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JOSEPH FRANK

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SECCIÓN DE ÜBRAS DE LENGUA y ESTUDIOS LITERARIOS

DOSTOIEVSKI: LAS SEMILLAS DE LA REBELIÓN , 1821-1849


Traducción

CELIA H AYDÉE PASCHERO


JOSEPH FRANK

DOSTOIEVSKI
Las semillas de la rebelión
1821-1849

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


Primera edición en inglés, 1976
Segunda edición corregida, 1977
Primera edición en español,
de la segunda en inglés, 1984
Primera reimpresión, 2010

Frank, joseph
Dostoievski. Las semillas de la rebelión, 1821-1849 / joseph Frank; trad. de Celia
Haydée Paschero. - México: FCE, 1984
508 p . · ilus. ; 23 x 17 cm. - (Colee. Lengua y Estudios Literarios)
Título original: Dostoevsky The Seeds of Revolt, 1821 -1849
ISBN 978-968-16-1732-5 (rústica)
ISBN 978-607 -1 6-0206-0 (empastada)
ISBN 978-968-16-0182-7 (obra completa)

l. Dostoievski, Fiódor - Crítica e interpretación 2. Literatura rusa - Siglo XIX l.


Paschero, Celia Haydée II. Ser. III. t.

LC PG3328 Dewey 891. 73 F659d

Dist1ibt1Clón mundial

Diseño de portada: Teresa Guzmán Romero

Titulo original: Dostoevshy. The Seeds of Revolt, 1821-1849


© 1976 , Princeton University Press, Princeton, Nueva jersey
ISBN 0-691-01355-1

D. R.© 1984, Fondo de Cultura Económica


Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14 738 México , D. E
Empresa certificada ISO 9001: 2000

Co.mentarios: editorial@fondodeculturaeconomica.com
www.fondodeculturaeconomica.com
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Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere


el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

ISBN 978-968-16-1732-5 {rústica)


ISBN 978-607-16-0206-0 (empastada)
ISBN 978-607-16-0182-7 (obra completa)

Impreso en México • Plinted in Mexico


Sumario

Prefacio 11
Abreviaturas 17
Fuentes de los textos 18

Primera parte
Moscú 21

Segunda parte
San Petersburgo 103

Tercera parte
La fama 213

Cuarta parte
El camino al autodescubrimiento 383

Apéndice 4 71
Índice analítico 489
Índice general 507
Para mi esposa Guiruite
-Enfin!-
y a mis hij as Claudine e lsabelle.
que crecieron jumo con Doswie\'ski
El aventurero no ha podido concebir aún en la
humanidad una raza [que sea] exclusivamente
física en un mundo físico.
W ALlACE STEVENS, [Esthétique du Mal
Prefacio

Este volumen es el primero de una serie consagrada al estudio de la vida y


obra de Fiódor Mtjaílovich Dostoievski. Tal como está, el proyecto constará
de cuatro volúmenes, en cada uno de los cuales se tratarán, en secuencia
cronológica, las diversas etapas de la existencia del escritor. Ya he comple-
tado el plan de toda la obra, y espero poder publicar los tomos siguientes a
éste -según me lo permitan mis demás labores- dentro de un lapso ra-
zonable de años.
El proyecto nació hace unos veinte años, cuando me invitaron a dar
una serie de conferencias, dentro del seminario Christian Gauss, en la Uni-
versidad de Princeton. El seminario estaba dirigido entonces por E. B. O .
Borgerhoff, quien pronto se convertiría en un querido amigo mío y cuya
singular combinación de cautivadora elegancia y seriedad académica aún
permanece viva en la memoria de quienes lo trataron de cerca. En aquel
tiempo estaba yo muy interesado en la nueva literatura existencialista, que
había causado tan fuerte efecto en la época inmediatamente posterior a la
segunda Guerra Mundial, así que elegí como tema para mi disertación "Los
temas existencialistas en la literatura moderna". Con el fin de establecer un
marco histórico, inicié mi exposición con un análisis de Memorias del sub-
suelo, de Dostoievski, obra considerada precursora de las teorías y de los
temas que encontramos en el existencialismo francés . Mi interpretación de
esa obra se derivaba de los escritos de Leo Shestov y de Nikolái Berdyaev:
subrayaba yo la irracionalidad y la amoralidad del hombre marginado y
lanzado a la clandestinidad, en tanto que éste, trágica y retadoramente, con- .
serva la libertad de su personalidad frente a las leyes de la naturaleza, sin
importarle el costo que esto signifique para él y para los demás.

... 11
No obstante, al exponer esta idea tenía yo la incómoda sensación de
que distaba mucho de corresponder a la realidad. Indudablemente, acen-
tuaba los puntos esenciales, pero existían otros muchos sobre los que esta
interpretación del existencialismo no daba ninguna clave. Cuando empecé
a redactar mis conferencias, decidí estudiar más a fondo las Memorias del sub-
suelo, e investigar el trasfondo sociocultural que evidentemente había ser-
vido de punto de partida para la obra de Dostoievski. Esto me llevó a leer
todo cuanto pude encontrar concerniente a la época, en los idiomas que
yo sabía y, finalmente, cuando me percaté de las limitaciones de esas fuen-
tes de información, decidí aprender ruso. Con el transcurso del tiempo me
di cuenta de que mi interés por el existencialismo disminuía mucho, en
tanto que mi fascinación por Dostoievski y por la cultura rusa del siglo x1x
iba acrecentándose. Desistí de seguir redactando esas conferencias y opté
por escribir un libro sobre el escritor ruso. Tal fue el origen remoto, casi ac-
cidental, del presente y de los siguientes volúmenes de esta serie de estu-
dios; en realidad, cuando inicié el trabajo no tenía la intención de escribir
una obra de tales dimensiones.
El caso es que el interés intrínseco que el material iba suscitando en
mí me llevó cada vez más lejos. Poco a poco me fui dando cuenta de que ,
si quería ser justo en mi visión de Dostoievski, sería necesario presentar al
autor en el contexto de una reconstrucción masiva de la vida sociocultu-
ral de su época. Pues esta visión puede resumirse diciendo que considero
la obra de Dostoievski una brillante síntesis artística de los problemas de
su tiempo; indudablemente, es ésta una expresión personal, pero más que la
mayoría de las interpretaciones, orientada hacia las preocupaciones que
lo rodeaban. No se trata simplemente - como muy a menudo tendemos a
pensar en Occidente- de la expresión apasionada y febril de un tempe-
ramento desequilibrado , aunque extraordinariamente talentoso. En reali-
dad, una manera de definir el genio de Dostoievski consiste en ubicarlo
en su habilidad para fundir sus dilemas privados con los que existían en
la sociedad de la que formó parte.
Por lo tanto , mi interés en la vida personal del escritor ruso es muy li-
mitado, y quien pretenda encontrar una biografía convencional en las si-
guientes páginas quedará del todo desilusionado . Ya existen muchas obras
de tal índole, y nunca tuve la intención de escribir otra más. Dejo en un se-
gundo plano los sucesos de la existencia privada del escritor, y trato con
mayor detalle los aspectos de su experiencia cotidiana que me parecen te-

12 ... PREFACI O
ner importancia decisiva; esto es, únicamente aquellos que nos ayudan a
comprender mejor sus libros. Por tanto , mi trabajo no es una biografía; o, si
lo es, sólo en un sentido especial, pues no voy de la vida a la obra, sino más
bien en la dirección contraria. Es mi intención interpretar el arte de Dos-
toievski , y este objetivo me lleva a elegir cierta perspectiva y a resaltar cier-
tos detalles. Siempre me ha parecido paradójico que, cuando se escribe una
biografía, los aspectos de mayor interés de la vida del artista - en realidad,
la única razón que nos lleva a estudiarlo; es decir: su obra- se descuidan
en favor de las anécdotas personales y de los pormenores de su vida priva-
da. Tal clase de narrativa puede contribuir al estudio de la condición huma-
na , o también a la historia social de la época que describe , pero general-
mente deja la parte artística en el trasfondo ; o, en el mejor de los casos,
trata este aspecto como si fuese ancilar y adjunto a experiencias vitales más
importantes. Elegí el procedimiento contrario: considerar a Dostoievski
como hombre en calidad de tema paralelo a sus preocupaciones artísticas y
a su obra; me parece que este procedimiento de análisis se acerca más a la
jerarquía real de valores en la vida de cualquier personalidad creadora.
Con lo cual no pretendo que exista una barrera infranqueable entre
arte y "vida"; pero a esta última palabra puede dársele la acepción de
l'homme mayen sensuel: un artista que vive por igual a través de su mente,
su espíritu y su conocimiento de las cosas. Por esta razón, más que dedicar
tiempo y espacio a los hechos rutinarios de la existencia diaria de Dostoiev-
ski, profundizo en el medio sociocultural en que se desenvolvió. Precisa-
mente de este medio el autor extrajo las ideas y los valores a través de los
cuales asimiló las experiencias que tuvo durante su vida; ideas y valores
que transformó en los temas y en la técnica de su arte. Intentaré demostrar que
el análisis, desde esta perspectiva, en el plano de lo que Hegel llamaría el
"espíritu objetivo" de la época de Dostoievski, puede conducir a una com-
prensión, si no totalmente distinta , sí mucho mejor, del significado de su
obra. Por supuesto, éste no es un acercamiento nuevo a dicha obra, si to-
mamos en cuenta, sobre todo, las investigaciones de los últimos cincuenta
años; pues soy consciente de mi gran deuda con mis predecesores, tales
como Leonid Grossman, N. F. Belchikov, A. S. Dolinin y V L. Komaróvich.
He tratado de construir a partir de las bases que ellos han sentado , y de
hacer buen uso de la libertad de interpretación, libertad de la que ellos no
siempre pudieron disfrutar.
Durante los veinte años o más que he consagrado a elaborar este libro

PREFACIO ~ 13
-si bien sólo puedo ocuparme de manera intermitente en él, a causa de las
exigencias de mi labor académica, que me obligan a dedicar más tiempo a
otros asuntos- he acumulado, desde luego, muchísimas deudas de grati-
tud con quienes me han alentado a persistir en lo que, muy a menudo, pa-
recía una empresa quijotesca. Desafortunadamente, varias de las personas a
quienes debo mi mayor agradecimiento ya han fallecido: R. P Blackmur,
Alexandre Koyré, Erich Kahler y H. B. Parkes. Su permanente preocupación
porque yo fuese adelantando en mi trabajo fue un potente estímulo en mo-
mentos de desánimo, y nunca olvidaré una carta de aprobación en una hora
difícil, por parte del primero; una observación amable que abrió ante mí un
horizonte completamente nuevo para la solución de un importante proble-
ma , por parte del segundo; el tercero de ellos me hizo una entusiasmada
llamada telefónica, tras leer un capítulo . El cuarto fue para mí maestro y
fuente de inspiración durante mi juventud, y se convirtió en mi compañero
y colega durante mi madurez; me hubiera gustado regalarle un ejemplar de
este libro , que él nunca dudó que se escribiría.
Otras personas que, a través de los años, me han ayudado en gran me-
dida son Allen Tate , Francis Fergusson y Harry Levin, con quienes estoy
endeudado , tanto intelectual como personalmente, y en cuya amistad siem-
pre pude confiar. john McCormick, Lionel Abel , Ralph Manheim, Charles
Foster, Jackson Mathews, Theodore Weiss, Eugene Goodheart y David
Goldstein son otros amigos que intervinieron en esta obra; de su presencia
he obtenido aliento, apoyo e ideas. Georges Ambrosino y su esposa me pre-
guntaban por mi "Dostoievski" siempre que los veía en París; ella tradujo al
francés varios capítulos de un borrador inicial; la publicación de esos frag-
mentos en la revista Critique fue el resultado de sus esfuerzos. Estoy infini-
tamente agradecido por la ayuda de ambos, que me ofrecieron con cálida
espontaneidad, y no me olvido de las discusiones sobre Dostoievski que se
suscitaban en el cercle (círculo de amigos) que se reunía cada sábado por la
noche en casa de los Ambrosino, para leer algún texto filosófico. Pierre
Andler es otro amigo mío francés que amablemente tradujo artículos y re-
señas relacionados con mis investigaciones sobre el autor ruso para El con-
trato social, y que exteriorizó su cálida estimación del contenido de estas
investigaciones.
Es excepcional que los especialistas en cierta materia den la bienvenida
a los esfuerzos de un intruso , no reconocido , que penetra en sus dominios.
Al no ser un es la vista profesional, me siento más feliz al señalar la buena

14 ... PREFACIO
acogida que he recibido por parte de varios miembros de la comunidad
académica de estudiosos de la cultura eslava en los Estados Unidos . Pasa-
ron por alto, cordialmente, las deficiencias de mi preparación, y estuvieron
amablemente dispuestos a escuchar mis ideas. Sus consejos me han servi-
do siempre para guiar mis propias investigaciones, y sus conocimientos
han estado en todo momento a mi disposición, para llenar mis lagunas .
Estoy agradecido, sobre todo, a Rufos Mathewson, por tantos años de
amistad , y a las conversaciones en Grimaud, París, Nueva York y Londres;
y con Robert L. jackson, Roben Belknap, Donald Fanger, mi colega Cla-
rence Brown, Victor Weintraub, René Wellek y Victor Erlich; a todos ellos ,
porque me apoyaron y estimularon. La buena fortuna me llevó también a
conocer al padre George Florovski en Princeton y, así , a empaparme de
cierto sentido de la tradición que viene desde Dostoievski, de la cual Flo-
rovski -el más grande de los estudiosos, que aún vive, de la historia
rusa- es uno de sus últimos representantes.
Con gran generosidad, Richard Ellmann robó tiempo a su propio tra-
bajo para leer los primeros capítulos del borrador final , y me sugirió mu-
chas correcciones y mejoras que he incorporado al texto. Paul Zweig leyó
una primera versión del mismo material, y sus agudas observaciones críti-
cas me obligaron a la reelaboración completa del original. Roben Belknap
leyó el mismo original y me hizo muchos útiles comentarios. Rufos Ma-
thewson, Harry Levin , Francis Fergusson y S. Frederick Starr leyeron la
versión final y me beneficiaron con sus observaciones. Mi más profundo
agradecimiento a todos ellos.
A través de los años he recibido considerable apoyo por parte de diver-
sas fundaciones e instituciones académicas. Deseo patentizar mi gratitud a
la Guggenheim Foundation, a la Bollingen Foundation y al American
Council of Learned Societies, por su auxilio financiero. Las universidades
de Minnesota, Rutgers , Harvard y Princeton tuvieron a bien proporcionar
fondos para la investigación y para los gastos editoriales. Mi trabajo se faci-
litó gracias a la colaboración de los bibliotecarios de esas universidades, y
gracias también a la ayuda de quienes laboran, en Francia, en la École des
Langues Orientales, en la sala de lectura del Institut des Études Slaves y en
la Bibliotheque de la Sorbonne.
Mi mecanógrafa, la señorita Helen Wright, corrigió pacientemente to-
dos mis errores y me animó en gran medida al manifestarme que conside-
raba el texto de interés absorbente. Gaylord Brynolfson se dedicó a la labo-

PREFACIO
riosa tarea de compilar el índice, y a corregir errores en el texto. El título
del presente volumen me lo proporcionó mi hija mayor, Claudine, en el
curso de un largo viaje automovilístico entre Marbella y Santander. Mi sue-
gra, la señora Paulette Strauss, esperó mucho tiempo la oportunidad para
ayudarme en la corrección del original. Mi correctora de edición, Polly
Hanford, probó ser una paciente y hábil guía al vencer las dificultades de
la preparación del libro para la imprenta.
Mi esposa, francesa por nacimiento y matemática de profesión, revisó
cuidadosamente cada uno de los borradores que terminaba, y me ayudó a
obtener el más alto nivel de rigor conceptual, así como de lucidez y felici-
dad de expresión. Cualquiera de estas cualidades que el libro pudiera tener
se deberá tanto a su trabajo como al mío; y a su fe en la validez en sí de la
tarea que yo había emprendido, en tanto que los años pasaban y el final de
la obra no se vislumbraba, se debe que el proyecto se haya cumplido, por
ahora, con la publicación de este primer volumen.
j OSEPH FRANK
París, febrero de 1976

16 ~ PREFACIO
Abreviaturas

Biografiya Orest Miller y Nicolái Strá_jov, Biografiya, Pisma i Zametki iz


Zapisnoi Knizhki F M. Dostoevkogo (San Petersburgo, 1883), pre-
cedida por el nombre del autor de la sección apropiada .
DMI F M. Dostoevsky, Materia/y i Issledovaniya, A. S. Dolinin, comp.
(Leningrado , 1935) .
DVS F M. Dostoevsky v Vospominaniyaj Sovremennikov, A. S. Dolinin,
comp., 2 volúmenes (Moscú, 1961).
DW F M. Dostoievski, The Diary of a Writer, traducido al inglés
por Boris Brasol (Santa Bárbara y Salt Lake City, 1979).
Pisma F M. Dostoievski, Pisma, edición cuidada y anotada por A. S.
Dolinin, 4 volúmenes (Moscú, 1928-1959).
PSS F M. Dostoievski, Polnoe Sobranie Sochinenii, edición cuidada
y anotada por G. M. Fridlender y otros, 30 volúmenes (Le-
ningrado, 1972) .
Fuentes de los textos

Las citas de los textos en ruso de Dostoievski están tomadas de los volú-
menes de la nueva edición soviética, actualmente en curso de publicación:
F M. Dostoievski, Polnoe Sobranie Sochinenii (Leningrado, 1972) . De los
treinta planeados, veintitrés volúmenes ya han sido publicados al entrar
esta obra en prensa. Para las citas de los relatos y las novelas de Dostoievski
he usado las traducciones de Constance Garnett, porque ella se toma me-
nos libertades con el sentido literal que los traductores más recientes . Sin
embargo, no he dudado en alterar su versión cuando me ha parecido perti-
nente . Si n o se indica la fu ente de una traducción , la he hecho yo mismo.

J. F

NOTA SO BRE LA TRA NSLITERA CJ( lN . En la transliteración de las palabras rusas, principalmente de los nombres

propios, al inglés, joseph Frank recurri ó al Sistema 1 de la tabla de transliteración propuesta en The Tra11sli -
teratio11 aj Modern Russian _{01· English Languagc Publications, de J. Thomas Shaw (Madison-Milwakee-Lon-
dres, 1967).
En esta edición optamos por utilizar la tabla de transliteración elaborada por la UNESCO, aplicable tanto a
la traducción del ruso al inglés como a la del ruso al español, a fin de uniformar, en los cinco tomos de esta
biografía, la escritura de vocablos y nombres propios, recurriendo también al uso castellanizado de aquellas
grafías frecuentes en obras similares a ésta [EE.].
Veo en la crítica un fervoroso esfuerzo para po-
tenciar la obra elegida Todo lo contrario , pues,
de lo que hace Sainte-Beuve cuando nos lleva de
la obra al autor y luego pulveriza a éste en una
llm'izna de anécdotas . La crítica no es biografía
ni se justi fica como labor independiente si no se
propone completar la obra. Esto quiere decir,
por lo pronto, que el crítico ha de introducir en
su trabajo todos aquellos utensilios sentimen ta-
les e ideológicos merced a los cuales puede el
lector medio recibir la impresión más extensa y
clara de la obra que sea posible.
j OSÉ ÜRTEG ..\ y G..\SSET,

Meditaciones del Quijote


PRIMERA PARTE

MOSCÚ
l. Preludio

Los úLTTMos años del reinado de Alejandro I fueron un periodo sombrío, de


inquietud e inestabilidad en la historia de Rusia. Alejandro había llegado al
trono como consecuencia de una revuelta de palacio contra su padre, Pa-
blo I, cuyo gobierno cada vez más excéntrico e insensato despertó en su
Corte la sospecha de que había perdido la razón. El golpe de Estado se lle-
vó a cabo con el consentimiento, al menos implícito de Alejandro , cuyo
ascenso al poder, tras el asesinato de su padre, suscitó en el primer mo-
mento grandes esperanzas de reforma liberal en el reducido sector ilustra-
do de la sociedad rus;a. Alejandro había tenido de preceptor a un suizo de
avanzadas ideas liberales, de apellido La Harpe , que le escogió cuidadosa-
mente su abuela, Catalina la Grande. Este partidario de la Ilustración le
inculcó a su real discípulo ideas republicanas y hasta democráticas; y du-
rante los primeros años de su reinado, Alejandro se rodeó de un clan de
jóvenes aristócratas que compartían sus convicciones progresistas. Mucho
se trabajó en la elaboración de planes para implantar grandes reformas so-
ciales, tales como la abolición de la condición de siervo y el otorgamiento
de los derechos civiles individuales a toda la población. Sin embargo, Ale-
jandro dejó muy pronto de interesarse por los asuntos internos, pues su
atención se vio atraída por el grandioso drama que en aquel momento se
estaba representando en el escenario europeo : el encumbramiento de Na-
poleón como conquistador de alcance mundial. Primero aliado de Napo-
león , y luego convertido en su implacable enemigo, Alejandro I se puso al
frente de su pueblo en el extraordinario levantamiento nacional que culmi-
nó con la derrota del Gran Ejército y de su hasta entonces invencible líder.
El triunfo sobre Napoleón llevó a los ejércitos rusos hasta las costas del

~ 23
Atlántico, donde tanto los oficiales como los soldados rasos (la mayoría de
las tropas estaban integradas por siervos campesinos) estuvieron expuestos
a una prolongada relación con la relativa libertad y los atractivos de la vida
en la Europa occidental. Se esperaba que, para recompensar la lealtad de
su pueblo, Alejandro hiciera algún gesto espectacular, en concordancia con
sus primeras intenciones, y que instituyera las reformas sociales que se ha-
bían postergado para hacer frente a la amenaza de Napoleón . Pero el trans-
curso del tiempo, y los acontecimientos memorables que había vivido, no
dejaron de producir cambios en Alejandro . Fue cayendo cada vez más bajo
la influencia del misticismo religioso y del irracionalismo que tanto preva-
lecieron en los años inmediatamente posteriores a la época napoleónica .
En el periodo comprendido entre 1820 y 1825, en vez de reformas, lo que
pudo notarse en Rusia fue una intensificación de las fuerzas reaccionarias y
la represión de toda manifestación en público de las ideas y tendencias li-
berales.
Al mismo tiempo, habían empezado a formarse sociedades secretas en-
tre los cuadros más talentosos e ilustrados de la oficialidad rusa . Esas so-
ciedades, que agrupaban a los descendientes de algunas familias aristocrá-
ticas más ilustres, ardían de impaciencia ante las dilaciones de Alejandro, y
las consumía el anhelo de transformar a Rusia según el modelo de las ideas
liberales y democráticas de Occidente . Algunas eran moderadas en cuanto
a sus objetivos; otras, más radicales; pero todas compartían el mismo des-
contento ante el eviden te abandono, por parte de Alejandro, de las espe-
ranzas y ambiciones de ser un reformista social, que tuvo cuando ascendió
al trono . En noviembre de 1825 ocurre el inesperado fallecimiento de Ale-
jandro; transcurrido un mes del deceso, y en ocasión de la ceremonia de
coronación de Nicolás 1, estas sociedades aprovecharon la oportunidad
para lanzarse a un levantamiento que lastimosamente fracasó, luego de du-
rar apenas ocho horas, y que se conoce en la historia por el nombre de In-
surrección Decembrista. Según un relato apócrifo de este acontecimiento,
las tropas amotinadas, a las que se había ordenado gritar a favor de "Cons-
tantino y konstitutsia" (Constantino, el hermano mayor de Nicolás, había
renunciado al trono, y tenía fama de liberal), creyeron que el segundo
nombre, cuyo género en ruso es femenino, aludía a la esposa de Constanti-
no. Sea cierto o tan sólo un chiste, el relato pone de relieve el aislamiento
en que se hallaban los aristócratas, lo cual permitió que su revolución fue-
se aplastada por unas cuantas ráfagas de metralla que mandó disparar el

24 ... MOSCÚ
nuevo zar, quien condenó a cinco de los cabecillas a morir en la horca , y al
exilio de por vida , en Siberia, a treinta y uno de ellos. Así pues , gracias a
Nicolás, la incipiente intelectualidad rusa tuvo sus primeros candidatos
para el nuevo martirologio que pronto remplazaría a los santos de la Iglesia
ortodoxa.
Fiódor Mijaílovich Dostoievski nació en Moscú , el 3 de octubre de
1821, pocos años antes de ocurrir este acontecimiento decisivo de la histo-
ria rusa; y, por supuesto, era entonces demasiado pequeño para compren-
der el malogrado levantamiento y sus consecuencias trágicas Sin embargo,
tales sucesos estarían destinados a entretejerse íntimamente con su propia
vida. Dostoievski creció en un mundo ensombrecido por la Insurrección
Decembrista, que sufría la dura atmósfera de dictadura instituida por Nico-
lás I para asegurarse de que no volviera a ocurrir nada similar. Cuando
después, el propio Dostoievski fue deportado a Siberia, tuvo la oportunidad
de conocer a las esposas y a las familias de los decembristas sobrevivientes,
que se dedicaban a mitigar la suerte de los "desdichados" recién llegados al
lugar. Esas mujeres habían seguido voluntariamente a sus maridos hasta
Siberi.a; y su devoción altruista, así como sus incesantes esfuerzos por ali-
viar los golpes del destino a una nueva generación de exiliados políticos ,
sirvieron a Dostoievski como una refutación viviente de todas las teorías
que niegan la existencia del libre albedrío y de la posibilidad de heroísmo
moral y sacrificio personal.
Más importante que todo ello fue que la Insurrección Decembrista sig-
nificó la primera escaramuza del largo duelo mortal entre la intelectualidad
rusa y el supremo poder autocrático que determinó el rumbo de la historia
de Rusia y plasmó su cultura durante toda la vida de Dostoievski. Y las
crisis internas morales y espirituales de esta intelectualidad - su autoena-
jenación y su desesperada búsqueda de nuevos valores que dieran funda-
mento a sus vidas- fueron los elementos que aquel niño nacido en Mos-
cú, cuando concluía el reinado de Alejandro I, utilizaría un día para crear
sus grandes novelas .

PRELUDIO
lI. La familia

DE TODOS los grandes escritores rusos de la primera parte del siglo x 1x


-Pushkin, Lermontov, Gógol, Herzen, Turgueniev, Tolstoi, Nekrásov-,
Dostoievski fue el único que no descendía de una familia perteneciente a la
acomodada clase media terrateniente. Éste es un hecho de gran importan-
cia porque influyó en su modo de ver su propia posición como escritor. Al
compararse con su gran rival Tolstoi, como lo hizo con mucha frecuencia
al final de su vida, Dostoievski afirmaba que la obra de Tolstoi no era la de
un novelista, sino la de un "historiador". Pues, según su concepción, Tols-
toi describía la vida "tranquila , estable e inmutable del tipo de familia de
terratenientes que se habían establecido desde hacía mucho tiempo en
Moscú, y que pertenecían a la clase media alta". En el siglo x1x, ese estilo de
vida, que se caracterizaba por sus tradiciones culturales firmemente arrai-
gadas, y por sus normas morales y sociales fijas, se había vuelto la clase de
existencia que sólo distinguía a una reducida "minoría" de rusos: era "la
vida de los menos". En cambio , la mayoría vivía en medio de la confusión y
el caos moral, existencia que era un orden social en movimiento continuo,
caracterizado por la constante destrucción de todas las tradiciones del pa-
sado. Dostoievski consideraba que su propia obra era un intento de afe-
rrarse a algo, y de luchar contra el caos de su momento, mientras que las
obras de Tolstoi: Infancia, Adolescencia, juventud y La guerra y la paz (eran
éstas en las que concretamente pensaba Dostoievski) eran esfuerzos piado-
sos de guardar como reliquia para la posteridad la belleza de una vida de
tipo clase media , que ya empezaba a desaparecer y estaba condenada a la
extinción. (Incluso en Ana Karenina, a pesar de que en esta novela Tolstoi
describe realmente algo de esa inestabilidad moral que , a mediados del si-

26 ~
glo, comenzó a minar a la clase media -inestabilidad cuyas consecuencias
pueden apreciarse en las obras teatrales de Chéjov-, sin embargo todavía
retrata la vida burguesa con más simpatía de la que nunca pudo sentir
Dostoievski.) 1
Desde luego , esa definición que Dostoievski hizo de sí mismo en una
etapa muy posterior de su trayectoria artística representa la quintaesencia
de muchos años de reflexión acerca de su posición como escritor. Pero tam-
bién ilumina con luz muy clara su propio pasado, y nos ayuda a compren-
der que pasó sus primeros años en medio de una atmósfera que lo preparó
para convertirse en el cronista de las consecuencias morales del flujo y el
cambio, y de la desintegración de las formas tradicionales de la vida rusa.
Esto no significa, como han tratado de hacérnoslo creer muchísimos bió-
grafos, que cuando niño Dostoievski vivió en medio de un "caos moral"
parecido al que encontramos en sus novelas. El supuesto de que debió su-
frir en su propia persona todos los maltratos y ultrajes que acumula sobre
sus diferentes personajes infantiles - sobre todo, en el joven héroe de Un
adolescente- deriva del postulado positivista, desde hace ya mucho tiempo
desacreditado , que afirma que la literatura sólo puede ser un trozo literal de
la propia vida del escritor. Sin embargo, a pesar de que es falso identificar la
vida y la obra de Dostoievski de esta manera fotográfica , no debemos ex-
cluir una versión como mecánica de dicha relación; porque es indudable
que su visión imaginaria estuvo plasmada por la falta , durante sus primeros
años de vida, de una tradición social unida, dentro de la cual pudiera sen-
tirse en su elemento. El trasfondo familiar de Dostoievski se caracteriza por
el choque entre lo antiguo y lo moderno en la vida rusa, característica que
posteriormente captaría el escritor con sensibilidad y perspicacia poco co-
munes; y también podemos percibir una inseguridad resentida acerca de la
posición social, que nos ayuda a explicar su penetrante comprensión de las
cicatrices psicológicas originadas en la desigualdad social.
Por la rama paterna, los Dostoievski fueron en sus raíces una familia
perteneciente a la nobleza lituana, cuyo nombre derivaba de una aldehuela
(Dostoevo, en el distrito de Pinsk) que le fuera otorgada a un antepasado,
1
F M. Dostoevsky, T11e Diary of a Wliter, trad. al inglés de Boris Brasol (George Braziller,
1954; enero de 1877), p . 6. Citaré la obra de Dostoievski Dnevnik Pisatelya en esta versión in-
glesa como DW, toda vez que sea posible, aunque con numerosas revisiones de la traducción;
véase también, para la comparación que establece nuestro autor entre él mismo y Tolstoi, F M.
Dostoevsky, T11e Notebooks far a Raw Yout11, ed. Edward Wasiolek ( Chicago / Londres, 1969),
pp. 425, 544-545.

LA FAM ILIA ... 27


en el siglo xvi. A partir de aquella época , el apellido Dostoievski aparece
con frecuencia en los anales de las conflictivas provincias fronterizas del
sudoeste de Rusia . Se trata de una región en la que existía una continua
lucha entre nacionalidades y credos opuestos (la ortodoxia rusa y el catoli-
cismo polaco), de modo que había ramas de la familia que luchaban en
uno y otro bando. Pero, cuando los Dostoievski ortodoxos cayeron en des-
gracia, descendieron a la clase inferior del clero no monástico . El bisabuelo
paterno había sido arcipreste uniato del pueblo ucraniano de Bratislava; su
abuelo, un sacerdote de la misma secta; y allí fue donde nació su padre. La
denominación uniato fue una componenda inventada por los jesuitas para
conquistar prosélitos entre los campesinos de la región, que en su gran
mayoría eran ortodoxos: los uniatos continuaban celebrando los ritos orto-
doxos, pero aceptaban la autoridad suprema del papa. La fascinación de
horror que sentía Dostoievski hacia los jesuitas, a quienes creía capaces
de cualquier vileza para dominar las almas de los hombres, acaso haya sido
estimulada por algún comentario que oyó de niño acerca del credo de sus
antepasados .
Como en Rusia el clero no monástico integra más una casta que una
profesión o vocación, lógicamente el padre de Dostoie\·ski estaba destina-
do a seguir la misma carrera que su progenitor. Pero, tras graduarse en un
seminario a los quince años de edad, se escapó de su casa y se dirigió a
Moscú, donde logró ingresar en la Academia Imperial Médico-Quirúrgica,
en el año 1809 . Durante la campaña de 1812 fue transferido a un hospital
de Moscú, y luego siguió prestando servicios en diferentes puestos, como
médico castrense, hasta 1821 , año en que aceptó un cargo en el Hospital
Mariinsky para los Pobres, que estaba ubicado en lo que entonces eran los
suburbios de Moscú. Su progreso escalafonario al servicio del Estado fue
seguro y constante, pero de ninguna manera espectacular. En abril de 1828,
al premiársele con la Orden de Santa Ana de tercer grado "por [haber mos-
trado] especial celo en su servicio", 2 fue ascendido a la categoría de asesor
colegiado. Como ese título le daba derecho a aspirar a la posición legal de
noble dentro del sistema clasista oficial de Rusia , se apresuró a reclamar los
privilegios de dicha posición. El 28 de junio de 1828 inscribió su propio
nombre y los de sus dos hijos , Mtjaíl y Fiódor (que, respectivamente, te-

2
Leonid Grossrnan, Zhizn i Tnidy Dostocvslwgo (Moscú / Leningrado, 1935), p. 21. Citado en
adelante como ZT

28 .... MOSCÚ
nían ocho y siete años de edad), en los archivos de la nobleza hereditaria de
Moscú.
Así pues, con una gran dosis de empeño y tenacidad, el doctor Dostoiev-
ski logró elevarse desde la menospreciada clase sacerdotal hasta la de ser-
vidor civil, miembro de una profesión culta y, además , noble. Resulta evi-
dente, a partir de las Memorias del hermano menor de Dostoievski, Andrei
-nuestra única fuente confiable en lo referente a esos años de infancia-,
que los niños habían sido informados acerca del antiguo título de noble-
za que poseía la familia , de modo que lógicamente habrán considerado que
el reciente ascenso de su padre no era sino una justa restitución del rango al
cual éste tenía derecho. En tono de burla, Andrei comenta que su padre no
insistió antes en reclamar su derecho nobiliario, porque reunir los docu-
mentos necesarios habría sido demasiado costoso. 3 Parece evidente que , a
juicio de los Dostoievski, ellos pertenecían más a la antigua aristocracia de
clase media que a la nueva nobleza de servicio creada por Pedro el Grande,
es decir, la clase a la que su padre acababa de ascender. Pero el lugar que de
hecho ocupaban dentro de la sociedad estaba en flagrante contradicción
con la ilusoria imagen que ellos tenían de sí mismos .
La medicina era, en Rusia, una profesión digna , pero no muy honorífi-
ca. Además , el sueldo que ganaba con sus servicios el doctor Dostoievski
apenas le alcanzaba para satisfacer sus necesidades, de modo que se veía
obligado a complementarlo con la práctica privada. Los Dostoievski habi-
taban en un departamento pequeño, estrecho , dentro de los terrenos pro-
piedad del hospital , y el espacio vital constituía un problema permanente.
Mijaíl y Fiódor dormían en un compartimiento sin ventanas, separado de
la antesala por un cancel; su hermana mayor, Bárbara, dormía en un sofá
de la sala, y los niños más pequeños , en el dormitorio de sus padres. Es
verdad que, como escribe Andrei con envidia, su familia contaba con un
personal constituido por seis sirvientes (un cochero, un llamado lacayo,
una cocinera, una criada, una lavandera y una niania o institutriz para los
niños), pero este hecho no era indicio de opulencia. Por el comentario que
hace Andrei acerca del "lacayo", quien en realidad era un dvomih, o sea,
portero o conserje, nos damos cuenta de cuán grande era el afán de los
Dostoievski por guardar las apariencias y por llevar un estilo de vida acor-
de con el de la clase media. El trabajo de ese "lacayo" consistía en alimen-

3
A. M. Dostoevsky, Vospominania (Leningrado, 1930), pp. 17-18.

LA FAMILIA ... 29
tar las estufas con leña durante el invierno y acarrear agua para el té desde
una fuente que se encontraba a la distancia de dos verstas* del hospital.
Pero cuando María Feodorovna iba a la ciudad a pie , se ponía una librea y
un tricornio y caminaba orgullosamente detrás de su señora. Cuando salía
sola en coche, es decir, cuando no la acompañaba el doctor, la librea volvía
a aparecer y entonces el "lacayo" subía al estribo posterior y viajaba ergui-
do y con aire solemne. "Ésta era la regla inquebrantable que imponía la
etiqueta de Moscú en aquellos tiempos", 4 comenta Andrei. No cabe duda
de que Dostoievski recordaba esta regla y la observancia de sus padres a
sus preceptos, porque en El doble el señor Golyadkin alquila un coche y
una librea para su sirviente descalzo Petrushka con el objeto de elevar su
posición social a los ojos del mundo.
Los Dostoievski, por tanto, aspiraban a un estilo de vida muy por enci-
ma de sus verdaderos medios, y sus presunciones de pertenecer a la clase
media acomodada eran del todo incongruentes con su posición real dentro
de la sociedad. Llegaría el día en que Dostoievski compararía a Alexander
Herzen, quien había nacido (aunque fuera de la institución matrimonial)
dentro del mismísimo estrato más alto de la clase dirigente, con el crítico
Vissarion Belinski, el cual "¡para nada era un gentilhombre! ¡Oh, no! (¡Sabrá
Dios de quién desciende' Parece ser que su padre era un cirujano mili-
tar.)"5 Como también su padre tenía esa profesión, cabe suponer que este
comentario indica lo que debió aprender a percibir como la realidad de la
situación de su familia. A pesar de su derecho legal a un título nobiliario ,
ni el doctor Dostoievski ni su prole gozaron nunca de aquella considera-
ción que creían merecer en su calidad de descendientes de antepasados
nobles. Años después, Dostoievski describiría esta antigua aristocracia en
sus obras, ya sea satíricamente, o bien, en el único caso del príncipe Mish-
kin, como un "ideal" moral que todavía no había llegado a cristalizarse
dentro de la realidad social rusa. En Un adolescente insinúa la posibilidad
de formar una aristocracia "democrática" basada en los méritos, que con -
sistiría en "una asamblea de la mejor gente en el sentido auténtico y literal;
no en el sentido en que , en el pasado, se aplicaba esta denominación a la

"' Verst o ve rsta: antigua medida de longitud rusa equivalente a 1067 kilómetros. [T. ]
• F M. Dostoevshy v Vospominaniahh Sov mnmenihov, vol. 1, ed . A. Dolinin (Moscú, 1964),
p. 44. Para mayor comodidad, citaré las reminiscencias de Andrei Dostoievski que figuran en
esta colección toda vez que sea posible. Citado en adelante como DVS.
5
DW (1873, núm. 1), p 6.

