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Uno de los conceptos principales que desarrolla es que en el siglo XVI la identidad
europea no se constituye creyendo en la alteridad sino en la identidad: es decir, qué
lugar ocupaba esta nueva humanidad dentro del esquema antropológico escolástico.
Esta similitud fue la que habilitaba la confección de distintos marcos comparativos;
junto con la antítesis –la oposición- como modo significativo de conceptualización y
conocimiento.
Por otra parte, los amerindios también eran esquematizados como niños –junto con las
mujeres, las criaturas defectuosas desde la jerarquía humana aristotélica-. Así, se los
consideraba también adultos en lo físico pero niños desde lo psicológico. De esta
consideración de inferioridad nace la transformación de la relación de dueño/esclavo a
tutor/alumno, ya que se cae en el supuesto de que el amerindio necesita un
acompañamiento, supervisión constaqnte.
A su vez, un segundo punto de contacto que marca Adorno con los discursos de
caballería es el lugar que ocupan las prácticas paganas/profanas desde la cosmovisión
europea. Así como los lectores de novelas de caballería se entusiasmaban con los
hechizos y magia porque creían que eran “reales”.
La autora luego evalúa los testimonios de los amerindios –es decir, el sujeto como
productor de discursos históricos-, los escritores autóctonos de 1580-1640. Estos
testimonios cuentan, en primer lugar, con la dificultad de tener que adoptar una lengua
ajena –la lengua del Imperio- y rechazar su lengua doméstica. En contraste con el
discurso colonial conquistador (objetivo, razonado, intelectual), el discurso del
conquistado será subjetivo, dominado por las pasiones y la sensibilidad. La
desfeminización de estos discursos se logrará a partir de la racionalización y la
erradicación de la magia, aliándose entonces, con el discurso de los valores de la milicia
cristiana. Los invasores son los que dependen de la superioridadde la t-actica politica y
guerrera de los principes aut6ctonos;los soldados europeos se caracterizan por la
cobardia y flaqueza descritas como femeninas.
Asi el sujeto colonial americano borraba los retratos ajenos que lo identificaban con la
naturaleza, la pasion, lo femenino, lo domes-tico, lo ru'stico y lo pagano, para identificarse
con los valores con-trarios: la cultura, la razon, lo varonil, lo puiblico, lo cortesano o ca-
balleresco, lo cristiano.
“En contra de la des-estetización del discurso colonial” Neil Larsen
En este texto Larsen debate con la propuesta de Adorno, quien distingue una
transformación de paradigma en el estudio de la historia de la literatura: desde la
transformación de las ideas estéticas hacia el discurso como práctica cultural,
sincrónica, dialógica (POSMO). Para Adorno, este cambio de paradigma tiene
impliucancias positivas: se da lugar para aquellas obrs “híbridas”, para que el “otro”
pueda tener lugar dentro del discurso.
Para poblar es necesario conquistar, fundar una nueva ciudad. Fundación de la Villa
Rica de la Vera Cruz. La conquista tiene dos caras para Cortés: la acción, la batalla y los
enfrentamientos; y la escritura, el nombramiento. Villa Rica primero aparece escriturada
en documentos legales –la justificación legal de su traición-. En la segunda carta de
relación dirá que dejó 150 hombres para asentarse allí: comienza la segunda fase de
asentamiento de la conquista.
La estrategia aparece como metáfora: luego de la fundación de Vera Cruz y dado que
algunos españoles temían y querían marcharse, Cortés decide quemar sus naves.
Cuando llega a Tenochtítlan, dada su arquitectura, observa que podrían quitar los
puentes y dejarlos morir allí de hambre y desidia. Por ello mismo construye nuevamente
las naves y, al final, los mexicas son los que terminan sufriendo este presagio.
La manía escrituraria cortesana: el capitán Cortés escribe mucho más allá de sus cinco
cartas de relación, cartas públicas y reservadas, recomendaciones, instrucciones, notas,
testimonios escritos, descargos, memoriales, ordenanzas, etcétera.
Contexto escriturario: las cartas tienen un rol central en la defensa de Cortés, están
atravesadas por disputas, ilegitimidades, rebeldías, persecusiones. Exhibieron las
tensiones entre lo conocido y lo nuevo, lo legítimo y lo ilegítimo, los límites de lo legal.
Hay un fuerte cariz de rebelión en Cortés hacia el gobernador de Cuba, que no le había
dado autorización para emprender la conquista. Cortés escribe con una distancia mínima
respecto de lo narrado: apenas rebelado contra Velázquez luego de fundar el cabildo y
nominalmente Villa Rica (Carta de Veracruz); después de huir de Tenochtitlan bien
terminada la noche triste, estableciendo alianzas con los tlaxcaltecas (Segunda carta);
apenas caída la ciudad de México e iniciada su reconstrucción (tercera carta).
