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ARZOBISPADO DEL CUSCO

OFICINA DIOCESANA DE EDUCACIÓN CATÓLICA DEL


CUSCO
ESCUELA SUPERIOR DE EDUCACIÓN RELIGIOSA “SAN JUAN
BOSCO” – CUSCO.

TEMA:

Inclusión de las sextas religiosas en la I.E. Nª 50190 de


patabamba del distrito de ccoya ugel cusco
ÍNDICE

I. PRESENTACION. ........................................................................................... 5

1.1. Introducción............................................................................................. 5

1.2. Fundamentación. .................................................................................... 6

1.3. Justificación............................................................................................. 6

II. DATOS INFORMATIVOS. .............................................................................. 7

2.1. Contexto. ................................................................................................. 7

2.2. Población. ............................................................................................... 7

2.3. Muestra. .................................................................................................. 7

III. OBJETIVOS. ................................................................................................. 8

3.1. General. .................................................................................................. 8

3.2. Especifico. ............................................................................................... 8

IV. MARCO SITUACIONAL. ............................................................................... 8

4.1. Análisis FODA. ........................................................................................ 8

4.2. Identificación de las necesidades. ........................................................... 9

4.3. Hipótesis. .............................................................................................. 10

V. MARCO TEÓRICO DOCTRINAL................................................................. 10


5.1. Sexta Religiosa ..................................................................................... 10

5.1.1. Concepto. .................................................................................... 10

5.1.2. Historia......................................................................................... 11

5.1.3. Controversias. .............................................................................. 12

5.2. Educar al humanismo solidario. ............................................................ 14

5.2.1. Escenarios actuales. .................................................................... 14

5.2.2. Humanizar la educación. ............................................................. 16

5.2.3. Cultura del diálogo. ...................................................................... 18

5.2.4. Globalizar la esperanza. .............................................................. 20

5.2.5. Hacia una verdadera inclusión. .................................................... 22

5.2.6. Redes de cooperación. ................................................................ 24

5.2.7. Prospectivas. ............................................................................... 26

5.3. Sobre la Educación Cristiana. ............................................................... 27

5.3.1. Proemio. ...................................................................................... 27

5.3.2. Derecho universal a la educación y su noción. ............................ 29

5.3.3. La educación cristiana ................................................................. 30

5.3.4. Los educadores ........................................................................... 31

5.3.5. Varios medios para la educación cristiana ................................... 32

5.3.6. Importancia de la escuela ............................................................ 32

5.3.7. Obligaciones y derechos de los padres ....................................... 33

5.3.8. La educación moral y religiosa en todas las escuelas. ................ 34

5.3.9. Las escuelas católicas. ................................................................ 35

5.3.10. Diversas clases de escuelas católicas. ...................................... 36

5.3.11. Facultades y universidades católicas......................................... 37

5.3.12. Facultades de Ciencias Sagradas ............................................. 39

5.3.13. La coordinación escolar. ............................................................ 39

5.4. La Iglesia y El Desarrollo....................................................................... 40


5.4.1. La labor de los misioneros. .......................................................... 40

5.4.2. Iglesia y mundo ............................................................................ 41

5.4.3. Visión cristiana del desarrollo. ..................................................... 41

5.4.4. Vocación al desarrollo. ................................................................. 42

5.4.5. Deber personal. ........................................................................... 42

5.4.6. Deber comunitario........................................................................ 43

5.4.7. Escala de valores......................................................................... 43

5.4.8. Creciente ambivalencia................................................................ 43

5.4.9. Hacia una condición más humana ............................................... 44

5.4.10. Ideal al que hay que tender ....................................................... 44

5.5. Las Sectas Religiosas En El Perú. ........................................................ 45

5.5.1. El término secta. .......................................................................... 46

5.5.2. Grupos de inspiración cristiana. ................................................... 46

VI. PROPUESTA METODOLÓGICA. ............................................................... 48

6.1. Planificación pastoral. ........................................................................... 48

6.2. Según santo domingo. .......................................................................... 50

VII. DESCRIPCIÓN ETNOGRÁFICA DE HECHOS Y/O ACTIVIDADES DE


APRENDIZAJE................................................................................................. 50

7.1. Tipos de actividades. ............................................................................ 50

VIII. CRONOGRAMA. ...................................................................................... 52

IX. ANEXO ....................................................................................................... 53


I. PRESENTACION.

1.1. Introducción.

El hecho religioso es una realidad propia de lo humano, ya que le es


constitutivo a su propia naturaleza humana su dimensión trascendente.
La concreción de esa dimensión se plasma en el lenguaje y, dentro de
una matriz cultural, en la religión. Como fenómeno cultural el hecho
religioso ha estado ligado al devenir histórico de la misma humanidad,
por lo cual se puede inferir que lo religioso es propio del animal humano.

Desde las formas elementales de religiosidad hasta la constitución de


las grandes religiones el ser humano se ha apropiado del fenómeno
religioso a través del lenguaje, los comportamiento morales y rituales
dando origen a la religión como elemento fundante de la sociedad o
como elemento de identificación de un pueblo o nación.

Por lo anterior, se afirma que el hecho religioso comportamiento


religioso de la sociedad elemento constitutivo de la vida cotidiana de
las sociedades como cultura religiosa, lo que a posibilitado la formación
religiosa de los adeptos o militantes de una religión y la educación
religiosa escolar como uno de los componentes básicos de la formación
integral de un miembro de la sociedad o ciudadano, amparados en el
derecho fundamental a la libertad de cultos.

Cambios en el marco constitucional del Perú. A raíz de la


Independencia, la Iglesia mantuvo la exclusiva protección del Estado
propia del régimen español y todavía la Constitución de 1860 decía: "La
nación profesa la religión católica, el Estado la protege y no permite el
ejercicio público de otra alguna" (Art. 4). Pero en 1915 una reforma
constitucional permitió a las iglesias no católicas celebrar en público su
culto y tener templos propios. La Constitución de 1933, aunque
mantuvo la protección del Estado sobre la Iglesia y el "Patronato
Nacional", heredero del patronato regio, que daba derechos al
Parlamento a presentar temas a la Santa Sede para el nombramiento
de Obispos (Art. 233 y 234), consagró la plena libertad religiosa.

Por tanto, la inclusión de sextas religiosas en la I.E. Nª 50190 de


Patabamba del distrito de Ccoya Ugel Cusco, tiene una gran
consideración en el aprendizaje de la religión dentro del contexto
educativo.

1.2. Fundamentación.

Esta investigación está fundamentada en la búsqueda de implicancias


de la inclusión de las sexta religiosas en la Institución educativa de
Patabamba, así como la libertad de ejercer una religión o no, de evitar
procesos futuros dentro de la institución educativa, al verse vulnerados
sus derechos en los colegios, ya sean padres o los propios estudiantes
limitados a qué hacer o no hacer respecto de sus creencias; intentando
resolver un problema social e intentando brindar un mecanismo de
solución.

1.3. Justificación.

Socialmente justifico mi investigación en los problemas sociales que se


están causando en la actualidad en los colegios estatales de los
alumnos que ejercen su libertad de religión. Este problema se ve en
incremento, ya que, en un futuro próximo, si no sabemos cómo manejar
esta confluencia de derechos, no podremos manejar al mundo que ya
es globalizado; conviviendo no sólo con personas evangélicas o de
otras religiones, sino musulmanes, hindúes, etc.; las que se verían
afectadas en un sistema educativo no diferenciado ni tolerante respecto
de este tema.

II. DATOS INFORMATIVOS.

2.1. Contexto.

Nuestro contexto de estudio será la institución educativa de Patabmba


Nª 50190, del distrito de Ccoya, en la provincia de Calca y
departamento del Cusco.

2.2. Población.

La población esta dada por todos los estudiantes de institución


educativa de Patabamba Nª 50190, del distrito de Ccoya, en la
provincia de Calca y departamento del Cusco, el cual es de …….

2.3. Muestra.

La muestra de esta investigación fue hallada por el método de muestro


probabilístico simple tomando como universo el número de estudiantes
de institución educativa de Patabamba Nª 50190, del distrito de Ccoya,
que fueron de…., de ello se toma la muestra de estudio que en este
caso corresponde a lo siguiente:

𝑍 2 𝑝𝑞𝑁
𝑛=
(𝑁 − 1)𝐸 2 + 𝑍 2 𝑝𝑞
III. OBJETIVOS.

3.1. General.

Determinar las implicancias de la inclusión de las sextas religiosas en


la institución educativa de Patabamba Nª 50190, del distrito de Ccoya
– Ugel Cusco.

3.2. Especifico.

1. Analizar la situación educativa religiosa respecto de los estudiantes


que profesan religión diferente a la católica, mediante el estudio de
las directivas escolares en la institución educativa de Patabamba
Nª 50190, del distrito de Ccoya – Ugel Cusco.
2. Determinar si el ejercicio de la libertad religiosa afecta en el
aprendizaje de los estudiantes de la institución educativa de
Patabamba Nª 50190, del distrito de Ccoya – Ugel Cusco.
3. Determinar si la inclusión de sextas religiosas afecta en la
enseñanza del curso de religión en la institución educativa de
Patabamba Nª 50190, del distrito de Ccoya – Ugel Cusco.

IV. MARCO SITUACIONAL.

4.1. Análisis FODA.

FORTALEZAS OPORTUNIDADES
 Colaboración de los docentes de la  Conocer las religiones de los
institución educativa. estudiantes.
 Colaboración de los estudiantes de  Conocer el contexto religioso de
la institución educativa. los estudiantes y de la institución
 Colaboración de los padres de educativa.
familia de la institución educativa.  Una investigación innovadora para
la religión católica.

DEBILIDADES AMENAZAS
 Poca información de la  Mal estar entre estudiantes y
investigación. docentes.
 No existe antecedentes de estudio  No llegar al objetivo planteado.
acerca de la investigación.  No contar con el apoyo en la
 Existencia de varias sextas totalidad de la institución educativa
religiosas que afecta el aprendizaje
en los estudiantes.

4.2. Identificación de las necesidades.

La definición de secta es compleja y a veces puede resultar ambigua,


la palabra secta deriva etimológicamente del latin sectus, secta, sectum
que significa cortado, separado. Por tanto, podríamos designar con
esta expresión a todos los grupos que se han desgajado de una religión
o Iglesia.

En Latinoamérica con esta expresión se designan a todos los grupos


no católicos, también a los integrados en las iglesias protestantes
tradicionales.
Como la palabra secta es una palabra que tiene una connotación
negativa y también es algo “vulgar” se suelen usar otras palabras para
referirse a ellas como son “nuevos movimientos religiosos”,
“movimientos religiosos libres”, “grupos religiosos marginales”.

