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siglo veintiuno editores,sa
cEr¡o oEt AGUA 2¿8, MEXICO 20, D F

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sigloveintiunoargentinaeditores,sa
sigloveintiunode colombia,ltda
Av. 30. 17-73 Pn¡ ER PISO. ¡OGOIA, D.t. COIOTAüA

traducción del inglés de gabriel iriarte núñez


portada de feüpe valencia

primera edición en español, abril de 1988


@ siglo XXI editores de colombia ltda.
ISBN 958-606-016-0

preparación litográfica, impresión


y encuadernación
tercer mundo editores

impreso y hecho en colombia


printcd and made in colombia
,,gl-Eg/gf
PREFACIO A LA EDICION EN ESPAÑO

CAPITULO I: HISTORIOGRAFIA LATI


MOVIMIENTO OBRERO

CAPITULO 2: CHILE
Singularidad de la historia chilena,4T; e
ra del salitre, 50; La vida y el trabajo en
ción obrera en el norte, 76 ; cristalizació
ta,90; trayectoria de la izquierda chilena
toria de Chile, 108

CAPITULO 3: ARGENTINA
El enigma de la historia de Argentina, 11
dor, 116 ; la promesa del desamollo econó
moülización obrera, 136; el curso anóm
obreros de la carne y el ascensodel pero
mo,224

CAPITULO 4. VENEZUELA
Historiografla de un pasado turbulento,
creación de un proletariado petrolero, 260
un pals,273; fundación de un orden liber
temporánea de Venezuela, 319

CAPITULO 5: COLOMBIA
Orlgenes de un sistema polltico partidist
cat'etera,349 ; los trabajadores del café
ro,367; la Violencia y la civilización caf
contemporánea de Colombia, 430

CAPITULO 6: ACERCA DE LOS LIMITES


MESA DEL ENFOQUE

t7l
CUADROS

2.L. Propiedad de las compañlas productor


1878, 1895 y 1926
3.1. Indicadores del crecimiento económico
3.2. Valor de las exportaciones argentinas
años. 1900-1954
3.3. Superficiedetierra dedicada a la produc
3.4. Indice de salarios reales en Buenos Ai¡e
3.5. Indice de obreros empleados en la ciuda
3.6. Porcentaje estimado de desempleo obr
l9l4-30
4 . 1 . Valor de las exportaciones petroleras de
4.2. Participación del ingreso petrolero en
de Venezuela, 19l?-63
5.1. Propiedades cafeteras clasificadas segin
les departamentos productores de café
5.2. Propiedadescafeteras clasificadas segrin
ca y Toüma, 1932y 1939
5.3. Número y producción de fincas cafetera
6.4. Porcentaje de fincas productoras de café
tración y tamaño, 1955
o.o. Muertes atribuidas a la Violencia en Colo
ra, 1955, segrln departamento
5.6. Muertes atribuidas a la Violencia en Col
to
o . I . Parcelas abandonadas a causa de Ia Vio
departarnento

GRAFICOS

2.t. Exportaciones chilenas de nitrato y obr


nitrato, f880-f934
3.1. Inmigración neta a la Argentina, 1860-
4 . 1 . Producción de petróleo crudo en Venez
en la industria peürolera, 1922-77
5.1. Exportaciones cafeteras de Colombia y
mercado de Nueva York. 187G1970
h#":tl"";J,;'i1** dirwrio, cuya reputación ya hnbría qu
I un especialista en estudias europeos
Muy pocos historia.dores de izquie
segrln nacionalidad' ra tan certera y poderosa la economía
65
r20 tro del contex,to del desanollo del ca
. 1880-1913
en Pelodos de cinco Los cuatro poíses trotados aporta
131
134 auténtico aruílisis cornparotiuo, algo
en la PamPa,1930'1954150
contrar en lns estudios latinoamerica
1914'39 1ó0 nes históricas y culturales cor¿unes
uáos nires,
Aires'
i"'"it¿"¿ de Buenos 151
La.boratorioideal para el uso del méto
253 estudios es, a su rnanera, ¿z tour de
'i5',lffi*oernamental estructura económica a las fuerzas s
254 política con percepciones culturales y
de árboles en los PrinciPa' tratnas de nouelas, pbnteamientos d
354
.3l?i'it3' timonios, mouimientos de precios mu
encundinamar-
356 de un tango. El espíritu que unifica t
195ó 35? profundo por el intnenso coraje y Ia.te
rs según tamaño'
admrnrs' sos contingentes de trabajadores lati
segtln tiPo de
368 en medin de las pqores aduersidades.
cafete'
194&6?,Y Producción 426 Bergquist explica sus objetiuos y
plar. Esta es uno historia teóricament
1968'66,según dePartamen' 421
fuentes ("aruilisis del sistema eeonóm
segln jo" y aruilisis económico cepalino), pe
en Colombia, 194&66' 428
diente que produce una síntesis sui ge
erudición y a la uez ex,cepcional por s
jores sentidos de la palabra. Ber{quis
industria del tniso con el soci.alismo, y sus raíces,
emPleados en la 64 algún día estudios corrro éste lleguen a
t24 'rnas,
para quienes- han sido escritos
emPleados
, 1918'?8,Y obreros 262
en el
del café colombiano 361 .te
fnense terratenicntes, cop italis tos, o b
rediseñaeI escenorio,redefine lr,spa
obro -un siglode historía la.ünoame
togonistas,los productores directos,l
trabajadores, guienescon suséxitos,
l¿sdiuersas uariantes nacíanolesde I
tina-
¿Por qué, entonces, ese consuetud
obréros?EI autor comí,enzadeli¡nitan
tnosdenominor bs prisiones intelectu
rrollo historiognifico del tema^ Se re
perturbad,ores qlte hon tenido los mo
tendenciashistóricas del capitolismo
subrayacórnosu erpansün continua
tó una capapidad tol de osimila,ció
obrero y ae ta." fuerzas polítícas de i
torse la, ¡nuerte del marxisrno, a nom
coexistenci.apacífica del capital y e
miento fueron traspla,nta.dosde mane
o pesar de que b aparentenente ilimi
cía uíabl,e sola con bose en uno sobr
ria- En segundo lugor, se nuestro c
ceptualcs europeos los que institucio
biosade la close obrero latinoamerica
los trabojadores del sector industri,a
das las connotacianes de lo "modem
agrc-ex,por.-rdor,dzpositoríos d¿ todo
"iradicíonal". Ccmo tercer foctor ex
protogónbo real d.e tos trobo,ia.dare

t1
espejismoante fenómenoscolno el recesogeneralizadade Ia.econorníaca
pitalísta, el crecimí.entodel desempleoy el colnpso d,ela,spolfticas euro
peos del Wellfare State. Estas nueuas reaüdades, concluye, le estón
abriendopaso al reencuentrod,elmoui¡níento obrero con otros gruposy
mouimientossocial¿s,! por sobre todn, con su propia uocatíónreuolucio
naria,y dc¡nocrotizadora de Ia soci.eda.d..
Frente al segundopunto, el de la
parcelacün del moui¡nicnto obrero, Bergquist postul.a y rescata Ia uni-
dad de la clase obrera como tal y dedica la.mayor parte del libro a argu-
rnentar precisamente que Laexclusün, conscíenteo ingenua, de las traba-
jadores uinculados o Ia estructura eÍ,portadora equiuale no sola a una
mutiladón de buerwparte de l,ahistoria de Ia clase en Améríca Latína -
Ias últimas décadasdel siglo XIX y las tres primeras del presente, por Ia
rnenos-, sino que, a.derruis,nospriua de la posibiltdad de descifrar el pa-
pel estratégico dc estos trabqjod,oresen el desanollo económicoy político
de bs cua.tropoíses estudiados, a saber, Chile, Argentina, Venezuelay
I
Colo¡nbía^Esto es lo desafíante tarea del libro.
Dentrc de esta nueuoperspectiua,la "externo" se canuierteen factor
ii, decisiuode estructuración del ord,enínterno, no tanto por el tipo d,ecla
trl:, sesdominantes que engend.ro,aunque las rela,cionescon éstas tampoco
se rnenosprecían,sino por la especificidad de cosmovisiones obreras que
se ua.nteji.end.oen sus intrinca.d,osredes y que el autor reconstruye con
gron erudicün y perspicacia a Io Inrgo del terto. Se reitera así Ia tesis
central: hon sido las trabajadores quienes con su impulso, sus límitacio-
nes o equívocacíones,con su debilidad o con su fuerza, le han imprirnido
su portícularídad a la.sdíferentes formaciones socíaleslatinoamericanas.
Con esto nueua óptica, lo mirad,ode Bergquíst no se detíene exclusi-
uonente en las condiciones materiales de uida dc los trabajadores en los
centros de prod,ucción, sino que la exti.end,ea todas las facetas de la coti-
dianidad Y l"acotidia.nidad.del obrero es no solo Ia del sitío de trabajo, o
euentualrnentela del portid,o, sus formas organizatiuas y la prensa pro-
pía, síno tambíén Ia de la.casa, la del bar, le del centro d,erecreación,la
del lcnguaje, Ia,de su sexualídad, Ia de sus experiencíasy percepciones
nombs exporta.dorosen las estructuros socio'lesy polltico
nente, toles como el despegue industrial deriuodo o corn
nipída urbankación, el fortalccímíento de las recursos e
pliación de las redesde comuníarcün, y muchos otros que
e ilustradps con obu¡\dante acopío de informacün por pa
que constituyen temas bien conocí.dospor quienes esté
con Ia historio moderna latinoomericono Quisiera subra
portir del sugestiuo texto fu Bergquist, las porticularida
ral.esque se tejen en esenudo de relacíanes.
En Chil,e,par@tonar el orden dc exposícün d'el antt
geognifico y ocupacíonol de las obreros dcl salitre, prime
después; Io dispersión de las instala'cíonesminetws y de
bre los tnistnas; osí como las crisis clclicas de los produ
dos, creoron uno cultura obrera nomádica, de ímplicacion
Por un lado, su condíción de trashumantes los lncía, ,ne
disciplino de lospotronos y mós erigentes en las contrata
otro lodo -forasteros en todas partes- no tenla,notra
construir su unidad y su autonomía de clasea partir d'esí
cicron inuentóndase audaces formos de sociabilidad, y
cohesionaroninicialmente en torno a socíedadesde ayuda
m,onn filarmónicas; posaron luego por otras mós sofísti
comunalest eue a.dquiri.eroncel,ebri'd'adcontinental con
Iquíque en 1907; y, desernbocaronfinalmente en las form
salesde organízacün gremíaly polltica,los sindícatos y lo
buidos de un tniütante naciana.üsmo,coracterístico de los
ros, conquistaron un sólído presügia en otros sectoresd.e
su capocidodde mouiliza¿ión y en el resto de América La
tura polítíco. Los condicíonesad,uersasde su surgimient
transformarona éste enuno d.elas mouimientos obwos
t mente articulad.osa niuel nacíanal. Se m.antuuieronen "e
iI trófiao" con eI capital hosta la gron trugedía de 1978.
I El rumbo de Io close obrera en Argenüna fue mucho
!t,
\
1
{
dustrio exportadara dc lana, cereal¿sy especialrnente carnes, alH, con
excepciónde bs zonas costetu,sen dande seprcdujeron olgunos destel
reuolucia nario s (Alco rta, 19I 2 ; P atag onia, rc2A-2I ), eI desgarrotnien
tf cultural se haplo aún mós potétíco, puesto que coeristfan conflíctíu
f,
IF rnente dos tipos de situaciones, La primero era Ia. de una capa sígnifi"
tíua compuesta tonbíén d,eobwos inmígrantes no calífícadns,con es
sa copací.d,ad orgonizotiuo y reiuind,icatiua,y por tanto, fócilmente sus
tuiblcs por vornpehuelgasd¿ Estados Unidos, Australia, y Nueua Zela
# da. La segunda situa.ción era la que cobijoba tanto a los obrercs na,c
fl nales califrcadas, uínculados al ernpaque de cames o a su procesamíen
/frigortficos), como a los trabajadores rurahs, dispersosen Ia potnpa, d
iii dos bs métodos e*tensiuos habituales en Ia crío d.egonados. Los trab
ja.dores d,eeste úIümo conjunto, nacional¿scalíftcodos y rurales, solf
iil' serlnstibs o los inmigrontes (apodadas "golandrinas"), refroctarios a
i occión colcctiva y con Htnites objetivos infranqueables para forjarse u
1ir
uisün autónomo de Ia sociedad.Se refugíaron en lo que podrí.atnoscan
terízor corno uno cultura gaucha, mezcla,de una mentaüdnd indiuidu
listo y compeüüua. con un nacionalísmochauuínísta.
De esto contraposicün entre a¿¿ cultura obrera cosmopoliüay u
cultura obrera gauch4 se deríuoron consecuencíasperdurables para
socíedad,argenüna: desde eomícnzosdel siglo, su unid.ad.interna esta
roto- Este dramoínteríor es el que se expresapopularmente en Ia mela
colla y el fotolismo del tango. En el pl,anopollüco se expresóparadígrr
ticamente en el peronistno, cuyo ascensoy consolídacíón tuvo como s
pofte fundomental, según Bergquíst, Ias obreros de Ia carne. Su conc
sün, segurarnente muy Tiotémica"es la, d,eque el peronísmo bloqueó
pnoyecto polltico burgu.ésd,eIo postguerra, pero ol mísrno tíempo frustú
el potenciol socíaüstade Ia claseobrera^En este mouitniento pendular,
míIitorísmo surgü corno meconísmorecurrente de reuersíóndel ínestab
equilibrio o favor de b cb.sedominonte.
En Venezuel4 país que desde las albores d.elsigla se lnbla. erigida e
el principol exportodor d,epetúl,eo del mundo, y que Io síguíó síendo ln
cr¡ltura obrera del petróleo que, en un s
le carnes,ollí, con-n tor, pero fundados en su oruihsis, no
Án oryunosd'estellos complcjo artiaulada de por Io menos
-ol- fi, el áesgort'omiento a' discutibl¿ sensibiüdad a la dependenc
i ó,*¡ t tía'n conf lictiu rodicalismo gremial que se rnueue den
:;L-d; caPasignifica' miso entre el copitol y el traboio, es d
",* esco'
'i",lli,
lr, * calíficados'con porticipación; y, finalrnente, una ocep
P"t!T":.t:
;:f:. pitalísta, en las términos que Ie han sid
;;;;;"t;; Y Nueuazetolt' Democnitica
tontoo losobrercs"Y:: Por últitno, resulto porticulormente
o a su
";:;;;;;;,i.taProcesamiento
,l"i
nomno'
pnoponeel autor del caso colambíano.
' -(.o'
L.os trab
s'-
iguol que en los onteriares, Bergquíst p
rfr't-ionoito
" ernergede la llomada fose dc crecitníen
'r;;J; : v'Y*f:L::t:i:
rlur"rñi el polo de consoli.d.acünde uru, econo
s o la
refra,ctorin
¡,"
una de ln expansíón cofetero d.efincs del s
l,r;obtesPora foriarse sente.El hilo conductor del anólisis so

*xtr#xr:;:rm ury
autor engloba bajo la.categoría genéri
de pequeños propietorios independien
jornolcros, todos ellas dotodas, por la d
oUr.t" cosmoPolitaY cidad paro soportor las crisis cíclicas
',," p"¿u'ábt" P"::-Y
i"t¡^ t dinl. Dos tesis centtwles organízon el
taba
il íí¡a"¿ interna es la'n- con el pnoceso de colonízacün y Ia' co
n
e,e lo e
; "pú";"nt ó arodi ^ms rui'- uertiente", estipula, que la conquísta
:ait:"; ; ; p r es P demognifica contpronetícron o la mas
so.-
liisotidncü n tuuo^como conctu' ñalada, en un enfrentomíento sangrien
";;; ;;b|arne' su
uecescon los terrotenicntes. Como re
Ti,í",10;;;*
ry"!!n::!,1
:;"";í"i'ii a"*Pofrustú'
eso especiede hobbesianismo social, h
tneconismode resístencioa la proletari
Pend"Y?::I¿
irt í, liii ¿*ienrc ¡osos, en cuanto híci.ercnuoler su con
;;;;;;;ún áet inestob
lo botol,la,estratégíco por la transform
quedar sumidas en Ia peor otomízaaió
dct sigloselnbía ?ñ54'o mización surgid,a d.eesto plrrica uictor
;;;;; 'iguió sicndatws' la, retwuada rnasa d.epequeños produ
"
biMades de su ¡nodelo,y le índica en qué otros c@sos podria. tener fecu
dos oplícocíones,en cu.ólcsestorla sujeto a modificatíones sustanciales
en cud.lessímplemente tw tendtí.a ualídez alguna Un admirable sentid
crltíeo, Ttocousual en los medios académíeos,y que reuela al mis¡no tí,e
po utr.ogrun seguríd.ad, en Io que se ltace. Bergquist tiene Io uno y lo ot
porque se equipó de monera ínmejoroble paru realkar esa larga march
por América Lotina"
Urw empresa intelectuol de estas dimensianes requiere, en efecto, d
Ia oprcpbcün crítíco" efectíuamente lngroda,,de las auances del cono
micnto en por lo menos tres planos intenelnaíonados. El prírnero es el d
los auances d¿ b modemo histori.a social, y de la laboral en particula
cuyos te¡nos constituyen los preocupacionescenttales del libro: Laform
cün de una concíencíaobma; el desmonte de cierto culto o Ia product
uidad.y al d.eterminismotecnológico; las luchas obreras por la recupe
cün del contrcl sobre el procesoptoductiuo y sobre suspropí.asuidns. E
toda esto problcmúüco es posibla reconocerla influencia de antecesor
twtablcs, cornoE.P. Thompson y Eric Hobsbawm, en Inglnterra, o D
uü Montgomery y Hury Brauerman, en Norteamérica, quienes no so
lnn hecho hístoría sirw que han cambiada nuestro modo de hacerla^Ha
que onotor quc se trato, sígníficaüuoÍnente, de autores que han estad
uinculados, en algún nwmento, a la miütancia,polltica, e.toreas educa
uas en centtps obreros y eventualmente, Ins dos últimos, d,eautores qu
han trobojada ellos tnismos corno obreros, ol igual que la hízo Bergquís
ontes d.ededicorseprofesionalmente o la hístoría"
El segundo ouonae, e&pWcüomenteasimilada en este libro, y que
lector íd,entifbaú, mó,sffuilmente, es el de las teoña,ssobre el funcíon
micnto d.elsistemo económícomundial, mejor conocídaseorno teorfas d
lo dependcnciq que configuron lo ruis notabl,ey uniuersalrnente ace
ta.d¿eontribución de América Latina a las ci.enciassocinlcs.
El tercerc es el d¿ bs üferencia.dos d.esarrcllasde la.shistoriografla
nacionales, tw sob con respecto oI terna especlfíco d.el mouimient
obrero, sino con nespectoa Ia euolucün globol de las sociedad.esaquí tra
|i todos.
I
Bog
casos Podia' tener.fecun'
s sustancia'les, Y
trooniÁne
'" Úi od'rn¡rablesentídn
ái, reueloal mismo tíem-
ío"¡tt tiene lo uno Y Ia otro
liál¡"o, esalarga marcho

nesrequiere,en efecto' de
de lns-ouancesdel con?c!'
el de
Áo¿ot. El Prirnero es
a"-to U\orál en Particulnr'
lenttalcs dettibro: la forma'
íi i¡'rn" culto a la Producti'
ws obreras Por Ia' recuPer@-
En
Tiai susProPiosvidns'
Io influencia d'eontecesores
en Inglaterra, o Da'
{uienes no 29Io
ñ Áoao hacerla HaY
áe
áLáuror"t que han e-stadP
tareos. eiluc11i;
irr-p itm" o @-
que
dos últimos, de autores
lii"l q"r la hizo Bergquist'

-IÁ en este libro, Y que el


teortot sobreel funciorn'
de
ior cottocidoscorno teorlns
y uniuersolmenteaceP'
cicnciassocinl¿s'
JlÁut" de lr¿shistoriograflas
esoeclfrcod'el movimi'ento
I í,, ui sociedad'esoqul ta'
alterado de manera fundamental tant
sarrollo económicode los países de la
Esta afirmación, tesis del presente
da lo que me enseñaron l¡aexperienci
juventud en Estados Unidos en las dé
asimismo el grueso de Ia üteratura de
mico en Latinoamérica en el siglo XX
ptro, a medida que mi experiencia s
gresaba y las tendencias intelectuale
influenciaban mipercepcióny compre
Me crié en los años cuarentas y c
ciudad de la Costa Pacífica de Estad
medida todavía lo es, una especie nu
empresa gigante, la Boeing, Ia burocr
combinaron para fomentar la produ
Había una gran demanda de trabajo,
como para empleados y profesionale
los cuarentas y cincuentas seguían e
cuando la legislación Taft Hartley, q
movimiento obrero clasista del país, c
co y político de los obreros organizado
purgado de los militantes de izquierda
sa por organizar la industria básica d
En la Seattle de mi juventud incluso
movimiento obrero que habia enfrenta
meras décadas del siglo estaba prácti
cia popular. Muy pocos sabían de las
Industriales del Mundo, fWW, en pro
los valientes y explosivos esfuerzos d
restales por organizarse y construir s

Ile
del
sión ideolósi"", ,rrr;ienorancia casi total del papel central
del mundo occidental. Hice mi especia-
to obrero en la histáiá moderna
latinoamericanos, con lo que aprendí una
lización doctoral en estudios
uñor, que el movimiento obrero latinoamericano
tesis de moda
"" "rár
era prepon¿eranteÁLttt" .oí.L*ador, capita_neadopor una élite pasiva
radical v re-
á" truU^:u¿o.", inánrtiiales que había perdido su vocaciÓn
volucionaria.
y educación for-
Fue asi como, mediante la experiencia concreta la
u a"r""¿á, et papei de los trabajadores en la historia del
-ui
moderno. Pero al mismo tiempo me iban influenciando las gentes
-"tiaó"pr.rr¿i
de cómo ellos tra-
trabajadoras que me rodeaban. Ahora me doy cuenta
clase desprovista
taron de inculcarme los valores más profundos de una
fe democráti-
de organización social y conciencia poütica autónoma: una
un sentido 99
ca en las capacidaá"r i"t"f"ctuales de todos los hombres;
capital y del
ia e"plotaci6" v rul":usticia social; un recelo profundo del
gobierno, y una comirensión elemerttal del poder de las fuerzas materia-
y antes de con-
les en la historia. eprendi el oficio de mi tio, un techador,
historiador enl972, me gané la vida desempeñando
seguir empleo
,rrrá g.u" "o-á
variedad de oficios. Fui techador, operario -en una pequeña
de enlata-
i-prénta, chofer a" t*i y ambulancias, obrero _enuna.fábrica
de produótos agricolas, fumigador de insectos, cartero y
áor,
En ning;unode esos puestos tuve contacto
"o"""ttero directo ni con tra-
estibador.
partidos de izquierda'
uu¡uaor"* sindicaíizados ni con-militantes de los
Ia mayoríade
Tal hecho no debe causar extrañeza. Durante estos años
de las grandes
los trabajadores ri"ái"utirudos se limitaba a los confines pa-
del sector industrial. Y la izquierda, gracias a la ofensiva
"-pr".u, estatal, ui político áel macartismo, había sufrido un
;;;;"iy
"r"árd"lo de la épocade Vietnam' ha durado
*fipt".uti totai,lue,
"on "*"Lpción
hasta nuestros dlas.
concepción
Debe ,", oblriJirre los valores de cada cual, o mejor, su
r" determinan directamente por su situación de cla-
social del mundo,
"á que vender su propia fuerza de
;;, ;.t el hecho, verbigracia, de tener
capitalista. No. La comprensión
I
ioUu:o para sobrevivirln una sociedad
{
I
$i
No obstante, aun en circunstancias desfavorables com
res, es posible progresar hacia la comprensión del funciona
sociedad capitalisüa. Cuatro factores contribuyeron a hacer
te de esta verdad social: mi experiencia en Latinoaméric
como miembro de los Cuerpos de Paz asignado a un pueblo
luego como investigador académico en varios de los pais
srón-, donde las fallas del sisüemacapitalista y sus mecan
plotación social se reveliancon más claridad de lo que suele
las naciones ricas, de capitalismo avanzado, como Estado
trabajo de posgrado con John Johnson, el primer historiad
dense en ofrecer una interpretación global y materialista de
lítico latinoamericano a lo largo de este siglo; la influencia
sobre mí el análisis marxista, que primero llegó a mi conoc
épocade la movilización universitaria en oposición a la inte
teamericana en la guerra de Vietnam y, finalmente, mi inte
Ias circunstancias que rodearon el asesinato de César Ca
a\umno mio enDuke University, organizador sindical y act
tido Comunista de los Trabaiadores (Communist Workers
fue muerto, junto Concuatro de sus compañeros' a manos
del Ku Klux Klan y el Partido Nazi Americano, en la ciud
boro, Carolina del Norte, en noviembre de 1980.
De esta manera personal y particular, aspectos de la
posguerra han impaétado mi formación poliüicae intelectua
t¿ó aleún detalle porque, según lo evaluarán los dive
""
simultáneamente actúan pára inspirar y limitar cada aspe
que sigue.
Aparte estas consideracionesideológicas, que influyen
ción áe los datos historicos y mi análisis del material, el
otros aspectos, tanto positivos como negativos, relacionad
de desairollo de los eÁtudioshistóricos latinoamericanosy
de la metodologia comparativa. Aunque estoy convencido
desarrollada a lo largo del libro constituye una paliancapo
interpretación de la hisüoria l¡atinoamericana,los capitulo
que coadyuvaron a
literatura existente entorno de ella. Los espeeiaüstas
el manuscrito, me
üo¡".rtación de miinvestigacióny luego comentaron
permitieron atenuar, no superar, este problema' -- junto
sin embargo, el suúdesarrollo mismo de la historiografia,
con liaslimitacione;q"" "" ;;n sobre la investigación de la historia labo-
;;i; 6 q"" para justificar intentos globales de interpretación
de la tarea que
en las presentes circuristantias' Debido a la magnitud
"" "o-Uitiu
afrontaelpequeno*nodehistoriadoresquetrabajansobreAmérica que
;;ti""l iaslmplicaciónes politicas de toda investigación, no creo
prioridades, a investigar al
nos podamos " dar ;i1ot ü proceder, sin
sea de Eranera
urur. nrp"ro en tal r"rriido que este estudio sirva, aunque
prioridades y fomentar
,rr.rypur"iul, para estimulaiel debate sobre esas
Espero ¿sirnism!
ulteriores investigaciones sobre el movimiento obrero.
q""1" ri.iO" a"f pu"uáo, resenada de manera imperfecta en estas pági-
y por part'e
iur, u itrrpiát.rttá actividad política inteligente eficaz
orden s<rcialmás
clase obrera, en su lucha incansable por forjar un
de la"y"á"
humano en el mundo. (en el año acadé-
Gracias a Ue"r, á"1Social ScienceResearchCouncil
Council (durante los meses de
mico de lg77-7gl Vá"f O"f." University
investigación en los archivos
verano de lg?9 v f"g80)p"á" adelantar ósta en
¿" Cftii"'y Argentina, Venezuela y Colombia. Después,
;;ibü;t D'C' y del Nationa
1980y 1981, ";r becasaet Witson Center en Washineton
permitieron dedicanne a
Humanities center en carolina del Norte me
y a la redacción del li-
una lectura detallada de la Iiteratura secundaria
Deseo agrade
bro. Muchas personas comentaron partes del manuscrito.
David Bushnell, Tulio
cer especialmente a John Johnson, John Wirth,
HalperínDonghi,¡ot,tWo-"ck,PaulDrake'JohnLombardi'Richard
Ellner' Sandra McGee
Wuit"r, Gonzalo Sátt"tt",, Ariel óorfman' Steve
Ronald Newton, Emilia vio
Tico Braun, catrrviecrurrd, Daniel James,
Gonzalo Fallabela, David
tti da costa, ¡or"pi T\rlchin, James Barrett,
mis colegas de Duke quiero
ó;ili"t, Stanley Stlin y Brooke Larson. Entre Geref
;;;á;;;t a J;hn T;iáJ", cu'ol-Smith, Art¡rry Valenzuela' Gary y
John Celi, Bill Reddy, Jim Epstein Dick
fi, Larry Cood*.vr, gi'ólrlf",
Mayo de 198?

I
l
muy disímiles trayeetorias ideológicas y políticas de los
mientos obreros de América Latina: marxistas en alguno
fascista por lo menos en uno, y überales, al menos hasta e
otros. Ambas deficiencias tienen una raíz común: el no ad
su profundidad, las implicaciones sociales provocadaspo
formas de integración de l¡as economías latinoamerican
1880, al proceso de desarrollo del sistema capitalista m
entonces, la maduración de las sociedadesindustrializada
del Atlántico Norte generó cuantiosos recursos tecnológic
e imperativos sociales y políticos internos, que impulsaro
ción masiva del capital europeo al resto del mundo. En A
\ las élites sociales supieron aprovechar estas circunstanc
I formar sus propias sociedades.Una a una, las naciones de
1; na fueron especializándoseen la producción de uno o va
primarios de exportación.
\
Humanistas y antropólogos latinoamericanos de la
I
! años treintas fueron los primeros estudiosos que advirtier
la importancia de esta transformación orientada por la ex
\ embargo, fueron los economistas estructuralistas, vincula
t sión Económica para América Latina, CEPAL, quienes
t mayor profundidad sus implicaciones para lo que ellos d
desarrollo económico dependiente, o reactivo, de la regió
décadasque siguieron a la Segunda Guerra Mundial, con
\ logias sistemáticas de las economíasexportadoras y, de m
cida, delinearon las implicaciones que cada una de eüas c
el desarrollo económico nacional de la periferia latinoame
tema capitalista mundial. Entre tanto, otros científicos so
riadores latinoamericanos analüaban l¡asdimensiones soc
y culturales provocadas por la transformación económic

\
[261
zados, relativamente poderosos. Durante las décadassiguientes se con-
virtieron en importantes receptores de la inversión extranjera en la
manufactura en los países subdesarrollados.Incluso a medida que el
sector manufacturero de estos países iba opacandoel sector primario, la
mayoría de los estudiososlatinoamericanos insistía en que los trabaiado
res del sector industrial constituían una fuerza insignificante para la
transformación historica de la región. Alegaban que estos trabaiadores
representaban un gxupo privilegiado en los mercados nacionales del tra-
bajo. Sostenían que los trabqiadores industriales, vencedores entre un
exóedente de trabajadores urbanos que competían por un reducido nú-
mero de empleos generados, dentro de la industria manufacturera, por
una expansión muy lenta en capital intensivo, conformaban una aristo
cracia óbt"ta, conservadorapolíticamente y conformista en lo social. Tal
noción fue desarrollada sistemáticamente por los latinoamericanistas
durante la década de los sesentas (2) y persistió hasta bien avanzada la
década de los setentas. Fue confirmada por Ia mayor parte de los contri-
buyentes a una importante reseña de estudios sobre el movimiento labo
ral regional publicadaen f977 (3).

1, De todos los trabajos publicados por estos cientiñcos sociales humanistas, el ensayo del antro-
pólogo cubano fern¿ndo Ortiz, Contrapunto cubano del tabaco y el azrícar, Nueva York, 1947,
pubñcado originalnente en 1g40, es el-más importante. Ios übros clÁsicos de los economistas
estructurales latinoamericanos son: Celso f\rrtado en lhe Economic llevelopment of L¡ti¡
America, cambridge, Inglaterra, 19?0, y osvaldo sunkel, con la colaboración de Ped¡o Paz' El
eubde¡arrollo y la teoríalel deearrollo, México, l9?1. De los otros trabajos a los que se hace
referencia, los de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Falleto, Dependencia y deearrollo en
América l,atina, (México, 19?9, pubücado originalmente en 1969, y de Tulio Halperin Donghi'
Historia c{nt€nporónea de Améric¡ Latina, Madrid, l9?0, son los mÁs importantes.
2. Ias influyentes formulaciones de esta poeición correeponden a u! P$ de übros de Claudio Vé-
lez, ObeLclee to Change in Latin America, lpndres, 1965, y lbe Politice of Conformity iD Lati¡
I America, Ipndres, f96?, y a las contribuciones de Henry landsburger, especialmente "The
' r 'ip-
Labor Eüte: Is it Revolutionary?' , en Ditee in Latin Americ¡, editado por Seymour Martin
II set y Aldo Solari, Lond¡es, fSé2. Ios trabajos de Robert Ale¡ander consütuyen la ercepción
."gL. D""d" su perspectiva überal y anüicomunista, ingiste permanentemente en Ia importan-
a la
I
cia-del movimi.oto en los dessroüos históricos modernos de la región.
I 3. Rubén Katzman y José "iodi"dLuis Reyna, editores, Fuerza de trabaio y movinieníoe laboralee en

t
se con- condicionescada vez más rígidas para r
en la tos, adoptaron mecanismos de austerid
que el principalmentepor la clasetrabajadora
rio, la Esa solución, que también era la má
trabdado tas nacionales, condujo gradualmente a
para la obrera y el Estado, revitalizó la izquie
abiertos tipicos de los principales país
del tra- de la posguerra, frustró la efectividad
entre un Lejos de superar los problemas suscit
nú- nuevas restricciones muy pronto ame
por todo el proceso de expansión económico
derrumbamiento de los sistemas políti
\ür aristo presión masiva del movimiento obrero
Tlcial.Tal
ftbnistas últimamente comprometieron el impuls
pada la ma. Este proceso ya era discernible a m
cuentas y sieuió su curso durante los s
Scontri- tas en las sociedadesmás avanzadasde
fs,labo dos de los ochentas, amenazabacon afe
lt' cionestan importantescomo México, C
Por ende, la clase trabajadora se e
centro mismo de Ia crisis del desarrollo
Latina en la posguerra. Sin embargo, e
entre los estudiosos sobre l¡arelativa fa
to obrero y su naturaleza conservadora
traron sus esfuerzospor explicar la situ
en la clase trabajadora. Hubo destacad
$l
L Améric¡ Latin¡, Mérico, f9??. Las ercelentes con
I
t
t Juan Ca¡los Tone a esta obra, conforman lae exce
\, apuntan hacia las revaluaciones que siguem.
i 4. EI manuscrito inédito de Paul W. Drake, "Joumey
bor Movements Under Authoritarian Regimes in
constituye un buen análisis y un resumen de la li
\ impücaciones para el movimiento siüdical.
toria regional era extremadamentedébil y limitado (7).
Las causas del desfase entre los desarrollos históricos y la teoría de
las ciencias sociales son por si mismas dignas de investigación. ¿Refleja
ba acasola sociologíade las ciencias sociales latinoamericanas las condi-
ciones cadavezmás represivas que se presentaban en el ámbito de I¡a
investigaciones en América Latina? ¿Las prioridades de las entidades
que financiaban dichas investigaciones? ¿O el peso y prestigio de los
progxamas investigativos y teóricos que se producian en los paises in-
dustrializados?
Parece ser que la última hipótesis ha sido particul¡armenteimportan-
te. Para una generación de analistas de la posguerra en Occidente, la
debilidad e irrelevancia del movimiento sindical resultaba una suposi
ción plausible. Al finalizar la guerra, los movimientos obreros combati-
vos y de orientación mamista que se habían fortalecido en todo Occiden
te durante una décaday media de crisis en el orden mundial fueron rápi-
damente contenidos. País por país, los sindicatos fueron transformados
en organizaciones relativamente dóciles, complacientes y burocráticas
integradas plenamente, bajo el ojo supervisory regulador del Estado, a
la vida legal y politica de las respectivas sociedades.El éxito de la ofen-
siva general del capitaüsmo contra el movimiento sindical obedeció en
gran medida a la abierta represión ejercida contra la izquierda, a la Mbil
manipulación del nacionalismo a medida que la rivaüdad entre los prin-

5. Guiüermo O'Donnell, Modernización y autoritariemo, Berkeley, 1973.


6. Authorit¡¡ianism ard Corpor¡tivi¡m in L¡ti¡ Aneric¡, James Malloy, editor, Pittsburgh, 19?7
da una buena visión general de esta posición.
7. Hobart Spalding, Organized lrbor iD Latin America, Nueva York, 1977. f¡ obra de Spalding, e
t mejor y más reciente estudio sobre la historia del moviniento obrero de América Iatina, difiere
fundamentalmente del enfoque de eete übro. Hace énfasis en la forma como los cambiantes
vínculos externos, internacionales, afecdanla erperiencia común de los movimientos obreros de
la región, al contrario de mi insistencia en el significado de la ¡li¡Ámica interna de las socieda
des latinoamericanas para el movimiento obrero. Se c€ntra en la cohesión rel¡tiva de las clases
I dominantes más que en la erperiencia de los obreros para explicar las diferencias de los moü-
mientos obreros de América Latina. Más importante aún, subraya la rclaüva falta de influencia
I
de los obreros en la higtoria nacional, a tiempo que yo añmo su irnportancia decisiva.
I

{
l
I
en Estados Unidos y gran parte de América Latina, o imp
como en Europa Occidental y algunos países de América Lat
tivo de la transformación socialista y se plegó a la lógica cap
revolución permanente de las fuerzas productivas. Particu
movimiento obrero cedió terreno en la cuestión del control d
zaciiln del trabajo a cambio de una mayor participación en la
De este modo, el capital eliminó el obstáculo principal y má
para su expansión durante el período de la posguerra. Do
movimientos obreros poderosos y conflictivos que amenaza
nar el proceso de acumulación capitalista. En efecto, el cap
al sindicalismo en su socio. Los sindicatos se unieron a los ad
res para disciplinar a los obreros y para regular y reprimir lo
industriales. A cambio, los trabqjadores organizados cons
sindicatos y vieron incrementar sus salarios reales y benefic
les (9).

8 . l¿ restauración de la hegemonia cultural überal después de la guerra fue un r


delconflicto, delcualsdieronvictoriososlospoderes capitalistas überales. Pe
través de las concesiones ñlogóñcas y sociales que ee hicieron a lqs fuerzas pop
cas engendradas durante la crisis mu¡dial. Y que Karl Polanyi identiñcó en lh
form¡tion, 1944. I¡ mÁs importante de todas fue el compromiso con el movinie
Io cual se habla más adelante. Al igual que las iniciativa¡ laborales, las contra
de todas Ias insütuciones sociales del Eetado capitalista de bienestar se han he
y su futuro es incierto.
9 . Ias perspectivas de la importancia de este compromiso son desarrolladas por
quien destaca que una "ideologia de la productividad" ha sido la $ria princip
intemacional de Estados Unidos para restaurar el orden capitalista en Europ
guena, y por David Montgomery, quien an¡li"¿ la importancira del control del
en las luchas de los trabajadores en la historia del movimiento obrero de Estado
les Maier, "IVo Postwar Eras and Conditions for $abüty in Twenüieth-C
Europe", en Americ¡n Hiotoricd R¿view, No. 86, abril 1981, pp. 327-52; Dav
lüorlers' Conhol in Aneric¡, Cambridge, Inglaüerra, 1979. La relación del
organización del trabajo y la lógica del desarrollo capitalista s6¡ ¡n¡lizad¿s -Á
Harry Braverman, L¡bor ¡nd Monopoly Capital Nueva York, l9?4. El concept
es desa¡rollado en el sugesüvo enlrayo de Giovanni A¡righi, "The l¡bor Mov
tieth Century Western Europe", en L¡bor i¡ the World Socid Structure, Inm¡¡u
editor, Beverly Hills, 1983, con el ñn de erpücar la transformación de loe movi
er¡¡opeos.
tía el logro de la segunda. Las repercusiones económicas nacidas del
compromiso con los movimientos sindicales en las sociedadesdesarrolla-
das y con altos niveles salariales, obligó al capital a trasladar la base de
sus operaciones de producción hacia economíasde bdos salarios en el
extrarf ero (10). Los efectos de ese proceso, que en última instancia dete-
rioró tanto el crecimiento económico como el compromiso con los traba-
jadores en los paises desarrollados, no se manifestaron durante muchas
décadas.Las sociedadesdesarrolladas, beneficiarias de los mecanismos
de acumulación de capital e intercambio desigual dentro del sistema in-
ternacional (11) v capacesde desarrollar industrias productivas y de ser-
vicios intensivas en capital y de tecnología altamente sofisticada en una
división mundial del trabqio ya modificada, experimentaron un creci-
miento económico impresionante a lo largo de los años sesentas. EI cre-
cimiento fue particularmente acelerado en las economías desaroll¡adas
de Europa Occidental y en algunas parües de Asia Oriental, donde los
salarios eran mucho más bqios que en Estados Unidos y espectacular el
flujo de inversión norteamericana en la producción manufacturera. Sin
embargo, ya en los años setentas los efectos estructurales del masivo
desplazamientode la inversión productiva en el sistema mundial comen-
zaron a revelarse en los países desarrollados, primero en la principal
economíacapitalista y luego en las restantes. A medida que la industria
manufacturera se trasladaba al extranjero y las industrias nacionales
perdían su capacidad de modernización y se tornaban menos competiti-
vas en el mercado internacional, las sociedades desarrolladas de Occi-
dente vieron caer las tasas de crecimiento económico, surgieron los pre
blemas crónicos en I¡asbal¡anzasde pagos y aumentaron el desempleo y
la inflación.

f0. Alejandm Portes y John Walton, Labor, Clere ¡nd the Inten¡tion¡I Sy¡tem, Nueva York,
1981.
11. PaulBaran,LaecononJapolfticedelcrecinipnto,Mé¡ico, 1959;SamirAnin,t¡acumulacil¡
¡ esl,¡ mu¡di¡|, Mérico, 1974; Arghiri Enmanuel, B interc¡nbio deaigu¡|, Méúco, 1972.
escuelas de capacitación para dirigentes sindicales extranjeros h
guerras internacionales de gran envergadura. Aunque el costo de s
jantes iniciativas no minó seriamente la hegemonía política e ideol
del capital en Estados Unidos, cada una agravó significativament
problemas económicosderivados del traslado de Ia industria produ
al exterior. Actualmente, es el legado de ese proceso económico e
está generando los problemas socialesy politicos más severos en los
ses desarrollados de Occidente. Por su parte, el movimiento sindic
visto disminuido el número de sus activistas y menguado seriamen
poder económico y político. En años recientes, los terminos del com
miso histórico en la industria básica se han roto por completo. Aunq
movimiento obrero en su conjunto no ha reevaluado aún el compro
de la posguerra con el capitalismo, se ha sumado a una coalición de
pos sociales en procura de la protección industrial y de políticas qu
centiven la compra de productos nacionales. Obviamente, dichas p
cas representan una amenazatanto para los mecanismosde acumula
capitalista en el sistema internacional como para la teoria überal d
ventaja comparativa en el comercio mundial sobre la que descans
sistema.
No obstante, es preciso hacer notar que los problemas que aqu
actualmente a los paises capitalistas desarrollados surgieron muy le
mente. Hoy en dia son más evidentes, gracias a la mirada retrospe
que se ha aguzado por las presiones sociales y políticas desencaden
con el colapso del compromiso entre el capital y el trabajo, y el esta
miento general de la economia de los países desarrollados. Durante
muy dichosas décadas, la viabilidad del compromiso con el movimi
obrero, su inevitabilidad, fue endosada por la opinión pública y aco
con alborozo por las principales corrientes teóricas de las ciencias s
les. Los estudiosos reclamaban Ia "muerte a la ideologia" y proscr
la lucha de clases en sus teorías sobre el desarrollo en el mundo mo
no(12).
12. Ver Cha¡les Bergquist, Altcr¡¡tive Approocbee to the Problen of Developnent: A Se
¡¡d Annot¡üed Bibüo$aphy, Du¡ham, f97E.

E 9*¿-a' -ñ
J.i*'
obvio: el movimiento
ggerTa en los países más importantes de la región. Sin embargo, esta
ievaluación no ha conducido aún a una revisión teórica de las nociones
tradicionales acerca del papel que desempeña el movimiento obrero en
la histc¡riadel siglo XX (f4).
Los latinoamericanistas hemos desconocido la importancia historica
del movimiento obrero, en Sran parte porque la hemos buscado en un
lugar equivocado. Hemos aplicado, de manera acrítica, enfoques mar-
xistas y liberales ortodoxos a la historia del movimiento obrero' que son
-ar upropiados para el desarrollo histórico de las sociedadescentrales
del sistema capitalista mundial. Hemos aceptado una dicotomÍa en los
estudios sobre la clase trabajadora, que planteaba una serie de suposi-
ciones radicalmente distintas acerca del comportamiento social y las ac-
titudes políticas de los obreros rurales, eonsideradoscomúnmente eomo
"campésinos tradicionales", y para los obreros industriales, el "proleta-
riado moderno". De esta ¡nanera se separaba conceptualmente y se ex-
cluía a los trabajadores rurales del "movimiento obrero"; los trabqiade
res urbanos -artesanos y proletarios de la industria manufacturera- se
convirtieron en el objeto de la historia del sindicalismo. Sin embargo, la
torpeza de dicha dicotomía aplicada a los estudios latinoamericanos era
evidente para muchos. ¿Cómo clasificar, por ejemplo, a los trabajadores
de los complejos azucarerosrurales de Cuba? ¿O a los mineros de la sie-
rra del Peru, quienes entraban y salían de la agricultura tradicional?
Solo si se áeja de lado esta dicotomia conceptual tan artificial en el
enfoque de la historia obrera de los países periféricos y se remplace por
una nueva categorla de análisis, empezará a manifestarse plenamente el
I
i 13. Ibomas E, Skidmore, "Workers and Soldierg: Urba¡ I¡bor Movementg and Elite f,esponses
inTrrentieth4entury tatin Am€rbs", en Virginia Bemha¡d (ed.) Elit¿¡, Ma¡¡e¡ ¡¡d Moder'
niz¡Étronin Lrti¡ Anc¡tc¡. l860'l$m' Austin' l9?9.
f4. Hobaú Spalding (Véage l¡ noüo ?l; Peter Winn, "Oral lfistory and tbe factory Study: New
Approachea to l¡bor History", y charles Bergquist, "wht is Beiag Done? some Becent

t,
t
Sh¡dies of the Urban Worli¡g Cta¡s and Orga¡ized f¿bor in l¡tin A¡oerica", en l¡tin Aneri'
c¡¡ Bce¡¡cü B¿vicv, Vol. 16, No. l, 1980;Vol. 14, No. 2, 1979;Vol' 16, No' 2, 1981'

I
I
mientos obreros nacionales de la región. A mediados de siglo, y
antes en países como Chile y México, esa trayectoria ya se habia
L
v
cionalizado dentro de los sindicatos y partidos del movimiento
dentro del patrón de las relaciones laborales sancionadaspor el
En la mayoría de paises, siendo Cuba una notable excepción, la t
I
I
ria de los movimientos obreros nacionales, establecida a med
siglo, persiste hasta nuestros dlas. De ahí que el destino de la
$ obreras de la primera mitad de siglo haya influido profundamen
I patrón mediante el cual sus sucesoresde la posguerra han afe
vida política e institucional de Ios diferentes Estados nacional
región.
Resulta fácil demostrar liavalidez de estas aseveracionesen t
lógicos, pero aún requiere ser confirmada por medio de estudios
cos detallados. Los economistas estructurales latinoamericanos
traron ampliamente Ia enorme importancia del sector e:rportado
salud económica y el desarrollo capitalista en la periferia latinoa
na a partir de 1880. Dicho sector ofrecía las mejores oportunida
la acumulación de capital. Determinaba el volumen de entrada
sas y, por ende, la capacidad de una economíacualquiera para a
la imporüaciónde bienes manufacturados, capital y tecnología.
ba, directa o indirectamente, el gn¡eso de los ingresos tributarios
namentales y, por consiguiente, su influencia era decisiva en
miento y el poder del Estado. Esta importancia de gran magnitud
longó incluso hasta el período de industrialización en gran escala
por algunos países de América Latina a mediados del siglo XX.
veer divisas vitales, el sector exportador creaba condiciones p
industrialización por sustitución de importaciones, en remplazo
industria de bienes de capital.
Obviamente, no existían dos economías exportadoras iguale
cesidades tecnológicas, de capital y de fuerza de trabqio. Algu
mostraron ser más vulnerables que otras a las fluctuaciones del
internacional. En algunas, los medios de producción eran de pr
extranjera, altamente concentrada; en otras, la propiedad era na
zación durante la crisis del orden capitalista mundial y el colapso parcial
de la división internacional del trabqio entre 1930 y 1945. Por último,
mostraron cómo estas diferencias estructurales continuaron incidiendo
en el éxito de la industrialización nacional dentro del marco de la división
internacional del trabaio, ya modificada, que se coru¡olidóen la posgUe-
rra.
Resulta claro que este tipo de análisis histÓrico estructural puede
convertirse fácihénte en un análisis economista. Al estudiar el desarre
llo económicoseparándolo de las fuerzas humanas que tda transforma-
ción material desencadena-clases sociales, ideas, partidos políticos-,
los economistas estructurales latinoamericanos no solo tendieron a sim-
plificar en demasía el proceso, sino que también, en últimas, fueron in-
de explicar adecuadamenteel problema que s9 habian propues-
to resolver: por qué algUnas sociedades latinoamericanas alcanzaron
"upr"""
más éxito que otras en el logxo de su desarrollo económicoa medida que
el sigloXX avanzaba(15).
L]as dificultades que los economistas estructurales encontraron aI
explicar el desarrollo económico de la Argentina mderna constituyen
ntta prueUa fehaciente de lo anterior. Según sus análisis, la economía
ugró*pottadora de ganado y cereales que surgió en-Argentina desde
fégO fu} extraordinariamente propicia para el desarrollo económico na-

nor-
15. He ercluido de esta discusión los influyentes estudios de loe economistas neomanistas
y Gun-
teamericanos paul Bara¡, Tbe Political Econony of Grwth, Nueva York, 196?, And¡é
que surgleron por.la
der Frank, Capitalieio y eubde¡¡¡ollo en Amdrica Lctina, Méico, 19?8,
misrna época qo" de los economi.stas egtructu¡ales. Estos autores, con razón, insis-
congÉnita del capitaliono periférico e hicieton contribucionee fundamen-
"qo"ú*
tían en ta ¿eUiti¿a¿
de las
tales a la comprensión de los mecanismos a través de los cuales el erc€dente es eúrafdo
Pero en su
sociedades pe-riféricas y canalizado hacia el centro indugt¡ial del sisteDa mundial.
y
pr.o"op""id" pot a"-órt"at el fracaso del degarrollo capitalista en Anérica Latina su i¡sis-
ineütabüdad de la revolución socialists, demoetra¡on 8er no meDos eco-
L"cia mec¿"¡ca en la
oo-¡"t t y detcrministaa que los egfucturales. Al negar las oportunidades de
de d8¡
¿.otroUo a""t o Aa capiüüsDo l¿tinoamericano, loe neomanigtas fueton ircapacee
y diversidad de la historia l¡tinoamericana, de tal ma¡rera que sus
cuenta de la complejida-d
trabajos son de poca uülided en el estr¡dio de esas sociedades'
nómico, el conflicto social y la crisis política que
nifestaron a mediados de siglo. Tal como verem
llo de Argentina solo está indirectamente relac
de exporüación;es una crisis que debe ser compr
en términos de un movimiento obrero poderos
estructura que, desde 1945, ha obstaculizado el
capitalismo argentino y ha obligado a los grupo
por la borda, una y otravez,los principios liberal
Aunque el estructuralismo latinoamericano d
inadecuadopara esclarecerel desarrollo económ
nistró herramientas conceptuales fundamental
combinarse con las premisas marxistas tradicion
desempeñala lucha de clases en el cambio histó
confrontación entre capital y trabqjo en la era mo
tas se convierten en un poderoso respaldo para
desarrollo económico de América Latina, sino
moderna.
En primer lugar, los economistas estructural
la abrumadora importancia de los trabajadores d
el conjunto de la clase trabqiadora latinoamerica
pietarios de los medios de producción en el se
trab4iadores poseían un enortne poder económi
da entre ambas clases sociales constituye un tem
I¡atinoamericanade principios de siglo y tuvo gran
de cambio económico y político que se fue crista
glo.
En segundo lugar, al señalar las variables qu
miento económico, los estructuralistas, sin nota
de factores que alentaban o inhibían el desarrollo
cia y la organización de la clase trab4jadora. En e
mo se conjugaban una variedad de factores. La l
las condiciones climáticas no solo afectaron el
vinculos sociales y culturales entre los trabdado
identificaron rápidamente como enemigo de clase a un trust internacie
nal que manipulaba al gobierno a su antojo. La intensidad del capital y la
sofisticación tecnológica de la producción y el procesamiento del sector
exporüadorinfluyeron en l¡aorganización de los trabqiadores y ayudaron
a determinar el tamaño, la concentración, la calificación y el nivel sala-
rial de la fuerza de trabajo. En Colombia, por ejemplo, las módicas nece-
sidades de capital y la simplicidad de las tecnicas de producción emplea-
das en el cultivo y pr@esamiento del café les permitió hasta hace poco a
los pequeños productores competir exitosamente con los grandes capita-
listas cafeteros y mantener un control significativo sobre los medios de
producción y el procesode trabqio. La mayor o menor dependencia de la
producción exporüadoray los salarios ante los ciclos de temporada o las
fluctuaciones de la demanda y los precios internacionales no solo afecta-
ba seriamente el bienestar material de los obreros, sino que moldeaba su
sentido de justicia y la racionalidad de las relaciones sociales que los
rodeaban. Tales condiciones, fueron las que sentaron las bases para Ia
organización de la clase obrera cubana del sector azucarero. Todas estas
variables afectaban la capacidad del capital para controlar y "discipü-
nar" a la fuerza de trab4jo, aprovechando a los desempleadosy trabaja-
dores marginales dentro y fuera del sector exporüador,durante los perío
dos de militancia sindical. Así, resultaba fácil para la administración de
las plantas empacadorasde carne del gran Buenos Aires remplaz¿¡ ¿ les
obreros en huelga, puesto que había oleadasde inmierantes y trabajado-
res subempleados disponibles para ocupar los empleos no calificados.
Por último, la composición étnica y la nacionaüdad de los obreros del
sector exportador afectaban sus esfuerzos por lograr la unidad interna
como clase y determinaban en gran medida su capacidad para conciliar
los sentimientos nacionalistasy patrióticos con sus percepcionesde cl¡ase
en el marco de una lucha colectiva por mejorar sus vidas.
El nacionalismo también influyó considerablemente en la relación
que mediaba entre los obreros del sector exportador y el resto de los tra-
bajadores y otros grupos sociales. En aquellos lugares donde la produc-
un desarrollo sostenido v
roso.
Donde las condiciones estructurales se invertían, esto es, dond
producción exportadora comprometia capital nacional y fuerza de trab
extranjera o al menos étnicamente distinta, era más fácil inculcar se
mientos patrióticos y nacionalistas en contra de los trabqjadores. En
les casos, cuyo ejemplo más extremo es el de Argentina, y hasta ci
punto el de todas las economías exportadoras de América Latina do
el capital era mayoritariamente nacional, la dicotomía entre clasesy
cionalidad presente en el sector exportador se invirtió al nivel aná
del sistema internacional; y la posibilidad de alianzas anticapitali
entre los trabajadores del sector exporüadory otros gxupos y clases
ciales se redqjo apreciablemente. Dichas aüanzas se hacían aún m
improbables si la economía de exportación fomentaba directament
desarrollo económiconacional.
Sin embargo, de todas estas características estructurales, las nec
dades de capital para la producción exportadora eran las que primab
Allí donde las necesidadeseran altas, el capital extranjero resultaba
vorecido sobre el capital nacional en la lucha por el control de los me
de producción, las relaciones eapitalistas de producción tendian a pre
minar sobre las precapitalistas y las unidades de producción concen
das prevalecían por lo común sobre las dispersas. Por ende, las varia
estructurales que definen las economíasde exporüacióne influyen en
capacidad para promover el desarrollo económico tienden a combina
en forma normativa. Y dado que esas mismas variables estructur
condicionan la organización de la clase obrera en el sector exportad
las alianzas de clase entre estos obreros y otros g¡upos, casi siempre
fluyen en el desarrollo de los diferentes movimientos obreros nacion
de manera predecible. Así pues, condiciones estructurales como Ia p
piedad extranjera y la producción concentrada, que favorecen el desa
llo de una autonomia cultural obrera y de organizacionessindicales a
capitalistas entre los trabajadores del sector exportador, tienden, a
vez, a inhibir el desarrollo vigoroso de Ia economíanacional. Y el frac
largo de un continuo, definido la estructura de
cual el potencial para un desarrollo económicovigoroso sea inversamen-
te proporcional al existente para la organización sindical y la fuerza de la
izquierda marxista. Las economlas de exportación, cuyas características
estructurales las tornan menos idóneas para estimular el crecimiento y la
diversificación económica nacionales, se encontraúan a la izquierda del
continuo; a la derecha se situarlan aquellas que tienden a fomentar el
desanollo económiconacional. Un país, cuya economiade exportación lo
empde hacia la izquierda del continuo, debería presentar también un
movimiento obrero anticapitalista e históricamente fuerte; pero el gue se
halle ala derecha tendrla un movimiento históricamente débil e ideolóÉ
camente dependiente. Dicho de otra manera, los países ubicados por su
economía de exportación a la izquierda del continuo, poseerán una iz-
quierda política fuerte y sus posibilidades de transformación socialista
serán más grandes. Este crudo conjunto de relaciones y predicciones
parece tener, en efecto, bastante poder explicativo. Los lectores familia-
rizados con la historia de los principales países de América Latina reco-
nocerán que Cuba, Chile, Bolivia y Venezuela, y quizá México (16), se
encuentran históricamente a la izquierda del continuo, mientras que
Argentina, Uruguay, Brasil y Colombia se hallan a la derecha.
El anterior ejercicio es útil como un primer paso del análisis. Sin
embargo, por varias razones oculta tanto como revela acerca de los movi-
mientos obreros de América Latina y su influencia en el desarrollo de sus
respectivospaíses. En primer lugar, a pesar de que las variables estruc-
turales que definen las economías de exportaciÓntienden a agxuparse,
dicho agnrpamiento no es absoluto en el mundo real. Por ejemplo, la
propiedad extranjera y los altos requerimientos de capital y tecnologia,
factores intenelacionados que obstaculizan la acumulación de capital

16. Eeta interpretación de la historia mexica¡¡ no es obyia, mr¡cho menoe aceptada en general,
pero véase el eggostivo enfoque soble l8 lovoluci¡ln Me¡ic¡na de Frangoia-)kvier G¡erra,
i.I¿ Révoluüon mé¡ic¡ine: D'¡bord une évolution miniére?", en A¡n¡le¡ E.S.C., No. 36,
sep.-oct. l98l, pp. ?8ffi1{. Vuelvo a tonar erte punto en la Co¡clusión.
nacional. La economía cafetera colombiana se aproxima basta
t patrón.
En segundo lugar, una economía de exporüaciónpuede r
racterísticas especiales de tan abrumadora imporüancia, que
cia previsible de su impacto en el desarrollo económico y el m
obrero, aunque siempre latente, se ve continuamente supera
nomia petrolera venezolianailustra bastante bien lo anterior
I nos de Ia mayoría de las variables mencionadasantes, dicha e
asemejabastante a la del salitre y el cobre de Chile. Sin emlar
rencia de las exportaciones mineras de Chile, cuya demanda
cio a nivel internacional han fluctuado intensamente y por lo g
declinado en el trascurso de este siglo, el precio de las ex
petroleras de Venezuela aumentaron, hasta hace poco, en
casi geométrica. Inicialmente, el movimiento obrero venezo
sarrolló bajo un liderazgo mamista y pronto cimentó una am
antimperialista con otros gnrpos sociales. No obstante, los
vieron truncados después de 1945, y nuevamente a comienz
cada de los sesentas, por reformistas liberales que despué
apreciables concesionesde las compañías petroleras, las utili
asegurar y preservar el compromiso con el movimiento sind
implantar significativas reformas sociales.
Finalmente, el hecho más importante radica en gue las do
dependientes derivadas de la estructura de exporüación -el
Ir para el desarrollo económico, de un lado, y para la organizac
I y el crecimiento de la izquierda, del otro- interactúan históri
I formas tan complejas e inesperadas que de hecho pueden lleg
?
t tir la dirección de la conexión causal inicial, transformando
I
i
I
independiente en una variable dependiente. La sutil y con
If trágica ironía de desarrollos históricos tan paradójicos solo
It, apreciada plenamente dentro del marco de un análisis histór
i
do.
{
t

1
ne claramente.
sarrollos anteriores a 1930, mienlras que los dedicados a Argentina,
verreruela v cotom¡ia el período que va hasta mediados de si-
glo. "rt*utr
"-- que los de
Los análisis sobre Colombia y Argentina son más extensos
de-
chile y venezuela. Esto no refleja principalmente consideraciones
mográficas, Argentina y boiombia, cuyas poblaciones respecti-
son
'aJen lg83 eran de aproximadamente 28 millones de habitant€s,
"orqr"
y Vene-
-ár o menos dos veces-másgrandes que Chile, con 12 millones,
piofundidad en el tratamiento refleja primor-
,""fu, con lG millones. La
países' La
áiur*""t" el estado de la üteratura existente sobre los cuatro
y poca atención le ha prestado al
historia sindical de Ñgentina Colombia
este estudio: los trabajadores
sector de la clase obreia qrr" ré destaca en
exporüador'
de la producción y las plantas de procesamiento del sector
y ha eludido la
Más aún, Ia historiogruhu g""""1áe Argentina Colombi¿
del mo-
iÁp.tt"""ia de los oir".o, d"l sector exportador en la.evolución
los estudios
vimiento obrero y la historia nacional. Por el contrario, en
y
históricos chilenos, recientemente en los venezolanos, se ha prestado
y
una corrsiderableaténciOna los trabajadores del sector exportador -se
ha reconoci¿o su influentia en el curso de la vida nacional'
"*pfia-ente por
AI centrar mi investigación en los cuatro países' agrupándolos
y
pur"ju" para darles un tráhmiento comparativo secuencial, he tratado
esbozada
á" it rrt*t el poder y el alcance de la estructura interpretativa
y Argenti-
en este capítulo intróductorio. En aspectosimportantes, Chile
Esto
,rr re apoiiman a tipos pol¡aresdentio del contexto latinoamericano'
como'
es válido tanto ett ló qué respecta a las estructuras de exportación'
eco-
hasta hace poco, a hLvolución política del siglo XX. El Chile, cuya
de salitre y cobre ha pertenecido al capital extranje-
y ideología
ro, el movimiento sindical evolucionó bajo la dirigencia la
"á"riu "*poitudora
pasó a ser Ia más poderosa de América Latina'
márxistas. La izquierda
economía aSroexportadora ha perte-
Por el contrario, en Argentina, cuya
,recido al capital áomé-stico,el movimiento sindical tomó una dirección
y la
corporativista, tanto en los niveles directivos como en la ideología,
popular y derecNsta de
d¿bil izquierda fue eclipsada por el nacionalismo
parte por razones diferentes, a un atolladero social y político que fue
"resuelto", aI menos temporalmente, mediante la imposición de regí-
menes militares auto¡itarios, la represión del movimiento sindical y Ia
adopción de politicas económicas liberales neoclásicas.Existe un fuerte
elemento de convergencia en estos desarrollos. Tal y como Guillermo
O'Donell (1?) y otros lo han demostrado,los paísesmás Srandesy desa
rrollados de América Latina han venido enfrentando desde los años cin-
cuentas y sesentasuna serie de problemas económicosy políticos comu-
nes, generados por el agotamiento de la etapa "fácil" de la industriaü-
zacibnpor sustitución de imporüaciones. Sin embargo, el énfasis en los
mecanismos de convergencia contemporánea no debe ocultar el legado
de una continua divergencia histórica. Dicha divergencia ayuda a expü-
car las enormes.diferencias en cuanto a éxito y funcionamiento de los
regimenes autoritarios en ambos países y ha influido decisivamente en
el curso de sus transformaciones actuales.
Las economíasde exporüaciónde Venezuela y Colombia divergen en
la misma dirección que }as de Chile y Argentina, pero cada una reviste
caracteústicas especialesque atemperan y complican su influencia en e
movimiento sindical y en la evoluciÓneconómicay politica. Por lo tanto,
en un continuo definido por |a estructura de exporüacióny por la evolu
ción politica del siglo XX, Chile y Argentina tienden hacia los polos, en
tanto que Venezuela y Colombia se encuentran más hacia el centro, aun
que en lados opuestos. La economía petrolera venezolana,de propiedad
extranjera, ha experimentado un crecimiento estable, contrariamente a
otras economías de exportación minera, especialmente la de Chile, y
desde sus comienzos,en las primeras décadasde este siglo, ha generado
ingresos c davez urayores al gobierno. La economíacafetera de Colom
bia, de propiedad nacional, ha presentado, a üferencia de las otras ecg
nomías agroexportadoras latinoamericanas, incluida la de Argentina,

1?. Véase Mi¡derniz¡cih y ¡utoritrri¡no, citado en la ¡ota número 6.


de la denominada iiolencia. l,o" compteiosBrocesos
minaron de esra -;;;;;;"aiua* áet risl,o en ambos países tuvieron
profundas i-pticaJoi"t putu el futuro' En ambos países desembocaron
reivindicaciones primordial-
en movimie"tr, ;;;;;-org."iruao" poüticos dg izquierda o de dere-
"ott
mente económicas,sin los compronusos y
cha de Ios movimiJ"ár de C-hile Argentina' La debilidad de
la izquierdu p"i,"", más extremada en Colombia que en Vene-
"i"¿i"ates
u.,to, -f,i"¿"-entalmente
"r,
zuela, ha contrib"iJá al mantenimiento de regíme-
en la posg'e''a'
,r"" Uf"tufes desarrollistas relativamente amplios

en glal medida al pre


Los marxistas ya habrán notado que al igporar
para el anáüsis de la historira
Ierariado industriil];;ñ;i.u¿i"io"ut
m" podria acusar de haber
del movimiento oúleiá tuii"o.-ericano, só
A lo largo de la discusión
arrojado de la bañera al bebé junto con "i uguu' Lacaracteústica
sobre Ia estructura de exportación poco he mencionado
exportaciÓn de
quizámás imporü;tt Ñ" distingue una economía de
otra, a saber, f" o no dé relaciones capitaüstas de producción
"*irt""iia trabajadores asalariados
totalmente desarrolladas y la existencia o no de
porque que
considere -punto este aspecto carece^de
libres. y lo he hecho no
un de peso que con fre-
importanciu, ,irro páiqfoá i""riu destacar
latinoamericana de tendencia
cuencia es obviadJ;;; 1uÉirto¡u sindical
mandsta ortodoxa.
activistas sindicales
Los marxistas latinoamericanos, muchos de ellos
ypolíticosafiliadosalospartidoscomunistas,hanescritomuchos,yal-
gunos de los -"¡oi"r.óiudios sobre la historia del movimiento obrero'
estos activistas mili-
A diferencia de sus colegas del mundo académico,
conflicto de clases y la
tantes jamás p"rJi"-tt Je vista la relevancia del
aún, y de nuevo a di-
importancia histórica del movimiento obrero. Más intui-
ferencia de sus académicos,muchos de ellos reconocieron
""flg"t
tivamente fu i-pá.tI"cia que tienen los trabaiadoresdel sector exporta-
dor para obrero y el desarrollo histórico de sus
"t ",rrrfiáI-*Ññi""to
marxista en la organización de estos trabqiadores, en el desarrollo de los
movimientos obróros nacionales y en su influencia sobre el curso de la
historia nacional. Ello ha obedecido er¡,parüea la carencia de un enfoque
que
comparativo en sus trabaios, una especie de tara ocupacional en la
incurren los organizadores y activistas, que dependen de conceptos ana-
líticos desarrollad6¡ por otros y, en esüecaso' por individuos qienos a sus
ptopiur sociedades.Los activistas trabaiaban con la noción simplista del
'*uoi"-o
ortodoxo de que el capitalismo engendra un proletariado gue'
bajo la dirección del partido comunista, adquiere Sradualmente la con-
ciéncia necesaria pata d.tto"ar a sus opresores capitalistas y asi estable-
ger confir-
cer un orden socialista. Cuando dichos desarollos parecían
-uao" por el curso de la historia nacional, como en el caso de Chile, los
marxistas ortodoxos se felicitaban, satisfechos y sin asomo de sentido
crítico. cuando los acontecimientos no se adecuaban a dichas prediccie
nes, como en Argentina, los mamistas tendlan a atribuir el fracaso a la
tactica y a la diriiencia, a las conspiraciones de la clase dominante o a la
ióot"ti"iu de h óhse obteta. No exist'e ningún otro tipo de actitud posi-
ble si el aspecto principal para determinar la trayectoria de los movi-
mientos obieros dó Am¿¡ca Latina es la existencia de relaciones capita-
listas de producción. Sin embargo, de hecho tales relaciones se han de-
sarroiladó más en Argentina que en Chile a lo largo de este siglo.
Como veremos, páÉiculsrrnente en el caso de Colombia, las relacio
nes sociales de producción en una economía de exportación son funda-
mentales para eianÉüisis de la historia del movimiento obrero y del pape
desempeiado por la izquierda en América I¿tina. No obstante, dada la
existericia del t-rabqioasalariado libre, son las diferencias en la estructu-
ra de exportación las que mejor explican la extraordinaria disparidad de

y
18. I¡g trsbqios de Elfas l,8ferüe, vtd¡ de u¡ comunbt¡, santi¡8o' 1961; Joeó Peter, Hl¡tori¡
Lr"U." ¿" oUn"-" de b cure, Buenos Ai¡es, 194?; Joeé Peter, Cbfufo.s prolota¡i¡l' Buenos
^li""r, fS68, y Xodolfo Quintero, La cultura del peü,d|leo,h' 9:, 19f6' son ejemploe
gubsiSrrientea son tratodoo máe en
relevrntes áé e*os bistoriadore¡ sindicales' En capttuloe
detalle.
e-¿ti"u Latina del siglo XX. Al situar al movimiento obrero en el centro
y
del análisis histórico, el estudio suscita interrogantes conceptuales
metodológicos importantes para Ia interpretación 49 la historia moderna
de otras incluso las del mundo desarrollado'
"ociedades,
La construcción de modelos abstractos del tipo que se ha planteado
en este capitulo puede arudar a orientar la investigación y a proveer a
los historiadores de elementos que les permitan seleccionar casos de
estudio apropiados para los análisis comparativos. sin embargo, la cons-
trucción áe modelos por si sola resulta ser un ejercicio puramente mecá-
nico, abstraido artificialmente de la vida Y, Por ende, incapaz de alcanzar
y conmover a su temática humana.
Con razbnlos historiadores se impacientan ante modelos como éstos
porque, más que la mayoría de los científicos sociales, aprenden por
medio del entrenamiento y la experiencia a apreciar la compleiidad y el
desorden de la realidad y el cambio sociales. Los científicos sociales
aprenden a cortar la vida social en porciones fáciles de manejar.y a espe-
para
ciiicar de la manera más precisa cómo varios factores se combinan
influir en ella por medio áe patrones construidos. Por el contrgrio, Ios
historiadores comparten más plenamente la convicción de que tales frag-
por
mentos no pueden ser comprendidos por sepafado. !1 diferencia es'
supuesto, una cuestión de Sirado,pero conduce a tradiciones metodolÓgi-
bi"n distintas. Los historiadores han desarrollado métodos de análi-
sis y modalidades de exposición que, aunque imperfectos, deberian ser
".,
que
entóndidos como respuestas a la magnitud de la labor comprensiva
se,,han impuesto. Los historiadores tratan de mantener la experiencia
humaná cóncreta como centro de sus análisis, compromiso que expüca
y
,., ."uá."rrcia por las fuentes primarias en los estudios monográficos su
confianza en el método historiográfico para realizar trabajos interpretati-
*. g"rr"rules. Tal método, usado extensivamente en este estudio com-
p.ratirro, toma como punto de partida no las exiSlenciassimétricas abso-
iutat d" un modelo, en ptocuta de confirmarlas con datos históricos, sino
más bien el dominio crílico del conjunto de la literatura histórica, escrita
sobre un lugar y un tiempo dados. Los historiadores intentan escribir de
car, en términos accesiblesa todos, estos aspectoshistoriográficos, muy
diferentes entre sí, por medio de énfasis común en la experiencia huma-
na de los trabajadores del sector exportador.
el chileno, brotando una faz aguerrida".

s.-br."df;S::Hi:ll:
1955
Santiago,

SINGT'LARIDAD DE LA HISI1ORIA CHILENA

Es costumbre iniciar los estudios sobre Chile destacando su singUlari-


dad. su geog¡afia es única y SFandiosa.con más de 4 mil kilómetros de
largo, el pais tiene en promedio menos de 180 kilómetros de ancho. Su
ecología,de gran variedad, va desde el árido desierto de Atacama, en el
norte. a través del clima mediterráneo del Valle Central (en donde habita
la mayoria de los chilenos), hasta los bosques lluviosos del sur. Rodeado
por el mar y el desierto, Y Por la Sran masa de los Andes, en el este, Chi-
ie es el país latinoamericano más alejado de los centros de civilización
occidental del Atlántico Norüe.No obstante, entre todas las naciones lati
noamericanas Chile parece haber experimentado la evolución política
que más se aproxima a los patrones establecidos en las naciones indus-
trializadas del área del Atlántico Septentrional.
De ahí el segundo rasglodistintivo de Chile, destacadocontinuamen-
te, al menos hasta hace poco, por los observadores tanto chilenos como
extranjeros: su sistema político estable y democrático. A diferencia de
las nuevas nacionesdel resto de Hispanoamérica, Chile pronto se estabi-
Iizó políticamente después de la Independencia, y durante el siglo XD(
desarrolló un Estado relativamente fuerte y un viSlorososistema parti-
dista. Se efectuaban eleccionesperiffiicas y se establecieron reglas para
la trasferencia pacífica del poder político. Este proceso politico continuó
en el siglo XX. Mientras el sufragio se extendió lentamente, Chile desa-
rrolló un amplio espectro de partidos políticos con cierto apoyo popular y

f 47l
L924aI932.
De hecho, aunque suene paradójico, lo que es realmente único en la
historia politica de Chile obedece en gran par0e a una importante carac-
terística del desarrollo social chileno, compartido por todas las naciones
latinoamericanas:su dependencia,desdeel siglo XD(, de las exportacio
nes de bienes primarios a los paísesindustrializadosdel Atlántico Norte.
Es esta característicacomún,junto al legado de la cultura occidentaly el
colonialismo ibérico, lo que justifica hablar de toda América Latina como
una unidad analítica en la época moderna y determina en buena parte
cuáles elementos de la cultura occidental (tales como un Estado fuerte y
un vigoroso sistema partidista) crecieron y se desarrollaron en Chile y
cuáles (como las estructuras económicasy sociales)permanecieron atro-
fiados o distorsionados.
De modo que, con todo lo que insista la historiografia chilena en el
papel que jugaron los grandes hombres y la temprana imposición de ins-
tituciones políticas centralizadas en la estabilidad politica y el crecimien-
to económicodel sislo XD( (1), la realidad es un tanto más prosaica. Pese
a que la herencia de la era colonial constituyó un factor importante, en
particular la relativa homogeneidad cultural y étnica de la sociedad chi-
lena y la ausencia de poderosos intereses regionales fuera de la zona
central, el determinante primordial de la estabilidad politica de comien-
zos del siglo XD( fue el hecho de que Chile, entre todos los países hispa-
noamericanos,fue el único en desarrollar una economía exportadora via-
ble entre 1830y 1860.Las crecientesexportacionesde plata, cobre y tri-
go apuntalaron la comunidad de intereses en el seno de la clase domi-

l' En interpretaciones culturales y raciales mÁs vulgareg, Ia eetabilidad poütica de Chile en el si-
glo XD(, el crecimiento económico del pais y sua loglos mi¡itares son regultado de una feliz mez-
cla de selectas va¡iedades regionalee de sangre y cultura eepañolas, una reducida y orgullosa
población indigpna a¡aucana, y los genes vigorosos y la concepción del mundo de los innigran-
tes de Europa septentrional. Ios descendientes bioculturales de esta dichosa unión se convi¡-
üeron en los "prusianoo" o loe "ingleses" de Suramérica.
Chile estuvo en capacidad de usar la fuerz
no desarrollo para proseguir, entre 1879
contra Peru y Bolivia, sus vecinos más dé
explotable base de recursos para la expo
del desierto de Atacama. Se registró ento
el valor de las exporüacioneschilenas y, au
de producción de la industria del salitre
después de la guerra, el Estado chileno
cuantiosos ingresos directa, mediante im
indirectamente, a través de las aduanas, d
por la producción de salitre. Entre tanto
industriales se beneficiaban generosame
los ingresos oficiales provenientes del nit
mulada por el crecimiento del sector mine
ografia chilena en el
La economíaexportadora de salitre tra
imposición de ins-
tica chilena. Discrepancias sobre el signif
olitica y el crecimien-
chileno sobre las propiedades salitreras
más prosaica. Pese
ingresos salitreros precipitaron el rompim
bctor importante, en nonnas constitucionales en la breve y sa
a de la sociedadchi- Pero la expansión de la economía salitrera
hles fuera de la zona dad y dio forma a los arreglos politicos q
d política de comien- Ejecutivo no desempeñaría un papel dire
iirdoslos paíseshispa- sión de los ingresos del nitrato, demasiad
bmía exportadoravia-
de plata, cobre y tri-
no de la clase domi- 2. No ge eetá alegando aqul que no eristiera¡ intereses e
tro de esta red -á" amplia de clases. Asuntos como el
desarrollo económico también dividian a la éüte socia
caron varios intentos de obviar las nomas constitucion
y ganar control sobre el gobierao. Mas tales division
polltica de Chile en el si-
como en otros paiees latinoamericanos, en especial los
resultodo de una feliz mez-
sia politica se desa¡rolló en Chile dentro de un amplio
u¡¡ reducida y orgullosa por la mayor legitimidad y la capacidad coercitiva del
del mu¡do de los innigran- pollticas distinüvag fueron fomentadas y mantenidae
üchoaa unión se convir-
cuestión s¿ s¡nmin¡ separadamente en cada uno de
i mnn¿¡¿ más gsneral en la conclusión.
1
i
'{
da. Las implicaciones de este acontecimiento son sistemáticamente igno
radas en l¡ahistoriografia liberal, pese a que es el rasgo que más decisi.
vamente aparta el país de sus vecinos latinoamericanos¡.El surgimiento
de un movimiento obrero de izquierda en los albores del presente siglo
destruyó la estabilidad política y provocó un rompimiento temporal del
sistema partidista en los años veintes. En los decenios que siguieron al
colapsode la economiadel salitre, en 1930,en un ambiente condicionado
por la explotación de un nuevo recurso mineral, el cobre, el movimiento
obrero chileno coadyuvó a reconstruir el sistema partidista y empujó
toda la política hacia la izquierda. Tal proceso no solo influenció decisi-
vamente el curso de la historia política de Chile, sino que alteró de ma-
nera fundamental el patrón del desarrollo económiconacional.
En suma, es el surgimiento de un movimíento obrero mamista, pode.
roso e institucionalizado, lo que más nitidamente distingue la historia
moderna de Chile. Si la temprana aparición de una economia exporüado
ra viable en el centro de Chile ayuda a explicar la singularidad política
del pais en el siglo xD(, las economías exportadoras de salitre y cobre
moldean dicho legado en el siglo XX. Es tomando el movimiento obrero
como punto de referencia que, por un lado, se torna clara l¡a compleja
relación entre la estructura exporüadoray el desarrollo económicoy polÍ-
tico de Chile y, por el otro, se revela el significado profundo de la ex-
traordinaria geog¡afia de Chile para la hisüoriahumana contemporánea"

ESTRUCTURA
DELA ECONOMIA
EXPORTADORA
DELSAI.TTBE

La acción de las frías corrientes de la Antártida, los vientos reinantes y


las elevadas temperaturas diurnas convierten en desierto una larga faja
de tierra de la costa central-occidental de Suramérica. En la zona más
seca de este desierto, los 700 kilómetros entre los 19 y los 26 grados de
Iatitud sur, está situada una vasta y elevada planicia o pampa. Cerca de
la superficie árida de la pampa, en un área distante entre 20 y 80 kilóme-
tros de la costa, se encuentran discontinuos Jr poco profundos depósitos
igno de El
qu" más decisi- aves, preservado en las islas secasy de fá
ir¡so nal del Perú, empezó a aprovecharseen lo
ho6. El surgimiento siglo pasado con el propósito de satisface
b'del presentesiglo que los abastecimientos se agotaban, la d
hhnüo temporal del y el conocimiento científico de la nutrición
ln que siguieron aI
cualidades fertilizadoras del nitrato de so
tiente condicionado
das. El salitre era mucho más costoso qu
hüe, el movimiento
inversiones de capital y la aplicación de n
Fidista y empujó
sistemas de producción y transporte hici
t;iRfluenciódecisi-
alüeróde ma- gran escala de depósitos de saütre en los d
via y el norte de Chile a partir de 1870. A
ción de nitrato se empleó siempre como fe
, Pde-
la historia satisfacer otro requerimiento de las naci
exportado suministraba la materia prima para la ela
política vos(4).
y cobre La economía exporüadorade salitre, a
obrero enérgica en 1880, influenció profundamen
ciedad chilena durante los siguientes 50 a
puede medirse estadísticamente. Las cifra
¡ poli-
la ex- la expansión y la naturaleza cíclica de la
fras sobre el empleo anual indican el núm
tt' bajadores involucrados en ella. Otros da
a) estimar la contribución de la industria
incidencia de tales ingresos en Laspolítica
quejar cómo evolucionó la estructura de

3. Véase Javier Gandarillag y Orlando Ghigliotto sala"


Senper y Miclele, Santiago, 1908. Se trata de una tra
mente ilugtrado de doe cientlñcoe enviadoe a Chile en
món y rrna organización de productores de aaicar de
F del salitre se e-¡min¡n concienzudamente en Ia obra
l editre desde eus orÍgenee haeta l¡ Guerra del Paclfic.o
4. Mi¡ko Lamer, Ihe world fertilizer econony, $anford,
t
rdr-
:i
r-1::, ,
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E!
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I\ #
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r Ydmiatoa

t Ca.t9OO
--- o $ roo ¿oKM.

Mapa 2.1 Chile ( f 900). Explotacionee de nitrato y eua principales puertoe.


hasta la Primera Guerra Mundial. Las exp
mil toneladas métricas en 18?5, subiero
1890y a dos millones en 1908.En 1913,
ron a un máximo de 2.750.000toneladas.
seriamente el comercio de Chile con sus p
tacionescayeronverticalmenteen 1914y
tante, la demanda generada por la guerr
Estados Unidos, que habían sustituido a
cado del salitre chileno, llevó las exporta
la preguerra y para 1918llegaron a poco m
ladas. En el decenio siguiente la indust
demanda muy fluctuante, provocada por
mia mundial y por los violentos cambios
las importaciones estadounidenses. Las
804 mil toneladasen 1919,se recuperaro
y cayeronde nuevo durante la depresión
ron apenas 1.250.000toneladas anuales.
otraalzadramática, con exportaciones de
mo de tales años. Luego de disminuir otr
ron fuertemente en los dos años siguiente
nivel máximo de 1918 al final de la décad
la Gran Depresión la industria virtualmen
to cútico de la Depresión en Chile, hacia
tre solo alcanzaron 244 mil toneladas, o
1929(6). En cierta medida, sin embargo,

5. Buena parte de la infomación y el anáIisie ee toma


Ca¡iola y Osvaldo Su¡kel: "Chile", en Roberto Co
America: A guide to economic hietory, f$O-fgm, B
salitrera y transformaciones socio+conómicas en Chi
agradecer al señor Sunkel por enviarme egüetrabajo.
6. l¿ industria se recuperó lentamente luego de la Dep
ción llegú de nuevo a los dos millones de toneladae,
2.I
GRAFICO

EXPORTACIONESCHILENASDE SALTTRE (ENTONELADASMETR¡CAS)Y OB


EMPLEADOSEN LA INDUSTRIADEL SALTTRE(ENMILES)' I88O-I934

c
t:
5 2.5
z
It
Fl

2
tr:
z.o
F

trt

o
á 1.0

1885 1890 1895 l9o0 190á r9r0 1916 rv20

Fue¡te: Arthu¡ Lawrence Stickell, "Migration and Mining Labor in Northern Chile in the
Era, 1880-1930", disertación para Ph.D., I¡rdiana University, 1979,Apéndice A'
lizantes quimicos se expandió rápidamente. Por último,
siones poüticas y económicasde la primera guerra y a la
dial, primeroAlemania y después Norteamérica y otras
triales recurrieron a proveedores domésticos de nitróge
cer sus necesidades(7).
Las considerablesfluctuaciones en la demanda mun
cios del salitre llevaron a los mayores productores chile
1890, a conformar cárteles con el fin de limitar la produ
gananciasestables (8). A pesar de que estos esfuerzosc
intereses del Estado chileno, cuyos ingresos por el salitr
volumen y no del valor de Lasexportaciones, consiguiero
a corto plazo antes de Ia Primera Guerra Mundial. Pero
importancia de los fertilizantes sinteticos y la compet
por el cambio en las tecnologíasde procesamientoen el s
tria chilena -especialmente cuando el capital y la tecno
denses ingresaron a l¡aindustria en los años veintes-,
los productores por moderar las bruscas fluctuaciones
mundial fracasaron. No obstante que el gobierno chileno
do reservas en pr(rcura de neutralizar los efectos de la co
I
I
producción, fue solo con l¡allegada de l¡aGran Depresió
i la industria cuando el Estado decidió asumir un papel
I recto en la produccióny venta del nitrato.

Pero el nitrato jamás retomó su papel central en l¡ economla. Luchando p


participación en el mercado mundial de fertilizantes, la induetriia pudo co
I poco, p¡oporcionalmente, al comercio erterior y a los ingresos del gob
l mecanización recortó en la mitad las necesidadee de mano de obra.
I 7. CariolaySunkel, "Expansiónsalitrera" (Véase nota 5), Tabla 16, muest
cipación de Chile en el mercado mundial de fertilizantee entre log años d
World fertilizer ecolorny (Véase nota 4), p. 38, describe l¡ cambiante te
zantes quimicos.
8, Ios precios del salitre chileno corrieron paralelos a los cambios en la de
pués de los precios ercepcionalmente altoe del ñnal de l¿ kimera Guerra
lada métrica (en dólares norteamericanos de 1960) fluctuó entre loe US$
años subsigu.ientes. El más alto de todos loe tiempos fue de US$1,t4 en 1
''Erpansión salitrera" (Véasenota
5), Cuadro 9.
des de empleo en agricultura y manufach¡ra en el enclave del salitre, los
obreros despedidos pasaban a depender de parientes o amigos emplea-
dos o se concentraban en los puertos para aguardar nuevas posibiüdades
de trabqjo. En épocasde mayor depresión, decenasde miles de obreros
se veían obligados a abandonar el norte por completo y a buscar trabejo
en el centro del país. Pero como la actividad de todos los sectores de la
economíachilena, según veremos, se veía afectada por la suerüedel sali-
tre, los grandes descensosen la producción salitrera limitaban el empleo
en todo el país -en las obras púbücas, en la industria, en la producción
de carbón e incluso en la agricultura. El desempleonacional generalizado
y los recortes salariales durante estos períodos, facilitaban el recluta-
miento de obreros en el centro de Chile una vez que la demanda de tra-
bajadores revivia en el norte. Además, el reclutamiento se faciütaba a
medida que el desarrollo de los ferrocarriles y la navegación incrementa-
ron L¡amovilidad geográfica de los obreros. Los salarios reales eran más
altos en el enclave salitrero que en otros sectoresde la economía chilena,
y los obreros respondian con avidez a los esfuerzos de reclutamiento
adelantadospor las compañíasdel salitre.
El Estado chileno desempeñó un papel activo para garantizar el ft¡jo
laboral, suministrando transporte gratuito a los obreros y sus familias
que salían del norte durante las severas depresiones de la industria. Y a
medida que las fluctuaciones en la producción se agudizaban y la canti-
dad de personas implicadas aumentaba, el Estado empezó a proporcio
nar aümento y vivienda a los desempleadosen los puerüossalitreros y en
la capital del pais. Hacia 1913, el Estado se hallaba activamente empe-
ñado en reclutar obreros durante los auges para reubicarlos y emplearlos
durante l¡nscaidas.
Pero aunque el Estado estaba dispuesto a adoptar medidas que ase-
guraran l¡afuerza de trabajo a las compañias salitreras y que disolvieran
las tensiones sociales durante los tiempos dificiles, se rehusó, hasta
cuando aparecieron las reformas l¡aboralesde 1924, a aplicar mecanis-
mos que trasladaran parte de la carga social, producto de l¡asdepresie
nes, del trabajo al capital. Hasta el año indicado, no se les exigía a las
forma precipitada durante la depresión de la po
1922, cuando la fuerza laboral se redujo en más d
ese momento, el número de trabajadores fluctuó
pleo superó las 60 mil personasen 1925, cayba so
go se incrementó de nuevo, entre 1928y 1929,cua
59 mil al año. Tres años más tarde, en 1932,apen
trabajando aún en el enclave salitrero.
La inseguridad económica de la fuerza de tra
atada a los ciclos de auge y calda de la producción
por las politicas inflacionarios del gobierno duran
papel moneda fue introducido para financiar la G
tenido pese a un intento abortado por retornar a u
en metalico, en las postrimerías del siglo XD(. E
suministro de papel moneda de manera continua
veintes del presente siglo. Aunque los efectos e
ción, y los motivos que animaban a los grupos po
la política monetaria de Chile se debaten en la lit
plio acuerdo sobre las consecuenciasdepresivas d
da en los salarios reales de los obreros en todos lo
Las tasas de cambio fluctuantes y los salarios rea
caron algunas de las más significativas movilizac
larmente en el sector del salitre, en el período com
1925.
Al paso que se ampliaba la economía del salitr
riores a 1880, también lo hacian los ingresos del g
del estallido de la Guerra del Pacifico, las entrada
a menos de 20 millones de pesos anuales. A c
ochentasdicha cifra se había duplicado. Luego, de

9. La ortodoxia de que la inflación crónica de la era del salitre fue e


tica nonolftica de los te¡Tatenientes que controlaban el Estado
por Albert O. Hirschma¡, "lnflación en Chile", en Estudioo eob
úc¡ leti¡q Madrid, 196,4.
salitre y ydo, del procesamiento del salitre. Dicho tri-
"";"bnrJ*t" y, al comienzo de los
buto se cuadruplicó-dutattte la Guerra del Pacífico
l¡asrentas ordinarias del
años ochentar, .pJrüt-u utt"áu¿ot de ZOVode
siguientes años
;;bL;"". 1,. pu*i"rpu"io" aumentó rápidamente en.los
parte del período 1890-1917;
hasta representat ;J;150-% purula mayor
industria entró en un prolon-
luego disminuyÓ al4ovo o menos cuandola
gadoperiododecrisisyagt,du"fluctuaciones.e.nlademandaenlaetapa
de ingresos fue el
de posgrrerra (10). oira importante fuente directa
salitreras' Los ca-
i-p-"LJt" i"* "U"t ta adquisición de tierras
esterünas en
;iáñil ufit-.Uu"¡u. "*t"r invertidb 14 millones de libras
"r"udo
con una inversión
tales adquisiciones ha$ 1gl3; lo anterior, comparado y menos de tres
de solo cuatro *iÍ;;;; pu"tas de procesamiento
instalaciones portuarias (11)'
-iilorr", en ferrocarriles e
Además ¿" tiiUo"iott"s direótas al tesoro, ¡a expansión de la
""ü" "ot
industria a"r srrit[""-"ámurq eitrecimiento del comercio exterior' con Io
en forma
qüf"" i""t"s aduaneras pdr importaciones se incrementaron
mayores ingtresosde este
dramática. Hu"t iago eigobierno derivaba
saütrera que_de los impuestos sobre las
efecto indirecto ¿"ll"rpuñsión
exportaciones. y duranie La mayor parte del peúgdo, que llega hasta
1930,losi^po""to,uru'i*po'tacionessuministrabanentreunacuarta
;ñ hrcerá parte de los ingtresosordinarios delEstado'
Lasnuevasfuentesdeingresostransformaronl¡aestructuradelas
finanzas ertatarc"áüÁüh del salitre. Los impuestos sobre Lasven-
"-tu reducidos o eliminados en
tas interna", fu ft"r"""iu V ü p.opi"dad fueron

l0.ElvalordelaserportacioneschilenagsubiódeSlmilloneadepe{8en1890a525mill¡nesen perio-
eo y eQz" dei valor total durante ücho
I 1g20; las exportaciones de salitre aportaron entre
do. Ios datos de r.r"ññ;is,rü;"-""t"r"r
..irp'*"r0"-r"frtrera" (Véase
qr" É" ¿-
nota 5), ""
eetos pórrafos
Cuadroa6,7,22,25y
son
26'
tomados de

Cariola y Sunkel,
pt""enLdo. al eupremo gobierno de chile por
tI , 11. Manuel sata" r.".i,iiñ".ü;;;L["b"
ó-ti"go, 190S,;. 606. IPs pa8o6 por adouirgiciones de
terre-
l¡ conisión co"rUüii"i prerupuestarios de Chile;
".ri"l en loe registroJ
I
I
nos salitreros aparecen oomo ing¡ego
el ingreso
ertraorJi;fio
¿" ti]t"*t|lp""il¿t nadahasta
de virtualment¿
lr "ttoor¿iiliá-noÑ--o"uo
másáe h mit¿d delingreso ordinario'
t

1
gobierno encargado de preservar el orden interno. Empero, la n
pública se vio engrosada con cantidades considerablesde persona
nistrativo para atender las necesidades del sistema ferroviario e
los telégrafos y la educación. Tal hecho destaca los significativos e
zbs del Estado para invertir los ingresos del salitre en una infraes
ra que promoviese el desarrollo. Considerables sutltas se gastaro
bién en obras públicas, especialmente edificios Subernamentales.
Las politicas impositivas y de gastos del gobierno, así como
fluencia de la expansión salitrera en los mercados nacionalesy los
mas laborales, se conjugaron para promover cambios importantes
desarrollo de la agricultura y la industria chilenas. Durante la era
litre aumentó notablemente la tasa de urbanización. El auge del
alteró asimismo l¡aproporción de Ia población que habitaba en el
En 1805, de acuerdo con datos censales, solo una quinta parte
1.819.223chilenos vivía en núcleos urbanos de más de 2 mil habit
En los setenta años siguientes el ritmo de urbanización fue lento
18?5 apenas una cuarta parte de la población de 2.075.97L person
taba compuesta por habitantes urbanos. Sin embargo, cincuenta y
años más tarde, en 1930, casi l¡amitad de los 4.287.445chilenos v
áreas urbanas. Entre tanto, las dos provincias septentrionales de
to, las cuales, dada la naturaleza de la actividad económicaen el d
to, prácticamente deberían considerarse urbanas, más que duplica
participación en la población nacional, de 3.5Vo en 1885 a 7.7
1920(13).
La influencia de llaexpansión salitrera en el proceso de urbani
fue poderosa y compleja. Evidentemente, el incremento de la ac
económica en el norte, el crecimiento del comercio de importación
comercio costero, lo mismo que el flujo de ingresos del salitre a tra
una amplia burocracia estatal hacia obras púbücas y una infraestr

12. Brian lovema¡, Ctile, Nueva Yort, 1979, p. 230, Esta obn, la mejor interpretación
lumen de la historia de Chile, contiene un ercelente egtudio de l¡ era del sslitre.
13. Cariola y Sunkel, "E¡pangbn aalitrera" (Véase nota 6), 6\r¡dro 2.
tiado, pór el contrario, que durante el período, al me_noshasta 1920, la
agriculhrra creció y se diversificó, y aumentó la productividad laboral.
Tál proceso fue el resultado de tina serie de efectos ínümamente relacie
nados con la expansión del salitre. En primer término, la agricultura se
expandió geoe¡áfic"mente. El fortalecimiento del Estado y el desarrollo
dJredes de transporüecontribuyeron a empujar a los indígenas arauca-
nos más hacia el sur, y abrieron nuevas tierras al cultivo del trigo. En
segUndolugar, el crecimiento de los mercados urbanos en el centro de
CÑte y l¡asáreas mineras del norte estimul¡aronl¡adiversificaciÓn de la
I
agricultr¡ra en el Valle Central. Finalmente, la modernización de la so-
It en su conjunto fomentó la difusión de técnicas científicas y el
I "i"dud
I empleo de maquinaria aeúcola en el campo'
La tecnifieación y Ia mecanización pueden explicar en no poca medi-
da la mayor iroductividad laboral en Ia ag¡icultura, demostrada por Ca-
riola y Sunkel. Pero este incremento también puede obedecer en parte a
cambios en los sistemas de tenencia y de trabajo. La competencia labo
ral, generada por las oportunidades de empleo para los trabajadores
rurales en la zona saütrera, en la industria y en los servicios en las ciuda-
des grandes, pudo haber forzado a los terratenientes a adoptar reliacio-
,r"r á" producción más capitalistas o más extensivas en trabqjo. Se sabe
que muchos terratenientes pasaron de la ae¡icultura a la gAnadería en
lós comienzosdel siglo. Tal respuesta puede reflejar tanto el incremento
del poder de compra (y de consumo de carne) de aISUnossectores del
prolLtariado chileno, como la incapacidad de los terratenientes de rete-
ner, sindarconcesionesque no estabandispuestosa hacer, a sus traba-
jadores agricolas. En los primeros años del siglo el gobierno creó im-

14. Pero la demanda de cartón en la región salitrera misma no fue un esti¡nulo particularmente
g¡ande para el crecimiento de la producción doméstica. Ios barcos que transportaban salitre,
i -"ooáo empleaban el ca¡bór como las,he en sus viajes de regreso de Europa. A comienzos
del siglo XX cerca de una quinta parte del ca¡bón congumido en el norte era chileno. Era de
baja áüdad y con frecuencia mezcl¡do con carbón importado. Mientras avanzaba el siglo' el
petróleo importado te-plazó el ca¡'bón en la región salitr€ra.
li artesanal. En las décadassubskuientes, eI sector secundario se des
lló con rapidez y hacia l9l5 el número de personas que trabajaba
esüablecimientosmanufactureros con cinco o más empleados era de
53 mil. En 1924la cifra subió a 85 mil.
TaI proceso se derivó de la demanda de bienes manufacturados
mulada por la Guerra del Pacifico, de la expansión misma del sector
trero y su influencia sobre la tasa de urbanización, y del incremen
una infraestructura de comunicaciones que integró y amplió el mer

li nacional. Kirsch hace énfasis en el consumo de la clase media com


principal mercado para la industria chilena; sin embargo, sus d
muestran que las mayores ramas de la industria suministraban artic

iiii como azítcar, cerveza, vidrio, zapatos, ropa y fósforos para el con
urbano masivo. Kirsch demuestra que el ritmo de la expansión indus
estaba intimamente ligado al crecimiento y las fluctuaciones del s
exportador del salitre. Indica cómo las pocas industrias básicas qu
graron emerger en el periodo (cementos y locomotoras)encontraro

ilir mercadosen el sector minero o en la construcción de obras públicas


realización fue posible gracias a los ingresos del salitre.
Seeun Kirsch, las caracteristicas estructurales que definen la in
tria chilena en los decenios siguientes a 1930se perfilaron durante l

il del salitre. La industria nacional producía primordialmente biene


consumo ligeros y durables para un mercado doméstico protegido
competencia foránea. Las firmas ligadas a la producción industria

illl tornaron altamente concentradas y algunas prácticamente ejercían


nopolios. La mayoúa utilizaba tecnicas productivas intensivas en ca
y dependia de bienes de capital y materias primas imporüados. Mu
i pertenecian a extranjeros o eran financiadas por ellos. Asi, casi la m
i!t de los propietarios de las empresas manufactureras entre 1974 y

li había nacido en el extranjero y alrededor de un tercio de todo el ca


invertido en la industria era también foráneo.
il
15. lndu¡tri¡l developnent in a tr¡dition¡l ¡ociety, GaineeviUe, 1977.
que la agricultura e incluso que la mineria y el comercio. Kirsch no halló
evidencia de antagonismo estructural entre los intereses exportadores e
importadores nacionales y extranjeros, ni entre los agricultores y los
industriales. El autor demuestra cómo frecuentemente estas posiciones
estruch¡rales supuestamente distintas se combinaban en una misma
persona, famiüa o grupo financiero. Estas entidades usaban su control
del Estado para maximizar ganancias a corto plazo (16).
La expansión del salitre ejerció, de esta rnanera, una pderosa in-
fluencia sobre el desarrollo económicode Chile anüesde 1930.Mas dicha
influencia fue en gran parte indirecta, una consecuenciade los empleos
fi y la demanda que surgieron en el norüey de los proyectos oficiales paga-
; dos con ingresos del nitrato. A pesar de que el Estado consiguió captar
casi la mit¿d de las ganancias generadas por la producción de sali-
tre (17), el resto fue a parar en buena parüe a manos de capitaüstas forá-
neosy remitida al exterior. El campo de acción de la propiedad extra4je-
ra en la zona del nitrato socavó seriamente la contribución directa de Ia
producción de nitrato a la acumulación de capital en Chile.
Contrariamente a lo que era de esperarse, l¡aanexión de la zona de
saütre en 1880 no condqjo al control chileno sobre la producción. Al co
mienzo de la guerra, el gnreso de la producción estaba localizado en el
interior de Iquique, en fábricas (llamadas oficinas) de propiedad perua-
na. La política chilena en los territorios recientemente adquiridos fue
diseñada para fomentar una producción inintemrmpida y para maximi-
zar los ingresos de un Estado en guerra. Como resultado, las disposicio
nes legales que se establecieron para afrontar el problema de la propie-
dad de las compañias salitreras y las reclamacionesde tierra saütrera en

He suprimido de egta discusióu el injusüiñcado énfasis de Kirsch en loe defectos culturales de


los emptesarios chilenos para erplicar sst¡ di¡árrrica. Ile hecho, gua datos y anáüsie demues-
tran que los empresarioe ertranjeror ¡ctu¡ban como los chilenoe. Ambog respondian a las
oportunidades de m¡.imiza¡ gana¡cias que el control del Egtado brindaba a una éüte econó-
mica impedida de seguir pat¡ones de inverrión más comunee en las muy diferentes economias
de l¡ cuenca del Atlántico Norte.
t ? . Cariola y Sunlel, "Erpansión salitrera" (Véasenota 6), p. 2?.
y venta de las nuevas tierras de salitre. Las casascomercialesy los
talistas británicos, que habían financiado el transporte y comerc
ción del guano y el saütre peruanos, también se hallaban en una s
ción privilegiada. En muchos casos, especuladoresingleses comp
los muy depreciados bonos peruanos. Luego recunieron a sus con
nes en los mercados monetarios de Valparaíso y Londres con el f
satisfacer los fuertes requerimientos financieros del gobierno de
para legalizarlos. AHred T. North, el famoso "rey del saütre" brit
que dominó la producción y el transporte de la zona del salitre e
años ochentasy noventas, fue el más próspero de dichos especulad
Sin embargo, el dominio británico sobre la industria salitrera
1885 era no tanto el resultado de las adquisiciones hechas a comie
de los años ochentas, sino más bien una coru¡ecuenciadel accesoal
tal necesario para expandir y modernizar la producción. Un obst
potencial fue eliminado con la derrota politica de las fuerzas nacio
tas y partidarias del estatismo en la guerra civil de 1891.De ese mod
éxito de los británicos no se debió a supuestos defectos culturales
los empresarios chilenos ni a una exagieradaignorancia o falta de p
tismo por parte de los funcionarios chilenos que reorganizaron la in
tria luego de Ia Guerra del Pacífico. Por el contrario, fue el resultad
gico, de una parte, de suposicionesacerca de la mejor manera de fo
tar la explotación capitalista en la región salitrera y, de otra parte,
posición privilegiada de los empresarios britanicos en el mundo ca
lista a fines del siglo XD( (19).
18. El gobierno p€ruano, habiendo casi agotado el potencial generador de ingresoe de gus
vas de guano y muy preeionado por sus aceedores británicoe para que pqgara tos smpr
prlbücoe, habfa nacionalizado las oñcinas dentro de sus fronteras. Asimismo habl¡ fi¡ma
tratado secreto de defensa con Bolivia, t€meroao de Ia reacción de loo capitalietas chil
británicog. Estos inter€soa desempeñaron un papel importante en los eventoe que cond
a la ocupación de lquique por parte de Chile, lo que hizo estallar la guerra.
19. Est,eaaunto ha generado mucha conttoversia en la historiografia chilena. Una revisión
te del debate, que deearrolla la erplicacfuln -á¡ perauasiva y de s€ntido común del frac
los capitalistas chilenos por controlar los medios de producción del encl¡ve galitrero d
de la guena, es Itromas O'Brien, lhc ¡lbate lndusky a¡d Chile'¡ cn¡dal tr¡n¡ition:
1891,NuevaYork, 1982.
dustria no se dio en la provincia más septentrional de Tarapacá, donde
predominaba el capital inglés, sino en Antofagasta, donde los chilenos
ejercían más control. Además, la guerra sienificó la eliminación de la
propiedad alemana y aceleró el decaimiento de la hegemonía del capital
britanico en la economía mundial. Finalmente, la introduceión, en los
años veintes, de una nueva tecnología, intensiva en capital, para el pro,
cesamiento de minerales de baja gradación permitió al capital estadouni-
dense, en particular a los intereses de Guggenheim, capturar una apre-
ciable porción de la producción saütrera.
En cierto modo, sin embargo, el énfasis en la cuestión de la propie-
dad soslaya el grado de control que ejercieron los intereses foráneos y
especialmente britanicos sobre la economia del nitrato durante todo el
periodo. El capital inglés construyó y de hecho r4anejó la mayoúa de los
ferrocarriles e instalaciones portuarias del enclave salitrero y los barcos
britanicos dominaban el transporte de carga con Europa. Casas comer-
ciales alemanas e inglesas se encargaban de vender el salitre en el ex-
tranjero y financiaban la producción en Chile. Es más, empresarios y
tecnicos britanicos y de otras nacionalidades no solo administraban sus
propias oficinas salitreras, sino también muchas de las que pertenecian
a los chilenos(20).
El único sector de la industria del salitre netamente dominado por los
chilenos fue el de la mano de obra. Incluso antes de la Guerra del Pacifi-
co, cuando la zona zalitrera aún pertenecia a Peru y Bolivia, la mayor
parte de los obreros salitreros eran chilenos. La migración de los pobla-
dores rurales de Chile hacia la región del salitre fue parte de un patrón
histórico más amplio. Desde los tiempos coloniales, un gran segmento
de la fuerza de trabajo rural en Chile estuvo compuesto por trabajadores
migratorios, sin tierra, que iban detrás de las cosechasen el Valle Cen-

20. De nuevo, este predominio de administradores y técnicoa foráneoe refleja las realidades de la
dist¡ibución mundial del conocimiento técnico y comercial a fines del siglo )(D( y comienzos
del XX. En la década de los veintes habla muchos ¿rlministrsde¡ss y técnicos chüenos en las
oficinae.
Note Stickell hizo el desglose basándose en diferentes tipos de datos: capacidad productiva para
18?8;inversióntotalpara 1895;producciónrealpara 1926. Masapesa¡de los problemas de
comparación, y ciertas inconsistencias internas de la tabla original, su desglose sugiere en
general los patrones cambiantes de la propiedad nacional en la zona salitrera durante el pe
rlodo cubierto.

tral. Durante el siglo XD( los chilenos emigraron a Peru y Bolivia a traba-
jar en la construcción de ferrocarriles y en Ia industria del salitre, a Ar-
gentina a laborar en la industria del ganado y a California a emplearse
en los campos auriferos. Observadores en el siglo pasado, igual que en
el presente, enfatizaban las abyectas condiciones de los trabajadores
rurales, fueran éstos aparceros, arrendatarios o migrantes sin tierra.
Teniendo en cuenta semejante miseria, es comprensible la propensión
de los obreros rurales chilenos a miSrar a las ciudades y a las minas e
incluso más allá de las fronteras de su país en busca de mejores condicio
nes de vida. Asimismo se entiende mejor la alta incidencia de alcoholis
mo entre la clase obrera y la impresionante tasa de mortaüdad infantil de
Chile. Ya en los años veintes de este siglo, por cada mil niños que nacian
250 morian durante el primer año de vida. (Las cifras comparativas son
100para Argentina, 153para Venezuelay 159para Colombia)(21).
Arthur Lawrence Stickell ha estudiado concierzudamente la migra-
ción de los trabajadores chilenos a la zona del salitre. Sus datos revel¡a
que a pesar de los esfuerzos de los patrones por discriminar a los chile
nos y su predilección por reclutar boüvianos y peruanos, dispuestos a
trabajar por menos salario, los chilenos siempre constih¡yeron la mayG
úa de la fuerza laboral durante toda la era del salitre. Los extranjeros
estuvieron mejor representadosen la primera décadadel siglo XX, cuan
do abarcabanuna cuarta parte de la fuerza laboral salitrera (22l.La vas

2 L . Arnold J. Bauer, Chilea¡ rurd ¡ociety fuom the Sp¡ni¡h conqueat to 1930, Iondres, 1975
Nicoláe Sanches-Albonroz, The populatior of L¡ti¡ Amerlca, Berkeley, Calif ., 1974, p. 2ffi.
22. A¡thur Lawrence $ickell, "Migration and mining labor in northem Chile in the nitrate era
1880-f$0", disertación para Ph.D., fndiana University, 1979. Este rico estudio es una hif¡-
LA VIDA Y EL TRABAJOEN LA PAMPASALITRERA
consiste en
Laruzdel carácter üstintivo del movimiento obrero chileno (23)'
iu e"pe¡encia única de los trabqiadores en la producción de salitre
i.r de vida y de trabaio en la pampa del salitre eran muy
d9
diferentes de Ias que imperaban en-las otras economíasexportadolag
"ottdi"iones
la estructura de la propiedad,
América Latina. ta ubicaciÓndel nitrato,
y las_condi-
! iu d"-oerufia de la fuerza laboral, la naturaleza del trabaio
dá vida en las oficinas y en los puertos de norte, todo ello tuvo
ll ellos necesidades y
rl importantes efectos sobre los obreros y creó en!r9
"iorr".
cultura obre-
rl oportrrridudes extraordinarias. Su capacidadde definiruna
progresistas
l¡ ra autónoma y de construir instituciones socialesy politicas
i ;;;;r" clase, refleja no solo su determinación y creatividad, sino tam-
rl fi¿n el ambiente único en el que trabdaron y vivieron'
fue la movi-
It uno de los rasgos más sorprendentes de dicho ambiente parte,
ndaá geágráfica d--elos obrerós salitreros, consecuencia en buena
que escapaban a su control' La na-
," anotÓantes, de condiciones
"o-o después de 1914, fotzb a
irrr"t"ru ciclica de d industria, especülmente
la pampa y a veces el norte
¿e"".a, de miles de obreros salitreros a dejar
It
I
y gubernanenta-
ria social de Ios trabajadores del nitrato, baeado en registros empresariales
Sumi¡istra muÁ¿ informaclSn estadlstica sobre el re-
les hasta -o-"oío ¿"sconocidos.
"r" trgbeio del salitre, sobre salarios y precios en el
clutamiento y f" ¿"-ogtufrr ¿" ü-t""á¿e
y soUre hs faciliáJÁ sanitarias y la vivienáa en la panpa salihera' Stickeü se lamenta
norte,
que, debido a que la 9on{i-
de la radicalización de los obreros del nitrato y trata de demostra¡
dicho deearrollo se hubiese podido impedir' Sobre la
ción de los obreros ñ;;";;;"j"ró,
politica ¿" i*ig,""ióo d"iioUierno y.los programas de reclutamiento de las compa-
"úil"oo t'The enganche^in-the Chilean nitrate sec-
ñias salitreras, u¿r"" t"-Ui¿" MigUeI Monteón,
tor,,, Latin American perepecüvea, ?:3, verano áe 19?9, pp. 6&?9. Monteón exemina la res-
puesta de los oU*-" org";tados a los eefuerzos de las empreaas por socavar la unidad obre-
ia v la capacidu¿ a" estimulsndo la inmigración foránea y doméstica al norte.
""gilir"l¿" sectores del movimiento obrero
23. El argumento planteado aquí no niega la importancia de otros
dtr-iorrir rig"iñcado de desarollos snteriores, del siglo xD('
chileno. Tampoco *;;;;;; llamn l¿ atención sobre
"t obrera. Por el contrario,
en la organización y L" u"tit r¿", de Ia clase
q"" dirtir,guen la bistoria lsboral de Chile de la de ot¡os paises laüinoameri'
las caracteristicas
ca¡ros.
de no poder
y argumentaban que sus problemas provení
zos". Elaboraron ingeliosos erqu"-"" de
cr
requerían depósitos sobre las henamientas
en
los trabajadores haciéndoles costoso su
desp
solo se les pagaba.unave_zal mes y entre pago
ces crediticios en forma de retras b n"rr", q:ue
comida, vestido, herramientas y muchos otros
la compañía. Las empresas tesiringían la entta
teros y rutinariamente- esperaban que tur
s";;
sufragaran alrededor de tTVo de los costos la
nas tal porcentaje era mucho más alto. Espec
años, el recargo en los almacenes sobre ciertos
sico tales como el pan era hasta de 50 ó ffivo.
cambiar sus fichas por efectivo en determinada
descuenüo.No obstante, Ios fugadouirro,'¡r" q
a los obreros que deserüabansin saláa, sus cu
alto el número de obreros que cambiaba por efe
pañía, aun con el descuento, con el fin
de trasla
crediticios-y de pago, que buscaban retener
al
también al capital (24), fueron una fuente con
laboral y un blanco de ras protestas obieras
dura
Al moversede empleo en empleo, los obrero
serie de condiciones estructuratós eí la zona
d
septentrional, los capitalistas no podian aprove
una reserya de trabajadores desempleados y
;

24' Por ejemplo, el uso del vale y la e¡tersión


del crédito hacia
sumas de dinero en efectivo para pagar las
nóm¡.a"
sobre las herramientas,-que usuarmeñte *ur"pr""u"o "rr-la" jr-r
ban' especintmente en,las oficinas "r ca
st*a"q dportantes
-rl
libre de intere""t' ¡¡¡lment¿, ras .á"tricciáir*
jadores con buhoneroe com"trir"t *-"o.¡o-ü""r
v ü; p"bL.il;á;ü;;;.t:""rr
las oñcinas con frecuencia denunciaban " "o loi ¡Lorr-s
las condiciones en otras oficina" y com
" ¿Jdeas radicale
"o"á""to.
o las actividades urbanas marginales en esa región. Las gentes iban al
desierto del norte para hacer dinero; si fracasaban, solían regXesartan
pronto como era posible al lado de sus familias y amigns en el sur, en
donde !a vida era menos costosay las condicionesmás beniSnas.
Debido a que la mayoria de los obreros del saütre eran varones solte-
ros, tenían más libertad para protestar contra condiciones de trabajo in-
justas o intolerables y una rnayor voluntad de desplazarse en busca de
mejores condiciones. Tanto las compañias como, más tarde, los recluta-
dores del gobierno, trataron de enganchar hombres con familia. Dicha
politica apuntaba explícitamente a amalrar al trabajador a la oficina y a
reducir el valor de su principal carta de negociaciÓn,consistente en su
capacidad de desplazarsea otro lugar en procura de pagA y condiciones
mejores. A pesar de ofrecer incentivos de vivienda y transporte Sratuito
para las personas dependientes (termino que abarca aún más que la fa-
milia nuclear), tal politica solo tuvo un éxito limitado. La Asociación de
Productores del Salitre informó que en los primeros cinco a¡1osde su
operaciónde reclutamiento,entre 1901y 1905,habíatraido a 4.567 hom-
bres, ?51 mujeres y 276 niños al norte. Sitckell investigó cuidadosamen-
te la demograh.adel norüey concluyó que en promedio cerca de Ia mitad
de la población de Ias oficinas del salitre eran varones solteros y apenas
una quinta parte mujeres adultas. Así, toda la estructura demográfica de
las provincias salitreras, en los primeros años del sieloXX, fue distorsio
nada, con más o menos dos hombres por cada mujer. La preocupación de
los obreros del salitre por la compañía femenina y la g¡atificación sexual
halló expresión en un rico vocabulario regional. Andar al palo significaba
estar o andar sin mujer. Casarsese usaba sarcásticamenteen el sentido
de dormir con una mujer. Hacer la cosita rica se referia al placer de La
cópula. Hacer el favor expresaba la decisión de una mujer de tener rela-
ciones sexuales.Los mineros empleaban el verbo tirar en el sentido de
copular y carhrcho para referirse a la virginidad de una mujer. Los bur-
deles eran simplemente salones. El verbo capotear significaba violar a
arlos anteriores
en 1895,ll3 en 1908y un máximo de 137 en 1925.Despuésde la Prime-
ra Guerra la cantidad fluctuó considerablemente: 125 en 1919 y 53 du-
rante la depresión de 1922. La mayoría de las oficinas empleaba, des-
pués de 1900, a algunos cientos de obreros; solo al final del período una
que otra empleaba a algunos miles. La existencia de numeros¡osemplea-
dos compitiendo entre sí en un mercado laboral estrecho abría el campo
para luchar por mejores condiciones de trabajo y de vida, y limitaba asi-
mismo la capacidad de los propietarios de disciplinar a los obreros, quie-
nes protestaban, incumplian las normas o se unían con sus compañeros
para conseguir reivindicaciones.
La natr¡raleza difusa de la minería salitrera obedecíaen gran parüea
la geología de los depósitos de caliche, Düy dispersos y de riqueza y
tamaño variados. Hasta finales de los años veintes, cuando l¡asnuevas
tecnologías hicieron posible el procesamiento de depósitos de baja g¡a-
dación, las oficinas a menudo tenían que cenar o reubicarse tan pronto
como los depósitos más ricos se agotaban. Durante los periodos de baja
demanda mundial y bajos precios, los productores marginales simple-
mente cerraban y abrían de nuevo cuando el margen de ganancia lo per-
mitía. En ambos casos los obreros se encontraban temporalmente sin
trabqjo y se veían obligados a trasladarse en procura de empleo.
La dispersión de las instalaciones productivas condujo al rápido de'
sarrollo de redes de comunicación en Lapampa salitrera. Los ferrocarri-
les salitreros privados se extendian por cerca de 860 kilómetros en 1887;
en 1905 dicha cifra se había duplicado. Senderospara mulas y luego ca-

25. And¡és SobeUs, Senblanz¡ del noÉe cüileno, Santiagp, f 956.


26. Las firmas productoras de salitre por valor de nós de un millón de quintales abarcaban el 9%
del total de la producción en 1913 y 3@oen 1f129.Ioa produc.tores de entft) 500 mil y un miüón
aportaban el 21 % del total de la producción en l9l3 y el 3?% en 1929. Iaa enpreeaa media¡as
que producfan entr,e 100 mil y 5OOmil quintalee generaban el62% de la producción total en
1913, pero apenas el26% en 1929. Ios pequeñoe productores contribu¡¡n aolo con el 8% de la
producción total en 1913 y el 1Vo et 1V29. Stickell, "Migration and Mining l¿bor" (Véase
tota22l,pp.22Ly 219.
ciones de amigos, parientes y compadres a lo largoy ancho de la pampa,
y por medio de ella com¡mraban las condiciones en las diversas oficinas.
Pese a que las condiciones de trabajo y de vida, como veremos, no eran
buenas en ninguna oficina, la voz corria cuando mejoraban en alguna.
Los empleadores mantenían lo más bajos que podían los salarios y los
g;astoslaborales; no obstante, se veían impedidos a sobrepasar ciertos
límites minimos y eran mhy conscientes de la naturaleza competitiva del
mercado laboral. Los salarios en la región saütrera eran rel¡ativamente
altos y los obreros, especialmente los varones solteros, podían acumuliar
en poco tiempo suficientes ahortos como para buscar un empleo alterna-
tivo. Libres de obügaciones familiares, log obreros solteros podían em-
pacar sus vestidos y herramientas a la menor provocación, tan pronto
como se enteraban de mejores condiciones en alguna parte o simplemen-
te por capricho. Ellas Lafertte captó todas estas ideas en un pasaje parti-
cularmente luminoso:

"Por aquel tiempo, el fenómeno más caract€rístico de la pampa era precisañente el


de emigrar de una en otra oficina. Nadie echaba raíces en un sitio y era muy dificil
hallar, somo ocurre en los campos, a gentes que han envejecido en el mismo sitio.
No, los pampinos eran gente trashumante y vagabunda, que no duraba mucho en la
migma ofrcina. Afortunadanente había trabajo abundante y aunque las compañías
sabían a quienes se despedla por faltas gtaves, a los simplemente inquietos no se les
negaba el trabajo. La gente se iba por quftame allá unas pajas. Las oficinas abrlan,
se cerraban, volvfan a abrirse. Los pampinos se cambiaban por ganar unos pesos
más, porque les interesaba una mujer en una oficina a varios kilómetros de distancia,
porque hallaban mejores alojamientos o porque la comida era mejor en otra parte. Si
a alguien se le hubiera ocurido hacer una encueeta, seguramente se habrla asombra'
do de saber el número de oficinas que cada pampino conocla. Yo misno, a los veinte
años, habla trabajado en una larga cadena de centros salitr€ros" (27).

Los obreros del salitre expresaban colectiva-"ttÉ la dura realidad


del trabajo ciclico y la limitada independencia de la movilidad geográfica
en el termino que escogieron para la aetividad que dominaba sus vidas.

2?. Elias Lúfertte, Vida de ua conunistr, Santiage, f96f , pp. 388Ó.


típica era un poblado industriar ruidoso, contamin
malolienüe, incongxuentemente rocalizado en la serena inmensid
desierto de Aüacama.vista desde cierta disüancia,a la iu,
del dia,
cina debia parecer como una mancha insienificarrtr l¡avasüaexü
de pampa y cielo que la rodeaba. De nocÍe, "n ras luce
tricas y el estruendo de los trituradores del caucrre
"i; ";b;rgo,
po¿i'apercibirs
de grandes distancias a través del aire seco del desierto.
Entonce
desde lejos, la oficina proyectaba una imagen de poder e
importanc
El núcleo de la oficina salitrera era la-máq"i;;pl";h
de pr
miento, un negro laberinto metálico de chimán"u.,-tit"iudores,
ras, grandes tanques de procesamiento y bateas de secado. puü
avezado, la pila de escoria detrás de la máquina revelaba
la edad
oficina. Detrás de Ia planta de procesamiento estaba el
área para
cenar carbón y' cerca de alli, la 'naestranza o cuarto de
máquinas,
obreros calificados re¡araban el equipo pesado de procesamient
ferrocarril y afilaban las herrami"üi de mano d" ús ;;eros. un
más adelante estaba el cam¡ramentq unas viviendas
en forma de b
cas para los obreros de producción; y aún más uttu,
,"g¡"gadas d
edificaciones de los obreros, las mejór construidas viviJndas
del p
nal técnico y los administradores. La parte central de cada oficina
bién contenia la pulpería, o sea, el almlcén de la comp*iu.
eU,rna
cinas tenían asimismo un-restaurante y un ¡a, mnej^aJo, por
la em
sa, donde los solteros podian tomar su alimenta"ió;;G;ida.
otras

28. Ariel Dorfua¡ p¿ srrmini¡l¡{ est€ últimoEatiz de siga.ificado.


29' Aunquelas descripciones la üda y el trabajo lá p"-p.
!e salitrera soü nume¡oaaay
das, descubrl que las siguientes *atro fu"ot"e "o
anteriornente ait ¿"" fueron las -Ás
para la preparacióndg eatageccitn: h autobiograffa
d! fas ¡rr"rtt" tv!""e nota 2?)
fl6¡16r66nen¡¿r para fuüuroaempreearioaa"r '"ritrg.ag E
úp". tür"il; (véa.senoü
informe de la comisiónparlanentaria sobrel¡s conocio¡ee
e;a"""tli¡t dopor s¡
vaqui (véasenota rl), y l¡ dissrt¡ción inádita a" *¡*"u
iiJ;;;rr):
ot¡o i¡forme parlanentario, publlcado como ooml¡il¡ pri"-"ot"ni" También rs
l¡¡ nee¡id¡de¡ dc l'provirciar de Terapacl y Aatofag;b, de e
S""Urg", "l!."a"
ióü.

J.i-.. E 9*¿"a' á
luelo del desierto para sacarlo a la luz. Empleando una variedad de ba-
rras de hierro afiladas o en forma de cuchara, el barretero abrla un agp-
jero a través del depósito, lo suficientemente ancho como para que un
niño pudiera deslizaise y abrir una cámara en la roca debqio del caüóhe a
fin de colocar una carga explosiva. "Abrir" un depÓsito de caliche impli-
caba establecer una línea de avance para lueSo explotar una serie de car-
gas y abrir un raio o trinchera. Entonces el minero o parücular entraba
en la trinchera para separar, quebrar y cargar el caliche en un carro de
mulas que lo transportaba a la oficina. Allí se evaluaba la calidad del
mineral antes de llevarlo al triturador. Entre tanto, el balretero, 9ü€
arudaba a varios particrrlares, avanzaba alspnos metros y cavaba una
nueva línea de huecosparalela al rqio. Tan pronto como el particular ter-
minaba de remover el caliche expuesto por la detonación previa, coloca-
ba cargas en los nuevqt agqieros y el proceso de excavaciÓnem¡rezaba
de nuevo. Tanto los barreteros como los particulares eran dueños de
algUnas de sus herramientas y fieuraban entre loe obreros mejor paga-
dos de la oficina. Sus ingresos eran a destqio, con niveles que fluctuaban
de acuerdo con la dureza del suelo y la dificultad en la extracción del cali-
che. Eran frecuentes las üsputas entre estos trabqiadores y la adminis-
tración en torno a las tasas de remuneración y a la calidad y el peso del
mineral enviado a la oficina. Tener éxito en el agotador y peligroso tra-
beio de balreteros y particrrlares implicaba mucho conocimiento práctico
y considerable destreza en el manejo de los explosivos, Pgco fiables, que
se fabricaban en la oficina y se vendían a los mineros en el almacén.
Niños de diferentes edades, a menudo parientes de obreros adultos,
desempeñabanimportantes papeles en el proceso minero. Fuera de los
destrazadores, niños entre 8 y 10 años de edad que cavaban las cárnaras
para los explosivos, estaban los matasap(F, un poco mayores' que a¡ru-
daban a los particulares a romper pedazos de mineral demasiado gf,an-
des ¡mra ser levantados y cargados. Jóvenes adolescent€s trabqiaban
como herramenteroe, llevando las herramientas a lomo de mula. Ado
lescentes de más edad podlan cargar o conducir los canos, o empezar a
hacer el trabajo de minería de los adultos. Todos los obreros que trabaia-
se había secadocon el fin de remover las escorias, otros obreros vo
ban el polvo de salitre que se secabaal sol y lo metían en sacosde
llera tejidos por mujeres y niños Y, Por rlltimo, los cargndores llev
los increíblemente pesadossacoc¡de 139 kilos a los vagonespara ser
pachados(31). Casi todos los trabqiadores de la planta de procesam
eran también pagados a destqio; la destreza y la dificultad de la fa
así como la producción de la planta en su cor{unto, determinaba
monto del salario. Los ripiadores, cuya tarea debía llevarse a cabo a
velocidad y en condiciones de extremo calor, eran por lo general los
jor remunerados. La mayoría de las plantas de procesamientotrabqj
24 horas todos los días del ar1o,excepto el l8 de septiembre, fecha
Independencia de Chile. Los hrrnos eran de doce horas, con dos y m
reservadasa la alimentación y el descanso.En ocasioneslos obrero
la pl¡anta, quienes generalmente trabqiaban en cuadrillas encargada
tareas específicas beio la dirección de un cp¡pataz,laborabanun m
h¡rno adicional. Stickell descubrió que dichos obreros con frecuencia
bqiaban largas horas en auténticos arrebatos de varios días y lueg
maban un dia o más para descansar.La mayoría, sin embargo, trabq
un promedio de más de seis días a la semana.
En la pampa los horaric de trabqio y la supen'isiÓn eran menos
dos que en la planta, y los particulares eran más o menos libres de

30. Senper y Michels erplicaron: "Se ¡echazan de o¡din¡rio instdlcioD€s Eocánicas qu€ e
mizan brazoo, porque debido al ¡lto p¡ecio del carbén, no se obt€ndria ninguna econom
pecto al trabajo manual y porque en el Desieilo las inEt l¡cionos complicadas pueden d
ga¡ ¡ perturbaciones perjudicialee ¡ la ma¡cha del trabqio". U¡p,t¡ca¡on I¡ inte¡¡idad l
de las operacionee mineras en l¡ Eisms forma, añadiendo que lr naturatrezaexteneiva de
ceeo y la superfcie a menudo bland¡ del desierto dificultaban el novimiento de máq
Véage L¡ induetria del ealit¡e (en la not¿ 3)' p. 4? y pp. 80'81.
31. Sempery Michels anot¿ron que parte del é¡ito or$nizativo inicial de loe estibadorca d
que se derivó del simple hecho de que pocrosobr,eros podtan con el peoo de loa bultoe d
tre. Continúan afiroando que a conienzoe del giglo XX el peao de loo bultos fue reducido
tilo. lI¡ i¡duúir del selltrc, p. 90). En l9(X, si¡ emba¡gp, uncmité de trabqiadorea e
jaba a los investigadorea parlanentarioo que ninntn bulto peaaba menos de 120 kiloe
aleunoshasta 1ó0 (Sal¡sl¡vaqui, Tltbtios, p. 588).
debbtirse en medio del polvo pentranente de los trituradores, el fango
del proceso de disolución (Lafertte llamaba a los obreros de la planta de
procesamiento los embarradc), los vapores nocivos y el constante calor
de las calderas, las líneas de vapor y el sol del desierto. La maquinaria a
menudo estaba en rnalas condiciones de mantenimiento y las normas de
segpridad y mecanismos de protecciÓn casi no existían. Una comisión
parlamentaria enviradaen 1904 a invesügar la sitr¡aeiÓnen el norte halló
especialmente aterradoras las condiciones de seguridad y salud en las
oficinas viejas. Mientras que los mineros resultaban heridos primordial-
mente a causa de dem¡mbes y el manejo de explosivos de mala caüdad,
los que laboraban en las plantas mostraban tma alta incidencia de infec-
ciones pulmonares y con frecuencia eran mutilados o quemados al ope'
rar las máquinas. Los servicios hospita}arios y médicos eran muy escasos
en la pampa; en efecto, en toda la región del salitre solo exisüa un hospi.
üal en 1912. En dicho año atendió 1.026 pacientes, 326 de los cuales ha-
bían sufrido accidentesindustriales. De estos últimos, 83 eran particula-
rcs y 44 ripiadores. La rnayoría de los pacientes eran varones solteros
entre los l5 y los 40 años. Los accidentes laborales no se reportaban y
eran atendidos en primitivas instalaciones en las oficinas. Los obreros a
menudo tenían que contribuir con un peso al mes para tales servicios,
mientras que la compenÉ¡aciónde las empresas por accidentes era un
hechopoco común. Los trabajadores organizaron muy pronto sociedades
de aruda mutua a fin de sostener a los afiliados enfermos o heridos y de
manera consistente se opusieron a la tarifa de un peso que la administra-
cióndeducía de sus salarios.'La necesidad de una seguridad mínima, en
especial parrillas protectoras sobre los cachuchos, figuraba entre las pri-
meras exigencias colectivas de los obreros del salitre.
En sus horas libres los trabeiadores podían aspirar a muy poco. Vi-
vían confinados en las miserables viviendas construidas por las compa-
ñias. En el período inicial tales estructuras eran usualmente cuchitriles
sin ventanas hechosde piedra y escoria metálica. Más tarde, se hicieron
comuneslas viviendas construidas con hierro cormgado, mas dichas edi-
salitre se alimentaban mejor que la mayoría de los obreros chilenos
lo general consumían carne dos o tres veces al dla, y Semper y Mic
científicos alemanes que estudiaron la industria en 1903, creían qu
dieta era superior a la de los obreros de su patria.
Los trabqiadores del salitre dependian casi totalmente del ing
monetario para su subsistencia. Incluso a aquellos hombres con fa
les estaba vedada la posibilidad de cultivar una huerta, aunque alS
familias criaban gallinas y cerdos, que podían llevar consigo cuand
jaban la oficina. A menudo las mujeres suministraban la aümentac
los mineros solteros, pero casi siempre era pohtica de la empresa p
birles abrir una pequeña üenda o un bar. Todos los factores menc
dos contribuían al'nomadismo de los obreros. "No hay habitante
norte atados al suelo por la propiedad de casas, huertas u otras raz
que constituyen el amor por un lugar determinado", escribió el ge
de la OficfuraHumberstone en 1915. "En corx¡ecuencia,un obrero n
ne más razones que su conveniencia para f[jar su residencia en u
otra oficina" 1321.
A pesar de las duras condiciones de trabeio y de vida en la pa
los trabqiadores se las arreglaban para llevar una rica vida social. V
ban fuera de las oficinas para visitar a parientes y amigps, particip
en funerales y asisüan a reuniones políticas en los puerüos. En la
queñas poblaciones de la pampa, esparcidas a lo largo de las [nea
rreas cerca de l¡asgrandes oficinas, bebían, jugaban, visitaban pro
tas, compraban provisiones a los comerciantes y discutían sus nece
des comunes y aspiraciones. Era en tales pueblos donde muchos te
acceso a organizadores sindicales, con frecuencia no admitidos e
propiedades privadas de las oficinas.
En las oficinas también se desarrollaron imporüantes instituci
sociales. Lafertte adquirió -muchas de las capacidades que reque
como sindicaüsta en clubes de depor0e,teatro, música y danza. No
mos mucho acerca de-est6 clubes ni en qué medida participaban lo

32. CitadoenStickell,"Mi$ationand-i'i'8labor"(Véasenot¡22)'pp.296-296.
biente ruidoso y agotador, así como con la atmósfera estr,epitosa e incul-
ta de los bares y burdeles en donde buscaban escalmr de la dura realidad
de sus vidas. El alcohol estaba prohibido en las filamrónicas e incluso la
instrucción de danza entre hombres trascunía en un ambiente de gran
seriedad y formalidad. En 1904, un compasivo periodista de clase media
reaccionó con una mezcla de condescendencia y asombro a su baile con
'compañera'
un limpio y bien vestido miembro de una filarrrónica. "Mi
era extremadamente ceremoniosa,y de tan fuertes músculos, que en vez
de llevarla yo, me llevaba 'ellia' como una pluma" (33). Algunos de estos
clubes eran numeros(xr, con varios centenares de afiliados en l¡asoficinas
grandes. Los obreros contribuian con dos y hasta cinco pesos mensuales
a los fondos de aruda mutua, administradm por las filarmónicas y los
clubes de deporte y teatro. Tales fondos se empleaban en el sosteni-
miento de miembros lesionados'o enfermos, el pago de funerales y el
apoyo a las familias de los obreros por un corto período luego de la muer-
te del afiliado (34).
Las organizaciones de este tipo eran esencialmente defensivas. Va-
liéndose de ellas los obreros procuraban sostenerse espiritual y material-
mente en tan destructivas condiciones sociales de vida y trabqio. Muy
pronto, sin embargo, los obrerqt empezaron a foimar instih¡ciones que
buscaban cambiar su situación como clase. Dichas instituciones eran
bulliciosas, creativas y combativas, y dejaron una rnarca profunda en el
registro histórico.

OBRERAENELNORIE
LA ONGANIZACION
En toda América Latina, los intentos de los trabqiadores de los enclaves
exportadores por organizarse y mejorar su sihiración económica y social

33. Selashvaqui, Tlú.iorfféüemta ll], p.866.


34. Una orgrnizaciónobrerade Tocopiltasr¡minist¡abac'uid¡doy tratamientoa miembroslesiona-
dooo eaferuos en unas in*¡l¡ciones propia¡ que contabancon "vatiEE cam¡s" y por el año
l9(X atendlaebudedo¡& die¡ p*ientes d Dss.
mente exitosos (35).
Como en otras economías exportadoras laünoamericanas, en
los primeros trabqiadores que se organizaron y forzaron concesion
parüe de sus patronos no fueron los vincul¡ados directamente a la p
ción exportadora, sino los de la infraestruchrra de transporte que
crecido al servicio de l¡a economia de exportación (obreros maú
portuarios y fenoviarios). Generalmente éstos eran más califica
gozaban de una mejor situación rttaterial que la rnayoría de sus h
nos de cl¡ase. Adernás, eshrvieron expuestos relativamente pr
ideologías radicales de la clase obrera. Pero en Chile, al contrario
que ocurrió en muchos países, estos obreros del transporüeen bre

36. En egtE s€cción he r,ecurrido primordiaünente a I¡s siguiente¡ obra¡ publicadae: He


mtrez Necoche¡, Hborb del novlnlolto oblero, ¡lgb rrr, Santiagp, 19ó6, y Origer
cüln del Partüo Gomn¡i¡t¡ de 6tlle, Santi¡Up, 1.966;Julio @sa¡ Jobot, "Movimient
obrero", en Universidad de Cbile, De¡¡¡¡ollo de Ctlle en lr prlnen ntt¡d del ¡iglo
tiago,n.d., 1963;JulioCós¡¡Job€tetü,editore¡, Obne¡cbct¡¡dGI¡¡¡Emlltof,oc¡brr¡e
Santiago, 19f2; hris Vitale, IIiCorh dcl nwlnlcnto obrero, Santiago, 1912; Mich¡el
teón, Ctlle ln the nihrte er¡, Madison, Wicconcin, lg82, y Peter De Shezo, fJ¡'!¡¡
¡¡d l¡bor ¡nions ln Ctlle, ltüz-lfi¿7, Madiron, Wiaconain, 1S3. t¡ obra de R¡mlre
chea, Jobet y Vitale está b¡sed¡ en prenrpuedos maristaE clÁsicos ace¡ca de la tra
revoluciona¡i¡ de los obrcroo chilenoe; dmuegba la g¡an i¡Iluercia del novimiento
especialmente de loo trabajadorea del aalih,e, ea la bi¡toria chilena del aiglo XX. Pero
que, como sotüuve de ma¡era móa geueral en el Capltulo 1, talee ptcsupueetoo eatán
mente conoboradoc en la hi¡0ori¡ chilena y debido a que dichoe autores no ae preoc
loe patrores difsroDtes de otroc nwimientoe ob¡e¡oc de Amóric¡ l¡tin¡, no con€t
aupoeicionse a un ¡¡áli¡i¡ hidórioo crftico. I¡ obra de Monteón, a difere¡ci¡ de la mla
z¡ l¡ cultu¡a ' 'trarlidon¡l ' ' de loc obreros y la élite chilenoe por igual y denigra de loa
eatrateghs de la izquisrdE de Chile. I¡ refre*a¡te inveeti&ción prina¡i¿ de De Sba
de loe anarquirtee enel moviniento obrero urüano sirrre como correctivo ¡ log inforoeg
redoe del papel de loe tra\iadoree del salitre y de loo s(Eirlisto!, ¡re¡o no puede er
que tan drádicamente distingue el movimioto obrero chileno de otr,oscomo el de Ar
en el que el anarquioo fue tambión fuerte.
Clariücando mi propio ¡rEr¡nento, t¡mblfn b¡Iló de mr¡ch¡ utilid¡d la dicert¡ción d
nuel Valenzuela, "hbor mwement fomation and politica: lbe Ghilean a¡d trlench
oom¡rr¡ative per¡pective", Columbia Univeraity, l9?9. V¡bnzuel¡ erplica la trayec
quierdieta del novüniento obr¡¡o chile¡ro e trar¡ée de loa edrecboe lsnteE de la eetruct
tica y la teorla org¡niz¡cio¡al reberia¡a. $¡ argumento ss ¡n¡lir¡ q ¡¡ys¡ det¡lle e
{s.
de los muelles hasta los trasatlánticos, las mancomunales pronto incor-
poraron artesanos, empleados de los servicios porhrarios, ferrocarrile'
ras y lc obreros del salitre que laboraban en la pampa misma. Las rnan-
comunales también se ex¡randieron hacia el sur y se convirtieron en or-
ganizaciones poderosas y muy militantes en la zona carbonífera, cerca
de Concel¡ción. Todas las tqancomunales eran organizaciones regionales
que reunian obreros caüficados y no calificados de diferentes actividades
con el fin de unir recursos y coordinar acciones.
Las actividades huelguísticas de estas organizaciones miütantes han
recibido considerable atención en la historiografra laboral de Chile. Julio
CésarJobet, por ejemplo, ha elaborado un buen resumen de las huelgas
realizadas por las rnancomunales después de 1900, que culminaron con
la huelea general masiva de 190? en la zona salitrera (36). Esa huelga
terminó el2l de diciembre de ese año, en la masacre de lqr¡ique, la peor
de la historia sindical de Chile. En virtud de que la huelea de 1907 expre-
sa de manera tan cmda y dramñtica la naturaleza de las primeras luchas
laborales de Chile y la importancia del proletariado salitrero en el desa-
rrollo del movimiento sindical y de la izquierda, y debido a que se convir-
tió en el símbolo de la lucha del pueblo chileno contra el capital extrarÚe-
ro y las fuerzas domésticas conservadoras, ha inspirado un raudal de
artfculos periodísticos, historias, novelias y hasta partihrras musicales.
La masacre y la represión laboral generalizada que siSUieron a la huelga
de 190? virh¡almente destruyeron la organización sindical efectiva en el
norüe y pusieron fin a la era de la mancomunal propiamente dicha. Muy
pronto, sin embargo, instituciones estruchrralmente similares resurgie-
non en la pampa y en los puertos salitreros. Tales organizaciones tam-
bién realizaron huelgas, pero se concentraron aún más en las actiüdades
culh¡rales, ideológicas y orgAnizacionales que tan imFortante papel ha-
bian desempeñado en los esfuerzos de las primeras ¡nancomunales. Es-

g6, "I¡s primerao h¡cü¡s obrpra¡ en Chils y la Cmr¡n¡ de lquique", en Toqu¡to ü Tella (ed.),
Eúrc*o¡rs dDdc.lo!, Buenoe Airee, 19@, pp. 67-67.
nización v socializac_ión u',itorro*o, de orga_
que qiáLái"; p;;ó;üiürruru
dominanre chilena.L", or."io-u"ule" "lt ñ;;;ililorr"" de ra clase
cedieron en el norte, continuaron y que tessu_
ampliaron"rrrGrr"io"es de ayuda
mutua de las primeras organizaciones
o¡ie;;:-tr; uii^ü¿* contribuían
a diversos fondos para sosüenerse
a si mismos;;;;l" lesión o enfer_
medad y para paFar los costos de f"..t."""*!"";1"";r"hs
programas de educación for¡nar legales. Sus
incruian cüse;;;;;, de técnicas
elementalesy de tejido p"o 1"" t""¡"res.
Algunas ,iáL".iones fueron
más allá y constituyeron cooperativas
de conɡumo.El gnrpo socialista
Iquique planüeóla audaz ¡¿ea ¿e de
u"a coo-perativade producción y
mo y, durante seis meses, antes consu_
de su fo"r"o ¿"Uiáol u* guerra
de
frTj:X?mnT*iosint€rnos,sumini"tiá-s,ai;;¿derp;;;;;;:
Muchas actividades se ha[aban encaminadas
cavar los valores cultu-rales¿. específicamenüea se
ü ,oi"áil;ñ. #"É_*.
abordaban temasexpricitam"nt de teatro
parüepor anarquisüasespañotes.ii!"ürr"T" H; Escritasen s'an
Actvi"tu"-"rrii"-riüt"orrta¡an
ñasde prensay org¿¡¿uu"" rr""ioi"s campa-
púbücasy debaüespara desacre_
ditar a los capiraül!.q, , d";;lr;;;
conseryadores y
aprovechaban de laindiferen"l" a" *"gi;:. ñ;-#;lrlu..rrn a tralelesia. Se
na frente a la activüad reügios" i"*r"l y ra hispa-
clericalessancionada" t"Á¡il"ár"ür*"ooi"rrtes anti.
¿"'L *rtura domi¡ilit" el fin
estimulara los obrerosa "rdesechai
"T*rrá *h-"tol* de
blemasque afrontau"". rui ru-¡oi,ái".irüu" d";ú;ffi;a "on
para lospro
presenciade Ia Igtesiaen ta.pampa ;;;il'de l¿ limirada
*ut**áJ;;;;; se hmentaba
un comisionadoparlamentario, tossacerdote,;;"or,
sos". Aunquela mayoríade ló ti"Uai1g*9s muy esca_
albergaba "i"rl"t"
algrin sentimien_
to refuioso,muchosempezaron
a ¡¿i"uriái;'ilffiLmente. una
37' Tal era el peso de loe atequea-oontra
el ¡ec¡baneni¡no la¡zadoo en el eeno del partido
comu-
trf ÍjfiHil"ffiTff 1;1;tüüA"tt,a""ñr;;;ñ;séencr¡enrra¡'eah
capital foráneo, insistían, achraba de manera sistemática con "una
tica altanera y provocativa". A continuación ligaban sus intereses de
se con la cuestión del bienestar económicode Chile en el futuro.
"Es ¡rr hecho gue la p"'np¡ salitral debe a Chile arln nuchoe millones de peso
es¡¡eran ser atraldos y transportadoe al ertranjero, si u¡ra legistción patrio
pone reparo a los muchos desperfectos que privan al trabdador de obtener la
'
de egoscaudales, que ernigran sin traba alguna y muy rápidanente del país' (3

Los socialistas elaboraron y sistematizaron estas concelrciones


llevaron a sus lógicas conclusiones. En un debate con un periodista
sen'ador, en 1913ó 1914, en Iquique, el líder del naciente partido s
lista atacó a los capitalistas británicos que controlaban la economi
salitre y tildó de antipatriotas a lc empleados públicos corn¡ptos qu
oponían a los trabqiadores. Eran los obreros quienes producían la ri
za de Chile y los ingresos del Estado; ellos eran los verdaderos patri
concluyó. Apoyado por una audiencia repleta de obreros simpatizan
el sociralista,segúnLafertte, "ganó" el debate y fue sacadodel saló
hombros de obreros que lo ovacionqban.
En su p¡ensa, en manifestaciones públicas y en las reuniones s
nales de organización, anarquistas y sociraüstastraducían su opos
doctrinaria al capitalismo en términos que los obreros pudiesen ente
mediante su experiencia diaria. Hablaban del abuso del sistema de
con fichas y lo relacionaban con los males de la propiedad privada.
gnban por la abolición de las clases sociales mediante la reorganiza
de la producción en cooperativas controladas por los obreros. Los s
listas propugnaban la nacionalización de la economía del salitre y
ulanera mÁs inmediata, la redistribución del ingreso mediante imp
tos progxesivosy prog¡arnas de bienestar social. Tanto anarquistas
socialistas destacaban las cuaüdades espirihrales de una nueva soc
en la que el amor y la libertad prevaleceúan. El teatro y ,las canc

38. Sclas lavaqui, Trabric lVóare noüa I I ), p. 867.


39. lbiü, p.662.
¿é nis Emiüo Reca-barren, ei
hombre que emergió a comienzos de los años veintes como el más gran-
de [der del movimiento obrero chileno. Tipógrafo de profesión,
Recabarren llegó al norte como un joven liberal reformista a fundar"rr-1g0g
uno
de los primeros periódicos obreros que circuló en la región del saütre. su
experiencia en las mancomunales lo radicalizó y pasoll resto de su vida
fundando y editando periódicos obreros. .,Recabarren tenia la compul-
sión de fundar periódicos", escribió Lafertte, quien editó varios de ellos.
La lista de casi una docena incluye El rrabaio (Tocopilla, rg0g-05t ñi
Proletario (Tocopilla, rg04-05), El sociatist¡ iposteriormente El Comu-
nista; Antofagasta, tgt6-27) y Justicia (santiago, lgz4-271.u más siái-
ficativoy de mayor duración fue El Despertar de loe Trabaiadores (If,ui_
que, 1912-27l.El nomb¡e_levelasu propósito fundamentai.
El Des;er-
tar, como los demás periódicos obreros de la zona del salitre, suministra-
ba a los obreros de los puertos y las oficinas una fuente al0ernativa de
información, una visión üstinta der mundo. sus pásinas estaban reple
tas de denuncias de inaceptables condiciones ae vi¿i y de trabajo, intor_
mación sobre huelgas y actividades cultural"r y .ociul"s, trascri¡rciones
de texto,sde anarquistas europeos y pensadoreásociales, así como resú-
menes de los más imporüantesdiscursos de activistas chiienos que ataca-
ban los valores culturales y el monopolio político de la clase dominante.
Algunos historiadores han concluido que, dada la alta tasa de analfa-
betismo entre los trabajadores del salitre, el énfasis de los primeros acti_
vistas laborales en los periódicos estaba mal encamin¿do.io no creo que
lo estuviese. Muchos obreros del salitre sabían leer y los miütantes loca-
les leian envozalta a sus amigos o trasmitíatr r,ré propias palabras la
información que habían recogido en la prensa."trDebidb ai respeto que se
les inculca a las personas iletrada" o pobt"mente educadas por lapala-
bra escrita y por aquellos que pueden usarla, ,r* pr"*u obrera lierre
que haber sido üambiénun motivo de orgullo (40).

¿b' h mismo podrta deciree de la vegtimeatá de Recabaren y de otror


activietas, tan criticada por
Mont¿ón. No vesdan como mineros del saütre sino, al óntt"tio
{con la etcepción parciaf de
cuencia a caballo, con sus su
en la parüe trasera de la silla. A mediados de los años veintes, los vi{es
se hacían en automóviles que desplegaban gtrandesbanderas rojas. Por
entonces las manifestacionesse llevaban a cabo en la pampa abierüa,a la
entrada misma de las oficinas más importantes.
Con tales métodos, y sin duda cúr muchos otros que se han perdido
en el registro histórico, las instituciones obreras de la zona saütrera su-
ministraron gradualmente a numerosos obreros las herramientas cultu-
rales, las capacidades organizacionales y la confianza para comprome
terse en una acción colectiva encaminado a cañbiar sus vidas. La pro
fundidad del compromiso variaba. Casi todos los trab{adores, como la
mayoría de l¡aspersonas en cualquier parte, trataban de evitar los sacrifi-
cios y riesgos de una participación plena; sin embargo, lo que distingue
la historia de los obreros del saütre de la del resto de la clase obrera chi-
lena y de otras naciones es que surgieron significativas y crecientes le
giones de obreros comprometidos.
Una indicación irrecusable de la creciente autonomía culh¡ral de los
obreros del nitrato es la forma como reaccionabanlos patronos del centro
de Chile ante los trabqiadores del salitre que contrataban durante los
períodos de crisis de la industria. Las actitudes de los empleadores frerr-
te a los pampinoe quedaron registradas en lias quejas escritas que se
archivaban en la Oficina del Trabqio, la cual trató de reubicar a millares
de obreros salitreros en las obras públicas y en Ia agriculhrra después de
1914. Stickell eshrdió las carüas y descubrió que muchos patronos se

Iafertte, quien confeea su debüdad por loa eombreros finos), usaban modestoo vestidog
oscl¡¡os, indic¡üvos de educaclln y cultura. Cualquiera que haya visto fotograflae de obreroe
de aquella época en manüestaciones prlbüc¡g sabrá que todo obrtro que podia ge vestfa asf.
Tratar de vestirse como un miemb¡o de la cla¡e media edr¡c¿da significaba afi¡ma¡ su propia
dignidad. Se pueden halla¡ buen¡s fuenteg pa¡a fotografias de movilizacionee obreras en el
norte en la colección "Nogotros los chilenoe", eapecialnente Patricio Manns, Ias grandee
m¡sec¡es, Santiago, l9?2, y Mario Bahamond S., Pempinoe y ¡alit¡ero¡, Santiago, n. d, Véase
también Enrique Reyes N., El deaor¡ollo de b co¡cie¡ci¡ proletaria en Chile (el cido e¡litre-
ro), Santiago, n.d.
una alianza entre los obreros radicales del salitre y los miütantes sindica-
les de la capital (41).
Otro indicativo, aunque más problemático, de Lacreciente autonomia
culh¡ral y el inconformismo politico de los obreros del salitre es el pode-
rio expansivo de los partidos reformistas y de izquierda en el norüe. Es-
tos partidos -radicales, demócratas y evenhralmente socialistas-
hallaron más apoyo en el norte. Y pese a que la mayoría de los obreros
del salitre no podía votar y muchos de los que podían lo hicieron por can-
didatos izquierdistas radicales y demócratas, el Partido Socialista (Parti-
do Obrero Socialista), fundado en Iquique en 1912, logró elegir seis con-
sejeros municipales en l9l5 y dos diputados nacionales en 1921. Des-
pués de esta fecha, hasta la represión de lg26 y Lg27,la fuerza electoral
y parlamentaria del Partido Comunista (sucesordel Partido Socialista) se
expandió rápidamente. Buena parte del éxito se derivó sin duda de pac-
tos electorales con radicales y demócratas, que se suscribían en las loca-
lidades para ampliar el poder de cada partido en los diferentes distritos
electorales. No obstante, los datos comiciales apuntan a Laexistencia en
el norte de centenares de militantes mamistas hacia mediados de los
a¡1osveintes (42).
Por supuesto, es dificil para los historiadores descubrir en forma di-
recta lo que penÉ¡aba}a mayoría de los obreros del salitre acerca de sus
vidas y sus esfuerzof¡por mejorarlas. Aun en1927 elffiVo de los trabaja-
dores de la industria no sabía leer ni escribir. De todas rnaneras, a üfe-
rencia de sus antagonistas de clase en las oficinas, los obreros no pc
seian ni la tradición culh¡ral de registrar sus problenras y esperarrzas,ni
el tiempo necesario para hacerlo. Lo que más se aeerca a las memorias
de un obrero del salitre es la notable autobiograffa de EIías Lafertte. A
diferencia de las elaboradas autobiografias de los hderes sindicales
comunistas en otros países, el libro de Lafertte no intenta convertir la
experiencia de sus primeros años en la pampa salitrera en un recuento

4 1 . $ickell, "Migration and mining labor" (Véaoe nota 22), C. 4.


42. Arturo Valenzuela, Po[tic¡l brolere in Chile, I]urham, 1976.
gulo diferente, examinando lo que los obreros realmente hicieron para
mejorar sus vidas. Ya hemos discutido dos estratesias iniciales desarro
lladas por los trabqjadores de la pampa. Se desplazaban en procura de
mejores condiciones y organizaban sociedadesde ayuda mutua para en-
riquecer su vida intelectual y protegerse a si mismos y a sus familias de
las fuerzas naturales y humanas que escapabana su control. Ambas acti-
vidades implicaban un conjunto de valores culhrrales y actitudes que
empezaron a distinguir a los obreros del saütre de otros sectores del pre
letariado chileno, en especial de los trabdadores rurales, a quienes re

43. J. Samuel Valenzuela, "L¿bormovement formaüon", lleva este punto hasta el extremo. Para
él la trayectoria de un determinado movimiento obrero resulta de las estructuras pollticas y la
concatenación de eventos pollticos, producto, a su vez, de la voluntad de los obreroe y los llde-
res politicos. Ias impücaciones de dichag suposiciones para el a¡álisis bistórico se revelan cla-
ramente en la forma como trata el areglo de una importante huelga ferrovia¡ia en 190?, pp.
4L9-26. De acuerdo con su interpretación, la huelga fue un evento fundamental en la secuen-
cia poütica que condujo a la masacre de lquique a finalea de ese año y al eventual eclipse de la
dirección moderada socialdemócrata dentro del movimiento obrero chileno. Tales eventoe per-
mitieron que llderes y pa¡tidos mós radicdes e izquierdistae llenaran el "espacio organizati-
vo" creado por el surgimiento del movimiento obrero. Valenzuela critica a los lídereg refor-
mistas de la huelga ferroviaria por no baber t¡atado con fi¡meza gufciente de "vender" un
arreglo "favorable" a las basesde huelguistas. Dicho arreglo, que era mucho menoe de lo que
los huelguistas e¡igian y fue rechazado por la mayorla, lo coneidera f¡vorable porque en los
aüoe aubaiguie¡tes la tasa de cambio del peeo chileno con la übra esterlina eetablecida por el
acuerdo habrla mejorado loa aalarios reales de loe obreroe ferroviarios. Tal a¡gunento no eol¡-
mente es ahiatórico. Io nismo que toda la obra de Valenzuela, asume que Ia erperiencia pasa-
da de los otrreros,sus actuales concepcionesy sus expectaüivasfuturas fueron relativamente
s€cundarias para el desenlace; que los sacrificios y rieagos agumidos por los huelguistas pue.
den medirse y compensarse en términos en gran part€ económicos; que los sentimientos colec'
tivos de los obreros pueden ser fácilmente alteradoo por llderes inexpertos de una amplia gama
de sectores pollticos; y que los lfderes marzistas de la época no eetaban mejor equipados ideo
lógic¡ y polfticamente que Ios reformadores moderados para asumir los riesgos impücitos en
p€rlraneser en linea co¡ lae bases militantes. I.o explicación que da Vale¡zuela de la forma-
ción del movimiento obrero chileno corre paralela con au tratamiento del caeo argentino, pp.
3ffi9. Atribuye el cr¡¡ao fundanentalnente disüinto de la higtoria laboral argentina a un he-
cho poütico fortuito, el golpe de 19Í|0. Dicho evento no ee erpüca dentro del contexto de la his-
toriaeconómica y eocial argentina de comienzos del siglo XX, ni ee rel¡ciona con el problema
central, ütal p¡ra comprender l¡ formaclln del n¡vimiento obreto argentino, de las conple-
jae causas del curso anómalo del deganollo histórico argentino deepué¡ de 1930.
administradores de las oficinas, mientras que el primero, que era indivi-
duaüsta, enfrentó la decidida oposición de los capitaüstas. Como ya
hemos visto, los empresarios del salitre diseñaron esquenrasde pago y
de crédito -trabqjo a destqjo, pago mensual con fichas, depósitos de
herramientas y crédito en los almacenes de la compañía- con el fin de
restringir la movilidad de los obreros y el poder de negociacióny desafio
a la autoridad que ella implicaba. Empero, estos esquenrasadministrati,
vos nunca lograron plenamente su meta. Es más, cada uno üendíaa in-
tensificar el conflicto entre obreros y patronos y a transformar las exi-
gencias individuales obreras en protesta colectiva. Y aunque las socieda-
des de ayuda mutua parecian canalizar las energías de los trabqjadores
haeia objetivos culhrrales y sociales inocuos (a tiempo que asumían gran
parte de la carga de bienestar social que más tarde el capital se vería for-
zado a costear), las habilidades y la confiranzaen sí mismos y en los de-
más que los obreros adquirieron, les ayudaron a prepararse para el
momento en que empezarían a trabajar colectivamgnte a fin de superar
las condiciones sociralesque amenazaban su sustento y amargaban sus
vidas.
Los obreros del saütre se comprometieron en acciones colectivas en
gran escalaya desde 1890. Muchas de las huelgas de las siguientes cua-
tro décadas comenzaron como protestas espontáneascontra los procedi-
mientos que determinaban el pago, los descuentossobre las fichas (o la
tasa de cambio del peso chileno con la libra esterlina) y los precios o las
balanzasadulteradas de los almacenes de las compañías.Un historiador
calificó estas quejas de los obreros como expresiones de un "liberaüsmo
enfurecido", mas lo eran solo en un sentido superficial. En Ia fatídica
huelga de 190? los obreros exigían la abolición del sistema de vales y la
reducción inmediata de fichas, sin descuento, en todas las oficinas. De-
seaban asimismo que las fichas fuesen cambiadas a una tasa superior a
Latasa de cambio internacional oficial de las libras esterlinas y los pesos
chilenos. Pedían también "übre comercio", mecanismos adecuadosde
seguridad, escuelasnocturnas g¡atuitas y dos senranasde preaviso para
los obreros en caso de despido por cualquier razón. Por último, la lógica
fuerza laboral y socavaba el recurso de la inflación para disminu
gastos del capital en salarios, sino que violaba también el principio
ral del patrón internacional de oro. El libre comercio en la pampa
en peligro la capacidad de los capitalistas de recupenar, a través
alrnacenesde las empresas, parte de sus gastos en salarios. Tam
negaba al capital, como declaró el presidente de la Asociación de
ductores de Saütre ante la Comisión Parlamentaria de 1912, "el sa
derecho de propiedad que nos concede la Consührción Política".
documento, explicó, reconocía el derecho de los capitalistas a e
"pleno dominio [en] nuestras propiedades". Los mercaderes itin
tes, que vendían ücor, se dedicaban a la propaganda subversiva
cual son muy dados") o intentaban son͡acara los obreros de las of
hacia otros empleos, debian ser tratadut con dureza y expulsados
oficinas. Pese a que para los capitalistas resultaba diffcil negar pú
mente l¿ irnportancia de aparatos para evitar los accidentes industr
la capacidad de los obreros para decidir dónde y cuándo debían ins
se amenazaría la supreura autoridad de los propietarios de deci
mejor forma de invertir su capital'y dictar la manera como se debia
nizar el trabajo. En cuanto a las escuelas, éstas podrían suministra
discreción de cada empleador, pero en realidad eran problema del
do, y no de la empresa privada. Finalmente, la insistencia en la in
dad de los huelguistas y el reconocimiento de las organizaciones ob
desafi¡abael más fundamental de todos los principios: la "liberta
trab4io", que los capitalistas interpretaban como su exclusivo dere
comprar fuerza de trabqjo en el mercado y contratar como les par
con cada individuo por separado.
La lógica anticapitalista de lo que para una mentalidad de med
del siglo XX podria parecer como aspiraciones überales era inexo
Los capitalistas de inmediato se dieron cuenta de lo que estaba en j
Rehusaron hacer concesiónalguna por principio. Trataron de romp
organizaciones obreras a toda costa. Se valieron de espias y estab
ron listas negras. Impedían la entrada de los obreros a las oficin
cuando todo esto fallaba acudían a las fuerzas del Estado para pro
su situación contenían radicales
que amenazabanlas bases de la empresa capitalista. Diso ,.quiá", por-
que dados los inmensos riesgos implícitos en la protesta colectiva, los
obreros, asi como sus líderes, tenían que ser cautelososy prácticos. In-
dependientemente de lo que pensaran acerca de las implicaciones de sus
exigencias, debian envolver sus aspiraciones, inherentemente radicales,
en el lengude liberal de la cultura dominante. Tenían que conseguir lo
que pudieran sin perder sus trabqios, su übertad personal o sus vidas.
Aunque los obreros gradualmente lograron concesionesen las oficinas
mediante acciones de protesta individuales y colectivas, el grado de re
presión al que estuvieron expuestos a lo largo del período talvez desco
razonb a muchos. Pero radicahzó a muchos otros. El único documento
preparado por una organización obrera que fue publicado en el informe
de la comisión Parlamentaria de 1913, decl¡arabaque cinco minutos de
descargas de fusilería aprobadas oficialmente en contra de los pacíficos
huelguistas de Iquique en lg0?, habían hecho más para destruir su pa-
triotismoy su respeto por lla autoridad gubernamental que .,medio siglo
de propaganda sistemática de mil anarquistas" (44).
A pesar de la fuerza atrincherada y la atracción sutil y constante de
las concepcionesliberales, así como el considerable riesgo que significa-
ba parücipar en la política de izquierda, cantidades significativas de
obreros salitreros se volvieron anarquistas y socialistas. Lo hacían por-
que tales ideologias anticapitalistas coincidían con su percepción del
mundo y ofrecían soluciones significativas a sus necesidadesy aspiracio
nes personales. La sociedad en el norüe estaba dividida en dos cliases,
claramente distinguibles. Una mandaba, la otra trabqjaba. Una era rica,
la otra pobre. No sol¡amenteeran l¡asclases étnica y culturalmente distin-
tas, condición que también se daba en la agriculh¡ra y la industria chile-
nas, sino que el capital era extranjero, a tiempo que la fuerza de trabqio
era chilena. En el norte el capital explotaba sistemáticamente al trabqjo,

'14. El informe de la comisión so cit¡ en l¿ not¡ 29; las citas reproducidas aquf y aüróe son de laE
pp. 8l€2 y 13?.
ron las condicionesy los congfesistas debatieron reformas, la situa-
ción en la región salitrera cambió muy poco. A fin de cuentas, el capita-
lismo era irracional. Un mes habia demasiado trabajo; al siSUientb, mi-
llares de obreros estaban desempleados, sin vivienda, totalmente de-
samparados. Mas el capitalismo no solo era malo para los trab4jadores;
era malo para Chile. Los extranjeros se alzaban con la irremplazable ri-
queza del país, con enonne beneficio para sí mismos. Muy poco de lo
que los obreros observaban en el enclave pdia decirse que contribuía al
bienestar de la nación.
Era en torno a este úlümo punto, asi como al problema de la acción
política por recabar el apoyo del Estado para atender las necesidadesde
la clase obrera, donde chocaban las ideoloelas anarquista y socialista'
Mientras los anarquistas insistían en la unidad mundial del proletariado,
los primeros socialistas chilenos eran más propelrs¡osa enfatizar la uni-
dad entre l¡asaspiraciones de los trabajadores y las de otros chilenos pa-
triotas. Dicha posición permitió a los socialistas aprobar la colaboración
con sectores progtresistasde otras clases en esfuerzos por mejorar la si-
tuación de la clase obrera (45). Los socialistas se aliaban en coaliciones
electorales con partidos que tenían aspectos reformistas y nacionalistas
en sus progralnas. Buscaban promover soluciones legislativas para los
problemas de la clase obrera a nivel nacional. Por muy antitéticos que
fueran la ideología y los programas socialistas para los privilegios de la
clase dominante, sus tácticas electorales les permitían poner aI servicio
de los propósitOsde la clase obrera l¡asnormas sancionadaspor la cl¡ase
dominante. En los años veintes la estrategia sociaüstaparecia a los obre-
ros chilenos mucho más efectiva y mucho menos peügrosa que la actitud
intransigente de los anarquistas.
Loe anarquistas se oponían inexorablemente tanto a las solicih¡des al
Estado como a formar partidos politicos para competir por el poder esta-

45. Esto es cierto pese ¡ l¡ prohibicltn de realizar pac'toa con partidos "burgueeee" contenida en
la plataforma del Pa¡tido Obrero Soci¡ligta en 19f2. Quid dichs prohibicióu era un vano inten-
to por coniener lo que ya era uno tcndencia lógica, dadás la estrategi¿ electoral y la poaición
ideológica gobre el patriotismo en el eeno del partido.
de la acción directa, sumados al creciente éxito de la organización sindi.
cal y las estrategias electorales socialistas en los años veintes, llevó a
que lentamente la influencia anarquista cediera el paso a Ia de los mü-
tantes socialistas(46).
Si en el norüeel capitalismo hubiera conducido a un desarrollo econ&
mico diversificadoy al surgimiento de una compleja estructura de clases
intermedias; si hubiera patrocinado el aumento de los ingresos reales y
una general parüicipación de los obreros en la propiedad, l¡asnociones
liberales habrian podido ejercer una atracción más consistente. Los
obreros iban al norte a hacer dinero y a mejorar su posición en la vida.
Sus aspiraciones individualistas eran estimuladas por el sistema de pago
a destqjo y por los valores dominantes de la sociedad chilena. Pero la
economiaexporüadoradel saütre no llevó a la acumulación de capital ni a
una economia diversificada en el norte. Las ganancias se remitian al ex-
terior o se üstribufan en el sur a través del Estado. Todas las comisiones
oficiales que visitaron el norüeconcluían que muy poco de ese dinero se
invertia en mejoras en las provincias salitreras. Incluso en los grandes
puertos de la zona que albergaban las mansiones de los ricos y los lqjo
sos clubes sociales de la comunidad extrar{era, los servicios púbücos
como el acueducto, el alcantarillado, la asistencia médica y el sistema
educacional eran crasamente deficientes. En las oficinas los ahorros de
los mineros no podian invertirse en propiedades. Las oportunidades de
educación eran exiguas. Las crisis periódicas de la industria consumian
los ahorros de los obreros y los dejaban desamparados, desempleados,
víctimas de fuerzas económicasque escapabana su control.

46. I¡ inlluencia anarquieta fue mucho máa perdurable, eapecialmente entre loe a¡teeanos de los
egtablecimientos nanufactureros de Santiago. En varias induetrias, en particular en Ia de
zapatos, los anarquistas lograron crear organizaciones muy efectivas a nivel de planta. Aun-
que los gocialistas tuüeron algunos éxitoe organizando obreroe tefileros, de los tranvfas y de
la construcción, los anarquistas predominaron en el movimiento obrero urbano hasta el final
de la era del ealitre, cono I)e Shazo lo ha denoatrado con tanta eñcacia. J. Samuel Valenzue-
la, en "Iabor movement fomation", elabora las impücacionee poltricas del contragte entre la
organizacióD efectiva a nivel de planta en los sector€a de la minerla y la i¡dust¡i¡ manufactu-
rera en Chile.
mentar Lasviolentas convulsiones que radicalizaron todavía más a los
obreros y culminaron con el virtt¡al colapso de la producción de saütre
despuésde 1930. Por último, Lamayoria de Lasmejoras sobrevino en los
añoi veintes como resultado de la acción directa y la política miütante de
institueiones y partidos nacionalesde la clase obrera. El más importante
de estos órganos del movimiento obrero estaba dominado fisica e ideolG
gicamente por líderes socialistas cuya base de poder radicaba en el nor-
te. Dichas instituciones desempeñaron un importante papel en la insur-
gencia de los obreros del salitre y el transporte, así como de trabaiadores
urbanos, estudiantes y empleados, en el período que siSpió a la Primera
Guerra Mundial. La insurgencia obligó a la clase gobernante chilena a
hacer concesionesy a adoptar una nueva estrategia de control laboral.
Enl924, a costa del dermmbe total del sistema político, la cl¡asegober-
nante chilena fue la primera de Suramérica en abandonar la fracasada
politica de simple represión fisica de los obreros organizados' Trató, en
óambio, de contener el potencial revolucionario de los obreros por medio
de mecanismos legislativos, integrando sus sindicatos a la vida institu-
cional de la nación. Es a esta historia extraordinaria y a sus imprevistas y
trágicamente irónicas implicaciones para la vida del país a |as que pasa-
mos ahora.

DETTN
CRIS"TAUZACION MARXIS1TA
MOVIMMNTOOBRERO

Las fuerzas económicas e ideológicas desatadas por la Primera Guerra


Mundial afectaron profundamente la fort"alezay orientación de Ios movi-
mientos obreros nacionalesen todo el mundo. El conflicto por la domina-
ción mundial entre dos bloques de Srandes potencias capitalistas indus-
triales estimulóuna enonne demanda de máquinas, municiones, alimen-
tos y materias primas. Los obreros sacaron ventaja de las condiciones de
pleno empleo y las organizacionessindicales se expandieron rápidamen-
ie. Con el armisticio de 1918 la contenida demanda civil hizo subir los
precios con rapidez. Los salarios reales quedaron ala zagay los obreros
zaci6n" occidental, dedicadas a movilizar sus sistemas políticos libera-
les, su nueva ciencia, su tecnología y su poderio industrial para aniquilar
a sus adversarios. El comienzo de la lucha en Europa creó una crisis polí-
tica e ideológica en el seno del movimiento obrero mundial. l,a unidad
del proleüariado se rompió en virtud de exigencias y lealtades naciona-
les, en especial entre los partidos socialdemócratasáe h Segunda Inter_
nacional. Sin embargo, la guerra también permitió que en Rusia se con-
solidara la primera revolución socialista. A medida que socavabalas con-
cepciones liberales, el conflicto mundial suministró a los marxisüasden-
tro del movimiento obrero, incluidos inicialmente los anarquistas, inspi-
ración ideológica y renovada confianza en su capacidadde forjar un fuiu-
ro socialista.
Tan volátil mezcla de condiciones económicas favorables y fuerzas
ideológicas positivas en la inmediata posguerra se tradujo en una masiva
movilización de Ia izquierda. creó la conce¡rción,compartida igualmente
por los llderes obreros radicales y por la clase gobernante, de que Iarevo-
Iución social era inminente. A medida que los grupos revolucionarios en
el seno del movimiento obrero expérimentaban nuevas formas de lucha
para alcanzar dicha meta, las clases dominantes buscaban nuevos meca-
nismos para alejarla.
chile, mucho má,so¡re cualquier otra nación suramericana, participó
de este drama mundial de guerra y movilización obrera. su.economía
exportadora de saütre, como ya vimos, se vio íntimamente afectada por
-g"-
los cambios en el comercio, la demanda y la innovación técnic" qo"
neró la contienda. Luego de la severa depresión de lgl4 y lglb, ia pio,
ducción de salitre alcanzó un tope récord en el perlodo de 1916.a létg,
para luego caer en la desastrosadepresión de lglg-1923. En términos de
las fluctuaciones en la demanda de trab4jo, de la inflación de precios de
la posguerra y de la duración y severidad de la depresión, la economía
chilena fue lesionada por las fuerzas económicasmundiales más seria-
mente que la de cualquier otro país de Suramérica.
Debido a la estructura de la economia exporüadora de Chile y al rela-
tivo desarrollo del pensamiento anticapitalista y las organizacionesobre-

,f¿¿-.. 8. %*¿-a- -1,


en las postrimerías de la década de los diez y principios de los veintes.
Mucho más importante que las cifras absolutas de tales activistas, que
hacia 1920bien pudieron llegar a 20 mil más o menos, eran las masas de
trabajadores diez veces más grandes, que fueron movilizadas por los
militantes organizados en manifestaciones públicas y huelgas generales
en la épocade posguerra(47).
Todas las organizacionesobreras anticapitalistas crecieron en tama-
ñoy ampliaron su influencia sobre sectoresdel movimiento laboral chile-
no durante el período. Los socialistas dominaban las organizaciones
obreras en la región del salitre, los anarcosindicalistaspredominaban en
Santiago y la rama chilena de los Trabajadores Industriales del Mundo
(Industrial Workers of the World, fWW legó a ser preponderante en el
puerüode Valparaiso. Cada grupo ejercía, no obstante, considerable in-
fluencia en el área del movimiento obrero dominado por los otros. Y aun-
que anarquistas, socialistas y sindicalistas com¡retían entre sí para ex-
pandir su influencia entre los trab4jadores sindicalizadosy los no organi-
zados, todos cooperaban de manera excelente en la movilización de la
clase obrera en su corúunto, en manifestaciones públicas y huelgas ge-
nerales(48).
Pero fueron los socialistas quienes lograron institucionalizar su fuer-
za e influencia en organizaciones obreras y poüticas de carácter nacio
nal. Para esta tarea eran los mejor preparados por ideologa y experien-
cia. Años de lucha en la región salitrera habían convencido a los sociaüs-
tas de que la solución a los problemas de la clase obrera tendría que ser
nacional, mediante el accesoal poder del Estado. La imporüancia de la
producción de salitre para la economía nacional y la vida fiscal había sig-

4?. Tod¿s estes egtadlsticas, que van desde las cuentas oñcialee pubücadao por la Oñcin¿ del Tra-
bajo hasta posteriores estimativoa basadoe en habajos de investigadores oomo De Sh¡zo, es-
tán reunidas y cuidadosam6¡l¿ ¡n¡lir¿d¡¡ en J. Samuel Valenzuela, "I¿bor movement for-
m¡tion", C.7.
48. De Shazo, Urban sorlers (Véas€ nota 361, da una g!¡n cantid¿d de información sobre estos
t€m¿8.
carbón y, más allá, a los combativos enclaves de pastores de ovejas y
empacadoresde carne del sur de Chile.
El vehículo empleado por los socialistas para construir una organiza-
ción obrera nacional fue la Gran Federación de obreros de Chile. Esta
tímida y reformista organización, fundada por trabajadores fenoviarios
en 1909, gozaba de la tolerancia de los funcionarios oficiales y poseía
rudimentos de una organización nacional descentralizada. La creciente
combatividad entre los obreros de la base del sindicato, especialmente
en la regional de valparaíso, había conducido, en 1916, a una encarniza-
da huelga y a un cambio en la dirección nacional. Al año siguiente, la
FoCh reaüzó una convención nacionat y abrió sus filas a todos los traba-
jadores. Los delegados socialistas afiliaron las decenas de organizacio-
nes que controlabatr X, I lo largo de los siguientes años, la FOCh se
transformó en una organización combativa y revolucionaria y en la más
poderosa central obrera del país. Este gran avance fue potible por }a
fuerza numérica y la importancia nacional de las agrupaciones o6reras
de la región salitrera dirigidas por los socialistas; por los contactos, las
capacidadesorganizativas y la prominencia nacional de la dirección so-
cialista, y por el atractivo y la efectividad, dentro del contexto del siste-
ma politico de Chile, de las hicüicaselectorales socialistas.
En la convenciónde la Foch, de diciembre de lg2l, celebrada en
Rancagua, cerca de la nueva y gigantesca mina de cobre de propiedad
estadounidense,El reniente, los delegadosvotaron por afiliar L trldeta-
ción a la Internacional Roja y vincular politicamente a sus miembros al
Partido obrero Socialista. Al siguiente mes, representantes de ese mis-
mo partido aprobaron cambiar su nombre por el de partido Comunista
de Chile y unirse a la Tercera Internacional. La afiliación al movimiento
comunista internacional causó cierüa disensión, particularmente entre
los elementos reformistas en el seno de la FoCh. pero dada la trayecte
ria ideológica de los sociaüstasy el enorme prestigio de que disfrutaba el
experimento soviético por aquel entonces, la decisión probablemente era
inevitable. La defección más seria que sufrió h roch después de esta
reorganización fue la de los sindicatos ferroviarios; nras incluso estos
También encontró que las exigencias de las huelgas, más que en años
pasados,se centraban en meüdas para establecer y proteger }as orgAni-
zacionesobreras y controlar el medio en el que se laboraba y la organiza-
ción del trabaio. Al mismo tiempo, los elementos militantes dentro del
movimiento obrero empezAron a crear contactgs con otros grupos urba-
nos, especialmente los que habían sido golpeados por la dislocación eco-
nómica de la poseuerra y por ello eran potenciales simpatizantes de las
corrientes ideológicas de izquierda.
La segunda estrategia adquirió rnayor importancia después de 1919,
a medida que la economia del salitre desfallecía y, en particular después
de 1920, cuando la depresión de la posguerra principió en serio' El cre-
ciente desempleo en el sector privado y los recorüesen el gasto público
no solo erosionaban las posibilidades de negociación de los obreros in-
dustriales, sino que amenazaban también a empleados y profesionales.
La inflación de precios, estimulada por los avances de crédito en papel
moneda del gobiernó a los productores de salitre y por las emisiones de
pesos destinadas a recuperar para el fisco las pérdidas de ingresos prG
venientes del salitre, perjudicaba a todos los consumidores (50). A fina-
les de 1919, por iniciativa de la FOCh, los trabajadores organizados m6'
vilizaron una amplia coalición de Snrpos urbanos en un esfuerzo por pre-
sionar al gobierno a que redqjera los precios de los alimentos y llevara a
cabo reformas tributarias y educativas. Estos asuntos resultaban vitales
para un amplio espectro de sectores urbanos, los cuales se unieron en
masivas demostraciones caüejeras de 60 mil a 100 mil personas, que
sacudieron a Santiago a fines de 1919 y mediados de 1920. Si bien las
demandas inmediatas de estas coaliciones eran moderadas, los análisis
de la situación planteados por los oradores anticapitalistas que se diri-

49. En contraste con el argurnento aqul presentado, Valenzuela {"I¡bor movement formation")
coloca más énfasig en la influencia pereonal de Recabarren en la toma de la FOCh por el Parti-
do Obrero Socialists, mientras que Monteón (Ctile in tüe nitrete era) subraya el ca¡ácter divi-
sionista de las decisiones de afiliación.
60. lYank W. fetter, l¡inf¡cid¡ monet¡rl¡ en Chile, Santiago' 1937' C. 9.
estos obrerm y, a pesar de los denonados esfuerzos de los funcionarios
del gobierno y Ia poücía (y los informes de espíasdentro de los hostales),
los obreros servian de fuerza de choque en las acciones huelguísticas y
los mítines de protesta.
Aunque l¡asactividades de este tipo extendieron la concepciónradical
de anarquistas, sindicalistas y socialistas a otros sectores de la clase tra-
bajadora y a elementos de las cl¡asesmedias urbanas, el ahondamiento
de la depresión y l¡acreciente represión púbüca y privada gradualmente
minaron la fuerza de las instituciones obreras. El Congreso aprobó una
ley de residencia, en 1919, que autorizaba a los funcionarios del gobier-
no a negar la entrada o a expulsar a radicales extranjeros. Puesto que en
Chile, dada la limitada presencia de inmigrantes, había muy pocas de
tales personas, el gobierno recurrió principalmente a accionespolicivas,
poderes de estado de sitio y gnrpos paramilitares privados para encarce-
lar activistas sindicales, romper huelgas, silenciar la prensa obrera y
aterrorizar activistas obreros y estudiantiles.
Entre tanto, las organizacionesobreras, con coraje y creatividad, tra-
taron de defender los empleos de los trabajadores y preservar sus insti-
tuciones. Una enorme huelga portuaria en Valparaíso, que procuraba
mantener un innovador sistema de trabajo compartido, creado por el sin-
dicato afiliado a la IWW, fue rota finalmente por los esquiroles y la re-
presión oficial. Una prolongada e intermitente huelga del carbón para
impedir recortes salariales y despidos masivos en una industria profun-
damente afectada por Labaja en las compras de las oficinas de salitre y
otros sectoresde la economia, fue apoyada con fondos de ta FOCh y una
huelga general de solidaridad, pero finalmente fracasó. Los obreros saü-
treros despedidos de la Oficina San Gregorio en 1921 rehusaron la oferta
de la administración de un día de salario y el pasqje al sur y declararon
que ellos mismos manejarían la oficina. Cuando la poücía trató de expul-
sarlos, asesinaron al gerente y amenazaron a los agentes uniformados
con dinamita. Dos dias después, una operación miütar en gran escala,
organizada desde la costa, los obligó a someterse. Fueron despojadosde
mente menos los de la FOCh. La acüvidad huelguística revivió del
nadir de 1922para alcanzar niveles sin precedentes en 1926. Ia Oficina
del Trabajo contabilizó 19 huelgas en1922,86 en 1924y ll4 en 1925.
A juzgarpor su fuetza y sus actividades en la zona del saütre, el me
vimiento obrero fue más poderoso allí en 1924-25que incluso en el períe
do inmediato de la posguerra. En mamo de 1925 movilizaciones en gran
escala y una ola de huelgas en el norüedesembocaronen el primer con-
trato colectivo en la industria del salitre, que mejoró sienificativamente
la jornada laboral y los salarios, estableció condiciones de indemnización
altamente favorables para los obreros y reconoció h fOCh como el re-
presentante legal de los trabqiadores. Por vez primera los sindicatos
ganaron el derecho de celebrar reuniones dentro de las oficinas (51).
Entre tanto, la influencia ideológica de las organizaciones sindicales
clasistas penetraba a otros sectores de la sociedad. Los trabajadores de
cuello blanco de la industria privada, gue se habían organizado inicial-
mente en el norte, realizaron una convención nacional en 1924 y adopta-
ron unoÉ¡estatutos en que se definían como una "clase asalariada" y for-
mulaban un llamamiento a nacionalizar el comercio y la industria (52).
Un pas{e de dicho documento revela la clara influencia de ideas marxis-
tas: "El trabajo es la base del capital; la emancipación de los empleados
debe ser obra de los empleados mismos; el trabejo fisico y mental no
debe ser una simple mercadería; la explotación del hombre por el hom-
bre es un crimen" (53). Incluso organizaciones de médicos y maestros,
cuyos estatutos no eran formalmente radicales, ocasionalmente revela-
ban "una tendencia contraria a la organización lsocia| actual", advertía
el director de Ia Oficina Chilena del Trabajo en 1926.

