unidos es un imperio menos efec-
tivo que el británico: el económico, el de personal y el de atención, éste es el más
grave. Concluye que como imperio que se niega a sí mismo, tiende a cometer dos
errores: asigna recursos insuficientes a los aspectos no militares de las intervencio-
nes y, el segundo, y más grave, intenta la transformación económica y política en un
marco temporal breve y falto de realismo (pp. 387-406).
69. Vid. J. Ibañez, op. cit., 2004, pp. 40-50; y A.J. Rodrigo, op. cit., 2004, pp. 187-192.
70. W.K. Clark, Winning Modern Wars. Irak, Terrorism and the American Empire,
Nueva York, Public Affairs, 2003; y el informe publicado por Global Security,
Where are the Legions? Global Deployment of US Forces, Washington D.C., 2003 (en
http://www.globalsecurity.org/military/ops/global-deployment).
71. Vid. la advertencia de W.D. Nordhaus, “Las consecuencias económicas de la
guerra contra Irak”, Foreign Affairs en Español, 2003, abril-junio, en
http://www.foreignaffairs-esp.org; también Ch. Johnson, Blowback: The Costs
and Consequences of American Empire, Nueva York, Henry Holt, 2000.
72. J.S. Nye Jr., La paradoja del poder norteamericano, trad. G. Bustelo, Madrid,
Taurus, 2003 (1ª ed. en inglés, 2002), p. 33.
En este sentido, en la doctrina española A. Remiro Brotons, “Terrorismo,
mantenimiento de la paz y nuevo orden”, Revista Española de Derecho
Internacional, 2001, vol. LIII, Nº 1 y 2, pp. 125-171, en especial, pp.168-171.
73. Vid. C. García, op. cit., 2004, p. 92.
74. Ibid., pp. 80-83.
75. Uno de los principales ideólogos de esta fractura ha sido R. Kagan, “Power and
Weakness”, Policy Review, 2002, Nº 113, en http://www.policyreview.org; y en
Poder y debilidad, Madrid, Taurus, 2003.
76. Vid. el análisis de las diferencias europeas al respecto en X. Gómez Sanz y S.
Morgades Gil, “La Política Exterior y de Seguridad Común en el conflicto de
Irak: de la formulación de la utopía a la práctica del interés nacional”, en C.
García y A.J. Rodrigo (eds.), op. cit., 2004, pp. 95-123; M. Ortega Gómez, “La
Unión Europea ante la crisis de Irak”, Revista General de Derecho Europeo, 2005,
Nº 8, pp. 1-18 en http://www.iustel.com.; y también E. López-Jacoiste
(Coord.), La política de seguridad y defensa en Europa, Pamplona, EUNSA, 2006,
en particular el trabajo del profesor R. Bermejo.
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CAPÍTULO 2
LOS LÍMITES DE LA SEGURIDAD IMPERIAL:
SEGURIDAD HUMANA, SEGURIDAD COLECTIVA
Y DERECHO INTERNACIONAL
1. INTRODUCCIÓN
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6. CONSIDERACIONES FINALES
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92. Vid. F.M. Mariño, Derecho internacional público (Parte General), 1ª ed., Madrid,
Trotta, 1993, p. 13. esta calificación ha sido matizada por el autor a partir de la
3ª edición de 1999 (p. 14).
93. La expresión es de H. Mosler, “The International Society as a Legal
Community”, R. des C., 1974 (vol. 140-IV), pp. 1-320.
94. Vid. el doc. A/RES/61/39, de 4 de diciembre de 2006; y el párr. 134 de la reso-
lución 60/1 ya citada.
95. Vid. el texto de dicha conferencia y las preguntas y respuestas del debate sub-
siguiente en la página web http://www.un.org/apps/sg/sgstats.asp?nid=2357,
consultada el 15 de diciembre de 2006.
96. Vid. Forging a World of Liberty under Law. U.S. National Security in the 21st Century,
The Woodrow Wilson School of Public and International Affairs, Princeton
University, 2006 (el texto puede verse en http://www.wws.princeton.edu/ppns.
Esta propuesta está muy influida por las obras de sus dos codirectores G.J.
Ikenberry, Liberal Order and Imperial Ambition, Cambridge, Polity Press, 2006
y A-M. Slaughter, A New World Order, Princeton, Princeton University Press,
2004.