Debemos tener claro que no es lo mismo secta, religión o iglesia. La


religión puede abarcar varías iglesias, por ejemplo, la Religión Cristiana
abarca la Iglesia Católica (catolicismo) y las Iglesias Ortodoxas además
de las diferentes confesiones protestantes tradicionales. Lo mismo
pasa con el Budismo y en otras religiones. Es pues importante saber
diferenciar Iglesia de secta, mientras a la primera se pertenece por
nacimiento, la fe se hereda de los padres, se aceptan los valores
sociales, culturales que esta sembró, pero en la segunda la
incorporación a ella es libre, tras conversión personal, su estructura
social es cerrada y rígida, no acomodándose al entorno social ni
cultural, sino que tiende a marginarse del medio donde viven.

Se necesita conocer cuáles son las nuevas sextas religiosas a nivel del
mundo, así como en nuestro país ya que el Perú es multicultural, sobre
todo en las instituciones educativas, ya que existe poca información
sobre las sextas religiosas dentro de una institución educativa de
nuestro país.

4.3. Hipótesis.

Las sextas religiosas de alguna manera son positivas y buenas siempre


y cuando practique los valores y derechos de la vida, por tanto, dentro
de una institución educativa es bien vista siempre y cuando no afecte
al aprendizaje y enseñanza de valores a los estudiantes.

V. MARCO TEÓRICO DOCTRINAL.

5.1. Sexta Religiosa

5.1.1. Concepto.

Es el conjunto de seguidores de una doctrina religiosa o


ideológica concreta. El término se usaba originalmente solo para
aludir a partidos o comunidades de personas con afinidades
comunes (culturales, religiosas, políticas, esotéricas, etc.), que a
través de sus enseñanzas o ritos se diferenciaban de otros
grupos sociales. Solo posteriormente adoptó el sentido
secundario de «herejía», o creencia y grupo disidente que se
separa de su fuente original, o que discrepa de las religiones
mayoritarias, casi siempre con connotaciones peyorativas.
Luego, en los años ochenta se define el concepto de "nuevos
movimientos religiosos" para diferenciarlos del concepto
negativo popular de "sectas", y evitar así la persecución de las
minorías. Actualmente aún hay preocupación entre las
autoridades civiles frente a los grupos sectarios auténticamente
peligrosos, por lo que se ha sugerido el concepto de «sectas
destructivas».

5.1.2. Historia.

En el mundo antiguo se consideraban a los «sectarios» como


personas que seguían las enseñanzas de un filósofo. Los
primeros cristianos fueron llamados «secta de los nazarenos»
por los judíos. Hch 24:5 El Nuevo Testamento y las cartas
atribuidas a San Pablo utilizan la palabra hairesis (αἵρεσις,
‘elección’, ‘lo elegido’, ‘alternativa’, ‘partido’ o ‘facción’ ) para
referirse a las subdivisiones del judaísmo y las divisiones dentro
de la comunidad cristiana (por ejemplo, Hch 5:17; Hch 15:5 y
1Co 11:19). En el caso de estas últimas queda manifiesto que
se las veía bajo una luz negativa. En el cristianismo primitivo se
usó cada vez más el término hairesis para referirse a las
desviaciones de grupos disidentes cristianos de la comunidad
completa, y con el tiempo se consideraron como herejías, es
decir «falsas doctrinas», en contraste con una ortodoxia definida.
Esta idea fue apoyada por la Iglesia católica durante la Edad
Media y posteriormente, al calificar, por ejemplo, como «secta
luterana» a los protestantes, definición mantenida en ciertos
textos hasta el siglo XX. Todavía hoy en círculos protestantes se
sigue esta línea de pensamiento. Por ejemplo, el ministro
metodista episcopal estadounidense Charles Samuel Braden dio
esta definición: «Una secta, como yo la defino, es cualquier
grupo religioso que difiere significativamente en uno o más
respectos en cuanto a la creencia y práctica de esos grupos
religiosos que son considerados como expresiones normativas
de la religión en nuestra cultura total».

5.1.3. Controversias.

El tema de las sectas ha provocado controversia en repetidas


ocasiones. Hay dos campos opuestos: por un lado están, sobre
la base de la libertad religiosa y la condena de las restricciones
a los grupos religiosos, representantes de las propias minorías
religiosas y filosóficas, académicos estudiosos de la religión,
algunos sociólogos, abogados y organizaciones no
gubernamentales (ONG) defensoras de los Derechos Humanos
como Amnistía Internacional (que reserva el término «secta»
para grupos religiosos minoritarios y comprobadamente
violentos). Amnistía, en su informe anual 2011, denunció leyes y
medidas «antisectarias» que limitan la libertad de culto, en
lugares como Afganistán, Arabia Saudita, Argelia, Armenia,
Bélgica, Birmania, China, Eritrea, España, Francia, Irán, Israel,
Malasia, Marruecos y el Sahara Occidental, Países Bajos,
Palestina, Ruanda, Turkmenistán, Uganda, Uzbekistán, Vietnam
y Zimbabue. Las denuncias van desde la prohibición del uso del
velo religioso, hasta el encarcelamiento arbitrario de artistas
acusados de cuestionar a las religiones mayoritarias. Es de
preocupación la manipulación con fines políticos del concepto de
secta, así como su uso arbitrario en defensa de las religiones
oficiales contra cualquier discrepancia. Por ejemplo, Charles
Samuel Braden, ministro metodista episcopal y académico
norteamericano, dio esta definición contra las minorías: «Una
secta, como yo la defino, es cualquier grupo religioso que difiere
significativamente en uno o más aspectos en cuanto a la
creencia y práctica de esos grupos religiosos que son
considerados como expresiones normativas de la religión en
nuestra cultura total». Este uso arbitrario en ocasiones ha
desatado golpizas y linchamientos contra ciudadanos pacíficos,
minorías religiosas y objetores de conciencia. Por otro lado, hay
quienes sinceramente condenan con energía a ciertos grupos
religiosos debido a que limitarían objetivamente la libertad de las
personas, incluyendo a representantes de iglesias y religiones,
a funcionarios de agencias estatales, y las iniciativas creadas por
familiares, antiguos miembros disidentes, psicólogos,
sociólogos, científicos, políticos y abogados y ONG privadas
como RIES. Estas controversias a menudo giran en torno a
acusaciones como:

 Restricciones a la libertad de culto contra las sectas por las


críticas de sus prácticas y las medidas tomadas para aplicar
la ley, y dentro de ellas mismas por las restricciones de los
líderes contra la disidencia.
 Restricciones a la libertad religiosa reconocida por el
derecho internacional y las constituciones nacionales hacia
los nuevos grupos religiosos o minorías étnicas con sus
propias tradiciones religiosas.
 Restricciones a la libertad de expresión de los miembros del
grupo, tanto por parte del estado como por su propia
dirigencia.
 Restricciones a la libre circulación de los miembros del grupo
(dentro y fuera del país).
 Intromisión estatal en cuestiones de moral o creencias
personales.
 Explotación económica de los miembros por las largas horas
de trabajo y salario mínimo, por casos de explotación sexual
o abuso sexual de niños, niñas y adolescentes, ya sea por
los miembros del grupo u organismos represivos
antisectarios.
 Fraudes, evasión de impuestos, rompimiento de leyes y
tradiciones religiosas, de costumbres sociales
consuetudinarias, objeción de conciencia ante leyes
consideradas contrarias a sus creencias, etc.
 Culto al líder del grupo, que le da total control sobre los
miembros, tanto física como psicológicamente.
 Uso de la violencia en un afán de defensa paranoica o en
abierta intolerancia hacia otros grupos.
 Conflictos familiares, particularmente en las familias donde
uno de los padres ha abandonado el grupo y los niños
continúan en él, o en grupos que inducen a abandonar
radicalmente y hostilmente al núcleo familiar para vivir en
comunidad.
 Imposibilidad de que los niños accedan a la educación,
atención médica, y de visitar a miembros de la familia fuera
del grupo o comunidad.

5.2. Educar al humanismo solidario.

5.2.1. Escenarios actuales.

El mundo contemporáneo, multifacético y en constante


transformación, atraviesa múltiples crisis. Estas son de distintas
naturalezas: crisis económicas, financieras, laborales; crisis
políticas, democráticas, de participación; crisis ambientales y
naturales; crisis demográficas y migratorias, etc. Los fenómenos
producidos por dichas crisis revelan cotidianamente su carácter
dramático. La paz está constantemente amenazada y, junto a
las guerras tradicionales que combaten los ejércitos regulares,
se difunde la inseguridad generada por el terrorismo
internacional, bajo cuyos golpes se producen sentimientos de
recíproca desconfianza y odio, favoreciendo el desarrollo de
sentimientos populistas, demagógicos, corriendo el riesgo de
agravar los problemas y fomentando la radicalización del
enfrentamiento entre culturas diferentes. Guerras, conflictos y
terrorismo son a veces la causa, a veces el efecto, de las
inequidades económicas y de la injusta distribución de los bienes
de la creación.

Estas inequidades generan pobreza, desempleo y explotación.


Las estadísticas de las organizaciones internacionales muestran
las connotaciones de la emergencia humanitaria en acto, que se
refiere también al futuro, si medimos los efectos del
subdesarrollo y de las migraciones en las jóvenes generaciones.
Tampoco se encuentran exentas de tales peligros las
sociedades industrializadas, donde aumentaron las áreas de
marginalidad. De particular importancia es el complejo fenómeno
de las migraciones, extendido en todo el planeta, a partir del cual
se generan encuentros y enfrentamientos de civilizaciones,
acogidas solidarias y populismos intolerantes e intransigentes.
Nos encontramos ante un proceso oportunamente definido como
un cambio epocal. Este pone en evidencia un humanismo
decadente, a menudo fundado sobre el paradigma de la
indiferencia.

La lista de problemas podría ser más larga, pero no debemos


olvidarnos de las oportunidades positivas que presenta el mundo
actual. La globalización de las relaciones es también la
globalización de la solidaridad. Hemos tenido muchos ejemplos
en ocasión de las grandes tragedias humanitarias causadas por
la guerra o por desastres naturales: cadenas de solidaridad,
iniciativas asistenciales y caritativas donde han participado
ciudadanos de todas partes del mundo. Del mismo modo, en los
últimos años han surgido iniciativas sociales, movimientos y
asociaciones, a favor de una globalización más equitativa
cuidadosa de las necesidades de los pueblos con dificultades
económicas. Quienes instauran muchas de estas iniciativas y
participan en ellas son frecuentemente ciudadanos de las
naciones más ricas que, pudiendo disfrutar de los beneficios de
las desigualdades, luchan a menudo por los principios de justicia
social con gratuidad y determinación.