30 .. MOSCÚ
clase privilegiada" (8 : p. 186). Igual que su padre , Dostoievski nunca dejó
de valorar la posición "aristocrática"; pero soñaba con una aristocracia que
estuviese liberada de todas aquellas características del esnobismo, opulen-
cia y arrogancia clasista que fueron la causa de que nunca pudiera su fami-
lia reconquistar el lugar que le correspondería en las filas de la clase media
acomodada.

En el año 1819, mientras trabajaba en un hospital de :\1oscú , el doctor


Dostoievski, que por entonces tenía treinta años de edad. debió confiar a
un colega suyo el deseo de encontrar una nmia que fuese conveniente
para él, pues en aquel tiempo fue presentado a la familia de Fiódor Timo-
feevich Nechaev, comerciante moscovita acomodado que tenía una hija
muy atractiva de diecinueve años, llamada María FeodoroYna. En aquellos
días , los matrimonios -sobre todo en la clase comerciante- no se deja-
ban librados al azar ni al afecto . Luego de ser aprobado por los padres , es
probable que se le permitiera al doctor Dostoievski ver fugazmente a su
futura novia en la iglesia , y que, después de aceptar un noviazgo formal, lo
hayan invitado a que conociera a la joven; la presentación de la muchacha
era señal de consentimiento , y en este asunto para nada contaban la opi-
nión ni los sentimientos de la futura novia . En 1840 , la hermana de Dos-
toievski, Bárbara, un año menor que él, había sido casada exactamente de
la misma manera por su parentela materna. Tanto el doctor Dostoievski
como sus nuevos familiares políticos se parecían en que se habían elevado
desde sus orígenes humildes hasta alcanzar una posición más elevada en la
escala social rusa , y estos últimos alardeaban, además, de tener una tradi-
ción de cultura y de espíritu cívico: la madre de Dostoievski estaba muy
lejos de ser la rústica hija de un típico hogar de comerciantes. No es de
extrañar que su familia y el doctor Dostoievski se hayan considerado mu-
tuamente afines, y que al principio las relaciones entre ellos fueran muy
cordiales. Sin embargo, pronto surgieron las desavenencias que, sin llegar
a una franca ruptura, hicieron que la atmósfera entre ambas familias fuese
siempre tensa e irritante.
Los Nechaev estaban muy orgullosos de su antepasado materno, Mijaíl
Feodoróvich Kotelnitski , quien, gracias a su cultura , pudo trabajar como
corrector de pruebas en una editorial de Moscú especializada en literatura

LA FAMILIA ~ 31
religiosa, y que, debido a ello , según dice Andrei, "estuvo en contacto es-
trecho con todos los escritores de aquel tiempo" (finales del siglo xvm). 6
Andrei afirma que Kotelnitski pertenecía a un linaje noble; pero aunque
esto fuese cierto, se trataba de un individuo que aún no había adoptado ni
la vestimenta ni las costumbres europeas. Su retrato lo muestra con atuen-
do ruso y barba muy larga , que sólo usaban los miembros del clero, los
comerciantes, los disidentes religiosos (muchas veces estos dos últimos
grupos eran uno solo) y los campesinos. Su hijo , tío de María Feodorovna ,
estudiaba medicina y, con el tiempo, llegó a ser profesor en la Facultad de
Medicina de la Universidad de Moscú. Este culto tío abuelo, a quien sólo
se le veía en las ocasiones festivas, es evocado muy vívidamen te por An-
drei , y debió parecerles menos extraño a los niños Dostoievski - más
como su propio padre- que los otros miembros de la familia de su madre.
Todos los años, durante la Semana Santa, se llevaba a los varoncitos Dos-
toievski a visitar la feria callejera - los titiriteros, los malabaristas, los Pe-
troushkas, los osos bailarines- que se instalaba en el campo frente a su
cabaña de madera.
Sin embargo , en el horizonte del futuro escritor descollaban, a mucha
más altura, otros miembros de la familia materna, todos todavía firmemen-
te arraigados en sus orígenes mercantiles. Los jueves iba a cenar con ellos
su abuelo materno, y los chicos esperaban con ansiedad su visita porque
siempre les llevaba dulces . Invariablemente aparecía vestido con su anti-
cuada levita pasada de moda , color leonado, y colgándole del ojal una cin-
ta con una medalla de la Orden de Santa Ana. Ésta llevaba una inscripción
que decía "¡No en el nuestro , No por el nuestro, sino en Tu Nombrel ";7 y
ese adorno llegó a ser para los niños Dostoievski el símbolo de una tradi-
ción familiar que los vinculaba con el pasado heroico de su país.
Muchas veces la madre hablaba a los chicos de la invasión de Moscú,
en 1812 , cuando su familia huyó de la ciudad apenas en la víspera de la
llegada de Napoleón al frente de sus tropas. En el momento de cruzar el
río en su carruaje , sufrieron un accidente y estuvieron a punto de ahogar-
se; pero , aunque salvaron la vida , la fortuna de la familia quedó destruida .
El abuelo de los niños llevaba todo el capital en papel moneda escondido
entre sus ropas, y cuando todos cayeron al agua , por supuesto, los billetes
se mojaron y perdieron su valor. A pesar de ello , cuando pudo regresar, el
6
A. M. Dostoevsky, op. cit., pp. 18-1 9.
7
DVS, vol. 1, p 49.

32 ... MOSCÚ
abuelo insistió en pagar a todos sus acreedores hasta el último rublo. Sin
duda , Dostoievski oyó por primera vez el nombre aterrador y amenazante
de Napoleón a través de ese relato; pero en cuanto al ejemplo de probidad
comercial dado por su abuelo, nos preguntamos hasta qué punto lo habrá
admirado. A un muchachito cuya imaginación habría de alimentarse , como
pronto veremos, de los acontecimientos más hechiceros de la historia de
Rusia escrita por Karamzin, y de los personajes aristocráticos de la román-
tica n ovelística histórica , tanto de Rusia como de Europa , es probable que
esa anécdota familiar no le haya resultado muy atractiva. El doctor Dos-
toievski no estaba educando a sus hij os - en particular a los dos mayores,
sobre los cuales ejercía una influencia más fuerte que obre los menores-
para ocupar un lugar, por muy honrado que fuese. en ese medio comer-
cial, en el cual un relato de tal índole habría sido apreciado y conservado
como una reliquia.
La hermana mayor de la madre de Dostoie\·ski, Aleksandra Feodorovna,
había ingresado, con su casamiento, en una familia muy parecida a la suya.
Su marido, A. M. Kumanin, era de origen mercantil, pero había mejorado su
posición social al ocupar varios puestos oficiales; dos de sus hermanos
llegaron a ser alcaldes de Moscú. Los Kumanin pertenecían a esa especie
de familias de comerciantes cuya riqueza les permitía competir con la clase
media en cuanto a la opulencia de su estilo de vida ; Andrei nos ha dejado
una descripción muy reveladora acerca de la llegada de su tía a visitar a su
madre, y de la impresión que estas visitas causaban en los niños . "Aproxi-
madamente dos veces al mes, la modesta . .. calle resonaba con el grito del
postillón: '¡Parenl ¡Más despacio ! ¡Paren! ... ', y entonces entraba en el patio
del Hospital Marinsky un coche de dos asientos tirado por un tronco de
cuatro caballos, y con un lacayo parado en el estribo posterior; el coche se
detenía frente a la entrada de nuestro departamento. "8 Por lo que podemos
apreciar, a los Kumanin no les repugnaba exhibir su riqueza; además , vi-
vían en una casa lujosa y muy amplia, con dos lacayos siempre de servicio
en la puerta principal (que, sin embargo, sólo se usaba en ocasión de algu-
na visita formal). Pero, a juzgar por los testimonios que han llegado hasta
nosotros , los adornos exteriores de un estilo de vida de clase media ejer-
cían poca influencia en la mentalidad o en los hábitos de esta familia . An-
drei recuerda a su tío Kumanin, quien regularmente entraba en la casa de

8
Ibid, p 51.

LA FAM ILIA ... 33


paso para visitar a su madre, siempre tomando como refresco sólo un vaso
de agua con algunos terrones de azúcar que luego comía uno por uno , a
medida que se iban disolviendo, usando para ello una cuchara. Esta ima-
gen nos transmite muy claramente algo de aquella antigua cualidad rusa
que aún perduraba en las costumbres de los Kumanin.
Al principio, las relaciones entre ambas familias fueron muy armonio-
sas, y el doctor Dostoievski atendía como médico a todos sus parientes
políticos. Pero, tiempo después, y por algún motivo que se desconoce, los
dos hombres riñeron. No volvieron a dirigirse la palabra hasta que su sue-
gro común cayó enfermo, ya para morir, e insistió en una reconciliación
ante su lecho de muerte. Empero, esta tregua formal, concertada sólo por
cumplir con el último deseo del viejo, siguió siendo puramente exterior.
Nunca se restableció la cordialidad de otros tiempos, y los dos hombres se
visitaban sólo en aquellas ocasiones en que el decoro exigía una demostra-
ción de solidaridad familiar. Sospechamos que el orgulloso y susceptible
doctor Dostoievski, quien tal vez se consideraba superior a su cuñado, tan-
to por su origen como por su cultura, se ofendió por alguna observación
que le hizo su pariente más rico . De todos modos, más tarde tuvo que tra-
garse su orgullo y recurrir a él varias veces en busca de ayuda financiera, lo
cual seguramente no le ayudaba a mejorar su equilibrio emocional.
La propia actitud de Dostoievski hacia sus parientes Kumanin, a quie-
nes siempre consideró gente vulgar, interesada sólo en el dinero , evidente-
mente seguía siendo el reflejo de una concepción que primero recogió de
su padre. En una carta que le escribió a Mijaíl en cuanto se enteró de la
muerte de su padre , Dostoievski le dice que "escupa a esos insignificantes
seres mezquinos"9 (refiriéndose a sus parientes moscovitas) que eran inca-
paces de comprender las cosas superiores ; pero luego se sienta a escribir
una florida carta llena de disculpas, por no haber tenido nunca con ellos
correspondencia , cuando se fue de Moscú para continuar sus estudios en
San Petersburgo . Andrei habla de los Kumanin con mucho afecto. Y real-
mente se comportaron, según los alcances del entendimiento de estos pa-
rientes, de un modo generoso y digno de alabanza; cuidaron a los peque-
ños huérfanos Dostoievski como si fuesen sus propios hijos. Sin embargo,
a pesar de que también Dostoievski tuvo que recurrir después a los Kuma-
nin para pedirles ayuda en los momentos críticos de su vida , cuando ha-
9 F M. Dostoevsky, Pisma, vol. 2, ed . y anotado por A. S Dolinin (Moscú , 1928- 1959; 16 de
agosto de 1839), p. 549. Citado en adelante como Pisma.

34 ... MOSCÚ
blaba de ellos en la intimidad nunca dejaba de hacerlo con cierto despre-
cio. Quizá una de las razones haya sido que su primer conocimiento de la
injusticia de la desigualdad social surgió en él cuando tomó conciencia de
la desproporcionada riqueza que poseían los Kumanin -que, además,
eran inferiores desde el punto de vista espiritual- . en comparación con
los medios modestos con que contaba su propia familia .. o es de asom-
brar que años después se identificara tan íntimamente con los personajes
que sufrían; ¡no tanto por la pobreza en sí misma , como debido a la humi-
llación de su posición inferior frente a los ricos y a los pode ro o !

Dostoievski pasó los primeros trece años de su vida completamente reclui-


do en su casa, pues sólo en 1835 comenzó a asistir a la escuela. ¿Qué sabe-
mos de su madre y de su padre, y sobre la vida familiar que crearon7
Dostoievski siempre hablaba de su madre con gran entusiasmo y afec-
to; y el retrato que surge del material biográfico la presenta como una per-
sona que debió ser muy simpática y atractiva. Como ya dWmos , María
Feodorovna tenía una educación poco común en una muchacha pertene-
ciente a la clase comerciante y, lo mismo que su marido -daremos más
detalles en el capítulo v- , había asimilado muchos elementos de la cultura
de la clase media. Un retrato al pastel pintado por un pariente suyo cuan-
do María tenía veintitrés años de edad la presenta como una joven de ros-
tro jovial , redondo, pómulos muy pronunciados, mirada cálida y bonda-
dosa , y sonrisa atractiva y amistosa, mucho menos formal que el cuello de
encaje de su vestido de fiesta. En una carta , ella misma dice que tiene un
carácter "n aturalmente alegre", 10 y a pesar de que esta jovialidad innata
muchas veces fue duramente puesta a prueba por las tensiones de la vida
doméstica , brilla en todo lo que sabemos acerca de ella.
Si la casa de Dostoievski, durante los años de infancia de Fiódor, siem-
pre estuvo poblada de los agradables sonidos de una vida social amistosa ,
era porque las otras esposas que constituían la sociedad del hospital, de la
cual los Dostoievski formaban parte , sentían un gran afecto por María Feo-
dorovna. Andrei nombra a aquellas que regularmente llegaban a la casa

10
V S. Nechae\'a , V Semc i Usadbe DostocvsJiihh (Moscú , 1939), p. 109.

LA FAMILI A ~ 35
por la mañana a tomar una taza de café y a charlar acerca del precio de los
alimentos, de las últimas modas y de las posibilidades de conseguir los ma-
teriales que necesitaban para hacerse sus vestidos. Los niños esperaban
ansiosamente, además, que llegara el domingo, porque entonces su madre
dab a un concierto improvisado de guitarra , acompañada por el tío de los
chicos; es decir, el hermano menor de ella, que también era ejecutante ta-
lentoso (Dostoievski heredó de su madre su afición por la música , y toda
su vida fue un entusiasta concurrente a los conciertos). Esta diversión, que
tanto apreciaban los niños, llegó a su fin en 1834, al descubrirse que el jo-
ven tenía amoríos con una bonita criada de los Dostoievski. Cuando su
hermana lo sermoneó por su mala conducta, el JOVen le respondió con un
epíteto grosero, y entonces el doctor le dio una bofetada. El tío Mtjaíl Feo-
doróvich nunca volvió a poner los pies en esa casa y, desde luego , el inci-
dente no mejoró las relaciones entre el doctor y sus parientes políticos
moscovitas . A partir de ese momento, sólo en las raras ocasiones en que
los padres salían de noche los niños gozaban de alguna diversión musical.
María Feodorovna siempre les decía a los sirvientes que los entretuvieran,
y entonces ellos salían de la cocina, y cantaban y bailaban en la sala.
María Feodorovna no era sólo una madre comprensiva, cariñosa y ale-
gre, sino también una administradora enérgica y eficaz de los bienes de la
familia . A los tres años de haberse convertido en noble, el doctor Dostoiev-
ski utilizó su derecho recientemente adquirido de poseer tierras, para com-
prar una pequeña finca situada a unos doscientos kilómetros de Moscú,
llamada Darovoe; puesto que la compra se hizo a nombre de su esposa,
esto probablemente sea indicio de que los fondos procedían de la familia
de ella. Un año después, a consecuencia de una disputa con un vecino so-
bre demarcación de terrenos , los Dostoievski se apresuraron a adquirir un
trozo adyacente de propiedad -el caserío de Cheremoshnia-, cuya com-
pra los obligó a endeudarse excesivamente. No cabe duda de que la adqui-
sición de una finca con tierras, que incluía además siervos campesinos, le
pareció un buen negocio al doctor ; se trataba, por otra parte , de un lugar
en el cual su familia podría pasar el verano al aire libre. Pero es probable
que en lo más recóndito de su pensamiento existiera también el anhelo de
dar alguna forma social concreta a su sueño de convertirse en un miembro
de la burguesía terrateniente. Sin embargo , era María Feodorovna quien
iba al campo cada primavera para vigilar los trabajos; el doctor sólo podía
escapar de la práctica de su profesión en visitas fugaces .

36 .... MOSCÚ
Ubicada en un terreno agrícola poco fértil , que ni siquiera proveía de
suficiente pastura para el ganado, la finca de los Dostoievski producía sólo
lo más indispensable para que su población campesina llevara una existen-
cia miserable; pero en el tiempo en que María Feodorovna estuvo al frente
de la finca, las cosas no fueron tan mal. Durante el primer verano se las
ingenió para introducir agua en la aldea, acarreándola por medio de un
sistema de canales desde un manantial próximo, con el objeto de alimentar
un estanque de gran tamaño, que luego pobló con peces que su marido le
envió desde Moscú. A los campesinos les resultó más fácil dar de beber a
su ganado; los niños podían divertirse con la pesca, y la producción de
alimentos aumentó . Además, era una propietaria muy humanitaria y bon-
dadosa que repartía grano para la siembra entre los campesinos más po-
bres al comenzar la primavera, cuando ellos no tenían semillas propias, a
pesar de que se considerara que esto propiciaba la pereza, y que constituía
una mala administración de la hacienda. Impuso normas que eran lo más
opuesto de una disciplina rigurosa , y varias veces, en sus cartas, el doctor
Dostoievski la reprende por no ser más severa. Casi cien años después
(1925) todavía perduraba la leyenda sobre su indulgencia y su compasión
entre los descendientes de los campesinos de Darovoe. 11 Es indudable que
fue de María Feodorovna de quien Dostoievski aprendió a sentir esa com-
pasión por los desdichados y por los despojados, que tanta importancia
habría de tener más tarde para su obra.
El padre de Dostoievski, Mijaíl Andreévich, tenía un carácter comple-
tamente opuesto al de su esposa. Su retrato nos muestra a un hombre ele-
gante, en un sentido de elegancia inculta o tosca, someramente labrada ,
aunque con rasgos fuertes y ordinarios . El uniforme de gala , con su alto
cuello tieso y bordado en oro, le otorga un aire de rigidez al porte de la
cabeza que apenas consigue neutralizar la más tenue de las sonrisas; la ri-
gidez era una característica más propia de este hombre , que ese vestigio
de afabilidad insinuada por la sonrisa. Puesto que en torno de la figura de
Mijaíl Andreévich se han acumulado tantas historias deformadas, resulta
difícil obtener de él una imagen que nos dé la impresión de un sano equi-
librio. Mucho daño ha causado la comparación casual sugerida por la hija
de Dostoievski, Lyubov, entre su abuelo paterno y Fiódor Pavlóvich Kara-
mázov. "Siempre he creído - escribe Lyubov- que Dostoievski pensaba

11
Ibid., p. 5.

LA FAMILIA ... 3/
en su padre cuando creó el personaje del viejo Karamázov." 12 Cierto es
que, algunas frases más abajo, ella misma pone limitaciones a esta identifi-
cación, cuando dice : "Debe entenderse que este parecido entre mi abuelo y
el viejo Karamázov es una mera suposición de mi parte, y que no existen
pruebas documentales que permitan sustentarla". Pero rara vez se cita esta
aclaración, y tampoco ha impedido que los comentaristas -el principal de
ellos, Sigmund Freud- acepten con entusiasmo la identificación entre el
doctor Dostoievski y la fascinantemente repulsiva creación ficticia de su
hijo. Por consiguiente, se ha vuelto costumbre exagerar y deformar cual-
quier clase de hechos que se puedan conseguir acerca del doctor Dostoiev-
ski con el objeto de que su descripción coincida con los rasgos de su
presumible alter ego. El doctor Dostoievski era un hombre de muchos de-
fectos; pero debemos insistir muy categóricamente en que para nada se
parecía al cínico y disoluto patriarca de la familia Karamázov. Era un médi-
co que ejercía su profesión trabajando con tesón admirable , y cuya capaci-
dad era tan apreciada por sus superiores que, cuando decidió jubilarse, le
ofrecieron un aumento considerable de sueldo para hacerle cambiar de
idea (lo cual convierte en muy dudosa la tan repetida afirmación de que
era un notorio alcohólico); también era un marido fiel, un padre responsa-
ble y un cristiano devoto. Esas cualidades no lo convertían en un ser hu-
mano simpático, atractivo, o que se hiciera querer; pero sus virtudes fue-
ron tan importantes como sus defectos para la plasmación del ambiente en
el que se crió el escritor Dostoievski.
En primer lugar, el doctor padecía de cierta afección nerviosa que le
trastornaba completamente el carácter y el talante. El mal tiempo siempre
le provocaba jaquecas muy fuertes y, como consecuencia de ellas, sufría
estados de depresión y melancolía; cuando volvía el buen tiempo , sentía a
la vez un alivio de su dolencia y una mejoría del humor. Resulta imposible
decir si esta neurastenia era o no síntoma de una forma benigna de epilep-
sia; pero, posteriormente, Dostoievski descubrió que la frecuencia de sus
propios ataques epilépticos dependía de esos cambios climáticos. Si el doc-
tor era , como hasta su hijo Andrei se vio obligado a reconocerlo, "muy
exigente e impaciente y, más que nada, muy irritable",13 pueden atribuirse
estos rasgos de su carácter al constante y extremoso estado de tensión ner-
viosa que le causaba su enfermedad. Dostoievski, que heredó esta predis-
12
Aimée Dostoevsky, Fcodo1· Dostocvsliy (Londres, 1921 ), pp. 34-35.
13
DVS, vol. l. p. 76.

38 ~ MO SCÚ
posición del carácter de su padre, en los últimos años de su vida se queja-
ba constantemente de su propia incapacidad para dominar sus nervios, y
también era propenso a los estallidos de cólera incontrolable.
El doctor Dostoievski era, pues, un hombre desdichado y gruñón, cu-
yas tendencias depresivas teñían todos los aspectos de su vida. Tales ten-
dencias le hacían desconfiado, receloso, e incapaz de encontrar felicidad
en su carrera o en su familia. Sospechaba que los sirvientes de la casa le
robaban dinero con engaños , y eso lo llevaba a mirarlos de soslayo, con la
actitud de vigilancia de un lunático , típica, por otra parte, de su posición
frente al mundo en general. Respecto de su trabajo , creía que no se lepa-
gaban sus servicios como era debido , y que sus superiores cosechaban los
beneficios de su labor no remunerada en el hospital. Aun cuando estas dos
conjeturas no hayan carecido de cierto fundamento, las rumiaba con una
amargura desproporcionada a su importancia real. Sus relaciones con los
Kumanin eran también una constante excusa para sentirse vejado, pues
como no era una personalidad fuerte o interiormente segura su orgullo
sólo tenía el efecto de llenarlo de amarga impotencia ante sus sentimientos
de inferioridad. En una de sus cartas, dice que le desagrada visitar a su hija
Bárbara, que por entonces estaba viviendo con los Kumanin, porque siente
que su presencia allí "aburre" a sus parientes.1-t Esta exagerada susceptibilidad
social es otro rasgo de carácter que el padre transmitió al hijo; muchos de
los personajes de Dostoievski se verán atormentados por la poco halagüe-
ña imagen de sí mismos que ven reflejada en los ojos de los demás.
Lo que sostenía a Mijaíl Andreévich en medio de todas sus angustias y
sufrimientos -lo que le permitía, a pesar de todo , llevar una vida normal
y moderadamente próspera- era, antes que nada , la ilimitada y nunca es-
catimada devoción de su esposa; pero en sus momentos más sombríos,
cuando ningún auxilio terrenal parecía servirle, se refugiaba en la convic-
ción de su propia probidad y rectitud, y en la creencia de que Dios estaba
de su lado en contra de un mundo hostil e indiferente.

En Moscú -le escribe a su esposa que regresaba del campo- encontré que
sólo me estaban esperando disgustos y vejaciones; entonces me senté y, cu-
briéndome la cabeza con las manos, me dije apesadumbrado que no existe
ningún lugar donde pueda apoyar mi cabeza, por no mencionar a alguien con

1
• V S. Nechaeva, V Seme ... , op. cit., p. 90.

LA FAMILIA ~ 39
quien pueda compartir mi dolor; pero Dios los juzgará y les pedirá cuentas
de mi desgracia. 15

Esta asombrosa convicción de que él era uno de los escogidos de Dios;


esta inquebrantable seguridad de encontrarse entre los elegidos , constituía
la esencia misma del ser del doctor Dostoievski. A esa convicción se debía
que fuese tan santurrón y farisaico, tan intolerante con la falta más insigni-
ficante, y que estuviese tan persuadido de que solamente la perfecta obe-
diencia , por parte de su familia , a todos sus deseos , podía compensar sus
esfuerzos y trabajos para beneficio de ellos. Si años después, a Dostoievski
le resultaba insoportable esta virtud mojigata , e insistió en que más impor-
tante para los pecadores es que tenían el amor y el perdón, que la rigurosa
condena de sus faltas, no cabe duda de que su actitud se debía a haber su-
frido cuando niño por el insoportable código de moralidad de su padre, y a
haberse sentido interiormente agradecido ante la versión más benigna y más
generosa de su madre respecto de las obligaciones de la religión cristiana.
Sin embargo, al pintar el retrato del doctor Dostoievski debemos evitar
los colores demasiado oscuros. Pues si bien acaso le haya hecho pagar a su
familia un elevado precio psíquico por sus virtudes , esas virtudes consti-
tuían una realidad en sus vidas cotidianas. Como pronto lo veremos con
más detalle , el doctor era un padre exageradamente consciente que dedi-
caba una cantidad inusitada de su tiempo a educar personalmen te a sus
hijos. En lo que a su familia se refería, tampoco fue un hombre duro o
cruel, en ningún sentido de la fuerza física brutal. A principios del siglo
x1x , el castigo corporal era considerado un medio indispensable para incul-
car disciplina; y en Rusia, flagelar y golpear tanto a los niños como a las
clases bajas era algo que se aceptaba como cosa natural. No obstante , el
doctor Dostoievski nunca golpeó a ninguno de sus hijos, a pesar de su ca-
rácter irascible; el único castigo que debían temer era una reprimenda ver-
bal que, aunque hay que reconocer que a veces era severa, con todo, resul-
taba más suave que un golpe. Fue precisamente para evitar que sus hijos
fuesen golpeados que, a pesar de que apenas podía permitírselo , no los
envió a instituciones públicas , sin o a escuelas privadas . Incluso cuando
sus dos hijos mayores se marcharon de casa para ir a estudiar a institucio-
nes militares , el doctor seguía preocupándose por ellos , y los bombardeaba

15
Ibid. , p 77.

40 ... MOSCÚ
-así como a otras personas, cuando sus hijos no le escribían- con pre-
guntas respecto de su bienestar.
Si hacemos caso omiso de su carácter, y reparamos sólo en cómo cum-
plió con sus responsabilidades paternales, entenderemos el sentido de una
observación que hizo Dostoievski a finales del decenio de 1870-1879, en
un momento en que se sentía sumamente preocupado a causa del desmem-
bramiento de la familia rusa, que, según él, estaba ocurriendo a su alrede-
dor. Sin duda , al recordar su propia vida hogareña como el polo opuesto de
las "familias accidentales" de esa época, Dostoievski le dice a su hermano
Andrei que sus padres habían sido "personas sobresalientes", y añade que ,
de haber vivido en ese momento, y no a principios de siglo, seguirían mere-
ciendo esa misma calificación. "Y hombres de familia como ésos, padres
como ellos .. . ¡Nosotros mismos somos completamente incapaces de serlo,
hermano' ",16 termina diciendo. Aunque estas palabras representan sólo uno
de los aspectos de la relación que tenía Dostoievski con su padre, constitu-
yen un homenaje que, para un observador imparcial, no resulta desmentido
por los hechos.

A pesar de que sus caracteres eran muy divergentes , hay razones suficien-
tes para creer que el doctor Dostoievski y su esposa formaban una pareja
fiel y que se amaba entrañablemente. Sus veinte años de matrimonio fruc-
tificaron en una familia de och o hijos (una hermana gemela murió a los
pocos días de nacida); y nadie que lea sus cartas con imparcialidad puede
dudar del profundo afecto que los unía. "Adiós, mi alma, mi pequeña tór-
tola , mi felicidad , alegría de mi vida, te beso hasta quedar sin aliento. Besa
a los niños por mí. "17
Éstas son las palabras que le escribe a María Feodorovna su marido
después de catorce años de matrimonio; y aunque debamos hacer cierta
concesión a la prosa florida de la época , son expresiones que exceden, con
mucho, las exigencias de la etiqueta o de la costumbre. María Feodorovna
es igualmente pródiga en sus manifestaciones de cariño: "Regresa pronto ,
mi querido - le escribe a su marido desde Darovoe- , ven, mi ángel; mi

16
DVS, vol.l , p. 87.
17
V S Nechaeva, V Seme .. , op. cit., p. 81.

LA FAMILIA ... 41
único deseo es que vengas a visitarme; sabes que la fiesta mayor para mí, el
más grande placer de mi vida, es cuando estás conmigo''. 18
"Hasta donde mi memoria puede retroceder -afirmaba Dostoievski
en 1873-, recuerdo el amor que mis padres me demostraban. "19 Sus obras
están pobladas de tantos niños pobres, desdichados, abandonados y trata-
dos con crueldad, que ha sido tendencia inevitable de la crítica identificar
su propia infancia con ese tipo de experiencias, a pesar de sus explícitas
declaraciones en contra. Empero , las cartas de sus padres constituyen un
testimonio fehaciente de que sus recuerdos de ningún modo eran simples
idealizaciones del pasado . Reflejan la imagen de una familia muy unida, en
la cual la preocupación por los hijos era el principal desvelo de los padres.
V S. Nechaeva - el humanista soviético que estudió la vida familiar de
Dostoievski con la mayor sobriedad, y que editó y publicó las cartas de sus
padres- comenta que

al parecer, no cabe duda alguna de la auténtica devoción que Mijaíl Andreé-


vich Dostoievski sentía hacia su familia, de su amor por su esposa, y del afecto
hacia sus hij os que rezuman todas sus cartas . Resultaría inaudito sospechar
que esas expresiones de afecto encierren alguna doble intención o falsedad ,
pues, de hecho , las cartas traducen con absoluta sinceridad el significado y
contenido fundamentales de los intereses de Mijaíl Andreévich. 2 º

Esto mismo es válido, y hasta más rotundo, respecto de las cartas de su


esposa, que añaden calor humano y ternura al sentido riguroso que el doc-
tor Dostoievski atribuía a la obligación paternal.
Sin embargo, las cartas revelan también una tragedia secreta, que mi-
naba lo que por lo demás parece haber sido un matrimonio ejemplar. Tan
grande era la inseguridad emocional del doctor Dostoievski, su descon-
fianza hacia el mundo alcanzaba a veces un tono tan patológico, que en
esos momentos se dejaba dominar por los celos, al extremo de dudar de la
fidelidad de su muj er. Uno de esos incidentes tuvo lugar en 1835, cuando,
al parecer para su sorpresa, se enteró de que ella estaba embarazada de la
que habría de ser la hermana menor de Dostoievski, Alexandra. Andrei
recuerda que en esa ocasión vio cómo su madre rompía a llorar histérica-
18
lbid., p. 99.
1
" DW (1873, núm. 50), p. 152.
20
V S. Nechaeva , V Seme .. , op. cit., p 13.

42 ... MOSCÚ
mente después de haberle comunicado a su padre algo que primero lo
dejó perplejo y naturalmente le provocó una reacción de cólera.
Andrei explica que la probable causa de la escena fue el anuncio del
embarazo de su madre , y atribuye el disgusto de su padre a la perspectiva
de que se añadiera a la familia un nuevo miembro no deseado. Empero, las
cartas indican que el doctor estaba atormentado por las dudas acerca de la
fidelidad de su mujer, a pesar de que no hacía acusaciones directas. Su lar-
ga experiencia le había enseñado a María Feodorovna a adivinar los pensa-
mientos recónditos de su marido por el tono demente de sus cartas y su
profunda depresión. "Amigo mío - escribe María-, al repensar todo esto,
me pregunto si no estarás torturado por esa injusta sospecha, tan mortal
para ambos, de que te he sido infiel. "21
Su negación respecto de haber cometido un acto inicuo está escrita
con una elocuencia y una expresividad que hasta su segundo hijo habría
envidiado . Si el talento literario puede heredarse, no hace falta volver la
mirada hacia ningún otro lado para descubrir de quién Dostoievski adqui-
rió el suyo. "Te juro - escribe María Feodorovna- ... que mi actual emba-
razo es el séptimo y más fuerte lazo de nuestro amor mutuo; de mi parte ,
un amor puro, sagrado , casto y apasionado , que ha permanecido inaltera-
do desde el día de nuestro casamiento ." Existe también un delicado sentido
de la dignidad en su explicación de que nunca antes condescendió a re-
afirmar su promesa matrimonial, "porque tenía vergüenza de rebajarme a
jurar que he sido fiel durante nuestros dieciséis años de matrimonio" n
A pesar de las protestas de su mujer, el doctor siguió aferrado a sus turbias
ideas, producto de su imaginación, llegando incluso al extremo de acusarla
de que, con el propósito de prolongar al máximo su permanencia en el
campo , con lo cual de paso elude regresar a Moscú, ha postergado el viaje
hasta bien pasado el momento de poder hacerlo sin correr el riesgo de un
aborto. En respuesta, ella le escribe estas tristes palabras: "El tiempo y los
años van pasando, las arrugas y la amargura se extienden por la cara; la
jovialidad natural del carácter se torna melancolía entristecida, y ésa es mi
suerte; ésa es la recompensa por mi amor casto y apasionado; y si no fuera
por las fuerzas que me dan la pureza de mi conciencia y mi esperanza en la
Providencia, el final de mis días sería realmente digno de compasión" .23
21
!bid. , p. 106.
22
Idem.
21
!bid. , p. 109.

LA FAMILIA ... 43
Nos resulta fácil imaginar cómo habrá sido la vida de la familia Dos-
toievski, desgarrada y sometida al constante cataclismo emocional a causa
de los repetidos episodios de esta índole . Pero , hasta donde es posible sa-
berlo, parece ser que nunca ocurrió nada que fuese espectacular o trágico.
Resulta asombroso que, en las mismas cartas que hemos citado, la corrien-
te de la vida fluya con la misma placidez de siempre. Se intercambian noti-
cias acerca de los asuntos de la finca, y los chicos mayores, que están en
Moscú, añaden las acostumbradas posdatas de cariño a su madre; no hay
ninguna interrupción en la rutina familiar y, en medio de las recriminacio-
nes, ambos miembros de la pareja continúan asegurándose el uno al otro
amor y devoción eternos. En realidad , resulta difícil calcular hasta qué
punto esos episodios constituían un trastorno serio; en el caso que cita-
mos, parece ser que la crisis fu e rápidamente superada. En julio, el doctor
Dostoievski fue al campo para ayudar al alumbramiento de Aleksandra, y
luego, a su regreso en agosto, le escribe afectuosamente a su esposa lo si-
guiente : "Créeme que , al leer tu carta, con lágrimas le agradecí a Dios pri-
mero que a nadie , y en segundo lugar a ti, mi querida . . . Beso tu mano
millones de veces, y le ruego a Dios que sigas con buena salud, para nues-
tra felicidad"H No hay una sola palabra que recuerde las tensiones del mes
anterior; parece que la presencia sedante y cariñosa de María Feodorovna
ha obrado milagros. Por tanto, debemos ser muy cautelosos al tratar de
comprender o juzgar cómo habrá sido la atmósfera normal de la vida fami-
liar de Dostoievski, tan sólo a partir del puñado de cartas que poseemos, y
que representan aquellos periodos en que el solitario Mijaíl Andreévich,
tan dado a las cavilaciones melancólicas , estaba propenso a su peor estado
de ánimo.
Además, a partir de todo lo que sabemos sobre el carácter de la pareja,
es sumamente improbable que las ocultas tensiones de su vida matrimo-
nial estallaran de una manera poco decorosa o digna. Si después de sesenta
años Andrei recordaba tan vívidamente la única ocasión en que vio llorar
a su madre, era porque las efusiones de emoción exagerada entre los pa-
dres probablemente fueron excepcionales. Nada era más importante para
los Dostoievski que presentar ante el mundo una imagen de corrección
propia de la gente bien educada , y de ese refinamiento o cultura que carac-
terizaba a la clase media acomodada; resulta imposible imaginarlos en su

H Ibid. , p. 111.

44 ~ MOSCÚ
estrecho departamento, con un personal de servicio en la cocina y rodea-
dos de las familias vecinas del hospital, entregándose a esas violentas pe-
leas y a esos estallidos escandalosos que tan a menudo habría de describir
más adelante en sus novelas el propio Dostoievski. Cuando las relaciones
con su esposa se volvían tensas, es probable que el doctor haya utilizado
alternativamente, para demostrar su disgusto, un torvo silencio cargado
de malos presagios y una interminable retahíla de críticas acerca de las mi-
nucias de la vida cotidiana. Su renuencia a hablar claro, en el caso de
Aleksandra, puede tomarse como un ejemplo típico de su actitud general;
y cuando María Feodorovna expuso abiertamente la cuestión, el doctor la
reprendió por escribirle de una manera tan directa y por revelar su secreto
familiar a ojos curiosos. Es evidente la tendencia o el impulso a tapar y
ocultar las cosas, instinto que sin duda también actuaba en su comporta-
miento personal. Por consiguiente, es probable que la familia en cuyo seno
creci.ó Dostoievski se caracterizara muchísimo más por el orden, la regula-
ridad y la rutina, y por una superficie engañosamente serena de tranquili-
dad doméstica, que por ese caos familiar que tanto habría de preocuparle
medio siglo después.
Pero , a pesar de que en mi opinión es incorrecto establecer ningún pa-
rangón ingenuo entre la descripción que presenta Dostoievski de la vida
familiar y su propia infancia , por supuesto, no es posible separarlas del
todo. No cabe duda de que el talentoso y perceptivo muchachito se daba
cuenta de las tensiones que palpitaban por debajo de la rutina sedante de
sus primeros años de vida, y de que aprendió a sentir que esa rutina estaba
acosada por tensiones y enemigos ocultos, constantemente sometida a
fluctuaciones extremosas en cuanto a la distancia emocional entre la inti-
midad y la separación. Para Dostoievski, la vida familiar nunca habría de
ser serena y sin perturbaciones; nunca algo dado por sentado y que se
acepta naturalmente como un dato ; siempre será un campo de batalla y
una lucha entre voluntades, tal como aprendió a sentirla cuando era niño,
a partir de la vida secreta de sus padres. Y para un niño y un joven destina-
do a hacerse famoso por su comprensión de los enredos de la psicología
humana, fue una excelente escuela haberse criado en el seno de una fami-
lia en la que el significado del comportamiento se mantenía oculto a la
vista, y en la que su curiosidad era estimulada a intuir y descifrar sus signi-
ficados ocultos. Quizá podamos ver en esto el origen del profundo sentido
de captación del misterio de la personalidad que tiene Dostoievski, y de su

LA FAMILIA ~ 45
tendencia a explorarla, por así decirlo, de afuera hacia adentro , siempre
avanzando desde el exterior hasta planos o capas subterráneas cada vez
más profundas y que sólo gradualmente son mostradas a la luz. Es posible
que su preferencia respecto de revelar el carácter mediante súbitos estalli-
dos de autoconfesión tenga sus orígenes en la fuerte impresión que le deja-
ron los estallidos poco frecuentes de sus padres, y que brotaban a la super-
ficie como una revelación insospechada de algo que había estado en
ebullición, e hirviendo a fuego lento , en las profundidades. Pero ha llegado
el momento de interrumpir las especulaciones para ocuparnos de la infan-
cia de Dostoievski.