97. Vid. F. Fukuyama, America en la encrucijada. Democracia, poder y herencia neo-
conservadora, trad. G. Dols, Barcelona, Ediciones B, 2007 (1ª ed. en inglés
2006).
98. Vid. el informe Un mundo más seguro, op. cit., párr. 186.
99. Vid. F. Fernández Buey, “Sobre poder y libertad”, en C. García y A.J. Rodrigo
(eds.), op. cit., 2008.
100. Vid. J.J. Moreso, “Poder y Derecho”, en C. García y A.J: Rodrigo (eds.), op. cit.,
2008.
101. Vid. A.J. Rodrigo, “La seguridad y el Derecho internacional hegemónico”, en C.
García y A.J. Rodrigo (eds.), op. cit., 2008.
102. Vid. A.J. Rodrigo, “El Derecho internacional hegemónico y sus límites”,
Anuario Español de Derecho Internacional, 2007, vol. XXIII, en particular, la Parte
III.
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CAPÍTULO III
EL DERECHO INTERNACIONAL HEGEMÓNICO
Y SUS LÍMITES
1. INTRODUCCIÓN
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5. CONSIDERACIONES FINALES
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NOTAS
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17. Un magnífico estudio que muestra este objetivo permanente de las grandes
potencias de conseguir reglas especiales y el reconocimiento jurídico de la jerar-
quía y de la desigualdad material es el de G. Simpson, Great Powers and Outlaw
States: Unequal Sovereigns in the International Legal Order, Cambridge, Cambridge
University Press, 2004, en particular, los capítulos 4 a 7, pp. 91-223.
18. Vid. W. Grewe, The Epochs of International Law, trad. y rev. al inglés de M. Byers,
Berlín, W.de Gruyter, 2001.
19. Vid. M. Byers y G. Nolte (eds.), United States Hegemony and the Foundations of
International Law, Cambridge, Cambridge University Press, 2003.
20. Vid. N. Krisch, “Imperial International Law”, Global Law Working Paper 01/04.
Una crítica a esta tendencia puede verse en S. Laghmani, “Du droit internatio-
nal au droit imperial? Réflexions sur la guerre contre l’Iraq”, Actualité du droit
international, 2003, abril, disponible en http://www.ridi.org/adi.
21. Esta concepción del Derecho internacional se puede encontrar en C. Schmitt,
Nacional-Socialismo y Derecho internacional, Ávila, Ed. Nueva Epoca, 1938; “El
concepto de Imperio en el Derecho internacional”, Revista de Estudios Políticos,
1941, Nº 1, pp. 83-101; Cambio de estructura del Derecho internacional, Madrid,
Instituto de Estudios Políticos, 1943.
En la actualidad la negación de la existencia del Derecho internacional en las
relaciones internacionales la defienden significativos representantes de la
Administración Bush como el antiguo embajador en las Naciones Unidas J.R.
Bolton, “Is There Really “Law” in International Affairs”, Transnational Law
and Contemporary Problems, 2000, vol. 10, pp. 1-48, para el que el
“International Law is not law; it is a series of political and moral arrangements
that stand or fall on their own merits, and anything else is simply theology and
superstition masquerading as law” (p. 48).
22. Vid. D. Vagts, “Hegemonic International Law”, AJIL, 2001, vol. 95, pp. 843-
848. Un análisis sintético de este concepto puede verse en K. Ginther,
“Hegemony”, en R. Bernhard (ed.), Encyplopedia of Public International Law,
vol. 9, Amsterdam, 1986, pp. 158-161.
23. Vid. G. Simpson, op. cit., 2004 define la hegemonía legalizada como “the exis-
tence within an internacional society of a powerful elite whose superior status
is recognised by minor powers as a political fact giving rise to the existence of
certain constitucional privileges, rights and duties and whose relations with
each other are defined by adherente to a rough principle of sovereign equality”
(p. 68); también N. Krisch, op. cit., 2005, pp. 389-399.
24. A. Remiro Brotons, “Desvertebración del Derecho internacional en la socie-
dad globalizada”, CEBDI, Vol. V (2001), pp. 45-381, en particular, pp. 329-341.
