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July
Capítulo 1 Capítulo 28
Capítulo 2 Capítulo 29
Capítulo 3 Capítulo 30
Capítulo 4 Sobre el Autor
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
ONYX
1
Traducido por Hansel
Corregido por Victoria.
Kat me ignoraba.
No era una gran sorpresa. Hizo lo mismo en la escuela. Como si
fingiera que la noche del baile de bienvenida no hubiera terminado con
ella casi muriendo y yo salvándola. Como si intentándolo lo suficiente,
pudiera fingir que todo era normal y todo desaparecería.
Que yo desaparecería.
Eso no sucedería en un tiempo cercano, y no tenía nada que ver
con el hecho de que Kat brillaba como una farola del tamaño de un auto.
Sino con el hecho de que me volvía loco luchando contra lo que quería.
Con toda la mierda del “fruto prohibido”. Pasando de la mentalidad de
que no podía ir detrás de lo que quería debido a lo que era; y lo que era
Kat. Maldita sea, sabía que lo que quería no iba a ser fácil. Nada en la vida
lo era, pero eso no cambiaba lo que sentía.
La quería.
Y sabía que bajo toda la frustración y todas las luchas, Kat también
me deseaba. Sólo tenía que probarlo, pero en ese momento quería
lanzarla sobre mi hombro, llevarla a casa, y encerrarla una habitación.
Kat aparcó su Camry en un estacionamiento fuera de la oficina de
correos, y me estacioné junto a ella, pero en dirección opuesta. Bajando el
vidrio, la inmovilicé con una mirada. —¿Qué parte de ir directamente a
casa no entendist e? Siento que hemos tenido esta conversación antes.
Sus labios se fruncieron mientras me devolvía la mirada. —Es posible
que haya libros allí esperándome.
Suspiré. —Puede haber Arum rondando por aquí listos para comerte.
Kat no creía en mi lógica, sobre todo después de que regresara de
explorar prácticamente todo el estado y no encontrar ninguno. —Estás
aquí, así que está bien.
—Sí, pero estoy tratando de ser preventivo y no reactivo. —Cuando
puso los ojos en blanco, abrí la puerta del conductor—. Eres un dolor en el
trasero —dije.
Levantando el dedo medio, se lo pasó por la mejilla.
Arqueé una ceja mientras mis labios se torcían en una sonrisa. —Bien,
Kitten.
Me sonrió y luego se dio la vuelta, balanceando las caderas a través
del estacionamiento. Con esos vaqueros desteñidos abrazando sus curvas,
era una vista bonita, así que no me quejaba.
No hasta que saltó en un charco del tamaño de un lago.
Agua fangosa roció el aire, tocando mis piernas. Gruñí por lo bajo. —
Eres como una niña de dos años.
Saltó sobre la acera y me lanzó una mirada por encima del hombro
antes de ingresar en el edificio. La esperé al final del pasillo mientras iba
hacia su apartado de correo.
—¡Sí! —chilló, su rostro brillando tanto como el rastro a su alrededor
mientras metía la mano en su casilla, recogiendo un puñado de paquetes
de color amarillo. Los abrazó cerca de su pecho, como si fueran un bebé
envuelto en sus brazos.
Lindo. Ñoñamente lindo.
Kat le dio un codazo a la puerta de la casilla y luego t orció la
llavecita, bloqueándola. Me miró, y nuestras miradas chocaron y quedaron
fijas durante un momento. Un rubor rosa pálido coloreó sus mejillas.
Rápidamente desvió la mirada.
Pasó tranquilamente junto a mí mientras caminábamos afuera, y
luego, porque no podía dejarlo de lado, saltó en el charco de nuevo.
Me hice a un lado, pero fue demasiado tarde. Desde mi rodilla hacia
abajo, mi pierna izquierda se encontraba empapada. —Jesús.
Sonrió mientras se apresuraba a su coche, abriendo la puerta
trasera. La seguí en silencio, deteniéndome en mi camioneta para verla,
bueno, inclinarse y meter sus libros. Se enderezó de repente y miró por
encima de su hombro hacia mí. Algo acerca de la mirada que me envió,
parte inocente, parte rebelde, fue excitante.
Por otra parte, prácticamente todo lo que hacía era excitante.
Gemí en voz baja mientras volvía a situar las cajas como si fueran
frágiles herencias familiares. Cerré los ojos un instante, y me mordí el labio
cuando una imagen de Kat se formó. Se hallaba en su sofá, debajo de mí,
vestida con esos malditos pantalones de pijama de duende. Nada más. Mi
estómago se movió. Tenía hambre, de ella y de comida.
—Necesito panqueques —anuncié, abriendo los ojos. Por supuesto,
mi mirada se dirigió justo hacia una parte muy atractiva de ella.
Kat cerró la puerta y me miró. —¿Estás mirando mi trasero?
Mis labios se curvaron en una sonrisa mientras poco a poco
arrastraba mi mirada hacia la de ella, dejándola persistir en determinadas
zonas. El rubor se encontraba de vuelta, extendiéndose por su garganta,
bajo el suéter de color azul claro que llevaba, y sus ojos grises se habían
profundizado.
Allí se encontraba. Lo que sentía brillaba en sus ojos. No lo ocultó.
—Nunca haría algo así —dije.
Resopló.
—Panqueques —repetí.
—¿Qué pasa contigo y los panqueques? ¿Por qué sigues diciendo
eso?
—¿Tienes mezcla para panqueques en casa? —pregunté, ignorando
su pregunta.
Kat frunció el ceño en confusión. —Sí, eso creo.
—Bien. —Sonreí—. Me harás algunos panqueques.
Me miró boquiabierta. —No te haré panqueques. Hay una casa de
comida rápida por aquí cerca. Estás invitado a ir a buscar un poco de
panqueques…
Avancé tan rápido que no pudo seguirlo. Me hallaba justo en frente
de ella, nuestros cuerpos casi tocándose, y pude ver el momento en que
sus pupilas se ampliaron ligeramente. —Sé que hay una casa de comida
rápida cerca, Kitten. Pero eso no es lo que quiero. —Levantando la mano,
le toqué la punta de la nariz con el dedo—. Quiero que me hagas
panqueques.
Ella se echó hacia atrás, frunciendo el ceño hacia mí. —No te haré
panqueques.
—Lo harás. —Me giré y dirigí a mi coche. Una vez dentro, sonreí
hacia donde ella seguía en pie—. Me harás t ant os panqueques.
***
Kat se sentó frente a mí, con los labios apretados mientras me
observaba levantar el tenedor hacia mi boca. Mi estómago se rebeló ante
lo que hacía. Algo sobre estos panqueques no se veía bien. En primer
lugar, eran del tamaño de una pequeña luna. En segundo lugar, cuando
corté la pila torcida, la mitad lucían aguados, y eso simplemente no se
encontraba bien. Y cuando levanté un trozo con el tenedor, una sustancia
de polvo amarillento salió al aire.
Tal vez hacer que Kat me preparara panqueques fue una mala idea.
Miré al mostrador desordenado. La sartén se hallaba cubierta con
mezcla, al igual que la mayor parte de la encimera y la parte delantera
del suéter de Kat. Mi mirada se posó de nuevo en los panqueques. Si fuera
humano, me daría miedo hacer lo que me encontraba a punto de hacer.
Metí el pedazo en mi boca y casi lo escupí. Mi garganta se cerró
mientras me obligaba a masticar. Ni el jarabe cubría el pedazo todavía
seco y con sabor a harina. Obligué al desastre a bajar por mi garganta y
permanecer allí mientras sonreía con fuerza a Kat. Pasó un momento.
Una risa brotó de ella. —No puedo creer que en realidad hayas
comido un pedazo.
Mi boca se sentía revestida. Nunca eliminaría el sabor. —¿Por qué?
—Estoy bastante segura de que no saben bien. —Se echó hacia
atrás en su silla, dejando caer las manos sobre su regazo—. No se ven
como los que hace mi mamá.
Nop.
Estos panqueques eran de un amarillo blanquecino extraño que de
alguna manera no era ni de lejos el color de los panqueques normales.
Acerqué mi vaso de leche y luego lo levanté, tomándome casi la mitad.
Kat se rió de nuevo.
—Bueno. Estos son terribles —admití, colocando la taza en la mesa—.
¿Cómo puedes arruinar unos panqueques?
—No lo sé. Nunca los había hecho. —Levantó un hombro—. Sólo vi
una vez la parte de “añadir agua”.
La miré fijamente, algo estupefacto. —Todo lo que tienes que hacer
es añadir agua. No es tan difícil.
Sus labios temblaban mientras agachaba la barbilla. —Supongo que
deberías haber ido a la casa de comidas rápidas.
Mis ojos se estrecharon mientras empujaba mi plato. —Hay una gran
parte de mí que espera que los hayas hecho mal a propósito.
—¿Y eso por qué?
—Porque si no puedes hacer panqueques entonces no estoy seguro
de que podamos ser amigos.
—Oh. —Puso una mano sobre su pecho—. Estoy tan afligida.
—Deberías estarlo —dije, bajando las pestañas—. Soy un buen
amigo.
Kat resopló, pero lo que ella no dijo flot aba en el aire entre nosotros.
Kat y yo no habíamos empezado con el pie derecho y pasamos todo el
verano y la mayoría del otoño en guerra, sobre todo por mi culpa. Admitía
completamente que, si pudiera volver atrás y cambiar la forma en que la
traté, lo haría. Me di cuenta de eso cuando luchaba con Baruck y estuve a
punto de perder no sólo mi vida, sino también la de mi hermana y la de
ella. La cosa era, que ni siquiera yo podía volver atrás en el tiempo. Sólo
podía avanzar.
Ya era hora de cambiar de tema. —¿Alguien te ha dicho algo sobre
tu rastro? ¿Dee o Mat thew? —pregunté, sabiendo que los Thompson no
querían hablar con ella. Bueno, Adam hablaba con ella, pero él no era un
problema.
—Dee dijo algo al principio, pero ha sido fácil de explicar. Todo el
mundo sabe que estuve allí cuando… —Se humedeció el labio inferior, la
acción robando mi atención—. Cuando luchaste contra Baruck. Así que
no creen que nada sea demasiado extraño.
—Bien —murmuré.
Bostezó ruidosamente mientras se paraba y recogía nuestros plat os.
Sus pasos eran lentos mientras caminaba con los platos hacia la basura.
Miré el reloj de pared. Ni siquiera eran las seis de la tarde. —¿Tu mamá
trabaja esta noche?
—Por supuesto —respondió, tirando los panqueques a la basura. La
línea de su columna vertebral se tensó mientras caminaba hacia el
lavavajillas—. Siempre está trabajando.
Ladeé la cabeza, y un momento pasó. —No te gusta eso, ¿verdad?
Me miró por encima del hombro mientras abría la puerta del
lavavajillas. —Mamá tiene que trabajar mucho. —Empujó los platos al
lavavajillas y luego buscó el recipiente, colocándolo en el fregadero—. Las
cuentas no se pagan solas.
—Lo entiendo.
Apartó la mirada de mí mientras jugueteaba con los grifos. —No
todos tenemos al gobierno dándonos dinero porque somos alienígenas.
Levanté una ceja ante eso.
Kat volvió a bostezar. —Se pone un poco… solitario aquí.
—Me lo imagino —murmuré, no gustándome la idea de ella
quedándose sola en casa y sin estar con alguna de sus amigas o conmigo.
No dijo nada durante un largo rato. —Creo que sientes la necesidad
de hacer de niñera, pero no iré a ninguna parte. Tengo una prueba para
la que estudiar y deberes de biología. No tienes que quedarte aquí.
Me puse de pie y me dirigí hacia donde se encontraba parada. —
Puedes…
Kat se quedó sin aliento cuando se dio la vuelta. —¡Dios, Daemon!
¿Tienes que hacer eso? Dios —dijo, recostándose contra el mostrador—.
Eres como un ninja alienígena y sigiloso.
Un lado de mis labios se levantó. —Ni siquiera fue tan silencioso.
—Sí, lo fue. Como un fantasma —dijo, levantando la barbilla para
que nuestros ojos se encontraran—. Un fantasma espeluznante.
Me reí. —¿Por qué soy un fantasma espeluznante?
—No lo sé —murmuró, su mirada cayendo sobre mi boca y luego
más abajo: mi pecho—. Estás invadiendo mi espacio personal.
Me encontraba totalmente en su espacio personal. No había más de
uno o dos centímetros entre nuestros cuerpos. Cuando obligué a mis
pulmones a inhalar, respiré todo su olor a rosas. —Lo siento.
—No lo sientes en lo absoluto.
—Cierto. —Ladeé la cabeza y vi una pequeña mota de panqueques
junto a su oído. ¿Cómo pudo llegar eso ahí? Presioné mi pulgar contra su
mejilla. Su pecho se levantó en una inhalación aguda, haciendo que mi
mirada parpadeara de nuevo hacia ella—. Tienes panqueque.
Los labios de Kat se entreabrieron, y su mirada abierta de par en par
se fijó en la mía mientras pasaba el pulgar por su mejilla, quitando la
pequeña porción de masa. Mi mano se mantuvo allí a pesar de que la
mancha había desaparecido, y mis dedos se extendieron por un lado de
su cuello. La forma en que nos quedamos, tan cerca del otro, con su
cabeza inclinada hacia atrás y mi mano sobre ella, hacía que pareciera
como si fuéramos a besarnos. Todo lo que tendría que hacer era bajar la
boca un par de centímetros. Me calmé de sólo pensar en ello.
Dios, quería saborear su boca de nuevo.
Sin embargo, dudaba que ella también lo quisiera. Probablemente
quería golpearme. Aquellas gruesas pestañas bajaron, protegiéndose los
ojos. Pensándolo bien, me permitiría hacerlo, pero cuando nos
separáramos por aire, estaría enloqueciendo.
Kat me quería, pero no se encontraba dispuesta a admitirlo. En
ningún tiempo cercano. Pensaba que lo que sentía por ella no era tan
fuerte como lo que sus padres sintieron por el otro, y no quería
conformarse. No podía culparla por ello. A decir verdad, no sabía a
ciencia cierta qué era lo que sentía por ella. ¿Lujuria? Oh sí. Quería todo de
ella y dentro de ella, pero era más que eso. Le t enía un afecto profundo.
La respetaba. Mi pecho hacía volteretas cuando me encontraba a su
alrededor y pensaba en ella. Me preocupaba por ella. Un montón.
Sólo que no sabía exactamente qué quería decir todo eso.
Pero quería saber, necesit aba averiguarlo. Aunque sí que sabía que
todo lo que sentía no tenía nada que ver con el hecho de que nuestros
corazones latieran en conjunt o —lo que sea que eso significara— o lo que
fuera que pudiera haberle hecho cuando la sané.
—¿Kitten? —Deslicé los dedos por su nuca.
—No me llames así —dijo con un escalofrío.
Bajé la barbilla, y nos encontrábamos tan cerca que cuando incliné
la cabeza hacia un lado, mi nariz rozó la de ella. No me empujó hacia
atrás o se alejó. —Pero me gusta llamarte así.
—Pero a mí no —replicó.
Sonreí. —¿Kat ?
—¿Qué? —susurró.
Sabía que aunque tenía mucho que quería decirle, todo la
ahuyentaría. Hacer caso omiso de la necesidad casi primordial de
meterme realmente en su espacio personal era más duro que enfrentar a
un Arum hambriento. Me aparté lo suficiente como para ver su cara
bonita, dejando que mi mano se apartara de su cuello. —Voy a limpiar.
Kat parpadeó. —¿Eh?
Mi sonrisa creció. —Voy a limpiar. Puedes ir a hacer tu tarea o lo que
sea.
El destello de decepción fue tan rápido que pude haberlo
imaginado. —Bueno. Me parece bien. —Salió corriendo de entre el
mostrador y yo—. ¡Que te diviertas!
Echando un vistazo hombro, la vi arrastrar los pies al salir de la
cocina, los brincos y el balanceo de antes en su paso desaparecidos.
Suspirando, me volví hacia el desorden.
¿Por qué diablos me ofrecí a limpiar?
Me sentía medio tentado a quemar todo mientras agarraba la
botella de detergente para lavar los platos y rociaba un poco del líquido
azul en el recipiente demasiado grande para ir en el lavavajillas. Mi mente
vagaba mientras limpiaba. Teníamos que trabajar en conseguir que el
rastro desapareciera por su seguridad. Cuando terminara, iba a tener que
alejarla de su tarea y trabajar en su físico.
Mi mente se zambulló inmediatamente en determinadas actividades
físicas.