46 ~ MOSCÚ
III. Infancia, adolescencia, juventud

F1óDOR Mijaílovich fue el segundo hijo varón de los Dostoievski. Pode-


mos suponer que, como to dos los niños rusos , fu e fajado , y sabemos que
lo amamantó una nodriza. Solamente el hij o mayor, Mijaíl , fue alimenta-
do con pecho por María Feodorovna . Los otros niños fueron entregados
a nodrizas campesinas alquiladas para la ocasión, pues a su madre empe-
zó a desarrollársele cierta enfermedad del pecho, que acaso haya sido
precursora de la tuberculosis pulmonar que le causó la muerte . Andrei
afirma que por esa razón Mijaíl fue su hijo preferido, y el único a quien
ella mencionaba por su nombre en sus cartas. Podríamos imaginar que
esto estimuló una grave rivalidad entre Mijaíl y el siguiente en la línea de
sucesión, es decir, Fiódor; pero no hay pruebas de que existiera ningún
tipo de hostilidad. Según lo señala Andrei, la razón es que "el hermano
mayor Mijaíl era, incluso durante la niñez, menos vivaz, menos activo y
menos fogoso que el hermano Fiódor, quien era una verdadera bola de
fuego en todo lo que hacía, como decían nuestros padres". 1 Desde muy
temprano, en sus vidas , Mijaíl se contentó con quedar a la zaga de Fió-
dor. Por ejemplo: pintaba a los niños más pequeños con colores de su
caja de pinturas, cuando jugaban a los indios -juego inventado por Fió-
dor, y en el cual él era siempre el jefe de la tribu- , pero no participaba
ni competía.
Más tarde, en la vida, continuó desempeñando casi el mismo papel ,
proveyendo a su hermano con los fondos necesarios para fundar su revista
Tiempo [Vremia] a principios del decenio de 1860, y desempeñándose

1
DVS, vol 1, p 55.

~ 47
como administrador de finanzas mientras Fiódor se ocupaba activamente
de la parte editorial.
La familia Dostoievski llevaba una vida prolijamente organizada en
torno del esquema de la ru tina diaria del doctor, que ha sido descrita por
Andrei. La familia se despertaba puntualmente a las seis de la mañana, y a
las ocho el doctor se dirigía al hospital para realizar sus visitas correspon-
dientes al turno de la mañana . Entonces se procedía a asear el departamen-
to de modo que, cuando él regresaba a las nueve, ya imperaba el orden
propio de las horas del día . Después, el doctor dedicaba el resto de la ma-
ñana a visitar a sus pacientes particulares en Moscú, y durante ese tiempo
los niños se ponían a estudiar sus lecciones. Aprendieron a leer casi en
cuanto bajaron de la cuna, y fueron instruidos por preceptores a domicilio,
o bien por sus hermanos y hermanas mayores; no tenían en sus vidas lar-
gos ratos de respiro durante los cuales pudieran simplemente entregarse a
los alegres placeres y a la irresponsabilidad de la niñez. "Fiódor Mij aílovich
-escribe su primer biógrafo, Orest Miller, al presentar las reminiscencias
del propio Dostoievski- recordaba . . . que ellos [los niños] eran estricta-
mente vigilados, y que se les enseñaba a estudiar desde muy pequeños. A los
cuatro años de edad ya se les ponía frente a un libro, y les decían insisten-
temente: ¡Estudia1"2
El doctor Dostoievski regresaba a casa alrededor de las doce; no dejaba
de preguntar acerca del trabajo realizado, y el almuerzo se servía a la una
en punto . Luego, el doctor se retiraba a su siesta diaria sobre el sofá de la
sala, y durante una hora y media o dos horas había que guardar un silencio
absoluto para no perturbar su descanso. En los meses de verano, por lo
regular se designaba a uno de los niños para que se sentara junto al pater
familias que dormitaba y le espantara las moscas con una rama fresca que
se cortaba todos los días con ese prop ósito . Andrei recuerda el tremendo
esfuerzo y la tensión que significaba estar sentado durante todo ese tiempo
lo más inmóvil posible y tratando de no despertar al durmiente. Pues, en
caso de que esto ocurriera, una granizada de regaños severos caía sobre la
cabeza del info rtunado pecador.
A las cuatro de la tarde la familia volvía a reunirse, a tomar el té, y el
doctor regresaba al hospital. La familia pasaba las noches en la sala, por lo
general iluminada por dos velas de sebo ; sólo se usaban velas de cera cuan-
2
Orest Miller y Nikolái Strájov, Biografía, Pisma i Zametki iz Zapisnoi K11izl111i f M. Dostoevs-
kogo (San Petersburgo, 1883), p. 6. Se citará como Biografía.

48 ... MOSCÚ
do se esperaban visitas, o bien para alguna celebración familiar o día de
fiesta. Si el doctor no estaba demasiado ocupado con sus listas de enfer-
mos, por las noches, antes de la cena, les leía en voz alta a los niños. La fa-
milia cenaba a las nueve y, tras decir sus oraciones frente al icono, los niños
se iban a la cama. "Nuestra familia pasaba el día -comenta Andrei- de
acuerdo con una rutina que había sido fijada una vez para siempre, y que
día tras día se repetía, de la manera más monótona. "3 También Fiódor fue
sometido a esta rutina desde sus primeros años; rutina que combinaba la
incomodidad física de habitaciones atiborradas y sombrías ("los cielorrasos
bajos y las habitaciones estrechas aplastan el cerebro y el espíritu", le dice
Raskólnikov a Sonya) con la incomodidad psíquica de la constante presión
de trabajar bajo la mirada de un inflexible capataz paterno.
Desde luego , cometeríamos un error o una inexactitud si describiéra-
mos la infancia de Dostoievski diciendo que careció por completo de los
entretenimientos normales. No cabe duda de que, durante los rigores del
invierno, los niños permanecían casi todo el tiempo dentro de la casa; pero
cuando el tiempo lo permitía , podían usar, como patio de juegos, los am-
plios paseos sombreados por árboles de los terrenos del hospital, que tam-
bién eran ocupados por los convalecientes que tomaban el aire. Allí, bajo
la mirada vigilante de su niania, podían retozar teniendo por compañeros
de juego a niños pertenecientes a las otras familias que constituían el per-
sonal del hospital. Sin embargo, siempre se trataba de una libertad relativa,
pues se habían dado órdenes estrictas -que eran impuestas a la fuerza-
en lo concerniente a su conducta en un lugar público. No se permitía nin-
gún tipo de juego de pelota por el temor de golpear a los otros paseantes,
y también estaba estrictamente prohibido todo comportamiento ruidoso y
alborotado. Sin duda por razones sociales, tampoco se podía conversar con
los adultos convalecientes, pues todos ellos eran pacientes pobres, de las
clases bajas de la ciudad. Pero existe la leyenda de que Fiódor, el futuro
cronista del infortunio de "los humillados y ofendidos", infringió este man-
dato paterno dando rienda suelta a su insaciable curiosidad y precoz com-
pasión y simpatía hacia los infortunados.
Durante las épocas de buen tiempo, la familia Dostoievski también sa-
lía a pasear al atardecer por el bosque que se extendía bastante próximo al
hospital. Puesto que el doctor dirigía estas excursiones, lógicamente los

3
DVS, vol 1, p. 57.

INFANCIA, ADOLESCENCIA, JUVENTUD ~ 49


niños eran conducidos con rienda muy tirante; quedaban completamente
prohibidos los saltos, las cabriolas o las travesuras, así como cualquier ma-
nifestación de exuberancia o de instinto animal. Por otra parte, el doctor
Dostoievski no creía en los beneficios de permitir a sus hijos perder el
tiempo en la holganza , ni siquiera durante esos recreos familiares. Andrei
lo describe aprovechando la ocasión para darles lecciones de geometría ,
utilizando el recortado trazo de las calles de Moscú para ilustrar las dife-
rentes clases de ángulos . Los abrumaba repitiéndoles constantemente la
importancia del trabajo tesonero y de la autodisciplina y, a pesar de que no
los aterrorizaba físicamente , su impaciente vigilancia pendía siempre sobre
sus cabezas como una amenaza. Es probable que cuando Dostoievski le
habló a su amigo el doctor Yanovski, a finales del decenio de 1840, acerca
de "las difíciles y tristes circunstancias de su niñez" ,4 estuviera pensando
en "circunstancias" tales como las que acabamos de describir, y no en los
acontecimientos más espectaculares surgidos en la imaginación de diferen-
tes biógrafos, que crearon su propia imagen siguiendo el ejemplo de sus
novelas.

Una de las grandes incógnitas sobre la niñez de Dostoievski es si hubo alguna


manifestación temprana de la epilepsia que lo afectó más adelante en su vida,
y si hay algún episodio en particular o conjunción de incidentes que anun-
ciara los estragos emocionales que caracterizan a dicha enfermedad. La res-
puesta a esta pregunta sólo puede ser una rotunda negativa: no existe ningu-
na prueba de este tipo en el material originario a nuestra disposición. Lo que
sí sabemos, según testimonio del propio Dostoievski, es que en 1831, cuando
tenía diez años de edad, sufrió una alucinación auditiva; pero eso es todo.
Empero, a partir de ciertos "hechos" supuestos se ha elaborado una leyenda
acerca de su infancia, de la que debemos ocuparnos antes de continuar. El
origen de esta leyenda es el famoso artículo de Sigmund Freud titulado "Dos-
toievski y el parricidio"; y el prestigio del nombre del autor ha otorgado a los
"hechos", que él alega como defensa de su tesis, la marca de la respetabilidad
"científica''. Sin embargo , podemos demostrar que estos "hechos" son suma-
mente dudosos, en el mejor de los casos; y en el peor, simples errores.

4
Tbid., p. 157.

50 ... MOSCÚ
El origen de la "leyenda" sobre Dostoievski, tal como la fraguó Freud,
es una molesta nota de pie de página que figura en la Biografía oficial
(1883), cuyos autores son Orest Miller y Nikolái Strájov. En la parte escri-
ta por Miller, éste señala que, de acuerdo con una fuente bien informada ,
la epilepsia de Dostoievski estuvo vinculada a "un elemento de evidencia
muy particular acerca de la enfermedad de Fiódor Mijaílovich, que se re-
laciona con su primera juventud, y que vincula dicha enfermedad a un
acontecimiento trágico en la vida familiar (de los Dostoievski)". 5 No cabe
duda de que Freud tuvo en sus manos una traducción de esta nota de pie
de página mucho antes de escribir su artículo (que apareció publicado
en 1928), y hace alusión a ella en una carta diriaida a tefan Zweig, en el
año 1920.

En alguna parte de una biografía de D. - escribe Freud- memo rraron un


pasaje en el que se rastrea el origen de la enfermedad que posteriormente en
su vida sufriría el hombre , en el hecho de haber sido el niño castigado por sus
padres en circunstancias muy graves ... vagamente recuerdo la palabra ··trági-
cas"; ¿estoy en lo cierto? Por supuesto, en nombre de la "discreción", el autor
no dice qué pasó. 6

Podemos deducir cuál es la idea de Freud acerca de "lo que pasó" a


partir de una observación que escribe más adelante, en la que dice que el
autor de Experiencias primarias [Erste Erlebnisse] - volumen de relatos cor-
tos escritos por Zweig, todos ellos referentes al despertar sexual de los ni-
ños y de los adolescentes- no necesita que se le explique el significado de
esa "escena de la infancia". Resulta evidente que Freud interpreta la nota
de pie de página de acuerdo con sus propias teorías, y que ha transforma-
do su carácter de simple alusión en la imagen de un severo castigo por al-
gún delito sexual infantil (probablemente, un castigo por masturbación, y
que fue causa de la formación de un agudo complejo de castración) .
Desde luego, el significado verdadero de la nota de pie de página que-
da librado a las conjeturas de cualquiera; pero la interpretación que resulta
más aceptable es que se refiere al asesinato del padre de Dostoievski, co-
metido por sus propios campesinos en la primavera de 1839 (véase la nota
de las pp. 121y122 para datos más recientes acerca del supuesto homici-
5 Biografía , p 14 L
6 Letters of Sigmund Frrnd, escogidas por Ernst L. Freud Stern (Nueva York , 1960), p. 332.

INFANCIA. ADOLESCENCIA. JUVENTUD ~ 51


dio) . Este crimen fue mantenido como secreto cuidadosamente guardado ,
y nunca se reconoció públicamente hasta 1921. Sin embargo, comenzaron
a circular rumores poco después de ocurrida la muerte de Dostoievski, en
1881 ; y según estos rumores, la primera manifestación de su epilepsia se
relaciona con este "trágico acontecimiento". Dejaremos para más adelante
el análisis de la cuestión acerca de si existe alguna razón válida para creer
que el primer ataque de epilepsia que sufrió Dostoievski coincidió con el
momento en que recibió la noticia de la muerte de su padre. Aquí sólo
queremos dejar sentado que lo más probable es que la nota de pie de pági-
na se refiere a algo que ocurrió cuando Dostoievski tenía dieciocho años y
estaba muy lejos de ser un niño (aunque, para Orest Miller que escribía en
1883 , algo que hubiese ocurrido más de cuarenta años atrás, bien podría
parecerle que había sucedido en la "primera juventud" de Dostoievski).
Además, este suceso nada tiene que ver con un trauma sexual.
Es posible que, en 1920, Freud no supiera nada acerca del asesinato
del padre de D~ievski ; pero en 1928 todos lo sabían. De hecho , alude a
ese crimen , según la leyenda, como la causa inmediata del primer ataque
de epilepsia que sufrió Dostoievski. No obstante, Freud parece desconocer
la relación entre el ocultamiento del crimen y la misteriosa nota de pie de
página, de modo que continúa aferrado a la convicción de que se le formó
años antes; de que en la infancia de Dostoievski había tenido lugar cierto
"acontecimiento trágico". En su artículo, concretamente cita esa nota de
pie de página como prueba de la existencia de un trauma infantil de ese
tipo , y vuelve a aludir irónicamente a la "discreción" que les oculta a los
"biógrafos e investigadores científicos" su "significado auténtico" (es decir,
sexual). 7 A causa de este supuesto, sin citar ningún material adicional, ha-
bla con la más absoluta confianza en sus palabras, acerca de que el doctor
Dostoievski fue "particularmente violento en realidad" (las cursivas fueron
añadidas) hacia Fiódor, y de que el chico alimentó un intenso deseo de
muerte en contra de su padre , más allá y por encima de la normal hostili-
dad o antagonismo edípico. Fue el conflicto interior entre este deseo de
muerte (asimilado por un ego proclive a la bisexualidad y, por ende, al
masoquismo) y un severo superego (que incorporó toda la dura crueldad
del padre sádico) lo que, según la concepción de Freud, desencadenó la
7
Este ensayo de Freud ha sido publicado muchas veces. He utilizado para mis citas un volu-
men de la edición en rústica de los escritos escogidos de Freud, publicados por Collier Books.
Sigmund Freud, Character and Culture, ed . Philip Rieff (Nueva York, 1963), p. 279.

52 ... MOSCÚ
primera crisis epiléptica, cuando el deseo de muerte pasó de la fantasía a
la realidad.
Para confirmar este diagnóstico, Freud cita "dos hechos" que supuesta-
mente son síntomas reveladores de este deseo de muerte.

Contamos con un seguro punto de partida - escribe Freud-. Sabemos el


significado de los primeros ataques que sufrió Dostoievski en sus primeros
años de vida, mucho antes de la aparición de su epilepsia . Esos ataques te-
nían el significado de la muerte: eran anunciados por el temor a morir, y
consistían en estados letárgicos, de somnolencia. La enfermedad se le mani-
festó al principio, cuando todavía era niño, en forma de una súbita melanco-
lía sin motivo, una sensación -según le dijo años después a su amigo Solo-
viev- como si estuviera a punto de morir. Y de hecho, seguía un estado muy
parecido a la muerte verdadera Su hermano Andrei nos dice que, incluso
cuando era bastante joven , Fiódor solía dejar desparramadas pequeñas notas
antes de irse a dormir, en las que decía que tenía miedo de caer durante la
noche en aquel estado de sueño parecido a la muerte y, por lo tanto, rogaba
que su entierro se aplazara hasta que hubiesen transcurrido cinco días.

Freud interpreta esos temores como una identificación con la persona


a la que se le desea la muerte, y como un "autocastigo por el deseo de
muerte en contra de un padre odiado". 8
Empero, Freud vuelve a equivocarse; sin duda, en parte, por la insufi-
ciencia de su información, y seguramente por su afán de encontrar confir-
mación biográfica para su teoría acerca de la relación entre la epilepsia de
Dostoievski y los supuestos impulsos o tendencias parricidas. En el artícu-
lo escrito por Soloviev, Dostoievski dice que las experiencias de las que
habla ocurrieron aproximadamente "dos años antes de que se fuera a Sibe-
ria"; por ende, ocurrieron en 1846; y ese momento coincide con el co-
mienzo de un grave trastorno nervioso, acerca del cual se nos informa in-
dependientemente , por medio de sus cartas de esa época. 9 De manera
similar, la información que Andrei da de las notas no las ubica en la infan-
cia, como lo imagina Freud; no se menciona ninguno de esos documentos
en las Memorias de Andrei, en las que se evocan esos años de la niñez. En
cambio, habla de las notas en un contexto que inequívocamente las sitúa
8
Ibid , pp. 280 y 281.
9
DVS, vol. 1, p. 191.

INFANCIA, ADOLESCENCIA, JUVENTUD ... 53


en el lapso comprendido entre 184 3 y 1849. Toda nuestra información
acerca de esas notas , a partir de otras fuentes , también hace referencia a
mediados o a fines del decenio de 1840-1849, y es probable que daten del
comienzo del trastorno nervioso sufrido por Dostoievski en el año 1846. 10
No existe, pues, ni un solo fragmento de testimonio real que confirme la
"leyenda" de Freud concerniente a la infancia de Dostoievski; no son prue-
bas, ni la nota de pie de página, ni tampoco aportan pruebas Soloviev, ni
Andrei Dostoievski. El artículo de Freud contiene algunas observaciones
sutiles y perspicaces sobre la personalidad masoquista y cargada de culpa
de Dostoievski; pero la historia clínica que elaboró en un esfuerzo por "ex-
plicar" al escritor en términos psicoanalíticos es pura ficción. (Para más
información, véase el Apéndice.)

Un gran cambio tuvo lugar en la vida de los niños Dostoievski cuando sus
padres adquirieron, en 1831, la pequeña propiedad situada en Darovoe.
Durante cuatro años, Fiódor y Mijaíl pasaron allí, junto con su madre, cua-
tro meses al año; posteriormente, a causa de sus estudios , sólo pudieron ir
durante periodos más cortos , de un mes o algo más. Aquellos momentos
de libertad que pasaba en el campo, alejado de la vigilancia paterna, y bajo
la tierna y cariñosa mirada de su madre, fueron las épocas más felices de la
pubertad de Dostoievski. Cuando años después le dijo a su segunda espo-
sa que había tenido una "infancia feliz y serena", 11 es indudable que estaba
pensando en aquellos meses en el campo, libre de la amenaza de la des-
aprobación paterna, y de todo el encierro opresivo de la vida en la ciudad.
Las evocaciones de una infancia feliz son extremadamente inusitadas en
las novelas de Dostoievski, y el único caso o los dos que existen están si-
tuados o bien en una aldea (Pobres gentes) o en una finca campestre (Un pe-
queño héroe, La aldea de Stepanchikovo); en su sensibilidad, ningún recuerdo
10
La cita pertinente de Andrei Dostoievski aparece en Literaturnoe Nasledstvo, núm. 86
(Moscú , 1973), p. 550; véase también la mención en las Memorias de K. A. Trutovski , que se
refiere a 1849, DVS, vol. 1, p. 109 , y la observación que Dostoievski le hizo a Soloviev acerca de
su sueño letárgico, al que alude como parte de los trastornos nerviosos de su "juventud" (y u-
nost, que significa el final de la adolescencia o el principio de la edad viril). No dice que se re-
monta hasta su "infancia" (detstvo). Ibid., vol. 2, p. 191.
11
Leonid Grossman, Dostoevsky na Zhiznennom Puti (Moscú, 1928), p. 33. Citado en adelan-
te como DZhP.

54 .... MOSCÚ
agradable se relacionaba con la vida en la ciudad. "No sólo ese primer viaje
a la aldea -escribe Andrei- sino todos los siguientes que hicimos allí
siempre me llenaban de una especie de entusiasmo extático." 12 No cabe
duda de que el impresionable y alegre Fiódor experimentaba la misma
sensación, hasta más intensa, cuando cada primavera el coche con destino
a Darovoe arrancaba con alegre tintineo de los cascabeles que adornaban
los arneses de los caballos, y cuando comenzaban a desplegarse ante sus
ojos los paisajes rurales, que primero le resultaron desconocidos y luego
aprendió a amar.
Resulta revelador que Andrei recuerde los alrededores de Darovoe como
lugares "muy agradables y pintorescos". 13 En cambio, más imparcial, V S.
Nechaeva describe el paisaje que rodea a la aldea como "insípido y monóto-
no"; 14 pero seguramente la reacción de Andrei representa la respuesta jubi-
losa de los niños frente a la vasta extensión de campo y las ilimitadas posi-
bilidades de libertad que implicaba aquel horizonte ininterrumpido, que se
alargaba hasta donde el ojo alcanzaba a ver. Los Dostoievski vivían en una
pequeña cabaña de tres habitaciones , con techumbre de paja , y al abrigo de
un bosquecillo de añosos tilos. Cerca había un bosque de abedules llamado
Brykovo (el nombre sería usado más tarde en Los demonios para designar
el bosque en el que Stavroguin sostiene un duelo), y era llamado "el bosque
de Fedia" por la familia, debido a que Fiódor pasaba mucho tiempo vagando
por sus profundidades. Muchos años después, Dostoievski evocaría esos
paseos de niño con palabras fervorosas: "Y en toda mi vida nada he amado
tanto como el bosque, con sus setas y fresas o moras silvestres, sus insectos
y sus pájaros y sus pequeños erizos [se recordará que, en El idiota, Aglaya
envía un erizo al príncipe Mishkin como prenda de reconciliación] y ardi-
llas; su húmedo olor a hojas muertas, que yo adoraba".15
Esas permanencias en el campo también brindaron a Dostoievski su
primera oportunidad de conocer de cerca al campesinado ruso (antes sólo
había conocido a los criados de su familia, que se habían adaptado a la
vida urbana y habían adquirido los modales y hábitos de los sirvientes).
Como ya lo hemos dicho, María Feodorovna era una propietaria eficiente
y bondadosa, de modo que los Dostoievski vivían en contacto estrecho y
12
DVS, vol. 1, p. 64.
13
Ibid., p 66.
14
V S. Nechaeva, V Seme .. ., op. cit., p. 37.
15
DW (enero de 1876), p. 208.

INFANCIA, ADOLESCENCIA, JUVENTUD ~ 55


cordial con el resto de los habitantes de la aldea. A los niños se les permitía
andar libremente por todas partes sin ninguna vigilancia y, además, podían
recurrir a la ayuda de los niños de los siervos para sus juegos. Es cierto
que, como reconoce Andrei con cierto rubor, la prole Dostoievski no deja-
ba de afirmar su superioridad social, y empleaba a los hijos de los siervos
como ayudantes (por ejemplo, para poner cebo a los cordeles de pescar
con los que probaban suerte en el estanque). Pero no estaban separados de
ellos por ningún tipo de infranqueable barrera de clase, como habría ocu-
rrido en el caso de una propiedad más grande y más lujosa.
A los niños también se les permitía mezclarse libremente con los cam-
pesinos más viejos en los campos, e incluso podían ayudarles en su traba-
jo, claro está que a modo de juego. Según nos cuenta Andrei, en cierta
ocasión Fiódor corrió dos verstas hasta la aldea para llevar agua a una ma-
dre campesina que estaba trabajando en el campo y que deseaba dar de
beber a su pequeño. Una de las primeras cartas de Dostoievski -en pos-
data añadida a una misiva de su padre- nos revela que observaba con
mucha atención el trabajo en la finca. "Vuelve a casa, queridísima Máminka
-escribe a los trece años de edad-; el resto del grano requerirá mucho
tiempo y, creo yo, ya habrás acopiado un poquito de trigo sarraceno." 16
Esta relación tranquila entre el chico y los campesinos, que nada perturba-
ba, seguramente contribuyó a plasmar las ideas sociales que luego tendría
Dostoievski; podemos afirmar que se propuso poner en obra, en escala
nacional, esa misma unidad armoniosa entre las clases cultas y el campesi-
nado que recordaba haber conocido cuando era niño . Y, a pesar de que
para nada describe al campesino ruso, excepto en La casa de los muertos,
esos veranos de la infancia -en opinión de un perspicaz observador que
conoció personalmente a Dostoievski (el conde Piotr Semenov)- "lo acer-
caron al campesinado, a su estilo de vida, y a la fisonomía moral entera del
pueblo ruso", más que en el caso de la mayoría de los descendientes de la
clase media terrateniente, "cuyos padres a propósito los mantenían aparta-
dos de toda relación con los campesinos".17*

16
V S. Nechaeva, V Seme. .., op. cit. , p. 83.
17
DVS, vol. 1, p. 209.
* Esta afirmación de Semenov acérca de las costumbres de la clase media puede documen-
tarse con una cita tomada de las Memorias del segundo hijo de Tolstoi, Ilya, quien nació en
1866. "El mundo estaba dividido en dos partes -escribió-; uno compuesto por nosotros, y el
otro por todos los demás . Éramos gente especial, y los demás no eran nuestros iguales ... Por

56 ... MOSCÚ
El relato de Andrei sobre su hermano cuando residía en Darovoe nos
permite tener el primer atisbo de ciertos rasgos del carácter de Dostoievski.
Ya no se trata tan sólo de imponerse y de afirmar su superioridad sobre el
más pasivo, Mijaíl; también advertimos una necesidad de ponerse a prueba
y de sentir escalofríos en sus nervios y en su sensibilidad, corriendo peli-
gros . El campo que rodeaba a Darovoe estaba atravesado por numerosas
barrancas -restos de un antiguo lecho de río- que ofrecían guarida a
serpientes y, en ocasiones, a lobos extraviados. La madre les hacía a los
chicos la advertencia de que no se acercaran a esas hondonadas, pero esto
no impedía que Fiódor se internara en el "bosque de Fedia" con un deli-
cioso estremecimiento de temor. En un pasaje de la versión original de Po-
bres gentes, que posteriormente fue eliminado durante el proceso de revi-
sión, Dostoievski revelaba sus sensaciones al entrar en dicho bosque.

Recuerdo que al fondo de nuestro jardín había un bosque, verde, tupido,


umbroso, extendido, cubierto de abundante follaje . . . Ese bosque era mi lu-
gar favorito para caminar, pero tenía miedo de internarme demasiado en él...;
parece como si alguien estuviera llamando, como si alguien estuviera hacien-
do señas allí ... donde los pulidos tocones de los árboles desparramados allí y
allá son más lúgubres y tupidos, donde las barrancas comienzan... [se aña-
dieron cursivas]. Se vuelve doloroso y aterrador; en torno no hay otra cosa
sino un silencio mortal; el corazón se estremece con una especie de oscura
sensación, y se continúa avanzando un poco más , con sumo cuidado ... ¡Cuán
claramente grabados en mi memoria están aquel bosque, aquellas caminatas a
escondidas, y aquellas sensaciones .. . una extraña mezcla de placer, curiosi-
dad infantil y terror.. 1 [I: 44 3].

Andrei nos relata otro episodio que también debió de producirle a Fió-
dor un frisson (estremecimiento) especial, y que parece simbólico y premo-
nitorio. Exactamente detrás del bosquecillo de tilos había un cementerio;
en su borde, una vieja capilla desgastada por la intemperie y adornada con
iconos. Esta capilla nunca se cerraba con llave; y cierto día , durante un pa-

supuesto, era mamá, sobre todo, quien nos inculcaba estas ideas , pero también papá cuidaba
celosamente de que no nos juntáramos con los niños de la aldea. En gran medida, él fue res-
ponsable de la arrogancia y de la autoestimación excesivas, y sin fundam ento, con que se nos
educó , y de las que después me fue tan difícil librarme. " Citado en Edward Crankshaw, Tolstoy:
The Making of a Novelist (Nueva York, 1974), p 253.

INFANCIA, ADOLESCENCIA, JUVENTUD ... 57


seo acompañados por la criada Vera - la misma "persona vivaz y alegre" 18
que provocó la pelea entre el doctor Dostoievski y el tío Mijaíl Feodoró-
vich- , los niños entraron en la capilla, descolgaron los iconos y organiza-
ron una procesión religiosa burlesca, encabezada por Vera, que entró en los
labrantíos, completada con canciones y rezos . Este escandaloso sacrilegio se
repitió dos o tres veces; pero la noticia llegó a oídos de María Feodorovna ,
quien puso un alto a la ocurrencia y aplicó a los niños una severa repri-
menda . Nos preguntamos si será verdad que Vera fue la responsable de
todo el asunto , como lo afirma Andrei, y si acaso el inquieto e inventivo
Fiódor, creador de todos los demás juegos, no habrá tomado la iniciativa
incluso en este caso al inventar también esta burla. Dostoievski habría de
seguir toda su vida sintiendo al mismo tiempo fascinación y horror ante la
tentación del sacrilegio; al punto de que todas sus grandes novelas se ocu-
pan del tema de alguna manera. En Los hermanos Karamázov, al describir a
Smerdyakov cuando era niño, se dice que ahorcaba secretamente gatos y
que luego los enterraba con una parodia de ceremonia religiosa.
Dostoievski nunca olvidó los veranos que pasó en Darovoe y, en 1877,
poco tiempo después de haber regresado a ese lugar para visitarlo por pri-
mera vez desde su infancia, escribió acerca de "ese sitio diminuto que me
dejó una impresión muy fuerte y muy honda para el resto de mi vida". 19
Constantemente aparecen en su obra nombres de lugares (ya hemos men-
cionado a Brykovo) y de gentes que conoció allí, con la mayor abundancia
en Los hermanos Karamázov, obra en la que estaba empezando a pensar en
la época de su tardío regreso a los escenarios de su juventud. Da el nombre
de Cheremoshnia a la propiedad a la cual el viejo Karamázov envía a su
hijo lván para rematar la venta de un terreno de bosque. Grígori Vasiliev
era el nombre del capataz campesino bastante incompetente que había en
Darovoe, y también así se llama el piadoso y testarudo sirviente del ancia-
no Karamázov. La aldea albergaba a una durochka, una imbécil llamada
Agrafena, quien vivía a la intemperie la mayor parte del año y que, durante
el invierno mortal, era obligada por la fuerza a vivir en la casa de alguna de
las familias campesinas. Resulta evidente que ella es el modelo de Lizaveta
Smerdyákova, que sufrió el mismo destino infortunado: a pesar de ser
retrasada mental, quedó embarazada y dio a luz un niño, que murió al
poco tiempo de nacido. En la descripción de Andrei, esta mujer aparece
18
DVS, vol 1, p. 70.
19
DW Qulio-agosto de 1877), p . 752.

58 .... MOSCÚ
murmurando continuamente palabras deshilvanadas e incomprensibles
acerca de su hijo muerto y enterrado en el cementerio, exactamente como
ocurrió con otra durochka dostoievskiana: María Leviadkina, en Los de-
monios [Biesi] .
Podemos encontrar otros ecos de esos años en el retrato que hace Dos-
toievski del campesino Marey, que analizaremos más adelante , y acaso
también en la famosa secuencia onírica durante el interrogatorio prelimi-
nar de Dimitri Karamázov. En la primavera de 1833 estalló un incendio en
Darovoe, y la mayor parte de la aldea quedó destruida. Cuando ese año
llegaron los niños, se les presentó un cuadro de desolación. "Toda la finca
-escribe Andrei- parecía un desierto , con vigas chamuscadas que sobre-
salían aquí y allá. "20 Probablemente Dostoievski recurrió a esas impresio-
nes para elaborar las imágenes oníricas de Dimitri:

había una aldea no muy lejos, pues él alcanzaba a ver las chozas negras, y la
mitad de ellas estaban destruidas por un incendio; sólo quedaban las vigas
carbonizadas. Y mientras el coche pasaba, pudieron ver a mujeres campesinas
alineadas a lo largo del camino , una gran cantidad de muj eres, una fila ente-
ra , todas ellas flacas y pálidas , con una especie de color moreno en las caras,
sobre todo una, que estaba a la orilla; una mujer alta y huesuda, que parecía
tener cuarenta años, pero que debía de tener sólo veinte , de cara delgada y
larga. En los brazos llevaba a un infante que lloraba, y sus pechos parecían
estar tan secos que no tenían una sola gota de leche. El niñito lloraba y llora-
ba, alargando sus bracitos desnudos, con sus puñitos azulados a causa del
frío [X: 178] .

La inmensa piedad que abruma a Dimitri ante este espectáculo conmo-


vedor de sufrimiento indica que ya ha entrado en el sendero que lo condu-
cirá a su conversión moral. Andrei no menciona ningún grupo de mujeres ,
pero no es improbable que se haya reunido una congregación semejante en
los aledaños de la aldea para suplicar la ayuda de los amos en ese momento
de desgracia. Cada familia recibió cincuenta rublos en préstamo (suma con-
siderable en aquellos días) para ayudar en las obras de reconstrucción, y
dudamos de que ese dinero haya sido alguna vez devuelto.

20
DVS, vol. 1, p. 72.

INFANCIA, ADOLESCENCIA, JUVENTUD ... 59


4

Por primera vez en el año 1833 , Mtjaíl y Fiódor dejaron la casa para asistir
a una escuela diurna; transcurrido un año, fueron enviados a Chermak, la
mejor escuela de internos que existía en aquel tiempo en Moscú. Años
después, Dostoievski le puso al internado que describe en Un adolescente el
nombre de la escuela diurna levemente cambiado (Touchard, en vez
de Souchard). El narrador de la novela , Arkady Dolgoruki, es hijo ilegíti-
mo de un padre de la clase media , que pertenece al más elevado rango so-
cial , y de una madre campesina. La escuela es el lugar donde Arkady por
primera vez se da cuenta del oprobio de su nacimiento , y de que no puede
reclamar legítimamente la misma consideración de que es objeto la familia
de su padre. El chico toma conciencia de su situación porque allí en la es-
cuela se le humilla en público, se le separa de los demás niños "respeta-
bles" , es golpeado aproximadamente una vez al mes y, desde luego, sus
condiscípulos lo desprecian. Todo esto proviene mucho más de las páginas
de Dickens que de la vida real; es absurdo imaginar que los hijos del doc-
tor Dostoievski pasaran por algo remotamente parecido al tratamiento que
recibió Arkady. Pero , de todos modos , esas escenas acaso contengan un
núcleo de experiencia personal. La escuela de Souchard fue el primer con-
tacto real que tuvo Dostoievski con el mundo exterior, la primera vez que
puso los pies más allá de las fronteras protectoras del círculo familiar. Tal
vez haya sido también el momento en que comenzó a sopesar el carácter
ilusorio o fantasioso de la pretensión de su propia familia respecto de un
linaje hereditario.
De cualquier manera , la preparación para la escuela de internos es-
tuvo ligada a una experiencia particularmente penosa o angustiosa para
los dos varones mayores. Todas las enseñanzas que se impartían en el
establecimiento de Souchard estaban a cargo de miembros de la familia,
ninguno de los cuales sabía latín. Pero, puesto que en el internado de
Chermak se exigía el dominio de esa lengua, el doctor Dostoievski deci-
dió reparar personalmente esa deficiencia. Las lecciones de latín le die-
ron a Andrei la prueba más gráfica del temperamento irascible de su
padre. "Ante el más leve error de mis hermanos , papá siempre se enfure-
cía y, encendido en cólera , los llamaba holgazanes y tontos; en los casos
más extremos, aunque más raros , incluso llegaba al extremo de inte-
rrumpir la lección , lo cual era considerado peor que cualquier casti-

60 ... MOSCÚ
go." 2 1 Normalmente, cuando la instrucción se realizaba en la casa, los
niños se sentaban a la mesa con sus preceptores; pero el doctor exigía
que sus hijos permanecieran de pie, en actitud de tiesa atención todo el
tiempo que durara el ejercicio de latín. Podemos llegar a la conclusión
de que ya había decidido inscribirlos en alguna especie de estableci-
miento militar, y que estaba tratando de acostumbrarlos a los rigores de
la disciplina marcial. No cabe duda de que, como lo señala Andrei, sus
"hermanos les tenían mucho miedo a esas lecciones" ,22 pero es probable
que el temor estuviera también mezclado con cierto sentido o compren-
sión sobre cuánto preocupaba a su padre el futuro de sus hijos.
La transición del hogar a la escuela y, sobre todo , al internado fue un
rudo golpe para Fiódor. A pesar de los estallidos de cólera de su padre, el
hogar seguía siendo un lugar cómodo y conocido , y además su madre era
una perpetua fuente de solaz y consuelo. En contraste, el nuevo mundo de
la escuela era desconocido y le causaba espanto . Podemos utilizar las pala-
bras de la protagonista de Pobres gentes para evocar las que, acaso hayan sido
las sensaciones de su creador:

¡Qué triste me sentía al principio entre extraños . .. Todo era tan riguroso; tan
exigente! Horas fijas para todo, las comidas en común , los aburridos maes-
tros .. Al principio, todo eso me inquietaba y fatigaba . . Solía sentarme incli-
nada sobre mi traducción al francés o los vocabularios, sin atreverme a mo -
verme , y soñando todo el tiempo en nuestra casita , en papá, en mamá, en
nuestra vieja nodriza , en sus relatos ... [I: 28].

