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Sofía Belikov

Hansel Sandry Ana Avila


Beluu Ivana Mary Warner
Mae Jadasa anita0990
MaJo Villa Jasiel Odair Clara Markov
Marie.Ang *~ Vero ~* Karlamirandar
Mire Kyda Johanamancilla
Miry GPE SamJ13 yuvi.andrade
Victoria. Beatrix Maggie S.
nika Trece Adriana Kells
Daniela Agrafojo Gise Sofía Belikov
Annie D Kath1517
Jeyly Carstairs NicoleM

Victoria. Agus Herondale Itxi


Laurita PI Beatrix Anakaren
GypsyPochi Jadasa Laura Delilah
Meliizza NicoleM GraceHope
Miry GPE Daliam Sofía Belikov
Sahara Ross Ferrer
Sandry Daniela Agrafojo

Jules Sofía Belikov

July
Capítulo 1 Capítulo 28
Capítulo 2 Capítulo 29
Capítulo 3 Capítulo 30
Capítulo 4 Sobre el Autor
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
ONYX
1
Traducido por Hansel
Corregido por Victoria.

Kat me ignoraba.
No era una gran sorpresa. Hizo lo mismo en la escuela. Como si
fingiera que la noche del baile de bienvenida no hubiera terminado con
ella casi muriendo y yo salvándola. Como si intentándolo lo suficiente,
pudiera fingir que todo era normal y todo desaparecería.
Que yo desaparecería.
Eso no sucedería en un tiempo cercano, y no tenía nada que ver
con el hecho de que Kat brillaba como una farola del tamaño de un auto.
Sino con el hecho de que me volvía loco luchando contra lo que quería.
Con toda la mierda del “fruto prohibido”. Pasando de la mentalidad de
que no podía ir detrás de lo que quería debido a lo que era; y lo que era
Kat. Maldita sea, sabía que lo que quería no iba a ser fácil. Nada en la vida
lo era, pero eso no cambiaba lo que sentía.
La quería.
Y sabía que bajo toda la frustración y todas las luchas, Kat también
me deseaba. Sólo tenía que probarlo, pero en ese momento quería
lanzarla sobre mi hombro, llevarla a casa, y encerrarla una habitación.
Kat aparcó su Camry en un estacionamiento fuera de la oficina de
correos, y me estacioné junto a ella, pero en dirección opuesta. Bajando el
vidrio, la inmovilicé con una mirada. —¿Qué parte de ir directamente a
casa no entendist e? Siento que hemos tenido esta conversación antes.
Sus labios se fruncieron mientras me devolvía la mirada. —Es posible
que haya libros allí esperándome.
Suspiré. —Puede haber Arum rondando por aquí listos para comerte.
Kat no creía en mi lógica, sobre todo después de que regresara de
explorar prácticamente todo el estado y no encontrar ninguno. —Estás
aquí, así que está bien.
—Sí, pero estoy tratando de ser preventivo y no reactivo. —Cuando
puso los ojos en blanco, abrí la puerta del conductor—. Eres un dolor en el
trasero —dije.
Levantando el dedo medio, se lo pasó por la mejilla.
Arqueé una ceja mientras mis labios se torcían en una sonrisa. —Bien,
Kitten.
Me sonrió y luego se dio la vuelta, balanceando las caderas a través
del estacionamiento. Con esos vaqueros desteñidos abrazando sus curvas,
era una vista bonita, así que no me quejaba.
No hasta que saltó en un charco del tamaño de un lago.
Agua fangosa roció el aire, tocando mis piernas. Gruñí por lo bajo. —
Eres como una niña de dos años.
Saltó sobre la acera y me lanzó una mirada por encima del hombro
antes de ingresar en el edificio. La esperé al final del pasillo mientras iba
hacia su apartado de correo.
—¡Sí! —chilló, su rostro brillando tanto como el rastro a su alrededor
mientras metía la mano en su casilla, recogiendo un puñado de paquetes
de color amarillo. Los abrazó cerca de su pecho, como si fueran un bebé
envuelto en sus brazos.
Lindo. Ñoñamente lindo.
Kat le dio un codazo a la puerta de la casilla y luego t orció la
llavecita, bloqueándola. Me miró, y nuestras miradas chocaron y quedaron
fijas durante un momento. Un rubor rosa pálido coloreó sus mejillas.
Rápidamente desvió la mirada.
Pasó tranquilamente junto a mí mientras caminábamos afuera, y
luego, porque no podía dejarlo de lado, saltó en el charco de nuevo.
Me hice a un lado, pero fue demasiado tarde. Desde mi rodilla hacia
abajo, mi pierna izquierda se encontraba empapada. —Jesús.
Sonrió mientras se apresuraba a su coche, abriendo la puerta
trasera. La seguí en silencio, deteniéndome en mi camioneta para verla,
bueno, inclinarse y meter sus libros. Se enderezó de repente y miró por
encima de su hombro hacia mí. Algo acerca de la mirada que me envió,
parte inocente, parte rebelde, fue excitante.
Por otra parte, prácticamente todo lo que hacía era excitante.
Gemí en voz baja mientras volvía a situar las cajas como si fueran
frágiles herencias familiares. Cerré los ojos un instante, y me mordí el labio
cuando una imagen de Kat se formó. Se hallaba en su sofá, debajo de mí,
vestida con esos malditos pantalones de pijama de duende. Nada más. Mi
estómago se movió. Tenía hambre, de ella y de comida.
—Necesito panqueques —anuncié, abriendo los ojos. Por supuesto,
mi mirada se dirigió justo hacia una parte muy atractiva de ella.
Kat cerró la puerta y me miró. —¿Estás mirando mi trasero?
Mis labios se curvaron en una sonrisa mientras poco a poco
arrastraba mi mirada hacia la de ella, dejándola persistir en determinadas
zonas. El rubor se encontraba de vuelta, extendiéndose por su garganta,
bajo el suéter de color azul claro que llevaba, y sus ojos grises se habían
profundizado.
Allí se encontraba. Lo que sentía brillaba en sus ojos. No lo ocultó.
—Nunca haría algo así —dije.
Resopló.
—Panqueques —repetí.
—¿Qué pasa contigo y los panqueques? ¿Por qué sigues diciendo
eso?
—¿Tienes mezcla para panqueques en casa? —pregunté, ignorando
su pregunta.
Kat frunció el ceño en confusión. —Sí, eso creo.
—Bien. —Sonreí—. Me harás algunos panqueques.
Me miró boquiabierta. —No te haré panqueques. Hay una casa de
comida rápida por aquí cerca. Estás invitado a ir a buscar un poco de
panqueques…
Avancé tan rápido que no pudo seguirlo. Me hallaba justo en frente
de ella, nuestros cuerpos casi tocándose, y pude ver el momento en que
sus pupilas se ampliaron ligeramente. —Sé que hay una casa de comida
rápida cerca, Kitten. Pero eso no es lo que quiero. —Levantando la mano,
le toqué la punta de la nariz con el dedo—. Quiero que me hagas
panqueques.
Ella se echó hacia atrás, frunciendo el ceño hacia mí. —No te haré
panqueques.
—Lo harás. —Me giré y dirigí a mi coche. Una vez dentro, sonreí
hacia donde ella seguía en pie—. Me harás t ant os panqueques.

***
Kat se sentó frente a mí, con los labios apretados mientras me
observaba levantar el tenedor hacia mi boca. Mi estómago se rebeló ante
lo que hacía. Algo sobre estos panqueques no se veía bien. En primer
lugar, eran del tamaño de una pequeña luna. En segundo lugar, cuando
corté la pila torcida, la mitad lucían aguados, y eso simplemente no se
encontraba bien. Y cuando levanté un trozo con el tenedor, una sustancia
de polvo amarillento salió al aire.
Tal vez hacer que Kat me preparara panqueques fue una mala idea.
Miré al mostrador desordenado. La sartén se hallaba cubierta con
mezcla, al igual que la mayor parte de la encimera y la parte delantera
del suéter de Kat. Mi mirada se posó de nuevo en los panqueques. Si fuera
humano, me daría miedo hacer lo que me encontraba a punto de hacer.
Metí el pedazo en mi boca y casi lo escupí. Mi garganta se cerró
mientras me obligaba a masticar. Ni el jarabe cubría el pedazo todavía
seco y con sabor a harina. Obligué al desastre a bajar por mi garganta y
permanecer allí mientras sonreía con fuerza a Kat. Pasó un momento.
Una risa brotó de ella. —No puedo creer que en realidad hayas
comido un pedazo.
Mi boca se sentía revestida. Nunca eliminaría el sabor. —¿Por qué?
—Estoy bastante segura de que no saben bien. —Se echó hacia
atrás en su silla, dejando caer las manos sobre su regazo—. No se ven
como los que hace mi mamá.
Nop.
Estos panqueques eran de un amarillo blanquecino extraño que de
alguna manera no era ni de lejos el color de los panqueques normales.
Acerqué mi vaso de leche y luego lo levanté, tomándome casi la mitad.
Kat se rió de nuevo.
—Bueno. Estos son terribles —admití, colocando la taza en la mesa—.
¿Cómo puedes arruinar unos panqueques?
—No lo sé. Nunca los había hecho. —Levantó un hombro—. Sólo vi
una vez la parte de “añadir agua”.
La miré fijamente, algo estupefacto. —Todo lo que tienes que hacer
es añadir agua. No es tan difícil.
Sus labios temblaban mientras agachaba la barbilla. —Supongo que
deberías haber ido a la casa de comidas rápidas.
Mis ojos se estrecharon mientras empujaba mi plato. —Hay una gran
parte de mí que espera que los hayas hecho mal a propósito.
—¿Y eso por qué?
—Porque si no puedes hacer panqueques entonces no estoy seguro
de que podamos ser amigos.
—Oh. —Puso una mano sobre su pecho—. Estoy tan afligida.
—Deberías estarlo —dije, bajando las pestañas—. Soy un buen
amigo.
Kat resopló, pero lo que ella no dijo flot aba en el aire entre nosotros.
Kat y yo no habíamos empezado con el pie derecho y pasamos todo el
verano y la mayoría del otoño en guerra, sobre todo por mi culpa. Admitía
completamente que, si pudiera volver atrás y cambiar la forma en que la
traté, lo haría. Me di cuenta de eso cuando luchaba con Baruck y estuve a
punto de perder no sólo mi vida, sino también la de mi hermana y la de
ella. La cosa era, que ni siquiera yo podía volver atrás en el tiempo. Sólo
podía avanzar.
Ya era hora de cambiar de tema. —¿Alguien te ha dicho algo sobre
tu rastro? ¿Dee o Mat thew? —pregunté, sabiendo que los Thompson no
querían hablar con ella. Bueno, Adam hablaba con ella, pero él no era un
problema.
—Dee dijo algo al principio, pero ha sido fácil de explicar. Todo el
mundo sabe que estuve allí cuando… —Se humedeció el labio inferior, la
acción robando mi atención—. Cuando luchaste contra Baruck. Así que
no creen que nada sea demasiado extraño.
—Bien —murmuré.
Bostezó ruidosamente mientras se paraba y recogía nuestros plat os.
Sus pasos eran lentos mientras caminaba con los platos hacia la basura.
Miré el reloj de pared. Ni siquiera eran las seis de la tarde. —¿Tu mamá
trabaja esta noche?
—Por supuesto —respondió, tirando los panqueques a la basura. La
línea de su columna vertebral se tensó mientras caminaba hacia el
lavavajillas—. Siempre está trabajando.
Ladeé la cabeza, y un momento pasó. —No te gusta eso, ¿verdad?
Me miró por encima del hombro mientras abría la puerta del
lavavajillas. —Mamá tiene que trabajar mucho. —Empujó los platos al
lavavajillas y luego buscó el recipiente, colocándolo en el fregadero—. Las
cuentas no se pagan solas.
—Lo entiendo.
Apartó la mirada de mí mientras jugueteaba con los grifos. —No
todos tenemos al gobierno dándonos dinero porque somos alienígenas.
Levanté una ceja ante eso.
Kat volvió a bostezar. —Se pone un poco… solitario aquí.
—Me lo imagino —murmuré, no gustándome la idea de ella
quedándose sola en casa y sin estar con alguna de sus amigas o conmigo.
No dijo nada durante un largo rato. —Creo que sientes la necesidad
de hacer de niñera, pero no iré a ninguna parte. Tengo una prueba para
la que estudiar y deberes de biología. No tienes que quedarte aquí.
Me puse de pie y me dirigí hacia donde se encontraba parada. —
Puedes…
Kat se quedó sin aliento cuando se dio la vuelta. —¡Dios, Daemon!
¿Tienes que hacer eso? Dios —dijo, recostándose contra el mostrador—.
Eres como un ninja alienígena y sigiloso.
Un lado de mis labios se levantó. —Ni siquiera fue tan silencioso.
—Sí, lo fue. Como un fantasma —dijo, levantando la barbilla para
que nuestros ojos se encontraran—. Un fantasma espeluznante.
Me reí. —¿Por qué soy un fantasma espeluznante?
—No lo sé —murmuró, su mirada cayendo sobre mi boca y luego
más abajo: mi pecho—. Estás invadiendo mi espacio personal.
Me encontraba totalmente en su espacio personal. No había más de
uno o dos centímetros entre nuestros cuerpos. Cuando obligué a mis
pulmones a inhalar, respiré todo su olor a rosas. —Lo siento.
—No lo sientes en lo absoluto.
—Cierto. —Ladeé la cabeza y vi una pequeña mota de panqueques
junto a su oído. ¿Cómo pudo llegar eso ahí? Presioné mi pulgar contra su
mejilla. Su pecho se levantó en una inhalación aguda, haciendo que mi
mirada parpadeara de nuevo hacia ella—. Tienes panqueque.
Los labios de Kat se entreabrieron, y su mirada abierta de par en par
se fijó en la mía mientras pasaba el pulgar por su mejilla, quitando la
pequeña porción de masa. Mi mano se mantuvo allí a pesar de que la
mancha había desaparecido, y mis dedos se extendieron por un lado de
su cuello. La forma en que nos quedamos, tan cerca del otro, con su
cabeza inclinada hacia atrás y mi mano sobre ella, hacía que pareciera
como si fuéramos a besarnos. Todo lo que tendría que hacer era bajar la
boca un par de centímetros. Me calmé de sólo pensar en ello.
Dios, quería saborear su boca de nuevo.
Sin embargo, dudaba que ella también lo quisiera. Probablemente
quería golpearme. Aquellas gruesas pestañas bajaron, protegiéndose los
ojos. Pensándolo bien, me permitiría hacerlo, pero cuando nos
separáramos por aire, estaría enloqueciendo.
Kat me quería, pero no se encontraba dispuesta a admitirlo. En
ningún tiempo cercano. Pensaba que lo que sentía por ella no era tan
fuerte como lo que sus padres sintieron por el otro, y no quería
conformarse. No podía culparla por ello. A decir verdad, no sabía a
ciencia cierta qué era lo que sentía por ella. ¿Lujuria? Oh sí. Quería todo de
ella y dentro de ella, pero era más que eso. Le t enía un afecto profundo.
La respetaba. Mi pecho hacía volteretas cuando me encontraba a su
alrededor y pensaba en ella. Me preocupaba por ella. Un montón.
Sólo que no sabía exactamente qué quería decir todo eso.
Pero quería saber, necesit aba averiguarlo. Aunque sí que sabía que
todo lo que sentía no tenía nada que ver con el hecho de que nuestros
corazones latieran en conjunt o —lo que sea que eso significara— o lo que
fuera que pudiera haberle hecho cuando la sané.
—¿Kitten? —Deslicé los dedos por su nuca.
—No me llames así —dijo con un escalofrío.
Bajé la barbilla, y nos encontrábamos tan cerca que cuando incliné
la cabeza hacia un lado, mi nariz rozó la de ella. No me empujó hacia
atrás o se alejó. —Pero me gusta llamarte así.
—Pero a mí no —replicó.
Sonreí. —¿Kat ?
—¿Qué? —susurró.
Sabía que aunque tenía mucho que quería decirle, todo la
ahuyentaría. Hacer caso omiso de la necesidad casi primordial de
meterme realmente en su espacio personal era más duro que enfrentar a
un Arum hambriento. Me aparté lo suficiente como para ver su cara
bonita, dejando que mi mano se apartara de su cuello. —Voy a limpiar.
Kat parpadeó. —¿Eh?
Mi sonrisa creció. —Voy a limpiar. Puedes ir a hacer tu tarea o lo que
sea.
El destello de decepción fue tan rápido que pude haberlo
imaginado. —Bueno. Me parece bien. —Salió corriendo de entre el
mostrador y yo—. ¡Que te diviertas!
Echando un vistazo hombro, la vi arrastrar los pies al salir de la
cocina, los brincos y el balanceo de antes en su paso desaparecidos.
Suspirando, me volví hacia el desorden.
¿Por qué diablos me ofrecí a limpiar?
Me sentía medio tentado a quemar todo mientras agarraba la
botella de detergente para lavar los platos y rociaba un poco del líquido
azul en el recipiente demasiado grande para ir en el lavavajillas. Mi mente
vagaba mientras limpiaba. Teníamos que trabajar en conseguir que el
rastro desapareciera por su seguridad. Cuando terminara, iba a tener que
alejarla de su tarea y trabajar en su físico.
Mi mente se zambulló inmediatamente en determinadas actividades
físicas.
Apart é esos pensamientos mientras movía la mano, llevando la
sartén al fregadero. Kat y yo no habíamos hablado de lo que pasó en el
baile de bienvenida desde el día que regresé. Sabía que lo manejaba
bien, porque maldita sea, esa chica era fuerte, pero eso no significaba que
no estuviera preocupado por la forma en que se ocupaba de todo.
Y eso no incluía el hecho de que algo ocurrió al tratar de curarla
cuando Baruck venía hacia nosotros. De alguna manera, se aprovechó de
la Fuente, y ningún humano podía hacer algo así.
Ninguno que yo conociera.
Eso la cambió. ¿Cómo? Todavía no lo sabía. Todo lo que podía
esperar era que una vez que el rastro se desvaneciera, lo que sea que
pude haberle hecho también lo hiciera.
Limpiar la cocina tomó unos quince minutos. Cuando terminé, me
puse en camino, apagando la luz del techo mientras me iba. El murmullo
de la televisión me atrajo a la sala de estar. Kat me iba a odiar, pero iba a
tener que dejar lo que hacía, levantarse, y hacer…
Me detuve a medio paso y me quedé mirándola.
Kat se encontraba metida en la esquina del sofá, el libro de biología
abierto en su regazo. Los minúsculos dedos de sus pies asomaban por el
dobladillo de sus pantalones vaqueros, rozando la brecha entre los cojines.
Tenía los brazos cruzados sobre el est ómago, y un lado de su cabeza
descansaba sobre el cojín. El collar de obsidiana se había deslizado por
debajo de su suéter, quedando apoyado en su brazo.
Estaba fuera de combate.
Sabiendo que no existía manera de que pudiera despertarla, me
acerqué a ella. Con cuidado, cogí el libro de texto y lo cerré, colocándolo
en la mesa de café. Agarrando la colcha de la parte trasera del sofá, la
puse sobre sus piernas.
Entonces, sin realmente pensar en ello, puse una mano en el brazo
del sofá, me preparé, y luego me agaché. Presioné los labios contra su
mejilla fría y luego retrocedí. Jugueteando con la colcha por unos
momentos, me aseguré de que la cubría y luego me alejé.
Podría irme ahora. Kat no iba a ir ninguna parte.
Pero mientras la miraba, incluso aunque la t ensión en mi rostro se
suavizaba, me dejé ir. Por un segundo, dejé que todo el peso de lo que
pasó, de lo que hice, se asentara sobre mis hombros.
Cerré los ojos.
Rompí tantas reglas. Expuse lo que realmente era. Le dije a Kat la
verdad. La sané no una, sino incontables veces. Casi reí, pero nada de eso
era divertido. Su vida se encontraba en peligro, y lo estaría continuamente,
especialmente si se quedaba a nuestro alrededor —a mí alrededor— y en
definitiva era un cretino egoísta, porque ahora…
Ahora no me quedaría lejos de ella.
2
Traducido por Beluu
Corregido por Victoria.

Esperé alrededor de diez segundos antes de inclinarme hacia


adelante y pinchar a Kat con mi pluma. Sus hombros se alzaron con un
suspiro, y luego se giró en su asiento. Sus ojos grises se fijaron en los míos. —
Buenos días, Kitten.
Me observó cautelosamente. —Buenos días, Daemon.
Mientras inclinaba la cabeza, mi cabello cayó hacia adelante, casi
sobre mis ojos. Necesitaba cortarme el pelo algún día. —No olvides que
tenemos planes esta noche.
—Sí, lo sé. Lo espero con ansias —dijo a secas.
La excitación casi me derribaba.
Me eché hacia adelante, inclinando el escritorio mientras lo hacía. A
mi derecha, podía ver a Carissa y a Lesa observándonos. La comisura de
mis labios se curveó.
—¿Qué? —dijo, cuando el silencio aumentó entre nosotros.
—Necesitamos desaparecer tu rastro —dije, lo suficientemente bajo
para que sólo ella escuchara. Perdimos la noche anterior en cuant o a
hacerlo desaparecer. No podíamos perder esta.
Kat tomó su lapicera. —Sí, me lo imaginaba.
Como me gustaba hacerla enojar y verla ponerse toda luchadora,
dije—: Y tengo una idea divertida de cómo podemos hacerlo.
Ella me sorprendió cuando sonrió.
—¿Te gusta la idea? —Mi mirada cayó a sus labios llenos.
—No en esta vida, amigo —respondió.
Casi reí. —Resistirse es inútil, Kitten.
—Al igual que tus encantos.
—Ya veremos.
Poniendo los ojos en blanco, se dio vuelta hacia el frente del salón.
Nuestro profesor entró, luciendo más viejo que el día anterior. No había
terminado con Kat. La pinché de nuevo.
Girándose, me fulminó con la mirada. —¿Qué, Daemon?
Me moví con la rapidez de un rayo. Con una sonrisa, deslicé los
dedos a lo largo de su mejilla como hice la noche anterior cuando tenía la
mancha de panqueque. Esta vez saqué una pequeña pelusa de su
cabello. Era tan servicial, maldición.
Kat me observó.
—Después de la escuela —le recordé.
No respondió, pero supe que entendía. Kat podría luchar contra mí
con dientes y uñas por, bueno, todo, pero no era tonta.
Durante la clase, Kat lucía como si estuviera a cinco segundos de
quedarse dormida enfrente de mí. Bostezó tantas veces que comencé a
preguntarme si iba a lastimarse la mandíbula. Esto no era normal de ella,
en especial dado que anoche se durmió temprano. Cuando me fui
alrededor de las diez, seguía dormida.
Al final de la clase, Kat se arrastró de su asiento y se dirigió hacia la
puerta. Caminé detrás de ella, apenas escuchando acerca de lo que
Carissa y Lesa hablaban. En ese punto nos separamos.
La mañana siguió adelante y terminé saltándome el período antes
del almuerzo para poder ir a buscar algo más apetitoso que lo que fuera
que la escuela estuviera intentando hacer pasar por comida. Creo que
había pastel de carne en el menú, pero sabía con seguridad que lo que
fuera que hubiera en esa cosa no sería carne. Mientras ordenaba un
sándwich, observé los batidos del menú. ¿Los de fresa no eran los favoritos
de Kat? Sonriendo, añadí uno de esos y luego tomé una galleta recién
cocinada.
Nadie miró en mi dirección cuando entré por las puertas y caminé
hacia la cafetería. Siempre era así. Los nuestros podíamos ir y venir como se
nos diera la gana. Ayudaba que hubiera Luxen en el personal, no sólo
Matthew.
Mientras caminaba por el pasillo, un cosquilleo cálido subió por mi
nuca, llenándome de inquietud. Sucedió cuando volví con la pieza de
obsidiana y de nuevo cuando llegué ayer a la escuela y me encontraba
cerca de la clase de matemáticas. Hoy igual. Sucedía cuando estaba
cerca de ella. Tenía que ser producto de curarla a un nivel tan… tan
grande como lo hice. Tendríamos que esperar para ver si era algo
permanente o desaparecería con el rastro.
El zumbido de las conversaciones y la esencia de misterio eran
pesadas cuando atravesé las puertas dobles. Escaneé las mesas, espiando
a los Thompson cerca del fondo. Mi mirada chocó con la de Ash. Sus ojos
se entrecerraron, pero miré a mi derecha, encontrando inmediatamente a
Kat. Tenía la espalda hacia mí, pero la rigidez en sus hombros me dijo que
sabía que me encontraba allí. Mi hermana se hallaba sentada delante de
Kat, con dos platos enfrente de ella. Nada enfrente de Kat.
Pasando a través de la línea que esperaba para recoger su comida,
me acerqué y dejé caer en el asiento vacío a su lado. Sin decir una
palabra, le entregué el batido, consciente de que todos en la mesa nos
observaban.
Los ojos de Kat se ampliaron un poco, pero como esperaba, no
rechazó el batido. Lo tomó de mis manos, sus dedos rozando los míos. Un
golpe de electricidad saltó de su mano a mi piel. La alejó y tomó un sorbo.
Mirándome a través de pestañas gruesas y oscuras, dijo—: Gracias.
Le sonreí.
—¿Dónde están los nuestros? —dijo Lesa sarcásticamente.
Mirando a través de la mesa, reí. —Sólo estoy al servicio de una
persona en particular.
Kat alejó su silla de mí. —Tú no estás a mi servicio, de ninguna
manera.
Moví la silla más cerca de ella. —No aún.
Lesa observaba, sus ojos brillando con diversión.
—Oh, vamos, Daemon. Estoy justo aquí. —Dee me frunció el ceño—.
Vas a hacer que pierda mi apetito.
—Como si eso fuera posible. —Lesa puso los ojos en blanco, y tenía
mucha razón.
Saqué mi sándwich y luego la bolsa pequeña. Tomando una galleta
de avena, se la entregué a Dee. Su rostro se iluminó como si le hubiera
entregado un diamante. Se puso en modo Gollum, tomándola de mi mano
y sosteniéndola cerca.
—¿No tenemos planes que hacer? —preguntó suavemente Carissa.
—Síp. —Dee le sonrió a Lesa—. Grandes planes.
Kat alzó una mano, pasándola por su frente. —¿Qué planes?
—Dee y yo hablábamos en Inglés sobre hacer una fiesta la semana
después de la siguiente —explicó Carissa, y juro que eso fue lo máximo que
jamás la oí hablar—. Algo…
—Grande —dijo Lesa.
—Pequeño. —Los ojos de Carissa se entrecerraron hacia su amiga—.
Sólo unas pocas personas.
El entusiasmo salía de Dee en olas. —Nuestros padres estarán fuera
de la ciudad el viernes, así que funciona perfectamente.
Kat me observó, y le guiñé un ojo mientras me preguntaba cuándo
exactamente sucedería esta fiesta.
—Es tan genial que tus padres te dejen hacer una fiesta en tu casa
—dijo Carissa.
Eso llamó mi atención.
—Los míos tendrían un ataque si llegara a sugerir algo así —continuó.
Dee encogió un hombro mientras evitaba mi mirada. —Nuestros
padres son bastante geniales.
Seh, como en “nuestros padres están muertos hace tiempo”.
Tomando un gran bocado de mi sándwich, decidí ver a dónde iba Dee
con esta conversación. Hasta ahora, nuestra casa iba a ser el lugar de la
fiesta. Interesante. Tomó un buen esfuerzo no preguntarle a Dee, enfrente
de todos, por qué pensaba que era una gran idea.
Kat se quedó callada mientras sus amigas discutían sobre esta fiesta
que aparentemente iba a suceder un viernes dentro de unas semanas.
Dudaba seriamente de que permaneciera pequeña.
—¿Estás de acuerdo con todo esto? —me susurró Kat.
¿Honestamente? Infiernos, no. Pero como sea. Me encogí de
hombros. —No es como si pudiera detenerla.
Ella me observó mientras la incredulidad se arrastraba por sus rasgos,
y no la culpaba. Un puñado de meses atrás, habría terminado con esta
conversación en un nanosegundo. No sabía con seguridad por qué no
hacía eso en este momento. En realidad, sí.
Para entonces, el rastro ya no estaría en Kat, y ya no tendría ninguna
razón para soportarme a su lado. Tener una fiesta significaba que Kat
estaría en mi casa. Me gustaba eso.
Saqué una galleta llena de chispas de chocolate. —¿Galleta?
Le echó un vistazo mi mano, y la punta de su lengua rosada emergió,
mojando su labio inferior. —Claro.
En parte porque quería verla confundida, alcé más la galleta.
Admitiendo que me encontraba más controlado por la otra mitad de mí
que se sentía ridículamente afectado por todo lo que ella hacía, me
incliné hacia ella. —Ven y tómala. —Puse la galleta en mi boca, dejando la
otra mitad allí para que la tomara.
Sus delicadas cejas marrones se fruncieron mientras me observaba,
pero la confusión rápidamente cambió a comprensión. Sus labios se
abrieron mientras un fuego se deslizaba por sus mejillas. Arqueé una ceja,
esperándola… retándola.
Dee se atragantó. —Creo que voy a vomitar.
No hizo ningún movimiento para tomar la galleta, pero no me
golpeó en el estómago, así que lo consideré una victoria… de algún tipo.
Tomé la galleta. —Se acabó el tiempo, Kitten.
Kat siguió observándome.
Divertido conmigo mismo, partí la galleta a la mitad y le di la parte
más grande. Kat la tomó con sus dedos largos y delgados. Sin meter la
galleta en su boca, sus cejas se fruncieron y sus ojos brillaron de un gris
tormentoso. Una risa subió por mi garganta, interrumpiéndose cuando vi a
mi hermana observándome con la boca abierta.
Le disparé una mirada templada.
Ella me la devolvió con los ojos bien abiertos.
Lanzando el pedazo de galleta en mi boca, observé a Kat.
Jugueteaba con la cadena alrededor de su cuello, la que se conectaba a
la pieza de obsidiana que le di. La diversión se evaporó con el recordatorio
contundente de que un peligro demasiado real todavía existía por tanto
tiempo como Kat siguiera marcada.
Tenía que quitárselo de encima.
Ahora.

***

Kat pasó por la oficina de correos luego de la escuela. De nuevo.


Quería sacudirla cuando finalmente llegamos a casa, pero luego dejaría
caer otra brazada masiva de paquetes y nunca oiría el final de la historia.
Saliendo rápidamente de mi auto, llegué antes que ella al porche y
terminé teniendo que esperar a que llegara desde el auto a los escalones.
Me incliné contra la baranda en la cima, arqueando una ceja mientras ella
se arrastraba por los escalones, moviéndose a la velocidad de una tortuga
de tres piernas.
—No viniste directo a casa después del colegio —dije.
Sacó las llaves del bolso con su mano libre. —Obviamente, tuve que
ir a la oficina de correos. —Abriendo la puerta, dejó caer la pila en la mesa
del vestíbulo.
—Tu correo pudo haber esperado. —La seguí a la cocina—. ¿Qué
es? ¿Sólo libros?
Dirigiéndose hacia el refrigerador, tomó una botella de jugo de
naranja. —Sí, sólo son libros.
Observé su espalda. —Sé que probablemente no hay ningún Arum
cerca en este momento, pero nunca puedes ser demasiado cauteloso, y
tú tienes un rastro en ti que los guiaría justo a nuestras puertas. Ahora
mismo, eso es más importante que tus libros.
Disparándome una mirada oscura sobre su hombro, dejó la botella
en el mostrador y tomó un vaso del gabinete. —¿Bebes?
Suspiré. —Claro. ¿Leche?
Señaló al refrigerador. —Sírvete.
—Tú me ofreciste. ¿No me lo servirás?
—Te ofrecí jugo de naranja —respondió, tomando su vaso de la
mesa—. Tú escogiste leche. Y no hagas ruido. Mi mamá está dormida.
Sacudiendo la cabeza, me alejé del marco de la puerta y me serví
un vaso de leche. Lo traje a la mesa, sentándome a su lado. Había
recogido su cabello cuando se metió en el auto luego de la escuela, y con
todo ese pelo oscuro hacia atrás, no existía manera de confundir el sonrojo
en sus mejillas. Mis ojos se entrecerraron hacia ella. ¿En qué pensaba en
este momento?
Giraba cuidadosamente el vaso entre sus manos. —¿Te puedo hacer
una pregunta?
—Depende —le respondí sin problemas.
—¿Sientes… algo a mi alrededor?
—¿A parte de lo que sentí esta mañana cuando vi lo bien que te
veías en esos vaqueros?
—Daemon. —Suspiró—. Estoy hablando en serio.
—Mi nuca se pone caliente y hormigueante. —Tracé un círculo en la
mesa con mi dedo—. ¿Es eso a lo que te refieres?
Me echó un vistazo, y las comisuras de mis labios se curvaron
ligeramente. —Sí, ¿tú lo sientes también?
—Cada vez que estamos cerca.
—¿No te molesta?
—¿A ti te molesta? —pregunté seriamente. No respondió mientras
observaba su bebida, y no estuve seguro de si era algo bueno o malo.
Tomé un sorbo de mi leche—. Podría ser un… efecto secundario de la
curación. —Hice una pausa, pensando en lo sonrojada que se veía—. ¿Te
sientes bien?
—¿Por qué?
—Te ves mal. —Era verdad sólo en parte.
Me observó. —Creo que me estoy enfermando de algo.
Fruncí el ceño mientras la observaba. —¿Qué tienes?
—No sé. Probablemente tengo piojos alienígenos.
Resoplé. —Lo dudo. No puedo permitir que estés enferma.
Necesitamos salir e intentar desaparecer tu rastro. Hasta entonces, eres…
—Si dices que soy débil, te golpearé. —La ira inundaba su voz—.
Creo que he probado que no lo soy, especialmente cuando llevé a Baruck
lejos de tu casa y lo maté. Sólo porque sea humana no significa que sea
débil.
Mis cejas se alzaron mientras me reclinaba en mi silla. —Iba a decir
que hasta entonces, eres un riesgo.
—Oh. —Sonrió débilmente—. Bueno, entonces, sigo sin ser débil.
Algo sobre su diatriba apasionada me llegó. Me levanté
rápidamente de la silla y me arrodillé a su lado para poder mirarla desde
abajo. —Sé que no eres débil. Lo has probado tú misma. Y lo que hiciste
este fin de semana… ¿Aprovechar nuestros poderes? Sigo sin entender
cómo pasó, pero no eres débil. Nunca.
Kat bajó la mirada hacia mí, las líneas de su rostro suavizándose.
Luché con una sonrisa mientras me ponía de pie. —Ahora necesito
que pruebes que no eres débil. Mueve tu trasero y trabajemos un poco en
ese rastro.
Gimió. —Daemon, de verdad no me siento bien.
—Kat…
—Y no lo estoy diciendo para hacerme la difícil. No me siento bien.
Me crucé de brazos, sin perderme la forma en que sus ojos rastrearon
la forma en que la camisa se estrechaba sobre mis hombros. —No es
seguro para ti andar por ahí, cuando pareces un maldito faro. Mientras
lleves ese rastro, no puedes hacer nada. Ni ir a ningún lado.
Se levantó de la mesa. —Voy a cambiarme.
Di un paso hacia atrás, y la miré, sorprendido. —¿Cediendo
fácilmente?
—¿Cediendo? —Se rió a secas—. Sólo te quiero fuera de mi rostro.
Reí profundamente. —Sigue diciéndote eso, Kitten.
—Sigue usando tus esteroides de ego.
Una quemazón comenzó debajo de mi piel mientras pasaba por la
puerta. Me moví más rápido de lo que podía ver, bloqueándole la salida.
Sus ojos se entrecerraron y luego se encendieron mientras me acercaba a
ella. Retrocedió, poniendo las manos en la mesa detrás de ella.
—¿Qué? —demandó Kat.
No había ni una pizca de miedo en sus ojos gris acero mientras
posaba mis manos en sus caderas. Al momento en que la toqué, el brillo
duro de su mirada delató algo más. Se preparó mientras inclinaba la
cabeza, rozando su barbilla con mis labios. Kat jadeó ante el contacto y se
balanceó hacia mí.
Dejando caer las manos, me alejé. Nuest ras miradas se encontraron.
—Sí… no es mi ego, Kitten. Ve a prepararte.
Su mandíbula se apretó cuando me pasó, mostrándome el dedo
medio en el camino. Reí y la oí subir a pisotones los escalones, olvidándose
completamente de preocuparse por el hecho de que su madre se
encontraba en casa, probablemente dormida.
Volví a la mesa, recogiendo los vasos. Los lavé y luego los puse en el
lavavajillas, mientras la pequeña queja de inquietud crecía en el fondo de
mi estómago. ¿De verdad se sentía enferma? ¿O se hacía la difícil a pesar
de lo que decía? Porque esa chica vivía para complicarme las cosas. No
entendía todo lo de la enfermedad. Es decir, entendía que los humanos se
resfriaban, tenían gripe y cosas peores, pero era un concepto ajeno para
nuestra especie. No nos enfermábamos. Nunca.
Cerca de cinco minutos más tarde, Kat volvió a la cocina, vestida en
pantalones de nylon sueltos y una camiseta térmica de manga larga. Lucía
algo… adorable mientras me pasaba y salía por la puerta principal.
Kitten tenía el pelo en punta.
Se encontraba a mitad del porche cuando salí, cerrando la puerta
silenciosamente detrás de nosotros. —¿Estás segura de que puedes hacer
esto?
Frenando en los escalones, se giró. —No pensé que estuvieras
dándome una opción.
Ahora me sentía como un idiota, porque, bueno, era un idiota.
Caminé hacia los escalones. —Mira, Kat, si de verdad no te sientes bien, no
voy a…
—Estoy bien —dijo, girándose y apresurándose para bajar los
escalones.
Observándola por unos segundos, maldije bajo mi aliento y luego me
le uní en el camino. Comenzamos con un trote ligero, y pensé que una vez
que ella hubiera calentado y estuviera seguro de que no iba a vomitar
encima de mí, podríamos aumentar el ritmo.
Pero sólo llegamos al final del camino de entrada que guiaba a
nuestras casas antes de que Kat se detuviera repentinamente, plantando
las manos en sus caderas.
Bajando el ritmo, me detuve y la enfrenté. —Oye.
Sacudiendo la cabeza, bajó la barbilla. Sus hombros se alzaron
mientras tomaba una respiración profunda. Pasó un momento. Me
acerqué a ella.
—Necesito… ir a casa —dijo suavemente.
Antes de que pudiera responder, se giró y comenzó a caminar
rápidamente. La llamé, pero no respondió. Preocupado, la seguí a su casa.
—¡Kat!
—Ya terminé por hoy —dijo, corriendo por los escalones del porche.
Abrió la puerta principal. Comencé a subir detrás de ella, ahora
verdaderamente preocupado, pero se giró hacia mí, alzando una mano—.
Estoy bien. Por favor. Sólo n-necesito entrar. Por favor, déjame sola.
Frené de golpe, la presión golpeándome en el pecho. Por favor,
déjame sola. Esas palabras eran una súplica, una súplica sincera, y me
dieron justo en el estómago. No la detuve cuando entró, apenas frenando
para cerrar la puerta detrás de ella.
No la seguí.
3
Traducido por Mae
Corregido por Laurita PI

Fruncí el ceño cuando llegué a la parte superior de las escaleras y la


puerta del dormitorio de Dee se abrió. Salió Adam, su pelo rubio se
disparaba en todas direcciones como si alguien hubiese pasado los
dedos…
Oh, diablos, no, no podía permitir que mi mente fuese allí.
—Hola, hombre —dijo, mirando a todo menos a mí en el pasillo
mientras pasaba junto a él.
Me preocupaba por Kat, pero de ninguna manera me emocionaba,
obviamente, lo que pasaba en el dormitorio de Dee. Era mi hermana.
Debía no estar de acuerdo con eso. —¿Vas a casa, Adam?
Se quedó mirando mis zapatillas. —Sí. Eh, creo que Andrew, mmh, va
a…
—En realidad, no necesito una explicación. —Crucé los brazos y no
me fui por las ramas—. ¿Qué haces con mi hermana?
—¿Qué hago? —Adam se detuvo, llevando una mano hacia su
pecho y pasando la palma a lo largo de la parte delantera de su camisa
arrugada—. Estoy con ella.
Sentí la Fuente recorrer mi piel y mi visión se llenó de blanco. —
¿Quieres aclararlo, amigo?
Adam tuvo el sentido común de ignorar eso. —Sabes que realmente
me importa, ¿verdad? —Su voz se volvió baja—. No estoy jugando con
ella. Nunca lo haría, y no tiene nada que ver con que me matarías si lo
hiciera.
—Lo haría —acepté.
Sacudió la cabeza, dejando caer la mano contra su costado. —No
le haría eso. No le haría daño. Yo… en verdad me preocupo por Dee.
No había duda de la seriedad en su tono. No me mentía. La verdad
era que Adam no era así; como Andrew… o como yo.
Corrección. Como solía ser, con énfasis en el tiempo pasado, y
hombre, era una llamada de atención. Asentí y empecé caminar por el
pasillo.
Adam me detuvo. —Lo digo en serio, Daemon, puedes confiar en mí
con ella… con el corazón.
Echando un vistazo por encima de mi hombro, me encontré con su
mirada fija. —Lo sé.
Se quedó allí por un momento, asintió y luego salió. Casi llegaba a mi
habitación cuando la puerta de Dee se abrió y asomó la cabeza. Suspiré,
preparándome para una diatriba importante acerca de permanecer fuera
de su vida.
—Hola —dijo en voz alta.
Retrocediendo un paso desde mi puerta, la enfrenté, sorprendido de
encontrar su sonrisa en lugar de una mirada enojada. —¿Hola?
Salió al pasillo, el dobladillo de su vestido balanceándose sobre sus
rodillas mientras juntaba las manos detrás de su espalda. —Me amas.
—Eh. —Miré en torno de la sala vacía—. Sí.
Inclinando la cabeza hacia un lado, varios rizos se soltaron del nudo.
—Te asegurabas de que Adam se preocupara por mí.
Arqueé una ceja.
—Eres un buen hermano —dijo.
—Sí… —Guiñé un ojo—. Hermano mayor.
Dee se echó a reír cuando se acercó a mí. Estirándose sobre la
punta de sus dedos, me dio un beso en la mejilla. —Gracias.
Empecé a preguntar por qué, pero lo descubrí. Despacio. Negué
con la cabeza y luego fui a mi habitación. No me sorprendió que Dee me
siguiera. —¿Sabes por qué también eres un hermano mayor
impresionante? —preguntó.
Avanzando hacia la cama, agité una mano. La toalla de la ducha
de la mañana voló fuera de la cama y en línea recta hacia la puerta
abierta que conducía al cuarto de baño. —Porque soy impresionante en
general.
—Nop. —Saltó así se encontraba en el borde del escritorio—. No me
gritaste por la fiesta la noche del viernes.
Me senté en la cama, mirándola mientras me quitaba los zapatos. —
Hubiera sido bueno que me hubieras avisado antes.
—En realidad, lo mencioné ayer, pero veías algo en la televisión, y no
me prestaste atención. —Esbozó una sonrisa mientras fruncía el ceño—.
Pero no harás problemas al respecto.
—¿Cómo lo sabes?
—Debido a que ya lo hubieras hecho. —Balanceó las piernas como
una niña de cinco—. Solo… quiero hacer algo diferente, y nunca hemos
hecho algo así antes. A Dawson le hubiera encantado… —Se interrumpió,
bajando la barbilla.
No necesitaba terminar su declaración, porque ya sabía lo que iba a
decir. Dawson hubiera amado la idea de tener una fiesta en casa. Debido
a que Dawson amaba todo mientras que yo no.
—De todos modos —dijo ella, exhalando profundamente—. Solo
quiero hacer algo divertido. No nos vendría mal.
Me eché hacia atrás. Esperen un segundo. ¿No se acercaba el
cumpleaños de Kat? Sí. Lo hacía. La escuché decir su fecha de nacimiento
cuando fue llevada al hospital después del ataque Arum. Maldita sea,
esperaba que se sintiera mejor para entonces. Sería terrible que pasara su
cumpleaños enferma. Por otra parte, no creía que los seres humanos
permanecieran enfermos tanto tiempo. Empecé a decirle a Dee que Kat
no se sentía bien, pero me di cuenta de que si lo hacía, Dee iría a su casa,
y parecía que Kat quería estar sola.
Por favor, déjame sola.
Maldita sea, quería ver cómo se encontraba. Me mataba no poder
hacerlo, pero que tuviera un virus o una gripe no era una crisis nacional.
Necesitaba descansar. Además, dijo que se encontraba bien.
Después de resistir la tentación de señalar que la fiesta podría ser una
mala idea, Dee por fin desapareció en su habitación, trabajando en su
asignación de inglés. Me comí el resto de la pizza y luego pasé las próximas
horas tratando de entretenerme.
No había ni una maldita cosa en el televisor. Ni una maratón de
Paranormal Hunt ers o cualquier cosa. El internet me aburría. Dee terminó lo
que fuera que hacía y fue a la casa de Adam, porque al parecer
necesitaban pasar el rato más de una vez en un día. Probablemente se
chupaban las caras otra vez —Dios, desearía ni siquiera haber tenido ese
pensamiento, porque ahora de cierto modo quería vomitar la pizza que
comí— y leer un libro requería demasiado esfuerzo.
Los libros me hacían pensar en Kat y su dedo medio.
¿Ella no me quería? Sí, y la gente en el infierno no quería agua
helada. Dios, qué dicho tan estúpido. La gente en el infierno estaba
muerta. No bebían agua, helada o no.
Girando sobre mi espalda, me quejé. La noche llegó, por lo que en
lugar de encender la lámpara como un buen humano normal, levanté la
mano. Luz blanca con un tinte rojizo irradió de mi palma abierta y el techo
se iluminó. ¿Luces nocturnas? Já. ¿Quién necesitaba una?
Mi mirada siguió una grieta fina que se extendía desde una esquina
del techo hacia el centro, convirtiéndose en un millón de pequeñas
rendijas. Los cimientos de la casa se hallaban definitivamente dañados.
Como mi cerebro ahora.
No podía recordar la última vez que me sentí inquieto. Bueno, eso
era una mentira. La noche y la mañana antes de que me ent erara de que
Dawson murió, fue así. Igualmente estresado e inquiet o, estuve encerrado
bajo llave y demasiado cansado para hacer cualquier cosa. Mi piel
picaba en lo profundo, una agitación de tomar mi verdadera forma y
hacer… ¿qué?
—Jesús —murmuré, dejando que la luz se desvaneciera alrededor de
mi palma.
Sentándome, alcé las piernas de la cama y me levanté, estirando los
músculos acalambrados y apretados. No dormiría en un corto plazo.
Siempre podía hacer patrullaje. Hurra.
Hombre, era casi tan emocionante como un juego de golf.
Hace un año, hubiese llamado a Ash. Siempre era buena ayudando
con un caso grave de aburrimiento. O a Dawson, y habría…
Eliminé el pensamiento antes de que pudiera formarse por completo.
No llamaría a Ash, y no tenía a Dawson.
Al salir de la habitación, me apresuré a bajar y salir por la puerta
principal. El fuerte viento de noviembre se estrelló contra mí cuando me
detuve en el camino de entrada.
No voy a mirar. No voy a mirar. No voy a mirar.
Girando alrededor, miré hacia la casa del lado, a la habitación en el
segundo piso. Las luces se hallaban apagadas. Me preguntaba qué haría
Kat si la despertaba y le decía que teníamos que trabajar en el rastro. Y no
pensaba en entrenamiento del tipo de correr. Cardio horizontal. Infiernos,
de pie, sentados, en el suelo, en cualquier lugar y en cualquier moment o,
esa clase de cardio. No era exigente.
Mi cuerpo suplicaba mientras que el sentido común decía que no.
Kat me golpearía en la cara.
Mmh. Tal vez entonces podría pedirle que me besara y me hiciera
sentir mejor.
Avancé hacia su casa antes de detenerme. Kat no se sentía bien.
Los humanos eran tan ridículamente frágiles. Podrían morir al tropezar con
la pata de una maldita silla. Los accidentes de tráfico podrían matarlos. Los
resfriados se convertían en neumonía y mat aban a la gente.
Nota mental: recoger vitamina C antes de la escuela mañana y
obligar a Kat a tomarla.
Girando, suspiré y comencé a caminar hacia el lago. Desde allí
podría bajar hacia la colonia, asegurarme de que todo estuviera bien, y
seguir dando vueltas hasta que estuviera a punto de colapsar. Sonaba
como un buen plan.
A mitad de camino, esa extraña sensación de hormigueo cuando
Kat se hallaba cerca y no del tipo divertido, estalló en mi nuca. No podía
ser ella.
Aceleré el ritmo.
No tenía ninguna razón para estar en el bosque en el medio de la
noche. Era tarde, hacía frío y…
Santo cielo.
Cuando las aguas tranquilas del lago aparecieron a la vista, también
lo hizo Kat.
Mi pulso se aceleró hasta territorios desconocidos. ¿Soñaba? Porque
se encontraba allí de pie, de espaldas a mí, con los pies descalzos
hundidos en la tierra arenosa en el borde del lago, y solo llevaba una
camisa blanca y suelta. Aquellas piernas; por Dios, en verdad me gustaban
sus piernas, y su pelo largo se movía en la brisa.
Sin duda, este era un espejismo creado para atormentarme.
—¿Kat?
Poco a poco, como si le tomara gran esfuerzo moverse, se dio
vuelta, y supe que no era un sueño. Esta noche se acababa de volver un
infierno mucho más interesante.
—¿Qué estás haciendo, Kitten? —le pregunté.
Me miró durante tanto tiempo que empecé a sentirme un poco
preocupado. —Yo… yo necesitaba enfriarme.
Necesitaba… el entendimiento me recorrió. —No te atrevas a saltar
al lago.
Kat nunca, nunca me escuchaba, ¿por qué empezaría ahora?
Retrocedió. El agua lamía sus tobillos y luego sus rodillas. —¿Por qué?
—¿Por qué? —Di un paso hacia adelante—. Está muy helado. Kitten,
no me hagas entrar allí y sacarte.
Teniendo en cuenta lo rápido que era y lo increíblemente lentos que
eran todos los humanos, me impresionó la rapidez con la que Kat se lanzó
hacia el lago. Su cabeza se deslizó hacia abajo, y sabía que tenía que
estar congelada.
¿Qué demonios hacía? Kat podría ser extraña a veces. Después de
todo, realmente pensaba que podría convencerse de que no tenía una
obsesión por mí, ¿pero esto? No tenía ninguna explicación lógica.
Acercándome, llegué al lago a una velocidad vertiginosa y me
sumergí, haciendo una mueca cuando el agua helada cubrió mi cabeza.
La agarré por la cintura y volví a emerger, ni siquiera tocando el agua o el
suelo hasta que la tuve de pie con seguridad.
Así podría estrangularla. Hola. Resfriados. Neumonía. Muerte. Jesús.
—¿Qué está mal contigo? —pregunté, agarrando sus hombros y
dándole una ligera sacudida—. ¿Perdiste la cabeza?
—No. —Me empujó débilmente—. Estoy tan caliente.
Mi mirada se desvió hasta abajo, fijándose en varias áreas. Ya había
visto la mayor parte, pero era… guau. Como nadie, y toda una serie de
cosas calientes y difusas.
—Sí, eres caliente —le dije, ignorando el impulso primario de tirarla en
la hierba y hacer todo tipo de cosas—. Esa húmeda camiseta blanca…
Está funcionando, Kitten, ¿pero nadar a medianoche en noviembre? Eso
es un poco atrevido, ¿no lo crees?
Kat me miró con los ojos casi vidriosos, y luego se liberó, dirigiéndose
de nuevo hacia el lago.
La at rapé antes de que diera dos pasos y la giré hacia mí. Bueno,
empezaba a preocuparme de nuevo. —Kat, no puedes entrar en el lago.
Está muy frío. Te vas a enfermar. —Aparté el pelo pegado a sus mejillas y
sentí lo caliente que se encontraba en realidad—. Demonios, más enferma
de lo que ya estás. Estás ardiendo.
Parpadeó una y luego dos veces, y se inclinó hacia mí, presionando
su mejilla contra mi pecho. Creo que me olió antes de decir—: No te
deseo.
Sí, y votaría por mí para el Más A migable en el anuario de la
secundaria. —Eh, ahora no es momento para tener esa conversación.
Sus brazos me rodearon, y mis cejas se alzaron. Me gustaba esta Kat.
—Pero sí te deseo —dijo.
Esas palabras hicieron algo escandaloso en mi pecho. La sostuve
con más fuerza. —Lo sé, Kitten. Tú no engañas a nadie. Vamos.
Me soltó, con los brazos colgando sin fuerzas a los costados. —Yo…
yo no me siento bien.
—Kat. —Retrocedí y agarré su rostro, levantándole la cabeza ya que
no parecía poder hacerlo por sí sola. La inquietud de antes volvió y se
desplegó en mi vientre, extendiendo rápidamente sus zarcillos de hielo en
todos los rincones—. Kat, mírame.
Un segundo después, sus piernas se doblaron. Dejando escapar una
maldición, la atrapé, acunándola contra mi pecho. —¿Kat?
Nada.
La presión se cerró sobre mi pecho. Su cabeza cayó hacia atrás
como si no estuviera conectada a cualquier músculo o hueso. —¡Kat !
Todavía nada, y mierda, el pánico me consumió y mi cerebro se
apagó. Girando, comencé a correr más rápido que nunca. Llegué a su
pórtico en medio segundo y cuando la puse en la cama, porque pensé
que estaría más cómoda de esa manera, saqué el celular y llamé a Dee.
Respondió al tercer timbre, sin aliento.
—Algo está mal con Kat. Te necesito aquí. Ahora.
Eso fue todo lo que dije. La llamada fue desconectada. El terror me
gobernaba mientras ahuecaba sus mejillas. —Kat, abre los ojos. Háblame.
Su pecho se levantaba en respiraciones superficiales, pero no abrió
los ojos y no habló. Preparándome para volver a mi verdadera forma y
curarla, me detuve a último segundo. ¿Fui yo quien hizo esto? ¿La enfermé
al curarla? Teníamos prohibido curar seres humanos. En realidad, nadie nos
dijo por qué, y esta podría ser la razón.
¿Podríamos acabar con ellos?
—Mierda.
Esto no podía estar pasando. No salvé su vida para ser la razón por la
que la perdería otra vez. Eso era jodidamente cruel, y nunca…
Dee apareció en la puerta de Kat, su cabello desordenado por
obviamente correr los kilómetros entre nuestra casa y la de los Thompson.
Sus labios lucían demasiado hinchados como para pensar en ello. Echó un
vistazo a la cama y llegó a nuestro lado en un instante. —¿Qué pasó?
—No sé. —Agarré a la manta para cubrirla, pero no sabía si ayudaría
o haría daño, así que me lancé de nuevo hacia los pies de la cama.
—¿Se mojó? —Dee puso su mano en la frente de Kat y se echó hacia
atrás—. Oh, Dios mío, está ardiendo. ¿Qué hacía?
—Se encontraba en el lago y entró. La saqué, pero se desmayó. —
Cerniéndome sobre ella, me sentía absolutamente impotente e inútil—.
¡Kat, despierta! Vamos, chica, despierta.
Afligida, Dee juntó las manos. —¿Qué le pasa?
—¡No sé lo que le pasa!
Dee palideció.
Cerré los ojos y dejé escapar un suspiro. —Lo siento. Ella solo… no
despierta.
—Está bien. Estoy segura de que va a estar bien. —Dee puso una
mano en mi brazo—. Tal vez sea la gripe. Los humanos tienen fiebres
realmente altas.
—Pero las fiebres son malas para los humanos, ¿no? Daño cerebral o
algo así. —El pánico me golpeó justo en el vientre de nuevo, y miré a Kat.
Sus mejillas se hallaban demasiado enrojecidas—. Vamos, Kitten, abre los
ojos.
—Oh, Dios… —susurró Dee.
Con el corazón latiendo, quería atravesar la pared con los puños.
—¡Daemon! Necesitas calmarte.
La voz de mi hermana atrajo mi atención. Columnas de yeso
cayeron desde el techo. La maldita casa empezaba a temblar.
Calmarme no fue fácil. No sabía qué hacer, o cómo hacer que Kat
mejorara sin matarla involuntariamente.
Dee revoloteaba alrededor de la cama como un colibrí nervioso. —
Podría enfriarla un poco con una toallita. Eso podría ayudar hasta que su
madre llegue a casa.
—Sí —le dije, sentado junto a Kat. Fui vagamente consciente de mi
hermana saliendo de la habitación y hurgando en el baño. Apartando su
pelo húmedo, me estremecí ante lo caliente que se hallaba su piel. ¿Cómo
no me di cuenta de que algo andaba mal? Demonios, salió con tan solo
una camiseta. Eso no era normal.
Volviendo con el paño fresco, Dee se arrojó al suelo. —¿En qué estoy
pensando? Está empapada ahora y eso no ayuda.
Kat giró la cabeza lentamente, presionándose contra mi palma, y mi
corazón se agitó. Mis dedos se extendieron sobre su mejilla demasiado
caliente. Murmuró algo demasiado bajo como para entenderlo, así que
me acerqué más. —¿Kat?
Su cuerpo se estremeció. —Daemon…
—Estoy aquí.
Se estremeció de nuevo, volviendo la cabeza hacia otro lado. Su
rostro colapsó, y gritó por mí otra vez, el sonido de mi nombre sintiéndose
como ser golpeado por un Arum. Diminutos sonidos lastimeros escaparon
de sus labios entreabiertos.
—Tenemos que ponerle algo seco. ¿Tal vez eso ayudará? —ofreció
mi hermana.
No parecía muy convencida, pero asentí. Moviéndose tan rápido
como un rayo, Dee cogió un camisón seco de uno de los vestidores. Era
una especie de jersey de dormir, con el número once en la parte posterior.
A pesar de que no quería dejar su lado, me aparté de la cama y le
di la espalda, dándole privacidad mientras Dee le cambiaba la camisa
empapada.
No ayudó.
Nada lo hacía, y cuando empezó a temblar incontrolablemente,
estuve a punto de perder la maldita razón. La envolví en una manta, pero
su cuerpo temblaba con tanta fuerza que la cama temblaba.
No podía soportarlo más. —Tenemos que llevarla al hospital.
Dee estuvo de acuerdo, no que importara. De una forma u otra, la
llevaría allí. Tomándola en mis brazos, empecé a bajar las escaleras. Salí,
dejando que mi piel humana desapareciera cuando mi hermana me
detuvo.
—Daemon, tenemos que conducir allí.
—Demasiado lento.
Me agarró del brazo, sus ojos en los míos. —Sé que estás
preocupado, pero no podemos aparecer allí sin ningún auto. No hay
manera de que podamos explicarlo. Tenemos que coger el auto. Yo
manejaré.
Exhalé con dureza.
—Conduciré rápido y romperé todos los límites de velocidad que
existan, pero tenemos que hacer esto como la gente normal lo haría.
Maldita sea, tenía razón, y odiaba eso.
Subiendo a la parte posterior del Jetta de Dee, sostuve a Kat. No
sabía qué hacer. Así que hablé con ella en mi lengua materna, y luego me
di cuenta de que probablemente no podía escuchar su pronunciación, ya
que no era algo que decíamos en voz alta.
Pero entonces, lo más extraño sucedió.
Kat se quedó inmóvil, y su respiración se hizo más profunda.
Apretándola contra mi pecho, me incliné, presionando mi frente en
la suya sonrojada, y seguí hablándole, diciéndole acerca de este estúpido
programa de televisión que vi el otro día, sabiendo que no podía oírme,
pero era algo y eso era todo lo que tenía. Y después de recapitular el
programa, cerré los ojos y le dije en mi propia lengua la verdad.
No sé cómo hacer que mejores. Desearía hacerlo, pero por favor,
quédat e conmigo. Te necesit o, y no puedo perdert e. Ahora no. Jamás.
4
Traducido por MaJo Villa
Corregido por GypsyPochi

Pasando las manos por mi cabello, me paseé alrededor de las sillas


de plástico incómodas en la sala de espera del hospital. Dee se
encontraba sentada en una, las rodillas metidas contra su pecho y la
mejilla apoyada en una de ellas. Una pareja mayor se encontraba en el
otro lado, y estaba seguro de que probablemente iba a ver morir a alguien
antes de que alguien saliera y revisara al hombre.
Una enfermera se llevó inmediatamente a Kat cuando llegamos,
obligándome a ponerla en una de esas camas con ruedas con un colchón
delgado. No quería soltarla, y mucho menos permitir que algún tipo
humano que lucía un par de años mayor que yo se la llevara por una
puerta por la que no se me permitía pasar.
Su madre estuvo allí. Salió a la sala de espera el tiempo suficiente
como para darnos las gracias y decirnos que nos dejaría saber lo que
ocurría una vez que lo supiera.
Eso fue hace tres horas.
—Va a estar bien —dijo Dee cuando pasé a su lado por centésima
vez—. Tiene que estarlo.
No, eso no era correcto. No había un "tiene que estarlo" en la vida,
sobre todo cuando se trataba de seres humanos. Su fragilidad era lo único
constante. Los seres humanos se encontraban allí un segundo, cogían una
fiebre, y podían desaparecer en la próxima hora.
Cerré los ojos, me detuve y extendí una mano, frotando la parte de
atrás de mi cuello. No sentía ningún hormigueo cálido. O se encontraba
demasiado lejos en el hospital o…
Dios, si algo le sucedió, no sabía lo que iba a hacer. Ni siquiera podía
pensar en ello, mucho menos comprenderlo.
—Daemon —dijo Dee en voz baja, con urgencia.
Al abrir los ojos, me di la vuelta para ver a la madre de Kat saliendo
por las puertas dobles. Dee ya se encontraba de pie, pero me le adelanté.
—¿Kat está bien?
Con los ojos sombríos, nos hizo señas para que fuéramos hacia el
pasillo mientras sostenía la puerta. Mi corazón latía de manera irregular
mientras atravesábamos la distancia. Una vez dentro, vi a un hombre
esperándonos. Me llamó la atención la sensación extraña de familiaridad
mientras miraba al médico de cabello oscuro. Me tomó un segundo darme
cuenta de que era el mismo médico que trató a Kat la noche en la que
fue atacada en la biblioteca.
La señora Swartz sonrió tímidamente mientras asentía y se pasaba
una mano por los lunares. —Katy está… se encuentra bien.
Mis rodillas se sintieron débiles mientras daba un paso hacia atrás,
apoyándome contra la pared.
—Oh, gracias a Dios. —Dee puso una mano sobre su boca.
Obligué a mis pulmones a que tomaran una respiración profunda. —
¿Qué… qué hay de malo con ella?
—Parece que ha cogido algún tipo de virus. Hay algunos realmente
desagradables circulando en este momento —dijo el médico, y cuando
me lo quedé mirando, sonrió para tranquilizarme—. Por cierto, soy el doctor
Michaels. No estoy seguro de que nos hayamos conocido oficialmente. —
Extendió su mano.
Mi mirada cayó sobre su palma, y luego extendí la mano,
estrechándosela. Puede que haya sido mi imaginación, pero su sonrisa
vaciló un poco, y entonces todo se centró en el hecho de que no había
matado a Kat. —¿Qué tipo de virus?
—Eso es lo que el doctor Michaels va a averiguar —dijo la señora
Swartz, colocando una mano sobre el brazo del doctor—. Es realmente
bueno que la trajeran cuando lo hicieron. Su fiebre era… —Se interrumpió
con una inhalación aguda y desvió la mirada, tragando saliva con fuerza
mientras dejaba caer su mano—. Qué bueno que la trajeran.
El doctor Michaels se acercó, apretando suavemente el brazo de la
señora Swartz. —Así es. Lo hicieron muy bien.
—Sabíamos que teníamos que traerla. —Dee me miró—. Estaba
tan… fuera de sí.
—Bueno, ahora nos encargaremos de ella —nos aseguró el doctor
Michaels—. Vamos a mantenerla en observación tal vez por un par de
días, sólo para asegurarnos de que todo se encuentra bien.
El hielo anudó mis entrañas. —¿Por un par de días? Eso no suena
como que todo estuviera bien con respecto a ella.
Su madre se acercó y me dio palmaditas en el brazo,
sorprendiéndome. —Tenía una fiebre muy alta, todavía la tiene, pero
bajará. Nos toca esperar y ver. Espero que no tengamos que mantenerla
aquí dentro por mucho tiempo.
—De acuerdo. —Asentí—. ¿Puedo… podemos verla?
—No lo creo —respondió el doctor Michaels—. No hasta que estemos
seguros de qué tipo de virus tiene y si es contagioso. —Sus ojos azul pálido
se encontraron con los míos—. No queremos que usted o esta joven
agarren algo y se enfermen.
Eso no sería un problema.
—Es comprensible —respondió Dee y luego miró a la madre de Kat —
. ¿Nos dejará saber cómo sigue?
La madre de Kat prometió que lo haría y luego mencionó que era
tarde y que deberíamos irnos a casa antes de que nuest ros padres se
preocuparan. Me sentía reluctante a marcharme, deseando ver a Kat con
mis propios ojos, pero eso no iba a suceder. No sin causar un pequeño
motín, y eso era lo último que cualquiera necesitaba. Dee envolvió su
brazo alrededor del mío, llevándome a tirones hacia las puertas. La voz del
doctor Michael nos detuvo.
—Voy a cuidar bien de ella —dijo, mirándonos con una sonrisa
paciente—. No se preocupen.

***

En el camino de regreso a casa, me encontraba detrás del volante,


mi mandíbula adolorida por el grado de tensión con que la apretaba.
Requirió de todo mi autocontrol para no regresar y encontrar una manera
de ver a Kat. Iba en contra de mi forma de ser.
—Ella va a estar bien —dijo Dee por lo que tenía que ser la vigésima
vez—. Es solo una especie de virus. Se encontrará bien.
No perdía la calma con ella, sin importar cuántas veces lo dijera,
porque sabía que eso la hacía sentirse mejor acerca de todo. Así que
podía seguir diciéndolo.
—¿Sabes? No lucía bien en el almuerzo. —Dee miraba fijamente la
oscuridad más allá de la ventana cuando le eché un vistazo—. No comió
nada. No hasta que trajiste el batido y la galleta.
Mis manos se apretaron en el volante cuando regresé mi atención a
la carretera. —También ha estado cansada en los últimos dos días.
Hubo una pausa. —Pobre Katy.
No respondí; me encontraba demasiado ocupado dándome
puñet azos mentalmente en la cara. Ayer estuvo agotada, sin comer, y
anteriormente dijo que no se sentía bien, y la presioné para que trabajara
con el rastro. La presioné cuando tenía algún tipo de virus. Pude haber
hecho que se enfermara aún más.
—¿Estás bien?
—Sí. —Me aclaré la garganta—. Yo…
Pasó un momento. —¿Qué?
—Me preocupaba que yo… le hubiera hecho algo —dije después de
un momento.
Dee se giró en su asiento hacia mí. —¿Qué podrías haberle hecho
para que enfermara?
Sanarla en lo que se sintió como un nivel celular completo, traerla de
vuelta de la muerte. Eso sonaba bastante bien, sobre todo porque tenía
que haber una razón por la que estuviera prohibido, aparte del posible
riesgo de exposición, pero Dee no sabía eso y necesitaba permanecer de
esa manera. Tenía que seguir así. —La presioné para que trabajara en el
rastro. —Lo cual era cierto—. Así que me preocupaba que hubiera hecho
algo, ¿sabes?
Silencio.
Tanto así que la miré brevemente, encontrando que me observaba.
—¿Tú… hiciste algo más? —preguntó en voz baja, con una voz
suave.
—No —dije, y mentí—. No hice nada más.

