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Momento Intermedio Paso 3

Antecedentes, Marco referencial y Objetivos de la

Investigación en Ciencias Sociales

Por

Ricardo Ripoll Jiménez Código: 1143436400

Cindy Smith Mendoza, Código: 1129583175

Marlin Raquel Bautista, Código: 32756754

María Clofe Fonseca: Código: 32726547

Presentado a

William Gilberto Jiménez

Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD

Escuela de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades

09-06-2019
ANTECEDENTES:

En los últimos años por medio de diferentes medios de comunicación se han hecho

públicos numerosos casos de Acoso Escolar, con evidentes y nocivos efectos en la

comunidad estudiantil. Son muchos los estudios que, a nivel internacional, trabajan el tema

de la Convivencia Escolar y dentro de ésta, la Intimidación, el Acoso y las diferentes

manifestaciones de violencia escolar. Hablando de manera general, el comportamiento

acosador puede definirse como comportamiento negativo repetitivo e intencional

(desagradable o hiriente) de una o más personas dirigido contra una persona que tiene

dificultad en defenderse” (Olweus, 1998). Es relevante mencionar en primera instancia la

sistematización de estudios recientes sobre violencia en las instituciones educativas,

llevada a cabo durante cinco años y que fue realizada por las oficinas de UNICEF para

América Latina y El Caribe junto con Plan Internacional en el 2011, titulada “Violencia

escolar en América Latina y el Caribe: Superficie y Fondo ”,informe dirigido a las

autoridades gubernamentales, organizaciones sociales, padres, madres y adolescentes,

como un referente para el diseño y al implementación de leyes, políticas y programas que

busquen prevenir y responder en forma efectiva a la violencia contra los niños, las niñas y

adolescentes. En cuyo contenido se reconoce que la violencia contra los menores en las

escuelas se perpetuán a través de formas de violencia física o psicológica, que pueden ser

realizadas por profesores, personal de las institucionales y en algunos casos por otros

niños.

En este estudio se percibe que a nivel global se han intensificado y diversificado las

iniciativas para prevenir y responder a las distintas formas de violencia en las escuelas, se

reconoce la incidencia positiva que tienen las campañas para empoderar a los niñas, niños

y adolescentes sobre sus derechos, la promoción de la educación sin miedo y sin violencia,

incluidas la violencia física, psicológica o sexual, la intimidación, el cyberbullying, el


grooming y la violencia basada en género. Por otro lado, esta investigación, incluye un

informe presentado al Secretario General de las Naciones Unidas sobre violencia de

menores; se insiste en los reportes, la consejería y la asistencia a las víctimas y a formular

reformas legales para la prohibición de las formas de violencia en la escuela como puntales

claves para prevenir y erradicar la violencia en contra de la infancia. “La educación que

promueve el respeto de los derechos humanos tiene un potencial enorme para generar

ambientes en donde predominen la tolerancia y el respeto y donde las actitudes que

condonan la violencia pueden ser cambiadas. Un ambiente educativo libre de violencia es

fundamental para promover el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en

particular asegurando la educación para niños de todas las edades y sin discriminación de

ninguna índole.”(Eljach, 2011, p.11).

Otros estudios se han realizado en contextos nacionales e internacionales, donde se

destaca la imperiosa necesidad de favorecer a la víctima del fenómeno del bullying, de

detectar lo más pronto posible las formas de violencia de los participantes escolares y de

atender las señales que se dan y que por lo general no se dicen o pasan desapercibidas.

Por otra parte, una segunda investigación revisada del Departamento de Psicología

Evolutiva y de la Educación, en Valencia España publicó la investigación titulada: “Un

Estudio Descriptivo sobre el Acoso y la Violencia Escolar en la Educación Obligatoria” en

el 2009, cuyos autores son Mateo, V., Soriano M. y Godoy C. Quienes analizaron la

violencia en la población escolar no universitaria, a través de datos registrados on-line. En

esta investigación se inicia por la conceptualización de términos alusivos a la intimidación

escolar, tales como: El acoso escolar (del inglés bullying) se ha convertido en un tópico

internacional. Aunque no existe todavía un consenso en la comunidad científica sobre su

conceptualización, muchos investigadores coinciden en señalar que se trata de un acto con


la finalidad de provocar daño, que se realiza de forma sistemática y repetida, y con

desigualdad de poder entre el agresor y la víctima (Farrington, 1993), donde se practica un

abuso sistemático de poder (Rigby 2002).