25. La doctrina ha enumerado diferentes manifestaciones de la tendencia impe-
rial norteamericana en el ámbito jurídico: el ejercicio extraterritorial de la
jurisdicción, la concepción de la legítima defensa preventiva, el trato dado a
los prisioneros de guerra, su influencia determinante en algunas
Organizaciones internacionales, su posición respecto a tratados internacio-
nales multilaterales de naturaleza casi-legislativa, etc. Vid., por ejemplo, K.
Zemanek, “Is the Nature of International Legal System Changing?, Austrian
Review of International and European Law, 2003, vol. 8, pp. 3-10, donde
sugiere que los Estados deberían “reconocer el papel único de Estados
Unidos en lugar de persistir en la fantasía de un orden mundial basado sobre
la igualdad ante el Derecho de todos los miembros del sistema internacio-
nal” (p. 10).
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26. Vid. M.J. Glennon, De l’absurdité du droit imperative ius cogens, RGDIP, 2006,
T. 110, Nº 3, pp. 529-536, en particular, pp. 531-532.
27. Vid. M.J. Glennon, op. cit., 2006, pp. 532-533; también M. Glennon, Limits of
Law. Prerogatives of Power: Interventionism After Kosovo, Nueva York, Hampshire, 2001.
28. Vid. M.J. Glennon, op. cit., 2006, p.534.
29. Ibid, pp. 534-535.
30. Vid. J.L. Goldsmith y E.A. Posner, The Limits of International Law, Oxford,
Oxford University Press, 2005. Para estos autores, el Derecho internacional es
endógeno a los intereses estatales, ya que “no es un control sobre los intereses
egoístas de los Estados; es un producto del interés nacional”.
31. Vid. J.L. Goldsmith y E.A. Posner, op. cit., 2005, pp. 23-25.
32. Ibid, pp.35-43.
33. The National Security Strategy…, op. cit., en especial la introducción y los capí-
tulos II y V.
Vid. I. Österdahl, “...But Some Are More Equal than Others–On Weak and
Rogue States in the National Security Strategy of the United States”, Nordic
Journal of International Law, 2004, vol. 73, pp. 247-263.
34. J.A. Rabkin, “Recalling the Case for Sovereignty”, Chicago Journal of
International Law, 2004-2005, vol. 5, pp. 435-460 defiende que, en términos
morales, la soberanía es la primera línea de defensa nacional de los Estados
Unidos; en términos políticos, la soberanía es la precondición para el mante-
nimiento de la constitución americana; y, en términos jurídicos, la constitu-
ción americana es o debe ser mejor garantía de los derechos de los ciudadanos
que cualquier higher law como el derecho de la humanidad. El desarrollo de
esta tesis puede verse en su obra The Case for Sovereignty: Why the World Should
Welcome American Independence, American Enterprice Institute, 2004; tam-
bién en Law without Nations? Why Constitutional Goverment Requires Sovereign
States, Princeton, Princeton University Press, 2005.
35. Vid. el examen de este principio en el nuevo contexto de O. Casanovas y La Rosa,
“El principio de prohibición del uso de la fuerza tras el conflicto de Irak de 2003”,
en C. García Segura y A.J. Rodrigo Hernández (eds.), El imperio inviable. El orden
internacional tras el conflicto de Irak, Madrid, Tecnos, 2004, pp. 125-140.
36. La decisión de los Estados Unidos de justificar la respuesta militar contra Al
Qaeda y los talibanes que le apoyaban fue una opción de política jurídica, ya
que la resolución 1368 (2001), de 12 de septiembre, en la que el Consejo de
Seguridad condenó los atentados y reconoció el derecho inmanente de los
Estados a la legítima defensa, también los calificó como una amenaza para la
paz y seguridad internacionales y declaró que estaba dispuesto para adoptar
todas las medidas que fueran necesarias. Por tanto, Estados Unidos tenía
abiertas las dos opciones: la de la reacción unilateral justificada por medio de
la legítima defensa y la reacción dentro del marco multilateral del Consejo de
Seguridad y sus autorizaciones para el uso de la fuerza.
37. W.M. Reisman, “In Defense of World Public Order”, AJIL, 2001, vol. 95, pp.
833-835. L. Condorelli, “Les attentats du 11 septembre et leurs suites: où va le
droit international?, RGDIP, 2001, T. 105, pp. 829-848, en particular, p. 843.