Es paradójico que el hombre contemporáneo haya alcanzado


metas importantes en el conocimiento de las fuerzas de la
naturaleza, de la ciencia y de la técnica pero, al mismo tiempo,
carezca de una programación para una convivencia pública
adecuada, que haga posible una existencia aceptable y digna
para cada uno y para todos. Lo que tal vez falta aun es un
desarrollo conjunto de las oportunidades civiles con un plan
educativo que pueda transmitir las razones de la cooperación en
un mundo solidario. La cuestión social, como dijo Benedicto XVI,
es ahora una cuestión antropológica, que implica una función
educativa que no puede ser postergada. Por esta razón, es
necesario «un nuevo impulso del pensamiento para comprender
mejor lo que implica ser una familia; la interacción entre los
pueblos del planeta nos urge a dar ese impulso, para que la
integración se desarrolle bajo el signo de la solidaridad en vez
del de la marginación».

5.2.2. Humanizar la educación.

«Experta en humanidad», como subrayó hace cincuenta años la


Populorum progressio, la Iglesia tiene ya sea la misión que la
experiencia para indicar itinerarios educativos idóneos a los
desafíos actuales. Su visión educativa está al servicio de la
realización de los objetivos más altos de la humanidad. Dichos
objetivos fueron evidenciados con visión de futuro en la
Declaración conciliar Gravissimum educationis: el desarrollo
armonioso de las capacidades físicas, morales e intelectuales,
finalizadas a la gradual maduración del sentido de
responsabilidad; la conquista de la verdadera libertad; la positiva
y prudente educación sexual. Desde esta perspectiva, se intuía
que la educación debía estar al servicio de un nuevo
humanismo, donde la persona social se encuentra dispuesta a
dialogar y a trabajar para la realización del bien común.

Las necesidades indicadas en la Gravissimum educationis


siguen siendo actuales. A pesar que las concepciones
antropológicas basadas en el materialismo, el idealismo, el
individualismo y el colectivismo, viven una fase de decadencia,
todavía ejercen una cierta influencia cultural. A menudo ellas
entienden la educación como un proceso de adiestramiento del
individuo a la vida pública, en la que actúan las diferentes
corrientes ideológicas, que compiten entre sí por la hegemonía
cultural. En este contexto, la formación de la persona responde
a otras exigencias: la afirmación de la cultura del consumo, de la
ideología del conflicto, del pensamiento relativista, etc. Es
necesario, por lo tanto, humanizar la educación; es decir,
transformarla en un proceso en el cual cada persona pueda
desarrollar sus actitudes profundas, su vocación y contribuir así
a la vocación de la propia comunidad. “Humanizar la educación”
significa poner a la persona al centro de la educación, en un
marco de relaciones que constituyen una comunidad viva,
interdependiente, unida a un destino común. De este modo se
cualifica el humanismo solidario.

Humanizar la educación significa, también, reconocer que es


necesario actualizar el pacto educativo entre las generaciones.
De manera constante, la Iglesia afirma que «la buena educación
de la familia es la columna vertebral del humanismo» y desde
allí se propagan los significados de una educación al servicio de
todo el cuerpo social, basada en la confianza mutua y en la
reciprocidad de los deberes. Por estas razones, las instituciones
escolares y académicas que deseen poner a la persona al centro
de su misión son llamadas a respetar la familia como primera
sociedad natural, y a ponerse a su lado, con una concepción
correcta de subsidiariedad.
Una educación humanizada, por lo tanto, no se limita a ofrecer
un servicio formativo, sino que se ocupa de los resultados del
mismo en el contexto general de las aptitudes personales,
morales y sociales de los participantes en el proceso educativo.
No solicita simplemente al docente enseñar y a los estudiantes
aprender, más bien impulsa a todos a vivir, estudiar y actuar en
relación a las razones del humanismo solidario. No programa
espacios de división y contraposición, al contrario, ofrece lugares
de encuentro y de confrontación para crear proyectos educativos
válidos. Se trata de una educación al mismo tiempo sólida y
abierta, que rompe los muros de la exclusividad, promoviendo la
riqueza y la diversidad de los talentos individuales y extendiendo
el perímetro de la propia aula en cada sector de la experiencia
social, donde la educación puede generar solidaridad, comunión
y conduce a compartir.

5.2.3. Cultura del diálogo.

La vocación a la solidaridad llama a las personas del siglo XXI a


afrontar los desafíos de la convivencia multicultural. En las
sociedades globales conviven cotidianamente ciudadanos de
tradiciones, culturas, religiones y visiones del mundo diferentes,
y a menudo se producen incomprensiones y conflictos. En tales
circunstancias, las religiones frecuentemente son consideradas
como estructuras de principios y de valores monolíticos,
inflexibles, incapaces de conducir la humanidad hacia la
sociedad global. La Iglesia Católica, al contrario, «no rechaza
nada que sea verdadero y santo en estas religiones» y es su
deber «anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal
de Dios y como fuente de toda gracia». Está también convencida
que, en realidad, las dificultades son a menudo el resultado de
una falta de educación al humanismo solidario, basada en la
formación a la cultura del diálogo.
La cultura del diálogo no recomienda el simple hablar para
conocerse, con el fin de amortiguar el efecto rechazante del
encuentro entre ciudadanos de diferentes culturas. El diálogo
auténtico se lleva a cabo en un marco ético de requisitos y
actitudes formativas como así también de objetivos sociales. Los
requisitos éticos para dialogar son la libertad y la igualdad: los
participantes al diálogo deben ser libres de sus intereses
contingentes y deben ser disponibles a reconocer la dignidad de
todos los interlocutores. Estas actitudes se sostienen por la
coherencia con el propio específico universo de valores. Esto se
traduce en la intención general de hacer coincidir acción y
declaración, en otras palabras, de relacionar los principios éticos
anunciados (por ejemplo, paz, equidad, respeto, democracia...)
con las elecciones sociales y civiles realizadas. Se trata de una
«gramática del diálogo», como lo indica el Papa Francisco, que
logra «construir puentes [...] y encontrar respuestas a los
desafíos de nuestro tiempo».

En el pluralismo ético y religioso, por lo tanto, las religiones


pueden estar al servicio de la convivencia pública, y no
obstaculizarla. A partir de sus valores positivos de amor,
esperanza y salvación, en un contexto de relaciones
performativas y coherentes, las religiones pueden contribuir
significativamente a alcanzar objetivos sociales de paz y de
justicia. En dicha perspectiva, la cultura del diálogo afirma una
concepción propositiva de las relaciones civiles. En lugar de
reducir la religiosidad a la esfera individual, privada y reservada,
y obligar a los ciudadanos a vivir en el espacio público
únicamente las normas éticas y jurídicas del estado, invierte los
términos de la relación e invita a las creencias religiosas a
profesar en público sus valores éticos positivos.

La educación al humanismo solidario tiene la grandísima


responsabilidad de proveer a la formación de ciudadanos que
tengan una adecuada cultura del diálogo. Por otra parte, la
dimensión intercultural frecuentemente se experimenta en las
aulas escolares de todos los niveles, como también en las
instituciones universitarias; por lo tanto es desde allí que se tiene
que proceder para difundir la cultura del diálogo. El marco de
valores en el cual vive, piensa y actúa el ciudadano que tiene
una formación al diálogo está sostenido por principios
relacionales (gratuidad, libertad, igualdad, coherencia, paz y
bien común) que entran de modo positivo y categórico en los
programas didácticos y formativos de las instituciones y
agencias que trabajan por el humanismo solidario.

Es propio de la naturaleza de la educación la capacidad de


construir las bases para un diálogo pacífico y permitir el
encuentro entre las diferencias, con el objetivo principal de
edificar un mundo mejor. Se trata, en primer lugar, de un proceso
educativo donde la búsqueda de una convivencia pacífica y
enriquecedora se ancla en un concepto más amplio de ser
humano en su caracterización psicológica, cultural y espiritual
más allá de cualquier forma de egocentrismo y de etnocentrismo,
de acuerdo con una concepción de desarrollo integral y
trascendente de la persona y de la sociedad.

5.2.4. Globalizar la esperanza.

«El desarrollo es el nuevo nombre de la paz», concluía la


Populorum progressio. Dicha afirmación encontró apoyo y
confirmación en las décadas sucesivas, y se clarificaron las
direcciones del desarrollo sostenible desde el punto de vista
económico, social y del medioambiente. Desarrollo y progreso,
sin embargo, siguen siendo descripciones de procesos, no dicen
mucho sobre los fines últimos del devenir histórico-social. Lejos
de exaltar el mito del progreso inmanente de la razón y la
libertad, la Iglesia Católica relaciona el desarrollo con el anuncio
de la redención cristiana, que no es una indefinida ni futurible
utopía, sino que es ya «sustancia de la realidad», en el sentido
que por ella «ya están presentes en nosotros las realidades que
se esperan: el todo, la vida verdadera».

Es necesario, por lo tanto, a través de la esperanza en la


salvación, ser desde ya signos vivos de ella. ¿En el mundo
globalizado, cómo puede difundirse el mensaje de salvación en
Jesucristo? «No es la ciencia la que redime al hombre. El
hombre es redimido por el amor». La caridad cristiana propone
gramáticas sociales universalizantes e inclusivas. Tal caridad
informa las ciencias que, impregnadas con ella, acompañarán al
hombre que busca sentido y verdad en la creación. La educación
al humanismo solidario, por lo tanto, debe partir de la certeza del
mensaje de esperanza contenido en la verdad de Jesucristo.
Compete a ella, irradiar dicha esperanza, como mensaje
transmitido por la razón y la vida activa, entre los pueblos de todo
el mundo.

Globalizar la esperanza es la misión específica de la educación


al humanismo solidario. Una misión que se cumple a través de
la construcción de relaciones educativas y pedagógicas que
enseñen el amor cristiano, que generen grupos basados en la
solidaridad, donde el bien común está conectado virtuosamente
al bien de cada uno de sus componentes, que transforme el
contenido de las ciencias de acuerdo con la plena realización de
la persona y de su pertenencia a la humanidad. Justamente la
educación cristiana puede realizar esta tarea primaria, porque
ella «es hacer nacer, es hacer crecer, se ubica en la dinámica
de dar la vida. Y la vida que nace es la fuente desde donde brota
más esperanza».