Otros aspectos aplicables a la definición harían referencia a que la persona abusada se

siente coaccionada, degradada, humillada, amenazada, intimidada o asustada (Monks,

Smith, Naylor, Barter, Ireland et al., 2009). Investigaciones recientes han identificado

nuevas formas de acoso, como el cyberbullying, entendido como el daño repetido e

intencionado ocasionado a través del medio electrónico (Patchin e Hinduja, 2006). Por

último, aunque no por ello menos grave, existe otra forma de acoso que haría referencia al

abuso sexual. Abarcaría actos no consentidos como caricias inadecuadas, contacto sexual,

etc. También deben incluirse otros actos como: exposición indecente; masturbación;

Exhibicionista; exposición directa a la pornografía; explotación sexual; menosprecios o

vejaciones sexuales, etc. Aunque en algunos casos pueden ser “relaciones consentidas”

(Canavan, Meyer y Higgs, 1992), habitualmente se produce bajo condiciones de desigual-

dad de poder, amenazas y fuerza, antes, durante o después de los actos de abuso del

violador frente a la víctima. En el contexto escolar, la mayoría de las agresiones se

producen en el patio de recreo, el aula y los pasillos. Los auto informes de los alumnos

revelan que la edad de padecer un acoso escolar oscila entre el período de los 8 a los 16

años. En cuanto al género, los hombres son más proclives a ser agresores, pero no existen

diferencias de género en cuanto a las víctimas; frente a las características de las agresiones,

los hombres utilizan/reciben más las agresiones físicas, mientras que las mujeres utilizan

más la forma indirecta y relacional del acoso (Olweus, 1993).No obstante, los datos de

prevalencia sobre la violencia señalan que entre un 5%-20% de los alumnos de primaria y

secundaria se reconocen como víctimas de algún acto de violencia y, entre el 4%-10%

como agresores, aunque algunos alumnos son tanto víctimas como acosadores, y otros
agresores/víctimas (Olweus, 1993; Smith, Morita, Junger-Tas, Olweus, Catalano et al.,

1999). En concreto, en el estudio realizado porel Defensor del Pueblo (2000), un 33% se

reconoce como víctima de insultos, un 4.1% de agresiones físicas y un 0.7% de amenazas

con armas. Respecto a los agresores, un 40.9% reconoce haber insultado, un 6.6% han

agredido físicamente y un 0.3% han amenazado con armas.

MARCO REFERENCIAL: Para el caso de este estudio hemos adoptado como

concepto de bullying el que se plantea por Olweus a partir de su proceso investigativo y

que ha depurado siguiendo los casos escolares: Hablamos de acción negativa cuando

alguien infringe, de manera intencionada, o intenta infringir mal o malestar a otra persona.

Básicamente, es lo que está implícito en la definición de comportamiento agresivo

(Olweus, 1973b; Berkowitz, 1993). Las acciones negativas se pueden llevar a cabo

mediante contacto físico, verbalmente o de otras maneras como hacer muecas o gestos

insultantes e implican la exclusión intencionada del grupo. Para emplear correctamente el

término “bullying” (acoso escolar) ha de haber un desequilibrio de poder o de fuerza (una

relación asimétrica): El escolar que está expuesto a las acciones negativas tiene mucha

dificultad para defenderse. Sin embargo, en otro acercamiento para entender el fenómeno,

hace referencia a las relaciones de poder, lo que no representa verdaderamente un conflicto

sino una situación caótica para quien lo recibe, es decir que se refiere a la situación en la

que una persona (o grupo), agrede de manera sistemática y repetida a otra persona que

usualmente no logra defenderse por sí misma debido a un desbalance de poder.


La intimidación escolar ocurre, por ejemplo, cuando algunos estudiantes humillan

constantemente a otro/a, se burlan de él/ella, le ponen apodos ofensivos, lo/a golpean e

insultan repetidamente, lo/a excluyen siempre de trabajos en grupo y de fiestas y/o le

mandan mensajes ofensivos por Internet y otros medios (Chaux, Bustamante, Castellanos,

Jiménez y Mejía, 2007) Ahora bien, según los estudios previos en el bullying se

determinan tres actores como son el victimario, la víctima y los observadores, dando así un

contexto del fenómeno en el cual cada uno tiene su papel con características propias que se

definen a continuación.

