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Grabois y las economías populares. Apuntes para una lectura crítica.

El presente artículo pretende ser un modesto ejercicio destinado a pensar las


economías populares y algunos de los sentidos que circulan en torno a ellas. Lejos de
pretender cerrar la cuestión, nos interesa abrir algunos problemas y arriesgar algunas
ideas que deberán ser puestas en revisión y discusión. Hemos dividido nuestro trabajo
en dos partes. En la primera señalaremos sucintamente por qué las llamadas
economías populares o informales se presentan como un campo estratégico para
pensar nuestro presente. En la segunda, proponemos reconstruir y problematizar, a
partir de algunos escritos e intervenciones de Juan Grabois - referente de la CTEP- uno
de los sentidos (¿dominantes?) que busca cifrar la complejidad de las economías
populares en sus términos.
A grandes rasgos, nuestro objetivo es exponer y problematizar la concepción
Grabois, ya que entendemos que radica en el intento de cerrar “desde arriba” la
complejidad y las potencialidades, que en términos de conflictividad social y
experimentación política, las economías populares alojan.

1. Las economías populares como campo de disputas.

¿Cómo pensar el complejo mapa social y político que abren las economías
populares?
Las llamadas “economías populares” (EP) se presentan en la actualidad como
un campo de acción estratégico y privilegiado para atender a la redefinición de las
prácticas y las concepciones en torno al trabajo, las luchas sociales, los sentidos por lo
común y lo comunitario y las posibilidades de trasformación social. Lejos de ser como
un campo transparente, sus circuitos y prácticas económicas, sociales y simbólicas,
presentan una abigarrada heterogeneidad y una vital dinámica “silvestre” o “salvaje” en
permanente apertura y mutación, que se entrevera y altera el paisaje de los territorios,
sobre todo, en las grandes urbes. Se trata de un campo opaco, multicromático y difuso
que hace difícil o estéril cualquier definición exhaustiva y precisa de la pregunta de qué
es la economía popular. Quizás mejor que una definición -cuyo efecto sería
petrificante-, sería necesario ensayar una genealogía -siempre provisoria- que, bajo un
esquema de relaciones de fuerza, de cuenta cómo se han ido modificando desde los
años ´70 las relaciones entre el Capital, los sectores populares y las mediaciones
estatales. Particularmente, en nuestro pais sería preciso trazar la genealogía, de los
movimientos de desocupados a los movimientos piqueteros y sociales que pusieron en
crisis la retórica neoliberal a comienzos del siglo, a la extensión e intensificación de la
economía popular en los territorios durante los años de los llamados gobiernos
progresistas y en la actualidad. Este ejercicio supone ir viendo los diferenciales, las
discontinuidades y las variantes de esta triple relación/tensión, en cada coyuntura
histórica.
Las economías populares como ambiente de relaciones y prácticas
económicas, simbólicas y sociales presentan un carácter complejo, precario y difuso
que entremezcla y yuxtapone lógicas y elementos heterogéneos, que van desde el
emprendedurismo individual, a modalidades de gestión comunitaria, pasando por
formas de subsistencia, micro y medianos emprendimientos familiares, cooperativas,
emprendimientos subsidiados, formas de acumulación, etc. En este sentido, exponen
un dinamismo interesante donde se re-elaboran constantemente ciertas cuestiones
que una sensibilidad atenta a la conflictividad social no puede pasar por alto: nuevas
figuras proletarias y subalternidades, nuevos modos de explotación, sujeción y
desposesión, así como nuevas posibilidades de subjetivación y pujas por los sentidos
de lo común y lo comunitario. Por ello, se vuelve un foco apropiado para dar cuenta
de lo que Partha Chaterjee llamó la “política de los gobernados”, es decir las múltiples
estrategias y tácticas que “desde abajo” negocian o se reapropian del sentido de las
técnicas gubernamentales y la lógica del capital, para la reproducción y producción
de la vida. (Chaterjee, 2008, 58) En el campo difuso de las EP y en sus topografías
múltiples es posible mapear los conflictivos, las tensiones y contradicciones actuales
entre capital/trabajo vivo.
Para ello es preciso atender -al menos- a una doble revisión que ellas ponen en
juego. En primer lugar, una revisión de qué es el trabajo y quiénes son los sujetos
trabajadores en la era posfordista, donde la fábrica y la mediación salarial tal como
organizaba la vida en el Estado de Bienestar bajo la idea de “pleno empleo”, ha sido
desplazada como eje organizador del tejido social. Sobre este punto, como señala,
Verónica Gago, las EP, por ejemplo, desdibujan los límites entre trabajos productivos
y reproductivos y de cuidados, permitiendo pensar el trabajo más allá de lo que Silvia
Federici llama el “patriarcado de salario” y visibilizando el lugar y rol de los cuerpos
feminizados en los procesos de producción (y expropiación) de la riqueza. Del mismo
modo que, al poner en movimiento un alto componente migrante, nos fuerzan a
pensar más allá de la equivalencia “nacional y popular”, tan remanida en los discursos
progresistas. (Gago, 2016)
En segundo lugar, las EP también suponen redefinir el operar del capital y las
formas de explotación, cuando la mediación patronal y la forma de extracción del
plusvalor tal como lo definió Marx en el libro I de El capital, no resultan aplicables
para vastos sectores de la población. Este punto es relevante, ya que como muchos
investigadores y militantes ha señalado, la potencialidad de las EP radica en la
ambivalencia de su autonomía y la idea de lo común que suponen: se trata de formas
económicas que escapan al “ojo del patrón”, de formas de producir cooperativamente
donde muchas veces los medios de producción están en manos de los propios
trabajadores. Aquí se torna necesario atender a cómo han mutado las formas de
explotación en el capitalismo actual a partir del trabajo “libre” o “sin patrón”, pero
en un proceso de extensión e intensificación de la precarización de la vida, de la
producción de una subjetividad empresarial y de los dispositivos de las finanzas y la
deuda. Ver hasta cómo y hasta qué punto está “autonomía” y “libertad” quedan
inmediatamente capturadas y/o en tensión con estos dispositivos.
En definitiva, las EP nos fuerzan a repensar la permanente re-definición de
qué es trabajo y quiénes son trabajadores, así como las mutaciones en las formas de
despojo, violencia y explotación del Capital en nuestro presente.