Globalizar la esperanza también significa sostener las


esperanzas de la globalización. Por una parte, en efecto, la
globalización ha multiplicado las oportunidades de crecimiento y
abrió las relaciones sociales a nuevas e inéditas posibilidades.
Por otro lado, además de algunos beneficios, ella causó
desigualdades, explotación e indujo de manera perversa a
algunos pueblos a padecer una dramática exclusión de los
circuitos de bienestar. Una globalización sin visión, sin
esperanza, es decir sin un mensaje que sea al mismo tiempo
anuncio y vida concreta, está destinada a producir conflictos, a
generar sufrimientos y miserias.

5.2.5. Hacia una verdadera inclusión.

Para corresponder a su función propia, los proyectos formativos


de la educación al humanismo solidario se dirigen hacia algunos
objetivos fundamentales. Antes que nada, el objetivo principal es
permitir a cada ciudadano que se sienta participante activo en la
construcción del humanismo solidario. Los instrumentos
utilizados deben favorecer el pluralismo, estableciendo espacios
de diálogo finalizados a la representación de las instancias éticas
y normativas. La educación al humanismo solidario debe tener
una especial atención para que el aprendizaje de las ciencias
corresponda a la conciencia de un universo ético donde la
persona actúa. En particular, esta recta concepción del universo
ético tiene que avanzar hacia la apertura de horizontes del bien
común progresivamente más amplios, hasta llegar a toda la
familia humana.

Este proceso inclusivo supera los límites de las personas que


viven actualmente en la tierra. El progreso científico y
tecnológico demostró en los últimos años, cómo las decisiones
que se toman en el presente son capaces de influir en los estilos
de vida y en algunos casos sobre la existencia de los ciudadanos
de las futuras generaciones. «La noción de bien común
incorpora también a las generaciones futuras». El ciudadano de
hoy, de hecho, debe ser solidario con sus contemporáneos
donde quiera que se encuentren, pero también con los futuros
ciudadanos del planeta. Ya que «el problema es que no
disponemos todavía de la cultura necesaria para enfrentar esta
crisis [...] y hace falta construir liderazgos que marquen caminos,
buscando atender a las necesidades de las generaciones
actuales incluyendo a todos, sin perjudicar a las generaciones
futuras» entonces la tarea específica que puede realizar la
educación al humanismo solidario es contribuir a edificar una
cultura basada en la ética intergeneracional.

Esto significa que la educación extiende el ámbito clásico del


alcance de su acción. Si hasta ahora se consideraba la escuela
como la institución que forma los ciudadanos del mañana, si las
agencias formativas responsables de la educación permanente
se ocupan de los ciudadanos del presente, a través de la
educación al humanismo solidario se cuida la humanidad del
futuro, la posteridad, con quienes se debe ser solidarios tomando
decisiones responsables. Es aún más verdadero con respecto a
la formación académica, porque es a través de ella que se
proporciona las competencias necesarias para tomar las
decisiones decisivas del equilibrio de los sistemas humano-
sociales, naturales, ambientales, etc. Los temas desarrollados
en los cursos universitarios, en este sentido, deberían realizarse
según un criterio decisivo para la evaluación de su calidad: la
sostenibilidad con las exigencias de las generaciones futuras.

Para que sea una verdadera inclusión es necesario hacer un


paso ulterior, es decir construir una relación de solidaridad con
las generaciones que nos precedieron. Lamentablemente, la
afirmación del paradigma tecnocrático, en algunos casos,
redimensionó el saber histórico, científico y humanístico con su
patrimonio literario y artístico mientras que una visión correcta
de la historia y del espíritu con el cual nuestros antepasados han
enfrentado y superado sus desafíos, puede ayudar al hombre en
la compleja aventura de la contemporaneidad. Las sociedades
humanas, las comunidades, los pueblos, las naciones son el
fruto del pasaje de la historia donde se revela una identidad
específica en continua elaboración. Comprender la relación
fecunda entre el devenir histórico de una comunidad y su
vocación al bien común y al cumplimiento del humanismo
solidario implica la formación de una conciencia histórica,
basada en la conciencia de la indisoluble unidad que lleva a los
antepasados, a los contemporáneos y a la posteridad a superar
los grados de parentesco para reconocerse todos igualmente
hijos del Padre, y por lo tanto en una relación de solidaridad
universal.

5.2.6. Redes de cooperación.

Así como la Encíclica Populorum progressio recomienda la


elaboración de «programas concertados», hoy es evidente la
necesidad de hacer converger las iniciativas educativas y de
investigación hacia los fines del humanismo solidario, con la
conciencia que «no deberían permanecer dispersos o aislados,
y menos aún opuestos por razones de prestigio o poder».
Construir redes de cooperación, desde el punto de vista
educativo, escolar y académico, significa activar dinámicas
incluyentes, en constante búsqueda de nuevas oportunidades
para introducir en el propio circuito de enseñanza y aprendizaje
sujetos distintos, especialmente aquellos que les resulta difícil
aprovechar un plan una formación adecuado a sus necesidades.
Recordando también, que la educación sigue siendo un recurso
escaso en el mundo, considerando que existen sectores de la
humanidad que sufre por la falta de instituciones idóneas al
desarrollo, el primer esfuerzo de educación al humanismo
solidario es la socialización de sí mismo a través de la
organización de redes de cooperación.

Una educación al humanismo solidario desarrolla redes de


cooperación en los distintos ámbitos donde se realiza la
actividad educativa, particularmente en la educación académica.
En primer lugar, solicita a los actores educativos que asuman
una actitud que favorezca la colaboración. En particular, prefiere
la colegialidad del cuerpo docente en la preparación de los
programas formativos, y la cooperación entre los estudiantes en
lo concerniente a las modalidades de aprendizaje y a los
ambientes formativos. Aún más: como células del humanismo
solidario, unidas por un pacto educativo y por una ética
intergeneracional, la solidaridad entre quien enseña y quien
aprende debe ser progresivamente incluyente, plural y
democrática.

La universidad debería ser el principal crisol para la formación a


la cooperación en la investigación científica, prefiriendo en el
lecho del humanismo solidario la organización de
investigaciones colectivas en todas las áreas del conocimiento,
cuyos resultados puedan ser corroborados por la objetividad
científica de la aplicación de lógicas, métodos y técnicas
idóneas, como también por la experiencia de solidaridad
realizada por los investigadores. Se trata de favorecer la
formación de grupos de investigación integrados entre el
personal docente, jóvenes investigadores y estudiantes, y
también solicitar la cooperación entre las instituciones
académicas ubicadas en un contexto internacional. Las redes de
cooperación deberán instituirse entre sujetos educativos y
sujetos de otro tipo, por ejemplo, del mundo de las profesiones,
de las artes, del comercio, de la empresa y de todos los cuerpos
intermedios de las sociedades donde el humanismo solidario
necesita propagarse.

En muchos lugares se solicita una educación que supere las


dificultades de los procesos de masificación cultural, que
producen los efectos nocivos de nivelación, y con ella, de
manipulación consumista. El surgimiento de redes de
cooperación, en el marco de la educación al humanismo
solidario, puede ayudar a superar estos desafíos, ya que ofrece
descentralización y especialización. En una perspectiva de
subsidiariedad educativa, tanto a nivel nacional como
internacional, se favorece el intercambio de responsabilidad y de
experiencia, esencial para optimizar los recursos y evitar los
riesgos. De esta manera se construye una red no sólo de
investigación sino sobre todo de servicio, donde uno ayuda al
otro y se comparten los nuevos descubrimientos,
«intercambiando temporalmente los profesores y proveyendo en
todo lo que pueda contribuir a una mayor ayuda mutua».

5.2.7. Prospectivas.

La educación escolar y universitaria estuvieron siempre en el


centro de la propuesta de la Iglesia Católica en la vida pública.
Ella defendió la libertad de educación cuando, en las culturas
secularizadas y laicistas, parecían reducirse los espacios
asignados a la formación de los valores religiosos. A través de
la educación, continuó suministrando principios y valores de
convivencia pública cuando las sociedades modernas,
engañadas por los logros científicos y tecnológicos, jurídicos y
culturales, creían insignificante la cultura católica. Hoy, como en
todas las épocas, la Iglesia Católica tiene todavía la
responsabilidad de contribuir, con su patrimonio de verdades y
de valores, a la construcción del humanismo solidario, para un
mundo dispuesto a actualizar la profecía contenida en la
Encíclica Populorum progressio.

Para dar un alma al mundo global, atravesado por constantes


cambios, la Congregación para la Educación Católica vuelve a
lanzar la prioridad de la construcción de la “civilización del amor”,
y exhorta a todos los que por profesión y vocación están
comprometidos en los procesos educativos en todos los niveles
a vivir con dedicación y sabiduría dicha experiencia, según los
principios y los valores enucleados. Este Dicasterio después del
Congreso Mundial “Educar hoy y mañana. Una pasión que se
renueva” (Roma-Castel Gandolfo, 18 - 21 de noviembre de 2015)
dio eco a las reflexiones y a los desafíos que surgieron ya sea
por parte de los docentes, de los alumnos, de los padres, como
de las Iglesias particulares, las Familias religiosas y las
Asociaciones comprometidas en el vasto universo de la
educación.

Estos lineamientos fueron entregados a todos los sujetos que


trabajan con pasión para renovar cotidianamente la misión
educativa de la Iglesia en los diferentes continentes. Se desea,
también, proporcionar una herramienta útil para un diálogo
constructivo con la sociedad civil y los Organismos
Internacionales. Al mismo tiempo, el Papa Francisco erigió la
Fundación “Gravissimum educationis” para aquellas “finalidades
científicas y culturales dirigidas a promover la educación católica
en el mundo”.

En conclusión, los temas y los horizontes para explorar a partir


de la cultura del diálogo, de la globalización de la esperanza, de
la inclusión y de las redes de cooperación solicitan ya sea la
experiencia formativa y de enseñanza que las actividades de
estudio y de investigación. Será necesario, por lo tanto,
favorecer la comunicación de dichas experiencias y los
resultados de las investigaciones, con la finalidad de permitir que
cada sujeto comprometido en la educación al humanismo
solidario comprenda el significado de su propia iniciativa en el
proceso global de la construcción de un mundo fundado sobre
valores de solidaridad cristiana.

5.3. Sobre la Educación Cristiana.

5.3.1. Proemio.

El Santo Concilio Ecuménico considera atentamente la


importancia decisiva de la educación en la vida del hombre y su
influjo cada vez mayor en el progreso social contemporáneo. En
realidad la verdadera educación de la juventud, e incluso
también una constante formación de los adultos, se hace más
fácil y más urgente en las circunstancias actuales. Porque los
hombres, mucho mas conscientes de su propia dignidad y deber,
desean participar cada vez más activamente en la vida social y,
sobre todo, en la económica y en la política; los maravillosos
progresos de la técnica y de la investigación científica, y los
nuevos medios de comunicación social, ofrecen a los hombres,
que, con frecuencia gozan de un mayor espacio de tiempo libre
de otras ocupaciones, la oportunidad de acercarse con facilidad
al patrimonio cultural del pensamiento y del espíritu, y de
ayudarse mutuamente con una comunicación más estrecha que
existe entre las distintas asociaciones y entre los pueblos.

