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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL


DE LOS LLANOS CENTRALES
“RÓMULO GALLEGO”
ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD

RELACIÓN MÉDICO PACIENTE DE LOS ADULTOS MAYORES DEL


HOSPITAL NUESTRA SEÑORA DE LA CARIDAD SAN SEBASTIÁN DE
LOS REYES ESTADO ARAGUA EN EL PERÍODO ENERO-JULIO DE 2017

Trabajo presentado como requisito parcial para optar al Grado de


Médico Cirujano

Autores:

Tutor:

San Juan de los Morros, Julio de 2017


Constancia de Aprobación del Tutor

Ciudadano (a):
Coordinador (a) y demás miembros de
la Comisión Técnica de Trabajo de Grado o
Tesis Doctoral.
Universidad Rómulo Gallegos
Su Despacho.-

En mi carácter de Tutor del Trabajo de Grado, presentado por los ciudadanos


________________________para optar al título de Médico Cirujano, considero que
dicho Trabajo reúne los requisitos y méritos suficientes para ser sometido a la
presentación pública y evaluación por parte del Jurado Examinador que se designe.

En la Ciudad de San Juan de los Morros, a los doce días del mes de Julio
de 2017.

Firma
C.I.Nº V_
CAPÍTULO I

EL PROBLEMA

Planteamiento del Problema

Es importante iniciar este apartado definiendo al adulto mayor como aquel que
inicia su proceso de vejez, término del que existen muchas definiciones según la
perspectiva donde se considere. Para Reyes (2013), en general se puede definir como
“un proceso normal en la vida del hombre y, como tal, un fenómeno universal de
cambios biológicos, psicológicos y sociales, mediante el cual el ser humano atraviesa
por distintas etapas, desde el inicio de su existencia hasta su culminación”(p. 4).
Junto a esa serie de cambios, la declinación en sus funciones es inevitable,
debido a que todas las células, órganos y sistemas del cuerpo humano envejecen. Esta
declinación involucra la disminución de la capacidad del organismo para reaccionar
con éxito a su medio ambiente y se relaciona, probablemente, con el hecho de
encontrarse en esta última etapa de la vida y, por tanto, con la disminución de la
participación social impuesta por la propia sociedad. La Organización Mundial de la
Salud (2015), en el Informe Mundial sobre el envejecimiento y la salud reporta que:

Datos empíricos demuestran que la pérdida de capacidad generalmente


asociada con el envejecimiento solo se relaciona vagamente con la edad
cronológica de una persona. No existe una persona mayor “típica”. La
diversidad resultante en las capacidades y las necesidades de salud de las
personas mayores no es aleatoria, sino que se basa en hechos ocurridos a lo
largo del curso de la vida que a menudo pueden modificarse, lo que pone
de manifiesto la importancia del enfoque del curso de la vida. Aunque a la
larga la mayoría de las personas mayores experimentarán múltiples
problemas de salud, la edad avanzada no implica dependencia (p. 3)

En este sentido, las Naciones Unidas (ONU) (2010), reconociendo la necesidad


de llamar la atención mundial sobre las múltiples necesidades y los graves problemas
que aquejaban cada vez más a la población de edades avanzadas, decidió convocar en
el año 1982 una Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, que se llevó a cabo en
Viena, con el propósito de iniciar un programa internacional de acción encaminado a
garantizar la seguridad económica y social de las personas de edad, así como
oportunidades para que estas personas contribuyeran al desarrollo de sus países,
conocido como el Plan Internacional de Viena sobre el Envejecimiento.
Situación de la que no escapan los adultos mayores en Venezuela, término afín
que se ha utilizado a vejez para referirse a quienes pertenecen al grupo etáreo que
comprende personas que tienen más de 55 años (la mujer) y 60 años de edad (el
hombre). Por lo general, se considera que los adultos mayores, sólo por haber
alcanzada este rango de edad, son lo que se conocen como pertenecientes a la tercera
edad, o ancianos.
Por su parte Reyes (2013), al referirse al adulto mayor en Venezuela, destaca
que “...en esta fase de la vida la salud se resiente notablemente, en tanto, existen
muchas enfermedades y afecciones especialmente asociadas a este momento, como
ser: alzhéimer, osteoporosis, artrosis y cataratas, entre otras”(p.11). Sumado a ello
puede agregarse la denominada sociología de la tercera edad como un factor que
ayuda a considerar a estas personas un grupo que amerita igualdad de trato, igualdad
de derechos, y en el campo de la medicina, una relación con el médico que atienda
sus necesidades afectivas, biológicas y psicológicas.
La Ley del Seguro Social, en lo adelante LSS, vigente desde 1967 y reformada
parcialmente en julio de 2008, es el instrumento jurídico que durante décadas ha
regido y continua rigiendo (incluso antes de la promulgación de la Ley Orgánica del
Sistema de Seguridad Social Integral del año 1997), las situaciones y relaciones
jurídicas derivadas con ocasión de la protección de la Seguridad Social a sus
beneficiarios, ante las contingencias de maternidad, sobrevivencia, enfermedad,
accidentes, invalidez, muerte, retiro, cesantía y por supuesto la vejez. Lo alcanzan a
través del Seguro Social al ofrecer atención integral a los Adultos Mayores, mediante
el otorgamiento de prestaciones como “...la asistencia médica integral, a la que tienen
derecho los pensionados por vejez y los miembros de su familia...”, pero pareciera no
revisarse qué pasa con este sector en otros organismos que dan atención a la salud.
La salud, por su condición de variante y propia de cada país e individuos,
requiere una revisión constante de medios y métodos para atender las nuevas
condiciones que caractericen los signos y síntomas de las distintas patologías, razón
por la cual, el sistema nacional de salud deberá adaptarse, no solo a nivel estructural y
organizativo sino de igual forma en la relación con el paciente, siendo ésta la piedra
angular para la prestación de una atención integral, centrada en el paciente y accesible
a los usuarios de este sistema de salud. Relación que además deberá garantizar la
calidad de la atención recibida, sobre todo en pacientes en edad senil, condición que
los hace vulnerables y sujetos al olvido, al abandono, a una especie de discapacidad
atribuida por la sociedad y por muchos sectores del sector salud.
En consecuencia, la atención que se ofrezca a ese grupo etario, a nivel de salud,
debe prever acciones pertinentes para que la relación médico-paciente se favorezca en
cuanto a un eficiente diagnóstico y posterior tratamiento considerando lo referido por
Pacheco (2015):
...ciertas variables inmersas en el estudio de la calidad de atención
percibida por el paciente como el tiempo de espera hasta ser atendido por
el médico, la percepción positiva sobre el horario de atención del Centro de
Salud, entre otras, influyen en la satisfacción del paciente adulto (p. 71).