Apart é esos pensamientos mientras movía la mano, llevando la
sartén al fregadero. Kat y yo no habíamos hablado de lo que pasó en el
baile de bienvenida desde el día que regresé. Sabía que lo manejaba
bien, porque maldita sea, esa chica era fuerte, pero eso no significaba que
no estuviera preocupado por la forma en que se ocupaba de todo.
Y eso no incluía el hecho de que algo ocurrió al tratar de curarla
cuando Baruck venía hacia nosotros. De alguna manera, se aprovechó de
la Fuente, y ningún humano podía hacer algo así.
Ninguno que yo conociera.
Eso la cambió. ¿Cómo? Todavía no lo sabía. Todo lo que podía
esperar era que una vez que el rastro se desvaneciera, lo que sea que
pude haberle hecho también lo hiciera.
Limpiar la cocina tomó unos quince minutos. Cuando terminé, me
puse en camino, apagando la luz del techo mientras me iba. El murmullo
de la televisión me atrajo a la sala de estar. Kat me iba a odiar, pero iba a
tener que dejar lo que hacía, levantarse, y hacer…
Me detuve a medio paso y me quedé mirándola.
Kat se encontraba metida en la esquina del sofá, el libro de biología
abierto en su regazo. Los minúsculos dedos de sus pies asomaban por el
dobladillo de sus pantalones vaqueros, rozando la brecha entre los cojines.
Tenía los brazos cruzados sobre el est ómago, y un lado de su cabeza
descansaba sobre el cojín. El collar de obsidiana se había deslizado por
debajo de su suéter, quedando apoyado en su brazo.
Estaba fuera de combate.
Sabiendo que no existía manera de que pudiera despertarla, me
acerqué a ella. Con cuidado, cogí el libro de texto y lo cerré, colocándolo
en la mesa de café. Agarrando la colcha de la parte trasera del sofá, la
puse sobre sus piernas.
Entonces, sin realmente pensar en ello, puse una mano en el brazo
del sofá, me preparé, y luego me agaché. Presioné los labios contra su
mejilla fría y luego retrocedí. Jugueteando con la colcha por unos
momentos, me aseguré de que la cubría y luego me alejé.
Podría irme ahora. Kat no iba a ir ninguna parte.
Pero mientras la miraba, incluso aunque la t ensión en mi rostro se
suavizaba, me dejé ir. Por un segundo, dejé que todo el peso de lo que
pasó, de lo que hice, se asentara sobre mis hombros.
Cerré los ojos.
Rompí tantas reglas. Expuse lo que realmente era. Le dije a Kat la
verdad. La sané no una, sino incontables veces. Casi reí, pero nada de eso
era divertido. Su vida se encontraba en peligro, y lo estaría continuamente,
especialmente si se quedaba a nuestro alrededor —a mí alrededor— y en
definitiva era un cretino egoísta, porque ahora…
Ahora no me quedaría lejos de ella.
2
Traducido por Beluu
Corregido por Victoria.
***
***
***
Kat no despertó.
Ni el sábado.
Ni abrió los ojos el domingo.
El lunes, su madre dijo que la fiebre no había bajado lo suficiente,
pero que sus signos vitales se encontraban mejor. Dee y yo la visitamos, y
ella… en realidad no se encontraba allí. Murmuró palabras un par de
veces. Una vez pensé que decía mi nombre. Era difícil verla así.
El martes no hubo cambios.
Acabé quedándome en casa ese día, demasiado nervioso para ir a
la escuela. Dee se encontraba preocupada, probablemente porque
pensó que iba a hacer algo estúpido, y así era. En el medio de la noche,
pasado el tiempo de visita, llegué hasta la plaza de estacionamiento del
hospital antes de que el sentido común tomara el control.
¿Qué hacía?
Podía moverme rápido, pero aunque lo programara bien y
consiguiera atravesar las puertas aseguradas, no sabía en dónde se
encontraba Kat. Podía averiguarlo, pero sería arriesgado. Si alguien me
encontraba en su cuarto, iba a ser difícil explicarlo.
A mitad del estacionamiento, me fijé en un Ford Expedition negro
entrando en el aparcamiento de visitantes. Mis entrañas se apretaron. El
vehículo se encontraba sin marcar. Definitivamente el DOD. Su presencia
podía ser una coincidencia, pero era una llamada de atención. Me fui a
casa y me quedé allí, sintiéndome enjaulado.
Atravesé las clases de la mañana del miércoles como un fantasma,
preguntándome qué demonios hacía en la escuela. Me importaba una
mierda todo lo que fuera que se encontraran enseñándome. Para el
momento en que llegué a almorzar, me sentía listo para comenzar a lanzar
a la gente de cabeza por las ventanas solo por respirar a mí alrededor.
Sin pasar por la fila, fui hacia donde se encontraban sentados los
Thompson. Dee se hallaba con las chicas, pero no podía ir allí. No solo
porque Kat no estuviera, sino porque sabía que estarían hablando de ella.
Y yo… no podía sentarme y escuchar eso. Débil. Sí, jodidamente
débil.
Me dejé caer junto a Andrew y me recosté, estirando las piernas al
tiempo que fijaba mi mirada en la mascota de vikingo pintada en la
pared.
—Te ves como un oso pardo —dijo Ash.
Levantando una ceja, me crucé de brazos. —¿En serio?
—Sí —respondió—. Sé que es noviembre y algunos chicos hacen eso
de no afeitarse, pero de verdad deberías hacerlo.
Sonreí.
Andrew dejó de decir lo que fuera que estuviera diciéndole al tipo a
su lado y me miró con las cejas levantadas. Abrió la boca y luego la cerró
con prudencia.
—Está bien —murmuró Ash—. Encantado de tenerte aquí, ya sabes,
calentando la mesa con tu personalidad chispeante.
Matthew se encontraba de pie cerca de la mascota pintada con
otro maestro, un ser humano, escuchando lo que fuera que estuviera
diciendo mientras mantenía un ojo en nuestra mesa. Matt llamó la noche
anterior, pero no estuve de ánimo para lidiar con él.
Apartando la mirada, vi a Adam levantándose de donde Dee se
encontraba sentada con Carissa y Lesa. Rodeó la mesa, acercándose a la
nuestra, con una botella de agua en la mano. Se sentó al lado de su
hermana, y ella le dijo algo demasiado bajo como para que pudiera
escucharlo.
Simon, el Imbécil, atrapó mi atención de golpe. Se encontraba
sentado dos mesas detrás de nosotros, riendo a carcajadas. Mi mano dolía
con ganas de golpearlo en la cara de nuevo. Me quedé mirándolo hasta
que debió haberlo percibido, porque la sonrisa desapareció de su rostro y
miró entre los hombros de dos idiotas, directamente hacia mí.
Simon palideció.
Le sonreí y no fue una sonrisa agradable.
Apartó rápidamente la mirada, su garganta esforzándose por tragar
visiblemente. Dios, odiaba a ese tipo. Lo que trató de hacerle a Kat no era
algo que alguna vez olvidaría.
Adam dio unos golpecitos en la mesa con los dedos. —La madre de
Katy le envió un mensaje a Dee hace unos momentos. Está esperando a
que le conteste.
Me congelé, un escalofrío de terror bajando por mi espina. Me dije
que tenía que ser una noticia buena o ninguna en lo absoluto, porque
dudaba que la madre de Kat le enviara un mensaje a Dee si algo malo
hubiera sucedido.
—De todos modos, ¿qué sucede con ella? —Los labios de Ash se
curvaron como si tuviera algo amargo en la boca.
Adam suspiró mientras miraba a su hermana. —Te lo dije. Tiene algún
tipo de virus o algo así. Ha estado en el hospital.
Mi mandíbula se apretó.
—Lo que sea —murmuró Ash, volviendo la atención al plato con lo
que pensé que podría ser un burrito.
—Ha estado fuera durante días —añadió Adam.
Ash agarró el burrito con el tenedor. —¿Cómo si se encontrara en
estado de coma?
—Está dormida —corregí, ignorando la tensión en mi pecho.
—Tal vez tengamos suerte —respondió Andrew lo suficientemente
bajo como para que solo nosotros lo escucháramos—. Y no despierta.
Reaccioné sin siquiera pensarlo.
Levantándome de un salto de mi asiento, agarré un puñado de la
camisa de Andrew y lo saqué a rastras del suyo. No tuvo oportunidad de
parpadear antes de que le presentara a su cara la superficie brillante de la
mesa. El golpe fue agradable, carnoso y totalmente satisfactorio. Andrew
se levantó y se dio la vuelta, enfrentándome.
Ash se quedó sin aliento al tiempo que se apartaba de la mesa. —
¡Daemon!
En un jodido instante, Matthew se encontraba a mi lado, agarrando
mi brazo. Trató de empujarme hacia atrás, pero no iba a ir a ninguna
parte. —Vete —dijo.
Lo ignoré mientras me dirigía directament e hacia la cara de Andrew
y le advertía—: Será mejor que reces para que despierte.
Matthew me agarró del brazo, esta vez utilizando la fuerza que tenía,
y me arrastró hacia atrás unos buenos centímetros. Presionó de nuevo. —
Vete.
Mirando a Andrew unos momentos más, me di la vuelta. Una gran
cantidad de globos oculares se encontraban sobre mí. No me importaba.
Mientras salía de la cafetería, Matthew se encontraba justo detrás de mí,
esperando hasta que salí al pasillo antes de que comenzar a interrogarme.
—¿Qué demonios fue eso? —exigió saber.
No dije nada mientras paseaba por delante de las taquillas. La
sangre bombeada a través de mí. Tenías ganas de pelear, de encontrar
algo que me permitiera eliminar toda la frustración agolpándose en mi
interior.
—Fuiste tras uno de los tuyos —dijo Matthew por lo bajo mientras
plantaba una mano en mi hombro, deteniéndome—. Tras Andrew de
todas las personas. ¿Qué tienes?
Kat se había metido bajo mi piel.
Tuve miedo cuando no pude hacer que Kat abriera los ojos y en
estos momentos me sentía asustado porque no despertaba. Esas no fueron
las palabras que dije mientras miraba fijamente a Matt. No exactamente.
—Dijo que esperaba que tuviéramos suerte y que Kat jamás despertara.
Matthew parpadeó lentamente, su mano sufriendo espasmos en mi
hombro. —¿Esto es por ella?
Apartando la mirada, negué con la cabeza mientras mi mandíbula
se esforzaba. Él no lo entendía. Ninguno de ellos lo hacía. Las cosas habían
cambiado.
—Pensé que acordamos que te harías cargo de esto con Kat.
Encontré su mirada. —No sé qué crees que acordamos.
La sorpresa flameó en sus ojos azules brillantes. —Dijiste…
—No importa lo que dije, Matthew. Las cosas han cambiado. —Di un
paso hacia atrás, fuera de su alcance—. Yo… me preocupo por ella, y eso
es todo lo que necesitas saber. Es todo lo que cualquiera de ellos necesita
saber.
La sorpresa le dio paso al temor y luego a la comprensión creciente.
La sangre se drenó del rostro de Matthew, pero le di la espalda. Empecé a
caminar por el pasillo, sin tener idea de adónde iba, pero cualquier otro
lugar era mejor opción.
—Daemon —llamó Matthew, pero seguí caminando.
El teléfono en mi bolsillo vibró. Metí la mano y lo saqué. El mensaje
era de Dee, y eran solamente tres palabras. Las tres mejores palabras en la
historia de la humanidad.
Kat est á despiert a.
5
Traducido por Marie.Ang
Corregido por Meliizza
Kat vino a casa desde el hospital el jueves. Dee había juntado todas
las tareas que se perdió y pasó la mayor parte del jueves en la tarde con
ella. De lo que reuní de mi hermana, Kat se sentía bastante bien. No
actuaba enferma o se veía como tal. Nada de esto era de una
observación de primera mano.
Me quedé alejado el jueves.
Ni siquiera me encontraba seguro de por qué. Quizás era porque no
confiaba en mí mismo si la veía. De acuerdo. Probablemente era eso,
porque existía una buena posibilidad de que estaría sobre ella en un
segundo, tocándola, sintiéndola. Asegurándome de que se hallaba viva y
bien. Eso sería mucho para ella.
Sería mucho para mí.
Dee dijo que Kat vendría de nuevo a la escuela esta mañana,
viernes, y mientras caminaba a clase de trigonometría, mi corazón latía
como un t ambor de acero y mi nuca se sentía caliente. Cosquilleando. Kat
se encontraba aquí.
Entré a la clase, y mi mirada la encontró sin siquiera intentarlo. Verla
sentada allí, hablando con Lesa y Carissa era como tomar un golpe en el
pecho para reiniciar el corazón. Y se veía más que bien. Kat se veía
hermosa. Su cabello color chocolate oscuro caía sobre sus hombros,
grueso y brillante. Los centros de sus mejillas se sonrojaban de una forma
saludable y bonita. Sonreía, y maldita sea, era hermosa.
Quería caminar directo a ella, ponerla de pie y tirarla contra mí.
Quería sentir su aliento cálido en mi piel y probar sus labios. Quizás debería
haber ido a verla anoche, pero no tenía idea que mi reacción hacia ella
iba a ser tan malditamente intensa.
Caminar se convirtió en algo un poco difícil en ese punto. Hacer lo
que quería no sería enteramente apropiado, y también me encontraba un
poco distraído por una muy importante observación. Extrañamente, no
existía ningún rastro alrededor de ella.
Kat se volvió en su asiento, enfrentándome. —Necesito hablar
contigo.
—Está bien —dije.
—En privado —susurró.
Perfecto. Porque lo que tenía en mente requería privacidad. —
Encuéntrame en la biblioteca al almuerzo. Nadie va allí. Tú sabes, con
todos esos libros y cosas.
Me hizo una mueca, y luché contra una sonrisa cuando se dio la
vuelta para enfrentar la clase. Aliviado de que Kat estuviera aquí y fuera
normal, recogí una pluma e incliné el escritorio hacia delante. La pinché en
la espalda.
—¿Sí? —susurró.
Sonreí. —Te ves mucho mejor que la última vez que te vi.
—Gracias.
Mi mirada se deslizó sobre ella, y hablé bajo de manera que
solamente ella pudiera oír. —¿Sabes qué? No estás brillando.
El asombro llegó a su rostro. —¿Cómo? ¿Completamente?
Sacudí la cabeza.
Kat se me quedó mirando por un momento largo y luego,
lentamente se dio la vuelt a. La clase empezó y enderecé el escritorio,
sentándome contra la silla. Una gran cantidad de alivio en realidad
levantó algo del peso de mi pecho, pero mi mente seguía regresando a la
ausencia del rastro de Kat. ¿Fue la fiebre?
¿O era algo más?
***
***
La rama colgó como si estuviera atada por un hilo invisible hasta que
el chico se hizo a un lado. Estrellándose contra el pavimento, la rama
rompió el cemento.
—Guau… —Escuché decir al chico—. Eso pudo haberme matado. —
Se acercó a Kat, inclinándose hacia ella—. Katy… está bien. —El chico
levantó la vista, mirándome. Dejó de moverse.
Conmoción e ira luchaban dentro de mí cuando envolví una mano
alrededor del brazo de ella. —Kat.
Sus hombros se hundieron cuando se giró hacia mí, bajando la
cabeza. Mechones largos y oscuros cayeron hacia adelante, protegiendo
su rostro. —Lo siento —susurró.
Una presión se fijó en mi pecho.
—¿Ella está bien? —preguntó el chico, sonando preocupado—. La
rama…
—Sí. Está bien. La rama caída la asustó —espeté—. Eso es todo.
El chico nos miró. —Pero…
—Nos vemos luego. —No tenía tiempo para esto. Girando a Kat, la
dirigí de nuevo hacia su auto—. ¿Estás bien?
Kat miró al frente y asintió. No habló cuando saqué suavemente las
llaves del auto de sus dedos. Escuché al chico gritar su nombre, pero al
parecer no lo escuchó. Abrí la puerta del auto.
—Entra —dije en voz baja.
Sorprendentemente, Kat me obedeció sin rechistar. Se metió en el
auto, y cerré la puerta detrás de ella. Enviándole al chico una mirada
breve, caminé por el frente del auto. Él aún se hallaba de pie allí,
mirándonos. Mi mandíbula se tensó mientras entraba en el auto.
Pensamientos corrían a un ritmo rápido. No fui yo el que detuvo la rama. Y
me encontraba bastante seguro de que ese chico no era Luxen. Lo que
dejaba a una persona.
Kat.
Era imposible. Detener una rama así era algo que sólo un Luxen
podría hacer. Un Arum podría haberla apartado si se hubiera alimentado
recientemente, pero Kat… Kat era humana.
Era.
Maldición.
El interior de su auto olía a malditos duraznos. Dirigió sus ojos amplios
y grises hacia mí y cuando habló, su voz era ronca—: ¿Cómo… cómo es
que estás aquí?