***

Kat no despertó.
Ni el sábado.
Ni abrió los ojos el domingo.
El lunes, su madre dijo que la fiebre no había bajado lo suficiente,
pero que sus signos vitales se encontraban mejor. Dee y yo la visitamos, y
ella… en realidad no se encontraba allí. Murmuró palabras un par de
veces. Una vez pensé que decía mi nombre. Era difícil verla así.
El martes no hubo cambios.
Acabé quedándome en casa ese día, demasiado nervioso para ir a
la escuela. Dee se encontraba preocupada, probablemente porque
pensó que iba a hacer algo estúpido, y así era. En el medio de la noche,
pasado el tiempo de visita, llegué hasta la plaza de estacionamiento del
hospital antes de que el sentido común tomara el control.
¿Qué hacía?
Podía moverme rápido, pero aunque lo programara bien y
consiguiera atravesar las puertas aseguradas, no sabía en dónde se
encontraba Kat. Podía averiguarlo, pero sería arriesgado. Si alguien me
encontraba en su cuarto, iba a ser difícil explicarlo.
A mitad del estacionamiento, me fijé en un Ford Expedition negro
entrando en el aparcamiento de visitantes. Mis entrañas se apretaron. El
vehículo se encontraba sin marcar. Definitivamente el DOD. Su presencia
podía ser una coincidencia, pero era una llamada de atención. Me fui a
casa y me quedé allí, sintiéndome enjaulado.
Atravesé las clases de la mañana del miércoles como un fantasma,
preguntándome qué demonios hacía en la escuela. Me importaba una
mierda todo lo que fuera que se encontraran enseñándome. Para el
momento en que llegué a almorzar, me sentía listo para comenzar a lanzar
a la gente de cabeza por las ventanas solo por respirar a mí alrededor.
Sin pasar por la fila, fui hacia donde se encontraban sentados los
Thompson. Dee se hallaba con las chicas, pero no podía ir allí. No solo
porque Kat no estuviera, sino porque sabía que estarían hablando de ella.
Y yo… no podía sentarme y escuchar eso. Débil. Sí, jodidamente
débil.
Me dejé caer junto a Andrew y me recosté, estirando las piernas al
tiempo que fijaba mi mirada en la mascota de vikingo pintada en la
pared.
—Te ves como un oso pardo —dijo Ash.
Levantando una ceja, me crucé de brazos. —¿En serio?
—Sí —respondió—. Sé que es noviembre y algunos chicos hacen eso
de no afeitarse, pero de verdad deberías hacerlo.
Sonreí.
Andrew dejó de decir lo que fuera que estuviera diciéndole al tipo a
su lado y me miró con las cejas levantadas. Abrió la boca y luego la cerró
con prudencia.
—Está bien —murmuró Ash—. Encantado de tenerte aquí, ya sabes,
calentando la mesa con tu personalidad chispeante.
Matthew se encontraba de pie cerca de la mascota pintada con
otro maestro, un ser humano, escuchando lo que fuera que estuviera
diciendo mientras mantenía un ojo en nuestra mesa. Matt llamó la noche
anterior, pero no estuve de ánimo para lidiar con él.
Apartando la mirada, vi a Adam levantándose de donde Dee se
encontraba sentada con Carissa y Lesa. Rodeó la mesa, acercándose a la
nuestra, con una botella de agua en la mano. Se sentó al lado de su
hermana, y ella le dijo algo demasiado bajo como para que pudiera
escucharlo.
Simon, el Imbécil, atrapó mi atención de golpe. Se encontraba
sentado dos mesas detrás de nosotros, riendo a carcajadas. Mi mano dolía
con ganas de golpearlo en la cara de nuevo. Me quedé mirándolo hasta
que debió haberlo percibido, porque la sonrisa desapareció de su rostro y
miró entre los hombros de dos idiotas, directamente hacia mí.
Simon palideció.
Le sonreí y no fue una sonrisa agradable.
Apartó rápidamente la mirada, su garganta esforzándose por tragar
visiblemente. Dios, odiaba a ese tipo. Lo que trató de hacerle a Kat no era
algo que alguna vez olvidaría.
Adam dio unos golpecitos en la mesa con los dedos. —La madre de
Katy le envió un mensaje a Dee hace unos momentos. Está esperando a
que le conteste.
Me congelé, un escalofrío de terror bajando por mi espina. Me dije
que tenía que ser una noticia buena o ninguna en lo absoluto, porque
dudaba que la madre de Kat le enviara un mensaje a Dee si algo malo
hubiera sucedido.
—De todos modos, ¿qué sucede con ella? —Los labios de Ash se
curvaron como si tuviera algo amargo en la boca.
Adam suspiró mientras miraba a su hermana. —Te lo dije. Tiene algún
tipo de virus o algo así. Ha estado en el hospital.
Mi mandíbula se apretó.
—Lo que sea —murmuró Ash, volviendo la atención al plato con lo
que pensé que podría ser un burrito.
—Ha estado fuera durante días —añadió Adam.
Ash agarró el burrito con el tenedor. —¿Cómo si se encontrara en
estado de coma?
—Está dormida —corregí, ignorando la tensión en mi pecho.
—Tal vez tengamos suerte —respondió Andrew lo suficientemente
bajo como para que solo nosotros lo escucháramos—. Y no despierta.
Reaccioné sin siquiera pensarlo.
Levantándome de un salto de mi asiento, agarré un puñado de la
camisa de Andrew y lo saqué a rastras del suyo. No tuvo oportunidad de
parpadear antes de que le presentara a su cara la superficie brillante de la
mesa. El golpe fue agradable, carnoso y totalmente satisfactorio. Andrew
se levantó y se dio la vuelta, enfrentándome.
Ash se quedó sin aliento al tiempo que se apartaba de la mesa. —
¡Daemon!
En un jodido instante, Matthew se encontraba a mi lado, agarrando
mi brazo. Trató de empujarme hacia atrás, pero no iba a ir a ninguna
parte. —Vete —dijo.
Lo ignoré mientras me dirigía directament e hacia la cara de Andrew
y le advertía—: Será mejor que reces para que despierte.
Matthew me agarró del brazo, esta vez utilizando la fuerza que tenía,
y me arrastró hacia atrás unos buenos centímetros. Presionó de nuevo. —
Vete.
Mirando a Andrew unos momentos más, me di la vuelta. Una gran
cantidad de globos oculares se encontraban sobre mí. No me importaba.
Mientras salía de la cafetería, Matthew se encontraba justo detrás de mí,
esperando hasta que salí al pasillo antes de que comenzar a interrogarme.
—¿Qué demonios fue eso? —exigió saber.
No dije nada mientras paseaba por delante de las taquillas. La
sangre bombeada a través de mí. Tenías ganas de pelear, de encontrar
algo que me permitiera eliminar toda la frustración agolpándose en mi
interior.
—Fuiste tras uno de los tuyos —dijo Matthew por lo bajo mientras
plantaba una mano en mi hombro, deteniéndome—. Tras Andrew de
todas las personas. ¿Qué tienes?
Kat se había metido bajo mi piel.
Tuve miedo cuando no pude hacer que Kat abriera los ojos y en
estos momentos me sentía asustado porque no despertaba. Esas no fueron
las palabras que dije mientras miraba fijamente a Matt. No exactamente.
—Dijo que esperaba que tuviéramos suerte y que Kat jamás despertara.
Matthew parpadeó lentamente, su mano sufriendo espasmos en mi
hombro. —¿Esto es por ella?
Apartando la mirada, negué con la cabeza mientras mi mandíbula
se esforzaba. Él no lo entendía. Ninguno de ellos lo hacía. Las cosas habían
cambiado.
—Pensé que acordamos que te harías cargo de esto con Kat.
Encontré su mirada. —No sé qué crees que acordamos.
La sorpresa flameó en sus ojos azules brillantes. —Dijiste…
—No importa lo que dije, Matthew. Las cosas han cambiado. —Di un
paso hacia atrás, fuera de su alcance—. Yo… me preocupo por ella, y eso
es todo lo que necesitas saber. Es todo lo que cualquiera de ellos necesita
saber.
La sorpresa le dio paso al temor y luego a la comprensión creciente.
La sangre se drenó del rostro de Matthew, pero le di la espalda. Empecé a
caminar por el pasillo, sin tener idea de adónde iba, pero cualquier otro
lugar era mejor opción.
—Daemon —llamó Matthew, pero seguí caminando.
El teléfono en mi bolsillo vibró. Metí la mano y lo saqué. El mensaje
era de Dee, y eran solamente tres palabras. Las tres mejores palabras en la
historia de la humanidad.
Kat est á despiert a.
5
Traducido por Marie.Ang
Corregido por Meliizza

Kat vino a casa desde el hospital el jueves. Dee había juntado todas
las tareas que se perdió y pasó la mayor parte del jueves en la tarde con
ella. De lo que reuní de mi hermana, Kat se sentía bastante bien. No
actuaba enferma o se veía como tal. Nada de esto era de una
observación de primera mano.
Me quedé alejado el jueves.
Ni siquiera me encontraba seguro de por qué. Quizás era porque no
confiaba en mí mismo si la veía. De acuerdo. Probablemente era eso,
porque existía una buena posibilidad de que estaría sobre ella en un
segundo, tocándola, sintiéndola. Asegurándome de que se hallaba viva y
bien. Eso sería mucho para ella.
Sería mucho para mí.
Dee dijo que Kat vendría de nuevo a la escuela esta mañana,
viernes, y mientras caminaba a clase de trigonometría, mi corazón latía
como un t ambor de acero y mi nuca se sentía caliente. Cosquilleando. Kat
se encontraba aquí.
Entré a la clase, y mi mirada la encontró sin siquiera intentarlo. Verla
sentada allí, hablando con Lesa y Carissa era como tomar un golpe en el
pecho para reiniciar el corazón. Y se veía más que bien. Kat se veía
hermosa. Su cabello color chocolate oscuro caía sobre sus hombros,
grueso y brillante. Los centros de sus mejillas se sonrojaban de una forma
saludable y bonita. Sonreía, y maldita sea, era hermosa.
Quería caminar directo a ella, ponerla de pie y tirarla contra mí.
Quería sentir su aliento cálido en mi piel y probar sus labios. Quizás debería
haber ido a verla anoche, pero no tenía idea que mi reacción hacia ella
iba a ser tan malditamente intensa.
Caminar se convirtió en algo un poco difícil en ese punto. Hacer lo
que quería no sería enteramente apropiado, y también me encontraba un
poco distraído por una muy importante observación. Extrañamente, no
existía ningún rastro alrededor de ella.
Kat se volvió en su asiento, enfrentándome. —Necesito hablar
contigo.
—Está bien —dije.
—En privado —susurró.
Perfecto. Porque lo que tenía en mente requería privacidad. —
Encuéntrame en la biblioteca al almuerzo. Nadie va allí. Tú sabes, con
todos esos libros y cosas.
Me hizo una mueca, y luché contra una sonrisa cuando se dio la
vuelta para enfrentar la clase. Aliviado de que Kat estuviera aquí y fuera
normal, recogí una pluma e incliné el escritorio hacia delante. La pinché en
la espalda.
—¿Sí? —susurró.
Sonreí. —Te ves mucho mejor que la última vez que te vi.
—Gracias.
Mi mirada se deslizó sobre ella, y hablé bajo de manera que
solamente ella pudiera oír. —¿Sabes qué? No estás brillando.
El asombro llegó a su rostro. —¿Cómo? ¿Completamente?
Sacudí la cabeza.
Kat se me quedó mirando por un momento largo y luego,
lentamente se dio la vuelt a. La clase empezó y enderecé el escritorio,
sentándome contra la silla. Una gran cantidad de alivio en realidad
levantó algo del peso de mi pecho, pero mi mente seguía regresando a la
ausencia del rastro de Kat. ¿Fue la fiebre?
¿O era algo más?

***

En vez de dirigirme a la cafetería como normalmente haría, pasé la


sala ruidosa y seguí caminando por el pasillo. Unos pocos estudiantes se
amontonaban por el amplio lugar, y cuando giré a la derecha, casi arrasé
con un tipo que nunca había visto antes.
El chico moreno saltó hacia atrás. —Vaya —dijo, una sonrisa
partiendo su rostro bronceado—. Lo siento, hombre.
Asentí en respuesta y el chico dio un paso alrededor de mí, asumí
que desapareciendo hacia la cafetería. La biblioteca con olor mohoso se
encontraba más llena de lo que pensé que estaría durante el almuerzo.
Una joven bibliotecaria se encontraba sentada detrás del escritorio de
circulación, sus ojos ampliándose cuando me vio entrar.
¿Era así de extraño verme aquí?
Sonreí.
Probablemente.
Una pareja de estudiantes novatos se hallaba en los computadores,
comiendo sus almuerzos. Giré en el primer pasillo y me encontré en la parte
trasera de la biblioteca. Cultura de Europa Oriental. Dudaba que alguien
en esta escuela estuviera frecuentando esta parte del sitio.
Tenía mapas de lugares virtualmente impronunciables sujetos a
pequeños cubículos de pared. Entre más esperaba, más sentía que
necesitaba trabajar en mi conocimiento de historial mundial, porque no
tenía ni jodida idea de que existieran tantos países en Europa Oriental.
El extraño escalofrío por mi nuca me anunció la presencia de Kat
antes de que apareciera al final de la estantería. Sonreí entre dientes
cuando me divisó y levantó las cejas. Se tomó un dulce tiempo en
acercarse, y cuando entró en el cubículo, no hice ningún intento de darle
espacio.
Decidí que me gustaba estar en su espacio personal. —Me
preguntaba si me ibas a encontrar.
Dejó caer la mochila contra la pared y se sentó en el escritorio frente
a mí. —¿Avergonzado de que alguien pudiera verte y pensar que eres
capaz de leer?
Mis labios se torcieron. —Tengo una reputación que mantener.
—Y qué adorable reputación es —replicó rápidamente, y podría
hacerme el loco, pero cuando me lo dijo, me encendió.
Totalmente me encendió.
Estiré las piernas para acomodar ese hecho. —Entonces, ¿de qué
querías hablar… —Bajé la voz y fui recompensado con un
estremecimiento—, en privado?
—No de lo que estás esperando.
Sonreí. Era gracioso que pensara que sabía lo que yo quería. Lindo.
—De acuerdo. —Agarró el borde del escritorio—. ¿Cómo sabías que
estaba enferma en medio de la noche?
La pregunta me pilló por sorpresa, trayendo recuerdos de ella pálida
y fuera de sí, y el sentimiento de impotencia que me obsesionó mientras
ella se hallaba en el hospital. No quería pensar en ello. —¿No te acuerdas?
Sus ojos encontraron los míos por un momento, y luego se quedó
mirando mis labios. Mi sonrisa se alzó un poco, y su mirada voló al mapa
sobre mi hombro. —No. No realmente.
Interesante. —Bueno, probablemente fue la fiebre. Tu cuerpo ardía.
Volvió a mirarme. Me gustaba eso. —¿Me tocaste?
—Sí, te toqué… —Y quería tocarla de nuevo, y no por la razón que lo
hice en ese entonces—, y no llevabas mucha ropa. Y estabas
empapada… en una camiseta blanca. Linda vista. Muy linda.
Se sonrojó bellamente. —El lago… ¿no fue un sueño?
Sacudí la cabeza.
—Oh mi Dios, entonces, ¿nadé en el lago?
Su visible angustia por la cosa menos importante de todo lo que
sucedió era, en cierto modo, adorable. Y revelador. Me alejé del escritorio
y me puse tan cerca de ella que podía sentir su calidez. —Lo hiciste. No era
algo que esperaba ver un lunes en la noche, pero no me quejo. Vi un
montón.
—Cállate.
—No estés avergonzada. —Tiré la manga de su chaqueta, y me
golpeó la mano. Sonreí—. No es como si no hubiese visto la parte superior
antes, y no tuve una verdadera buena mirada abajo…
Kit ten tenía garras. No podía olvidar eso. Se bajó del escritorio con un
significativo gancho derecho. Fui más rápido que ella y me lancé hacia
atrás, atrapando su mano antes de que conectara con mi rostro. Ya que la
tenía por la muñeca, la usé para mi ventaja. Hice lo que estuve queriendo
hacer desde que la vi en clase esta mañana. La arrastré contra mi pecho,
inmediatamente complacido por eso, y bajé la cabeza. —No golpees,
Kitten. No es lindo.
—Tú no eres lindo. —Trató de apartarse, pero no iría a ninguna
parte—. Déjame ir.
—No estoy seguro de poder hacer eso. Tengo que protegerme. —
Dejé su mano.
—Oh, en serio, ¿esa es tu razón para… para maltratarme?
—¿Maltratarte? —Me moví hacia delante hasta que estuvo
presionada contra el escritorio del cubículo—. Esto no es maltrato o el
infierno que sea.
No dijo nada al principio, pero sabía a donde había ido su cerebro,
que era justo donde mi cerebro operaba bastante cada vez que la tenía
cerca. Sus ojos se dilataron. Su pulso se aceleró. Incluso sus labios se
separaron.
—Daemon, alguien va a mirarnos.
—¿Y? —Con cuidado, agarré su mano—. No cualquiera va a decir
una cosa sobre mí.
Inhaló profundamente. —Entonces, ¿mi rastro se desvaneció pero no
la estúpida conexión?
Estuve esperando que la extraña conexión terminara cuando el
rastro también lo hiciera. —Nop.
—¿Qué significa?
—No lo sé. —Realmente no me importaba a estas alturas. Deslicé los
dedos bajo su manga, pasando ligeramente las puntas por su piel suave.
Me gustaba la sacudida de electricidad. Bono extra de tocarla.
—¿Por qué sigues tocándome?
—Me gusta.
—Daemon… —Puso la mano contra mi pecho, y la satisfacción
incrementó dentro de mí.
—Pero volvamos al rastro. Tú sabes lo que significa.
—¿Que no tengo que ver tu cara fuera de la escuela? —dijo.
Qué boca. Me reí, y sus ojos se ampliaron. —Y ya no estás en riesgo.
—Creo que la parte de no ver tu cara pesa más que la parte segura.
—Sigue diciéndote eso. —Rocé su cabello con mi barbilla,
saboreando la sensación mientras me movía por su mejilla. Podía sentir sus
latidos acelerándose, chocando contra mi pecho. Dios, la quería. Algunos
dirían que estaba mal, pero la quería—. Si eso te hace sentir mejor, pero
ambos sabemos que es una mentira.
Inclinó la cabeza hacia atrás, sus ojos yendo hacia mí. —No es una
mentira.
—Seguiremos viéndonos el uno al otro —murmuré—. Y no estoy
mintiendo. Yo sé que te hace feliz. Tú dijiste que me deseas.
Parpadeó. —¿Cuándo?
—En el lago. —Incliné la cabeza. Nuestras bocas se encontraban tan
cerca. No me tomaría nada besarla, pero valdría todo—. Dijiste que me
deseabas.
Su otra mano se posó en mi pecho. —Tenía fiebre. Perdí la cabeza.
—Como sea, Kitten. —Apoyé las manos en sus caderas y la levanté
hasta el borde del escritorio—. Yo sé más.
—Tú no sabes nada —respiró.
—Oh, sí. Tú sabes, me preocupaba por ti. —Me acomodé entre sus
piernas—. Te la pasaste llamando mi nombre, y yo estuve respondiendo,
pero era como si no pudieses escucharme.
Parpadeó mientras bajaba las manos a mi estómago. Me
preguntaba si siquiera sabía que me excitaba. O cuando sus manos
alcanzaron mis costados para tirarme más cerca, contra ella. —Guau,
debía haber estado realmente fuera de mí.
Mis ojos encontraron los suyos, y a pesar del calor construyéndose en
la base de mi columna, cuando la miré, la vi sin vida y débil en mis brazos.
Saboreé ese miedo de nuevo, y dije las palabras que no pude admitirle a
Adam. —Eso… me asustó.
La sorpresa atravesó su rostro, pero no le di tiempo para realmente
pensar en ello. Bajé mi boca a la suya, y en el momento que nos tocamos,
sus dedos se hundieron en mi suéter. Ella podía decirme todo lo que
quisiera que no deseaba esto, pero lo quería tanto como yo, si no más.
Me concentré en la comisura de sus labios con mi lengua,
molestándola, manejándola, persuadiéndola lentamente a abrirla. Y
cuando lo hizo, quería gritar, pero eso requeriría que apartara mi boca de
la suya. Sus brazos se enlazaron alrededor de mi cuello y entonces, me
besaba en respuesta tan urgente, tan febril.
Y yo quería más.
Mis manos se deslizaron bajo su camisa, extendiéndose por la piel
desnuda de sus costados. No había olvidado cómo se sentía su piel. No
podía sacar el maldito recuerdo de mi cabeza. Sabía que ella tampoco
podía. Esto estaba destinado a suceder, y no me sorprendió cuando la
parte inferior de su cuerpo se inclinó contra el mío y gimió en mi boca, y su
respuesta me tenía queriendo encontrar un lugar mucho más grande que
este cubículo y más…
Algo chasqueó alrededor de nosotros, explotó, y luego se rompió. El
olor a ozono quemado llenó inmediatamente el cubículo.
Me aparté, y respirando con pesadez, miré sobre mi hombro. Salía
humo de un viejo computador. Eh. A las cosas electrónicas no les iba bien
alrededor de nosotros. Me giré hacia ella, listo para tomarlo donde no
dejamos, pero al momento en que mi mirada se centró en ella, supe que
eso no iba a suceder.
Sus muros se encontraban arriba. Se veía molesta, luciendo como un
gato que se encontraba a punto de conseguir ser arrojado a una tina de
agua. Me empujó, fuerte, y sorprendido, la dejé ir, retrocediendo un paso.
Algo extraño se desplegó en mi pecho. Una profunda punzada de…
de dolor. Bueno, ahora que sabía cómo se sentía, apestaba. Apestaba
mucho.
—Dios, ni siquiera me gust a… besarte —dijo.
Oh, espera. Eso no era cierto. Me enderecé a mi máxima altura. —
No estoy de acuerdo. Y creo que este computador cuenta una historia
diferente, también.
Una mirada desagradable apretó sus rasgos, y por alguna jodida
razón, la hizo más linda. —Esto… esto nunca pasará otra vez.
Arqueé una ceja mientras me la quedaba mirando. Sí,
definitivamente sucedería de nuevo. Desafío puesto. Desafío aceptado. —
Creo que ya dijiste eso antes. —Cuando su rostro tuvo la apariencia de
haber tragado algo agrio, suspiré—. Kat, disfrutas esto tanto como yo lo
hago. ¿Por qué mientes?
Un momento pasó, y luego sacudió la cabeza. —Porque no es real.
Tú nunca dijiste que me deseabas antes.
—Lo hice…
—No te atrevas a decir que me deseas, ¡porque me trataste como si
yo fuera el Anticristo! No puedes simplemente deshacerlo debido a la
estúpida conexión entre nosotros. —Aspiró aire con aspereza, el sonrojo
filtrándose de su rostro—. Tú de verdad me heriste esa vez. Y no creo que
no sepas. ¡Me humillaste en frente de todo el comedor!
Apartando la mirada, me pasé una mano por el cabello. Ella tenía
razón. La last imé. Y la avergoncé. No podía regresar y cambiar eso, incluso
aunque desearía hacerlo. —Lo sé. Yo… yo lamento como te traté, Kat.
Me quedó mirando por unos segundos y luego se mordió el labio
inferior. —Incluso ahora, estamos escondidos en la biblioteca, como si no
quisieras que la gente supiera que cometiste un error ese día actuando
como un idiota. ¿Y supongo que debo estar bien con eso ahora?
¿Qué demonios? Mis ojos se ampliaron. ¿Pensaba que la escondía?
—Kat…
—No estoy diciendo que no podemos ser amigos, porque quiero. Me
gustas un mon… —Se interrumpió—. Mira, esto nunca pasó. Voy a culpar a
los efectos de la gripe o que un zombi se comió mi cerebro.
Fruncí el ceño. —¿Qué?
—No quiero esto contigo. —Empezó a darse la vuelta, pero la tomé
por el brazo. Sus ojos se estrecharon—. Daemon…
La miré con intensidad. —Eres una terrible mentirosa. Tú quieres esto,
tanto como yo. Tú quieres esto tanto como deseas ir a ALA este invierno.
Su boca cayó abierta. —¡Ni siquiera sabes qué es ALA!
—La Asociación Americana del Libro, un evento a mitad de invierno.
—Me sentía bastante orgulloso de esto—. Vi tu obsesión en tu blog antes
de que te enfermaras. Y estoy bastante seguro que dijiste que darías tu
primogénito por ir. Bueno, volv iendo a toda la parte de que me quieres. Tú
me deseas.
Kat tomó una respiración profunda mientras una extraña mezcla de
diversión e irritación pasaba por su rostro. —Estás muy confiado.
—Estoy tan seguro como para apostar.
Rodó los ojos. —No puedes hablar en serio.
Sonreí. —Apuesto que antes de Año Nuevo, admitirás que estás
locamente, profundamente, e irrevocablemente…
—Guau. ¿Vas a lanzar otro adverbio? —Sus mejillas eran de un rojo
brillante.
Guiñándole el ojo, salí con otro. —¿Qué te parece irresistible?
—Me sorprende que sepas qué es un adverbio —murmuró.
—Deja de distraerme, Kitten. Volviendo a mi apuesta, antes de Año
Nuevo, tienes que admitir que estás locamente, profundamente,
irrevocablemente e irresist iblement e enamorada de mí.
Kat ahogó una risa.
—Y tú sueñas conmigo. —Liberé su brazo y crucé los míos sobre mi
pecho, arqueando una ceja—. Te apuesto a que lo aceptas.
Probablemente, incluso me muestres tu cuaderno con mi nombre
encerrado en corazones…
—Oh, por el amor de Dios…
—Ya está —prometí, y lo decía en serio. De verdad.
6
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Meliizza

La tarde del viernes salí a patrullar, principalmente para evitar


encontrar alguna razón para molestar a Katy y así dar la impresión de que
tenía una, eh, obsesión. ¿A quién engañaba? Claro que tenía una
obsesión. Era raro. Nunca me sentí así de atraído a alguien. Suponía que
era normal.
No podía olvidar el sabor de su beso, el sonido de sus jadeos
susurrantes, o la forma en que se derritió contra mí como mantequilla
caliente. Mi cerebro estuvo repitiendo todo el día los momentos ardientes
en la biblioteca.
Lo que hizo que la clase fuera algo incómoda.
Circulé alrededor de la colonia y luego viajé hasta el borde del
condado, permaneciendo en la arboleada abundante. No había ninguna
señal de que hubiera un Arum en los alrededores. Eran buenas noticias,
pero sabía que no duraría demasiado.
Era un poco después de las diez cuando regresé a mi forma
humana, segundos antes de que saliera del bosque y entrara a la
carretera que daba a nuestras casas. Di unos cuantos pasos y sentí el
cosquilleo cálido en la parte trasera de mi cuello. Mi mirada se deslizó
hacia la casa de Kat y luego hasta la mía, y allí venía, saliendo de la
nuestra.
—Kitten.
—Hola. —Miraba a todos lados menos a mí—. ¿Dónde…? Eh, ¿qué
has estado haciendo?
—Patrullando. —Subí al porche, e incluso aunque miraba una grieta
en el suelo, sonreí un poco en lo que me acercaba a ella. Tanto que sentía
la calidez saliendo de su cuerpo tenso—. Todo está tranquilo en el frente
occidental.
Sus labios se curvaron. —Bonita referencia.
Incliné la cabeza cerca de su sien. —En realidad, es mi libro favorito.
La cabeza de Kat se acercó a la mía y nuestras bocas casi se
alinearon. —No sabía que leyeras clásicos.
Sonriendo perezosamente, me acerqué. Nuestras piernas y brazos se
tocaban. —Bueno, por lo general prefiero libros con imágenes y frases
pequeñas, pero a veces salgo de mi zona de confort.
Se rió, y quise gritar mi aprobación. —Déjame adivinar, ¿tu tipo
favorito de libro ilustrado es el que puedes colorear?
—Nunca me quedo en las líneas. —Le guiñé un ojo.
—Por supuesto que no. —Apartó la mirada, tragando. La risa y sonrisa
murieron—. Me tengo… que ir.
Me giré. —Te acompañaré hasta tu casa.
—Eh, vivo just o allí.
—Oye, estoy siendo un caballero. —Le ofrecí el brazo—. ¿Puedo?
Riéndose en voz baja, Kat sacudió la cabeza, pero envolvió el brazo
en el mío. Comenzó a caminar, pero me incliné y la levanté en el aire.
Chilló mientras una mano se tensaba en la parte delantera de mi
camiseta. —Daemon…
—¿Te dije que te llevé todo el camino de regreso a tu casa la noche
que estuviste enferma? Pensaste que era un sueño, ¿eh? Nop. Fue real. —
Bajé un escalón mientras me miraba fijamente—. Dos veces en una
semana. Estamos haciendo de esto un hábito.
Nuestras miradas se encontraron, y sonreí. Un segundo pasó, y me
bajé de un salto del porche, moviéndome tan rápido que el viento cubrió
su chillido de sorpresa. Me detuve en el suyo y le sonreí. —Fui más rápido la
última vez.
—En serio —dijo con lentitud, perpleja—. ¿Me… me vas a bajar?
—Mmh. —Nuestros ojos se encontraron de nuevo. Mis brazos se
tensaron, acercándola. No quería bajarla—. ¿Has estado pensando en
nuestra apuesta? ¿Quieres rendirte ahora?
Sus labios formaron una línea fina. —Bájame, Daemon.
La obedecí reluctantemente, pero no pude apartar los brazos. —He
estado pensando…
—Oh, Dios…
—Esta apuesta no es justa para ti. ¿El día de Año Nuevo? Diablos, te
tendré admitiendo tu devoción eterna por mí para Acción de Gracias.
Rodó los ojos. —Estoy segura de que voy a aguantar hasta
Halloween.
Fruncí el ceño. —Eso ya pasó.
—Exactamente —murmuró.
Se me escapó una carcajada, y negó con la cabeza. Un mechón de
cabello cayó sobre su mejilla. Lo atrapé, metiéndolo detrás de su oreja. Sus
labios se apretaron cuando la parte trasera de mis nudillos acarició su piel.
Mis dedos se cernieron sobre la sección suave detrás de su oído. Dios,
quería…
Quería demasiado, maldición.
Retrocedí un paso y me volteé antes de que fuera demasiado lejos,
incluso aunque quería poner un cartucho de dinamitas sobre la línea
invisible entre nosotros. Lo hice más temprano ese día, en la biblioteca.
Hacerlo de nuevo en un día haría que Kat construyera muros que tomarían
un montón derrumbar.
Levantando la mirada hacia el cielo, conté hasta diez. —Las
estrellas… están hermosas esta noche.
Kat dio un paso así se encontraba de pie junto a mí. —Sí, lo están. —
Hubo una pausa—. ¿Te recuerdan a tu hogar?
—Me gustaría que lo hicieran. Lo recuerdos, incluso los agridulces,
son mejor que nada, ¿sabes?
Se apartó el mismo mechón de cabello cuando volvió a escaparse.
—Los ancianos… ¿Recuerdan algo de Lux?
Asentí.
—¿Alguna vez les pediste que te contaran al respecto?
Comencé a responderle, pero entonces me reí. —Es así de simple,
¿verdad? Pero trato de evitar la colonia tanto como sea posible.
—¿Qué pasa con el señor Garrison?
—¿Matthew? —Negué con la cabeza—. No le gusta hablar de ello.
Creo que es muy duro para él… la guerra y perder a su familia.
Un momento largo pasó y dijo—: Lo siento.
La miré, confundido. —¿Por qué te disculpas?
—Yo… yo sólo lo siento por todo lo que… han tenido que pasar.
Sostuve su mirada por un momento, luego la aparté, riéndome a
secas. —Sigue hablando así, Kitten, y yo…
—¿Tú qué?
Me haría cercano a t i y nunca t e dejaría ir. No era como si pudiera
decir eso. Sonreí ligeramente, inclinando la cabeza hacia un lado. —He
decidido ir lento contigo. Mantendré el día de Año Nuevo como fecha
límite.
Kat empezó a responder, pero salí del porche antes de que pudiera,
dejando lo que dije y no, colgando en el espacio entre nosotros.
7
Traducido por Mire
Corregido por Miry GPE

Kat actuaba… raro el lunes en clases. Más raro de lo normal. Como si


esperara que alguien saltara de la nada frente a ella. Estuvo en silencio en
trigonometría, y me preocupaba que estuviera enferma de nuev o, a pesar
de que parecía estar bien.
Las clases pasaron lentamente. Como siempre.
Entré en la cafetería durante el almuerzo y deseé inmediatamente
haber salido a agarrar algo de comer. El trozo de carne en mi plato
parecía ser carne Salisbury y salsa. Tal vez. No me encontraba seguro.
Mientras giraba, me dirigí hacia donde Kat se hallaba sentada con
Dee, pero me detuve en seco. Adam estaba con ellas, al igual que Lesa y
Carissa. Mi mirada se disparó a donde normalmente nos sentábamos. Ash
parecía aburrida, su corto cabello rubio recogido en una cola de caballo.
Andrew lucía severo.
Teniendo en cuenta que en realidad no hablaba con Andrew desde
que planté su cara en la mesa, probablemente debería tratar de ser
menos idiota.
Me senté junto a Andrew, dejando caer mi plato. El otro Luxen se
sacudió. —Hola —dije, sentándome.
Me lanzó una mirada mientras apuñalaba el puré de papas con el
tenedor de plástico. —Pensé que estarías allí hoy. —Como se encontraba
de espaldas a la mesa de Kat, dirigió el dedo pulgar por encima del
hombro.
—Me gusta hacer las cosas más interesantes —contesté.
Ash se giró hacia mí. Debajo de la mesa, una de sus piernas se frotó
contra la mía. Sonrió cuando la miré, levantando una ceja. —Tiene que ser
súper aburrido. Nos extrañabas.
No respondí.
—En realidad, creo que hablan de la fiesta que tendrán el viernes. —
Andrew empujó un tenedor lleno de puré de papa hacia su boca—.
Gracias por la invitación, idiota.
Mis labios se curvaron en un lado. —De nada.
—No es su fiesta. Es la de Dee. —Ash se movió otra vez, y esta vez
sentí su pie frotar mi pantorrilla—. Pero estamos invitados. No voy a
perderme la primera fiesta en tu casa, sin tus padres en la ciudad.
Ya que otros se hallaban en la mesa, vi a través de la mayor parte de
lo que decía. Moví la pierna, alejándola de ella. —Sí. Va a ser
impresionante.
Sus ojos se entrecerraron.
Andrew se inclinó hacia delante, bajando la voz. —¿Crees que una
fiesta es buena idea?
—Nop. —Mordí el filete cubierto con salsa. Sabía como a harina y
aserrín, algo así como los panqueques de Kat.
—¿Y estás bien con eso?
Suspiré, obligándome a comer la mierda. —En realidad, no.
Andrew empezó a decir algo, pero una risa aguda en la mesa llamó
su atención. Miró por encima de mi hombro y miré detrás de mí. Era una
chica, una animadora, creo. ¿Kimmy? ¿Kami? ¿Tammy? Ni idea.
—Es una puta —dijo la chica, arrugando la nariz—. Fue tras Simon.
Tenía un mal presentimiento acerca de esta conversación.
El hombre sentado a su lado, uno de los jugadores de fútbol, sonrió.
—Por lo que dice Simon, Katy sabe cómo usar la boca. Tal vez deberías
tomar algunas lecciones de ella.
Mi visión estuvo malditamente cerca de ponerse roja cuando la
chica respondió furiosamente. Con manos hechas puño, empecé a
girarme y a levantar a uno de ellos, si no a los dos, y tirarlos contra la pared.
Ash puso una mano en mi brazo y habló en voz baja—: No lo hagas.
No necesitas hacer lo que sea que planees hacer.
—No planeaba hacer nada —dije entre dientes. ¿Qué infiernos
decía Simon sobre Kat? Era una mierda total.
Ash saltó, distrayéndome antes de que pudiera decir algo. —Déjalo
en paz —advirtió—. Es solo gente siendo tonta.
Más como gente estando a segundos de ser asesinados en la
próxima semana. Obligándome a dar marcha atrás, me prometí que haría
frente a esa mierda después.
Sus brillantes ojos azules se clavaron en su hermano. —De todos
modos —dijo, inclinando la barbilla—. ¿Has oído hablar del t ío Lane o del
t ío Vaughn recientemente?
Mis cejas se levantaron y casi me atraganté con saliva. ¿Tío Lane y
tío Vaughn? Mierda. En realidad era casi gracioso, excepto… —Ahora que
lo pienso, no, no he sabido nada de ninguno de ellos.
—Tampoco nosotros. —Andrew acabó con sus patatas y miraba las
mías. Podían ser instantáneas y sabían como pasta, pero lo apuñalaría si
llegaba por ellas—. Un poco extraño, ¿no?
Sí, era extraño. Nuestras niñeras DOD no pasaban más de dos
semanas sin verificarnos, y pasaron… Mierda, ¿cuánto tiempo había
pasado desde que vi por última vez a uno de ellos? Un tiempo. Su
ausencia, ahora que pensaba en ello, no quedaba muy bien, sobre todo
después del espectáculo de luces que ocurrió en Halloween.
—Muy bien, estoy fuera. —Ash se puso de pie, dejando su plato en la
mesa—. Nos vemos más tarde, perdedores.
No tenía idea de a dónde iba, pero mi mente daba vueltas en torno
a la ausencia de los oficiales. Normalmente, el DOD estaría del todo en
nuestros asuntos después de algo así, y todo lo que vi fue la camioneta con
vidrios tintados de negro en el hospital cuando… cuando Kat estuvo allí.
Miré a la mesa de Kat, y todos los pensamientos del DOD cayeron en
el camino. Mi mano se apretó alrededor del tenedor de plástico.
Un chico se hallaba sentado junto a Kat. No, espera. Lo vi antes. Él
era el chico que casi atropellé en el pasillo el viernes. ¿Kat lo conocía? El
chico sonrió a algo que ella dijo. Kat echó su cabeza hacia atrás.
Mechones de cabello largo y oscuro cayeron sobre sus hombros mientras
se reía.
El tenedor de plástico se rompió en mi mano, sobresaltándome.
—Vaya. —Andrew me miró—. No vas a estrellar mi cara en la mesa
otra vez, ¿verdad?
—¿Sabes quién es? —pregunté en su lugar.
—¿Quién?
Incliné la barbilla hacia la mesa. —Ese chico.
Frunciendo el ceño, Andrew miró por encima del hombro. —¿El tipo
sentado junto a Katy?
—Sí. —Dejé que los pedazos rotos del tenedor cayeran sobre la
mesa.
Andrew se dio la vuelta, mirándome. —No tengo ni idea, hombre.
Debe ser nuevo.
El tipo se rió esta vez y luego se inclinó en contra de Kat, chocando
su hombro con el suyo como si fuera su nuevo mejor amigo.
Qué. Demonios.
Algo en mi pecho se apretó. Esta amarga sensación ácida se disparó
a través de mis venas mientras veía a Kat y ese chico. No sabía lo que era,
no podía ponerle nombre, pero no me gustó. Ni un poco.
Ni siquiera debería prestarle atención a esto. Todo el asunto con la
ausencia del DOD era mucho más importante. Debería ser lo de máxima
prioridad, pero no podía dejar de mirar su mesa. Cada vez que ese imbécil
se reía o Kat sonreía, quería caminar hasta allí y echar al tipo por una de
las ventanas de vidrio. Probablemente me metería en algunos problemas
por eso, pero lo debatía seriamente. Tenía un impulso casi primario para
reclamar lo que era…
Kat miró hacia mi mesa, y aunque un mar de cuerpos se hallaba
entre nosotros, nuestras miradas conectaron. El puño en mi pecho
aumentó. No sabía cuánto tiempo nos miramos, pero la única cosa que
nos interrumpió fue la campana de aviso sonando por lo alto, señalando el
final del almuerzo.
Levantándose rápidamente, cogió su plato y comenzó a llegar a su
bolso. El chico se le adelantó. Recogiéndolo del suelo, se puso la correa
sobre el hombro. La sangre rugía en mis oídos.
—Oye. Amigo. —Andrew se inclinó sobre la mesa y apretó su mano
en mi hombro. Mi cabeza giró bruscamente en su dirección. Su voz era
baja—. Tus ojos.
Parpadeé, obligando al tinte blanquecino de mi visión a
desaparecer mientras me apartaba de Andrew. Levantándome, miré a la
mesa. Kat se había ido. Así como el tipo. Y ese sentimiento amargo
quemaba un agujero a través de mi estómago.

***

Esperé a Dee afuera de su última clase. Salió, balanceando su bolso


sobre el hombro. Detectándome, levantó sus cejas oscuras. —¿Qué haces
aquí?
Apartándome de la pared, caminé junto a ella. —Tal vez solo quería
acompañar a mi hermana a su casillero.
Dee resopló. —Sí. Bueno. No voy a mi casillero. No es necesario.
—Perfecto. —Habiendo ya dejado mis cosas en el mío, metí las
manos en los bolsillos de mis pantalones—. ¿Qué vas a hacer ahora?
—No estoy segura. Podría ir a ver a Adam. O ir a casa. —
Haciéndome a un lado para evitar golpear a un chico pequeño, bordeé
cuidadosamente la multitud. Era un éxodo masivo—. ¿No vas a salir con
Kat?
—Eh. —Ella se centró directamente al frente, sus ojos muy abiertos—.
No.
Me mojé los labios mientras llegábamos a las puertas dobles. Las abrí
con mi codo, dejando que Dee pasara. —¿Y por qué no? ¿Ya no son
mejores amigas?
Sus labios se fruncieron. —Creo que está ocupada hoy.
Una roca se formó en mi estómago. —¿Kat ocupada? ¿Haciendo
qué?
—Lo dices como si no tuviera una vida —dijo, deslizándome una
mirada cansada mientras dejábamos la acera y recortábamos por el
pasto hacia el aparcamiento.
Empecé a defenderme y luego me di cuenta de que en cierta forma
lo hice sonar así. —Lo siento —murmuré—. Sólo quería decir que por lo
general está contigo.
—Bueno, sabes que tiene otros amigos, como Carissa y Lesa.
El alivio me recorrió mientras una ráfaga de viento frío nos golpeaba.
—¿Está con ellas?
—No. —Dee suspiró mientras se detenía junto a su Jetta. Abriendo la
puerta del coche, arrojó su bolso y me miró—. Ni siquiera estoy segura de
por qué te digo esto, porque tengo la sensación de que no vas a estar feliz,
pero se fue con alguien a la cafetería Smoke Hole.
Y todo el alivio desapareció en un instante. —¿Con ese tipo del
almuerzo?
Dee asintió, y exhaló con fuerza. —Y va a venir a la fiesta el viernes
por la noche.
La miré fijamente. —¿Qué demon…?
—La verdad es que no lo invité. Las chicas lo hicieron, y ya sabes, no
es la gran cosa. En realidad es bastante agradable y es normal —dijo,
encontrando mi mirada—. Y creo que Kat necesita…
—Ella no necesita normalidad —espeté.
Sus ojos esmeraldas brillaron. —Entonces, ¿qué necesita, Daemon?
A mí.
Quería gritarlo desde lo alto de Spruce Knob, y en la cara de todos.
Nada raro ni nada. Pero me encontraba enojado. Rodeando a Dee, la
dejé parada allí y me dirigí hacia mi coche. Me puse detrás del volante y
encendí del motor.
Saliendo del aparcamiento, me dirigí a casa. No iría a la cafetería.
Incluso para mí sería un error hacer eso. Una vez que llegué a la carretera,
metí la mano en mi bolsillo y saqué el teléfono. Tocando la pantalla,
presioné en los contactos y empecé a desplazarme hasta que encontré el
contacto que buscaba.
Kitten.
Comencé a presionar su nombre, pero maldije en voz baja.
Metiendo el teléfono de nuevo en mi bolsillo, me centré en la carretera.
Debía ir a ver a Matt y preguntarle si escuchó del t ío DOD recientemente.
Eso era importante.
Excepto que una vez que hice todo el camino a casa, me senté en
el camino de entrada por una maldita eternidad y luego me levanté de
ahí. Ni siquiera intenté mentirme. Sabía a dónde iba. Estaba así de jodido.
Pero era como si tuviera que verlo por mí mismo, que se encontraba
realmente en una cafetería con un idiota que acababa de llegar a la
ciudad.
Entré en el estacionamiento de Smoke Hole y apagué el motor.
Segundos después de abrir la puerta del coche, sin tener idea de lo que
hacía, sentí el escalofrío cálido a lo largo de mi nuca. Mi mirada se dirigió a
través del estacionamiento y los vi hablando de pie bajo un árbol. Ramas
se sacudían por encima de ellos, esparciendo las hojas secas. Retrocedí,
frotando la mano en mi nuca. Si yo la sentía, ¿ella no…?
El tipo se inclinó hacia ella justo cuando un fuerte crujido resonó en el
estacionamiento. Una rama gruesa y pesada se liberó, cayendo en picada
hacia ellos. Me encontraba fuera del coche, mi corazón cayendo y mis
ojos sin dejarlos nunca. Si esa rama golpeaba a Kat, haría…
Kat se disparó hacia el chico y una oleada de energía onduló sobre
el estacionamiento, levantando los vellos a lo largo de mis brazos, y la
rama.
Se detuvo.
Se quedó inmóvil, suspendida en el aire.
Y no fui yo quien lo hizo.
8
Traducido por Miry GPE
Corregido por Sofía Belikov

La rama colgó como si estuviera atada por un hilo invisible hasta que
el chico se hizo a un lado. Estrellándose contra el pavimento, la rama
rompió el cemento.
—Guau… —Escuché decir al chico—. Eso pudo haberme matado. —
Se acercó a Kat, inclinándose hacia ella—. Katy… está bien. —El chico
levantó la vista, mirándome. Dejó de moverse.
Conmoción e ira luchaban dentro de mí cuando envolví una mano
alrededor del brazo de ella. —Kat.
Sus hombros se hundieron cuando se giró hacia mí, bajando la
cabeza. Mechones largos y oscuros cayeron hacia adelante, protegiendo
su rostro. —Lo siento —susurró.
Una presión se fijó en mi pecho.
—¿Ella está bien? —preguntó el chico, sonando preocupado—. La
rama…
—Sí. Está bien. La rama caída la asustó —espeté—. Eso es todo.
El chico nos miró. —Pero…
—Nos vemos luego. —No tenía tiempo para esto. Girando a Kat, la
dirigí de nuevo hacia su auto—. ¿Estás bien?
Kat miró al frente y asintió. No habló cuando saqué suavemente las
llaves del auto de sus dedos. Escuché al chico gritar su nombre, pero al
parecer no lo escuchó. Abrí la puerta del auto.
—Entra —dije en voz baja.
Sorprendentemente, Kat me obedeció sin rechistar. Se metió en el
auto, y cerré la puerta detrás de ella. Enviándole al chico una mirada
breve, caminé por el frente del auto. Él aún se hallaba de pie allí,
mirándonos. Mi mandíbula se tensó mientras entraba en el auto.
Pensamientos corrían a un ritmo rápido. No fui yo el que detuvo la rama. Y
me encontraba bastante seguro de que ese chico no era Luxen. Lo que
dejaba a una persona.
Kat.
Era imposible. Detener una rama así era algo que sólo un Luxen
podría hacer. Un Arum podría haberla apartado si se hubiera alimentado
recientemente, pero Kat… Kat era humana.
Era.
Maldición.
El interior de su auto olía a malditos duraznos. Dirigió sus ojos amplios
y grises hacia mí y cuando habló, su voz era ronca—: ¿Cómo… cómo es
que estás aquí?
Salí del lugar de estacionamiento. —Conducía por aquí. Le diré a
Dee y Adam que recojan mi coche.
Kat miró por la ventana del pasajero, a ese chico. Un
estremecimiento la meció. —Daemon…
Mi mandíbula se tensó mientras esperaba que el tráfico dejara de
pasar, así podría salir. Obviamente, no se sentía demasiado impresionada
por lo que sucedió, lo que significaba una cosa. Kat me ocultaba muchos
secretos. Había tantas cosas mal con esta situación que apenas sabía por
dónde empezar.
—Vas a fingir que no pasó nada —le dije—. Si toca el tema, le dirás
que se movió fuera del camino. Si llega a sugerir que tú… que tú detuviste
esa rama, ríete de ello.
—¿Tengo que actuar como tú lo hiciste al principio? —preguntó.
Asentí con sequedad y salí a la calle. —Lo que ha pasado allá atrás
nunca sucedió, ¿me entiendes?
Kat asintió.
El silencio se estableció durante los minutos que conducía. Ninguno
de los dos habló en el camino de regreso a su casa. Mis nudillos dolían por
la fuerza con que agarraba el volante. Tuve que tranquilizarme para no
dañarlo. Utilicé el tiempo para ordenar mis pensamientos y averiguar qué
demonios sucedió y cómo haríamos frente a esto.
No hablé hasta que aparqué el auto en su camino de entrada y
quité las llaves del encendido. Me recliné en el asiento, y la miré. —
Tenemos que hablar. Y tienes que ser honesta conmigo. No parecías
sorprendida cuando hiciste eso.
Kat asintió.
La ira me desbordó. Abrí la boca, a punto de demandar el por qué
no me contó algo tan condenadamente importante, pero la cerré y
sacudí la cabeza. Salimos del auto y nos dirigimos a su casa vacía,
calentada por la calefacción central en lo más alto.
Kat se sentó en el sillón y se abrazó a sí misma. —Planeaba decirte.
—¿En serio? —Me paré delante de ella, abriendo y cerrando las
manos a mis costados—. ¿Cuándo, exactamente? ¿Antes o después de
que hicieras algo que te pusiera en peligro?
Se estremeció. —¡No pensé que esto sucedería! Todo lo que quería
era tener una tarde normal con un chico…
—¿Con un chico? —espeté, la ira quemándome.
—¡Sí, con un chico normal! —Tomó una respiración profunda—. Lo
siento. Tenía la intención de ir a verte esta noche, pero Blake me pidió que
fuera a comer con él y yo solo quería una maldita tarde con alguien como
yo.
¿Blake? ¿Ese era su nombre? Olviden eso. Fruncí el ceño. —Tienes
amigos que son normales, Kat.
—¡No es lo mismo!
La comprensión me golpeó. No quería amigos normales. Quería
un chico normal. Sí, eso realmente dolió. —Dime lo que está pasando.
Sus ojos se encontraron con los míos, y luego su mirada bajó hacia
sus manos. —Creo que tengo bichos extraterrestres, porque he estado
moviendo cosas… sin tocarlas. Hoy abrí la puerta de la clase del señor
Garrison sin tocarla. Él pareció creer que fue una corriente de aire.
La tensión creció dentro de mí. —¿Con qué frecuencia ha estado
sucediendo?
—A intervalos por alrededor de una semana. La primera vez fue la
puerta de mi casillero, pero pensé que fue una casualidad, así que no dije
nada. Entonces pensé en querer un vaso de té, y el vaso salió volando del
gabinete y el té se empezó a verter por sí solo en la nevera. La ducha se
encendía sola, las puertas se abrían y un par de veces, la ropa voló de mi
armario. —Suspiró—. Mi habitación era un desastre.
Solté una risita. —Bonito.
Sus manos se apretaron en puños. —¿Cómo puedes pensar que esto
es divertido? ¡Mira lo que pasó hoy! ¡No tenía intención de detener esa
rama! Quiero decir, no quería que lo golpeara, pero no fui consciente de
detener la maldita cosa. Toda la cosa de curarme me cambió, Daemon. Si
no lo has adivinado aún, no podía mover cosas antes. Y no sé qué es lo
que me está pasando. Tengo un terrible dolor de cabeza y luego me siento
agotada. ¿Qué pasa si me estoy muriendo o algo así?
¿Muriendo?
Me acerqué a ella, sentándome en el brazo de la silla. Kat
retrocedió, presionándose contra esta. —¿Por qué tienes que moverte tan
rápido? —preguntó—. Está… mal.
—Lo siento, Kitten. Para nosotros, movernos rápido es natural. En
realidad, es más esfuerzo disminuir la velocidad y parecer “normal”, como
dices. —Hice una pausa y luego dije la verdad—: Supongo que olvido que
tengo que fingir cerca de ti.
Se estremeció y apartó la mirada. Su boca se movió, pero no hubo
palabras dichas en voz alta. Suspiré mientras resistía la tentación de
tocarla. —No te estás muriendo.
—¿Cómo lo sabes? —Kat elevó su mirada a la mía.
—Porque nunca dejaría que eso sucediera —le prometí.
Se quedó sin aliento. —¿Qué pasa si me estoy convirtiendo en un
extraterrestre?
¿Convirtiéndose en un extraterrestre? Quería reír, pero conseguí
detenerme. —No sé si eso sea posible.
—Mover cosas con mi mente no debería ser posible.
Buen punto. —¿Por qué no me lo dijiste cuando sucedió por primera
vez?
—No lo sé —admitió en voz baja—. Debí haberlo hecho. No quiero
ponerlos en peligro a ustedes. Te juro que no lo estoy haciendo a propósito.
Su silencio sobre lo que sucedía era debido a que trataba de
protegernos; a Dee. A mí. ¿Y temía que yo pensara que lo hacía a
propósito? Maldición. Eso me dio justo en los sentimientos. Un golpe
jodidamente directo. Mi visión cambió, llenando la habitación con una luz
blanquecina. —Sé que no estás haciendo nada a propósito. No hubiera
pensado en eso.
Su pecho se elevó con fuerza mientras le sostenía la mirada. Pasó un
momento y dije—: No sé si eso fue un producto de mi curación en ti por
esas veces o cuando te conectaste con nosotros durante el ataque de
Baruck. De cualquier manera, es obvio que estás usando algunas de mis
habilidades. Nunca he oído hablar que esto haya ocurrido antes.
—¿Nunca? —susurró.
—Nosotros no curamos humanos. —Fruncí los labios, pensando en el
momento en que Dawson volvió a casa con sangre en su ropa
desgarrada. No era suya. Bethany. ¿Algo le sucedió a Bethany y él la
sanó? Esta no era la primera vez que me preguntaba acerca de ello, pero,
¿qué si lo hizo? ¿Importaba? Sacudí la cabeza—. Siempre he pensado que
tenía algo que ver con la exposición de nuestras habilidades, pero ahora
me pregunto si es más que eso. Si la verdadera razón es porque nosotros…
cambiamos a los humanos.
Tragó. —¿Así que me est oy convirtiendo en un alienígena?
Mis labios temblaban. —Kitten…
—¿Cómo podemos detener esto?
No tenía ni idea, y no era como si pudiera preguntarle a alguien,
pero se me ocurrió algo. Nuestros corazones latían al mismo ritmo. Era un
hecho. De alguna manera, ella utilizaba algunas de mis habilidades. ¿Qué
tan conectados estábamos? Me puse de pie. —Quiero probar algo, ¿de
acuerdo?
Sus cejas se levantaron. —Está bien.
Cerré los ojos y me liberé de mi forma humana. Unos segundos más
tarde, me encontraba completamente en modo Luxen, iluminando la
habitación con una luz blanca y roja. Me acerqué a ella mentalmente. Di
algo para mí.
Miró a su alrededor. —Eh, ¿hola?
Me reí. No así. Dime algo, pero no en voz alt a. Como lo que pasó en
el claro. Tú me hablast e ent onces.
Sus ojos se abrieron de par en par ante esto. Era algo sobre lo que
ninguno de los dos hablaba. Por otra parte, rara vez teníamos tiempo para
hablar. Ya sea que estuviéramos discutiendo… o besándonos. Unos
momentos pasaron, y luego escuché su voz en mis pensamientos, suave y
dulce.
Tu luz es muy bonit a, pero me est á cegando.
Jadeé. No hubo ninguna interrupción. Todavía podemos
escucharnos. Cambié de nuevo en mi forma humana, inquieto. —Así que,
¿mi luz te cegaba, eh?
—Sí, lo hacía. —Jugueteó con la cadena alrededor de su cuello—.
¿Estoy brillando ahora?
Por lo general, ocurría cuando nos encontrábamos en nuestra
verdadera forma, dejando un rastro muy leve detrás, casi imperceptible,
pero no había nada alrededor ella. Oh, hombre. —No.
—¿Por qué todavía puedo escucharte? —preguntó—. Actúas como
si no debiera.
—No deberías, pero seguimos conectados.
—Bueno, ¿cómo hacemos para no estar conectados?
—Es una buena pregunta. —Levantando los brazos, me estiré
mientras echaba un vistazo alrededor de la habitación. Mis cejas se
elevaron—. Hay libros por todas partes, Kitten.
—Eso no es realmente importante en estos momentos.
Extendí una mano, con ganas de distraerla por unos momentos.
Podía sentir con cuánta rapidez latía su corazón. Un libro voló desde el
brazo del sofá hacia mi mano. Dándole la vuelta, leí rápidamente el lomo.
—¿Su toque mata? En serio, ¿qué es esto que estás leyendo?
Se levantó de un salto de la silla, arrebatándome el libro y
sosteniéndolo cerca de su pecho. —Cállate. Me encanta este libro.
—Ajá —murmuré.
—Bueno, volvamos a las cosas importantes. Y deja de tocar mis libros.
—Lo colocó de nuevo en donde lo encontré—. ¿Qué vamos a hacer?
La miré. —Voy a averiguar lo que está pasando contigo. Sólo dame
algo de tiempo.
Asintió, mordisqueándose el labio inferior. —Te das cuenta de que
todo esto es porque tu…
Arqueé una ceja, esperando a que dijera lo que sabía que diría.
—Es porque de repente te gusto —terminó.
—Estoy bastante seguro de que me gustabas antes de esto, Kitten.
—Bueno, tenías una tremenda manera de demostrarlo.
—Es cierto —admití—. Y ya he dicho que siento la forma en que te
traté. —Enderecé los hombros—. Siempre me gustaste. Desde el momento
en que me enseñaste el dedo medio.
—Pero no empezaste a querer pasar tiempo conmigo hasta después
del primer ataque, cuando me curaste. Tal vez ya estábamos empezando
a, como… transformándonos juntos o lo que sea.
Fruncí el ceño. —¿Qué pasa contigo? Es como si trataras de
convencerte de que no es posible que me gustes. ¿Eso hace que sea más
fácil decirte a ti misma que no tienes sentimientos por mí?
—Me trataste como a un estorbo por meses. Lamento si me es difícil
creer que cualquier cosa que tú sientas es real. —Se sentó en el sofá—. Y
no tiene nada que ver con lo que yo sient o.
Mis hombros se tensaron cuando me acordé de ese tipo. —¿Te gusta
ese chico con el que estabas?
—¿Blake? No lo sé. Es agradable.
—Se sentó con ustedes hoy en el almuerzo.
Arqueó una ceja. —Porque no había un asiento libre y es un mundo
libre donde las personas pueden elegir dónde quieren sentarse.
—Había asientos libres. Pudo haberse sentado en cualquier otro lugar
de la cafetería.
Kat no respondió de inmediato. —Está en mi clase de biología. Tal
vez sólo se sentía a gusto conmigo, porque los dos somos alumnos nuevos.
Oh, no me gustaba cómo sonaba esto. Se encontraba dispuesta a
aceptar que un chico desconocido simplemente se sintiera cómodo a su
alrededor cuando pensaba que había un millón de razones nefastas del
por qué yo me interesaba en ella. ¿Qué demonios? —Se quedó mirándote.
Y, obviamente, quería pasar tiempo contigo fuera de la escuela.
—Tal vez le gusto —dijo, encogiéndose de hombros—. Lesa lo invitó a
la fiesta del viernes.
Un músculo se contrajo en mi mandíbula. —No creo que debas estar
cerca de él hasta que no sepamos qué pasa contigo moviendo cosas. —
Parte de ello era de hecho una declaración válida, pero podía admitir
completamente que lo utilizaba como la excusa perfecta para sacar al
imbécil de la foto—. Tú haciendo esa cosa con la rama fue solo un
ejemplo. No podemos permitir que se repita.
—¿Qué? ¿Se supone que no deba salir o estar con nadie ahora?
Sonreí. —Cualquier persona humana, sí.
—Como sea. —Kat se puso de pie, y un mechón de cabello cayó
sobre su mejilla—. Esta es una conversación estúpida. No estoy saliendo
con nadie de todos modos, pero si lo fuera, no me detendría sólo porque
tú lo dices.
—¿No lo harías? —Atrapé ese maldito mechón de cabello y lo
coloqué detrás de su oreja—. Tendremos que ver eso.
Ella dio un paso a un lado, mant eniendo la distancia entre nosotros.
—No hay nada que ver.
Desafío llenó todo mi ser. —Si tú lo dices, Kitten.
Cruzando los brazos sobre su pecho, me miró. —Esto no es un juego.
—Lo sé, pero si lo fuera, ganaría. —Me moví alrededor de la
habitación y luego me detuve. La observé agarrarse el cabello y empezar
a retorcerlo nerviosamente. Se sentía estresada. Comprensible. Le hice
algo, tal vez de forma irrevocable, como lo temí cuando se enfermó. Por
alguna razón, mientras la miraba, pensé en lo que escuché en el almuerzo.
Mis manos se cerraron en puños. Lo último que necesitaba era
preocuparse sobre la mierda que Simon arrojaba sobre ella.
—Por cierto —dije—, he oído lo que Simon ha estado diciendo.
Rubor cubrió su rostro. —Sí, es un idiota. Creo que son sus amigos. En
realidad, me pidió disculpas, y luego, cuando aparecieron sus amigos, les
dijo que yo intentaba rogarle.
Mis ojos se estrecharon. —Eso no está bien.
—No es gran cosa —dijo, bajando la mirada.
—Tal vez no para ti, pero lo es para mí. —Hice una pausa, cuadrando
los hombros—. Yo me ocuparé de ello.
Kat se dejó caer en el sofá, de espaldas a mí. —Siempre haces eso,
¿no?
—¿Hacer qué?
Elevó un hombro. —Hacerte cargo de las cosas.
Caminé hacia el sofá en silencio.
Me miró a través de las pestañas. —Te hiciste cargo de las cosas
después de… después de lo de Dawson. Te hiciste cargo de mis cosas,
antes y después de que descubriera la verdad. ¿Y ahora? Lo harás de
nuevo.
—Yo… no lo veo de esa manera.
—Por supuesto que no. —No había un ápice de rencor en su voz. Su
frente se arrugó mientras abría las manos y las giraba para colocar las
palmas hacia arriba. Las miró—. Es sólo que tiene que ser una gran
responsabilidad.
Mi boca se encontraba abierta y sin palabras.
Lentamente, elevó la mirada hacia la mía mient ras sus dedos se
cerraban, presionados contra su palma. —Yo sólo… sé que no necesitas
esto, lo que sea esto conmigo, y lo…
—No te disculpes —dije con dureza. Sus ojos se abrieron
ampliamente—. No has hecho nada malo, Kat. Nada. Salvaste la vida de
Dee. Salvaste mi vida, y a cambio, he hecho… ni siquiera sé lo que te he
hecho.
Su cabeza se inclinó hacia un lado. —No lo hiciste a propósito.
—¿Importa mi falta de intención? —le pregunté, cien por ciento
serio.
Espesas pestañas bajaron, protegiendo sus hermosos ojos grises. —
Supongo que no, pero… pero sé que me ayudarás.
Eso era verdad. Quería ayudarla; la ayudaría, pero lo más
importante, quería que Kat confiara en mí. Ahora, más que nunca, ella lo
necesitaba, porque tenía la sensación de que detener esa rama y mover
un vaso de té sin tocarlo, era sólo la punta del iceberg.
9
Traducido por Victoria.
Corregido por Sahara

Incapaz de dormir la mayor parte de la noche, patrullé el campo


hasta la madrugada. No era capaz de apagar mi mente. Necesitaba
averiguar lo que sucedía con Kat, pero no era como si pudiera preguntar
por ahí sin levantar sospechas o buscarlo en Google.
Estábamos solos en esto.
Me encontraba inquieto durante la clase de trigonometría,
totalmente consciente de Kat. A ella no parecía irle mucho mejor.
Moviéndose mucho en su asiento. Jugueteando con su cabello. Alrededor
de la mitad de la clase, me di cuenta de que pasaba mucho tiempo
mirando la nuca de Simon.
Y el imbécil también era muy consciente de ello.
Justo debajo de su pelo corto, su nuca se encontraba roja como un
tomate. De vez en cuando, él miraba sobre su hombro a Kat y luego a mí,
lo que no era inteligente, porque me recordaba que también era un
problema con el cual lidiar; un problema mucho más fácil que los otros que
enfrentábamos.
Los músculos debajo de la camisa gris que Simon llevaba se tensaron
mientras miraba una vez más por encima del hombro a Kat antes de
volverse al frente de la clase. Un segundo después, el pesado libro de texto
de Simon se movió del escritorio, y lo golpeó justo en la cara.
Mis labios se separaron en lo que me tragaba una risa y Kat se
echaba hacia atrás en su asiento. ¿Qué acababa de hacer? Simon saltó
de su asiento y se quedó mirando el libro, ahora sobre el suelo, como si
fuera una serpiente venenosa.
—Señor Cutters, ¿hay algo que le gustaría compartir con la clase? —
preguntó nuestro profesor con una voz cansada y aburrida.
—¿Qu… Qué? —tartamudeó Simon. Miró a su alrededor
frenéticamente, y luego sus ojos se posaron en el libro—. No, dejé caer mi
libro de la mesa. Lo siento.
El profesor dejó escapar un suspiro. —Bueno, entonces recójalo.
Unas risas dispersas siguieron el movimiento espasmódico de Simon
mientras recogía el libro y se sentaba. Esperé hasta que el profesor se girara
hacia el pizarrón antes de pinchar a Kat con la pluma. Ella se giró.
—¿Qué fue eso? —le susurré, tratando de mantener una cara seria—.
Muy mal, Kitten…
Un bonito rubor descendió sobre sus mejillas mientras se mordía el
labio, robándose mi atención y haciéndome pensar en otras cosas muy
malas pero divertidas. Cosas que realmente no debería estar pensando en
este momento. Especialmente teniendo en cuenta el hecho de que Kat
acababa de conectarse con cualquier habilidad que se estuviera
gestando en su interior en un lugar muy público. Por supuesto, yo lo habría
hecho, pero sabía cómo utilizar mi poder. Kat no.
Íbamos a tener que hablar de eso.
Los labios de Kat formaron una sonrisa tímida. Se giró, los bordes de
su cabello descansado en la parte superior de la silla. No me tomó ninguna
cantidad de imaginación recordar lo suave que se sentía entre mis dedos.
Como la seda.
Sentado en mi silla, me tragué un gemido. Maldición. Este día iba a
ser muy largo.