51. El acuerdo, suscrito bajo los auspicios de funcionarioe del gobienro, fue pronto violado por la
adminigtración; en seguida sobrevino una masiva ofensiva del gobierno contra la FOCh. El
Conunistr(Antofagpstaf , aarzn2ly 26 de l!25; El Ile¡pert¡r de loe Tlabaiado¡ee (Iquique),
abril 19 de 1926.
52. R¿mirez Necochea, Origen y fotnrlln (Véas€ nota 35), pp. 102-3.
63. Egta cita y las siguientea aon tom¡das de Moi¡és Poblete Troncooo, Ir organlzaclln sinücd
en Chlle y otroe eetudios aode!e!, Santiagp, 1926, pp. óG62.
co, amenazas al control capitalista en los sitios de trabqio y un desafio
creciente a su hegemonía ideológica y polltica y sus medios de control
social, la clase dominante de Chile comenzó a buscar soluciones efecti-
vas a liainsurgencia obrera a principios de los años veintes. Los capitalis-
tas se organizaron más eficientemente en el frente económico estable-
ciendo, en 1921,la Asociación del Trabajo de Chile. La organizacióntenla
como propósito coordinar la resistencia y la propaganda contra los traba-
jadores radicales. El gobierno, por su parte, toleraba las actiüdades de
los grupos paramiütares antiobreros. El aparato represivo del Estado fue
fortalecido y sus poderes legales ampliados. Pero la simple represión
tenía sus límites. Cuando había de usarse repetidamenüey en tan grande
escalacomo en Chile en el período de la poÉ¡guerra,la represión surtía el
efecto de socavar la legitimidad de la clase dominante a nivel doméstico
y a deslustrar en el extranjero la imagen, cuidadosamenteconstruida, de
un Chile progresista y estable.
En los años veintes algunos líderes políticos influyentes empezaron a
considerar Ia posibilidad de encarar el problema obrero por medio de la
reforma. Ciertos miembros de los partidos tradicionales abogaron por
nuevas leyes que neutralizaran la amenaza económica y política repre-
sentada por los obreros organizados, por medio de concesionesmateria-
les e instituciones de control manejadas por el Estado. Otros procuraron
alcanzar el mismo objetivo a través de nuevos partidos reformistas que
aspiraban a ganar el apoyo de la clase media y los trab{adores. El más
importante de los nuevos partidos era la Alianza überal dirigida por
Arturo Alessandri. Logró el control de la cámara b4ia del Congreso en
1918 y la presidencia después de una violenta y popular campaña en
1920. Alessandri, llamado "el león de Tarapacá" por sus seguidores,
quienes provenian abrumadoramente de las provincias saütreras, apeló
concertadamentea los obreros durante la campaña de 1920. Y si el redu-
cido número de obreros que votó no definió su estrecha y fieramente dis-
putada victoria electoral, las manifestaciones populares callejeras en su
favor probablemente aseguraron su posesión. Alessandri hizo de la re-
buscaban ambas timitar el poder económico, la autonomía organizativa y
el potencial político revolucionario de los trabqjadores chilenos. Ambas
trataban de conseg¡ir esa meta otorgAndoa los obreros ciertas concesie
nes económicasy organizativas. Por ejemplo, ambas contemplaban códi-
gps para mejorai hJcondiciones de trabajo, prevelan la distribución de
y
Éanancias y reconocían el derecho de los trab{adores a organizarse
ú.""t huelsas. Las dos propuestas procuraban instih¡cionalizar el con-
flicto laborál a través de esquemas de conciliación y arbitraje. Y ambas
trataban de colocar los sindieatos bajo la estrecha supervisión y el con-
trol del Estado por medio de sistemas de inspección, límites legales al
empleo de los fondos sindicales y condiciones específicasa las huelgas
legales.
Sin embargo, los medios quecada propuesta planteaba para alcanzar
las metas comunes eran filosóficamente distintos y procedimentalmente
diferentes (55). La propuesta conseryadorase inspiraba en una filosofia
catóüca y corporativa, y favorecía abiertamente al capital. Los sindicatos
serían entidades corporativas formadas en cada empresa y podrían parti-
cipar de |as ganancias. Una vez que una determinada proporciÓn de
obr"ro, en un establecimiento votara por la formaciÓnde un sindicato, la
afiliación a éste sería obligatoria para todos. El voto para elegir dirigen-
tes sindicales seria calificado, teniendo los antiSuos empleados el doble
de votos que los nuevos. La conciliación, a cargo de dos representantes

54. I¡ apa¡ición
-un de estos partidos y grupos reformistae en Chile fue parte de un fenómeno regio-
nal, producto de una complejidad social más grande generad¡ por la erpansión intemacio-
nal del conercio, la inversión ertranjera, l¡ trasfersncia tecnológica y la inmigración erüopea
p""t¡t a" 1880. Todo el proceso ss Ánelizado y tratado conparaüivamente en el contefo lati-
"nümericano en el estudio clásico de John J. Johnson, Polttic¡I üange in Ldin A¡nerica: the
' 'Los
rise of the middle sector¡, Stanford, 1968. De la coalición de Alessand¡i, Johnson afir:na:
objetivoe de loe üderee variaban. Unos cuantos eran reformistas dedicados' Algunoe sentl¡n
q"" f,rUl" U"gado el momento en el cual era oportuno pollücamente tom¡¡ medidag reformis-
tas. Otros de;aban simplemente ganar puestos coneiguiendo máa vo'üooque l¡ a¡istocracia de
latie.traysu"aliadot.Ltpt"o"opibam.uypocoytenln¡pocafe-enels€c'torobrero" 1p'771'
55. Está discusión de loe proyectos liborales se halla en Jamee O. Morris, Eütes, inteIectusls snd
Gonsenaua,Nueva Yort, 1966.
Combinaba los principios individualistas
ba traslucir la transformación filosófica co
nónicorespondiaa las presionesdel siglo
tos seria voluntaria. Un sindicato podría
empleadosque desempeñaranlabores s
Se autorizaba la formación de federacio
contratacióncolectiva.A los empleadosp
prohibido organizar sindicatos. Los dirige
terceras partes de los afiüados. Los sind
el presidente del pais por las mismas raz
dora. La participación en las gananciasi
cato. La conciliación y el arbitramento e
huelga fuese legal, el sindicatotendría qu
cesode reunionesen que las alternativas
sopesadas.
Muchos observadores han comentad
forma laboral acordadapor un comité pa
I92I y aprobadacomo ley bajo presión de
1924.Es cierto que el resultado obtenido
liberales, pero lo que más sorprende es a
mente los aspectosmás restrictivos de ca
ginales. De este modo, los rasgos corpora
rio, el voto valorado de los obreros fnás a
torio y la prohibición de las federacione
propuesta conservadora, se combinaban
catos de empleadospúblicos, la división
tos separadosde obreros y empleados,y
las eleccionessindicales, las finanzas y
cos, de la propuestaliberal.
A pesar de lo oneroso de los contro
sobre los trabajadores establecía esüa re
cuales, de manera totalmente imprevista
organizativos de la izquierda en años su
medidas de bienestar social. Finalmente, en septiembre de 1924, los mi-
litares intervinieron y presionaron al Congreso para que aprobase la le-
gislación laboral.
Eran complejos los motivos de los oficiales que intenrinieron en poli-
tica en L924 y que, gradualmente, bajo el liderazgo de Carlos lbétñez,
consolidaron su control sobre el gobierno chileno después de 1925. Los
oficiales buscaban promociones individuales y mejor pa8a, equipo mo
derno y más prestigio para el ejército. Estaban escandalizados con la
comrpción y la ineficiencia del sistema político chileno. Pero fundamen-
talmente, se mostraban alarmados por el papel represivo que se veían
obligados a desempeñar con el fin de mantener aquel sistema y temian
que las organizaciones obreras dirigidas por mamistas destruyeran el
sistema social chileno y el monopolio de fuerza de los militares. Hacia
mediados de los años veintes, un general fiel a Ibárñezescribía que la in-
fluencia comunista, especialmente en la región salitrera, había conse-
guido pervertir "todas las conciencias obreras, despertando en ellas
sentimientos de codicia y venganza, removiendo los bajos instintos de
las masas populiaresy el proletariado chileno estuvo a punto de alzarse,
semejante al de Rusia, a derribar a sangxey fuerza el régimen social de
la República" (56). Resulta sintomritico de las preocupacionescolectivas
de los militares que fuera Carlos Ibérñezquien consolidara el control polí-
tico dentro del movimiento castrense después de f925. Ibanez estaba
íntimamente consciente del problema del control interno representado
por el movimiento obrero. Había dirigido la Escuela de Carabineros en
1918y dejó este puesto para servir como prefecto de Iquique entre 1919

56. Carlos Harme Espejo, Iae grendee problenre de l¡ zo¡¡ norüe de Ctile, Santiago, 1930,
p. 134. "Afortunadamente", continrla Eepejo, "la m"g.a reform¡ egtn¡ctural" de los gobier-
nos militares ha impuesto la cooperación entre el capital y el trabajo, deteniendo asf "el
carro de la nación en el borde mismo del precipicio, eüta¡¡do que cayera al abismo". Sobre la
ideologla de los militares chilenos en general, véage Ctena¡o Ani¡ga Herrera, El pensaniento
pollticode loe nilltereq Santisgp, n. d.
de el derecho legal de organización y de huelga, la
posibilidad de un sistema de deducciones salariales para sufragar las
cuotas sindicales, y la participación de los sindicatos en las ganancias
Sobre las respectivas actitudes del capital y de los trabajadores hacia la
nueva legislación, el director de la Oficina de Trabajo sostenía en 1g2G
que los propietarios estaban empezando a reconocer la necesidad de Ia
organización obrera. Existe un importante elemento, escribía, en favor
de nuevas leyes sociales, "especialmente del sindicato industrial, que
elimina, dentro de la industria, al sindicato semirrevolucionario y libre".
No obstante, anotaba, Ia actitud de los obreros era "curiosa", pues con-
tinuaban perteneciendo a los sindicatos semirrevolucionarios pero, al
mismo tiempo, apoyaban los sindicatos legales para obtener los benefi-
cios de la nueva legislación. En 1926, afirmaba, 200 nuevos sindicatos
habian sido organizados(59).
Los proponentes de la legislación laboral habian asumido que la
FOCh se opondria a ésta. En cambio, el Partido Comunista creó aüanzas
con grupos de empleados privados para presionar por una aplicación
selectiva de las nuevas leyes. Esta movilización y los éxitos electorales
izquierdistas posteriores contribuyen a explicar Laactitud represiva del
gobierno militar desde mediados de 1925. Durante los siguientes dos
años, a medida que el control del gobierno pasaba de manera más plena
a manos de Ibráñez,la represión contra los obreros y sus organizaciones
militantes por parte del ejército y la policia se hizo más sisternitica y
concienzuda.
La ofensiva contra el movimiento laboral mamista, la más severa y
eficaz hasta ese momento en Chile, empezó en la región del salitre en
junio de 1925 (60). Allí los obreros organizados en la FOCh amenazaron

67. Emesto Wurth Rdas, lbóúez: Ceudillo enigmdtico, Santiago, 1g68, p. 18.
58. hresto que erigte cierto debate eobre este punto, véaee El Deepertar de loe llabajedorce, ju-
nio 2 de Ll25,y Ju¡üci¡, marzo 2 de lg{12.
59. Poblete Troncoso, Organizaclfn ¡i¡dic¡l (Véase nota 63), pp. ?&,??.
60. Cono parte de los preparativos, el gobierno creó una Oñcin¿ Cenhal de Servicio de Informa-
cionee Sociales. El nuevo sent¡cio de inteligencia dio inst¡r¡ccioneg a loe funcionarios de poli-

I
I
ción laboral recurriendo a medios corporativos formales. Creó una cen-
tral obrera gobiernista, instaló amigos en las posiciones directivas de los
sindicatos controlados por el régimen e inüentó asegurarse la lealtad de
los üderes y de las bases otorgándoles beneficios maüerialespalpables.
Comparados con el alcance de similares esfuerzos realizados por Perón
en Argentina veinte años más tarde, los de Ibáñez parecen modestos y
carentes de entusiasmo (61). Pero en el ambiente creado por la represión
política y l¡aexpansión económica garantizada por los préstamos extran-
jeros, que hicieron de la inversión norteamericana en Chile la más gran-
de de Suramérica hacia 1930, la política laboral de lbáñez parecía ser
efectiva.
Para 1928 la izquierda había sido derrotada y sus otrora poderosas
organizacionessindicales y políticas virtualmente destruidas. Pocos hu-
biesen podido predecir que en el lapso de una década la izquierda crea-
ría una central sucesora de la FOCh aún más poderosa, construiria dos
partidos marxistas de masas cuya influencia sobrepasaúa la del Partido
Comunista a mediados de los años veintes y entraria a conformar una
coalición de centreizquierda llamada Frente Populiar, que lograría el
control del gobierno en 1938.

TNAYECTORIA
DELA IZQI'IERDACHILENA

Un repaso de las propuestas de reforma laboral de los años veintes, así


como de los tumultuosos doce años, entre 1919y 1932,en los que aqué-
Ilas fueron redactadas, combinadas, promulgadas e impuestas, revela

clas locales para que enviagen üstas de todag las organizaciones que participaran en "actos
sociales, huelgas o movimientos obrcros", aei como de todos los miembros y dirigentes de
tales organizaciones "con indicación erpreea de loe que sean ertranjerns y de los que se dedi-
quen a la propaganda de ideas contrarias al orden establecido haciendo indicación especial de
los sindicalistas revolucionarios, de loe anarquistas, sovietistas rusos y peruanos, etc.". El
Deepertar de los Trabaiadoree, mayo 14 y 31 de 1925.
61. René Montero Moreno, Confeeiooeapollticas, Santiago, 1959,pp. 53-54.
cada parte logró aprovechar elementos del acuerdo en pro
propia clase, cada una estaba comprometida en una forma
pondría en claro mucho más tarde.
Dos tendencias principales definen los cuatro decenio
económicachilena después de 1930, cada una profundamen
da por cambios acaecidosen el sistema capitalista mundia
ro, la depresión mundial y la guerra destruyeron la econom
y luego contribuyeron a consolidar en su lugar una nueva
portadora de minerales, estructuralmente similar, alreded
Segundo, la ruptura de la división internacional del trabqjo
de 1930 a 1945 estimuló el proceso de industrialización nac
le. Para el final de ese período, la manufactura se había con
sector más importante de la economia doméstica. Los dos c
lados ocurrieron dentro de un rnarco de estancamiento agr
racteristica de la economia chilena que daüade la década d
si no de antes. Durante los dos primeros decenios del pe
1950más o menos, el valor de la producción exportadora y m
ra se recuperó lentamente del nadir de la Gran Depresión.
producción y el consumo per cápita sobrepasaronfinalmen
canzadoen las postfimerías de los años veintes. En las do
guientes, entre 1950y 1970, en la medida en que la població
creciendo, la economia en su conjunto se estancó. Las exp
cobre se nivelaron y la industria manufacturera solo registró
cimiento. Tales tendencias revelaron la incapacidad de la e
lena para responder favorablemente a una nueva fase de la
sistema capitalista mundial (63). Después de la Segunda G

62. I.os cambios estructurales en el sistema económico mundial a parti¡ de 1930


sociales, poüticas e ideológicas que a nivel mundial los acompañamn- son
más sistemática en el capítulo sobre Argentina y, con ñÁs detalle, en los ca
t nezuela y Colombia. En estos palses el movimiento obrero del sector erpo
t, má¡ima influencia sobre el curgo de la vida nacional a partir de 1930.
Pa¡a la i¡formación económic¿ de egta sección me he basado en gran part€
tura material y humana que requerla el procesode desarrollo capitaüsta.
Por último, las exportaciones primarias sigUieron generando una parte
considerable de los ingresos públicos que permitían al gobierno expan-
dirse a fin de coordinar una economía cada vez más compleja y proveer
servicios socialesa una sociedad civil cada vez más urbana y organizada.
Las cuatro décadas pasteriores a 1930 definieron asimismo un com-
pleto periodo hisüorico en lia evolución del movimiento obrero chileno.
Toda la etapa se caracterizÓ por el resurgimiento de organizaciones
obreras marxisüasy por el creciente avance electoral de los partidos de
izquierda. Dichas tendencias poüticas fueron moldeadas por cambiantes
corrientes politicas e ideológicas en el seno del sistema mundial. Como
en la esfera económica, se desarrollaron en dos fases distintas, separa-
das por la línea divisoria histÓricade mediados del siglo.
En la primera fase, la organización obrera se extendió bajo las res-
tricciones y oportunidades de Ia compleja estructura institucional im-
plantada en Ios años veintes. En general, dicha estructura demostrÓser
efectiva para limitar eI poder econÓmicodel movimiento obrero chileno,
primordialmente a través de leyes que restrinSían, al nivel de empresas
individuales, Iia organización y Ia contratación colectiva, separaban a
obreros y empleados en diferentes tipos de sindicatos y limitaban el re-
curso legal de la huelga. Esta debilidad en la esfera económica privada
obligó a los trabajadores a buscar compensación en la esfera poütica
pública, una estrategia que se hizo cada vez más viable por los éxitos
ólectorales de los partidos de izquierda' Al mismo tiempo grupos organi-
zados de marxistas comprometidos en el seno del movimiento laboral
manipularon varios aspectos corporativos de la legislación laboral con el
fin de ampliar la base organizativa de los trabqiadores y asegurarse el
control delos sindicatos. La sindicalización obligatoria' una vez que hu-
biese votado a favor elííVo de la fuerza laboral en una planüadetermina-

Sl¡nta Cruz, Chile, un c¡¡o de dea¡r¡ollo Éustrado, Santiagp, 1969; y Ma¡&og J' l'{emal¡ki¡,
lte growtb and ¡tructu¡e olthe Gtilecn econon¡ New Haven, 1976.
energías y los recursos de los sindicatos, los tornaban dependie
pericia de los profesionales de clase media de los partidos m
favorecían el surgimiento de líderes reacios a innovaciones tale
control obrero. Esta última tendencia probó ser fatídica cua
mente hubo oportunidades para innovar bajo el gobierno mar
llegó al poder en 1970(64).
Entre tanto, consecuentescon las tendencias geopolíticas e
cas vigentes en el mundo después de 1930, los partidos ma
aliaron electoralmente con elementos de la burguesía naciona
ses medias. El programa del Frente Popular y sus inmediatos
giraba en torno al apoyo del Estado al crecimiento industrial y
sión de los serviciossociales.Durante una década, a partir de
partidos marxistas disfrutaron de una participación minorita
gobierno. Inicialmente, pudieron utilizar dicho accesoal poder
do para ampliar la base institucional de los trabajadores orga
promover el desarrollo de la industria nacional y el bienestar m
su electoradourbano de obrerosy elementosde la clasemedia.
rode sindicatosse elevó de cerca de 635 a 1.880entre 1935y 1
afiliadospasaronde 78 mil a 162mil en el mismo lapso. En 193
te Popular logró establecer una corporación de desarrollo
CORFO, para coordinar y promover el desarrollo económico. L
fue concebiday respaldada por la izquierda, mas la idea origina
recer la industria pesada y financiar la entidad con impuestos
fracasópor la oposición de Estados Unidos y financiación presta
Export-Import Bank. El apoyo gubernamental al alza de sal
ampliación de los servicios sociales para los sectores urbanos
expandir el mercado interno para la industria nacional durant
meros años de la década de los cuarentas.

64. Eeta evaluación de los efectos de la legislación sigue de cerca la de Alan Angeü,
ücoe y movinbnto ob¡ero e¡ Chile, Mérico, l9?4. Sobre el control obrero bajo e
h Unid¿d Popular véaee Jua¡ G. Eepinosay And¡es S. Zimbdist, Econonic dem
Ler partieipaüon in Chile¡¡ l¡duetry, 1yf0-1973, Nueva York, 1978.
ingreso empeoró en los años cuarentas. Esta fase culminó con la ofensi-
va poütica e ideológica del capitalismo a escala mundial en la posguerra
contra los trabajadores organizados y la izquierda. Dicha campaña divi-
dió las insütuciones sindicales y políticas marxistas de Chile y culminó
con la represiónsistemáticadel Partido Comunistaen 1949(65).
Durante el segundo peúodo, la izquierda reconstruyó su base institu-
cional y recuperó su impetu revolucionario en lo político y en lo ideolósi-
co. Modificó su compromiso con las limitantes legales del sistema de
relaciones laborales y las huelgas ilegales sobrepasaron con creces las
legales. Muchos empleados públicos fueron organizados, desafiando la
ley. La izquierda conservó su compromiso con la industrialización y el
camino electoral hacia el socialismo, pero se abstuvo de compromisos
fundamentales con los sectores dominantes del sistema capitalista. Ac-
tuó vigorosamente en procura de la organización del proletariado rural y
empezb a enfatizar Ia imporüancia de la transformación agrícola para
alcanzarsus metas desarrollistas y redistributivas.
La nueva combatividad de la izquierda chilena impidió el desarrollo
vigoroso del capitalismo dependiente, amparado por la inversión extran-
jera, después de 1950.Las compañíasde cobre de propiedad norteameri-
cana, enfrentadas a sindicatos manristas que constantemente incremen-
taban sus exigencias por salarios y beneficios complementarios, y aboca-
das a niveles cadavez más altos de impuestos estatales directos e indi-
rectos insistieron en un "nuevo trato" como condición para realizar nue-
vas inversiones. En'los años cincuentas, las políticas gubernamentales
tendientes a suavizar lia carga impositiva de las compañías del cobre se
convirtieron en un explosivo asunto público. En los sesentas, a medida

66. Mucha de la información polltica de esta sección es tomada del impresionante estudio de Paul
Drate, Socidi¡m and populiem in Chile, lg32-52, Urbana, 1978. Brian loveman, Struggle in
the countryeide, Bloomington, 19?6, desarolla el tema del sindicalismo rural con particular
intengid¡d. Una convincente slntesis de la ofeneiva de posguera-, dirigida por Estados Uni-
doe, contra el movimiento obrero ma¡¡igta en América l¿tina es Hobart Spalding, Organized
l¡bor i¡ l¡tin Anerica, Nueva York, 1977,C.6-
su dinero a otra par0e(66).
En Ia medida en que la combatividad de los obreros organizados y los
partidos marxistas ponía en peligro el desarrollo del capitalismo depen-
diente, aquéllos ganaban cada vez más respaldo para sus politicas entre
los trabajadores y el electorado. Durante los años sesentas,Ios marxistas
empujaron más hacia Ia izquierda todo el espectro político de Chile. En
1970dominaron la coalición de la Unidad Popular que consiguió elegir al
socialista Salvador Allende a la presidencia. Tal victoria les permitió lle-
var a la práctica muchos aspectos del programa estatista, nacionaüsüay
de bienestar social inicialmente formulado en los años treintas. Los mar-
xistas estimularon la sindicalización, sacaron adelante un alza significa-
tiva en los sal¡ariosreales y ampliaron considerablemente los servicios
sociales. Nacionalizaron el sector exportador de minerales, las grandes
empresas manufactureras y los bancos. Dichas medidas estimularon la
producción e incrementaron notablemente el bienestar material del
gnreso del pueblo chileno. Pero la demanda creciente superó la capaci-
dad productiva del país en la medida en que los capitaüstas locales y ex-
tranjeros sacabansu dinero o saboteaban la producción, y las exigencias

66. Un estudio realizado a ñnes de los años s€eentaa concluía que el estancamiento económico de
Chile a partir de 1950 no era principalmente el resultado de un mercado reducido, una severa
inflación, la falta de capital, el control de precios o las regulaciones bu¡ocráticas. Todos estos
factores contribuye¡on, p€ro la raíz del agunto era que "los hombres de negocios chilenos ac-
túan sobre Ia base de que el eistema de empreea privada (capitalismo) e¡td luchando por so-
breüvir". Stanley M. David, "The politics of organizational underdevelopment: Chile", en
Stanley M. Davis y louis Wolf Goodman, compiladores, !9orker¡ and managers in Loti¡ Ane-
rica" I¿rington , L972, p,286. Sobre los obreros del cobre véase eepeci¡lmente Jorge Barria
S., Loe sirdicstos de la grcn ninerl¡ del cobre, Santiago, 1970; sobre la polftica cuprifera véa-
se Theodore Moran, Multin¡üond cor¡roratione and the politice of dependence, Princeton,
19?4. El papel del movimiento obrero destacado en este párrafo está amplinmente documenta-
do en la üteratura contemporánea sobre Chile, aunque pocas veees ha sido expücitamente
reconocido. Hacerlo hubiera sido impoütico y hubiera implicado ¡omper un tabú implicito en
la Nstoriografia dominada por la izquierda chilena y sus sinpatizantes en el extranjero, quie-
nes han preferido culpar de manera exclusiva a log antagpnistas de clase del movimiento obre-
ro por el fracaso económico de estas décadas.
alü donde empezaron bajo el gobierno de Carlos IbÉrñez:la dictadura mi-
litar, la violenta represión a la izquierda y el retorno a las políticas econG
micas y socialesdel überalismo ortodoxo.

LA PARADOJA
DELA MODERNA
HISTORIA
DECHN,E
Una reseña de las tendencias económicas y poüticas desde 1930 nos
muestra, entonces, una paradoja central de la historia moderna de Chile.
Fue la fortaleza misma del sindicalismo marxistay de la izquierda lo que
engendró y nutrió su g¡an debiüdad: el compromiso con un orden legal e
institucional burgués y la creencia en una vía electoral al sociaüsmo. Los
términos de la paradoja estuvieron enmarcadospor las fuerzas humanas
que generó la estructura exporüadora.La economía del saütre permitió a
los obreros vinculados a la producción exportadora forjar una concepción
autónoma y clasista del mundo en el que vivían. Al mismo tiempo, dicha
concepción se hizo llamativa para otros sectores de la sociedad chilena.
Fue el atractivo de esta concepción, materializada en un poderoso e in-
surgente movimiento obrero, lo que obligó al capital a hacer imporüantes
concesionesy lo que provocó la restrucüuraciónde las instituciones polí-
ticas del país entre L924y 1925.Durante el siguiente medio siglo, el sin-
dicalismo marxista y la izquierda cifraron todas sus energias en voltear
ese compromiso histórico a favor de la clase obrera. Persistieron en este
formidable empeño porque, a pesar de todos los compromisosy todos los
reveses, finalmente lo lograron.
El éxito del sindicaüsmo marxista y de la izquierda dependió de su
capacidadde colocar al servicio de los intereses organizativos e ideológi-

6?. El gobierno de la Unidad Popular ha sido objeto de centena¡eg de libroe y artlculos, pero qui-
zás el más exitoeo en captar los logros, el estilo y las debüdades del rÉgimen fue uno de log
prineros: New Chile, publicado por el North A¡nerican Congress on latin Anerica, NACLA,
Berkeley, l$Jt. $us¡6g ¡náli¡is de los factores que rodearon el auge y ta cairla del gobierao se
halla¡ en Arturo Valenzuela y J. Samuel Valenzuela, ediüores, Ctile: Poüücs a¡d eociety, New
Brunewich, 19?6.
ción a la crisis, asi como un compromiso general con los principios de
estatismo, nacionalismo económico y bienestar social que adaptaron de
la filosofia y el programa de la izquierda. Entre tanto, los activistas e in-
telectuales de la clase media fundaron nuevos partidos "socialistas" de
izquierda y de derecha, algunos de los cuales se fusionaron en 1933 en
un nuevo partido político destinado a desempeñar un importante papel
en la historia de Chile. El Partido Sociaüsta adoptó una explícita ideolo
gia marxista y un radical prograrna de nacionalismo económico y refor-
ma social aunque, como Drake ha demostrado, fuertes corrientes ideolo-
gicas corporativas, y estilos y estrategias "popuüstas" caracterizaron a
la dirección del partido durante los años cuarentas. Movimiento de clase
media, en un principio, con respaldo significativo entre los militares, el
Partido Socialista amplió su base obrera apoderándosede muchos de los
sindicatos legales débiles que había formado Ibáñez y atrayendo a sus
filas a muchos lideres obreros anarquistas y comunistas desafectos. Des-
pués de 1950, a medida que la represión contra la izquierda se intensifi-
caba y la economia se estancaba, el partido derrotó a los elementos re-
formistas y corporativistas en su seno y adoptó una posición nr¡is consis-
tentemente marxista, lo que a menudo lo colocó a la izquierda del Parti-
do Comunista.
El colapso de la economía exporüadorade salitre provocó una consi-
derable radicalización del movimiento obrero chileno; socavó Ia legitimi-
dad y la viabilidad de los sindicatos legales y corporativos que Ibáñez
habia formado; arrojó a millares de radicalizados mineros a las explosi-

68. Pa¡a 1932 el valor de las erportaciones chilenas atcanzó r¡n octavo del nivel de 1929 y sus irn-
portacionea una quinta parte de dicho nivel. Solo el valor de lae erportacioneg de salitre cayó
de rrós ds mil millo¡ss de pesos (a 40 por übra esterlina) en 1929 a menog de 60 millones de
pesos en 1932. r+s exporüaciones de cobre, que habhn aumentado desde la Primera Guerra
Mundial hasta llegar a -ás de I¡ mitad del valor de las erportaciones de salitre a ñnes de los
años veintes, cayer¡on a comienzos de los años heintas a rrna cua¡ta parte de los niveles ante-
riores a la Depresión. Un cuidadoso estudio de l¿s tendenciss económicas, fiscales y noneta-
rias dwante la década de 1930 es P. T. Ellsworth, Chile: A¡ eorrnomy in traneiüon, Nueva
YorL, 19{5.
facturero. El primero de estos fenómenos reforuíla ideología radical y el
legado institucional de la era del salitre; el segundo amplió considerable-
mente la importancia del proletariado industrial urbano en la vida econG
mica y política de la nación. En muchos aspectos fundamentales la in-
dustria del cobre era estructuralmente similar a la del saütre. Muy inten-
siva en capital y dependiente de una tecnología altamente sofisticada
para procesar minerales de baja eradación, la industria del cobre estaba
aún más dominada por el capital extranjero que antaño Laproducción de
salitre. También se hallaba más concentrada. En los decenios posterie
res a 1930, tres minas de propiedad norüeamericanacontrolaban alrede-
dor de 9OTode las exporüacioneschilenas de cobre. En el mismo peúodo,
las exportacionesdel mineral aportaban más de la mitad de las divisas y,
directa o indirectamente, cerea de una cuarta paÉe de los ingresos del
gobierno. Luego de tenaces luchas dirisidas por la FOCh en los años
I
I
veintes y por los militantes socialistas y comunistas en los treinüas, los
l
obreros del cobre lograron organizarse en sindicatos poderosos, dirigi-
dos por marxistas. Desde fines de la década de 1930, los obreros del ce
bre han desempeñadoun imporüante papel en el movimiento obrero y en
la vida poütica del país.
Los partidos marxistas también usaron muy eficientemente la in-
fluencia radicalizadora de Laeconomia exportadora de cobre para llegar
a otros sectores. Al ieual que la economía del salitre, la del cobre consti-
tuía un casoclásico de enclave extranjero que extraia mineral, explotan-
do y exportando un recurso natural no renovable. Ejercía asimismo muy
escasainfluencia positiva y directa sobre el proceso de desarrollo econG
mico. Debido a su naturaleza intensiva en capital, a la propiedad extran-
jera y a una fuerza laboral relativamente reducida, no promovía la acu-
mul¡aciónde capital ni la diversificación económicade Chile. Lo que hubo
de acumulación de capiüaly diversificación económica se debió al grava-
men de las gpnancias de la industria por medio de esquemas tributarios
del gobierno, impulsados por las coaliciones poüticas influenciadas por
la izquierda. En vista de que el capital extranjero reaccionó a estas impo-
siciones sobre sus ganancias recortando la inversión y exigiendo conce-
a los obreros manufactureros y finalmente
movimiento obrero organizado. De esta manera la
ción de Trabajadores Chilenos, a finales de los año
rentas ligó a los mineros y a los transportadores con
ro del sector manufacturero en crecimiento. Por últim
tral Unica de Trabajadoresde Chile, fundada en 195
sos sindicatos de empleados, especialmente del sect
la organización en la minería y la industria manufac
sesentas,empezó a incorporar a los obreros rurales.
Los logros organizativos del movimiento obrero
1950,asi como los éxitos electorales de los partidos m
en parte al fracaso de la economía exportadora en p
rectamente, lia expansión capitalista y el desarrollo
que la producción exportadora se estancó y se alcan
la industrialización por sustitución de importaciones
directamente el poderío y los propósitos mamistas d
ro organizado y la izquierda, más y más grupos soc
puestos a compartir la concepciónmamista de los pro
Dichas percepciones fueron reforzadas por el crecie
del sector manufacturero de la economía chilena a p
resultado, cuando el gobierno de la Unidad Popular p
zaciiln de la industria del cobre como primer paso pa
trol nacional sobre la economía y fomentar el desa
consenso de respaldo al plan fue tan grande y amp
solo senador en una cámara todavía dominada por pa
que se atreviera a depositar un voto negativo. Y cuan
cedió a nacionalizar una parte sustancial del sector m
vo considerable apoyo popular.
Fue así como, después de 1930, la izquierda logró
promisos y concesionesinstitucionales de los años v
político de la clase obrera. En esta forma ¡ninó la he
miento económicoliberal y menguó el potencial del d
dependiente de Chile. Sin embargo, todo esto lo c
cionales, la Unidad Popular adoptó una
que retribuía materialmente a la clase obrera a costa de sumir en eI caos
el conjunto de la economía nacional. Las mismas preocupaciones, así
como i. *tg" de una burocracia partidista y sindical orgullosa de sus
logros y celosa de su poder, hicieron al gobierno mortalmente hostil a los
exlperimentos de participación y control obreros, especialmente en la
vital industria del cobre. En un sentido más profundo, sin embargo, ta-
les debilidades revelan el precio ideológico pagado por }a izquierda des-
de 1930: aceptaciónsin cútica de la ortodoxia mamista que sostenía que
el capitaüsmo, al engendrar al proletariado, inevitablemente asegpraba
la transformación sociaüsta de la sociedad. De hecho, como la historia de
otros países y de Chile, desde 19?3, lo demuestra tan claramente, esto
noes óierto, al menos en el corto lapso de tiempo en el que los activistas
politicos tienen que trabqjar. La visión mamista, que demostró ser tan
compatible con la experiencia de los obreros en la producción de minera-
les y tan atractiva para otros sectores de la sociedad chilena' no era un
t"rúltudo ni natural ni inevitable del desarrollo capitalista en sí. Fue la
consecuenciade percepciones sociales de un conjunto único de circuns-
tancias ecológicas, económicasy políticas condicionadas por el peculiar
desarrollo, orientado a la exportación, de Chile. En vez de probar el sig-
nificado cultural universal de tan exce¡rcionalexperiencia histórica y es-
forzarse por hacerlo comprender en la práctica a todos los obreros, la
izquierda simplificó las razones de su atractivo histórico y fue incapaz de
apieciar plenamente los costos de su éxito histórico. En este sentido, fue
una malainterpretación de su pasado lo que llevó a la izquierda a la tra-
gedia de 19?3.
sin embargo, al fracasar, la izquierda obligó al capital a echar por |a
borda el sistema überal en politica y relaciones industriales gue, a falta
de un desarrollo económicosostenido, era la principal fuente de legitimi-
dad de la clase dominante. Dio así un paso decisivo, aunque incierto, en
la consecuciónde la transformación social prevista por pequeños 8¡upos
de obreros miütantes del saütre en los primeros años del siglo. En sep'
tiembre de l9?3 quedó al desnudo, de manera trágica, la gran paradoja
como en el de su habilidad utilizar el
tural e institucional de los obreros de la era del salitre p
fuerzas económicasy políticas domésticas en beneficio d
úa del pueblo chileno. El éxito de este gran proyecto de
,t' te, al igual que en el pasado, de la salud y la estructura d
talista mundial. A comienzos del decenio de 1980, la sa
tema se ponia seriamente en duda, y las tendencias estr
convertido, en cierto modo, el conjunto de l¡a economia
empresa agobiada por las deudas, análoga en muchos s
claves minerales del pasado. Es en este sentido que, aun
tas ahistóricos y elitistas predicen un futuro desolado p
democráticosocialista de La clase obrera chilena y los
quierda, los estudiososde la historia del movimiento obr
contexto del sistema económico mundial se pueden p
optimistas(69).

69. Estas üneas, asl como eI grueso de este ensayo, fueron escritos en 19
"Exports, Labor, and the Left: An Essay on Twentieth-Century Chilea
Paper No. 9?, The Latin American Program, The Wileon Center, Washin
medida que la crisis económicamundial y chilena se profundizaban, los
varon a una ampüa coalición de gn:pos socialesa desafiar masiva y prlbü
ra miütar implantada en 1973.En momentos en que este libro va a la im
actual régimen castrense,con sus polfticas de ortodoxia económicaüber
repudiado al igual que la dictadura de Ibáñez media centuria atrás y qu
luego de otro prolongado eclipse, renacerá.
I CAPITUW 3. ARGENTINA

•• Sr. Buelde,.: Puesto que Argentina. anda en problemas, comienzo preguntándole:

¿hay algo, señor Borges, distintivamente argentino en tales problemas?

"Sr. Borges: Bueno. no sé. Conozco muy poco de polltica. pero pienso que ahora

tenemos el gobierno apropiado. un gobierno de caballeros, no de rufianes. No creo

que estemos maduros para la democracia todavia. Quizá en cien afi,os o más...

"Sr. Bueldey: ¿Por qué? ¿Es algo distintivo de los argentinos? ¿Distintivo del He­

millferio? ¿Distintivo de qué?

"Sr. Borges: No puedo declrselo, puesto que conozco mi propio Pals y estoy muy

desconcertado por él. Desearla comprender mi pala. Solo puedo f1IIl8rlo. Hago lo que

puedo por él. Pero no pretendo comprenderlo. No soy historiador" .

Entrevista en FiriDg Line.


Buenos Aires. febrero lo. de 1977
1
EL ENIGMA DE LA HISTORIA ARGENTINA

Dos grandes eniimas preocupan a los estudiosos de la·historia moderna


de Argentina. El primero radica en la paradoja del desarrollo económico
del pais: ¿Cómo y por qué la economía de mas rápido crecimiento y mas
desarrollada de América Latina a comienzos del siglo XX prácticamente
dejó de expandirSe a partir de los años cincuentas? El segundo concierne
a la evolucibn politica de Argentina. El enigma se expresa de diversas
maneras, pero siempre se pentra en los origenes y durabilidad del pero­
nismo. Este movimiento popular, corporativista y nacionalista de dere­
cha ha afectado todos los aspectos de la sociedad argentina desde los pri­
meros años de la décadá deJos cuarentas. El peronismo distingue de
manera radical la historia politica·de Argentina de las de todos los demás
paises latinoamericanos (y, en efecto, de -18, de Occidente, en su conjun­
to) en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Ambas cuestiones se hallan tan íntimamente interrelacionadas, que
ninguna de las dos puede ser comprendida por separado. Sostengo en
este ensayo que una plena comprensión de cada una, así como de los
vínculos que las unen, debe empezar con un examen de la evolución de
un movimiento obrero moldeado por la estructura única de la economía
exportadora del ganado y los cereales.

[ 115 ]
116 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

ARGENnNA ANTES DEL AUGE EXPORTADOR


El área que se convertiría en el corazón de la moderna economia exporta­
dora de Argentina -la plana y fértil pampa que se extiende hacia el
interior desde el puerto de Buenos Aires por cerca de 500 kilómetros
(Véase Mapa3.1)- no fue colonizada hasta finales de la época colonial.
Durante millones de años la acción del viento y de las aguas depositó
lentamente el sedimento -en Buenos Aires con más de 300 metros de
profundidad- que cubrió la base graIÚtica de una de las más antiguas Tucu
masas de tierra del planeta y fonnó la vasta planicie sin árboles que los
españoles "descubrieron" en el siglo XVI (1). Habitada solo por peque­
ños grupos de indígenas combativos y nómadas, y por las manadas de ARGEl
caballos salvajes y cabezas de ganado cimarrón descendíentes de los ani­
males traídos al Nuevo Mundo en los barcos españoles, la pampa resistió
Córdo
las débiles incursiones de los hispanos hasta fines del siglo XVIll. La
colonización española se limitó durante el período colonial a lo que hoy
constituyen las provincias noroccidentales de Argentina. Alli crecieron
granjas y poblados que suministraban alimentos, mulas y manúfacturas
para las minas de plata del Alto Perú. Tan solo cuando la economía mun­
dial pasó del capitalismo mercantil al industrial, a comienzos del siglo
xvm, con los reajustes geopolíticos que dicha transición produjo, la re­
gión central de Argentina se tornó estratégicamente importante para los
europeos. A medida que el poderio comercial y marítimo de Inglaterra
socavaba el mercantilismo español en el Nuevo Mundo, el puerto de
Buenos Aires, situado en la desembocadura de la cuenca del Río de la
Plata, se benefició del reordenamiento de las rutas comerciales. Entre
tanto, las regiones del interior respondían al creciente mercado mundial
de productos ganaderos (2). Tan importantes cambios económicos halla­
.~
ron exp~esión política, primero, cuando la corona española decidió en
1776 crear el Virreinato de la Plata, con Buenos Aires como su centro
administrativo, y segundo, cuando los importadores y exportadores del
puerto aprovecharon la declaración de Independencia en 1810, y la pro­
longadá guerra que resultó en el establecimiento de la hegemoIÚa britá­
nica sobre toda la economía del Atlántico a partir de 1815 (3).
Después de la Independencia, el poder económico y político de los
exportadores e importadores liberales de Buenos Aires demostró ser

1. Una buena introducci6n a la geografía argentina, asi como a la de otros países reseñados en
estellbro, es el estudio clásico de Preston James, Latin America, 3a. ed., Nueva York, 1959.
2. Entre éstos se destacaban pieles y sebo, despachados a las economías industriales del Atlántico
Norte, y carne cecina para alimentar a los esclavos que producian azúcar en Brasil y el Caribe
para los mereados europeos. Mapa 3.1. Argentina. Ubi
3. Para el impacto del reordenamiento de la economía mundial en el siglo xvm y comienzos del cerca de Buenos Aires.
XIX en las colonias iberoamericanas en general y en el virreinato de La Plata en particular, véa­
se Tullo Halperín Donghi, Historia contemporáDea de Latinoamérica, Madrid, 1970¡ y Richard
Graham, Independence in Latin America, Nueva York, 1972.
ARGENTINA 117

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le Mapa 3.1. Argentina. Ubicación del territorio de la pampa y la zona de los frigoríficos
cerca de Buenos Aires.
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118 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

insuficiente para ejercer control sobre el resto del antiguo virreinato. Las teras del norte no C(
áreas periféricas se separaron y se convirtieron en las naciones indepen­ político para cumpl
dientes de Paraguay, Uruguay y Bolivia. En el área restante, la Argenti­ estaba inicialmentE
na moderna, las diferentes economías regionales entraron en un largo y especulativa. Solo e
penoso período de ajuste a los imperativos y oportunidades de la econo­ do en la nación cap:
mía capitalista mundial, que poco a poco tomaba forma bajo la hegemo­ sarrollo tecnológico
nía británica. La pérdida de los tradicionales mercados del AltoPeru y la posible el desarrolll
competencia de importaciones de manufacturas baratas canalizadas a según palabras del
través de Buenos Aires desde el Atlántico Norte, sumieron el noroeste y ghi, hubo' 'una larg
el centro de Argentina en un prolongado período de decadencia econó­ Desde mediados
mica, dislocación social e inestabilidad política que convulsionó el país con creciente rapide
hasta mediados del siglo. Las luchas políticas y mílitares no se resolvie­ potencial exportado]
ron completamente sino con la nacionalización del puerto de Buenos escenario de un pro
Aires, en 1880 (4). cedentes en cuanto I
El complejo, prolongado y a menudo sangriento proceso del reajuste so transformó la estl
político de Argentina al nuevo orden mundial, en la primera mitad del país. Modificó elle]
siglo, contrasta agudamente con la consolidación relativamente suave condiciones estructl.
del consenso entre las clases dominantes y de un gobierno estable y cen­ grande movimiento 4
tralizado que se operó en Chile en el mismo período. En la base de este
proceso político, ,que el gran polemista liberal argentino del siglo XIX,
Domingo Faustino Sarmiento, inmortalizó como una lucha épica entre LA PROMESA DEL DES
las fuerzas de la "civilización" y la "barbarie" por el control del destino Durante ochenta añe
de la nueva nación (5), habiados rasgos estructurales de la economía po­ mentó un período de
lítica argentina que no se dieron en Chile. El primero fue la existencia de
ción, con muy pocos 1
una economía regional en el interior, incompatible con la división inter­
obra Essays on the 1
nacional del trabajo que surgía en la economía mundial; el segundo fue
fuente más importar.
la incapacidad de la economía costera, atada al nuevo orden, para desa­
rrollar la capacidad exportadora de Argentina en la primera mitad del gentina moderna, esl
siglo XIX. La integración de la economía argentina y el fortalecimiento la media centuria qu
de la hegemonía cultural y política de una clase dominante unificada dial, el producto nací
sobre el resto de la sociedad dependian del desarrollo de una economía anual de 5 % o más ('
exportadora dinámica. Mas dicha economía tendría que aguardar a que agregadas confiables
evolucionaran los mercados y sistemas de transporte del Atlántico Nor­ Cortés Conde ha acUl
te, se materializaran las trasferencias masivas de capital, tecnología y tructura de la expans
irregularmente en laB
mano de obra desde Europa, y surgiera un fuerte Estado liberal capaz de
nas de cueros, sebo, 1
preservar el orden interno y cumplir con las obligaciones financieras in­
ternacionales. Después de la Independencia, los comerciantes y los pro­
ductores y procesadores de ganado de Buenos Aires y las provincias cos­ 6. La frase es el título del Ca
7. Carlos Díaz Alejandro, &
1970, pp. 2-3. La dimensi.
mulante y rica. Constituy.
4. Estos procesos, descritos de manera muy general aquí, son cuidadosamente analizados en pos coloniales hasta los ro
obras especializadas por Myron Burgin, Economic Asped8 of Argentine Federalism, 1820· do M. Ortiz, Historia ecol
1852, Cambridge, USA, 1946, YTullo Halperín Donghi, Politics, Economics, and Society in the tiene una introducción crll
Revolutionary Period, Cambridge, Inglaterra, 1975. en Roberto Cortés Conde 3
5. En Facundo, Santiago, 1845. tory, 1830-1930, Berkeley,
ARGENTINA 119

teras del norte no contaban ni con los recursos materiales ni con el poder
político para cumplir con tarea tan formidable. Es más, Gran Bretaña
estaba inicialmente interesada solo en los mercados y en la inversión
especulativa. Solo cuando el proceso de industrialización hubo madura­
do en la nación capitalista dominante, la acumulación de capital, el de­
sarrollo tecnológico y la reorganización de la economía interna hicieron
posible el desarrollo del potencial exportador de Argentina. Mientras,
según palabras del eminente historiador argentino Tulio Halperin Don­
ghi, hubo "una larga espera" (6).
Desde mediados del siglo, sin embargo, primero lentamente y luego
con creciente rapidez e ímpetu, Argentina comenzó a realizar su enorme
potencial exportador. La "Civilización" triunfó y la pampa argentina fue
escenario de un proceso de crecimiento económico y desarrollo sin pre­
cedentes en cuanto a alcance y duración en América Latina. Dicho proce­
so transformó la estructura económica, demográfica, social y política del
pals. Modificó el lenguaje y la cultura del pueblo argentino. Y creó las
condiciones estructurales para el desarrollo, en el siglo XX, del más
grande movimiento obrero organizado de América Latina.

LA PROMESA DEL DESARROLLO ECONOMICO ARGENTINO

Durante ochenta años, a partir de 1850, la economía argentina experi­


mentó un periodo de crecimiento económico, dinamizado por la exporta­
ción, con muy pocos paralelos en la historia. Carlos Díaz Alejandro, cuya
obra Essays on the Economic History of the Argentina Republic, es la
fuente más importante de información y análisis sobre la economía ar­
gentina moderna, estima que durante la parte más dinámica del periodo,
la media centuria que precedió el estallido de la Primera Guerra Mun­
dial, el producto nacional bruto pudo haber crecido a una tasa promedio
anual de 5% o más (7). Infortunadamente no se dispone de estadísticas
agregadas confiables. Pero el historiador económico argentino Roberto
Cortés Conde ha acumulado información que indica la magnitud y la es­
tructura de la expansión antes de 1914. Después de crecer muy lenta e
irregularmente en las décadas de 1820 y 1830, las exportaciones argenti­
nas de cueros, sebo, lana y carne empezaron a expandirse rápidamente a

6. La frase es el titulo del Capitulo S de su BJs10ria contemporánea, citada en la nota 3.


7. Carlos Diaz Alejandro, E_J.on ibe Economic Hi8tor:v of ibe Argentine Republie, New Haven,
1970, pp. 2-3. La dimensión económica de este capitulo se basa mucho en la obra citada, esti­
mulante y rica. Constituyen útiles reseñas del desarrollo económico argentino, desde 108 tiem­
pos coloniales hasta los modernos, Aldo Ferrer, La economía argentina, México, 1963, y Ricar­
do M. Ortiz, Historia económica de la Argentina, Buenos Aires, 1974. Tullo Halperin Donghi
tiene una introducción critica a la literatura sobre la historia econÓmica del periodo 1850-1930,
en Roberto Cortés Conde y 8tanley J. Stein, editores, Latin America: A guide to Economic His­
tory, 1830-1930, Berkeley, 1977, pp. 44-162.
120 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
ARGENTINA

fines del decenio de los cuarentas y comienzos de los cincuentas. Luego, res contemporáne<
entre 1854 y 1874, las exportaciones totales, casi todas representadas en ductiva estuvieron
derivados del ganado, aumentaron siete veces. A partir de 1880, cuando pequeño de famiJ.ú
las expediciones militares limpiaron la pampa de indigenas hostiles y vincia de Buenos A
ampliaron considerablemente la superficie disponible para la explota­ terra y que abarca
ción, el veloz ritmo del crecimiento exportador se mantuvo y dio un salto parte de la tierra p
cualitativo. Entre 1880 y 1913 el valor de las exportaciones argentinas se
milias (lO). Las cal
incrementó nueve veces. Entre tanto, la participación de los bienes agri­
colas en tales exportaciones (trigo y maíz, yen menor medida lino) creció guen todavía en de
en más de 10% en 1883, más de 25% en 1890 y más de 40% en 1913. a fuerzas geográ!i(
Tan sorprendente crecimiento se vio acompañado de una rápida expan­ resultado de las IW
sión de la red ferroviaria, muy altos niveles de inmigración extranjera, efectivamente el pI1
inversiones foráneas públicas y privadas en grande escala y el creci­ a medida que la tri
miento y consolidación del Estado argentino (8). El Cuadro 3.1 brinda posiciones no son 4
relativa, parece ciel
una idea de la velocidad y el alcance de tales cambios.
la tierra, asi como b
deros (algo que se E
CUADR03.l
antes de la gran ex
INDICADORES DEL CRECIMIENTO ECONOMICO DE ARGENTINA, 1880-1913 Dicho patrón ha con
Indicador 1880 1890 1902 1913

Exportaciones (pesos oro) 58.381.000 100.819.000 179.487.000 519.156.000 significativo de subdivi


Importaciones (pesos oro) 45.536.000 142.241.000 103.039.000 496.227.000 de 1901. Sin embargo,·
Ingresos del gobierno (pesos oro) 19.594.000 29.144.000 62.404.000 153.692.000 tercambia los iérminoe
Deuda externa pública (pesos oro) 17.388.000 161.391.000 381.083.000 308.855.000 1916-17, Vol. 6, p. Iv.
Población 2.493.000 3.778.000 4.872.000 7.482.000 extranjeros de unidade
Area cultivada (has) 1.156.000 2.996.000 9.115.000 24.091.000 pequefias unidades; en:
del área poselda. Véarui
10. Jacinto Oddone, La bw
Fuente: Adaptado de Roberto Cortés Conde, The First Stalles of Modemization in Spanish Ame· 69.
rica, Nueva York, 1974, Tablas 6-20 y 6·21, pp. 145-46. 11. Estas dos posiciones va
la éJite latifundista arp
sados en adquirir tiemI
En términos estructurales, la economía exportadora de trigo y pro­ para favorecer sus ínter
ductos ganaderos era el polo opuesto de la economía minera de Chile en el hbro citado en la l1i
descrita en el capitulo anterior. La principal diferencia radicaba en la rra de buena calidad y •
siglo XIX. Sostiene que
nacionalidad de propietarios y trabajadores en la producción exportado­ ble la ganaderia en gnm
ra. Aunque la propiedad de la tierra en manos de extranjeros no era in­ da posición. Cortés Con
reforzarlo con detallada
significante en la pampa, e incluso, probablemente aumentó al comienzo tino, Buenos Aires, 197!
del siglo, los argentinos poseían la gran mayoría de las enormes estan­ na a la agricultura en 11
cias que producían el grueso de las exportaciones del país. Los censos unidadeedeproducción
argentinos no contribuyen mucho a elucidar la nacionalidad de los pro­ dencia para demostrar u:
alguno de estos proceso
pietarios de las haciendas ni arrojan mucha luz sobre el problema de la largo del periodo.
concentración de la propiedad (9), pero todos los estudiosos y observado­ 12. Véanse loscu:idadoeosy
jarano, Haydée Goroste,¡
8. Roberto Cortés Conde, The First Stages of Modemization in Spanish Ameriea, Nueva York, lio Halperln Donghi, edil
1974, pp. 121, 123. de Gallo tiene que ver 00
9. Por ejemplo, el director del Censo Nacional de 1914 dijo que el censo ganadero reveló un grado vamente difuso de la pn:
disidente. que S08Üene q
ARGENTINA 121

res contemporáneos coinciden en que enormes porciones de tierra pro­


ductiva estuvieron concentradas en manos de un número relativamente
pequeño de familias argentinas durante los siglos XIX y XX. En la pro­
vincia de Buenos Aires, cuyo tamaño tisico es casi el doble del de Ingla­
terra y que abarca más de la mitad de la pampa, cerca de una tercera
parte de la tierra pertenecia, en 1928, a un poco más de un millar de fa­
milias (lO). Las causas de tan extremada concentración de la tierra si­
guen todavia en debate. Algunos historiadores económicos la atribuyen
a fuerzas geográficas y económicas impersonales. Según otros, fue el
resultado de las maquinaciones de la élite terrateniente que controlaba
efectivamente el proceso legal de distribución y venta de tierras públicas
a medida que la frontera se expandia durante el siglo XIX (11). Tales
posiciones no son contradictorias. Cualquiera que sea su importancia
relativa, parece cierto que el patrón de concentración de la propiedad de
la tierra, asi como la subordinación de los intereses agrícolas a los gana­
deros (algo que se examinará más adelante), se estableció muy pronto,
antes de la gran expansión de la producción exportadora de la pampa.
Dicho patrón ha continuado hasta hoy sin cambios fundamentales (12).

significativo de subdivisión de la tierra y un ereeimiento de los pequeños propietarios a partir


de 1901. Sin embargo, una lectura atenta de su interpretación de los datos muestra que él in­
tercambia 108 términOlt propiedades y explotadODeL Tercer Cenao Naekmal, Buenos Aires,
1916-17, Vol. 6, p. Iv. Los datos del censo revelan cantidades considerables de propietarios
extranjeros de unidades de producción ganadera, asi como un incremento en el número de
pequefías unidades; empero, no correlacionan la nacionalidad de la propiedad con el tamafto
del área poseida. Véanse pp. 677-91 del mismo volumen.
10. Jacinto Oddone, La burpesía terrateuieme argeDtina, 2a. OO., Buenos Aires, 1975, pp. 167­
69.
11. Estas dos posiciones van más allá del énfasis inicial en los valores culturales tradicionales de
la élite latifundista argentina, que supuestamente hacia a los grandes propietarios más intere­
sados en adquirir tierra y estat.us que en tomar dec;isiones económicas y politicas racionales
para favorecer sus interese económicos. La primera posición, desarrollada por Cortés Conde
en el libro citado en la nota 8, atribu)llna evolución de la gran hacienda a la abundancia de tie­
rra de buena calidad y a la esc:aael,.de capital y fuerza de trabajo durante la mayor parte del
siglo XIX. Sostiene que esta eombinación de factores racionalizó e hizo virtualmente inevita­
ble la ganaderla en gran escala. Jacinto Oddone es el más destacado proponente de la segun­
da posición. Cortés Conde ba afirmado su argumento en una forma más extrema e intentado
reforzarlo con detallada investigación de primera mano en su reciente libro El progreso argeD­
tino, Buenos Aires, 1979. Dicba obra arroja mucba luz sobre el desplazamiento de la ganada­
rla a la agricultura en la provincia de Buenos Aires, y sobre el crecimiento de las pequeñas
unidades de producción explotadas bajo contrato de arrendamiento. También suministra evi­
dencia para demostrar un vigoroso mercado de tierras a fines del siglo XIX. No demuestra que
alguno de estos procesos baya difundido considerablemente la concentración territorial a lo
largo del perlodo.
12. Véanse los cuidadosos y detallados estudios históricos de Tullo Halperln Donghi, Manuel Be­
jarano, Haydée Gorostegui de Torres y Ezequiel Gallo en la Parte I de Torcuato Di Tella y Tu·
Iio Halperin Do,oghi, editores, Loe fragmentos del poder, Buenos Aires, 1969. La contribución
de Gallo tiene que ver con la princlpaly transitoria excepción a la regla, o sea, el patrón relati­
vamente difuso de la propiedad de la tierra en la provincia de Santa Fe. Para una concepción
disidente, que sostiene q~ en la pampa la propiedad de la tierra se hizo menos concentrada y
122 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

Aunque los estancieros argentinos poseian los medios de producción


del sector exportador, los capitalistas extranjeros ejercían u~ control
dominante pero no exclusivo, sobre el transporte, el procesarmento y la
comercia~ción de los productos de exportación. El capital británicocapital
había construido y poseía la mayor parte de la extensa red ferroviariabritánico.
que comunicaba la pampa con la costa. El capital extranjero habia finan­Negocio
ciado y era propietario de muchas instalaciones y plantas de procesa­de la
miento que elaboraban los productos argentinos y los empacaban para lacarne.
exportación. El control foráneo fue especialmente pronunciado, a partir
de 1900 en el procesamiento de la carne, cuando enormes y modernas
plantas 'de empacado, llamadas frigorífICOS en Argentina, desplazaron
los saladeros y graserías, más pequeños y menos eficientes, que habían
procesado los productos ganaderos para la exportación durante el siglo
XIX. El capital extranjero controlaba el embarque y la distribución inter­
nacional de la mayoria de los bienes de exportación, participaba en el
lucrativo comercio de importación, invertía en los sistemas de alumbra­
do público y comunicaciones, establecía bancos y entidades asegurado­
ras y, en la medida en que el desarrollo avanzaba, invertí~ en la in~us­
tria manufacturera. La penetración en gran escala del capItal extrallJero
en la economía argentina implicó una considerable salida de excedentes
hacia el Atlántico Norte. No se dispone de buenas estadísticas sobre este
importante asunto. Diaz Alejandro estima que a finales de los años ~ein­
tes casi una décima parte de todo el ingreso -exceptuados los salanos­
se remitía al extranjero.
No obstante, el capital argentino también desempeñaba un papel
importante en la mayoría de las actividades económicas no rurales. Par­
ticipaba en menor medida incluso en la industria intensiva en capital del
empacado de carne, controlaba una porción sustancial del procesamien­
tode granos y el comercio de importación y dominaba la banca. La salu­
dable participación del capital argentino en estas actividades fue posible
gracias al control nacional sobre el proceso primario de acumulación de
capital en la economía de exportación. Al contrario de Chile, la apropia­
ción argentina de excedentes generados en la producción exportadora se
logró principalmente no por medio de los impuestos estatales, sino con
los mecanismos normales del mercado capitalista. Pese a que un porcen­
taje considerable de esta riqueza se dilapidó ostensible y notoriamente
en consumo suntuario por parte de la clase dominante argentina (13),

la producci6n más diversificada en la primera mitad del siglo XIX, véase Jonatban C. Brown,
A Socioeoo1lomie HIa*ory of Arge1ltiDa, 1776.1860,Cambridge,lDglaterra, 1979.
13. A comienzoa del siglo, los europeos acuiiaron la frase "tan rico como un argentino" para des­
cribir a quien tuviera una gran riqueu personal y hábitos de p~. Por su p~, los
argentinos imitaban a la aristocracia europea. En la pampa apareclan mcongruentes cop~ de
mansiones rurales inglesas y floridos chalets 8\lizos; un revoltijo de lujosas casas veramegas,
construidas en los más heterogéneos estilos arquitectónicos, testimoniaban la riqueu y el
lA ARGENTINA 123

ln buena parte fue reinvertida en el sector exportador y en empresas co­


~ol merciales y financieras. Mientras tanto, el Estado argentino se limitaba
la a gravar el creciente volumen de importaciones generadas por el desa­
co rrollo exportador. Empleaba tales impuestos, que golpeaban más fuerte­
da mente a los consumidores de las clases obrera y media y representaban
¡n­ más de la mitad del total de los ingresos estatales, para sufragar los
5a... enormes empréstitos públicos extranjeros que contrataba con el fin de
,la construir ferrocarriles y otras obras públicas, y financiar una creciente
tir burocracia civil, especialmente del sector educativo, y militar.
laS Sin embargo, si bien el capital en la producción exportadora era ar­
~on gentino, una proporción muy alta de los obreros, de nuevo en contraste
lan con Chile, eran extranjeros. Al comienzo del auge exportador, la pobla­
glo ción argentina se hallaba muy dispersa. El crecimiento económico y la
er.. diversificación generados por la expansión exportadora crearon cientos
t el de miles de empleos, muchos ocupados por inmigrantes. La producción
~ra'" ganadera, especialmente la cria de ganado, requeria muy pocos trabtija­
d~ dores, pero a partir de 1880, con la gran expansión de la producción ce­
.us... realera en la pampa y el desarrollo de las nacientes economías urbanas
ero de la costa, la corriente de inmigrantes se convirtió en una inundación.
ttes Entre 1857 y 1930 Argentina recibió una inmigración neta de quizá tres y
!ste medio millones de personas. Antes de la Primera Guerra Mundial más
!lin­ de la mitad eran italianos y cerca de una cuarta parte españoles. En
15­ 1914, en la mayor parte de la pampa los extranjeros superaban a los ar­
gentinos en una proporción de dos a uno. En el mismo año, tres cuartas
lpel partes de la población adulta de la ciudad de Buenos Aires había nacido
Par­ en el extranjero (14).
¡del El Gráfico 3.1 muestra la inmigración anual neta a Argentina entre
ien­ 1860 y 1970 Ycomprueba la sensibilidad de los inmigrantes potenciales a
alu­ los cambios en las condiciones económicas de Argentina y a las tenden­
iible cias y las crisis del sistema capitalista mundial. Las caídas se dieron en
tl de periodos de depresión internacional (fines del decenio de 1870 y comien­
.,ia­ zos de 1930), durante las crisis de la economía doméstica de Argentina
ia se (1890-91 e intermitentemente a partir de 1950) y durante las dos guerras
'con mundiales. Los aumentos ocurrieron en periodos de expansión de las
ben­
ente gusto de la burguesla argentina en el centro turlstico de Mar del Plata. La escala y la solidez
:13), de los edificios públicos y privados, erigidos durante los aAos dorados del crecimiento econó­
mico de Argentina, todavla dan el tono arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires. Las fotos
de las mansiones de la élite latifundista adoman las lustrosas páginas de la mamotrética. Enci­
clopedia eomereial, publicada por la Cámara de Comercio Británica y Latinoamericana. Lon­
dres, 1922. Sobre Mar del Plata, véase Juan José Sebrelli, Mar del Plata, el ocio represivo,
_des­ Buenos Aires, 1970; sobre Buenos Aires, puede empezarse con James R. Sobie, BuellOS
18,108 Aires, del ceDtro a los barrios, 1870-1910, Buenos Aires, 1977.

C!~
14. James R. Scobie. AqeDtiDa, 2&.. ed. Nueva York. 1971. Este libro, abundante en información

pel

social y económica. es la mejor historia del pala en un volumen, desde los tiempos coloniaJes
basta el presente.
124 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

economías argentiIl
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MILES DE INMIGRANTES
1ó. José Luis Romero, A m.
ARGENTINA 125

economías argentina y mundial: 108 años ochentas del siglo XIX, la déca­
da que precedió a la Primera Guerra Mundial, los años veintes y el lustro
posterior a la Segunda Guerra Mundial. Debido a que la mayoría de los
inmigrantes que llegaban al país eran hombres, en Argentina hubo
mucho más varones que mujeres entre 1860 y 1960. La fuerte inmigra­
ción entre 1880 y 1930 también significó que la estructura de edades se
vio distorsionada en favor de los adultos productivos, circunstancia que
benefició el desarrollo económico.
Resulta difícil exagerar la influencia de la inmigración sobre la socie­
dad argentina durante lo que el historiador e intelectual argentino José
Luis Romero apropiadamente denominó la "Era Aluvial" (15). Aunque,
por ejemplo, el número absoluto de inmigrantes a Estados Unidos antes
de 1930 fue mucho más alto, la importancia relativa de los inmigrantes,
dada la reducida población inicial de Argentina, fue aproximadamente el
doble de grande. Aún más, los datos sobre inmigración no expresan ple­
namente la naturaleza del proceso migratorio. Por cada inmigrante que
permanecia en Argentina otro retornaba a Europa luego de una estadía
de semanas o años. La economía exportadora de Argentina atrajo a cien­
tos de miles de obreros temporales (golondrinas) de Europa meridional,
primordialmente durante los meses de verano en el Hemisferio Sur. Mu­
chos trabajaban unas cuantas semanas o meses en la cosecha de granos
para regresar luego a Europa. El predominio de inmigrantes en la fuerza
de trabajo de la producción exportadora y las econonúas urbanas de la
costa durante las primeras décadas del siglo XX influenció todos los as­
pectos de la sociedad argentina y afectó de manera decisiva el desarrollo
del movimiento obrero.
La estructura de la economía exportadora argentina también difería
de la de Chile en otros sentidos. Mientras que la producción de salitre
estaba confinada a un enclave, bastante apartado del centro del país, la
pampa argentina se convirtió en el centro efectivo del país. Fuente de
prácticamente todas las exportaciones argentinas, la pampa contenía
asimismo la gran mayoría de los ferrocarriles de la nación y sus indus­
trias manufactureras y de servicios. Hacia 1914, la pampa albergaba dos
terceras partes y la provincia entera, incluida la ciudad de Buenos Aires,
e146% de la población.
La concentración de la actividad económica yde la población en la
pampa y sus puertos reflejaba la importancia de lo que los economistas
llaman "vínculos delanteros" de la economía exportadora argentina: el
transporte, el procesamiento y los servicios relacionados con el embar­
que de los productos para ser enviados al exterior. Díaz Alejandro ha es­
timado que tales actividades representaban más o menos dos terceras

16. José Luis Romero, A 1&*017 of A.qeDt.iDe Politieal Tboullht, Sta:nford, 1963.
126 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

partes del valor agregado de las exportaciones argentinas (16). La econ(}­


mía exportadora argentina fue menos exitosa en promover •• nexos trase­
ros y horizontales": la producción de los bienes necesarios para la pr(}­
ducción agrícola y ganadera y la satisfacción de la demanda de bienes
manufacturados por parte de los consumidores. A lo largo del período de
la eXPansión exportadora, hasta 1930, con la excepción parcial de los
años de la guerra mundial y la depresión de posguerra, la economía ar­
gentina mostró una gran propensión a importar sus bienes manufactura­
dos. Sin embargo, aun antes de 1914 el desarrollo de la industria manu­
facturera en Argentina ya era significativo. El crecimiento fue más nota­Industria
ble en la confección y los muebles, asi como en la elaboración de mate­manufac
riales de construcción, donde para 1913 el país satisfacía alrededor deturera
tres cuartas partes de su consumo. En 1913 cerca del 37 % de los alimen­
tos procesados consumidos porlos argentinos se producía en el país. Sin
embargo, salvo unas pocas grandes empresas empacadoras de carne y
textileras, la mayor parte de la industria argentina estaba a cargo de
pequeños establecimientos, muchos de los cuales empleaban menos de
diez personas y se clasifican más apropiadamente como artesanales. En
1913 el censo reportó 48.779 establecimientos manufactureros que,
sumados, empleaban a 410.201 personas. Más de la mitad de estas em­
presas y sus trabajadores estaban localizados en la ciudad y la provincia
de Buenos Aires (17).
El pobre historial de la sustitución de importaciones en Argentina
antes de 1913, o si se quiere antes de 1930, no puede ser explicado, como
si puede serlo en el caso de algunas econolIÚas exportadoras de América
Latina, por falta de capital nacional o demanda insuficiente. La propie­
dad nacional de los medios de la producción exportadora aportaba sufi­
ciente capital para la inversión industrial. Las relaciones capitalistas de
producción en la pampa, la estructura salarial relativamente alta de la
economía argentina, cuya existencia se muestra indirectamente por el
alto nivel de inmigración internacional temporal y permanente, y el
número creciente de consumidores urbanos empleados en el transporte,
las actividades de procesamiento y las labores de la construcción pública
y privada se conjugaron para· crear un gran mercado interno para bienes
manufacturados. Que la industria doméstica no se expandiera para satis­
facer estas necesidades fue una consecuencia de un profundo y bien fun­
damentado consenso entre la mayoría de los consumidores argentinos,
·10 mismo propietarios que obreros: que en la economía argentina de al­
tos salarios las manufacturas extranjeras eran más baratas y de mejor
calidad que los productos nacionales artificialmente protegidos. La falta

16. Diu Alejandro, Eaeay.... , Cuadro 22, p. 423.


17. AdoHo Dorfman, EvoIud6a iDduatrIaIu¡e.tbaa, Buenos Aires, 1942, pp. 11-23.
ARGENTINA 127

relativa de protección para la industria argentina durante la era clásica


del liberalismo económico en la economía mundial no fue simplemente,
como muchos han sostenido, la expresión de los intereses de clase de los
terratenientes, quienes monopolizaron la política nacional hasta 1916.
Tampoco obedeció primordialmente a la limitada influencia política de
los empresarios inmigrantes que dominaban las filas de la burguesia
industrial. Incluso los partidos Radical y Socialista, que se apoyaban en
la clase obrera urbana y consiguieron una parte considerable del poder
político a partir de 1912, adhirieron firmemente a una posición de libre­
cambio. Y los anarcosindicalistas, que lograron el respaldo de millares
de trabajadores urbanos organizados a comienzos del siglo XX, guarda­
ron silencio en tomo a la cuestión del proteccionismo industrial. Los sin­
dicatos no apoyaron la protección de la industria nacional sino a fines de
los años treintas. Todas las clases sociales de la pampa se beneficiaban,
como consumidores, de la posición comparativamente ventajosa de Ar­
gentina en la división internacional del trabajo prevaleciente hasta 1930.
Los costos inherentes al patrón de desarrollo económico de Argentina,
aunque numerosos, no deben imputarse al fracaso del desarrollo indus­
trial antes de 1930.
Una característica distintiva final de la economía exportadora de
Argentina se halla relacionada con su relativa inmunidad a las fluctua­
ciones violentas en la demanda mundial. Al contrario de las exportacio­
nes chilenas de minerales, las exportaciones ganaderas y cerealeras de
Argentina contaron con una demanda relativamente alta y estable, inclu­
so durante la Gran Depresión. Aunque la demanda y los precios de bie­
nes individuales fluctuaban como resultado de los cambiantes gustos y
necesidades de Europa, de los incrementos en la tecnología de la pro­
ducción y el transporte, y de los ciclos económicos y desarrollos políticos,
los productores argentinos fueron capaces de adaptarse a tales cambios.
La producción de lana fue la coyuntura que permitió el crecimiento
sostenido de la economía ganadera a partir de 1860. Antes de esa fecha
la carne cecina se exportaba a las economías esclavistas de la América
tropical, mientras que los cueros y el sebo se enviaban a las economías
industriales de Europa en expansión. A partir de mediados del siglo, sin
embargo, el crecimiento de las industrias de alfombras y tejidos en Fran­
cia y Bélgica crearon un mercado en aumento para la lana, y la cria de
ovejas pronto se convirtió en la principal actividad económica en las pro­
vincias costeras de Argentina. A mediados del siglo había apenas cerca
de cinco millones de ovejas en la zona costera de la pampa; para 1875
solamente la provincia de Buenos Aires poseía alrededor de 46 millones
de ovejas. Las exportaciones de lana durante el mismo lapso pasaron de
un promedio anual de 6 mil toneladas en los años cuarentas a 120 mil
toneladas en los ochentas. En esta última década la lana representó más
de la mitad del valor de las exportaciones argentinas.
128 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Sin embargo, fue tan solo con la revolución en el transporte, el desa­ producción de la carne 1

rrollo de la tecnología de la refrigeración y la expansión de la demanda sumidor británico. La ru


europea de alimentos, a partir de 1880, como la producción de la pampa la subordinación de la al
adquirió su forma moderna. La producción ganadera se adaptó, a partir ción rural. Al mismo ti.
de aquel año, a la creciente rentabilidad de las exportaciones de carne a vida y el acceso limitadl
Europa. En un principio los embarques de ovejas y reses vivas y de cor­ los trabajadores rurales
dero congelado dominaron el mercado de la carne; empero, a comienzos nidades económicas era:
del siglo XX la carne de res congelada se había convertido también en un La expansión de la el
importante articulo de exportación. Pocos años después el chilled beef, o pida solo temporalment4
carne de res refrigerada, mucho más atractiva para los consumidores la contienda redujo la 1
británicos que compraban casi todas las exportaciones de carne de Ar­ volumen de las exportac
gentina, se convirtió en el artículo de más rápido crecimiento en el co­ do descenso de la econo
mercio exportador argentino. la migración internaciol
El giro hacia las exportaciones de carne, especialmente la carne de para la guerra y decenal
res, exigió una revolución en las técnicas de cría y engorde, y cambios Para 1917, no obstante,
drásticos en el uso de la tierra y los sistemas de trabajo en la pampa. Se manda bélica. Las expo
importó ganado de pura sangre de Europa con el fin de mejorar los reba­ gentina empezó a vende
ños, la pampa fue surcada con alambre de púas, y pastos artifi~iales de lana a los Aliados. La gu
superior calidad remplazaron los pastos naturales. Tales cambIOS estu­ ciones y promovió el cre
vieron relacionados con el crecimiento de la agricultura de la pampa. en la industria. Pero la E
Como se anoro anteriormente, las exportaciones agrícolas, principal­ durante la Segunda Gue
mente trigo y maíz, aumentaron rápidamente a partir de 1880, para al­ y materias pritnas indusl
canzar en 1913 casi la mitad del valor total de las exportaciones. Pero el Después de la contiel
desarrollo agrícola siempre estuvo subordinado a los intereses de los tinuó y su estructura pe
grandes terratenientes y productores de ganado, especialmente vacuno. los años veintes el valO]
En los decenios de 1880 y 1890 los latifundistas empezaron a ceder par­ niveles de la preguerra.
tes de sus enormes haciendas a arrendatarios inmigrantes, que las dedi­ que apenas alcanzó la n
caron a la producción de granos. Los términos de los contratos limitaban conflicto. La construcciól
seriamente la diversificación agrícola y la tenencia de tierra por parte de nueva inversión extranj
los arrendatarios. Por norma general, a las familias de arrendatarios les expansión física de la Sl
era permitido sembrar cereales (se les prohibía estrictamente cultivar portadora en la pampa;
otrOs productos) en grandes pedazos de tierra durante tres años. Al final nante poder económico y
se les exigía déjar la tierra sembrada con alfalfa y luego abandonarla. En economía argentina bab
un principio, muchos de los contratos eran arreglos de aparcería, pero a manufacturero siguió CI
comienzos del siglo se generalizaron los contratos con pago en dinero. importaciones. Un hecho
Casi la mitad de las necesidades de mano de obra se satisfacia de la
manera indicada; la fuerte demanda de fuerza temporal de trabajo para
la cosecha se resolvía con trabajadores migrantes provenientes de las 18. Las etapas de la producción
ciudades costeras y las poblaciones de la pampa, así como del sur de anteriores, se describen en O
clos económicos, 1876-1952, l
Europa. Por medio de este sistema de contratos temporales de arrenda­ dos económkos argentln08, 1
miento y mano de obra migratoria, los terratenientes argentinos estaban de primera mano, sobre la ti
en capacidad de participar en las ganancias de la agricultura, evitar la Aires a partir de 1880 es Corf
plicaciones sociales y cultura:
pérdida de una tierra que incrementaba velozmente su valor y transfor­ bajo que surgieron en la p8Jl
mar gradualmente sus tierras incultas en pastizales apropiados para la RevolutioD OD tbe Pampas, Al
roRIA
r ARGENTINA 129

desa-
anda
I
i
producción de la carne vacuna de alta calidad que tanto gustaba al con­
sumidor británico. La naturaleza extensiva de la producción ganadera, y
IUllpa la subordinación de la agricultura, retardaron el crecimiento de la pobla­
¡mrtir ción rural. Al mismo tiempo, las condiciones onerosas de trabajo y de
,mea vida y el acceso limitado a la propiedad de la tierra tendían a empujar a
e cor­ los trabajadores rurales hacia las ciudades costeras, en donde las oportu­
emos nidades económicas eran mejores y la calidad dé la vida superior (18).
en un La expansión de la economía exportadora de Argentina fue interrum­
eef, o pida solo temporalmente por la Primera Guerra Mundial. El comienzo de
dores la contienda redujo la navegación internacional y afectó seriamente el
ie Ar­ volumen de las exportaciones e importaciones argentinas. El pronuncia­
el co­ do descenso de la economía invirtió la dirección del flujo de capital y de
la migración internacional a medida que los británicos se aprestaban
ne de para la guerra y decenas de miles de trabajadores retornaban a Europa.
mbios Para 1917, no obstante, la economía principió a beneficiarse de la de­
;>8. Se manda bélica. Las exportaciones de carne crecieron rápidamente y Ar­
reba­ gentina empezó a vender bienes manufacturados tales como mantas de
les de lana a los Aliados. La guerra también estimuló la sustitución de importa­
. estu- ciones y promovió el crecimiento de unidades productivas más grandes
Ilmpa. en la industria. Pero la expansión industrial se vio limitada, al igual que
lcipal­ durante la Segunda Guerra Mundial, por la escasez de bienes de capital
U'8. al­ y materias primas industriales en un mundo en guerra.
·ero el Después de la contienda, la expansión exportadora de Argentina con­
de los tinuó y su estructura permaneció básicamente intacta. Hacia finales de
lcuno. los años veintes el valor de las exportaciones casi había duplicado los
~r par­ niveles de la preguerra. La inmigración en gran escala revivió, pese a
, deru­ que apenas alcanzó la mitad del nivel logrado en el decenio anterior al
itaban conflicto. La construcción de ferrocarriles disminuyó, así como el flujo de
lrte de nueva inversión extranjera. Ambas tendencias reflejaban el fin de la
!ios les expansión física de la superficie de tierra dedicada a la producción ex­
ultivar portadora en la pampa; hasta cierto punto también revelaban el decli­
II final nante poder económico y financiero de la metrópoli británica, a la cual la
tla. En economía argentina habia estado tan estrechamente ligada. El sector
¡pero a manufacturero siguió creciendo, mas no se vio mucha sustitución de
~ro. importaciones. Un hecho nuevo fue el surgimiento en los años veintes de
l de la
lO para
;de las 18. Las etapas de la producción rural argentina durante el siglo XIX, resefiadas en los párrafos
anteriores, se describen en Ortiz, HIstoria ecoDÓmica (Véase la nota 71. Los datos sobre los ci­
sur de clos económicos, 1876-1952, están resumidos en Guido Di Tella y Manuel Zymelman, Loe ci·
renda­ clos ecoDÓmicos argentinos, BueDOs Aires, 1973. Un análisis detallado, basado en materiales
ataban de primera mano, sobre la transformaciÓn de la producción rural en la provincia de Buenos
ritar la Aires a partir de 1880 es Cortés Conde, El progre80 arlentino... El estudio clásico de las im·
plicaciones sociales y culturales de los patrones de tenencia de la tierra y los sistemas de tra­
ansfor­ bajo que surgieron en la pampa con el advenimiento de la agricultura es James R. Scobie,
para la Revolutionon ibe Pampas, Austin, 1964.
130 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

una industria petrolera dirigida por el Estado. Pero hasta los años trein­ ta 1929, su notable es
tas, la tendencia de la economía argentina a importar bienes complejos, ción a partir de 1940.
como maquinaria, e incluso algunas manufacturas relativamente sim­ Contrariamente a
ples como las textileras no cambió significativamente. tas y peronistas, la De
En 1930, al final de los 80 años de crecimiento económico orientado a recuperación, basada
las exportaciones, Argentina era una de las sociedades periféricas capi­ el dinamismo del sect4
talistas más desarrolladas en el mundo. En verdad, el desarrollo argÉmti­ tenida. Si Chile fue e
no siguió un patrón histórico de desarrollo capitalista distinto al de Euro­ por la Gran Depresió
pa Occidental: lo más sorprendente era la ausencia de un sector indus­ leves. El Producto Int
trial grande e integrado; Pero comparada con otras sociedades periféri­ 14 % entre 1929 y 193:
cas, incluidos otros países de reciente colonización como Australia y que en 1929. En palalJ
Canadá, la Argentina de 1930 se veía bastante bien. Sea que se tomen en pondió "muy elegante
cuenta indicadores económicos como el ingreso per cápita, o los niveles La recuperación eB
salariales, o indicadores sociales como el alfabetismo y la mortalidad fuerzos gubernamental
infantil, para 1930 Argentina había tomado una considerable ventaja a dos la devaluación de
sus vecinos latinoamericanos, excepto Uruguay, y se hallaba no muy le­ tranjeras y el aumento
jos de Canadá y Australia. Buenos Aires, que el británico Lord Bryce lización. A partir de 1!
describía en 1912 como una feliz mezcla del bullicio y el dinamismo eco­ crecimiento de la indt
nómico de Chicago y el refinamiento de París, se había convertido en importaciones, fue im]
una de las grandes ciudades del orbe. Sus amplias avenidas estaban re­ propiedad extranjera,
pletas de automóviles, sus teatros presentaban las más recientes óperas bienes de consumo d\l
y obras de teatro, y sus innumerables restaurantes, almacenes y salones dad nacional, produc~
de té se colmaban con elegantes clientes. Aunque la mayoría de los ar­ argentino Adolfo Dorf
¡. " gentinos no disfrutaba de estas comodidades, la distribución del ingreso de establecimientos in
probablemente no era mucho más desigual que en sociedadescapitalis­ esta última fecha y 193
tas industriales como Estados Unidos, y la clase media argentina era la de trabajo industrial ti
más grande de Latinoamérica. En 1930 la clase obrera urbana gozaba incorporadas entre 191
probablemente de un nivel de vida, especialmente con relación a la die­
ta, superior al de la mayoria de los trabajadores de la Europa continen­
tal, aunque en términos de vivienda y comodidades materiales sin duda CUADRO 3.2
se encontraba por debajo de sus colegas de Estados Unidos, Canadá y
Australia (19). VALOR DE LAS EXPORT
POR PERIODOS DE CINC
La crisis del capitalismo mundial, a partir de ·1930, y la ruptura de la (en dólares de 1950)
división internacional del trabajo que ella trajo consigo, detuvieron el
crecimiento de la economía exportadora de Argentina pero no la llevaron Período VaIoI
expol
al colapso. Al contrario de lo sucedido en Chile, en Argentina el volumen ~ ...... _-......
de las exportaciones permaneció casi en los niveles anteriores a la De­ 1900-1904 583
presión; y aunque los ingresos por exportaciones declinaron rápidamen­ 1905-9 807
te hasta 1932, aumentaron significativamente a partir de entonces. El 1910-14 896
1915-19 920
Cuadro 3.2 muestra el incremento de los ingresos por exportaciones has­ 1920·24 1.278
1925·29 1.582

19. Diaz Alejandro. EIi88y5. ..• presenta alguna evidencia cuantitativa sobre muchos de estos pun­ Fuente: Comisión Económil
tos comparativos. Ciudad de México,
ARGENTINA 131

ta 1929, su notable estabilidad durante la Gran Depresión y su disminu­


ción a partir de 1940.
Contrariamente a lo que afirmaron tiempo después muchos marxis­
tas y peronistas, la Depresión en Argentina fue relativamente suave y la
recuperación, basada en la continuada viabilidad de las exportaciones y
el dinamismo del sector manufacturero a partir de 1935, fue rápida y sos­
tenida. Si Chile fue el pais latilloamericano más fuertemente golpeado
por la Gran Depresión, Argentina salió de ella quizá con heridas más
leves. El Producto Interno Bruto real de Argentina declinó en cerca de
14% entre 1929 y 1932, para luego rebotar; para 1939 era 15% más alto
que en 1929. En palabras de Díaz Alejandro, la economía argentina res­
pondió •• muy elegantemente" a la Depresión.
La recuperación estuvo dirigida por el sector manufacturero. Los es­
fuerzos gubernamentales por sortear la crisis económica general, inclui­
dos la devaluación de la moneda, las restricciones al uso de divisas ex­
tranjeras y el aumento de las tarifas aduaneras, estimularon la industria­
lización. A partir de 1935 y hasta el comienzo de la guerra, en 1939, el
crecimiento de la industria, casi siempre con base en la sustitución de
importaciones, fue impresionante. La gran industria, en buena parte de
propiedad extranjera, empezó a producir considerables cantidades de
bienes de consumo durable. Proliferó la pequeña industria, de propie­
dad nacional, productora de bienes ligeros de consumo. El economista
argentino Adolfo Dorfman ha demostrado que mientras que el número
de establecimientos industriales creció en 1.400 entre 1914 y 1935, entre
esta última fecha y 193Tse incrementó en 8.700. El aumento de la fuerza
de trabajo industrial fue un poco menos impactante: 204 mil personas
incorporadas entre 1914 y 1935; y 144 mil entre 1935 y 1937. Tan pronto

CUADRO 3.2

VALOR DE LAS EXPORTACIONES ARGENTINAS PROMEDIADAS


POR PERIODOS DE CINCO A~OS, 1900-1954
(en d6lares de 1950)
---

Periodo Valor de las Periodo Valor de las


expon.ciones exportaclones

1900-1904 583.000.000 1930-34 1.481.000.000


1905-9 807.200.000 1935-39 1.479.400.000
1910-14 896.000.000 1940-44 1.192.500.000
1915-19 920.300.000 1945-49 1.180.100.000
1920-24 1.278,600.000 1950-54 937.100.000
1925-29 1.582.700.000

Fuente: Comisi6n Econ6mica para América Latina, El desarrollo económico de la Argentina,


Ciudad de México, 1959, Parte 1, Cuadro 14, p. 115.
182 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

como estalló la guerra, los problemas familiares propios de aquellos consumo poPular ber
tiempos volvieron a afectar la industria argentina. Sin embargo, ésta volumen de las expor
continuó creciendo, aunque más lentamente, y para 1945 aportaba cerca so de divisas, vitales
de una cuarta parte del Producto Interno Bruto, sobrepasando a la agri­ En tercer lugar, E
cultura y a la ganaderia combinadas (20). impacto de la crisis SI
De esta manera, en contraste con la violenta crisis económica y social to era relativamente 1
experimentada por Chile a partir de 1930, el impacto de la Depresión en avanzaba la recupera
Argentina fue relativamente suave en términos económicos. Y la adapta­ cional, mas las oporb
ción del pals a las oportunidades industriales presentadas por la crisis ciudades costeras fui
mundial fue impresionante. Tan afortunada respuesta se vio condiciona­ deprimidas del interi4
da por cuatro clases de circunstancias, cada una íntimamente relaciona­ nas,quenopertened
da con la naturaleza de la economía exportadora que impulsó el desarro­ se convirtieron en im]
llo argentino antes de 1930. La primera fue la demanda internacional de Por último, y del
alimentos argentinos, que se mantuvo incólume. La conservación del Argentina, a diferenc
complejo económico que giraba alrededor de las exportaciones aseguró mente al desarrollo d
una continua acumulación de capital, sostuvo la mayoria de los empleos sar de sus imperfecc¡
y generó, aunque a niveles levemente reducidos, las divisas vitales para antes de la crisis siro
la capacidad importadora del país. Dicha capacidad era crucial, a su vez, unificado para la ind1J
para expandir la industria de sustitución de importaciones. Es cierto que reras y de servicios, e
los exitosos esfuerzos de la élite terrateniente, particularmente los pro­ la exportación, que gl
ductores de ganado, por preservar la participación argentina en un mer­ tos salarios, pudieron
cado británico de carne en proceso de reducción implicaron concesiones se importaba. Las ca,
al capital inglés que en cierto modo obstaculizaron el desarrollo de la alto nivel de educació
industria argentina. Como se verá más adelante, sin embargo, el princi­ mía más compleja e ií:
pal efecto de tales acciones en el curso del desarrollo econbmico de Ar­ "hacia afuera" de Ar.
gentina fue de carácter político y a largo plazo. Se reveló solo con .el as­ de América Latina, hil
censo al poder de los peronistas, después de la Segunda Guerra Mun­ Uo industrial ., hacia a4
dial. Pero el éxito de la
En segundo lugar, a diferencia de Chile, ·Argentina consumía los en los treintas y cuare
mismos productos que exportaba (21). Antes de la crisis mundial los exportador. En las dé(:
argentinos consumían casi la mitad de la carne de vaca y el trigo del nos poco a poco empe:
país, y dicha proporción aumentó después de 1930. El consumo domésti­ dera. Dicha tendencia
co de una cuota importante de la producción disponible para exportar área dedicada a la agl
actuó a modo de tapbn contra la crisis en el sector exportador y sirvió hacia un uso más exte)
para estimular la recuperación económica de los años treintas. Esta ven­ fracasados esfuerzos ¡:
taja se tornó en un arma de doble filo con las políticas de redistribución de ganado, explica en
del peronismo, en los años cuarentas, pues aunque la ampliación del ción rural argentina el

20. Dorfman, EvollldOn. .. , p. 148; Di Tella YZymelman. Loa cldo8. ..• p. 285, n. 2. 22. El pobre desempeiio de Al
21. La carne de res '1 el trigo eran los art1cuIos básicos de la dieta argentina. En los años veintes '1 Comisión Económica para
treintas los argentinos conlJUDÚall alrededor de 250 libras de carne por habitante cada año. En de México, 1959. Véase 98J
Estados Unidos las cifras comparables del consumo total de carne, no solo de res, era de 150 tina para aumentar la pm
libras por habitante. cada año. Otros productos ganaderos y agricolas, particularmente cueros José Alfredo Mutinez de
y lana, eran absorbidos por la industria argentina. 1860, Buenos Aires, 1967,
ARGENTINA 133

consumo popular benefició considerablemente a la clase obrera, limitb el


volumen de las exportaciones, especialmente de came,.y redujo el ingre­
so de divisas, vitales para el esfuerzo industriaJúador de los peronistas.
En tercer lugar, el recorte de la inmigración internacional suavizó el
impacto de la crisis sobre la clase obrera argentina. El desempleo abier­
to era relativamente bajo a comienzos de los años treintas. A medida que
avanzaba la recuperación, volvió a darse una modesta migración interna­
cional, mas las oportunidades de empleo en las nuevas industrias de las
ciudades costeras fueron aprovechadas por migrantes de las regiones
deprimidas del interior, en su mayoria mujeres. Muchas de estas perso­
nas, que no pertenecían a partidos políticos ni a sindicatos establecidos,
se convirtieron en importantes seguidores del régimen peronista.
Por último, y de manera más general, la economía exportadora de
Argentina, a diferencia de la chilena, contribuyó directa y muy amplia­
mente al desarrollo del centro económico y demográfico del país. A pe­
sar de sus imperfecciones, la impresionante red ferroviaria construida
antes de la crisis sirvió,a partir de 1930, para crear un mercado nacional
unificado para la industria doméstica. Todas las actividades manufactu­
reras y de servicios, estimuladas por un patrón de desarrollo orientado a
la exportación, que generaron una sociedad urbana de consumo con al­
tos salarios, pudieron adaptarse para producir y distribuir lo que antes
se importaba. Las capacidades de la gran fuerza urbana de trabajo y el
alto nivel de educación del pueblo facilitaron la adaptación a unaecono­
mia más compleja e industrializada. Fue así como el éxito del desarrollo
.• hacia afuera" de Argentina antes de 1930, éxito sin paralelo en el resto
de América Latina, hizo más fácil su ajuste a una nueva fase de desarro­
llo industrial •• hacia adentro' 'en los años treintas y cuarentas.
Pero el éxito de la industrialización por sustitución de importaciones
en los treintas y cuarentas no corrió a la par con la expansión del sector
exportador. En las décadas que siguieron a 1930, los estancieros argenti­
nos poco a poco empezaron a poner más énfasis· en la producción gana­
dera. Dicha tendencia se acentuó a partir de 1940 y continuó a costa del
área dedicada a la agricultura, como lo ilustra el Cuadro 3.S.Este giro
hacia un uso más extensivo y menos productivo de la tierra, sumado a los
fracasados esfuerzos por incrementar la productividad agricola y la cria
de ganado, explica en gran parte el virtual estancamiento de la produc­
ción rural argentina en décadas recientes (22). Tal estancamiento, en el

22. El pobre deeempefto de Argentina en este campo recibe sostenida atención en el informe de la
Comi.l!IÍÓn Económica para América Latina, El cIesarroDo ec!OIIÓJDkO d. la AJ'xentiDa, Ciudad
de Méxieo, 1959. Véase especialmente Parte 1, Cuadro 21, p. 23. El fracaeo relativo de Argen­
tina para aumentar la productividad de granos y bienes pecuarios exportables es tratado en
José Alfredo Martinez de Hoz; La agricultura '1 la ganaderia arpntma en el período 1931).
1960, Buenos Aires, 1967, C. 6.
134 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

CUADRO 3.3 que la concentracibl


SUPERFICIE DE TIERRA DEDICADA A LA PRODUCCION la eficiencia de la pI
DIRECTA EN LA PAMPA, 193()"1954 que la productividac
internacionales, inc:
Periodo Apicultura Crúa de 'lIDado veintes. ¿Por qué, e
camente en la prod1
1980-84 15.149 31.572 partir de la Depresi
1935-39 16.013 32.373
1940-44 15.056 84.360 mente dos: el impac
1945·49 13.058 36.570 bienes rurales, en l(
1950·54 11.524 39.336 nencia de la tierra el
..... _ _.... no argentino por SUIl
Fuente: Comisión Económica para América Latina, El dealllTOUo económieo de Ar,entina, antes, yen especial e
Ciudad de México, 1959, Parte 11, Cuadro 11, p. 16 Ambas explicacic
ambas son convincel
mo y el fracaso de ro
contexto de una población en crecimiento y, en ciertos periodos, de altos cibn de la produccib!
niveles de consumo doméstico, ha representado una disminución cuanti­ las variables exbgen
tativa de las exportaciones y menos divisas. Desde los años cincuentas, hallan directamente
las limitaciones cambiarias han obstaculizado la capacidad de la eeo,no­ exportadora cuya for
núa argentina para importar bienes de capital y materias primas indus­ Mundial. Estudiar ~
triales necesarios para lograr el desarrollo de la sustitución de importa­ sobre el movimiento,
ciones y de la industria básica. Se ha constreñido por consiguiente la mo es materia del n
tasa de crecimiento del conjunto de la economía y ha habido muy peque­ mente cómo contnbll
ños incrementos, pese a las reducidas tasas de crecimiento demográfico, los servicios técnicoe
del Producto Interno Bruto per cápita. El problema imp)
En la literatura sobre el desarrollo económico argentino se acepta que antes del ascens.
casi al unisono que el fracaso del sector rural por expandir la producción no. Incluso durante I
es la base· del lamentable desempeño económico de Argentina en déca­ que representaba ml
das recientes. Pero existe acuerdo sobre las causas del estancamiento controlaba el Ejecutr
rural. Carlos Diaz Alejandro recurre a la teoria económica neoclásica y a merosos en el Conp
un cuidadoso empleo de la información económica histórica para recha­ ideolbgico para sabO!
zar las explicaciones culturales, sociales y económicas que predominan rurales de tenencia di
en la literatura. La evolución de la gran hacienda, sostiene, fue una fun­ hasta la Primera GUf
ción natural de las fuerzas del mercado que operaban en el contexto de la rias, tarifarias, mone1
geografla argentina. Según él, el cuadro de una clase terrateniente moti­ clusivamente los inteJ
vada por valores culturales tradicionales, más interesada en la renta de reses no movilizaran
la tierra y el estatus social que en utilizar racionalmente los recursos eco­ cos para fomentar la
nómicos y los métodos empresariales, no concuerda con los hechos. La ganadería y los servic:
élite argentina respondió acertadamente a las oportunidades económicas
que se presentaron por la cambiante demanda europea de productos
rurales. Si prefirieron la hacienda y las actividades financieras a las 23. Diaz Alejandro, ...,., (
empresas industriales fue porque, dada la ventaja comparativa de Ar­ anaJitica que conduce a D
gentina en una econonúa mundial de libre comercio, la explotación de la do por Martmez de Hoz e:
torial argentina Sur, Aq;
tierra ofrecía el mayor retomo del capital invertido. A los alegatos de do en el tibro citado en la:
ARGENTINA 135

que la concentración de la tierra y los sistemas de trabajo perjudicaban


la eficiencia de la producción rural, Diaz Alejandro demuestra con datos
que la productividad argentina se equiparaba con la de sus competidores
internacionales, incluido Estados Unidos, por lo menos hasta los años
veintes. ¿Por qué, entonces, se rezagb Argentina tan rápida y dramáti­
camente en la productividad rural y el crecimiento de la producción a
partir de la Depresión? Las respuestas de Diaz Alejandro son básica­
mente dos: el impacto de las politicas peronistas en los precios de los
bienes rurales, en los sistemas de trabajo rural y en los arreglos de te­
nencia de la tierra en el período de la posguerra; y el ftacaso del gobier­
no argentino por suministrar servicios técnicos a los productores rurales
antes, yen especial después, de 1930 (23).
Ambas explicaciones del estancamiento en el campo sonpoliticas. Y
ambas son convincentes hasta cierto punto. Pero el ascenso del peronía­
mo y el fracaso de los gobiernos argentinos por fomentar la moderniza­
ción de la producción rural a lo largo del presente siglo no constituyen
las variables exógenas que Diaz Alejandro supone. Por el contrario, se
hallan directamente relacionadas con la naturaleza de una economia
exportadora cuya forma básica fue definida antes de la Primera Guerra
Mundial. Estudiar cómo esta estructura exportadora, por su influencia
sobre el movimiento obrero, contribuye a explicar el ascenso del peronia­
mo es materia del resto de este ensayo. Aquí puede esbozarse breve­
mente cómo contribuyó a contener la modernización agrícola, incluidos
los servicios técnicos del gobierno -para el productor rural.
El problema implicito en la explicación de Diaz Alejandro radica en
que antes del ascenso del peronismo la élite terrateniente era el gobier­
no. Incluso durante el período de 1916-30, cuando el Partido Radical,
que representaba mucho más que los intereses de los terratenientes,
controlaba el Ejecutivo, y los diputados socialistas y radicales eran nu­
merosos en el Congreso, la élite de la tierra poseia el poder poJíticoe
ideológico para sabotear todos los intentos por modificar los sistemas
rurales de tenencia de la tierra y de trabajo. Durante el periodo que va
hasta la Primera Guerra Mundial, el gobierno aplicó politicas tributa­
rias, tarifarías, monetarias, crediticias y laborales que beneficiaban ex­
clusivamente los intereses de los grandes terratenientes. Que estos inte­
reses no movilizaran ni siquiera modestas cantidades de dineros públi.
cos para fomentar la investigación científica sobre la agricultura y la
ganadería y los servicios técnicos de extensibn, mientras ponian en mar­

23. DIaz Alejandro, EMay8, C. 3. Este resumen DO puede hacer justicia a la riqueza informativa y
anaUtiea que eonduce a DIaz Alejandro a estas conclusiones. Vn diagnóstico similar fue logra­
do por Martinez de Hoz en un ensayo publicado por vez primera en un volumen de la casa edi­
torial argentina Sur; ArlenÍÚYi,lt30-1980, BueDOB Aires, 1961, pp. 189-210; Y luego amplia­
do en el libro citado en la nota 22.
136 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

cha costosas politicas públicas como el subsidio a la construccibn de fe­ el liderazgo de los a
rrocarriles, se explica no por su supuesto tradicionalismo cultural, que la Segunda Guerra 1
Díaz Alejandro descarta correctamente, sino por el hecho de que no se rativista y Dacionali
encontraban bajo una efectiva presibn econbmica, social, ideolbgica o rbn. Ambos periodc
politica para modernizar la produccibn. Los impuestos sobre la tierra y años. A partir de 19
aun sobre la riqueza eran núnimos. La organizacibn sindical del campo, su autonomia ideol6
como veremos, se veía entrabada, y las fuerzas politicas nacionales, an­ ciones restantes má
tes de Perbn, nunca pusieron en peligro la posicibn de clase de la élite orden social y econl
rural. vitalidad inicial, no 1
El fracaso de las fuerzas populares por ejercer una presibn significa­ institucionales de la
tiva sobre la élite latifundista antes del advenimiento de Perbn explica institucional muy po.
en gran parte la ausencia relativa de modernizacibn y el estancamiento la segunda época de
de la produccibn rural. El espectacular crecimiento de la econonúa ar­ moderna de Argentil
gentina dependib de la expansibn, hasta la Primera Guerra Mundial, en co que domina hasta
las tierras virgenes y por lo general ricas de la pampa. Aunque hubo fundamente en toda 1
algunos progresos técnicos, tanto en la cria y el levante del ganado como La trayectoria de]
en la agricultura, las relaciones sociales de produccibn que subordina­ mentalmente distinú
ban la agricultura a la ganaderia y le negaban a la fuerza de trabajo mi­ movimiento obrero pl
gratoria la seguridad en la tenencia no podian sostener ni hacer avanzar antimperialista de su
el proceso de modernizacibn rural. El aumento de la produccibn agrope­ trb más y más grupos
cuaria continub hasta los años veintes y probablemente hubiera prose­ la solucibn socialista
guido por un tiempo mayor de no haber intervenido la depresibn mun­ trario, el más grande
dial. Mas el fracaso modernizador antes de Perbn, como queda ilustrado ~ a comienzos delsii
con la negligencia frente a la investigacibn y los servicios técnicos para CIO como una fuerza iI
los productores rurales, era congénito a la estructura de la econonúa ra de un movimiento
exportadora de Argentina. Quienes trabajaban la tierra no teman opor­ asunúa la armonia de
tunidades ni incentivos para modernizar y los que la poseían no necesita­ den capitalista.
ban hacerlo. Es alrededor de es
La ironia de la historia argentina ha querido, dado el poder de las f?sis ideolbgica que gi
fuerzas humanas generadas por la produccibn exportadora, que los mis­ rm del movimiento ob
mos rasgos estructurales que demostraron ser tan conductivos para el influencia y la fortalez
desarrollo econbmico capitalista en la primera mitad del siglo XX alber­ po, explicar la fragilid
garan implicaciones políticas tan destructivas para el desarrollo econb­ de esta primera gran II
>, ,
mico de la segunda mitad. La historia del movimiento obrero argentino, explicar dos decenios (
~
al que nos referiremos ahora, une las tramas del desarrollo econbmico y e inactividad colectiva
la evolucibn politica. Al hacerlo, revela las dimensiones plenas de la cri­ recer la rápida moviJjz¡
sis que ha paralizado no solo la econonúa de la nacibn sino el conjunto de lidad con la que se 8.CE
la sociedad argentina desde mediados del siglo. inst.itucional que, en ti
los mtereses fundamel
resulta una tarea simp
LA PRIMERA GRAN MOV1LlZACION OBRERA tos apenas empieza y e
La historia del movimiento obrero argentino en el siglo XX comprende polémica (24). En esta I
dos periodos diferentes de movilizacibn de masas y fuerza organizativa.
El primero alcanzb su apogeo al final de la Primera Guerra Mundial bajo 24. He recurrido primordiaJme
ARGENTINA 137

el liderazgo de los anarcosindicalistas. El segundo se desarrolló durante


la Segunda Guerra Mundial y fue canalizado hacia un movimiento corpo­
rativista y nacionalista de derecha. acaudillado por Juan Domingo Pe­
rón. Ambos periodos estuvieron separados por un intervalo de veinte
años. A partir de 1920. el movimiento obrero pronto perdió su ímpetu y
su autonouúa ideológica. La organización obrera decayó y las organiza­
ciones restantes más grande~ y efectivas aceptaron la legitimidad del
orden social y económico. El primer movimiento obrero. con todo y su
vitalidad inicial. no pudo obtener importantes concesiones ideológicas e
institucionales de la clase dominante. Dejó una impronta ideológica e
institucional muy poco profunda en la vida de la nación. Por el contrario.
la segunda época de la movilización obrera cambió el curso de la historia
moderna de Argentina. Dejó un legado pol1tico. institucional e ideológi­
co que domina hasta hoy el movimiento obrero argentino e influye pro­
fundamente en toda la vida nacional.
La trayectoria del movimiento obrero argentino es. entonces. funda­
mentalmente distinta de la de su contraparte en Chile. En este país. el
movimiento obrero pronto forjó una concepción clasista. anticapitalista y
antimperialista de su posición en la sociedad. A lo largo del siglo arras­
tró más y más grupos sociales hacia la concepción marxista del mundo y
la solución socialista a los problemas nacionales. En Argentina. al con­
trario, el más grande movimiento obrero anticapitalista de Latinoaméri­
ca a comienzos del siglo XX se atrofió a partir de 1920. Cuando reapare­
ció como una fuerza importante de la vida nacional. lo hizo bajo la bande­
ra de un movimiento popular antimarxista unido a una ideologia que
asuuúa la armonía de clases y aceptaba las instituciones básicas del or­
den capitalista.
Es alrededor de este patrón de desarrollo discontinuo y de metamor­
fosis ideológica que giran los problemas anaJiticos centrales de la histo­
ria del movimiento obrero argentino. Hay que elucidar la considerable
influencia y la fortaleza inicial del anarcosindicalismo y, al mismo tiem­
po. explicar la fragilidad. la rápida declinación y el permanente eclipse
de esta primera gran movilización de la clase obrera argentina. Hay que
explicar dos decenios de conformismo ideológico. debilidad organizativa
e inactividad colectiva del movimiento laboral y, al mismo tiempo. escla­
recer la rápida movilización de comienzos de los años cuarentas y la faci­
lidad con la que se aceptó -y se ha defendido- un orden ideológico e
institucional que, en términos marxistas, se contrapone teóricamente a
los intereses fundamentales de los trabajadores como clase. Hacerlo no
resulta una tarea simple. La investigación académica sobre estos asun­
tos apenas empieza y el grueso de la literatura existente es descriptiva y
polémica (24). En esta sección y en la siguiente hago un repaso de la his­

24. He recurrido primordialme~te a narraciones escritas por activistas de la época Yque represen­
138 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

tona en las dos fases del movimiento obrero argentino moderno. He tra­ La principal excel
tado de demostrar cómo muchos de los enigmas que pesan sobre el de­ pa fue la zona merídi
sarrollo del movimiento obrero argentino pueden clarificarse en el marco rurales de protesta Sl
de las tendencias económicas y sociales reseñadas en la sección anterior. caron ventaja de la h
Sostengo que el precoz desarrollo del movimiento obrero argentino, su ríos inmigrantes, qui,
foco urbano, su composición social y tendencias ideológicas, su tenue la provincia entre 187
fortaleza en la posguerra y su colapso súbito, todo ello refleja las espe­ hacia un patrón de ca
"
ciales caracterlsticas estructurales del veloz crecimiento de la sociedad cia agricola capitalistl
periférica capitalista de Argentina en las décadas posteriores a 1880. taba con una població
cialmente en el cultiv(
mayor pluralismo ens
nes de la pampa.
Alli, cerca de la pO
A diferencia de sus compañeros de Chile, los trabajadores argentinos rios efectuaron el mov
del sector exportador enfrentaron obstáculos virtualmente insuperables na del siglo XX (27). J
en sus esfuerzos por forjar instituciones obreras y una concepción autó­ ternacionales de los gJ
noma de la sociedad. Los métodos extensivos de producción, inherentes la renta de la tierra, y 1
a la crla de ganado e impuestos por los grandes terratenientes a una tración provincial de C4
fuerza de trabajo inmigrante en el cultivo de cereales, impidieron el de­ ron a exigir rentas máI
sarrollo de comunidades rurales estables y socavaron el potencial orga­ agricultores capitalista
, ,
nizativo de los trabajadores del campo. Aislados en la vasta pampa, pri­ ros italianos, consiguiE
vados de la propiedad sobre la tierra o sin acceso permanente a ella, los mediaríos que vendían
obreros rurales no podían construir ni siquiera instituciones rudimenta­ otorgaban crédito. LleJ
rias de vida colectiva. Como lo demostró James Scobieen una obra clási­ Santa Fe y sus líderes
ca, el desarrollo de escuelas e iglesias,e inclusQ de pequeñas aldeas, fue llegado a 100 mil antes
impedido en la pampa ganadera y cerealera (25). Tal anemia institucio­ a la mediación gubern
nal reviste una importancia fundamental. Fue mediante este tipo de ins­ terratenientes. La orga
tituciones como otros trabajadores rurales, por ejemplo, los de Estados Fe, la Federación Agra
Unidos, crearon poderosas instituciones obreras y sostuvieron movi­ vieron a la huelga y COI
mientos agrarios masivos capaces de influir y amenazar las instituciones agrarias moderadas en ;
económicas y políticas de grandes Estados nacionales (26). Fue en esta Inisma J
donde los trabajadores
rurales de orientación
,1
, . tan cada una de las principales corrientes ideológicas en el desarrollo del movimiento obrero
argentino. Dichas obras, todas las cuales muestran los puntos fuertes y débiles discutidos en
el primer capitulo, incluyen Diego Abad de SantillAn, La roRA, Buenos Aires, 1933 (anar·
que se extendió a lo larg
ral de 1~19. La huelga,
quista,; Sebastián Marotta,El movimiento siDdieal 8I1Ieatlno, 3 Vola., Buenos Aires, 1960,
1961, 1970 (sindicalista); Jacinto Oddone, Gremialismo proletario 8J1I8DtIno, Buenos Aires, terrateruentes como de
1949 (socialistal; Rubén Isearo, Origen y desarroUo del movimiento sindical argentino, Bue­
nos Aires, 1958 (comunista'. Las contribuciones peronistas se anotan más adelante. Los inten­
tos de los especialistas por explicar los principales puntos de ~e en la historia del movi­ 27. Estas observaciones sobre el
miento laboral argentino se discuten a medida que el análisis avanza. de la rica pero retorcida bisc
25. Scobie, Revolution on tile Pampas•.. Siguen el cuidadoso examen
26. Lawrence Goodwyn ha desarrollado estas ideas en una importante revaloración del movimien­ AnIhal Arcando, "El conflie
to populista de Estados Unidos a fines del siglo XIX,Tbe Populist Moment, Nueva York, 1978. oct.-die. de 1980, 351·381. e
Carl Solberg aporta mucha información acerca de la fragmentación y la vida abyecta de la cia­ en los afios subsiguientes en
se obrera rural argentina en "Fann Workers and the Myth of Export-Led Development in tina, 1912-1930", en Iouroa
Argentina", en Tbe Americas21:2, octubre de 1974, pp. 121-138. 1971, pp. 18-52.
ARGENTINA 189

La principal excepción a este patrón de organización social en la pam­


pa fue la zona meridional de la provincia de Santa Fe. Los movimientos
rurales de protesta surgidos en esta región a comienzos del siglo XX sa­
caron ventaja de la herencia social y política de los pequeños propieta­
rios inmigrantes, quienes se establecieron como productores de trigo en
la provincia entre 1870 y 1890. Pese a que la región habia evolucionado
hacia un patrón de concentración de la propiedad territorial y de tenen­
cia agrícola capitalista típica de la pampa, a comienzos del siglo XX con­
taba con una población más de.nsa, una agricultura más intensiva, espe­
cialmente en el cultivo del maiz,una estructura social más compleja y un
mayor pluralismo en su estructura politica partidista que las otras regio­
nes de la pampa.
AUi, cerca de la población de Alcorta, en junio de 1912 los arrendata­
rios efectuaron el movimiento agrario más exitoso de la historia argenti­
na del siglo XX (27). Apremiados por la inestabilidad de los precios in...
ternacionales de los granos, las cosechas irregulares y el·incremento de
la renta de la tierra, y alentados por la reciente elección de una adminis­
tración·provincial de corte reformista radical, los arrendatarios se lanza­
ron a exigir rentas más bajas y contratos a largo plazo. Estos pequeños
agricultores capitalistas, la mayoría de los cuales al parecer eran·aparce...
ros italianos, consiguieron foIjar una alianza con los comerciantes inter­
mediarios que vendian su grano a las grandes firmas exportadoras y les
otorgaban crédito. Llevaron. su movimiento más allá de la provincia· de
Santa Fe y sus líderes aseguraban que el número de huelguistas había
llegado a 100 mil antes que el paro de dos meses fuese arreglado gracias
a la mediación gubernamental y a ciertas concesiones hechas por los
terratenientes. La organización fundada por los arrendatarios de Santa
Fe, la Federación Agraria Argentina, y su periódico, La Tierra, sobrevi­
vieron a la huelga y continuaron agitando consignas en pro de reformas
agrarias moderadas en los años diez y veintes.
Fue en esta misma región y en el sur de la provincia de Buenos Aires
donde los trabajadores sin tierra, organizados en incipientes sindicatos
rurales de orientación anarcosindicalista, realizaron una gran huelga
que se extendió a lo largo y ancho de la pampa durante la agitación labo­
ral de 1919. La huelga, sin embargo, enfrentó la oposición tanto de los
terratenientes como de los otrora radicales miembros de la Federación

27. Estas observaciones sobre el movimiento agrario que se inició en Santa Fe en 1912 se derivan
de la rica pero retorcida historia de Plácido Grela, El Grito de AIoorta, Buenos Aires, 1956,1
siguen el cuidadoso examen de las condiciones estructurales que precipiCa1'on·la protesta en
An1bal Arcando, "El conflicto agrario argentino de 1912", en Desarrollo Eeooómieo, 20:79
oct.-dic. de 1980, 351-381. Carl Solberg esboza los términos del conflicto agrario en la pampa
en losl1Ílos subsiguientes en su articulo pionero "Rural Unrest and Agrarian Policy in Argen­
tina, 1912-1930", en "ouma! 01 Interameriean St0die8 and Wodd Affairs, No. 12, enero de
1971, pp. 18-52.
140 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Agraria Argentina, y fue violentamente reprimida por parte de la policía En vez de fomel
provincial luego de cinco semanas de lucha. Durante los años veintes, la ciales de producciÓl
pequeñoburguesa F AA se inclinó rápidamente hacia la derecha. Según jar a los obreros ha,
lo ha demostrado Carl Solberg, La Tierra simpatizaba con las iniciativas sostenido de la indu
agrarias de Mussolini y atribuia la situación de los jornaleros sin tierra a las actividades bur
la indolencia de los individuos. En 1928 estalló en la provincia de Buenos impresionante desa
Aires y en el sur de Santa 'Fe otra huelga de trabajadores sin tierra que manuales, los oficiJ
buscaban reconocimiento a su organización y aumentos salariales. Esta inmigrantes europe
vez la F AA también se opuso y el movimiento fue rápida y brutalmente que faltaban en el ~
reprimido por parte de las tropas despachadas por el gobierno radical. en una economía dE
Fue más allá de la pampa, en los lejanos parajes de la Patagonia, ban a sí mismas (29
donde entre 1920 y 1921 los anarquistas dirigieron la otra gran huelga vestir, dar techo y (
rural de la historia moderna de Argentina. Organizada por artesanos necesidades de tran
urbanos del puerto de rio Gallegos, movilizó la fuerza de trabajo predo­ la exportación de VI
minantemente chilena de las grandes estancias ovejeras del territorio de miles de empleos pa
Santa Cruz. La huelga fue finalmente aplastada por el ejército, que eli­ pa y en especial en :
minó sistemáticamente a cientos de trabajadores rurales y los sepultó en sumaba casi medio I
fosas comunes. Osvaldo Bayer, quien inmortalizó la huelga en su histo­ La estructura ec
ria de tres volúmenes Los vengadores de la Patagonia trágica, revela desarrollo exportad(
cuán diferentes eran las condiciones organizativas en la Patagonia y en la que aparecióCU81
el centro de la econonúa agroexportadora. En las vastas, áridas y poco dustriales del centr
pobladas planicies de la Patagonia, los capitalistas no disponían tan fá­ urbano argentino el.
cilmente de esquiroles ni del aparato coercitivo del Estado. Sus trabaja­ obreros industriales
dores, principalmente varones solteros, vivían en barracas comunales en ducción y progresiVll
cada rancho. Durante la catastrófica depresión de la posguerra en la'eco­ la ejecución del trah
nonúa internacional de la lana, estos obreros no tenían literalmente a portantes concentra(
donde ir, ni alternativa alguna de trabajo en las estancias ovejeras para porte, la mayoria de
ganar su sustento. En la Patagonia los obreros vivían aislados de las empleados en la COI
principales instituciones culturales de Argentina, en una estructura so­ manufactureros, qUE
cial compuesta por dos clases, sin grupos intermedios. Su capacidad veer de mercancías 1
para identificar a sus antagonistas de clase y adelantar acciones colecti­ cados de la construc
vas exitosas quizá también se veía favorecida por el hecho de que la albañiles, herreros, 1
mayoria eran chilenos, mientras que los propietarios eran capitalistas tores de tranvía, pa
argentinos o europeos ausentistas (28). movimiento obrero o;
Estas notitbles movilizaciones de trabajadores. rurales en el sector
exportador, reseñadas esquemáticamente aqui, constituyen las excep­
ciones. En la vasta pampa, núcleo de la econonúa exportadora, las condi­ 29. El bRel'CUlbio deaipal
mento te6rico e históricx
ciones estructurales levantaron formidables obstáculos para una efectiva las economias perifériet
organización laboral. El) la pampa la naturaleza de los sistemas de te­ mente alta.
30. Recientes estudios euro
nencia y de trabajo tendía incluso a limitar la concentración de las gentes demostrado convincenÚl
y a sofocar el desarrollo de formas rudimentarias de vida comunitaria. es la resistencia a la pn
exp.Jica la dinámica de la
se carece de estudios 8ÍI
protesta laboral anarqui
28. Osvaldo Bayer, Los vengadores de la PatalJonia trágica, 3 Vols., Buenos Aires, 1972-74. décadas del siglo XX.
ARGENTINA 141

En vez de fomentar el desarrollo social del campo, las relaciones so­


ciales de producción en el centro del sector exportador tendían a empu­
jar a los obreros hacia las ciudades. Allí, gracias al crecimiento rápido y
sostenido de la industria manufacturera y de construcción, los servicios y
las actividades burocráticas y profesionales, todos estimulados por el
impresionante desarrollo de la producción exportadora, los trabajadores
manuales, los oficinistas y los pequeños empresarios, muchos de ellos
inmigrantes europeos, hallaron las oportunidades económicas y sociales
que faltaban en el campo. En la medida en que el mercado urbano crecía
en una econoIlÚa de salarios altos, las actividades urbanas se alimenta­
ban a sí mismas (29). Surgió una gran econoIlÚa urbana para alimentar,
vestir, dar techo y divertir a las clases urbanas del pals. Asimismo, las
necesidades de transporte y procesamiento de una econoIlÚa basada en
la exportación de voluminosos artículos ganaderos y agricolas crea'JOn
miles de empleos para obreros, principalmente en los puertos de la pam­
pa yen especial en Buenos Aires. En 1914, la clase obrera de la capital
sumaba casi medio millón de personas.
La estructura económica de Argentina durante la época dorada del
desarrollo exportador moldeó, así, una estructura de clases diferente de
la que apareció cuando el capitalismo se extendió en las econoIlÚas in­
dustriales del centro del sistema mundial. El núcleo del proletariado
urbano argentino en los inicios del siglo XX no estaba cqruormadopor
obreros industriales divorciados de la propiedad de los medios de pro­
ducción y progresivamente despojaaos del control sobre la concepción y
la ejecución del trabajo (30). Exceptuando las considerables y muy im­
portantes cQncentraciones de obreros en el empaque de.came y el trans­
porte, la mayoría de .los trabajadores manuales del pals eran artesanos
empleados en la construcción urbana y en pequeños establecimientos
manufactureros, que utilizaban materias primas domésticas paOl pro­
veer de mercancías baratas el mercado doméstico. Los artesanos califi­
cadosde la construcción y la manufactura, organizados en gremios de
albañiles, herreros, tipógrafos, carpinteros, sastres, ebanistas, conduc­
tores de tranvia, panaderos, zapateros, etc., formaban el grueso del
movimiento obrero organizado a comienzos del siglo XX. Tales artesanos

29. El lD~io desigual, de Arghiri Emmanuel, México, 1972, desarrolla un poderoso argu­
mento te6rico e histórico para demostrar el potencial de desarrollo capitalista diversificado de
las economias periféricas que, como la de Argentina, poseen una estroctura salarial relativa­
mente alta.
30. Recientes estudios europeos y norteamericanos sobre la historia del movimiento obrero han
demostrado convincentemente, al contrario de las concepciones marxistas tradicionales, que
es la resistencia a la proletarización, y no las consecuencias de BU realización, lo que mejor
explica la dinámica de la protesta obrera en Europa y Estados Unidos en el siglo XIX. Aunque
se carece de estudios sistemáticos, dicha resistencia probablemente está en la esencia de la
protesta laboral anarquista y sindicalista de Europa Meridional y Argentina en las primeras
décadas del siglo XX.
142 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

lograron movilizar apreciables cantidades de trabajadores no calificados, En este marco social


quienes hacían las labores pesadas y sucias en una economía urbana en to de la economía export
que las herramientas de mano y el trabajo fisico aún no habian empeza­ obrero en los inicios del I
" do a ser remplazados por la maquinaria y los combustibles fósiles (31). dades latinoamericanas,
Solo hacia el final del primer periodo de movilización obrera se unieron a para protegerse a si mis
estas organizaciones los trabajadores sindicalizados del transporte, los des de ayuda mutua, orl
empleados de los servicios y los jornaleros. Los obreros maritimos y de la fuerza de trabajoil
,., ferroviarios lograron un notable grado de organización efectiva luego de XIX y su cantidad, sus 11
una serie de huelgas prolongadas y duramente luchadas, entre 1916 y velozmente a principios (
1918. valioso estudio sobre el t
l'
'¡ La naturaleza de la clase media moldeada por la expansión exporta­ les de la clase obrera en
dora de Argentina a partir de 1880 también se aparta del patrón clásico anota que en su apogeo
que surgió a medida que la industrialización avanzaba en el Atlántico mutua agrupaban en sus
Norte. El desarrollo económico fortaleció en Argentina a la clase terrate­ capital, 255.534 perSOD8l
niente, no a una burguesia industrial. El gran conglomerado de rentis­ de once millones de peSO!
tas, profesionales, empleados de cuello blanco y propietarios de estable­ les en beneficios (33).
cimientos manufactureros que se consolidó en Buenos Aires en los dece­ Al lado de estas instit
nios posteriores a 1880 se mostró más interesado en la democratización zaron a organizar colectiv
poJitica y en el acceso a.la educación y a la burocracia estatal que en bus­ que combinaban las funci
car una concepción organízativa, social y económica diferente de laque v?luntad de lanzar huelge
defendian la clase dominante argentina y los capitalistas foráneos alia­ SIn embargo, a diferencü
dos con ella. Las aspiraciones de estos sectores medios, la mayoria de sociedades de resistencia,
cuyos integrantes, con excepción de los industriales, habia nacido en por artesanos urbanos cali
Argentina, presentaban a la élite de la tierra un serio desafio poJitico, ron de combinar su fuel'Zl
aunque no social. Como veremos, la solución a dicho reto, queabriria el medio de huelgas de soli
sistema poJitico a todos los ciudadanos varones adultos a partir de1912, concepciones obreras del
tuYO importantes consecuencias para el desarrollo del movimiento obre­ de teatro y periódicos pro
ro y para la evolución poJitica de la nación durante el siglo XX (32). del capitalismo, daba a COl
tía entre si para promover I
cas a los problemas que afJ
31. Jacinto Oddone. GremialieDlo, ..• pp. 276-77. trae una ilust.raclón gráfica de quiénes eran estos En desarrollo de todas
trabajadores en su lista de organizaciones obreras de la capiial. representadas en la conferen­
cia de fusión de los sindicatos anarquistas y socialistas efectuada en Buenos Aires en 1906. lación a la ideolOgía y las
Aquéllos inclulan talabarteros, marmoleros. mo2lO8, carpinteros de ribera, gráficos, herrado­ gran parte compuesto por
res, escultores en madera, pintores, torneros en madera lrepresented by Oddonel. obreros del
puerto, fundidores tipográficos, mosaiquistas, maquinistas de calzado, modistas, conductores
de carros, conductores de veh1culos, propietarios de 1 y 2 carros. galponistas y escaleristas, desarrollados por Rock. Véanse f
a.yucIQtes y peones de cocina, fundidores y modelistas, IIUtl'es, planchadores, constructores los partidos politicos contemporj
de carruajes. cortadores de calzado. maquinistas, pechereros. plateros, metalúrgicos rurales, gentiDa, lIOdedad de DIUM, BD
vidrieros. obreros ferrocarrileros. obreros en construcción. empleados de tranvia, herreros de asuntos de la historia argentina
obra, electricistas, dependientes de comercio, albalWes, conductores de carros; empleados, Latina, Buenos Aires, 1961, C. 6.
fotógrafos. tabaqueros, zapateros, fraguadores, obreros de frigorlfic¡os, escoberos, sombrere­ 3S. Roben E. Shipley, "On the Out.
ros, mecánicos. aJ.palgateros, moldeadores, domésticos, obreros navales, peones de comercio, ring the Golden Age of Argentinf
horneros, empapeladores, panaderos y aserradores. University, 1977, pp. 233-84. MI
32. Las tendencias politicas de la clase media, en especial las que se evidenciaron en las relacio­ parte de la información cuantital
nes del Partido Radical con el movimiento obrero, son cuidadosamente examinadas en David argentiDa. Documentos para 1111 I
Rock, PoUtice in Argentina, 1890~1930. Cambridge.lnslaterra, 1975. El trabajo pionero de los ducción a la historia del moviml
historiadores y cient1ficos sociales argentinos presagiaba muchas de las ideas y conceptos documentos de primera mano qUI
.AHISTORIA ARGENTINA 148

calificados, En este marco social y político, condicionado por el rápido crecimien·


lurbana en to de la economia exportadora, se desenvolvió la historia del movimiento
anempeza­ obrero en los inicios del siglo XX. Como sucedió en Europa y otras socie­
1ósiles (31). dades latinoamericanas, los obreros argentinos se organizaron primero
e unieron a para protegerse a si mismos de la enfermedad y la muerte. Las socieda­
lSporte, los des de ayuda mutua, organi.tadas a menudo siguiendo las líneas étnicas
l8.l'itimos y de la fuerza de trabajo inmigrante, ya eran numerosas a fines del siglo
va luego de XIX y su cantidad, sus miembros y sus recursos de capital aumentaron
rltre 1916 y velozmente a principios del siglo XX. Robert Shipley, quien ha escrito un
valioso estudio sobre· el tamaño, la estructura y las condiciones materia·
bn exporta­ les de la clase obrera en la ciudad de Buenos Aires durtUlte el perlodo,
trbn clásico anota que en su apogeo, alrededor de 1913, las sociedades de ayuda
~I Atlántico mutua agrupaban en sus filas a cerca de la mitad de la clase obrera de la
a.se terrate­ capital, 266.634 personas. Para entonces reportaban un capital de mis
i) de rentis­ de once millones de pesos y distribuian casi tres millones de pesos anua­
de estable­ les en beneficios (33).
tn los dece­ Al lado de estas instituciones defensivas, los obreros también empe­
)Cratización zaron a organi.tar colectividades denominadas sociedades de resistencia,
¡ueen bus­ que combinaban las funciones de las sociedades de ayuda mutua con la
ade laque voluntad de lanzar huelgas a fin de arrancar concesiones a los patronos.
ineos alía­ Sin embargo, a diferencia de las m&neomunales del norte de Chile, las
mayorla de sociedades de resistencia estaban divididas por gremios, principalmente
I nacido en por artesanos urbanos calificaqos. Los obreros argentinos también trata­
lo político, ron de combinar su fuerza y coordinar las actividades de resistencia por
!e abrirla el medio de huelgas de solidaridad y de centrales sindicales. Difundian
tir de 1912, concepciones obreras del mundo a través de mitines de masas, grupos
dento obre­ de teatro y periódicos propios. La prensa obrera denunciaba los males
(32). del capitalismo, daba a conocer. la visión obrera de las noticias y compe­
tía entre si para promover diversas tácticas y aportar soluciones ideológi­
cas a los problemas que afrontaba la clase trabajadora.
kIes eran estos En desarrollo de todas estas actividades, pero especialmente con re­
~ laeoaferen­ lación a la ideología y las tácticas, el movimiento obrero argentino, en
!\ires en 1906.
~, herrado­ gran parte compuesto por inmigrantes, reflejaba la poderosa influencia
". obreros del
" conductores
r escaleristas, desarrollados por Rock. Véanse especialmente Ezequiel Gallo y Silvia Sigal, "La formación de
icoDatructores los paxtidos poIitieos contemporáneos: Lavea (1890-1916)", ~n Torcuaio Di TeDa et al., Ar·
1Ii~ rurales, ,entiDa, IOdedad de mlUlU, Buenos Aires, 1966, pp. 124-76. La evaluación clásica de estos
~, herreros de asuntoll de la historia argentina es John J. Jolmson, La Ú'IUlsformación poIídea en América
,¡empleados, LatiDa, Buenos Aires, 1961, C. 6.
.; sombrere­ 33. Robert E. Shipley, "On the Outside Looking In: A Social Hiatory of the Portefto Worker Du­
tdecomercio, ring the Golden Age of Argentine Development, 1914-1930", disertación para Pb.D., Rutgers
Vniversity, 1977, pp. 233-34. Me hé apoyado extensamente en esta disertación para buens
lilas relacio­ parte de la información cuantitativa de esta sección. Hobart Spa.I.diDg, La cIaM trabajadora
liasen David argenUaa. Documentos para su bistoria, 1890·1912, Buenos Aires, 1970, es una buena intro­
ioaelO de los ducci6n a la historia del movimiento obrero durante este periodo y reproduce decenas de
rl eoneeptos documentos de primera mano que expresan la tónica del movimiento sindical antes de 1912.
JiQf

LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

de Europa. Predominaban tres corrientes ideolbgicas. Una era el socia­ táculos y oportunidad
lismo, que en Argentina aceptó inicialmente la idea marxista de la lucha lidad de la vida, la ID8
de clases e hizo hincapié en la necesidad de la organizacibn en el lugar si no irrelevantes, la il
de trabajo, pero que pronto se desvib hacia una estrategia reformista y En Argentina los I
electoral. La segunda era el anarquismo, que abogaba por la accibn es­ nes capitalistas de pr
pontánea de masas en pro de reivindicaciones y aspiraba a destruir el que creara normas de
orden capitalista explotador y la tiralÚa del Estado por medio de una ra una jornada labora
gigantesca huelga general. La tercera era el sindicalismo, que, sin re­ dos. Los socialistas tal
" nunciar a la concepcibn de los anarquistas, empezb a subrayar la impor­ adquisitivo de los obn
tancia de la organizacibn no sectaria en el lugar de trabajo a fin de conse­ libre comercio y se o¡
guir tanto la destruccibn del capitalismo como la construccibn de una "artificial". En 1904 I
nueva sociedad de productores libres en donde prevalecerian la libertad, CongreSO, pero fue a i
la abundancia y la igualdad social (34). ron un buen número d
Aunque desde .1890 los socialistas ganaron influencia entre pequeños electorales y legislath
grupos de obreros calificados, en el siglo XX no pudieron desarrollar una vas acciones en ellugl
base obrera de masas. Los anarquistas, por otro lado, lograron movilizar cialistas, anarquistas
a los obreros urbanos en acciones masivas contra empresas individuales, siglo, pudieron cristali
asi como en grandes huelgas generales; por más de una década, a partir jornada laboral, trabe
de 1900, dominaron el movimiento obrero argentino. No obstante, a par­ demostrado que cuan(
tir de 1915, los sindicalistas ganaron el control de la principal central en 1925, el obrero pr(
obrera argentina y fueron ellos quienes dirigieron las huelgas claves que día de trabajo llgel'8lru
llevaron al movimiento obrero a un cJimax en los tumultuosos años que Por 10 que sabemOE
siguieron a la Primera Guerra Mundial. de los resultados eled
El atractivo de la ideología anarquista y sindicalista para los obreros claro que el Partido So
argentinos en este periodo se atribuye con frecuencia a los origenes calificados y los emp
europeo-meridionales de numerosos inmigrantes. Esta explicacibn, cul­ derrotó al Partido Rad
tural y difusionista, es correcta hasta cierto punto. Empero, deja de lado conservadores en los d
las condiciones estructurales concretas que hicieron aparecer la ideolo­ costado meridional de :
gis anarcosindicalista especialmente atractiva a los ojos de los obreros ra y casi todos los innl
en los primeros años del siglo XX. Los trabajadores argentinos, al igual pequeña porcibn de im
que sus colegas de Europa meridional, hallaron en el anarquismo, y pos­ ciudadalÚa argentina; 1
teriormente en el sindicalismo, una visibn del mundo y un programa de a hacer dinero para lu
transformacibn social que validaban y explicaban su experiencia diaria y que se quedaban tal v
encarnaban sus necesidades y aspiraciones. En cambio, dados los obs­ argentina, particularm
ciones tales como el sel
84. Todos estos grupos tenian estrechos vineuloa con movimientos europeos similares: los socia­ litaban el proceso buro
listas con los socialdemócratas franceses y alemanes; los anarquiaias con los anaJ'quiatas los extranjeros se les I
espafloles e italianoa; loa sÍDdieaJistas con obreros afines en estos últimoa paises y en Francia. Buenos Aires, en 1917,
Muchoa militantes argentinoa eran inmigrantes que hablan sido ad.iviatas en Europa. Loe li­
deres anaJ'quistas, especia1mente, tra~ban en amboa lados del AtJántieo. Aceres de la ron aprovechar la oport
cuestión general de las influencias ideológicas europeas durante la formación del movimiento
obrero en América Latina, véase Hobart Spalding, 0rpaJzed Labor ID lAtiD Ameriea. Nueva
York, 1977, C. I. Sobre los anarquistas argentinoa y sus conexiones con Europa, Wanse Ri­ 85. Con la apertura del sistem
chard A. Yoaat, "The Development of Argentine Anarchiam: A Soclo-Ideologic AnaIysia", fuerza electoral muy imporl
disertaci6n para Ph.D., University of WiacoDSÍD, 1975, y Iaacov Oved, El anaJ'quJamo ea el principalmente de la cla.ae (
movimieaw obrero ea AqentiDa, Ciudad de Mézico, 1978. fuerza electoral socialista ei
ARGENTINA 146

a­ táculos y oportunidades que afrontaban en su empeño por mejora!" la ca­


la lidad de la vida, la mayoría de los obreros argentinos hall6 inadecuadas,
IU' si no irrelevantes, la ideología y la táctica de los socialistas.
Y En Argentina los socialistas abogaban por la reforma de las relacio­
s­ nes capitalistas de producci6n. Luchaban por conseguir una legislaci6n
el que creara normas de seguridad, compensara los accidentes, establecie­
la ra una jornada laboral más corta y regulara el trabaijo de mujeres y ni­
~ ños. Los socialistas también procuraron con tes6n salvaguardar el poder
r­ adquisitivo de los obreros urbanos. En forma consistente defendieron el
e­ libre comercio y se opusieron a la creación de una industria doméstica
i& "artificial". En 1904 loS' socialistas habían logrado una diputaci6n en el
d, Congreso, pero fue a raíz de la reforma electoral de 1912 cuando eligie­
ron un buen número de funcionarios públicos. Mediante estos esfuerzos
os electorales y legislativos, pero, más importante aún, lanzando combati­
tia vas acciones en el lugar de trabaijo y huelgas generales dirigidas por so­
Ir cialistas, anarquistas y sindicalistas, duranté las primeras décadas del
IS, siglo, pudieron cristalizarse una serie de leyes de corte reformista sobre
tir jornada laboral, trabajo de mujeres y niños y pensiones. Shipley ha
11'­ demostrado que cuando fue convertida en ley la jornada de ocho horas,
ti en 1925, el obrero promedio en Buenos Aires ya había conquistado un
tle día de trabaijo ligeramente más corto.
Ile Por lo que sabemos de los sindicatos baijo su control y por los análisis
de los resultados electorales de Buenos Aires a partir de 1921, resulta
claro que el Partido Socialista gozaba de gran respaldo entre los obreros
calificados y los empleados nacidos en Argentina. Sistemáticamente
derrotó al Partido Radical y les sac6 aún más ventaija a varios partidos
conservadores en los distritos obreros que se concentraban alrededor del
costado meridional de Buenos Aires. Empero, el grueso de la clase obre­
ra y casi todos los inmigrantes eran abstencionistas. En 1914 solo una
pequeña porci6n de inmigrantes, un poco más del 2% , había adoptado la
ciudadanía argentina; la mayor parte de los inmigrantes iba a Argentina
a hacer dinero para luego regresar a su país de origen. Muchos de los
que se quedaban tal vez pensaran que los beneficios de la ciudadanía
argentina, particularmente el derecho a votar, eran menores que obliga­
ciones tales como el servicio militar. Los funcionarios argentinos no faci­
.­...

lis
litaban el proceso burocrático de la naturalización, pero incluso cuando a
los extranjeros se les permiti6 votar en las elecciones municipales de
Buenos Aires, en 1917, apenas algo más de 11 mil inmigrantes decidie­
tH­ ron aprovechar la oportunidad (35).
,la
lito

36. Con la apertura del sistema politieo a partir de 1912, los socialistas se convirtieron en una
fuerza electoral muy importante en la ciudad de Buenos Aires. Los vot.os IlOciaIistas provelÚall
principalmente de la clase obrera. Un. buen estudio cuantitativo de la dimensión clasista de la
fuerza electoralllOcialistaen la capital en el periodo 1916-22 es Richard Walter, "Elections in
146 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Por el contrario,el pensamiento y las tácticas de los anarquistas reso­ colectivas como la lib
naban profundamente en el seno de la clase obrera argentina. Los anar­ de la legislación repl
quistas organizaron y dirigieron la mayoría de los sindicatos de la cons. particulares por la 01.
trucción, la industria y los servicios, que dominaron el movimiento obre. de trabajo en determ
ro del país a comienzos del siglo XX. Los sindicatos anarquistas solo con­ El éxito de dichas tác
taban en este período con varios miles de miembros, mas tales trabaja­ tanto por la expansiÓl
dores y sus lideres consiguieron movilizar decenas de miles de obreros por el aumento del sa
en grandes huelgas generales, especialmente en 1902 y 1909. Por último, el anarqu:
De acuerdo con el estado actual de la investigación, solo podemos carnada en la lucha re
especular acerca de las razones de la generalizada influencia del anar­ relaciones sociales de
quismo (36). El activismo anarquista prometía la comunidad, mejoras y racionales, a una ch
materiales inmediatas y retribuciones espirituales extraordinarias para tas, mantenía su patri
una clase obrera marginada de las instituciones tradicionales de control significativo controls(
social. Ni la familia, la Iglesia o la escuela, ni los partidos politicos tradi­ Al principiar el sig
cionales ejercían gran influencia sobre una clase obrera urbana en la que tas fue víctima de una
predominaban los varones inmigrantes solteros, muchos de ellos vetera­ violenta. Si bien la 1'1
nos de las luchas anarquistas en Europa. Los anarquistas destacaban la muchos militantes en
solidaridad revolucionaria internacional y el carácter cosmopolita del del poder bajo el caP]
proletariado contra una clase capitalista nativa que antes de 1912 deten­ dualmente el atractivCl
taba el control del gobierno. A los obreros que hablan venido a América grimió decretos repl'eE
con el fin de hacer rápidamente dinero, el anarquismo también les ofre. Defensa Social, de 191
cía acciones laborales eficaces. Las tácticas anarquistas - basadas en al movimiento obrero (
huelgas de solidaridad y paros generales de masas para conquistar las vos. Tales medidas fue
demandas de los trabajadores- demostraron su efectividad en el marco de estado de sitio; con
de la veloz expansión económica y la inmigración masiva. Aun en condi­ ra, disolvía mitinesde
ciones de pleno empleo, el número creciente de inmigrantes recién lle­ vistas. Los grupos paJ
gados, que buscaban desesperadamente trabajo, amenazaba el éxito de por los funcionarios de
las huelgas lanzadas en un solo sitio de trabajo. Esa táctica, frecuente­ sión oficial. Bandas de
mente utilizada por los socialistas, solo era eficaz entre obreros altamen­ Esta acción, sumada a
te calificados. Las movilizaciones generales de masas, en cambio, con­ puesta a la huelga gell
tribuian a intimidar y a persuadir a los esquiroles. Y las huelgas de gran del centenario de la Ind
envergadura organizadas por los anarquistas no solo estaban diseñadas cia de la actividad sindi
para promover la unidad del proletariado, fortalecer el movimiento obre­ La masiva represiÓll
ro por medio de "gimnasia revolucionaria" y lograr reivindicaciones con el trastorno econÓD:
la Primera Guerra Mu
1915 y creció con fuelZl
theCity of Buenos Aires". en Hispanie AmerieaD HiBtoric:a1 Revlew, 68:4, nov. de 1978, pp. causa de la guerra y lal
596-624. Del mismo autor. The SociaJist Pariy of ArlJeáibul, Austin, 1977. es un estudio espe­ anarquista se vio eclipe
cializado en tomo al desarrollo del partido. Grem1eu.....o, de Jacinto Oddone, cubre el mismo
campo desde la perspectiva de un activista socialista. La evolución filosófica de los fundadores El sindicalismo combiru
y las figuras principales del partido puede seguirse en Dardo Cúneo, editor, Obras de Juan B. socialistas militantes y I
Juto, Buenos Aires, 1947. Una critica izquierdista properonista del partido es Jorge Spilim­
bergo, Juan B. Juto., el socialismo cipayo, Buenos Aires, 1974.
36. Un grupo de jóvenes historiadores 8Ociales, 8.IIOCÍado con el Programa de Estudios de Historia
Económicay Social Americana en Buenos Aires, está investigando la cultura popular que acla­ 87. Diego Abad de Santillán. I
rará esta cuestión. huía 191_, Buenos Aires,
ARGENTINA 147

colectivas como la libertad para los activistas encarcelados y el rechazo


de la legislación represiva. También concatenaban las luchas obreras
particulares por la organización y la mejora de salarios y las condiciones
de trabajo en determinados oficios y establecimientos manufactureros.
El éxito de dichas tácticas resultaba evidente para los obreros urbanos,
tanto por la expansión y la creciente efectividad de los sindicatos como
por el aumento del salario real durante la primera década del siglo XX.
Por último, el anarquismo ofrecía una visión de la dignidad humana en·
carnada en la lucha revolucionaria. Predicaba la libertad individual y las
relaciones sociales democráticas, así como valores seculares, científicos
y racionales, a una clase obrera que aún poseía sus propias herra:tnien·
tas, mantenía su patrimonio sobre las destrezas industriales y ejercía un
significativo control sobre el proceso de trabajo (37). '
Al principiar el siglo, el movimiento obrero dirigido por los anarquis­
tas fue víctima de una represión gubernamental permanente y a menudo
violenta. Si bien la reacción estatal inicialmente pareció confirmar a
muchos militantes en las concepciones anarquistas sobre la naturaleza
del poder bajo el capitalismo, su alcance y efectividad socavaron gra­
dualmente el atractivo de las tácticas de acción directa. El gobierno es­
grimió decretos represivos -la Ley de Residencia, de 1902, y la Ley de
Defensa Social, de 1910- con el propósito de decapitar periódicamente
al movimiento obrero deportando a extranjeros supuestamente subversi­
vos. Tales medidas fueron complementadas con frecuentes declaratorias
de estado de sitio; con base en ellas la policía silenciaba la prensa obre­
ra, disolvía mitines de trabajadores y encarcelaba a centenares de acti­
vistas. Los grupos paramilitares de derecha, con frecuencia tolerados
por los funcionarios del gobierno y la policía, complementaban la repre­
sión oficial. Bandas de civiles aterrorizaron los distritos obreros en 1910.
Esta acción, sumada a la persecución generalizada del gobierno en res­
puesta a la huelga general organizada por los anarquistas en vísperas
del centenario de la Independencia, desembocó en una abrupta decaden­
cia de la actividad sindical y huelguística a partir de aquel año.
La masiva represión politica del anarquismo en 1910 coincidió pronto
con el trastorno económico y el declive de la emigración precipitados por
la Primera Guerra Mundial. Cuando el movimiento obrero revivió en
1916 y creció con fuerza en 1917 por la creciente demanda de trabajo a
r. causa de la guerra y la caída drástica de los salarios reales, la influencia
~ anarquista se vio eclipsada por el éxito organizativo de los sindicalistas.
El sindicalismo combinaba en Argentina la ideología y las tácticas de los
"l.
11
socialistas militantes y de los anarquistas pragmáticos. En teoría respal­

37. Diego Abad de Santillán, El DlOYImieDto uuquiata ea la ArpatiDa (Deede • • eomie_


h8IIia 191., Buenos Aires, 1930.
T
148 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

daba la concepción anarquista de la revolución social, mas perseguia notable movilización ~


dicha meta por medio de organizaciones poderosas establecidas en los Buenos Aires subió a :
lugares de trabajo y la unidad obrera amplia y sin sectarismos, concreta­ mitad de 1919. En 191
da en una central nacional de trabajadores. Los sindicalistas también capital; en 1918 lo hic
asumieron una posición pragmática con relación al gobierno en la cam­ FORA pasó de ser en
biante situación política que siguió a las reformas electorales de 1912. El con algo más de 21 mil
gobierno radical que llegó al poder en 1916 buscó apoyo tanto de la clase su mejor momento, 19
media como de la clase obrera. Los líderes sindicalistas se mostraron de 68 mil miembros (
dispuestos a negociar con el nuevo gobierno y procuraron ganarse la miembros bien puede I
ayuda del Estado, o asegurarse al menos la neutralidad estatal, en la
,',.
lucha entre el capital y el trabajo.
la cantidad de miembrc
se disolvió. El número
La estrategia sindicalista y su relativo éxito parecen reflejar dos cam­ más de 300 mil en 1919
bios estructurales en la composición de la clase obrera organizada. El 1921, para caer a solo 4.
primero fue la organización de los trabajadores del transporte. En 1917, Algunos remanente:
luego de ganar trascendentales huelgas bajo la guia de los sindicalistas, vivieron en los años ve
los trabajadores ferroviarios se convirtieron en el rector más numeroso dirigidas por socialistas
del movimiento obrero argentino, mientras que los trabajadores marlti­ trolar el movimiento ob)
mos empezaron a mostrarse como los más efectivos. Estos sindi~tos de auge bien pudo habE
serian la columna vertebral de la central obrera orientada por los sindi­ bajo masculina de Buen,
calistas, la Federación Obrera Regional Argentina, FORA, la más pode­ tenecía a sindicatos (39)
rosa confederación de trabajadores antes de los años cuarentas. El se­ obreros ferroviarios, dir
gundo cambio fue demográfico y cultural. En los años veintes, las perso­ nización sindical no cre(
nas nacidas en Argentina, muchas de ellas hijos e hijas de inmigrantes poco frec,!!entes. En 19:
que habían estado afluyendo desde los años ochentas del siglo pasado, argentino estuvo al bord
conformaban un destacamento numeroso entre los obreros. La interrup­ Tan extraordinaria II
ción del flujo de inmigrantes y el retomo de muchos trabajadores tempo­ so. parecen estar relacio:
rales a Europa durante la guerra aceleró el·proceso. A diferencia de sus el desempleo. En el Cual
padres, esta segunda generación estaba compuesta de ciudadanos deci­ larios reales en Buenos
didos a permanecer en el pals y muchos habían asistido a escuelas públi­ salarios reales cayeron d:
cas argentinas. Como grupo, se hallaban más integrados que sus padres forma continua hasta la 1
a la sociedad argentina y eran más susceptibles a la influencia de las ins­ primera parte del perlod
tituciones y los valores culturales. El jefe de la FORA al final de la Pri­ ciudad disminuyó tamM
mera Guerra Mundial, Sebastián Marotta, personifica y simboliza estos pleo se incrementó rápid
dos cambios acaecidos en el movimiento obrero argentino. Hijo de inmi­ de la posguerra 0919-22:
grantes italianos, era pintor de vagones ferroviarios (38). partir de 1922, el índice
Bajo la dirección de los sindicalistas, el movimiento obrero alcanzó. hasta casi el final de la dé
un dramático clímax en el periodo de la posguerra. David Rack ha reco­
Las estadfsticas reveh
> , •
pilado estadfsticas que indican la magnitud y el rápido colapso de esta tinos a las tendencias ecO]
rra y la posguerra. Entr~
38. Las ideas contenidas en este párrafo son de88.1'l'Olladal: con gran claridad en Samuel L. Baily,
Lafior, NailoDaliam, IIIld Polities iD Ar,enihla, New Bnmswick, 1967. Baily también anota que 89. Todos estos estimativos son to
a fines de la década de 1910, aunque con muy irregular fortuna, grupos de obreros de cuello 6, p. 160.Rock se basa en la in¡
blanco (empleados de la banca y el comercio, trabaJadores de los telégrafos y los correos) tra­ ciale•• Lo mismo que con dato
taron de organizarse en sindicatos. b~JDIl81u tendencias son di
RIA ARGENTINA 149

:uía notable movilización de los obreros urbanos. El número de huelgas en


los Buenos Aires subió a 138 en 1917, a 196 en 1918 y a 259 en la primera
¡rt,a.. mitad de 1919. En 1917, 13S mil obreros participaron en huelgas en la
lién capital; en 1918 lo hicieron 133 mil y en 1919 309 mil. Entre tanto, la
im· FORA pasó de ser en 1915 una modesta organización de 50 sindicatos
, El con algo más de 21 mil miembros cotizantes, a una central obrera que en
lase su mejor momento, 1920, contaba con 734 sindicatos afiliados con más
lI'on de 68 mil miembros cuyas cuotas estaban al dia (el número real de
ela miembros bien puede haber sido el doble). ~mpero, trascurrido un año,
nla la cantidad de miembros cayó en más de 50% ya fines de 1921 la FORA
se disolvió. El número de huelguistas en Buenos Aires disminuyó de
~. más de 300 mil en 1919 a poco más de un tercio de dicha cifra en 1921 y
l.El 1921, para caer a solo 4. 737 en 1922.
917, Algunos remanentes importantes de la otrora poderosa FORA sobre­
iJias, vivieron en los años veintes, a tiempo que pequeñas centrales rivales,
Iroso dirigidas por socialistas, anarquistas y comunistas, contendian por con­
uit¡' trolar el movimiento obrero. Pero mientras que la FORA en su momento
~tos de auge bien pudo haber abarcado una cuarta parte de la fuerza de tra­
iDdi· bajo masculina de Buenos Aires, en 1922 apenas una vigésima parte per­
1Ode-­ tenecía a sindicatos (39). Con excepción de un sindicato reformista de los
:1se-­ obreros ferroviarios, dirigido por socialistas, en los años veintes la orga­
erso­ nización sindical no creció de manera significativa y las huelgas fueron
lOtes poco frecuentes. En 1922 y por mucho tiempo, el movimiento obrero
mdo, argentino estuvo al borde del colapso.
rrup­ Tan extraordinaria movilización, como también el catastrófico colap­
ropo­ so, parecen estar relacionados con las tendencias en los salarios reales y
e sus el desempleo. En el Cuadro 3.4 se muestran datos ilustrativos de los sa­
,deci­ larios reales en Buenos Aires. Estos indican que después de 1914 los
)úbli­ salarios reales cayeron drásticamente hasta 1918, para después subir en
adres forma continua hasta la Depresión. El Cuadro 3.5 revela que durante la
s iDs· primera parte del periodo, entre 1914 y 1917, el nivel de empleo en la
a Pri· ciudad disminuyó también considerablemente. Luego, elnivel de em­
¡estos pleo se incrementó rápidamente hasta 1919, cuando la suave depresión
,mm¡. de la posguerra (1919-22) la hizo estabilizar y luego declinar un poco. A
í partir de 1922, el indice de trab~adores empleados creció velozmente
canzó. hasta casi el final de la década.
¡retO­ Las estadisticas revelan la notable sensibilidad de los obreros argen­
~esta tinos a las tendencias económicas básicas durante los periodos de la gue­
rra y la posguerra. Entre 1914 y 1921 los trab~adores percibieron de

,. JIaily,
_que 39. Todos eatosestimativ08son tolUdos de Rock, Politiea iD ArpntiDa. .. , especialmente Cuadro
, cuello 6, p. 160. Rock se basa en la información obtenida en diversas publicaciones oficiales y no ofi­
IIOIltra- ciales. Lo mismo que con datossimi.1ares de Chile, las cifra.a absolutas pueden ser cuestiona­
bJes,. mas las tendencias son claras.
¡;
il
I.i 150 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA
1I

i
l' CUADRO 3.4 da por la información 80
1', cia de altas tasas de dt1
1,· INDICE DE SALARIOS REALES EN BUENOS AIRES, 1914·39
11 (1929: 100) toda la guerra y la pos"
I~; del Departamento del T
AIo ludice Afto ludica A60 ludlce
1; nivel'de desempleo en 1
,
producen en el Cuadro
l' . 1914
1915
68
61
1923
1924
86
85
1932
1933
104
96 pero aun si los cuidad05
I •
I 1916 57 1925 89 1934 99 queos cruzados de difel
L': 1917 49 1926 90 1935 101
errores, otras evidench
1918 42 1927 95 1936 95
1919 57 1928 101 1937 96 huelgas, confirman que
1920 59 1929 100 1938 96 alto durante el periodo.
1921 73 1930 91 1939 97
1922 84 1931 98
CUADRO 3.6
Fueute: República Argentina, Ministerio del Interior, Departamento Nacional del Trabajo,
División de Estadistica, Iuvestigaciones Sociales, Buenos Airee, 1940, p. 38. PORCENTAJE ESTIMADO DJ
BUENOS AIRES, 1914-30

1 CUADRO 3.5 Afto Porceat. de


" desempleo
_
..
..
INDICE DE TRABAJADORES EMPLEADOS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES,
1914·39 1914 15.3% :
1915 18.0 1
" (1929: lOO)
1916 24.8 1
AIo Afto Indica A60 Indlce 1917 30.1 1
1918 20.8 1
1919 17.5 1
I""i 1914
1915
72
70
1923
1924
80
86
1932
1933
94
98
I
~ ~, 1916 66 1925 86 1934 104 Fuente: Robert E. Shipley, "On I
1917 61 1926 88 1935 113 During de Golden Age ,
1918 70 1917 96 1936 120 Rutgera University, 197
1919 74 1928 101 1937 126
1920 75 1929 100 1938 130
1921 76 1930 101 1939 132
1922 75 1931 98 U n recuento de las pr
lucha entre el capital y e.
obrero argentino de comi
Fueate: República Argentina, Ministerio del Interior, Departamento Nacional del Trabajo,
División de Estadistica, Investigaciones SocIales, Buenos Aires, 1940, p. 46. cía de un gran contingeft'
pobladas áreas costeras e
lantadas por los trabajadc
manera correcta su situación objetiva en la cambiante economía del país. ambos vitales para la sal
Tan pronto como los niveles de empleo favorecian su lucha, los obreros sarrollo económico del PI
se lanzaban a recuperar el poder adquisitivo perdido. Una vez que los fueron inicialmente exi~
niveles de empleo se volvían en su contra y los salarios reales continua­ nización más allá del nt
ban aumentando, desistían de la costosa batalla por mejorar su situación manufacturera y de los Si
a través de acciones laborales colectivas. miento obrero anarquista
Mas ¿cómo puede explicarse la continuada inactividad del movimien­ los obreros de la carne en
'. to obrero durante la expansión económica del resto del decenio? Una de la economía argentina
hipótesis consiste en enfocar una debilidad estructural básica, oscureci­ el éxito inicial de los trahll
ARGENTINA 151

da por la información sobre los cambiantes niveles de empleo: la existen­


cia de altas tasas de desempleo en la ciudad de Buenos Aires durante
toda la guerra y la posguerra. Robert Shipley ha utilizado las estadísticas
del Departamento del Trabajo, reunidas con otros fines, para calcular el
nivel de desempleo en la ciudad entre 1914 y 1930. Sus hallazgos se re­
producen en el Cuadro 3.6. Dichos estimativos son sumamente altos,
pero aun si los cuidadosos procedimientos de Shipley, que incluían che­
queos cruzados de diferentes conjuntos de datos, dejan pasar algunos
errores, otras evidencias, en particular la historia de las principales
huelgas, confirman que el nivel de desempleo en Buenos Aires·fue muy
alto durante el periodo.

CUADRO 8.6

PORCENTAJE ESTIMADO DE DESEMPLEO OBRERO EN LA CIUDAD DE


BUENOS AIRES, 1914-30
.. ---.
~••..
~--

PorceDt. de
desempleo
AAo POlCent.de
desempleo
Afto I Porceut.de
desempleo

1914 15.3% 1920 16.8% 1926 16.5%


1915 18.0 1921 18.2 1927 11.7
1916 24.8 1922 20.6 1928 9.2
1917 30.1 1923 17.5 1929 11.6
1918 20.8 1924 15.1 1930 15.6
1919 17.5 1925 17.1
I
Fuente: Robert E. Shipley, "On the Outside Looking In: A Social History of the PorteAo Worker
During de Golden Age of Argentine Development, 1914-1980", disertación para Ph.D.,
Rutgers University, 1977, Apéndice 111. pp. 846-53.

Un recuento de las principales huelgas muestra que la dinámica de la


lucha entre el capital y el trabajo, e inclusive el destino del movimiento
obrero argentino de comienzos del sigloXX, giraba en torno a la existen­
cia de un gran contingente de obreros desempleados en las densamente
pobladas áreas costeras de la pampa. Las más importantes fueron ade­
lantadas por los trabajadores del transporte y los empacadores de carne,
ambos vitales para la salud del sector exportador que impulsaba el de­
sarrollo económico del país. Las huelgas de los obreros del transporte
fueron inicialmente exitosas, lo que permitió a la FORA ampliar la orga­
nización más allá del núcleo de trabajadores urbanos de la industria
manufacturera y de los servicios, que habían formado la base del movi­
miento obrero anarquista. en la primera década del siglo. Las luchas de
los obreros de la carne en el sector industrial más moderno e importante
de la economía argentina terminó siendo, no obstante, un fracaso. Tanto
el éxito inicial de los trabajadores del transporte como la amarga derrota
, ' 152 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

de los obreros de la carne obedecieron a una dinánúca definida por la La alianza fue m
gran debilidad estructural del movinúento obrero argentino en esta épo­ en el caso de los fel'l
ca: su vulnerabilidad ante la amenaza del esquirol~e. ros altamente califica
La organización masiva de los obreros del transporte después de las pados en el níant.eniJ
exitosas huelgas de 1917-19 fue posible gracias a una tenue alianza entre reparación, ya era t:
trab~adores calificados y no calificados. Grandes cantidades de obreros huelga contra la Arg.
ferrocarrileros y marítimos no calificados y senúcalificados, dirigidos por ros y fogoneros habíl
sindicalistas revoluciBnarios, formaron alianzas con grupos pequeños y dicato pequeño, mod
cohesivos de obreros más conservadores, altamente calificados y por lo nidad. El grueso de
tanto imprescindibles en esas mismas industrias. En el caso de los traba­ campaña organizativ.
jadores ferroviarios, estos últimos eran ingenieros y fogoneros; en el de formar la poco estruCl
los marítimos se trataba de capitanes de barco, oficiales y técnicos. Los ría, FOF. Las friccioll
frutos organizativos de tales alianzas se vieron reforzados en parte por la sas cuando la presión
neutralidad inicial del gobierno radical recientemente elegido. Preocu­ dentro de la FOF llev
pado por su futuro electoral y vagamente comprometido con la justicia una huelga ambiciosa
social y la armonía de clases, este primer gobierno elegido popularmente tiembre de 1917.
en Argentina rehusó en un conúenzo emplear la policía y el ejército para La importancia dE
,> quebrar las actividades de los sindicatos y proteger a los rompehuelgas. propietarias de los mE
Sin embargo, el régimen siempre fue hostil a las tendencias revoluciona­ dora de Argentina, pI
",
.
rias anarquistas y sindicalistas en el seno del movinúento obrero. Y en la
medida en que la presión del capital organizado aumentó tanto sobre el
causaron una gran pre
to, que se extendió del
, t
gobierno como sobre los trabajadores, y el movinúento obrero se expan­ Buenos Aires, los obre
dió en la etapa de posguerra, las autoridades se lanzaron decididamente para bloquear el tráfK
a reprinúr a los elementos revolucionarios y a fortalecer la dirección sin­ carga. Pararon trenes I
dical refornústa. y los hicieron salir de le
En el caso de los trabajadores marítimos, la alianza entre obreros ca­ tánico de un tren expre
lificados y no calificados fue más sólida y la tolerancia del gobierno más asesinado por los hueq
duradera. Luego de ganar la extraordinaria huelga de 1916, la Federa­ trataba de "un repre~
ción Obrera Marítima, FOM, pudo ejercer un riguroso control sobre el dantes del ejército, qu~
mercado de trabajo en su jurisdicción. Los trab~adores organizados por trolar la situación ' con
la FOM comprendían no solo marinos mercantes y capitanes, sino esti­ .
lDlento de impotencia fl
badores y otros obreros en los principales puertos argentinos. B~o la oficial notificó a sus su
combativa dirección de los sindicalistas, la FOMse dedicó con gran dis­ más. La huelga se torDl
ciplina y sacrificio a ampliar la organización sindical durante todo el pe­ fueron incendiados seÍl
ríodo de la posguerra. Su arma más eficiente era el boicot de solidaridad, guistas continuaron cm
una poderosa herramienta en una economía tan dependiente del comer­ incendiando cañerlas
cio exterior. Pese a que la FOM perdió una importante huelga portuaria les. (oo.) El número de' s
en mayo de 1921, no fue sino en 1924, después que el movimiento obrero des. No bien la tropa ha
núlitante hubo sido quebrado y la FORA dispersada, cuando la alianza do otros ocupan de inm
entre trabajadores marítimos calificados y no calificados fue destrozada todo el tiempo sobre las
definitivamente y toda resistencia de la FOM a los rompehuelgas se
derrumbó (40).
tanda electoral que para el J
to obrero de La Boca, en Bue
40. Shipleyenfatiza el éxito de la FOM por controlar el mercado laboral; Rock subraya la impor- 41. La información de este pám
!tIA ARGENTINA 163

da La alianza fue menos sólida y la neutralidad del gobierno más corta


po­ en el caso de los ferroviarios. La cooperación entre ingenieros y fogone­
ros altamente calificados y los miles de obreros semi o no calificados ocu­
las pados en el mantenimiento de vías, en las estaciones y en los talleres de
ltre reparación, ya era tirante incluso antes de su resonante victoria en la
~ros huelga contra la Argentine Central Railroad en agosto de 1917. Ingenie­
por ros y fogoneros habían estado organizados por mucho tiempo en un sin­
)s y dicato pequeño, moderado y altamente centralizado, llamado La Frater­
Ir lo nidad. El grueso de los obreros ferroviarios, luego de una prolongada
lba­ campaña organizativa por parte de los anarcosindicalistas, acababa de
1de formar la poco estructurada pero combativa Federación Obrera Ferrovia­
Los ria,FOF. Las fricciones entre los socios de·la alianza se tornaron inten­
)rla sas cuando la presión de las bases militantes y los lideres revolucionarios
ocu­ dentro de la FOF llevaron a la recién confoi'mada alianza intersindical a
licia una huelga ambiciosa que involucró toda la industria ferroviaria en sep­
ente tiembre de 1917.
;lara La importancia de estas huelgas contra las compamas británicas,
gas. propietarias de los medios de transporte claves de la economía exporta­
ona­ dora de Argentina, provocaron una intensa participación del público y
mla causaron una gran preocupación al gobierno. Durante la huelga de agos­
re el to, que se extendió desde Rosario, el segundo puerto de· la pampa,hasta
pan­ Buenos Aires, los obreros echaron mano de todos los medios disponibles
.ente para bloquear el tráfico. Descarrilaron y prendieron fuego a trenes de
:sin­ carga. Pararon trenes de pasajeros, pusieron en ridículo a los ocupantes
y los hicieron salir de los vagones. En una ocasión, el único pasajero bri­
8 ca­ tánico de un tren expreso entre Buenos Aires y el distrito de El Tigre fue
más asesinado por los huelguistas quienes', según se dijo, declararon que se
lera­ trataba de "un representante del imperialismo británico". Los coman­
Ire el dantes del ejército, que habiansido llamadós por el gobierno para con·
B por trolar la situación, con órdenes de no abrir fuego, expresaron su senti­
estí­ miento de impotencia frente a la movilización masiva de los obreros. Un
do la oficial notificó a sus superiores: "Ahora debe haber 12 mil hombres o
(dis­ más. La huelga se torna más sediciosa con cada hora que pasa. Anoche
,1 pe­ fueron incendiados seis vagones de ferrocarnl y esta mañana loshuel­
ldad, guistas continuaron con su labor de destrucción, levantando earrileras,
mer­ incendiando cañerlas, apedreando estaciones y destruyendo seña­
wia les. (... ) El número de soldados es insuficiente para cubrir las necesida·
nero des. No bien la tropa ha desalojado de las lineas a los huelguistas, cuan­
ilDZa do otros ocupan de inmediato su lugar (... ) y mujeres y niños duermen
Mda todo el tiempo sobre las carrileras" (41). Los anarcosindicalista.s revolu­
iB se
tancia electoral que para el Partido Radical tenian éstos trabajadores concentrados en el distri·
to obrero de La Boca, en Buenos Aires,
41. La información de este párrafo proviene principalmente de Heidi Goldber. "Railroad Unioni·
r
154 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA I
i ARGENTINA

,:ionarios ,lograron conse~ir apoyo popular para estas huelgas y, al fina­

tres décadas anteriores


lIzar septIembre de 1917, mformaron con gran desparpajo al ministro del

ceptivos a las oportunid


Interior que si las compañías no negociaban, la FOF estaba dispuesta a

les de Perón. Debido a


conducir los trenes por su cuenta. Finalmente las compañias fueron obli­

economía argentina, Sl
gadas a someter el conflicto a la mediación del gobierno. Pero en los tér­

t grandemente en el desl
l.", minos del arreglo, el gobierno recompensó hábilmente a los elementos

dos períodos de moviIizl


conservadores de la dirección sindical y contribuyó a desacreditar a los siglo.
sindicalistas revolucionarios. Ingenieros y fogoneros. consiguieron una
reforma de los códigos de trabajo muy atractiva para ellos y fue así como La industria empaca
La Fraternidad se apresuró a levantar la huelga. Los líderes de la FOF de 1890. Durante la prin
f
~;
fueron e~cluidos de las negociaciones finales y, luego de tratar desespe­ competidores de Argen1
t radamente de prolongar la huelga a fin de conquistar.mayores,concesio­ creciente mercado britá
asumieron la importancl
". i nes, fueron forzados a capitular y a aceptar un moderado aumento de
~, del país hasta los años (
I .; salarios. Después de la ruptura de la alianza, la FOF, aliada con la
masiado distantes como
F~::)RA:, realizó otras huelgas, cada una de las cuales enfrentóunarepre­
~

SIon VIolenta por parte del gobierno y se vio condenada al fracaso. A Pat:­ taciones desde Estados 1
tir de 1919, el sindicato fue incapaz de evitar los despidos de centenares nico antes de 1900, est
de sus miembros más combativos y el mayor afiliado de la FORA fue demanda interna. He aq1
reducido gradualmente ala impotencia. Argentina de las grande
mo Swift, Armour, Mon
E~t~e los obreros,de ~ c~rne~ la·alianza de trabajadores calificados y
empacadoras argentinas
no calIfIcados fue mas dlfícIl de lograr que entre los marítimos y ferro­
carrileros. Pese a la heroica huelga que abarcó las plantas empacadoras ron. En 1914 controlaban
carne. Las empresas em
de carne más c.ercanas a Buenos Aires entre 1917 y 1918, los obreros no
lograron conquistar ni siquiera concesiones mínimas y temporales de los en la que el capital naci
~atronos. Tampoco podrían alcanzarlas después. Los fracasos organiza­
modernizaron y extendie:
tlVOS de los obreros de la carne constituyen un aspecto esencial, aunque embargo, en 1914 las em
ol~idado, de la historia del movimiento obrero argentino (42) . Estos .tra­
de las e~portaciones de C1
baJadores afrontaron en forma extrema los obstáculos estructurales que tinos retenían apenas ell
impedían la organización de otros sectores del movimiento obrero urba'­ A comienzos del sigltl
no a co~~nzos del siglo XX. Su fracaso revela la debilidad congénita de sentaba formas de organi
un mOVImIento obrero que no pudo desarrollarse más allá de los sectores en otras industrias con el
manufacturero y del transporte durante la época dorada del desarrollo do de acuerdo con una lit
exportador. Como veremos en la siguiente sección, los obreros de la car­ vi día sistemáticamente el
ne desempeñaron un papel central, en la segunda gran movilización de pIes y repetitivas. En Chi
los trabajadores argentinos que llevó a Perón al poder al final de la Se­ d~ tal sistema al principio
gunda Guerra Mundial. Su incapacidad para organizarse durante las cIentes plantas construidJ
. . meros años de la centuria.

' .. zation in Argentina, 1912-1929: The Limitations of Working-C1ass AIIiaDce" disertación para
Ph.D., Yale Univenity, 1979. La cita es de lap.170y hasidoretní.ducidaale~paftol.
43.~demas de Ortiz, HisWria ecc¡
42. ~ gran ~uelga de los ~~eros de la came en 1917~18 es prácticamente ignorada en las histo­ mdustria argentina de la carn
na~ c:ornentes del movumento obrero argentino. Ello se debe en parte a que los historiadores
1918¡ Sociedad Rural Argentin
actiVlStas prefieren presentar una crónica de éxitos progresivos del movimiento obrero. El fra­
caso de la huelga de 1917-18 y el desalentador balllnce de los subsiguientes esfuerzos de los Tro~bri~ Critchell y J088ph ]
obreros de la came por organizarse y lograr concesiones del capital hace de éstos y de sus de­ La histona del mas exitoso de 1
rrotas huelguisticas un tema poco atractivo. San.sinensl "La Negra" ell 811
Tomquist fue el primer preside
ARGENTINA 155

tres décadas anteriores a los años cuarentas los hizo eSpeCialmente re­
ceptivos a las oportunidades y ventajas que ofrecían las políticas labora­
les de Perón. Debido a la importancia de los obreros de la carne para la
economía argentina, sus esfuerzos por construir sindicatos incidieron
grandemente en el desenlace de las luchas laborales y políticas de los
dos períodos de movilización obrera en la historia argentina del presente
siglo.
La industria empacadora de carne se expandió rápidamente a partir
de 1890. Durante la primera década del siglo XX, cuando los principales
competidores de Argentina demostraron su incapacidad para proveer el
creciente mercado británico de carne vacuna, las plantas de empaque
asumieron la importancia capital que mantendrían en la vida económica
del país hasta los años cincuentaS. Australia y Nueva Zelanda eran de­
masiado distantes como para sacar ventaja de dicho mercado; las expor­
taciones desde Estados Unidos, que habían abastecido el mercado britá­
nico antes de 1900; estaban siendo eliminadas debido a la creciente
demanda interna. He aqUÍ la razón principal de la súbita expansión hacia
Argentina de las grandes firmas empacadoras de carne de Chicago, co­
mo Swift, Armour, Moms y Wilson. Estas empresas adquirieron casas
empacadoras argentinas ya existentes, las modernizaron y las amplia­
ron. En 1914 controlaban casi el 60 % de las exportaciones argentinas de
carne. Las empresas empacadoras británicas, y una firma empacadora
en la que el capital nacional logró conservar una posición dominante,
modernizaron y extendieron la producción durante el misDlo período. Sin
embargo, en 1914 las empresas británicas solo aportaban: cerca de 30%
de las exportaciones de carne del país, a tiempo que los intereses argen­
tinos retenían apenas el 10% (43).
A comienzos del siglo XX, la industria de empaque de carne ya pre­
sentaba formas de organización de la producción que se tomarían típicas
en otras industrias con el paso del tiempo. El trabajo estaba racionaliza­
do de acuerdo con una línea continua y mecánica de desmontaje que di;.
vidía sistemáticamente. el proceso laboral en grupos de operaciones sim..:
pIes y repetitivas. En Chicagoya se había logrado el perfeccionamiento
de tal sistema al principio del siglo y se exportó a las más modernas y efi­
cientes plantas construidas en Argentina por Swlft y Armour en los pri­
meros años de la centuria.

43. Además de Ortiz, Hiséoria eoonÓmiea. .• se hallan útiles reseftÚ de la evolución inicial de la
industria argentina de la came en Antonio M. Poz Costra, Loe friaorifleoa, Buenos Aires,
1918; Sociedad Rural Argentina, Comercio exterior de carDes, Buenos Aires, 1927; y James
Tronbridge Critchell y Joseph Raymond. A History of Che Frozen Meat Trade, Londres, 1912.
La historia del más exitoso de los pr:i:lneros frigorlficos argentinos puede leerse en (Compaiúa
Sansinena) "La Nepa" en IUS cincuenta &608, 1891·1941, n.p., n.d. El banquero Ernesto
Tornquist fue el primer presidente de su junta directiva.
156 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

, .' El eminente historiador sindical norteamericano, John R. Commons, Tal fue el desenlace
describió el proceso de trabajo en el empaque de carne y destacó sus carne en Estados Unido
implicaciones para la organización laboral luego de una fracasada huelga cadas del siglo XX. En
en Chicago en 1904: oleadas de inmigrantes
obreros de la came en 1
"Seria dificil hallar otra industria en donde la división del trabajo haya sido tan inge­
" niosa y microscópicamente elaborada. El animal ha sido examinado y extendido utilizados para que hie.
como un mapa, y los hombres han sido clasificados en más de treinta especialidades los polacos y los lituan08
y niveles salariales, que van desde los 16 hasta los 50 centavos por hora. Los que irlandeses. Después de
ganan 50 centavos están reservados para utilizar el cuchillo en las partes más delica­ ron mano de negros y po
das de la piel o el hacha para romper .el espinazo. Y, dondequiera que un hombre ticas tendientes a prom
menos calificado pueda introduciree por 18, 18 1/2, 20, 21, 22 1/2, 24 6 26 centavos, obreros en el trabajo y el
se le encuentra un lugar y se disefia una ocupaci6n. Solo para trabajar la piel existen
:f nueve posiciones, con ocho diferentes sala:rlos. El de 20 centavos arranca la cola, el de poJiticas amenazaban co
22 1/2 se encarga de quitár otra parte en donde la piel salga fáci1mente y el euchiUo da en los sitios de trabaj
del hombre de 40 centavos corta una textura diferente y posee un 'tacto' diferente del mas. Durante las huelg¡
hombre de 50 centavos. Las habilidades se han especializado de acUerdo con la anato­ esquiro!es a sus empreBI
mia. sureños. Los esquiroles I
Así, en Qll grupo de 230 hombres, que dan muerte a 106 cabezas de ganado por hora, des empacadoras. El cal
apenas hay alrededor de once hombres que devengan 50 centavos la hora, y tres con
45, mientras que los de 20 centavos y más son 86 y los que ganan menos de 20 centa­ Pinkerton y llamaba a la.
vos son 144". piquetes y reuniones sin
de espio~e en las plaDti
Commons continuó explicando lo que ganaba el capital con estadivi­ que solo eran reembolss<
sión del trabajo. "Hombres más baratos '- fuerza de trabajo no caUfica,;. do en actividades huelgui
da e inmigrante- podian ser empleados en grandes cantidades' , . Entre tuno al separarse de la 00
tanto, a los obreros calificados se .les podía garantizar salarios altos y
empleo permanente. "Si la compañia hace deseables estos empleos cali­ !Dés de la organizaeilm "mOda
ficados y vincula a los hombres a ellos, bien puede volverse indepen­ ne prefiguraron otras tendera:i
.> diente de los cientos que laboran en trabajos no calificados". El capital escala mundial 108 sistemas de
y, periódicamente, se dividían
también obtenía más trabajo y más rápido de una fuerza laboral que reci­ consumo de lineas de productc
bia menos salario en su co:qjunto. Commons citó el ejemplo típico de los un principio desconocidas o iuI
. ,, encargados de romper el espinazo. "Enel año de 1884, cinco de ellos en la qulmica para conservar la ca
los párpados de los cerdos hasI
un grupo determinado recibían 800 animales en 10 horas, osea, 16 por mad08 en cientos de sustancia
hora para cada uno, con un salario de 45 centavos. En 1894habia aumen­ comestibles de e&me que fonw
tado la velocidad, de modo que. cuatro obreros reciblan 1.200 en 10 ho­ cuartas partes de las ventas &Qt¡
45. Estas tActieas IOn descritas eu
ras, o sea, 30 por hora para cada uno, un incremento de casi 100% en 'Ihe Ne8J'O in tIle Slaughtermr .
diez años. Los salarios, con excepción de contados obreros calificados, James &gen Ho1comb, "Th&
.. '
fueron reducidos a 40 centavos por hora". El aumento de la velocidad de
la producción fue, de acuerdo con Commons, la causa primordial de la
Ph.D., University of Dlinois 1S
Chicago a partir de 1917. ~ ~
cual se desbarató a causa de la e
huelga de 1904. Esta fue derrotada cuando los trabajadores calificados miento obrero anticapitalista dt
'.
se pusieron del lado de la administracibn y cuando los esquiroles del ciente trabajo organizativo de 1cI
enorme contingente de obreros inmigrantes no calificados de Chicago teamerican08 consiguieron el "
., remplazaron a los huelguistas (44) .
eaIariales y en las condiciones el
fueron parte de la gran moviliza
t ~ ,.
laciónlabora} del New Dealens
en el decenio posterior a 1936. 11
44. Job R. Commons, "Labor Conditions in Meat Packing and the Recent Strike", en The Qaar· elsindkato de 108 obreros de la
terIJ.JournalofEeonomies, No. 19, nov. de 1904,1-82. Í.ucita88Ol1delaspp. 3,4, tiy7. Ade- del movimiento laboral norteaml
ARGENTINA 161

Tal fue el desenlace de todo intento por organiar a los obreros de la


carne en Estados Unidos y Argentina a lo largo de las primeras tres de­
cadas del siglo XX. En' Estados Unidos el capital se aprovech6 de las
olQadas de inmigrantes para quebrar los 'impulsos."organizativos de los
obreros de la came en 1886, 1894, 1904 Y 1917-18. Los irlandeses etan
utilizados para que hicieran esquirolaje contra los carniceros alemanes;
los polacos y los lituanos para romper las huelgas de obreros alemanes e
irlandeses. Después de la Primera Guerra Mundial las empresas echa­
ron mano de negros y por último de mexicanos y perfeccionaron SUB poli­
ticas tendientes a promover la animosidad racial 'a fin de dividir a los
obreros en el trab.go y en las comunidades donde vivían. Cuando dichas
politicasamenazaban con derrumbarse ante la solidaridad obrera forja­
da en los sitios de trabajo, los ·empresarios recurrieron a medidas extre­
mas. Durante las huelgas prolongadas, contrataban ttenespara traer
esquiro!es a sus empresas directamente de Ellis Island o de los estados
sureños. Los esquiroles eran alojados y alimentados dentro de las gran­
des empacadoras. EI.capitalempleaba ejércitos privados de detectives
Pinkerton y llamaba a la policia y al ejército con el prOpbsitode romper
piquetes y reuniones sindicales. Estableció, además, un eficu·sistema
de espionaje en las plantas y reteníadepbsitos de dinero de los obreros,
que solo eran reembolsados en caso de que éstos no hubiesen participa­
do en actividades huelguisticas y simlicales, y hubiesen dado aviso opor­
tuno al separarse de la compañía (45).

más de la organización "mOdema~'del trabajo que adoptaron, las firmas em~ de car­
ne Pl'I'~ otras tendencies en'la evolución de la empresa tapitaliata.· M~ a
escala mundiallna sistemas de producción 1 ~buci6n de la eame18W!,prod~dmivados
y, periódicamente, se divi.d1an el mercado entre si. Empleaban la publicidad para p~ el
consumo de Uneas de productos (salchichas de Frankfiut, jamones y carnes en'~rva), en
un principio desconocidas o inaeept.ablee para la maTOña de10e eoDawnidores.AProveeba:ron
la qu1mica para conservu la carne y aaear ventaja de eada una de las partes delanim4l, desde
loa párpados de loa cerdos huta las peZll1ia8 de las reses. Artlculos como élltoBelWltransfor­
mados en cientos de 8U8tancias y productOs, muchos de elloa muy remotos de los productos
comestibles de came que formaban el núcleo de las operaci&nea de empaque y generaban tres
cuanu parte8.de las ventas totales.
4&. Estas táctieas son descritas en forma exhaustiva por Alma Herbst en BU monosrafla.cljsica
The Nepo In ibe Slaughterlng 8lld Meai·PaekIng IndWlÚ'JIa Chkago, Cambri<fge, 1964, Y en
James RogeraHolcomb, "Thé UDion Policles of Mea&Paekere, 1929-1948", dis8rtaclónpara
Pb..D., U~veraüy of IlIinois, 1957. Lqs obreros de la carn& ~ una granorgeni"""*,, en,
Chicago a partir de 1917, bajo el liderazgo del elndieali~ de la 1WW, WilIiam~. Foster, ,la
cual se desbarató a causa de la depresión de la posguerra y el Hnico Rojo que aplaStó el movi­
miento obrero anticapitalista de Estados Unidna. Finalmente, luego de varios aftos de un pe­
clent8 trabajo organizativo de lna comunistas en loa dos treintas, loa obreros de la carne nor­
teamericanos consiguieron el reconocimiento de las empresas, as1 como importantes mejoras
salariales y en lascondiclones de trabajo, durante la Sepnda Guerra Mundial. Estas victorias
fueron parte de la gran movilisaclón obrera que bajo la cUrecci6n de la CID apróVec:hó la legis­
lación laboral del New Deal en BU lucha por organizar lalndWlCria btsica de los Estados Unidos
en el decenio posterior a 1936. Después de la guerra y de la purp del ala kquiei:da de la eIO,
el sindicato de los obreros de la carne adoptO la poeiei6n de pan., mantequfllá earac:terIstica
del movimiento laboral norteamericaDo en el periodo de la p08I11erra. .
------------ -_.- .- .- ._­

,
\,. 168 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Cada una de estas tácticaS antisindica1es fue empleada también en beradas para profundi
Argentina. En las populosas provincias costeras de Buenos Aires, Santa extrarUeros no califia
Fe y Entre Ríos, como en Chicago y Kansas City, los empresarios apro­ grupos menos favorec
vecharon el gran contingente de obreros inmigrantes no calificados para disticas de .las primer
renovar su fuerza de trabajo durante las huelgas. Enfrentado a la solida­ neos, especialmente'·
ridad de los obreros de la carne y los sectores organizados del movimien­ de todos los Balcanes
to obrero urbano, el capital reclutaba obreros en los conventillos y en las Oriente. Estas persODl
poblaciones rurales y trata esquiroles de Uruguay. Las compañias de­ rantes entre la clase 01
pendian de las fqerzas del gobierno para proteger a estos· trabajadores (europeos del Este prc
de los piquetes de huelga y recurrian a la caballerla para disolver reunio­ estaban presentes en L
nes y manifestaciones sindicales. Antes de las huelgas, las compañias los obreros eran segrel
empacadoras trasladaban hamacas y grandes cantidades de comida a las ceso de producción; pe:
plantas, de modo que los esquiroles no tuvieran que aventurarse por las ción de latas y embutid
barriadas obreras cercanas.a las empresas. Las compañías elaboraban las cámaras frias. Tale
listas negras y sistemas de espionaje. En 1921, si no antes, Swift usaba pos de trabajadores y d
un contrato en por lo menas una de sus pIRntas, en el remoto rio Galle­ nizaciones a nivel de pI
gos, que obligaba a los obreros a depositar en la compañía 30 pesos men­ zación efectiva era el fu
suales, cerca de una semana de paga. Si el trabajador renunciaba o era cialmente los que exigl
despedido por cualquier razón, osi contribuía ,. directa o indirectamente por nativos. Mientras e
a disturbios u obstaculizaciones·del trabajo", cedia por derechas a la habilidades artesanale:
compañía todo el dinero depositado. El trabajo era estacional en esta mayor parte de las mm
planta: solo abria para atender el sacrificio de ovejas durante los meses siglo XX, los obreros lUl
de verano (46). za de trabajo rural ded
Al igual que sus compañeros de Estados Unidos, los obreros argenti­ siglos, pQdian dominar:
nos de la carne eran particularmente vulnerables a las tácticas antisindi­ Es tal vez comprens
cales debido al alto porcentaje de trabajadores no calificados, muchos de munerados desaproban
ellos inmigrantes, mujeres y niños. El censo de 1914 muestra que dos mal pagos y no simpatil
terceras partes de la fuerza de trabajo en la industria eran inmigrantes. nes laborales. Tales ae
Sintomático delcrecido número de empleos no calificados en las plantas trabajo, eran cultivad~
era el hecho de que I8s mujeres y los niños, ambos con· salarios· mucho res culturales divulgadl
más bajos que los hombres, comprendian casi una sexta parte de la fuer­ Los inmigrantes, se &fu.
za de trabajo en 1914. Con el tiempo este porcentaje aumentó, de modo de los conflictos laboralE
que en 1935 más de una cuarta parte de los obreros empacadores de car­ valores del legendario g¡
ne eran mujeres y niños menores de lB años (47). cuchillo al cinto, a quieI
La organización del trabajo en el empaque de carne abria unaconsi­ en la quintaesencia del
derable brecha entre' obreros calificados y no calificados, que la adminis­ dominaban el trabajo eJ
tración podía explotar por medio de pagos diferencialés y políticas deli­ para la acción laboral. ]
proceso productivo y si,
" lizaba. Si se negab~n a Il
46, En Bayer. Lon_lradores de IaPaíqODla trágiea. ... VoI.2. a partir de la p. 96, ae reproduce dad muy amplia entre lo
una copúulel contrato usado en la planta de Swüt en Rio Gallegos. El contrato tal vez no era
Upico: Swift afrontaba aerios problemas para controlar a sus trabe,jadores en la remota y poco
habitada patagonia. 48. Tal como ae indica en la sigl¡
47. República Argentina, Tercer CeJUlO NadoaaJ, Buenos Aires, 1916-17, Vol. 7. p. 353; Repúbli­ cional. los dirigentes de los o
ca Argentina. Ministerio de Hacienda, CeD80 induatriaI de 1935, Buenos Aires, 1935, p. 58. trabajadores que "por su PIJ
ARGENTINA 169

beradas para profundizarlas düerencias étnicas. Muchos de los obreros


extralijeros no calificados en los frigorlficos eran reclutadose~tre los
grupos menos favorecidos de la comunidad inmigrante. Crónicas perio­
distieas de las primeras huelgas enfatizan· el papel de activistas forá­
neos, especialmente "turcos", término genérico que incluía inmigrantes
de todos los Balcanes e integrantes del Imperio Otomano en el Medio
Oriente. Estas personas eran consideradaalas más indeseables e igno­
rantes entre la clase obrera argentina. Italianos, españoles y "eslavos"
(europeos del Este provenientes de Rusia, Polonia y Lituania) también
estaban presentes en las plantas en cantidades considerables. A menudo
los obreros eran segregados según criterios étnicos y sexuales en el pro­
ceso de producción; por ejemplo, laS.mujeres trabajaban en la elabora­
ción de latas y embutidos, y los polacos se localizaban con frecuencia en
las cámaras fria¡. Tales divisiones impedían la comunicación entregru­
pos de trabajadores y dificultaba a los activistas la construcción de orga­
nizaciones a nivel de planta. Quizá el obstáculo más serio para laorgani­
zación efectiva era el hecho de que numerosos empleos calificados, espe­
cialmente los que exigían gran destreza con el cuchillo, eran ocupados
por nativos. Mientras que los inmigrantes europeos a menudo pOSeían
habilidades artesanales e industriales que les permitían dominar la
mayor parte de las ramas de la manufactlH'a argentina de comienzos del
siglo XX, los obreros nativos, herederos del legado cultural de una fuer­
za de trabajo rural dedicada a la producción gaDadera por más de dos
siglos, podían dominar los puestos calificados en el empaque de carne..
Es tal vez comprensible que muchos de los obreros Dativos bien re­
munerados desaprobaran alos trabajadores extranjeros no calificados y
mal pagos y no simpatizaran con los esfuerzos organizativosy las accio­
nes laborales. Tales actitudes, resultado lógico de la organizaciÓn del
trabajo, eran cultivadas por la administración y reforzadas por los va.lo­
res culturales diwlgados por las principales institúciones . ·'argentinas.
Los inmigrantes, se afirmaba, eran responsables de la agitación social y
de los conflictos laborales; la fuerza de trabajo criolla debiaaspirar a los
valores del legendario gaucho, el vaquero independiente Y~eguro, con el
cuchillo al cinto, a quien íos Dacionalistas culturales buscaban convertir
en la quintaesencia del argentino. Los obreros calificados nativos que
dominaban el trabajo en las playas de matanza resultaban '~stratégicos
para la acción laboral. Estaban a cargo del animal en el comienzo del
proceso productivo, y si suspendian el trabajo, toda la operación se para­
lizaba. Si se negaban a parar, era dificil cerrar la planta sin una solidari­
dad muy amplia entre los demás obreros (48) .