En consecuencia, por todas partes se realizan esfuerzos para


promover más y más la obra de la educación; se declaran y se
afirman en documentos públicos los derechos primarios de los
hombres, y sobre todo de los niños y de los padres con respecto
a la educación. Como crece rápidamente el número de los
alumnos, se multiplican por doquier y se perfeccionan las
escuelas y otros centros de educación. Los métodos de
educación y de instrucción se van perfeccionando con nuevas
experiencias. Se hacen, por cierto, grandes esfuerzos para
llevarla a todos los hombres, aunque muchos niños y jóvenes
están privados todavía de la instrucción incluso fundamental, y
de tantos otros carecen de una educación conveniente, en la que
se cultiva a un tiempo la verdad y la caridad.

Ahora bien, debiendo la Santa Madre Iglesia atender toda la vida


del hombre, incluso la material en cuanto está unida con la
vocación celeste para cumplir el mandamiento recibido de su
divino Fundador, a saber, el anunciar a todos loshombres el
misterio de la salvación e instaurar todas las cosas en Cristo, le
toca también una parte en el progreso y en la extensión de la
educación. Por eso El Sagrado Concilio expone algunos
principios fundamentales sobre la educación cristiana, máxime
en las escuelas, principios que, una vez terminado el Concilio,
deberá desarrollar más ampliamente una Comisión especial, y
habrán de ser aplicados por las Conferencias Episcopales y las
diversas condiciones de los pueblos.

5.3.2. Derecho universal a la educación y su noción.

Todos los hombres, de cualquier raza, condición y edad, en


cuanto participantes de la dignidad de la persona, tienen el
derecho inalienable de una educación, que responda al propio
fin, al propio carácter; al diferente sexo, y que sea conforme a la
cultura y a las tradiciones patrias, y, al mismo tiempo, esté
abierta a las relaciones fraternas con otros pueblos a fin de
fomentar en la tierra la verdadera unidad y la paz. Mas la
verdadera educación se propone la formación de la persona
humana en orden a su fin último y al bien de las varias
sociedades, de las que el hombre es miembro y de cuyas
responsabilidades deberá tomar parte una vez llegado a la
madurez.

Hay que ayudar, pues, a los niños y a los adolescentes, teniendo


en cuenta el progreso de la psicología, de la pedagogía y de la
didáctica, para desarrollar armónicamente sus condiciones
físicas, morales e intelectuales, a fin de que adquieran
gradualmente un sentido más perfecto de la responsabilidad en
la cultura ordenada y activa de la propia vida y en la búsqueda
de la verdadera libertad, superando los obstáculos con valor y
constancia de alma. Hay que iniciarlos, conforme avanza su
edad, en una positiva y prudente educación sexual. Hay que
prepararlos, además, para la participación en la vida social, de
forma que, bien instruidos con los medios necesarios y
oportunos, puedan participar activamente en los diversos grupos
de la sociedad humana, estén dispuestos para el diálogo con los
otros y presten su fructuosa colaboración gustosamente a la
consecución del bien común.
Declara igualmente el Sagrado Concilio que los niños y los
adolescentes tienen derecho a que se les estimule a apreciar
con recta conciencia los valores morales y a aceptarlos con
adhesión personal y también a que se les estimule a conocer y
amar más a Dios. Ruega, pues, encarecidamente a todos los
que gobiernan los pueblos o están al frente de la educación, que
procuren que la juventud nunca se vea privada de este sagrado
derecho. Y exhorta a los hijos de la Iglesia a que presten con
generosidad su ayuda en todo el campo de la educación, sobre
todo con el fin de que puedan llegar cuanto antes a todos los
rincones de la tierra los oportunos beneficios de la educación y
de la instrucción.

5.3.3. La educación cristiana

Todos los cristianos, en cuanto han sido regenerados por el agua


y el Espíritu Santo han sido constituidos nuevas criaturas, y se
llaman y son hijos de Dios, tienen derecho a la educación
cristiana. La cual no persigue solamente la madurez de la
persona humana arriba descrita, sino que busca, sobre todo, que
los bautizados se hagan más conscientes cada día del don de la
fe, mientras son iniciados gradualmente en el conocimiento del
misterio de la salvación; aprendan a adorar a Dios Padre en el
espíritu y en verdad, ante todo en la acción litúrgica,
adaptándose a vivir según el hombre nuevo en justicia y en
santidad de verdad, y así lleguen al hombre perfecto, en la edad
de la plenitud de Cristo y contribuyan al crecimiento del Cuerpo
Místico. Ellos, además, conscientes de su vocación,
acostúmbrense a dar testimonio de la esperanza y a promover
la elevación cristiana del mundo, mediante la cual los valores
naturales contenidos en la consideración integral del hombre
redimido por Cristo contribuyan al bien de toda la sociedad. Por
lo cual, este Santo Concilio recuerda a los pastores de almas su
gravísima obligación de proveer que todos los fieles disfruten de
la educación cristiana y, sobre todo, los jóvenes, que son la
esperanza de la Iglesia.

5.3.4. Los educadores

Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, están
gravemente obligados a la educación de la prole y, por tanto,
ellos son los primeros y principales educadores. Este deber de
la educación familiar es de tanta trascendencia que, cuando
falta, difícilmente puede suplirse. Es, pues, obligación de los
padres formar un ambiente familiar animado por el amor, por la
piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la
educación íntegra personal y social de los hijos. La familia es,
por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, de las que
todas las sociedades necesitan. Sobre todo, en la familia
cristiana, enriquecida con la gracia del sacramento y los deberes
del matrimonio, es necesario que los hijos aprendan desde sus
primeros años a conocer la fe recibida en el bautismo. En ella
sienten la primera experiencia de una sana sociedad humana y
de la Iglesia. Por medio de la familia, por fin, se introducen
fácilmente en la sociedad civil y en el Pueblo de Dios.
Consideren, pues, atentamente los padres la importancia que
tiene la familia verdaderamente cristiana para la vida y el
progreso del Pueblo de Dios.

El deber de la educación, que compete en primer lugar a la


familia, requiere la colaboración de toda la sociedad. Además,
pues, de los derechos de los padres y de aquellos a quienes
ellos les confían parte en la educación, ciertas obligaciones y
derechos corresponden también a la sociedad civil, en cuanto a
ella pertenece disponer todo lo que se requiere para el bien
común temporal. Obligación suya es proveer de varias formas a
la educación de la juventud: tutelar los derechos y obligaciones
de los padre y de todos los demás que intervienen en la
educación y colaborar con ellos; conforme al principio del deber
subsidiario cuando falta la iniciativa de los padres y de otras
sociedades, atendiendo los deseos de éstos y, además, creando
escuelas e institutos propios, según lo exija el bien común.

Por fin, y por una razón particular, el deber de la educación


corresponde a la Iglesia no sólo porque debe ser reconocida
como sociedad humana capaz de educar, sino, sobre todo,
porque tiene el deber de anunciar a todos los hombres el camino
de la salvación, de comunicar a los creyentes la vida de Cristo y
de ayudarles con atención constante para que puedan lograr la
plenitud de esta vida. La Iglesia, como Madre, está obligada a
dar a sus hijos una educación que llene su vida del espíritu de
Cristo y, al mismo tiempo, ayuda a todos los pueblos a promover
la perfección cabal de la persona humana, incluso para el bien
de la sociedad terrestre y para configurar más humanamente la
edificación del mundo.

5.3.5. Varios medios para la educación cristiana

En el cumplimiento de la función de educar, la Iglesia se


preocupa de todos los medios aptos, sobre todo de los que le
son propios, el primero de los cuales es la instrucción
catequética, que ilumina y robustece la fe, anima la vida con el
espíritu de Cristo, lleva a una consciente y activa participación
del misterio litúrgico y alienta a una acción apostólica. La Iglesia
aprecia mucho y busca penetrar de su espíritu y dignificar
también los demás medios, que pertenecen al común patrimonio
de la humanidad y contribuyen grandemente al cultivar las almas
y formar los hombres, como son los medios de comunicación
social, los múltiples grupos culturales y deportivos, las
asociaciones de jóvenes y, sobre todo, las escuelas.

5.3.6. Importancia de la escuela

Entre todos los medios de educación, el de mayor importancia


es la escuela, que, en virtud de su misión, a la vez que cultiva
con asiduo cuidado las facultades intelectuales, desarrolla la
capacidad del recto juicio, introduce en el patrimonio de la cultura
conquistado por lasgeneraciones pasadas, promueve el sentido
de los valores, prepara a la vida profesional, fomenta el trato
amistoso entre los alumnos de diversa índole y condición,
contribuyendo a la mutua comprensión; además, constituye
como un centro de cuya laboriosidad y de cuyos beneficios
deben participar a un tiempo las familias, los maestros, las
diversas asociaciones que promueven la vida cultural, cívica y
religiosa, la sociedad civil y toda la comunidad humana.

Hermosa es, por tanto, y de suma importancia la vocación de


todos los que, ayudando a los padres en el cumplimiento de su
deber y en nombre de la comunidad humana, desempeñan la
función de educar en las escuelas. Esta vocación requiere dotes
especiales de alma y de corazón, una preparación diligentísima
y una facilidad constante para renovarse y adaptarse.

5.3.7. Obligaciones y derechos de los padres

Es preciso que los padres, cuya primera e intransferible


obligación y derecho es el de educar a los hijos, tengan absoluta
libertad en la elección de las escuelas. El poder público, a quien
pertenece proteger y defender la libertad de los ciudadanos,
atendiendo a la justicia distributiva, debe procurar distribuir las
ayudas públicas de forme que los padres puedan escoger con
libertad absoluta, según su propia conciencia, las escuelas para
sus hijos.

Por los demás, el Estado debe procurar que a todos los


ciudadanos sea accesible la conveniente participación en la
cultura y que se preparen debidamente para el cumplimiento de
sus obligaciones y derechos civiles. Por consiguiente, el mismo
Estado debe proteger el derecho de los niños a una educación
escolar conveniente, vigilar la capacidad de los maestros y la
eficacia de los estudios, mirar por la salud de los alumnos y
promover, en general, toda la obra escolar, teniendo en cuenta
el principio de que su función es subsidiario y excluyendo, por
tanto, cualquier monopolio de las escuelas, que se opone a os
derechos nativos de la persona humana, al progreso y a la
divulgación de la misma cultura, a la convivencia pacífica de los
ciudadanos y al pluralismo que hoy predomina en muchas
sociedades.