***

Terminé atrapando a Kat después de la escuela. Ese maldito


humano estuvo encima de ella todo el almuerzo. La esperé en su casillero,
más o menos sorprendido de que no se molestara porque estuviera allí.
¿Daba pasos de bebé en la dirección correcta?
Sosteniendo la puerta abierta para ella, salimos hacia el aire frío.
Comenzó a ponerse el bolso sobre el hombro, pero extendí la mano entre
nosotros y tomé la bolsa por ella, llevándola.
Kat arqueó una ceja hacia mí. —¿Hoy eres un caballero?
—Soy muchas cosas sorprendentes.
—Ajá.
Mis labios se curvaron hacia arriba. Llegamos al estacionamient o, y
no me sorprendió que se hubiera quedado atrás de nuevo. Caminando
junto a ella, reduje mi paso a propósito. —¿Ese chico te dijo algo hoy?
—¿Ese chico? —Su nariz hizo esa cosa de arrugarse mientras me
miraba—. Ah, ¿hablas de Blake?
—Como sea —murmuré, mirando a un grupo de chicos que se
amontonaba detrás de una camioneta. Sus sombreros de béisbol hacían
un trabajo impresionante en mezclarlos—. ¿Dijo algo sobre lo que pasó en
la cena de anoche?
—No. En realidad no. —Cruzó los brazos alrededor de su cintura
mientras una fuerte ráfaga de viento se abrió paso a través de los
coches—. Quiero decir, traté de hablarle de eso, ¿sabes? Me disculpé por
asustarme de la rama, y no parecía muy interesado en ello. Pensó…
—¿Qué pensó? —Llegamos a su coche.
Kat negó con la cabeza mientras descruzaba los brazos y extendía
una mano hacia su bolso. —No pensó nada al respecto. —Tomando la
bolsa, sacó las llaves—. Eso es bueno, ¿verdad?
—Sí, pero me gustaría que no hubieras sacado el tema a colación.
Frunció el ceño mientras abría la puerta del coche. —Solo intentaba
ver si teníamos un problema.
—Lo entiendo. —La vi tirar su bolso adentro—. Pero es mejor…
—Lo sé. Alejarme de él. Bla. Bla. —Se metió en el coche y alcanzó la
puerta. La cogí antes de que pudiera cerrarla en mi cara. Un suspiro largo y
de sufrimiento salió de ella—. Tengo que irme.
—¿Por qué? ¿Te vas a encontrar con tu nuevo amigo? —Sus ojos se
estrecharon.
—En realidad, no. Dee vendrá. Vamos a pasar el rato.
—Oh. Bien, entonces. —Sonreí ampliamente y rodó los ojos—.
Diviértanse.
—Ajá —murmuró—. Adiós, Daemon.
Soltando la puerta del coche, di un paso atrás y no me moví hasta
que Kat se retiró de la zona de aparcamiento y se marchó. Parecía que el
neumático trasero derecho necesitaba aire. ¿No que ya se lo dije?
Dándome la vuelta, escaneé el estacionamiento, mi mirada posándose
sobre el grupo de chicos en la parte trasera de la camioneta. Algunos de
ellos se separaron, y fui capaz de ver lo que se encontraba tumbado en la
parte trasera del camión.
Una cierva muerta.
Mi labio se curvó con disgusto. Jesús. Las marcas de aspecto
oxidado a lo largo de la parte trasera mostraban que la matanza debía
haber sido reciente. ¿Siquiera era temporada de caza? Uno de los chicos
empezó a alejarse del camión, un tipo enorme llamado Billy Crump. Uno
de los amigos de Simon.
—¿Todos irán a Rudy’s esta noche? —dijo, caminando hacia atrás—.
Simon y yo les patearemos el trasero si no.
Rudy’s era un viejo salón de billar cerca de Smoke Hole. Solía ser un
bar, pero en algún momento, perdió su licencia de licor y ahora era un
lugar bastante de mierda que no tenía mucho más que mesas de billar y
salmonela. ¿Allí era donde Simon se encontraría esta noche? Perfecto.
Sonreí mientras caminaba hasta la mitad del estacionamiento,
metiendo las manos en los bolsillos de mis pantalones mientras Billy se me
acercaba.
La cautela se filtraba de él mientras me pasaba, levantando la
barbilla en señal de saludo. —Hola, hombre.
Asentí, medio tentado a palmearle la espalda. Acababa de darme
la información que necesitaba para encargarme de uno de mis
problemas.
Dee se había ido para el momento en que llegué a casa, después
de haber parado en la tienda de comestibles para recoger algunas cosas.
La noche descendía cada día más temprano. La luz en la sala de Kat
estaba encendida, y me imaginaba a mi hermana y a ella allí, charlando
sobre libros.
Mis labios se inclinaron en las esquinas mientras ponía la leche y los
huevos en el refrigerador, junto con los cinco paquetes de tocino. Ya no
habría para el domingo.
Y era jueves.
Había un montón de basura en el mostrador y en la despensa para
la fiesta de mañana por la noche. De alguna manera, y lo asumía con una
sonrisa, Dee obtuvo una caja de licor. Negué con la cabeza mientras salía
de la cocina. Doblé las escaleras y empecé a subir. Había un montón de
linternas de papel en la habitación de invitados que Dee ordenó para la
fiesta que debían ser trasladadas a la planta baja. También podría…
Sentí la presencia de uno de los míos un segundo antes de que
hubieran tocado la puerta principal. Girando alrededor, me trasladé a la
puerta, medio esperando encontrar a uno de los Thompson o a Matt.
No era ninguno.
Abriendo la puerta, me tragué una maldición mientras me
encontraba cara a cara con un Anciano. Por suerte, no era Ethan.
Lydia se hallaba de pie frente a mí con apenas un rastro de una
sonrisa. Tenía casi la misma edad que Ethan. En alguna parte al final de los
cuarentas, tal vez al principio de sus cincuenta. Por otra parte, no sabía a
ciencia cierta qué edad tenía Ethan. De cualquier manera, era hermosa,
como todos Luxen, con la piel oscura y el pelo negro que le llegaba por la
cintura. Tenía un hijo, ya sea de mi edad o un año más joven, pero él se
quedó en la colonia, como la mayoría de los de nuestras edades,
educados en casa y bajo el “cuidado” vigilante de los Ancianos.
No podía recordar la última vez que Lydia nos visitó.
—¿Puedo entrar? —preguntó, con la voz un poco acentuada. Con
su coloración oscura, los ojos azules luminosos eran sorprendentes… y un
poco desconcertant es—. No es como si realmente pudieras decir que no.
Solté un bufido y me aparté. —¿Entonces por qué lo preguntas?
—Porque me gusta ser amable. —Entró, pasando las manos a lo
largo de sus pantalones de mezclilla—. ¿No es eso algo que hacen los
humanos?
Cerrando la puerta, la enfrenté. —¿Y desde cuando te has
preocupado de hacer algo que hacen los humanos?
Lydia se rió en voz baja. —Más de lo que aparentemente crees.
Todos nosotros, incluso si residimos dentro de la colonia, debemos
mezclarnos. Así funciona.
Observándola con una mirada cautelosa, me crucé de brazos. De
todos los ancianos, en realidad me gustaba Lydia. Cuando Dawson…
cuando murió, ella fue uno de los pocos ancianos a los que parecía
importarle, pero no me hallaba de humor para toda una tonelada de
mierda. Tenía estúpidas linternas de papel que mover y un deportista idiota
llamado Simon que visitar. —¿Qué haces aquí, Lydia?
Entró en la sala y se sentó en el sofá. Supuse que no se iría pronto.
Pasando una rodilla por encima de la otra, juntó las manos en su regazo. —
Eres mayor de edad, Daemon. Es momento de que hablemos de eso.
Oh, por el amor de todas las estrellas en el cielo. Rodé los ojos. —Eso
no es algo de lo que quiera hablar.
—Vaya, y yo que pensaba que estabas a punto de reventar de
emoción —respondió a secas.
Sonreí mientras me apoyaba contra la pared. Gracias a Dios que
Dee no estaba aquí, porque ella también estaría en el extremo receptor
de esta conversación.
—Ethan se preocupa de que no estés planeando aparearte —
continuó, mirándome fijamente y sin tener ningún problema en meterse de
lleno en mis asuntos—. Sobre todo, porque no parece que planees estar
con Ashlee Thompson.
Resistiendo el impulso de golpearme en la cabeza, me obligué a
tomar una respiración profunda. —Ash y yo sólo seremos amigos.
Lydia asintió. —No hay nada malo en ello. Tenemos muchas mujeres
que serán mayores de edad pronto o…
—No lo hagas —le pedí con suavidad—. No tendré esta
conversación contigo o con cualquier anciano. No tengo planes para
aparearme en ningún momento del futuro cercano, y sí, entiendo lo
importante que es. Necesitamos bebés y todo eso, pero no está en mi
calendario.
Una sola ceja se levantó, y un momento pasó. —Te das cuenta de
que si pasas demasiado tiempo sin aparearte, te enfrentas a ser expulsado.
Levantando una mano, me rasqué la mejilla con el dedo medio.
La anciana dejó escapar una risa que sonaba genuina. —Tienes
suerte de que me gustes, Daemon.
Eso era probablemente cierto.
—Ethan quería venir a verte, sobre todo después de la pelea que
tuviste con el Arum en Halloween, pero le dije que iba a venir en su lugar.
—Me guiñó un ojo—. Me la debes.
Una sonrisa tiró de mis labios. —Ya lo creo.
Bajando la rodilla, se inclinó hacia delante en el sofá y me miró. —
Bueno. Dejemos todo el asunto de apareamiento. ¿Cómo has estado,
Daemon? No te he visto en mucho tiempo, o a tu hermana.
Había una parte de mí que quería ponerle fin a esta conversación
ahora, pero me gustaba Lydia. Caminando hacia la silla cerca al sofá, me
senté. —Lo estoy haciendo… lo estoy haciendo bien. También Dee.
Nosotros… —Inhalé profundamente—. Extrañamos a Dawson.
—Por supuesto. —Sonrió tristemente mientras extendía la mano,
acariciando mi rodilla—. No es más fácil cuando pierdes a un ser querido.
Sólo llegas a acostumbrarte.
Lo sabía. Un Arum mató a su esposo hacía algunos años. Lydia charló
por un rato, y cuando se levantó para irse, decidí tomar un riesgo
estratégico. Confiaba en ella, bueno, más de lo que confiaba en el resto
de los ancianos o aquellos dentro de la colonia.
—¿Puedo preguntarte algo? —le pregunté.
Sus ojos se iluminaron con interés. —Claro.
—Me he estado preguntando acerca de algo —empecé, buscando
en mi mente una excusa plausible para preguntar esto, y por suerte,
encontré algo un poco creíble—. Cuando esos Arum est aban alrededor,
fueron tras algunos humanos. —Lo cual no era realmente una mentira—.
Sabemos que cuando se alimentan de humanos, no les afecta, pero, ¿qué
si fueron tras un humano con el que hemos estado?
Frunció sus cejas finas. —¿Te refieres a si dejamos una huella en el
humano? ¿Si serían capaces de alimentarse de ellos? —Cuando asentí,
negó con la cabeza—. No lo creo. Quiero decir, incluso si dejamos un
rastro en ellos, no tienen nuestras capacidades.
—Cierto —murmuré, pasando los dedos por debajo de mi boca—.
Supongo que es algo bueno que, si un humano se expuso en varias
ocasiones a un rastro, no les haga nada.
Su mirada se afiló. —Sí, es algo bueno. Si los seres humanos se
vuelven como nosotros, entonces no tendríamos la ventaja, ¿verdad?
Me pareció extraño que pensara que en realidad teníamos la
ventaja cuando el DOD controlaba todo lo que hacíamos, pero como sea.
—Bueno, no podemos hacer a los humanos como nosotros, así que no hay
nada de qué preocuparse entonces. Supongo que esos Arum sólo…
jugaban con sus bocadillos.
Lydia me miró un momento. —¿Puedo ser franca contigo, Daemon?
Eh. —Sí.
Apretó los labios en una línea plana y luego asintió como si se
estuviera preparando. —Sé que no vas a querer escuchar esto, y no espero
que lo confirmes o lo niegues, pero te das cuenta de que estábamos
manteniendo una estrecha vigilancia sobre tu hermano.
Me congelé. Ni siquiera respiré.
—Estaba muy cerca de esa chica humana con la que… con la que
murió. Ahora, ya lo sabes, no tengo problemas con que los nuestros sean
amigos de los humanos. No soy tan estricta como algunos de los otros —
continuó, su expresión abierta—. Pero muchos de los ancianos sospechan
que tu hermano cruzó la línea con esa chica.
No pregunté qué tenía que ver esto con lo que dije, porque muy en
el fondo, sabía que tenía que ver con ello.
—Hay una razón por la que mantenemos cierta distancia entre
nosotros y los humanos —continuó Lydia—. Los Arum vienen a buscarnos y
los humanos inocentes quedan atrapados en el fuego cruzado, pero es…
es más que eso, Daemon. —Suspiró suavemente—. Y eso es todo lo que
necesitas saber.
Mi mandíbula se flexionó. ¿Más que eso? Mientras encontraba su
mirada, sabía que había algo que no me decía, algo que probablemente
tenía que ver con lo que le sucedía a Kat, pero si presionaba, podría
sospechar, y por mucho que me gustara, sabía que iría con el resto de los
ancianos si pensaba que hice algo imperdonable, y yo…
Yo protegería Kat si llegaba el momento.
Lydia no se quedó demasiado tiempo después de eso, justo antes de
que Dee regresara a casa. Eran cerca de las nueve cuando me fui en mi
coche en dirección al Smoke Hole, la conversación con Lydia
reproduciéndose una y otra vez. ¿Qué ganaba con ello? No mucho más
que el hecho de que los ancianos, o al menos algunos de ellos, sabían lo
que le podía pasar a un ser humano. No hacía falta de mucha lógica para
saber qué era lo que insinuaba, pero todo eso me llevó de vuelta a una
pregunta diferente, que no tenía nada que ver con lo que le ocurría a Kat.
¿Por qué trajo a colación a Dawson y Bethany?
¿Los ancianos sabían hasta qué punto progresó su relación? ¿Y de
alguna manera sospechaban que algo importante pasó entre Dawson y
Bethany? ¿Algo parecido a lo que pasaba entre Kat y yo? ¿Dawson sanó
a Bethany? Si era así, ¿fue eso lo que los delató con el Arum la noche que
fueron al cine? ¿O el Arum sólo detectó a Dawson?
Todo lo que tenía era más preguntas que respuestas, lo cual era
bastante típico.
Pasé por delante del Smoke Hole y entré en el estacionamiento casi
vacío de Rudy’s. Apagando el motor, me recosté en el asiento y esperé.
Simon no me defraudó.
Una hora más t arde, salió del salón de billar en dirección a un
camión alterado en cuatro neumáticos de gran tamaño. Se hallaba
encorvado en una chaqueta pesada, con la barbilla hundida. Abrí la
puerta del coche y salí. Moviéndome tan silenciosamente como un
fantasma, me escabullí por detrás de él.
—Hola, Simon.
Se dio la vuelta, tropezando un paso atrás. —Jesús —gruñó—. ¿De
dónde diablos has salido?
Fui hacia adelante, sonriendo cuando él retrocedió. —Eso no
importa. Tengo que hablar contigo, amigo.
Bajo el reflector brillante de la sala de billar, la sangre se drenó,
centímetro a glorioso y maldito centímetro de su cara. —¿S… Sobre qué?
—Oh, creo que ya sabes sobre lo que tenemos que hablar.
Abrió los ojos como platos. —N… no lo sé.
—Kat —dije su nombre, y se puso rígido—. Sé lo que has estado
diciendo sobre ella, y chico, pensé que eras más inteligente que eso. ¿Qué
te dije la última vez?
Abrió la boca, tan ampliamente como un pez globo. Sin palabras.
—Te dije que no miraras en su dirección, que ni siquiera hablaras de
ella, ¿y luego vas por ahí diciéndole a la gente que te acostaste con ella?
¿Teniendo a la mitad de la escuela creyendo que ella incluso se rebajaría
a tu nivel?
Las manos de Simon se alzaron. —Yo…
Levantando el brazo, le planté el puño en la mandíbula, dejándolo
tendido de espaldas. —¿Sabes qué? Me importa una mierda todo lo que
tienes que decir. —Inclinándome, agarré su estúpido abrigo y arrastré su
culo hacia arriba. La sangre goteaba de su labio partido—. Si dices una
cosa más sobre Kat, ¿sabes lo que va a pasar?
Lo incliné hacia mí, levantándolo en la punta de los pies. El miedo
llenaba sus ojos, y el hedor de la orina repentina golpeó el aire. Bajé la
mirada, viendo la mancha de humedad propagándose a lo largo de su
pierna. Sonreí. —Sí, creo que recibiste el mensaje.
Dejándolo ir, aplasté amablemente su rostro contra el lado de su
camioneta, y cuando cayó al suelo por segunda vez, me despedí con el
dedo medio.
Un problema menos.
Una millonada más por solucionar.
10
Traducido por Nika Trece & Daniela Agrafojo
Corregido por Sandry

Era ext raño que, con todo lo que ocurría con Kat, pasé varias horas
después de la escuela el viernes colgando cerca de un millón de lámparas
de papel. Mover los muebles del lugar no nos tomó a Dee y a mí ningún
tiempo. Un movimiento de muñeca, y las mesas se encontraban alineadas
contra la pared. Ella había gastado una pequeña fortuna en calabazas y
velas de especias, y la casa olía a otoño derramado por todas partes.
Dee se encontraba zumbando con alegría, el entusiasmo tarareaba
a través de ella, y realmente esperaba por ella que nada loco pasara esta
noche. No era como que no pudiéramos controlarnos a nosotros mismos,
pero aparte de Kat y... y de Bethany, no teníamos seres humanos en
nuestra casa. En verdad no quiero ahora a un enorme montón de seres
humanos allí, y Lydia u otro anciano probablemente iba a hacernos otra
visita después de este fin de semana, pero Dee quería esto.
Así que yo lo quería para ella.
Adam y otro par habían comenzaron a llegar en el momento en que
subí y me di una ducha rápida. Mientras me ponía un par de vaqueros que
cogí de la cesta de ropa, pude escuchar el zumbido de voces y risas
abajo.
Esta noche iba a ser muy larga.
Restregando una toalla por mi pelo mojado, abrí la puerta del baño
y salí. Mi habitación no lucía como la dejé. Principalmente el gran cambio
era el hecho de que no se encontraba vacía.
Ash se hallaba apoyada en mi cabecera, con las piernas estiradas
delante de ella, cruzadas en los tobillos. Y eso era un montón de piernas. Su
vestido era solo una camisa de gran tamaño. No es que me estuviera
quejando. Era una bonita vista.
Pero ella no pertenecía a mi cuarto, a mi cama.
Suspirando, arrojé la toalla en el respaldo de la silla de mi escritorio.
—¿Qué estás haciendo aquí, Ash?
Un hombro se levantó mientras su mirada azul brillante vagó sobre mi
pecho desnudo y luego bajó. No es como si no hubiera visto nada de esto
antes. —Quería ver si necesitabas ayuda.
Mis labios temblaron mientras caminaba hacia mi armario. —¿Con
qué?
—Cualquier cosa que puedas necesitar.
Alcé una ceja mientras sacaba una vieja camiseta del suelo. Se veía
limpia. —No hay nada que necesite. —Para aclarar, nada de lo que yo
necesitaba estaba en esta habitación—. Pero gracias por el…
Mientras me di la vuelta, Ash había salido de la cama y se hallaba
justo en frente de mí. Me arrebató la camisa de la mano y la arrojó sobre su
cabeza. Empecé a fruncir el ceño, pero ella plantó ambas manos en mi
pecho y empujó; empujó fuerte. Mi espalda golpeó la pared.
Ash era fuerte, muy fuerte, y si alguna vez te olvidas de eso, quizás te
terminen pateando el culo desde aquí a Maryland.
O malt rat ado.
Ja.
—Te he echado de menos —dijo, su mirada siguiendo el camino de
sus manos, que estaban horriblemente cerca del botón de mis pantalones
vaqueros—. Bueno, he echado de menos ciertas partes de ti, y pensé que
ya que estás aquí y yo estoy aquí, podríamos hacer est a fiesta un poco
más... —Se mordió el labio inferior mientras me miraba a través de sus
pestañas—. Interesante.
—Ash... —La agarré por las muñecas, estirando sus manos lejos de mí.
Ella se resistió, y aunque era fuerte, yo lo era más. Sus ojos se est recharon
mientras alzaba su barbilla—. Tan tentadora como es la oferta, y en verdad
lo es... —dije, y eso era cierto. Yo era un hombre, y Ash era increíblemente
sexy, y también sabía exactamente lo que esta chica tenía que ofrecer, y
era mucho—. Pero voy a tener que pasar.
Se inclinó, sus piernas rozando las mías. —¿De verdad?
—De verdad. —Suavemente, la guié hacia atrás unos cuantos pasos
y luego la esquivé. Inclinándome, agarré mi camiseta del suelo y me la
puse sobre la cabeza.
Ash me miró un momento y luego se echó a reír. —Bueno, mierda,
acabo de perder una apuesta.
Enderezando el dobladillo de mi camisa, fruncí el ceño. —¿Que
apuesta?
—Andrew está convencido de que estás loco por esa chica —dijo, y
podía asumir que “esa chica” era el código para “Kat”—. Y yo le dije que
no eres tan estúpido.
—Oh, ¿en serio? —Me crucé de brazos.
—Entonces le dije que podía probar que no te gustaba esa chica
humana.
Mis cejas se levantaron. —¿Has hecho una apuesta con tu hermano
para acostarte conmigo? Eso es un poco inquietante en un centenar de
niveles diferentes.
Ash ignoró eso rodando los ojos. —Al parecer me equivoqué. —Se
dejó caer en el extremo de la cama—. Él tiene razón.
—¿Y por qué crees que tiene razón.
Se miró a sí misma y luego me inmovilizó con una mirada aturdida. —
¿En serio? ¿Vas a pasar de esto? Estás jodido.
La miré fijamente y luego reí. —Linda lógica la que tienes allí.
—Puedes reír todo lo que quieras, pero estás jodido, y no, no estoy
hablando del hecho de que acabas de pasar de est o. —Cruzó las piernas
y suspiró—. Lo que está sucediendo con ella es por lo que estás jodido.
Suspiré. —Ash…
—Es humana, Daemon. Lo entiendes, ¿verdad? Y sí, ella sabe lo que
somos y le parece bien. Te salvó la vida y vamos a darle una maldita
medalla de oro, pero eso no cambia el hecho de que ella sea humana —
continuó, encontrándose con mi mirada—. ¿Crees que tienes un futuro con
ella? ¿Que los ancianos van a dejarte en paz? ¿Qué al DOD le va a
parecer bien que hagas un futuro con un ser humano? ¿Crees que Kat va
a estar feliz viviendo una mentira toda su vida? Porque eso es lo que va a
hacer falta para que esta relación funcione. Es decir, si ambos no terminan
muertos a causa de ello.
Para ser honesto, no había llegado tan lejos, pensar en el futuro.
—¿Sabes qué otra cosa no cambia? Ella está abajo ahora mismo
con un chico humano.
Mi mirada se agudizó mientras exhalaba lentamente. No dije nada,
porque todo lo que implicaba era una atrocidad de malas palabras.
Deslizando mis pies en un par de viejas chanclas de cuero, empecé a abrir
la puerta.
—No voy a ayudart e a hacer esto —advirtió.
Abrí la puerta, y las risas de la planta baja se hicieron más fuerte. —
No necesito tu ayuda.
—Daemon…
Mirándola por encima del hombro, sonreí levemente. —Pero aprecio
que te importe lo suficiente como para ofrecerlo, y lo digo en serio. —
Sostuve su mirada, esperando que lo entendiera—. De verdad.
Ash rodó los ojos de nuevo.
Al salir de mi habitación, me encaminé por el pasillo. Música y voces
flotaban a la deriva. En la parte superior de la escalera, sentí el cosquilleo
cálido en mi nuca. Kat se encontraba aquí, y todo lo que Ash había dicho
de nosotros, de un futuro entre nosotros, era totalmente cierto.
Pero eso no cambiaba lo que quería.
No cambiaba nada, aunque debería.
Yo era tan tonto como Dawson.
Dando dos pasos a la vez, vi a Kat en el momento en que el vestíbulo
apareció a la vista. Se hallaba en la puerta con el idiota pelo-de-bronce. Él
le sonreía mientras alzaba la mirada. Nuestras miradas se encontraron. Le
sonreí, y su sonrisa lentamente dejó su cara.
Kat se volvió, y su mirada encontró la mía, e inmediatamente perdí la
capacidad de recordar cómo conseguir que mis pulmones funcionasen.
Mierda, ¿qué llevaba puesto?
Era un vestido negro ajustado en el pecho y luego suelto hasta las
rodillas. Llevaba una especie de suéter rojo sobre el v estido, abotonado,
pero no hizo nada para distraer la atención de las suaves olas atrayendo
mi atención.
Mierda, ese vestido...
Quería quitárselo con los dientes.
Por el rabillo del ojo vi que alguien se me acercaba, pero por alguna
razón se detuvo. Tal vez sentían que no debían interponerse entre lo que
tenía puesto, mis ojos y yo. Me aparté un mechón de pelo de los ojos, y mis
labios formaron una sonrisa lobuna cuando alguien mencionó justo lo que
pensaba. Que parecía que estaba en pie de guerra.
En cierto modo era cierto.
Bordeando grupos de gente que sólo reconocí vagamente, vi que la
mano del imbécil se hallaba colocada en algún lugar detrás de Kat. Me
detuve frente a ellos, diciéndome a mí mismo de no romperle el brazo. Kat
no sería feliz por eso. —Hola, chicos…
—Creo que no tuvimos la oportunidad de presentarnos la otra
noche, en el restaurante. Mi nombre es Blake Saunders. —Ofreció su mano
libre.
Eché un vistazo a la mano de Blake y luego volví mi atención a Kat.
—Sé quién eres.
Ella era todo ojos grises. —Él es Daemon Black.
La sonrisa del imbécil vaciló. —Sí, yo también sé quién es.
Riendo entre dientes, me enderecé por completa, poniéndome una
buena cabeza más alto que el tipo. —Es siempre lindo conocer otro fan.
Él negó con la cabeza y luego se v olvió hacia Kat. —Bueno, necesito
ponerme en marcha.
Ella sonrió tímidamente. —Bueno. Gracias por… todo.
¿Todo? ¿Qué demonios quería decir con eso? Mejor aún, ¿en serio
se inclinaba hacia ella mientras yo me encontraba de pie aquí? Sí. Así era.
El chico deseaba morir. Crucé los brazos sobre mi pecho mientras lo
observaba abrazarla con rigidez.
Entonces Kat lo besó en la mejilla.
Me aclaré la garganta.
El imbécil se retiró, riendo suavemente. —Te llamo. Comportarte.
—Siempre —dijo ella, dejándolo ir.
Él me sonrió y luego salió por la puerta, obviamente, no intimidado.
Jugueteando con el collar, Kat me miró con el ceño fruncido. —
Sabes, no podrías ser más imbécil incluso si trataras.
Arqueé una ceja. —Pensé que te había dicho que no salieras con él.
—Pensé que te había explicado que sólo porque tú lo digas no
significa que lo haré.
—¿Lo hicist e? —Mi mirada siguió la obsidiana, donde se ubicaba en
un lugar muy feliz. Bajé la cabeza a la de ella—. Te ves realmente linda esta
noche, Kitten.
Ella se tomó un momento para responder. —Creo que Dee tuvo sus
manos ocupadas, pero hizo un gran trabajo decorando la casa.
—No dejes que te engañe haciéndote creer que hizo todo esto sola.
Ella me reclutó desde el momento en que llegué a casa.
—Oh. —La sorpresa cruzó su rostro—. Hicieron un gran trabajo.
Intenté, sin éxito, mantener los ojos por encima de su cuello. Mierda,
ese vestido respondió a la pregunta sobre si o no su rubor viajaba al sur
cuando se sonrojaba. Lo hacía. —¿De dónde sacaste este vestido?
—Tu hermana —respondió sin rodeos.
Bueno, diablos. Con el ceño fruncido, me estremecí con la imagen
mental de mi hermana usando el mismo vestido.
—No sé qué decir sobre eso.
—¿Decir sobre qué, cariño?
Me puse rígido ante el sonido de la voz de Ash. Un segundo después,
ella tenía su brazo alrededor de mi cintura. Mi instinto demandaba que lo
quitara, pero, de nuevo, ¿no acababa de presenciar a Kat besando al
imbécil? Fue en la mejilla, pero aun así. Bajando las pestañas, miré a Kat
mientras Ash ajustaba la parte delantera de su cuerpo contra mi costado.
Breve, pero lo noté, un destello de ira, un ligero oscurecimiento en sus
ojos mientras miraba a Ash. La ira sólo podía existir si había celos, ¿y si Kat
estaba celosa...?
Sonreí perezosamente.
—Ese es un bonito vestido. Es de Dee, ¿cierto? —preguntó Ash—.
Creo que lo consiguió cuando fuimos juntas de compras, pero usualmente
se ve más suelto en ella.
Maldita sea. Empecé a responder, pero Kat le espetó directamente,
lo que debí haberlo sabido. Ella no necesitaba que la defendiera siempre.
—Creo —dijo—, que se te olvidó usar unos jeans o la parte inferior de t u
vestido.
Ash sonrió, pero luego se volvió hacia mí. —Cariño, saliste corriendo
tan rápido. Tuve que buscarte en todo el piso de arriba. ¿Por qué no
regresamos a tu habit ación y terminamos lo que empezamos?
Oh, maldita sea todo el infierno. Exhalé por la nariz cuando salí del
abrazo flojo de Ash. Eché un vistazo a Kat, y esa ira... se había ido, y había
otro brillo demasiado rápido de emoción antes de que ella alzara las cejas
hacia mí. Antes de que pudiera decir una palabra, se dio la vuelta,
deslizándose entre una pareja que parecían estar a segundos de quedarse
embarazados, y dos chicas riendo.
—Kat —grité.
Ella siguió su camino, con la espalda rígida de manera poco natural.
Maldiciendo en voz baja, mire a Ash. —¿En serio?
Su sonrisa era petulante. —Te dije que no te iba a ayudar.
—Eso no era necesario, y lo sabes. —Empecé a ir tras Kat y di un par
de pasos antes de detenerme. Torciendo hacia un lado, agarré al tipo que
se ponía manos a la obra con una chica en mi sofá. Tiré de él y le di la
vuelta. Era Donnie, de último año, como yo.
—¿Pero qué…? —Donnie se interrumpió en el momento en que se
dio cuenta de quién era.
Lo empujé hacia atrás, ahorrándole a la chica una breve mirada. —
Aquí no. Nunca. ¿Entiendes?
—Entiendo —respondió él.
Dejando ir a Donnie, me alejé lo más que pude de la cocina antes
de que Ash me alcanzara. Ella se lanzó en frente de mí. —De acuerdo —
dijo—. Quizás eso fue demasiado lejos.
—¿Tú crees? —Fruncí el ceño mientras le daba un vistazo a mi
hermana. Se encontraba con Carissa y Lesa, pero era la forma en que
Adam frotaba su brazo lo que atrajo mi atención.
Ash palmeó sus manos delante de mí. —Pero no viste lo que yo vi,
¿cierto? Ella besó a ese tipo…
—En la mejilla —gruñí.
—Como si eso fuera una diferencia. —Meneó las cejas—. Y él es un
poco sexy.
—Ash…
—Está bien, muy sexy.
Lesa pasó junto a nosotros, pasándose la mano por su cabello rizado.
—¿Quién es sexy? ¿Tú? —Sonrió descaradamente—. Sí. Lo eres.
—Blake también es sexy —añadió Ash, e incliné la cabeza a un lado,
mirándola fijamente—. ¿O no, Carissa?
Lesa frunció el ceño. —Sí, Blake también es sexy. Por cierto —
gesticuló hacia su pecho con su vaso rojo—, soy Lesa.
Ash se encogió de hombros mientras halaba al dobladillo de su
vestido.
—Lo que sea.
La chica humana miró a Ash. —De acuerdo. No es como si nos
viéramos diferentes. Soy blanca con un asombroso toque hispano, y
Carissa es medio negra y medio asiática. Es un poco difícil llegar a
confundirnos.
Bueno, Lesa tenía razón, y esto se volvió verdaderamente incómodo,
y Ash siguió mirándola, aparentemente obvia. —De todas formas —Lesa
arrastró las palabras—, ¿por qué hablamos sobre lo apuesto que es Blake?
No es que me importe hablar acerca de eso.
—Estuvo aquí con Kat. —La mano de Ash se lanzó hacia afuera, y
cogió un vaso del agarre de una persona al azar. Miró el contenido—. Ella
lo besó.
—En la mejilla —repetí.
Lesa sonrió. —Yo lo besaría totalmente en otro lugar.
La miré.
—Y a ti también —añadió con rapidez, y fruncí el ceño. Ella se rió—.
Bueno, si no tuviera novio, claro.
—Eh, es bueno saberlo. —Mi corazón comenzó a golpear como si
hubiera corrido un kilómetro. La preocupación floreció en mis entrañas—.
¿Has visto a Kat?
Lesa tomó un sorbo de su bebida. —Salió para tomar un poco de
aire fresco. No se veía muy feliz.
—Hmm —murmuró Ash.
En verdad iba a cerrarle la boca con cinta adhesiva. —Gracias —le
dije a Lesa y luego le lancé a Ash una mirada que le advertía de no
seguirme.
Fue Lesa la que me detuvo esta vez en la puerta trasera. Colocó su
mano en mi brazo, y cuando la miré, había sinceridad grabada en su
expresión. —Dios, ella va a matarme por decir esto —dijo—, pero a Katy le
gustas. Le gustas de verdad. Solo recuerda eso.
La esquina de mi labio se torció. —Lo sé.
El aire frío de la noche me bañó. La puerta se cerró, silenciando
algunos de los sonidos. Bajando de la cubierta, me abrí paso entre las
casas. No parecía que ella estuviera en la suya. Deteniéndome cerca del
pórtico, escaneé las filas infinitas de coches. Llegaban hasta la casa vacía
al final de la calle.
Volví a mirar la casa de Kat. Era algo bueno que su madre trabajara
esta noche.
¿Su madre también estaría trabajando en su cumpleaños; mañana?
Por lo que pude reunir, normalmente trabajaba los sábados por la noche.
La idea de que Kat pasara su cumpleaños sola no me sentó muy bien. Pero
ese no era el problema en este momento. ¿A dónde en el mundo pudo
haber…?
El sonido distante de césped aplastado me detuvo. Mis ojos se
entornaron. Un par de puertas de automóviles se cerraron, pero el sonido
fue lejano. Caminé más allá de los coches y casi medio camino a la
entrada, mi nuca comenzó a cosquillear.
Bingo.
Kat se encontraba cerca de la casa vacía.
Me abrí paso por el área arbolada y luego tomé velocidad, saliendo
por la parte trasera de la casa. Bajé la velocidad cuando la vi caminando
de regreso. Empujando a un lado una rama que colgaba baja, me detuve
fuera del bosquecillo. —¿Qué estás haciendo aquí afuera, Kat?
Sus hombros se hallaban encorvados. —Hice estallar un montón de
ventanas.
—¿Qué? —Me acerqué—. Estás sangrando. ¿Qué ocurrió? —Hice
una pausa—. ¿Dónde están tus zapatos?
Bajó la mirada a sus pies. —Me los quité.
Me lancé a su lado, viendo diminutos pedazos de vidrio colgando de
su suéter. Comencé a recogerlos.
—Kat, ¿qué…?
Levantando la cabeza, tomó una respiración. —Estaba caminando y
me encontré con Simon…
—¿Él te hizo esto? —Mis manos se quedaron quietas, y juré por t odas
las estrellas en el cielo que alguien iba a terminar muerto al final de la
noche.
—No. ¡No! Yo me encontré con él, y estaba molesto contigo. —Sus
ojos hallaron los míos—. Dijo que tú le diste una paliza.
—Sí, lo hice. —Y tenía la sensación de que iba a hacerlo de nuevo.
—Daemon, no puedes golpear a los chicos sólo porque hablen mal
de mí.
—En realidad, sí puedo. —Reuniendo todos los cristales que pude ver,
bajé las manos a mis lados—. Se lo merecía. No voy a mentir. Lo hice
porque no me gust ó lo que él andaba diciendo. Era una mentira. Sabía lo
que hizo, lo que intentó hacer, y retorció la verdad en cuanto a ti. —Mis
manos se volvieron puños mientras mi mirada se dirigía a los árboles—. No
voy a dejar que esa basura humana hable de esa manera de ti,
especialmente él o sus amigos.
—Guau —murmuró—. No creo que debería decirte gracias, porque
eso parece mal, pero, eh, gracias.
—De todos modos, eso no es importante. ¿Qué ocurrió?
Tomó varias respiraciones profundas, y luego salió en una ráfaga. —
Solo necesitaba aire fresco, así que vine aquí y empecé a caminar. No lo
sé. Me molest é y me sentía… simplemente me sentía tan molesta, y estoy
frustrada, porque no sé qué está pasando conmigo. —Su voz empezó a
elevarse—. Y lo siguiente que sé, es que la ventana detrás de mí estalló, y
sé que fui yo. Lo hice de alguna manera, y Simon, oh, por Dios, se
encontraba afuera. En verdad no sé qué hacía. Se hallaba muy borracho,
pero me vio hacerlo. Enloquecí y destrocé otra ventana. No quise hacerlo
a propósito. De verdad que no, Daemon. Yo…
Con mi pecho dolorido, envolví mis brazos alrededor de ella y la llevé
contra mi pecho. No se resistió, enterrando su cara contra mí. Bajé la
barbilla sobre la cima de su cabeza y la sostuve con fuerza. Su corazón
golpeaba. Al igual que el mío, lo que explicaba por qué había comenzado
a hacer eso en la cocina.
—Sé que no lo hiciste a propósito, Kitten. —Presioné mi mano contra
su espalda, frotando en un círculo mientras mi mente daba vueltas con un
nuevo problema—. Simon estaba borracho, así que hay una gran
posibilidad de que ni siquiera lo recuerde. Y si lo hace, nadie le creerá.
—¿Eso crees? —susurró.
—Sí. —Me alejé, bajando la cabeza para que estuviéramos ojo con
ojo—. La gente pensará que está loco. Nadie le creerá, ¿de acuerdo? Y si
comienza a hablar, yo voy a…
—No harás nada. —Se alejó para liberarse, tomando otra respiración
profunda—. Creo que ya has traumatizado al chico de por vida.
—Obviamente no —murmuré—. ¿Pensabas regresar aquí? Estabas
molesta. ¿Por qué?
Kat me miró un momento y luego se dio la vuelta. Comenzó a
caminar de regreso, a través del bosque.
Y aquí nos encontrábamos, de vuelta al tratamiento del silencio. La
alcancé fácilmente. —Kat, habla conmigo.
Sostuve una rama fuera del camino para ella. —Puedo regresar a
casa sin tu ayuda, muchas gracias.
—Espero que así sea —dije secamente—. Est á justo allí.
—¿No deberías estar besuqueándote con Ash justo ahora?
Casi dejé de caminar cuando me di cuenta. —¿De eso se trata todo
esto?
—No. —Caminaba más rápido—. Esto no tiene nada que ver
contigo… ni con ella.
—Estás celosa. —Una extraña felicidad me invadió—. Estoy a punto
de ganar esta apuesta.
Se lanzó hacia adelante. —¿Yo? ¿Celosa? Te estás volviendo loco.
No soy yo quién intentó asustar a Blake.
Tomé el brazo de Kat, deteniéndola justo cuando su pórtico estuvo a
la vista. —¿A quién le importa Ben?
—Blake —corrigió ella.
—Como sea. Pensé que yo no te gustaba.
Su mano se volvió un puño. —Tienes razón. No me gustas.
Y la felicidad fue derrotada como la tiza en un aguacero. —Estás
mintiendo… tienes las mejillas sonrosadas.
Su boca se abrió y ent onces todo salió. —¿Me besabas hace unos
días y ahora estás divirtiéndote con Ash? ¿Eso es lo que normalmente
haces? ¿Saltas de chica en chica?
—No. —Dejé caer su brazo, en realidad ofendido—. Eso no es lo que
hago. No lo hice.
—Sí, odio tener que decírtelo, pero es lo que estás haciendo —
respondió, con el ceño fruncido, y luego sacudió la cabeza—. Dios, estoy
siendo tan quejumbrosa. Olvida lo que he dicho. Puedes hacer lo que
quieras y no tengo ningún derecho…
—De acuerdo. No tienes idea de lo que sucedía entre Ash y yo. Solo
íbamos a hablar. Solo jugó contigo, Kat.
—Como sea. —Se dio la vuelta, hablando de nuevo—. No estoy
celosa. No me importa si tú y Ash hacen bebés alienígenas juntos. No me
importa. Y honestamente, si no fuera por esta estúpida conexión, ni siquiera
disfrutarías besarme. Es probable que ya no lo hagas.
Incapaz de creer lo que escuchaba, me moví alrededor de ella,
deteniéndola. —¿Crees que no me gusta besarte? ¿Qué no pienso en ello
cada segundo desde entonces? Y sé qué te pasa lo mismo. Admítelo.
Su pecho se elevó. —¿Cuál es el punto de esto?
—¿Lo sientes? —demandé, queriendo… necesitando que lo admit a.
—Oh, por el amor de Dios, sí, lo siento. ¡Lo hago! —gritó—. ¿Quieres
que lo escriba también? ¿Te envío un e-mail o un mensaje de texto? ¿Eso
te haría sentir mejor?
Arqueé una ceja, levemente apaciguado. —No necesitas ser
sarcástica.
—Y tú no necesitas estar aquí. Ash está esperándote.
Un gruñido de exasperación salió de mí. —¿De verdad crees que voy
a regresar con ella?
—Uh, sí, lo creo.
—Kat. —Decepcionado, sacudí la cabeza. ¿En serio pensaba eso?
¿Después de todo lo que habíamos pasado, todo lo que compartimos, de
verdad pensaba que estaría interesado en Ash?
—No importa. —Pasó los dedos a través de su cabello, alejándolo de
su rostro—. ¿Podemos olvidar esto? ¿Por favor?
Levantando la mano, pasé un dedo por mi ceja. La decepción
quemó y se estableció en mi estómago como crema agria—. No puedo
olvidar esto, y tú tampoco.
11
Traducido por Annie D & Jeyly Carstairs
Corregido por Agus Herondale

Adam comía su segunda ración de panqueques. Su cabeza


inclinada sobre el plato, cabello rubio sobresaliendo en todas direcciones
mientras empujaba la esponjosa delicia dentro de su boca.
Me senté frente a él en la mesa de la cocina, de brazos cruzados
frotando la mano a lo largo de mi mandíbula mientras miraba por la
ventana. Mi barba de tres días me picó la mano. Necesitaba afeitarme.
Fue una noche muy larga.
El último de los asistentes a la fiesta se fue alrededor de las dos de la
mañana y luego comenzó la gran limpieza. Dee, Adam y yo nos las
arreglamos para acomodar la mayor parte de la casa, y luego ataqué la
cocina esta mañana. Eran un poco más allá de las cuatro de la tarde y
Dee se hallaba de vuelta en la cama. Seguramente dormiría todo el día.
Adam se quedó a pasar la noche.
Mi cerebro se encontraba demasiado frito para lidiar incluso con eso,
pero al menos ayudó a limpiar.
—¿Siquiera dormiste anoche? —Adam hizo una pausa en su buffet
récord de panqueques.
Levanté un hombro.
—Un poco.
—Eso parece.
A decir verdad, tal vez dormí dos horas máximo y no tenía nada que
ver con la limpieza de la casa. Tuvo mucho que ver con Kat. No sólo
nuestra discusión. Si perdiera el sueño cada vez que discutimos, nunca
conseguiría cerrar los ojos. Por supuesto, una gran parte de mí continuaba
decepcionada y enojada sobre lo que ella pensaba. También sentí... Sí,
me sentía mal, porque vi ese destello de dolor en los ojos de Kat cuando
pensó que me enganchaba con Ash. Eso no me cayó bien, pero esa no
era mi preocupación principal. Tenía mucho que ver con ella rompiendo
esas ventanas; no la razón detrás de eso, sino el hecho de que fue capaz
de hacerlo.
Teníamos que aceptar que Kat estaba cambiando. La razón detrás
de eso no era la parte más importante de lo que pasaba. Teníamos que
poner sus... Sus habilidades bajo control antes de que fuera demasiado
tarde.
Hoy era su cumpleaños.
Y sabía que obtuvo un nuevo ordenador portátil, ya que recibí un
mensaje de alerta esta mañana señalando que publicó en su blog. Sí, me
registré para las alertas. Lo que sea.
Cuando arrastré la décima bolsa de basura afuera, vi un coche
desconocido en su camino de entrada. Le pertenecía a ese médico; Will
Michaels. Los tres; Will, Kat y su mamá; salieron juntos.
Adam se recostó en la silla y estiró los brazos sobre la cabeza. Sus
huesos sonaron. —Así que, ¿oí algo que te pasó anoche?
Levantando una ceja, dejé caer la mano a la mesa. —¿De veras?
Asintió. —Ash estaba enojada por ti y Kat. Se quejaba conmigo y
Dee sobre eso, como si se suponía que debíamos hacer algo.
Ash necesitaba un pasatiempo. Inmediatamente. —Sabes, ella está
preocupada por ti. Quiero decir, Ash puede ser... Bueno, es mi hermana.
Ella puede ser una perra, pero tiene buenas intenciones.
—Lo sé. —Tomé un trago de mi leche.
La mirada de Adam cayó a su plato vacío. —¿Puedo ser sincero
contigo un segundo?
—Por supuesto…
Una breve sonrisa apareció. —Sabes que no soy como Andrew ni
Ash. No me importa lo que está pasando contigo y Kat. —Cuando abrí la
boca, me detuvo con una mirada de complicidad—. Y sé que algo está
pasando. Dee y yo hablamos, pero incluso si no lo hiciéramos, es obvio
para mí. De todos modos, estoy de acuerdo con eso, sea lo que sea. Sólo
quería hacértelo saber.
Sin saber qué decir, me quedé mirándolo. Las palabras se formaron
en la punta de mi lengua, pero no las dije. Lo que sentía por Kat no era
algo que estuviera diciendo del todo con la excepción de lo que le dije a
Matthew, pero realmente no dije mucho. No me sorprendió que Adam
estuviera de acuerdo con eso. Ese era solo el tipo de... Luxen que él era.
Algo se me ocurrió entonces.
—Gracias, hombre. —Me incliné hacia delante, manteniendo la voz
baja—. Tengo una pregunta para ti.
Sonrió. —Soy todo oídos.
Adam siempre fue el más abierto de todos los Luxen que conocía.
Todo el mundo lo sabía, incluyendo a Dawson. Mi hermano no habría
confiado en mí, pero existía una posibilidad de que le hubiera dicho algo a
Adam. Tal vez incluso insinuado lo que pasó entre Bethany y él cuando
fueron de excursión el fin de semana que regresó con la ropa desgarrada y
ensangrentada. —¿Acaso Dawson nunca habló contigo acerca de Beth?
La sorpresa cruzó su rostro. Obviamente, no esperaba esa pregunta.
—Realmente no. Quiero decir, él era súper callado respecto a Beth, pero sí
hablé con él. Parecido a las cosas que te dije. Que estoy bien con eso. Sí le
dije que me preocupaba.
—No me dijiste estás preocupado acerca de Kat y yo —señalé.
—Sí, bueno, no eres Dawson.
Esa fue la primera vez que alguien decía eso y de hecho lo decía
como un cumplido. —Es cierto —murmuré y luego sonreí débilmente—.
Pero creo que... Creo que soy más parecido a él de lo que la mayoría se
da cuenta.
—¿Por qué preguntas sobre Dawson? —Le dio un codazo a su plato
vacío sin tocarlo—. Nunca hablas de él.
—Solo porque no hablo de él no significa que no pienso en él. —
Poniéndome de pie, hice un gesto a los platos. Flotaron al fregadero—. No
lo sé. He estado pensando mucho en Dawson y Bethany. —Me quedé de
pie en el centro de la cocina y decidí decírselo a Adam. Confiaba en él—.
Creo que... Creo que le hizo algo a Bethany.
Sus cejas se levantaron. —¿Cómo qué?
Regresé a la mesa y me senté. —Se fueron de excursión un fin de
semana y Dawson regresó alterado; la ropa desgarrada y ensangrentada.
Dijo que no pasó nada, pero sabía que mentía. Creo… Creo que Beth
resultó herida de alguna forma y...
El entendimiento brilló en su mirada. —¿Crees que la sanó? —
Cuando asentí, él parpadeó—. Mierda. No se supone que…
—Sé que no se supone que debamos hacerlo, pero eso no quiere
decir que no haya sucedido. —Hola. Por ejemplo: yo—. Creo que eso es lo
que Dawson hizo y creo... Creo que él la cambió de alguna manera. —No
tenía ninguna prueba de apoyo a esa declaración además del hecho de
que yo cambié a Kat.
—¿La cambió cómo? —preguntó.
Sacudí la cabeza. Aquí es donde se ponía difícil, debido a que... Ellos
murieron no mucho tiempo después de ese viaje y yo no estuve cerca de
ella. —No lo sé, pero Lydia pasó el juev es, ya sabes, a reportarse, y mientras
hablábamos de mierda en general dijo algo que me hizo pensar. —Mentía
tan bien que me sorprendí un poco conmigo mismo—. Ella dijo que poner
a los humanos en peligro no era la única razón por la que no se nos
permitía sanarlos.
Sus ojos se ampliaron. —Y, ¿estás pensando que es porque los
cambiamos alguna manera? Y, ¿que los Ancianos lo saben?
Asentí.
—Bueno, diablos. —Hizo una pausa—. Pero incluso si ese es el caso,
¿qué tiene que ver con Dawson? Quiero decir, Bethany y él fueron
asesinados por los Arum.
Eso es lo que nos dijeron.
Otro conjunto de palabras potencialmente desastrosas que no dije
en voz alta, pero el momento en que las pensé, sonaron ciertas. Se nos dijo
que los Arum los mataron. Que el DOD halló sus cuerpos y... Y dispusieron
de ellos. ¿Qué si eso era una mentira? Mi mano se curvó en un puño. ¿Qué
pasa si el DOD se apoderó de ellos debido a que Dawson hizo... Hizo lo
prohibido? ¿Y dónde se hallaba nuestro amable grupo de vigilancia del
gobierno?
—El DOD no se ha reportado con ustedes recientemente, ¿cierto? —
pregunté.
—No.
Crucé los brazos, mi mirada regresando a la ventana. —Maldición, y
eso es extraño, ¿no?
Se aclaró la garganta. —Sí, lo es. —Hubo una pausa—. ¿A dónde vas
con esto, Daemon?
Me encontré con su mirada escrutadora. —Nunca vimos sus cuerpos,
Adam.
—No... No, no lo hicimos. —Adam palideció bajo el tono dorado de
su piel—. ¿Qué estás diciendo?
Lo que decía era algo que podría meternos en un mundo de
problemas. —No sé lo que estoy diciendo —dije—. No hables con Dee
sobre nada de esto, ¿de acuerdo? Simplemente estoy pensando en voz
alta y no quiero que se preocupe. ¿Me entiendes?
Adam asintió lentamente, con la mirada fija de repente y distante. —
Sí, te entiendo.

***

Duchado y recién afeitado, me dirigí afuera. Las estrellas brillaban en


el cielo oscuro. Al salir del pórtico, miré al lado. Como era de esperar, solo
el coche de Kat se encontraba en la entrada. Su cumpleaños e iba a
pasar la noche sola.
Eso apestaba.
Sabía lo que tenía que hacer. No me gustaba cómo terminaron las
cosas entre nosotros anoche, y que tenía que pedir disculpas.
Al tiro de un latido del corazón, me hallaba en frente de su puerta.
Fuerte música retumbaba desde el interior. Toqué, pero se hizo evidente
que a menos que tumbara la puerta, no había manera de que Kat me
escuchara. Envolviendo la mano alrededor de la perilla, descubrí la puerta
cerrada con llave. Dudé, preguntándome si debía dejarme, pero entonces
escuché su... su canto.
Abrí la puerta y entré. La música era muy alta y se hizo mucho más
clara. Era una vieja canción “Hungry Like the Wolf”. Al cerrar la puerta
detrás de mí, poco a poco sonreí mientras su voz se elevaba.
—A scent and a sound, I’m lost and I’m found. And I’m hungry like
t he wolf. Somet hing on a line, it ’s discord and rhyme. —Kat apareció en el
pasillo, a las afueras de la sala de lavandería, de espaldas a mí mientras
balanceaba los brazos alrededor y por encima de su cabeza, pero me
encontraba fascinado por los calcetines hasta la rodilla que usaba. Y los
pantalones cortos, pero sobre todo los calcetines. Tenían... Renos por todas
partes—. ...lo que sea, lo que sea, la la la… Mout h is alive, all running inside,
and I’m hungry like t he…
—En realidad es: “I howl and I whine. I’m aft er you” y no bla o lo que
sea.
Kat chilló y dio media vuelta. Su pie resbaló y antes de que yo
pudiera decir hola, aterrizó sobre su trasero. Su mano voló al pecho.
—Santa mierda. Creo que estoy teniendo un ataque al corazón.
—Yo creo que te rompiste el culo. —Apenas pude contenerme de
reír.
Extendida sobre el pasillo, subió la mirada hacia mí.
—¿Qué demonios? ¿Tan solo entras en las casas de la gente?
—¿Y escuchar a las chicas destruir absolutamente una canción en
cuestión de segundos? Bueno, sí, tengo esa costumbre. En realidad, llamé
varias veces, pero oí tu.... Canto... Y la puerta estaba sin llave. —Me encogí
de hombros—. Así que me concedí el permiso de entrar,
—Puedo ver eso. —Se puso de pie, haciendo una mueca—. Oh,
hombre, tal vez sí me rompí el culo.
—Espero que no. Tengo un tipo de debilidad por tu trasero. —Le
lancé una sonrisa rápida—. Tu cara está muy roja. ¿Seguro que no te
golpeaste eso en tu camino hacia abajo?
Gruñó. —Te odio.
—No, no creo que lo hagas. —Bajé la mirada—. Bonitos calcetines.
Frotando su trasero de una manera que me puso celoso de su mano,
me envió una mirada de odio. —¿Necesitas algo?
Metiendo las manos en mis bolsillos, me apoyé en la pared. —No, no
necesito algo.
—Entonces, ¿por qué entraste en mi casa?
—No forcé la entrada. La puerta estaba abierta y oí la música.
Supuse que eras la única aquí. ¿Por qué est ás lavando ropa y cantando
canciones de los ochenta en tu cumpleaños?
Sus ojos se ampliaron. —¿Cómo... Cómo sabes que es mi
cumpleaños? Ni siquiera creo habérselo dicho a Dee.
Le sonreí. —¿La noche que fuiste atacada en la biblioteca y fui al
hospital contigo? Cuando les diste tu información personal, te escuché.
—Cierto. —Me miró fijamente—. ¿Y te acordaste?
—Sí. De todos modos, ¿por qué estás haciendo los quehaceres en tu
cumpleaños?
—Soy, obviamente, así de patética.
—Eso es bastante patético. Oh, ¡escucha! —Miré en la dirección de
la sala de estar, donde la música provenía—. Es “Eye of the Tiger”. ¿Quieres
cantar junto a eso? ¿Quizás correr por las escaleras y levantar tus puños en
el aire?
—Daemon. —Se arrastró por delante de mí, entró en la sala de estar,
y cogió el control remoto, bajándole volumen a la canción—. En serio,
¿qué quieres?
La seguí. —Vine a disculparme.
—¿Qué? ¿Vas a disculparte otra vez? Ni siquiera sé qué decir. Guau.
Fruncí el ceño. —Sé que parece una gran sorpresa para ti que tenga
sentimientos y por lo tanto me sienta mal a veces por cosas que yo pueda
haber... causado.
—Espera. Tengo que grabar esto. Déjame tomar mi teléfono. —Se dio
la vuelta, buscando en la mesa de café.
—Kat, no estás ayudando. Estoy hablando serio. Esto es... difícil para
mí.
Rodó los ojos. —Está bien. Lo siento. ¿Quieres sentarte? Tengo torta. El
pastel debería suavizar un poco tu carácter.
—Nada me puede suavizar. Soy tan frío como el hielo.
—Ja. Ja. Está hecha de helado y tiene la parte del medio
deliciosamente crujiente.
—Bueno, eso puede funcionar. La parte crujiente del medio es mi
favorita —dije.
—Muy bien —dijo en voz baja—. Entonces vamos.
Fuimos a la cocina. Kat tomó una cinta para atar su cabello y se lo
recogió. —¿Qué tan grande quieres tu trozo? —Sacó el pastel del
congelador.
—¿Qué tan grande puede ser el trozo del que estás dispuesta a
desprenderte?
—Tan grande como quieras. —Tomó un cuchillo del cajón y lo
colocó sobre el pastel.
Miré por encima del hombro. —Más grande.
Movió el cuchillo a un lado.
—Incluso más grande.
Lo movió por un par de centímetros.
—Perfecto —dije.
Kat trató de cortar el pastel, pero bajó solo un centímetro. —Odio
cortar estas malditas cosas.
—Déjame intentar. —Llegué a su lado, y nuestras manos se rozaron
cuando tomé el cuchillo de ella. Electricidad estremeció sobre mi piel—.
Hay que pasarlo bajo el agua caliente. Luego, cortas.
Haciéndose a un lado, Kat me dejó hacerme cargo. Pasé el cuchillo
bajo el agua caliente y luego corté el pastel fácilmente. —¿Ves? Perfecto.
Agarró dos platos y los colocó sobre el mostrador. —¿Quieres algo
para beber?
—La leche siempre es buena si tienes un poco.
Sacando la leche, sirvió dos vasos, lo cual me sorprendió, porque por
lo general me hacía servirme todo. Agarró los cubiertos e hizo un gesto
hacia la sala de estar.
—¿No quieres comer aquí? —pregunté.
—No. No me gusta comer en la mesa del comedor. Parece tan
formal.
Agarrando mi plato y vaso, la seguí a la sala de estar. Se sentó en un
extremo del sofá y yo en el otro. Mientras metía el tenedor en el pastel, vi
rosas. Me aclaré la garganta. —Lindas rosas. ¿Brad?
—Blake. —Se encogió de hombros—. Sí, son bonitas ¿no?
—Lo que sea —me quejé—. ¿Entonces por qué estás pasando esta
noche por tu cuenta? Es tu cumpleaños.
Las comisuras de sus labios bajaron. —Mi madre tenía que trabajar y
no tenía ganas de hacer nada. No es tan malo como suena. He pasado
muchos de ellos por mí misma.
—Supongo que, probablemente, hubieras preferido que no me
hubiese pasado a saludar entonces, ¿eh? —Apuñalé el pastel hasta que
separé el helado de la parte de la galleta. Tomé un bocado—. Realmente
vine a disculparme por lo de anoche.
Dejó el plato en la mesa del café y metió las piernas debajo de ella.
—Daemon…
—Espera. —Levanté el tenedor—. ¿Está bien?
Kat cerró la boca.
Mi mirada bajó al plato. —No pasó nada entre Ash y yo ayer por la
anoche. Ella solo estaba... jugando contigo. Y sé que es difícil de creer,
pero lo siento si... te hizo daño. —Respiré profundo—. Contrariamente a lo
que piensas de mí, no salto de chica en chica. Me gustas, así que no me
metería con Ash. Y no lo he hecho. Ash y yo no hemos hecho nada
durante meses, incluso antes de que tú vinieras acá. Las cosas son
complicadas entre Ash y yo. Nos conocemos desde que llegamos aquí.
Todo el mundo espera que estemos juntos. Especialmente los ancianos, ya
que estamos en “la mayoría de edad”. Es hora de empezar a hacer bebés.
—Me estremecí.
—Incluso Ash espera que estemos juntos —continué, apuñalando el
pastel de nuevo—. ¿Y todo esto? Sé que está haciéndole daño. Nunca
quise hacerle eso. —Hice una pausa, y al haberlo dicho en voz alta, supe
que era verdad. Ash puede actuar como si no le molestara, pero sabía
que le molestaba—. Nunca quise hacerte daño a t i, tampoco. Y he hecho
ambas cosas. —Sentí calor filtrarse a través de mis mejillas, pero continué,
porque todo esto necesitaba ser dicho—. No puedo estar con ella como
ella quiere, en la forma en que se merece. De todos modos, quería
disculparme por lo de anoche.
No hubo ni un momento de vacilación.
—Yo también —dijo—. No debería haberte hablado como lo hice.
Supongo que toda la cosa de la ventana me asustó.
—Lo que hiciste ayer con las ventanas…. Bueno, eso fue una
exhibición de un poder atroz del que no tienes control. —La miré—. He
estado pensando en ello. Y sigo pensando en Dawson y Bethany. Esa
noche cuando regresaron de excursionismo y él estaba cubierto de
sangre. Creo que ella pudo haber resultado herida.
—¿Y la curó?
—Sí. No sé más. —Era más fácil decirlo en voz alta ahora—. Ellos…
ellos murieron un par de días después. Supongo que es como la división de
dos fotones, separados pero juntos. Eso explica cómo podemos sentirnos
uno al otro. No sé. Es una teoría.
—¿Crees que lo que sea que está sucediéndome vaya a parar?
Me comí lo último del pastel y luego coloqué el plato en la mesa de
café.
—Puede que tengamos suerte. Lo que estás haciendo puede
desaparecer con el tiempo, pero tienes que ser cuidadosa. No hay presión,
pero es una amenaza para todos nosot ros. No estoy tratando de ser…
Cruel. Es la verdad.
—No, lo entiendo. Podría exponerlos a todos. Casi lo he hecho varias
veces.
Me recosté en el sofá, lanzando el brazo sobre el respaldo.
—Estoy averiguando si alguien ha oído hablar de que esto ocurra.
Tengo que tener cuidado, sin embargo. Demasiadas preguntas darán
paso a la sospecha.
Tocó el collar mientras me giraba hacia la televisión y sonreí. Una
banda melenuda de los ochenta tocaba, chillando sobre el amor perdido.
—Después de ver tus habilidades en el baile antes, te habrías
mezclado perfectamente en los ochenta.
—¿Podemos no mencionar eso otra vez? —murmuró.
Sonreí mientras miraba hacia ella. —Tú estabas tan cerca de echar
abajo el “Camina como un egipcio”
—Eres un cabrón.
Me reí. —¿Sabías que tuve un mohicano morado?
—¿Qué? —Se rió mientras ladeaba la cabeza hacia un lado—.
¿Cuándo?
—Sip, morado y negro. Fue antes de mudarnos aquí. Estábamos
viviendo en Nueva York. Creo que pasé por esa fase. Me perforé la nariz y
todo.
Rompió a reír, y le lancé una almohada. La puso en su regazo.
—Eras un chico del skate, ¿eh?
—Algo así. Matthew estaba con nosotros. Se convirtió en nuestro
tutor en esa clase de cosas. No tenía la menor idea de qué hacer
conmigo.
—Pero Matthew… Él no es mucho mayor.
—Es mayor de lo que parece. Tiene alrededor de treinta y ocho
años.
—Guau. Está envejeciendo bien.
Asentí. —Llegó al mismo tiempo que nosotros, en la misma zona.
Supongo que pensó que él era responsable de nosotros, siendo el mayor
de todos.
—¿Dónde ustedes… ? —Hizo una mueca—. ¿En dónde todos ustedes
aterrizaron?
Estirándome, tomé un pedazo de pelusa de su camisa. —Aterrizamos
cerca de Skaros.
—¿Skaros? —Arrugó la nariz—. Uh, ¿est á incluso en la Tierra?
—Sí. En realidad es una pequeña isla cerca de Grecia. Es conocida
por esta región rocosa donde una vez hubo un castillo. Me gust aría volver
algún día. Es algo así como nuestro lugar de nacimiento, supongo.
—¿Cuántos de ustedes aterrizaron allí?
—Un par de docenas, o por lo menos eso es lo que Matthew nos ha
dicho. Yo no me acuerdo de nada del principio. —Fruncí los labios—.
Permanecimos en Grecia hasta que tuvimos alrededor de cinco y luego
vinimos a América. Había unos veinte de nosotros y tan pronto como
llegamos, el DOD estuvo allí.
—¿Cómo fue todo eso? —preguntó, su expresión abierta y curiosa.
Fue extraño hablar de estas cosas. Era algo que ninguno de nosotros
profundizaba, pero imaginaba que Dawson lo hizo con Beth. —No muy
bien, Kitten. No sabíamos que los seres humanos eran conscientes de
nosotros. Todo lo que sabíamos era que había Arums alrededor, pero el
DOD llegó como una gran sorpresa para nosotros. Al parecer, sabían de
nosotros desde el momento en que llegamos. Detuvieron a cientos que
habían llegado a Estados Unidos.
Agarró la almohada contra su pecho. —¿Qué hicieron con ustedes?
—Nos retuvieron en una instalación en Nuevo México.
—No jodas. —Sus ojos se abrieron como platos—. ¿El Área 51 es
verdadera? Guau. Pensé que toda la cosa del Área 51 era un mito.
—Mi familia y amigos llegaron hace quince años, pero eso no
significa que los Luxen no vinieran antes de eso. —Me reí de su expresión—.
De todos modos, nos mantuvieron allí durante los primeros cinco años. Ellos,
el DOD, habían estado asimilando los Luxen durante años. Aprendimos
mucho acerca de los seres humanos durante ese tiempo y cuando
fuimos… considerados listos para asimilar plenamente, nos dejaron ir. Por lo
general, con un Luxen mayor que podría hacerse cargo de nosotros. Dado
que Matthew tenía una relación con nosotros, nos pusieron con él.
Su frente se arrugó. —Pero ustedes habrían tenido sólo diez años.
¿Viviste con Matthew hasta hace poco?
—Lo creas o no, maduramos de manera diferente que los humanos.
A los diez podría haber ido a la universidad. Nos desarrollamos mucho más
rápido, el cerebro y otras cosas. En realidad, soy más inteligente de lo que
parezco. —Sonreí cuando me miró totalmente impresionada—. Matthew
vivió con nosotros hasta que nos mudamos aquí. A los quince años, éramos
adultos más o menos. El Departamento de Defensa nos colocó con una
casa y dinero.
—Pero ¿qué pasa con las personas haciendo preguntas sobre sus
padres?
—Siempre hay un Luxen mayor que puede hacerse pasar por nuestro
padre, o podemos transformarnos en una versión mayor. Tratamos de
evitar la transformación debido al rastro.
Sacudiendo la cabeza, se recostó contra el sofá y parecía estar
asimilándolo todo. —¿Quieres que me vaya?
Su mirada encontró la mía. —No. No tienes que hacerlo. Quiero
decir, no estoy haciendo nada y si no tienes nada que hacer, te puedes
quedar o lo que sea…
Me sentí como si hubiera ganado una batalla important e. Aparté la
mirada lentamente, mis ojos cayendo a la computadora portátil de color
rojo brillante colocada sobre la mesa de café. —Veo que alguien
consiguió algo por su cumpleaños.
—Sí, mamá me lo compró. Me había quedado sin… Bueno, desde
entonces.
Me rasqué la mejilla. —Sí, no me disculpé por eso, ¿no?
—No —suspiró.
—Eso nunca había sucedido antes, toda la parte de explotar cosas.
—admití después de un momento.
—Lo mismo digo.
Mirando hacia la TV, me relajé un poco. —Sucedió con Dawson, en
cierto modo. Fue así como Bethany lo descubrió. —Hice una pausa,
luchando contra una sonrisa—. Él estaba besándose con ella y perdió el
control. Se convirtió en Luxen por completo, mientras la besaba.
—Uff. Eso tuvo que ser…
—¿Embarazoso?
—Sí, embarazoso.
Se hizo el silencio entre nosotros, y mi mente fue inmediatamente a lo
que había sido besar a Kat, tocarla. Nada en este mundo o más allá era
tan… malditamente increíble como eso.
Tiró del cuello de su suéter. —Dee dijo que ustedes se habían
mudado mucho. ¿Cuántos lugares distintos?
Un cambio de tema era una buena idea. —Nos quedamos en
Nueva York por un tiempo, luego nos mudamos a Dakota de Sur. Y si
piensas que nada pasa aquí, tú no has vivido en Dakota del Sur. Luego nos
mudamos a Colorado antes de venir aquí. Siempre fui el que provocó el
cambio de escenario. Es como si estuviera buscando algo, pero ninguno
de esos lugares lo tenía.
—Apuesto que Nueva York era tu lugar favorito.
—En realidad, no lo es. Es aquí.
Kat se rió. —¿Virginia Occidental?
—No es tan malo. Hay muchos de nosotros aquí. Más que en
cualquier otro lugar. Tengo amigos con quienes puedo estar, toda una
comunidad, realmente. Eso es importante.
—Puedo entender eso. —Apoyó la barbilla en la almohada—.
¿Crees que Dee es feliz aquí? Ella lo hace parecer como si no pudiera salir.
Como, nunca.
Cambiando, levanté mis piernas y las estiré. —Dee quiere abrirse su
propio camino en la vida y no puedo culparla por eso. Si no lo has notado
todavía, hay más varones que hembras. Así que las hembras se emparejan
muy rápido y son protegidas sobre todo.
Hizo una mueca. —¿Emparejados y apareados? Lo entiendo,
necesitan reproducirse. Pero Dee no puede ser forzada a hacer eso. No es
justo. Deberían controlar sus propias vidas.
Encontré su mirada. —Pero no lo hacemos, Kitten.
—No es justo —dijo apasionadamente, como si quisiera tomar las
armas y defender nuestros derechos.
—No lo es. La mayoría de los Luxen te presionan si escoges cualquier
otra cosa diferente. Dawson lo hizo. Amaba a Bethany. —Exhalé de forma
entrecortada—. Estábamos en contra de ella. Y yo pensaba que él era
estúpido por enamorarse de un ser humano. Sin ánimo de ofender.
—No lo has hecho.
—Fue duro para él. Nuestro grupo estaba molesto, pero Dawson…
Era fuerte. —Sonreí mientras sacudía la cabeza. Maldita sea, eso era tan
cierto, y nunca le di el crédito suficiente por eso—. No cedió y si la colonia
hubiera descubierto la verdad, no creo que lo hubieran cambiado.
—¿No pudo haberse ido con ella, escaparse del DOD? ¿Tal vez eso
es lo que pasó?
—Dawson amaba estar aquí. Le gustaba el senderismo y la vida al
aire libre. Le encantaba toda la cosa de vida-rústica. —La miré—. Nunca
se habría ido, sobre todo sin decirle a Dee o a mí. Sé que ambos están
muertos. —Mi sonrisa se extendió un poco—. Te hubiera gustado Dawson.
Lucía justo como yo, pero era un tipo mucho mejor. No un cabrón, en otras
palabras.
—Estoy segura que así hubiera sido, pero tú no eres tan malo.
Arqueé una ceja.
—Está bien, eres propenso a momentos de gran imbecilidad, pero no
eres malo. —Hizo una pausa, apretando con fuerza la almohada—.
¿Quieres saber lo que pienso honestamente?
—¿Debería estar preocupado? —pregunté con cautela.
Kat se rió. —Hay un tipo muy agradable bajo el idiota. He visto
atisbos de él. Así que, aunque la mayoría del tiempo quiera darte una
golpiza, realmente no creo que seas una mala persona. Tú tienes una gran
responsabilidad.
Bueno entonces…
Incliné la cabeza hacia atrás. —Bueno, supongo que no está tan
mal.
—¿Puedo hacerte una pregunta y me dices la verdad? —preguntó.
—Siempre.
Alcanzó su cuello y sacó la pieza de obsidiana. Sosteniéndola en su
mano. —El DOD es una preocupación más grande que el Arum, ¿no es
así?
Un músculo se tensó a lo largo de mi mandíbula. —Sí.
Pasó un dedo por el alambre torcido en la parte superior del crist al.
—¿Qué harían si supieran que estuve moviendo las cosas como tú?
Dijo mis primeras sospechas en voz alta. —Probablemente harían lo
mismo que harían con nosotros si lo supieran. —Me estiré, tomando la
mano que sostenía la obsidiana. Puse mi dedo sobre el suyo, deteniendo
sus movimientos—. Te encerrarían… O peor. Pero no voy a dejar que eso
suceda.
—Pero ¿cómo puedes vivir así? ¿A la espera de que se enteren de
que hay más como ustedes?
Mis dedos se cerraron alrededor de los suyos. —Es todo lo que he
conocido, es todo lo que cualquiera de nosotros ha conocido.
Parpadeó rápidamente y susurró—: Eso es muy triste.
—Es nuestra vida. —Hice una pausa, odiando la repentina mirada de
tristeza en sus ojos—. Pero no te preocupes por ellos. Nada te va a pasar.
Kat se inclinó, deteniéndose cuando nuestras caras quedaron sólo a
centímetros de distancia. —Siempre estás protegiendo a los demás,
¿verdad?
Apreté suavemente su mano y luego me recosté, doblando el brazo
debajo de mi cabeza. —Esto no ha sido una conversación de cumpleaños
muy amigable.
—Está bien. ¿Quieres más leche o algo?
—No, pero me gustaría saber algo.
Estiró las piernas y terminaron a mi lado. —¿Qué?
—¿Con qué frecuencia corres por la casa cantando?
Kat se movió para patearme, pero atrapé los dedos de sus pies,
deteniéndola. —Puedes irte ahora —dijo.
Sonreí, mirando el reno. —En serio, me encantan estos calcetines.
—Devuélveme mi pie —ordenó.
—No es tanto el hecho de que tengan renos o que lleguen hasta las
rodillas. Pero es el hecho de que son como manoplas en los pies.
Movió los dedos de los pies. —A mí me gustan así. Y no te atrevas a
criticarlos o te echaré a patadas de este sofá.
Levanté una ceja mientras volteaba su pie, inspeccionándolos. —
Calcetines manoplas, ¿eh? Nunca vi nada igual. A Dee le encant arán.
Tiró de su pie, y lo dejé ir esta vez. —Lo que sea. Estoy segura de que
hay cosas más geniales que mis calcetines. No me juzgues. Es la única cosa
que me gusta de la época navideña.
—¿La única cosa? Me imaginé que eras el tipo de persona que
quiere el árbol de Navidad armado antes de Acción de Gracias.
—¿Ustedes celebran la Navidad?
Le lancé una mirada suave. —Sí. Es una cosa humana que hacemos.
Dee ama la Navidad. En realidad, creo que sólo le encanta la idea de los
regalos.
Se rió. —Yo solía amar las fiestas. Y sí, realmente me gustaba él árbol
de Navidad cuando papá estaba vivo. Lo armábamos mientras
mirábamos el desfile de Acción de Gracias.
—¿Pero?
—Pero ahora mamá nunca está en casa en las fiestas. Y sé que ella
no va a estar este año, ya que es nueva en el hospital, le darán el hueco.
—Kat se encogió de hombros, pero me di cuenta que le molestaba.
Mucho—. Siempre estoy sola en las fiestas, como una especie de mujer
mayor con gatos.
También me di cuenta que esta conversación la hacía sentirse
incomoda, la entristecía. Cambié de tema y elegí uno que traería de
regreso algo de fuego a sus ojos. —Así que, este tipo Bob…
—Su nombre es Blake y no empieces, Daemon.
—Está bien. —Sonreí, porque allí estaba, el oscurecimiento en sus
ojos—. No es un problema de todos modos.
—¿Qué se supone que significa eso?
Me encogí de hombros y cambié el tema de nuevo. —Estaba un
poco sorprendido cuando estuve en tu dormitorio mientras te encontrabas
enferma.
Sus cejas se levantaron. —No estoy segura de querer saber sobre
qué.
—Había un cartel de Bob Dylan en la pared. Esperaba a los Jonas
Brothers o algo así.
—¿Hablas en serio? No. No soy fan de la música pop. Soy una gran
fanática de Dave Matthews y cosas más viejas, como Dylan.
Eso me sorprendió, y ese pequeño trozo de información dio inicio a
una conversación sobre música y películas. Por supuesto, terminamos
discutiendo, porque en serio, no podíamos tener una conversación sin una
discusión, pero ella pensaba que la segunda película del Padrino era mejor
que la primera y eso era algo muy malo.
Pasaron las horas y parecían solo minutos. Terminamos tendidos en
lados opuestos del sofá, uno al lado del otro, cerca de quedarnos
dormidos al mismo tiempo. Discutimos. Reímos. Fuimos normales. Y, todo
esto, era agradable. No podía recordar la última vez que estuve tan
relajado.
No tenía idea de cuánto tiempo pasó entre la última vez que
parpadeé y volví a abrir los ojos. Sabía que era muy tarde y que la
conversación se había detenido y me encontraba a la deriva en ese lugar
de paz entre la vigilia y el sueño. En algún momento, abrí los ojos. No
mucho, sólo una delgada ranura en realidad, y la encontré mirándome, su
expresión era suave y… y absolutamente perfecta.
Kat se movió de repente, agarrando la manta grande de la parte
trasera del sofá. La colocó sobre mis piernas. Esperé que pasara sobre mí y
se fuera, pero agarró una segunda manta y se cubrió con ella.
Otra pequeña victoria.
—Gracias —murmuré, cerrando los ojos de nuevo.
Hubo una pausa. —Pensé que dormías.
—Casi, pero estás mirándome.
—No lo estoy.
Abrí un ojo. —Siempre te sonrojas cuando mientes.
—No lo hago.
—Si sigues mintiendo, creo que me voy a tener que ir —amenacé—.
No siento que mi virtud est é segura.
—¿Tu virtud? —resopló—. Lo que sea.
—Yo sé cómo lo consigues. —Sonriendo, cerré los ojos. En el fondo,
en la TV sonaba música olvidada. Sabía que tendría que levantarme
pronto, sin importar qué. Si su mamá llegaba a casa y me encontraba
acostado aquí, no sería lindo. Me hallaba cerca de quedarme dormido.
—¿Lo encontraste? —preguntó.
Moví mi mano sobre mi pecho. —¿Encontrar que, Kitten?
—¿Lo que buscabas?
Mis ojos se abrieron y mi mirada sostuvo la suya. —Sí, a veces, creo
que lo hice.
12
Traducido por Sandry
Corregido por Beatrix

Al comienzo de la clase de trigonometría el lunes, no podía dejar de


mencionar esos calcetines cuando me senté detrás de Kat.
—¿Calcetines de renos hoy? —pregunté.
—No. Lunares.
—¿Cómo guantes?
—Regulares. —Sus labios se movieron como si estuviera luchando
contra una sonrisa.
—No estoy seguro de como sentirme acerca de eso. —Golpeé mi
pluma en el borde de mi escritorio, pretendiendo dar un toque de seriedad
a esa idea—. Los calcetines regulares parecen tan aburridos después de
ver los de renos.
Lesa se aclaró la garganta. —¿Calcetines de renos?
—Tiene calcetines con dibujos de renos y son como una especie de
guantes para los dedos de los pies —le expliqué.
—Oh, tengo un par así —dijo Carissa, sonriendo—. Pero los míos
tienen rayas. Los amo durante el invierno.
La mirada de Kat era todo engreimiento.
—¿Soy la única persona que se pregunta cómo viste sus calcetines?
—preguntó Lesa.
Carissa le dio un puñetazo en el brazo.
—Vivimos uno al lado del otro —le recordé—. Veo un montón de
cosas.
Kat negó con la cabeza frenéticamente. —No, no lo hace. No ve
nada.
—Sonrojo —dije, señalando sus mejillas con mi pluma.
—Cállate. —No había ningún calor en sus palabras.
—De todos modos, ¿qué haces esta noche? —pregunté.
Ella se encogió de hombros. —Tengo planes.
—¿Qué tipo de planes…?
—Sólo planes. —Se volteó hacia atrás en su asiento.
¿Sólo planes? Tenía la sensación de que no me iban a gustar esos
planes. Por alguna razón, me sorprendió, porque tenía una fuerte sospecha
de que esos planes implicaban a un imbécil, y después de la noche del
sábado...
¿Por qué diablos pensaba que la noche del sábado cambió algo?
Porque dormimos uno al lado del otro hasta que me largué de allí
antes de que su madre llegara a casa. Apenas. Tuve que recurrir a algo de
esa jodida velocidad de la luz al salir de la casa sin ser capturado.
Mientras me volvía a sentar, me di cuenta de que Simon no vino a la
clase de hoy. Qué lastima. Quería ver cómo actuaba alrededor de Kat
para determinar qué tipo de riesgo planteaba, pero no me encontraba
demasiado sorprendido por su ausencia. Tampoco se presentó en la clase
el viernes. Todavía no podía creer que él tuviera las pelotas o la gran
estupidez de mostrar su rostro la noche del viernes.
Fruncí el ceño ante la fórmula que el profesor escribió en la pizarra.
Me encontraba bastante seguro de que no era correcta. Mordiendo la
parte inferior de mi bolígrafo, eché un vistazo a Kat.
Me miraba por encima del hombro. El rosa se amplió por sus mejillas,
y a toda prisa se dio la vuelta, pero ya era demasiado tarde. La había
atrapado.
Alrededor de la tapa de mi bolígrafo, sonreí.

***

Era alrededor de las cinco cuando mi teléfono sonó. Era Matthew.