48. Tal como se indica en la siguiente sección, en 1939, en una peticl6n diricida al CoagreIO Na­
cional,loe dirigentes de los obreros de lacame denunciaron la táctica empresarial de emplear
trabajadores que "por su poco conocimiento .461 idioma aceptan más fácilmente condiciones
160 LOS TRABAJADORES EN LkHISTORIA ARGEN'J'INA

: .,t- A pesar de tan formidables obstáculos para la organización. los tra­ Para ser un Carpintero,
bajadores de la carne lanzaron importantes acciones colectivas tendien­ en las manos una gad
tes a mejorar las condiciones en que laboraban. Diversas fuentes dan explicaba:
cuenta de huelgas en frigoríficos individuales en 1894, 1915, 1917-18,
1920, 1921, 1925, 1928 Y 1932. De todas, la más prolongada, poderosa y "Efectivamente, alli no 111
promisoria ocurrió entre 1917 y1918. Abarcó cuatro de los cinco grandes nada llUÍs. Llegaban las ti
frigoríficos cercanos a Buenos Aires. Se trataba de las enormes plantas uniendo aquellas tablas, 1
Swift y Armour en Berisso, cerca de la capital provincial de La Plata. si­ clavaban matemátic:a:mell
trabajo que el de cuidar ql
tuada a unos 60 kilómetros de Buenos Aires, "La Blanca" (de Moms­ Aquello era un trabajo de
Armour) y "La Negra" (de Sansinena, una compañía de capital argenti­
no y extranjero), ambas ubicadas en Avellaneda, el suburbio industrial En los frigoríficos oc
situado al sur de la ciudad de Buenos Aires. Por la época de la huelgade actividad creadora y los
1917-18, cerca de 11 mil obreros estaban empleados en las plantas de turnos. Debido a la form
Berlsso, y unos 4.500 en las de Avellaneda. Las exigencias de los obreros raleza de la tarea, las lal
durante la huelga ayudan a comprender las bases de la solidaridad pro­ más duras,súcias,monl
letaria en el sector del empaque de carne. La evolución misma de la a la naturaleza irregular
huelga demuestra con cuánto sacrificio y energia creativa trataron estos montaje y procesamient
obreros de superar los tremendos obstáculos que se atravesaban en su joven en las plantas eml
camino(49). de construir durante do
Cualquiera que fuera su paga o función en el proceso de trabajo, ro­ describió luego lo desag
dos los obreros de la carne compartían la experiencia común de laborar pequeñas, algunas sucia
en empresas capitalistas avanzadas. Un personaje de una novela sobre dores en línea a una misr:
trabajadores de la carne, un carpintero calificado, describía lo que' era
ejercer su oficio en la cajonería de las plantas de empaque. "1 Recorchos! "Sucede a menudo que epa
mé,s cuidado que se tenga
capa de piel que los ~bre ~
bochomOllll8 .,.re. el trabajo". En consecuencla,.1as empre888 hadan "~r al t:rabe,iador
exb'm:Qero como utI enemigo del trabajador nativo" e iinpedlan la OrpDizácl6n en las plantas.
ojos, y hay tiempo a~i
CáDwa de Diputados, Diario de fIé8icmes de 1939, VoL 3, ppdl8-21:'La bnportancia de la es.a materia repugnante. Al
eiDic:idad en la orglUlizacjón del trabajo en 10lJ t'rigotifkoe ~stá doc:uulelltada, para comienzos bunda y asquerosa, en un al
del siglo XX, en la lIlOI1o¡rafia de HerblJt, op.cit.• Yen el revelador clásico de Vpton SiDclair mones con el aire infecto ~
The JUDgle, Cambridge. 1971, 1a.ed., 1904. Aquélla fue confirmada para la Argentinll¡ de 108 sis" (51).
dos euaréntas por entrevistas que'reaJicé con obreros de la eame en 1978. La iinportaJícla de
las concentra.cionea étnicas en lastli.venas partelt del proeellO productivo para la organizaci(m.
obrera en general se examina enPeter Friedlander, The "qeace oh U4W. Local. 1938­ 50. BernardoGonzálezArrili, to.,
1939, PiUaburlfh; 1975. La importancia estratégica de los obreroscalificadOlJ en las playaS de 51. Peter, Cróaicu Proleíarias. ..•
matanza está bien documen&ada en la Hteratutaestadounldense y confirmada para Argentina de Sinclairsobre l08rieagos yi
en José P.r"CJróaIcM proletaria8,Buenos Aitee, ·1_.p. 39.Ladiripnte aibdieal Stella los c:amic:eros y loa enearpdoe
Nowicki describió, a comienzos de los dos cuarentas, UI\&lsitu8ción en la planta de Annour. en Dos que usaban euc:hillos, llpIiIl
t ,.' Chic:ago que se aparta de la tipic:a'historia argentina. Alli•. UD grupo fuertemente uqldo de
obreros negros éalificad08 de la playa de matanza usabo !!jl poder paradismiDuir el ritmo o

pues continuamente la base del


ne conla c:uaJ. el operario preak
parar la produc:ei(m, buscando impulsar las demandas del sindicato. Véase Stella Nowic:ki.
(... 111OteJúan 1dIas. bah_del
' .. "Beck of the Yarda", en Alic:e Lynd y Staughton Lynd, (ed.), RaDk 8DdF1le. Boaton, 1973,
ehados que los dedos se eliencl
p.87. c:ocinu, en medio del vapor '1'
49. La información sobre la huelga de 1917-18 proviene de la lectura de la prensa obrera (La Vo· gérmenes de la tuberculosis poi
pulldiay La Protesta) y del periódico en len¡ua inglesa The Bevlew ofthe River PIste 'loa tres hora. (, .. 1 Habia quienes trabaj
publicados en Buenos Airesl. El recuento más detallado de la huelga basta ahora publicado es reumatismo. (... 1Estaban 108811
1tock. PoIltle& ID Aqentina. ..• Apéndice S. toa obreros del tercer frigOr1fic:o de Avellaneda, el ya que la piel de las ovejas ~
"ADgIo" ,perteneciente a Wilsonl mmc:a se unieron a la huelga. El personal de una segunda debla ser arrocada con las mau
planta SanaiDena,1Jituada en el puerto meridional de BahI8: BJanca, silo hiZo. tada; sus moos también estaba
ARGENrINA 161

Para ser un carpintero aquí no hace falta saber cepillar, ni haber tenido
en las manos una garlopa nunca. ¿Carpinteros? ¡Ja, ja!" El novelista
explicaba:

"Efectivamente, alH no se trabajaba la madera ni poco ni mucho; se haclan cajones y


nada más. Llegaban las tablas cortadas, cepilladas f••• } en fardos. A máquina se iban
uniendo aquells;ls tablas, unas maquinitas que pareclan relojes por lo exactas, y que
clavaban matemáticamente sus cinco clavos sin que el que la manejara tuviera otro
trabajo quee1de cuidar que las tablas fueran quedando 'a escuadra' bajo el martillo.
Aquello eta un trabajo de chiquillos" (50).

En los frigoríficos ocurria lo mismo. El trabajo estaba desprovisto de


actividad creadora. y los obreros repetían la misma tarea a lo largo de sus
tumos. Debido a la forma como estaba organizado el trabajo y a la natu­
raleza de la tarea, las labores en el empaque de carne figuraban entre las
más duras, sucias, monótonas y peligrosas. Parte del problema obedecía
a la naturaleza irregular y orgánica de la materia prima sometida a des­
montaje yprocesamiento "científicos". Jose Peter, quien ingresó muy
joven en las plantas empacadoras, ya entrados los áftosveintes, y trató
de construir durante dos décadas una organización obrera comunista,
describióluego.lo desagradable del trabajo. Alli, las ovejas grandes y
pequeñas, algunas sucias y llenas de espinas, pasaban .ante los trabaja­
dores en línea a una misma e intolerable velocidad.

"Sucede a menudo que aparecen animales con tumores y granos llenos de pus, y por
más cuidado que se tenga, es dificil evitar que el· filo del cuchillo traspase esa fina
capa de piel que los cubre, y con frecuencia ese pus salta a la cara, toca la boca y los
ojos, y hay tiempo apenas para pasuse la mano ensangrentada y sucia.para apartar
esa materia rtlpugnante. Al cansancio, a los dolores, se agregá esa materia nausea­
bunda y asquerosa,e1i un ambiente cargado de malos olores que se meten en los pul­
mones con el aire infecto de microbios de toda clase, de tuberculosis, de brucelo­
sis" (51).

60. Bernardo González Arrlli, Los cblll'C08 rojos. Buenos Aires. 1927. p. 76.
61. Peter. CróDieu prvIeiariu. ..• pp.5fi-57. CompÁreSe la descripción de Peter con la discusión
de Sinclairsobrelos riesgos y las enfermedades ocupacionales en TIte JUDgIe, p. 98: "Entre
los camieeros y los encargados delsacrifieio, los deshuesadoretl ydesbutadores y todos aque­
llos que WIIlban cuchillos. apenas podia hallarse una perflOfta que pudiera emplear su pulgar.
pues continuamente la b8se del dedo sufrla cortadas hasta quedar reducido a una masa de car­
ne con la cual el operario presionaba el cuchillo para sostenerlo. Las manos de estos hombres
(... ) no tenian ufias, habiandesaparecldo arrancando las pieles; sus nudillos estaban tan hin­
chados que los dedos se extendian como un abanico. Habla individuoá que trabajaban en las
cocinas. en medio del vapor y los 01ore8 nauseabundos, con luz artificial; en estos sitios los
gérmenes de la tuberculosis podian vivir hasta dos dos. mas el suministro era renovado cada
hora. i ... ) Habla quienes trabajaban en lo. cuartos frioe.· cuya enfermedad más común era el
reumatismo. (... 1Esiaban los esquiladore. de lana, cuyas manos estaban hechas pedazos. i ... )
ya que lá piel de las ovejas tema que ser impregnada de ácido para soltar la lana que luego
debla ser arrancada con las manos. i ... ) Estaban los que hadan la hojalata para la came enla­
tada; SUB mano. también estaban llenas de cortadas y cada cortada representaba el peligro de
162 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

Fotografias del interior de las plantas, tomadas a principios. del siglo,


confirman las descripciones de Peter. Muestran a obreros~harapientos,
manchados de sangre y descalzos hacinados en las húmedas y sanguino­
lentas playas de matanza o trabajando, mal vestidos, en las cámaras
frías y en los congeladores (52). Entre las primeras demandas de los
obreros de la carne figuraban el suministro de agua potable fresca y ade­
cuadas facilidades para que los trabajadores se lavaran, asic6moprovi­
sión de camisas, mantas e impermeables Pllra usar en las faenas. En
1917 los huelguistas también pedían un día de paga para los obreros le­
sionados en el trabajo. Si un operario resultaba incapacitado, exiglan
que fuera compensado con una pensión equivalente a la mitad del salario
diario promedio devengado en las dos semanas anteriores. al acciden­
te (53).
Todos los obreros sufrían asimismo con el ritmo del trabajo, el abuso
de los capataces enatrgatios de los niveles de producción y las exaccio­
nes de las multas aplicadas para garantizarla" disciplina". en el lugar de
trabajo y prevenir daños a la materia prima. En 1917 los huelguistas ex¡"
glan mayor respeto de los capataces y, en un esfuerzo por ganarse a los
operarios calificados de las playas de matanza para la causa del paro,
solicitaban poner fin a las multas y a los despidos de carniceros que mar­
caran o cortaran las pieles. En 1917 dicha táctica fue evidentemente exi­
tosa. Trascurridas tres semanas de la huelga, 170 obreros de la Swift,en
Berisso, que procesaba ganado vacuno, enviaron una reveladora decla­
ración a la prensa socialista. Afirmaban su apoyo pleno a t(Kbu; las exi­
genciasde la huelga y anotaban con placer que "la completa unión y la
solidaridad que existe actualmente en nuestro gremio resta todo valor a
las cartas que en un momento de inexplicable confusión le fueron dirigi­
das aisladamente por varios compañeros; los que hoylarnentan haber
obrado asi, en prueba de lo cual firman la presente"(54). '.
El salario de las diferentes categorías en el sector de la carne era
comparable al de otras industrias urbanas, pero las labores en las plan-

envenenamiento de la $8DI'l'$••• " Al evaluar estas descripciones deben teaenNt en t:UeDta el


e8t.ilo e:uJtado de Siuclair y la naturaleza de IIWJ compromilloe polWtos .,loII ü,Pet.er. Ea Quizá
revelador del tono diferente de la vida politica y 80cial deArgentiDa el queninguDa novela
ugentina iul.ya alean.zapo la notorie4ad y el. impadode.la. flunoaa dénUDGia de Sinclair. Empe­
ro, cualesQuiera Que ~ 8QS mériWs literarios, la no.vela oort.a de Gom:ále$ Auili sobre una
de las primerashuelgu en 1011 frigorIficos de Avellaneda {citado en·.nokl5O.).p,re8entaa 1011
obreros de la carne con mayor sutileza y IlUS vidall ~n máII complejidad Que ..... JaqIe•.
52. La parte 3 de la edición de pasta dura de Rubén Isearo,...... del~tQ lIÜuIieal¡eBue­
DOII Aires. 1973, contiene reveladorall fotografias de las p!antu y de los obreros durante este
periodo.
53. Lu demandas de la. huelga no eran ell:8Ctamente las mismas en las diferentes plantas en con­
flicto en 1917-18. Las flue formularon.loll trabajadores.de Swift y Armour aparecen en La Van­
¡puIrdia. nov. 27 de 1917,p. 3; las de los obreroe de "La Blanca" Y "La.Negra", en Avellane­
da, en La Protesta, diciembre 16 de 1917.
54. La VanguanIia. diciembre 17 de 1917, p. 2.
lA ARGENTINA 163

lo, tas eran confrecuencja irregulares. Aunque el empaque de carne en


18, Argentina no sufrla de grandes fluctuaciones estacionales, como sucedía
lo­ en Estados Unidos, la demanda y el suministro vanabanoonsiderable­
'as mente y los.obreros eran reclutados a menudo sobre una base diaria. A
los veces los trabajadores hacían el viaje hasta la·planta solo para encontrar­
le­ se con que no eran necesarios o con que solo podían trabajar unas pocas
vi­ horas. Las demandas huelguisticas sistemáticamente pedian salarios
En más altos y. en 1917, exigían incrementos porcentuales mucho mayores
le­ para los obreros peor pagados, la abolición del embargo de sueldos y la
an eliminacibn de la práctica de contratarlos por solo un cuarto de dia. Todo
no trabajador empleado por cualquier parte de la jomada debía recibir un
~n- mínimo de medio dia de paga. Los huelguistas de 1917 también propo­
manque cuando no hubiera suficiente trabajo en las plantas, éste debe­
rla rotarse entre todos los.obreros. Al menos desde 1916, cuando una
gran huelga sacudió por vez primera el frigorlfico de la Swift en Berisso,
los obreros de la carne ventan demandando la jomada de ocho horas, rei­
vindicación que en 1917 también fue primordial, sumada a la insistencia
en un salario y medio por tiempo extra y dominicales, así como el esta­
blecimiento del lo. de mayo como feriado remunerado.
En todas las huelgas de los frigorlficos, hasta los años cuarentas, la
demanda más sensible era el reconocimiento de los sindicatos y la rein­
corporación de lQ8 organizadores y militantesdespedid()S anteriorme.nte
por las compañías. Pero Jos patronos se mostraron intransigentes. En
1917, en Swift, la compañía empacadora más poderosa desde el punto de
vista económico,: los representantes de la administración sencillamente
hicieron pedazos la petició~ en la cara de lOs (ielegados obreros yse ne­
garon a discutir con éstos durante la huelga. Los ejecutivos de ArmQUr
se mQtitraron más dispuestos a escuchar las demandQS de los trabajado­
res en esa misma huelga. Tan pronto como los obreros cerraron práctica­
mente la nueva ,planta de la compañia en Berisso por casi tres semanas,
la administración ofreció tentativamente algunas concesiones .económi­
cas siempre y cuando los obreros retornaran al trabajo. Sin eQlbargo" los

...

:'
» funcionarios de la empresa fueron inflexibles y rehusaron someterse a la
1..1
exigencia del comité de huelga de .que los términos del proyectado
1/1"1& acuerdo estuviesen sujetos a la redacción y la firma de los representan­
1Ue­
_lUla tes de la compañía y el sindicato (66).
~Ios Hasta los años cuarentas, el desenlace de las huelgas en los frlgorifi­
14' cos dependió de los esquiroles. Los obreros de la carne entendian mejor
!iIJI¡e­
~,eate
que cualesquier otros lo que significaban los .rompehuelgas para la lucha
colectiva. Ellos, al igual que todos los obreros argentinos, llamaban a los

55. En Estados Unidos las compai'úas también se negaron a reconocer los sindicatos. Los grandes
yeftmeros logros de 1917-18 se dieron gracias a la intervenc:i6n de UD gobierno preocupado
por la producción en tiempos de guerra.
164 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

esquiroles borregos y carneros. Tales términos poseen una aplicación y ordenaba salir del tren
universal, pero tenían un significado especial en una economia exporta­ policía requisaba a todOl
dora de productos pecuarios, particularmente para quienes laboraban en obligaban a los emplead~
las plantas empacadoras. En los frigorificos las ovejas abandonaban la vivas a la huelga (57).
lucha por la vida con una ingenuidad colectiva y una docilidad mistica Los militantes tambi
incomprensible para los seres humanos racionales. El ganado, con sus obreras, quienes figurat
cráneos hechos añicos por los golpes de martillo de la •• aldaba". caía peor pagados. Eran las m
dando coces y bramando en las playas de matanza. Los cerdos sacudian citadas para sobrevivir s.
,;,'t
las paredes con su atroz protesta mientras eran transportados mecánica­ del 40% de operarios qu
mente, suspendidos de una pata, hacia el hombre encargado de cortarles mour en Berisso al final
el pescuezo. Las ovejas, en cambio, como lo indica un novelista, eran mujeres. Los perló
mujeres a las manifestac
"eran la antitesis de los barulleros cerdos. Las tomaban de las cuatro patas y coloca" los mitines, las acciones E
ban boca arriba en unas arqueadas tarimas de hierro, con la cabeza suspendida sobre frontaciones con la policÍI
una canaleta de latón. En esta posición quedaban como sesenta o setenta. animalitos, bre las mujeres decidiero
sin que se quejara ni uno. Tres hombres iban colocándolos. y uno solo degollándolos.
Se dejaban degollar b1blicamente: sin chistar. Movían unos minutos sus paUtas Berisso para promover la i
. mientras se desangraban y miraban con ojos de dulce sorpresa a los hombres que las Durante la huelga de ]
mataban. Eso era todo. Al instante estaban sobre otros taburetes, siempre patas yo de la FOM y la FOF, 8!
arriba, sin piel, dejándose revisar por 108 veterinarios" (561. jadores maritimos de la F
Buenos Aires y por lo me:
Durante el cese de 1917-18, los huelguistas dedicaron toda su ener­ cIutados en Montevideo
gía creativa a derrotar a los rompehuelgas. Calcularon la hora cero de la los alojaron en sus salo~E
huelga, declarada en Berisso el 28 de noviembre y en Avellaneda el 6 de empleo o retornar a casa. 1
diciembre, de modo que coincidiera con la disminución del contingente traban combustible a los Íl
de desempleados en las ciudades a raiz del comienzo de la cosecha ce­ transportaban carne a los
realera en la pampa. Recurrieron a mitines de masas para conseguir y rroviarios contribuyeron el
mantener la solidaridad con la huelga. En BerisBo y Avellaneda, millares de los obreros de la carne.
de obreros se reunían casi a diario en lotes desocupadas, en los salones movimiento obrero argenl
de otros sindicatos y ocasionalmente en teatros públicos para deliberar para conseguir dinero des
sobre las peticiones y estrategias, compartir información y aplaudir y cri­ tas despedidos y sus famiJj
ticar las concepciones revolucionarias y las estrategias huelguisticas Todas estas manifestae
expuestas por orádores sindicalistas, anarquistas y socialistas que rivali­ vamente en la prensa obn
zaban entre si. Desplegaban cientos de piquetes de huelga para intimi­ barberos sindicalizados qtl
dar y ridiculizar a los esquiroles. Realizaban campañas en los vecinda­ tas, eran honrados en list.
."
rios obreros con elfin de conseguir respaldO para la huelga y educar a ciantes locales que donaba
rompehuelgas potenciales. Descarrilaban y desenganchaban trenes que taso Otras listas denunciab
1 •

.. transportaban obreros y ganado a las plantas. Ello. de diciembre, cerca cioneros" que suministrab
de Berisso, una muchedumbre de huelguistas abordó un tren de pasaje­ comerciantes eran blanco
"
ros e hizo salir a los administradores, los contadores y "otros altos fun.;. obreros organizados, y enl
". cionarios" que viajaban hacia las plantas. Cuando los empleados se re­
husaban y los trabajadores procedian a expulsarlos, la policía intervenía
se negó a suministrar pan

57. Revie", oribe B1ver PIate, dicleIl


58. La Vanguardia, diciembre 5 de :
56. La cita es de González Arrili. Los charcos.... pp. 80-81. p.2.
tIA ARGENTINA 165

ión y ordenaba salir del tren a todo el mundo. En la plataforma, mientras la


ta­ policía requisaba a todos los pasajeros en busca de armas, los obreros
en obligaban a los empleados a quitarse el sombrero y unirse a ellos en los
tia vivas a la huelga (57).
jea Los militantes también dedicaban especial atención a las mujeres
~us obreras, quienes figuraban entre los trabajadores menos calificados y
sia peor pagados. Eran las más vulnerables al esquirolaje y las menos capa­
ían citadas para sobrevivir sin trabajo. La prensa socialista informaba que
,ea­ del 40% de operarios que aún estaban trabajando en la planta de Ar­
'les mour en Bemso al final de la primera semana de huelga, la mayorla
eran mujeres. Los peri6dicos obreros destacaban la asistencia de las
mujeres a las manifestaciones, los discursos de oradores femeninos en
oca­ los mítines, las acciones ejempláres y heroicas de las obreras en las con­
,Me frontaciones con la policía y los rompehuelgas. A comienzos de diciem­
ltos. bre las mujeres decidieron organizar una Sección Femenina especial en
)l!ls. Berisso para promover la solidaridad femenina con la huelga (58).
;itas
9las Durante la huelga de 1917-18, los obreros de la carne lograron el apo­
atas yode la FOM y la FOF, asi comO de otros afiliados a la FORA. Los traba­
jadores marltimos de la FOMcontrolaban el ingreso de rompehuelgas a
Buenos Aires y porlo menos en una ocasión interceptaron a obreros re­
:leÍ'­ clutados en Montevideo, los convencieron de sus deberes proletarios y
eJla los alojaron en sus salones sindicales hasta cuando pudieron conseguir
nie empleo o retomar a casa. La FOM boicoteó a las compafiias que suminis­
~nte traban combustible a los frigorlficos y se negaron a pilotear barcazas que
I te­ transportaban carne a los trasátlánticos refrigerados. Los sindicatos fe­
tfty rroviarios contribuyeron con grandes sumas de dinero al fondo de huelga
ares de los obreros de la carne. La FORA, por primera vez en la historia del
mes movimiento obrero argentino, expidió bonOs de huelga a sus afiliados
erar para conseguir dinero destinado a contribuir a alimentar a los huelguis­
l!tri­ tas despedidos y sus familias.
leas Todas estas manifestaciones de solidaridad eran reseñadas exhausti­
~áli­ vamente en la prensa obrera. Quienes contribuian a la causa, como los
ltm­ barberos sindicalizados que ofrecian afeitadas, gratuitas a los huelguis­
lm­ tas, eran honrados en listas públicas. Lo mismo ocurria con los comer­
~ra ciantes locales 'que donaban viveres u otorgaban crédito a los huelguis­

c:lie­
tas. Otras listas denunciaban a ,los esquiroles y a los comerciantes ,. trai­
cioneros" que suministraban provisiones a las plantas empacadOras. Los
comerciantes eran blanco de boicots declarados por consumidores y
iuJi-' obreros organizados, y en un momento dado, el sindicato de panaderos
wfe­ se negó a suministrar pan a los comerciantes infractores. Incluso parte
lnia
57. Revlewofíhe IUver PIaie, diciemb,., 7 de 1917, p. 1896.
58. La Vanguardia, diciemb,., 6 de 1917, p. 1; diclemb,., 6 de 1917, p. 1; diciembre 18 de 1917,
p.2.
166 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA
,. '. del personal de supervisión de los frigorlficos declaró su respaldo a la mente causadas por
lucha de los trabajadores. El 16 de diciembre, el periódico socialista La parlamentario social
Vanguardia informó sobre una segunda reunión de supervisores, capata­ que.protestaban por
ces y empleados de las plantas de Berisso, quienes ratificaron una reso­ los firmantes, asevel
lución en el sentido de "no hacer, en el actual conflicto, causa común con dos en Beriaso, son (
los capitalistas y evitar ponerobstáculos al logro de las aspiraciones pro­ nen nada que ver con
letarias" . Con este apoyo del movimiento obrero organizado y elementos A medida que pr
de la clase media, las tácticas huelgulsticas de los trabajadores de la car­ presiones de la adm
ne empezaron a dar frutos. Para la segunda semana de diciembre, los ganaderos y la prens¡¡
obreros hablan conseguido detener virtualmente la producción en Bens­ jo" (60). Lascompañi
so y Avellaneda. y trasladar sus operac
Los obreros alcanzaron esta meta pese a la hostilidad del gobierno s~bre la amenaza que
radical. Tan pronto como los trabajádoresvotaron el cese de actividades, clonal. y la Review o
el gobierno despachó escuadras de policia, la cabal1erla del ejército y complot de agentes aL
unidades de la marina a proteger las plantas. Técnicos del ejército ayu­ de los Aliados. Para u
.~, J
daron a mantener en funcionamiento los equipos de enfriamiento con el ción de la estabilidad
fin de conservar la carne almacenada en los frigorlficos. Personal de la fuente de presión resí.
marina piloteó y remolcó las barcazas que transportaban la came proce­ carne a la región del (
sada a los trasatlánticos refrigerados. Bajo la protección de la fuerza Negra", el mayor prov
pública, las empacadoras y sus pequeñas comunidades de esquiroles gro en un telegrama al
residentes fueron convertidas en campos armados. La policía y los solda­ nador temporal de la p
dos se unieron a las fuerzas de seguridad de las compaftias e instalaron gobierno, insistia de~
ametralladoras en .las ventanas y reflectores en los techos. La tropa a trabajar. "De m~oQ1
caballo dispersaba los piquetes, disparaba sobre los obreros que ataca­ sagrados.derechos prO(
ban a los camioneros cuando tratan ganado a las plantas e irrumpía en rá que sea necesario ce
las sedes sindicales y en las. manifestaciones, hiriendo con· sus sables a rna, cuyas consecuend
decenas de trabajadores y a miembros de sus familias. numerosos centros de .
Los hechos más violentos .se presentaron en Swift·la noche del 3 de Federal, no pueden e~
diciembre. La administración y la prensa liberal informaron que los cia" (61).
obreros primero habían cortado los cables eléctricos del distrito de Beris­ ~n un esfuerzo por (
so. Luego, en medio de la oscuridad, centenares de huelguistas asalta­ radIcal, la FORA exigió
ron la planta. La carga, de acuerdo con los reportes, había sido dirigida oficial en la huelga, bE
por un hombre a caballo que tocaba una corneta. La prensa obrera negó
vigorosamente dicha versión y sostuvo que la administración y la policia
hablan fabricado la historia para encubrir una operación destinada a 59. Review 01 the JUver PlaCe di
sembrar el terror en los vecindarios obreros que rodeaban la planta. Lo 60. ~l desbrozador estudio d~ p,
que si parece ser cierto es que hubo un apagón y una descarga de fusile­ tiene mucha infOrmación 801
durante la Primera mitad de
" rla desde la planta y que la policla invadió los barrios obreros. Sacaron a ensayo para la obtenclónde
la fuerza a decenas de obreros con sus familiares, los apiñaron en recin­ de la carne. Acerca de la hIlE
tos cercados de la planta y los interrogaron durante horas antes de pa­ 61. Renew 01 ihe River PlaCe, e
espaíiol. En el mismo perióc
sarlos a los militares y a los jueces para ser procesados. Incluso la proca­ larga li8ta de las camiceriu
pitalista Review of the River Plate publicó una versión obrera de los he­ bién vendfan una parte sigl
chos, la cual sostenia que de las 101 personas arrestadas (la mayorlade ~rtó acerca de la posibilidt
ción con.la de exportación, p
ellas "decían ser turcos"), 67 tenian heridas de sable o daga supuesta- la orgaJ1í.Zación obrera en ~
IllA ARGENTINA 167

mente causadas por policías y marinos durante los interrogatorios. Un


parlamentario socialista instauró una demanda suscrita por 23 personas
que protestaban por la brutalidad policial durante estos eventos. Todos
los firmantes, aseveraba el congresista, "excepto dos ciudadanos naci­
dos en Berisso, son de nacionalidad rusa o turca. Varios de ellos no tie­
nen nada que ver con los frigorificos: son comerciantes" U;'9).
A medida que progresaba la huelga, el gobierno radical sufria las
:ar­ presiones de la administración de las plantas, los terratenientes, los
Ios ganaderos y la prensa liberal para que garantizara la •'libertad de traba­
ris­ jo" ~60). Las compañias empacadoras amenazaron con cerrar sus plantas
y trasladar sus operaciones a Uruguay y Brasil. La Sociedad Rural alertó
rno sobre la amenaza que representaba la huelga para toda la economía na­
les, cional. Y la Review oí the River Plate insistía en que la huelga era un
Oy complot de agentes alemanes encaminado a· trastornar el esfuerzo bélico
lyu­ de los Aliados. Para un gobierno radical comprometido con la preserva­
11 el ción de la estabilidad social y preocupado por su futuro electoral, otra
ela fuente de presión residia en la potencial interrupción del suministro de
lee­ carne a la región del Gran Buenos Aires. El gerente del frigorifico "La
'lIZa Negra" , el mayor proveedor de carne para la capital, aludió' a dicho peli­
IHeS gro en un telegrama al interventor nacional, quien actuaba como gober­
lda­ nador temporal de la provincia de Buenos Aires, el 15 de diciembre. El
!J.'on gobierno, insistía, debe dar protección adecuada a aquellos que desean
Il.a trabajar. "De modo que, al mismo tiempo que se harán efectivos los
Ka­ sagrados derechos proclamados por la Constitución, Su Excelencia evita­
• en rá que sea necesario cerrar nuestro establecimiento, una medida extre­
J!tla ma, cuyas consecuencias, tan graves para él suministro de carne a los
numerosos centros de población de la Provincia como para la Capital
Federal, no pueden escapar a la inteligente comprensión de Su Excelen­
cia" ~61).
En un esfuerzo por contr&rrestardichas presiones sobre el gobierno
radical,la FORAexigió públicamente que se·pusierafin a la parcialidad
oficial en la huelga, basándose en una· votación de sus afiliados. La

59. Reviewoftbe RiYerPlate, diciembre 8de 1917, p. 1463; La Vuguardla, diciembre 11 de 1917.
60. El desbrozador estudio de Peter Smitb, PoHda _d Beefin ArtentiDa, Nueva York, 1969, con­
tiene mucha información sobre las fuerzas politicas que actuaron en la economia exportadora
durante la primera mitad del siglo XX. Me he apoyado en la obra de Smith a lo largo de este
enasyopara la obtención de mucha de la información sobre la poRtica nacional y la industria
de la carne. Acerca de la hueJgade 1917·18véansepp~ 72-73.
61. Review 01 tbe RiVef Plate, diciembre 21 de 1917, p. (a) 1529. La cita ha sido retraducida al
español. En el mismo periódico, enero 4 de 1918, p. 9, aparece, en un aviso publicitario, una
larga lista. de las carnicerías locales suministrada por •'La Negra". Los otrosfrigorificos tam­
bién vendian una parte significativa de su producción en Argentina. Albert Hirschman me
alertó acerca de la posibilidad de que la prodUcción para el COJlSWtlo doméstico, en combina­
ción con la de exportación, pudiera haber tenido importantes consecuencias para el destino de
la organización obrera en Argentina.
168 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

FORA notificaba que, si el hostigamiento a los piquetes pacificos y el La evaluación·he


apoyo técnico de la fuerza pública en las plantas y las barcazas no termi­ una circular enviada
naban, organizarla una huelga nacional en respaldo a los obreros de la nificado de la derrotE
carne. Cediendo temporalmente a esta presión, el gobierno se reunió na, la huelga de los j
con delegados de la FORA y a finales de diciembre ordenó el retiro de cionantes episodios é
plantas y barcazas, del ejército y la marina, y dio instrucciones a la poli­ todo género de enem
cía para que mantuviese una actitud neutral y circunspecta frente a los industria en conflict<
huelguistas. que domina econóDlÍl
Sin embargo, en pocos días, el gobierno renunció a este compromiso. actores la más brutal
Sea que este cambio obedeciera a. la creciente presión de la Sociedad Pero fue la ReVÍe1
Rural y BUS aliados extranjeros, como sostiene Peter Smith, o a la preo­ a fines de diciembre
cupación del gobierno por su futuro electoral, como afirma Rock, la los obreros de los ~t:
anunciada huelga general de la FORA no se materializó. Aunque la di­ rápidamente. Swift ti
rección de la Federación jamás ofreció una explicación satisfactoria, su trabajando, un contin¡
incapacidad para organizar la huelga general reflejaba el debilitamiento te ha tenido que emp
del paro y la consecuente escalada de divisiones entre partidarios de sin­ brazos empleados en.
dicalistas, anarquistas y socialistas entre los líderes de la huelga (62). En dos de haber podido c,
la última semana de diciembre, los esquiroles ya habían derrotado vir­ el artículo, "que las el
tualmente la huelga en Berissoy, tan pronto como estas grandes plantas mour son las mismas (
reanudaron la producción, la huelga en Avellaneda se vio seriamente Entre 1917 y 1918
comprometida. Pese a que el paro continuó durante un mes más en este "enemigos" mucho 1
último sitio, a finales de enero los huelguistas, desesperados y desilusio­ demás sectores de la c.
nados, empezaron a regresar por centenares al trabajo. las firmas empacadore
Cuando culminó el movimiento, incluso los anarquistas, quienes su enorme experienci
regularmente atribuían las derrotas obreras a la falta de valor y compro­ Estados Unidos; la SO(
miso de los trabajadores individuales, rindieron tributo a los huelguis­ na, cuya influencia y p
tas. nos hasta los años treiJ
Smith; y el gobierno a
"Cincuenta y siete dlas de pelea contra la avaricia burguesa y sus aliados, hizo que ante la amenaza de hu
los trabajadores se rindieran ya en .el frlgorifico 'La Blanca'. La resistencia fue impo­ evitar que las empacad
sible por más tiempo. {... ) Hablar de esta derrota da rabia y vergüenza; yo la siento. policia para proteger a:
camaradas, pero es asi. , .. ~) Sin embargo, he de decirlo, no fue por cobardes o porque
se hayan traicionado a si mismos; cayeron vencidos por impotencia, bajo la fuerza
obreros sin empleo el q
brutal de la reacción burguesa. Eso es todo" (63). va. Los obreros de la
este obstáculo estructu
mismo que la mayor P8
incapacidad para frenal
62. Véanse la vaga discusión en Marotta, El movimiento aiDdieaI. ... (citado en nota 241. Vol. 2,
p. 213, Yla historia de la huelga. escrita por José Ellas NicJison, un inspector del Departamen­
" to Nacional del Trabajo, en el Boleiín del DepartameDto Nacicmal del Trabajo, No. 40. febrero
de 1919, y No. 41, Clbrilde 1919. 64. BoIeUb del Departamento I
63. La Protesta, enero 29 de 1918, p. 3, Pocos dlas después, el mismo escritor evocó la capitula­ 65. Review of ibe River PIafe (
ción de los huelguistas que hablan laborado en "La Negra": "La Negra": "Escribo bajo la 66. También puede ser ci~ (
impresión de la derrota. Vi cómo se rindieron vencidos, este grupo de leones. C.. ) Fueron ciéll llegados, tenían meno
momentos en que el alma de la multitud allí reunida pareda romperse. Ni una queja. Ni una
llar recursos financieros en
voz. Solo después he visto llorar de rabia y dolor. Eran hombres". La Protesta, febrero 3 de da. Esta consideración pul
1918, p. 2. Avellaneda, una comunidac
ARGENTINA 189

La evaluación hecha por los sindicalistas de la FORA, contenida en


una circular enviada a sus afiliados, entraba más en detalles sobre el sig~
nificado de la derrota. "En la historia de la lucha de clases en la Argenti­
na, la huelga de los frigoríficos se destacará como uno de los más emo­
cionantes episodios de la vida sindical. Los obreros tuvieron en su contra
todo género de enemigos. Y es que esta huelga, debido a la índole de la
industria en conflicto, ligada intimamente a los intereses de una clase
que domina económica y pol1ticamente al país, ha provocado contra sus
actores la más brutal de las reacciones" (64).
Pero fue la Review of the River Plate la que señaló, sin proponérselo,
a fines de diciembre, la causa estructural de la derrota. "Las huelgas de
los obreros de los establecimientos de Swift y Arm(~Jr están fracasando
rápidamente. Swift tiene en este momento entre 4 mil y 4.500 hombres
trabajando, un contingente más o menos normal, aunque ocasionalmen­
te ha tenido que emplear hasta 6 mil hombres. ( ... ) La mayoria de los
brazos empleados en las factorlas Armour son nuevos y están encanta~
dos de haber podido conseguir trabajo. Es significativo saber" , concluia
el articulo, "que las condiciones de trabajo tanto en Swift como en Ar­
mour son las mismas de antes de la huelga" (65).
Entre 1917 y 1918 los obreros de la carne enfrentaron una cauda de
"enemigos" mucho más poderosa que la que se atrincheraba en los
demás sectores de la clase obrera urbana. El frente del capital agrupaba
las firmas empacadoras internacionales, con su gran poder económico y
su enorme experiencia en las técnicas rompehuelgas, aprendidas en
Estados Unidos; la Sociedad Rural, el gremio más poderoso de Argenti­
na, cuya influencia y participación de alto nivel enlos diferentes gobier­
nos hasta los años treintas ha sido ampliamente documentada por Peter
Smith; y el gobierno radical mismo, el cual, aunque vaciló brevemente
ante la amenaza de huelga general, utilizó alas fuerzas armadas para
evitar que las empacadoras sufrieran pérdidas económicas y empleó a la
policia para proteger a los esquiroles. No obstante, fue el contingente de
obreros sin empleo el que infundió a estos" enemigos" su fuerzacolecti­
va. Los obreros de la came combatieron valerosamente para superar
este obstáculo estructural ante el que eran trágicamente vulnerables, lo
mismo que la mayor parte de los obreros urban.os de Argentina (66). Su
incapacidad para frenar la marea de esquiroles presagiaba la derrota, al

64. Boletúl del Departamento Nacional del Trabajo, No. 41, abril de 1919, p. 63.
65. Reviewoftbe lUverPlate, díciembre28 de 1917, p. 1569.
66. También puede ser cierto Que debido a que muchos obreros de la came eran extranjeros re­
cién llegados, tenlan menos posibilidades Que la mayoria de los trabajadores urbanos de ha­
llar recursos financieros entre la familia Y la comunidad para mantener una huelga prolonga­
da. Esta consideración puede ayudar a explicar la mayor resistencia de los huelguistas de
Avellaneda, una comunidad más antigua y establecida Que BerisllO.
170 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

igual que la de todo el movimiento obrero argentino en el periodo de la Centenares de obrero


posguerra. dos. Cuando empezó h
Pocos meses después de su victoria sobre los obreros de la carne, los las fuerzas gubername
capitalistas se organizaron con el fin de aprovechar la masa de trabaja­ sindicales, periódicos
dores desempleados de una manera más racional y eficiente. El objetivo, sos. El restablecimien
quebrar el espinazo de todas las organizaciones obreras militantes. En pusieron fin a la reprel
mayo de 1918, un prominente estanciero y magnate naviero citó a los derecha, el gobierno iJ
capitalistas extranjeros y nacionales a una reunión respaldada por la So­ 'lrrestar y deportar a ~
ciedad Rural y que se efectuó en la Bolsa de Valores de Buenos Aires. especialmente anarqu~
Entre los asistentes figuraban representantes de las empacadoras de Tal como a principi
carne, los ferrocarriles, el transporte maritimo y los exportadores de gra­ obrero en el periodo dE
no. De la reunión surgió una organización denominada Asociación Na­ los trabajadores organi
cional del Trabajo, cuyo propósito consistía en frustrar la posibilidad de vista. Ya en 1902, lueg'
una huelga general y proteger la "libertad de trabajo". Con fondos de quistas ese mismo año,
las organizaciones afiliadas (cada una debía contribuir con el 1 % de su dicho fin. Redactada pe:
nómina total), la asociación creó una Bolsa del Trabajo, destinada a su­ dor, J oaquin B. Gonzál~
ministrar obreros a las empresas que necesitaran fuerza laboral sumisa. alcance e intenciones l
Shipley ha documentado la magnitud de las actividades de la Bolsa en 1925. Hubiera establecí
los años subsiguientes. Decenas de miles de obreros eran colocados a las condiciones de traba
través de sus oficinas y muchos contratados para remplazar a los militan­ los obreros. Los sindica
tes despedidos por actividades sindicales. Todas las industrias se vieron tos diseñados para gall
afectadas por los servicios de la Bolsa del Trabajo, que logró destruir la das, serian reconocidOll
base militante de la FOF y, luego, romper el control de la FOM sobre el del gobierno a fin de me
mercado laboral del sector maritimo (67). miembros. Las huelgas
A tiempo que los capitalistas extranjeros y domésticos se organiza­ mientos de mediación y
ban de manera tan eficiente para manipular en provecho propio el mer­ trados por cortes labora]
cado laboral, también contribuían a orquestar una amplia ofensiva políti­ capital, el gobierno y lo~
ca e ideológica contra el movimiento obrero y la izquierda. Tan pronto se castigaba con multas
como la movilización obrera de posguerra alcanzó su nivel más alto, esti­ mental de las condicione
mulada por una severa inflación doméstica, las noticias de la Revolución laba indemnizaciones p<
Bolchevique en Rusia y los rumores acerca de huelgas masivas en Euro­ código laboral de Gonzá
pa Occidental, se intensificaron la represión oficial y las actividades nos, los capitalistas y 101
antiobreras de los grupos derechistas paramilitares y propagandísticos. debatió en el Congreso.
A comienzos de enero de 1919, cuatro obreros metalúrgicos fueron aba­ lamento por elementos
leados por la policia, lo cual desencadenó motines en gran escala en Bue­ también recibió el apOY4
nos Aires. La FORA llamó a la huelga general para protestar por el inci­ por el movimiento obre]
"-J-'tf
dente, mas los acontecimientos pronto escaparon a su control. Durante oleada de huelgas de la ¡:
•, varios días bandas de obreros anarquistas y jóvenes trabajadores no
organizados combatieron contra la policía y las tropas y saquearon alma­
':." cenes. Estos disturbios, conocidos como la semana trágica, desemboca­ 68. Una buena narración que en
Julio Godio, La Semana Trál
ron en la peor represión obrera vista hasta ese entonces en A:gentina. civil en Argentina", en De.
165-215, resalta la debilidad (
69. Iscaro, Bistona.•. , parte 3, PI
Politiea in Argentina. .•, p. 1
67. Shipley. "On tbe Outside Looking In". C. 10. Obl"ll8 completas, Buenos Air
lA ARGENTINA 171

la Centenares de obreros fueron muertos o heridos y millares encarcela­


dos. Cuando empezó la represión, grupos civiles de derecha se unieron a
los las fuerzas gubernamentales para asolar distritos obreros y atacar sedes
la- sindicales, periódicos obreros e inmigrantes, especialmente judíos ru­
'0, sos. El restablecimiento del orden público y el arreglo de la huelga no
En pusieron fin a la represión. En los meses siguientes, bajo presión de la
tos derecha, el gobierno invocó las leyes sobre extranjeros y sedición para
So· lrrestar y deportar a centenares de activistas sindicales sospechosos,
es. ¡~specialmente anarquistas (68).
de Tal como a principios del siglo, la exitosa represión del movimiento
fa­ obrero en el período de la posguerra hizo innecesarias las concesiones a
~a­ los trabajadores organizados a través de una reforma laboralcorporati­
de vista. Ya en 1902, luego de la gran huelga general dirigida por los anar­
de quistas ese mismo año, se había propuesto una legislación encaminada a
su dicho fin. Redactada por el ministro del Interior del gobierno conserva­
su­ dor, Joaquín B. González, la reforma laboral propuesta era similar en su
isa. alcance e intenciones a las leyes promulgadas en Chile entre 1924 y
en 1925. Hubiera establecido las bases legales para la regulación oficial de
ISa las condiciones de trabajo, los sindicatos y los conflictos entre el'capital y
an­ los obreros. Los sindicatos cuyos estatutos se atuviesen a los lineamien­
ron tos diseñados para garantizar actividades no revolucionarias y modera­
da das, serían reconocidos legalmente y elegibles para obtener subsidios
eel del gobierno a fin de mejorar la educación y el bienestar material de sus
miembros. Las huelgas debían ser manejadas mediante. unos procedi­
iza­ mientos de mediación y un arbitraje prolongados y complejos, adminis­
aer­ trados por cortes laborales tripartitas compuestas por representantes del
fliti­ capital, el gobierno y los obreros. El incumplimiento del arreglo arbitral
Jnto se castigaba con multas. La legislación preveia la inspección guberna­
~sti­ mental de las condiciones de trabajo y seguridad en las plantas, y estipu­
¡:ión laba indemnizaciones por accidentes y planes de pensiones. Aunque el
uro­ código laboral de González fue respaldado por dos presidentes argenti­
tdes nos, los capitalistas y los obreros organizados lo repudiaron y nunca se
COSo debatió en el Congreso. En 1919 una reforma similar fue llevada al Par­
lba­ lamento por elementos del Partido Radical. Pese a que esta iniciativa
~ue­ también recibió el apoyo del presidente, fue rechazada de igual modo
Inci­ por el movimiento obrero y pronto cayó en el olvido, cuando cedió la
linte oleada de huelgas de la posguerra (69).
!Ino
bna­ 68. Una buena narración que enfatiza el componente insurrecciona! anarquista de la huelga es
m­ Julio Godio, La Semana Trágica de enero de 1919, Buenos Aires, 1972; David Rock, "Lucha
Una. civil en Argentina", en Desarrollo Económico, Nos. 42-44, julio de 1917-marzo de 1972, pp.
165-215, resalta la debilidad de la organización obrera en su análisis de los hechos.
69. Iscaro, Historia. .. , parte 3, pp. 123-24, 185-86; Spalding, La clase trabajadora. .. , p. 554; Rock,
PoUtic8 iD Argendna. .. , p.I98. El texto de la legislación aparece en JoaquiD V. González,
Obras completas, Buenos Aires, 1955, Vol. 6, pp. 401-578.
172 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

No obstante, los gobiernos radicales de los años veintes sí se enten­ de elementos del Partid
dieron por separado y en una forma corporativista con aquel sector del tinada a refrenar el pote
movimiento obrero que habia alcanzado significativos éxitos.organizati­ éste, en forma corporat
vos y demostrado su importancia estratégica y su potencial revoluciona­ nación, no fue sino en •
rio: los obreros ferroviarios. A raíz del arreglo de la gran huelga nacional cuando dicha legislaciÓII
de 1917, el gobierno promovió asiduamente el liderazgo reformista en Resulta obvio, enton
los sindicatos ferroviarios y concedió beneficios legales y materiales, a ción obrera en Argentin
cambio de la disciplina obrera y la moderación politica. Tales iniciativas la de Chile. El contrastA
fueron posibles gracias al nuevo espíritu de compromiso de los propieta­ ran, la naturaleza progl
rios y administradores de los ferrocarriles, calmados ya por la magnitud reaccionario de la clase I
de sus pérdidas durante las huelgas de 1917 y 1918 Y alarmados ante la debilidad congénita del·
perspectiva de una dirección revolucionaria en un sindicato nacional. Las A pesar de su precoz de:
iniciativas recibieron eventualmente buena acogida entre las bases obre­ se extendió a los sector.
ras, en parte por la eficacia de la continuada represión oficial a partir de obrera nunca amenazó ~
1917 y por el éxito de los patronos, con la ayuda de la Bolsa del Trabajo, capitalista en la produce
en la destrucción de la base militante de la FOF. minante. Tampoco pudo
Las anteriores condiciones consolidaron un nuevo sindicato reformis­ industria de la economia
ta de obreros ferroviarios, la Unión Ferroviaria. Esta se benefició de un samiento de carne. Dun
típico intercambio corporativista, cuidadosamente analizado en estudios excepción parcial y temp
complementarios por Paul Goodwin y Heidi Goldberg. Gracias a inicia­ ción sindical se vio conñ
tivas gubernamentales, los ferroviarios gradualmente consiguieron me­ secundaria para la econOl
jores salarios, pensiones, vacaciones, pago por enfermedad y represen­ de los sindicatos era innE
tación legal ante las empresas y los grupos especiales de arbitramento obrera en su conjunto fm
del gobierno. Las compañías ferroviarias, con la aquiescencia del gobier­ rasgos estructurales de 1
no, fueron autorizadas para descargar en el consumidor los nuevos cos.. logró manipular con éxit<¡
tos laborales. Asimismo se beneficie ron de una fuerza de trabt:ijo disci­ Este repaso histórico e
plinada por el mismo sindicato, que logró destruir la toma de decisiones veintes ha hecho énfasis E
descentralizada y la discusión libre y vigorosa que tanto había cuidado la de la fuerza laboral susc
vieja dirección anarcosindicalista de la FOF. La Unión Ferroviaria impu­ misión en la sociedad y e
so funcionarios de tiempo completo pagados con cuotas sindicales obli­ sas. A falta de posibilida(
gatorias, estrictos procedimientos burocráticos, control sobre las comu­ tadora, los trabt:ijadores u
nicaciones internas, censura del periódico sindical, castigos para los movimiento obrero. Pero
disidentes y una centralización extrema en la toma de decisiones. Disfru­ mia urbana para los m.ij¡
tando de su estatus legal y en capacidad de conceder beneficios materia­ afluían a las dinámicas ciu
les tangibles a los obreros, la Unión Ferroviaria aumentó el número de jos relativamente bien reD
sus miembros cotizantes a 70 mil a mediados de los años veintes. A fina­ este sector de la clase obn
les del decenio, sus afiliados comprendían casi dos terceras partes de Pero la combatividad p
toda la fuerza de trabajo organizada de Argentina (70). ra urbana también estabal
La legislación para los ferroviarios fue, sin embargo, una excepción
dentro de la ley laboral del país. Pese al continuado compromiso formal
71. Alfredo N. Morrone, El dereeh
70. Paul Goodwin explora con cuidado la cambiante relación entre los sindicatos ferroviarios, el mentaba de la falta de dicha le¡
gobierno radical y las compañias ferrocarrileras inglesas en su Los ferrocarriles británicos y la que rija las organizaciones gran
UCR, Buenos Aires, 1974. La historia institucional de Goldberg, op. cit., sigue la transforma­ mla propia, peculiar de estas II!II
ción desde el interior de los sindicatos ferroviarios. Yresponsabilidad".
n'ORIA ARGENTINA 173

enten­ de elementoiS del Partido Radical con una legislación laboral amplia des­
tor del tinada a refrenar el potencial clasista del movimiento obrero e integrar a
lDÍZati­ éste, en forma eorporativista. a la estructura legal e institucional de la
tciona­ nación, no fue sino en los años cuarentas, bajo el liderazgo de Perón,
lcional cuando dicha legislación se hizo realidad (71).
ista en Resulta obvio, entonces, que la respuesta institucional a la organiza­
ales, a ción obrera en Argentina fue, a comienzos del siglo XX, muy distinta de
iativas la de Chile. El contraste no ilustra, sin embargo, como algunos quisie.­
opieta­ ran, la naturaleza progresista de la élite politica chilena o el carácter
19nitud reaccionario de la clase dominante argentina. Por el contrario, revela la
ante la debilidad congénita del movimiento obrero argentino en sus comienzos.
181. Las A pesar de su precoz desarrollo, el movimiento laboral argentino jamás
lB obre­ se extendió a los sectores más vitales de la economia. La organización
mir de obrera nunca amenazÓ seriamente el proceso primario de acumulación
~abajo, capitalista en la producción exportadora rural presidido por la clase do­
minante. Tampoco pudo crear organizaciones duraderas en la principal
iormis­ industria de la economia exportadora, las plantas extranjeras de proce­
bde un samiento de carne. Durante las dos primeras décádas del siglo, con la
~Btudios excepción parcial y temporal de los obreros del transporte, la organiza­
l inicia­ ción sindical se vio confinada a las actividades urbanas de importancia
ron me­ secundaria para la economia nacional. Alli, el vigor y la fuerza numérica
presen­ de los sindicatos era innegable; perola permanencia de la organización
'amento obrera en su conjunto fue profundamente socavada en virtud de ciertos
gobier­ rasgos estructurales de la sociedad argentina· que la clase dominante
vos cos­ logró manipular con éxito para mantener su abrumadora ventaja.
io disci­ Este repaso histórico del movimiento obrero argentino hasta los años
cisiones veintes ha hecho énfasis en la debilidad especifica de aquellos elementos
idado la de la fuerza laboral susceptibles de forjar una visión autónoma de su
la impu­ misión en la sociedad y de construir organizaciones colectivas podero­
les obli­ sas. A falta de posibilidades organizativas en la producción rural expor­
#i comu­ tadora, los trabajadores urbanos constituyeron la columna vertebral del
¡NU'tllos movimiento obrero. Pero debido al atractivo que representaba la econo­
¡ Disfru­ mia urbana para los migrantes trasatlánticos e intemos,gentes que
materia­ afluian a las dinámicas ciudades costeras de la pampa en busca de traba­
IBero de jos relativamente bien remunerados, incluso el potencial organizativo de
; A fina­ este sector de la clase obrera se hallaba fatalmente comprometido.
Jrtes de Pero la combatividad politica y la autonomia cultural de la clase obre­
ra urbana también estaban minadas por aspectoiS culturales y materiales
¡cepción
pformal
71. Alfredo N. Morrone, El dereeho obrero 1 el Presidente Yrigoyen, Buenos- Aires, 1928, se la­
bViarios. el mentaba de la falta de dicludegislaclón (pp. 110-11): "Es notoria, la aUBencla de un estatuto
láDieoIy la que rija las organizaciones gremiales entre nosotros. No hay una ley, que (,lOIltemple la fisoDo­
ransforma- m1a propia, peculiar de estas asociaciones... (No hay unaley] que les dé autoridad, personeria
y responsabilidad" .
174 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

más generales. Aunque los obreros de las grandes ciudades costeras vi­ miento argentino. ha]
vian segregados como una clase distinta en vecindarios miserables, esta­ controlar la nueva se
ban rodeados por la impresionante evidencia fisica del progreso material dear, aplaudia el clál
del país. Tenian acceso a instituciones culturales y a periódicos obreros, crito en 1911, La Ar,
pero a diario eran bombardeados por la información, los análisis y los capacidad de convert
valores propagados por la prensa liberal, las escuelas públicas y la Igle­ Al parecer, el único e
sia Católica. Los obreros argentinos luchaban por la subsistencia en una me, antipatriótica y r
economía urbana plagada de desempleo crónico; pero las familias em­ lo, en nombre del pa,
prendedoras podian invertir sus ahorros en finca raíz, comercio y servi­ dominantes de Argel
cios. En esta economía en continua expansión resultaba factible la movi­ ción una poderosa y e
lidad social que, por ejemplo, era casi inexistente Em el norte de Chile. A En suma, el creciJ
menudo los obreros argentinos eran despedidos 'por trasgredir indivi­ dida ininterrumpidos
dual o colectivamente las •'prerrogativas" del capital; mas en Argentina cultural e ideológica
las caídas cíclicas nunca fueron severas y se podia hallar trabajo, no éxito obvio de su dire
importa qué tan desagradable, en las vastas y diversificadas economías cal nunca desafió los
urbanas de la costa. La vulnerabilidad colectiva de los obreros en un dos por la clase domir.
mercado capitalista irracional, tan obvia en la zona salitrera de Chile y, la reforma laboral y h
por extensión, en toda la sociedad chilena, se atemperaba en Argentina. ante la presión de los j
El infortunio individual, por lo tanto, podia explicarse plausiblemente en la cual no contaban lo
términos de desadaptación personal. Esta era precisamente la explica­ las organizaciones obl
ción sobre la que insistía la cultura doIninante. querer universalizar SI
A tiempo que se esforzaba por racionalizar y legitimar su posición alcanzaron cierto éxik
creando y manipulando valores culturales ampliamente compartidos, la nacionales más ampli
clase dominante argentina se apropiaba del concepto de patriotismo y que sus ,acciones ame!
lo volvía contra la clase obrera revolucionaria, en su mayoría inmigrante. nacional, o' 'matar la ~
Carl Solberg ha demostrado cómo, a diferencia de lo que ocurrió en Chi­ logista del statu quo. Ji
le, en Argentina el nacionalismo se desenvolvió siguiendo lineas cultura­ ción anticapitalista de
les en vez de econóInicas. En Argentina los grupos establecidos y ciertos tivo para otros elemenl
elementos de la clase media culpaban a los extranjeros por todos los La dependencia cu
males sociales que dañaban la imagen del desarrollo y el progreso del estructura y el éxito di
pals. Tales acusaciones se volcaron sobre el moviIniento obrero. El esta­ en la ideología reform.
blecimiento argentino contemplaba a los trabajadores revolucionarios pro de los consumidol'l
con estudiada incredulidad y' agresivo patriotismo. Los obreros anticapi­ socialistas chilenos, q
talistas eran irracionales, irresponsables, antiargentinos, pues gozaban argentinos se separara
de oportunidades virtualmente ilimitadas. Su inconformidad revolucio­ nacional. Fue la mayo
naria era una herencia de los problemas sociales de Europa y de ideolo­ control del principal su
gías inadecuadas para la realidad de Argentina. En Chile, ya en las pri­ tes, la Unión FerroviaI
meras décadas del presente siglo ciertos elementos de la clase dominan­ recién formado Partid(
te y de la clase media publicaron libros - por ejemplo, Nuestra inferiori­
''1< dad económica, Santiago, 1912, por Francisco Encina; y Chuquicamata,
estado yankee" Santiago, 1926, por Ricardo Latcham- que cuestionaban 72. Cad Solberg, Inmipdicm
el patrón y la viabilidad futura del desarrollo económico y social de Chile Gladys S. Onega, La inm.ig
y hacían hincapié en los peligros y abusos que representaba el capital una masa de información I
económico y social argentú
extranjero para los trabajadores del sector minero. Aunque el estableci- por la clase obrera en los d~
A ARGENTINA 175

miento argentino había empezado a dudar de su propia capacidad para


!l- controlar la nueva sociedad que sus políticas habían contribuido a mol­
al dear, aplaudía el clásico libro del expresidente Carlos A. Pellegrini, es­
s, crito en 1911, La Argentina en el siglo XX. Según él, el país poseia la
)S capacidad de convertirse en •'una de las grandes naciones de la Tierra" .
e­ Al parecer, el único obstáculo que se oponía al progreso era la inconfor­
la me, antipatriótica y revolucionaria clase obrera inmigrante. Para salvar­
Il­ lo, en nombre del patriotismo y el progreso material continuo, las élites
ti­ dominantes de Argentina hallaron en las leyes sobre extranjeros y sedi­
ri.. ción una poderosa y eficaz herramienta (72).
A En suma, el crecimiento y desarrollo espectaculares y en buena me­
,¡.. dida ininterrumpidos de la economía argentina reforzaron la hegemonía
na cultural e ideológica de la clase dominante. Resultaba difícil criticar el
no éxito obvio de su dirección. La clase media no lo hacíá. El Partido Radi­
as cal nunca desafió los principios de la economía política liberal defendi­
¡¡n dos por la clase dominante y sus aliados extranjeros. Sus impulsos hacia
J, 18 reforma laboral y la justicia social fueron bien pronto dejados de lado
la, ante la presión de los capitalistas y la realidad de la política electoral, en
en 18 cual no contaban los votos de la clase obrera insurgente. Pero incluso
:1- las organizaciones obreras revolucionarias tropezaron con dificultades al
querer universalizar su condena del capitalismo. Los obreros ferroviarios
ón alcanzaron cierto éxito temporal al proYectar sus exigencias en términos
18 nacionales más amplios, pero aun ellos eran vulnerables a la critica de
.y que sus acciones amenazaban con alterar la suave marcha del desarrollo
te. nacional, o •'matar la gallina de los huevos de oro", como afirmó un apo­
m­ logista del statu quo. Es decir, debido a razones estructurales, la concep­
m­ ción anticapitalista de la clase obrera revolucionaria ofrecía escaso atrac­
t.os tivo para otros elementos de la sociedad.
los La dependencia cultural de los obreros argentinos, reforzada por la
del estructura y el éxito de la economia exportadora, se percibe fácilmente
ta­ en la ideología reformista y en las actividades del Partido Socialista en
ios pro de los consumidores. Es significativo, y en agudo contraste con los
¡pi- socialistas chilenos, que solo una pequeña fracción de los socialistas
l8ll argentinos se separara del partido en 1918 y se uniera a la Tercera Inter­
do­ nacional. Fue la mayoria reformista socialdemócrata la que heredó el
do­ control del principal sindicato argentino que sobrevivia en los años vein­
,ri- tes, la Unión Ferroviaria. Y fue el reformista Partido Socialista. y no el
~n­ recién formado Partido Comunista,' el que, hasta cierto punto sobre la
¡,ri·
lia,

,an 72, Carl Solberg, I:nmigratlon aDd Nationali8lP, ArgentiDa aDd Chile, 1890-1914, Austin. 1970.

úle Gladys S, Onega, La inmigración en la literatura argentiDa, Buenos Airee, 1969. Shipley reúne

una masa de información cuantitativa para ilustrar la brecha entre el "mito" del desarrollo
ital económico y social argentino y la realidad de las condiciones materialee y sociales afrontada
~i- por la cJase obrera en los decenios anteriores a 1930.
176 LOS TRABAJADORES EN LA lUSTORIA

base del voto obrero, se convirtió en la mayor fuerza electoral de Buenos


Aires durante dicha década.
En la evolución del tango, la más famosa expresión de la cultura
popular porteña del Río de la Plata, se pueden hallar pistas sobre la de­
pendencia cultural de la clase obrera. El tango ha conservado los ritmos
y algo de la instrumentación de las formas originales que los trabajado­
res crearon en bares y barriadas desde principios del siglo. Cuando su
letra empezó a ser escrita y grabada después de la Primera Guerra Mun­
dial, el tango preservó también, a menudo en forma altamente poética,
el dialecto de la clase obrera, el lunfardo, que italianos y demás inmi­
grantes habían creado, con base en el español, para expresar sus valores
y percepciones colectivas. El tango nunca perdió el aura de melancolia
que llevó a Enrique Santos Discépolo, su más grande compositor, a defi­
nirlo como' 'un pensamiento triste que se baila". Pero la letra de los tan­
gos, a diferencia de la del jazz, música con la que son comparados a
menudo, revela escasamente la conciencia de los obreros como clase.
Los temas del tango han conservado una preocupación por la madre y la
amante, el significado de la vida y la muerte, la perfidia humana y la
venganza. Exudan una nostalgia por el lugar y el tiempo, y por la otrora
incomparable vida nocturna de Buenos Aires. Todos estos temas tienen
que ver, al menos en parte, con la experiencia de la comunidad de inmi­
grantes, compuesta principalmente por varones solteros, que se asentó
en las grandes ciudades de Argentina y Uruguay y creó la música de tan­
go. Pero el tema del trabajo y la percepcibn de clase se halla virtualmen­
te ausente. El tango es pesimista acerca de la condición humana y fata­
lista en torno al desenlace de los problemas sociales. Al menos en su le­
tra, a partir de 1920 el tango refleja la emasculación de la clase obrera
urbana de Argentina: sus formas proletarias finalmente apropiadas y
adaptadas por las clases alta y media después que hubieron sido previa­
mente aprobadas en París; su más grande intérprete, Carlos Gardel,
exhibido como una especie de Horacio Algar musical (78).

73. La literatura sobre el tango -después de la carne V8C11D.ll, el más famoso producto de exporta­
ción argentino- es vasta. La preocupaci.6n argentina por el tango, lo mismo que por el gau­
cho, constituye en si una medida de una cultura nacional profundamente fragmentada. Quizá
el mejor ensayo sobre la materia es Ernesto SAbato. Togo, diseuaióu J dPe. Buenos Aires,
1963. Darlo Cantón clasifica los temas de los tangos de Gardel en "El mundo de 108 tangos de
Gardel", en Revista LatiDoamerieana de Sociología, 69:3, noviembre de 1969, pp. 341-362.
Los tangos de· Discépolo están a la mano en Enrique Sotes Diacépolo c:aDcloDero, Buenos
Aires, 1977. Hasta ahora los historiadores no han querido explorar la relaci6n entre el tango y
la cultura Y la polltica de la clase obrera. Judith Evans sugirió las posibilidades de tal análisis
en una estimulante presentación oral en la Reunión Anual de la American HistoricaI Associa­
tion, Washington, D.C., 1980.
!!'ORlA ARGENTINA 177

uenos

ultura
Ja de­ La historia del movimiento obrero argentino entre 1900 y 1930 es única y
¡itmos especifica, pero sus rasgos, evidentes en la década de 1920, no son ex­
lijado­ cepcionales. En otras sociedades capitalistas, como Estados Unidos, la
Ido su etapa "heroica" de la movilización obrera fue seguida, luego de la re­
Mun­ presión de la inmediata posguerra, por un período de relativa inactividad
>ética, sindical y de aparente conformismo ideolÓgico con relación a los valores
inmi­ culturales dominantes (74). En sociedades como la argentina, donde
alores después de la guerra se vivió un vigoroso crecimiento económico y donde
¡ncolía la izquierda era débil, los gobiernos liberales lograron contender con la
a defi­ amenaza del sindicalismo apelando a paulatinas reformas corporativis­
)8 tan­ taso En dichas sociedades el movimiento obrero no forzó una ruptura de
idos a las instituciones políticas o de la estabilidad y no consiguiÓ mayores con­
cJase. cesiones institucionales. En Suramérica, Chile fue la principal excepción
rey la a esta norma antes de 1930 .
.. y la Sin embargo, con el comienzo de la Gran Depresión surgieron por
otrora vez primera indicios de la excepcionalidad histórica de Argentina y, en el
tienen curso del siguiente medio siglo, un patrón de eventos históricos dejó al
~ inmi­ país al margen de las corrientes dominantes del sistema capitalista mun­
asentó dial. La excepcional historia argentina a partir de 1930 está cargada de
le tan­ ironía y culmina en una tragedia. El movimiento obrero desempeña el
lilinen­ papel principal.
., fata­
uu le­
:obrera EL CURSO ANOMAW DE LA HISTORIA ARGENTINA
adas y
previa­ A partir de 1930, la evolución política de Argentina no guardó relación
liardel, con las tendencias básicas del sistema capitalista mundial. En los años
treintas, los gobiernos capitalistas en todo el orbe se vieron obligados a
abandonar formalmente los principios del Iaissez faire de la economía
política liberal y a otorgar concesiones a la clase obrera (75). En América
Latina llegaron al poder nuevas coaliciones po1íticas que representaban

I exporta­
~elpu­ 74. Hobart. Spalding ha demostrado las similitudes generales entre el desarrollo del movimiento
... Quizá obrero en Europa, Estados Unidos y América Latina en el siglo XX. El ténnino "heroico" es
f,OI Aires, suyo. A pesar de las diferencias fundamentales en la estructura y la funci6n econ6micas en el
I&nPde sistema capitalista mundial, Estados Unidos y Argentina compartlan dos importantes caracte­
··341-362. rIsticas en el periodo de expansión capitalista anterior a 1930: un dramático desarrollo econ6­
L Buenos mico y social y una gran inmigraci6n extranjera a la fuerza de trabajo. Ambas caracteristicas
minaron el desarrollo de la conciencia de la clase obrera y su organización sindical efectiva.
'taDgoy
dauálisis 75. Tal como se anotó en el primer capitulo, Karl Polanyi fue el primero en recónocer el alcance y
~Associa- en desarrollar las implicaciones culturales de este cambio crucial. Véase Tbe Great Traasfor·
matioD, Nueva York, 1944.
178 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

grupos e intereses sociales más amplios que los representados por la re­ salarios reales y con las '
ducida élite exportadora e importadora, predominante en la política an­ Ha" en una economia cal
tes de 1930. Los nuevos regimenes se deshicieron gradualmente de los tales arreglos. Pero en la
principios del libre comercio y la ventaja comparativa. Progresivamente gimenes conservadores e
trataron de solucionar la crisis domésticá en lo económico y. social me­
cionadas en años anteriOI
diante programas de bienestar social e intervención estatal en la econo­
mente contra los militant4
mía a fin de promover el desarrollo iñdustrial. Aunque en la práctica los Los reaccionarios prO(
gobiernos argentinos de los años treintas no fueron inmu?es a nin~n!l argentinos en los años tn
de estas tendencias, particularmente en la esfera econóIIl1ca, sus polítI­ rado intento de los intere
cas formales, en especial con relación a las cuestiones políticas y sOCIa­ los acuerdos económicos i
les, marcharon decididamente en contra de la corriente histórica de Oc_o tacular desarrollo económ
cWe~. •
Depresión. La piedra an~
La crisis económica mundial y la naturaleza de las políticas del go­ man de 1933, buscaba COI
bierno argentino a partir de 1930 desataron la segunda gran moviliza­ na argentina haciendo ex!
ción obrera e influenciaron considerablemente su dirección ideológica y glés. Las manufacturas y 1
política en los años cuarentas. La forma que asumió la integración del so preferencial al mercad
movimiento obrero a la vida nacional bajo Perón, precisamente en la les otorgaron garantías y
segunda posguerra, aseguró, a su vez, que Argentina participaría solo compromiso formal con la
de manera marginal en la gran expansión del capitalismo mundial en los desvirtuado por otro tipo
decenios posteriores a la Segunda Guerra Mundial. El sindicalismo pe­ proteger y promover interl
ronista obstruyó el proyecto capitalista de la posguerra impulsado por la mundo en crisis. Políticas
clase dominante de Argentina y sus aliados foráneos. Pero, al mismo valuación de la moneda, el
tiempo, frustró el potencial socialista de la clase obrera: ~l resultado, y la extensión de crédito
dolorosamente evidente en los años sesentas, fue un VICIOSO estanca­ constituian respuestas prá
miento presidido por la fuerza militar.
vir a los intereses de la él
La comprensión del último medio siglo de la historia argentina debe transformar la estructura (
empezar con el golpe civico-militar de septiembre de 1930, el cual depu­ so de industrialización POI
so al gobierno radical yen breve devolvió el poder político, por primera cimiento de la industria ar¡
vez desde 1916, directamente a aquellos que controlaban la economía cuarentas condujo a una ro
exportadora. En aspectos muy importantes tales acontecimientos hicie­ tó la importancia y la inflm
ron retroceder el reloj de la evolución política y social del país. Con el les y extranjeros (76).
propósito de mantenerse en el poder, en los años treintas, los regimenes
conservadores se vieron forzados a recurrir al fraude electoral en gran
escala. Durante casi veinte años, antes de 1930, miembros de la clase 76. El Roca-Runciman es analizad(
en Jorge G. Fodor y Arturo A. e
media urbana utilizaron el poder electoral del Partido Radical en un Es­ mera mitad del siglo XX", en [
tado democrático para influir sobre algunas áreas de la política pública. ensayo estimulante, "CrecimieI
Más aún usaron el voto con el objeto de ganar acceso a puestos guber­ Miguel Murmis y Juan Carlos P
dado protección a los intereses I
namentaies, en una burocracia que el partido se esforzaba por ampliar latifundista. dichos productores
constantemente. A partir de 1930 este acceso a la política fue cortado de politica de industrialización. La i
raíz. También fue negado a la clase obrera urbana, que comprendia por contribuiría a la salud general y;
esa época cientos de miles de ciudadanos argentinos y votantes. Más la crisis mundial. La principal o
fundistas y los productores de g2
significativo para los obreros fue, no obstante, el impacto de las políticas las concesiones hechas a los briC
sociales del régimen, en una era de crisis económica. Muchos trabajado­ aparece en sus Estudios sobre ),
res, que en los años veintes hablan aprendido a contentarse con mayores aqui una importante pista que ce
nalista del liberalismo cosmopo
---------------- ------ -

USTORIA ARGENTINA 179

JOr la re­ salarios reales y con las ventajas del sindicalismo de "pan y mantequi­
itica an­ lla" en una economia capitalista en expánsión, ahora veian amenazados
~ de los tales arreglos. Pero en la medida en que crecia la incoformidad, los re­
vamente gímenes conservadores desempolvaron las medidas represivas perfec­
lCial me­ cionadas en años anteriores y empezaron de nuevo a aplicarlas vigorosa­
a econo­ mente contra los militantes obreros.
lctica los Los reaccionarios procedimientos politicos y sociales de los gobiernos
ninguna argentinos en los años treintas se vieron complementados con un desca­
us pol1ti­ rado intento de los intereses exportadores e importadores por mantener
,y soMa­ los acuerdos económicos internacionales que habian impulsadoel~espec­
:a de Oc-' tacular desarrollo económico de Argentina en las décadas anteriores a la
Depresión. La piedra angular de tales esfuerzos, el Pacto Roca-Runci­
s del go­ roan de 1933, buscaba conservar el mercado británico para la carne vacu­
moviliza­ na argentina haciendo extravagantes concesiones oficiales al capital in­
ológica y glés. Las manufacturas y los combustibles británicos recibieron un acce­
ación del so preferencial al mercado argentino, y a los inversionistas ingleses se
ate en la les otorgaron garantías y oportunidades· especiales. En realidad, este
laria solo compromiso formal con la antigua división internacional del trabajo fue
lial en los desvirtuado por otro tipo de pol1tic~s gubernamentales que buscaban
lismo pe­ proteger y promover ..intereses económicos argentinos más amplios en un
ldo por la mundo en crisis. Pol1ticas tales como .e,l abandono del patrón oro, la de­
al mismo valuación de la moneda, el establecimiento de tasas de cambio múltiples
'esultado, y la extensión de crédito para la diversificación agrícola e industrial
I estanca- constituían respuestas prácticas a la depresión mundial tendientes a ser­
vir a los intereses de la élite pampeana. Pero también contribuyeron a
,tina debe transformar la estructura de la economia argentina al promover el proce­
~aldepu- so de industrialización por sustitución de importaciones. El notable cre­
11' primera cimiento de la industria argentina en los años treintas y comienzos de los
'economía cuarentas condujo a una migración rural-urbana en gran escala y aumen­
il.tos hide­ tó la importancia y la influencia de los intereses manufactureros naciona­
ls. Con el les y extranjeros (76).
regimenes
uen gran 76, El Roca-Runciman es analizado dentro del amplio contexto del comercio británico-argentino
le la clase en Jorge G. Fodor y Arturo A. O'Connell en "La ~entina y la economla atlántica en la pri­
en un Es­ mera mitad del siglo XX". en Desarrollo Económico, 13:49, abril-junio 1973, pp. 3-66. En un
a pública. ensayo estimulante, "Crecimiento industrial y alianza de clll8es en la Argentina, 1930-1940".
Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero sostienen que una vez que el Roca-Runciman hubo
tos guber­ dado protección a los intereses básicos de los ganaderos más poderosos en el seno de la clase
~r ampliar latifundista, dichos productores utilizaron el control del Estado para promover una moc!esta
~rtadode política de industrialización. La industria ayudarla a levantar el sector exportador deprimido y
contribuiría a la salud general y al buen funcionamiento de todil la economla nacional durante
iendía por la crisis mundial. La principal oposición a estas iniciativas surgió inicialmente entre los lati­
BteS. Más fundistas y los productores de ganado provinciales, cuyos intereses no estaban protegidos por
El pol1ticas las concesiones hechas a los británicos para proteger el mercado de carne fria. Dicho ensayo
aparece en sus Estudios sobre los orígenes del peronismo, Buenos Aires, 1971, pp. 3-55. He
trabtijado­ aquí una importante pista que conduce a los orígenes sociales y económicos de la crítica nacio­
11 mayores nalista del liberalismo cosmopolita hecha por los conservadores disidentes (entre ellos, los
180 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Sin embargo; tan importantes cambios econbmicos y sociales no se tos indirectos que grava
vieron reflejados en reformas politicas e institucionales complementa­ el crecimiento de la bur1
rias. A este respecto, las politicas gubernamentales argentinas de los largo del prolongado pel
años treintas se convirtieron en una anomalia en el mundo occidental. Muchas funciones de la I
En otros países, los regimenes politicostuvieron que capear la frustra­ la socializacibn de la ju
cibn popular con soluciones de origen estatal para la crisis social y politi­ directamente a los inter~
ca del orden capitalista. Dichas soluciones, nominalmente liberales, les no amenazaran los in
como en Estados Unidos, o formalmente corporativistas, como en los mbdicas alusiones a la re
regimenes fascistas de Europa, entrañaban concesiones reales a los tra­ rrogativas de los inversic
bajadores organizados, y encontraron eco en los principales países lati­ ca petrolera, en especia
noamericanos, excepto en Argentina. Allila clase dominante recurrib parecib posible); mientra
cada vez más a la accibn del Estado para promover sus propios intereses co y mantuviera a raya
econbmicos. Por ejemplo, creb juntas reguladoras con el objeto de limi­ muy eficazmente en los 1
tar la produccibn de bienes rurales y elevar el precio doméstico de la car­ era tolerado por la clase e
ne, los cereales, el azúcar y el vino. Mas en todo momento se abstuvo de ra un partido "reformistl
hacer mayores concesiones ideolbgicas, politicas o sociales a las fuerzas gitimar el sistema POliti4
populares a lo largo de la crisis mundial. aquél dirigia. Y la separ81
Esa actitud no era clnica ni recalcitrante. Por el contrario,reflejaba la tasy la corrupcibn de la p
indiscutida hegemonía ideolbgica y politica de una clase que habia presi­ tigio ideolbÍPco y social.
dido el fenomenal desarrollo de la economía periférica de Argentina an­ Empero, con el advenj
tes de 1930. Tal hegemonía permanecib intacta durante los años treintas dades de los terratenientl
debido a la dependencia ideológica y a la desbandada institucional de en blanco de la frustraci<
las fuerzas populares al inicio de la crisis, reforzada por la continuada Resulta significativo que
viabilidad y adaptabilidad de la economía exportadora argentina durante del gobiern.o radical; no il
la Depresibn. econbmicos liberales que I
Una medida de la debilidad ideolbgica e institucional de las fuerzas lIo de Argentina antes de
populares argentinas antes de 1930 es la suerte del Partido Radical, tes­ radicales. La crisis exigia
tamento del precoz desarrollo del país. Su ascenso al poder, en 1916, de los ingresos del gobier
separb a Argentina de las demás naciones latinoamericanas. Su compo­ reaccionb con su acostum
sicibn social, basada en la clase media, atestigua la creciente diferencia­ politica e inercia burocrát
cibn de la sociedad urbana argentina, fomentada por la expansibn de la pÚblica al gobierno las lb
economía exportadora. Su ideología y sus politicas defend1an formas po­ clientelista del partido, fuE
liticas democrático-liberales, pero revelaban una estudiada renuencia a
desafiar los valores e intereses fundamentales de la clase dominante. 77. Estas consideraciones ayudan.
A partir de 1916 el Partido Radical actub principalmente como ve­ seni.lidad del presidente radical
biculo de acceso de los profesionales urbanos y los empleados a una bu­ número especial de la Re'rista I
'" rocracia estatal en expansibn. Financiado primordialmente con impues­ son los articulos de Roberto Etcl
40, Y de Ricardo Ortiz, "El as¡:
Smith descarta el impacto ecoll!
tica en Argentina and the Faihl
proUficos hermanos lrazusta) y demócratas progresistas (cuyo vocero era Lisandro de la To­ ?ómica y fiscal fue significatiVl
rre). El nacionalismo económico de derecha de los conaervadores, que halló su inspiración en unportante. El valor de las expc
el pensamiento corporativista católico, es desarrollado de manera convincente en la influyente 614.104.180 en 1930; las impori
obra de Julio y Rodolfo lrazusta, La Argentina '1 el imperiaUsmo británico, Buenos Aires, en el mismo periodo (Gran BretI
1934. La valiente cruzada parlamentaria de De la Torre contra lo que él veÚl como la alianza the Argentine Republic. 1931, 1
impÚl tras la organización del mercado de la carne está resumida en su libro Las carnes argen­ federales aumentaron en 22 % e:
tinas '1 el monopoHo eItrujero, Buenos Aires, 1947. 10% en el mismo periodo; el res
roRIA ARGENTINA 181

no se tos indirectos que gravaban fuertemente el consumo de la clase obrera,


lenta­ el crecimiento de la burocracia fue tolerado por la clase dominante a lo
le los largo del prolongado periodo de prosperidad económica anterior a 1930.
ental. Muchas funciones de la burocracia civil y militar, sobre todo su papel en
Ilstra­ la socialización de la juventud y la represión del descontento, servían
politi­ directamente a los intereses del capital. Mientras las iniciativas radica­
rales, les no amenazaran los intereses básicos de los terratenientes (las espas­
:m los módicas alusiones a la reforma agraria no lo hacían), o afectaran las pre­
lStra­ rrogativas de los inversionistas extranjeros (solo en el campo de la politi­
:S lati­
ca petrolera, en especial en las postrimerías de los años veintes, ello
eurrió pareció posible); mientras el gobierno radical conservara el orden públi­
ereses co y mantuviera a raya a los obreros organizados, tarea que aprendió
~ limi­ muy eficazmente en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial,
la ear­ era tolerado por la clase dominante. En efecto, el hecho de que goberna­
lvode ra un partido "reformista", "popular" y "democrático", ayudaba a le­
uerzas gitimar el sistema político y los arreglos sociales del capitalismo que
aquél dirigia. Y la separación relativa de la élite económica de las dispu­
jaba la tas y la corrupción de la política cotidiana contribuía a preservar su pres­
, presi­ tigio ideolÓg¡co y social.
itla an­ Empero, con el advenimiento de la crisis mundial en 1929, las necesi­
reintas dades de los terratenientes cambiaron y el gobierno radical se convirtió
mal de en blanco de la frustración social general provocada por la Depresión.
inuada Resulta significativo que dicha frustración atacara la ineficacia política
lurante del gobierno radical; no implicó una revaluación critica de los principios
económicos liberales que con tanta fortuna habian promovido el desarro­
fuerzas llo de Argentina antes de 1930 bajo gobiernos tanto conservadores como
:al, tes­ radicales. La crisis exigia una acción concertada para enfrentar la caida
n 1916, de los ingresos del gobierno y de las exportaciones. El gobierno radical
compo­ reaccionó con su acostumbrada falta de claridad ideológica, confusión
trencia­ política e inercia burocrática. Y a medida que aumentaba la oposición
In de la pública al gobierno, las limitaciones presupuestarias socavaban la base
nas po­ clientelista del partido, fuente de su apoyo tradicional (77) .
~ncia a
Ilte. 77. Estas consideraciones ayudan a explicar la controversia sobre el supuesto personalismo y la
lino ve­ senilidad del presidente radical Hipólito Yrigoyen. La mejor introducción al golpe en si es el
número especial de la Revista de HiBtoriadedicado a éste, 8, 1958. Particularmente valiosos
1na bu­ son los articulos de Roberto Etchepareborda, "Aspectos pollticos de la crisis de 1980", pp. 7­
IIlpues­ 40, Y de Ricardo Ortiz, "El aspecto económico-social de la crisis de 1980", pp. 41-72. Peter
Smith descarta el impacto económico y fiscal de la Depresión a favor de una explicación poli­
tica en ArgentiDa and the Fallure 01 Democracy, Madison, 1947. Sin embargo, la crisÍs eco­
,de la To­ nómíca y fiscal fue signíficativa y la oposición de la Sociedad Rural al gobierno radical fue
Izaeión en importante. El valor de las exportaciones argentinas cayó de 953.748.939 pesos oro en 1929 a
Ifluyente 614.104.180 en 1980; las importaciones disminuyeron de 861.997.355 pesos oro a 739.182.744
lD8.Ahes, en el mismo periodo ¡Gran Bretaña, Departament of Overaeas Trade, Economic Conditions iD
Jaalianza ihe Argentine Republic, 1931, Londres, 1932, Apéndice V, p.l40). Mientras que los gastos
1tII1Il1en· federales aumentaron en 22% entre 1928 y 1980, los ingresos gubernamentales declinaron en
r 10% en el mismo periodo; el resultado fue un creciente déficit presupuestal: 214.9 millones de
182 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Entonces, a diferencia de lo sucedido en la mayorla de los paises lati­ trovertida, su contenido


noamericanos, en Argentina la crisis mundial debilitó y desacreditó a un circunstancias de la cris.
partido supuestamente reformista de clase media y no a los tradicionales cionales y contrarias al d
vehlculos conservadores de una clase dominante que controlaba la ec~ Pero el establecimiel
nomía exportadora. La hegemOIúa cultural y política de la clase domi­ en que el conjunto de la I
nante argentina sobrevivió intacta al golpe inicial de la Depresión. El estrecho lente de los in
Partido Radical fue desacreditado y obligado a cargar con la culpa de la capacidad de adaptación
crisis internacional. Cuando los radicales caYeron del poder la clase d~ protegió inicialmente al
minante no tuvo que afrontar mayores obstáculos en su camino para re­ por preservar, a costa di
cuperar el manejo político directo de la sociedad argentina. económica. Mas la 1ógia
Ningún elemento del movimiento obrero estaba en capacidad de fuerzos pusieron finalme
ofrecer una resistencia efectiva a las políticas antidemocráticas y a las teoda económica liberal J
medidas económicas liberales de la élite argentina durante los años En contraste con lo qt
treintas. El Partido Socialista, al igual que los radicales, protestaron con­ obrero el que llevó a cab<l
tra la represión política y las medidas sociales de los gobiernos conserva­ trayectoria política indeJl
dores. Sin embargo, ambos partidos eran prisioneros ideológicos de los destruidas a comienzos d
principios cosmopolitas del liberalismo económico, que seguian siendo dirigidas por socialistas ,
eficientemente utilizados durante los años treintas para justificar las p~ pe de 1930 para formar u
líticas de los gobiernos conservadores. Los principios liberales -la neral de Trabajadores, e
creencia en la ventaja comparativa de Argentina y en su potencial ec~ del decenio de los treinta:
nómico ilimitado en una división c~pitalista mundial del trabajo, asi~ en la vida del país. Domir
como la fe en los beneficios que para la nación representaba el flujo inin­ sindicalistas de las organ
terrumpido de capital, de fuerza de trabajo y de tecnologia extranjeros­ var los logros organizativ4
coincidian plenamente con los intereses de clase de los terratenientes tes por medio de un acome
argentinos y sus aliados foráneos. Pero el crecimiento de la economía ro cuando cesó la constru(
exportadora de carne y cereales había promovido asimismo el rápido con el automóvil y el cami
desarrollo económico de la sociedad argentina y mejorado gradualmente despedir empleados dural
las condiciones materiales de la mayorla de sus miembros. Era tan am­ memente enconchada en
plio y profundo el consenso en tomo a los principios económicos libera­ economista se desmoronal
les, que ningún sector social fue capaz de desafiar los fundamentos ide~ cal fue forzado a aceptar Ul
lógicos de los gobiernos reaccionarios a comienzos de la década de 1930. de la mayor parte de las ba
y en tanto la validez de la teorla económica liberal siguió siendo incon­ cuarentas la dirección sioo
de la CGT. A pesar de la
nuevos afiliados, muchos d
pesos en 1929 y 357.0 en 1930 (República Argentina, Dirección General de FinaDzas, El ajuste más combativos, ellideraf¡
de losresuHados fiIlanclerosde losejereiclos de 1928 a 1936, Buenos Aires, 1937, p. 351. Enla
apertura de la exposición ganadera anual de la Sociedad Rural, el 31 de agosto de 1930, el
rante la Depresión polítical
ministro radical de Agricultura fue saludado con sUbidos y rechiflas y no pudo terminar SIl dis­ ejército de los obreros indl
curso. Una de las razones de esta hostilidad era la resistencia del gobierno radical a nombrar tral contribuía a contener 1
embajador en Estados Unidos, en momentos en que los intereses ganaderos tenían grandes seno del movimiento obrer
esperanzas en desarrollar el mercado estadounidenae para la came argentina. Estos asuntos
pol1ticos y económicos generales existian por encima del papel más concreto, mas aún borro- . CGT, los activistas revoluc
so, que desempeñaron en el golpe los intereses petroleros norteamericanos y sus aliados entre represión oficial. Además (
los conspiradores argentinos. Un agudo análisis reciente, apoyado en nuevas investigaciones zaciones sindicales militan
sobre este problema es Carlos A. Mayo, Osvaldo Andino y Fernando Garcia Mollna, Diploma­
cia política y petróleo en Argentina, Buenos Aires, 1976. Véase también Carl Solberg, Petró­ miento de líderes-, los !!
leo y DaCionatismo en la ArgendDa, Buenos Aires, 1982. sobre extranjeros y sedicióI
RlA ARGENTINA 183

ati­ trovertida, su contenido de clase permaneció oculto y, en las cambiantes


un circunstancias de la crisis mundial capitalista, sus implicaciones antina­
lles cionales y contrarias al desarrollo fueron disimuladas.
~o­
Pero el establecimiento argentino no podía confiar por mucho tiempo
mi-
en que el conjunto de la sociedad argentina viera la crisis mundial con el
El estrecho lente de los intereses de la clase dominante. En realidad, la
ela capacidad de adaptación de la economía exportadora a la crisis mundial
do­ protegió inicialmente a las élites dominantes de ser criticadas a fondo
.re­ por preservar, a costa de un gravoso esfuerzo para el país, su posición
económica. Mas la lógica de dicha adaptación y la naturaleza de los es­
fuerzos pusieron finalmente en entredicho la hegemonía ideológica de la
~ de
teoría económica liberal y dejaron al descubierto su contenido de clase.
: las En contraste con lo que pasó en muchos países, no fue el movimiento
mos
obrero el que llevó a cabo esta crucial tarea. Su autonomía ideológica, su
con­ trayectoria politica independiente y su fuerza organizativa habían sido
,rva­
destruidas a comienzos de los años veintes. Pese a que facciones rivales
dos dirigidas por socialistas y sindicalistas se unieron poco después del gol­
mdo
I po­
pe de 1930 para formar una nueva central obrera, la Confederación Ge­
-la neral de Trabajadores, CGT, dicha organización desempeñó, a lo largo
eco­ del decenio de los treintas, un papel secundario y claramente defensivo
, asi, en la vida del país. Dominada por la dirección moderada de socialistas y
inin­ sindicalistas de las organizaciones ferroviarias, la CGT trató de preser­
'os­ var los logros organizativos y materiales conquistados en los años vein­
lntes tes por medio de un acomodamiento entre los patronos y el gobierno. Pe­
omÍa ro cuando cesó la construcción de ferrocarriles, aumentó la competencia
lpido con el automóvil y el camión, y las compañías ferroviarias empezaron a
lente despedir empleados durante la Depresión, la acomodaticia dirección fir­
tam­
memente enconchada en la Unión Ferroviaria vio cómo su estrategia
bera­ economista se desmoronaba como un castillo de naipes. El liderato sindi­
ideo­ cal fue forzado a aceptar una concesión tras otra hasta perder el respaldo
1930. de la mayor parte de las bases. No obstante, hasta comienzos de los años
!leon­ cuarentas la dirección sindical ferroviaria siguió dominando las politicas
de la CGT. A pesar de la progresiva actitud crítica de algunos de sus
nuevos afiliados, muchos de ellos dirigidos por socialistas y comunistas,
re)ute más combativos, el liderato moderado de la CGT se negó a adoptar du­
l. Enla rante la Depresión politicas agresivas con el fin de organizar el creciente
~,el ejército de los obreros industriales. Entre tanto, la dirección de la Cen­
_día· tral contribuía a contener la expansión de las ideologías marxistas en el
.oorar
rudes seno del movimiento obrero. Privados del apoyo material y moral de la
~tos CGT, los activistas revolucionarios fueron víctimas propiciatorias de la
Porro- . represión oficial. Además del continuo hostigamiento contra las organi­
¡8I'ltre
dones zaciones sindicales militantes -cierre de sedes sindicales, encarcela­
ploma. miento de lideres-, los gobiernos conservadores aplicaron las leyes
Petró·
; sobre extranjeros y sedición para deportar hasta 400 activistas obreros al
184 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

año a mediados de los treintas. Solo hacia el final del decenio, los decidi­ nes de· la clase obrera i:
dos esfuerzos de las organizaciones militantes, en especial las dirigidas del nacionalismo econl
por los comunistas, comenzaron a dar frutos organizativos (78). puso al descubierto UIlI
¡ A diferencia de lo ocurrido en Chile durante la crisis mundial, en
Argentina los graduales compromisos ideol6gicos e institucionales que
enChile.
A diferencia del na

~.
pusieron fin a la movilizaci6n obrera después de la Primera Guerra Mun­ marxista entre otros SE
dial conspiraron contra los esfuerzos de los lideres sindicales y los parti­ XX, el que surgi6 lenta
dos marxistas en los años treintas. Mientras que la izquierda chilena pitalista. No emergi6 d.
cápitalizó las leyes laborales corporativistas de la década de los veintes y los sindicatos y los pal
las puso al servicio de la clase obrera, los dirigentes sindicales marxistas sucedi6 en Chile. E11U
:· de Argentina afrontaron una ardua lucha contra una legislación nacional
que de manera eficaz represaba sus esfuerzos organizativos y contra una
critica no en la base S<l
legitimidad de la oligru
t. '·,·. ·.; .'
, , direcci6n sindical oportunista que se negaba a respaldarlos. politico sobre la socieda
1. ,~
,
Las barreras institucionales enfrentadas por la izquierda argentina amplia tradici6n del n

~~
fueron tan efectivas por causa de las restricciones estructurales, econ6­ popular e influyente fuE
j:r;"",
.. '
.
•..
.•

.
'."'

" micas e ideol6gicas, que se levantaban contra los organizadores sindica­ desafectos de la clase n
, ,¡ les marxistas. Aunque el problema del desempleo no era tan grave como
,
les que éstos fundaron ¡:
en Chile al comienzo de la Depresi6n, gracias en parte a la suspensi6n convertirlo en un velúcu
temporal de la inmigraci6n de obreros extranjeros a causa de la crisis, la influencias extraIÚeras (
caída de la actividad econ6mica y el consecuente desempleo conspiraban El nacionalismo ecor
efectivamente contra las acciones laborales. No fue sino con la recupera­ de los acontecimientos p
ci6n de la actividad econ6mica, a mediados del decenio y, en particular, sentaba las necesidade:
en los años de auge de la demanda de guerra y de inflaci6n posbélica, marginada de la polltica,
que la actividad huelguistica alcanz6 de nuevo proporciones considera­ para otros, sectores socu
bles. principales clases de la
Dificil de medir, pero quizá más importante que el fracaso de los es­ arrogantes políticas de b:
fuerzos organizativos e ideol6gicos de los marxistas, fue la vigente hege­ logias alternativas y orgl:l
moma de los valores liberales, que pesaban sobre la clase media y buena
parte del movimiento obrero y condenaron al fracaso los intentos de los
activistas politicos y sindicales por crear las alianzas de clase vitales para 79. Sobre la cuestión general del
la lucha de los trabEÓadores. Mientras que en Chile importantes sectores nes culturales y corporativist
varro Gerassi, Los naciollllli8
de empleados y profesionales llegaron a adoptar una concepci6n antica­ nacioaalismo argentino, 2 vol
pitalista de los problemas nacionales, en Argentina tales grupos perma­ Irazusta y sus seguidores al p
necieron cautivos de los valores culturales de la clase dominante y de la explora el atractivo social e id
1930 en "The Social Origins ,
economia politica liberal. Antes de 1930, en Argentina algunos miem­ Ph.D., University of Florida.
bros de estos sectores se mostraron receptivos al nacionalismo cultural se unió en 1935 alrededor dI
de derecha; sus frustraciones sociales y sus sentimientos patri6ticos no FORJA. El recuento que sigu,
co de este grupo se basa más
se encauzaron hacia una evaluaci6n critica de la sociedad capitalista sino Nationalism on the Eve of Per
que se enfilaron contra las perturbadoras y anticapitalistas organizacio­ de la FORJA, Arturo JaUllltc.t
grupo en su libro FORJA 1la
caciones que escribió en las d
78. Buena parte de este aDálieis está basada en 108 detallado8 estudios de Horosehi Matsushita, ció al grupo fue el novelista, J
Movimiento obrero argeDtino 1930-1945, Buenos Aires, 1983, y David Tamarin, "The Argen­ tu que sentia en los inicios dE
tine Labor Movement in an Age of Transition. 1930-1945", disertación para Ph.D.• University 1 espera, Buenos Aires, 1931
of Washington, 1977. El estimado de deportaciones aparece en Tamarin, p. 166. rriles argentinos, Buenos .Air1
1965.

ARGENTINA 185

nes de la clase obrera inmigrante. A partir de 1930, el creciente atractivo


del nacionalismo económico entre ciertos elementos de la clase media
puso al descubierto una düerencia más sutil con desarrollos comparables
~n enChile.
A düerencia del nacionalismo económico düundido por la izquierda
marxista entre otros sectores de la sociedad chilena a lo largo del siglo
XX, el que surgió lentamente en Argentina no era una ideologia antiea­
pitalista. No emergió de la lucha de la clase obrera ni fue propagado por
los sindicatos y los partidos políticos del movimiento obrero, tal como
sucedió en Chile. El nacionalismo económico argentino concentraba su
critica no en la base social del poder de la clase dominante, sino en la
legitimidad de la oligarquía cosmopolita liberal que ejercía el dominio
político sobre la sociedad. Varias corrientes se desarrollaron dentro de la
ina amplia tradición del nacionalismo económico argentino, pero la más
nó­ popular e influyente fue articulada en los años treintas por intelectuales
iC8.­ desafectos de la clase media y difundida por las organizaciones cultura­
IDO les que éstos fundaron para revitalizar el programa del Partido Radical y
món convertirlo en un velúculo capaz de forjar una Argentina nueva, libre de
t, la influencias extranjeras (79).
Dan El nacionalismo económico de Argentina expresaba el curso anómalo
ua­ de los acontecimientos políticos durante la década de los treintas. Repre­
lar, sentaba las necesidades sicológicas y materiales de una clase media
jea, marginada de la política. Su creciente atractivo para esta clase, asl como
~ra- para otros sectores sociales, reflejaba la gran düerencia de poder de las
principales clases de la sociedad argentina durante la Depresión. Las
1e8- arrogantes políticas de la clase dominante, libres del contrapeso de ideo­
Ilge­ logías alternativas y organizaciones populares, aportaron al nuevo nacio­
lena
~los
79. Sobre la cuestión general del naciona.lismo de derecha en Argentina, incluidas sus expresio­
tmra nes culturales y corporativistas anteriores a 1930, véase la excelente smtesis de Marysa Na­
¡ores varro Gerassi, Loe nacionalistas, Buenos Aires, 1968. El libro de Enrique Zuleta Alvarez, El
ítiea­ nacionalismoargendDo, 2 vola., Buenos Aires, 1975, enfatiza la contribución de los hermanos
lrazusta y sus seguidores al pensamie:pto y la politica naclona.li¡!tas de derecha. Sandra McGee
nna­ explora el atractivo social e ideológico de las organizaciones nacionalistas de derecha antes de
ie la 1930 en "The Social Origina of Counterrevolution in Argentina, 1900-1932", disertación para
~em­ Ph.D., University of Florida, 1979. La comente nacionalista sobre la que se hace énfasis aqui
se unió en 1935 alrededor de la Federación de Orientación Radical de la Joven Argentina,
tural FORJA. El recuento que sigue acerca de los orlgenes sociales, la ideologla y el impacto politi­
)1 no co de este grupo se basa más que todo en el sofisticado estudio de Mark Falcoff, Argentine
lO

sino Nationalism on the Eve of Peron", disertación para Ph.D., Princeton University, 1970. Ellider
ado­ de la FORJA, Arturo Jauretche da una muestra de las actitudes, las actividades y el estilo del
grupo en su libro FORJA '1 la década infame, Buenos Aires, 1962, una de las numerosas pu'i)li­
caciones que escribió en las décadas de 1960 y 1970. El intelectual mAs distinguido que se aso­
ció al grupo fue el novelista. luego convertido en historiador, Raúl Sealabrini Ortiz. El males­
tar que sentia en los inicios de los años treintas se exprese en su obra El hombre que está eoIo
'1 espera, Buenos Aires, 1931; sus libros de historia más famosos son Historia de los ferroca­
rriles argendDos, Buenos Aires, 1940 y Política británica en elRio de la Plata, Buenos .mes,
1965.
186 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
ARGENTINA

nalismo económico su materia prima y sus ideas más penetrantes. La


controlaban sectores
subordinación ideológica y la debilidad organizativa de la clase obrera la menguó notablemen1
libraban de competidores populares y le permitían ignorar al·movimien­ entre los obreros jla
to obrero en su plan de reorganización nacional. da con éxito contra le
Impulsados por su percepción de la realidad política argentina en los cos, los nacionalistas
años treintas, los nacionalistas económicos de la clase media crearon una nales y contrarias al d
interpretación muy sofisticada del desarrollo del país. Para ellos éste fue largo de todo el perlo
fundamentalmente distorsionado por la integración histórica a un siste­ consecuencias infortu
ma capitalista mundial como productor de bienes primarios. Dicho pra­ cos de Estado, sino el
ceso, sosteIÚan. había atado al país a la producción agropecuaria y atro­ les entregaron el país
fiado el desarrollo industrial; había conducido a una dependencia extre­
económicas de los rel
ma del capital foráneo. el cual repatriaba el excedente económico' habia
instalado en el poder a terratenientes vendepatria y cipayos ~tivos nacionalistas económ
subordinados al capital extranjero, corrompiendo así el proceso dem~ confirma este análisis
crático; habia pervertido la cultura criolla; habia ignorado las legitimas el tratado Roca-Runc~
reivindicaciones sociales de la mayoría del pueblo argentino; habia em­ nicos a raíz de su rene
pobrecido las provincias en beneficio de Buenos Aires; habia echado a dieron al capital inglé
perder, en suma, el gran potencial del pais para convertirse en nación estatales de finanzas
líder de América Latina. Depresión; y los acu~r
Esta reinterpretación fundamental de la historia argentina desafiaba inexplicablemente COlJ
la hegemoIÚa ideológica liberal de la clase dominante. Como en forma lidades portuarias y lo
tan elocuente y convincente racionalizaba y universalizaba la situación Por último, los nae:
vismo hispánico de los
de la clase IUedia, resultó especialmente atractiva para estudiantes, inte­
cionaria, antidemocrál
lectuales, profesionales, militares y empleados. Pero en últimas también tranjeros. Aunque, la ,
ganó adherentes entre otros grupos sociales: terratenientes y hombres pensadores de los nací
de negocios que no se beneficiaban directamente de las políticas guber­ ideas del corporativisu
namentales, en una economía que estaba sufriendo un cambio radical rativistas y nacionalist
pero que crecia muy lentamente; trabajadores desilusionados con la efi­ en los orlgenes amerie
cacia de las tácticas oportunistas o de confrontación de sus líderes.
En la lucha por el dominio ideológico sobre la sociedad argentina ~l dad con la filosofía del
nacionalismo económico de la clase media disfrutó de ventajas conside­ ban el nacionalismo po
rables. No desafió en forma directa la ideología capitalista de la clase y a diferencia de la roa;
dominante sino s?lo aquellos aspectos del liberalismo cosmopolita que prescripCiones política
se habían convertIdo en blancos vulnerables durante la crisis del sistema supremacía teórica de
mundial. Tampoco era susceptible al cargo -infatigable y efectivamen­ en lecciones deducidas
te manipulado por el establecimiento contra la izquierda marxista- de Los nacionalistas ec:
que se trataba de una ideología foránea, importada por inmigrantes anti­ más afortunados en Cl
patrióticos y agentes soviéticos, inapropiada para la realidad argentina. predominio de la econl
Los nacionalistas económicos de clase media esgrimieron esta acusación conservador que en orf
para desacreditar tanto a la izquierda marxista como a Jos elementos li­ grama para una nueva
berales y los fascistas de la derecha. Dada la adhesión del Partido Comu­ nes callejeras, en perill
su concepción nacional
nista Argentino a las violentas oscilaciones políticas del Comintern en
ca en reformar el Partí
los años treintas -y el hecho de que luego de la invasión alemana a la
el cual sufrieron una e
Unión Soviética ésta se alió con las potencias liberales capitalistas que
en 1935 el partido PUS<J
~RIA ARGENTINA 187

¡es. La controlaban sectores vitales de la economia argentina-, esta acusación


J,'era la menguó notablemente el atractivo ideológico de la izquierda comunista
imien­ entre los obreros y la clase media argentinos. Empero, también fue usa­
da con éxito contra los liberales mismos. En detallados estudios históri­
:.en los cos, los nacionalistas económicos rastrearon las implicaciones antinacio­
onuna nales y contrarias al desarrollo de las políticas cosmopolitas liberales a lo
ste fue largo de todo el período nacional. Afirmaban que tales políticas no eran
lsiste- consecuencias infortunadas del pensamiento equivocado de hombre éti­
110 pro­ cos de Estado, sino el resultado de un proceso venal en el que los libera­
'yatro­ les entregaron el país en beneficio propio. El escrutinio de las políticas
l extre­ económicas de los regímenes de los años treintas -el período que los
, había nacionalistas económicos popularizarían como la "Década Infame"­
I8tivos, confirma este análisis histórico. ¿De qué otra forma podría interpretarse
demo­ el tratado Roca-Runciman; las nuevas concesiones otorgadas a los britá­
gítimas nicos a raíz de su renovación en 1936; las políticas complementarias que
)Ía em­ dieron al capital inglés desmesurada influencia en las nuevas entidades
iliado a estatales de finanzas, comercio y control de cambios, creadas durante la
nación Depresión; y los acuerdos firmados por los gobiernos conservadores que
inexplicablemente concedían monopolios a los extranjeros sobre las faci­
safiaba lidades portuarias y los servicios públicos?
l forma Por último, los nacionalistas de la clase media criticaron el corporati­
wación vismo hispánico de los nacionalistas culturales como una ideología reac­
~, inte­ cionaria, antidemocrática y racis~ inspirada en modelos fascistas ex­
IIlmbién tranjeros. Aunque, la verdad sea dicha, algunos de los más prominentes
~mbres pensadores de los nacionalistas económicos tomaron prestadas no pocas
t guber­ ideas del corporativismo europeo, y siempre se aliaron con activos corpo­
(;radical rativistas y nacionalistas económicos de derecha, se cuidaron de insistir
n la efi­ en los orígenes americanos de su pensamiento. Decían tener una afini­
l. dad con la filosofía del nacionalista peruano Haya de la Torre y admira­
Itina, el ban el nacionalismo popular del régimen mexicano de Lázaro Cárdenas.
;onside­ Ya diferencia de la mayoría de sus contendores ideológicos, basaban sus
>la clase prescripciones políticas para la futura grandeza de Argentina no en la
tita que supremacía teórica de un modelo abstracto de organización social, sino
sistema en lecciones deducidas del análisis concreto de la historia argentina.
ivamen­ Los nacionalistas económicos de la clase media, sin embargo, fueron
lta- de más afortunados en crear las herramientas ideológicas para socavar el
tes anti­ predominio de la economia política liberal y la legitimidad del régimen
Jentina. conservador que en organizar un mecanismo politico que aplicara su pro­
~sación grama para una nueva Argentina. En cientos de conferencias y reunio­
antos li­ nes callejeras, en periódicos, panfletos y estudios históricos, propagaron
)Comu­ su concepción nacionalista. Entre tanto, concentraron su actividad políti- .
itern en ca en reformar el Partido Radical y conquistar su dirección, esfuerzo en
ana a la el cual sufrieron una amarga decepción. Fiel a su trayectoria histórica,
Itas que en 1935 el partido puso fin a la abstención electoral que había proclama­
188 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

do luego del golpe de 1930 y se convirtió en socio menor de las fraudu­ politicas. El movim
lentas políticas de la restauración conservadora. El grueso de la direc­ guir en la posguerra
ción del partido nunca abandonó su compromiso ideológico con los prin­ de reformas económ
cipios cosmopolitas de la economía politica liberal. A comienzos de los ca liberal del orden
años cuarentas, cuando las esperanzas de los nacionalistas por influir en mundial, la naturale
el curso del Partido Radical se desvanecieron, muchos empezaron a fijar base del apoyo obre]
su atención en el ejército, otra institución de la sociedad argentina recep­ un régimen neofasci
tiva a las tribulaciones de la clase media. Alli, especialmente entre la historia mundial. N(
mediana y la baja oficialidad, su propaganda encontró una audiencia ronismo constituia II
entusiasta. Cuando en junio de 1943 los militares decidieron poner fin a nismo anterior: el ti]
la era de la restauración conservadora, los elementos más cohesionados años treintas. El des
y dinámicos del nuevo régimen, .encabezados por Perón, compartían los interpretativas para I
preceptos del nacionalismo económico. En efecto, muchos de losintelec­ ción dialéctica entre .
tuales que habian articulado y difundido esta nueva concepción de la so­ so de la nación a pa
ciedad argentina, ocuparon importantes posiciones de poder en el nuevo historia mundial y ql
gobierno. meno difícil de desel
Los nacionalistas económicos de la clase media suministraron asi las minar la suerte com
herramientas culturales que socavaron la legitimidad de la clase domi­ bajo industrial, los ol:
nante argentina y bosquejaron el programa del régimen militar que tomó Los trabajadores j
el poder en junio de 1943. Los acontecimientos mostrarían, sin embargo, proletariado industr~
que mientras dicha herramienta no estuviera firmemente colocada en la estructural e histbricc
poderosa mano de un movimiento obrero en pie de lucha,la destrucción de los obreros de las
del viejo orden liberal sería temporal y el proyecto de los nacionalistas tución de importaciOI
para una nueva Argentina se malograría. Entre 1943 y 1945, un resur­ al comenzar la décad
gente movimiento obrero obligb a los nacionalistas de la clase media a comienzos y mediado
incorporar importantes reformas laborales y sociales a su programa por diferente del que eXJ)4
una nueva Argentina. A su vez, sin embargo, el movimiento obrero fue vas del país durante E
llevado a respaldar una ideologia y un programa originalmente diseña­ de la economía export
dos para satisfacer las necesidades de otra clase. Aunque los obreros poder económico y J)(J
argentinos lograron modüicar esa ideologia y ese programa en beneficio de la clase obrera indt
de sus intereses inmediatos, lo hicieron comprometiendo su indepen­ la importancia simból
dencia ideológica y politica y su potencial estratégico para transformar la nalistas opuestos al CI
sociedad. chas organizativas de
recta los intereses del
sus aliados extranjero
LOS OBREROS DE LA CARNE YEL ASCENSO DEL PERONISMO
doras y controlaban e.
pía" que habia perpe1
A mediados de los años cuarentas un renaciente movimiento obrero con.~ la responsabilidad de
solidó el patrón de la excepcionalidad argentina, que se habia hecho evi­ cionarias de la "Déca
dente por vez primera a partir de 1930. Si la debilidad de los trabajado­ enfrentaban a la punt
res permitió a las élites dominantes llevar adelante las politicas liberales cio de los nacionalista;
y oponerse a las reformas nacionalistas populares durante la crisis del rrollo nacional por má
capitalismo mundial, el creciente poder del movimiento obrero a comien­ En consecuencia, 1
zos de los años cuarentas consolidó la reacción nacionalista contra dichas etapa que va de 1943 t
ISTORIA ARGENTINA 189

fraudu­ políticas. El movimiento obrero obligó a los gobiernos argentinos a se­


l direc- guir en la posguerra un camino de concesiones a las fuerzas populares y
00 prin­ de reformas económicas nacionalistas que reñían con la economía políti­
I de los ca liberal del orden mundial de la posguerra. Desde una perspectiva
fluir en mundial, la naturaleza del gobierno peronista que llegó al poder sobre la
ll.afijar base del apoyo obrero en 1945-46 aparece como un curioso anacronismo,
lrecep­ un régimen neofascista y desarrollista nadando contra la corriente de la
~ntre la historia mundial. No obstante, para la mayoría de los argentinos, el pe­
lCliencia ronismo constituía una progresista respuesta nacionalista a un anacro­
!Sr fin a nismo anterior: el liberalismo no reconstruido de los regímenes de los
ionados años treintas. El desarrollo del movimiento obrero suministra las claves
tían los interpretativas para comprender ambos anacronismos y sintetiza la rela­
intelec­ ción dialéctica entre ellos. Cómo el movimiento obrero determinó el cur­
le la so­ so de la nación a partir de 1945, que la llevarla en contramarcha de la
,lnuevo historia mundial y que culminarla en un callejón sin salida, es un fenó­
meno difícil de desentrañar. El enfoque más adecuado consiste en exa­
11 así las minar la suerte corrida por el más importante sector de la fuerza de tra­
e domi­ bajo industrial, los obreros de la carne.
uetomb Los trabajadores de la carne eran a la vez un destacamento típico del
'llbargo, proletariado industrial argentino en los años cuarentas y, en un se.ntido
da en la estructural e histórico, el sector más importante. Al igual que la mayorla
tt'ucción de los obreros de las nuevas y pujantes industrias surgidas con la susti­
fnalistas tución de importaciones, los obreros de la carne no estaban organizados
n resur­ al comenzar la década. La historia de su movilización y organización, a
media a comienzos y mediados de los años cuarentas, revela un proceso no muy
lma por diferente del que experimentaron los trabajadores en las industrias nue­
rero fue vas del país durante el mismo perlodo. Pero debido a su posición dentro
. diseña­ de la economía exportadora, los obreros de la carne poseían un inherente
obreros poder económico y político, mucho más grande que el de otros sectores

eneficio de la clase obrera industrial. Dicho poder se veía reforzado asimismo por

Ddepen­ la importancia simbólica que estos obreros representaban para los nacio­

~rmar la nalistas opuestos al control extranjero de la sociedad argentina. Las lu­

chas organizativas de los obreros de la carne desafiaban de manera di­

recta los intereses del sector más privilegiado de la clase terrateniente y

sus aliados extranjeros, los capitalistas que poseían las plantas empaca­

doras y controlaban el comercio de la carne. Combatian la "alianza im­

pía" que había perpetrado el tratado Roca-Runciman, y que cargaba con

ero con­ la responsabilidad de toda la panoplia de políticas antínacionales y reac­

!ello evi­ cionarias de la "Década Infame". En suma, los obreros de la carne se

~bajado­ enfrentaban a la punta de lanza de las fuerzas antiargentínas que, a jui­

~berales cio de los nacionalistas económicos, habían pervertido el curso del desa­

risis del rrollo nacional por más de un siglo.

¡comien­ En consecuencia, no resulta sorprendente que a lo largo de la crucial

adichas etapa que va de 1943 a 1946 la historia de las luchas organizativas de los

190 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

obreros de la carne se encuentre íntimamente ligada a los acontecimien· y, sin embargo, necesi
tos políticos del país y al destino histórico del régimen nacionalista de rales que cerraban fiJa
Perón·. Los trabajadores de la carne desempeñaron un papel fundamen­ vista. De tiempo en ti.
tal en el proceso mediante el cual el movimiento obrero insurgente obli­ lentes líderes peronist
gó a los nacionalistas económicos argentinos a adoptar el programa de riales, mucho más gra:
reformas sociales y laborales que convirtió a la facción peronista en el Que los peronistas ent
elemento preeminente dentro del gobierno militar (junio de 1943 - octu­ deció más al poder dE
bre de 1945), salvó luego el experimento peronista de la destrucción por guerra mundial y a la
parte de la reacción liberal (octubre 17 de 1945), y finalmente consolidó cuarentas que a un de
el dominio peronista sobre la vida política del país (febrero de 1946). bilidad inherente de la
Mientras tanto, las organizaciones de los obreros de la carne, así como libertad que estas coyu
'. o otras del movimiento laboral, fueron primero despojadas de su liderato daban, los dirigentes IJ
,1 f
; '"
"t

marxista, un desenlace que culminó a principios de 1945, y luego lenta­ fuertemente para que (
mente privadas de su independencia ideológica y política, un doloroso y al movimiento obrero.
prolongado proceso que solo vino a cristalizar al final de la década. social que decían profe
Los trabl\iadores de la carne, al igual que otros obreros argentinos, que casi siempre ejer
prestaron estos indispensables servicios al gobierno peronista a cambio agente que llevó a los p
de un efectivo apoyo estatal a sus esfuerzos colectivos por mejorar los El ascenso y consol
salarios y las condiciones de trabajo, así como la calidad de sus vidas plista en buena parte e
fuera de las fábricas. A tiempo que combatían por lograr estas metas, gran hombre, concebi~
manipulaban las herramientas ideológicas disponibles para concebir una nado y por la oposición
visión nacionalista y radicalmente reformista para toda la sociedad ar­ También se explica COIl
gentina. Trataron de utilizar su nuevo poder y su acceso al Estado para de los inmigrantes de (J
sacar avante esa visión. La historia de su fracaso pone de relieve la inca­ que se congregaron bl\i
pacidad congénita de la solución nacionalista y corporativista del pero­
nismo para solucionar los problemas del desarrollo del país. Y, al mismo 81. Tales asuntos se discuten d~
tiempo, reseña la emasculación de la clase más progresista de la socie­ 82. Por ejemplo, la interpretacic
dad argentina. tido PeroDista, El movimie.
La historia de la organización de los obreros de la carne contradice nSn, preparación de una vid
fueron abrumados con una
asi las explicaciones comunes acerca del proceso por medio del cual el cincuentas; entre las más in
movimiento ol,>rero argentino fue organizado, institucionalizado y "pero­ York, 1951, y George 1. Blan
nizado" en los años cuarentas. Hasta hace poco, casi toda la historiogra­ 83. Esta visión es desarrollada I
teamiento maduro por su m
fía del período -peronista, marxista y liberal- hacía énfasis en el acti­ miento del peronismo: El rol
vo papel de la dirección peronista en el proceso y l~ función esencialmen­ mico, 13:51, oct.-dic. 1973, i
te pasiva de las masas obreras (80). No hay duda de que los líderes pero­ Labor, Nationalism, lUld Po
recientes han desafiado efee
nistas aspiraban a sacar partido del poderío latente del movimiento obre­ grantes internos en el aseen
ro en beneficio de un proyecto político más amplio y que se sirvieron exi­ lo fundamental intactas. Est
tosamente del poder estatal para alcanzar dicho objetivo. Perola historia los no organizados se convú;
victorias electorales de éste
de la crucial etapa de 1943-46 nos muestra más bien una dirección pero­ establecidos que de los recié
nista débil ya menudo vacilante. Prisioneros de una filosofía social reac­ sushita, Movimiento obrero.
cionaria, los peronistas temían el poder independiente de la clase obrera polltica de los sindicatos fer
treintas los más prestigiosos
tica más nacionalista que la.
predominio de las solucione
80. Murmis y Portantiero, "Crecimiento industrial", rompen decididamente con esta tradición. obrera. Una transformación
:nA
ARGENTINA 191

en­ y, sin embargo, necesitaban de él para superar las potentes fuerzas libe­
de rales que cerraban filas en contra de su proyecto nacionalista y corporati­
en­ vista. De tiempo en tiempo los obreros forzaron a los tímidos y ambiva­
:>li­ lentes lideres peronistas a otorgarles concesiones organizativas y mate­
de riales, mucho más grandes de lo que el peronismo juzgaba conveniente.
1 el
Que los peronistas entregaran tanto, sin mayor perjuicio para ellos, obe­
:tu­ deció más al poder de la economía nacional en las postrimerías de la
por guerra mundial y a la bancarrota del liberalismo argentino en los años
idó cuarentas que a un decidido compromiso con la justicia social o a la via­
16). bilidad inherente de la economía politica corporativista (81). Con toda la
mo libertad que estas coyunturales condiciones económicas e ideológicas les
'ato daban, los dirigentes peronistas a menudo tuvieron que ser presionados
Ita­
fuertemente para que otorgaran concesiones institucionales y materiales
10y
al movimiento obrero. Hubieron de ser forzados a practicar la filosofía
social que decían profesar y a tomar el poder que decían ambicionar pero
lOS,
que casi siempre ejercieron con timidez. Los trabajadores fueron el
Ibio agente que llevó a los peronistas a asumir tales posiciones.
los El ascenso y consolidación del perorusmo se explica de manerasim­
das plista en buena parte de la historiografía argentina como la obra de un
tas, gran hombre, concebido por los peronistas como un nacionalista ilumi­
una nado y por la oposición como un inescrupuloso politico oportunista (82).
af­
También se explica como consecuencia de la tradicional cultura politica
lafa
de los inmigrantes de origen rural, convertidos en obreros industriales,
lca­ que se congregaron bajo la bandera peronista (83). Pero ninguna de es­
ero­
smo 81. Tales asuntos se discuten de manera sistemática en la sección final de este ensayo.
~cie- 82. Por ejemplo,la interpretación peronista está ilustrada en las siguientes obras tempranas: Par­
tido Peronista, El movimiento perODista. Buenos Aires, 1964, y Enrique Pavón Pereyra. Pe­
rón, preparación de una vida para el mando, 9a. OO., Buenos Aires, 1963. Los lectores ingleses
dice fueron abrumados con una serie de interpretaciones antiperonistas a comienzos de los aflos
uel cincuentas; entre las más influyentes figuran Robert J. Alexander, Tbe Peronlst Era, Nueva
ero­ York, 1961, y George I. Blankston, Perón's Argentina, Chicago, 1953.
83. Esta visión es desarrollada ampliamente en la obra de los investigadores liberales. Un plan­
~­ teamiento maduro por su más influyente y recursivo exponente es Gino Germani, "El surgi­
reti­ miento del peronismo: El rol de los obreros y de los migrantes internos", en Desarrolló Econó­
len­ mico, 13:51, oct.-dic. 1973, pp. 435-489. El impresionante estudio histórico de Samuel Baily,
Labor, Nationalism, and PoUtics, tiene la misma suposición cultural. Estudios revisionistas
ero­
,re­ recientes han desafiado efectivamente la insistencia de Germani en la importancia de los mi­
grantes internos en el ascenso del peronismo, pero han dejado sus suposiciones culturales en
exi­ lo fundamental intactas. Estos estudios han mostrado que tanto los obreros organizados como
los no organizados se convú:1;ieron en decididos partidarios del peronismo y que las primeras
bria victorias electorales de éste en realidad dependieron más de los votos de los distritos obreros
n-o­ establecidos que de los recién formados. La reseiia más sistemática de esta literatura es Mat­
lac­ sushita, Movimiento obrero... El último estudio, como el de Tamarin, está enfocado hacia la
era polltica de los sindicatos ferroviarios y de la COT y demuestra que hacia finales de los ai\os
treintas los más prestigiosos lideres sindicales hablan adoptado una actitud económica y poli­
tica más nacionalista que la de sus predecesores e ido más allá del énfasj,s sindicalista en el
predominio de las soluciones económicas sobre las politices para los problemas de la clase
obrera. Una transformación similar de las politicas de los dirigentes de varias organizaciones
5l:.
192 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

tas explicaciones puede esclarecer a cabalidad la dinámica de los aconte­ de los frigoríficos. Las e
cimientos. Los obreros argentinos y no un gran hombre fueron quienes huelga eran básicamente.
hicieron la historia de aquellos años cruciales. Lo hicieron como seres tegro de los trabajadores
humanos realistas y racionales que trataban de solucionar los viejos pro­ cimiento del sindicato; m
blemas organizativos, culturales y materiales que afrontaban como cla· rios no calificados; y paga
se. No es necesario asumir los valores culturales premodernos de los llamados a presentarse 8
inmigrantes rurales para explicar la "peronización" de los trabajadores mismos obstáculos estruC1
argentinos. La gran debilidad·cultural del movimiento obrero no radica.. su organización: los esqui
ba en supuestos defectos culturales de los inmigrantes llegados del cam­ guistas; la·policia rompió
po, sino, paradójicamente,en los modernos valores capitalistas y libera­ ciones callejeras, cerró a
les inculcados a los obreros, tanto rurales como urbanos, desde cuando arrestó a cientos de m.ilita
fueron destruidas, a comienzos del siglo XX, la autonomia cultural y la se derrumbó muy pronto.
fuerza organizativa del movimiento obrero. La historia del ascenso y con­ por" perfeccionar" la or81
solidación del peronismo se concibe mejor como la lucha de los obreros ras hacian ~specialmente
por reconquistar la autonomía y la fuerza perdidas. Ningún grupo ilustra de destruir la agremiación
mejor todo el proceso que los trabajadores de la carne, ni contribuye tan· malmente introducidos en
to a su resolución. centaje de mujeres en la f¡
En vísperas del golpe mílitar de junio de 1943, luego de más de un años censales de 1914 y 1!
cuarto de siglo de fracasos colectivos, los obreros de la carne parecían dos nuevas exigencias que
estar a punto de lograr un avance organizativo espectacular. Parecían sición de la FOIC durante .
estar a punto de consolidar, bajo la dirección del Partido Comunista, igual y eliminación delsis1
poderosos sindicatos en la industria. Antes de 1930, el Partido Comunis­ bajo a destajo y primas COl
ta había sido una fuerza menor en el seno del movimiento obrero argen­ ritmo de trabajo (84).
tino y un organizador poco atractivo para los trabajadores de la carne. A partir de 1935 los co
Creado en 1919 a raíz de un desgajamiento minoritario del Partido Socia­ moderada en sus esfuerz(
lista, el partido se unió a la Tercera Internacional y luchó infructuosa­ tiempo que la FOIC difUl
mente durante los años veintes contra las facciones más numerosas de entre los obreros en asade
socialistas, sindicalistas y anarquistas por el control del quebrantado queñas mejoras en las COl
movimíento obrero argentino. Sin embargo, en 1932 la Federación Obre­ campaña nacional, basada
ra de la Industria de la Carne, FOIC, orientada por los comunistas, orga­ vencer a la opinión pública
nizó y dirigió la huelga más importante que se lanzó en las plantas em.pa· la dirección de· la CGT de
cadoras desde el fracaso de 1917·18. Dicha huelga cerró la más grande y obreros en los frigoríficos.
,; ... moderna planta empacadora de carne del mundo, el Frigorífico Anglo, mente a la moderada direc
"
que los británicos habian construido en Avellaneda en 1927. A pesar de zara prioritariamente a los
que se extendió brevemente a las otras plantas de Avellaneda y algunos dio el paso sin precedente!
obreros pararon en Berisso, la huelga se vino abajo en menos de quince lucha por poner fm a los al
días.
El paro de 1932 puso al descubierto una vez más la magnitud de los
problemas organizativos que enfrentaban los sindicalistas en la industria 84. Las demandas están reprodueKl
tancia de los obreros extranjelO4
esfuerzos por conseguir apoyo
obreras se demuestra en Joel Horowitz, "Adaptation and Change in the Argentine Labor magnitud de la represión policú
Movement, 1930-1943: A Study of Five Unions", disertación para Ph.D., University ofCali· Aires, La Nación, mayo 24 de U
fornia, Berkeley, 1979. Dicha transformación, parte de un proceso histórico mAs amplio anali­ el recuento de Peter en CróDicít¡
zado en este ensayo, hizo más fácil que los obreros organizados aceptaran las iniciativas de los rificos incluidos en el censo mdt:
peronistas . tlÍAos menores de 18 años. CeJU
troRIA ARGENTINA 198

~te­ de los frigoríficos. Las exigencias expresadas en las peticiones ·de la


tienes huelga eran básicamente las mismas de la gran huelga de 1917-18: rein­
¡Seres tegro de los trabajadores despedidos por actividades sindicales; recono­
lB pro­ cimiento del sindicato; mejores salarios, especialmente para .los opera­
lO c1a­ rios no calificados; y paga de medio dia garantizada para quienes fueran
!lelos llamados a presentarse al trabajo. Los huelguistas fracasaron por los
ldores mismos obstáculos estructurales que quince años antes habían obstruido
lídica­ su organización: los esquiroles ocuparon pronto los puestos de los huel­
Icam­ guistas; la policía rompió los piquetes, dispersó reuniones y manifesta­
fibera­ ciones callejeras, cerró a la fuerza las oficinas centrales de la FOIC y
Dando arrestó a cientos de militantes sindicales. El respaldo de la clase obrera
~yla se derrumbó muy pr.anto. Los continuados esfuerzos de los empresarios
!ycon­ por' 'perfeccionar" la organización del trabajo en las plantas empacado­
breros ras hacían 'especialmente vulnerables a los obreros frente a todo intento
ilustra de destruir la agremiación sindical. Los principios tayloristas fueron for­
,e tan- malmente introducidos en las plantas a fines de los años veintes y el por­
centaje de mujeres en la fuerza laboral creció sustancialmente entre los
¡de un años censales de 1914 y 1935. Tales cambios desembocaron en 1932 en
¡recian dos nuevas exigencias que se convertirían en la piedra angular de la po­
¡recian sición de la FOIC durante el resto del decenio: salario igual para trabajo
Ilnista, igual y eliminación del sistema !' estándar" que utilizaba cuotas de tra­
Itnlnis­ bajo a destajo y primas con el fin de incrementar en forma constante el
argen,. ritmo de trabajo (84).
,carne. A partir de 1935 los comunistas adoptaron una posición táctica más
íSocia­ moderada en sus esfuerzos por organizar las plantas empacadoras. A
ctuosa­ tiempo que la FOIC difundia pacientemente su mensaje organizativo
~asde entre los obreros en asados y picnics, buscaba y a veces conseguía pe­
aotado queñas mejoras en las condiciones de trabajo. Además, orquestó una
~Obre­ campaña nacional, basada en moderadas demandas legalistas,· para con­
~ orga­ vencer a la opinión pública argentina, a los funcionarios del gobierno y a
'empa­ la dirección de la CGT de la necesidad de mejorar la situación de los
lIffide y obreros en los frigOríficos. En 1939 la F,OIC logró comprometer formal­
Anglo, mente a la moderada dirección socialista de·la CGT para que·se organi­
~arde zara prioritariamen,te a los obreros de la carne. Ese mismo año, la FOIC
¡lgunos dio el paso sin precedentes de solicitar ayuda al gobierno nacional en la
;quince lucha por poner fin a los abusos contra los trabajadores en los frigorífi­

.de los
84. Las demandas están reproducidas en La Van8Wll'fÜ" mayo 23 de 1932. La continuada il:npor­
dustrla tanda de los obreros extranjeros ("polacos y lituanos"), el papel central de las mujeres enlos
esfuerzos por conseguir apoyo para la huelga, el fracaso de las huelgas de solidaridad y la
iné Labor magnitud de la represión policial se encuentran en el reportaje del principal diario de Buenos
:tofCali­ Aires, La Nación, mayo 24 de 1932, p. 5,Sobre el sistema "standa,rd" y la huelga en sl, véase
;ijoanali­ el recuento de Peter en Crórdea.s proletaria&. .. , pp. 143-11. De los 23.200 obreros de los frigo.:.
~delos rlflCOS incluidos en el censo industrial dé 1935, 4.9'78, más de una quinta parte ,eran mujeres o
niños menores de 18 años. CeIUlO indllltrlal de 1936, p. 58.
194 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA_
ARGENTINA

coso Apoyada por la representacibn parlamentaria. del Partido Socialista


Sin embargo, las táCl
y redactada por el secretario general de la FOJC, José Peter, la peticibn,
adoptaron en su esfuerz·
llevada a la Cámara de Diputados en 1939, se proponía mostrar la situa­
fines de los años treintas
cibn de los trabajadores de la carne como una desgracia nacional. Peter
la organizacibn tan pron
partía de la premisa de que "todo cuanto se refiere a la produccibn e
ces, al contrario de los a
industrializacibn de la carne ( ... ) se vincula con las cuestiones econbmi­ histbrico de los inmigran
cas, sociales y políticas más profundas de la Argentina". La forma como
frigorificos indudableme
las compañías empacadoras extranjeras se burlaban de la ley resultaba sos del periodo ya no di
un caso ilustrativo. Sus tácticas antisindicales violaban la Constitucibn nacionalidad, el virtual c
Nacional, cuyo Artículo 14 concedía a los argentinos la libertad de aso­ na al comienzo de la de¡:
ciacibn. Sus prácticas laborales incumplían la legislacibn nacional que
cibn rural-urbana, había]
regulaba el trabajo de mujeres y de ~os (Ley 11, 317), estipulaba horas
nes nacionales y lingüist
de ~rabajo y sa~rio por tiempo extra (Ley 11, 544) y establecia compen­
saclO~es ~or aCCidentes y enfermedades industriales (Ley 9, 688). Resul­
dores de la carne. Más
durante la guerra y el SU]
taba ubmco,anotaba Peter, que no obstante la considerable importancia
de los obreros de la carne para la salud econbmica del país, éstos se en­ dejado de lado el mayor
frigorificos: la existencia
contrasen entre los asalariados peor pagados y menos saludables. Los
dos en las populosas pr(J
frigorificos extranjeros también se negaban a acatar la legislacibn sobre
ciencia popular· sobre la
indemnizacibn por despido, vacaciones anuales y licencia por enferme­
dad (Ley .11,729). Empero, aseveraba Peter, "quizás por sus caracteris­ conservadoras de los afi
amplias en respaldo a1a~
ticas, ninguna otra industria obligue tanto, por su sistema de trabajo, al
goce de vacaciones, y la licencia en caso de enfermedad". Por último pitalistas foráneos que ce
Peter afirmaba que las mismas políticas contractuales que minaban lo~
guerra también permitie:
cuantiosas ganancias qUj
intentos organizativos de los obreros de la carne lesionaban los intereses
los Aliados, se tornaran]
econbmicos de la nacibn en su conjunto.
da que· progresaba la c(
"Las empresas ocupan a obreros extranjeros especiahnente seleccionados entre
entre los dirigentes sind:
aquellos que por su poco conocimiento del idioma y del pats aceptan más fácihnente estadounidenSes: los dO!
con~ciones bochornosas p~a el trabajo. Con esto hacen aparecer al trabajador ex­ cibn ininterrumpida de 1
tranJe:o (... ) como un enemigo del trabajador nativo, ya que pareciera ser el causante los Aliados. Durante 194
de la disminución de los salarios y la desmejol'8 de las condiciones de trabajo. Asf es res de los operarios. de b
creada una odiosa y artificial división entre los 'criollos' y los 'gringos' que constitu­
presibn empresarial cont
ye un ele~~~ de p~rturbaci~. Per:o lo más grave es que para conseguir tan mezqui­
nos? perJudiCiales fmes, los frigorlflCOS han restado a nuestra agricultura centenares liados a las organizacion4
y md~ de braz?s aptos, ya que ca~i todos esos trabajadores extranjeros que ocupan, Todos estos factores 4
han Sido expenmentados campesmos en sus paises de origen" (85). obreros de la carne y a fu
ta importante y dio salídJi
varios meses de negocia
NO es sorprendente que la Cámara dominada por los conservadores
simpleme~te a~chivara la legislacibn socialista que tenía como propbsito
tratar las mquletudes expresadas en las peticiones de los trabajadores
de la carne. 86. Más tarde Peter dijo mucho 11
de trabajo quincenales para e
ranos que desempeiiaban trI
85. Cámara ~e Diputados, Diario de sesiones de 1939, Vol. 3, pp. 118-21. El proyecto presentado las empresas. José Peter, H
por l~s diputados socialistas para encarar las condiciones planteadas en la petición aparece en pp. 68-69. La diligencia de la
el IIUBmo volumen, pp. 49-53. sindicato en este periodo no'
competencia con los 8indieatc
ARGENTINA 195
,ta
Sin embargo, las tácticas moderadas y legalistas que los comunistas
>n,
adoptaron en su esfuerzo por organizar la industria de los frigoríficos a
la­ fines de los años treintas les permiti6 aprovechar el nuevo ambiente para
ter la organizaci6n tan pronto como empez6 la guerra mundial. Para enton­
1e
ces, al contrario de los alegatos formales de Peter, el disociador asunto
ni­ histórico de los inmigrantes extrarUeros dentro de la fuerza laboral de los
:no frigoríficos indudablemente había perilido importancia. Aunque los cen­
,ba sos del período ya no discriminan la fuerza de trabajo industrial según
Ión nacionalidad. el virtual cese de la inmigraci6n internacional a la Argenti­
go­
na al comienzo de la depresi6n mundial y más de una década de migra­
[ne
ción rural-urbana, habían disminuido quizá la importancia de las divisio­
ras nes nacionales y lingüisticas, si no étnicas y culturales, entre los trabaja­
m­ dores de la carne. Más aún, la gran demanda para las exportaciones
ul­ durante la guerra y el surgimiento de nuevas industrias en el país habían
cía dejado de lado el mayor obstáculo histórico para la' organizaci6nen los
m-
frigoríficos: la existencia de grandes cantidades de obreros desemplea­
.os dos en las populosas provincias del litoral. Por último, la creciente con­
)re
ciencia popular sobre las implicaciones antinacionales de las políticas
le­
conservadoras de los años treintas habia' creado la base para alianzas
lS­ amplias en respaldo a las luchas de los obreros de lacame contra los ca­
,al
pitalistas foráneos que controlaban los frigoríficos. Las condiciones de la
no, guerra también permitieron que los empresarios, ávidos de cosechar las
los cuantiosas ganancias que implicaba el cumplimiento de los contratos con
ses los Aliados, se tornaran más conciliatorios con los trabajadores. A medi­
da que progresaba la contienda, se desarro1l6 una inc6moda sociedad
entre los dirigentes sindicales comunistas y los capitalistas británicos y
!tre
ínte estadounidenses: los dos grupos estaban comprometidos en la produc­
'ex, ción ininterrumpida de un bien que era vital para el esfuerzo bélico de
íBte los Aliados. Durante 1941 y 1942, la FOIC logr6 remediar quejas meno­
hs res de los operarios de las plantas; asimismo, en tales años cedi6 la re­
itu· presi6n empresarial contra las actividades sindicales y el número de afi­
aui• liados a las organizaciones creci61entamente (86).
~
l' .'
Todos estos factores estucturales actuaron en favor de la lu.cha· de los
obreros de la carne y a fines de 1942 la FOIC obtuvo su primeraconquis­
ta importante y dio salida a una de sus viejas reivindicaciones: Luego de
varios meses de negociaciones, las compañías aceptaron acogerse a la
~s

loo
'es
86. Más tarde Peter dijo mucho más: que él sindicato consiguió una garantia efectiva de 60 horas
de trabajo quincenales para cada obrero, aumentos salariales, leche gratis para aquellos ope­
rarios que desempei1aban trabajos insalubres y alguna ropa de protección suministrada por
las empresas. José Peter, Historia y luebasde loe obrel'Oll de la came, Buenos Aires, 1947,
~o pp. 68-69. La dirigencia de la FOIC sostendrla luego que la cooperación de la compaftia con el
len
sindicato en este perlodo no fue lo suficiente como para mantener la lealtad de las bases en la
competencia con los sindicatos pro-peroDistas.
196 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

legislación nacional y otorgar vacaciones pagadas. El lo. de.enero de fos, sus avances orgal1Í2i
1943 Peter se unió a millares de obreros, funcionarios empresariales y los de sus rivales, fueron
representantes del gobierno provincial de Buenos Aires en una gran ce­ David Tamarin ham
lebración pública por este logro, acto que tuvo lugar en Avellaneda., cer­ organizaciones sindicale
ca del nuevo· frigorífico ., Anglo", en el Muelle Sur. Dicho evento coronó el número de miembros (
más de una década de lucha de la rOIC luego de la desastrosa huelga de 18% entre 1936 y 1941,
1932 y marcó el inicio de una nueva era. De un solo golpe el sindicato, obreros industriales casi
cuyos afiliados, según estimativos de la misma rolC, apenas represen­ ron cuenta de la mayorPl
taban en 1942 el 20% de la fuerza de trabajo de los frigoríficos, demostró tro más importantes sind
a la masa obrera su efectividad y consiguió el reconocimiento tácito de contribuyó con cerca del!
los funcionarios de las empresas y del gobierno (87). cal entre 1936 y 1941. A
El prestigio y la fuerza crecientes de las organizaciones comunistas dian la tasa de crecimiel
en la industria de la carne eran típicos de los avances marxistas en el indican las tendencias qt
movimiento obrero argentino a fines de los años treintas y comienzos de saba la guerra mundial.
los cuarentas,.; A partir de 1935, las tácticas de frente popular del partido gobierno, la dislocación E
y el resurgimiento de la economia argentina se conjugaron para favore­ por el estallido de la guer
cer el éxito de las acciones sindicales dirigidas por los comunistas. En cales y huelguísticas, ent
diciembre de ese año los comunistas organizaron y dirigieron una impor­ y huelguistas registrado
tante huelga en la industria de la construcción de Buenos Aires. Respal­ también neutralizarla la i

dada por un cese general de actividades que paralizó la ciudad durante contra la izquierda comu
dos días, en enero de 1936, la huelga triunfó. Esta victoria dio mucho así lo exigía.
prestigio a los comunistas entre los trabajadores e inició un proceso que, En la medida en que
en pocos años, los convertiria en la fuerza más dinámica del movimiento trabajadores de la constn
obrero. tos, los socialistas extend
Durante esta etapa, los cOlllunistas, al igual que .sus colegas de la cados y empleados. Dichc
CIO en Estados Unidos. adoptaron nna agresiva política de sindicalismo a conformar, en lnarzo d.
de industria, concentrando sus esfuerzos en los obreros de las ramas de ción moderada de la CGT
alimentos, textiles y metalurgia. La federación que tratar,on de construir obrera resultó infructuos(
entre los obreros de los alimelltos ilustra el alcance de sus planes y de en dos organizaciones sep
sus esfuerzos organizativos. La fe<!eración iba a ser organizada alrede­ los líderes moderados y 1
dor de un núcleo de obreros de la caTne e incor,poraría los sindicatos en central obrera de Argenti
los molinos, las cervecerías y las panaderías. Es~ sindicatos industria­ mento institucional que SE
les se ligarían, a su vez, con organizaciones de obreros rurales del sector ta en el movimiento obrer,
agroexportador y de las industrias nacionales de azúcar y vino. Aunque tar de junio de 1943, coaU
los comunistas estuvieron muy lejos de conseguir tales objetivos, con­ daban a los Aliados contJ:'l
quistaron una reputación de sacrificio y dedicación por la causa obrera micas del pros (89).
que sobrepasó a la de sus adversarios ideológic~. Los comunistas orga­ Las explicaciones sobl
nizaron y dirigieron prácticamente todas las huelgas que hubo en el pais ral se centran en la proful
entre 1936 y 1943 y, a pesar de que fueron más las derrotas que los triun­
88. Tamarin, "The Argentine Lát
nos en los aftos inmediatameJ!
87. El significado de la victoria de la rOlc está enfatizado en la prensa comunista contemporánea mis y Portantiero, "El movim
yen infonnes posteriores de miembros del partido: La Hora, enero 10 de 1943; Iscaro, Histo· los orígenes del peronismo, PI
ria, parte 4, p. 69; Peter, CróDlc:a8 prole*-rias..., pp. 198-99. La evidencia del creciente presti­ 89. Tamarin, "Tbe Argentine Lal
gio de la rOlc se aprecia en los acontecimientos de 1943, tratados más adelante. nes y desenlace de la diviswn ,
ARGENTINA 197

fos, SUs avances organizativos, especialmente ,cuando se comparan con


los de sus rivales, fueron impresionantes.
David Tamarinhareunido información que ilustra los logros de las
organizaciones sindicales comunistas durante el periodo. Mientras que
el número de miembros de las organizaciones obreras creció en cerca de
18% entre 1936 y 1941, el número de afiliados a sindicatos entre Jos
obreros industriales casi se duplicó; Las agremiaciones comunistas die­
ron cuenta de la mayor parte de dicho avance. El crecimiento de los cua­
tro más importantes sindicatos de industria dirigidos por los comunistas
contribuyó con cerca del 95 % de la expansión total de la afiliación sindi­
cal entre 1936 y 1941. Aunque estos logros organizativosapenas exce.­
ruan la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo industrial del país,
indican las tendencias que se tornaron explosivas a medida que progre­
saba la guerra mundial. No obstante la severidad de la represión del
gobierno, la dislocación económica y el creciente desempleo precipitado
por el estallido de la guerra, todo lo ,cual dificultaba las actividades sindi­
cales y huelguísticas, entre 1939 y 1942 se duplicó el número de huelgas
y huelguistas registrados en las estadisticas oficiales (88). La guerra
también neutralizarla la oposición y 18 represión de la clase dominante
contra la izquierda comunista, ya que el esfuerzo bélico de los Aliados
así lo exigía.
En la medida en que la organización comunista avanzaba entre los
trabajadores de la construcción, los textiles, la metalurgia y los alimen­
tos, los socialistas extendían su influencia en gremios de obreros califi­
cados y empleados. Dichos avances alentaron a socialistas y comunistas
a conformar, en marzo de 1943, una coalición para combatir a la direc­
ción moderada de la CGT. El intento por hacerse al control de la central
obrera resultó infructuoso y precipitó un gran cisma que dividió la CGT
en dos organizaciones separadas. Sin embargo, rompió el predominio de
los lideres moderados y pasivos de la Unión Ferroviaria en la principal
central obrera de Argentina. Fue así.como se eliminó el mayor impedi­
mento institucional que se oponia a la expansión de la .influencia marxis­
ta en el movimiento obrero. Ello significó que en visperas del golpe mili­
tar de junio de 194,3, coaliciones de socialistas y comunistas que respal­
daban a los Aliados controlaban las organizaciones sindicales más diRá..
micas del país (89).
Las explicaciones sobre el golpe militar de junio de 1943 por lo gene­
ral se centran en la profundidad de la crisis ideológica y politica del régi­

88. Tatnarin, "The Argentine Labor Movement", p. 243. La movilización de los obreros argenti­
nos en los años inmediataménte anteriores al golpe de junio de 1943 está subrayada en Mur­
mis y Portantiero, "El movimiento obrero en los orígenes del peronismo". en Estudios sobre
los origeDeIl del peronismo, pp. 59-126.
89. Tamarin, "The Argentina Labor Movem.mt". suminisira unreeuento detallado de los. oríge­
nes y desenlace de la división de la CGT.
198 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA,

men conservador en un mundo en guerra. Una década de abiertadomi­ Perón en octubre de 194
nación de clase, denunciada implacablemente por los nacionalistas eco­ ral (91). "Anhelo para 1
nómicos, había socavado sin remedio la legitimidad del gobierno. El ali­ corazón, que la lucha de
neamiento de las grandes potencias en la guerra· mundial colocó a la cla­ ellas". Tal objetivo PodJ
se dominante argentina ante un angustioso dilema que dividió a los sec­ zante de "el capitalisll
tores conservadores que manejaban el Estado. Si bien los tradiCionales vastos recursos de Arge
lazos económicos y culturales de los latifundistas hacían que éstos se in­ tativamente entre el pu
clinaran hacia la causa de los Aliados liberales y capitalistas, su posición embargo, un ataque COl
social y política reaccionaria los hacía simpatizar con el proyecto fascista monio legítimamente a(
de los poderes del Eje. Entre tanto, el curso inicial de la contienda, que Por el contrario, la proI
parecía apuntar hacia una victoria del Eje, alentó a ciertos elementos del paro del Estado". "No 1
ejército argentino, quienes compartian la ideología militarista, naciona­ argentina sea presa del
lista, corporativista y desarrollista de las potencias fascistas, a tomarse ya un llamado a su COI1
el poder político (90). Los conspiradores contaron con el apoyo de diver­ fomentar sus disolvenú
sos sectores civiles no pertenecientes a la clase obrera, unidos por el alma de los argentinos, s
repudio a las políticas económicas liberales cosmopolitas y a las fraudu­ los traidores a la patria
lentas prácticas electorales de la restauración conservadora. vaga advertencia acerca
No obstante, estas explicaciones dejan de lado un elemento de la po­ rativistas no se aplicaba
lítica argentina, crucial para entender el golpe y el patrón de los eventos crecer el odio en el cora:
subsiguientes. A juzgar por las políticas iniciales de la junta militar, el que consienta gobiernos
temor a un insurgente movimiento obrero de orientación marxista cons­ distributiva! ¡ Pobre del j
tituyó una poderosa fuerza motivadora en la mente de los conspiradores. ducir hacia la buena ann~
Pocos días después de haber tomado el poder, clausuraron las sedes de Lo que Perón afirmab
los sindicatos comunistas· y arrestaron y encarcelaron a los principales en víspera$ del golpe mi:
sindicalistas comunistas. Pero la represión del sindicalismo de izquierda detalles en un discurso p
no pudo contener la movilización obrera y la capacidad de las agremia­ mara de Comercio de BUI
ciones marxistas para lanzar costosas y masivas huelgas. El alcance de do Perón, "no cuenta con
las políticas laboralescorporativistas fonnuladas en los meses siguientes res para que piensen en
por la facción peronista'dentro de la junta militar debe ser comprendido argentinas, y cuál podría
a la luz de este hecho. A su turno, el éxito de dichas' políticas consolidó a porcentaje se encontraba
Perón en el poder y dio al pals las instituciones y el alineamiento político militar, afirmó Perón, sel
que hicieron tan excepcional su historia en la posguerra. Fuera del mar­ ra el poder que las fuer.!
co de un movimiento obrero insurgente bajo una tenue direcciónmarxis­ obrero estaban planeand(
ta, la lógica de esta secuencia de sucesos, y la renuente aceptación de su dió la huelga y ahora estal
desenlace por parte de la clase dominante argentina, resulta difícil de tra el capitalismo y el 0004
entender. consigo de manera inevitl
El mismo Perbn nunca ocultó su temor a un movimiento obrero con minar el "grave peligro"
conciencia de clase; y fue muy honesto con los trabajadores en torno a la con el pueblo en las can
naturaleza corporativista de su filosofía y al significado de su programa.
Resumió sucintamente sus puntos de vista en el primer número delórga­
no de la Secretaría de Trabajo y Previsión, la agencia establecida por 91. La agencia fue establecida ~
que habla ayudado a impleJDeI
enfoque sobre el movimiento
90. Un sesudo estudio de la politica de 10$ militares durante este Periodo es Robert A. Potash, El Buenos Aires, 1943.
ejército y la política en la Argentina: de Yrigoyen a Pel'ÓJI, Buenos Aires, 1971. 92. Revista de Trabajo y Prevjsicl
ARGENTINA. 199

Per6n en octubre de 1943 con el fin de llevar a la práctica su política labo­


ral (91) .• ,Anhelo para mi patria, con los más vehementes de.seos d~ mi
corazón, que la lucha de clases sea .sustituida por la armonia entre todas
ellas" . Tal objetivo podía conseguirse evitando la influencia deshumani­
zante de "el capitalismo tentacular internacional", desarrollando los
vastos recursos de Argentina y distribuyendo la nueva riqueza más equi­
tativamente entre el pueblo. Ninguna de estas políticas implicaba, sin
embargo, un ataque contra "el esfuerzo acumulado en forma de patri­
monio legitimamente adquirido, esencia viva de la propiedad privada".
Por el contrario, la propiedad privada necesitaba "el más decidido am­
paro del Estado". "No permitiremos, advertía a los obreros, que el alma
argentina sea presa delcomunismo". "A los extraviados ( ... ) he hecho
ya un llamado a su coraron. A los recalcitrantes, a cuantos aspiran a
fomentar sus disolventes teorías y pretenden seguir envenenando el
alma de los argentinos, se les hará sentir el rigor con que la ley castiga a
los traidores a la patria". Per6n concluía este planteamiento con una
vaga advertencia acerca de lo que podría suceder si sus políticas corpo­
rativistas no se aplicaban exitosamente: "¡Pobre del pals que permita
crecer el odio en el coraz6n de las masas trabajadoras! i Pobre del país
que consienta gobiernos que no cuiden de la administraci6n de la justicia
distributiva! j Pobre del gobierno que abandone el tim6n que ha de con­
ducir hacia la buena armonía entre el capital y .eltrabajol" (92).
Lo que Per6n afirmaba que estaba sucediendo de hecho en Argentina
en VÍsperas del golpe militar de junio de 1943, lo especific6 con lujo de
detalles en un discurso. pronunciado el 25 de agosto de 1944 ante laCá­
mara de Comercio de Buenos Aires. qEl pueblo por Si'f, comenz6 dicien­
do Per6n, "no cuenta con dirigentes. Y yo llamo ala reflexi6n a los seño­
res para que piensen en manos de quiénes estaban las masas obreras
argentinas, y cuál podría ser el porvenir de esa masa, que en un crecido
porcentaje se encontraba en manos de comunistas". La policia secreta
militar, afirmó Per6n, se enter6 tres meses antes de que el.ejército toma­
ra el poder que las fuerzas revolucionarlas en el seno del movimiento
obrero estaban planeando una huelga .general. El gobierno militar impi­
di6Ia huelga y ahora estaba en condiciones de enfrentar la amenaza con­
tra el capitalismo y el orden social que el fin de la guerra mundial traería
consigo de manera inevitable. Solo había un método adecuado para eli­
minar el ' 'grave peligro" , continu6 Per6n, puesto que tener que pelear
con el pueblo en las calles "repugna", "cosa que.solamente se hace

91. La agencia fue establecida bliQo la orientación de José Figuerola, un ideólogo oorporativista
que habla ayudado a implementar la pol1tiea laboral de Primo de Rivera. Figuerola resumió su
enfoque sobre el movimiento obrero en su libro lA eolaberadón lIOdaI ea lbipaaoamériea,
Buenoe Aires, 1948. .
92. Revista de Trabajo y Previsión, 1: 1, 1944, pp. m-xi.
·~ ... _­

',o

¡, 200 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

1, cuando no hay más remedio y cuando la gente quiere realmente la gue~ la huelga. Por primera"
I
I rra civil' Ese método consistia en que el Estado organizara a las masas ron cerrar de manera efe
y aplica} .... un programa real de justicia social, sin dar demasiado, ya que so. El gobierno militar d.
ello causarla un cataclismo económico, ni muy poco, lo cual conducirla a defender la "libertad de
un cataclismo social. La autoridad del Estado podrla, entonces, controlar tados y decenas de piqu
a las masas "para que cuando estén en su lugar nadie pueda salirse de adelante y la producción
él, porque el organismo estatal tiene el instrumento que, si es necesario, septiembre, Perón pudo
por la fuerza ponga las cosas en su quicio y no permita que salgan de su autorizaran a traer a PetE
cauce". "Se ha dicho, señores", prosiguió Perón, "que yo soy un ene~ En el arreglo alcanza
migo de capitales, y si 'ustedes observan lo que les acabo de decir no ción de la FOJC, e13 de o
encontrarán ningún defensor, diriamos, más decidido qué yo". Una conseguir lo que en real
: -, semana más tarde Perón leyó el mismo discurso en una reunión de dele· antagónicos. A cambio d
gados sindicales. Añadió que si los capitalistas se oponían a él; tal como rechos del sindicato y de
lo estaban haciendo,no retrocederla ni una pulgada en su programa so­ compañías, la FOIC acep
cial (93). dos libros en los que reca:
Entre los sindicatos marxistas que más preocupaban a los peronistas ral argentina; empero, el
en la junta militar se hallaban los de los trabajadores de la carne. Asi llevaron a la FOJC a toma
como otros sindicatos comunistas y Socialistas afiliados a la CGT marxis· mentada por los fracasos
ta, la FOIC fue ilegalizada de inmediato por el nuevo gobierno castrense. capacidad para sostener
En menos de una s.emana sus sedes sindicales de Avellaneda y Berisso directamente de las em)
fueron allanadas y clausu.radas y arrestados sus más prominentes lide. constreñida por la posicili
res, encabezados por Peter. Peter fue desterrado a Neuquén, una remo­ nar la economia argentin
ta aldea del interior, donde permaneció hasta cuando se inició la gran dos. Sea como fuere, el ae
huelga general de los frigorificos, en septiembre de 1943. FOIC. Los acontecimienk
La huelga fue cuidadosamente preparada por los militantes de la las debilidades estructure
FOIC. En julio organizaron una serie de manifestaciones de masas en DÍZación de los obreros de
Avellaneda, Berisso y Rosario con el propósito de plantear las quejas de las bases fueran a la huel
los obreros y formular las exigencias de la huelga. Estas inc1uian liber· lectivas. Si la FOJC no dir
tad para los dirigentes sindicales,respeto a las actividades de los sindi· rlan con o sin el apoyo de ]
catos, aumento general de salarios, pago igual por trabajo igual y treinta
horas garantizadas de trabajo semanal para todos los trabajadores. Las
compañías se negaron a negociar y finalmente, a mediados de septiem~ 94. Los libros de Peter son 108 <;ita;
los obreros de la came. El rela
bre, la FOIC se consideró suficientemente fuerte como para conv«ar a •,Asamblea General ExtraordiJ:
de las seguridades dadas por e
el4 de octubre para facilitar la i
cuarto intermedio para coneid~
98 . .Juan Domingo Perón, El pueblo quiere sal;er de qUé le trata, Buenos Aires, 1944, pp. 157-69. 3' Mantener constituidOllIOll CCl
No es verdad, como múeboe han 808tenido. que PelÓn era simplemente un oportl:ilWlta que done el conflicto. 4) Nombrar u:
decia cosas distintas a grupos diferentes. Como cualquier buen pollt.ioo. enfatizaba diferentes presidida por el compañero JOII
partes de su programa para atraer a distintos grupos sociales: justicia social a los obreros; nos de mejoras". Que la direcc
fuerza militar al ejército; desarrollo manufacturero a los industriales; la amenaza del movi­ nes en aras de la solidaridad ca
miento obrero manista a los capitalistas; antimperialismo a los nacionalistas econ6micos. sentantes diplomáticos norteam
Pero el corporativismo y el antimarxismo integrales que daban el fundamellto·flloe6fieo· a su cales en la clandestinidad. Para
pensamiento y a su programa se expresaban en pr6cticamente todos ilU8 diaeursoe importan­ de los poderosos sindicatos de :
tes. ApaIte cuán diferente fuera su base social de la de loe regúnenea fuclstas europeos clési­ desesperadamente por todos los
cos, el peronismo encuadra dentro de la tendencia filoaófica hacia el fueiamo. tal como lo defi­ minio politico sobre la nación. E
ne la obra capital de Emellt Nolte, Three F.... 01 PueIsm, Nueva York, 1986. Estado norteamericano: "Paree
ARGENTINA 201

la huelga. Por primera vez desde 1917-18, los obreros de la carne logra­
ron cerrar de manera efectiva las grandes plantas de Avellaneda y Beris­
so. El gobierno militar declaI:ó ilegal la huelga y recurrió a la policía para
defender la "libertad de trabajo". Más cuadros de la FOIC fueron arres­
tados y decenas de piquetes llevados a la cárceL Pero la huelga siguió
adelante y la producción en las plantas se paralizó. Por último, a fines de
septiembre, Perón pudo convencer a sus colegas del gobierno de que lo
autorizaran a traer a Peter a Buenos Aires para negociar.
En el arreglo alcanzado entre losperonistas del régimen y la direc­
ción de la FOIC, el3 de octubre., cada parte trató de utilizar a la otra para
conseguir lo que en realidad eran objetivos organizativos e ideológicos
antagónicos. A cambio de las promesas del régimen de respetar los de­
rechos del sindicato y de respaldarlo en próximas negociaciones con las
compañías, la FOIC aceptó levantar la huelga. Más tarde Peter publicó
dos libros en los que recapituló esta crucial coyuntura de la historia labo­
ral argentina; empero, en ningún momentose refirió a los motivos que
llevaron a la FOIC a tomar aquella determinación. Quizá la FOIC, escar­
mentada por los fracasos anteriores, abrigaba serias dudas acerca de su
capacidad para sostener una huelga prolongada y obtener concesiones
directamente de las empresas. Más probablemente, la FOIC estaba
constreñida por la posición del Partido Comunista y renuente a trastor­
nar la economia argentina e interrumpir los envíos de carne a los Alia­
dos. Sea como fuere, el acuerdo demostró ser un desastre táctico para la
FOlC. Los acontecimientos que siguieron revelaron que a fines de 1943,
las debilidades estructurales que en el pasado habían impedido la orga­
nización de los obreros de la carne ya no eran suficientes para evitar que
las bases fueran a la huelga en procura de sus históricas demandas co­
lectivas. Si la FOIC no dirigía la lucha, militantes.independientes lo ha­
rían con o sin el apoyo de los peronistas (94).

94. Ws libros de Peter son los citados anteriormente, Crónicas proletarias e Historia J lucba8 de
108 obreros de la carne. El relato de Peter en Crónicas reproduce el acuerdo aceptado por la
"Asamblea General Extraordinaria" de 108 obreros de la carne en Avellaneda. Alli, en vista
de las seguridades dadas por el gobierno, la asamblea resolvió (p. 207): "1) Volver al trabajo
el4 de octubre para facilitar la intervención del gobierno en la solución del conflicto. 2' Pasar a
cuarto intermedio para considerar la respuesta de las empresas al gobierno y a la FOIC.
31 Mantener constituidos los Comités de Huelga de los distintos frigoriflcos hasta que se solu­
cione el conflicto. 4) Nombrar una amplia Comisión de los obreros de los distintos frigoriflcos,
presidida por el compañero José Peter, para que intervenga en la consideración de los petito­
rios de mejoras" . Que la dirección de la FOIC contaba con que las empresas harían concesio­
nes en aras de la solidaridad con los Aliados fue confirmado a comienzos de 1945 por repre­
sentantes diplomáticos norteamericanos que m8ntenlan estrechos contactos con lideres sindi­
cales en la clandestinidad. Para entonces, dirigentes properonistas manteruan un firme control
de los poderosos sindicatos de las plantas empacadoras, y la misión estadounidense trataba
desesperadamente por todos los medios de detener a Perón en su intento por consolidar su do­
minio pol1tico sobre la naciÓn. Eduard Raed escribió, ello. de febrero de 1945, al Secretario de
Estado norteamericano: "Parecla suficientemente claro, desde un principio, que los lideres de
202 LOS TRABAJADORES EN LAHISTORIA ARGENTINA

Resulta más claro el razonamiento adoptado por los peronistas. Co­ mesas del gobierno. Re
mo nacionalistas corporativistas, querían demostrar a los elementos tra­ los líderes comunistas '
dicionales del ejército en el gobierno, así como a sus críticos liberales,
tanto la magnitud de la amenaza del movimiento obrero marxista como
relato de Peter, por ot;
que la misma tarde mil]
su propia capacidad para controlar y canalizar dicha amenaza. Haciendo de la FOJC en Berisso y
una evaluación retrospectiva, el negociador de Perón con los obreros de La verdad exacta de
la carne, coronel Domingo A. Mercante, declaró que el acuerdo con la cuencias dellevantamie
FOJC había sido "nuestro primer triunfo". Mercante asistió ala mani­ sindicato demostr6 ser
festación masiva convocada por la FOJC en el Muelle Sur, el3 de octubre negociaciones con el gol
de 1943, para conseguir el respaldo de las bases al acuerdo de levanta­ la FOJC rechazaron las (
miento del paro. Su descripción del evento enfatiza el tamaño y el entu­ sus sedes a cambio de D
siasmo de la multitud, as! como el gran prestigio de que disfrutaba Pe­ men militar desat6la m
ter. fa. El 22 de octubre, su
sus líderes encarcelados
"Cuando llegamos nos sorprendió la multitud. Alrededor de seis mil ooreros vivaban do dürante seis meses y
a Peter. lo abrazaban, lo apretaban, lo llevaban en andas. Peter tuvo que dar varias ber pasado más de año y
vueltas por la cancha para satisfacer las efusiones; después habló, y la huelga se le­ 1943, los fondos de la Fe
vantó alli mismo.
Aunque Peter no mencionó la circunstancia de que su libertad se debla a Perón, éste
bros disidentes que ant
fue un detalle que no escapó al conocimiento de los trabajadores. Yo caminé entre tanto, la lucha de los oh]
ellos, vestido con mi uniforme y nadie me molestó, pese a que me miraban con por la organizaci6n en le
odio" (95). direcci6n de Reyes y no e
zaron las huelgas masiva
nes mayores y, por últim
Cipriano Reyes, el hombre destinado a desempeñar un importante de la dirigencia peronist4l
papel en la organizaci6n de los obreros de la carne y en las relaciones con Al igual que Peter, Re
Perón, relató luego de manera muy distinta el desenlace de la huelga. cia y, lo mismo que Pete
Según él, los delegados de las plantas de Berisso se opusieron al levan­ jornalera agrícola itinera
tamiento de la huelga a cambio de la liberación de Peter y las vagas pro- británicos río arriba de B
se afilió al Partido Comw
lo largo de la Depresi6n ¡
la role estaban decididos a aprovecharse de las condiciones planteadas por la guerra para lle­ llaneda, Reyes pas6 la IDi
var a las empresas a negociar en tomo a la cooperación, lo cual seria equivalente al reconoci­
miento y un paso hacia el control sindical sobre la contratación del trabajo. También parecia tuosamente de dejar atrá
claro que, con la aparición de Perón con su esquema de dictadura, agregando al control del dista. Aprendi6 de su ma.
movimiento obrero el control de las fuerzas armadas, los lideres de la rolC tenian grandes dejaban las presentacionc
esperanzas de hallar a los empresarios menos tercamente opuestos a ellos. Pensaban que la
oposición a Perón seria algo que tendrian en común con los administradores de l ... ) las ofici­
en las aldeas de la pampl
nas matrices de los paises democráticos. Pensaban que la lucha contra los enemigos de las Guerra Mundial, siendo
democracias podria tomarse tan en serio como para hacer posible un frente común entre enos vida con sus propias man
y los adxninistradores de los frigorlficos, en oposición a los enemigos locales de las democra­
cias. Pronto se dieron cuenta de que para estos empresarios el esquema de Perón, aunque agrícola migrante, de las I
maligno, en realidad era el menor de los dos males". U.s. National Archives, Department of ro no calificado en un ~
State, 835.5045/2-145Ide ahora en adelante, USNAlDS). nales de los años veintes
95. El tan citado informe de Mercante fue publicado en una entrevista en PrImera Plana, No. 146,
agosto de 1965, pp. 24-30. Posteriormente, Mercante elevó su estimativo del tamaño de la
multitud ("20 mil o 30 mil personas") y amplió su evaluación del significado de la huelga ("el
comienzo de una huelga general contra el gobierno"). Félix Luna, El 45: CróBica de UD BAo 96. Cipriano Reyes, Yo hice ell;
decisivo, Buenos Aires, 1969, pp. 118-19. proletarias, p. 207.
ARGENTINA

mesas del gobierno. Reyes sostuvo que él mismo arrebatb el micrófono a


los líderes comunistas y exhortb a los obreros a continuar la huelga. El
relato de Peter, por otra parte, concuerda con el de Mercante. Afirma
que la misma tarde millares de trabajadores se reunieron frente a la sede
de la FOIC en Berisso y apoyaron la decisión de levantar la huelga (96).
La verdad exacta de tales testimonios importa menos que las conse­
cuencias del levantamiento de la huelga por parte de la FOIC. Cuando el
sindicato demostró ser incapaz de obtener concesiones en posteriores
negociaciones con el gobierno y las empresas, y cuando los dirigentes de
la FOIC rechazaron las ofertas oficiales de dinero y lujosos edificios para
sus sedes a cambio de cooperar con los planes gubernamentales, el régi­
men militar desató la más severa represión contra el sindicato comunis­
ta. El 22 de octubre, sus sedes sindicales fueron de nuevo allanadas y
sus líderes encarcelados. Peter fue mantenido virtualmente incomunica­
do durante seis meses y finalmente deportado al Uruguay luego de ha­
ber pasado más de año y medio en cárceles argentinas. En noviembre de
1943, los fondos de la FOIC fueron oficialmente trasferidos a dos miem­
bros disidentes que antes habían sido expulsados del sindicato. Entre
tanto, la lucha de los obreros de la carne por sus demandas colectivas y
por la organización en los frigoríficos siguió adelante. Pero fue bajo la
dirección de Reyes y no de la FOIC como los trabajadores de la carne lan­
zaron las huelgas masivas que forzaron a las empresas a hacer concesio­
nes mayores y, por último, consiguieron el apoyo cauteloso y condicional
de la dirigencia peronista.
Al igual que Peter, Reyes había nacido en un hogar pobre de provin­
cia y, lo mismo que Peter, de joven había trabajado en la pampa como
jornalera agrícola itinerante antes de hallar empleo en los frigoríficos
británicos río arriba de Buenos Aires. Pero a diferencia de Peter, quien
se afilió al Partido Comunista a finales de los años veintes y se dedicó a
lo largo de la Depresión a la lucha por organizar los frigoríficos de Ave­
llaneda, Reyes pasó la mayor parte de los años treintas tratando infruc­
tuosamente de dejar atrás la vida proletaria y establecerse como perio­
dista. Aprendió de su madre las primeras letras en los ratos libres que le
dejaban las presentaciones de un pequeño circo que manejaba su padre
en las aldeas de la pampa. Cuando el circo fracasó, durante la Primera
Guerra Mundial, siendo Reyes aún niño, se vio obligado a ganarse la
vida con sus propias manos. Pasó de aprendiz de carpintero a jornalero
agrícola migrante, de las cuadrillas de trabajadores de carreteras a obre­
ro no calificado en un frigorífico. Mientras tanto, siguió leyendo y, a fi­
nales de los años veintes, ya publicaba pequeños cuentos y poemas en

96. Cipnano Reyes, Yo hice el 17 de octubre, Buenos Aires, 1973, pp. 107-127; Pater, Crónicas
proletarias, p. 207.
204 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

periódicos locales. Con el tiempo descubrió salida a sus talentos comer­ narias en los años trein1
ciales y publicitarios, los cuales debió aprender al lado de su padre en los zar la amenaza de los e
días del circo. Por ejemplo, después de haber tomado un empleo en una también entendió pronl
panaderia de Castelli, un pequeño pueblo,a fines de los veintes, logró obstáculo para ganar e.
crearse una posición distribuyendo productos cocidos al horno en los al­ ello siempre recurrió a
rededores~ En 1930 se trasladó al puerto de Necochea, en donde escribió para presionar las petic
para el periódico local, apoyó una exitosa huelga de los trab~adores Iglesia Católica y de sus
marltimos y fundó un club de fútbol que pronto lo eligió como presiden­ cales con el fin de dar le
te. Algo más tarde, alcanzó un éxito notable como escritor de un periódi­ nizativos. Por último, R~
co provincial independiente que dedicaba la mayorla de sus páginas a las huelgas. Durante lal
cubrir eventos deportivos. Por último, fundó lo que él denominó •'Publi­ escondió con su máqui!
cidad Moderna" . Equipó una furgoneta con micrófonos y empezó a tra­ islas frente a Berisso. J
b~ar en las pequeñas poblaciones de la pampa presentando un espec­ las huelgas y distribuy~
táculo que combinaba la música con la publicidad para los comerciantes miento que ayudaron a .
locales. En 1940 partió para Buenos Aires con la esperanza de conseguir los perjudiciales infoIlllE
el patrocinio de un banquero porteño que había conocido durante sus Después de la repre
viajes. Esperaba emplearse en una revista importante o en una estación 1943, Reyes desempeñ6
de radio. Comoquiera que estos planes fracasaron, trabajó por un tiempo entre comunistas, milita
en calidad de ayudante de cámara de unjuez. Esa experiencia, dirla más por el control de las 00&
tarde, le creó amargura en contra de la burguesía porteña. Tiempo des­ militantes independientE
pués renunció al trabajo y se unió a unos parientes que habían migrado tas, triunfaron en la prÍl
al suburbio industrial de Berisso. Allí, a comienzos de los años cuaren­ costó mucho á todos los
tas, tomó un empleo en el frigorlfico Armour, donde pronto principió a fluencia de los comunistl
aplicar sus talentos especiales al problema -y el potencial- de la orga­ mente en Avellaneda. ]
nización de los obreros de la carne (97). sobrepasar a los militant
Reyes ingresó a la planta de Armour en momentos en que las condi­ las acciones laborales y I
ciones para la organización laboral se tornaban ideales y logró emplear organizativos en las reiv
sus habilidades organizativas y de comunicación para colocarse a la ca­ inicialmente en términos
beza de la gran movilización de los obreros de la carne entre 1943 y 1946. sindicatos independientE
Consiguió un trab~o en la planta eléctrica del frigorlfico, donde descu­ bases movilizadas, deme¡
brió lo que más tarde llamó el Huevo de Colón de las acciones laborales la huelga por demandas (
en las plantas empacadoras. Con la progresiva mecanización de los fri­ laboral argentina. Como 1
gorlficos después de la Primera Guerra Mundial, la planta eléctrica su­ pación de los comunista!
peró a las playas de matanza como talón de Aquiles de todo el proceso muy difícil en un comíel
productivo. Reyes se dedicó a construir el núcleo de la organización de ellos en realidad no eran
los obreros de la carne en tomo a estos estratégicos trabajadores. Tam­ mente se dieron cuenta (
bién fue uno de los primeros líderes sindicales de Argentina que com­ los militantes independie:
prendió el poder de las huelgas de brazos caídos y la disminución del rit­ catos independientes de 1
mo de trabajo para conquuistar las reivindicaciones obreras. El proleta­ conveniencia. A lo largo
riado industrial de todo el mundo empezó a usar estas técnicas revolucio­ maniobraron constantem
minio. Los peronistas del
97. La información sobre Is vida y actividades organizativas de Reyes en éste y los párrafos si­
mían, mimaban y constrej
guientes está tomada de su libro citado en la nota 96. Debe interpretarse con especial cuidado: pondían aplicando sus pr(
el talento de Reyes para autoPromoverse es evidente por todas partes. La amplia legislación 1
;IA ARGENTINA 205

~r­ narlas en los años treintas. Ambas tácticas teman la ventaja de neutrali­
os zar la amenaza de los esquiroles en las actividades huelguisticas. Reyes
na también entendió pronto que la ideología comunista era un importante
;ró obstáculo para ganar el apoyo público para las demandas obreras. Por
!l­ ello siempre recurrió a la retórica del nacionalismo y la justicia social
lió para presionar las peticiones de las huelgas. Consiguió el respaldo de la
es Iglesia Católica y de sus hasta entonces fracasadas organizaciones sindi­
cales con el fin de dar legitimidad y apoyo material a sus esfuerzos orga­
:li­ nizativos. Por último, Reyes captó el papel de la comunicación interna en
la las huelgas. Durante las grandes huelgas de Berlssoen 1944 y 1946, se
I ti- escondió con su máquina de escribir y su mimeógrafo en las· pequeñas
~a­ islas frente a Berisso. Así evitó ser arrestado, mantuvo la dirección de
~­ las huelgas y distribuyó un flujo constante de noticias acerca del movi­
;es miento que ayudaron a levantar la moral del sindicato y a contrarrestar
lir los perjudiciales informes de los diarios de circulación masiva.
,us Después de la represión de que fue víctima la FOIC en octubre de
ón 1943, Reyes desempeñó un papel central en la violenta lucha que siguió
po entre comunistas, militantes independientes y peronistas en el gobierno
tils por el control de las bases insurgentes del proletariado de la carne. Los
:lS­ militantes independientes, dirigidos por Reyes en aliaMa con los peronis­
do tas, triunfaron en la primera fase de la lucha. Su victoria no fue fácil y
costó mucho a todos loscontendores. Todavía bien entrado 1944, la in­
fluencia de los comunistas seguia siendo fuerte en las plantas, especial.
mente en Avellaneda. Los cuadros comunistas, obligados a tratar de
sobrepasar a los militantes independientes, apoyaban sistemáticamente
di­ las acciones laborales y procuraban introducir sus principios políticos y
~ar organizativos en las reivindicaciones que los independientes concebían
ta­ inicialmente en términos puramente económicos. Al mismo tiempo, los
16. sindicatos independientes, obligados a permanecer a la cabeza de las
ru­ bases movilizadas, demostraron una combatividad, una voluntad de ir a
les la huelga por demandas cada vez mayores,sin precedentes en la historia
tri.. laboral argentina. Como resultado de su propia militancia y de la partici­
"
lu­ pación de los comunistas en sus huelgas, para los independientes fue
Iso muy dificil en un comienzo convencer a la dirección peronista de que
de ellos en realidad no eran comunistas. Sin embargo, los peronistas final­
!n­ mente se dieron cuenta de que no teman otra alternativa que apoyar a
n- los militantes independientes. La alianza entre los peronistas y los sindi­
lt.­ catos independientes de los frigoríficos fue, entonces, un matrimonio de
i­ conveniencia. A lo largo del período entre 1943 y 1946 las dos partes
D- maniobraron constantemente por conseguir ventajas y lograr el predo­
minio. Los peronistas del régimen alternativamente estimulaban y repri­
mían, mimaban y constreñían a los sindicatos independientes. Estos res­
pondían aplicando sus propias presiones.
La amplia legislación laboral y social que los peronistas pusieron en
206 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

práctica para dar cuerpo a su plan corporativista en el movimiento obre­ nales garantizadas q\
ro estimuló a los independientes. También las politicas especificas dise­ ocho meses antes. Nc
ñadas especialmente para enfrentarlos a los problemas particulares de pendientes desencad~
los trabajadores de la carne. Los peronistas implantaron una maquinaria vas concesiones de lo
para reconocer y controlar las organizaciones laborales y otorgar impor­ ron con un paro en to
tantes beneficios a los sindicatos legales y a sus miembros. Los trabaja­ obligar a las compañíl
dores gozaban de libertad de organización mientras el objetivo de sus adicionales en las co
sindicatos no fuese "contrario a la moral, las leyes y las instituciones mediación del gobien
fundamentales de la nación" (98). De hecho, los sindicatos legales tam­ bajadores. Pero aquél
bién tenían que recibir la bendición de los peronistas que controlaban la para reducir los crecÍ€
Secretaria de Trabajo y Previsión. Los sindicatos legales calificaban para sindicales y responde)
descuento de cuotas sindicales, subsidios para construcción de sedes y do de manera concer
mediación del gobierno en los conflictos industriales. A través de sus despedir a 17 mil obn
sindicatos legales, los trabajadores podian tener acceso a programas de fuerza laboral. Era éS1
seguridad social y conseguir la aplicación de leyes relativas a cuestiones dicatos podian tolerar
como protección en caso de accidentes, pensiones e indemnización. Ade­ la sanción legal del g(J
más de esta legislación laboral y social, los sindicatos de obreros de la de empaque de carne «
carne oficialmente reconocidos conseguían del gobierno que sus huelgas siones para los trabaja
fueran declaradas legales, y de la policía la neutralidad e incluso el res­ yoría de los despidos,
paldo, lo mismo que una mediación favorable de los funcionarios en las gales que convulsiona!
negociaciones con las compamas empacadoras. Eventualmente, obte­ ros lograron la garantí
nían cuantiosas subvenciones gubernamentales para reponer los salarios incrementos salariales
que perdían en las huelgas y compensar a los obreros despedidos. De cámaras frías, mejoras
otro lado, la represión y la coacción de los peronistas contra sus aliados timenta protectora. Al
en los sindicatos independientes eran frecuentes y a veces agudas. Iban a los obreros de la car
desde el encarcelamiento de los lideres que se negaban a cooperar, las legales y a entregar tre
incursiones policiales contra sus sedes sindicales y sus piquetes, hasta operarios despedidos e
las exhortaciones públicas y privadas pidiendo moderación en las de­ Durante estas hueq
mandas y las tácticas de los trabajadores. siones de persuadir a le
Pero las presiones en el seno de la alianza de peronistas y sindicalis­ la· promesa de que arrE
tas independientes corrían en ambas direcciones. No fue sino mucho incumplia. aquéllos ata,
después de que los peronistas lograran el control total del Estado, des­ oficina nacional del trat
pués de las elecciones presidenciales de febrero de 1946, cuando éstos las exhortaciones radiO!
pudieron implantar, por medio de la coerción y de importantes concesio­ jo. Aunque el gobierno
nes adicionales, el dominio indiscutido sobre los sindicatos de los obre­ mantuvo hasta el2 de j¡
ros de la carne. Luego de que la intervención oficial les ayudó a solucio­ sas gubernamentales e:
nar en su favor una gran huelga en junio de 1944, los sindicatos indepen­ reorganizaron e impuls
dientes suscribieron un acuerdo con el gobierno, redactado en un len­ del ritmo de trabajo qu
guaje corporativista, en virtud del cual se abstenían de ir a la huelga por nes, presididas por Me
un año. A cambio obtuvieron aumentos salariales y las 60 horas quince­ de septiembre, tales nE
vención colectiva en la:
98. La cita es del decreto que regulaba las asociaciones "profesionales" , finnado a comienzos de
dicales y funcionarios d
octubre de 1946, y que gui6la politica laboral de la junta militar a lo largo de su administra­ ció procedimientos forn
ción. to y de la empresa (com
ORlA ARGENTINA 207

¡,bre­ nales garantizadas que la FOIC no había podido lograr de las compañías
dise­ ocho meses antes. No obstante, seis meses después los sindicatos inde­
~ de pendientes desencadenaron una oleada de huelgas que les valieron nue­
narla vas concesiones de los empresarios y el gobierno. Las huelgas comenza­
¡¡por­ ron con un paro en toda la industria, en enero de 1945, organizado para
baja­ obligar a las compañías a cumplir acuerdos previos y conquistar mejoras
• sus adicionales en las condiciones de trabajo. Las compañías aceptaron la
iones mediación del gobierno, que desembocó en nuevas concesiones a los tra­
taro­ bajadores. Pero aquéllas pronto contraatacaron con un plan coordinado
~la para reducir los crecientes costos laborales, deshacerse de los militantes
:~para sindicales y responder a los inciertos mercados de la posguerra. Actuan­
des y do de manera concertada, en marzo de 1945 las empresas decidieron
~ sus despedir a 17 mil obreros de la carne, cerca de una tercera parte de su
-.s de fuerza laboral. Era ésta una perspectiva que ni los peronistas ni los sin­
~nes dicatos podían tolerar. Estos últimos respondieron con una huelga, con
rAde­ la sanción legal del gobierno, en abril de 1945, que paralizó la industria
.de la de empaque de carne durante tres semanas y generó importantes conce­
¡elgas siones para los trabajadores. Los sindicatos no pudieron impedir la ma­
,1 res­ yoría de los despidos, pero en esta huelga y en posteriores acciones ile­
en las gales que convulsionaron la industria entre mayo y septiembre, los obre­
:obte­ ros lograron la garantía de 86 hQras de trabajo por quincena, grandes
darlos incrementos salariales, paga de ocho horas por seis de trabajo en las
~. De cámaras frías, mejoras en las condiciones sanitarias y suministro de ves­
liados timenta protectora. Al mismo tiempo, el Estado se comprometió a pagar
~ Iban a los obreros de la carne los días perdidos en actividades huelguísticas
ll",las legales y a entregar tres meses de compensación salarial para los 12.600
basta operarios despedidos entre enero y abril de 1945.
;S de- Durante estas huelgas la dirección peronista trató en repetidas oca­
siones de persuadir a los obreros para que regresaran a sus puestos con
~calis­ la promesa de que arreglaría sus problemas. Cada vez que el régimen
pucho incumplía, aquéllos atacaban de nuevo. Miles de obreros marcharon a la
~,
des­ oficina nacional del trabajo para presionar a los funcionarios y desafiaron
I éstos las exhortaciones radiodifundidas de Perón para que retornaran al traba­
!.Cesio­ jo.Aunque el gobierno declaró ilegal la huelga en mayo de 1945. ésta se
I obre­ mantuvo hasta el2 de julio, cuando fue levantada ante renovadas prome­
t)lucio­ sas gubernamentales en torno a la solución de las demandas. Luego se
lepen­ reorganizaron e impulsaron eficaces paros seccionales y disminuciones
ID len­ del ritmo de trabajo que forzaron a las empresas a aceptar negociacio­
ga por nes, presididas por Mercante en septiembre de 1945. Finalmente, el 22
lUÍDce- de septiembre, tales negociaciQnes abrieron el camino a la primera con­
vención colectiva en la industria de la carne, suscrita por delegados sin­
r dicales y funcionarios de las compañías. Con este acuerdo, que estable­
jenzos de ció procedimientos formales de quejas entre representantes del sindica­
hmústra­
to y de la empresa (comités paritarios) t los sindicatos de los obreros de la
208 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

carne obtuvieron reconocimiento legal de las compañías y formalizaron coalición antiperoni~


las conquistas que habían alcanzado durante los dieciocho meses previos cional entre las nací.
de lucha (99). munistas y socialista
De este modo, entre 1944 y 1945, la alianza entre los sindicatos no res tradicionales, COI
marxistas y los funcionarios peronistas del gobierno liquidó la influencia los representantes di
comunista entre los trabajadores de la carne. Las bases obreras compa­ objeto de derrocar a
raban los términos de la lucha y medían el alcance de los beneficios bajo económicos liberales
'el régimen militar dominado por los peronistas y bajo los gobiernos con­ 1943. Así, los partide
servadores que le precedieron. En la industria de la carne, así como en la denominaban sus te(
mayoría del sector manufacturero argentino, las organizaciones dirigi­ capitalistas extranjert
das por los comunistas fueron demasiado débiles, sus vidas demasiado se al programa nad
" cortas y los beneficios materiales demasiado modestos como para consti­ mo (lOO). Entre tanto,
tuirse en un competidor serio en la lucha por ganar la lealtad de las ba­ frente 'a la crisis del .
,
.' ses frente a sindicatos capaces de aprovechar el acceso de los peronistas años de la guerra que
al Estado y la cantidad de beneficios que éste brindaba. Pero allí donde traron a la defensiva u
los sindicatos comunistas se habían implantado con anterioridad, como frentes de batalla y en
en la construcción y, en menor medida, en los textiles, los sindicatos posguerra. A lo largo
peronistas tuvieron poco éxito antes de 1946. modar lo mejor que Pl
Una vez que los líderes y las bases de los sindicatos independientes den liberal de la POSgl
sellaron la alianza con el Estado peI'onista, la dinámica del acuerdo con­ accediendo finalmente
tribuyó a minar su poder independiente. Perón podía culpar a las empre­ a última hora la guem
sas cuando no lograba dar término a las huelgas y atribuirse el mérito integridad ideológica.
cuando conseguía hacerlo. Poco a poco los sindicatos independientes traciones públicas y uti
fueron avasallados por un aparato estatal expansivo y por las leyes que para desacreditar al ré
canalizaban los beneficios solamente hacia aquellos sindicatos que con­ zar la represión contra:
taban con la aprobación gubernamentaL Eliminada la alternativa mar­ cepciones liberales de .
xista, los sindicatos independientes aliados con los peronistas solo po­ 1946 fue la fecha fijada
dían presionar sus aspiraciones colectivas volviéndose más peronistas zaran el régimen milita
que los peronistas mismos: más nacionalistas, más distribucionistas, sieran en libertad a mw
más radicalmente reformistas. Llevaron a cabo esta fatídica estrategia tre 1943 y 1944. Arrastr
con determinaCÍóny éxito considerable a lo largo de 1945 y 1946. el mundo de la POSgueJ
Si a la larga la alianza entre los sindicatos independientes de obreros parecía estar a punto d,
de la carne y la dirección peronista resultó ser costosa para los primeros,
para los peronistas fue casi fatal a corto plazo, Su política laboral corpo­
rativista y el alcance de las concesiones a los trabajadores, indispensa­
bles para asegurar el éxito de aquélla, contribuyeron a consolidar una 100. Dustrativa de esta asociaci
der sindical comunista JOIl
den. Por solicitud del pres
"

, .
99. La censura gubernamental hace dificil seguir las huelgas de 1944 y 1945 en la prensa. Me he
basado primordialmente en el informe de Reyes y en los archivos laborales del Departamento
de Estado, Record Group 835.504. Los términos de la compénsación del gobierno a los obreros
norteamericano. Braden Il
bertad. Peter había sido dI
Estado, Buenos Aires, jun
de la came están detallados en el decreto 9.024 del 24 de abril de 1945 y ampliados y extendi­ 7-2445. Poco antes de regr
dos en los decretos 20.185 de agosto 31 de 1945 y 24.097 de octubre 5 de 1945, así como en el con Peter; y una vez en Es
decreto-ley 6.363 de febrero 28 de 1946. Véase Revisia de Trabajo y Previsión, No. 5. enero­ empresa podría tratar con
junio de 1945. pp. 162-65; Nos. 7-8. julio-diciembre de 1945. pp. 738-39, Y No. 9. enero-marzo catos oficiales properonist
de 1946, pp. 130-32. Estado. octubre 4 de 1945.