2- Las economias populares para Juan Grabois


Lejos de trazar aquí una genealogía de las EP, nuestro ejercicio aquí será más
modesto: intentaremos reconstruir y problematizar cierto sentido
¿hegemónico? y cierto lenguaje que busca cifrarla en sus términos. Para ello
retomaremos a partir ciertos escritos e intervenciones, algunas ideas de Juan Grabois
–referente de la CTEP y MTE-, ya que su figura emerge actualmente como uno de los
principales dadores de sentido a los interrogantes en torno a qué es la economía
popular, cuáles son sus objetivos o finalidades y qué potencialidades aloja. No se trata
aquí de cuestionar o impugnar una figura (cuyo rol resulta relevante y elogiable en
varios aspectos), sino más bien de un ejercicio de re-pensar un discurso y una posición.
Por una cuestión de espacio solo vamos a detenernos sólo en dos grandes
aspectos recurrentes en sus discurso: 1) una concepción de la EP como “proceso
dialéctico” entre una economía de subsistencia y una solidaria/comunitaria, frente a
los efectos excluyentes del neoliberalismo y 2) una visión de los sectores populares que
los victimiza y subordina en un orden de posiciones al considerarlos como “excluidos”,
“descartados” y cuyo único rasgo activo los confina al trabajo y excluye de la palabra
política (“los sin voz”). Intentaremos hilvanar brevemente en nuestra argumentación
estos dos ejes a fin de ver qué idea de “poder popular” es puesta en juego.
Para reconstruir las ideas de Grabois en torno a las EP resulta interesante partir
de qué idea principalmente confronta y rechaza. En un artículo titulado Capitalismo
Popular: la respuesta liberal a la crisis de la sociedad salarial, Grabois analiza y
crítica la noción “capitalismo popular” empleada por el economista peruano Hernando
del Soto y ampliamente difundida por Mario Vargas Llosa. Se trata, en efecto, de la
teorización neoliberal que entiende a las economías informales en términos de
autoemprendedurismo de los sectores populares, donde se enfatiza la creatividad
individual de estos para hacerse en el mercado, y por tanto, arguye como demanda
popular el laissez faire, la desregulación de las relaciones económicas, la flexibilidad
laboral, etc. Esta posición, será cuestionada por Grabois a partir de remarcar las
condiciones precarias y de explotación que sufren los trabajadores de la EP. El
referente social apunta sus armas para definir la economía popular desde una posición
crítica y de resistencia frente al despojo del neoliberalismo.
“En realidad la economía popular es, en primer lugar, la economía de los
excluidos, pues está conformada por todas las actividades que surgieron como
consecuencia de la incapacidad del mercado para ofrecernos a todos un trabajo digno
y bien remunerado como obreros en una fábrica o empresa.” (Grabois, 2015:33)
En las afirmaciones de Grabois hay un énfasis recurrente en dos ideas que aquí
aparecen, la idea de que la economía popular es de los “excluidos” y que su génesis se
debe a la incapacidad del mercado de ofrecer puestos de trabajo dignos. La noción de
exclusión se torna nodal en la argumentación de Grabois, tanto para la definición del
sujeto de la economía popular como para la crítica a lo que llama el neoliberalismo y
sus efectos desposesivos. “La exclusión es la cara de la injusticia social hoy. Excluir es
dejar algo afuera: el capitalismo hoy nos deja afuera”. (2015:18)
Esta idea, lo lleva a pensar a la economía popular como una economía de
subsistencia y de cierto “afuera”, donde los “excluidos” reinventan formas
laborales, precarizadas e “infraproductivas, desde el punto de vista económico”
como reacción frente a los procesos de reestructuración productiva propios del
capitalismo posfordista (Grabois, 2015:31). La argumentación de Grabois retoma