En la doctrina española R. Bermejo García, “El Derecho internacional frente al
terrorismo: ¿nuevas perspectivas tras los atentados del 11 de septiembre?”,
ADI, vol. XVII, 2001, pp. 5-24, en particular, pp. 19-22.
38. Th. Franck, “Terrorism and the Rigt to Self-Defence”, AJIL, 2001, vol. 95, pp.
839-843, en pp. 840-841; M. Byers, “Terrorism, the Use of Force and
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International Law after 11 September”, ICLQ, 2002, vol. 51, pp. 401-414, en
particular, pp. 406-410; y “Not yet havoc: Geopolitical change and internatio-
nal rules on military force”, Review of International Studies, 2005, vol. 31, pp.
51-70, en particular, pp. 55-59.
39. El presidente B. Clinton adoptó en diciembre de 1999 el documento A National
Strategy for a New Century en el que se preveía la posibilidad de recurrir a la
fuerza contra grupos terroristas en legítima defensa (vid. http://www.dtic.mil/
doctrine/jel/other_pubs/nssr99.pdf).
40. M. Pérez González, “La legítima defensa puesta en su sitio: Observaciones crí-
ticas sobre la doctrina Bush de la acción preventiva”, REDI, 2003, vol. LV, Nº 1,
pp. 192 y 195.
41. The National Security Strategy…, op. cit., Capítulo V, p. 15; también The National
Security Strategy of the United States of America, 2006, Capítulo V, p. 23, disponi-
ble en http://www.whitehouse.org.
42. Para limitar los efectos desestabilizadores del sistema jurídico internacional
de esta transformación de la legítima defensa, W.M. Reisman ha propuesto que
sea considerada como una regla especial aplicable exclusivamente a los
Estados Unidos, como una doctrina estadounidense situada entre el poder y el
derecho. Vid. W.M. Reisman, “Assesing Claims to Revise the Laws of War”,
AJIL, 2003, vol. 97, pp. 82-90, en particular, p. 90.
43. Vid. W.M. Reisman y A. Amstrong, “The Past and Future of the Claim of
Preemptive Self-Defense”, AJIL, 2006, vol. 100, pp. 525-550.
44. Estas comisiones fueron creadas mediante la Orden presidencial de 13 de
noviembre de 2001 sobre Detention, Treatment, and Trial of Certain Non-Citizens
in the War Against Terrorism (vid. Fed. Reg. 57833).
45. Vid. el memorandum de 1 de agosto de 2002 elaborado por el entonces conse-
jero jurídico del presidente G.W. Bush y, después, Fiscal General Alberto
Gonzales (el texto completo puede verse en http://www.findlaw.com).
46. Vid. M. Pérez González y J.L. Rodríguez-Villasante, “El caso de los detenidos de
Guantánamo ante el Derecho internacional humanitario y de los derechos
humanos”, REDI, 2002, vol. LIV, Nº 1, pp. 11-40; P. Pozo Serrano, “El Estatuto
jurídico de las personas detenidas durante el conflicto armado internacional
en Afganistán”, ADI, 2002, vol. XVIII, pp. 171-204.
47. Vid. P. Klein, “The effects of US predominance on the elaboration of treaties
regimes and on evolution of the law of treaties”, en M. Byers y G. Nolte (eds.),
op. cit., 2003, pp. 363-391, en particular, pp. 364-371.
48. N. Krisch, “Weak as Constraint, Strong as Tool: The Place of International Law
and U.S. Foreign Policy”, en: D.M. Malone y Y.F. Khong (eds.), Unilateralism
and U.S. Foreign Policy: International Perspectives, Boulder, Lynne Rienner,
2003, pp. 45-47 señala que desde el final de la II Guerra mundial hasta enero
de 2004, Estados Unidos es parte en tratados internacionales multilaterales
depositados en la Secretaría General de las Naciones Unidas en un porcentaje
significativamente menor (60 por ciento) que los demás Estados occidentales
(entre el 79 y el 93 por ciento).
49. Vid. este argumento in extenso para el caso del Estatuto de la Corte Penal
Internacional expuesto por el representante oficial americano D.J. Scheffer,
“The United States and the Criminal Court”, AJIL, 1999, vol. 93, Nº 1, pp. 12-
22; y con carácter más general W.M. Reismann, op. cit., 1999, pp. 43-58.