Salí del lugar de estacionamiento. —Conducía por aquí. Le diré a
Dee y Adam que recojan mi coche.
Kat miró por la ventana del pasajero, a ese chico. Un
estremecimiento la meció. —Daemon…
Mi mandíbula se tensó mientras esperaba que el tráfico dejara de
pasar, así podría salir. Obviamente, no se sentía demasiado impresionada
por lo que sucedió, lo que significaba una cosa. Kat me ocultaba muchos
secretos. Había tantas cosas mal con esta situación que apenas sabía por
dónde empezar.
—Vas a fingir que no pasó nada —le dije—. Si toca el tema, le dirás
que se movió fuera del camino. Si llega a sugerir que tú… que tú detuviste
esa rama, ríete de ello.
—¿Tengo que actuar como tú lo hiciste al principio? —preguntó.
Asentí con sequedad y salí a la calle. —Lo que ha pasado allá atrás
nunca sucedió, ¿me entiendes?
Kat asintió.
El silencio se estableció durante los minutos que conducía. Ninguno
de los dos habló en el camino de regreso a su casa. Mis nudillos dolían por
la fuerza con que agarraba el volante. Tuve que tranquilizarme para no
dañarlo. Utilicé el tiempo para ordenar mis pensamientos y averiguar qué
demonios sucedió y cómo haríamos frente a esto.
No hablé hasta que aparqué el auto en su camino de entrada y
quité las llaves del encendido. Me recliné en el asiento, y la miré. —
Tenemos que hablar. Y tienes que ser honesta conmigo. No parecías
sorprendida cuando hiciste eso.
Kat asintió.
La ira me desbordó. Abrí la boca, a punto de demandar el por qué
no me contó algo tan condenadamente importante, pero la cerré y
sacudí la cabeza. Salimos del auto y nos dirigimos a su casa vacía,
calentada por la calefacción central en lo más alto.
Kat se sentó en el sillón y se abrazó a sí misma. —Planeaba decirte.
—¿En serio? —Me paré delante de ella, abriendo y cerrando las
manos a mis costados—. ¿Cuándo, exactamente? ¿Antes o después de
que hicieras algo que te pusiera en peligro?
Se estremeció. —¡No pensé que esto sucedería! Todo lo que quería
era tener una tarde normal con un chico…
—¿Con un chico? —espeté, la ira quemándome.
—¡Sí, con un chico normal! —Tomó una respiración profunda—. Lo
siento. Tenía la intención de ir a verte esta noche, pero Blake me pidió que
fuera a comer con él y yo solo quería una maldita tarde con alguien como
yo.
¿Blake? ¿Ese era su nombre? Olviden eso. Fruncí el ceño. —Tienes
amigos que son normales, Kat.
—¡No es lo mismo!
La comprensión me golpeó. No quería amigos normales. Quería
un chico normal. Sí, eso realmente dolió. —Dime lo que está pasando.
Sus ojos se encontraron con los míos, y luego su mirada bajó hacia
sus manos. —Creo que tengo bichos extraterrestres, porque he estado
moviendo cosas… sin tocarlas. Hoy abrí la puerta de la clase del señor
Garrison sin tocarla. Él pareció creer que fue una corriente de aire.
La tensión creció dentro de mí. —¿Con qué frecuencia ha estado
sucediendo?
—A intervalos por alrededor de una semana. La primera vez fue la
puerta de mi casillero, pero pensé que fue una casualidad, así que no dije
nada. Entonces pensé en querer un vaso de té, y el vaso salió volando del
gabinete y el té se empezó a verter por sí solo en la nevera. La ducha se
encendía sola, las puertas se abrían y un par de veces, la ropa voló de mi
armario. —Suspiró—. Mi habitación era un desastre.
Solté una risita. —Bonito.
Sus manos se apretaron en puños. —¿Cómo puedes pensar que esto
es divertido? ¡Mira lo que pasó hoy! ¡No tenía intención de detener esa
rama! Quiero decir, no quería que lo golpeara, pero no fui consciente de
detener la maldita cosa. Toda la cosa de curarme me cambió, Daemon. Si
no lo has adivinado aún, no podía mover cosas antes. Y no sé qué es lo
que me está pasando. Tengo un terrible dolor de cabeza y luego me siento
agotada. ¿Qué pasa si me estoy muriendo o algo así?
¿Muriendo?
Me acerqué a ella, sentándome en el brazo de la silla. Kat
retrocedió, presionándose contra esta. —¿Por qué tienes que moverte tan
rápido? —preguntó—. Está… mal.
—Lo siento, Kitten. Para nosotros, movernos rápido es natural. En
realidad, es más esfuerzo disminuir la velocidad y parecer “normal”, como
dices. —Hice una pausa y luego dije la verdad—: Supongo que olvido que
tengo que fingir cerca de ti.
Se estremeció y apartó la mirada. Su boca se movió, pero no hubo
palabras dichas en voz alta. Suspiré mientras resistía la tentación de
tocarla. —No te estás muriendo.
—¿Cómo lo sabes? —Kat elevó su mirada a la mía.
—Porque nunca dejaría que eso sucediera —le prometí.
Se quedó sin aliento. —¿Qué pasa si me estoy convirtiendo en un
extraterrestre?
¿Convirtiéndose en un extraterrestre? Quería reír, pero conseguí
detenerme. —No sé si eso sea posible.
—Mover cosas con mi mente no debería ser posible.
Buen punto. —¿Por qué no me lo dijiste cuando sucedió por primera
vez?
—No lo sé —admitió en voz baja—. Debí haberlo hecho. No quiero
ponerlos en peligro a ustedes. Te juro que no lo estoy haciendo a propósito.
Su silencio sobre lo que sucedía era debido a que trataba de
protegernos; a Dee. A mí. ¿Y temía que yo pensara que lo hacía a
propósito? Maldición. Eso me dio justo en los sentimientos. Un golpe
jodidamente directo. Mi visión cambió, llenando la habitación con una luz
blanquecina. —Sé que no estás haciendo nada a propósito. No hubiera
pensado en eso.
Su pecho se elevó con fuerza mientras le sostenía la mirada. Pasó un
momento y dije—: No sé si eso fue un producto de mi curación en ti por
esas veces o cuando te conectaste con nosotros durante el ataque de
Baruck. De cualquier manera, es obvio que estás usando algunas de mis
habilidades. Nunca he oído hablar que esto haya ocurrido antes.
—¿Nunca? —susurró.
—Nosotros no curamos humanos. —Fruncí los labios, pensando en el
momento en que Dawson volvió a casa con sangre en su ropa
desgarrada. No era suya. Bethany. ¿Algo le sucedió a Bethany y él la
sanó? Esta no era la primera vez que me preguntaba acerca de ello, pero,
¿qué si lo hizo? ¿Importaba? Sacudí la cabeza—. Siempre he pensado que
tenía algo que ver con la exposición de nuestras habilidades, pero ahora
me pregunto si es más que eso. Si la verdadera razón es porque nosotros…
cambiamos a los humanos.
Tragó. —¿Así que me est oy convirtiendo en un alienígena?
Mis labios temblaban. —Kitten…
—¿Cómo podemos detener esto?
No tenía ni idea, y no era como si pudiera preguntarle a alguien,
pero se me ocurrió algo. Nuestros corazones latían al mismo ritmo. Era un
hecho. De alguna manera, ella utilizaba algunas de mis habilidades. ¿Qué
tan conectados estábamos? Me puse de pie. —Quiero probar algo, ¿de
acuerdo?
Sus cejas se levantaron. —Está bien.
Cerré los ojos y me liberé de mi forma humana. Unos segundos más
tarde, me encontraba completamente en modo Luxen, iluminando la
habitación con una luz blanca y roja. Me acerqué a ella mentalmente. Di
algo para mí.
Miró a su alrededor. —Eh, ¿hola?
Me reí. No así. Dime algo, pero no en voz alt a. Como lo que pasó en
el claro. Tú me hablast e ent onces.
Sus ojos se abrieron de par en par ante esto. Era algo sobre lo que
ninguno de los dos hablaba. Por otra parte, rara vez teníamos tiempo para
hablar. Ya sea que estuviéramos discutiendo… o besándonos. Unos
momentos pasaron, y luego escuché su voz en mis pensamientos, suave y
dulce.
Tu luz es muy bonit a, pero me est á cegando.
Jadeé. No hubo ninguna interrupción. Todavía podemos
escucharnos. Cambié de nuevo en mi forma humana, inquieto. —Así que,
¿mi luz te cegaba, eh?
—Sí, lo hacía. —Jugueteó con la cadena alrededor de su cuello—.
¿Estoy brillando ahora?
Por lo general, ocurría cuando nos encontrábamos en nuestra
verdadera forma, dejando un rastro muy leve detrás, casi imperceptible,
pero no había nada alrededor ella. Oh, hombre. —No.
—¿Por qué todavía puedo escucharte? —preguntó—. Actúas como
si no debiera.
—No deberías, pero seguimos conectados.
—Bueno, ¿cómo hacemos para no estar conectados?
—Es una buena pregunta. —Levantando los brazos, me estiré
mientras echaba un vistazo alrededor de la habitación. Mis cejas se
elevaron—. Hay libros por todas partes, Kitten.
—Eso no es realmente importante en estos momentos.
Extendí una mano, con ganas de distraerla por unos momentos.
Podía sentir con cuánta rapidez latía su corazón. Un libro voló desde el
brazo del sofá hacia mi mano. Dándole la vuelta, leí rápidamente el lomo.
—¿Su toque mata? En serio, ¿qué es esto que estás leyendo?
Se levantó de un salto de la silla, arrebatándome el libro y
sosteniéndolo cerca de su pecho. —Cállate. Me encanta este libro.
—Ajá —murmuré.
—Bueno, volvamos a las cosas importantes. Y deja de tocar mis libros.
—Lo colocó de nuevo en donde lo encontré—. ¿Qué vamos a hacer?
La miré. —Voy a averiguar lo que está pasando contigo. Sólo dame
algo de tiempo.
Asintió, mordisqueándose el labio inferior. —Te das cuenta de que
todo esto es porque tu…
Arqueé una ceja, esperando a que dijera lo que sabía que diría.
—Es porque de repente te gusto —terminó.
—Estoy bastante seguro de que me gustabas antes de esto, Kitten.
—Bueno, tenías una tremenda manera de demostrarlo.
—Es cierto —admití—. Y ya he dicho que siento la forma en que te
traté. —Enderecé los hombros—. Siempre me gustaste. Desde el momento
en que me enseñaste el dedo medio.
—Pero no empezaste a querer pasar tiempo conmigo hasta después
del primer ataque, cuando me curaste. Tal vez ya estábamos empezando
a, como… transformándonos juntos o lo que sea.
Fruncí el ceño. —¿Qué pasa contigo? Es como si trataras de
convencerte de que no es posible que me gustes. ¿Eso hace que sea más
fácil decirte a ti misma que no tienes sentimientos por mí?
—Me trataste como a un estorbo por meses. Lamento si me es difícil
creer que cualquier cosa que tú sientas es real. —Se sentó en el sofá—. Y
no tiene nada que ver con lo que yo sient o.
Mis hombros se tensaron cuando me acordé de ese tipo. —¿Te gusta
ese chico con el que estabas?
—¿Blake? No lo sé. Es agradable.
—Se sentó con ustedes hoy en el almuerzo.
Arqueó una ceja. —Porque no había un asiento libre y es un mundo
libre donde las personas pueden elegir dónde quieren sentarse.
—Había asientos libres. Pudo haberse sentado en cualquier otro lugar
de la cafetería.
Kat no respondió de inmediato. —Está en mi clase de biología. Tal
vez sólo se sentía a gusto conmigo, porque los dos somos alumnos nuevos.
Oh, no me gustaba cómo sonaba esto. Se encontraba dispuesta a
aceptar que un chico desconocido simplemente se sintiera cómodo a su
alrededor cuando pensaba que había un millón de razones nefastas del
por qué yo me interesaba en ella. ¿Qué demonios? —Se quedó mirándote.
Y, obviamente, quería pasar tiempo contigo fuera de la escuela.
—Tal vez le gusto —dijo, encogiéndose de hombros—. Lesa lo invitó a
la fiesta del viernes.
Un músculo se contrajo en mi mandíbula. —No creo que debas estar
cerca de él hasta que no sepamos qué pasa contigo moviendo cosas. —
Parte de ello era de hecho una declaración válida, pero podía admitir
completamente que lo utilizaba como la excusa perfecta para sacar al
imbécil de la foto—. Tú haciendo esa cosa con la rama fue solo un
ejemplo. No podemos permitir que se repita.
—¿Qué? ¿Se supone que no deba salir o estar con nadie ahora?
Sonreí. —Cualquier persona humana, sí.
—Como sea. —Kat se puso de pie, y un mechón de cabello cayó
sobre su mejilla—. Esta es una conversación estúpida. No estoy saliendo
con nadie de todos modos, pero si lo fuera, no me detendría sólo porque
tú lo dices.
—¿No lo harías? —Atrapé ese maldito mechón de cabello y lo
coloqué detrás de su oreja—. Tendremos que ver eso.
Ella dio un paso a un lado, mant eniendo la distancia entre nosotros.
—No hay nada que ver.
Desafío llenó todo mi ser. —Si tú lo dices, Kitten.
Cruzando los brazos sobre su pecho, me miró. —Esto no es un juego.
—Lo sé, pero si lo fuera, ganaría. —Me moví alrededor de la
habitación y luego me detuve. La observé agarrarse el cabello y empezar
a retorcerlo nerviosamente. Se sentía estresada. Comprensible. Le hice
algo, tal vez de forma irrevocable, como lo temí cuando se enfermó. Por
alguna razón, mientras la miraba, pensé en lo que escuché en el almuerzo.
Mis manos se cerraron en puños. Lo último que necesitaba era
preocuparse sobre la mierda que Simon arrojaba sobre ella.
—Por cierto —dije—, he oído lo que Simon ha estado diciendo.
Rubor cubrió su rostro. —Sí, es un idiota. Creo que son sus amigos. En
realidad, me pidió disculpas, y luego, cuando aparecieron sus amigos, les
dijo que yo intentaba rogarle.
Mis ojos se estrecharon. —Eso no está bien.
—No es gran cosa —dijo, bajando la mirada.
—Tal vez no para ti, pero lo es para mí. —Hice una pausa, cuadrando
los hombros—. Yo me ocuparé de ello.
Kat se dejó caer en el sofá, de espaldas a mí. —Siempre haces eso,
¿no?
—¿Hacer qué?
Elevó un hombro. —Hacerte cargo de las cosas.
Caminé hacia el sofá en silencio.
Me miró a través de las pestañas. —Te hiciste cargo de las cosas
después de… después de lo de Dawson. Te hiciste cargo de mis cosas,
antes y después de que descubriera la verdad. ¿Y ahora? Lo harás de
nuevo.
—Yo… no lo veo de esa manera.
—Por supuesto que no. —No había un ápice de rencor en su voz. Su
frente se arrugó mientras abría las manos y las giraba para colocar las
palmas hacia arriba. Las miró—. Es sólo que tiene que ser una gran
responsabilidad.
Mi boca se encontraba abierta y sin palabras.
Lentamente, elevó la mirada hacia la mía mient ras sus dedos se
cerraban, presionados contra su palma. —Yo sólo… sé que no necesitas
esto, lo que sea esto conmigo, y lo…
—No te disculpes —dije con dureza. Sus ojos se abrieron
ampliamente—. No has hecho nada malo, Kat. Nada. Salvaste la vida de
Dee. Salvaste mi vida, y a cambio, he hecho… ni siquiera sé lo que te he
hecho.
Su cabeza se inclinó hacia un lado. —No lo hiciste a propósito.
—¿Importa mi falta de intención? —le pregunté, cien por ciento
serio.
Espesas pestañas bajaron, protegiendo sus hermosos ojos grises. —
Supongo que no, pero… pero sé que me ayudarás.
Eso era verdad. Quería ayudarla; la ayudaría, pero lo más
importante, quería que Kat confiara en mí. Ahora, más que nunca, ella lo
necesitaba, porque tenía la sensación de que detener esa rama y mover
un vaso de té sin tocarlo, era sólo la punta del iceberg.
9
Traducido por Victoria.
Corregido por Sahara
***
Era ext raño que, con todo lo que ocurría con Kat, pasé varias horas
después de la escuela el viernes colgando cerca de un millón de lámparas
de papel. Mover los muebles del lugar no nos tomó a Dee y a mí ningún
tiempo. Un movimiento de muñeca, y las mesas se encontraban alineadas
contra la pared. Ella había gastado una pequeña fortuna en calabazas y
velas de especias, y la casa olía a otoño derramado por todas partes.