algunas ideas de José Nun, quien sostuvo que el capitalismo tardío genera una
“población sobrante”, que lejos de ser un mero “ejercito de reserva” funcional al
capital, es un desecho disfuncional. A partir de allí delinea una visión por
momentos miserabilista de las EP, donde aparecen como respuestas precarias y
de subsistencia de aquellos que han quedado “afuera” del capital. La lucha, para
Grabois, radica en trastocar -a partir de la presión, la negociación y el acuerdo-
estas condiciones indignas y para lograr un “trabajo digno y que permita el
progreso”. Para eso es preciso que la economía popular se transforme en una
economía solidaria o comunitaria. (Grabois, 2015:104-106) La posibilidad de este
“proceso dialéctico” radicaría, no sólo en que los medios de producción
“pertenecen a los propios trabajadores” sino también, según Grabois, en que en
la economía de subsistencia no opera la “racionalidad burguesa” sino una
racionalidad propia de la “cultura popular” “sin afán de lucro”: “Lejos del cálculo
productivista de la empresa capitalista, ese heterogéneo conjunto de actividades
de subsistencia se desarrolla con recursos sencillos, lucha y sacrificio”. (Grabois,
2015a:5)
Resulta evidente que las ideas de Hernando Soto, al invisibilizar la
precariedad, las violencias y despojos, idealizan las condiciones de las economías
informales. Pero también es cierto que la reducción de las EP a los términos de
subsistencia, marginalidad y/o solidaridad parecen no hacerle justicia a la
heterogeneidad y las dinámicas que ponen en juego. El problema radica en que estas
nociones dificultan o impiden ver el carácter productivo que tienen muchas estas
formas (y el acumulativo de algunas) y sus múltiples relaciones con el operar del
capital y la extracción del valor. También, al señalar a priori que las EP operan con
una racionalidad “no capitalista”, se pone en juego una idealización –o cierta
ingenuidad- que otorga propiedades inherentes y virtuosas a la llamada “cultura
popular”, al “Pueblo”. Esta idealización hace perder de vista la posibilidad de tener
una visión más “realista” en torno a lo que vagamente podríamos llamar
subjetividades populares.
Otra consecuencia importante de considerar a las EP desde la noción de
subsistencia y exclusión, como propia de “poblaciones sobrantes” que producen por
“fuera del capital” y exteriores al mismo, es que el conflicto social queda reducido a
una contradicción fundamental: “La contradicción fundamental en nuestra
sociedad es cada día más clara: están los que caben y los que sobran. Los integrados
y los excluidos. Los que son útiles para el proceso de acumulación capitalista, por
un lado, y los “residuos sociales”. (Grabois, 2015:6) Como señalamos, este modelo
de exterioridad no deja de ser problemático ya que no atiende a las dinámicas
complejas que intrincan estas economías a la extracción del valor, pero también
creemos que neutraliza los múltiples juegos de antagonismos y poder entre trabajo
vivo- capital que pueden darse, limitando el horizonte y la imaginación política a
idea de inclusión/exclusión en términos de trabajo digno.
Este último aspecto se encuentra relación con el segundo aspecto que nos
interesaba explorar de la concepción de Grabois. Al cifrar a las EP como proceso
dialectico entre la economía de subsistencia y economía comunitaria, Grabois
delinea a sus sujetos. En su lenguaje estos aparecen recurrentemente como los
“descartados”, “excluidos”, “nuevos descamisados”, “los sin voz”, etc. A contrapunto
de la idealización neoliberal que los ve como emprendedores activos, Grabois
sostiene un lenguaje que por momentos parece sólo cifrarlos como víctimas:
como aquellos que siempre están lidiando entre la subsistencia y el trabajo digno y