Esos sentimientos y detalles tienen el timbre de la verdad biográfica.


Tal vez haya otra reminiscencia de esta iniciación en la imagen de Aliosha
Karamázov rodeado por sus compañeros de escuela, quienes "le sostienen
por la fuerza las manos para que no pueda taparse los oídos, y le gritan
obscenidades en ellos ... " (IX: 23). Puesto que los niños Dostoievski habían
vivido en una aldea campesina, sin duda conocían las realidades de la vida ;
pero se les había protegido con sumo cuidado para que no tuvieran nin-
gún conocimiento acerca de los vicios y de la perversidad. Andrei, que
antes de ingresar en el internado de Chermak acudió a otra escuela de
internos de Moscú (la Kister), recuerda con disgusto su propia iniciación
21
Ibid., p. 76.
22
Idem.

INFANCIA. ADOLESCENCIA. JUVENTUD ~ 61


en esas cuestiones por parte de sus condiscípulos. "No había suciedad ni
abominable vicio que no le fuera enseñado a los inocentes jovencitos que
acababan de dejar el hogar paterno." 23
Existe sólo un relato independiente que nos permite vislumbrar cómo
era Dostoievski en sus años escolares. Procede de un compañero de juegos
del jardín del hospital que era un poco menor que él y que también ingre-
só en el internado de Chermak.

El primer día de mi llegada - escribe- di rienda suelta a un estallido de des-


esperación infantil al encontrarme separado de la familia, rodeado por rostros
extraños y, como recién llegado, expuesto a sus burlas. Durante el recreo,
entre las voces de los niños que giraban a mi alrededor, oí una voz conocida.
Era la de Fiódor Mijaílovich Dostoievski, quien al verme se me acercó en se-
guida, ahuyentó a los burlones bribones y empezó a consolarme, lo cual logró
muy pronto y de una manera completa. Después de ese episodio , muchas ve-
ces venía a visitarme en la clase, me guiaba en mis tareas y conseguía alegrar
mi tristeza contándome historias apasionantes durante el recreoH

Este esquema de conducta ilustra dos aspectos del carácter de Dostoiev-


ski que permanecen constantes: su firme independencia y su deseo de
intervenir personalmente oponiéndose a una situación que ofendía sus
tendencias morales. Se negó a atormentar a un indefenso recién llegado,
aunque éste fuese el bárbaro ritual predominante en ese medio escolar para
varones; y no tuvo miedo de acudir en defensa del desamparado y perse-
guido. Su destreza para contar relatos apasionantes también merece que se
le preste atención. La independencia y la defensa de sus derechos eran ras-
gos que Dostoievski mostraba no sólo frente a sus compañeros de escuela
sino, al parecer, también delante de su padre. Andrei nos dice que a veces
Fiódor era tan desenfrenado cuando defendía su propio punto de vista,
que el doctor solía decir, con la sabiduría que da la experiencia: "Verdade-
ramente, Fedia, deberás aprender a dominarte, o te meterás en dificulta-
des .. . , y terminarás con la cabeza metida en la gorra roja"; 25 es decir, usan-
do el tocado de los regimientos de convictos pertenecientes al Ejército

23
Ibid., p. 75.
24
DZhP, p . 26.
25
DVS, vol. 1, p 82.

62 ... MOSCÚ
ruso. Ocurrió realmente que Dostoievski prestó servicio en ese regimiento
después de ser liberado del campamento de prisión, en el año 1854.

La rutina de aquellos años de internado era tan invariable como la de su


época de infancia. Todos los fines de semana, los chicos mayores regresaban
al hogar, y también en este caso un pasaje tomado de Pobres gentes puede
ayudarnos a evocar la atmósfera jubilosa y entusiasta de esas reuniones :
"Yo solía llegar a casa feliz y alegre, y besaba a todos como si hubiera estado
ausente durante diez años. Había explicaciones , charla; entonces empeza-
ban las descripciones" (I: 28) . Andrei también recuerda el "genuino" placer
que sentía todos los sábados, "después del encierro de toda una semana en
una escuela de internos que me desagradaba, al poder pasar un día y
medio dentro de nuestro bendito círculo familiar ... "26 En aquellos días , el
almuerzo se prolongaba muchísimo más , y los muchachitos , llenos de
las novedades de la semana, se apresuraban a transmitir todas sus impre-
siones y reacciones a sus padres. Sin embargo , una vez que se agotaba el
primer entusiasmo de la reunión, había muy pocas cosas que pudieran
hacer, excepto leer y revisar los deberes asignados la semana anterior a sus
hermanos menores. Todavía en ese entonces las visitas se limitaban a la fa-
milia directa; los amigos de su propia edad eran pocos y estaban muy se-
parados; tampoco se permitía a los chicos mayores salir sin ser acompaña-
dos , ni se les daba dinero para gastos personales. Sin embargo, esas
restricciones eran simplemente la costumbre de la época y de la sociedad .
Tampoco a Tolstoi se le dejaba salir solo, y no fue sino hasta que tuvo die-
ciséis años cuando hizo su primera excursión a Moscú, a escondidas, con
dinero prestado por los sirvientes para financiar su aventura .
Sólo hay un amigo cuyo nombre menciona Andrei; amigo que llegaba
a la casa a visitar a Mijaíl y a Fiódor y que, como ya lo sabemos, le causaba
una fuerte impresión a este último . Se trataba de Vania Umnov, hijo de un
amigo de la familia, que era un poco mayor que los dos jovencitos Dos-
toievski y asistía al equivalente ruso de una escuela secundaria pública.
Umnov también tenía intereses literarios, y debió de impresionar a los

26
Ibid., p. 75.

INFANCIA, ADOLESCENCIA, JUVENTUD ~ 63


Dostoievski con su conocimiento superior de cuanto acontecía en el mundo.
Les prestó una copia manuscrita de una obra que había sido prohibida por
la censura, El manicomio, de Voekov, largo poema satírico, escrito al estilo
de la Dunciada, de Pope, dirigido en contra de las entonces luminarias rei-
nantes de la literatura y la sociedad rusas. Los hermanos Dostoievski
aprendieron de memoria una buena cantidad de esas punzantes descrip-
ciones epigramáticas, y luego le recitaron a su padre algunas de ellas. El
doctor, a quien disgustó la irreverencia de los versos, en el primer momen-
to pensó que el poema era sólo una travesura de escolares; pero cuando
sus htjos lo convencieron de que procedía de la pluma de un famoso escri-
tor, declaró que era "indigno", porque contenía alusiones impertinentes a
personajes de elevada posición e importantes escritores y, en particular,
alusiones a Zhukovski (su poeta preferido) n A pesar de ello , Mijaíl y Fió-
dor siguieron recitando pasajes tomados de ese poema con tanta frecuen-
cia y con deleite tan evidente , que Andrei aún podía recordar algunos de
esos versos a finales del siglo. Resulta claro que Fiódor no compartía el
respeto que sentía su padre por la autoridad constituida, y que gozaba al
verla ridiculizada y convertida en objeto de burlas.
Muchos años después, el nombre de Vania Umnov aparece en las notas
de Dostoievski para la Vida de un gran pecador, junto con una gran canti-
dad de otros detalles y referencias a aquellos años de su juventud. Sin em-
bargo, todos esos detalles son utilizados únicamente para definir el tras-
fondo del personaje sobre el cual pensaba escribir, que desde muy niño
andaba metido en las más locas aventuras, y al cual no es posible, ni si-
quiera con un esfuerzo supremo de la imaginación, considerar como la
imagen que tenía el propio Dostoievski de su propia vida en aquella época.
No obstante, las referencias a Umnov transmiten el sentido de competición
que acaso empezaba a sentir hacia ese muchacho más culto y un poco ma-
yor que él. Por ejemplo, cuando dice: "Umnov se sabe de memoria todo
Gógol". 28 A los fines de una mayor eficacia simbólico-histórica, Dostoiev-
ski sustituye a Gógol por Voekov, y por otro escritor menor de cuya existen-
cia los hermanos se enteraron a través de Umnov (Yershov). En otra nota
se subraya la rivalidad entre el joven "gran pecador" y Umnov. "Conoce a
Umnov, quien le demuestra que sabe más que él. Al regresar a su casa, le
27
Ibid., p. 81.
28
F M. Dostoevsky, The Notebooks far The Possessed, ed. Edward Wasiolek (Chicago/Londres,
1968), p 66.

64 ... MOSCÚ
dice a la muchacha lisiada que Umnov es un tonto que no sabe nada; le
propina una golpiza a la tullida y, a partir de ese momento, busca la com-
pañía de Umnov." 29 La segunda frase es la transposición a una acción dra-
mática violenta -una acción apropiada al personaje en el que está pen-
sando el escritor- de la envidia que Dostoievski le tiene a Umnov, y de su
lucha por no reconocer la superioridad del segundo. Pronto veremos que
se comprometerá en esta misma lucha contra toda la generación de sus ri-
vales literarios de San Petersburgo.
Los últimos años que vivió Dostoievski en Moscú estuvieron ensom-
brecidos por la enfermedad de su madre que, en el otoño de 1836, se agra-
vó de repente. Fue evidente que María Feodorovna perdía fuerza con gran
rapidez; muy pronto ya no pudo ni siquiera peinar sus largos y abundantes
cabellos, y entonces tuvieron que cortárselos. Todos los días el doctor y sus
colegas celebraban juntas, a las que también asistía el jefe de personal, y
las visitas de parientes se sucedían en un agotador e interminable desfile.
"Ésos fueron los momentos más amargos de la época de infancia de nues-
tras vidas -escribe Andrei-. ¡Y no es de asombrar! Estábamos a punto de
perder a nuestra madre en cualquier momento ... Papá estaba totalmente
destruido." 30 Minutos antes del final, María Feodorovna recobró la con-
ciencia, pidió que le acercaran el icono del Salvador, y luego bendijo a sus
hijos y a su marido. "Fue una escena muy conmovedora, y todos nosotros
lloramos", recuerda Andrei. 31 Sin duda que Fiódor, quien más tarde habría
de incluir tantas escenas similares ante el lecho de muerte en sus obras,
también recordaba, muy vívidamente, el fallecimiento piadoso de suma-
dre, quien supo perdonar a todos.
Pero no era sólo la crisis inminente en su vida familiar lo que preocu-
paba a Fiódor durante los dos últimos años que permaneció en el hogar;
también sabía que estaba destinado a una carrera totalmente incompatible
con sus inclinaciones más profundas. El doctor ya había decidido que sus
dos hijos mayores debían ser ingenieros militares, de modo que en el oto-
ño de 1836 presentó una solicitud por medio de su superior en el hospital
para que los muchachos fuesen admitidos en la Academia de Ingenieros de
San Petersburgo, pensionados por el gobierno. Ni Mijaíl ni Fiódor tenían
el menor deseo de llegar a ser ingenieros; ambos soñaban con la fama lite-
29
Ibid., p. 64.
30
DVS, vol. 1, pp 83-84.
31
Ibid. , p. 84.

INFANCIA. ADOLESCENCIA, JUVENTUD .... 65


raria y con la fortuna; pero cuando la solicitud de su padre fue aceptada, la
suerte quedó echada. Seguramente que esta decisión despertó muchísimo
resentimiento y hostilidad, sobre todo en el impetuoso Fiódor; pero estos
sentimientos fueron aplacados por la lección que tantas veces les había in-
culcado su padre: "Con frecuencia nos repetía que era un hombre pobre
- dice Andrei-; que sus hijos , sobre todo los menores , debían prepararse
para abrirse camino solos; que seguirían siendo pobres cuando él muriera,
etc. ¡Todo esto pintaba un cuadro tétrico! " El puesto de ingeniero mili-
tar ofrecía sólidas ventajas económicas -sobre todo , para aquellos que no
tenían escrúpulos en participar en un pequeño peculado al margen-, y el
doctor creía con la más absoluta sinceridad que estaba haciendo lo me-
jor para su prole. Fiódor se vio, pues, impelido por la necesidad a contem-
plar un futuro completamente opuesto a su temperamento e intereses, y en
flagrante contradicción con las esperanzas y aspiraciones que alimentaba
en secreto .

Por lo poco que sabemos acerca de Dostoievski en aquellos años, resulta


verosímil que muy pronto se haya fastidiado de la atmósfera de restricción
de su vida hogareña , y por tener que someterse a un padre demasiado ri-
guroso, de una gran inestabilidad emocional, y que cada vez más frecuen-
temente identificaba sus propios deseos con los sagrados dictados de Dios.
Sin embargo, esos sentimientos de descontento y desafecto seguramente se
balanceaban con la natural predisposición a aceptar y reverenciar la autori-
dad paterna , como también, a medida que Fiódor crecía, con su compren-
sión cada vez más clara de que su padre estaba auténticamente dedicado a
su familia. En efecto , a pesar de que imponía a sus hijos obligaciones ver-
daderamente pesadas , ellos sabían muy bien que su futuro ocupaba el cen-
tro de las preocupaciones paternas. Por otra parte, el doctor tampoco les
permitía olvidar que su vida laboriosa estaba consagrada a cuidarlos. Ade-
más es probable que, gracias a esa excepcional intuición psicológica que
pronto mostraría en sus obras, el adolescente Dostoievski haya percibido
las angustias que su progenitor disimulaba tras la fachada de autoritarismo
tieso y oficial.
La única referencia directa a su padre, cuando éste aún vivía, es la que
aparece en una carta dirigida a Mijaíl, y en la cual la mezcla entre compa-

66 .. MOSCÚ
sión y algo de impaciencia que se nota en sus palabras, es reveladora de
esa ambivalencia de sentimientos típica de su carácter:

Siento pena por nuestro pobre padre - escribe- . ¡Extraño ser! ¡Oh, cuánta
desdicha ha tenido que soportar! Yo podría llorar por la amargura de saber
que no hay nada que pueda consolarlo. Pero , ¿sabes una cosa7 Papá descono-
ce por completo el mundo . Cincuenta años lleva viviendo en él, y todavía
conserva las mismas ideas de hace treinta años acerca de la gente . ¡Dichosa
ignorancia! Pero está muy desilusionado del mundo. Éste parece ser nuestro
sino común. 32

A pesar de que estas palabras fueron escritas después de que la muerte


de María Feodorovna privó al doctor de su único sostén en medio de sus
pesares, es evidente que traducen una opinión que su hijo había comenza-
do a formarse desde mucho antes . Veinte años después -al darle ciertos
consejos a su amigo el barón Vrangel, quien en ese entonces tenía proble-
mas con su propio padre- Dostoievski se imagina al viejo noble (a quien
nunca conoció) como "una extraña combinación de la más lúgubre descon-
fianza, sensibilidad morbosa y generosidad". Le asegura a su amigo: "Yo he
conocido exactamente ese tipo de relación que tú tienes con tu padre. Sa-
bes, mejor que yo, que también él es digno de compasión". 33 Dostoievski le
dice a Vrangel-quien es mucho más joven que él- que la única manera
de evitar esos rozamientos insoportables es separándose, y quizá este conse-
jo arroje cierta luz sobre la aparente pasividad con que aceptó la decisión de
su padre de enviarlo a la Academia de Ingenieros. Si queremos encontrar
alguna imagen del padre de Dostoievski en sus obras, es inútil que la bus-
quemos en las creaciones de su madurez; todas las figuras paternas que ha-
llamos en esas obras están entretejidas con experiencias posteriores y con
motivos o temas ideológicos, para tener algún valor biográfico. En cambio,
el retrato del padre de Bárbara que aparece en Pobres gentes proviene direc-
tamente de los recuerdos todavía frescos que conserva Dostoievski de su
juventud, y está impregnado de detalles de su vida cotidiana.

Yo ponía todo mi empeño en estudiar para agradar a papá. Me daba cuenta


de que gastaba en mí hasta sus últimos kopeks y sabrá Dios qué apuros pasa-
32 Pisma, vol. 1 (31 de octubre de 1838), p. 52.
33
Ibid. (9 de marzo de 1857), p. 215.

INFANCIA, ADOLESCENCIA, JUVENTUD ... 67


ría. Día a día iba poniéndose más triste, más malhumorado, más enoj ado ...
Papá solía empezar diciendo que yo no significaba ninguna alegría ni ningún
consuelo para ellos; que se estaban privando de todo para dármelo a mí y que
yo ni siquiera sabía todavía hablar el francés; en realidad, se desahogaba de
todos sus fracasos, de todos sus reveses de fortuna en mí y en mamá ... ¡Yo era
culpable de cuanto ocurriera, el responsable de todo! Y esto no se debía a que
papá no me quisiera; sentía un profundo afecto por mamá y por mí; pero así
era su carácter [l: 29].

Es muy probable que Dostoievski las más de las veces juzgara justos
esos reproches y que tratara, asimismo, de justificarlos en su corazón. Ve-
mos, pues, que describe a su padre no como a un déspota brutal y cruel,
sino como a un ser atormentado y, en última instancia , digno de lástima , a
quien los problemas de la vida empujaban a la desesperación.
Algunos de los rasgos de carácter del doctor Dostoievski, descritos en
ese caso con pluma más satírica que patética, pueden también encontrarse
en la primera versión de otra obra de juventud, Netotchka Nezvánova. Un
personaje de nombre Fiódor Ferapontóvich, burócrata de baja categoría,
tiene la sensación de que la sociedad no le reconoce sus méritos, y cons-
tantemente les reprocha a sus hijos su ingratitud.

Dirigiéndose a sus pequeños, solía preguntarles con voz am enazadora e in-


crepante: ¿Qué h acían ellos a cambio de toda la bondad que él les demostra-
ba? ¿Lo habían recompensado por su asiduo estudio y pronunciación impe-
cable del francés , por todas sus noches de vigilia, por todas sus fatigas, toda
su sangre, por algo de todo esto7 ¿Por algo' En otras palabras, dando rienda
suelta a su resentimiento, Fiódor Ferapontóvich descargaba su cólera en su
familia por la inaudita indiferencia de la gente y de la sociedad hacia sus bue-
nas obras como padre y como servidor público, convirtiendo todas las noches
su casa en un pequeño infierno [2: 444].

Al mismo tiempo, recoge al hijo huérfano de un pariente, y el narra-


dor nos asegura "que este hombre no es para nada malo , sino tan sólo
cómico y ridículo en grado superlativo" (id.). Además , atribuye aquellas
cualidades de su personaje que pone en ridículo, a algún sufrimiento
oculto "provocado por el hecho de haber sido lastimado o abandonado por
alguien , porque alguna especie de enemigo secreto lo humillaba constan-

68 ... MOSCÚ
temente'', etc. (id.) Nos resulta fácil imaginar al joven Dostoievski especu-
lando más o menos de igual manera acerca del origen de las rarezas más
irritantes de su padre.
Es válido atribuir algunos rasgos del carácter de Dostoievski a la rela-
ción con su padre. Cuantas personas le trataron durante algún tiempo
coinciden en afirmar que era huraño y retraído. No era una persona de
trato fácil o espontáneo. En casi todas las memorias que se escribieron so-
bre él aparece algún comentario sobre esta falta de efusividad y, en conse-
cuencia, muy poco de verdadera importancia nos dicen sobre su carácter.
Tenemos la sospecha de que esta actitud bien pudo haberse desarrollado
por la necesidad de disimular, como un medio de hacer frente a esa combi-
nación de arbitrariedad, capricho y severidad que distinguía el carácter de
su padre. Quizá también sea posible atribuir la timidez patológica que du-
rante toda su vida aquejó a Dostoievski a la misma causa: una renuencia a
ponerse de manifiesto, el temor a ser rechazado y emocionalmente enga-
ñado, que llegó a convertirse en una segunda naturaleza.
Más importante que todo esto, como lo señala Freud, es que, de niño,
Dostoievski interiorizó un sentimiento de culpa muy desarrollado. Pero
la explicación de Freud acerca de esta culpa en función de la acostumbra-
da rivalidad sexual edípica por la madre es demasiado universal e hipo-
tética para ser útil. Nos ayuda más, en este periodo o etapa de la vida de
Dostoievski, interpretar sus sentimientos de culpa a la luz de la insisten-
cia paterna en el triunfo académico como una obligación moral, y como
la única defensa contra la abrumadora pobreza y la pérdida de posición
social.
La importancia real que se otorgaba a este aspecto de la vida familiar
está excelentemente ilustrada por una pequeña ceremonia que se celebra-
ba todos los años en ocasión de la fecha del santo del doctor Dostoievski, y
que después aparece en La aldea de Stepanchihovo, realizada en honor del
coronel Rostanev, un padre de bondad y afectuosidad ejemplares.
Los dos chicos mayores, a veces la hija mayor (no se aclara si lo hacían
al unísono o por separado), preparaban un saludo mañanero para su padre
en esa ocasión jubilosa. Ello significaba aprender de memoria un poema
francés , copiarlo prolijamente en un papel fino, presentárselo a su padre
cuando éste aparecía y luego recitarlo de memoria -haciendo alarde de
su mejor pronunciación- mientras el padre seguía el texto escrito. "Papá
se sentía muy emocionado -dice Andrei- y trataba cariñosamente a los

INFANCIA, ADOLESCENCIA, JUVENTUD ~ 69


donadores de ese saludo de felicitación"; 34 evidentemente, el mejor regalo
que los chicos podían hacerle era esa demostración de sus avances en el
estudio del francés. El talento de Dostoievski se reveló primero en la crea-
ción de personajes que desesperadamente ansían satisfacer a sus superio-
res burocráticos en alguna tarea rutinaria de oficina (después de todo, no
demasiado alejada de la tarea escolar), a quienes consume la culpa que les
provocan sus fantasías de rebelión y abruma su sentimiento de inferiori-
dad social. ¡No es de asombrar! A lo largo de toda su infancia, Dostoievski
estuvo colocado físicamente en esa misma posición por su padre , y por la
evidente situación social de su familia.
Es indiscutible que la ambivalencia de los sentimientos que albergaba
Dostoievski hacia su padre tuvo una enorme importancia para su futuro.
Sin duda, esas fluctuaciones de su propia psique entre el resentimiento y la
devoción filial le permitieron un primer atisbo de aquellas paradojas psico-
lógicas cuya exploración se convirtió en el sello de su genio. Y podemos
localizar las raíces emotivas de su ideal cristiano en el evidente deseo que
sentía el joven Dostoievski de resolver esta ambivalencia gracias a un acto
de trascendencia personal; a un sacrificio del ego logrado por medio de la
identificación con el Otro (en este caso, su padre).
Sea que llamemos a ese sacrificio moral masoquismo, como lo hace
Freud, o más tradicionalmente, autodominio, sigue en pie el hecho de que,
cuando Dostoievski era niño y joven, no sólo era enemigo de su padre,
sino que también luchaba por entenderlo y justificarlo o perdonarlo. Esta
lucha, pues, se entremezcló con las imágenes y los ideales cristianos que ,
como veremos en el siguiente capítulo, le fueron inculcados desde el pri-
mer momento en que conscientemente despertó a la vida. Por consiguien-
te , podemos considerar que todos los posteriores valores de Dostoievski
derivan de la síntesis entre esta primera necesidad psíquica y la superes-
tructura religiosa que le dio un contenido universal y cósmico, y la elevó a
la categoría de cumplimiento del destino del hombre sobre la tierra.

34
DVS, vol. 1, p. 59.

70 ~ MOSCÚ
IV La formación religiosa

CONTEMPORÁNEO de Dostoievski , Aleksandr Herzen - cuyas memorias, Mí


pasado y mis ideas, son a la vez una gran obra de creación y un indispensa-
ble libro de consulta para conocer la cultura rusa del siglo x1x- hace la
observación de que "en ninguna parte la religión desempeña un papel tan
modesto en la educación como en Rusia".1 Desde luego que Herzen se re-
fiere a la educación de los hijos de la aristocracia terrateniente o militar,
cuyos padres habían sido educados durante varias generaciones de acuer-
do con los cánones de la cultura de la Ilustración francesa , y para los cua-
les Voltaire era una especie de santo patrono. A comienzos del siglo x1x,
hacía ya mucho tiempo que esos padres habían dejado de interesarse por
el cristianismo ortodoxo, a pesar de que continuaban bautizando a sus hi-
jos en la religión oficial y estructurando sus vidas conforme a sus rituales.
Lo mismo en Rusia que en el resto de Europa, los años de la guerra y el
periodo posnapoleónico se caracterizaron por una oleada de sentimentalis-
mo y un resurgimiento de la religión. Pero en Rusia tales tendencias pro-
movieron la formación de la francmasonería y de varias sectas del despertar
de la fe (recordemos que en La guerra y la paz, Pierre Bezhukov típica-
mente se afilia a una logia masónica para buscar en ella consuelo de tipo
espiritual), más que un retorno multitudinario a la religión oficial. En su
gran mayoría, los rusos de la clase alta habrían compartido la actitud ejem-
plificada por el episodio que menciona Herzen acerca de su anfitrión, du-
rante una cena de fiesta, y que, cuando le preguntaron si estaba sirviendo a

1
Alexander Herzen, My Past and Thoughts, vol. 1 (Nueva York, 1968), p. 42. Citado en ade-
lante como MPT
sus invitados los platos de Cuaresma por convicción personal , contestó
que lo hacía "simple y únicamente por consideración a los criados". 2
Padres con semejantes ideas difícilmente considerarían indispensable
dar a sus hijos alguna clase de educación religiosa formal. De niño, Herzen
leyó el Nuevo Testamento en alemán porque su madre era luterana , y ella
lo llevaba a la iglesia protestante de Moscú una vez al mes, y a modo de
paseo; sin embargo, fue sólo cuando tenía quince años (después de haber
leído a Voltaire , como él mismo lo señala) que "mi padre trajo a la casa a
un sacerdote para que me diera clases de religión, pues esa instrucción era
necesaria para ingresar en la universidad". 3 A pesar de que lo criaron casi
exclusivamente parientas devotas, Tolstoi tampoco recibió ninguna educa-
ción religiosa de niño; y el estudioso más reciente de sus ideas religiosas
comenta que, cuando era un adolescente, tenía apenas conocimientos muy
superficiales de los contenidos esenciales de la religión cristiana. 4 La mons-
truosa madre de Turgueniev, cuyos gratuitos azotes a su hijo hacían que el
doctor Dostoievski pareciera por comparación un ángel de dulzura y de
alegría, despreciaba a tal punto la religión de la gente común que reempla-
zaba las habituales oraciones de antes de empezar a comer por la lectura
de una traducción francesa de Tomás de Kempis [Imitación de Cristo].
Sólo sobre semejante trasfondo podemos valorar, en toda su plenitud,
la fuerza que tienen estas serenas palabras de Dostoievski: "Yo vengo de
una piadosa familia rusa ... En nuestra familia , aprendíamos los Evangelios
casi desde la cuna".5 Sabemos por Andrei que esto es literalmente cierto:
a todos los niños, su madre les enseñó a leer usando un famoso manual
religioso del siglo xvm, traducido del alemán, y que tenía por título Ciento
cuatro relatos sagrados del Antiguo y Nuevo Testamentos. (Digamos de paso
que el padre Zósima también aprendió a leer de ese mismo libro, y sabe-
mos que Dostoievski guardaba como una reliquia un ejemplar de segunda
mano adquirido en una librería de viejo.) El texto estaba ilustrado por bur-
das litografías que representaban diferentes episodios tomados de las Santas
2
Ibid., vol. 2, p. 4 12.
3 Ibid.,vol. 1, p 42.
• "La fo i enfantine de Léon Tolstoi est avant tout affective, impulsive presque, sans grand
contenu intellectuel au départ ... De sa religion, il n'a qu'une caricature. Car il ne semble pas
avoir rec;;u une instruction religieuse plus digne, il ne semble pas que le myste re du Christ lui ait
été montré dans sa profondeur, ni qu'il ait entrevu l'Ancien Testament dans sa majesté formida-
ble." Nicolas Weisbein , I.'.Évolution religieuse de Tolstoi (París, 1960), p. 27.
5
DW (1873, núm. 50) , p. 152.

72 ... MOSCÚ
Escrituras: la creación del mundo, Adán y Eva en el paraíso, el Diluvio, la
resurrección de Lázaro, la rebelión de Job, el hombre justo contra Dios,
etc. Las primerísimas impresiones que despertaron la conciencia del niño
fueron aquellas que encarnaban las enseñanzas de la religión cristiana; y a
partir de entonces, para Dostoievski, el mundo siempre estaría transfigura-
do por el resplandor de esta iluminación sobrenatural. Años después, diría
que el problema de la existencia de Dios lo había atormentado durante
toda su vida; pero esto no hace más que confirmar que para él siempre fue
emocionalmente imposible aceptar un mundo que no estuviera relaciona-
do con alguna especie de Dios.*
Esta saturación de la imaginación del niño con imágenes y sentimien-
tos religiosos, sin duda nos ayuda a comprender las cosas que Dostoievski
rememoraba como sus primeros recuerdos. Una de ellas era el vuelo de
una paloma atravesando la cúpula de una iglesita de aldea a la que fuera
llevado por su madre; incidente que usaría muchos años después en Un
adolescente. En Rusia, las palomas eran reverenciadas como símbolos del
Espíritu Santo; por ende, estaba prohibido matarlas. Quizá la madre le dijo
que esa ave era mensajera de Dios, y ello contribuyó a fijar dicha imagen
en su mente . Otro recuerdo de infancia era el de una ocasión en que, luego
de llamarlo a la sala, le pidieron que dijera sus oraciones delante de los
iconos y en presencia de invitados que lo escucharon con admiración, pro-
bablemente la familia de su madre. "¡Pongo toda mi confianza en Ti, oh,
Señor! -recitó el niño-. Madre de Dios, ¡guárdame y protégeme bajo tu
ala!" En la atmósfera que predominaba en el seno de la familia Dostoievski,
esa representación infantil de un ritual religioso evidentemente era motivo
de orgullo y de satisfacción social. 6
* Para ilustrar los efectos que esta prematura educación religiosa ejerció en Dostoievski, pue-
den sernos útiles las evocadoras palabras que aparecen en la biografía del cardenal Newman: "Re-
sulta difícil, para quien nunca lo haya experimentado, formarse siquiera una remota idea de cómo
realmente es una educación religiosa que se funde de una manera total y exclusiva en el estudio
de la Biblia. En el caso de un niño con tendencia a la reflexión y a las fantasías, este tipo de educa-
ción lo inclina hacia una especie de humanismo sobrenatural, absolutamente sui generis. El mun-
do, la historia humana, la vida de la humanidad, están envueltos en una luz que, desde ese mo-
mento, nada logrará atenuar ni extinguir. Dios, activamente presente, todopoderoso, reina sobre
todas las cosas, tanto vivas como inertes. Además, hay innumerables patriarcas, profetas, reyes y
apóstoles, santos y pecadores, o más bien pecadores arrepentidos; santos conscientes de su pe-
cado; figuras todas que, para quienes están familiarizados con ellas, parecen más reales que la gente
que vemos todos los días". Louis Bouyer, Newman, trad.]. Lewis May (Nueva York, 1960), p. 13 .
6
Miller, Biografía, pp 5 y 6.

LA FORMACIÓN RELIGIOSA
Para reforzar el efecto de esta temprana iniciación religiosa, regular-
mente iba a la casa un diácono, una vez que los niños habían aprendido a
leer, para continuar sus lecciones de un modo más formal. Ese clérigo tam-
bién enseñaba en el cercano Instituto Catalina para Niñas, una escuela ele-
gante a la que asistían las hijas de la aristocracia; lo cual significa que, a
diferencia de la mayoría del clero ruso no monástico, el diácono debió de
ser sumamente culto y muy bien educado. Al menos sabemos que era un
pedagogo elocuente y de gran experiencia. "Poseía un excepcional talento
oral -escribe Andrei- , y toda la lección, que en esa época duraba hora y
media o dos horas, se dedicaba a contar cuentos , o, como nosotros decía-
mos, a interpretar las Santas Escrituras ... Puedo asegurar, categóricamen-
te , que lograba conmover nuestros corazones infantiles con sus lecciones y
relatos ."7 Particularmente vívidas eran sus narraciones acerca del Diluvio
y sobre José y el milagro de la Natividad. A los niños también se les pedía
que estudiaran la introducción a la religión escrita por el metropolitano
Filaret, cuya primera frase Andrei todavía recordaba después de transcurri-
do más de medio siglo: "El Dios Único, venerado en la Santa Trinidad, es
eterno; es decir, no hay principio ni fin para su ser, sino que siempre fue ,
es y será .. ."8
Como acertadamente comenta Andrei, esto era mucho más filosofía
que una introducción a la religión para niños; y suponemos que lo mismo
pensaban en ese momento sus hermanos mayores. Parece ser que ya desde
niño los intentos de los teólogos por explicar desde un punto de vista ra-
cional los misterios de la fe , nunca atrajeron a Dostoievski. En cambio, lo
que conmovía sus sentimientos hasta lo más profundo era la historia de la
Anunciación como una narración humano-divina llena de fuerza , origina-
lidad y acción; como un relato de personas reales que vivían y respondían
con pasión y fervor a la palabra de Dios.

Aprender sus lecciones fue por supuesto sólo uno de los canales -y de
ninguna manera el más importante- a través de los cuales las impresiones
religiosas penetraron la sensibilidad de Dostoievski cuando era un niño.
7
DVS, vol. 1, p. 75.
8
Idem.

74 ... MOSCÚ
La religión no sólo era una presencia descollante debido a la posición ma-
nifiesta que ocupaba ante los ojos de sus padres y parientes (como en el
caso del recordado episodio acerca de la oración); también estaba entreteji-
da, de un modo perfectamente natural, con las experiencias más estimu-
lantes de sus primeros años, con aquellos acontecimientos que resaltaban
como jubilosas interrupciones de su rutina monótona y laboriosa. Tan in-
disoluble ha llegado a ser la asociación del nombre de Dostoievski con el
de San Petersburgo que existe la tendencia a olvidar que nació en Moscú:
"la ciudad de innumerables iglesias, de perdurables campanas , de intermi-
nables procesiones , combinación de palacio e iglesia", la ciudad a la que
los campesinos denominaban "Nuestra Santa Madre".9 El centro palpitante
de toda esa intensa vida religiosa era el Kremlin; y toda vez que la familia
Dostoievski salía a pasear por la ciudad, invariablemente dirigía sus pasos
hacia ese sitio sagrado. "Cada visita al Kremlin y a las catedrales de Moscú
-recordaría más tarde Dostoievski- era, para mí , algo muy solemne ."1º
Una y otra vez volvía a recorrer su bosque de cúpulas bulbosas; escuchaba
la variada armonía de sus campanarios; contemplaba sus atesoradas reli-
quias y catedrales de lujosos adornos, y desde cuyas paredes los santos or-
todoxos - como los vio Théophile Gautier, el escritor francés de larga ex-
periencia viajera- clavaban sus ojos en el mundo de abajo con una mirada
que parecía "amenazar, a pesar de que sus brazos se extendían en un gesto
de bendición". 11
Las sólidas paredes y las murallas almenadas del Kremlin, mudos testi-
monios de su función tanto de fortaleza como de santuario religioso, re-
cuerdan a quien lo contempla que no sólo fue un lugar de culto sagrado,
sino también un monumento a la grandeza histórica de Rusia. Los zares,
ungidos de Dios, eran coronados en la catedral de la Asunción; en otra
iglesia se conservaban los sepulcros de todos los anteriores gobernantes de
Rusia, quienes, vestidos con vaporosas túnicas blancas , y con un halo alre-
dedor de sus cabezas, se asomaban por encima de la pared construida so-
bre cada tumba. En su deslumbradora profusión de fulgurantes colores, las
joyas de la corona rusa constituían, según las palabras del marqués de Cus-
tine, "una historia [expresada] en piedras preciosas"12 del prodigioso surgi-
9 A. P Stanley, Lectures on the History of the Eastern Church (Londres, 1924), p. 303.
10
DW (1873 , núm. 50), p. 152.
11
T. Gautier, Voyage en Russie (París, s. f.) , p. 276.
12
A. de Custine, La Russie en 1839, vol. 3 (París, 1843), p. 243.

LA FORMACIÓN RELIGIOSA ~ 75
miento del imperio ruso . Como nos lo recuerda un estudioso de su historia
eclesiástica, en Rusia "los elementos nacionales y religiosos se fusionaron
mucho más profundamente que en Occidente"; 13 y uno de los grandes hi-
tos de esta simbiosis es el Kremlin. Toda vez que los rusos combatieron a
invasores extranjeros -ya fuesen los tártaros paganos, los turcos mahome-
tanos, los católicos alemanes o polacos, o los suecos luteranos-, siempre
lucharon por defender la religión ortodoxa. A comienzos del siglo x1x hacía
ya un milenio que para los rusos religión y nacionalismo (ambos, a la vez,
sentimiento e idea) eran inseparables. Podemos entender perfectamente
cómo debieron de entremezclarse en la conciencia de Dostoievski, durante
esas excursiones de su infancia , en una mezcla inextricable de fervor y de-
voción que, más adelante en su vida, le resultaría imposible poder desen-
marañar.