El Sagrado Concilio exhorta a los cristianos que ayuden de buen


grado a encontrar los métodos aptos de educación y de
ordenación de los estudios y a formar a los maestros que puedan
educar convenientemente a los jóvenes y que atiendan con sus
ayudas, sobre todo por medio de asociaciones de los padres de
familia, toda la labor de la escuela máxime la educación moral
que en ella debe darse.

5.3.8. La educación moral y religiosa en todas las escuelas.

Consciente, además, la Iglesia del gravísimo deber de procurar


cuidadosamente la educación moral y religiosa de todos sus
hijos, es necesario que atienda con afecto particular y con su
ayuda a los muchísimos que se educan en escuelas no católicas,
ya por medio del testimonio de la vida de los maestros y
formadores, ya por la acción apostólica de los condiscípulos, ya,
sobre todo, por el ministerio de los sacerdotes y de los seglares,
que les enseñan la doctrina de la salvación, de una forma
acomodada a la edad y a las circunstancias y les prestan ayuda
espiritual con medios oportunos y según la condición de las
cosas y de los tiempos.

Recuerda a los padres la grave obligación que les atañe de


disponer, a aun de exigir, todo lo necesario para que sus hijos
puedan disfrutar de tales ayudas y progresen en la formación
cristiana a la par que en la profana. Además, la Iglesia aplaude
cordialmente a las autoridades y sociedades civiles que,
teniendo en cuenta el pluralismo de la sociedad moderna y
favoreciendo la debida libertad religiosa, ayudan a las familias
para que pueda darse a sus hijos en todas las escuelas una
educación conforme a los principios morales y religiosos de las
familias.

5.3.9. Las escuelas católicas.

La presencia de la Iglesia en la tarea de la enseñanza se


manifiesta, sobre todo, por la escuela católica. Ella busca, no es
menor grado que las demás escuelas, los fines culturales y la
formación humana de la juventud. Su nota distintiva es crear un
ambiente comunitario escolástico, animado por el espíritu
evangélico de libertad y de caridad, ayudar a los adolescentes
para que en el desarrollo de la propia persona crezcan a un
tiempo según la nueva criatura que han sido hechos por el
bautismo, y ordenar últimamente toda la cultura humana según
el mensaje de salvación, de suerte que quede iluminado por la
fe el conocimiento que los alumnos van adquiriendo del mundo,
de la vida y del hombre. Así, pues, la escuela católica, a la par
que se abre como conviene a las condiciones del progreso
actual, educa a sus alumnos para conseguir eficazmente el bien
de la ciudad terrestre y los prepara para servir a la difusión del
Reino de Dios, a fin de que con el ejercicio de una vida ejemplar
y apostólica sean como el fermento salvador de la comunidad
humana.

Siendo, pues, la escuela católica tan útil para cumplir la misión


del pueblo de Dios y para promover el diálogo entre la Iglesia y
la sociedad humana en beneficio de ambas, conserva su
importancia trascendental también en los momentos actuales.
Por lo cual, este Sagrado Concilio proclama de nuevo el derecho
de la Iglesia a establecer y dirigir libremente escuelas de
cualquier orden y grado, declarado ya en muchísimos
documentos del Magisterio, recordando al propio tiempo que el
ejercicio de este derecho contribuye grandemente a la libertad
de conciencia, a la protección de los derechos de los padres y al
progreso de la misma cultura.

Recuerden los maestros que de ellos depende, sobre todo, el


que la escuela católica pueda llevar a efecto sus propósitos y
sus principios. Esfuércense con exquisita diligencia en conseguir
la ciencia profana y religiosa avalada por los títulos convenientes
y procuren prepararse debidamente en el arte de educar
conforme a los descubrimientos del tiempo que va
evolucionando. Unidos entre sí y con los alumnos por la caridad,
y llenos del espíritu apostólico, den testimonio, tanto con su vida
como con su doctrina, del único Maestro Cristo.

Colaboren, sobre todo, con los padres; juntamente con ellos


tengan en cuenta durante el ciclo educativo la diferencia de
sexos y del fin propia fijado por Dios y cada sexo en la familia y
en la sociedad; procuren estimular la actividad personal de los
alumnos, y terminados los estudios, sigan atendiéndolos con sus
consejos, con su amistad e incluso con la institución de
asociaciones especiales, llenas de espíritu eclesial. El Sagrado
Concilio declara que la función de estos maestros es verdadero
apostolado, muy conveniente y necesario también en nuestros
tiempos, constituyendo a la vez un verdadero servicio prestado
a la sociedad. Recuerda a los padres cristianos la obligación de
confiar sus hijos, según las circunstancias de tiempo y lugar, a
las escuelas católicas, de sostenerlas con todas sus fuerzas y
de colaborar con ellas por el bien de sus propios hijos.

5.3.10. Diversas clases de escuelas católicas.

Aunque la escuela católica pueda adoptar diversas formas


según las circunstancias locales, todas las escuelas que
dependen en alguna forma de la Iglesia han de conformarse al
ejemplar de ésta. La Iglesia aprecia también en mucho las
escuelas católicas, a las que, sobre todo, en los territorios de las
nuevas Iglesias asisten también alumnos no católicos.
Por lo demás, en la fundación y ordenación de las escuelas
católicas, hay que atender a las necesidades de los progresos
de nuestro tiempo. Por ello, mientras hay que favorecer las
escuelas de enseñanza primaria y media, que constituyen el
fundamento de la educación, también hay que tener muy en
cuenta las requeridas por las condiciones actuales, como las
escuelas profesionales, las técnicas, los institutos para la
formación de adultos, para asistencia social, para subnormales
y la escuela en que se preparan los maestros para la educación
religiosa y para otras formas de educación.

El Santo Concilio exhorta encarecidamente a los pastores de la


Iglesia y a todos los fieles a que ayuden, sin escatimar
sacrificios, a las escuelas católicas en el mejor y progresivo
cumplimiento de su cometido y, ante todo, en atender a las
necesidades de los pobres, a los que se ven privados de la
ayuda y del afecto de la familia o que no participan del don de la
fe.

5.3.11. Facultades y universidades católicas.

La Iglesia tiene también sumo cuidado de las escuelas


superiores, sobre todo de las universidades y facultades. E
incluso en las que dependen de ella pretende sistemáticamente
que cada disciplina se cultive según sus principios, sus métodos
y la libertad propia de la investigación científica, de manera que
cada día sea más profunda la comprensión de las mismas
disciplinas, y considerando con toda atención los problemas y
los hallazgos de los últimos tiempos se vea con más exactitud
cómo la fe y la razón van armónicamente encaminadas a la
verdad, que es una, siguiendo las enseñanzas de los doctores
de la Iglesia, sobre todo de Santo Tomás de Aquino. De esta
forma, ha de hacerse como pública, estable y universal la
presencia del pensamiento cristiano en el empeño de promover
la cultura superior y que los alumnos de estos institutos se
formen hombres prestigiosos por su doctrina, preparados para
el desempeño de las funciones más importantes en la sociedad
y testigos de la fe en el mundo.

En las universidades católicas en que no exista ninguna Facultad


de Sagrada Teología, haya un instituto o cátedra de la misma en
que se explique convenientemente, incluso a los alumnos
seglares. Puesto que las ciencias avanzan, sobre todo, por las
investigaciones especializadas de más alto nivel científico, ha de
fomentarse ésta en las universidades y facultades católicas por
los institutos que se dediquen principalmente a la investigación
científica.

El Santo Concilio recomienda con interés que se promuevan


universidades y facultades católicas convenientemente
distribuidas en todas las partes de la tierra, de suerte, sin
embargo, que no sobresalgan por su número, sino por el
prestigio de la ciencia, y que su acceso esté abierto a los
alumnos que ofrezcan mayores esperanzas, aunque de escasa
fortuna, sobre todo a los que vienen de naciones recién
formadas.

Puesto que la suerte de la sociedad y de la misma Iglesia está


íntimamente unida con el progreso de los jóvenes dedicados a
estudios superiores, los pastores de la Iglesia no sólo han de
tener sumo cuidado de la vida espiritual de los alumnos que
frecuentan las universidades católicas, sino que, solícitos de la
formación espiritual de todos sus hijos, consultando
oportunamente con otros obispos, procuren que también en las
universidades no católicas existan residencias y centros
universitarios católicos, en que sacerdotes, religiosos y seglares,
bien preparados y convenientemente elegidos, presten una
ayuda permanente espiritual e intelectual a la juventud
universitaria. A los jóvenes de mayor ingenio, tanto de las
universidades católicas como de las otras, que ofrezcan
aptitudes para la enseñanza y para la investigación, hay que
prepararlos cuidadosamente e incorporarlos al ejercicio de la
enseñanza.

5.3.12. Facultades de Ciencias Sagradas

La Iglesia espera mucho de la laboriosidad de las Facultades de


ciencias sagradas. Ya que a ellas les confía el gravísimo
cometido de formar a sus propios alumnos, no sólo para el
ministerio sacerdotal, sino, sobre todo, para enseñar en los
centros eclesiásticos de estudios superiores; para la
investigación científica o para desarrollar las más arduas
funciones del apostolado intelectual. A estas facultades
pertenece también el investigar profundamente en los diversos
campos de las disciplinas sagradas de forma que se logre una
inteligencia cada día más profunda de la Sagrada Revelación,
se descubra más ampliamente el patrimonio de la sabiduría
cristiana transmitida por nuestros mayores, se promueva el
diálogo con los hermanos separados y con los no-cristianos y se
responda a los problemas suscitados por el progreso de las
ciencias.

Por lo cual, las Facultades eclesiásticas, una vez reconocidas


oportunamente sus leyes, promuevan con mucha diligencia las
ciencias sagradas y las que con ellas se relacionan y sirviéndose
incluso de los métodos y medios más modernos, formen a los
alumnos para las investigaciones más profundas.

5.3.13. La coordinación escolar.

La cooperación que en el orden diocesano, nacional o


internacional se aprecia y se impone cada día más, es también
sumamente necesaria en el campo escolar; hay que procurar,
con todo empeño, que se fomente entre las escuelas católicas
una conveniente coordinación y se provea entre éstas y las
demás escuelas la colaboración que exige el bien de todo el
género humano.