"
ARGENTINA 209

coalición antiperonista doméstica, tan extraña como la alianza interna­


cional entre las naciones capitalistas liberales y la Unión Soviética. Co­
munistas y socialistas unieron sus fuerzas con los partidos conservado­
res tradicionales, con el grueso de la dirección del Partido Radical y con
los representantes diplomáticos de Estados Unidos en Argentina con el
objeto de derrocar a los peronistas y restaurar los principios politicos y
económicos liberales que habian guiado el desarrollo del pais hasta
1943. As!, los partidos de izquierda se unieron con lo que ellos mismos
denominaban sus teóricos enemigos de clase, los terratenientes y los
capitalistas extraI\ieros responsables de la Década Infame, para oponer­
se al programa nacionalista, reformista y corporativista del peronis­
mo (100). Entre tanto, los peronistas, cuyo programa era más apropiado
frente 'a la crisis del capitlismo mundial en los treintas y los primeros
años de la guerra que a las condiciones de los años cuarentas, se encon­
traron a la defensiva una vez que los Aliados surgieron victoriosos en los
frentes de batalla y empezaron a diseñar los perfiles institucionales de la
posguerra. A lo largo de 1945 los peronistas se vieron obligados a aco­
modar lo mejor que pudieron sus politicas y principios al emergente or­
den liberal de la posguerra. Pero al obrar de esa manera, por ejemplo,
accediendo finalmente a las condiciones de Estados Unidos y declarando
a última hora la guerra al :Ede, comprometieron su prestigio politico y su
integridad ideológica. Cuando las fuerzas liberalesorgani2aron demos­
traciones públicas y utilizaron su control sobre los principales periódicos
para desacreditar al régimen, el gobierno militar se vio forzado a suavi­
zar la represión contra sus opositores politicos y a acomodarse a las con­
cepciones liberales de la politica argentina de la posguerra. Febrero de
1946 fue la fecha fijada por la junta para celebrar elecciones que rempla­
zaran el régimen militar de facto, levantaran la censura de prensa y pu­
sieran en libertad a muchos de los prisioneros políticos encarcelados en­
tre 1943 y 1944. Arrastrado por la corriente de un liberalismo en auge en
el mundo de la posguerra, en octubre de 1945 el experimento pet'onista
parecia estar a punto de expirar. E19 de octubre, oficiales liberales del

100. Dustrativa de esta asociación fue la estrecha relación de trabajo que se desarrolló entre el Ji­
der sindical comunista José Peter y el embajador estadounidense en Argentina, Spruille Bra­
den. Por solicitud del presidente del United Packing House Workers of America, el sindicato
norteamericano. Braden urgió a los funcionarios argentinos pára que pusieran a Peter en li­
bertad. Peter habla sido deportado a Uruguay el 21 de julio de 1945. Braden al Secretario de
Estado. Buenos Aires. junio 6 de 1945. USNAlDS 835.504/6-646, Yjulio 24 de 1945. 835.504/
7-2445. Poco antes de regresar a su pais. en septiembre de 1945. Braden tuvo una entrevista
con Peter; y una vez en Estados Unidos, sugirió al presidente de la Swift International que la
empresa podrta tratar con elUder comunista a fin de contrarrestar la influencia de los sindi·
catos oficiales properonistas en las plantas. Memorando de Conversación, Departamento de
Estado. octubre 4 de 1945. 835.00/10-445.
210 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

ejército forzaron la renuncia de Perón y lo pusieron bajo arresto. El adve­ peronistas para am
nimiento de un régimen liberal parecía inevitable (101). pero no se elabora]
Pero la clase obrera dijo la última palabra, el17 de octubre de 1945, properonistas,en~
en lo que resultó ser el principal punto de viraje de la historia argentina el comité ejecutivo e
del siglo XX. Ese dia, mientras un Perón indeciso vestido de pijama per­ neral que lograra la
manecía bajo arresto nominal en un hospital militar de Buenos Aires, y en dicha reunión
decenas de miles de obreros de los suburbios industriales de Avellaneda se ' . sobre'
ImpUSIeron
y Berisso abandonaron el trabajo y marcharon hacia la ciudad. Donde­ fijó para el 18. No oh
quiera que el gobierno bloqueaba las carreteras o erigía barreras, los las bases obreras ya
trabajadores se enfrentaban con la policía o hallaban otro camino. Por la calles. Un funcionari
tarde ya se habian paralizado el trabajo y el transporte en la capital. luó de manera precÍ!
Enormes multitudes de obreros, engrosadas por miles de simpatizantes nes de la CGT:
locales y por contingentes de trabajadores de Rosario y el interior, reco­
rrían las calles de Buenos Aires y se concentraban en lugares estratégi­
"Si este organismo ne:
cos: el hospital al que habia sido trasladado Perón; el principal centro de les que no podrá contE
transporte en la Plaza Once; y la sede principal de la política nacional, la sea, que si no encabe:
Plaza de Mayo, en donde se halla la residencia presidencial, la Casa obreros Bolo esperan Íl
Rosada. A medida que caía la noche, el poder y la determinación de los pero les aseguro que
ras" (104).
obreros parecían aumentar. Bajo la vacilante luz amarilla de miles de
improvisadas antorchas de papel periódico, los cánticos de quizá un
cuarto de millón de hombres y mujeres reverberaban por la ciudad, sa­ En efecto, ya el 1
cudiendo literalmente las paredes de los principales edificios del gobier­ de Berisso habían re
no (102). Finalmente, justo antes de la medianoche, los obreros consi­ en la que la idea de III
guieron su propósito: Perón fue liberado y se dirigió a la multitud. Una El 16 19s obreros ah:
fuerza nueva y poderosa habia hecho su debut en la política argentina. Avellaneda y, tentan(
La siguiente tarea de Perón consistia en tratar de controlarla. bajadores de la carne
Recientes evaluaciones del 17 de octubre hechas por especialistas tinos. habían disfruta
han subrayado la naturaleza espontánea de la acción colectiva de los el incremento de los
obreros (103). Ahora parece innegable que la cúpula de la dirección pe­ vez se sentían parte
ronista desempeñó un papel marginal. El mismo Perón aceptó su derrota bien lo que estaba en
,l· después del 9 de octubre. Yen el cautiverio concentró su atención en sus sindicatos y sus dirige
problemas personales. Planeaba limpiar su nombre y casarse con la ac­ zación, pero tuvieron
triz Eva Duarte, con quien había compartido su vida durante su ascenso bases.
al poder. Por su parte, Mercante se reunió con algunos líderes sindicales Luego de los cruci
sindicales properonis
mento capaz de traduj
101. Este Y el siguiente párrafo dependen de la cuidadosa reconstrucción de Félix Luna en El 45. en una fuerza política
102. Luna suministra este cálculo conservador del número de trabajadores implicados. anunciaron la formac
103. Por ejemplo, Luna, El 46, Y Tamarin, "The Argentine Labor Movement.". Estos estudiOlil tes, convirtieron el pe
contrastan con relatos anteriores y amaftados como el de Reyes, Yo hice, y Eduardo Colom,
El 17 de octubre, Buenos Aires, 1955. Angel Perelman, Cómo hicimos e117 de octubre, Bue­
ses después de su cre
nos Aires, 1961, y Alberto Belloni, Del anarquismo al perol1Í8mo, Buenos Aires, 1960, son re­ votos que llevaron a P
latos de participantes que subrayan la espontaneidad de la movilización. Sobre la creación del
mito de que Eva Peron desempeñó un papel importante en estos acontecimientos véase
Marysa Navarro, "Evita and the Crisis 0117 October 1945: A Case Study 01 Peronist and 104. Citado en Tamarin, "TI
Anti·Peronist Mythology", en Joumal ofLatin American Studies, 12:1, 1980, pp. 127-38.
publicadas en Pasado 1
ARGENTINA 211

peronistas para analizar la situaci6n, antes de ser arrestado el dia 13,


pero no se elaboraron planes concretos. Influyentes lideres sindicales
properonistas, entre los que se destacaba Cipriano Reyes, exigieron que
el comité ejecutivo de la CGT se reuniese para convocar una huelga ge­
neral que lograra lalibertad de todos los presos politicos, incluido Per6n.
Yen dicha reuni6n, celebrada el 16, los seguidores de Per6n finalmente
se impusieron sobre los delegados de la Uni6n Ferroviaria y la huelga se
fij6 para el 18. No obstante, cuando la CGT lanz6 su convocatoria al paro,
las bases obreras ya estaban resueltas a cerrar sus plantas y a salir a las
calles. Un funcionario sindical de los obreros de la carne en Rosario eva­
lu6 de manera precisa la situaci6n prevaleciente durante las deliberacio­
nes de la CGT:

"Si este organismo no se resuelve a convocar una huelga general, déjenme asegurar­
les que no podrá contener la huelga que resultará del volátil estado de los obreros. O
sea, que si no encabezamos este movimiento éste se dará de todos modos. (... ) Los
obreros Bolo esperan instrucciones de la CGT a fin de que se dé en forma coordinada;
pero les aseguro que si no votamos la huelga, en Rosario saldrán de todas mane­
ras" (104 l.

En efecto, ya ei 15 muchos obreros de la carne y otros trabajadores


de Berisso habían realizado una gran marufestación de apoyo a Per6n.
en la que la idea de marchar hacia la capital fue recibida con entusiasmo.
El 16 los obreros abandonaron sus puestos en el frigorífico Anglo en
Avellaneda y, tentando el agua, marcharon hacia Buenos Aires. Los tra­
bajadores de la carne, como la mayor parte de los demás obreros argen­
tinos, habían disfrutado con Per6n de los beneficjos de la organización,
el incremento de los salarios reales y la legislación social. Por primera
vez se sentían parte del proceso político nacional y comprendian muy
bien lo que estaba en juego con el inminente retorno al liberalismo. Los
sindicatos y sus dirigentes properonistas contribuyeron a guiar la movili­
zación, pero tuvieron que esforzarse por permanecer a la cabeza de las
bases.
Luego de los cruciales acontecimientos del 17 de octubre, los lideres
sindicales properonistas actuaron con rapidez en procura de un instru­
mento capaz de traducir el poder recién adquirido del movimiento obrero
en una fuerza política efectiva e institucionalizada. A finales de octubre
anunciaron la formación del Partido Laborista y, en los meses siguien­
tes, convirtieron el partido en una poderosa fuerza política. Cuatro me­
ses después de su creación, el Partido Laborista aportó la mayoría de los
votos que llevaron a Perón a la Presidencia de la República. La elección,

'104. Citado en Tamarin, "The Argentine Labor Movement", p. 93, de las minutas de la reunión
publicadas en Pasado 1 Presente, Nos. 2-3, julio-diciembre de 1973, pp. 403-423.
212 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

una de las más limpias de la historia de Argentina, dio también a los la­ caba forzar a las compa
boristas el control de las dos cámaras del Congreso. ciembre de 1945, que oC
El Partido Laborista estaba estructurado en tomo a los sindicatos proporcionales de salari
simpatizantes del peronismo. Su dirección estaba compuesta por funcio­ pués de un año de sem
narios sindicales y muchos de sus candidatos electorales también eran ción· parlamentaria para
hombres y mujeres vinculados a las organizaciones obreras. El partido tria de la Carne", que rt
adoptó una actitud de apoyo critico hacia el gobierno peronista y articuló dos los aspectos de las r
un programa radical de refonnas. Entre ellas figuraban la extensión de empacadoras: clasificaci
la previsión social; la nacionalización de las más importantes industrias, jubilación, traslados, del
el transporte y los servicios públicos, y una refonna agraria fundamen­ de indemnización.
tal. Los vigorosos e independientes sindicatos properonistas aportarían La huelga empezó es
la base de todos estos avances y desempeñarían un papel de primera de trabajo durante dos s
importancia en el manejo de las industrias y de la nación misma (105). los frigoríficos. A comien
Es verdad· que la filosofía y el programa del Partido Laborista eran un cierre patronal de la ÍI
aún vagos a comienzos de 1946, que su estructura organizativa era em­ poder de los propietarios
brionaria y débil y que las lealtades de la mayoria de quienes votaron por mó la opinión pública cOl
sus candidatos estaban más con la persona de Perón que con el partido. tido Laborista, encabeu
Sin embargo, las tendencias dentro de la dirección sindical del partido para presentar al CODgl'l
hacia refonnas económicas y sociales fundamentales, así como la idea de industria, que desató un
algunos dirigentes laborales de un sindicalismo que compartiera el po­ U na minoria parlamentar
der político y económico en el gobierno, fueron percibidas por los líderes rista y la facción del Partil
peronistas como una gran amenaza a su posición política y a sus planes Perón, respaldó el esqUel
corporativistas. Una vez que Perón hubo consolidado el control del go­ trabajadores de la carne El
bierno, se dedicó a emplear los recursos del Estado para eliminar la re­ fiar las políticas laboralel
cién creada fuerza organizativa independiente del movimiento obrero. rias del gobierno peronis
Lo que resulta extraordinario en la lucha que siguió no es que Perón tanto, fuera de los salonE
haya logrado su propósito, sino lo difícil y costoso de la victoria. frontaciones entre grupOl!
El papel decisivo de los trabajadores de la carne y de sus sindicatos sus funcionarios sindicale:
en los acontecimientos de octubre de 1945 se reflejó en su influencia so­ profundidad del desacuel1
bre el Partido Laborista. Reyes, quien ayudó a fundarlo, se convirtió en Perón al poder estuvo sim
su vicepresidente. De los 52 miembros del comité organizador del parti­ en las celebraciones sep81
do, cinco eran del sindicato de los trabajadores de la carne, la represen­ 17 de octubre. Reyes y UI
tación más fuerte de todos los sindicatos. Dado el tamaño del sindicato trabajadores de la carne €
de los trabajadores de la carne, su poder económico y su destacada re­ de Perón otra. Por último
presentación en el seno del Partido Laborista, no resulta· sorprendente do que concedía aumenU;~
que fuera en tomo a sus luchas económicas y a sus pretensiones políticas pleo a los obreros. Mientl
como se desarrollaran, en 1946, las más importantes confrontaciones sión del acuerdo maestro I
entre el sindicalismo independiente y el Estado peronista. Lo anterior rida al Senado para un ~
salió a flote durante la gran huelga de industria que se efectuó entre sep­ descubierto la debilidad dl
tiembre y noviembre de 1946. La huelga tenía un propósito doble. Bus­ que parlamentario del Pal

105. Walter Bevraggi Allen<le. El Partido Laborista, el fracaso de Perón y el problema argentino, 106. El bono extraordinario de fin~
Montevideo, 1954. etapa. Para muchos llegó a sim
'l'ORlA ARGENTINA 213

los la- caba forzar a las compañias a cumplir el decreto gubernamental de di­
ciembre de 1945, que otorgaba a los trabajadores de la carne aumentos
icatos proporcionales de salarios y estipulaba un mes adicional de pago des-'
IIncio­ pués de un año de servicio (106). Asimismo trataba de conseguir aproba­
tetan ción parlamentaria para un acuerdo maestro, el' 'Estatuto dé la Indus­
ílrtido tria de la Carne", que regularla, para satisfacción de los sindicatos, to­
!tieuló dos los·aspectos de las relaciones laborales e industriales en las plantas
Ibnde empacadoras: clasificación de empleos, jornada mínima, pago extra,
strias, jubilación, traslados,·dee.pidos, vacaciones, seguridad y procedimíentos
amen­ de indemnización.
tarían La huelga empezó espectacularmente con una disminucibn del ritmo
mera de trabajo durante dos semanas, que recortó en 90% la producción de
~5) . los frigorlficos. A comienzos de octubre, lascompañias respondieron"con
• eran un cierre patronal de la industria. El acto puso de relieve una vez más el
raem­ poder de los propietarios de la industria más importante del país e infla­
Dnpor mó la opinión pública contra las compañias. Los parlamentarios del Par­
trtido. tido Laborista, encabezados por Reyes} aprovecharon la oportunidad
li.ltido para presentar al Congreso un proyecto de nacionalización de toda la
clea de industria, que desató un violento debate dentro y fuera del Congreso.
el po­ Una minorla parlamentaria, compuesta por elementos del Partido Labo­
~deres rista y la facción del Partido Radical,que había apoyado la candidatura de
pl8.nes Perón, respaldó el esquema de nacionalizaciones y las demand8.s de los
lel go­ trabajadores de la carne en huelga, Y aprovecharán la ocasión para desa...
~ la re­ fiar las políticas laborales y las credenciales nacionalistas revoluciona­
>brero. rias del gobierno peronista y de sus seguidores en el Congreso. Entre
'Perón tanto, fuera de los salones del Parlamento estallaban sangrientas con­
frontaciones entre grupos de trabajadores de la carne que apoyaban·a
liícatos sus funcionarios sindicales y partidarios de Perón que se les oponían. La
lCia so­ profundidad del desacuerdo en torno al movimiento que había llevado a
roóen Perón al poder estuvo simbolizada, a medida que progresaba la huelga,·
Iparti­ en las celebraciones separadas que tuvieron lugar en elahiversario del
tresen­ 17 de octubre. Reyes y una buena parte de la· dirección sindical de los
I1dicato trabajadores de la carne efectuaron una manifestación y los seguidores
!Ada re­ de Perón otra. Por último, el9 de noviembre Mercante impuso un acuer­
hdente do que concedía aumentos salariales y garantizaba seguridad en el em­
oliticas pleo a los obreros. Mientras, la Cámara de Diputados. aprobó .una ver­
~iol'1es sión del acuerdo maestro, apoyada por los paronistas, yla ley fue trasfe­
1nterior rida al Senado para un mayor estudio. La solución del confliCto puso al
resep­ descubierto la debilidad de la facción dirigida por Reyes dentro del blo­
~. Bus- que parlamentario del Partido Laborista. Casi todos los diputados del

!lltDtiDo, 106. El bono extraordinario de fin de año o aguinaldo se concedió a numerososobreroB en esta
etapa. Para muchos llegó a simbolizar la generosidad de Pel'Ón para con los trabajadores.
214 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

partido adoptaron obedientemente la posicibn de compromiso dictada su vida. Finalmente fue


por Perbn. Empero, el poder independiente de los sindicatos estaba muy por un supuesto complo
lejos de ser des~ruido. En efecto, los trabajadores de la carne rechazaron hasta después de la caid
loStérmi~os del arreglo del 9 de noviembre y continuaron en huelga cin­ Sin embargo, Reyes
co días más, hasta que Mercante negocib términos un poco mejo­ tento de los obreros de
res (107) .. los años cuarentas, mili!
A lo largo de 1947 y 1948, los sindicatos de los frigorificos siguieron sobre los lideres peronú
trastornando la produccibncon el propbsito de asegurar el cumplimiento ros eran endémicos en
de los acuerdos anteriores, mejorar los salarios y las condiciones de tra­ salarios y nuevas mejora
bajo y presionar al gobierno la aprobacibn del acuerdo maestro y la na­ de asegurar el acuerdo 1
cionalizacibn de las empresas empacadoras extratVeras. Reyes utilizb su conflicto entre los funcio
base tradicional en los sindicatos de Berisso y su curul en el Congreso norma que garantizara e
para estorbar al gobierno y agitar la nacionalizacibn de la industria, asi adoptada en 1948 tamb:
como pará impulsar una reforma agraria. Durante la gran huelga de fi­ Finalmente, aunque los
nales de 1946, el personal diplomático de Estados Unidos estaba conven­ presionando la nacionali:
cido de que Reyes se hallaba en contacto con agentes de la Unibn Sovié­ tra los propietarios de l~
tica. Sea como fuere, durante 1946 y 1947, Reyes y sus partidarios esta­ Enfrentado al descon
blecieron una alianza con los restos de la FOIC, que desde su disolucibn gobierno peronista conci
a comienzos de 1945 habia ordenado a sus militantes "perforar desde los lideres de los sindics
adentro" los sindicatos oficiales properonistas. Ambos grupos impulsa­ seguir las directrices del
ban demandas radicales de los trabajadores y mantenían a la defensiva a proyectaron la idea de fo:
los lideres sindicales moderados fieles a Perbn. Por ese entonces los fun­ dos en las plantas. El ob;
cionarios peronistas quizá llegaron a compartir la evaluacibn de la perso­ ducir en los sindicatos ei
nalidad y las politicas de Reyes, registrada por un alto empleado de Es­ para frenar la militancia (
tados Unidos durante la huelga de 1946. "Lo que Reyes en realidad bus­ tes de los diferentes frig(J
ca es crear una especie de bloque laboral en la Cámara de Diputados. vamente por la Federacil
Usted (Spruille Braden) conoce suficientemente sobre Reyes y sus ante­ disidentes, con frecuenci:
cedentes como para que yo tenga que hacer comentarios especiales. Al final,
Cualquiera que sea la actitud de las gentes aquí con relacibn al gobierno,
. la Federacibn' C1
romzada" y dbcil CGT hl
incluso aquellos que se oponen a Perbn no desean que Reyes llegue a afiliada a la central obret
cop.trolar los sindicatos. El es quizá un individuo tan radical como cual­ posicibn independiente al
quiera en Argentina y fácilmente podria superar incluso a los comunis­ peribdico de la FederacibJ
tas" (1OS). En 1947 Reyes sobrevivib a por lo menos un atentado contra
109. En los primeros meses de 194
formó sobre cinco de tales int¡
107. El acuerdo final fue publicado en La Prensa, Buenos Aires, noviembre 20 de 1946. Los repre· dirigencia de la Federación, l
sentantes diplomáticos de Estados Unidos interpretaron la huelga como una lucha inconclusa mostraron una gran confonni
de poder entre Reyes y Perón por el control de los sindicatos de la carne. Uno óe ellos reportó la lucha en el seno del sindica:
que la embajada había sido informada, •• bajo la más estricta reserva" , por un funcionario de ta en "La tendencia peronistl
un frigorlficg, que Perón mismo habia dicho a las compañias que "si lograran no ceder ante ne", en Aportes, No. 19, ene!
las demandas de los obreros, el Gobierno aseguraba que la huelga fracasaría y las operacio­ 110. La mayor parte de la informa
nes normales podrían reiniciarse". Livingston D. Watrous al Secretario de Estado, Buenos este periódico, fundado bajo 1
Aires, octubre li y diciembre 13 de 1946, USNAlDS 835.504 y 112·1346. Las citas correspon­ doso dejó el periódico a comie
den al primer despacho. Polonia. Deseo agradecer al.
108. George S. Messersmith a Spruille Braden, Buenos Aires, octubre 28 de 1946, USNAlDS co, por presentarme a otros fI¡
836.50431 1()..2846. ras explicándome la naturalel
Í()RIA ARGENTINA 215

etada su vida. Finalmente fue silenciado en 1948 cuando el gobierno lo arrestó


!muy
por un supuesto complot para asesinar a Perón. Permaneció én la cárcel
Ulron hasta después de la caida de Perón, en 1955. '
tcin­ Sin embargo, Reyes apenas fue la expresión más visible del descon­
pejo­ tento de los obreros de la carne con las políticas peronistas. A fines de
los años cuarentas, militantes de la base continuaron ejerciendo presión
ieron sobre los líderes peronistas de los sindicatos de los frigorif~cos. Los pa­
¡ento ros eran endémicos en la industria y los obreros exigían ,aumentos de
e tra­ salarios y nuevas mejoras en las condiciones de trabajo. La imposibilidad
11 na­ de asegurar el acuerdo maestro se convirtió en un importante motivo de
Izó su conflicto entre los funcionarios sindicales peronistas. La ausencia de una
norma que garantizara el derecho de huelga en la Constitución peronista
Ifreso
a, así adoptada en 1948 también creó una gran crisis ideológica entre ellos.
de fi­ Finalmente, aunque los sindicatos de la carne y sus líderes continuaron
nven­ presionando la nacionalización de la industria, el gobierno no actuó con­
5ovié­ tra los propietarios de los más grandes frigorificos extranjeros.
resta­ Enfrentado al descontento de la mayoria de los obreros de la carne, el
jpción gobierno peronista concibió ingeniosos métodos para asegurarse de que
desde los líderes de los sindicatos de la carne fueran individuos dispuestos a
pulsa­ seguir las (lirectrices del régimen. Durante 194710s seguidores de Perón
I8iva a proyectaron la idea de formar sindicatos conjuntos de obreros y emplea­
í8 fun­ dos en las plantas. El objetivo, nunca revelado públicamente, era intro­
(.)erso­ ducir en los sindicatos elementos más conservadores de la clase media
¡leEs-­ para frenar la militancia de las bases. Entre tanto.. los líderes recalcitran­
dbus­ tes de los diferentes frigorificos eran a menudo sustituidos administrati­
tados. vamente por la Federación Nacional de Trabajadores de la Carne, y los
I ante­ disidentes, con frecuencia tildados de comunistas, eran purgados (109).
ciales. Al final, la Federación, cuya tradicional autonomía frente a la más •• pe­
liemo, ronizada" y dócil CGT había sido mantenida' hasta 1950, fue tomada y
.gue a afiliada a la central obrera. A partir de entonces,toda evidencia de una
~ cual­
posición independiente ante el gobierno desapareció de las páginas del
rnunis­ periódico de la Federación, El trabajador de la Carne (110),.
¡contra
.
109. En los primeros meses de 1948, el perl6dieo El Trabajador deJa Carne, de Buenos Aires, in­
formó sobre cinco de tales intervenciones. En julio de 1948 se efectuó una gran división en Ja
~repre­ dirigencia de la Federación, y los nuevos funcionarios que asumieron después de esa fecha
jc:onclusa mostraron una gran conformidad con las poUticas del gobierno. Walter I.Jttle ha examinado
!treportó la lucha en el seno del sindicato en torno a la cuestión del respaldo critico al régimen peronis­
~ode ta en "La tendencia peronista en el sindicalismo argentino: El caso de los obreros de la car­
liíder ante ne", en Aportes, No. 19, enero de 1971, pp. 107-124.
¡operado­ 110. La mayor parte de la información de este párrafo y el siguiente está basada en la lectura de
este periódico, fundado bajo la dirección de Eleuterio Cardoso, ello. de enero de 1948. Car­
" Buenos
Dr!'espon- doso dejó el periódico a comienzos de 1949 para desempefw el cargo de agregado laboral en
Polonia. Deseo agradecer al señor Cardoso por prestarme su colección personal del periódi­
co, por presentarme a otros funcionarios y miembros de su sindicato y por pasar muchas ho­
ras exp6cándome la naturaleza del trabajo en los frlgorificos y el atractivo del peronismo en
216 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

En estos mismos años~ el flujo de beneficios materiales del Estado


hacia los obreros continuó. Es significativo, sinembargo,que los gran­
des incrementos en los salarios y mejoras en las condiciones de trabajo
logrados entre 1943 y 1947 no fueron superados en los años posteriores.
Los salarios de los trabajadores de la carne se quedaron rezagados con
relación al aumento del costo de la vida por largos periodos de tiempo,
los planes de distribución de ganancias fueron archivados y las nuevas
mejoras en las condiciones de trabajo no se materializaron. El gobierno
trató de apaciguar a los trabajadores de la carne y asegurar la lealtad de
sus lideres mediante programas extralaborales y subvenciones del Esta­
do. A fines de 1947, Mercante, actuando como gobernador de la provin­
cia de Buenos Aires,. abrió un crédito de dos millones de pesos para au­
ministrar atención médica El los trabajadores y sus familias. En 1950 és­
tos ya tenían acceso a un programa de "turismo social" que Mercante
haMa creado con la expropiación, según palabras del órgano de la Fede­
ración de Trabajadores de la Carne, de "una gran cantidad de chalets en
las zonas. balnearias", entregados a los sindicatos para que los obreros
pudieran ir de vacaciones "en lugares antes reservados para las clases
adineradas", Los subsidios gubernamentales y los préstamos con intere­
ses bajos de los bancos controlados por el régimen hicieron posible que
la Federación comprara un elegante edificio de siete pisos en el corazón
del distrito comercial de :Suenos Aires, donde funcionarian sus cuarteles
generales. Los sindicatos de 1& carne recibieron una ayuda similar del
gobierno para establecer sus respectivas sedes en los alrededores de los
principales frigorificos. Los dirigentes sindicales peronistas fueron invi­
tados a banquetes de gala ofrecidos por Mercante y Eva Perón para cele­
brar las pasadas victorias de los obreros de la carne. El 21 de octubre de
1949. por ejemplo, funcionarios sindicales reservaron el reluciente y
otrora coto cultural de la élite porteña, el Teatro Colón de Buenos Aires,
para rendir homenaje a Perón, Eva y Mercante. Originalmente habían
planeado invitar a las bases obreras, explicó a medias el Trabajador de la

los años cuarentas, y después entre los obreros de la carne. Cardoso empezó a trablijar en el
frigorlfico ,. Anglo" a comienzos de la década de 194Q siendo aÚD joven. Desempefió un acti­
vo papel en la gran movilización de los obrerolil de la carne a partir de 1943,1a cual se descri­
be en este ensayo. Con la caida de Parón, se convirtió en un destacado I1der de la reai$tencia
sindical a las politkas antiobrerasy antipero~tas de los s~bsi¡uientes gobierno~ ~s !
civiles. Como secretario general de la Federación de Trab8Jadorelil de la Carne, dirigió la últI­
ma gran huelga de la industria en 1962. Para entonces la industria.de exportación de carne se
hallaba en crisis y el número de empleos en la industria disminuia. La huelga de 1962 duró
cien dias y culminó con la capitulación del sindicato. En décadas recientes, los grandes trigo­
rificos integrados de Argentina, como los de Estados Unidos, han sido remplazados por plan­
tas dispersas geográficamente, ~ho más pequeñas y. especializadas. Desde los ados se­
sentas, los trabajadores de la carne han desempefiado un papel relativamente menor en el
movimiento obrero argentino.
ARGENTINA 217

Carne, pero desistieron cuando se dieron cuenta de que ., no existía un


lugar con capacidad para 60 mil o 70 mil obreros" .
Este cambio en la naturaleza de los beneficios concedidos a los obre­
ros de la carne y sus dirigentes a partir de 1947 fue típico de las politicas
laborales del peronismo durante el periodo y prefiguró las tendencias
que se tornarian más pronunciadas desde 1950. El gobierno peronista
recurrió progresivamente a medios simbólicos y rituales para perpetuar
su influencia y control sobre el movimiento obrero argentino. Esta estra­
tegia se encuentra ricamente documentada en las páginas del Trabaja­
dor de la Carne. A los obreros se les quiso hacer ver los logros alcanza­
dos en la lucha como un maravilloso regalo de Perón.

"Cuando nos detenemos a reflexionar acerca de la evolución experimentada en las


condiciones de vida y de trabajo del proletariado argentino en el último lustro y las
comparamos con las que regían los cinco años inmediatamente anteriores quedamos
sencillamente maravillados. Ha sido tan portentoso el cambio operado por la revolu·
ción justiciaüsta. tan profundas las reformas económicas y sociales y se han produci­
do tan rápidamente que a veces nos parece un suefio. (... 1(La Revoluciónl ha venido
a materializar la!> aspiraciones de las clases laboriosas como por arte de encantamien·
to, ya que se pasó sin transición de la os.curidad a la luz, sin el menor sacrificio, sin
haberles reclamado un esfuerzo extraordinario. Parece un milagro operado por la fe,
y quizá no sea otra cosa".

Se les exhortó a tener fe en una trinidad compuesta por Perón, Mer­


cante (' 'el dilecto amigo de los trabajadores de la carne") y la ., excelen­
tísima señora doña Eva Perón, incansable defensora de los intereses
gremiales". A mediados de 1952, cuando Eva Perón se encontraba al
borde de la muerte, la primera plana del periódico de los trabajadores de
la carne traía un dibujo que la mostraba en una pose que evocaba a la
Virgen Maria. El titular, que tenía el propósito de servir a modo de epi­
tafio oficial, también resumia de manera clara el empuje de la politica
laboral del peronismo: "Su infinita bondad, su amor por los humildes y
su pasión por la causa de Perón hacen que su nombre sea venerado". En
los años cincuentas la politica laboral del peronismo era una caricatura
de lo que había sido. Había transformado los independientes y vigorosos
sindicatos properonistas en pasivos instrumentos, obedientes a los dicta­
dos de Perón. Trató de sustituir el reformismo radical de un proletariado
con conciencia de clase por la lealtad mística a la persona dellider (111) .

111. Las citas de este párrafo y del anterior provienen de El Trabajador de la Carne, marzo de
1950, pp. 2 Y5, septiembre de 1949, p. 9, marzo de 1950, p. 5, enero de 1951, pp. 6-7 Yenero­
junio de 1952, p. 1. A medida que disminuia la independencia del sindicato con relación al
Estado y la burocratización y centralización de la autoridad en su interior aumentaba. el pe­
riódico era publicado con menos frecuencia. A partir de 1946 Eva Perón desempefió un papel
importante en la implementación de la polltica laboral del régimen. Dichas actividades com­
plementaban sus eficaces esfuerzos por organizar el ala femenina del partido peronista. Las
218 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Los peronistas llegE


núa argentina babia el
Gobernaron, inicialmeI
de la guerra y la pOSgl
A mediados del siglo, la politica laboral peronista, y de hecho todo el precios altos para las el
experimento peronista, estaba en pleno desbarajuste. El gobierno se la industria nacional de
hallaba en una posición en la que ya no podía apoyar o incluso mantener lumen de las exportaci(
la continua expansión del nivel de beneficios materiales conquistado por valor se duplicó con C:f1
los trabajadores en los años cuarentas. Los .salarios reales, en especial producción industrial 9
'. ,
los de los obreros no calificados, que habían aumentado dramáticamente primeros años en el poo
entre 1947 y 1948, empezaron a caer sistemáticamente a partir de enton­ restringidas, reservas I
ces. En 1955, al derrumbarse el gobierno, habían alcanzado aproximada­ durante la guerra. Utili2
mente los mismos niveles de 1943, cuando los militares tomaron el po­ país, comprar los ferrO(
der (112). En la raíz de estos hechol;l estaba el comienzo de una crisis blicos de propiedad en
económica estructural, precipitada en buena medida por las politicas ayudar a financiar estos
económicas y sociales del gobierno mismo, de la cual el país no ha podi­ sufragar las amplias mel
do salir aún 35 años después. La crisis económica llevó a los peronistas a cieron el monopoliO' sobJ
abandonar la politica nacionalista, desarrollista y redistributiva que los ción. La IAPI, la agencu
había conducido al poder y que caracterizó sus primeros años de gobier­ polio, permitía al gobier
no. Desde 1950 el régimen empezó a sustituir la retbrica por la realidad ternacionales del mome
de sus politicas anteriores y a recurrir a la manipulación, la coerción y la to" pero mucho más baj
venalidad para mantener en el poder un gobierno originalmente estable­ beneficio, y emplear las
cido con el apoyo espontáneo y democráticQJie la mayoría del pueblo miento de los crecientes
argentino. nómico, los prograInaS s
La desnaturalización del peronismo no fue, en esencia, el resultado civil y militar (114).
de insolubles problemas económicos causados por las condiciones mun­ Al principio estas po]
diales después de la guerra, como ciertos apologistas han dicho. Tampo­ la viabilidad de la econo
co fue en lo fundamental, una consecuencia de los defectos personales gobierno lograra sus mel
de.un individuo, como muchos críticos liberales sostienen. Su fracaso era bución de la riqueza en fl!
inherente a la econonúa politica corporativista puesta en práctica por el de la clase dominante ni ~
peronismo. Basada en los mitos duales de la armoIÚa de clases y la viabi­ redistribución de la tique
lidad de un "tercer camino" entre los extremos del capitalismo y el so­ industrias argentinas y Pl
cialismo, la econonúa politica peronista se hundió en sus propias contra­ Todas estas politicas •
dicciones. les problemas de reajusl
cambiante economía capi
contradicciones entre el pensamiento y las actividades de Eva Perón han sido reveladas en mente la capacidad de COI
importantes estudios recientes: J. M. Taylor, Eva Perón, Mytlutof a Woman, Chieago, 1979,
y Nicholas Fraser y Marysa Navarro, Eva Perón, Londres, 1980. Los beneficios concedidos a
las mujeres por el gobierno peronista están destacados en Nancy Caro Hollander, "Si Evita 113. Estas cifras son tomadas de
viviera" • en Latín American Perspectives, 1:3, otofto de 1974, pp. 42-57. Peronism", en Rack (ed.I, )
112. Las cifras están adecuadamente resumidas en Spalding, Organized Labor... , Cuadros 17 y 221.
18, pp. 169 Y 175. Por supuesto, dadas la expansión de los programas de bienestar social fue­ 114. Para 1948 los oficiales del ej4
ra del trabajo y la mejorla en las condiciones laborales, en varios sentidos los obreros estaban tamaño del ejército fue redu
aún mucho mejor al final del régimen de Perón que al comienzo. Los obreros perdieron pro­ más que se doblaron entre 1!
porcionalmente mucho menos, después de 1948, que otros grupos sociales: su participación Marvin Goldwert, Democrae;
en el ingreso nacional aumentó en los años cincuentas. 1972,pp.l02-103y83-84.
ARGENTINA 219

Los peronistas llegaron al poder en un momento en el que la econo­


mia argentina había empezado a crecer a una tasa anual de casi 10 % .
Gobernaron, inicialmente, durante un periodo en el cual las condiciones
de la guerra y la posguerra en Europa y Estados Unidos determinaron
,1 precios altos para las exportaciones agropecuarias del país y protegieron
e la industria nacional de competidores foráneos. Entre 1945 y 1948 el vo­
ir lumen de las exportaciones permaneció más o menos constante pero su
Ir valor se duplicó con creces. Durante la misma etapa el volumen de la
II producción industrial se incrementó en una tercera parte (113). En sus
e primeros años en el poder, Perón pudo aprovechar las enormes, aunque
1- restringidas, reservas en libras esterlinas reunidas en Gran Bretaña
l­ durante la guerra. Utilizó tales fondos para cancelar la deuda externa del
r país, comprar los ferrocarriles británicos y los principales servicios pú­
is blicos de propiedad extranjera, y promover la industria nacional. Para
lS ayudar a financiar estos proyectos de desarrollo y generar ingresos para
i­ sufragar las amplias medidas de bienestar social, los peronistas estable­
a cieron el monopolio- sobre la venta de los principales bienes de exporta­
>S ción. La IAPI, la agencia estatal encargada de administrar dicho mono­
r­ polio, permitía al gobierno vender estos productos a los altos precios in­
ld ternacionales del momento, pagarles a los productores un precio "jus­
la to" pero mucho más bajo que de todas maneras les dejaba un pequeño
e­ beneficio, y emplear !as gigantescas ganancias del Estado en el cubri­
,lo miento de los crecientes gastos gubernamentales para el desarrollo eco­
nómico, los programas sociales y la numerosa y bien pagada burocracia
do civil y militar (114).
ill­ Al principio estas políticas económicas y fiscales parecían confirmar
lO­ la viabilidad de la economía política peronista. Hicieron posible que el
leS gobierno lograra sus metas nacionalistas e impulsara una gran redistri­
Ira bución de la riqueza en favor de la clase obrera, sin amenazar la posición
el de la clase dominante ni el principio de la propiedad privada. A su vez, la
bi­ redistribución de la riqueza estimuló la demanda interna para las nuevas
tO­ industrias argentinas y para sus productás de origen rural.
ra- Todas estas políticas eran en parte una respuesta racional a los difíci­
les problemas de reajuste económico enfrentados por Argentina en la
cambiante economía capitalista mundial. La guerra había afectado seria­
f mente la capacidad de compra de Gran Bretaña, el más importante y tra­
,en
J79,
tia a
rita 113. Estas cifras son tomadas de la p. 187 de la buena síntesis de David Rock, "The Survival of
Perorusm", en Rock led.), Argentína ín ibe Twentieib CeDtury, Pittsburgh, 1976, pp. 179­
1'1 y 221.
rue­ 114. Para 1948 los oficiales del ejército flI'gentino eran los mejor pagados del mundo. Aunque el
ban tamaño del ejército fue reducido bajo Perón, la policla fue expandida. Los gastos militares
pro­ más que se doblaron entre 1941 y 1946 hasta representar el 44% de los gastos del gobierno.
OOn Marvin Goldwert, Democracy, Militarism, andNationalismin Argentín,ll, 1930·1966, Austin,
1972, pp. 102-103 Y83-84.
220 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

dicional cliente de Argentina. Al mismo tiempo, el país halló cada vez das partes, y con resuli
más dificil balancear su comercio con Estados Unidos, la nación líder en biernos trataron de usaJ
el sistema capitalista de la posguerra. Las exportaciones argentinas de tar la industria porsusti
grano competían en el mercado mundial con las de Estados Unidos, y los Las desastrosas impl
productores norteamericanos de carne cabildearon exitosamente contra a corto y largo plazo, n(
las importaciones de la mayoria de los productos de carne argentina. hubiera sido promovida
Estas consideraciones contribuyen a explicar tanto las estrategias econó­ los medios empleados ,
micas particulares del gobierno peronista -corno la decisión de utilizar mundo capitalista liben
libras esterlinas bloqueadas para cubrir el alto precio del viejo sistema peronistas, en particula]
ferroviario británico-, como la política general de favorecer la industria el potencial de desarrolle
nacional frente al sector rural en el periodo de la posguerra (115). nativa viable a la econon
Muchos criticos han sostenido que la raiz del fracaso de las políticas De mayor importanc
peronistas reside en la decisión de gravar el sector rural para promover fue la manera como las I
la industria en momentos en que los términos internacionales de inter­ ma de la productividad r
cambio eran particularmente favorables para las exportaciones tradicio­ dieron más a intensificar
nales de Argentina (116). En consecuencia, el país perdió una magnífica. a los productores rurales
oportunidad de ampliar al máximo su ventaja comparativa en el comer­ cional de granos en los al
cio mundial y modernizar la producción rural. Al contrario, se compro­ campo, empezando con.
metió con un sector ineficiente de industria ligera que se limitó a rempla­ riamente el costo y la dis
zar la tradicional dependencia de importaciones de manufacturas extran­ salario minimo para los t
jeras por una nueva dependencia de importaciones de bienes de capital, ción en sindicatos aproba
materias primas industriales y combustibles. A medida que la exporta­ dustria ligera orientada a
ción de bienes tradicionales disminuia en la posguerra, la econonúa ar­ rurales a las ciudades, m
gentina, incluida su industria, empezó a ser estrangulada por el consi­ necesaria pJlra que Argen
guiente cuello de botella de las divisas. El estancamiento de la produc­ productividad rural regiSI
ción agraria e industrial, evidente a comienzos de los años cincuentas¡ landa y Australia despu~
fue el resultado. la propiedad rural, y gr&1
El anterior argumento tiene sentido desde el punto de vista teórico, polí ticas peronistas acaba
pero, corno Jorge Fodor lo ha demostrado, puede exagerar la capaciqad listas pero no lograron pOI
real de Argentina para vender sus exportaciones tradicionales en el En consecuencia, los prod
mundo de la posguerra, en el que sus clientes europeos no estaban en tensificar la producción J
capacidad de pagar en monedas convertibles. En todo caso, el objetivo agricultura hacia la g&na(
de las políticas económicas de Argentina no era muy distinto.del de las problemas laborales, les p
otras grandes naciones de América Latina después de la guerra. En to­ do- mercadointerno de c
IAPI sobre los productos d
Las políticas peronistal
115. Jorge Fodor, "Peron's Policieefor AgricuJ:tural Exports, 1946-1948: Dogmatism or Common­ rificos extranjeros, tradici1
sense?", en Rock (ed.), Argentina iD the Twentieth Century, pp. 135-61, reúne una cantidad
significativa de evidencia circunstancial (en oposición a la rigurosa información sobre la for­
mulación real de poUtica) para respaldar el argumento de que las iniciativas peronistas eran
simples reacciones a las fuerzas económicas mundiales. 117. En este sentido, el rechazo de
116. Buenos ejemplos son Eprime Eshag y Rosemary Thorp, "Economic and Social Consequen­ dro de la economis politica per
ces of Orthodol: Eoonomic Policies in Argentina in lbe Postwar Years", en BuIletia of the ca UÍla interpretación funciam«
Oúord UDivemty IDatitute ofEeonomies lUId Stadstica, 17:1, febrero de 1965, pp. 3-44; Diaz C?mo se ~a en este ensaye
Alejandro, &...,..... Y ColiD Lewis, "Anglo-Argentine Trade, 1945-1965", en Rock led.), cia1es, politica8 e ideológicas •
Argentma iD the TweDtleth CeJdury, pp. 114-34. gentina.
ARGENTINA 221

das partes, y con resultados inmediatos mucho menos costosos, los go-.
biernos trataron de usar los recursos del Estado para proteger y fomen­
tar la industria por sustitución de importaciones.
Las desastrosas implicaciones de las poiíticas económicas peronistas,
a corto y largo plazo, no se debieron tanto al hecho de que la industria
hubiera sido promovida a costa del sector exportador tradicional como a
los medios empleados por losperonistas para alcanzar esta meta en el
mundo capitalista liberal de la posguerra. La economia política de los
peronistas, en particular sus política laborales, perjudicaron seriamente
el potencial de desarrollo del país y, sin embargo, no lograron una alter­
nativa viable a la economía política liberal (117).
De mayor importancia para el futuro desarrollo económico del país
fue la manera como las políticas peronistas afectaron el antiguo proble­
ma de la productividad rural. En general, las iniciativas peronistas ten­
dieron más a intensificar que a aminorar dicho problema. La IAPI privó
a los productores rurales de las grandes ganancias del mercado interna­
cional de granos en los años de la posguerra. Las políticas laborales en el
campo, empezando con el "Estatuto del Peón", en 1944, afectaron se­
riamente el costo y la disciplina de la fuerza de trabajo al establecer un
salario minimo para los trabajadores agrícolas y estimular su organiza­
ción en sindicatos aprobados por el gobierno. Los subsidios para la in­
dustria ligera orientada al consumo estimularon la migración de obreros
rurales a las ciudades, mas no pudieron producir la maquinaria agrícola
necesaria para que Argentina se pusiera al.día con los incrementos en la
productividad rural registrados en Estados Unidos, Canadá, Nueva Ze­
landa y Australia después de la guerra. Aldejar intacta la estructura de
la propiedad rural, y gravar el comercio antes que la tierra misma, las
políticas peronistas acabaron con el incentivo de los productores capita­
listas pero no lograron poner en peligro la base de su podería económico.
En consecuencia, los productores rurales se negaron a modernizar e in­
tensificar la producción y continuaron desviando la producción de la
agricultura hacia la ganadería. Esto último les ayudaba a resolver sus
problemas laborales, les permitía participar en el creciente -y subsidia­
do- mercado interno de carne y les facilitaba eludir el "impuesto" de la
IAPI sobre los productos de exportación.
Las políticas peronistas también perjudicaron seriamente a los frigo-.
ríficos extranjeros, tradicionales e importantes generadores de las divi­

117. En este sentido, el rechazo de Fodor de la afortunada caracterización que hace Diaz Alejan­
dro de la economlá polltica peronista como "una respuesta retrasada a la Depresión", impll­
ca una interpretación fundamentalmente erronea de la historia argentina. Dicha respuesta,
como se afirma en este ensayo, fue el resultado de la compleja interacción de comentes so­
cIáles, pollticas e ideológicas generadas por el éJito inicIál del desarrollo exportador de Ar­
gentina.
222 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGEN1'INA

sas vitales para la salud de la economía argentina. Para 19471a industria el mercado de nuestras a(
estaba en crisis y en los años cincuentas entró en una etapa de rápida flejaba las condiciones de
decadencia. Las medidas del gobierno les crearon tres problemas a las nómicas con ese país" (11
empresas empacadoras. Primero, contribuyeron a elevar el precio del do sus oficinas principalel
ganado de sacrificio. Segundo, impusieron restricciones en el sistema de pamas empacadoras extr.
cambios que interferían la remisión de utilidades y las trasferencias de modernizar e invertír en
capital. Y tercero, aumentaron considerablemente el costo de la nómina volumen total de las expo
a tiempo que debilitaban la capacidad de las empresas para controlar la tad (de 684.000 a 294.000
organización del trabajo y el tamaño de su fuerza laboral. El primer pro­ sacrificado, para consum{]
blema derivó de la creciente demanda interna y, a la vez, fue producto menos igualo declinó apel
de la significativa redistribución del ingreso nacional hacia la clase obre­ co de ganado pasó de 69%
ra a partir de 1945. El gobierno intentó proteger a los consumidores ur­ a 87% en 1953 (119). Dura
banos de la inflación resultante subsidiando las operaciones 'de los pro­ ciones de carne manejado
veedores domésticos de carne, quienes fueron estimulados entonces a temente y en la dééada s4
pagar precios altos por el ganado de los productores rurales. En conse­ ron sus puertas para siem¡
cuencia, los frigoríficos extranjeros tuvieron que cubrir precios elevados La crisis de la industria
por un artículo cada vez más escaso. El hecho de que los argentinos ca general de la que formal
empezaran a consumir parte de la carne que antes exportaban, contribu­ nistas socavaron la lÓgica e
yó a la escasez de divisas. A fin de racionalizar el uso de las divisas dis­ nomía política alternativa.
ponibles y prohibir la exportación de los excesos de utilidades, el gobier­ magnitud y las implicaciOJ
no recurrió al control de cambios, que limitaba considerablemente la li­ fueron disimuladas por el d
bertad de las corporaciones multinacionales de la carne para trasferir guerra, por las enormes gil
capital entre sus subsidiarias y remitir utilidades. Finalmente, y aún nal a fines de los años cuan
más importante, la tolerancia y apoyo de los peronistas a los sindicatos heredada por los peronista~
de los obreros de la carne, así como los esfuerzos oficiales por impedir el alcance del fracaso del r.
los despidos en una industria con problemas económicos, golpearon el da y a crecientes limitaciO]
corazón mismo de la empresa capitalista: la capacidad de contratar mano todos los aspectos de su pl
de obra en un mercado libre y en las· cantidades que juzgara necesarias. dirección de la ortodoxia ec
De igual modo, obstaculizaron seriamente la capacidad del capital para cía aborrecer. Intentó atraE
disciplinar la fuerza de trabajo. empréstito con los Estados 1
Enfreptada a este "clima para la inversión" decididamente desfavo­ la Standard Oil, que anulab;
rable y a la disminución de utilidades en sus plantas sindicalizadas, tes, hacia un mayor control
Swift International informó en 1947 que por primera vez desde el esta­ lado sus aspiraciones a una
blecimiento de la compañia en la Bolsa de Nueva York, en 1918, habia iniciativas hemisféricas de l!
suspendido el pago de dividendos. Mientras tanto, el valor promedio de . reales, desde 1950 , la di
rios
sus acciones en la Bolsa de Nueva York cayó de US$30-US$35 en 1946 a tleron en las consignas de la
menos de US$U a fines de 1948. De acuerdo con el presidente de la com­ a mimar a los latifundistas
pañía, los infortunios de Swift con las políticas económicas y laborales de precios en un desesperado e,
·' Perón no solo habían creado" gran incertidumbre en la mente de nues­
tros accionistas, sino una desfavorable atmósfera general respecto a las 118. ¡oseph O. Janson, presidente de
inversiones de Estados Unidos en Argentina" . Swift International, seña­ de Asuntos de las Repúblicas
ló, era la única corporación argentina cuyas acciones estaban inscritas y 835.5043/12-1848.
eran negociadas en las bolsas de Estados Unidos. Desde 1918 "inversio­ 119. Lewis, .. Anglo-Argentine Trade'
estancamiento de la producción J
nistas, corredores, banqueros y asesores norteamericanos consideraban Argentina a part.ir de 1950.
ARGEN1'INA 223

el mercado de nuestras acciones como una especie de barómetro que re­


flejaba las condiciones de los negocios en Argentina y las relaciones eco­
nómicas con ese país" (118). Para 1949, Swift International habia retira­
do sus oficinas principales de Argentina y, l:¡lunque Swift y las otras com­
pañías empacadoras extranjeras continuaron operando alli, dejaron de
modernizar e invertir en sus plantas argentinas. Entre 1948 y 1952, el
volumen total de las exportaciones de carne disminuyó en más de la mi­
tad (de 684.000 a 294.000 toneladas), pese a que el volumen de ganado
sacrificado, para consumo doméstico y exportaciones, permaneció más o
menos igualo declinó apenas un poco. Entre tanto, el consumo domésti­
co de ganado pasó de 69% del total sacrificado en 1938 a 77% en 1949 y
a87% en 1953 (119). Durante los años cincuentas el volumen de exporta­
ciones de carne manejado por los frigorificos extranjeros disminuyó fuer­
temente yen la dééada siguiente, una tras otra, dichas empresas cerra­
ron sus puertas para siempre.
La crisis de la industria empacadora, lo mismo que la crisis económi·
ca general de la que formaba parte, revela cómo las medidas de los pero­
rustas socavaron la lógica del mercado capitalista sin presentar una eco­
nonúa política alternativa capaz de promover el desarrollo del país. La
magnitud y las 4nplicaciones de esta contradicción básica inicialmente
fueron disimuladas por el dinamismo de la economia argentina en la pos­
guerra, por las enormes ganancias obtenidas en el comercio internacio­
nal a fines de los años cuarentas y por la bonanza de reservas extranjeras
heredada por los peronistas. Sin embargo, en 1950 se puso de manifiesto
el alcance del fracaso del régimen. Enfrentado a una economia estanca­
da y a crecientes limitaciones fiscales, el gobierno dio marcha atrás <en
todos los aspectos de su programa inicial. A partir de 1950 marchó en
direcciÓn de la ortodoxia económica del liberalismo cosmopolita que de­
a cía aborrecer. Intentó atraer a los inversionistas foráneos y negoció un
empréstito con los Estados Unidos. Suscribió un importante acuerdo con
~ la Standard Oil, que anulaba la vieja tendencia, surgida en los años vein­
1, tes, hacia un mayor control nacional de la industria petrolera. DejÓ de
l­ lado sus aspiraciones a una política exterior independiente apoyando las
ia iniciativas hemisféricas de Estados Unidos. A medida que caían los sala­
le rios reales, desde 1950, la disciplina laboral y la productividad se convir­
a tieron en las consignas de la CGT a sus sindicatos. El gobierno se dedicó
1- a mimar a los latifundistas con subsidios, créditos e incentivos en los
le precios en un desesperado esfuerzo por estimular la producción rural.

lB 118. Joseph O. Janson, presidente de Swift International, a Paul C. Daniels, director de la Oficina
a­ de Asúntos de las Repúblicas Americanas, Chicago, diciembre 13 de 1948, USNA/DS
835.5043/12.1348.
y 119. Lewis, "Anglo-Argentine Trade" ... , pp. 121·22. Lewis también aporta documentos sobre el
o­ estancamiento de la producción rural en general y sobre la calda del comercio exterior de
m Argentina a partir de 1950.
224 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

Lo mismo que con su política laboral a partir de 1950, el gobierno tra·


tb de sustituir la retórica ylos símbolos por la realidad de sus medidas
económicas. Públicamente continuó culpando a los imperialistas y a los
oligarcas nacionales de los fracasos económicos del régimen. Sin embar·
go, en la práctica empleaba incentivos económicos para estimular a estos
mismos grupos a invertir y promover el crecimiento económico por me­
dios capitalistas ortodoxos. Tal estrategia culminó en el fracaso. Los ca­
pitalistas extranjeros y nacionales, con su poder económico en buena
parte intacto por las reformas económicas peronistas, sus problemas
laborales agravados debido a las iniciativas sociales del gobierno y su
confianza menguada por la retórica del régimen y la realidad de su base
poJítica, prefirieron evitar el riesgo y optaron por invertir en otro lado. A
partir de 1950, la progresiva crisis económica poco a poco comprometió
la hegemolÚa ideológica y la legitimidad poJítica del gobierno peronista.
Los excesos del régimen -el culto a la personalidad, la patológica aten·
ción prestada a la preservación del cadáver de Evita Perón, la tortura de
disidentes y el alcance de la corrupción de la burocracia- son todos de
este periodo. Cuando en 1955 los elementos liberales del ejército final­
mente actuaron en forma decisiva para derrocar el gobierno, pocos ar­
gentinos estaban dispuestos a defenderlo. Aunque algunos dirigentes Chüe. Casino en una salitrera.
sindicales solicitaron 8. Perón que armara a los obreros para defender el
régimen, incluso dicha alternativa se hundió en la contradicción de la fi­
losofia social corporativista de la armolÚa de clases. Chüe. Mina de cobre El Te

PERSISTENCIA DEL PERONISMO

Si las poderosas fuerzas liberales -los latifundistas pamperos y los in­


dustriales, banqueros y comerciantes nacionales y extranjeros- que
regresaron al poder en 1955 hubiesen gobernado con moderación y res·
taurado el crecimiento vigoroso de la economía bajo principios liberales,
Argentina se habria podido ahorrar el trauma del siguiente cuarto de si­
glo (120). Que no pudieran hacer ni 10 uno ni lo otro se debió en gran par­
te a la existencia de poderosos sindicatos industriales, que sobrevivieron
al eclipse poJítico de la dirigencia peronista, y a sus combativas y conso.

120. Para gran parte de la infonnaci6n de esta sección final me he basado en dos importantes es­
fuerzos de sintesis y análisis: Guillenno O'Donnell, "Estado y alianzas en la Argentina,
19~1976", en Desarrollo EeoDÓmko, 16:64, enero-marzo de 1977, pp. 524-54, Y David
Rock, "The Survival and Restoration of Peronism", en Rock (ed.), Argentina in tbe Twen­
tietb Century.... pp. 179-222. Sobre el movimiento obrero espeelficamente. véanse Daniel
James. "Power and Politics in Peronist Trade Unions" , en Journal Of Interamerican Studies
and WorldAffaira, 20:1. febrero de 1978. pp. 3..s6; Juan Carlos Torre, "El movimiento obre­
royelúltimogobiemoperonista (1973-1976'''. en Cntiea & Utopía, No. 6,1982, pp. 99-134,
y Edward C. Epstein, "Control and Cooptation of tite Argentine Labor Movement". en Eeo­
aoll1Íe Development au Cultural Change, 27:3, abril de 1979. pp. 445-465.
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Chile. Desfile de la Federación I

Chile. Trabajadores de las salitreras se congregan en Santa María de Iquique. en 1907, poco
antes de la matanza.

s: PULPERO
k 71'rI;;J( OI/tr¡'Ut
1'~I/Yhr~;I' r/Ht~r;yJ
-.<

C~i1e. Ficha de pago para comprl


veIntes.

Chile. Soldados que participaron en la represión violenta de Santa María de Iquique, en 1907.
Chile. Desfile de la Federación Obrera de Chile. FOCH. en tiempos de Recabarren.

Chile. Ficha de pago para compra de víveres y abasto en las pulperías salitreras, en los años
veintes.

m 1907.
Chile. Niños trabajadores en la industria salitrera, a comienzos del siglo XX.
Argentina. Vista aérea del Frig(

Chile. Mural, durante el gobierno de Allende, antes de la nacionalización. Argentina. Vista aérea del Frigorífi
Argentina. Vista aérea del Frigormco Anglo. Berisso.

Argentina. Vista aérea del Frigorífico Arroour, AveUaneda.


¡
!

,'

Argentina. La policía ocupa los frigoríficos durante las huelgas de los afios veintes.

Ar~entina. Dos vistas del trabajo E


Arnba: Frigorífico La Negra, 1919..

Argentina. Procesamiento de la carne en una sección de un frigorífico argentino.


Argentina. Dos vistas del trabajo en la sala de sacrificio de ganado de un frigorífico argentino.
Arriba: Frigorífico La Negra, 1919. Abajo: Frigorífico Anglo, 1950.
Argentina. Sección de córte en un frigorífico. Argentina. Corte y empaque de Cl

,lI

Argentina. Sacrificio de ovejas en el Frigorífico La Negra, años cuarentas. Argentina. Carga de cosacos -nOJ
rmcos en los años veintes.
Argentina. Corte y empaque de cuartos en la cámara fría del Frigorífico La Blanca, 1906.

Argentina. Carga de cosacos -nombre que se dio a la caballería- contra huelguistas de los frigo­
ríficos en los años veintes.
Argentina. La represión en la Argentin~ fue particularmente violenta.
\

Argentina. Comedor del Hotel de Inmigrantes. Venezuela. Mitin sindical de los trabajadores petl1
Argentina. Cena en un restaurante porteil.o de
lujo, en los años cuarentas.

Venezuela. Mitin sindical de los trabajadores petroleros de Venezuela, en los ail.os cuarentas.
Colombia. Caturral en la :¡o;ona cafetera, años setentas. Colombia. Campesinos de la rona el

•• Colombia. El "país político" frente al "país na­


cional", los dos polos de que hablaba el líder
liberal Jorge Eliéeer Gaitán.

Colombia. EsCogedoras de eafé, 1940.


Colombia. Campesinos de la zona cafetera.

Colombia. Escogedoras de café. 1940.


ARGENTINA
Colombia. Colonos en la región cafete~a del
Sumapaz, estudian los títulos de propled~d
de sus parcelas, entreg~dos por la age;,~a lidadasbases. Esta clas4
estatal de reforma agrana, ellncora, 1 . régimen peronista desm
nas, constituía un obstá(
liberales victoriosos.
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ria. Dicho proceso aportó va

121. Es&osasuntos se discuten de maJ


ARGENTINA 226

lidadas bases. Esta clase obrera organizada, que se expandi6durante el


régimen peronista desde cerca de medio mill6n a 2.5 millones de perso­
nas, constituía un obstáculo tremendo pata los planes capitalistas de los
liberales victoriosos.
Los objetivos de los liberales que tomaron el poder en Argentina en
1955 estaban determinados por las realidades de la economia mundial de
la posguerra. El nuevo orden liberal era una modificaci6n del anterior:
se adaptaba exitosamente a los principales cambios económicos, socia­
les, ideol6gicos e institucionales surgidos en quince años de crisis econ6-­
mica y guerra mundial. A nivel doméstico, en todos los paises capitalis­
tas dichos cambios implicaron una transformaci6n en la relaci6n·entre el
capital, el Estado y la sociedad civil. Durante la crisis el Estado asúmi6
un papel cada vez más destacado en la preservaci6n' de la sociedad capi­
talista en su conjunto: regulando Ia economia y tratando de fomentar· el
crecimiento, manejando el descontento social y laop'osici6n engendra­
dos por la crisis y, en las sociedades capitalistas del centro, organizando
todos los recurSos sociales en una guerra por la hegemonía mundial. .A
nivel internacional, como hemos visto,la crisis condujo a Un rompimien­
to parcial de la divisi6n internacional del trabajo yterminb con el flujo
sin restricciones de capital, tecnologia y bienes, caracteristico del siste­
ma liberal clásico anterior a 1930.
Dos aspectos de estos cambios conllevaron problemas estructurales
especialmente dificiles y duraderos para el capital del centro del siste­
ma, cuando la guerra lleg6 a su fin (121). En los paises industriales avan­
zados, la crisis permiti6 que los obreros se organizaran en la industria
básica, folZÓ un aumento en el nivel de ingresos de los trabajadores y
extendi6 considerablemente el alcance de los programas de bienestar
social administrados por el Estado. En América Latina, la crisis fomentó
la industrializaci6n de los principales paises y gener6 un consenso, res­
paldado por una amplia coalici6n de grupos sociales, en tomo al apoyo
estatal al desarrollo de la industria. El primero de estos hechos amena­
zaba la economía polltica liberal y ponia en peligro la acumulaci6n capi­
talista en el centro industrial del sistema mundial. El segundo minaba la
teoria liberal clásiCa de la ventaja comparativa a través del comereio en
el contexto de una divisi6n internacional del trabajo, colocando seria­
mente en peligro la expansi6n continuada del capitalismo mundial basa­
da en la acumulaci6n en el centro por medio de inversiones extranjeras y
comercio con la periferia.
Ambos obstáculos fueron superados temporalmente con la trasferen­
cia de producci6n de las cerporaciones industriales del centro a la perife­
rla. Dicho proceso aportó varias ventajas al capital del centro y racionali­

121. Estos asuntos se discuten de manera más general en el primer capitulo.


226 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
ARGENTINA

zó el sistema en su conjunto. Permitió al capital invertir aprovechando


los bajos salarios y la limitada organización de los trabajadores en'la paldo desapareció cu!
hicieron evidentes a m
mayoría de las sociedades periféricas. Hizo posible que el gran capital
ron sus colegas en tOI:
participara en los mercados protegidos de la periferia y obtuviera subsi­
dieron la bienvenida a
dios, crédito y préstamos de sus gobiernos. Facilitó que el capital se
~anufactureras extrali
beneficiara, junto con el grueso de la población del centro, de un sistema
fumas, esperaban extE
mundial ampliado de comercio basado .en una nueva y más compleja di­ gos. También ganaban
visión internacional del trabajo. Las economías industriales avanzadas
sos avanzados y disfru
cambiaban tecnología, servicios, sofisticados artículos industriales y bie­
gráfica - de trabajar PI
nes de capital por materias primas y bienes de consumo ligeros y dura­
Las precauciones C(
bles cada vez más baratos. Por último, permitió al capital del centro
se aproximó iniciaImen
mantener el proceso de acumulación doméstica e impedirla agitación
les creadas por la ec01
social de masas y las amenazas a su hegemonía ideológica. El capital
pudo preservar y aun expandir los sistemas domésticos de bienestar so­ poder de los sindicatos
;1 cial, tolerar o evitar los sindicatos en las industrias más avanzada~, en la do los sindicatos organj
medida en que los crecientes beneficios para los obreros estuvieran vin­ tar contra las primeras
culados a los aumentos en la productividad, y, a largo plazo, d~bilitar los una gran ofensiva contrl
sindicatos en las industrias de trabajo más intensivo, las cuales se veían ta argentino Raúl Preb~
.~ ,

afectadas por el colapso de los mercados de exportación y, más tarde, con la devaluación y los
por la competencia. de importaciones más baratas. nó los subsidios estatalE
básicos, abolió Jos contrl
Lo que el capital en las metrópolis y en el sistema mundial en su con­
da que la inflación se dis
junto no podía aprobar era altos niveles salariales y poderosos sindicatos
el control de la CGT, re'
de industria en la periferia. En esto Argentina, al igual que Chile, se arrestó a centenares de
separó de los otros países latinoamericanos grandes en la posguerra.
por el gobierno, socialis
Debido a razones históricas específicas, analizadas en los casos de Vene­
trataron de conseguir el (
zuela y Colombia en los siguientes capítulos, en los otros países de la
región el capital logró disciplinar a los trabajadores industriales e impo­ Estas políticas no ale
nerles, después de la guerra, acuerdos liberales aceptables. Estos países pero consiguieron lo que
fueron capaces de atraer un flujo masivo de capital extranjero y expandir Y restauraron el ptestigi¡
velozmente sus economías en los años posteriores a 1945. Argentina, t~arse desilusionados pOI
atada allegado laboral del régimen peronista, no pudo hacerlo. rustas a comienzos de los
En consecuencia, la eliminación de los sindicatos peronistas y la re­ contra su bienestar mat!
ducción del bienestar material de la clase obrera se convirtieron en el 1955, hizo que la época df
principal objetivo de las fuerzas liberales que derrocaron a' Perón en como una era dorada. Las
1955. Durante un decenio, después de la guerra, el capital habíasido ron el camiflO a un movim
despojado en Argentina de las ventajas' derivadas' de la asociación con zó los sindicatos y los COI
las nuevas instituciones en auge del orden capitalista mundial. La des­ Pronto mostraron éstos Sl
trucción de las instituciones peronistas, en especial los sindicatos,rea­ contra sus salarios y orga¡
bríría los mecanismos de la acumulación capitalista doméstica y crearía el movimiento. Pero a me
los prerrequisitos para una inyección de capital extranjero que dinamiza­ se hacían más monoJítica
ra la economía y la integrara al sistema mundial en expansión. Incluso
los industriales argentinos querían entusiastas abrir las puertas al capi­
tal extranjero. Cualquiera que fuera el apoyo brindado por algunos' a las 122. Osvaldo Sunkel, "Transnatic
'·1 anteriores políticas de desarrollo y distribuciOJ). del peronismo, dicho res- en SoclaJ and Eoonomic 8tud
'l, " Müller. Loa dirigentes del mI
~IA ARGENTINA 227

wdo paldo desapareció cuando los limites a la expansión de la industria se


~;'la hicieron evidentes a mediados de los años cincuentas. Tal como lo hicie­
~pital ron sus colegas en toda América Latina, la mayoría de los industriales
~bsi­ dieron la bienvenida a la oportunidad de asociarse con las corporaciones
tIll se manufactureras extrarijeras. Al convertirse en socios menores de dichas
itema firmas, esperaban extender sus negocios y ganancias, y reducir los ries­
ia di­ gos. También ganaban acceso a la tecnología, la maquinaria y los proce­
~as sos avanzados y disfrutaban del prestigio -y·a veces la movilidad geo­
ybie­ gráfica- de trabajar para grandes empresas internacionales (122).
,d\lra­ Las precauciones con las que el régimen militar que derrocó a Perón
(entro se aproximó inicialmente a los sindicatos y a las cuestiones fundamenta­
~ón les creadas por la economia politica peromsta expresaban el temor al
;apital poder de los sindicatos y a la posibilidad de una guerra civil. Pero cuan­
~so­ do los sindicatos organizaron una fracasada huelga general para protes­
I~,ellla tar contra las primeras iniciativas gubernamentales, el régimen lanzó
¡n vino UIla gran ofensiva contra los obreros. Siguiendo el consejo del economis­
~rlos ta argentino Raúl Prebish, el gobierno trató de estimular el sector rural
,~eían con la devaluación y los incentivos de precios para la agricultura. Elimi­
tarde, nó los subsidios estatales que mantenían precios bajos en los alimentos
básicos, abolió los contratos colectivos negociados bajo Perón y, a medi­
~\l con­ da que la inflación se disparaba, congeló los salarios. El gobierno asumió
meatos el control de la CGT, revocó elestatus legal de numerosos sindicatos y
tille, se arrestó a centenares de. dirigentes sindicales peronistas. Estimulados
guerra. por el gobierno, socialistas, comunistas y sindicalistas independientes
~ Vene­ trataron de conseguir el control de los sindicatos.
lB de la Estas pollticas no alcanzaron las metas económicas de los liberales,
e impo­ pero consiguieron lo que éstos más temian: aseguraron la supervivencia
~p~ses y restauraron el prestigio del peronismo. Muchos obreros podían mos­
J,pandir trarse desilusionados por el curso de la politica y las instituciones pero­
rentina, nistas a comienzos de los años cincuentas. Pero la magnitud del ataque
contra su bienestar material y sus instituciones de clase, a partir de
yla re­ 1955, hizo que la época de Perón, con sus conquistas laborales, pareciera
11 en el como una era dorada. Las purgas de dirigentes obreros peronistas abrie­
,,'~rón
en ron el camiJ10 a un movimiento de renovación desde la base que revitali­
bíasido zó los sindicatos y los convirtió en gremios independientes y militantes.
~ibn con Pronto mostraron éstos su capacidad de resistencia a la ofensiva liberal
'La des­ contra sus salarios y organizaciones. En el exilio, Perón siguió dirigiendo
Jps, rea­ el movimiento. Pero a medida que trascurrían los años, sus partidarios
(crearía se hacían más monoliticamente proletarios y muchos elementos dentro
lnamiza­
, Incluso
t al.capi­
122. Osvaldo Sunkel. "Transnational Capitalism and National Disintegration in Latín Amenea" ,
.n08a las en Social and EcoDomic Studies, 22: 1, marzo de 1973, pp. 132-176; Richard Bamet y Ronald
lichores- Müller, Los dirigeDtelldel mllDdo, Barcelona, 1976.
228 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

del· movimiento sindical definieron de nuevo un programa de r~forma liberalismo de Ja Década


radical para la sociedad argentina. crearon amargos sentimi
Durante los años sesentas se demostró la capacidad de los sindicatos tina, los cuales permane
de trastornar la economía y echar atrás Jas medidas liberales en lo econó­ ción ideolÓgica negó a lo
mico yen lo político. Los regímenes liberales, militares o civiles, ensaya­ medida de consenso y lef!
ron en vano todas las tácticas concebibles en sus esfuerzos por reprimir, zo.
dividir o sustituir desde arriba el movimiento obrero peronista. quesa­ La frustración nacioDJl
boteó sistemáticamente todas las iniciativas liberales en el frente econó­ lítico a partir de 1955, ha
mico. A partir de 1955 la economía argentina sufrió auges y caídas es­ la percepción general de
pasmódicas, formidables periodos de inflación y deflación, crisis cróni­ Argentina debían haberle
cas en la balanza de pagos, repetidas devaluaciones y creciente desem­ del país a comienzos del;
pleo estructural. En todas estas agudas fluctuaciones una cosa fue cons­ población reforzaron en b;
tante: el lento crecimiento, si no el virtual estancamiento. de la econo­
mía. A pesar de la baja tasa de crecimiento demográfico qe Argentina, el
.
culturales y raciales , ema
ongen del progreso econ<
ingreso percápita creció de manera lenta e irregular. La participación de se identificaba con Europl
los obreros en la riqueza nacional y el ingreso personal de las clases tra­ noamericanos "menos cul
bajadoras y medias se vieron golpeados considerablemente; ambos dis­ Sin embargo, desde 1955
minuyeron en términos absolutos a lo largo de prolongados perio­ estereotipos prevaleciente
dos (123). económica y la inestabilida
El punto muerto entre el capital y el trabajo en la esfera económica se los otros países grandes de
repitió en el frente polí.tico. Los peroDistas fueron proscritos de la partici­ yado impotentes cómo lo q!
pación política. Sin embargo, ningún gobierno, elegido o impuesto por la Impulsó a su principal riva
autoridad militar, pudo gobernar eficazmente sin su colaboración. La a una posición de hegemon
fuerza electoral potencial de los peronistas, cerca de una tercera parte Enfrentados a una inCi
del electorado nacional a fines de los años cincuentas, aumentó a medida racionales sobre su infortUl
que seguían en pie las polí~icas económicas liberales. A comienzos de los cos han recurrido cada vez
años setentas, los peroDistas estaban a punto de lograr una mayoria ab­ del fracaso nacional. Puest
soluta, gracias a que sectores significativos de la clase media se pasaron suficiente poder económico
a sus fijas. del estancamiento de la 00
Desde la caída dePerón en<1955, la sociedad argentina ha sido dividi­ adoptó estrategias más OpOl
da en dos campos rivales, cada uno con una interpretación exclusiva y pasado.
sectaria del pasado y un programa intransigente para el futuro. Otras La manifestación más 01
sociedades latinoamericanas .habían asimilado la experiencia histórica proliferación de grupos SU
del liberalismode librecambio anterior a 1930 y el nacionalismo econó­ 1960. Las guerrillas, vagam
mico y las políticas de bienestar social de la época de la Depresión. Los de clase media, reflejaban.
argentinos, atados al curso anómalo de su historia nacional,no lo logra­ en una sociedad capitalista E
ron. Provenientes de un desfase con los desarrollos mundiales, tanto el E: rec~rso de Jas táctiCiaS gu
VivenCIa del peroDismo. Erf
123. Los estimativos del crecimiento argentino son controvertidos porque las diferentes series de izquierda, despojada por el J
estadisticas oficiales están en conflicto. Las más optimistas apuntan a 1 Ó 2 por ciento de cre­
cimiento en el producto nacional bruto per cápita a partir de 1955. Incluso estas cifras, sin
embargo, confirman el estancamiento del ingreso, en la forma de sueldos y salarios, en bue­
124. Una exposición .tipica de esta visi(
na parte de este periodo. Véase Clarence Auvekas, Jr., "Economic Growth and Income Dis­
tribution in Postwar Argentina", en Inter-American EconoDlÍc Affain, 20:3, invierno de Economist, enero 26 de 1980, pp.
1966, pp, 19-38. mos temas en su mordaz análisis (
The Retum or Eva Perón, Nueva '\
ARGENTINA 229

liberalismo de la Década Infame como la reacción peronista de 1945-55


crearon amargos sentimientos en amplios sectores de la sociedad argen­
tina, los cuales permanecieron en su conciencia histórica. La polariza­
ción ideológica negó a todos los gobiernos posteriores a 1955 una cierta
medida de consenso y legitimidad, vital para trazar politicas a largo pla­
zo.
La frustración nacional, fomentada por el atolladero económico y po­
litico a partir de 1955, ha sido enorme. En parte ha sido alimentada por
la percepción general de que los considerables recursos naturales de
Argentina debían haberle asegurado un destino grandioso. El desarrollo
del país a comienzos del siglo XX y el· origen europeo del grueso de su
población reforzaron en las mentes de muchos argentinos presúpuestos
culturales y raciales, emanados de Europa y Estados Unidos, acerca del
origen del progreso económico y politico. La mayoria de los argentinos
se identificaba con Europa y se consideraba superiot a sus vecinos lati­
noamericanos "menos culturizados", "tropicales" y de piel más oscura.
Sin embargo, desde 1955 Argentina parece haberse aproximado a los
estereotipos prevalecientes en el Primer Mundo en tomo a la ineptitud
económica y la inestabilidad p6litica del Tercer Mundo, incluso más que
los otros países grandes del continente (124). y los argentinos han obser­
vado impotentes cómo lo que se concibió como un "milagro" económico
impulsó a su principal rival, el Brasil, racialmente mixto y semitropical,
a una posición de hegemonía regional.
Enfrentados a una incapacidad colectiva para hallar explicaciones
racionales sobre su infortunio, los argentinos de todos los matices politi­
COs han recurrido cada vez más a teorias conspirativas para dar' cuenta
del fracaso nacional. Puesto que ninguna coalición politica pudo 'reunir
suficiente poder económico, social o ideolÓgico para superar la inercia
del estancamiento de la economía y' la sin salida política, cada partido
adoptó estrategias más oportunistas e inclinadas a la violencia que en el
pasado.
La manifestación más ominosa de estas tendencias generales fue la
proliferación de grupos guerrilleros y paramilitares en la década de
1960. Las guerrillas, vagamente marxistas y con una composición social
de clase media, reflejaban la frustración de estudiantes y profesionales
en una sociedad capitalista estancada, impermeable al cambio evolutivo.
El recurso de las tácticas guerrilleras revelaba otro aspecto de la super­
vivencia del peronismo. Era un indicio de la impotencia política de la
izquierda, despojada por el peronismo de sus tradicionales banderas de

124. Una exposición tipica de esta visión es "POOl Little Rich Boy, Argentina: A Survey", en Tbe
Economist, enero 26 de 1980, pp. 2-26. Como era de esperarse, V. S. Naipaul enfoca los mis­
mos temas en su mordaz análisis de lo que él considera como la patologia cultural argentina,
Tbe Retum oC Eva Perón, Nueva York, 1981.
230 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

nacionalismo económico y justicia social y aislada de su base natural, la poder a comienzos de


clase obrera industrial, por los sindicatos peronistas. movimiento de izquierd
Después de 1955 el movimiento obrero siguió siendo antimarxista en de clases, surgió como l
lo fundamental. Esta actitud reflejaba .solo en parte la influencia de los to laboral peronista y lal
dirigentes peronistas conservadores y la aceptación, por parte de las nominales pagaron un a
bases obreras, de las concepciones corporativistas tradicionales elabora­ nó al poder: muchos fue
das por la propaganda oficial del peronismo. La acusación común que los purgados del partido del
peronistas lanzaban contra la izquierda marxista fue confirmada en la Empero, la debilidad
conciencia popular por el curso mismo de la historia de Argentina desde y sus aliados marxistas :
los años cuarentas. Los partidos marxistas, en alianza con la clase domi­ La actividad guerrillera
nante liberal, se habían opuesto a Perón en 1945 y 1955. El peronismo, y añosy,en1969,unaalia
no la izquierda, era asociado con las grandes victorias organizativas y !I na gran insurrección er.
materiales de la clase obrera. La ironía radicaba en que la historia pare­ Insurgentes, orientados
cía confirmar la viabilidad de la economía política peronista. El primer la ciudad durante varios ;
gobierno de Perón había coincidido con una coyuntura fortuita de ten­ ción militar.
dencias económicas nacionales, y excepcionales condiciones mundiales. Vistos en retrospecth
Su fracaso, después de 1950, era simplemente atribuido, no a sus contra­ doba no son indicativos I

dicciones internas, sino a "enemigos" que sabotearon las politicas na­ de masas y la insurreccÍ(
j; •

cionalistas y distributivas de Perón.. Dado el creciente prestigio del pero­ único: el cordobazo, come
nismo después de 1955, incluso la izquierda marxista se vio obligada a fue un evento excepcioruJ
contribuir a esta visión mítica, interpretándolo como una fuerza viable y del país, desde comienzc
revolucionaria. La experiencia histórica y la lealtad de las bases obreras porción de estudiantes el
no dejaban otra alternativa a los marxistas. Al igual que los lideres sindi­ de activismo estudiantil I

cales properonistas e independientes, los marxistas tuvieron que volver­ triz de Arg~ntina, la ~s
se, a partir de 1955, más peronistas que los peronistas mismos. Mientras rrolladas en el país a part
los peronistas y los marxistas combatieron a un enemigo liberal común, les extranjeras. Los obrer
esta estrategia resultó efectiva; mas el retomo de los peronistas al po­ cabezaron las huelgas qu
der, a comienzos de la década de 1970, significó un desastre para la iz­ eran estudiantes de medie
quierda. tiles. Reivindicaciones reA
~an los rasgos excepcional
Es cierto que algunos dirigentes obreros marxistas, quienes lograron bdas por la discriminación
disociarse del estigma del movimiento internacional comunista, actua­ de vida era más alto, la .
ron en posiciones de poder en el movimiento obrero argentino en··los mucho más deficientes qU4
años sesentas. Tal fenómeno ocurrió especialmente dentro de las organi­ na, sobre todo en la provÍl
..
I zaciones de la ., nueva" clase obrera industrial, o sea, los sectores desa­
rrollados bajo la égida del capital extranjero en la década de los sesentas
dicional dirigencia peroni5
blecida, los marxistas y la
y en los que el legado peronista se vio amortiguado. Los marxistas inde­ des mucho más grandes J

pendientes también lograron ganarse la dirección de algunos sindicatos revolucionaria.


peronistas tradicionales. Dichos marxistas emplearon su base sindical
para hacer avanzar los objetivos de la izquierda, pero solo mientras sus
actividades no comprometieran la administración eficiente de los asun­ 125. Martba Iris de Roldán ha anaIi.
tos sindicales o afectaran negativamente los beneficios materiales de la 00, en su libro Sindicatos, ¡m
base. Esto no fue posible tan pronto como los peronistas regresaron al El sindieato de Luz, Fuerza eL
126. S:obre el eordobazovéanse ID
CISCO Delich, Crisis, protesta.
mIA
ARGENTINA 231

poder a comienzos de los setentas (125). Finalmente, un importante


t, la
movimiento de izquierda, inspirado por las teorías marxistas de la lucha
de clases, surgió como una posición minoritaria en el seno del movimien­
~ en to laboral peronista y las juventudes del partido mismo. Estos peronistas
!los nominales pagaron un alto precio en sangre una vez que el partido retor­
las nó al poder: muchos fueron asesinados sistemáticamente y los restantes
pra­ purgados del partido después que Perón volvió al país en 1974.
~ los Empero, la debilidad y el potencial limitado de la izquierda peronista
n la y sus aliados marxistas no eran tan obvios a fines de los años sesentas.
,~sde. La actividad guerrillera aumentó en alcance y efectividad en aquellos
pnu­ años y, en 1969, una alianza explosiva de estudiantes y obreros organizó
~o, y una gran insurrección en Córdoba, la segunda ciudad de Argentina. Los
~y insurgentes, orientados por los marxistas, tomaron control de partes de
,are­ la ciudad durante varios días antes de ser aplastados en una gran opera­
jmer ción militar.
ten­ Vistos en retrospectiva, es claro que los sangrientos hechos de Cór­
ales. doba no son indicativos de condiciones favorables para la movilización
~tra- de masas y la insurrección popular en Argentina. Córdoba era un lugar
s na­ único: el cordobazo, como llegó a denominarse la abortada insurrección,
~ero­ fue un evento excepcional (126). Principal centro de educación superior
~daa del país, desde comienzos de siglo, Córdoba contaba con una alta pro­
bley
i porción de estudiantes en su población y una larga y gloriosa tradición
rems de activismo estudiantil. También era el núcleo de la industria automo­
~ndi­ triz de Argentina, la más importante de las "nuevas" industrias desa­
~lver­ rrolladas en el país a partir de 1955 por las corporaciones multinaciona­
ptms les extranjeras. Los obreros, organizados en combatiyos sindicatos, en­
ínún, cabezaron las huelgas que precipitaron el cordobazo. Algunos de ellos
¡¡ po­ eran estudiantes de medio tiempo; otros vivían en vecindarios estudian­
,la iz­ tiles. Reivindicaciones regionales ampliamente compartidas completa­
ban los rasgos excepcionales de Córdoba: todas las clases estaban resen­
iraron tidas por la discriminación del gobierno central contra la ciudad. El costo
lctua­ de vida era más alto, la, vivienda más escasa y los servicios públicos
~ los mucho más deficientes que en la capital del país. En el resto de Argenti­
rgani­ na, sobre todo en la provincia dominante de Buenos Aires, donde la tra­
'<Iesa­ dicional dirigencia peronista de la clase obrera estaba sólidamente esta­
lentas blecida, los marxistas y la izquierda peronista luchaban contra djficulta­
linde­ des mucho más grandes en sus esfuerzos por construir una coalición
iicatos revolucionaria.
,ndical
liS sus
'asun­ 125. Martha Iris de Roldán ha analizado el destino del más conocido de estos líderes, Agustin Tos­
co, en su libro Sindicatos y protesta social en la Argentina (1969·19741. Un estudio de caso:
I'de la El sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, Amsterdam, 1968.
~on al 126. Sobre el cordobazo véanse Elizabeth Jelin, La protesta obrera, Buenos Aires, 1974, y Fran·
cisco Delich, Crisis y protesta social: Córdoba, Mayo de 1969, Buenos Aires, 1970.
232 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA ARGENTINA

Irónicamente, el cordobazo de 1969 precipitó no la revolución social más. Dada la fuerza d


que habían previsto sus líderes, sino la reacción política que culminó, mulado por la represil
cinco años después, en el ascenso de Perón al poder y la virtual aniquila­ de su propio partido, E
ción de la izquierda. La insurrección y su sangrienta represión compro­ no tuvieron preceden!
metieron decisivamente la legitimidad del gobierno militar y sacudieron gobierno complemenf,¡
la confianza de sus partidarios liberales. La oposición concertada a las en su guerra interna 1
ineficaces políticas económicas del régimen y a la represión,anteslimi­ na". Una horripilante
tada a los sindicatos y las guerrillas, se extendió ahora a buena parte de llamada marxista y los
la clase media. El partido peronista consiguió beneficiarse de la crecien­ catos, desbarató la esl
te oposición al régimen castrense. El partido no solo habia encabezado la gobierno derrotó a las
oposición desde 1955, sino que había logrado presentarse a una nueva también los derechos c
generación de argentinos como un movimiento popular revolucionario camente le negó el uso
capaz de transformar la economía, restaurar el orden social por medio de
la justicia social y llevar de nuevo al país a los principios de la democra­
cia electoral.
De este modo, el cordobazodio comienzo al paradójico proceso en Marx dijo alguna vez ql
virtud del cual los enemigos históricos de Perón poco a poco llegaron a el cerebro de los vivos.
abrazarse con él. Obligado a recurrir al uso masivo de la fuerza para con­ Argentina consiste en e
tener las disensiones internas, atemorizado por la evidencia del crecien­ un sueño sin complica~
te poderío de la alianza revolucionaria de estudiantes y obreros, yaban­ minó el vigor económic{
donado por la opinión pública que pedía a gritos reformas y elecciones
libres, el régimen militar y sus aliados liberales iniciaron una serie de truyó su promesa demo
negociaciones y compromisos mutuos con los peroni~tas que llevaron de bido a la debilidad del I
nuevo el partido al poder en las elecciones libres de 1973. Solo entonces sin salida del peronismo
quedaron en claro la debilidad de la izquierda marxista y la naturaleza El siglo de historia al
atípica de la alianza obrero-estudiantil que se había dado en Córdoba de la economía de expo
cinco años atrás. Esta época se edificó fjj
El peronismo regresó para repetir, esta vez con una rapidez insólita y ~uchas personas, de ql
una devastadora determinación, las lecciones históricas de su primer hberal garantizarían el e
ascenso al poder. La influencia marxista en el movimiento obrero fue peronismo y de los gobiE
destruida y el ala izquierda del peronismo eliminada. Las modestas ini­ puesto de relieve la falac
ciativas económicas y sociales, constreñidas ahora por una coyuntura posguerra de la sociedad
internacional mucho menos favorable para las políticas sociales de nació­ rales capitalistas puesf,¡¡¡
nalismo económico y redistribución, no pudieron revitalizarla economía intensificaron. La clase (
y provocaron,en cambio, la más severa inflación vista hasta entonces en la conducción del país al
Argentina. Después de la muerte de Perón, en 1974, la coalición peronis­ forjó la historia modern
ta se desintegró rápidamente. Las políticas económicas y sociales de sus perspectivas muestran
sucesores, bajo el liderazgo nominal de su nueva esposa, la;vicepresi­ adecuado a sus talento's
denta Isabel Perón, viraron radicalmente hacia la derecha. Tal como una comprensión crítica I

sucedió entre 1950 y 1955, el retorno a la ortodoxia económica liberal no historia argentina deber:
ta (127).
logró convencer al capital y distanció a los Obreros. La retórica y una or­
gía de corrupción oficial hicieron que el gobierno solo se mantuviera en
el poder por un tiempo muy corto. En 1976, la ya conocida coalición de 127. Un primer indicativo del pa)
fuerzas liberales y jefes militares de derecha se tomó el poder una vez za del apoyo que le dio al go
ARGENTINA 233

más. Dada la fuerza del movimiento guerrillero, el cual había sido esti­
mulado por la represión peronista contra los marxistas y el ala izquierda
de su propio partido, el alcance y la naturaleza de la represión que siguió
no tuvieron precedentes. Los grupos paramilitares respaldados por el
gobierno complementaron las actividades del ejército y la policía secreta
en su guerra interna por "preservar la civilización occidental y cristia­
na". Una horripilante lucha de tres vías entre el gobierno, la guerrilla
llamada marxista y los peronistas,que mantenían el:control de los sindi­
catos, desbarató la estructura institucional de la nación. Finalmente el
gobierno derrotó a las guerrillas, pero durante dicho proceso destruyó
también los derechos civiles del grueso del pueblo argentino y sistemáti­
camente le negó el uso social de sus facultades criticas.

1 Marx dijo alguna vez que la carga del pasado yace como una pesadilla en
el cerebro de los vivos. El horror particular de la moderna historia de
Argentina consiste en que ésta empezó en las mentes de la gente como
un sueño sin complicaciones, un sencillo cuento bucólico. Pero el éxito
minó el vigor económico de la sociedad argentina y durante décadas des­
truyó su promesa democrática. El desarrollo social del país condujo, de­
bido a la debilidad del movimiento obrero y de la izquierda, al callejón
sin salida del peronismo, cuyo término solo hasta ahora es visible.
El siglo de historia argentina que se puso en marcha con la expansión
de la economía de exportación agropecuaria ha llegado ahora a su fin.
Esta época se edificó sobre la premisa, compartida acriticamente por
muchas personas, de que las instituciones económicas del capitalismo
liberal garantizarian el desarrollo exitoso del país. Las experiencias del
peronismo y de los gobiernos liberales represivos que le sucedieron han
puesto de relieve la falacia de tal premisa. Lejos de resolver la crisis de
posguerra de la sociedad argentina, las soluciones corporativistas y libe­
rales capitalistas puestas en práctica por regimenes autoritarios solo la
intensificaron. La clase obrera argentina desempeñó el papel central en
la conducción del país al terrible atolladero de las décadas recientes. No
forjó la historia moderna de la nación,. tal como hubiera deseado. Las
perspectivas muestran, sin embargo, que hallará su futuro papel más
adecuado a sus talentos y más acorde con su naturaleza. Formada por
una comprensión critica de su paradójico pasado, la próxima etapa de la
historia argentina deberá tener un desenlace diferente y más progresis­
ta (127).

127. Un primer indicativo del papel futuro más progresista del movimiento obrero fue la naturale­
za del apoyo que le dio al gobierno durante la guerra de 1982 con Gran Bretafta. Dicho respal­
234 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

do estuvo condicionado por un llamamiento al regreso a las normas pollticas democráticas.


Los extremos a los que el régimen argentino estaba dispuesto a llegar en tal conflicto eran en CAPITULO 4. VENEZ
si una consecuencia, al menos en parte, de la creciente oposición interna, encabezada por los
sindicatos, al programa económico y social liberal del gobierno y a 8Ú politica represiva. La
derrota obligó a los militares a entregar el poder en las elecciones democráticas de fines de
1983. Los peronistas no lo hicieron tan bien como muchos analistas lo predecian, y el candi­
dato radical emergió victorioso. Varios lectores de este ensayo, terminado en 1982, expresa­
ron su sorpresa por el optimismo de este último párrafo. Afortunadamente, el tono y el análi­
sis de las tendencias a largo plazo que sugiere se ven confirmados por los eventos recientes.
Dado el alcance de la actual crisis económica, la magnitud del problema de la deuda externa
y la naturaleza sensitiva de los esfuerzos gubernamentales por controlar a los militares, la
situación, sin embargo, sigue siendo extremadamente inestable.

HISTORIOGRAFIA DE UN PA

Los deterministas raciale


al interpretar la historia 1
cómodas suposicionesae~
clima tropical no apto pa
análisis, Venezuela emerg
ciplinada, ignorante y mb
Después dela Independen
ca, con clima templado en
gentina y Chile, lograron 1
quear" sus poblaciones y
tros europeos de civilizac
igual que las naciones hen
plo-, Venezuela se sumió
y estancamiento económio
con ejércitos merodeadorel
mestizos y mulatos, se enf
por el poder. Una vez en e
proclamaban pomposamel
de la Ley" o "Regenerador
ro público y se burlaban de
cer colosales apetitos seXll
europeos finalmente se cal
líderes políticos venezolanl
sus gobiernos para que em
CAPITULO 4. VENEZUELA

EL PELIGRO NO ES NEGRO SINO BLANCO


"El peligro está en los musiús blancos, en los impe­
rialistas que están exprimiendo a nuestro obrero y al
obrero [como el antillano negro) que venga de cual­
quier parte. El imperialismo y .sus aliados nacionales
son nuestros principales enemigos".
De.l periódico obrero de Maracaibo
Petróleo, agosto 29 de 1936.

HISTORIOGRAFIA DE UN PASADO TURBULENTO

Los detenninistas raciales y geográficos anglosajonessol1an regodearsé

al interpretar la historia de Venezuela, pues ésta parec1a confinnar sus

cómodas suposiciones acerca del mundo en que vivian. Maldita por un

clima tropical no apto para el hombre blanco, indicaban aquéllos en su

análisis , Venezuela emergió del perlodocolonial· como una sociedad indis­

ciplinada, ignorante y miserable, inclinada a la indolencia y la violencia.

Después de la Independencia, las naciones más favorecidas de Suraméri­

ca, con clima templado en la región meridional del continente,'como Ar­

gentina y Chile, lograron poner sus casas pol1ticamenteen orden, "blan­

quear" sus poblaciones y sumarse al progreso que emanaba de los cen­

tros europeos de civítizaciónoccidental. Venezuela no lo consiguió. Al

igual que las naciones hermanas del tróPico -Colombia es un buen ejem­

plo-, Venezuela se sumió en un mar de inestabilidad política, caos social

y estancamiento económico a lo largo del siglo XIX. Caudillos militares,

con ejércitos merodeadores de chusma compuesta por antiguos esclavos,

mestizos y mulatos, se enfrentaban en una violenta e intenninable lucha

por el poder. Una vez en el poder, estos "generales" semianalfabetos se

Ii proclamaban pomposamente "Salvadores de la Patria't, "Resta.uradores

,.
de la Ley" o "Regeneradoresde la Nación". De heCho, saqueaban el teso­
ro público y se burlaban de la ley. No pocos usaban el poder para satisfa­
cer colosales apetitos sexuales y sensuales. No obstante, los acreedores
europeos finaltnente se cansaron de la grotesca irresponsabilidad de los
lideres políticos venezolanos. A comienzos del siglo XX, convencieron a
sus gobiernos para que enviaran escuadras navales a bombardear las ciu­

[235 ]
236 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

dades costeras de Venezuela y amenazaran con invadir el pais para ase­ Estados Unidos y Amé
gurar el pago de los empréstitos extranjeros y hacer respetar el capital gia climática" (3). La e
foráneo. En parte como resultado de estas amenazas, Venezuela final­ ciones han sido reciente
mente consiguió la estabilidad política y se convirtió en un miembro res­ cinanteestudio históric
ponsable del concierto de las naciones. Pero este avance, y el progreso sobre América Latina I
económico que trajo consigo, solo se alcanzaron con la férrea dictadura latinoamericanos impOl
personal de Juan Vicent,e Gómez, que gobernó a Venezuela entre 1908 y caricaturistas estadoun
1935. Gómez impuso el orden, protegió el capital y cumplió religiosamen­ noamericanos, represen
te las obligaciones financieras internacionales del pats. Aunque su dicta­ anglosajones. Por el COI
dura fue terriblemente corrupta y brutal, brindó a Venezuela grandes ba inestable, su gobiern
esperanzas de progreso. su seno surgian grupos
Interpretaciones de este tipo eran comunes a comienzos del siglo XX, eran mostrados como PE
y han seguido influenciando a los especialistas e inspirando la sabiduria A lo largo del siglo J
convencional de algunos venezolanos y muchos norteamericanos hasta les latinoamericanos esj
nuestros dias. Un expo:nente tipico de estas ideas en Estados Unidos, en rias racistas y climática
los años veintes, fue el distinguido geógrafo económico R. H. Whitbeck. Debido a que muchos de
Aunque jamás visitó Venezuela, presuntuosamente decia a sus alumnos se cada vez más vincula
de la Universidad de Wisconsin y a los lectores de sus influyentes libros chos aceptaban esas teol
de texto que la turbulenta historia política y el atraso económico de Ve­ embargo, rechazaba el dI
nezuela eran atribuibles a la raza y el clima. "El clima", escribió, "impo­ y el clima eran esencialn
ne al pals todas las desventajas del continuo calor y las enfermedades nante era renunciar a la
tropicales. (... ) La gran preponderancia de gentes no blancas en la pobla­ mismo era negar las pen
ción (al menos de 10, al) es, hasta cierto punto, consecuencia de la acción gión católica y las lengu
selectiva del clima. Afortunadamente, los frios vientos alisios, que so­ ciones,anglosajonas de lt
plan desde el mar la mayor parte del año, combinados con una considera­ América Latina era, ente;
ble área de tierras altas, proporcionan un clima apto para el hombre blan­ hegemonía política y cull
co en una zona de la sección septentrional delpals. (... ) Si Venezuela ha puerta a la potencial diso
de ser desarrollada por su propio pueblo, la energia y la iniciativa debe­ pensamiento de la mayor:
rán provenir de las tierras altas" U). ' considerablemente influe
Similares interpretaciones racistas yetnocéntricas de la historia de
y estadounidenses, era pe
Venezuela y Latinoamérica en general predominaron hasta bien entrados
dimentos climáticos y rae
los años cuarentas enIos circulos académicos de Estados Unidos. A co­
ban los temas culturales,
mienzos de la década de 1930, Charles E. Chapman, quien ayudó a elltre­
rico. La mayoria, como el
nar una generación de historiadores latinoamericanos en Berkeley, expli­
to, subrayaba la importa]
caba la historia política de América Latina en el siglo XIX como una con­
progreso. Otros desarroll
secuencia de la retrógrada, cultura hispánica y la perniciosa influencia de
podria superar el legado c
la raza y el clima (2). Una década más tarde, el decano de los historiado­
cano Justo Sierramuestl
.' res diplomáticos norteamericanos, el profesor de Yale Samuel Flagg
plicaciones paradójicas c
Bemis, dedicó el primer capitulo de su gran historia de las relaciones de
dictadura de Porfirio Di,
1910, Sierra sosterna que

1. R. H. Whitbeck, Economic Geograpby ofLatin Ameriea, NewYork, 1926, pp. 59y 60.
2. Véase, por ejemplo, Cahpman, "The Age of the Caudillos", en HispaDic American Historical 8. Samuel Flagg Hemes, La depe¡
Review, No. 12, agosto de 1932, pp. 281-300.
4. Latín America in Caricature. A
VENEZUELA 237

Estados Unidos y América Latina a un examen de lo que él llamó "ener­


gia climática" (3). La evidencia gráfica y la penetración de tales concep­
ciones han sido recientemente exploradas por John J. Johnson en un fas­
cinante estudio histórico de las caricaturas políticas de Estados Unidos
sobre América Latina (4). Resulta revelador que cuando los gobiernos
latinoamericanos imponían el orden y protegían el capital foráneo, los
caricaturistas estadounidenses tendían a blanquear a sus personajes lati­
noamericanos, representándolos con cuerpos altos y rasgos claramente
anglosajones. Por el contrario, cuando un pats latinoamericano se toma­
ba inestable, su gobierno adoptaba una actitud antinorteamericana o en
su seno surgían grupos revolucionarios, los personajes latinoamericanos
eran mostrados como pequeños y exuberantes niños negroides.
A lo largo del siglo XIX y comienzos del XX, los mismos intelectua­
les latinoamericanos. estaban profundamente. influenciados por las teo­
rías racistas y climáticas que emanaban de Europa y Estados .Unidos.
Debido a que muchos de ellos pertenecían a la élite social blanca, una cla­
se cada vez más vinculada a los intereses del capital internacional, mu­
chos aceptaban esas teorías sin beneficio de inventario. La mayoría, sin
embargo, rechazaba el determinismo inherente a ellas. Puesto que la raza
y el clima eran esencialmente inmutables, aceptar su influencia determi­
nante era renunciar a la posibilidad de cambiar la propia sociedad. Asi~
mismo era negar las perspectivas futuras de la cultura hispánica, la reli­
gión católica y las lenguas española y portuguesa. Aceptar las explica­
ciones anglosajonas de la inestabilidad política y el atraso económico de
América Latina era, entonces, darle el visto bueno a la idea de la futura
hegemonía política y cultural de Estados Unidos en la región, y abrir la
puerta a la potencial disolución de la patria misma. Por estas razones, el
pensamiento de la mayoz;a de los intelectuales latinoamericanos, aunq~
considerablemente influenciado por las corrielltes intelectuale~ europeas
y estadounidenses, era por lo general más progresista. Más que los impe­
dimentos climáticos y raciales, los pensadores latinoamericanos destaca­
ban los temas culturales, especialmente la herencia del colonialismo ibé­
rico. La mayoría, como el escritor argentino Domillgo Faustino Sarmien­
to, subrayaba la importancia de la educación de masas como la clave del
progreso. Otros desarrollaron la idea de que el progreso material en sí
podría superar el legado del pasado. Elpensamiento del positivista mexi­
cano Justo Sierra muestra tanto la naturaleza progresista como las im­
plicaciones paradójicas de esta posición. Un decidido apologista de la
dictadura de Porfirio Diaz que precedió a la Revolución Mexicana de
1910, Sierra sostenia que solo mediante la educación de masas y la pro­

3. &muel Flagg Benies, ... dependencia de Estados UDid08 en la América ...tina, M&xico, 1944.
4. t.tin America in Caricature, Austin, 1981.
VENEZUELA
238 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

"Modificando el medio social


tección de la inversión extranjera podrla salvarse su país de las implica­ carreteras y de las vias férrea
ciones darwinianas de la historia mexicana y mundial. La educación inte­ pea; es decir, haciendo lo que
grarla la cultura indígena a la nacional y prepararla a las clases bajas amparo de un gobierno fuerte
para participar en política y en la vida económica moderna. La inversión sus deberes, quien como otro:
extranjera, incluida la estadounidense, en ferrocarriles, minas y fábricas, ción misma del poder y mant
crédito interior y exterior, es
si era adecuadamente supervisada por la élite mexicana, unificaría la que se hallan hoy otros puebk
nación y la harla suficientemente fuerte y vigorosa para evitar ser engu­ atravesando las mismas vicisi
llida por su poderoso vecino del norte. Finalmente, algunos pensadores semejantes a los nuestros, ha
excepcionales, como el gran escritor brasileño Euclides da Cunha, solían la práctica de los principios (
voltear el determinismo racista y climático del pensamiento europeo. La primeros días de su vida inda¡:
gran epopeya de Da Cunha, Os sertoes (1902), es formalmente ambiva­
Por este camino, en cier
lente en estas cuestiones. Pero su poderoso mensaje subjetivo es claro.
gó a las mismas conclusion~
+
El libro exalta la superioridad física y moral de los ignorantes y mestizos tados Unidos: apoyo incon4
habitantes del interior del Brasil, un pueblo perfectamente adaptado a mezo Todos proyectaban sol
, . un inhóspito ambiente americano. En Da Cunha incluso el énfasis en la
educación adquiere un giro novedoso. Es el Brasil "civilizado" y urbano
interpretación que justifical
más se beneficiaban de las
el que se revela como verdaderamente bárbaro y necesitado de ilustra­ como ideólogo de los latifun~
ción (5). ralismo económico ortodox(]
El principal apologista del régimen de Gómez en Venezuela, Laurea­ sión social y política. Sus C(]
no Vallenilla Lanz, nunca consiguió la reputación internacional de sus ban la racionalidad filosófic
ilustres predecesores lati.noamericanos. Su vida y obra no muestran ni el teamericano en América La
profundo compromiso de Sarmiento con la educación, ni el nacionalismo los intereses petroleros de El
paradójico de Sierra, ni el progresista darwinismo social de Da Cunha. so barato y prácticamente Ji
Sin embargo, era un estudioso serio de la historia venezolana y sus expli­ Venezuela. Gracias al inCOInJ
caciones de las turbulencias políticas y sociales y la falta de progreso ma­ Gómez, ya para 1928 el ca~
terial del primer siglo de existencia del país evitaban el simplista deter­ exportador de petróleo crud(]
minismo racial, cultural y climático de los observadores norteamericanos El desarrollo económico I
de su época. En realidad, Vallenilla Lanz flirteaba con explicaciones ra­ tadura de Gómez, generó fuE
ciales y culturales de la inestabilidad política de Venezuela.' Empero, por lle en el resto de este ensayo,
sobre todo subrayaba los factores geográficos que podían ser modifica­ venezolana en el siglo XX. LI
dos por el hombre. Para Vallenilla Lanz el mayor obstáculo para la esta­ so proletariado en los campo
bilidad política era el regionalismo Inducido por la geografía. Más perni­ las ciudades. Las nuevas elas
ciosa era la influencia de las hordas de llaneros, aquellos incultos e indis­ después de la muerte del di
ciplinados vaqueros de las planicies del rlo Orinoco que durante el siglo coordinadamente y a veces el
, . XIX se lanzaron una y otra vez sobre el populoso norte de Venezuela ron una notable restructuraei
para turbar el orden nacional y frustrar el progreso material. Su solución Estas mismas fuerzas soc
para los problemas de Venezuela era rotunda: el esta~lecimiento de una en la forma de pensar de los
autoridad central fuerte aseguraría el progreso matenal; éste, a su vez,
promovería el orden político y crearla las condiciones sociales para una
democracia real. 6. Este pasaje, tomado del libro de v.
estA citado en Hani80n Sabin Howar
la, Caracas, 1976, p. 88. Es parte de
de Vallenilla, en la cual defiende ard.
5. Las obras más influyentes de Sanniento, Sierra y Da Cunha se han traducido al inglés y hay original interpretación de la historia.
varias ediciones en español. ' 6ca la dictadura de Gómez.
,,
VENEZUELA 289
IlSTORIA
"Modificando el medio social por el desarrollo económico, por la multiplicacilm de las
,implica­ carreteras y de las vias férreas, por el saneamiento, por la inmigración de gente euro­
ión inte­ pea; es decir, haciendo lo que se está haciendo en Venezuela desde hace doce lUlos al
es bajas amparo de un gobierno fuerte, dirigido por un hombre de Estado, por un patriota de
sus deberes, quien como otros grandes Caudillos de América representa la encarna­
nversión ción misma del poder y mantiene la paz, el orden, la regularidad administrativa, el
rábricas, crédito interior y exterior, estamos preparando el pats para llegar a la situacilm en
icaria la que se hallan hoy otros pueblos de nuestra misma estructura geográfica, y los cuales,
ter engu­ atravesando las mismas vicisitudes y sometidos también a reglmenes absolutamente
asadores semejantes a los nuestros, han encontrado al fin el camino que los va conduciendo a
la práctica de los principips democráticos inscritos en las constituciones desde los
18., sol1an
primeros dias de su vida independiente" (6).
apeo. La
'ambiva­ Por este camino, en cierto modo más progresista. Vallenilla Lanz lle­
es claro. gó a las mismas conclusiones poUticas de sus colegas académicos de Es­
mestizos tados Unidos: apoyo incondicional a la dictadura de Juan Vicente Gó­
aptado a mezo Todos proyectaban sobre la historia venezolana del siglo XIX una
Isis en la interpretación que justificaba los intereses de las clases capitalistas que
~ urbano más se beneficiaban de las pol1ticas de Gómez. Vallenilla Lanz sirvió
e ilustra- como ideólogo de los latifundistas y comerciantes favorecidos por el libe­
ralismo económico ortodoxo d,e Gómez y las drásticas medidas de repre­
~ Laurea­ sión social y polftica.Sus colegas académicos del extranjero suministra­
al de sus ban la racionalidad filosófica para la enorme expansión del capital nor­
ttan ni el teamericano en América Latina a comienzos del siglo XX. Con Gómez,
bnalismo los intereses petroleros de Estados Unidos y Europa disfrutaron de acce­
1.\ Cunha. so barato y prácticamente librea las gigantescas reservas petroleras de
!rus expli­ Venezuela. Gracias al incomparable clima para las inversiones creado por
Jre8oma­ Gómez¡ ya para 1928 el capital foráneo hizo de Venezuela el principal
~tá deter­ exportador de petróleo crudo del mundo.
bericanos El desarrollo económico basado en el petróleo, fomentado por la dic­
Irlones ra­ tadura de Gómez. generó fuerzas sociales que, como lo veremos endeta­
¡pero. por 11e en el resto de este ensayo, progresivamente transformaron la sociedad
!modifica­ venezolana en el siglo XX. La producción de crudo hizo surgir un podero­
ra la esta­ so proletariado en los campos petroleros y una numerosa clase media en
lás perni­ las ciudades. Las nuevas clases irrumpieron en la escéna pol1tica en 1935, '
~ e indis­ después de la muerte del dictador. Desde entonces, a veces actuando
re si siglo coordinadamente ya veces enfrentadas y con objetivos opuestos, logra­
Venezuela ron una notable restructuración de la sociedad venezolana.
~solución Estas mismas fuerzas sociales también han producido una revolución
:ro de una en la forma de pensar de los venezolanos sobre su pasado. En décadas
a su vez,
"para una
6. Este pu¡Qe, tomado del horo de Vallenilla cnue.. de ablceridad J esadhud. Caracas, 1921,
está citado en Hanil101l Sabin Howard¡ Rómulo GaJIepB J la I8vo1ac:Wn buque... en Venezue­
la, Caracas, 1976, p. 88. Es parte de una polémiea, dirigida a loIJ crlticoeliberaleIJcolombianois
de Vallenilla, en la cual defiende ardorosamente su obra prineipel, Cesarismo demomltlco, lUla
original interpretación de la historia de Antérica Latina y Venezuela que explIca y a la vez justi­
I in¡lés y hay fica la dictadura de Gómez.
240 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
VENEZUELA
recientes, los especialistas venezolanos han sugerido una nueva interpre­
tación más compleja y decididamente más democrática de la historia del
siglo XIX. Entonces, en cierto sentido el desarrollo democrático de la
sociedad venezolana a partir de 1935 parece confm:nar la visión y las pre­
dicciones de Vallenilla Lanz,lo que explica la ambivalente fascinación de
los modernos historiadores venezolanos con su trabajo (7). En un sentido
más profundo, sin embargo, los historiadores venezolanos revi:;ionistas
han repudiado y trascendido la interpretación qúe hace Vallenilla del
pasado, asl como la visión más determinista y etnocéntrléa de sus con­
temporáneos en el mundo desarrollado.
La nueva historiografía venezolana, en buena parte marxista, posee
el gran mérito de hacer hincapié en las dimensiones de clase (8). Rechaza
la concepción de que el tumultuoso primer siglo de vida politica indepen­
diente era la resultante. de defectos raciales y valores culturales premo­
demos de la población. Niega que,el siglo XIX pueda ser comprendido
como una simple consecuencia del clima y la geografia del pats. Por el
contrario, el siglo XIX venezolano se entiende como un doloroso y pro­
longado proceso a través del cual una sociedad colonial única experimen­
tó una masiva .restructuraciÓD .a medida que· sus principales clases se
adaptaron a 10s'Ílllperativos yopottunidades cambiantes de un sistema
capitalista mundial en evolución.
Aunque la historiografía del siglo XIX venezolano sigue estando
mucho menos desarrollada que la de los otros tres paises contemplados
en este libro (9), el perfil básico del enfoque revisionista es claro (lO). Ca­
rente de los metales preciosos y la densa población indígena que hicieron
{,
de las tierras altas de Nueva Espafía (México.) y el Perú el núcleo del
imperio mercantil español en el Nuevo Mundo. Venezuela fue·una colonia
espafíolaperiférica y sin importancia hasta el siglo XVIII (El Mapa 4.1
muestra los principales rasgos ffsicos de la parte de la gran colonia espa­

7. Véase, por ejemplo, el volumen publicado bajo la dirección editorial d$ Germán ClIJ'I"ara Damas
y escrito por Carlos Salaz y M. Caballero, El eoucepto de la hiatoria ~ ValJeJdlla Luz. Caracas,
1966. .
8. Germán Carrera Damas es quien más ha hecho por fomentar el desarrollo de la nueva historio­
grafta; concentra su atención en el estudiod$l siglo XIX. Véase su lIWorlopafia lIl8I'ÚIta ve­
nezolana y oUos temas, Caracas, 1 9 6 7 . . .
9. Tal como lo aclara el resumen que sigue, el legado de una guerra de independencia inusual­
mente destructiva, la consolidación tardía de una moderna eeonomia e~dora viable y la
forma dictatorial represiva que asumió laeonsoUdaci6n en Venezuela comprometieron seria­
mente el desarrollo inicial de 108 estudios históricos venezolanos. Sin embargo, en décadas re­
cientes, la disponibilidad de dinero proveniente del petróleo para niveles más altos de educa­
ción y el mantenimiento de la hDertad académica han permitido un avance de estudios hi8t6ri­
C08 profesionales quizá más acelerado qUé en los otros tres paiees tratados en estos ensayos.
10. La gula más práctica y actualizada de la historiografia venezolana es el ensayo bibliográfico en
John V. Lombardi, VeDezuela: Tbe Searcb for Order, The Dream of Progre.., New York,
1982. El horo mismo, que abarca desde los tiempos coloniales hasta los modernos, es la mejor
historia del pais en un volumen.
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VENEZUELA

COLOMBIA

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LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA
242

ñola de la Nueva Granada que se convirtió en la moderna Venezuela). c11max y desenlace en 181:
Hacia 1700, no obstante, los comerciantes españoles y los latifundistas tos arreglos coloniales y
criollos empezaron a aprovechar la mano de obra de esclavos africanos, conflicto internacional dE
los mercados expansivos atlánticos, los ricos suelos yel clima de las pla­ nias y obligó a los latifun
nicies costeras y los valles andinos para extraer grandes beneficios de la mia cacaotera y cafetera
producción y venta de bienes tropicales. El más importante era el ~ao, cantes de esclavos y cont
un árbol originario del Nuevo Mundo cuyas semillas, molidas y combina­ nom1as de Holanda Gra
das con especias y azúcar, llegarian en forma de chocolate hasta las me­ diversas clases soc~les e
sas de las gentes acomodadas de Europa en los siglos xvn y XVIII y inquietantes fuerzas ideol
formar1an parte de la dieta del proletariado industrial europeo en el siglo largo periodo de cambio e
XIX. El otro producto era el café, un arbusto de origen africano cuyo cul­ de las principales potenci
tivo se difundió a través de la Cuenca del Caribe durante los siglos súbditos con el fin de fina
XVIII y XIX. Un poderoso estimulante, el café, lo mismo que el cacao y pitó las grandes revoluci(
el azúcar. en un principio era consumido en Europa por los ricos. Sin de estas revoluciones -e
embargo, a medida que progresaba la industrialización, se convirtió en los Estados Unidos, en Fr
articulo fundamental de la dieta obrera. El café con crema de leche y azú­ y por último en la Améri~
car, al igual que el chocolate, suminstraba estimulantes calodas fáciles ca, social diferentes y cad,
de preparar y de consumo rápido, cualidades importantes para las fami­ enolla que organizó el mi
lias obreras, que estaban obligadas a adaptar sus patrones de consumo a ideologias liberales del rep
los requerimientos de la vida fabril y al trabajo femenino fuera del hogar. a los comerciantes y latin
Las pol1ticas imperiales estimulaban la producción de cacao y, en menor pol1ticas comerciales deE
medida, de café en la Venezuela colonial. La Corona autorizó a los lati­ dencia podrla liberar las tiJ
fundistas la adquisición de esclavos africanos para que cultivaran estos en peligro la vida y la pro]
productos y concedió el monopolio comercial del cacao a una casa mer­ esclavos que destruyó la
cantil vasca. En consecuencia, la producción, particularmente de cacao, embargo, poco después dE
se extendió rápidamente a lo largo de la costa septentrional de la colonia Ibérica comprometiera la 8
durante el siglo XVIII. En esta región se desarrolló una típica sociédad de la élite criolla de Venez
de plantación del Nuevo Mundo: grandes haciendas poseidas por una Suramérica hacia la inde}M
minoria blanca y explotadas por una fuerza de trabajo principalmente productores de cacao en ,
esclava. Al mismo tiempo, en las vastas llanuras del do Orinoco, en el surgió como líder de dicha j
sur, surgió una economia ganadera, estimulada por la demanda de cueros ~pl1citos en la guerra era
de la industria europea y de carne en las economias esclavistas del Cari­ clales demasiado escasos I
be. No obstante, los ranchos ganaderos de los llanos venezolanoserElll de El, m~~iento de indepe~¿
indole primitiva. Enormes rebaños pertenecientes a unos pocosganade­ pnnclplO, tanto en una guel
ros vagaban libremente en las planicies, atendidos por una pequeña fuer­ Los miembros de las otl
za de trabajo compuesta por vaqueros independientes y nómadas, mu­ esclav~s y pardos de sangr.
chos de los cuales hablan huido de los sistemas coercitivos de trabajo del lar haCIa la lucha de indepel
norte de la colonia (las grandes extensiones de tierra al sur de los dos ron de manera distinta las .
Apure y Orinoco nunca fueron pobladas, efectivamente, en la época colo­ ban de las grandes revoluci
nial y en la actualidad siguen siendo muy escasamente ocupadas y poco
desarrolladas ). 11. Buena parte del material de esú
La lucha entre las principales potencias europeas por el control de ensayo de Carrera Damas "Para
una econom1a atlántica en transición de un capitalismo mercantil a otro el movimiento nacional de indep
industrial, lucha que se intensificó a fines del siglo XVIII y alcanzó su Historiografía IDaI'Ilsta (Vé_ la
VENEZUELA 243
RJA
cl1max y desenlace en las guerras napoleónicas, trastornó seriamente es­
¡la). tos arreglos coloniales y culminó con la independencia de Venezuela. El
Itas conflicto internacional deterioró la red comercial de España con sus colo­
lOS, nias y obligó a los latifundistas y comerciantes que controlaban la econo­
pla­ mia cacaotera y cafetera de Venezuela a ampliar su comercio con trafi­
.ela cantes de esclavos y contrabandistas que operaban en las dinámicas eco­
~o,
nomias de Holanda, Gran Bretaña y Estados Unidos. Entre tanto, las
iDa­ diversas clases sociales de Venezuela se e~meraban por adaptarse a las
m.e­ inquietantes fuerzas ideológicas y politicas desencadenadas durante este
Uy largo periodo de cambio económico y politico en el mundo. Los esfuerzos
ligIo de las principales potencias europeas por gravar más fuertemente a sus
cul­ súbditos con el fm de financiar la lucha por la hegemonia mundial, preci­
glos pitó las grandes revoluciones sociales y politieas de la época. Cada una
Iloy de estas revoluciones -en las colonias británicas que más tarde serian
Sin los Estados Unidos, en Francia, en Sto Domingue (posteriormente Haiti)
6 en y por último en la América española y portuguesa- obedeció a una lógi­
azú­ ca social diferentes y cada una tuvo distintos significados para la élite
Íilles criolla que organizó el movimiento independentista en Venezuela. Las
ami­ ideologias liberales del republicanismo y el librecambio prometian liberar
iQOa a los comerciantes y latifundistas venezolanos del control politico y las
~ar. politicas comerciales de España. Sin embargo, una guerra de indepen­
~or
dencia podría liberar las fuerzas sociales e ideológicas que habian puesto
'latí­ en peligro la vida y la propiedad en Francia y precipitado la revuelta de
~tos esclavos que destruyó la clase esclavista y terrateniente de Haití. Sin
mer­ embargo, poco después de que la invasión de Napoleón a la Penmsula
~ao, Ibérica comprometiera la autoridad imperial española en 1808, elementos
IOnia de la élite criolla de Venezuela efectuaron los primeros movimientos en
~ad Suramérica hacia la independencia. Simón Bol1var; uno de los más ricos
~·.una productores de cacao en Venezuela y propietario de muchos esclavos,
~nte surgió como l1der de dicha facción. Otros criollos juzgaron que los riesgos
~n el implicitos en la guerra eran demasiado grandes, o los beneficios poten­
~~:~ ciales demasiado escasos, como para unirse a la lucha independentista.
E. de El movimiento de independencia de Venezuela se convirtió, asi, desde un

E~:
principio, tanto en una guerra civil como internacional (11 ).
Los miembros de las otras clases y castas de Venezuela, incluidos los
esclavos y pardos de sangre mezclada, mostraron una ambivalencia simi­
~mu­ lar hacia la lucha de independencia. Elementos de cada grupo interpreta­
!O del ron de manera distinta las ideologlas de libertad e igualdad que emana­

¡=
101 de
ban de las grandes revoluciones de la época. La mayoria de los esclavos

11. Buena parte del material de este y de los dos párrafos siguientes está tomado del sugestivo
ensayo de Carrera Damas ••Para un esquema sobre la participación de las clases populares en
el movimiento nacional de independencia, en Venezuela, a comienzos del siglo XIX", en su
lotro Historiografia DUll'XIsta (Véase la Dota SI, pp. 69-99.
:zó su
244 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

tenían amos criollos y no españoles y, aunque buscaban asegurar su li­ la Independencia. Los m,
bertad individual, muchos se sumaron en un comienzo a las fuerzas rea­ hispánica se originaron el
listas cuando estalló la contienda. La gran población de pardos, que tra­ de lucha, éstos convergiet
bajaban como aparceros, artesanos, pequeños comerciantes e incluso altas del Perú (12).
profesionales, habían experimentado una creciente movilidad social y Sin embargo, a diferer
cierto acceso a la educación y las profesiones como resultado de las refor­ ción estratégica sobre las
mas -económicas y legales dispuestas por los españoles en sus esfuerzos be, que unían a España c.
por revitalizar su imperio hacia finales del siglo XVIII. Aquéllos resen­ secuencia, mientras que el
tían la discriminación social de la élite blanca, criolla o hispánica. vó a cabo prácticamente s
Tan pronto como empezó la lucha, aumentó la complejidad de las fue sometida a una brutf
actitudee conflictivas dentro y entre las principales clases. Fuerzas rea­ miento del dominio hispáJ:
listas e independentistas rivales cortejaban a los integrantes de las cla­ se hizo mucho más salvajl
ses trabajadoras por medio de concesiones ideológicas y materiales con el do lograban poner a su fav
fin de ganárselos para sus ejércitos. T8lllbién confiscaban y embargaban trol social y el respeto a la
propiedades para sostener su causa. La guerra brindaba oportunidades Además, Venezuela se
" de enriquecimiento personal, movilidad social y venganza individual, tanteo Era una sociedad e
mediadas por los antagonismos de clase y las tensiones raciales hereda­ quistar su independencia .
dos del pasado colonial. Por último, el movimiento de independencia, así deLsiglo XIX (13 ). Las ten
como las subsiguientes luchas politicas y sociales que envolvieron a la dad colonial venezolana y .
nueva nación, se vieron complicados por la influencia de los llaneros de plican en buena medida el
las planicies ganaderas del sur. Esta región tenía acceso al mercado in­ y politicos que el país aÍl'oI
ternacional y, por medio de él, a mercenarios y armas, lo mismo que una se vio más severamente In
reserva permanente de ganado para aprovisionar los ejércitos y una clase y la fuga de capitales fuero
trabajadora relativamente independiente de alta movilidad. Tal combi­ plear la frase de Halperin
nación de factores explica por qué el control pa·triota de 10s.llan08 y de las en cualquier otra parte del]
fuerzas que alli podían reclutarse decidieron la lucha de independencia en Como en el resto de A
Venezuela y, de hecho, en todo el norte de Suramérica. con España y su gradual ir
, .Desde una perspectiva comparativa, se destacan varios rasgos del industrial implicaron una ~
movimiento de independencia en Venezuela. Latifundistas y comercian­ de la sociedad. Con frecueD
tes venezolanos, situados en la periferia del imperio español en Suraméri­ el patrón altamente inequit
ca, al igual que los de Argentina, tenían mucho que ganar con la indepen­
dencia. A diferencia del centro del Perú, la economia agrícola exportado­
ra de Venezuela y Argentina estaba envía de ligarse estrechamente al
orden liberal capitalista-industrial surgido bajo la égida británica a prin­ 12. Richard Graham ha sintetizado (
comparativo de la dinámica del
cipios .del siglo. En el Perú, la preservación del complejo minero, así deDee in Latín Ameriea, New YOI
como el monopolio comercial y el control politico de España, eran vitales 13. St. Domingue, una posesión fru
para la salud económica de la colonia y para los intereses sociales de co­ pendencia. Empero, el legado dE
brutal y doble por la independen
merciantes y mineros y para la élite administrativa, militar y eclesiásti­ hisioria de Haití suministra aIgu
ca. En Venezuela y Argentina, la burocracia del colonialismo español era que comb&ttan por la independell
limitada y débil, y tendía a restringir el crecimiento económico y a cons­ ron sus sucesores. Brasil, una col
mal imperio económico británi~
treñir los intereses de las clases dominantes. Por estas razones en la portuguesa, sin mayores derrllllll
Suramérica española fueron las clases propietarias de Argentina yVene­ colonia esclavista de Espafla no 4
zuela las que se mostraron más réceptivas a la ideología liberal y fue de 14. Tullo Halperin Donghi, The Mtel
les Griffin, "Economic and Social
sus filas de donde surgieron los primeros y más decididos exponentes de Hjspaaie American Historieallle
VENEZUELA 245

la Independencia. Los movimientos independentistas de la Suramérica


hispánica se originaron en Venezuela y Argentina; luego de quince años
de lucha, éstos convergieron para imponer la independencia en las tierras
altas del Perú (12).
Sin embargo, a diferencia de Argentina, Venezuela ocupaba una posi­
ción estratégica sobre las rutas comerciales y de comunicación del Cari­
be, que untan a España con el corazÓn de su imperio americano. En con­
secuencia, mientras que el movimiento de independencia argentino se lle­
vó a cabo prácticamente sin enfrentar a las fuerzas imperiales, Venezuela
fue sometida a una brutal reconquista española. Luego del restableci­
miento del dominio hispánico, en Venezuela la lucha por la independencia
se hizo mucho más salvaje y destructiva. Las fuerzas populares a menu­
do lograban poner a su ·favor la lucha y aprovechaban la ruptura del con­
trol social y el respeto a la propiedad privada que ésta implicaba.
Además, Venezuela se diferencia de Argentina en otro sentido impor­
tante. Era una sociedad esclavista, la única en Hispanoamérica en con­
quistar su independencia por medio de una lucha violenta a comienzos
delsiglo XIX (13). Las tensiones de clase y de raza inherentes a la socie­
dad colonial venezolana y que explotaron a raíz de la Independencia, ex­
plican en buena medida el alcance de los problemas sociales, económicos
y politicos que el pais afrontó en las décadas siguientes. El control social
se vio más severamente minado en Venezuela, la destrucción económica
y la fuga de capitales fueron más amplias y la politicase tomó, para em­
plear la frase de Halperin Donghi, más "ruralizada y militarizada" que
en cualquier otra parte del imperio suramericano de España (14).
Como en el resto de América Latina, el rompimiento de Venezuela
con España y su gradual incorporación al orden mu:ndial del capitalismo
industrial implicaron una dolorosa transformación de todos 103 aspectos
de la sociedad. Con frecuencia se subraya que en todas estas sociedades
el patrón altamente inequitativo de la distribución de la tierra, la estruc­

12. Richard Graham ha sintetizado de manera clara los principales line4UJlientos· de este enfoque
comparativo de la dinámica del movimiento de independencia latinoamericano en IndepeD­
dence in LatiD America, New York, 1972.
13. Sto Domlngue, una posesión francesa, fue la primera sociedad esclavista en obtener su inde­
pendencia. Empero, el legado de la esclavitud, el monocultivo de la cafia de azúcar y la lucha
brutal y doble por la independencia y la libertad personalpolltraron a Haíti. La subsiguiente
historia de Haíti suministra algunos indicios de los riesgos que afrontaban los lideres criollos
que combatian por la independencia de Venezuela y la magnitud de los problemas que encara­
ron sus sucesores. Brasil, una colonia esclavista de Portugal ya estrechamente ligada al infor­
mal imperio económico británico, adquirió su independencia bajo la dirección de la Corona
portuguesa, sin mayores derramamientos de sangre ni unaconmocíón civil. Cuba, la principal
colonia esclavista de Esp!$l, no conquistó su independencia sino hasta finales del siglo.
14. Tulio Halperin Donghi, Tbe Aftermath 01 Revolution iD LatiD America, New York, 1973; Char­
les Griffin, "Economic and Social Aspects of the Era 01 Spanish-American Independence" , en
HispanicAmerican mstorical Review, No. 29,.mayode 1949, pp. 170-187.
246 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
VENEZUELA
tura de clases jerárquica y en gran parte estática y la cultura politica
centralizada y autoritaria. todo ello heredado de la época colonial, resur­ taciones. Tan pronto com(J
gieron o se mantuvieron intactos a lo largo del siglo XIX. Ello es funda­ movimiento, solo el desfalle
mentalmente cierto. Sin embargo. cada uno de estos rasgos estructurales tado de la caída de la dema
tuvo que ser acomodado al nuevo orden mundial y sostenido de una ma­ más eficientes en otras latij
nera diferente. Después de la Independencia. se afrontaron problemas de des latinoamericanas, como
control social, fuga de capitales, endeudamiento externo y surgimiento nó en poco tiempo; en Otrli
de nuevas y poderosas fuerzas regionales y militares. El influjo de bienes hasta comienzos de la centl
industriales baratos minó gradualmente las actividades artesanales y mó plenamente la dinámica
obligó a amplios sectores de la población a encontrar nuevos medios de ción del poder estatal efecti1
vida. Los sistemas de trabajo, por sobre todo el régimen esclavista, te­ En Venezuela este proce
man que ser transformados. Las fuentes tradicionales de crédito y capi­ contra la realidad econ6mi~
tal prevalecientes bajo los arreglos mercantiles del orden español, modi­ pendencia trastornó seriam
ficadas o remplazadas. Los sistemas tributarios debían ser moderniza­ esfuerzos por revivirla. La .
dos. El papel económico y social de la Iglesia, lo mismo que sus relacio­ plantaciones del centro-no~
" nes con el Estado, redefinidos. Resuelta la pol1tica agraria, especialmen­ usurarias de interés sobre Ul
te el acceso a los terrenos corporativos de los indígenas y a los baldíos vez más renuente al trabaj(
públicos. Por último, debían crearse nuevos sistemas pollticos, judiciales planicies tropicales del Orin
y educativos acordes con la ideología republicana y liberal, aunque com­ guerras civiles crónicas que
patibles con los intereses de las clases dominantes y las estructuras so­ res. Aún más. dados los imp
ciales de cada país. Estos asuntos, así como las luchas que los decidieron, tria ganadera venezolana n(J
suscitaron intranquilidad social, conflicto ideológico y contiendas pol1ti­ mericanos y mundiales que I
cas enel seno de cada clase y entre todas ellas en las naciones indepen­ la demanda mundial se desp
dientes de Latinoamérica. Fueron especialmente pronunciadas en la Ve­ de alta calidad (16). Por el co
nezuela de comienzos del siglo XIX, donde la naturaleza de los proble­ tir de 1830 y él núcleo de la
mas sociales previos a la Independencia y lo prolongado y destructivo de las vertientes de los Andes'
la guerra complicaron todo. comercial europeo, principa~
La solución de las anteriores cuestiones dependía de la consolidación laborales y de intercambio.
de una clase dOlllinante consciente de sus necesidades y lo suficientemen­ capacidad de trabajo de los a
te fuerte para controlar el Estado e imponer su voluntad y sus concepcio­ tores. Las exportaciones alcl
nes al resto de la sociedad. Dicho proceso se completó de manera más en la década de 1870 y un mi
rápida donde la destrucción económica y el trastorno social causados por representaba cerca de tres C1:
la guerra fueron menores (como en Chile y Argentina), donde la élite lati­ sas del país y aportaba, indi
fundista y comercial era relativamente homogénea (como en Chile) y, de importaciones gravadas ce
aún más, donde fue posible la creación de una economía exportadora via­ mentales (17).
ble y dinámica en el contexto del nuevo orden económico del Atlántico.
Una economía exportadora en expansión daba .a los capitalistas locales e 15. El tráfico de esclavos fue abolido el
internacionales que manejaban la producción y el intercambio en el sec­ problemas de crédito y mano de ob
tor exportador la cohesión ideológica y el prestigio, los recursos económi­ en la obra pionera de John Lomb81
1820-1854,caracas, 1974.
cos y. en últimas, la fuerza pol1tica para controlar el Estado. Los ingre­ 16. Una iluminante discusión sobre los
sos generados por la ampliación de las exportaciones permitían que tal nos de Venezuela y de los obstácuk
clase aumentara el alcance y la efectividad del poder estatal -la capaci­ industria. se encuentra en Eduardo
en Mariano Picón-Salas et. al., Ve!
dad de socializar. coaccionar y extraer recursos de la sociedad civil­ 76.
para servir sus intereses de clase y promover el crecimiento de las expor­ 17. Datos anuales del volumen y el VI
Ramón Veloz, Economía y finanZa¡
!JRtA
VENEZUELA 247

ltica
taciones. Tan pronto como este proceso decimonónico estuvo en pleno
!Sur­ movimiento, solo el desfallecimiento de la economia exportadora -resul­
~da­
tado de la caída de la demanda mundial o el surgimiento de productores
tales
,ma­ más eficientes en otras latitudes- podía socavarlo. En algunas socieda­
des latinoamericanas, como las de Chile y Argentina, este proceso culmi­
iB de
nó en poco tiempo; en otras, como las de Venezuela y Colombia. duró
ento
mes hasta comienzos de la centuria siguiente. ya que solo entonces se consu­
es y mó plenamente la dinámica de la expansión exportadora y la consolida­
lB de
ción del poder estatal efectivo bajo la égida de los intereses exportadores.
l, te­
En Venezuela este proceso de consolidación se estrelló una y otra vez
eapi­ contra la realidad económica a lo largo del siglo XIX. La guerra de Inde­
.odi­ pendencia trastornó seriamente la economia venezolana y complicó los
niza­ esfuerzos por revivirla. La producción de cacao en las otrora prósperas
acio­ plantaciones del centro-norte del país languideció, sofocada por tasas
!nen­ usurarias de interés sobre un capital escaso y por una fuerza laboral cada
ldios vez más renuente al trabajo forzado (15). La industria ganadera de las
iales planicies tropicales del Orinoco sufrió considerablemente a causa de las
com­ guerras civiles crónicas que ayudó a engendrar en los decenios posterio­
s so­ res. Aún más, dados los impedimentos climáticos y geográficos, la indus­
tron, tria ganadera venezolana no podia competir con los productores latinoa­
Dliti­ mericanos y mundiales que disponían de climas templados, una vez que
~en­
la demanda mundial se desplazó de las pieles y la carne cecina a la carne
l Ve­ de alta calidad (16). Por el contrario, el cultivo del café se expandió a par­
oble­ tir de 1830 y el núcleo de la industria se trasladó lentamente al oeste, a
!'ode las vertientes de los Andes venezolanos. AlU, bajo la batuta del capital
comercial europeo. principalmente alemán, surgió una serie de sistemas
Ilción laborales y de intercambio, tendientes a aprovecharla iniciativa y la
men­ capacidad de trabajo de los aparceros y los pequeños y medianos produc­
pcio­ tores. Las exportaciones alcanzaron el medio millón de sacos de 60 kilos
más en la década de 1870 y un millón en 1914. Hacia el final del siglo, el café
s por representaba cerca de tres cuartas partes del creciente volumen de divi­
Ilati­ sas del pais y aportaba, indirectamente, por su influencia sobre el nivel
té) y, de importaciones gravadas con tarifas, el grueso de los ingresos guberna­
1 via­
mentales (17).
ltiCO.
~es e 15. El tráfico de esclavos fue abolido en 1820 y la esclavitud en 1854. El proceso de abolición y los
I sec­ problemas de crédito y mano de obra en la economía de plantación de Venezuela son tratados
en la obra pionera de John Lombardi, Decadencia y abolición de la esclavitud en Venezuela.
~ómi­ 1820-1854, Caracas, 1974.
ngre­ 16. Una iluminante discusión sobre los estimativos inconsistentes del tamaíio de los rebaños vacu­
le tal nos de Venezuela y de los obstáculos planteados por el clima y la geografia al desarrollo de la
industria, se encuentra en Eduardo Areila Farias, "Evolución de la economía en Venezuela",
~paci­ en Mariano Picón·Salas et. al., Venezuela iDdependiepte. 1810-1960, Caracas, 1962, pp. 374­
lvil­ 76.
17. Datos anuales del volumen y el valor de las exportaciones cafeteras son suministrados en
iXPor - Ramón Veloz, Economía y finanzas de Venezuela desde 1830 basta 1944, Caracas. 1945. La
248 VENEZUELA
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

La creciente importancia de la econonúa cafetera finalmente impulsó ficó una poderosa base de
a la clase dominante regional del estado del Táchira, principal productor persona. De modo que si
del grano, a competir por el poder polltico nacional. El control formal del clase dominante regional
gobierno nacional habia sido conseguido con la victoria de las fuerzas re­ duradera, personal y dict¡
volucionarias de Cipriano Castro en 1899, en momentos en que una drás­ aliados capitalistas nacio
.. tica disminución de los precios internacionales del café amenazaba la in­ perpetuar.
dustria y creaba una dislocación económica y un malestar social genera­
les en la zona cafetera. La consolidación de dicho control se logró bajo el
principal lugarteniente y coterráneo tachirense de Castro, Juan Vicente
Gómez, después de 1908. De igual modo, a partir de dicho año, después La lucha de clases en una .
de una década de depresión, los precios del café empezaron a subir en una capitalismo mercantil al Íl
espiral que duró veinte años. El cultivo del café en Venezuela no se ex­
raza o la cultura, constitt
tendió mucho durante este periodo, mas el valor de las exportaciones ca­ primer siglo de historia ve]
feteras se duplicó con creces (18). ,'
y politicoa colQienzos del
Desde el principio del régimen de Gómez, el proceso de consolidación ensayo, la lucha de clases, I
, , del control sobre la sociedad venezolana por parte de los intereses expor­
tadores se vio influenciado por un nuevo producto, el petróleo, destinado eco?omia exportadora de 1
narlO de la historia de Ven

.' a moldear la historia del país en el siglo XX de manera mucho más pro­
funda que el café., En 1907 y 1912 Castro y Gómez otorgaron concesiones
petroleras que pronto permitieron a las compatíias europeas y norteame­
ricanas convertir a Venezuela en el mayor productor mundial del crudo.
por el crecimiento económi
legado de la dictadura de i
desarrollo económico liberó
Latina.
En 1925, el valor de las exportaciones petroleras de Venezuela sobrepa­
saron a las de ca,fé. Tres años después triplicaban todas las demás expor­ Visto en el contexto de
taciones sumadas. Durante su prolongada dictadura, Gómez gobernó la historiografía reseñada E
.. para los intereses de la élite tachirense y los capitalistas internacionales
que lo respaldaban. Mantuvo el orden, protegió la propiedad e implantó
zuela es notablemente iróni
siciones .de los deterministJ
sente siglo, Venezuela -no
politicas financieras y monetarias de estilo liberal ortodoxo. Como Do­
mingo Alberto Rangel ha demostrado, todo esto resultaba muy fácil para ?as de la Suramérica met
un hombre socializado en la ética capitalista de la economia exportadora :unpresionante récord de ~
de café del Táchira (19). Pero mientras el excedente económico generado las formas pol1ticas democr
por la producción cafetera se difundiapor la acción del mercado hacia más difamado en la historio
una amplia clase latifundista y comerciante regional, la riqueza que le nos, fue el que más contrib
reportaban a Venezuela las concesiones petroleras era repartida perso­ justicia poética en el hecho (
nalmente por Gómez, quien la utilizaba para construir una base polltica venezolana inspirara la rev
" .: diferente a la de la clase capitalista regional de la cual habia surgido. f~acias racistas y etnocéntJ
Creó una red de lealtades personales a lo largo y ancho de la nación y edi· Clones tradicionales del paSi

información debe interpretarse con cuidado. Una parle significativa pero aÚD no cuantificada PETROLEO Y DESARROLLO
del café exportado desde Venezuela a mediados del siglo XIX era producida en Colombia.
18. Este proceso polltico aún merece una investigación detallada, pero véase Domingo Alberto En el siglo XX, la clase obn
Rangel, El proe880del eapiialiamo contemporáDeo en Venezuela, Caracas, 1968, y del mismo
autor, Los odiDos en el poder, Caracas, 1964. Desarrollos similares y contemporáneos en riad~ petrolero, emergió COI
Colombia son examinados en Charles Bergquist, CaIié '1 confUdo en Colombia. 1886·1910. politlCO-económico liberal ql
Medellin. 1981, Ybrevemente reseñados en el capitulo siguiente. de Venezuela de la de la m
19. Domingo Alberto Rangel, Gómez,elamodelpoder, Valencia,l97!.
VENEZUELA 249

ficó una poderosa base de apoyo institucional en un gran ejército fiel a su


~
persona. De modo que si el café contribuye a explicar el ascenso de una
r
clase dominante regiónal al poder nacional, el petróleo elucida la forma
1 duradera, personal y dictatorial como el poder de dicha clase, y el de sus
,-
aliados capitalistas nacionales e internacionales, se pudo consolidar y
perpetuar.

~l
e
s La lucha de clases en una economia mundial y nacional en transición del
Il capitalismo mercantil al industrial, no la simple influencia del clima, la
,­ raza o la cultura, constituye la mejor explicación del curso caótico del
t- primer siglo de historia venezolana y de la consolidación. del orden social
y politicoa conPenzos del segundo. Como veremos en el resto de este
n ensayo, la lucha de clases, engendrada ymoldeada por la estructura de la
r· economía exportadora de petróleo, también esclarecb el curso extraordi­
o nario de la historia de Venezuela en el siglo XX. Las fuerzas generadas

IS
por el crecimiento económico basado en el petróleo socavaron primero el
legado de la dictadura de Góme~ y luego encaminaron el país hacia un
desarrollo económico liberal y político democrático, único en América
).
Latina.
I­ Visto en el contexto de la historia comparativa latinoamericana y de
r­ la historiografía reseñada en esta sección, el reciente desarrollo de Vene­
iÓ zuela es notablemente irónico. Contrariamente a las expectativas y supo­
~ sicionelS de los deterministas raciales y climáticos de principios del pre­
iÓ sente siglo, Venezuela -no las sociedades más blancas y másdelSarrolla­
)-
das de la Suramérica meridional 'y templada - ha registrado el más
'a impresionante récord de .crecimiento· económico y de mantenimiento de
las formas politicas democráticas de nuestro tiempo. El elemento social
!<> más difamado en la historiografla tradicional, los trabajadores venezola­
~ nos, fue el que más contribuyó a este resultado contemporáneo. Existe
justicia poética en el hecho de que la lucha democrática de la clase obrera
p­ venezolana inspirara la revolución historiográfica que ha desafiado las
~a falacias racistas y etnocéntricas y los prejuicios clasistas de las explica­
p. ciones tradicionales del pasado venezolano.
ti-

PETROLEO Y DESARROLLO
Ita
I
río En el siglo XX, la clase obrera de Venezl,1ela, encabezada por el proleta­
DO riado petrolero, emergió como el motor y el principal garante del orden
ím
lO, politico-económico liberal que ha distinguido la historia contemporánea
de Venezuela de la de la mayorla dé sus vecinos latinOarhericanos. El
250 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

papel central del movimiento obrero en tan extraordinario proceso social


ha sido sistemáticamente ignorado en los estudios norteamericanos so­
bre la materia (20), pese al hecho de que por cierto tiempo ha constituido
un aspecto vital en el trabajo de los activistas poUticos y los académicos
venezolanos (21). La decisiva influencia de los obreros en la historia del
siglo XX se muestra en la- siguiente sección. All1 describo el carácter es­
pecial de la economía exportadora que ha transformado la sociedad vene­
zolana desde los años veintes y sostengo que, en si mismo, el sector pe­
trolero, un clásico enclave de propiedad extranjera, contribuyó al creci­
miento pero no al desarrollo de la economia nacional. La trasferencia de
los ingresos petroleros al desarrollo de la sociedad venezolana fue una
consecuencia poUtica y democrática de la organización de las fuerzas
populares, cuyo elemento más importante fue el proletariado. La siguien­
te sección explora las condiciones de vida y de trabajo en el enclave pe­
trolero y evalúa las fuerzas materiales y humanas que permitieron a los
obreros petroleros convertirse en una clase capaz de transformar la histo­
ria de su pais. La siguiente parte del ensayo reseña las luchas organizati­
vas de los trabajadores del petróleo y examina SU influencia en la pol1tica
nacional durante el crucial periodo de 1936 a 1948, cuando se decidió el
patrón del futuro desarrollo de Venezuela. La sección final subraya el
papel del movimiento obrero en la historia contemporánea del pais.

A lo largo del presente siglo hemos aprendido que el petrÓleo es el com­


bustible básico y una de las principales materias primas de la moderna
civilización industrial. Es un producto que por dos generaciones ha in­
fluido de manera profunda virtualmente en todos los aspectos de nuestra
vida cotidiana. Con el motor de combustión interna impulsó una revolu­
ción en el transporte; por medio de los fertilizantes y pesticidas fomentó
una revolución en la agricultura. En el mundo desarrollado, y fuera de él,
la sola influencia del automóvil movido con gasolina ha cambiado la faz
de nuestro ambiente fisico, moldeado nuestros hábitos sexuales y trans­
formado nuestras actividades recreativas. Por más de medio siglo,la
industria automotriz sirvió de motor principal para la expansión capita­

20. Esto es cierto pese al hecho de que el origen y el mantenimiento ~la democracia liberal de
Venezuela ha fascinado a los observadores de Estados Unidos y estimulado una serie de obras
recientes. Para un listado de las más eruditas, véa¡¡e la sección del siglo XX ~I ensayo biblio­
gráfico en Lombardi, Venezuela... Una excepción a esta generalización es la obra de Robert J_
Alexander, en especial el capitulo 18 de TheVeoezuelan Democraüc Revolution, New Bruns­
wick,l964.
21. La nota 48 reseña criticament.e las principales contribuciones a esta literatura y evalúa su rela·
ción con el argumento desarrollado en este ensayo.
A VENEZUELA 251
II Jista en las economias industriales del mundo desarrollado. De este
l- modo, el petróleo ha ayudado a modificar la forma como trabajamos y
:0 jugamos, la manera como comemos y nos vestimos, el estilo con que ha­
IS cemos el amor y la guerra. Ha influenciado profundamente la magnitud,
el la velocidad y la calidad de la expansión del capitalismo mundial- en el
B­ siglo XX.
e­ La historia de la demanda de petróleo refleja su creciente importancia
e­ en la economía mundial. El consumo de petróleo aumentó geométrica­
:i­ mente a medida que progresaba el siglo XX y, en las últimas décadas, se
le
la
ha convertido en el articulo más valioso del comercio mundial. Entre tan­
to,los precios del crudo, pese a los incrementos masivos de la producción
..

lS mundial, permanecieron estables o crecieron lentamente hasta comieJ;lZos
n­ de los años setentas. Posteriormente fueron incrementados fuertemente
le­ por un cártel de paises productores. Así,la historia del petróleo es funda­
os mentalmente distinta de la de la mayorla de los otros productos minera­
0- les y agrlco1as. Al igual que el oro, con el cual es comparado a menudo,
ti­ hasta los años setentas el petróleo no sufrió fluctuaciones violentas en la
ca demanda, los precios y el suministro. Mientras que los ciclos económicos.
el mundiales, la competencia internacional y los cambiantes procesos in­
el dustriales ha hecho de la producción de otros bienes de exportación una
empresa riesgosa, el petróleo, a pesar del aumento masivo en la produc­
ción internacional, ha disfrutado de mercados relativamente estables y
de buenos precios.
Venezuela ha desempeñado un papel primordial en la historia de la
producción mundial del crudo desde el descubrimiento de sus principales
m­ reservas, al final de la Primera Guerra. Para 1928 Venezuela había sobre­
na pasado a México como el primer exportador de petr-óleo del planeta. posi­
in­ ción que mantuvo hasta los años sesentas, cuando el grueso de la produc­
~ra
ción mundial se trasladó del,,lIemisferio Occidental al Oriente Medio.
~u­ Durante las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Muo.dial, Ve­
~tó
nezuela fue el segundo productor de petróleo, después de Estados Uni­
~ dos. Aunque la producción se estabilizó y luego cayó un poco a partir de
1965, Venezuela sigue siendo hoy un importante proveedor, a pesar de
que desde aquella fecha su participación en el mercado petrolero mundial
ha disminuido rápidamente.
El volumen de la producción petrolera de Venezuela entre 1918 y 1978
se muestra en el Gráfico 4.1 j el valor de las exportaciones entre 1920 y
1978 aparece en el Cuadro 4.1. La producción de crudo venezolano ha
experimentado perlodos de pequeñas caídas en la demanda mundial (en­
tre 1981 Y 1988, al comienzo de la depresión mundial), de trastornos en el
transporte en época de guerra (1942-48) Y de saturaciones temporales de
la oferta. Pero hasta ahora dichos perlodos han sido breves y relativa­
mente menores las alteraciones económicas causadas por ellos en Vene­
zuela. El impacto de tales fluctuaciones en las finanzas del país ha sido
¡ 252 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

¡.
¡
CUADRO 4.1

VALOR DE LAS EXPORTACIO


I GRAFIC04.1 (Millones de boUvares de 19381
j
I
H
PRODUCCION DE PETROLEO CRUDO DE VE~EZUELA (EN MILES DE BARRILES), 1918-78,
Y OBREROS EMPLEADOS EN LA INDUSTRIA PETROLERA (EN MILES), 1922-77 AJlo Valordelaa A
exportaciones
1920 3.3 U
1921 11.8 U
1.400 1922 16.7 lt1
. ,¡ i\¡ 1923 28.7 19
1.300 ,i : 1924 66.5 19
! ! 50 1926 187.5 19
1.200 I : 1926 246.6
¡ ! 19
. : :t .. 1927 280.8 19
1.100
:
¡ , ......,,/"....'\
I~.
1928
1929
466.9 19
! 698.6 19­
40 1930 648.1
:! \~
,< 1.000 19­
1981 547.8 19<
900
¡ \ 1932 581.6 191
f -\. 1983 563.2 191
800
:
¡
'-.\ 1934 608.5 191
1986 649.3
700 Obreros empleados
A
f
j
\¡"" 1936
. ,1937
684.2
770.0
191i
19/1
1911
'~'" ...~.., .........".... .¡ol
600 I\ . !l Fuente: Franklin Tugwell, 1'11. Pul
,.J\ F\ ¡ pp. 182·88.
600 ¡ \ 1"'\,
J
20
i, !f
¡ Nota: Entre 1937 y 1963 la tasa de e
¡
de 3.3 boUvares por dólar; du
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,i :\" ,,../' dólar.
300 .
I V 10
200

100 / aún menos severo. Hasta 1


Venezuela provenían princi
eran afectados ni por el volt
las regalias, recaudadas s~
1920 1930 1940 1950 1960 1970
En consecuencia, incluso el
ingresos petroleros de Vene
de mediados de la década d.
sos ha sido extraordinaria.
FueDtes: Para producción 1918-78, Ministerio de Fomento, Dir,ección de Estadistica, Anuario
Estadístico, 1973, Caracas, 1974; 1974-78, James W. Wllkie y Peter Reich (ed.), Statis, rectamente de la industria'
tica1AbstractofLatID Amerlea, V. 20, Los Angeles,'1980, Tabla 2002,p. 281; para em­ los años veintes, pasaron al
pleo, 1922-37, Héetor Lucena, El movimieato obrero y las relaciooea JaboJ1lles, Carabo­ superaron el 50% la mayor 1
bo, 1981, Tabla 10, pp. 118-19; 1938-73, Ministerio de Fomento, Dirección de Estadisti­ 4.2). De hecho, los ingresos
ca. Anuario EstadÍliltico, 1973, Caracas, 1974, Tabla VI-54, p. 209; 1974-77, Presidencia,
Oficina Central de Estadistica, Anuario Estadístico, 1977, CáracaB, 1978. economia petrolera que lo q
das las compañías petrolera
sobre sus importaciones de
un estudioso a estimar que
)RIA VENEZUELA 253

CUADRO U

VALOR DE LAS EXPORTACIONES PETROLERAS DE VENEZUELA, 1920-72


(Millones de boHvares de 19381

18·78,
A60 VaJordelu A60 Valor de 1.. AAo Valor de lu
uportacionetl uportacioDea uportaciones

1920 3.3 1938 828.3 1968 3.605.3


1921 11.8 1939 843.0 1967 4.572.7
1922 15.7 1940 769.0 1958 4.054.4
1928 28.7 1941 991.6 1969 3.776.4
1924 65.6 1942 60U 1980 3.818.6
1926 137.5 1948 694.5 1961 3.864.7
1926 246.6 1944 879.2 1962 4.138.8
1927 280.8 1945 823.0 1963 4.070.0
1928 466.9 1946 762.0 1964 5.510.8
1929 593.6 1947 2.045.4 1965 5.367.2
1930 643.1 1948 1.936.4 1966 5.057.6
40
1931 547.8 1949 1.891.0 1967 50423.7

1932 531.6 1950 1.944.4 1968 6.334.0


1933 553.2 1951 2.111.3 1969 5.124.3
~ 1934 608.5 1952 2.369.2 uno 5.335.9
O 1935 649.3 1953 2.557.1 19'71 6.343.6
SO ¡¡¡:¡ 1936 .684.2 1954 2.539.3 1972' 6.066.6
Q
.1937 I 770.0 1955 3.100.7
~
1:1 Fuente: Franklin Tupell. TIle PoUtica of 011 in Venezuela, Stanford. 1975, Apéndice Tabla D,
~ pp. 182-83.
·20
Nota: Entre 1937 y 1963 la tasa de cambio del boUvar Be mantuvo máa o menos constante en cerca
de 3.3 bol1vares por dólar; durante el perlodo entre 1964 y 1972 estuvo en 4.3 boHvares por
dólar.

aún menos severo. Hasta los años cuarentas. los ingresos petroleros de
Venezuela provenían principalmente de derechos concesionarios, que no
eran afectados ni por el volumen ni por el valor de las exportaciones, y de
las regalías, recaudadas según el volwrien y no el valor de la producción.
En consecuencia, incluso en el punto más bajo de la Gran Depresión, los
ingresos petroleros de Venezuela no disminuyeron apreciablem~te. Des~
de mediados de la década de 1940, la expansión del volumen de lQs ingre­
sos ha sido extraordinaria. Los ingresos gubernamentales derivados di­
:ADoario rectamente de la industri!il petrolera subieron al 10% del total a fines de
J, Statis· los años veintes, pasaron al 20% y luego al 80% en el d~enio siguiente y.
paraem­
!Caraoo· superaron el 50% la mayor parte de los años desde 1944 (Véf¡se el Cuadro
~isti­ 4.2). De hecho, los ingresos del gobierno han dependido mucho más de la
iiidencia, economia petrolera que lo que indican estas cifras. Aunque durante déca­
f'

das las compañias petroleras estuvieron exentas de impúestos de aduana


sobre sus importaciones de bienes de capital y suministros (lo que llevó a
un estudioso a estimar que antes de 1980 el gobierno venezolano perdió
264 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

CUADRO 4.2

PARTICIPACION DEL INGRESO PETROLERO EN EL TOTAL DEL INGRESO

GUBERNAMENTAL DE VENEZUELA, 1917-63

(Millones de bol1vares)

(A) (Bi (A'


I
(B, I

Atlo
Total
iDgr.
Total
logr.
I
parte de
(B}co., Atlo Total
logr.
Total
¡ngr.
(B)
parte de
gubem. petro1. (A) pbern. petrol. ! (Ai

1917
72
16
0.2% 1941
346
12l.46 36.1%
1118
63
69
1.3 1942
325
87.75 27.0
1919
67
1.31 2.3 1943
306
139.30 46.5
1920
101
l.46 l.4 1144
446
269.39 60.4
1920
101
1.4.6 l.4 1944
446
269.39 60.4
1921
·82
2.21 2.7 1946
614
353.50 57.6
1922
71
7.50 10.6 1946
713
489.01 68.6
1923
88
3.78 4.3 1947
1.100 689.48 62.7
1924
102
5.91 5.8 1948
1.562 1.158.10 74.1
1926
120
20.81 17.4 1949
1.936 1.269.35 64.7
1926
172
17.88 10.4 1960
1.896 901.06 47.5
1927
182
2l.43 11.8 1961
2.267 1.317.10 58.1
1928
187,
46.19 24.7 1962
2.408 l.475.82 61.3
1929
230
50,34 21.9 1953
2.634 1;539,07 72.7
1930
256
47.33 18.5 1964
2.632 1.497.90 56.9
1931
210
46.98 ·22.4 1966
2.992 1.714.29 57.3
1932
186
45.15 24.4 1966
4.380 3.108.31 70.9
1933
172
. ·44.18 ,26.0. 1957
5.405 3.821.86 70.7
1934
172
52.05 30.3 1958
4.706 2.713:01 57.7
1936
203
59.30 29.2 1969
5.743 3.225.02 56.2
1936
189
63.61 33.7 1960 .
6.147 3.001.63 48.8
1937
274
81.78 29.8 1961
7.074 3.236.10 45.7
1938
331
118.61 35.8 1962
6.489 3.224.02'. 48.9
1939
341
109.47 32.1 1963
6.604 3.597.95 64.5
1940
354
97.71 27.6
I
I

Fueate: T. E. Carrillo Batalla, La·evalÚllcl.ónde la ¡nverlión delingrelJO flaeal petrolero en Vene­


zuela, Caracas, 1968, Tabla 7, pp. 234-35.

Nota: Entre 1937 Y 196818 tasa de cambio del bol1var se mantuvo más o menos .constante en cerca
de 3.3 bolivareli por d ó l a r . · .

más ingresos por recaudos auuaneros potendales que lo que ganó por

impuestos petroleros), la industria no obstante contribuyó a estimular

una gran expansión de las importaciones. Ya en 1928 elpetróleo genera­

ba el 75% de los ingresos de Venezuela por exportaciones; para 1936

dicha cifra habla subido al 90%, en donde se mantuvo. Los ingresos

aduaneros, muchos generados indirectamente por las exportaciones de


petróleo, siguieron siendo una fuente importante de ingresos fiscales
hasta bien entrados los años cuarentas (22).
22. T. E. Carrillo Batalla, La evaluadón dé la lovendóD del ingreso fIacaI petrolero en VeDezuela,
Caracas, 1968, Tabla 7, pp. 234-35.
tiA VENEZUELA 255

En términos de su capacidad a largo plazo para suministrar divisas e


ingresos fiscales, la economía'petrolera de Venezuela no tiene igual entre
las economías exportadoras de América Latina. A mediados del siglo,
por ejemplo, cuando tanto Chile como Venezuela tenían una población de
alrededor de cinco millones de habitantes, el valor de las exportaciones
de minerales per cápita ya era en Venezuela cuatro veces mayor que en
I)eomo
II'tede
Chile. Los ingresos gubernamentales derivados de los impuestos a las
tAl exportaciones de minerales ya eran superiores en Venezuela por esa épo­
ca; empero. mientras dichos ingresos ~ estancaron posteriormente en
U% Chile, en Venezuela se duplicaron y luego se triplicaron en el lapso de un

r.o
u decenio. Es más, en los años setentas sedarían enormes incremen­

'U.4 tos (23).

7.6
No hay duda de que las exportaciones petroleras estimularon consi­

8.6 derablemente el crecimiento económico de Venezuela, mas el problema


2.7 del impacto del petróleo en el desarrollo económico es menos claro. Desde
U 1945 la economía venezolana ha tenido la tasa de crecimiento más rápida,
4.7
7.5 en términos reales y per cápita, de Suramérica (24). Pero antes de tal fe­
8.1 cha. la economía petrolera de Venezuela, un enclave exportador de pro­
i1.3 piedad extranjera. ejerció muy escasa influencia directa y positiva en el
'2.7
i6.9 proceso de acumulación doméstica de capital y diversificación econ.ómi·
i7.3 ca. La producción y refinación de petróleo es una de las industrias más
m.9 avanzadas del mundo. Por consiguiente, la producción petrolera de Ve·
1Q.7
17.7 nezuela dependía, y aún depende, de tecnologla y bienes de capital im­
16.2 portados de los países industriales avanzados. La producción de crudo
18.8 no fomentó directamente el desarrollo de una red nacional de transporte.
&5.7
18.9 Las compañías petroleras construyeron puertos y oleoductos y unas
54.5 cuantas carreteras en la zona petrolera, pero ninguno resultó muy útil
para los otros sectores de la economía nacional. Antes de la nacionaliza·
ción de la industria, en 1975, la propiedad de la producción y de las facili­
dades de transporte estaba en manos de corporaciones forAneas. Prácti­
camente hasta mediados del siglo toda la refinación del crudo venezolano
era efectuada fuera del pals. en gran parte en las cercanas islas holande­
sas de·Aruba y Curacao. La distribución de los productos.petroleros, in­
cluso dentro de Venezuela, era manejada en buena medida por las com­
~por
pañías extranjeras. Como resultado. debido al bajo nivel de tributación
lular
nera­
1936 23. Un estimuJante análisis comparativo de la naturaleza eECepcional de la economia e~
resos de petróleo de Venezuela es Charles Elmer Rollins, •'Raw Materials .l)evelopment a.nd Econo­
~ de mic Growth, A Study of the BoliviEm and VenezueJan Ezperience", disertación para Ph.D.,
Stanford University, 1955.
cales 24. Cifras comparativas, basadas en estadlstícas de las Naciones Unidas para el periodo 1946­
1968, se encuentran en Mostafa Hasaan, Economic Growth and Employment Problema iD
Venezuela. An Analyeis of a.n Oil-Based Economy, New York, 1975, Tabla 1, p. 10. Durante
....ela,
estos años la tasa anual de crecimiento del producto nacional bruto real de Venezuela prome­
dió cerca del 7.5%.
256 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

de la industria antes de los años cuarentas, la mayor parte del excedente Aunque la creciente
generado por la producción petrolera era remitido al exterior como ga­ mente la migración inte:
nancia. Asimismo, los ingresos de los trabajadores venezolanos eran tante fue su influjo en ti
reducidos. Aunque los salarios en los campos petroleros eran altos en tér­ principal impacto econÓJ
minos venezolanos, la fuerza laboral vinculada a la producción petrolera enclave, sino en el popul,
no era grande. En su mejor momento, en 1948, llegó a sumar cerca de 55 a la capital. El creciente '
mil personas, entre obreros y empleados, alrededor de 3% de la fuerza de de las importaciones, la 1
trabajo nacional (Véase el Gráfico 4.1). Particularmente en las primeras los ingresos petroleros I
'. décadas de la producción petrolera, buena parte del dinero gastado en (solo entre 1938 y 1943 P
sueldos y salarios estaba dirigida a los administradores, técnicos y obre­ petroleros financiaron la ,
ros calificados extranjeros, quienes remitían a su pais una porción de sus de programas sociales y I
ingresos. Incluso hasta mediados del siglo buena parte de los alimentos y cambios ampliaron notal
, ., ,
el vestido consumidos por los obreros en los campos petroleros eran su­ vel de los servicios públi(
ministrados por los comisariatos de las compañías, que los importaban. resultado fue la migraciE
.' y
Sin embargo, la influencia indirecta de la producción petrolera en el que en 1930 solo cerca dt
desarrollo socioeconómico de Venezuela ha sido extraordinaria. Mucha poblaciones de 1 mil o má
de esa influencia se revela en la migraciónintema. La expansión de la la mitad y en 1970 a tres e
producción de petróleo hizo que muchos trabajadores dejaran la agricul­ A medida que la prodl
tura y se trasladaran a la zona petrolera. La producción de crudo es más mica en la zona petrolera)
intensiva en trabajo durante las fases iniciales de exploración, perfora­ donaban el campo en pl'OCl
ción y construcción de oleoductos y facilidades portuarias. En parte por na empezó a sufrir. AlguDl
esta razón y también por las técnicas relativamente primitivas de explo­ su fuerza de trabajo eleva
ración y construcción de la época, la demanda de trabajo de la economía ron sus tierras, que en la I
petrolera en sUs comienzos era mucho más grande, en términos compara­ su capital a inversiones 1
tivos, que en años posteriores. Cuando la producción llegó en 1927 a cer­ urbana, la construcción y l
ca de 60 millones de barriles, en la nómina de las compañias había 21 mil colas venezolanos, tanto lo
obreros; los menos calificados ganaban salarios dos o tres veces más al­ se hicieron más costosos Ji
tos que el promedio de los jornaleros agrícolas de Venezuela. En 1948. el nes de otros paises. Los crE
año de máximo empleo en la industria, la producción se habia expandido espiral alcista de precios y
casi diez veces, mientras que la fuerza laboral solo lo había hecho dos curriera de manera crecíen«
veces y media. Entre 1920 y 1940 la poblaCión de los estados productores blemas de la agricultura v
de petróleo creció más rápido que la de otras partes de Venezuela, con la destinada a la exportación
excepción del Distrito Federal, donde estaba situada la capital. Caracas. hablan mantenido en nivelE
Sin embargo, no todos los migrantes que llegaban a los estadospetrole­ se r~uperaron de la deprE
ros hallaban trabajo en los campos y muchos terminaban en los pueblos gobIerno por canalizar algv
que se desarrollaban velozmente en las afueras de los principales campos agrícola y subsidios a las e
petroleros o se trasladaban a la metrópoli del enclave, la ciudad de Mara­ volumen de las exportacion4
caibo. Algunas pequeñas ciudades petroleras vieron incrementar su po­ nivel logrado en los años,
blación varias veces durante los años veintes. Maracaibo, la segunda ciu­ para el consumo doméstico
dad de Venezuela, duplicó su tamaño en dicha década hasta alcanzar los tema.. Para 1950 la agricultl
80 mil habitantes (25). del mercado nacional de a1ir

petrolera y de su impacto en Ve~


26. Buena parte de este material es tomado de la magnifica historia del crecimiento de la industria in Venezuela, Berkeley, 1954.
l'ORIA VENEZUELA 257

:lente Aunque la creciente producción petrolera residió en estimular inicial ..


o ga- mente la migración interna ala zona petrolera, más perdurable e impor­
eran tante fue su influjo en el ritmo de la urbanización. A partir de 1940, el
n tér­ principal impacto económico de la producciÓtlpetrolera se sintió no en el
~lera enclave, sino en el populoso centro-norte de Venezuela, el área que rodea
de 55 a la capital. El creciente volumen de comercio exterior fomentó el negocio
:za de de las importaciones,la banca y los servicios comerciales. ·El aumento de
!neras los ingresos petroleros promovió la éxpansión de la burocracia federal
do en (solo entre 1938 y 1943 pasó de7 mil a 47 mil empleados). Los ingresos
obre- petroleros financiaron la construcción en gran escala de obras públicas y
le sus de programas sociales y proyectos de desarrollo económico. Todos éstos
ntosy cambios ampliaron notablemente las oportunidades económicas yel ni­
an su- vel de los servicios públicos en las ciudades, en espéclal en la capital. El
ban. resultado fue la: migración masiva del campo a las ciudades: mientras
l en el que en 1930 solo cerca de una.qtlinta parte de los venezolanosvivia en
d:ucha poblaciones de 1 mil o más habitantes, en 1950 esta proporción llegaba a
lde la la mitad y en 1970 a tres cuartas partes.
gricul­ A medida que la producción de crudo estimulaba la actividad econó­
MJmás mica én la zona petrolera yen las ciudades, y muchos trabajadores aban­
triora­ donaban el campo en procura de una vida mejor, la agricultura venezola­
:te por na empezó a sufrir. Algunos latifundistas trataron de evitar la pérdida de
explo­ su fuerza de trabajo elevando los salarios; otros simplemente conserva­
~nomia ron sus tierras, que en la práctica no pagaban impuestos, y trasladaron
bpara- su capital a inversiones lucrativas como la especulación en finca raíz
7a cer­ urbana, la construcción y el comercio. En todo caso, los productos agri­
<21 mil colas venezolanos, tanto los de exportación como los de consumo interno,
11M al· se hicieron más costosos Y menos competitivos frente a la8 importacio­
~948, el nes de otros paises. Los crecientes costos de los alimentos fomentaron la
r8Ildido espiral alcista de precios y salarios; de igual modo, hicieron que se re­
bo dos curriera de manera creciente a importaciones agrlcolas baratas. Los pro­
lI.etores blemas de la agricultura venezolana eran más obvios en la producción
~·con la destinada a la exportación. Las exportaciones de café y cacao, que se
la.tacas. habían mantenido en niveles altos en los decenios de 1910 y 1920, jamás
~trole­ se recuperaron de la depresión mundial no obstante los esfuerzos· del
pueblos gobierno por canalizar algunos ingresos petroleros en forma de crédito
~pos agrícola y subsidios a las exportaciones. Durante los años cuarentas el
eMara- volumen de las exportaciones de café y cacao apenas alcanzó la mitad del
"
~. su po- nivel logrado en los años veintes. Entre tanto, la producción agricola
~a ciu­
para el consumo doméstico no pudo satisfacer la creciente demanda in­
pzar los terna. Para 1950 la agricultura venezolana solo cubria una quinta·parte

del mercado nacional de alimentos y de bienes agricolas industriales. El

petrolera y de su impacto en Venezuela antes de 1960 escrita por Edwin Lieuwen, Petroleum
iD Venezuela, Berkeley, 1954.
258 LOS TRABAJADORES EN LA HISTOIUA
VENEZUELA

resto era importado. AunqueJa refonnaagraria deJos años sesentas y


las infusiones masivas de dineros públicos en proyectos dfJ desarrollo blecimientos realmente· g¡
agrícola, en la década siguiente, revirtieron dichas tendencias, los proble­ fecha del siguiente censo ;
mas de la agricultura venezolana y la dependencia del pais de las impor­ 138.064 obreros en 10.045
tacionesagrícolas continuaron siendo extremados (26). dores en cada uno, y su oo·
(28), .
La economía petrolera en expansión afectó la agricultura venezolana
en otros sentidos. El. crecimiento de los ingresos petroleros durante los Sin embargo. desde mE
años treintas hizo que el pais adoptara un conjunto anómalamente orto­ economía ha crecido rápi<
doxo·de politicas monetarias y financieras durante· la Gran Depresión. Los ingreSOS petroleros el
Mientras que los paises de todo el orbe estaban abandonando el patrón tos de obras públicas dur¡
oro, incumpliendo con los pagos de los empréstitos y devaluando sus programa de sustitución e
r.:' monedas, el gobierno de Juan Vicente Gómez saldaba la deuda externa y de subsidiarias de corpora(

'· , ponía en práctica una politicaque sobrevaloraba la unidad monetaria de


la nación, elbolívar. Dicha polltica complac1a a importadores y consumi­
~sen~s y setentas, han d
mtensIvo en capital. La i

t
(
.,
.. dores de mercancías foráneas, pero resultaba desastrosa para los agricul­
tores. Un estudioso de la economia del pa1s en los tiempos de Gómez ha
caracterizada estas politicas como un proceso de "sustitución de produc­
ción". En contraste con el proceso de industrialización por sustitución de
alrededor de 10% de la pn:
crecimiento industrial ha si
c~s en transporte (no es coi;
SIstema de autopistas de ]
r"
~. importaciones impulsado en otros paises latinoamericanos corno res­ b~sica (acero y petroquÍmic
bienes de consumo, pero SÍfl
puesta a la crisis mundial, a las devaluaciones monetarias domésticas y a

~
i.:; ".. los controles de cambios, los productos agrícolas venezolanos, ya afecta­ ras para sufragar la enormE
"
~' .. dos por altos costos de producción, se tornaron menos competitivos en el mas industriales y tecnolog:
r!
mercado mundial durante la década de los treintas. Las importaciones no sector industrial (29).
L
pagadas con dineros del petróleo remplazaron muchos productos que Este resumen demuestr~
antes se cultivaban en el país (27'. crecimiento de la economía
Las politicas monetarias y cambiarias de Venezuela durante los años las últimas cuatro décadas
treintas inhibieron también el desarrollo de la industria manufacturera, gran riqueza generada por E
1; aunque la capacidad del país para empezar a producir los articulos que
importaba era, de todos modos, extremadamente limitada. Los estableci­
buida en el pats y destinada
industrial. La transfoi'maci<
mientos manufactureros eran muy escasos y esencialmente artesanales sultado fundamental de un p
al principio de la crisis. La. mayorfaeran pequeños talleres dedicados a so empezó cuando los sector.
procesar productos agrícolas y ganaderos. El primer censo industrial. fuerza que les había impuest
realizado en 1936. reportó a 46.855 trabajadores en 8.025 establecimien­ ~u~ha p~r forjar una sociedac
tos. con un promedio de 5.8 obreros por unidad manufacturera. Más de la mJustlcla social y la pobreza
mitad de dichos operarios estaban empleados en el procesamiento de ali­ mática. Las fuerzas popularE
mentos. y casi todos los restantes en la confección y la fabricación de do a lideres con una visión I
cueros, tabaco. vidrio, cerámica y artículos de madera. Los únicos esta­ embargo, llegaron a respalru
ciedad liberal y capitalista. 1
26. Las tendencias en la agricultura de exportación se halllll1 ilustradas en forma gráfica en Arcila
Farias, "Evolución" .•. , entre las páginas 416 y 417. El estimado de la producción agricola
doméstica. proviene de Loring AlIen, VenezuelaD Eeoaomk Developm.eDi,. Greenwich, 1977, 28. T. E. CaniIIo BataIlÍl, El desanoll
p, 231. Los problemas actuales de la agricultura venezolana son examinados en George W. mlana,~. 1962, pp. 11-17.
Schuyler, Hunger in Land ofPlenty, Cambridge, 1980. 29. Un examen mformativo y o~
27. Eugenia Stevens Wheelwright, "The Economy 01 Venezuela Under Juan Vicente Gómez Development. .. Un análisis agudo
Flores Diaz. "El capitalismo la
1908-1935: Policies 01 Underdevelopment", tesis de M.A., University of Washington, 1979. '
nano ImP8lialismo en América e;.
VENEZUELA 259

y b1ecimientos realmente grandes eran unas pocas textileras. Para 1953,


lo fecha del siguiente censo industrial, el sector manufacturero empleaba a
IB­ 138.064 obreros en 10.045 establecimientos (un promedio de 8.6 trabaja­
fl'- dores en cada uno) y su composici6n no habia cambiado sustancialmente
(28).
~a Sin embargo, desde mediados del siglo, el sector manufacturero de la
¡ls economía ha crecido rápidamente ysu estructurase ha transformado.
fO­ Los ingresos petroleros en aumento, canalizados hacia grandes proyec­
~. tos de obras públicas durante los años cincúentas y hacia un agresivo
Pn programa de sustitución de importaciones (que incluía la implantaci6n
us de subsidiarias de corporaciones multinacionales extranjeras) en los aftos
IY sesentas y setentas, han dado origen aun sector industrial moderno e
pe intensivo en capital. La industria manufacturera pas6 de representar
pi­ alrededor de 10% de la producci6n nacional en 1950 al 23% en 1974. El
p¡­ crecimiento industrial ha sido apuntalado por grandes inversionespúbli·
~a caa en transporte (no es coincidencial que Venezuela tenga ahora el mejor
¡lC­ sistema de autopistas de Latinoamérica), energía eléctrica e industria
de básica (acero y petroquimica). El pals produce hoy la mayor parte de sus
¡es­ bienes de consumo, pero sigue dependiendo de las exportaciones petrole­
ya ras para sufragar la enorme cantidad de bienes de capital, materias pri­
~­ mas industriales y tecnología que debe importar para sostener su moder­
~ el no sector industrial (29). .
~es Este resumen demuestra cómo laproducci6n de petr61eo prO'mO'vi6el
lue crecimiento de la econO'mía mas no Sl! desarrO'llo. El nO'table avance de
" las últimas cuatrO' décadas se hizo posible solo en la medida en que la
líos gran riqueza generada por el petr61eofuecaptada por el Estado,c:listri·
.,a, buida en el pals y destinada a refO'rmas SOciales y agricolas y al fomento
que industrial. La transformaci6n de la economía venezolana fue, asl, el re­
pci­ sultado fundamental de un proceso polttico y no econ6mico. Dichoproce·
~es so empez6 cuando los sectores sociales populares rompieron la camisa de
~a fuerza que les había impuesto la dictadura de Gómez. La historia de su
m, lucha por forjar una sociedad democrática libre de la represi6n poUtica, la
len­ injusticia social y la pobreza material del pasado es verdaderamente dra­
ela mática. Las fuerzas populares que libraron la batalla empezaron apoyan­
.ali­ do a líderes cO'n una visión socialista de la sociedad. Con el tiempo, sin
t de embargo, llegaron a respaldar a dirigentes que se inclinaban por una so­
Bta­ ciedad liberal y capitalista. Las pO'liticas liberales, reformistas y naciona­

~
ic:ola 28. T. E. Carrillo Batalla, El desarroUo del sedor lIUIIlUfadurero iDduatrial de la ecoDOmía vene­
1977, mIaDa, Caraeas. 1962, pp. 11-17.
eW. 29. Un eumen informativo y optimista de todos estos desarrollos es Anen, Venezuelan Economic:
Development. .. Un análisis agudo y pesimista de la trayectoria del desarrollo del paÚ! es Max
mez, Flores Diaz, "El capitalismo en la Venezuela actual" • una ponencia presentada en el "Semi­
r9. nario Imperialismo en América Latina" • Universidad Autónoma de México. mayo de 1979.
260 LOS TRABAJADORES EN LA lJISTORIA VENEZUELA

listas, que tan decididfllllente promovieron el desarrollo económico de hallados en casi, todas parte
Venezuela durante las últimas cuatro décadas; no crearon una· economía dos hasta el momento se en
industrial integrada, libre de la dependencia extrema de las exportacio­ Caribe, y en la región del Me
nespetroleras para su expansión continuada. Tampoco fomentaron de
manera significativa una mayor igualdad social. Algunos alegarían que El conocimiento del hom
aquéllas convirtieron a Venezuela en una pequeña caricatura de las socie­ terráneos es antiguo. El pref
dades capitalistas avanzadas orientadas al consumo que, al igual que lugares en Persia, la palabra
Ven~uela, han dependido dalpetróleopara mantener el crecimiento eco­
la Venezuela precolombina el
nómico y la estabilidad politiea bajo formas democrático-liberales. Pero designar sitios en donde las
'.
las políticas reformistas han permitido a Venezuela superar sistemática­ zaban la superficie y formal:
mente ciertas contradicciones del desarrollo capitalista periférico que de años antes de que el petró
han conducido a países como Chile y Argentina a un atolladero. También comercialmente para lubrici
han permitido a Venezuela expandir y profundizar el proceso de indus­ EUropa de mediados del sigl(
trializacióncapitalista, legitimizándolopor medio de la participación po­ se perforado en Estados Uní
lítica masiva en un sistema democrático-liberal. del orbe utilizaban el crudo el
No obstante, solo cuando la s
ción fue ampliamente aprecia
LA CREACION DEUN PROLETA&IADO PETROLERO siglo XIX, la demanda de pel
cipios del siglo XX surgieron
El proceso politico que. transfopnó a Venezuela a mediados del siglo de Unidos y Europa Occidental,
una dictadura autocrática enUDa democracia liberal de masas tiene sus tribución del querosene en 101
raíces culturales y sociales en el enclave. petrolero creado bajo los auspi­ Guerra Mundial, el petróleo B
cios del capital extranjero en los años veintes. El escenario en que surgió mica que aún hoy conserva.
la democracia venezolana fuedeterminaclo por fuerzas históricas que es­ Después de la contienda,
capaban al control de los trabajadores. Pero los hombres y mujeres que interna y la aplicación genera
entr$'on a laborar en los C8JllPOS, petroleros afianzaron bien pronto la cul­ cimientos de calefacción y enE
.tura y las instituciones so~les y desafiaron las· fuerzas impersonales aumentar vertiginosamente 11
que determinaban buena PiU'te de su existencia. Ya tiempo que apren­ poraciones petroleras por el CI
dían a cambiar sus vidas por medio de la acción colectiva; contribuían a los años veintes. Venezuela tu
transformar la historia de su .pa1s. Antes de la guerra, la inve
del Nuevo Mundo se concent
que siguieron a la Revolución
económicas nacionalistas y la
I •
ron a lascompañias britániCl
h
.,'
Los geólogos han formulado teorias diversas sobre la formación de los suministro más seguras y pot
depósitos de hidrocarburos liquido s que llamamos petróleo o aceite de la demanda mundial. En la e.
roca. Empero,la mayoría está de acuerdo en que el proceso se inició hace indicios de grandes reservas
milenios en forma de sedimentos orgánicos. Los depósitos fueron sepul­ dispuesta, por un precio redUI
tados por sucesivas formaciones rocosas, transformados en hidrocarbu­ bornos abiertos, a estimular y
"
ros liquidos PQr el calor y la presión y encerrados en reservas subterrá­ 1918, capitalistas británicos
neas formadas por los desplazamientos y pandeas de la tierra. Por lo Shell empezaron a producir ca
general estasvas~ y disc(mtinuas reservas subterráneas están com­ nezuela. En 1922 los intereses
puestas de arenisca porosa o formaciones. de piedra caliza rodeadas de rado importantes concesiones
.I , rocas mits duras yno porosas. Pozos subterráneos de petróleo han sido representantes diplomáticos (
VENEZUELA 261

e hallados en casi todas partes del planeta, pero los más grandes explota­
il dos hasta el momento se encuentran al norte, el oeste y el sur· del Mar
,- Caribe, y en la región del Medio Oriente.
e El conocimiento del hombre acerca de la existencia de depósitos sub­
e terráneos es antiguo. El prefijo Kir que se agregaba a ciertos nombres de
lugares en Persia,la palabra chapopote en México y el término mene en
la Venezuela precolombina eran empleados por los pueblos antiguos para
designar sitios en donde las filtraciones de reservas subterráneas alcan­
)
zaban la superficie y formaban lagos bituminosos o asfaltosos. Cientos
de años antes de que el petróleo de depósitos de esquisto fuera procesado
comercialmente para lubricantes y mecanismos de iluminación en la
1
Europa de mediados del siglo XIX, y de que el primer pozo petrolero fue­
se perforado en Estados Unidos en 1859, los pueblos de varias regiones
del orbe utilizaban el crudo en la construcción, elcaláfateo y la medicina.
No obstante, solo cuando la superior calidad del querosene en la ilumina­
ción fue ampliamente apreciada en las sociedades industriales, a fines del
siglo XIX, la demanda de petróleo empezó a crecer rápidamente. A prin­
cipios del siglo XX surgieron grandes empresas capitalistas en Estados
Unidos y Europa Occidental, que monopolizaron el procesamiento y dis­
tribución del querosene en los mercados mundiales. Durante la Primera
Guerra Mundial, el petróleo adquirió la importancia estratégica y econó­
mica que aún hoy conserva.
Después de la contienda, la proliferación del motor de combustión
interna y la aplicación generalizada del fuel-oil para satisfacer los reque­
rimientos de calefacción y energ1a de las economias industriales hicieron
aumentar vertiginosamente la demanda. En la pelea de las grandes cor­
poraciones petroleras por el control de nuevas fuentes de suministro, en
los años veintes, Venezuela tuvo una importancia considerable.
Antes de la guerra, la inversión extranjera en la producción petrolera
del Nuevo Mundo se concentraba en México. Sin embargo, en los dias
que siguieron a la Revolución Mexicana de 1910, la amenaza de polltica~
económicas nacionalistas y la crónica inestabilidad social y pol1tica lleva­
ron a lascompañias británicas y estadounidenses a buscar fuentes d~
suministro más seguras y potencialmente más rentables para satisfacer
la demanda mundial. En la cercana Venezuela encontraron promisorios
indicios de grandes reservas petroleras y una dictadura complaciénte
dispuesta, por un precio reducido, en ocasiones pagado en forma de so~
hornos abiertos, a estimular y a proteger la inversión foránea. A partir de
1918, capitalistas británicos y holandeses afiliados a la Royal Dutch
Shell empezaron a producir cantidades significativas de petróleo en Ve­
nezuela. En 1922 los intereses petroleros norteamericanos habían acapa­
rado importantes concesiones en Venezuela y obtenido el apoyo de los
representantes diplomáticos de su país para logra:r de la dictadura de
262 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

Gómez una nueva ley petrolera que otorgara al capital extranjero un ca de Maracaibo, la alta i
acceso barato y virtualmente sin restricciones a las reservas de crudo. Lo gros de BUS selvas meriID
único que faltaba para fijar el destino petrolero de Venezuela era una blos indígenas, convertía
prueba concreta de la magnitud de las reservas. Tal prueba llegó el 14 de pos petroleros durante lo
diciembre de 1922, cuando una subsidiaria de la Shel1 que perforaba un exigencias colectivas tenJ
",
orificio abandonado en el costado oriental del Lago de Maracaibo se topó agua fresca y potable.
con un pozo que, seglÍn palabras de Edwin Lieuwen, "colocó a Venezuela Entre la exploración I
en el mapa de todo petrolero", El caudal del Barroso Número 2, escribió científica extremadament
P ,
en su estudio clásico de la economia petrolera de Venezuela, "empezó con dia un abismo. Los expl(
2 mil barriles por dia y aumentó rápidamente hasta que hizo brotar los local para hallar los princ
100 mil, destruyó la torre de perforación y lanzó al aire una columna de derechos minerales sobre •
petróleo de 200 pies de altura. Era un enorme pozo (que The New York una concesión del Estado
Times calificó como) ¡el más productivo del mundo!" El pozo Barroso, el No .obstante, solo las gig
primero de una serie de grandes productores en los campos petroleros de las mmensas cantidades d
Bolivar, dio origen a una frenética actividad perforadora por parte de las cial petrolero de países COI
compañia s norteamericanas y británicas en sus concesiones venezolanas. 1878 empresarios venezoh:
Hacia finales de los años veintes, toda la parte oriental del Lago de Ma· queñas factorías de procef
racaibo y su linea costera se hallaban cubiertas por un bosque de torres p.ero la producción de petr
de perforación. Venezuela se habia convertido en la primera nación ex· Slones para abrir carreterl
portadora de petróleo del mundo (30). transportar costosos equíI
Aunque posteriormente se descubrieron sustanciales reservas de cru· dos y técnicos; construir o
do en varias partes de la región septentrional del Orinoco, la Cuenca de portuarias, y asegurar tran
Maracaibo ha seguido siendo el núcleo principal de la industria petrolera do industrializado. Finalm
de Venezuela (Véase Mapa 4.1 ), Dicha cuenca está formada por dos espo­ dominada pór un puñado d
lones de los Andes y dominada por un gran lago de agua fresca conecta­ pequeños productores inde]
do con el mar. Los españoles, que entraron al lago en 1499 e inspecciona­ ceso a las refinerías y a las
ron las aldeas indigenas construidas sobre pilotes en el agua, bautizaron planeta (31).
.la región Venezuela (PequeñaVenecia). Dicho nombre fue luego aplicado
a toda la colonia española, cuyo centro administrativo y económico se La producción de petról.
ras décadas, requería numel
desarrolló a unos 400 kilómetros al este del lago, en los valles interandi­
Los hombres realizaban el t
nos más frios, alrededor de Caracas. La Cuenca de Maracaibo, cuya tem­ ras, oleoductos y campos,¡
peratura promedio es la más alta que se registra en Suramérica, fue muy
~lleres de máquinas y en lo:
poco poblada hasta el siglo XX. Después de la independencia la región
blén algunos hombres, apOJ
fue administrada como el estado del Zulla y solo su capital, Maracaibo,
de estos obreros eran venez(
creció en forma significativa durante el siglo XIX. Ubicada a la entrada
las zonas rurales del Zulla I
del lago, Maracaibo se convirtió en el principal puerto cafetero de Vene­
dades significativas de tral
zuela, el centro de distribución del grano proveniente de los Andes vene­
país, algunos de lugares tall
zolanos y colombianos, que era traido por el R10 Zulla y trasbordado a
la costa noreste de Venezuel
buques con destino a los mercados europeos. El clima tórrido de la Cuen­

31. ~ste ~rrafo está basado fundam4


30. Lieuwen, Peboleum iD Venezuel..... p. 39. Lieuwen aporta un tratamiento detallado de todos mdustna petrolera de México ed
los puntos tocados en este párrafo. Petroleum and Transpon Comi>an
VENEZUELA 263
!ToRIA

I!toun ca de Maracaibo,la alta incidencia de enfennedades tropicales y los peli­


Ido. Lo gros de sus selvas meridionales y occidentales, habitadas por fieros pue­
l'8 una
blos indígenas, convertían en un infierno la vida y el trabajo en los cam­
~ 14 de
pos petroleros durante los años veintes y treintas. Una de las primeras
~ba un
exigencias colectivas tenían que ver sencillamente con el suministro de
~.topó
agua fresca y potable.
tezuela Entre la exploración petrolera de co'mienzo's del siglo' y la actividad
~ribió científica extremadamente sofisticada en que ésta se ha co'nvertido me­
izó con dia un abismo. Los exploradores pioneros dependían del conocimiento
tar los local para hallar los principales rezumaderos. Una vez que obtenían los
nna de derechos minerales sobre las tierras aledañas o, en el caso de Venezuela
~York una concesión del Estado, simplemente perforaban en los alrededores.
KlSO. el No obstante, solo las gigantescas compañías extranjeras disponían de
~sde las inmensas cantidades de capital necesarias para desarrollar el poten­
~de las cial petrolero de países co'mo Venezuela a principios del siglo XX. Ya en
~lanas. 1878 empresarios venezolanos habían extraído petróleo y construido pe­
iIe Ma­ queñas factorías de procesamiento de querosene para el mercado local;
, torres pero la producción de petróleo en gran escala requería de enonnes inver­
Ión ex­ siones para abrir carreteras hasta'los sitios de producción; comprar y
transportar Co'stosos equipo's de perforación; contratar obrero's califica­
decru­ dos y técnicos; construir oleoductos, estaciones de bombeo y facilidades
1DC8de portuarias, y asegurar transporte marítimo hasta los mercados del mun­
~rQlera do industrializado. Finalmente, la integración vertical en una industria
~ espo­ dominada por un puñado de grandes corporaciones significaba que a los
?oecta­ pequeños productores independientes de petróleo se les podía negar el ac­
F~iona­ ceso a las refinerías y a las redes de distribución que iban abarcando el
pzaron planeta (31).
pUeado La producción de petróleo, especialmente en Venezuela, en las prime­
nieo se ras décadas, requería numerosos obreros no, calificados y semicalificados.
Ikandi­ Los ho'mbres realizaban el trabajo pesado' en la construcción de carrete­
fa tem­ ras, oleoductos y campos, así como el trabajo sucio no calificado en los
$ muy talleres de máquinas y en los equipos de perforación. Las mujeres, y tam­
)egión bién algunos hombres, aportaban los servicios domésticos. La mayoría
acaibo. de estos obreros eran venezolanos atraídos a los campos petroleros desde
~trada las zonas rurales del Zulia otros estados cercanos. Sin embargo" canti­
r Vene ­ dades significativas de trabajadores arribaban de distintas partes del
~ vene­ país, algunos de lugares tan apartados como la Isla Margarita, frente a
nado a la costa noreste de Venezuela. Las lealtades e identificaciones regionales
~ Cuen­

31. Este párrafo está basado fundamentalmente en el valioso recuento del desarrollo inicial de la
~detodos industria petrolera de México, editado por W. J. Archer, un funcionario de la Pan American
Petroleum and Transport Company, Mexicsn Petroleum, New York, 1922.
264 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

fomentaban patrones discriminatorios de yida. Los taciturnos andinos


tendian a vivir en un área; los más abiertos y sociables obreros de la cos­
ta oriental en otra. Los margariteños, que se distingufan como activistas
sindicales, vivían juntos en grupos especialmente cerrados. Un margari­
teño, el futuro lider sindical comunista, Manuel Taborda, describió más .
tarde cómo su grupo desencadenó una temprana acción laboral en un pe..
queño campo británico a principios de los años veintes. Habia 122 ve­
nezolanos trabajando en el campo, doce de ellos margariteños.