Cuando sus padres adquirieron la pequeña propiedad en el campo, los ni-


ños Dostoievski, hasta los diez años de edad, dejaban la ciudad sólo una
vez al año. Acompañada por algunos parientes o amigos, la señora Dos-
toievski llevaba siempre a sus hijos mayores a una excursión anual de pri-
mavera al monasterio de la Trinidad y de San Sergio, que se encontraba a
unos cien kilómetros de Moscú. Se requerían varios días de viaje en coche
(lo cual por sí solo era suficiente estímulo para los niños), y la excursión
terminaba en un vasto colmenar parecido a una fortaleza, formado por
iglesias , monasterios y hostales que, a lo largo de siglos, se habían arraci-
mado alrededor del sitio donde San Sergio construyó una primera choza
en los bosques del norte.
San Sergio, famoso ermitaño y asceta, se había retirado al bosque en el
siglo x1v para llevar una vida de oración y privaciones. Pero se convirtió en
el santo patrono de Moscú cuando , después de bendecir a los ejércitos del
príncipe Dimitri, y de enviar dos de sus seguidores sacerdotales para que
acompañaran a las tropas, éstas infligieron una derrota aplastante a las hor-
das tártaras, que hasta entonces habían sido invencibles. Desde aquel mo-
mento, el nombre de San Sergio pasó a ser "al menos tan querido para
todo corazón ruso, y tan familiar en los hogares rusos, como Guillermo

13
A. P Stanley, op. cit. , p 2 79.

76 ~ MOSCÚ
Tell para un suizo , o como Juana de Arco para un francés".14 La humilde
vivienda de San Sergio en los bosques fue transformándose gradualmente
en uno de los principales centros -más importante incluso que el Krem-
lin- para la innata amalgama rusa de sentimientos patrióticos y religiosos.
Y su importancia como símbolo de ese sentimiento se vio reforzada en el
siglo XVII, cuando se convirtió en el centro de la resistencia nacional contra
los invasores polacos, en la Época de Confusión.
Cada año, los niños Dostoievski visitaban esa enorme posada religiosa,
mezclándose lo mismo con humildes peregrinos campesinos con zapatos
de corteza de árbol que con elegantes visitantes que lucían relumbrantes
uniformes y trajes largos al estilo de la última moda francesa . Cada visita ,
como lo recuerda Andrei Dostoievski, constituía un acontecimiento "me-
morable" en la vida de todos los niños; 15 para su hermano Fiódor, fue una
experiencia inolvidable. Cuando en el año 1870 concibe por primera vez
la idea de situar una novela en un monasterio, le escribió a un amigo suyo:
"Soy un experto en este mundo, y he conocido cómo es el monasterio ruso
desde la infancia".16 Una de las más famosas leyendas de la vida canónica de
San Sergio es la que se refiere a la ocasión en que un oso salido de los bos-
ques se le apareció de pronto , frente a frente . Vencido por la santidad que
emanaba de ese hombre , el animal aceptó un trozo de pan y un poco de
agua, que constituían el único alimento de San Sergio, y luego se acostum-
bró a regresar todos los días a la misma hora para compartir con el santo
varón esa frugal comida. Entre los frescos pintados en la torre de entrada al
monasterio aparece representada esta conmovedora amistad entre la bestia
salvaje y el santo ruso ; y Dostoievski debió contemplar esta pintura en mu-
chas ocasiones, durante su infancia. Cuando el padre Zósima , en su época
de monje peregrino, le predica a un jovencito campesino acerca de la ino-
cencia y pureza de los animales, y de todo cuanto existe en la naturaleza,
utiliza la leyenda de San Sergio y de su oso para apuntalar la moraleja.
Con la ayuda de la obra de Gautier, Viaje a Rusia, podemos tener una
imagen vívida de algunas de las otras impresiones que acaso Dostoievski
retuvo de esas visitas. El centro de la devoción era el relicario de San Ser-
gio, cuya tumba de plata dorada reposaba debajo de un palio de plata ma-
ciza, sostenido por cuatro columnas de ese mismo metal precioso.
14
Ibid., p . 319.
15
A.M. Dostoevsky, Vospominania (Leningrado, 1930), pp . 48-49.
16 Pisma, vol. 2 (25 de marzo, 6 de abril de 1870), p. 264.

LA FO RMACIÓ N RELI GIOSA


Alrededor de esta maciza obra de orfebre , que brillaba trémulamente, mujiks ,
peregrinos, fieles de todas las clases, perdidos en un éxtasis de admiración,
rezaban, se santiguaban y realizaban todos los actos devocionales de la reli-
gión rusa . Formaban un cuadro digno de Rembrandt. La resplandeciente
tumba arrojaba parches de luz sobre los campesinos arrodillados, haciendo
que una frente brillara, que una barba centelleara, que un perfil se destacara
con trazos bien definidos, mientras las partes inferiores del cuerpo permane-
cían hundidas en la sombra y perdidas en la indefinida espesura de las vesti-
mentas. Había soberbias cabezas merecedoras de que se les contemplara, ilu-
minadas por el fervor y la fe .17

Debió ser en ese lugar donde Dostoievski presenció por primera vez la
curación de las mujeres campesinas poseídas e histéricas que describe en
Los hermanos Karamázov. Seguramente pensaba en San Sergio cuando le
hace decir al padre Zósima: "Antiguamente, verdaderos líderes del pueblo
nacían entre nosotros; y ¿por qué no habrían de volver a surgir?" (IX: 310).

Podemos deducir de este tipo de detalles hasta qué punto la infancia de


Dostoievski estuvo inmersa en la atmósfera espiritual y cultural del senti-
miento piadoso de la vieja Rusia, y cómo lo acercó emotivamente a las
creencias y sentimientos del campesinado inculto que todavía no estaba
influido por la cultura secular de Occidente. Desde luego , para la clase alta
rusa, religión y pueblo eran inseparables, y gracias a que frecuentaban las
dependencias reservadas a los criados, los vástagos de la aristocracia adqui-
rían cierto conocimiento de las fuentes de su cultura vernácula y de las pro-
fundas raíces religiosas del sentimiento popular ruso. El papel que Pushkin
atribuyó a su vieja nodriza como transmisora de la tradición popular in-
mortalizó este encuentro decisivo en la vida de tantos rusos cultos. También
Dostoievski pasó por una iniciación arquetípica similar; pero, en su caso ,
el contraste entre su ambiente familiar y el de los criados y los campesinos
fue mucho menos acentuado. Nos resulta difícil imaginarlo ocultándose en
un armario, como el pequeño Tolstoi, para espiar el estimulante y descono-

17
T. Gautier, op. cit., pp . 298 y 299 .

78 ... MOSCÚ
ciclo espectáculo del tonto santo (yurodivi) que vivía en la casa de los Tolstoi,
diciendo sus oraciones de la noche mezcladas con sollozos y exclamaciones.
Para Dostoievski niño no había nada exótico o extraordinario respecto
de la gente y de su fe, y ambas cosas entraron en su mundo de una manera
mucho más natural y espontánea.
Uno de los acontecimientos repetidos que los niños Dostoievski espe-
raban con mayor anhelo era la visita de las nodrizas de leche que habían
sido empleadas para amamantarlos en su infancia. Esas mujeres campesi-
nas vivían en aldeas próximas a Moscú y, una vez al año, durante el invier-
no, momento en que la vida campesina se sosiega, hacían una visita cere-
moniosa a la familia y pasaban dos o tres días en la casa como invitadas.
Esas visitas siempre eran ocasiones para una verdadera orgía de cuentos
narrados en las últimas horas de la tarde, cuando ya los niños habían reali-
zado sus tareas escolares y hacía demasiado frío para jugar afuera. Andrei
recuerda que esas narraciones eran una mezcla de cuentos de hadas y de
leyendas populares rusas; en cambio , su hermano Fiódor, que tenía cuatro
años más , rememora otro tipo de relato, que acaso contara una narradora
diferente cuando Andrei aún no había salido de la cuna.

¿Quién ha leído el Acta Martyrum7 -pregunta Dostoievski a los lectores de


su Diario de un escritor-. Quizás alguien que vive en un monasterio; entre los
laicos, algún profesor por cuestiones de deber, o algún tipo raro que ayuna y
que asiste a las vísperas ... Y ahora bien: ¿me creerían si les digo que en toda
Rusia el conocimiento del Acta Martyrum está sumamente difundido .. Por
supuesto no el conocimiento del libro completo, pero de su espíritu , por lo
menos? ¿Por qué es esto así? Porque existen muchísimos narradores, hom-
bres y mujeres , de las vidas de los santos .. . Yo mismo he escuchado estas
narraciones en mi infancia, incluso antes de aprender a leer. 18

Sin duda, estos relatos de las vidas de los santos estaban impregnados
del espíritu especial del ascetismo ruso -la glorificación del sufrimiento
pasivo, completamente antiheroico, y que no ofrecía ninguna resistencia;
el sufrimiento del despreciado y humillado jesucristo- que es un rasgo
muy sobresaliente en la tradición religiosa rusa. 19 Incluso a un escéptico
observador extranjero, como el liberal francés Leroy-Beaulieu, quien tenía
18
DW Qulio-agosto de 1877) , p. 803.
19
Véase George P Fedotov, The Russian Religious Mind (Nueva York, 1960), cap. rv.

LA FORMACIÓN RELIGIOSA ~ 79
un vasto conocimiento personal de la vida y de la cultura rusas, todavía
hacia finales del siglo x1x le asombraba esa admiración que el pueblo ruso
sentía hacia "el espíritu de ascetismo y renuncia, la afición a la pobreza, el
deseo ferviente de autosacrificio y automortificación". 2 º Fueron impre-
siones de este carácter, recogidas en la primera infancia de labios de hu-
mildes narradores campesinos, las que nutrieron la inconmovible con-
vicción de Dostoievski de que el alma del campesino ruso estaba imbuida
del ethos cristiano del amor y la resignación.

Dos importantes incidentes que Dostoievski nunca olvidó grabaron vívi-


damente, en su imaginación infantil, ejemplos de lo que él llegó a conside-
rar este ethos en acción. El primero incluye al ama de llaves y niania, Aliona
Frolovna, cuya personalidad se destaca como una presencia imponente
en la vida de todos los niños; no sólo porque, como nos dice Andrei, era
sumamente alta y corpulenta, sino también porque sabía cómo hacerse
respetar. Aliona no era una sierva, sino una ciudadana libre moscovita, y
se sentía muy orgullosa de ocupar una posición que estaba un escalón por
encima de "los inferiores". Pero su comportamiento y sus ideas eran más o
menos los mismos, de modo que traía dentro de sí, como parte de su ser,
aquellas supersticiones paganas y aquel formalismo ritual que las clases
bajas rusas mezclaban de una manera tan natural con su cristianismo.
Aliona era responsable de enseñarles a los niños a comportarse correcta-
mente, y a aprender los buenos modales de la mesa. Los informaba con
toda solemnidad de que era un pecado mortal comer cualquier alimento
sin llevarse primero a la boca un trocito de pan, "¡porque así lo había orde-
nado Diosl" Puesto que sufría frecuentes pesadillas, siempre atribuía sus
gritos, que despertaban a todos, a las visitas nocturnas que le hacía el
domovoy, el duende familiar ruso, para estrangularla con sus garras. Aliona,
que nunca se había casado, se llamaba a sí misma "novia de Cristo" (esta
frase causaba una gran impresión en los niños); su hermana -monja que
vivía en un convento cerca de San Petersburgo- iba a visitarla una vez al
año y siempre pasaba el día con la familia Dostoievskin
20
A. Leroy-Beaulieu, The Empire of the Tsars and the Russians, vol. 3 (Nueva York, 1902), p. 48.
21
DVS, vol. 1, pp. 42 y 43.

80 ... MOSCÚ
Por lo tanto , la figura de Aliona siempre estaba rodeada , para los ni-
ños , de cierta aureola sagrada, y ésta debió ser la causa de que el episodio
del que nos habla Dostoievski resultase aún más sorprendente desde el
punto de vista simbólico. Ocurrió al poco tiempo de haber comprado los
Dostoievski su propiedad del campo, y fue sólo la primera de las varias
desgracias que la familia llegó a vincular con ese desdichado lugar. Duran-
te la primavera de 1833, inesperadamente , llegó la noticia del incendio
que ya hemos mencionado; casi todas las chozas campesinas fueron des-
truidas por el fue go, y la pérdida, como también el costo de las reparacio-
n es, constituyó un golpe financiero que desencadenó otros infortunios
económicos para esa familia que ya sufría fuertes presiones en este sentido .
Mientras todos estaban aún aturdidos por la conmoción que les produjo la
noticia , la reacción de Aliona fue ofrecerles todos los ahorros que había
estado acumulando para su vejez: "De pronto , ella le susurró a mamá: 'Si
llega a hacerle falta dinero, tome el mío; no tengo en qué usarlo; no lo ne-
cesito ... "' 22 Este gesto espontáneo perduró en el recuerdo de aquel Fiódor
de doce años de edad, como típico de la capacidad del pueblo ruso, en
momentos de crisis moral , de ponerse a la altura de los ideales cristianos
que de palabra reverenciaba , pero que tantas veces infringía y traicionaba
en los hechos de su vida diaria.
Otro incidente de la misma índole, que también aparece descrito en el
Diario de un escrito1~ sirve asimismo para fijar en la sensibilidad de Dostoiev-
ski una imagen del pueblo ruso que nada hará cambiar en años posterio-
res . Cierto día , durante una de esas excursiones por el bosque que tanto
amaba, sufrió una alucinación auditiva, y que sepamos , fue el único signo
de trastorno nervioso que tuvo en su niñez. Creyendo haber oído el grito de
alarma : "¡Un lobo anda suelto! ", presa del pánico , salió a toda carrera
del bosque y se acercó siempre corriendo hasta un muj ik que araba un
campo. Era uno de los campesinos de la aldea, llamado Marey, "de casi
cincuenta años de edad, fornido, bastante alto , con muchas canas en la
enmarañada barba blonda". Marey tranquilizó al asustado niño con una
sonrisa (Dostoievski la calificó de "maternal"), le dio unas palmaditas en la
mejilla con la mano ennegrecida por la tierra , y lo envió a su casa asegu-
rándole que lo seguiría con la mirada. '"Ahora bien: j esucristo estará conti-
go; ahora ¡vete !' Y el hombre hizo el signo de la cruz sobre mi cabeza y

22
DW (abril de 1876), pp. 284 y 285.

LA FORMACIÓ N RELIGIOSA ... 8 1


también él se santiguó. "23 Dostoievski nunca olvidó la ternura y la afectuo-
sa bondad del siervo campesino hacia el indefenso y asustado hijo de los
amos que lo tenían sometido a servidumbre. Muchos años después, volvió
a presentársele la figura de Marey cuando se encontraba en Siberia y esa
imagen le ayudó a aceptar interiormente a sus compañeros convictos ru-
sos, a pesar de su agresividad y brutalidad, porque tuvo la convicción de
que los sentimientos de un Marey todavía estaban vivos en sus almas, y
de que en cualquier momento podrían volver a manifestarse.

Puesto que la familia de Dostoievski estaba profundamente arraigada en


sus orígenes clericales y comerciales, se había mantenido relativamente
apartada de la influencia del escepticismo y de la incredulidad religiosa tan
característicos de la clase media rusa. Pero, para entender realmente el po-
der que esas tempranas influencias tuvieron en la formación de la mentali-
dad de Fiódor Dostoievski, debemos decir algo más de la atmósfera espiri-
tual que prevalecía en el hogar y de la religiosidad de sus padres. Es
importante que comprendamos que, en su niñez , nunca sintió que hubiera
ninguna separación entre lo sagrado y lo profano, entre lo común y lo mi-
lagroso; nunca la religión fue para él una cuestión que tuviera que ver sólo
con determinadas ocasiones rituales o con festividades periódicas. La ur-
dimbre de su vida cotidiana era regida, en gran medida, por esas mismas
fuerzas sobrenaturales que , de un modo más ingenuamente supersticioso,
también dominaban la mentalidad de la gente común rusa .
Para empezar, digamos que la familia de Dostoievski cumplía escrupu-
losamente todas las obligaciones y preceptos de la Iglesia ortodoxa. "Nues-
tros padres eran muy religiosos, sobre todo nuestra madre-escribe An-
drei-. Todos los domingos y en ocasión de todas las fiestas religiosas,
nunca dejábamos de ir a la iglesia para asistir a la misa y, la noche anterior,
a las vísperas." 24 Más importante es el hecho de que todo el mundo mental
de los padres estaba orientado hacia la religión, y que Dios impregnaba
todos los aspectos de la existencia cotidiana del pequeño Dostoievski,

23
Ibid. (febrero de 1876), pp . 208 y 209.
24
DVS, vol. 1, p. 61.

82 ... MOSCÚ
como siglos antes debió de ocurrir en el seno de una familia puritana in-
glesa o alemana pietista, donde Dios estaba también omnipresente. Andrei
Dostoievski nos dice que, una vez concluido el trámite de la compra de su
finca , los padres inmediatamen te salieron de la casa para ir a pronunciar
una oración de gracias en la capilla de la Virgen de Iversky, el icono más
reverenciado de Moscú, que en 1812 el pueblo quiso llevar en andas hasta
el lugar donde se libraba la batalla contra los franceses. Ese mismo acto
reflej o tuvo lugar cuando la familia se enteró del incendio ocurrido en su
propiedad del campo. "Recuerdo que mis padres se arrodillaron delante de
los iconos que estaban en la sala - escribe Andrei-, y luego fueron a re-
zarle a la Virgen de Iversky. "25
Una simple ojeada a las cartas de los padres de Dostoievski basta para
sentir asombro ante este aspecto devoto de sus mentalidades, y al advertir
que hablan de Dios con esa misma combinación de fervor sentimental e
intenso sentido práctico que llama tanto la atención - y que ahora parece
tan insólita- en las novelas de Defoe , o en los sermones de los ministros
puritanos ingleses . A pesar de su título de médico y de su educación cien-
tífica , el doctor Dostoievski nunca perdió el sello clerical de su primera
formación , y sus cartas abundan en expresiones pertenecientes a la Iglesia
eslava que revelan su perfecto conocimiento de la literatura eclesiástica .
"¡Cuán grande es la misericordia divina l - le escribe a su hijo mayor Mi-
jaíl- ¡Cuán inmerecedores somos de dar las gracias al grande y generoso
Dios por su indecible misericordia para con nosotros! ¡Cuán injustamente
nos hemos quejado; sí, que esto nos sirva como ejemplo exhortatorio para
el resto de nuestras vidas , puesto que el Todopoderoso nos envió esta prue-
ba transitoria para nuestro propio bien , y para nuestra propia ventura! "26
El motivo de este estallido de consejos fue que Mijaíl (a quien se le negó el
ingreso a la Academia de Ingenieros Militares en 1837) logró entrar en otra
escuela de la misma clase.
Las cartas de la madre de Dostoievski tienen un tono efusivo más per-
sonal e íntimo, y se nota que están influidas más por la novela sentimental
de finales del siglo xvm que por las vidas de los santos . Pero también en
este caso es muy visible la mezcla de lo sublime con lo trivial, de lo religio-
so con lo mundanamente práctico.

25
Idem.
26
V S. Nechaeva, V Seme .. , op. cit. , pp. 11 7 y 118.

LA FORMACIÓN RELIGIOSA ~ 83
Te doy las gracias, mi muy amado amigo, por tu mensaje -le escribe la seño-
ra Dostoievski a su marido, desde el campo- ; reviví del todo después de re-
cibir tu carta, mi querido amigo, y cien veces le agradecí a Dios su bondad al
escuchar mis plegarias de que te hiciera llegar sano y salvo a Moscú. No pro-
testes en contra de Dios, amigo mío; no te aflijas por mí. Sabes muy bien que
fuimos castigados por Él; pero que también nos ha perdonado . Con devoción
inquebrantable, confiemos en Su Divina Providencia y Él no nos negará Su
Misericordia. 27

Desconocemos a qué desgracia se refiere aquí la señora Dostoievski;


quizás fuese la muerte de su padre, ocurrida hacía apenas unos meses. En
todo caso, el resto de la carta se ocupa de un litigio judicial iniciado recien-
temente en relación con sus derechos de propiedad sobre Darovoe y de
otros asuntos prácticos concernientes a las cosechas y los campesinos.
Seguramente que a los niños se los abrumaba con regaños y sermones
de este mismo tenor. Y en el caso del más talentoso de todos ellos, el peque-
ño Fiódor, este hábito mental comenzó a hacerle reflexionar desde edad
muy temprana sobre el más profundo e insoluble de los misterios religio-
sos: el enigma de la relación de Dios con el hombre, y la existencia del mal,
el sufrimiento y el dolor en un mundo en el cual presumiblemente prevale-
ce la voluntad de un Dios benévolo. Es seguro que esas reflexiones fueran
estimuladas por tal inconformidad con la vida que su padre nunca vacilaba
en exteriorizar con palabras que, a veces , adquirían el tono airado de Job .
"Para serte sincero - le escribe a su esposa-, no quiero ocultarte que por
momentos fastidio a mi Creador quejándome de los pocos días de vida que
me deparó mi suerte; pero no me hagas caso ; esto pasará. "28 Es poco proba-
ble que, igual que el padre de Kierkegaard , el doctor Dostoievski se haya
rebelado alguna vez contra Dios y lo haya maldecido por la aspereza de su
destino; pero la tentación de hacerlo siempre estaría presente; dada su ex-
plosiva irritabilidad, debió de serle muy difícil ocultarla.
Muchos años después, en ocasión de que Dostoievski estaba releyendo
el Libro de Job una vez más - como tantas veces lo hiciera antes- le es-
cribió a su esposa que esa lectura le produjo un estado de "arrobamiento
tan enfermizo" que casi lo hizo llorar. "Es una cosa extraña, Arria , este libro
fue de los primeros en mi vida que me causó una honda impresión; en ese
27
Ibid. (29 de junio de 1832) , p. 73.
28
Ibid. (2 de junio de 1835), p. 107.

84 ... MOSCÚ
entonces, yo era todavía casi un niño. "29 En Los hermanos Karamázov apa-
rece una alusión a esta experiencia reveladora, cuando el padre Zósima re-
cuerda la gran conmoción que le produjo la lectura del Libro dejob a los
ocho años de edad, y que sintió que "por primera vez en mi vida recibí
conscientemente la semilla de la palabra de Dios en mi corazón" (IX: 287).
Esta simiente habría de florecer un día en la magnífica exuberancia de la
protesta apasionada de Iván Karamázov contra la injusticia de Dios y en
La leyenda del Gran Inquisidor; pero también habría de fructificar en la sumi-
sión de Aliosha ante la grandiosidad abrumadora del infinito, que también
a Job le hizo inclinar la cabeza, y en las enseñanzas de Zósima acerca de la
necesidad de una inquebrantable fe en la bondad de la misteriosa sabidu-
ría de Dios. El genio de Dostoievski como escritor estriba en haber sido
capaz de sentir (y de expresar) estos dos extremos del rechazo y la acepta-
ción; simplemente no es verdad, como ha argüido Leo Shestov con elo-
cuencia tan convincente, que sólo el polo negativo representa al Dostoiev-
ski "real" o "auténtico".30 Además, aunque la tensión de esta polaridad haya
surgido de la ambivalencia de la psicodinámica relación con su padre, más
importante es que comprendamos que a muy temprana edad esa tensión
se transmutó y se proyectó en el simbolismo religioso del eterno problema
de la teodicea .

29
Pisma, vol. 3 (10-22 de junio de 1875), p. 177.
30 Leo Shestov, "Dostoevsky and ietzsche: The Philosophy of Tragedy", en Essays in Riissian
Liternture, The Conservative View: Leontiev, Rozanov, Shestov, sel. , ed. )'trad. al inglés por Spencer
E. Roberts (Atenas, Ohio , 1968), pp. 3-183.

LA FORMACI Ó N RELIGIOSA ... 85


V La formación cultural

Si bien comparado con sus contemporáneos, Dostoievski recibió una edu-


cación religiosa excepcionalmente completa, no fue ésta la fuente exclusiva
de su alimento espiritual en la infancia. No se justifica en lo absoluto decir,
como lo ha hecho E.]. Simmons, que la educación de Dostoievski fue "la-
mentablemente deficiente" comparada con la que recibían los hijos de la
clase media acomodada, por ejemplo Herzen, Turgueniev o Tolstoi, porque
"parece ser que los verdaderos libros destinados a la instrucción formal
que su padre le procuraba fueron en su mayoría religiosos".1 Este juicio
refleja el acento inusitado que se pone sobre la religión en el caso de la
educación de Dostoievski; pero también favorece un prejuicio que se incli-
na a rastrear el origen de las llamadas negligencias en el estilo de Dostoiev-
ski -su supuesta carencia de "pulimento" artístico- en una insuficiente
educación de su gusto cuando niño. En realidad, si nos detenemos a estu-
diar con más profundidad y detalle esta cuestión, comprobaremos que su
formación literaria y cultural de ninguna manera fue inferior, ni estuvo
descuidada.
El doctor Dostoievski sabía perfectamente bien que para que sus hijos
pudieran labrarse un camino en la sociedad rusa, la llave que les abriría
todas las puertas era el conocimiento del francés; de modo que, al mismo
tiempo que el diácono que les impartía instrucción religiosa, contrató para
los niños un preceptor de idiomas de apellido Souchard (a cuya escuela
diurna asistirían después). Como su contraparte clerical, Souchard tam-
bién enseñaba en el Instituto Catalina; y es probable que fuese más campe-

1
Emestj. Simmons, Dostoevsky (Londres, 1950), p. 20.

86 ~
tente que la acostumbrada chusma de extranjeros vulgares que se emplea-
ban en Rusia para iniciar a niños y adolescentes en los misterios de las
principales lenguas europeas. Por otra parte, hasta donde nos es posible
juzgar, parece ser que se lograba establecer un perfecto ajuste mutuo entre
el estudio de la religión y el estudio del francés (aun cuando acaso fuese
sólo casual). Que sepamos, el único texto que Monsieur Souchard señalaba
como obligatorio para sus alumnos era La Henriade de Voltaire , obra épico-
heroica (famosa por ser la última de su género) y que abunda en esa orto-
doxia religiosa que resulta apropiada para el tema. Partes de esta obra fue-
ron recitadas en alabanza del doctor Dostoievski durante una de las
celebraciones de santo que ya hemos descrito.* Además, Souchard era un
patriota ruso tan entusiasta que le pidió (y recibió) un permiso especial a
Nicolás I para darle a su nombre una forma rusa. No es muy probable que
un hombre con esa idiosincrasia haya inculcado a sus alumnos, como su-
cedía con muchos de los preceptores de las familias aristócratas, ideas peli-
grosamente subversivas, tanto en religión como en política. Por ejemplo, el
instructor francés de Herzen le decía que la ejecución de Luis XVI había
sido justa, pues el rey había traicionado a Francia.

Los padres de Dostoievski también se encargaban personalmente de im-


partirles a sus hijos educación secular durante sesiones de lectura , por la
noche. Desde luego, no debemos exagerar la importancia de ese estímulo
ideológico y artístico a edad excesivamente tierna; pero, de todos modos,
resulta sorprendente comprobar mediante cuántos múltiples hilos ese estí-
mulo continuaba atado al Dostoievski más maduro. En 1863 , el escritor
recordaba: "Solía pasar las largas noches de invierno, antes de ir a la cama,
escuchando (pues todavía no sabía leer), con la boca abierta a causa de la
sensación de terror y de maravilla, mientras mis padres me leían en voz
alta las novelas de Ana Radcliffe. Luego, en mis sueños, seguía desvariando
acerca de ellas" (5: 46). Fue de esta manera inolvidable como Dostoievski

* Como ejemplo, podemos citar las palabras concluyentes de Voltaire acerca de Enrique
IV: "Il, avoue avec foi, que la religion/Est audessus de l'homme et confond la raison". ["Él
reconoce, con fe, que la religión/Está muy por encima del hombre , cuya razón no logra
explicarla."] Oeuvres complétes de Voltaire, vol. 8 (París, 1819), p. 297.

LA FORMACIÓN CULTURAL ~ 87
entró por primera vez en contacto con la moda novelística que transformó
el arte de la narrativa a finales del siglo xvm, y cuya técnica posteriormente
utilizaron Scott y Balzac para fines artísticos más elevados. Las principales
características estructurales de esa técnica son: un argumento basado en el
misterio y en el suspenso; personajes que siempre se encuentran involu-
crados en situaciones de extrema tensión psicológica y erótica; incidentes
de crimen y mutilación de varias clases , y una atmósfera calculada para
transmitir un estremecimiento de lo demoniaco o sobrenatural. Más ade-
lante , Dostoievski se adueñaría de esas características de la técnica francesa
y las llevaría hasta una cumbre de perfección jamás superada.
Cuando el doctor Dostoievski tenía algún tiempo libre durante las no-
ches (y parece ser que esto ocurría con mucha frecuencia), también les
ofrecía a sus hijos un alimento cultural más serio. Lo que les leía en esas
ocasiones era la Historia del Estado ruso de Karamzin, la primera obra que
desenterró el pasado ruso de las polvorientas crónicas monásticas y de la
leyenda poética, para presentarlo como una epopeya nacional destinada a
atraer la atención de un círculo amplio de lectores cultos. Tal como lo se-
ñalara Pushkin, Karamzin descubrió el pasado ruso como Colón había
descubierto América . Puesto que al escribir su obra estaba inmerso en la
gran tradición del siglo xvm, caracterizada por la admiración hacia el des-
potismo ilustrado, Karamzin hace hincapié en la importancia que el poder
autócrata tiene para mantener la unidad rusa, y para conservar la indepen-
dencia nacional, luego que el país logró liberarse del yugo tártaro. Andrei
nos dice que el de Karamzin era el libro de cabecera de su hermano Fió-
dor, obra que éste releía continuamente. No hay duda de que el posterior
apoyo que Dostoievski le daría al zarismo culto de Alejandro 11 se sustentó,
en parte, en esa prolongada inmersión en la perspectiva histórica de
Karamzin.
"Yo crecí bajo la influencia de Karamzin", 2 escribiría a propósito Dos-
toievski, en 1870, cuando se acusó a ese pilar de las letras rusas de haber
sido un reaccionario político. Lo mismo podría decirse de toda la genera-
ción de Dostoievski, aunque no es probable que el conocimiento común
respecto de las obras de Karamzin haya sido tan íntimo ni tan precoz como
en su caso. A su Historia le seguía en importancia la famosa obra Cartas de
un viajero ruso, que era un brillante relato de sus Wanderjahre por Suiza,

2
Pisma, vol. 2 (2-14 de diciembre de 1870), p. 298.

88 ... MOSCÚ
Alemania, Francia e Inglaterra; también este libro era leído en voz alta y
analizado dentro del círculo familiar de los Dostoievski. Juzgada de acuer-
do con cualquier norma o pauta, es indudable que la obra de Karamzin es
uno de los mejores relatos personales de finales del siglo xvm que la civili-
zación europea haya jamás escrito; y que ofreció a varias generaciones de
lectores rusos un magnífico panorama del legendario mundo europeo que
con desesperación trataban ellos de imitar desde lejos. Por tanto, la impre-
sión que extraían del libro inevitablemente era muy confusa. Karamzin
sentía una admiración ingenua por todo lo que veía, y ansiaba acicatear a
su país para que se enganchara en las filas del progreso europeo; pero tam-
bién transmitía un sentido de presagio.
Las etapas iniciales de la Revolución francesa coincidieron con su pri-
mera visita a Francia; y a pesar de que, igual que tantos otros, el liberal
masónico Karamzin saludó a la Revolución con sentimientos parecidos a
los de Wordsworth ("Pero Europa en ese tiempo se estremecía de júbilo
con Francia erguida en la cúspide de las horas doradas") ,3 como al poeta
inglés también a él los episodios posteriores de la Revolución lo llenaron
de congoja y desilusión. Ya para el tiempo en que regresa con el objeto de
publicar sus Cartas, les hace a sus compatriotas la advertencia de que no
sigan el camino europeo , pues éste había desembocado en la subversión y
en el caos social. Así pues, las Cartas de Karamzin ayudaron a difundir la
idea -tan importante para el pensamiento ruso del siglo x1x- de que Eu-
ropa era una civilización condenada a desaparecer y que ya estaba agoni-
zando. Cuando lván Karamázov recita su letanía acerca de los desapareci-
dos esplendores del "cementerio" cultural europeo , lo único que hace es
repetir sentimientos que Dostoievski hacía ya mucho tiempo había recogi-
do en las páginas de Karamzin.
A pesar de que nunca se estudió a fondo y en detalle la influencia que
las Cartas de Karamzin ejercieron sobre Dostoievski, seguramente fue más
importante de lo que deja traslucir este descuido. Por ejemplo, al principio
del libro, Karamzin hace una visita de paso a Kant, el sabio de Kónigsberg,
quien recibe muy hospitalariamente a ese joven visitante ruso que no ha-
bía sido invitado. El filósofo no resiste la tentación de aprovechar esa opor-
tunidad de exponer, para beneficio de Karamzin y en un lenguaje adecua-
do a oídos no acostumbrados a las sutilezas filosóficas, las dos ideas

1
William Wordsworth, The Prelude, libro 6, vv. 339 y 340:

LA FORMACIÓN CULTURAL . ~ 89
principales de la Crítica de la razón práctica, que fuera publicado apenas un
año antes. Kant explica que la conciencia del bien y del mal es innata a la
humanidad; que dicho conocimiento está indeleblemente grabado en el
corazón humano. Sin embargo, la vida terrenal muestra una notoria con-
tradicción: en este mundo , los virtuosos, aquellos que eligen vivir de acuer-
do con el bien y obedecer a la ley moral, no siempre son los que prosperan
y reciben su justa recompensa. Pero si -como debemos suponerlo- el
Eterno Espíritu Creador es racional y caritativo, entonces también tenemos
que suponer que esta contradicción no quedará sin resolver. Por lo tanto,
postulamos la existencia de una vida inmortal después de la muerte física,
en la cual los buenos reciben su recompensa, a pesar de que la razón hu-
mana nunca puede probar este postulado. Así pues, Dostoievski se encon-
tró con estas dos ideas - la de la conciencia moral como una parte inextri-
cable de la naturaleza humana, y la que afirma que la inmortalidad es una
condición necesaria de todo orden del mundo que pretenda tener un sen-
tido moral- cuando siendo niño leyó a Karamzin, y ésta fue la base o ci-
miento de todos sus conocimientos posteriores.* También resulta gracioso

* La entrevista que Karamzin hizo a Kant es tan interesante, y tan poco conocida, que no
puedo menos que citar su pasaje principal. "La actividad es el sino del hombre -decía Kant-.
Nunca está completamente satisfecho con lo que tiene, sino que siempre está luchando por
obtener algo más. La muerte nos sorprende en el camino por conseguir algo nuevo que
deseamos. Dése a un hombre lo que desea tener y, no obstante, en ese preciso momento,
sentirá que ese todo no lo es. Al no lograr entender el propósito y el fin de nuestra lucha por
la vida aquí en la tierra, suponemos que existe un tiempo futuro en el que se descifrará el
enigma . Esta idea resulta muy atractiva para el hombre , puesto que en el plano terrenal no se
da el equilibrio entre alegría y sufrimiento, entre placer y dolor. Me reconforta el hecho de que
ya tengo sesenta años, pues así pronto llegaré al final de mi existencia, y, por lo tanto , podré
iniciar otra mejor.
"Ahora que pienso en las alegrías que he tenido, no siento placer, pero cuando vienen a mi
memoria esas veces en que actué de acuerdo con la ley moral de mi interior, siento verdadero
regocijo. Hablo de la ley moral que podríamos llamar conciencia, ese sentido del bien y del
mal que tiene existencia propia. Mentí, y aunque nadie lo sabe, me avergüenzo. Cuando
hablamos de una vida futura, no hay seguridad en nuestras palabras; pero cuando sopesamos
todas las cosas, la razón nos obliga a creer en ella. Y suponiendo que lográramos ver esa
vida futura, ¿qué pasaría? Si nos entusiasmáramos con esta posibilidad, ya no podríamos
interesarnos en nuestra vida presente, y estaríamos siempre en un estado de decaimiento.
Y, en el caso contrario , no podríamos contentarnos con decir, en medio de las tribulaciones
de la vida terrenal: '¡Quizá sea mejor en nuestra otra existencia! ' Pero cuando hablamos del
destino, de una vida futura , etc., creemos en la existencia de una Inteligencia Creativa Eterna,
que engendró todas las cosas, a las cuales dotó de un propósito definido. ¿CuáP ¿De qué
manera? En este punto, incluso el hombre más sabio admite su ignorancia. En este momento,

90 ... MOSCÚ
advertir que la mayoría de los rótulos franceses que aparecen en sus pági-
nas (l'homme de la nature et de la véríté, etc .) pueden todos ellos encontrarse
en las Cartas de Karamzin, y que el libro contiene un relato acerca de dos
heroicos amantes predestinados, Teresa y Faldoni, cuyos nombres Dostoiev-
ski utilizará en Pobres gentes.
Dostoievski no sólo aprendió de la Historía y de las Cartas de Karamzin.
También, cuando era niño, sus padres le leyeron los cuentos cortos de di-
cho autor, escritos en un estilo patético-pastoral que muestra la influencia
de Sterne, Gessner y Florian. El nombre del más famo so y popular, Pobre
Liza, habría de perdurar en el título , Pob res gentes, que elige Dostoievski
para su primera novela.
La égloga sentimental de Karamzin es un lacrimo o lamento acerca del
triste destino de una bella y virtuosa doncella campesina que es seducida
y posteriormente abandonada por un joven aristócrata de buenas intencio-
nes pero de carácter débil; y aunque, por más vuelo que le demos a la ima-
ginación, es imposible considerar como "reali ta" el tratamiento que le da
Karamzin a este tema, es el primero de los grandes escritores rusos en abor-
dar un asunto que refleja algo de las tensiones sociales de la \ida rusa en
su época. Además, la observación que pone entre paréntesis y en la que
dice que "las mujeres campesinas también saben am ar" fue causa de un
gran revuelo por haberse atrevido a afirmar que el siervo-campesino y el
aristócrata compartían una misma condición humana. Por muy tímido y
afectado que fuese, el humanitarismo de Karamzin continuaba siendo pre-
cursor directo del realismo social "filantrópico" que caracterizó a la escuela
naturalista de la década de 1840; y ésta es la tradición de la literatura rusa
dentro de la cual Dostoievski comenzaría su carrera.

Nos enteramos por Andrei de que en el círculo familiar también se leían


muchas otras obras rusas. Menciona una biografía del gran humanista Lo-
monosov, quien a la vez era poeta y científico, y una serie completa de no-
velas históricas bastante recientes escritas por imitadores rusos de Walter
la razón se extingue, y quedamos en tinieblas. Tan sólo la imaginación puede transitar en
esta oscuridad e inventar fantasías." N. M. Karamzin, Letters of a Russian Traveller, 1789-1790
(Nueva York, 1957), pp. 40 y 41.