Debemos encontrarnos. Todos nosotros. Incluyendo a Katy. Se trata
del DOD.
Quitando los pies de la mesa de café, me senté con la espalda
recta. Le respondí, pero él no quiso responder a ninguna de mis preguntas.
Todo lo que decía era que iba a venir aquí. No más de dos segundos más
tarde, Dee apareció en la sala de estar, con el teléfono en la mano. Ella
abrió la boca.
—¿Dónde está Kat? —pregunté.
Hizo una mueca y luego se giró hacia la puerta. —Iré a buscarla.
Le gané en la puerta, las llaves del coche en la mano. —¿Dónde
está?
Dee se puso las manos en las caderas, con los labios apretados en
una delgada línea.
—Puedo quedarme aquí y mirarte fijamente toda la noche, eso no
va a cambiar nada —dije, y luego suspiré—. Mira, más o menos supuse esta
mañana que ella iba a salir con él. No es una gran sorpresa. Iré a buscarla
y tú te puedes quedar aquí y hacer que todo el mundo esté bien. Eres
mejor en eso que yo.
Ella miró hacia otro lado, con la mandíbula t ensa. —Fue a ese
restaurante que tiene comida india.
—De acuerdo. —Me deslicé por la puerta principal. Teniendo en
cuenta que sólo había un lugar en el condado que vendía comida india,
sabía dónde ir.
Conduje hasta el restaurante, buscando una plaza de aparcamiento
en la calle. Al entrar, inmediatamente sentí el calor a lo largo de la base de
mi cuello. No había que esperar en la puerta, y cuando la dueña de la
casa se me acercó con una sonrisa cansada, la evadí. —He quedado con
unos amigos aquí. Sé dónde están.
Ella dio un paso a un lado, y en serio, el lugar era tan pequeño que
no tuve que buscar mucho. Pasé mesas con velas, acercándome a una
mesa tapada por un tabique. Sabía que ella era consciente de mí antes
de que apareciera a la vista. Sus ojos me siguieron hasta la mesa.
El imbécil se dio la vuelta, y sus hombros se pusieron rígidos. Echó un
vistazo a Kat. —¿Tipo sobreprotector...?
—Yo no... Ni siquiera sé que decir —murmuró sin poder hacer nada.
—Hola, chicos. —Me deslicé en el asiento junto a Kat. Todo el lado
izquierdo de mi cuerpo se presionó contra el suyo—. ¿Interrumpo?
—Sí —dijo ella, con la boca abierta.
—Oh, lo siento. —No lo sentía en absoluto.
El imbécil sonrió mientras se acomodaba y cruzó los brazos. —¿Cómo
estás, Deamon?
—Estoy muy bien. —Me estiré, pasando el brazo a lo largo de la parte
posterior de la cabina—. ¿Cómo estás tú, Brad?
Se rió en voz baja. —Mi nombre es Blake.
Toqueteé con mis dedos la parte posterior de la cabina, rozándole el
pelo. —Ent onces, ¿qué hacían?
—Estábamos cenando. —Kat comenzó a deslizarse hacia adelante,
pero enganché mis dedos en su nuca. Mis dedos rozaron la parte posterior
de su cuello, y ella jadeó, inmóvil.
—Y creo que estábamos a punto de terminar —dijo Blake, con los
ojos fijos en mí—. ¿No es así, Katy?
—Sí, sólo necesit amos la cuenta. —Debajo de la mesa, la mano de
Kat aterrizó en mi muslo. Me gustó dónde iba hasta que me pellizcó; me
pellizcó fuerte.
Tiré de su cuello alto. —¿Qué pensabas hacer después de la cena?
¿Biff te llevará a ver una película?
La sonrisa del imbécil comenzó a tambalearse. —Blake. Y ese no era
el plan.
—Hmm. —Miré su vaso de agua y descuidadamente curvé mi dedo.
Su vaso volcó. El agua se derramó sobre la mesa, derramándose en
su regazo. El chico se levantó. —Mierda.
Mi dedo se movió de nuevo.
Su plato de fideos picantes a medio comer se colocó en la parte
delantera del suéter de Blake.
La boca de Kat se abrió.
—Jesús —murmuró Blake, con las manos en los costados mientras
miraba hacia abajo.
Agarrando las servilletas, la mirada de Kat me prometía la muerte
mientras le entregaba las servilletas al imbécil. Sonreí. —Eso fue... muy
extraño.
Con la cara roja, él levantó la vista de darse palmaditas en el jersey y
en la entrepierna. Sus ojos se encontraron con los míos, y por un segundo,
algo que vi en ellos activó mi instinto. Algo sobre esos ojos no era... normal.
Por otra parte, acababa de hacer caer un vaso de agua y un plato
de fideos en su regazo, por lo que su mirada asesina era lo esperado.
En silencio y con movimientos espasmódicos rígidos, se sacudió los
fideos marrones. La camarera corrió a su lado con varias más servilletas.
—Bueno, de todos modos, en realidad estoy aquí por una razón. —
Cogí el vaso de Kat y tomé un trago—. Te necesitan en casa.
El imbécil detuvo sus movimientos. —¿Cómo dices?
—¿Hablé muy rápido, Bart?
—Su nombre es Blake —espetó—. ¿Y por qué me necesitarían en
casa? ¿Ahora mismo, en este preciso momento?
Me miró a los ojos. —Algo ha ocurrido y debes echarle un vistazo
ahora.
Ella comenzó a responder, y luego entendió lo que yo no decía. Se
puso rígida y se volvió hacia el imbécil. —Yo realmente, realmente lo siento.
Su mirada pasó entre nosotros mientras recogía el cheque. —Está
bien. Las cosas suceden.
—Voy a compensarlo. Te lo prometo.
Él sonrió. —Está bien, Katy. Te llevaré a casa.
—Eso no será necesario. —Sonreí, pero no había nada cálido en
ello—. Yo me encargo, Biff.
Kat parecía querer golpearme. —Blake. Su nombre es Blake,
Daemon.
—Está bien, Katy —dijo, apretando los labios—. Soy un desastre.
—Entonces está resuelto. —Me puse de pie y Kat se deslizó fuera.
Todo el mundo se encontraba feliz mientras el imbécil se hizo cargo
de la cuenta y nuestro increíble trío se dirigió al exterior. Esperé, oh tan
pacientemente, cuando se detuvo junto a su coche.
—Estoy muy, muy apenada —dijo ella.
Puse los ojos en blanco.
—Está bien. Tú no arrojaste esas cosas hacia mí. —El imbécil me miró,
y yo levanté las cejas—. Eso fue la cosa más loca que he visto jamás. Pero
de todos modos, vamos a vernos cuando regrese de las vacaciones, ¿de
acuerdo?
—Está bien. —Ella comenzó a darle un abrazo, pero se detuvo.
El imbécil se rió y luego se inclinó, besando a Kat, y tomó todo de mí
no lanzarlo hacia el tráfico. —Te llamaré —dijo.
Kat asintió mientras caminaba hacia donde aparqué. Al abrir la
puerta para ella, esperé. —¿Estás lista? —pregunté, y se acercó al coche y
subió, dando un portazo. Fruncí el ceño—. Oye. No descargues tu ira con
Dolly.
—¿Nombraste a tu coche Dolly?
—¿Qué hay de malo en eso?
Puso los ojos en blanco.
Rodeé la parte delantera del coche y entré. En el momento en que
cerré la puerta, Kat me dio un puñetazo en el brazo. —¡Eres un idiota! Sé lo
que hiciste con el vaso y el plato. ¡Estuvo muy mal!
Levanté las manos, incapaz de aguantar la risa por más tiempo. —
¿Qué? Fue divertido. La mirada en el rostro de Bo no tuvo precio. ¿Y el
beso que te dio? ¿Qué fue eso? He visto a los delfines dar besos más
cálidos que eso.
—Su nombre es Blake. —Me golpeó la pierna esta vez—. ¡Y tú lo
sabes! No puedo creer que hayas actuado de esa forma. ¡Y no besa como
un delfín!
Solté un bufido. —Por lo que he visto, sí lo hace.
—Tú no viste la última vez que nos besamos.
Mi risa terminó con rapidez mientras la miraba. —¿Le diste un beso
antes?
—Eso no es asunto tuyo. —Sus mejillas se sonrojaron.
Oh hombre, una gran parte de mí quería señalar que ella me gritó
por suponer que me acost aba con Ash después de besarla cuando, de
hecho, acababa de admitir que ha hecho lo mismo de lo que me acusa.
Tomó un acto de Dios el que no fuera allí. —No me gusta.
—Ni siquiera lo conoces.
—No necesito conocerlo para ver que hay algo... que no está bien
en él. —El coche rugió a la vida—. Creo que no deberías salir con ese tipo.
—Oh, esto es demasiado, Daemon. Lo que sea.
La miré de nuevo, dándome cuenta de su temblor. —¿Tienes frío?
¿Dónde está tu chaqueta?
—No me gustan las chaquetas.
—¿También hicieron algo terrible e imperdonable? —Subí la
temperatura. El aire caliente salió de las rejillas de ventilación.
—Las encuentro... incómodas —suspiró ruidosamente. Fue bastante
impresionante—. ¿Qué fue eso tan terriblemente imprescindible que te
obligó a ponerte en modo acosador y encontrarme?
—Yo no te estaba acosando.
—Ah, ¿no? ¿Utilizaste tu GPS alienígena para encontrarme?
—Bueno, sí, algo así. —No iba a decirle que Dee me había dicho
dónde se encontraba.
—¡Argh! Esto es tan malo. —Por un segundo, pensé que me iba a
golpear de nuevo—. Entonces, ¿cuál es el problema?
Esperé hasta llegar a la carretera. —Matthew ha convocado una
reunión, y tú debes estar allí. Tiene que ver con el DOD. Algo ha sucedido.
—¿Qué? —susurró—. ¿Qué ha pasado?
Mis manos se apretaron en el volante. —No lo sé, pero estoy…
—¿Estás qué?
—No hemos oído hablar del DOD desde antes de Halloween. Eso no
es normal, especialmente con toda la energía que pusimos con la lucha
de Baruck. Algo pasa y yo... no creo que sea bueno, Kitten.

***

Cuando los Thompson llegaron unos minutos después de regresar a


mi casa, Andrew miró a Kat sentada en la silla y puso los ojos en blanco. —
¿Alguien tiene una idea de por qué está aquí?
Kat suspiró. Andrew sabía que Matthew había enviado en el mensaje
de texto que Kat tenía que estar aquí. Él sólo trataba de hacerla sentir
incómoda.
—Necesita estar aquí. —Matthew cerró la puerta detrás de él y entró
en el centro de la habitación. Dee saludó con la mano, medio empujando
puñados de palomitas en su boca—. Quiero hablar con todos juntos de
una vez.
—El DOD sabe de ella, ¿verdad? ¿Estamos en problemas? —
preguntó Ash, pasando la mano por sus medias de color púrpura.
Kat palideció. —¿Lo saben, señor Garrison?
—Hasta donde yo sé, no saben de ti —dijo—. Los ancianos me
llamaron a un encuentro esta noche porque hay un aumento de la
presencia del DOD aquí. Parece que algo llamó la atención del DOD.
Adam se quedó mirando un trozo de mantequilla de las palomitas
de maíz. —Bueno, ¿qué vieron? Nadie ha hecho nada malo.
Dee dejó la bolsa de palomitas de maíz a un lado. —¿Cuál es el
problema?
La mirada de Matthew rodeó la habitación. —Uno de sus sat élites
capt ó las luces del show del fin de semana de Halloween, y estuvieron en
el claro, utilizando algún tipo de máquina que capta la energía residual.
Resoplé. Así que ahora sabíamos que eran conscientes de lo que
pasó, pero eso no era nada en comparación. —Lo único que van a
encontrar es una mancha de tierra quemada.
—Saben que podemos manipular la luz por autodefensa, así que eso
fue lo que pensé en decirles, pero no fue eso lo que llamó su atención. —
Matthew me miró, frunciendo el ceño—. Es el hecho que esa energía fue
tan fuerte que interrumpió la señal de un satélite y no fueron capaces de
capturar imágenes de cualquier evento. Nada como esto había ocurrido
antes.
Mantuve mi expresión en blanco. —Supongo que solo soy más que
impresionante.
Adam se rió por lo bajo. —¿Eres tan poderoso que interrumpes las
señales satelitales?
—¿Solo interrumpir la señal? —Matthew soltó una breve carcajada—.
Esto destruyó el satélite… un sat élite diseñado para rastrear la alta
frecuencia de la luz y energía. Esto ocurrió en Petersburg, y el evento
destruyó el satélite.
—Como dije, soy así de impresionante. —Sonreí a pesar de la tensión
arrastrándose en mis músculos.
—Guau —murmuró Andrew. Respeto brillaba en sus ojos—. Eso es
bastante impresionante.
—No importa cuán impresionante sea, el DOD está muy curioso. Los
ancianos creen que estarán por aquí durante un tiempo, monitoreando
cosas. El hecho es que ellos ya están aquí. —Matthew hizo una pausa y
miró su reloj de pulsera—. Es imprescindible que todos se comporten mejor
que nunca.
—¿Qué dicen los otros Luxen acerca de esto? —preguntó Dee.
—No están demasiado preocupados por ahora. Y no tienen razón
para estarlo —dijo Matthew.
—Porque fue Deamon quien causó la explosión y no ellos —dijo Ash,
y luego jadeó—. ¿El DOD sospecha que tenemos más habilidades?
—Creo que ellos quieren saber cómo es posible que él sea capaz de
hacer algo así. —Matthew me estudió—. Los ancianos dijeron que hubo
una lucha entre los de nuestra especie. Nadie te implicó, Daemon, pero ya
saben que eres fuerte. Puedes esperar una visita de ellos pronto.
Me encogí de hombros, dando la bienvenida a su visita, porque el
que ellos estuviesen ausentes era más preocupante a que se metieran en
mi mierda.
—Katy, es muy importante que seas cuidadosa cuando estés cerca
de los Black —continuó Matthew—. No queremos que el DOD sospeche
que tú sabes algo que no deberías.
—Habla por ti mismo —masculló Andrew.
Me enfrenté a él. —Andrew, voy a patearte el…
—¿Qué? —exclamó Andrew—. Sólo estoy diciendo la verdad. Ella no
tiene por qué gustarme, solo porque estás encaprichado con esa estúpida
humana. Nadie…
Disparándome a través de la habitación, me cambié a mi verdadera
forma mientras le agarraba y golpeaba a Andrew contra la pared. Las
fotos se sacudieron. El yeso probablemente se quebró, pero estaba harto
de la mierda que decía sobre Kat.
—¡Deamon! —chilló Kat.
Ash saltó de su silla. —¿Que estás haciendo?
Me pareció oír a mi hermana decir—: Aquí vamos. ¿Más palomitas?
Y después, Adam. —Honestamente, Andrew necesita que le pateen
trasero. El DOD no está aquí por culpa de Katy. Ella tiene tanto que perder
como nosotros.
Ash se giró. —¿Así que estás de su lado ahora? ¿Una humana?
—No se trata de estar en contra de alguien —argumentó Kat.
Matthew se movió y puso su mano en mi hombro. Cuando habló no
fue en voz alta. Tienes que dejarlo ir, Daemon. Ahora.
Él t iene que dejar de hablar mierda.
Andrew no iba a decir ni una palabra. Creo que entendió al punto.
Deamon, por favor. Luchar ent re nosot ros no va a hacer que est a
sit uación sea más fácil.
Presioné a Andrew. Para con est a mierda con Kat . Est oy hablando
en serio, hombre. Te quiero como a un hermano, de verdad, pero no voy a
t olerar est o. Ya no más.
—Nada de esto estaría sucediendo si tú no te hubieras aparecido
por aquí. Fue por tu rastro que ellos nos encontraron —gritó Ash, atrayendo
atención—. ¡El Arum nunca debió haberte visto, y toda esta cadena de
eventos nunca hubiera ocurrido!
—Oh, cállate, Ash —replicó Dee—. En serio. Katy arriesgó su vida
para asegurarse de que el Arum no supiera donde vivíamos.
—Eso es lo mínimo que debía hacer —espetó Ash—. Pero Daemon
no hubiera tenido que enfrentarse al Arum si su preciada humana no
corriera peligro cada cinco segundos. Esto es su culpa.
—¡No soy su preciada humana! —gritó, y Andrew brilló de nuevo en
su forma humana. Matthew seguía hablando, pero yo no le escuchaba
ya—. Sólo soy su... su amiga —dijo Kat —. Y eso es lo que los amigos hacen.
Se protegen entre ellos. Bueno, eso es lo que los humanos hacen por sus
amigos, por lo menos.
—Y eso es lo que hacen los Luxen —dijo Adam—. Solo que a algunos
se les olvida.
Ash no pensaba igual. —Los esperaré afuera.
En pocos segundos, Andrew me eludió. Yo lo observaba de cerca. —
Amigo —dijo—. Esto está mal. Golpéame todo lo que quieras, pero no voy
a estar de acuerdo con ella
—Andrew —advirtió Matthew.
—¿Qué? —Andrew alzó las manos—. ¿De verdad crees que podrá
fingir no saber de nosotros si el DOD se lo pregunta? Solo por el hecho de
pasar tiempo con Dee y cont igo van a cuestionarla. Y t ú, Deamon, ¿estás
planeando repetir lo que hizo tu hermano? ¿Vas a morir por ella, también?
Mi luz brilló más brillante, y me encontraba a segundos de atravesar
la pared con Andrew cuando sentí la mano de Kat envolviéndose
alrededor de mi muñeca. El toque en mi verdadera forma me sacudió. Me
tranquilizó.
—Eso fue un golpe bajo —dijo Kat, con voz temblorosa—. Ni siquiera
merece que le patees el trasero, Daemon.
—Ella t iene razón —dijo Adam. Se trasladó a mi lado—. Pero si quieres
ponerlo fuera de servicio durante la próxima semana por ese comentario,
tienes mi ayuda.
—Caramba, gracias, hermano. —Andrew frunció el ceño.
Sí, quería noquearlo para que le dure hasta la próxima semana,
pero, ¿qué solucionaría eso? Nada. Cambié a mi forma humana, bajando
la mirada adonde la mano de Kat seguía envuelta alrededor de mi
muñeca. Una carga pasó entre nosotros, un choque crujiente. Me soltó.
—Este es el tipo de comportamiento que no podemos permitirnos. —
Matthew se pasó la mano por la cabeza—. Creo que es suficiente por esta
noche. Necesitan calmarse y recordar porque estamos aquí. Necesitamos
ser cuidadosos.
Todos, incluyendo a Dee, salieron de la casa. Mi hermana quería
asegurarse de que Adam no asesinó a su hermano. Comprensible. Kat y yo
nos quedamos solos.
Sediento y necesitando algo con lo que distraerme, me dirigí a la
cocina. Kat me siguió, su voz suave. —Siento lo que Andrew dijo. Estuvo
mal.
—Es la verdad —dije, agarrando dos latas de Coca-Cola. Le
entregué una.
—Incluso así, todavía está mal el habértelo dicho.
Busqué en su rostro alguna señal de miedo. —¿Te preocupa que el
DOD esté aquí?
Hubo una pausa. —Sí.
—No deberías —dije, a pesar de que debería estarlo.
—No es tan fácil hacerlo, como decirlo. —Ella jugó con la lengüeta
de la lata—. No me preocupo por mí. Ellos pensaran que tú eres el
responsable de lo que ocurrió… de esa cosa loca de la energía. ¿Qué
pasará si creen que eres… peligroso?
¿Cómo podría responder a eso? —Esto no es por mí, Kitten. Incluso si
yo lo hubiera hecho, nunca se trataría de mí. Se trata de todo lo
relacionado a los Luxen. —Aparté la vista, mojando mis labios—. ¿Sabes lo
que Matthew cree?
—No.
Una sonrisa cínica tiró de mis labios. —Él cree que algún día,
probablemente no en nuestra generación, pero algún día, mi especie y los
Arum posiblemente superarán a los de tu tipo.
—¿En serio? Eso es un poco...
—¿Tenebroso?
Se metió el pelo hacia atrás. —No sé si es tenebroso. Quiero decir, los
Arum lo son, pero los poderes de los Luxen… tú no eres muy diferente de
nosotros.
—¿Qué hay del hecho de que estamos hechos de luz?
Ella sonrió un poco. —Bueno, además de eso.
—He estado pensando —dije, volviendo a mi punto acerca de lo
que Matthew cree—, que si algunos de nuestra especie lo cree, ¿cómo es
que el DOD no se preocupa por esto?
—¿Qué ocurrirá si ellos piensan que son una amenaza? Y no te andes
con rodeos.
Una parte de mí no quería decirle esto, pero mantenerla en la
oscuridad no iba a ayudarla. —Cuando me encontraba en el recinto,
hubo algunos Luxen que no quisieron ser encerrados. La mayoría no quería
estar siendo observado por el DOD. Otros, supongo, lo vieron como una
amenaza porque hacían demasiadas preguntas. ¿Quién sabe realmente?
Tragó saliva. —¿Que ocurrió con ellos?
Varios momentos pasaron antes de contestar. —Los mataron.
13
Traducido por Ivana
Corregido por Jadasa

Horror llenaba la mirada de Kat cuando me miró fijamente. Sentí la


explosión de energía un segundo antes de que recorriera la habitación.
Giré hacia un costado mientras Kat dejaba caer la lata de refresco sin
abrir. Golpeó en el piso mientras la silla de la cocina salía volando de
debajo de la mesa. Traté de alcanzar la silla, pero cambió de rumbo y se
estrelló contra la pierna de Kat.
Apresurándome hacia adelante, atrapé a Kat antes de que se
cayera. —Quieta ahí, Kitt en.
Kat se apartó el cabello del rostro mientras levantaba la cabeza. Se
apoyaba sobre una pierna, lo cual no era de extrañar. Esa silla era pesada.
—Santa mier…
Acomodé un hombro bajo su brazo para sostenerla. —¿Estás bien?
—Estoy genial, genio. —Se alejó de mi abrazo y apoyó todo el peso
sobre su pierna. Sus labios se apretaron, y luego se inclinó, enrollando sus
vaqueros. Un fino flujo de sangre corría por su pierna—. Genial, soy un
desastre natural.
—Voy a concordar con eso.
Me miró enfurecida.
—Vamos, vamos a la mesa, y deja que te mire eso.
—Estoy bien.
Esto no era algo por lo que iba a discutir. Moviéndome rápido, la
agarré de la cintura y la llevé a la mesa, dejándola sobre ella. Cuando me
aparté, me miraba boquiabierta.
—¿Qué... cómo hiciste eso?
—Habilidad —dije, levantando su pie y dejándolo sobre una silla. Mis
dedos rozaron su piel mientras enrollaba el pantalón por encima de su
rodilla. Ella se sacudió un poco por la carga estática que pasó entre mi piel
y la suya. Había un pequeño corte justo debajo de la rodilla—. Guau, de
verdad eres un desastre.
—Ugh, está sangrando por todas partes. —Se estremeció—. No vas a
sanarme, ¿verdad?
—Uh, no, porque ¿quién sabe lo qué pasaría entonces? Podrías
convertirte en un alienígena.
—Ja, ja.
Agarré una toalla limpia y la humedecí. Regresé junto a ella, y sequé
cuidadosamente la sangre. El peso de lo que Kat acababa de hacer se
asentó pesadamente. Se emocionó y sucedieron cosas. Esto no era bueno.
—¿Qué voy a hacer contigo, Kitten?
—¿Lo ves? Ni siquiera quería mover la silla, y se abalanzó sobre mí
como un misil buscador de calor.
Negué con la cabeza. —Cuando era más joven, cosas como estas
pasaban todo el tiempo, antes de que pudiéramos controlar la Fuente.
—¿La Fuente?
—La energía en nosotros. La llamamos Fuente, porque nos une de
nuevo a nuestro planeta, ¿sabes? Como la fuente de todo. Al menos, eso
es lo que dicen nuestros mayores. De todos modos, cuando éramos niños y
aprendíamos a controlar nuestras capacidades, era una locura. Dawson
tenía la costumbre de mover muebles, como tú. Iba a sentarse y la silla
volaba debajo de él. —Me reí al recordar cuántas veces se había caído
de culo—. Pero era joven.
—Genial. Así que, ¿estoy operando a nivel de un niño?
Levanté mi mirada a la suya. —Básicamente. —Dejé la toalla a un
lado—. Mira, ya ha dejado de sangrar. No está tan mal.
Se miró a sí misma. —Gracias por la limpieza.
—No hay problema. No creo que vayas a necesitar puntos. —Pasé
los dedos sobre el corte, evitando la piel irritada.
Kat se sacudió de nuevo, y cuando la miré, sus mejillas se sonrojaron
y frunció los labios ligeramente. Mi mano se detuvo. —¿En qué estás
pensando?
Hubo una pausa, y luego parpadeó mientras su pecho se levantó
bruscamente. El rubor aumentó. —Nada.
Me levanté lentamente, sosteniendo su mirada. Ahora no era el
momento para nada de esto, pero se encontraba aquí, y en este instante,
nada importaba además de eso. Ni su habilidad incipiente ni el DOD. Ni el
imbécil con el que salía. Ni la pelea entre Andrew y yo. Era solo Kat.
Poniendo mis manos a cada lado de sus caderas, me incliné sobre la
silla y apoyé la frente contra la suya. Aspiré profundamente, y cuando
hablé, apenas reconocí mi propia voz. —¿Sabes en lo que he estado
pensando todo el día?
—No.
Incliné la cabeza y con mis labios rocé la curva de su mejilla. Su
suave jadeo me retuvo. —En averiguar si te ves tan bien en calcetines
rayados como en los de renos.
Levantó su mejilla contra la mía. —Lo hago.
Retrocediendo, le sonreí. —Lo sabía.
La mirada de Kat sostuvo la mía. La tensión creció entre nosotros, en
nosotros. Aumentó su ritmo cardíaco, y reflejaba el mío. Era como si ambos
estuviéramos corriendo, pero no lo suficientemente rápido. Me contuve,
esperando a que apartara la mirada, que me alejara. Tampoco lo hizo, y
entonces me di cuenta de que también lo esperaba.
Me esperaba.
Un tinte blanquecino llenó mis ojos cuando perdí el control. No había
ni siquiera un centímetro de espacio entre nuestras bocas. Ya podía
saborearla. —¿Tienes alguna idea de lo que haces en mí?
—Yo no estoy haciendo nada.
Moví mi cabeza lo suficiente para que nuestros labios se rozaran una
vez... y luego dos veces. Esperé a que detuviera esto. No lo hizo, y quise
gritar de alegría. Aumenté la presión, y este beso fue diferente. No trataba
de demostrar algo. Este beso no fue por enojo. La besaba por el simple
placer de hacerlo, y no había nada tan increíble como esto.
Kat hizo un sonido ligero, un suave y entrecortado gruñido femenino,
y gemí en respuesta. Me deshizo, completamente, y ella no tenía ni idea.
Acunando sus mejillas, profundicé el beso. Sus labios se separaron,
dejándome entrar. Nuestras lenguas se encontraron. Danzaron. Sus manos
se cerraron alrededor de mis muñecas y luego se deslizaron por mis brazos,
dejando detrás una tormenta de fuego. Me moví lo más cerca que pude
con la silla entre nosotros, besándola sin respirar.
Y Kat me devolvió el beso, metiendo sus dedos debajo de mi camisa,
clavándolos en mi piel. Lo que yo sentía, ella lo experimentaba, y yo...
La pesada silla de roble tembló y luego se deslizó lejos, como si uno
de nosotros la hubiera empujado. El repentino vacío me atrapó con la
guardia baja. Me tambaleé hacia delante, y Kat cedió bajo mi peso. Con
su agarre fuerte, me llevó con ella y entonces, nuestros cuerpos se
presionaron juntos.
Mis caderas se encontraban entre sus piernas y estábamos pecho a
pecho, nuestros cuerpos al ras. Curvó sus piernas, acercándome. Mis dedos
se extendieron por sus mejillas mientras llevaba sus manos hasta mi cabello;
sus dedos tiraban. Deslicé una mano hacia abajo, sobre sus dulces curvas,
hasta que llegué a su redondeada cadera. La acerqué más, impresionado
por la sensación al rojo vivo de ella debajo de mí.
Lenta y deliciosamente disminuyó la intensidad de los besos, pero no
el poder detrás. Con un último beso prolongado, levanté la cabeza y la
miré, absorbiendo la vista de su rostro enrojecido y sus húmedos labios
hinchados.
—Yo no moví la silla, Kitten.
—Lo sé —susurró.
—Supongo que no te gustaba dónde estaba.
—Se interponía en tu camino. —Sus manos se deslizaron hasta mis
brazos.
—Puedo ver eso. —Acaricié la curva de su suave labio inferior con un
dedo, memorizando a detalle la satinada sensación. Entonces tomé su
mano y la levanté para que estuviera sentada, sabiendo que en el
momento que la pasión disminuyera en ella, iba a enojarse.
No tuve que esperar mucho tiempo.
Sus ojos se abrieron ligeramente. —No podemos seguir haciendo
esto. Nosotros...
—Nos gustamos el uno al otro. —Solté sus manos y agarré los bordes
de la mesa a cada lado de ella—. Y antes de que lo digas, nos sentíamos
atraídos el uno por el otro aún antes de que te sanara. No puedes decir
que no es cierto.
Me incliné, rozando mi nariz a lo largo de su mejilla, y respondió con
un estremecimiento. Presioné los labios contra el punto debajo de su oreja.
—Tenemos que dejar de luchar contra lo que ambos queremos. No va a
ser fácil. No lo fue hace tres meses, y no lo será en tres meses a partir de
ahora.
—¿Debido al resto de los Luxen? —Reclinó su cabeza mientras
trazaba un camino de besos por su garganta—. Te convertirán en un paria.
Al igual que...
—Lo sé. —Deslicé una mano alrededor de su nuca y apreté, así
nuestros cuerpos se hallaban firmemente apretados—. He pensado en las
repercusiones.
Bajó la cabeza y abrió los ojos. —¿Y esto no tiene nada que ver con
la conexión o con Blake?
—No. —Suspiré—. Sí, algo tiene que ver con ese humano, pero se
trata de nosotros. Es acerca de lo que sentimos el uno por el otro.
Me miró fijamente por unos instantes y luego se retorció hasta que
fue capaz de pasar por debajo de mis brazos. Se estremeció cuando puso
el peso sobre su pierna lesionada y retrocedió. —¿Esto es como un “yo no
te quería hasta que alguien más lo hizo” o algo así?
Luchando por mantener a raya mi frustración, me apoyé en la mesa.
—Eso no es lo que es.
—¿Entonces qué es, Daemon? —Sus ojos se llenaron de lágrimas,
matándome—. ¿Por qué ahora, cuando hace tres meses no podías
siquiera soportar respirar el mismo aire que yo? Es la conexión entre
nosotros. Es lo único que tiene sentido.
—Maldita sea. ¿Crees que no me arrepiento de actuar como un
idiota contigo? Me he disculpado por eso. —Me aparté de la mesa—. No
lo entiendes. Todo esto no es fácil para mí. Y sé que es difícil para ti. Tienes
mucho con lo que tratar. Pero yo tenía a mi hermana y a toda una raza
contando conmigo. No quería que te acercaras a mí. No quería otra
persona por quien preocuparme, otra persona a quien perder.
Kat retrocedió, obviamente sorprendida, pero ahora me encontraba
en una buena racha. —No fue justo cómo me comporté. Ya lo sé. Pero
puedo hacerlo mejor que eso, mejor que Benny.
—Blake —corrigió—. Tengo muchas cosas en común con Blake. A él
le gusta el que yo lea mucho...
—A mí también.
—Y también tiene un blog.
Extendí la mano, agarré un mechón de su cabello y lo envolví
alrededor de mi dedo. —No tengo nada en contra de internet.
Apartó mi mano de un golpe. —Y no le gusto por alguna conexión
alienígena estúpida, o porque a algún otro chico le gusto.
—A mí tampoco. —Bajé la mano a mi costado—. No puedes seguir
fingiendo. Eso está mal. Vas a romperle a ese chico su pobre y pequeño
corazón humano.
—No, no lo haré.
—Lo harás, porque tú me quieres y yo te quiero.
Sacudiendo la cabeza, cojeó hacia la puerta. —Sigues diciendo
eso...
—¿Qué quieres decir? —exigí.
Kat cerró brevement e los ojos. —Dices que me quieres, pero eso no
es suficiente.
—Te mostraré que lo hago, también.
—No lo haces.
—¿Qué fue eso? —Señalé hacia la mesa a la que nunca vería como
antes—. Creo que te mostré que me gustas. Puedo hacerlo de nuevo si no
tienes claro que era así. Y te llevé un batido y una galleta a la escuela.
—¡Metiste la galleta en t u boca! —Levantó las manos al aire.
Sonreí por ese maldito buen recuerdo. —La mesa…
—Montar mi pierna como un perro en celo cada vez que estoy
cerca de ti no prueba que te gusto, Daemon.
Mantuve mi boca cerrada antes de reírme. —En realidad, así es
como le muestro a las personas que me gustan.
—Oh. Bien. Lo que sea. Nada de esto importa, Daemon.
—Yo no voy a ninguna parte, Kat. Y no me doy por vencido. —No
con ella, ni con nosotros—. ¿Sabes por qué te pedí que nos encontráramos
ese día en la biblioteca?
—¿Por qué?
—¿El viernes luego de que volviste de estar enferma? —Pasé una
mano a través de mi cabello—. Tenías razón. Elegí la biblioteca para que
nadie nos viera juntos.
Sus labios se estrecharon cuando apartó la mirada. —¿Sabes qué?
Siempre me he preguntado si tu ego es tan grande que no puedes admitir
tus errores.
—Y como siempre, saltas a la suposición equivocada. —Esperé hasta
que me miró antes de continuar—: No quería que Ash o Andrew
comenzaran a darte un montón de mierda por mi culpa, como lo hicieron
con Dawson y Beth. Así que si crees que estoy avergonzado de ti, o no
estoy dispuesto a hacer mis intenciones públicas, entonces es mejor que te
saques esa idea de la cabeza. Porque si eso es lo que necesitas, entonces
así será.
Y ese es el segundo en que me di cuenta de que eso era lo que
necesitaba.
—Daemon…
Le sonreí y luego, una verdadera sonrisa que decía mucho. —Te lo
dije, Kitten. Me gustan los retos.
14
Traducido por Jadasa
Corregido por Sahara

A la mañana siguiente al dirigirme a la escuela, me detuve en la


florería, la única florería, a pocas cuadras de la escuela y recogí una rosa
roja. Era cursi. Innegablemente, pero si Kat en serio pensaba que no me
encontraba dispuesto a demostrarle a la gente que tan en serio iba con
ella, se equivocaba.
Era arriesgado, quizás incluso estúpido. No era como si no supiera
cuáles podían ser las posibles consecuencias, pero si esto era lo que se
necesitaba para demostrárselo a Kat, entonces lo haría.
Al entrar en la clase de trigonometría unos momentos antes de que
sonara la campana, escondí la rosa detrás de mi cuaderno hasta que me
encontraba frente a ella.
Kat levantó su mirada, mirando fijamente la rosa y luego a mí, con su
rostro inexpresivo. Acaricié la punta de su nariz con un pétalo. —Buenos
días.
Asombrada, me miró fijamente.
—Es para ti —expliqué, sabiendo que toda la clase nos observaba.
Lo tomó entre sus dedos por el tallo verde y lo miró fijamente
mientras me sentaba en mi asiento. —Oh santo niño Jesús —murmuró Lesa,
y me reí entre dientes.
Kat colocó la rosa en la esquina de su escritorio y luego me miró por
encima del hombro. Sonreí cuando levanté la vista y me encontré con su
mirada cuestionadora. Miró hacia adelante, y durante toda la clase la
atrapé varias veces mirando fijamente la rosa.
Cursi, pero valió la pena.
Después de la clase, Kat empacó su bolso y se dio la vuelta hacia mí,
esperando que me levant ara. Normalmente, salía corriendo del salón de
clases con Lesa y Carissa. Sostenía la rosa cerca de su pecho. —Gracias
por esto —dijo en voz baja, mirándome e inmediatamente apartándola—.
Fue muy amable de tu parte.
Alcé un hombro mientras me dirigía al pasillo. —¿Te gusta?
Asintió. —Por supuesto.
Salimos del salón de clases y se detuvo, colocando una mano sobre
mi brazo. Tiró de mi camiseta, y la seguí hasta la fuente de agua que se
utiliza raramente. —¿Oíste acerca de Simon? —preguntó ella, mirando la
multitud de estudiantes.
—¿Qué? —Fruncí el ceño—. ¿Y qué con él?
Su mirada preocupada se encontró con la mía. —Desapareció.
—¿Desapareció? ¿Desde cuándo?
Sacudió la cabeza. —Desconozco el momento exacto, pero Lesa
dijo que desde el pasado fin de semana... —Bajó la voz cuando se acercó
más—. Lo vi el viernes en la noche. Desapareció en algún momento
después de eso.
—Eso es... raro. —Aparté el cabello de mi rostro, considerándolo—.
Podría significar nada, Kat. Es la temporada de caza por aquí. Quizás fue
de caza.
—¿Y olvidó decírselo a sus padres? —preguntó.
—No todos son responsables. —A pesar de que era difícil creer que
Simon se iría sin decirle a sus padres, cosas más raras suelen pasar. Sabía a
dónde quería llegar Kat con esto. Extendiendo mi mano entre nosotros,
agarré la suya, cuidando de no dañar la rosa, y la apreté suavemente—.
Muy probablemente no tiene nada que ver contigo.
Abrió la boca.
—Lo digo en serio, Kitten. —Mi mirada buscó la suya—.
Estadísticamente, esto no tiene nada que ver con nosotros. ¿De acuerdo?
Aparatando la mirada, asintió. —Está bien.
Solté su mano, sabiendo que sin importar lo que dijo, tenía miedo de
que la desaparición de Simon tuviera algo que ver con lo que sucedió el
viernes de noche con las ventanas. ¿Sinceramente? No tenía la certeza de
que no fuera así.
Hoy en día, las casualidades no eran muy probables.

***
Ese día, más tarde, lo comprobé con Matthew para ver si oyó algo
acerca de Simon. Ya que él se encontraba entre el personal, imaginé que
podría saber más, pero todo lo que sabía era lo que nosotros sabíamos. Los
padres de Simon reportaron su desaparición la noche anterior. Llevaba sin
ser visto más de setenta y dos horas.
No pasó mucho tiempo antes de que los policías se presentaran.
Interrogaron a todos los estudiantes, sin embargo Kat se hallaba paranoica
sobre el hecho de que nos encontrábamos entre los primeros estudiantes
en ser interrogados. No me sorprendió. Era de común conocimiento que yo
no era un fanático de Simon, pero la policía no parecía demasiado
preocupado por el bienestar de él. Me di cuenta de que pensaban que
huyó.
Archivé en el fondo de mi mente lo que sucedía con Simon, porque
había otras cosas más urgentes que atender. Como que Kat logre
controlar sus nuevas habilidades.
Y cortejarla con café latte, croissant de desayuno de huevo y tocino,
y donas glaseadas. Kat parecía aprobar estas tácticas, porque no se quejó
cuando me presenté en su casa después de la escuela cada vez que no
estaba con Dee y pasaba el rato con ella.
Durante ese tiempo, vimos películas. O ella escribió en su blog.
Compramos comida de Smoke Hole o solo picábamos algo. Quería que se
relaje antes de comenzar a trabajar con ella. Pensé que si se sentía segura,
sería más fácil. Eso significaba que mantuve mi distancia. En su mayor
parte. El imbécil se mantuvo lejos de ella. Sabía que él le enviaba mensajes
de texto y llamaba, pero ya no tenían citas para cenar, y cuando
comencé a comer el almuerzo con ella en la cafetería, sabiamente él
mantenía la boca cerrada.
Sin embargo, tenía un plan para ella el sábado, uno maldit ament e
bueno, pensé.

***

Recostado contra la barandilla con las manos en el bolsillo, esperé


que salga al pórtico. Para Acción de Gracias faltaba un puñado de días y
hacía frío, por lo que me sentí aliviado al ver que salía usando una
sudadera con capucha. No era una chaqueta, pero al menos era mejor
que nada.
Mantuvo la puerta abierta para mí. Entré, pasando junto a ella. —Te
ves bien hoy.
Kat se miró con el ceño fruncido y luego llevó su mano hasta su
cabello, alisando un mechón salvaje. —Así que... ¿qué pasa?
—Solo quería verte —contesté, lo cual era parcialmente cierto,
porque siempre me gustaba verla.
—Oh.
Me reí entre dientes. —Pensé que podíamos dar un paseo. Afuera
está agradable.
Mirando hacia su sala de estar, mordió su labio inferior, preocupada.
Probablemente interrumpía su lectura sentimental.
—Me comportaré —dije—. Lo prometo.
Se rió despacio. —Está bien, vamos.
Sonriendo, la llevé fuera y a mi camioneta. Se detuvo delante de
ella, mirándome un largo rato antes de preguntar—: Exactamente,
¿adónde vamos a dar un paseo?
—En el exterior —contesté, abriéndole la puerta.
—Bueno, creo que me di cuenta de esa parte.
—Haces muchas preguntas, sabes.
—Me han dicho que soy muy curiosa.
Me incliné y susurré—: Creo que me di cuenta de esa parte.
Hizo una mueca, pero subió al vehículo. Me di la vuelta y me subí.
Kat permaneció callada hasta que salíamos de la entrada. —¿Has
escuchado algo sobre Simon? —preguntó—. Yo no lo he hecho.
—Tampoco yo.
Los árboles que se agrupaban en la carretera eran un despliegue de
dorado y rojo. Pronto, las ramas estarían desnudas.
—¿Crees que un Arum tuvo algo que ver con su desaparición? —
preguntó.
Sacudí la cabeza. —No lo creo. No he visto ninguno, pero no
podemos estar muy seguros.
Kat se mantuvo callada mientras conducía, pero tan pronto como
detuve la camioneta al costado de la carretera y estacioné junto a la
entrada, donde se hacían todas las fiestas de campo, se bajó. —¿Por qué
aquí?
Cubrían el suelo varias hojas muert as de diferentes colores, y crujían
bajo mis pasos mientras me dirigía hacia ella. —Este lugar podría tener
mucha energía residual de nuestra pelea y de la muerte de Baruck. —
Rodeé una rama que se cayó—. Cuidado, las ramas están dispersas por
todas partes.
—Esto tal vez sonara loco, pero he querido volver aquí. No sé por qué
—dijo—. Una locura, ¿eh?
—No. Tiene sentido para mí.
—¿Es todo el asunto de la energía?
—Es lo que queda. —Me incliné y empujé otra rama del camino—.
Quiero ver si siento algo. Si el DOD ha estado aquí para revisar, sería bueno
estar informado.
El resto del paseo lo realizamos en silencio, y para el momento en
que llegábamos al área me pregunté en qué pensaba Kat. Pateó las hojas
muertas, apartándolas a un lado. Entrecerré los ojos cuando el terreno
marcado salió a la vista. Kat desenterró la mayor parte del parche
quemado, con las manos metidas dentro del bolsillo de su sudadera.
Delgados rayos de luz llegaban a través de las ramas, atrapando el tinte
rojo en su cabello oscuro.
—La tierra nunca sanará —dije—. No sé por qué, pero tomó su
esencia y nada crecerá en este lugar. —Me hice cargo, empujando hacia
atrás las hojas hasta que el área estuvo descubierta. Mirando fijamente lo
que, prácticamente, era una tumba, recordé la primera vez que asesiné a
un Arum—. Al principio, matar solía molestarme. No me gustaba tomar una
vida. Aún no me gusta. Una vida es una vida.
Kat tragó. —Es algo que tienes que hacer. No puedes cambiarlo.
Solo causa estragos en tu interior. Me molesta saber que he matado... dos
de ellos, pero…
—No te equivocaste por lo que hiciste. Nunca pienses eso. —Nos
miramos a los ojos brevemente, y luego me aclaré la garganta—. No siento
nada.
Se quedó callada durante un momento. —¿Crees que el DOD
encontró algo?
—No sé. —Me acerqué a ella—. Depende de si están usando equipo
con el que no estoy familiarizado.
Levantó su mentón. —Y si lo están, ¿qué significa eso? ¿Es algo para
preocuparse?
—No lo creo, ni siquiera si los niveles de energía son más altos. —Alisé
el mechón de cabello que se escapó de su cola de caballo—. Eso en
realidad no les dice nada. ¿Has experimentado algún arrebato
recientemente?
—No —respondió, sacando las manos de su sudadera.
Realmente no le creí.
Mantuve mi mano en su mejilla por unos segundos, y luego agarré su
mano. Levantándola a mis labios, besé el centro de su palma. La sent í
estremecerse.
—¿Me trajiste aquí afuera solo para tenerme completamente sola?
—Eso pudo haber sido parte de mi plan maestro. —Eso no fue parte
de mi plan. Realmente no. Quería ver si podía usar sus habilidades aquí,
pero me di cuenta de que podía hacer múltiples tareas. Bajando la
cabeza, la besé suavemente.
Kat me devolvió el beso por como un nanosegundo, luego se
apartó. —Nada de besos.
—Estoy intentando no hacerlo.
—Entonces esfuérzate más. —Liberé su mano y dio un paso atrás,
metiendo las manos en el bolsillo de su sudadera—. Creo que deberíamos
volver a casa.
Besarla fue un mal movimiento, porque ahora levantó sus paredes, y
no iba a conseguir que haga algo. —Lo que quieras. —Cuando asintió,
comenzamos a regresar. Unos momentos después—: Estaba pensando.
Su mirada era recelosa. —¿Sobre qué?
—Debemos hacer algo. Juntos. Fuera de tu casa y no solo caminar
por ahí. —Miraba fijamente hacia el frente, preparándome—. Debemos
salir a cenar o tal vez a una película.
—¿Estás invitándome a salir? —preguntó.
Me reí por lo bajo. —Eso es lo que parece.
Mientras los árboles escaseaban, grandes pacas de heno quedaron
a la vista. —Tú no quieres llevarme a una cita —dijo.
—¿Por qué sigues diciéndome lo que no quiero? —En verdad quería
saberlo.
—Porque no puedes —razonó—. No puedes querer nada de esto
conmigo, no realmente. Tal vez con Ash...
—No quiero a Ash. —Me detuve y la miré—. Si la quisiera, estaría con
ella. Pero no lo estoy. Ella no es a quien yo quiero.
—Tampoco yo. No puedes decirme honestamente que te
arriesgarías a que todos los Luxen aquí te dieran la espalda por mí.
Sacudí la cabeza con incredulidad. —Y tienes que dejar de asumir
que sabes lo que quiero y lo que haría.
Ella comenzó a caminar de nuevo. —Es solo el desafío y la conexión,
Daemon. Lo que sé que sientes por mí no es real.
—Eso es ridículo —dije bruscamente.
—¿Cómo puedes estar seguro?
—Porque lo sé. —Me coloqué delante de Kat, la miré con los ojos
entrecerrados. Me golpeé el pecho, justo encima de mi corazón—. Porque
sé lo que siento aquí dentro. Y no soy el tipo de persona que huye de algo,
no importa lo difícil que sea. Preferiría plantar la cara contra una pared de
ladrillo que vivir por el resto de mi vida preguntándome cómo pudo haber
sido. Y ¿sabes qué? No pensé que eras del tipo que huía tampoco. Tal vez
me equivoqué.
Kat parpadeó mientras sacaba las manos del bolsillo. —Yo no huyo.
—¿No lo haces? Porque eso es lo que estás haciendo —argumenté—
. Pretendes que lo que sientes por mí, no es real o no existe. Y sé
malditamente bien que no sientes nada por Bobby.
—Blake —corrigió, caminando a mi alrededor. La seguí—. No quiero
hablar…
Me detuve de golpe, mi corazón dejó de latir y luego comenzó a latir
aceleradamente, imitando a Kat. Dos camionetas se encontraban
estacionadas a ambos lados de la mía, bloqueándome. Sin decir una
palabra, di un paso delante de Kat.
El DOD se hallaba aquí.
15
Traducido por Jasiel Odair
Corregido por Agus Herondale

Reconocí a los oficiales del DOD inmediatamente. El oficial Lane fue


el primero en dar un paso adelante, su mirada cautelosa puesta en mí.
—Hola, señor Black, señorita Swartz —dijo.
—Hola, Lane. —Mantuve mi voz calmada—. No te esperaba hoy.
—Llegamos a la ciudad un poco temprano y vimos tu auto. —Lane
sonrió.
El oficial Vaughn entrecerró los ojos, como t ratando de ver a través
de mí. Por una vez en su vida, Kat se quedó callada detrás de mí. —¿Qué
están haciendo aquí?
—Hubo una fiesta aquí anoche y buscábamos su teléfono celular. —
Lancé una sonrisa sobre mi hombro y oré a quien pudiera estar
escuchando que ella no llevara su celular encima y que no sonara—. Lo
perdió y aún estamos buscándolo. Así que, puedo verlos más tarde. Una
vez que encontremos el...
La puerta del pasajero de una de las camionetas se abrió y salió una
mujer de pelo rubio. Me tragué una maldición, reconociendo los rasgos
afilados. —¿Una menor de edad bebiendo? —Sonrió, pero era falsa. Era
malo.
Cada parte de mí se tensó mientras miraba a Nancy Husher. Tratar
con Lane y Vaughn era una cosa, ¿pero esta mujer? Ella era un problema,
y no del tipo divertido. No la veía a menudo y el hecho de que ella se
encontrara aquí no presagiaba nada bueno.
—No estábamos bebiendo —habló Kat —. Él lo sabe. Sus padres son
como los míos. Ellos lo matarían.
Mantuve mi cara en blanco como una hoja de papel.
—Bueno, tenía la esperanza de ponerme al día contigo, Daemon.
Podríamos… cenar temprano. —Lane hizo gesto hacia su camioneta—.
Sólo tenemos un par de horas. Odio interrumpir la búsqueda y el rescate de
tu teléfono celular.
Mirando a Husher por un momento, asentí. —No pasa nada. Puedo
llevarla a casa y reunirme con ustedes.
—Eso no será necesario —dijo Husher—. Podemos llevarla de regreso,
y ustedes pueden ponerse al día.
Oh, no me gustó eso. De ningún modo. Un músculo vibró en mi
mandíbula y estuve a segundos de decirle a Husher que podía joderse,
pero Kat dio un paso adelante con una sonrisa brillante. —Eso está bien
para mí —dijo—. Sólo espero no sacarlos del camino.
Mi mano derecha se apretó y quería gritarle a Kat. Ella no conocía a
Husher, no sabía lo que esa mujer era capaz. No quería a Kat con el mismo
código postal que Husher y mucho menos en un vehículo con ella.
—No es fuera del camino —respondió Husher—. Amamos las rutas
por aquí. Los colores del otoño y todo. ¿Lista?
Kat se acercó a la camioneta, mirándome mientras Husher abría la
puerta trasera de la camioneta. Me forcé a mover mis piernas hacia mi
auto, pero no quité mis ojos del vehículo. Ni cuando Husher cerró la puerta
de Kat. Ni cuando esa mujer sonrió en mi dirección antes de subir en el
asiento del pasajero. Ni cuando Vaughn se puso al volante. No fue sino
hasta que la camioneta salió de la grama y aceleró hacia la carretera,
desapareciendo de mi vista.
No había nada que pudiera hacer.
La impotencia se vertió en mí, seguida de amarga frustración.
Lane se detuvo en la puerta de su auto. —Van a llevar a tu amiga a
casa, Daemon.
Hallé su mirada firme y hablé la maldita verdad. —No confío en uno
solo de ustedes.
—Eso es mutuo —respondió—. Siempre lo ha sido. Tú y yo sabemos
eso, pero llevarán a tu amiga a casa.
Sus palabras no aliviaron la tensión construyéndose en mí. —La gente
sabe que ella salió conmigo hoy —le dije, lo que no era cierto, pero no
pensé que podría lastimar—. Si ella desaparece, no lucirá bien para mí.
Lane negó con la cabeza. —Como he dicho, esa chica se irá a
casa.
—Mejor que lo haga —le advertí y lo dejé así.
Abrió la puerta de su Ford con un suspiro. —Estoy hambriento. Vamos
a comer algo.
Conseguir comida era lo último que quería, pero Smoke Hole estaba
más cerca de casa que donde nos encontrábamos, así que nos dirigimos
allí en cada uno de nuestros autos. A pesar de que era un sábado y la sala
de espera se hallaba llena, llegué a Smoke Hole lo suficientemente seguro
que nos sentaríamos inmediatamente.
Y ayudaba el hecho de que la camarera era una Luxen y sabía
quién era Lane.
Nadie se encontraba sentado cerca de nosotros en la parte de
atrás.
Lo único que pedí fue un vaso de agua, pero Lane fue a por todo,
pidió pastel de carne, como siempre hacía cuando nos reuníamos aquí.
Después de que la camarera fuera corriendo a cumplir con los pedidos,
Lane se recostó en el asiento y, cuando habló, mantuvo su voz baja. —No
voy a andar con rodeos. ¿Qué pasó la noche de Halloween?
Crucé los brazos sobre mi pecho y me encontré con su mirada. —
¿Por qué han tardado tanto en venir y preguntar?
—Acabo de recibir mis órdenes el viernes para hablar contigo —
respondió.
—Eso no me dice nada.
—No tengo que decir más que eso. —Levantó las manos—. No estoy
tratando de ser un idiota contigo, pero yo sólo llevo a cabo mis órdenes, y
cuando cambian, sé que no debo hacer preguntas. Deberías aprender de
eso.
Mis labios se torcieron en una sonrisa irónica. —Bueno, ya me
conoces, no soy muy bueno en las cosas de aprendizaje.
Lane rió secamente. —Ahora, sé que eso no es cierto. —Se detuvo
cuando llegaron nuestras bebidas—. ¿Qué ocurrió durante Halloween?
Tomé un trago saludable de mi agua antes de responder. —Uno de
los chicos de la colonia se descontroló un poco. Estaba amenazando a mi
hermana y... y mis amigos.
—Un poco extraño verte con un amigo humano —interrumpió.
Mi dedo se arrastró por del frío cristal. —Bueno, no es extraño cuando
ella vive justo al lado. Esa no es mi culpa. Ustedes la dejaron a ella y su
madre mudarse allí. De todos modos… —continué, fingiendo aburrimiento
con la conversación. Me fui con lo que sabía de lo que los ancianos
habían dicho del DOD, según Matthew—. Él se hallaba fuera de control.
Peleamos. Fue bastante impresionante.
—Me di cuenta. Se llevó un satélite.
Sonreí. —Genial.
La mirada de Lane fue seca cuando llegó su plato de comida. Cortó
en el pastel de carne con una expresión de felicidad en su rostro. —¿Qué
pasó con el que se salió de control?
Buena pregunta. No estaba seguro de lo que los ancianos les habían
dicho, pero con ese tipo de demostración de poder, alguien murió. Los
ancianos lo habrían sabido. —Ya no es un problema.
Hizo una pausa, un enorme trozo de pastel de carne colgando de su
tenedor. —Sabes que es prohibido.
Tomé otro trago. —Y ¿qué habrías querido que hiciera? ¿Permitirle
exponernos? Exponer que el gobierno está bien consciente de…
—Lo entiendo —interrumpió él, masticando pensativamente—. Tu
colonia reportó lo mismo. La oficial Husher no parece tener problemas con
eso, para que lo sepas. Hablar contigo hoy es sólo por procedimiento.
Un poco de alivio se instaló. —¿Por qué vino Husher? Esto parece un
poco vulgar para ella.
Él se rió. —A la oficial Husher le gusta hacer paseos de vez en
cuando. Hoy fue tu día de suerte.
Ahora fue mi turno para bufar. Mi aversión a Husher no era ningún
secreto. Miré por la ventana. La noche se había comenzado a mostrar.
Deseé poder confiar en Lane. Me gustaba, pero sabía que yo era sólo un
trabajo para él. Uno que toleraba. Volví mi atención a él. Levantó la vista,
sólo un pequeño pedazo de pastel de carne quedaba en el plato.
—¿Qué? —preguntó.
Cogí mi vaso. —Nada.
Lane terminó su pastel de carne, dejando el puré de patatas sin
tocar, como siempre. Él puso su tenedor en el plato y se echó hacia atrás.
—¿Extraoficial?
Sí, claro. Esperé.
—Estás siendo inteligente, ¿no?
Mis dedos se detuvieron en el cristal. —¿Sobre qué?
—La chica. Katy.
—Pareces un padre, Lane. —Mi tono era indiferente, pero eso no era
lo que estaba sintiendo.
La sonrisa de Lane fue pequeña. —A veces me siento así. No estoy
preguntando lo que está pasando entre ustedes. Ambos son jóvenes y las
diferencias no importan en el... calor del momento. Ella es una chica
bonita. Sé inteligente, Daemon.

***

No era inteligente cuando se trataba de Kat y me encontraba de


todo menos dispuesto a renunciar a eso.
Entrando en la calzada, estacioné el auto y abrí la puerta. No había
ninguna luz encendida en la casa de Kat, pero a medida que me
acercaba a mi pórtico, sentí el cosquilleo cálido a lo largo de mi nuca.
Casi me caí de rodillas. Ella se encontraba aquí. Y estaba bien. Subí las
escaleras.
La puerta principal se abrió y Kat pasó corriendo como un borrón.
Apenas tuve tiempo de prepararme. Se arrojó a mí, envolviendo sus brazos
alrededor de mi cuello y apretando con fuerza. Mi corazón se aceleró, al
igual que el suyo y el saludo me sorprendió, tanto así que me quedé
inmóvil por un segundo.
Entonces envolví su cintura con mis brazos, apretándola contra mí.
Fui consciente de Dee saliendo. —Quieta ahí, Kitten, ¿qué está pasando?
Plantando más su cara en mi pecho, no respondió por un momento.
—Pensé que el DOD te había llevado a algún laboratorio para mantenerte
en una jaula.
—¿Jaula? —Me reí un poco vacilante—. No. No hay jaulas. Sólo
querían hablar. Les tomó más tiempo de lo que pensaba. Todo está bien.
Dee se aclaró la garganta. —Ejem.
Kat se puso rígida en mis brazos y pareció darse cuenta de lo que
hizo. Se soltó, dando un paso atrás. —Yo... yo estaba emocionada.
—Sí, yo diría que sí —dijo Dee.
Me quedé mirando a Kat, mis labios curvándose lentamente. —A mí
como que me gusta este nivel de emoción. Me hace pensar en…
—¡Daemon! —gritaron ambas.
—¿Qué? —Di un paso hacia mi hermana, despeinando su pelo
como sabía que le molestaba—. Solo sugería…
—Sabemos lo que ibas a sugerir. —Dee esquivó mi mano—. Y
realmente quiero mantener mi comida de esta noche. —Ella sonrió a Kat —.
¿Lo ves? Te lo dije. Daemon está bien.
Kat, obviamente, había estado muy, muy preocupada por mí.
Impresionante. En este momento, parecía bastante avergonzada. —¿Ellos
no sospechan nada?
Negué con la cabeza. —Nada fuera de lo normal, pero son siempre
paranoicos. —Me di cuenta que no tenía sentido entrar en detalles en este
momento—. Realmente, no hay de qué preocuparse. Ahora estás a salvo.
Ella me miró y luego negó con la cabeza, como si no entendiera
algo. —Bueno, tengo que ir a casa.
—Kat...
—No —me interrumpió, dirigiéndose a las escaleras—. Realmente
necesito ir a casa. Blake llamó, y tengo que llamarlo.
—Boris puede esperar —dije mientras Dee se entraba a la casa.
—Blake —dijo, deteniéndose en la acera. Alzó una mano temblorosa
y alisó los mechones de pelo alrededor de su cara—. Me hicieron muchas
preguntas, especialmente ella.
—Nancy Husher. —Fruncí el ceño mientras bajaba las escaleras—. Es
al parecer un gran problema dentro del DOD. Querían saber lo que pasó el
fin de semana de Halloween. Les di la versión editada de Daemon.
—¿Te creyeron?
Asentí. —Todo.
Ella se estremeció. —Pero no eras tú, Daemon. Era yo. O fuimos todos
nosotros.
—Lo sé, pero ellos no. —Bajé la voz mientras acunaba su mejilla fría
en la mano—. Ellos nunca lo sabrán.
Sus ojos se cerraron mientras giraba su mejilla en mi mano. —No soy
yo quien me preocupa. Si creen que tú lanzaste un satélite fuera de órbita,
podrían verte como una amenaza.
—O podrían pensar que soy impresionante.
—No es divertido —susurró.
—Lo sé. —Me acerqué, respiré profundo y la atraje a mis brazos—. No
te preocupes por mí o Dee. Podemos manejar el DOD. Confía en mí.
Kat puso sus manos en mis costados y se quedó allí por un puñado
de momentos preciosos, y durante ese tiempo, el mundo se tranquilizó un
poco. Luego se apartó. —No le dije nada a Nancy. Y el maldito teléfono
sonó cuando yo salía del coche. Ella sabía que mentíamos acerca de por
qué estábamos allí.
Mierda. Hablando de un mal momento con el teléfono. —No van a
preocuparse porque hayamos mentido sobre el teléfono. Probablemente
piensan que estábamos allí haciéndolo, o algo así. No tienes de que
preocuparte, Kat .
Levantó la mirada, encontrando la mía. —Me alegro de que estés
bien.
Sonreí. —Lo sé.
16
Traducido por Marie.Ang
Corregido por NicoleM

—Todos los niños eran básicamente como los X-Men en ese libro que
me dijiste que leyera. Aunque de verdad me gustó —dijo Dee, poniendo la
mano sobre una taza de margarina—. Pero si pudiera elegir un súper
poder, sería la capacidad de leer mentes.
Kat se le quedó mirando mientras mi hermana derretía la taza de
mantequilla con las manos. Lentamente, Kat miró hacia donde me hallaba
inclinado contra el mostrador. Levantó las cejas y luego dijo—: Dee,
básicamente ya eres un mutante. Quiero decir, acabas de derretir
mantequilla con tus manos.
—Sin embargo, no puedo leer mentes, ¿o sí? —Vertió la mantequilla
sobre las papas picadas—. O ver a través de las paredes.
—O controlar objetos —reflexioné, y luego sonreí cuando ambas me
miraron—. Oh, espera, podemos hacer eso.
—No es lo mismo —razonó Dee, ondeando la mano. La bandeja de
papas se elevó y deslizó por la puerta abierta del horno. La puerta se cerró
sin que la tocara.
Kat sacudió la cabeza y dijo—: Esto es tan extraño.
Girando, Dee saltó sobre el mostrador y cruzó los tobillos.
—Dios, ojalá tuviéramos más que una semana libre por Acción de
Gracias.
—Estoy bastante segura de que conseguimos más tiempo libre que
la mayoría —dijo Kat, sentándose en la silla de la cocina. Había venido
justo antes de que Dee quisiera hacer una prueba con las papas de
Acción de Gracias—. En mi antigua secundaria, solo teníamos medio día
del miércoles, y jueves y viernes libres.
—Creo que deberíamos tener dos semanas libres. —Dee ese encogió
de hombros—. Apenas es martes y ya siento que casi se acaba.
Levanté una ceja mientras me apartaba del mostrador.
—Probablemente sea porque dormiste la mitad del lunes y el martes.
—Como sea —dijo, mostrando los dientes al sonreír—. Me estoy
preparando para el viaje de compras del miércoles a la tienda del infierno.
No puedo esperar.
Los ojos de Kat se ampliaron. —¿De verdad quieres ir ahí el día antes
de Acción de Gracias?
Mi hermana, quien estaba loca, asintió. —Me encanta. La gente está
loca, corriendo por ahí y agarrando cosas. Me encanta la emoción.
—Apuesto a que también amas las compras del Black Friday.
—Eh, sí. Puedo moverme a la velocidad de la luz. Consigo esas
gangas. —Dee bajó de un salto del mesón—. Voy a darme una ducha. No
te vas luego, ¿cierto?
Kat me dio una miradita. —¿Aún no te has bañado? Son como las
cinco de la tarde.
Una mirada avergonzada cruzó su rostro. —En cierto modo, dormí
hoy, como dijo Daemon.
—Estaré aquí.
Dee me lanzó una mirada de advertencia que decía compórt at e
cuando salió disparada de la cocina. Agarré una soda de cola para Kat y
luego me uní a ella en la mesa.
—Gracias —dijo, tomando la lata y abriendo la tapa. Alzó la mirada
hacia mí y luego, rápidamente la regresó a su lata roja. Kat se había
albergado en su casa desde la noche del sábado. Se sentó, mirando la
puerta de la cocina—. A veces, la única explicación lógica del porqué tu
hermana disfruta las cosas que hace es debido a que es un alienígena.
Me reí mientras estiraba las piernas. —Ni siquiera creo que sea de mi
planeta.
Kat sonrió ante eso. —¿Vas a ir de compras con ella?
Levanté las cejas con sorpresa. —Demonios, no. No me expondría a
ese tipo de tortura. Adam la va a acompañar.
—Apuesto a que es feliz con eso. —Tomó un sorbo y luego alzó una
mano, apartándose un mechón suelto del rostro—. Es lindo que haga eso.
—Sí. —Jugueteé con la lata—. ¿Has estado mostrando alguna
habilidad mutante?
Se quedó mirando la lata y meneó la cabeza. —No.
La miré de cerca, sin estar seguro de creerle o no, pero ¿por qué
mentiría? Conociéndola, probablemente no querría que me preocupara.
—Nada en absoluto.
—No. —Esas gruesas pestañas se levantaron—. ¿Ha venido el DOD
desde el sábado?
—Eso sería un no. —Tomé un trago y luego bajé la lata. Me incliné
hacia delante, descansando un brazo en la mesa—. Entonces, ¿vas a
unírtenos para Acción de Gracias?
Sus labios se curvaron hacia arriba en las esquinas. —Dee me invitó,
pero todavía no estoy segura.
—¿Por qué?
—Es solo… no lo sé. No quiero colarme en todo tu tiempo familiar.
Extendiendo mi brazo, con mis dedos le di golpecitos a los suyos. Me
echó un vistazo a través de sus pestañas. —Sabes que eres bienvenida de
verdad, ¿cierto? No vamos a estar solo Dee y yo.
—Lo sé —dijo—. Los Thompson y el señor Garrison van a venir, pero
son tu familia. Yo no.
Encontré su mirada. —Eres igual de importante para nosotros.
Su mirada se quedó en donde mis dedos tocaban su mano. —Lo
pensaré.
—¿Lo prometes?
Alzó la mirada y sonrió. —Por supuesto.
Aparté el brazo. —Entonces, ¿cómo ha estado Beethoven? ¿Lo has
visto últimamente?
—¿Beethoven? —Se rió con un meneo de cabeza—. Te refieres a
Blake.
—Lo que sea.
—Eres un idiota —dijo, sonriendo ligeramente—. ¿Cómo no puedes
recordar su nombre?
Sonreí con una mueca. —No es tan memorable.
—Ajá.
—¿Y? ¿Lo has visto?
—No —dijo—. Está visitando a su familia durante el descanso de
Acción de Gracias.
—Tal vez seremos afortunados y se quedará ahí —dije.
Rodó los ojos. —Te gustaría.
—Indudablemente.
Kat inclinó la cabeza a un lado. —Ahí están de nuevo los adverbios.
—Oh, tengo más para ti. ¿Qué hay de innegablemente?
¿Inequívocamente?
Me observó por encima de su lata de soda. —No estás tan orgulloso
de ti mismo.
—Desvergonzadamente.
Una risita se le escapó mientras bajaba la lata. —Eso te resume en
una palabra.
—Es una buena palabra. —La observé jugar con la lengüeta de su
lata. Levantó la mirada, y cuando nuestros ojos se encontraron esta vez, no
la apartó. Un largo y tenso silencio se extendió, y pensé en cuán aliviada
estuvo cuando fui a su casa la noche del sábado.
Kat no lo entendía cuando se trataba de todo el asunto de Acción
de Gracias. No creía que perteneciera o fuera parte de nosotros. No tenía
idea de que comenzaba a significar mucho más para mí que…
Bueno, que cualquier otra persona que iba a estar ahí en Acción de
Gracias. Y era peligroso. Potencialmente estúpido. También estimulante.
Emocionante.