sufren los despojos del capitalismo consumista. Injusto sería no señalar que en
ciertos escritos atiende a esta cuestión: “corremos el riesgo de proyectar la
indignidad objetiva de las circunstancias al hombre que las padece, reduciéndolo
en el mejor de los casos a la condición de víctima y negándole su capacidad de
reacción frente a la injusticia” (Grabois, 2013: ) Ahora bien, en su discurso la acción
que en general se le reconoce a los “descartados” es “reactiva”: frente al despojo, el
rasgo activo e inventivo de estos sujetos queda inmediatamente vinculado con el
trabajo, con un saber de orden práctico. La única cualidad productiva de los
“descartados” está ligada a la reinvención de formas “precarias” de trabajo. Aquí
juega de fondo un supuesto que recorre el pensamiento de Grabois, y es (al igual
que en Marx) la idea de que el trabajo es la esencia de lo humano.
“Tradicionalmente, la vida social se ordena sobre la base del trabajo (…) la
organización popular siempre estuvo vinculada al trabajo” (2015, 18, sub
nuestro). Si bien no podemos detenernos aquí a revisar este supuesto, debemos
marcar que se olvidan dos cuestiones: la genealogía de estructuras históricas y
mecanismos de poder (y sus violencias) que hicieron (y hacen) de los cuerpos,
cuerpos trabajadores, y también que el trabajo no sólo es una capacidad, sino
también es una determinada posición en el orden social. Por tanto, la cuestión no
radica tanto en el nombre que usa Grabois para visibilizar a los sujetos de la EP,
sino en el modo en que son visibilizados, es decir, en el orden de posiciones, y la
distribución de las actividades, capacidades, lenguajes que su discurso configura y
el lugar en que los ubica.
Para este ahondar en este aspecto resulta interesante una entrevista radial
recienteecono que Grabois brindo al programa Clinamen1. Allí, analizando el nuevo
contexto regional luego del triunfo de Bolsonaro, esbozaba una crítica a “cierta
intelectualidad que adopta la agenda de un progresismo de élites a la europea y no
es capaz de interpelar a las mayorías populares”. Para Grabois la crisis del
progresismo actual es síntoma, entre otras cosas, de un problema de “desconexión”
entre lo que sienten y desean las mayorías populares y lo que interpretan y
proponen ciertos intelectuales y dirigentes. Aquí los “descartados” aparecerán
principalmente como “los sin voz”. Grabois afirma que: “el “empoderamiento [de
los sectores populares] lejos está de traducirse en niveles de conciencia política que
permita que los compañeros que vienen desde abajo puedan disputarnos la voz”,
por tanto, “Siempre hay una re-interpretación intelectualizada y lo que tenemos que
hacer quienes tenemos la responsabilidad de hacer, es ser lo más honestos y leales
posible a las aspiraciones de los compañeros de abajo”. Si bien puede pensarse que
la primera frase muestra de “realismo” en torno a realidad de las subjetividades
populares, el “siempre” de la segunda conduce a hacer coincidir lo real con lo posible,
perpetuando la eternidad de la afasia y la tutela política. Verificar que “los
descartados” no hablan ¿no es descartarlos aún más?
En efecto, quien no habla, necesita ser hablado. La crítica de Grabois a la
intelectualidad que compra consignas enlatadas “for export” tiene como reverso la
necesidad de un nuevo tipo de dirigente/intelectual orgánico, atento a “interpretar
lo más fiel posible” lo que sienten “y no pueden verbalizar” las mayorías populares
“silenciosas”. Al “dirigente orgánico” le cabe la tarea hermenéutica de leer las
aspiraciones y sentimientos del Pueblo, para ver que caminos son factibles y
deseables. Para Grabois el arma del intelectual orgánico se encuentra ligada más