LA FORMACIÓN CULTURAL ~ 91
Scott (Zagoskin, Lazhechnikov, Masalski) . Esos autores revelan que los
Dostoievski mayores estaban muy interesados en conocer los últimos pro-
ductos literarios del nacionalismo romántico. Los padres también iniciaron
a los niños en el conocimiento de la obra de su poeta favorito, Zhukovski,
quien estaba muy influido por la escuela inglesa del "cementerio", represen-
tada por Gray y Young y por las baladas de los románticos alemanes. Sin
duda que Zhukovski atraía a los Dostoievski mayores por su melancólico
desengaño respecto de la vida terrenal y por su nostalgia de un mundo de
felicidad más allá de la tumba. Dostoievski también se familiarizó con la
poesía de Derzhavin -el único poeta ruso del siglo xvm auténticamente
inspirado- cuya famosa oda a Dios, escrita dentro de la tradición del deís-
mo filosófico , evoca con gran fuerza la inmensidad del universo y la majes-
tuosidad inconmensurable del poder creador de Dios. Seguramente debió
causarle una enorme impresión a esa tierna sensibilidad de Dostoievski,
que tan bien había sabido responder al Libro de Job .
Estos pormenores, tomados de las Memorias de Andrei Dostoievski,
no habrían parecido muy insólitos en el seno de una familia de la Europa
occidental en aquel mismo periodo . Pero , para un niño ruso de la época,
no era lo normal recibir una iniciación cultural tan meticulosa y, sobre
todo , tan sólidamente imbuida en el conocimiento de la literatura rusa.
A pesar de sus estudios del francés, fu e la cultura rusa la más descollante
en el horizonte de su niñez y la que eclipsó a todas las demás. También a
este respecto, como sucedió con su educación religiosa, el contraste con la
mayoría de sus contemporáneos fue muy notorio .
A diferencia del doctor Dostoievski, casi todos los padres rusos de la
clase alta ponían muy poco interés personal en la educación de sus hijos.
En cuanto se les quitaban los pañales, eran entregados a preceptores e insti-
tutrices extranjeros para adquirir el obligatorio lustre de los modales euro-
peos. Como resultado , mientras que en general el joven noble ruso se sentía
"muy cómodo cuando se hablaba de la literatura y de la historia de Europa
occidental", en cambio solía ser un "perfecto ignorante en lo referente a las
letras rusas y al pasado de su país natal" .4 Por ejemplo , sus primeras aven-
turas librescas las obtiene Herzen de la extensa biblioteca de su padre, espe-
cializada en literatura francesa del siglo xvm. En su obra Mi pasado y mis
ideas, no menciona ni un solo libro ruso entre los que más amó cuando

4
Marc Raeff, Origins aj the Russian Intelligentsia (Nueva York, 1966), p. 142.

92 ... MOSCÚ
niño. Tolstoi aprendió el francés con su tía y en Infancia inmortalizó a su
bondadoso tutor de alemán, Fedor Ivanóvich. Aunque a los ocho años po-
día recitar algunos poemas de Pushkin, en realidad los había estudiado por
su cuenta, pues nunca recibió lecciones de literatura o historia rusas antes
de ir a la escuela un año después. También Turgueniev tuvo preceptores de
francés y de alemán, pero quien le enseñó a leer y a escribir en ruso fue el
mayordomo siervo de su padre. A los ocho años logró entrar subrepticia-
mente en una habitación cerrada con llave que contenía una biblioteca en
ruinas, y fue allí donde por primera vez leyó un libro escrito en ruso (la ve-
nerable epopeya Rossiada de Kheraskov)* En cambio, a Dostoievski le en-
señaron a una edad mucho más temprana a identificarse emocionalmente
con Rusia y su pasado , y a enorgullecerse de las obras que la nueva cultura
rusa estaba creando a imitación de las de Europa occidental.

No puede establecerse con exactitud cuándo el doctor Dostoievski decidió


que sus dos hijos mayores debían emprender la carrera de ingeniería mili-
tar, a pesar de que el tipo de educación que les impartía alentaba más el
gusto por las humanidades que por las ciencias o las matemáticas. Es induda-
ble que el propósito de las lecturas en la intimidad del hogar era despertar
en los niños el temor hacia Dios y hacer de ellos leales súbditos del zar. No
previó el doctor Dostoievski que esas lecturas avivarían tanto en Mijaíl
como en Fiódor un interés por la literatura que pronto se volvió exclusivo y
que, con el tiempo, se trocó en un definido deseo de seguir la carrera de le-
tras. No cabe duda de que esos sueños se vieron estimulados por dos en-
cuentros literarios decisivos, cuyas resonancias se oirían más adelante con
inconfundible sonido . En ambos casos, la o las obras trataban concreta-
mente - o bien según las interpretaban los jóvenes Dostoievski- el tema

* Este tipo de educación que recibía la aristocracia rusa -educación que no incluía la
enseñanza del idioma nacional - continuó mucho tiempo después de iniciado el siglo xx. "Un
día de verano, en ocasión de una de sus [de mi padre] breves estancias en nuestra casa en el
campo --escribe Vladimir Nabokov-, comprobó, para consternación de su amor a la patria, que
mi hermano y yo podíamos leer y escribir en inglés, pero no en ruso (excepto kakao y mama).
Ordenó que el maestro de la aldea viniese todas las tardes a darnos lecciones, y a llevarnos a
paseos." Esto ocurría en 1905. Vladimir Nabokov, Speak, Memory! (Nueva York, 1968) , p. 20.

LA FORMACIÓN CULTURAL .... 93


de alguna amenaza que se cernía sobre la santidad de los lazos familiares y
acerca de la importancia moral y social de conservarlos intactos .
En 1831, el doctor Dostoievski llevó a su esposa y a sus hijos mayores
a ver una representación de Los bandidos, de Schiller, que fue memorable.
Ir al teatro era un luj o excepcional para los Dostoievski (más aún con los
niños a remolque). Andrei menciona que la única vez que disfrutó de ese
tipo de espectáculo fue cuando vio una comedia ligera llamadajacko, o el
simio brasileño, cuya mayor atracción eran las acrobacias del actor que des-
empeñaba el papel del simio . Sin embargo, cuando en la temporada de
1830-1 83 1 el Teatro de Moscú puso en escena varias piezas de Schiller,
con el famoso actor Mochalov en los principales papeles , el doctor Dos-
toievski consideró que ése era un acontecimiento cultural demasiado im-
portante para ser pasado por alto. Su segundo hijo, quien nunca olvidó esa
noche, la mencionó en una carta que escribió poco antes de morir. "Puedo
decir con toda justicia - afirma- que la tremenda impresión que en aquel
momento me causó ver en escena esa obra, más adelante ejerció una in-
fluencia muy fértil sobre mi lado espiritual. "5
Presumiblemente, fue aquél el primer encuentro de Dostoievski con la
obra de Schiller, quizá el escritor extranj ero que más influyó en la cultura
rusa a principios del siglo x1x.6 Dostoievski tenía muy buenas razones para
decir, como lo hizo en 1861: "Sí, Schiller realmente llegó a formar parte de
la carne y la sangre de la sociedad rusa . . . Fuimos educados con sus obras;
llegó a ser parte de nosotros mismos, e influyó en nu estra evolución de
muchas maneras" (Xlll: 107). Quince años después, en el Diario de un es-
CJitor, señala que, a pesar de que Schiller, l'amí de l'humanité, fue nombrado
ciudadano francés honorario por la Convención francesa, en 1793, "era
mucho más afín y conciudadano de los bárbaros rusos que de los france-
ses", y que "penetró hasta lo más profundo el espíritu ruso , dejó en él una
huella imborrable , y casi marcó una época en la historia de nuestra evolu-
ción". 7 No cabe du da de que, a partir de 1831 , Schiller se adentró profun-
damente en el espíritu de Dostoievski. Es cierto que algunos personajes de
5 Pisma,vol 4 (18 de agosto de 1880), p. 196.
6
Véase un útil resumen del material en Edmund K. Kostka, Schiller in Russian Literature
(Filadelfia, 1965); el capítulo VII está dedicado a Dostoievski. Véase también D. Chizhevski,
"Schiller v Rossii'', Novy Zhurnal, núm. 45 (1956), pp. 109-135 , y el fogoso estudio del
germanista soviético N . Vilmont, "Dostoevsky i Schiller", en su Velikie Sputniki (Moscú , 1956),
pp. 7-316.
7
DW (junio de 1876) , p . 343.

94 ... MOSCÚ
las obras que escribió luego de regresar de Siberia a menudo se burlan del
nombre del poeta y del "schillerismo" como sinónimos de una absurda
concepción sentimental de la naturaleza humana. Pero esto no significa
que Dostoievski hubiera dejado de admirar la obra de Schiller, o de consi-
derar nobles e inspiradores los ideales del poeta alemán. En los últimos
años de su vida, Dostoievski trató en varias ocasiones de leerles a sus pro-
pios hijos Los bandidos, pero, desgraciadamente, con esa lectura sólo con-
seguía que se durmieran.
¿Qué le habrá causado esa "tremenda impresión" al ver por primera
vez representado en teatro el violento Sturm-und-Drang de Schiller? Por
un lado, pudo impresionarle la rebelión de Karl Moor en contra de lapa-
ternidad divina y humana, su aventurero intento de rectificar a su modo
las injusticias de su sociedad volviéndose delincuente y criminal, o cuan-
do menos jefe de una pandilla de asesinos. Por el otro lado , acaso se ho-
rrorizó ante la blasfemia y la villanía parricida de Franz Moor, quien utili-
za las cínicas ideas del materialismo del siglo xvm para justificar sus
crímenes. Es probable que fuera ése su primer encuentro con este tipo de
ideas, que él luego atacó cuando en el decenio 1860-1869 dichas ideas
resucitaron disfrazadas de nihilismo ruso. El terror que , a pesar de su pro-
fesado ateísmo, le inspiraban a Franz Moor el infierno y la condenación
eterna era una demostración escalofriante de que es imposible arrancarle
al corazón humano esa chispa de conciencia acerca de la cual , como quizá
lo recordara el adolescente Dostoievski , también Kant había hablado .
Y cuando Karl Moor, luego de abandonar su vida de bandido , acaba por
rendirse voluntariamente a un clérigo que representa la ley de Dios sobre
la tierra , admite la existencia de un poder moral más fuerte que su propia
voluntad individual: un poder que es el único al cual está reservada la ta-
rea de impartir la justicia divina . Estos temas de Schiller permanecieron
con Dostoievski a lo largo de toda su vida; y cuando le llega el momento
de escribir, en Los hermanos Karamázov, su propia versión de Los bandidos,
la abundancia de referencias y citas schillerianas nos está indicando hasta
qué punto podía aún expresar sus valores más profundos en el lenguaje
del poeta alemán.
Otro escritor que hechizó la adolescencia de Dostoievski, y al cual más
tarde también le atribuyó una importante influencia en su formación y
evolución espiritual, fue Walter Scott. Durante uno de los veranos pasados
en Darovoe cuando tenía doce años, Dostoievski devoró todas las novelas

LA FORMACIÓN CULTURAL ~ 95
de Scott; Andrei lo describe llevando siempre consigo un ejemplar de
Quentin Durward o de Waverley mientras estaba en la casa. Los Dostoievski
tenían su propia colección de las obras del "hechicero escocés" (Pushkin)
en una traducción anticuada y sumamente recargada; pero a pesar de ello,
los libros eran ansiosamente leídos y vueltos a leer por los niños. En la
misma carta en la que habla de Schiller, Dostoievski le insiste al destinata-
rio que haga leer a su hija adolescente las novelas de Scott, y añade que
"como resultado de esta lectura tantas bellas y elevadas impresiones traía
conmigo cuando me metí en la vida que, seguramente, ellas le dieron a mi
espíritu una gran fuerza para luchar contra las tentaciones seductoras, apa-
sionadas y corruptas". 8
También en este caso nos resulta difícil saber en qué consistían estas
"bellas y elevadas impresiones". Pero ciertos indicios aparecen en un pa-
saje (posteriormente suprimido) tomado de la versión de revista de Ne-
totchka Nezvánova (1849). La pobre muchacha huérfana Netotchka llega por
fin a vivir en el seno de una familia aristocrática, después de haber sufrido
una infancia terrible en medio de la pobreza y las angustias psíquicas , y
allí encuentra consuelo en su descubrimiento de las novelas de Scott.

Este afecto por la familia, que es descrito de un modo tan poético en las nove-
las de Scott, y que se va revelando a través de todos sus libros con tanto
amor, penetraba mi espíritu como una agradable y vigorizante respuesta a
mis recuerdos y sufrimientos. Este sentido de la familia era el ideal en cuyo
nombre Scott creó su novela, un sentimiento al cual esas obras supieron darle
un elevado sentido histórico y que describieron como la condición necesaria
para la conservación de la humanidad [2: 450-451].

Desde luego que cuando Dostoievski tenía doce años de edad difícil-
mente habría podido expresar esas ideas acerca de Scott; pero no hay moti-
vo para poner en duda que sentía algo parecido a la emoción que describe.
Quizás este aspecto de Scott le haya causado una impresión tan fuerte por-
que, como le sucedía a Netotchka, le servía como una especie de compen-
sación emocional por algunas de las carencias que notaba en su propio
hogar. Es posible también que, como lo había hecho Schiller, Scott le de-
mostrara la importancia de conservar la unión de la familia a cualquier

8
Pisma, vol. 4 (18 de agosto de 1880), p. 196.

96 ~ MOSCÚ
precio, y que de esa manera lo estuviera ayudando para aceptar su propia
situación con un poco más de ecuanimidad. Además, resulta interesante
señalar que acaso la conciencia todavía en germen del adolescente Dos-
toievski haya percibido que el "sentido de familia" que aparece en las no-
velas de Scott tenía "un elevado significado histórico", probablemente
como una alusión al hecho de que el conservadurismo de Scott y su glori-
ficación de las relaciones patriarcales entre gobernante y gobernados cons-
tituían el soporte más firme para asegurar la estabilidad social. Si esto fuese
así, entonces quiere decir que se trata precisamente de la relación entre el
padre-zar y sus "hijos" -sus súbditos- la que más adelante Dostoievski
habría de convencerse a sí mismo de que existía en Rusia, y que , según su
criterio, serviría como dique de contención contra el individualismo des-
tructivo de la sociedad europea. Por supuesto que , para la época en que
fue escrito el pasaje acerca de Scott, o sea poco antes de que Dostoievski
fuera arrestado con la acusación de ser un conspirador político, tenía ideas
completamente distintas; pero, no obstante, es evidente que el ideal que
había recogido de Scott acerca de un orden social basado en un "sentido de
familia" ejercía sobre él una atracción muy fuerte. Más adelante en su vida,
también él llegó a creer que la protección de ese "sentimiento" era una
"condición necesaria para la conservación de la humanidad". Y si, después
de El rey Lear, Los hermanos Karamázov es la obra más perfecta jamás escri-
ta para ilustrar los horrores morales que sobrevienen cuando se destruyen
los lazos familiares, ello se debe, en parte , a que toda su vida Dostoievski
reflexionó sobre el tema.

Los años de adolescencia fueron para Fiódor un periodo de intensa asimi-


lación literaria e intelectual y, gracias a la información de Andrei, podemos
documentar la amplia gama de los gustos e intereses de su hermano. Fiódor
llegó a tener un conocimiento completo de todos los estilos y formas de la
prosa rusa, comenzando por Karamzin y la novela histórica y extendiéndo-
se hasta abarcar obras tales como la novela tipo crónica de familia que es-
cribe Begichev, llamada La familia Kolmski (que en su idealización de la
vida de clase media terrateniente es precursora de La guerra y la paz), y las
piezas cortas coloquiales de Dahl que presentan cuadros de la vida campe-
sina, y en las que se prefigura a Turgueniev. Entre las novelas rusas, había

LA FORMACIÓN CULTURAL ~ 97
dos que eran sus preferidas: Bursak, de Narezhny (un cuento picaresco
dentro de la tradición de Gil Blas, con algunas escenas de la vida de semi-
nario en la Ucrania que influyó en Gógol), y Serdtse i Dumka [El corazón y
la cabeza], escrita por uno de los novelistas más originales de los años
treinta, Alejandro Veltman, quien en este caso utiliza el tema del doble con
fines cómicos y satíricos.
El doctor Dostoievski estaba suscrito al nuevo periódico de moda en
ese entonces, la Biblioteca para Lectura, que era editado por ese personaje
excéntrico, el polaco Osip Senkovski , que se había convertido en un per-
fecto ruso. Profesor de lenguas del Cercano Oriente en la Universidad de
San Petersburgo y lingüista de extraordinario talento , Senkovski era tam-
bién un influyente editor, crítico y parodista que escribía con el seudónimo
de Barón Brambeus. A pesar de ser un encarnizado enemigo del nuevo ro-
manticismo, sobre todo de la especie francesa, Senkovski tuvo la suficien-
te sagacidad, como editor, de traducir algunas de las primeras obras de
Balzac y de George Sand (para ser verídicos, digamos que las publicadas
en versiones truncas), y para dedicarles considerable atención crítica. Uno
de los blancos predilectos de sus ataques era la novela histórica ("fruto de
la seductora fornicación entre la historia y la imaginación"),9 y años des-
pués Dostoievski recordaría que el aluvión de ese tipo de novelas otrora
"abastecía de sabroso alimento al ingenioso Barón Brambeus" (3: 12). Fue
probablemente en las páginas del periódico Biblioteca para Lectura donde
Dostoievski conoció por primera vez a escritores tales como Victor Hugo ,
Balzac y George Sand, quienes muy pronto desempeñarían un papel muy
importante en su evolución espiritual y literaria.
Al mismo tiempo , en el aula empezaba a tener sus primeros contactos
con las ideas del idealismo y del romanticismo alemán. Su profesor de lite-
ratura durante el primer año de secundaria fue I. I. Davidov, quien perte-
necía al redu cido grupo de profesores universitarios que difundieron en
Rusia las ideas de Schelling. Davidov instruyó en forma muy completa a
Dostoievski respecto de la tradición del arte y la estética idealista románti-
ca alemana que dominó a la cultura rusa en el decenio de 1830-1839. Lo
que más profundamente lo afectó fue la teoría de Schelling, de que el arte
es un órgano de conocimiento metafísico , en realidad el vehículo median-
te el cu al se le revelan a la humanidad los misterios de las verdades tras-

9
Citado en Lo u is Pedrotti, ]osef-]ulian Sehowshi (Berkeley/ Los Ángeles, 1960), p. 116.

98 ... MOSCÚ
cendentales. De hecho , toda la generación de los cuarenta estuvo imbuida
en esta creencia de que el arte tiene una elevada misión metafísica; y nadie
habría de defenderla en el futuro con más entusiasmo y lucidez que Dos-
toievski.
Como lo veremos en seguida, Dostoievski estuvo también influido
por la concepción de Schelling de que la razón discursiva no puede cap-
tar las verdades superiores, pero que éstas pueden ser comprendidas me-
diante una facultad superior de "intuición intelectual", y asimismo por su
teoría idealista que sostiene que la naturaleza no es estática y mecánica
sino dinámica o, en otras palabras, que posee un significado y una finali-
dad espirituales. Al joven Dostoievski esas ideas debieron parecerle una
grata confirmación, que le ofrecían la ciencia y la filosofía más actualizada
en aquel momento, de las convicciones religiosas que le inculcaron cuan-
do niño y que siempre había aceptado.

Sin embargo , para Dostoievski , muchísimo más importante que todas las
influencias que mencionamos hasta aquí, fue la de Alexander Pushkin.
Una parte de la prosa de Pushkin fue leída en el círculo familiar (tal vez
sus Cuentos de Belhin y la Historia de la insurrección de Pugachev, ambos pu-
blicados en 1834), pero como todavía su fama de ninguna manera estaba
afirmada, el entusiasmo juvenil tanto de Mijaíl como de Fiódor por la
obra de Pushkin es una prueba de la seriedad de sus inclinaciones litera-
rias. Al parecer, surgió una amistosa disputa de familia entre las genera-
ciones acerca de los méritos comparativos de Zhukovski y de Pushkin, y
entonces se organizó una competencia para dirimir esa cuestión. Mijaíl
aprendió de memoria la obra de Zhukovski, El conde Hafsburg, y a Fiódor
le fue asignada La muerte de Oleg, de Pushkin; ambos recitaron las obras
ante el jurado constituido por sus padres , quienes fallaron en favor de
Zhukovski, declarándolo vencedor, aunque sin lograr convencer del todo
a sus vástagos. Con frecuencia , María Feodorovna pedía a sus hijos mayo-
res que le recitaran los dos poemas , y escucharlos fue uno de los últimos
placeres que disfrutó en su lecho de muerte. Algunas de las obras más
importantes de Pushkin aparecieron durante la adolescencia de Dostoiev-
ski (La reina de espadas , Canciones de los eslavos occidentales, El caballero

LA FORMACIÓN CU LTURAL ... 99


ambicioso, El jinete de bronce, Noches egipcias); aunque fueron acogidas por
los críticos con bastante frialdad, el jovencito Fiódor las leía ávidamente.
El enorme afecto que Dostoievski sentía por Pushkin, y su admiración
por sus escritos, indudablemente fueron una de las experiencias formati-
vas decisivas en su vida. Podemos apreciar cuán hondamente se había
identificado con el gran creador de la literatura rusa moderna por su reac-
ción al enterarse de su muerte, en febrero de 1837: le dijo a su familia que
de no ser porque ya llevaba luto por su madre , habría deseado hacerlo por
Pushkin. A pesar de su exageración, hay cierta justificación instintiva-
mente acertada en este deseo juvenil; su madre le había hecho nacer en un
cuerpo carnal; a Pushkin le debía su alumbramiento en el mundo del espí-
ritu. Pushkin domina la vida literaria de Dostoievski del principio al fin, y
ese gran escritor al cual defendía contra su padre en su juventud es tam-
bién aquel a quien le dedica sus últimas palabras pronunciadas en público.
En el famoso discurso que pronunció durante la ceremonia en que se le
dedicó un monumento a Pushkin, en 1880 -discurso que causó sensa-
ción en todo el país-, Dostoievski encomió la enorme importancia que
tuvo Pushkin para la cultura rusa, e interpretó su obra como la primera
(y aún no superada) expresión de los valores morales y nacionales más
hondos de Rusia. De todos modos, la obra de Pushkin sentó las bases y
definió el horizonte del propio universo creativo de Dostoievski.
Es indudable que el arte sereno y clásico de Pushkin -tan atractivo en
su capacidad para sugerir profundidad sin necesidad de recurrir a lo por-
tentoso o extraordinario, y que se apoyaba en la precisión lingüística para
obtener sus efectos- está alejado años luz del mundo delirante de Dos-
toievski, poblado por seres torturados y víctimas de emociones violentas;
no obstante , el mundo de Dostoievski constituye un diálogo continuo,
sostenido, con Pushkin.
Desde luego, esto es exacto en el sentido más simple y literal: Dostoiev-
ski leía y releía a Pushkin, reflexionaba continuamente en sus obras, y legó
a la posteridad una serie de inspiradas interpretaciones sobre dichas obras
que han influido permanentemente en la crítica rusa. Aún más: resulta im-
posible pensar en la existencia de los propios escritos de Dostoievski sin
considerar a Pushkin como su predecesor. Leonid Grossman ha dicho
acertadamente que "tanto las creaciones positivas como las negativas de
Pushkin fueron igualmente queridas para Dostoievski. Sus personajes más
grandes están vinculados a los héroes de Pushkin, y con frecuencia son las

100 .. MOSCÚ
evidentes profundizaciones de los bocetos originales pushkinianos lo que
los eleva al plano de intensidad trágica ... "1º Cabe hacer esta afirmación
en particular respecto del periodo postsiberiano de Dostoievski, cuando
sus personajes ascienden a las más auténticas cumbres trágicas; pero es
igualmente válida para sus obras del decenio de 1840-1849, aunque en
dicho periodo reduce y simplifica (en lugar de expandir o profundizar) de-
terminados temas pushkinianos. Los aterrorizados empleados de oficina
de los primeros cuentos no habrían podido existir sin El jinete de bronce y
El jefe de estación; Raskólnikov recrea la locura homicida del Hermann de
Pushkin en La reina de espadas, que igualmente está obsesionado por una
idea fija, e igualmente dispuesto a asesinar para obtener riqueza y poder;
Stavroguin transforma al encantador Eugenio Oneguin , bueno para nada,
en una aterradora fuerza demoniaca. El tema de la impostura - tan bri-
llantemente dramatizado en Boris Godúnov, y tan fatal y ominosamente pre-
sente en la historia rusa- también aparece como una presencia obsesiva
en las páginas de Dostoievski de la primera a la última, comenzando con
El doble, volviendo a ser retomado en Los demonios, y culmina majestuosa-
mente con La leyenda del Gran Inquisidor.
D. V Grigoróvich, quien posteriormente habría de convertirse en un
novelista destacado, fue por un tiempo compañero de estudios de Dostoiev-
ski, en la Academia de Ingenieros Militares . Recuerda que le causó gran
impresión no sólo el conocimiento tan perfecto que Dostoievski tenía de
las obras de Pushkin, sino también el hecho de que, de todos los demás
estudiantes, fuera el único que se tomó a pecho la muerte de Pushkin. Este
testimonio es una valiosa confirmación de lo que sabemos por Andrei; y
nos permite precisar una imagen clara de cómo era Dostoievski en esa épo-
ca de su vida. Lo que ya en ese entonces lo distingue de sus compañeros es
la profundidad de su compromiso con la literatura; es evidente que desde
el punto de vista emocional vivía en un mundo completamente diferente
del de sus camaradas, quienes tenían la cabeza llena de preocupaciones e
intereses más concretamente prácticos. A los dieciséis años, es el infortu-
nado destino de su ídolo literario, así como todo lo que la muerte de Push-
kin implicaba para la cultura rusa, la preocupación que comprometía los
10 Leonid Grossman, Biblioteka Dostoevskogo (Odesa, 1919), p. 70; para más detalles véase

A. L. Bem, U Istokov Tvorchestva Dostoevskogo (Praga, 1936), pp. 37-123; un buen tratamiento
reciente es el ensayo de D. D. Blagoy, "Dostoevsky i Pushkin", en Dostoevsky-Khudoznik i
Myslitel (Moscú, 1972), pp. 344-426.

LA FORMACIÓN CULTURAL ... 101


sentimientos más hondos de Dostoievski. Así pues, para llegar a la correcta
o adecuada comprensión de su personalidad, debemos tener presente
siempre esta precoz capacidad para volcar la total intensidad de sus emo-
ciones íntimas en lo que, en esencia, era una cuestión de interés cultural y
nacional.

102 ... MOSC Ú


SEGUNDA PARTE

SAN PETERSBURGO
VI. La Academia de Ingenieros

LA MUERTE de María Feodorovna significó la ruptura dolorosa del vínculo


emocional más fuerte que mantenía atado al joven Dostoievski a Moscú,
pero esto no quiere decir que se sintiera ansioso por comenzar su carrera
en la Academia de Ingenieros. El conflicto interior entre su deseo de mar-
charse y la desolación del horizonte que tenía por delante probablemente
explica la persistencia de la misteriosa enfermedad que lo atacó poco antes
de la partida.
Sin ninguna causa aparente perdió la voz y pareció haber contraído
una afección de la garganta o del pecho, cuyo diagnóstico era incierto .
Puesto que su dolencia no cedía a ningún remedio , el inminente viaje a
San Petersburgo tuvo que posponerse a la espera de su recuperación. Por
último, se le aconsejó al doctor Dostoievski que iniciara la travesía con-
fiando en que los tonificantes efectos del viaje y del cambio de ambiente
actuaran favorablemente en el paciente. Andrei nos dice que, a partir de
esas dolencias, la voz de su hermano conservó siempre un extraño timbre
gutural que nunca parecía del todo normal.
El consejo que le dieran al doctor Dostoievski resultó acertado, y la en-
fermedad de Fiódor desapareció en cuanto quedaron atrás las puertas de
Moscú, lo cual no es extraño, pues ¿qué joven ruso no habría sentido, en
aquella época, una oleada de vigor y emoción ante la perspectiva de ir a San
Petersburgo por primera vez?
Es posible que Dostoievski ya hubiera leído aquellos maravillosos párra-
fos del prólogo a El jinete de bronce, que se publicaron poco después de la muer-
te de Pushkin, en los cuales alaba el panorama de la majestuosa creación de
San Pedro.

~ 105
Y esa joven ciudad, de las tierras tramontanas belleza y portento, surgiendo
del rocío de bosques y de la bruma de ciénagas , se elevó en toda su grandeza
y en todo su orgullo; allí donde en otro tiempo el pescador finlandés , huraño
hijastro de la naturaleza, había tendido en medio de su soledad en playas de
suave declive sus desgarradas redes, h oy junto a muelles bulliciosos se aglo-
meran, fuertes y simétricas, las siluetas de torres y palacios; barcos proceden-
tes de todos los confines de la tierra pululan hacia ese próspero puerto; el
Neva se ha vestido de piedra ; puentes atraviesan de lado a lado sus aguas; ar-
boledas umbrías recubren sus islas; y ahora frente a la capital más joven , la
vieja Moscú queda oscurecida ... como , delante de la nueva zarina , la viuda
de la púrpura. 1

Para todos los jóvenes rusos, el viaje desde Moscú hasta San Petersbur-
go simbolizaba la entrada en el mundo moderno , la trayectoria del pasado
al presente, desde la ciudad de monasterios y procesiones religiosas hasta
aquella otra de adustos edificios gubernamentales y gigantescos desfiles mi-
litares, el viaje hasta el lugar donde Pedro el Grande había abierto "una
ventana hacia Europa". Para Mijaíl y Fiódor Dostoievski también represen-
taba el itinerario desde la adolescencia hasta la edad adulta , el final de ese
mundo familiar seguro y protegido que habían conocido hasta entonces y
el comienzo de las inseguridades propias de la independencia.
Muchos años después, Dostoievski describió este viaje en el Diario de
un escritor, rememorando el estado de ánimo con que ambos muchachos
se acercaban a esta nueva etapa de sus vidas. Es evidente que, al menos en
lo que a Fiódor se refiere , ya se sentía abrumado por el conflicto o dilema
que habría de emponzoñar su vida hasta su retiro del Ejército , en 1844.
A pesar de que , según nos dice Fiódor, tanto él como su hermano tenían la
cabeza llena de los conocimientos matemáticos que necesitaban adquirir
para su examen de admisión en la Academia, ambos acariciaban secretas
ambiciones literarias e incluso se dedicaban activamente a la composición.
"Soñábamos sólo con la poesía y con los poetas. Mi hermano escribía ver-
sos, no menos de tres poemas al día, hasta cuando viajábamos, y yo dedi-
caba todo mi tiempo a crear en mi cabeza una novela acerca de la vida
veneciana ."2 Ambos jóvenes habían proyectado que , en cuanto llegaran a
1
La traducción en prosa que cito pertenece a Edmund Wilson y aparece incluida como
apéndice a la obra de D. S. Mirsky, Pitshki n (Nueva York, 1963), pp. 261-270.
' DW (enero de 1876), p. 184.

106 ... SAN PETERSBURGO


San Petersburgo, visitarían de inmediato el lugar del duelo durante el cual
Pushkin había muerto cuatro meses antes, y luego "iríamos a ver la habita-
ción en la cual exhaló su alma" 3 (no se sabe si llegaron a cumplir con esta
planeada visita). Ambos estaban poseídos por un estado de ánimo de inde-
finible nostalgia y expectación, al cual el Dostoievski maduro le atribuye
un significado tanto moral como cultural. "Mi hermano y yo anhelábamos
en aquel momento una nueva vida, soñábamos con algo grandioso, con
todo lo que fuera 'hermoso y sublime'; estas palabras conmovedoras eran
en ese entonces todavía lozanas, y se las pronunciaba sin ironía." 4 Esteró-
tulo schilleriano coloca a los dos hermanos dentro de esa atmósfera de
exaltado fervor romántico que fue tan característica de la cultura rusa, en
el decenio de 1830-1839.
Para poder comprender la tremenda impresión que una escena ocurri-
da en el viaje le produjo al joven Dostoievski, hay que evaluar o medir di-
cha conmoción contra el trasfondo de este excelso idealismo moral. En una
parada de posta a lo largo del camino, los Dostoievski se bajaron del coche
para tomar refrescos en una posada. Mirando por la ventana, vieron la tu-
multuosa llegada de un correo del gobierno vestido con el imponente y
complicado uniforme de la época coronado con un tricornio cuyas plumas
blancas, amarillas y verdes ondulaban al viento. El correo , un fornido hom-
bre de cara enrojecida, irrumpió en la posta (para beber un vaso de vodka,
según el cochero de los Dostoievski), volvió a salir a toda prisa, y saltó a
una nueva troika. Aún no se había acomodado cuando, poniéndose en pie
de un salto, comenzó a asestarle puñetazos en la nuca al conductor, un mu-
chacho campesino. Los caballos parten en desordenada carrera, mientras el
conductor los fustiga frenéticamente con el látigo, y cuando la troika se
pierde en la distancia, lo último que de ella se ve es el puño del correo que
baja y sube mecánicamente con ritmo incansable y el látigo alzándose y ca-
yendo con parejo compás.* Al final de este relato, Dostoievski imagina al
joven campesino que al regresar a su aldea es objeto de burlas debido a su
3
Ibid, p. 185.
4
Ibid., p. 184.
* En la época de Dostoievski era muy común esta clase de incidentes. El marqués de Custi-
ne describe una escena similar en su obra La Russie en 1839. "Un poco después vi a un correo
montado -un feldjaeger u otro infame empleado del gobierno- bapr de su carruaje, acercarse
corriendo a uno de los amables cocheros y golpearlo brutalmente con su látigo, con el bastón y
con los puños .. " Citado por George F. Kennan, The Marquis de Custine and His Russia in 1839
(Princeton, Nueva jersey, 1971), p. 28.

LA ACADEMIA DE INGENIEROS ~ 107


cuello lastimado y que luego le propina una paliza a su esposa para desqui-
tarse de la humillación sufrida. "Esta asqueante escena -nos dice Dostoiev-
ski- no se borró nunca de mi memoria en toda mi vida. "5
Estas palabras que aparecieron en el Diario de un escritor en 1876 po-
drían hacernos sospechar que acaso Dostoievski recordó este incidente
para impresionar al público lector y que por lo tanto haya exagerado su
importancia. Pero en los libros de apuntes para Crimen y castigo, en los que
habla sólo para sí mismo, anota lo siguiente: "Mi primer ultraje personal,
el caballo, el correo". 6 Esta anotación confirma la importancia que dicha
experiencia tuvo para Dostoievski, y el papel formativo que le atribuye
para su propia evolución personal. El correo pasó a ser nada menos que
un símbolo del gobierno brutal y opresor a cuyo servicio estaba Dostoiev-
ski: un gobierno cuyo dominio sobre un campesinado esclavizado median-
te la fuerza bruta era la causa de toda la violencia y dureza que caracteriza-
ba a la vida campesina. "Nunca pude olvidar al correo, y por mucho tiempo
a partir de entonces me sentí inclinado , como si fuera involuntariamente, a
explicar gran parte de aquello que era vergonzoso y cruel en el pueblo
ruso de una manera evidentemente demasiado parcial. "7 Con estas frases
cautelosas, Dostoievski les está diciendo a sus lectores que, en su juven-
tud, había explicado los vicios y defectos del campesinado ruso sólo desde
un punto de vista político-social, es decir, únicamente como consecuencia
del apretado puño descargándose en las nucas de los campesinos; y que
estaba convencido de que esos vicios desaparecerían tan pronto se detu-
viera el puño.
Aquí Dostoievski nos entrega una clave sumamente valiosa para com-
prender las motivaciones de su radicalismo en el decenio de 1840-1849 ,
cuando su mayor obsesión era el tema de la servidumbre.

Esta breve escena se me presentaba, por así decirlo, como un emblema, como
una demostración muy gráfica del vínculo entre causa y efecto. En este caso,
cada golpe que se le propinaba al animal era causado por cada golpe que reci-
bía el hombre. Al final del decenio de 1840-1849, en la época de mis sueños
más fervientes y desenfrenados, me asaltó de pronto la idea de que , si alguna

5
DW (enero de 1876), p. 186.
6
F. M. Dostoievski, The Notebooks for Crime and Punishment, ed. y trad. al inglés de Edward
Wasiolek (Chicago, 1967), p. 64.
7
DW (enero de 1876), p. 186.

108 ~ SAN PETERSBURGO


vez fundaba una sociedad filantrópica , no vacilaría en estampar la troika de
aquel correo en el sello de la sociedad, como su emblema y signo. 8

En los últimos años del decenio de 1840, el término "filantrópico" era


en Rusia sinónimo de radical, o de socialista; y además, Dostoievski no se
limitó a "soñar" con la fundación de una sociedad de ese tipo: en 1849
se afilió a un grupo clandestino que se dedicaba a fomentar la rebelión
contra la esclavitud campesina.
Aparte de lo mucho que nos revelan estos pasajes sobre el Dostoievski
de finales de 1840, también nos acercan un poco más al joven de dieciséis
años que está a punto de dar sus primeros pasos independientes en el
mundo. Por un lado , nos están indicando que hasta ese momento la vida
de Dostoievski debió ser bastante protegida: no se habría sentido tan afec-
tado por el comportamiento del correo si ya estuviera endurecido por el
espectáculo de ese maltrato entre la gente común que lo rodeaba. Al fin y
al cabo , había crecido dentro de una sociedad fundada en la servitud; ha-
cía ya mucho tiempo que había leído Pobre Liza (para no mencionar nada
más) ; seguramente que a los dieciséis años ya tenía clara conciencia de la
perversidad que significaba convertir a seres humanos en obj etos. El hecho
de haber recordado el incidente en la parada de p osta, durante toda su
vida, como "mi primer ultraje personal" nos estaría indicando, pues , que
hasta ese momento su conocimiento había sido puramente libresco o teóri-
co. Es probable que nunca haya visto maltratar físicamente a los siervos; es
casi seguro que nunca presenciara semejante brutalidad sistemática, metó-
dica y despiadada, ejercida sobre una víctima absolutamente inocente. En
este caso , la índole "oficial" de la crueldad quizás haya sido lo que por pri-
mera vez iluminó como un destello , para Dostoievski, el presunto origen
social del mal. Y, lo mismo que hicimos con las noticias , acerca de la muer-
te de Pushkin, es necesario llamar la atención sobre su sensibilidad capaz
de ser conmovida hasta sus más hondos estratos por una cuestión pública
y social en la cual, para hablar en sentido estricto, no estaba para nada per-
sonalmente implicado.
Por qué se le ha dado tan poca importancia a este episodio traumático,
sobre el cual el propio Dostoievski nos llama la atención, es uno de los
misterios menores de los muchos que encierra el estudio de su obra.

8
ldem.

LA ACADEMIA DE INGENIEROS ~ 109


O quizá no se trate más que de un testimonio del poder que tienen los cli-
chés críticos , que persisten en considerar al joven Dostoievski como un
"romántico" (que no lo era) y en concebir el romanticismo de principios
del siglo x1x como un movimiento absolutamente solipsista e introspecti-
vo, que daba la espalda a los perturbadores problemas sociopolíticos de la
"vida real" (lo cual no era cierto). Los gobiernos de la época tenían una
opinión completamente distinta , como bien lo señalara Benedetto Croce.