Además se establece al Patient-Doctor Relationship Questionnaire (PDRQ-9),


como un predictor fiable de continuidad de uso del servicio de salud con una
sensibilidad de 84,91%, una especificidad de 89,47% y un valor predictivo positivo
de 99,12%. Esto puede interpretarse como una forma de validar la relación médico
paciente como un factor predisponente de la salud del adulto mayor.
Al respecto refiere Williams (2005), que “...la relación médico-paciente es la
piedra angular de la práctica médica y, por lo tanto, de la ética médica” (p. 14).
Además, según el mismo autor, en la declaración de Ginebra se exige al médico que
debe “velar ante todo por la salud de su paciente” y el Código Internacional de Ética
Médica estipula: “El médico debe a sus pacientes todos los recursos de su ciencia y
toda su lealtad”. A pesar de lo anterior, es común que ocurra un deterioro en la
relación-médico paciente en el grupo de los adultos mayores.
Esta relación está amenazada por la creciente legitimación social de intereses
individuales materiales, aunado a la presión de organizaciones de salud con ánimo de
lucro, que han acrecentado en el médico el rol de agente comercial, en países
capitalistas. Ello ha contribuido a distorsionar la responsabilidad que tiene el médico
frente a su paciente como dispensador de cuidado, apoyo y curación en la salud y la
enfermedad. Salomón (2010), citado por Bonilla (2012), refiere que la génesis de la
capacidad para una actitud ética personal y profesional data desde “los albores
mismos de la humanidad y presupone responsabilidades, de este modo se establece
una situación paralela entre el médico y el paciente que están en un contexto de
asociación, mutualidad, subjetividad compartida e influencia recíproca”.
Tal relación se estudia como problema de investigación en el hospital Nuestra
Señora de la Caridad en San Sebastián de los Reyes estado Aragua de Venezuela,
como un problema que abarca vínculos cognitivo afectivos entre el médico, sus
pacientes y la familia reforzados en la praxis cotidiana gracias a una comunicación
propia de la convivencia en pequeños poblados, como lo es el pueblo sede del
estudio, donde el médico alcanzaba un status social con un profundo respeto,
admiración y gratitud de sus usuarios, gozando de un status que sirve de referencia
para que ese vínculo le obligue a manifestar también respeto por éstos.
La situación pareciera enfocarse en lo señalado por Barrantes, Rodríguez y
Lama en el 2010, al señalar que “Existen prejuicios en relación con la vejez, incluso
entre los profesionales que se dedican a la gerontología. Uno común y peligroso es
considerar que los viejos son todos enfermos o discapacitados” (p. 3). Por eso es
importante que no solo los gerontólogos, sino todo profesional médico que atienda a
personas de la tercera edad reconozca que:
...la relación médico-paciente es la piedra angular de la práctica y ética
médicas. Para alcanzar el respeto por los adultos mayores es necesaria una
medicina prudente, basada en una práctica en la cual la reflexión ética y
clínica pueda contribuir. Esto último es posible si se hacen valer los
derechos del adulto mayor, en particular como paciente para la toma de
decisiones (p.4)
Lamentablemente, ésta parece ser la realidad del hospital donde se realiza la
investigación, donde la relación médico-paciente adulto mayor se presenta en un
marco de reflexiones sobre si son oídos (siempre parecen saber la causa de los males
y las curas), rechazados, discriminados, valorados, diagnosticados, informados,
atendidos con el respeto y condiciones propias de su edad, a las necesidades del
adulto mayor, ayudándolo a afrontar su enfermedad con mayor serenidad, confianza
y no solo de sanar una enfermedad manifiesta o detectada. A tal efecto se plantea
como problema de estudio una relación médico paciente adulto mayor que parecieran
obviar las características propias de la edad adulta, además de la humanización y
confianza que se atribuye como expectativas hacia este profesional en poblados como
el de San Sebastián de los Reyes.
También debe señalarse la necesidad de profundizar si los médicos tratantes
conocen y aplican códigos de derechos y deberes de la voluntad por cooperar en la
recuperación de la salud a través de la comunicación interactiva paciente-médico y
viceversa. En ese orden se pretende dar respuesta a las siguientes interrogantes de
investigación:
¿Cómo se describe la situación de salud del adulto mayor en la comunidad
social del hospital Nuestra Señora de la Caridad San Sebastián de los Reyes estado
Aragua en el período enero-julio de 2017? .
¿Qué aspectos identifican la intraproyección del acto médico en la relación con
el paciente adulto mayor en el hospital Nuestra Señora de la Caridad San Sebastián de
los Reyes estado Aragua?.
¿Qué indicadores establecen una actitud participativa y autorresponsable del
paciente adulto mayor (familiares y sociedad), en el proceso de recuperación y
preservación de la salud en el período en estudio?.

Objetivos de Investigación
Objetivo General

Analizar la relación médico paciente de los adultos mayores del hospital


Nuestra Señora de la Caridad San Sebastián de los Reyes estado Aragua en el período
enero-julio de 2017.

Objetivos Específicos

Describir la situación de salud del adulto mayor en la comunidad social del


hospital Nuestra Señora de la Caridad San Sebastián de los Reyes estado Aragua en el
período enero-julio de 2017.
Identificar la intraproyección del acto médico en la relación con el paciente
adulto mayor en el hospital Nuestra Señora de la Caridad San Sebastián de los Reyes
estado Aragua.
Establecer indicadores de una actitud participativa y autorresponsable del
paciente adulto mayor (familiares y sociedad), en el proceso de recuperación y
preservación de la salud en el período en estudio.
Determinar la aplicación de códigos de derechos y deberes de la voluntad por
cooperar en la recuperación de la salud a través de la comunicación interactiva
paciente-médico y viceversa en el período en estudio.

Justificación del estudio

Para que un modelo de relación médico-paciente se acerque más a una relación


de equilibrio entre la confianza que el paciente otorga al médico tratante y su
capacidad de tomar decisiones tras haber sido informado, ha de proveer las bases para
que se establezca un diálogo entre el médico y el paciente y una relación de mutua
confianza, desinteresada. En circunstancias ordinarias, el tomar decisiones es tarea de
ambos, médico y paciente, respetando siempre la integridad de la persona, en tal
sentido, al señalar el valor o importancia de la presente investigación se consideró sus
aportes en diferentes escenarios como se describe a continuación:
Social: Se trata de un avance al entendimiento de la relación médico paciente y
así contribuir a eliminar el reduccionismo de la medicina considerando involucrar los
aspectos inherentes a la condición humana y darle el valor social que requiere la
atención al paciente en edad de adulto mayor, el cual debe ser visto desde la
condición que poseen como personas de edad avanzada en la que se relacionan con
otros sectores poblacionales y deberán recibir el mismo trato y consideración.
Salud Pública: Con investigaciones de este perfil se pueden hacer más
accesibles y válidas las distintas vías de la asistencia sanitaria con fundamento en
estadísticas recientes y realidades propias de distintos escenarios médicos, además
planificarse para que el enfermo comprenda al médico y éste le hable sin tecnicismos
y encuentre en una conversación fluida, breve y profunda, la suficiente confianza en
el médico en el que tiene puesta la esperanza de la recuperación de la salud.
Pedagógica-Educativa: Estudios como éste permiten reconocer que la
relación-comunicación interactiva nace de la propia humanidad del acto médico y de
la pedagogía didáctica que desde este mismo acto se proyecta hacia el enfermo. En ese
sentido, se amplía más la conciencia de que no se puede entender en su plenitud el
acto médico y el relevante servicio personal y social que a través de él es realizado,
sin una educación para promover la salud y para protegerla
Metodológica: Los aportes de la investigación, en este sentido, se fundamentan
en ofrecer unos resultados basados en datos reales que se obtienen de la investigación
de campo en el Hospital Nuestra Señora de la Caridad, siendo válidos y confiables en
la población objeto de estudio pero también motivo de consideración en otros
escenarios donde la ciencia médica involucre una relación médico paciente basada en
principios de alianza, un paradigma tan antiguo como la tradición hipocrática, el cual
indica una relación de colaboración y de acuerdo recíproco sobre cuestiones que
respectan a la cura de la salud. La alianza médico-paciente indica un acuerdo sobre
aspectos de la medicina que son todo menos que extrínsecos respecto a las
dimensiones humanas que se develan aplicando el método deductivo en la
comprobación de los objetivos de estudio.
Legal: Los aspectos legales o contractuales se exigen por el hecho de que la
relación médico-paciente está dentro de un contexto de relaciones públicas, pero que
no constituyen la base de aquellas cosas que vienen antes y que se retienen más
importantes.
CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

