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Noción de metafísica.
Aristóteles.
Aristóteles pasa por ser el primer gran sistematizador de la metafísica. Para él, el
objeto de la metafísica o filosofía primera es aquello en lo que todos los seres coinciden:
el ser en cuanto ser, la sustancia. La pregunta por el ser se reduce así a la pregunta por la
sustancia. La sustancia es la realidad radical, lo primero y fundamental, el principio
constitutivo del ser y la estabilidad del mismo, la causa primera. En principio Aristóteles
entiende que la sustancia es el objeto individual, la suma de materia y forma, un sustrato
material dotado de una forma concreta. A eso lo llama sustancia primera. La sustancia se
identifica también con la esencia de algo, ese elemento universal que hace a un objeto
ser lo que es. A esa esencia es a lo que llama sustancia segunda, al elemento universal.
Ejemplo: Sócrates, este hombre en concreto, es una sustancia primera, un individuo
singular. La noción de “ser humano” esa sería la sustancia segunda, lo universal en
Sócrates, eso que comparte con otros individuos. Lo que le hace ser distinto, singular, es
lo que Aristóteles llama accidentes, cualidades que afectan a la sustancia y la
singularizan. ¿Qué es lo que existe para Aristóteles realmente? Las sustancias
individuales.
Hemos hablado de materia y forma. Por materia Aristóteles entiende un
principio constitutivo de las cosas, es informe, carece de definición hasta no recibir una
forma… La forma es la que determina la materia prima. La forma dota a la materia de
las características esenciales del objeto de que se trate. Es lo que hace que las cosas sean
lo que son.
Materia y forma componen una unión sustancial, indivisible. Separadas, materia
y forma no son nada. Esta teoría, que considera que los objetos son una unió sustancial
de materia y forma se llama hilemorfismo (hyle= materia, morphé= forma).
Para explicar el aspecto dinámico de la sustancia, Aristóteles crea las categorías
de acto y potencia. Entiende que el movimiento es el paso de la potencia al acto. El ser
puede estar en acto, es decir, en su estado actual, pero puede ser potencialmente otra
cosa, es decir, es en potencia en tanto puede ser otra cosa muy distinta. Por ejemplo, una
semilla es semilla en acto pero un árbol en potencia. El movimiento es el paso de la
potencia al acto.
Todo lo que se mueve es movido por otra cosa, todo movimiento tiene un agente
del cambio, una causa eficiente. Ahora bien, la cadena de causas no puede ser infinita,
porque si lo fuera, no se produciría de hecho el movimiento, luego tiene que existir una
causa de todo movimiento que a su vez no sea ella misma movida por otra cosa. Tiene
que existir una causa incausada del movimiento. A esta causa la llama Aristóteles motor
inmóvil o Dios. Dios es acto puro, porque no esta en potencia de nada, porque es un ser
pleno y cabal al que nada falta.
Metafísicas espiritualistas.
Metafísicas materialistas.
Friedrich Nietzsche, filósofo alemán del siglo XIX, autor de Así habló
Zaratustra, Genealogía de la moral, El Anticristo, entre otras, es el primer gran filósofo
europeo en romper precisamente contra la tradición filosófica occidental. Para este
autor, el gran error de la filosofía y que comienza con Sócrates y Platón es considerar
como real las ideas, los conceptos, la esencias, por encima de lo verdaderamente real
que es la naturaleza sensible, cambiante, perecedera. Según Nietzsche, esta
consideración responde a un miedo a afrontar la realidad en lo que tiene de constante
devenir, de cambio. Para poder asumir la realidad inasible, inestable, la filosofía clásica
encontró alivio en la configuración de una realidad alternativa de esencias inmutables
que se presentó como lo verdaderamente real. Este falseamiento de la realidad es
continuado por el cristianismo a juicio de Nietzsche, cuando declara como
verdaderamente real la trascendencia frente al mundo material. El platonismo considera
la idea como lo verdaderamente real y el mundo cambiante percibido por los sentidos
como algo ilusorio, aparente. Ocurre más bien que no hay nada más allá de ese universo
en constante movimiento y que es el miedo a la vida lo que nos hace afirmar un ámbito
de realidades estables. Nietzsche utiliza los conceptos de apolíneo y dionisíaco para
caracterizar las dos formas de concebir la realidad de las que estamos hablando. El
espíritu apolíneo, referido al dios Apolo, es el que afirma la belleza armónica, las
formas puras, estables, el ideal de orden. Este espíritu apolíneo es el que se ha afirmado
en la filosofía platónica y que ha triunfado sobre otro discurso, también griego que
afirmaba el placer, la bacanal, el desorden de los sentidos y de la pasión naturales, el
espíritu dionisíaco, referido al dios Dionisos. De hecho, Nietzsche niega un sentido para
la historia y afirma el eterno retorno, el tiempo circular de renovación y muerte de la
naturaleza donde los individuos se disuelven en una naturaleza que no se dirige a ningún
fin determinado ni obedece a un relato histórico.