Dee se encontraba zumbando con alegría, el entusiasmo tarareaba
a través de ella, y realmente esperaba por ella que nada loco pasara esta
noche. No era como que no pudiéramos controlarnos a nosotros mismos,
pero aparte de Kat y... y de Bethany, no teníamos seres humanos en
nuestra casa. En verdad no quiero ahora a un enorme montón de seres
humanos allí, y Lydia u otro anciano probablemente iba a hacernos otra
visita después de este fin de semana, pero Dee quería esto.
Así que yo lo quería para ella.
Adam y otro par habían comenzaron a llegar en el momento en que
subí y me di una ducha rápida. Mientras me ponía un par de vaqueros que
cogí de la cesta de ropa, pude escuchar el zumbido de voces y risas
abajo.
Esta noche iba a ser muy larga.
Restregando una toalla por mi pelo mojado, abrí la puerta del baño
y salí. Mi habitación no lucía como la dejé. Principalmente el gran cambio
era el hecho de que no se encontraba vacía.
Ash se hallaba apoyada en mi cabecera, con las piernas estiradas
delante de ella, cruzadas en los tobillos. Y eso era un montón de piernas. Su
vestido era solo una camisa de gran tamaño. No es que me estuviera
quejando. Era una bonita vista.
Pero ella no pertenecía a mi cuarto, a mi cama.
Suspirando, arrojé la toalla en el respaldo de la silla de mi escritorio.
—¿Qué estás haciendo aquí, Ash?
Un hombro se levantó mientras su mirada azul brillante vagó sobre mi
pecho desnudo y luego bajó. No es como si no hubiera visto nada de esto
antes. —Quería ver si necesitabas ayuda.
Mis labios temblaron mientras caminaba hacia mi armario. —¿Con
qué?
—Cualquier cosa que puedas necesitar.
Alcé una ceja mientras sacaba una vieja camiseta del suelo. Se veía
limpia. —No hay nada que necesite. —Para aclarar, nada de lo que yo
necesitaba estaba en esta habitación—. Pero gracias por el…
Mientras me di la vuelta, Ash había salido de la cama y se hallaba
justo en frente de mí. Me arrebató la camisa de la mano y la arrojó sobre su
cabeza. Empecé a fruncir el ceño, pero ella plantó ambas manos en mi
pecho y empujó; empujó fuerte. Mi espalda golpeó la pared.
Ash era fuerte, muy fuerte, y si alguna vez te olvidas de eso, quizás te
terminen pateando el culo desde aquí a Maryland.
O malt rat ado.
Ja.
—Te he echado de menos —dijo, su mirada siguiendo el camino de
sus manos, que estaban horriblemente cerca del botón de mis pantalones
vaqueros—. Bueno, he echado de menos ciertas partes de ti, y pensé que
ya que estás aquí y yo estoy aquí, podríamos hacer est a fiesta un poco
más... —Se mordió el labio inferior mientras me miraba a través de sus
pestañas—. Interesante.
—Ash... —La agarré por las muñecas, estirando sus manos lejos de mí.
Ella se resistió, y aunque era fuerte, yo lo era más. Sus ojos se est recharon
mientras alzaba su barbilla—. Tan tentadora como es la oferta, y en verdad
lo es... —dije, y eso era cierto. Yo era un hombre, y Ash era increíblemente
sexy, y también sabía exactamente lo que esta chica tenía que ofrecer, y
era mucho—. Pero voy a tener que pasar.
Se inclinó, sus piernas rozando las mías. —¿De verdad?
—De verdad. —Suavemente, la guié hacia atrás unos cuantos pasos
y luego la esquivé. Inclinándome, agarré mi camiseta del suelo y me la
puse sobre la cabeza.
Ash me miró un momento y luego se echó a reír. —Bueno, mierda,
acabo de perder una apuesta.
Enderezando el dobladillo de mi camisa, fruncí el ceño. —¿Que
apuesta?
—Andrew está convencido de que estás loco por esa chica —dijo, y
podía asumir que “esa chica” era el código para “Kat”—. Y yo le dije que
no eres tan estúpido.
—Oh, ¿en serio? —Me crucé de brazos.
—Entonces le dije que podía probar que no te gustaba esa chica
humana.
Mis cejas se levantaron. —¿Has hecho una apuesta con tu hermano
para acostarte conmigo? Eso es un poco inquietante en un centenar de
niveles diferentes.
Ash ignoró eso rodando los ojos. —Al parecer me equivoqué. —Se
dejó caer en el extremo de la cama—. Él tiene razón.
—¿Y por qué crees que tiene razón.
Se miró a sí misma y luego me inmovilizó con una mirada aturdida. —
¿En serio? ¿Vas a pasar de esto? Estás jodido.
La miré fijamente y luego reí. —Linda lógica la que tienes allí.
—Puedes reír todo lo que quieras, pero estás jodido, y no, no estoy
hablando del hecho de que acabas de pasar de est o. —Cruzó las piernas
y suspiró—. Lo que está sucediendo con ella es por lo que estás jodido.
Suspiré. —Ash…
—Es humana, Daemon. Lo entiendes, ¿verdad? Y sí, ella sabe lo que
somos y le parece bien. Te salvó la vida y vamos a darle una maldita
medalla de oro, pero eso no cambia el hecho de que ella sea humana —
continuó, encontrándose con mi mirada—. ¿Crees que tienes un futuro con
ella? ¿Que los ancianos van a dejarte en paz? ¿Qué al DOD le va a
parecer bien que hagas un futuro con un ser humano? ¿Crees que Kat va
a estar feliz viviendo una mentira toda su vida? Porque eso es lo que va a
hacer falta para que esta relación funcione. Es decir, si ambos no terminan
muertos a causa de ello.
Para ser honesto, no había llegado tan lejos, pensar en el futuro.
—¿Sabes qué otra cosa no cambia? Ella está abajo ahora mismo
con un chico humano.
Mi mirada se agudizó mientras exhalaba lentamente. No dije nada,
porque todo lo que implicaba era una atrocidad de malas palabras.
Deslizando mis pies en un par de viejas chanclas de cuero, empecé a abrir
la puerta.
—No voy a ayudart e a hacer esto —advirtió.
Abrí la puerta, y las risas de la planta baja se hicieron más fuerte. —
No necesito tu ayuda.
—Daemon…
Mirándola por encima del hombro, sonreí levemente. —Pero aprecio
que te importe lo suficiente como para ofrecerlo, y lo digo en serio. —
Sostuve su mirada, esperando que lo entendiera—. De verdad.
Ash rodó los ojos de nuevo.
Al salir de mi habitación, me encaminé por el pasillo. Música y voces
flotaban a la deriva. En la parte superior de la escalera, sentí el cosquilleo
cálido en mi nuca. Kat se encontraba aquí, y todo lo que Ash había dicho
de nosotros, de un futuro entre nosotros, era totalmente cierto.
Pero eso no cambiaba lo que quería.
No cambiaba nada, aunque debería.
Yo era tan tonto como Dawson.
Dando dos pasos a la vez, vi a Kat en el momento en que el vestíbulo
apareció a la vista. Se hallaba en la puerta con el idiota pelo-de-bronce. Él
le sonreía mientras alzaba la mirada. Nuestras miradas se encontraron. Le
sonreí, y su sonrisa lentamente dejó su cara.
Kat se volvió, y su mirada encontró la mía, e inmediatamente perdí la
capacidad de recordar cómo conseguir que mis pulmones funcionasen.
Mierda, ¿qué llevaba puesto?
Era un vestido negro ajustado en el pecho y luego suelto hasta las
rodillas. Llevaba una especie de suéter rojo sobre el v estido, abotonado,
pero no hizo nada para distraer la atención de las suaves olas atrayendo
mi atención.
Mierda, ese vestido...
Quería quitárselo con los dientes.
Por el rabillo del ojo vi que alguien se me acercaba, pero por alguna
razón se detuvo. Tal vez sentían que no debían interponerse entre lo que
tenía puesto, mis ojos y yo. Me aparté un mechón de pelo de los ojos, y mis
labios formaron una sonrisa lobuna cuando alguien mencionó justo lo que
pensaba. Que parecía que estaba en pie de guerra.
En cierto modo era cierto.
Bordeando grupos de gente que sólo reconocí vagamente, vi que la
mano del imbécil se hallaba colocada en algún lugar detrás de Kat. Me
detuve frente a ellos, diciéndome a mí mismo de no romperle el brazo. Kat
no sería feliz por eso. —Hola, chicos…
—Creo que no tuvimos la oportunidad de presentarnos la otra
noche, en el restaurante. Mi nombre es Blake Saunders. —Ofreció su mano
libre.
Eché un vistazo a la mano de Blake y luego volví mi atención a Kat.
—Sé quién eres.
Ella era todo ojos grises. —Él es Daemon Black.
La sonrisa del imbécil vaciló. —Sí, yo también sé quién es.
Riendo entre dientes, me enderecé por completa, poniéndome una
buena cabeza más alto que el tipo. —Es siempre lindo conocer otro fan.
Él negó con la cabeza y luego se v olvió hacia Kat. —Bueno, necesito
ponerme en marcha.
Ella sonrió tímidamente. —Bueno. Gracias por… todo.
¿Todo? ¿Qué demonios quería decir con eso? Mejor aún, ¿en serio
se inclinaba hacia ella mientras yo me encontraba de pie aquí? Sí. Así era.
El chico deseaba morir. Crucé los brazos sobre mi pecho mientras lo
observaba abrazarla con rigidez.
Entonces Kat lo besó en la mejilla.
Me aclaré la garganta.
El imbécil se retiró, riendo suavemente. —Te llamo. Comportarte.
—Siempre —dijo ella, dejándolo ir.
Él me sonrió y luego salió por la puerta, obviamente, no intimidado.
Jugueteando con el collar, Kat me miró con el ceño fruncido. —
Sabes, no podrías ser más imbécil incluso si trataras.
Arqueé una ceja. —Pensé que te había dicho que no salieras con él.
—Pensé que te había explicado que sólo porque tú lo digas no
significa que lo haré.
—¿Lo hicist e? —Mi mirada siguió la obsidiana, donde se ubicaba en
un lugar muy feliz. Bajé la cabeza a la de ella—. Te ves realmente linda esta
noche, Kitten.
Ella se tomó un momento para responder. —Creo que Dee tuvo sus
manos ocupadas, pero hizo un gran trabajo decorando la casa.
—No dejes que te engañe haciéndote creer que hizo todo esto sola.
Ella me reclutó desde el momento en que llegué a casa.
—Oh. —La sorpresa cruzó su rostro—. Hicieron un gran trabajo.
Intenté, sin éxito, mantener los ojos por encima de su cuello. Mierda,
ese vestido respondió a la pregunta sobre si o no su rubor viajaba al sur
cuando se sonrojaba. Lo hacía. —¿De dónde sacaste este vestido?
—Tu hermana —respondió sin rodeos.
Bueno, diablos. Con el ceño fruncido, me estremecí con la imagen
mental de mi hermana usando el mismo vestido.
—No sé qué decir sobre eso.
—¿Decir sobre qué, cariño?
Me puse rígido ante el sonido de la voz de Ash. Un segundo después,
ella tenía su brazo alrededor de mi cintura. Mi instinto demandaba que lo
quitara, pero, de nuevo, ¿no acababa de presenciar a Kat besando al
imbécil? Fue en la mejilla, pero aun así. Bajando las pestañas, miré a Kat
mientras Ash ajustaba la parte delantera de su cuerpo contra mi costado.
Breve, pero lo noté, un destello de ira, un ligero oscurecimiento en sus
ojos mientras miraba a Ash. La ira sólo podía existir si había celos, ¿y si Kat
estaba celosa...?
Sonreí perezosamente.
—Ese es un bonito vestido. Es de Dee, ¿cierto? —preguntó Ash—.
Creo que lo consiguió cuando fuimos juntas de compras, pero usualmente
se ve más suelto en ella.
Maldita sea. Empecé a responder, pero Kat le espetó directamente,
lo que debí haberlo sabido. Ella no necesitaba que la defendiera siempre.
—Creo —dijo—, que se te olvidó usar unos jeans o la parte inferior de t u
vestido.
Ash sonrió, pero luego se volvió hacia mí. —Cariño, saliste corriendo
tan rápido. Tuve que buscarte en todo el piso de arriba. ¿Por qué no
regresamos a tu habit ación y terminamos lo que empezamos?
Oh, maldita sea todo el infierno. Exhalé por la nariz cuando salí del
abrazo flojo de Ash. Eché un vistazo a Kat, y esa ira... se había ido, y había
otro brillo demasiado rápido de emoción antes de que ella alzara las cejas
hacia mí. Antes de que pudiera decir una palabra, se dio la vuelta,
deslizándose entre una pareja que parecían estar a segundos de quedarse
embarazados, y dos chicas riendo.
—Kat —grité.
Ella siguió su camino, con la espalda rígida de manera poco natural.
Maldiciendo en voz baja, mire a Ash. —¿En serio?
Su sonrisa era petulante. —Te dije que no te iba a ayudar.
—Eso no era necesario, y lo sabes. —Empecé a ir tras Kat y di un par
de pasos antes de detenerme. Torciendo hacia un lado, agarré al tipo que
se ponía manos a la obra con una chica en mi sofá. Tiré de él y le di la
vuelta. Era Donnie, de último año, como yo.
—¿Pero qué…? —Donnie se interrumpió en el momento en que se
dio cuenta de quién era.
Lo empujé hacia atrás, ahorrándole a la chica una breve mirada. —
Aquí no. Nunca. ¿Entiendes?
—Entiendo —respondió él.
Dejando ir a Donnie, me alejé lo más que pude de la cocina antes
de que Ash me alcanzara. Ella se lanzó en frente de mí. —De acuerdo —
dijo—. Quizás eso fue demasiado lejos.
—¿Tú crees? —Fruncí el ceño mientras le daba un vistazo a mi
hermana. Se encontraba con Carissa y Lesa, pero era la forma en que
Adam frotaba su brazo lo que atrajo mi atención.
Ash palmeó sus manos delante de mí. —Pero no viste lo que yo vi,
¿cierto? Ella besó a ese tipo…
—En la mejilla —gruñí.
—Como si eso fuera una diferencia. —Meneó las cejas—. Y él es un
poco sexy.
—Ash…
—Está bien, muy sexy.
Lesa pasó junto a nosotros, pasándose la mano por su cabello rizado.
—¿Quién es sexy? ¿Tú? —Sonrió descaradamente—. Sí. Lo eres.
—Blake también es sexy —añadió Ash, e incliné la cabeza a un lado,
mirándola fijamente—. ¿O no, Carissa?
Lesa frunció el ceño. —Sí, Blake también es sexy. Por cierto —
gesticuló hacia su pecho con su vaso rojo—, soy Lesa.
Ash se encogió de hombros mientras halaba al dobladillo de su
vestido.
—Lo que sea.
La chica humana miró a Ash. —De acuerdo. No es como si nos
viéramos diferentes. Soy blanca con un asombroso toque hispano, y
Carissa es medio negra y medio asiática. Es un poco difícil llegar a
confundirnos.
Bueno, Lesa tenía razón, y esto se volvió verdaderamente incómodo,
y Ash siguió mirándola, aparentemente obvia. —De todas formas —Lesa
arrastró las palabras—, ¿por qué hablamos sobre lo apuesto que es Blake?
No es que me importe hablar acerca de eso.
—Estuvo aquí con Kat. —La mano de Ash se lanzó hacia afuera, y
cogió un vaso del agarre de una persona al azar. Miró el contenido—. Ella
lo besó.
—En la mejilla —repetí.
Lesa sonrió. —Yo lo besaría totalmente en otro lugar.
La miré.
—Y a ti también —añadió con rapidez, y fruncí el ceño. Ella se rió—.
Bueno, si no tuviera novio, claro.
—Eh, es bueno saberlo. —Mi corazón comenzó a golpear como si
hubiera corrido un kilómetro. La preocupación floreció en mis entrañas—.
¿Has visto a Kat?
Lesa tomó un sorbo de su bebida. —Salió para tomar un poco de
aire fresco. No se veía muy feliz.
—Hmm —murmuró Ash.
En verdad iba a cerrarle la boca con cinta adhesiva. —Gracias —le
dije a Lesa y luego le lancé a Ash una mirada que le advertía de no
seguirme.
Fue Lesa la que me detuvo esta vez en la puerta trasera. Colocó su
mano en mi brazo, y cuando la miré, había sinceridad grabada en su
expresión. —Dios, ella va a matarme por decir esto —dijo—, pero a Katy le
gustas. Le gustas de verdad. Solo recuerda eso.
La esquina de mi labio se torció. —Lo sé.