Antecedentes

Reyes (2013) presenta un estudio sobre Investigación Gerontológica y políticas


sociales de atención al adulto mayor en Venezuela, donde plantea que la estructura de
la población en los países en desarrollo está cambiando y la proporción de las
personas ancianas está aumentando rápidamente; Venezuela no escapa de este
fenómeno, lo cual conduce al crecimiento de una población anciana con necesidades,
problemas y con unas débiles políticas de seguridad/asistencia social que no
coadyuvan a mejorar la calidad de vida de las personas de la tercera edad. Ante esta
situación, se planteó analizar la problemática social de la vejez en Venezuela
reportada, por la investigación gerontológica desarrollada por la universidad
venezolana. Para ello, se realizó una investigación descriptiva con un diseño no
experimental, empleando dos cuestionarios aplicados a funcionarios que planifican
y/o ejecutan las políticas y programas oficiales, lo cual permitió establecer la
correspondencia y pertinencia entre las políticas y programas sociales para las
terceras edades implementadas por los organismos gubernamentales del país y las
necesidades reales del adulto mayor.
Los resultados indicaron que existe una baja correspondencia entre las políticas
y programas con las necesidades y problemas reportados por la investigación
gerontológica; los programas, actividades y acciones desarrollados por los
organismos gubernamentales para la atención integral del adulto mayor, se polarizan
a satisfacer las necesidades fisiológicas (salud y alimentación), minimizando la
satisfacción de otras necesidades básicas de igual importancia para el bienestar social
del anciano (afectivas, recreativas, educativas, de trabajo y seguridad económica). Se
recomienda a las instituciones, apoyarse en la investigación gerontológica que realiza
la universidad venezolana, para reorientar sus políticas, programas y objetivos de
atención a la población anciana.
Dicha relación amerita sean considerados todos los aspectos de la vida en
desarrollo de ese adulto, específicamente en lo que a salud se refiere, se cuida de una
perspectiva humanista y cooperativa para entender las características propias de la
edad en el marco de la asistencia a consulta en el hospital en estudio.
Otro estudio es realizado por Bonilla (2012), en su investigación titulada
Actitudes éticas del personal médico, participación de enfermería y la familia en la
toma de decisiones humanizadas en pacientes con Limitación del Esfuerzo
Terapéutico. En base a la vivencia de la autora en el cuidado directo a pacientes
críticos en unidades de cuidados intensivos y en el ámbito de la coordinación y
docencia del Postgrado de Enfermería en Medicina Crítica y a revisiones
bibliográficas con fundamento científico y bioético previo, se concluyó en la
existencia del siguiente problema de investigación: ¿Cuáles son las actitudes éticas
del personal médico, la participación de enfermería y la familia en la toma de
decisiones humanizadas en pacientes con Limitación del Esfuerzo Terapéutico en las
Unidades de Cuidados Intensivos de los Hospitales Eugenio Espejo y Carlos Andrade
Marín?.
Se propusieron dos hipótesis: No existen lineamientos bioéticos institucionales
específicos para la adopción de LET en pacientes de las Unidades de Cuidados
Intensivos, por lo que los criterios son individualizados y se sustentan en pronóstico
de sobrevida mínimo e inutilidad del tratamiento con limitada participación de la
familia. La propuesta y aplicación de lineamientos con sólida base bioética en estas
unidades, determinarán positivamente en el quehacer ético y humanizado frente a la
limitación del esfuerzo terapéutico con participación de la familia en la toma de
decisiones y en la dignificación de la muerte. Se aplicaron diversos métodos teóricos
tendientes a identificar el problema, analizarlo, proponer estrategias de mejoramiento
de la realidad y a validarlas.
En cuanto a los métodos empíricos se utilizó encuestas, entrevistas, criterio de
expertos y matriz para seguimiento de casos. Entre los resultados, es relevante señalar
que los criterios utilizados en las decisiones de LET incluyeron inexistencia de
posibilidades razonables de supervivencia, situación de muerte inminente, mala
calidad de vida e inutilidad del tratamiento que prolonga su agonía, basados en
criterios de probabilidad más que dé certeza. No se respeta completamente la
autonomía del paciente, no existe un marco legal nacional como también
lineamientos institucionales que regulen la toma de decisiones de pacientes con LET
en UCI y hay muy poca participación de los Comités de Bioética institucionales. Se
procedió a la elaboración de una propuesta que pretende dar respuesta a la
problemática detectada, adaptándola a los requerimientos reales y con sustento
científico bioético pertinente.
Para la validación fue presentada a 10 expertos con experiencia, formación y
liderazgo en el ámbito del tema de la investigación. Por todo lo anterior la
investigadora señala que aunque de forma modesta este trabajo es un aporte que
permitirá contar con profesionales preparados en el ámbito de la bioética y la
humanización del cuidado, mejorando el trato al paciente en sus últimos momentos de
vida, respetando sus decisiones previas, aplicando un protocolo específico y/o
criterios de terminalidad capaz de unificar juicios de apreciación, tomando decisiones
por consenso e interdisciplinariamente.
Otra investigación fue llevada a cabo por Barrantes, Rodríguez y Lama (2014),
con el título Relación médico paciente: derechos del adulto mayor presentado en la
Revista Panamericana de Salud Pública, donde el objetivo fue desarrollar una
revisión teórico documental sobre dichos derechos, usando una metodología
descriptiva documental presentaron información la cual develó que la toma de
decisiones compartida requiere que el médico no sólo trate de satisfacer a su paciente,
sino también de encontrar alternativas razonables, buscando en primer lugar el bien
de su paciente y por ende de la familia. En el proceso de decisión compartida, el
conocimiento del cuidador y la experiencia del facultativo pueden unirse con los
valores más importantes para el adulto mayor; allí el bienestar del ser humano se
reconcilia con el derecho individual de ser tratado como un sujeto y no como un
objeto. El diálogo es una de las herramientas más importantes que el discurso bioético
ha aportado a las sociedades modernas
Así mismo la relación que guarda el artículo con el presente estudio se
encuentra en su recomendación sobre la necesidad de hacer mayores esfuerzos para
crear una relación de confianza con los pacientes ancianos, a fin de instarlos a pedir
atención médica cuando sea necesario y a sentirse cómodos cuando confíen en el
médico.
Por otro lado, se encuentra la investigación realizada por Calderón (2016),
titulada Influencia de la Relación Médico Paciente en el desarrollo de los valores
ético-profesionales de los estudiantes del Programa Nacional de Formación de
Medicina Integral Comunitaria. Municipio Caroní. Estado Bolívar. responde a un
proyecto de investigación en el área de la enseñanza de pregrado y tuvo la intención
de caracterizar la influencia de la relación médico-paciente en el consultorio popular
en el desarrollo de los valores ético profesionales de los estudiantes que cursan la
asignatura de Morfo fisiología Humana III del Programa Nacional de Formación de
Medicina Integral Comunitaria en el Área de Salud Integral Comunitaria UD 291 del
municipio Caroní, estado Bolívar, entre los meses de marzo a diciembre de 2006.
El desarrollo de la investigación tuvo en cuenta modelos de investigación
cuantitativos y cualitativos, considerando un sistema de métodos integrados por,
métodos teóricos, métodos empíricos y procedimiento estadístico. El universo de
estudio estuvo integrado por los 36 estudiantes y los 23 profesores que formaban
parte de dicha ASIC, se les aplicó un cuestionario a cada grupo, ambos compuestos
por 6 y 8 preguntas cerradas respectivamente y una entrevista a informantes clave
constituidos por líderes estudiantiles.
La aplicación de los anteriores métodos permitió caracterizar la relación médico
paciente en el contexto de la práctica docente de la asignatura Morfo fisiología
Humana III la cual resultó ser comprensiva, afectuosa, tolerante, amable, de
confianza, seguridad, y de respeto, con una empatía y comunicación establecida
valorada de excelente que cumplió sus tres funciones, de manera que todos los
estudiantes percibieron a sus profesores como ejemplos para su formación ético-
profesional y la mayoría de los profesores reconocieron la influencia que tiene la
Relación Médico Paciente que establecen en la formación de sus estudiantes.
Casi todos los profesores identificaron un desarrollo ostensible en la formación
ético-profesional de los estudiantes, siendo los valores humanismo y solidaridad los
más percibidos en ellos desde que están vinculados al Programa al mismo tiempo que
estos últimos tuvieron una autopercepción elevada de este desarrollo. No resultó de
igual modo con el valor responsabilidad que obtuvo niveles más bajos de percepción
y desarrollo.
El estudio se aborda como antecedente de estudio ya que evidencia como la des-
personalización de la medicina se ha explicado como un producto del desarrollo
científico y tecnológico, que al impulsar un pensamiento racionalista con una actitud
operativa y eficiente, reduce la relación médico paciente a una interacción técnica
instrumental
Bases Teóricas
El Adulto Mayor

