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espacio a la desigualdad. Primero fue el voto, después el resto
de derechos y oportunidades.
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posiciones. La posmodernidad nace de la crítica a los
enunciados de la Ilustración ante las nuevas circunstancias y
la percepción de su fracaso, mientras que el posmachismo
impregnado de estos valores en su inicio, conforme ganó
velocidad, fueron desprendiéndose para revestirse de un interés
claramente utilitarista en la consecución de objetivos
concretos que pasaban por reforzar los valores clásicos del
patriarcado.
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incorporación a los planteamientos más diversos, aunque ello
impida formar una estructura coherente que dé significado a las
diferentes propuestas que hacen, por ejemplo, hablar por un
lado de la perversidad de las mujeres sobre el mito de la “Eva
perversa”, y por otro presentaras como madres y esposas
amantísimas, base de la familia y de la sociedad. Les da igual,
se trata de un juego tramposo, lo importante es conseguir la
crítica y la ruptura que se hace desde la igualdad. De este
modo, si se consigue contrarrestar lo que actúa contra lo
previamente establecido, al final lo que se consigue, sin
necesidad de hacer ninguna propuesta ideológica, es que
permanezcan los valores de los planteamientos asentados sobre
el orden existente.
TRILEROS DE LA IGUALDAD
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jugar con las ideas y los sentimientos para buscar la
desorientación necesaria que lleve a la pasividad, y con ella
que todo continúe como había venido siendo.
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El relativismo dominante de la posmodernidad es aprovechado
para, al mismo tiempo que se habla de los problemas que afectan
a las mujeres, compararse a ellas y presentarse como víctimas o
hacer referencia a situaciones de discriminación o a las
dificultades para desarrollarse como padres. Y se va más lejos
en esta dirección para recurrir al igualitarismo en sus
reivindicaciones y en la crítica hacia las mujeres, que es
confundido con la igualdad como valor asentado en los Derechos
Humanos, pues mientras que esta es exigible y universal, la
matemática del igualitarismo siempre se puede controlar y
dosificar desde una posición de poder.
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sin personalidad, criterio o carácter,… y toda una serie de
calificativos que tratan de demostrar con sus ideas e
implicaciones.
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feminismo y determinadas organizaciones de mujeres que se ven
beneficiadas al imponer su visión particular de la realidad. Y
para ello se aprovecha de la ventaja que da jugar con el mito
tradicional de la “mujer mala y perversa” que la cultura ha
puesto al alcance de cualquiera cuando lo necesite.
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con este tipo de planteamientos evitan corregir la desigualdad
y reconocer las causas que dan lugar a ella.
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puntual de aquellos elementos y situaciones que sean
cuestionadas por la sociedad en cada momento determinado.
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valores aceptados, lo cual se entiende como “educación”,
mientras que transmitir la igualdad como valor y corregir las
consecuencias de la desigualdad se ve como “adoctrinamiento”.
De este modo se llega a la paradoja de que hablar de los
valores y de las referencias que luego dan lugar a la violencia
de género, a la discriminación, al aislamiento y alejamiento de
las mujeres de la vida pública… es educar, mientras que lo
contrario y permitir una sociedad más justa y pacífica es
adoctrinar.
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Todo está muy bien diseñado para conseguir la apariencia del
cambio en la continuidad. Es parte de las trampas que la
cultura pone a las mujeres y a la igualdad. Es la trampa del
posmachismo.
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se han presentado, pero no para formar parte del
cambio, sino para evitarlo.
2. Utilización de la igualdad para no avanzar en
igualdad. Critican que sólo se hable de mujeres, no de
hombres, pero lo hacen para que no se hable de
ninguno, ni de hombres ni de mujeres, no para que se
hable de los dos. Cuestionan que se actúe contra la
violencia de género, a favor de las ayudas laborales a
las mujeres, de corregir las diferencias en la
presencia de mujeres donde están infra-representadas,
de determinadas medidas a favor de la salud de las
mujeres… Y todo se presenta como que no se hace nada
por los hombres. El argumento, además de pobre es
falaz porque la forma de buscar una actuación a favor
de algo supuestamente necesario no es criticar la
actuación necesaria sobre otros problemas, sino
reivindicar y pedir que se lleve a cabo en los lugares
y a las personas que les corresponda. Sin embargo, el
posmachismo se limita a pedir que se hable de
cuestiones de hombres, no para resolver los teóricos
problemas, sino para que no se corrijan los que
afectan a las mujeres, o para que no se vean
perjudicados o desarmados en su estrategia de poder y
control, de lo contrario no lo plantearían en términos
de contraposición, sino como un apoyo a las dos
iniciativas: a favor de las mujeres y a favor de los
hombres. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la
instrumentalización de la custodia compartida, que más
que reivindicar una paternidad que en muchos casos no
se ha ejercido en corresponsabilidad durante la
convivencia de la pareja, como se suele demostrar en
los procedimientos judiciales de separación y
divorcio, lo que se busca es que la mujer “no se salga
con la suya” o no asumir los costes económicos que
supone no tener la guardia y custodia de los hijos e
hijas. La instrumentalización es tal que por ello con
frecuencia recurren a argumentos falaces como el
llamado SAP (Síndrome de Alienación Parental), y
presentan el rechazo de los hijos hacia el padre como
producto de la manipulación de la madre. Sin embargo,
este síndrome no es reconocido por la comunidad
científica, pero además, desde el punto de vista
científico resulta muy difícil de explicar, puesto que
lo que supone es una quiebra entre los sentimientos de
los hijos y la conciencia que ellos tienen sobre su
padre a través de los mensajes críticos de la madre,
algo muy difícil de aceptar desde el punto de vista
científico. Por ello el posmachismo juega con la idea
de la perversidad de las mujeres e intenta confundir
al mezclar la influencia que se pueda sobre una
persona, sea hijo, hija, hermano, padre o amiga, con
una disociación entre el plano de los sentimientos y
el del conocimiento.
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El grave drama que se esconde detrás de esta
instrumentalización algo más que tramposa, y al
catalogar la situación como SAP se impide investigar
las verdaderas causas del rechazo de los hijos al
padre, entre ellas la más frecuente es la existencia
de violencia previa durante la convivencia, lo cual se
corresponde con la realidad. Según los datos de la
Macroencuesta 2011, el 73% de las mujeres que salen de
la violencia de género lo hacen a través de la
separación, no por la denuncia, y los hijos e hijas de
estas mujeres habrán sufrido la violencia que el padre
ejerció sobre la madre cuando vivía juntos, por lo
cual es muy probable que tras la separación, sobre
todo en los momentos iniciales, estos hijos no quieran
ver al padre. Su conducta y actitud no es producto de
la manipulación de nadie, sino del resultado de la
experiencia violenta que han sufrido.
El drama aumenta cuando tras aceptar el SAP como
argumento, se le retira la custodia a la madre se le
da al padre maltratador. Una de las trampas más
terribles que aún sigue presente en nuestros Juzgados
y Tribunales.
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