El discurso de Cortés va más allá de las necesidades legales: también está atravesado
por lo informativo de la epístola o carta de relación (silencios de decoro, amplio detalles
y descripciones geográficas, pol´tiicas y militares), etc. Por eso Añón habla de una
mirada estrábica: con un ojo atento a las contingencias del momento, con otro ubicando
la importancia de esta empresa para el imperio español.
La conquista puede dividirse en dos fases: la primera abarca desde la fundación de Villa
Rica de la Vera cruz, el avance dificultoso por el territorio mexicano, con negociaciones
y batallas, con las poblaciones de la costa y el centro de México hacia la majestuosa
Tenochtitlan y la Noche Triste. La segunda fase abarca los extensos preparativos para
sitiar México llevados adelante desde la vecina ciudad de Tlaxcala, enemiga de los
mexicas y culmina con la caída de Tenochtitlan. Sobre este nucleo de dos años se
construyen las tres primeras cartas de relación, la segunda atiende a la primera fase de la
conquista.
En esta segunda carta también aparece fuertementela opisicón entitética entre Cortés y
Velázquez (contrario a los intereses reales). Se pone de relieve cómo el saber narrar es
concatenar hechos que erijan las causlaidades y responsabilidades en victorias o
desastres.
La tercera carta es un año y medio después de la anterior. Existen en ella dos zonas:
Por ello el texto a su vez tiene un tono dramático (toma de Tenochtitlan), pródigo en
esecenas de batalla.
A lo largo de los textos Cortés construirá una imagen propia de control, astucia y
autoridad. Quien narra es también quien conoce entre líneas, debarata complots y
traiciones, conduce a sus hombres a salvo en tierras desconocidas. La imagen de la
primera persona enunciadora reúne, entonces, dos modos de saber: el de la experiencia
y el del saber letrado.
Luego de la batalla de Cintla –que prefigura la victoira final- el capitán y sus hombres
avanzan –se menciona la predicación de la palabra divina, la destrucción de los dioses
locales y la colocación de la cruz (argumentos teológicos legales de la conquista). El
capitán sabe bien que debe asegurarse aliados. A medida que transcurre la carta se
enfrenta con cempoaltecas, cholultecas y tlaxcaltecas –estos últimos se unirán a ellos
por la rivalidad con Tenochtiltlan-.
Primeras imágenes
Luego atraviesan Cempoala. Las cartas organizan la narración del espacio en pares
opuestos y complementarios: Cempoala y Veravruz, Tlaxcala y Tenochtitlan. En
Cempoala se dstacan las primeras referencias a Motecozuma y Tenochtitlan.
Cholula se caracteriza por sus afinidades con lo español y con aquello que la hace
habitable: las tierras de cultivo, los regadíos, la cría de ganado. Se mencionan la
cantidad de mezquitas y la existencia de pobres que piden entre los ricos por las calles.
Esta alusión a las cosmovisiones y modos de organización social que hacen a una idea
de civilización a partir de la alteridad conocida –el moro- y la diferencia popr otro. Aquí
se puede connotar, también, la traición posterior.
Tenochtitlán
Dentro de las cartas no aparecen las voces del bando propio que denuncias
irregularidades, reclaman o se subleveban, tampoco los distintos pareceres de sus
capitanes o las verdaderas inflexiones de la rebelión con Velázquez. Se callan las
crueles aristas de las matanzas, su premeditación, la manipulación de rumores y
versiones para justificalas. En el bando de los indígenas se callan y desconocen nombres
propios y procedencias, nobles asesinados durante la huida de la Noche Triste, también
la amplia y compleja naturaleza de las alianzas sin las cuales la conquista de
Tenochtitlan no hubiese sido posible.
Todorov → los otros en un sentido que los condena. El Cortés de Todorov se mueve
libre y eficazmente, porque cuenta con el “dominio” de los signos (una capacidad
cultural europea fundada en la habilidad para leer y escribir).
Motecozuma
Otro ejemplo es la conducta de Moctezuma. Para Cortés el agudo respeto que mostraba
lo establec´`ia como la suprema autoridad de la ciudad y el imperio. Moctezuma,
podemos deducir, llevaba la especial responsabilidad para clasificar y enfrentar a los
recién llegados. No podemos saber cómo categorizó a los recién llegados o qué intentó
con su aparentemente determinada y ciertamente impopular cooperación con sus
captores: sea salvar su imperio, su ciudad, su posición o meramente su propio pellejo.