Adulto mayor es un término reciente que se le da a las personas que tienen más
de 65 años de edad, en varios países y en Venezuela 55 la mujer y 60 el hombre,
término antrópico-social, con el que se agrupa a la población de personas en esas
edades, es el sinónimo de vejez y de ancianidad. Cuyas condiciones de vida son
especialmente difíciles, pues pierden rápidamente oportunidades de trabajo, actividad
social y capacidad de socialización, y en muchos casos se sienten postergados y
excluidos. En Venezuela se crea una Misión denominada En Amor Mayor que define
al adulto mayor como aquel que cursa la edad donde todas las mujeres adultas
mayores a partir de cincuenta y cinco (55) años y todos los hombres adultos mayores
a partir de sesenta años (60), sean venezolanas, venezolanos o extranjeras y
extranjeros, con residencia legal en el país durante los últimos 10 años.
Los adultos mayores provienen de orígenes heterogéneos tanto médicos,
ambientales, educativos, laborales y psicológicos, por lo que existe una considerable
variación en la valoración del estado basal de cada paciente. Se entra en una etapa
final de la vida que se caracteriza por la dificultad en mejorar la situación física y
mental. La atención médica debe ir dirigida a intervenir en el deterioro fisiológico
para que este no se convierta en patológico y nos encontremos con el llamado
Enfermo Frágil.
La vejez en sí no define la fragilidad. Algunos pacientes, a pesar de la edad
avanzada, pueden experimentar incapacidad temporal relacionada con una
enfermedad o traumatismo, pero se pueden recuperar y volver a su línea de base. El
reconocimiento de la fragilidad es cada vez más importante y se caracteriza por
debilidad y disminución de la reserva fisiológica que dificulta al paciente en la
capacidad de adaptación al estrés de una enfermedad aguda o un traumatismo y le
convierte además en paciente vulnerable con mayor riesgo de caídas, discapacidad,
institucionalización y muerte. La mayoría de los médicos que atienden a los adultos
mayores han observado un subgrupo de pacientes que están claramente en un estado
de rápido deterioro, aparentemente sin relación con un estado específico de la
enfermedad.
Otros pacientes que son frágiles tienen signos y síntomas más sutiles que pueden
ser fácilmente pasados por alto. Los adultos mayores frágiles representan un reto para
los clínicos, ya que por lo general se presentan con una carga más pesada de
síntomas, a menudo son médicamente complejos y son menos capaces de tolerar las
intervenciones de ningún tipo. La conciencia del clínico con el síndrome de
fragilidad, de su base biológica y el mayor riesgo de resultados adversos pueden
mejorar la atención a este subgrupo de pacientes más vulnerables.
Cuando una persona ya sea hombre o mujer cumple 50 años los celebra, pero
cuando entra a los 55 o 60 ya no los festeja con el mismo entusiasmo porque la
sociedad comienza a calificarlos como personas de tercera edad, son los que ya están
por jubilarse, o ya se jubilaron, algunos viven con su familia, otros viven solos. Lo
cierto es que llegó la vejez. Este proceso por el que indudablemente todos los seres
humanos vamos a pasar si privilegiadamente llegamos siquiera a los 60 años de edad,
no es una enfermedad es una etapa mediante la cual en forma natural el ser humano
experimenta en forma personal y con diferente intensidad, su llegada a la senectud.
No tiene que ser traumático. En muchas sociedades son considerados como
personas sabias, maduras, experimentadas y dignas de toda confianza.
Las personas que llegan a cierta edad afrontan problemas físicos, psíquicos y sociales
que derivan de cambios biológicos propios de la edad, y que a veces establecen de
forma muy rígida, la capacidad para llevar a cabo un acto tan natural como, el de
comer o dormir diariamente. En muchas ocasiones, estos problemas no se pueden
resolver por completo, pero sí atenuarlas permitiendo así una mejora en la calidad de
vida.
La gerontología y la geriatría, ciencias que juntas tratan a un paciente de la
tercera edad tanto en los aspectos psicológicos, sociales, económicos y
demográficos, como en sus enfermedades físicas, se ven limitadas porque a nivel de
los gobiernos de casi todos los países del mundo no existe una política efectiva para
otorgar una mejor calidad de vida a los adultos mayores, quienes con su esfuerzo han
logrado que la sociedad avance positivamente a pesar de los grandes inconvenientes.
Las enfermedades asociadas a la vejez (Alzheimer, artrosis, diabetes, cataratas,
osteoporosis etc.) son las más comunes en los países en vías de desarrollo, que en los
desarrolladlos, sin embargo la especialidad de geriatría no resulta muy rentable para
los galenos, razón por la que resulta limitante el número de profesionales que realizan
tratamientos específicos a las personas de la tercera edad.
Barrantes Rodríguez y Lamas (2014), ofrecen algunas de sus características,
destacando que por lo general las personas de la tercera edad a las que erróneamente
la sociedad las margina tienen en conjunto características que los limita como seres
humanos sin considerar que son un bagaje de experiencias por ello se tiene:
1.- Empiezan a padecer enfermedades biológicas como: artrosis, diabetes,
cataratas, párkinson osteoporosis, y cardiovasculares, etc.
2.- Dentro de las enfermedades neurológicas o mentales están: el alzhéimer,
demencia senil.
A esto le añade enfermedades sociales como:
1.- Aislamiento social.
2.- Escasa o nula oportunidad de trabajo.
3.- Poco o nulo acceso a parques donde puedan encontrar juegos apropiados a su
edad para la realización de actividades físicas.
4.- Discriminación familiar, si no aporta económicamente con su pensión de
jubilado.
5.- Su diferencia cultural hace que su autoestima este muy bajo, si no tiene
independencia económica, necesariamente debe retribuir con trabajo físico su estadía
en el hogar.
Las personas de la tercera edad por ningún motivo deben ser consideradas o
considerarse personas del segundo nivel, por lo tanto es necesario que ellas mismas se
levanten el autoestima, y si es ayudado por los hijos o nietos mucho mejor.
Principales problemas de salud
León (2015), señala que Los principales problemas de salud que afectan a este
segmento de la población son los siguientes:
1. Problemas respiratorios como infecciones causadas por el aumento y
retención de secreciones (flemas).
2. Problemas nutricionales causados por pérdida de apetito y disfagia (dificultad
para deglutir alimentos).
3. Problemas de eliminación causados por incontinencia intestinal y urinaria, así
como formación de fecalomas por estreñimiento e infecciones urinarias.
4. Problemas circulatorios y osteoarticulares causados por la inmovilidad y por
enfermedades crónicas.
5. Problemas de la piel causados por la presión ejercida de forma continuada en
una zona corporal, debido a la inmovilidad.
6. Problemas neuropsiquiátricos causados por demencias, párkinson, alzheimer,
estados depresivos... Estos problemas, junto con la dificultad para deambular,
conllevan un alto riesgo de caídas.
7. Problemas de los órganos de los sentidos como hipoacusia (disminución de la
audición) y disminución de la agudeza visual.
Cuidados Básicos

