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¿Cómo pensar el complejo mapa social y político que abren las economías
populares?
Las llamadas “economías populares” (EP) se presentan en la actualidad como
un campo de acción estratégico y privilegiado para atender a la redefinición de las
prácticas y las concepciones en torno al trabajo, las luchas sociales, los sentidos por lo
común y lo comunitario y las posibilidades de trasformación social. Lejos de ser como
un campo transparente, sus circuitos y prácticas económicas, sociales y simbólicas,
presentan una abigarrada heterogeneidad y una vital dinámica “silvestre” o “salvaje” en
permanente apertura y mutación, que se entrevera y altera el paisaje de los territorios,
sobre todo, en las grandes urbes. Se trata de un campo opaco, multicromático y difuso
que hace difícil o estéril cualquier definición exhaustiva y precisa de la pregunta de qué
es la economía popular. Quizás mejor que una definición -cuyo efecto sería
petrificante-, sería necesario ensayar una genealogía -siempre provisoria- que, bajo un
esquema de relaciones de fuerza, de cuenta cómo se han ido modificando desde los
años ´70 las relaciones entre el Capital, los sectores populares y las mediaciones
estatales. Particularmente, en nuestro pais sería preciso trazar la genealogía, de los
movimientos de desocupados a los movimientos piqueteros y sociales que pusieron en
crisis la retórica neoliberal a comienzos del siglo, a la extensión e intensificación de la
economía popular en los territorios durante los años de los llamados gobiernos
progresistas y en la actualidad. Este ejercicio supone ir viendo los diferenciales, las
discontinuidades y las variantes de esta triple relación/tensión, en cada coyuntura
histórica.
Las economías populares como ambiente de relaciones y prácticas
económicas, simbólicas y sociales presentan un carácter complejo, precario y difuso
que entremezcla y yuxtapone lógicas y elementos heterogéneos, que van desde el
emprendedurismo individual, a modalidades de gestión comunitaria, pasando por
formas de subsistencia, micro y medianos emprendimientos familiares, cooperativas,
emprendimientos subsidiados, formas de acumulación, etc. En este sentido, exponen
un dinamismo interesante donde se re-elaboran constantemente ciertas cuestiones
que una sensibilidad atenta a la conflictividad social no puede pasar por alto: nuevas
figuras proletarias y subalternidades, nuevos modos de explotación, sujeción y
desposesión, así como nuevas posibilidades de subjetivación y pujas por los sentidos
de lo común y lo comunitario. Por ello, se vuelve un foco apropiado para dar cuenta
de lo que Partha Chaterjee llamó la “política de los gobernados”, es decir las múltiples
estrategias y tácticas que “desde abajo” negocian o se reapropian del sentido de las
técnicas gubernamentales y la lógica del capital, para la reproducción y producción
de la vida. (Chaterjee, 2008, 58) En el campo difuso de las EP y en sus topografías
múltiples es posible mapear los conflictivos, las tensiones y contradicciones actuales
entre capital/trabajo vivo.
Para ello es preciso atender -al menos- a una doble revisión que ellas ponen en
juego. En primer lugar, una revisión de qué es el trabajo y quiénes son los sujetos
trabajadores en la era posfordista, donde la fábrica y la mediación salarial tal como
organizaba la vida en el Estado de Bienestar bajo la idea de “pleno empleo”, ha sido
desplazada como eje organizador del tejido social. Sobre este punto, como señala,
Verónica Gago, las EP, por ejemplo, desdibujan los límites entre trabajos productivos
y reproductivos y de cuidados, permitiendo pensar el trabajo más allá de lo que Silvia
Federici llama el “patriarcado de salario” y visibilizando el lugar y rol de los cuerpos
feminizados en los procesos de producción (y expropiación) de la riqueza. Del mismo
modo que, al poner en movimiento un alto componente migrante, nos fuerzan a
pensar más allá de la equivalencia “nacional y popular”, tan remanida en los discursos
progresistas. (Gago, 2016)
En segundo lugar, las EP también suponen redefinir el operar del capital y las
formas de explotación, cuando la mediación patronal y la forma de extracción del
plusvalor tal como lo definió Marx en el libro I de El capital, no resultan aplicables
para vastos sectores de la población. Este punto es relevante, ya que como muchos
investigadores y militantes ha señalado, la potencialidad de las EP radica en la
ambivalencia de su autonomía y la idea de lo común que suponen: se trata de formas
económicas que escapan al “ojo del patrón”, de formas de producir cooperativamente
donde muchas veces los medios de producción están en manos de los propios
trabajadores. Aquí se torna necesario atender a cómo han mutado las formas de
explotación en el capitalismo actual a partir del trabajo “libre” o “sin patrón”, pero
en un proceso de extensión e intensificación de la precarización de la vida, de la
producción de una subjetividad empresarial y de los dispositivos de las finanzas y la
deuda. Ver hasta cómo y hasta qué punto está “autonomía” y “libertad” quedan
inmediatamente capturadas y/o en tensión con estos dispositivos.
En definitiva, las EP nos fuerzan a repensar la permanente re-definición de
qué es trabajo y quiénes son trabajadores, así como las mutaciones en las formas de
despojo, violencia y explotación del Capital en nuestro presente.
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1 9/10/2018 https://marencoche.wordpress.com/2018/10/09/clinamen-charla-con-juan-grabois/
bien a la “intuición” y no tanto a una racionalidad teórica y discursiva. Apela así a
cierto modelo de profetismo, ligado tradicionalmente al poder pastoral, que pone la
“verdad” en el Pueblo al mismo tiempo que le confisca la posibilidad de expresarla.
El discurso de Grabois configura aquí un orden de jerarquías (un arriba-abajo) que
supone la distinción entre lenguas y pensamiento y capacidades, donde los
“excluidos” y los “descartados” son también aquellos incapaces de abstracción,
reflexión y palabra política, y por tanto es preciso que deban subordinarse al
“dirigente orgánico”. Hay aquí una desposesión de la palabra de los sectores
populares que el dispositivo Grabois, no solo constata, sino que refuerza. Hay una
exclusión que queda sin discutirse que es la exclusión de ser contado como un ser
de palabra, en definitiva, como un sujeto político.
A modo de discusión:
Bibliografía
Chaterjee, Partha (2008) La nación en tiempo heterogéneo. Siglo XXI. Buenos
Aires.
Deleuze, Gilles (2012) “¿Qué es un dispositivo?” en Contribución a la guerra en
curso, Errata Naturae. Madrid
Gago, Verónica (2016) “Diez hipótesis sobre las economías populares” en
Nombres; Córdoba; vol. XXV p. 179 – 188.
Grabois, Juan y Pérsico, Emilio (2015) Organización y economía popular. CTEP,
Bs. As.
Grabois, Juan (2013) “Capitalismo de exclusión, periferias sociales y
movimientos populares” en Emergenza Esclusi. The Emergency of the Socially
Excluded Pontifical Academy of Sciences, Scripta Varia 123. Ciudad del Vaticano.
(2015a) “La exclusión en el capitalismo contemporáneo” en América
Latina en movimiento, Quito, año 39, p. 3 -7.