El agresor también llamado “acosador” es, por lo general, de sexo masculino; tiene

como característica una mayor fuerza física que hace que se le genere respeto y temor entre

los otros compañeros, pero sobretodo en la victima; tiende a repetir el año escolar y esto

hace que esté ubicado en grupos de estudiantes con menor edad. Su personalidad se

caracteriza por un temperamento agresivo e impulsivo, con dificultades para comunicar y

negociar sus deseos, falta de empatía hacia el sentir de la víctima y falta de sentimiento de

culpabilidad. También se le dificulta el control de la ira y un nivel alto de hostilidad que

hace que interprete sus relaciones con los otros como una fuente de conflicto y agresión

hacia sí mismo.9En conclusión, el acosador es violento, belicoso con sus pares y adultos,

autosuficiente y con un buen auto concepto. Por su parte, la víctima, tiende a ser débil, de

contextura muy delgada o muy obeso, de estatura muy baja o muy alta, en ocasiones usa

anteojos, otro de los rasgos es el color de la piel y las dificultades en el habla. Además, su

personalidad se caracteriza por su inseguridad, sensibilidad, timidez, bajos niveles de

autoestima; muestran un alto nivel de ansiedad, es solitario, tiene pocos amigos y es

excesivamente protegido por sus padres. En este sentido, Olweus (1998) propone dos

prototipos de víctimas: La activa o provocativa y la pasiva. La primera, en la que el sujeto

(victima) exhibe sus rasgos característicos, combinando la ansiedad y una reacción


agresiva, suele actuar violento y desafiante, son estudiantes que tienen problemas de

concentración y tienden a comportarse de forma tensionada e irritante a su alrededor. A

veces tienden a ser tildados/as de hiperactivos/as, y lo más habitual es que provoquen

reacciones negativas en el resto de sus compañeros. El segundo prototipo es el más común,

son inseguros, se muestran poco y sufren calladamente el ataque del agresor. Su

comportamiento para el agresor es un signo de agresividad y desprecio al no responder al

ataque y al insulto. RevChilPediatr, 2008. También caracteriza a las víctimas como:

personas inseguras, sensitivas, poco asertivas, físicamente más débiles, con poca habilidad

social y con pocos amigos. En general, buenos alumnos. Como consecuencia del Bullying

presentan depresión, ansiedad, deseo de no ir a clases con ausentismo escolar y deterioro

en el rendimiento, presentan problemas de salud somática, dos a cuatro veces más que sus

pares no victimizados. Si la victimización se prolonga puede aparecer ideación suicida. En

general las víctimas son sujetos rechazados, difícilmente tienen un amigo en clase y les

cuesta mucho trabajo hacerlo; son los menos populares de la clase. Sus redes de apoyo son

pobres, sin embargo, desarrollan una mayor actitud positiva hacia los profesores que los

agresores/as. Los compañeros del estudiante víctima, denominados espectadores, juegan un

papel importante en la dinámica del Bullying, son aquellos estudiantes que están presentes

en el ataque del agresor observando, pero no intercediendo a favor de la víctima. Olweus

(2001) ha interpretado la falta de apoyo de los/as compañeros/as hacia las víctimas como el

resultado de la influencia que los/as agresores/as ejercen sobre los demás, hecho muy

frecuente en estos procesos de intimidación. En algunas experiencias los espectadores se

comportan de forma agresiva después de observar un acto de agresión. En el caso de

maltrato entre iguales se produce un aprendizaje social que inhibe la ayuda e incluso

fomenta la participación en los actos intimidatorios por parte del resto de los compañeros

que conocen el problema, aunque no hayan sido protagonistas inicialmente del mismo. Este
factor es esencial para entender la regularidad con la que actos de esta índole pueden

producirse bajo el conocimiento de un número importante de observadores que, en general,

son los/as compañeros/as del entorno de los escolares. En otros casos se ha demostrado que

el miedo a ser incluido dentro del círculo de la victimización y convertirse también en

blanco de agresiones, impide que los compañeros que sienten que deberían hacer algo, no

lo hagan. Por último, se encuentran los adultos (profesores y padres), quienes no se dan

cuenta de los hechos relacionados con el Bullying y tampoco se sienten preparados para

afrontarlo. Esto conlleva a una dificultad para la detección e intervención puesto que,

cuando los casos salen a la luz, las escaladas de las agresiones suelen estar en niveles de

mayor riesgo e intensidad para la victima (Smith, 1994).

Debemos tener en cuenta que la violencia se produce cuando se da una mala interacción

entre los individuos y el medio en el que se desarrollan y conviven. Por ello, es muy

importante que los estudiantes adquieran habilidades que les ayuden a enfrentarse a

situaciones difíciles y de conflicto de forma pacífica y sin recurrir a la violencia, tanto en el

entorno escolar como en el resto de las esferas sociales. Como indican Viguer y Avià

(2009), en ocasiones los miembros de una sociedad están expuestos de forma indirecta a

una violencia continuada a través de creencias, costumbres y actitudes; esto debe cambiar y

deben ofrecerse alternativas adecuadas para la resolución de conflictos.