Higiene: La higiene corporal debe realizarse con jabón neutro, secando


cuidadosamente, sin frotar y prestando especial atención a los pliegues cutáneos. Se
procederá posteriormente a la hidratación de la piel, realizando masaje para activar la
circulación, evitando siempre las prominencias óseas.
En pacientes encamados, las sábanas deben quedar bien estiradas, sin pliegues y
sin restos como migas de pan, etc.
Alimentación: Abundancia de verduras y frutas para aportar suficiente fibra;
leche y proporción adecuada de legumbres, proteínas y grasas, evitando abusar de
grasas de origen animal. Habrá que asegurar un aporte adecuado de líquidos (de 1 a
1,5 litros al día). En pacientes que tengan problemas de deglución, habrá que valorar
el uso de espesantes específicos para líquidos a fin de evitar el riesgo de
atragantamiento. Asimismo, deberán estar incorporados y mantenerse en esta
posición durante un tiempo después de ingerir.
Si no se muestran colaboradores se puede recurrir al uso de jeringas de
alimentación e incluso, en casos extremos, y siempre según criterio médico, al uso de
dispositivos externos como sondas nasogástricas. El paciente en alto riesgo de
desarrollar úlceras por presión (o que ya las ha desarrollado) requiere una dieta hiper
proteica y con suficiente aporte de vitaminas A y C, para facilitar el proceso de
cicatrización. En algunos casos, será necesario, según criterio médico, dar
suplementos alimentarios (batidos, etc.)
Ejercicio Físico: Sería conveniente dar paseos tan largos como fuera posible,
evitando fatigarse. En caso de no poder salir, movilizarle varias veces al día y pasear
dentro de casa, evitando obstáculos como alfombras o calzado inadecuado.
Manejo de la Presión: Está generalmente aceptado que una presión mantenida
más de dos horas puede ocasionar una lesión. Para minimizar el efecto de la presión
hay que considerar varias acciones:
1. Realización de cambios posturales cada 2 ó 3 horas siguiendo una rotación
programada (en pacientes encamados boca arriba y sobre ambos costados) utilizando
almohadas para mantener la postura elegida. Habrá que evitar el arrastre al realizar
estas movilizaciones.
2. En los pacientes sentados los cambios posturales serán más frecuentes,
levantándolos de la silla, al menos cada hora. Se debe evitar el uso de flotadores, ya
que aumentan la presión de las zonas de contacto y dificultan la circulación.
3. Usar cojines o almohadas para evitar el contacto directo de las prominencias
óseas entre sí (rodillas, tobillos).
4. Prestar especial atención a los pies (talones y tobillos), utilizando calcetines
que no opriman, patucos con mullipiel, o dejándolos al aire sobre una almohada.
5. Existen en el mercado colchones especiales de presión alternante que pueden
ayudar a aliviar las zonas de presión, aunque nunca sustituyen a los cambios
posturales.
Es importante que lleve un tratamiento adecuado de vitaminas y antioxidantes
para reducir los efectos de la vejez (psicológicos, y físicos), así si presenta otras
enfermedades que estas sean tratadas por un Geriátra. Además es muy importante que
reduzcas cargas que el anciano no pueda soportar, pero que más sin embargo, no es
inútil y se le debe dar trabajo en casa, así la más nimiedad que el anciano haga se
sentirá útil en algo y su autoestima subirá y le será más fácil a él y a la familia
conllevar esta etapa de su vida. Muchos ancianos se sienten a gusto participando en
alguna actividad religiosa y formando parte de ella, a esta edad la deficiencia de
hormonas lo hace sentir no-autosuficientes, por tanto el apoyo de una figura superior
es importante. Es importante la actividad física moderada para mantener su sistema
motor sano así como sus sistemas, es primordial la asistencia de un profesional;
terapeuta, geriatra, nutriólogo.
Enfermedades y afecciones típicas de la edad avanzada.
Artritis: Se trata de la presencia de inflamación en las articulaciones, y se
presenta de diversas formas, aunque la mayoría son inflamatorias. Ocasionalmente,
también puede aparecer hinchazón articular en las enfermedades degenerativas, como
la artrosis.
Artrosis: A contar de los 75 años, prácticamente todas las personas tienen
artrosis en alguna articulación. No obstante, es una enfermedad que afecta más a las
mujeres que a los hombres, y los factores que predisponen a sufrirla pueden ser la
edad, la obesidad, y la falta de ejercicio. Así, la artrosis consiste en una degeneración
del cartílago articular por el paso de los años, que se refleja en dificultades motoras y
dolor articular con los movimientos. El tratamiento de esta dolencia consigue mejorar
la movilidad y disminuir el dolor mediante antiinflamatorios no esteroideos, o la
infiltración de esteroides, además de ejercicios de rehabilitación. Por fortuna,
solamente en los casos extremadamente graves se puede recurrir a la cirugía, que
consiste en sustituir las articulaciones por prótesis artificiales.
Arterioesclerosis de las extremidades: Sucede cuando el adulto mayor afectado
comienza a notar dolores en las piernas, hormigueos, úlceras e incluso gangrena en
los pies. Se trata de un síndrome que deposita e infiltra sustancias lipídicas (grasa), en
las paredes de las arterias de mediano y grueso tamaño. Esto provoca una
disminución en el flujo sanguíneo que puede causar daño a los nervios y otros tejidos.
Alzheimer: Debido al envejecimiento del cerebro, se produce una pérdida
progresiva de la memoria y de habilidades mentales en general. A medida que las
células nerviosas mueren, diferentes zonas del cerebro se van atrofiando. Por esta
razón, esta enfermedad se clasifica como neurodegenerativa del sistema nervioso
central, llevando incluso a la demencia a las personas mayores de 60 años.
Lamentablemente, el Alzheimer es incurable, y aún se busca una solución que sea
posible en el corto plazo.
Párkinson: Esta dolencia neurodegenerativa se produce por la pérdida de
neuronas en la sustancia negra cerebral. Por lo general, el párkinson se clasifica como
un trastorno del movimiento, pero hay que considerar que también desencadena
alteraciones en la función cognitiva, en la expresión de las emociones y en la función
autónoma. El principal factor de riesgo de esta enfermedad es la edad, razón por la
que se presenta con frecuencia entre los ancianos.
Resfríos y gripe: A pesar de que son molestias comunes, que duran entre 3 y 7
días, en el caso de las personas mayores pueden complicarse y requerir
hospitalización, por problemas respiratorios. De esta forma, es sumamente importante
prevenir el frío, y vacunar cada año contra la gripe al adulto mayor.
Sordera: Muchas veces, se considera lógica y normal la pérdida de audición, por
el desgaste natural del oído que envejece. Sin embargo, existen soluciones eficaces
como los audífonos, que pueden optimizar en gran parte la calidad de vida del
anciano.
Presión arterial alta: La hipertensión arterial no suele tener síntomas, pero puede
causar problemas serios como insuficiencia cardiaca, derrame cerebral, infarto e
insuficiencia renal. Por esta razón, se debe controlar periódicamente la presión
arterial de la tercera edad, y convencerlos de adaptar hábitos de vida saludables que
reduzcan los riesgos de problemas asociados.
Hipertrofia de Próstata: Es una enfermedad muy común entre los hombres
mayores de 60 años. En este caso, la próstata crece de manera excesiva y, como
consecuencia, se presenta una mayor frecuencia para orinar, irritación y obstrucción.
Todo esto puede complicarse y derivar en infecciones urinarias y cálculos renales.
Esta hipertrofia se diagnostica mediante biopsia prostática y tacto renal, lo que
también puede detectar síntomas de cáncer. Como tratamiento, los pacientes deben
disminuir la ingesta de líquidos antes de acostarse, moderar el consumo de alcohol y
cafeína, y si el problema está muy avanzado, se debe realizar prostatectomía (cirugía
indicada para el cáncer de próstata).
Desnutrición: Debido a que, en algunos casos, los adultos mayores suelen perder
el gusto por comer, pueden disminuir drásticamente la ingesta de proteínas y
vitaminas necesarias para mantener una vejez saludable. Así, esta carencia deriva en
complicaciones serias, como deshidratación, anemia, déficit de vitaminas (B12, C,
tiamina, etc.), desequilibrio de potasio, anorexia, gastritis atrófica, entre otras. Si el
especialista lo cree conveniente, se puede recurrir a suplementos de minerales y
vitaminas. Además, una dieta alta en proteínas y nutrientes es relevante para prevenir
posibles problemas irreversibles.
Problemas Visuales: Es recomendable una revisión ocular al menos una vez al
año, para detectar los problemas visuales más frecuentes y su tratamiento específico.
Los problemas de visión más comunes en las personas mayores son la miopía,
presbicia, cataratas, degeneración macular del ojo, glaucoma y tensión ocular, cada
cual con su tratamiento correspondiente.
Demencia senil: Los primeros síntomas suelen ser dificultades de comprensión,
problemas con las habilidades motoras, cambios de personalidad y conducta, e
incluso llegando a rasgos depresivos o psicóticos. De esta forma, se pierden
progresivamente las funciones cognitivas, debido a daños o desórdenes cerebrales que
no responden al envejecimiento normal. Se manifiesta con problemas en las áreas de
la memoria, la atención, la orientación espacio-temporal o de identidad y la
resolución de problemas. Algunos tipos de demencia son el alzheimer, la enfermedad
de Pick, demencia vascular, demencia arterioesclerótica, enfermedad de Binswanger,
entre otras.
Osteoporosis: En esta dolencia disminuye la cantidad de minerales en el hueso,
ya que se pierde la capacidad de absorción, por ejemplo, del calcio. Así, los adultos
mayores se vuelven quebradizos y susceptibles de fracturas. Es frecuente sobre todo
en mujeres tras la menopausia debido a carencias hormonales, de calcio y vitaminas
por malnutrición, razón por la que se recomienda un aporte extra de calcio (y hacer
ejercicio antes de la menopausia, para prevenir). Se puede detener el avance de la
osteoporosis, siempre en manos de un especialista.
Accidente Cerebro Vascular (Ictus): Es una enfermedad cerebrovascular que
ocurre cuando un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro se rompe o es obstruido
por un coágulo u otra partícula, lo que provoca que el órgano se deteriore y no
funcione. Por esto, los adultos mayores pueden quedar paralizados total o
parcialmente, perder facultades motoras y del habla, o incluso fallecer transcurridos
unos minutos. Uno de los principales factores que multiplica el riesgo de padecer esta
afección es la edad. Pasados los 55 años, cada década vivida dobla el riesgo de
padecer un Ictus, por lo que hay que estar atentos a los siguientes síntomas:
1. -Pérdida brusca de fuerza en la cara, brazo o pierna de un lado del cuerpo.
2. -Pérdida súbita de visión, parcial o total, en uno o ambos ojos.
3. -Sensación de vértigo intenso, inestabilidad, desequilibrio o caídas bruscas
inexplicadas.
4. -Alteración repentina del habla, dificultad para expresarse, lenguaje que
cuesta articular.
5. -Dolor de cabeza repentino, intenso y sin causa aparente.
Infarto: Se considera la principal causa de muerte en la tercera edad. Hay que
tener en cuenta que los factores de riesgo son múltiples, y dentro de ellos se encuentra
el colesterol alto, la hipertensión arterial, el tabaquismo, la obesidad, la diabetes y la
baja o nula actividad física. En algunos adultos mayores, esta enfermedad también se
puede presentar de forma atípica con disnea, que es la sensación de falta de aire,
cansancio o fatiga, mareos y síncope. Hay que destacar que, si aparecen los síntomas
anteriores, se debe solicitar de inmediato asistencia médica, acudiendo a los servicios
de urgencia, donde se confirmará el diagnóstico e iniciará el tratamiento
correspondiente.

