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El comportamiento, por otro lado, es más difícil de definir.

Para ayudarnos
en esta tarea, Hipertextual le ha pedido a Eparquio Delgado, Psicólogo
sanitario en el Centro Psicológico Rayuela, además de divulgador científico
y experto en la materia, que nos lo aclare. "Existen varias formas de
conceptualizar el comportamiento. En función a la definición del concepto
que asumas se puede definir de una forma o de otra", nos explica. "Pero el
problema, también, son los niveles del comportamiento. Definir
comportamiento es, en cierto sentido, definir el objeto de estudio de la
psicología. ¿Qué consideramos comportamiento y qué no? A mi me gusta
el planteamiento que hace Ribes que explica que el objeto de estudio de la
psicología son todas aquellas respuestas de los sujetos que están
desligadas de las características físico-químicas de los objetos". Para
entenderlo mejor, imaginemos una puerta. Nuestra reacción ante la puerta
según su función, abriéndola y cerrándola, y no porque sea de madera,
podría servir para ilustrar la explicación.

Pero, como decíamos, la respuesta no es sencilla. Y es que el


comportamiento es algo propio sólo de todos los seres vivos. Es la forma
de "portarse", de actuar, de los organismos ante un estímulo. Por tanto, es
casi imposible meter en el mismo cajón el comportamiento de una célula,
de una cigüeña y de un ser humano. Sencillamente, no se pueden hacer
las mismas consideraciones porque sus niveles de comportamiento
son muy distintos, insiste Eparquio. Y este es un problema muy difícil de
solucionar. Como vemos, para poder llegar de lo más simple a lo más
complejo existen muchos niveles. La amalgama, la combinación y la
expresión de dichos niveles es lo que nos hace tan complejos. Además,
también hemos visto que la definición de comportamiento no es unívoca y
depende del nivel y de la especie en la que lo queramos definir.

Por eso es muy difícil enlazar dos ideas como genética y comportamiento.
No obstante, hagamos un ejercicio de imaginación y simplifiquemos
muchísimo: en tal caso podemos entender que la expresión genética tiene
complicadas reglas que permiten producir sustancias y moléculas según las
circunstancias. A su vez, estas moléculas se comportan de manera distinta
según el contexto. Lo que hace que las células actúen de forma diferente
según los estímulos que les producen. Los tejidos, por tanto, reaccionarán
en concordancia con dichas sustancias, pues están formados por células. Y
finalmente, nosotros reaccionamos de manera consciente o
inconsciente.

Los misterios del cerebro


Uno de los grandes culpables de que esto sea tan complicado es el cerebro
(o "sucedáneos"). Un complejo almacén capaz de absorber información y
convertirla en una respuesta. El cerebro traduce la información para que
nuestros tejidos la comprendan, activando los mecanismos celulares que
provocan la manifestación del contenido genético. Al final, todo es un ciclo
elegante y sofisticado que llamamos vida. Para poder hacer "lo que hace",
el cerebro posee diversos mecanismos fisiológicos.

XStudio3D | Shutterstock
Uno de ellos es el llamado "plasticidad neuronal", que permite que las
neuronas se conecten y adapten, cambiando la conformación del cerebro.
Pero, "¿todos los componentes cerebrales son igual de plásticos, de
modificables?", apunta Eparquio, "aunque pudieras controlar al cien por
cien todos los factores, no obtendrías las mismas respuestas", y por tanto,
tampoco los mismos comportamientos. ¿Qué implicación tienen los genes
en este hecho?. Las manifestaciones últimas de la complejidad de
nuestro cerebro, según sabemos hasta la fecha, son las neuronas
especializadas en sentir, por ejemplo, empatía. O aprender por imitación.
Las neuronas espejo están muy desarrolladas en primates como nosotros.
Pero hace falta un cerebro muy grande para poder desarrollarlas.