***

Ignoré la mirada que me dio Dee cuando reunía lo último de las


decoraciones de Navidad que imaginé no me asesinaría mientras dormía
por tomarlas. Se encontraba sonriendo con complicidad. Por supuesto que
sí. Y eso era el porqué fingía que no existía.
Haciendo una rápida pasada por la cocina, agarré los platos
cubiertos y luego la caja junto a la puerta.
—Muy dulce de tu parte —dijo Dee.
—Cállate.
Soltó una risita cuando salí por la puerta. Utilicé la Fuente para llevar
la caja. Flotaba detrás de mí como un perrito. Cuando crucé el césped y
pisé el pórtico delantero, supe que me arriesgaba, porque nunca sabía
qué versión de Kat iba a conseguir estos días, pero no podía quedarme
con la idea de que pasara Acción de Gracias sola.
Le gustara o no, continuaría sus tradiciones.
Cuando llamé a la puerta, sentí el cosquilleo familiar por mi nuca y
sonreí. Unos segundos después la puerta se abrió.
Kat tenía los labios separados, y demonios, eso me hizo querer
besarla. Pero siempre quería besarla, así que no fue diferente de cualquier
otro día.
—Hola. —Levanté la pila de platos cubiertos—. Feliz Acción de
Gracias.
Parpadeó. —Feliz Acción de Gracias.
—¿Vas a invitarme a entrar? —Meneé los platos—. Vengo con
regalos en forma de alimentos.
Por un momento, no se movió, y luego dio un paso a un lado. Entré,
moviendo la caja detrás de mí. Aterrizó en el vestíbulo con un tintineo, y
Kat se quedó de pie ahí, mirándome como si hubiese entrado a la casa
totalmente desnudo.
—He traído un poco de todo. —Me dirigí a la cocina—. Hay pavo,
camotes, salsa de arándanos, puré de papas, guiso de judías verdes, una
especie de cosa crujiente de manzana y calabaza… ¿Kitten? ¿Vas a
venir?
En silencio, me siguió mientras sacaba dos candelabros y velas que
parecía que nunca habían sido usadas. Con un movimiento de mi mano,
las mechas se encendieron. Ella continuaba quieta cuando fui a poner la
mesa, y no me encontraba seguro de cómo hacerlo.
—Y después de la cena, tengo otra sorpresa para ti —le advertí.
—¿En serio? —susurró.
Asentí. —Pero tienes que cenar conmigo primero.
Lentamente llegó a la mesa y se sentó, aclarándose la garganta.
—Daemon, yo… no sé qué decir, pero gracias.
Incómodo con el agradecimiento, me encogí de hombros. —No es
necesario que agradezcas. No querías ir, lo entiendo, pero no debes estar
sola.
Bajó la mirada, y me quedé pegado mirando esas locas pestañas
tan gruesas. Entonces, alcanzó la copa de vino que llené, tomándoselo de
un trago.
Santo infierno.
—Exuberante —murmuré.
Sus adorables labios se alzaron en las comisuras. —Tal vez… por hoy.
La empujé con mi rodilla por debajo de la mesa. —Come antes de
que se enfríe.
La comida estaba divina.
Dee era una maldita buena cocinera, lo que de repente me
emocionó, porque mirar a Kat comerse la comida con tanto gusto y
alegría hizo que mi mente vagara hacia lugares que no tenían nada que
ver con pavo asado o rollos de mantequillas, pero todo que ver con…
bueno, con Kat.
El segundo vaso de vino encendió sus mejillas, y las cosas estuvieron
bien mientras limpiábamos después de cenar. No. Más que bien. Familiar.
Como si hiciéramos esto cada noche, lo que era bizarro, porque con suerte
lavaba mis propios platos en casa, pero esto… sí, esto era bueno.
Me siguió al vestíbulo, sus ojos brillando cuando moví la gran caja
hacia la sala de estar. Kat se sentó en el sofá, aplaudiendo mientras me
observaba con una curiosa expresión. Linda. Era tan jodidamente linda. No
tenía idea.
Respirando hondo, abrí la caja y saqué la primera rama de agujas
verdes. La pinché con ella.
—Creo que tenemos un árbol de Navidad que adornar. Sé que no es
durante el desfile, pero creo que están dando el especial de Acción de
Gracias de Charlie Brown, y, bueno, no es tan malo.
Sus labios se separaron de nuevo, pero esta vez simplemente no me
miró. Sus ojos de pronto tomaron una apariencia brillosa. Kat saltó del sofá
y salió corriendo de la habitación.
Me quedé mirando el recibidor y luego, dejé caer la rama.
Moviéndome más rápido de lo que podía notar, me precipité por el pasillo,
apareciendo frente a ella, bloqueándole la escalera. Resbaló hacia atrás
e intentó dar la vuelta, pero sujeté sus brazos.
—No hice esto para hacerte llorar, Kat.
—Lo sé —sollozó—. Es solo que…
Mierda. Esto no era como planeé que sucediera. Quería que fuera
feliz, que sonriera. Quería que viera que incluso sin su padre, todavía podía
tener una tradición.
—¿Es solo qué? —Acuné sus mejillas, apartando con mis pulgares las
lágrimas—. ¿Kitten?
Sus hombros subían y bajaban. —No creo que sepas lo mucho…
cuánto significa esto para mí. —Más lágrimas bajaron por sus mejillas—. No
he hecho esto desde que… desde que papá estaba vivo. Y lo siento por
llorar, porque no estoy triste. Es que no me esperaba esto.
Maldición.
Aquellas palabras me golpearon en el pecho como si me hubiesen
dado un jodido puñetazo.
Quizás en el fondo de mi cabeza, sabía lo mucho que podía
significar esto para ella, pero no estaba preparado. Jalándola hacia mí,
envolví los brazos a su alrededor, y cerré los ojos cuando apoyó la cara en
mi pecho. —Está bien. Lo entiendo. Lágrimas buenas y todo.
Kat no respondió, pero me sujetó en respuesta, y en ese momento,
sentí el cambio. Sus músculos se relajaron como si hubiese estado
conteniéndose todo este tiempo. Y gocé esos momentos, los disfruté como
si estuviera sintiendo la calidez de la luz del sol tras un gélido invierno.
Entonces, se movió.
Alzando las manos, sujetó mis mejillas y comenzó a guiarme hacia
abajo. Mi corazón se detuvo cuando me besó. Fue rápido y terminó antes
de lo que hubiese querido, pero me pegó duro. Hombre, se metió directo
en mí.
—Gracias —dijo, su voz susurrada—. Lo digo en serio. Gracias.
Tomó cada gramo de control no traer de nuevo esa boca a la mía,
pero de alguna manera me las arreglé. Alejé lo que quedaba de sus
lágrimas. —No dejes a nadie saber sobre mi lado dulce. Tengo una
reputación que mantener.
Kat se echó a reír. —Muy bien, vamos a hacer esto.
Poner las decoraciones de Navidad con Kat no fue nada parecido a
algo que alguna vez hubiese hecho. Se hallaba animada, encantadora
mientras tocaba cada bombilla y tira de luces. A veces se reía. A veces
apartaba rápidamente la mirada, pensando que no notaba cómo sus ojos
de pronto se desenfocaban y ponían brillosos. No lo señalé, sin querer
abrumarla, y siempre se recuperaba rápidamente.
Cuando agarró una brillante luz verde, me miró, miró la bombilla, y
luego sonrió de una forma que hizo que quisiera saber lo que sucedía en
esa cabeza suya. Una vez que el árbol estuvo terminado, me encontraba
cansado, pero la noche valió la pena. Miró el resultado final con la más
grande y más hermosa sonrisa que jamás había visto.
—Me encanta —declaró.
El árbol se hallaba torcido, pero si le encantaba, entonces estaba de
acuerdo. —Sí, es bastante bueno. Dee puso el árbol esta mañana. Tenía
que tener todo del mismo color, pero creo que nuestro árbol se ve mejor.
Es como una bola de disco.
Su sonrisa se hizo incluso más grande.
La golpeé en el hombro con el mío. —Sabes, me divertí haciendo
eso.
—Yo también.
Bajé la mirada. —Es tarde.
—Lo sé. —Se detuvo, con expresión tensa—. ¿Quieres quedarte? —O
estaba alucinando o de verdad acababa de preguntarme eso—. No me
refiero a eso —añadió de inmediato.
—No es que me queje si lo hicieras. —Mi mirada cayó—. No, en
absoluto.
Rodó los ojos, pero su rostro era de un bonito tono rojo, y mi pulso…
mi pulso se descontroló. Aparentemente, me encontraba calmado, pero
mi mente corría a casi dos kilómetros por minuto.
—Me voy a cambiar —dijo.
—¿Necesitas ayuda?
—Guau. Eres tan caballeroso, Daemon.
Sonreí, incapaz de evitarlo. —Bueno, la experiencia sería
mutuamente beneficiosa. Te lo prometo.
El sonrojo se profundizó. —Quédate.
Me quedé en el lugar por un minuto entero, si es que fue eso. Y sabía
que debería haberme quedado ahí, pero siempre tenía un problema con
los impulsos de control. En realidad, solo tenía un problema con los impulsos
de control cuando se trataba de Kat.
Subiendo silenciosamente las escaleras, fui directo a su dormitorio.
Podía escucharla moviéndose en el baño cuando me acerqué a la
ventana. Cuando salió, se congeló, e inmediatamente cuestioné la
inteligencia detrás de mi decisión al venir aquí, porque de verdad me
gustaba cuan delgada era su camiseta.
Y de verdad amaba esos jodidos pequeños pantalones cortos.
—Me aburrí.
Sacudió la cabeza. —No desaparecí ni cinco minutos.
—Tengo poca capacidad de concentración. —Mi mirada bajó—.
Bonitos pantalones cortos.
Sus labios se torcieron en una sonrisa. —¿Qué estás haciendo aquí?
Buena pregunta. Supongo que “Era un masoquista de la tortura” no
era la respuesta correcta. —Dijiste que podía quedarme. —Miré la cama—.
No creo que hayas querido decir en el sofá.
La incertidumbre pasó por su rostro cuando su mirada siguió la mía.
No quería eso. No quería que cambiara de idea y me echara. No esta
noche.
Nunca.
Acercándome lentamente, me detuve frente a ella. —No te voy a
morder.
—Eso es bueno.
—A menos que quieras que lo haga.
—Genial —murmuró, esquivándome.
Ya que no me dijo que sacara mi culo de aquí, decidí que
significaba que podía quedarme. Me quité los zapatos y luego la camisa,
yendo por mis vaqueros antes de que cambiara de decisión.
—¿Qué… qué estás haciendo?
Me miré y luego a ella.
—Preparándome para la cama.
—¡Pero te estás desnudando!
Arqueé una ceja. —Tengo boxers. ¿Qué? ¿Esperas que duerma con
mis vaqueros?
—Lo hiciste la última vez.
Una risa se me escapó. —En realidad, tenía un pantalón de pijama
puesto.
Kat abrió la boca como si estuviera a punto de decir algo y luego
cambió de parecer. Dándose la vuelta, caminó hacia un libro en su
escritorio. La observé por un momento, y luego lo dejé. Me subí a la cama,
doblando los brazos detrás de mi cabeza de modo que no la agarraría en
el minuto en que decidiera meter su trasero en la cama.
Finalmente, después de diez años, se dio la vuelta y susurró—: Esta
fue una mala idea.
—Probablemente fue la mejor idea que has tenido.
Sus manos se movieron por sus caderas, atrayendo mi atención.
—Tomará mucho más que una cena de Acción de Gracias y un
árbol de navidad para echar un polvo.
A veces me preguntaba qué en el infierno pensaba de mí. —Maldita
sea. Ahí va mi plan.
Entrecerró los ojos, y luego, por fin se movió. Pisoteando, sí,
pisoteando, hacia el otro lado de la cama, tiró de las cubiertas y
prácticamente se lanzó a la cama.
Sonreí.
—¿Puedes apagar la luz? —preguntó.
Sin moverme, la apagué. La oscuridad nos envolvió.
—Esa es una habilidad muy útil —murmuró.
—Así es.
—Tal vez, algún día, pueda ser tan perezosa como tú y apagar las
luces sin moverme.
—Eso es algo que no cualquiera puede hacer.
—Dios, eres muy modesto —dijo, y podía escuchar la sonrisa en su
voz.
—La modestia es para santos y perdedores. No soy ninguno.
—Guau, Daemon, solamente guau.
Poniéndome de lado, la enfrenté, simplemente mirando su espalda
por un momento. —No puedo creer que no me hayas echado todavía.
—Lo mismo digo —murmuró.
Me acerqué, deteniéndome cuando mis piernas rozaron las suyas. El
contacto piel a piel era difícil de ignorar, pero esto necesitaba ser dicho.
—Realmente no fue mi intención hacerte llorar hace rato.
Se movió hasta quedar sobre su espalda y me miró mientras me
levantaba sobre un codo. —Lo sé —dijo—. Toda la cosa que hiciste, fue
algo increíble.
—Simplemente no me gusta la idea de que estés sola —admití en
voz baja.
Kat aspiró aire con fuerza, y su mirada encontró la mía. No podía
apartarla. Era la única persona que tenía ese tipo de poder sobre mí.
¿Cómo demonios no podía darse cuenta?
Alzando la mano, atrapé un mechón de su cabello y lo aparté. Una
carga eléctrica viajó a mi mano. Su mirada cayó a mi boca, y lo supe,
maldición, supe que sentía exactamente lo mismo que yo.
—Tenemos que ir a dormir —dijo, con voz baja y gruesa.
—Deberíamos. —Acaricié su mejilla.
No apartó la mirada cuando levantó la mano, rozando los dedos
sobre mis labios. El tacto envió una sacudida de lujuria directo a través de
mí. Moví la mano más cerca, dándole más espacio para que jugara
mientras deslizaba la mano por su cuello. Su corazón se aceleró, latiendo
en sincronía con el mío. Bajé la cabeza, presionando un rápido beso sobre
su nariz.
Y entonces, la besé.
Me tomé mi tiempo. Fue lento y profundo. Quemó directo a través
de mí, y quería más, mucho más. La quería. La quería en cualquier y cada
forma que pudiera tenerla.
Pero no era mía.
Refrenando todo, reuní todo el autocontrol que tenía, levanté la
cabeza y me moví hasta quedar de espalda. Mantuve el brazo a su
alrededor. —Buenas noches, Kitten.
Suspiró ruidosamente. —¿Eso es todo?
Maldición. Me eché a reír. —Eso es todo… por ahora.
Su corazón no se calmó. Tampoco el mío. Después de un par de
momentos, suspiró de nuevo y luego se retorció para acercarse, en silencio
empujándome hasta que serpenteé mi brazo bajo su cabeza, y descansó
su mejilla ahí. Giré mi cabeza hacia ella. Nuestros ojos se encontraron. Su
aroma me envolvió, e incluso cuando cerré los ojos, sabía que no dormiría
por mucho, mucho tiempo.
Y también supe que aunque no era mía ahora, lo sería algún día.
17
Traducido por *~ Vero ~* & Kyda
Corregido por NicoleM

Me desperté lentamente, y tenía todo que ver con la chica en mis


brazos, acurrucada contra mí. El calor del cuerpo de Kat se filtró en el mío,
y mientras parpadeaba para abrir los ojos, no quería dejar esa cama.
Sabía que tenía que hacerlo. Pronto. Una débil luz proveniente de la
ventana caía sobre la cama. Su madre estaría en casa pronto, y dudaba
seriamente que estuviera encantada de encontrarme en el dormitorio de
su hija a pesar del hecho de que nada, más que un beso, pasó.
Mi barbilla bajó y reprimí un gemido.
Maldita sea, quería más que un beso en este momento. Mucho más.
Mis caderas acunaban su cuerpo. Se encontraba presionaba contra
mí, y hombre, si se despertaba en este momento, las cosas se pondrían
bastante raras.
No ayudó que en su sueño se hubiese quitado la mayor parte de las
mantas, y la curva de sus muslos pareciera increíblemente suave. Su
camisa se había subido, y mi antebrazo se apoyaba contra la piel desnuda
de su estómago.
En serio, no se necesita mucho para encenderme cuando se trataba
de Kat. Podía simplemente mirarme. Hablarme. Insultarme. Me encontraba
más o menos en un estado de encendido constante, pero esto era pura
tortura. El tenerla tan cerca, sostenerla, y no hacer nada al respecto.
Levanté la cabeza ligeramente y la miré. Tenía los labios
entreabiertos, y pestañas gruesas descansaban sobre sus mejillas. Su pelo
se encontraba sobre mí y en la almohada. Se hallaba en todas partes.
Definitivamente Kat quería más ayer por la noche, pero no iría allí, ni
entonces ni ahora, hasta que ese idiota estuviera completamente fuera de
la foto. Tenía la sensación de que lo estaría. Tenía que estarlo. Lo vi
cambiar en los ojos de Kat anoche.
Me había visto solo a mí, y no existía sitio para alguien más.
Necesitaba levantarme.
No me moví por otros cinco minutos, más o menos atrapado en
mirarla, pero la luz sobre la cama crecía más a cada minuto.
Ya era hora de que me fuera.
Besándola en la mejilla, saqué suavemente el brazo y salí de la
cama. Me vestí en silencio, moviéndose sin hacer ruido por el dormitorio,
tomando nota de las pilas de libros por todas partes. Sonreí. Deteniéndome
en la puerta, la miré. No se había movido ni un centímetro. Al cerrar la
puerta, salí de la habitación y bajé las escaleras. Me hallaba fuera de la
puerta principal y en la mía cuando vi el Prius de su madre aparecer por el
camino.
Me di la vuelta.
Dee se encontraba de pie en la escalera, sus cejas arqueadas y los
brazos cruzados.
—Bueno. Bueno. Bueno…
—¿Qué? —Me pasé los dedos por el cabello y me di cuenta de que
los mechones se levantaban por todas partes.
Parpadeó y apareció en la parte inferior de los escalones.
—No tengo tiempo para cuestionar el por qué acabas de llegar de
la casa de mi mejor amiga, porque el Walmart en Cumberland está
teniendo una gran venta de madrugada, pero te conviene creer que
quiero respuestas.
Le lancé una mirada suave.
—No sucede nada.
Dee agarró su bolso y las llaves de la tumbona.
—Al igual que no sucede nada cuando Adam pasa la no…
—Oh, vamos —gemí—. No quiero oír eso.
—Lo que sea. —Se acercó a la puerta, señalándome—. Tú y yo
hablaremos más tarde.
Iba a tener que evitar ese "más tarde" como si mi vida dependiera
de ello.
Por suerte para mí, Dee estuvo fuera la mayor parte del día y la
tarde. Era mi turno de patrullar, y decidí comenzar antes de la cena.
Siempre podía conseguir algo del Smoke Hole en mi camino de regreso.
Agarrando la gorra de béisbol que se hallaba sobre el respaldo del sofá,
me la puse y salí.
El coche de Kat no se encontraba allí cuando lo hice.
Preguntándome si se reunió con Carissa o Lesa, crucé los caminos de
entrada y me moví entre los árboles desnudos. Sabía que Kat no estaba
con Dee. Si no se encontraba con ellas, estaría… detuve mis pensamientos.
No había manera de que estuviera con ese idiota, no después de lo de
anoche.
La luz tenue se aferraba a las ramas gruesas mientras aceleraba el
ritmo, permaneciendo en mi forma humana en lo que exploraba la zona.
Debido a las áreas boscosas, podíamos movernos por todo el maldito
condado y pasar prácticamente desapercibidos, pero era temporada de
caza, y lo último que quería era que me dispararan. Si me encontraba
completamente en mi forma Luxen llamaría notablemente la atención,
pero al llevar una camiseta térmica oscura y pantalones, me mezclaba
con el entorno mientras el sol menguante daba paso a la noche.
Cuando me acercaba a las afueras del condado, a pocos metros
de Pendleton, me detuve, levantando hojas secas y tierra suelta. Hielo
serpenteó por mi espina dorsal. Miré a mí alrededor, explorando los árboles.
No vi nada, pero no tenía dudas de que un Arum se hallaba cerca.
Mierda.
Me moví hacia el oeste, alejándome de casa, pero no vi ni una
maldita cosa. Retrocediendo, aceleré, pasando sobre el suelo y los árboles
caídos, apenas tocando las raíces expuestas y cantos rodados. Varios
kilómetros más tarde, sentí una capa grasosa deslizándose sobre mi piel.
Fue breve, y se había desvanecido antes de que pudiera contaminar el
aire.
El Arum era un hijo de puta rápido, permaneciendo varios minutos
por delante de mí, a pesar de que no existía manera de que me sintiera,
no con las rocas sénecas cerca.
Mi respiración formaba nubes brumosas en el aire frío mientras me
acercaba a la carretera. Viajé un kilómetro y medio al norte antes de sentir
al Arum de nuevo.
Disminuí la velocidad a medida que los árboles se adelgazaban, y
rastreé al Arum hasta la cafetería Smoke Hole. Santa mierda, ¿iba por el
pastel de carne o algo así? La oscuridad, el espesor en el aire, habían
aumentado mientras esperaba hasta que las luces de los vehículos que se
aproximaban desaparecieran. Crucé la calle, llegando al estacionamiento
con un ritmo tranquilo.
A través de las ventanas iluminadas del comedor, una sombra
oscura explotó dentro del edificio, ennegreciendo las ventanas y
rápidamente desapareciendo. La presencia del Arum desapareció.
—¿Qué demonios… —La parte trasera de mi cuello se calentó y
estremeció. ¿Kat se encontraba aquí?
La puerta de Smoke Hole se abrió de golpe y Kat salió. No se hallaba
sola. El idiota se encontraba con ella, con la mano envuelta alrededor de
la suya. Me quedé mirándolos, debatiendo entre centrarme en el hecho
de que un Arum estuvo dentro de la cafetería y el que incluso después de
anoche, se encontrara con Blake hoy.
No podía creer ninguna.
Kat levantó lentamente la cabeza, con el rostro pálido cuando sus
ojos se encontraron con los míos. Le soltó la mano.
—¿Qué… qué estás haciendo aquí?
Apretaba la mandíbula con tanta fuerza que mis molares iban a
agrietarse.
—Estaba a punto de preguntarte lo mismo.
Miró al idiota.
—Esto no es lo que…
—Mira, no sé lo que está pasando entre ustedes dos, o lo que sea. —
El idiota puso la mano alrededor del codo de Kat —. Pero Katy y yo
tenemos que hablar…
Eso fue todo.
Disparándome hacia adelante, lo tuve inmovilizado contra la
ventana de la cafetería, mi cara tan cerca de la suya que la visera de mi
gorra se presionaba en contra su frente.
—La tocas otra vez y voy a…
—¿Vas a qué? —espetó—. ¿Qué vas a hacer, Daemon?
Kat me agarró del hombro.
—Daemon, vamos. Deja que se vaya.
—¿Quieres saber lo que voy a hacer? —le pregunté, en voz baja—.
¿Sabes dónde están tu cabeza y tu trasero? Bueno, están a punto de
conocerse muy bien.
El idiota sonrió.
—Me gustaría ver que lo intentaras.
—Es probable que quieras volver a pensarlo. —Me reí en voz baja—.
Ya que no tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer, chico.
—Ves, eso es lo curioso. —Agarró mi muñeca—. Sé exactamente de
lo que eres capaz.
Incliné la cabeza, oyendo lo que no me decía. Este pequeño inútil.
Lo sabía. Desde el momento en que lo vi pegado a Kat, sabía que había
algo mal acerca de él.
—Muchachos —dijo un hombre—. Van a terminar esto ahora mismo
antes de que alguien llame a la…
El idiota levantó su mano libre, y el hombre se congeló.
Hijo de puta.
Comenzaba a transformarme. Apreté las manos hasta que se quedó
sin aliento.
—No me importa quién o qué eres, pero será mejor que me des una
buena razón para no terminar con tu patética vida realmente rápido.
—Sé lo que eres —logró decir medio ahogado Blake.
—Eso no ayuda —gruñí, dejando que más de mi verdadera forma
emergiera, lo suficiente como para que viera exactamente con lo que
lidiaba—. Inténtalo de nuevo.
—Acabo de matar a un Arum, y a pesar de que eres un imbécil
arrogante, no somos enemigos. —Estrangulándolo, detuve sus siguientes
palabras, y Kat me agarró de los hombros—. Puedo ayudar a Katy —
jadeó—. ¿Es lo suficientemente bueno para ti?
—¿Qué? —exigió Kat, dejando caer las manos.
—Sí, bueno, simplemente el que digas su nombre me da ganas de
matarte. Así que no, no es lo suficiente bueno para mí —le dije.
Sus ojos se clavaron en ella.
—Katy, sé lo que eres, lo que serás capaz de hacer, y puedo
ayudarte.
Oh hombre, esto… esto era otra cosa. Me incliné hacia él, mis ojos
de un color blanco puro y brillante.
—Déjame hacerte una pregunta. Si t e mato, ¿estas personas se
descongelarán?
Sus ojos se ampliaron.
Sonreí.
Kat se encontraba a mi lado.
—Suéltalo, Daemon. Necesito saber de qué está hablando.
—Retrocede, Kat. Lo digo en serio; retrocede, maldita sea.
—Basta —dijo ella, y luego gritó—: ¡Detente! ¡Simplemente detente
por unos malditos minutos!
La miré, y el idiota aprovechó la distracción. Pasó su brazo por sobre
el mío, rompiendo mi agarre. Se movió a un lado, poniendo distancia entre
ambos.
—Jesús. —Se frotó la garganta—. Tienes problemas de manejo de la
ira. Es como una enfermedad.
—Hay una cura —le dije—. Y se llama patear tu trasero.
Me desestimó con un gesto de la mano. El chico tenía ganas de
morir. Comencé a moverme hacia adelante, pero Kat se interpuso.
Colocando las manos sobre mi pecho.
—Ya basta. Tienes que detenerte ahora.
Mis labios se curvaron en una mueca.
—Es un…
—No sabemos lo que es —interrumpió—. Pero mató a un Arum. Y no
me ha hecho daño o a cualquier otra persona, y ha tenido muchas
oportunidades para hacerlo.
Exhalé bruscamente.
—Kat…
—Tenemos que escucharlo, Daemon. Necesit o escuchar lo que tiene
que decir. Además, estas personas han sido congeladas, como, dos veces.
Eso no puede ser bueno para ellos.
—No me importa. —Miré al chico, con ganas de arrancarle la piel, y
creo que vio lo que brillaba en mis ojos, porque en realidad dio un paso
atrás—. Hablará. Y luego voy a decidir si es que llega o no a mañana.
Kat tragó y luego hizo un gesto hacia el hombre con camisa de
franela, el que se encontraba congelado.
—¿Puedes, eh, arreglarlo?
—Claro. —Movió la muñeca.
—… la policía —terminó Camisa de Franela.
—Todo está bien. Gracias. —Kat se dio la vuelta—. A mi auto, ¿si es
que pueden arreglárselas en un espacio tan cerrado?
Caminé hacia donde se encontraba estacionado su Camry y me
deslicé en el asiento del pasajero. Kat se sentó al volante y el idiota se puso
malditamente cómodo en el asiento trasero.
Kat encendió la calefacción y luego lo miró de nuevo.
—¿Qué eres?
—Lo mismo que sospecho que eres tú —le dijo.
—¿Y qué crees que soy?
Hice sonar mi cuello, manteniendo la boca cerrada. Nada de lo que
iba a decir en este momento mantendría esta conversación.
—No lo sabía al principio —respondió—. Había algo en ti que me
atrajo, pero no podía entender lo que era.
—Continúa con precaución cuando elijas tus siguientes palabras —
gruñí.
Kat se retorció mientras envolvía una mano alrededor del collar de
obsidiana.
—¿A qué te refieres?
El idiota se desplazó hacia adelante desde el asiento trasero.
—La primera vez que te vi, supe que eras diferente. Luego, cuando
detuviste esa rama y vi tu collar, lo supe. Solo aquellos que saben que
deben temer a las sombras usan obsidiana. —Segundos pasaron en
silencio—. Luego en nuestra cita… sí, ese vaso y plato no cayeron en mi
regazo por su propia cuenta.
Me reí mientras mi mano formaba un puño.
—Buenos tiempos.
—¿Cuánto sabes? —preguntó.
—Hay dos razas alienígenas en la Tierra: los Luxen y los Arum. —Hizo
una pausa mientras me retorcía en mi asiento. Tragó saliva—. Eres capaz
de mover las cosas sin tocarlas y puedes manipular la luz. Estoy seguro de
que puedes hacer más. Y también puedes curar a los seres humanos.
—¿Cómo sabes eso? —le pregunté.
Hubo una pausa.
—Cuando tenía trece, me iba de la práctica de fútbol con un
amigo, Chris Johnson. Era un chico normal, como yo, excepto que era muy
rápido, nunca se enfermaba, y nunca vi a sus padres en algún juego. Pero
a quién le importaba, ¿verdad? No lo hizo hasta que un día hacía el tonto
y bajé de la acera, justo frente a un taxi con exceso de velocidad. Chris
me sanó. Resultó que era un alienígena. —Sus labios se torcieron en una
sonrisa irónica—. Pensé que era bastante genial. Mi mejor amigo era un
alienígena. ¿Quién puede decir eso? Lo que no sabía y lo que nunca me
dijo es que me marcó como una luciérnaga. Cinco días después, cuatro
hombres entraron en mi casa.
»Querían saber dónde se encontraban ellos —continuó, apretando
las manos—. No sabía a qué se referían. Mataron a mis padres y a mi
hermana menor delante de mí. Y cuando todavía no pude ayudarlos, me
golpearon hasta casi matarme.
—Oh, mi Dios —susurró Kat.
—No estoy seguro de que en realidad exista —dijo, dejando escapar
una risa seca—. De todos modos, me tomó un tiempo averiguar que
cuando eres sanado, tomas parte de sus habilidades. Mierda simplemente
comenzó a volar por todas partes después de que me enviaron a vivir con
mi tío. Cuando me di cuenta de que mi amigo me había cambiado,
investigué tanto como pude. No es que lo necesitara. El Arum me encontró
de nuevo.
—¿A qué te refieres? —preguntó.
—El Arum en la cafetería, no podía sentirme debido al cuarzo beta,
sí, también sé de eso. Pero si nos quedamos fuera del rango de cuarzo,
somos igual que tu… amigo para ellos. En realidad somos más sabrosos.
¿Más sabrosos? Mi puño descansaba sobre mi rodilla.
—Cuando me di cuenta del peligro en el que me encontraba,
comencé a entrenarme físicamente y a trabajar en mis habilidades.
Aprendí acerca de sus debilidades a través de… otros. Sobreviví lo mejor
que pude.
Mi instinto se disparaba por todos lados. Resultaba que este chico
fue sanado por otro Luxen, confirmando lo que sospechaba que le sucedió
a Kat —toda la cosa de cambiarla— ¿y por casualidad terminó aquí, en
medio de la nada, al Oeste de Virginia? Este no era el único lugar en los
Estados Unidos que se encontraba protegido por el cuarzo beta. Esto era
pura mierda.
—Todo esto es genial, la mierda de cuidarse y compartir —le dije—.
Pero, ¿cómo acabaste aquí de entre todos los lugares?
—Cuando me enteré del cuarzo beta, me mudé aquí con mi tío.
—Horriblemente conveniente —murmuré.
—Sí, lo es. Las montañas. Muy conveniente para mí —respondió él.
—Hay un montón de otros lugares con cuarzo de beta —señalé—.
¿Por qué aquí?
—Parecía como una zona menos poblada —contestó—. No imaginé
que hubiese tantos Arum aquí.
—Entonces, ¿todo era una mentira? —preguntó Kat
repentinamente—. ¿Santa Mónica? ¿El surf?
—No, no todo fue una mentira. Vengo de Santa Mónica y sigo
amando el surf —dijo él—. He mentido tanto como tú, Katy.
Blake recostó la cabeza contra el asient o y cerró los ojos. Se hundió
entre las sombras dentro del auto.
—Has sido herida, ¿verdad? ¿Y sanada por uno de ellos?
Me tensé.
El idiota suspiró de nuevo.
—¿No me vas a decir cuál fue?
—No es asunto tuyo —dijo ella—. ¿Cómo sabías que era diferente?
—Quieres decir, ¿además de la evidente obsidiana, el séquito
alienígena y la rama? —rió—. Estás llena de electricidad. ¿Ves? —Se estiró
entre los asientos y puso la mano sobre la de Kat. Estática crepitó,
sacudiéndolos a ambos.
Mi mano se estiró y agarré su mano, arrojándosela de vuelta.
—No me gustas.
—El sentimiento es mutuo, amigo. —Miró a Kat —. Es lo mismo cuando
tocas a un Arum o a un Luxen, ¿cierto? ¿Sientes t u piel zumbar?
Se quedó en silencio por un momento.
—¿Cómo sabes acerca del DOD?
—Conocí a otro humano como nosotros. Se encontraba bajo el
control del DOD. Al parecer, expuso sus habilidades y ellos se abalanzaron
sobre ella. Me contó todo acerca del DOD, y lo que en realidad quieren, lo
cual no son los Luxen o los Arum.
Me volteé, observándolo.
—¿A qué te refieres?
—Quieren a las personas como Katy. No les importa un carajo los
alienígenas. Nos quieren a nosotros.
Kat lo miró boquiabierta.
—¿Qué?
—Tienes que explicarte mucho mejor —ordené a medida que una
estática se erigía en el diminuto auto.
Se inclinó hacia adelante.
—¿De verdad crees que el DOD no sabe de lo que son capaces los
Arum y los Luxen? ¿Que después de estudiar a tu clase durante décadas y
décadas no saben con lo que están tratando? Y si en realidad crees que
no, entonces eres un est úpido o un ingenuo.
Kat se sacudió en su asiento.
De ninguna manera. No había forma.
—Si el DOD sabe de nuestras habilidades, no nos dejarían vivir en
libertad. Nos habrían encerrado en un instante.
—¿En serio? El DOD sabe que los Luxen son una raza pacifica y que
los Arum no son iguales a los de tu especie. Permiten que los Luxen libres se
encarguen del problema alienígena de los Arum. Además, ¿no se libran de
cualquier Luxen que cause problemas? —Se echó hacia atrás cuando casi
pasé sobre el asiento, pero Kat agarró mi suéter. Levantó las manos—. Mira,
solo digo que hay peces más grandes que la DOD quiere. Y esos son los
humanos que los Luxen mutaron. Somos tan fuertes como tú... incluso más
fuertes en algunos casos. La única cosa es que nos cansamos más rápido y
nos toma más tiempo recargarnos, por así decirlo.
Me recosté, mis manos abriéndose y cerrándose.
»La única razón por la que el DOD les deja creer que su gran y
malvado secreto está oculto, es porque saben lo que pueden hacer con
los humanos —explicó—. Y nosotros somos los que les importan.
—No —susurró ella—. ¿Por qué se preocupan de nosotros en vez de
ellos?
—Cielos, Katy, ¿por qué el gobierno estaría interesado en un grupo
de humanos que tienen más poderes que las criaturas que los crearon? No
lo sé. ¿Quizás porque tendrían un ejército súper humano a su disposición el
cual puede deshacerse de los alienígenas si es necesario?
Maldije entre dientes, porque por mucho que odiara aceptarlo, lo
que decía este chico tenía sentido. Demasiado.
—Pero ¿cómo… cómo eres más fuerte que los Luxen? —preguntó
Kat.
—Esa es una buena pregunta. —Miré el asiento trasero.
—En la cafetería, ¿cuando supe que ese tipo no iba a pagar su
cuenta? Es porque puedo recoger pedazos de sus pensamientos. No
todos, pero los suficientes para saber lo que planeaba. Puedo oír a casi
todos los humanos... cualquiera que no esté mutado.
—¿Mutado? —La voz de Kat subió.
—Y tú mutaste. Dime, ¿te has sentido enferma recientemente? ¿Has
tenido una fiebre realmente alta?
Maldita sea.
»Puedo decir por tu expresión que la has tenido. Déjame adivinar,
¿tuviste una fiebre tan mala que sentías que todo tu cuerpo se hallaba en
llamas? Duró un par de días y luego te sentiste bien… ¿mejor que nunca?
—Se volvió hacia la ventana otra vez, negando—. ¿Y ahora puedes mover
las cosas sin tocarlas? Es probable que no tengas control. La mesa
temblando adentro no era yo. Eras t ú. Eso solo es la punta del iceberg.
Pronto serás capaz de de hacer muchísimo más, y si no consigues
controlarlo, será realmente malo. Este maldito lugar está lleno de personas
del DOD, ocultos. Y están aquí buscando de híbridos. Hasta donde sé, los
Luxen normalmente no suelen sanar humanos, pero sucede. —Me miró—.
Obviamente.
Kat se acomodó el cabello con manos temblorosas.
—Entonces, ¿por qué estás aquí si es tan arriesgado ahora?
—Por ti —dijo—. Honestamente, pensé en no volver. Mudarme, pero
aquí está mi tío… y tú. No hay muchos de nosotros que no han sido
capturados por el DOD. Tienes que saber en qué clase de peligro estás.
—Pero ni siquiera me conoces —argumentó ella.
—Y nosotros no te conocemos —añadí, mis ojos entrecerrándose.
Se encogió de hombros.
—Me gustas. No tú, Daemon. —Sonrió—. Sino Katy.
—Realmente, en serio, no me gustas en absoluto.
Kat presionó una mano contra su pecho.
—Blake…
—Eso no quiere decir si te gusto o no. Solo señalo el hecho. Me
gustas. —La miró—. Y no sabes en lo que te has metido. Te puedo ayudar.
—Tonterías —dije—. Si necesita ayuda para controlar sus habilidades,
entonces puedo hacerlo.
—¿Puedes? Lo que haces es algo de segunda naturaleza para ti. No
para Katy. Tuve que aprender a cómo controlar mis habilidades. Puedo
enseñarle. Estabilizarla.
—¿Estabilizarme? —Su risa sonó un poco ahogada—. ¿Qué va a
pasar? ¿Voy a explotar o algo así?
—En verdad puedes terminar dañándote a ti o a otros. Además, he
escuchado cosas, Katy. Algunos humanos mutados… Bueno, vamos a
decir que no terminan bien.
—No necesitas asustarla.
—No estoy tratando de hacerlo. Es sólo la verdad —respondió
Blake—. Y si el DOD sabe de ti, te van a atrapar. Y si no puedes controlar
tus habilidades, te sacrificarán.
Katy soltó un grito ahogado, mirando hacia el frente del auto. Estiré
una mano, colocándola sobre la suya. No me miró, y quise golpear al
idiota en el rostro.
—Katy, sé que esto es demasiado. Pero tienes que estar preparada.
Si te vas de esta ciudad, los Arum van a ir tras de ti. Eso si puedes
escabullirte del DOD.
—Tienes razón. Esto es demasiado. —Levantó la mirada—. Pensé que
eras normal. Y no lo eres. Me estás diciendo que el DOD me está
buscando. Y si alguna vez decido irme de este lugar, voy a ser una
merienda para un Arum. Y mejor aún, podría perder el control de cualquier
poder que tengo y acabar con toda una familia, ¡luego ser sacrificada!
¡Todo lo que quería hacer hoy era comer algunas malditas papas fritas y
ser normal!
Dejé escapar un siseo y Blake dijo—: Nunca vas a ser normal, Katy.
Nunca más.
—No me digas —espetó ella. Respirando hondo, pareció
recomponerse—. ¿Qué vamos a hacer?
—No necesitamos su ayuda —dije.
—Pero sí la necesitas —susurró Blake—. Escuché acerca de la cosa
de las ventanas con Simon.
Katy me miró, y negué, pidiéndole que se quedara callada, porque,
¿cómo demonios sabía de eso?
—¿Qué crees que ocurrirá la próxima vez? Simon salió corriendo,
haciendo Dios sabe qué. No tendrás tanta suerte otra vez.
Recostando la cabeza hacia atrás, Katy cerró los ojos. Su voz era
baja cuando habló—: ¿Cómo sabes tanto de ellos?
—¿La chica de la que te conté? Me lo dijo todo. Quería ayudarla... a
escapar, pero no se iría. El DOD tenía algo o a alguien que significaba
mucho para ella.
Un escalofrío extraño irradió por mi columna vertebral.
—¿Quién era ella? —cuestionó Katy.
—Liz algo —respondió él—. No sé su apellido.
—Sabes —dije, mirándolo sobre el asiento—, no hay nada que me
impida matarte. Justo ahora.
—Sí, la hay. —Me miró—. Está Katy y el hecho de que dudo que seas
un asesino a sangre fría.
A veces, como en este momento, realmente desearía ser un asesino
a sangre fría, porque entonces no sería un problema.
—No confío en ti.
Me sostuvo la mirada.
—No tienes que hacerlo. Solamente Katy tiene que hacerlo.
No existía forma en que ella pudiera confiar en él. La miré, y vi que
de hecho lo consideraba. Ira me llenó. Coloqué las manos en el tablero
para evitar ahorcarlo.
—¿Cuándo empezamos? —preguntó Kat, y cerré los ojos.
—Mañana si puedes —dijo él.
—Mi mamá se va al trabajo después de las cinco.
—Estaré allí —dije.
—No es necesario —contestó Blake.
—Y no me importa. No harás ninguna maldita cosa con Katy si no
estoy ahí. —Lo enfrenté, bajando las manos hasta mis rodillas—. No confío
en ti. Para que quede claro.
—Como sea. —Blake bajó del auto, causando que el aire frío
entrara.
—Blake —llamó Kat.
Se detuvo con la mano en la puerta.
—¿Qué?
—¿Cómo escapaste cuando el Arum te atacó? —lo interrogó.
Mirando en la distancia, entrecerró los ojos hacia el cielo oscuro.
—Eso no es algo de lo que esté preparado para hablar, Katy. —Cerró
la puerta y se fue trotando hacia su auto.
Kat miró por la ventana, y ambos nos quedamos allí sentados por
varios minutos, sin decir nada, y luego abrí la puerta del auto. Salí,
cerrando la puerta detrás de mí. Había demasiadas cosas que quería
decirle en este momento, y ninguna era buena. Necesitaba unos pocos
minutos para mí, para calmarme, y quizás para el momento en que se
encontrara en casa, podría tener una conversación decente con ella.
Dejándola, crucé el camino y me deslicé en el bosque. Le gané en
llegar a casa por unos veinte minutos. Bajé los escalones de su pórtico
mientras se acercaba.
Kat negó lentamente.
—Daemon…
—No confío en él. No confío en ninguna maldita cosa acerca de él,
Kat. —Me quité la gorra, pasándome los dedos por el cabello, y luego me
la puse de nuevo—. Salió de la nada y sabe t odo. Cada parte de mi
instinto me dice que no puedo confiar. Podría ser cualquier persona,
trabajando para alguna organización. No sabemos nada.
—Lo sé. —El cansancio se aferraba a ella—. Pero al menos de esta
forma podemos mantener un ojo sobre él. ¿Cierto?
Me reí corta y secamente.
—Hay otras formas de lidiar con él.
—¿Qué? —Su voz se elevó y fue llevada con el viento—. Daemon, no
puedes estar pensando…
—Ni siquiera sé lo que estoy pensando. —Di un paso atrás;
obviamente no me sentía lo suficientemente calmado como para tener
esta conversación—. Y maldita sea, mi cabeza no está en el lugar correcto
en este momento. —Hice una pausa, mi mandíbula tensándose—. ¿Por
qué te hallabas con él en primer lugar?
—Estábamos comiendo algo y yo…
—¿Tú qué? —Dios, esto no era importante, pero no podía
contenerme. Después de anoche, luego de despertar con ella en mis
brazos, ¿se fue a cenar con él? ¿Una cita? Maldita sea.
—Fuiste con Bryon después…
Negó nuevamente, su cabello volando alrededor de su rostro pálido.
—Daemon…
—Sabes, no estoy realmente sorprendido. —La curva de mis labios
era amarga—. Nos besamos. Dos veces. Pasaste la noche usándome
como tu almohada… y disfrutándolo. Estaba seguro de que enloquecerías
en el momento en que me fuera. Corriste directamente hacia Boris, porque
en realidad no te hace sentir nada. Y sentir algo por mí te asusta
demasiado.
Su boca se cerró bruscamente.
—No corrí directamente hacia Blake. Me escribió un mensaje para
que nos reuniéramos y comiéramos algo, y no era una cita, Daemon. Fui
para decirle…
—¿Y qué era entonces, Kitten? —Di un paso hacia adelante,
mirándola directamente—. Obviamente le gustas. Lo besaste antes. Está
dispuesto a arriesgar su propia seguridad para ent renart e.
—No es lo que piensas. Déjame explicarte…
—No sabes lo que pienso —espeté.
—Daemon…
—Sabes, eres increíble. —La ira se apoderó de mí, clavándome sus
garras filosas como una navaja—. La noche de tu fiesta, ¿cuando pensaste
que andaba por ahí con Ash? Estabas tan enojada que saliste y volaste las
ventanas, exponiéndote.
Se estremeció.
—Y ahora estás haciendo, ¿qué? ¿Jugando con él mientras me
besas?
Su labio inferior tembló.
—¡No estoy jugando con él, Daemon! Sólo somos amigos. Eso es
todo.
El escepticismo dibujó una línea apretada en mis labios.
—No soy estúpido, Kat.
—¡No he dicho que lo seas! —gritó, sus manos formando pequeños
puños—. No me has dado la oportunidad de explicar nada. ¡Como de
costumbre, estás actuando como un maldito sabelotodo y continúas
interrumpiéndome!
—Y como de costumbre, eres un problema mayor del que me
imaginé. —En el momento en que esas palabras salieron de mi boca, supe
que había ido demasiado lejos.
Retrocedió un paso, su voz quebrándose mientras hablaba—: No soy
tu problema. Ya no.
—Kat…
—No. Nunca fui tu problema en primer lugar. —La ira se mezcló con
el dolor en su voz—. Y estoy demasiado segura de que ya no soy tu
problema ahora.
—Demonios. Esto —Agité una mano a nuestro alrededor, perdiendo
el control—, ni siquiera es importante en estos momentos. Solo olvídalo.
No podía ganarle. Sin importar lo que hiciera, lo que dijera, y
necesitaba alejarme antes de que dijera algo de lo que en realidad no
pudiera retractarme.
Antes que ella dijera algo que no pudiera dejar ir.
18
Traducido por SamJ3
Corregido por Daliam

No fui a casa, no por mucho tiempo. Me quedé afuera, patrullando


el campo hasta las primeras horas de la mañana. Si había un Arum, habría
tres más. Y aunque no sentía la presencia de nadie, sabía que no estarían
muy lejos.
Cuando llegué a casa era un poco más de las cuatro de la mañana
y mi piel humana no se sentía tan encantada de haber pasado horas en el
clima congelante. Una luz tenue salía de la sala, acompañada de un
murmullo bajo. Quitándome la gorra, entré a la sala.
Dee se encontraba acurrucada contra el brazo del sillón,
completamente dormida. A su lado, un Adam adormilado se frotaba los
ojos. No dije nada mientras caminaba hacia la cocina. Encendiendo la luz
encima del horno, t iré la gorra sobre la mesa y caminé hacia el
refrigerador.
Saqué un contenedor lleno de pavo y agarré una soda. Mi
estómago rugía mientras la destapaba. Sin usar un tenedor, empecé a
romper los pedazos de carne con los dedos.
—Estás llegando tarde —afirmó Adam desde la entrada. Caminó
hacia el mostrador, rascándose la mandíbula mientras bostezaba—. ¿Está
todo bien?
Ahora mismo, todo era un lío. Metí un pedazo de pavo en mi boca
mientras debatía lo que podía decirle a Adam. ¿El asunto con el Imbécil?
No me sentía cómodo con la idea de contarle a Adam o a cualquiera
sobre eso. No quería arrastrarlos en algo que podría matarnos.
Algo que muy probablement e nos mataría.
Metí más pavo en mi boca. Mentirles a mis amigos, a mi familia, no
iba bien conmigo. Pero esta no era la primera o única mentira. Ellos no
sabían que sané a Kat . No sabían que estaba cambiando, mut ando.
Tantas mentiras.
Adam me miró, esperando.
Quité la tapa de la soda y le di un trago largo. —Me topé con un
Arum esta noche.
Todo el sueño se desvaneció del rostro de Adam. Se puso tenso,
alerta. —¿Qué pasó?
—El Arum ya no es un problema —dije, tomando otra tira de pavo.
—Pero si hay uno, entonces hay…
—Tres más en algún lugar. —Dejé de lado el contenedor con pavo—.
Lo sé. Así que estate atento. Le haré saber a Matthew, para que pueda
decirle a los ancianos.
Adam se pasó los dedos por el cabello revuelto. —Maldición,
hombre, ¿habrá un día en el que no tengamos que preocuparnos por los
Arum?
—Sí. —Mi apetito se había ido—. Cuando estemos muertos.

***

Para el momento en que la tarde del sábado pasó, algo del enojo se
había evaporado. No todo, pero lo suficiente como para que estuviera
seguro de poder estar junto al I mbécil sin asesinarlo. Bueno, casi seguro. No
me sentía de acuerdo con que entrenara a Kat, para nada, pero eso no
quería decir que no estaría allí para supervisarlo.
Mi desconfianza por él crecía cada segundo.
A las cinco, caminé hacia su casa. Su madre ya se había ido. Toqué
en la puerta delantera y unos segundos más tarde, lo que sonaba como
una manada de lobos se acercó. Retrocediendo, fruncí el ceño.
La puerta se abrió de golpe para revelar a Kat. Parecía un poco sin
aliento y sus ojos se veían rojos e inflamados. —Hola —dijo.
Arqueé una ceja. —Parecía que ibas a atravesar la puerta.
Se sonrojó. —Yo, eh, estaba… buscando mi bebida.
—¿Buscando tu bebida?
—La perdí.
Mirando sobre su hombro, vi la bebida sobre la mesa del recibidor.
Sonreí ligeramente. —Está justo ahí, sobre la mesa.
Kat se giró. —Oh. Bien, gracias.
Entré, pasando junto a ella. Deteniéndome unos metros adentro,
metí las manos en mis bolsillos para evitar tocarla, porque tal como ella dijo
en el pasado, tenía problemas con los límites. Recostándome contra
pared, la miré… mirarme. Sangre subía por sus mejillas.
—Kitten…
—¿Daemon?
Mi mirada se deslizó hacia su rostro, deteniéndome en los ojos
inflamados. —Te ves cansada.
Se acercó. —No dormí bien anoche.
—¿Pensando en mí?
Hubo un momento de duda. —Sí.
La sorpresa emergió dentro de mí. ¿Acababa de admitir eso? ¿Los
cerdos iban a comenzar a volar? —Bueno, estuve preparando todo este
discurso sobre como necesitas dejar de negar que consumo cada
pensamiento de vigilia tuyo y persigo tus sueños. Ahora no estoy seguro de
qué decir.
Kat se recostó contra la pared, justo frente a mí. —¿Tú, sin palabras?
Esto tiene que ir a los libros de registro.
Bajé la cabeza y susurré. —No pude dormir anoche, tampoco.
Se movió más cerca, su brazo tocando el mío, y me tensé. —
Anoche…
—Quería disculparme —dije, y sabía que necesitaba hacerlo
después de decirle que era un problema—. Lamento…
Alguien se aclaró la garganta. Mi mirada se elevó. Me encontraba
tan perdido en Kat que no lo escuché entrar por la puerta abierta. El
Imbécil había llegado.
—¿Interrumpo? —preguntó.
—Sí, Bart, t u siempre estás interrumpiendo —respondí.
—Lamento que me tomara t anto tiempo llegar hasta aquí —dijo,
ignorándome mientras miraba a Kat.
—Lástima que no te tomara más tiempo —dije perezosamente—. Y
demasiado mal que no te perdieras o…
—Fuera comido por unos jabalíes salvajes o hubiera muerto en un
terrible accidente de diez autos. Lo entiendo —me interrumpió, y nos pasó
de largo—. No necesitas estar aquí, Daemon, nadie te obliga.
Me volteé, siguiéndolo. —No hay otro lugar donde preferiría estar.
Kat entró en la sala. —Así que… Ehm, ¿cómo vamos a hacer esto?
—Lo que necesitamos hacer primero es descubrir qué es lo que ya
puedes hacer —dijo.
Ella lanzó su cabello hacia atrás, obviament e incómoda mientras la
mirábamos. —Eh, no estoy segura de que pueda hacer mucho.
Sus labios se fruncieron mientras me sentaba en el sofá. —Bueno,
detuviste la rama. E hiciste añicos esa ventana, son dos cosas.
—Pero no lo hice a propósito. —Kat me miró—. Lo que quiero decir es
que no fue un esfuerzo consiente, ya sabes.
—Oh. —Sus cejas bajaron—. Bueno, qué decepcionante.
Mi mirada se deslizó hacia él. —Que gran motivador eres.
Me ignoró. De nuevo. —Así que, ¿han sido estallidos de poder
producidos al azar? —Cuando Kat asintió, se pellizcó el puente de la nariz
—¿Es posible que simplemente desaparezcan? —dijo, sonando
esperanzada.
—Lo habría hecho ya a esta altura. Mira, una de cuatro cosas pasa
después de una mutación, por lo que he podido aprender. —Empezó a
moverse alrededor de la sala—. Un ser humano puede ser curado, y luego
se desvanece después de un par semanas, incluso meses. O un humano
puede ser mutado y eso se adhiere, y desarrollan algunas de las
habilidades de los Luxen… o más. Luego están los que se autodestruyen.
Pero tú ya estas fuera de ese escenario.
—¿Y?
—Bueno, y luego hay humanos que son mutados más allá de lo que
cabría esperar, supongo.
—¿Qué significa eso? —pregunté, mis dedos golpeteando el brazo
del sofá.
Se cruzó de brazos y se balanceó hacia atrás. —Como en el
departamento de imprevisibles aspectos mutantes y es diferente para
cada uno.
—¿Me convertiré en un mutante? —chilló Kat.
Él se rió. —No lo creo.
Mis dedos se detuvieron. —¿Y cómo es que sabes todo esto, Flake?
—Blake —corrigió—. Como dije, he conocido a otros como Katy que
han sido absorbidos por el DOD.
—Ajá. —Sonreí. Este tipo tenía tatuado mentiroso en la frente.
Sacudió la cabeza. —De todos modos, de vuelta a las cosas
importantes. Necesito ver si puedes controlarlo. Si no…
No me gustaba a dónde se dirigía con esa oración; me levanté del
sofá y me moví rápidamente, sólo para recordarle al I mbécil lo que era.
Me encontraba en su cara en menos de un segundo. —¿O qué, Hank?
¿Qué si no puede?
—Daemon. —Kat suspiró—. Primero que nada, su nombre es Blake. B-
L-A-K-E. Y en serio, ¿podemos hacer est o sin ningún momento de hombre
machista? Porque si no, esto tardará una eternidad.
Me giré, clavándola en su lugar con una mirada oscura.
—Lo mejor para empezar con esto es ver si puedes mover algo en
comando. —Se detuvo—. Y creo que podemos ir de allí.
—¿Mover qué? —preguntó Kat .
Miró alrededor del cuarto. —¿Qué tal un libro?
¿Qué libro? Había como un millón en pilas alrededor del cuarto, y
obviamente, Kat tenía un momento difícil tratando de elegir uno, porque el
Imbécil le dijo que se concentrara. Se giró hacia un lado, enfocando su
atención en el sofá. No tenía idea de si miraba los cojines, el libro, el control
o la revista.
Nada pasó.
Y después de tres horas, la única cosa que Kat pudo hacer fue que
la mesa temblara y que tal vez me durmiera.
—Tengo hambre. Estoy cansada. Y he terminado —anunció Kat en
algún momento, y después terminó la afirmación tirando mi pie de la mesa
de café.
El Imbécil alzó las cejas. —Está bien, podemos continuar mañana. No
hay problema.
Ella le lanzó una mirada.
Lo que me hizo sonreír.
Estirando los brazos, bostecé. —Guau, Brad, eres un gran entrenador.
Estoy impresionado.
—Cállate —dijo Kat y luego sacó al I mbécil por la puerta. Me paré y
caminé hacia el pasillo. Hablaban afuera. Escuché, porque no confiaba en
él y además era entrometido.
—Solo quería decir que es bastante genial lo que estás haciendo,
ayudándome. —Escuché que Kat decía.
Oh, olviden esto. No podía escuchar esta mierda. Levanté la mano y
ext endí el dedo medio. Nadie me vio, pero me hizo sentir mejor.
Caminando hacia la cocina, tomé la mayonesa, el jamón y un pan.
Ya casi terminaba cuando Kat entró. —¿Qué estás haciendo? —preguntó.
Ondeé el cuchillo. —Dijiste que tenías hambre.
Se acercó. —Tú… no tenías que hacerme nada. Pero gracias.
—También tenía hambre. —Puse mayonesa en el pan,
esparciéndola. Unos segundos más tarde, tenía dos sándwiches de jamón
y queso. Le entregué uno—. Come.
Kat me miró, y le sonreí antes de tomar un gran bocado del mío.
Mantuve la boca cerrada mientras Kat comía. Cuando terminó, limpió, y
luego fue a lavarse las manos. La seguí, parándome detrás de ella. Puse las
manos a cada lado de sus caderas, mis dedos curvándose en el
mostrador.
—Así que, tuviste una conversación bastante interesante con Butler
en el pórtico.
Se estremeció. —Su nombre es Blake, ¿y escuchas a escondidas
Daemon?
—Sólo mantenía un ojo en las cosas. —Moví la cabeza un centímetro,
pasando la nariz por su cuello. Inhalé su aroma a durazno—. Así que, ¿el
que esté ayudándote es increíble?
—Está poniéndose en riesgo, Daemon. Ya sea que te guste o no,
tienes que darle créditos por eso.
—No tengo que darle nada más que la patada en el trasero que se
merece. —Descansé la mejilla en su hombro—. No quiero que hagas esto.
—Daemon…
—Y no tiene nada con mi disgusto furioso con el chico. —Moví las
manos hacia sus caderas—. O el hecho de que…
—¿De que estés celoso? —dijo, moviendo su mejilla y trayendo sus
labios demasiado cerca a los míos.
—¿Yo? ¿Celoso de él? No. Lo que iba a decir era “o el hecho de
que tiene un nombre estúpido”. ¿Blake? Rima con escamas1. Vamos. —Me
enderecé, jalándola contra mí. Ella no se alejó. En su lugar, se reclinó
contra mí y me pregunté si sus ojos se encontraban abiertos o cerrados—.
Kitten, no confío en él. Todo en él es muy conveniente.
Se soltó y me miró de frente. —No quiero hablar de Blake.

1Escamas se traduce como Flake en inglés.


Arqueé una ceja. —¿De qué quieres hablar?
—De anoche.
Me quedé mirándola un momento y luego me alejé. Girándome,
caminé hacia la mesa de la cocina. ¿Qué quedaba por decir sobre
anoche? Necesitaba disculparme por decirle que era un problema, ¿pero
aparte de eso? No lo sabía. Me froté el cuello. Qué desastre.
—De hecho —continuó—. Quiero terminar la conversación que
teníamos antes de que llegara Blake.
—Que es sobre anoche.
—Sí —dijo en voz baja, arrastrando la palabra.
Me rasqué la barba en la mejilla, inseguro de a dónde ir con esto;
esta cosa entre nosotros. No sabía ni qué decirle.
—Mira, anoche estaba enojado. También un poco sorprendido
con… todo. —Cerré los ojos brevemente—. De todos modos, eso no es
importante. Lo de Bart sí. Parte de mí quiere golpearlo y deshacerme de él.
Sería muy fácil. Lo digo en serio, Kitten. No es sólo un peligro para ti; si está
jugando con nosotros, es un peligro para Dee. Por lo tanto, quiero
mantenerla lo más lejos posible de esto.
—Por supuesto —murmuró.
Me crucé de brazos. —Y estar de acuerdo con todo mantendrá
control sobre él. Por lo tanto, tenías razón anoche acerca de eso.
Asintió ligeramente y esperé a que dijera lo que fuera que parecía
que quería decir, pero permaneció callada. Suspiré. —No me gusta esto,
pero… —Hice una pausa—. Pero te voy a pedir una vez más que no hagas
esto con él. Confía en que puedo encontrar algo que te pueda ayudar…
que nos pueda ayudar.
Sus ojos encontraron los míos y supe en ese momento que no iba a
detenerse. Por alguna razón, ella confiaba en Blake. Lo que dolía. Me
recordaba en qué punto nos encontrábamos: en ningún lugar. La tristeza
apareció en su mirada junto con el arrepentimiento, reflejando lo que
sentía por dentro.
Porque después de todo lo sucedido, Kat en realidad no confiaba en
mí.
19
Traducido por Beatrix
Corregido por Miry GPE

Las cosas cambiaron después del sábado por la noche.


No estaba seguro de si se trataba de una decisión consciente o
simplemente las cosas se volvieron así entre nosotros. Había un hueco, uno
que tenía que estar allí para mantener una especie de mente clara
cuando se trataba de Blake. Aunque a veces era casi como antes… antes
de todo. Discutíamos, y Kat combatía una sonrisa. Se rozaba contra mí, y lo
sentía en cada célula. Tocaba su mano o arreglaba su cabello, y tomaba
todo de mí dejarla ir.
Y había días en que Kat trataba, realmente lo hacía, de cruzar ese
abismo entre nosotros, pero no podía, no cuando era tan evidente que no
confiaba en mí.
No existía nada sin confianza.
Entonces las cosas cambiaron. Realmente no hablábamos en la
escuela. La dejaba sola en clase de trigonometría y en el almuerzo. La veía
por las tardes, y esta separación entre nosotros astillaba una parte oculta
en mí, pero tenía que trazar una línea en alguna parte.
El entrenamiento absorbía la mayor parte de nuestro tiempo después
de la escuela. Ni siquiera Dee se dio cuenta de que me encontraba con
Kat y él, y sabía lo que todos pensaban en la escuela sobre Kat. Que ahora
salía con él y que todo afuera de su "novio" dejó de existir. Mantenerme
callado al respecto era una lucha mientras los días se convertían en
semanas.
Y a medida que pasaba el tiempo, Kat… no parecía que iba muy
bien. Manchas oscuras aparecieron debajo de sus ojos. Lucía pálida y
demacrada, siempre con aspecto cansado. Como si durmiera lo mismo
que yo, lo que significaba que no dormía una mierda.
Sólo una vez sentí un Arum desde el viernes después de Acción de
Gracias, y me pasé casi toda la noche patrullando. Una vez, hacía una
semana, cuando estuve cerca de las afueras del condado de Grant, sentí
una presencia aceitosa y sofocante, pero luego desapareció. Nada desde
entonces. Ni siquiera cuando Adam o Andrew patrullaban.
Hice que Matthew comprobara los registros de Blake, diciéndole que
sólo tenía un presentimiento extraño sobre el nuevo chico. Todo lo que el
Idiota le dijo a Kat acerca de dónde era, era cierto. Lo único que faltaba
era el nombre de su tío, pero Matthew explicó que no era nada fuera de lo
común.
Tal vez lo que sentía por Kat me cegaba cuando se trataba de este
chico, tiñendo mi perspectiva. No lo sabía, pero no podía quitarme la
sensación de que su apariencia, su oferta de ayuda, era demasiado fácil.
Trabajar con Kat no lograba mucho. Por lo que decía, no t uvo
ningún estallido inesperado reciente, y tampoco progresaba demasiado. El
Idiota apestaba en su entrenamiento. Hablaba. Mucho. Pero lo que dijo
durante uno de los entrenamientos en realidad tenía sentido.
—Técnicamente, cuando utilizamos nuestras habilidades, estamos
enviando una parte de nosotros —explicó—. Por ejemplo, si quisiera
recoger algo, una parte de mí lo estaría haciendo como una extensión de
mí. Es por eso que nuestros poderes nos hacen más débiles. —Hizo una
pausa, riendo al ver la expresión de Kat —. No tienes ni idea de lo que estoy
hablando.
Con un poco de mi ayuda, Kat finalmente fue capaz de mover
elementos a propósito. Hizo flotar los libros hacia y fuera de la mesa de
café, y sus ojos se iluminaron como si alguien acabara de vert er un camión
cargado de libros en su regazo.
Esa noche fue una de las últimas noches que entrené con ella. El
DOD hizo el chequeo al día siguiente, absorbiendo la mayor parte de la
tarde. La visita no fue nada fuera de lo común. Luego Lydia hizo una visita
el día después.
En la tercera noche, después de la escuela, no regresé. No hasta
esta noche. Hoy temprano, en clase, me di cuenta de que su mano se
hallaba vendada. Cuando le pregunté qué pasó, evitó contestarme. La
inquietud brotó y creció a lo largo del día.
Un pensamiento horrible permaneció en el fondo de mi mente. ¿Su
entrenamiento tenía algo que ver con la lesión? Llamé a la puerta, y en
cuestión de un latido, la puerta se abrió de golpe.
—Hola. —Kat se quedó sin aliento mientras me miraba. Parecía más
cansada que la última vez que la vi—. ¿Vas a ayudarnos esta noche?
Mi mirada cayó sobre sus dedos vendados. —Sí. ¿Dónde está Bilbo?
—Blake —corrigió—. Está en la sala de estar.
Cerré la puerta detrás de mí. —Sobre tu mano…
—Anoche me quemé con la estufa. —Se encogió de hombros,
mirando las puntas de mis botas negras.
—Eso… es…
Suspiró. —¿Tonto?
No sabía si debía creerle o estar aliviado. —Sí, realmente tonto, Kat.
Quizá deberías mantenerte alejada de la estufa por un tiempo. —Pasé por
delante de ella y entré en la sala de estar.
Sorprendemente, el Idiota me saludó. —Qué bueno que nos
acompañes de nuevo.
Sonriendo, me senté a su lado y extendí un brazo en el respaldo del
sofá, molestándolo.
—Sé que me has extrañado. Está bien, ya estoy aquí.
—Sí —dijo, sonando verdaderamente sincero.
El entrenamiento empezó, y permanecí en silencio, viendo a Kat
mover cosas alrededor. Se volv ía muy buena en esto. Me sentía orgulloso
de ella.
—Mover cosas es sólo un truco de salón, en realidad —dijo el Idiota
después de que Kat apilara unos veinte libros sin tocarlos.
—Guau. —Incliné la cabeza hacia un lado—. ¿Justo ahora te das
cuenta de eso?
Miró a Kat, manteniendo los brazos fijos sobre el pecho. —La buena
noticia es que ahora puedes hacerlo a mandato, pero eso no quiere decir
que tengas el control. Espero que sea así, pero en verdad no lo sabemos.
Cielos, en serio tenía una verdadera cotorra positiva.
—Tengo una idea. Vas a tener que confiar en mí completamente. Si
te pido que hagas algo, no puedes responderme con millones de
preguntas. —Hizo una pausa mientras mis ojos se estrechaban—. Tenemos
que ver algo increíble.
—Hago lo mejor que puedo —dijo ella, sus hombros tensándose.
—Lo mejor que puedes hacer no es lo suficientemente bueno. —
Exhaló con fuerza—. De acuerdo. Quédate aquí.
Ella me miró mientras desaparecía por el vestíbulo. —No tengo idea
de lo que está tramando.
Arqueé una ceja. —Adivino que será algo que no me va a gustar.
Hubo un extraño ruido metálico de cubiertos y entonces el Idiota
regresó a la puerta, con una mano detrás de la espalda. —¿Estás lista?
—Seguro —respondió.
El chico sonrió y luego inclinó el brazo hacia atrás. Vi la luz reflejando
el metal un segundo antes de que lo tirara, lanzando el cuchillo
directamente hacia Kat.
Kat levantó la mano, una mirada de horror grabada en su rostro. El
cuchillo se detuvo en el aire. Congelado a centímetros de su pecho, el
extremo puntiagudo hacia ella. Simplemente se quedó allí, suspendido.
Mi boca se abrió mientras parpadeaba lentamente.
Aplaudió. —¡Lo sabía!
—¿Qué demonios, Blake? —chilló Kat cuando el cuchillo cayó al
suelo.
No acababa de lanzar un cuchillo de carnicero hacia el pecho de
Kat.
Salí de mi estupor congelado con rabia; lo que acababa de hacer
hundiéndose finalmente en mi cabeza. Parecía un cohete de ira.
Cambiando a mi verdadera forma, estrellé a Blake contra la pared, mi luz
blanquecina y roja casi engulléndolo.
Iba a matarlo, aquí y ahora. Este idiota hijo de puta iba a morir. Lo
levanté hasta que se hallaba a mitad de la pared.
—¡Whoa! ¡Whoa! —gritó, agitando los brazos en la luz—. Tienes que
calmarte. Katy no corría ningún peligro.
Eso es t odo. Voy a mat arlo. Esa fue mi única advertencia para Kat. Él
no me oyó, pero sabía que la muert e se acercaba. Las ventanas y paredes
comenzaron a temblar. La pantalla plana en el soporte de la televisión
repiqueteó. Y el sonido del yeso agrietándose llenó el aire. Mi luz se
encendió, engulléndolo entero.
—¡Daemon! —gritó Kat — ¡Detente!
El aire se calentó y cargó a mí alrededor. Su grito lleno de terror vino
una y otra vez. Me odiaría si lo matara, en serio lo haría. Podría soportarlo,
pero también estaría asustada de mí, y eso… Sí, eso no podría manejarlo.
Con un esfuerzo titánico, dejé caer su trasero de rata.
Desafortunadamente, cayó de pie y no de cabeza. Kat se lanzó en
medio de nosotros. —De acuerdo. Ambos necesitan parar, demonios.
Se pasó las manos por la camisa, alisándola. —Yo no estoy haciendo
nada.
—Sí, me lanzaste un jodido cuchillo —replicó ella.
Voy a part irlo en dos.
Al oír mi voz, Kat me miró. —Para ya.
La furia zumbaba a través de mí. Podría haberla matado, así como
así, mientras me encontraba sentado allí como un maldito idiota, dejando
que sucediera. Ya no. Terminé con esto. Y ella también.
Todavía en mi forma verdadera, extendí la mano y pasé los dedos
por su mejilla. Su piel era suave como la seda y tan malditamente frágil.
Dejando caer la mano, cambié a mi forma humana. Sólo mis ojos
quedaron en blanco, y tan afilados como el maldito cuchillo que le lanzó.
—¿En qué demonios pensabas?
—¡No corría ningún peligro! —gritó él—. ¡Si hubiera pensado por sólo
un momento que ella no podía hacerlo, no se lo hubiera lanzado!
Esquivé a Kat, mi mano encrespándose en un puño. —¡Pero no había
manera de que hubieras sabido que ella podría hacerlo! ¡No al cien por
ciento!
Se volvió, sus ojos suplicantes sobre Kat. —Juro que nunca estuviste
en ningún peligro, Katy. Si hubiera pensado que no podrías detenerlo, no lo
hubiera hecho.
Maldije de nuevo, pero Kat me bloqueó. La miré. —¿Quién hace
eso?
—De hecho, Kiefer Sutherland lo hizo. En la película original de Buffy
—explicó él—. La dieron en la televisión hace unas noches atrás. Le lanzó
uno a Buffy, y ella lo atrapó.
—Ese fue Donald Sutherland: el padre —corregí. Qué estúpido.
Se encogió de hombros. —Es lo mismo.
—¡Yo no soy Buffy! —gritó Kat.
Una sonrisa lenta tiró de sus labios. —Definitivamente eres más linda
que Buffy.
Gruñí en voz baja. —¿Tienes ganas de morir? Porque en verdad estás
presionándome, amigo. Hablo en serio. Estás presionándome. Puedo
golpearte contra esa pared hasta que no te quede nada dentro. ¿Puedes
huir de mí para siempre? ¿No? Eso creí.
Su mandíbula sobresalía. —De acuerdo. Lo lamento. Pero si no
hubiera sido capaz de atraparlo, yo lo hubiera detenido. Al igual que tú lo
hubieras hecho. Sin sangre, no hay culpable.
Un torbellino de furia se construía dentro de mí cuando Kat soltó un
suspiro profundo. —Creo que ya es suficiente por esta noche.
—Pero…
—Blake, creo de verdad que deberías irte —dijo—. ¿De acuerdo?
Creo que es hora de que te vayas.
Él la miró por un momento y luego asintió. —De acuerdo. —Con un
rápido vistazo en mi dirección, se dirigió hacia la puerta y se detuvo—. Pero
estuviste genial, Katy. No creo que comprendas lo increíble que fue eso.
La furia salió de mí, sacudiendo los suelos. El Idiota abandonó la casa
en ese momento. Una parte de mí se hallaba decepcionada. Como que
esperaba que fuera lo suficientemente estúpido como para intentar algo
conmigo. Al menos entonces podría decir que fue en defensa.
El silencio cayó en su estela hasta que finalmente hablé—: Ya no
más. No más, en lo absoluto. —Mi voz era baja mientras Kat me miraba—.
Pudo haberte matado, Kat. No estoy de acuerdo con eso. Nunca estaré
de acuerdo con eso.
—No intentó matarme, Daemon.
La incredulidad me inundó. —¿Estás loca?
—No. —Se inclinó y recogió el cuchillo perversamente afilado.
—Ya no quiero que hagas más entrenamientos con él. Ni siquiera te
quiero cerca de él. Ese chico tiene unos cuantos tornillos perdidos. Voy a
hacerle una cirugía plástica clandestina. No puedo…
—Daemon —susurró.
—… creer que haya hecho eso. —Me golpeó de nuevo; lo cerca
que llegó a estar de una herida de cuchillo en el pecho. Dando un paso
adelante, envolví los brazos alrededor de ella y la arrastré contra mí. Me
abrazó con fuerza—. Jesús, Kat, pudo haberte lastimado. —Levanté la
mano, envolviéndola alrededor de mi nuca. Dios mío, podría haber muerto
esta noche, y podría no haber estado aquí para ayudarla. Habría estado
afuera, persiguiendo a un maldito Arum.
O enfurruñado en mi casa como un perdedor.
Un temblor me sacudió. —Mira, es obvio que tienes algo de control.
Puedo ayudarte a trabajar en ello. —Apoyé la barbilla en la parte superior
de su cabeza—. Esto no puede volver a suceder.
—Daemon. —Su voz era apagada.
—¿Qué? —Me aparté, bajando la barbilla.
—Lo congelé.
Mis cejas se juntaron. —¿Ah?
—Congelé el cuchillo. —Se contoneó para liberarse, agitando el
cuchillo alrededor—. No fue que simplemente lo detuviera. Lo congelé. La
cosa flot ó en el aire.
Entonces lo comprendí. Se encontraba en lo cierto. No lo detuvo. Se
quedó inmóvil, y ese era uno de los talentos más difíciles para incluso un
maestro Luxen completamente desarrollado. —Santo…
Se echó a reír. —Dios, eso es bastante enorme, ¿no es cierto?
Asentí. —Lo es. Es... es grande.
La emoción enrojeció su cara bonita. —No podemos dejar de
entrenar.
No. De ninguna manera. —Kat…
—¡No podemos! Mira, que me haya lanzado un cuchillo no estuvo
bien. Y Dios sabe que no estoy exactamente emocionada de que lo haya
hecho, pero funcionó. Funcionó de verdad. Estamos llegando a algo
aquí…
—¿Qué parte de “pudo haberte matado” no ent iendes? —Retrocedí
antes de que le metiera algo de sentido común—. No quiero que te
entrenes con él. No cuando está poniendo tu vida en peligro.
—No está poniendo mi vida en peligro. —Negó con la cabeza—. No
podemos detenernos. Podré ser capaz de controlarlo y usar la Fuente, justo
como tú y Dee. Puedo ayudarte…
—¿Ayudarme con qué? —La miré fijamente, riendo con dureza—.
¿Ayudarme a luchar contra los Arum?
Cruzando los brazos sobre su pecho, se tocó uno con la punta del
cuchillo mientras sus ojos se estrechaban sobre mí. —Sí, ¿qué pasa si
quisiera hacerlo?
Me eché a reír de nuevo. —Kitten, no me vas a ayudar a luchar
contra los Arum.
—¿Por qué no? Si puedo controlar la Fuente y ayudar, ¿por qué no?
Podría luchar.
—Creo que las razones son bastante enormes —le grité, perdiendo
parte de mi paciencia—. En primer lugar, eres humana.
—No realmente.
—Es cierto, eres una humana mutada, pero una humana que es
muchísimo más débil y vulnerable que un Luxen.
Exhaló lentamente. —No sabes lo débil o vulnerable que seré una vez
que esté completamente entrenada.
—Como sea. En segundo lugar, no tienes ninguna razón para pelear
contra los Arum. Eso nunca va a suceder.
—Daemon…
—No ocurrirá mientras siga vivo. ¿Comprendes eso? Nunca irás
detrás de un Arum. No me importa si puedes evitar que el mundo gire.
Tenía las mejillas sonrojadas por la ira. —No te pertenezco, Daemon.
—No se trata de pertenencia, pequeña chiflada.
—¿Chiflada? —Me miró—. No deberías decirme ese tipo de nombres
cuando en mi mano sostengo un cuchillo.
Casi me reí de nuevo. —En tercer lugar, hay algo extraño en Blake.
No puedes decirme que no lo ves o que no lo sientes.
—Oh, no…
—No conoces nada sobre él, nada más profundo aparte de que le
gusta surfear y seguir blogs. Gran cosa.
—Esas no son razones lo suficientemente buenas —disparó.
—Porque no quiero que corras peligro, ¿qué t e parece eso? ¿Es lo
suficientemente bueno para ti, joder? —grité.
Kat saltó, abriendo mucho los ojos.
Con las manos en las caderas, aparté la mirada. Conté hasta diez.
Todavía molesto, conté hasta veinte. No funcionó.
—Daemon —dijo, su voz más suave—, no puedes detenerme sólo
para protegerme.
Mi cabeza se giró hacia ella. —Necesit o protegerte.
—Daemon, me halagas, de verdad, pero tu trabajo no es
protegerme. No soy Dee. No soy otra más de tus responsabilidades.
—¡Es jodidamente cierto que no eres Dee! Pero sí eres mi
responsabilidad. Te metí en este lío. ¡Y no voy a arrastrarte más profundo!
—No voy a detenerme —dijo, enderezando los hombros.
Estupefacto, lo único que pude hacer fue mirarla fijamente por un
momento. ¿No lo entendía? Congelar cuchillos nunca la prepararía para ir
cara a cara contra un Arum. —¿Importa, siquiera, que no quiero que te
arriesgues de esa manera? ¿Que no voy a permitir algo tan estúpido como
que vayas a enfrentarte con los Arum?
Se estremeció. —¿Querer ayudarte a ti y a los de t u clase es
estúpido?
Mi mandíbula se tensó. —Sí, lo es.
—Daemon —susurró—. Entiendo que te importe…
—No lo entiendes. ¡Ese es el problema! —Me detuve, alejándome de
nuevo mientras aspiraba el aire de la habitación—. No seré parte de esto.
Es en serio, Katy. Tú escogiste esto, entonces… como sea. —Odiaba
decirlo, pero era cierto. No la menospreciaría de esta manera—. No voy a
tener esto carcomiéndome por dentro como ocurrió con Dawson cada
jodido día. No cometeré otro error, ni consentiré esto.
Contuvo el aliento. —Daemon…
—¿Qué vas a escoger, Katy? —La miré directamente—. Dímelo
ahora mismo.
—No sé qué decirte.
Me eché hacia atrás, como si en realidad me hubiera golpeado.
Hubiera sido mejor que esto, porque hizo su elección. Eligió ponerse en
peligro. Decidió preguntarme si me sentía bien con ello. Eligió esto. Cada
parte de mí se endureció.
—Eso fue lo más equivocado que pudiste haber dicho. Se acabó.