Relación Médico Paciente

En este apartado se presenta lo referido a la relación médico paciente como el


pilar sobre el que descansa el nivel de satisfacción de la atención médica. La misma
ha sido considerada por muchos autores como Crawshaw (2007), “el acto central de
la actividad clínica y el escenario principal de la medicina” (p. 137). Se comparte con
este autor el criterio de que el acto médico se fundamenta en un acuerdo de
familiaridad, amistad y confianza que exige al profesional a ser competente y estar al
servicio del bienestar de sus pacientes.
En ese orden de ideas, Rodríguez, Mardones y Villaroel (2012), hacen
referencia a que
Así mismo, Casabona (2002), indica que “En la relación médico-paciente es
habitual solicitar al personal de salud información diagnóstica, acompañada del
pronóstico: resultado esperado del acto médico” (p. 33). En algunas ocasiones, este
resultado obtenido no es exacto, debido al acto médico mismo; en otras, debido a la
intervención de terceros (familiares o cuidadores). “Esto último se torna problema
cuando la información suministrada por el médico hacia el paciente es para conocer la
situación, evolución y finalmente adoptar una forma de vida; o bien cuando el
paciente tiene que colaborar con su tratamiento”(p.34).
¿Qué sucede cuando la relación médico-paciente se encuentra intervenida por la
familia? Resulta sencillo responder cuando se trata de pacientes que han perdido su
competencia y capacidades mentales (el caso de las demencias en estadios severos),
en los cuales existe dependencia total y está claramente establecido que el apoderado
o familiares del paciente deben tomar las decisiones. Sin embargo, dicha situación se
transforma en un conflicto ético en aquellos pacientes con dependencia funcional no
severa y/o dependencia económica, pero con un nivel cognitivo íntegro. Al respecto
Barrantes, Rodríguez y Lamas (2014), refieren:
No sería justo privar a los adultos mayores de algunos procedimientos
diagnósticos y terapéuticos simplemente por ser “viejos”, cuando el
beneficio de mejorar la calidad de vida puede ser enorme. Otro acto de
justicia consiste en escuchar al paciente, porque escuchar favorece la
relación y la confianza. Uno de los motivos por los cuales el personal de
salud rechaza atender al anciano es porque acude a la consulta con una lista
de quejas. Es responsabilidad del profesional de salud permitir que el
paciente relate y aclare sus quejas; esto le hace sentirse considerado y,
como ocurre con frecuencia, no siempre la queja principal es el motivo de
la consulta. Se debe cumplir también con un examen físico adecuado, así
como con los estudios de laboratorios pertinentes. Este acto de justicia
consiste en no privarlos de la tecnología cuando se toma en consideración
el juicio de proporcionalidad. (p. 5)

Lograrlo sería oficiar el respeto como norma en la relación médico paciente. Así
lo confirman los señalamientos de Casabona (2002), respecto a que otro acto de
justicia es permitir que los adultos mayores ejerzan sus derechos y, dentro de ellos, el
ejercicio de su autonomía. Cualquier decisión del paciente es el resultado de su
derecho de autonomía o autodeterminación, que viene impuesta por la naturaleza de
los bienes jurídicos y por ser el paciente el portador de los mismos.
Si el médico cree que el paciente ha hecho una elección inadecuada, por falta de
conocimiento e información, está en la obligación de brindar información más
completa y actualizada. Solamente si le parece que el individuo carece de capacidad
suficiente (previos estudios adecuados) para entender la información y relevancia del
problema médico, se debe solicitar un apoderado para proteger y asesorar al paciente
o para que se tomen las decisiones correctas. Sin embargo, no podemos perder de
vista que un paciente competente puede en cualquier momento abandonar el
tratamiento, pero jamás el médico podrá abandonar al paciente. El adulto mayor es el
único que puede autorizar algún tipo de intervención concerniente a su salud.
Éticamente, el médico no tiene obligación de prescribir un tratamiento elegido
por el paciente cuando este tratamiento pone en riesgo su salud (situación que ocurre
con frecuencia a esta edad: un ejemplo es la automedicación), aun si se trata de un
paciente competente. En el caso de que estas diferencias no puedan ser resueltas, el
médico puede retirarse del caso, siempre y cuando haya examinado los riesgos y
beneficios de las opciones terapéuticas. De esta manera, el médico cumple con las
normas sobre práctica e integridad profesional y se permite al paciente ejercer su
autodeterminación.
Otro conflicto que puede ocurrir en la relación médico-paciente del adulto
mayor es que a menudo en la práctica se crea un vínculo insano entre el profesional
de salud (mayoritariamente los médicos) y su paciente anciano, en el cual el primero
está persuadido que sólo él tiene todas la respuestas a la problemática de su paciente.
¿Cómo balancear el derecho a la autodeterminación del anciano y la firme creencia
del profesional de que siempre habrá algo que hacer?
Una de las mejores formas de respetar los derechos de los adultos mayores que
estos sean atendidos por médicos competentes, es decir profesionales con algún grado
de conocimiento de la psicología y biología de la vejez, tomando en cuenta los
cambios sociales que estas personas experimentan. Lamentablemente, en muchos
países del continente americano los adultos mayores son atendidos por médicos con
poca o ninguna preparación en este aspecto.
En ese sentido, refuerza Calderón (2016), que “...este convenio está amenazado
por la creciente legitimación social de intereses individuales materiales, aunado a la
presión de organizaciones de salud con ánimo de lucro, que han acrecentado en el
médico el rol de agente comercial, en países capitalistas. Ello ha contribuido a
distorsionar la responsabilidad que tiene el médico frente a su paciente como
dispensador de cuidado, apoyo y curación en la salud y la enfermedad. Obviamente
que este criterio es relativo solamente a la realidad capitalista del mundo
contemporáneo que utiliza, en gran medida, a la medicina como medio de lucro o
mercancía.
En efecto, este tipo de relación pese a sus peculiaridades se enmarca en un tipo
de intercambio tanto cognoscitivo como afectivo, es un intercambio especial, una
oportunidad única de mostrar el verdadero lado humano de un personal altamente
calificado que prefiere ayudar a los demás con los conocimientos y habilidades
adquiridas, queda en manos del médico la gran responsabilidad de llevar hasta un
clímax una relación de calidad que es mutuamente interactiva. Cabe pensar que esta
relación, como todo proceso en el cual se ha involucrado el hombre ha tenido una
evolución histórica con la consecuente riqueza de antecedentes y disímiles de
condiciones que han condicionado devenir así como sus características.
Rodríguez, Mardones y Villarroel (2012), contribuyen con el tema señalando
que:
Se ha propuesto que el médico debe atender al paciente con beneficencia,
respetando la autonomía de éste haciéndolo participar en la toma de
decisiones1. Por ello, debe explicarle al paciente su diagnóstico y
tratamiento, esperando su consentimiento informado. Este es el modelo
llamado de alianza en la RMP que puede librar al médico de muchos
problemas de carácter jurídico y económico, permitiendo que el paciente
viva el proceso de su enfermedad con mayor serenidad y confianza. (p. 3)