, ,Al llegar no habia vivienda, por lo que decidimos los margaritefios colocar un canal
de zinc debajo' de una mata de uva, muy cetca a la playa. En esa forma nos protegia­
mos de la lluviá y almacenábamos nuestros alimentos. Sobre la atena prendiamos
fuego y a1ll cocinábamos nuestra comida. Nos ba1iábamos en la playa y en la vegeta­
ción hacl.am.os nuestras evacuaciones. No habia ningún tipo de servicio, ni siquiera
médico. Un día, mientras trabajábamos, Mister Duboy, el superintendente del cam­
pamento, vio nuestra vivienda improvisada y dio órdenes para que fuera destruida.
Al llegar en la noche, no tenlamos ningún sitio donde protegemos contra la lluvia,
que desafortunadamente esa misma noche cayó. Al dia siguiente, decidimos no ira
trabajar y exigimos una explicación a la compafiia.El reBio. de los venezolanos se
solidarizaron con nosotros y así todos noS pusimos en huelga. La explicación dada
por la compafiia fue que la apariencia de nuestra casa improvisada era desagrada­
ble. (... ) La compafiia trajo a la policía para obligamos a trabajar, logrando que los
trabajadores reiniciaran sus trabajos, excepto los doce margariteños, que fuimos
expulsados" (32),

Pese a sus identificaciones regionales, ninguna diferencia cultural o


étnica seria dividia a los obreros venezolanos en los campos petroleros.
Por el contrario, las diferencias raciales y culturales reforzaban .los senti­
mientos nacionalistas que sentialllos obreros venezolanos frente a los
inmigrantes del Caribe británicC). Varios millares de obreros nC) califica­
dos y semicalificados, la mayorla negros angloparlantes, migraron en los
años veintes a la Cuenca de Maracaibo. Debido a que habltt.ban la lengua
de los empresarios, administradores y capataces de las compañias esta­
dounidenses y británicas. y puesto que dependian totalm.ente de sus em­
pleos en un pais extraño, los obreros de las Antillas tendian a identificar
sus intereses con los de las compañias, se mostraban renuentes a partici­
par en las actividades sindicales y a menudo servían de rompehuelgas.
Los trabajadores venezolános se inventaron un apelativo sarcástico para
los obreros negros conformistas que hablaban la lengua desus opresores

32. La cita es reproducida de una entrevista con Taborda, publicada en Paul Nehru Tennassee,
Veoezuela, los obreros petroleros y la Illcha pol'lademocracia, Madrid y Caracas, 1979,
p. 107. Comento la imporiante contril:>uci.c)n de Tennassee en la nota 48.
VENEZUELA 266

nos de clase: co.mbinando. las palabras inglesas "my" y" friend" , los llama­

oos­ ban m&Ürenes (33).

Jtas Quizá las divisio.nes étnicas y culturales más serias entre lo.s o.breros

:ari­ petro.lero.s de Venezuela eran las que refo.rzaban la distinción entre o.pe­

nAs­ rarios calificado.s y no. calificádos. En lo.s primeros años, la vasta mayo.ría

pe­ de lo.s o.brero.s calificados eran extranjero.s blancos, que ganaban el do.ble
ve- de lo.s pocos venezo.lano.s calificado.s. Maquinistas, electricistas, so.lda·
dores y o.perarios de equipo pesado. venían principalmente de Estados
Unido.s, lo. mismo que lo.s ho.mbres más respetados y mejo.r remunerados
de cuello. azul, lo.s de lo.s equipos de perforación (84) .
anal Las cuadrillas de perfo.ración eran muy unidas, y se mostraban orgu­
Igia­ llosas de sus conocimientos, valo.r y eficiencia en una gama variada de
mos
técnicas y en o.ficio.s peligrosos. En los afio.s veintes una cuadrilla de per..
~eta­
IÍera foración estaba·eo.mpuesta usualmente po.r cÍDeo. ho.mbres, esco.gidos po.r
::am­ el perfo.rado.r mismo., quien co.ntro.laba· ·la velocidad de perfo.ración y
alda. tomaba decisio.nes técnicas· co.n relación a lo.s tipo.s de taladro. y de cu·
lvia. bierta para' pro.teger el agujero.. Determinaba asimismo cuándo estaba
rir'a
ISse
gastado un taladro. o. cuándo. era necesario. suspender la perfo.ración de­
dada
bido a pro.blemas técniCo.s, lo. que o.bligaba a la cuadrilla a .' •salir" del
ada­ agujero. Entonces la cuadrilla activaba el aparejo sujeto al extremo. su­

idos perior de la to.rre de perfo.ración y empezaba a sacar tuberia de la tierra.


irnos
A medida queemergiacada secciÓtl de la tubería, ésta era so.stenida po.r
un ho.mbre que se hallaba encaramado. en la torre. Lo.s o.breros de plata­
forma empleaban entonces gigantescas llaves para desaco.plar los tubo.s;
luego. lo.s ponían aun ~ado., ataban el cable a la siguiente sección de tube­
'8l0. ría y comenzaban de' nuevo. la o.peración. Las cuadrillas de perfo.ración
ros. llevaban a cabo. tan 'peligrosa tarea a una gran velocidad, y su eficiencia
mti­ y seguridad personal dependían de un aco.ple perfecto. en equipo.. Una
"los vez que toda la tuberia había sido. remo.vida y el nuevo. taladro. co.locado
ñca M

en su sitio., o. decidida una so.lución técnica a un pro.blema particularmen­


llos te dificil de perfo.ración, todo. el proceso. se invertia, ajustando. tubo. po.r
¡gua tubo hasta que el taladro. fuera empujado una vez más hasta el fo.ndo. del
!sta­ agujero.. Lo.s próblemas técnicos que podían interrumpir la perfo.ración
em-'
eran numerosos. Entre~los más co.munes estaban la desviación de la ver­
~car tical del hueco, causada po.r la dureza e inclinación de lo.s estratos roco­
,~ici­
sos; revento.nes, cuando. el taladro. penetraba una reserva'de petróleo. de
Jas. alta presión, y explo.sio.nes e incendio.s, generado.s por la ignición del gas
>ara
~res
33. Un funcionario del gobierno norteamericano informó que de los 2.879 inmigrantes que arriba­
ron a Maracaibo en 1924, 1.658 eran blancos. 695 negros y 26 orientales. Wheelwright. "'!'he
Economy of Venezuela" .... p. 76, presenta estas estadlsticas en forma tabulada. La informa­
ción acerca de los patrones de vivienda de los obreros petroleros y del vocabulario de éstos se
íSSee, encuentra en el valioso libro de RodoHo Quintero. La cultura del petróleo. 24. ed., Caracas.
~979, 1976;
( 34. Lieuwen, PetroleumiD VenezueJa.: .. , p. 51.
266 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

proveniente del hueco. Estos eran apenas los peligros más espectacula­ " "Las cuadrillas de perfora
res y temidos. También existia para el obrero la amenaza constante de mundo. Ya que son por lo
ser mutilado o aplastado en el veloz proceso de acople y desacople de las hombres muestran un natw
hacia la derecha'. Cuando a
largas secciones de tuberia en acero -un revestimiento de pozo de 10 lo a trabajar para arreglar «
pulgadas pesaba 40 libras por pie lineal, y las secciones de tuberia usa­ de motores y experto en rep
das en los años cuarentas en los campos de Maracaibo alcanzaban los 90 ble y tradicional opinión de
pies de longitud-. Todas las labores de perforación se complicaban en c:on el sudor de su frente y Q
...
'
los pozos localizados deblÜo del mar, que se convertirian en el simbolo
de la producción petrolera del Lago de Maracaibo. Los buzos, que efec­
de la perforación (37).

tuaban trablÜos subacuáticos en la construcción y operación de los equi­ En Venezuela dichas a


pos marinos, ganaban primas especiales (35). cas y culturales, que tendi,
El hecho de que a principios del siglo XX las cuadrillas de perforación lificadas, compuestas por 1
estaban integradas en su mayorla por extranjeros dificultaba la organi­ venezolanos no calificados
zación sindical. Pero los obreros mejor pagados. caliñcadose instruidos ción. Lieuwen anota en su
desarrollaron una confianza mutua y una seguridad en si mismos que los eran por lo general fieles a
convertia en foco potencial de acciones colectivas. En parte por esta ra­ quetenian experiencia en
zón, los patronos se mostraban muy solícitos por su bienestar. Sus sala­ dOs, suministraron apoyo 1
rios duplicaban y hasta triplicaban los de los trabfQadores comunes en la tivos a los primeros orgallÍ:
industria. Recibian un tratamiento preferencial en cuanto a vivienda, da que aumentaba la prop
servicios y beneficios. Como además disfrutaban de un grado considera­ cados, disminuían las harr
ble de control sobre· la fonna de realizar su trabfQo, dicho: tratamiento decaimiento de la industI'Ü
tendia a separar las cuadrillas de perforación de la gran masa de obreros repatriación de los obrero
no calificados. monopolizar los trabajos ca
En Estados Unidos, el pais que producia la mayor parte del petróleo za de trabajo.de la industru
mundial antes de 1950 y que continuó siendo el mayor prod1.lctor del orbe piOs de los cuarentas, fue ~
hasta comienzos de los años setentas, es bien conocida la escasa militan­ en auge antes y durante la; I
cia laboral entre las cuadrillas de perforación y 10strabfQadores petrole­ extranjeros en otras latitu
ros. Las cuadrillas conformaban el sector obrero más favorecido de una principalmente de la presié
industria cuyas grandes ganancias, creciente producción y vulnerabili­ importancia cada vez meno
dad al sabotaje hicieron que la decisión de otorgar concesiones a los tra­
bfQadores fuera menos dolorosa y a la vez más sensible que en otras
ramas industriales. Como resultado, las luchas obreras en la industria publicación de>la empresa, The .
petrolera de Estados Unidos y otros· paises capitalistas avanzados han algunos de sus 8dmiradores com
sido relativamente acalladas (36). Una evaluación tipica de las actitudes nistraci(ln dé Frederick W. Taykl
les. Hicks 6sQorA SU, fiJosofia en
de las cuadrillas norteamericanas de perforación es una publicación de la New York. UIÍ recuento acritico (
Gulf OH aparecida en los años cincuentas. es Stuart Chase, ¡'A GeneraüoI1'
y 30-32. Sin embargo, incluso Cl
que fomentaron las relaciones h
35. Esta descripción de las operaciones rotativas de perforación, que en los aftos veintes hablan tria.
casi remplazado Jos procedimientos de] cable usados anteriormente en la industria, está toma­ 37. Robert R. Wheeler y Maurine \
da principalmente de Dorsey Hager, OD Field Pradiee, New York, 1921, capltulos 3 y 4. den", Mineral Owuers, mvestcl
36. Los ejecutivos de la empresa lider de] sector, la Standard OD de New Jersey, gustaban de atri­ ción similar sobre las actitudes d
buir la relativa ausencia de conflictos laborales en la industria a los generosos y precavidos la publicación de Hager. Oil Fiel
programas de relaciones laborales creados por Cluence J. Hicks, de Jersey Standard. Hicks 38. Rodolfo Quintero, quien 8.)'\Idó ..
fue COlltratado por John D. Rockefeller. Jr. para que solucionara 108 problemas laborales de la ros de Venezuela a comienzos Q
compañia luego de la masacre de LudJowen 1914 y de las sangrientas huelgas en la refinerfa conmigo en Caracas el 6 y 7 de '
de Bayonne, New Jersey. en 1915. Sus alabanzas se cantan en un editorial y un obituario de la aporta evidencia adicional, pp. i
f:,;<t, '
VENEZUELA 267

"Las cuadrillas de perforac,ión figuran entre los trabajadores más confiables del
mundo. Ya que son por lo .neralindependientes y segurps de si mismos, estos
hombres muestran un natural orgullo por el trabajo de mantener el taladro 'girando
hacia la dereeha' . Cuando algo malo sucede, uno de estos duros se pone de inmedia·
to a trabajar para arreglar el problema. Es a la vez plomero, electricista, mednico
de motores y experto en reparar con alambre el equipo dañado. (...) Es de la admira­
ble Y tradicional opinión de que un hombre debe luchar por un trabajo, conservarlo
con el sudor. de su frente y compartir la responsabilidad de hacer rentable ·el negocio
de la perforación (37).

En Venezuela dichas actitudes se vetan reforzadas por lealtades étni­


cas y culturales, que tendian a separar a las cuadrillas de perforaci6n ca­
lificadas, compuestas por norteamericanos, de la mayoria de los obreros
venezolanos no calificados, ya ligarlos, al contrario, con la administra­
ci6n. Lieuwen anota en su estudio que los obreros calificados extranjeros
eran por lo general fieles a las compañias. No obstante, algunos de ellos,
que tenían experiencia en las organizaciones sindicales de Estados Uni­
dos, suministraron apoyo material e invaluables conocimientos organiza­
tivos a los primeros organizadores sindicales de Venezuela (38). A medi­
da que aumentaba la proporción de venezolanos entre los obreros califi­
cados, dismin,uían las barreras que los alejaban de los no calificados. El
decaimiento de la industria a comienzos de los años treintas provoc6 la
repatriaci6n de los obreros extranjeros, los cuales nunca volvieron a
monopolizar los trabajos calificados. La "venezuelanizaci6n" de la fuer­
za de trabajo de la industria, a fines de la década de los treintas y princi­
piOs de los cuarentas, fue ~n cierta medida el resultado de la producci6n
en auge antes y durante la·guerra y de la demanda de obreros calificados
extranjeros en otras latitudes. Pero como veremos, fue consecuencia
principalmente de la presi6n polttica doméstica sobre las compañias. La
importancia cada vez menor de los obreros foráneos en la industria pe­

pub1icación de¡~ empresa, The Lemp, febrero de 1945, pp. 1 Y 23. Hicks es considerado por
algunos de SUfl admiradores como el hombre que complementó las teorlas cientificas de admi­
nistración de Frederick W. Taylor, estableciendo el arte de las model'D88 relaciones industria­
les. Hicks esQ0z6.su mosofla en un libro publicado en 1941, M1We in IDduatrial Relatioas,
New York. Unrec:ueÍlto acritico de la historia de las relaciones laborales de la Jersey Standard
es Stuart Chase, •'A Generation of IndUfltrial Peace" , en The Lemp, octubre de 1946, pp. 2-14
y 30-32. Sin embargo, incluso Chase reconoce lOs rasgos estructurales, anotados en el texto,
que fomentaron las relaciones laborales relativamente tranquilas que se dieron en la indus­
tria.
37. Robert R, Wheeler y Maurine Whited. Oil - From Prospect lo Pipeline. Guidebook for 8tu­
den.... Mineral Owuers, IDvestors and Oil ComplUlf Pereo_el, Houston, 1958. Una afirma­
ción similar sobre las actitudes de las cuadrillas de perforación de Estados Unidos aparece en
la publicación de Hagw, Oil Field Pradiee, ],921, p. 96.
38. Rodolfo Quintero, .quien ayudÓ a organizar uno de los primeros sindicatos de obreros petrole­
ros de Venezuela a comienzos de los aftos treintas, insistió en este punto en una entrevista
conmigo en Caracas el6 y 7 de julio de 1979. Tennassee, Venezuela, 108 obreros petroleros,
aporta evidencia adicional, pp. 134-35.
268 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

trolera venezolana coincidió con la gran movilizacién y elCréCiente·jm..


pacto polftico de los obreros petroleros en el decenio posterior a
1935 (39). . . .
La relación entre la "venezuelanización'" de la fUe~'de trabajocali­
ficada y el surgimiento del proletaria4o petrolero cOmO una poderosa
fuerza por la democratización de la sociedad venezolana está muy bien
expresada en una novela alegórica escrita por la figura literaria más pro­
minente de Venezuela, y su futuro presidente, Rómulo Gallegos. Sobre
esta misma tierra, publicada en 1944, revela un profundo conocimiento
de las fuerzas culturales y sociales. que actuabtul en el enclave petrolero.
Asimismo, de manera misteriosa anticipa el futuro politico de su autor y
del pals. En la novela, Gallegos pinta.un cua4ro ru;na.J:J1e de un excepcio­
nal perforador norteameriC8I;lo al que Dama HardJnan;,quien,.a diferen..
cia de sus colegas de Estados Unidos, habla· un buen español. Pronto·
Hardman se enamora de la mestiza Remota Montiel, u..
protagoIlÍ$ta de
la novela. Remota, hija de una india guajira, habla sido abandonada de
niña por su padre, un criollo, y educada por padres adoptivos alemanesi,
Vivió la mayor parte de su juventud en Nueva York. Cuandoregresa.8.>
Venezuela a reclamar la pequeña herencia que le dejara su lil>ertino,pro;.
genitor, muestra una tozuda independencia de espiritu y un. creciente
sentido de identificación con su pals. Remota se intriga por. Hardman,
pero finalmente, aunque con cierta ambigüedad,rechaza sus pretensio­
nes. Sin embargo, antes de romper su relación con él, le acepta una invi..
tacióu para recorrer .los campos petroleros, "el pals .mio paséndoseuna
bonita temporada en el pals de usted" , comodica Hardman".Hardmanle
explica la tecnologia de la producción petrolera y le presenta aun.perfo­
rador venezolano que él ha entrenado. El perforador se encuentra ata­
reado con una herramienta pesada cuando la·pa.t;eja ha(:e·su aparición.
"Era un hombre de edad cercana a los cuarenta", escribe Gallegos,

39. C. C. McDermund, Who's Who in Venezuela, Maracaibo, 1932, p. 180; ~óqüe 8010 una
quinta parte de los obreros calificados e:ttran,jerosen ]u nóminas deias.toi;npaiUas dé M.ara­
caibo en 1929 aún estaban en Venezuela en junio de 1932.. Las concepciones ~p~esariales en
tomo de la necesidad de •'venezuelanizar" la fuerza de trabajo se diBCuténen Tti.eLamg.fe­
brerode 1945, pp. 16-22. Entre 1939 Y 1946, CreOle,la.filiá1 de la St8llc:wcfón de New .Térsey
que se convirtió en el principal productor de crudo de Venezuela duran~la gUerFll, amplió
rápidamente su fuerza laboral en dicho pa1s de 6.625 a 10.072 empleados, Los' obreros venezo­
lanos nuevos daban cuenta de la totalidad de tal aumento. Los' empleadoS' 'ripatriados" de la
Creole, en su mayorla ciudadanos nortéamerieanos, disminuyeron de 691 en 1939 a 411 en
1943, para luego subir a 556 en 1945. Durante el mismo periOdo, el "penonallocal" de la
compañia, venezolano en su casi totalidad, S8 incrementó de 6.934 a 1Ul6empleadóS. Estas
estadísticas reflejan las divisiones raciales y culturalas ÚlstituciOnalir&dasen el seno de las
corporaciones petroleras multinacionales. Los empleadóe "expatriados" mcluían' europeos
blancos que ganaban el máximo; el •'personal local" comprendiapeque60s grupos de emplea­
dos de América Latina y el Caribe, junto con la mayoria venezolana. Char1eaSierling Popple,
n.
Standard on Company (New .TerlleYl in World War New York, 1952,p. 224. Esté libro fue
encargado y publicado por la empresa.
l'f)RIA VENEZUELA 269

e~im­ "fuerte, 'recio, de ojos pardos claros que miraban con lealtad y con fir­
ior a meza". El perforador se quita su pesado guante y ofrece a Remota su
mano fuerte y callosa: "VenancioNavas, para servirle". Resulta que
~~li- Remota COBoce al hombre. Cuando era niña la habia salvado de una
~rosa muerte casi segura al obligara su padre a abandonar un esfuerzo suicida
'bien por navegar en el Lago de Maracaibo durante una violenta tormenta noc­
spro­ turna. Una vez que estuvieron,,:&. salvo en Maracaibo,su padre le dijo:
Sobre "No olvides nunca que a Venaneio Navas tienes que agradecerle mu­
liento cho". "Pero en realidad''., Venanciole dice ahora a Remota, "no tiene
~ro. que agradecerme". <"Y más le digo: cuando necesite de mi, para lo que
~tory sea, no tiene sino que llamarme" . A medida que se desarrolla la novela,
~o­ Remota consolida una nueva y poderosa, identidad que surge de los dis­
:eren­ pares elementos indigenas y europeos de su pasado, y se aventura por
lrQnto los rios de la Cuenca de Marace.ibo el1 un ambicioso y peligroso esfuerzo
~de por construir una sociedad moderna y más justa para sus compatriotas.
Ibl de Contrata a Venancio Navas como piloto de su barco y protector perso­
qes¡, nal (40).
~lIa Además de ,los obreros calificados y no calificados, la producción pe­
il~O­ trolera de Venezuela requeriagrandes y crecientes cantidades de em­
~te pleados. En un comienzo, prácticamente todos los administradores, in..
tman. genieros y técnicos, así como mUchos médicos, contadores, secretarios y
.do­ oficinistas, provenían del extranjero.' En Maracaibo la administraci6n de
,inri­ los campos y las compañias era llevada en inglés hasta los años cuaren­
El Una tas. Esto daba a los ciudadanos norteamericanos y británicos Una ventaja
llanle en la competencia por los empleos de oficina. Los venezolanos que logra­
Iftl'fo­ ban tales empleos sufrian la discriminación social'y racial. También re­
••ta- sentían el hecho de que sus e~s salariales y sus beneficios eran muy
~. inferiores a los de sus colegas extr8lÜeros.Los oficinistas venezolanos,
fIINJOS, por ejemplo, ganaban entre· 500 y 1.260 bolivar~s mensuales en 1932,
aproximadamente entre 65 y 151d6lares' ala tasa de cambio prevale­
ciente de 7.75. Los extranjeros devengaban entre 175 y 275 d6lares al
mes, o sea, el doble durante el mismo periodo (41). No es sorprendente,
entonces, que las primeras demandas colectivas de los empleados orga­
nizados exigiesen poner fina la discriminación racial y social, y pago
igual por trabajo igual.
Los obreros petroleros mostraron una" notable comprensi6n de las
divisiones raciales y culturales que dividian apatronos y obreros califica­
dos y empleados extranjeros, por un lado, y la fuerza de trabajo venezo­
lana, por el otro. Todos los extranjeros eran burlonamente' llamados
musiús. El término, supuestamente derivado del francés, poseía' fuertes

40. Las citas son de Sobre esta misma tierra. Buenos Aires, 1944, pp. 135-36.
41. McDermund, Who's Who, p. ISO.
270 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

matices raciales y fue usado por la izquierda para despertar los senti­ depositaban en bolsas eSJ)E
mientos nacionalistas y la solidaridad obrera por encima de las divisio­ obreros venezolanos siem]
nes raciales entre los trabajadores durante la primera gran movilización salada, arroz cocido y yuca.
proletaria de la industria en 1936. En su esfuerzo por contrarrestar la almuerzo a la carrera. El
animosidad venezolana hacia los obreros negros de las Antillas, escogi­ expuestos al sol y frecuentE
dos como chivos·expiatorios, el periódico obrero Petróleo, orientado por Las facilidades recreaci
los comunistas, publicó el editorial cuyo titulo aparece en el ep1grafe de canchas de tenis, piscinas, 1

este capitulo, •• El peligro noes negro sino blanco" . se admitía a los empleados
La dicotomia entre el capital foráneo y los obreros venezolanos pasó a Diaz Sánchez, Mene, publi
ser el rasgo más importante y perdurable de la economia petr{)}era de tensa, la percepción que te
Venezuela. La vida y el trabajo en los campos petroleros, especialmente ciales y clasistas de estas fj
en los primeros años, reforzaban esta división social en términos·podero­ lano negro que regresa de 1
samente subjetivos. Apartados del resto de la sociedad, los obreros tio de construcción pasa pe
veían confirmados su creciente sentido de identidad y sus intereses de Empieza a observar a unajt
clase en los patrones de vivienda, consumo de. alimentos y recreación. dad de encontrarla sola en
Las viviendas de los gerentes,· técnicos, empleados y obreros calificados desarrolla el encuentro, a él
extranjeros eran usualmente limpias, espaciosas y cómodas. A los obre­ de resistir sus avances sex
ros venezolanos no calificados, por lo común se les asignaban barracas bola de tenis salta fuera dt
comunales rudimentarias. A veces las ooll1pamas no ofrecian más que un recoge la bola blanca pero, E
enorme galpón con techo de lata y abierto a los lados, en el cual cientos en dirección opuesta. Cuatll
de trabajadores colgaban sus hamacas .•• El campo se dividía en dos sec­ de la compañía (43).
ciones' , , recordaba un capataz venezolano,
" El fuerte contraste entre
mericanos y venezolanos Ha:
"la del personal Yankeey la del personal venezolano, sepatadas por 500 metros; la riodistas y políticos venezolll
secci6n de los yankeesconstaba de einco metro$euadradoscada uno, con dos camas
y sitios para guardar equipa,jes y demás útiles d. sU8ocupantes .. EBtas habitaciones lo Betancourt visitó muchos·
las atendía y organizaba esmeradamente un.camarero especial,quien conservaba jadores, hizo carrera como €
todo en el mayor aseo: cambiaba los mosquiteros y ropa de cama dos veces por se· siglo XX. En artículos perlo
mana, y empleaba insecticidas todas las noches. Disponía de un comedor amplio y injusticia de los arreglos so
provisto de dos mesas, un armario para los péri6dicos, revistas y libros en inglés, vivir en bungalows "de est
radio, botiquin de campaña con todas las mediciQas que pudieran necesitar, 14 ~
modisimas sillas de lona (... ) y dos higiénicos water.eloset, uno que usaban los nor­ subsistían en lo que un insl
teamericanos y otro para los cocineros chinos" . evolucionadas" (44). En real
da por los obreros graduabr.
Por el contrario, los venezolanos vivi~ en un enorme dormitorio vienda de los trabajadores. E
comunal que media 25 por 7 metros, dividido "por un tirante sostenido les del pasado habían desall
fuertemente por dos pilares, a fin de que pudiera resistir el peso de 506 más grandes la mayorla de 11
chinchorros 'moriches' en cada lado" (42). tas casas de concreto. Sin el
En cuanto a la comida, los norteamericanos tenían parrillas especia­
les para asar carne y hornos para hacer pan todos los días. Dos camare­
ros seman cada mesa. El menú era variado e incluía grandes cantidades 43. RÍlmón Diaz Sánchez, Mene: NO'II
de pollo y toda clase de enlatados importados, así como vegetales frescos 1936, pp. 44-46.
44. Bómulo Betanrourt, V eneoela, pi
y hielo traídos de la ciudad. "El agua la tomaban hervida y colada y la mente, Betancourt escribió el bom
una fuente indispensable de la bisf¡
del contraste entre la vivienda de
42. Citado en Tennassee, Venezuela, 108 obreros peá:oleros{Véase la nota 32), p. 102. petroleros es su artículo en Aeeióa.
tIA VENEZUELA 271

lti­ depositaban en bolsas especiales para conservarla" . Por el contrario, los


lÍo­ obreros venezolanos siempre comían de lo mismo: carne, usualmente
ibn salada, arroz cocido y yuca. Por lo general debían tomar el desayuno y el
da almuerzo a la carrera. El agua •• era sacada de unos toneles oxidados
~­ expuestos al sol y frecuentemente sabía a jabón" .
¡tor Las facilidades recreacionales para el personal de alto nivel incluían
Ide canchas de tenis, piscinas, canchas de golf y elegantes clubes donde solo
se admitía a los empleados blancos extranjeros. En la novela de Ramón
Da Diaz Sánchez, Mene, publicada en 1936, se describe, en una escena in~
,de tensa, la percepción que·tenian lostrab~adores de las dimensiones ra­
ate ciales y clasistas de estas facilidades recreacionales. Un obrero venezo­
1'0- lano negro que regresa de una jornada limpiando selva en un aislado si­
ros tio de construcción pasa por las canchas de tenis del campo principal.
de Empieza a observar a una jugadora blanca y a fantasear sobre la posibili­
on. dad de encontrarla sola en un sendero de la jungla. A medida que se
ios desarrolla el encuentro,a él le resulta evidente que ella lo desea a pesar
,re- de resistir sus avances sexuales. Cuando ya ~ha decidido violarla, una
cas bola de tenis salta fuera de la cancha e interrumpe su ensoñación. El
¡(un recoge la bola blanca pero, en vez de devolverla a los jugadores, la lanza
loos en dirección opuesta. Cuatro días después, es colocado en la lista negra
1eC- de la compañia (43) .
El fuerte contraste entre las condiciones y el estilo de vida de nortea­

mericanos y venezolanos llamó la atención de numerosos novelistas, pe­

8; la riodistas y políticos venezolanos en los años treintas y cuarentas. Rómu­

,nas lo Betancourt visitó muchos de tales campos y, con el apoyo de los traba­
PIlas
jadores, hizo carrera como el más destacado político de Venezuela en el
raba
~ 88­ siglo XX. En articulos periodisticos y discursos Betancourt denunció la
Itoy injusticia de los arreglos sociales que permitían al personal extraJ\jero
rlés, vivir en bungalows ,. de estilo californiano", mientras los venezolanos
leo­ subsistían en lo que un inspector laboral denominó "c~as de fósforos
nor­
evolucionadas" (44). En realidad, la presión política doméstica moviliza­
da por los obreros gradualmente forzó a las empresas a mejorar la vi­
vienda de los trabajadores. En los años cuarentas, las viviendas comuna­
prio
les del pasado habían desaparecido casi por completo y en los campos
000 más grandes la mayoría de los obreros vivia con sus familias en modes­
506
tas casas de concreto. Sin embargo, muchos obreros preferían vivir en
cia­
are­
Kies 43. Ramón Dlaz Sánchez, Mene. Novela de la región petrolera del estado del Zulla, Caracas,
1936, pp. 44-46. t '
ICOS 44. Rómulo Betancourt, Venezuela, polídca 1 petróleo, Ciudad de Mellico, 1956, p. 87. Original­
y la mente, Betancourt escribió el borrador de esta su principal obra entre 1937 y 1939; constituye
una fuente indispensable de la historia de Venezuela en el siglo XX. Tlpico del uso periodlstico
del contraste entre la vivienda de los trabajadores extranjeros y venezolenos en los campos
petroleros es su articulo en Aeclón Democrática, Caracas, febrero 20 de 1943, p. 8.
272 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

las poblaciones petroleras, en las afueras de los campos. Dentro de las tuales ni morales. [Socia(
"
cercas de la compañía los obreros teman que enfrentar rlgidas reglas lucrativa y utilitaria" (471
que restringian su derecho a criar animales, cultivar pequeñas huertas o La transformación de 1
abrir pequeños negocios. Fuera de los campos eran libres de hacer lo res moldeó el perfil de tod
que quisieran. petrolera revelaban a ese
Los trabajadores hallaban solaz y diversión en los bares, burdeles, impulsado por el petróleo
cines y fondas de los sucios villorrios petroleros. como Cabimas y Lagu­ internacional y de las eco
nillas, que florecieron a lo largo de la costa oriental del Lago de Maracai­ mundo industrial desarrol
•• l. bo entre 1920 y 1940. En los primeros años del auge, las prostitutas de cación económica racional
Maracaibo viajaban en pequeñas lanchas los fines de semana para en­ fortable para los gerente
contrarse con los obreros en improvisados lupanares y bares, algunos de encargados de organizar
ellos administrados por Ja policía de GÓmez.. Los obreros petroleros, hombres para extraer el n
muchos de los cuales eran varones solteros (45), bautizaban a estas mu­ da y convertirlo en una mE
jeres con nombres tomados de la· tecnologia de su trabajo: •• Las Cuatro el contrario, la ciudad petr
Válvulas", "La Tuberia", "La Cabria". En pocos años las poblaciones la fuerza de trabajo venez
't
petroleras contaban con burdeles bien establecidos, lo mismo que cines, fatiga y la inflexible jerarq'
, ' y decenas. de restaurantes, bares y almacenes. A estos pueblos afluían locales captaban una partE
~
inmigrantes de toda Venezuela y de muchas partes del mundo. Quienes ciones petroleras extranje:
no conseguían empleo en los campos se convertían en limpiabotas y lote­ blaciones petroleras contrl
ros, lavanderas y cocineras, meseros.,ocabareteras. En la rebatiña por do, las calles cuidadosame
recoger una migaja de la riqueza petrolera que se desparramaba por los en los campos. Los pueblO!:
pueblos en forma de salarios, los que eran afortunados o suficientemen­ tes y hacinadas, sus edifil
te astutos podían acumular el capital necesario para abrir negocios o públicos y los grandes extl
especular en finca raíz y mercancías. Los ~alarios permitieron que pobla­ bierto la realidad social dE
ciones como Cabimas y Lagunillas recibieran a los grandes del mundo pueblos petroleros trabaja~
del espectáculo hispanoamericano en los, años treintas. Carlos Gardel como seres humanos y por:
llegó hasta allí, lo mismo que la cantante argentina y socialista Libertad los obreros bebían, jugaba:
Lamarque (46). truyeron las organizacíone!
A medida que los pueblos petroleros crecían, esciibe Rodolfo Quinte­ ron de manera profunda el ~
.¡ ro en su estudio .clásico sobre éstos, se convertian en ciudades

"de. calles empetroladas, estrec;:has, intenu:mpidas por casas de madera llenas de ORGANlZACION DE UNA INDt
moscas y malos olores, de nij'íos desnudos que se baftan en charcos de agua sucia y
.' aceite mineral. Calles de ambiente caótico, de las cuales se sale sorpresivamente En el perlodo de trece año
para caer en una avenida amplia Y' plana, tendida con grandes construcciones, Ciu­ diciembre de 1935, y la caíd
.. dad [es) donde el lujo contrasta con la miseria, el hambre con la abundancia de ali­
mentos".
crática, en noviembre de 19
guía el desarrollo histórico c
Se transformaron en sociedades •• creadas por intereses materiales, venezolano repudió la econc
en las cuales vivir es correr vertiginosamente, sin amortiguadores espiri­ tituciones democráticas, lfU
promiso institucional con la
45. Por ejemplo, en 1936 Lagunillu tenla una población de 13.922 personu,' 8.651 de' las cuales tituyeron las políticas de un
eran hombres, con una proporción de 164 varones por cada cien mujeres. Antonio José Brice­ sonal de favoritos, el apoye
ño Perilli, Las migraeioDes ¡.temu ,los municipios peUoJeros, Caracas, 1947; p. 18.
46. El libro de Jesús Prieto Soto, El chorro. ¿Grada o maldición?, Maracaibo, 1962, contiene
mucha informaciónllObre la vida en las primeru poblaciones petroleras. 47. Rodolfo Quintero, La cultura del I
RIA VENEZUELA 278

las tuales ni morales. [Sociedades] donde hay que zambullirse en una vida
flas lucrativa y utilitaria" (471.
aso La transformación de las pequeñas aldeas de pescadores y agriculto­
do res moldeó el perfil de toda la sociedad venezolana. El campo y la ciudad
petrolera revelaban a escala microcósmica las dos fases del desarrollo
les, impulsado por el petróleo. El campo sema a las necesidades del capital
gu­ internacional y de las economías capitalistas, sedientas de energía, del
cai­ mundo industrial desarrollado. Era un monumento al ideal de la planifi­
~de cación económica racional. Creaba un ambiente limpio, ordenado y con­
en­ fortable para los gerentes, técnicos y obreros calificados extranjeros,
¡de encargados de organizar eficientemente el capital, la tecnología y los
ros, hombres para extraer el recurso natural de una sociedad subdesarrolla­
mu­ da y convertirlo en una mercancía para la exportación y la ganancia. Por
litro el contrario, la ciudad petrolera crecía para satisfacer las necesidades de
IneS la fuerza de trabajo venezolana. Allí los obreros hallaban un alivio a la
Iles, fatiga y la inflexible jerarquia de sus vidas.. Allí 108 pequeños capitalistas
dan locales captaban una parte reducida de la gran riqueza que las corpora­
Ines ciones petroleras extranjeras extraían de Venezuela. El caos de las po­
ote­ blaciones petroleras contrastaba agudamente con el césped bien corta­
por do, las calles cuidadosamente trazadas y las apretadas hileras de casas
dos en los campos. Los pueblos petroleros, con sus calles ruidosas, malolien­
len­ tes y hacinadas, sus edificaciones descuidadas, sus pésimos servicios
:lS o públicos y los grandes extremos de miseria y riqueza, poIÚan al descu­
¡Pla­ bierto la realidad social del desarrollo. capitalista de Venezuela. En los
tndo pueblos petroleros trabajadores e inmigrantes luchaban por sobrevivir
.roel como seres humanos y por hacer fortuna en una sociedad capitalista. Allí
J1ad los obreros bebían, jugaban, peleaban y amaban y, con eltiempo, cons­
truyeron las organizaciones colectivas que mejoraron sus vidas y afecta­
tnte- ron de manera profunda el curso de la historia nacional.

!lB de ORGANIZACION DE UNA INDUSTRIA Y DE UN PAIS


!,Cia y
!lente En el período de trece años trascurrido entre la muerte de Gómez, en
/Ciu­ diciembre de 1935, y la caída del partido liberal reformista Acción Demo­
~ali- crática, en noviembre de 1948, los venezolanos crearon el patrón que hoy
guia el desarrollo histórico del país. Durante esta etapa crucial el pueblo
venezolano repudió la economia política del régimen de GÓmez. Las ins­
~les, tituciones democráticas, las políticas petroleras nacionalistas y un com­
¡piri- promiso institucional con la refonna social y el desarrollo económico SUs­
,, tituyeron las políticas de una dictadura dedicada al enriquecimiento per­
Iílales
Brice­ sonal de favoritos, el apoyo irrestricto al capital extranjero y el empleo
mene
47. RodoHo Quintero, La eultura del petroleo, pp. 66 Y69.
274 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
VENEZUELA

de la represión sistemática para mantener el statu quo. Un régimen capi­


talista liberal, reformista y desarrollista basado en la movilización popu­
lar remplazó a un régimen capitalista, autoritario y librecambista basado
en la fuerza. Tan notable transformación entraña mucho más que simple
derrota de unos intereses foráneos y domésticos que apoyaron a Gómez, Durante el régimen de 06]
a manos de una coalición popular de las clases obrera y media. Los ele­ brutal eficiencia. En 1919, 1
mentos marxistas en el seno de dicha coalición tuvieron que ser luego tar fueron descubiertos y CI
vencidos por los reformadores liberales, los defensores de una transfor­ ron, se retractaron o perec:
mación socialista de la sociedad venezolana por quienes buscaban la importante protesta en Can
evolución liberal y capitalista. El patrón democrático-liberal del desarro­ del régimen fueron arrestae
llo histórico de Venezuela, forjado en los trece años que siguieron a la bajar en cuadrillas de carret
muerte de Gómez, se vio temporalmente eclipsado por la derecha entre tiguos caudillos regionales ;
1948 y 1958, y violentamente desafiado por la izquierda marxista a co­ invasores fueron muertos o
mienzos de los años sesentas. Pero se reafirmó con renovado vigor en el zas. Los miembros de un el
., cuarto de siglo posterior a 1958. Ningún sector se halló más intimamente 1931 por estudiantes caraqt
implicado en el proceso de transformación entre 1935 y 1948, o fue más los espías de la policía y casi
. responsable del desenlace democrático-liberal, que los obreros petrole­ me presión de Gómez, La Ro
" ros (48). condiciones inhumanas en le

111 como ganado en celdas con
!.
48. Al conceptualizar y documentar los desarrollos pol1ticos y laborales de este periodo crucial de
mentos- causaron perturba
la historia venezolana me he basado especialmente en los relatos de dos destacados partici­ lograron sobrevivir fueron el
pantes rivales, Venezuela, poUtica y petróleo... , de Rómulo Betancourt, y Veinte 860s ele his­ dos de noche a lo largo de la j
toria, Caracas, 1968, del dirigente comunista Juan Bautista Fuenmayor. También he recurrido
l.'.
r Sin embargo, tan pronto
.
a estumos secundarios recientemente publicados, sobre asuntos laborales y pol1\icos, como
Julio Godío, El movimiento obrero venezolano, 1850-1944, Caracas, 1980; Paul Nebro Tennas­
sea, Venezuela, los obreros petroleros... ; Steve Ellner, lAl8 partidos po1:ítieos·ysn disputa por
reprimidas por tanto tiempo,
nea. La reacción popular con
el control del movimiento sindícal en Venezuela, 1936-1948, Caracas, 1980; Héctor Lucana, El
movimiento obrero y las relacione. laborales, Carabobo, 1981, y Alberto J. PIa et al., CIase más graves de viole.ncia esta
obrera, partidos y sindicatos en Venezuela, 1936·1950, Caracas, 1982. Todas estas obras se­ personas perdieron la vida en
cundarias enfatizan el papel desempefiado por el proletariado petrolero en los acontecimien­ por un barbero, atacaron el e<
tos históricos nacionales. El boro de Godío, que es más narrativo que analitico, incluye largas
transcripciones de importantes documentos primarios. La obra de Tennassee es la primera
del gobierno se escabullerOl
que desarrolla explicitamente la tesis, también planteada aquí, de que los obreros petroleros destruian sistemáticamente te
desempefiaron el papel central en la democratización de la sociedad venezolana. Contiene la l~ dictadura. En la vecina pO
mejor reseña de la temprana historia organizativa de los obreros petroleros y el anÁlisis más clales fueron asesinados y el
detallado de los eventos que culminaron en la gran huelga de 1936. Resulta más débil en cuan­
to a los desarrollos posteriores a la huelga, los cuales Tennassee conceptualiza como una tran­ que recorrian las calles gritat
sición del "colonialismo informal" al "neocolonialismo". Dicho enfoque le impide explicar yendo los burdeles de los sim
convincentemente la moderación de los obreros petroleros a partir de 1937 y el papel funda­ dados enviados para restablE
mental que desempefiaron en la evolución liberal posterior a 1945. La obra de Ellner, aunque
se preocupa más de la politica que del movimiento obrero y considera a los políticos y no a los
trabajadores como la fuerza motriz de la historia de dicho perlodo, ayuda a ilustrar.ambos
aspectos. Es especialmente rica cuando trata el periodo 1945-48, cuando las politicas de las
compañias petroleras y del gobierno se combinaron para encauzar· la lucha de los obreros pe­ través de su lente comparativo, se CE
troleros hacia un molde corporativista liberal. El estumo de Lucerut. sostiene de manera per­ de petróle~ de Venezuela yen su PI!
suasiva que los desarrollos en las relaciones laborales en la industria petrolera crearon el pa­ nal y pol1tko del proletariado petral
trón institucional para todo el país. Pla y sus asociados aportan muy poca información nueva a en cierto modo diferente de muchas I
la historia de los obreros petroleros y de la nación, pero su libro posee la virtud de presentar aprovecha el material de los archivO!
desarrollos simultáneos en otros sectores del movimiento obrero nacional. Aunque he incluido 49. lAl8 detalles pueden hallarse en RIlIlj
evidencia y análisis de estas obras publicadas después de que terminé mi investigacl6n en del desarrollo del movimiento obrero
Venezuela en 1979, este ensayo es conceptual y metodológicamente distinto de todas elIas. A gas y sinmcatos bajo Gómez", El N.
1928 es tratada en profundidad en G
STORIA VENEZUELA 276

Incapi­
Ipopu­
basado
simple
}ómez, Durante el régimen de Gómez,Ja oposición politica fue reprimida con
¡os ele­ brutal eficiencia. En 1919, los conspiradores de un abortado golpe mili­
r luego tar fueron descubiertos y colgados de los testiculos hasta que confesa­
ansfor­ ron, se retractaron o perecieron. Los estudiantes que organizaron una
tban la importante protesta en Caracas, en 1928, contra las politicas represivas
esarro­ del régimen fueron arrestados y deportados o enviados al interior a tra­
on a la bajar en cuadrillas de carreteras. En 1929, una invasión dirigida por an­
a entre tiguos caudillos regionales fue aplastada por las tropas de Gómez; los
a a ca­ invasores fueron muertos o forzados a retornar a un exilio sin esperan­
)l'en el zas. Los miembros de un embriónico Partido Comunista organizado en
amente 1931 por estudiantes caraqueños fueron descubiertos rápidamente por
!le más los espías de la policía y casi todos capturados y encarcelados en la infa­
)etrole­ me presión de Gómez, La Rotunda. De acuerdo con un sobreviviente, las
condiciones inhumanas en las cuales eran mantenidos -eran hacinados
como ganado en celdas comunales en que se amontonaban los excre­
mentos- causaron perturbaciones mentales en varios de ellos. Los que
aueiaI de lograron sobrevivir fueron exiliados en 1934; los más pobres abandona­
os partici­
108 de bis­ dos de noche a lo largo. de la frontera con Colombia (49).
trecurrido Sin embargo, tan pronto como murió Gómez las fuerzas. populares,
cos, como reprimidas por tanto tiempo, se desataron en un espasmo de ira espontá­
uTennas­
lÍIputa por nea. La reacción popular contra la dictadura fue general, pero los actos
ou.eena, El más graves de violencia estallaron en la zona petrolera. Treinta y siete
~., Clase
~obras se­
personas perdieron la vida enCabimas cuando los obreros, encabezados
ttecimien­ por un barbero, atacaron el edificio municipal. Al dia siguiente las tropas
""e largas
la primera
del gobierno se escabulleron del pueblo mientras furiosas multitudes
petroleros
destruían sistemáticamente todos los monumentos y símbolos locales de
iontienela la dictadura. En la vecina población· de Lagunillas dos funcionarios ofi­
IAlisis más ciales fueron asesinados y el resto obligado a huir por muchedumbres
jl en cuan­ que recoman las calles gritando consignas contra la dictadura y destru­
~uns tran­
~ explicar yendo los burdeles de los simpatizantes de GÓmez. Al otro dia, 150 sol­
pelfunda­ dados enviados para restablecer el control del pueblo dispersaron las
no, aunque
!1 no a los
rar.ambos
teas de las través de su lente comparativo, se centra en la especial estructura de la economia exportadora
breroe pe­ de petroleo de Venezuela y en su particular Significado para el desarrollo cultural, institucio­
~per­ nal y polltico del proletariado petrolero. Y aunque está basado en buena parte en una lectura
~nelpa­ en cierto modo diferente de muchas de las mismas fuentes empleadas en estas obras, también
mnueva a aprovecha el material de los archivos diplomáticos de Estados Unidos.
~preeentar 49. Los detalles pueden hallarse en Rangel, Gómez. .. , y en Fuenmayor, Veinte a608. Un resumen
.eIgacl6n
incluido
en
del desarrollo del movimiento obrero venezolano bajo Gómez es Pedro Guillén Castro, "Huel­
gas Ysindicatos bajo Gómez'·. El Nacional, Caracas, julio 8 de 1979. La legislación laboral de
!l8 e11as . A 1928 es tratada en prOfundidad en Godio, El movimiento, pp. 72-76.
276 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

multitudes a tiros, dando muerte a diez personas e hiriendo a trein­ tránsito libres dentro de
ta (50). Entre tanto, en Maracaibo las gentes saqueaban las casas de mas la creación de mode
prominentes gomecistas. También atacaron las propiedades de las com­ hijos y estipulaba que el'
pañías petroleras extraqjeras, obligando a numerosos ciudadanos nor­ ser venezolano. Tambiél
teamericanos y británicos a abandonar la ciudad y a refugiarse en barcos sindicatos y los conflictc
anclados en el puerto (51) . con poderes para vigilar
Pocos días después del deceso del "Benefactor", su sucesor, escogi­ sus intenciones apolítica:
do por el mismo GÓmez,· el ministro de Guerra Eleázar López Contreras, sus obligaciones fiscales
.. ,. consolidó el control sobre el gobierno y contuvo las desorganizadas pro­ administrar complicados
testas populares. Mas la oleada de la reacción popular adquirió gradual­ las disputas entre obrerO/!
mente una mayor organización. La censura de prensa fue levantada y los La ley laboral represe
exiliados autorizados a retornar al país sin que se les hostigara. Un es­ las explosivas fuerzas soc.
pectro de nuevos partidos politicos surgió para desafiar las políticas del 1936. El texto definitivo f
gobierno militar y el legado institucional de la dictadura. Dirigidos por Parlamento e influenciad4
estudiantes veteranos de las protestas universitarias de 1928, consiguie­ petroleras categóricamen
"
ron el apoyo de miles de obreros y elementos de la clase media en gran­ bargo, los lideres obrerO!
Ii
des manifestaciones callejeras en Caracas, en febrero y junio de 1936. La creciente poder organizat
" movilización de junio. seguida de una huelga general que paralizó a Ca­ intenciones del gobierno,
racas y persistió amenazadoramente en los campos petroleros del Zulia, debilitaria los sindicatos y
fue violentamente aplastada por soldados y policías. En Lagunillas va­ cipales capitalistas venez(
rios obreros resultaron muertos o heridos en confrontaciones con fuerzas ley. "Las compañías petr
gubernamentales, y decenas de obreros petroleros fueron despedidos. plomático norteamericano
Estas expresiones de sentimiento y de poder no alcanzaron plena­ camente que preferirian )
mente sus objetivos. El Congreso, repleto de exgomecistas, no fue di­ estuvo vigente por tantos i
suelto y procedió a aprobar una legislación represiva con el fin de limitar sas petroleras objetaron c
la participación politica de los partidos de izquierda y autorizar al Ejecu­ distribución de utilidades'
tivo para que encarcelara o deportara a las personas sospechosas de ten­ reconocimiento de los sind
dencias comunistas o anarquistas. vertirian en "un medio d
No obstante, hacia mediados de 1936 las fuerzas populares habian informó el funcionario (53).
ganado algunas concesiones notables, la más importante de las cuales Como en el caso de otl
fue una nueva ley laboral, promulgada el 16 de julio. En el papel la ley movimiento obrero y regul
era una de las más progresistas y completas de América Latina. Estable­ pitalistas, las implicacione
cía principios amplios sobre condiciones de trabajo, salarios y compensa­ dían preverse de manera
ción por accidentes industriales y enfermedades ocupacionales, y con­ menos restrictiva que la .
templaba planes de seguridad social y repartición de utilidades. Escrita como Chile, la ley. no obstl
,. teniendo en mente a los más importantes empleadores de Venezuela, la nidos poderes para discipliJ
ley exigia a las empresas petroleras de cierto tamaño suministrar a los se cómo serian interpretad_
obreros vivienda adecuada, servicios médicos y educacionales, y trans­ que forma los beneficios C(J
porte gratuito a los sitios de trabajo que estuvieran situados a más de gramas concretos para los i

dos kilómetros de sus hogares. Implantaba los principios de comercio y

52. La ley fue publicada en un nÚlDel


50. Estos detalles se presentan en Prieto Soto, El chono (citado en la nota 46), pp. 209, 227-29. 53. Meredith Nicholson al Secretan
51. Ellner, Los particlos políticos, p. 29. USNAlDS 831.504 y 831.504/67.
~RIA VENEZUELA 277

: trein­ tránsito libres dentro de los campos petroleros, requería de las compa­
sas de ñías la creación de modestos programas de becas para los obreros o sus
i8 com­ hijos y estipulaba que e175 % de los empleados de cada empresa debería
t)S nor­ ser venezolano. También consagraba una extensa regulación para los
;barcos sindicatos y los conflictos industriales. Creaba una oficina del trabajo
con poderes para vigilar las organizaciones laborales a fin de asegurar
escogi­ sus intenciones apoliticas, su democracia interna y el cumplimiento de '.
trems, sus obligaciones fiscales. Esta entidad también estaba encargada de "

as pro­ administrar complicados mecanismos de conciliación y arbitramento en


~dual­ las disputas entre obreros y propietarios (52).
la y los La ley laboral representaba el esfuerzo de los militares por controlar
fUn es­ las explosivas fuerzas sociales que se estaban gestando en Venezuela en
eas del 1936. El texto definitivo fue el fruto de un compromiso concretado en el
los por Parlamento e influenciado por la ley laboral mexicana que las empresas
rsiguie­ petroleras categóricamente catalogaban de "anticapitalista". Sin em­
Íl gran­ bargo, los líderes obreros expresaron serias reservas. Confiados en el
~.La creciente poder organizativo del movimiento obrero y recelosos de las
baCa­ intenciones del gobierno, los dirigentes laborales sostenían que la ley
lZulla, debilitaría los sindicatos y dejaría a éstos en manos del Estado. Los prin;.
l.Ias va­ cipales capitalistas venezolanos se opusieron a todos los aspectos de la
fuerzas ley. "Las compañías petroleras", informaba confidencialmente un di­
idos. plomático norteamericano a sus superiores en Washington, "dicen fran­
i plena­ camente que preferirían la anticuada y 'desdentada' Ley· Laboral que
fue di­ estuvo vigente por tantos años bajo el régimen de GÓmez". Las empre­
.Umitar sas petroleras objetaron con particular vigor el esquema propuesto de
tEjecu­ distribución de utilidades y las disposiciones de negociación colectiva y
de ten- reconocimiento de los sindicatos. Temían que dichas provisiones se con­
vertirían en "un medio disponible para agitadores radicales", según
habían informó el funcionario (53).
tcuales Como en el caso de otros intentos similares por institucionalizar el
.lla ley movimiento obrero y regular los conflictos industriales en los países ca­
~stable­ pitalistas, las implicaciones de la ley laboral venezolana de 1936 no po­
ilpensa­ dían preverse de manera inmediata. Ostensiblemente más liberal y
,y con­ menos restrictiva que la legislación contemporánea de otros países,
'Escrita como Chile, la ley, no obstante, otorgaba al Estado extensos y mal defi­
uela, la nidos poderes para disciplinar y regular los sindicatos. Quedaba por ver­
ar a los se cómo serían interpretados y aplicados estos poderes restrictivos y en
, trans­ que forma los beneficios contemplados por la ley se traducirían en pro­
más de gramas concretos para los obreros. La influencia de la ley laboral en el
)ercio y

62. La ley fue publicada en un número especial de la Gaceta Oficial, julio 16 de 1986.
63. Meredith Nicholson al Secretario de Estado, Caracas, junio 25 de 1986 y julio 21 de 1986.
USNAlDS881.504 y 881.504/67, respectivamente.
r'

278 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

movimiento obrero y, por medio de él, en la historia.del país, fue.mate­ rios, en 1936 ya estaba llE
rializada con la lucha en la arena politica y en los lugares de trabajo. La superiores a 20 mil (Véas
primera gran batalla se libr6 en los campos petroleros a fines de 1936 y en la producción petrolen
comienzos de 1937. la organizaci6n obrera en I
El 14 de diciembre de 1936, los obreros petroleros de la Cuenca de socialdemócratas que aflu
Maracaibo dieron comienzo a una huelga que sacudi6 a la sociedad hasta 1936 también tropezaron
sus cimientos. Siendo un combate abierto de los trabajadores por el reco­ lente materia prima": un 1
nocimiento de sus sindicatos y por mejoras salariales y reivindicativas, la nizado pero cada vez mál
,,. huelga entrañaba asuntos politicos mucho más amplios. Durante 42 dias popular "incontaminada'
los obreros consiguieron desafiar el poder de algunas de las mayores unificada en su odio hacia
corporaciones del mundo. Amenazaron las finanzas del gobierno y tras­ simpatizante de la causa o
"
.. tornaron la economía nacional. Forjaron una poderosa alianza en apoyo a zaron y florecieron en el 2
sus esfuerzos, que trascendi6 los limites de clase y la zona petrolera y todos su programa en tre~
abarc6 a obreros, campesinos, estudiantes y profesionales a lo largo y justicia social y nacionalisl
., ancho del país . Con el tiempo apareciE
La huelga petrolera de 1936 marc6 el punto culminante de la movili­ movimiento popular: los m
zación popular que sigui6 al derrumbamiento de la dictadura de G6mez. tantes comunistas, y los so
•': Cuando los obreros se vieron obligados a admitir la derrota y a acatar un guientes viraron hacia el r
" decreto gubernamental para retornar al trabajo, la oposici6n democráti­ Democrática. A comienzo
• ca al régimen militar sufri6 un grave revés. Mas la huelga puso de mani­
fiesto el poderlo y el potencial politico de las fuerzas sociales e ideol6gi­
hallaban claramente defin
década lucharon violentam
,~
cas galvanizadas por los obreros del petr61eo. Al demostrar cuán podero­ las fuerzas politicas popu
1')0. sas podían ser las fuerzas populares encabezadas por el proletariado crear en los años treintas. 1
petrolero y cuán perjudicial para el pueblo resultaba la alianza entre el visibles y alIlbas tendenci
capital foráneo y el Estado venezolano, la huelga despertó la conciencia contra el enemigo común ­
politica de muchos venezolanos. Notific6 a las compañias petroleras que el seno de la clase domina]
sin concesiones fundamentales a sus trabajadores y al pueblo venezola­ Contreras- por democrati
no, aumentarlan los conflictos en los lugares de trabajo y se intensifica­ control extranjero. Dicha e
rlan los ataques politicos fuera de ellos. Oblig6 al régimen militar que hecho de que marxistas y :
sucedi6 a Gómez a poner en marcha crecientes concesiones politicas, cialista todavia incontamir
sociales y econ6micas. Las instituciones obreras y los partidos politicos geopoliticas y vinculos y!
populares surgidos en el enclave petrolero en 1936 sobrevivieron a la después del fracaso de la I
represi6n y, en los años siguientes, profundizaron su base organizativa y los socialdemócratas, R6ml
su influencia ideológica en la zona del petr6leo y en la naci6n. Puesto posici6n geográfica de Ven
que la huelga de 1936 anunci6 el fin del legado gomecista y presagió una veedor de crudo a los patSE
nueva era en la historia de Venezuela, amerita un examen detallado. exiguos de su proletariado
El que un año después de la muerte de G6mez los obreros del petró­ en el futuro cercano (54). y
leo y sus aliados hayan sido capaces de plantear un desafio tan poderoso zos de los cuarentas cuandc
a las compañías petroleras y al gobierno venezolano es. un indicativo de te afectados por la organize
las 6ptimas condiciones que encontraron los organizadores sindicales y
los activistas politicos en el enclave petrolero. En 1934, la producci6n de
crudo había recuperado los niveles anteriores a la Gran Depresi6n y en 54. Betancourt, Venezuela, polftb
indudablemente influenciada ta
1936 se vivía en plena expansi6n. Entre tanto, el crecimiento de la fuerza cratas ya controlaban el grueso ,
de trabajo petrolera, que en 1932 habia disminuido a solo 8.832 opera- cia y la de su partido pequeñobu
. HISTORIA VENEZUELA 279

fue. mate­ ríos, en 1936 ya estaba llegando a los niveles de antes de la Depresi6n,
~abajo. La superiores a 20 mil (Véase el Gráfico 4.1). El estrecho mercado laboral
de 1936 y en la producción petrolera sirvió de base para el impresionante éxito de
la organización obrera en ese año. Sin embargo, los exiliados marxistas y
~enca de socialdemócratas que afluian a la Cuenca de Maracaibo a principios de
dad hasta 1936 también tropezaron con lo que uno de ellos denominó "una exce­
or el reco­ lente materia prima": un proletariado militante en los campos, desorga­
cativas, la nizado pero cada vez más consciente de sus necesidades, y una masa
lte 42 días popular "incontaminada" por las afiliaciones politicas tradicionales,
I mayores unificada en su odio hacia la dictadura, recelosa del capital extranjero y
DOy tras­ simpatizante de la causa obrera. Los sindicatos y partidos que se organi­
m apoyo a zaron y florecieron en el Zulia en los primeros meses de 1936 fundaban
etrolera y todos su programa en tres cuestiones: derechos políticos democráticos,
lo largo y justicia social y nacionalismo económico.
Con el tiempo aparecieron dos corrientes distintas dentro del amplio
la movili­ movimiento popular: los marxistas, dirigidos por un contingente de mili­
le G6mez. tantes comunistas, y los socialistas democráticos, quienes en años subsi­
.acatar un guientes viraron hacia el reformismo liberal y se fusionaron con Acción
lemocráti­ Democrática. A comienzos de los años cuarentas ambas corrientes se
lde mani­ hallaban claramente definidas y profundamente divididas, y durante la
~ ideológi­ década lucharon violentamente por el control del movimiento obrero y de
mpodero­ las fuerzas políticas populares y nacionalistas que habían ayudado a
'Oletariado crear en los años treintas. Pero en 1936 sus diferencias no eran aún muy
m entre el visibles y ambas tendencias cooperaron politicamente en el combate
conciencia contra el enemigo común -las compañías petroleras, sus seguidores en
oleras que el seno de la clase dominante venezolana y el gobierno militar de López
Ivenezola­ Contreras- por democratizar el país y librarlo de los peores efectos del
ntensifica­ control extranjero. Dicha cooperación también se vio favorecida por el
nilitar que hecho de que marxistas y socialdemócratas compartian un proyecto so­
, politicas, cialista todavia incontaminado, como lo seria después, por realidades
18 políticos geopolíticas y vinculos y lealtades políticos extranacionales. Fue solo
lieron a la después del fracaso de la huelga de 1936 cuando el lider emergente de
.mzativay los socialdemócratas, Rómulo Betancourt, llegó a la conclusibn de que la
m.. Puesto posición geográfica de Venezuela, su importanCia estratégica como pro­
~agi6una veedor de crudo a los países capitalistas avanzados y el tamaño y poder ".
iUado. exiguos de su proletariado industrial impedían una revolucibn socialista
tdelpetr6­ en el futuro cercano (54). y fue solo a fines de los años treintas y comien­
¡poderoso zos de los cuarentas cuando los comunistas del Zulia se vieron duramen­
liestivo de te afectados por la organización nacional del partido en Caracas y empe­
ndicales y
lucci6n de
~ión yen 54. Betancourt, Venezuela, política y petróleo, pp. 1)7-19. La conclusión de Betancourt estuvo
indudablemente influenciada también por el hecho de que los marxistas y no los socia1demó­
~la fuerza cratas ya controlaban el grueso de los sindicatos petroleros, as1 como por su propia impacien­
132 opera- cia y la de su partido pequeñoburgués por controlar el aparato del Estado.
280 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

zaron a moldear sus actividades laborales y sus tácticas poUticas de Mientras, los comUIll
acuerdo con la cambiante linea internacional dictada por el Comintern. tróleo. Con un tiraje de r
Alimentadas por este clima de unidad y cooperación mutua, las orga­ principales campos petrc
nizaciones de izquierda crecieron durante 1936 en elZulia. Los activistas sus aliados políticos un fl
de ambas corrientes poUticas se unieron a los obreros militantes para ciones de trabajo y los al
organizar vigorosos sindicatos de trabajadores y empleados en los gran­ análisis de asuntos sind
des campos y en Maracaibo durante los primeros meses del año. La or­ comunistas que dirigían
ganización política se extendió como la pólvora. Los socialdemócratas se lenguaje sencillo y las res
aliaron con los marxistas para fundar el Bloque Nacional Democrático, diaria de los obreros. El
cuya plataforma progresista apuntaba a un amplio espectro de obreros, autocrltico y siempre im
campesinos, profesionales, comerciantes e industriales. La plataforma domésticos y foráneos" d
contemplaba medidas especificas para a) garantizar la democratización que separaban a los comu
política (incluido el respeto a las libertades civiles constitucionales, la radicales (57).
elección directa de gobernadores estatales, una reforma electoral que Aunque los editores
comprendiera la representación proporcional y la autonomia de la rama encarcelados durante la h
judicial), b) promover el desarrollo económico (revisión de las concesio­ dista, El País, continuarol
nes petroleras, nacionalización de las compañías extranjeras que pusie­ la izquierda. Informaban
ran en peligro la soberanía nacional, "municipalización" de los servicios quebrar la huelga y descri
públicos, reforma agraria para romper el latifundio y protección de la a sus familias e impedir lo
industria y el comercio nacionales), y c) hacer avanzar la justicia social aún, llenaban sus página:
(una serie de reformas laborales y educativas y medidas concretas para llegaban a sus oficinas de
proteger los derechos de los indigenas y las mujeres) (55). trabajadores, estudiantes
Los socialdemócratas también se unieron con los marxistas en mani­ La izquierda esgrimía
festaciones públicas para denunciar el legado de Gómez y difundir las trar el alcance e intensidac
ideas democráticas y nacionalistas a través de la prensa y la radio zulia­ do petrolero. Los manifie
nas. Consiguieron alterar las políticas editoriales de periódicos regiona­ la relación existente entre
les como Panorama (incluso su sección en inglés dio un tratamiento bas­ y el significado para el CUI
tante favorable a las cuestiones laborales en 1936) y crear "Ondas del los diversos sectores se idl
Lago", transformando una estación local de radio. "Ondas del Lago", ros. En Caracas, La Voz d
cuya señal llegaba hasta Caracas, se convertiría en un influyente vocero de muchos líderes sindica1
del movimiento obrero y de la izquierda. Durante la huelga la emisora nente huelga,
saturó el aire lanzando acusaciones de que "las compañías se enrique­
cen a costa del sudro de los trabajadores venezolanos que todo lo produ­ "El triunfo o el fracaso de 101
cen y nada tienen, mientras las ,compañías todo lo tienen y nada quieren to obrero venezolano. Su lud
, .

,
dar" . El cónsul norteamericano de Maracaibo citó esta frase a sus supe­
riores, así como otra que proclamaba: "Padres y madres, niños, ancia­
su lado tiene que estar, en ~
hombres que en tierra zuIiaI
diendo en realidad la sobera
nos y mujeres mueren de hambre debido a la actitud intransigente de los explotador" .
pulpos extraI\ieros" (56).
Un grupo de trabajadOl
de manera más directa, en
55. Las plataformas del BND y de los otros partidos pollticos reformistas fundad08 en Maracaibo y
Caracas a lo largo de 1936 se encuentran reproducidas en Godio, El mOYimieDto•.. , C. 3. 57. Petróleo era editado por Espart
56. Informe del cónsul norteamericano Eln Maracaibo al Departamento de Estado, enero 14 de destinos, como Juan Bautista !1
1937, USNAlDS831.6045/45. decisiones editoriales.
VENEZUELA 281

Mientras, los comunistas fundaban el famoso periódico obrero, Pe­


tróleo. Con un tiraje de más de 4 mil ejemplares y corresponsales en los
principales campos petroleros, Petróleo suministraba a los obreros y a
sus aliados politicos un flujo de información concreta acerca de las condi­
ciones de trabajo y los abusos de las empresas, lo mismo que noticias y
análisis de asuntos sindicales y políticos a nivel local y regional. Los
comunistas que dirigían Petróleo difundían sus ideas marxistas en un
lenguaje sencillo y las respaldaban con hechos tomados de la experiencia
diaria de los obreros. El periódico era por lo general flexible, a veces
autocritico y siempre imaginativo. Se concentraba en los ••enemigos
domésticos y foráneos" de los obreros como clase yno en las diferencias
que separaban a los comunistas de los socialistas y de sus aliados menos
radicales (57).
Aunque los editores tanto de Panol'ama como de Petróleo fueron
encarcelados durante la huelga, ambos periódicos y otro órgano izquier­
dista, El País, continuaron publicándose y promoviendo la solidaridad de
la izquierda. Informaban sobre las estrategias de las comparuas para
quebrar la huelga y describían los esfuerzos de los obreros por alimentar
a sus familias e impedir los brotes de violencia en la zona petrolera. Más
aún, llenaban sus páginas con manifiestos y telegramas de apoyo que
llegaban a sus oficinas desde los más apartados rincones, enviados por
trabajadores, estudiantes y organizaciones politicas.
La izquierda esgrimía estas expresiones de solidaridad para demos­
trar el alcance e intensidad del respaldo popular a la lucha del proletaria­
do petrolero. Los manifiestos demostraban una amplia comprensión de
la relación existente entre la huelga, el desarrollo del movimiento obrero
y el significado para el curso de la historia venezolana. Mostraban cómo
los diversos sectores se identificaban con la causa de los obreros petrole­
ros. En Caracas, La Voz del Pueblo resumió el5 de diciembre las ideas
de muchos lideres sindicales en su análisis de la importancia de la inmi­
nente huelga.

,'El triunfo o el fracaso de los obreros petroleros será triunfo o fracaso del movimien­
to obrero venezolano. Su lucha es la lucha de todos los trabajadores de, Venezuela. A
su lado tiene que estar, en sUnpatla y acción, el pueblo todo, porque ese grupo de ,'
hombres que en tierra zuliana se enfrentan a las compañias petroleras están defen­
diendo en realidad la soberania y la dignidad de nuestra patria frente al extranjero
explotador" .

Un grupo de trabajadores del tabaco expresó en Caracas su respaldo


de manera más directa, enviando a los huelguistas 500 paquetes de ciga­

57. Petróleo era editado por Espartaco González, Olga Luzanio y Elio Montiel; comunistas clan­
destinos, como Juan Bautista Fuenmayor, colaboraban con el peri6dieo y participaban en las
decisiones editoriales.
282 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

rriIlos Sport y Doble Aguila. La carta que acompañaba el cargamento


decía: "La suerte ha querido que sean Uds., los más fuertes, los que han
encabezado este movimiento, que, por ser tan popular, se ha hecho na­
cional, para la salvación de nuestro honor. ( ... ) Toda Caracas, ~a Vene­
zuela tiene su pensamiento fijo en Uds." (58). Los campesmos y los
comerciantes del Zulia donaron alimentos y mercancías a los comités.de
huelga y los terratenientes rebajaron los arriendos o los suspendieron
para los obreros en paro. En Maracaibo los barberos y los taxistas ofre­
cían a los huelguistas servicios gratuitos, y los partidos de izquierda or­
ganizaron una corrida de toros cuyas ganancias fueron entregadas a los
sindicatos. Un abogado venezolano proclamó su solidaridad con la huel­
ga renunciando públicamente a su poder en una empresa petrolera ex­
tranjera. El personal diplomático de Estados Unidos en Maracaibo infor­
mó que el apoyo popular a la huelga era abrumador, que el único dentis­
ta "americano" de la ciudad había anunciado su intención de prestar
servicios dentales gratuitos a los huelguistas (59).
A comienzos de enero los obreros petroleros y sus aliados concibie­
ron una brillante táctica para simbolizar el significado de la lucha y con­
solidar la coalición nacional multiclasista que surgía en respaldo a la
huelga. Dieron a conocer un plan para enviar hijos de huelguistas a vivir
en hogares de clase media en Caracas mientras durase el conflicto. La
idea hizo carrera inmediatamente. A Maracaibo afluyeron invitaciones
de Caracas y otras ciudades del centro-norte del país. En la zona petrole­
ra decenas de niños se prepararon para dejar sus hogares y partir hacia
la capital. Una compañía de barcos a vapor ofreció transporte gratuito a
los niños y una comisión.de notables caraqueños visitó el Zulia con el fin
de arregÍar el traslado. Los niños fueron objeto de exámenes médicos y
sus padres recibieron los nombres y las direcciones de. sus acudientes.
Pocos días antes del arreglo de la huelga, millares de obreros y gentes
de todas condiciones brindaron a los primeros cincuenta ,. niños petrole­
ros" una conmovedora despedida. El arribo de los niños a Caracas fue
saludado con otra manifestación pública y un amplio cubrimiento de
prensa (60).
Esta efusión de solidaridad con los trabajadores del petróleo también
halló expresión institucional en un congreso de obreros venezolanos que
se reunió en Caracas durante la huelga. El evento fue organizado por la
Asociación Nacional de Empleados, un sindicato nacional fundado a
principios de 1936 por empleados petroleros en Maracaibo, y por la Con­
federación Sindical Obrera de Venezuela, una federación de sindicatos

58. Petróleo, enero 16de 1937.


59. Archer Woodford al Departamento de Estado, enero 14 de 1937; USNAlDS 831.5045/45.
60. Panorama, enero 1, 14, 15, 16, 19,21 Y29 de 1937.
A 283

o recientemente creada que representaba a obreros industriales y del


n transporte y a artesanos del área de Caracas. El congreso, que contó con
l- la participación de 122 delegados que decían representar a 150 mil obre­
ros, incluidos algunos trabajadores agrícolas, fue inaugurado el 26 de
tS diciembre y dedicó buena parte de sus· deliberaciones a la huelga petro­
.e lera. El27 los delegados aprobaron una resolución que declaraba su soli­
daridad con el paro, exigía la libertad de los lideres encarcelados, enco­
~- miaba la actitud calmada y "venezuelanista" de las fuerzas armadas y
r­ repudiaba las violaciones de las leyes laborales por parte de las empre­
tS sas petroleras. La resolución exhortaba también a "los comerciantes,
1- industriales, agricultores y artesanos progresistas y a todas las demás
[- fuerzas económicas del país peIjudicadas por la penetración imperialis­
r­ ta" a unirse en una "cruzada nacionalista en apoyo a la liberación y me­
s­ joramiento de nuestras clases trabajadoras". Aplaudía el respaldo mate­
U' rial enviado a los obreros del petróleo por el Comité Pro Huelga Petrole­
ra de Caracas. Llamaba a los trabajadores venezolanos a donar medio
~- día de salario al fondo de huelga el 2 de enero, fecha que proclamó' 'Dia
1- Nacional del Obrero Petrolero". Por último, la resolución felicitaba a la
la prensa y la radio por hacer eco al "poderoso movimiento antimperialis­
ir ta" encabezado por los obreros petroleros y proclamaba la consigna de
.a éstos, "El imperiálismo no avanzará" , como bandera de todos los obre­
ros venezolanos (61). .
e­ Este apoyo público y sindical tuvo consecuencias a largo plazo para la
ia politica de Venezuela y sin duda fortaleció la determinación de muchos
a obreros petroleros (62). Sin embargo, la efectividad de la huelga misma
in fue principalmente el resultado de la combatividad, la fuerza organizati­
y va y la disciplina de los obreros petroleros, quienes se lanzaron a la huel­
s. ga con gran entusiasmo y confianza. Ya en enero de 1"936, casi un año
es antes de la huelga y apenas un mes después de la muerte de Gómez, un
e­ funcionario de la Standard Oil Company de Maracaibo informó sobre el ,,1
te estado de agitación de los obreros y concluyó que pese a las eficaces
le medidas represivas que estaban siendo adoptadas por el gobierno contra
los militantes sindicales, una huelga general en la industria era proba­
m blemente inevitable. "Existe considerable malestar en todo el Zulia",
le escribió al director de la compañia en Nueva York. Dijo que habia sido ".
la
a
[1­ 61. Godio, quien ha examinado las minutas del congreso, suministra un recuento de la discusión
)S en El movimiento... , pp. 116-23. La resoluciÓn es trascrita en su totalidad en Tennassee, Ve­
nezuela, los obreros petroleros... , pp. 243-44.
62. La magnitud de este apoyo y de esta publicidad no solo ayudó a los obreros materialmente y
realzó su moral; fue utilizada por los dirigentes para desafiar la hombria de los obreros petro­
leros. Si nos derrumbamos, escribió un combatiente en Petroleo durante los últimos dias de la
huelga (enero 20 de 1937, p. 4), "¿Qué diria toda Venezuela? Nos 1lamarlan débiles en nues­
tra cara y tendriamos que sufrir las mofas de los yanquis y el desdén de nuestros compatrio­
tas" .
284 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

"informado privadamente" de que el gobierno, temeroso de una huelga sindicatos, la solidaridad de


general en los campos del lago, habia reforzado la guarnici6n de Mara­ tuvo alo largo del paro.
caibo con 500 soldados más. Funcionarios del gobierno estatal, añadi6, Por razones que escapabf
•• han realizado numerosos arrestos en los campos por su propia iniciati­ ga no logr6 detener completa
va y han reclutado entre 150 y 300 hombres, a quienes despacharon en caibo y no trastorn6 seriam
un barco de la Armada al dia siguiente. Esto puede tener el efecto de empresas en las islas holand
anticiparse a cualquier huelga general; empero, los agitadores ya han raci6n, la huelga fue mucho :
. ,.
sembrado las sémillas de la discordia y ello es muy evidente" (63). A
pesar de la represi6n oficial y los despidos y la inclusi6n en listas negras
de activistas sindicales, la organizaci6n avanz6 velozmente a lo largo del
bierno de lo que hubiera Jl(l
pudo proveer sus refinerías ,
ducci6n del oriente de Venez
año. Los dirigentes obreros aprendieron a sacar ventaja de las oportuni­ la Shell y las de la tercera C(J
dades legales que las fuerzas populares habian conquistado en 1936 (los Estados Unidos, resultaron 1
derechos de movilizaci6n, organizaci6n y huelga), a tiempo que perfec­ que la Standard Oil, habíaiÍ;
cionaban mecanismos para protegerse de la permanente represi6n con­ recurrieron a obreros califica~
tra sus esfuerzos organizativos. Para mediados del año, los activistas tr61eo y pudieron mantener Í1l
habían creado media docena de vigorosos sindicatos locales en los cam­ manejadas por trabajadores
o·, pos petroleros del Zulia. Los más grandes, en Lagunillas, Cabimas y pleados venezolanos de la ind
"., Maracaibo (en esta última ciudad funcionaba la sede central del sindica­ sino contribuir con parte de Sl
to de trabajadores marítimos transportadores de petr61eo), aseguraban fic6 que las oficinas, la plan:
contar con varios cientos de afiliados. Luego de prolongadas negociacio­ proouctivas no sufrieron alter.
nes, los sindicatos locales dieron otro paso y se federaron en una organi­ Sin embargo, la huelga alE
zaci6n regional de industria. Cada sindicato preservaba su autonomía taciones de crudo disminuye)
pero accedía a aportar recursos a la federaci6n a fin de compartir infor­ actividades de exploraci6n y I
maci6n y coordinar actividades. La entidad brind6 una eficiente direc­ cional y el comercio de MaI'a(
ción general, armonizando las exigencias locales y fijando la hora cero de caída en los ingresos tributan,
,.t la huelga y la del retorno al trabajo. Sin embargo, cada local asumia la t6 el decreto presidencial que
responsabilidad de conducir la huelga dentro de su jurisdicción. La vis­ compromiso suscrito con las el
pera del paro todos los funcionarios sindicales renunciaron y los obreros ci6n y a compensar la reducc¡'
designaron comités especiales y comités secretos de relevo. Cuando los bierno (64).
lideres eran encarcelados, otros tomaban su lugar. Cada local cre6 comi­ Los historiadores poseen Il
ir siones especiales encargadas de distribuir alimentos entre las familias titudes y valores de las bases
de los huelguistas, contener a los esquiroles e impedir el sabotaje. Los troleros en 1936 y apoYaron la
" sindicatos se esmeraron por realizar la huelga dentro del nuevo marco del año. Paul Nehru Tennasse,
legal. Y durante la huelga, pese a las provocaciones, lograron reducir al troleros existian rudimentariO!
mínimo la violencia y la destrucci6n de propiedades. En su conjunto, ción ya desde la supuestamell
dichas tácticas resultaron muy exitosas. Aunque en 1936 la mayoría de brió que en los años siguiente
los obreros petroleros del Zulla no estaban formalmente afiliados a los de clase media del régimen de
actitudes pol1ticas comunes el
nizaciones formadas para coml
63. Extractos de la carta, escrita por un funcionario de Lago Petroleum, subsidiaria de la Standard
Oil de New Jersey, fueron enviados al Departamento de Estado desde las oficinas de la em­
press el6 de febrero. La carta explicatoria indicaba que con el fin de evitár la huelga las com­
pañias podrian estar dispuestas a conceder a los obreros aumentos saIariales y adoptar la jor­ 64. Petróleo aporta el mejor análisis COI
nada de ocho horas, la cual ya estaba vigente en toda la zona, excepto en los equipos flotantes 1937; sobre su impacto en la industri
y de botadura. H. Walker, 30 Roekefeller Plaza, New York, al Dr. W. R. Manníng, División de huelga presentado por el encargado ~
Asuntos Latinoamericanos, Washington, D.C., USNAlDS 831.5041/9. lard, al Secretario de Estado, enero 21
VENEZUELA 285

sindicatos, la solidaridad de los demás trabajadores venezolanos se sos­


tuvoa.lo largo del paro.
Por razones que escapaban al control de los obreros zullanos, la huel­
ga no logró detener completamente la producción en la Cuenca de Mara­
caibo y no trastornó seriamente las operaciones de refinación de las
empresas en las islas holandesas. En consecuencia. pese asu larga du­
ración, la huelga fue mucho menos gravosa para las compañías y el go­
bierno de lo que hubiera podido ser. La Standard Oil deNew Jersey
pudo proveer sus refinerias,al menos en parle, desde los sitios de pro­
ducción del oriente de Venezuela y desde Colombia. Las operaciones de
la Shell y las de la tercera compañía más grande, la Gulf Petroleum de
Estados Unidos, resultaron más severamente afectadas; mas, al igual
que la Standard Oil, habían ácumulado existencias antes de la huelga,
recurrieron a obreros calificados y de las Antillas para extraer algún pe­
tróleo y pudieron mantener funcionando parte de sus flotas de tanqueros
manejadas por trabajadores no venezolanos. El hecho de que los em­
pleados venezolanos de la industria petrolera decidieran no ir a la huelga
sino contribuir con parte de sus salarios para apoyar a los obreros, signi­
ficó que las oficinas, la planificación y la dirección de las operaciones
productivas no sufrieron alteraciones serias.
Sin embargo, la huelga afectó gravemente a las empresas. Las expor­
taciones de crudo disminuyeron en casi 50 % y prácticamente todas las
actividades de exploración y perforación se paralizaron. El gobierno na­
cional y el comercio de Maracaibo sintieron de inmediato el efecto de la
caída en los ingresos tributarios y la infusión de divisas. El gobierno dic­
tó el decreto presidencial que puso fin a la huelga merced en parte a un
compromiso suscrito con las empresas, encaminado a acelerar la produc­
ción y a compensar la reducción de impuestos experimentada por el go­
bierno (64).
Los historiadores poseen muy escaso conocimiento directo de las ac­
titudes y valores de las bases obreras que afluyeron a los sindicatos pe­
troleros en 1936 y apoyaron la huelga de una manera tan eficaz al final
del año. Paul Nehru Tennassee ha demostrado que entre los obreros pe­
troleros existían rudimentarios aunque invisibles elementos de organiza­
ción ya desde la supuestamente "espontánea" huelga de 1926. Descu­
brió que en los años siguientes algunos obreros petroleros y opositores
de clase media del régimen de Gómez habían trabado contacto y forjado
actitudes politicas comunes en logias masónicas clandestinas y en orga­
nizaciones formadas para combatir el analfabetismo. A fines de los años

64. Petróleo aporta el mejor análisis contemporáneo de la debilidad de la huelga, febrero 3 de


1937¡ sobre su impacto en la industria y el Estado recurri principalmente al informe sobre la
huelga presentado por el encargado de negocios de Estados Unidos en Caracas, Henry S. Vil­
lard, al Secretario de Estado, enero 26 de 1937, USNAlDS 881.6045/46.
286 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

veintes, un centro cultural de Cabimas poseia una biblioteca con obras tos y su derecho exclusivo a
de Victor Hugo, Emile Zola y el nacionalista colombiano Vargas Vi. de que las empresas volvíel
.,,. la (65). Algunos activistas sindicales y de izquierda, como el editor negro en huelgas previas. Al final
de Petróleo, Espartaco González, forjaron sus convicciones marxistas a cales: reconocimiento del d
partir del anticlericalismo (66). Petróleo no perdla oportunidad de desa­ de cualquier empleado de 1
creditar a la Iglesia. Pero declaró que la huelga de 1936 habia tenido la actitud fuere considerada PE
importante virtud de polarizar a los venezolanos en una dicotomia mucho res; construcción, por cuent
más trascendental que la división entre católicos y no católicos. Separa­ plios", y pago de los dias J)j
ba a quienes "luchan por Venezuela, por el bienestar y la felicidad de la fundamental resumia la nec4
patria, por la libertad y la democracia, que reciben el nombre de izquier­ aumento considerable, de ~
da; y aquellos que están vendidos al imperialismo extratUero, que cons­ demandas contemplaban vh
piran contra la integridad de la patria y la democracia" (67). Durante la dos los obreros y personas 2
huelga, la Logia Masónica No. 6 de Maracaibo anunció un plan para re­ recogta las quejas especifica
colectar fondos con el fin de alimentar y prestar atención médica a los se habia suspendido el trabE
niños y los ancianos que dependían de obreros petroleros y exhortó a Estados Unidos, aunque a l(
otras logias a sumarse al esfuerzo (68). No obstante, hasta tener mejores normales el 5 de julio, IndE
investigaciones, la influencia de estas ideas y organizaciones entre los pedlan una serie de feriadO/!
obreros petroleros seguirá siendo materia de debate. por el trabajo enesosdias. (
Los historiadores pisan un terreno más firme en la interpretación de los desplazamientos al trabaj
las concepciones y la conciencia de clase de los trabajadores expresadas ladas de perforación y boml
en el lenguaje popular. Los términos musiú y Marifrén fueron inventados desde el arribo a los sitios dI
I!" •. o adoptados porque expresaban la experiencia clasista y racial de los tuito con "techo y asiento" ~
I" (Jt campos petroleros. Evidencias como éstas complementan los valiosos un kilómetro de sus hogare:
t
testimonios de los obreros de la época (como el de Manuel Taborda, cita­ entre los trabajadores extra:q
do atrás) y ayudan a confirmar el efecto radicalizador .....que el sentido co­ de agua fría o helada. Las dE
mún y la perspicacia de los novelistas venezolanos sugieren también­ blema de las vacaciones. Mu
de las condiciones de segregación y desigualdad prevalecientes. legas extranjeros en la indw
Las demandas de la huelga de 1936 suministran otras pistas acerca trabajaren el enclave petrol~
de las preocupaciones inmediatas y las aspiraciones a largo plazo de los beneficios de que disfrutab81
obreros. Como buena parte de las evidencias con las que los historiado­ gieron un mes completo de VI
res se ven obligados atrabajar, aquéllas deben ser analizadas con cuida­ sido el grado de participación
do. Al igual que sucede con la prensa izquierdista y los testimonios de pliego petitorio, éstos mostn
lideres obreros politizados, resulta dificil separar las actitudes de los tra­ mándose masivamente a la h
bajadores militantes de las de sus aliados de clase media radicales y edu­ ridad con ella (69).
cados. Las exigencias de la huelga buscaban en primer lugar y por sobre Al igual que exigencias si
todo consolidar las organizaciones colectivas que los obreros habian pitulos de este libro, laspetici
construido en los campos petroleros durante el año anterior. Encabezan­ temente liberales. Sin emba
do la lista aparecian las demandas por el reconocimiento de los sindica­ pios fundamentales de la en
contratar y despedir obreros (
66. Tennaesee, Venezuela,los obreros petroleros, pp. 135-39 Y 150-52.
condiciones que le convinien
66. Entrevista con Espartaco González, Maracaibo, junio 21 de 1979. Pese al nombre que le dio su las compañías petroleras a re.
padre, González despreciaba la posición politica de su progenitor. Era la de un comerciante
pequefloburgués, me dijo.
67. Petróleo,enero 6 de 1937, p. 1.
68. Panorama, enero9de 1937, pp. ly6. 69. Las demandas son trascritas en TeJI
LA HISTORIA VENEZUELA 287

:a con obras tos Y su derecho exclusivo a representar a los trabajadores y la exigencia


r Vargas Vi­ de que las empresas volvieran a contratar a los trabajadores despedidos
ed.itornegro en huelgas previas. Al final figuraban las demandas sindicales más radi.
'marxistas a cales: reconocimiento del derecho de los obreros a provocar el despido
!ad de desa­ de cualquier empleado de la compañías, venezolano o extranjero, cuya
bia tenido la actitud fuere considerada perjudicial para los intereses de los trabajado­
aoIDÍamucho res; construcción, por cuenta de la empresa, de salones sindicales "am­
ICOS. Separa­ plios" , y pago de los días perdidos en la huelga. La petición económica
Ilicidad de la fundamental resumia la necesidad básica de las mayorias no calificadas:
e de izquier­ aumento considerable, de 7 a 10 bolívares, del salario mínimo. Otras
ro, que cons­ demandas contemplaban vivienda adecuada y atención médica para to­
~. Durante la dos los obreros y personas a cargo. Por último, una serie de demandas
plan para re­ recogia las quejas específicas. Una, el hecho de que en algunos campos
médica a los se había suspendido el trabajo e14 de julio, día de la Independencia de
1'1 exhortó a Estados Unidos, aunque a los obreros se les exigió laborar con salarios
ener mejores normales el 5 de julio, Independencia de Venezuela. Los trabajadores
nas entre los pedían una serie de feriados remunerados según la ley, y doble salario
por el trabajo en esos días. Otra, que se pagara el tiempo empleado en
rpretación de los desplazamientos al trabajo en los campamentos y a las estaciones ais­
IS expresadas ladas de perforación y bombeo. Y desde el momento de la partida, no
minventados desde el arribo a los sitios de trabajo, y que se brindara transporte gra­
racial de los tuito con "techo y asiento" a todos los obreros que trabajaran a más de
l los valiosos un kilómetro de sus hogares. Otra buscaba eliminar la discriminación
raborda, cita­ entre los trabajadores extranjeros y venezolanos en cuanto al suministro
felsentido co­ de agua fria o helada. Las demandas quedaban redondeadas con el pro­
1m también­ blema de las vacaciones. Muchos obreros venezolanos, así como sus co­
n.tes. legas extranjeros en la industria, habían dejado familia y amigos para
:pistas acerca trabajar en el enclave petrolero. Tomando como punto de referencia los
Dplazo de los beneficios de que disfrutaban los obreros extranjeros y calificados, exi­
os historiado­ gieron un mes completo de vacaciones pagadas. Cualquiera que hubiera
las con cuida­ sido el grado de participación de los obreros de base en la escogencia del
!8timonios de pliego petitorio, éstos mostraron su apoyo entusiasta a las mismas su­
les de los tra­ mándose masivamente a la huelga y manteniendo hasta el fin su solida­
dicales y edu­ ridad con ella (69). .•
ar y por sobre Al igual que exigencias sindicales similares examinadas en otros ca­
>reros habían pítulos de este libro, las peticiones de los obreros petroleros eran aparen­
r. Encabezan­ temente liberales. Sin embargo, como todas, amenazaban los princi­
le los sindica­ pios fundamentales de la empresa capitalista: el derecho del capital a
contratar y despedir obreros cuando lo deseara y a ofrecer trabajo en las
condiciones que le convinieran. El reconocimiento de tal hecho llevó a
mbre que le dio su las compañías petroleras a rechazar las exigencias obreras y a insistir en
de un comerciante

69. Las demandas !IOn trascritas en Tennassee. Veuemela.lGII obleI'08 pe&roIelOll..•• pp. 226-27.
288 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

un arreglo que subvertía el poder organizativo de los sindicatos. La huel­ Tanto las compañías
ga petrolera también constituía un ataque frontal a las instituciones polí­ antagonizar con los sindJ
ticas autoritarias, a las políticas petroleras antinacionales y al programa mente posterior a la hueq¡
social reaccionario heredado por el gobierno militar de la era de GÓmez. nes se normalizaron y la 1
La movilización popular obligó al gobierno a adoptar una posición públi­ lanzaron una ofensiva cuy
ca de neutralidad hacia la huelga, pese a que sus funcionarios apelaron a excesos de la época de G~
toda clase de tecnicismos legales para hostigar y encarcelar a los huel­ deportó a 47 prominentes
guistas y a quienes los apoyaban. los de seguir principios m
Pero su necesidad de desmantelar la amenaza y proteger los intere­ tacados como Rómulo Be
ses de las empresas y sus aliados domésticos lo condujo a tomar partido comunistas como Rodolfo I

por las compañías y a buscar una solución pacífica de la huelga que com­ de la Plaza y Gustavo Mil(
prometiera la fuerza de los sindicatos. Finalmente, con el visto bueno de ayuda y el estimulo de la
las empresas, el gobierno promulgó un decreto, el 22 de enero de 1937, compañías actuaban en ce
por medio del cual se ponía fin a la huelga. El régimen justificaba su in­ diendo a cientos de ellos y
tervención con base en los poderes otorgados al Ejecutivo por la ley labo­ Zulia ordenó la deportació
ral de 1936 para suspender las huelgas que pusieran en peligro la vida tinada a eliminar este com
social y económica de la nación. El decreto ordenaba a los obreros regre­ troleros se habia ~nadol
sar al trabajo y les hacía una sola concesión: los operarios peor pagados, liderazgo (73). En el frenf;;
los que ganaban 7, 8 Y 9 bolívares diarios, recibian un aumento de un fue negada la sanción come
bolívar (2 bolívares quienes carecían de vivienda suministrada por la recientemente habia gana,
compañía' (70'. Petróleo fue oficialmente cl
Los obreros petroleros y sus aliados interpretaron el decreto guber­ Tan drástica represión I
namental como una derrota para ellos y para Venezuela. Algunos mili­ leras y sus aliados; pero n(
tantes aconsejaron desafiar la medida y preconizaron continuar resis­ había dado a los venezolan(
tiendo. Pero cuando el inspector laboral del gobierno hizo público un n6mica y habia enseñado ú
detallado informe acerca de la legalidad de las exigencias y anunció su sores una lecci6n inolvidab
intención de hacer cumplir la ley de 1936 en todas sus disposiciones, lo­ politica. Los elementos inú
gró apaciguar la oposición al arreglo de la huelga y despertar esperanzas mas y el gobierno militar ,
en que el gobierno pondrla en práctica las cláusulas de· la ley laboral re­ izquierda tomaron nota d~ E
lacionadas con vivienda, atención médica y transporte; protección legal que ceder parte de las eno]
para los sindicatos y garantía de que el 75 % de los empleados de la in­ petrolera y una porción de
dustria tenían que ser venezolanos. El informe del inspector del trabajo querian conservar su. posici
aplacó a muchos de los aliados de clase media; pero la mayoria decidió sociedad venezolana. Pero 1
obedecer el decreto que ordenaba regresar al trabajo porque se daba rección marxista del movim
cuenta de que enfrentarlo seria suicida. Votaron a favor del retorno al dictando en 1936. Los marx:
trabajo con la idea de preservar los sindicato~· y volver a pelea? en otra cracia política, la justicia 8<
ocasión (71'.

72. El decreto está publicado en Mil


70. República de Venezuela. Ministerio de Relaciones Exteriores, Memcm.. 1937, C&u'acas. 1938, diplomAüco estadounidense Mer.
p.a. . . chos de los hombres de la lista y (
71. PaaoI'lUD8, fiel a su refonnismo de clase media, hizobincapié en la primera razón; Petróleo, de las compaiUas petroleras en 8
en la segunda. Un perspicaz análisis del arreglo de la huelga y de la reaeei6n obrera y pública mar.zo 16de 1937, USNAlDS831.
al mismo, es el informe del cónsul norteamericano en Maracaibo, Archer Woodford, al Secre­ 73. Tennassee, VeaeneIa, loa obm
tario de Estado, enero 27 de 1937, USNAlDS 831.5045/47. El informe incluye el texto comple­ 1.500 obreros fueron intemadose
to del reporte del inspector del trabajo. muy _licia y no eaCá corroborada,
lA VENEZUELA 289

Tanto las compañías petroleras como el gobierno se cuidaron de


antagonizar con los sindicatos y la izquierda en el período inmediata­
mente posterior a la huelga. Sin embargo, tan pronto como las operacio­
nes se normalizaron y la movilización popular de solidaridad disminuyó,
lanzaron una ofensiva cuya magnitud e intensidad recordaron los peores
excesos de la época de GÓmez. En marzo de 1937, el gobierno arrestó y
deportó a 47 prominentes activistas sindicales y de izquierda, acusándo­
los de seguir principios marxistas. La lista incluia a moderados tan des­
re­ tacados como Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, así como a dirigentes
Ido comunistas como Rodolfo Quintero, Juan Bautista Fuenmayor, Salvador
m­ de la Plaza y Gustavo Machado. Parece que la lista fue elaborada con la
de ayuda y el estímulo de las empresas petroleras (72). Entre tanto, las
87, compañias actuaban en contra de los activistas obreros de base, despi­
;in­ diendo a cientos de ellos y expulsándolos de los campos. El gobierno del
bo­ Zulla ordenó la deportación de todos los margariteños, una medida des­
ida tinada a eliminar e~te combativo grupo regional que en los campos pe­
~­ troleros se habia ganado una reputación de militancia laboral y'€ficaz
los, liderazgo (73). En el frente poHtico, al Bloque Nacional Democrático le
'un fue negada la sanción como partido legal y las elecciones regionales que
Ha recientemente había ganado en elZulia fueron anuladas. El periódico
Petróleo fue oficialmente clausurado.
)er­ Tan drástica represión solo les dio un respiro a las compañías petro­
nili­ leras y sus aliados; pero no eliminó la amenaza. La huelga del petróleo
iBis- había dado a los venezolanos una extraordinaria educación poHtica yeco­
lun nómica y habia enseñado tanto a las fuerzas populares como a sus opre­
~ su sores una lección inolvidable sobre poder de la organización sindical y
? lo­ poHtica. Los elementos inteligentes en la administración de las compa­
nlas mas y el gobierno militar, como los dirigentes sindicales y poHticos de
1re­ izquierda tomaron nota de este hecho. Se dieron cuenta de que tendrían
egal que ceder parte de las enormes y crecientes ganancias de la industria
l in­ petrolera y una porción de su poder poHtico a las fuerzas populares, si
bajo querían conservar suposición de clase y la estructura capitalista de la
~idió sociedad venezolana. Pero no era éste el meollo de la lección que la di­
laba rección marxista del movimiento obrero y la izquierda creia que estaba
¡oal dictando en 1936. Los marxistas confiaban en que la lucha por la demo­
otra cracia poHtica, la justicia social y el desarrollo económico nacional no

72. El decreto está publicado en Ministerio de Relaciones Exteriores. Memoria, 1937, p. 33. El
.1938, diplomático estadounidense Meredith Nkholson envió a Washington una semblanza de mu­
chos de los hombres de la lista Y dio varias razones convincentes para creer en la complicidad
tnSleo, de las compaiUas petroleras en su elaboración. Nkholson al Secretarlo de Estado. Caracas,
iUblica muzo 16 de 1937. USNAlDS 831.6046/50.
Secre­ 73. Tennassee, Veaemela, loe obrel'08 peil'olero&. ... p. 269, sostiene que a principiOS de 1938
lmple- 1.500 obreros fueron internados en campos de concentración. Sin embargo, su evidencia no es
muy e6lida y no está corroborada por ningón material de los que deac:ubri.
290 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

solo abrirla el camino a importantes reformas, sino que consolidarla un reformistas, sobre todo la A
, ., movimiento popular de izquierda capaz de minar la influencia y la posi­ ron estatus legal, fueron sus
ción de extranjeros y capitalistas, y prepararla el camino de la transfor­ sión y se amplió gradualmeIl1
mación socialista. Todas estas reformas fw
La gran expansión de la industria 'petrolera después de 1936, asl mas petroleras y por sus aliac
como las gigantescas ganancias resultantes, facilitaron importantes con­ puesta directa a la presión dE
cesiones económicas y pol1ticas por parte de las compañías petroleras. izquierdistas. Pero mientras t
Sin embargo, el alcance y la naturaleza de dichas concesiones acarrearon
consecuencias a largo plazo para la vitalidad, la unidad y la combativi­ .
ideológica de la izquierda , la
dló en dos sectores. Uno COll
dad de la izquierda y de los obreros petroleros. Los capitalistas extral'Üe­ predominaba en el movimieIl1
ros y sus aliados domésticos, que para mediados de-los años cuarentas por los socialdemócratas, qu
incluian a los reformadores liberales de clase media, lograron poner en cional-reformistas con fuerza
marcha programas tendientes a moderar a los obreros petroleros, coop­ có y, como veremos, se resol,
tar y burocratizar sus sindicatos y, finalmente, adaptar el cOl'Üunto del los comunistas venezolanos e
- '~
movimiento obrero y la cultura pol1tica del pals a las necesidades, del URSS durante la Segunda Gu
capital internacional. Los resultados de todas estas iniciativas no fueron ba de la composición de clase
simples y no han sido, tampoco lo son necesariamente ahora, permanen­ izquierda.
tes. Pero desde comienzos de los años cuarentas han mermado el atracti­ Los aliados de clase media
vo de la izquierda marxista y obstruido su proyecto socialista. Aún más, caUzados en 1936 por la aliar
han asegurado hasta el momento la trayectoria liberal y capitalista de la extranjero. Las organizacione:
moderna historia de Venezuela. se formaron en el enclave petr
gieron entre los empleados dE
nero de Venezuela, de propiE
continua expansión, radicalizó
te sobre la base de criterios na,
Después de la represión de 1937, las compañias aplicaron pol1ticas que llevó a cuestionar las implicac
mejoraron considerablemente las -condiciones materiales de los obreros, economia exportadora de petn
atenuaron las fricciones entre los trabajadores y la administración y esti­ sociales principalmente dentro
mularon a los obreros a dedicar sus energlas a la superación personal y a dicha economía habia creado. :
actividades de naturaleza apol1tica. Las empresas también estuvieron de crático, reseñada atrás, aclara
acuerdo con iniciativas gubernamentales que complementaban tales po­ trataron de crear oportunidadE
I1ticas. Hacia finales de 1938, se hizo realidad en los campos petroleros
un programa de distribución de utilidades administrado por el gobierno.
. empleados, comerciantes,
les,
vIgoroso orden capitalista nacic
En 1938 y 1943 nuevas leyes petroleras aumentaron la tributación estatal Un examen de las demand.
de la industria, aunque a cambio de la extensión de viejas concesiones en 1936 ayuda a precisar !as fil
petroleras y el otorgamiento de otras de gran tamaño. Los cuantiosos ciones colectivas. Dichas dema
ingresos petroleros generados por dichas leyes permitieron al gobierno petroleras en abril de 1936 por
ampliar la educación pública y los servicios de salud, y dar comienzo a Estado Zulia, ANDE.Revelan
un programa de seguridad social para los obreros venezolanos. Entre e identificaciones de clase de' J
1938 y 1945 el gobierno también amplió gradualmente los derechos tratamiento igual al que recibíl
democráticos de los sindicatos y los ciudadanos. La ley laboral de 1936 se sas. Todo el mundo conocía, Íl
concretó por medio de un decreto gubemamentalde 1938 y, en los años rencia racial, moral y social qu
siguientes, varias d~ ,sus provisiones fu~ro~ puestas en pr~ctica, a ~e­ troleras en el trato de su persOIl
nudo en beneficio de los obreros y lossmdicatos. Los partIdos pol1tícos local (Local Staff) " . Un tratar
:HISTORIA VENEZUELA 291

lidarla un reformistas, sobre todo la Acción Democrática de Bet.ancourt, obtuvie­


, la posi. ron estatus legal, fueron suavizadas la censura y otras formas de repre­
itr&nsfor· sión y se amplió gradualmente el derecho al voto.
Todas estas reformas fueron concebidas y aplicadas por las compa­
11936, así ñías petroleras y por sus aliados en el gobierno entre 1937 y 1945, en res­
lOtes con­ puesta directa a la presión de las resurgentes fuerzas politicas obreras e
etroleras. izquierdistas. Pero mientras crecían el poder organizativo y la influencia
arrearon ideológica de la izquierda, la dirección de las fuerzas populares se divi.
~bativi­ dió en dos sectores. Uno compuesto por los marxistas, cuya influencia
I extranje­ predominaba en el movimiento obrero yen los campos petrolerOs; el otro
ItUlU'entas por los socialdemócratas, quienes dominaban los partidos políticos na­
¡poner en cional-reformistas con fuerza en la clase media. La escisión se intensifi­
ros, coop­ có y, como veremos, se resolvió en parte, ante la posición adoptada por
~unto del los comunistas venezolanos en respaldo a la política internacional de la
dades del URSS durante la Segunda Guerra Mundial. Empero, su esencia emana­
no fueron ba de la composición de clase de las fuerzas contendientes dentro de la
•ermanen· izquierda .
felatracti­ Los aliados de clase media de los obreros petroleros habían sido radi­
iAúnmás, calizados en 1936 por la alianza de una dictadura brutal con el capital
Uista de la extranjero. Las organizaciones políticas más radicales de la clase media
se formaron en el enclave petrolero y sus sindicatos más combativos sur­
gieron entre los empleados de las compañías petroleras. El enclave mi­
nero de Venezuela, de propiedad extranjera, altamen~ rentable y en
continua expansión, radicalizó a los grupos de clase media principalmen­
te sobre la base de criterios nacionalistas y no directamente de clase. Los
.liticas que llevó a cuestionar las implicaciones que para el desarrollo entrañaba la
• obreros, economía exportadora de petróleo, así como la equidad de las relaciones
tibn y esti­ sociales principalmente dentro (pero no entre) las principales clases que
er&onal ya dicha economía había creado. La plataforma del Bloque Nacional Demo­
uvieronde crático, reseñada atrás, aclara cómo los reformadores de la clase media
ID tales po­ trataron de crear oportunidades políticas y económicas para profesiona­
petroleros les, empleados, comerciantes, agricultores e industriales dentro de un
19obierno. vigoroso orden capitalista nacional.
dónestatal Un examen de las demandas sindicales de los empleados petroleros
bncesiones en 1936 ayuda a precisar las fuentes culturales y raciales de sus aspira­
cuantiosos ciones colectivas. Dichas demandas fueron presentadas a las compañías
dgobierno petroleras en abril de 1936 por la Asociación Nacional de Empleados del
oomienzo a Estado Zulia, ANDE. Revelan, franca y explícitamente, las concepciones
nos. Entre e identificaciones de clase de los empleados petroleros, que pedían un
S derechos tratamiento igual al que recibían los empleados foráneos de las empre­
¡de 1936 se sas. Todo el mundo conocía, indicaba el pliego de peticiones, "la dife­
en los años rencia racial, moral y social que de hecho establecen las compañías pe­
:tiea, a me­ troleras en el trato de su personal extranjero contratado y de su persona]
os' politicos local (Local Staff) " . Un tratamiento equitativo aboliría "la diferencia
292 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

racial que en detrimento de nuestra condición de ciudadanos venezola~ gemonía politica e ideolÓgica d4
nos se trata de hacer valer en el seno de las compaíi1as petroleras". Espe­ extranjero- sobre la sociedad VE
cificamente, los empleados venezolanos querlan que se les pagara men­ 1936 había hecho evidentes am~
sualmente, como sucedía con el personal de oficina extranjero, "por con­ doble, los capitalistas progresisu
siderar incompatibles su condición de oficinistas con la de los jornale­ madores liberales como un mal m
ros". Solicitaban un aumento salarial de 25 a 30% a fin de elevar su las reformas de los liberales eral
paga al nivel de la de los empleados extranjeros. Aspiraban al mismo liberales podían socavar la influe
transporte gratuito hasta el lugar de trabajo y al mes de vacaciones de obrero y las reformas quizá neutl'l
que disfrutaban los empleados extranjeros, servicios hospitalarios equi­ tra de las compañías petroleras, e
valentes a los de los empleados extrajeros, un plan de ahorros y la reduc­ todas las clases sociales. Dados 14
ción de la jornada extra. A la respuesta oficial de las compañias en el magnitud de sus ganancias en u
sentido de que no existia tal discriminación, la organización de emplea­ resultaba relativamente fácil y ell
dos replicó que estaba en capacidad de probar las diferencias en las es­ ma liberal moderada.
cala de salarios y en los beneficios, y documentar la discriminación racial Es dificil evaluar las implicaci(
y social contra los empleados venezolanos. A éstos se les habia negado la a las iniciativas reformistas puesu
entrada a las "colonias y clubes de las compaíi1as". Cuando tenían que leras y el gobierno militar en los
viajar por el lago hasta los campos de petróleo, "se les obliga a viajaren 1936. Estremecidas por la magnit
remolcadores ( ... ) comiendo en el mismo rancho de la tripulación". gún sus administradores, duraría
Mientras que los empleados extranjeros exigian que se les llamara represión de 1937 las compañías a
,'señor", los empleados nacionales no podían recibir el mismo trata­ mejorar su imagen pública y lo qu.
miento (74). tria les , '. Jersey Standard y Shell t
Dadas tales percepciones de clase, no resulta sorprendente que los exterior para supervisar tales inicil
empleados decidieran no ir a la huelga con los sindicatos de los obreros empresas iniciaron costosos proyE
petroleros en diciembre de 1936. Sus organizaciones, lo mismo que troleros. Antes, en medio de la hU4
muchos de sus miembros, dieron un vital apoyo material y moral a los tralizar la agitación obrera destinal
obreros durante el cese, mas dicha participación marcó el limite de la trucción de Lagunillas, parte de la
colaboración militante entre los sindicatos obreros y de empleados. de petróleo en 1928. "Las vivienda
En los años que siguieron a la huelga, incluso los dirigentes marxis­ de higiene o de protección contra
tas en los sindicatos de empleados y en los partidos nacional-reformistas estadounidense, "contribuían a la :
moderaron sus ideas y recortaron sus aspiraciones. Como hemos visto, de cultivo de delitos comunes, rad
lideres como Rómulo Betancourt llegaron a la conclusión de que tenían ñías petroleras' , . Las empresas rec
más que ganar, o que al menos afrontaban riesgos mucho menores, tra­ de vivienda y un estimulo para en
tando de reformar la sociedad capitalista de Venezuela por medio del campos mediante la promesa gubel
compromiso politico con el capital extranjero y doméstico que mediante chos de embarque que aquéllas de
la alianza con los marxistas. Los elem~ntos progresistas dentro de la cla­ nas para garantizar el pronto des
se capitalista de Venezuela, especialmente 108 intereses petroleros forá­ aprovisionamiento. En 1939, la si
neos, abrigaban buenas razones para mirar con cierta tolerancia los ob­ carreteras en la zona petrolera pan
jetivos politicos de los liberales reformistas. La existencia de un poder~ bo y con los distritos agrícolas cen
so movimiento obrero dirigido por marxistas en un sector vital como el
del petróleo constituia una amenaza económica inmediata para el capital
en los lugares de trabajo y un peligro potencial a largo plazo para la he­
75. Estas iniciativas de las compaftías empezan
como a veces se ha presumido, como COIl8eC
74. Petróleo, abril 29 de 1936, pp. 4y 6. petrolera en 1988. Meredith Nicholson al Se
IUA VENEZUELA 293

,Ia­ gemonía pol1tica e ideológica del capital - perticularmente el capital

pe­ extranjero- sobre la sociedad venezolana. La gran huelga petrolera de

en­ 1936 había hecho evidentes ambos peligros. Enfrentados a este desafio

on­ doble, los capitalistas progresistas concibieron el proyecto de los refor­

ue­ madores liberales como un mal menor. Y con el tiempo aprendieron que

su las reformas de los liberales eran, hasta cierto punto, promisonas. Los

mo liberales podían socavar la influencia de los marxistas en el movimiento ..

.de obrero y las reformas quizá neutralizaran el sentimiento popular en con­

lui­ tra de las comparuas petroleras, compartido por muchos venezolanos de

lue- todas las clases sociales. Dados los intereses que estaban en juego y la

1 el magnitud de sus ganancias en una industria que planeaban expandir,

lea­ resultaba relativamente fácil y eminentemente práctico tolerar la refor­

es­ ma liberal moderada.

cial Es dificil evaluar las implicaciones de la actitud de los obreros frente

ola a las iniciativas reformistas puestas en práctica por las comparuaspetro­

que leras y el gobierno militar en los años posteriores a la gran huelga de

ren 1936. Estremecidas por la magnitud y la duración del conflicto que, se­

o". gún sus administradores, duraría muy poco tiempo, después de la gran

lllra represión de 1937 las comparuas actuaron de manera agresiva buscando

ata- mejorar su imagen pública y lo que denominaban sus "relaciones indus­

triales.". Jersey Standard y Shell trajeron funcionarios de alto rango del


exterior para supervisar tales iniciativas (75). Durante el año de 1937, las
~ros empresas iniciaron costosos proyectos de vivienda para los obreros pe­
que troleros. Antes, en medio de la huelga, el gobierno habia intentado neu­
¡los tralizar la agitación obrera destinando un millón de bol1vares a la recons­
ela trucción de Lagunillas, Parte de la cual habia sucumbido en un incendio
de petróleo en 1928. "Las viviendas frágiles, las enfermedades y la falta
!Xis­ de higiene o de protección contra el calor", observaba un diplomático
Itas estadounidense, "contribuian a la reputación de Lagunillas como campo
!sto, de cultivo de delitos comunes, radicalismo y ataques contra las compa­
lian ñías petroleras' , . Las empresas recibieron el respaldo para su programa
~tra­ de vivienda y un estimulo para emprender obras públicas fuera de los
rdel campos mediante la promesa gubernamental de disminuir los altos dere­
mte chos de embarque que aquéllas debían pagar a las autoridades portua­
cla­ rias para garantizar el pronto despacho de sus tanqueros y barcos de
iorá­ aprovisionamiento. En 1939, la Shell y la Gulf estaban construyendo
r.ob­ carreteras en la zona petrolera para comunicar los campos con Maracai­
~ro­ ho y con los distritos agrícolas cercanos. Las comparuas creían que un
lo el
pital
he­
75. Estas iniciativas de las compañias empezaron en 1937 como reacción directa a la huelga y no,
como a veces se ha presumido, como consecuencia de la expropiaei6n mexicana de la industria
petrolera en 1938. Mereditb Nicholson al Secretario de Estado, Caracas, febrero 11 de 1938.
294 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

mejor transporte moderarla los costos crecientes de los alimentos, que Aun antes de la gran huel
erosionaban los salarios reales (76). ver sindicatos de empresa a f
Después de la huelga las compañias también patrocinaron planes de minuir la fuerza y la influenc
ahorro para los trabajadores. Por lo menos en las subsidiarias de Jersey tas obreros denunciaron est<
Standard, los planes tuvieron poco éxito. Estos permittan a los obreros obrera a lo largo de 1936. LO!!
ahorrar hasta el 10% de sus ingresos, a tiempo que la compañía aporta­ too Después de la huelga y de
ba una cifra equivalente; sin embargo, el 25% de tales fondos debia co­ ron una táctica ligeramente d
locarse en anualidades pagaderas solo si el empleado dejaba la empresa campos petroleros para escu
después de los 50 años de edad. Este intento de utilizar los beneficios del diferencias entre los obreros 1
ahorro para asegurar la docilidad de los obreros y prevenir la rotación de te los problemas no resuel~
trabajadores enfrentó la oposición activa de los sindicatos, que plantea­ innovación provocó despidos
ron, por el contrario, la aplicación del plan de distribución de utilidades autoritarios, pero con sindia
patrocinado por el gobierno y estipulado en la ley laboral de 1936. Fue primordialmente como condu
tan efectiva la oposición que, según palabras del cónsul norteamericano por sus representantes sindio
que estudió el plan de ahorro,los pocos obreros "nativos" que lo acepta­ mente redundaron en benefic
ron no admitian "de buena gana" 8U participación en el mismo. "La compañias (78).
participación", informaba el diplomático, "es un estigma a los ojos de Después de la huelga las 1
los demás trabajadores". Ante la presión de los sindicatos, el gobierno médicos y realizaron grandes
instituyó, en diciembre de 1938, el plan de distribución de utilidades, de educación técnica, iniciac
por encima de las objeciones de las compañías, y lo hizo retroactivo al 16 cumplieran la exigencia de la I
de julio de 1936. El plan estipulaba que las compañias más grandes (úni­ partes de sus empleados fues
camente las corporaciones petroleras estaban dentro de la definición) trenamiento de perforadores.
entregaran el 12.5% de la nómina a los obreros cada 20 de diciembre. La ñadas principalmente para C(J
mitad de dicha suma iria directamente a los trabajadores; la otra se de­ gresaron lentamente. Un obs
, , positaria en una cuenta de ahorros con limite de seis años para retiros. poco interés en tales clases ~
: ,~- Pese a su objetivo conservador, el plan de repartición de utilidades signi­ ción posterior de Jersey Stanl
ficó un gran beneficio financiero para los trabajadores. Les aportó un prendentemente bien recibid«l
considerable incremento en sus ingresos sin sacrificio alguno de los sala­ betismo habia saltado del 18 i
rios corrientes. Los sindicatos, la mayoria de ellos reorganizados en 1938 1939 a 1945. Las compañias 4
por lideres marxistas afiliados al Partido Comunista, se atribuyeron este ción primaria gratuita para lOE
importante beneficio económico. Los obreros del petróleo debieron de clases de español para el pen
convenir en que se hallaban en lo cierto. A comienzos de 1939, el mismo Oil de New Jersey contratócue
funcionario norteamericano calculaba que quizá el 75% de los obreros ran español a sus empleados 8J
petroleros de la Cuenca de Maracaibo estaban sindicalizados y que cada pagaba una cuota nominal de
día se sumaban más y más. Cada miembro pagaba un bolivar semanal intensivos (79).
de cuota sindical (77). Finalmente, siguiendo una
pliamente adoptada tanto por
76. Henry S. Villard, encargado de negocios de Estados Unidos, al Secretario de Estado, enero 22
las empresa.s trataron de soca.v
de 1937, USNAlDS 831.5045/44. El decreto relacionado con Lagunillas, que un activista sindi­ cal de los obreros promovien
eal hizo ver eomo un "caramelo" para preparar a la opinión pública para el amargo arreglo de diamantes de béisbol, campos
la huelga, fue publicado en República de Venezuela, Ministerio de Relaciones Exteriores,
Memoria, 1937, Caracas, (1938?1. p. 3.
77. Archer Woodford al Departamento de Estado, Maraeaibo, enero 24 de 1939, USNAlDS 78. J. K. Bacon, "Memorandum on Lab
831.504/92. Me he apoyado en este extenso documento de veinte pAginas a lo largo de toda Estado. Caracas, febrero 11 de 1938,
esta secciÓn. 79. Popple, Standard ou, p. 222.
t'ORIA VENEZUELA 295

, que Aun antes de la gran huelga, las compañías habian tratado de promo­
ver sindicatos de empresa a fin de mitigar los problemas laborales y dis­
es de minuir la fuerza y la influencia de los sindicatos autónomos. Los activis­
~rsey tas obreros denunciaron estos intentos: y los ridiculizaron en la prensa
reros obrera a lo largo de 1936. Los sindicatos de empresa jamás tuvieron éxi­
IOrta­ to. Después de la huelga y de la oleada represiva, los empresarios proba­
a ca­ ron una táctica ligeramente distinta. Crearon comités en cada uno de los
~resa campos petroleros para escuchar las quejas de los trabajadores, zanjar
ISdel diferencias entre los obreros y la administración y trasferir semanalmen­
>nde te los problemas no resueltos a las oficinas principales de Caracas. La
ntea­ innovación provocó despidos ocasionales de capataces particularmente ,'.
"

lades autoritarios, pero con sindicatos activos en los sitios de trabajo, sirvió
. Fue primordialmente como conducto de las quejas de los obreros, articuladas
icano por sus representantes sindicalizados. Las mejoras resultantes probable­
epta- mente redundaron en beneficio del prestigio de los sindicatos y no de las
"La compañías (78).
:lS de Después de la huelga las compañías también ampliaron los servicios
¡emo médicos y realizaron grandes inversiones en educación. Los programas
ades, de educación técnica, iniciados en 1939, buscaban que las empresas
al 16 cumplieran la exigencia de la ley laboral en el sentido de que tres cuartas
:(úni­ partes de sus empleados fuesen venezolanos. Su mayor éxito fue el en­
lción) trenamiento de pedoradores. Las clases de educación para adultos, dise­
~.La ñadas principalmente para combatir el analfabetismo, por lo visto pro­
lE! de­ gresaron lentamente. Un observador réportaba, a principios de 1938,
tiros. poco interés en tales clases por parte de los obreros, pero una publica­
,igni- ción posterior de Jersey Standard sostenía que su programa era "sor­
~un prendentemente bien recibido por los empleados locales" y que el alfa­
sala­ betismo habia saltado del 18 al 88 % entre los obreros venezolanos, de
r1938 1939 a 1945. Las compañías expandieron considerablemente la educa­
leste ción primaria gratuita para los hijos de los trabajadores e invirtieron en
)n de clases de español para el personal administrativo. En 1938 la Standard
usmo Oil de New Jersey contrató cuatro profesores de Berlitz para que enseña­
raros ran español a sus empleados angloparlantes. El personal de la compañía
~cada pagaba una cuota nominal de un bolivar para enrolarse en estos cursos
panal intensivos (79).
Finalmente, siguiendo una estrategia del siglo XX que ha sido am­
pliamente adoptada tanto por regimenes capitalistas como socialistas,
las empresas trataron de socavar la perjudicial actividad politica ysindi­
!lelO 22
ilsindi­
cal de los obreros promoviendo' actividades deportivas. Construyeron
eglode diamantes de béisbol, campos de fútbol y canchas de baloncesto. Sumi­
llriores,

fiAlDS 78. J. K. Bacon, "Memorandum on Labor Condiíions", en Meredith Nlcholson al Secretario de


de toda Estado, Caracas, febrero 11 de 1938, USNAlDS831.504/SO.
79. Popple, Standard 0iI, p. 222.
296 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

nistraron a los jugadores equipo deportivo gratuito y exhortaron a "to­ "Nosotros, trabajadores petrolel
dos los trabajadores a vincularse ( ... ) a las actividades deportivas" (SO). porque tenemos hambre; segunc:
En 1944, en Lagunillas, la Shell patrocin6 su Quinta Olimpíada. Dichos rian mejor como basureros; tercE
juegos, comentaba un periódico caraqueño, fueron bastante exitosos; las comodidades y oportunidadel
tienen tutores especiales en su el
usaban el deporte "como medio de uoüicaci6n espiritual y de acerca­ hijos duermen en ranchos de paj
miento mutuo" (81). no podemos enviarlos a la escuel
Ninguna de estas iniciativas logr6 embotar la creciente fuerza organi­ truidos" (82).
zativa de los obreros después de 1938, pero su impacto en los valores y
aspiraciones no puede descartarse en lo más minimo. En ninguno de los Implícita en la concepción
documentos que he revisado existe evidencia alguna que indique un de la lucha de la clase obrera j
compromiso generalizado de los trabajadores con una concepci6n socia­ hay una visi6n detallada y con.
lista del mundo como el que era evidente, por ejemplo, en los campos ca con la sociedad liberal. Unc
salitreros de Chile en los años veintes. Los obreros petroleros de Vene­ proclamada "conciencia" de ~
zuela eran muy conscientes de sus intereses colectivos y se convirtieron dores petroleros recibieran Ul
en combativos sindicalistas. Empero, el proletariado petrolero de Vene­ familias pudieran comer bien
zuela en los años treintas era comparativamente más joven· que el de la rios? ¿Qué sucedería si los 01
pampa salitrera de Chile en los veintes. Es más, la. represi6n de G6mez médica adecuadas, si tuvierar
constriñ6 considerablemente las actividades culturales y políticas de los buena educaci6n para sus hijo
marxistas en los campos petroleros durante la década y media anterior a creacionales y las vacaciones r4
1935. y lo que es más importante, la experiencia de los obreros venezo­ Los obreros venezolanos d
lanos con el capitalismo era distinta en ciertos sentidos a la de sus com­ comienzos de los años cuarent
pañeros chilenos. Salvo la caída de comienzos de los años treintas, cuan­ beneficios. Es más, el hecho dE
do muchos trabajadores venezolanos del petr61eo fueron obligados a do en los dirigentes comunista
abandonar sus empleos, éstos habían laborado en una industria econ6­ rales liberales que se filtraban :
micamente vigorosa. A diferencia de los obreros chilenos, no habían ta de Venezuela. La visi6n soci
experimentado la influencia radicalizadora de las tasas de cambio agu­ antídoto contra los seductores I
damente fluctuantes ni de la inflaci6n desbordada. Los obreros petrole­ que los obreros observaban en
ros venezolanos vivían en una sociedad estabilizada, aun durante la contra la influencia cultural de
Gran Depresi6n, por la influencia estabilizadora de la economia exporta­ obreros miraban con envidia e
dora de crudo. Sus primeras confrontaciones colectivas con el capital, en las iniciativas conservatizantes
1925 y 1936, habían alcanzado un éxito modesto, al menos en términos años cuarentas, en momentos e
de demandas salariales. No habían padecido el desastre de la matanza bajo ganaba para los obreros n
generalizada de amigos y parientes que presenciaron los obreros chile­ activistas de Lagunilla describil
nos del nitrato a principios del siglo xx. Es revelador que, antes y des­ tecimientos políticos nacionale~
pués de la huelga de 1936, los dirigentes marxistas y los aliados radica­ la influencia y el prestigio del U
les de la clase media colocaran las demandas de los trabajadores dentro ros.
de un marco antimperialista y nacionalista, mas no anticapitalista. En tal
sentido es instructivo el siguiente pasaje acerca de las motivaciones y
objetivos de los huelguistas, tomado de un comunicado que publicaron
los líderes del sindicato de Lagunillas durante la huelga de 1936. Los eventos mundiales se entrel
na de Venezuela y con el movu
so. La cita es del memorando de Bacon citado en la nota 78.
82. Sexto Comunicado, Sindicato de Ob"
81. Ahora, marzo 21 de 1944, p. 2.
Panorama, diciembre 23 de 1936, p. 2.
RIA VENEZUELA 297

to­ "Nosotros, trabajadores petroleros, somos conscientes de lo que pedimos, primero,


~). porque tenemos hambre; segundo, porque nuestros hogares son casuchas que servi­
Ilos rían mejor como basureros; tercero, porque nuestros explotadores disfrutan de todas
las comodidades y oportunidades, sus hijos duennen en cunas, van a la secundaria o
:os; tienen tutores especiales en su casa, y centros de recreación, mientras que nuestros
'ca- hijos duennen en ranchos de paja y carecen de toda atención médica; y, por último,
no podemos enviarlos a la escuela, donde se convierten en ciudadanos libres e ins­
mi­ truidos" (82).
iS y
los ImpJicita en la concepción abstracta del hambre como fuerza motriz
un de la lucha de la clase obrera contra sus explotadores. en el comunicado
~ia.. hay una visión detallada y concreta de la buena vida que no es antagóni­
pos ca con la sociedad liberal. Uno se pregunta: ¿qué sucederla con la auto­
ne­ proclamada •'conciencia" de estos·dirigentes huelguistas si los trabaja­
ron dores petroleros recibieran un salario decente? ¿Qué sucedería si sus
lne- familias pudieran comer bien e incluso imitar la dieta de sus empresa­
ela rios? ¿Qué sucederla si los obreros disfrutaran de vivienda y atención
nez médica adecuadas, si tuvieran acceso a entrenamiento técnico y a una
los buena educación para sus hijos, si pudieran aprovechar los servicios re­
:>r a creacionales y las vacaciones remuneradas?
~zo­ Los obreros venezolanos del petróleo todavia estaban muy lejos, a
¡,m­ comienzos de los años cuarentas, de lograr todas estas oportunidades y
¡an­ beneficios. Es más, el hecho de que en buena parte continuaran confian­
tS a do en los dirigentes comunistas servia de dique contra los valores cultu­
mó­ rales liberales que se filtraban a través de la próspera sociedad capitalis­
dan ta de Venezuela. La visión social de los marxistas ha debido servir como
®l­ antidoto contra los seductores ejemplos individuales de movilidad social
ole­ que los obreros observaban en las poblaciones petroleras, como escudo
~ la contra la influencia cultural de patrones extranjeros de consumo que los
rta­ obreros miraban con envidia en los campos, como amortiguador contra
,en las iniciativas conservatizantes de las empresas. Pero a mediados de los
~os años cuarentas, en momentos en que la lucha colectiva en el lugar de tra­
~ bajo ganaba para los obreros más y más beneficios del tipo del que los
lile­ activistas de Lagunilla describían en su comunicado de huelga, los acon­
les­ tecimientos poJiticos nacionales e internacionales contribuian a destruir
~- la influencia y el prestigio del liderazgo marxista en los campos petrole­
ntro ros.
~tal
~y
\ron
Los eventos mundiales se entrelazaron rápidamente con la poJitica inter­
na de Venezuela y con el movimiento obrero en desarrollo, a partir de

82. Sexto Comunicado, Sindicato de Obreros Petroleros de Lagunillas, diciembre de 1936, en


Panorama, didembre 23 de 1936, p. 2.
298 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

1940. La dictadura represiva de G6mez y la lucha por destruir su legado dard OH de New Jersey al
habia aislado a la izquierda venezolana y enfocado su atenci6n en los tegui y Monagas (83). '
asuntos domésticos a lo largo de la década de los treintas. Unida en una Sin embargo, en todas '
lucha doméstica común, una izquierda criolla habia logrado dirigir la crática ganaba nuevos adei
extraordinaria movilizaci6n popular descrita en las páginas precedentes. pleados de la industria pea
Pero a partir de 1940, influencias externas deformaron y moldearon el ros del petr61eo que los Sel
movimiento obrero venezolano y la politica del pals en una forma que mente, como el gran sinm
marc6 profundamente el desenlace del proceso histórico iniciado en organizar locales más pequ
1936. en los orientales, a principie
El destino politico de los reformadores liberal-democráticos, la tra­ La lucha cada vez más ir
yectoria de la izquierda y el curso futuro de la historia venezolana mis­ Comunista por el control de
ma, giran todos alrededor del destino organizativo de los obreros petro­ tedor intento por crear una
leros durante los años cuarentas. Mientras la izquierda marxista contro­ en 1943. Convocados por 1
16 esta poderosa fuerza organizada de la sociedad venezolana y la indus­ comunista, la federación de
" " tria del petr6leo continu6 expandiéndose, los capitalistas progresistas delegados de los sindicatos
estuvieron dispuestos a ayudar a los democratas liberales en su lucha reunieron en Caracas enjun
contra los marxistas y a." tolerar sus planes para reformar la sociedad. gobierno, y sus delegados ce
. ~ . Pero el respaldo y la tolerancia estaban condicionados a que los reforma­ como los de Acci6n DemOCl'l
'.
dores repudiasen el socialismo y a que fueran capaces de desplazar a la ría, el lider comunista de b
asistentes brillantes análisis
t.. :,
- dirigencia marxista del movimiento obrero.
petr61eo para laeconomia ve
Los reformadores liberales pudieron llevar a cabo lo anterior en parte la trascendencia de la unida~
gracias a la posici6n oficial del Partido Comunista a comienzos de los
nacional a nivel de industria
años cuarentas. Al subordinar los imperativos locales a la linea interna­
disputas internas en el seno,
cional del partido, los comunistas destruyeron la unidad de su propia
organizaci6n y minaron la confianza de los obreros petroleros de base en la minoría de Acci6n Democr
sus dirigentes marxistas. El Partido Comunista de Venezuela se ali6 en rosa organizaci6n nacional e
con tanta urgencia (84).
1941 con el presidente (y exgomecista), generallsalas Medina, sucesor y
antiguo ministro de Guerra del hombre que habia quebrado la huelga La debilidad y la desuni6]
en evidencia en la conferencÍJ
petrolera de 1936. El Partido Comunista predicaba la paz laboral en los
la llegada de la guerra mundi
campos petroleros con el objetivo de mantener el estratégico flujo de
1943 el hundimiento de tanqu
petr61eo con destino a los Aliados, precisamente cuando la expansi6n de forzó una drástica reducción
la industria favorecia la lucha de los trabajadores. El partido consiguió Los consecuentes despidos ~
un respiro en medio de la represi6n de las empresas y el gobierno contra
, , sus actividades sindicales. Pero al mismo tiempo alej6 a numerosos
obreros. Al contrario de los comunistas, los democratas liberales opues­
" .. tos al gobierno militar persistieron en su nacionalismo moderado y de­ 83. Los campos orientales produclan lll4
mostraron su disposici6n de recurrir a la huelga en la industria del petró­ comienzos de los dos cuarentas PE
mente abiertos era Proporcionabel
leo en pro de las reivindicaciones obreras. Su' fidelidad a las hist6ricas virtió en el foco principal de la lucha
f
! ..
demandas de los obreros del petr61eo les recab6 muchos seguidores. No 1936. La producción en los campos e
es que los sindicatos orientados por los comunistas perdieran terreno detallada en República de Venezuel
ro de 1956, Caracas, n.d., pp. 64.76
durante este período. Los comunistas ampliaron su influencia en la 10.728 estaban en el Zulla y 9.002 el
Cuenca de Maracaibo y extendieron su fuerza organizativa en una nueva terio de Trabajo, Memoria, 1946, Ce
e importante zona petrolera, desarrollada principalmente por la Stan­ 84. Otros relatos de la conferencia apart
1943; Y en Acción Democrática, juni;
~IA VENEZUELA

~do dardOilde New Jersey, al oriente de Caraeas, en los estados de Anzoá­


los teguiy Monagas (83).

r~
Sin embargo, en todas partes la posieión agresiva de Acción Dema­
crátiea ganaba nuevos adeptos. Fuera de su preeminencia entre los em­
~s. pleados de la industria petrolera, asi como entre los sindieatos de obre­
~ el ros del petroleo que los socialdemócratas habian controladohistbriea­
~ue mente, como el gran sindicato de Cabimas, Acci6n Democrática logr6
'en organizar locales más pequefios tanto en los eampos occidentales como
en los orientales, a prineipios de los años cuarentas.
La lucha cada vez más intensa entre Acción Democrática y el Partido
tra­ Comunista por el control del proletariado petrolero perjudic6 un prome­
ros­ tedor intento por crear una poderosa central obrera a nivel de industria
tro.. en 1943. Convocados por la Uni6n Sindiea1 Petrolera, de orientaci6n
tro.. comunista, la federaci6n de sindieatos fundada en el Zulia en 1936, los
~us­ delegados de los sindieatos de los campos orientales y oceidentales se
~tas reunieron en Caracas en junio de 1943. La conferencia fue tolerada por el
tcha gobierno, y sus delegados cortejados tanto por los dirigentes comunistas
Jad. como los de Acci6n Democrátiea. Los oradores, en particular Jesús Fa­
ma­ ría, el líder comunista de la Uni6n Sindieal Petrolera, brindaron a los
la
¡a
i
asistentes brillantes análisis acerca de la importancia de la industria del
petr61eo para la economia venezolana y su futuro desarrollo. Subrayaron
arte la trascendencia de la unidad obrera y el potencial de una· organización
~ los nacional a nivel de industria. Mas los delegados estaban divididos por
~­ disputas internasen el seno del Partido Comunista y por la oposiei6n de
opia la minoría de Acci6n Democrátiea. Al final no lograron construir la pode­
,:e en rosa organizaci6n nacional centralizada que los comunistas deseaban
pen con tanta urgencia (84).
rory La debilidad y la desuni6n de las organizaciones petroleras, puestas
¡elga en evidencia en la conferencia de 1943, se relacionaban íntimamente con
n los la llegada de la guerra mundial al Hemisferio Occidental. Durante 1942 y
o de 1943 el hundimiento de tanqueros en el Caribe por parte de los alemanes
~n de forz6 una drástica reducci6n de la producci6n de crudo en Venezuela.
19ui6 Los consecuentes despidos debilitaron temporalmente a los sindicatos
)ntra
rosos
~ues­
, de­ 83. Los.campos orientales producianmenos de la mitad del petróleo de la Cuenca de M~caibo a
comienzos de los años cuarentas, pero la demanda de mano de obra en estos campos reciente­
etr6­ mente abiertos era proporcionahnente mucho más alta que en el oeste. As!, el oriente se con­
,rieas virtió en el foco principal de la lucha por la organización de sindicatos en la década posterior a
~. No 1986. La producción en los campos orientales y occidentales durante este periodo se encuentra
detallada en República de Venezuela, Ministerio de Minas e Hidrocarburos, Anuario petrole­
rreno ro de 1956, Caracas, n.d., pp. 64-76. De los 22;449 obreros que habia en la industria en 1946,
~n la 10.728 estaban en el Zulia y 9.002 en los estados orientales de Monagas y Anzoátegui. Minis­
meva terio de Trabajo, Memoria, 1946, Caracas, 1946, Tabla 9.
84. Otros relatos de la conferencia aparecen en Aquí está!, Caracas, mayo 26, junio 2 y junio 9 de
Btan­ 1948; y en Acción Democrática, junio 12 y junio 19de 1948.
800 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

petroleros (Véase el Gráfico 4.1). Sin embargo, esta situación resultó ser una resolución exigiendo p,
, Jo'
transitoria. En 1944 las rutas marítimas del Caribe habían sido libradas puesta. En el acalorado de"
i '1 de la amenaza de los submarinos alemanes y, estimulada por la deman­ camente a su grupo como
da de los Aliados, la producción de crudo venezolano entró en una etapa dividió el encuentro en ha]
de expansión fenomenal. En 1944 la producción aumentó en 50% res­ cuando los representantes (
pecto a 1943, alcanzando el punto más alto de toda suhistoria¡ en 1948 to e inmediatamente infom
había más que duplicado el récord de 1944. Entre tanto, la fuerza de tra­ tas, al ligar los asuntos sind
' ... 'o, bajo petrolera se había multiplicado más de tres veces entre 1942 y 19~8. violado el código laboral de
Con tan boyantes condiciones económicas y del mercado laboral, ~os sm­ ministro del Trabajo del pr
dicatos petroleros convocaron, a principios de 1944, una convencló~ ,na­ las tres federaciones de ori
cional con el objeto de fundar una central obrera venezolana que umflca­ participado en la votación. ]
ra a todo el movimiento obrero organizado. afiliación de los sindicatos
La unidad del movimiento obrero venezolano entre 1943 y 1944 fue por la Constitución de 1936,
socavada no obstante, por un problema mucho más duradero causado partido político. El preside~
por la ~erra: la cuestión trascendet.tte ~e si los sit.t~ica~ ~etroleros nistas que su gobierno no iJ
debían suspender su campaña orgamzatlVa y sus relvmdIcaclOnes eco­ de acuerdo con los precepto!
nómicas en beneficio de las necesidades estratégicas del esfuerzo bélico ró públicamente estaren fav
de los Aliados. Los líderes colaboracionistas del Partido Comunista pu­ titucional que pesaba sobre (
sieron en práctica las directivas internacionales entrando en una a~nza La disolución de la COnfE
con el gobierno militar del general Medina. Trataron de conseguIr los viraje en la historia del moviJ
objetivos de los sindicatos en los lugares de trabajo sin recurrir.a huelgas destruyó por completo la uni¡
que habrían interrumpido el flujo de crud~ venezolano a los Aliados. L~ creyeron que el decreto de
máximos dirigentes de Acción DemocrátIca demostraron ser más flexI­ dirigencia colaboracionista. ]
bles en este asunto aunque también ellos impusieron una sistemática objetivo de la futura legaliza¡
moderación a los si~dicatos que controlaban en el enclave petrolero. Así, secuencia, justo cuando los A
la cuestión de la huelga en los tiempos de guerra tendió a alejar al prole­ conflicto internacional y la (
tariado de sus líderes más moderados del Partido Comunista y Acción empezar a dar frutos, su cont
Democrática, a escindir internamente a los dos partidos y, más impor­ tura esperaba aprovechar el
tante aún, a conducirlos a un enfrentamiento. quienes había apoyado constl
Las graves consecuencias de esta desunión empezaron a verse .en la mo estaba en inmejorables co
Convención Nacional Obrera que se reunió en Caracas en marzo de 1944, nizativa ampliada que había e
a la cual asistieron alrededor de 500 delegados en representación de 150 tolerancia gubernamental. El
sindicatos de todo el país. Su llamado a fOljar la unidad organizativa na­ Partido Comunista se hundió
cional, impulsado por los sindicatos petroleros comunistas, fue apoy?do se rompió sin remedio y su b:
por la presencia de Vicente Lombardo Toledano, el líder obrero mexIca­ truida temporalmente.
no que presidía la mayor federación sindical de América Latina, la Con­ . El gobierno también prop
federación de Trabajadores de América Latina. La CTALsimpatizaba urudad del movimiento sinc::liCl
abiertamente con los sindicatos comunistas del hemisferio. El comunista tiempo el grueso de las 01'gSJ
Jesús Faría, secretario general de la Unión Sindical Petrolera, habia ac­ catorce sindicatos petroleros
tuado como jefe del comité organizador de la convención y pronto fue
elegido presidente del comité directivo de la misma. Los delegados co­
munistas sobrepasaban a los partidarios de Acción Democrática en una 85. El mejor resumen publicado de esto!
proporción de dos a uno o más. Pero no bien hubieron empezado las deli­ dieatos comunistas cuyos delegadO/!
beraciones, cuando los delegados de Acción Democrática presentaron as! como los 41 sindicatos de AccióE
disueltos.
S'fORIA VENEZUELA 801

Iltó ser una resolución exigiendo paridad en la dirección de la central obrera pro­
bradas puesta. En el acalorado debate que siguió, un delegado identificópúbli­
leman­ camente a su grupo como comunista~ lo cual provocó una votación que
letapa dividió el encuentro en bandos estrictamente partidistas. Fue entonces
% res­ cuando los representantes de Acción Democrática abandonaron el recin­
m 1948 to e inmediatamente informaron a la prensa que los delegados comunis­
de tra­ tas, al ligar los asuntos sindicales a un partido politico especifico, habian
y 1948. violado el código laboral de la nación. Al dia siguiente, el24 de marzo, el
los sin­ ministro del Trabajo del presidente Medina disolvió los 93 sindicatos y
ión na­ las tres federaciones de orientación comunista cuyos delegados habían
I1nifica- participado en la votación. El gobierno, sin embargo, se basaba no en la
afiliación de los sindicatos culpables al Partido Comunista, ilegalizado
~44fue por la Constitución de 1936, sino por el tecnicismo de su afiliación a un
:ausado partido politico. El presidente Medina procedió a asegurar a los comu­
troleros nistas que su gobierno no impedirla la reorganización de los sindicatos
res eco­ de acuerdo con los preceptos de legalidad y apoliticidad. Inclusive decla­
o bélico ró públicamente estar en favor del levantamiento de la prohibición cons­
ista pu­ titucional que pesaba sobre el Partido Comunista (85) .
.alianza La disolución de la conferencia obrera, en 1944, marcó un punto de
guir los viraje en la historia del movimiento obrero venezolano. En primer lugar,
huelgas destruyó por completo la unidad del Partido Comunista, cuyos militantes
ios.Los creyeron que el decreto de disolución demostraba la bancarrota de su
~ flexi­ dirigencia colaboracionista. Empero, los jefes del partido se aferraron al
emática objetivo de la futura legalización del partido y de los sindicatos. En con­
~ro. Así, secuencia, justo cuando los Aliados habían vuelto a su favor el curso del
.1 prole­ conflicto internacional· y la estrategia de los colaboracionistas parecia
, Acción empezar a dar frutos, su control sobre el partido se tambaleaba. La jefa­
J impor- tura esperaba aprovechar el prestigio de la victoria de los Aliados, a
quienes habia apoyado constantemente a lo largo del conflicto. Asimis­
!'Se en la mo estaba en inmejorables condiciones para poner en juego la base orga­
de 1944, nizativa ampliada que había construido durante la guerra en medio de la
bde 150 tolerancia gubernamental. En vez de esto, a partir de marzo de 1944 el
Iltiva na­ Partido Comunista se hundió en el caos ideológico y politico; su unidad
apoyado se rompió sin remedio y su base institucional en los sindicatos fue des­
mexica­ truida temporalmente.
,la Con­ El gobierno también propinó un golpe demoledor a la fortaleza y la
~tizaba unidad del movimiento sindical. El decreto de disolución destruyó por un
~unista tiempo el grueso de las organizaciones sindicales del país. Doce de los
Imbia ac­ catorce sindicatos petroleros representados en la conferencia de 1944,
Ionto fue
~dos co­
len una 86. El mejor resumen publicado de estos eventos es Godio, El movimiento, pp. 173-88. Trece sin­
dicatos comunistas cuyos delegados no se hallaban en la sala cuando se efectuó la votación,
nas deli­ asi como los 41 sindicatos de Acción Democrática representados en la conferencia, no fueron
~ntaron disueltos.
302 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

as! como la poderosa Unión Sindical Petrolera, fueron disueltos por la fundo y poderoso consenso,
medida oficial. La acción del gobierno se dio en momentos en que el listas internacionales y donU
poder económico y politico de los trabajadores organizados, en especial del control comunista sobre .
los del sector petrolero, aumentaba rápidamente. En 1944, como ya vi­ zado. Reconocer este consen
mos, la industria petrolera, y con ella toda la economía venezolana, en­ rios y positivos por parte de
traron en un periodo de expansión sin precedentes y, a medida que se del gobierno. Tampoco sign
intensificaba la demanda de mano de obra, se fortalecla la pesición ne­ separaban a Acción Democrá
gociadora de los obreros. Luego del revés de 1944, los obreros petroleros de Medina heredó parte del]
reconstruyeron rápidamente y después ampliaron sus organizaciones ra de GÓmez. Perdió el cona
sindicales. Mas el decreto de 1944 contribuyó a que el movimiento obre­ moderadas y ambivalentes I'E
ro resurgiera profundamente dividido en lo politico. cionarios del ejército y la clas
Si el principal perdedor fue el Partido Comunista, el ganador fue Ac­ dado al gobierno y, a la vez, i:
ción Democrática, que salió de la convención obrera de 1944 con sus sin­ los oficiales jóvenes y las fue
dicatos intactos. En lo que restó de 1944 y en 1945, a pesar del creciente dia unidas bajo la dirección
desafío politico que representaba el partido para el gobierno, los funcio­ ayudan a explicar la fricción IJ
narios del Ministerio del Trabajo actuaron en contra de los lideres sindi­ tica, así como el grado de COI
cales comunistas en la reorganización de las organizaciones disueltas. cionalistas y democrático-lih.
Los activistas comunistas, as! comO' los que trataron de reorganizar el laboral del gobierno de Medir
otrora poderoso sindicato comunista de Lagunillas, enfrentaban demo­ de la politica obrera oficial dE
ras burocráticas casi interminables y obstáculos en sus esfuerzos por golpe de octubre de 1945. Are
ajustarse a los requerimientos del Ministerio del Trabajo para volver a al que remplazó, utilizaron el
obtener la personeria juridica. Mientras tanto, surgieron sindicatos pa­ marxista sobre el movimienf;(
ralelos dirigidos por partidarios de· Acción Democrática y comunistas di­ bierno de Medina, Acción n
sidentes, que buscaban apartar a los obreros de las organizaciones con alianza de apariencias con el F
orientación comunista ortodoxa (86). guerra, ni por el apoyo de l~
Algunos investigadores liberales han registrado sorpresa y confusión tiempos de Gómez. Una vez el
ante la politica laboral del gobierno de Medina durante esta etapa. Seña­ en práctica sus reformas dem(
lan que al disolver los sindicatos comunistas en 1944 aquél se volteó con­ der con notable eficiencia la ta
tra sus antiguos aliados y destruyó una importante fuente de apoyo insti­ tas del movimiento obrero.
tucional del gobierno. Al mismo tiempo, la politica laboral oficial fortale­ Posteriormente algunos ce
ció al principal partido de oposición, Acción Democrática. Dicho partido Democrática, de octubre de H
no solo se unió a la conspiración militar que consiguió derrocar a Medina mento de Estado norteameriCf
en octubre de 1945, sino que controló el'gobierno que lo remplazó (87). Sin embargo, el registro histlJ
Sin embargo, vistas las dimensiones politicas y de clase de la amena­ entidades aprobaron el golpe :
za que significaba el movimiento obrero, las politicas de Medina parecen forma como el nuevo gobiern
bastante lógicas. Debajo de las diferencias politicas existentes entre el Unidos a largo plazo ya las ne<
gobierno militar y Acción Democrática -diferencias en tomo al ritmo y
el alcance de las reformas económicas nacionalistas y democráticas que
ambos estaban comprometidos a cumplir en 1944 - se ocultaba un pro­ 88. Fuenmayor, Veinte aftos.•. , p. 271.
,:" '
89. Los registros del Departamento de]
altos funcionarios norteamericanos I
estadounidenses que operaban en VI
86. Aquíestál, Caracas, enero 31 de 1945, p. 12, Yabril 24 de 1945, p.12. gurado a los lideres de Acción Democ
87. Robert J. Alexander, El movimiento obrero en América LatIDa, México, 1967; John Martz, abierta la posibilidad de que dicho al
"The Growth and Democratization of tIle Venezuelan Labor Movement", Inter-American antes l1el golpe, en julio de 1945, el
Economic Affairs, 17:2, otoño de 1963, pp. 6-7. principal especialista del partido en
N' LA HISTORIA VENEZUELA 80S

lueltos por la fundo y poderoso consenso, consecuente con los objetivos de los capita­
;os en que el listas internacionales y domésticos, que giraba en torno a la eliminaci6n
~, en especial del control comunista sobre un movimiento obrero cada vez más movili­
:, como ya vi­ zado. Reconocer este consenso no implica negar motivos complementa­
nezolana, en­ rios y positivos por parte de los reformadores de Acci6n Democrática y
tedida que se del gobierno. Tampoco significa subestimar las diferencias reales que
l p6Sici6n ne­ separaban a Acci6n Democrática de la coalici6n de gobierno. El régimen
ros petroleros de Medina heredó parte del legado clasista e institucional de la dictadu­
rganizaciones ra de G6mez. Perdi6 el control del poder nacional cuando sus reformas
mento obre­ moderadas y ambivalentes resultaron excesivas para los elementos reac­
cionarios del ejército y la clase dominante venezolana que habían respal­
nador fue Ac­ dado al gobierno y, a la vez, insuficientes como para ponerse al frente de
"consus sin­ los oficiales jóvenes y las fuerzas reformistas de las clases obrera y me­
~ del creciente dia unidas bajo la direcci6n de Acci6n Democrática. Tales diferencias
!lO, los funcio­ ayudan a explicar la fricci6n política entre el gobierno y Acci6n Democrá­
lideres sindi­ tica, así como el grado de compromiso de cada uno con las reformas na­
nas disueltas. cionalistas y democrático-liberales. Mas el consenso explica la política
reorganizar el laboral del gobierno de Medina a partir de 1944 y la continuidad esencial
ntaban demo­ de la política obrera oficial de Venezuela, tanto antes .como después del
esfuerzos por golpe de octubre de 1945. Acción Democrática, lo mismo que el gobierno
para volver a al que remplaz6, utilizaron el poder del Estado para eliminar el control
sindicatos pa­ marxista sobre el movimiento obrero. No obstante, al contrario del go­
:omunistas di­ bierno de Medina, Acci6n Democrática no estaba limitada ni por una
Uzaciones con alianza de apariencias con el Partido Comunista heredada de los años de
guerra, ni por el apoyo de los elementos reaccionarios heredado de los
sa y confusi6n tiempos de G6mez. Una vez en el poder, Acci6n Democrática pudo poner
!l etapa. Seña­ en práctica sus reformas democráticas nacionalistas con vigor y empren­
se volte6 con­ der con notable eficiencia la tarea de desplazar a los dirigentes comunis­
le apoyo insti­ tas del movimiento obrero.
¡oficial fortale­ Posteriormente algunos comunistas dijeron que el golpe de Acci6n
rDicho partido Democrática, de octubre de 1945, había sido estimulado por el Departa­
ocar a Medina mento de Estado norteamericano y la Standard OH de New Jersey (88).
IIlplaz6 (87) . Sin embargo, el registro histórico documentado solo revela que ambas
, de la amena­ entidades aprobaron el golpe y empezaron a apreciar con beneplácito la
!edina parecen forma como el nuevo gobierno servía a la política exterior de Estados
¡entes entre el Unidos a largo plazo ya las necesidades del capital in.ternacional (89).
no al ritmo y
Ilocráticas que
nltabaun pro­ 88. Fuenmayor. Veinte aftos... ;p. 271.
89. Los registroe del Departamento de Estado que pude revisar no confirman la versión de que
altos funcionarios norteamericanos o dirigentes empresariales de las compaftias petroleras
estadounidenses que operaban en Venezuela hayan alentado el golpe, o persorudmente ase­
(:', gurado a los lideres de Acción Democrática que no se opondrlan al mismo. Sin embargo, dejan
1967; John Martz, abierta la posibilidad de que dicho aliento o dichas seguridades si fueron dados. Tres meses
tU, JDter.American antes del golpe, en julio de 1945, elllder de Acción Democrática, Rómulo Betancourt, yel
principal especialista del partido en asuntos laborales, Raúl Leani, viajaron a Washington,
< ,
804 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

No obstante, es cierto que a finales de 1945 tanto los funcionarios La unidad militante que
<,
diplomáticos de Estados Unidos como los gerentes de las compañías pe­ junio de 1945 pronto arrq(
troleras teman buenas razones para temer el creciente poder de los sin­ capacidad organizativa de l~
dicatos y la influencia cada vez mayor del Partido Comunista. Ambos se arbitró la disputa y los sin
manifestaron en junio de ese año cuando la subsidiaria venezolana de la puesto que forzaron a las ca
Royal Dutch Shell inició un ambicioso plan para reclasificar a los obreros ya colocar de nuevo a todos
calificados y reducir sus salarios. La medida de la empresa desencadenó ciones originales. Consiguil
sin proponérselo una movilización general de trabajadores en la indus­ presas de un sistema de de~
tria petrolera. Sindicatos comunistas y de Acción Democrática se unie­ promiso de proveer sedes s:
ron para combatir el esquema de reclasificación y aprovecharon la oca­ sindicato mientras estuvien
sión para exigir a nivel de la industria entera toda una serie de concesio­ tes concesiones, congelaron
nes, destinadas a fortalecer los sindicatos y mejorar los salarios y benefi­ Sin embargo, por encima dE
cios de los trabajadores. Alentados por la fuerte demanda de mano de en que el acuerdo suscrito 4
obra y por la caídS de los salarios reales debido a la inflación de los años cinco meses, al cabo de los e
de guerra, los obreros organizaron gigantescas manifestaciones en los y beneficios. Este acuerdo ÍI
principales campos petroleros y colmaron las tesorerias sindicales con industrial, y una poderosa (
sus cuotas. Los sindicatos dirigidos por ambos partidos amenazaron con unidad que alcanzaron los al
ir a la huelga si las peticiones de los obreros no eran aceptadas. A fin de ñías no presagiaba nada bue
permanecer a la cabeza de las bases movilizadas y superar a sus rivales Los elementos no colabo!
en la lucha por el liderazgo del proletariado petrolero, los antiguos diri­ sosteman que la victoria de ¡
gentes sindicales comunistas que habian colaborado durante la guerra posición en el sentido de qU4
•• se vieron obligados a adoptar una posición negociadora combativa . lucha. Los colaboracionistas
éoI'
L tado de la fuerza de los sindil
f
,/j~
'"" '. D.C. Aparentemente, el objetivo politico fundamental de su misión era convencer al embaja­ sido presentadas las peticiol
i. 1: dor de Medina en Estados Unidos de que se postulara para la presidencia, con el respaldo de hecho, la actitud más comrn
Acción Democrática, en las elecciones previstas para la primavera de 1946. En 1945 ~tan­
court era reconocido en Washington como un importante Hder de oposición y los funcionarios comunistas en junio fue forza
norteamericanos discutlan la conveniencia de una reunión oficial entre éste y Nelson Rockefe­ el deseo de sus rivales de Acc
~< ller. Roekefeller, la figura poHtica más prominente de la familia que babia heredado la fortuna ga en la industria. Su nueva
del fundador de la Standard Oil lla compañia cuyo descendiente directo, la Standard Oil de
·.1; New Jersey, controlaba la parte delle6n de la producción petrolera de Venezuela), era Subse­ presión ejercida por las basel
cretario de Estado para asuntos latinoamericanos en 1945. Roekefeller se habia reunido con nista. Luego del desastroso<l
Betancourten Venezuela en 1944 y el segundo habia expresado su deseo de visitarlo en Was­ la disidencia dentro del Pan
hington. Los funcionarios estadounidenses conoclan muy bien las intenciones nacionalistas y
reformistas y los compromisos anticomunistas de Betancourt. Finalmente previnieron a Roe­ brero de 1945 el embajadordl
kefeller contra cualquier "recepción oficial" a un Mer de oposición activo, pero le sugirieron maciÓD confiable de que, des
que podria "considerar la conveniencia de cierta hospitalidad informal sobre una base más o distritos regionales del partid
menos personal". "El hecho de que Betancourt esté en contra de Estados Unidos y de las
grandes compañías norteamericanas y haya tenido relativamente poco contacto con este posición anticolaboracionista
pais" I concluia un funcionario, "me parece una razón para esforzarse por modificar su punto dura hacia el gobierno de Me
de vista" . Aparentemente Betancourt no solicitó una reunión con Roekefeller y él y Leoni fue­ zar a los obreros venezolanos
ron oficialmente entrevistados por otro funcionario del Departamento de Estado. En su inter­
vención Betancourt enfatizó la creciente fuerza poHtica de Acción Democrática y sus aspiracio­
nes electorales en una Venezuela democratizada. Memorándum, Departamento de Estado,
90. El Pais, Caracas, junio 10 Y 16 de 19
B.C. Davis al señor Rockefeller, julio 6 de 1945, USNAlDS 831.0017-645; Nelson A. Roekefe­ 91. Rodolfo Quintero figuraba entre los
ller al señor Davis, julio 6 de 1945; B.C. Davis al seíior Wells, julio 6 de 1945, USNAlDS
tro del partido, posiciÓn que le mi
831.00/7-945. Después del golpe de 1945, Rockefeller y Betancourt se volvieron' 'amigos per­
colaboracionÍstas que trataban de di
sonales" . Juntos lanzaron una importante iniciativa de capitalismo privado para modernizar julio 4de 1945, p.!.
la producción agraria y comercializar los bienes agricolas en cadenas de supermercados. La 92. Ello. de febrero, una votación sobr
cita es de Ellner, Los partidos políticos. .. , p. 98.
nuaba el embajador, resultó en 14 'V
!ORlA VENEZUELA 305

Brios La unidad militante que se fOljb entre los sindicatos de la industria en


s pe­ junio de 1945 pronto arrQjb resultados y presagib una nueva era en la
I sin­ capacidad organizativa de los obreros petroleros. El ministro del Trabajo
OS se arbitrb la disputa y los sindicatos obtuvieron una importante victoria,
de la puesto que forzaron a las compañías a desistir del plan de reclasificacibn
reros y a colocar de nuevo a todos los trabajadores afectados por él en sus posi­
ldenb ciones originales. Consiguieron el reconocimiento por parte de las em­
MUS­ presas de un sistema de deduccibn de cuotas sindicales, así como el com­
,unie- promiso de proveer sedes sindicales y pagar salario a los delegados del
loca­ sindicato mientras estuvieran negociando. A cambio de estas importan­
eesio­ tes concesiones, congelaron temporalmente sus demandas económicas.
enefi­ Sin embargo, por encima de las objeciones de las empresas, insistieron
hO de en que el acuerdo suscrito el 16 de junio de 1945 fuera válido solo por
I años cinco meses, al cabo de los cuales reiniciarían la discusibnsobre salarios
~los y beneficios. Este acuerdo fue, de hecho, un contrato colectivo a escala
la con industrial, y una poderosa demostracibn del poderorganizativo y de la
In con unidad que alcanzaron los obreros a mediados de 1945. Para las compa­
fin de ñías no presagiaba nada bueno (90) .
'vales Los elementos no colaboracionistas en el seno del Partido Comunista
s diri­ sostenían que la victoria de los obreros en junio de 1945 reivindicaba su
ruerra posicibn en el sentido de que la unidad del proletariado se forjaba en la
lucha. Los colaboracionistas respondían que la victoria había sido resul­
tado de la fuerza de los sindicatos y de la forma respetuosa como habían
1embaja­ sido presentadas las peticiones a los funcionarios del gobierno (91). De
pllldo de hecho, la actitud más combativa asumida por los sindicatos petroleros
f s.tan­ comunistas en junio fue forzada por la combatividad de los obreros y por
~narlos
llodr.efe­ el deseo de sus rivales de Accibn Democrática de llevar a cabo una huel­
¡ fortuna ga en la industria. Su nueva combatividad también reflejaba, quizá, la
:el on de presibn ejercida por las bases del partido sobre la dirección colaboracio­
lIlSubse­
friido con nista. Luego del desastroso desenlace de la conferencia obrera de 1944,
~nWas­ la disidencia dentro del Partido Comunista crecib rápidamente. En fe­
~sy
brero de 1945 el embajador de Estados Unidos informb que poseia infor­
maRoe­
1- • •
lIgmeron macibn confiable de que, después de discutir sobre tácticas futuras, los
i.e más o distritos regionales del partido habían votado 92 contra 27 en favor de la
'ydelas posicibn anticolaboracionista. "Esto parece implicar una actitud más
.eon este
'SU punto

dura hacia el gobierno de Medina", escribib, "y la dedicacibn a organi­


ilIlOIÚfue­ zar a los obreros venezolanos según criterios revolucionarios" (92).

tSU inter­

lIpiracio­

& Estado, 90. El PIÚs, Caracas,junio 10y 16de 1945; Aquí está! ,junio 27 de 1945, p. 12.

Rockefe­ 91. Rodolfo Quintero figuraba entre los más elocuentes voceros de la fracción revolucionaria den­

JSNAlDS tro del partido, posiCión que le valió el calificativo de trotskista y anarquista por parte de los

dgos per­ colaboracionistas que trataban de desacreditarlo. Aquí está!, junio 13 de 1945, pp. 1, 2, 13, Y

lIdernizar julio 4 de 1945, p. 1.