***

La ira hervía en mi interior, una compañera constante desde la


noche que Kat casi recibió un cuchillo en el pecho. El borde amargo de la
furia se desvaneció sólo porque puse un poco de espacio entre el
incidente y nosotros. Saber que ella todavía entrenaba con ese idiota
psicótico y no me encontraba allí me volvía loco.
Pero no podía, no sería, parte de eso.
Ya era bastante malo saber que me mantuve al margen y
prácticamente observando todo lo que le sucedió a Dawson y no hice
nada para detenerlo. Por otra parte, viajaba por ese mismo camino a la
velocidad de una bala, ¿verdad?
Tan enojado como me encontraba con Kat, lo que sentía por ella no
disminuyó. Una parte de mí deseaba que lo hiciera, porque lidiaría mucho
mejor con esto si no me importara, pero lo hacía.
Odiaba ver lo desgastada que se veía en clase. Lo triste que estaba
mi hermana porque Kat no pasaba tiempo con ella. Dee preguntaba casi
todas las noches sobre Kat, como esperando que tuviera todas las
respuestas. Lo jodido era que las tenía, pero, ¿qué podía decirle? Todo lo
que podía hacer era tranquilizar a Dee para que no hiciera nada que
molestara a Kat. Odiaba que el entrenamiento se hubiera convertido en
todo para ella. ¿Qué trataba de probar? ¿Que era fuerte? ¿Qué podía
estar de pie a mi lado?
De sólo pensarlo me molestaba y me daban ganas de hacer estallar
cosas por los aires.
Un poco más de una semana después de la última sesión de
entrenamiento, mi teléfono sonó. Puse el portátil a un lado, y levanté la
mano. El teléfono se deslizó desde el tocador y voló directamente a mi
palma. A medida que mis dedos se cerraban alrededor de él, me
pregunt é si Kat sería capaz de hacer esto ahora. Controlar el movimiento
de manera tan precisa. Muchas cosas podían pasar en una semana.
Volteé el teléfono otra vez, viendo el mensaje. Mis ojos se abrieron
ligeramente. Era de Kat.
¿Puedes venir?
Me quedé mirando el mensaje durante un minuto y luego tiré el
teléfono sobre la cama. Echándome hacia atrás, me pasé las manos por la
cara. Bajé los brazos, dirigiendo la mirada hacia el techo. Seguí la grieta en
forma de telaraña en el yeso. Otro mensaje llegó.
¡¡¡Es importante!!!
Diez minutos pasaron antes de que un tercer mensaje sonara en mi
teléfono. M encontraba medio tentado a recogerlo y tirarlo por la ventana,
pero bajé la mirada y vi el mensaje.
Es acerca de Dawson.
Me hallaba fuera de la cama en un nanosegundo. Corriendo por las
escaleras, volé fuera y fui al lado sin pensarlo dos veces. No había ni una
sola parte de mí que pensara que Kat sacaría a Dawson a colación sin que
existiera una buena maldita razón para ello.
Kat abrió la puerta. —Daemon… —se interrumpió, su mirada
cayendo de mi rostro.
Estaba por debajo de un grado, pero apenas sentía el frío
golpeando mi pecho desnudo o filtrándose a través de los pantalones de
pijama de franela. Entré. —¿Qué pasa con Dawson?
Cerró la puerta, y no podía decir si era mi corazón acelerado o el de
ella, pero latía con fuerza en mi pecho. Mientras se giraba, seguía
mirándome, con las mejillas ligeramente sonrojadas.
—Kat.
—Perdón. —Caminó hacia la sala de estar, presionando los brazos
contra sus costados para que no se rozaran contra los míos. Lo hice
primero, luchando por mantener la calma. Ella respiró hondo y luego dijo—
: Vi a Bethany hoy.

20
Traducido por Adriana & Gise
Corregido por Ross Ferrer

Mi cabeza se inclinó hacia un lado mientras la observaba. —¿Qué?


—La chica de Dawson…
—Sé lo que dijiste. —Arrastrando las manos por mi cabello, no podía
creer lo que acababa de decir—. ¿Cómo puedes estar segura que era
ella, Kat? Nunca la has visto.
—He visto los volantes de personas desaparecidas. Es un rostro que
no puedo olvidar. —Se sentó, pasado las manos por sus rodillas—. Era ella.
—Santa mierda… —Me senté a su lado en el sofá, dejando caer las
manos entre mis piernas. No podía procesar esto—. ¿Dónde la viste?
—En la oficina de correos después de la escuela —dijo.
—¿Y esperaste hasta ahora para decirme? —Me reí por lo bajo—.
Porque estabas entrenando con Bilbo Bolsón y tuviste que esperar hasta
que se fuera para hablar conmigo.
Su boca se abrió y luego asintió. Apretó las rodillas. —Lo siento, pero
te estoy diciendo ahora.
Asentí mientras mi mirada se movía alrededor de la habitación,
aterrizando en el árbol de Navidad que ayudé a armar. Dios, parecía
como hace una eternidad atrás. —Hombre, no… ni siquiera sé qué decir.
¿Beth está viva?
Se aclaró la garganta. —Daemon, la vi con Brian Vaughn. Está con el
DOD. Se estacionaron a un lado de la carretera y la puerta del auto se
abrió. Así es cómo los vi. Él estaba cerrando la puerta y se veía enojado.
Lentamente, la miré, y nuestras miradas se encontraron. El tiempo se
extendió mientras las noticias impactantes se abrían paso al
entendimiento. Mi mundo entero se rompió en un instante y luego
rápidamente se reconstruyó. Había estado el noventa y nueve por ciento
seguro de que algo pasó con Bethany, y Dawson la curó. A sabiendas de
cómo eso cambió a Kat, y si lo que dijo Blake sobre el DOD buscando a
humanos como Kat era cierto, entonces no se necesitaba de mucha
lógica para descubrir que lo que sucedió con Dawson y Bethany fue
debido al DOD y no a los Arum.
De alguna manera, el DOD descubrió que Dawson hizo algo
prohibido. ¿Cómo? No lo sabía. Pero en ese momento no importaba,
porque entraron a mi casa y… nos mintieron a Dee y a mí. Nos arrancaron
el mundo y había sido una mentira.
Quizás todo era una mentira.
Porque si Bethany todavía se encontraba viva, y con el DOD,
entonces Dawson… podía estar vivo.
Me puse de pie, cambiando a mi verdadera forma
involuntariamente. La ira palpitaba como el latido de un tambor de acero.
Las luces en el árbol de Navidad titilaron a la vez que un viento se alzaba
dentro de la habitación.
Le hablé a Kat, cada palabra recalcada con furia. ¿Est aba con el
DOD? ¿El DOD es responsable de est o?
—No lo sé, Daemon, pero esa no es la peor parte de esto. Cómo
podría el DOD saber lo que pasó entre Dawson y Bethany, a menos…
¿A menos que alguien les haya dicho? Mi luz vibró, y un estallido de
calor llenó la habitación. Pero Dawson ni siquiera me cont ó a mí que la
sanó o que algo sucedió. ¿Cómo podría saber alguien? A menos que
alguien los hubiese vist o además de mí, sospechaba lo que sucedió, y nos
t raicionó…
Asintió mientras me observaba con los ojos ensanchados. —Eso es lo
que he estado pensando. Tenía que ser alguien que sabía, y eso
probablemente limita el grupo de sospechosos.
Lo que significaba que fue alguien que conocía, en quien confiaba.
Alguien en quien Dawson confiaba. El calor emanó de mí. Nunca había
sentido tanta ira antes. Era una entidad viviente en la habitación. Necesit o
saber quién nos t raicionó. Luego los haré desear nunca haber at errizado
en est e planet a.
Kat se puso de pie, arremangándose las mangas del
suéter. ¿Daemon?
Sorprendido de escuchar su voz en mi cabeza, porque era algo que
no parecía disfrutar, me enfoqué en ella. Te escucho.
Hubo una pausa. Sé que est ás empeñado en vengart e, pero lo más
import ant e, ¿qué pasa si Dawson t odavía est á vivo?
Me moví más cerca de ella. Ent onces no sé si debería est ar feliz o
t riste. Él est aría vivo, pero, ¿dónde? El DOD lo t iene, y si ese es el caso, ¿qué
t ipo de vida ha t enido? ¿Durant e dos años? Una bola de emoción amarga
se formó en mi garganta. ¿Qué le han est ado haciendo?
Lo sient o, Daemon. Realment e lo sient o. Pero si est á vivo, ent onces
est á vivo. Kat extendió una mano, colocándola en la luz, encontrando mi
pecho y tocándolo. Mi luz vibró erráticamente, y luego se calmó. Mi
cuerpo zumbó ante el contacto. Eso t iene que significar algo, ¿ciert o? Dijo.
Sí, sí significa. Retrocediendo, me obligué a cambiar a mi forma
humana. —Necesito averiguar si mi hermano está vivo… y si no… —Aparté
la mirada, mi mandíbula tensándose—. Necesito saber cómo y por qué
murió. Es obvio por qué querían a Beth, ¿pero a mi hermano?
Kat se sentó, pasándose una palma por la frente. Su muñeca se giró,
revelando un profundo moretón violáceo rodeando su piel. —No sé… —
Jadeó cuando tomé su mano—. ¿Qué estás haciendo?
Giré la mano, mis cejas frunciéndose. —¿Qué es esto?
—¿Ah? —Bajó la mirada—. No es nada. Me golpeé el brazo con la
encimera temprano.
Carámbanos se formaron en mi pecho mientras levantaba la mirada
hacia la suya. De pie por encima de ella, encontré una vez más difícil
mantenerme en mi forma humana. Demasiadas emociones me
desgarraban, pero este moretón se veía como la huella de una mano.
Como si alguien la hubiera agarrado por la muñeca con demasiada
fuerza. Pensamientos de Bethany e incluso de Dawson tomaron un
segundo plano. ¿Alguien la lastimaba? Si era así, tenía la certeza de que
sabía quién era: Blake. —¿Estás segura de que eso fue lo que pasó?
Porque juro que si no fue así, me dices y ese problema se resolverá.
Su risa fue temblorosa, pero rodó los ojos. —Sí, Daemon, eso fue todo
lo que sucedió. Dios.
Observándola atentamente, tenía una decisión que tomar. O le
creía o mataba a Blake sin ninguna prueba real. Aunque no sentía que
necesitara mucho más prueba para patearle el trasero. Kat me sonrió, y
exhalé ruidosamente. Ella no mentiría sobre esto, porque ese moretón no
era nada como un cuchillo siendo lanzado hacia ella. Entrenar no debería
dejar moretones, y no podía imaginarla protegiéndolo.
Me senté en el sofá de nuevo, reenfocándome en Beth y Dawson.
Una pequeña chispa de esperanza ardió profundamente en mi pecho,
pero tenía miedo… demonios, estaba aterrorizado de aferrarme a ella. Si lo
hacía y Dawson no estaba vivo, sería como perderlo nuevamente.
—No le digas a Dee sobre esto, ¿de acuerdo? —dije—. No hasta que
tengamos algunas pistas o algo. No quiero que sepa nada hasta que
estemos seguros.
—¿Cómo vas a encontrar pistas? —preguntó.
—Dijiste que viste a Bethany con Vaughn, ¿cierto?
Asintió.
—Bueno, sucede que sé dónde vive. Y probablemente él sabe
dónde está Beth y qué pasó con Dawson.
—¿Cómo sabes dónde vive?
En el momento en que fue asignado a nosotros, me aseguré de que
supiera donde vivía el hijo de perra. —Tengo mis maneras.
Kat palideció. —Espera. Oh, no, no puedes ir tras él. ¡Eso es una
locura y es peligroso!
Arqueé una ceja. —Como si te importara lo que me suceda, Kitten.
Su boca cayó abierta. —¡Sí me importa, idiota! Prométeme que no
harás nada estúpido.
¿Realmente le importaba? ¿Quién sabía? —No hago promesas que
sé que romperé.
—¡Argh! Eres tan condenadamente frustrante. No te lo conté para
que pudieras ir y hacer algo estúpido.
—No voy hacer nada estúpido. E incluso si lo que planeo es riesgoso
y loco, es algo bien pensado fuera del nivel de estupidez.
Rodó los ojos. —Eso es muy confortante. De todas maneras, ¿cómo
sabes dónde vive?
—Ya que estamos rodeados de personas quienes potencialmente
quieren dañar a mi familia, tiendo a vigilarlos como ellos me vigilan a mí. —
Me eché hacia atrás, estirando los brazos hasta que mi espalda se arqueó.
Cuando la atrapé mirándome fijamente, resistí señalárselo—. Él se ha
estado quedando en una casa de alquiler en Moorefield, pero no estoy
seguro cuál es.
Cambió de posición en el sofá, bostezando. —¿Qué vas hacer?
¿Vigilar su cuadra?
—Sí.
—¿Qué? ¿Tienes un complejo de James Bond?
—Posiblemente —respondí—. Solo necesito un auto que no sea fácil
de reconocer. ¿Tu mamá trabaja mañana?
Sus cejas se alzaron. —No, está libre en la tarde y probablemente
estará durmiendo, pero…
—Su auto será perfecto. —Me moví más cerca de ella—. Incluso si
Vaughn ha visto su auto, no sospechará que le pertenece.
—No voy a dejar que tomes el auto de mi madre.
—¿Por qué no? —Le sonreí—. Soy un buen conductor.
—Ese no es el punto. —Se inclinó contra el reposabrazos del sofá—.
No puedo simplemente dejar que tomes su auto sin mí.
Fruncí el ceño. —No te vas a involucrar en esto.
Su cuerpo se puso rígido. —Quieres el auto de mi mamá. Entonces
tienes que tenerme junto con él. Es una oferta especial de dos por uno.
Bajando el mentón, la miré. —¿Tenert e? Ahora eso suena como un
trato mucho más interesante.
Sus mejillas se sonrojaron. —Como socio, Daemon.
—Mmh… —Poniéndome de pie, me alejé del sofá, deteniéndome en
el umbral de la puerta principal—. Estate lista después de la escuela
mañana. Deshazte de Bartholomew por cualquier medio que sea
necesario. Y no le digas una sola palabra de esto a él. Tú y yo estaremos
jugando a los espías solos.

***

Para el momento que la oscuridad cayó a la noche siguiente, me


dirigí afuera y esperé junto al auto de la madre de Kat. No tenía un gran
plan para la noche. En cierto modo solo improvisar, pero si veía a Vaughn,
iba a tener una pequeña charla con él. No habría ninguna manera que
me detuviera de hacer eso.
Un poco después de las cinco y media, Kat salió, cerrando la puerta
en silencio detrás de ella. Extendí la mano en busca de las llaves.
—Nop. Es el auto de mi madre, lo cual significa que yo conduzco.
Le di una mirada oscura, pero no quería desperdiciar tiempo
discutiendo. Caminé alrededor del auto y me monté en el lado del
copiloto. Inmediatamente, me di cuenta que este no iba hacer un viaje
cómodo. Este auto estaba construido para miembros de Lollipop Guild.
Kat me miró a la vez que encendía el auto y se echó a reír.
Con las piernas apretadas, le fruncí el ceño a pesar de que era
bueno, realmente bueno, escuchar su risa de nuevo. Cuando se dio la
vuelta, cambió la radio a una estación de rock, y sólo para molestarla, la
cambié a la estación que reproducía a Elvis sin parar. Moorefield no era un
viaje largo, pero por la forma en que se veía ahora mismo, se pensaría que
iba a tomarnos horas.
El mentón de Kat sobresalió, y escondí la sonrisa mirando por la
ventana. —Entonces, ¿cómo te deshiciste de cara de mantequilla?
—Le dije que tenía planes con mi madre. No es como si pasara cada
minuto del día con Blake.
Resoplé.
—¿Qué? —Hubo una pausa y luego dijo—: ¿Qué? Sabes lo que estoy
haciendo con él. No es como si estuviéramos saliendo y viendo películas.
—¿Realmente sé lo que estás haciendo con él? —le pregunté con
suavidad, mirando el borrón de árboles a la vez que entrábamos en la
carretera.
—Sí.
Con la mandíbula tensa, incliné el cuerpo hacia el suyo, lo cual no
era mucho, dado el espacio limitado.
—Sabes, tu vida entera no tiene que involucrar entrenar con Bradley.
Puedes tomar tiempo libre.
—Podrías también unírtenos. Me gustaba… cuando ayudabas,
cuando estabas allí —admitió.
También me gustaba ayudarla, hasta el momento en que el imbécil
pudo haberla matado. —Sabes mi posición respecto a eso, pero necesitas
dejar de evitar a Dee. Te extraña. Y eso es totalmente jodido.
—Lo siento.
—¿Lo sientes? —Parpadeé—. ¿Por qué lo sientes? ¿Por ser una amiga
de mierda?
—No estoy intentando ser una amiga de mierda, Daemon. —Ira
inundaba su voz—. Sabes lo que estoy haciendo. Tú fuiste el que me dijo
que la mantuviera fuera de esto. Simplemente dile a Dee que lo siento,
¿de acuerdo?
—No.
—¿Podemos no hablar?
—Y eso también sería un no —dije, pero aparte de darle direcciones
hacia la subdivisión donde Vaughn vivía, no dije nada más. No hasta que
estacionó el auto a medio camino entre las seis casas a las que reduje la
búsqueda—. ¿Cómo ha estado yendo tu entrenamiento?
—Si no fueras tan egocéntrico, lo sabrías.
Sonreí. —¿Todavía eres capaz de congelar las cosas? ¿Mover
objetos a tu alrededor? —Cuando asintió, la miré de cerca—. ¿Has tenido
brotes inesperados de poder?
—No.
—Entonces, ¿por qué todavía estás entrenando? El objetivo era que
pudieras conseguir controlarte. Ya lo has hecho.
Gimió. —Esa no es la única razón, Daemon. Y lo sabes.
—Obviamente no lo sé —repliqué, presionando la espalda contra el
asiento. Jesús, mis piernas se estaban adormeciendo.
—Dios, me encanta que quieras meterte en mis asuntos personales,
pero no quiero discutir.
—Me gusta hablar de tus asuntos personales. Por lo general, es
entretenido y siempre es bueno para reírse.
—Bueno, para mí no —replicó.
Suspiré mientras me movía en el asiento inútilmente. —Este auto es
una mierda.
—Fue idea tuya. Yo, por el contrario, pienso que el auto tiene un
tamaño perfecto. Pero eso podría ser porque no tengo el tamaño de una
montaña.
Resoplé. —Tienes el tamaño de una pequeña y diminuta muñeca.
—Si dices una muñeca vacía, te haré daño. —Enrolló la cadena del
collar alrededor de sus dedos—. ¿Lo entiendes?
—Sí, señora. —Le eché un vistazo mientras ella miraba hacia
adelante. Pasaron unos segundos antes de que bostezara. Aunque no
había mucha luz de los faroles cercanos abriéndose camino hacia el auto,
podía ver el cansancio en cada línea de su rostro. Lo había visto cada día
durant e una semana, volviéndose cada vez peor.
Suspiré. —Estás agotada. Dee está preocupada. No deja de
molestarme para comprobarte y ver lo que está mal, dado que ya no te
juntas con ella.
—Oh, ¿así que volvemos a la parte donde haces las cosas para que
tú hermana esté feliz? ¿Estás consiguiendo puntos extras por preguntar?
—No. —Extendí la mano, agarrando su barbilla suavemente y
dirigiendo su mirada hacia la mía—. Estoy preocupado. Estoy preocupado
por mil razones diferentes y odio esto… odio sentirme como si no pudiera
hacer nada al respecto. La historia se está repitiendo y aunque puedo
verlo tan claro como el día, no puedo detenerlo.
Su pecho se levantó con una inhalación suave mientras su mirada
buscaba la mía. Levantando una mano, envolvió los dedos alrededor de
mi muñeca, inhalando bruscamente cuando la estática saltó de mi piel a
la suya. No dijo nada, como siempre, pero en ese momento, mientras me
miraba con un agudo sentido de desesperación, me di cuenta de que no
solamente estaba siendo silenciosa. Había palabras que ella quería decir.
Se notaban en sus ojos y en las tensas líneas de su hermoso rostro. Ellas
colgaban en el aire entre nosotros, constantemente silencioso.
—Lo siento —susurró ella.
—¿Sobre qué?
—Sobre todo. Por no salir con Dee y ser una amiga terrible para Lesa
y Carissa. —Apartó mi mano al tiempo que volvió a mirar por el parabrisas,
parpadeando varias veces—. Y lo siento por no poder dejar de entrenar.
Entiendo por qué quieres que yo no lo haga. Realmente, lo hago. Entiendo
que no quieres que me ponga en peligro y que no confíes en Blake. Por
encima de todo, sé que t emes que termine como Bethany y Dawson,
independientemente de lo que realmente les sucedió, y quieres
protegerme de eso. Lo entiendo. Y... me mata saber que te duele, pero
tienes que entender por qué tengo que ser capaz de controlar y utilizar mis
habilidades.
—Kat…
—Déjame terminar, ¿de acuerdo? —Me miró, y cuando asentí con la
cabeza, continuó—: Esto no es sólo acerca de ti y lo que quieres. O a lo
que le tienes miedo. Esto es acerca de mí... mi futuro y mi vida. Por
supuesto, no sé lo que quiero hacer con mi vida cuando llegue la
universidad, pero ahora me enfrento a un futuro en el cual si salgo de la
gama del cuarzo beta, voy a ser un objeto de caza. Al igual que tú. Mi
mamá estará en peligro si un Arum me ve y me sigue a casa. Y luego, está
todo este lío del DOD.
Su mano se apretó alrededor de la obsidiana. —Tengo que ser
capaz de defenderme a mí misma y a las personas que me importan.
Porque no puedo esperar a que tú estés siempre ahí para protegerme. No
está bien, ni es justo para ninguno de los dos. Es por eso que estoy
entrenando con Blake. No lo hago para molestarte. Ni para estar con él. Lo
hago para poder estar a tu lado, como tu igual, y no ser alguien que te
necesit a para que la protejas. Y también lo estoy haciendo por mí misma,
así no tengo que depender de nadie para que me salve.
Me recosté, cerrando los ojos. Todas las cosas terribles que le había
dicho cuando recién la conocí; que ella era débil y no lo suficientemente
buena, me golpearon justo en la cara. Yo causé en ella esta necesidad de
crecer y supurarse.
—Lo sé —dije después de unos minutos, dándome cuenta de que
quizá ya lo sabía todo este tiempo, pero había estado tan metido en mi
propio culo para aceptarlo—. Sé por qué quieres hacer esto. Y lo respeto.
Lo hago, pero es difícil dar un paso atrás y dejar que esto suceda.
—No sabes lo que va a suceder, Daemon.
Frotando mi mandíbula, miré a través del parabrisas. Pequeños
copos de nieve caían sin rumbo, derritiéndose al momento en que
alcanzaban el capó.
—Es difícil. Eso es todo lo que puedo decir sobre esto. Voy a respetar
lo que quieres hacer, pero es difícil.
Un largo momento de silencio pasó, y luego Kat continuó.
—De todos modos, ¿qué vamos a hacer si vemos a Vaughn?
—No he pensado en tanto todavía.
—Guau. Este era un buen plan. —Hizo una pausa—. Dudo mucho
que Bethany se encuentre en una de estas casas. Eso sería demasiado
peligroso.
—Estoy de acuerdo, pero ¿por qué tenerla en un lugar público como
ese? ¿Cuándo cualquiera podría verla?
Sacudió la cabeza. —Tengo la clara impresión de que Vaughn no
estaba muy contento. Tal vez ella se escapó.
La miré. —Eso tendría sentido. Pero Vaughn, bueno, él siempre ha
sido muy malo.
—¿Lo conoces?
—No muy bien, comenzó a trabajar con Lane unos meses antes de
que Dawson desapareciera. —La última palabra era difícil de decir—. Lane
había sido nuestro controlador por Dios sabe cuánto tiempo, y luego
Vaughn se presentó con él. Él estuvo allí cuando nos informaron sobre
Dawson y Bethany. —Recuerdos amargos obstruyeron mi garganta—. Lane
parecía realmente molest o. Como si Dawson no fuera sólo una cosa que
murió, sino una persona. Tal vez conectó con Dawson en los últimos años.
Ves… —Me aclaré la garganta—. Dawson tenía ese tipo de efecto en la
gente. Incluso cuando estaba siendo un listillo, no podías evitarlo. De todos
modos, a Vaughn no podría importarle menos.
Kat se acercó sobre el pequeño espacio entre nosotros y apretó mi
brazo. La miré, y después de un momento, coloqué mi mano sobre la suya.
Algo infinito llameó entre nosotros… más fuerte que lo físico, mucho
más profundo. Me retiré. Mirando la nieve caer en grandes copos.
—¿Sabes lo que he estado pensando?
—¿Qué? —preguntó ella después de un momento.
Me recosté contra el asiento para evitar que mis piernas se
acalambraran. —Si el DOD sabe lo que podemos hacer, entonces ninguno
de nosotros está realmente seguro. No es que hayamos estado a salvo,
pero esto cambia todo. —La miré—. Creo que no te he dicho gracias.
—¿Por qué?
—Por hablarme de Bethany. —Sonreí ligeramente.
—Tenías que saberlo. Yo… espera. Tenemos uno.
Dos faros se encendieron en la calle. Era por lo menos el quinto auto
en ponerse en marcha, pero este era una SUV. Entrecerré los ojos.
—Se trata de una Expedition.
La Expedition negra redujo la velocidad y entró en el camino de
entrada de dos casas de un solo piso. La puerta del conductor se abrió y
salió Vaughn, frunciendo el ceño mientras levantaba la mirada al cielo. Mis
manos se juntaron en puños. Otra puerta del coche se cerró y una figura se
movió a la luz.
—Maldita sea —dije, reconociendo a la mujer—. Nancy está con él.
—Bueno, en realidad no pensabas en hablar con él, ¿verdad?
Me encogí de hombros. —Sí, algo así.
—Eso es una locura. ¿Qué ibas a hacer? ¿Irrumpir en su casa y
demandar respuestas? —Cuando asentí, ella me miró boquiabierta—. Y
luego, ¿qué?
—Otra cosa que no he calculado plenamente aún.
—Vaya —murmuró ella—. Apestas con toda esta cosa de espías.
Me reí entre dientes. —Bueno, no podemos hacer nada esta noche.
Si uno de ellos desapareciera, probablemente no sería un gran lío, pero
dos levantarían demasiadas preguntas.
Desaparecieron en el interior de la casa. Una luz se encendió
adentro, y luego alguien que supuse era Nancy pasó frente a la ventan a.
Las cortinas se cerraron.
—Uh —dijo Kat —. Demasiada privacidad, ¿no?
—Quizás ellos vayan a tener suerte hoy.
Ella me miró. —Ew.
—Ella definitivamente no es mi tipo. —Mi mirada cayó en sus labios—.
Pero ahora tengo totalmente eso en la mente.
—Eres un perro —dijo ella, un poco sin aliento.
—Si me acaricias, yo podría…
—Ni siquiera termines la frase. —Sus labios temblaron—. Y quitaré esa
mirada inocente de tu cara. Así que sé…
Kat gritó, sacudiéndose en su asiento. Su cabeza golpeó el techo del
coche.
—¿Qué? —exigí.
—Un Arum —jadeó ella, sacando la pieza de obsidiana de debajo
de su suéter—. ¡Un Arum está cerca! ¿No tienes ninguna obsidiana en ti?
Tenso, escaneé el camino. No sentí nada. Extraño.
—No. La dejé en mi coche.
Ella me miró fijamente. —¿En serio? ¿Dejaste la única cosa que mata
a tu enemigo en tu coche?
—No es que la necesite para matarlos. Quédate aquí. —Comencé a
abrir la puerta, pero ella agarró mi brazo—. ¿Qué?
—No puedes salir del coche. ¡Estamos justo en frente de su casa! Te
van a ver —razonó ella, y maldita sea, odiaba la lógica—. ¿Estamos lo
suficientemente cerca de las rocas?
—Sí —gruñí—. Ellas nos protegen por aproximadamente cincuenta
kilómetros en cada dirección.
—Entonces, quédate quieto.
Quedarme quieto no era algo de lo que era fan, pero me las arreglé
mientras una sombra se movió por la calle, más oscura que la noche.
Lentamente sacudí la cabeza. ¿Cómo no lo sentía? El Arum se deslizó a la
acera y anduvo sin rumbo sobre la fina capa de nieve. Su trayectoria se
hizo evidente. El Arum iba para la casa de Vaughn.
—¿Qué demonios? —Coloqué mis manos sobre el tablero del auto.
El Arum tomó forma, vestido con una chaqueta negra. Su cabello
rubio pálido se movió ligeramente mientras caminó hasta la puerta del
frente y presionó su dedo en el timbre. Vaughn le abrió la puerta e hizo una
mueca. Su boca se movió y pronunció un nombre, luego dio un paso al
costado, dejando que el Arum entrara a su casa.
—Santa mierda —dijo ella—. Eso no acaba de suceder.
Me recosté. La furia se levantó rápidamente. —Sí. Y creo que hemos
descubierto cómo el DOD sabe de lo que somos capaces.
—¿El DOD y los Arum están trabajando juntos? Dulces bebés
extraterrestres... ¿Por qué?
—Vaughn, dijo un nombre… Residon. Leí sus labios.
—¿Qué hacemos ahora?
—Lo que quiero hacer es hacer explotar su casa, pero eso sería
llamar demasiado la atención.
Ella frunció los labios. —No hay duda.
Había una persona con la que pensaba que podíamos hablar, en la
que podíamos confiar, porque a este punto, teníamos que hablar con
alguien más sobre esto. Lo que vimos iba más allá de Kat y de mí.
—Tenemos que ir a ver a Matthew —dije—. Ahora.
21
Traducido por Kath1517 & NicoleM
Corregido por Daliam

Traer a alguien al redil era arriesgado y podría abrir todo un nuevo


conjunto de problemas, pero descubrir que los Arum trabajaban con el
DOD no era algo que pudiera guardármelo. No era inteligente. Tendríamos
que tomar este riesgo y llevarlo a cabo.
Matthew vivía más lejos de lo que deberíamos haber intentado llegar
en este carro. Para el momento en que el vehículo se arrastró a la entrada,
me pregunt aba si íbamos a lograr regresar en el Prius.
Nos bajamos e inmediatamente Kat se deslizó en la nieve. Agarré su
brazo. —Si te caes y te rompes algo, voy a cabrearme.
—Lo siento, no todos podemos ser tan impresionantes…
Chilló cuando la levanté en mis brazos. Me dirigí a la entrada,
escudando su cara contra el viento y la nieve. Una vez estuvimos en la
puerta principal de Matthew, la puse sobre sus pies. Kat se tambaleó hacia
el costado. —¿Podrías darme una advertencia la próxima vez?
Sonreí mientras golpeaba la puerta. —¿Y perderme esa mirada en tu
cara? Nunca.
—Eres insoportable —murmuró.
Matthew abrió la puerta, su mirada pasó de mí hacia donde Kat se
hallaba de pie t emblando, porque por supuesto, nevaba y ella no tenía
una chaqueta puesta. —Esto es… inesperado —dijo.
—Tenemos que hablar —dije.
Observó a Kat por un momento y luego nos llevó al interior de su sala
de estar. Matthew vivía en una legítima cabaña de troncos. Parecía como
si lo hubiera sido cuando se mudó aquí. Como si nadie viviera allí. Kat se
sentó cerca al fuego, obviamente necesitando descongelarse.
—¿Qué está pasando? —Matthew tomó una copa de vino—. Asumo
que es algo que yo no quiero saber, teniendo en cuenta que ella está
contigo.
Kat se veía completamente impresionada por la declaración.
Me senté a su lado. —Creo que tendríamos que empezar desde el
principio, y probablemente vas a querer sentarte.
—Oh, esto está empezando bien. —Giró el líquido dentro de la copa.
Oh, él no tenía ni idea. —Katy ayer vio a Bethany con Vaughn.
Las cejas de Matthew se levantaron, y luego tomó un largo trago de
su vino. —Eso no es lo que esperaba que dijeras. ¿Katy, estás segura de
que es lo que viste?
Asintió. —Era ella, señor Garrison.
—Matthew, llámame Matthew. —Dio un paso atrás, sacudiendo su
cabeza mientras se aclaraba la garganta—. Realmente no sé qué decir.
—Pero hay algo peor —dijo ella, frotándose las manos juntas.
—Sé dónde vive uno de los oficiales del DOD —intervine—. Y fuimos
allí anoche.
—¿Qué? —Matthew bajó su copa—. ¿Estás loco?
Me encogí de hombros. —Mientras estábamos observando su casa,
Nancy Husher se present ó y ¿adivina quién más lo hizo?
—¿Papá Noel? —dijo secamente.
Kat se carcajeó.
Ignoré eso. —Un Arum apareció y le dejó entrar. Incluso lo saludó por
nombre… Residon.
Apartando la mirada, Matthew se tomó toda la bebida. Colocó la
copa sobre la repisa encima de la chimenea. —Esto no es bueno,
Daemon. Sé que quieres correr hasta allí y averiguar cómo es que Bethany
todavía está viva, pero no se puede. Esto es demasiado peligroso.
—¿Entiendes lo que esto significa? —Me levanté, dando un paso
hacia adelante—. El DOD tiene a Bethany. Vaughn era uno de los oficiales
que vino y nos dijo que ambos estaban muertos. Así que mintió sobre ella. Y
eso significa que podrían haber mentido acerca de Dawson.
—¿Por qué tendrían a Dawson? Nos dijeron que murió. Obviamente
Bethany no lo está, pero eso no quiere decir que él sigue vivo. Así que
sácatelo de la cabeza, Daemon.
La rabia se disparó a través de mí. —Si se tratara de uno de tus
hermanos, ¿podrías sacártelo de la cabeza?
—Todos mis hermanos están muertos. —Matthew se paseó por la
habitación, deteniéndose frente a nosotros—. Ustedes son lo único que me
queda, ¡y no los apoyaré ni esperaré a que los maten o algo peor!
Me senté, tomando aire profundamente. —Eres como familia para
nosotros, también. Y Dawson también se consideraba tu familia, Matthew.
El dolor destelló en los ojos ultra brillantes de Matthew, y luego apartó
la mirada. —Lo sé. Lo sé. —Girándose, caminó hasta su silla reclinable y se
sentó pesadamente, sacudiendo la cabeza—. Honestamente, lo mejor
sería si no estuviera vivo, y lo sabes. No puedo ni siquiera imaginarme…
—Pero si lo está, tenemos que hacer algo al respecto. —Me detuve—
. Y si está realmente muerto, entonces…
—No lo entiendes, Daemon. El DOD no tendría ningún interés en
Bethany a menos… a menos que Dawson la haya sanado.
Me quedé inmóvil mientras miraba a Matthew, y pude sentir a Kat
haciendo lo mismo. No quería que él supiera sobre Kat y yo. Todavía no. —
¿Qué estás diciendo, Matthew?
Se frotó su ceño, haciendo una mueca. —Los ancianos… ellos no
hablan acerca de por qué no se nos permite sanar los seres humanos, y
tienen una buena razón. Es prohibido, no sólo por el riesgo de exposición
de nuestra parte, sino por lo que hace a un ser humano. Ellos lo saben. Yo
también.
—¿Qué? —Miré a Kat, aliviado de que supiera quedarse callada—.
¿Sabes lo que ocurre?
Asintió. —Esto cambia al humano, empalmando su ADN con el
nuestro. Se tiene que querer realmente para que esto funcione, aunque el
humano toma nuestras capacidades, ést as no siempre se adhieren. A
veces se desvanecen. A veces el humano muere o se rehúsa a cambiar.
Pero si tiene éxito, se forma una conexión entre los dos.
¿Quererlo realmente? ¿Qué demonios quiso decir?
—La conexión entre un humano y un Luxen después de una
sanación masiva es irrompible a nivel celular —continuó—. Los casa. Uno
no puede sobrevivir si el otro fallece.
La fuerte inhalación de Kat hizo eco en mi cabeza mientras me
ponía de pie. Blake no había dicho eso cuando habló sobre el cambio de
Kat. Nunca mencionó que los Luxen y los humanos estaban atados a un
nivel irrompible. Pero eso quería decir…
Oh Dios mío.
Apenas logré sacar las palabras. —Entonces si Bethany está viva…
—Entonces Dawson tendría que estar vivo —terminó Matthew,
sonando cansado—. Si de hecho la hubiera curado.
Girando mi cabeza hacia el fuego, la pequeña chispa de esperanza
aumentó. Dawson tuvo que haber sanado a Bethany. Lo sabía, en mi
centro, y eso quería decir que mi hermano seguía vivo. Se hallaba vivo, en
algún lado ahí afuera; estaba vivo.
—Pero acabas de decir que no podía estar vivo —habló Kat, y miré
hacia Matthew.
—Eso fue mi débil intento para persuadirlo para que no hiciera una
locura —dijo.
Fue como recibir un golpe en el pecho. Una cruda emoción se
derramó dentro de mí. —¿Lo has... lo has sabido todo este tiempo? —Mi
forma comenzó a parpadear—. ¿Lo sabías?
Matthew sacudió su cabeza. —No. ¡No! Yo creía que los dos estaban
muertos, pero si la sanó, ella cambió, y está viva, entonces él tiene que
estar vivo. Eso es si... si nos basamos en que Katy realmente reconoció a
alguien que nunca ha conocido.
Lentamente me senté, sintiéndome como si no sintiera nada. —Mi
hermano está vivo. Él es… está vivo.
—¿Qué crees que están haciendo con él? —preguntó Kat.
—No sé. —Matthew se levantó—. Sea lo que sea, no puede ser…
No era bueno.
—El DOD sabe, Matthew. Ellos saben lo que podemos hacer —dije
finalmente—. Probablemente lo han sabido desde el comienzo.
Sus pestañas se levantaron, y me miró a los ojos. —Nunca he creído
de verdad que no lo hacían, para ser honesto. La única razón por la que
nunca expresé mi creencia es porque no quería que ninguno de ustedes se
preocupara.
—Y los ancianos… ¿saben esto, también? —pregunté, pensando en
Lydia.
—Los ancianos sólo están agradecidos de tener un lugar para vivir en
paz y básicamente separado de la raza humana. Se hacen de la vista
gorda con este tipo de cosas, Daemon. Si cualquiera de ellos decide no
creer que nuestros secretos no estén seguros. —Miró su copa vacía sobre la
chimenea—. Es… más fácil para ellos.
—Eso suena increíblemente estúpido —dijo Kat.
Matthew sonrió irónicamente en respuesta. —Querida, no sabes lo
que es ser un invitado, ¿verdad? ¿Imagina vivir con el conocimiento de
que tu casa y todo podría serte arrebatado en cualquier momento? Pero
tienes que cuidar a la gente, mantenerlos tranquilos y felices… y a salvo. Lo
peor sería expresar lo más oscuro de tus preocupaciones a las masas. —Se
detuvo, mirando la copa de nuevo—. Dime, ¿qué harían los seres humanos
si supieran que los alienígenas viven entre ellos?
Sus mejillas se sonrojaron. —Eh, probablemente se amotinarían y se
volverían locos.
—Exact amente —murmuró—. Nuestra especie no es tan diferente.
Se movió a mi lado. —¿Qué pasa sobre la alianza con los Arum?
—No sé. —Matthew rellenó su copa—. Ni siquiera puedo imaginar
una razón por la cual el DOD trabajaría con ellos; que podrían ganar. El
Arum absorbe nuestros poderes, pero nunca cura; nada de aquella
magnitud. Ellos tienen una firma de calor diferente a la nuestra, así que con
las herramientas adecuadas, el DOD sabría que no se trataba de nosotros,
pero al acercarse a un Arum o un Luxen en la calle, no habría ningún
modo de diferenciarnos.
—Espera. —Echó el cabello hacia atrás, mirándome—. ¿Qué pasa si
el DOD capturó a un Arum, creyendo que era un Luxen? Y ustedes fueron
estudiados, también, ¿verdad? ¿Obligados a asimilarse en el mundo
humano? No sé lo que implica la asimilación, pero estoy segura de que era
algún tipo de observación, ¿entonces no lo habrían notado tarde o
temprano, sobre todo con la cosa de firma de calor?
Matthew caminó al estante de licores, yendo por algo más fuerte. —
Cuando estábamos siendo asimilados, ellos nunca vieron nuestras
capacidades. Por lo tanto, si descartamos la teoría de que sabían desde
hace algún tiempo, ellos estudiaron nuestras capacidades sobre Luxen y
podrían nunca habernos dicho que el DOD es consciente de lo que
podemos hacer.
—Estás diciendo que esos Luxen estarían…
—Muertos —dijo, tomándose un trago de licor puro—. No estoy
seguro de cuánto te ha dicho Daemon, pero hay Luxen que no se han
asimilado. Se les encerró... como si fueran animales salvajes. No es ningún
esfuerzo imaginar que usaron a algún Luxen para estudiar sus
capacidades, aprender acerca de nosotros, y luego se deshicieron de
ellos.
Permanecí callado, pero escuchando, y de repente pensé en Blake.
¿Y si el DOD enviaba Luxen —o personas como Kat — para espiarnos? Tal
vez eso era paranoico. Tal vez no.
—Pero eso no explica porque los Arum trabajan con el DOD —
discutió Kat.
—No. —Matthew se movió hacia la chimenea. Apoyó su codo en la
repisa—. Tengo miedo de teorizar sobre lo que podría significar.
—Parte de mí ni siquiera se preocupa por eso en este momento —
dije, sintiéndome cansado—. Alguien traicionó a Dawson. Alguien tuvo que
decirle al DOD.
—Podría haber sido cualquiera —dijo Matthew cansado—. Dawson
no trató de ocultar su relación con Bethany. Y si alguien les observaba muy
de cerca, ellos podrían haber sospechado que algo pasó. Todos vieron la
vez que se conocieron. Estoy seguro de que alguno de nosotros no se
detuvo.
¿Quién demonios podría haber sido?
Dejamos la casa de Matthew poco después de eso, y ella me pasó
las llaves sin pelear cuando se las pedí. La nieve caía más pesada, y
necesitaba… bueno, necesitaba algo como manejar para concentrarme.
Me giré para abrir la puerta del auto, pero Kat caminó hacia mí. Antes de
saber que hacía, envolvió sus brazos alrededor de mí y me apretó con
fuerza.
—Lo siento —susurró—. Averiguaremos algo. Lo recuperaremos.
Lo recuperaremos.
Después de un momento de duda, doblé mis brazos alrededor de
Kat y la sostuve. —Lo sé —dije, lleno de determinación—. Lo traeré de
vuelta aunque sea la última cosa que haga.

***

Durante los siguientes días, nos estacamos afuera de la casa de


Vaughn después de que Kat terminaba su entrenamiento nocturno con
Blake. No vimos nada fuera de lo normal. Ninguna visita del Arum ni Nancy.
Cada noche, regresábamos a casa y mi frustración aumentaba.
Mi hermano continuaba ahí afuera, en algún lado, y nada de lo que
hacía parecía llevarme más cerca de encontrarlo. Cuando no estaba con
Kat, me quedaba afuera de la casa de Vaughn yo solo. Comencé a
darme cuenta que el hombre apenas se encontraba ahí, y me pregunté si
tenía otra casa. Aunque las veces que me las arreglé para seguir a Vaughn
a pie, no fue a ningún otro lugar.
Ideas de mi hermano y quien podría haber sido posiblemente el que
reportara lo que había hecho al DOD me consumían. Tendría que haber
sido alguien que vio a Dawson o a Bethany inmediatamente después de lo
que fuera que pasó o alguien en quien Dawson confiara para contarle.
Dawson no confiaba en nadie de la colonia, ni siquiera en Lydia, con
esa clase de información. La única persona con la podría haber hablado
habría sido Dee, pero era imposible que se hubiera mantenido tan callada
todo este tiempo. Ya sabía que no había confiado en Adam. Así que eso
dejaba dos opciones.
Alguien los vio.
O se trataba de alguien que conocía Bethany.
Cuanto más pensaba en ello, más sentido tenía que la persona que
notificó al DOD se encontraba relacionada a Bethany y no a Dawson. Mi
hermano habría sido tan cuidadoso en mantener en secreto lo que hizo, y
quizá Bethany no se había dado cuenta de la gravedad de lo que pasó,
confiando en la persona incorrecta.
Pero esa teoría también tenía sus defectos, porque ¿a quién conocía
Bethany que incluso habría tenido la disposición o el conocimiento de
contactar al DOD? No es como si pudieras llamar al uno ochocientos
extraterrestres o algo.
Sin embargo, investigar a Bethany era un comienzo.
Dado que Kat no llegaría temprano a casa la tarde del jueves, fui a
revisar la casa de Vaughn yo solo. Como de costumbre, no pasó nada. Me
dirigí de nuevo a la casa, espiando para ver si el coche de Kat se hallaba
en el camino de entrada, pero sabía que no estaba allí. Había salido a
alguna parte con el imbécil, y dejando de querer hacer explotar algo, me
recordé el por qué se encontraba con él.
Debido a mi boca.
La culpa se revolvió en la boca de mi estómago mientras me dirigía
a mi habitación. Una vez dentro, agarré el computador y me centré en
Bethany.
No tenía ni idea de lo que podría encontrar en Internet, pero era un
comienza. Escribí su nombre completo, y el buscador arrojó varios artículos.
Se hizo un hueco en mi pecho cuando comencé a explorarlos. Al principio,
hablaban de ella como si fuera una chica desaparecida, y entonces los
últimos artículos daban a entender que fue dada por muerta. Su familia se
mudó lejos de Petersburgo hace casi un año, algo que en lo personal
encontré extraño. Si no me hubiesen dicho que Dawson estaba muerto y
que solamente se encontraba desaparecido, me quedaría aquí para
siempre, con la esperanza de que algún día volv iera.
A menos que su familia tuviera una razón para creer que se hallaba
muerta.
O simplemente no podían vivir en un lugar que servía como un
constante recordatorio. Podía entenderlo.
Me quedé mirando una foto de Bethany en un sitio web de noticias.
Una chica bonita. Cabello oscuro. Sonrisa radiante.
No había nada en Internet, apenas una mención de Dawson, con lo
que estoy seguro el DOD tenía algo que ver. La falta de cualquier mención
de él fue como si hubiese sido borrado de la historia. Tenía sentido.
Después de todo, vivíamos aquí, pero cuando las cosas salían mal,
dejábamos de existir.
Bethany no estuvo en la escuela el tiempo suficiente para estar
unida a alguien, por lo que no había una amiga con la que pudiera
contactar. Un callejón sin salida. Cerrando el computador, me puse de pie
y estiré, impacientándome. ¿Qué más...?
La casa de Bet h.
Bajado los brazos, sonreí con ironía. Había un lugar que podía revisar.
La antigua casa de Bethany. Ni siquiera sabía si alguien se había mudado
ahí o si encontraría algo, pero mierda, era mejor que dar vueltas en mi
habitación, lo cual sin duda vendría a continuación.
Era mejor que hacer nada.
Pasé el dormitorio de Dee. La puerta se hallaba entreabierta. Me
detuve y miré dentro. Ya se encontraba durmiendo. Que emocionant e
manera de pasar una tarde de jueves. Ni siquiera eran las siete. Sabía que
la casa no estaba vacía. Podía escuchar a Adam moviéndose abajo.
Me encontraba casi en la puerta cuando Adam apareció, viniendo
de la cocina. La luz del árbol de Navidad parpadeaba. Me miró y luego la
puerta. —¿Vas a salir?
Mis cejas se levantaron. —¿Vas a quedarte?
—En realidad, no. Dee está dormida y simplemente estaba limpiando
después de la cena que hizo. —Miró la escalera, sonriendo débilmente—.
Iba de salida. ¿Dónde vas?
Mi primer impulso fue decir a ningún lado, pero mientras miraba a
Adam, hice una decisión dividida. —Voy a ir a revisar la casa de Bethany.
Adam parpadeó. —¿Cómo dices?
—Ven afuera, ¿de acuerdo? —Me siguió al pórtico. Mis botas
crujieron por la capa de nieve que cubría el pórtico, la cual fue soplada
por el viento—. Antes de decir cualquier otra cosa, necesito saber que no
vas a repetir ni una sola palabra a nadie, incluyendo a Dee.
—Estás empezando a preocuparme —respondió, cruzando los brazos
sobre su sudadera PHS—. Es la segunda vez que me pides que no le diga a
Dee.
—Lo sé, y si no quieres ocultárselo, entonces la conversación entre
nosotros termina aquí. No es nada personal —le digo—. Pero no quiero que
sepa esto. Aún no.
Adam me miró durante un largo rato y luego exhaló bruscamente.
—Bien. Lo juro. No diré nada, pero es mejor que sea bueno.
Oh, no tenía ni idea. —Kat vio a Bethany en la oficina de correos.
Su boca se abrió y luego se cerró. Pasó un momento, e intentó de
nuevo. —¿Qué?
Le eché un vistazo a la puerta cerrada. —La vio en la oficina de
correos, y está segura de que era Bethany. Kat ha visto su foto.
Sacudió la cabeza lentamente mientras bajaba los brazos. —Ni
siquiera sé qué decir.
—Bueno, eso no es todo. —Mantuve la voz baja al continuar—: Sabes
cómo me preguntaba si algo pasó entre Dawson y Bethany, si él la había
sanado, ¿verdad? —Cuando asintió, continué—: Creo que lo hizo, no,
estoy... estoy seguro. —Una vez que eso estuvo fuera, el resto fue fácil—.
Dawson la sanó y eso la cambió a un nivel celular. Los unió, enlazándolos.
—¿Enlazándolos? —Adam se pasó la mano por el pelo—. Eso suena
loco. Lo sabes, ¿no? Suena...
—Matthew confirmó que era posible.
Sus ojos se abrieron.
—Sí. —Sonreí, pero sin humor—. Matthew confirmó que podemos
sanar a un humano hasta el punto de cambiar su ADN. Toman algunas de
nuestras capacidades y eso nos une. Eso significa que si Bethany está viva,
entonces también lo está Dawson.
—Mier... —Adam dio un paso atrás—. ¿Dawson está vivo?
Ese rayo de esperanza se había convert ido en una planta de
semillero, y maldita sea si no seguía creciendo.
—Eso creo, Adam. De verdad lo creo. —Me moví hasta los escalones
del pórtico, removiendo la nieve—. Kat vio a Bethany con Vaughn. Si el
DOD la tiene...
—Entonces tienen a Dawson. —Adam maldijo entre dientes mientras
se pasaba los dedos por el pelo de nuevo—. No sé si debo estar feliz o muy
asustado, porque si lo tienen y a Bethany....
—Lo sé —dije en voz baja, mirando sobre el tranquilo patio—. Alguien
tuvo que haberlos traicionado. Dawson no le contó nada a ninguno de
nosotros. Creo que podría haber sido alguien que Bethany conocía. Así
que por eso quiero revisar su casa. Ni siquiera sé si alguien vive allí ahora
o...
—Nadie vive allí —dijo Adam, poniéndose de pie a mi lado—.
Conducimos por ahí de vez en cuando de camino a la escuela. Nadie se
ha mudado desde que su familia se fue.
Esa era una buena noticia. No significaba que encontraríamos algo,
pero valía la pena intentarlo.
—¿Y no le has dicho a Dee? —preguntó.
Negué con la cabeza. —No quiero darle esperanzas si sólo estoy
persiguiendo un fantasma, ¿sabes? La mataría.
—Te matará.
No respondí.
Adam bajó del pórtico. —No voy a decir nada. No hasta que
tengamos pruebas concretas, porque tienes razón, no tiene que volver a
perderlo de nuevo. —Se detuvo, encontrando mi mirada—. Pero tampoco
tú, Daemon. No deberías tener que experimentar esto otra vez.

***

Viajamos a pie los varios kilómetros hasta la vieja casa de Beth, lo


cual solamente nos tomó un par de minutos. Nos mantuvimos en nuest ras
formas humanas así no asustábamos a los lugareños. Mi rostro picaba por
el viento nevoso mientras la restaurada granja quedaba a la vista, en lo
alto de una colina.
La nieve crujía bajo nuestras botas mientras caminábamos por la
acera y llegábamos al pórtico delantero. Miré la puerta principal. No se
encontraba solo cerrada con llave, sino que también tenía una de esas
cerraduras de inmobiliarias. Una puerta cerrada y bloqueada no me iba a
detener. Puse la mano en el centro de la puerta, listo para volarla en
pedazos.
—Espera. —Adam dio un paso atrás—. En realidad no queremos que
sea tan obvio que estuvimos aquí.
¿No queríamos?
Con una sonrisa, Adam salió del pórtico y desapareció por el lado de
la casa. Unos momentos más tarde, escuché el clic de la puerta principal y
entonces se abrió. Levanté una ceja mientras Adam mantenía la puerta
abierta.
—Imaginé que si teníamos que romper algo, no deberíamos hacerlo
tan obvio —dijo Adam mientras caminaba por su lado, a la oscura y fría
casa—. Además la puerta trasera no tenía ninguna de estos seguros
extraños. Fácil de romper.
—Inteligente —murmuré, escaneando las paredes desnudas mientras
más entraba a la casa.
Adam sacó su teléfono. Unos segundos después, la pantalla se
iluminó con una fuerte luz blanca, lanzando un resplandor a lo largo de los
pisos y las paredes. Pasamos por lo que parecía una sala de estar. Un sofá
tapado con una tela de color claro era lo único que quedaba en la
habitación. Sin embargo, la cocina era extraña. Había una mesa en la
esquina, cubierta de una gruesa capa de polvo.
—¿Esto es normal? —preguntó Adam, señalando los muebles. Los
electrodomésticos se continuaban en sus lugares. Una tostadora al lado de
una cafetera, y ambas, obviamente, han estado sin tocar desde que los
William se fueron—. ¿Las personas simplemente dejan cosas detrás?
Levanté un hombro. —¿Quién sabe? Quizá no lo necesitaban.
—O tenían prisa —añadió Adam.
¿Con prisa para qué? ¿Para alejarse de todos los recuerdos de su
hija desaparecida y presuntamente muerta? ¿O algo más? Dios. Es
probable que nunca lo sepamos.
Desde la cocina, nos dirigimos al segundo piso. Nuestros pasos
resonaban en la silenciosa casa. Encontramos la habitación de Bethany
con bastante facilidad. Por lo que recordaba, le gustaba pintar y había
una habit ación con un caballete junto a una ventana sucia. Había
papeles sobre un pequeño escritorio, en su mayoría tareas de la escuela.
Una punzada extraña me golpeó en el pecho cuando vi la pila ordenada
de libros en un rincón. Me recordó a Kat.
Esta podría ser ella.
Un día, alguien podría caminar por su habitación, buscando
evidencia de lo que le pasó. Mierda. Eso me golpeó fuerte; un puñetazo en
los pulmones y el estómago. Me dieron ganas de dar la vuelta, encontrar a
Kat y mantenerla... mantenerla a salvo en algún lugar, y eso no tenía nada
que ver con nuestro vínculo. Y el golpe de pánico fue demasiado fuerte
para alguien que se hallaba solo atraído físicamente por otra persona.
Pero ya sabía que lo que sentía por Kat iba más allá de la lujuria.
Adam abrió la puerta de un armario, revelando que no había sido
empacado. Ropa colgaba de perchas. Pantalones apilados en un estante.
Zapatos dispersos dentro.
—Sabes —dijo, haciéndose a un lado mientras me miraba por
encima del hombro—, creo que esto es un poco raro.
—Lo mismo digo. —No tenía ni idea de si sus padres habían sido los
propietarios o la alquilaban. De cualquier manera, no parecía normal que
esta cantidad de cosas quedaran atrás.
Hojeé los papeles, sin encontrar algo de interés. Lo mismo pasó con
su armario. ¿Qué esperaba? ¿Una lista de las personas en las que Bethany
podría haber confiado? Como si la vida fuera tan fácil.
Adam vagó fuera de la habitación, y unos minutos después regresó,
con una expresión ilegible.
—Creo que encontré algo interesante.
Siguiéndolo por el pasillo, entramos a una habitación más pequeña.
Al igual que el resto de la casa, los objetos personales se hallaban
esparcidos por todos lados, junto con los muebles polvorientos. Adam se
acercó a un armario abierto y recogió lo que parecía una caja de
zapatos. Se sentó en la cama.
—Si recuerdo bien, Beth vivía aquí con sus padres y un hermano
menor. Su papá trabajaba en alguna parte de Virginia.
Asentí, sabía esto.
—Estoy bastante seguro de que ninguno de sus padres era médico.
Recuerdo a Dawson diciéndome una vez su profesión, ahora no recuerdo
exactamente, pero sé que ninguno de ellos era médico. —Señaló la caja—
. Es por eso que me parece extraño que haya una caja de zapatos con un
estetoscopio y un talonario de recetas en blanco del hospital.
Acercándome, agarré el talonario. Con la luz del teléfono de Adam,
vi que de hecho era un talonario de recetas del hospital local.
—Estos no pueden ser fáciles de conseguir hoy en día, no si no
trabajas en el hospital.
—Exactamente. —Adam movió el teléfono hasta la caja, iluminando
el estetoscopio. Lo levantó, pasando su pulgar por la parte metálica—.
Rayaron o grabaron algo en el metal, pero no puedo descifrarlo.
Lo agarré cuando me lo lanzó, y tenía razón, las marcas eran
ilegibles. Lo dejé de nuevo en la caja, con el ceño fruncido. Cuando
caminé hasta el armario, vi un par de camisas blancas de hombre en el
suelo.
—¿Nadie de su familia era médico o trabajaba en el hospital? —
pregunté.
—No que yo sepa. Quiero decir, al menos no alguien de su familia
directa, pero parece que alguien vivió aquí con ellos. —Adam suspiró—. La
cosa es que nada de esto podría significar una maldita cosa.
Agachándome, asentí de nuevo. —Lo sé. —Moví a un lado las
camisas, sintiendo algo debajo—. Oye, trae la luz aquí.
Un segundo después, luz blanca brillaba sobre lo que había bajo las
camisas olvidadas. Mis cejas se levantaron. Varios paquetes sin utilizar de
gasa se hallaban agrupados encima de una bacinica, y en la esquina del
armario vi un bastón. Un andador ortopédico se encontraba apoyado
contra la pared del fondo. Al lado de la bacinica había un paquete de
vasos de plástico sin utilizar con tapas y un paquete sin abrir de Ensure.
—Alguien o era muy viejo o estaba muy enfermo —comentó Adam.
—Sí —murmuré, poniéndome de pie mientras un malestar se arrastró
a lo largo de mi columna—. Alguien que estaba enfermo o alguien viejo
que trabajaba en el hospital.
—Ajá.
Algo de esto me pareció mal. No pondría las manos al fuego. Lo que
encontramos podría no significar algo y mientras revisábamos el resto de la
casa, no encontramos nada más. Más tarde esa misma noche, mientras
yacía en la cama, mirando fijamente las grietas en el yeso, todavía no
podía alejar el malestar de saber que había tropezado con algo sin saber
qué era.
22
Traducido por Ana Avila
Corregido por Daniela Agrafojo

Kat llegaba tarde para la clase de trigonometría la mañana del


viernes antes de las vacaciones de Navidad; entró al salón de clases unos
momentos antes de que la campana sonara. Inmediatamente, supe que
algo le pasaba. Caminaba rígidamente, como si no pudiera extender por
complet o las piernas. Me incorporé mientras se dirigía al escritorio frente a
mí y la vi sentarse muy despacio. Me invadió la preocupación.
—¿Estás bien? —pregunté.
Se dio media vuelta, su rostro un tono más pálido de lo normal. —Sí.
Solo dormí mal.
Tensión se vertió en mí. ¿Durmió mal? ¿Se cayó recientemente? ¿Se
quemó la mano con la estufa?
—¿Has dormido en el suelo o algo así?
Ella se rió secamente y empezó a girarse. —Se siente como eso.
Mis dedos se clavaron en los bordes de la mesa. —Kat...
—¿Qué? —susurró, sin fijar su mirada en la mía.
La miré fijamente por un momento y luego me eché hacia atrás,
cruzando los brazos. —No importa —dije, a pesar de que quería
preguntarle cómo había ido el entrenamiento de anoche, pero me di
cuenta de que no iba a conseguir nada de ella—. ¿Sigue en pie lo de esta
noche?
Mordiendo su labio, asintió y se dio la vuelta. A lo largo de la clase y
del resto del día, cada vez que la veía, se movía con rigidez. Dee se dio
cuenta después del almuerzo, atrapándome en el pasillo. Mi hermana se
hallaba preocupada por Kat, y ésta no decía nada. Nada nuevo allí, pero
la horrible sospecha de que había algo más en sus recientes lesiones
eclipsó el malestar de la noche anterior.
¿Mentiría Kat sobre alguien haciéndole daño?
Mientras me encontraba en mi clase de historia, la mera idea casi
me hizo perder el control de mi forma humana porque solo había una
persona que podría dañarla. Blake. Entre clases, busqué al pequeño idiota,
pero no se encontraba por ninguna parte. Probablemente era algo bueno,
porque incluso sin pruebas de que dañaba a Kat, todavía tenía ganas de
arrancarle la garganta. Simplemente porque sí.
Después de la escuela, cuando no lo vi aparecer en casa de Kat a la
hora en que normalmente llegaba, decidí pasarme por allí antes de lo que
habíamos planeado. La oportunidad de hablar con ella… demonios, ¿a
quién engañaba? No iba a dejar pasar la oportunidad de simplemente
pasar tiempo con ella.
Corrí por las escaleras, levanté la mano para tocar cuando la puerta
se abrió. Fruncí el ceño. —Realmente está empezando a no gustarme el
hecho de que sepas cuando llego.
—Pensé que te encantaba. Te permite ser un gran acosador. —Se
hizo a un lado.
—Ya te lo he dicho. Yo no te acoso. —La seguí hasta la sala, mirando
cómo caminaba. Parecía más suelta, como si caminar ya no le doliera
tanto—. Solo lo uso para mantener un ojo en ti.
—¿Hay diferencia? —Se sentó en el sofá, viéndose algo desaliñada
en su floja sudadera térmica... con... pequeñas fresas en ella. ¿Qué tenía
con las frutas?
Linda.
Me senté a su lado, tan cerca que nuestros muslos se tocaron. —Hay
diferencia.
—A veces, tu lógica me asusta. —Ella pasó sus manos sobre sus
pantalones—. Entonces, ¿qué estás haciendo aquí tan temprano?
—¿Bill no ha venido esta noche? —Me recosté en los cojines.
Se colocó el pelo detrás de la oreja. —No. Tenía algo que hacer con
su familia.
¿Familia? Sospechaba que el idiota había salido de un huevo. Mi
mirada vagó sobre su cara y luego se deslizó a la computadora portátil. La
aplicación de vídeo se hallaba abierta, y al lado de la laptop había una
pila de libros. —¿Que estás haciendo? ¿Otro de esos videos?
—Planeaba hacerlo. No he hecho uno hace ya tiempo, pero luego
apareciste. Plan arruinado.
Sonreí. —Todavía puedes filmar uno. Prometo que me comportaré.
—Sí, eso no va a suceder.
Había mucho de lo que teníamos que hablar. De lo que encontré
anoche en la casa de Bethany y si eso significaba algo. Toda la mierda
con Blake y cómo ella había terminado lastimada. Podríamos vigilar la
casa de Vaughn temprano, pero había algo tan normal sobre su deseo de
filmar un video para su blog. Y tenía muy pocos momentos normales
últimamente.
Y darle ese momento parecía más importante que cualquier otra
cosa.
—¿Por qué no? —Levanté la mano, y el libro en la parte superior de
la pila voló a mi mano. Le eché un vistazo. Había un chico en la tapa con
el pelo rubio rizado y ojos azules. Tuve una idea—. Oye, tengo una idea.
Podría fingir ser él.
—¿Qué? —Frunció el ceño cuando volteé el libro, mostrándole la
cubierta—. Espera. ¿No querrás decir…?
Mirando de nuevo la imagen, me concentré y luego dejé que mi
forma humana se deslizara. Era más difícil reflejar la imagen, ya que todo lo
que tenía era una foto, pero me pasé horas haciéndolo cuando era niño,
enseñando a Dawson. Unos segundos más tarde, un mechón de pelo
rubio caía sobre mis ojos. Sonreí ligerament e.
—Hola…
—Oh, Dios mío. —Kat levantó la mano y pinchó mi mejilla dorada. Se
rió—. No puedes hacer eso. La gente se asustará.
—Pero definitivamente llamaría mucho la atención. —Le guiñé un
ojo—. Sería divertido.
—Pero el modelo de la portada —me quit ó el libro y lo agitó—, es
una persona de verdad, en alguna parte. Probablemente se preguntará
cómo acabó en mi video.
Hice un puchero. —Buen punto. —Dejando de lado la imagen
reflejada, volví a mí forma familiar—. Pero no dejes que eso te detenga.
Sigue adelante y fílmalo. Voy a ser como tu asistente.
Ella me miró fijamente. —No lo sé…
—Voy a quedarme completamente tranquilo. Voy a sostener los
libros para ti.
—No creo que tengas la capacidad de estar completamente
tranquilo. Nunca.
—Te lo prometo. —Mi sonrisa se extendió.
Varios momentos pasaron, y luego asintió. Enfrentando la pantalla de
la computadora portátil, la ajustó, por lo que est uve incluido. Presionó
reproducir y respiró hondo. —Hola, soy Katy de Katy’s Krazy Book Obsession.
Lo siento por mi ausencia tan larga. La escuela y… —me miró—, otras
cosas se han interpuesto en el camino, pero de todos modos, tengo un
invitado. Este es…
—Daemon Black —dije—. Soy el tipo por el que se queda despierta
por la noche y fantasea.
Sus mejillas se sonrojaron cuando me dio un codazo. —Y eso no es
verdad. Es mi vecino.
—Y el tipo con el que está completamente obsesionada.
—Es muy egocéntrico y le gusta escuchar su voz, pero ha prometido
guardar silencio. ¿Cierto?
Asentí mientras le sonreía a la cámara. —Creo que la lectura es sexy.
Las cejas de Kat subieron hasta su frente. —¿Lo piensas ahora?
—Oh, sí, y ¿sabes qué otra cosa creo que es sexy? —Me incliné hacia
adelante para que toda mi cara llenara el cuadro. Levanté mi barbilla en
su dirección—. A los Bloggers que les gusta esto. Es ardiente.
Ella me golpeó el brazo y susurró—: Retrocede.
Me senté de nuevo y me quedé totalmente en silencio por un largo,
largo tiempo. Como un buen asistente, le entregué los libros, pero a veces
tenía que decir algo. Sobre como uno de los hombres de las cubiertas se
veía estreñido. Y en serio, ¿no tenía suficientes libros de ángeles? Pero un
libro parecía interesante. Lo levanté, ignorando su ahogado suspiro
descontento, y le dije—: Este t ipo segador suena como mi clase de
hombre. Tiene que matar para sobrevivir.
Kat me lo arrebató de la mano, sonriendo. Habló sobre el libro por
unos momentos y luego—: Y eso es todo por hoy. ¡Gracias por su atención!
Me incliné. —No lo olviden. Hay cosas más geniales por ahí que
ángeles caídos y chicos muertos. Solo digo. —Guiñé un ojo.
Sonriendo como no la había visto hacerlo en un tiempo, me hizo a un
lado y apagó el botón de grabación. —Te gusta verte siendo grabado.
Más como que me gustaba verla sonriendo. Me encogí de hombros.
—Eso fue divertido. ¿Cuándo harás otro?
—La próxima semana si consigo más libros.
—Más libros. —Mis ojos se ampliaron—. Tienes como diez libros que
acabas de decir que no has leído.
—Eso no significa que no vaya a conseguir más libros. —Sus labios se
curvaron de nuevo cuando me vio boquiabierto—. No he podido leer
mucho últimamente, pero lo haré, y no me quedaré sin nada nuevo para
leer.
—No has tenido tiempo a causa de él, y eso es ridículo. —Aparté la
vist a, con mi mandíbula tensa—. La lectura es algo que amas. Lo mismo
que tu blog, y has abandonado por completo esas cosas.
—¡No lo hice!
—Eres una mentirosa. —Me apoyé en el sofá una vez más—. He
comprobado tu blog. Has hecho solo cinco entradas en el último mes.
Su boca se abrió. —¿Has estado acechando mi blog, también?
—Como dije antes, no estoy acosando. Mant engo un ojo en ti.
—Y como dije antes, tu razonamiento es defectuoso. ¿Sabes? Lo que
he estado haciendo absorbe bastante de mi tiempo…
—¿Qué diablos? —exploté. Kat se había inclinado hacia adelante
para cerrar el portátil, haciendo que la parte de atrás de su sudadera se
elevara, exponiendo varias pulgadas de piel de color púrpura y azul.
Golpeada y de aspecto furioso. Horrorizado, agarré la prenda y la elevé
más, revelando un enorme moretón.
—Oye. —Se dio la vuelta, alejando mis manos—. ¿Qué estás
haciendo? Quita tus manos de mí.
Levanté la vista, encontrando su mirada amplia. Furia burbujeaba
como lava teñida de desesperación. Mis manos se cerraron en puños.
—Dime por qué tu espalda luce como si hubieras caído de la
ventana de un segundo piso.
El rostro de Kat palideció mientras se levantaba. Sin decir nada, salió
de la sala de estar. Fui justo detrás de ella, apenas capaz de aferrarme a
mi forma humana mientras entrábamos a la cocina. Agarró una Coca-
Cola de la nevera. —Yo... solo me caí en el entrenamiento con Blake. No
es gran cosa, sin embargo. —Frente a mí, jugó con la parte superior de la
lata—. Te dije que dormí mal porque me imaginé que te burlarías de mí.
Busqué en su rostro por un indicio de mentira. Parecía incómoda,
avergonzada incluso, pero sincera. Mis manos se aflojaron. —Sí, me hubiera
burlado de ti… un poco, pero Jesús, Kat, ¿seguro que no te rompiste algo?
—Estoy bien —me aseguró.
Después de rodear la mesa, tomé unos segundos para asegurarme
de calmar mi tono de voz. —Has estado haciéndote mucho daño
últimamente.
—No realmente.
—No eres torpe, Kitten. Entonces, ¿cómo sigue pasando esto? —
Poco a poco me acerqué a Kat, sin querer que se alejara.
—Me tropecé en el bosque la noche que me enteré de ti —me
recordó.
—Buen intento. —Negué con la cabeza—. Estabas corriendo a toda
velocidad en medio de un oscuro y disparejo bosque. Incluso yo... —Guiñé
un ojo—. Bueno, tal vez no yo, pero sí personas normales se hubieran
tropezado. Soy demasiado impresionante.
—Bueno... —Su nariz se arrugó.
Mi mirada cayó brevemente. —Parece que te duele.
—Lo hace, un poco.
—Entonces vamos a corregir el problema. —Me extendí hacia ella.
—Espera. —Retrocedió—. ¿Vas a hacer eso?
—Curarte no puede doler. No en este momento. —Lo intenté de
nuevo, pero ella alejó mi mano. La frustración se disparó—. ¡Solo estoy
tratando de ayudar!
Retrocedió contra la pared. —No necesito tu ayuda.
El músculo de mi mandíbula empezó a trabajar. Kat siempre tenía
que ser tan terca, incluso cuando, obviamente, tenía dolor, y odiaba verla
así. Odiaba la idea de que estuviera adolorida. No podía lidiar con eso, por
lo que al momento en que empezó a relajarse, me moví rápido. En dos
latidos, tuve mis brazos alrededor de sus caderas, con cuidado de no tocar
su espalda, y la levanté, llevándola al sofá. Me senté, sosteniéndola en mi
regazo.
Kat me miró boquiabierta mientras su pelo se asentaba alrededor de
su cara. —¡No es justo!
—No tendría que haberlo hecho si dejaras de ser tan malditamente
terca y me permitieras ayudarte. —Deslicé mi mano bajo la parte posterior
de su térmica, aplastando mi palma contra su espalda baja. Ella se
sacudió ligeramente—. Puedo hacerte sentir mejor —le dije—. Es ridículo
que no me lo permitas.
—Tenemos cosas que hacer, personas que acosar, Daemon. Déjame
levantarme. —Se movió, pero la mantuve quieta.
—No. —Me concentré y sentí el brote de calor salir de mi palma. Mis
labios se elevaron cuando escuché su suave inhalación. Sus ojos se
encontraron con los míos y se alejaron. Su boca se abrió, y sabía que se
preparaba para otra discusión—. No puedo estar cerca de ti, cuando soy
consciente de que estás adolorida, ¿de acuerdo?
Sus ojos se abrieron ligeramente. Incómodo, centré mi mirada por
encima de la TV. Un momento pasó y preguntó—: ¿De verdad te molesta,
que esté herida?
—No lo siento, si es eso lo que estás preguntando. —Hice una pausa,
exhalando suavemente mientras encontraba su cuestionadora mirada de
nuevo—. Solo el saber que estás herida es suficiente para molestarme.
Bajó la vista y dejó de retorcerse, sin luchar. Curarla no tomó tanta
concentración como cuando lo hice esa noche que luchamos contra
Baruck. Era natural, casi sin pensar, y fue algo bueno, porque Kat puso su
cabeza en mi hombro, y eso distraía mucho.
Se sintió como una eternidad desde la última vez que la abracé. La
noche de Acción de Gracias fue la última vez. Hace demasiado tiempo.
Se acurrucó contra mí, apoyando una mano en mi bajo vientre. Cerré los
ojos, empapándome en la sensación de ella. En algún momento, supe que
se encontraba curada, pero no quise molestarla. Estaba completamente
relajada en mi abrazo flojo, donde pertenecía.
Sí, exactamente donde pertenecía.
Bajé la barbilla e incliné mi cabeza hacia un lado. Sus pestañas
gruesas abanicaban la parte superior de sus mejillas. Con su ritmo cardíaco
lento, sabía que se hallaba cerca de dormirse. No era tarde para nada,
pero las sombras bajo sus ojos seguían allí. Se sentía exhausta. Colocando
mi otro brazo debajo de sus rodillas, me paré.
Kat se agitó. —¿Que estás haciendo?
—Llevándote a la cama.
—Puedo caminar.
—Yo puedo llevarte más rápido. —Y lo hice. Dejando las luces
parpadeantes del árbol de Navidad, corrí escaleras arriba hacia su
dormitorio—. ¿Lo ves?
Se veía un poco revuelta cuando me acerqué a su cama. Sin
tocarlas, levanté las sabanas y luego las bajé. Tiré del edredón hasta sus
caderas, persistente mientras la miraba. —¿Te sientes mejor?
—Sí —susurró, con la mirada fija en la mía.
El centro de mi pecho latía de una manera desconocida. Había
tanto entre nosotros que a veces sentía que nunca estaríamos en la misma
página, pero había momentos; momentos como este, en los que no había
obstáculos. Éramos solo ella y yo, y el mundo exterior no existía.
Tragué. —¿Puedo…? ¿Puedo abrazarte? Eso es todo... eso es todo lo
que quiero.
Sus labios se separaron, pero no hubo palabras. Ella asintió.
El alivio me quebró directamente por el centro como si una línea de
falla interna hubiera sido rota. Mi corazón comenzó a golpear, y sabía que
podía sentirlo cuando me quité los zapatos y luego caminé hacia el otro
lado. Me deslicé en la cama junto a ella y extendí un brazo. Kat rodó sobre
su lado sin vacilar, acurrucándose contra el costado de mi cuerpo. Apoyó
la mejilla sobre mi pecho.
—Me gusta ser una especie de almohada humana. —Mi mano
temblaba ligeramente cuando lo coloqué en su cadera—. Incluso si
babeas sobre mí.
—Yo no babeo. —Su mano se posó sobre mi corazón—. ¿Qué pasa
con seguir a Vaughn?
—Eso puede esperar hasta mañana. —Incliné mi barbilla, rozando
mis labios contra su frente. Mi brazo se apret ó a su alrededor mientras la
abrazaba—. Descansa un poco, Kitten. Me habré ido antes del amanecer.
Ese era el plan. La abrazaría hasta que se durmiera, y luego me iría.
Después de todo, aún no eran las ocho y todavía podía alcanzar a
Vaughn sin Kat. Sólo quería unos pocos... momentos de tranquilidad con
ella, pero Kat se durmió rápido, y mientras yo abría y cerraba los ojos, los
segundos que los mantenía cerrados aumentaron rápidamente. Estar con
ella así tenía un arrullador efecto reconfortante, y antes de darme cuenta,
caí en el sueño más profundo.