El aire frío de la noche me bañó. La puerta se cerró, silenciando
algunos de los sonidos. Bajando de la cubierta, me abrí paso entre las
casas. No parecía que ella estuviera en la suya. Deteniéndome cerca del
pórtico, escaneé las filas infinitas de coches. Llegaban hasta la casa vacía
al final de la calle.
Volví a mirar la casa de Kat. Era algo bueno que su madre trabajara
esta noche.
¿Su madre también estaría trabajando en su cumpleaños; mañana?
Por lo que pude reunir, normalmente trabajaba los sábados por la noche.
La idea de que Kat pasara su cumpleaños sola no me sentó muy bien. Pero
ese no era el problema en este momento. ¿A dónde en el mundo pudo
haber…?
El sonido distante de césped aplastado me detuvo. Mis ojos se
entornaron. Un par de puertas de automóviles se cerraron, pero el sonido
fue lejano. Caminé más allá de los coches y casi medio camino a la
entrada, mi nuca comenzó a cosquillear.
Bingo.
Kat se encontraba cerca de la casa vacía.
Me abrí paso por el área arbolada y luego tomé velocidad, saliendo
por la parte trasera de la casa. Bajé la velocidad cuando la vi caminando
de regreso. Empujando a un lado una rama que colgaba baja, me detuve
fuera del bosquecillo. —¿Qué estás haciendo aquí afuera, Kat?
Sus hombros se hallaban encorvados. —Hice estallar un montón de
ventanas.
—¿Qué? —Me acerqué—. Estás sangrando. ¿Qué ocurrió? —Hice
una pausa—. ¿Dónde están tus zapatos?
Bajó la mirada a sus pies. —Me los quité.
Me lancé a su lado, viendo diminutos pedazos de vidrio colgando de
su suéter. Comencé a recogerlos.
—Kat, ¿qué…?
Levantando la cabeza, tomó una respiración. —Estaba caminando y
me encontré con Simon…
—¿Él te hizo esto? —Mis manos se quedaron quietas, y juré por t odas
las estrellas en el cielo que alguien iba a terminar muerto al final de la
noche.
—No. ¡No! Yo me encontré con él, y estaba molesto contigo. —Sus
ojos hallaron los míos—. Dijo que tú le diste una paliza.
—Sí, lo hice. —Y tenía la sensación de que iba a hacerlo de nuevo.
—Daemon, no puedes golpear a los chicos sólo porque hablen mal
de mí.
—En realidad, sí puedo. —Reuniendo todos los cristales que pude ver,
bajé las manos a mis lados—. Se lo merecía. No voy a mentir. Lo hice
porque no me gust ó lo que él andaba diciendo. Era una mentira. Sabía lo
que hizo, lo que intentó hacer, y retorció la verdad en cuanto a ti. —Mis
manos se volvieron puños mientras mi mirada se dirigía a los árboles—. No
voy a dejar que esa basura humana hable de esa manera de ti,
especialmente él o sus amigos.
—Guau —murmuró—. No creo que debería decirte gracias, porque
eso parece mal, pero, eh, gracias.
—De todos modos, eso no es importante. ¿Qué ocurrió?
Tomó varias respiraciones profundas, y luego salió en una ráfaga. —
Solo necesitaba aire fresco, así que vine aquí y empecé a caminar. No lo
sé. Me molest é y me sentía… simplemente me sentía tan molesta, y estoy
frustrada, porque no sé qué está pasando conmigo. —Su voz empezó a
elevarse—. Y lo siguiente que sé, es que la ventana detrás de mí estalló, y
sé que fui yo. Lo hice de alguna manera, y Simon, oh, por Dios, se
encontraba afuera. En verdad no sé qué hacía. Se hallaba muy borracho,
pero me vio hacerlo. Enloquecí y destrocé otra ventana. No quise hacerlo
a propósito. De verdad que no, Daemon. Yo…
Con mi pecho dolorido, envolví mis brazos alrededor de ella y la llevé
contra mi pecho. No se resistió, enterrando su cara contra mí. Bajé la
barbilla sobre la cima de su cabeza y la sostuve con fuerza. Su corazón
golpeaba. Al igual que el mío, lo que explicaba por qué había comenzado
a hacer eso en la cocina.
—Sé que no lo hiciste a propósito, Kitten. —Presioné mi mano contra
su espalda, frotando en un círculo mientras mi mente daba vueltas con un
nuevo problema—. Simon estaba borracho, así que hay una gran
posibilidad de que ni siquiera lo recuerde. Y si lo hace, nadie le creerá.
—¿Eso crees? —susurró.
—Sí. —Me alejé, bajando la cabeza para que estuviéramos ojo con
ojo—. La gente pensará que está loco. Nadie le creerá, ¿de acuerdo? Y si
comienza a hablar, yo voy a…
—No harás nada. —Se alejó para liberarse, tomando otra respiración
profunda—. Creo que ya has traumatizado al chico de por vida.
—Obviamente no —murmuré—. ¿Pensabas regresar aquí? Estabas
molesta. ¿Por qué?
Kat me miró un momento y luego se dio la vuelta. Comenzó a
caminar de regreso, a través del bosque.
Y aquí nos encontrábamos, de vuelta al tratamiento del silencio. La
alcancé fácilmente. —Kat, habla conmigo.
Sostuve una rama fuera del camino para ella. —Puedo regresar a
casa sin tu ayuda, muchas gracias.
—Espero que así sea —dije secamente—. Est á justo allí.
—¿No deberías estar besuqueándote con Ash justo ahora?
Casi dejé de caminar cuando me di cuenta. —¿De eso se trata todo
esto?
—No. —Caminaba más rápido—. Esto no tiene nada que ver
contigo… ni con ella.
—Estás celosa. —Una extraña felicidad me invadió—. Estoy a punto
de ganar esta apuesta.
Se lanzó hacia adelante. —¿Yo? ¿Celosa? Te estás volviendo loco.
No soy yo quién intentó asustar a Blake.
Tomé el brazo de Kat, deteniéndola justo cuando su pórtico estuvo a
la vista. —¿A quién le importa Ben?
—Blake —corrigió ella.
—Como sea. Pensé que yo no te gustaba.
Su mano se volvió un puño. —Tienes razón. No me gustas.
Y la felicidad fue derrotada como la tiza en un aguacero. —Estás
mintiendo… tienes las mejillas sonrosadas.
Su boca se abrió y ent onces todo salió. —¿Me besabas hace unos
días y ahora estás divirtiéndote con Ash? ¿Eso es lo que normalmente
haces? ¿Saltas de chica en chica?
—No. —Dejé caer su brazo, en realidad ofendido—. Eso no es lo que
hago. No lo hice.
—Sí, odio tener que decírtelo, pero es lo que estás haciendo —
respondió, con el ceño fruncido, y luego sacudió la cabeza—. Dios, estoy
siendo tan quejumbrosa. Olvida lo que he dicho. Puedes hacer lo que
quieras y no tengo ningún derecho…
—De acuerdo. No tienes idea de lo que sucedía entre Ash y yo. Solo
íbamos a hablar. Solo jugó contigo, Kat.
—Como sea. —Se dio la vuelta, hablando de nuevo—. No estoy
celosa. No me importa si tú y Ash hacen bebés alienígenas juntos. No me
importa. Y honestamente, si no fuera por esta estúpida conexión, ni siquiera
disfrutarías besarme. Es probable que ya no lo hagas.
Incapaz de creer lo que escuchaba, me moví alrededor de ella,
deteniéndola. —¿Crees que no me gusta besarte? ¿Qué no pienso en ello
cada segundo desde entonces? Y sé qué te pasa lo mismo. Admítelo.
Su pecho se elevó. —¿Cuál es el punto de esto?
—¿Lo sientes? —demandé, queriendo… necesitando que lo admit a.
—Oh, por el amor de Dios, sí, lo siento. ¡Lo hago! —gritó—. ¿Quieres
que lo escriba también? ¿Te envío un e-mail o un mensaje de texto? ¿Eso
te haría sentir mejor?
Arqueé una ceja, levemente apaciguado. —No necesitas ser
sarcástica.
—Y tú no necesitas estar aquí. Ash está esperándote.
Un gruñido de exasperación salió de mí. —¿De verdad crees que voy
a regresar con ella?
—Uh, sí, lo creo.
—Kat. —Decepcionado, sacudí la cabeza. ¿En serio pensaba eso?
¿Después de todo lo que habíamos pasado, todo lo que compartimos, de
verdad pensaba que estaría interesado en Ash?
—No importa. —Pasó los dedos a través de su cabello, alejándolo de
su rostro—. ¿Podemos olvidar esto? ¿Por favor?
Levantando la mano, pasé un dedo por mi ceja. La decepción
quemó y se estableció en mi estómago como crema agria—. No puedo
olvidar esto, y tú tampoco.
11
Traducido por Annie D & Jeyly Carstairs
Corregido por Agus Herondale
***
***
***
***
Ese día, más tarde, lo comprobé con Matthew para ver si oyó algo
acerca de Simon. Ya que él se encontraba entre el personal, imaginé que
podría saber más, pero todo lo que sabía era lo que nosotros sabíamos. Los
padres de Simon reportaron su desaparición la noche anterior. Llevaba sin
ser visto más de setenta y dos horas.
No pasó mucho tiempo antes de que los policías se presentaran.
Interrogaron a todos los estudiantes, sin embargo Kat se hallaba paranoica
sobre el hecho de que nos encontrábamos entre los primeros estudiantes
en ser interrogados. No me sorprendió. Era de común conocimiento que yo
no era un fanático de Simon, pero la policía no parecía demasiado
preocupado por el bienestar de él. Me di cuenta de que pensaban que
huyó.
Archivé en el fondo de mi mente lo que sucedía con Simon, porque
había otras cosas más urgentes que atender. Como que Kat logre
controlar sus nuevas habilidades.
Y cortejarla con café latte, croissant de desayuno de huevo y tocino,
y donas glaseadas. Kat parecía aprobar estas tácticas, porque no se quejó
cuando me presenté en su casa después de la escuela cada vez que no
estaba con Dee y pasaba el rato con ella.
Durante ese tiempo, vimos películas. O ella escribió en su blog.
Compramos comida de Smoke Hole o solo picábamos algo. Quería que se
relaje antes de comenzar a trabajar con ella. Pensé que si se sentía segura,
sería más fácil. Eso significaba que mantuve mi distancia. En su mayor
parte. El imbécil se mantuvo lejos de ella. Sabía que él le enviaba mensajes
de texto y llamaba, pero ya no tenían citas para cenar, y cuando
comencé a comer el almuerzo con ella en la cafetería, sabiamente él
mantenía la boca cerrada.
Sin embargo, tenía un plan para ella el sábado, uno maldit ament e
bueno, pensé.
***
***
—Todos los niños eran básicamente como los X-Men en ese libro que
me dijiste que leyera. Aunque de verdad me gustó —dijo Dee, poniendo la
mano sobre una taza de margarina—. Pero si pudiera elegir un súper
poder, sería la capacidad de leer mentes.
Kat se le quedó mirando mientras mi hermana derretía la taza de
mantequilla con las manos. Lentamente, Kat miró hacia donde me hallaba
inclinado contra el mostrador. Levantó las cejas y luego dijo—: Dee,
básicamente ya eres un mutante. Quiero decir, acabas de derretir
mantequilla con tus manos.
—Sin embargo, no puedo leer mentes, ¿o sí? —Vertió la mantequilla
sobre las papas picadas—. O ver a través de las paredes.
—O controlar objetos —reflexioné, y luego sonreí cuando ambas me
miraron—. Oh, espera, podemos hacer eso.
—No es lo mismo —razonó Dee, ondeando la mano. La bandeja de
papas se elevó y deslizó por la puerta abierta del horno. La puerta se cerró
sin que la tocara.
Kat sacudió la cabeza y dijo—: Esto es tan extraño.
Girando, Dee saltó sobre el mostrador y cruzó los tobillos.
—Dios, ojalá tuviéramos más que una semana libre por Acción de
Gracias.
—Estoy bastante segura de que conseguimos más tiempo libre que
la mayoría —dijo Kat, sentándose en la silla de la cocina. Había venido
justo antes de que Dee quisiera hacer una prueba con las papas de
Acción de Gracias—. En mi antigua secundaria, solo teníamos medio día
del miércoles, y jueves y viernes libres.
—Creo que deberíamos tener dos semanas libres. —Dee ese encogió
de hombros—. Apenas es martes y ya siento que casi se acaba.
Levanté una ceja mientras me apartaba del mostrador.
—Probablemente sea porque dormiste la mitad del lunes y el martes.
—Como sea —dijo, mostrando los dientes al sonreír—. Me estoy
preparando para el viaje de compras del miércoles a la tienda del infierno.
No puedo esperar.
Los ojos de Kat se ampliaron. —¿De verdad quieres ir ahí el día antes
de Acción de Gracias?
Mi hermana, quien estaba loca, asintió. —Me encanta. La gente está
loca, corriendo por ahí y agarrando cosas. Me encanta la emoción.
—Apuesto a que también amas las compras del Black Friday.
—Eh, sí. Puedo moverme a la velocidad de la luz. Consigo esas
gangas. —Dee bajó de un salto del mesón—. Voy a darme una ducha. No
te vas luego, ¿cierto?
Kat me dio una miradita. —¿Aún no te has bañado? Son como las
cinco de la tarde.
Una mirada avergonzada cruzó su rostro. —En cierto modo, dormí
hoy, como dijo Daemon.
—Estaré aquí.
Dee me lanzó una mirada de advertencia que decía compórt at e
cuando salió disparada de la cocina. Agarré una soda de cola para Kat y
luego me uní a ella en la mesa.
—Gracias —dijo, tomando la lata y abriendo la tapa. Alzó la mirada
hacia mí y luego, rápidamente la regresó a su lata roja. Kat se había
albergado en su casa desde la noche del sábado. Se sentó, mirando la
puerta de la cocina—. A veces, la única explicación lógica del porqué tu
hermana disfruta las cosas que hace es debido a que es un alienígena.
Me reí mientras estiraba las piernas. —Ni siquiera creo que sea de mi
planeta.
Kat sonrió ante eso. —¿Vas a ir de compras con ella?
Levanté las cejas con sorpresa. —Demonios, no. No me expondría a
ese tipo de tortura. Adam la va a acompañar.
—Apuesto a que es feliz con eso. —Tomó un sorbo y luego alzó una
mano, apartándose un mechón suelto del rostro—. Es lindo que haga eso.
—Sí. —Jugueteé con la lata—. ¿Has estado mostrando alguna
habilidad mutante?
Se quedó mirando la lata y meneó la cabeza. —No.
La miré de cerca, sin estar seguro de creerle o no, pero ¿por qué
mentiría? Conociéndola, probablemente no querría que me preocupara.
—Nada en absoluto.
—No. —Esas gruesas pestañas se levantaron—. ¿Ha venido el DOD
desde el sábado?
—Eso sería un no. —Tomé un trago y luego bajé la lata. Me incliné
hacia delante, descansando un brazo en la mesa—. Entonces, ¿vas a
unírtenos para Acción de Gracias?
Sus labios se curvaron hacia arriba en las esquinas. —Dee me invitó,
pero todavía no estoy segura.
—¿Por qué?
—Es solo… no lo sé. No quiero colarme en todo tu tiempo familiar.
Extendiendo mi brazo, con mis dedos le di golpecitos a los suyos. Me
echó un vistazo a través de sus pestañas. —Sabes que eres bienvenida de
verdad, ¿cierto? No vamos a estar solo Dee y yo.
—Lo sé —dijo—. Los Thompson y el señor Garrison van a venir, pero
son tu familia. Yo no.
Encontré su mirada. —Eres igual de importante para nosotros.
Su mirada se quedó en donde mis dedos tocaban su mano. —Lo
pensaré.
—¿Lo prometes?
Alzó la mirada y sonrió. —Por supuesto.
Aparté el brazo. —Entonces, ¿cómo ha estado Beethoven? ¿Lo has
visto últimamente?
—¿Beethoven? —Se rió con un meneo de cabeza—. Te refieres a
Blake.
—Lo que sea.
—Eres un idiota —dijo, sonriendo ligeramente—. ¿Cómo no puedes
recordar su nombre?
Sonreí con una mueca. —No es tan memorable.
—Ajá.
—¿Y? ¿Lo has visto?
—No —dijo—. Está visitando a su familia durante el descanso de
Acción de Gracias.
—Tal vez seremos afortunados y se quedará ahí —dije.
Rodó los ojos. —Te gustaría.
—Indudablemente.
Kat inclinó la cabeza a un lado. —Ahí están de nuevo los adverbios.
—Oh, tengo más para ti. ¿Qué hay de innegablemente?
¿Inequívocamente?
Me observó por encima de su lata de soda. —No estás tan orgulloso
de ti mismo.