!lados. La 92. Ello. de febrero, una votación sobre la misma cuestión en el -buró poUtico del partido, conti­

nuaba el embajador, resultó en 14 votos a favór' de la I1neapolitica revolucionaria y 2 en con­


306 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA. VENEZUELA

Aunque la lucha en tomo al obstinado compromiso de la direcci6n la guerra lleg6 a su fin, los li(
con las políticas colaboracionistas dictadas por el Comintem debilitaron brillante futuro electoral pan
al partido a lo largo de 1945, la victoria de junio sobre las compañías pe­ la coyuntura de fuerzas ecOI
troleras realz6 considerablemente el prestigio de los líderes sindicales -la creciente demanda de ¡;
comunistas en los campos. Aún más, la fuerza creciente del partido en el democráticas en Occidente, .'
movimiento obrero se vio complementada en la esfera política cuando, Roosevelt en Estados UnidO!
siguiendo una acci6n parlamentaria en septiembre, el gobierno de Medi­ sus socios capitalistas de la
na finalmente legaliz6 el partido el9 de octubre de 1945. Una semana políticos. Pero cuando sus rh
más tarde, dos dias antes del golpe de Acción Democrática, el Partido los campos petroleros y amen
Comunista de Venezuela efectu6 su primera manifestaci6n pública de petencia por dirigir las fuem
masas en la historia del pals. ción Democrática empezaron
El golpe de Acci6n Democrática y el ejército, el 18 de octubre de ala izquierda de su partido, I
1945, tuvo lugar, entonces, en momentos en que aumentaban la fuerza del movimiento obrero (93). (
organizativa de los obreros petroleros y el prestigio del Partido Comunis­ electoral del partido cuando
ta. Empero, existen buenas razones para creer que las motivaciones . rechazó un compromi'
blemo
principales de los conspiradores obedecian a una lógica interna venezo­ candidato presidencial, resp¡¡
lana solo indirectamente relacionada con la amenaza obrera que enfren­ munista, inaceptable para eU
taban las compañías petroleras internacionales y las preocupaciones an­ diocre desempeño en las elee(
ticomunistas del gobierno estadounidense al final de la guerra. Al igual de Acci6n Democrática Optarl
que los altos oficiales contra los que se rebelaron, los militares conspira­ crático-liberales y por sumar~
dores compartlan una antipatia· hacia el comunismo; sin embargo, pare­ Las circunstancias de su :
cen haber estado motivados primordialmente por aspiraciones políticas Democrática y comprometeril
personales y por intereses militares colectivos. Muchos de ellos también liberal de Venezuela. Tres añl
enfatizaron, al menos en sus negociaciones con los líderes de Acción por los mismos oficiales que h
Democrática, su vocaci6n democrática y reformista. poder, derrocaron el gobien
Los motivos de Acci6n Democrática eran más complejos. Su compro­ R6mulo Gallegos, y sometierl
miso con la reforma nacionalista y democrática habiasido atemperado . militar, una reminiscencia de 1
por un agudo sentido de la oportunidad política. Su irresistible deseo de años completos, los reformadc
poder, un deseo que uma a sus seguidores de la clase media, los llev6 po en el cual sentaron las bru
primero a abandonar su compromiso con el socialismo, proceso que ya se del impresionante edificio libe
había completado en 1940, y luego·acomprometer sus principios políti­
cos democráticos uniéndose a la conspiraci6n de 1945. Los líderes del
partido percibieron de manera correcta a los comunistas como sus princi­ FUNDAaONDEUNORDENUB~
pales rivales en la lucha por el control de las fuerzas populares que sur­
gieron en Venezuela a partir de 1935e. En los primeros años de la década El golpe del 18 de octubre de 1
de los cuarentas, la plataforma y las políticas de Acción Democrática ca venezolana. Su conocido an
encarnaban las aspiraciones nacional-reformistas de. las fuerzas popula", rancia inicial de muchos capit
res en una forma más fiel que la de sus adversarios. En consecuencia, la cepci6n de las que se hallaban
fuerza política del partido se extendi6 rápidamente entre los elementos
de la clase mediay su influencia en el movimiento obrero creci6. Cuando
98. Esta es una espeeuIación basada en u
soclalistas en el partido, en especial e
realidad de las escisiones sufridas P<I
tra.lnforme secreto sobre la situación polltiea interna dé Venezuela.1'raDk P. Corrigan al Se­ en los afios sesentas. EUner examina I
cretario de Estado, Caracas, febrero 21 de 1945, USNAIDS 831.00/2·2146. pp. 98-107.
rI'ORIA. VENEZUELA 807

acción la guerra llegó a su fin, los líderes de Acción Democrática vaticinaron un


litaron brillante futuro electoral para su partido. Se habían dado cuenta de cómo
las pe­ la coyuntura de fuerzas económicas, ideológicas y políticas mundiales "

iicales -la creciente demanda de petróleo, la influencia de fuerzas populares


1) en el democráticas en Occidente, y en particular dentro de la administración
lando, Roosevelt en Estados Unidos, y la rivalidad entre la Unión Soviética y
Medi­ sus socios capitalistas de la alianza bélica- favorecla sus prospectos
emana políticos. Pero cuando sus rivales comunistas reanudaron el combate en
'artido los campos petroleros y amenazaron con llevar a la esfera politica la com­
bde petencia por dirigir las fuerzas populares, los líderes moderados de Ac­
i ción Democrática empezaron a preocuparse por mantener la lealtad del
bre de ala izquierda de su partido, especialmente de los militantes en el seno
,fuerza del movimiento obrero (93). Con toda certeza se inquietaron por el futuro
rnunis­ electoral del partido cuando, en septiembre de 1945, el partido de go­
teiones bierno rechazó un compromiso con Acción Democrática y nombró un
renezo­ candidato presidencial, respaldado por el ahora legalizado Partido Co­
mfren­ munista, inaceptable para ellos. Enfrentados a la posibilidad de un me­
aes an­ diocre desempeño en las elecciones controladas por el gobierno, los jefes
digual de Acción Democrática optaron por comprometer sus principios demo­
llSpira­ crático-liberales y por sumarse a la conspiración militar.
.,. pare­ Las circunstancias de su ascenso al poder atormentarían· a Acción
olíticas Democrática y comprometerían. gravemente el curso de la democracia
ambién liberal de Venezuela. Tres años más tarde un golpe militar, encabezado
'Acción por los mismos oficiales que habían colocado a Acción Democrática en el
poder, derrocaron el gobierno· del presidente recientemente elegido,
Dmpro­ Rómulo Gallegos, y sometieron a Venezuela a diez años de dictadura
tperado militar, una reminiscencia de la era de GÓmez. No obstante, durante tres
!!SeO de años completos, los reformadores liberales estuvieron en el poder, tiem­
)s. llevó po en el cual sentaron las bases ideológicas, poJiticas e institucionales
le ya se del impresionante edificio liberal que terminarían de construir en 1958.
.políti­
tres del
!princi­ FUNDACION DE UN ORDEN LIBERAL
¡uesur­
'década El golpe del 18 de octubre de 1945 fue bien recibido parla opinión públi­
iJCl'ática ca venezolana. Su conocido anticomunismo le valió a los adecos la tole­
popula­ rancia inicial de muchos capitalistas. Las fuerzas populares, con la ex­
ncia, la cepción de las que se hallaban bajo la influencia del Partido Comunista, '.
iJllf.mtos
Cuando
93. Esta es una especulación basada en una apreciación de la fuerza perdurable de las tendencias
socialistas en el partido, en especial entre sus miembros obreros en los afios cuarentas, y en la
realidad de las escisiones sufridas por el partido en su competencia con el partido comunista
pul Se- en los a.6os sesentas. Ellner examina estos hechos en Loa partid. polítieoe (Véase la nota 48),
pp. 98-107.
308 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

respondieron con entusiasmo a la perspectiva de reformas democráticas. las compañias y exigiem


Tan pronto como la situación militar estuvo plenamente bajo control, te a los delegados Sindl
',.'. Rómulo Betancourt, nombrado jefe provisional de la junta de gobierno, petrolera. La demanda 1
actuó velozmente para consolidar el poder político. Y empezó con el es­ despidos. A instancias (
tratégico sector petrolero. empresas que buena P8I
De inmediato, BetaDcourt aseguró a los diplomáticos norteamerica­ jadores, "particularmel
nos y a los representantes de las compañias petroleras que la junta no aceptaron todas las dem
tema intenciones de nacionalizar la industria del petróleo o de modificar catos accedieron, pero SI
la legislación petrolera existente y las concesiones vigentes. Afirmó que tal como lo deseaban las
la junta solo estaba preocupada porque las regalías fueran calculadas bre de 1945 las empresru
honestamente y por evitar el conflicto entre el capital y el trabajo. La por cinco meses para la i:
capacidad y sinceridad de Betancourt impresionaron tanto a los funcio­ El aplazamiento de la
narios de las compañias como a los diplomáticos estadounidenses. Mu­ en el primer contratoc(
chos de quienes lo conocieron, infonnaba el embajador de Estados Uni­ petrolera dieron tiempo. E
dos, creian "que los intereses norteamericanos no teman nada más que solidar su control sobre
temer de él o de la junta que unas pocas concesiones relativamente me­ del Ministerio del TrabE
nores a los trabajad~s, de quienes su partido recibia buena parte del aquellas organizaciones
respaldo político". "El tiempo y la experiencia:', explicaba el embaja­ beneficios otorgados por
dor, habían cambiado las ideas económicas y políticas de Betancourt. bre, Acción Democrátia
"Del marxismo había pasado a un. concepto más moderado de economía otros se dedicó a elimina
democrática. Habia expresado hace unos pocos años la esperanza de que últimos se quejaban de (
la industria petrolera seria nacionalizada algún dla, ahora piensa que el midaban físicamente a 1
continente posee un destino común y se da cuenta de que el capital ex­ que en los campos don(
tranjero es necesario para desarrollar apropiadamente los recursos del favorecian-abiertamente
país, y que a dicho capital, además de seguridad, se le debe dar un mar­ ministrándoles incluso te
gen razonable de ganancias" (94). asuntos del sindicato (96)
A continuación, Acción Democrática se dedicó a consolidar su in­ Para cuando se efectt
fluencia en el proletariado del petróleo. El golpe había interrumpido la
segunda conferencia nacional de obreros petroleros. El objetivo de dicho
en marzo de 1946, los se,
gran mayoria de los sindi
evento era crear la confederación de industria que los sindicatos no ha­ presentaban a 42 sindical
bían podido fundar en 1943. Temerosa de la influencia comunista, Ac­ ron al evento. Concurrie
ción Democrática decidió posponer la conferencia hasta comienzos del como Jesús Faria, incluS(J
siguiente año. Entre tanto, Raúl Leoni, nombrado ministro del Trabajo nión. Pero su influencia El
por la junta, se reunió con líderes sindicales y funcionarios de las compa­ por la cadena de radioru
mas para discutir el asunto de ~ renovación del contrato de cinco meses Maracaibo, Raúl Leoni el
en la industria, que debia expirar en diciembre. En dichas discusiones, ca. Afirmó que un movim
los representantes sindicales aceptaron aplazar temporalmente sus tiva constituian el camino
demandas económicas y aceptar en cambio la continuación de la prima
diaria de dos bolívares que se pagaba durante la guerra. Sin embargo,
insistieron en el inmediato reconocimiento de los sindicatos por parte de 96. La cita es de Thomas Maleae
831.504112-1146.
96. Estas quejas fueron registrada
lelO enviaron a Lombardo Tole
94. Telegrama eonfidencial, Corrigan al Secretario de Estado, noviembre 1 de 1946, USNAlDS siguió una copia yla envi6 a ,
831.00/11-146. cas, agosto 7de 1946, USNAII
IEN LA HISTORIA VENEZUELA 309

s democráticas. las compamas y exigieron que éstas aceptaran pagar salarios y transpor­
te bajo control, te a los delegados sindicales que asistieran a la siguiente conferencia
¡til de gobierno, petrolera. La demanda más importante radicaba en la suspensión de los
~zó con el es- despidos. A instancias de Leoni -les recordó a los funcionarios de las
empresas que buena parte del apoyo de su partido provenia de los traba­
I norteamerica­ jadores, "particularmente los obreros petroleros" - las comparuas
que la junta no aceptaron todas las demandas, excepto congelar los·despidos. Los sindi­
:> o de modificar catos accedieron, pero se negaron a suscribir un contrato por tres años,
tes. Afirmó que tal como 10 deseaban las compamas. Bajo estos términos, al8 de diciem­
eran calculadas bre de 1945 las empresas y los sindicatos firmaron de nuevo un contrato
., el trabajo. La por cinco meses para la industria (95) .
lto a los funcio­ El aplazamiento de la conferencia y la amplia negociación que resultó
unidenses. Mu­ en el primer contrato colectivo completo en la historia de la industria
IleEstados Uni­ petrolera dieron tiempo a los dirigentes de Acción Democrática para con­
D nada más que solidar su control sobre los sindicatos del petróleo. Utilizando el poder
ativamente me­ del Ministerio del Trabajo para reconocer sindicatos y permitir solo a
buena parte del aquellas organizaciones legalizadas y a sus miembros participar de los
¡:aba el embaja­ beneficios otorgados por la ley laboral y el contrato petrolero de diciem­
,de Betancourt. bre, Acción Democrática pronto creó nuevos sindicatos y en muchos
~o de economía otros se dedicó a eliminar el control de los dirigentes comunistas. Estos
~nzadeque últimos se quejaban de que los partidarios de Acción Democrática inti­
• piensa que el midaban ftsicamente a los activistas sindicales comunistas. Sostenian
pe el capital ex­ que en los campos donde existían sindicatos paralelos las compa.ñ1as
kJs recursos del favoreclan abiertamente a los de Acción Democrática, en ocasiones su­
ebe dar un mar- ministrándoles incluso teléfonos, radios y camiones para ser usados en
asuntos del sindicato (96).
Dnsolidar su in­ Para cuando se efectuó la Segunda Conferencia Nacional Petrolera,
interrumpido la en marzo de 1946, los seguidores de Acción Democrática controlaban la
bjetivo de dicho gran mayoria de los sindicatos del ramo. Doscientos delegados, que re­
indicatos no ha- presentaban a42 sindicatos de empleados y obreros petroleros, asistie­
comunista, Ac­ ron al evento. Concurrieron varios delegados comunistas, y algunos,
a comienzos del como Jesús Farla, incluso ocuparon posiciones directivas durante la reu­
atro del Trabajo nión. Pero su influencia era limitada. En la sesión inaugural, difundida
pe de las compa­ por la cadena de radio nacional y retransmitida por Ondas del Lago en
~ de cinco meses Maracaibo, Raúl Leoni explicó la filosofta laboral de Acción Democráti­
bas discusiones, ca. Afirmó que un movimiento obrero organizado y la negociación colec­
poralmente sus tiva constituian el camino más seguro para lograr la cooperación entre el
¡:ión de la prima
a. Sin embargo,
ttos por parte de 96. La cita es de Thoma8 Maleady al Secretario de Estado, diciembre 11 de 1945, USNAlDS
831.504112-1145.
96. Eataa quejas fueron registradas en una CIIl'ta que lideres obreros oomuni8ta8 del sector petro­
lero enviaron a Lombardo Toledano el 26 de m.a.no de 1946. La embajada norteamericana con­
:1 de 1946, USNAlDS siguió una copia y la envió a Wasbington en agosto. Corrigan al Secretario de Estado, Cara­
cas, agosto 7 de 1946, USNAlDS 831.50418-746.
310 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

capital y el trabajo. La conferencia creó una poderosa confederación cil para las compañias evital
obrera para la industria del petróleo, la Federación Petrolera de Vene­ siones, los obreros aceptarol
zuela. Acción Democrática cedió a los comunistas dos de los nueve pues­ les no se podrian presentar 1
tos de su comité ejecutivo. No se admitirla el ingreso de sindicatos para­ El contrato colectivo de j
lelos a los que reconocla la federación y se estableció una comisión para los obreros petroleros. En j
fusionar los sindicatos paralelos en donde existieran. Pese a que algunos las demandas planteadas el
delegados comunistas se abstuvieron, la conferencia declaró su "más comunistas habían articulad
caluroso respaldo" al gobierno revolucionario y anunció que los obreros en el combate, fue bajo el lid
petroleros impedirlan •• el triunfo de cualquier movimiento contrarrevo­ se lograron. El contrato cole
lucionario que pretenda retrotraer a Venezuela a situaciones ya supera­ para las relaciones entre el (
das", Luego los delegados pasaron a formular las demandas económicas de Venezuela. Institucion.alli
que habian sido diferidas en los contratos a corto plazo de 1945. Pedian ción Democrática en las rela
importantes aumentos salariales; beneficios vacacionales más amplios; de la economía nacional. Le I

expansión de los servicios de educación, vivienda y atención médica para ral de pan y mantequilla al el
los obreros y sus familias; indemnización por despido, y privilegios adi­ ro venezolano.
cionales en los comisariatos (97). En su balance de las inici
Luego de dificiles negociaciones con las compañías, durante las cua­ ministro del Trabajo Leoni dE
les los dirigentes sindicales locales de Acción Democrática y los activis­ en la industria petrolera com4
tas comunistas ejercieron considerable presión sobre los jefes nacionales que de Acción Democrática s
de la federación y mantuvieron viva la posibilidad de ir a la huelga, se to habia mejorado la situaciÓl
logró un acuerdo el31 de mayo, formalmente suscrito el 14 de junio de ficar con anticipación (99). El
1946. En virtud de éste, la prima de los tiempos de guerra entraba a for­ Acción Democrática sobre lo
mar parte del salario regular de los trabajadores. Los obreros recibieron premisa de que los intereses
un aumento adicional de dos bolivares y los empleados un incremento por naturaleza. Las friccion~
salarial del5 al 15 %. Los obreros obtuvieron una paga de 66 horas por 48 cÍrse por medio de la organiz!
de trabajo, dos semanas de vacaciones remuneradas, primas por trabajo tor y por una negociación cole
extra nocturno, pago por horas extras y remuneración por enfermedad. gobierno de Acción Democrá
El acuerdo estableció el principio de salario igual para las mujeres y promovía la organización obr
otorgó a los obreros un cubrimiento hospitalario más amplio. Las dos por el Estado con el propbsit<:
compamas petroleras más grandes prometieron poner en marcha un que contribuyan al mantenimi
plan de jubilación en el término de un año. Los sindicatos no consiguie­ mejoria de la situación econóIl
ron un cese inmediato de los despidos, pero si derechos explicitos sobre nimiento de la paz industrial a
indemnizaciones sustanciales por despido, estipulados en la legislación mica de Venezuela (lOO).
laboral. Además, lograron beneficios de vivienda para todas ~ perso­ Lo que Leoni queria decir
nas dependientes y alojamiento gratuito por un mes en caso de despidos contrato petrolero de 1946 pE
y por quince dias en caso de retiro voluntario. Las compañías accedieron ción" se revela en detalle en ]
a pagar una subvención diaria para cubrir el tiempo perdido en trasla­ las obligaciones contractuales
dos, asi como los gastos de viaje implicitos en dichos traslados. También
aceptaron ampliar la variedad de articulos baratos en los comisariatos y
vender a los trabajadores herramientas a precio de costo. Por último, el
98. Los detalles del contrato que tiene
acuerdo regulaba el trabajo por subcontrato de modo que hacia más difi­ maritimoe del petróleo se han omitiA
troIeroe.•• , reproduce el contrato, PI
El País, mayo 16 hasta al de 194ft
97. La cita es de El País, abrD .. de 1946, p. 1. Este diario de Acei6n Democrática dio un amplio 99. Ministerio de Tra~o, Memoria. 1&
cubrimiento a la conferencia. 100. El País, ablÜ JI de 1946, p. 2.
lA HISTORIA VENEZUELA 311

!federaci6n cil para las compañias evitar la sindicalizaci6n. A cambio de estas conce­
.de Vene­ siones, los obreros aceptaron un contrato por 18 meses, durante los cua­
ueve pues­ les no se podrían presentar nuevas peticiones (98).
catos para­ El contrato colectivo de junio de 1946 coron6 una década de lucha de
pisi6n para los obreros petroleros. En él los trabajadores finalmente consiguieron
~e algunos las demandas planteadas en la huelga de 1936. Pero mientras que los
b su "más comunistas habian articulado dichas demandas y dirigido a los obreros
los obreros en el combate, fue bajo el liderazgo de Acci6n Democrática que aquéllas "1

IRltrarrevo­ se lograron. El contrato colectivo de 1946 sentó un precedente duradero


,ya supera­ para las relaciones entre el capital y el trabajo en la industria petrolera
i!COnómicas de Venezuela. Institucionaliz6la filosofia liberal y corporativista de Ac­
145. Pedian ci6n Democrática en las relaciones laborales del sector más importante
ls amplios; de la economía nacional. Le demostr6 las ventajas del sindicalismo libe­
nédicapara ral de pan y mantequilla al elemento más poderoso del movimiento obre­
üegios adi­ ro venezolano.
En su balance de las iniciativas laborales de Acci6n Democrática, el
pte las cua­
ministro del Trabajo Leoni destac6 al finalizar el año el contrato colectivo
los activis­
en la industria petrolera como un ejemplo de lo que podía lograr el enfo­
, nacionales
que de Acci6n Democrática sobre las relaciones laborales. Dicho contra­
¡,~elga, se
to habia mejorado la situaci6n de los obreros y permitido al capital plani­
de junio de
ficar con anticipaci6n (OO). El contrato confirmaba las ideas filos6ficas de
traba a for­
Acci6n Democrática sobre los asuntos laborales, que se basaban en la
a recibieron
premisa de que los intereses del capital y el trabajo no eran antag6nicos
;incremento
por naturaleza. Las fricciones entre empresarios y obreros podían redu­
~oraspor48 cirse por medio de la organizaci6n centralizada y jerárquica de cada sec­
por trabajo tor y por una negociaci6n colectiva en que mediara un Estado neutral. El
mermedad. gobierno de Acci6n Democrática, habia escrito Leoni con anterioridad,
~ mujeres y promovía la organizaci6n obrera y la negociaci6n colectiva supervisada
Ba. Las dos por el Estado con el prop6sito de •• hallar soluciones equitativas y justas
'marcha un que contribuyan al mantenimiento de una paz social firme y estable". La
1): consiguie­ mejorla de la situaci6n econ6mica de los obreros, proseguia, y el mante­
licitos sobre nimiento de la paz industrial asegurarlan la continua prosperidad econó­
llegislaci6n mica de Venezuela (lOO).
iS las perso­ Lo que Leoni quería decir con esta afirmaci6n enigmática de que el
de despidos contrato petrolero de 1946 permitia ..al capital planificar con anticipa­
taccedieron ción" se revela en detalle en la Cláusula 24 del acuerdo, que especifica
lo en trasla­ las obligaciones contractuales de los trabajadores con el capital.
os. también
rnisariatos y
pr último, el 98. Los detalles del contrato que tienen que ver con las condicionelJ especiales de los obreros
da más difi­ maritbnos del petróleo se han omitido en el resumen. Tennassee, Veaezaela, ... obreros pe­
troIel'G& .., reproduce el contrato, pp. 290-301. Informes sobre las negociaciones aparecen en
ElPUs, mayo 16 hasia 31 de 1946.
=- dio un amplio 99. Ministerio de Trabajo, Memoria, 1946, pp. v 1 vii.
100. El PUs, abril 2 de 1946, p. 2.
812 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

"La Federación Sindical de Trabajadores Petroleros de Venezuela y sus sindicatos La sociedad· venezolana,
declaran su apoyo al principio de que cada jornal corresponde a un dia de trabajo exportadora, se adaptó a la ló
efectivo y, por tanto, se comprometen, como lo han venido haciendo, por todos los vismo liberal y del sindicaJis:¡
medios a su disposición, cQn el propósito de asegurar que sus afiliados cumplan con
todas las obUgacicínes prescritas por la ley y las regulaciones que rigen su ejecución, mente que las otras sociedadl
con los reglamentos internos fijados por las compaiUas, de acuerdo con la ley, en sus' tudían en este libro. Tal como
empresas y establecimientos, y con los contrates colectivos de trabajo. 1946 creó el patrón no solo
guientes en la industria del PE
El lenguaje de esta cláusula muestra exp1icitamente, en su lógica relaciones industriales del paj
capitalista, la clase de sindicalismo contenida en la ley laboral ypractica­ vo contrato la industria del pe
da por los corporativistas liberales en Venezuela y en todo el mundo occi­ excedente creado financió nUE
dental en la posguerra. A cambio del reconocimiento legal ante los em­ mitió un espectacular aumen'"
pleadores y el Estado, los sindicatos asumieron la t&.reade disciplinar la cías de las empresas. Los ingr
fuerza de trabajo, que correspondia a los empresarios; a Cámbio de be­ ron por cuatro entre 1945 y 11
neficios materiales, los obreros sindicalizadoscedieron a los patronos el las ganancias de las compañú
control de las normas de trabajo. Estas concesiones duales permitieron a vares solo entre 1947 y 1948.
los capitalistas aumentar la productividad incesantemente mediante la debió a un aumento de 25 % e
mecanización y la aceleración, lo cual significó un incremento en la tasa ras del pats y a la duplicación
de ganancia para las empresas y algunos beneficios materiales para los 1945 y 1948 (103).
obreros organizados. La bonanza petrolera Cre61
Como se discutió en el Capitulo 1, la institucionalización de estos mas liberales de Acción Demo
principios en la legislación y la práctica laborales definió, en el periodo mitilique el partido usara el J)(
de posguerra, una nueva etapa en la historia moderna del movimiento. laborales corporativistas y lib
obrero. En las sociedades capitalistas avanzadas, los grandes temas so­ organizado. Los obreros petral
ciales de nuestro tiempo giran alrededor de este compromiso entre los cios materiales y sociales pan
obreros organizados y el capital. El compromiso dividió la fuerZa de tra­ media. Financió programas d4
bajo entre una minoría organizada y una mayoria no organizada, fomen­ mitieron al gobierno invertir I

tbla burocratización de los sindicatos y estimuló el conservadurismo po­ crédito barato hacia los capital
1itico y social de la clase obrera organizada. Sus términos implicaban la medidas, examinadas en deu
progresiva deshumanización del proceso de trabajo, la creciente aliena­ popular de Acción Democrátia
ción de los obreros y la aparición de un culto compensatorio al placer y el la democratización que las fuE
consumismo individual. Finalmente, estimuló la gran expansión de las giendo desde 1936. Tan prontc:
corporaciones multinacionales manufactureras hacia sOciedades con do su poder, amplió y aseguró
bajos niveles salariales y de sindicalización en el mundo subdesarrolla­ gio universal y efectuó elec;ci(
do (101). Constituyente, la Presidencia .
Acción Democrática obtuvier~
elecciones. Una Constitucibn 1
101. Como se indicó en el capitulo primero, las implicaciones filosóficas de la pérdida del control promulgada. La popularidad d4
obrero sobre la forma como se concibe y ejecuta el trabajo se muestra en la obra cumbre de
Harry Braverman. Trabajo '1 capital monopoUata, México. 1975. La percepción de la impor­
tancia de las luchas obreras por el control deDtro del proceso productivo (al contrario de la Postwar Eras and the Conditions fo:
concepción marxista clásica de su lucha por el control aobre loe medioe de producción) ha American Historica.l Review 86:2, ah
fomentado una notable revaluación de la historia del movimiento obrero norteamericano. Los el papel disciplinario de los sinc:IicaUI
estudios del caso son desarrollados por David Montgomery, Worken' Coatrol iD America, pea reciente en "The Labor Movem
Cambridge. Inglaterra. 1979; un intento de smtesis es James R.Oreen, TheWorld 01 tbe nuel Wallerstein led.). Labor iD . , ,
Worken, New York, 1980. Charles Maier ha explorado la pollUca de la doctrina de la produc­ 102. Esta es la tesis desarrollado por Luce
tividad en la reconstrucción de la sociedad capitalista en la Europa de la pOSguerra, "Two lOS. Husan, EcoIlOlDic Growib.•.• Tablas
'tAHISTORIA VENEZUELA 313

íu.e. sindicatos La sociedad venezolana, moldeada por su extraordinaria eeonomia


Ha de trabajo exportadora, se adaptó a la lógica de lu poJiticas laborales.del corporati­
¡por todos los vismo liberal y del sindicalismo economicista más rápida y permanente­
,~1ancon mente que las otras sociedades capitalistas subdesarrolladas que se es­
,'Su·ejecución,
éla tey, en sus' tudian en este libro. Tal como lo esperaba Leoni, el acuerdo petrolero de
1946 creó el patrón no solo para todos los contratos colectivos subsi­
guientes en la industria del petróleo, sino para el col\iunto del sistema de
lDSU lógica
relaciones industriales del país entero en la posguerra (.102). Bl\io el nue­
fypractica­ vo contrato la industria del petróleo continuó su fenomenal expansión. El
excede,nte creado financió nuevos beneficios para los trabl\iadores y per­
Inundo occi­
mitió un espectacular aumento de los ingresos del gobierno y las ganan­
mte los em­ cias de las empresas. Los ingresos petroleros del gobierno se multiplica­
liseiplinar la
ron por cuatro entre 1945 y 1948, de 282 a 1.108 millones de boJivares;
mbio de be­
las ganancias de las compañías pasaron de 645 a 1.060 millones de boJi­
i patronos el vares solo entre 1947 y 1948. La mayor parte de estos incrementos se
~nnitieron a
debió a un aumento'de 25 % en el volumen de las exportaciones petrole­
mediante la
ras del país y a la duplicación de los precios mundiales del crudo entre
toen la tasa
1945 y 1948 (103).
~les para los
La bonanza petrolera creó un ambiente muy favorable para las refor­
mas liberales de Acción Democrática. El flujo de ingresos petroleros per­
loo de estos mitiliqu~ el partido usara el poder del Estado para extender sus poJiticas
In el periodo
laborales corporativistas y liberales al col\iunto del movimiento obrer()
'movimiento.
organizado. Los obreros petroleros financiaron toda una serie de benefi­
es temas so­ cios materiales y. sociales para la clase obrera no organizada y la clue
lso entre los
media. Financió programas de desarrollo económico nacional, que per­
~erza de tra­
tada, fomen­ mitieron al gobierno invertir en infraestructura económica y canalizar
ldurismo po­ crédito barato hacia los capitalistas agricolas e industriales. Todas estas
mplicaban la medidas, examinadas en detalle más adelante, reforzaron la imagen
lente aliena­ popular de Acción Democrática como el partido llamado a hacer realidad
Id placer y el la democratización que las fuerzas populares de Venezuela venian exi­
Insión de las giendo desde 1936. Tan pronto como el nuevo gobierno hubo consolida­
iedades con do su poder, amplió y aseguró las libertades civiles, estableció el sufra­
lbdesarrolla­ gio universal y efectuó elecciones libres para una Asamblea Nacional
Constituyente, la Presidencia y un nuevo Conpeso. Los candidatos de
Acción Democrática obtuvieron una aplastante victoria en todas· estas
elecciones. Una Constitución nueva y más democrática fue redactada y
promulgada. La popularidad del gobierno y la expansión económica que
mtida del control
~ obra cumbre de
ICÍÓn de la impor­
la! contrario de la POBtwar Eras and the Conditions for Stability in Twentieth-Centwy Westem Europe", en
le producción) ha American HiBtorieal. Review86:2, abril de 1961, pp. 327-862, y Giovanni Arrighi ha evaluado
Mamerieano. Los el papel disciplinario de los sindicatos ligados a los partidos de izquierda en la historia euro­
.vol in Americe, pea reciente en "Tbe Labor Movement in Twentieth-Centuly Westem Europe" , en Imma­
".World of the nuel Wallerstein led.), Labor in the World SocIal Stneta.re,Beverly Hills, 1988.
ri.Da de la produc­ 102. Esta es la tesis desarrollado por Lucana en El mOVimiemo obrero ,,,, relacione.laborale•...
.po.guerra, "Two 103. Hassan, Eeonomic Growib. .., Tablas 2,2 y 2.3, pp. 13 Y16•
314 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA
sus poJiticas ayudaron a promover colocaron a las fuerzas .reaccionarias a Expandió los servicios de em
la defensiva a partir de 1945. Hasta 1948, éstas toleraron las reformas mas de ~uerzos escolares y
poJiticas, sociales y económicas progresistas del nuevo régimen.
En el frente laboral, Acción Democrática complementó sus planes Finalmente, el gobierno ut
relacionados con el proletariado petrolero actuando con rapidez para for­ el desarrollo económico nadCl
talecer su influencia sobre la clase obrera en su conjunto. Solo entre el 18 industrial y se unió con Colom
de octubre de 1945 y el 15 de diciembre de 1946, el número de sindicatos regional. Su iniciatiya más im]
reconocidos legalmente pasó de 215 a 757, mientras que las federaciones Fomento, organizada en 1947.
obreras lo hicieron de Oa 13. El gobierno mostró un marcado interés por gastos del gobierno, la Corpo
organizar a los trabajadores rurales. De los 757 sindicatos legales que capitalistas privados. Invirtió
existian al final de 1946, 264 eran organizaciones agrarias. Durante su pero sus iniciativas fueron es]
permanencia en el gobierno, Acción Democrática se movió con cautela industrias de textiles, constru(
en tomo al problema de la reforma agraria. Empero, cedió tierras públi­ buyó al crecimiento de más d
cas a los trabajadores rurales organizados, fomentó las cooperativas industrial venezolana entre U
agrícolas y fijó normas· legales para la parcelación, previa compensación, Por supuesto, la integridad
de las grandes haciendas inadecuadamente explotadas. El peso de las Democrática dependía de la el
ligas y sindicatos campesinos ayudó a compensar la fuerza de los sindi­ sofia laboral se basaba en dicb
catos industriales, en especial los petroleros, en el movimiento obrero y desarrollo lo exigían. Una vez,
en la central obrera nacional, la Confederación de Trabajadores Venezo­ crática dejaron intacta la legi
lanos, creada en 1947. con la bendición del gobierno. La influencia de sacar adelante su tradicional p
Acción Democrática sobre las organizaCiones laborales agrarias que ha­ aumentar los vitales ingresos
bia fundado era, y ha sido, prácticamente indisputada por parte de la programa. Los representantes I
izquierda marxista. Sin embargo, dentro de las organizaciones industria­ a varios aspectos de la legislac
les y petrolera.s, los comunistas siguieron siendo una minorla ruidosa e de Medina en 1943. SostelÚan,
influyente. Con el control de un movimiento obrero en expansión, el go­ men, que el aumento de los in¡
bierno amplió los beneficios de la legislación laboral nacional, ofreció o equilibrio entre las ganancias d
impuso la mediación del Estado en las disputas con el capital y promovió sos del gobierno. Afirmaban (
su filosofia laboralliberal-corporativista. Parcialmente como resultado mientos ilegales del pasado, ~
de estas iniciativas, los salarios reales se elevaron de manera espectacu­ enormes concesiones otorgada
lar en 31 % en 1946 y en 5% en 1947. Entre tanto, el gobierno esgrimió aprobada la legislación. Una ve:
los decretos ejecutivos y el arbitraje obligatorio para reducir drástica­ tó en 1946 un impuesto extraorc
mente el número y la importancia de las huelgas (104). la düerencia entre los ingresos
Los crecientes ingresos petroletos permitieron al gobierno comple­ compañías. El gobierno tamb~
mentar sus medidas laborales extendiendo los servicios sociales y mejo­ con el argumento de que las 81'1
rando el poder de compra de los consumidores obreros y de clase media. de las empresas eran más que I
Subsidió los precios de los alimentos, disminuyó los arriendos y las tari­ la industria, y multiplicó los Íl
fas de electricidad y redujo el precio interno de la gasolina y el querose­ impuesto a la renta decretada 1
neo Dio comienzo a proyectos de vivienda popular y amplió el cubrimien­ compañías exigiéndoles una pa:
to del seguro social a los empleados públicos y a otros trabajadores. da legalmente establecida por
sido invocada. De esta manera E
do de la pos~erra para vendel
104. La información de éste y los siguientes párrafos es tomada de Betanoourt, VeDeftela, políti­ por encima del que fijaban ofjj
ca y petróleo••• , el cual provee un recuento pormenorizado de las iniciativas del nuevo go­
bierno, y de Ellner, Los partidos poIítleoe¡ el cual SUDlÍJÚBil'a un análisis sucinto de las ten­ gobierno estimuló activamente
dencias económicas y laborales durante el trienio de Acción Democrática.
VENEZUELA 315

~a Expandió los serVicios de educación y atención médica e inició progra­


~ mas de almuerzos escolares y guarderlas para las muj.erestrab~adoras.
t Finalmente, el gobierno utilizó los ingresos petroleros para estimular
mes
el desarrollo económico nacional. Creó bancos de desarrollo agricola e
ffor­ industrial y se unió con Colombia en la promoción de una flota mercante
~118 regional. Su iniciativa más importante fue la Corporación Venezolana dé
~tos Fomento, organizada en 1947. Con un tope presupuesta} del 10 % de los.
~nes gastos del gobierno, la Corporación otorgó créditos más que todo a los
!por capitalistas privados. Invirtió en programas agricolasr de irrigación,
¡que pero sus iniciativas fueron especialmente exitosas en el fomento de las
le su
industrias de textiles, construcción y fertilizantes. La Corporación contri­
ltela buyó al crecimiento de más del 250% en el volumen de la producción
~bli­
industrial venezolana entre 1944 y 1.948.
t;ivas
eión, Por supuesto, la integridad de todo el programa reformista·de Acción
~las Democrática depend!a de la expansión de la industria petrolera.. Su· fijo­
indi­ sofía laboral se basaba en dicha premisa y sus programas sociales y de
~ro y desarrollo lo exigían. Una vez en el poder, los lideres de Acción Demo­
IleZo­ crática dejaron intacta la legislación petrolera vigente. Pero lograron
la de sacar adelante. su tradicional posición nacionalista frente a la industria y
e 'ha- aumentar los vitales· ingresos petroleros sobre los que descansaba su
pe la programa. Los representantes de Acción Democrática se habían opuesto
$tria­ a varios aspectos de·la legislación petrolera promulgada por el gobierno
osa e de Medina en 1943. Sostenían, al contrario de las predicciones del régi­
~l go­ men, que el aumento de los ingresos estipulado en. la ley. no lograrla el
~ció o equilibrio entre las ganancias de las compañias petroleras y .los reembol­
novió sos del gobierno. Afirmaban que de hecho la ley ~ba procedi­
~tado mientos ilegales del pasado, y criticaron violentamente las nuevas y
~tacu­ enormes concesiones otorgadas alas compañias tan pronto como fue
nnnó aprobada la legislación. Una vez en el poder, Acción Democrática decre~
tben 1946 un impuesto extraordinario sobre la industria para compensar
stica-
la diferencia entre los ingresos gubernamentales y las ganancias de las
lllple­ compañias. El gobierno también suspendió la· entrega de concesiones
mejo­ con el argumento de que las grandes reservas que ya estaban en poder
ledia. de las empresas eran más que adecuadas para una mayor expansión de
8 tari­ la industria, y multiplicó los ingresos petroleros subiendo la tasa del
l1'ose­ impuesto a la renta decretada por Medina. Y en 1947 sorprendió a las
mien­ compañias exigiéndoles UDaparte de las regallas-en especie, una medi­
lores. da legalmente establecida por la ley petrolera, pero que nunca habia
sido invocada. De esta manera el gobierno aprovechó la demanda de cru­
do de la posguerra para vender o intercambiar petróleo a precios muy
.. poIiti· por encima· del que fijaban nficialmente las compañias. Por último, el
¡evo go­ gobierno estimuló activamente a las empresas para que construyeran
las ten­
816 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

refinerlas en Venezuela, poJitica que habia sido emprendida por la admi.. los llevó a retirarse de la fed
nistración de Medina U05). junio de 1948, a lanzar a la m
Ninguna de estas poJiticas le granjeb simpatias a Acción Democrática timo de petróleo. Aunque la
entre las compañías petroleras; todas ponian en peligro la tradicional rápidamente quebrada por j
posición y las prerrogativas de tales empresas. Sin embargo, fueron ~s justificó su accibn con la m
poJiticas laborales. -del gobierno las que en 1948 crearon la amenaza ID­ babia empleado para acabar
mediata más grave para las ganancias de las compañia•. Mientras conti­ servadores en el seno de las
nuó la bonanza de la posguerra, los empresarios toleraron el nacionalis­ concesiones hechas a los obr
mo moderad() del gobierno y cooperaron con sus iniciativas encaminadas Democrática no habían podid
a eliminar la influencia marxista en el proletariado petrolero e institucio­ No obstante, fue el final
nalizar su filosofta sindical en la industria. En un cuidadoso estudio acer­ más contribuyó a socavar las .
ca de las poHdcas laborales de este periodo, Steve Ellner ha mostrado Democrática ya poner en pe
cómo el liderazgo progresista de la mayor compañia petrolera deVene­ del petróleo. Hacia fines de
zuela la subsidiaria de Jersey Standard, Creole, llevó a la industria a babia equilibrado con la del
acep~r las concesiones que desembocaron en el histórico contrato colec­ habia aumentado de 148 mi&
tivo de 1946. El autor revela cómo a partir de 1945 las empresas actuaron nes en 1948, disminuyó a 482
con rapidez para complementar las iDÍciativas laborales de Acción De­ crudo pesado de Venezuela S4
mocrática con poJiticas propias a fin deeontrarrestar el prestigio de los viembre de 1948. Mas paraju
dirigentes sindicales marxistas. Ampliaron los beneficios para los obre­ tad, a US$1.15 por barril. Duro
ros trataron de mejorar los procedimientos de quejas, colocaron a más sentaban para el futuro del PE
ve~ezolanos en puestos administrativos y actuaron de manera discrimi­ crática en un mercado mundU
natoria en contra de los sindica.tos comunistas y en favor de los de Acción mente en Jos periódicos nacior
Democrática. Pero aun durante las.neg'?Ciaciones contractuales de 1945, ron en Venezuela el temor de
los funcionarios progresistas de las compañias petroleras se enfrentaron fines de 1948, la perspectiva ~
a una inflexible oposición interna. Los estimativos de los costos que las contundente dicho argumento
concesiones laborales significaron para las compañias oscilaron entre los eran presentadas no solo com
40 y los 110 millones de boJivares al año, un incremento del 35 al 50 % en de Venezuela en la produccilm
la nómina empresarial (106). En eLcontratocolectivo de febrero de 1948, aumento de las tasas salariales
el alcance de todas estas concesiones -salarios, atencibnmédica, vi­ desestimulado al capital foráru
vienda, vacaciones y prerrogativas para los dirigentes sindicales-,-se descubiertos· recientemente. (
amplió una vez más. A cambio,las compañias consiguieron un contrato producción (y a la pobre posÍCJ
por tres años y, como afirmó el embajador de Estados Unidos, sin dete­ dustria venezolanas (108).
rioro de las "prerrogativas empresariales~'. Sin embargo, la magnitud La expansión de los tiemp4
de las concesiones a los trabajadores no impidió que la minoda comunis­ infundido por el gobierno de !
ta denunciara la duración sin precedentes del contrato. Su descontento concesiones a partir de 1943 ce::
incremento de la fuerza de trab
SODaS empleadas en la industJ
105. Lieuwen. PetroIeum. ..• pp. 108-10. El inftuyente ministm~e ~tr6léos de Acción Democráti­ 55.170. Elfinaldel auge petrole
ca. Juan Pablo Pérez Alonzo, sostuvo después que su princlpsllegisblción petrolera. promul­
gada bajo el régimen de Medina ,fue redactada con la cooperación de las compañias petrole­ fase exploratoria y de construce
ras. Estas aceptaron el aumenta de los impuestos a fin de regularizar y ampliar considerable­ nes de 1943 dejaron a las comp
mente las legahnente sospechosas concesiones otorgadas bajo Gómez y abrir la posibilidad trabajo que excedia considera]
de las grandes concesiones que Medina habia entregado de hecho. P/Ull un detalladQ examen
véase Frank1in Tugwell, Tbe Poliüc& ofOil in VuezueJa, Stanford, 1975, pp. 43-44. 107. La cita es de Donnelly al Secretario
106. Estos estimativos, publicados en WorId Petroleum y en Tbe New York 1lmes, aparecen en 1948, USNAlDS 831.504/2-1348.
Betancourt, Venezuela. poIftiea y petroleo..• , p. 338. lOS. Lieuwen, PetroIeum. .., pp. 110-12 11
,ooRIA VENEZUELA 817

~admi.. los llevó a retirarse de la federación nacional de obreros petroleros y, en


junio de 1948, a lanzar a la huelga a los trabajadores del transporte mari­
trática timo de petróleo. Aunque la huelga fue desaprobada por la federación y
~onal rápidamente quebrada por el presidente Gallegos (irónicamente, éste
ron las justificó su acción con la misma autoridad legal que López Contreras
azain­ babia empleado para acabar con la huelga de 1936), los elementos con­
.conti­ servadores en el seno de las empresas argumentaron que las "Costosas
lOnalis­ concesiones hechas a los obreros petroleros y a los sindicatos de Acción
pnadas Democrática no hablan podido asegurar la paz industrial (107).
titucio­ No obstante, fue el final del auge petrolero de la posguerra lo que
joacer­ más contribuyó a socavar las políticas petroleras nacionalistas de Acción
tl8trado Democrática ya poner en peligro sus politicas laborales .en la industria
~Vene­ del petróleo. Hacia fines de 1948, la producción mundial de crudo se
~stria a babía equilibrado con la demanda. La producción de Venezuela, que
o colee­ babía aumentado de 148 millones de barriles diarios en 1942 a 490 millo­
ctuaron nes en 1948, disminuyó a 482 millones en 1949. El precio promedio del
jón De­ crudo pesado de Venezuela se mantuvo en U8$2.60 por barril basta no­
Ode los viembrede 1948. Mas para junio de 1949 habia caldo a ménos de la mi­
DSobre­ tad, a U8$1.15 por barril. Durante 1948, la supuesta amenaza que repre­
Ita más sentaban para el futuro del pals las políticas petroleras de Acción Demo­
liecrimi­ crática en un mercado mundial saturado empezó a ser discutida amplia­
¡,·Aeción mente en los periódicos nacionales. Desde 1947, las compañías fomenta­
de 1945, ron en Venezuela el temor de la competencia del Medio Oriente y, para
~ntaron fines de 1948, la perspectiva de una sobreproducción mundial hizo más
~que las contundente dicho argumento. Las conquistas de Jos obreros petroleros
lBlirelos eran presentadas no solo como un peligro para la posición competitiva
fM}% en de Venezuela en la producción mundial, sino también como la causa del
de 1948, aumento de las tasas salariales. Sedecia que los c.ostos laborales hablan
rdica, vi­ desestimulado al capital foráneo para desarrollar los depósitos de hierro
des-se descubiertos recientemente. Contribuían asimismo al alto costo de la
!'GOntrato producción (y a la pobre posición competitiva) de la agricultura y la in­
sindete­ dustria venezolanas il 08).
uagnitud La expansión de los tiempos de guerra y dé posguerra y el aliento
~unis­ infundido por el gobierno de Medina ala ~Otación de las más ricas
JCOntento concesiones a partir de 1943 condujeron, <;ómo hemos visto, a un rápido
incremento de la fuerza de trabajo petrolera. En 1938, había 22.496 per­
sonas empleadas en la industria; para 1948 esta cifra habia subido a
• Democráti­ 55.170. El final del auge petrolero de la posguerra y la terminación de la
tira. promul­ fase exploratoria y de construcción, intensiva en trabajo, en lasconcesio­
~petrole­
:oosiderable­ nes de 1943 dejaron a las compañías, a fines de 1948, con una fuerza de
a posibilidad trabajo que excedía considerablemente sus necesidades proyectadas,
ll4do examen
M, 107. La cita es de Donnellyal Secretario de Estado. telegrama No. 121. Caracas, febrero 10 de
ipareeen en 1948. USNAlDS 831.504/2-1348.
108. Lieuwen, ..etroleum. ..• pp. 110-12 Y 121; Ellner, Loe parfiidoa poWco&, pp.. 116-17.
318 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

pero que era dificil y costoso licenciar. Desde 1936 las empresas habían CONTORNOS DE LA mSTORlA e
resistido los intentos de los sindicatos y el gobierno por limitar su capaci­
dad de ¡Qustar su fuerza laboral de acuerdo con las condiciones del mer­ Los oficiales. del ejército qUE
cado. Mantuvieron este derecho absoluto hasta cuando a comienzos de elegido de Rómulo Gallegos
1936 la legislación amenazó con hacer demasiado costosa dicha actitud. pmspor casi una década anuJ
Las compañías obtuvieron una victoria legal en 1938 cuando la Corte política de Acción Democrátil
Suprema de Venezuela interpretó la ley laboral de 1936 de un modo que tas fueron sustituidas por w
limitaba las obligaciones financieras de las empresas para con los obre­ puestos sobre la industria y 1
ros despedidos. Sin embargo,en los contratos colectivos de 1946 y 1948, la corrupción generalizada dí
las compañías fueron obligadas a asumir costosas obligaciones con los tos al gobierno y dispues~ a
trab¡Qadores despedidos. Aún más, dados los vínculos politicos existen­ todas las demás, fueron aniq
tes entre el gobierno y la federación de obreros petroleros, y la existen­ fueron ilegalizados, y la pre
cia de una minoría combativa en los campos que constantemente cues­ 1948 miles de activistas sindic
tionaba la buena fe y la efectividad de las organizaciones sindicales de crática y del Partido Comunis
Acción Democrática, resulta dudoso que el gobierno o la federación hu­ tados o confinados en siniest¡
bieran tolerado politicamente los despidos masivos. Aparte de estas énfo.sis en los programas socu
especulaciones, lo que sí es cierto es que después de la caída del gobier­ mico estatal, características '
no de Acción Democrática, en noviembre de 1948, las compaiUas petr~ remplazado por un compromi
leras despidieron a millares de trab¡Qadores. En 1949, casi 10 mil em­ doxas de mediados del siglo'
pleados, prácticamente todos ellos obreros, fueron privados de sus tra­ blicas gigantescas, ya menuc
b¡Qos y los despidos continuaron a un ritmo menor en 1950 (Véase el privados que tenían lazos per:
Gráfico 4.1). der en el seno de la junta milit
Cuando la amenaza contra el gobierno de Acción Democrática au­ nel Marco.s Pérez Jiménez, qt
mentó y los rumores de un inminente golpe se generalizaron, los lideres los gomeClstas, ,utilizó el contr
sindicales solicitaronarntas a los jefes del partido y elaboraron planes tuna personal. El régimen m
para una huelga general que diera al traste con los propósitos de los mili­ venezolano a partir de 1948 e
tares. No obstante, dichas solicitudes cayeron en oidos sordos y los pla­ nientes, capitalistas y militan
nes para una huelga general nunca recibieron el visto bueno de los altos compañias petroleras, otros ir
jerarcas del partido. Fieles a su compromiso liberal-corporativista de la Estados Unidos.
armonía de clases, los lideres de Acción Democrática depositaron sus El eclipse de las fuerzas POI
esperanzas de sobrevivencia en los elementos leales del ejército. Cuando sin embargo, temporal. La luc
se dio el golpe, la protesta en los campos petroleros fue aislada y fáeil­ unificó en los años cincuentas
mente reprimida por el nuevo régimen. A comienzos de febrero de 1949, años treintas. En el término dE
mes y medio después del golpe, los dirigéntes sindicales de Acción retiraron a los militares del po(
Democrática convocaron a una huelga general para protestar contra la ~em~rática que por vez prlm4
marcha de los acontecimientos nacionales. El movimiento fue mal orga­ IZqUIerda se vio dividida por e
nizado, poco acatado y prontamente aplastado por la fuerza militar. Los cio~les divergentes, y de nue\
funcionarios del gobierno reaccionaron frente a·la huelga disolviendo to­ sus rivales marxistas en la luc:
dos los sindicatos de Acción Democrática en el pals. Más tarde le dijeron clase media de Venezuela. Pud
al embajador norteamericano que se' h~b1an sorprendido·· de la debilidad antes, aprovechando 1a enorme
de dichas organizaciones y de la docilidad con la cuaBa mayoría de' los
obreros petroleros habían aceptado el nuevo orden político (109).
110. Los estudios acerca de los desarmDó
después de 1958 son muy numel"OSOl!
109. Corrigan al Secretario de Estado, Caracas, marzo 11 de 1949, USNAIDS 831.504/8-1144. discutidos en esta sección final es Fn
[
~IA 319

ian CONTORNOS DE LA HISTORIA CONTEMPORANEA DE VENEZUELA


lci­
ter­ Los oficiales del ejército que derrocaron al gQbiemo democráticamente
Ide elegido de Rómulo Gallegos en noviembre .de 1948 y que gobernaron el
~d. país por casi una década anularon prácticamente todos los aspectos de la
JIte politica de Acción Democrática (110). Las medidas petroleras nacionalis.­
[lUe fas fueron sustituidas por un liberalismo ortodoxo que JiJ:nitaba los im­
.re- puestos sobre la industria y retornaba a las poJiticas concesionarias y a
148, la corrupcibn generalizada de la época de GÓmez. Los sindicatos opues­
:los tos al gobierno y dispuestos a ir a la huelga, en la industria petrolera y en
len­ todas las demás, fueron aniquilados; los partidos poJiticos de oposicibn ,:~'.
ten­ fueron ilegalizados, y la prensa censurada. En los 00$ posteriores a
les­ 1948 miles de activistas sindicales, asl como militantes de Accibn Demo­
I de crática y del Partido Comunista, fueron encarcelados, torturados, depor­
,hu- tados o confinados en siniestros campos tropicales. de concentración. El
stas énfasis en los programas sociales y en las iniciativas de desarrollo ecónó­
ler­ mico estatal, caracteristicas del gobierno de Acción Democrática, fue
ftro­ remplazado por un compromiso con las pol1tica.s capitalistas más orto­
em­ doxas de mediados del siglo XX de grandes gastos militares y obras pú­
ífn­ blicas gigantescas, y a menudo superfluas, construidas por contratistas
e el privados que teman lazos personales o pol1ticos con el gobierno. El po­
der en el seno de la junta militar pronto cayó en manos del teniente coro­
'au­ nel Marcos Pérez Jimén~z, quien, con una corte de favoritos, igual que
eres los gomecistas, utilizb el control del Estado para amasar una enorme for­
mes tuna personal. El régimen militar que se puso al frente del gobierno
bili­ venezolano a partir de 1948 obtuvo el apoyo entusiasta. de los terrate­
:pla­ nientes, capitalistas y militares reaccionarios del pals, as! como de. las
l1tos compañías petroleras, otros inversionistas extranjeros y el gobierno de
lela Estados Unidos.
, sus El eclipse de las fuerzas populares de Venezuela a partir de 1948 fue,
mdo sin embargo, temporal. La lucha contra el régimen militar reaccionario
Itcil­ unificb en los años cincuentas a la izquierda del pais al igual que en los
949, años treintas. En el término de una década los liberales y los marxistas
lCibn retiraron a los militares del poder y retornaron para construir la sociedad
ra la democrática que por vez primera habían previsto en 1936. De nuevo la
R'ga­ izquierda se vio dividida por compromisos de clase y lealtades interna­
~,Los cionales divergentes, y de nuevo los reformadores liberales derrotaron a
b to­ sus rivales marxistas en la lucha por la dirección de los obreros y de la
Ieron clase media de Venezuela. Pudieron lograrlo, tal como lo hablan hecho
lídad antes, aprovechando 1a enorme riqueza generada por la economia expor­
le los
110. Los estudios acerca de los desarrolloé ocurridos en VenezUela después de 1948 y en especial
después de 1958 son muy numerosos. Uno de los mejores y más pertinentes sobre los temas
14. diacutidos en esta sección final es Franklin TugweU. The PolitiaI of 0iI ÍD VenelNela. ..
820 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA VENEZUELA

tadora de petróleo. Gravando con impuestos y finalmente nacionalizando medio del control de la que e
la industria petrolera, los reformadores Jiberales, que controlaban el clase obrera organizada mue
Estado, pudieron financiar programas para diversificar y modernizar la ejemplo cubano y en los ~os
economia del pais, crear grandes esquemas de bienestar social y pagar armada, decisi6n que resultó I
los salarios de un creciente ejército de· funcionarios civiles y militares Venezuela los marxistas no se
encargados de mantener el orden social y administrar los programas tal, corrompida y antinaciODal
gubernamentales. Con los Úlgl'esospetroleros los liberales consiguieron cionarlos cubanos en 1959. TE
poner en marcha tochls estas refortnaS sin perjudicar los intereses bási­ ciones de Acci6n Democrática
cos de propietarios e inversionistas. Por ejemplo, la importante reforma Leoni, descendientes directos
agraria de los años sesentascompens6 plenamente a los latifundistas mente en la historia venezoJa
ineficientes y los estimul6para que invirtieran en empresas más lucrati­ actuaron decididamente en los
vas. Los trabajadores rurales que se beneficiaron de dicho programa fue­ todas sus reformas anteriores ..
ron luego organizados para que apoyaran activamente el orden liberal. fortalecer la posici6n de los refl
De modo similar, la nacionalizaci6n de la industria petrolera, en 1975, la clase capitalista.
compens6 generosamente a lascompañias foráneas,que continuaron Al aplastar la insurgencia i
ganando con la venta de servicios y tecnologla a lacorporaci6n petrolera solo derrotaron físicamente a !
estatal. El prodigioso crecimiento econ6mico experimentado por Vene­ bién los desacreditaron ideol6g:
zuela desde 1958 y el alcance de la reforma social h'beral han validado la rrecci6n, los marxistas pudiet\
filosofia capitalista liberal de los reformadores y~ontribuido a su popula­ que los reformadores liberales
ridad politica. Desde 1958 Acci6n Democrática y los otros partidos que dependencia del petróleo, que ~
comparten su concepci6n capitalista h'beral han recurrido a la moviliza­ rian la causa estructural de la dA
ci6n popular y a la politica electoral para legitimizar su dominio y desa­ miso de los liberales con la den
creditar a las fuerzas reaccionarias que se hallan a su derecha y á la mi­ hegemonia ideolÓgica y poJitica
noria marxista, a la izquierda. xistas podían argumentar junte
La base del orden capitalista liberal contemporáneo de Venezuela capitalista basado en el ~tr6lec
radica en·el movimiento obrero organizado. A partir de 1958, los refor­ una gigantesca "ciudad petrole
madores institucionalizaron su filosofia laboral corporativista y h'beral y mejores tradiciones del país ellll
ampliaron su control sobre las organizaciones de la clase obrera venezo­ c~ón de patrones extranjeros de I
lana. En los meses que siguieron a la caida de la dictadura en enero de nsta de la codicia individual. LcJ
1958, los reformadores liberales restablecieron rápidamente los sindica­ el aumento de la dependencia I
tos en todo el pais. En agosto citaron unaconvenci6n de obreros petrole­ ingreso per cápita m8s alto de Al
ros y reconstruyeron la federaci6n petrolera que habían fundado· origi­ alto costo de vida de la región y el
nalmente en 1946; en noviembre hicieron lo mismo con la central obrera Los marxistas podían esgrimir t
nacional que habían fundado en 1947. Los aliados comunistas de los re­ fluencia entre algunos intelectw
formadores en la lucha contra la dictadura inicialmente cooperaron en ninguno de ellos resultaba contu
estas empresas, aceptando una representaci6n minoritaria en los comi­ obrera y media con acceso al fltQc
tés ejecutivos de todas las organizaciones sindicales. Pero cuando a prin­ de los patronos capitalistas y el E
cipios de los años sesentas los marxistas desafiaron el control de los libe­ en expansi6n. En los años seseD'
rales en el movimiento obrero, fueron derrotados tal como lo hablan sido gencia de la mayoria de los votan
en los años cuarentas. Los h'berales usaron el poder del Estado para fa­ catos, los marxistas violaron uru
vorecer a sus seguidores en el movimiento obrero y apelaron a los recur­ que babia vivido bajo la dictadun
sos de una economia petrolera en expansi6n para reivindicar su filosofia siglo XX. Pese a que los partidos
sobre el sindicalismo. ra violenta de los años sesentas t
Frustrados por su incapacidad para desafiar el orden capitalista por de una gran cantidad de electo~
mtroRIA VENEZUELA 321

ltizando medio del control de la que consideraban su base de apoyo natural, la


Ilban el clase obrera organizada, muchos marxistas fueron persuadidos por el
fhlzarla ejemplo cubano yen los años sesentas optaron por la táctica de la lucha
'1 pagar armada, decisi6n que resultó desastrosa para la izquierda marxista. En
bilitares Venezuela los marxistas no se enfrentaban a una dictadura militar bru­
~ tal, corrompida y antinacional como la que fue derrocada por los revolu­
lRuieron cionarios cubanos en 1959. Teman enfrente a las sucesivas administra­
res bási­ ciones de Acci6n Democrática presididas por Rómulo Betancourt y Rául
Lt-eforma Leoni, descendientes directos del primer gobierno elegido democrática­
bfidistas mente en la historia venezolana del siglo XX. Tales administraciones
llucrati­
actuaron decididamente en los años sesentas para ampliar el alcance de
lufu¡fue­ todas sus reformas anteriores. La insurgencia comunista solo sirvió para

'hueral.
fortalecer la posici6n de los reformadores liberales en sus relaciones con
.m 1975, la clase capitalista .

!tinuaron Al aplastar la insurgencia izquierdista, los liberales venezolanos no


~trolera solo derrotaron fisicamente a sus adversarios marxistas, sino que tam­
Vene­
iOl' bién los desacreditaron ideol6gicamente. Después del fracaso de la insu­
mdado la rrecci6n, los marxistas pudieron seguir argumentando correctamente
ípopula­ que los reformadores liberales no habian podido liberar el país de la
tidós que dependencia del petróleo, que las reformas sociales liberales no elimina­
~liza­ rlan la causa estructural de la desigualdad y la pobreza, y que el compro­
o y desa­ miso de los liberales con la democracia polítiCa estaba subordinado a su
ya la mi- hegemonía ideol6gica y politica sobre la sociedad venezolana. Los mar­
xistas podian argumentar, junto con Rodolfo Quintero, que el desarrollo
renezuela capitalista basado en el petroleo estaba convirtiendo a toda la naci6n en
\los refor­ una gigantesca "ciudad petrolera" , en cuya "cultura del petr61eo" las
, liberal y mejores tradiciones del pais eran sacrificadas en pro de una servil imita­
[la venezo­ ci6n de patrones extranjeros de consumo y de la despiadada ética utilita­
~enero de rista de la codicia individual. Los marxistas podian afirmar que aunque
~ sindica­ el aumento de la dependencia del petr61eó daba a los venezolanos el
le petrole­ ingreso per cápita mas alto de América Latina, también generaba el más
ildo origi­ alto costo de vida de la región y destruia la calidad de la vida del pueblo.
¡m¡ obrera Los marxistas podían esgrimir todos estos argumentos y ampliar su in­
¡de los re­ fluencia entre algunos intelectuales y estudiantes de clase media. Pero
Jeraron en ninguno de ellos resultaba contundente para los miembros de las clases
1los comi­ obrera y media con acceso al flujo de beneficios materiales que emanaba
Ildoa prin­ de los patronos capitalistas y el Estado Úberal en una economia petrolera
fe los libe­ en expansi6n. En los años sesentas, al tratar de subvertir la libre esco­
rabian sido gencia de la mayorla de los votantes del pais y de los afiliados a los sindi­
lo para fa­ catos, los marxistas violaron una aspiraci6n fundamental de un pueblo
llos recur­ que habia vivido bajo la dictadura militar a lo largo de la mayor parte del
pu filosofía siglo XX. Pese a que los partidos marxistas repudiaron luego su aventu­
I
ra violenta de los años sesentas, tienen todavía que ganarse la confianza
lfalista por de una gran cantidad de electores venezolanos.
322 LOS TRABAJADORES EN LA HISToRIA VENEZUELA

de los obreros del petróleo el


tico con Acción DemQCrátic&
gran triunfo organizativo en
Después de la caida de 1.
Después de 1948 los obreros petroleros nunca recuperaron plenamente desempeñaron un impoJiant
la fuerza y la combatividad colectivas que loshabian.colocado a la van­ liberal. En los primeros añQjll
guardia de los acontecimientos poJiticos durante el cmcial perlodo for­ ca y polltica de· las huelgas
mativo de trece años. del moderno orden democrático-liberal de Vene­ aliados de izquierda COn el j
zuela. Lamecamzación de la industria, en pleno desarrollo ya en losaftos contra el nuevo régimeA. En
cuarentas, limitó la cantidad de obreros incluso cuando se reinició la relaciones con el capital y el J
expansión productiva en los aiios eincuentas.Simultáneamente, elpeso taran el patrón para todo el
proporcional de empleados y personaltécnieoen la fuerza de trab~o ción altamente centralizada J
petrolera creció y el número de empleados extranjeros, que estaba decli­ rativ8s sancionadas por el ESI
nando desde los aftos cuarentas, disminuyó rápidamente. A comienzos seguir para las bases obreras
de la década de 1970, los empleados conformaban más del 50 % deltotal si~ recurrir a la huelga (113'.
de una fuerza de trabajo que habia descendido a menos de 23 mil perso­ afmnar el control sobre su ti¡
nas y cuyo personal extranjero sumaba menos -de un millar (111 t. En los décadas recientes, los obrero
decenios posteriores a 1950 el peso relativo de los tra~adores petrole­ jadores organizados de Ven&2
ros en el movimiento obrero venezolano también decayó. Especialmente OPortunidades que les brinda
a partir de 1960, la industrialización y los programas de. reforma agraria, un nivelde vida decente y tie
junto con el apoyo gubernamental a la sindicamación de los trabajadores gan béisbol en los equipos d4
en la industria yla agricultura, aumentaron la cantidad y la importancia satélite en la televudón de su
de las organizaciones obreras en estos sectores de la economia. En .los becas de las compañías o del I
cincuentas, después de haber servido por aftos como palanca en la rivali­ escuelas técnicas o incluso a 11
dad entre los partidos Acción Democrática y Comunista -los cuales dos. Utilizan las conexiones p¡
subordinaron los intereses del proletariado del petróleo a los imperativos para amigos y parientes. La Il
partidistas en los aftos cuarentas -, los obreros petroleros fueron some­ que no fue iniciado por los oh]
tidos al torpe paternalismo de la dictadura dePérez Jiménez. Si bien el tribuido a embotar su sentido
régimen militar· se negó a tolerar la actividad sindical militante en los trabajadores petroleros de Vel
campos petroleros, yen 1949 y 1950 no objetó los despidos en la indus­ catós, votan por demócratas I
tria, se cuidó de disminuir los beneficios máteriales de lostrab~adores. quierda marxista. '
El gobierno amplió tales beneficios en el conuato de tres aftas que decre­
tó unilateralmente en 1961. Inspirado por el ejemplo peronista, el régi­
men militar sumó al flujo de beneficios materialeS' paralos obreros y los
sindicatos dóciles una serie de aetividades "sallas" como cine, concier­
tos y excursiones turlsticas. Según palabras de un ministro del Trab~o, Mirando hacia atrás en la hin
buscaba inculcar a los obreros un sentido de "nacionalismo' 'y el aprecio modificar la metáfora emplead
por "lo moralmente válido" (112). Empero, a pesar de todo, la mayorla problema enfrentado· por Ia 1
superar la dependencia econ611
herencia cultural del pais y COll
111. Las estadlltieaa qne demuestran estas tendenciaa hasta.·1967 estén resumidas en Ministerio tica sigtie siendo "blanco". E
de MiDas e Hidroearburos, Oficina deEconomla PetroJerJ, Memoria, 1987, C8l'1lC88, 1968,
Apéndice E$tadJstico, Cuadro I-A-21S; cifras posteriores sé publican en el Anuario &iadfsti·
oo. 113. Federación de Trabajadores Petroler
112. MimBterio de Trabajo, Memoria)' eueDta,l948·52, Caracas, 1963, pp. 10-11. cas,I966. .
IroRIA VENEZUELA 828

de los obreros del petróleo continuaron albergando un compromiso poli­


tico con Acción Dem9(:rática,el partido que habia estado al frente de su
gran triunfoorganizativoen 1946.
Después de la calda de la ~ctadura, en 1958, los obreros petroleros
mente desempeñaron un importante papel en la consolidación del nuevo orden
la van­ liberal. En los primeros años aportaron buena parte de la base económi­
lo for­ ca y politica de las huelgas generales lanzadas por los liberales y sus
,Vene­ aliados de izquierda cón el fin de derrotar conspiraciones reaccionarias +

",años contra el nuevo régimen. En la reorganización de sus sindicatos y en sus


iieibla relaciones con el capital y el Estado, los obreros petroleros de nuevo sen­
.1 peso taron el patrón para todo el movimiento laboral venezolano. Su federa­
Inbajo ción altamente centralizada y burocrática utilizó las instituciones corpo­
tdecli­ rativas sancionadas por el Estado para negociar con las compañias y con­
lienzos seguir para las bases obreras un flujo constante de beneficios materiales
el total sin recurrir a la huelga (113). A cambio, entregaron la lucha colectiva por
lperso­ afinnarel control sobre su trabajo y manejar los asuntos sindicales. En
~Enlos décadas recientes, los Qbreros petroleros, como la mayoria de los traba­
tetrole­ jadores organizados de Venezuela, han aprendido a conformarse con las
~nte
!grana.
oportunidades que les brinda la sociedad capitalista liberal. Disfrutan de
un nivelde vida decente y tienen acceso a los bienes de consumo. Jue­ . ,

iadores gan béisbol en los equipos de los sindicatos y ven la Serie Mundial via
trtancia satélite en la televisión de sus hogares. Se las arreglan para conseguir
iEn los becas de las compañias o del Estado que les permitan enviar a sus hijos a
Il rivali­ escuelas técnicas o incluso a universidades de Venezuela o Estados Uni­
r:cuales dos. Utilizan las conexiones partidistas para conseguir favores y empleos
nativos para amigos y parientes. La nacionalización de la industria. un proceso
_some­ que no fue iniciado por los obreros del petróleo, probablemente ha con­
,bien el tribuido a embotar su sentido del nacionalismo. Hoy la mayoria de los
f8n los trabajadores petroleros de Venezuela son buenos miembros de sus sindi­
l indus­ catos, votan por demócratas liberales e ignoran en buena parte a la iz­
jadores. quierda marxista.
edecre­
:;el régi­
ros y los
~ncier­
I'rabajo,
Mirando hacia atrás en la historia de la izquierda, surge la tentación de
r.precio modificar la metáfora empleada porlos editores de Petróleo en 1936. El
mayoria problema enfrentado por 18 izquierda venezolana en su esfuerzo por
!:, superar la dependencia económica del petrÓleo, preservar lo mejor de la
herencia cultural del paisy construir' una sociedad más justa y democrá­
~;:t.fiDiSteriO
tica sigue siendo 11 blanco" . Es decir, boy, lo mismo que en 1936, la

r
1eU.1968.
lWaclisd•
113. Federación de Trabajadores Petroleros de Venezuela, XX aDkenado de la Fedepetrol, Cara·
eas,l966.
~
824 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

alianza del capital internacional y doméstico, ahora fortalecida por im­


portantes reformas liberales, se opone resueltamente a la construcción
de una sociedad socialista dedicada a asegurar una mayor independen­
cia económica y cultural, 'más igualdad social y mAs control de los obre­
ros sobre sus vidas. Sin embargo, quizá el mayor problema que afronta
la izquierda marxista de Venezuela desde 1936 no ha sido "blanco" sino
"negro" . Es "neglo" no en el sentido racial a que se referían los edito­
res de Petróleo durante la gran huelga de 1986. Las cuestiones raciales
complicaron considerablemente los problemas sociales y la estabilidad
politica de una Venezuela independiente que en el siglo XIX luchaba por
ajustar su sociedad de plantación a un orden mundial capitalista indus­
trial. Sirvieron para racionalizar la represión social y politica en las· men­
tes de los apologistas venezolanos y norteamericanos de un régimen ca­
pitalista dictatorial en las primeras décadas del siglo XX. Pero el moder­
no movimiento obrero venezolano nunca ha enfrentado los serios proble­
mas de una división de la clase obrera según lineas raciales y étnicas,
que han socavado gravemente la unidad del movimiento obrero en otras
formaciones sociales durante· el presente siglo. Más que una cuestión
racial, el problema afrontado por la izquierda venezolana es "negro" en
un sentido más abstracto y estructural. Desde los años treintas, el petró­
leo, el oro negro. ha sido manipulado en una forma creativa por los ge­
rentes progresistas de las corporaciones y. por los politicos reformistas
liberales con.el objeto decoptrarrestar el· atractivo del socialismo y finan­
ciar el curso liberal del desarrollo capitalista ..
La carrera personal de Esparte.eo González. el editor negro de Petró­
leo, ilustra irónicamente las oportunidades y problemas de la izquierda
en la economía exportadora venezolana a partir de 1986. Después de la
gran huelga petrolera, González se desencantó gradualmente de las
disputas sectarias y las ineficientes politias de la dirección nacional del
Partido Comunista. Finalmente se retiró de la politica activa en el Zulla y
se convirtió en un pequeño empresario. Escogió una industria que se
desarrolló en tándem con el petróleo en la economía mundial, una indus­
tria que en la actualidad suministra a los venezolanos la mayor cantidad
de automóviles per cápita en América Latina. Hoy día Espartaco Gonzá­
lez es propietario de una pequeña fábrica en Maracaibo, que reconstruye
zapatasde frenos y emplea a unos veinte obreros (114).
La paradoja de la historia moderna de. Venezuela radica en que la
misma industria que dio vida.a una izquierda poderosa atrofió el desa­
rrollo de su criatura.. Los obreros petroleros encabezaron la lucha por la
democratización politica y social y la reforma económica nacionalista de
la sociedad venezolana. no por su socialización. Mientras la economia
petrolera conserve las características históricas que la han hecho única

114. EDtnMsta con Espe.rtaeo Gonzélez, Maraeaibo, junio 21 de 1979.


VENEZUELA 325

m­ entre las economías exportadoras de Latinoamérica, y mientras los de­


lon mocratas permanezcan en el poder -ambos principios relativamente
en­ inciertos dada la situacibn de las economías venezolana y mundial a
It'e­ mediados de los años ochentas-, la izquierda marxista tendrá que con­
~ta tentarse con formular criticas mordaces contra el patrbn de desarrollo
~o basado en el petrbleo y resignarse a una lucha prolongada y penosa por
lto­ recuperar su influencia en la política y el movimiento obrero venezola­
ltes nos.
lad
por
tus­
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CAPITUW 5. COLOMBIA

"Del radicalismo al orden, de la infancia a la edad


madura. del desorden ala estabilidad, de la anárqui·
ca subjetividad a la mesurada y fría objetividad. he
ah! las transformaciones históricas que el café pro.
duce en Colombia. Los pequeños productores, los
propietarios que han cultivado, ellos mismos, la tie­
rra, han triunfado. La paz y la tranquilidad reinan en
Colombia".

Luis Eduardo Nieto Arteta


El café en la sociedad colombiana
(publicado p6stumamente en 1958)

Las lineas citadas arriba, escritas en marzo de 1948 por un imaginativo y


perceptivo historiador colombiano, parecían en ese momento captar la
esencia de la historia moderna de Colombia. En los primeros años del
siglo XX, luego de casi un siglo de inestabilidad politica e incertidumbre
económica, Colombia se embarcó en cuatro décadas de·orden politico y
crecimiento económico sin precedentes. El auge de la economía cafete.
ra, afirmó Nieto Arteta, marca esta transición culminante de la vida na­
cional y explica la profunda transformación social, cultural y politica que
permitió que de. una Colombia pobre, caótica y violenta surgiera un país
próspero, estable y democrático (1).
Un mes después de que Nieto terminara su ensayo, turbas de gentes
humildes destruyeron el centro de Bogotá, la capital de la nación (2). El
9 de abril, o el Bogotazo, tal como se lo conoce fuera de Colombia, fue la
más espectacular expresión urbana de un vasto fenómeno social, princi­
.
'

palmente rural,que convulsionó la sociedad p'ol más de una década a


partir de 1946. Antes que llegara a su fin, habia cobrado la vida de cerca
de doscientos mil colombianos, la mayoría trabajadores agrícolas .. La
violencia civil de mediados del siglo XX movilizó a los colombianos en un
conflicto fratricida, comparable por su destructividad y duración a la

1. Luis Eduardo Nieto Arieta, El ClaN en la sooiedacl colombiana, Bogotá, 1958.


2. Anteo Quimbaya, El problema de la tierra en Colombia, Bogotá, 1967, hace énfasis en lo iróni­
co del moDlento en que Nieto escribe su ensayo.

(827 ]
328 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

Revolución Mexicana de 1910-1917. Empero, a düerencia de aquella otra cía de decenas de miles de
gran guerra civil de la historia latinoamericana del presente siglo, el con­ zonas cafeteras. No obstall
flicto colombiano se resiste a ser comprendido como una revolución so­ propietarios únicamente C(l
cial. Los colombianos lucharon entre si bajo las banderas de dos partidos progreso socio-económico,
políticos tradicionales, el liberal y el conservador, formados un siglo los elementos especialment
atrás como expresiones de intereses opuestos de las clases dominantes. rrollo capitalista colombian
De la contienda no se derivaron reformas económicas o sociales explíci­ ducción. de la eConomía caJ
tas. Lejos de ello, el conflicto produjo simplemente un acuerdo entre los valores culturales, conserva
líderes de los dos partidos para compartir el poder politico nacional. aseguraron la viabilidad de
Los colombianos expresan en términos simples su concepción colecti­ económicos delliberalisma,
va de tan violento proceso social. Lo llaman La Violencia. Este nombre obrero poderoso, de ideolog
genérico describe más que explica. Sin embargo, capta la esencia de lo gresista a los problemas del
que le ocurrió a la sociedad colombiana, justo a mediados del siglo XX, De esta manera, la infhl
mucho mejor que las racionalizaciones acomodaticias expuestas por la como un conjunto único de r
mayona de los dirigentes colombianos durante el conflicto y que las tor­ rias, puede explicar los ras.
pes teonas ex post facto de muchos investigadores. La singular evolu­ moderno de Colombia de 1<
ción social de Colombia en el siglo XX no se ajusta fácilmente a las pau­ grandes de América Latina.
tas explicativas de la ciencia social convencional, sean conservadoras, del papel del café en la fol'Ilt
corporativistas, liberales o marxistas. La Violencia ha desconcertado a lograron explicar a fondo e
los estudiosos de la historia colombiana y demolido las predicciones de estudios, escritos en los añ~
uno de los mejores entre ellos, Luis Eduardo Nieto Arteta (3h menudo perspicaces. Empe
El problema del análisis de Nieto no fue su énfasis en la importancia venido demostrando, en lo j
de la economia cafetera, ni su comprensión intuitiva de la forma como el Nieto Artéta de 1948 cae det
café cambió la dinámica de la historia del pals. En un estudio anterior pretación análoga del desan
intenté demostrar cómo dicho enfoque podria derivar en una explicación otro intelectual, socializado E
sistemática de la transformación de la vida económica y politica del pats daMesa.
a comienzos del siglo, una transición marcada por la última y más gran­ La obra más importanted
de de las contiendas civiles del siglo XIX, la Guerra de los Mil Dias (4). nación colombiana, publicad
La gran debilidad de la visión de Nieto - más fácil de captar retrospecti­ liriea del carácter nacional y
vamente y con la ayuda de las nuevas contribuciones a la historiografía lismo colombiano. El libro C.(iI
del pals..:.... radicó en no haber sabido apreciar las fuerzas populares alta­ fía del país, un recuento algo
mente perturbadoras generadas por la expansión cafetera. Durante las je étnico y el amalgamiento.(
tres décadas posteriores a 1920, tales fuerzas sociales actuaron de mane­ cías socioeconómicas durantA
ra compleja para erosionar el consenso de la clase dominante. A la larga, gar a una sorprendente e ~
hallaron expresión social, única y trágica, en La Violencia. La dinámica del país ha producido una adl
de todo este proceso estuvo moldeada por el rasgo particular de la econo­ tro del ambiente americano, \
mia cafetera que Nieto destacó acertadamente en su ensayo: la existen-

"El hecho dominante en la ecoJl¡


S. La mejor dellClÍpción de la Violencia, un libro que expresa BU naturaleza en términos vivos y a zación de 'vertiente'. Por muchi
veces sensacionalistas, es el best seDer de Germán Guzmán, Orlando FaIa Borda y Eduardo (.. ;) sin lograr vencer la enetniS
Umafia Luna, La VioleDCla ea Colombia, Bogotá, 1962. Un sofi8ticado y sistemático estudio
sobre la Violencia, que contiene un excelente resumen critico de la ya voluminosa literatura ción en proporciones insostembl
sobre la materia, es Paul Oquist, VIoleucla, conflldo y poIítIea ea Colombia, Bocotá, 1978. La con buen éxito para la salud, pe!
importante contribución de Oquist se discute en detalle más adelante. ses en lo general de zonas fértüel
4. Charles W. Beqrquist, Café ,conflidoeDCelombJa,l886-1910, MedelHn,l98l.
COLOMBIA 829

cia de decenas de miles de productores y propietarios pequeños en las


zonas cafeteras. No obstante, mientras que Nieto veía a los pequeños
propietarios únicamente como un bastión de la estabilidad política y el
progreso socio-económico, en realidad sirvieron también para reforzar
los elementos especialmente iI\Íustos y. en últimas patológicos del desa­
rrollo capitalista colombiano. L~s singulares relaciones sociales de pro­
ducción de la eConomia cafetera dieron pie a un sistema hobbesiano de
valores culturales, conServaron un sistema político arcaico y destructivo,
aseguraron la viabilidad de un capitalismo fiel a los principios político­
económicos delliberallsmo e impidieron la formación de un movimiento
obrero poderoso, de ideología clasista, capaz de hallar una solución pro­
gresista a los problemas del desarrollo colombiano.
De esta manera, la influencia de la economía cafetera, considerada
como un conjunto único de relaciones de clase cambiantes y contradicto­
rias, puede explicar los rasgos peculiares que distinguen el desarrollo
moderno de Colombia de los patrones históricos de las otras naciones
grandes de América. Latina. Infortunadamente, los grandes intérpretes
del papel del café en la formaci6n de la historia moderna de Colombia no
lograron explicar a fondo esta influencia. Sus.. populares e influyentes
estudios, escritos en los años treintas y cuarentas, eran imaginativos y a
menudo perspicaces. Empero, como sus críticos contemporáneos han
venido demostrando, en lo fundamental eranenga;ñosos. El e~yo de
Nieto Arteta de 1948 cae dentro de esta, categoría, al i~l que lainter­
pretación análoga del desarrollo colombiano articulada mucho antes por
otro intelectual, socializado en el corazón de la zona cafetera, Luis L6pez
de Mesa.
La obra más importante de López de Mesa, De cómo se ha formado la
nación colombiana, publicada por vez primera en 1934, es una alabanza
lirica del carácter nacional y una afirmación contundente de su naciona­
lismo colombiano..El libro combina una lúcida descripción de la geogra­
fia del pais, un recuento algo imaginativo, y a veces racista, del mestiza­
je étnico y el amalgamiento cultural y un amplio examen .dekls tenden­
cias socioeconómicas durante los períodos colonial y nacional, para lle­
gar a una sorprendente e inspiradora conclusión. .l.a evolución histórica
del pais ha producido una adaptación altamente encomiable y única den­
tro del ambiente americano, una "civilización de vertiente" .

"El hecho dominante en la economia nacional es que esta república tiene UDa civill~
zaci6n de 'vertiente'. Por mucho tiempo ensay6 el progreso de las llanuras dIidas
(... , sin lograr vencer la enemistad del trópico que debilitaba y diezmaba· la pobla­
ción en proporciones insosterubles. En las altas mesetas frias situ6setainbién (... '
con buen éxito PfU'8.la salud, pero con insignificante progreso por carecer estos pai­
ses en 10 general de zonas fértiles, de aguas abundantes, de conexiones comerciales
830 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

adecuadas y ( ..• ) de artieul08 exportables con que aUmentar una civilización holga­
de la voluntad de los peque
da.

A todo esto vino a remediar la conquista de la vertiente" .


un grado cada vez mayor d
glO, la mayoría de los prodt
diciones materiales abyecta
Esta zona ecológica, que más o menos coincide con tierras apropia­ zona~ cafeteras reflejó los :
das para el cultivo del café, está localizada en las vertientes intermedias dUCCl6n centrada en la fanij
templadas de las tres cadenas de los Andes, al occidente de Colombia. tasas de natalidad compeDE
De acuerdo con López de Mésa, fue alli que surgió - especialmente en la abrieron paso al célebre Cl'E
Cordillera Central, foco de la economia cafetera en el siglo XX- un nue­ Las relaciones de prodl
vo tipo racial que combinó la herencia indigena, negra y predominante­ presión demográfica defirW:
mente blanca europea y logró colonizar las selvas virgenespara la agri­ en oeaBiones violenta por el
cultura de subsistencia y de exportación. En estas vertientes se desarro­ arrendatarios y pequeños 1
lló una sociedad vigorosa y expansiva, caracterizada polla difusión am­ menudo combinadas en UDa
plia de la propiedad de la tierra y de los valores comerciales (5). dos en un combate constan
Los ensayos de López de Mesa y Nieto Arteta prestaban un aspecto comerciantes por mejorar 8l
atractivo y progresista a las duras realidades sociales del desarrollo de la ción: .A medida que la mejOl
economía cafetera. Sostenian ambos con acierto que la expansióh de la familiares se subdividían p4
economía exportadora dé café habia éreado las condiciones que· permi­ mentaba o las oportunidade:
tieron salir a Colombia del estancamiento económico y elca08 politico naba. tanto más desesperada
del siglo XIX; que la propiedad de la tierra se difundió considerablemen­ Sm embargo, en lo funda
te en las principales y más dinámicas áreas cafeteras, lo que dio orlgena tadora creó enormes barrera
una clase numerosa de propietarios-operadores independientes en el colectiva y las acciones de ch
cultivo del grano, y que en las zonas cafeteras los valores capitalistas se ños prDpietarios cafeteros. PI
habían esparcido ampliamente, desarrollando una vigorosa y expansiva se y mejorar su posición com
sociedad y fOljando una •• civilización" única. zos resultaron ineficaces. C(l
Pero López de Mesa y Nieto Arteta decidieron ignorar o mistificar pendian cada vez más de lOE
otros aspectos básicos del desarrollo sustentado en el café, bien conoci­ apoyo para sus luchas indíri
dos por buena parte de la clase dominante en los años treintas y cuaren­ es cierto, gobernaban la Dad(
tas. La acumulación de capital en el sector más importante de la econo­ des capitalistas que dominabt
mia colombiana dependía de relaciones de producción e intercambio que de una economía exportadora
explotaban despiadadamente a los trabajadores dei ·café y a los peque­ laborales y crediticias del gob
ños y medianos productores. La capacidad del pals para incrementar la reses de los grandes productc
producción cafetera y conseguir una mayor participación en el deprimido los trabajadores y los peque
mercado mundial durante la crisis de los aftos treintas -así como su podian usar sus afiliaciones p
capacidad para alcanzar un récord impresionante de industrialización su situación. y dadas las conc:
por sustitución de importaciones durante el mismo perlodo- dependió de sus aspiraciones a una vida
logias capitalistas de los dos p
5. Luis López de Mesa, De cómo Be ha formaclo la DaciÓll eolombiena, MedeWD, )870. La cita es
D~ esta manera, tanto la clase
de las pp. 40-41. Resulta sorprendente que en su propósito nacioualista, 811 eafoque totalizador bSJadores manipulaban en su
y su preocupflCión por las dimensiones culturales de la agriculiura de expoñación, el ensayo de pleja dinámica politica explica
López de M~8& prefigure intentos similares y mucho mAs conocidos de otros eetudioeos latinoa­ tradicionales y la lógica silen
mericanos por captar la esencia de la evolución histórica nacional durante la Depresión mun­
dial, Compárense los clásicos braeilefios y cubanos: Gilberto Freyte. ea. pende e senzala,
politico a mediados del siglo.
Río de Janeiro, 1933; y Fernando Ortiz. Contrapunteo cubano del tabaco 1 elazúear, La Rabe­ Tres años después de la Pt
08,1940. Mesa, el socialista y científico ¡
COLOMBIA 331

de la voluntad de los pequeños productores y sus familias de someterse a


un grado cada vez mayor de explotación. Por ello, a 10 largo de este si­
glo, la mayoría de los productores de café han vivido y trabajado en con­
diciones materiales abyectas. El vigoroso crecimiento demográfico de las
1- zonas cafeteras reflejó los imperativos sociales domésticos de una pro­
LB ducción centrada en la faniilla e intensiva en trabajo. Las astronómicas
l. tasas de natalidad compensaban los alarmantes indices de mortalidad y
la abrieron paso al célebre crecimiento demográfico de dichas regiones.
Las relaciones de producción en las áreas cafeteras y la incesante
? presión demográfica definieron los· términos de una lucha permanente y
l­ en ocasiones violenta por el control de la tierra. Trabajadores, aparceros,
e>­ arrendatarios y pequeños propietarios -estas situaciones de clase a
n- menudo combinadas en una misma persona o familia- estaban enreda­
dos en un combate constante entre sl. y con los grandes .propietarios y
to comerciantes por mejorar su posición económica y evitar la proletariza­
la ción. A medida que la mej or tierra era apropiada y las pequeñas fincas
la familiares se subdividían por la herencia, o la tasa de explotación au­
lÍ­ mentaba o las oportunidades de progreso disminuian, esa lucha·se tor­
co naba tanto más desesperada y violenta.
,n- Sin embargo, en lo fundamental la estructura de la economía expor­
la tadora creó enormes barreras, reales y subjetivas, para la organización
el colectiva y las acciones de clase de parte de los trabajadores y los peque­
se ños propietarios cafeteros. Pese a sus esfuerzos creativos por organizar­
lva se y mejorar su posición como clase, para la gran mayoría estos esfuer­
zos resultaron ineficaces. Como resultado, los productores de café de­
~ar pendían cada vez más de los partidos tradicionales en la búsqueda de
.ci­ apoyo para sus luchas individuales. Los partidos liberal y conservador,
en.. es cierto, gobernaban la nación en beneficio de los intereses de los gran­
110­ des capitalistas que dominaban las finanzas, la producción y el comercio
tue de una economía exportadora basada en el café. Y las políticas agrarias,
lla­ laborales y crediticias del gobierno favorecian sistemáticamente los inte­
lla reses de los grandes productores y exportadores de café. Sin embargo,
los trabajadores y los pequeños productores cafeteros con frecuencia
..
Ido
!su podían usar sus afiliaciones partidistas para mejorar significativamente
Ión su situación. Y dadas las condiciones de su trabajo, así como el carácter
lió de sus aspiraciones a una vida mejor, para muchos trabajadores las ideo­
logias capitalistas de los dos partidos tradicionales tenían cierto sentido.
De esta manera, tanto la clase dominante como decenas de miles de tra­
bajadores manipulaban en su provecho el sistema partidista. Tan com­
pleja dinámica política explica la prolongada hegemonía de los partidos
tradicionales y la lógica silenciosa de la crisis catastrófica del sistema
político a mediados del siglo.
Tres años después de la publicación del ensayo seminal de López de
Mesa, el socialista y científico social colombiano Antonio Garcia empren­
332 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

dió la tarea de sacar a la luz el lado oscuro de la Arcadia cafetera "lopez­ vos como resultado de conspi
mesiana". En su muy detallada Geografía económica de Caldas, publi­ te y de traiciones a las masas
cada por primera vez en 1937, Gareía puso en evidencia las relaciones contribuciones izquierdistas
sociales de explotación que yacían bajo la engañosa superficie de la te­ tipo de interpretaciones. Se t
nencia "democrática" de la tierra enla,produccibn cafetera. Demostró izquierda, a distraer la atenci
cómo los sistemas de tenencia, trabajo, intercambio y crédito en la prin­ racionalizar estrategias opor
cipal región cafetera de Colombia apenas permitian sobrevivir a la mayo­ que benefician el potencial P(
ría de los pequeños productores. Expuso las pésimas condiciones mate­ y más influyente libro de Gm
riales en que vivía y trabajaba la mayoria de los productores cafeteros, colombiana, publicado en 19
demostró la alta incidencia de enfermedades endémicas en la zonacafe­ Desdeñando el peso de la evi(
tera y analizó la relación entre la prostitución y la pobreza en pueblos y so politico que culminó en La
ciudades de la región (6). tada. Concluía su estudio con
Desde el punto de vista empírico, la obra de Gareía era muy superior militar, conservadora y popull
al ensayo de López de Mesa y a la continuación,escrita por Nieto Arteta. Inspirados por la obra de
Sin embargo, desde el punto de vista conceptual, el análisis de García creído fácil poner en evidencu
padecía de serios defectos. Ni en su estudio elásico de 1937, ni en sus nes de López de Mesa y Nieto
obras posteriores sobre la historia politica y socioeconómica del .país, nacional. Han mostrado cómo
pudo García sistematizar la peculiar dinámica politica· de los 'problemas matizar y a dar expresión lite]
sociales que tan bien habia descrito. Se le escaparon las singulares im­ cultural fabricado en los años
plicaciones de las relaciones weteras de producción en la cultura de la para apuntalar su hegemonía
clase obrera y la lucha social, así como la incidencia de la estructura lombiana (8). La idea de una:
peculiar de la economía exportadora de café sobre la evolución económi­ mica, edificada con base en le
ca y política del país. Gareía basó su interpretación de la historia moder­ cafeteras, fue respaldada, a c(
na de Colombia. en la idea simplista de que la ,pobreza y la explotación en cafeteros, cuidadosamente di
la sociedad capitalista automáticamente engendran la revolución social. Nacional de Cafeteros, el greJ
Esta suposición mecánica y economicista, muy difundida en la ciencia bia. DichOs censos tendían a (
social liberal y marxista en Colombia y en otras latitudes, no resulta muy ciales en el cultivo del café y i
útil para explicar el cambio social en sociedad alguna. Y esparticutar­ miles de fincas cafeteras pequ
mente engañosa cuando se aplica a la historia moderna de Colombia. La Arteta pusieron en práctica su
explotación capitalista en este país, especialmente en el sector.cafetero, llantez analitica para desarrol
con más frecuencia reforzaba las instituciones conservadoras y los valo­ original reinterpretación del sq
res individualistas, antes que fomentar los de' carácter radical y colecti­ Sin embargo, al rechazar el
vo', con más frecuencia consolidaba el statu quo social y político, antes . Mesa y Nieto Arteta, la izquiE
que amenazar con transformarlo progresivamente. Poseedor de un intI­ poderoso y original avance IIlei
mo conocimiento de la explotación social en la zona cafetera pero enfren­ A pesar de sus implicaciones i
tado a la trayectoria conservadora de la historia colombiana moderna, comprender el rasgo peculiar d~
García resolvió su dilema intelectual y político no reexaminando sus pro­ nocer la naturaleza dialéctica d
pias suposiciones sobre el nexo entre la explotación y la transformación cos e intelectuales producidos t:
socialista, sino haciendo que la historia del· país apareciera más revolu­ tos positivos, la izquierda se pl
cionaria de lo que era en realidad. Explicó el fracaso de las Í\1erzas refor­
mistas populares en su intento de propiciar cambios sociales significati­
7. Antonio Garcta, GaitáD '1 el probIemali
F1uharty deaarroll6 la tesis de Ga.n:la I
6. Antonio Garcia, Geopafía eeoDÓmica de CeIchuJ, 2&. ed., 8oFtá, 1978. Las citas subsiguienf;es Militar,- Rule ud tIIe Social RevoIutioa
118 refieren a esta edición.
8. Un buenejemploe8 el estudio de Anteo
COLOMBIA 333

vos como resultado de conspiraciones reaccionarias de la clase dominan­


te y de traiciones a las masas por parte de sUs lideres reformistas. En las
contribuciones izquierdistas a la historiografia .colombiana abunda este
tipo de interpretaciones. Se tiende a exagerar la fortaleza histórica de la
izquierda, a distraer la atención de las causas básicas de su debilidad ya
racionalizar estrategias oportunistas que a largo plazo más perjudican
que benefician el potencial político de las fuerzas populares. El segundo
y más influyente libro de García, Gaitán y el problema de la -revolución
colombiana, publicado en 1955, ilustra cada una de estas tendencias.
Desdeñando el peso de la evidencia histórica, Garcia interpretó el proce­
so politico que culminó en La Violencia como una revolución social abor­
tada. Concluía su estudio con una apasionada defensa de una dictadura
lor militar, conservadora y populista (7).
ta. Inspirados por la obra de Garcia, investigadores de izquierda han
da creído fácil poner en evidencia la tendencia de clase en las interpretacio­
rus nes de López de Mesa y Nieto Arteta sobre el impacto del café en la vida
us, nacional. Han mostrado cómo la obra de ambos autores se limita a siste­
~ matizar ya dar. expresión literaria y respetabilidad intelectual a un mito
lID- cultural fabricado en los años veintes por la cláse dominante del país,
1) la para apuntalar su hegemonía ideológica y política sobre la sociedadco­
álra lombiana (8). La idea·de una sociedad progresista, democrática y diná­
.m­ mica, edüicada con base en los pequeños propietarios de las vertientes
ier­ cafeteras, fue respaldada, a comienzos de 1932, por una serie de censos
~en cafeteros, cuidadosamente diseñados, encargados por la Federación
clal. Nacional de Cafeterós, el gremio bipartidista más poderOso de Colom­
Dcia bia. Dichos censos tendían a oscurecer la realidad de las relaciones so­
pmy ciales en el cultivo del café y <lemostraban la existencia de decenas de
¡dar­ miles de fincascafeteraspequeñás y medianas. López de· Mesa y Nieto
l. La Arteta pusieron en práctica su considerable capacidad literaria y subri­
tero, llantez analítica para desarrollar esa información y convertirla en una
valo­ original reinterpretación del significadQ de la historia colombiana.
leeti­ Sin embargo, al rechazar el contenido de clase de la obra de López de
mtes Mesa y Nieto Arteta, la izquierda ha tendido también a desestimar el
I Ínti­ poderoso y original avance metodológico y conceptual implicitoen ella.
fren­ A pesar de sus implicaciones ideológicas, su obra encierra la virtud· de
~rna, comprender el rasgo peculiar de la historia moderna de Colombia y reco­
, pro- nocer la naturaleza dialéctica de los cambios sociales, culturales, politi­
ación cos e intelectuales producidos por el café en el país. Al negar estos pun­
¡volu­ tos positivos, la izquierda se privó de los mejores medios para orientar
refor­
licati­
7. Antonio Gareia, Gaitálll el problema deJa re'VOluci6a eo1ombiaDa, Bogotá, 1956. Vemon Lee
Fluharty desarroll6 la tesis de Gareia para los lect.ores ingleses en su Dance 01 ihe MJDiODS.
pUentes Military Rule and ihé Socialllevolutioa iD Colombia, 1930·1956, Pittsburgh, 1957.
8. Un buen ejemplo e8 el estudio de Aateo Quimbaya citado en la nota 2.
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

su propio análisis. Se privó de la oportunidAd de hacer por la clase obre­


de e~p?rtación demostraron se:
ra lo que López de Mesa y Nieto Arteta hicieron tan eficazmente por la
movm:uento obrero y las trad
clase dominante: comprender cómo el café transformó la historia colom­ ayudar a la izquierda a concent
biana y poner dicha comprensión al alcance de la clase a la que se quena raleza excepcional de la historü
servir. de una senda propia, hacia un (l
Desde mediados del siglo, el curso mismo de la historia de Colombia
Pese a que la izquierda hub
ha revelado sin ambages las deficiencias de la concepción de López de
principal función de Colombia 4
Mesa y Nieto Arteta. La Violencia se burló de los lugares comunes dé
go de este siglo, particularrne
Nieto Arteta sobre la estabilidad poJítica de la nación promovida por el
moderno desarrollo económico
café. La bárbara intensidad que asumió el conflicto en las zonas cafete­
ducir café para la exportación.']
ras demolió la Jírica descripción "lopezmesiana" de la civilización de
vertiente.
más que cualquier otro grupo s
nación colombiana.
Empero, la forma poJítica tradicional en que La Violencia estalló se
canalizó, yen buenta parte, finalizó; puso también de relieve la evidente
debilidad de la interpretacibn izquierdista de la historia moderna de C~ ORIGENES DE UN SISTEMA POLITI(
lombia. Al igual que Antonio García, la mayoria de los izquierdistas han
tratado de hacer aparecer la historia colombiana del siglo XX más rev~ Es la evolución política de Cololl
hicionaria de lo que es. Han aplicado versiones prosaicas de la teoria s~ claramente su historia moderna
cial universal, en un vano intento por explicar la historia moderna de una América Latina. Las disirnilitude
formación social cuya singular estructura y anómalo desarrollo histórico ras. Puede señalarse la notable
claman por un análisis original. A diferencia de García, sin embargo, política de los dos Partidos polí1
quien fue pionero en el estudio del movimiento laboral en la producción mantener el statu quo social las
cafetera, la mayoría de los izquierdistas han preferido enfocar su aten· d~moc~áticas, as1 como la ec~ol
ción sobre los "proletarios reales": los obreros petroleros y bananeros, hi~caPlé en el fracaso de tercero
los obreros industriales y del transporte y la minoría de obreros cafeteros q~llerda ma~ista corno de la den
cuya posicibn excepcional les permitió organizarse de manera colectiva. e~ercer una Influencia significativ
La historia de cada uno de estos sectores de la clase obrera colombiana ~ mode~ del pais. O bien pue<l
es muy Ímportante. No obstante, su significación plena solo aparece en CIa de medIados del siglo un conf
relación con el determinante primario del patrón de la moderna historia tradicional y no a una l~ca soci
laboral y nacional de Colombia. Es el estudio del destino organizativo y decir lo mismo. Cada una de estl
de la trayectoria poJítica de los trabajadores cafeteros lo que le da unidad de~~dad histórica del movirnienl
a la historia del movimiento obrero colombiano y hace comprensible la . política.
historia general del pais durante el siglo XX.
. El análisis del desarrollo ecoI
Afortunadamente, estudios recientes de investigadores colombianos tIene que entenderse a la luz de h
han reexaminado ciertos aspectos de la influencia del café en la vida na­ No es suficiente dar por sentado el
cional, haciendo posible que se inicie una revaluación del significado de XIX, pa!'8 luego mostrar cómo esi
la producción exportadora de café para el movimiento obrero y para la económico en el siglo XX (9). Una
historia del pals. Una mayor apreciación de dicha influencia puede hacer
que la izquierda colombiana y de otras naciones abandone el intento de
confeccionar una historia revolucionaria de corte conservador y empren­
9. Esta es la estrategia I!leguida, por ejemplo, J!
da la tarea más diflcil de comprender en forma precisa el pasado. Puede Garcés, Deaarrouo JKÜfco '1 desarroDo
estimular a la izquierda a dejar a un lado las analogias espurias entre 1.972, demuestra el fracaso de los tMcerosecA
Colombia y paises como Cuba, Chile y Nicaragua, donde las economias riografta del siglo XIX Di explicar la.
en esa centuria.
natur!:
:.oBTRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 835

lDÍdAd de hacer por la clase obre-­ de exportacibn demostraron ser más propicias para el fortalecimiento del
a hicieron tan eficazmente por la movimiento obrero y las tradiciones politicas revolucionarias. Puede
~é transformb la historia colom­ ayudar a la izquierda a concentrarse en la'comprensibn de cbmo la natu­
lnce de la clase a la que se quería raleza excepcional de la historia colombiana puede guiar el pais, a través
de una senda propia, hacia un orden social más progresista.
mismo de la historia de Colombia Pese a que la izquierda hubiera deseado que fuera de otro modo, la
ms de la concepcibn de Lbpez de principal funcibn de Colombia en el sistema capitalista mundial a lo lar­
burlb de los lugares comunes de go de este siglo, particularmente durante los años formativ-os de su
ica de la nacibn promovida por el moderno desarrollo econbmico, político e institucional, ha sido la de pro­
.b el conflicto en las zonas cafete­ ducir café para la exportacibn. Los trabajadores dedicados a esta tarea,
ezmesiana" de la civilizacibn de más que cualquier otro grupo social, forjaron la historia moderna de la
nacibn colombiana.
na! en que La Violencia estallb se
lISO también de relieve la evidente
lista de la historia moderna de Co­ ORIGENES DE UN SISTEMA POIJTICO PARTIDISTA
a mayoría de los izquierdistas han
:olombiana del siglo XX más revo­ Es la evolucibn política de Colombia en el siglo XX lo que diferencia tan
,ersiones prosaicas de la teoría so­ claramente su hi~toria moderna'de los patrones de los demás paises de
~xplicar la historia moderna de una América Latina. Las disimilitudes pueden expresarse de distintas mane-­
:ora y anbmalo desarrollo histbrico ras. Puede señalarse la notable supervivencia y continuada hegemonia
iferencia de Garcia, sin embargo, política de los dos partidos políticos que comparten el compromiso de
ovimiento laboral en la produccibn mantener el statu quo social, las instituciones republicanas y las formas
tes han preferido enfocar su aten­ democráticas, así como la economia politica capitalista. Se puede hacer
hincapié en el fracaso de terceros partidos reformistas - tanto de la iz­
~8 obreros petroleros Y bananeros,
1;e y la minorla de obreros cafeteros quierda marxista como de la derecha corporativista- en su intento por
ejercer una influencia significativa y duradera en la direccibn de la histo­
b organizarse de manera colectiva.
ria moderna del pais. O bien puede subrayarse la dinámica de La Violen­
, de la clase obrera colombiana
cia de mediados del siglo, un conflicto que obedecib a una lbgica política
.igJniñcación plena solo aparece en
del patrón de la moderna historia tradicional y no a una lbgica social moderna. Son diversas maneras de
estudio del destino organizativo y decir lo mismo. Cada una de estas características es una secuela de la
cafeteros lo que le da unidad debilidad histbrica del movimiento obrero organizado y de la izquierda
~olc)ml)ía)lO Y hace comprensible la
política.
El análisis del desarrollo econbmico y social moderno de Colombia
de investigadores colombianos tiene que entenderse a la luz de la anbmala política tradicional del pais.
la influencia del café en la vida na­ No es suficiente dar por sentado el sistema político que emergib del siglo
una revaluacibn del significado de XIX, para'luego,mostrar cbmo estructurb y canalizb el cambio social y
el movimiento obrero y para la econbmico en el siglo XX (9~. Una interpretacibn adecuada del moderno
de dicha influencia puede hacer
naciones abandone el intento de
de corte conservador y empren­ 9. Esta es la estrategia seguida, por ejemplo. por Oquist en el estuc:Uo citado en la nota 3. Joan E.
en forma precisa el pasado. Puede Gam\s, DeearroIlo poIítieo '1 desarroBo eeonómieo. Loe C8II08de ChIle '1 Colombia, Madrid
lado las analogias espurias entre
l~72, demu~ el ~ de.los terceros partidos en este siglo, pero no 101ft evaluar la histo:
riografia del siglo XIX m exp1icat la naturaleza excepcional del desarroBo polltico de Colombia
y Nicaragua, donde las economias en esa ceniuria.
336 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

curso hi~tbrico de Colombia debe explicar la dinámica peculiar de la polí­


tica que heredb el país del siglo XIX, y después mostrar cbmo dicho sis­
tema político se perpetub en la centuria siguiente. En la prbxima seccibn
trataré de probar que el café contribuye a explicar la curiosa preserva­
cibn del sistema político tradicional de Colombia en el presente siglo. En
esta seccibn afirmo que la explicacibn de la formacibn de tal sistema
debe empezar por comprender los rasgos especiales del desarrollo social
del país en el perlodo colonial y en el siglo XIX.

Enel montañoso tercio occidental de lo que hoyes Colombia, los españo­


les se enfrentaron a sociedades indigenas menos populosas y más atra­
sadas culturalmente que las asentadas en los Andes centrales y meridio­
nales y en Mesoamérica, pero más gtandes y con una agricultura más
desarrollada que la de las tierras bajas tropicales y las planicies templa­
das de Norte y Suramérica. La guerra, las enfermedades europeas y la
imposicibn, por parte de los conquistadores espaiioles, de sus demandas
laborales y sus patrones de uso de la tierra· diezmaron las póblaciones
indigenas en toda·América. Estas fuerzas eliminaron la base material y
la autonomia cultural de los pueblos indigenas del occidente de Colom­
bia durante el período coloniaL Allí, en contraste con las áreas del Nuevo
Mundo habitadas por civilizaciones precolombinas más desarrolladas.
muy pocas comunidades aborlgenes sobrevivieron al choque con el colo­
nialismo español. Sin embargo, a diferencia de las culturas indigenas de
cazadores y recolectores de las tierras bajas y las planicies que enfrenta­
ron la colonizacibn europea, la población indigena del occidente colom­
biano no fue virtualmente exterminada. Cuando la declinante curva
demográfica de la sociedad colonial de Colombia se recuperb en el siglo
xvn los indigenas aportaban la mayor porcibn de la herencia genética
deln~evo tipo étnico que conformb la mayorla de la poblacibn colombia­
na. Cuatro siglos de colonialismo español en el centro de Colombia produ­
jeron una sociedad más o menos densamente poblada, étnicamente mes­
tiza y unificada poruna.cultura hispánica común (10).
La sociedad colonial de· Colombia se desarrolló sobre la base de pa­
trones de asentamiento bien establecidos en la regibn antes de la Con­
quista. Los españoles fueron atraídos por la mano de obra indigena, las
fértiles tierras y el clima saludable de las regiones templadas de las
montañas, en especial de la más oriental de las tres cordilleras andinas

10. Eetostemas sontratad08.en estudios cuidadosos 1 detaJladoe por Jaime Ju:andUo Uribe. Para
una exposición breve 1 smtéticavéase su "Etapes1 sentido de la hist;ori&4e. Colo.l:OOia", en
Mario Arrubla et al., Colombia hoy, 2a. ed., Bogotá, 1978, pp. 15-61.
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA SS7

Jlicar la dinánrlca peculiar de la poli- que atraviesan el occidente colombiano de sur a norte, y de las cuencas
y después mostrar cómo dicho sis­ de los dos grandes valles fluviales, el Magdalena y el Cauca, definidos
I
ria siguiente, En la próxima seCCl'ón por estas cadenas montañosas (Véase el Mapa 5.1). Fue al1i donde los
luye a explicar la curiosa preserva­ españoles fundaron las grandes haciendas ganaderas y agrícolas de pro­
le Colombia en el presente siglo. En piedad privada, tipicas del colonialismo hispánico.
Ión de la formación de tal sistema Empero, a diferencia de otras colonias españolas, Colombia se desa­
sgos especiales del desarrollo social rrolló como una sociedad agraria en buena medida autosuficiente. Sus
siglo XIX. principales centros de población estaban localizados lejos del comercio
marítimo y sus sistemas de transporte y comunicaciones se desarrollaron
muy poco merced a la magnitud de los obstáculos que presentaba la to­
pografia montañosa de la zona. Agrestes caminos de mulas vinculaban
las regiones altas con los ríos; estos últimos, navegables solo en peque­
110 que hoy es Colombia, los españo­ ñas embarcaciones impulsadas con fuerza humana, eran el único lazo
genas menos populosas y más atra­ entre el centro de la colonia, el mar y la metrópoli europea. Solo hasta el
las en los Andes centrales y meridio­ siglo XIX - y aun entonces de modo muy precario-, los colombianos
grandes y con una agricultura más comenzaron a producir bienes agrícolas para la exportación, y a aligerar
jas tropicales Y las planicies templa­ el lastre de la geografía en el desarrollo económico del país.
rra, ·las enfermedades europeas .y la La producción de metales preciosos para la exportación fue un proce­
tadores españoles, de sus demandas so diferente. El oro,extraído en las cordilleras Central y Occidental, con­
'la tierra diezmaron las poblaciones virtió a la colonia en la principal región aurífera del imperio español del
nerzas eliminaron la base material y Nuevo Mundo, No obstante, el volumen y el valor de las exportaciones
s indigenas del occidente de Colom­ de oro, así como la cantidad de capital invertido y el número de trabaja­
:en contraste con las áreas del Nuevo dores enrolados en la producción del metal, eran escasos en compara­
ÍJ precolombinas más desarrolladas, ción con las grandes colonias productoras de plata de Nueva E1ipaña y
t sobrevivieron al choque con el colo­ Perú. Los depósitos colombianos de oro en el alto y medio Valle del Cau­
,erencia de las culturas indigenas de ca fueron explotados durante los períodos de la Colonia' e inicios de la
lS bajas y las planicies que enfrenta­ Independencia primordialmente con esclavos negros. La producción de
ilación indigena del occidente colom­ oro ejerció una significativa influencia en la composición étnica, la es­
tinada. Cuando la declinante curva tructura social y el desarrollo económico de esta importante región de
t de Colombia se recuperó en el siglo Colombia durante ambos períodos. Sin embargo, a diferencia de la des­
~yor porción de la herencia genética mesurada importancia de la minería en el desarrollo social de las princi­
fla mayoría de la población colombia­ pales colonias españolas productoras de plata, el impacto del oro en la
~añol en el centro de Colombia produ­ Colombia colonial y decimonónica fue de importancia secundaria (11).
psamente poblada, étnicamente mes­ El eje principal del desarrollo económico, social y politico de la Co­
tpica común (lO). lombia colonial se hallaba en la sociedad agraria, densamente poblada,

~
se..desarrolló SObre. la base de pa­ de la Cordillera Oriental. AI1i, a 2.500 metros de altura, en la Sabana de
'dos en la región antes de la Con­ Bogotá, y sobre la base de la más desarrollada civilización precolombina
. por la mano de obra indigena, las del norte de Suramérica, los españoles establecieron el centro adminis­
de las regiones templadas de las
p.ental de las tres cordilleras andinas
~. 11. Las estadisticasde la producción colonial de oro en Colombia, basadaa en estimativos del siglo
XIX de Vicente Restrapo, estan convenientemente resumidas en William Paul MeGreevey,
~ '1 detallados por Jaime Janumno Uribe. Para Historia eCODÓmica de Colombia, 1845-1930, Bogotá, 1975, Tabla 7; MeGreevey aporta bas­
~~ y sentid.o de la historiada ColoIllbia". en en
tante material y aDállsis la primera parte de su libro para demostrar la naturaleza relativa­
l' Bogotá, 1978, pp. 16-61. mente cerrada de la economis colombisna a fines del periodo colonial. .
!
338 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

trativo de la Colonia. Santa .


en la capital de Colombia y
dente de Suramérica. DesdE
cía el norte, hacia las frias
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12. Antes de 1886,las divisiones adminiI


PERU A partir de esa fecha se han llamado
problemas planteados por el cambio
des politicas a las que perteneció Col
Mapa 5.1. Colombia. Localización de la zona cafetera y los departamentos a princi­ lombia formó el núcleo del Virreinato
pios del !dglo XX. .
de la Gran Colombia (que incluía lo q¡
dencia. Luego de la separación de V
tuvo tres cambios de nombre hastaq
blica de Colombia. Panamá se separó
· LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 339

trativo de la Colonia. Santa Fe de Bogotá estaba destinada a convertirse


en la capital de Colombia y en la ciudad más grande del norte y el occi­
dente de Suramérica. Desde allí el colonialismo español se extendió ha­
cia el norte, hacia las frias tierras altas y los valles interandinos de la
Cordillera Oriental, hastá la actual Venezuela. La sociedad agraria, en
alto grado autosuficiente, que se desarrolló en esta región - más estrati­
ficada y jerárquica en el sur (actuales departamentos de Cundinamarca y
Boyacá), más fluida y democrática en el norte (Santander y Norte de
Santander) - se convirtió en el centro de la Colonia. Fue·principalmente
a través de esta región densamente poblada y económicamente autosufi­
dente por donde el cultivo del café, que estaba destinado a transformar
la sociedad colombiana moderna,se difundió hacia otras regiones duran­
VENEZUELA te la segunda mitad del siglo XIX .. Ya aLfinal del siglo, cuando el cultivo
del grano había cubierto .la Cordillera Central y empezado su explosivo
crecimiento, la tradicional primacía de los departamentos de la Cordille­
.'.'. ra Oriental se vio gradualmente socavada. El pals, por primera vez, lo­
~.
\".,........... , ..., gróuna unidad efectiva (12).
Dos rasgos distinguen el desarrollo colonial de Colombia del de las
otras colonias importantes del imperio español en América: la composi­
ción étnica y cultural relativamente homogénea de la sociedad y su rela­
tivo aislamiento del sistema económico mundial. Ninguna de estas ca­
racteristicas era absoluta. Pero cada una ayuda a explicar la forma políti­
ca que asumen en Colombia las tensiones sociales, económicas e ideoló­
gicas generadas por el violento proceso de la descolonización y ~ incor­
poración gradual a un orden mundial capitalista e industrial durante el
siglo XIX.
Después de la Independencia, dos fuerzas contendientes, los libera­
les y los conservadores, surgieron en el seno de la clase dominante de la
nueva nación. Los liberales y los conservadores se dividieron en torno al
grado de su compromiso con los principios de la economia política liberal
que cimentaban el sistema capitalista mundial en el siglo XIX y condicio­
naban el desarrollo exitoso dentro de él. Los liberales y los conservado­
res lucharon en torno al papel de la Iglesia, .importante latifundista y
fuente de crédito, garante del control social sobre las clases populares y
de la legitimidad de la clase dominante en el orden mercantil-colonial de

comienzos 12. Antes de 1886, las divisiones administrativas primarias de Colombia se denominaban estados.
de siglo A partir de esa fecha se han llamado departamentos. En el texto también he simplificado los
problemas planteados por el cambio de nombres y de fronteras jurisdiccionales de las entida­
des politicas a las que perteneció Colombia. Originalmente parte del Virreinato del Perú, Co­
Da cafetera y los departamentos a princi· lombia formó el núcleo del Vmeinato de la Nueva Granada en el siglo XVIII y de la República
de la Gran Colombia (que induialo que hoy son Venezuela y Ecuador) después de la Indepen­
dencia. Luego de la separación de Venezuela y Eroadoren la década de 1830, la república
tuvo tres cambios de nombre hasta que en 1886 adoptó su actual denominación oficial, Repú­
blica de Colombia. Panamá se separó de Colombia en 1903.
840 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

España. Se enfrentaron sobre la cuestión de la rapidez con que debía


abolirse la esclavitud; la forma de alienar las tierras públicas e indíge­
nas; las condiciones en las cuales se debían contratar los empréstitos
extranjeros; el carácter de las instituciones educativas públicas y.priva­
das; la naturaleza de los sistemas monetario, bancario y tributario; y el
grado de centralización política y administrativa. Estos asuntos fueron
definidos por los esfuerzos de los liberales por transformar la tierra y la
mano de obra en mercancías que pudieran combinarse libremente con el
capital para un uso productivo en una economía mundial estructurada
según los principios del libre comercio y la división internacional del tra­
bajo.
Esta lucha intestina de la élite en torno de los principios de la econo­
mía política liberal no se dio solamente en Colombia. Como hemos visto
en capítulos anteriores, fue típica de las antigUas colonias ibéricas en el
Nuevo Mundo. En algunos países latinoamericanos los liberales encon­
traron una resistencia conservadora más poderosa y sostenida que en
otros; en algunos los resultados económicos de sus reformas tuvieron un
éxito más inmediato que en otros. En cada sociedad latinoamericana, las
cuestiones dominantes de la economía política liberal se vieron compli­
cadas de maneraespecíficR y a menudo contradictoria por la lucha de
clases, los intereses y lealtades regionales y las ambiciones personales
de los líderes políticos y sus clientes. Por todas estas razones, la lucha
por consolidar los principios de la economía política liberal generó una
historia de conflicto y compromiso dentro de la clase dominante especifi­
ca de cada una de las distintas formaciones sociales y entidades políticas
de América Latina. En Colombia los detalles específicos -e· incluso
algunos de los principales puntos de viraje- de este proceso violento
están oscurecidos en la historiografía tradicional y aún no han sido ple­
namente elaborados (13). Pero lo que distingue la versión colombiana de
las historias paralelas del siglo XIX en otras repúblicas latinoamericanas
resulta claro: de una parte, la naturaleza prolongada e inconclusa de la
lucha; de otra, la profundidad de la politización popular.
La lucha en tomo a los principios de la economía política liberal no se
resolvió en Colombia sino a comienzos del siglo XX, debido principal­
mente a la incapacidad de la nueva nación para superar el patrón de
desarrollo agrario aislado establecido durante el período colonial. A lo
largo del siglo XIX, los colombianos no lograron expandir las exportacio­
nes de bienes primarios a la economía mundial. Esto sucedió con el oro,

13. Buenos análisis recientes son Antbony MacFarlane, "From Co1onyto Nation: Tbe PoliticaJ
Economy of Colombia During tbe FirstHalf of tbe Nineteentb Century", en C. Abel y C.
Lewis, eds., LatiD America, ECODOmic Imperialism 8Dd the 8tate; y Paul Oquist, Violencia
(citado en la nota 3), Capitulo 3. Por nueva historiografia quiero decir estudios analltic08 ati­
nentes a los aV8Dces de las ciencias sociales.
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 341

tión de la rapidez con que debía la única exportación importante de la Colombia colonial, ast como con los
mar las tierras públicas e indíge­ bienes agrícolas que trataron de producirse para el mercado mundial.
debían contratar los empréstitos El violento conflicto civil y de clase que se desató en el alto Valle del
ones educativas públicas y. priva­ Cauca durante la transición a un orden liberal después de la Indepen­
!etano, bancario y tributario; y el dencia, destruyó gradualmente el sistema de ,trabajo esclavista del que
linistrativa. Estos asuntos fueron dependía la producción colonial de oro. En la medida en que· la mineria
mes por transformar la tierra y la del oro revivía lentamente, fue desplazándose hacia otro foco geográfico
!ran combinarse libremente con el y recurriendo a nuevos modos de producción. La mayoría de las exporta­
l economía mundial estructurada ciones de oro del país en el siglo XIX fueron extraídas de la Cordillera
y la división internacional del tra­ Central, en la enorme región de Antioquia. El grueso de las exportacio­
nes antioqueñas era producido por pequeñas y medianas empresas capi­
i>mo de los principios de la econo­ talistas nacionales y extranjeras que usaban maquinaria y técnicas rela­
e en Colombia. Como hemos visto tivamente modernas. Las compañías mineras empleaban desde unas
¡S antigúas colonias ibéricas en el pocas docenas hasta cientos de trabajadores asalariados, muchos de los
noamericanos los liberales encon­ cuales laboraban por temporadas en las minas y retornaban a las activi­
MS poderosa y sostenida que en dades agricolas durante el resto del año. Sin embargo, la inmensa mayo­
nicos de sus reformas tuvieron un ría de la fuerza de trabajo minera de Antioquia estaba compuesta por
ada sociedad latinoamericana, las pequeños mineros independientes. Llamados mazamorreros debido a las
l política liberal se vieron compli­ gachas de maíz que conformaban la base de su dieta, estos trabajadores
do contradictoria por la lucha de comprendían alrededor de cuatro quintas partes de los 15 mil mineros
nales y las ambiciones personales del oro que hubo en' Antioquia en los años de máximo empleo en el siglo
Por todas estas razones, la lucha XIX. Los' mazamorreros desarrollaron técnicas mineras y una cultura
mOlDÍa política liberal generó una altamente móvil con el fin de aprovechar los depósitos auriferos superfi­
tro de la clase dominante especifi­ ciales que se hallaban a lo largo de miles de quebradas y rios aislados en
pnes sociales y entidades políticas las faldas de la Cordillera Central. La mayoria de los mazamorreros eran
I detalles especificos -e incluso descendientes de esclavos o mestizos que habían huido de los onerosos
)viraje- de este proceso violento sistemas de trabajo prevalecientes en la agricultura de las tierras altas i
tradicional y aún no han sido ple­ quizá unatercéra parte de ellos eran mujeres. Trabajaban prácticamente
listingue la versión colombiana de sin capital o maquinaria, utilizando bateas de madera talladas a mano,
¡otras repúblicas latinoamericanas con las cuales extraían una cuarta parte del oro exportado desde Antio­
eza prolongada e inconclusa de la quia durante el siglo XIX. Al igual que los trabajadores asaIariados en
'tización popular. las minas, los mazamorreros a menudo se dedicaban a la agricultura, por
la economía política liberal no se lo general en parcelas de subsistencia ganadas a las selvas vírgenes de
del sigló XX, debido principal­ las agrestes montañas que recoman en busca de oro (14).
ción para superar el patrón de Los mazamorreros colombianos, así como los comerciantes que los
durante el periodo colonial. A 10 proveían y recolectaban el producto de su trabajo para la exportación,
lograron expandir las exportacio­ desempeñaron importantes papeles en la transformación de la sociedad
mundial. Esto sucedió con el oro, antioqueña durante el siglo XIX. En el centro de dicha transformación
estuvo el célebre éxodo de agricultores antioqueños desde los asenta­

~Iane, "From Colony to Nation: Tbe Polítical

=
e Nineteenth Century", en C. Abel y C. 14. Roger Brew. El desarroUo eeooómieo de Aatioquia desde la iDdependeneia huta 1920, Bogo­
ud the S&ate; y huI Oquist, Violencia tá, 1977, Ilporta la mejor discusión de la mineria antioqueiia del oro. Las cifras sobre la fuerza
. quiero decir estudios analiticos ati- de trabajo son tomadas de las pp. 52-58; las relativas a la participación de Antioquia en las
Ii exportaciones de oro yen lils exportaciones totales de Colombia, de las pp. 131-32.
342 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

mientos de las tierras altas hacia las vertientes vírgenes de la Cordillera embargo, es posible leer 51
Central. Dentro de esta frontera agrícola en avance hacia el sur surgie­ basado desde la perspectivl
ron millares de pequeños labradores, dedicados en un principio a la agri­ otra clase engendrada en la
cultura de subsistencia.Y, luego, a medida que avanzaba el siglo XIX, al Los pequeños agricultores y
cultivo del café. El desarrollo de la frontera agrlcola,tan familiar para en busca de las Oportunidad
los norteamericanos, resulta extraño en la historia de América Latina. te de oro debilitaron los sisil
Debido a que la colonización antioqueña contribuyó a imprimir a la eco­ de la agricultura tradiciona
nomía exportadora de café sus especiales rasgos sociológicos y puesto para los comerciantes y la DE
que aparece íntimamente conectada con la industrializaciótl de Antio­ producción de oro al extranj.
quia en el siglo XX, constituye un hecho de gran significación no solo tera y luego desarrollaron la
para la historia de la zona, sino también para la del país en su conjunto. S? importancia potencial par.
Alvaro López Toro fue el primero en desarrollar sistemáticamente la ClanteS sacaron provecho de
tesis de que la dinámica de la colonización antioqueña y del desarrollo mocrática de los trabajadOl'1
moderno de Colombia,basado en el café, estuvieron íntimamente rela­ hacerlo. erigieron una estrucl
cioll8dos con la evolución de la economia exportadora de oro en la re­ de subsistencia de los peque]
gión. En un brillante ensayo, publicado en 1970, afirmaba que la produc­ tación- se desarrollaría en u
ción de oro para la exportación, en los siglos xvm y XIX,generó un de­ Entonces, si bien pueden
sequilibrio crónico entre la dinámica economía minera de la región y su una influencia decisiva direc
estancada agricultura tradicional. Sostuvo que había surgido una pode­ ciedad.antioqueña (y úitimal1
rosa clase de mercaderes, que balanceó tal desequilibrio por medio del impacto a corto plazo result
comercio. Estos comerciantes suministraban al difuso sector exportador básicamente cerrado deldesa
alimentos, herramientas y ropa, y recolectaban el oro con destino a los Hacia las últimas décadas de
mercados externos. La acumulación de capital por parte de los comer­ portaciones anuales de oro col
ciantes les permitió a éstos desplazarla influencia social, cultural y polí­ niveles que poryez primera SE
tica de los grandes latifundistas dedicados a la agricultura tradicional en más de ISO mil onzas puras va
las tierras altas cerca de Medellín, la capital regional. Los comerciantes oro (16). Las exportaciones (
comenzaron a organizar la colonización de la frontera a principios de .la menos dos tercios de todas la­
década de 1820 y recabaron el apoyo del gobierno para la distribución de siglo XIX y alcanzaron entre ;
tierras vírgenes en las vertientes. Buena parte de tales tierras fueron a colombianas durante la segUl
parar a manos de pequeños propietarios. Posteriormente, los comercian­ valor total de todas las exporúi
tes fomentaron la transición de la agricultura de subsistencia al cultivo les e.ra de origen agrícola aum
del café en las áreas recién colonizadas. Luego aprovecharon su control del siglo XIX. Entre las ~08tri
sobre las finanzas y el intercambio para apropiarse del excedente de la XX,: el valor total del comercil
economía cafetera e invertirlo en el desarrollo industrial(lS). a~enas superior (si es que lo j
El ensayo seminal de López Toro analizó este notable proceso históri­ Clon durante el mismo períod<
co particularmente desde la perspectiva de la clase comerciante. Sin

15. Alvaro López Toro, Mipación y cambio social en Antioqula, Medellin, uno. La descripción 16. Estas cifras, tomadas de los estimati
• (' VI
clásica del proceso es James J, Parsons, Laeolonbación anUoClQeAaen el oeeidente de Colom­ DÓDUea CItado en. la nota 11), no mcll
bia, Medellin, 1950. Frank Safford, "Significado de los antioqueiios en el desarrollo económi­ llegado a ser hasta una. cuarta plUte eh
co colombiano", en Anuario Colombiano de Historia SodaIy Cultura, 3, 1965, pp. 44-69, hace 17. Esta es la conclusión a que llega José
énfasis en la importancia del oro en el desarrollo de Antioquia y cuestiona. la extraiia tesis de construir el patrón del comercio e::rterj
la "privación cultural" popularizada por Everett Hagen, Eleambio social_ Colombia, Bogo­ lombianas en el siglo XIX" en Miguel
tá, 1963. Aspectos de esta tesis de López Toro han sido corroborados a través de investigación biana, B~gotá, 1980, pp. 99-142. La 01
primaria por parte de Roger Brew, cuya obra se cita en la nota 14, Y Ann Twinam, MiDeroll, vos antenores de McGreevey relativO!
comerciantes y agrieultorell, Medellin. pero SUs conclusiones confinnan la t4
COLOMBIA 343
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

embargo, es posible leer su ensayo y los datos históricos en que está


ertientes vírgenes de la Cordillera
basado d~de la perspectiva complementaria y más fundamental de la
ola en avance hacia el sur surgie­
otra clase engendrada en la economía exportadora de oro de Antioquia.
:ledicados en un principio a la agri­ Los pequeños agricultores y trabajadores que salieron de las tierras altas
dida que avanzaba el siglo XIX, al
~ontera agricola, tan familiar para
en busca de ~~ oportunidades que brindaba la producción independien­
te de oro debIlitaron los sistemas de explotación de la tierra y el trabajo
en la historia de América Latina.
día contribuyó a imprimir a la eco­
de la agricultura tradicional. Los mazamorreros crearon un mercado
iales rasgos sociológicos y puesto para los comerciantes y la necesidad de un mecanismo que canalizara la
producción de oro al extra~ero. Los mazamorreros desbrozaron la fron­
con la industrialización de Antio­
!ICho de gran significación no solo teray luego desarrollaron las herramientas culturales que demostraron
su impo$ncia potencial para la agricultura de subsistencia. Los comer­
~n para la del pais en su co~unto.
ciant;es sacaron provecho de tales desarrollos,producto de la lucha de­
en desarrollar sistemáticamente la
mocrática de los trabajadores antioqueños por mejorar sus vidas. Al
meión antioqueña y del desarrollo
hacerlo, erigieron una estructura legaly poütica en la cual la agricultura
café, estuvieron íntimamente rela­
de. ~ubsistencia de los pequeños productores -y más tarde la de expor­
emía exportadora de oro en la re­
taclón- se desarrollarla eI\ la Cordillera Central.
f() en 1970, afirmaba que la produc­
s siglos xvm y XIX, generó un de­ Entonces, si bien puede, mostrarse cómo la producción de oro ejerció
economía minera de la región y su una .influencia decisiva, directa y duradera sobre el desarrollo de la so­
~ieda4antioqueña (y últimamente de toda la sociedad colombiana), su
stuvo que había surgido una pode­
~p.acto a corto plazo resultó insuficiente para transformar el patrón
ceó tal desequilibrio por medio del
basl~e~te .cerrado del desarrollo agrario del pais durante el siglo XIX.
iStraban al difuso sector exportador
Hacmlas ultlmas décadas de ese siglo, el volumen y el valor de las ex­
reolectaban el oro con destino a los
de capital por parte de los comer­ portaciones anuales de oro colombiano volvieron a alcanzar los modestos
ni~eles que p~r vez primera se habían obtenido en el siglo xvm, un poco
t la influencia social, cultural y poli­
mas de 150 nnlonzas puras valoradas en cerca de tres millones de pesos
tados a la agricultura tradicional en
oro (16). LfiS exportaciones de oro de Anijoquia comprendían más o
~ capital regional. Los comerciantes
~enos dos tercios de todas las exportaciones de oro del pais durante el
ibn de la frontera a principios de la SIglo X:pc y alcanzaron entre ellO y el 25 % detadas las exportaciones
del gobierno para la distribución de
colombIanas durante la segunda mitad de dicha centuria. Empero, el
lena parte de tales tierras fueron a
valo~ total de todas las exportaciones de Colombia, el grueso de las cua­
~os. posteriormente, los comercian­
de subsistencia al cultivo les e~a de origen agrícola, aumentó solo irregular y lentamente a lo largo
Luego aprovecharon su control del SIglo XIX. Entre las postrimerias del siglo xvm y el comienzo del
apropiarse del excedente de la XX,el valor total del comercio exterior de Colombia creció a una tasa
a~nas superior (si es que lo fu~) al crecimiento demográfico de la na­
industrial( 15).
¡r;¡Wl:llU.V este notable proceso históri­
CIón durante el mismo período (17). A fines del siglo XIX, la población
de la clase comerciante. Sin
16. Esta:'~. tomadas de los estimativos de Restrepo y resumidas en McGreevey, Historia eco·
eD Antioquia, MedelHn, lino. La d8llcripción
DÓ_ (CltadO en la nota 111. no incluyen el contrabando, el cual, según Brew. puede haber
IdoDiizacióu antloqueAa eu el oocideute de Colom· llegado a ser hasta una cuarta parte de las exportaciones oficiales de oro.
los antioqueños en el desarrollo ecoIlÓmi­ 17. Esta es .la conclusión a que llega José Antonio Ocampo luego de un agotador esfuerzo por re­
Social y Cultura, 3, 1965, pp. 44-69, hace
co~el~atró~ del ~ercio ~xlerior de Colombia en el siglo XIX, "Las impodaciones co­
de Antioquia y cuestiona la extraiía tesis de l~bUUlu en el SIglo XIX • en M¡guel Urrutia et al., Ell8Ilyossobre historia ecoDÓmica colom·
Hagen, El eambio lIOCial eu Colombia. Bogo­ buma,&,gotá, 1980, pp. 99-142. La obra de Ocampo corrige ciertos upectos de los estimati­
sido corroborados a través de investigación vos antenores de McGreevey relativos al comercio exterior del pais durante el siglo puado
cita en la nota 14, y Ann Twinam, Mineros, pero sus conclusiones confirman la tesis, desarrollada eft la Segunda Parte de la obra d~
LOS TRABAJADORES EN LA HiSTORIA COLOMBIA

colombiana, de cerca de cuatro millones de personas, era la tercera de ma política precisa asumida·
Suramérica en tamaño, pero las exportaciones per cápita del pais figura­ la expansión de economias e
ban entre las más bajas de todo el hemisferio (18). damentos de gobiernos naci~
Dentro de esta estructura de secular estancamiento de las exporta­ nes del consenso y lahegeme
ciones tomó forma la turbulenta e inconclusa historia política de la Co­ sive en naciones como Venez
lombia del siglo XIX (19). En términos generales, la suerte política de los do plenamente ni las economJ
partidos liberal y conservador, así como el destino de la economía políti­ tes de la economía política 1
ca liberal, corrió pareja con la suerte de la agricultura de exportación. El conservadoras reaccionarias l
auge tabacalero del tercer cuarto del siglo suministró una tenue base sucedió en Colombia. En este
material a los gobiernos liberales guiados por comerciantes, los cuales ras opuestas a la economia pe
lograron un precario control del Estado durante las décadas de 1850 y peso de una sociedad agraria
1860 Y transformaron las principales instituciones del pals de acuerdo ficialmente por el desarrollo E
con los principios de la economía política liberal. El valor de las exporta­ de vida independiente.
ciones de tabaco, producidas en un' pequeño enclave del Magdalena Así, el auge y la quiebra,;
Medio, aumentó rápidamente hasta promediar entre dos y tres millones de exportación estructuraron
de pesos oro entre 1850 y 1875. Pero el colapso de la economía exporta· longado siglo XIX. Los ciclos
dora de tabaco, a partir de la última fecha, simultáneamente con la calda riodo de hegemonía liberal du
.' .
de la demanda y los precios de las otras exportaciones colombianas dis­ dinario resurgimiento de las
tintas al oro (principalmente la quina), minó fatalmente la base material, guientes. De esta manera, el
la fuerza política y la influencia ideológica del liberalismo. Durante la agricultura de exportación peI
década de 1860 "JI 1870 los liberales lograron derrotar a las fuerzas con­ élites liberal "JI conservadora. ,
servadoras insurgentes en el campo de batalla. En 1885, en el punto más colombiana adquirió una vkb
bajo de la depresión de la agricultura de exportación, el partidO liberal, dinámica únicas dentro de los
dividido y desacreditado, apenas ofreció una resistencia simbólica a la El rasgo más notable del !
restauración conservadora. largo del siglo XIX fue el alto
El ascenso al poder, en 1886, de un régimen conservador empeftado entre las facciones de la clase t
en restablecer los privilegios de la Iglesia "JI en llevar adelante políticas participación fue el resultado
económicas y monetarias radicalmente opuestas a los intereses de im­ movilizar a las fuerzas popular
portadores y exportadores, y reñidas con la ortodoxia económica liberal Su disposición a actuar de tal
del mundo occidental invirtió la dirección de la historia colombiana del dad de las dos facciones para j
siglo XIX. A partir de entonces "JI hasta comienzos del siglo XX, Colombia la sociedad colombiana. Ante
siguió una senda política anómala dentro del patrón de la historia gene­ viable, los recursos del Estado1
rallatinoamericana de fines del siglo XIX. A partir de 1880, eh todos los vos para inclinar la balanza del
otros paises importantes de América Latina (Ohile y Argentina sonbue­ dientes. Sin embargo, la conql
nos ejemplos) gobiernos dedicados a los principios de la economía políti­ dependian de la capacidad de t:l
ca cosmopolita liberal se consolidaron en el poder. Sea cual fuere la for- rales o apelando a la guerra. Y,
un amplio respaldo popular. La
nos "JI a los trabajadores agric~
McGreevey. de que la economia colombiana no logró responder din6micamente al desafio del sociedad colombiana, sin mayo
desarrollo exportador a lo largo de todo el siglo XIX,
18. En 1971 McGreevey ca1euló unas exportaciones promedio per cápita anuales para fines de la
cierto que, aJo largo de las ioo
década de 1890 de solo unos cuatro dólares actuales: Historia eeoDÓIDiea (citado en la nota 111. la. clase don;únante. colombiana
Cuadro 13. nic<>s ,alineamientos horizontal.
19. El análisis de la pol1tica del siglo XIX reseñado en el resto de esta sección 118 desarrolla y docu­
menta en Calé y eouflieto, citada en la nota 4. Aqui no intento recapitular por completo el
duración e intensidad de la vi.
argumento deSarrollado en dicho boro. control s9C.ial. En tales oportwI
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 345

nes de personas, era la tercera de ma poJiticaproosa asumida·porestoe"regímenes, todos ellos dirigieron


taciones per cápita del pais figura­ la expansión de economias exportadoras viables, construyeron los fun­
tlisferio (18) . damentos de gobiernos nacionales efectivos y ampliaron las institucio­
darestancamíento de las exporta­ nes del consenso y la.begemonia ideológica de la clase dominante. Inclu­
conclusa historia poJitica de la Co­ sive en naciones como Venezuela, en donde aún no se habían consolida­
9 generales, la suerte poJitica de los do plenamente ni las economías ~xportadoras ni el Estado, los. proponen­
no el destino de la economía poJiti­ tes de la economia pQJitica liberal no ñleron obligados por las fuerzas
:le la agricultura de exportación. El conservadoras reaccionarias a adoptar una posición defensiva, tal como
11 siglo suministró una tenue base sucedió enColombia. En este pais, el p9(ierío de las fuerzas conservado­
lados por comerciantes, los cuales ras opuestas a la economia poJitica liberal reveló, a fines del siglo XIX, el
Ido durante las décadas de 1850 y peso de una sociedad agraria tradicional afectada solo temporal y super­
J instituciones del pais de acuerdo ficialmente por el desarrollo económico exportador durante casi un siglo
t.ica liberal. El valor de las eXPorta­ de vida independiente.
~pequeño enclave del Magdalena Así, el auge y la quiebra, y el fracaso a largo plazo, de la agricultura
H'omediar entre dos y tres millones de exportación estructuraron la historiapoJitica delpais durante su pro­
:el colapso de la economia exporta­ longado siglo XIX. Los ciclos agrícolas de exportación definieron el pe­
!)Cha, simultáneamente con la caida riOdo dehegemonialiberal durante el tercer cuarto del siglo y el extraor­
ras exportaciones colombianas dis­ dinario resurgimiento de ·las fuerzas 'conservadotas en las décadas si­
r; minó fatalmente la base material, guientes. De esta manera, el efímero éxito y el duradero fracaso de la
I>lógica del liberalismo. Durante la agricultura de exportación perpetuaron e intensüicaron la lucha entre las
ograron derrotar a las fuerzas con­ élites liberal y conservadora. Y como resultado de este proceso la poJitica
le batalla. En 1885, en el punto más colombiana adquirió una vida y una lógica propias, una. forma y una
l de exportación, el partido liberal, dinámicaúmcas dentro de los paises de.laregión.
eció una resistencia simbólica a la Elrasgo más notable d~l sistema poJiticoformado en Colombia a lo
largo d~l siglo XIX fue el alto.nivel de participación popular en la lucha
un régimen conservador empeñado entre las facciones de la clase dominante por el control del Estado, Dicha
~lesia y en llevar adelante pollticas participación fue el resultado de la ,voluntad de los Jideres poJiticos de
ate opuestas a los intereses de im­ movilizar a las fuerzas populares en la batalla por la hegemonia poJitica.
icon la ortodoxia económica liberal Su· disposición a actuar de tal manera reflejaba la continuada incapaci­
itción de la historia colombiana del dad de· las dos facciones para imponer su voluntad sobre el coI\iunto de
la comienzos del siglo XX, Colombia la sociedad colombiana, Ante la ausencia de un desarrollo exportador
~ntro del patrbn de la historia gene­ viable, los recursos del Estado,detadas maneras escasos, fueron decisi­
~m. A partir de 1880, en todos los vos para inclinar la balanza del poder entre. los sectores poJiticos conten­
fLatina (Chile y Argentina son bue­ dientes, Sin embargo, la conquista y preservación del poder del Estado
.os principios de la economia pollti­ dependian de la capacidad de derrotaf a los rivales por los medios electo­
~ en el poder. Sea cual fuere la for­ rales o apelando a )aguerra. Y. a su turno, dicha capacidaddependia de
un amplio respaldo popular. Las élites poJiticas movilizaron a los artesa­
l nOs y a los trabajadores agrícolas, quienes constituian el grueso de la
~ logró responder din6micamente al desafio del sociedad colombiana, sin mayor temor de las consecuencias sociales, Es
~XIX. cierto que, a.)olargo de las incesantes y mortíferas luchas del siglo XIX,
les promedio per cápita anuales para fines de la la clasecd.~nte colombiana se enfrentó.ocasionalmente con embrib­
iuaÍes: Historia ecoDÓmiea tcitado en la nota 11).
nicoscalin~ientos horizontales de clase, o con la evidencia de que la

r.
~eD el resto de esta sección se desarrolla y
Aqul DO
docu­
intento recapitular por completo el
duracitIDeintensidad de la violencia civil amenazaban con ·destruir el
control soQal. Entale$oportunidades, las facciones de la élite olvidaron
346 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

rápidamente sus diferencias y se unieron para eliminar la amenaza con­ resultado de intereses regio
tra su dominación de clase. Sin embargo, esas ocasiones fueron muy minante. :una de las dos role
poco comunes y con el tiempo prácticamente todas las tensiones· sociales escala municipal, gamonal8l!
fueron encauzadas a través de los canales cliente listas de los dos gran­ laban el poder económico y J
des partidos politicos. Al menos en parte, dicho desenlace reflejaba la tribuir favores, lo mismo qUI
relativa homogeneidad étnica y cultural de la sociedad agraria precapita­ la justicia. Incluso al nivel d
lista de Colombia. Al contrario de lo que ocurrió en México, por ejemplo, pio colombiano, los pequeñ(
en Colombia las fuerzas populares no gozaron de una base colectiva étni­ ciÓD politica bien podian bt
ca o cultural sobre la cual construir una identidad separada y una con­ urbanos del partido opuesto
cepción independiente del m u n d o . . !
tes o pequeños propietarios,
Los dirigentes politicos recurrieron a diversos medios para movilizar Estas eran, entonces, la
a las clases populares, que dieron su sangre en la interminable lucha politico único forjado en un ;
entre las facciones elitistas. Ellos iban desde la coerción económica di­ economia política liberal, en
recta sobre los trabajadores rurales dependientes hasta los llamamientos génea aún aislada en buena ¡:
ideológicos en nombre de los valores cristianos y los ideales democráti,.. giódelsiglo XIX con una poi
cos que compartian las clases populares. Incluían promesas de ayuda dos opuestos, cimentados COl
paternalista la posibilidad de prebendas clientelistas y la facultad de sellados con sangre en ciento
impartir justicia en las cortes. En tiempos dificiles y de conmoción civil ciones de contieIlda civil.
la simple oportunidad de cambiarla certidumbre de la pobreza y la inse­ Pero si bien es cierto que
guridad personal por las fortunas de la guerra fue una· motivación que ba a las facciones elitistas I
indujo a los trabajadores rurales a alistarse en uno u otro ejército o en las para su lucha inconclusa por
fuerzas guerrilleras locales. . . siones populares por mediO!
Las élites politicas y sociales,no eran, sin embargo, los únicosbenefi­ resultaba enteramente funci(]
ciarios potenciales de la lucha p:elitica sectaria, ni las clasespopulare~ nante. Periódicamente altel'll
sus exclusivas victimas. Miembros individuales de la élite podian perder económico y la acumulación p
la vida o su fortuna material Em la contienda civil. Miembros de los estra­ taba la maniobrabilidad de lo
tos más bajos podian mejorar sus posibilidades de vida participando·en búsqueda del consenso en tor:
la lucha política. Pero únicamente los elementos de la clase dominante conjunto. La intensidad de la
.. podianconfiar en mejorar tanto sus fortunas individuales como la posi­ telismo y el legado de lá. gue
ción de su sector de clase en la lid entorno de los principios liberales y la partidistas y oportunistas de L
hegemonia politica. modo, el sistema político colo!
La movilización de los estratos sociales populares en la crónica gue: lución histórica hacia el compt
rra civil polarizó gradualmente la· sociedad colombiana en dos bloque~ no a los principios de la econOI
multiclasistas opuestos. Para los miembrOS' de·la c~trab~adora,·la. La catástrofe que sufrió el
afiliación politica se decidiaalrededor de cuestiones tan concretas y ra­ plena la peligrosa amenaza qu
cionales como el acceso a la tierra o la protección fisa. Pero Wla. vez que ba el sistema politico que ella 1
una persona mataba en nombre de uno de los partidos, o veía cómo sus de 1890, el tan elusivo COnsellll
amigos o parientes eran despojados por parte del otro, .la .lealtad hacia la tica liberal que habían dividide
colectividad politica se convertiaen algo más complejo, abstracto y emo­ finalmente al alcance de ~ lIUl
cional. Con el tiempo. la identificación con uno u otro partido.sehizo plicaron por cinco entre 1886
hereditaria. Las lealtades politicas pasaban de padres' a hijos como un medio millón de sacos de 60 kil
conjunto de cálculos materiales y racionales, y d~ recuerdos de hazañas pesos oro (20). Durante este p
e injusticias trascendentales. La afiliációnpartidisfaempézóa creal'una
peculiar geografia politica en Colombia. En cada departamentó, y como
20. Estas son estádlstieas oficiales del,
COLOMBIA 34'1

resultado de intereses regionales, sociales y económicos de la clase do­


minante,:una de las dos colectividadespoliticas lograba el predominio. A
escala municipal, gamonales locales, liberales o conservadores, manipu­
laban el poder económico y los vínculos con el partido nacional para dis­
tribuir favores, lo mismo que los beneficios del control sobre la policía y
la justicia. Incluso al nivel de las veredas, las subdivisiones del munici­
pio colombiano, los pequeños propietarios o los aparceros de una filia­
ción politica bien podian buscar el apoyo de los políticos y abogados
urbanos del partido opuesto en su lucha contra los grandes terratenien­
tes o pequeños propietarios vecinos.
Estas eran, entonces, las caracteristicas esenciales de un sistema
político único forjado en un siglo de conflicto inconcluso en torno de la
economía politica liberal, en una sociedad agraria culturalmente homo­
génea aún aislada en buena parte del mercado mundial. Colombia emer­
giódelsiglo XIX COn una politica profundamente dividida en dos parti­
dos opuestos, cimentados con lazos clientelistas y lealtades hereditarias
sellados con sangre en cientos de campos de batalla durante tres genera­
ciones de contieDda civil.
Pero si bien es cierto que el sistema politico colombiano suministra­
ba a las facciones elitistas rivales poderosos instrumentos partidistas
para su lucha inconcluS8por la hegemonia, y si bien canalizaba las ten­
siones populares por mediospoliticos; tradicionales, de ningún modo
resultaba enteramente funcional para las necesidades de la clase domi­
nante. Periódicamente alteraba la vida civil y estorbaba el desarrollo
económico y la acumulación privada. Creó una dinámica propia que limi­
taba la maniobrabilidad de los políticos y las facciones moderadas en la
búsqueda del consenso en tomo de .cuestiones vitales para la clase en su
conjunto. La intensidad de la politización popular, la dinámica del clien­
telismo y el legado de la guerra civil recompensaban a los ,lideres más
partidistas y oportunistas de las dos colectividades tradicionales. De este
modo, el sistema político colombiano retardó y complicó siempre la evo­
lución histáricahacia el compromiso dentro de la clase dominante en tor­
no a los principios de la economía política liberal.
La catástrofe que sufrió el país a fines del siglo XIX reveló en forma
plena la peligrosa amenaza que para los intereses de la élite representa­
ba el sistema político que ella misma había moldeado. Durante la década
de 1890, el tan elusivo CQnsenso sobre las cuestiones de la economía polí­
tica liberal que hablan divip.idoa la élite a lo largo del siglo pareeia estar
finalmente al alcance de la mano. Las exportaciones cafeteras se multi­
plicaron por cinco entre 1886 y 1896, Y en el último año superaron el
medio millón de sacos de 60 kilos por un valor de más de diez millones de
pesos oro (20). Durante este periodo, reformadores liberales bipartidis­

20. Estas son estadlsticas oficiales del gobierno. Repúb1J.ea de Colombia. Ministerio de lndus­
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

tas, unidos por sus intereses en la econom1a exportadora de café, se opu­ zó sus rasgos sociales más
sieron al régimen conservador sectario que habia consolidado su control la economía exportadora di
sobre el Estado durante la crisis de la agricultura de exportación en la aquélla que radican las CIl
década de 1880. Pero sus esfuerzos concertados por institucionaüzar·re­ l~mbia en este siglo, y la I
formas económicas y politicas y alejar 'la· posibilidad de un nuevo conflic­ sistema pol1tico destructivc
to civil terminaron en el desastre. Una agudacaida en los precios mun­
diales del café hundió al país en la crisis en las postrimerias del siglo.
Los reformadores liberales moderados perdieron el control de sus res­ DESARROLLO DE UNA ECON()
pectivos partidos a manos de lideres extremistas sectarios y la nación fue
conducida una vez más a la guerra civil. La gran contienda que compro­ Estimulada por un dinámic
metió ala sociedad colombiana entre 1899 y 1902 fue el mayor conflicto lombiana ha mostrado un h
civil librado en Colombia o en cualquier otro país latinoamericano duran­ ticamente insuperado por
te el siglo XIX. Culminó, luego de cien mil muertos, con la derrota mili­ siglo. La base fundamenta
tar de las fuerzas liberales. Colombia entrÓ en el nuevo siglo con su toda­ anterior a la mitad del sigl<l
via modesta econom1a de exportación cafetera en crisis, y con la lucha en tructura favoreció la acumu
tomo de los principios de la econom1a pol1tica aún sin resolver. pansión incluso durante la
Solo después de la guerra pudieron surgir victoriosos los reformado­ treintas. Sin embargo, la ex
res liberales bipartidistas. La lucha desacreditó a los dirigentes extre­ económico del pals durante
mistas de ambos partidos y dejÓ una secuela de destrucción humana y paso más allá de la estructm
económica sin precedentes, un caos monetario, un incipiente colapso del res de las otras grandes nac
control social de la élite y, con la separación de Panamá en 1903, la des­ de Colombia no ha sido oh]
membración del país. Después de la guerra, primero en el marco de una sus principios de economía
gradual recuperación y luego de una notable expansión de la econom1a organizada. A lo largo del pr
exportadora de café, los sectores moderados de ambos partidos lograron de las cambia~tes oportunid
superar la dinámica partidista del sistema político e institucionalizar los ral dentro de un sistema mm
principios politicos y económicos liberales que han guiado desde enton­ miento económico y, al miSil
ces el desarrollo de la sociedad colombiana. nomia cultural de las fuerzru
Finalmente, luego de casi un siglo de guerra civil y de frustrado de­ los principios liberales y soca
sarrolloexportador, la sociedad colombiana se estabilizó politicamente fe cultural de la clase dominant
inició la fase dinámica del desarrollo exportador que por tanto tiempo mer punto, o sea, CÓmo la est
habia sido escamoteado a los dirigentes liberales. La amarga y prolonga­ promovió de manera directa
da transición del siglo XIX al consenso elitista y al desarrollo económico haya ,sido aclarada la estruc1
exportador dejÓ, no obstante, un poderoso legado politico. Dio a los co­ establecida la influencia dir
lombianos un sistema politico único que ha perdurado para influenciar desarrollo económico del paJ
todos los aspectos de la sociedad hasta el presente. más amplia y compleja de la
El café abrió pronto el camino de una nueva era de· consenso de la café y la historia politica de 1
clase dominante, estabilidad politica y desarrollo exportador. Mas no del movimiento obrero coloml
transformó el sistema politico heredado del siglo XIX. En cambio, refor­ el destino organizativo de los

trias, Memoria, 1931, Bogotá, 1927. p. 228. El volumen real y el valor de las exportaciones de
café pueden haber sido más altos. EstimativoS mayores en más de 20% fueron ~os por
funcionarios consulares británicos. Véase el Cuadro 8 en William Paul McGreevey, "The Las exportaciones cafeteras d
Transition ro Economic Growth in Colombia". en Roberto Cortés Conde y Shane Hunt (eds.l. rante llledio siglo a partir de 1
The EIport Seetor and EeoDomie DevelopmeDi iD LailD Ameliea, por publicar . depresión de fines del siglo}
t.OS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 349

omia exportadora de café, se opu­ zó sus rasgQS sociales más destructivos. Es en la especial estructura de
que habia consolidado su control la economía exportadora de café yen las fuerzas sociales generadas por
agricultura de exportació~ en la aquélla que radican las causas del· anómalo desarrollo politico de Co­
ttcertados por institucionalizar ~e­ lombia en este siglo, y la razón principal de la terca persistencia de un
!lposibilidad de un nuevo conflic­ sistema político destructivo forjado en las luchas de la centuria pasada.
aguda caída en los ~recios ~n­
rsis en las postrimenas del SIglo.
¡ perdieron el control de ~s res­
DESARROLLO DE UNA ECONOMIA CAFETERA
:tremistas sectarios Y la nacIón fue Estimulada por un dinámico sector exportador de café, la economía co­
il. La gran contienda que comI?ro­ lombiana ha mostrado un historial de crecimiento y diversificación prác­
l899 y 1902 fue el mayor conflicto ticamente insuperado por otros paises latinoamericanos durante este
r otro PIDS latinoamericano du~~­ siglo. La base fundamental de este dramático crecimiento económico
!1 mil muertos, con la derrota mIli­
anterior a la mitad del siglo fue un sector exportador, cuya especial es­
~ntró en el nuevo siglo con su toda­ tructura favoreció la acumulación doméstica de capital y fomentó la ex­
:afetera en crisis, y con la lucha en pansión incluso dunmte la crisis de la economía mundial en los años
politica aún sin resolver. treintas. Sin embargo, la explicación plena del impresionante desarrollo
n surgir victoriosos los reformado­ económico del pais durante las tres últimas décadas se encuentra a un
lesacreditb a los dirigentes extre· paso más allá de la estructura exportadora. A diferencia de sus congéne­
secuela de destrucción humana y res de las otras grandes naciones de América Latina, la clase dominante
,onetario, un incipiente colapso del de Colombia no ha sido obligada en décadas recientes a comprometer
¡ración de Panamá en 1903, la des­ sus principios de economía política ante la presión de la clase obrera
nerra, primero en el marco de u~ organizada. A lo largo del presente siglo, ha logrado sacar plena ventaja
,n,otable expansión de la econOmIa de las cambiantes oportunidades brindadas al desarrollo capitalista libe­
erados de ambos partidos lograron ral dentro de un sistema mundial en evolución. El café promovió el creci­
tema político e institucionalizar los miento económico y, al mismo tiempo, inhibió la organización y la auto­
rales que han guiado desde enton­ nomía cultural de las fuerzas populares que en otros lugares desafiaron
~iana. d los principios liberales ysocavaron la legitimidad politica y el monopolio
t) de guerra civil y de frustrado e­
cultural de la clase dominante. Esta sección echa una breve ojeada al pri­
~iana se estabilizó politicam~nte (? mer punto, o sea, cómo la estructura de la economía exportadora de café
~ exportador que por tanto tIempo
promovió de manera directa el desarrollo económico delpais. Una vez
es liberales. La amarga y prolon~­ hayaosido aclarada la estructura· de la economía exportadora de café y
• elitista y al desarrollo económICO establecida la influencia directa de las exportaciones del grano en el
. legado politico. Dio a los ~o­
desarrollo económico del PIDS, podremos concentramos en la cuestión
ha perdurado para iIifluenclar
más amplia y compleja de la relación entre la" economía exportadora de
el presente. café y la historia política de la nación. Esta gira en tomo del desarrollo
una nueva era de consenso de la del movimiento obrero colombiano, el cual, a su tumo, está definido por
y desarrollo exportador .. Mas no el destino or{Janizativo de los trabajadores en la producción cafetera.
del siglo XIX. En cambIO, refor­

'VOlumen real y el valor de las exportaciones de


UWlYOI'ElS en más de 20 %. fueron registrados por Las exportaciones ca(eteras de Colombia, crecieron dramáticamente du­
Cuadro 8 en William Paul McGreevey, "The
en Roberto Cortés Conde y Shane Hunt (eda.), raIlte J)ledio siglo.a partir de 1900. En 1905 se habian recuperado ya de la
LadD Ameriea. por publiear. depresión de fines del siglo XIX y. de la dislocación de la guerra, para
348 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

tas, unidos por sus intereses en la economiaexportadora de café, se opu­ zó SUB rasgOS sociales más
sieron al régimen conservador sectario que habia consolidado su control la economía exportadora d4
sobre el Estado durante la crisis de la agricultura de exportación en la aquélla que radican las ca
década de 1880. Pero sus esfuerzos concertados por institucionalizar re­ l~mbia en este siglo, y la r.
formas económicas y politicas y alejar la posibilidad de un nuevo conflic­ SIstema politico destructivo
to civil terminaron en el desastre; Una aguda ca1da en los .precios mun­
diales del café hundió al palsen la crisis en las postrimer1as del siglo.
Los reformadores liberales moderados perdieron el control de sus res­ DESARROLLO DE UNA ECONO;
pectivos partidos a manos de lideres extremistas sectarios yla nación fue
conducida una vez más a la guerra civil. La gran contienda que compro­ Estimulada por un dinámiC(
metió a la sociedad colombiana entre 1899 y 1902 fue el mayor conflicto lombiana ha mostrado un hi
civil librado en Colombia o en cualquier otro país latinoamericano duran­ ticamente insuperado por e
te el siglo XIX. Culminó,luego de cien mil muertos, con la derrota mili­ siglo. La base fundamental
tar de las fuerzas liberales. Colombia entro en el nuevo siglo con su toda­ anterior a la mitad del siglo
via modesta economía de exportación cafetera en crisis, y con la lucha' en tructura favoreció la acumul
tomo de los principios de la econoínia politicaaún sin resolver. pansión incluso durante la j
Solo después de la'guerra pudieron surgir victoriosos los reformado­ treintas: Sin embargo, la eXI
res liberales bipartidistas. La lucha desacreditó a los dirigentesextre­ econÓlDlco del pals durante
mistas de ambos partidos y dejó una secuela de destrucción humana y paso más allá de la estructun
económica sin precedentes, un caos monetario, un incipiente colapso del res de las otras grandes naci4
control social de la élite y, con la separación de Panamá en 1903, la des­ de Colombia no ha sido obli
membracioo delpais. DespuéS de la guerra, primero en el marco de una sus principios de economía J
gradual recuperación y luego de una notable expansión' de la economia organizada. A lo largo del pre
exportadora de café, los sectores moderados de ambos partidos lograron de las cambian~s oportunida
superar la dinámica partidista del sistema politico e institucionalizar los ra~ dentro de un sistema munl
principios politicos y económicos liberales que han guiado desde enton­ lDlento económico y, al mism
ces el desarrollode la sociedad colombiana. nomía cultural de las fuerzas
Finalmente, luego de casi un siglo de guerra civil y de frustrado de­ los principios liberales ysoca,
sarrollo exportador, la sociedad colombiana se estabilizó politicamente f' cultural de la clase dominante
inició la fase dinÁmica del desarrollo exportador que por tanto tiempo mer punto, o sea, CÓmo la estr
habia sido escamoteado a los dirigentes liberales. La amarga y prolonga­ promovió de manera directa e
da transición del siglo XIX al consenso elitista y al desarrollo económico haya ,sido aclarada la estructt
exportador dejó, no obstante, un poderoso legado politico. Dio a los co­ establecida la influencia dire
lombianos un sistema politico único que ha perdurado para 'irtfluenciar desarrollo. económico del pai~
todos los aspectos de la sociedad hasta el presente. más amplia y compleja de la r
El café abrió pronto el camino de una nueva era de consensO de la café yla historia política de la
clase dominante, estabilidad politica y desarrollo exportador. Mas no del mov,imiento obrero colomb
transformó el sistema politico heredado del siglo XIX. En cambio, refor­ el qestino organizativo de los tl

trias, Memoria, 1927, Bogotá, 1927, p. 228.. El volumen real y el valor de las exportaciones de
café pueden haber sido más alt,os. Estimaüvoa mayores en mAs de 2O~. fueron ~. por
funcionarios consulares británicos. Véase el Cuadro 8 en William Paul McGreevey, "The La~ exp0rt:aciones cafeteras de
Transition toEconomic Growth in Colombia". en Roberto Cortés Conde y Shane Hunt (eda.), ra~te D;ledlO siglo a partir de 19
TheExport Seetor ud Ecoaomie Developmeat iD LaiiIl Amerial. por. publiear.
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LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 349

omia exportadora de café, se opu­ zó sus rasgos sociales más destructivos. Es en la especial estructura de
que habia consolidado su control la economia exportadora de café y en las fuerzas sociales generadas por
agricultura de exportación en la aqué~ que radican las causas del anómalo desarrollo poJitico de Co­
ncertados por institucionalizar re­ l~mbIa en este siglo, y la razón principal de la terca persistencia de un
a posibilidad de un nuevo conflic­ sIStema político destructivo forjado en las luchas de la centuria pasada.
agudacaida en los precios mun­
isis en las postrimerias del siglo.
I perdieron el control de sus res­ DESARROLLO DE UNA ECONOMIA CAFETERA
:tremistas sectarios y la nación fue Est~ulada por un dináDlico sector exportador de café, la economia co­
il. La gran contienda que compro­ l?mbIana ~ mostrado un historial de creciDliento y diversüicación prác­
L899 y 1902 fue el mayor conflicto t~camente msuperado por otros países latinoamericanos durante· este
r otro pats latinoamericano duran­ Siglo. La base fundamental. de este dramático creciDliento econóDlico
'1 mil muertos, con la derrota mili..
anterior ala Dlitad del siglo fue un sector exportador, cuya especial es­
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tructura favoreció la acumulación doméstica de capital y fomentó la ex­
~afetera en crisis, y con la lucha en
paI?-sión incluso. durante la crisis de la economía mundial en los años
¡tOlitica aún sin resolver. tremtas; Sin embargo, la explicación plena del impresionante desarrollo
D surgir victoriosos los reformado­
econÓmico del país durante las tres .ú1timas décadas se encuentra a un
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·séCuela de destrucción humana y res de las o~ras gran~es naci~nes de América Latina, la clase doDlinante
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ración de PanamA en 1903, la des­ sus pr:mclplos de economía poJitica ante la presión de la clase obrera
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.notable expansión de la economia de las cambIantes oportunidades brindadas al desarrollo capitalista libe­
~rados de ambos partidos lograron
raldentro de un sistema mundial en evolución. El café promovió. el creci­
lema político e institucionalizar los
Dlie~to económico y, al mismo tiempo, inhibió la organización y la auto­
rales que han guiado desde enton­ norm~ ~l~ral. de las fuerzas populares que en otros lugares desafiaron
)Íana. los pnnclplos liberales y socavaron la legitimidad politiCé. y el monopolio
~ de guerra civil y de frustrado de­
cultural de·la clase doDlinante. Esta sección echa una breve ojeada al pri­
íbiana se estabilizó poJiticamente f' mer punto, o sea, cómo la estructura de la economía exportadora de café
• exportador que por tanto tiempo
promo~ió de manera directa el desarrollo econóDlico del país. Una vez
as liberales. La amarga Y prolonga­ haya"sld~ acla~da la e~tru~tura de .la economía export8:dora de café y
\o elitista y al desarrollo económico establecida la mfluencl,8 dIrecta de las exportaciones del grano en el
!aroso legado político. Dio a los ca­
desarrollo econóDlico del país, podremos concentramos en la cuestión
bue ha perdurado para iIifluenciar
más amplia y compleja de lá relación entre la' economia exportadora de
11 el presente. café yla historia política de la nación. Esta gira en tomo del desarrollo
f una nueva era de consenso de la del moyimieIlto ?b~ro colombiano,.el cual, a su tumo, está definido por
J y desarrollo exportador. Mas no
el destino orgamzatlvo de los trabajadores en la producción cafetera.
~o del siglo XIX. En cambio, refor­
f
fVolutnlm real y el valor de las exportaciones de
~_'''''''''' en más de 20% fueron registrados por Las expon:aci~mes ca~eteras de Colombia. crecieron dramáticamente du*
8 en William huI McGreevey, "The
Roberto Cortés Conde y Sbane Hunt (ede.', raJ:lte I?edio sl~lo.a partir de 1900. En 1905 se habían recuperado ya de la
LatiD Amerles, por publicar. depreSión de fines·del siglo XIX y¡ de la dislocación de la guerra, para
350 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA. COLOMBIA

alcanzar niveles conseguidos por vez primera a mediados de la década


de 1890, es decir, cerca de medio mill6n de sacos de 60 kilos por año.
Desde entonces, un alza gradual en los precios mundiales (lO centavos
por libra en 1910, 15 centavos en 1920 y un récord de 28 centavos en
1926) estimul6 el explosivo crecimiento de la economia cafetera del pals. GRAFICOS.l
En ocho años, en 1913, las exportaciones llegaron al mill6n de sacos;
ocho años después, en 1921, subieron a dos millones. En 1930, mientras EXPORTACIONES CAfETERAS
EN EL MERCADO DE NUEVA Y(
que los precios mundiales caían vertiginosamente, las exportaciones
alcanzaron los tres millones de sacos. Ocho años de depresi6n mundial,
durante los cuales los precios del grano promediaron los 10 centavos por
libra (yen algunos años cayeron a 8 centavos por libra), no se tradujeron
en una caída sino más bien en un incremento de un mi1l6n de sacos para
llegar a los cuatro millones en 1937 ~ Las exportaciones alcanzaron los 80
NOTA: Los precios de 1913­
cinco millones de sacos en 1943, y solo después la tasa de aumento decli­ son para la clase Manizales
nó. Pese a los precios récord entre 1945 y 1956, no fue sino en 1953 cuan­ 70
do las exportaciones superaron los seis millones de sacos, nivel en el que -<
permanecieron hasta los años setentas (El Gráfico 5.1 .resume' las ten­ c:t:
dencias en el volumen y el valor de las exportaciones cafeteras de Co­ ~60
lombia entre 1870 y 1970). Las exportaciones de café crecieron a una tasa ~
superior a 7% anual en las décadas de 1910 y 1920, y 5% durante la
Depresi6n de los años treintas (21) . ~50
.El rápido crecimiento del valor de las exportaciones cafeteras estimu­
16 un enorme incremento del comercio exterior del país entre 1905 y Éi40
CIl
1909 el valor anual de las exportaciones e importaciones colombianas ~
promedi6 alrededor de 26 millc:mes de d6lares; para el perlodo 1925-1929
dicho valor logr6 un promedio de 200 millones, o sea, un aumento de
~30
I"l
Q
ocho veces. En las tres primeras décadas del siglo, a.pesar de la conside­
rable expansi6n de las exportaciones de oro, banano y (a partir de 1925) 20
petr61eo, las ventas de café al exterior pasaron del 40 a más del 70 % del
valor de todas las exportaciones. Este porcentaje disminuy6 un tanto 10 ~
debido a la fuerte caída de los precios del café durante la Depresi6n,
.N'"
pero en los años cuarentas subi6 de nuevo a cerca del 70%, y en los aftos .r'\
cincuentas se aproxim6 alBO %. Los impuestos de aduana a las importa­ r' I
1880 1890 1900
ciones, que aumentaron gracias al incremento de las exportaciones cafe­ 19
teras, aportaron una considerable proporci6n de los ingresos guberna­
mentales dura.nte la primera mitad del siglo XX. Solo entre 1912 y1928,
el ingreso fiscal ordinario (excluidos los empréstitos) pas6 de 14 a 61 mi­
llones de pesos. Los impuestos adu.aneros aportaron dos terceras partes
de los ingresos oficiales al comienzo de este perlodo y entre un tercio y la Fuentes: 1870-1945, RobertCarlyle Bey!
Trends, 1740-1940", Disertac:j¿
IV del Apéndice; 1946-70 Fe
Comercial. '

21. José Antonio <>campo y Santiago Montenegro, •'La eriais mundial de loe dos treinta en Co·
IIombia" mabajo leido en la ool1ferencia "The Effeetsofthe 1929 DepreesIon OD Latin Amerl·
ca'" St. Anthony's College. Oldord, septiembre 20-23 de 1981, p. 14.
COLOMBIA 351
l.OS TRABAJADORES EN LA HISTORIA,

,rimera a mediados de la década


:ón de sacos de 60 kilos por año.
e precios mundiales (lO centavos
O y un récord de 28 centavos en
.de la economia cafetera delpais. GRAFlC05.1
)nes llegaron al millón de sacos; EXPORTACIONES CAFETERAS DE COlOMBIA Y rRECIOS DEL CAFE COLOMBIANO
l dos millones. En 1930, mientras EN EL MERCAOODE NUEVA YORK, 1870-1970
I;Íginosamente, las exportaciones
Ocho años de depresión mundial,
),promediaron los 1O centavo~ por
~tavos por libra), no se tradUJeron
Imento de un millón de sacos para
'Las exportaciones alcanzaron los 80 NOTA: Los precios de 1918-45 8
liespués la tasa de aumento decli­ son para la clase Manizalee
;y 1956, no fue sino en 1953 cuan­ 70 7
I Úrillones de sacos, nivel en el que
ís (El Gráfico 5.1 resume las ten­
:lS exportaciones cafeteras de Co­
~
:360 6 ~i

¡clones de café crecieron a una tasa ~ r&l


Q
de 1910 y 1920, Y 50/n durante la ~50
~
5 Cll
O
~
O
~
¡as exportaciones cafeteras estimu­
f:140 4 f:1
:io exterior del país entre 1905 Y
Ines e importaciones colombianas ~ Cll
r&l

dólares; para el período 1925-1929


Pmillones, o sea, un aumen~ de
~30 8 S

las del siglo, a pesar de la conslde­


r&l
U =
)!
20 2
tle oro, banano y (a partir de 1925)
~ pasaron del 40 a más del 70 % del
!te porcentaje disminuyó un ~nto 10 1
tos del café durante la DepreSión,
~evo a cerca del 70 %, y en los aftos
tnpuestos de aduana a las importa­ 1880 1890 1900 1910 1920 1980 1940 1950 1960
~emento de las exportacionescafe­
bJ,orción de los ingresos guberna­
~l siglo XX. Solo entre 1912 y 192~,
bsempréstitos} pasó de 14 a 61 MI­
!leros aportaron dos terceras partes Fuente&: 1870-1945, Robert'Carlyle Beyer, "The Colombian Coffes Industry: Origine and Major
le este período y entre un tercio y la Trendll, 1740-1940",Disertaciónpara Ph.D., UDiversityofMinneeota, 1947. CuadrosIy
IV del Apéndice; 1946-70, Federaeión Nacional de Cafeteros de Colombia. División
Comercial.

~. "la crisis mundial de loe dos treinta en Co­


l:Éffe.ets of ibe 1929 Depression on LatiD Ameri­
~ 20-23 de 1981, p. 14.
352 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
COLOMBIA

mitad durante los años veintes y treintas. Ya en los años cuarentas los
ingresos aduaneros empezaron a ser sobrepasados por los impuestos nuevos trabajadores libres, 1
directos en el presupuesto nacional (22). ron entre los primeros y a b
La notable expansión de la econonúa exportadora de café permitió nización de sindicatos ~ra l
que el gobierno colombiano se convirtiera en un principal receptor del Entre tanto, los capitali
flujo de capital financiero proveniente de la banca de Nueva York en los mente en la economía colom
años que precedieron a la Gran Depresibn. Los préstamosnorteamerica­ te de Estados Unidos, se e
nos a entidades oficiales de Colombia, más de la mitaq de ellos a los que, a diferencia del café, n
departamentos y municipios (especialmente los de las regiones produc­ dependian de una sofisticad~
toras de café); totalizaron alrededor de 260 millones de dólares en los enclave bananero ubicado el
años veintes. Ningún pais latinoamericano experimentó una tasa tan donde la United Fruit Coml1
rápida de crecimiento en el valor de las inversiones extranjeras durante rante las primeras décadas I
dicha década. La indemnización de Estados Unidos por la pérdida de ción petrolera, concentrada
Panamá -25 millones de dólares- pagada a CQlombia en anualidades cerca del puerto de Barranca
en los años veintes y gastada en la construcción de ferrocarriles vino a la Standard Oil de Nueva J
sumarse al flujo de capital foráneo (23). ' para la exportación a partir (
Los créditos externos impulsaron una revolución en el transporte del vada de Estados Unidos en C
pais. La red ferroviaria, la mayor parte de la cual estaba al servicio del cantidad menor en la produce
tro millones de dólares a VI
comercio cafetero, se duplicó entre 1913 y 1929; el número de pasajeros
bananeros y petroleros de PI'
y el volumen de carga transportados en estas lineas férreas crecieron
llares de obreros hacia fines
ocho veces durante el mismo período. En 1913 prácticamente no existian
tribuian con un pequeño po
carreteras adecuadas para el tráfico de automóviles y camiones; en 1929
exportaciones, los cuales seg¡
ya contaban con cerca de 1.500 kilómetros. Se construyeron grandes sis­
temas de cable aéreo para sacar el café de la Cordillera Central y bajarlo no contribuia con 6 % del val<
a los ríos Magdalena y Cauca. A partir de 1919 entró en servicio el trans­ años veintes, la época de m
porte aéreo con el fin de unir a las principales ciudades colombianas. La 17 % durante el mismo perlo
·construcción en gran escala de sistemas de transporte y de otros prQYec­ enclaves exportadores extmn
tos financiados con préstamos extranjeros para instalar servicios .. de llaron condiciones muy favol1l
energía eléctrica, teléfono y alcantarillado, asl como edificios públicos en donde ellos realizaron una se
en las principales ciudades, estimularon la economía en su conjunto y ron temporalmente las bases
crearon decenas de miles de empleos fuera de la agricultura. Entre los años veintes (24).
.. Mientras que el crecimien
de café y el impacto de su VE
ingresos fiscales y la inversiól
22. E.nos inc1uhm un modesto impuesto a las importaciones, establecido en 1936.· Una fuente de camente, las caracterlsticas e
información estadlstica sobre el comercio en los aflos veintes es José Alberto Pérez Toro "La
gran depresión de 1930 en Colombia", en Comercio Exterior, 12:11, noviembre de i980, fetera en el curso del siglo ni
pp. 3-76. Las estacllirticas sobre el presupuesto nacional y las fuentes de ingresos guberna­ discusión en torno de la naCÍ<
mentales se hallan resumidas en Jesús Antonio Bejarano, "Fin de la eeonomia exportadora" p.rooucción cafetera. Aunque
en Cuadernos Colombianos, Nos. 6, 7 Y8, 1976, Cuadros 24 y 25, pp. 292-93. '
23. Un examen de las mversioru:s de EstIJdos Unid08en Colombia durante este per1odo es J. Fred Clón de propietarios extranje
Rippy, TheCapitalWsodColombla, Durham, N.C., 1981, (latraduc:clóDen~lse titula todos los observadores coincÍ(
El capital nol1eamericaDo ,la pe_tracióD ~eD Colombia, MechDin. 19701. Para un insignificante (y pudo haber"
análisis detallado reciente de estas tendencias, basado en documentos de primera mano de la
Misión Keromerer, que ayudó a reorganizar las finanzas colombianas a principios de los atíos ocurrió a fines de la década d~
vemtes, véase Paul Drake, "The Origins of United States Economic Supremacy in South Ame­
rica: Colombia's Dance of the Millions, 1923-33", Trabajo No. 40, Latin American Program,
The Wllson Center, Washington, D.C., 1980, pp. 1-77.
24. Las cifras contenidas en estos párraf
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

ltaS. Ya en los años cuarentas los nuevos trabajadores libres, los del transporte ferroviario y fluvial figura­
sobrepasados por los impuestos ron entre los primeros y, a la larga; los que más éxito tuvieron en la orga­
).
nia exportadora de café pernntló
.. nización de sindicatos para mejorar los salarios y las condiciones de vida.
Entre tanto, los capitalistas extranjeros también invertian directa­
tiera en un principal receptor del mente en la economía colombiana. Tales inversiones, casi exclusivamen­
de la banca de Nueva York en los te de Estados Unidos, se concentraron en actividades de exportación
lión. Los préstamos norteamerica­ que, a diferencia del café, requerian· de grandes infusiones de ~pital y
l, más de la mitaq de ellos a los
dependían de una sofisticada tecnologla. Un ejemplo de lo antenor era el
:nente los de las regiones produc­ enclave bananero ubicado en la costa del Caribe, cerea de Santa Marta,
le 260 millones de dólares en los donde la United Froit Company amplió rápidamente la producción du­
ricano experimentó una tasa tan rante las primeras décadas del siglo. Lo mismo sucedió con la produc­
lB inversiones extranjeras durante
ción petrolera, concentrada primordialmente en el Magdalena Medio,
:stados Unidos por la pérdida de cerca del puerto de Barrancaben:neja. AlU, la Tropical Oil, subsidiaria de
ligada a Colombia en anualidades la Standard Oil de Nueva Jersey, empezó a producir comercialmente
!lStrucción de ferrocarriles, vino a para la exportación a partir de 1925. Entre 1913 y 1929, la inversiónpri­
vada de Estados Unidos en Colombia, la mayol parte en el petróleo y una
l~ revolución en el transporte del cantidad menor en la producción de banano y oro, aumentó de dos o cua­
e de la cual estaba al servicio del tro millones de dólares a veinte millones. Los enclaves exportadores
13 y 1929; el número de pasajeros bananeros y petroleros de propiedad extranjera empleaban a varios mi­
en estas Uneas férreas crecieron llares de obreros hacia fines de los años veintes; sin embargo, solo con­
En 1913 prácticamente no existian tribuían con un pequeño porcentaje de los ingresos de Colombia por
,automóviles y camiones; en 1929 exportaciones, los cuales seguían siendo dominados. por el ~fé (el bana­
b'os. Se construyeron grandes sis­ no contribuía con 6 % del valor total de las exportacIones a fmales de los
1 de la Cordillera Central y bajarlo
años veintes, la época de mayor producción; el petróleo con cerca de
de 1919 entró en servicio el trans­ 17% durante el mismo periodo; los metales preciosos con 5%). En los
~cipales ciudades colombianas. La
enclaves exportadores extranjeros de banano y petróleo los obreros ha­
¡g de transporte y de otros proyec­ llaron condiciones muy favorables para la organización colectiva. Fue alU
ojeros para instalar servicios de donde ellos realizaron una serie de espectaculares huelgas que sacudie­
~do, así como edificios públicos en ron temporalmente las bases del orden poUtico del pals a fines de los
ron la economía en su conjunto y años veintes (24).
'fuera
[
de la agricultura. Entre los Mientras que el crecimiento cuantitativo de la economía exportadora
de 'café y el impacto de su veloz expansión en el comercio exterior, los
ingresos fiscales y la inversión extranjera pueden ser medidos estadísti­
_:ionEIS, establecido en 1936. Una fuente de camente, las caracteristicas estructurales'asumidas por la economia ca­
es José Alberto Pérez Toro, "La fetera en el curso del siglo no pueden fijarse tan fácilmente, No existe
Exterior, 12:11, noviembre de 1980,
y las fuentes de ingresos gubema­ discusión en torno de la nacionalidad de la propiedad de los medios de
iBe.íIIlJ:8DO, "Fin de la eoonomla exportadora", proouccibn cafetera. Aunque no hay estadísticas para medir la propor­
iLUJlUnm 24 y 25, pp. 292-93.
ción de propietarios extranjeros en las fincas cafeteras de Colombia.
Colombia durante este perlodo es J. Fred
,1931, (la.traduecilm enespafiol se titula todos los observadores coinciden en que, a pesar de que aquélla no era
en Colombia, M_ll1n. 1970). Para un insignificante (y pudo habet: aumentado en ciertos periodos,. tal como
en documentos de primera mano de la ocurrió a fines de la década de 1920), jamás fue muy extendida. La abro­
I fina'...... colombianas a principios de los años
I'I'Q ;;,¡.a~.." Economic Supremacy in South Ame­
, Trabajo No. 40, Latin American Program,
1-77. 24. Las cifras contenidas en estos púTaf08 son de Rippy, The Capitdst8. pp. 177-78, 152.
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

madora proporción de fincas cafeteras colombianas, tanto grandes como total de fincas cafeteras y UIll
pequeñas, quedaron en manos nacionales. grandes fincas cafeteras, COIl
Otra cosa distinta es el problema de la concentración de la propiedad tos cientos de ellas con más e
en la industria cafetera. Debido a que este asunto forma el núcleo del 2% de las fincas, perotenian
mito sobre la civilización de los pequeños propietarios y del debate sobre Los encargados del cense
su influencia económica y política en el desarrollo nacional, aclararlo optaron por no explorar la el
resulta vital para comprender la historia moderna de Colombia. Sin evaluación del censo, los fun
embargo, en 'vista de que este problema ha sido oscurecido deliberada­ feteros expresaron sorpresa:
mente por la clase dominante colombiana y malinterpretado sistemática­ de la propiedad cafetera, que
mente por muchos investigadores izquierdista, la tarea no resulta senci­
lla. Debe iniciarse con un análisis critico de la principal fuente disponible "Todos estos datos interesantes
para los historiadores,los controvertidos censos cafeteros de las décadas la industria cafetera no solo es e
, . de mediados del siglo XX. nacional, sino que constituye a
que por la indole misma de su (1
El primero de estos censos cafeteros sistemáticos, publicado en 1932,
rabIe de proporcionar trabajo a(
demostraba aparentemente que la estructura de propiedad de los me­ ños, va realizando por si sola, el
dios de producción cafetera en Colombia era ampliamente difusa (Véase propiaciones, el fenómeno de la,
el Cuadro 5.1). Tal censo mostraba que de las 149.348 fincas cafeteras
tabuladas, eI87%, que contenía alrededor de 50% del total de arbustos,
En efecto, cualquiera de
eran 'pequeñas, con menos de 5 mil cafetos. Las fincas un tanto más
haber sido poseida y operada
grandes, que poseían de 5 mil a 20 mil árboles, comprendian el 11 % del propietario ausentista, arren~
ma persona, familia extensa (J
contadas por separado.
CUADRO 5.1 La incapacidad para afron1
PROPIEDADES CAFETERAS CLASIFICADAS SEGUN NUMERO DE ARBOLES EN LOS
censo cafetero parcial de 193~
PRINCIPALES DEPARTAMENTOS CAFETEROS DE COLOMBIA, 1982 rios estudiosos en años recie
que la propiedad en la zona e
Número de fincas con las siguientes cantidades de árboles lo que los datos censales de 1
.. Departameato
Mel108de De5.001.
6.000 árboles 20.000
De20.001. De60.001. Más de
60.000 100.000 100.000
No. total
depropied.
los millares de trabajadores Cf
y menos de 5 mil árboles erar
Antioquia 28.589
buena parte de su tiempo en I
24.434 3.531 518 65 41
Caldas 36.475 3.411 260 23 5 40.174 último, que las formas preca}J
Cauca 12.194 283 - - - 12.477 eran la norma en la producció
Cundinamarca 12.474 922 257 68 91 13.812 ras décadas del siglo. Todos e:
N. de Santander 5.128 2.416 352 88 38 7.972
Santander 1.500 1.128 303 51 68 3.045 pero al mismo tiempo engañOE
Tolima 9.610 2.670 369 62 60 12.771 A medida que el cultivo dE
Valle 18.477 1.514 71 3 4 20.069 número de pequeñas fincas ca
Otros deptoe. 9.264 1.046 96 14 19 10.439
menos ésta es la conclusión qt
TOTALES 129.556 16.921 2.226 324 821 149.348 los censos cafeteros de 1932 y
pletb para dos de los principal
Porcentaje de

fineas
86.75% 11.33% l.49% 0.22% 0.21%
ca y Tolima (Véase el Cuadro i
Porcentaje de mero de árboles cultivados en
árboles 48.79% 24.67% 12.57% 5.51% 8.46%

Fuute: Censo Cafetero, BoletÚl de Eatadiatiea, 1: 5, febrero de 1933, p. 122. 25. Editorial, "El cen80cafetero", en BI
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - ----._­

LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 866

B colombianas, tanto grandes como total de fincas cafeteras y una cuarta parte de los árboles. Por último, las
ISles. grandes fincas cafeteras, con más de 20 mil árboles cada una (unos cuan­
le la concentración de la propiedad tos cientos de ellas con más de 100 mil árboles) representaban apenas el
le este asunto forma el núcleo del 2 % de las fincas, pero tenían la otra cuarta parte de los árboles.
ños propietarios y del debate sobre Los encargados del censo prefirieron tabular la cantidad de fincas y
n el desarrollo nacional, aclararlo optaron por no explorar la estructura o tenencia de la propiedad. En la
storia moderna de Colombia. Sin evaluación del censo, los funcionarios de la Federación Nacional de Ca­
lma ha sido oscurecido deliberada­ feteros expresaron sorpresa y gran satisfacción por el grado de división
ianay malinterpretado sistemática­ de la propiedad cafetera, que decian observar en las estadtsticas.
uierdista, la tarea no resulta senci­
ico de la principal fuente disponible "Todos estos datos interesantes y verdaderamente sorprendentes demuestran cómo
dos censos cafetel'Ol!J de las décadas la industria cafetera no solo es el factor fundamental y decisivo en nuestra economia
nacional, sino que constituye a la vez un elemento admirable de equilibrio social,
que por la indole misma de su organización y circunstancia excepcionalmente favo­
'os sistemáticos, publicado en 1932, rable de proporcionar trabajo adecuado y casi permanente a las mujeres y a los ni­
structura de propiedad de los me­ ños, va realizando por si sola, en forma automática, sin necesidad de leyes ni de ex­
Ibia era ampliamente difusa (Véase propiaciones, el fenómeno de la división de la propiedad" (25).
lUe de las 149.348 fincas cafeteras
ledor de 50 % del total de arbustos, En efecto, cualquiera de las fincas enumeradas en el censo podía
cafetos. Las fincas un tanto más haber sido poseída y operada por la misma persona, administrada por un
i1 árboles, comprendtan el 11 % del propietarioausentista, arrendada o sujeta a aparcerla. Aún más, la mis­
ma persona, familia extensa o compañia podia poseer varias de las fincas
contadas por separado.
La incapacidad para afrontar la cuestión de la tenencia, repetida en el
censo cafetero parcial de 1939, ha sido interpretada cinicamente por va­
~ SEGUN NUMERO DE ARBOLES EN LOS
I\OS DE COLOMBIA, 1932
rios estudiosos en años recientes. Dichos observadores han sostenido
que la propiedad en la zona cafetera estaba mucho más concentrada de
lentes cantidades de árboles lo que los datos censales de 1932 y años subsiguientes dejaban ver, que
~20.00la I De60.00la Mea. No. total
los millares de trabajadores cafeteros que cultivaban una o dos hectáreas
UOO 100.000 100.000 depropied. y menos de 5 mil árboles eran labriegos miserables obligados a trabajar
buena parte de su tiempo en grandes haciendas cafeteras vecinas y, por
618 6ó 41 28.589
5 40.174
último, que las formas precapitalistas de tenencia y sistemas de trabajo
t 260 23
12.477 eran la norma en la producción cafetera de Colombia durante las prime­
257 68 91 13.812 ras décadas del siglo. Todos estos puntos, como veremos, son correctos,
352 38 38 7.972 pero al mismo tiempo engañosos.
303 51 63 3.045
369 62 60 12.771 A medida que el cultivo del café se expandió en los años treintas, el
71 3 4 20.069 número de pequeñas fincas cafeteras se extendió considerablemente. Al
96 14 19 10.439 menos ésta es la conclusión que debe sacarse de una comparación entre
: los censos cafeteros de 1932 y 1939, el último de los cuales solo se com­
i2.226 324 321 • 149.348
I pletó para dos de los principales departamentos cafeteros, Cundinamar­
,l ca y Tolima (Véase el Cuadro 5.2). A juzgar por el incremento en el 00..
~ 1.49% 0.22% 0.21%
r mero de árboles cultivados en tales departamentos durante este interva­
¡12.67% 5.51% 8.46%

!6, febrero de 1933, p. 122. 25. Editorial, "El censo cafetero", en Boletín de Eetadístiea 1:5, febrero de 1933, p. 117.
856 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

CUADRO 5.2 otros dos departamentos e


PROPIEDADES CAFETERAS CLASIFICADAS SEGUN NUMERO DE ma, que en 1932 tenían la n
ARBOLES EN CUNDINAMARCA YTOLIMA, 1982 Y 1989 ras (26). Solo Cundinamal
13.749 fincas respectivamel
Número de fincas con las siguientes cantidades de árboles
.. .. ........ _­ nal en el número de fincas E
~
_
~
.
_
~
~
~._-

MeDOS de De5.ool De2&.ool De60.ool Más de No. total de 1.732 fincas, Caldas, COI
5.000 a 20.000 I a 60.000 a 100.000 100.000 de pmpledad taron en su conjunto el U %
árbole& I
I se operó en los depaname
Cundinamarca
solo el 15 % del café colombi
1932 12.474
922 2.57 68 91 13.812 Mucho más importante (
1939 25.826 3.874 406 76 88 30.270 el hecho de que por vez pril
Tolima

1932 9.610 2.670


369 62 60 12.771 de los arreglos de tenencia
. , 1939 22.555 5.021 511 68 62 28.217 datos se encuentran resumi(
censo de CEPAL utilizó una
Fuente: Cuadro 5.1, y "Censo Caf~tero en los Departamentos de Cund1namarca y ToUma", Bole­
tm de Estadistica, No. 24, abril de 1948, p. 62. CUADRO 5.3

NUMERO Y PRODUCCION DE FIN


lo de siete años, la producción 4e café probablemente se incrementó en 1955
cerca de 75%. Du~nte el mismo periodo, sin embargo, el número de fin­ Tamdode No. di
cas cafeteras se duplicó en ambos departamentos. El Cuadro 5.2 revela la fiaca ftucae
que aumentó el número de fincas de todos los tamaños, excepto el de las
grandes, o sea, las que reunian entre 60 mil Y 100 mil árboles o más. En Hasta 1~-~ ~----+-_ ....­
Cundinamarca la tasa más rápida de incremento se dio en la categoria de (menos de 2.500 árboles 77.24
1.1 a 10 has .
5 mil a 20 mil árboles; en el Tolima, en las fincas pequeñas (menos de 5 (2.500 a 25.000 árboles) 123.71!
mil árboles). El censo de 1939, también llevado acabo, como el anterior, 10.1 a 50haa
por la Federación Nacional de Cafeteros, nada dice en forma directa (25.000 a 125.000 árboles 1l.42!
50.1 a 100 has
acerca de la propiedad de estos miles de fincas pequeñas, medianas y (125.000 a 250.000 árboles)
grandes. Al igual que el censo de 1932, oculta el problema de la tenen­ 100.1 a 200 has
cia. (250.000 a 500.000 árboles) 79
El siguiente censo, efectuado en 1955 bajo los auspicios de la Comi­ Más de 200 has
(más de 500.000 árboles) 51
sión Económica para América Latina y la Organización para la Agricultu­ Totales 212.970
ra y la Alimentación de las Naciones Unidas, se basó en una amplia y
representativa muestra de fincas cafeteras. Como los anteriores. censos, Fuente: Comisión Económica para Amé
la Agricultura y la AlimentacióJ
el de CEPAL seguía mostrando el carácter difuso de la producdón cafe­ dad y perspectivas. l. Colombia
tera en Colombia. Estimaba que había 214.270 fincas cafetera~ en pro­
ducción, más 20.204 nuevas fincas con arbustos de menos de tres años
de edad que aún no producían. Ello significaba un aumento de 65.122 26. Absal6n Machado, El café. De Ja apa
fincas con relación al censo cafetero nacional de 1932. El número de fin­ 93. Las cifras menos formales sobre
cas en producción creció en todos los departamentos entre 1932 y 1955. Monsalve en 1925, muestran que el]
en estos departamentos data por lo J]
Empero, los grandes incrementos no se registraron en la Cordillera Cen­ bargo, también creció el número de g
tral, en los principales departamentos productores de café (Caldas, An­ 27. ~daptadodeICuadro 12, p. 26, deJa.
tioquia y Valle), en donde según todos los observadores las pequeñas Clón de las Naciones Unidas para la A
fincas eran históricamente más comunes. Se dieron, en cambio, en los Problesaas de la productividad ., pen
1958. (En adelante citado como CEPA
.os TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 35'1

otros dos departamentos cafeteros importantes, Cundinamarca y Toli­


ma, que en 1932 tenían la mayor concentración de grandes fincas cafete­
IEGUN NUMERO DE ras (26). Solo Cundinamarca y Tolima, con incrementos de 13.808 y
~2Y 1939
13.749 fincas respectivamente, abarcaron el 42% de la expansión nacio­
tes cantidades de árboles nal en el número de fincas entre 1932 y 1955; Antioquia, con un aumento

:;- ~:=r~~ ¡:~

de 1. 732 fincas, Caldas, con 4.021, y Valle, con 1.420, apenas represen­
taron en su conjunto el11 % de dicho incremento (el resto del incremento
se operó en los departamentos de menor producción, que produjeron
solo el 15% del café colombiano en 1955) (27).
91 13.812 Mucho más importante que la anterior información, sin embargo, era
68
76 88 30.270 el hecho de que por vez primera el censo de CEPAL aclaró el problema
de los arreglos de tenencia en la economia cafetera colombiana. Estos
60 12.771
62 28.217
datos se encuentran resumidos en los Cuadros 5.3 y 5.4. Debido a que el
censo de CEPAL utilizó una medida de tamaño de las fincas distinta de
rtamentos de Cundinamarca y Tolima", Bole­
CUADRO 6.8
82~
NUMERO Y PRODUCCION DE FINCAS CAFETERAS COLOMBIANAS SEGUN TAMARO.
1966
probablemente se incrementó en
{lo, sin embargo, el número de fin­ TllIIldode
lartamentos. El Cuadro 5.2 revela la finca
dos los tamaños, excepto el de las
Hasta 1 ha
50 mil y 100 mil árboles o más. En (menos de 2.600 árboles 77.245 86.3% 19.129 6.3%
lcremento se dio en la categoría de 1.1 a 10 has
n las fincas pequeñas (menos de 5 (2.600 a 26.000 árboles) 128.719 68.1 207.689 67.9
n llevado a cabo, como el anterior, 10.1 a60has
(26.000 a 126.000 árboles 11.429 6.4 108.687 80.3
eros nada dice en forma directa 60.1 a 100 has
s de 'fmcas pequeñas, medianas y (126.000 a 260.000 árboles) 447 0.2 13.784 8.9
i2 oculta el problema de la tenen­ 100.1 a 200 has
,' (260.000 a 600.000 árboles) 79 4.426 1.2
Más de 200 has
1955 bajo los auspicios de la .Comi­ (más de 600.000 árboles) 61 I ­ 4.996 1.4
~ la Organización para la Agncultu­ Totales ..-----'----2~~~~ __100.0%_ _..;.. 338.661 100.0%
rUnidas, se basó en ~na amplia y Fuente: Comisión Económica para América Latina y la Organización de las Naciones Unidas para
Iteras. Como los antenoreEJ censos, la Agricultura y la Alimentación. El café en América Latina. Problemas de la p:oductivi·
. difuso de la producclón cafe­ dad y perapectlvas. l. Colombia y ElSatvador, Cuadro 18, p. 30, Ciudad de México, 1958.
214.270 fincas cafeteras en pro­
arbustos de menos de tres años
26. Absalón Machado, El ca1'é. De la aparcería al capitalismo, Bogotá, 1977, Ver Cuadro l. pp. 90­
~ignltl.cat)a un aumento de 65.122 93. Las cifras menos formales sobre el tamaño de las fincas cafe&el'll8, recogidas por Diego
¡a.",~'''«u de 1932. El número de fin­ Monsalve en 1925, muestran que el rápido crecimiento de las fincas cafe&el'll8 más pequefías
ldet,artam4:mUlS entre 1932 Y 1955. en estos departamentos data por lo menos de los años veintes.· Durante ese periodo, sin em­
registraron en la Cordillera Cen­ bargo, también creció el número de grandes fincas.cafetel'll8. aunque a una tasa menor.
27. Adaptado del Cuadro 12, p. 26, de la Comisión Económica para América Latina Y la Organiza­
productores de café (Caldas, An­ ción de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. El eafé en América LatiDa.
los observadores las pequeñas Problemas de la productividad f perspectivas. l. Colombia 1 El Salvador, Ciudad de México,
Se dieron, en cambio, en los 1968. (En adelante citado como CEPAL, El ca1'é).
358 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