TEXTOS:
-Puedes, por tanto, decir que lo que proporciona la verdad a los objetos del
conocimiento y la facultad de conocer al que conoce es la idea del bien, a la cual debes
concebir como objeto del conocimiento, pero también como causa de la ciencia y de la
verdad; y así, por muy hermosas que sean ambas cosas, el conocimiento y la verdad,
juzgarás rectamente si consideras esa idea como otra cosa distinta y más hermosa
todavía que ellas. Y, en cuanto al conocimiento y la verdad, del mismo modo que en
aquel otro mundo se puede creer que la luz y la visión se parecen al sol, pero no que
sean el mismo sol, del mismo modo en éste es acertado el considerar que uno y otra son
semejantes al bien, pero no lo es el tener a uno cualquiera de los dos por el bien mismo,
pues es mucho mayor todavía la consideración que se debe a la naturaleza del bien.
-¡Qué inefable belleza -dijo- le atribuyes! Pues, siendo fuente del conocimiento y la
verdad, supera a ambos, según tú, en hermosura. No creo, pues, que lo vayas a
identificar con el placer.
-Ten tu lengua -dije-. Pero continúa considerando su imagen de la manera siguiente.
-¿Cómo?
-Del sol dirás, creo yo, que no sólo proporciona a las cosas que son vistas la facultad de
serlo, sino también la generación, el crecimiento y la alimentación; sin embargo, él no
es generación .
-¿Cómo había de serlo?
-Del mismo modo puedes afirmar que a las cosas inteligibles no sólo les adviene por
otra del bien su cualidad de inteligibles, sino también se les añaden, por obra también de
aquél, el ser y la esencia; sin embargo, el bien no es esencia, sino algo que está todavía
por encima de aquélla en cuanto a dignidad y poder."
Sustancia se dice de los cuerpos simples, tales como la tierra, el fuego, el agua y todas
las cosas análogas; y en general, de los cuerpos, así como de los animales, de los seres
divinos que tienen cuerpo, y de las partes de estos cuerpos. A todas estas cosas se llama
sustancias, porque no son los atributos de un sujeto, sino que son ellas mismas sujetos
de otros seres. Bajo otro punto de vista, la sustancia es la causa intrínseca de la
existencia de los seres que no se refiere a un sujeto: el alma, por ejemplo, es la sustancia
del ser animado. Se da también este nombre a las partes integrantes de los seres de que
hablamos, partes que los limitan y determinan su esencia, y cuyo anonadamiento sería el
anonadamiento del todo. Así, la existencia del cuerpo, según algunos filósofos, depende
de la de la superficie, la existencia de la superficie de la de la línea; y ascendiendo más,
el número, según otra doctrina, es una sustancia; porque, anonadado el número, ya no
hay nada, siendo él el que determina todas las cosas. Por último, el carácter propio de
cada ser, carácter cuya noción es la definición del ser, es la esencia del objeto, su
sustancia misma.
De aquí se sigue, que la palabra sustancia tiene dos acepciones: o designa el último
sujeto, el que no es atributo de ningún ser, o el ser determinado, pero independiente del
sujeto, es decir, la forma y la figura de cada ser.
Aristóteles, Metafísica, Libro Quinto VIII.
“Así, fundándome en que los sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que no
había cosa alguna que fuese tal y como ellos nos la hacen imaginar; y, en vista de que
hay hombres que se engañan al razonar y comente paralogismos, aun en las más simples
materias de geometría, y juzgando que yo estaba tan sujeto a equivocarme como
cualquier otro, rechacé como falsas todas las razones que antes había aceptado mediante
demostración; y finalmente, considerando que los mismos pensamientos que tenemos
estando despiertos pueden también ocurrírsenos cuando dormimos, sin que en este caso
ninguno de ellos sea verdadero, me resolví a fingir que nada de lo que hasta entonces
había entrado en mi mente era más verdadero que las ilusiones de mis sueños. Pero
inmediatamente después caí en la cuenta de que, mientras de esta manera intentaba
pensar que todo era falso, era absolutamente necesario que yo, que lo pensaba, fuese
algo; y advirtiendo que esta verdad: pienso, luego existo, era tan firme y segura que las
más extravagantes suposiciones de los escépticos eran incapaces de conmoverla, pensé
que podía aceptarla sin escrúpulo como el primer principio de la filosofía que andaba
buscando.”