—Desvergonzadamente.
Una risita se le escapó mientras bajaba la lata. —Eso te resume en
una palabra.
—Es una buena palabra. —La observé jugar con la lengüeta de su
lata. Levantó la mirada, y cuando nuestros ojos se encontraron esta vez, no
la apartó. Un largo y tenso silencio se extendió, y pensé en cuán aliviada
estuvo cuando fui a su casa la noche del sábado.
Kat no lo entendía cuando se trataba de todo el asunto de Acción
de Gracias. No creía que perteneciera o fuera parte de nosotros. No tenía
idea de que comenzaba a significar mucho más para mí que…
Bueno, que cualquier otra persona que iba a estar ahí en Acción de
Gracias. Y era peligroso. Potencialmente estúpido. También estimulante.
Emocionante.
***
***
Para el momento en que la tarde del sábado pasó, algo del enojo se
había evaporado. No todo, pero lo suficiente como para que estuviera
seguro de poder estar junto al I mbécil sin asesinarlo. Bueno, casi seguro. No
me sentía de acuerdo con que entrenara a Kat, para nada, pero eso no
quería decir que no estaría allí para supervisarlo.
Mi desconfianza por él crecía cada segundo.
A las cinco, caminé hacia su casa. Su madre ya se había ido. Toqué
en la puerta delantera y unos segundos más tarde, lo que sonaba como
una manada de lobos se acercó. Retrocediendo, fruncí el ceño.
La puerta se abrió de golpe para revelar a Kat. Parecía un poco sin
aliento y sus ojos se veían rojos e inflamados. —Hola —dijo.
Arqueé una ceja. —Parecía que ibas a atravesar la puerta.
Se sonrojó. —Yo, eh, estaba… buscando mi bebida.
—¿Buscando tu bebida?
—La perdí.
Mirando sobre su hombro, vi la bebida sobre la mesa del recibidor.
Sonreí ligeramente. —Está justo ahí, sobre la mesa.
Kat se giró. —Oh. Bien, gracias.
Entré, pasando junto a ella. Deteniéndome unos metros adentro,
metí las manos en mis bolsillos para evitar tocarla, porque tal como ella dijo
en el pasado, tenía problemas con los límites. Recostándome contra
pared, la miré… mirarme. Sangre subía por sus mejillas.
—Kitten…
—¿Daemon?
Mi mirada se deslizó hacia su rostro, deteniéndome en los ojos
inflamados. —Te ves cansada.
Se acercó. —No dormí bien anoche.
—¿Pensando en mí?
Hubo un momento de duda. —Sí.
La sorpresa emergió dentro de mí. ¿Acababa de admitir eso? ¿Los
cerdos iban a comenzar a volar? —Bueno, estuve preparando todo este
discurso sobre como necesitas dejar de negar que consumo cada
pensamiento de vigilia tuyo y persigo tus sueños. Ahora no estoy seguro de
qué decir.
Kat se recostó contra la pared, justo frente a mí. —¿Tú, sin palabras?
Esto tiene que ir a los libros de registro.
Bajé la cabeza y susurré. —No pude dormir anoche, tampoco.
Se movió más cerca, su brazo tocando el mío, y me tensé. —
Anoche…
—Quería disculparme —dije, y sabía que necesitaba hacerlo
después de decirle que era un problema—. Lamento…
Alguien se aclaró la garganta. Mi mirada se elevó. Me encontraba
tan perdido en Kat que no lo escuché entrar por la puerta abierta. El
Imbécil había llegado.
—¿Interrumpo? —preguntó.
—Sí, Bart, t u siempre estás interrumpiendo —respondí.
—Lamento que me tomara t anto tiempo llegar hasta aquí —dijo,
ignorándome mientras miraba a Kat.
—Lástima que no te tomara más tiempo —dije perezosamente—. Y
demasiado mal que no te perdieras o…
—Fuera comido por unos jabalíes salvajes o hubiera muerto en un
terrible accidente de diez autos. Lo entiendo —me interrumpió, y nos pasó
de largo—. No necesitas estar aquí, Daemon, nadie te obliga.
Me volteé, siguiéndolo. —No hay otro lugar donde preferiría estar.
Kat entró en la sala. —Así que… Ehm, ¿cómo vamos a hacer esto?
—Lo que necesitamos hacer primero es descubrir qué es lo que ya
puedes hacer —dijo.
Ella lanzó su cabello hacia atrás, obviament e incómoda mientras la
mirábamos. —Eh, no estoy segura de que pueda hacer mucho.
Sus labios se fruncieron mientras me sentaba en el sofá. —Bueno,
detuviste la rama. E hiciste añicos esa ventana, son dos cosas.
—Pero no lo hice a propósito. —Kat me miró—. Lo que quiero decir es
que no fue un esfuerzo consiente, ya sabes.
—Oh. —Sus cejas bajaron—. Bueno, qué decepcionante.
Mi mirada se deslizó hacia él. —Que gran motivador eres.
Me ignoró. De nuevo. —Así que, ¿han sido estallidos de poder
producidos al azar? —Cuando Kat asintió, se pellizcó el puente de la nariz
—¿Es posible que simplemente desaparezcan? —dijo, sonando
esperanzada.
—Lo habría hecho ya a esta altura. Mira, una de cuatro cosas pasa
después de una mutación, por lo que he podido aprender. —Empezó a
moverse alrededor de la sala—. Un ser humano puede ser curado, y luego
se desvanece después de un par semanas, incluso meses. O un humano
puede ser mutado y eso se adhiere, y desarrollan algunas de las
habilidades de los Luxen… o más. Luego están los que se autodestruyen.
Pero tú ya estas fuera de ese escenario.
—¿Y?
—Bueno, y luego hay humanos que son mutados más allá de lo que
cabría esperar, supongo.
—¿Qué significa eso? —pregunté, mis dedos golpeteando el brazo
del sofá.
Se cruzó de brazos y se balanceó hacia atrás. —Como en el
departamento de imprevisibles aspectos mutantes y es diferente para
cada uno.
—¿Me convertiré en un mutante? —chilló Kat.
Él se rió. —No lo creo.
Mis dedos se detuvieron. —¿Y cómo es que sabes todo esto, Flake?
—Blake —corrigió—. Como dije, he conocido a otros como Katy que
han sido absorbidos por el DOD.
—Ajá. —Sonreí. Este tipo tenía tatuado mentiroso en la frente.
Sacudió la cabeza. —De todos modos, de vuelta a las cosas
importantes. Necesito ver si puedes controlarlo. Si no…
No me gustaba a dónde se dirigía con esa oración; me levanté del
sofá y me moví rápidamente, sólo para recordarle al I mbécil lo que era.
Me encontraba en su cara en menos de un segundo. —¿O qué, Hank?
¿Qué si no puede?
—Daemon. —Kat suspiró—. Primero que nada, su nombre es Blake. B-
L-A-K-E. Y en serio, ¿podemos hacer est o sin ningún momento de hombre
machista? Porque si no, esto tardará una eternidad.
Me giré, clavándola en su lugar con una mirada oscura.
—Lo mejor para empezar con esto es ver si puedes mover algo en
comando. —Se detuvo—. Y creo que podemos ir de allí.
—¿Mover qué? —preguntó Kat .
Miró alrededor del cuarto. —¿Qué tal un libro?
¿Qué libro? Había como un millón en pilas alrededor del cuarto, y
obviamente, Kat tenía un momento difícil tratando de elegir uno, porque el
Imbécil le dijo que se concentrara. Se giró hacia un lado, enfocando su
atención en el sofá. No tenía idea de si miraba los cojines, el libro, el control
o la revista.
Nada pasó.
Y después de tres horas, la única cosa que Kat pudo hacer fue que
la mesa temblara y que tal vez me durmiera.
—Tengo hambre. Estoy cansada. Y he terminado —anunció Kat en
algún momento, y después terminó la afirmación tirando mi pie de la mesa
de café.
El Imbécil alzó las cejas. —Está bien, podemos continuar mañana. No
hay problema.
Ella le lanzó una mirada.
Lo que me hizo sonreír.
Estirando los brazos, bostecé. —Guau, Brad, eres un gran entrenador.
Estoy impresionado.
—Cállate —dijo Kat y luego sacó al I mbécil por la puerta. Me paré y
caminé hacia el pasillo. Hablaban afuera. Escuché, porque no confiaba en
él y además era entrometido.
—Solo quería decir que es bastante genial lo que estás haciendo,
ayudándome. —Escuché que Kat decía.
Oh, olviden esto. No podía escuchar esta mierda. Levanté la mano y
ext endí el dedo medio. Nadie me vio, pero me hizo sentir mejor.
Caminando hacia la cocina, tomé la mayonesa, el jamón y un pan.
Ya casi terminaba cuando Kat entró. —¿Qué estás haciendo? —preguntó.
Ondeé el cuchillo. —Dijiste que tenías hambre.
Se acercó. —Tú… no tenías que hacerme nada. Pero gracias.
—También tenía hambre. —Puse mayonesa en el pan,
esparciéndola. Unos segundos más tarde, tenía dos sándwiches de jamón
y queso. Le entregué uno—. Come.
Kat me miró, y le sonreí antes de tomar un gran bocado del mío.
Mantuve la boca cerrada mientras Kat comía. Cuando terminó, limpió, y
luego fue a lavarse las manos. La seguí, parándome detrás de ella. Puse las
manos a cada lado de sus caderas, mis dedos curvándose en el
mostrador.
—Así que, tuviste una conversación bastante interesante con Butler
en el pórtico.
Se estremeció. —Su nombre es Blake, ¿y escuchas a escondidas
Daemon?
—Sólo mantenía un ojo en las cosas. —Moví la cabeza un centímetro,
pasando la nariz por su cuello. Inhalé su aroma a durazno—. Así que, ¿el
que esté ayudándote es increíble?
—Está poniéndose en riesgo, Daemon. Ya sea que te guste o no,
tienes que darle créditos por eso.
—No tengo que darle nada más que la patada en el trasero que se
merece. —Descansé la mejilla en su hombro—. No quiero que hagas esto.
—Daemon…
—Y no tiene nada con mi disgusto furioso con el chico. —Moví las
manos hacia sus caderas—. O el hecho de que…
—¿De que estés celoso? —dijo, moviendo su mejilla y trayendo sus
labios demasiado cerca a los míos.
—¿Yo? ¿Celoso de él? No. Lo que iba a decir era “o el hecho de
que tiene un nombre estúpido”. ¿Blake? Rima con escamas1. Vamos. —Me
enderecé, jalándola contra mí. Ella no se alejó. En su lugar, se reclinó
contra mí y me pregunté si sus ojos se encontraban abiertos o cerrados—.
Kitten, no confío en él. Todo en él es muy conveniente.
Se soltó y me miró de frente. —No quiero hablar de Blake.
***
20
Traducido por Adriana & Gise
Corregido por Ross Ferrer
***
***
***
***
Por los próximos dos días, alejé a Kat en todo el asunto de acechar a
Vaughn. En navidades, no parecía correcto. Además, Dee me dijo que
Blake pasaba todas las vacaciones de Navidad con su familia. Eso
significaba que Kat debería ser capaz de poder descansar un poco, y que
también que debía dejarla en paz por unos días.
Dee logró convencer a Kat para ir al cine. Adam y, por sorpresa, Ash,
fueron con ellas. Eso me preocupaba un poco, considerando que Ash y
Kat entraban en zona de guerra cada vez que se encontraban cerca, y
quería ir con ellas. Incluso me quedé de pie en el pórtico y vi a Adam, Dee
y Kat irse, pero me quedé. Kat necesitaba el tiempo con Dee. Necesitaba
la normalidad que no tenía… bueno, desde que se mudó aquí.
Así que comprobé la casa de Vaughn, dejando el coche atrás
incluso a pesar que mi piel se sentía congelada para el final de la noche.
Nancy apareció poco después de que Vaughn llegara, y así lo hacía cada
noche, pero no fue hasta el sábado en la noche que mi acecho por fin
produjo frutos. Lo seguí desde su casa a un polígono industrial justo a las
afueras de Petersburg. Desapareció allí por varias horas, y el lugar se
hallaba bien resguardado desde afuera por dos oficiales.
Sabía que escondían algo o alguien allí.
Cuando Vaughn se fue, los oficiales permanecieron afuera. Tomó
todo de mí no embestir hasta allí, pero fui inteligente. Comprobé el lugar
durante los próximos dos días y para la noche de Navidad tenía la
confianza de que los guardias tenían un horario. Había un hueco en el
tiempo, no más de treinta minutos, cuando dejaban el exterior, usualmente
alrededor de las doce y media de la mañana, y solo parecían activos una
vez que llegaba Vaughn.
Adentro era una historia diferente, una que no conocía y que no
conocería hasta que estuviera allí.
Decidiendo hacer mi movida para entrar al edificio el día después
de Navidad, esperé hasta que fueron casi las once antes de salir de casa.
Dee se pasaba todo el tiempo con Adam, así que no debía preocuparme
por ella. Comprobé la casa de Vaughn primero y vi que se encontraba en
casa. Otra camioneta Expedition fue estacionada en la entrada, lo más
probable era que perteneciera a Nancy. Perfecto. Me hallaba a medio
camino al polígono industrial antes de detenerme.
Pensé en Kat.
Maldita sea.
Dándome vuelta, corrí a toda prisa a través del bosque en dirección
contraria, desacelerando solo cuando regresé a mi casa. Me detuve en mi
camioneta y miré a la casa de Kat. Llevarla conmigo era un riesgo, era
demasiado peligroso.
Pero encontrar este almacén no hubiese sido posible si Kat no me
hubiera dicho sobre ver a Bethany. Apartarla de esto parecía incorrecto.
Involucrarla no se sentía mejor.
Me quité la gorra de béisbol de la cabeza y pasé mis dedos por mi
cabello mientras miraba a su casa. Ella quería involucrarse, quería pararse
lado a lado conmigo, enfrentar lo que sea que viniera a nuestro camino.
La verdad era que no se lo permití.
Y Blake sí lo hizo.
¿No era por eso que la entrenaba en vez de hacerlo yo? Tenía la fe
suficiente en ella. ¿La tenía yo?
Me recoloqué la gorra en la cabeza. No tenía nada que ver con fe.
No quería que Kat estuviera en peligro, y debido a eso, había una brecha
entre nosotros. Una que se evaporó la noche que me quedé dormido en su
cama, pero seguía ahí. Necesitaba confiar que Kat podía… arreglárselas
ella sola. Si no lo hacía, no habría cambio para nosotros.
Y tenía que haber un cambio.
—Mierda —murmuré, lanzando una mirada oscura al cielo nocturno.
Con la decisión tomada, me acerqué a su casa y entré al pórtico.
Toqué la puerta y luego di un paso atrás, empujando mis manos en mis
bolsillos así no me golpeaba yo mismo en la cara. Si algo le pasaba a Kat
por mí —bueno, algo más— no sería capaz de vivir con ello.
La puerta se abrió, y Kat asomó su cabeza. Expectativa llenó sus ojos
grises mientras me miraba. No parecía molesta ni enojada. Se hallaba feliz
de verme. Mis labios se alzaron en una sonrisa torcida. —¿Estás ocupada?
Negó con su cabeza.
—¿Quieres ir a dar un paseo?
No hubo ni siquiera una pausa. —Por supuesto. Déjame tomar algo
más cálido para ponerme. —Kat desapareció, regresó usando botas y una
capucha. Se unió a mí afuera, cerrando la puerta detrás de ella—. ¿Vamos
a ver a Vaughn?
—En realidad no. Hay algo que he descubierto. —La dejé entrar en
mi camioneta y esperé hasta que ambos estuviéramos dentro—. Pero
primero, ¿has tenido una buena Navidad? Iba a pasar, pero vi que tu
mamá se encontraba en casa.
—Fue buena. Will pasó el día con nosotros. Eso fue raro. —Su nariz se
arrugó—. ¿Qué hay de ti?
—Estuvo bien. Dee casi quemó la casa tratando de hacer un pavo.
Aparte de eso, no fue muy divertida. —Salí de la calzada—. Entonces, ¿en
qué cantidad de problemas estás metida después del sábado?
—Tuve una charla acerca de no hacer a mi mamá abuela.
Me reí.
Suspiró. —Ahora tengo reglas que seguir, pero nada serio.
—Lo siento. —Sonreí mientras la miraba de soslayo—. No tenía
intención de quedarme dormido.
—Está bien. Entonces, ¿dónde vamos? ¿Qué has descubierto?
—Vaughn llegó a casa la noche del domingo durante unos diez
minutos. Lo seguí a las afueras de Petersburg, a un depósito en un polígono
industrial que no ha sido usado en años. Se quedó allí durante un par de
horas y luego se fue, pero dos oficiales permanecieron allí. —Bajé la
velocidad cuando un ciervo cruzó la carretera—. Están ocultando algo allí.