CUADRO 5.4 operadores, probablemente


PORCENTAJE DE FINCAS PRODUCTORAS DE CAFE EN COLOMBIA SEGUN TIPO DE des familiares. El Cuadro 5
ADMINISTRACIONy TAMARo, 1955 decenas de miles.
Huia1ha 1.1. lObas 10.1.50bas Más de Naturalmente resulta ri.
[meDOS de [2.500 a [25.000 a 50bas ca de la importancia de los
2.500 árboles] 25.000] 125.000] [Más 1932 y 1939. Es muy posibl
de 125.000]
difundida en 1932 y que la 8'
Propietario administrador 87.7% 77.9% 57.1% 14.3% leciera mucho más en el pe~
Administrador 2.0 4.6 17.2 71.4
Aparcero 6.3 16.8 24.3 14.3 demostró lo que los censos I
t
", Administración por contrato 3.9 0.7 1.4 - ~al de Cafeteros habían dad
tierra estaba muy difundida
FueDte: La misma del Cuadro 5.4, Cuadro 23, p. 33. ~as pequeñas fincas familiar
Importante de dicha produc
período que va de 1932 a 11
los censos cafeteros anteriores (hectáreas en vez de número de árboles), colombiana también estaba;
he colocado entre paréntesis en los cuadros una medida equivalente en des de fincas familiares OPI
árboles. El censo calculó en Colombia un promedio de unos 2.500 árbo­ modo, la trayectoria hist6ril
les por hectárea (28). durante estas décadas condu
La información crucial sobre la tenencia, sepultada en una pequeña ~ent~a! significa pasar por ~
tabla del censo de 1955, revela la amplia presencia de pequeños y media­ ImplíCItos en los censos de loe
La propiedad de los medios'
nos productores en la economía cafetera colombiana a mediados del si­
glo. Establece asimismo con ayuda de alguna información adicional, la Colombia era nacional y, aun~
importancia de las fincas poseídas y operadas por familias en la produc­ gada. Cada una de estas car
ejercieron un influjo profund
ción del café. Los estimativos del tamaño de fincas familiares viables
varían en Colombia entre 5 mil y 20 mil árboles, o sea, 2 a 8 hectáreas ~ada una de ellas tuvo tambil
(29). Por supuesto, el tamaño de las fincas es apenas un criterio. La via­ na económica de la nación a tI
bilidad depende del tamaño de la familia y de su estructura demográfica, Debido a su especial estru
de la fertilidad de la tierra, de la edad de los arbustos, del grado de en­ fluencia muy positiva sobre e
deudamientode la familia, de la cantidad de tierra dedicada· a la produc­ de que la propiedad de las un
ción no cafetera, del precio del café y otros productos, etc. Sin embargo, ~l y estuviera distribuida ent
en fincas menores de dos hectáreas muy pocas familias caficultoras po­ blanos significó que buena pa
dían sostenerse, incluso en condiciones óptimas, y algunos de sus miem­ sas generadas por las exporta(
bros tendrían que trabajar para otros fuera de la parcela. Esta informa­ de un comienzo, sin embargo,
ción significa que el grueso de las fincas a que se refiere el Cuadro 5.4 en I
na parte de la expansión cafe
r~s, tostadoras y distribuidoral
el tamaño 1.1 a 10 hectáreas, 78 % de las cuales eran poseídas por sus
ma, ~nglaterra y, cada vez mál
porCIón del valor agregado al
28. CEPAL, El café, Cuadro 17, p. 29. La densidad de los árboles de café, en general mucho más
procesado en pueblos y ciudadl
alta en la Cordillera Oriental, variaba ampliamente. Este procedimiento se usa para realzar la y vendido en los mercados con~
comparabilidad de las cifras de los censos e ilustrar tendencias generales. go, ninguna de estas activida~
29. Las mejores discusiones de este problema que he tenido'la oportunidad de conocer son Ri­ neo.
chard Loxley Smith, "Los Cafeteros: Social and Economic Development in a Colombian Coffee
Municipio", disertación para Ph.D., University of Oregon, 1974, pp. 88-92; y en el Capitulo 3 Los colombianos poseían la
de Nicolás Buenaventura, "Proletariado agrícola", en Estudios Marxistas, 1, abril-junio de llamadas trilladoras, donde los
1969, pp. 1-85.
dos y seleccionados en las finca
os TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 359

operadores, probablemente eran fincas poseidas y trabajadas por unida­


des familiares ..El Cuadro 5.3 sugiere que en 1955 tales fincas sumaban
CAFE EN COWMBIA SEGUN TIPO DE decenas de miles.
Naturalmente resulta riesgoso proyectar esta información vital acer­
la 10 hall 10.la 50 has Más de
50 has
ca de la importancia de los pequeños propietarios sobre los censos de
.500. [25.000 •
,.000] 125.000] [Más 1932 y 1939. Es muy posible que la propiedad estuviese mucho menos
de 125.000] difundida en 1932 y que la aparcería, todavia importante en 1955, preva­
77.9% 67.1% 14.3% leciera mucho más en el período anterior. Pero el censo cafetero de 1955
4.6 17.2 71.4 demostró lo que los censos previos levantados por la Federación Nacio­
l6.S 24.3 14.3 nal de Cafeteros habían dado a entender. Mostró que la propiedad de la
0.7 1.4
tierra estaba muy difundida en la producción cafetera de Colombia y que
----- las pequeñas fincas familiares conformaban la unidad más numerosa e
importante de dicha producción. Parece probable que durante todo el
período que va de 1932 a 1955 la propiedad en la producción cafetera
colombiana también estaba diseminada y que existían grandes cantida­
as en vez de número de árboles), des de fincas familiares operadas por sus propietarios. De cualquier
ldros una medida equivalente en modo, la trayectoria histórica de la producción cafetera en Colombia
ro promedio de unos 2.500 árbo­ durante estas décadas condujo a tal resultado en 1955. Negar este rango
central significa pasar por alto los hechos históricos más importantes
encia, sepultada en una pequeña implícitos en los censos de los años treintas y confirmados en el de 1955.
a presencia de pequeños y media­ La propiedad de los medios de producción en la economía cafetera de
ra colombiana a mediados del si- Colombia era nacional y, aunque altamente desigual, estaba muy disgre­
alguna información adicional, la gada. Cada una de estas caracteristicas, como veremos más adelante,
leradas por familias en la produc­ ejercieron un influjo profundo en la historia política y laboral del país.
laño de fincas familiares viables Cada una de ellas tuvo también importantes implicaciones para la histo­
lil árboles, o sea, 2 a 8 hectáreas ria económica de la nación a través del siglo XX.
lcas es apenas un criterio. La via­ Debido a su especial estructura, la economía cafetera ejerció una in­
ia y de su estructura demográfica, fluencia muy positiva sobre el desarrollo económico nacional. El hecho
de los arbustos, del grado de en­ de que la propiedad de las unidades de producción cafetera fuera nacio­
iad de tierra dedicada· a la produc­ nal y estuviera distribuida entre decenas de miles de ciudadanos colom­
,tros productos, etc. Sin embargo, bianos significó que buena parte del excedente económico y de las divi­
IUY pocas familias caficultora~ po­ sas generadas por las exportaciones de café permanecia en el país. Des­
s óptimas, y algunos de sus mlem­ de un comienzo, sin embargo, comerciantes extranjeros financiaron bue­
fuera de la parcela. Esta informa­ na parte de la expansión cafetera en Colombia. Compañías importado­
~s_ a que se refiere el Cuadro 5.4 en / ras, tostadoras y distribuidoras extranjeras, con base en Francia, Alema­
~ las cuales eran poseídas por sus nia, Inglaterra y, cada vez más en Estados Unidos, capturaron la mayor
porción del valor agregado al café desde que salía de la finca para ser

'
r
de los árb.oles de café, en general mucho más
nte. Este procedimiento se usa para realzar la
procesado en pueblos y ciudades de Colombia, hasta que era embarcado
y vendido en los mercados consumidores del Atlántico Norte. Sin embar­
go, ninguna de estas actividades era monopolizada por el capital forá­

= r tendencias generales.
he tenido la oportunidad de conocer son ID­
Economic Development in a Colombian Coffee
.
neo.
Los colombianos poseían la mayoría de las plantas de descascarado,
t
ofOregon 1974, pp. 88-92; Y en el Capitulo 3

r
la". en E:nudi08 Marxlstas, 1, abril-junio de llamadas trilladoras, donde los granos de café, ya semiprocesados, seca­
dos y seleccionados en las fincas, eran despojados de su cáscara aperga­
360 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

minada, clasificados por trabajadoras llamadas escogedoras y empaca­


dos para la exportación. El gobierno colombiano llegó a poseer la mayo-­
ria de los ferrocarriles (algunos construidos con capital colombiano,
otros financiados con empréstitos extranjeros) que transportaban el café
desde las laderas hasta el rio Magdalena y desde el Valle del Cauca has­
ta el mar en Buenaventura, el puerto del Pacifico que llegarla a mover el
grueso de las exportaciones cafeteras del país luego de la apertura del
Canal de Panamá en 1914. Los colombianos compartían la propiedad de
las compañías de navegación a vapor que transportaban el café a lo largo
del rlo Magdalena hasta Barranquilla, el principal puerto colombiano
sobre el Caribe. Ya desde la década de 1890, los comerciantes colombia­
nos crearon casas de exportación e importación, dedicadas principal­
mente al comercio del grano, en Nueva York y algunas ciudades euro-­
peas. En los años veintes, en vista de que firmas importadoras de Esta­
dos Unidos amenazaban con monopolizar el comercio cafetero doméstico
e internacional, grandes productores y exportadores colombianos se
organizaron de manera efectiva con el fin de lograr un mayor control
sobre la economia cafetera del país. La Federación Nacional de Cafete­
ros, establecida en 1927, actuó en forma decidida en los años treintas y
cuarentas para controlar el precio interno del grano y conceder crédito a
los productores. La Federación construyó instalaciones para almacenar y
procesar café y desarrolló agresivos programas para asegurar una cali­
dad alta y uniforme de las exportaciones cafeteras, ampliar el mercado
internacional del café colombiano y, por último, crear una marina mer­
cante, la Flota Mercante Grancolombiana, establecida en los años cua­
rentas junto con Venezuela, que garantizara la participación colombiana
en el mercado internacional de transporte del café. Con estas medidas
los capitalistas colombianos consiguieron captar las ganancias genera­
das en la producción, el procesamiento y el transporte del grano; La par­
ticipación del capital extranjero en tales operaciones era significativa,
mas los capitalistas colombianos lograron aprovechar una parte impor­
tante y creciente de las oportunidades que la industria brindaba para la
acumulación de capital (30).
Muchos estudiosos de la historia económica de Colombia han subra­
yado la contribución de la producción cafetera en pequeña escala al de­
sarrollo económico del país en el siglo XX. Al contrario de lo que sucedi6
en muchas otras economias exportadoras de América Latina, señalan los
investigadores, donde inicialmente la mayor parte de las ganancias eran

30. Para más detalles sobre estos temas véanse Roben Cadyle Beyer, "The Colombian Coffee
Indust.ry: Origina and Major Trends, 1774-1940" ,disertación para Ph.D., University of Min­
nasota, 1947; Marco Palacios, El café en Colombia 1850-1970, México, 1983; Y Bennett Euge­
ne Koffman, "The National Federation of Coffee-Growers oí Colombia", disertación para
Ph.D., University of Virginia, 1969.
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
COLOMBIA 361

llamadas escogedoras y empaca­ remitidas al exterior, concentradas en pocas manos o dilapidadas en el


olombiano llegó a poseer la mayo­ consumo de bienes suntuarios importados, las utilidades de la produc­
struidos con capital colombiano, ción cafetera colombiana se hallaban ampliamente distribuidas. Los
:mjeros) que transportaban el café pequeños propietarios, especialmente los que poseían fincas familiares,
aa y desde el Valle del Cauca has­ ampliaron el mercado de bienes y servicios básicos. Crearon, por ejem­
el Pacífico que llegaría a mover el plo, una demanda por mejoras sistemas educativos para sus hijos, por
del país luego de la apertura del las despulpadoras manuales que toda pequeña finca cafetera requería y
.ianos compartian la propiedad de por las prendas nacionales de algodón y las sandalias de fibra que usaba
¡ue transportaban el café a lo largo la mayoría de los trabajadores cafeteros en los años cuarentas. Estas
l; el principal puerto colombiano
ideas parecen confirmarse en las tasas de alfabetismo relativamente al­
,1890, los comerciantes colombia­ tas de los principales departamentos cafeteros como Caldas y en la in­
importación, dedicadas principal­ dustrialización de Antioquia, un proceso en el que el capital extranjero
va York y algunas ciudades euro­ desempeñó un papel muy reducido hasta después de mediados de si­
que firmas importadoras de Esta­ gI0(3U.
i1:ar el comercio cafetero doméstico Otros investigadores, sin embargo, han descartado la importancia de
¡ y exportadores colombianos se los minifundistas cafeteros, a quienes consideran demasiado empobreci­
el fin de lograr un mayor control dos y autosuficientes como para estimular una nueva demanda indus­
i8 Federación Nacional de Cafete­ trial. Sostienen que el impresionante despliegue del desarrollo industrial
na decidida en los años treintas y del país desde los años veintes fue el resultado de la otra cara de la es­
mo del grano y conceder crédito a tructura de la economía cafetera, de la oportunidad para la acumulación
ryó instalaciones para almacenar y doméstica de capital en una economía cafetera caracterizada por una
.rogramas para asegurar una cali­ extrema desigualdad en el acceso a los medios de producción y por un
nes cafeteras, ampliar el mercado monopolio comercial sobre los medios de intercambio (32). Estos dos
lor último, crear una marina mer­ argum~ntos, cuya importancia relativa como estimulos para el desarrollo
liana, establecida en los años cua­ económico del país aún necesita estudio empírico, son complementarios
\tizara la participación colombiana y no mlltuamente excluyentes. Es probable que la estructura de produc­
¡Jorte del café. Con estas medidas ción, procesamiento y comercialización en la economía cafetera fomenta­
~ron captar las ganancias genera­
ra la acumulación en manos de capitalistas nacionales y ampliara el mer­
t> y el transporte del grano. La par­ cado doméstico para la prQducción agrícola e industrial. Los capitalistas
~les operaciones era significativa, -siendo un buen ejemplo la familia Ospina, de Antioquia- estaban
kron aprovechar una parte impor­ vinculados simultáneamente a la producción y comercialización del gra­
r que la industria brindaba para la no y al desarrollo de la industria manufacturera. Al mismo tiempo, la
difusión geográfica de la producción cafetera, su tecnología relativamen­
~conómica de Colombia han subra­ te simple y su difuso patrón de producción estimularon el desarrollo de
~cafetera en pequeña escala al de­ un mercado nacional y la creación de los' 'vinculos traseros, delanteros y
!xX. Al contrario de lo que sucedió horizontales" que el economista norteamericano Albert Hirschman fue
~s de América Latina, señalan los
~ayor parte de las ganancias eran
31. William Paul McGreevey desarrolló sistemáticamente estas ideas (primero aplicadas a la his­
t toria de Cuba por Fernando Ortiz en la obra citada en la nota 51 en el Capitulo 9 de su Historia
ecollÓmica, citada en la nota 11. La impOrtancia de los pequeños cultivadores en la evolución
económica del pata se plantea de manera persuasiva en la obra de Hugo López. Véase su estu­
Carlyle Beyer, "The Colombian Coffee
dio "La inflación en Colombia en la década de 108 veintes" , en Cuadernos Colombianos, No.
disertación para Ph.D., University of Min­
5, 1975, pp. 43-139.
1850·1970, México, 1983; y Bennett Euge­
'lI~,-ur'Owenl of Colombia", disertación para 32. La exposición más sistemática de esta concepción es Mariano Arango, Café e industria, 1850·
1930, Bogotá, 1977.
362 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
COLOMBIA
el primero en observar en Colombia y que posteriormente desarroll6 en
una célebre explicaci6n de los potenciales desiguales de desarrollo de las nio Bejarano en un importa
diferentes economías exportadoras (33). una transformaci6n cualitatl
na. Durante los años veinte~
Sin embargo, históricamente la estructura y dinámica de la economía tura doméstica y de exportal
exportadora de café en Colombia tuvieron un impacto más rico y comple­ de ferrocarriles y carreteras
jo sobre el desarrollo econ6mico d~ lo que sugiere cualquiera de estas trial, socavó las relaciones d
posiciones ideales. Por ejemplo, fue un incremento en el consumo de la ban en la agricultura colomlJ
clase obrera de las regiones productoras de café lo que contribuy6 a ha­ cafetero. Este proceso, anal
cer posible que Colombia se convirtiera en importante receptor de capi­ tremendas implicaciones, ql
tal financiera extranjero en los años veintes. El pago del flujo de emprés­ sarroBo econ6mico capitalist
titos externos contratados por los gobiernos nacional, departamentales y vilizaci6n de los trabajadoref
municipales durante los años veintes estaba garantizado por los ingresos domi.nante y desat6 la lucha :
, , de los impuestos indirectos sobre los artículos de consumo masivo. Los colombiana en los años trein
'. gobiernos departamentales, principales beneficiarios de tales présta­
mos, garantizaban el pago con dineros provenientes de los impuestos
sobre el tabaco, los licores y el sacrificio de ganado; por su parte, el go­
tas.
Sin embargo, mientras e
proceso de dislocación social
bierno nacional pagaba los créditos externos con ingresos aduaneros, el cafetera continuó estimuland
grueso de los cuales era generado por la importanci6n de los textiles que ci6n de la economía na.cional.
consumía la clase trabajadora. Como hemoS visto, los empréstitos exter­ ca caída en los precios mund:
nos fueron invertidos en la construcci6n de sistemas de transporte y en men de las exportaciones cafE
obras públicas. Los créditos estimularon, así, el desarrollo econ6mico en Diaz Alejandro, quien ha COI
dos formas. Contribuyeron a unificar un mercado nacional para los pro­ mías latinoamericanas duran
ductos agrícolas, los materiales de construcción y las manufacturas na­ indicadores de la cuantía de h
cionales. Y. ampliaron el mercado nacional creando decenas de miles de de la regi6n en el período que
empleos relativamente bien pagados para trabajadores que antes hablan 100) (35).
laborado en la agricultura y subsistido en buena parte al margen de la
economía monetaria. Gracias al rápido crecimiento del sector exportador
de café y a los préstamos extranjeros que éste hizo posible, el producto
nacional bruto per cápita de Colombia se expandió en la segunda mitad 34. Bejarano, "El fin de la economia ex'
.de los años veintes a una tasa superior al 5 % anual. Durante el mismo pretaclón del impacto que la expansi
relaciones sociales de producción E
período, 1925-1929, la producci6n industrial creció casi en 20%, mien­ notables a la historiografia colomblm
tras que la inversión de capital en la industria aumentó en casi 50%, di­ no.sugiere que las contradicciones dE
ferencia que cre6 un exceso de capacidadinstalada que se transformó en ~emtes ysefialadas en los escritos de
sustituci6n de importaciones con el advenimiento de la Depresión inter­ Jeron a la transformación de la ecoDO!
tas,?l ensayo resulta engañoso. Est
nacionaL po~ca de la "república señorial" co
Mas el cambio económico fomentado por la economía exportadora de sociales y económicas de los años tre
café no fue simplemente cuantitativo. Tal como lo demostr6 Jesús Anto­ gues1a industrial nacional como la del
el desarrollo exportador de las primel
d?S frentes: primero, la necesidad de
~; segundo, la necesidad de diluir
b8.J-?ora rural insurgente. Estas CU~
33. Albert Hirschman, "A Generalized Linkage Approach to Development, with Special Referen­ secci,ó~ del ensayo. Las cifras del par:
ce to Staples". en Economic Developm.ent and Cultural Change, 25, suplemento, 1977, CoD11sión Económica para América L
pp. 67-98. McGreevey señala la conexión entre la experiencia de Hirschman como consultor México, 1957.
económico en Colombia y su pensamiento acerca de la articulación de las econom1as exporta­ 35. Carlós F. Diaz Alejandro "Algunas
doras en "The Transition" (citado en la nota 20). 1920-1950", Cuadro 1, p. 202, en Mig
lombfana, Bogotá,l980.
o.BAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

steriormente desarrolló en nio Bejarano en un importante ensayo publicado en 1975 (34). precipitó
iguales de desarrollo de las una transformación cualitativa en la naturaleza de la economia colombia­
na. Durante los años veintes, la demanda de mano de obra en la agricul­
y dinámica de la economia tura doméstica y de exportación, en obras públicas como la construcción
impacto más rico y comple­ de ferrocarriles y carreteras y en el reducido pero pujante sector indus­
ugiere cualquiera, de estas trial, socavó las relaciones de producción precapitalistas que predomina­
mento en el consumo de la ban en la agricultura colombiana, especialmente en el importante sector
:afé lo que contribuyó a ha­ cafetero. Este proceso, analiZado en mayor detalle más adelante, tuvo
nportante receptor de capi­ tremendas implicaciones, que van más allá de su significado para el de­
~l pago del flujo de emprés­ sarrollo económico capitalista de la nación. Provocó la primera gran mo­
tacional, departamentales Y vilización de los trabajadores rurales, comprometió la unidad de la clase
~arantizado por los ingresos domJnante y desató la lucha social y política que convulsionó la sociedad
os de consumo masivo. Los colombiana en los años treintas y culminó en la Violencia de los cuaren­
leficiarios de tales présta­ tas.
lIenientes de los impuestos Sin embargo, mientras obraba de esta manera para impulsar este
~ado; por su parte, el go­ proceso de dislocación SOCial y política en los años treintas, la economia
I con ingresos aduaneros, el cafetera continuó estimulando el crecimiento económico y la diversifica­
Jrtanción de los textiles que ción de la economía nacional. Tal como hemos visto, a pesar de la drásti­
visto, los empréstitos exter­ ca caída en los precios mundiales d~l café durante la depresión, el volu­
sistemas de transporte Y en men de las exportaciones cafeteras siguió creciendo rápidamente. Carlos
el desarrollo económico en Díaz Alejandro, quien ha comparado el comportamiento de las econo­
~do nacional para los pro­ mías latinoamericanas durante la crisis mundial, aporta los siguientes
ción y las manufacturas na­ indicadores de la cuantia de las exportaciones para los principales países
reando decenas de miles de de la región en el periodo que media entre 1932-33 y 1952-53 (1928-29 =
lbajadores que antes habían 100) (35).
,uena parte al margen de la
mento del sector exportador
9te hizo posible, el producto
34. Bejarano, "El fin de la economia exportadora" (citado en la nota 22}. Una rica y sólida inter­
:pandió en la segunda mitad pretación del impacto que la expansión cafetera tuvo sobre la demanda de mano de obra y las
~% anual. Durante el mismo relaciones sociales de producción, el ensayo de Bejarano es una de las contribuciones más
~ creció casi en 20 %, mien­ notables a la historiografia colombiana del siglo XX. No obstante, en la medida en que Bejara­
no sugiere que las contradicciones del desarrollo capitalista colombiano, reveladas en los años
~ia aumentó en casi 50 %, di­ veintes y señaladas en los escritos de intelectuales progresistas como Alejandro L6pez, condu­
~talada que se transformó en jeron a la transformación de la economia politica bajo los.reglmenes liberales de los años trein­
hlento de la Depresión ínter­ tas, el ensayo resulta engañoso. Estos intelectuales quizá deseaban poner fin a la economia
polltica de la "república señorial" conservadora, mas el cambio polltico de 1930 y las poUticas
~·la economía exportador~ de sociales y económicas de los años treintas reflejaban no tanto el ascenso al poder de una bur­
guesía industrial nacional como la defensa de los intereses de una clase dominante formada en
~mo lo demostró Jesús Anto­ el desarrollo exportador de las primeras décadas del siglo y enfrentada en 1930 a un desafio en
dos frentes: primero, la necesidad de ajustarse a los imperativos económicos de la crisis mun­
dial; segundo, la necesidad de diluir la amenaza social y poUtica planteada por una clase tra­
bajadora rural insurgente. Estas cuestiones se discuten con más profundidad en la siguiente
sección del ensayo. Las cifras del parágrafo anterior, citadas por Bejarano, p. lJ56, son de la
ito Development, with Special Referen­ Comisión Económica para América Latina, El desarrollo eoouómico de Colombia, Ciudad de
¡mral Change, 26, suplemento, 1977, México, 1957.
leriencia de Hirschman como consultor 35. Carlos F. Diaz Alejandro, "Algunas notas sobre la hiatoria económica de América Latina,
larticulación de las economias exporta- 1920-1950", Cuadro 1, p. 202, en Miguel Urrutia et al., EDIIIIl1oBlobre hiBtoria ecoDÓmica co·
lombiana, Bogotá, 1980.
364 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

1932-33 1938-39 UM8-49 1962-63 "Colombia, debido a la enOrJlll


tiplicidad de los cultivos que Iu
Argentina 85 70 57 41 muy favorable para resistir Wl
Brasil 93 162 175 183
Colombia 100 132 160 177 gran parte de la cosecha de caJ
Chile 36 87 97 89 población cafetera contará con
México 49 44 58 su subsistencia" (38).
Venezuela 145 368 491

Ospina se oponía de esta 1


En realidad, estas cifras, que incluyen todas las exportaciones, sub­ portaciones cafeteras ya un I
estiman el papel del café en el volumen creciente de las exportaciones del mundo, para limitar las l
colombianas durante los años treintas, una década en que las exportacio­ gado a destruir cientos de m
nes de banano y petróleo (especialmente el segundo) cayeron por de bajo vano intento por aumentar e:
de los niveles previos a la Depresión (36)_ mayor productor mundial d
El impresionante desempeño de la econonúa cafetera de Colombia toda su producción en el mel'l
durante la Depresión se explica en parte por la naturaleza de la produc­ rior al del café brasileño. En
ción cafetera. El árbol del café es una planta perenne que empieza a pro­ en el mercadonorteamerical
ducir unos tres años después de ser sembrado. La variedad .comúnmente pasó de 23.1 % entre 1925 y 1!
cultivada en Colombia hasta hace pocos decenios, la arábiga, alcanza su la parte brasileña de dicho ml
... máxima producción a partir de los doce años, aproximadamente. Luego, de Colombia se debió parciah
aunque su producción disminuye lentamente, un cuidado apropiado bien estuvo relacionado con el prO(
puede hacerlo rendir otros diez o incluso veinte años. Entonces, en cierta de recolección y procesamien
medida, el incremento posterior a 1930 puede explicarse por la madurez ductores, así como con las pol
y continuada productividad de los árbóles sembrados durante el periodo ros, que puso en práctica med
de altos precios que precedió a la crisis mundial. formemente alta de las export
Aun así, el cultivo del café también se expandió rápidamente en Co­ El volumen' creciente de
lombia durante la Depresión. El censo cafetero de 1939 reveló un incre­ durante los años treintas estin
mento de 89 % sobre el número de árboles cultivados· en Cundinamarca y aportó las divisas necesarias
en 1932; para el Tolima el aumento fue de 57% (37). Tal expansión se vio primas industriales. El crecu:
favorecida en parte por la devaluación monetaria, una política defendida sempeñó así un papel importl
por los grandes cultivadores de la Federación Nacional de Cafeteros. dustrial, que aumentó en los Il
La razón principal de la expansión cafetera durante lós años treintas las otras grandes naciones de J
radica, sin embargo, en las relaciones sociales de producción del sector el siguiente crecimiento prom
cafetero. Dicha expansión giraba en torno de la capacidad de los peque­ ducción manufacturera en los
ños productores para soportar la disminución del ingreso por sus labo­ rante el periodo 1929-1939: Ar
res, de su voluntad para explotarse a sí núsmos y a sus familias a fin de c?rr~spondiente a 1927-39); (
producir más café, no obstante el exiguo valor en el mercado.Escribien­ SIguIentes diez años, 1939-49,
do en 1934, el presidente de la Federación Nacional de Cafeteros y futu­
ro presidente del país, Mariano Ospina Pérez, señaló la esencia de la
superioridad competitiva de Colombia en un mercado mundial que sufría 38. D:
su informe al VI Congreso de Cal
de sobreproducción y bajos precios. (CItadO en la nota 21), pp. 22-28.
39. Ocampo, "Comentarios" Cuadro 5 J
40. Las técnicas colombianas'de reco~
~ Federación exigfa que los exporta~
36. Véase José Antonio Ocampo, "Comentarios", Cuadro 3, p. 216, en Miguel Urrutia et al., Clones en grano de inferior calidad 1Ia
EDIJ8101!1I1Obre historia ecoDÓmica colombiana. do al consumo nacional. Sobre el ~~
37. Boletín de Estadística, No. 24, abril de 1943, p. 60. Koffman, "The National Federation"
STRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 365

1962·53 ':C?l?mbia. debido ~ la enonne parcelación de sus propiedades cafeteras y a la mul­


1948·49
tipliCidad de los cultivos que hay dentro de cada plantación.de café está en situación
57 41 muy favorable .para resistir una lucha de precios. Aun suponiendo que se perdiera
175 lSS gran p~ de la cosecha de café o que el precio de éste baje considerablemente, la
: 160 177 poblaCión cafetera contará con parte apreciable de los productos que necesita para
i
97 89 su subsisteneia" (38).
44 58
368 491
Os~ina se oponía de esta manera a la poHtica de restricciones a las ex­
portaCIOnes cafeteras y a un pacto con Brasil, el mayor productor de café
in todas las exportaciones, sub­ del mundo, para limitar las exportaciones. Mientras que Brasil fue obli­
f creciente de las exportaciones
gado a destruir cientos de miles de sacos de café a partir de 1930 en un
~a década en que las exportacio­
vano intento por aumentar el precio mundial, Colombia, por entonces el
rel segundo) cayeron por debajo
mayor productor mundial de café suave, pudo vender prácticamente
.economía cafetera de Colombia ~a su produ~ción ~n ~l mercado mundial a un precio ligeramente supe­
nor al del cafe brasIleno. En consecuencia, la participación colombiana
~ por la naturaleza de !a produc­
en ~l mercado norteamericano, con creces el más importante del orbe,
~nta perenne que empIeza a pro­
paso de 23.1 % entre 1925 y 1929 a 30.4% entre 1933 y 1937. Entre tanto
prado. La variedad comúnmente
la parte br~sileña d~;dicho.mercado cayó de 61.8% a 51.9% (39). El éxi~
:decenios, la arábiga, alcanza su
de Colombl~ se debIO parCIalmente al clima y a los suelos, pero también
~os, aproximadamente. Luego,
estuvo relaCIOnado con el proceso cuidadoso e intensivo en mano de obra
¡ente, un cuidado apropiado bien de recolecci~n y procesamiento del café por parte de los pequeños pro­
! veinte años. Entonces, en cierta
ductores, aSlcomo con las políticas de la Federación Nacional de Cafete­
uede explicarse por la madurez
p.'
ros, que puso en práctica medidas efectivas para asegurar la calidad uni­
~s sembrados durante el período formemente alta de las exportaciones cafeteras del país (40).
pundial. El .volumen creciente de las exportaciones cafeteras de Colombia
~e expandió rápidamente en Co­
durant~ los ~o.s treintas estimuló la demanda económica dentro del país
~fetero de 1939 reveló un incre­
y ~porto.las dlv~sas necesarias para importar bienes de capital y materias
~les cultivados' en Cundinamarca
pnmas mdustnales. El crecimiento de las exportaciones cafeteras de­
le 57% (37). Tal expansión se vio semp~ñó así un papel importante en el desarrollo de la producción in­
~onetaria, una política defendida
dustnal, que aumentó en los años treintas a una tasa más veloz que en
ación Nacional de Cafeteros.
las ?tr~s grande~ n~ciones de América Latina. Díaz Alejandro suministra
~fetera durante los años treintas
el SI~llente creCImIento promedio porcentual anual del valor de la pro­
IOciales de producción del sector
duccIOn manufacturera en los principales países latinoamericanos du­
~o de la capacidad de los peque­
rante el pe~odo 1929-1939: Argentina, 3.1; Brasil, 5.0; Chile, 3.3 (cifra
¡nución del ingreso por sus labo­
c?rr~Spondlente a 1927-39); Colombia, 8.8; México, 4.3. Durante los
I mismos y a sus familias a fin de SIguIentes diez años, 1939-49, el desempeño industrial de Colombia fue
b valor en el mercado. Escribien­
ión Nacional de Cafeteros y futu­
~ Pérez, señaló la esencia de la
~n un mercado mundial que sufría 38. ~ su informe al VI Congreso de Cafeteros, citado en Ocampo y Montenegro "La ....
(citado en la nota 21),pp. 22·23. ' CrISIS,
39. Ocampo: "Comen~6s", Cuadro 5, p. 218, en Urrutia et al., EDllllY08 (citado en la nota 35).
40. Las técDlCa~ colo~~l8Das de recolección y procesamiento se discuten en la siguiente sección.
~ Federación e~ q~ los exportadores de café depositaran un porcentaje de sus exporta­
fCuadro 3, p. 216, en Miguel Urrutia et al., ciones en grano de ~fenor calidad, llamado pasilla, en sus bodegas. Este café estaba destina­
do al consumo nacional. Sobre el origen y desarrollo de la Federación y sus pollticas véase
Koffman, "The National Federation" (citado en la nota 30). '
10.
866 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

casi tan impresionante. Las cifras son Argentina, 3.5; Brasil, 7.2; Chile,
4.8; Colombia, 6.7; México, 7.5 (41).
Las razones de tan extraordinario crecimiento de la industria colom­
biana durante la crisis mundial son complejas. José Antonio Ocampo ha
mostrado que la capacidad industrial excesiva, la devaluación, el protec­
cionismo tarifario, la demanda creciente y la capacidad de importar bie­
nes de capital y materias primas jugaron todos su papel. Si bien el auge
cafetero anterior a 1929 explica con amplitud el exceso de capacidad
industrial del pais a comienzos de la crisis mundial, la presión de la
Federación Nacional de Cafeteros contribuye a elucidar las polfticas de
devaluación. La creciente demanda nacional (incluida, como anota
Ocampo, la voluntad de la masa de consumidores de comprar manufac­
turas nacionales de calidad inferior) y la capacidad relativamente alta
para importar, guardan ambas relación directa con la expansión de la
producción cafetera durante la crisis mundial. Dicha expansión, a su
vez, obedeció .en gran parte a la naturaleza difusa de la producción y la
propiedad de la tierra en la economia cafetera.
Cuando las condiciones de guerra llevaron a Colombia a unirse a un
acuerdo internacional con Estados Unidos y Brasil para controlar el volu­
men y el precio del comercio cafetero, el país había robustecido signifi­
cativamente su participación en el mercado norteamericano. Dicho
acuerdo, suscrito en 1940, aseguró a Colombia su mercado estadouni­
dense, pero mantuvo los precios artificialmente bajos, a tiempo que la
guerra estimulaba la demanda. El acuerdo privó así a la economia co­
lombiana y a su industria de una gran porción de divisas durante la con­
tienda. Sin embargo, al terminar la guerra y quedar sin vigencia el
acuerdo cafetero internacional, los precios del grano se dispararon a al­
turas sin precedentes en 1946, y permanecieron en dicho nivel por un
decenio (Véase el Cuadro 5. 1). La demanda interna y las divisas genera­
das por el auge cafetero de la posguerra estimularon el rápido crecimien­
to de la industria colombiana, tal como había sucedido en los años vein­
tes. En medio de un gran conflicto civil en las regiones cafeteras, las
exportaciones de café - y consecuentemente el ingreso de divisas al
pais- continuaron creciendo en la época de posguerra .
No obstante, a partir de la guerra, el destino del desarrollo económi­
co del pais ha dependido tanto de un legado indirecto de evolución social
estimulado por el café a lo largo del siglo XX, como de la contribución
directa de la producción cafetera al desarrollo económico nacional. En
décadas recientes, Colombia, al igual que otros paises latinoamericanos,
ha tenido que ajustarse a una nueva división del trabajo en el sisre.ma
capitalista mundial. La descentralización de la industria manufacturera
en la economia mundial ha promovido la expansión y la desnacionaliza­

41. Dlaz Alejandro, "Algunas notas" lcitado en la nota 35), Cuadro IV, p. 203.
COLOMBIA 367
\ABAJADORES EN LA HISTORIA
ción de la industria colombiana. Dentro de este patrón de desarrollo in­
l1tina, 3.5; Brasil, 7.2; Chile, dustrial, el café ha servido como el sustituto colombiano de la industria
pesada. Ha seguido suministrando las divisas para comprar el creciente
triento de la industria colom­
volumen de bienes de capital y materias primas requeridas por la indus­
as. José Antonio Ocampo ha
tria y para pagar la deuda externa que ha crecido considerablemente a lo
va la devaluación, el protec­
largo del proceso de expansión económica de la posguerra. Pero el éxito
la ~pacidad de importar bie­
relativo de Colombia en la ejecución de este modelo de desarrollo ha
dos su papel. Si bien el auge
dependido también de la debilidad organizativa del movimiento obrero y
itud el exceso de capacidad
de la impotencia de la izquierda política. El café garantizó que ambos
is mundial, la presión de la
fuesen impedimentos menores para los planes desarroUistas liberales de
lye a elucidar las pol1ticas de
la clase dominante colombiana en la posguerra. Con el fin de apreciar
ional (incluida, como anota
cómo ocurrió tal fenómeno, tenemos que retroceder a la época de los
tridores de comprar manufac­
años veintes, durante la cual los obreros colombianos fojaron por prime­
capacidad relativamente alta
ra vez poderosas organizaciones e iniciaron su lucha por cambiar el or­
irecta con la expansión de la
den establecido.
l1dial. Dicha expansión, a su

il difusa de la producción y la

era.
LOS TRABAJADORES DEL CAFE y EL DESTINO DEL MOVIMIENTO OBRERO
LI'on a Colombia a unirse a un

y Brasil para controlar el volu­


Contrariamente a las aseveraciones de muchos investigadores, la debili­
laiS habia robustecido signifi­
dad del movimiento obrero colombiano no es atribuible ni a la falta de
reado norteamericano. Dich,?
inmigración europea ni a los errores comúnmente imputados a la diri­
ombia su mercado estadouDl­
gencia izquierdista (42). La historia del movimiento obrero colombiano
lmente bajos, a tiempo que la

lo privó así a la economía co­

cibn de divisas durante la con­


42. El argumento de que la ausencia de inmigración europea explica la falta de conciencia de clase
~rra y quedar sin vigencia el
y autonomla politica del movimiento obrero colombiano se plantea enérgicamente por parQ¡ de
Marco Palacios, El POPUÜ8mo ea Colombia, Medellin, 1971, p. 29. "El hecho es que nunca
s del grano se dispararon a al­
pudo la clase obrera adquirir independencia organizativa e ideológica ( ... 1A esto contribuyó
tecieron en dicho nivel por un
en buena parte la falta de corrientes migratorias similares a las experimentadas en los paises
'a interna y las divisas genera­
del Cono Sur, que habrlan aportado una coloración progresista y tal vez capaz de definir ideo­
lógicamente su especificidad de clase, y formas modernas de cultura politiCa" .
litimularon el rápido crecimi~n­
Que la inmigración europea no influyó de manera tan simple el desarrollo de los movimientos
abia sucedido en los años vem­
obreros latinoamericanos queda claro desde ~ Perspectiva comparativa. La izquierda más
fuerte de Suramérica surgió .en Chile, en donde el papel de los inmigrantes europeos fue mar­
¡en las regiones cafeteras, las
ginal; UDa de las izquierdas más débiles del contjnente se desarroll6 en Argentina, en donde
p.ente el ingreso de divisas al
la influencia de los inmigrantes europeos fue abrumadora. EnColombia, al igual que en el
tle posguerra. . resto de América Latina, la influencia de las ideologias obreras europeas y de los activistas
europeos anarquistas, socialistas y comunistas fue importante en el desarrollo del movimiento
lestino del desarrollo económl­ obrero. Sin embargo, tal influencia se vio condicionada por la estructura exportadora en las
30 indirecto de evolución social formas decisivas qu~ cada uno de estos ensayos busca ilustrar. Palacios hace énfasis correcta­
b XX, como de la contribución mente en la importancia de la identificación obrera con los partidos politicos tradicionales para
explicar la frustración del desarrollo de los pattidos de izquierda. He tratado de analizar dicha
~llo económico nacional. En identificación en términos materiales y de clase antes que aceptarla como un artefacto cultural
!Qtros paises latinoamericanos, tradicional.dado.
fsión del trabajo en el sis~ma La perspectiva comparativa también puede actuar como correctivo del voluntarismo excesivo,
de la industria manufacturera divisionista y destructivo de buena parte del análisis marxista. Al contrario de las afirmacio­
nes de muchas de las contribuciones marxistas citadas en esta sección, el fracaso histórico de
\expanSión y la desnacionaliza­ la izquierda colombiana no fue una simple consecuencia de un liderazgo inadecuado. Como
veremos, resultarla dificil demostrar que los marxistas colombianos -o, especificamente los
miembros del Partido Comunista Colombiano- fueron más culpables de no liderar bien que
35), Cuadro IV, p. 203.
868 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
COLOMBIA

- su tardía gestación, su explosiva y efímera fuerza a fines de los años


veintes y comienzos de los treintas, su institucionalización y domestica­ vistas y represivos del Es1
ción por parte de los gobiernos liberales entre 1930 y 1945 Y su represión política clientelista tradicHJ
en los años de la Violencia, a partir de 1945- obedece a una dinámica aliados de la izquierda poi
profundamente enraizada en la estructura de la economia cafetera. luchas colectivas iniciales a
Entre 1920 y 1950 muchos trabajadores y pequeños productores cafe­ reformadores corporativisU
teros gradualmente lograron salir victoriosos en la batalla por liberarse Por último, al ganar su
de los opresivos sistemas laborales precapitalistas y conseguir el control pequeños productores cafet
de los medios de producción cafetera. Persistieron en esta lucha a lo lar­ crediticia de la economía de
go de tres decenios, en los que se alternaron diez años de bonanza eco­ gradualmente su control sol
nómica, diez de depresión y diez de auge. Durante estos tres decenios, monopolio sobre los medio
los conservadores y liberales se alternaron en el control del Estado del café consiguieron un m¡
.
nuentras que pequeños partidos progresistas de la izquierda ganaron
' medios de producción solo JI
terreno para luego derrumbarse. El cambio económico y polltico obligó a te por medio del control cal
los trabajadores cafeteros a adaptar sus tácticas a fin de obtener mayo­ portante pero al mismo tiel
café, bien avanzada a media
res ventajas durante el curso de la lucha. Inexorablemente, sin embargo,
lo ideológico, 10 político y 10
a medida que avanzaban hacia sus metas, iban abandonando las estrate­
dos de izquierda aún no han
gias colectivas que les habían otorgado sus primeras victorias. A un gran
costo para sí mismos y para su sociedad, la lucha colectiva de los trabaja­ décadas de impresionante d
dores cafeteros de~eneró en una lid privada e individual sancionada por lista de la producción agricc
la política tradicional. La transformación de su lucha significó que, inevi­ zando la izquierda a trascenc
tablemente, los trabajadores se enfrentaran entre sí, y dejó en libertad a La debilidad del movimi
sus opresores de clase para forjar un nuevo consenso ideológico y políti­ neos tiene sus orígenes en 1
co y consolidar exitosamente el orden capitalista industrial de la posgue­ cafeteros en las tres décad8l
rra. contienda no estuvo determil
De esta manera, al ganar la lucha por la tierra, los trabajadores cafe­ una c~se obrera no tocada 1
teros perdieron la batalla por transformar la sociedad capitalista explota­ cuenCla de la timidez ni de l~
dora en la cual laboraban. En cambio, contribuyeron a modernizar dicha d.e la izquierda colombiana. 'I
sociedad y a reforzar los valores e instituciones liberales sobre los que slmple de estllltegias partÍ(
descansaba. Con el logro de sus triunfos individuales ayudaron incons­ represivas llevadas a cabo p
cientemente a destruir el poder de un movimiento obrero organizado en
el que potencialmente eran el sector más importante. Con ellanguideci­ 43. Este es el argumento expuesto por 1
miento de sus organizaciones .colectivas, los sindicatos de sus primeros ral de Colombia, que se concentra el
car la trayectoria h'beral del mov:imJ
aliados en los enclaves exportadores foráneos, en el transporte y en la ~e8Crita en la nota 42, estas obras I
industria manufacturera quedaron a merced de los designios corporati­ IZquierda y la exitosa institucionaliz¡
rección izquierdista sino a la acertac
plo, la obra de Miguel Urrutia Deve
sus colegas de otros países. Empero, ese es el argumento expuesto en Iá historia oficial del 1969, es una inteligente defe~a de
~o comunista, Treinta doe de lucha del Partido Comwdsta de Colombia, Bogotá, 1960, Y relaciones laborales en Colombia. E
desarrollado en la popular y por lo demás penetrante historia del movimiento obrero colombia­ obreros entregaron sus tendencias p
no escrita por el autor comunista Edgar Caicedo, Historia de las luchas sindic8les eD CoIom· do a los esfuerzos del partido h'beraI
bia, 3a. ed., Bogotá, 1977, pp. 57-fU. Los izquierdistas como Caicedo con frecuencia aluden a ~e los cuu:entas. Estos esfuerzos fue
~ importB;lcia de la pequeña propiedad en ~Iombia. Reconocen; asimiamo, el poder de la liberales Vl8-a-vis la derecha. Los lib
ideologia liberal sobre la clase obrera colombuma, pero no explican por qué estos obstáculos a obrero y a la izquierda a fin de mant
la influencia izquierdista han sido tan desmesurados en ese pals. Tampoco exploran el signifi. Aparte del problema especial plante.
cado de cada uno de ellos para la historia de la izquierda colombiana y su estrategia para el abo~ en este ensayo, puede argtl
futuro. reformistas dentro de su propio pan
mente debldoa su alianza con el mm
i)8 TRABAJADORES EN LA HISTORIA COWMBIA 869

lmera fuerza a fines de los años vistas y represivos del Estado. Cuando empezaron a gravitar hacia la
nstitucionalización y domestica­ politica cliente lista tradicional de los partidos liberal y conservador, sus
entre 1930 Y 1945 y su represión aliados de la izquierda politica que hablan organizado y defendido sus
1945- obedece a una dinámica luchas colectivas iniciales abandonaron la lid y entregaron su suerte a los
ra de la economía cafetera. reformadores corporativistas del partido liberal.
res y pequeños productores cafe­ Por último, al ganar su batalla por la tierra, los trabajadores y los
riosos en la batalla por liberarse pequeños productores cafeteros dejaron intacta la estructura comercial y
apitalistas y conseguir el control crediticia de la economía del café. Los capitalistas domésticos cambiaron
ersistieron en esta lucha a lo lar­ gradualmente su control sobre los medios de producción cafetera por un
oaron diez años de bonanza eco­ monopolio sobre los medios de intercambio cafetero. Los trabajadores
ge. Durante estos tres decenios, del café consiguieron un mayor control sobre el proceso de trabajo y los
tUlron en el control del Estado, medios de producción solo para ser explotados más eficiente y fácilmen­
~sistas de la izquierda ganaron te por medio del control capitalista sobre el comercio del grano. La im­
lbio económico y politico obligó a portante pero al mismo tiempo pirrica victoria de los trabajadores del
B tácticas a fin de obtener mayo­ café, bien avanzada a mediados del siglo, dej6 un legado conservador en
l. Inexorablemente, sin embargo, lo ideológico, lo politico y lo institucional que la clase obrera y los parti­
lB, iban abandonando las estrate­ dos de izquierda aún no han podido superar. Solo ahora, después de tres
sus primeras victorias. A un gr~n décadas de impresionante desarrollo industrial y reorganización capita­
1 la lucha colectiva de los trabSJa­ lista de la producción agrlcola (incluido el cultivo del café), está empe­
l~ada e individual sancionada por zando la izquierda a trascender esa barrera.
tn de su lucha significó que, inevi­ La debilidad del movimiento obrero y de la izquierda contemporá­
:aran entre sí, y dejó en libertad a neos tiene sus orígenes en las luchas democráticas de los trabajadores
uevo consenso ideológico y politi­ cafeteros en las tres décadas posteriores a 1920. El resultado de dicha
apitalista industrial de la posgue­ contienda no estuvo determinado por los orígenes étnicos y culturales de
una clase obrera no tocada por la inmigraci6n europea. No fue conse­
ror la tierra, los trabajadores cafe­ cuencia de la timidez ni de los errores poHticos comúnmente señalados
f¡ar la sociedad capitalista explota­ de la izquierda colombiana. Tampoco, tal como veremos, fue el producto
eontribuyeron a modernizar dicha simple de estIlltegias particularmente inteligentes, manipuladoras o
~ituciones liberales sobre los que represivas llevadas a cabo por elementos de la clase dominante (43).
los individuales ayudaron incons­
rmovimiento obrero organizado en
43. Este es el argumento expuesto por las otras investigaciones importantes sobre la historia labo­
~s importante. Con ellan~ideci­ ral de Colombia, que se concentra en la relación entre los trabajadores y el Estado para expli­
lIlS los sindicatos de sus pnmeros car la trayectoria hberal del movimiento obrero. A diferencia de la versión comunista oficial
J~áneos, en el transporte Y en l~ descrita en la nota 42, estas obras atribuyen, en mayor o menor medida, la cooptaciÓn de la
izquierda y la exitosa institucionaJir.ación liberal del movimiento obrero no al fracaso de la di­
perced de los designios corporatl­ rección izquierdista sino a la acertada direeción de la clase dominante colombiana. Por ejem­
plo, la obra de Miguel Urrutia, Development of &he CoIombiaD Labor Movement, New Haven,
1969, es una inteligente defensa de las instituciones corporativas liberales que hoy rigen las
argumento expuesto en la historia oficial del relaciones laborales en Colombia. Encomia cada uno de los pasos en virtud de los cuales los
Com1Ulista de Colombia, Bogotá, 1960, Y obreros entregaron sus tendencias pol1ticas radicales y consiguieron el apoyo del Estado debi­
historia del movimiento obrero colombia­ do a los esfuerzos del partido hberal, que estuvo en el poder en los aftos treintas Ycomienzos
de las luebu siDdicales en Colom­ de los cuarentas. Estos esfuerzos fueron consecuencia de la debilidad pol1ti.ea de los gobiernos
como Cakedo con frecuencia aluden a liberales via-a-via la derecha. Los liberales progresistas otorgaron concesiones al movimier.to
Reconocen, asimismo, el póder de la obrero y a la izquierda a fin de mantenerse en el poder y llevar a cabo su misión reformi.st.a.
no explican por qué estos obstáculos a Aparte del problema especial plantesdo por la dinámica clienteJista de la polltica colombiana
ese pais. Tampoco explorán el signifi­ abordada en este ensayo, puede arg(Urse mis plausiblemente que la debilidad de los liberales
izquierda colombiana y su estrategia para el reformistas dentro de su propio partido y vis-A-via la oposición conservadora se dio preciaa­
mente debidoa su alianza con el movimiento obrero y la izquierda, un paso que a1gunos libe­
370 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

Giró en tomo de los rasgos especiales de las relaciones sociales de prcr Las relaciones sociales :
ducción en el motor de la economia colombiana antes de 1950. Fue el más antiguas, que se deS8l
resultado de las esperanzas democráticas y la persistencia ciega de los XIX. Conocemos más a fon
hombres y mujeres que produdan el café. situada al suroriente de B~
fundadas a fines del siglo 1
protestas obreras durante 1
Comúnmente, a los trabaj
denominados arrendatario/!!
La producción cafetera, tal como se desarrolló en Colombia a finales del parcela o pequeña porción I
siglo XIX y principios del XX, dependia de una desconcertante variedad familia podian sembrar cult
de sistemas de trabajo y de tenencia de la tierra, que compartían una car para la subsistencia, cr
caracteristica central. Tendian a confundir la clara dicotomia capitalista casa, por lo general una estl
de propiedad y trabajo asalariado libre. La secuela cultural e ideológica bio, el arrendatrio era obli~
de los peculiares arreglos de tierras y trabajo en la producción cafetera tierras de la hacienda, usu
radicó en la formación de una clase obrera rural en las zonas cafeteras, tamaño de la parcela, su loo
escindida entre las aspiraciones individualistas del pequeño capitalista y ticas de la hacienda, la oblig
los valores colectivos democráticos forjados en la lucha por el cambio unos cuantos dias al mes ha
social avanzado. Casi siempre, en la mayor parte de los lugares, prevale­ trabajo obligatorio de los an
cieron las aspiraciones capitalistas individuales (44). por lo general a una tasa inft
en la región. Los arrendatari
ques de la hacienda y mucho
rales estaban dispuestos a dar como miembros progresistas de una elase dirigente amenazada males pastaran en las tierras
por la insurgencia rural descrita más adelante. El cientifico politico ~ Daniel Péeaut sos­
tiene en su libro PoUtiea f sindiealiamo en Colombia, Bogotá, 1973, que la "lógica liberal" del Además de estos trablija(
movimiento obrero colombiano se desarrolló a partir de la incorporación gradual y limitada de familias en las propiedades I
los trabajadores organizados bajo los gobiernos h'berales de los afi.os treintas Yeuarentas. Co­ currla a jornaleros o (más @
mo uno de 1011 pocoII estudiosos del movimiento obrero colombiano que ha visto su hi8toria libremente su'trabajo a los g
desde una perspectiva comparativa, Péeaut reconoce que esta dinámica liberal se desarrolló a
causa del "continuado potencial exportador" del paja, SU "industrializacl6n limitada" y la eran contratados temporalml
"debilidad de Isus) clasell populares" . Sin embargo, es:plica dicha debilidad no como una fun­ mano de obra. Muchos eran
ción de la estructura de la econouda cafetera, que es a donde deberla eondueirlo su interés por
la posición de Colombia en la economia capitalista mundial y su es:tenaión a la teorla de la
densamente pobladas tierra~
se
CEPAL; por el contrario, concentra completamente en la cambiante politica de las facciones chad08 por contratistas de bl
de la clase dominante y el papel pasivo de una clase obrera que él define excluyendo su como cafetera subtropical por unas
ponente más importante, la fuerza laboral cafetera. Por último, Manuel Moncayo y Fernando y mayo. Alojados en toscas
Rojas, quienes escriben desde una perspectiva InaI'J:Ísta en BU obra Luehas obreru f política
laboral en Colombia, Bogotá, 1978, conciben el movimiento obrero del paja como una victima salario, .los voluntarios recibh
de los efectos cada vez más amplios de la legislación corporativista de los gobiernos tanto con· tidad de cuartillas (cajas de m
servadorall como liberales. Su eJ:haustivo análisis de los propóllitosde esta legislación es una d~ café maduro) que recogie
importante contribución. Pero Pllesto que no abordan el problema de por qué el corporativis­
mo liberal fue comparativamente exitoso en Colombia, uno queda con la impresión de que la Clentes a las familias de los tn
clase dominánte colombiana simplemente era más inte1igente que, digamos, la de Chile. Cada sumaban a los. obreros temp
uno de estos estudios realza la comprensión de los vinculos entre los obreros organizados y el también eran contratados pro
cambio politico e institucional, pero ninguno percibe la lucha de los trabajadores como el mo­
tor primario que impulaa estos cambios. Ninguno concibe la incorporación corporativista libe­ tarea que se llevaba a cabo po
ral del movimiento obrero colombiano desde la perspectiva compaI1ltiva de la formación de de los arbustos, que aumenta
una clase obrera en una economía periférica distinta de las otras del Hemillferio. ' ción.
44. La mejor y más sistemática discusión de las relaeiones sociales de producción en la economía
cafetera de Colombia en las primeras décadas del siglo XX es la obra de Absalón Machado, El Finalmente, los propietari
café lcitado en la nota 26). Véase también el rico maWriaJ publicado por Palaeios, El café en Cundinamarca establecieron
Colombia (citado en la nota 30). especialmente durante los pel
COLOMBIA 371

Las relaciones sociales más atrasadas eran las de las·zonas cafeteras


más antiguas, que se desarrollaron en la Cordillera Oriental en el siglo
XIX. Conocemos más a fondo los detalles de tales relaciones en el área
situada al suroriente de Bogotá, donde las enormes haciendas cafeteras
fundadas a fines del siglo pasado se convirtieron en el foco de grandes
protestas obreras durante los años veintes y comienzos de los treintas.
Comúnmente, a los trabajadores permanentes de estas propiedades,
denominados arrendatarios o estancieros, se les otorgaba el uso de un~
parcela o pequefta porción de tierra. En la parcela, el arrendatario y su
familia podían sembrar cultivos como maíz, plátano, yuca y cañ.a de azú­
car para la subsistencia, criar aves de corral y ganarlo, y construir una
casa, por lo general una estructura modesta hecha de bahareque. A cam­
bio, el arrendatrio era obligado a trabajar cierto número de dias en las
tierras de la hacienda, usualmente en los cafetales. Dependiendo del
tamaño de la parcela, su localización, la calidad de sus suelos y las prác­
ticas de la hacienda, la obligación laboral del arrendatario podía ir desde
unos cuantos dias al mes hasta casi todo el mes. En los años veintes el
trabajo obligatorio de los arrendatarios en la hacienda era remunerado,
por lo general a una tasa inferior al salario corrieJlte para el trabajo libre
en la región. Los arrendatarios también disfrutaba.n de acceso a los bos­
ques de la hacienda y muchos tenian derecho a que uno o más de sus ani­
males pastaran en las tierras de la hacienda.
Además de estos trabajadores permanentes, que sumaban cientos de
familias en las propiedades más extensas, la gran hacienda cafétera re­
cuma a jornaleros o (más gráficamente) voluntarios, quienes vendían
libremente su'trabajo a los grandes capitalistas cafeteros. Tales obreros
eran contratados temporalmente en los periodos de mayor demanda de
mano de obra. Muchos eran pequeftos agricultores empobrecidos de las
densamente pobladas tierras altas de Cundinamarca y Boyacá. Engan­
chados por contratistas de las grandes propiedades, bajaban a la zona
cafetera subtropicalpor unas pocas semanas durante la cosecha de abril
y mayo. Alojados en toscas barracas y alimentados como parte de su
salario, los voluntarios recibian usualmente pago a destajo según la can­
tidad de cuartillas (cajas de madera en que cabian alrededor de 50 libras
de café maduro) que recogieran. Mujeres y niños, a menudo pertene­
cientes a las familias de los trabajadores permanentes de la hacienda, se
sumaban a los. obreros temporales durante la cosecha. Los jornaleros
también eran contratados para el desyerbe o limpieza de los cafetales,
tarea que se llevaba a cabo por lo común dos veces al año, y para la poda
de los arbustos, que aumentaba la productividad y facilitaba la recolec­
ción.
Finalmente, los propietarios de las grandes haciendas cafeteras de
Cundinamarca establecieron relaciones con otro tipo de trabajadores,
especialmente durante los periodos de expansión del cultivo. Se trataba
372 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

de los colonos, trabajadores que accedían a abrir nuevas tierras para el cas inherentes al trámite dE
cultivo del café bajo contrato con los hacendados. Normalmente, el colo­ cian los grandes terratenienl
no se comprometía a sembrar y cultivar árboles de café durante un nú­ local y su propensión a emp
mero determinado de años, por lo general tres o cuatro, hasta cuando cuencia para los pequeños c
empezaron a producir. Durante ese tiempo él y su familia podían cultivar fuerza de trabajo dependienj
productos de subsistencia entre los cafetos. Al final del periodo vendía El control de facto por pa
los árboles, a un precio especifico por cada uno, y las demás mejoras, rra inculta en las zonas cafet4
tales como árboles de banano o plátano (a menudo empleados para dar te mediante los contratos de I

sombrio a los cafetos), parcelas de caña de azúcar y yuca, la casa, etc., y cualquier reclamo o pretensi
f. renunciaba explícitamente a todo reclamo sobre la tierra. Tal renuncia, dos a conceder al hacendado
'.
estipulada en los contratos de venta de los nuevos arbustos, era de tras­ nuevos precisamente cuandc
cendental importancia para el hacendado (45). bra empezaba a dar frutos I
Las grandes haciendas cafeteras de Cundinamarca y otras regiones grandes terratenientes la bas
se fundaban con frecuencia con base en títulos de propiedad vagos o títulos de propiedad sobre nt
imperfectos. Alcanzaban tamaños tan considerables porque usurpaban caso Esta doble y tremenda i
las tierras públicas o baldíos. A finales del siglo XIX y comienzos del XX, sobre tierras públicas y prival
las tierras públícas eran otorgadas a los individuos principalmente sobre lídad de convertirse en prod
la base de certificados a menudo expedidos años antes por gobiernos colonos de ambos tipos. Los (
acosados financieramente, que buscal?an descargar sus obligaciones solo después de luchar. Mucl
para con soldados, contratistas de obras públicas y acreedores. Con fre­ enredaban en prolongadas di
cuencia los certificados eran adquiridos con grandes descuentos por se decidían en su contra. Los
comerciantes y grandes terratenientes, quienes los utilizaban para ase­ terratenientes para abrir nue,
gurarse los títulos de propiedad sobre enormes porciones de tierras pú­ dos a renunciar a cualquier re
blícas. El régimen de tierras contemplaba asimismo la adjudicación de de tratar de sobreponerse a bl
tierras públicas a otro tipo de colonos, llamados también estancieros. fiar su control sobre las autori
Las leyes, expedidas primordialmente bajo los gobiernos liberales de la les. Como veremos, el probleJ
década de 1870, estipulaban la enajenación de baldíos en beneficio de adquirir una propiedad por me
los pequeños agricultores que ocupaban y cultivaban tierras de propie­ díos pasaron a hacer parte de 1
dad nacional. Quienes pudieran probar que hablan ocupado y usado la las grandes haciendas cafetel'l
tierra por un número determinado de años podían aspirar a una conce­ do, en los años veintes y treint
sión de tierra varias veces más grande que la parcela en que se habian clases en la producción cafetel
asentado. En realidad, como Catherine LeGrand ha demostrado en un taron la mayor movilización de
extenso estudio acerca del tema, casi toda la tierra distribuida, situada lombia.
en buena parte en las laderas de la zona cafetera, fue adjudicada a gran­ En las zonas cafeteras recie
des terratenientes. Aún más, los beneficiarios de estas concesiones tan laborales y de tenencia eran tíll
mal definidas con frecuencia proceOian, ilegalmente pero con éxito, a favorables a los trabajadores. l'
ampliar sus posesiones mucho más allá de los límites de los títulos origi­ independientes, pequeñas y m
nales. Tal proceso a menudo los enfrentaba con ocupantes que reclama­ te), sino que las haciendas ca
ban derechos sobre las tierras públicas en su calidad de colonos. Pero los general trabajadas por aparcer~
costos legales, los requerimientos de inspección y las demoras burocráti­ zo de tierra para cultivar produl
dores asumían la responsabili
45. Muestras de estos contratos de la década de 1890 se examinan en Bergquist, Coffee and Con­
fIici (citado en la nota 4), pp. 29-32. Antonio Garcla encontró 8ITeglos eimiIares en Caldas en 46. Catberine LeGrand, "From Public w
los años treintas: Geografía (citado en la nota 6), p. 311. flict in Colombia, 1870-1936", disertac
~ TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 373

n a abrir nuevas tierras para el cas inherentes al trámite de adjudicación, así como el control que ejer­
~n<iados. Normalmente, el colo­ clan los grandes terratenientes sobre las autoridades politicas y la policla
árboles de café durante un nú­ local y su propensión a emplear la violencia, resultaban fatales con he­
ral tres o cuatro, hasta cuando cuencia para los pequeños colonos, que eran incorporados después a la
;>o él y su familia podían cultivar fuerza de trabt\io dependiente de las haciendas cafeteras (46).
tos. Al final del periodo vendia El control de facto por parte de los grandes latifundistas sobre la tie­
ada uno, y las demás mejoras, rra inculta en las zonas cafeteras se convertía en dominio de jure, en par­
(a menudo empleados para dar te mediante los contratos de colonización descritos arriba. Al renunciar a
le azúcar y yuca, la casa, etc., y cualquier reclamo o pretensión sobre los baldios, los colonos eran forza­
10 sobre la tierra. Tal renuncia, dos a conceder al hacendado un doble favor. Abandonaban los cafetales
os nuevos arbustos, era de tras­ nuevos precisamente cuando su intensa labor en el desmonte y la siem­
)(45). bra empezaba a dar frutos en la primera cosecha. Y aportaban a los
Cundinamarca y otras regiones grandes terratenientes la base legal -la tierra cultivada- para adquirir
n títulos de propiedad vagos o títulos de propiedad sobre nuevas y enormes porciones de tierras públi­
onsiderables porque usurpaban cas. Esta doble y tremenda injusticia, que violaba el espíritu de la ley
el siglo XIX y comienzos del XX, sobre tierras públicas y privaba a los trabt\iadores cafeteros de la posibi­
individuos principalmente sobre lidad de convertirse en productores independientes, pesaba sobre los
iidos años antes por gobiernos colonos de ambos tipos. Los que ocupaban terrenos públicos se rendian
,an descargar sus obligaciones solo después de luchar. Muchos se negaban a salir y con frecuencia se
I públicas y acreedores. Con fre­ enredaban en prolongadas disputas legales que, casi invariablemente,
~ con grandes descuentos por se decidían en su contra. Los que celebraban contratos con los grandes
quienes los utilizaban para ase­ terratenientes para abrir nuevas tierras al cultivo del café y eran obliga­
normes porciones de tierras pú­ dos a renunciar a cualquier reclamo, ya eran conscientes de la inutilidad
lba asimismo la adjudicación de de tratar de sobreponerse a las pretensiones de los hacendados y desa­
llamados también estancieros. fiar su control sobre las autoridades politicas, judiciales y policivas loca­
.ajo los gobiernos liberales de la les. Como veremos, el problema de los títulos defectuosos y el sueño'de
dón de baldios en beneficio de adquirir una propiedad por medio de la posesión y el uso efectivo de bal­
rt y cultivaban tierras de propie­ dios pasaron a hacer parte de la memoria colectiva de los trabt\iadores de
,que habian ocupado y usado la las grandes haciendas cafeteras en Cundinamarca y el Tolima. Y cuan­
~os podian aspirar a una conce­ do, en los años veintes y treintas, se alteró el balance de poder entre las
flue la parcela en que se habian clases en la producción cafetera, fueron estos dos asuntos los que desa­
'~rand ha demostrado en un taron la mayor movilización de trabt\iadores rurales en la historia de Co­
... a la tierra distribuida, situada lombia .
etera, fue adjudicada a gran­ En las zonas cafeteras recientes de la Cordillera Central, los arreglos
. .os de estas concesiones tan laborales y de tenencia eran típicamente más modernos y a menudo más
\, ilegalmente pero con éxito, a favorables a los trabt\iadores. No solo'eran comunes las fincas familiares
~ los límites de los títulos origi­ independientes, pequeñas y medianas (como se estudiará más adelan­
~ba con ocupantes que reclama­ te), sino que las haciendas cafeteras medianas y grandes eran por lo
~ su calidad de colonos. Pero los general trabt\iadas por aparceros y arrendatarios. A cambio de un peda­
~ción y las demoras burocráti­ zo de tierra para cultivar productos de subsistencia y café, estos trabaja­
dores asumían la responsabilidad de sembrar y cosechar un número
~ examinan en Bergquist, Coffee ud Con­
,. eDC01ltro arreglos similares en Caldas en 46. Catherine LeGrand, "From PubUc Lands Into Prívate Properties: Landholding and Rural Con­
íSll. flict in Colombia, 1870-1936", disertación para Ph.D., Stanford University, 1980. ,
374 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

especifico de arbustos (repartidos según la cantidad de miembros pro­ cafetera colombiana despu~
ductivos que cada familia pudiera aportar, a una tasa calculada de 1.000 fue el desarrollo y la persill
por trabajador adulto). Los aparceros de estas haciendas recibian una ter de la vida y el trabajo en
parte de la cosecha, usualmente la mitad, a cambio de cultivar, cosechar lIada. En la experiencia co14
y procesar el' café que producian; si no lo despulpaban y secaban reci­ ductores de café reside la ft
bían menos, a veces una tercera parte de la cosecha. En ciertos lugares conciencia politica que infl1J
eran obligados, además, a trabajar un determinado número de dias en miento obrero colombiano}
las tierras de la hacienda, con el salario vigente en la región. En otras El secreto de la crecient
localidades se les exigia compartir con el propietario una porción, casi miliares en Colombia radic~
siempre una cuarta parte, de los cultivos que produclan en sus parcelas La adecuada producción de I

de subsistencia. Tal como Absalón Machado y otros lo han demostrado, ni de grandes inversiones di
en los años veintes existian muchas variedades de aparcerla y arrenda­ fisticada. Pero sí de conside
miento tanto en la Cordillera Central como en la Oriental, algunas más las fases del cultivo y procl
onerosas que otras. Tales acuerdos, por lo general verbales antes de los grandes productores increm
años cuarentas, se resisten a una investigación sistemática por parte de virtiendo en grandes máqui
los mstoriadores. Incluian arreglos especificos para el procesamiento del y secadoras que quemaban
café, el acceso a los pastizales de la hacienda, estipulaciones sobre avan­ estas inversiones solo dísm
ces crediticios, etc. Todos se basaban en el principio de que a cambio del que en general se llevaban n
acceso a la tierra, el aparcero o arrendatario tenia que entregar al terra­ ducción cafetera hasta medú
teniente una porción del producto de su trabajo. En unos cuantos casos ros dependian de herramiez
los aparceros contribuían con un porcentaje del capital comprometido en ingenioso de los recursos nat
la producción cafetera (47). de la fuerza de trabajo de to
En la Cordillera Central y, con el tiempo, también en la Oriental, las competir exitosamente con 1<
pequeñas y medianas fincas familiares constituyeron el grueso de las Desde hace una centuria
unidades de producción. Iban desde minúsculas parcelas, incapaces de valido de simples herramie~
satisfacer las necesidades de subsistencia de la familia, hasta empresas múltiples tareas necesarias 1
más o menos grandes que dependian del trabajo asalariado durante la
cosecha y de arreglos de aparcerla o arrendamiento para el cultivo de la
tierra familiar durante el resto del año. Sin embargo, en estas fincas, por plo de estas difundidas tendencias,
10 general el pequeño propietario y su familia aportaban la mayor parte ción de la tierra en el sector weter<
del trabajo en la producción de cultivos de subsistencia y de café.' Duran­ sistemas capitalistas en los decenio
más importante que surge de los e
te la primera mitad del siglo XX, como ya hemos visto, las pequeñas fin­ viabilidad de la pequeña finca famí
cas de propiedad familiar, operadas por los miembros de la familia, se de los pequeños productores de mel
convirtieron en el puntal de la industria cafetera. marxista ortodoxa es Carol Smith ...
ing tbe Masses?" (trablijo no PUbul
El patrón de vida y de trabajo de las pequeñas fincas familiares es ces, Stanford, 1981).
sistemáticamente ignorado en la literatura sobre las relaciones sociales 49. Incluso en una fecha tan tardía COJll(
de producción en la economia cafetera de Colombia. Inspirados por la za de trablijo representaba más de
CEPAL, El café, Cuadro 74, p. 81.1
teorla marxista, muchos investigadores presuponen la continua diferen­ los costos laborales estaban incluid(
ciación de productores "campesinos", unos pocos grandes capitalistas y des (más de 50 hectáreas) gastaban .
una mayorla proletarizada (48). Tal proceso es notorio en la economia miento, 8% versus 9,4%, pero más E
50. Con las excepciones anotadas, la ma
do en experiencias personales. Mi c~
tores colombianos de café empezó el
47. Además de las fuentes de la nota 44, véase la sucinta discusión sobre Caldas, en Garcla, Geo­ de los Cuerpos de paz a un municipi(
grafíalcltadoen la nota 61, pp. 310-11. de promover técnicas agrlcolas mod~
48. El admirable e instructivo estudio de Absalón Machado (citado en la nota 26) es un buen ejem- (ahora prohibido en Estados Unidos 1
S TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 875

la cantidad de miembros pro­ cafetera colombiana después de 1950. Pero antes, el rasgo sobresaliente
r,a una tasa calculada de 1.000 fue el desarrollo y la persistencia de la pequeña finca familiar. El carác­
e estas haciendas recibian una ter de la vida y el trabajo en dichas fincas amerita nuestra atención deta­
, a cambio de cultivar, cosechar llada. En la experiencia colectiva de estos numerosos e importantes pro­
lo despulpaban y secaban reci­ ductores de café reside la fuente de los valores culturales y de una cierta
~ la cosecha. En ciertos lugares conciencia política que influyó profundamente en el desarrollo del movi­
leterminado número de días en miento obrero colombiano y en la historia moderna del pals.
. vigente en la región. En otras El secreto de la creciente preponderancia de las pequeñas fincas fa­
~l propietario una porción, casi miliares en Colombia radica en la naturaleza del proceso de producción.
I que producían en sus parcelas La adecuada producción de café de alta calidad no requerla en Colombia
.ado y otros lo han demostrado, ni de grandes inversiones de capital ni de la aplicación de tecnologia so­
edades de aparcerla y arrenda­ fisticada. Pero sí de considerables inversiones de mano de obra en todas
mo en la Oriental, algunas más las fases del cultivo y procesamiento. Ya desde la década de 1890 los
lo general verbales antes de los grandes productores incrementaban la eficiencia de sus operaciones in­
igación sistemática por parte de virtiendo engrandes máquinas despulpadoras que funcionaban a vapor
!ificos para el procesamiento del y secadoras que quemaban productos petroleros importados. Empero,
Inda, estipulaciones sobre avan­ estas inversiones solo disminuían marginalmente los costos laborales,
,el principio de que a cambio del que en general se llevaban más de tres cuartas partes del costo de la pro­
ario tenia que entregar al terra­ ducción cafetera hasta mediados del siglo XX (49). Los pequeños cafete­
trabajo. En unos cuantos casos ros dependían de herramientas y máquinas rudimentarias, del empleo
.aje del capital comprometido en ingenioso de los recursos naturales y fuentes de energia, y del uso pleno
de la fuerza de trabajo de todos los miembros de la familia con el fin de
mpo, también en la Oriental, las competir exitosamente con los grandes productores del grano.
! constituyeron el grueso de las Desde hace una centuria, los pequeños cafeteros colombianos. se han
lnúsculas parcelas, incapaces de valido. de simples herramientas de hierro y acero para cumplir con las
~ia de la familia, hasta empresas múltiples tareas necesarias para la supervivencia (50). Desde un princi­
leltrabajo asalariado durante la
~ndamiento para el cultivo de la
~in embargo, en estas fincas, por plo de estas difundidas tendencias. Tan preocupado se muestra por demostrar la concentra­
ción de la tierra en el sector cafetero y la evolución de sistemas de trabajo precapitalistas hacia
~milia aportaban la mayor parte sistemas capitalistas en los decenios anteriores a 1960, qUé no logra hacer énfasis en el hecho
~e subsistencia y de café. Duran­ más importante que surge de los cellSO!l cafeteros que analiza: el crecimiento y persistente
ra hemos visto, las pequeñas fin­ viabilidad de la pequeña finca familiar. Un lúcido resumen del debate sobre la diferenciación
de los pequeños productores de mercancías y, al mismo tiempo, un fuerte desafio a la posición
~r los miembros de la familia, se marxista ortodoxa es Carol Smith, "Does a Commodity Economy Enrich the Few While Ruin­
¡cafetera.. .. ing the Masses?" (trabajo no publicado, Center for Advanced Study in the Behavioral Sclen­
~ pequeñas fmcas fallllb.ares es ces, Stanford. 1981).
49. Incluso en ~ fecha tan tardla como 1955 el censo cafeiero de la CEPAL estimaba que la fuer­
~ra sobre las relaciones sociales za de trabajo representaba mas de 75% del costo de la producción cafetera en Colombia:
I de Colombia. Inspirados por la CEPAL, El café, Cuadro 74, p. 81. Este era un promedio para todas las fincas. La mayorla de
, presuponen la continua diferen­ los costos laborales estaban incluidos en el cultivo y no en el procesamiento. Las fincas gran­
des (mas de 50 hectáreas) gastaban menos que ías pequeñas (1 a lO hectáreas) en el procesa­
pROS pocos grandes capitalistas y miento, a% versus 9.4 %, pero más en el cultivo, 76% ver8US 68.4 %.
lOCaso es notorio en la economía 50. Con las excepciones anotadas, la mayor parte del material de las siguientes páginas está basa­
do en experiencias personales. Mi contacto con la cultura y la historia de los pequeños produc­
tores colombianos de café empezó en 1963 cuando fui asignado por dos años como voluntario
I
rtadiscusión sobre Caldas. en Garcla, Geo· de 108 Cuerpos de paz a un municipio cafetero del noroccidente de Cundinamarca. Encargado
de promover técnicas agrícolas modernas, participé en la difusión de pesticidas como Aldrin
~ (citado en la nota 26) es un buen ejem- (ahora prohibido en Estados Unidos por sus propiedades cancerlgenas) y de semillas hibridas
878 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

pio, la limpieza de la tierra en las boscosas laderas se bas6 en técnicas frágil ecología de las vem.
primitivas tales como el empleo de hachas y quemas en el desmonte. A el pequeño productor eml
partir de los años cuarentas, cuando los tractores y buldóceres se hicie­ práctica de sembrar cultive
ron comunes en la construcci6n de carreteras y en la agricultura comer­ tos daba un uso completo a
cial, el escarpado terreno de la zona cafetera sigui6 impidiendo el uso de cientemente denudado. La
maquinaria en la limpia y cultivo de las tierras. La limpieza de cafetos y y proteger la maduración d
otros cultivos en la zona cafetera aún se lleva a cabo con azadones y pa­ grandes rafces de los árbolE
las de metal. Los agr6nomos colombianos, educados en las técnicas agri· veían materia orgánica a la
colas del mundo desarrollado, a menudo ridiculizan la forma como los guraba la maduración lenta
pequeños cafeteros siembran sus cultivos en hileras verticales a lo largo sino que retardaba el crecí
h' de las laderas. A diferencia de la aradura que sigue las curvas de nivel, cuado de nutrientes y prol
dicho procedimiento allana el camino a la erosión y los derrumbes que cerdos y aves dé corral forr
constituyen el flagelo del cultivo de ladera. Como arar estas pendientes, nar insectos y fertilizar 108
incluso con fuerza animal, es casi que imposible, los pequeños agriculto­
res colombianos saben que al sembrar verticalmente, la ardua labor de El cultivo y coseéha de ]
cultivar entre las hileras desyerbando con la pala puede efectuarse man­ mano de obra y exigían la pI
teniendo el cuerpo casi erecto, mientras se sube la ladera. La siembra se y los adolescentes varoneS
lleva a cabo con una herramienta precolombina ligeramente modificada, cafetales, que eran las labo)
el barretón, cuya aguda y pesada punta se halla incrustada en un mango peñaban un papel important
largo y recto. El barretón forma un hueco en el suelo para enterrar gra­ maduraba - una prolongadf
nos de maiz, plantones de café o caña de azúcar. Las otras herramientas la cosecha era recolectada el
indispensables del pequeño agricultor cafetero son la peinilla y el ma· jo intenso. Los granos eran I
chete, más grande y pesado, usados para desmalezar los campos que se les de manufactura colombl
preparan para el cultivo, limpiar la hierba de los pastizales y abrir cami­ don~e ferme~taban hasta qt
nos. La peinilla se emplea para cortar y arreglar la guadua, el bambú se dIsolvía. Después los gra¡
gigante que forma la base de las construcciones cafeteras; recoger palo proceso que a menudo tomal
micha, una fronda silvestre usada para techar; tallar mangos de herra­ cafetera se efectuaba en invil
mientas y soportes de madera para albardas, y realizar una infinidad de esparcidos en grandes band
tareas, desde cosechar plátano hasta cortar leña. Aunque la mayoria de dían cubrirse o entrarse cuan
los agricultores cafeteros en capacidad de hacerlo poseían una escopeta jo de sus delgadas cáscara
o un rifle, y más recientemente una pistola, la peinilla sigue siendo el mujeres y niños, que separa1
arma corriente en las zonas cafeteras. Protegida en su vaina, un estuche defectuoso, denominado cac
de cuero decorado, pende de la cintura de casi todo hombre adulto en las la finca o era vendido a preci
áreas rurales de las regiones cafeteras, al alcance de la mano para ser resto era empacado en sacos
usada en las diversas labores cotidianas. para ser transportado a lo lar,
Las técnicas del cultivo en pequeña escala se ajustan admirablemen­ tables por las lluvias, hasta
te al terreno, se adecúan a los escasos recursos de capital y previenen la horas. Allí, el café podía ser ~
compañías exportadoras o co
Federación Nacional de C¿fet
como las de maiz, desarrolladas para la agricultura colombiana en granjas experimentales fi­ pales pueblos cafeteros contl
nanciadas por la Fundación Rockefeller. En los últimos dos la sabidurla convencional en el
mundo desarrollado relativa al uso de qu1mlcos en la agricultura y la esperanza de la llamada plantas descascaradoras done
"Revolución Verde" han sido sometidas a una critica demoledora. 108 pequei\os cultivadores apergaminada del café produ
de café siempre han estado en capacidad de suministrar, a quienes estén dispuestos a escu­
char. información bastante completa sobre el uso adecuado y eficiente de los recursos agrlco­
las.
~ TRABAJADORES EN LA HISTORIA
COLOMBIA 377

las laderas se basó en técnicas frágil ecologia de las vertientes cafeteras. Hasta hace poco era raro que
lB y quemas en el desmonte. A el pequeño productor empleara fertilizantes y pesticidas quimicos. La
;ractores y buldóceres se hicie­ práctica de sembrar cultivos de subsistencia intercalados entre los cafe­
eras y en la agricultura comer­ tos daba un uso completo a la tierra y contribuia a estabilizar el suelo re­
era siguió impidiendo el uso de cientemente denudado. La costumbre de sembrar árboles para sombrío
ierras. La limpieza de cafetos y y proteger la maduración de los cafetos presentaba varias ven~as. Las
Ueva a cabo con azadones y pa- grandes rafces de los árboles ayudaban a evitar la erosión; las hojas pro­
I educados en las técnicas agri­ veian materia orgánica a las plantas de arábiga. La sombra no solo ase­
; ridiculizan la forma como los guraba la maduración lenta de los granos, factor importante en su sabor,
, en hileras verticales a lo largo sino que retardaba el crecimiento, garantizando asi un suministroade­
11 que sigue las curvas de nivel, cuado de nutrientes y prolongando su productividad. Al permitir que
la erosión y los derrumbes que cerdos y aves de corral forrajearan en los cafetales, se ayudaba a elimi­
1i. Como arar estas pendientes, nar insectos y fertilizar los plantlos.
posible, los pequeños agriculto­ El cultivo y coseéha de los arbustos requerían una gran cantidad de
oerticalmente, la ardua labor de mano de obra y exigian la plena participación de la familia. Los hombres
n la pala puede efectuarse man­ y los adolescentes varones desmontaban, sembraban y limpiaban los
!le sube la ladera. La siembra se cafetales, que eran las labores pesadas. Las mujeres y los niños desem­
)mbina ligeramente modificada, peñaban un papel importante en la cosecha. El café era recogido cuando
le halla incrustada en un mango maduraba - una prolongada y dispendiosa labor-, aunque el grueso de
:o en el suelo para enterrar gra­ la cosecha era recolectada en el curso de unas cuantas semanas de traba­
~ azúcar. Las otras herramientas jo intenso. Los granos eran despulpados en pequeñas máquinas manua­
:afetero son la peinilla y el ma­ les de manufactura colombiana, luego lavados en un tronco ahuecado
ifl desmalezar los campos que se donde fermentaban hasta que la peHcula mucosa que envuelve el grano
)a de los pastizales y abrir cami­ se' disolvia. Después los granos se preparaban para el secado al' sol, un
y arreglar la guadua, el bambú proceso que a menudo tomaba varios dias pues por 10 general la cosecha
ucciones cafeteras; recoger palo cafetera se efectuaba en invierno (los meses de lluvias). Los granos eran
techar; tallar mangos de herra­ esparcidos en grandes bandejas planas de madera que fácilmente po­
trdas, y realizar una infinidad de dian cubrirse o entrarse cuando llovia. Los granos secos, verdosos deba­
Irtar leña. Aunque la mayoría de jo de sus delgadas cáscaras apergaminadas, eran seleccionados por
de hacerlo poseian una escopeta mujeres y niños, que separaban los granos rotos o imperfectos. El café
~la, la peinilla sigue siendo el defectuoso, denominado cacota, se destinaba al consumo doméstico en
rotegida en su vaina, un estuche la finca o era vendido a precios reducidos en las poblaciones vecinas. El
~e casi todo hombre adulto en las resto era empacado en sacos de arpillera y cargado en mulas o caballos
•, al alcance de la mano para ser para ser transportado a lo largo de escarpados caminos, a veces intransi­
,,
tables por las lluvias, hasta pueblos que en ocasiones distaban varias
~sca1a se ajustan admirablemen­ horas. Alli, el café podia ser vendido a tenderos, a representantes de las
lecursos de capital y previenen la compamas exportadoras o, con el tiempo, a los funcionarios locales de la
!
Federación Nacional de Cafeteros. Hasta los años cuarentas, losprinci­
Ita colombiana en granjas experimentales fí­ pales pueblos cafeteros contaban con una o dos trilladoras, pequeñas
~lt.imos aftos la sabidutia convencional en el plantas descascaradoras donde grandes máquinas removian la cáscara
In la agricultura y la esperanza de la llamada apergaminada del café producido tanto por los pequeños como por los
Ik.ica demoledora. Los pequetios cultivadores
~. a quienes estén dispuestos a escu­
¡ adecuado y eficiente de los recursos agrico­
f
878 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

grandes cultivadores, y donde los granos eran secados por completo y con leña y bagazo - tallos
sometidos a un proceso final, muy intensivo en mano de obra (51). producia la panela, tortas
En todas las fincas cafeteras familiares el café era solo uno de los por la clase obrera colombi
muchos cultivos. En las más pequeñas constituían incluso un cultivo de en décadas recientes. Tam
importancia secundaria (52). El pequeño productor cafetero buscaba ba la base de las bebidas
ante todo alimentar a su familia. El plátano y los diversos tipos de bana­ plio consumo popular. La
no, la yuca y la arracacha (un tubérculo de la familia de la mandioca), el enormes jarras de barro, s
maíz y los frijoles eran los alimentos básicos. El maíz, a menudo cultiva­ de bajo contenido de alco~
do mediante técnicas de roza y quema en terrenos apartados de la finca y realizaban los trabajos pes
tomados en arriendo con tal propósito, se utilizaba en sopas y en una va­ marse, en alambiques C8SE
riedad de tortas" especialmente en la blanca arepa sin sal, y consumido los sostenidos esfuerzos de
con gran gusto, antes de madurar, como mazorca. El maíz permitia a las gar a los fabricantes de lic
familias criar gallinas, patos, pavos y cerdos, fuentes primordiales de monopolio gubernamental
proteína animal en las fincas cafeteras. Estos animales eran sacrificados privados interesados en e~
en las reuniones sociales y en algunas fiestas religiosas. El resto del sas, la producción casera de
tiempo las sopas y las harinas eran acompañadas de pequeñas porciones do buena parte del mercad(J
de carne salada o cerdo que se compraban semanalmente en las aldeas. caña de azúcar picada tam
Solo las familias más prósperas podian darse el lujo de criar ganado de mulas allí donde los pastos
leche o de engorde. Los agricúltores cafeteros. tampoco cultivaban le­ cerdos y los pavos, también
gumbres. Sembrab,an ají, pero los pocos vegetales que consumian ducida al hervir el jugo de
- tomate, cebolla, ajo, cilantro y papa, al igual que condimentos como que excedían las necesidade
sal y comino- se traían del pueblo. Muchos cultivadores sembraban ba de los demás bienes agrl
árboles de cítricos y mango y complementaban su dieta, especialmente ñas fincas familiares, eran,
en zonas cafeteras recientes, con una variedad de frutos y vegetales sil­ rientes, o llevados al merca~
vestres, animales de monte, aves y peces. Los productos vegetales sil­ Los pequeños agriculton
vestres también se utilizaban en la rica tradición de remedios caseros, de ción doméstica de textiles, e
los cuales dependían las familias para curar heridas o enfermedades. campesinas de otros secton
Por último, muchas familias, en particular las que habitaban las zo­ de los pequeños agricultores
nas bajas y cálidas, cultivaban también caña de azúcar. Esta era cose­ xvm y XIX, que elaborabar
chada a lo largo del año durante las pausas del ciclo laboral del café, el en otras regiones, y los hi1.ac
maíz y otros productos de subsistencia. La técnica de la cosecha se ase­
mejaba a la del café. Solo se cortaban los tallos maduros de la planta
de Boyacá . y Cundinamarca
un COIDlenzo de prendas ind
.
para ser procesados en pequeñas prensas de madera, hierro o acero lla­ das, para cubrir sus necesida
madas trapiches, movidos tradicionalmente con fuerza animal y, en y las niñas confeccionaban a
tiempos recientes, con pequeños motores diesel. .El jugo se cocía en una ta que el uso de máquinas in
serie de cubas sobre un gran horno de barro, cuyo fuego era alimentado fundió en décadas recientes.
cer sus pantalones de algodó
que aún continúa en nuestr(
51. A comienzos del siglo XX algunos de los más grand,s productores ten1an plantas descascara­ sandalias de fibra (alpargatal
doras en sus propiedades. Para la década de los cuarentas,la creciente efieacia de la selección
realizada por máquinas redujo en forma drástica el número de escogedoras empleadas en las cho son hechos en las fábria
trilladoras. La mayor inversión en maquinaria también fomentó la centralización del procesa­ mente entre las familias más
miento en grandes ciudades y redujo el número de triIladoras en funcionamiento. vestido.
52. Capitulo IV de CEPAL, El calé (citado en la nota 27), suministra UD examen amplio de la natu­
raleza diversificada de la producción agricola y ganadera en las finC8B cafeterJs de Colombia Las familias tradicionalm.
según tamaiio. Véanse especialmente los Cuadros 24 a 29. les muchos otros articulos qm
t\BAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 879

1m secados por completo y con leña y bagazo -tallos molidos y secos de caña. De esta manera se
n mano de obra (51). producia la panela, tortas de azúcar morena ampliamente consumidas
el café era solo uno de los por la clase obrera colombiana hasta que el azúcar refinada se abrió paso
¡tuían illcluso un cultivo de en décadas recientes. También se producia la mielo melaza, que forma­
Iroductor cafetero buscaba ba la base de las bebidas alcohólicas fermentadas y destiladas, de am­
, los diversos tipos de bana­ plio consumo popular. La miel, mezclada con agua y un iniciador en
,familia de la mandioca). el enormes jarras de barro, se convertia en guarapo, una bebida agridulce
El maíz, a menudo cultiva­ de bajo contenido de alcohol consumida a lo largo del día por quienes
-enos apartados de la finca y realizaban los trabajos pesados bajo el sol. El guarapo podia transfor­
izaba en sopas y en una va­ marse, en alambiques caseros, en aguardiente anisado o en ron. Pese a
arepa sill sal, y consumido los sostenidos esfuerzos de los funcionarios públicos por multar y casti..
:orca. El mm permitia a las gar a los fabricantes de licor destilado no producido ni gravado por el
)8, fuentes primordiales de monopolio gubernamental, y pese a la propaganda de los empresarios
!l animales eran sacrificados privados interesados en expandir el mercado de la cerveza y las gaseo­
Itas religiosas. El resto del sas, la producción casera de guarapo y aguardiente continuó satisfacien­
adas de pequeíias porciones do buena parte del mercado rural de bebidas hasta hace poco tiempo. La
emanalmente en las aldeas. caña de azúcar picada también complementaba la dieta de caballos y'
e el lujo de criar ganado de mulas alli donde los pastos eran limitados. Estos arumaIes, &Si como los
~ros tampoco cultivaban le- cerdos y los pavos, también eran alimentados con la cachaza, la nata pro­
vegetales que consumían ducida al hervir el jugo de la caña. Los productos de la caña de azúcar
goal que condimentos como que excedían las necesidades domésticas, al igual que todo lo que sobra­
lOS cultivadores sembraban ba de los demás bienes agricolas y ganaderos producidos en las peque­
han su dieta, especialmente ñas fincas familiares, eran vendidos o intercambiados con vecillos y pa­
lad de frutos y vegetales sil­ rientes, o llevados al mercado del pueblo.
Los productos vegetales sil­ Los pequeños agricultores cafeteros nunca se dedicaron a la produc­
ción de remedios caseros, de ción doméstica de textiles,como tradicionalmente lo hacian las familias
heridas o enfermedades. campesinas de otros sectores de la economía colombiana. A diferencia
lar las que habitaban las zo­ delos pequeíios agricultores tabacaleros de Santander durante l~s siglos
~ de azúcar. Esta era cose­ xvrn y XIX, que elaboraban telas en sus hogares para ser distribuidas
¡del ciclo laboral del café, el en otras regiones, y los hiladores y tejedores de lana de las tierras altas
~nica de la cosecha se ase­ de Boyacá y Cundinamarca, los agricultores del café dependieron desde
¡tallos maduros de la planta un comienzo de prendas industriales de algodón, irucialmente importa­
le madera, hierro o acero lla­ das, para cubrir sus necesidades de vestuario. Sin embargo, las mujeres
te con fuerza animal y. en y las niñas confeccionaban a mano muchos de sus·propios vestidos, has­
lesel. El jugo se cocía en una ta que el uso de máquinas importadas de coser, movidas a pedal, se di­
~, cuyo fuego era alimentado fundió en décadas recientes. Por'lo general los hombres mandaban ha­
! cer sus pantalones de algodón en las sastrerlas de los pueblos, práctica
que aún continúa en nuestros días, pese a que ahora las camisas, las
PrPctuctores telrlan plantas descasca:a ­ sandalias de fibra (alpargatas), los zapatos de cuero y las botas de cau­
~, la creciente eficacia de la selección choson hechos en las fábricas del pais. Los niños pequeños, especial­
~ero de escogedoras empleadas en las
tioment6 la centralización del procesa­ mente entre las familias más pobres, todavia usan muy poco o nillgún
~ en funcionamiento. vestido.
iministra un eumen amplio de la natu­ Las familias tradicionalmente elaboraban con materias primas loca­
Ira en las fincas cafete~ de Colombia
les muchos otros articulos que consumían o usaban en su trabajo. Algu­
a9.
S80 LOS TRABAJADORES EN LA JiISTORIA COLOMBIA

nos cultivaban fique para producir fibra y tejer cuerdas. La mayoría reco­ otra labor doméstica impor
lectaba enredaderas para amarrar las vigas de guadua de galpones y siempre por las mujeres, SE
puentes colgantes. Los trabajadores cafeteros converttan las grandes y quebradas y nos. Sin emba
redondas calabazas del árbol de. totumo en fuertes cuencos para beber y la amplitud de los cafetaleE
elaboraban con ellas cucharones, desnaw.dores y recipientes. Las muje­ costumbre obviamente cont
res tejan diversas fibras naturales, sacadas de una gran variedad de también es responsable en ~
plantas, para manufacturar canastas, colchones y los famosos sombreros de agua y hace vulnerables I
de jipijapa o panamás que Colombia antiguamente exportaba en cantida­ caminan descalzos, a los ptl
des al mundo industrializado. Las mujeres hacían velas y jabón con el suelo tales como el anquil(J
cebo comprado a los carniceros de las poblaciones. Empacaban atados como la insidiosa amiba. Cf
de panela y almuerzos frlos en grandes hojas cortadas de los platanales. sufren de parasitismo intesti
Con el tiempo, las familias cafeteras empezaron a depender cada vez de la población del municipl
más de la compra de mercancías manufacturadas en las ciudades. Em­ contró que un sorprendente
pleaban tejas de hierro corrugado, cemento para pisos y tanques de pro­ ancilostomiasis. Antonio Ga)
cesamiento del café, productos derivados del petróleo para lámparas y una rica fuente de estadistic
motores de trapiche, y recipientes de plástico para recoger el grano. fetera, descubrió allí, en 193
También comenzaron. a adquirir diversos bienes de consumo importa­ En algunas regiones cafeten
dos, incluidos relojes y radios transistores. Sin embargo, aún hoy son démicas hasta décadas reciel
notables la autosuficiencia y la "frugalidad de la mayorla de las familias namentales coordinados por 1
de la zona cafetera, así como el uso creativo de los recursos naturales. mosquito del cual depende Sl
Para un viajero proveniente de lasfrlas tierras altas, parecerla a pri­ tasas de natalidad como de )
mera vista que los trabajadores cafeteros habitaran en un paraíso sub­ han sido más altas que las d
tropical. Las cadenas montaftosas sé extienden en lontananza hasta don­ rural, aunque más pobre, goz
de alcanza la vista. Al descender unos mil metros desde tierra fria, las Hasta hace. pocos años, lI
primeras vertientes cafeteras aparecen en toda su exuberancia de vege­ más visitaba un médico. Las
tación, exhibiendo las múltiples tonalidades delverde -árboles de som­ las sobanderas masajeaban b
brlo y cafetales, bosques de.guadua y parches de caña de azúcar y maíz ras, las rezanderas eran solici
recién sembrado- , yel púrpura, naranja y rojo de cámbulos, gualanda­ ticos y oraciones encaminadOE
yes y acacias y otros árboles florecidos •.A medida que uno baja hacia la que, según se decía, eran la <:
tierra caliente, la fragancia y el color de los naranjos y cafetos en flor, los los trabajadores cafeteros em
buganviles y las orquídeas silvestres e'mbriagan los sentidos. Pero en seros con medicinas modem
esta tierra de eterna primavera surge una realidad humana y social que médicos, las facilidades sanitf
con frecuencia no es hermosa. El clima benigno que acaricia la lujuriante yoría de los trabajadores pobr l
vegetación de las vertientes produce toda una variedad de insectos y de la medicina popular para t
enfermedades tropicales que minan la salud del hombre. Los habitantes Los trabajadores cafeteros
viven en condiciones materiales primitivas, y la realidad social y politica gión un alivio para la enferme<
de su existencia es muchas veces degradante y vil. a misa los dias de mercado y
Las condiciones sanitarias en la mayorla de las fincas cafeteras fami­ firmación y los servicios fu~en
liares son deplorables y solo en los últimos años han mejorado un poco. viduos. Aunque muchos homb
A pesar de lo rudimentaria, la vivienda no presenta mayores problemas
sanitarios. Las paredes de guadua rajada permiten la circulación de aire 53. Machado, El café (citado en la nota l
y los pisos de tierra se barren fácilmente con escobas caseras hechas con (citado en la nota 6), pp. 217-18; sobl
manojos de ramas. Los alimentos se cocinan en un hogar alto a fuego cha tan tardía como 1955 el censo call
abierto y algunas fincas poseen hornos de barro. El lavado de la ropa, la las fincas cafeteras entre 1 y 10 hectí
letrina. CEPAL, El café, Cuadro 61, JI
'J.'RABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 381

tejer cuerdas. La mayoría reca­


otra labor doméstica importante que, como la cocina, es desempeñada
~ de guadua de galpones y
siempre por las mujeres, se hace a mano, a menudo en las orillas de las
~ convertían las grandes y
quebradas y nos. Sin embargo, en casi todos los minifundios cafeteros,
~ fuertes cuencos para beber y
la amplitud de los cafetales hace las veces de una vasta letrina. Dicha
nores y recipientes. Las muje­
costumbre obviamente contribuye a reponer la fertilidad del suelo, pero
¡das de una gran variedad de
también es responsable en gran parte de la contaminación de las fuentes
~ones y los famosos sombreros
de agua y hace vulnerables a los trabajadores, muchos de los cuales aún
uamente exportaba en cantida­
caminan descalzos, a los parásitos intestinales que se trasmiten por el
~s hadan velas y jabón con el
suelo tales como el anquilostoma, lo mismo que a parásitos acuáticos
~laciones. Empacaban atados
como la insidiosa amiba. Casi todos los habitantes de la zona cafetera
las cortadas de los platanales.
sufren de parasitismo intestinal. En 1920, un médico que tomó muestras
~pezaron a depender cada vez
de la población del municipio cafetero de La Mesa, Cundinamarca. en­
~adas en las ciudades. Em­
contró que un sorprendente 95 % de la gente sufría de anemia tropical o
~ para pisos y tanques de pro­
ancilostomiasis. Antonio Garda. cuya Geograña Económica de Caldas es
~del petróleo para lámparas y
una rica fuente de estadísticas sanitarias sobre el corazón de la zona ca­
flástico para recoger e.l grano.
fetera, descubrió allí, en 1937, una incidencia similar de la enfermedad.
S bienes de consumo Importa­
En algunas regiones cafeteras la malaria y la fiebre amarilla fueron en­
fes. Sin embargo, aún hoy son
démicas hasta décadas recientes, cuando importantes programas guber­
namentales coordinados por las Naciones Unidas erradicaron en parte el
~ de la mayoría de las familias

po de los recursos natur~les. ~


mosquito del cual depende su propagación. Tradicionalmente, tanto las
~ tierras altas, parecena a pn­

tasas de natalidad como de mortalidad de los departamentos cafeteros


Í8 habitaran en un parÚ!o sub­
han sido más altas que las de otras áreas del país, donde la población
~nden en lontananza hasta don­

rural, aunque más pobre, gozaba de mejor salud (53).


,uJ. metros desde tierra fría, las
Hasta hace pocos años, la mayoría de los trabajadores cafeteros ja­
.n toda su exuberancia de vege­
más visitaba un médico. Las comadronas se encargaban de los partos,
las sobanderas masajeaban las torceduras graves y trataban las fractu­
des del verde -árboles de som­

~hes de caña de azúcar y maíz

ras, las rezanderas eran solicitadas pata elaborar pociones y recitar cán­
11 y rojo de cámbulos, gualanda­
ticos y oraciones encaminados a liberar a los niños de los malos espíritus
~ medida que uno baja hacia la
que, se~n se decía, eran la causa de la diarrea crónica. Con el tiempo,
los naranjos y cafetos en flor, los
los trabajadores cafeteros empezaron a complementar sus remedios ca­
~brlagan los sentidos. Pero en
seros con medicinas modernas. Pero incluso hoy día son escasos los
la realidad humana y social que
médicos, las facilidades sanitarias y los suministros de drogas; y la ma­
Íenigno que acaricia la lujuriante
yoría de los trabajadores pobres aún dependen de sus propios recursos y
~ una variedad de insectos y
de la medicina popular para tratar sus dolencias.
JUud del hombre. Los habitantes
Los trabajadores cafeteros tradicionalmente han buscado en la reli­
ras, y la realidad social y poJitica
gión un alivio para la enfermedad y el dolor. Las mujeres todavia asisten
lante y vil.
a misa los días de
.
mercado. y los rituales católicos del bautismo ' la con­
Dría de las fincas cafeteras fami­
firmación y los servicios funerarios marcan la vida de casi todos los indi­
nos años han mejorado un poco.
viduos. Aunque muchos hombres son escépticos en cuanto al destino de
¡no presenta mayores problemas

¡. permiten la circulación de aire


53. M.achado, El café ~citado en la nota 26), p. 51. Sobreancilostomiasis véase Garcia, Geografía
(Cltadoen la nota 6). pp. 217-18; sobre tasas de natalidad y mortalidad, pp. 202-3. En una fe­
~ con escobas caseras hechas con

cha tan tan:l.íacomo 1955 el censo cafetero de la CEPAL estimaba que menos del 8% de todas
:.einan en un hogar alto a fuego
las fincas cafeteras entre 1 y 10 hectáreas tenian cuarto de bafio y solo un 8.5 % contaban con
ae barro. El lavado de la ropa, la
letrina. CEPAL. El café, Cuadro 61, p. 75. ­
382 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

las exacciones financieras de la Iglesia, que cobra por sus servicios y fre­ La lucha constante por e
cuentemente solicita contribuciones especiales, y expresan dudas sobre chas tensiones. Conseguir
la moralidad sexual de muchos sacerdotes, la mayoria, tanto liberales grande mejor, era la meta d
como conservadores, comparten una fe en lo sobrenatural, no solo en. el es a menudo despachada en
Dios cristiano sino en los poderes especiales de los muertos, y mantIe­ pulso anacrónico e irracional
nen un compromiso vago con el dogma de la Iglesia. Por ejemplo, siguen nos", junto con otros valor,
temiendo que mueran los niños no bautizados y procuran confesarse sociales precapitalistas (56).
cuando se hallan al borde de la muerte. de mercancias, los minifum
Pese a que la familia nuclear santificada por los lazos del matrimonio corriente de la historia. Pero
católico era más común en las zonas cafeteras que en otras áreas del control de la tierra en los dec
campo colombiano, much~s pareJas que cohabitaban, particularmente detenninante· más significat
entre las familias más pobres, no se hallaban casadas formalmente. La durante el siglo XX. Es, asu
mayoria de quienes hoy mantienen uniones informales sostienen que solo una expresión especifia
son muy pobres para costear una ceremonia matrimonial decen~e, acon­ dores de todas las sociedadee
tecimiento que tradicionalmente se acompaña d~, abundante~ vIan~as y dir cómo y cuándo debe hao
bebida y.de una fiesta de más de un día de. ?Uraclon. En los anos vem~es valor del trabajo propio. Aun4
un investigador descubrió una fuerte relaclOn entre el alza de los precIOS veía limitada por las relación
del café. y la mayor frecuencia de matrimonios en el departamento de exportadora, poseer una fin,
Antioquia. En las nuevas y florecientes zonas cafeteras, en dond~ los
alcance de muchos trabajado:
migrantes y los trabajadores estacionales proveIÚan de otras regJ.o~~s
Estos perseguían dicha metl
del país, los varones adultos sobrepasaban con creces. a .la p~blaclOn
medios indíviduales, pero ta
femenina adulta, un hecho que contribuyó a la notable mCIden~la de la
esfuerzos colectivos, favorecí«
prostitución y las enfermedades venéreas (54). Los lazos mantales no
nales a fines de los años veint4
impedían que algunos agricuJtores, especi~lmente ,los más prós~eros,
la atención de muchos estudí<J
tuviesen hijos ilegítimos y mantuviesen UnIones mas o menos abIertas
gias individuales, ignoradas 1
con otras mujeres. Algunos hombres dividían su tiempo y sus recursos
más prosaicas, pero fueron ls
entre dos o más familias. La complejidad de las relaciones sexuales y de
en las relaciones sociales de II
los lazos formales e informales entre las parejas a menudo generaba con­ del siglo y ejercieron la influel
flicto entre los cónyuges y sus parientes, en especial en tomo a herencias vimiento obrero y la historia p4
e hijos ilegítimos. La seducción o el abuso de mujeres por parte de hom­
Los trabajadores cafeteros
bres que no sosteIÚan a sus familias o las maltrataban daba? lugar a ~a­ nian una propiedad con métoc:i
ves actos de violencia entre los parientes varones de la mUjer agraVIada
vas y hacerse a los títulos a tI
y los supuestos ofensores. Estas disputas configuran tan solo un aspec~
zarse para obligar a los grandl
de la profunda corriente subterránea de tensiones y conf~ctos que ~
caracterizado la vida social en las zonas cafeteras, especIalmente alli a vender; o comprar tierra en
donde las pequeñas fincas son numerosas (55). más común. Como hemos visú
rras públicas en la zona cafeter
cía a los grandes terrateniente
54. Garc18, Geogt'afía 'citado en la nota 6), Capitulo IV, aporta una excelente discusión acerca ~e
18 importancia de la familia en la producción cafetera en pequeña escala. Sobre la frecuenCls
del matrimonio y la edad a la cual lo efectuaban comúnmente los hombres (más tarde) y las población cafetera de Colombia es el
mujeres 'más pronto) en Caldas en los años treintas, véanse. p~. 194;'96; sobr,: el ~to.porcen­
taje de varones solteros en la fuerza de trabajo cafetera y la. mCldenClB de la prostitución y las
Quindto, Bogotá, 1979. Más adelante
56. Esta posición, central tanto en el peJ
enfermedades en Caldas, véanse pp. 209 Y 223-25. La relación entre los precios del café y los como de los marxistas ortodoxos, ins¡
de los trabajadores rurales migrantes
matrimonios se plantea en Diego Monsalve, Colo~bia.caletera. Barcel~na, 1~7. .
55. La mejor obra publicada sobre las fuentes de conflicto mterpersonal y v101enClB polltica en una lás Buenaventura. Véase su obra "1
pp. 3-32. Esta obra se discute en deta}
l'RABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 383

! cobra por sus servicios y fre­ La lucha constante por el control de la tierra yace en el fondo de di­
18.1es, y expresan dudas sobre chas tensiones. Conseguir una propiedad, a título libre, cuanto más
s, la mayoría, tanto liberales grande mejor, era la meta de todo trabajador cafetero. Dicha aspiración
lo sobrenatural, no solo en el es a menudo despachada en la literatura marxista y liberal como un im­
les de los muertos, y mantie­ pulso anacrónico e irracional supuestamente heredado por los •'campesi­
a Iglesia. Por ejemplo, siguen nos", junto con otros valores culturales tradicionales, de formaciones
izados y procuran confesarse sociales precapitalistas (56). Es cierto que como pequeños productores
de mercancías, los minifundistas cafeteros estaban nadando contra la
a por los lazos del matrimonio corriente de la historia. Pero negar la dinámica de su exitosa lucha por el
~teras que en otras áreas del control de la tierra en los decenios que antecedieron a 1960 es ignorar el
cohabitaban, particularmente determinante más significativo de las téndencias históricas nacionales
¡ban casadas formalmente. La durante el siglo XX. Es, asimismo, no reconocer que esa contienda fue
nes informales sostienen que solo una expresión específica de las metas compartidas por los trabaja­
da matrimonial rlecente, acon­ dores de todas las sociedades: el deseo de controlar su propia vida, deci­
laña de abundantes viandas y dir cómo y cuándo debe hacerse el trabajo y apropiarse por entero del
; duración. En los años veintes valor del trabajo propio. Aunque en Colombia la propiedad de la tierra se
ión entre el alza de los precios veía limitada por las relaciones de crédito e intercambio de la economía
nonios en el departamento de exportadora, poseer una finca familiar viable constituía un objetivo al
zonas cafeteras, en donde los alcance de muchos trabajadores cafetero!:! en la primera mitad del siglo.
s provenían de otras regiones Estos perseguían dicha meta en forma incesante, principalmente por
[)an con creces a la población medios individuales, pero también valiéndose de la organización. Sus
'ó a la notable incidencia de la esfuerzos colectivos, favorecidos por condiciones estructurales excepcio­
¡g (54). Los "lazos maritales no nales a fines de los años veintes y prin.cipios de los treintas, han llamado
~cialmente los más prósperos, la atención de muchos estudiosos de la historia colombiana. Sus estrate­
uniones más o menos abiertas gias individuales, ignoradas por la mayoría de los investigadores, eran
¡man su tiempo Y sus recursos más prosaicas, pero fueron las que produjeron los principales cambios
de las relaciones sexuales y de en las relaciones sociales de la producción cafetera en la primera mitad
I8rejas a menudo generaba c~n­ del siglo y ejercieron la influencia más profunda sobre el patrón del mo­
8n especial en tomo a herenCIas vimiento obrero y la historia política del país.
~ de mujeres por parte de hom­ Los trabajadores cafeteros sin tierra adquirían, acrecentllban y soste­
¡maltrataban daban lugar a gra­ nían una propiedad con métodos div.ersos. Podían colonizar tierras nue­
I varones de la mujer agraviada vas y hacerse a los títulos a través de procedimientos oficiales; organi­
tconfiguran tan solo un aspecy> zarse para obligar a los grandes terratenientes a dividir sus haciendas y
~ tensiones y conflictos que ha a vender; o comprar tierra en el mercádo. Esta última estrategia era la
18 cafeteras, especialmente allí más común. Como hemos visto, la política de distribución oficial de tie­
~ (55). rras públicas en la zona cafetera, incluso en la Cordillera Central, favore­
cía a los grandes terratenientes. Con el correr del tiempo, la lucha que
I'~aporta una excelente discusión acerca ~e
r& en pequeña escala. Sobre la frecuencIa población cafetera de Colombia es el interesante estudio de Jaime Arocha, La violencia en el
ánmente los hombres (mAs tarde) y las Quindío, Bogotá, 1979. Más adelante se discute en mayor detalle.
1m, véanse pp. 194-96; sobre el ~to.porcen­ 56. Esta posición, central tanto en el pensamiento de los teóricos liberales de la modernización
ittera y la.incidencia de la prostItución y las como de los marxistas ortodoxos, inspira el análisis de otro modo .penetrante de las actitudes
l La relación entre los precios del café y los de los trabajadores rurales migrantes contemporáneos, desanollado bajo la dirección de Nico­
~eafetera. Barcelona,I927. lás Buenaventura. Véase su obra "Los temporeros" , en Estudios Manisías. No. 9, 1975,
~ interpersonal y violencia politica en una pp. 3-32. Esta obra se discute en detalle en la parte final de este ensayo.
384 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

un observador denominó acertadamente "la batalla del hacha contra el ducción. Muchos minifundi~
papel sellado" era ganada por los grandes terratenientes, los comercian­ vable en las posesiones ajeI
tes y los profesionales. La parcelación de grandes haciendas cafeteras piches, los pastos y los bose
como resultado de la lucha colectiva de los trabajadores dependientes, Los grandes terratenientes ~
como se verá más adelante, afectó a varios latifundios y a unos pocos carecían de una propiedad
miles de trabajadores cafeteros y sus familias en importantes regiones obligación o el desacuerdo se
de Cundinamarca y Tolima. Sin embargo, ninguno de estos procesos rras arrendadas o de aparee
puede explicar la fragmentación general de la propiedad en todas las litigios entre vecinos. Los pe
zonas cafeteras que muestran los datos censales y las estadísticas de que el ~argen entre éxito J
tenencia en los años cincuentas. denuncIaban a sus vecinos pe
La búsqueda de una pequeña propiedad significaba para las familias les o por los daños causados
de los trabajadores cafeteros una lucha de toda la vida en la que el inge­ ban las cercas y comían o daí
nio, el trabajo duro y una buena dosis de suerte jugaban su papel. El ros se veían estimulados por
ingenio implicaba cultivar con éxito una amplia gama de relaciones, des­ vecharse de sus rivales en e
de la escogencia de esposa y de buenos padrinos para los hijos, hasta la creían que la acción pasarla i
capacidad de ganarse la simpatía de parientes,amigos, comerciantes, tear a los terratenientes parte
terratenientes, jefes poJiticos locales y funcionarios del gobierno. Los Otros intentaban alterar los
miembros de las familias socialmente móviles tenían que equilibrar los medidos y vagamente delimJ
gastos en obsequios materiales y una cierta liberalidad en la hospitali­ referencias a piedras y árboli
dad brindada a los individuos estratégicos con la necesidad desesperada constante con sus vecinos u
de ahorrar y acumular. Tal dilema los involucraba en un complicado y medida para triunfar de s~ h
siempre cambiante cálculo social que mantenía en vilo a las familias ca­ control efectivo de las autoric
feteras, en especial a los jefes del hogar, a lo largo de sus vidas. Todos capaces de intimidar a los del
los miembros de la familia tenían que cooperar y trabajar duro para cum­ guían amedrentar a sus vecinc
plir con las múltiples tareas agrícolas, artesanales y de construcción midad y el valor, tenían las m
doméstica requeridas para operar adecuadamente la pequeña finca. Una canzar la vejez y adquirir, amJl
familia sana bendecida con hijos, que conseguía tomar tierra en arriendo De esta manera, los que tI
o en aparcería en épocas de baja en los precios internacionales del grano dramatizados en el microcosm
y que luego, cuando los nuevos cafetos entraban en plena producción, se ideología capitalista y cristiana
beneficiaba con el alza de los precios, quedaba en condiciones óptimas na fortuna al trabajo duro, la iI
para salir adelante en la lucha por acumular capital y comprar tierra. Las de su familia. Si fracasaban SE
familias que sufrían la pérdida o incapacidad parcial de uno o de ambos rivales o lo atribuían ai destino
padres, carecían de hijos o invertían en un momento inoportuno del im­ caban con los valores capitalis
predecible ciclo de los precios mundiales, casi con absoluta seguridad por los partidos liberal y conse
fracasaban en la búsqueda de una propiedad. U na familia afiliada a uno ambas colectividades tradício:
de los dos grandes partidos políticos en un municipio en el que el otro coincidencia entre la ideología I
partido o una facción rival detentaban la mayoría, podía ser hostilizada m~ndo social generada por la e
por vecinos, comerciantes y funcionarios locales, pero veía invertida la tebsta de la política y la compel
situación una vez que su propio partido ganaba el control de la política los asuntos locales eran apuntal
nacional y de los asuntos locales. ~sfuerzo por crear un campo d
En la lucha por sobrevivir y acumular tierra suficiente para asegurar mtereses. Por medio de la fideU
su independencia, las familias cafeteras se encontraban en constante y a o ? sus facciones, los trabajadol1
menudo violenta competencia con sus vecinos, fueran grandes o peque­ ahados estratégicamente situad,
ños propietarios. En parte la razón radicaba en la estructura de la pro­ seguir un pedazo de tierra. Que
385
rRABAJADORESEN LA HISTORIA

'la batalla del hacha contra el ducción. Muchos minifundistas dependían no solo del uso de tierra culti·
v~ble en las posesiones ajenas, sino también del acceso al agua, los tra·
terratenientes, los comercian·
t grandes haciendas cafeteras
plches, los pastos y los bosques situados fuera de sus propias parcelas.
)8 trabajadores dependientes,
Los grandes terratenientes dependían del trabajo de aquellas gentes que
los latifundios y a unos pocos carecían de una propiedad familiar viable. El incumplimiento de una
rilias en importantes regiones obligación o el desacuerdo sobre el valor de las mejoras realizadas en tie·
o, ninguno de estos procesos rras arrendadas o de aparcerla podían provocar agravios y prolongados
de la propiedad en todas las litigios entre vecinos. Los pequeños agricultores, precisamente debido a
censales y las estadísticas de que el margen entre éxito y fracaso era tan estrecho constantemente
denunciaban a sus vecinos por supuestas violaciones d~ contratos verba­
ld significaba para las familias les o por los daños causados por cerdos, mulas y ganado que traspasa­
~. toda la vida en la que el inge· ban las cercas y comían o dañaban las cosechas. Los agricultores cafete­
e suerte jugaban su papel. El ros se veian estimulados por la situación a utilizar el ingenio para apro­
mplia gama de relaciones, des· vecharse de sus rivales en cualquiera oportunidad. Incluso robaban si
,adrinos para los hijos, hasta la creían que la acción pasarla inadvertida. La mayoria trataba de escamo­
tear a los terratenientes parte de su porción en los arreglos de aparcería.
rientes, amigos, comerciantes,
Otros intentaban alterar los linderos, que por lo general estaban mal
~ncionarios del gobierno. Los
jviles tenían que equilibrar los medidos. y vag~ente delimitados en las escrituras de propiedad· por
~rta liberalidad en la hospital¡'
referenCIas a pIedras y árboles o al curso de los riachuelos. En la riña
8 con la necesidad desesperada
constante con sus vecinos, un pequeño agricultor dependía en buena
medida para triunfar de su hombrla y taeto. En las áreas alejadas del
lvolucraba en un complicado y
lIltenía en vilo a las familias ca­ control efectivo de .las autoridades civiles y eclesiásticas, quienes eran
,a lo largo de sus vidas. Todos capaces de intimidar a los demás o de lograr su respeto, los que conse­
,perar y trabajar duro para cum­ guían amedrentar a sus vecinos o impresionarlos por medio de la ecuani­
artesanales Y de construcción midad y el valor, tenían las mejores posibilidades de sobrevivir para al­
idamente la pequeña finca. Una canzar la vejez y adquirir, ampliar y conservar una propiedad. ,
lseguia tomar tierra en arriendo De esta manera, los que trabajaban en la producción del café veían
recios internacionales del grano dramatizados en el microcosmos de sus vidas los principales mitos de la
ntraban en plena producción, se ideología capitalista y cristiana. Si alcanzaban el éxito, atribuían la bue­
llledaba en condiciones óptimas na fortuna .al trabajo duro, la inteligencia, la frugalidad y la virtud moral
llar capital y comprar tierra. Las de su familia. Si fracas~ban, se reprochaban a si mismos; culpaban a sus
~idad parcial de uno o de ambos rivales o 10 atribuían al destino. Como pequeños propietaríos se identifi­
un momento inoportuno del im­ caban con los valores capitalistas. y cristianos· defe~didos y propagados
~s, casi con absoluta seguridad
por los partidos liberal y conservador. Sin embargo, su lealtad para con
ambas colectividades tradicionales no era un simple resultado de la
edad. Una familia afiliada a uno
\un municipio en el que el otro coincidencia entre la ideología de la clase dominante y la concepción del
~ mayorla, podía ser hostilizada
mundo social generada. por la experiencia cotidiana. La estructura clien­
s locales, pero veia invertida la telista de la política y la competencia entre los partidos por el control de
!ganaba el control de la política los asuntos locales eran apuntaladas por los pequeños propietarios en su
i, esfuerzo por crear un campo de relaciones jerárquicas favorable a sus
,
rtierra suficiente para asegurar intereses. Por medio de la fidelidad a uno u otro de los grandes partidos
o a sus facciones, los trabajadores del café se aseguraban un conjunto de
~ encontraban en constante Y a
~os, fueran grandes o peque­ aliados estratégicamente situados en lalucha por acumular capital y con­
~ en la estructura de la pro­ seguir un pedazo de tierra. Que dicha afiliación también les creara con­
386 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

flietos con una serie de rivales con afiliaciones distintas no debilitaba su familia veía, a la muerte de
partidismo. En una estructura local de poder completamente a merced herencia, y también cómo SI
de la política partidista, para uno resultaba mejor abrazar la causa ~e caba ampliar su magra hen
uno de los posibles triunfadores que mostrarse neutral, expuesto y SID ducción familiar independiE
aliados en ese mundo hobbesiano. La victoriá del partido o facción pro­ Algunos observadores SI
pios podia significar el no reclutamiento para el ejército de un hijo ado­ vida y de trabajo de la peqw
lescente, la protección policial efectiva frente a vecinos beligerantes y !a míticos valores antioqueños
solución favorable de las disputas legales. A un pequeño productor mas enUbano, Tolima, en mediJ
acomodado le reportaba el acceso a puestos oficiales o la educación se­ y anticomunista J. A. Osori!
cundaria para los hijos, una decisión favorable en tomo a la construcción la pobreza materiál, el dete]
de un .camino o cualquiera de otros muchos favores politicos o lega­ ral de los pequeños propieta
les '57). be la virtud de corregir el ro1
Entollces, para salir adelante, un pequeño agricultor cafetero de!>ia clase dominante acerca de b
convertirse en una especie de renacentista rural con una comprenslón lombia. Pero Osorio degrada
maquiavélica de la política y la naturaleza humana. Tema que ser diestro su lucha por el control de la j
en las artes de la agricultura, la criade animales, la construcción yla de condescendencia moral, (
mecánica elemental; también un astuto juez de los hombres y un maes­ relaciones y valores cultural~
tro de la sicologia humana. Pero a diferencia de los tipos urbanos ideales ña producción cafetera. Si bi,
de las primeras sociedades capitalistas del Mediterráneo, era primor­ Osorio desentrañó en parte !
dialmente un trabajador que no dependia del manejo de los medios de teriales actuantes en esta SO(
intercambio, sino del control de los medios de producción y del proceso
laboral en la lucha por la supervivencia y la acumulaciónde capital. En la "Eran el trabajo y la labranza 1
medida en que fuera capaz de movilizar y coordinar la inteligencia y el dad y era éste lo que tergiversa:
músculo de una familia grande, y mientras mantuviera a raya a sus riva­ las ancestrales tendencias nM
les y resultara favorecido por las fuerzas naturales, económica& y politi­ generación se habia embrutedd
cas ajenas a su propio control, lograria el objetivo de adquirir y mantener tales. se entregaba a reproducir
que. dejaba languidecer la inicU
una propiedad. Como hemos visto, en la producción cafetera de lapri­ a la tierra, reaIizaban transacci.o
mera mitad del siglo ni la gran inversión de capital ni el manejo de la. tec­ ejercian la hO$pitalidad COIl graJ
nología avanzada eran suficientes para compensar el uso ineficiente y el bu pomposamente la 8Upremac
control deficiente de la fuerza de trabajo en las grandes haciendas cafe­ blecia UDa solidaridad espontáJl
teras. En consecuencia, muchas familias sin tierra s1.Qetasa contratos de propiciaba la intensidad del esñJ
arrendamiento o aparceria conseguian mejorar su posición a costa de los cos artificiales COIl tendencia al
virtud tratabu de engañarse en
grandes terratenientes. Pero el pequeño agricultor, lo mismo que el comenzaban a traficar en propie
grande en la primera mitad del siglo, era incapaz de revolucionar los
medios de producción cafetera. Su éxito dependia de la capacidad de
Al contrario de lo que afil
movilizar la fuerza de trabajo de su familia. La ironia social de ese estado
queños propietarios no estabi
de cosas sin embargo,residia en que el éxito de una familia socialmente
ción ni deshumanizados por 1
móvil du~ante un ciclo vital socavaba la posibilidad de perpetuar el éxito
ron como clase y emergieron 4
en el siguiente ciclo;l;o mismo.que Sisifo, la familia que era capaz de que, ,a pesar de los enormes 1
acumular una modesta porción de tierra durante la vida de un jefe de sus facultades y potenciales h
de la lucha reforzaron su in
57. Una rica fu~nte de infot;nlaé~n sobre la mecánica del.c1ientelismo pol.itieo tradicional en un
municipio eafetéto eS Steffen Walter Schmidt. "PoHticaI CHenteHsm in Colombia", diserta­
ciónpara Ph.D., ColumblaUniversity, 1972.
58. J. A. Osorio Lizarazo, La COIIeCha. N
,TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 387

ones distintas no debilitaba su familia vela, a la muerte de éste, cómo se fraccionaba este recurso por la
Dder completamente a merced herencia, y también cómo se repetia la lucha a medida que cada hijo bus­
Iba mejor abrazar la causa de caba ampliar su magra herencia para convertirla en una unidad de pro­
~e neutral, expuesto y sin ducción familiar independiente y viable.
¡Orla del partido o facción pro­ Algunos observadores solo destacan, en el conjunto de este patrón de
~ el ejército de un hijo ado­ vida y de trabaijo de la pequeña producción cafetera, la corrupción de los
tate a vecinos beligerantes y la miticos valores antioqueños. En su novela La cosecha, que se desarrolla
~. A un pequeño productor más en Libano, Tolima, en medip de la Depresión, el intelectual reaccionario
~s oficiales o la educación se- . y anticomunista J. A. Osorio Lizarazo ofrece una sórdida descripción de
table en tomo a la construcción la pobreza material, el deterioro físico, la estupidez. y la decadencia mo­
¡ehos favores políticos o lega~ ral de los pequeños propietarios cafeteros y sus familias. La novela exhi­
¡ be la virtud de corregir el romanticismo rosa de la visión difundida por la
¡ue60 agricultor cafetero debla clase dominante acerca de la vida popular en el corazón cafetero de Co­
~ rural con una comprensión lombia. Pero Osorio degrada a los trabajadores cafeteros y deshumaniza
Ihumana. Tenia que ser diestro su lucha por el control de la tierra. En un cínico pasaQe,. tipico de su tono
¡animales, la construcción y la de condescendencia moral, Osorio alude a varios rasgos presentes en las
tez de los hombres y un maes­ relaciones y valores culturales fomentados por la estructura de la peque­
tia de los tipos urbanos ideales ña producción cafetera. Si bien exageró y captó solo uno de sus aspectos,
~l Mediterráneo, era primor­ Osorio desentrañó en parte su unidad y los vinculos con las fuerzas ma­
Il del manejo de los medios de teriales actuantes en esta sociedad.
Í>s de producción y del proceso
la acumulación de capital. En la "Eran el trabajo y la labranza los factores que establecla el sentimiento de propie­
\oy' coordinar la inteligencia y el dad y era éste lo que tergiversaba la masculinidad errante de los primeros colonos y
lB mantuviera a raya a sus riva­ las ancestrales tendeneiasnómadas. que los impulsaron .··la conquista. La nueva
generación se habia embrutecido con el predominio absoluto de los instintos elemen­
:naturales, económicas y políti~ tales, se entregaba a reproducirse pasmosamente, como los mmnos árboles del bos­
Objetivo de adquirir y mantener que, dejaba languidecer la iniciativa. Los hombres se vegetaJizaban de puro pegados
,.producción cafetera de lapri­ a la tierra, real.iut.ban transacciones en las cuales procuraban estafarse mutuamente,
le capital ni el manejo de la tec­ ejereian la ho$pitalidad ~ gran amplitud, se embriagaban los domingos y cultiva­
~mpensar el uso ineficiente y el ban pomposamente la supr(U1l8.C. salvaje deJ sexo. La uniformidad de la lucha esta­
fen las grandes haciendas cafe­ blecia una solidaridad espontánea, quebrantada, sin embargo, por el egoismo que
propiciaba la intensidad del esfuerzo. Los hijos eran un pretexto para crear parentes­
~dn tierra sujetas a contratoS de cos artificiales con tendencia al provecho personal, hacléBdose compadres. Y en tal
~jorar su posición a costa de los virtud trataban de engañarse en pequeAas transacciones de machetes o de bueyes y
[O 'agricultor , lo mismo que el comenzaban a traficar en propiedades" (58).
Ira incapaz de revolucionar los
~ dependía de la capacidad de Al contrario de lo que afirma Osorio Lizarazo, la mayoria de los pe­
la. La iroma social de ese estado queños propietarios no estaban ni fisicamente destruidos por la produc­
~xito de una familia socialmente ción ni deshumanizados por la lucha en procura de la tierra. Sobrevivie­
lOBibilidad de perpetuar el éxito ron como clase y emergieron en parte victoriosos gracias precisamente a
fe, la familia que era capaz de que, a pesar de los enormes' obstáculos,. desarrollaron de manera plena
¡ durante la vida de un jefe de sus facultades y potenciales humanos. Si bien es ciertO que los términos
de la lucha reforzaron su individualismo, su receptividad al mensaije
~.d.elcli.entelismo polWco tradicional en U1l
~ Clientelism in Colombia". diserta-
58. J. A. OsorioLizarazo. Laeoeecha, Manizales.l936, p. 66.
888 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

ideológico de la clase dominante y su conformidad con la politica cliente­ trario de lo que aconteció el
lista de los partidos tradicionales; si los hicieron renuentes a la organiza­ Colombia se hallaba limita
ción colectiva y a la ideologia de izquierda y los condujeron inexorable­ tua, particularmente entre 1
mente hacia un conflicto fratricida, no fue porque se hubieran vuelto que en distintos momentos
menos humanos después de esa experiencia. Obedeció más bien a que nos llevaron a cabo podero
su enorme energia e inteligencia fueron canalizadas por los imperativos ciones callejeras por el par,
estructurales de su existencia hacia una dinámica individualista y des­ después de la Primera Gue
tructiva, más allá de su control. Fue precisamente el éxito lo que selló el permanentes, orientadas al
destino de los pequeños productores como clase y asegUró el decaimien­ los salarios. El tardio desa!':
to de las fuerzas populares durante los años treintas y cuarentas. Dicho como el de Venezuela, refl~
proceso destruyó el potencial de un movimiento obrero insurgente, llevó cos del país con la economía
a la cooptación de la izquierda politica y culminó en la Violencia de me­ Sin embargo, bajo el ím
diados del siglo. movimiento obrero colombÚl
Guerra Mundial, en el maro
las protestas obreras estall81
del país. En enero de 1918, li
ros del transporte fluvial y fe
La historia de los obreros colombianos durante los años veintes y trein­ ron una huelga general que
tas, en especial la movilización de los trabajadores cafeteros, ha sido puertos de Cartagena y Santl
contada y vuelta a contar cada vez con mayor sofisticación por los histo­ nión pública a lo largo y anc
riadores colombianos (59). Antes de la Primera Guerra Mundial, al con­ del estado de sitio en litoral,
que regulaba la actividad hu
59. Entre los estudios generales que tratan. estos acontecimientos dentro del contexto. más amplio
de la legislación laboral posj
del movimiento obrero, los de Urrutia (Development, citado en la nota 43} y Pécaut (Política y enclave bananero de la Unite
smdicalismo, citado en la nota 43}son los más importantes. Una buena historia narrativa de la mer pliego de peticiones. En
protesta popWar e ll C9lombia, escr:i~ por un dirigente comunista que desempeil6 un papel
destacado en las luchas obreras de los aiios veintes y treintas, es Ignacio Torres Giraldo, Los Costa, una serie de pequeñl
mconforDles, 5 vole., Bogotá, 1978. Las contribuciones recientes a la literatura sobre la gran ciudades del país y varias g
huelga bananera de 1928 incluyen Fernando Botero y Alvaro Guzmán Bamey, "El enclave mento de Cundinamarca, cen
agricolaenlazona bananera de Santa Marta", en Cudemos Colomblanoe, No. 11, 1970, pp.
309-89: Judith White, Historia de UDa ignomiDia: La UD1ted Fruit Co. en Colombia, Bogotá,
que fuera aprobada una legis;
1978, Y Catberine LeGrand, "Colombian Transformations: Peaaanta and Wage Laborers in
tbe Santa Marta Banana Zone, ·1900-1931)", trabajo presentado al Encuentro de la Asociación
60. La historia de estas protestas merec
. de Estudios Latinoamericanos, Washington, D.C., 1982. Sobre la movilizaci6n de los trabaja­
ta histórico y comparativo los artes
dores cafeteros véase especialmente la obra pionera de Hermes Tovar, El f.IIIOVimiento ~­
un pals, en términos relativos, den
smo en Colombia, Bogotá, 1975: El café, de Machado (citado en la nota 26} y El café en Colom­
más, sus protestas parecen seguir u
bia, de Palacios (citado en la nota 30}; los libros de Pierre Gilhodes, Las luchas agrarias en ron las barreras al comercio exterk
Colombia, Bogotá, 1974, Gloria Gaitán, Colombia: La lucha por la tierra en la década del trein­
mente la posición de los artesanos. ]
ta, Bogotá, 1976, Dario Fajardo, Violencia y desarroUo, Bogotá, 1979, Y Gonzalo Sánchez G.,
a fines del siglo XVIII, yen los acont
Las ligas campesmas en Colombia, BOgotá, 1977; el capitulo "Land Use and Land Reformin
bien conocido aunque poco investigl
Colombia" en Albert Hiraebman, Joumeys Towud Progre. . New York, 1965, pp. 131-213; el
zaron una revuelta en gran eacals el
testimonio del dirigente comunista Victor J. Merehán, "Datos para la historia social, económi­
auge cafetero debieron perjudicar SI
ca y del movimiento agrario de Viotá", en Estudiol Maniatas. No. 9, 1975, pp. 105-16; el aná­
tamn violentamente en Bogotá, esta
lisis de la lucha por la tierra en el Tolima realizado por Alejandro Caballero, "Violencia y es­
prar en el extranjero uniformes pl1l
tructura agraria", en Estudios Marxistas, No. 12, 1976, pp. 1)-31; Yel trabajo reciente de Mar­ malestar de los artesanos durante el
co Palacios, "La propiedad agraria en CundiD.amarca, 1880-1970", presentado en la Confe­ motin urbano llamado el Borotazo,
rencia sobre el Mundo Rural Colombiano, Fundación Antioquefta para los Estudios Sociales, Gonzalo Sánchez, Loe "BoIe.heviq1lel
Medellin, 1981. Sabremos más acerca de la naturaleza de la movilizaci6n obrera en las gran­ en 1893 se pueden encontrar alguno!¡
des haciendas cafeteras tan pronto se baya completado la disertación de Michael Jiménez, 1886-1904", disertación para Ph.D.,
que se haDa en preparación en la Universidad de Harvard. 1919 véase Urrutia, Development(ci1
6 TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 389

formidad con la política cliente­ trario de lo que aconteció en Chile y Argentina, la organización obrera en
lideron renuentes a la organiza­ Colombia se hallaba limitada a unas cuantas sociedades de ayuda mu­
da y los condujeron inexorable­ tua, particularmente entre los artesanos de las grandes ciudades. Pese a
fue porque se hubieran vuelto que en distintos momentos, desde el siglo XIX, los artesanos colombia­
mcm. Obedeció más bien a que nos llevaron a cabo poderosas protestas políticas y violentas demostra­
:eanalizadas por los imperativos ciones callejeras por el pan y la dignidad del trabajo (60), no fue sino
t dinámica individualista y des­ después de la Primera Guerra Mundial cuando crearon organizaciones
~isamente el éxito lo que selló el permanentes, orientadas al mejoramiento de las condiciones de trabajo y
)O clase y aseguró el decaimien­ los salarios. El tardío desarrollo del movimiento obrero colombiano, así
mos treintas y cuarentas. Dicho como el de Venezuela, refleja la naturaleza limitada de los lazos históri­
ÍIniento obrero insurgente, llevó cos del país con la economía mundial.
culminó en la Violencia de me­ Sin embargo, bajo el ímpetu de la expansiva economía cafetera, el
movimiento obrero colombiano empezó a florecer. Al finalizar la Primera
Guerra Mundial, en el marco del auge mundial del movimiento sindical,
las protestas obreras estallaron en los tres principales puertos caribeños
del país. En enero de 1918, los anarcosindicalistas, con el apoyo de obre­
ros del transporte fluvial y ferroviario y de artesanos urbanos, organiza­
iurante los años veintes y trein­ ron una huelga general que sacudió a Barranquilla y se extendió a los
trabajadores cafeteros, ha sido puertos de Cartagena y Santa Marta. Las huelgas estremecieron a la opi­
atayor sofisticación por los histo­ nión pública a lo largo y ancho de Colombia, provocaron la imposición
Primera Guerra Mundial, al con­ del estado de sitio en litoral, llevaron al gobierno a promulgar un decreto
que regulaba la actividad huelguística, un precedente para buena parte
de la 1egislaciónlaboral posterior, y estimularon a los obreros del gran
.tecimientos dentro del contexto más amplio enclave bananero de la United Fruit, en Santa Marta, a presentar un pri­
tat, citado en la nota 43) y Pécaut (Politica y
~rtantes. Una buena historia narrativa de la mer pliego de peticiones. En 1919, la permanente agitación laboral en la
.nts comunista que desempeftó un papel Costa, una serie de pequeñas huelgas de artesanos en las principales
:es y treintas, es Ignacio Torres Giraldo, Los ciudades del país y varias grandes huelgas ferroviarias en el departa­
~nes recientes a la literatura sobre la gran
tero y Alvaro Guzmán Bamey, "El enclave mento de Cundinamarca, centro político y económíco del país, forzaron a
~ Cuadernos ColombiaDos, No. 11, 1970, pp. que fuera aprobada una legislación que regulaba los conflictos laborales.
r. La United Fruit Co. en Colombia, Bogo~,
Ormations: Peasants and Wage Laborers m
~ presentado al Encuentro de la Asociación 60. La historia de estas protestas merece un estudio mucho más profundo. Desde un punto de vis­
~.¡ 1982. Sobre la moWización de los trabaja­ ta histórico Y comparativo los artésanos eran extraordinariamente importantes en Colombia,
~ de Hermes Tovar, El movimiento campe­ un PIÚB. en términos relativos, densamente poblado con una economia bastante cerrada. Es
~ (citado en la nota 26) y El café en Colom­ más, sus protestas parecen seguir un patrón: se dieron cuando las iniciativas liberales reduje­
~ de Pierre Gilhodes, Las luehAs agrarias en ron las barreras al comercio exterior o cuando la veloz expansión exportadora minó súbita­
~; La lucha por la tierra en la década del trein­ mente la posición de los artesanos. El papel de los artesanos en la revuelta de los Comuneros,
a fines del siglo xvm, yen los8Contecimientos poUticoa de principios de la década de 1850 es

~
o Bogotá, 1979, Y Gonzalo Sánchez G.,
; el ca~itulo "Land Use and Land Reform in bien conocido Ilunque poco investigado en la historiografta colombiana. Los artesanos organi­
. ProgrelS, NewYork, 1966, pp. 131-213; el zaron una revuelta en gran escala en Bogotá, en .1893, cuando los efectos iniciales del primer
, "Datos para la historia social, econbmi­ auge cafetero debieron perjudicar seriamente su nivel de vida. En 1919 de nuevo Se manifes­
Marxistas, No. 9, 1975, pp. 106-16; el aná­ taron violentamente en Bogotá, esta vez en protesta contra la decisión gubernamental de com­
por Alejandro Caballero, "Violencia y es­ prar en el extranjero uniformes para el ejército. Finalmente, no resulta improbable que el

t!:
•. Í976, pp. 6-31; Y el trabajo reciente de Mar­
, 1880-1970", presentado en la Come­
~ Antioqueña para los Estudios Sociales,
~ de la movilización obrera en las gran­
malestar de los artesanos durante el auge cafetero posterior a 1946 haya contribnido al gran
motln urbano llamado el Bogotazo, en abril de 1948. El mejor examen de este problema es
Gonzalo Sánchez, Los "Bolcheviq\les" del Ubaao. Bogotá, 1976. Sobre los eventos de Bogotá
en 1893 se pueden encontrar algunos detalles en Bergquist, "Coffee and Conflict in Colombia,
~letado la disertación de Michael Jiménez, 1886-1904". disertación para Ph.D.• Stanford University, 1973, pp. 74-76. Sobre los heehos de
~arvard. 1919 véase Urrutia, Development ¡citado en la nota 43), pp. 62-64.
390 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

Las leyes, sancionadas en 1919 y 1920, restringian la actividad huelguis­


tica ala simple negativa pacifica a trabajar,€ o ntemplaban la deportación
de extranjeros que fomentaran o participaran en desórdenes, estable­
cian mecanismos para la conciliación· y arbitramento de los conflictos
industriales y prohibian las huelgas en los servicios públicos, incluido el
transporte, en que era obligatorio el arbitramento. Con esta legislación y
el establecimiento, en 1923, de una Oficina del Trabajo, la clase domi­
nante colombiana trató de someter a su control la nueva oleada de huel­
gas que sacudió a la sociedad en la inmediata posguerra (6U.Las leyes
parecieron cumplir el objetivo durante la breve depresión de posguerra.
Pero demostraron ser ineficaces en el marco. de la espectacular expan­
sión basada en elcafé que sobrevino a mediados y finales de los años
veintes. A partir de 1923 un movimiento obrero insurgente aprovechó las
condiciones favorables para la organización y la protesta obreras. Las
huelgas masivas estallaron primero en los enclaves exportadores de pro­
piedad extranjera, para luego extenderse amenazadoramente hasta el
corazón mismo del sector exportador de café.
La demanda sin precedentes de mano de obra creó una importante
condición favorable para la lucha obrera. La expansión del empleo en la
producción cafetera. fue el elemento más significativo de este proceso.
Ya en 1906, cuando las exportaciones cafeteras apenas alcanzaban me­
dio millón de sacos al año, la Revista·Nacional de Agricultura estimaba
que había 12 mil trabajadores permanentes y 100 mil ocasionales en la
producción cafetera. En 1914, cuando la producción del grano se habia
duplicado y se estaba viviendo una considerable expansión, la. misma
fuente dio un estimativo de 80 mil trabajadores permanentes y 240 mil
ocasionales (62). No se dispone de estimativos de la fuer~ de trabajo
cafetera en los años veintes. Es probable que la tendencia, ya evidente
en los cálculos de 1914, se encaminaba hacia una mayor dependencia de
los trabajadores permanentes (aparceros, estancieros y pequeños pro­
pietarios), quienes ocupaban una parte de su tiempo en la producción
del cafe a lo largo delaño y desempeñaban la mayoria de las labores en
la época de cosecha. Si se proyectaran los estimativos de 1914, quizá
exagerados, a los últimos años de la década de los veintes, cuando las
exportaciones cafeteras casi se habían triplicado, se llegarla a una cifra
aproximada al millón de trabajadores -casi una octava parte de la po­
blación del país- ocupados total o parcialmente en la producci6n cafete­
ra. Un estimativo más conservador de la fuerza laboral del sector resulta
de calcular el número de trabajadores adultos (o el equivalente adulto de

61. Estos IlUC8I1/OS son presentados con cierto detalle en I1rrutia, Dev............ (citado en la nota
43), Capliulo 6. Esta legislacl6n, oomotoda la ley laboral colombiana, 88 8IIC1ldriAa.da efeeti.va­
mente por BU CODieDido de clase en Moneayo y Rojas Lacbu obre.... (citado en la nota 48),
Capitulo 1.
62. Citado en Bejarano, "Fin" (cltadoenla nota 22), p. 258.
• TRABAJADORES EN LA HISTORIA
COLOMBIA 891

letringian la actividad huelguis­ trabajadores más jóvenes) necesarios para cosechar los aproximadamen­
!Ir, contemplaban la deportación te 500 millones de árboles en producción a fines de los años veintes. Tal
lparan en desórdenes, estable- como se dijo antes, los contratos prevalecientes en Caldas en ese enton­
I arbitramento de los conflictos ces asignaban cerca de mil arbustos al cuidado de cada trabajador adulto
iN' servicios públicos, incluido el de familias que supuestamente dedicaban parte de su tiempo al cultivo
tramento. Con esta legislación y de productos de subsistencia y desempeñaban también todas las labores
~ina del Trabajo, la clase domi­ necesarias para cosechar los cafetos. Este procedimiento nos da un
~ntrolla nueva oleada de huel­ cálculo de unos 500 mil trabajadores dedicados la mayor parte del tiem­
¡tdiata posguerra (61). Las leyes poa la producción cafetera a fines de los años veintes, estimativo que
l breve depresión de posguerra. todaVÍa puede ser alto dada la menor productividad de los árboles fuera
~o de la espectacular expan­ de Caldas, particularmente en las fincas de la Cordillera Oriental. No
:mediados y finales de los años obstante, sea cual fuere el número absoluto, es claro que la fuerza labo­
¡obrero insurgente aprovechó las ral era muy grande en la producción cafetera y que a lo largo de los años
~ón y la protesta obreras. Las veintes se multiplicó rápidamente.
~ enclaves exportadores de pro­ También hubo un rápido incremento en el número de trabajadores en
rae amenazadoramente hasta el otros sectores de la economía, en especial a partir de 1925, cuando em­
¡Café. pezaron a sentirse plenamente los efectos del influjo de capital extranje­
~ de obra creó una importante ro. Los obreros de la construcción pública y privada, del transporte, de
t. La expansión del empleo en la los enclaves extranjeros del petróleo y el banano y de la manufactura
~. significativo de este proceso. artesanal e industrial aumentaron por millares durante los años veintes.
iafeteras apenas alcanzaban me­ Hugo López estima que solo entre 1925 y 1928 la fuerza laboral creció en
lacional de Agricultura estimaba 140 mil trabajadores. López calculó que de estos nuevos empleos más de
~ntes y .100 mil ocasionales en la 42% se dio en la agricultura, 11 % en la industria, 12% en la construc­
la producción del grano se había ción,8% en la minería yalrededor de 26% en el sector del gobierno el
~iderable expansión, la misma comercio y el transporte (63). La mayoria de estos obreros prov~nían' de
~adores permanentes y 240 mil la agricultura tradicional, atraídos por m:e;ores condiciones de trabajo y
~tivos de la fuerza de trabajo por salarios para oficios no calificados que duplicaban a veces los de los
~le que la tendencia, ya evidente jornaleros agricolas. Los grandes productores de café parecen haber
lhacia una mayor dependencia de mantenido su posición en esta creciente competencia por la mano de
ros, estancieros Y pequeños pro­ obra.~s o menos hasta 1927. Pero cuando los precios mundiales y sus
ganancIas empezaron a desplomarse después de ese año, prorrumpieron
~ de su tiempo en la producción
~an la mayoria de las labores en en quejas acerca de la ••escasez de mano de obra" y pusieron en marcha
IOS estimativos de 19.14, quizá desesperados y en ocasiones curiosos esquemas para aumentar el sumi­

= da de los veintes, cuando las nistro de fuerza de trabajo barata y dependiente. se idearon planes para
riplicado, se llegaría a una cüra implantar el trabajo forzado de delincuentes juveniles en las plantacio­
~:i una octava parte de la po­ nes de café, atraer inmigrantes asiáticos y emplear maquinaria pesada
•. .. ente en la producción cafete­ en los proyectos de obras públicas. Sin embargo, fue la agricultura tradi­
,.. fuerza laboral del sector resulta cionalla más fuertemente golpeada por lo que los grandes terratenientes
ldultos (o el equivalente adulto de insistía~ en denominar la "escasez de brazos". Con ello querían signifi­
car su propia incapaCidad de atraer y conservar trabfÓadores en las con­
f
~ en Urrutia, J)evelopmeDt (citado en la nota
diCiones laborales y salariales que habían ofrecido en el pasado. Las
, laboral colombiana, el escudri6ada efectiva­
IIlojaa Luehas obreru (citado en la DOÚl 43),
68. López, "La inflación" (citado en la nota 31), p. 95.
¡.P.258.
392 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

grandes propiedades dedicadas a la producción de alimentos cedían tra­ los más considerables par
bajadores a los sectores del café, la construcción y el transporte. Los de 1925. especialmente·el
pequeños productores de pan coger abandonaban la tierra en busca de marca y el norte y oriente (
salarios más altos en el mercado nacional de trabajo. En consecuencia, a la clase dominante que ja
mientras crecía la demanda de alimentos por parte de una clase obrera A la postre, las grande~
con mayor capacidad adquisitiva, la produ.cción para el consumo domés­ tinuada militancia de los o
tico se estancó o disminuyó. Y la presión sobre los víveres se intensificó probablemente influyeron:
aún más cuando muchos productores de café, tanto pequeños como UnitedFruit suspendieran
grandes, en vista de los extraordínarios niveles de los precios del grano, otros lugares (66). Cualqui
destinaron cada vez más tierra y trabajo al cultivo del café y menos al de obrero militante en tal "P!'
alimentos. La inflación de los precios fue el resultado lógico de todas aunientb muy lenta y capri
estas tendencias. Aunque las importaciones de alimentos se multiplica­ nes de banano cayeron dé
ron por seis entre 1922 y 1928, y se aprobó una ley de emergencia para veintes a cinco millones en
eliminar las barreras tarifarias que pesaban sobre muchos alimentos convertido ell un gran expc:
importados. los precios de los víveres y el costo de la vida se elevaron diendo la producción de b
vertiginosamente (64) .
habrla sido distinta. Los" a
Esta situación dual -la extraordinaria demanda de trabajo y el tosto
como sus aliados entre los I
creciente de los alimentos y otros articulos- dio a los obreros el poder y
la determinación para realizar un gran esfuerzo, individual y colectivo, mentos más combativos d4
encaminado a cambiar sus condiciones de vida. Principalmente como fue inmortalizada en una obra a
consecuencia de sus esfuerzos individuales -la presión que ejercían a60e de soledad. No existe una fu
sobre los patronos mediante millares de decisionés indjviduales paI:a la zona bananera sobre los ·coJom
exigir mejores términos laborales o para dejar el trabajo y buscar mejo­ cióD bananera de Colombiá se di
ezploraron en los capitulos de eaIi
res salarios y condiciones-, a lo largo de la década aumentaron 19S salli­ tan e:lcepcioDlll en la experiencia
rios reales y en muchas áreas mejoraron las condiciones laborales. Los ta marxista socializado en el cora
patria.
esfuerzos colectivos de los obreros fueron menos exitosos a ·c9i'to plazo. 66. Las compafilas petroleras que 0Il
Pero sus huelgas y organizaciones influenciaron de manera decisiva: el complejidad de la Iegislacl6n pet
curso de la historia nacional en las décadas posteriores a 1930. Dichas go~iemoy las pretensiones de los
importancia de laliltima considel'l
huelgas estallaron primero y en forma espectacular en l<?s enclaves d~l. ante funcionarios del Departame
petróleo y el banano. Allí las condiciones de vida y de trabajo se comlJí­ 1948. Esa! e:rpre8Ó la pertnanenU
naron con las explosivas dimensiones culturales, étnicas y nacionalistas nos, en especial "su determinaci
empÍ'esa "no aceptarla esto" y q
de la empresa capitalista extranjera para favorecer la organización colec­ Abogó por una suspensión de tod4
tiva bajo una dirección marxista. Los obreros del petróleo y luegQ los ~el didamente"pára contener los eXC81
banano lanzaron las grandes huelgas que culminaron·en la infame ma­ lo de Estado, sept. 13, 1948, USl
que las enfermedades en sus planJ
tanza de quizá mil trabajadores bananeros cerca de Santa Marta. en di­ a ampliar su producción en Améri
ciembre de 1928.. Ha sido la peor masacre en la historia del movimiento bananera colombiana también des
obrero colombiano (65). Los trabajadores cafeteros enfrentaban obstácu­ bia olJ'lPlÍZaron otra gran huelga
ción. El arreglo negó a los obret'Ol
destajo, pero les concedió sustaD
acuerdo permitieron al gobierno ti
64. La informaci6n cuantitativa sobre precios y salarios aparece en Bejarano, "Fin" (citado en la tos de los obreros bananeros, pero
nota 22), pp. 406-9, Y en López, "La inflación" (citado en la nota U), p. 100. Véase también la huelga aparecen en El Espeeú
Miguel Urrutia 1 Mario Anubla, CompeDdio de estad. . . . biefórieaa de Colombia, Bogotá, ibId., diciembre 24, 1934, pp. 1,3:
1970. valor de todas las eJ:pOl'taciones el
65. Estas grandes huelgas, particularmente la-huelga bananera de 1928, han cobrado mucha im­ 15% entre 194511949,1eI14% e
portancia en la historiografla laboral de Colombia y en la iconografla de la izquierda colombia­ 2 y 4%, respectivamente, en los m
na 1, dehberadamente, trato de disminuir su importancia en esta reseAa. La huelga bananera la nota 111, Cuadro 26, p. 207.
COLOMBIA 893

los más considerables para organizarse. Empero, poco a poco, a partir


de 1925, especialmente en las grandes haciendas del sur de Cundina­
marca y el norte y oriente del Tolima, lanzaron el mayor desafio colectivo
a la clase dominante que jamás haya presenciado Colombia.
A la postre, las grandes huelgas en los enclaves extranjeros y la con­
tinuada militancia de los obreros en la producción petrolera y bananera
probablemente influyeron para que la Standard Oil de Nueva Jersey y la
UnitedFruit suspendieran sus óperaciones en el país y se trasladaran a
otros lugares (66). Cualquiera que hubiese sido el papel del movimiento
obrero militante en tal Proceso, la p~oducción petrolera de Colombia
aumentó muy lenta y caprichosamente a partir de 1980 y las exportacio­
nes de banano cayeron de diez millories de racimos a fines de los años
veintes a cinco millones en el decenio siguiente. Si Colombia se hubiera
convertido ep. un gran exportador de crudo o hubiera cQntinuado expan­
diendo la producción de banano, la historia de su movimiento obrero
habria sido distinta. Los activistas comunistas de ambos enclaves, así
como sus aliados entre los obreros fluviales y portuarios, fueron los ele­
mentos más combativos del mO\'imientoobrero a lo largo.de los años
fue imnortalizada en una obra del gran novelista colombiano GabrielOarcIa Márquez, Cien
afto8 de soledad. No existe una fuente 1l'JÚ supfiiva acerca del iI;npaclo cultural de la vida en
. la zona bananera sobre los'colombianos que la vivieron. El ~nto obrero en la produc­
ción bananera de ColombiB se desarrolló en condiciones estruc:tul'álés similares a las que se
exploraron en loe capitulos de este Ubro sobre Chile '1 Venezuela. Peto el enclave bananero fue
tan excepcional en la experiencia de la clase obrera colombiana como la ob~ del gran novelis­
ta JlUlnista socia1izadq en el. corazón de la zona bananera lo e8 en la tradición literaria de su
patria.
66. Las compaftias petroleras que operaban ell Colombiá se quejaban continuamente de que la
complejidad de la legislación petrolera del pala, la indeciai6n de las polit.icas petroleras del
gobierno.)' las pretensiones de los obreros colombianos eran obstáculos para su expansión. La
importancia de iáultima consideración'se revela en forma evidente en los comentarios hechos
ante funcionarios del Departamento de Estado por un ejecutivo de la Texas Petroleum en
1948. Este expresó la permanente frustración de la compaiila con los trabajadores colombia­
nos,.en especial "su determinación de compartir el manejo de la compafúa". Indicó que la
empÍ:'esa "no aceptarla esto" y que "se retirarla de Colombia antés que someterse a ello".
Abogó por una suspensión de todos los préstamos a Cólombia si $U gobierno no actuaba deci­
didemente pára contener los excesos.de los obreros. Me1llOdlndum Restringido, Departamen­
to de Estado, sept. 13, 1948, USNAlDS 821.504/9-1348, Por su parte, la United Fruit alegó
que las enfermedades en sus plantaciOnes de la zona bananera colombiana la hablan obligado
a ampliar su producción en América Central. Pero la permanente agitación laboral en la zona
bananera colombiana también desempefló un papel. En 193410s obreros bananeros de Colom­
bia olJJ81lÍZaron otra gran huelga contra la comparua, y el gobierno liberal aceptó la media­
ción. EÍ arreglo Beg6 a los obreros su principal exi,pncia, la abolición del sistema de pago a
dest.aQo, peró les concedió sustanciales beneficios 8álarialeB y de otro tipo. Los términos del
acuerdo permitieron al gobierno liberal minar el control de los comunistas sobre los sindica­
tos de los obreros bananeros, pero también desagradaron a los empresarios. Las peticiones de
la huelga aparecen en El Eepeetador, Bogotá, diciembre 11, 1934, pp. 1 Y 3; el arreglo en
ibid., diciembre 24, 1934, pp. 1,3)' 6. Las exportaciones de petróleo representaban el 17% del
valor de todas las exportaciones colombianas entre 1925 y 1929; el 20% entre 1935 y 1939; el
16% entre 1945 Y 1949.yel 14% entre 1955 y 1969. Las e~iones de banano eran el 6, 5,
2 Y 4 % , respectivamente, en los mismos perlf¡Klos. McGreevey, Hiatoria eeoDÓIIlica (citado en
la nota 11), Cuadro 26, p. 20'1.
394 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
COLOMBIA
treintas y cuarentas (67). Sin embargo, fue el café, más que cualquiera
de los otros bienes de exportación, el que ,continuó impulsando la econo­ dispuestos a hacer conees
mía colombiana después de los años veintes. Y fue la lucha de los traba­ hacerlas, dados los extram
jadores del café la que decidió el destino del movimiento obrero colom­ propias ganancias. SimulU
biano. el alto precio del café y de
Los trablijadores de las grandes haciendas del surorien~ de Cundi­ más tiempo al cultivo de Sll
namarca comenzaron a presionar desde 1918 en procura de mejores con­ sus excedentes alimenticiCl
diciones. Sin embargo, no fue sino a fines de los años veintes,una vez actividades, lo mismo que.
que la demanda de mano de obra se volvió en su favor, cuando se embar­ las tierras de la hacienda·
caron en la lucha progresiva y gradual para liberarse primero de los arre­
,
teman otra alternativa. '
glos precapitalistas blijo los cuales trablijaban y conseguir luego el con­ Esta dinámica requien
trol de la tierra. Esta lucha colectiva, que se prolongó hasta mediados de fue analizada en forma elO(
los años treintas y aun hasta más tarde, obedeciQ a una dinámica dife­ Trablijo (68) y se puede ini
rente de la que presidió la movilización de los trablijadores proletariza­ ron los trablijadores de UD!
dos de los enclaves foráneos, el transporte y la industria. Si bien, al igual hacer llegar a los registros
que las otras contiendas, ésta dio sus primeros pasos con esfuerzos co­ Hermes Tovar, Absalón Ml
lectivos por mejorar las. condiciones de trablijo y aumentar los beneficios de algunas haciendas de ,
nas peticiones ya en 1925
económicos del mismo, desde un principio fue más compleja y potencial­ . reducir la jornada'
vlenda;
mente más peligrosa para los intereses de la clase dominante que las li­
bradas en el seno de la familiar estructura de las relaciones industriales disminuir las obligaciones
capitalistas. Y mientras que las organizaciones de los trabajadores asala­ trabajo no remunerado de 11
riadosfueron rápidamente minadas por la calda de los precios interna­ puladas en 108 contratos y,
cionales del café a partir de 1928 y el advenimiento de la Gran Depresión dataríos sin una justa com]
-circunstancias que conllevaron la suspensión·del crédito·externo, se­ exigencias de los arrendata
veras restricciones en el gasto público y la construcción de obras publi­ tera de Fusagasugá, Cundí
cas, y una precipitada disminución de la actividad económica-, estas der fuera de la hacienda, el
mismas condiciones intensificaron aUn más· la lucha de los trabajadores en sus parcelas, 'pago de la I
cafeteros en las grandes haciendas y la tornaron m:ás radical en su conte­ rra cada tres años blijo la st
nido y más violenta en los métodos. f~';' cibn de 108 términos legale!
Ocurrió asi por varias razones. La bonanza cafetera de mediados de despojados legalmente de :
los veintes y la natural demanda de mano de obra allanaron el camino normas legales para el pag(
para que los trablijadores del café obligaran a los propietarios de las por infracciones a las oblig¡
grandes haciendas a liberalizar los términos blijo los cuales laboraban acuerdo para trablijar VOIUl
los trablijadores dependientes. Los grandes productores de café estaban cientes, en las tierras de la

67. Los funcionarios que informaban sobre el movimiento obrero colombiano a menupo destaca­ 68. Véase, por ejemplo, el análisis el
ban este hecho y a veces lo relacionaban con una explicación racial de la combatividad relativa lT08, director de la Oficina del Tn
de los trabajadores del país. Al informar sobre el VI Concreso ~ los Trabll,jadores Colombís­ ea, fechada el4 de enero de 1929
nos, efectuado en la ciudad de Bucaramanga, cerea del enclave petrolero en diciembre de pp. 1-11. La migración urbana T J
1943, el cónsul norteamericano anotaba que a pesar de la ostensible mayoria liberal entre los hablan creado una escasez c~ j
delegados, un comUDista de la %ODa bananera, Carlos Arias, habla sido elegido presidente del la escasez de brazos,las estancias
Congre80. "El número relativamente grande de delegados y participantes de color, en su a hacer una verdadera competenc
mayona de las regionestosteras, visibles (... 1en todas las reuniones del congreso, reflejó la e? C&8OS de quedar la estancia grB'
conciencia social de este grupo racia1 Y SU fuerza·en el movimiento obrero colombiano". J. runguno, el arrendatario se resist
Brook Havron al Departamento de Estado, diciembre 10 de 1943, USNAlDS821.5OI142. (p. SI.
69. Machado, Elealélcitadoenlanot¡
i)S TRABAJADORES EN LA HISTORIA
COLOMBIA 896
fue el café,más que cualquiera dispuestos a hacer concesiones, para exPandir la producción. Y podían
e;(lOIltinuó impulsando la acono­ hacerlas, dados los extraordinarios niveles de los precios del grano y sus
itas. y fue la lucha de los traba­ propias ganancias. Simultáneamente, los arrendatarios, estimulados por
l) del movimiento obrero colom­
el alto precio del café y de los.alimentos domésticos,dedicaban cada vez
má!l'tiempo al cultivo de sus parcelas y a vender en el mercado su café o
¡andas del suroriente de Cundi­ sus excedentes alimenticios. Los terratenientes cafeteros toleraron tales
1918 en procura de mejores con­ actividades, lo mismo que la reducción de facto del tiempo de trabajo en
aes de los años veintes,una vez las tierras de la hacienda, pues, al menos que aplicaran la violencia, no
ió en su favor, cuando se embar­ tenían otra alternativa.
ara liberarse primero de los arre­ Esta dinámica requiere una investigación detallada. Sin embargo,
¡Qaban y conseguir luego el con­ fue analizada en forma elocuente por los investigadores de la Oficina del
e se prolongó hasta mediados de Trabajo (68) y se puede inferir de las exigencias colectivas que articula­
~, obedeció a una dinámica d!fe­ ron los trabajadores de unas cuantas grandes haciendas y que lograron
.,de los trabajadores proletanza­ hacer llegar a los registros públicos. Por ejemplo, gracias al trabajo de
~y la industria. Si bien, al igual Hermes Tovar, Absalón Machado y otros, sabemos que los trabajadores
.rimeros pasos con esfuerzos co­ de algunas haciendas de Quipile, Cundinamarca, presentaron tempra­
..abajo y aumentar los beneficios nas peticiones ya en 1925, tendientes a mejorar la alimentación y la vi­
~ fue más compleja y potencia~­ vienda; reducir la jornada de los trabajadores contratados libremente;
de la clase dominante que las li­ disminuir las obligaciones nacidas de la renta de la tierra; poner fin al
LIla de las relacione~ industriales trabajo no remunerado de los arrendatarios en tareas distintas a las esti­
~ciones de los trabajadores asala­ puladas en los contratos y, por último, suspender la expulsión de arren­
r b,l caída de los precios intema­ datarios sin una justa compensación por las mejoras (69). En 1927 las
~~riimiento de la Gran Depresión exigéncias de los arrendatarios de "El Chocho", enorme hacienda cafe­
Bpensión del crédito extemo~ s~­ tera de Fusagasugá, Cundinamarca, fueron más allá: libertad para ven­
y la construcción de obras pubh­ der fuera de la hacienda, el café y los productos alimenticios cultivados
l la actividad económica-, estas en susparcelas,pago de la renta en dinero, fijación de la renta de la tie­
lnás la lucha de los trabajadores rra tada tres años bajo la supervisión de inspectores laborales, estipula­
~maron más radical en su conte­ ción de los términos legales bajo los cuales podían ser los arrendatarios
,'5.'.~
despojados legalmente de la tierra que ocupaban,establecimiento de
H>nanza cafetera de mediados de nortnaslegales para el pago de las mejoras y eliminación de las multas
lano de obra allanaron el camino por infracciones a las obligaciones contractuales. Asimismo exigian un
ligaran a los propietarios de las acuerdo para trabajar voluntariamente, pero con los salarios prevale­
tminos bajo los cuales laboraban cientes, en las tierras de la hacienda; la jornada laboral seria la estable­
pdes productores de café estaban
I
r"~
~mo obrero colombiano a me?~do desta~a­ 68. Véase. por ejemplo, el análisis extraordinariamente claro en la circular de J. R. Hoyos Bece­
nos, director de la Oficina del Trabajo, a los principales cultivadores de café de Cundinamar­
IeJpJicación racial de la combatiVIdad relati:va ca, fechada el 4 de enero de 1929, en BoleUil ele la otlciDa'de1 Trabajo, 1:1, agosto de 1929,

~
Congreeo de los Trab.;adores Colomb1&.­
pp.l~ll. La migra.cl6n urbana., la demanda de mano de obm en las obras plÍblieu, indicó.
rta del enclave petrolero en diciembre de
hablan creadp UIllil8Sl;:a84i\Z crit4:a de mano de obra en las ~es ~endas cafeteras. "Dada
de la ostensible mayoria liberal entre los la escasez de brazos, las estancias -relativamente grandes- de 108 arrendatarios han venido
. Arias, habia sido elegido presidente del a hacer una verdadera competencia a las haciendas. Tal competencia llega al ememo de que
, .delegados Y participantes de color, en su
.todas las reuniones del congreso, reflejó la en casos de quedar la estancia gravada con exiguo arrendamiento, a veces prácticamente sin
ninguno, el arrendatario se resiste atrabajar en la hacienda a precio eomún de la región"
1- «1 el movimiento obrero colombiano". J. (p. 5).
lAbre 10 de 1943, USNAlDS 821.50/142. 69. Machado, El café (citado en la nota 26), pp. 247-48.
[
398 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

cida por el gobierno en las· obras públicas; los trabajadores estaríancu.,. do IQ,ano del único medio€
bi~rtos por las leyes nacionales r.elativasa accidentes laborales; serían ganada por su fuerza labol
provistos de avios para protegerse de la lluvia; los que carecieran de en las parcelas y la venta",
madera en sus· parcelas tendrían acceso a los bosques de la hacienda y. expulsar de su tierra a los
por último, el hacendado le entregaría a cada arrendatario una copia e~ confiaban en eliminar de UI
crita de los términos del arriendo y los contratos. De igual modo, los cer en sus propiedades WUI
arrendatarios notificaron a los propietarios que el hecho de formular es­ diente.
tas demandas nO los hacía renunciar a ningún derecho o prerrogativa Sin embargo, alllevarJ
que leyes futuras pudieran agregar a sus •• derechos como trabajado­ zaron con obstáculos que.1
res". y. finalizaban sus peticiones con la exigencia más· reveladora de les. Estos reaccionan frentA
todas: los reclamantes acon$ejaban a los propietarios que si no podían despidiendo a los obreros q
acceder a estas demandas, se elaboraría un plan de modo que los arren­ o condiciones de trabajo m
datarios pudieran dos usualmente a un mero
trancon otros desempleaC
"adquirir en propiedad, por intermedio de un banCo, bipotecas Y amortJzaciones oportunidad para vender S1
acostumbrados para los casos, los lotes de tierra que boy tienen en ~ndan:Uen· vechan este ejército de obre
to" (70).
laboral con niveles salarialt
explotación. Pero los hacen
Ninguna de tales peticiones logró abrirse paso de manera inmeQiata mucho menos dependientes
y los trabajadores de haciendas se vieron forzados a insistir por mucho damente enraizados en la pe
tiempo hasta conseguir la última de ellas. Pero las demandas r~velan los años veintes. muchos de
una dinámica de la lucha de clases en las grandes propiedades cafeteras, pequeños capitalistas, culti,
que en el momento de máximo auge del café favoreció en formadeeisiva cional e internacional eaco
al movimiento obrero. ellos buscaron principalmell
A partir de 1928, cuando los·precios del grano cayeron y la demanda fortalece!: su posición como
de mano de obra disminuyó, los hacendadOs. cafeterospasaroJj. a laofen­ ban a retornar a su antigua
sivatSin embargo, por, la naturaleza especial de la producción cafetera una batalla crónica entre am
en las grandes propiedadesi la depresión económica del pms no les ayu­ das, que se hizo más intensa
dó a voltear en su favor laIncha contra los trabajadores. Por el contrario, A primera vista, parecerl
sus desesperados esfuerzos por apuntalar su posición solo fottalecieron empleadores de trabajo libl'l
la dete~nación de lostratiajadores, que ampliaron sus orga.niuciones ayudado a los hacendadds a
y¡.radicaHzaron sus demandas. En procura· de subsistencia,
La caída de loS precios del grano amenazaba la viabilidad econótnica que se destacaban los que ha
de las grandes haciendas cafeteras y poma en peligro la existencia mis­ regresaron al campo. Los ha
ma de-los hacendados como clase. Agobiados por las hipotecas y deudas flujo de trabajadores ansitl80
en que habían incurrido durante la expansión cafetera (71), los hacenda­ ron sus esfuerzos por expubN
dos afrontaban unacreeiente competencia por parte de los pequeños remplazarlos por una fuerza .1
productores familiares, mas eficientes que ellos dentro de .sus propias Sin embargo, varios facto
haciendas, y se veían presionados por los salarios más altos alas que raron además combativas a.lli
aspiraban los trabajadores libres. Y trataron de resolver el dilema echan­ rios en las haciendas cafetera
sición de los arrendatarios, (
dI. Algunos, que en los años .
70. Tovar, El~to (citado en la nota 59'. pp. 76-80. .
71. Este es un tema recurrente en toda la literatura. Véase especialmente Palacios, El calé eD mente la liberalización de las
ColombIa, (citado en la nota 30). desarrollar ingeniosas táctica
COLOMBIA 397
tRABAJADORES EN LA HISTORIA

h'los trabajadores estarlan eu­ do mano del único medio disponible: atacar la aqtonomia recientemente
t:accidentes laborales; serlan ganada por su fuerza laboral depéndiente. Al prohibir el cultivo de café
Huvia; los que carecieran de en las parcelas y la venta de productos agricolas fuera de las haciendas y
los bosques de la hacienda y, expulsar de su tierra a los arrendatarios récalcitrantes, los hacendados
ida arrendatario una copia es­ confiaban en eliminar de un golpe a sus competidores y volver a estable­
bntratos. De igual modo, los cer en sus propiedades una fuerza de trabajo barata, abundante y depen­
r'que el hecho de formular es­ diente.
InI6n derecho o prerrogativa Sin embargo, al llevar a cabo esta estrategia, los hacendados trope..
~ "derechos como trabajado­ zaron con obstáculos que .no suelen enfrentar los capitalistas industria­
¡exigencia más reveladora de les. Estos reaccionan frente a las depresiones económicas simplemente
propietarios que si no podian despidiendo a los obreros que se niegan a aceptar reducciones salariales
n plan de modo que los arren­ o condiciones de trabajo más desventajosas. Tales obreros son arrastra­
dos usualmente a un mercado de trabajo deprimido, donde se encuen­
j trancon otros desempleados, todos buscando desesperadamente una
¡banco, hipotecas y amortizaciones oportunidad para vender su trabajo y sobrevivir. Los industriales apro­
tr,a que hoy tienen en &rrendamien­ vechan este ejército de obreros desempleados para reconstituir su fuerza
laboral con niveles salariales regresivos y en condiciones más duras de
explotación. Pero los hacendados cafeteros hadan frente a trabajadores
rae paso de manera inmediata mucho menos dependientes de la venta de su fuerza de trabajo y profun­
~ forzados a insistir por mucho damente enraizados en la posesión de la tierra. Aún peor, hacia fines de
•. Pero las demandas revelan los años veintes, muchos de los trabajadores dependientes eran también
irandes propiedades cafeteras, pequeños capitalistas, cultivadores de productos para los mercados na­
~é favoreció en forma decisiva cional e internacional en, control efectivo de la tierra. Si antes de 1927
ellos buscaron principalmente liberalizar las condiciones laborales para
~l grano cayeron y la demanda fortalecer su posición como productores independientes, ahora se nega­
~ cafeteros pasaron a la ofen­ ban a retornar a su antigua situación de dependencia. El resultado fue
~ de la.producciÓn cafetera una batalla crónica entre ambas clases en muchas de las grandes hacien­
!.eeonómica del pals no les ayu­ das, que se hizo más intensa a medida que la Depresión se desarrollaba.
¡trabajadores. Por el contrario, A primera vista, parecerla que la solución puesta en práctica por los
f,SU posición solo fortalecieron empleadores de trabajo libre en otros sectores de la economía hubiese
t ampliaron sus orga.nb:aciones ayudado a los. hacendaddscafeteros a resolver· sus problemas laborales.
En procura de subsistencia, muchos obreros desempleados, entre los
~ba la viabilidad económica que se destacaban los que hablan sido despedidos de las obras públicas,
la en peligro la existencia mis­ regresaron alcampo. Los hacendados trataron de sacar ventaja de este
lQ.OS por las hipotecas y deudas flujo de trabajadores ansiosos de empleo y de tierra. Así que intensifica­
sión cafetera (71), los hacenda­ ron sus esfuerzos por expulsar arrendatarios Indisciplinados e intentaron
~ por parte de los pequeños remplazarlos por una fuerza de trabajo más barata y obediente.
!'te ellos dentro de sus propias Sin embargo, varios factores impidieron el éxito del proyecto y gene­
~. salarios más altos a los que raron además combativas alianzas de clase entre jornaleros y arrendata­
ron de resolver el dilema echan­ rios en las haciendas cafeteras. El más importante de ellos, la terca opo­
sición de los arrendatarios, cuyo desalojo resultó extremadamente difi­
cil. Algunos, que en los años veintes habían aprendido a exigir colectiva­
110. mente la liberalización de las condiciones laborales, se unían ahora para
:Véase especialmente Palacios, El café en
l. desarrollar ingeniosas tácticas e impedir los desalojos. ~egún la estrate­
COLOMBIA
398 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

gia que sirviera mejor a sus intereses, se movilizaban como trabajado­ tácticas organizativas e ic
res, arrendatarios o colonos y recuman al Estado apelando a tres cuer­ soc~edad capitalista. Emp
pos diferentes de leyes. O bien organizaban huelgas de trabajadores y zaClón de los medios de PI
arrendatarios, o bien argumentaban que la tierra que ocupaban y .culti­ esfuerzos de activistas sO(
vaban en las grandes haciendas en realidad formaba parte de la propie­ bajadores cafeteros a orga
dad pública. La última estrategia colocaba en aprietos a los hacendados, do por las virtudes de la (
puesto que sus títulos eran a menudo imperfectos, y amenazaba con piedad siguió predominan,
hacerles perder· sus propiedades de acuerdo con la ley de terrenos bal­ dores cafeteros (74).
díos. La segunda estrategia no solo les presentaba a los hacendados Lo anterior no significa
numerosos problemas legales, sino tambi~n dificultades financieras in­ res cafeteros hubieran teni
solubles. Quizá podían expulsar a unos cuantos arrendatarios y pagarles lista lanzada contra ellos 4
las mejoras~ tal como lo estipulaba la ley. Pero a causa de sus problemas la 11!cha contra sus trabaj~c
financieros, no podían cancelarles a todos, lo que era bien sabido por batlvos. En realidad ocurrí.
~stos. que en consecuencia se aprovechaban de la situación. Por último,
control que ejercían sobre 1
los paros laborales no eran neutralizados con la contratación de nuevos manera·violenta y efectiva.
trabajadores asalariados libres. Incluso con las tasas salariales decre­ en huelga y los expulsaba 1
cientes de principios de los años treintas, la mayoría de los hacendados negaban a aplicar las leyes,
no podían producir con un sistema de remuneración libre. Como produc­ Las· reclamaciones de los .
tores ineficientes, habian podido.sostenerse, pagando hasta cien veces ~blica caían en oídos sord(
menos por su nómina, gracias al sistema de. trabajo dependiente que dIO en la burocracia naciona
prevalecía en las grandes propiedades en los años veintes (al menos ~ste des terratenientes aterroI"ÍZl
fue el estimativo calculado por el director de la Oficina del Trabajo luego a los trabajadores y sus far
de inspeccionar los libros de algunas haciendas en los años trein­ sus árboles de café y soltabe
tas) (72). Aún más, los arrendatarios descubrieron la manera de contra­ subsistencia.. A comienzos I

rrestar la amenaza que significaban los trabajadores reci~n contratados. entre trabajadores organiza
Intimidaban a los trabajadores que se mostraban dispuestos a aceptar eran comunes en las zonas,
contratos laborales onerosos y convencian a los demás a umrseles. La e~ varias partes del Tolima.
primera táctica resultó exitosa, pues los dueños ·no ofrecian protección a sIempre sallan perdedores (
los trabajadores nuevos y leales en la vasta extensión de sus aisladas bían muerto numerosos tral
propiedades. El ~ito de la segunda reflejaba el objetivo común de todos más resultaron heridos y mi
los trabajadores del café, quienes anhelaban tener acceso a la tierra para años de trabajo arduo.
cultivar alimentos en condiciones favorables, y la salida más favorable Pero persistieron. Arroja
era la de ser dueños de la propiedad. Los jornaleros, como eventuales che a sitios diferentes y seu
colonos, se sumaban a los arrendatarios y reclamaban una parcela en las das para deSCUajar selva e iJ
grandes extensiones de,tierra inculta (73J. Como algunos de los trabaja­ estatus de colonos. Los lotef
dores que retornaban a las haciendas ya tenian experiencia con organi­ sido encarcelados eran aten(
zaciones obreras y habiansidoexpuestos a ideologias izquierdistas, es­ gos. Los trabajadores expuls
tas alianzas embrionarias de jornaleros y. arrendatarios germinaban con los que estaban mejor organi:
Enfrentados a la crecientf;:
saban cumplir con sus oblig¡
72. J. V. Combariza al Ministro de lDdustrias, Bogotá, junio 20 de ·1930, en BoIetin de la O&eina ción, los hacendados empezal
delTrabajo,l:7,juniode 1930,p. 414. '
73. Hacia mediados de 1930, el director de la Oficina del TraWdo declaró .que. en los dos o tres
afios anteriores el problema planteado por los trabajadores .que reclamaban estatua de colonos 74. "Las masas trabajadoras a quieD~
en las grandes haciendas cafeteras hablaaumeÍltado en proporciones considérablés. exten$iones de tierra ocupadas por 1
COLOMBIA 399
~ TRABAJADORES EN LA HI9l'ORIA
tácticas organizativas e ideas sistemáticas acerca .de la i:qjusticia de la
e movilizaban como trabajado­ sociedad capitalista. Empero, las ideas marxistas respecto a la sociali­
tlEstado apelando a tres cuer­ zación de los medios de producción no pudieron echar raíces. Pese a los
ban huelgas de trabajadores y esfuerzos de activistas socialistas y comunistas, que ayudaron a los tra­
la tierra que ocupaban y culti­ bajadores cafeteros a organizarse y trataron de orientar su lucha abogan­
tad formaba parte de la propie­ do por las virtudes de la colectivización, la meta de conseguir una pro­
a en aprietos a los hacendados, piedad siguió predominando en las mentes de la mayoria de los trabaja­
imperfectos, y amenazaba con dores cafeteros (74).
~rdo con la ley de terrenos bal­ Lo anterior no significa que a fines de los años veintes los trabajado­
~ presentaba a los hacendados res cafeteros hubieran tenido mucho éxito en derrotar la ofensiva.capita­
rién dificultades financieras in­ lista lanzada contra, ellos) o que los hacendados se vieran impotentes en
¡antos arrendatarios y pagarles la lucha contra sus trabajadores, cada vez mejor organizados y más com­
Pero a causa de sus problemas bativos. En realidad ocurrió lo contrario. Los hacendados se valieron del
.os, lo que era bien sabido por control que ejercían sobre la poJitica local para defender sus intereses de
ban de la situación. Por último, manera violenta y efectiva. La policía local arrestaba a los arrendatarios
I con la contratación de nuevos en huelga y los expulsaba fisicamente de la tierra. Alcaldes y jueces se
:con las tasas salariales decre­ negaban a aplicar las leyes que regulaban la indemnización por mejoras.
f, la mayoria de los hacendados Las reclamaciones de los trabajadores sobre las tierras de propiedad
mmeración libre. Como produc­ pública caían en oídos sordos en las localidades y se atascaban sin reme­
erse,pagando hasta cien veces dio en la burocracia nacional.·Bandas de matones al servicio de. los gran­
!la de. trabajo dependiente que des terratenientes aterrorizaban a arrendatarios y colonos y amenazaban
lles años veintes (al menos éste a los trabajadores y sus familias, incendiaban sus viviendas, destnllan
r de la Oficina del Trabajo luego sus árbOles de café y soltaban el ganado de la hacienda en sus cultivos de
haciendas en los mos trein­ subsistencia. A comienzos de los treintas las confrontacionetl armadas
ICllbrieron la manera de contra-­ entre trabajadores organizados y administradores y policías locales ya
nhajadores recién contratados. eran comunes en las zonas cafeteras··del suroriente de Cundinamarca y
IDOStraban dispuestos a aceptar en varias partes del Tolima. Los trabajadores, pobremente armados, casi
tan a los demás a unirseles. La siempre saJian perdedores de esta desigual confrontación. En 1933 ha­
duefíos no ofreclan protección a bian muerto numerosos trabajadores en la lucha por la tierra. Cientos
vasta extensión de sus aisladas más resultaron heridos y millares fueron despojados del fruto de largos
üaba el objetivo común de todos años de trabajo arduo.
Iban tener acceso a la tierra para Pero persistieron. Arrojados de sus parceIas,se movilizaban de no­
~les, y la salida más favorable che a sitios düerentesy se unían con los arrendatarios de otras hacien­
~ jornaleros, como. eventuales das para descuajar selva e iniciar de nuevo el cultivo, afirmando así su
, reelamaban una parcela en las estatus de colonos. Los lotes de tierra perwnecientes a los que habían
••; Como algunos de los trabaja­ sido encarcelados eran atendidos p'Or sus familias o por vecinos o ami­
~'tenían experiencia con organi-, gos. Los trabajadores expulsados de una hacienda buscahan.unirse con
Js a ideologías izquierdistas, es­ los que estaban mejor organizados en otras y reemprendian la lucha.
~·arrendatarios germinaban· con Enfrentados a la creciente insurgencia de los trabajadores, que rehu­
,~
saban cumplir con SUs obligaciones laborales y entorpecían la produc­
ción, los hacendados empezaron a recurrir con mayor frecuencia al Esta­
~,junio 20 de 1930, en BoIeiID de la Oficina

del Trabajo declaró que en los dos o tres 74. "Las masas trabajadoras a quienes cobijllesta situación, son de un enonne volumen, y las
que reclamaban estatue de colonos extensiones de tierra ocupadas por ellas se cuentan por mUes de hectáreas". Ibid., p. 416.
cm proporciones considerables. .
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

do. Culpaban a los agitadores subversivos de la inquietud reinante, lla­ celas. En la medida en qll
maban al ejércitó para reimplantar el orden en sus propiedades y organi­ temas laborales precapiu
zaban poderosos grupos de intereses para coordinar la ofensiva contra cafetera de Cundinamam
los trabajadores, influir en la opinión pública y presionar a los funciona­ des dispersas de produce
rios del gobierno con el fin de que< solucionaran de manera eficaz sus tores, que se tornó cada
problemas laborales. A lo largo del,~riodo de agitación en las haciendas conjunto. Y con este caml
cafeteras, más o menos entre 1925 f1935, la correlación de fuerzas poli­ elemento más explosivo, ¡
ticas en el país favoreció decisivamente los intereses de los terratenien­ acomodarse, lo mejor que
tes como clase. Algunos funció'narios oficiales intentaron convencéra los
servadoras de la sociedad.
hacendados de que hicieran concesiones e intentaron mediar en el con­
flicto. Esos funcionarios señalaron las virtudes conservatizantes de la Sin embargo, ni las im
parcelación y urgieron a*los grandes cultivadores de Cundinamarca a mI en las haciendas cafetE
que imitaran a sus colegas de 'la Cordillera Central, dejando la produc­ obrero colombiano impHcil
ción de café a los pequeiíos, propietarios y concentrando sus energ1as en el resto de la economía el
el control del comercio y las finanzas del grano. Pero la solución de los mienzos de los treintas. I
problemas laborales en las f!irandes propiedades, lograda poco apoco partir de la Primera Guen
por medio de cambios básicos en la ley nacional de tierras y lasirístitu­ durante la bonanza cafeter
ciones crediticias, guardó celosamente los intereses de'clase de los gran­ taculares huelgas dirigida
des terratenientes. Y si bien durante un tiempo los trabajadores cafete­ enclaves exportadores forá
ros organizados' hallaron 'aliados en el movimiento obrero, y aunque jadores del café en las gnu
hubo sindicatos qué los apoyaron y pequeños partidos reformistas y de mas de la capital a fines de
izquierda que defendieron sus intereses en la prensa y algunas veces fes poHticos tanto de la izqtl
hasta en el Congreso, las victorias parciales conquistadas a mediados de miento obrero y de la am
los años treintas se decidieron pri~cipa1mente en el terreno de los he­ para la. socie<iad capitalista.
chos, como resultado de sus propios esfuerzos. guerra mundial, primero I
Sin embargo, el 'movimiento laboral insurgente de las grandes ha­ marxistas canalizaron poJiti
ciendas cafeteras en los años veintes y treintas siempre tuvo unsignifi­ firmar esta percepción.
cado profundamente cónservador, cuyas verdaderas dimensiones se Entre tanto, la clase dor
pu.sieron lentamente aldeseúbierto, en la 'medida en que los trabajado­ mera a un antagonista de dA
res del café avanzaban en' sU lucha por el control de la tierra. Gracias a la medios eficaces para aplasb
iniciativa gubernamental y privada, bancos oficiales adquirieron una fundamente en torno a la (
tras otra las grandes prOpiedades cafeteras, focó de la protesta laboral Hasta ahora se ha investigac
colectiva desde 1925. Sus propietarios fueron plenamente compensados aquel crucial periodo de la h
y la tierra fraccionada en pequeñas parcelas y vendida a los cultivadores zas bipartidistas que habían
de café que la trabajaban. En algunos casós los hacendados se vieron nómicas liberales - nortes I
obligados a financiar la parcelación, pero con resultados idénticos. Los desde 1910- empezaron a I
trabajadores se convirtieron en pequeños 'propietarios y, al igual que la safio de un movimiento obre
mayoria de la fuerza de tmbajo cafetera en el resto del país, encontraron que más teman aquellos ref
mejor expresadas sus aspiraciones en los valores liberales de la cultura conservadores, era la polariz
dominante y satisfechas sus necesidades a través de la dinámica cliente­ que reaccionario y represivo,
lista de la politica tradiciol18.l. Efectivamente canalizada desde un co­ servador, y un movimiento s
mienzo hacia la lucha legal, la protesta de los trabajadores del café se viO' alianza entre el movimiento
entonces sublimada en el esfuerzo tenaz de los pequeños propietarios do liberal. Tal polarización I
por pagar los créditos a los bancos y terratenientes y mantener ,sus par-
TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 401

de la inquietud reinante, ~­ celas. En la medida en que las enormes haciendas que dependían de sis­
len sus propiedades y orgam­ temas laborales precapitalistas fueron siendo eliminadas, la producción
ilcoordinar la ofensiva contra cafetera de Cundinamarca y Tolima evolucionó hacia un patrón de unida­
~ca y presionar a los funciona­ des dispersas de producción poseidas y operadas por pequeños produc­
ionaran de manera eficaz sus tores, que se tornó cada vez más típico de la economia cafetera en su
1) de agitación en las haciendas coI\iunto. Y con este cambio, el movimiento obrero fue despojado de su
'la correlación de fuerzas poli­ elemento más explosivo, a comienzos de los años treintas, y obligado a
lB intereses de los terra~nien­ acomodarse, lo mejor que pudo" al abrumador peso de las fuerzas con­
des intentaron convencer a los servadoras de la sociedad.
! intentaron mediar en el con­ Sin embargo, ni las implicaciones conservadoras de la protesta labo­
Irtudes conservatizantes de la ral en las haciendas cafeteras, ni la debilidad congénita del movimiento
ltivadores de Cundinamarca a obrero colombiano implicitas en las relaciones sociales de producción en
ra Central, dejando la produc­ el resto de la economia cafetera eran obvias en los años veintes y co­
r concentrando sus energias en mienzosde los treintas. El rápido desarrollo del movimiento obrero a
grano. Pero la solución de los partir de la Primera Guerra Mundial, la explosiva movilización laboral
!)iedades, lograda poco ,a p~o durantela bonanza cafetera de mediados de los años veintes, las espec­
acional de tierras y las lnstltu­ taculares huelgas dirigidas por lideres sindicales izquierdistas en los
5intereses de clase de los gran­ enclaves exportadores foráneos y la creciente organización de los traba­
tiempo los trabajadores cafete­ jadores del café en las grandes haciendas de Cundinamarca y en cerca­
movimiento obrero, y aunque nías de la capital a fines de los añós veintes, todo ello convenció a los je­
leños partidos reformistas y de fes politicos tanto de la izquierda' como de la derecha del poder del movi­
• en la prensa y algunas veces miento obrero y de la amenaza revolucionaria que éste representaba
les conquistadas a mediados de para la. sociedad capitalista. El hecho de que en los años posteriores a la
mente en el terreno de los he­ guerra mundial, primero los partidos socialistas utópicos y luego los
erzos. marxistas canalizaron politicamente el movimiento obrero ayudó a con­
I insurgente de las grand~s ~­ firmar esta percepción.
reintas siempre tuvo un SignÜI­
as verdaderas dimensiones se Entretanto, la clase dominante colombiana, enfrentada por vez pri­
medida en que los trabajado­ mera a un antagonista de clase organizado y politizado, empezó a buscar
¡ control de la tierra. Gracias a la medios eficaces para aplastar el movimiento laboral. Pero se dividió pro­
oficiales adquirieron una fundamente en torno a la disyuntiva de represión masiva o reformas.
foco de la protesta laboral Hasta ahora se ha investigado muy poco esta escisión de la élite durante
plenamente comp.ensados aquel crucial periodo de la historia de Colombia. Ya desde 1920 las fuer­
y vendida a los cultlva~ores zas bipartidistas que habían consolidado las instituciones politicas y eco­
los hacendados se vieron nómicas liberales - nortes del desarrollo exportador basado en el café
con resultados idénticos. Los desde 1910- empezaron a contemplar alternativas para afrontar el de­
propietarios y, al igual que la safío de un movimiento obrero radical por medio de la reforma sociaL Lo
el resto del pals, encontraron que más temian aquellos reformadores moderados, tanto liberales come
valores liberales de la cultura conservadores, era la polarización de la política colombiana entre un blo
a través de la dinámica cliente­ que reaccionario y represivo, dirigido por el ala derecha del partido con
IU.U'cu.1V canalizada desde un co­
servador, y un movimiento socialista y revolucionario, formado por una
los trabajadores del café se vias alianza entre el movimiento obrero marxista y el ala izquierda del parti­
de los pequeñ.ospropietarios do liberal. Tal polarización podía desatar de nuevo la hegemonía partí­
Irratenlentes Y mantener sus par-
402 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

dista y la guerra civil que habían obstruido el programa capitalista de la toria de Colombia entre 1~
élite colombiana en las postrimerías del siglo XIX (75). la mira desde la perspecti,
Pese a que dicha coalicibn revolucionaria se vio en últimas frustrada, imperativos encarados por
los temores de los sectores moderados se anticiparon al desarrollo de la enredada en las cambiante
historia de Colombia en las siguientes tres décadas. No obstante los de­ en evolucibn.
cisivos esfuerzos de los reformadores bipartidistas, que lograron el con­ Hacia finales de los añ<J
trol del gobierno en 1930, al comienzo de la crisis mundial, y pusieron cibib la insurgencia laboral
en marcha una legislacibn tendiente a ampliar e institucionalizar el mo­ ca y política. Ahora resulu
vimiento obrero, la clase dominante se dividib en forma irrevocable en fortaleza de dicho movimie
tomo a la cuestibn de cbmo enfrentar la insurgencia obrera. Mientras la gente de la época preser
que la dirigencia progresista del partido liberal optó por ganarse el movi­ obrero pleno de fuerza, pr
miento obrero e institucionalizarlo por medio de modestas reformas y Para 1926 el movimiento 01
una legislacibnlaboral corporativista, los jefes reaccionarios del partido cibn nacional bajo el lider
conservador se oponían a cada paso a las concesiones que se hacían a las PSR. El PSR, un partido lW
fuerzas populares. En las postrimerías de los años veintes, . los liberales veteranos cuadros socialista
agitaron el tema de la represibn de la izquierda y el movimiento obrero compuesta principalmente I
para desacreditar a los gob.iernos conservadores, escindir al partido con­ gib las grandes huelgas en 1
servador y triunfar en las elecciones de 1930. A su tumo, los conservado­ les de los años veintes. En 11
res esgrimieron las concesiones hechas por los gobiernos liberales al rriendo el país, promoviend
movimiento obrero ya los comunistas en los años treintas y principios de los obreros en multitudinal
los cuarentas para desacreditar y dividir al partido liberal y reconquistar
el poder en 1946.
.
poblaciones cafeteras, lo mi:
nsma del más popular de 14
Existe una extraña lbgica en este patrbn de gobierno alternado entre revela en cierto modo el ton<J
las facciones de la clase dominante en las tres décadas posteriores a tisa e hija de una distinguid
1920. Se trata de una lbgica no captada del todo por las interpretaciones llín, María Cano se preocup(
que destacan la personalidad de ciertos líderes políticos preeminentes, bres. Para fines de los años v
la dinámica del sistema político partidista y los eventos fortuitos que obreros rebeldes y en una on
parecen marcar con un sello indeleble el curso de la historia política. trabajadores que acudían a e
Tampoco se trata de una lbgica muy estrechamente relacionada con los des simples de su recién des
cambios macroeconbmicos y sociales (tales como las tasas de industriali­ nes los obreros respondían a I
zacibn y urbanizacibn y los cambios en el analfabetismo y la circulacibn dando al Partido Socialista y
de peribdicos), tan importantes en los modelos explicativos de los tebri­ cia social. La bautizaron" la f
cos liberales de la modernizacibn. Finalmente, es una lbgica cuyos tér­ ria de Colombia" (77).
minos fundamentales no se hallan definidos en los enfoques marxistas
que pretenden ver en el ascenso del partido liberal al poder, en 1930, el Los temores de clase que
surgimiento de una burguesia industrial (76). La comprensibn de la bis­ rios conservadores del gobiel1
movimiento obrero y la retb!
años veintes, parecían confir
76. Véase, por ejemplo, las reveladoras cartas de Eduardo Santos, Luis Cano YL. E. Nieto Caba­
ocurrieron en la poblacibn del
llero a Carlos E.Restrepo, Bogotá, junio 20 de 1920, y de Carlos E. Restrepo a Eduardo San­
tos, Luis Cano y L. E. Nieto Caballero, MedelUn,junio 80 de 1920, publicadas en José Fernan­
do Ocampo, Colombia Siglo xx. Vol. 1, Bogotá, 1980, pp. 314-21. .
77. Ignacio Torres Giraldo, compajiero «
76. Ilustrativo de los dos primeros enfoques es el estudio informativo de RobertDix sobre la pol1ti. les, quien posteriormente se convirti
ea colombiana del siglo XX, Colombia: Tbe Polldeal DimeuOIl8 01 Chanp. New Haven, 1967;
un ejemplo interesante y particularmente inteligente del último es &jarano, •'Fin" (citado en tacado analista de la historia laboral
época e interpreta con ISÍmpatia el ca
la nota 22).
nante biografta Maria Cano: ApoetoI
'RABAJAOORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

el programa capitalista de la toria de Colombia entre 1920 y 1960 solo emerge con claridad cuando se
lo XIX (76).
la mira desde la perspectiva del movimiento obrero y de los fluctuantes
ti se vio en últimas frustrada,
imperativos encarados por una clase dirigente periférica profundamente
.nticiparon al desarrollo de la
enredada en las cambiantes realidades de un sistema capitalista mundial
décadas. No obstante los de­
en evolución.
rtidistas, que lograron el con­
Hacia finales de los años veintes la clase dominante de Colombia per­
la crisis mundial, y pusieron
cibió la insurgencia laboral como una amenaza a su hegemolÚa ideológi­
,liar e institucionalizar·el mo­
ca y política. Ahora resulta fácil ver, en retrospectiva, que el alcance y
ridió en forma irrevocable en
fortaleza de dicho movimiento eran en realidad bastante limitados. Pero
insurgencia obrera. Mientras
la gente de la época presenciaba a diario la novedad de un movimiento
eral optó por ganarse el movi­
obrero pleno de fuerza, promesas radicales y entusiasmo desbordado.
edio de modestas reformas y
Para 1926 el movimiento obrero había adquirido cierta unidad y direc­
efes reaccionarios del partido
ción nacional bajo el liderazgo del Partido Socialista Revolucionario,
)ncesiones que se hacían a las
PSR. El PSR, un partido marxista afiliado al Comintern, fue creado por
los años veintes, los liberales
veteranos cuadros socialistas y disidentes liberales. Su jefatura máxima,
lierda y el movimientQ obrero
compuesta principalmente por tipógrafos y periodistas, organizó y diri­
dores, escindir al partido con­ gió las grandes huelgas en los enclaves exportadores a mediados y fina­
10.. A su tumo, los conservado­
les de los años veintes. En 1927 los líderes del PSR se encontraban reco­
;»ar los gobiernos liberales al
rriendo el país, promoviendo la organización sindical y radicalizando a
)S años treintas Y principios de
los obreros en multitudinarias manifestaciones en puertos fluviales y
1partido liberal y reconquistar
poblaciones cafeteras, lo mismo que en las principales ciudades. El ca­
risma del más popular de los oradores del PSR, la joven Maria Cano,
,n de gobierno alternado entre
revela en cierto modo el tono de la insurgencia obrera del momento. Poe­
as tres décadas posteriores a
tisa e hija de una distinguida familia de periodistas liberales de Mede­
11 todo por las interpretaciones
lIín,Marla Cano se preocupó muy pronto por los sufrimientos de los po­
ideres políticos preeminentes,
bres. Para fines de los años veintes se había convertido en símbolo de los
ta y los eventos fortuitos que
obreros rebeldes y en una oradora capaz de electrizar a las multitudes de
1 curso de la historia política.
trabajadores que acudían a escuchar su apasionada retórica y las verda­
~hamente relacionada con los
des simples de su recién descubierto marxismo. En estas manifestacio­
s como las tasas de industriali­
nes los obreros respondían a su entusiasmo con una pasión similar, salu­
¡ analfabetismo y la circulación
dando al Partido Socialista y el advenimiento de una nueva era de justi­
kielos explicativos de los teóri­
cia social. La bautizaron "la flor del trabajo", "la flor roja y revoluciona­
!lente, es una lógica cuyos tér­
ria de Colombia" (77).
k:los en los enfoques marxistas
Los temores de clase que se agitaron en las mentes de los funciona­
ldo liberal al poder, en 1930, el
rios conservadores del gobierno por causa de la creciente insurgencia del
176). La comprensión de la his­ movimiento obrero y la retórica revolucionaria del PSR a fines de los
años veintes, parecían confirmarse con acontecimientos como los que
, ocurrieron en la población del Libano, Tolima, en 1929. Gonzalo Sánchez
~ Santos, Luis Cano y L. E. Nieto Caba­
~. y de Carlos E. Restrepo a Eduardo San­
30 de 1920, publicadas en José Fernan­
77. Ignacio Torres Giraldo, compaftero de Maria Cano durante estas memorables giras naciona­
n, pp. 314-21.
iDfurmativo de Robert Dix sobre la pol1ti­
JI)lmeDllÍOD8ofChan¡e, NewHaven, 1967;
,delúltimoes Bejarano, "Fin" (citado en
les, quien posteriormente se convirtió en dirigente del Partido Comunista de Colombia y des­
tacado analista de la historia laboral de Colombia, capta de manera efectiva el ambiente de la
época e interpreta con simpatia el carácter y el desarrollo intelectual de su objeto en su fasci~
,. nante biografia Maria Cano: Apostolado revolucionario, Bog0t6., 1972.
404 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

ha mostrado que en ese excepcional municipio cafetero los artesanos


crearon una importante cultura revolucionaria en los años veintes. Publi­
caron peribdicos radicales, bautizaban a sus hijos en el "Santo Nombre
de la Humanidad Oprimida" y en 1929 se dedicaron a organizar a los tra­
bajadores del café en las zonas rurales para la toma violenta del poder
estatal (78). La fracasada insurrección, en la que tomaron parte los tra­
bajadores del Libano a mediados de 1929, tuvo eco apenas en dos o tres
poblaciones a lo largo del tio Magdalena y fue'pronto aplastada por las
fuerzas gubernamentales. Formó parte de un plan absolutamente im­
practicable, desarrollado por los Jíderes marxistas y liberales radicales
del PSR encaminado a la toma del poder en co!ijunción con una revuelta
simultá~ea en Venezuela (79). Los sucesos del Líbano estaban lejos de
representar un efectivo desafío inmediato para ,el orden capitalista o
para la estabilidad del gobierno conservador. Pero les confirmaron a
muchos lideres politicos, tanto de la izquierda como de la derecha. el
potencial radical del movimiento obrero. Aquellos que aún duda~~ solo
teman que volver la mirada a los trabajadores cafeteros de CundJJ?-amar­
ca y ciertas regiones del Tolima. que ocupaban las mayores haCIendas
del país, cuestionando las bases de la ley de tierras y confrontando de
manera exitosa y casi a diario a las fuerzas represivas del Estado en
municipios situados a unos cuantos kilómetros de Bogotá.
En los últimos años de la década de los veintes, los gobiernos conser­
vadores respondieron al desafío del movimiento laboral principalmente
recurriendo a la represión. Insistían en que la rebeldia de los trabajado­
res era simplemente el producto de una vasta conspiración bolchévique e

78. El pequetio pero brillante horo de Sánchez, Loe "BoIcheviqllee" (citado en la nota 60), recu­
pera parte del ritual y de la concepción del mundo de los artesanos revolucionariOlJ.del L~ano,
un municipio que a fines de los 8ÍIOS veintes ocupaba el tercer lugar en la produeción n~clonal
de café. El sincretismo cultural presente en los esÑerros de estos artesanos por consolidar su
solidaridad colectiva y foljar una visión alternativa del mundo en una cultura catllliea se pone
de relieve en las siguientes palabras, recitadas en el rito bautismal de una nífta (pp. 78-79):

"Tu misión imprime un sello especial a ti misma y a tus semejantes, pues vienes a abrir la
ruta de un nuevo orden social, y a marchar hacia el porvenir en que el advenimiento de una
nueva vida descansará sobre la Justicia emanada del Espiritu Socialista. Caminará!! por la
senda del ideal de Justicia y esqui.ré.s (sic) de la servidumbre con el pensamiento cobarde de
que 'este mundo asi lo hemos encontrado y as1 lo dejaremos'. Tendrás fe en la Justicia Yamor
a la humanidad. Antes que ser esdava, que se alumbre con tu cuerpo encendido el festin de la
tirania. Eres fruto gestado en las entraiías de tu Madre buena y parte de la nueva genera~ón
h"bertada por el esfuerso (sic) del proletariado. Oye ia.plegaria del modemo obrero: de la tira­
nta, como de la peste Y del hambre, Libranos, aunque haya necesidad de sacrificar nuestra
propia existencia" .