De esta mayor coordinación y trabajo común se recibirán frutos


espléndidos, sobre todo en el ámbito de los institutos
académicos. Por consiguiente, las diversas facultades de cada
universidad han de ayudarse mutuamente en cuanto la materia
lo permita. Incluso las mismas universidades han de unir sus
aspiraciones y trabajos, promoviendo de mutuo
acuerdoreuniones internacionales, distribuyéndose las
investigaciones científicas, comunicándose mutuamente lo
hallazgos, intercambiando temporalmente los profesores y
proveyendo todo lo que pueda contribuir a una mayor ayuda
mutua.

5.4. La Iglesia y El Desarrollo

5.4.1. La labor de los misioneros.

Fiel a las enseñanzas y al ejemplo de su divino Fundador, que


dio como señal de su misión el anuncio de la Buena Nueva a los
pobres (cf. Lc 7, 22), la Iglesia nunca ha dejado de promover la
elevación humana de los pueblos, a los cuales llevaba la fe en
Jesucristo. Al mismo tiempo que iglesias, sus misioneros han
construido hospicios y hospitales, escuelas y universidades.
Enseñando a los indígenas el modo de sacar mayor provecho
de los recursos naturales, los han protegido frecuentemente
contra la codicia de los extranjeros. Sin duda ninguna, su labor,
por lo mismo que era humana, no fue perfecta, y algunos
pudieron mezclar algunas veces no pocos modos de pensar y
de vivir de su país de origen con el anuncio del auténtico
mensaje evangélico. Pero supieron también cultivar y promover
las instituciones locales. En muchas regiones, supieron
colocarse entre los precursores del progreso material no menos
que de la elevación cultural. Basta recordar el ejemplo del P.
Carlos de Foucauld, a quien se juzgó digno de ser llamado, por
su caridad, el "Hermano universal", y que compiló un precioso
diccionario de la lengua tuareg. Hemos de rendir homenaje a
estos precursores muy frecuentemente ignorados, impelidos por
la caridad de Cristo, lo mismo que a sus émulos y sucesores,
que siguen dedicándose, todavía hoy, al servicio generoso y
desinteresado de aquellos que evangelizan.

5.4.2. Iglesia y mundo

Pero en lo sucesivo las iniciativas locales e individuales no


bastan ya. La presente situación del mundo exige una acción de
conjunto que tenga como punto de partida una clara visión de
todos los aspectos económicos, sociales, culturales y
espirituales. Con la experiencia que tiene de la humanidad, la
Iglesia, sin pretender de ninguna manera mezclarse en la política
de los Estados «sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del
Espíritu Paráclito, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo
para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar,
para servir y no para ser servido». Fundada para establecer
desde ahora en la tierra el reino de los cielos y no para conquistar
un poder terrenal, afirma claramente que los dos campos son
distintos, de la misma manera que son soberanos los dos
poderes, el eclesiástico y el civil, cada uno en su terreno. Pero,
viviendo en la historia, ella debe «escrutar a fondo los signos de
los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio». Tomando
parte en las mejores aspiraciones de los hombres y sufriendo al
no verlas satisfechas, desea ayudarles a conseguir su pleno
desarrollo y esto precisamente porque ella les propone lo que
ella posee como propio: una visión global del hombre y de la
humanidad.

5.4.3. Visión cristiana del desarrollo.

El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico.


Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos
los hombres y a todo el hombre. Con gran exactitud ha
subrayado un eminente experto: «Nosotros no aceptamos la
separación de la economía de lo humano, el desarrollo de las
civilizaciones en que está inscrito. Lo que cuenta para nosotros
es el hombre, cada hombre, cada agrupación de hombres, hasta
la humanidad entera».

5.4.4. Vocación al desarrollo.

En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover


su propio progreso, porque la vida de todo hombre es una
vocación dada por Dios para una misión concreta. Desde su
nacimiento, ha sido dado a todos como en germen, un conjunto
de aptitudes y de cualidades para hacerlas fructificar; su
floración, fruto de la educación recibida en el propio ambiente y
del esfuerzo personal, permitirá a cada uno orientarse hacia el
destino que le ha sido propuesto por el Creador. Dotado de
inteligencia y de libertad, el hombre es responsable de su
crecimiento, lo mismo que de su salvación. Ayudado, y a veces
estorbado, por los que lo educan y lo rodean, cada uno
permanece siempre, sean los que sean los influjos que sobre él
se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso: por
sólo el esfuerzo de su inteligencia y de su voluntad, cada hombre
puede crecer en humanidad, valer más, ser más.

5.4.5. Deber personal.

Por otra parte este crecimiento no es facultativo. De la misma


manera que la creación entera está ordenada a su Creador, la
criatura espiritual está obligada a orientar espontáneamente su
vida hacia Dios, verdad primera y bien soberano. Resulta así que
el crecimiento humano constituye como un resumen de nuestros
deberes. Más aun, esta armonía de la naturaleza, enriquecida
por el esfuerzo personal y responsable, está llamada a
superarse a sí misma. Por su inserción en el Cristo vivo, el
hombre tiene el camino abierto hacia un progreso nuevo, hacia
un humanismo trascendental que le da su mayor plenitud; tal es
la finalidad suprema del desarrollo personal.

5.4.6. Deber comunitario.

Pero cada uno de los hombres es miembro de la sociedad,


pertenece a la humanidad entera. Y no es solamente este o
aquel hombre sino que todos los hombres están llamados a este
desarrollo pleno. Las civilizaciones nacen, crecen y mueren.
Pero como las olas del mar en el flujo de la marea van
avanzando, cada una un poco más, en la arena de la playa, de
la misma manera la humanidad avanza por el camino de la
historia. Herederos de generaciones pasadas y beneficiándonos
del trabajo de nuestros contemporáneos, estamos obligados
para con todos y no podemos desinteresarnos de los que
vendrán a aumentar todavía más el círculo de la familia humana.
La solidaridad universal, que es un hecho y un beneficio para
todos, es también un deber.

5.4.7. Escala de valores

Este crecimiento personal y comunitario se vería comprometido


si se alterase la verdadera escala de valores. Es legítimo el
deseo de lo necesario, y el trabajar para conseguirlo es un deber:
«El que no quiere trabajar, que no coma»(2Tes 3, 10). Pero la
adquisición de los bienes temporales puede conducir a la
codicia, al deseo de tener cada vez más y a la tentación de
acrecentar el propio poder. La avaricia de las personas, de las
familias y de las naciones puede apoderarse lo mismo de los
más desprovistos que de los más ricos, y suscitar en los unos y
en los otros un materialismo sofocante.

5.4.8. Creciente ambivalencia

Así pues, el tener más, lo mismo para los pueblos que para las
personas, no es el fin último. Todo crecimiento es ambivalente.
Necesario para permitir que el hombre sea más hombre, lo
encierra como en una prisión, desde el momento que se
convierte en el bien supremo, que impide mirar más allá.
Entonces los corazones se endurecen y los espíritus se cierran;
los hombres ya no se unen por amistad, sino por interés, que
pronto les hace oponerse unos a otros y desunirse. La búsqueda
exclusiva del poseer se convierte en un obstáculo para el
crecimiento del ser y se opone a su verdadera grandeza; para
las naciones como para las personas, la avaricia es la forma más
evidente de un subdesarrollo moral.

5.4.9. Hacia una condición más humana

Si para llevar a cabo el desarrollo se necesitan técnicos, cada


vez en mayor número, para este mismo desarrollo se exige más
todavía pensadores de reflexión profunda que busquen un
humanismo nuevo, el cual permita al hombre moderno hallarse
a sí mismo, asumiendo los valores superiores del amor, de la
amistad, de la oración y de la contemplación. Así podrá realizar
en toda su plenitud el verdadero desarrollo, que es el paso, para
cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas
a condiciones más humanas.

5.4.10. Ideal al que hay que tender

Menos humanas: las carencias materiales de los que están


privados del mínimum vital y las carencias morales de los que
están mutilados por el egoísmo. Menos humanas: las
estructuras opresoras, que provienen del abuso del tener o del
abuso del poder, de la explotación de los trabajadores o de la
injusticia de las transacciones. Más humanas: el remontarse de
la miseria a la posesión de lo necesario, la victoria sobre las
calamidades sociales, la ampliación de los conocimientos, la
adquisición de la cultura. Más humanas también: el aumento en
la consideración de la dignidad de los demás, la orientación
hacia el espíritu de pobreza (cf. Mt 5, 3), la cooperación en el
bien común, la voluntad de paz. Más humanas todavía: el
reconocimiento, por parte del hombre, de los valores supremos,
y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin. Más humanas, por
fin y especialmente: la fe, don de Dios acogido por la buena
voluntad de los hombres, y la unidad en la caridad de Cristo, que
nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida del Dios
vivo, Padre de todos los hombres.

5.5. Las Sectas Religiosas En El Perú.

a) Grupos Cristianos. - Es el bloque más numeroso en el país:


aproximadamente 5% de la población peruana en 1990. La mayoría de
ellos agrupados en el Concilio Nacional Evangélico del Perú. Son
cristianos procedentes de las Iglesias protestantes clásicas. Toman la
Biblia como única fuente de revelación predican a Jesucristo como
Señor y Salvador, son rectamente vivenciales y ponen como requisito
para la salvación, no la pertenencia a ellos, sino el arrepentimiento y la
conversión del corazón.

b) Grupos de Inspiración Cristiana. - Adventistas del Séptimo Día,


Testigos de Jehová, mormones, Israelitas del Nuevo Pacto. Predican
al "Cristo" que ellos han forjado con sus propios o nuevas revelaciones.
Son más doctrinales que vivenciales. El requisito para salvarse es
pertenecer a su grupo.

c)Grupos de Inspiración No cristiana. - Grupos orientalistas,


sincretistas, cosmológistas y gnósticos como son: el Mahikari, el Hare
Krishna, la Gran Fraternidad Universal, Moon, Misión Rama, Alfa y
Omega y otros. No son grupos vivenciales, sino sobre todo doctrinales.
Predican una doctrina una Filosofía más que a un Cristo vivo. Ellos
afirman que sólo se encuentra en ellos la verdad plena y la salvación.

Las razones de la fuga de católicos a estos grupos son las siguientes:

1) Encuentran una experiencia religiosa profunda e intensa.


Experimentan a Dios vivo y personal. Experimentan a Dios vivo y
personal que transforma sus vidas.
2) Encuentran un ambiente comunitario en donde todos son hermanos,
se conocen, se ayudan, se estimulan, sienten la presencia de dios en
esa comunidad.

3) Encuentran una "verdad" (bíblica) muy accesible a ellos, la


comprenden, la practican y la predican. No hay contradicción entre sus
doctrinas y sus vivencias: viven lo que creen y creen lo que viven.