—¿Crees que están manteniendo a Bethany… o a Dawson?
La miré, mis labios apretados en una línea. Dios, esperaba no haber
cometido un gran error. —No lo sé, pero tengo que entrar ahí y alguien
tiene que mantener un ojo en el exterior mientras voy.
Asintió. La emoción que salía de ella era palpable. —¿Y si los
guardias siguen vigilando?
—No harán nada hasta que Vaughn aparezca. Está en casa ahora
mismo. Con Nancy. —Mis labios se curvaron—. Creo que esos dos
realmente tienen algo.
—¿Sabías que el novio de mi mamá es el tío de Bethany?
—No. —Fruncí el ceño mientras me enfocaba en la carretera. De
inmediat o mi mente se fue a la caja de zapatos llena de talonarios de
recetas en la vieja casa de Bethany. ¿Era esa la conexión?—. En realidad
no traté de llegar a conocerla —dije después de un par de minutos—.
Demonios, en realidad no traté de conocer a ninguna chica humana.
—¿Así que nunca... saliste con una chica humana antes?
—¿Salir? No. —La pregunta me tomó fuera de guardia. La miré,
decidiendo cómo responder la pregunta—. ¿Pasar el rato? Sí.
Kat apartó la mirada rápidamente, y no respondió.
Exhalé y continué. —De todos modos, no sabía que estaban
relacionados entre sí.
Un momento pasó. —¿Crees que es raro? Quiero decir, está
relacionado a Bethany, que es algo así como yo ahora, y está saliendo
con mi mamá. Sabemos que alguien tuvo que haber traicionado a
Dawson y Bethany.
Lo consideré. Incluso si él era el hombre a quien pertenecían las
recetas de prescripción, ¿qué significaba eso aparte de que él vivía allí?
Eso, si vivía allí y esas recetas no eran para alguien más. Pero entonces
había un estetoscopio. Algunos doctores tenían sus propios estetoscopios,
pero incluso si Will vio la herida de Bethany, ¿cómo podría haber sumado
dos y dos? ¿Cómo sabría acerca de nosotros, los Luxen, y que podíamos
hacer?
De nuevo, había más preguntas que respuestas, pero surgieron
nuevas preguntas interesantes. Iba a tener que investigar a Will.
—Es extraño, pero ¿cómo iba a saber lo que pasaba? —Me
preguntaba eso demasiado—. Necesitaría tener algún conocimiento del
proceso de curación entero para saber que buscar.
—Tal vez es un implante.
La miré duramente, pero no dije nada. Rabia reducía sus labios, y
sabía que si le decía lo que encontré en la casa de Bethany y el posible
vínculo al hombre con el que salía su mamá, probablemente lo cortaría a
la primera oportunidad que tuviera.
Bueno o malo, que ella confront e a Will sin evidencia concreta era lo
último que necesitábamos. Después de unos momentos, me aclaré la
garganta. —He estado pensando en lo que Matthew nos dijo, todo lo del
matrimonio del ADN.
Se tensó mientras miraba directamente al frente. —¿Sí…?
—Hablé con él después y le pregunté acerca de la conexión, si
podía hacer que alguien sienta cualquier cosa. Dijo que no. Pero ya lo
sabía. Pensé que debías saberlo.
Kat asintió. —¿Qué con toda la cosa de tú mueres, yo muero?
—¿Qué pasa con eso? —Mantuve mis ojos en la carretera—. No hay
nada que podamos hacer al respecto excepto no perder la vida.
—Hay más que eso —dijo—. Estamos unidos, sabes. Al igual que,
para siempre…
—Lo sé —dije en voz baja.
Ninguno de nosotros habló después de eso. Por qué, ¿qué más se
podía decir? Estábamos unidos. Por siempre. Y el saber eso no me enviaba
a gritar en la noche.
Llegamos al polígono industrial abandonado casi a la medianoche.
Dimos una vuelta en el coche para asegurarnos que no hubiera otros
coches por aquí. Había tres edificios sit uados juntos cerca de un campo
cubierto de nieve. Uno era pequeño, de ladrillo y de una planta, y otro en
el medio era varias plantas más alto, y ese era en el que quería entrar. Me
coloqué detrás de uno de los edificios, estacionando la camioneta entre
dos grandes cobertizos con el frente hacia la única entrada.
Apagando el motor, me giré hacia ella. —Necesito entrar en ese
edificio. —Hice señas hacia el alto—. Pero tienes que quedarte en el coche
mientras hago esto. Necesito ojos en la carretera ya que no sé qué me
esperará allí dentro.
—¿Qué pasa si alguien está ahí? Quiero ir contigo.
Traerla aquí era una cosa, pero marqué la línea. —Puedo cuidar de
mí mismo. Tú necesitas quedarte aquí, donde es seguro.
—Pero….
—No, Kat, quédate aquí. Mándame un mensaje si alguien entra. —
Estiré una mano hacia la puerta—. Por favor.
Me miró un momento y entonces asintió cortante. Dudé, queriendo
besarla antes de salir de la camioneta, pero imaginé que mejor no tentaba
mi suerte. Cerré la puerta silenciosamente detrás de mí, me lancé por el
lado del edificio, más allá de las puertas de acero cerradas con candados,
sin ventanas, buscando las cámaras de seguridad, sin encontrar ninguna.
Llegué a otra puerta, la entrada por la que vi a Vaughn dirigirse a dentro y
salir. Esta puerta era más fácil de manipular que las otras. Colocando mis
manos en la puerta cerca de la cerradura, manipulé los engranajes
internos. El clic fue como saber que una nueva temporada de Cazadores
Paranormales que empezaba antes de lo esperado.
Cuando abrí la puerta, me di cuenta de algo de color rojo oscuro,
brillante y suave, incrustado en el centro del umbral. No teniendo idea de
qué era, cerré la puerta detrás de mí. Rápidamente escaneé el primer piso
mientras me bajaba la gorra. Me moví rápido, ya que si salía en alguna
cámara de seguridad no sería nada más que una bruma.
Pasé oficinas vacías, siguiendo la esencia de humo de cigarrillos
reciente que se espesaba en el aire. Me adentré más, encontrando una
oficina donde sillas plegables de metal fueron espaciadas. Ceniceros llenos
colocados en una de las mesas de metal, junto a tazas de café usadas. No
había nada más. Ni papeles de trabajo ni ordenadores, ni siquiera una
pintura o un teléfono fijo.
Qué extraño.
Lanzándome fuera de la oficina, corrí por un ancho pasillo apenas
iluminado por la luz amarilla opaca. Un conjunto de puertas dobles al final,
y cuando las empujé, se abrieron fácilmente. Di un paso dentro de una
larga habitación y el corazón casi se me det uvo en el pecho.
—Santa mierda —murmuré, sintiendo mi teléfono vibrar en mi bolsillo.
Jaulas. Había jaulas en esta habitación.
Había cerca de diez. Todas las jaulas se encontraban vacías. Por un
momento, me hallaba congelado mientras las miraba. Rabia y horror se
arremolinaban en mi interior. Mantenían personas en esas jaulas. Podían
haber retenido a Bethany o a mi hermano en una de estas jaulas. Energía
se agitaba dentro de mí, y quería dejarla ir, volando este edificio de la faz
de la tierra.
Finalmente me moví hacia las jaulas y vi cadenas. Cadenas. El mismo
extraño material que vi sobre las puertas revestía las cadenas. Aquí, noté
una piedra color rojizo que no vi antes. La jaula del centro parecía haber
sido usada recientemente. Una sustancia crujiente roja cubría las cadenas.
Sangre. Me tomó un momento darme cuenta que era sangre, quizá de
alguien que empujó contra el metal. Los grilletes también se encontraban
cubiertos con el mismo material. En otra jaula, el líquido se secó en el
medio. No era de sangre humana por lo menos. Se veía algo transparente.
Sangre Luxen.
Dando un paso atrás, alcé la mirada. Al final de la habitación había
una puerta que decía “Escaleras”. Solo Dios sabía que encontraría en el
segundo piso. Tal vez jaulas que no est uvieran vacías. El propósito me
invadió. Merodeando hacia la puerta, me detuve cuando me acordé que
mi teléfono había vibrado.
Busqué en mi bolsillo y lo saqué. Era un mensaje de Kat. Una palabra.
Compañía. Me di la vuelta. —Mierda.
No ir arriba me molestó, pero si los oficiales de Vaughn aparecieron,
Kat se hallaba en peligro. Lo que sea que estuviera allí tenía que esperar.
Corrí a través del edificio, y cuando me acerqué a la entrada, mi ritmo
cardíaco saltó de forma errática. Kat. Fue debido a Kat. Algo andaba mal.
El corazón me latía demasiado rápido.
En la puerta, escuché una voz no familiar. —Cristo. Tienes razón. Es
una de ellos.
—Te lo dije —respondió otro—. Lo que hay en este barril va a ser
mucho peor. Así que mejor piensa cuidadosamente antes de contestar a
la siguiente pregunta. ¿Quién eres?
Tomé una decisión. Con la imagen de Vaughn en mi mente, reflejé
su apariencia. No era perfecta. Si alguien lo conocía bien o se acercaba
demasiado, verían que no lucía exactamente como él. Dando un paso
fuera, apreté la mandíbula cuando vi a Kat de rodillas, mientras un hombre
sostenía su brazo con una mano y apuntaba con una pistola su frente con
la otra. Rabia tan potente como la Fuente explotó en mi interior. Mis manos
se volvieron puños mientras obligué a mi voz a contestar.
—¿Qué está pasando aquí? —demandé.
El de la pistola retrocedió, pero aún la sostenía del brazo. Tampoco
me gustaba eso. —La encontramos escondida atrás. Es uno de ellos.
Fruncí el ceño mientras me acercaba más, no gustándome la
mueca de dolor que tenía la cara de Kat o el pánico llenando su mirada
cuando alzó la vista hacia mí. —Buen trabajo. Yo llevaré a esta.
—¿Estás seguro? —preguntó el oficial, uno más pequeño.
Asintiendo, me agaché y le agarré el brazo, poniéndola de pie. —He
tenido un ojo en esta por un tiempo.
—Las jaulas deben ser preparadas —dijo el otro con la pistola,
soltando mi otro brazo renuentemente—. Tomará un tiempo para que
funcione en ella. Puede ser que desees que la vigilemos.
Me dolía la mandíbula.
—Ya que atrapamos a esta, ¿no deberíamos obtener una
recompensa? —preguntó el más bajo.
—¿Recompensa? —repetí, con mi voz baja.
El que tenía la pistola se rió, y sentí a Kat estremecerse. —Sí, como
con la otra. Eso fue un infierno de recompensa. Husher no notará nada
diferente, siempre y cuando no la arruinemos.
¿Como la otra? ¿Siempre y cuando no la arruinemos?
Ni siquiera me detuve a pensar.
La rabia en mi interior se volvió mortal. Estás personas… estos horribles
seres humanos no tenían derecho a vivir. Empujé a Kat a un lado mientras
alzaba mi mano. Un relámpago crujió alrededor de mi brazo, llameando
rojo y blanco mientras rodeaba mi cuerpo.
—¡Maldit a sea! —gritó el de la pistola—. ¡Es un truco!
Demasiado tarde.
La pulsante luz blanca golpeó a ese bastardo primero, enviándolo
varios metros hacia atrás. La luz se arqueó, golpeando al oficial más bajo.
Voló al lado del edificio con el impacto suficiente como para dejar una
abolladura. Ropa humeando. Piel quemada.
Pasó un momento, y entonces la Fuente se retiró a mi interior de
nuevo. Ambos hombres, tumbados a unos metros de distancia entre ellos,
se estremecieron una vez y entonces se volvieron cenizas.
—Oh, Dios mío —susurró Kat.
Una brisa fría azotó el edificio, revolviendo los montones de cenizas,
recogiendo las manchas y la difusión de ellas por el suelo cubierto de
nieve. En cuestión de segundos, no quedó nada de ellos.
Regresé a mi forma humana y enfrenté a Kat. Se hallaba agachada
en el suelo, con los ojos amplios. Estiré la mano y tomé la suya, poniéndola
de pie gentilmente. —Tenemos que salir de aquí.
***
***
Después de dejar a Kat, tomé una ducha rápida y me dirigí con los
Thompson. Llevé mi auto ya que después lo necesitaría para llevar a Kat a
casa.
La casa de los Thompson era mucho más grande, cercana a la de
Matthew y adentrada al bosque, mucho más aislada. Encontré a Dee
ayudándole a Ash a cortar rodajas de naranja en la cocina. Ya había un
enorme tazón sobre el mostrador de granito gris. —¿Qué pasa con las
naranjas? —pregunté. No entendía por qué Ash ponía tanto esfuerzo en la
fiesta, ya que no invitó a nadie de la escuela, pero ¿quién era yo para
juzgar?
Dee miró sobre su hombro. —Para el ponche.
—Entonces eso es muchísimo ponche. —Miré el tazón.
—Me gusta mi ponche —contestó Ash, partiendo una naranja en dos
con un rápido movimiento mientras me sonreía dulcemente—. ¿Quieres
ayudar? Puedes sostener las naranjas por mí.
De acuerdo.
—Sí. Pasaré. —Frunciendo los labios, me di la vuelta y entré en la sala
de estar en otro nivel. Los chicos se encontraban allí, sentados lado a lado
en una sección, sus dedos volando sobre sus controles. En la gran pantalla,
uno de los juegos de Call of Dut y.
Me dejé caer en el sillón y estiré las piernas. —Se ven realmente
ocupados, chicos.
Adam sonrió sin siquiera mirarme. —Quien pierda tiene que correr a
la tienda y conseguir…
—¡Salchichas y panes medialuna! —gritó Dee desde la cocina.
Adam hizo una mueca. —Eso.
—Esas cosas son las mejores —añadió Andrew, con los ojos
entrecerrados por la concentración—. Puedo comerme una entera...
¡maldita sea!
Eché un vistazo a la pantalla al tiempo que Adam arrojaba su control
al sofá. Poniéndose de pie, levantó los brazos. —Oh, sí, nos vemos después,
imbécil.
Andrew maldijo entre dientes. —Esto es una mierda.
Me reí.
Parándose, le mostró el dedo medio a su hermano y luego se giró
hacia mí. —¿Es cierto?
Arqueando una ceja, le devolví la mirada. —¿Qué es cierto?
—¿Katy vendrá?
Mi sonrisa se tensó y se encontraba alrededor de mil kilómetros en la
dirección opuesta de la amabilidad. —¿Tienes algún problema con eso?
En lo que caminaba pasándome, puso tierra de por medio. —
¿Quieres una respuesta sincera?
—En realidad, no —contesté, reclinando la cabeza y observándolo—
. Sobre todo porque no me importa.
Andrew se veía como si quisiera decir más, pero sabiamente
mantuvo la boca cerrada mientras sacaba las llaves del auto de su bolsillo
y se dirigía a la cocina.
—Uno de estos días, él estará de acuerdo con esto. —Adam apagó
la televisión—. ¿Quieres salir?
—Por supuesto.
Seguí a Adam a la terraza en tanto escuchaba a Andrew dirigirse a
la puerta principal, cerrándola detrás de él. —En serio debe mejorar esa
actitud antes de que llegue Kat. No quiero que sienta que no es
bienvenida aquí.
—¿Crees que ella piensa que es bienvenida? —preguntó mientras se
alzaba sobre la barandilla.
Cruzando los brazos, me recargué contra un lado de la casa. —No.
Sabe que Ash y Andrew preferirían verla siendo propulsada a una galaxia
diferente que tenerla en su casa.
Me mostró una sonrisa rápida. —Entonces, ¿por qué vendría?
—Porque Dee se lo pidió. —Hice una pausa—. Y porque también yo
se lo pedí.
Adam me miró por un momento. —Genial. Entonces, ¿alguna otra
noticia? ¿Sobre Bethany o Dawson? —Su mirada brillante parpadeó hacia
las puertas corredizas—. No le he dicho una palabra a Dee, pero tengo
que decírtelo, no es fácil.
—Lo sé, y aprecio que lo hagas —le dije, reclinando la cabeza. Las
nubes rodaban. Iba a nevar otra vez. No había mucho que sintiera que le
pudiera contar. Teniendo en cuenta que asesiné a dos oficiales del DOD,
cuanto menos supiera Adam, mejor. Negación razonable—. No hemos
encontrado mucho, pero estoy esperando que...
—Mientes —me interrumpió, arqueando una ceja.
Una sonrisa reacia tiró de mis labios. —Si mintiera, sería por buenas
razones.
—Eso espero.
La puerta corrediza de cristal se abrió y Dee asomó la cabeza. —Voy
a recoger a Katy.