El sufrimiento del mundo, el misterio del universo , el impulso hacia lo subli-


me en el amor y el heroísmo, la tristeza y la desesperación por una biena-
venturanza soñada, pero inalcanzable, las visitas al estilo Hamlet a los cemen-
terios, la palidez romántica, las barbas románticas y los cortes de pelo
románticos ... Todas estas cosas y otras similares , ponen en evidencia a espíri-
tus inquietos. Se esperaba y temía que esas gentes se unieran a sectas conspi-
radoras, y que a la primera oportunidad que se les presentara se levantarían
con las armas en la mano. 9

No cabe duda de que el joven Dostoievski era un romántico; pero esto


no significa, como hasta uno de sus mejores biógrafos lo ha afirmado , que
"las sensaciones que extraía de la literatura eran muchísimo más importan-
tes para él que las que le ofrecía la vida". 1º Por lo contrario, ambas [litera-
tura y vida] se vigorizaban y fortalecían mutuamente y no se justifica que
se les separe: a Dostoievski no le habría apesadumbrado tanto el castigo
sufrido por el cochero campesino de no haber leído a Karamzin y a Push-
kin, y si no fuera porque ya en ese entonces había asimilado, como algo
propio, gran parte del ideal moral de Schiller acerca de "lo hermoso y su-
blime".

Ese conmocionante episodio con el cochero significó la entrada de Dos-


toievski en la realidad del mundo de San Petersburgo, y en toda la sor-
didez oculta tras la fachada resplandeciente del gobierno a cuyo servicio
estaba a punto de ingresar. Durante los próximos años , tuvo amplias opor-
tunidades para aumentar y ahondar su conoéimiento en este aspecto de la
9
Benedetto Croce, Storia d'Europa nel Secolo Decimonono (Bari, 1953), p. 55.
°Konstantin Mochulski, Dostoevsliy (Princeton , Nueva j ersey, 1967) , p
1
9.

110 ... SAN PETERSBURGO


vida rusa. En efecto, su primer contacto con la oficialidad lo puso frente a
frente a la oculta corrupción que traspasaba todas las instituciones de la
sociedad rusa.
Al llegar a San Petersburgo, el doctor Dostoievski confió a sus hijos al
cuidado de una escuela preparatoria dirigida por un oficial retirado de la
Academia, escuela cuyos alumnos tenían fama de "pasar muy bien" los
exámenes de admisión. Allí, los jóvenes Dostoievski se dedicaron exclusi-
vamente al estudio durante los siguientes meses, hasta comienzos de 1838.
Sin embargo , ni siquiera el prestigio de esa escuela resultó suficiente ga-
rantía de éxito. Mijaíl no pudo ingresar por "mala salud"; en cuanto a Fió-
dor, a pesar de haber pasado brillantemente los exámenes , no recibió una
de las limitadas vacantes disponibles por las cuales no se pagaba cuota de
admisión. Aunque en el momento de inscribir a sus hijos el doctor recibió
la promesa de esas vacantes, resultó luego que estaban reservadas para
aquellos estudiantes que podían dar "regalos" a los examinadores.
"¡Cuánta corrupción' - escribe indignado Fiódor a su padre- . Este
hecho me ha dejado completamente aturdido. Nosotros , que luchamos
para conseguir cada rublo , tenemos que pagar, mientras que otros - los
hijos de padres adinerados- son aceptados sin cuota. ¡Que se vayan ellos
con Dios! "11 Afortunadamente, los Kumanin fueron al rescate de los jóve-
nes, y ofrecieron la cantidad requerida. Por último, Mijaíl fue admitido en
otra escuela de ingenieros del Ejército y, tras permanecer algunos meses
en San Petersburgo, fue transferido a Revelen las provincias bálticas.
Desde el punto de vista puramente mundano, el doctor Dostoievski
había hecho una excelente elección para sus hijos. En la Rusia de los años
treinta, la Academia de Ingenieros Militares se consideraba el estableci-
miento más elegante de su tipo , y las plazas eran muy apetecidas , porque
se sabía que la Academia gozaba del patrocinio de Nicolás l. Instalada en el
imponente palacio Mijailovski, que originariamente levantó Pablo I en un
macizo estilo seudogótico, y que fuera luego reconstruido en el decenio de
1820-1829, adaptándolo más al gusto neoclásico. Fue allí donde Pablo
había sido asesinado durante la c·onspiración palaciega que elevó a Alejan-
dro I al trono. El dormitorio del emperador asesinado se había transforma-
do en una capilla, como una especie de expiación por el acto parricida; y el
recuerdo de ese tipo de proezas , tan frecuente en los anales de la casa rei-

11
Pisma, vol. 4 ( 4 de febrero de 1838), p. 236.

LA ACADEMIA DE INGENIEROS ~ 111


nante rusa, estaba todavía vivo para aquellos que habitaban en el palacio
que Pablo construyera como lugar de retiro . Poco después, durante el rei-
nado de Alejandro, su ya siniestra fama aumentó, debido a que en él se
alojaba la célebre madame Tatarinova, principal autoridad de una secta
religiosa de la que formaban parte personas pertenecientes a los círculos más
encumbrados de la Corte. Allí se reunían a cantar, bailar en círculos y ce-
lebrar todos los demás ritos de su culto extático, que estaba inspirado en
las sectas campesinas herejes de los flagelantes (khlysty) y los castrados
(s koptsy). Relatos acerca de estos escandalosos ritos corrían a cargo de uno
de los oficiales más viejos que nunca había sido comisionado; es decir, que
había seguido en la Academia desde los tiempos en que el grupo fuera to-
lerado . Esos cuentos o relatos causaron una honda impresión en Dostoiev-
ski, y quizá hayan sido el origen de la fascinación que sobre él ejercían las
doctrinas religiosas clandestinas de las sectas rusas.*
La vida de Dostoievski en la Academia fue una prolongada tortura , y
siempre consideró que la decisión de enviarlo a ese establecimiento había
sido un funesto error. "Fuimos llevados, mi hermano y yo, a San Peters-
burgo y a la Academia de Ingenieros -escribiría mucho después Dostoiev-
ski-, y así se arruinó por completo nuestro futuro. En mi opinión, fue un
error. "12 La equivocación o desacierto no consiste sólo en haber pasado
por alto la verdadera inclinación de sus intereses, sino también en haberlo
colocado en un medio en el cual imperaban más la violencia física, el rigor
militar y la disciplina de hierro, que esa despreocupada camaradería de-
mocrática que, según la describe Herzen, era la atmósfera predominante
entre los estudiantes de la Universidad de Moscú durante esos mismos
años.
En la primera carta que escribió a su padre poco después de admitírse-
le en la Academia, Dostoievski escribe lo siguiente: "Nada bueno puedo
decir de mis compañeros"; 13 y ese mismo juicio lo repetirá exactamente
veinte años después. "Qué ejemplos presencié -recuerda Dostoievski-.
* Dostoievski no olvidó a madame Tatarinova ni a su secta, pues años después se refirió
a ellos en el contexto del análisis que hizo de las posteriores formas que tomó esa misma
inquietud religiosa. "Incluso los templarios fueron perseguidos por danzar y profetizar; y
lo mismo hacían los cuáqueros; y en la antigüedad, el oráculo de Delfos danzaba y profetizaba ;
y así se hacía en casa de Tatarinova ... " DW (enero de 1877), p. 569.
12
Citado en Leonid Grossman, Dostoevsky (Moscú, 1962) , p. 29. Esta obra ya ha aparecido
en inglés: Dostoevsky (lndianápolis /Nueva York, 1975), p. 28.
13
Pisma, vol. 4 (4 de febrero de 1838), p. 235 .

112 ... SAN PETERSBURGO


¡Vi a niños de trece años que ya calculaban lo que harían en toda su vida:
dónde podrían conseguir el ascenso a determinado rango , qué puesto es
más lucrativo , cómo hurtar dinero en efectivo! (yo estaba en la Academia
de Ingenieros), y ¡cuál era el camino más rápido para conseguir un cargo
cómodo , descansado e independiente!" 14
Al joven recién llegado de Moscú, cuya cabeza estaba llena de pensa-
mientos acerca de "lo bello y lo sublime", la mediocridad moral de sus com-
pañeros le causó una desilusión melancólica. Y si se había sentido ultrajado
e insultado por el incidente del correo del gobierno, ya podemos imaginar
cuáles serían su horror y su angustia al ver el salvaj ismo con que las clases
altas de la Academia trataban a los inferiores y a todos aquellos frente a los
cuales ocupaban una posición de autoridad. Las Memorias de D. V. Grigo-
róvich nos presentan una imagen desvaída de esta característica de la vida
en la Academia; pero aun a la distancia de sesenta años, la evocación de
esos recuerdos todavía le producía "una dolorosa sensación".15 Castigar y
atormentar despiadadamente a los alumnos de los dos primeros años era
uno de los privilegios de que gozaban los estudiantes más antiguos, quienes
hacían irrestricto uso de sus prerrogativas . Las autoridades cerraban los ojos
ante este cruel deporte mientras se consen-ara la disciplina exterior; y todo
acto de protesta o de resistencia podía acarrear una golpiza tan tremenda,
que con frecuencia el infractor iba a parar al hospital. "De todo aquello que
no fuera vejación y despreciable, sino honrado -escribe el hombre clan-
destino acerca de sus condiscípulos-, se burlaban cruel y descaradamente.
Confundían la posición social o el rango con la inteligencia; incluso a los
dieciséis años, ya hablaban de obtener un puesto elevado" (5: 139). En este
pasaje se resume todo lo que sabemos acerca de la Academia y de las opi-
niones que tenía Dostoievski de sus condiscípulos.
Al verse arrojado en este medio, absolutamente incompatible con su
modo de ser, la primera reacción de Dostoievski fue sentirse un total extraño
y un proscrito o paria. Con el lenguaje de la literatura romántica que por en-
tonces estaba asimilando, a los seis meses de su admisión le escribe a Mijaíl:

No sé si alguna vez dejaré de tener estos melancólicos pensamientos. Sólo


una condición le está reservada al hombre: el aire que respira su espíritu está
compuesto de la unión del cielo y de la tierra; ¡qué criatura monstruosa es el
14
Ibid., p. 267.
15
DVS, vol. 1, p. 122.

LA ACADEM IA DE INGENIEROS ... 113


hombre! , la ley del espíritu ha sido quebrantada ... Tengo la sensación de que
nuestro mundo es el purgatorio de espíritus celestiales oscurecidos por pen-
samientos pecaminosos. Me parece que el mundo ha adquirido un significa-
do negativo, y que de una espiritualidad elevada y purificada ha surgido una
sátira . Si de pronto , en medio de este panorama , irrumpe una persona que
desbarata el efecto y la idea de la totalidad; en una palabra, una presencia
completamente ajena ... ¿qué sucede? ¡El cuadro se echa a perder, y deja de
existir! 16

Está claro que Dostoievski se adjudica a sí mismo el papel de esa "pre-


sencia extraña o ajena" en el mundo de la Academia y, como veremos en
seguida, hizo todo lo posible por cambiar la visión de la vida que encontró
allí. Pero el que esa reacción haya tenido un origen puramente biográfico
no debe hacernos pasar por alto su significado más amplio, pues demues-
tra que Dostoievski ya estaba empezando a considerar la vida humana
como una eterna lucha entre el aspecto material y el espiritual de la natu-
raleza del hombre; y habría de seguir considerando siempre el mundo
como un "purgatorio", cuyas pruebas y tribulaciones sirven para el supre-
mo propósito de la purificación moral.

Que Dostoievski era, en efecto, una "presencia extraña" en la Academia, ha


sido ampliamente confirmado por las reminiscencias de todas las diversas
personas que lo conocieron durante aquellos años. Un compañero suyo,
más joven, a quien Dostoievski protegía, y que posteriormente llegó a ser
un pintor conocido, nos hace la siguiente descripción: "Su uniforme le col-
gaba deslucido , y su mochila, chacó , rifle ... , todas esas cosas parecían
grilletes que estaba obligado a usar temporalmente y que lo agobiaban
con su peso". 17 Grigoróvich nos dice que Dostoievski "ya desde entonces
mostraba rasgos de un carácter huraño, poco sociable; permanecía reclui-
do; no participaba en las diversiones; se quedaba sentado enfrascado en
los libros, y buscaba un lugar en el que pudiera estar solo". 18 A. l. Saveliev,
16
Pisma, vol. 1 (9 de agosto de 1838), p. 46.
17
DVS, vol. l , p. 106.
18
Ibid. , p. 127.

114 ... SAN PETERSBURGO


joven oficial que entonces estaba de servicio en la Academia, nos confía
que "era tan diferente al resto de sus compañeros en todas sus acciones,
inclinaciones y hábitos; tan original y fuera de lo común que, al principio ,
todo eso parecía extraño, antinatural, misterioso, y suscitaba turbación y
perplejidad; pero luego, cuando se comprobaba que no hacía daño a na-
die, los altos oficiales y sus compañeros dejaban de prestar atención a esas
excentricidades". 19
De todas estas reminiscencias, las de Saveliev son especialmente valio-
sas porque, aparte de generalidades confirmatorias , como las del párrafo
anterior, contienen datos muy precisos sobre las ideas y actitudes de Dos-
toievski. De gran interés es la observación de que "era muy religioso, y con
verdadera perseverancia cumplía todas las obligaciones de la fe cristiana
ortodoxa". Muchas veces se le veía leyendo la Biblia, el Die Stunden der An-
dacht de Zschokke, etc. Tras las conferencias que sobre religión dictaba el
padre Poluektov, Fiódor Mijaílovich solía prolongar largos ratos sus con-
versaciones con el religioso. Este hecho impresionó tanto a sus compañe-
ros, que le pusieron por apodo "el monje Photius".2º La obra a la que se
hace referencia aquí pertenece al pastor suizo alemán Heinrich Zschokke,
más conocido como escritor de novelas populares de aventuras , y se trata
de una famosa colección de ensayos devocionales que fueron muy leídos a
finales del siglo xvm y principios del x1x. Zschokke, francmasón y partida-
rio de la Revolución francesa, predicaba una versión sentimental del cris-
tianismo absolutamente exenta de todo contenido dogmático, y en la cual
se hacía hincapié en la necesidad de dar al amor cristiano una aplicación
social. Dostoievski debió de estar familiarizado con esas ideas por sus lec-
turas de Karamzin, y no cabe duda de que estaba plenamente de acuerdo
con ellas. Tampoco se conformaba con profesar tales ideas sociocristianas
gozando de ellas en el secreto y en la soledad; trataba con verdadera valen-
tía de ponerlas en práctica, oponiéndose a algunos maltratos y abusos de la
vida en la Academia.
Desde luego, Dostoievski se indignaba al ver el tratamiento inhumano
al que eran sometidos los alumnos de los dos primeros años (los "gallinas" ,
como se les llamaba) por parte de los estudiantes de los años superiores; y,
junto con uno de sus pocos amigos (Iván Berezhetski), hacía todo lo posi-
ble por protegerlos. Saveliev recuerda que Dostoievski y Berezhetski se
19
Ibid., p. 97.
20
Idem.

LA ACADEMIA DE INGENIEROS ~ 115


destacaban del común de los estudiantes por sus "cualidades espirituales
particularmente notorias; por ejemplo, su compasión por los pobres, débi-
les y desvalidos". "Utilizaban todos los medios posibles para poner fin a
esa habitual violencia, y trataban también de proteger a los guardianes y
a todos aquellos que se ocupaban de las tareas de servicio en la escuela." 21
El maltrato físico por parte de los maestros de lenguas extranjeras, sobre
todo los alemanes, era también un deporte favorito de puertas adentro en
la Academia; asimismo , contra esos castigos Dostoievski luchaba todo lo
posible , aunque no siempre con buenos resultados.
Durante los meses estivales, cuando los estudiantes acampaban en un
villorrio próximo al palacio de verano de la familia real, en Peterhof, los dos
amigos se horrorizaron al ver la pobreza en que vivían sumidos los campesi-
nos de la región. Consecuentemente, organizaron una colecta entre sus com-
pañeros, y luego distribuyeron los fondos recaudados entre los más necesita-
dos. Como último rasgo de carácter, Saveliev nos habla de la encendida
cólera que se apoderaba de Dostoievski al recordar la corrupción imperante
en el Ejército , y que él había sufrido en carne propia. Conocía al detalle ca-
sos específicos, probablemente recogidos de relatos y rumores que circula-
ban en el ambiente militar. No tendría ningún sentido que mencionáramos
aquí los nombres que consigna Saveliev; baste señalar que incluían a mu-
chos oficiales de alto rango y de linaje aristocrático, a quienes Dostoievski no
titubeaba en criticar en sus conversaciones, y que posteriormente fueron de-
gradados o enviados a prisión acusados de haber cometido precisamente
esos mismos peculados que Dostoievski les atribuyera años antes.
Del relato de Saveliev colegimos que , aunque Dostoievski no gozaba
de popularidad entre sus compañeros de la Academia , al menos era respe-
tado por la firmeza de su carácter, y por negarse a claudicar en sus convic-
ciones morales. "Muy pronto llegaban a tomarle afecto - escribe Saveliev,
acaso exagerando un poco-, y a menudo seguían sus consejos o sus opi-
niones. "22 De todas maneras era el editor y, seguramente, el principal colabo-
rador del periódico estudiantil litografiado, y que tenía el extravagante
nombre de Revelsky Snyatok, * lo cual estaría indicando que Dostoievski
gozaba de cierto grado de autoridad y aceptación públicas. Además , aun
cuando se le catalogaba como un solitario, tenía realmente un reducido
21
Ibid., p. 99.
22
Ibid., p. 97.
"Snyatok es el nombre de un pececito: el eperlán o eperlano.

116 ... SAN PETERSBURGO


círculo de amigos afines, algunos de los cuales estaban destinados a des-
empeñar un papel importante en su vida.
Con D. V. Grigoróvich compartía su ferviente afición a la literatura y a
las artes; con A. N. Beketov - quien llegaría a ser el centro de un grupo
"progresista" en los años cuarenta- , su profundo interés social y su vehe-
mencia moral. Iván Berezhetski, a quien sólo este breve momento de su
amistad con Dostoievski salvó del absoluto anonimato, acaso haya atraído al
escritor por cierta presunción intelectual, y por los aires de dandy que adop-
taba. Berezhetski hacía ostentación de su riqueza; siempre era extravagante
en el vestir, y usaba reloj y un anillo de diamante . Seguramente Dostoievski
le envidiaba su opulencia y es probable que también admirara en él esa mez-
cla de humanitarismo y de arrogante elegancia que lo distinguía. Es Be-
rezhetski quien aparece mencionado en todas las memorias como el amigo
más íntimo de Dostoievski en la Academia. Saveliev los describe recorrien-
do los amplios salones del palacio y conversando sobre poesía contemporá-
nea (Zhukovski, Pushkin, Viazemski), mientras el resto del estudiantado
asistía a la clase de danza que se impartía todos los martes por la noche, o
bien practicaba deportes al aire libre. Otro autor de memorias los presenta
discutiendo en voz alta sobre Schiller, y a Dostoievski persiguiendo a Be-
rezhetski por los corredores, para tener la última palabra.
En su estudio sobre el carácter de Dostoievski, Freud se refiere a la
"latente homosexualidad" que en su opinión es revelada por "el importante
papel que las amistades masculinas desempeñaron en su vida [de Dostoiev-
ski]" . 23 Es indudable que su amistad con Berezhetskifue muy importante .
En una carta que le escribe a Mijaíl, a comienzos de 1840 , Fiódor dice que
el año anterior tuvo un amigo por el cual sintió "el amor de un hermano";
"yo tenía un compañero a mi lado; el único ser a quien amé de esa mane-
ra". No podía ser otro sino Berezhetski, con quien , como ya sabemos, co-
mentaba las obras de Schiller.

Me escribiste, hermano, diciéndome que yo no había leído a Schiller. Estás


equivocado, hermano. Aprendí a Schiller de memoria; le hablaba; soñaba con
él. .. Leyendo a Schiller con él probé en él al noble y fogoso don Carlos y al
marqués de Posa , y a Mortimer. ¡Esa amistad me causó tantas penas y tantas
alegrías ... ! Pero el nombre de Schiller se ha vu elto algo muy íntimo y querido

23
Sigmund Freud, Character and Culture, ed. Philip Rieff (Nueva York, 1963), p. 282.

LA ACADEMIA DE INGENIEROS ~ 117


para mí ; una especie de sonido mágico , conjurador de tantas reminiscencias;
son recuerdos amargos, hermano . .. 24

Es posible que expresar semejantes sentimientos acerca de una amis-


tad masculina suscite hoy desconfianzas por considerárseles sumamente
sospechosos, y además no hay ningún motivo para negar que acaso entre
los componentes de esos sentimientos haya habido cierta homosexualidad
latente. Pero también es necesario aclarar que , en la Rusia de principios del
siglo x1x, tal clase de relaciones eran muy fervientes , y que un apasionado
afecto masculino formado al amparo de la magia de Schiller era algo que
ocurría con bastante frecuencia en el decenio de 1830-1839. * Lo que ese
sentimiento representó en este caso , puede deducirse de los nombres de
los personajes schillerianos que Dostoievski creía ver encarnados en su
amigo. Don Carlos, heredero al trono en el momento de mayor grandeza del
imperio español, y su compañero de juegos de la infancia, "el marqués de
Posa", están ambos involucrados en una conspiración para dar libertad
de expresión y de religión al oprimido pueblo de los Países Bajos que
gime bajo la bota de España. El Gran Inquisidor que aparece en el último
acto de la pieza teatral Don Carlos, como la aterradora encarnación de la ti-
ranía absoluta sobre el espíritu humano , sin duda influyó en la famosa Leyen-
da del Gran Inquisidor que creó Dostoievski treinta años después. En la
obra María Estuardo, Mortimer es un joven noble inglés que encabeza un
fracasado complot para liberar de la prisión a la bella pecadora arrepenti-
da María y finalmente de la ejecución ordenada por la fría y vengativa
24
Pisma, vol. 1 (1 º de enero de 1840), p 57.
* Para dar sólo un ejemplo, citemos el libro Me moirs of a Yoimg Ma n (1840), de Aleksandr
Herzen , donde describe, exactamente con ese mismo tono apasionado, su amistad con Nikolái .
Ogarev. "En virtud de una fuerza incomprensible para nosotros, dependíamos estrechamente
uno del otro; a él lo consideraba realmente como a un hermano; un pariente anímico muy cerca-
no, y él sentía lo mismo por mí. .. Estábamos enamorados á la lettre, y cada día que pasaba nos
queríamos más. " La obra de Schiller se convirtió en su ideal; "nos apropiamos de los atributos de
sus protagonistas. Ante nosotros, la vida nos ofrecía triunfos; se nos presentaba majestuosa; en
un acto de sinceridad , juramos sacrificar nuestras vidas en bien de la humanidad", etc. MPT,
vol. 4, p. 1823. (Véase el capítulo 1v, nota 1, para la referencia completa.)
Otro ejemplo de esta clase de amistad -de igual importancia dentro de la cultura rusa-
es el que proviene de la relación entre V. G. Belinski y Nikolái Stankévich. "En la correspondencia
que Stankévich dirigió a otros, se encuentran referencias a Belinski - escribe Edward J.
Brown- que revelan una calidez sentimental especial, un amor abierto , algo que es difícil ima-
ginar en nuestros días, ahora que la exaltación romántica de la amistad ha quedado tan fuera de
tiempo." Stankevich and His Moscow Circle 1830-1840 (Stanford, California, 1966), p. 88.

118 ... SAN PETERSBURGO


reina Isabel de Inglaterra . Los tres personajes son hombres jóvenes que,
inspirados por elevados ideales, por el amor o por la amistad, se sienten
impelidos a servir a las grandes causas sociales de la libertad y la justicia.
Por qué el recuerdo de su amistad con Berezhetski habría de ser "amar-
go" para Dostoievski, es algo que no sabemos; es evidente que algún des-
acuerdo, alguna resquebrajadura debió de ocurrir. También en este caso,
las reflexiones del hombre oculto o secreto pueden ayudarnos a descubrir
qué sucedió en realidad.

Efectivamente, en otro tiempo tuve un verdadero amigo. Pero ya entonces era


yo un tirano de los sentimientos; quería ejercer una ilimitada influencia en
él; trataba de inculcarle desprecio por todo aquello que le rodeaba; le exigía
una altanera y completa ruptura con todos los demás . Pero tan pronto se
dedicaba por completo a mí, al punto empezaba yo a odiarlo y a rechazarlo ...
como si para lo único que le necesitara fuese para triunfar sobre él; para so-
juzgarlo, y para nada más que eso [5: 140].

Si este pasaje tiene alguna validez autobiográfica , es en el sentido de


que estaría mostrándonos el maduro juicio personal de Dostoievski respec-
to de las perversidades de su propio carácter, perversidades que muy pronto
habría de tener amplia ocasión de exhibir demasiado públicamente. Es muy
probable, pues, que haya mostrado rasgos de carácter similares en su rela-
ción con Berezhetski y que por supuesto exageraba y agrandaba el hombre
del subterráneo. Los problemas que le acarreaba su posición en la Aca-
demia seguramente fueron la causa de que echara sobre los hombros de
Berezhetski una carga emocional tan pesada, y de que exigiera tanto a su
comprensión y paciencia, que su relación terminó por ser intolerable. Qui-
zás podamos datar el inicio de la actitud crítica de Dostoievski hacia el
"schillerismo", como pauta de conducta, a partir de esa experiencia.

El acontecimiento más importante en la vida de Dostoievski , durante sus


años en la Academia, fue la muerte (o para ser más exactos, el asesinato)
de su padre, y que constituye la parte de su biografía que ha atraído más
atención, que ha suscitado más conjeturas y a la que se le ha atribuido

LA ACADEMIA DE INGENIEROS ~ 119


mayor importancia como factor determinante del curso de su destino. Por
ello, vale la pena recordar que , en el momento del homicidio, hacía dos
años que Dostoievski no veía a su padre. Tras dejar a sus hijos en San Pe-
tersburgo, el doctor regresó a Moscú, para nunca volver a verlos. Por razo-
nes de salud (su solicitud de jubilación menciona ataques reumáticos y
pérdida de la visión), renunció a su puesto y fue a vivir a Darovoe. Despro-
visto del apoyo de María Feodorovna, y de uno o dos amigos que tenía
entre el personal del hospital, fue derrumbándose moralmente, en medio
de la soledad y del aislamiento de las provincias Aliona Frolovna , quien
continuaba desempeñándose como su ama de llaves, lo oía sostener largas
conversaciones con su esposa difunta, como si estuviera presente; y fue
entonces cuando se entregó a la bebida. Una de las dos jovencitas aldeanas
que habían servido a los Dostoievski como criadas en Moscú : la alegre hija
de un campesino de Darovoe llamada Katerina , pasó a ser su amante, y le
dio en 1838 µn hijo ilegítimo . Todas las historias utilizadas por los biógra-
fos para establecer una relación entre el doctor Dostoievski y Fiódor Kara-
mázov mencionan esos dos últimos años de su vida, entre 1837 y 1839, a
pesar de que es sumamente improbable que Fiódor Dostoievski supiera
qué le estaba ocurriendo a su padre en aquel momento, como tampoco
podemos imaginar de dónde podría haber obtenido tal información. Segu-
ramente que , después del crimen, recibió informes verbales sobre la deca-
dencia de su padre; pero es un error colegir que fue testigo de algún com-
portamiento comparable al que habría de describir más de cuarenta años
después .
Freud ha armado una complicada hipótesis basada en la presunta reac-
ción de Dostoievski al enterarse del asesinato y que, según la teoría psico-
analítica , fue la materialización de los impulsos parricidas que todo ese
tiempo Dostoievski había estado alimentando, pero , a la vez, reprimiendo.
Abrumado por la culpa, al enterarse de la noticia (pues el crimen era la
concreción de sus deseos más secretos y más insoportables) se castigó a sí
mismo por medio de su primer auténtico ataque de epilepsia. Por el mo-
mento trataremos de apartar la cuestión acerca de los sentimientos de cul-
pa de Dostoievski del campo de las conjeturas psicoanalíticas para anali-
zar, en cambio, las pruebas de que disponemos sobre las relaciones que
tenía con su padre en los dos años que precedieron a la espantosa muerte
del segundo . Existen, como veremos, buenas razones para aceptar la inter-
pretación freudiana de que Dostoievski se consideraba a sí mismo involu-

120 ... SAN PETERSBURGO


erado en el homicidio , y que desde el punto de vista emocional asumió
gran parte de la culpa; pero se trata de razones muy distintas de las que
supuso Freud.
Desde el principio mismo de su estadía en San Petersburgo , los proble-
mas propios de tratar de encaminar convenientemente a sus dos hijos en
sus respectivas carreras futuras fueron constante motivo de angustia para
el doctor Dostoievski. Nada marchaba como él lo había proyectado , los
gastos imprevistos seguían acumulándose. En la correspondencia se discu-
te mucho acerca de trescientos rublos que el doctor Dostoievski había pa-
gado, aparte de la cuota normal de la escuela preparatoria, a fin de que sus
hijos pudieran recibir instrucción complementaria de artillería y fortifica-
ciones - para terminar por enterarse, por boca de sus propios hijos, de
que "los trescientos rublos no fueron en nada necesarios para él [Kostoma-
rov] "- .25 La noticia de que Mijaíl no había sido admitido en la Academia
fue un duro golpe, así como también lo fue enterarse de que Fiódor no
había podido obtener una de las vacantes gratuitas.
Las cartas del doctor Dostoievski trasuntan enorme preocupación y
gran angustia; sin embargo , aun a costa de estirar al máximo sus propios
recursos económicos , hacía todo lo posible por satisfacer los pedidos de
sus hijos. En una carta que ambos le escriben en diciembre de 1837 , le
agradecen el envío de setenta rublos que , apuntan, es una cantidad más
que suficiente para satisfacer sus necesidades. "Acabamos de recibir tu car-
ta, y junto con ella setenta rublos, dinero empapado del sudor del esfuerzo
y de tu propia privación. ¡Cuán valioso es por eso mismo ahora, para nos-
otros! Te lo agradecemos, te damos las gracias de todo corazón; ese cora-
zón que tiene plena conciencia de todo lo que estás haciendo por nos-
otros."26 Tal es el estilo un tanto exaltado -imitación del tono que tenían
las cartas de sus padres- que utilizan tanto Mijaíl como Fiódor cuando le
escriben a su padre. Pero no hay motivos para considerar que los mucha-
chos fuesen hipócritas, pues sabían perfectamente que sus sentimientos
estaban justificados por la situación real que vivía su padre.
Las penas del doctor Dostoievski, sus mortificaciones, no terminaron
ni siquiera cuando ya sus hijos quedaron sujetos al yugo de sus respectivos
establecimientos educativos. Por razones que aún no ha sido posible dilu-
cidar, Fiódor no logró promoción en su primer año de estudios; y al reci-
25
Pisma, vol. 4 (3 de diciembre de 1837), p. 233.
26
Idem.

LA ACADEM IA DE INGENIEROS ~ 121


birla carta en la que se le anunciaba la infortunada noticia, el doctor sufrió
un ataque hemipléjico , que obligó al médico del lugar a practicarle una
sangría. En cartas dirigidas tanto a su padre como a MiJaíl, Dostoievski
atribuye ese retroceso en sus estudios a la animadversión de algunos profe-
sores (a Mijaíl sólo le menciona al profesor de álgebra); y como prueba de
la injusticia redacta una lista de las excelentes notas que ha obtenido en las
clases. Sin embargo, hace poco se descubrió que Dostoievski omitió de la
lista de notas de curso las de prácticas militares , calificación sumamente
baja, y que pudo muy bien ser la causa verdadera de su fracaso. Esta supo-
sición resulta perfectamente aceptable si se toma en cuenta la inverosimi-
litud de la historia sobre sus profesores , aunada a haber omitido mencio-
nar la nota de prácticas militares. Pero, como sabía que el favoritismo era
cosa común en la Academia, cabe suponer que creyó que esas solas califi-
caciones bajas no serían suficientes para anular la excelencia del resto de
su trabajo en clase. Cualquiera que sea la explicación, es indudable que
todo ese asunto le hizo sentirse muy mal respecto de su padre. Y cuando le
dice a Mijaíl que "no me arrepentiría de nada , si no fuera porque las lágri-
mas de nuestro pobre padre me queman el alma", 27 al menos la última
parte puede tomarse en sentido literal.
Este episodio no es el único aspecto de la vida de Dostoievski en ese
periodo que pudo causarle remordimientos . Es muy probable que también
se sintiera incómodo y molesto por los reiterados pedidos de más dinero
que le hacía a su padre, a pesar de saber las circunstancias de estrechez
económica de su familia. La necesidad era siempre la justificación de esos
pedidos; pero su verdadero origen era el deseo de Dostoievski de no pre-
sentar una imagen demasiado miserable frente a sus compañeros que pro-
venían de familias acaudaladas. Aunque podía despreciar a la mayoría de
sus condiscípulos, es evidente que la idea de ser considerado por ellos una
persona extraña y socialmente inferior le resultaba insoportable. La lucha
por mantener su posición social y su estimación de sí mismo se manifiesta
en sus cartas de una manera bastante ingenua. En junio de 1838 le escribe
a su padre que ha gastado todo su dinero, y le explica que se ha comprado
un nuevo chacó para el desfile de mayo de la Academia ante la familia im-
perial. "Todos mis nuevos compañeros, sin excepción, se compraron sus
propios chacós; y el mío, que me lo dio el gobierno , le habría llamado la

27
Ibid. , vol. 1 (3 1 de octubre de 1838), p. 49.

122 ~ SAN PETERSBURGO


atención al zar. "28 Lo cual queda desmentido porque , poco antes, afirma
orgullosamente que ciento cuarenta mil soldados participaron en el espec-
táculo, cosa muy poco probable; como tampoco cabía la seguridad de que
a Nicolás le habría desagradado ver un chacó reglamentario.
Este mismo esquema se repite en los pedidos de más dinero que le
hace a su padre durante los meses de verano, cuando los estudiantes acam-
pan en Peterhof. "En el campamento -escribe Dostoievski- surgen las
más imprevistas y abrumadoras necesidades , y sin dinero uno se encuen-
tra en apuros. "29 Desde luego que no aclara cuáles son esas "abrumadoras
necesidades". Empero, en una carta posterior consigna la cantidad que le
ha costado hacerse limpiar las botas y que, según él, en el campamento es
un gasto inevitable. A la siguiente primavera pide dinero para poder com-
prarse otro par de botas, aparte de las que tiene en uso, hace un pedido de
su propio té, además de la ración normal que recibe en la Academia, y
compra un baúl para sus libros. Como justificación de este pedido , le ex-
plica a su padre que simplemente se está adaptando a las "normas" de
su sociedad actual. "¿Por qué ser una excepción? - pregunta , revelando su
propio dilema- . Esas excepciones a veces se exponen a terribles desazo-
nes."30 Empero, las "normas" que menciona son reglas que él mismo se ha
impuesto, o bien que le son impuestas por la necesidad de mantener una
posición social decorosa ante los ojos de sus compañeros. Esto es confir-
mado en las Memorias del conde Pedro Semenov, cuyos comentarios acer-
ca de Dostoievski son siempre muy acertados (posteriormente, Semenov
llegó a ser un famoso explorador, geógrafo y naturalista, que también tuvo
una de las mejores colecciones de Europa sobre pintura holandesa del si-
glo xvn, y que escribió una gran obra sobre el tema). Semenov compartió
con Dostoievski el mismo vivaque en Peterhof, aunque entonces aún no se
conocían.

Viví en el mismo campamento que él, en las mismas tiendas de tela de lino ...
y pude pasármela sin mi propio té (recibíamos un poco en la mañana, y otro
poco en la noche), sin más botas que las que me fueran entregadas, y sin un
baúl para mis libros, aunque leía tanto como F. M. Dostoievski. En conse-
cuencia, todo ello no respondía a una necesidad real, sino simplemente al
28
Jbid.,vol. 4 (5 de junio de 1838), p. 238.
29
Idem.
30
Ibid., vol. 1 (10 de mayo de 1839), p. 52.

LA ACADEMIA .DE INGENIEROS ~ 123


deseo de no ser diferente de otros condiscípulos que tenían su propio té, bo-
tas y baúles, también propios.3 1

Que sepamos, Dostoievski nunca escribió a su casa pidiendo fondos sin


recibir con el tiempo la suma pedida. En marzo de 1839 escribió diciendo
que tenía una deuda de cincuenta rublos (sin explicar en qué los había
gastado), y pedía diez rublos más para gastos del campamento de verano.
En respuesta , recibió letras de cambio por valor de noventa y cuatro ru-
blos. Dos meses después hizo el otro pedido para su té , sus botas y su
baúl; y en la respuesta que le envía su padre , le presenta un panorama
sombrío de la situación económica en Darovoe , panorama que concuerda
perfectamente con los hechos conocidos. Le recuerda a su hijo que, duran-
te los últimos años, las cosechas han sido malas, y predice la bancarrota
total para ese año. Le cuenta que ya en el anterior marchaban las cosas tan
mal que los techos de las cabañas campesinas debieron utilizarse como
forraje ; "pero eso no fue nada comparado con la miseria presente. Desde
comienzos de la primavera , ni una gota de agua; ni siquiera rocío . El calor
y los vientos terribles lo han destruido todo. No sólo nos amenaza la ban-
carrota , sino la muerte por inanición. Después de decirte todo esto , ¿pue-
des seguir refunfuñándole a tu padre porque no te manda tu dinero ?" 32
A pesar de todo , la cantidad que Dostoievski había pedido le fue enviada,
junto con la advertencia de que gastara el dinero con prudencia.
Esta carta está fechada el 27 de mayo de 1839; el doctor fue asesinado
a principios de junio; tal vez una o dos semanas después; por consiguien-
te, este desesperado mensaje a su hijo fue, literalmente, su último testa-
mento, y Dostoievski debió de recibirlo casi al mismo tiempo que le llega-
ron las noticias sobre la muerte de su padre.