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1 9/10/2018 https://marencoche.wordpress.com/2018/10/09/clinamen-charla-con-juan-grabois/
bien a la “intuición” y no tanto a una racionalidad teórica y discursiva. Apela así a
cierto modelo de profetismo, ligado tradicionalmente al poder pastoral, que pone la
“verdad” en el Pueblo al mismo tiempo que le confisca la posibilidad de expresarla.
El discurso de Grabois configura aquí un orden de jerarquías (un arriba-abajo) que
supone la distinción entre lenguas y pensamiento y capacidades, donde los
“excluidos” y los “descartados” son también aquellos incapaces de abstracción,
reflexión y palabra política, y por tanto es preciso que deban subordinarse al
“dirigente orgánico”. Hay aquí una desposesión de la palabra de los sectores
populares que el dispositivo Grabois, no solo constata, sino que refuerza. Hay una
exclusión que queda sin discutirse que es la exclusión de ser contado como un ser
de palabra, en definitiva, como un sujeto político.

A modo de discusión:

A grandes rasgos, el discurso y la concepción de Grabois, al cifrar a las EP en


términos de subsistencia, de poblaciones excedentes, excluidas del mercado y de la
palabra política, pasiviza y subordina a los sujetos populares a un orden de
jerarquías y capacidades. Esto es acompañado por una clara neutralización el
carácter conflictivo que ponen en juego las EP, en favor de una dimensión
reivindicativa y una visión de orden en los territorios.
“Las organizaciones populares tenemos que resolver los conflictos, no
eternizarlos ni usarlos para hacer propagandismo o política berreta; tenemos que
resolverlos lo más rápido posible y dejar un saldo favorable para el campo popular.
Siempre existe la tentación de eternizar el conflicto porque creemos que nos da
determinado rédito político o prestigio, que somos más combativos. Ese es un error
y una clara desviación, un crimen contra los intereses del Pueblo.” Y concluye con
la cita de Sun Tzu: “El supremo arte de la guerra es doblegar al enemigo sin luchar”.
(2015, 127, 128).
Que abierto el interrogante si esta estabilización de los conflictos es
realmente el “sentimiento del pueblo” o más bien una estrategia política que los
propios movmiento populres y trabajadores deberáin poder discutir

Bibliografía
Chaterjee, Partha (2008) La nación en tiempo heterogéneo. Siglo XXI. Buenos
Aires.
Deleuze, Gilles (2012) “¿Qué es un dispositivo?” en Contribución a la guerra en
curso, Errata Naturae. Madrid
Gago, Verónica (2016) “Diez hipótesis sobre las economías populares” en
Nombres; Córdoba; vol. XXV p. 179 – 188.
Grabois, Juan y Pérsico, Emilio (2015) Organización y economía popular. CTEP,
Bs. As.
Grabois, Juan (2013) “Capitalismo de exclusión, periferias sociales y
movimientos populares” en Emergenza Esclusi. The Emergency of the Socially
Excluded Pontifical Academy of Sciences, Scripta Varia 123. Ciudad del Vaticano.
(2015a) “La exclusión en el capitalismo contemporáneo” en América
Latina en movimiento, Quito, año 39, p. 3 -7.

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