***

Tenía el sueño más maravilloso. Del mundo. Kat se encontraba en la


cama conmigo, su cuerpo caliente y suave. Mi mente estaba llena de
imágenes y sonidos vagos, casi distantes. Sentí su mano deslizarse de la
mía, y se movió a mi lado. Giré hacia ella, mi brazo alrededor de su cintura
manteniéndola cerca mientras enterraba mi cara en el lado de su cuello.
Inhalé profundamente, captando el aroma de melocotones. Me hallaba
medio despierto, lo suficiente como para saber que no era un sueño. Ella
yacía en la cama junto a mí. Perfect a. Apreté los labios en su cuello.
Kat me empujó. Duro.
Parpadeé. —Mmm, ¿cuál es tu problema?
Me observó, y luego su mirada se trasladó hacia la puerta. Seguí su
mirada, y me desperté de inmediato. Su madre se encontraba en la
puerta, una bata ceñida en su estrecha cintura. Junto a ella, se hallaba el
doctor Michaels.
Oh, mierda.
Quité el brazo de la cintura de Kat. —Oh, guau, que incómodo. —
Aclarándome la garganta, hablé más fuerte—: Buenos días, señora Swartz.
La mamá de Kat sonrió tensa mientras su mirada grit aba: ¿Hablas en
serio? Pero yo no sabía qué decir. —Buenos días, Daemon. Creo que es
hora de que te vayas a casa.
Sí. Iba a tener que estar de acuerdo con eso.
Bajando la mirada a una Kat con la cara roja, me sentí aliviado al ver
que solo una tenue sombra permanecía bajo sus ojos. Sonreí a modo de
disculpa, y luego salí de la cama tan rápido como fue humanamente
posible, lo que fue bastante lento para mí.
Agarré mis zapatos del suelo y me los puse a medida que caminaba
hacia la puerta. Su madre ni siquiera miró en mi dirección. El Dr. Michaels se
hizo a un lado, y cuando pasé junto a él, palmeó mi hombro de una
manera varonil al estilo antiguo.
Extraño.
Pero cuando salí a las gélidas temperaturas de la mañana, lo único
en que podía pensar era en la mirada en el rostro de Kat. Eché la barbilla
hacia atrás y me reí en voz alta, más fuerte de lo que había hecho desde...
desde Dawson.
23
Traducido por Mary Warner
Corregido por Itxi

Por los próximos dos días, alejé a Kat en todo el asunto de acechar a
Vaughn. En navidades, no parecía correcto. Además, Dee me dijo que
Blake pasaba todas las vacaciones de Navidad con su familia. Eso
significaba que Kat debería ser capaz de poder descansar un poco, y que
también que debía dejarla en paz por unos días.
Dee logró convencer a Kat para ir al cine. Adam y, por sorpresa, Ash,
fueron con ellas. Eso me preocupaba un poco, considerando que Ash y
Kat entraban en zona de guerra cada vez que se encontraban cerca, y
quería ir con ellas. Incluso me quedé de pie en el pórtico y vi a Adam, Dee
y Kat irse, pero me quedé. Kat necesitaba el tiempo con Dee. Necesitaba
la normalidad que no tenía… bueno, desde que se mudó aquí.
Así que comprobé la casa de Vaughn, dejando el coche atrás
incluso a pesar que mi piel se sentía congelada para el final de la noche.
Nancy apareció poco después de que Vaughn llegara, y así lo hacía cada
noche, pero no fue hasta el sábado en la noche que mi acecho por fin
produjo frutos. Lo seguí desde su casa a un polígono industrial justo a las
afueras de Petersburg. Desapareció allí por varias horas, y el lugar se
hallaba bien resguardado desde afuera por dos oficiales.
Sabía que escondían algo o alguien allí.
Cuando Vaughn se fue, los oficiales permanecieron afuera. Tomó
todo de mí no embestir hasta allí, pero fui inteligente. Comprobé el lugar
durante los próximos dos días y para la noche de Navidad tenía la
confianza de que los guardias tenían un horario. Había un hueco en el
tiempo, no más de treinta minutos, cuando dejaban el exterior, usualmente
alrededor de las doce y media de la mañana, y solo parecían activos una
vez que llegaba Vaughn.
Adentro era una historia diferente, una que no conocía y que no
conocería hasta que estuviera allí.
Decidiendo hacer mi movida para entrar al edificio el día después
de Navidad, esperé hasta que fueron casi las once antes de salir de casa.
Dee se pasaba todo el tiempo con Adam, así que no debía preocuparme
por ella. Comprobé la casa de Vaughn primero y vi que se encontraba en
casa. Otra camioneta Expedition fue estacionada en la entrada, lo más
probable era que perteneciera a Nancy. Perfecto. Me hallaba a medio
camino al polígono industrial antes de detenerme.
Pensé en Kat.
Maldita sea.
Dándome vuelta, corrí a toda prisa a través del bosque en dirección
contraria, desacelerando solo cuando regresé a mi casa. Me detuve en mi
camioneta y miré a la casa de Kat. Llevarla conmigo era un riesgo, era
demasiado peligroso.
Pero encontrar este almacén no hubiese sido posible si Kat no me
hubiera dicho sobre ver a Bethany. Apartarla de esto parecía incorrecto.
Involucrarla no se sentía mejor.
Me quité la gorra de béisbol de la cabeza y pasé mis dedos por mi
cabello mientras miraba a su casa. Ella quería involucrarse, quería pararse
lado a lado conmigo, enfrentar lo que sea que viniera a nuestro camino.
La verdad era que no se lo permití.
Y Blake sí lo hizo.
¿No era por eso que la entrenaba en vez de hacerlo yo? Tenía la fe
suficiente en ella. ¿La tenía yo?
Me recoloqué la gorra en la cabeza. No tenía nada que ver con fe.
No quería que Kat estuviera en peligro, y debido a eso, había una brecha
entre nosotros. Una que se evaporó la noche que me quedé dormido en su
cama, pero seguía ahí. Necesitaba confiar que Kat podía… arreglárselas
ella sola. Si no lo hacía, no habría cambio para nosotros.
Y tenía que haber un cambio.
—Mierda —murmuré, lanzando una mirada oscura al cielo nocturno.
Con la decisión tomada, me acerqué a su casa y entré al pórtico.
Toqué la puerta y luego di un paso atrás, empujando mis manos en mis
bolsillos así no me golpeaba yo mismo en la cara. Si algo le pasaba a Kat
por mí —bueno, algo más— no sería capaz de vivir con ello.
La puerta se abrió, y Kat asomó su cabeza. Expectativa llenó sus ojos
grises mientras me miraba. No parecía molesta ni enojada. Se hallaba feliz
de verme. Mis labios se alzaron en una sonrisa torcida. —¿Estás ocupada?
Negó con su cabeza.
—¿Quieres ir a dar un paseo?
No hubo ni siquiera una pausa. —Por supuesto. Déjame tomar algo
más cálido para ponerme. —Kat desapareció, regresó usando botas y una
capucha. Se unió a mí afuera, cerrando la puerta detrás de ella—. ¿Vamos
a ver a Vaughn?
—En realidad no. Hay algo que he descubierto. —La dejé entrar en
mi camioneta y esperé hasta que ambos estuviéramos dentro—. Pero
primero, ¿has tenido una buena Navidad? Iba a pasar, pero vi que tu
mamá se encontraba en casa.
—Fue buena. Will pasó el día con nosotros. Eso fue raro. —Su nariz se
arrugó—. ¿Qué hay de ti?
—Estuvo bien. Dee casi quemó la casa tratando de hacer un pavo.
Aparte de eso, no fue muy divertida. —Salí de la calzada—. Entonces, ¿en
qué cantidad de problemas estás metida después del sábado?
—Tuve una charla acerca de no hacer a mi mamá abuela.
Me reí.
Suspiró. —Ahora tengo reglas que seguir, pero nada serio.
—Lo siento. —Sonreí mientras la miraba de soslayo—. No tenía
intención de quedarme dormido.
—Está bien. Entonces, ¿dónde vamos? ¿Qué has descubierto?
—Vaughn llegó a casa la noche del domingo durante unos diez
minutos. Lo seguí a las afueras de Petersburg, a un depósito en un polígono
industrial que no ha sido usado en años. Se quedó allí durante un par de
horas y luego se fue, pero dos oficiales permanecieron allí. —Bajé la
velocidad cuando un ciervo cruzó la carretera—. Están ocultando algo allí.
—¿Crees que están manteniendo a Bethany… o a Dawson?
La miré, mis labios apretados en una línea. Dios, esperaba no haber
cometido un gran error. —No lo sé, pero tengo que entrar ahí y alguien
tiene que mantener un ojo en el exterior mientras voy.
Asintió. La emoción que salía de ella era palpable. —¿Y si los
guardias siguen vigilando?
—No harán nada hasta que Vaughn aparezca. Está en casa ahora
mismo. Con Nancy. —Mis labios se curvaron—. Creo que esos dos
realmente tienen algo.
—¿Sabías que el novio de mi mamá es el tío de Bethany?
—No. —Fruncí el ceño mientras me enfocaba en la carretera. De
inmediat o mi mente se fue a la caja de zapatos llena de talonarios de
recetas en la vieja casa de Bethany. ¿Era esa la conexión?—. En realidad
no traté de llegar a conocerla —dije después de un par de minutos—.
Demonios, en realidad no traté de conocer a ninguna chica humana.
—¿Así que nunca... saliste con una chica humana antes?
—¿Salir? No. —La pregunta me tomó fuera de guardia. La miré,
decidiendo cómo responder la pregunta—. ¿Pasar el rato? Sí.
Kat apartó la mirada rápidamente, y no respondió.
Exhalé y continué. —De todos modos, no sabía que estaban
relacionados entre sí.
Un momento pasó. —¿Crees que es raro? Quiero decir, está
relacionado a Bethany, que es algo así como yo ahora, y está saliendo
con mi mamá. Sabemos que alguien tuvo que haber traicionado a
Dawson y Bethany.
Lo consideré. Incluso si él era el hombre a quien pertenecían las
recetas de prescripción, ¿qué significaba eso aparte de que él vivía allí?
Eso, si vivía allí y esas recetas no eran para alguien más. Pero entonces
había un estetoscopio. Algunos doctores tenían sus propios estetoscopios,
pero incluso si Will vio la herida de Bethany, ¿cómo podría haber sumado
dos y dos? ¿Cómo sabría acerca de nosotros, los Luxen, y que podíamos
hacer?
De nuevo, había más preguntas que respuestas, pero surgieron
nuevas preguntas interesantes. Iba a tener que investigar a Will.
—Es extraño, pero ¿cómo iba a saber lo que pasaba? —Me
preguntaba eso demasiado—. Necesitaría tener algún conocimiento del
proceso de curación entero para saber que buscar.
—Tal vez es un implante.
La miré duramente, pero no dije nada. Rabia reducía sus labios, y
sabía que si le decía lo que encontré en la casa de Bethany y el posible
vínculo al hombre con el que salía su mamá, probablemente lo cortaría a
la primera oportunidad que tuviera.
Bueno o malo, que ella confront e a Will sin evidencia concreta era lo
último que necesitábamos. Después de unos momentos, me aclaré la
garganta. —He estado pensando en lo que Matthew nos dijo, todo lo del
matrimonio del ADN.
Se tensó mientras miraba directamente al frente. —¿Sí…?
—Hablé con él después y le pregunté acerca de la conexión, si
podía hacer que alguien sienta cualquier cosa. Dijo que no. Pero ya lo
sabía. Pensé que debías saberlo.
Kat asintió. —¿Qué con toda la cosa de tú mueres, yo muero?
—¿Qué pasa con eso? —Mantuve mis ojos en la carretera—. No hay
nada que podamos hacer al respecto excepto no perder la vida.
—Hay más que eso —dijo—. Estamos unidos, sabes. Al igual que,
para siempre…
—Lo sé —dije en voz baja.
Ninguno de nosotros habló después de eso. Por qué, ¿qué más se
podía decir? Estábamos unidos. Por siempre. Y el saber eso no me enviaba
a gritar en la noche.
Llegamos al polígono industrial abandonado casi a la medianoche.
Dimos una vuelta en el coche para asegurarnos que no hubiera otros
coches por aquí. Había tres edificios sit uados juntos cerca de un campo
cubierto de nieve. Uno era pequeño, de ladrillo y de una planta, y otro en
el medio era varias plantas más alto, y ese era en el que quería entrar. Me
coloqué detrás de uno de los edificios, estacionando la camioneta entre
dos grandes cobertizos con el frente hacia la única entrada.
Apagando el motor, me giré hacia ella. —Necesito entrar en ese
edificio. —Hice señas hacia el alto—. Pero tienes que quedarte en el coche
mientras hago esto. Necesito ojos en la carretera ya que no sé qué me
esperará allí dentro.
—¿Qué pasa si alguien está ahí? Quiero ir contigo.
Traerla aquí era una cosa, pero marqué la línea. —Puedo cuidar de
mí mismo. Tú necesitas quedarte aquí, donde es seguro.
—Pero….
—No, Kat, quédate aquí. Mándame un mensaje si alguien entra. —
Estiré una mano hacia la puerta—. Por favor.
Me miró un momento y entonces asintió cortante. Dudé, queriendo
besarla antes de salir de la camioneta, pero imaginé que mejor no tentaba
mi suerte. Cerré la puerta silenciosamente detrás de mí, me lancé por el
lado del edificio, más allá de las puertas de acero cerradas con candados,
sin ventanas, buscando las cámaras de seguridad, sin encontrar ninguna.
Llegué a otra puerta, la entrada por la que vi a Vaughn dirigirse a dentro y
salir. Esta puerta era más fácil de manipular que las otras. Colocando mis
manos en la puerta cerca de la cerradura, manipulé los engranajes
internos. El clic fue como saber que una nueva temporada de Cazadores
Paranormales que empezaba antes de lo esperado.
Cuando abrí la puerta, me di cuenta de algo de color rojo oscuro,
brillante y suave, incrustado en el centro del umbral. No teniendo idea de
qué era, cerré la puerta detrás de mí. Rápidamente escaneé el primer piso
mientras me bajaba la gorra. Me moví rápido, ya que si salía en alguna
cámara de seguridad no sería nada más que una bruma.
Pasé oficinas vacías, siguiendo la esencia de humo de cigarrillos
reciente que se espesaba en el aire. Me adentré más, encontrando una
oficina donde sillas plegables de metal fueron espaciadas. Ceniceros llenos
colocados en una de las mesas de metal, junto a tazas de café usadas. No
había nada más. Ni papeles de trabajo ni ordenadores, ni siquiera una
pintura o un teléfono fijo.
Qué extraño.
Lanzándome fuera de la oficina, corrí por un ancho pasillo apenas
iluminado por la luz amarilla opaca. Un conjunto de puertas dobles al final,
y cuando las empujé, se abrieron fácilmente. Di un paso dentro de una
larga habitación y el corazón casi se me det uvo en el pecho.
—Santa mierda —murmuré, sintiendo mi teléfono vibrar en mi bolsillo.
Jaulas. Había jaulas en esta habitación.
Había cerca de diez. Todas las jaulas se encontraban vacías. Por un
momento, me hallaba congelado mientras las miraba. Rabia y horror se
arremolinaban en mi interior. Mantenían personas en esas jaulas. Podían
haber retenido a Bethany o a mi hermano en una de estas jaulas. Energía
se agitaba dentro de mí, y quería dejarla ir, volando este edificio de la faz
de la tierra.
Finalmente me moví hacia las jaulas y vi cadenas. Cadenas. El mismo
extraño material que vi sobre las puertas revestía las cadenas. Aquí, noté
una piedra color rojizo que no vi antes. La jaula del centro parecía haber
sido usada recientemente. Una sustancia crujiente roja cubría las cadenas.
Sangre. Me tomó un momento darme cuenta que era sangre, quizá de
alguien que empujó contra el metal. Los grilletes también se encontraban
cubiertos con el mismo material. En otra jaula, el líquido se secó en el
medio. No era de sangre humana por lo menos. Se veía algo transparente.
Sangre Luxen.
Dando un paso atrás, alcé la mirada. Al final de la habitación había
una puerta que decía “Escaleras”. Solo Dios sabía que encontraría en el
segundo piso. Tal vez jaulas que no est uvieran vacías. El propósito me
invadió. Merodeando hacia la puerta, me detuve cuando me acordé que
mi teléfono había vibrado.
Busqué en mi bolsillo y lo saqué. Era un mensaje de Kat. Una palabra.
Compañía. Me di la vuelta. —Mierda.
No ir arriba me molestó, pero si los oficiales de Vaughn aparecieron,
Kat se hallaba en peligro. Lo que sea que estuviera allí tenía que esperar.
Corrí a través del edificio, y cuando me acerqué a la entrada, mi ritmo
cardíaco saltó de forma errática. Kat. Fue debido a Kat. Algo andaba mal.
El corazón me latía demasiado rápido.
En la puerta, escuché una voz no familiar. —Cristo. Tienes razón. Es
una de ellos.
—Te lo dije —respondió otro—. Lo que hay en este barril va a ser
mucho peor. Así que mejor piensa cuidadosamente antes de contestar a
la siguiente pregunta. ¿Quién eres?
Tomé una decisión. Con la imagen de Vaughn en mi mente, reflejé
su apariencia. No era perfecta. Si alguien lo conocía bien o se acercaba
demasiado, verían que no lucía exactamente como él. Dando un paso
fuera, apreté la mandíbula cuando vi a Kat de rodillas, mientras un hombre
sostenía su brazo con una mano y apuntaba con una pistola su frente con
la otra. Rabia tan potente como la Fuente explotó en mi interior. Mis manos
se volvieron puños mientras obligué a mi voz a contestar.
—¿Qué está pasando aquí? —demandé.
El de la pistola retrocedió, pero aún la sostenía del brazo. Tampoco
me gustaba eso. —La encontramos escondida atrás. Es uno de ellos.
Fruncí el ceño mientras me acercaba más, no gustándome la
mueca de dolor que tenía la cara de Kat o el pánico llenando su mirada
cuando alzó la vista hacia mí. —Buen trabajo. Yo llevaré a esta.
—¿Estás seguro? —preguntó el oficial, uno más pequeño.
Asintiendo, me agaché y le agarré el brazo, poniéndola de pie. —He
tenido un ojo en esta por un tiempo.
—Las jaulas deben ser preparadas —dijo el otro con la pistola,
soltando mi otro brazo renuentemente—. Tomará un tiempo para que
funcione en ella. Puede ser que desees que la vigilemos.
Me dolía la mandíbula.
—Ya que atrapamos a esta, ¿no deberíamos obtener una
recompensa? —preguntó el más bajo.
—¿Recompensa? —repetí, con mi voz baja.
El que tenía la pistola se rió, y sentí a Kat estremecerse. —Sí, como
con la otra. Eso fue un infierno de recompensa. Husher no notará nada
diferente, siempre y cuando no la arruinemos.
¿Como la otra? ¿Siempre y cuando no la arruinemos?
Ni siquiera me detuve a pensar.
La rabia en mi interior se volvió mortal. Estás personas… estos horribles
seres humanos no tenían derecho a vivir. Empujé a Kat a un lado mientras
alzaba mi mano. Un relámpago crujió alrededor de mi brazo, llameando
rojo y blanco mientras rodeaba mi cuerpo.
—¡Maldit a sea! —gritó el de la pistola—. ¡Es un truco!
Demasiado tarde.
La pulsante luz blanca golpeó a ese bastardo primero, enviándolo
varios metros hacia atrás. La luz se arqueó, golpeando al oficial más bajo.
Voló al lado del edificio con el impacto suficiente como para dejar una
abolladura. Ropa humeando. Piel quemada.
Pasó un momento, y entonces la Fuente se retiró a mi interior de
nuevo. Ambos hombres, tumbados a unos metros de distancia entre ellos,
se estremecieron una vez y entonces se volvieron cenizas.
—Oh, Dios mío —susurró Kat.
Una brisa fría azotó el edificio, revolviendo los montones de cenizas,
recogiendo las manchas y la difusión de ellas por el suelo cubierto de
nieve. En cuestión de segundos, no quedó nada de ellos.
Regresé a mi forma humana y enfrenté a Kat. Se hallaba agachada
en el suelo, con los ojos amplios. Estiré la mano y tomé la suya, poniéndola
de pie gentilmente. —Tenemos que salir de aquí.

***

Antes de que pudiéramos dirigirnos de regreso a casa, necesitaba


destruir la evidencia. Conduje los autos de los oficiales al bosque y luego
los incendié. Eventualmente, se haría preguntas sobre ellos, pero sin coche
y sin… sin cuerpos, sería difícil vincularlos a nosotros.
Una vez que estuvimos en la casa de Kat, hizo una taza de
chocolate, y nos sentamos en el sofá. Con las piernas cruzadas, nos
enfrent amos. Mantenía mi cabeza vacía por el momento, sin permitirme
pensar en lo que hice allá. Sin permitirme preguntarme si… si matarlos fue
necesario, si no había otra manera.
Las manos de Kat se apretaron alrededor de su taza humeante. —
¿Daemon… estás bien?
Asentí lentamente. —Sí.
Tomó un sorbo de su taza. —¿Qué había dentro del edificio?
Frotándome la nuca, cerré mis ojos brevemente. —No había nada
en las primeras dos habitaciones. Solo espacio vacío de oficina, pero es
obvio que el lugar es muy usado. Había tazas de café vacías, ceniceros
llenos por todas partes. Más lejos… había jaulas. Unas diez de ellas; una
parecía que fue utilizada recientemente.
Palideció. —¿Realmente crees que mantenían personas allí?
—¿Luxen? Sí. Y tal vez otros como tú. —Bajé mis manos hacia mis
piernas—. Una de las jaulas tenía sangre seca. Todas tenían cadenas y
esposas envueltas en esta piedra de color rojo oscuro que nunca había
visto antes.
—Vi algo fuera del edificio, por encima de las puertas. Era como
brillante, parecía negro porque estaba oscuro. —Poniéndose de lado,
colocó la taza en la mesa de café—. Y puso algo contra mi mejilla, y Dios,
eso dolió muchísimo. Me pregunto si era la misma cosa que viste.
Rabia destelló a través de mí, tirando hacia abajo las comisuras de
mi boca. —¿Cómo te sientes ahora?
—Perfectamente bien —dijo—. ¿Viste algo más?
—No tuve tiempo de ir arriba, pero tenía est a sensación de que
algo… había algo allí arriba. —Me levanté, entrelazando las manos en mi
nuca—. Necesito volver allí.
—Deamon, es demasiado peligroso. Las personas van a darse
cuenta de que faltan los oficiales. No puedes volver allí.
Me di vuelta, enfrentándola. —Mi hermano podría estar allí, o algo
que puede decirme dónde está. No puedo simplemente alejarme porque
es demasiado peligroso.
—Entiendo. —Se levantó, apretando sus manos a los lados—. Pero,
¿qué bien le harías a Dawson, o a Dee, si te atrapan?
La miré por varios minutos. —Tengo que hacer algo.
—Lo sé, pero necesitas pensarlo más que cualquier otro de tus planes
hasta ahora —señaló—. Porque podrías haber sido capturado esta noche.
—No me preocupo por mí, Kat.
—¡Entonces eso es un problema!
Mis ojos se estrecharon, y la peor cosa posible salió de mi boca. —No
te habría implicado en esto si hubiera sabido que ibas a ser una cobarde.
—¿Cobarde? —Por un momento, pensé que su cabeza iba a girar—.
Yo soy la que te involucró a t i. Yo vi a Bethany.
—Y estuve de acuerdo en dejarte venir conmigo la primera vez. —
Pasé la mano a través de mi cabello—. Si te hubieras quedado en el
coche, hubiera tenido tiempo de revisar los pisos superiores.
Su boca se abrió completa. —Habrías quedado atrapado dentro.
¡Salí del coche porque no respondiste mi mensaje! Si me hubiera quedado
allí, ambos estaríamos en esas jaulas.
Calor golpeó mis pómulos. ¿Qué demonios decía? Nada de esto era
su culpa, y ella tenía razón, pero eso no cambiaba lo que hice en ese
almacén y no podía solo alejarme de esto. Descubrimos el primer vínculo
verdadero a Bethany y Dawson, y las vidas que quit é… —Está bien. En este
momento, ambos estamos irritados. Simplemente deberíamos dejarlo por
esta noche. Descansar un poco. Lo que sea.
Kat me miró un momento y entonces se cruzó de brazos. —Bien.
Agarrando mi gorra de la mesa, me puse de pie. Avancé hacia la
puerta, pero mis pies se volvieron cemento. No podía avanzar. La furia
enconándose en mí provocó que mis hombros se estremecieran. Cuando
hablé, mi voz no era nada más que un susurro. —Nunca había matado a
un humano.
Sentí a Kat colocar su mano en mi brazo. —Está bien.
¿Bien? Terminar con una vida no estaba bien. Matar a Arum fue una
cosa, algo con lo que crecí y me acostumbré con los años. No fue fácil
hacerlo ni lidiar con ello, ¿pero un humano? No. Mi mandíbula se apretó.
En el fondo, sabía que esos dos hombres eran personas horribles y que
hubieran capturado a Kat, la hubiesen herido de maneras que me
asqueaban y enfurecían. El hecho de que lo hicieron antes, en mi opinión,
fue razón suficiente para extinguirlos.
Pero no estaba bien.
No estaría bien. No por mucho tiempo.
24
Traducido por anita0990
Corregido por Anakaren

Kat estaría orgullosa. Durante el siguiente par de días, no quemé el


almacén. Podría ser un gran idiota impulsivo, pero no era estúpido. Una vez
que la ira y la adrenalina se desvanecieron, sabía que tenía que
mantenerme alejado. Maldición, eso me mató, pero con los dos oficiales
de guardia desaparecidos, más ojos de lo normal estarían allí.
Y los oficiales habían sido reportados como desaparecidos, de
acuerdo con el titular del Charlest on Gazet t e.
Dos oficiales del Depart ament o de Defensa Desaparecidos Luego de
Ser Vist os Por Últ ima Vez Cerca de Pet ersburgo.
El oficial Robert McConnell y el oficial James Richardson eran sus
nombres, los nombres de los dos hombres que había segado sin dudarlo.
Eso era algo en lo que todavía no me permitía centrarme. La culpa no
llevaba a nada.
Así que en lugar de arrasar el almacén y meterme en la cárcel en el
proceso, centré mi atención en William Michaels, un posible vínculo. Lo
único que tendría sentido era si Will era lo que Blake había llamado un
implante. Sin embargo, si lo era, qué gran coincidencia.
Las cosas extrañas sucedían.
Una rápida búsqueda del buen médico reveló que una vez fue
diagnosticado con leucemia, y mientras que eso apestaba, todo lo que
confirmó fue lo que encontramos en la casa de Bethany. Tal vez él se
escribía a sí mismo prescripciones para tratar el dolor o el tratamiento. No
lo podía culpar por eso. El peatón y la caña también tenían sentido, junto
con el Ensure. Me pregunté si ella o su madre sabían, teniendo en cuenta
cómo murió su padre. No pude encontrar nada sombrío en internet, así
que terminé siguiéndolo. Apart e de ir al hospital o salir con la mamá de
Kat, mantuvo un perfil bajo y una residencia en una nueva subdivisión de
grandes casas demasiado caras.
Estuvo en casa de Kat antes, y cuando se marchó, lo seguí a pie a su
casa. Entonces patrullé hasta que llegó cerca de la medianoche. No ir a la
bodega me hacía volverme loco. Mañana, iba a echar un vistazo. Ver
cómo era la actividad por allí. No podía esperar más.
La nieve comenzaba a volverse más pesada, y como no sentí ningún
Arum cerca, me marché. Llegué a casa un poco después de la
medianoche, y vi que el coche de Kat se había ido. ¿Qué demonios? se
hallaba allí cuando me fui. ¿Dónde iba a...?
De repente me di cuenta.
¿Se aventuraría Kat sola a casa de Vaughn? ¿Dónde más podría
estar? Dee se encontraba dentro con Adam. Blake, el idiota, seguía fuera
visitando a su familia; ojalá, para no volver jamás. No había ningún otro
lugar al que podría haber ido. El miedo hizo un agujero del tamaño de un
puño en mi estómago.
En vez de quedarme allí de pie, pesqué las llav es del coche de mi
bolsillo y dirigí mi culo a la camioneta. Me subí, maldiciendo a diestra y
siniestra. A mitad de camino a casa de Vaughn, vi a Kat conduciendo a lo
largo mientras que la nieve comenzaba a caer por capas. Tirando de las
ruedas, los neumát icos de la camioneta chillaron al girar, yendo tras ella.
La seguí hasta que regresó a casa y para el momento en que
aparcó el coche, yo me encontraba fuera del mío y abriendo la puerta del
conductor para ella. —¿De dónde demonios volvías?
Ella salió del coche. —¿Adónde vas?
Mirando hacia ella, resistí la urgencia de sacudirla. —Tengo la
sensación de que era el mismo lugar del que regresabas, pero me digo a
mí mismo que no pudiste hacer algo tan estúpido.
Sus ojos se estrecharon cuando subió pisoteando los escalones del
pórtico. —Bueno, pues ahí es donde ibas, supongo que eso significa que
también eres estúpido.
—En serio, fuiste allí, ¿verdad? —Aunque lo sospechaba, no podía
creerlo—. Por favor, dime que no es dónde estabas. Que ibas solo a dar un
paseo de medianoche.
Me lanzó una mirada suave por encima del hombro a medida que
entrabamos. El calor inmediatamente derritió la nieve que se había reunido
en su oscuro cabello. —Fui a la casa de Vaughn.
Me quedé mirándola por varios segundos. —Estás loca.
Tirando de su sudadera mojada, me lanzó una mirada oscura
mientras pequeñas protuberancias aparecían en sus brazos desnudos. —Tú
también —dijo, enderezando su camiseta.
—Yo puedo cuidar de mí mismo, Kitten.
—Y yo también puedo. —Se metió el pelo hacia atrás—. No estoy
indefensa, Daemon.
Todas las cosas terribles que podrían haberle sucedido pasaron por
mi mente con una animada y aterradora claridad. Me estremecí y me
adelanté bruscamente, apretando sus mejillas frías en mis manos. —Sé que
no estás indefensa, pero hay cosas que hago que no las harás. Las cosas
que sé con las que nunca podrías vivir, pero yo sí. ¿Qué habrías hecho tú si
alguien te veía? ¿Qué habría hecho yo si hubieses sido capturada o…?
No pude terminar esas palabras, y vi el destello de comprensión en
sus ojos grises. Podría matar; había matado. No quería nunca que ella
estuviera en una situación donde tuviera que tomar esa decisión.
Sin romper el contacto visual, posó sus manos frías en mis mejillas. Mi
piel zumbó en respuesta. Mis ojos se ampliaron cuando ella se inclinó. Mis
pulmones dejaron de funcionar. El gris se suavizo antes de que cerrara sus
ojos, y luego rozó sus labios sobre los míos, haciéndome temblar desde mi
interior.
—Kitten —dije, con la voz áspera de emoción.
Sus manos se deslizaron en mi cabello mientras me besaba. Era
suave. Vacilante. Tan malditamente tentador, y era como si hubiese
esperado una eternidad este momento, el momento en que ella hiciera el
movimiento. Y fue una eternidad. Una primicia. Esto era todo sobre Kat, y
no había nada más dulce. Se echó para atrás, sus dedos aún enredados
en mi cabello.
—Kitten —repetí—. No haces esto y luego te detienes. Así no es como
funciona.
—¿No?
—No. No cuando eres mía. —Retrocedí hasta que golpeé la pared.
Me deslicé y la jalé a mi regazo, con sus rodillas a cada lado de mis
caderas—. Y eres mía.
Dejó caer sus manos a mis hombros al tiempo que llevé su boca a la
mía. El beso fue lento al principio, y lo prolongué, degustando el sabor de
ella. Kat fue la que lo llev ó al siguiente nivel, moviendo su lengua a lo largo
de la comisura de mi boca. Ella fue quien lo profundizó.
Gemí bajo en mi garganta y mis brazos se apretaron a su alrededor,
atrayéndola para que así no hubiera espacio entre nuestros pechos. Sus
manos permanecieron en movimiento, deslizándose sobre mis hombros,
por mi nuca. Acuné la parte posterior de su cabeza, y suaves jadeos
salieron de ella. La lujuria y algo mucho más profundo se estrellaron contra
mí. Puse todo lo que sentía en ese beso, y ella se estremeció.
Kat rompió el beso lentamente, respirando con dificultad mientras se
levantaba sobre sus rodillas. —Espera. Espera. Cosas importantes.
Agarré sus caderas, tirando de ella hacia abajo contra mí. Sabía que
mis ojos brillaban. Toda la habitación se hallaba teñida de blanco. —Esto
es importante.
La maldita cosa más importante.
—Lo sé. —Su espalda se arqueó cuando pegué mis dedos bajo el
dobladillo de su camiseta, rozando su suave piel con las puntas de mis
dedos—. Pero esto es realmente importante. He encontrado algo en la
casa de Vaughn.
Mis manos se calmaron. —¿Ent rast e a la casa de Vaughn?
Ella asintió. —Sí, fui a su casa.
—¿Eres un delincuente profesional? —pregunté, y ella negó con la
cabeza—. Tengo curiosidad por cómo te metiste en su casa, Kitten.
Mordió su labio. —Abrí la puerta.
—¿Con qué…?
—De la misma manera que lo harías tú.
Mi ojo comenzaba a crisparse. —No deberías estar haciendo ese
tipo de cosas.
Kat comenzó a moverse, y la detuve, porque en serio, se hallaba en
mi regazo y eso no ayudaba en ese momento. —Encontré cosas. Y
también conocí a alguien —Comenzó a levantarse, pero apreté mis brazos
a su alrededor—. ¿Vas a dejarme ir?
Sonreí tensamente. —No.
Suspiró y dobló sus manos en el espacio entre nosotros—. Nos han
estado observando, Daemon. Desde el momento en que me mudé aquí.
¿Qué diablos?
—Pero eso no es todo. Bethany se presentó.
—¿Qué? —Me levante rápido, poniéndola de pie. Mi cabeza daba
vueltas. El amargo sabor del miedo por ella persistía, no del todo eclipsado
por su beso, ¿y ahora esto? Necesitando espacio, retrocedí—. ¿Habló
contigo de Dawson?
—Ah, mira, ella no es… bueno, ella no respondió a su nombre.
—Explícate.
—Ella se transformó en un tipo ninja alienígena que pateó mi trasero.
—Sacando una banda de su bolsillo, recogió su cabello en un moño de
bailarina desordenado—. Me lanzó contra la pared.
Mis cejas se alzaron en interés. Bien entonces…
Rodó sus ojos. —No de esa manera, pervertido. Ella es como una
maldita mutante súper poderosa. Incluso hizo la cosa de la luciérnaga.
Levantando mis dedos, froté mi barbilla. —¿Te ha dicho algo útil?
—Demandó saber que hacía yo allí, y luego dijo que no debería
estarlo. Que tenía que huir y aprovechar mis oportunidades. Le pregunté
porque estaba en su casa, y todo lo que dijo es que continuaba
escapando de él. ¿Creo que de Vaughn? Dijo que ellos se acercaban,
pero no tenía sentido, Daemon. Creo que está rota. Y enloqueció cuando
mencioné a Dawson. No me dio muchas opciones para seguir el
interrogatorio. Me sacó de la casa.
—Maldita sea. —Me di la vuelta, con las manos temblorosas—.
Además de conseguir algo de uno de los oficiales del DOD, era mi última
esperanza para averiguar dónde podría estar Dawson.
—Encontré otra cosa. —Buscó en su bolsillo, sacando un trozo de
papel—. Me di cuenta de esto.
Tomé lo que parecía ser un recibo de una transferencia de dinero. La
cantidad era malditamente astral. Había una dirección escrita en él, junto
con las letras DB.
—¿Crees que DB es sinónimo de Dawson BlacK? —preguntó.
—Es posible. —Sujet é el papel con fuerza—. ¿Puedo utilizar tu
ordenador portátil? Quiero ver de donde es esta dirección.
—Por supuesto. —Rápidamente agarró el ordenador y cerró el sitio
web que había estado mirando, y luego me lo entregó.
Sentándome a su lado, escribí la dirección en Google Maps y esta
apareció, junto con imágenes satelitales. Era un edificio de oficinas en
Moorefield. Cogí un cuaderno cercano. Pasando notas de inglés hasta
llegar a una hoja en blanco.
Me observó escribir las direcciones. —¿Te vas?
—Quiero, en este momento, pero tengo que ir a un lugar primero.
Mañana voy a echarle un vistazo, y luego volveré más tarde. —Metí el
papel en mi bolsillo y luego la miré. Nuestros ojos se encontraron—. Gracias,
Kat.
—Te debía algo, ¿no? —Frotó sus brazos, temblando visiblemente—.
Has salvado mi trasero muchas veces.
—Y es un bonito trasero, pero arriesgaste demasiado por hacer esto.
—La alcancé desde atrás, tirando de la colcha. Cubrí sus hombros con
ella, manteniendo los bordes juntos mientras buscaba su rostro—. ¿Por qué
has hecho esto?
Bajó los ojos. —Yo sólo pensaba en todo, y quería ver lo que estaba
allí.
—Fue una locura peligrosa, Kitten. No puedes hacer nada de eso
otra vez. Prométemelo.
—Está bien.
Cogí el borde de su barbilla, acercado su rostro al mío. —
Prométemelo.
Kat suspiró. —No lo haré. Bien. Te lo prometo. Pero tienes que
prometerme lo mismo. Sé que tú no puedes dejar esto. Lo entiendo, pero
hay que tener cuidado, y no puedes escabullirte sin mí, tampoco.
—Esto no debería ir implicado.
—Pero sí debería —insistió ella—. Y no soy un ser humano frágil,
Daemon. Estamos en esto juntos.
—¿Juntos? —Una lenta sonrisa se dibujó en mis labios—. Está bien.
Su sonrisa en respuesta fue tentativa. Esperanzada. —Entonces, eso
significa que iras a verificar la dirección.
Asentí. —Dime cómo sabes que ellos nos han estado observando.
Tomó una respiración profunda. —Habían fotos. Muchas fotos,
Daemon. Del momento en el que me mudé y hasta hace un par de días.
—Jesús. —Restregué mi mano sobre mi rostro.
—¿La noche que me enfermé y fui al lago? Tienen una foto de eso.
Han estado observando todo este tiempo. Ellos… ellos tienen que saber
que algo me pasó y que estabas involucrado.
La alcancé, cubriendo su rodilla con mi mano. La apreté con
gentileza. —No saltemos a conclusiones todavía, Kitten. Ellos siempre han
estado metidos en mis cosas. Las fotos no son tan sorprendentes. Eso es lo
que el DOD hace. Monitorean y hacen crónicas de nosotros. Si ellos
supieran que te curé o que te dije sobre nosotros, tú… nosotros…
—¿No estaríamos aquí?
Asentí nuevamente.
Kat se veía un poco mejor. —¿Qué crees que Bethany quiso decir
con que ellos vienen? —preguntó.
Recostándome en el sofá, lancé mi brazo sobre el respaldo. —No lo
sé.
—Supongo que podría significar nada. Quiero decir, ella estaba un
poco dañada por fuera.
Mirando al frente, procesé eso. ¿Si Bethany no llevaba razón, que
significaba eso para Dawson? —No puedo dejar de preguntarme como
está mi hermano en estos momentos. ¿Está de esa manera? ¿Dañado por
fuera? No creo que yo pudiera… lidiar con eso.
Dolió admitir eso, decirlo en voz alta.
Kat se acercó a mí, flaqueando cuando la miré otra vez. Pasó un
segundo, y entonces ella se arrastró hasta que estuvo presionada a mi
costado. Inhalé hondo cuando recostó su cabeza en mi hombro.
—Incluso si él está… dañado, tú puedes tratar con él. Tú puedes
hacer frente a cualquier cosa. No lo dudo en absoluto.
—¿No lo haces?
—No.
Levantando mi brazo, lo envolví sobre sus hombros y luego bajé mi
mentón a la cima de su cabeza.
—¿Qué vamos a hacer, Kitten?
—No lo sé.
—Tengo algunas ideas.
—Estoy segura que sí —contestó, y pude oír la sonrisa en su voz.
—¿Quieres conocerlas? Aunque, soy de los que prefiere ir directo al
show y no planear nada.
—De alguna manera, te creo.
—Si no lo hicieras, siempre podría darte un teaser. —Hice una pausa,
disfrutando el momento de ligereza—. A los lectores les encantan los
teasers, ¿no?
Ella rió. —Has estado haciendo una investigación sobre mi blog.
—Tal vez —respondí, moviéndola más cerca—. Como he dicho,
tengo que mantener un ojo en ti, Kitten.
25
Traducido por Clara Markov
Corregido por Jadasa

Revisamos la dirección que encontramos en la transferencia


bancaria un día después, en víspera de Año Nuevo. La plaza completa se
hallaba repleta de autos. Me bajé la gorra de béisbol y luego salí. Había
dejado de nevar y el aparcamiento fue arado, pero se mantuvo una fina
capa de hielo y nieve.
El número en la dirección resultó ser la oficina de un abogado, de
acuerdo a la placa en el exterior. Por encima de la entrada y de las
ventanas grandes se encontraban las mismas malditas piedras de color
rojo con negro que Kat y yo vimos en el almacén. Anotación. Abriendo la
puerta de cristal, entré al vestíbulo. Manteniendo la cabeza gacha, evité el
elevador y me dirigí hacia las escaleras. Pasé las ventanas, observando
pequeñas cajas apiladas en la parte superior. Mi mirada fue al techo, y vi
un sensor de rotura de cristales. El edificio obviamente se encontraba
protegido con alarmas.
En el tercer piso, encontré la oficina en el fondo del pasillo. A
diferencia del resto que se ubicaba en ese piso, esta tenía la piedra sobre
la puerta y la ventana pequeña. Era capaz de ver que había gente dentro
de la sala de espera. La puerta tenía un letrero de “Cerrado por Año
Nuevo”.
Perfecto.
Corrí de vuelta a donde aparqué la todoterreno. Entrando, le di a
Kat una sonrisa rápida y nos saqué del aparcamiento. —Parece ser una
oficina de abogados. Tiene al menos dos pisos sobre el principal. Cerraron
por el año nuevo y obviamente por el domingo. La mala noticia es que
están equipados con un sistema de alarma.
—Mierda. ¿Sabes cómo evitarla?
—Quemando su sistema. Si lo hago lo suficientemente rápido, no
debería activar ninguna alarma. Pero eso no es todo. Sobre las entradas y
ventanas está la misma maldita piedra roja negruzca. —Sonreí—. Sin
embargo, esto es bueno. Sin importar lo que sean esas piedras, tienen que
significar algo.
—¿Qué pasa si está custodiado? —preguntó.
No contesté, porque pensaba que ella ya sabía la respuesta. La
oficina parecía legítima, pero era obvio la conexión que tenía con todo lo
que ocurría. Tenía que entrar ahí.
Kat dejó salir un suspiro bajo. —¿Cuándo vas a volver?
Planeé hacerlo mañana, pero ahora, no sabía con seguridad si
quería arrastrar a Kat al interior, sobre todo después de lo que sucedió en el
parque industrial. Si las cosas se fueran al diablo, no la quería en peligro, y
además no quería que viera lo que hacía… lo que debía hacer si las
situaciones iban mal.
—Así que, ¿vas a ir a la fiesta de Ash? —pregunté, cambiando de
tema. Sabía que Dee la invitó a la fiesta de esta noche.
—No lo sé. —Jugueteó con el botón de su suéter—. No puedo
imaginarla esperándome ahí, pero de vuelta…
—Te quiero allí.
Se dio la vuelta para mirarme, sus mejillas ruborizadas.
—¿Kitten?
—De acuerdo. Iré.
Las comisuras de mis labios se elevaron.
—Dee dijo que ella me lleva —añadió, dejando caer la mano en su
regazo.
Le guiñé. —Te llevaré a casa.
Kat abrió la boca, y luego una risa estrangulada salió. —¿En serio?
—Síp. —Me puse en camino, pero no aceleré. Había mucho tráfico
en las calles—. Necesitamos hablar.
Sus dedos volvieron a juguetear con el botón. —¿Sobre qué?
Sonreí en lo que le envié una rápida mirada. —Ya lo sabes. Lo que
ocurrió anoche entre ambos no es algo que vaya a olvidar. Lo cambia
todo.
—¿Lo cambia todo? —Sus ojos se abrieron aún más.
—No finjas que anoche no ocurrió.
Kat soltó el botón. —No finjo que anoche no ocurrió nada. No… no
quiero hacerlo.
Quería detener el vehículo y mostrarle cuán sorprendido me sentía al
escuchar eso. —Bien, porque si ese no era el caso, entonces
probablemente no debiste haberme besado.
—Tú me besaste —argumentó.
Arqueé una ceja. —Tú me besaste primero.
—Yo… —Kat levantó las manos—. Tienes razón. Yo te besé primero.
—Me alegra que estemos en la misma página —respondí
secamente.
Pasó un momento, y después Kat rió con voz ronca. —Estamos…
estamos en la misma página.
Extendiendo mi mano, encontré la suya y entrelacé nuestros dedos.
Los apreté, y respondió haciendo lo mismo. Hubo un montón de cosas sin
decir entre nosotros y todo se hallaba en el aire, pero luego habría tiempo.
Tendríamos esta noche.

***

Después de dejar a Kat, tomé una ducha rápida y me dirigí con los
Thompson. Llevé mi auto ya que después lo necesitaría para llevar a Kat a
casa.
La casa de los Thompson era mucho más grande, cercana a la de
Matthew y adentrada al bosque, mucho más aislada. Encontré a Dee
ayudándole a Ash a cortar rodajas de naranja en la cocina. Ya había un
enorme tazón sobre el mostrador de granito gris. —¿Qué pasa con las
naranjas? —pregunté. No entendía por qué Ash ponía tanto esfuerzo en la
fiesta, ya que no invitó a nadie de la escuela, pero ¿quién era yo para
juzgar?
Dee miró sobre su hombro. —Para el ponche.
—Entonces eso es muchísimo ponche. —Miré el tazón.
—Me gusta mi ponche —contestó Ash, partiendo una naranja en dos
con un rápido movimiento mientras me sonreía dulcemente—. ¿Quieres
ayudar? Puedes sostener las naranjas por mí.
De acuerdo.
—Sí. Pasaré. —Frunciendo los labios, me di la vuelta y entré en la sala
de estar en otro nivel. Los chicos se encontraban allí, sentados lado a lado
en una sección, sus dedos volando sobre sus controles. En la gran pantalla,
uno de los juegos de Call of Dut y.
Me dejé caer en el sillón y estiré las piernas. —Se ven realmente
ocupados, chicos.
Adam sonrió sin siquiera mirarme. —Quien pierda tiene que correr a
la tienda y conseguir…
—¡Salchichas y panes medialuna! —gritó Dee desde la cocina.
Adam hizo una mueca. —Eso.
—Esas cosas son las mejores —añadió Andrew, con los ojos
entrecerrados por la concentración—. Puedo comerme una entera...
¡maldita sea!
Eché un vistazo a la pantalla al tiempo que Adam arrojaba su control
al sofá. Poniéndose de pie, levantó los brazos. —Oh, sí, nos vemos después,
imbécil.
Andrew maldijo entre dientes. —Esto es una mierda.
Me reí.
Parándose, le mostró el dedo medio a su hermano y luego se giró
hacia mí. —¿Es cierto?
Arqueando una ceja, le devolví la mirada. —¿Qué es cierto?
—¿Katy vendrá?
Mi sonrisa se tensó y se encontraba alrededor de mil kilómetros en la
dirección opuesta de la amabilidad. —¿Tienes algún problema con eso?
En lo que caminaba pasándome, puso tierra de por medio. —
¿Quieres una respuesta sincera?
—En realidad, no —contesté, reclinando la cabeza y observándolo—
. Sobre todo porque no me importa.
Andrew se veía como si quisiera decir más, pero sabiamente
mantuvo la boca cerrada mientras sacaba las llaves del auto de su bolsillo
y se dirigía a la cocina.
—Uno de estos días, él estará de acuerdo con esto. —Adam apagó
la televisión—. ¿Quieres salir?
—Por supuesto.
Seguí a Adam a la terraza en tanto escuchaba a Andrew dirigirse a
la puerta principal, cerrándola detrás de él. —En serio debe mejorar esa
actitud antes de que llegue Kat. No quiero que sienta que no es
bienvenida aquí.
—¿Crees que ella piensa que es bienvenida? —preguntó mientras se
alzaba sobre la barandilla.
Cruzando los brazos, me recargué contra un lado de la casa. —No.
Sabe que Ash y Andrew preferirían verla siendo propulsada a una galaxia
diferente que tenerla en su casa.
Me mostró una sonrisa rápida. —Entonces, ¿por qué vendría?
—Porque Dee se lo pidió. —Hice una pausa—. Y porque también yo
se lo pedí.
Adam me miró por un momento. —Genial. Entonces, ¿alguna otra
noticia? ¿Sobre Bethany o Dawson? —Su mirada brillante parpadeó hacia
las puertas corredizas—. No le he dicho una palabra a Dee, pero tengo
que decírtelo, no es fácil.
—Lo sé, y aprecio que lo hagas —le dije, reclinando la cabeza. Las
nubes rodaban. Iba a nevar otra vez. No había mucho que sintiera que le
pudiera contar. Teniendo en cuenta que asesiné a dos oficiales del DOD,
cuanto menos supiera Adam, mejor. Negación razonable—. No hemos
encontrado mucho, pero estoy esperando que...
—Mientes —me interrumpió, arqueando una ceja.
Una sonrisa reacia tiró de mis labios. —Si mintiera, sería por buenas
razones.
—Eso espero.
La puerta corrediza de cristal se abrió y Dee asomó la cabeza. —Voy
a recoger a Katy.
—Iré contigo. —Adam saltó de la barandilla.
—¿Qué pasa si yo quería ir? —pregunté.
Dee rodó los ojos. —Preferiría un tiempo a solas con ella. Bueno, en
realidad un tiempo “sin Daemon”. No he tenido mucho de él.
Razón por la cual no insistí. —Como sea. No tardes.
Me hizo una mueca y se hizo a un lado, dejando pasar a Adam. —
Tardaré todo el tiempo que quiera.
—Oye, Ash, ya vuelvo —le gritó Adam a su hermana—. Asegúrate
que Andrew saque su cabeza de su trasero para entonces.
—¡No hay problema! —gritó en respuesta, todavía estando en la
cocina, asumí.
A medida que Adam caminaba por la casa, dobló un brazo a lo
largo de los hombros de Dee. Sonreí volviendo a mirar el cielo. Adam... sí,
era bueno para Dee. Él era bueno en todo. Al igual que Andrew y Ash,
pero eran un poco ásperos en los bordes.
Ásperos como vidrio roto.
A pesar de que no era, particularmente, cálido afuera, me quedé en
la terraza. Era tranquilo aquí. No es que la casa no lo fuera. Era diferente.
Demasiadas cosas me pasaban por la cabeza, de manera que casi había
pasado una hora antes de que me dirigiera al interior. Andrew no había
vuelto, podía escuchar a Ash tarareando desde la cocina.
Agité la mano. El control remoto voló del brazo del sofá. Prendí el
televisor y me apoyé en el respaldo del sofá. Parecía muy extraño estar
haciendo esta fiesta en la víspera de Año Nuevo, cuando podría
encontrarme a horas de...
Mi teléfono vibró en mi bolsillo. Sacándolo de un tirón, vi que era
Dee. Contesté. —¿Qué pasa?
—Algo ocurre con Kat —dijo en un apuro—. Se encuentra dentro de
la casa, pero no nos deja entrar ni sale.
Temor rizó a través de mi columna vertebral. —¿Qué?
—Ella me dijo cosas... cosas terribles, Daemon. Cosas que nunca
diría. —Emoción nublaba la voz de Dee—. Algo está mal.
—Mierda. Bueno. Iré enseguida, pero quiero que tú y Adam se
mantengan lejos de la casa hasta que llegue. ¿De acuerdo? —Cuando no
contestó, mis dedos se tensaron en el teléfono—. ¿Me escuchaste, Dee?
No quiero que se acerquen a la casa. Conduzcan a la carretera y
quédense ahí hasta que llegue. Prométemelo.
Hubo una pausa. —Lo prometo.
Dee colgó, y yo... no le creí ni por un segundo.
26
Traducido por Karlamirandar
Corregido por Laura Delilah

Corrí, corrí rápido por los árboles, como nunca lo había hecho. No
era más que un borrón, mis pies ni siquiera tocaban el suelo.
Furia y pánico cortaban en mi piel, arrancando musculo y tejido. Los
empujé lejos y los encerré mientras corría por Petersburgo.
Nieve había empezado a caer mientras pasaba por los árboles,
llegando a la entrada llena de nieve que llevaba a nuestras casas. Vi el
carro de Dee, pero ella y Adam no estaban cerca. Maldita sea. Sabía que
no habían escuchado. La sofocante y empalagosa presencia de un Arum
fue lo primero que noté, y mientras saltaba la pequeña cuesta, vi dos
carros frente a la casa de Kat.
La camioneta de Blake.
Una Expedition.
Una luz intensa salía de la sala de Kat, brillando por las ventanas. La
energía cambió dentro de mí, llevándome hacia adelante. En un instante
supe que era de Kat. Cómo ella tomaba la Fuente de mí, no tenía idea,
pero lo sent í. El tirón no me debilitó ni fue incómodo, pero el hecho de que
ella lo estuviera haciendo me hacía querer ir hacia delante. No bajé la
velocidad mientras alcanzaba las escaleras del pórtico y abría la puerta
frontal, estando de frente con un Arum.
En su forma verdadera, ellos parecían como si fueran hechos de
humo y aceite, sus rulos negros escalaban por las paredes llegando al
techo.
—¿Se van tan rápido? —dije—. Estoy ofendido.
Me moví inmediatamente, invocando a la Fuente. Tomé al Arum más
cerca con un estallido, seguido de otro. Voló por el aire, rompiéndose
como el tazón de cerámica que Ash había dejado caer. Fragmentos
oscuros flotaron por el techo desapareciendo en pequeños hilos.
Lo que vi en la sala me enfureció.
Dee se encontraba en el suelo. Su pecho ascendía y descendía en
pequeños respiros. Acostado junto a ella, estaba Adam y él… Adam se
había ido. Su forma casi transparente se hallaba quieta y no había sangre
corriendo por sus venas plateadas.
Adam est aba muerto.
Dolor puro me llenó, casi cayendo de rodillas. Adam era como un
hermano para mí, y era como perder a Dawson de nuevo. El dolor se
transformó en furia asesina y levanté mi cabeza.
Vi a otro Arum entre Kat y yo, y Kat… Santa mierda, ella estaba en el
aire, sus largas hebras de cabello flotaban alrededor de su cabeza. Brillaba
de un radiante blanco convirtiéndose en rojo, como yo. Su luz pulsaba, y la
mía creció en respuesta mientras atraía más cerca al Arum.
Éramos dos lados de la misma moneda.
Más allá del brillo que la rodeaba, vi los moretones en ella, en sus
mejillas. Vi la sangre seca alrededor de su boca, debajo de su nariz. Y supe
entonces que lo que siempre sospeché sobre ese bastardo había sido
cierto. Él había sido el que la estaba lastimando.
Dime que sucedió, pregunté, sin hablar en voz alta.
La luz a su alrededor brilló más. Fue Blake. Él est aba t rabajando con
el DOD t odo est e t iempo, con su t ío. Es Vaughn. Blake fue enviado aquí
porque t ienen al que lo mut ó. Chris. Lo han est ado usando para t ener
influencia sobre Blake… Ella le dio al Arum, empujándolo hacía mí. Vaughn
iba hacer algún t ipo de int ercambio del cual Blake no sabía nada. Vaughn
iba a dejar que el Arum, Residon, llevara el cuerpo de Adam y a Dee. No
podía dejar que eso sucediera.
Había escuchado suficiente.
Kat volteó hacia donde Vaughn trataba de abrir la ventana.
Cuando eso no funcionó, agarró la lámpara del piso. Kat lo detuvo con un
movimiento de su mano, quitando la lámpara de sus manos.
El bastardo de Blake y el Arum corrieron rápidamente pasándome a
mí, y desplazándose hacia el techo. Volteándome, corrí tras ellos. Tres
formas aparecieron en la entrada, Andrew, Ash y Matthew. Quería
detenerlos. No necesitaban ver a Adam de esa manera, pero no había
tiempo. El Arum y Blake estaban huyendo.
El Arum corrió por la entrada. Lo golpeé con un estallido de la
Fuente, más fuerte y más concentrado que el que tiré dentro de la casa.
Todo lo que hizo falta fue un tiro. El Arum voló en el aire y luego se congeló.
Pasó un latido, y luego el Arum colapsó; la ceniza oscura se mezcló con la
nieve.
Volteándome, busqué a Blake. Lo vi parado cerca del carro de Kat,
pero luego Vaughn se lanzó detrás de él, cayendo de rodillas.
Levantándose, corrió hacia la Expedition, con un arma en la mano.
Oh no, él no iría a ningún lado.
Tiré mi brazo, levantando la Expedition al aire. A terrizó en el techo.
Metal crujió. Vidrio explotó.
Con el rabilo de mi ojo, vi a Blake comenzar a correr. Crucé la
distancia en un segundo. Sus ojos se ensancharon cuando me vio. Abrió su
boca, pero lo tomé por la garganta, cortando cualquier cosa que fuera a
decir.
Lo volteé, lanzándolo contra el carro de Kat. Volví a la forma
humana. —No tienes idea de lo doloroso que voy a hacer esto para ti. Por
cada cardenal que le diste a Kat, voy a devolvértelo diez veces. —Lo
levanté del techo de la cubierta. Los pies del chico se balanceaban en el
aire—. Y en serio, voy a disfrutar de esto.
—¡Daemon! —gritó Kat, corriendo desde el pórtico.
Un disparo salió. Una vez. Dos veces. Una tercera.
Mi cabeza buscó el sonido, y sonreí. Las balas pararon a centímetros
de mi cara, como si estuvieran suspendidas. Mi mirada encontró la de
Vaughn. —No debiste haber hecho eso.
Comprensión llenó la pálida cara de Vaughn. —¡No, no!
Las balas se voltearon y regresaron por su camino con una rapidez
alarmante. Le dieron al pecho de Vaughn. Cayó al suelo. Color rojo salpicó
en la nieve.
Blake se libró, golpeándose con el parachoques. Se tambaleó y
luego dominó su compostura. Corrió, y Kat iba justo detrás de él. Ambos se
movían increíblemente rápido, usando sus habilidades prestadas.
Los seguí, ganando velocidad mientras Blake volteaba, lanzando
una bola de luz. Le dio a Kat en el pecho, atrasándola unos cuantos pasos.
Apreté mi mandíbula cuando otra le dio de nuevo en el hombro y luego
en su pierna. Cayó al suelo sobre sus manos y rodillas, y rugí con furia.
—Lo siento… —dijo él, temblando—. Katy, lo siento. No tenía otra
opción.
Cambiando a mi verdadera forma, me moví junto a ella para
ayudarle a levantarse. ¿Qué es lo que quieres hacer con él?
Él mat ó a Adam. Se balanceó de manera insegura mientras el viento
movía su cabello. —Él lo mató. E hirió a Dee.
Casi enloquecí en ese momento. La energía creció en mi interior,
violenta y destructiva. Dando un paso hacía el, me detuve.
—Muchos han muerto esta noche —susurró Kat.
La vista de Blake se movió a ella. —Lo siento... Lo siento mucho.
Nunca quise que nada de esto sucediera. Yo sólo quería proteger a Chris.
Mis manos se cerraron en puños. En ese momento, no me importaba
ni una mierda Chris, pero hubo demasiada muerte esta noche. Adam. Los
Arum. Vaughn. Maté a tres humanos, y quería agregar un cuarto a esa
terrible list a. Quería hacerlo, pero matar a Blake significaba que también
mataría a un Luxen, y este Chris obviamente estaba vivo. Esas serían cinco
muertes en mi mano. Blake lo merecía, pero yo…
No iba a ser la única persona buscándolo. También lo haría el DOD.
Si lo dejaba ir, encontraría su muerte en las manos de alguien más.
Blake tomó un respiro irregular, limpiando la sangre de su nariz. —
Yo…
—Cállate —gruñí—. Vete. Vete ahora antes de que no te dé una
oportunidad.
Sorpresa cruzó la cara de Blake. —¿Estás dejando que me vaya?
Miré a Kat, pero bajó su cara, silenciosa. Hasta aquí llegué. Y Kat
también.
—Vete y nunca, nunca vuelvas otra vez aquí —ordené—. Si yo vuelvo
a verte otra vez, te mataré.
Blake se quedó quieto un momento, y luego se volteó, yéndose. Lo vi
irse por un largo tiempo, y luego me giré hacia Kat. Ella se quedó
conmocionada a un lado, y sus rodillas se doblaron. La sostuve antes de
que golpeara el suelo y cambié a mi forma Luxen.
El instinto se hizo cargo y mientras la mantenía cerca, puse una mano
detrás de su cabeza y la curé. Dios, estaba tan enojado, pero quit é los
moretones y el dolor. Deseaba poder quitar todo lo demás, todas sus
mentiras, la culpa que enfrentaría, el dolor que cortaría más hondo que
cualquier herida física, porque… todo esto se pudo haber evitado si solo
me hubiera escuchado.
Cerrando mis ojos, mi brazo alrededor de su cintura se reforzó. La
sostuve contra mi pecho mientras me tragaba el nudo de la garganta.
Presión creció en mi pecho mientras situaba mi mejilla en la cima de su
cabeza. Me senté, con mi trasero en la nieve. Mi garganta débil.
¿Daemon?
Mis dedos se enredaron en su cabello. Te dije que no podías confiar
en él.
Kat tembló. Lo sient o. Pensé… Pensé que si yo aprendía a luchar,
podría mant enert e a salvo, complet ament e.
Levanté mi cabeza mientras volvía a mi forma humana. Viéndola
con incredulidad, todo mi cuerpo tembló con la fuerza de la ira.
—Daemon, yo…
—No te disculpes. Solo, no te disculpes. —La levanté de mi regazo y
la senté en suelo. Poniéndome de pie, tomé un respiro—. ¿Sabías que él
trabajaba con el DOD todo este tiempo?
—No. —Se levantó y tambaleó. La tomé del codo, sosteniéndola
hasta que dejó de moverse. Una vez que estaba firme, la solté. Tenía que
hacerlo. Lágrimas corrían por su cara—. Yo no sabía hasta hace unas
noches. Y aun así no estaba segura.
¿Hace un par de noches?
—Maldita sea —solté, forzándome a dar un paso lejos de ella—. ¿Esa
fue la noche en que fuiste a Vaughn por tu cuenta?
—Sí, pero no estaba segura. —Levant ó sus manos sangrientas y se
det uvo de pasarlas por su cabello—. Debería haberte dicho, pero no sabía
a ciencia cierta, y no quería añadir algo para que te preocuparas —Su voz
se rompió—, no lo sabía.
Miré hacia otro lado, con la mandíbula apretada. —Adam está
muerto. Mi hermana casi perdió su vida.
Ella tomó aire. —Estoy tan …
—¡No! ¡No te atrevas a pedir disculpas! —grité, con los ojos brillosos
en la oscuridad—. La muerte de Adam va a destruir a mi hermana. Te dije
que no podíamos confiar en Blake, que si querías aprender a pelear, ¡Y o
podría enseñarte! Pero no escuchaste. ¡Y has traído al DOD a tu vida, Kat!
¿Quién sabe lo que ellos saben ahora?
—¡No le dije nada a él! —Su voz se rompió de nuevo—. Nunca le dije
que tú me sanaste.
Mis ojos se redujeron. —¿Crees que no lo adivinó?
Hizo un gesto de dolor y susurró—: Lo siento.
Me encogí, porque sentirlo… sentirlo no cambiaba nada. —¿ Y esas
veces que estuviste cubierta de moretones? Eso era él, ¿cierto? Estaba
haciéndote daño durante el entrenamiento, ¿no? ¿Y ni una sola vez
sospechaste que podía haber algo mal con él? Maldita sea, Kat! Me
mentiste. ¡No confiabas en mí!
—Sí confío…
—¡Tonterías! —le grité, en su cara—. ¡No digas que confías en mi
cuando nunca lo hiciste!
Kat no dijo nada, porque no había nada más que decir. Yo tenía
razón.
Una ráfaga de energía dejó mi cuerpo, golpeando en un roble. Se
rompió con un sonido fuerte y luego cayó en un árbol detrás. Kat brincó,
jadeando por aire.
—Todo esto podría haber sido evitado. ¿Por qué no confías en mí? —
Mi voz se rompió, y una nueva ola de lágrimas corrió por sus mejillas.
Comencé a moverme hacia delante, pero me detuve. Nuestros ojos se
encontraron—. Yo te hubiese mantenido a salvo.
Dolor brilló en sus ojos. Levantó su mano, alcanzándome, pero di un
paso atrás. Me volteé y me fui de ahí, en el frío estéril que invadió mi
pecho.
27
Traducido por johanamancilla & yuvi.andrade
Corregido por Laura Delilah

Dee se hallaba despierta cuando regresé a la casa. Ella estaba


arrodillada, su mejilla presionada en el pecho inmóvil de Adam. Su cuerpo
entero se sacudía con la fuerza de sus sollozos. Verla tan rota me mataba.
Caminé hacia ella y me arrodillé, colocando mis manos en sus
hombros. No parecía consciente de mí. Ash estaba en los brazos de
Andrew al otro lado de Adam. Matthew estaba de pie por encima de
ellos, y apenas podía mirarlo.
Fue en Adam donde se fijó mi mirada y se quedó allí un rato. Adam
no había merecido esto. Dios, ninguno de nosotros merecía esto. Ni siquiera
Kat.
—Vamos. —Mi voz era ronca mientras tiraba a Dee lejos de Adam. Su
manchado rostro rojo se arrugó un segundo antes de que envolviera sus
brazos alrededor de mi cuello—. Shh —susurré mientras la alzaba—. Va a
estar bien, va a estar bien.
Sus lágrimas ya empapaban mi camisa.
Mire a Matthew. —Voy a llevarla a la casa de al lado, y luego me
ocuparé de todo afuera.
Él asintió sin mirarme. —Yo... yo me encargaré de esto.
—¿Puedes quedarte con Dee primero? —No la quería sola.
Arrastrando su mirada de Adam, él pareció aturdido. —Sí. —Matthew
me siguió a la casa de al lado. Mantuve el rostro de Dee sujetado contra
mi pecho así ella no vería el cuerpo de Vaughn. Aire cálido se precipitó
hacia nosotros mientras caminaba hacia mi casa. Cuidadosamente
coloqué a Dee en el sofá. Ella rodó sobre su costado, lejos de mí.
Presioné mi frente contra su mejilla, mis manos temblando. —Lo
siento, Dee. Maldición, lo siento.
Dee lloró más fuerte.
Matthew se sentó junto a sus piernas, su cabeza colgando. —Dios...
Impulsándome del sofá, quité el cabello de mi frente y me moví.
Energía se extendió a través de mí. Quería destruir algo, pero mierda, ya
había un desastre afuera.
—¿Dónde está él? —preguntó Matthew, su voz ronca—. ¿Blake?
—Se fue —respondí después de un momento—. Él se ha ido, no
regresará.
—¿Lo dejast e ir? —Sorpresa llenó su tono.
Cerré los ojos. —Hablaremos cuando regrese, ¿está bien?
Nada de esto necesitaba ser dicho en frente de Dee.
Caminé hacia afuera otra vez. Ash estaba parada cerca del cuerpo
de Vaughn. Ella no levantó la mirada mientras iba a su lado. —Andrew está
llevando a Adam... a la casa. —Su voz era temblorosa, frágil—. No... No sé
qué hacer.
—Lo siento —dije otra vez, las palabras para nada cerca de lo
adecuado.
—Pensé que serías tú. —Su mirada llorosa encontró la mía—. Pensé
que ella te mataría a t i, pero fue mi hermano.
A pesar de lo que sabía y lo que no sabía, defendí a Kat. —Ella no
quiso que esto sucediera. Si algo… —Suspiré, cansado mientras mi mirada
caía en Vaughn—. En todo caso, ella trataba de evitar esto.
—Pero no sucedió, no... —Su voz se quebró.
Lo siguiente que supe, luz blanca tragó el cuerpo de Vaughn. La
fuente venía de Ash. No la detuve. Nada más que ceniza permanecía
donde Vaughn una vez estuvo. —Quiero matarlos a todos —dijo ella a
través de dientes apretados—. Todos ellos.
Ash me rozó al pasar, y me volteé a medio camino, observándola
dirigirse hacia mi casa. Sabía lo que ella sentía. Yo había pasado por ello
antes, y no habría nada que pudiera decir que arreglaría las cosas.
Me encargué del Expedition de Vaughn y de la camioneta de Blake,
moviéndolas a ambas más lejos antes de que diera un golpecito a la
Fuente y los iluminara. Alimenté el fuego que los envolvió, las llamas
volviéndose blancas. Después de varios minutos, no quedaba nada de
ellos, ni siquiera una cascara quemada.
Agotado, regresé a la casa. Ash estaba sentada en el sofá con la
cabeza de Dee en su regazo. Fui directo hacia mi hermana, la levanté, y la
sostuve en mi regazo. Sus sollozos se habían calmados, pero cada tanto,
ella temblaba.
—Voy a ir a la casa de al lado —anunció Matthew. Él había estado
parado cerca de la ventana—. Ella va a necesitar ayuda.
Cerré los ojos contra la reciente ola de ira y la casi aplastante
desilusión. Ash no dijo nada. Ninguno de nosotros lo hizo. En lo único que
podía pensar mientras los tres nos sentábamos allí era lo afortunado que
era en ese momento. Porque no importaba cuán enfadado estuviera con
Kat, ella estaba viva, y no tenía nada que ver con la conexión de vida y
muerte entre nosotros.
No supe cuánto tiempo pasó antes de que Matthew regresara.
Entonces éramos nosotros cuatro. En algún momento, me quedé
inconsciente mientras abrazaba a mi hermana, y sabía que Ash durmió,
pero no creí que Matthew lo hiciera. En la mañana, Andrew regresó.
Cuando Dee despertó, ella no quiso quedarse aquí, y no quise dejarla ir
con Ash y Andrew, pero ella quería estar con ellos. No podía negárselo.
Observé a los tres irse y luego regresé a donde Matthew se sentaba en el
brazo del sofá.
Él descansó las manos en sus rodillas. —Ayudé a Katy a limpiar.
Sintiendo como si tuviera cien años, me senté en el sillón reclinable.
Abrí la boca, pero no pude encontrar algo para decir.
—Ella cree que esto es su culpa —continuó él cuando yo no dije
nada—. Yo... yo no sé todos los detalles, Daemon, pero creo... creo que
ella trataba de impedir esto.
Restregué mi mano sobre mi rostro. —Lo sé. Sé eso, Matthew.
Él inhaló. —Ella está sufriendo.
Cerrando los ojos, mi mano formó un puño contra mi frente. Todos se
hallaban heridos. Todos nosotros. Pero sabía que el de Kat era un tipo
diferente de dolor.
—Me dijo que ustedes dos dejaron ir a Blake —dijo Matthew—. Y me
dijo que él aseguró que el DOD lo forzó a trabajar para ellos. Que tenían a
uno de nosotros, el que... que lo transformó, en su custodia.
—Eso es lo que él asegura —dije con voz cansina, levantando la
cabeza—. No sé si algo de eso sea verdad, pero un Luxen tuvo que
haberlo... transformado. Matarlo habría...
—Matado al Luxen.
Asentí. —Esa no era la única razón, Matthew. Simplemente había...
había terminado. Matar a un humano, incluso él... yo me cansé.
Unos pocos momentos pasaron mientras Matthew miraba hacia la
pantalla de televisión en blanco. —No llegara lejos si lo que él asegura es
verdad. El DOD estará detrás de él.
—Ellos estarán detrás de todos nosotros.
Sacudió la cabeza. —Parece que Vaughn se volvió rebelde. Por lo
que entendí de Kat, él la llevaba a algún lugar, y no tenía nada que ver
con el DOD. Blake pudo haber sido enviado por Husher u otros miembros
del DOD, pero con él a la fuga, quizás ellos no saben sobre Katy. Por lo que
él le dijo a ella, Vaughn no le contó a Husher nada de lo que Blake le
informaba a él. Algo más estaba o está pasando.
—Supongo que lo descubriremos. —Suspiré—. ¿Es jodido que ni
siquiera esté preocupado por eso? —Reí, porque sonaba loco. Era loco—.
Se siente como si no importa qué hagamos, todo ya está puesto en
marcha. Nada... nada lo cambiará.
—¿De verdad crees eso?
Me encogí de hombros. Ya no sabía lo que creía.
Matthew estuvo callado varios momentos. —Tú... transformast e a
Katy, ¿verdad? ¿Por eso hacías todas aquellas preguntas?
Asentí; en el momento no vi el sentido en mencionar a Dawson o
Bethany, la cual era una gran llamada de atención, porque Kat no había
sido la única mintiendo.
—¿Cómo sucedió? —preguntó él.
Reclinándome contra el cojín, observé a Matthew. —La noche de
Halloween. Ella estaba herida, y también Dee. Yo había sido derribado y
tra... traté de curarla así ella podría escaparse de Baruck, pero algo
sucedió. Ella sacó la Fuente de Dee y de mí, y mató a Baruck.
Sus ojos se ampliaron ligeramente. —Esa no fue la primera vez que tú
la curaste.
Sacudí la cabeza. —Después del ataque en la biblioteca, lo hice... y
una vez más, una lesión menor. No lo pensé cuando lo hice, pero después
de que ella matara a Baruck, estaba herida. Ella... —Mi voz se fue
apagando, y me aclaré la garganta—. Ella estaba muriendo, Matt. No
podía dejar que sucediera eso.
Él me miró. —La amas.
Mi boca se abrió, y por un momento no pude hablar, entonces lo
hice en una voz que apenas reconocí. —Sí. La amo.
—Por supuesto. —Su sonrisa era un poco triste—. No habrías sido
capaz de transformarla si no lo hicieras.
Algo de presión disminuyó en mi pecho. Amaba a Kat. Estaba
enamorado de ella, y era malditamente afortunado de que estuviera viva.
A pesar de la locura, las discusiones, las mentiras y los problemas de
comunicación, estaba enamorado de ella. ¿Era eso una sorpresa? En
realidad no. La verdad sea dicha, me enamoré de ella la primera vez que
fanfarroneó conmigo. Pero no me lo había admitido totalmente a mí
mismo.
—Sé que est ás molesto, pero es obvio que lo que sientes por ella no
es alguna emoción fugaz. La amas —dijo Matthew en voz baja mientras se
ponía de pie—. Debes hablar con ella, porque ahora mismo, ambos...
ambos se necesitan el uno al otro. Más que nunca.
No dije nada mientras él caminaba hacia la puerta principal. —Voy
a ir a comprobar a Andrew y Ash. —Él alcanzó el pomo de la puerta y se
detuvo—. Feliz Año Nuevo, Daemon.