Cortés
De él sabemos mucho más. Sabemos que no era tan destacado combatiente como su uso
de la oratoria. Su especial habilidad fue la de saber cómo montar un evento teatral para
lograr un máximo efecto: cortando las manos de cincuenta o más emisarios de Tlaxcala,
mutilarlos, la msacre de Cholula, el encadenamiento de Moctezuma, etc.
También se distinguía por una particular indiferencia hacia su fe. Pero aun con todo eso
la fe de Cortés era ardiante ante la religiosidad del enemigo. En Cempoalla, con los
nativos intimidados, destruyó los ídolos existentes, blanqueó el templo, lavó a los
servidores y cortó sus cabellos, los vistió de blanco yenseñó a estos rápidamente
acicalados sacerdotes a ofrecer flores y velas ante la imagen de la virgen. Hay aquí una
intrigante supresión de los signos.
Después del episodio del discurso de Moctezuma, este supo que su desacralización
había sido consumada (por la acción de Cortés y una acción ritual que permanece oculta
para nosotros); y que un nuevo Gran Orador había sido elegido mientras el viejo todavía
vivía. Cortés no pudo reconocer la impotencia de Moctezuma.
El valor de la guerra para los mexicas se centraba en ser un duelo sagrado entre pueblos,
la batalla, entonces, era un duelo sagrado entre guerreros enfrentados. El gran guerrero
era aquel que tenía cicatrices, estaba pintado, con plumas, vistiendo los recuerdos de sus
victorias en sus insignas, emergiendo de su escondite o apareciendo súbitamente de las
cenizas, luego exclamando su grito de guerra. Los guerreros estaban entrenados para
proyectar su ferocidad. SSu legítimo oponente era aquel que podía vencer su terror para
permanecer y luchar.
Los mexicas solo esperaban herir a sus oponentes, ya que no podían ser sacrificados a
los dioses en ese espacio profano. Los guerreros mexicas no podían asesinar al líder
neemigo en forma casual: si moría, debía hacerlo en el templo de Huitzilopochtili frente
a su santuario.
Sin embargo, hacia el final de la batalla la inhibición de estos para matar en el cmapo
de batalla se fue reduciendo. Los mexicas, a su vez, respondieron con flexibilidad a los
desafíos de la guerra de sitio. Leían las tácticas de los españoles. También leyeron el
miedo de los españoles a la muerte por sacrificio y a la canibalización del cadáver. Pero
la medidad más básica para medir el precio de un hombre, tomar vivos a los
prestigiosos cautivos, no pudo ser quebrantada. Los mexicas tenían reglas muy precisas
sobre los asaltos violentos en el cuerpo, que estaban claras en las normas de sus
sacrificios rituales, pero la noción de msacre preventiva de guerreros no estaba dentro
de su vocabulario. Cada acción prohibida, mucho más que una política de destrucción
colocaba a los indios en desventaja.
Los caballos de Cortés, otro elemento en el programa de su mistificaciónh, habían sido
minuciosamente verificados y examinados por los mexicas. En una ocasión secuestran
un caballo, lo asesinan y cortan su carne para repartirla.
Estrategia final para la reducción de la ciudad imperial como muestra final de una
comunicación errada. Su arma crucial era la necesidad. Para los mexicas, el sitio era la
antítesis de la guerra. Conocían la estrategia de rodear ciudades para persuadir a los
guerreros no dispuestos a salir, también la destrucción cuando un insulto lo requería.
Pero el deliberado y sistemático debilitamiento de la oposición antes de la entrada en
batalla y la deliberada implicación de los no combatientes en lacontienda, no tenía lugar
en su experiencia.
Mientras el sitio contibuavba, los guerreros mexicas seguían buscando un combate cara
a cara con su insatisfactorio oponente que se escondía y rechazaba la batalla.
Lo que importaba a los indios era la caída del estandarte, más que un golpe al orgullo
colectivo era una declaración: un signo de que la batalla iba a volverse contra ellos.
Durante el sitio los mexicas se subordinaron a su destino, cuando este se hizo evidente.
El periodo de la dominación mexica y la primacía de Tenochtitlán se había terminado.
Cortés no entiende por qué no quieren rendirse los mexicas ante la ciudad sitiada.
“Crueldad feroz y anti natural” una indiferencia contra natura hacia el sufrimiento, hacia
la muerte. Aquí, el maestro de Todorov ha encontrado sus límites.