Se ha comprobado de forma documental que aquellos niños sumergidos en un ambiente

familiar, escolar y comunitario violento tenderán a reproducir acciones violentas (Ortega,

Ramírez y Castellán, 2005, p. 149).

Además, Roland y Galloway (2002) comprobaron que los hijos de padres agresivos, que

tienen un comportamiento de abandono y escaso apoyo hacia ellos, tienden a adoptar

conductas abusivas y agresivas hacia su grupo de iguales, pues junto con la escuela, el

hogar tiene una gran influencia en la personalidad de los sujetos, en especial sobre la
agresividad, de tal manera que si no se frenan los comportamientos violentos desde la

infancia pueden provocar efectos mucho más graves y agresivos en la edad adulta.

Según Viscardi (2011), los factores que repercuten en los estudiantes para desarrollar

una conducta agresiva son: 1) en el hogar: ausencia de cariño y atención, conductas

violentas, exceso de libertad, etcétera; 2) en la escuela: normas muy rígidas, castigos

humillantes, mala supervisión, falta de estrategias de motivación, escasa educación en

positivo, etcétera; y, 3) otros factores sociales (violencia en películas, televisión, revistas,

videojuegos, entre otros).

Por lo general, las víctimas del acoso escolar pueden adoptar una actitud pasiva o de

resignación, aunque también hay otros que tratan de huir de la situación mediante

diferentes estrategias poco útiles para poner fin al maltrato. De manera que están

condenados a sufrir insultos, ataques psicológicos que ocasionan una baja autoestima,

intimidaciones, chantajes, exclusión social, maltrato físico en forma de golpes y palizas,

etcétera. Todo esto genera que la persona acosada se sienta totalmente inútil, no se quiera a

sí misma en absoluto y se vea incapaz de manejar esta situación (Ortega y Mora-Merchan,

2008, p. 517).

Casullo (1998) muestra que, en los casos más extremos, el acoso escolar ha acabado de

forma traumática para sus víctimas en forma de suicidio. Es una realidad muy presente hoy

en día, pues hay jóvenes que no pueden soportar el abuso de sus compañeros y deciden

quitarse la vida. Es una realidad que no se debe esconder, ya que va en aumento y atañe a

esferas tanto personales, como sociales, familiares y educativas.

Es muy importante que los profesores cuenten con una formación adecuada para poder

llevar a cabo prácticas de prevención del bullying, pues es en el colegio donde los niños

pasan la mayor parte del tiempo conviviendo entre iguales y por lo tanto uno de los

principales lugares de acoso. Lo más apropiado son los programas de prevención que
busquen garantizar que el acoso no se va a producir; pero en muchas ocasiones no existen o

estos fallan, por lo que hay que desarrollar programas de detección e intervención para

erradicarlo.

Muchas veces la víctima no busca ayuda externa por miedo o vergüenza, pero hay casos

en los que acuden a los demás para tratar de salir de esa situación. Según un estudio

realizado por Del Barrio et al. (2003, p. 76), el 21% de los estudiantes optaba por huir de

las personas y lugares en los que se producían las agresiones, el 26% pedían a los agresores

que cesaran con el acoso y el 33% recurría a los adultos para pedir ayuda. Esta última

forma de buscar solución va perdiendo presencia a medida que aumenta la edad de las

víctimas, decantándose por solicitar ayuda a los iguales (debido a que los procesos

adolescentes dan prioridad a los iguales como objetivo de comunicación).

OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL: Conocer y asimilar las principales manifestaciones de

conducta violenta en el aula.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS:

1. Capacitar a los docentes en la resolución pacífica de conflictos, para el mejoramiento

de las relaciones interpersonales entre ellos y los alumnos.

2. Formar a los padres en la resolución pacífica de conflictos en el hogar.

3. Diseñar un código de conducta con la participación de los maestros, niños, padres y

representantes, personal administrativo y obrero, comunidad vecina, autoridades educativas

y policía municipal.
4. Identificar los posibles liderazgos entre los niños, padres y representantes, personal

administrativo y obrero, comunidad vecina, autoridades educativas y policía municipal,

para la construcción de modelos a seguir por los otros.

Referencias Bibliográficas: (Utilizando la norma APA, tercera edición en español)

http://www.grupocidep.org/documentos/queEsElBullying.pdf

https://www.unicef.org/costarica/docs/cr_pub_Violencia_escolar_America_Latina_

y_Caribe.pdf

https://repository.usta.edu.co/bitstream/handle/11634/547/Estado%20de%20arte%20sob

re%20violencia%20escolar.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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