—Iré contigo. —Adam saltó de la barandilla.
—¿Qué pasa si yo quería ir? —pregunté.
Dee rodó los ojos. —Preferiría un tiempo a solas con ella. Bueno, en
realidad un tiempo “sin Daemon”. No he tenido mucho de él.
Razón por la cual no insistí. —Como sea. No tardes.
Me hizo una mueca y se hizo a un lado, dejando pasar a Adam. —
Tardaré todo el tiempo que quiera.
—Oye, Ash, ya vuelvo —le gritó Adam a su hermana—. Asegúrate
que Andrew saque su cabeza de su trasero para entonces.
—¡No hay problema! —gritó en respuesta, todavía estando en la
cocina, asumí.
A medida que Adam caminaba por la casa, dobló un brazo a lo
largo de los hombros de Dee. Sonreí volviendo a mirar el cielo. Adam... sí,
era bueno para Dee. Él era bueno en todo. Al igual que Andrew y Ash,
pero eran un poco ásperos en los bordes.
Ásperos como vidrio roto.
A pesar de que no era, particularmente, cálido afuera, me quedé en
la terraza. Era tranquilo aquí. No es que la casa no lo fuera. Era diferente.
Demasiadas cosas me pasaban por la cabeza, de manera que casi había
pasado una hora antes de que me dirigiera al interior. Andrew no había
vuelto, podía escuchar a Ash tarareando desde la cocina.
Agité la mano. El control remoto voló del brazo del sofá. Prendí el
televisor y me apoyé en el respaldo del sofá. Parecía muy extraño estar
haciendo esta fiesta en la víspera de Año Nuevo, cuando podría
encontrarme a horas de...
Mi teléfono vibró en mi bolsillo. Sacándolo de un tirón, vi que era
Dee. Contesté. —¿Qué pasa?
—Algo ocurre con Kat —dijo en un apuro—. Se encuentra dentro de
la casa, pero no nos deja entrar ni sale.
Temor rizó a través de mi columna vertebral. —¿Qué?
—Ella me dijo cosas... cosas terribles, Daemon. Cosas que nunca
diría. —Emoción nublaba la voz de Dee—. Algo está mal.
—Mierda. Bueno. Iré enseguida, pero quiero que tú y Adam se
mantengan lejos de la casa hasta que llegue. ¿De acuerdo? —Cuando no
contestó, mis dedos se tensaron en el teléfono—. ¿Me escuchaste, Dee?
No quiero que se acerquen a la casa. Conduzcan a la carretera y
quédense ahí hasta que llegue. Prométemelo.
Hubo una pausa. —Lo prometo.
Dee colgó, y yo... no le creí ni por un segundo.
26
Traducido por Karlamirandar
Corregido por Laura Delilah
Corrí, corrí rápido por los árboles, como nunca lo había hecho. No
era más que un borrón, mis pies ni siquiera tocaban el suelo.
Furia y pánico cortaban en mi piel, arrancando musculo y tejido. Los
empujé lejos y los encerré mientras corría por Petersburgo.
Nieve había empezado a caer mientras pasaba por los árboles,
llegando a la entrada llena de nieve que llevaba a nuestras casas. Vi el
carro de Dee, pero ella y Adam no estaban cerca. Maldita sea. Sabía que
no habían escuchado. La sofocante y empalagosa presencia de un Arum
fue lo primero que noté, y mientras saltaba la pequeña cuesta, vi dos
carros frente a la casa de Kat.
La camioneta de Blake.
Una Expedition.
Una luz intensa salía de la sala de Kat, brillando por las ventanas. La
energía cambió dentro de mí, llevándome hacia adelante. En un instante
supe que era de Kat. Cómo ella tomaba la Fuente de mí, no tenía idea,
pero lo sent í. El tirón no me debilitó ni fue incómodo, pero el hecho de que
ella lo estuviera haciendo me hacía querer ir hacia delante. No bajé la
velocidad mientras alcanzaba las escaleras del pórtico y abría la puerta
frontal, estando de frente con un Arum.
En su forma verdadera, ellos parecían como si fueran hechos de
humo y aceite, sus rulos negros escalaban por las paredes llegando al
techo.
—¿Se van tan rápido? —dije—. Estoy ofendido.
Me moví inmediatamente, invocando a la Fuente. Tomé al Arum más
cerca con un estallido, seguido de otro. Voló por el aire, rompiéndose
como el tazón de cerámica que Ash había dejado caer. Fragmentos
oscuros flotaron por el techo desapareciendo en pequeños hilos.
Lo que vi en la sala me enfureció.
Dee se encontraba en el suelo. Su pecho ascendía y descendía en
pequeños respiros. Acostado junto a ella, estaba Adam y él… Adam se
había ido. Su forma casi transparente se hallaba quieta y no había sangre
corriendo por sus venas plateadas.
Adam est aba muerto.
Dolor puro me llenó, casi cayendo de rodillas. Adam era como un
hermano para mí, y era como perder a Dawson de nuevo. El dolor se
transformó en furia asesina y levanté mi cabeza.
Vi a otro Arum entre Kat y yo, y Kat… Santa mierda, ella estaba en el
aire, sus largas hebras de cabello flotaban alrededor de su cabeza. Brillaba
de un radiante blanco convirtiéndose en rojo, como yo. Su luz pulsaba, y la
mía creció en respuesta mientras atraía más cerca al Arum.
Éramos dos lados de la misma moneda.
Más allá del brillo que la rodeaba, vi los moretones en ella, en sus
mejillas. Vi la sangre seca alrededor de su boca, debajo de su nariz. Y supe
entonces que lo que siempre sospeché sobre ese bastardo había sido
cierto. Él había sido el que la estaba lastimando.
Dime que sucedió, pregunté, sin hablar en voz alta.
La luz a su alrededor brilló más. Fue Blake. Él est aba t rabajando con
el DOD t odo est e t iempo, con su t ío. Es Vaughn. Blake fue enviado aquí
porque t ienen al que lo mut ó. Chris. Lo han est ado usando para t ener
influencia sobre Blake… Ella le dio al Arum, empujándolo hacía mí. Vaughn
iba hacer algún t ipo de int ercambio del cual Blake no sabía nada. Vaughn
iba a dejar que el Arum, Residon, llevara el cuerpo de Adam y a Dee. No
podía dejar que eso sucediera.
Había escuchado suficiente.
Kat volteó hacia donde Vaughn trataba de abrir la ventana.
Cuando eso no funcionó, agarró la lámpara del piso. Kat lo detuvo con un
movimiento de su mano, quitando la lámpara de sus manos.
El bastardo de Blake y el Arum corrieron rápidamente pasándome a
mí, y desplazándose hacia el techo. Volteándome, corrí tras ellos. Tres
formas aparecieron en la entrada, Andrew, Ash y Matthew. Quería
detenerlos. No necesitaban ver a Adam de esa manera, pero no había
tiempo. El Arum y Blake estaban huyendo.
El Arum corrió por la entrada. Lo golpeé con un estallido de la
Fuente, más fuerte y más concentrado que el que tiré dentro de la casa.
Todo lo que hizo falta fue un tiro. El Arum voló en el aire y luego se congeló.
Pasó un latido, y luego el Arum colapsó; la ceniza oscura se mezcló con la
nieve.
Volteándome, busqué a Blake. Lo vi parado cerca del carro de Kat,
pero luego Vaughn se lanzó detrás de él, cayendo de rodillas.
Levantándose, corrió hacia la Expedition, con un arma en la mano.
Oh no, él no iría a ningún lado.
Tiré mi brazo, levantando la Expedition al aire. A terrizó en el techo.
Metal crujió. Vidrio explotó.
Con el rabilo de mi ojo, vi a Blake comenzar a correr. Crucé la
distancia en un segundo. Sus ojos se ensancharon cuando me vio. Abrió su
boca, pero lo tomé por la garganta, cortando cualquier cosa que fuera a
decir.
Lo volteé, lanzándolo contra el carro de Kat. Volví a la forma
humana. —No tienes idea de lo doloroso que voy a hacer esto para ti. Por
cada cardenal que le diste a Kat, voy a devolvértelo diez veces. —Lo
levanté del techo de la cubierta. Los pies del chico se balanceaban en el
aire—. Y en serio, voy a disfrutar de esto.
—¡Daemon! —gritó Kat, corriendo desde el pórtico.
Un disparo salió. Una vez. Dos veces. Una tercera.
Mi cabeza buscó el sonido, y sonreí. Las balas pararon a centímetros
de mi cara, como si estuvieran suspendidas. Mi mirada encontró la de
Vaughn. —No debiste haber hecho eso.
Comprensión llenó la pálida cara de Vaughn. —¡No, no!
Las balas se voltearon y regresaron por su camino con una rapidez
alarmante. Le dieron al pecho de Vaughn. Cayó al suelo. Color rojo salpicó
en la nieve.
Blake se libró, golpeándose con el parachoques. Se tambaleó y
luego dominó su compostura. Corrió, y Kat iba justo detrás de él. Ambos se
movían increíblemente rápido, usando sus habilidades prestadas.
Los seguí, ganando velocidad mientras Blake volteaba, lanzando
una bola de luz. Le dio a Kat en el pecho, atrasándola unos cuantos pasos.
Apreté mi mandíbula cuando otra le dio de nuevo en el hombro y luego
en su pierna. Cayó al suelo sobre sus manos y rodillas, y rugí con furia.
—Lo siento… —dijo él, temblando—. Katy, lo siento. No tenía otra
opción.
Cambiando a mi verdadera forma, me moví junto a ella para
ayudarle a levantarse. ¿Qué es lo que quieres hacer con él?
Él mat ó a Adam. Se balanceó de manera insegura mientras el viento
movía su cabello. —Él lo mató. E hirió a Dee.
Casi enloquecí en ese momento. La energía creció en mi interior,
violenta y destructiva. Dando un paso hacía el, me detuve.
—Muchos han muerto esta noche —susurró Kat.
La vista de Blake se movió a ella. —Lo siento... Lo siento mucho.
Nunca quise que nada de esto sucediera. Yo sólo quería proteger a Chris.
Mis manos se cerraron en puños. En ese momento, no me importaba
ni una mierda Chris, pero hubo demasiada muerte esta noche. Adam. Los
Arum. Vaughn. Maté a tres humanos, y quería agregar un cuarto a esa
terrible list a. Quería hacerlo, pero matar a Blake significaba que también
mataría a un Luxen, y este Chris obviamente estaba vivo. Esas serían cinco
muertes en mi mano. Blake lo merecía, pero yo…
No iba a ser la única persona buscándolo. También lo haría el DOD.
Si lo dejaba ir, encontraría su muerte en las manos de alguien más.
Blake tomó un respiro irregular, limpiando la sangre de su nariz. —
Yo…
—Cállate —gruñí—. Vete. Vete ahora antes de que no te dé una
oportunidad.
Sorpresa cruzó la cara de Blake. —¿Estás dejando que me vaya?
Miré a Kat, pero bajó su cara, silenciosa. Hasta aquí llegué. Y Kat
también.
—Vete y nunca, nunca vuelvas otra vez aquí —ordené—. Si yo vuelvo
a verte otra vez, te mataré.
Blake se quedó quieto un momento, y luego se volteó, yéndose. Lo vi
irse por un largo tiempo, y luego me giré hacia Kat. Ella se quedó
conmocionada a un lado, y sus rodillas se doblaron. La sostuve antes de
que golpeara el suelo y cambié a mi forma Luxen.
El instinto se hizo cargo y mientras la mantenía cerca, puse una mano
detrás de su cabeza y la curé. Dios, estaba tan enojado, pero quit é los
moretones y el dolor. Deseaba poder quitar todo lo demás, todas sus
mentiras, la culpa que enfrentaría, el dolor que cortaría más hondo que
cualquier herida física, porque… todo esto se pudo haber evitado si solo
me hubiera escuchado.
Cerrando mis ojos, mi brazo alrededor de su cintura se reforzó. La
sostuve contra mi pecho mientras me tragaba el nudo de la garganta.
Presión creció en mi pecho mientras situaba mi mejilla en la cima de su
cabeza. Me senté, con mi trasero en la nieve. Mi garganta débil.
¿Daemon?
Mis dedos se enredaron en su cabello. Te dije que no podías confiar
en él.
Kat tembló. Lo sient o. Pensé… Pensé que si yo aprendía a luchar,
podría mant enert e a salvo, complet ament e.
Levanté mi cabeza mientras volvía a mi forma humana. Viéndola
con incredulidad, todo mi cuerpo tembló con la fuerza de la ira.
—Daemon, yo…
—No te disculpes. Solo, no te disculpes. —La levanté de mi regazo y
la senté en suelo. Poniéndome de pie, tomé un respiro—. ¿Sabías que él
trabajaba con el DOD todo este tiempo?
—No. —Se levantó y tambaleó. La tomé del codo, sosteniéndola
hasta que dejó de moverse. Una vez que estaba firme, la solté. Tenía que
hacerlo. Lágrimas corrían por su cara—. Yo no sabía hasta hace unas
noches. Y aun así no estaba segura.
¿Hace un par de noches?
—Maldita sea —solté, forzándome a dar un paso lejos de ella—. ¿Esa
fue la noche en que fuiste a Vaughn por tu cuenta?
—Sí, pero no estaba segura. —Levant ó sus manos sangrientas y se
det uvo de pasarlas por su cabello—. Debería haberte dicho, pero no sabía
a ciencia cierta, y no quería añadir algo para que te preocuparas —Su voz
se rompió—, no lo sabía.
Miré hacia otro lado, con la mandíbula apretada. —Adam está
muerto. Mi hermana casi perdió su vida.
Ella tomó aire. —Estoy tan …
—¡No! ¡No te atrevas a pedir disculpas! —grité, con los ojos brillosos
en la oscuridad—. La muerte de Adam va a destruir a mi hermana. Te dije
que no podíamos confiar en Blake, que si querías aprender a pelear, ¡Y o
podría enseñarte! Pero no escuchaste. ¡Y has traído al DOD a tu vida, Kat!
¿Quién sabe lo que ellos saben ahora?
—¡No le dije nada a él! —Su voz se rompió de nuevo—. Nunca le dije
que tú me sanaste.
Mis ojos se redujeron. —¿Crees que no lo adivinó?
Hizo un gesto de dolor y susurró—: Lo siento.
Me encogí, porque sentirlo… sentirlo no cambiaba nada. —¿ Y esas
veces que estuviste cubierta de moretones? Eso era él, ¿cierto? Estaba
haciéndote daño durante el entrenamiento, ¿no? ¿Y ni una sola vez
sospechaste que podía haber algo mal con él? Maldita sea, Kat! Me
mentiste. ¡No confiabas en mí!
—Sí confío…
—¡Tonterías! —le grité, en su cara—. ¡No digas que confías en mi
cuando nunca lo hiciste!
Kat no dijo nada, porque no había nada más que decir. Yo tenía
razón.
Una ráfaga de energía dejó mi cuerpo, golpeando en un roble. Se
rompió con un sonido fuerte y luego cayó en un árbol detrás. Kat brincó,
jadeando por aire.
—Todo esto podría haber sido evitado. ¿Por qué no confías en mí? —
Mi voz se rompió, y una nueva ola de lágrimas corrió por sus mejillas.
Comencé a moverme hacia delante, pero me detuve. Nuestros ojos se
encontraron—. Yo te hubiese mantenido a salvo.
Dolor brilló en sus ojos. Levantó su mano, alcanzándome, pero di un
paso atrás. Me volteé y me fui de ahí, en el frío estéril que invadió mi
pecho.
27
Traducido por johanamancilla & yuvi.andrade
Corregido por Laura Delilah
***
***
Fin
Agradecimientos
La primera vez que pensé en escribir Oblivion, creí que era una
oportunidad increíble para darles a las fans Lux un poco más de Daemon.
En realidad no planeaba escribir Obsidian, Onyx y Opal (que están
disponibles en la versión digital de Oblivion), pero eso fue lo que sucedió.
Por lo que no sólo consiguieron una probada de cómo va todo el asunto
en la cabeza de Daemon. Sino que consiguieron todo el panorama.
En realidad cuesta un montón terminar un libro. Quiero darle las
gracias a las siguientes personas por hacerlo posible: Kevan Lyon, Liz
Pelletier, Meredith Johnson, Rebecca Mancini, Stacy Abrams, y al equipo
de Entangled Publishing. Gracias a K.P. Simmon y a mi asistente y mejor
amiga, Stacey Morgan. Y un agradecimiento especial para Vilma
Gonzalez, por ayudarme a trabajar con Oblivion.
Nada de esto habría sido posible sin ti, el lector. Gracias a ti, este libro
sucedió. No hay gracias suficientes en el mundo.