La calidad del acto médico


Martín (2012), hace referencia a la humanización de la salud como un hecho
que necesita partir desde la cabecera del enfermo. La calidad del acto médico, que es
objeto del mismo, el diagnóstico de la enfermedad y el tratamiento para la
recuperación de la salud, pasa necesaria y fundamentalmente, por estas premisas:
1. La interacción comunicativa enfermo-médico y viceversa.
2. La actitud del enfermo ante el médico, su capacidad y posibilidad de relación
y diálogo ante éste. “El médico tiene el deber de prestar a todos los pacientes una
atención médica de calidad humana y científica”, así reza el Código de Deontología
Médica.
3. La existencia o no de una razón-información argumental exclusivamente
referida a la salud, o por el contrario esa razón-información específica se ve
encontrada con pautas sobre actuales cuestiones de interés común.
4. La historia clínica del enfermo debe complementarse con un perfil socio-
familiar en el marco de la discrecionalidad (prudencia del médico) y
confidencialidad. Dicho cuanto antecede, el “distanciamiento” relacional y dialogante
del enfermo con el médico cuando no es posible, sirve para impedir la interacción
comunicativa, deshumanizar el acto médico y disminuir sensiblemente la calidad de
la salud. Por el contrario, una aproximación -fiabilidad, credibilidad, confianza del
enfermo en el médico, dinamiza el proceso de recuperación de la salud y dota a esta
de una eminente calidad que acaba por resultar eminentemente gratificante. No se
puede pensar seriamente en la necesidad imprescindible del proceso de interacción
comunicativa enfermo - médico y viceversa, cuando: a) No existe conciencia de la
importancia de esa necesidad. b) Si el enfermo no tiene capacidad para entrar en el
conocimiento del médico. c) Si el enfermo, aun teniendo capacidad, carece de
posibilidad o de probabilidad para poder materializar, hacer efectivo, el conocimiento
a que me refiero.
5. La interacción comunicativa para la humanización del acto médico es posible
(o no) y diferente, según caso y circunstancias y tendremos que distinguir varios tipos
de interacción comunicativa: a) La interacción comunicativa en la asistencia médica
de consulta, tanto en consultorio de Atención Primaria como en ambulatorio de
Especializada. b) La interacción comunicativa en un centro hospitalario o centro
cerrado. c) La interacción comunicativa en el marco de la estructura administrativa y
funcional de los distintos centro y de las inspecciones sanitarias. d) La interacción
comunicativa en una Unidad de Vigilancia Intensiva, o de Cuidados Intensivos y
unidades de paliativos. e) La interacción comunicativa en el caso de enfermos con
procesos largos y cortos. f) La interacción comunicativa en las distintas situaciones de
los enfermos con mayor o menor nivel cultural y educativo.
6. Lo mismo que el ser humano debe aprender a expresarse, comportarse,
comunicarse durante un acto público, etc., el enfermo en un centro hospitalario,
también debe aprender a comunicarse con todo el personal especializado que hace lo
imposible para devolverle la salud. El enfermo se encuentra a veces en una situación
de dependencia total de los demás y sólo una intensa interacción comunicativa, en
muchas ocasiones simbólica, dada la gravedad o los impedimentos físicos de la
enfermedad, suple esa indefensión producida por la incomunicación verbal. Es
evidente que cuando el enfermo carece de la posibilidad de esa comunicación activa
con el médico y el resto del personal que le atiende, sus reacciones ante la
enfermedad, en definitiva, ante el dolor, corren el riesgo de resultar negativas Y eso
es ya de por sí un serio impedimento para intentar superar el dolor y querer recuperar
la salud.
7. La incomunicación psíquica del enfermo resulta un mal añadido a su
indefensión frente al personal sanitario. Esa incomunicación se puede evitar de
muchas maneras, sobre todo tratando al enfermo con comprensión, delicadeza y
atención solidaria. El personal sanitario siempre ha de disponer de recursos para
ennoblecer la calidad de su trabajo, que básicamente consiste en devolver al enfermo
la alegría por vivir y la esperanza por recuperar la salud. Sobre los esquemas y
modelos de comunicación humana y de la comunicación social ya conocidos y de los
que se vienen ocupando los teóricos de estas Ciencias y la bibliografía al uso, la
enfermedad, cuando requiere una asistencia intensa y de un periodo de tiempo
dilatado, construye un marco de comunicación que, de manera sustancial, viene a
alterar y a descomponer la estructura de todos los elementos que integran el conocido
proceso de la relación entre el emisor-receptor y viceversa. Trasciende a modelos de
comunicación que adquieren categoría y sentido elevados y de alta responsabilidad.
8. Una serie de factores como el tiempo, espacio, capacidad por la convivencia
en centro hospitalario, nivel educativo-cultural, asistencia familiar, entre otros, juegan
un importantísimo papel a la hora de intentar diseñar un modelo de comunicación
para la salud y también movilizar aquellos valores que tan decisivamente ayudan al
ser humano enfermo a comunicarse con la idea de que tenga de lo trascendente y con
las personas, enfermas o no, que están en el entorno.
9. Contribuyen a la calidad del acto médico, sea en consultorio o en hospital, los
siguientes conceptos: 1. Trato personalizado 2. Rapidez de servicio 3. Disponibilidad
de habitación confortable en el hospital 4. La clase de comidas 5. La amabilidad del
personal no sanitario La confianza del enfermo y de su familia se pierde cuando
faltan algunos de estos servicios. La Administración está contemplando en la
actualidad la calidad de la asistencia sanitaria y ha puesto en marcha un plan en el que
se exige “más y mejor” al paciente y mejorar la satisfacción del usuario.

Considerar humanizado el acto médico por parte del enfermo.

La humanización del acto médico requiere que el tono sea más asequible entre
ambos interlocutores, enfermo y médico, ha de planificarse para que el paciente
comprenda al médico y éste le hable sin tecnicismos y encuentre en una conversación
fluida, breve y profunda, la suficiente confianza en el médico en el que tiene puesta la
esperanza de la recuperación de la salud. El enfermo, al sentarse al otro lado de la
mesa de la consulta comprenda el valor científico del médico sin atosigarle en
preguntas y escucharle y comprenderle, y creando una comunicación entre ambos que
será en adelante el canal que les una en el transcurso del proceso de la enfermedad si
se trata de consulta de atención primaria, dado que, con esta postura por parte del
enfermo, la información que trasmita -en caso de asistir al especialista- será más
eficaz.
Se “humaniza” el acto médico asumiendo las dos partes un respeto mutuo, y
aun cuando en muchos momentos de la entrevista, haya desacuerdo en la
interpretación de un diagnóstico, en la medicación o en otro caso. El enfermo debe
comprender la responsabilidad del médico. El cansancio psicofísico del médico
después de varias horas de consulta. La tecnología que nos ha tocado vivir, no ha sido
ni debe ser la causa del alejamiento entre el médico y el enfermo aunque muchos
médicos lo piensen en la actualidad. Hay infinidad de recursos que un director de
hospital o de ambulatorio debe emplear para que nunca se produzca una
deshumanización ni en la consulta ni en ningún servicio del centro.
La relación en la consulta.
Esa relación, que ha de ser confiada y respetuosa en todo momento, de ninguna
de las maneras, según Romero Rubio (1998), debe convertirse en:

a) Un “pugilato” de contradicciones entre el enfermo y el médico, como


los dos sujetos principales del proceso de la salud. b) Una “desobediencia”
sistemática -sin fundamentación razonable- que le haga al enfermo no
respetar el diagnóstico ni la medicación, aliándose éste con otros
diagnósticos 44 innecesarios con la pretensión de jugar a “contrastar”
pareceres. c) Abrumar al médico, no ya con un volcán “hipocóndrico” de
referencias a la enfermedad, sino con actitudes y problemas personales de
todo tipo. d) Hacerle creer al médico que lo está “engañando”, emitiéndose
tan sólo una “versión” cómoda y hasta “descomprometida” de la
sintomatología (p. 27)

El enfermo, en definitiva, ha de aprender a ser objetivo, conciso y concreto en


una relación y diálogo con el médico. La misma concisión, concreción y objetividad -
en la parte que a él corresponde- ha de ser comunicada al médico. Cuando esa
normativa de conducta y relación es conjugada armónica y responsablemente, entre el
enfermo y el médico, la interacción comunicativa se da verdaderamente en plenitud.
El mismo autor refiere que el enfermo ha de exigir del médico:

Efectividad, competencia y responsabilidad profesional. 2. Eticidad y


deontología fuera de toda duda. 3. Capacidad de acogida, comprensión y
de dar un diagnóstico inequívoco, objetivo al máximo. En la encuesta
realizada a enfermos, compruebo personalmente, que la realidad en el
campo de la relación enfermo-médico, es otra, y muy distinta de la que
necesariamente tiene que ser para la culminación del acto médico con
garantía de la curación o del tratamiento adecuado a la patología
correspondiente (p. 33)

El enfermo se encuentra en la mayoría de las veces que acude a la consulta con


una dolencia determinada, que: a) La Consulta ha cambiado de médico, con lo cual, la
predisposición que el enfermo tiene a exponer con “confianza” a “su” médico los
síntomas objeto de la consulta, cambia radicalmente al actitud del enfermo que
expone con timidez lo que podía haber manifestado con confianza. b) El médico
inasistido por la enfermera o personal auxiliar en la consulta - hecho que se está
dando con frecuencia en las consultas de la Seguridad Social-mantiene una actitud de
incomodidad, por la falta de medios, que se refleja en la comunicación con el
enfermo.
Estas dos circunstancias no se dan en los enfermos que acuden a centros
privados donde: a) El médico es elegido por el enfermo. b) El médico suele disponer
en su consulta de los medios escenarios para realizar su cometido, al no estar a
expensas de la Administración. c) Ante estas interrogantes que suscitan enfermo-
médico, el resultado de la consulta nos muestra la importancia que tiene el
conocimiento del médico por parte del paciente en primer término, derivándose dicho
conocimiento en una buena o mala comunicación entre ambos y a su vez, la
influencia en el buen o mal concepto del médico. Conocer bien a su médico, deriva en
que la posibilidad de entendimiento sea sensiblemente mayor a la hora de exponer la
dolencia o síntomas correspondientes.
El médico valora un diagnóstico con mayor precisión si la exposición de la
sintomatología es fluida y ayudada por la historia clínica y socioeconómica del
enfermo. Esta comunicación, según la consulta realizada, se hace difícil en los centros
de la Seguridad Social por las siguientes razones:

Desconocimiento del médico que le va a atender. - Miedo ante el médico


por la incertidumbre y desconocimiento de su carácter. - Temor de no
saber exponerle el problema con claridad (mala educación sanitaria). -
Masificación de la consulta, pese a la implantación de la “cita previa (p.
34)