"aunque pudieras controlar al cien por cien todos los factores, no obtendrías las
mismas respuestas", y por tanto, tampoco los mismos comportamientos.
El aprendizaje más sofisticado como la deducción o inducción, gracias a la
ayuda de la comunicación, nos ha permitido desarrollarnos técnicamente
hasta ser lo que somos hoy. La psicología trata de analizar y entender los
detalles más profundos de estos aspectos, visualizando
patrones, desgranando el comportamiento y en, última instancia, del
aprendizaje. Entonces, en cuanto a genética y comportamiento, ¿es más
importante el aprendizaje? Tampoco. Esto sólo pone de manifiesto que las
cosas son aún más complicadas de lo que ya sabíamos que eran.

La maravilla del comportamiento

El psicólogo nos apunta un aspecto importante. Existen varios estudios


sobre gemelos que han sido separados y educados en distintas familias. O
de hermanos que han sido educados de la misma manera. En esos estudios
asumimos muchas cosas. Por ejemplo, que la educación es la misma o
distinta según el caso. Pero son asunciones basadas en la imposibilidad de
experimentar. No podemos hacer experimentos de comportamiento
que nos ayuden a aclarar nuestras dudas. No es ético. Ni está bien. Así
que solo podemos observar. Pero eso implica varios problemas: "¿cómo
sabemos que los padres están educando a sus hijos de la misma manera?
Algunos expertos plantean que los hijos educan a los padres. Entonces,
¿realmente reciben la misma educación?", explica Eparquio. "Y ¿cómo
sabes que los dos gemelos que han sido separados han recibido realmente
una educación distinta? Existen factores que producen un sesgo desde el
principio. Estamos asumiendo que podemos controlar todos los factores
que modifican el comportamiento, y no es así".

Aprender es también genético


Damerau | Shutterstock
A la pregunta de si existen comportamientos grabados a fuego en nuestra
genética hemos de decir que sí. Existen. Algunas veces tendemos a
llamarlos "instintivos", aunque esa palabra es un poco imprecisa. Todos los
animales, desde los más simples a los más complejos contienen una serie
de instrucciones básicas que les permiten sobrevivir desde el
momento de nacer. Estas instrucciones (como la de succionar de un
pezón) parecen una obviedad. Pero lo que es más complejo de entender es
que dichas instrucciones pueden ser modificadas o, incluso, heredadas con
su modificación. Aquí juega un papel indispensable la epigenética. Ésta
rama científica muestra los mecanismos de control y expresión por los
cuales se produce una expresión distinta de los genes sin que estos sean
modificados (lo que sería una mutación). Estos controles "epigenéticos"
pueden derivar en cambios que se trasladan a los descendientes.
Acabamos de observar un comportamiento "aprendido" a nivel genético.

No todo es aprendizaje
LaggedOnUser | Flickr
Pero existen también otros comportamientos más complejos y que no son
aprendidos. Ejemplo de esto es la construcción del nido de los agapornis,
los cuales, por cruzamiento genético se ha observado que tienen tendencia
a construirlo mediante una técnica u otra. Es más, el cruzamiento
inadecuado da lugar a que no puedan llegar a criar. Otro ejemplo más
familiar se da en seres humanos. En concreto en nuestras expresiones
faciales. Cualquiera podría pensar que reír o llorar son manifestaciones
aprendidas al observar a otras personas. Pero no es así. Varios estudios han
demostrado que estos movimientos son inherentes. Además, también se
ha comprobado que su reconocimiento también lo es. Pero, para más
curiosidad, el reconocimiento puede "tergiversarse", enseñando a una
persona a cambiar lo que entiende con estos gestos, "sobrescribiendo" con
el aprendizaje lo que sus genes le dictan.

Y todo este terrible cuadro es simplemente un bosquejo simplista de una


obra de la que sabemos muy poco. Todavía tratamos de entender qué
factores afectan y de qué manera lo hacen en nuestra vida. Algunos tratan
de ver el lado práctico al asunto, como un reciente estudio que trataba de
enlazar la enseñanza y el éxito con la genética. Otros sencillamente quieren
satisfacer su curiosidad, entendiendo cómo funciona el mundo. En
cualquier caso, todos están lejos de poder entender el cuadro completo. Es
como un gran puzle del que sólo tenemos piezas sueltas e inconexas. Y es
que, como decíamos al comienzo, en materia de genética y
comportamiento, las respuestas no son nada sencillas.

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