50. Vid. la incisiva crítica que hace L. Henkin, “U.S. Ratification on Human Rights
Conventions: The Ghost of Senator Bricker”, AJIL, 1995, vol. 89, Nº 2, pp. 341-
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75. N. Krisch, “The Rise and Fall of Collective Security: Terrorism, US hegemony,
and the Plight of the Security Council”, en Ch. Walter, S. Vöneky, V. Röben y F.
Schorkopf (eds.), Terrorism as a Challenge for National and International Law:
Security versus Liberty, Berlin, Springer, 2004, pp. 879-907; J. Cardona
Llorens, “La ‘externalización’/’privatización’ del uso de la fuerza por las
Naciones Unidas”, Soberanía del Estado y Derecho internacional. Homanaje al
profesor Juan Antonio Carrillo Salcedo, Sevilla, 2005, pp. 317-342, en especial,
pp. 338-342; y, sobre todo, su trabajo específico sobre esta cuestión “La des-
centralización del sistema colectivo de mantenimiento de la paz y seguridad
internacionales”, en H. Torroja (dir.) y S. Güell (coord.), Los retos de la seguri-
dad y defensa en el nuevo contexto internacional, Barcelona, Publicacions de la
Universitat de Barcelona, 2007, pp. 67-85; y R. Paniagua Redondo y X. Pons
Ràfols, “El sistema de seguridad colectiva, el terrorismo internacional y la
legítima defensa”, Agenda ONU, 2001, Nº 4, pp. 9-56, en particular, pp. 10-24.
76. Vid. R. Food, S.N. MacFarlane y M. Mastanduno, “Conclusión: Instrumental
Multilateralism in U.S. Foreign Policy”, op. cit., 2003, pp. 265-272; también
E.C. Luck, op. cit., 2003, pp. 46-49.
77. Vid. M. López Escudero, “El Derecho monetario internacional” en Cursos de
Derecho internacional y Relaciones internacionaleds de Vitoria-Gasteiz 2003,
Bilbao, Servicio editorial de la Universidad del País Vasco, 2004, pp. 55-102.
78. Vid. el estudio clásico de J. G. Ruggie, “International Regimes, Transactions, and
Change: Embedded Liberalism in the Postwar Economic Order”, en: S. Krasner
(ed.), International Regimes, Ithaca, Cornell University Press, 1983, pp. 195-231.
79. Vid. J.H. Jackson, World Trading System: Law and Politics of International
Economic Relations, Cambridge, MIT Press, 1997; P. Zapatero, Derecho del
comercio global, Madrid, Civitas/Thompson, 2004.
80. Vid. N. Woods, “The United States and the International Financial Institutions:
Power and Influence Within the World Bank and the IMF”, en: R. Foot, S.N.
MacFarlane y M. Mastanduno, U.S. Hegemony and International Organizations.
The United States and Multilateral Institutions, Oxford, Oxford University Press,
2003, pp. 92-114.
81. Vid. E-U. Petersmann, The GATT/WTO Dispute Settlement System. International
Law, International Organizations and Dispute Settlement, The Hague, Kluwer,
1997; y M. Montañà, La OMC y el reforzamiento del sistema GATT, Madrid,
McGraw Hill, 1997.
82. Vid. M. Melgar Fernández, Biotecnología y propiedad intelectual: Un enfoque inte-
grado desde el Derecho internacional, México, UNAM, 2005, pp. 135-210.
83. Vid. las cartas del presidente G.W. Bush que sirven de presentación a las
Estrategias Nacionales de Seguridad de 2002 y de 2006.
84. Vid. un examen general en D.M. Malone, “US-UN Relations in the UN Security
Council in the Post-Cold War Era”, en: R. Foot, S.N. MacFarlane y M.
Mastanduno (eds.), op. cit., 2003, pp. 73-91.