La cultura politi.ca aparentemente excepcional del Libano requiere más explicaciones. El mu­
nicipip estaba mucho más aislado del mercado nacional que otros condados cafeteros simila­
res; se trataba de una isla tradicionalmente h"beral rodeada de municipios conservadores.
79. Véase el Capitulo 4 de este volumen.
~ABAJAOORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 405

lícipio cafetero los artesanos hicieron que el Congreso aprobara leyes draconianas para perseguir y
Pa en los años veintes. Publi­ castigar a los marxistas revolucionarios. Reprimieron violentamente a
lB hijos en el "Santo Nombre los obreros en huelga; mas la represión, eficaz contra algunas huelgas
edicaron a organizar a los tra­ individuales y sus dirigentes, no fue muy exitosa contra el movimiento
fa la toma violenta del poder en su conjunto. Y expuso a los regímenes conservadores a permanentes
la que tomaron parte los tra­ ataques en tomo a su moralidad y credenciales nacionalistas.
tuvo eco apenas en dos o tres El más apasionado de los opositores era Jorge Eliécer Gaitán, el polí­
¡fue'pronto aplastada por las tico liberal cuyo asesinato en 1948 desatb el Bogotazo. En 1929 entró en
~ un plan absolutamente im­ el Congreso portando una pequeña calavera. Pertenecía, aseguró a los
larxistas Y liberales radicales atónitos representantes, a un niño asesinado por soldados colombianos
~ conjunción con una revuelta durante la masacre de obreros bananeros en huelga, en las instalaciones
$ del Líbano estaban lejos de de la United Fruit, en 1928.
p para ,el orden capitalista o Los líderes tradicionales del partido liberal reaccionaron ante el mo­
kdor. Pero les confirmaron a vimiento laboral insurgente, ya al final del auge cafetero, de una manera
derda como de la derecha, el fria yen términos más calculados. El futuro presidente liberal, Alfonso
~uellos que aún duda~~n solo López Pumarejo, pública y candorosamente abogó en 1928 porque se
~es cafeteros de CundlIJ,amar­ aprovechara la oportunidad de convertir el partido liberal en un instru­
paban las mayores haciendas mento inteligente y progresista para la denuncia de la represión y el re­
l de tierras y confrontando de conocimiento de las justas aspiraciones de los trabajadores. Actuando en
zas represivas del Estado en, esa forma, argumentaba, el partido podria evitar ser eclipsado por la
Itros de Bogotá. izquierda y quizá lograria lanzar a sus dirigentes democráticos a la con­
veintes, los gobiernos conser­ quista del pleno poder nacional por primera vez en medio siglo (80).
lniento laboral principalmente Fue de esta manera como la insurgencia de los obreros colombianos a
le la rebeldia de los trabajado­ fines de los años veintes desconcertb y desacreditb al régimen conserva­
~ta conspiración bolchevique e dor, alentb a la izquierda revolucionaria y obligó al partido liberal a
modernizar su filosofía social y a redescrubrir su vocación de gobierno.
, Aún más, con el advenimiento de la Gran Depresión, la amenaza social
~viques" (citado en la nota 60), recu­ que significaba el movimiento obrero no desapareció. Si bien, como en
:.Ios artesanos revolucionarios del Libano,
I 'el tercer lugar en la producción nacional
otras naciones, la fuerza organizada de los obreros urbanos, del trans­
Irzos de estos artesanos por consolidar su porte y de los enclaves extranjeros fue socavada a partir de 1928, por la
!el mundo en una cultura católica se pone declinación económica, la insurgencia de Jos trabajadores del café ganó
rito bautismal de una nifla (pp. 78-79): más ímpetu y llevó la amenaza al corazón de la tradicional burguesía

'g;.
i a tus semejantes, pues vienes a abrir la
l porvenir en que el advenimiento de una

.
el Espiritu Socialillta. Caminarás por la
. umbre con el pensamiento cobarde de
" Tendrás fe en la Justicia y amor
cafetera de Colombia.
Sin embargo, fue un peligro más inmediato para los intereses de la
clase dominante, yuxtapuesto al problema a largo plazo de la insurgen­
cia laboral, el que desató y solucionó la crisis política de 1930 con la
, con tu cuerpo encendido el festln de la trasferencia de poder que colocó a un gobierno liberal en la dirección del

~
buena y parte de la nueva generación
plegaria del modemo obrero: de la tira­
Estado por primera vez en casi medio siglo. A partir de 1928, el gobierno
ue haya necesidad de sacrificar nuestra conservador demostró su incapacidad para mantener el flujo de capital

~
ano requiere más explicaciones, El mu­ 80. Esta Interesante carta abierta de abril 25 de 1928 y una subsiguiente de mayo 28 de 1928, en
que otros condados cafeteros simi1a­ las que López destaca el mal manejo financiero del régimen conservador y sus implicaciones
eada de municipios conservadore!'. para la revolución social en Colombia, ilustran la Interpretación adelantada en esta sección.
Están reproducidas en Ocampo, Colombia (citado en la nota 75), Vol. 1, pp. 332-45.
r'
406 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

extranjero de inversión en la economía del país. La inversión foránea neras y PUSo en marcha 1
para promover el desarrollo nacional era la columna central de las insti­ industrialización del país
tuciones económícas y políticas liberales levantadas por la coalición bi­ cas se comprenden mejor
partidista después de 1910. La suspensión abrupta de los empréstitos sía industrial nacional", ~
extranjeros a partir de 1928 no solo amenazaba la prosperidad económí­ cultivadores y exportadOJ
ca inmediata del país, sino que socavaba las bases de toda la estructura todos con intereses de cl
social, institucional e ideológica del desarrollo exportador del país poste­ oportunidades derivadas (
rior a 1910. Acontecimientos ulteriores revelarian que la cesación del
crédito externo obedeció a causas cuya solución desbordaba la capacidad Las iniciativas liberale
de la clase dominante o de los dos partidos políticos. Pero en la mente de los años treintas y comíe]
esta misma perspectiva. r
los contemporáneos era el régimen conservador, irónicamente el que pliar el mercado nacional)l
más éxito había tenido en la historia del país para atraer inversiones ex­ ciente en la agricultura. S4
tranjeras a mediados de los años veintes, el que ahora cargaba con toda naza social encarnada por
la culpa de la crisis de crédito externo a medida que la depresión mun­ ción laboral de 1931 abrió
dial se agudizaba. Am, además de las criticas contra sus ineficaces y re­ cionalización del movimíer
presivas políticas laborales,el régimen conservador llevaba a cuestas la enclaves exportadores. El e
carga política de una crisis económica que escapaba a su control. El par­ entre 1930 y 1945, buscab~
tido se hundió y se dividió por causa del doble desafio a su hegemonía
obreros y disminuir los COl
política, y las elecciones de 1930 fueron ganadas por una coaliciónbipar­
tidista dominada pOr los liberales y dirigida por los principales arquitec­ yes creaban normas para el
tos del orden institucional establecido en 1910. La plataforma del Partido taban y restringían el dere(
Liberal victorioso proclamaba "puertas abiertas al capital extranjero" y capital y el trabtijo por me
afirmaba que ., la agricultura es el eje· y el fundamento de nuestra vida ción, mediación y arbitram4
nacional". La elección del candidato liberal a la presidencia, conocido De igual modo, la refon
por su contacto íntimo con banqueros norteamericanos, se fundó en la de los años treintas y aprob
esperanza de que Olaya lograria inducirlos a reabrir las compuertas de la nar el conflicto rural entre
inversión extranjera en Colombia (81). legalizaba el statu quo en e
El gobierno, que llegó al poder en 1930, dominado por los liberales,
abrió un amplio frente con el propósito de encarar el doble desafio eco­
nómico y del movimiento obrero que enfrentaba la élite colombiana des­ 82. De nuevo, el hecho de que la eo
de el comienzo de la Gran Depresión. No obstante, en el frente económi­ afios treintas promoviÓ el crecimi<
co, Olaya se vio obligado gradualmente, por la situación mundial, a re­ sla industrial como un intento eh
considerar su compromiso con los principios liberales ortodoxos y sus con frecuencia eran las mismas ¡:
nuada depresión mundial y la inSl
esperanzas de revivir la inversión extranjera en gran escala. Lo mismo nos, por el estilo de Alfonso Lópe
que otros regímenes liberales de América Latina durante la crisis mun­ asumlan una posición frente al D
dial, el de Colombia abandonó a regañadientes el patrón oro, suspendió ~ Argentina, no tanto porque
smo porque, al contrario de lo qu
los pagos de la deuda externa, devaluó la moneda, elevó las tarifas adua­ activo que amenazaba el fundon
mos, la ley de reforma agraria pr
mente no para transformar la inl
. amenaza social que existla contra
81. Sobre la plataforma véase la breve discusiÓn en Bergquisi, Café J eoaflIclo (citado en la nota 83. Acerca de la intención de estas le·
4', pp. 266-57. Las credenciales especiales del candidato presidencial Enrique Olaya Herrera veIopmeat(citado en la nota 43),1
se ponen de relieve en el expHcito discurso sobre los problemas ecoDÓmioos Afrontados por el 43', Capitulo 2, y Pécaut, Política
país que pronunció ante lo más granado de la élite colombiana en el Jockey Club de Bogotá, estas interpretaciones reconoce b
diez dias antes de las elecciones. Está reproducido en Oeampo, Colombia (citado en la nota ~entro de todo ese proceso, ni la u
75', Vol. 1, pp. 345-60. na.'
'I'RABAJAOORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 407

lel paíS. La inversión foránea neras y pUSo en marcha una serie de poHticas tendientes a fomentar la
acolumna central de las insti­ industrialización del país en los años treintas. Sin embargo, esas poHti­
levantadas por la coalición bi­ cas se comprenden mejor no tanto como la obra de una IlÚtica "burgue­
,n abrupta de los empréstitos sía industrial nacional", sino como la respuesta práctica de los grandes
~ba la prosperidad económi­ cultivadores y exportadores de café, los banqueros y los industriales,
las bases de toda la estructura todos con intereses de clase bastante compatibles, a las exigencias y
~llo exportador del país poste­ oportunidades derivadas de la crisis de la econollÚa mundial (82).
~velarían que la cesación del Las iniciativas liberales relativas a los asuntos laborales y agrarios en
~cibn desbordaba la capacidad los años treintas y comienzos de los cuarentas deben ser vistas desde
Ipoltticos. Pero en la mente de esta misma perspectiva. N o fueron diseñadas principalmente para am­
íervador, irónicamente el que pliar el mercado nacional y promover una producción capitalista más efi­
rus para atraer inversiones ex­ ciente en la agricultura. Se concibieron ante todo para eliminar la ame­
'el que ahora cargaba con toda naza social encarnada por un movimiento obrero insurgente. La legisla­
~dida que la depresión mun­ ción laboral de 1931 abrió el camino a una rápida organización e institu­
¡cas contra sus ineficaces y re­ cionalización del movimiento laboral en el transporte, la industria y los
mservador llevaba a cuestas la enclaves exportadores. El cuerpo de la legislación laboral, perfeccionado
¡escapaba a su control. El par­ entre 1930 y 1945, buscaba eliminar el potencial revolucionario de tales
¡doble desafio a su hegemonía obreros y disminuir los conflictos en las relaciones industriales. Las le­
lnadas por una coaliciónbipar­ yes creaban normas para el reconocimiento legal de los sindicatos, acep­
da por los principales arquitec:, taban y restringían el derecho de huelga y regulaban el conflicto entre el
1910. La plataforma del Partido capital y el trabajo por medio de complejos procedimientos de concilia­
biertas al capital extranjero" Y ción, mediación y arbitramento supervisados por el Estado (83).
el fundamento de nuestra vida
~ral a la presidencia, conocido De igual modo, la reforma de la ley de tierras, redactada a principios
~mericanos, se fundó en la
de los años treintas y aprobada en el Congreso en 1936, procuraba elimi­
~ a reabrir las compuertas de la
nar el conflicto rural entre terratenientes y trabajadores. En esencia,
legalizaba el statu quo en el campo. Validaba los títulos sospechosos de
~O, dominado por los liberales,
te encarar el doble desafio eco­
ientaba la élite colombiana des­ 82. De nuevo, el hecho de que la economiapoUtica aplicada por los reglmenes liberales de los
Obstante, en el frente económi­ afios treintas promovió el crecimiento industrial revela no tanto el ascendiente de una burgue­
sla industrial como un intento de exportadores, banqueros e industriales (que en Colombia
Ipor la situación mundial, a re­ con frecuencia eran las mismas pereonas) por promover sus intereses de cIase ante la conti­
~ipios liberales ortodoxos y sus nusda depresión mundial y la insurgencia de los trabajadores rurales. Los liberales colombia­
~era en gran escala. Lo mismo nos, por el estilo de Alfonso López, hijo de uno de los mayores exportadores de café del pals,
asumian una posición frente al movimiento obrero distinta a la de sus colegas de naciones
... Latina durante la crisis mun­ como Argentina, no tanto porque representaran mejor los intereses industriales emergentes,
lientes el patrón oro, suspendió sino porque, al contrario de lo que pasaba en Argentina, enfrentaban un movimiento obrero
¡moneda, elevó las tarifas adua­ activo que amenazaba el funcionamiento del sector exportador mismo. Al final, como vere­
mos, la ley de reforma agraria promulgada durante la presidencia de López sirvió principal­
mente no para transformar la ineficiente estructura agraria del pais, sino para eliminar la
. amenaza social que existia contra los intereses de los grandes terratenientes.
argquist, Café 1 eoDfIicto (citado en la nota 83. Acerca de la intención de estas leyes véanse las interpretaciones alternativas de Urrutia, De­
didato presidencial Enrique Olaya Herrera velopmeot (citado en la nota 43', Parte m; Moncayo y Rojas, Luc:has obreras (citado en la nota
~ problemas económicos afrontados por el 43', Capltul02, y Pécaut, Política 1 sindicalismo (citado en la nota 43', Parte ll. Ninguna de
, colombiana en el Jockey Club de Bogotá, estas interpretaciones reconoce la importancia del movimiento de los trabajadores rurales
!o en Ocampo, Colombia (citado en la nota dentro de todo ese proceso, ni la unidad esencial ent..'I'E! la ley laboral y la ley de reforma agra­
ria.
408 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

muchos latifundistas y regularizaba procedimientos para definir las tie­


rras públicas y distribuirlas entre los colonos (84).
Las iniciativas legales, cuya expresión filosófica fue la reforma cons­
titucional de 1936, se vieron complementadas por un conjunto de po1íti­
cas encaminadas a refrenar el potencial revolucionario y la au tonomia
del movimiento obrero. Se trató de un esfuerzo significativo y muy exito­
so para eliminar la insurgencia laboral en las grandes plantaciones de
café por medio de programas de parcelación impulsados o apoyados por
el gobierno (85), iniciativas para contener la organización sindiCal de
izquierda en el campo y en las ciudades afiliando a los trabajadores a sin­
dicatos dominados por el liberalismo (86), y medidas para promover la
lealtad del sindicalismo a los gobiernos liberales a través del reconoci­
miento oficial y I8 subvención del gobierno a la primera central obrera
nacional, la Confederación de Trabajadores de Colombia, crc (87). En
el centro de todas estas iniciativas liberales estaba la po1ítica, formaliza­
da en 1936, de alianza con el Partido Comunista, la más impQrtante fuer­
za politica del movimiento obrero en los años treintas y principios de los
cuarentas y descendiente directo del Partido Socialista revolucionario.
La decisión del Partido Comunista de ligar su destino a los reforma­
dores corporativistas del Partido Liberal en 1936 tuvo serias repercusio­
nes en el desarrollo del movimiento obrero. Dicha determinación, que
continuó siendo una politica oficial del partido hasta finales de los cua­
rentas a menudo es interpretada por la moderna izquierda colombiana
como ~n error lamentable. De acuerdo con esta concepcÍón,el cambio en
la táctica de los comunistas condenó al fracaso el desarrollo de un movi­
miento obrero fuerte y autónomo, lo tomó dependiente del favor oficial y
a partir de 1945 hizo más vulnerables las organizaciones obreras al ata­
que de la derecha (88). Tal como veremos, la aquiescencia de los comu­

84. La ley de tierras redactada en 1933 durante el cl1max de la insurgencia laboral en las hacien­
das cafeterns favo,recla más los derechos del co~ y era más drúti.ea en su definición de tie­
rras de do,minio público que la ley promulgada en 1936, luego de que la o,la de co,nflictos rura­
les se habla encrespado,. Para una discusión a1.respecto véase LeGrand, "From PublicLands"
(citado, en la nota 46).
85. Detalles sobre las parcelaciones pueden encontrarse en Palacios "La propiedad agraria"
(citado, en lanota 59', pp. 64 y 85. De las 71 haciendas afectadas por conflic&os laborales regis­
trados por la Oficina del Trabajo entre 1925 y 1930, 41 ~D eventualmente parceladas. Para
1936 el Banco Agrlcola Hipotecario. el gobierno, de Cundinamarca y el gobierno nacional ha­
blan financiado la parcelación de 28 haciendas cafeteras. Po,steriormente aument61a parcela­
ción part.icula:r financiada a menudo, por el Banco Agrlcola Hipotecario,.
86. Un completo recuento de estas actividades sindicales anticomunistas escrito por un o,rganiza­
dor de muchas de ellas es Julio, Cuadras Caldas, Comunismo eriolIo y liberalfsmo autéc:tono,
Sa. ed., Bogotá, 1938.
87. Para-mayo,res detalles sobre este problema, asi como la cuestión más amplia de la alianza b"be­
raI con el partido, co,munista y la reacción de los conservadores y la Iglesia, véase Alvaro Tira­
do, Mejla, Aspectóe poIítieoa del primer BObiemo de AUOIISO López Pumarejo, 1934-38, Bogo­
tá,I981.
88. De acuerdo co,n la interpretaci6n oficial del Partido Comunista, formulada durante la Guerra
COLOMBIA 409

nistas en el frente laboral y la alianza informal del partido con el ala pro­
gresista del liberalismo- politicas que colocaron al partido de Colombia
en la línea de las directivas internacionales del Comintem- contribuye­
ron a estos resultados. Sin embargo, los que defienden la anterior con­
cepción a menudo llevan su acusación demasiado lejos. El fracaso histó­
rico de la izquierda colombiana no fue simplemente un problema de lide­
razgo. Quienes arguyen que así fue, tienden a sobrestimp.r]a fuerza po­
tencial de un movimiento obrero constrefiido por la estructura de la eco­
nomía exportadora de café, ignoran la dinámica tanto progresista como
conservadora de la protesta deJos trabajadores en las grandes haciendas
cafeteras (que conformaban, el sector más combativo del movimiento
obrero a comienzos de 1M años treintas) y no aprecianru la magnitud ni
elfracaso de los esfuerzos de la izquierda, antes de 1936, para organizar
al sector más importante de la economía colombiana, o sea, la produc­
ción, el transporte y el procesamiento de café.
Los comunistas y·los disidentes de la efímera Unión Nacionallzquier­
dista Revolucionaria. UNIR, dirigida por Jorge Eliécer Gaitán, consi­
guieron organizar la protesta obrera en las grandes haciendas cafeteras
en los años treintas. El Partido Comunista fomentó la organización de
numerosas ligas de trabajadores rurales en las quejornaleros~ arrenda­
tarios y colonos sumaban fuerzas,en lalucha por el c.ontrol de la tierra. A
mediados de los años;.treintaslos activistascomurustastrataron valiente­
mente de ampliarcSU ~8e organizativa entre los trabajadores cafeteros,
uniendo las ligas campesinas COn los sindicatos de obreros del transporte
y procesamiento del café, una gran alianza en el corazón de la economía
exportadora del pais.Entre 1934 y 1936 los. cuadros comunistas dedica­
ron su energiaa la organÍzaci4n de. una Huelga Nacional Cafetera, que,
tras una serie de intentos fallidos, logró finalmente despegar: en Caldas,
sobre la Cordillera Central, en el momento culminante de la recolección
yelprocesamiento, en enero y febrero de 1935. Así, a düerencia de
muchos de S,US .Q;lodernos criticos,la izquierda colombiaD$ de mediados
de los años treintas tuvo la virtud de reconocer dónde radica~ la esencia
de su debilidad, :y también el coraje ,y la resolución de intentar superarla.
Los result.IW.os de los anteriores esfuerzos no fueron muy impresio­
nantes. Es cierto que la luchada lostrab~adores del café desembocó en

Fria como denuncia del "browderismo" (llamado asl por la supuesta influencia del reformis­
mo socialdemócrata del jefe del Partido Comunista de Estados Unidos), la dirección del Parti­
do Colombiano interpretó de manera incorrecta la linea internacional y se convirtió en UD vir­
tual apéndice del partido libel'!ll. En.efecto, pollticas ainillares fueron adoptadas por todos los
partidos com~ de América LatiQ en el decenio posterior a 1936, y SUB resultados fueron
unifon:nemente desastrosos para el desarrollo del movimiento obrero latinoamerical1o y para
el crecimiento de los partidos COln~.· En vez de evaluar crlticamente el siguifieado pleno
de 8U respaldo histórico a la polltica exterior de la UDilm Soviética, el partido prefiere echar la
culpa a Browder y a los lideres de los otros parlid08 naciona1ea de la époea.
410 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

logros organizativos pennanentes en algunas localidades. Pero la pro­ aumento de 40% en los ss
testa involucró apenas una pequeña minoria de municipios. En el resto, rucal remunerado. Estipu
la batalla por la tierra fue decidida por la iruciativaindividual y por la rra deberían tener derech
lucha partidista dentro de los límites de la política tradicionaL Más aún, neros políticos debían ser
incluso allí donde los activistas comunistas y liberales disidentes alcan­ derecho de los trabajador.
zaron los mayores éxitos, como en Viotá y Fusagasugá, al suroriente de diente (92). En algunas le
Cundinamarca, los términos del triunfo gradualmente socavaron la posi­ ducción del café se uniere:
ción de la izquierda. Cuando los trabajadores cafeteros se hicieron a la al procesamiento del gran
tierra, dejaron de ser una fuerza promotora del cambio revolucionario de alianza fue raro. En Cm!
social y político. Los organizadores comunistas, más consecuentemente la huelga fueron desaten<
comprometidos con la transformación·social que los disidentes liberales rección del partido a fineS'
de la UNIR, durante los años tteintas'enfrentaron el dilema ideológico y blar sus esfuerzos en 193f
político entre los objetivos de los trabajadores cafeteros de la base, por zación de las mujeres en bI
una parte, y su propio compromiso incondicional~on las virtudes de la A mediados de los añ
colectivización, por la otra. A mediados de·la décadahabian sido obliga­ zona cafetera. La mayoría
dos á abandonar sus esfuerzos por organizar a los voluntarios sin tierra de una. Se trataba por ¡¡
en oposición a los arrendatarios que· los empleaban, ya reconocer en empleaban desde una doo
cambio el hambre de tierra que unia a ambos·grupos en oposición a los dades de los departament
hacendados cafeteros. Sin embargo, eran claramente conscientes de la reira, tenían varias trillade:
influencia ronservatizanteimplicita en la conquista de la parcelación; Y más de cien trabajadores.
combatieron enérgicamente para reconciliar en alguna fonna los resulta­ de 3.500 trabajadores Iab
dos de la victoria en la lucha por la tierra con su propia visión de un futu­ eran escogedoras (94).
ro colectivista para el país. "Hay que sentirnos dueños de la tierra", in­ Las escogedoras, que
formó en1935 un organizador de Viotá a los lectores del periódico nacio­ más explotados del país, hl
nal del partido,EIBolcheviqlle, "peN> sentirnos dueños no por tener la horas en otras. En las pIaI
posesíón,sino sentirnos dueños para saber defenderla" (89). Para 1938 bajo a destajo, se sentaba1
el partido se había resignado a apoyar plenamente el principio de la par­ lando,·en un plano inclina(
celación y se dedicó a criticar las· condiciOnes usurarias ofrecidas· a los granos por seleccionar. Co
trabajadores por el gobierno líberal y los bancospúblícos y privados (90). kilos de granos seleccionac
La actitud del partido en torno a la parcelación no era' simplemente una mente un bulto y medio dE
consecuencia de su alianza con el liberalismo a partir de 1936; era una escogedora más veloz era 1
respuesta directa a la realidad de los objetivos de las bases laborales. hombres en la industria url
Los límites del impulso organizativo de la izquierda se pusieron de entre la mitad y dos tercer
relíeve en las Huelgas Cafeteras Nacionales de mediados' de los treintas. destajo, muchas adolesceI
Planeadas con mucha anticipación, las huelgas buscaban atraer a "coge­ supervisaban la produccióJ
dores, escogedoras, arrieros y trabajadores de la producción y el proce­ o mal. Si alegaban que se
samiento del café" (91). Las peticiones de la huelga de 1934 incluían un calidad de un lote de café, 1
entero antes de cancelarle.

89. El Bolehevlque, Bogotá, marzo 24, 1935, p. 4. La incapacidad de los comunistaBottOOoxos de


apreciar teórica y poUticamente las dimensionés universales yprogresietas del control de los 92. El BoIehevique, sept. 22, 1934,1
trabagadores cafeteros sobre el proceso produetrvo continúa vigente en la era· cOntemporánea. 93. Las excepciones anotadas fuerol
Exan:Uno:lIUS implieacionesen detalle en la parte final del ensayo. . 94. Las cifras sobre el número de tri:
90. Tierra, enero 14, 1938, pp. 3 y8. raI de esiadíBtieu, Bogotá, 1931
91. El Bolchevique, agosto 4,1934, p. l. pp. 136-37.
COLOMBIA 411

aumento de 40% en los salarios, jornada de ocho horas y descanso domi­


nical remunerado. Estipulaban que los trabajadores en posesión de tie­
rra deberían tener derecho a cultivar cualquier producto, que los prisio­
neros políticos debian ser puestos.en libertad y que se debía reconocer el
derecho de los trabajadores cafeteros a organizarse de manera indepen­
diente (92). En algunas localidades los trabajadores vinculados a la pro­
ducción del café se unieron con los obreros urbanos del sector dedicado
al procesamiento del grano para apoyar dichas demandas. Pero tal tipo
de· alianza fue raro. En casi todas partes los llamados de los comunistas a
la huelga fueron desatendidos, hecho públicamente admitido por la di­
rección del partido a fines'de 1934 (93). No obstante, el PC resolvió redo­
blar sus esfuerzos en 1935 y se concentró primordialmente en la organi­
zación de las mUjeres en las trilladoras.
A mediados de los años treintas existian cuarenta trilladoras en la
zona cafetera. La mayoría de las poblaciones grandes contaba con más
de una. Se trataba por lo general de pequeños establecimientos que
empleaban desde una docena hasta varias decenas de trabajadores. Ciu'­
dades de los departamentos cafeteros, como Medellín, Manizales y Pe­
reíra, tenían varias trilladoras grandes, cada una de las cuales empleaba
más de cien trabajadores. Una fuente estimaba que en 1936 había cerca
deS.500 trabajadores laborando en las trilladoras. Alrededor de 85%
eran escogedoras (94).
Las escogedoras, que se hallaban entre los trabajadores cafeteros
más explotados del pats, laboraban a destajo en algunas trilladoras y por
horas en otras. En las plantas másantiguas,donde predominaba el tra­
bajo a destajo,se sentaban en pequeñas mesas de madera e iban regu­
lando,en un plano inclinado que se hallaba enfrente de ellas, el flujo de
granos por seleccionar. Con un pago de unos 40 centavos por bulto de 70
kilos de granos seleccionados, solo la más diestra podía escoger diaria­
mente un bulto y medio de café de alta calidad. El salario máximo de la
escogedora más veloz era todavía menor que el sueldo promedio de los
hombres en la industria urbana y la mayoría de las escogedoras ganaban
entre la mitad y dos terceras partes de dicho salario. Las trabajadoras a
destajo, muchas adolescentes,estaban a merced de los capataces que
supervisaban la producción y decidían si la tarea se estaba haciendo bien
o mal. Si alegaban que se habían eliminado muy pocos granos de mala
calidad de un lote de café, podían obligar a la empleada a repasar el lote
entero'antes de cancelarle. En las trilladoras las escogedoras no podían

92. E1 Bolchevique, sept. 22,1934, p. l.


93. Las excepciones anotadas fueron los municipios de Florida, Restrepo y Vioté..
94.. Las cifras sobre el número de trilladoras yel tamaño de la fuerza laboral son de Anuario geDe­
ral de estadísticas, Bogotá, 1936, tal como se dan en Machado, El calé (citado en la nota 26),
pp. 136-37. .
412 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

acostumbrarse .a la vertiginosa rapidez deltrabajo en la cinta transporta­ cocinas colectivas. VariOl


dora que pasaba frente a ellas el café sin seleccionar. Algunas, según febrero de 1935 en choql
afirmó luego una escogedora, habitualmente tomaban drogas para ca~ mujeres fueron golpeada
mar su estbmago. Otras veían su sueldo reducido por los frecuentes cor­ fueron cazados y llevadOt!
tes de electricidad en las plantas. El aumento en la rata de trabajo y las cafeteras. Los informes SE
máquinasdescascaradoras veloces y eficientes· aumentaron varías veces de hacer énfasis en estas.i
la productividad de las escogedoras en las trilladorasm.eeanizadas. Sin res· varones y a atizar el ¡
embargo, los salarios en estas plantas eran apenas superiores a los jor­ queña burguesía. Las muji
nales promedio en aquellas trilladoras en donde el proceso de selección de tratar de "estrangular'
no era mecanizado (95). dora en huelga. Y los COI
Tanto los activistas comunistas como los de la UNIR participaron a fuego a una gran trillador
principios de 1935 en las huelgas de las trilladoras de Pereira, Chinchi­ ga (97).
ná, Montenegro, Filandia, Manizales, Santa Rosa y Palestina, importan­ En las huelgas, las eSCi
tes poblacionescafeWras. Las peticiones de los trabajadores usualmente ríal de los obreros del tr81
buscaban aumentos salariales, jornada de ocho horas y compensación de sus sindicatos realizar(
por accidentes indUf~triales,. de acuerdo con la legislación. Pero· también dos, ofrecieron sus salone~
exigian mejoras en la organización del trabajo y en las condiciones labo­ tas de la represión guben
rales. En Pereira, por ejemplo, las trabajadoras a destIQo reclamaban el prensa comunista y Uniri5
derecho a elegir a los operadores de las máquinas descascaradoras que fueron solo varones; las m\
determinaban el volumen y la calidad de los granos para seleccionar. Este respaldo, unido a la 4
También pedian empezar más temprano el trabajo, a las seis de la mafia­ algunas huelguistas conse.
na; demandaban una reducción en las multas por el tiempo perdido du­ trilladoras de la Cordillera
rante los cortes de electricidad en las plantas; insistían en que a las obre­ Sin embargo, tan pronto ce
ras no se les ordenara. cargar pesados sacos de café, y declaraban que pidieron a las activistas y 1
necesitaban instalaciones sanitarias más limpias y de mejor calidad (96). capaces de proteger sus COl
Las mujeres· que participaban en los ceses laborales enfrentaron la bre de 1935, Antonio Garci
oposición masiva de los propietarios de las trilladoras y de los funciona­ de escogedoras en todo CI:
rios locales. Los patronos despedían alas sospechosas de pertenecer al fuerza de trabajo de escOj
sindicato, recurrian a .loekouts, amenazaban con descascarar su café fue­ señalaba Garcia en su enCl
ra de Colombia y apelaban a los funcionarios de los ferrocarriles para bían constituido el grueso d
reducir tarifas con el fin de transportar el café sin procesar a trilladoras Las razones del fracaso
de áreas no afectadas por la agitación laboraL Los funcionarios guberna­ tos rasgos estructurales de
mentales, en especial los alcaldes, prohibian las reuniones de las esco­ Colombia. U na vez que el (
gedoras en huelga y enviaban a lapolicia a dispersar los piquetes, arres-, casi indefinidamente antes
tar a los activistas, romper las reuniones sindicales· y desmantelar las cascarar. Como las trillado
exportadores trasladaban E
actividad huelguística. Por
96. La información de este párrafo es tomada de la admirable descripción de Antonio García de la especialmente vulnerables
evolución de la maquinaria de procesamiento, las técnicas de selección y los salarios en Geo·
grafia (citado en la nota 61, pp. 457-68 Y 326-31; de una extraordinaria entrevista con una diri­
huelgas. Las mujeres que 1
gente sindical de las escogedoras, de diecisiete años de edad, Lilla González, publicada en El
Bolchevique, febrero 16, 1936; Y de una entrevista personal con BArbara González, una vete­
rana escogedora y INdcmera (supervisora), quien empezó a trabajar en una trilladora de MaDi­ 97. Descripciones bastante detalladt
zales a los doce dos y pasó más de 40 trabajando en trilladoras no sindicaUzadas de esa ciu­ un semanario gaitanista publieac
dad, de Chinchiná y Santa Rosa (Chinchiná, agosto 16, 1980). dicos comunistas y uniristas cita(
96. UNIRlSMO, Bogotá, enero 31,1935, p. 2; El Bolcheviqlle, febrero 2,1935, p. 2. iador.
RABAJAOORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 418

t'abajo en la cinta transporta~ cocinas colectivas. Varios obreros fueron asesinados durante enero y
seleccionar. Algunas, según febrero de 1935 en choques entre huelguistas y policias. Decenas de
te tomaban drogas para cal­ mujeres fueron golpeadas o arrestadas. Los sindicalistas comunistas
ucido por los frecuentes cor­ fueron cazados y llevados en jaulas ante los tribunales en las ciudades
ltoen la rata de trabajo y las cafeteras. Los informes sensacionalistas de los principales diarios, lejos
ltes aumentaron varias veces de hacer énfasis en estas injusticias, contribuían a atemorizar a los lecto­
trilladoras mecanizadas. Sin res varones y a atizar el anticomunismo de la clase dominante y la pe­
apenas superiores a los jor­ queña burguesia. Las mujeres huelguistas fueron acusadas por la prensa
Onde el proceso de selección de tratar de "estrangular" a un camionero que llevaba café a una trilla­
dora en huelga. Y los conspiradores comunistas, culpados de prender
~ de la UNIR participaron a fuego auna gran trilladora que se incendió totalmente durante lahuel­
Qadoras de Pereira, Chinchi­ ga (97).
l.Rosa y Palestina, importan­ En las huelgas, las escogedoras recibieron apoyo estratégico y mate­
'los trabajadores usualmente rial de los obreros del transporte y los artesanos organizados. Algunos
ocho horas y compensación de sus sindicatos realizaron huelgas de solidaridad, otros donaron fon­
lla legislación. Pero también dos, ofrecieron sus salones para reuniones o protegieron a las huelguis­
¡Qo y en las condiciones labo­ tas de la represión gubernamental De acuerdo con los informes de la
loras a destajo reclamaban el prensa comunista y unirista, las victimas de los disparos de la policla
lqUÍDaS descascaradoras que fueron solo varoneSj las mujeres sufrieron heridas de sable y de garrote.
los granos para seleccionar. Este respaldo, unido a la determinación de las escogedoras, permitió a
I;rabajo, a las seis de la mafta- . algunas huelguistas conseguir modestos aumentos salariales en ciertas
;as por el tiempo perdido du­ trilladoras de la Cordillera Central durante los primeros meses de 1935.
lB; insistían en que a las obre­ Sin embargo, tan pronto .como terminaron las huelgas, los patronos des­
pe de café, y declaraban que pidieron a las activistas y los sindicatos recién creados se mostraron in­
npias y de mejor calidad (96). capaces de proteger sus conquistas tan duramente ganadas. En noviem­
~ses laborales enfrentaron la bre de 1935, Antonio Garcla anotó que solo existían dos organizaciones
,trilladoras y de los funciona­ de escogedoras en todo Caldas. Ambas agrupaban apenas a18% de la
lospechosas de pertenecer al fuerza de trabajo de escogedoras en el departamento. Un año antes,
!l.condescascarar su café fue­ señalaba Garcla en su encuesta, las organizaciones de escogedoras ha­
nos de los ferrocarriles para bían constituido el grueso de los sindicatos de Caldas.
mé sin procesar a trilladoras Las razones del fracaso organizativo se desprenden en parte de cier­
al. Los funcionarios guberna­ tos rasgos estructurales de la producción y el procesamiento del café en
liD las reuniones de las esco­ Colombia. Una vez que el café había sido secado, podía ser almacenado
pispersar los piquetes, arres­ casi indefinidamente antes del descascaramiento, o exportado sin des­
¡Sindicales y desmantelar las cascarar. Como las trilladoras se hallaban tan dispersas, cultivadores y
exportadores trasladaban el café hacia poblaciones no afectadas por la
,~
,. actividad huelguística. Por último, las escogedoras parecen haber sido
~le de8eripción de AntoDio Gareia de 1a
especialmente vulnerables a las tácticas antisindicales y a los rompe­
~ de selección y los salarios en Geo·
huelgas~ Las mujeres que perdían su trabajo, por estar al cuidado de su
~ extraordinaria entrevista con una diñ­

le edad. lJlia González, publicada en El

~ con B6rbara González, una vete­

iI6 a trabajar en una trilladora de Maní­


97. Descripciones bastante detalladas de estas huelgas aparecen en las páginas de Pluma Libre,
Irmadoras no siru.ticalizadas de esa ciu­
un semanario gaitanistá publicado enPereira, en La Voz de Caldas IManizales), en los perió­
[1980).
dicos comunistas y uniristas citados anteriormente y en el importante diario b'beral, El Espec­
¡ue, febrero 2,1936, p. 2.
tador.
414 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
COLOMBIA

familia, carecían de la movilidad geográfica de que dísponia la mayorla de la élite colombiana err
de los hombres. Más aún, la maquinaria moderna que empezó a instalar­ ral corporativista y a la rt
se en las trilladoras a principios de los años treintas reducía la demanda minaba la Segunda Gue1
de mano de obra en 50%. En efecto, Antonio García supone que el moti­ planteados al capital pOI
vo de las huelgas de 1984 y 1985 pudo haber sido la racionalización de la tomaban forma, surgió Ul
producción y la disminución de los empleos disponibles para las escoge­ biana en el sentido de q
doras (98). Sea como fuere, aunque las escogedoras no abandonaron la treintas se habían conve1
lucha por organizarse, incluso hoy en día continúan careciendo de sindi­ nismos (101).
catos (99). Entre 1944 y 1946, las
De este modo, los esfuerzos organizativos de la izquierda en la eco.. tica por los regímenes li1
nomia cafetera no lograron prosperar. Al igual quela,vasta mayoria de parte revocadas. Sobre h
los trabajadores cafeteros rurales, las escogedoras demostraron ser muy miento obrero rural desm
dificiles de organizar en sindicatos. Asimismo fueron indiferentes a los sionaron leyes que reviv
llamados electorales de comunistas y uniristas a lo largo de los años dependencia en las' gran¿
treintas. Los comicios parlamentarios de comienzos de 1985, poco des­ los ·terratenientes de las p
pués de la huelga cafetera, revelaron el grado de lealtad de la Colombia colonos. Los autorizaba el
rural hacia los partidos tradicionales. Salvo unos cuantos núcleos de apo.. de productos de subsiste:
yo, tales como los municipios de Aracataca, en el corazón de la zona las mejoras. y exigía qUE
bananera, y Viotá, un área excepcional de la zona cafetera, el respaldo diatamente después de ql
electoral de los comunistas siguió siendo minúsculo en el campo (100). A 1945 otorgaba a los trabajj
la UNffi de Gaitán no le fue mejor en las áreas rurales, yen 1985 declaró riales y por primera vez ct1
la abstención electoral, para luego decidir la disolución del partido y el cial, de modo que no pud
regreso a las toldas liberales. Así, a mediados de los años treintas, no huelguistas del esquiroláj
solo el partido comunista, cuya actividad puede explicarse por las direc­ nos no podían celebrar nu
trices internacionales, sino también la UNIR, cuya decisión no puede drásticamente el poder de
serlo, optaron por unir fuerzas con el partido liberal. Al menos en parte, por encima del de indust
las determinaciones de ambos partidos fueron motivadas por su fracaso Ampliaba notablemente L
organizativo y político en la zona cafetera. Ninguno logró movilizar una que la huelga estaba prol
poderosa corriente obrera capaz de subvertir la hegemonia política de mientos de conciliación y I
los partidos tradicionales en el corazón de la ecomomia colombiana. regulaciones pertinentes a
A fines de los treintas ya había sido eliminada la amenaza planteada roso y combativo de Colo
por el movimiento laboral insurgente. Ello obedeció más ala debilidad obrero, el Sindicato de Ob1
intrinseca del movimiento obrero colombiano y a la dinámica de la vida el gobierno cuando a fines
social y política en la economia cafetera, que a las reformas e iniciativas plan de' distnbución de
de los regímenes liberales a partir de 1980. Pero ante el aparente éxito bros (l08).
de las reformas agraria y laboral del liberalismo, importantes segmentos

98. Las observaciones de Garcla son de Geopafia (citado en la nota 6), pp. 336 Y314. El mak!rial 101. Desde la perspectiva de un Il101
que logré deillCUbrir no apoya, sin embargo, su idea llamativa sobre las motivaciones de los ral de escoger a Eduardo Santo
huelguistas. Este problema, lo mismo que el aná1isis de todas estas huelgas, merece mucho el periOdo 1938-42, ni el curso 11
más investigación. ilegitimidad, ni la tenaz resiste
99. Por ejemplo, una iIr1portante huelga orlJllllizfttiva abarcó las trilladoras de Honda, Tolúna, a 1946 aparecen en la enigmática
mediados de 1944. Aunque consiguió incrementos lJ8lariales a cono plazo, no pudo asegurar bberal que trata este periodo.
102. Machado, El ca:N (citado en la [
protección para el personalsindiealizado y, en consecuencia, los sindicatos no perduraron.
100. El BoIehe'rique suministró resultados electorales y comentario en mayo 25, 1935, p. 4. 103. A finales de los áftOs treintas,
contaba con 39 sindicatos afiIial:
'RABAJAOORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 416

l de que disponia la mayoria de la élite colombiana empezaron a quitar su apoyo a la legislación labo­
Mierna que empezó a instalar­ ral corporativista y a la reforma de la ley de tierras. Y a medida que ter­
I treintas reducía la demanda minaba la Segunda Guerra Mundial, y los imperativos y oportunidades
lo Garda supone que el moti­ planteados al capital por la restauración del orden hberal internacional
ir sido la racionalización de la tomaban forma, surgió un consenso dentro de la clase dominante colom­
I disponibles para las escoge­ biana en el sentido de que las reformas laboral y agraria de los años
:ogedoras no abandonaron la treintas ~habían convertido en costosos e inclusive peligrosos anacro­
ontinúan careciendo de sindi­ nismos (101).
Entre 1944 y 1946, las politicas laborales y agrlcolas puestas en prác­
~os de la izquierda en la eco­ tica por los regímenes liberales de la década anterior fueron en buena
gual que la vasta mayoria de parte revocadas. Sobre la base de los altos precios del café y un movi­
~edoras demostraron ser muy miento obrero rural desmovilizado, los grandes cultivadores de café pre­
smo fueron indiferentes a los sionaron leyes que revivieron y extendieron los sistemas laborales de
ristas a lo largo de los años dependencia en las grandes propiedades. La Ley 100 de 1944 protegía a
~omienzos de 1935, poco des­ los terratenientes de las pretensiones de los aparceros que se declaraban
ado de lealtad de la Colombia colonos. Los autorizaba en los contratos de aparceria a prohibir el cultivo
•unos cuantos núcleos de ap().. de productos de subsistencia. Estipulaba el rápido avalúo y el pago de
.ca, en el corazón de la zona las mejoras. Y exigía que los trabftiadores abandonaran la tierra inme­
!la zona cafetera, el respaldo diatamente después de que expirasen los contratos (102). La Ley 6a. de
lÍnÚsculo en el campo (lOO). A 1945 otorgaba a los trabftiadores organizados crecientes beneficios mate­
eas rurales, yen 1935 declarb riales y por primera vez cubria a los lideres sindicales con un fuero espe­
-la disolución del partido y el cial, de modo que no pudiemn ser despedidos. También protegía a los
iados de los años treintas, no huelguistas del esquirolaje, al declarar que durante la huelga los patro­
ruede explicarse por las direc­ nos no podían celebrar nueV4>s contratos de trabftio. Pero la ley limitaba
NIR, cuya decisión no puede drásticamente el poder de los sindicatos al hacer del sindicato de base,
do hberal. Al menos en parte, por encima del de industria, la unidad fundamental de la ley laboral.
eron motivadas por su fracaso Ampliaba notablemente la definición de los servicios públicos, en los
. Ninguno logró movilizar una que la huelga estaba prohibida. Y extendía el alcance de los procedi­
Jn"tir la hegemolÚa poli tica de mientos de conciliación y arbitramento obligatorios. De acuerdo con las
la ecomomia colombiana. regulaciones pertinentes a los servicios públicos, el sindicato más pode­
lminada la amenaza planteada roso y combativo de Colombia y bastión comunista en el movimiento
~ obedeció más a la debilidad obrero, el Sindicato de Obreros del Transporte Fluvial, fue aplastado por
lUlO y a la dinámica de la vida el gobierno cuando afines de 1945 se lanzó a la huelga en defensa de un
Jne a las reformas e iniciativas plan de distribución de los empleos disponibles entre sus miem­
O. Pero ante el aparente éxito bros (lOO).
~mo, importantes segmentos

101. Desde la perepectiva de un movimiento obrero desmovilizado, ni la decisión del partido h'be­
~en la nota 6), pp. 336 Y314. El material ral de eseoger a Eduardo Santos en vez de Darlo Echandia como candidato presidencial para
rllamativa sobre las motivaciones de los el periOdo 1938-42, ni el curso ams conservador del segundo gobiemo de López y su creciente
~ de todas estas huelgas, merece mucho ilegitimidad, ni la tenaz resistencia de la jerarquia del partido a la candidatura de Gaitán en
1946 aparecen en la enigmática luz que sobre estos hechos arroja a menudo la historiografia
~ las trilladoras de Honda, Tolima, a liberal que trata este periodo.
~ a corto plazo, no pUdo asegurar 102. Machado, El eai'é(eitado en la notal, pp. 881-48.
~,los sindicatos no perduraron. 108. A finales de los álios tteintas y comienzos de los cuarentas esta federación industrial, que
j!mlentario en mayo 26, 1936, p. 4. contaba con 89 sindicatos 8filiados, se empéfl6 en una valiente lucha contra las compafUas de
418 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

La profunda división del partido liberal a mediadoede loe afios cua­ ción al candidato oficial d
rentas, que lo escindió en la campaña electoral de 1946 y permitió a los apoYada y luego aprovech
conservadores recuperar el control del gobierno, reflejaba en buena do conservador. Los COnsel
medida la falta de un consenso elitista en torno a la conveniencia de con­ didato cuyos antecedentes
tinuar aplicando las politicas de reforma laboral y social de los años cafetera y la industria lo h
treintas. Dicha división fue sellada y a la vez complicada por la politica partidos. El candidato coru
de Jorge Eliécer Gaitán. Luego de haber fracasado en su empeño por rio pero dividido; Gaitán ~
organizar un movimiento rural reformista y de regresar al partido liberal ocupó el tercer lugar (104).
a mediados de los años treintas, Gaitán construyó poco a poco una co­ Al igual que el liberali:
rriente poJitica de masas en las prlncipalesciudades del país, especial­ bién el movimiento obrero
mente en Bogotá. Estas ciudades empezaron a crecer a medida que los fundamente divididos por
servicios urbanos y la industria manufacturera se extendian, y las tensio­ liberal. Cuando los lideres
nes politicas y sociales se intensificaron a partir de 1930. Gaitán ()Írecia a corporativista que habían II
las capas urbanas más pobres y a la clase media precaria una atractiva los comunistas se escindiE
concepción de lo que estaba mal en la sociedad colombiana, asi eomo un seguir brindado su apoyo B
vago programa reformista. Dividió a la sociedad eolombiana entre el ral. De esta manera, la p;
puebloy la oligarquía, entre el pN8 naeiODaly el pN8 político. La enorme abrió el camino a la restaur
masa indiferenciada del país nacional (en el que Gaitán incluía a todos un retomo a la represión d
excepto a la élite económica y politica' trabajaba, se sacrificaba y lucha­ que, al dividir el movimien1
ba, pero sin obtener recompensa en un sistema social totalmente injusto. La represibn del movim
Gaitán encamaba en su programa y su persona, en su estilo político conservadores cada vez má:
demagógico y su oratoria apasionada y a menudo violenta la esquizofre­ y principios de los cincuentl
nia social e ideológica de la clase media. Defendia los principios de la to de una oleada de huelgas
propiedad privada, el trabajo duro, la justicia social y la moralidad públi. car a Colombia en una posi
ca. Su mensaje también llegaba a la clase obrera urbana, desorganizada tranjera, fue respaldada po
y carente de una visión autbnomade su verdadero lugar en la sociedad. tradicionales. Esta politica I
Esta clase había sido socializada en los valores liberales y la moral católi­ atacó directamente el podel
ca de una cultura dominante apuntalada por J,a dinámica de una sociedad expedidos en 1948 exigían
de pequeños productores de café. Sin embargo, estaba menos sujeta a nes sindicales, minaban la J
las prácticas clientelistas que mantenían a casi todos los trabajadores dos por causa de sus activú
rurales en el redil de los partidos tradicionales. Gaitán ganó miles de tados cuando procedían en É
seguidores en las ciudades, aprendió a manipular a las masas urbanas vo, y no de los tribunales; }
de manera creativa y eficaz y decidió, luchando contra grandes obstácu­ en los servicios públicos. A I
los, lanzar una campaña presidencial independiente, en 1946, en oposi­ sión especial para redactal
1950. Este sistematizb las i
años anteriores y añadió o
transporte fluvial y tres presidentes Hberales, para preservar su poder y proteger los puestos como fundamento de la org¡
de sus miembros ante. la disminución de la carp de rio. Dicha disminuci6n reflejaba los cre­ las huelgas en los servicios 1
cientes problemas de navegación l;I!.uaados por el cieno de las vertientes cefeterail el'Oliona­
das yla creciente competencia de sistemas a1rtemativos de tl'an8porte terrestre. Para la ver­
la facultad de declarar ilega
sión del sindieato sobre esa lucha véase "Manifiesto de Fedenal". El DIado PopaIar,Bogo­
ti, junio 20, 1945, pp. 3-4. Los funcionarios norteamericanos observaron con cuidado las acti­
vidades de este sindicato dirigido por co:murúatas. Nel80n R. Parle al Secret$rio de,Eetado, 104. La mayoria de las icless de este I
BarranquiIla, oct. 19, 1940, USNAIDS 821.5041111; Lane al See.retariode Estado; Bogotá, re~ de Gaitán y el BotP
oct. 21, 1942, YSNAIDS 821.604/129; James D. Bell, "Special Repcnt on Colombian Confe. son Wisconsin, 1985. He hecho é
deration of Workera", agosto 14,1945, USNAlDS821.604/8-1446. Hsis polltico que en manos de Bn
COLÓMBIA 417
WAJADORES EN LA HISTORIA

i8 mediados de los años cua­ ción al candidato oficial del partido liberal. Su estrategia fue primero
oral de 1946 y permitió a los apoyada y luego aprovechada por los elementos.más sectarios del parti­
l)biemo, reflejaba en buena do conservador. Los conservadores, a último momento lanzaron un can­
rno a la conveniencia de con­ didato cuyos antecedentes de clase y estrechos víncul~ con la economía
~boral y social de los años cafetera y la industria lo hacían aceptable a las élites politicas de ambos
¡ez complicada por la politica partidos. El candidato conservador derrotó a un partido liberal mayorita­
fracasado en su empeño por rio pero dividido; Gaitán obtuvo la mayoría de los votos urbanos pero
ide regresar al partido liberal ocupó el tercer lugar (104).
~truyó poco a poco una co­
Al igual que el liberalismo, a mediados de los años cuarentas tam­
l ciudades del pals. especial­ bién el movimiento obrero y el Partido Comunista se encontraban pro­
1m a crecer a medida que los fundamente divididos por los cambios en la poJitica laboral de la élite
"rase extendían. y las tensío­ liberal. Cuando los lideres del liberalismo abandonaron el reformismo
.-m de 1930. Gaitán ofreda a corporativista que habían practicado en los años treintas. los sindicatos Y
los comunistas se escindieron en tomo al problema de si debían o no
¡media precaria una atractiva
ldad colombiana. asi como un seguir brindado su' apoyo a la dirección oficial de su antiguo aliado libe­
lOCiedad colombiana entre el ral. De esta manera, la politica antisindical del gobierno liberal, que
aJy el país político. La enorme abrió el camino a la restauración conservadora de 1946, no solo significó
·el que Gaitán incluia a todos un retomo a la represión del movimiento obrero y de la izquierda, sino
iNl.iaba, se sacrificaba y lucha­ Que, al dividir el movimiento laboral, facilitó también dicho proceso.
~ma social totalmente ir\iusto.. La represión del movimiento obrero se intensificó con los gobiernos
ítersona, en su estilo politico conservadores cada vez más reaccionarios de fines de los años cuarentas
¡.anudo violenta la esquizofre­ y principios de los cincuentas ..Esa politicalaboral, .aplicada en el contex­
Defendia los principios de la to de una.oleada de huelgas en la posguerra con el claro objetivo de colo­
Pía social y la moralidad públi­ car a Colombia en una posición ventejosa para reiniciar la inversión ex­
bbrera urbana, desorganizada tranjera, fue respaldad. por el Iider~go modera¡do de los dos partidos
~rdadero lugar en la sociedad. tradicionales. Esta politica se desarrolló en dos frentes. En el primero se
pras liberales y la moral católi­ atacó directamente el poder del movimiento obrero organizado. Decretos
~ ~ dinámica de una sociedad expedidos en 1948 exigían la aprobación gubernamental de las reunio­
bargo, estaba menos sujeta a nes sindicales, minaban la inmunidad de los lideres sindicales despedi­
:a casi todos los trabajadores dos por causa de sus actividades gremiales (los patronos solo eran mul­
bnales. Gaitán ganó miles de tados cuando proce~n en esta forma) y colocaban en manos del Ejecuti­
IMÍpuIar a las masas urbanas vo, y no de los tribunales,la facultad para declarar ilegales las huelgas
lando contra grandes obstácu­ en los servicios públicos. Amediados de 1948 el gobierno creó una comi­
lpendiente, en 1946, en oposi­ sión especial para reda~tar el nuevo Código LQ,boral, promulgado en
1950. Este sistematizó las iniciativas·laborales restrictivas de los cinco
años anteriores y añadió otras. Estableció el sindicato único de base
~ su poder .,.proteger los puestos
como fundamento de la organiza~ión lab:oraL Amplió las restricciones a
, do. Dicha dismiDuci6n reflejaba los ere­ las huelgas en los servicios públicos, otorgó definitivamente al Ejecutivo
~ de Ju vertientes ealeteraa eroeiona­ la facultad de declarar ilegales tales hú~lgas y abrió nuevas compuertas
f¡hos de traDsporte terrestre. Para la ver­
~ de Fedenal"•• DIarIo PopuIu, Bogo­
lericancIB obeervaron con cuidado las acti­
I NelIon K. Park al Sec:reterio de Estado, 104. Le. mayorla. de las ideas de este párraf9 se planteaD. ereativamente en un importante estudio
11. Lana al Secretario de Estado, Bogotá, reWdoniata de Gaitán y el Bogot.azo por Herbert Braun. The ÁlllllI8IÓDa&ion of GaitáD, Madi­
Ni. "Special R.epoR OD Colombian Confe­ son Wlsconsin,l9$ó. He h.echo énfasis en las cn.eaiones contexiuales., socialea de un aná­
lisis poUüco que en manos de Braun es sicológico y cultural •
•21..604/8-1445.
418 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

para el arbitramento obligatorio. Una importante novedad del Código


residió en la prohibición de las tomas de plantas. Además. ciertas nor­
mas relativas a los contratos colectivos estipulaban que los trabajadores
debían renunciar' a los beneficios de, los contratos existentes cuando
negociaran nuevas convenciones. Por último. la política laboral del go­
bierno eliminó las restricciones al paralelismo sindical, .innovación vital
para poder llevar adelante la ofensiva en el segundo frente de las inicia­
.tivas laborales de la posguerra, es decir, el estímulo a un nuevo tipo de
sindicalismo.
Según la nueva filosofia, típica de las tendencias que surgían en
Occidente lOs obreros abandonarían sus preocupaciones políticas y cual.
quiera as~iración a controlar el proceso de producción, a cambio de una
participación en los beneficios de la productividad. Promovido en Colom­
bia por la Iglesia Católica, por el gobierno y por muchos industriales, el
nuevo sindicalismo se desarrolló bajo la protección legal concedida al
sindicato de base por las nuevas leyes laborales. A finales de los años
cuarentas y comienzos de los cincuentas las organizaciones obreras fie­
les a estos principios. agrupadas bajo el tutelaje de una nueva central, la
Unión de Trabajadores Colombianos, UTC, lograron dominar la activi.­
dad sindical en el floreciente sector industrial de la economía de posgue­
rra. La UTC, la más grande centralde Colombia desde los años cincuen­
tas, consiguió pronto aprobación y apoyo de los funcionarios del gobier­
no de Estados Unidos, como también de la dirección conservadora de las
principales federaciones obreras norteamericanas (l05).
A fines de los años cuarentashabia concluido el período de la historia
colombiana caracterizado por la aparición de un movimiento obrero in­

105. El coneenao de opinión en el gabinete bipartidista de Mariano Ospina acerca de la necesidad


de "confrontar" al movimiento ob~ro colombiano y oon~ la "dell18,lÓgiCa, antiecoDÓmica
y anticient1fica legislaciónsocw y laboral" está ~gistrado en ún despacho confidencial de
Willard L. 8eaulac al Secretario de Estado, Bogotá, sept. 16, 194.8, USNAeDS 82l.604/9­
1648. 8eaulac IIOlicltó un Informe sob~ la po1tti.calaboral del goblernorecordando al ministro
del Exterior un argumento que antes habiaexpuesto a otros funcionarios colombianoe: que
un inadecuado tratamiento de los problemas laborales que encaraban laS compaft1a.s estadou­
nidenses "planteaba el inCerrogantedesi Colombia me~ recibir.préstamos de los Estados
Unidos". El documento de 8eaulac fue redactado tres dias despUés del memorándum que
contiene laS sugerencias de la Tropical Oil sob~ SWI problemas laborales citado en. la nota
66. Acerca de laS leyes laborales. véasé Moncayo y Rojas, Luchas obrens (citado en la nota
431, Capitulo 3. Sob~ la génesis y expansión de la UTC véase Urrutia, quien. h;aee énfasis.en
la distancia de ésta del partido conservador y encomia su orientación economictsta y apollti.ca
(Developmellt, citado en la nota 43, Cap~o 121, y James Backer, quien rastrea SWI vinculos
con la Iglesia, "La historia de la influencia de la Iglesia IIOb~ el sindica)jlIDo.~l?mbiano",
Razóll' Fábula, No. 22, noviembre-d.iciemb~ de 1970, pp. 6-27. Contactos 11lICwes ent~
funcionarios norteamericanos y los consejeros calÓlicos de la UTC IOn ~velados en JOM C.
Wiley al Secretario de Estado,feb~ro 28 de 1946 y enero 21 de 1946, USNAlDS821.504/2­
2846 y 821.504/1-2146, ~spectivamente. Un examen critico de laS eetad1sticas IIObre el nú­
mero de afiliados de la UTC es Alvaro Delgado, "En torno de la crisis de la UTC", Estudioa
Marxistas, No. 9, 1975, pp. 33-65.
IRABAJAOORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 419

ortante novedad del Cbd.igo surgente en la década de los veintes y por la crisis del sistema capitalista
Ílantas. Además, ciertas nor­ mundial (1980-45). Sin que ningún lider o facción políticos pudieran
pulaban que los trabajadores haberlo previsto plenamente, la desunión de las élites poJiticas en tomo
contratos existentes cuando a la cuestión laboral, así como la alternación en el poder de los partidos
110 la politica laboral del go­ tradicionales, sirvieron admirablemente a los intereses de la clase domi­
¡m~ sindical, innovación vital nante. Bajo el corporativismo liberal de los años treintas el movimiento
:.segundo frente de las inicia­ obrero perdió combatividad y fue institucionalizado de acuerdo con la
l estímulo a un nuevo tipo de ley. Con las iniciativas represivas del conservatismo, afines de los años
, cuarentas, el movimiento obrero, debilitado y domesticado, fue reducido
~ tendencias que surgían en a la impotencia politica e ideológica. Virtualmente todos los lideres de
¡eocupaciones politicas y cual­ ambos partidos observaban una actitud unificada hacia·el movimiento
producción, a cambio de una obrero a fines de los años cuarentas. Deseaban un movimiento obrero no
tividad. Promovido en Colom­ comunista, limitado a practicar un sindicalismo economicista, dirigido
~ por muchos industriales, el por lideres burocráticoo responsables y eficazmente controlado por el
~rotección legal concedida al Estado. Un movimiento obrero de esta laya garantizarla la integracióin
larales. A finales de los años exitosa de Colombia al orden capitalista mundial de la posguerra.
~ organizaciones obreras fie­ Pero la aplicación coordinada de este consenso tropezó con la Violen­
¡elaje de una nueva central, la cia y se retardó casi una década. Paradójicamente, si bien la división de
~, lograron dominar la activi.­ laélite y la alternación en el poder de los partidos tradicionales en 1980 y
IÍal de la economía de posgue- . 1946 contribuyeron a desmovilizar a los obreros y a canalizar .el conflicto
~bia desde los años cincuen­ de clase por medios poJiticos tradicionales, ese mismo proceso adquirió
.e los funcionarios del gobier­ gradualmente una dinámica no muy fuacional ni siquiera para los intere­
tdireccibn conservadora de las ses de laelase dominante. La alternación en el poder de los partidos tra­
lricanas (105). dicionales dio rienda suelta al potencial sectario del sistema poJitico co­
duido el perlodo de la historia lombiano. A medida que el conflicto de clase era encauzado por los cana­
l de un movimiento obrero in­ les politicos tradicionales, poco a poco los eventos políticos y el control
del poder fueron·· saliéndose de las manos de los dirigentes moderados
tanto liberales como conservadores. A fines de los años cuarentas, tanto
~ Mariano Ospina acerca de la necesidad los dos partidos; como la mayorla del pueblo se encontraban enredados
:oorregirla "deJll8&Ógica, antiecoDÓmica en un conflicto politico violento. Para la clase dominante la Violencia fue
lPstrado en Un despacho confidencial de
~, sept. 16, 1948, USNAeDS 82l;?O~/9- apenas un impedimento temporal en la institucionalización de un orden
capitalista liberal. Para la clase obrera, la aterradora conmoción civil

~Jtres
al del gobiemo recordando al mmistro
. a otros funcionarios colombianos: que conocida como la Violencia resultó ser un desastre profundo y perdura­
que encaraban las compaftias estadou­
,Inerecla recibir.préstamos de los Estados ble.
dlas después del memcrindum que
~ problemas laborales citado en la nota
rJlojas, Luchas obrera (citado en la ,nota LA VIOLENCIA Y LA CIVILIZACION CAFETERA
véase Urrutia, quien hace énfaBls en
BU orientación economicista ., apolitica La Violencia, definida como el perlodo de conmoción civil que trastornó a
Backer, quien rastrea BUS vinculos
. sobre el sindicalismo colombiano" , la sociedad colombiana entre 1946 y 1966 no fue un fenómeno social úni­
970, pp. 6-27, Contac&OB iniciales entre co y uniforme. Asumió diferentes dimensiones y matices a medida que
, de la UTC son revelados en John C. abarcaba sectores de la sociedad con mayol' o menor intensidad durante
enero 21 de 1946, USNAlDS 821.50412­ dos décadas. La primera, la más importante e intensa fase de la Violen­
~. critico de las estadisticas sobre el nú­
rtomo de la crisi8 de IaUTC", Estudios cia fue el período comprendido entre 1946 y 1958, cuando perdieron la
vida más de tres cuartas partes de sus casi doscientas mil victimas. Este
I
420 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

periodo fue el más "poJitico" y "tradicional" de todas SUS fases. Cual­ hizo más "económica" )
quiera que fueran sus otros motivos, los bandos en lucha l'ácionalizaron na ría , '. Entre 1958 y 19E!
sus acciones en los términos de la contienda tradicional entre los parti­ cimiento económico reJa
dos liberal y conservador por el control del poder político. Durante este cayeron abatidas a caus
lapso de tiempo el pals fue gohernado'por un régimen conservador cada colombiano hizo frente a
vez más sectario y'violentoen la búsqueda de la hegemonía política yla cafeteras centrales y, apl
implantación del orden público. Los liberales impugnaron dicho poder dos Unidos, emprendió 1
en una gran sublevación urbana, el Bogotazo, y en el campo de .batalla, orientación marxista en 4
especialmente en las planicies ganaderas del Meta y Boyacá, aLoriente tro y el sur del país (l06).
de la capital. Pero la resistencia liberal más importante y perdurable, Como se ve, la Viole
caracteristica de la·confrontación política en la zona cafetera del país, se rasgos sociales, polítiCOfl
dio a través de grupos armados ad hoc y bandas guerrilleras que ataca­ dos décadas. La compleji
ban a los conservadores y. alas fuerzas represivas del Estado en comba­ recer su unidad esencial
tes esporádicos. Todo es.teperiodo se caracterizó por un crecimiento ec~ te, un fenómeno social qt
nómico muy rápido, favorecido por precios extraordinariamente altos del ta Y clientelista del siste
café, y marcado por la inflación y la caida de los salarios reales de los tra­ fenómeno social que se d
bajadores rurales y urbanos. . en las regiones cafeteras
A mediados de 1953, el gobierno conservador fue derrocado por un interrelacionadas (107).
golpe militar que contó con el apoyo de los lideres. moderados de ambos El potencial de confr(
partidos. El régimen militar consiguió pacificar buena parte del país del sistema político colol
apelando a medidas políticas conciliatorias, a la proclamación de una dos partidos tradicionale
amnistía general para aquellos liberales dispuestos a deponer las armas puntos de viraje, protago
y a un vago programa de reforma social. Sin embargo, para 1956 el régi­ virtud de vitales imperat
me militar se habia convertido en una dictadura abierta. Su programa de muerte de las bases parti
reforma política y social había asumido:un diseño y una justificaeiónfor­ localidades. La política el
malmente corporativistas que amenazaban las instituciones políticas y filosóficos y los intereses
económicas liberales del pais. El gobierno se encontró inmerso en una tienda. Tenía que ver COl
crisis económica y fiscal provocada poruna dramática disminución de.los pudiera esgrimir en la ha
precios del café. Y tuvo que enfrentar un recrudecimiento delconf1icto proletarización. Desde un
partidista en el campo, que fue incapaz de controlar. En 1957 los jefes vo ligada íntimamente a b
liberales y conservadores civiles se unieron para poner .fina la dictadura dad, el acceso al empleo J
e institucionalizar una solu.ción política a la Violencia, y acordaron com­ ley. Los intereses que est
partir por igual el poder políücoy todos los puestos públicos. Guiado por mayoria de los colombiano
esta fórmula, el país retomó al régimen civil en 1958. A partir de enton­ obligó a las bases locales 1
ces y durante dieciséis años, liberales y conservadores se alternaron en
la presidencia y en la burocracia. Los acontecimientos de 1957 y 1958
cerraron el periodo de la Violencia propiamente dicha. Durante esta 106. Para un tratamiento claro y de1
bia (citado en la nota 76). 0quiJ
segunda fase, menos intensa que la primera, y que.V8 de 1954 a 1957, de la diversidad de la Violencil
murieron alrededor de 16 mil personas. El acuerdo político entre los par­ la periodizacl6n utilizada aqut
tidos eliminó la excusa partidista para la violencia, cimentó el consenso eúen80 pero véase, además de
en el seno de la clase dominante y restauró buena parte de la autoridad phy on La Violencia in Colom
1973, pp: 3-44. La mejor obra Si
efectiva de las instituciones políticas. ny Meertens. Budoleros. gam
La política tradicional desempeñó un papel directo muy reducido en 107. En la literatura sobre el tema E
el tercero y menos intenso delos periodos de la Violencia, cuando ésta se evidencia cualitativa pero ningt!
cimiento muy limitado y parcial
COLOMBIA 421

hizo más "económica" y "criminal" y, enpiertasál'eas, más "revolucio­


naria". Entre 1958 y 1966, un período de bajos precios del café y de cre­
cimiento económico relativamente lento, entre 17 mil y 18 mil personas
cayeron abatidas a causa de la Violencia. Durante esta fase el ejército
colombiano ·hizo frente a fieras organizaciones de bandidos en las zonas
cafeteras centrales y, apoyado por grupos de contramsurgencia de Esta­
dos UnidoS, emprendió una ofensiva contra las comunidades rurales de
orientación marxista en ciertas regiones aisladas y montañ'OSfts del cen­
tro y el sur del pais (106).
Como se ve, la Violencia fue un proceso con muchas facetas, cuyos
rasgos sociales; poJíticos y geográficos fueron cambiando a lo largo de
dos décadas. La complejidad de la Violencia, sin embargo, no debe oscu­
recer su unidad esencial. Fue principalmente, aunque no exclusivamen­
te, un fenbmenosOcialque obedecia a la dinámica exclusivista, partidis­
ta y clientelistadel sistema poJítico tradicional de Colombia. Y fue un
fenómeno social que se dio principalmente, aunque no exclusivamente,
en las regiones cafeteras. Ambas caracteristicas unificadoras se hallan
interrelacionadas (107). _
El potencial de confrontación civil violenta inherente a la dinámica
del sistema poHtico colombiano fue desatado por la alternación de los
dos partidos tradicionales en el poder, en 1930 y 1946. EstoBcruciales
puntos de viraje, protagonizados por Hderes bipartidistas moderados en
virtud de vitalesimperativos/oe clase, desataron una lucha de vida o
muerte de las bases partidistas por el control exclusivo del poder en las
localidades. La poJítica en el campo no versaba en tomo de los ideales
filosóficos y los'intereses de clase y sectoriales de los partidos en con­
tienda. Tenia que ver con los recursos poHticos y personales que uno
pudieraesgrintir en la batalla por mejorar BU posicibn social y evitar la
proletarización. Desde un comienzo, la contienda en los municipios estu­
vo ligada íntimamente a la lucha por la·tierray otras f()l'lIU[s de propie­
dad, el acceso al empleo y al crédito y la protección de la policla y de la
ley. Los intereses que estaban enjuego en las áreas rurales, donde la
mayoria de los colombianos aún vivia en los años cuarentas y cincuentas,
obligó alas bases lOcales a respaldar a los lideres nacionales más secta­

106. Para'untratamiento claro y detallado de las poUticas de todo este periodo véase Dix, Colom­
bIa{eitadoen'la nota 76). Oquist, Violencia (citado en'la nota 3), swninistra un buen análisis
de la diversidad de la Violéncia y dÍllas cifras del número de v1etimas que be adaptado para
laperíodiZacmn utilizada Ilqui; Véll8esu Tabla VI-1, p. 322. El material sobre la Violencia es
extenso pero véase, además de Oquist, la resefta de Russell W. Ramsey, "Critica1 Bibliogra­
phy on La Violencia in Colombia'" LatID American Reaeareh Review, 8:1. Primavera de
1973, pp. 3-44. La mejor obra sobre la Violencia después de 1968 es Gonzalo Sánchez y Don­
ny Mee1'tens, Bando1el'08,gamoDáles J eampesiDoe, Bogotá, 1983.
107. En la literatura sobre el tema existe un consenso en tomo a la primera proposición, mucha
evidencia cualitativa pero ningún análisis sistemático para respaldar la segunda y un recono­
cimiento muy limitado y parcial de la tercera.
422 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

rios y oportunistas, dispuestos a utilizar su poder y su talento con propó­ los pequeños propietari(
sitos exclusivamente partidistas. Cuando éstos consolidaron su control dores de las grandes fin.
sobre los partidos, sobre el gobierno, como en el caso del partido en el permaneciendo en predil
poder, y emplearon su influencia con fines partidistas, se intensificó el dos, sedientos de tierra.
circulo vicioso de la lucha a nivel local. Ello condujo inexorablemente a la segundos estaban meno
intimidación violenta y la resistencia entre bloques opuestos, algunos donde la violencia era eru
respaldados por el peso de las instituciones del Estado, otros obligados a propiedades a los comen:
resistir de cualquier manera, para sobrevivir. El abuso de la autoridad a los pequeños propietari
gubernamental y la resistencia desembocaron lentamente en la ruptura las regiones azotadas pOI
del gobierno efectivo tanto a escala local como nacional. Los crímenes o los lisiados sicológicami
contra los individuos y la propiedad, perpetrados por los funcionarios del control social, de la al
locales, la policia y el ejército y justificados por el partidismo, quedaban zar y torturar a sus víctim
en la impunidad. La retaliación era frecuente y sus autores lograban a pitaciones, mutilaciones J
menudo escaparse. Con la ruptura de la autoridad y el control social en ron en la prensa de la ép<
los poblados, la lucha por el lucro individual se convirtió en una pesadilla laron las pasiones partidi
de usurpación de tierras, latrocinio y extorsión. Los métodos degenera­ consolidar su poder dentr
ron de la persuasión cortés y sutil a las amenazas armadas, el incendio sensacionalistas contribu'
de viviendas y los asesinatos brutales. La Violencia empezaba en una violencia - coerción econi
región y se alimentaba de sí misma. Parientes, amigos y copartidarios propósitos personales y ]
cobraban los crímenes vengándose en las familias y amigos de los su­ centes".
puestos autores, o simplemente en los vecinos que se identificaban con Los aspectos políticos I
el partido político opuesto. Con frecuencia alcanzaban ansiados objetivos de sus expresiones más rn
materiales y saldaban viejas deudas sociales y arraigados resentimientos mo que a muchos estudio
personales (l08). y sociales de fondo. Sin e
La mayoría de las personas que vivían en las regiones afectadas por cosa fue la máxima expre!
la Violencia no participaron en ninguno de estos actos; pero muchos tra­ rra y la movilidad social e:
taron de aprovechar la situación en una forma u otra. Usurpaban las tie­ tas esta lucha se había ton
rras abandonadas por las víctimas o las compraban a blijo precio. Los que había sido a principio
terratenientes mantenían grupos armados para protegerse y compraban que las tierras aptas para E
a precios ridículos las posesiones de los atemorizados arrendatarios, te apropiadas y puestas al
aparceros y pequeños propietarios. También ocurría lo contrario, aun­ de la drástica disminución
que en general tal fenómeno no haya sido reconocido en la literatura cafeteras a partir de la mitl
sobre la Violencia. Los grandes terratenientes se encontraban en una subdivisión de las fincas I
situación menos desesperada porque contaban con más alternativas que que éstas fueran menos 1

108. Muchos de estos temas, dolorosamente fauúliares para todos aquellos que han vivido en las 109. Los cambios en la tenencia de :
zonas cafeteras son tratados con lucidez por JaiJ:De Arocba en La VIoIeaeia ea el QulDcUo (ci­ de un estudio sistemático. AUIl
tado en la nota 55). Este libro es un estudio antropológico del. hcmúcidio en los principales úl~ fases de la Violencia, PI
municipios cafeteros del Quindio, la región del antiguo departamento de Caldas que hoy es el especialmente durante las priD
área más nueva y productiva de la zona cafetera de Colombia. Sobre lo que el autor denomina caso de Vergara, Cundinamare
"la impunidad institucionalizada" , véase p. 16; sobre el conflicto entre vecinos en defensa propietarios. Allí el conflicto p
de la propiedad, pp. 100-101; sobre la lucha por la tierra como motivo de confrontaciones vio­ nacional a partir de 1948 provo
lentas, pp. 140-41; sobre la politización de la policla lof:al y la militarización del gobierno local de propiedad de una familis liIM
durante la época de la Violencia, pp. 146-47; sobre la intimidación electoral, pp. 148-49; so­ fue vendida en pequeflas pareel
bre la confusión entre partidismo poUtico, la lucha por el beneficio personal y el deseo de pequeftos propietarios COD8e1'Vll
defender la dignidad y el honor propios, p. 141. trativ08 véase Sánchez y Meertli
COLOMBIA 423

los pequeños propietarios y los trab~adores sintierm. Los administra­


dores de las grandes fincas teman poco que ganar y mucho que perder
permaneciendo en predios amenazados por t.rabajadores de ambos ban­
dos, sedientos de tierra. En consecuencia, tanto los primeros como los
segundos estaban menos sujetos al terror y a la inseguridad en áreas
donde la violencia era endémica. Muchos vendian a cualquier precio sus
propiedades a los comerciantes locales, a sus aparceros y arrendatarios o
a los pequeños propietarios vecinos (109). Solo unas cuantas personas de
las regiones azotadas por la violencia -los criminales y los depravados,
o los lisiados sicolbgicamente por la violencia- se valieron de la ruptura
del contl'ol social, de la autoridad legal y del orden politico para aterrori­
zar y torturar a sus victimas y llevar a cabo los asesinatos masivos deca­
pitaciones, mutilaciones y crimenes sexuales que tanta atencibn ~ibie­
ron en la prensa de la época. Pero los lideres politicos sectarios manipu­
laron ~s pasiones partidistas, inflamadas por tales informaciones, para
consolidar su poder dentro de los partidos. Y a nivel local estos informes
sensacionalistas contribuyeron a racionalizar formas más civilizadas de
violencia -coercibn econbmica y aplicacibn de instrumentos legales con
propbsitos personales y partidistas-, practicadas por las gentes "de­
centes".
Los aspectos politicos de laViolencia y el cubrimiento sensacionalista
de sus expresiones más bestiales distraian a los contemporáneos, lo mis­
mo que a muchos estudi0S6Sp08teriores, de las dimensiones materiales
y sociales de fondo. Sin embargo, la Violencia, más que cualquier otra
cosa fue la máxima expresibn poJitica de la permanente lucha por la tie­
rra y la movilidad social en la zona cafetera. A fines de los años cuaren­
tas esta lucha se había tornado más desesperada y menos colectiva de lo
que había sido a principios del decenio anterior. Más·desesperada por­
que las tierras aptas para el cultivo del café ya habían sido casi totalmen­
te apropiadas y puestas a producir. Aquí puede radicar la causa principal
de la drástica disminucibn en la tasa de crecimiento de las exportasiones
cafeteras a partir de la mitad del siglo. Más desesperada quizá porque la
subdivisibn de las fincas familiares por medio de la herencia hicieron
que éstas fueran menos rentables, en momentos en que la creciente

109. Los cambios en la tenencia de la tierra en las zonas cafeteras durante la Violencia requieren
de un estudio sistemAtico. Aunque la evidencia apunta a la concentra.ci6n de la tierra en las
últim~ fases de la Violencia, puede ser que también se haya dado una difusión significativa,
especialmente durante las pnmeras etapas. Mi conocimiento pel'llOlllll as1 lo confirma en el
caso .de Vergara, Cund.inamarca, ~municipio con una mayoria con.servadora de pequefl.oe
propietarios. Alli el conflicto partidista local y la hegemonia poUtica conservadora a eacala
nacional a partir de 1948 provocaron la pérdida por venta de la mayor parte de un latifundio
de propi~d de una familia liberal, los Silvas, en el área nororienta1 del municipio. La tierra
fue vendida en pequefias parcelas en ténninos favorables a los arrendatarios y aparceros y a
pequel.os propietarios COD8ervadores de otras partes del municipio. Para otros ejemplos ilus­
trativos véase Sánchez y Meertens, .Baadoleroe {citado en la nota 1(6).
424 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

competencia por tierras aptas· para. el cultivo del café se intensificaba y ca del partido a partir 4
se hacía más difícil consolidar fincas familiares viables. Así se explica en planteada por el mom
parte la disminución. en el número de pequeños productores entre las años treintas, la direccill
postrimerias de los años treintas y comienzos de los cincuentas que se certada por la pérdida (
aprecia en los datos de los censos cafeteros. Más desesperada, por últi­ gente que caracterizó a s
mo, pues al final de los años cuarentas los pequeños productores y los y comienzos de los CU8.l'I
trabajadores cafeteros ya no eran tan autosuficientes como lo habían entre los partidos tradic
sido dos décadas atrás. Dependían más de artículos adquiridos en el rección conservadora re'
mercado para satisfacer sus necesidades vitales y sembraban en café tie­ movimiento obrero y la
rrasque antes usaban para la producción de alimentos. En consecuen­ UNIR de Gaitán abandOl
cia, con la inflación de la posguerra se les hizo más dificil alimentarse a en el sector exponadory
sí mismos. Sin embargo, los altos precios del café los seguían llevando, cibn, dejaron a los trabaj
lo mismo que a los grandes cultivadores, a dedicar aún más ,tierra a la cas alternativas frente a 1
producción de café (110). Los trabajadores sin tierra y losmigrantes eran der sus intereses y alcaru
los más vulnerables a la inflación. Totalmente dependientes del mercado Aún no existe un estl
para sobrevivir, carecían tanto de los medios organizativos para presio­ que la Violencia fue prin
nar a los patronos por salarios más altos como del acceso a la tierra para ras. Tal proposición es al
satisfacer sus necesidades de subsistencia (111). y cualitativa que existe Sl
La lucha se hizo más individualista.porque los trabajadores cafeteros, fue mucho más que un co
en los años cuarentas, fueron privados en las localidades del apoyo de yb acontecimientos tan d
las organizaciones colectivas y a nivel nacional de los. partidos de izquier­ nos Orientales, la eviden
da que en los años treintas habian tratado de orientar su lucha. Tales da, desde un principio, •
orgQ.nizacionesnunca estuvieron muy arraigQ.das en las áreas rurales y las zonas cafeteras. El est
en la década de 1930 ejercieron más influencia.fuera de la zona cafetera cia infortunadamente no
de la Cordillera Cen~al, área que se convirtió en el foco principal de la ducción cafetera. En esa i
Violencia a partir de 1948. Sin embargo la existencia de los partidos de municipios que se encontJ
izquierda nacionales a comienzos de los años treintas había significado u otro de los partidos trae
mucho, pues enviaron organizadores a regiones aisladas y coordinaron cia que aquellos en donde
actividades a escala nacional; .sus peribdicos recogian y difundían· una era más débil o donde exu
información alternativa y proyectaban una visión diferente de la reali­ Esa evidencia cuantitatiVl
dad; utilizaban los tribunales y el Congreso para defender los derechos este ensayo, de que la ViE
de los trabajadores organizados y a sus líderes. Cqmo ruidosos campeo­ lucha por el control políti(
nes del movimiento obrero, contribuyeron a forzar a la dirección liberal a demostrado cuantitativam
que procediera lenta y cautelosamente a consolidar la hegemonia politi­ los liberales eran fuertes
padecer la Violencia a paJ
manos del partido conserv
110. Esta última es la tesis central planteada p<)l' Arocha para. explicar la Violencia de fines de los
correlación entre la comPE
afios cuarentas. Su argumento es ngestivo pero carece de una bMe estadistica sólida. Véase rosos municipios con esea
La VioIeDda (citado en la nota 55). pp. 31-34. de violencia; y muchos ot
111. En esta muestra Arocha descubrió que los trabajado.res sin tierra figur$ban como instigado­ activo escenario de la com]
res y victimas de las confrontaciones violentas más frecuentemente que loe pequeAos propie­
tarios; pero que el margen dedifereneia era mayor entre los instigadores. También descu­
brió que un alto pon:entfije de victimas de actos violentos eran recién llegados al municipio
(~ VioIe.a., pp. 90-911. Sobre la base de .su investigación, S6nchez 7 Meertens coneluyen
que los jefes de las pandillas de bandidos eran usualmente peque60s plOpietarios, mientras 112. Oqujet, VioleDda (citado en la
que sus seguidores eran por lo general ~adoressin tierra. luaclón de Oquist de la calidad
COLOMBIA 4215
WlAJADORES EN LA HISTORIA
ca del partido a partir de 1930. Y solo cuandodisminuyb la amenaza
~ del café se intensificaba Y planteada por el movimiento obrero y la izquierda a comienzos de los
~8viables. Así se explica en años treintas, la direccibn conservadora, inicialmente dividida y descon­
~eños productores enire las certada por la pérdida del poder, adoptb la actitud partidista intransi­
lOS de los cincuentas que se gente que caracterizb a su faccibn dominante a fines de los años treintas
l.Más desesperada, por últi­ y comienzos de los cuarentas. A partir de 1985, sin embargo, la lucha
¡pequeños productores y los entre los partidos tradicionales se intensificb a nivel nacional y .una di­
~ficientes como lo habian reccibn conservadora revitalizada orientb su artilleria pesada contra el
~ artículos adquiridos en el movimiento obrero y la izquierda. Cuando el Partido Comunista y la
des y sembraban en café tia­ UNIR de Gaitán abandonaron la dificil tarea de organizar a los obreros
le alimentos. En consecuen­ en el sector exportador y se pasaron al campo liberal en busca de protee­
lizo más dificil alimentarse a cibn, dejaron a los trabajadores cafeteros no sindicalizados con muy po­
el café los seguían llevando, cas alternativas frente a los canales partidistas tradicionales para defen­
idedicar aún más tierra a la der sus intereses y alcanzar sus metas.
inüerra y los migrantes eran Aún no existe un estudio cuantitativo que demuestre con precisibn
$e. dependientes del merca?o que la Violencia fue primordialmente un fenbmeno de las zonas cafete­
pe orgamzativos para presIO­
ras. Tal proposicibn es ampliamente apoyada en la literatura descriptiva
loo del acceso a la tierra para y cualitativa que existe sobre la materia. Pero debido a que la Violencia
~.ll). fue mucho más que un conflicto civil en las regiones cafeteras, que inclu­
De los trabajadores cafeteros, yb acontecimientos tan dispares como el Bogotazo y la lucha en los Lla­
las localidades del apoyo de nos Orientales, la evidencia cualitativa tiende a oscurecer en qué medi­
~l de los partidos de izquier­
da, desde un principio, la Violencia fue principalmente un producto de
~ de orientar su lucha. Tales
las zonas cafeteras. El estudio cuantitativo más sistemático de la Violen­
~gadas en las áreas rurales y
cia infortunadamente no analiza el problema de su relacibn con la pro­
¡nciafuera de la zona cafetera duccibn cafetera. En esa investigacibn, Paul Oquist demuestra cbmo los
~b en el foco principal de la
municipios que se encontraban bajo la firme hegemonia electoral de uno
, existencia de los partidos de u otro de los partidos tradicionales fueron menos propensos a la Violen­
.os treintas habia si~icado cia que aquellos en donde el control del partido liberal o del conservador
giones aisladas y. coor~hnaron era más débil o donde existía una competencia aguda entre ambos (112).
~os recogían Y difundían ~ Esa evidencia cuantitativa respalda la idea, desarrollada a lo largo de
Q. visibn diferente de la reali­
.0 para defender los derechos
este ensayo, de que la Violencia estaba directamente relacionada con la
lucha por el control politico a nivel local. También la respalda el hecho,
(eres. Como ruidosos campeo­ demostrado cuantitativamente por Oquist, de que los municipios en que
.. forzar a la direccibn liberal ~ los liberales eran fuertes electoralmente se hallaban más propensos a
JOnsolidar la hegemonía polítl­ padecer la Violencia a partir de 1946, cuando el control politico pasb a
manos del partido conservador. No obstante, como lo reconoce Oquist, la
correlacibn entre la competencia electoral y la Violencia es débil: nume­
¡' upJica:r la Violencia de fines de los rosos municipios con escasa competencia politica vivieron altos niveles
~de una base estadist.ica. sólida. Véase de violencia; y muchos otros que no sufrieron esta calamidad eran un
l.es sin tierra figuraban como instiga~o­
frecuentemente que los peque60s prople­
activo escenario de la competencia politica.
.. entre loe Instigadores. Taml>ién d~~­

l.
DlentolJ eran recién negados al mUDlClplO
lJtigaei6n Sánchez'y Meertens concluyen
talmente ~e60s propietarios, mientras
tierra.
112. Oquist, Violenela (citado en la nota 3), Cuadro n-24, p. 8&. No reviso aquila cuidadosa eva­
luación de Oquist de la calidad de sus estadlsticas ni su def'iniclón de términos.
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA
COLOMBIA
Oquist no trató de cotejar en sus estadísticas la distribucibn geográfi­
ca de.las muertes causadas por la Violencia con laproduccibn·cafetera en 1955, todos ellos ubi
por municipios. Si lo hubiera hecho, muy seguramente habría encontra­ Antioquia y Tolima- ()
do correlaciones muy altas entre ambas. Esta suposicibn surge al exami­ número de muertes atri
nar las estadísticas agregadas sobre la distrlbucibngeográfica de las ros más antiguos y men
muertes causadas por la Violencia según departamentos, que presenta. siguen en víctimas. y ~
Oquist, y el volumen de la producción cafetera por departamentos que se tantes figuran como focl
deriva del censo cafetero de 1955. El Cuadro 5.5 presenta datos de muer­ intensidad no se correÜl
tes durante el periodo 1946-57, cuando la Violencia fue más intensa y la produccibn cafetera e
obedecla más nitidamente a la diIÚlmica partidista tradicional. Las principales ano)
En este Cuadro se aprecia una correlacibn muy estrecha entre las La incidencia relativaml
principales regiones productoras de café y el número de lllÜertes de la cia en Boyacá y Meta. d
Violencia. Los departamentos de la Coste. Atlántica (Magdalena, Bolívar flejan la naturaleza e~CE
y Atlántico) y las altiplanicies meridionales (Nariño), donde la produc­ donde los liberales de ~
cibn de café siempre ha sido insignificante. no figuran como focos desta­ locales para enfrentar al
cados de violencia. Los .tr~s departamentos cafeteros más importantes la. Cundinamarca un d4
dido a una posici~ intel
vamente bajo de muerte
zacibn colectiva entre I
CUADRO 5.5 muertes registradas en l
MUERTES ATRIBUIDAS A LA VIOLENCIA EN COLOMBIA, 194&57,
nalmente, aunque antes
Y PRODUCCION CAFETERA,l955, SEGUN DEPARTAMENTO menor de muertes en COl
café, después de 1958 su
la Violencia es mucho~m
Muertes atribuida. a la Violencia Producci6n cafetera
riodo la Vi~lencia se limij
Deputamento Muertes Departameato ToneJ.aclas ductores de café, los más
1948-57 pales productores de 1951
Antiguo Caldas 44.:;J55 Caldas 117.202
ToUma 30.912 Antioquia 59.600
Antioquia 26.115 ToUnia 56.075 CUADRO 5.6
Santander (NO!te) 20.886 Valle 50.(J42
Santander (Sur) 19.424 CundiDamarea 28.547 MUERTES ATII
Valle 13.106 Huila 15.498 1958-66, SEGUN
Meta 5.842 Santander (Norte) 10.484
Boyaeá 5.359 Santander (Sur, 9.582 ))ep¡u1ameato
Huila 4.111 Cauea 9.484
Cundinamarc:a 4.037 Todos los demás 12.719 ToUma
(Bogoté) 2.586 Valle
Cauea 2.236 Antiguo Caldo
Todos los demál deptos. y Antioquia
unidades administrativas Huila
menores 2.386 Santlulder (Norte
Santander (Sur,
Cauca
Fueatea: Paul Oquist, VioleaeJa, conflicto y poIitIca ea Colombia, Bogoté, 1978. Cuadro VI-2, Cundinamarca
p. 322; Comisión Económica para América Latina y la Organización de las Naciones Meta
Unidas para la Agricultura y la Alimentación, El c:afé ea América Latina. Problemas de Beyaeá
la produetJvidad y perspectiva. l. Colombia y El Salvador, Ciudad de México, 1968,
Cuadrp n, p. 25.
Fuente: Oquiat,'
COLOMBIA 421

en 1955, todos ellos ubicados en la Cordillera Central-Antiguo Caldas,


Antioquia y ToJima- ocupan el primero, el tercero y el segundo lugar en
número de muertes atribuidas a la Violencia. Dos departamentos cafe~
ros más antiguos y menos importantes en 1955, los dos Santanderes, les
siguen en victimas. Y todos los demás departamentos cafeteros impor­
tantes figuran como focos destacados de la Violencia, aunque su relativa
intensidad no se correlaciona JIllJiy estrechamente con su importancia en
la producción cafetera (Valle, Huila,. Cundinamarca y Cauca).
Las principales anomalias de esta correlación resultan instructivas.
La incidencia relativamente al~.deasesinatos relacionado con la Violen­
cia en Boyacá y Meta, departamentos de escasa producción cafetera, re­
flejan la naturaleza excepciona:! de laViolencia en los Llanos Orientales,
donde los liberales de la Cordillera Oriental se unieron a copartidarios
locales para enfrentar al ejército colombiano en operaciones a gran esca­
la. Cundinamarca, un departamento cafetero que en 1955 babía descen­
dido a unaposicióp intermedia en la produción, sufrió un número relati­
vamente bajo de muertes. El hecho puede refleJf,lr el legado de la organi­
zación colectiva entre los trabajadores cafeteros del suroriente. Las
muertes registradas en Bogotá son principalmente las del Bogotazo. Fi­
nalmente, aunque antes de 1958 el Valle sufrió un número relativamente
menor de muertes en comparación con los otros grandes productores de
café, después de 1958 suposición entre los departamentos que padecían
la Violencia esri:xu~ho-;m4saltll. (Ve~'elCuad.ro S.G).Durante este pe­
riodo la Violencia se limitO étlsi exclusivamente a los departamentos pro­
ductores de café, los más violento~uie los cuales fueron los cuatro princi­
pales productores de 1955, todos localizados en la Cordillera Central. Sin

CUADRO 5.6

MUERTES ATRIBUIDAS A LA VIOLENCIA EN COLOMBIA,


1968-66, SEGUN DEPARTAMENTO
Muertes

Tollina 5.251
Valle 5.016
Antiguo Caldas 8.606
Antioquia 2.127
Huila 733
San*der(N,ltel 849
Santander {Sur'
Cauea . 457
.Cundinamarca 334
M~ta 166
Boyacá 142

Fuente: Oqulst, VIolenda, Cuadro VI·S, p. 323


428 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

embargo, dentro de esta región, la intensidad relativa de la Violencia se


trasladó desde Caldas y Antioquia hacia los departamentos de Tolima y
Valle, más al sur.
Estos dos últimos departamentos también encabezan la lista de la
clasificación según el número de parcelas o lotes de tierra abandonados
como resultado de la Violencia (Véase el Cuadro 5.7). Las estadisticas
publicadas por Oquist son, como él lo anota, menos confiables que sus
datos sobre muertes. Las parcelas en cuestión incluian al parecer fincas
poseidas y trabajadas por las victimas, asi como tierras que éstas teman
en arriendo u ocupaban cOn contratos deaparceria y trabajo dependien­
te. Los datos sugieren que el abandono de tierras fue más común en
aquellas áreas más duramente afectadas por la violencia en la fase pos­
terior a 1957. En muchos departamentos hay poca relación entre la rela­
tiva intensidad de la violencia (medida según muertes) y el abandono de
tierras. Sin embargo, las cifras tienden a confirmar la difundida suposi­
ción de que la Violencia estuvo acompaftada de grandes cambios en la
tenencia de la tierra, cambios que se limitaron en gran medida a los prin­
cipales departamentos cafeteros.

CUADRO 5.7

PARCELAS ABANDONADAS A CAUSA DE LA VIOLENCIA


EN COLOMBIA, 1946·66, SEGUN DEPARTAMENTO

Valle 98.400
Tolima 54.900
Cundinamarca 50.400
Slllltander (Norte) 38.400
Antiguo Caldas 36.800
Huila 27.100
Santander 26.600
DoyacA 26.400
Antioquia 16.200
Cauca 3.000
Todos los demÁS 14.648

Fuete: Oquiat, VioIeDeia, Cuadro VI-4, p. 323.

La magnitud de la tragedia que padecieron los trabajadores rurales


durante la Violencia no puede medirse solamente con estas cifras. Por
cada muerte, había decenas de personas laceradas emocional y sicológi­
camente por un proceso que carecía de un significado social y filosófico
trascendente. Para estas victimas, para los que fueron despojados de sus
posesiones y aun para los que obtuvieron ganancias materiales en medio
de la confusión, la experiencia confirmó en sus mentes la concepción de
~AJAOORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 429

írelativa de la Violencia se que el comportamiento humano y la sociedad eran perversos, crueles e


~partamentos de Tolima y implacables. Pocos trabajadores conocieron el poder del comportamien­
I to colectivo y cooperativo durante las dos décadas de violencia. Por el
i encabezan la lista de la contrario, vieron confirmadas sus peores sospechas acerca de las moti­
~s de tierra abandonados vaciones viles de sus congéneres.
tdro 5.7). Las estadísticas A menudo la Violencia es interpretada por la izquierda, aunque de
irnenos confiables que sus manera no muy clara o convincente, como una conspiracibn de la clase
lincluian al parecer fincas dominante contra la clase obrera (113). Tal punto de vista parece plausi­
hotierras que éstas tenían ble debido al efecto que tuvo la Violencia sobre el movimiento obrero. A
teda y trabajo dependien­ partir de 1946, la Violencia significb para los trabajadores rurales, lo
~erras fue más común en mismo que para la clase obrera urbana, una simultánea ofensiva legal y
~ violencia en la fase pos­
política de la clase dominante contra el movimiento sindical. Esta los
poca relacibn entre la rela­ dejbimpotentes en lo ideolbgico, lo organizativo y lo po11tico. La guerra
Irnuertes) y el abandono de civil que asolb el campo enfrentb a los trabajadores liberales y conserva­
firmar la difundida suposi­ dores en una cruel y costosa lucha. Reforzb los lazos emocionales de los
tde grandes cambios en la trabajadores·ruralescon uno u otro de los partidos·tradicionales, les en­
l en gran medida a los prin­ señb a depender de los canales clientelistas para proteger y satisfacer
sus aspiraciones materiales y fortalecib los sentimientos de hostilidad y
sospecha mutua entre los miembros de la clase trabajadora rural. El éxo­
do de los trabajadores rurales que huian de la Violenciaha.cia la seguri­
~ dad de las ciudades facilitó la concentracibn de la tíerray; con la elimina­
¡ cibn de muchos pequeños propietarios, pavimentó el camino para rela­
pE LA VIOLENCIA ciones de produceibn capitalistas más extensivas en la agricultura. Tam­
~AMENTO
I
bién fomentO el crecimiento dereector industrial de la econombl con el
flujo de ulia nueva fuemi de trabajo barata y culturalmente conservado­
ra: Estos trabajadores, imbuidos de preceptos católicos y valores indi­
~ vidualistas, debian mostrarse especialmente receptivos a los halagos del
00
DO nuevo sindicalismo y aportaron los cuadros economicistas de la UTC.
DO Pero las interpretaciones simples que atribuyen el origen de la Vio­
00 lencia a la insidiosa conspiracibn de la clase dominante distorsionan la
00 complejidad causal de dicho proceso. Atribuyen un propbsito consciente
00
iOO y una inteligencia dnicaa la elase dominante, que no solo no se compa­
100 dece con el registro histórico, sino que, además, menosprecia el rol y la
loo inteligencia de la clase trabajadora rural. Lo& trabajadores colombianos
148
no fueron llevados por engaño a un conflicto fratricida que resultó tan
323. costoso para su clase y para supais. Al igual que sus optesores, se haIla­
ban inmersos en un drama histórico fuera de BU control. Pero a diferen­
Jl"on los trabajadores rurales cia de sus explotadores, los obreros rurales sucumbieron ante la dinámi­
~mente con estas cifras. Por ca de la Violencia por razones progresistas. Cayeron en la Violencia
~eradas emocional y sicolbgi­
fJignificado social y filosbfico
113. La expresión más cJara '1 más extrema de esta coneepcmn es quizás Antonio Gareia,La cUa·
que fueron despojados de s~s Iéctiea ele la ~ Bogotá, 19.71. Variaciones sobre este tema en las obras de Camilo
lI18ncias materiales en mediO Torres, Orlando FalaBorda '1 otros son criticadas lúcidamente por Oquist, VioJeDCla (citado
;sus mentes la concepcibn de en la flOta 3), pp. 25-30. .
430 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

cuando luchaban por libertades humanas elementales: la libertad de


controlar sus propias vidas y el producto de su trabajo. Se puede· argu­
mentar de manera más plausible que fueron los trabajadores rurales y
no la clase dominante los que más directamente "causaron" la Violen­
cia. Es aqui donde radica la devastadora iroma del proceso que laceró a
una clase vibrante, enérgica, recursiva y progresista y la dejó impotente
ante la marcha histbrica del país.

SlGNIFICADO DE LA HISTORIA CONTEMPORANEA DE COLOMBIA

En la resaca de la tragedia que se abatió sobre la clase obrera a meqia­


dos del siglo,el patrón del desarrollo histbrico de Colombia finalmente
se ha vuelto contra los intereses de la clase dominante. El éxito mismo
de sus políticas capitalistas liberales, no obstruidasPOf un movimiento
obrero fuerte desde mediados del siglo, ha socavado lentamente el fun­
damento histbrico de SU hegemoma ideológica y política sobre la socie­
dad. colombiana.
La validez de estas afirmaciones no es tan evidente.·· El crecimiento y
la diversificación de la economía colombiana, fomentadoshistbricamen­
te por la propiedad IÍacional de la creciente industria cafetera y sosteni­
dos en parte gracias a los pequeños productores de café durante la crisis
mundial, han contin,uado a lo largo del perlodo de pc>S.Juerra.. Pese a la
considerable pobreza yala desigualdad social que ha.n prevalecido du­
rante esta etapa y a las crecientes contradicciones del creciente de$8rro­
110 económico del paísen.décadas recientes (lo que se revela, por ejem­
plo, en la des;nacionalización.de la industria y iasfinanzas y e.n .elconti­
nuo aumento de la deudae~terna), el crecimientoec.onómico sostenido
ha permitido suficiente mOvü.idad social en términos reales para alimen­
tar los valores culturales liberales djvulgados por las instituciones.bási­
cas de la sociedad colombiana. Los·cientos de ~lesde trabajadores. ru­
rales e integrantes de la clase media que abandónaron el campo en las
décadas posteriores a 194~ han actuaaé(en las ciudades a la manera de
los pequeños productores de café que otrora muchos eran. Han manipu­
lado los recursos familiares y los contactos personales y políticos en una
desesperada lucha individual por salir adelante en el mundo. Ysi bien es
cierto que tienden cada vez más desde 1958 a no participar en las elec­
ciones no competitivas bt:Üo el Frente Nacional, han conservado sin em-.
bargo una identificación con los partidos tradicionales y han continuado
confiando en los canales cliente listas en su lucha por la movilidad social.
La influencia de los valores culturales liberales divulgados por la cla­
se dominante por conducto de la Iglesia, la escuela y los partidos políti­
cos - templada por la experiencia histórica de decenas de miles de fami­
lias minifundistas cafeteras y reforzada o·desvirtuadapor la pesa.dUla de
COLOMBIA 431
bAJADORES EN LA HISTORIA
la Violencia- se manifiesta de manera sorprendente en el comporta­
amentales: la libertad de miento contemporáneo de los obreros, la pequeña burguesía y la clase
U trabajo. Se puede argu­
dominante del país. Se revela una notoria incidencia de los delitos y crí­
los trabajadores mrales y menes violentos en las ciudades y un alto nivel de homicidios en muchas
pte "causaron" la Violen­
áreas mrales. Es también evidente en la gran difusión del pequeño co­
• del proceso que laceró a
.-asista y la dejó impotente mercio, la ubicuidad de toda clase de estafadores y la sagacidad con que
individuos de las clases obrera y media respondieron a las riesgosas
oportunidades del tráfico internacional de drogas: muchos observadores
creen que el valor de las exportaciones ilegales de marihuana y cocaína
de Colombia en la actualidad superan las de café. En los estratos más
, altos de la sociedad estos mismos valores hallan expresión en las frenéti­
cas actividades de los especuladores en finca raíz, los artificios de los
¡e la. clase ob~erB: a meq,ia­ magnates de los· monopolios industriales y la ética de los funcionarios
Jo de ColombIa fmalmente públicos y los pol1ticos corrompidos. Naturalmente, comportamientos
Jominante. El ~xito mismo como éstos son comunes en todas las sociedades capitalistas contempo­
~idas por un movimiento
ráneas. Mas la intensidad de su expresión en la Colombia de hoy, espe­
¡.cavado lentamente el n­ ñl: cialmente en el comportamiento de la clase obrera, es extrema, pero no
~ y politice sobre la SOCIe-.
del todo negativa. Los obreros y la pequeña burguesía contemplan el
r • • to comportamiento económico de la clase dominante y la corrupción de las
I evidente. El crecIrnIen y
instituciones politicas y jurídicas del Estado con UD cinismo total La cla­
¡ fomentados histbricame~ se obrera colombiana no se resigna a su destino en una sociedad desi­
f'4ustria cafetera y sosteru­ gual. Tampoco es muy sumisa a ·la. autoridad en un sistema social injus­
¡eS de café durante la crisis to.
tio de posguerra. Pese a la
Pero si bien hay pocaevidenciaaobre el surgimiento de valores cultu­
~l que han prevalecido du­
rales alternativos dentro de la clase obreray aunque es verdad que la in..
~nes del creciente desarro­
fluenciaelectoral de los partidos tradicionales parece segura, las condi­
llo que. se revela, por ejen: ciones históricas que han sostenido los valores existentes y ]a politice
r las finanzas ~ en el co~tí­ tradicional se están derrumbando. La expansión del sector industrial,
Diento económico sosterudo intensivo en capital, orientado a los. bienes de consumo y bajo la égida
~nos reales para alime~­
del capital internacional, no ha librado a la economia colombiana de la
~ por las instituciones básI­
dependencia de las exportaciones cafeteras y las infusiones de crédito
p n;úles de trabajadores m­
externo. Tampoco ha creado suficientes empleos para la creciente clase
iaIídón,aron el campo en las
trabajadora ni mejorado sigaificativamente elpatrón de distribución del
~ ciudades a la maner~ de
ingreso (114). Pero por primera vez en la historia del país ha creado una
rmuchl>S eran. Han marupu­
"rsODales y politicos en una
.te en el mundo. Ysi bien es
no participar en las elee­
114. Sobre las contradicciones "éa&e Konra:d Mátter,·hmmd0De8 e:drulerllll ea la eeoaomla eo·
Iombiua, Medellin, 1977. Sobre el éxito de la clase dominante colombiaDa en su pa:rclalsu­
peración a través del retomo a: uná poUtiea económica liberal mis onodon en los años sesen­
han conservado sin em­ tas véase·Carlos Diaz Alejandro, Foteip Trade Begbnea. aad Eecmomle Developmeat: Co·
lllC:lOI1I8IE~S y han continuado load,ia, New York, 1976. La debilidad del movimiento obrero explica en buena parte el éxito
por la movilidad social. de la clase dominante colombiana en la aplicación de polWeas destinadas á contener la infla­
ción por medio del recorte a los ealarios reáles y en la $01ución de 108 problemas de la balanza
divulgados por la cla­ de pagos a través de. la promoción ydi"ersifkación de las exportaciones. Sin embargo, tIll
~ctlel8 y los partidos poli ti­ éxito" debió también en gran parte a la bonanza cafetera de los dos setentas, cuando 108
decenas de miles de fami­ preci08 del grano se triplicaron y las exportaciones aumentaron un tercio basta aleanzar 9
. por la pesadilla de millones de sacos. También reflejó el surgimiento de un trafico ilegal de droga. Todos estos
432 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

clase obrera urbana numerosa y combativa. Esta clase demostrb su po­


der poHtico potencial, su creciente unidad organizativa y su capacidad
ideolbgica para trascender los simples problemas econbmicos, en un
paro cívico nacional que sacudib a la sociedad en 1977 (115).
Entre tanto, el desarrollo del capitalismo en la agricultura ha trans­
formado lentamente las relaciones de produccibn en las áreas rurales.
Después de 1950 se ha registrado una concentracibn en los patrones de
tenencia de la tierra, un incremento en la mecanizacibn y un crecimiento
correspondiente en el número de trabajadores sin tierra en el campo.
Incluso la produccibn cafetera, que histbricamente demostrb su resisten­
cia a las formas capitalistas puras y favorecib el crecimiento y consagra­
cibn de pequeños productores y de fincas poseidas y administradas por
unidades familiares, ha sido testigo en décadas recientes de una revolu­
cibn en las técnicas productivas, la tenencia y los sistemas de trabajo. La
aplicacibn de capital y de técnicas avanzadas a la produccibn caf-etera ha
socavado lentamente, desde mediados del siglo, la posicibn competitiva
de los pequeños productores cafeteros (116).
Dichas tendencias han sido facilitadas considerablemente por la in­
troduccibn y difusibn, desde los años sesentas, de una nueva variedad de
café en Colombia, el caturra. Los árboles de caturra crecen rápidamente
sin sombra y requieren grandes aplicaciones de fertilizantes quimicos.
La.poda del árbol produce grandes rendimientos durante la corta vida de
la planta y también facilita la cosecha, la cual se concentra en un corto
periodo de tiempo. La produccibn de café caturra está abarcando tierras
planas y de ladera que antes se usaban para la ganadería o la produccibn
de cultivos de subsistencia. Pero bien sea que se siembre en tierra apta
para cultivos mecanizados o en empinadas vertientes, los cafetales por 10
general no son desyerbados. Los grandes caficultores capitalistas recu­
rren cada vez más a los herbicidas quimicos para eliminar las plantas
que compiten con elcatllrra por los nutrientes del suelo. Pese a· que no
se han realizado muchas investigaciones sobre la materia, los cambios
en las técnicas de produccibn conllevan grandes implicaciones para la
ecologia de las zonas cafeteras y la salud de los trabajadores. Lo cierto es

factores se han combinado para permitir que el régimen colombiano pueda aplicar, ezitosa­
mente hasta la fecha, ~ ~o1IÚa poHt.i.ca liberal en la época contemporánea, sin recurrir a
iDsütuc.iones abi~ autoritarias. . .
115. Sobre el significado de este acontecimiento véase Osear Delgado, compilador, El paro popu­
Iardell4deBeptle~ de 1977, Bogotá, n.d., y AnUro Alape, Un día de lleptlembre. Testi­
moDioe delparocívieode 1977, Bogotá, 1980. .
116. UD examen de estos asuntos, que contiene un breve análisis del CeD80 cafetero de 1970, es
Hemán Pérez Zapata, Enjuieiamienio de lapolit.iea agraria, eafetera, Bogntá, 1978. Para un
~te examen de 10& imaginativos esfuerzos cult~s de los pequeb propietarios por
comprender y resistirse a la proletarización, lo mismo que cierta evidencia sobre la eficacia y
validez ecol6gica actuales de la pequeiia producción agricola en Colombia, véase Michael T.
Taussig, TheDevilad Commodiil Fetishism in Soudl America, Chapel Hill, N .C., 1980.
UADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 433

la. clasedemostrb su po­ que han acelerado la proletarlzacibn de la fuerza de trabajo cafete­
mizativa y su capacidad ra (117).
mas econbmicos, en un La fuerza de trabajo asalariada de la produccibn cafetera, principal­
11977 (115). mente trabajadores migrantes empleados durante los cortos periodos de
lla agricultura ha trans­ intensa demanda laboral, ha crecido dramáticamente en años recientes.
~n en las áreas rurales. Los trabajadores se trasladan de finca en finca, de municipio en munici­
acibn en los patrones de pio, para laborar en la cosecha cafetera, la cual varia según la regibn.
lizacibn y un crecimiento Casi todos trabajan también como obreros migrantes en otros tipos de
, sin tierra en el campo. cultivos, tales como caña de azúcar y algodbn. A diferencia de sus ante­
lte demostrb su resisten­ pasados, estos trabajadores, que hoy suman cientos de miles, carecen de
lcrecimiento y consagra­ tierra. y dependen principalmente de sus salarios para sobrevivir. Como
tdas y administradas por todo obrero migrante, afrontan problemas especialmente serios para
recientes de una revolu­ organizarse en forma colectiva. Pero la barrera histbrica fundamental
s sistemas de trabajo. La para su formacilm ideolbgica como clase en oposicibn directa a los intere­
la produccibn cafetera ha ses del capital ha sido virtualmente eliminada.
•, la posicibn competitiva Gracias al trabajo del grupo de investigacibn encabezado por Nicolás
Buenaventura, poseemos una idea clara de la cambiante posicibn de cla­
fiderablemente por la in­ se y de las percepciones de ese numeroso e importante sector de la clase
de una nueva variedad de obrera colombiana (118). La experiencia de estos obreros revela a escala
lurra crecen rápidamente microcbsmica los cambios que han afectado, en un grado o en otro, a
le fertilizantes químicos. todos los trabajadores rurales de mediados del siglo. A los obreros mi­
s durante la corta vida de grantes. lo IÍlismo que a los tralHúadores rurales en su conjunto, se les
se concentra en un corto ha negado progresívaménte el acceso a los medios de produccibn y de
mi está abarcando tierras subsistencia a medida que las relaciones capitalistas de produccibn se
pmaderia o la produccibn han venido extendiendo en Colombia desde los años cincuentas. .
le siembre en tierra apta El equipo diseñb un revelador cuestionario y sondeb la condicibn y
ientes, los cafetales por lo las actitudes de '338 trabajadores agricolas'migrantes en varios munici­
~ltores capitalistas recu­ pios del centro del Valle del Cauca a mediados de los años setentas. La
para eliminar las plantas muestra no fue seleccionada con una fbrmula rigurosa. Cerca de una
del suelo. Pese a que no cuarta parte de los trabajadores dijeron que laboraban exclusivamente
~. la materia, los cambios en las cosechas de café o de caña de azúcar; el resto respondib que traba­
les implicaciones para la jaban como migrantes en cualquier tipo de cultivo. Alrededor de una
itrabajadores. Lo cierto es cuarta parte afirmó que recorrla todo el país en busca de trabajo en la
agricultura; el resto indicó que usualmente no viajaba más allá de los
Iolombiano pueda aplicar, exitosa.­
~ contemporánea, sin recurrir a
i 117. Para 1980, aproximadamente una sexta parte del érea cultivada en café en Colombia era de
¡elpdo, compilador, El paro popa· esta nueva variedad, denominada "caf&tecnificado 1111101" én la literatura de la Federación
~. UD dla de eepdembre. Teeti· de Cafeteros.·La proporci6n era mucho milslllta en el corazón de la zona cafetera, alcanzando
¡.. del ceDlIO cafetero de 1970, es
mils de una cuarta parte en Caldas y casi un tercio en Antioquia. Economía Cafetera, 11:12,
diciembre de 1981. Para un análisis critico y polémiéode la politica cafetera reciente de Co­
'....' eafetera, Bogotá, 1978. Para un
~
lombia, véase Héctor Melo e Iván López Botero, El imperio elandeetiao del café, Bogotá,
de 108 pequeños propietarios por 1976. La información acerca de J.a.s técnicas de producción es de entrevistas con trabajadores
. evidencia IIObre la eficacia y cafeteros en Chinchjná, agosto de 1980.
PJa
en Colombia. véase Michael T. H8.Nicolás Buenaventura, "Proletariado agricola, 'temporeros' ", Estudios Marxietae. No. 9,
~ Chapel Hill, N .C., 1980. 1975, pp. 3-32.
434 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

municipios cercanos. Las entrevistas fueron conducidas por intelectuales desempleada seis mes.
izquierdistas de clase media que simpatizaban ~o~ la lucha de los .tra~a. sobre las diferentes fel
jadores. Algunas se realizaron con el apoyo de dmgentesde org~ruzaclo. obreros migrantes, UN
nes obreras activamente dedicadas a promover protestas colectivas con· pios o criaba animales.
tra las condiciones de trab~o en la región. El principal investigador fue casa en que vivia. Otra
un distinguido erudito marxista afiliado al Partido Comunista de Co. dores ambulantes en la
lombia. Por las anteriores razones, si la muestra está distorsionada, la salarios recolectando lCl
distorsión debería aparecer por elIado "progresista". Es decir, los tra­ chao A su vez, algunos
bajadores entrevistados se mostraban más· dispuestos que la mayoría de tes (123).
los obreros migrantes a participar en activid~des sindicales, a tener con­
Al preguntarles sob
tactos con partidos de izquierda y a simpatizar con la politica de sus en­
trabajadores revelaron
trevistadores. Es esta tendencia amañada de la entrevista lo que asegura
"demasiado amarrados
la rica y cándida participación de 108 entrevistados y le da una especial
trabajo", que no "reivi:J
autoridad a las implicaciones" conservador&s" de muchos de los descu­
una proporción mínima'
brimientos de la encuesta. .
"es una parcela de tien
La encuesta revela gráficamente el grado de proletarización de los
terrogados sobre si deSE
trabajadores agrícolas en Colombia en d~cadas recientes. No obstante,
ventura de manera revl
sus hallazgos más sorprendentes tienen que ver con los valores cultura­
pobre" adquiriendo UnE
les de una clase obrera rural históricamente formada en una economía
rio querían encontrar UI
cafetera definida por relaciones de producción que borraron la distinción
tas partes se mostraron
entre el capital y el trabajo, generaron una propiedad muy difun~ida de
De éstos, la abrumadora
los medios de producción y permitieron el control de los 'trabSJadores
Luego los investigad,
sobre el proceso de producción. Al preguntárseles si habian sido "due­
entrevistados hacia el ae
ños de una finca en el campo" , el 39% respondió afirmativamente.. Pero
solo el 12% pudo decir que en ese momento poseía una finca (119). Al taron si creían que la tiE
39% se le preguntó luego que si la finca les permitía sobrevivir o debían en la actualidad o si prod
cumplir trabajos fuera de ella. Más de dos terceras partes aseverbque manera distinta. El 92 ~
era suficiente y no tenían que trabajar para otros (120). Toda la gente fue preguntO cuál creían qu
interrogada sobre si sus padres habían sido pequeños propieta~os. El "quedaría mejor parceL
61 % respondió afirmativamente (121). Interrogados acerca de Sl en la 30% creyó que era meje
actualidad poseían sus propias viviendas (si tenían un título), casi una empresas comunitarias"
tercera parte respondió afirmativamente (122). có como la posición "'caII
La mayoría de estos obreros migrantes soportaba~ largos períodos de lo decepcionó. Sin emba
desempleo durante el año. Más de la mitad habían estado .sin trabajo entrevistados dieron resr
durante un mes el año anterior y más de una cuarta parte había estado importancia de la organi
56% opinb que la mejor
defendiera como pudiera
119, Ibid., Cuadro 1, p. 11. De éstos, aparentemente el 12% no poseia titulo sobre la tierra, 9% esfuerzos cooperativos y
estaba en posesión de la tierra en calidad de colonos, 10% eran aparceros y 8% eran arren­
datarios. He redondeado éstos y otros porcentajes citados de la investigación a los números perjudicaban los trabajad
enteros más próximos. era debido a que trabaja!
120. Ibid., Cuadro 2, p. 11. Muchas de las preguntas planteadas en la investigación fueron parea­ cía a que se quejaban de
das de esta manera.
121. Ibid., Cuadro 4, p. 13. .
122. Ibid., Otro 16% era propietario de la vivienda en tierras agrlcolas qúe se les hablan concedi­
123. Ibid., Cuadro 6, p. 16.
do baQ<¡ algún tipo de contrato de aparceria, e141 % dijo que tomaban en arriendo y el resto,
124. 1bId.. Cuadro 10, p. 22. Las el
13 %, afirmó que vivia en barracas para trabajadores o en pensiones. 125. 1bId., Cuadro 11, p. 23.
íBAJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA

.nducidas por intelectuales desempleada seis meses consecutivos en la rDisma época. Interrogados
ncon la lucha de los traba- sobre las diferentes formas en que complementaban su ingreso como
Jdirigentes de organizacio­ obreros migrantes, una cuarta parte respondió que poseía cultivos pro­
~r protestas colectivas con- pios o criaba animales. Una quinta parte dijo que arrendaba piezas en la
Iprincipal investigador fue casa en que vivIa. Otra quinta parte afirmó que trabajaban como vende­
Partido Comunista de Co­ dores ambulantes en las calles. Y el 40% dijo que complementaban sus
~8tra está distorsionada, la salarios recolectando lo que quedaba en los campos después de la cose­
~sista". Es decir, lo~ tra­ cha. A su vez, algunos dijeron que vendían a otros parte de los sobran­
!apuestos que la mayona de tes (123).
des sindicales, a tener con­ Al preguntarles sobre sus aspiraciones y planes para el futuro, los
~r con la política de sus en­ trabajadores revelaron a Buenaventura y a su equipo que estaban
.,., entrevista lo que asegura "demasiado amarrados por la economía semiesclava y semiobrera de su
~tados y le da una especial trabajo", queno "reivindicaban realniente la tierra, como solución, sino
$" de muchos de los descu­ una proporción mínima". "Todo su horizonte" , concluyó Buenaventura,
"es una parcela de tierra, ojalá 'titulada' t t . Los trabajadores fueron in­
~ de proletarización de los terrogados sobre si deseaban' 'independizarse" (un término que Buena­
pas recientes. No obstante, ventura de manera reveladora e incompleta interpretb como "salir de
¡ver con los valores cultura­ pobre" adquiriendo una pequeña finca o un negocio), o si por el contra­
~ formada en una economía rio querianencontrar un trabajo estable en la ciudad. Más de tres cuar­
p1 que borraron ~ dist~nción tas partes se mostraron inclinados por una pequeña finca o un negocio.
~ropiedad muy difundida de De éstos, la abrumadora mayoría (84 % ) prefirió la pequeña finca (124).
t~ontrol de los 'trabajadores Luego loé investigadores sólldearon las actitudes de los trabajadores
.rse1es si habían sido .. due­ entrevistados hacia el asunto crucial de la reforma agraria. Les pregun­
.ndió afirmativamente. Pero taron si creían que la tierra producía mejor tal como estaba distribuida
lo poseía una finca (119). Al en la actualidad o si produciría más o mejor si estuviera repartida de una
Permitía sobrevivir o debían manera distinta. El 92% escogió la última proposición. Cuando se les
¡terceras partes aseverÓ que preguntb' cuál creían que era el mejor camino, el 70% respondió que
~ (120). Toda la gente fue "quedaría mejor parcelada en fincas de propiedad familiar"; solo el
p pequeños propietarios. El 30% creyó que era mejor que estuviera "organizada en cooperativas o
~rrogados acerca de si en la empresas comunitarias" (125). Esta respuesta, que Buenaventuracalifi­
ji tenían un titulo), casi una có como la posición ucampesina" en contraste con la posiCión ., obrera" ,
~2) • lo decepcionó. Sin' embargo. a lo largo de la encuesta los trabajadores
pportaban largos periodos de entrevistados dieron respuestas muy positivas a preguntas relativas a la
~d habían estado sin trabajo importancia de la organización y la actividad sindicales. Pese a que el
na cuarta parte habia estado 56% opinó que la mejor manera de salir adelante era que cada uno se
defendiera como pudiera. el 44 % pensaba que la salida radicaba en los
~% no posela titulo sobre la tierra. 9% esfuerzos cooperativos y la solidaridad obrera. Alpreguntárseles cómo
~ 10% eran aparceros Y 8% eran arren­ per;judicaban los trabajadores su propia posición, el 83% afirmó que ello
iados de la investigación a los números era debido a que trabajaban muy barato y solo 'e117% creyó queobede­
¡eadas en la investigación fueron parea­ da a que se quejaban demasiado y formulaban exigencias a los patro­

~ agricolas que se les hablan concedi­ 123. Ibid., Cuadro 6, p.16.


No que tomaban en amendo y el resto, 124. Ibid., Cuadro 10, p. 22.. Las citas son de las pp. 21,. 12.
oen pensiones. 125. Ibid., Cuadro 11, p. 23.
436 LOS TRABAJADORES EN LAHISTORIA

nos (126). Finalmente, ,más de tres CUartas partes sostuvieron que los
sindicatos ayudaban más que .peIjudicaban a los obreros, aunque la
mayOlÍa criticó los .sindicatos "po1íticos" . No obstante,má$ del 70%
rechazó la proposición de que todas las. po1íticas eran igual~y afirmaron
que babia po1íticas que favorecian a los ricos y otras que favorecían a los
pobres (127).

Estas respuestas resumen elocuentemente la rica experiencia formativa


de una clase de pequeños productores cafeteros, que ha ejercido una m­
fluenciaprofunda en el desarrollo de la sociedad colombiana .en el pre­
sente siglo. Tal experiencia fue un hecho, aunque su importancia es sis­
temáticamente ignorada en la historiografía colombiana y nepda por
muchos investipdores . marxistas (128). Los estudiosos marxistas, los
partidos de izquierda y sobre todo la clase. trabajadora colombiana muy
poco ganan con una historia laboral y nacional que ignora.su capitulo
más importante y que busca las mices de la debilidad de la izquierda y
del fracaso de la transformación social en todo menos en la causa real.
Pero no se trata ·simplemente de que la historiografía colombiana
haya nepdo a los trabajadores cafeteros ellupr que les corresponde en
el centro de la historia del pais en el siglo XX.· Al hacerlo ha renunciado a
la vital tarea de evaluar la. experiencia histórica de la clase que más ha
contribuido al actual estado de cosas en la sociedad colombiana. En los
aspectos negativos de tal experiencia está la fuente primaria de los valo­
res culturales de la clase obrera, que continúan garantizando el predomi­
nioideológico de la clase dominante liberal, la hegemonia po1ítica de los
partidos tradicionales y los obstáculos perdurables que afronta la organi­
zacibn colectiva y combativa de la clase trabajadora.
Sin embargo, en la lucha de los. trabajadores cafeteros por el control
de la tierra también hay una afirmación de valores progresistas univer­
salmente compartidos por todos los obreros y realizados en forma imper­

126. ...... Cuadro 13, p • .23.


127. Ibid., Cuadro 16 Y 16, pp. 26-27. .
128. lncluIo izquierdistas obligados a encarar esta experiencia muy a menudo DO logran examinar
todas 8U8 implicacioD.es. Por ejemplo, NiooIM Buenaventttra mD&Straeu eorpresa cuando
eaeuentra en su investigad6n que las actitudes de. los trabIQadol'M entrevistados no pueden
ser despachados fácilmente como productos de la ideologia de la clase dominante (lbld.,
pp. 22-231. En su conclusión anota la importancladel heebo de que eldeseo de los trabajado.:
res de eonwrtirse en pequeflos propietarios "no parece estar determinado por la simple in­
fluencia del reformismo burgués" {p. 301. Puesto que, como lo sefíala Buenaventura, las ac­
titudes de los trabajadores no están determinadas' 'naturalmente '1 deede su posicilm de eIa­
se" {p. 22}, ¿en dónde si no en la experiencla hist.6rica de la clase debemos DWJCar los orige­
nes de tales actitudes?
~AJADORES EN LA HISTORIA COLOMBIA 437

~ sostuvieron que los fecta en cualquier sociedad actual, capitalista o socialista. Los trabajado­
t los obreros, aunque la res cafeteros lucharon por el control sobre los medios de producción y el
~. obstante, más del 70% producto pleno de su trabajo. Pero también lucharon por la libertad de
~ eran iguales y afirmaron trabajar en la forma que consideraran más apropiada. Los trabajadores
ptras que favorecían a los del café, los pequeños propietarios, los arrendatarios y los aparceros
alcanzaron esta última meta de manera más completa. Y al hacerlo de­
mostraron, superando formidables obstáculos históricos, el poder del
trabajo humano no alienado. Actuando con medios productivos limita­
dos, capital insuficiente y una tecnologia rudimentaria, pusieron a prue­
ba su humanidad y su eficiencia en contra de poderosos rivales capitalis­
rica experiencia formativa tas, y resultaron triunfantes. Su victoria encierra una lección para todos
~...." que ha ejercido una in­
los izquierdistas convencidos de las virtudes de la colectivización sin ple­
iJad colombiana en el pre­
no control de los trabajadores. Ella deja un poderoso testamento para
Que su importancia es sis­
todos aquellos que buscan el bienestar material en sociedades subde­
~lombiana y negada por
sarrolladas. Por último, ella brinda parte de la respuesta a los excesos de
¡:estudiosos marxistas, los
civilización industrial, tanto capitalista como la denominada socialista,
~adora colombiana muy
orientada a destruir los sistemas materiales de los que todos depende­
~l que ignora su capitulo
mos en un esfuerzo innecesario y autodestructivo por transformarlos. En
lebilidad de la izquierda y
el legado agridulce de las luchas de los trabajadores cafeteros residen
~menos en la causa real.
las claves del pasado reciente de Colombia y la promesa de su futuro.
¡bistoriografia colombiana

pr que les corresponde en

~l hacerlo ha renunciado a

¡c. de la clase que más ha

Fi~d colombiana. En los

F'ente primaria de los valo­


~.gar&. ntizand.o el predomi­

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~bles q.ue afronta la organi­

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J:es cafeteros por el control

~ores progresistas univer­

realizados en forma imper­

la muy a menudo DO logran examinar


lIIII&IIIa mueatm su sorpresa cuando
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t estar determinado por la simple in­
como lo sefiaIa Buenaventura, las ac­
uabneDte y desde BU posicilm de cla­
!le la clase debelD08 bu8car los orlge-
CAPITUW 6. SOBRE LOS LIMITES DE ESTE ESTUDIO Y LA

PROMESA DEL ENFOQUE

Los lectores de estos ensayos sobre Chile, Argentina, Venezuela y Co­


lombia han visto cuán compleja -e históricamente especlfica- es en
realidad la relación, resumida de manera tan sencilla y abstracta en el
Capítulo 1, entre la estructura exportadora, la formación del movimiento
obrero y el desarrollo económico y polltico nacional. También confío en
que hayan logrado apreciar el valor heuristico de tal enfoque. Cuando se
dirige la atención hacia los obreros de la producción exportadora empie­
za a revelarse la gran influencia del movimiento laboral en el desarrollo
histórico de estos países a lo largo del siglo XX. Tan pronto como se en­
foca la atención sobre la estructura de la producción exportadora, se
aclara gradualmente el patrón de tal influencia.
Estos capítulos fueron escritos como ejemplos individuales del poten­
cial interpretativo del esquema analltico expuesto en el Capítulo 1. Sin
embargo, cuando el libro se considera como un todo, la suma interpreta­
tiva debe'ser mayor que la de los capítulos separados y la tesis de cada
capítulo debe aparecer bajo una luz más plausible. Los capítulos em­
plean la palanca de la comparación con el fin de construir un argumento
acumulativo que muestra que la relación entre fuerzas materiales (la
estructura exportadora) y la conciencia humana (la formación del movi­
miento obrero) no es una coincidencia o una correlación fortuita; que es,
por el contrario, el producto de las conexiones lógicas reseñadas en el
Capítulo 1 y de los lazos causales que documento con evidencia histórica
concreta en cada uno de los capítulos.
Sin embargo, los ensayos revelan aspectos de tal relación no identifi­
cados en el paradigma esbozado en el capítulo introductorio. El más
importante es la influencia de los sistemas pollticos, foIjados en el perio­
do posterior a la independencia, sobre el desarrollo social que se deriva
de la consolidación de las economias exportadoras a partir de 1880. Evi­
dentemente, la trayectoria socialista y electoral del movimiento obrero
chileno durante el siglo XX no puede comprenderse plenamente sin el
Estado fuerte y el sistema polltico multipartidista que existía en el país
antes que comenzara el auge salitrero. Al contrario, en Argentina la
ausencia de un sistema partidista fuerte heredada del siglo XIX, y en
especial la falta de un partido conservador organizado a nivel nacional,
afectó los acontecimientos históricos del siglo XX en forma bien distinta.

[439 J
440 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

Dejó al Partido Radical sin una contraparte conservadora en las primeras


décadas de la centuria. Llevó· a la élite argentina a soSlayar el sistema
partidista y a dar su respaldo a una solución militar a la crisis de 1930, y
a continuar propugnando intermitentemente dicha estrategia en las dé­
cadas siguientes. El carácter decididamente moderno de la política vene­
zolana a partir de 1936 fue posible en parte debido a un débil sistema
partidista durante el siglo XIX, cuyos remanentes fueron virtualmente
arrasados por la brutal dictadura personalista de las primeras décadas
del siglo XX. Por último, el fuerte sistema bipartidista forjado en Colom­
bia a lo largo del siglo XIX marcó tan profundamente elcuerpo político
que los cambios sociales de este siglo aún no encuentran expresión dura­
dera por fuera del monopolio político de los dos partidos tradicionales.
La consolidación del Estado y el surgimiento de sistemas políticos
diferentes en los países latinoamericanOs durante el siglo XIX son éues­
t«>nes que los historiadores y cientlficos sociales tienen todavía que con­
ceptualizar y examinar a fondo. He intentado avanzar un poco en esta
materia haciendo énfasis en la dinámica política del éxito o el fracaso de
las econonúas exportadoras de estos países en los decenios posteriores a
la Independencia. No obstante, en el tratamiento que les doy a estos pro­
blemas resulta evidente que la consolidación del Estado y los sistemas
partidistas, la evolucfón de los modelos de movilización política y la crea­
ción de culturas políticas en la América Latina decimonónica fue un pro­
ceso muy complejo, influenciado por patrones ecológicos, demográficos,
económicos, sociales e intelectuales heredados de los perlodos preco­
lombino y colonial. Un tratamiento comparativo detal18do de la historia
política del siglo XIX también revelarla la influencia de otros factores,
tales como el papel de la geopolítica, la visión de líderes sobresalientes,
el desenlace fortuito de algunas batallas, etc. Tanto en términos teóricos
como empiricos, el tratamiento de las cuestiones políticas del siglo XIX
es la parte menos desarrollada del argumento formulado en el libro. Solo
en el caso de Colombia, sin duda debido a que mi trabajo previo se con­
centró en la econonúa política de ese país en el siglo XIX, la interpreta­
ción empieza a sugerir toda la complejidad de la relación entre el inicio
del desarrollo hacia afuera y la evolución de los sistemas políticos del
siglo XIX. El ensayo sobre Colombia también muestra de manera más
clara en qué grado los sistemas partidistas forjados en el siglo XIX cana­
lizaron las fuerzas sociales engendradas por la transformación exporta­
dora. Sirve, así, para resaltar un importante problema teórico que no
abarcó el paradigma interpretativo planteado en el capitulo introductorio
y que examiné principalmente sobre una base ad hoc en los capitulos
sobre países especificos (1).

l. Un estimulante enfoque alternativo sobre la formación de los sistemas pol1ticos latinoamerica­


nos en el siglo XIX es presentado en la obra de J. Samuel Valenzuela. El autor sostiene que las
JADORES EN LA HISTORIA
LIMITES DEL ESTUDIO Y PROMESA DE ENFOQUE 441

rvadora en las primeras


a soslayar el sistema
I!t.
tar a la crisis de 1930, y Ahora, ¿qué tan útil resulta el enfoque del libro para interpretar la histo­
Da estrategia en las dé­ ria moderna de las demás naciones látinoamericanas?Hasta que no se
emo de la poJitica vene­ pruebe el valor del paradigma en análisis históricos detalla<ios de. otros
>ido a un débil sistema países, la respuesta debe ser tentativa. Sin embargo, es claro que. el en­
tes fueron virtualmente foque debe revelar mucho más acerca de la evolución histórica de ciertos
e las primeras décadas países que de otros. Debe. ser más útil para entender la historia moderna
¡dista forjado en Colom­ de paises en que una economía monoexportadora o una serie de econo­
nente el cuerpo poJitico mías exportadoras estructuralmente similares moldearon el desarrollo
uentran expresión dura­ económico y social en un prolongado periodo de tiempo. Debe ser enton­
,artidos tradicionales. ces una herramienta mucho más adecuada para el análisis de una Bolivia
to de sistemas poJiticos o una Cuba (2), por ejemplo, que para un Ecuador o un Paraguay. El
té el siglo XIX son cues­
i tienen todavia que con­
variables po~ expli(.m la coll8Olidaeión de los sifiemu ~ del siglo XIX y la forma­
lvanzar un poco en esta ción y trayectoria ideológica de los diferentes movimientos.obreros <lel mundo occidental. Para
.del éxito oel fracaso de Chile (que junto con Francia constituye el foco principal de Su estudio) afirma que la división de
)S decenios posteriores a la élite politica en el siglo XIX en tomo al papel de la Iglesia resultó en un sistema multiparti­
clista bastante d~llado .aDtes del surgimiento del movi:m.kmto obrero a finales del siglo. La
1) que les doy a estos pro­ forma exacta como el conflicto sobre el papel de la Iglesia explica este desenlace pol1tico en
el Estado Y los sistemas Chile, pero que contn'boye a la guerra civil crónica y al desarrollo de un sistema bipartidista
lizaeión poJitica y la crea­ cerrado en Colombia, poréjemplo, a la guerra civil crónica Ya la consolidación de una· dictadura
personalista en México, no queda nada claro en el análisis. Más con\lincente es la opinión de
lecimonónica fue un pro­ Valenzuela, compartida por muchos estudiosos de la historia chilelltl, de que este desarrollado
cológicos, demográficos, sistema partidista sirVió para canalizar el mQv:ú:niento obrero hacia. la polltica electoral. Valen­
s de los perlodos preco­ zuela muestra cómo incluso los conservadores .estaban dispuestos a participar en est& "juego"
electoral a causa ~ 8\1 qontrol pol1ti.cosobre la fuerza de trab&,jo agrlcola dependiente. Las im­
(, detallado de la historia plicaciones de la expJieación que Vale~ela formubi sobre bl formación del movimiento obrero
l1encia de otros factores, en Chile y Argentina se discuten en el Capitulo 2, notas 3.5 y 43.
le Hderes sobresalientes, Menos extrema y lD!scompatible con el arguméllto genel'al de este libro es la posici6n acerca
anto en términos teóricos del papel de las variables pol1ticas en la ror,nación de Igs movimientos obreros latinoamerica­
nos desarrollada en la o1>ra aún inédita de David y Rutb Berine Collier. Los Colliers no se ocu­
es poHticas del siglo XIX pan del proceso de forinación del Estado y los partidos en las sociedades latinoamericanas del
~rmulado en el libro. Solo siglo XIX; toman diebossistemas'oomo algo dado. En cambio, se concentran en el proc880de
"mi trabajo previo se con­ incorporación del movimiento obrero en ocho paises de la región y l'ILIJtJean sus implicaciones
para los desarrollos politicos de las décadas recientes. Su estudio ~ énfasis en los métodos
l siglo XIX, la interpreta­ contrastantes de movilización y control del movimiento obrero adoptados por las facciones pol1­
tia relación entre el inicio ticas rivales en su lucha por el control del Estado. Dicha aproximaciOn ·desemboca en fascinan­
lOS sistemas poJiticos del tes comparaciones de laincorporaclóB polltica del movimiento obrero en paises con caracterlsti­
cas económicas y sociales m1;lY diferentes. Sin embargo, dice poco acerca de la dinámica causal
¡ muestra de manera más
de la incorporación,8!JPeCiaImente elJ!llpel desempefiado en ese P:t:OCeBO por los movimientos
~dos en el siglo XIX cana­ obreros de fuerza y autonou:Wl ideológica tan divergentes como los que se comparan en este
~ transformación exporta­ volumen. David Collier yB.uth Berins CoIlier, "Unions, Parties and B.egimes in Latin America:
An Introduction",trabajo presentado en el Taller de Cie. Pol1tica 1 Economia Polltica de bl
tproblema teórico que no Universidad de Rutprs, marzo de 1984; y Rutb Berins Collier, "Popular Sector Incorporation
11 el capitulo introductorio and Political Supremacy: Regime Evolution in Brazil and Mexico", en Sylvia Ann Hewlett y
~ ad hoc en los capitulos Richard Weinert, editores, Braail ud Mexieo: Patt.e1'D8 in Late Development, Pbiladelphia,
! 1982.
2. El notable libro de June Nash sobre los mineros bolivianos del esta60, We Eat &be MiDes lUId
ibe Mines Eat Us, Nueva York, 1979, demue~ra el potencial del enfoque para dicho pa18.
Cuba, como Fertumdo Ortiz lo sugirió originalmente· (véase el Capitulo 1, nota 2), puede ser el
~ sistemas poUticos latinoamerica­ caso prototipico para ese análisis.
Uenzuela. El autor sostiene que las
442 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA LIMITES DEL ESTUDIO

enfoque también debe resultar más significativo en aquellas áreas de cho análisis, puede n
América Latina en donde el legado de las sociedades precolombinas y el período prerrevolucio
colonialismo ibérico es relativamente débil -en Argentina o Venezuela das del paradigma en
más que en Perú o Guatemala. Cabe recordar que los cuatro países exa­ ser conceptualizado p¡
minados en este libro fueron todos partes periféricas de la América Lati­ ecomonúa minera eXI
na precolombina y colonial; y fueron de las regiones que se transfonna­ obreros de las ciudade
ron de manera más completa durante la integracibn de Latinoamérica al en las plantas de propi
orden capitalista industrial a partir de 1780 y, en especial, a partir de trabajadores de los en
1880. Es probable que el enfoque funcione mejor con países latinoameri­ dica la principal modif
canos más pequeños, conII1enor diversidad regional y menor desarrollo los agricultores de sub
econbmico en la época contemporánea que México y Brasil. Y es posible nonúa material y cultu:
que resulte menos útil en la interpretacibn de la historia moderna de los cultura capitalista expc
países más pequeiios, menos autbnomos y más subdesarrollados de la diversidad del desarro:
regibn, como algunos de Centroamérica y el Caribe, que para los cuatro ría de las econoll'Úas «
países que se comparan en este estudio. exportadora del tipo ch
A pesar de estas limitaciones, es probable que el enfoque revele sivas en capitál y de pI
mucho acerca de la historia moderna de todos los países de América La­ complejidad y especifi
tina. Concentrándose en la experiencia de los trabajadores del sector debe hallar un sentido
exportador, se descubren las fuentes de las fuerzas ideolbgicas y politi­ cultural en el movimier
cas que distinguen a cada uno de los movimientos obreros nacionales de propÉmsibn relativame
la regibn. Haciendo énfasis en la influencia de la estructura exportadora, reformista, nacionalist.
se ponen al descubierto los obstáculos y oportunidades bajo los cuales se dieran en México ~nte!
gestaron y evolucionaron las alianzas de clase, tan decisivas para la in­ social violenta antes qu
fluencia del movimiento obrero en el curso del desarrollo econbmico y dencia la necesidad de
politico nacional. El enfoque comparativo de la estructura exportadora y mexicaná. Estas últim
de los obreros que durante mucho tiempo cumplieron conta tarea princi­ agrarias con raíces indl
pal de las sociedades latinoamericanas en la econonúa mundial, no dará dencia contra el colollÚ
respuesta, por supuesto, a todos los interrogantes que surgen en torno a del siglo XIX que resul
los movimientos obreros de América Latina. Tampoco' puede explicar a Unidos y la forma políl
cabalidad el destino tan diverso de las historias nacionales en las que desarrollo exportador d
estos movimientos desempeñaron un papel decisivo.. Pero constituye revolucibn de 1910.
una herramienta poderosa y sutil de análisis que ayuda a explicar mu­ Una vez hubo empez
chos aspectos de ambos temas. . riografía laboral y nacio]
La utilidad del enfoque dependerá en buena parte, sin embargo, del de su incorporacibn a la
espíritu con el cual se aplique. El paradigma debe' emplearse en forma les de la historia del paí~
heurística con el objeto de ganar fuerza interpretativa sobre una historia mente es el grado en el
nacional concreta y específica, sobre una historiografia distinta y com­ amplios de la historia n
pleja. La utilidad del enfoque no puede decidirse en forma superficial; trayectoria ideolbgica y I
será determinada solo por investigadores dispuestos a sumirse plena­ las décadas siguientes;
mente en la historiografía de estos países y a realizar una investigacibn versas coaliciones revoh
primaria. Para cada país la estructura analitica tendrá que ser modifica­ tes, la puesta en práctic
da sustancialmente para tomar en cuenta las variablespoliticas y todas politicas en los años tre:
las características especiales indicadas atrás. las décadas posteriores 1
Para México, un ejemplo particulannente complejo y fecundo de di­ economía política conten
LIMITES DEL ESTUDIO Y PROMESA DE ENFOQUE

cho análisis, puede resultar apropiado empezar el estudio his~"tMi


período prerrevolucionario con apenas dos nociones importantes ~
das del paradigma en cuestibn. Primero, que el movimiento obrero debe .
ser conceptualizado para incluir no solo a los mineros y ferroviarios de la
ecomouúa minera exportadora del norte, no solo a los artesanos y los
obreros de las ciudades (recalcando la importancia de los que trabajaban
en las plantas de propiedad extranjera de la región central), no solo a los
trabajadores de los enclaves agrícolas tropicales, sino también (aquí ra­
dica la principal modificacibn del paradigma expuesto en el Capítulo 1) a
los agricultores de subsistencia de las comunidades indígenas cuya auto­
nouúa material y cultural fue amenazada por el· rápido avance de la agri­
cultura capitalista exportadora. Segundo, que independientemente de la
divers.dad del desarrollo exportador mexicano a partir de 1880, la mayo­
ría de las econouúas exportadoras del país se parecían a la econouúa
exportadora del , chileno analizado en este libro. Es decir , eran inten­
.tipo ; '

sivas en capital y de propiedad extranjera. En consecuenc.ia, con toda la


complejidad y especificidad de su expresibn histbrica en· México, uno
debe hallar un sentido relativamente desarrollado de clase y autonouúa
cultu~l ~n el movimiento obrero en sus primeros tiempos, así como una
propensibn .relativamente grande a las alianza:smulticlasistas de tipo
reformista, nacioI)alista y antimperia,lista. Que estas dos tendencias se
dieran en México antes que en Chil~y se expresaran en una revolucibn
social violenta antes que en.una historia de incrementos electorales, evi­
dencia la necesidad de considerar las cpndiciones ~nicas de la historia
mexicana. Estas últimas incluirían la supervivencia de comunidades
agrarias con raíces indígenas, el legado social de la lucha de indepen­
dencia contra el colonialismo español, la historia de las guerras civiles
del siglo XIX que resultb en el despojo territorial a manos de Estados
Unidos y la forma política dictatórial bajo la cual tuvo lugar el rápido
desarrollo exportador de México en las décadas que precedieron a la
revolucibn de 1910.
Una vez hubo empezado la revolucibn, cornoya lo demuestra la histo­
riografía laboral y, nacional mexicana, .el papel de los obreros y el proceso
de su incorporacibn a la vida nacional se convierten en los temas centra­
les de la historia del país. Lo que aún no ha sido demostrado sistemática­
mente es el grado en el que la lucha obrera puede aclarar asuntos más
amplios de la historiainoderna de México; de manera más general, la
trayectoria ideolbgica y la institucionalizacibn de la revolucibn misma en
las décadas siguientes; de manera más específica, el destino de las di­
versas coaliciones reyolucionarias en las décadas de los diez y los vein­
tes, la puesta en práctica de radicales reformas sociales, econbmicas y
politicas en los años treintas, la dinámica del "milagro" econbmico de
las décadas posteriores a 1940 y los origenes de la profunda crisis de la
econouúa poli tica contemporánea.
LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA LIMITES DEL ESTUDIO 1

poco desarrollada deni


cana. y pese a que ap
estudios relevantes qu
Cualquiera que sea la utilidad específica del enfoque para la historia propia cuenta median~
mexicana y cualquiera que sea el veredicto sobre su aplicabilidad, en resultados de este esfu
forma modificada, para los otrós países de la regibn ode otraslatitu­ poco depende princiPt
des (3), este estudio plantea problemas que trascienden el paradigma análisis del sistema ml
interpretativo al que he recurrido. Por un lado, girane,n tomo del proble­ las obras de sus precur.
ma de aplicar conceptos y métodos derivados de la. historiografia mun­ rales, cuyo trabajo se E
dial a los estudios latinoamericanos. Por el otro, incluyen asuntos meto­ libro tiene de historia s~
dolbgicos y poJiticos planteados por la tarea detrat;ar de colocar el movi­ del sector exportador­
miento obrero en el centro de la historia moderna de América Latina. ignorado en la obra de
Las tendencias en la historiografia mundial a las que me refiero son no obstante se halla im
dos. Han sido denominadas comúnmente la "nueva historia social" (o do a cierta distancia ~
laboral', por una parte, y el"análisis delSiste:niá mundial" o, más preci­ recurrido a ellos de mal
samente, el "pensamiento latinoamericano sobre la dependencia", por de sus puntos fuertes,
la otra. Puede argumentarse que cada una de estas. tendencias significa aplican sin sentido critic
un avance importante aunque parcial en·la forma como entendemos. la La gran contn'buciól
evolucibn histbrica del mundo moderno; que cada una es un análogo in­ europeos y norteameric
telectual de la lucha social de las clases y naciones desposeidas dentro pliar.las fuentes histbd
del sistema social mundial; que, inforfunada aunque comprensiblemen­ sociedad civil y poner 8
te, ambos se han desarrollado aislados el uno del otro; y, finalmente, culturales que se encue

¡
r
que la fusión creativa de estas dos tendencias historiográficas ampliarla micos, institucionales, il
y profundizarla hasta tal punto nuestra vildbn del proceso histbrico que preOCUP890 a los histori
estariamos en condiciones de escribir de nuevo la historia del mundo enriquecido y modificad
moderno. Es decir, escribirla de mane?másprecisa y más de acuerdo marxismo clásico, recon¡
con los intereses de las mayorlas que trabajaron para construir el moder­ social en las sociedades I
no sistema social mundial y, que sin embargo, se benefician muy poco tuciones defensivas cre
de él (4). ... . resistir las tendencias ru
Quienes estén familiarizados con estas dos escuelas de estudios his­ produccibn. Explora las
tóricos modernos habrán notado la forma cautelosa y desproporcionada tura· hegembnica de lac
como he recurrido a cada. una de .ellas en este libro. La historia social,
. - -
des de clase. AmpJia nu
especialmente sus aplicaciones más modernas, continúa estando muy planteados por concepto
de notar que todos estos
ciales que los historiade
3. El enfoque puede $ervir de trampolin para fiÍoudiar otras aocledadee'del Tercer Mundo que, al
igual que los pal$es IatinoamericaDOll pero formalmente bfQocontrol colonial, fueron integradas conservadurismo y la pa
a un orden mundial industrial como productOres de bienes primarios para exportación. Tam­ de las sociedades capital
bién ee posible que el concepto de un sector manufacturero exportador eomo ]a parte DS im­ posterior a 1945, discuti~
portante de algunas 8COnom1as capi~ ~ustriales y de los obreros de tales industrias
como el elemento má.s imJlO1't!m\e en la definición de los movimientos obreros nacionales re­ Es importante que le
sulte litO para el estudio comparativo del movimiento laboral en el mundo capitalista de~rro­ dad geográfica e histbri~
liado. dedicb a iluminar. Porqw
4. El argumento de esta sección se presenta mM deta1ladamenteen Charlee Bergquist, "Latin
American Historial Studies in the 1980's: ODe View", en Trends and Prioritiee ror Researeb on universales y vitales parl
LatiD Ameriea in tbe 1980's, Documento de Trabajo No. 111, The Latín American Program The es también cierto que la
WilsonCenter, Washington, D.C., 1982. ' la dependencia cultural ~
~DORES EN LA HISTORIA LIMITES DEL ESTUDIO Y PROMESA DE ENFOQUE 445

poco desarrollada dentro del'campo de la historia moderna latinoameri­


cana. y pese a que aproveché toda oportunidad para utilizar los pocos
estudios relevantes que pude hallar y traté de avanzar un poco por mi
propia cuenta mediante la investigación primaria y la interpretación, los
:oquepara la historia resultados de este esfuerzo son en realidad muy modestos. El libro tam­
8 su aplicabilidad, en poco depende principalmente de conceptos sacados directamente del
gibn o de otras latitu­ análisis del sistema mundial; se apoya, en cambio, en ideas tomadas de
cienden el paradigma las obras de sus precursores latinoamericanos, los economistas estructu­
Ilnen tomo del proble­ rales, cuyo trabajo se evalúa en el capitulo introductorio. Lo poc~ que el
la historiografía mun­ libro tiene de historia social se concentra en un grupo -los trab8Jadores
rlc1uyen asuntos meto­ del sector exportador-, cuyo significado en el proceso histórico, aunque
.tar de colocar el moví­ ignorado en la obra de los economistas estructurales latinoamericanos,
íe América Latina. no obstante se halla implícitamente pronosticado por ellos. He manteni­
las que me refiero son do a cierta distancia estos dos importantes avances historiográficos y
8va historia social" (o recurrido a ellos de manera muy selectiva, porque considero que a pesar
)lundial" o, más preci­ de sus puntos fuertes, ambos muestran serias limitaciones cuando se
í la dependencia", por
aplican sin sentido crítico a un campo histórico subdesarrollado.
IÍS, tendencias significa La gran contribución de la nueva historia social y laboral escrita por
l como entendemos la europeos y norteamericanos en décadas recientes ha radicado en am­
l una es un análogo in­
pliar,las fuentes históricas para incluir· los documentos cotidianos de la
tes desposeídas dentro sociedad civil y poner al descubierto procesos demográficos, sociales y
~ue comprensiblemen­
culturales que se encuentran bajo la superficie de los problemas econó­
'elotro; y, finalmente, micos, institucionales, intelectuales y políticos que tradicionalmente han
ftoriográficas ampliaría preocupado a los historiadores. Lo mejor de la nueva historia laboral ha
1proceso histórico que enriquecido y modificado los conceptos y las suposiciones optimistas del
~la historia del mundo marxismo clásico, reconsiderándolos a la luz del fracaso de la revolución
kisa y más de acuerdo social en las sociedades capitalistas avanzadas. Hace énfasis en las insti­
~ construir el moder­ tuciones defensivas creadas colectivamente por los trabajadores para
¡e¡ benefician muy poco resistir las tendencias deshumanizantes de las relaciones capitalistas de
producción. Explora las formas como los trabajadores adaptaron la cul­
elas de estudios his­
··.
turahegemónica de la clase dominante para servir mejor sus necesida­
y desproporcionada
, ro. La historia social, des de clase. Amplía nuestra comprensión de los complejos proble~s
E. planteados por conceptos como proletarización y conciencia de clase. Es
continúa estando muy
l
l.
de notar que todos estos puntos tienen que ver con los problemas espe­
ciales que los historiadores laborales tuvieron que enfrentar, dados el
'del Tercer Mundo que, al conservadurismo y la pasividad crecientes de la clase obrera industrial
fueron integradas
para exportación. Tam­ de las sociedades capitalistas avaIlZadas luego del histórico compromiso
como la parte más 1m­ posterior a 1945, discutido en el capitulo introductorio. .
de tales industrias Es importante que los latinoamericanistas reconozcan la especifid...
obreros nacionales, re­
el mundo capitalista desarro­
dad geográfica e histórica de los asuntos que la nueva historia laboral se
dedicó a iluminar. Porque, aunque estos problemas son en cierto sentido
en Charles Bergquist. "Latin universales y vitales para el estudio de la clase obrera latinoamericana,
alld Priorities for Researeh on
Latín American Program. The
es también cierto que la pasividad política, el conservadurismo social y
la dependencia cultural de la clase· trabajadora son más pronunciados y
446 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA LIMITES DEL ESTUDIO

que los mecanismos culturales y corporativistas orientados a mantener prensión del proceso
el estado de cosas se hallan más acabados y seguros en las sociedades las aportadas por la }
capitalistas avanzadas que en América Latina. eficaz los presupuest
La nueva historia social y laboral se adecúa más para el estado de los distinguido las princi
estudios históricos en las sociedades capitalistas avanzadas. y para el demostrado cómo el di
nivel de sus recursos económicos, técnicos, institucionales y humanos, cos dialécticamente re
que para aquellos de campos históricos y sociedades no desarrollados. uno en parte causa y e
La nueva historia es el producto final de un proceso de desarrollo prolon­ subdesarrollo crónico j
gado y secuencial en una disciplina que empezó escribiendo biografía e res culturales tradiciol
historia política e institucional, pasó por la historia económica e intelec­ mo europeo, como sí L
tual y hoy se ufana de avanzar sobre los campos de la historia social y tercambio desigual y
cultural. Sin los puntos de referencia. que aporta la historiografía tradi­ mundial del trabajo qu
cional, los historiadores sociales pueden hundirse en un mar de informa­ centrales.
ción primaria y abordar asuntos poco relacionados con los aspectos im­ Aunque este estudj
portantes del cambio históricQ. La historia social también es costosa. Im­ tribuye muy poco a las
plica grandes inversiones de tiempo por parte de historiadores profesio­ tando a los analistas di
nales muy bien entrenados que aprovechen los extraordinariamente bien mica de las famosas on
organizados y abastecidos depósitos, bibliotecas y centros de computa­ tión del ascenso o dese
ción del mundo desarrollado. en el sistema social mu
Por todas estas razones, cQnsidero que los latinoamericanistas no por una parte, y el grad
solo deben evaluar criticamente los costos implícitos en la aplicación de tiempo de los movim
la nueva historia social a nuestro campo, sino la relevancia de los proble­ otra (5). He intentadot4
mas que se propone resolver. Considero que debemos diseñar estrate­ toria de cada país sierr
gias para enfocar la historia social y laboral que practicamos y, al lllismo estudio se basa mucho I

tiempo, contribuir a la historia económica, política e institucional gene­ tema capitalista mundi
ral de un campo no desarrollado. El enfoque elaborado en este libro es real a la comprensión;
una forma de lograrlo; puede ser viable o no; ciertamente no es el único. anteriores fenómenos.
Pero tiene como objetivo un principio historiográfico que va más allá de Empero, el estudio ~
su especificidad, o sea, utilizar conceptos y métodos de la nueva historia tradicción en la literatu
laboral apropiados a la naturaleza de su temática latinoamericana y a las los economistas y soció
limitantes historiográficas y materiales de un campo histórico subdesa­ enfoque creen contnbu
rrollado. miento de un orden soc
La nueva historia social es vital para comprender más a fondo un ralmente en la "lógica'
importante asunto que este libro ha tenido que abordar: el proceso de dinámica concreta de la
percepción humana y de creación de interpretaciones culturales colecti­ nales y no logran compr
vas que el análisis .marxista tradicional identificó y simplificó enorme­ humanas cuya importan4
mente con la denominación "conciencia de clase". A lo largo del estudio convincentemente. Esta
he luchado insatisfactoriamente con este problema, cuya elucidación de la mayoría de los anal
plena requiere de una considerable cantidad de investigación primaria de la literatura de ciencu
por parte de b,istoriadores sociales bien entrenados y excepcionalmente técnica y completament
perceptivos. Quizá la contribución más importante del libro consista en
avanzar una serie de criterios útiles en la selección de temas para una
5. Intento demostrar la importanl
parte de dicha investigación. Labor al the Canter" , introdu,
Las contribuciones del análisis del sistema mundial a nuestra com- Economy, Beverly Hills, 1984.
ADORES EN LA HISTORIA LIMITES DEL ESTUDIO Y PROMESA DE ENFOQUE 447

[)rientados a mantener prensión del proceso histórico han sido de un carácter muy distinto de
IIros en las sociedades las aportadas por la historia social. Este análisis ha minado de manera
eficaz los presupuestos culturales, y raciales, que histbricamente han
lS para el estado de los distinguido las principales corrientes del pensamiento occidental. Ha
s avanzadas y para el demostrado cómo el desarrollo y el subdesarrollo son fenómenos histbri­
tucionales Y humanos, cos dialécticamente relacionados enun sistema capitalista mundial, cada
ades no desarrollados. uno en parte causa y en parte consecuencia del otro. Ha mostrado que el
ro de desarrollo prolon­ subdesarrollo crónico del Tercer Mundo no es tanto una función de valo­
escribiendo biografia e res culturales tradicionales que precedieron elcontacto con el imperialis­
!ia económica e intelec­ mo europeo, como sí la consecuencia cultural, política y material del in­
s de la historia social y tercambio desigual y la especialización de funciones en una división
L la historiografia tradi­
mundial del trabfÓo que beneficia desproporcionadamente a las naciones
! en un mar de informa­ centrales.
os con los aspectos im­ Aunque este estudio comparte tales suposiciones, directamente con­
también es costosa. 1m­ tribuye muy poco a las preocupaciones históricas que han venido inquie­
, historiadores profesío­ tando a los analistas del sistema mundial. Arroja pOCa luz sobre la diná­
[traordinariamente bien mica de las famosas ondas largas de la economía mundial, sobre la cues­
I y centros de computa­ tión del ascenso o descenso dentro de la jerarquía de estados nacionales
en el sistema social mundial,
. o sobre la relación entre ambos fenómenos ,
.

latinoamericanistas no por una parte, y el grado de movilización y la fuerza relativa a través del
titos en la aplicación de tiempo de los movimientos obreros mundiales y nacionales, por la
relevancia de los proble­ otra (5). He intentado tener en mente estos asuntos e incluirlos en la bis­
~emos diseñar estrate­
toria de cada país siempre que fue necesario. Sin embargo, aunque el
I>racticamos y, al mismo estudio se basa mucho en el cambiante contexto internacional de un sis­
~ e institucional gene­
tema capitalista mundial, no hace una contribución teórica o empírica
~borado en este libro es
real a la comprensión de la dinámica causal global de ninguno de los
Kamente no es el único. anteriores fenómenos.
. que va más allá de Empero, el estudio aborda lo que es, pienso yo, una importante con­
de la nueva historia tradicción en la literatura sobre el sistema mundial. La mayor parte de
latinoamericana y a las los economistas y sociólogos neomarxistas que trabfÓan dentro de este
histbrico subdesa­ enfoque creen contribuir con su trabfÓo de investigación al estableci­
miento de un orden socialista mundial. Pero se concentran tan unilate­
lrelllder más a fondo un ralmente en la "lógica" estructural del sistema mundial que niegan la
. abordar: el proceso de dinámica concreta de la lucha de clases dentro de las sociedades nacio­
culturales colecti­ nales y no logran comprender los problemas de la conciencia y la acción
y simplificó enorme­ humanas cuya importancia los historiadores sociales han demostrado tan
, . A lo largo del estudio convincentemente. Esta contradicción se revela claramente en la prosa
cuya elucidación de la mayoría de los analistas del sistema mundiaL Como la mayor parte
investigación primaria de la.literatura de ciencias sociales, aquélla carece de arte ' es abstracta ,
y excepcionalmente técmca y completamente desprovista de vida. No consigue atraer a la
del libro consista en
de temas para una 5. Intento demostrar la importancia de la historia laboral para todos estos problemas en "Placing
Labor at the Center" ,introducción a Charles Bergquist, editor, Labor iD tbe Capitalist World
Ecooomy, Beverly Hills, 1984.
~Ul~"'''\.U.C:1.1 a nuestra com­

_.

LOS TRABAJADORES ENLA HISTORIA

clase cuya lucha, según sostiene el. análisis del sistema mundial, hace
avanzar el capitalismo a escala global y es la única que tiene el poder de
trascenderlo (6).
He tratado de supel1lr los problemas evidentes en buena parte del
análisis del sistema mundial elaborando los conceptos y los mé.tOO.os de
una tradición intelectual des.arrollada a partir de la experiencia histórica
especifica de América Latina. Dejando a un lado la ideología conservado­
ra de 108 economistas estructUI'ales 14tinoamericanos y también los inte­
reses de clase a los que sus estudios sirven de manera ostensible, su
obra posee la virtud conceptual de reconocer y explicar una realidad bis­
tbrica fundamental de la región: la naturaleza reactiva de su desarrollo
económico y el diferente potendal de progreso de las diversas naciones a
través del tiempo. Estos economistas abordaron una serie de problemas
cuya importancia era percibida por todas las clases sociales de la región
en la posguerra: el problema de la transformación industrial y la prome­
sa que ésta parecía entrañar,incluso en la forma capitalista, de eliminar
la pobreza material y distribuir más equitativamente el ingreso. Aparte
de lo insuficiente y estrecha. que fuera su.estructul1l conceptual, estos
economistas desarrollaron un método de análisis apropiado a los recur­
sos de las sociedades que estudiaron. Comprendiendo que la raíz de los
problemas del desarrollo era histórica pero careciendo de buenas histo­
rias económicas de la región, se pusieron a escribir una historia econ6­
mica por su cuenta. Puesto que reconocían que ésta. ~ra una labor monu­
mental que estaba mucho más allá de sus recursos inmediatos, ·desarro­
llaron un enfoque comparativo sofisticado que les permitib sopesar los
elementos de la causalidad histbrica y aislar cuestiones que serian inves­
tigadas sistemáticamente.
Este estudio ha intentado poner· más plenamente al servicio de los
intereses de la clase obrera ese esquema conceptual y ese método com­
parativo. Hace hincapié en la estructura exportadora a fin de encarar el
problema politico central de su significado para la conciencia de clase de
los trabajadores y la formación del movimiento obrero. Amplia la cues­
tión del desarrollo económico vinculándola con los problemas de la trans­
formación social y politica. Enfoca estos asuntos mediante el estudio
comparativo del impacto de las cambiantes fuerzas económicas, ideoló­
gicas, poJíticas y rulturales en la lucha entre el capital y el trabajo en las
diferentes sociedades nacionales de la región. Cualesquiera que sean
sus limitaciones, el libro trata de enfocar la visión profunda de la nueva
historia social dentro de la concepción más amplia de un sistema capita.
lista mundial, de una manera que resulte apropiada para la realidad so­
ciallatinoamericana y el estado de su historiografia.

6. IlwItrat.ivode todas eetu cueat.iones es Samir.Amin et al., DpamIea DI GIot.l CriIda, New
York, 1982.
..DORES EN LA HISTORIA LIMITES DEL ESTUDIO Y PROMESA DE ENFOQUE

listema mundial, hace


~que tiene el poder de

ps en buena parte del En la medida en que estos ensayos consiguen situar el movimiento obre­
tptos y los métodos de ro en un lugar central de las historias nacionales de Chile, Argentina,
Il experiencia histórica Venezuela y Colombia, plantean importantes preguntas conceptuales y
~ ideología conservado­ poJíticas no solo para la historia moderna latinoamericana. sino para los
~os y también los inte· estudios históricos m.odernos en general Cierto es que estos ensayos
manera ostensible, su son demasiado unilaterales y se concentran muy poco en el papel de la
¡Hicar una realidad his­ clase media y la clase dirigente en el proceso histórico. Pero quizá tales
activa de su desarrollo excesos puedan ser disculpados en el marco de una historiografia que
las diversas naciones a por mucho tiempo dejó a los trabajadores por fuera de sus preocupacio­
lna serie de problemas nes principales. Si los obreros ocupan un lugar fundamental en la histo­
~ sociales de la región ria moderna de los países capitalistas subdesarrollados examinados en
~ industrial y la prome­ este volumen, uno empieza a preguntarse sobre el modesto papel del
capitalista, de eliminar movimiento obrero en la historia moderna de otras sociedades latinoa­
~Jlte el ingreso. Aparte mericanas y del Tercer Mundo, así como en la historia del mundo indus­
Í1ura. conceptual, estos trializado en sí.
:apropiado a los recur­ Colocar el movimiento obrero en el centro de la historia moderna sir­
iendo que la raíz de los ve para habilitar no a los capitalistas y a su sistema mundial, sino a los
iendo de buenas histo­ trabajadores, quienes han luchado más consistentemente por democrati­
~ir una historia econó­ zar dicho sistema. Dignifica a las gentes ignoradas en la historia burgue­
~ era una labor monu­ sa de los grandes hombres, las desconocidas en la historia neomarxista
i)S.inmediatos, de sarro­ llena de abstracciones, las desdeñadas en la historia neocorporativista
~ permitió s~pe~r los de los estructuralistas y las menospreciadas en la historia social 'que ig­
~ones que senan mves­ nora la poJítica y agasaja a los pobres mediante compensaciones pater­
I nalistas (' 'ellos también tienen una historia"). Si los ensayos contenidos
laente al servicio de los en este volumen logran demostrar que las luchas obreras influyeron de
~ y ese método com­ manera fundamental en el curso de las historias nacionales de Chile,
~ora a fin de encarar el Argentina, Venezuela y Colombia; si comprueban cómo tales luchas ilu­
~ conciencia de clase de 1 minan los problemas esenciales de la historiografía de estas naciones; si
í>brero. AmpJía la cues­ ,¡ dejan al descubierto los objetivos democráticos de los trabajadores y la
rs problemas de la trans­ complejidad de las razones de su fracaso, nos revelarán concretamente
lOS mediante el estudio cómo los trabajadores hacen la historia. Nos recordarán que, siempre
económicas, ideoló­ 1 que tengamos el coraje de las convicciones democráticas y una mayor
y el trabajo en las j comprensión del pasado, podemos crear colectivamente un futuro mejor.
'Cualesquiera que sean I Sin solucionar quedó en este estudio el problema de cómo debe ser
profunda de la nueva j escrita y difundida una historia que coloca a los trabajadores en el centro
de un sistema capita­ de sus preocupaciones. Para realizar su potencial, dicha historia necesita
para la realidad so­ aprender a u tilizar tanto las ciencias sociales como las humanas, tanto el
análisis como la narrativa para vincular el intelecto y la emoción de la
gran mayoría de la gente en torno de la lucha de la clase obrera. Con
PIIl8IDiea of GlobU criBta. New pocas excepciones, los estudios de historia y ciencias sociales, incluidos
aquellos que se concentran en la clase obrera, son leídos solo por una
460 LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA

reducida minoria de profesionales. Hay una iroIÚa en el hecho de que los


profesionales de ese minimo sector de la clase obrera son los únicos
miembros de dicha clase cuyas condiciones de empleo y la forma como
venden su fuerza de trabajo los obligan a leer tales obras. Hasta cuando
aprendamos a hacer más atractivos los estudios históricos, libros como
éste no serán ampliamente leidos por los miembros de la misma clase
que se toma como objeto de estudio; Hasta cuando aprendamos a escri­
bir una historia que sea leida por la mayoria, las lecciones más profun­
das aportadas por los combativos trabajadores del salitre, la carne, el
petróleo y el café, cuyas luchas llenan estas páginas, se quedarán sin
continuadores.
"Aparecido en inglés hace poco más de un año, este libro to­
davía no ha adquirido el prestigio de clásico que se merece.
Muy pocos historiadores de izquierda han podido combinar
de manera tan certera y poderosa la economía politica con la
historia social, dent ro del contexto del desarrollo del capita­
lismo mundial.

Los cuatro paises tratados aportan ejemplos contrastantes


para un auténtico análisis comparativo , algo que, paradóji­
camente, es raro encontrar en los estudios latinoamericanos,
a pesar de t odas las condiciones históricas y culturales co­
munes que deberían hacer de la región un laboratorio ideal
para el uso del método comparativo.

Bergquist explica sus objetivos y procedimientos con clari­


dad ejemplar. Esta es una historia teóricamente consciente
que se nutre de varias fuentes ('análisis del sistema econ ómi­
co mundial', 'historia desde abajo' y análisis cepalino), pero
siempre con un espírit u independiente que produce una Sirl­
tesis sui géneris. Es también una obra de gran erudición y
a la vez excepcional por su franqueza politica, en los dos me­
jores sentidos de la palabra. Bergquist deja en claro no solo
su compromiso con el socialismo y sus raices , sino también
su esperanza de que algún día estudios como éste lleguen a
aquellos sobre quienes -yen últimas , para quienes- han
sido escritos".

P erry Ander80D

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Eli'I''JA
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Cf' 'Iv,,", ISBN 958-606-016-0

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