El conocimiento del médico en la Medicina privada se fundamenta


prioritariamente, en una mayor relación por la libre elección existente en el sistema
privado. La mayoría de los enfermos acuden a su médico de cabecera o de familia
conociendo con anterioridad el facultativo que le va a atender y por supuesto,
conociéndolo, si bien por haberle atendido anteriormente o por referencias que le han
permitido tener una confianza que les supone una predisposición a que el acto médico
se realice con mayor agilidad en la comunicación y sin temor al tiempo de la
consulta.
La Asociación Médica Mundial (2002), también presenta las siguientes
recomendaciones a los médicos que tratan a los ancianos y exhorta a todas las
asociaciones médicas nacionales a dar publicidad a esta Declaración entre sus
miembros y la opinión pública. Refiere que los médicos que atiendan ancianos deben:
1. Proporcionar una evaluación y tratamiento médico por los daños producidos
por el abuso y/o abandono.
2. Intentar establecer o mantener una relación terapéutica con la familia (por lo
general, el médico es el único profesional que mantiene un contacto duradero con el
paciente y la familia) y mantener en la máxima medida posible la confidencialidad
del paciente.
3. Informar toda sospecha de casos de maltrato o abuso de ancianos, conforme a
la legislación local.
4. Utilizar un equipo multidisciplinario de tratantes de las profesiones médicas,
servicio social, salud mental y legal, cada vez que sea posible, y
5. Estimular la generación y utilización de recursos comunitarios de apoyo que
presten servicios domiciliarios, reposo y disminución del estrés a las familias de alto
riesgo.
Principales problemas éticos
La relación médico-paciente es la piedra angular de la práctica médica y, por lo
tanto, de la ética médica. En la declaración de Ginebra se exige al médico que debe
“velar ante todo por la salud de su paciente” y el Código Internacional de Ética
Médica estipula: “El médico debe a sus pacientes todos los recursos de su ciencia y
toda su lealtad”. A pesar de lo anterior, es común que ocurra un deterioro en la
relación-médico paciente en el grupo de los adultos mayores.
Si bien la información al paciente se ha ido introduciendo en la práctica
sanitaria, en algunos casos ello no se hace directamente con éste sino con sus
familiares. Algunos padecimientos que pueden generar esta situación son: deterioro
cognitivo, enfermedad crónica incapacitante, pérdida de la autovalencia, dependencia
económica, etc. Sin embargo, también puede deberse al ageismo, viejismo o rechazo
al anciano por parte del personal de salud, y sin ninguna de las condiciones
previamente mencionadas. Butler (1993), citado por Barrantes, Rodríguez y Lama
(2014). definió este viejismo como “el prejuicio (que) se aplica principalmente (…)
de la gente joven hacia la gente vieja”. Por su parte Salvarezza (2002), considera que
el viejismo implica una conducta social compleja con dimensiones históricas,
culturales, sociales, psicológicas e ideológicas, basada en un conjunto de prejuicios,
estereotipos y discriminaciones que se aplican a los viejos en función de su edad.
Quizás la empatía no se alcanza porque el personal sanitario no tiene la experiencia
de haber sido viejo y, por lo tanto, presenta dificultad para ponerse en el lugar del
otro, especialmente en una sociedad donde cada vez más los ancianos no conviven
con la familia y, por lo tanto, llegan a ser personas desconocidas.
Es necesario apelar a los derechos de los adultos mayores no sólo en su calidad
de tales, sino también como pacientes. Esto con el objetivo de mantener o mejorar su
autonomía y calidad de vida (previniendo la discapacidad).

Fundamentación Legal

Código de Deontología Médica

Aprobado durante la LXXVI reunión extraordinaria de la Asamblea de la.


Federación Médica Venezolana, realizada en Caracas el 20 de marzo de 1985.
Contempla en su Título I Capítulo Primero de la Declaración de Principios, que:

La ética de los médicos se fundamenta en un código de comportamiento


aceptado por los miembros de nuestra profesión y de obligatorio
cumplimiento, pero no por ello dejan de observarse singulares
coincidencias entre las normas éticas y las disposiciones legales aunque su
origen sea diferente....

También apela dicho código a que “El respeto a la dignidad de la persona


humana constituye en todo momento deber primordial del médico”. “La
responsabilidad médica es eminentemente personal”. “Va más allá de la
responsabilidad penal y reposa en un concepto moral que se llama conciencia
individual”. Dicha conciencia debe ser e acto que prele en la relación del médico con
el paciente senil, entre otros, sobre todo al considerar sus condiciones de desvalía en
la toma de decisiones solos, ya que el cuidado que requieren debe ser compartido con
otros adultos familiares o amigos.
Además el código insta al personal médico a entender que “Los deberes del
médico hacia sus pacientes deben prevalecer sobre sus derechos tantos individuales
como en función gremial”. Así se aprecia en el Artículo 5° “En todo momento,
inclusive durante situaciones conflictivas, el médico deberá asegurar la atención de
los enfermos graves o en condiciones de urgencia”.
En la Declaración de Hong Kong de la Asociación Médica Mundial sobre el
maltrato de los ancianos que se llevó acabo en la 41 Asamblea Médica Mundial
(septiembre, 1989), revisada en la 126a Sesión del Consejo Jerusalén (mayo, 1990) y
en la 170a Sesión del Consejo de Divonne-les Bains en Francia (mayo, 2005) se
adoptaron los principios generales para protección de los ancianos. Estos principios
son:
1. Los ancianos deben tener los mismos derechos a atención, bienestar y
respeto que los demás seres humanos.
2. El médico tiene la responsabilidad de ayudar a evitar el maltrato físico y
psicológico de los pacientes ancianos.
3. Si el médico es consultado por el anciano directamente, el hogar de
ancianos o la familia, debe velar porque el paciente reciba la mejor
atención posible.
4. El médico que constate o sospeche de maltrato, como se define en esta
Declaración, debe discutir la situación con los encargados, sea la familia
o el hogar de ancianos. Si se confirma que existe maltrato o si se
considera una muerte sospechosa, el médico debe informar a las
autoridades correspondientes.
5. Para garantizar la protección del anciano en cualquier ambiente, no debe
haber restricciones a su derecho de elegir libremente el médico. Las
asociaciones médicas nacionales deben luchar para que dicha libre
elección sea respetada en el sistema médico-social.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en los Pactos
Internacionales de Derechos Humanos, así como el Plan de Acción sobre el
envejecimiento establecen la necesidad de normas nacionales e internacionales para
que los ancianos puedan gozar de protección.
Los derechos humanos fundamentales no disminuyen con la edad. Debemos
estar convencidos de la marginación y los impedimentos que la vejez trae consigo.
Por lo tanto, sería necesario generar una política para que jurídicamente este grupo de
la población pueda tener protección y ejercer sus derechos.
Cuadro 1.
Operacionalización de Variables
Objetivo Variable Definición Indicadores Instrumento
Específico Operacional
Describir la Situación de Se refiere a Libre elección
situación de salud del aquellos aspectos Dolencias físicas
salud del paciente adulto físicos, Problemas
paciente adulto mayor biológicos, psíquicos
mayor en la psicológicos que Estigmatización
comunidad caracterizan la Etiología física

Cuestionario
social del salud del paciente Autodeterminación

Médico
hospital Nuestra adulto mayor y Limitantes
Señora de la el conocimiento Pensamiento
Caridad San que el médico autónomo
Sebastián de los tiene de ello a Vulnerabilidad
Reyes estado efectos de
Aragua. contextualizarlas
en un entorno
social al cual
pertenecen.
Identificar la Intraproyección Imagen que Atención
intraproyección del acto médico tienen los Bienestar
del acto médico en la relación pacientes adultos Respeto
en la relación con el paciente mayores sobre la Vínculos de
con el paciente adulto mayor asunción médica responsabilidad
adulto mayor en de la Opciones
el hospital responsabilidad terapéuticas

Cuestionario
paciente
Nuestra Señora en ofrecer Valor ético
de la Caridad vínculos de
San Sebastián de responsabilidad y
los Reyes estado opciones
Aragua. terapéuticas que
garanticen
atención,
bienestar y
respeto como
valores éticos.
Establecer Indicadores de Procedimientos Evaluación
indicadores de una actitud llevados por los Tratamiento
una actitud participativa y médicos para la Relación
participativa y autorresponsable evaluación, terapéutica

Médico paciente
autorresponsable con el enfermo tratamiento, Contacto duradero

Cuestionario
con el enfermo adulto mayor recuperación y Confidencialidad
adulto mayor relación Información
(familiares y terapéutica con Estimulación
sociedad), en el pacientes adulto
proceso de mayor
recuperación y
preservación de
la salud.

Determinar la Recuperación de Son los distintos Deberes


aplicación de la salud a través medios y Derechos
códigos de de la acciones Cooperación
derechos y comunicación implementados Comunicación
deberes de la interactiva en la relación
voluntad por médico paciente
cooperar en la como normas
recuperación de éticas que van

Médico paciente
la salud a través más allá de la

Cuestionario
de la responsabilidad
comunicación penal y reposa en
interactiva un concepto
paciente-médico moral que se
y viceversa. llama conciencia
individual y se
basan en la
comunicación y
entendimiento de
las principales
necesidades del
paciente senil.
Fuente: Cuadro elaborado por la autora con información teórica de la investigación.
(2017)
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