85. Vid. H. Freudenschuss, “Between Unilateralism and Collective Security:
Authorizations of the Use of Force by the U.N. Security Council”, European
Journal of International Law, 1994, Vol. 5, pp. 492-531; y J. Cardona Llorens,
“La ‘externalización’/’privatización’ del uso de la fuerza por las Naciones
Unidas”, en Soberanía del Estado y Derecho internacional. Homenaje al profesor
Juan Antonio Carrillo Salcedo, Sevilla, Servicio de publicaciones de las
Universidades de Córdoba/Málaga/Sevilla, 2005, pp. 317-342, en particular,
pp. 324-327.
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113. Vid., entre otros asuntos, los de la Plataforma continental del Mar del Norte
(I.C.J. Reports, 1969, párs. 71-74) y el relativo a la delimitación de la frontera
marítima en el área del Golfo de Maine (I.C.J. Reports, 1984, pár. 111).
114. Vid. sobre las reinterpretaciones de las que está siendo objeto el principio de
soberanía Angel J. Rodrigo Hernández, “Soberanía y administración de terri-
torios”, ADI, 2004, vol. XX, pp. 279-326, en particular, pp. 282-296; también
P.A. Fernández Sánchez, “La soberanía poliédrica”, en Soberanía del Estado…,
op. cit., 2005, T.I.
115. P.M. Dupuy, “Comments on chapters 4 and 5”, en: M. Byers y G. Nolte (eds.),
op. cit., 2003, pp. 178-179.
116. Vid. S. Toope, “Powerful but unpersuasive? The role of the United States in the
evolution of customary international law”, en M. Byers y G. Nolte (eds.), op.
cit,. 2003, pp. 287-316, en particular, pp. 289-290.
117. Vid. S. Toope, op. cit., p. 316.
118. Vid. Th. Franck, Recourse to Force: State Actions against Threats and Armed
Attacks, Cambridge, Cambridge University Press, 2002, pp. 97-108.
En la doctrina española M. Pérez González, op. cit., 2003, pp. 192 y 195; y R.
Bermejo García, “Guerra y paz (el palo y la zanahoria) en la nueva Estrategia de
Seguridad Nacional de los Estados Unidos de marzo de 2006”, REDI, vol. LVIII,
Nº 1, pp. 574-580, en particular, p. 577.
También el Informe del Grupo de Alto Nivel, un mundo más seguro. La respon-
sabilidad que compartimos (doc. A/59/565, de 2 de diciembre de 2004, pár.
188); y el infome del Secretario General, Un concepto más amplio de la libertad:
Desarrollo, seguridad y Derechos Humanos para todos (doc. A/59/2005, de 21 de
marzo de 2005, pár. 124).
119. J. Cardona Llorens, “Las excepciones al principio que prohibe el uso de la
fuerza: Reflexiones a la luz de la práctica reciente”, en: Völkerrecht als
Wertordnung/Common Values in International Law. Festschrift für/Essays in
Honour of Christian Tomuschat, Kehl, N.P. Engel Verlag, 2006, pp. 723-748
advierte que no es realista afirmar que los precedentes son suficientes para
considerar que los actos ataques terroristas son “ataques armados”. Ahora
bien, reconoce que dicha calificación apunta una tendencia y que, dado que la
noción de “ataque armado” es un concepto jurídico indeterminado que debe
determinarse caso por caso, “si la práctica de la Organización (y la de sus
Estados miembros) termina aceptando que un acto terrorista, ya sea en gene-
ral, ya sea en determinadas circunstancias (por ejemplo, cuando sea de carác-
ter masivo y de excepcional gravedad) pueda ser considerado un “ataque
armado”, no podrá hacerse ninguna objeción jurídica (otra cosa será desde el
punto de vista de la razón)”. (pp. 738-739).
120. Esta interpretación plantea un buen número de interrogantes que, en estos
momentos, son difíciles de responder. Vid. las atinadas reflexiones de A.
Sanjosé, “Algunas reflexiones sobre el informe del Grupo de Alto Nivel creado
por el Secretario General y el futuro del sistema de seguridad colectiva de las
Naciones Unidas”, Agenda ONU, 2005, Nº 7, pp. 315-319.
121. Vid. M. Koskenniemi, The Gentle Civilizer of Nations: The Rise and Fall of
International Law 1870-1960, Cambridge, Cambridge University Press, 2002,
pp. 494-509.
122. Vid. M. Koskenniemi, “’The Lady Doth Protest Too Much’. Kosovo, and the
Turn to Ethics in International Law”, The Modern Law Review, 2003, vol. 65, Nº
2, pp. 159-175, en particular, p. 174.