***

Había dormido lo que se sintió como una eternidad antes de que


despertara la tarde del domingo. Después de que me duchara donde
sentí como si quitara años de mierda emocional, me dirigí a la planta baja.
No me detuve. Caminé hacia afuera y fui a la casa de al lado. No la sentí
en la casa, pero tenía la sensación de saber dónde había ido.
Nieve seguía cayendo mientras caminaba por la calle. La cosa
esponjosa blanca cubrió las marcas donde quemé los dos vehículos. Era
casi como si pudiera pretender que nada de eso sucedió ayer.
Un hormigueo cálido se extendió por mi cuello. Salí del bosque y
hacia el claro cubierto de nieve. Ella estaba parada al borde del lago
congelado. Jesús, ella apenas estaba vestida para estar aquí afuera. Lo
concedo, era definitivamente algo más que humana, pero, pero ¿llevar
una chaqueta de vez en cuando la mataría? La luna se reflejaba en el
hielo, arrojando luz plateada a lo largo de la superficie inmóvil. Me detuve
directamente detrás de ella y por un momento solo... solo me deleité en el
hecho que seguía de pie, que la única persona fuera de mi familia que
significaba el mundo para mí continuaba aquí. Matthew había tenido
razón. Nos necesitábamos el uno al otro, especialmente en este momento,
más que nunca.
Kat se dio la vuelta. Ojos enrojecidos encontraron los míos.
—Sabía que est arías aquí. —Llevé mi mirada hacia el lago
congelado, mi mandíbula t ensa—. Es adonde vengo cuando necesito
pensar.
Ella inhaló. —¿Cómo está Dee?
—Sobrevivirá —dije, aunque deseé que no tuviera que sobrevivir a
esto—. Tenemos que hablar, ¿estás ocupada ahora mismo? No estoy
seguro si interrumpo. Mirar al lago puede necesitar mucha concentración.
Sus cejas se fruncieron. —No estoy ocupada.
Encontré su mirada. —¿Entonces vuelves conmigo?
Energía nerviosa rodó de ella, pero asintió. Caminamos de regreso a
mi casa en silencio. La guié hasta la cocina. —¿Hambre? No he comido en
todo el día.
Me observó cautelosamente. —Sí, un poco.
Fui hacia la nevera y agarré carne del almuerzo mientras Kat se
sentaba en la mesa. Hice dos emparedados de jamón y queso, poniendo
el doble de mayonesa para el de ella. Comimos y limpiamos en silencio.
Kat se puso de pie. —Daemon, yo...
—Todavía no. —Me sequé las manos y entonces salí de la cocina,
sabiendo que Kat estaba detrás de mí. Comencé a subir las escaleras.
—¿Por qué vamos arriba?
Eché un vistazo sobre mi hombro, mi mano sobre el pasamanos
pintado de caoba. —¿Por qué no?
—No sé, es solamente que parece...
Podría ser raro, pero no sabía si Dee iba a regresar esta noche, no
quería que interrumpa lo que Kat y yo debíamos hablar. Podríamos haber
ido a su casa, pero ese era el último lugar donde quería estar en este
momento.
—¿Dónde está Dee? —preguntó ella mientras caminábamos más
allá de su habitación.
—Está con Ash y Andrew. Pienso que estar con ellos la está
ayudando a... —Abrí la puerta y me hice a un lado para dejarla entrar.
Su energía nerviosa aumentó, junto con su ritmo cardiaco. —¿Tu
habitación?
Cerré la puerta. —Sip, el mejor lugar de toda la casa.
Kat dobló las manos mientras comprobaba mi habitación. Ella nunca
había estado aquí, así que lo asimilaba todo: los afiches, la televisión y el
escritorio. La cama. Ondeé la mano, encendiendo la lámpara de mesa.
Se volteó hacia el escritorio, mirando mi computadora. —Linda
computadora.
—Lo es. —Me saqué las botas.
—Daemon... —Ella se detuvo cuando me senté en la cama. Sus
dedos vagaron sobre la tapa de la computadora—. Lo siento tanto sobre
todo. No debí haber confiado en él, debí haberte escuchado. No quería
que nadie saliera lastimado.
—Adam no se lastimó. Él murió, Kat.
Me enfrentó. —Yo… si yo pudiera volver atrás, cambiaría todo.
Sacudí la cabeza mientras mi mirada caía a mis manos abiertas. Las
curvé en puños. —Sé que no siempre nos llevamos bien y sé que todo el
asunto de la conexión te asustó, pero sabías que siempre podías confiar en
mí. En el momento que sospechaste que Blake estaba con el DOD debiste
haber venido a mí. —Impotencia me llenó—. Pude haber prevenido esto.
—Realment e confío en ti. Con mi vida —dijo ella, moviéndose más
cerca—. Pero una vez que pensé que él podría estar implicado con ellos,
no quería que tú te involucraras. Blake sabía y sospechaba demasiado.
—Debí haber hecho más. Cuando lanzó aquel maldito cuchillo
hacia ti, debí intervenir en ese momento y no retroceder, pero estaba tan
malditamente enfadado.
Su pecho subió, y papeles en mi escritorio se revolvieron. —Intentaba
protegerte.
Alcé la mirada. Sabía que ella quería eso, pero ¿esa fue la única
razón por la que no me contara sobre Blake? Trataba de protegerme a mí.
—¿Querías mantenerme seguro?
—Sí. —Tragó—. No es que resultara de esa manera al final, pero
cuando averigüé que Blake y Vaughn estaban relacionados, todo lo que
podía pensar era que jugó conmigo, y le permití jugar. Y él sabía cuán
cerca estábamos. Ellos te harían lo que le hicieron a Dawson. No había
ninguna manera en la que yo podría haber vivido con eso.
Cerrando los ojos, volteé la cabeza. —¿Cuándo supiste que Blake
trabajaba con el DOD?
—Durante la víspera de Año Nuevo, el viernes. Blake apareció
mientras yo dormía, vi el reloj de Simon en su auto. Él dijo que Simon
todavía estaba vivo, que el DOD se lo llevó, pero había… había sangre en
su reloj.
Maldije. —¿Mientras dormías? ¿Él hacía eso a menudo?
Ella sacudió la cabeza. —No que yo sepa.
No que ella sepa. Mierda. Debí haberlo matado... por una multitud
de razones.
—Nunca debiste haberte preocupado porque saliera lastimado. —
Me puse de pie, pasando ambas manos por mi cabello—. Sabes que
puedo cuidar de mí mismo. Sabes que puedo manejarme por mi cuenta.
—Lo sé, pero no iba ponerte en peligro deliberadamente. Tú
significas mucho para mí.
Mi cabeza giró hacia ella. Esa era la primera vez que la había
escuchado decir eso de verdad. —¿Y qué significa eso exactamente?
—Yo… —Su labio inferior tembló—. Eso no importa ahora.
—¡El infierno si no! —grité—. Casi destruiste mi familia, Kat. Por poco
conseguiste que nos asesinaran y nada de esto ha terminado. ¿Quién sabe
cuánto tiempo tiene cualquiera de nosotros antes de que el DOD venga?
Dejé que el imbécil se fuera. Está ahí todavía y tan terrible como esto
suena, espero que terminen con él antes de que pueda informar a nadie.
¡Joder! ¡Me mentiste! ¿Me estás diciendo que todo esto es porque significo
algo para ti?
Rosa se extendió a través de sus mejillas. —Daemon…
—¡Cont éstame!
—¡Bien! —Lanzó sus manos al aire—. Sí, tú significas algo para mí.
Porque lo que hiciste por mí en Acción de Gracias… eso me hizo… —Su voz
se quebró—. Eso me hizo feliz. Tú me hiciste feliz. Y todavía me preocupo
por ti. ¿Bien? Significas algo para mí, algo que realmente aún no puedo
poner en palabras porque todo parece demasiado pobre en
comparación. Siempre te he querido, incluso cuando te odiaba. Te quiero
aun cuando me llevas a la maldita locura. Y sé que lo estropeé. No
solamente para ti y para mí, sino para Dee.
La miré fijamente.
Su próximo aliento se atrapó en un sollozo mientras las lágrimas
llenaban sus ojos. —Y nunca me sentí de esa manera con alguien más.
Cómo que me estoy enamorando cada vez que estoy alrededor de ti,
como si no pudiera recuperar mi aliento y me siento viva, no solo
permaneciendo alrededor y dejando mi vida pasar. No hubo nada así con
nadie más.
El mundo entero se derrumbaba sobre nosotros. Ese hijo de puta de
Blake, debí haberlo matado en el primer momento que lo vi. Debería
haberlo matado ahora. Kat me había ment ido. Adam estaba muerto. Dee,
destruida. El DOD estaría llamando a nuestras puertas en cualquier maldito
segundo, todavía no tenía idea de dónde se hallaba Dawson, y la única
cosa en la que podía pensar, e importarme, era lo que Kat me decía. Que
nunca se había sentido de esta forma por nadie más. Que no podía
recuperar su aliento y se sentía viva.
Y hablaba de cómo se sentía por mí.
—Pero nada de eso importa —continuó—, porque sé que tú ahora
realmente me odias. Entiendo eso. ¡Solamente lamento no poder volver
atrás y cambiarlo todo! Yo…
Me moví demasiado rápido y sujeté sus mejillas. —Nunca te odié.
Ella parpadeó, y Dios, no podría soportarlo si lloraba. —Pero…
—No te odio, Kat. —Mi mirada se entrelazó con la suya llorosa—.
Estoy enojado contigo, conmigo. Estoy tan enfadado, que puedo
saborearlo. Quiero encontrar a Blake y reorganizar las partes de su cuerpo.
¿Pero sabes en qué pensé todo el día ayer? ¿Toda la noche? ¿Un solo
pensamiento que no podía evitar, no importa cuán disgustado estoy
contigo?
—No —susurró.
Mi pecho se oprimió. —Que tengo suerte, porque la persona que no
puedo sacar de mi cabeza, la persona que significa más para mí de lo que
puedo soportar, todavía está viva. Ella está todavía allí. Y esa eres tú.
Una lágrima se arrastró por su mejilla. —¿Qué… qué significa eso?
—Realmente no lo sé. —Perseguí la lágrima con mi pulgar—. No sé lo
que el mañana nos va a traer, cómo va a ser un año a partir de ahora.
Infiernos, podemos terminar matándonos el uno al otro por algo estúpido la
próxima semana. Es una posibilidad. Pero todo lo que sé es que lo que
siento por ti no va a ninguna parte.
Ella comenzó a llorar más fuerte, y eso debilitó mis rodillas. Incliné mi
cabeza, borrando con besos las lágrimas hast a que eso no fue suficiente
y necesit é saborearla. La besé, gruñendo ante la forma en que sus labios
se sentían contra los míos.
Pero Kat retrocedió. —¿Cómo puedes quererme todavía?
Presioné mi frente con la suya. —Oh, todavía quiero estrangularte.
Pero estoy demente. Tú estás loca. Tal vez es por eso. Simplemente
hacemos locuras juntos.
—Eso no tiene ningún sentido.
—En cierto modo lo tiene, al menos para mí. —La besé de nuevo.
Tenía que hacerlo—. Esto podría tener que ver con el hecho que tú
finalmente admitiste que estás profunda e irrevocablemente enamorada
de mí.
Soltó una débil y temblorosa risa. —Ciert ament e no admití eso.
—No textualmente, pero sabemos que es verdad. Y estoy de
acuerdo con ello.
—¿Lo estás? —Cerró esos hermosos ojos grises, y todo en lo que pude
pensar fue en lo agradecido que me sentía de que ella todavía estuviera
respirando.
Hombre, me estaba volviendo un marica.
Pero no me importaba. No cuando se trataba de ella.
—¿Es lo mismo para ti?
Mi respuesta fue juntar nuestras bocas de otra vez… Y otra vez. El
contacto fue como saltar en la Fuente, enviando rayos directamente al
alma. El beso se profundizó hasta que no hubo yo, ni ella. Era solamente
nosotros, y no era suficiente… Nunca podría ser suficiente.
Me movía sin darme cuenta, y la siguiente cosa que supe fue que
nos encontrábamos en la cama y ella estaba justo donde la quería, en mi
regazo. Y entonces, estuvo a mi lado en la cama, y mi corazón hacía
mierdas locas en mi pecho. Una cosa tan humana, pero sucedía.
Kat respiraba pesadamente. —Esto no cambia nada de lo que he
hecho. Todo esto todavía es mi culpa.
Poniendo mi mano en su estómago, me moví tan cerca que quedé
prácticamente pegado a ella. Y quería estarlo en tantas formas distintas. —
No es toda tu culpa. Es toda nuestra. Y estamos juntos en esto.
Afrontaremos lo que nos espera juntos.
—¿Nosotros?
Asentí, trabajando en los botones de su suéter. Algunos de ellos
estaban mal abotonados, y reí. Sólo Kat podría tener problemas para
ponerse la ropa correctamente y de alguna manera hacerlo sexy.
—Si hay algo, hay un nosot ros.
Kat levantó sus hombros y me ayudó a sacar la maldita cosa. Bien.
Ella estaba de acuerdo con el lugar a donde iba esto. —¿Y qué
significa “nosotros” realmente?
—Tú y yo. —Bajé, sacando de un tirón sus botas—. Nadie más.
Sus mejillas enrojecieron mientras ella sacaba sus calcetines y se
recostaba de nuevo. Jesús, todavía tenía puesta demasiada ropa. —Me
gusta un poco cómo suena eso.
—¿Un poco? —Mentira. Deslicé mi mano por su estómago, hasta el
dobladillo de su camisa y por debajo. Mordí el interior de mi mejilla. El
pequeño pinchazo de dolor no hizo nada. Amaba la forma en que su piel
se sentía como satén—. Un poco no es lo suficientemente bueno.
—Bien. Me gusta est o.
—A mí también. —Bajé mi cabeza, besándola lentamente—.
Apuesto a que te encanta.
Sus labios se curvaron en una sonrisa contra los míos. —Lo hago.
Ahí estaba esa maldita opresión de nuevo, como si hubiera sido
golpeado en el pecho, pero de una buena forma. No tenía idea cómo
podrías ser golpeado en el pecho de una bueno forma, pero maldición, en
cierto modo amaba esa sensación.
—Cuéntame todo —pedí en el pequeño especio entre nuestras
bocas.
Las puntas de sus dedos se deslizaron sobre mi mejilla, y pareció
saber a lo que me refería sin tener que decir las palabras exactas. —No
quemé mis dedos en la estufa. Blake… Estaba enseñándome a controlar el
fuego, cómo crearlo.
Jesús. —¿Los moretones?
—Los causó él durante el entrenamiento —susurró, mientras sus
pestañas bajaban—. No pensé que estuviera haciéndolo a propósito. No
hasta nuestra última sesión de entrenamiento antes de Navidad. Había
estado demasiado cansada para entrenar, por lo que él sugirió que
fuéramos a por algo de comer. No se sentía correcto desde el principio,
porque salimos del alcance de la beta de cuarzo.
Puede que haya dejado de respirar.
—La cena fue tensa, y luego él recibió un mensaje de texto. Ahora,
me pregunt o cuánto de esto fue armado. —Rió sin ganas—. De camino a
casa, sentí a un Arum. Se arrastró del costado de la carretera, me hizo
salir… Y pelear.
—¿Qué? —Me enfurecí.
Ella no alzó la mirada. —Tenía que pelear con el Arum, y lo hice. Lo
maté… Lo maté —continuó en voz baja—. No fue fácil.
Pasaron varios minutos antes de que confiara en mí mismo para
hablar. —¿Así es como estuviste cubierta de todos esos moretones a lo
largo de tu espalda?
—Sí. No te conté la verdad, porque sabía… Sabía que irías tras él, y
no me preocupaba por él, sino por ti, porque en ese momento supe que
algo andaba mal en él. Sabía que algo no encajaba, justo como habías
estado diciendo todo el tiempo. —Kat tembló, y yo presioné mis labios
contra su frente—. Fue entonces cuando comencé a sospechar que él no
era lo que parecía. No quería que fueras tras él en caso de que estuviera
trabajando con el DOD o algo así. —Su voz tembló—. Debí habert e
escuchado, Daemon. Debí haber…
—Shh —dije, besando sus mejillas todavía húmedas, y luego hallé sus
labios. La besé con suavidad, cambiando la razón de que temblara en mis
brazos—. Me puse celoso —admití.
—¿Qué? —Sus labios rozaron los míos.
Deslicé mi muslo entre los suyos. —Me puse… celoso de cuánto
tiempo pasabas con él. No pensaba con claridad cuando él apareció.
Pensé que iba a perderte antes… antes de tenerte.
—No —susurró, acunando mi mejilla. Su mano tembló—. Nunca fue
así con él. Tal vez… Tal vez al comienzo quería que lo fuera, porque me
encontraba tan confundida por mis sentimientos por ti, pero cuando me
besó, no sentí nada. Nada. No fue como cuando tú me besas. —Su mano
se deslizó a mi cabello—. Sólo nos besamos esa vez. Él lo intentó… Lo
intentó una vez más, pero lo detuve.
Tensión se derramó en mis músculos. —¿Y se detuvo?
—Sí. Lo juro. Se detuvo.
El alivio fue dulce, y junté nuestras bocas una vez más. Entre los besos
que me aclararon y luego me dieron sentido, dije cosas que nunca le
conté a nadie. Lo loco que me había sentido después de escuchar que
Dawson se hallaba muerto, y la esperanza que sentí al descubrir que tenía
que estar vivo. Le conté lo desesperadamente que deseaba que mis
padres estuvieran aquí y cómo a veces odiaba ser el que tuviera que
ocuparse de las cosas.
Todo lo que sentía fue demostrado en cada caricia, e incluso lo que
no dije quedó claro en la forma en que mis dedos rozaban los frágiles
huesos de su caja torácica. Y con cada susurrante y suave gemido que
escapó de su boca, estuve atrapado en su red un poco más.
Al subir, mis manos temblaban, y esperé que ella no lo notara. Me
hallaba deslumbrado, destrozado por lo que ella me permitía hacer. Piezas
de nuestra ropa desaparecieron. Mi camisa. La suya. La mano de Kat vagó
hacia mi estómago, y apreté la mandíbula tanto que estuve seguro de
que iba a pagar una visita al dentista pronto.
Cuando sus dedos encontraron el botón de mis vaqueros, estaba
completamente perdido en ella, pero de una forma que nunca había
esperado.
—No tienes ni idea cuán desesperadamente quiero esto —le dije,
bajando las puntas de mis dados por su pecho y sobre su estómago. Tan
hermosa—. Creo que en realidad he soñado con ello. Loco, ¿eh?
Ella pasó las yemas de sus dedos por mi mejilla. Me volví hacia su
toque, presionando un beso contra la palma de su mano, y luego hallé su
boca de nuevo. El beso fue diferente, más intenso, y Kat —oh, Dios—cobró
vida. Las caderas se movieron juntas, nuestros cuerpos encajaban tan bien
que había una gran posibilidad de que yo cambiara a mi verdadera forma
y eliminara la energía en todo el estado.
Nuestras exploraciones crecieron. Sus manos vagaban por todas
partes, y yo la instaba con palabras y toques a ir más lejos. Su pierna se
envolvió alrededor de mis caderas, y dulce bebé Jesús, est uve casi
arruinado.
Con mi nombre en sus labios y con apenas algo separándonos, sentí
lo último de mi control escaparse. Roja luz blanquecina irradió de mí,
bañando a Kat en el brillo calient e. No había ningún lugar que mis manos
no exploraron, y la forma en que su cuerpo se arqueaba ante el más ligero
toque, me sorprendía y consumía. Besándola y atrayéndola más
profundamente dentro de mí, quise que esto nunca terminara. Ella era
perfecta para mí. Era mía, y la quería más de lo que quería nada en mi
vida.
Pero me detuve.
Todo lo que había sucedido dio vueltas en mi mente como un álbum
de fotos que quería quemar. Las emociones de ambos estaban por todo el
lugar. Había habido muerte, descubrimiento, y mucho más. Y nos
apresurábamos demasiado sin marcha atrás.
No quería que nuestra primera vez fuese así, que fuera a causa de lo
que sucedió.
Dios mío, era un marica sentimental, pero me detuve.
Kat alzó la mirada, pasando sus manos sobre mi estómago y
haciéndome muy difícil el frenar. —¿Qué? —preguntó.
—Tú… Tú no vas a creerme. —Demonios, yo no lo creía. En un par de
segundos, en serio iba a arrepentirme de esto—. Pero quiero hacer esto
correctamente.
Sonrió. —Dudo que pudieras hacer esto incorrectamente.
Já. —Sí, no estoy hablando de eso. Eso lo haré perfectamente, pero
quiero… —Quitar la suscripción al canal Hallmark y Lifetime Movie
Network—. Quiero que nosotros tengamos lo que las parejas normales
tienen.
Kat se veía como si fuese a llorar de nuevo. Probablemente yo
estaría llorando pronto, pero por una razón completamente diferente.
Acuné su mejilla, exhalando bruscamente. —Y la última cosa que
quiero hacer es parar, pero quiero llevarte fuera, en una cita o algo así. —
Sonaba como un idiota—. No quiero que lo que estamos a punto de hacer
pueda ser ensombrecido por todo lo demás.
Creo que pude haberme sonrojado. Maldito sea.
Invocando cada onza de autocontrol, hice lo impensable y me
levanté de encima de ella, descansando sobre mi costado. Envolví un
brazo alrededor de su cintura y la acerqué más. Rocé mis labios en su
sien. —¿Bien?
Kat inclinó la cabeza hacia atrás, encontrando mi mirada. Su
garganta se movió con sus siguientes palabras. —Creo que podría amarte.
Aire perforó mis pulmones. La sostuve fuerte, y supe justo entonces
que quemaría el universo entero por ella si tenía que hacerlo. Haría
cualquier cosa para mantenerla a salvo. Matar. Sanar. Morir. Cualquier
cosa. Porque ella era mi todo.
Y quería decírselo, pero no quería tentar al universo. Cosas malas le
sucedían a la gente que yo amaba.
Besé su mejilla. —Te lo dije.
Kat me miró fijamente.
Reí, y aunque no parecía posible, me acerqué más. —Mi apuesta,
gané. Te dije que me dirías que me amas durante el día del Año Nuevo.
Envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello, sacudió su cabeza. —
No. Tú perdiste.
Fruncí el ceño. —¿Cómo crees?
—Mira la hora. —Inclinó su barbilla hacia el reloj en la pared—. Es
pasada la medianoche. Es el segundo de enero. Perdiste.
Por varios segundos miré fijamente el reloj, deseándolo en un agujero
negro, pero entonces mi mirada encontró la suya y sonreí, realmente
sonreí. —No. No perdí. Aun así gané.
28
Traducido por Maggie S.
Corregido por GraceHope

Eran las seis de la mañana, y me senté en la cama de Kat,


escuchando el agua de la regadera y haciendo una lista mentalmente de
las razones porque no era una buena idea unírmele.
No pude pensar en una.
Pero logré mantener mi trasero plantado en la cama mientras ella se
preparaba para la escuela. Habíamos pasado juntos toda la noche,
hablando y durmiendo en los brazos del otro. A pesar de todo, había sido
la mejor noche en mucho tiempo. La mejor. Eso no significaba que no
pensaba en mi hermana o Adam. No significaba que todo estaba
perfecto. El momento en que dejaba desviarse a mis pensamientos, no
iban a un buen lugar.
Fui a ver a Dee antes de dirigirme de vuelta a la casa de Kat. No se
encontraba despierta, pero había hablado con Andrew. No había sido
una llamada fácil. No cuando hablábamos de cómo íbamos a explicar la
muerte de Adam. Públicamente para los humanos, sería un accidente de
auto. Para la colonia cercana de Luxen y el DOD, si ellos aún no sabían la
verdad, sería un ataque Arum.
Los próximos par de días, semanas, iban a ser duros.
Kat salió del baño lleno de vapor, envuelta en una toalla con una
bata encima. Ella no parecía estar sorprendida de verme a pesar de que
yo no le había dicho que v enía a escondidas. Obviamente, me sintió en el
momento en que llegué a la casa.
Se acercó a donde me hallaba sentado. —¿Qué estás haciendo?
Le di unas palmaditas al lugar junto a mí, y ella se sentó sobre sus
rodillas, frente a mí. —Necesitamos estar pegados durante el próximo par
de semanas. No me sorprendería si el DOD se presenta. Estamos más
seguros juntos.
—¿Esa es la única razón?
Una sonrisa curvó mis labios cuando me acerqué, tirando apenas del
cinturón de su bata. —No es la única razón. Probablemente la más lista,
pero definitivamente no la más urgente.
Kat sonrió levemente mientras negaba con la cabeza. Rodeando su
cint ura con un brazo, tiré de ella a mi regazo. Besé su frente —¿Qué estás
pensando?
Enterró su rostro en mi cuello. —En muchas cosas ¿Crees… crees que
sea correcto sentirse feliz en estos momentos?
Mis brazos se tensaron mientras le fruncí el ceño. —Bueno, no he
enviado un mensaje en masa para contárselo a todo el mundo, ni nada —
paré, entendiendo a que se refería—. Y no estoy completamente feliz. No
creo poder llegar a superarlo del todo. Adam fue… —Mi voz se fue
apagando.
—Me agradaba —susurró ella—. No espero que Dee me perdone,
pero quiero verla. Necesito asegurarme de que est é bien.
—Te perdonará. Necesita tiempo. —Besé su sien—. Dee sabía que
intestaste que se mantuviera alejada. Me llamó anoche cuando le dijiste
que se marchara, y le dije que permanecieran lejos de aquí, pero
estacionaron el auto una calle abajo y regresaron. Hicieron esa elección, y
sé que la volvería a tomar.
Su voz se puso ronca. —Hay tantas cosas que no haría de nuevo.
—Lo sé. —Puse dos dedos bajo su barbilla, inclinando su cabeza
hacia atrás para que nuestros ojos se encontraran—. No nos
concentraremos en eso ahora. No va a hacernos ningún bien.
Ella se estiró, besando mis labios. —Quiero ver a Dee después de la
escuela.
—¿Qué vas hacer después del almuerzo?
—¿Además de comer? Nada.
—Bien. Saltaremos clases.
—¿Para ir a ver a Dee, verdad?
Le sonreí. —Sí, pero primero, hay cosas que quiero hacer y no
tenemos tiempo suficiente para eso.
Arqueó una ceja. —Entonces, ¿estás tratando de apurar el asunto de
una cena y una película?
—Kitten, tu mente es un lugar horrible y sucio. Pensé que podríamos ir
a dar un paseo o algo así.
—Muy gracioso —murmuró y empezó a ponerse de pie, pero la
sostuve ahí.
Mis ojos se clavaron en los suyos. —Dilo.
—¿Qué diga, qué?
—Dime lo que me dijiste antes.
Sentí su corazón acelerarse en su pecho y ella se inclinó, rozando su
nariz con la mía, y dijo—: Te amo.
Deslizando mi mano detrás de su cabeza, la atraje para darle un
beso que me hizo querer llevarla a la cama y olvidarme de la escuela y
todo lo demás. —Eso es todo lo que necesito escuchar.
—¿Esas dos palabras?
—Siempre esas dos palabras.

***

Sentarme en clase era el último lugar donde querría estar en un día


normal, pero casi me mataba estar aquí. Quería estar en casa con Dee.
No había mucho que pudiera hacer por ella. Las palabras nunca eran
buenas para el dolor, pero odiaba no poder estar ahí para ella. También
quería estar con Kat. Se hallaba en el mismo edificio que yo, pero no era lo
mismo. La quería cerca y no solo porque, bueno, la quería cerca de
mí. Asumí que si el DOD iba a hacer un movimiento, lo harían muy rápido,
y quería mantener un ojo en ella.
No tenía idea de lo qué era la figura que la maestra dibujó en el
pizarrón. Lo único que realmente vi, era lo increíble que Kat había lucido
en mi cama, lo increíble que se había sentido y su sabor. Todavía podía
sentirla sin siquiera intentarlo. Era una locura. Alucinante.
Estirando mis piernas, aún no podía creer que me había detenido.
¿Hacerlo bien? Hombre, pronto iba a necesitar un sujetador de
entrenamiento.
Pero detenerse se sintió bien. Habíamos pasado por demasiada
mierda y emociones. Honestamente, no quería que nuestra primera vez
estuviera arruinada por el dolor e ira. Tal vez no se había sentido como si
esas cosas opacaran nuestra primera vez, y quizá no habría pasado, pero
no había querido arriesgarme.
Cuando por fin terminó la clase, salí al pasillo y saqué mi celular del
bolsillo. Fruncí el ceño cuando rodeé a un grupo de compañeros. Tenía un
mensaje de Kat, que había llegado hace cuarenta minutos. Molesto por no
haberlo leído, hice clic en el mensaje.
Mamá tuvo un accidente. Iré al hospital.
Me paré completamente, con el estómago revuelto. Dios ¿Qué otra
cosa iba a pasar?
¿Dónde trabajó ayer su mamá? Busqué en mi cerebro por una
respuesta. Winchester. Las calles continuaban resbaladizos en muchos
lugares y cubiertos de nieve en otras. Saliendo del tráfico del pasillo, llamé
rápidamente a Kat.
Sonó y sonó. Sin ninguna respuesta.
Dejando un mensaje corto, luché contra la necesidad de salir
volando de la escuela y encontrar a Kat. El problema era que no sabía a
cuál hospital habría ido. Podría ser cualquier lugar ent re Winchester y aquí.
Tendría que esperar hasta que ella regresara.
La paciencia era una virtud en la que yo no creía.
Antes de que me dirigiera a mi siguiente clase, revisé como se
encontraba Dee, y era como de esperarse: Mal. Sentarme durante la clase
de historia fue una verdadera prueba de control. Cuando el almuerzo llegó
y todavía no había oído de Kat después de intentar mandarle un mensaje
otra vez. No pude quedarme en la escuela por más tiempo.
Cuando me iba, intent é de nuevo. Todavía no tenía respuesta, y una
sensación de malestar se construyó en mis entrañas como una piscina de
ácido. El servicio telefónico era irregular en cualquier parte de la ciudad y
hasta Virginia, pero ya se habría arreglado en Winchester y Kat… ella
habría regresado mis llamadas, especialmente después de todo lo que
pasó. Su silencio no era normal.
Pasé por la casa de los Thompson antes de ir a casa. Tristeza se
adhería a las paredes como moho. Con ellos, me sentía confundido
cuando se trataba de lo que pudiera decir o hacer. Era un momento raro
en mi vida, pero la muerte era un vacío que ni siquiera yo podía entender
completamente. Habría un funeral priv ado dentro de la comunidad. El
cuerpo de Adam seria cremado, como era la tradición, y después no
habría nada. ¿Qué pasa si su mamá ha muerto?
No había nada más que recuerdos.
Pesado con esos pensamientos, me dirigí a la casa vacía, donde
caminé de un lado a otro como un lunático. Habían pasado varias horas,
sin una noticia de Kat. Empecé a sentirme desesperado. ¿Y si su madre
había fallecido y ella estaba demasiado afectada para llamar? ¿Y si había
tenido un accidente de camino al hospital? Su auto seguía en la entrada
de al lado, así que eso significaba que probablemente el señor Michaels la
recogió.
Inmediatamente pensé en la relación entre Will y Bethany. Él era su
tío, su tío enfermo, pero el DOD no había tenido duda de estar espiando a
Bethany y Dawson como nos habían estado espiando a Kat y a mí. Nadie
tenía que entregárselos. Seguramente el DOD había visto todo lo que
pasaba.
Justo como lo habían hecho con Kat y conmigo.
Me hallaba a mitad de camino de dónde dejé mi teléfono en la
mesa de café, a punto de llamar a todos los hospitales en los que pudiera
pensar, cuando sonó. Sentía un hundimiento en mi estómago mientras salí
disparado a través de la habitación para contestarlo.
—¿Kat? —respondí.
Hubo un momento de silencio y entonces—: No, no es Kat.
La preocupación explot ó. —¿Señor Michaels? ¿Dónde está Kat?
¿Está bien? ¿Qué…
—Ella no está… muy bien, Daemon.
Estiré el brazo, plantando mi mano en la pared, con mis piernas
repentinamente débiles. Esa sensación desconcentrada fue lo mismo que
sentí antes de que los oficiales me dijeran sobre Dawson. Sabía que Kat
tenía que estar viva, pero…
—¿Daemon?
Tomé una respiración profunda. —¿Qué le pasó?
—Nada irreversible a este punto.
Espera, ¿qué? Le di un puñetazo a la pared; todo mi mundo se
centró en lo que decía el señor Michaels. —¿Qué quieres decir con eso,
Will?
Hubo una pausa. —Kat est á bien. Algo así. Bueno, definitivamente no
se está divirtiendo mucho.
La furia se levantó como una ola de calor. Mis dedos se curvaron
alrededor del celular, triturando el plástico y metal. No sabía por qué él le
había hecho algo a Kat. No me importaba. Todo lo que sabía era que lo
mataría por esto. —Hijo de…
—No hay que perder tiempo. Puedes arreglar esto, Daemon. ¿Me
escuchas? No quieres perderte esto.
—Oh, estoy escuchando. También estoy tomando notas.
El señor Michaels se río secamente. —Ven al almacén. Sabes cual, y,
¿Daemon? Yo me apuraría si fuera tú.
El bastardo me colgó antes de que pudiera responder. Por un
segundo, me quedé mirando el celular. Mierda. Mierda. Mierda. Mi piel se
estremeció, y me sentí perder el control de mi forma humana. Lanzando el
teléfono a un lado, me lancé hacia la puerta y casi llegué a la entrada
antes de dar la vuelta, en dirección a la camioneta. Yo no sabía lo que
pasaba con Kat o si estaba herida y cuán grave. Yo tendría que ir en auto,
lo que me haría ir más lento.
Rompí una decena de diferentes leyes de velocidad mientras corría
fuera de la ciudad, hacia el almacén donde los dos agentes habían
acorralado a Kat. Llamé a Matthew, quien se hallaba con Dee y los
Thompson, para decirle lo que pasó. Ellos querían ayudar, pero les dije que
fueran a nuestra casa y permanecieran ahí, en caso de que… bueno, solo
en caso de que las cosas se pusieran realmente mal.
Mi mente quedó en blanco mientras conduje. No podía dejarme
pensar en otra cosa. Tenía que mantenerme tranquilo. No podía dejar que
mi cabeza fuera por ese camino, aquel en el que ella se hallaba herida,
porque después de Blake y Adam, no estaba seguro de cómo lo
soport aría.
Seguramente perdería los papeles y expondría a toda mi especie.
El cielo era de un azul profundo sin nubes cuando paré en la parte
trasera del almacén. Estacionando a Dolly, salí rápidamente del auto,
rodeando el edificio. La primera puerta que alcancé no tenía seguro, lo
que me puso en alerta máxima.
La iluminación tenue en el techo arrojaba una luz amarilla sobre un
escritorio de metal y unas sillas. Había un olor rancio de los cigarrillos, pero
nada más. De memoria, fui a la derecha y subí las escaleras. No había
tiempo para prepararme, para pensar incluso en lo que podría estar
esperándome. Llegué al segundo piso y abrí las puertas dobles, que
golpearon las paredes de cemento.
Lo que vi. Casi me puso de rodillas.
Sin tener en cuenta donde se encontraba parado Will, mis ojos se
clavaron a los de Kat. Ella estaba en una jaula, una maldita jaula. Como
algún tipo de animal rabioso, encadenada. Tantas emociones corrieron a
través de mí que casi perdí el control completo de mi forma humana.
Rabia y desesperación pelearon con apenas un destello de alivio. Ahí se
hallaba Kat, en una pieza…
Ella hizo el menor movimiento hacia mí, y su cuerpo se contrajo. Su
boca se abrió en un grito silencioso.
Miedo frío me invadió mientras me lance hacia adelante y agarré los
barrotes. Un fuerte dolor hirió mis palmas, y me eché hacia atrás. —¿Qué es
esto? —Miré mis manos y luego en donde el metal rodeaba sus muñecas.
Yo iba a enfermarme, por primera vez en mi vida.
—Ónix mezclado con rubí y hematita —contestó Will—. Una buena
combinación que no les sienta bien a los Luxen o híbridos.
Miré hacia Will. —Voy a matarte.
—No, yo no creo que lo harás. —Aunque Will se movió un par de
pasos hacia atrás—. Ónix cubre cada entrada de este edificio, así que sé
que no puedes usar ningún poder o la luz. También tengo las llaves de la
jaula y las esposas. Y solamente yo puedo tocar cualquier parte de ellas.
—Tal vez no ahora, pero lo haré —gruñí bajo en mi garganta—.
Puedes creer eso.
—Y puedes creer que voy a estar listo para ese día. —Will arqueó una
ceja hacia Kat —. Ella ha estado allí por un tiempo. Creo que entiendes lo
que eso significa. ¿Vamos a alagar ese tiempo?
Apartándome de él, me acerqué hacia el otro lado de la jaula y me
hinqué. Kat giró su cabeza hacia mí. Sentí una presión en mi pecho. Santo
Dios, verla así me desgarraba en pedazos. —Te voy a sacar de allí, Kitten.
Te lo juro.
—Tan dulce como es tu declaración, la única manera que podrás
sacarla de allí es hacer lo que yo digo, y no tenemos más que… —revisó su
Rolex—, unos treinta minutos antes de que la próxima ronda de oficiales
llegue, y mientras que yo tengo toda la intención de permitirles irse, ellos no
lo harán.
Levanté la cabeza, a segundos de plantar mi puño en su rostro. —
¿Qué quieres?
—Quiero que tú me mutes.
Me quedé mirando a Will, preguntándome si había perdido la
maldita cabeza. Me reí. —¿Estás loco?
Los ojos de Will se estrecharon. —No tengo que explicártelo todo. Ella
lo sabe. Puede ponerte al corriente. Quiero que me cambies. —Estiró su
brazo hacia la jaula, envolviendo sus dedos alrededor de las cadenas—.
Quiero ser lo que ella es.
—No puedo simplemente mover mi nariz y hacer que suceda.
—Sé cómo funciona —se burló—. Tengo que estar herido. Me tienes
que sanar, y yo me puedo encargar del resto.
Negué con la cabeza. —¿Qué es el resto?
Una vez más, Will miró a Kat y sonrió. —Katy puede informarte sobre
eso.
—Infórmame t ú en este momento —gruñí, perdiendo cualquier
control que tenía.
—O no. —Will tiró de las cadenas, y Kat se dobló.
Su grito solo era un lloriqueo, pero me atravesó como un cuchillo
oxidado. Me levant é. —¡Basta! Suelta las cadenas.
—Pero ni siquiera has oído lo que estoy ofreciéndote. —Tiró de las
cadenas.
La espalda de Kat se inclinó por completo en el suelo sucio de la
jaula. Sus pestañas barrieron hacia abajo y su rostro adquirió una fina capa
de sudor.
Horror rugió a través de mí como una tempestad. Me moví a la parte
delantera de la jaula, con las manos cerradas en puños inútiles. —Suelta las
cadenas. Por favor.
Will dejó caer las cadenas, y ella se desplomó contra la jaula. —Este
es el trato. Mútame, y yo te daré la llave de la jaula, pero no soy estúpido,
Daemon.
—¿No lo eres? —Me reí.
Los labios del viejo se crisparon. —Tengo que asegurarme de que no
vendrás tras de mí en cuanto me vaya de aquí, lo cual sé que harás una
vez que ella esté fuera de la jaula.
—¿Soy tan predecible? Puede que tenga que cambiar mi juego.
Will dejó escapar un suspiro de exasperación. —Cuando me vaya de
aquí, no me vas a seguir. Tenemos menos de veinte minutos para hacer
esto, y entonces tendrás sólo treinta minutos, más o menos, para ir a la
dirección que le he dado a Katy.
Eché un vistazo a Kat . —¿Esto es una búsqueda del tesoro? Me
encantan.
—Posiblemente. —Will lentamente se acercó hacia mí, sacando una
pistola—. Vas a tener que tomar una decisión después de que la deje salir
de la jaula. Puedes venir detrás de mí o puedes conseguir lo que siempre
has querido.
—¿Qué? ¿Un tatuaje de tu cara en mi culo?
Las mejillas de Will se sonrojaron de ira. —Tu hermano.
Mi corazón se detuvo y cada músculo de mi cuerpo se tensó al
tiempo que di un paso hacia atrás. —¿Qué?
—He pagado un montón de dinero para ponerlo en una posición en
la que podría “escapar”. Además, realmente dudo que ellos lo busquen. —
Sonrió—. Ha demostrado ser absolutamente inútil. Pero tú, tú por otra parte,
eres más fuerte. Tendrás éxito en donde él ha fracasado una y otra vez.
—¿Fracasado…en qué? —graznó Kat.
Mi cabeza giró hacia ella, con los ojos entrecerrados. Su voz...
sonaba cruda y adolorida. Sólo por eso quería limpiar el suelo con las
entrañas de Will.
—Ellos lo han forzado a mutar a humanos por años —explicó—. No
ha estado funcionando. Él no es tan fuerte como tú, Daemon. Eres
diferente.
Inhalé. Will me ofrecía algo que no podía rechazar, mi hermano, mi
sangre. Aún había una gran parte de mí que sólo quería desgarrarlo. —
Preferiría cazarte y romper todos los huesos de tu cuerpo por lo que has
hecho. Arrancar la carne de tu cuerpo lentamente y alimentarte con ella
por herir a Kat. Pero mi hermano es más import ante que la venganza.
Will palideció. —Esperaba que esa fuera tu decisión.
Estoy seguro que sí. Había asesinato en mis ojos. —Sabes, tienes que
estar herido para que esto funcione.
Will asintió, apuntando el arma a su pierna. —Lo sé.
Mierda, me sentí decepcionado. Dispararle me haría sentir un
poquito mejor. —Yo esperaba ser quién infligiera el daño.
—Sí, eso nunca pasará.
Solo pude observar mientras Will cerraba los ojos y se disparó en la
pierna. Era lo más loco que había visto. Él ni siquiera gruñó cuando la bala
traspasó su piel. Caminé hacia delante, envolviendo mis manos alrededor
del brazo de Will, e inclinando la barbilla hacia abajo para ocultar mi
sonrisa de satisfacción. Will creyó que tenía todo esto resuelto.
Él se equivocaba tanto que a mí me encantaría estar allí para
presenciarlo.
Curé a Will, y al segundo en que la herida iba a cerrar, le mandé un
mensaje extra especial que sólo él podía escuchar: ¿Crees que est o es lo
últ imo que sabrás de mí? Est ás equivocado. Perseguiré cada paso que des
por last imarla. Voy a last imart e, es una promesa.
Will se echó hacia atrás. Sus ojos sostuvieron los míos un momento, y
reconocí el miedo en su mirada. Sonreí.
Nervioso, se tambaleó hacia la jaula y abrió la puerta. Deslizó las
esposas de las muñecas de Kat. —Te sugiero que no le digas a tu madre
sobre esto. Después de todo, la mataría. —Sonrió, y quise golpear su
rostro—. Compórtate, Katy
Después Will se fue.
—Daemon…
—Estoy aquí. —Entrando cuidadosamente a la jaula, la ayudé a
salir—. Te tengo, Kitten. Se acabó.
Sabía que teníamos el tiempo contado, pero la acuné contra mi
pecho, pasando mis manos por sus mejillas. Calidez sanadora irradió de mi
toque, filtrándose dentro de ella. Salí de la jaula, sosteniéndola tan cerca
que seguramente jamás volvería a dejaría ir.
Gentilmente, ella quit ó mis manos una vez que est uvo de pie por su
cuenta. Su voz salió ronca y baja cuando habló. —Estoy bien.
Un sonido casi inhumano me abandonó y agarré sus mejillas,
atrayendo su boca a la mía. El beso sabía a desesperación y alivio.
Cuando me apart é, ella jadeaba por aire.
—¿Qué hiciste?
Presioné mi frente con la suya. Nuestros labios se rozaron mientras
hablaba. —Para que la mutación funcione, ambas partes tienen que estar
dispuest as, Kitten. ¿Recuerdas lo que dijo Matthew? No estaba del todo en
ello, si tú me entiendes. Y sin mencionar, que tenía que estar muriendo o
cerca de ello. La mutación probablemente no funcionará. Por lo menos no
hasta el punto que él piensa.
Ella rió, el sonido era áspero. —El genio del mal.
—Ya lo creo —respondí, pasando mi mirada sobre ella mientras
enredaba mis dedos con los suyos—. ¿Estás segura que estás bien? Tu
voz...
—Sí —susurró—. Voy a estar bien.
La besé de nuevo, vertiendo todo lo que sentía por ella. Quería
borrar el duro recuerdo de su tiempo aquí. Quería protegerla de sufrir algo
como esto otra vez. Mis manos bajaron hasta su cintura y la sostuve contra
mí, dejándola sentir lo mucho que la quería, así no había duda de lo que
ella era para mí. Ella era mía.
Yo era suyo. Una verdad que jamás cambiaría.
Suspiré contra su boca. —Ahora vamos a buscar a mi hermano.
29
Traducido por Kells
Corregido por GraceHope

El suéter y zapatos de Kat habían desaparecido, así que tiré del


suéter de lana que usaba sobre mi cabeza. El frío no podía afectarme
demasiado. La tomé y salí corriendo del almacén ya que sus pies se
hallaban totalmente desprotegidos. Hibrido —mutada, lo que sea— era
más humana que yo.
Usé la fuente para abrir la puerta del pasajero y gentilmente la puse
en el asiento. Tomé el cinturón de seguridad.
—Yo puedo hacerlo —murmuró.
Fui incapaz de moverme al observar sus manos temblorosas mientras
metía torpemente el cinturón. Jesús, ¿Qué le pasó allí dentro? Quería
preguntarle, pero no era el momento. Retrocedí, moviéndome
rápidamente hacia el frente. En un segundo, est uve detrás del volante. —
¿Lista?
Se recostó en el asiento, sus hombros caídos y los ojos apenas
abiertos. Cansancio invadía su expresión. —Podrías dejarme. Serías más
rápido… sin mí.
Mis cejas se elevaron mientras rodeaba con la camioneta el
contenedor. —No voy a dejarte.
—Estaré bien. Puedo quedarme en el auto y… tú puedes hacer tus
cosas a tu súper velocidad.
Sacudí la cabeza. —No va a suceder. Tenemos tiempo.
—Pero…
—No va a suceder, Kat. —Salí disparado del aparcamiento—. No te
dejaré sola. Ni por un maldito segundo, ¿de acuerdo? Tenemos tiempo. —
Quit é el cabello de su frente con una mano, apretando mi mandíbula—.
Cuando recibí tu mensaje acerca de tu mamá y cuando no me
respondiste de vuelta, pensé que tal vez ya estabas en el hospital de
Winchester, así que llamé y cuando me dijeron que tu mamá no había sido
admitida… —Sacudí la cabeza mientras descendía por el camino—. Pensé
lo peor, creí que ellos te tenían. Y estaba dispuesto a romper este maldito
pueblo en dos. Y luego recibí la llamada de Will… así que, sí, no te dejaré
fuera de mi vista.
—Estoy bien —susurró.
Miré de reojo. Kat no parecía bien. Ni siquiera un poco. No sonaba
bien. Nos apresuramos hacia la carretera al este. —¿Estás de verdad bien,
no? —le pregunt e, mis manos apretando el volante.
Asintió en lugar de hablar.
—Ónix —gruñí—. Han pasado años desde que lo vi.
—¿Sabías lo que hacía? —Su voz era ronca como si… se hubiera
pasado todo el día gritando, y eso fue en su mayoría lo que pasó.
—Antes, cuando est ábamos siendo asimilados, lo había visto ser
usado en aquellos que causaban problemas, pero yo era joven. Sin
embargo, debería haberlo reconocido cuando lo vi por primera vez. Sólo
que nunca lo vi así, en barras y cadenas. No sabía que te afectaría de la
misma manera.
—Es… —Ella se detuvo, y me concentré en el camino.
Tenía que concentrarme, porque quería volverme loco. Recordé
cuán doloroso fue mirar a aquellos durante la asimilación. Ónix se dice que
es una de las cosas más dolorosas para estar expuesto, incluso peor que
alimentar a un Arum. Esos Luxen gritaron como si la piel les fuera arrancada
del musculo y hueso con un cuchillo de mantequilla.
Saber que Kat sufrió eso por horas me dejó lleno de rabia. Mi culo
estuvo en clase mientras ella fue torturada. Maldita sea, torturada.
—¿Kat?
Sé enderezo en el asiento. —Blake y yo no somos muy diferentes.
—¿Qué? —La observe rápidamente—. Tú no eres como ese hijo de…
—No. Lo soy. —Se retorció hacia mí—. Hizo todo para proteger a
Chris. Traicionó gente. Mintió. Mató. Y lo entiendo ahora. Esto no hace
correcto lo que él hizo, pero lo entiendo. Yo… yo haría cualquier cosa para
protegerte.
La observé tanto como pude sin salirme del camino, y regresé la vista
a la carretera. Entendí lo que decía. Mataría para protegerme. Haría
cualquier cosa para mantenerme a salvo. Como Blake, pero no… no era lo
mismo.
Inclinándome, enrosqué mis dedos en los de ella y traje nuestras
manos unidas hacia mi pierna.
—Aun así, no eres nada como él, porque al final, no le harías daño a
alguien inocente. Tomarías la decisión correcta.
No respondió. Varios minutos pasaron. —¿Sobre Will? ¿Qué… qué
crees que pasará con él?
Gruñí. —Dios, quiero darle caza, pero está el t rato. En el peor de los
casos, estará cabreado cuando la mutación desaparezca, y regresará
detrás de nosotros. Si es así, yo me encargo de él.
Sus cejas se arquearon. —¿No crees que haya manera de que esté
mutado?
—No, si Matthew está en lo correcto. Quiero decir, quería hacerlo
para salir de ahí, pero no lo quise verdadera y profundamente. Él se cortó
una arteria, pero no estaba muriendo. —Le envíe una mirada—. Sé lo que
estás pensando. Que si lo hizo, estamos conectados a él.
—Sí —respondió.
—No hay forma de que podamos hacer algo al respecto, ahora solo
queda esperar y ver.
—Gracias. —Se aclaró la garganta, pero no hizo nada para hacer su
voz sonar más fuerte—. Gracias por sacarme de allí.
Apreté su mano. Casi llegábamos a la Calle de las Esperanzas, la
dirección indicada. —¿Estás bien?
Apenas sonrió. —Sí, estoy bien. No te preocupes por mí en este
momento. Todo…
—Todo está a punto de cambiar. —Ni siquiera pude hacerme a la
idea de lo que iba a pasar. Mi hermano. Dios, estaba vivo e íbamos a
reunirnos con él. Me arrastré de regreso a la plaza, pisando los frenos.
Tirando de mi mano libre, apagué el motor y tomé una respiración
profunda mientras observaba el reloj del tablero. Teníamos cinco minutos.
Kat desabrochó el cinturón. —Vamos hacer esto.
Parpadeé. —No tienes que venir conmigo. Sé… que estás cansada.
Una dura mirada de determinación llenó sus ojos grises cuando abrió
la puerta y salió de la camioneta, parada en el maldito frío del
aparcamiento con los pies desnudos. Estuve a su lado en un segundo,
tomando su mano. No necesita hacer esto. Se puede quedar dentro,
donde se encontraba caliente y podría descansar, pero está haciendo
esto por mí.
—Gracias —dije.
Kat sonrió, y entonces caminamos hacia el edificio; no pude evitar
notar el ónix incrustado en los ladrillos. La puerta estaba desbloqueada, y
una vez dentro, el sistema de alarma se puso verde.
Demonios, ¿a cuántas personas tuvo que pagar Will Michaels para
que esto sucediera? ¿Cómo podía tener esa cantidad de dinero?
El vestíbulo se parecía a cualquier vestíbulo de algún edificio de
oficinas. Escritorio circular, plantas falsas y baldosas baratas. Había una
puerta hacia la escalera que fue convenientemente dejada abierta. Kat
apretó mi mano, y sentí un tipo de nauseas mientras observaba la puerta.
Cuadrando mis hombros, fuimos por ello, subiendo las escaleras tan
rápido como podíamos. En la parte superior, había una puerta cerrada.
Sobre ella, más ónix. Solté su mano y rodeé con mis dedos la chapa, por lo
que un ligero temblor recorrió mi brazo.
Abrí la puerta.
La habitación se hallaba oscura, iluminada solamente por la luz de la
luna entrando por la ventana. Había un par de sillas apoyadas contra la
pared, una televisión en la esquina, y una gran perrera tipo jaula en medio
de la habitación, equipada con el mismo tipo de esposas con las que
habían colgado a Kat.
Entré a la habitación lentamente, mis manos a ambos lados. Calor
inundó mi cuerpo mientras observaba la jaula.
La jaula vacía.
Abriendo mi boca, sacudí la cabeza sin palabras porque toda la
esperanza y emoción se sumergió fuera.
—Daemon —graznó Kat.
Me dirigí hacia la jaula, parándome un momento, para luego
arrodillarme y presionar mi frente contra la mano. Un temblor atorment ó mi
cuerpo. ¿Dawson estuvo aquí? ¿Todo era una maldita mentira? No lo
sabía. Lo único que importaba era que mi hermano seguía… perdido.
Kat puso la mano en mi espalda, y mis músculos se tensaron. —Él… él
me mintió —dije, con voz desigual—. Nos mintió.
Dolor rasgó dentro de mí, rompiendo en mil pedazos las heridas que
nunca sanaron. Esto nunca acabaría. Es lo que parecía. Seguiría
persiguiendo por el resto de mi vida un fantasma.
De rodillas a mi lado, Kat se presionó contra mi espalda. Sus brazos
rodearon mi cintura. Puse las manos sobre sus brazos y cerré los ojos,
dejando que su presencia me calentara. Si no hubiera estado aquí…
Me levant é rápidamente, tomando a Kat con la guardia baja.
Comenzó a caerse, pero me di la vuelta, tomándola antes de que toque el
suelo. Mi nombre era un carraspeo cuando lo dijo. —Lo siento —dije—.
Debemos salir de aquí.
Asintió, dando un paso hacia atrás. —Yo… lo siento mucho.
—No es tu culpa. No tienes nada que ver con esto. Él nos engañó.
Mintió.
Tomando su mano, me la llevé de nuevo al auto. En camino de
regreso a casa, podía sentir a Kat mirándome. Quería decir algo para
tranquilizarla. Dios sabe que también lo necesitaba, en este momento,
pero mi mandíbula se hallaba cerrada. Y todo en lo que me podía
concentrar era en volver a casa.
Entonces Kat se acercó, poniendo su mano en mi brazo. La miré
brevemente pero sin decir nada. No creo que sepa lo que significaba para
mí. Su mano permaneció allí incluso cuando se encontraba cerca de
dormirse.
Me estacioné en el camino de entrada, dejando la camioneta en
reposo por un momento mientras miraba el auto de Matthew detrás del de
Dee. Kat parpadeó varias veces. —Los llamaste, ¿para decirles que pasó…
conmigo?
—Querían ayudar a encontrarte, pero tenían que quedarse aquí en
caso… —No tenía sentido terminar esa parte de la oración, pero para lo
siguiente que debía decir, apagué el motor—. Si la mut ación no se
mantiene, voy a encontrar a Will y voy a matarlo.
Kat no parecía tan sorprendida por la oración mientras me incliné al
centro del auto y la besé. Su corazón se aceleró rápidamente, y sonreí
contra su boca, amando como respondía a los toques suaves.
Apartándome, miré hacia mi casa. Mirar a Dee en este momento
será duro. Una parte de mí esperó que traer a Dawson a casa aliviaría un
poco de su dolor. Me estremecí. —No puedo… no puedo enfrentar a Dee
ahora mismo.
—¿Pero no se preocupará ella?
—Le mandaré un texto tan pronto estés acomodada.
—Está bien. Puedes quedarte conmigo.
Una sonrisa irónica tiró de mis labios. —Saldré antes de que tu mamá
regrese a casa. Lo juro.
Kat sonrió. Salí de la camioneta y trot é hacia su lado. Abriendo la
puerta, la alcancé. —¿Qué estás haciendo? —pregunt ó.
Arqueé una ceja. —No has tenido zapatos todo este tiempo, así que
nada de caminar más.
Abrió su boca como si quisiera discutir, pero la cerró de golpe. Sonreí
mientras se movió al borde del asiento.
La puerta delantera de la casa se abrió, golpeándose contra la
tablilla como un disparo. Me di la vuelta, formando puños en mis manos
mientras esperaba que el departamento de defensa saliera volando.
Pero era Dee.
Mechones de cabello oscuro y rizado volaron detrás de ella. Las
lágrimas brillaban desde sus ojos y bajaban por sus mejillas. Mi corazón
comenzó a hundirse más a fondo, pero ella… ella se estaba riendo y
sonriendo.
¿Qué demonios? ¿Se encontraba medicada? No es que hubiera
algo malo, pero tenía la sensación de que las píldoras no funcionarían con
nosotros. ¿Quizá hierba?
Kat se deslizó del auto detrás de mí, y empecé a volverme para
detenerla. No iba a caminar descalza en la nieve, pero la puerta se abrió
de nuevo detrás de Dee, y…
Santa mierda.
Me tropecé cuando una alta y delgada forma apareció detrás de
Dee. La forma flot ó hacia delante, parándose hombro con hombro con mi
hermana; nuestra hermana. En el pórtico, había una réplica de mí más
delgada y más desaliñada. Cabello negro, más largo que la última vez que
lo vi, y rizado contra los afilados pómulos. Sus ojos eran grises, pero
apagados… poseídos. Pero era él. Era mi hermano.
—Dawson —grazné.
30
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Laurita PI

La casa permanecía en silencio excepto por el murmullo sosegado


de la conversación proveniente de la televisión en la sala de estar. El viento
aullaba afuera, golpeando los costados de la casa mientras la nieve caía
en capas gruesas.
Desde la ventana del frente, observé el viento arremolinar la nieve a
través de las entradas. No sabía con seguridad cuánto tiempo llevaba de
pie allí. En definitiva, más que unos cuantos minutos. Tal vez una hora. La
tensión se deslizó por mi cuello.
No me encontraba solo.
Echando un vistazo por encima del hombro, vi a mi hermano entrar a
la habitación. Sus movimientos lucían tensos, como si no tuviera la
costumbre de caminar demasiado. Tal vez así era. Vi las celdas, y sabía
que existía una probabilidad bastante alta de que hubiera sido retenido en
una de esas. A sabiendas de ello, observarlo me carcomía. Todavía lucía
demacrado, y en la última semana las sombras bajo sus ojos se
oscurecieron.
Dawson no dormía más que unas cuantas horas aquí y allá.
Tampoco hablaba. La verdad es que no. Al menos no conmigo.
Hablaba más con Dee, pero nada como antes.
Mi hermano era un fant asma de lo que solía ser.
Tanta ira ardía en mi estómago. Lo que le hicieron lo cambió, y la ira
no se desvanecía. Ni siquiera cuando regresé a la casa a la que Will llevó a
Kat, donde Dawson probablemente estuvo en algún momento, y arranqué
todo el ónix del maldito lugar. Hacerlo me llenó de satisfacción, pero no
disminuyó la rabia.
Apartándome de la ventana, lo seguí a la cocina. Él sabía que me
encontraba allí, pero no reconoció mi existencia. Mis manos se tensaron
con impotencia a mis costados.
Dawson se detuvo en medio de la cocina, la cabeza inclinada hacia
un lado mientras miraba fijo el refrigerador.
—Oye, hombre, ¿tienes hambre? —pregunté.
No respondió.
La impotencia se duplicó hasta que se sentía como un kilo de plomo
en mi estómago. —Tenemos cereal —ofrecí, a sabiendas de que le
gustaría comerse los malvaviscos de la maldita cosa—. Puedo pasarte un
tazón.
Girándose, Dawson salió de la cocina sin decir una palabra.
—O no —murmuré. Tomando una respiración profunda, lo seguí una
vez más. Esta vez, se encontraba en la ventana en la que estuve.
Dee se hallaba sentada en las escaleras, su rostro agotado. Eran casi
las dos de la madrugada. Nuestros ojos se encontraron, y sacudí la cabeza
con pesadez ante la pregunta en su mirada.
¿Hablaba?
Los hombros de Dawson se elevaron con una respiración honda. El
murmullo de la televisión continuó mientras los tres permanecíamos de pie
allí en un silencio triste, hasta que él se volteó y dirigió escaleras arriba,
pasando a Dee sin ninguna palabra. Oí la puerta de su habitación al
cerrarse.
Tal vez iba a dormir.
Dee bajó la cabeza, presionando el rostro contra sus manos. Me
acerqué y senté en el peldaño bajo ella. —Está progresando —dije, casi
queriendo reír—. Al menos salió de su habitación y no se fue al bosque.
—¿Qué hacía? —Su voz se oía amortiguada contra sus manos.
Levanté la mirada hacia las escaleras. —No lo sé. Fue a la cocina y
creí que iba a comer, pero no lo hizo.
—Comió algo de pavo ayer, aunque solo un poco. —Alzó la cabeza,
dejando que sus manos cayeran sin fuerza entre sus piernas—. Teniendo en
cuenta que apenas duerme, no tengo idea de cómo se levanta y camina.
—Es fuerte. —Las palabras sonaban vacías—. Él… mejorará.
Dee volvió sus agotados ojos verdes hacia los míos. —Lo sé.
Mi sonrisa fue débil.
La suya era inexistente mientras susurraba—: ¿Qué le hicieron allí,
Daemon? ¿Qué hicieron?
No tenía respuesta, al menos no una con la que me sintiera lo
suficientemente cómodo como para dársela a Dee, incluso aunque ya lo
sabía. Matthew le contó todo lo que sucedió con Blake; lo que era, y lo
que hice para cambiar a Kat. Luego le conté el resto, todo lo que sabía
acerca del DOD, y lo que sucedió en realidad la noche de Halloween. Le
conté acerca de lo que Will Michaels le hizo a Kat y lo que él quiso de mí.
Dee se sintió abrumada. Obviamente. Era más que demente.
Con todo al descubierto, Dee se enfureció, pero el alivio de tener a
Dawson de regreso, de que estuviera vivo, dejó poco espacio para la ira.
Por ahora.
Dee se sentía lastimada porque le hubiera ocultado tanto, y
devastada por las mentiras que Kat le dijo. Sabía que le tomaría tiempo
superarlo completamente, pero mi hermana era… como un sol en el
fondo. No guardaría rencor. Ni siquiera aunque fuera comprensible.
Mientras permanecía sentado junto a Dee, ambos callados en la
escalera, pensé en Adam. Diablos. Fue como un golpe en el estómago. Y
entonces pensé en Kat y el sonido roto de su voz, las marcas alrededor de
sus muñecas y tobillos que todavía no se desvanecían. Eso me dio directo
en el pecho.
Seguir a Dawson dejaba poco tiempo para Kat. Sabía que ella lo
entendía completamente, pero todavía apestaba no verla. Estar con
ella… bueno, era como un momento de tranquilidad en medio de una
tormenta violenta.
Una tormenta que nos mantenía alerta, esperando a que el DOD nos
sorprendiera.
Dee y yo regresamos a la cama, y me dormí alrededor de las cuatro,
despertando dos horas más tarde, totalmente desvelado y con el corazón
latiendo más rápido de lo normal. Me quedé mirando el techo por un
momento, confundido, y luego me levanté de golpe de la cama.
Kat .

Fin
Agradecimientos
La primera vez que pensé en escribir Oblivion, creí que era una
oportunidad increíble para darles a las fans Lux un poco más de Daemon.
En realidad no planeaba escribir Obsidian, Onyx y Opal (que están
disponibles en la versión digital de Oblivion), pero eso fue lo que sucedió.
Por lo que no sólo consiguieron una probada de cómo va todo el asunto
en la cabeza de Daemon. Sino que consiguieron todo el panorama.
En realidad cuesta un montón terminar un libro. Quiero darle las
gracias a las siguientes personas por hacerlo posible: Kevan Lyon, Liz
Pelletier, Meredith Johnson, Rebecca Mancini, Stacy Abrams, y al equipo
de Entangled Publishing. Gracias a K.P. Simmon y a mi asistente y mejor
amiga, Stacey Morgan. Y un agradecimiento especial para Vilma
Gonzalez, por ayudarme a trabajar con Oblivion.
Nada de esto habría sido posible sin ti, el lector. Gracias a ti, este libro
sucedió. No hay gracias suficientes en el mundo.

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