5.5.1. El término secta.

Este término ya existía en el Judaísmo. Eran las facciones que


se alejaban de las tradiciones rabínicas. Ya en el Nuevo
Testamento San Pablo utiliza el término háiresis (gr.= grupos
adversos) en oposición a "Ekklesía". En la raíz latina seque=
seguir, aquel que sigue a un maestro particular; o sectare=
cortar, aquel grupo que se desprende a se separa de una Iglesia
madre. Antiguamente se denominaba secta a todo grupo
cismático y herético. Ahora el concepto secta denota algo
peyorativo, que roza con el fanatismo y el desequilibrio. Por la
complejidad del tema se le denomina Movimiento Religioso
Contemporáneo.

5.5.2. Grupos de inspiración cristiana.

Son de inspiración cristiana porque tomo como fundamento de


su doctrina la cristiana, pero agrega a ésta una serie de
relaciones que distorsionan de tal manera el mensaje de Cristo.
La mayoría de los autores les llaman "pseudo cristianos" o
"paracristianos". Son de corte escatológico, acentúan la
inminencia de la "segunda venida de Cristo", atrevieronse
incluso a predecir fechas exactas de este acontecimiento.
Asustan a las personas para que se adhieran a su grupo, si no
se adhieren no hay salvación. Son grupos minoritarios
congregados por un líder carismático que comienza a recibir
nuevas revelaciones o a reelaborar la doctrina cristiana. En le
Perú son cuatro los grupos de inspiración cristiana: los
Adventistas, Israelitas del Nuevo Pacto, los Testigos de Jehová
y los Mormones.

A. Visión histórica: Aparece en el S. XIX como avivamiento


escatológico acerca de la segunda venida de Cristo y su reino
por mil años. Surgió de la diversas Iglesias Protestantes de
Norteamérica y después terminó siendo una Iglesia separada de
ellos. El representante más destacado fue William Miller (1782-
1849), fue granjero protestante (bautista), natural Pittfield
Massachussets, quien en 1816 se consagró al estudio de la
Biblia, sobre todo de las profecías relativas a la Segunda venida
de Cristo de las cuales predijo fechas, pero que no sucedieron
nada. Por eso le llaman el gran chasco y se apartaron muchos
de sus adeptos. Los adventistas se instalaron en Perú en el año
1898 con dos grupos misioneros chilenos.

B. Doctrina: Los adventistas creen: en un Dios personal creador


del Universo, en Jesús como hijo de Dios, en el Espíritu Santo,
como tercera persona de la Santísima Trinidad, en la divina
inspiración de las Sagradas Escrituras, en la validez de la ley
moral de los Diez Mandamientos, en la santidad y observancia
del séptimo día de la semana, en la creación original del hombre
a imagen de Dios, en la salvación de los hombres por la gracia
de Dios, en la conversión o transformación de la vida, en la
validez y a realidad de una religión práctica, en las leyes de la
naturaleza que son también leyes de Dios. en el culto espiritual,
con himnos y alabanzas, en la mayordomía Cristiana - el diezmo,
en la Iglesia sin jerarquía eclesiástica, en el rito del Bautismo, la
Cena del Señor, el lavado de los pies, la imposición de las manos
y el ungimiento de los enfermos, en los bautismos que
conmemoran la muerte y pasión de Cristo. Sólo se pueden
bautizar por inmersión cuando tienen uso de razón para aceptar
la fe Adventista, creen en el segundo Adviento en gloria y
majestad de nuestro Señor Jesucristo, en que los muertos yacen
inconscientes hasta el día de la Resurrección, en que al fin de
los tiempos, Dios establecerá en este mundo un reino de justicia,
paz, amor y gozo inefable.

VI. PROPUESTA METODOLÓGICA.

6.1. Planificación pastoral.

Diagnóstico o análisis de la realidad.

El diagnóstico es la descripción de la situación actual que se quiere


afrontar. Explica detalladamente cuál es la realidad a la que se está
enfrentando el equipo que ejecutará el proyecto de trabajo pastoral.

Esta parte del proyecto es sustentado con todos los factores que sean
necesarios para el éxito del trabajo, estos pueden ser: sicológicos,
familiares, sociales, pastorales, espirituales, etc.

Usualmente el diagnóstico es el resultado de una evaluación juiciosa


de la realidad que ha arrojado un análisis lo más completo posible. Para
un diagnóstico que se acerque lo más que pueda a la realidad, se
sugiere utilizar alguna de estas 4 herramientas básicas:

Observación.

Es un análisis personal, la precisión que tenga dependerá de lo objetivo


que sea la descripción de la realidad. Se debe evitar utilizar prejuicios
personales o suposiciones. También puede ser considerado un trabajo
de observación el análisis de varios integrantes de un mismo grupo,
que, por más que tengan diferentes ideas o posturas, están dirigidos a
un solo público y usan la misma metodología.

Evaluación conjunta o colectiva.

A diferencia de la observación, aquí convergen diferentes puntos de


vista de diferentes tipos de trabajo con diferentes metodologías, esto
enriquece el análisis. Asimismo, las características de los responsables
son diferentes por el tipo de formación que cada uno recibe de acuerdo
al tipo de función que ejerce según el tipo de persona a la que se dirige.
Este método de evaluación suele usarse a nivel de área pastoral,
grupo, parroquia o Diócesis.

Encuesta.

Es el más común. Consiste en elaborar un cuestionario con preguntas


previamente elaboradas que van dirigidas a resaltar una realidad
concreta. Esto significa que las respuestas deben ser lo más precisas
posibles, de preferencia evitar las preguntas con respuestas abiertas,
se sugiere usar preguntas cerradas con alternativas, así podrá tenerse
un resultado más matemáticamente exacto. La muestra debe ser
representativa, por lo que mínimo deberá ser un 40 % de la población
a la que se dirige.

Foda.

Es un análisis más elaborado. Aquí se realiza una evaluación bajo 4


criterios base: fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas. Las
fortalezas son los factores a favor que se tienen, son propios de los
ejecutantes y pueden manipularlos para optimizarlas. Las
oportunidades son las situaciones externas que suceden y que pueden
ser favorables para los ejecutantes, que no tienen forma de
manipularlas. Las debilidades son los aspectos desfavorables o
negativos que tienen los ejecutantes para realizar el trabajo y que
pueden manipular, por ello estas deben ser superadas. Las amenazas
son situaciones externas que representan un peligro latente para el
éxito del trabajo.

Para la evaluación se puede utilizar cualquiera de las herramientas


mencionadas o alguna otra que el equipo responsable considere
necesaria (focus group, estudio de opinión, etc). Lo importante al
momento de redactar el diagnóstico es que este debe estar
debidamente sustentados evidenciando la situación problemática que
se va a enfrentar.
Si en caso se trata de un proyecto de trabajo que va dirigido a
situaciones fuera de la parroquia –como por ejemplo una jornada
abierta a los jóvenes de la comunidad que puedan estar afectados por
una adicción que no participan en un grupo parroquial y quizás ni tienen
vida sacramental- el diagnóstico será sustentado con un estudio
especializado en el área que se quiere enfrentar.

6.2. Según santo domingo.

Metodología ver, juzgar y actuar.

El “ver” se propone analizar un hecho de vida con el fin de descubrir


actitudes y modos de pensar y valoraciones y comportamientos. Se
busca las causas y se analiza las consecuencias que pueden tener en
las personas, en las comunidades y en las organizaciones sociales. El
acento se pone en la persona, no en las ideas ni en las cosas. Se
invitaba a los jóvenes obreros a revisar su vida en el trabajo, la familia
y la sociedad.

El “juzgar” es el momento central de la revisión de vida. Se propone


tomar posición frente al hecho analizado, explicitar el sentido que
descubre la fe, la experiencia de Dios que conlleva y las llamadas de
conversión que surgen de él. Para ello se valora positiva o
negativamente el hecho, se buscan hechos similares en la vida de
Jesús, en el evangelio o en la Biblia, se analizan las consecuencias del
encuentro con Dios y la llamada a la conversión.

El “actuar” se propone determinar aquellas actitudes que las personas


deben cambiar en sus vidas, los criterios de juicio que deben ser
transformados, los hábitos que son cuestionados por la Palabra de Dios
y las acciones que se van a desarrollar.

VII. DESCRIPCIÓN ETNOGRÁFICA DE HECHOS Y/O ACTIVIDADES DE


APRENDIZAJE.

7.1. Tipos de actividades.

El Aprendizaje Cooperativo (AC)


Es un método de aprendizaje basado en el trabajo en equipo de los
estudiantes. Incluye diversas y numerosas técnicas en las que el
alumnado trabaja conjuntamente para lograr determinados objetivos
comunes de los que son responsables todos los miembros del equipo.

Torbellino de ideas:

La ventaja de este tipo de actividad es que permite obtener un gran


número de ideas sobre un tema en poco tiempo. Se puede iniciar la
actividad, una vez presentado el tema, planteando una pregunta. Por
ejemplo, "¿En qué consiste la erosión?, ¿por qué se produce?

Posters:

Los posters permiten a los alumnos presentar sus ideas de forma


sencilla y fácilmente inteligible para sus compañeros. Les obliga a
negociar el contenido y proporciona, por tanto, un buen recurso para
centrar la discusión.

Debates:

Estimulan en los alumnos el examen de sus ideas individuales y los


familiarizan con las ideas de sus compañeros. La discusión ayuda a los
estudiantes a desarrollar una conciencia de la fortaleza o debilidad de
sus propias ideas, y a apreciar que las personas pueden tener
diferentes puntos de vista respecto de un mismo asunto.

Trabajos prácticos:

Los trabajos prácticos son una de las actividades mas importantes en


la enseñanza de las ciencias experimentales al poder ser programados
como una forma de adquirir conocimiento vivencial de los fenómenos
naturales, como un soporte para la comprensión de conceptos y
teorías, como un medio de desarrollar habilidades prácticas y aprender
técnicas de laboratorio, y como una forma de aprender y practicar los
procesos y las estrategias de investigación propios de la metodología
científica.
VIII. CRONOGRAMA.

Proceso Marzo Abril Mayo Junio


Definición del problema
Recopilación Bases teóricas
Selección de las fuentes bibliográficas
Redacción preliminar del proyecto
Presentación Proyecto de tesis
Elaboración y validación instrumentos
Aprobación del Proyecto de tesis
Aplicación de los instrumentos
Análisis de datos
Redacción del borrador de tesis
Presentación de la tesis para aprobación
Aprobación del borrador de tesis
Sustentación
IX. ANEXO

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