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A. Orford, “The Gift of Formalism”, EJIL, 2004, vol. 15, Nº 1, pp. 179-195,
deduce del comentario de la Carta de Naciones Unidas que la doctrina alema-
na ha realizado [B. Simma (ed.), The Charter of the United Nations: A
Commentary, 2nd. Ed., Oxford, Oxford University Press, 2002] que ésta consi-
dera a la Carta como un regalo del formalismo que puede servir para proporcio-
nar resistencia frente al imperialismo americano.
123. Vid. G.J. Ikenberry, “State Power and Institutional Bargain: America’s
Ambivalent Economic and Security Multilateralism”, en R. Foot et al (eds.),
op.cit., 2003, pp. 49-70, en particular, p. 50.
124. Vid. J.E. Álvarez, op. cit., 2003, pp. 873-888.
125. Vid. N. Woods, op. cit., pp. 96 y 113.
126. Vid., entre otras, algunas de las sentencias de referencia en esta materia como son
McCulloch v. Maryland (17 U.S. 316 (1819)), The Paquete Habana.; The Lola (175 U.S.
677 (1900)) y Banco Nacional de Cuba v. Sabatino (376 U.S. 398 (1964)).
127. Vid. Rest. 3rd, Restatement of the Foreign Relations Law of the United States, Vol. I,
The American Law Institute, Washington DC, 1986, párrafo 111; y, por todos, L.
Henkin, “International Law as Law in the United States”, Michigan Law Review,
1984, vol. 82, Nº 5-6, pp. 1.555-1.569.
128. Vid. Restatement, op. cit., pár. 111. (2).
129. Th. Buergenthal, “Self-Executing and Non-Self-Executing Treaties in
National and International Law”, R. des C., vol. 253 (1992-IV), pp. 370-380
apunta los casos Foster v. Neilson (1829) y United States v. Percheman (1833) del
Tribunal Supremo y el asunto Sei Fujii v. State (1952) del Tribunal Supremo de
California como ejemplos de tratados cuya aplicación fue rechazada y fueron
calificados non-self-executing por motivos que nada tenían que ver con la
redacción de las obligaciones internacionales en ellos contenidas.
130. Vid. algunos ejemplos M.A. McKenzie, “Treaty Enforcement in U.S. United
States v. Noriega, 808 F. Supp. 791 (S.D. Fla. 1992)”, HILJ, 1993, vol. 34, pp.
601-602.
Más recientemente, el Tribunal del Cuarto Circuito, en el asunto Hamdi v.
Rumsfeld, consideró que el art. 5 de la Convención de Ginebra sobre prisione-
ros de guerra no era self-executing porque no proporciona “a private right of
action” [Vid. Hamdi v. Rumsfeld, 316 F3d 450 (4th Cir., 2003), p. 468].
131. Vid. en este sentido el análisis y valoración que hace A. Peyró Llopis, “La place
du droit international dans la jurisprudence récente de la Cour Suprême des
Etats-Unis”, RGDIP, 2005, Nº 3, pp. 609-642, en particular, pp. 632-636.
En contra de tal presunción y a favor de un sentido contrario, es decir, que
todos los tratados, en principio, son non-self-executing ya que no se trata de un
cuestión meramente técnica o constitucional, sino que afecta al principio de
separación de poderes, Vid. J.C. Yoo, “Globalism and the Constitution:
Treaties, Non-Self-Execution, and the Original Understanding”, Columbia
Law Review, 1999, vol. 99, Nº 8, pp. 1955-2094, en especial, pp. 290-294.
132. Vid. D. Sloss, op. cit., 1999, pp. 149-152.
133. Ibid, pp. 183-188.
134. La regla Charming Betsy fue formulada por el juez Marshall en la sentencia de 22
de febrero de 1804 del Tribunal Supremo en el asunto Alexander Murray, Esq v.
Schooner Charming Betsy (Vid. 6 U.S. 64 1804).
135. Vid. C.A. Bradley, “The Charming Betsy Canon and Separation of Powers:
Rethinking the Interpretative Role of International Law”, Georgia Law Journal,
1998, vol. 86, pp. 479-537.
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