No hace falta que analicemos aquí las contradictorias interpretaciones que


se han hecho sobre este homicidio. Si fue cometido en un espontáneo o
súbito estallido de ira , o cuidadosamente proyectado con anticipación; si
la causa fueron las exigencias y la severidad insoportables del doctor Dos-
31 DVS, vol 1, p. 210.
32
V. S. Nechaeva , V Seme.. ., op. cit., p. 121

124 ... SAN PETERSBURGO


toievski -quien hacía pagar muy caro a los desdichados campesinos su
propio dolor y su soledad- ; o si hubo un elemento de venganza debido a
las relaciones que tenía con Katerina; si su destino quedó sellado por la
notoria rebeldía que mostraron los campesinos de aquella región durante
1839 , debido a las sequías abrasadoras y a las precarias cosechas, son to-
das ellas preguntas a las que no es posible dar una respuesta definitiva. Lo
importante es que el asesinato ocurrió, y que la mayoría de la población
masculina de la aldea quedó involucrada. Al parecer, el fallecimiento se
produjo por asfixia y el cuerpo no mostraba marcas visibles de muerte vio-
lenta.* Se informó que el doctor había fallecido de un ataque apoplético ,
y aunque en todo el distrito se sabía la verdad, la familia decidió no remo-
ver el asunto . En todo caso , los Kumanin no sentían gran afecto por el
irascible médico; era casi imposible demostrar que había sido asesinado , y
aunque se probara el homicidio ello habría significado el exilio de casi
todos los siervos varones y, por ende, la destrucción definitiva del patri-
monio de los hijos. Andrei conjetura que sus dos hermanos mayores su-
pieron la verdad casi desde el principio; en cambio , él sólo se enteró de
manera indirecta, por ser demasiado pequeño, entonces, para que se lo
dij eran ..;.*

'' Acerca del asesinato, un rumor que aún persiste señala que el doctor Dostoievski sufrió
un ataque sexual , o una mutilación . Henri Troyat escribió que uno de los asesinos "prensó sus
genitales [de la víctima] con todas sus fu erzas"; más recientemente, Manhe Roben habla con
mayor seguridad de "la castración que tuvo lugar junto con el crimen ". Henri Troyat, Dostoevsliy
(París, 1960), p. 52; Manhe Roben, "L'lnconscient, creuset de l'oeuvre", en el volumen colecti-
vo Dostoevshy (París, 1971), p. 148.
Sobre este punto, la única información d igna de confianza - e incluso, en este caso, de se-
gunda mano- proviene de dos fu entes: las Memorias de Andrei Dostoievski, y los relatos
transmitidos de generación en generación por los descendientes de los campesinos de Darovoe,
testimonios que fueron recogidos por V. S. echaeva y otros, y reunidos en el libro de esta au-
tora. Por supuesto, esta información consiste en rumores que datan de casi un siglo , y que han
siclo adornados con gran número de detalles por la tradición oral campesina. En uno de los re-
latos de Nechaeva hay una frase, no muy clara, que puede interpretarse como una referencia
aproximada de lo que Troyat considera un hecho. En ninguna otra parte de la obra de la autora
se menciona la castración. DVS, vol. 1, p. 89; V. S. Nechaeva, V Seme ... , op. cit., p. 54.
'' * Al tiempo de llevar a impresión el presente volumen , se ha dado a conocer nuevo material
informativo de importancia, el cual plantea la duda de si la muerte del doctor Dostoievski se
debió realmente a un asesinato. Según la descripción que ofrece Andrei, se hizo ocultar al su-
puesto asesino, y se dio como causa de la muerte un ataque de apoplejía; los campesinos logra-
ron sobornar a las autoridades locales entregándoles una considerable cantidad de dinero. Cómo
estos campesinos pobres lograron reunir dicha suma es un misterio al que Andrei se refiere , pero
no aclara; sin embargo , da como un hecho que fue entregado el dinero que se requería para rea-

LA ACADEMIA DE INGENIEROS ~ 125


De todo ello podemos deducir que Dostoievski debió de sentirse ago-
biado por un sentimiento de culpa y remordimiento al enterarse de la muer-
te de su padre, y al saber la causa verdadera. Es posible que el desasosiego
de todo ese periodo -originado por no haber tenido éxito en sus estudios,
y por ser consciente de que explotaba los magros recursos de su progenitor
para calmar su ansia de posición social- haya estallado de pronto en un

!izar el soborno. Una semana después de la muerte del doctor Dostoievski, ya éste en su tumba,
su suegra reunió a los hi_¡os más _¡óvenes, y se dedicó a buscar otras pistas . Dos de sus vecinos
-el mayor Khotiaintsev, ya retirado , y su esposa- le dijeron que la muerte no había sido natu-
ral, sino que se había debido a un asesinato; y le aconsejaron que no investigara más sobre el
asunto, con el fin de cuidar la reputación de la familia. Ésta fue la versión en torno al fallecimien-
to del doctor Dostoievski que ella llevó a Moscú, y que fue aceptada por la familia .
Recientemente, un investigador, que incluso fue a examinar los archivos correspondientes
a la iurisdicción en donde estaba ubicada la propiedad de los Dostoievski, nos ha traído una
visión completamente distinta sobre los hechos. En primer lugar, lejos de haber sido sepultado
apresuradamente, sin celebrar ninguna ceremonia. el cadá\·er del doctor Dostoievski fue exami-
nado de manera independiente por dos médicos del lugar; ambos coincidieron en que la causa
de la muerte había sido un ataque de apoplejía. En segundo lugar, el rumor de que posiblemen-
te se trataba de un asesinato fue comunicado a las autoridades po r otro vecino, A l. Leybrekht,
quien, no obstante, atribuyó tal información a Khotiaintsev. La Corte provincial sometió a in-
vestigación el asunto; interrogó al mayor, y cuando éste negó ser el autor del rumor preparó un
careo entre ambos. Khotiaintsev se mantuvo en su negativa; entonces, Leybrekht lo acusó de
haberle pedido que pusiera sobre aviso a las autoridades, ante la posibilidad de que se tratara
de un asesinato. Es necesario señalar que Khotiaintsev estuvo involucrado en un proceso judi-
cial en contra de la familia Dostoievski en relación con un desli nde de tierras; además, era un
terrateniente muy rico, y trabajaban en sus propiedades cerca de quinientas personas . En el
caso de que se acusara a los campesinos de haber asesinado al doctor Dostoievski, y por ello se
les enviara a Siberia , Khotiaintsev podría apoderarse, por una bagatela, de las propiedades del
muerto. Quizá esto explique por qué deseaba propagar el rumor de que Dostoievski había sido
asesinado, pues de esta manera también aparecía como un amigo de la familia, preocupado por
los intereses de ésta.
Durante más de un año, varios grupos provinciales de abogados continuaron investigando
el caso. Se interrogó a los parientes del doctor Dostoievski que residían en Moscú, y también a
la niania de los niños, Aliona Frolovna, quien había estado en Darovoe cuando ocurrió la muer-
te. Se sometió a in terrogatorio a varios campesinos sospechosos del asesinato , de acuerdo con la
versión que corría, pero no se descubrió ninguna prueba de delito. Debe recordarse que cual-
quier "sospecha" _Justificable podía bastar para enviar al exilio a los campesinos, y que el asesi-
nato de un terrateniente era un crimen que el gobierno estaba en la mejor disposición de casti-
gar severamente a quienes lo habían cometido.
A la luz de estos hechos, que ahora se conocen , la descripción de la muerte del doctor Dos-
toievski que se aceptaba como cierta se ha convertido en una cuestión muy ambigua. Toda esta
historia sobre el asesinato, que se inició a partir de Khotiaintsev, quien tenía razones persona-
les para que se aceptara su versión de los hechos, no cuenta con otra prueba, aparte de ésta;
nadie más sabía del asunto. Es difícil creer que todos los implicados en el caso, incluso los dos

126 '4 SAN PETERSBURGO


arrebato de autoacusación. Si su padre había estado sometiendo a los cam-
pesinos a un incalificable maltrato , ¿acaso no tenía él la culpa? ¿No fue para
satisfacer sus "necesidades" puramente imaginarias por lo que su padre tuvo
ese horrible fin? Al cabo , conocía a los campesinos de Darovoe desde su
infancia. Sabía que no eran monstruos ni criminales; por el contrario, él
más que nadie sabía que, a pesar de su rusticidad, eran capaces de gestos de
una gran bondad , y de ser muy humanitarios; es decir, capaces de tener
sentimientos cristianos. ¿Habrían asesinado a su amo, de no haber existido
una provocación extrema? Esos sentimientos culpables que siempre había
tenido hacia su padre, hasta cuando era pequeño , en ese momento sin duda
aumentaron hasta convertirse en autoacusación ante la posibilidad de haber
contribuido a esa tragedia familiar.
Si aceptamos que es válido describir de esta manera, o de alguna otra
parecida, la agitación o conmoción de la psique de Dostoievski, quiere de-
cir que podemos acercarnos mucho más que Freud a una explicación lógica
de la conducta de Dostoievski en el decenio de 1840-1849, y de la índole de
su obra. La teoría que postula Freud acerca de la '·simpatía por identifica-
ción", que según él Dostoievski sentía hacia los delincuentes o criminales, y
que se advierte en sus principales novelas, no es aplicable para nada a sus
escritos del decenio de 1840-1849 ; tampoco Freud explica por qué la rebe-
lión edípica en contra del padre asumió la particular forma humanitarista
de unirse a una conspiración para difundir propaganda contra la servitud.
Pero si la culpa que sentía Dostoievski por el asesinato de su padre fue de la
índole que aquí sugerimos, nada habría sido más lógico para él que tratar
de aliviarla canalizándola hacia una causa social.
Al sensible humanitario, al devoto de "lo bello y lo sublime", ya antes
le causó una impresión imborrable ver golpear a un cochero campesino.
¡Cuánto más abrumado debió sentirse por las escenas en Darovoe, que su
torturada imaginación conjuraba , y respecto de las cuales no podía dejar
de asumir parte de la responsabilidad! Así pues, su sentimiento de culpa se
transformó en el vehemente odio que manifestaba hacia la calidad de sier-

médicos, pudieran haber sido sobornados, pues para ello se hubiera requerido una cantidad de
dinero demasiado elevada. Aparentemente, los hijos del doctor Dostoievski no supieron de esta
última investigación; pero el relato que Khotiaintsev hizo a la abuela del escritor, y que la fami-
lia conoció , fue aceptado como veraz por Dostoievski, lo cual tuvo incalculables consecuencias
en su equilibrio moral y emocional. DVS, vol. 1, pp. 89 y 90; G. Fedorov, "K biografi.i F. M.
Dostoevskogo", Liternturnay a Gazeta, núm. 25 (18 de junio de 1975), p. 7.

LA ACADEMIA DE INGENIEROS ~ 127


vo, aversión tan intensa que, como veremos más adelante, le impedía so-
portar que le describieran los vejámenes sufridos por los siervos sin tener
una violenta reacción emocional. La existencia de los siervos se le había
vuelto literalmente intolerable porque no podía liberarse de la morbosa
sensación de que, al ayudar a fomentar sus peores atropellos, había causa-
do la muerte de su padre. Sólo mediante la abolición de la calidad de sier-
vo; únicamente logrando la destrucción de ese monstruoso sistema podría
apaciguar el trauma de su culpa; y precisamente con este propósito acabó
arriesgando su vida, y fue enviado a Siberia.
Hasta este punto, y por estas razones muchísimo más convincentes, po-
demos aceptar la hipótesis de Freud de que, emocionalmente, Dostoievski
llevaba en su interior el peso de la culpa del parricida. Pero la aceptación por
parte de Freud de la leyenda familiar, según la cual el impacto de la noticia
de la muerte de su padre fue la causa del primer ataque epiléptico de Dos-
toievski, es una cuestión mucho más dudosa. Desde luego, Freud deseaba
dar crédito a esta historia, porque le permitía sustentar su hipótesis de que la
epilepsia de Dostoievski no era de origen orgánico , sino histérico. (Nomen-
ciona el hecho - acaso por ignorarlo- de que el htjo de Dostoievski, Alek-
séi, murió a los tres años de edad de un grave ataque epiléptico, en 1878,
lo cual parecería indicar cierto origen hereditario de esta enfermedad.) Por
otra parte, la presumible coincidencia entre el primer ataque y el asesinato
del padre le sirvió a Freud para confirmar su creencia de que Dostoievski era
víctima de un irreconciliable conflicto entre sus impulsos parricidas y una
necesidad culpable de autocastigo. Pero el rumor en el que se basa es explí-
citamente desmentido por las cartas que escribió el propio Dostoievski en
1854, en las que menciona por primera vez la enfermedad y sus síntomas; y
además, parece inverosímil en vista de todas las demás circunstancias.
Ninguno de los que conocieron a Dostoievski en la Academia, y que de-
jaron escritas sus memorias, hace referencia a ese ataque. Todos ellos escri-
bieron cuando ya Dostoievski había muerto; es decir, cuando mencionar su
epilepsia no habría sido embarazoso y, además, cuando hacía ya mucho tiem-
po que era del conocimiento público. También debemos recordar que en
aquel momento Dostoievski vivia en habitaciones compartidas con otros cien
compañeros, y que estaba bajo constante observación y vigilancia: habría sido
muy difícil de ocultar un ataque epiléptico. No podemos menos que coincidir
con E. H. Carr, quien, luego de una cuidadosa investigación de todo el mate-
rial original, llega a la siguiente conclusión: "La evidencia es a lo sumo pura

128 ... SAN PETERSBURGO


habladuría; contradice toda la demás información que hemos obtenido , tanto
escrita como oral; y probablemente nadie habría tomado en serio una historia
con tan escasas pruebas si no fu era por el hecho de que encaja tan bien con
las hipótesis de los psicoanalistas". 33 Los rumores se distinguen por ser difíci-
les tanto de demostrar como de refutar; por consiguiente, es indudable que
siempre habrá un margen de incertidumbre en tomo de este tema. Pero como
existen otras razones (y muy convincentes) para creer que Dostoievski se sin-
tió abrumado por sentimientos de culpa debido al asesinato de su padre, la
cuestión acerca de si los primeros signos de su enfermedad aparecieron en
la primavera de 1839 o, como es mucho más probable, varios años después,
deja de tener para nosotros la importancia que tuvo para Freud. *

En la única reacción frente a la muerte que ha quedado registrada -una


carta que escribe Dostoievski a Mijaíl , a mediados de agosto de 1839- no
aparece mencionado ningún trastorno anormal al recibir la noticia. "¡Mi
querido hermano! He derramado muchas lágrimas por la muerte de papá",
es todo lo que dice, aunque , de haber sufrido algo semejante a un "desma-
yo o desfallecimiento", no había motivo para ocultarlo. Empero, esta carta
merece un análisis más profundo del que generalmente ha sido objeto. Lo
que parece preocupar más a Fiódor es la suerte de sus hermanos y herma-
nas menores, desde un punto de vista más moral que práctico ; le desagra-
daba la idea de que fueran educados por los Kumanin. Por tanto, aprueba

33 E. H. Carr, "Was Dostoevsky an Epileptid", The Slavonic and East Eumpean Review, núm. 9

(diciembre de 1930), p 429.


* Todavía puede uno preguntarse por qué la señora Dostoievski propagó tal rumor, si éste
no tenía fundamento. Carr ha sugerido que se divulgó para contrarrestar otro rumor; esto es,
que el primer ataque que sufrió Dostoievski fue causado por una gol piza que le habían dado
mientras estaba recluido en Siberia. La imagen de Dostoievski atacado era demasiado degradante
para que la veneración que sentía por él Anna Grigorievna no sufriera menoscabo.
Otra posibilidad, menos complicada, es que lo anterior fue simplemente el resultado de un
error. Sabemos que, cuando Dostoievski falló en su intento de ser promovido en la Academia
de Ingenieros, este fracaso provocó cierta conmoción en su padre, debido a lo cual el propio
Dostoievski enfermó , y pasó algún tiempo en el hospital. Esto ocurrió sólo un año antes del
asesinato. Quizá Dostoievski comentó haber estado enfermo por aquel tiempo a causa del luto
por su padre, y esto originó que se pensara que había sufrido un ataque de epilepsia. Véase el
comentario que hace Grigoróvich sobre la enfermedad de Dostoievski en DVS, vol. 1, p. 129 .

LA ACADEM IA DE INGENIEROS .. 129


con entusiasmo el plan de Mijaíl -que nunca se llevó a cabo- de retirar-
se a Darovoe, luego de alcanzar el grado de oficial, para dedicarse a cuidar
de sus hermanos.

La armoniosa organización del individuo en medio de la propia familia, el


encauzamiento de todas las tendencias hacia los principios cristianos, el res-
peto por las virtudes familiares , el temor al pecado y a la deshonestidad; éste
es el resultado de semejante educación. Entonces los huesos de nuestros pa-
dres podrán descansar tranquilamente en la tierra húmeda. 34

Se trata evidentemente del tipo de cuidadosa crianza y educación que


él sentía haber recibido , y que tiende a idealizar por efecto de la pérdida
sufrida. En estas palabras se advierte un sentido total de identificación con
su padre , que despierta en él el deseo de perpetuar los valores de la tradi-
ción familiar , tal como en ese momento Dostoievski los concebía. Acaso
ésta haya sido su primera reacción - de compensación- ante el senti-
miento de culpa que lo embargó, sentimiento que posiblemente esté dela-
tando esa referencia que hace al estado de inquietud y desasosiego de sus
padres en la tumba.
Al mismo tiempo , esta carta también expresa cierta sensación de alivio,
como si un peso se hubiera desprendido de los hombros de Dostoievski.
Resulta curioso que le diga a Mijaíl que ahora, más frecuentemente que en
el pasado, puede observar todo lo que lo rodea en la Academia con mucha
más serenidad. Seguramente, uno de los motivos es que entonces ya podía
considerar la Academia como una simple etapa en su vida , lo que le permi-
te mencionar francamente por primera vez su intención de abandonar el
Ejército. "Mi único propósito es ser libre. Todo lo estoy sacrificando en
nombre de esa libertad. Pero muchas veces, muchas veces, pienso: ¿qué
me traerá la libertad? .. . ¿qué podré ser, solo, en medio de una multitud de
desconocidos7" 35 A pesar de esos temores, Dostoievski manifiesta confian-
za en sí mismo y en el futuro, y la firme convicción de que sus "sagradas
esperanzas" habrán de materializarse algún día. No cabe duda de que ha-
bía comenzado a acariciar esas esperanzas en secreto hacía ya bastante
tiempo; pero nunca se había atrevido a contrariar a su padre, pues ello ha-
bría conducido sólo a un terrible y desgarrador choque de voluntades . La
34
Pisma, vol. 2 (16 de agosto de 1839) , p. 549.
35
Ibid. , p. 550.

130 ... SAN PETERSBURGO


muerte de su progenitor quitó de su camino ese principal obstáculo emo-
cional; y por ello, su sentimiento de culpa estaba también acompañado de
una sensación de liberación.
Quizá es una vaga conciencia de este tipo de sensación lo que impulsa
entonces a Dostoievski a decir que su espíritu "ya no está sometido a sus
antiguos estallidos tormentosos", y que es "como el corazón de un hombre
que oculta un profundo enigma". Además, afirma que la finalidad de su
vida será en adelante "estudiar 'el sentido de la vida y del hombre'" . Con
gran satisfacción por el progreso ya logrado en este propósito, añade la re-
veladora información de que está tratando de llevar a cabo ese estudio ,
mediante un sondeo de los "personajes de los escritores con los que paso
la mejor parte de mi vida , en medio de las mayores libertad y alegría". "El
hombre es un enigma -continúa diciendo unas frases más adelante-.
Este misterio debe ser resuelto, y si dedicas toda tu vida a él, no digas que
has desperdiciado tu tiempo; yo me ocupo de este enigma porque deseo
ser un hombre. "36 A menudo se citan estas impresionantes palabras como
testimonio de la certidumbre que Dostoievski tenía de su propia misión
como escritor; y no es coincidencia que aparezcan en la única carta en la
que comenta el asesinato de su padre . Pues ningún suceso pudo haberle
mostrado más íntima y cabalmente el enigma del hombre y de la vida hu-
mana, el enigma de la súbita irrupción de las fuerzas irracionales, incon-
trolables y destructivas que actúan tanto dentro del mundo como en la
psique humana; el enigma de las incalculables consecuencias morales, in-
cluso de un desenfreno tan perdonable como lo eran los apremiantes pedi-
dos de dinero hechos a su padre. Éste era , en efecto , el enigma al que ha-
bría de dedicar el resto de su vida , tratando de resolverlo ; y nadie puede
acusarlo de que, al hacerlo, haya desperdiciado su tiempo.

16
Idem.

LA ACADEMIA DE INGENIEROS ... 131


VII. "Un ser maravilloso y exaltado"

CASI todos los críticos coinciden en afirmar que la educación que recibió
Dostoievski en la Academia de Ingenieros fue bastante deficiente . Es indu-
dable que, sobre todo en las clases más avanzadas, efectivamente perdía
muchísimo tiempo esclavizado por los estudios de matemáticas e ingenie-
ría. Pero la Academia también tenía la loable ambición de dar a esos futu-
ros oficiales del Ejército ruso cierta educación humanista; de modo que, al
menos durante los dos primeros años, los estudios de Dostoievski no fue-
ron un desperdicio total. Asistía a clases de religión, historia, arquitectura
civil, idiomas y literaturas rusa y francesa, y también recibía lecciones de
alemán. Pudo añadir un dominio bastante aceptable de este último idioma
a su conocimiento perfecto del francés; y los excelentes dibujos y bocetos
que aparecen en sus cuadernos de clase -tanto sobre arquitectura europea
como los bocetos de sus personajes- demuestran que había adquirido
considerable destreza en esta rama de las artes . Además, ambos profesores
de literatura rusa y francesa de la Academia eran pedagogos excelentes, que
le permitieron profundizar en el conocimiento sistemático de esas materias.
V. T. Plaksin, quien unos años antes había publicado un manual de histo-
ria de la literatura rusa, que se usaba mucho , ocupaba la cátedra de literatura
rusa en la Academia. Frecuente colaborador de las publicaciones literarias,
se puede describir a Plaksin como un moderado partidario del romanticis-
mo . Aceptaba este movimiento como el arte del mundo moderno; creía que
la religión -desde luego, el cristianismo- había creado la modernidad y el
romanticismo, y hacía hincapié en el nacionalismo como algo inseparable de
la creación romántica. Definía el genio como la capacidad para revelar el mis-
terio de aquello que parece ser un lugar común, e incluso algo repulsivo,

132 ..
elevándolo al plano de lo refinado y hermoso. Las conferencias de Plaksin
versaban sobre Pushkin y Lermontov, y también sobre el poeta popular
Koltsov, el comerciante en ganado que fue uno de los pocos escritores
rusos surgidos del pueblo . En efecto, Plaksin dedicaba gran parte de sus cla-
ses al estudio de la poesía popular rusa, de la cual era un verdadero cono-
cedor. Su concepción de que el genio consistía en la capacidad de elevar lo
ordinario o común al plano más alto, hacía que tuviera un concepto bas-
tante deslucido respecto de las primeras obras de Gógol; y en el decenio de
1840-1849, se expuso a la mofa pública por haber escrito en su manual la
imprudente observación de que, si bien Gógol era "un gran artista", sus
escritos estaban "plagados de repulsivos errores".1 Es imposible saber si
Dostoievski estaba de acuerdo con este juicio cuando era estudiante; pero
tampoco existen pruebas de que haya mostrado ningún interés serio por
Gógol antes de 1842.
En cuanto a ideas acerca de la literatura, Dostoievski no aprendió de
Plaksin mucho más de lo que ya h abía adquirido de Davidov en Moscú;
ambos debieron de enseñarle en esencia las mismas ideas románticas ale-
manas. En cambio , su profesor de literatura francesa , joseph Coumant, fue
algo totalmente distinto. Grandes elogios se prodigan al curso de Coumant
en las Memorias de l. Sechenov, quien posteriormente habría de convertir-
se en el famoso fisiólogo y maestro de Pavlov, y que ingresó a la Academia
en 1843 . También Dostoievski se benefició de los conocimientos de Cour-
nant, y pronto comenzaron a aparecer en sus cartas abundantes citas no
sólo de Racine, Comeille y Pascal, sino también de escritores del Renaci-
miento francés, tales como Ronsard y Malherbe. Más importante fue que
Cournant incluyó en sus clases la literatura contemporánea, e inició a sus
alumnos en la lectura de Balzac, Victor Hugo, George Sand y Eugene Sue.
En una carta a su padre, de mayo de 1839, Dostoievski dice que le es "abso-
lutamente necesario" suscribirse a una biblioteca francesa de actualidad.
"¡Cuántas grandes obras de genio hay -genio matemático y militar- en
idioma francés!" 2 Éste es otro ejemplo, acaso el menos odioso, de los subter-
fugios que empleaba Dostoievski para obtener dinero; pero el deseo de es-
tar al día en publicaciones francesas de aquel momento es indudablemente
un homenaje al estímulo que le proporcionaba el curso de Coumant.
1
Citado en V. G. Belinski, Selected Philosophical Works (Moscú, 1948) , pp. 410-411. Citado
en adelante como Works.
2
Pisma, vol. 4 (5 de mayo de 1839), p. 242.

"UN SER MARAVILLOSO Y EXALTADO" ~ 133


2

Sin embargo, los estudios de Dostoievski en la Academia constituyeron la


parte menos valiosa de su educación. La más importante la obtuvo en
compañía de un joven que no tenía nada que ver con la ingeniería militar.
Nos referimos a Iván Nikolaévich Shidlovski, a quien los Dostoievski co-
nocieron por casualidad el primer día de su llegada a San Petersburgo.
Tanto Shidlovski como los Dostoievski llegaron a la capital al mismo tiem-
po, y se conocieron al hospedarse en el mismo mesón. Shidlovski, que
entonces tenía sólo veintiún años de edad, causó gran impresión en los
hermanos Dostoievski, que eran apenas un poco más jóvenes, y - lo que
es más sorprendente- en el casi siempre receloso e intratable doctor. Casi
pareció que confiaba el cuidado de sus dos hijos a este nuevo joven amigo;
y por intermedio de Shidlovski, en los dos años siguientes, a veces les en-
viaba dinero y obtenía información cuando los hijos no le escribían. En
1873, Dostoievski confió a un joven escritor que estaba recogiendo mate-
rial acerca de él para un artículo biográfico: "Mencione a Shidlovski ... No
deje de hacerlo ; no importa que nadie le conozca, y que no haya dejado un
nombre literario .. . Fue entonces una persona muy importante para mí, y
no merece que su nombre caiga en el olvido".3
¿Quién era este amigo a quien Dostoievski reconoce que le debe mu-
cho? Cuando Dostoievski lo conoció, Iván Shidlovski había llegado a San
Petersburgo para ocupar un puesto en el Ministerio de Hacienda y conver-
tirse en parte de ese hormigueante mundo de la burocracia rusa que pron-
to describirían las obras de Dostoievski. No obstante , como en el caso de
los hermanos Dostoievski, su corazón pertenecía a la literatura y no al
servicio del Estado. Alto y de aspecto llamativo, elocuente y conversador,
Shidlovski impresionaba a todo el mundo por su vasta cultura y por el en-
tusiasmo de sus conversaciones sobre temas sublimes, discursos que siem-
pre remataba con una acertada cita a Pushkin. Lógicamente, también él
escribía poesía, y muy pronto logró no sólo ser publicado, sino también
ingresar en los círculos exteriores de la vida literaria de la capital. A poco
de su llegada visitó a N.A. Polevoi, el defensor del romanticismo francés,
cuya propia revista fuera clausurada en 1839, por lo que Pushkin denomi-
naba sus tendencias "jacobinas", y que se había integrado al personal de

3
DVS, vol. 2 , p. 191.

134 ... SAN PETERSBURGO


otra publicación. No es difícil imaginar el tremendo efecto que Shidlovski
debió de causarles a los dos autores novatos, y la aureola con que le verían
pronto rodeado los deslumbrados ojos de los muchachos. No fue lo de
menor importancia para Fiódor que Shidlovski haya sido la primera perso-
na en tomar en serio sus aspiraciones literarias, y en alentarlas con el ejem-
plo , la instrucción y el consejo.
Siempre que Dostoievski se podía alejar de la Academia para un mo-
mento de descanso , solía pasarlo con Shidlovski, y cuando su amigo dejó
San Petersburgo para siempre, quizá a finales de 1839, quedó desconsola-
do. "¡Mi amistad con Shidlovski me regaló tantas horas de una vida mejor!
-le escribe a Mijaíl -. Muchas veces me sentaba junto a él noches ente-
ras, y hablábamos ¡sólo Dios sabe de quél ¡Ah, qué espíritu puro e inocen-
te! "4 Esas conversaciones estaban muy lejos de ser charlas sociales frívolas, ni
se limitaban a un intercambio de confidencias personales. Eran, en reali-
dad , diálogos acerca de los grandes escritores a los que en ese momento
leía Dostoievski, bajo la tutela de Shidlovski. Al evocar la última noche que
pasaron juntos antes de la partida de Shidlovski Dostoievski prosigue:
"¡Ah, qué noche fue aquélla! Recordamos nuestros días de invierno, cuan-
do conversábamos acerca de Homero , Shakespeare, Schiller , Hoffmann ,
¡todos aquellos acerca de los cuales habíamos hablado tanto; que tanto
habíamos leído! "5 Shidlovski fue, pues, el guía y el tutor literario de Dostoiev-
ski en ese periodo tan impresionable de su vida; y fue en gran medida a
través de los ojos de este amigo como empezó en ese momento a ver a los
grandes héroes culturales románticos cuyos nombres lo embargaban de
reverente admiración.

Por la escasa información que tenemos acerca de Shidlovski, sabemos que


fue un típico romántico ruso de los años treinta, consumido , como sucedía
con todos ellos, por deseos que no podían satisfacerse dentro de los límites
o ataduras de la rutina terrenal, y desgarrado por pasiones tempestuosas .
Los pocos poemas que de él se conservan son todos expresiones de tal des-
asosiego romántico, que le incitan a formularse melancólicas preguntas
acerca del sentido de la existencia humana. Esas preguntas nunca obtienen
4
Pisma, vol. 1 (1º de enero de 1840), p. 56.
5
Idem.

"UN SER MARAVILLOSO Y EXALTADO" ... 135


respuesta; pero Shidlovski se consuela mediante la creencia de que existe
un Dios, quien a veces condesciende a mostrarse en la naturaleza y ofrece
esperanza de felicidad a los desdichados humanos. En efecto, las estrellas
se convierten para él, como llegarían a serlo para Aliosha Karamázov, en
las señales visibles que guían a la humanidad en su doloroso camino hacia
Dios ("A las estrellas que guían mi ruta Él las enciende claramente allá, en
el Cielo"). 6 En una de sus imágenes mejor logradas , compara una estrella
fugaz con una lágrima de Dios, que por un instante ilumina la oscuridad
de la vida terrenal. Dostoievski era un gran admirador de estos poemas , y
siempre se complacía en leerlos. "¡Ah, pronto , pronto , leeré los nuevos
poemas de Iván Nikolaévich! -le escribe a Mijaíl en el otoño de 1838- .
¡Qué poesía' ¡Qué ideas tan inspiradasl" 7 La posteridad fue mucho menos
bondadosa con estos productos de la inspiración de Shidlovski: el único
crítico ruso que se tomó el trabajo de analizarlo señala sus "exageraciones
retóricas", y afirma que este poeta se apoyaba en "las fórmulas de la pasión
y del sentimiento" características de su época. 8
Aparte de los siete poemas de Shidlovski que han sido desenterrados y
publicados , hay sólo otro documento que nos da una imagen directa de su
personalidad. Se trata de una larga carta que le escribió a Mijaíl en febrero
de 1839 , en el momento en que su amistad con Fiódor estaba en su apo-
geo y cuando , podemos suponer, este último conocía íntimamente cada
vibración de la psique de Shidlovski. La carta es una larga divagación, que
salta de un tema a otro, y que presenta una vívida imagen de su multifacé-
tica y efusiva personalidad. Abunda en referencias literarias que ilustran la
profundidad y seriedad de su interés por el diario acontecer en el escena-
rio cultural ruso; pero no hay nada en él de presunción o petulancia; nada
rígido o formalmente pedagógico. Por lo contrario , escribe con igual liber-
tad y soltura acerca de su deseo de irse de juerga para emborracharse con
Mijaíl (al parecer, uno de sus compañeros preferidos para ese tipo de aven-
turas), y de sus flirteos con las esposas de amigos , las cuales aspiran a ser
inmortalizadas en su poesía. Evidentemente, Shidlovski era uno de esos
tipos rusos "tolerantes o liberales" que oscilan entre los impulsos morales
más contradictorios, y que más adelante Dostoievski describiría con tanta
frecuencia. No cabe duda de que su absoluta falta de presunción constituía
6 Citado en M. P. Alekseev, Ranii Drug F. M. Dostoevskogo (Odesa, 1921), p. 17.
7
vol. 1 (31 de octubre de 1838), p. 51.
Pisma,
8
M. P. Alekseev, op. cit., p. 13.

136 ... SAN PETERSBURGO


una de las causas del magnetismo que ejercía sobre sus jóvenes amigos.
Pero el entusiasmo de Shidlovski no le impidió -ni entonces ni más tar-
de- hundirse en continuas crisis espirituales muy graves, provocadas por
su desgarrada y dividida personalidad.
Es probable que, como consecuencia de un desdichado idilio, le confía
a Mijaíl que su corazón, precisamente poco antes de la Navidad, "estuvo
tentado a romper las cadenas de la existencia; a escapar de este cautiverio;
y el lecho de agua, el lecho de mi amada Fontanka [un canal], me atraía
tanto como el lecho nupcial a la recién desposada". 9 Shidlovski trató de
luchar contra esa tentación de suicidarse aumentando el fervor de sus ple-
garias; pero sus rezos eran vanos. Sin embargo, en la Navidad misma ocu-
rrió el milagro: "una especie de maravilloso resplandor brilló delante de
mis ojos; las lágrimas brotaron apasionadamente .. ., y entonces tuve fe". En
aquel momento comprendió que "la vida es una cadena infinita de bonda-
des de Dios"; que suicidarse significa "renunciar a una parte de la benevo-
lencia de Dios", y que constituye un acto de ingratitud para con el divino
poder que "con toda su compasión se entrega Él mismo para [que yo viva]
cada uno de mis momentos". 10 El suicidio, dice , está permitido sólo a aque-
llos que , como Werther y Chatterton, se han apartado completamente de
la vida, y a quienes la vida misma ha rechazado. Pero, continúa diciendo
Shidlovski, ésta no es su propia situación: se siente obligado (se entiende
que ante Dios) por las horas que dedica a escribir poesía; por la carne que
come y por el vino que bebe ... y, ¡quién sabe, acaso también por los lau-
reles de la fama poética que algún día también serán suyos! Esos repenti-
nos e inesperados cambios de estado de ánimo eran indudablemente parte
del encanto de Shidlovski.
Otro pasaje de esta misma carta debe citarse completo, como un ejemplo
de las ideas que ávidamente absorbía Dostoievski de labios de su maestro.

Debemos creer - escribe- que Dios es bondadoso, porque si no lo fuera


dejaría de ser Dios; que la belleza del universo es esta bondad visible y tangi-
ble, y la necesaria unidad esencial de esta verdad, y de otras; sólo entonces
nuestro espíritu lo reconoce todo en sí mismo; sólo así tiende una red de sim-
patía o compasión en torno de las fronteras del ser, y en el centro de la red
9
Citado en G. Prochorov, "Die Brüder Dostojevski und Shidlovski", Zeítschriftfür Slavísche
Philologíe, núm. 7 (1930), p. 320.
10
Idem.

"UN SER MARAVILLOSO Y EXALTADO" ... 137


abraza a Dios mismo. Éste es el único signo auténtico del gran poeta, que es
el hombre en su cumbre más elevada; aunque lo ensucien y lo calumnien ,
aunque lo opriman y lo torturen, su alma permanecerá firme, fiel a sí misma ,
y el Ángel de la inspiración le guiará y le sacará de la mazmorra de la vida ,
llevándolo hasta el mundo de la inmortalidad y al seno de la gloria omnipre-
sente. Cierta vez, Polevoi me dijo esta bella frase: que debemos ver al hombre
como un medio para que lo sublime pueda manifestarse en la humanidad ;
pero que el cuerpo , vasija de arcilla, más tarde o más temprano se rompe en
pedazos, y que todos nuestros pasados vicios y virtudes ocasionales desapare-
cen sin dejar rastro. 11

Es éste un excelente ejemplo, tanto del egoísmo romántico como del


deseo de autoexterminio panteísta estimulados por la influencia de Schel-
ling, y que tanta difusión tuvieron en el decenio de 1830-1839. Precisa-
mente pocos años antes (1833), en su famosa obra Ensueños literarios, el
joven crítico V. G. Belinski -que pronto se convertiría en el promotor
cultural más importante de su época- escribió que la "infinita y suprema
felicidad [del h ombre] consiste en la aniquilación del Yo [al fundirse] en el
sentimiento de amor" hacia toda la creación de Dios. 12

Podemos apreciar hasta qué punto asimiló Dostoievski los valores de esta
etapa romántica de la cultura rusa por lo que le dice a Mijaíl, aproximada-
mente un año después , en una carta en la que describe a Shidlovski inmer-
so en las angustias de su primera crisis.

No había más que verle para darse cuenta de lo que era: ¡un mártir! Había
adelgazado; tenía las mejillas hundidas; sus chispeantes ojos, secos y ardien-
tes: la belleza moral de su rostro realzada por la decadencia física. Estaba su-
friendo; sufriendo cruelmente. ¡Dios mío' ¡Cómo amaba a la muchacha! (Ma-
ría, según creo.) Ella se casó con otro. Sin tal amor, él no habría llegado a ser
este sacerdote de la poesía: puro , noble , desinteresado ... A veces, en las no-
ches de invierno (hace precisamente un año), mientras se dirigía a sus modes-
11
Idem.
12
Works, p. 14.

138 .. SAN PETERSBURGO


tas habitaciones, yo no podía dejar de recordar el triste invierno de Oneguin
en San Petersburgo (capítulo octavo). Pero la persona que tenía frente a mí
no era un ser frío; un soñador a pesar de sí mismo; era un ser maravilloso y
exaltado; la imagen misma del hombre tal como la han presentado Shake-
speare y Schiller; pero él se encontraba entonces a punto de hundirse en la
negra locura de los personajes byronianos.13

Esta última frase probablemente alude a la lucha de Shidlovski contra


la tentación del suicidio.
El culto de Dostoievski por el héroe de asombrados ojos es conmovedo-
ramente ingenuo en su expresión; pero es mucho más que un simple ejem-
plo de exaltación adolescente, cuyos efectos no serían duraderos. Lo que
Dostoievski veía frente a él, en Shidlovski, era la encamación viva del gran
conflicto romántico entre el hombre y su destino , conflicto que empezaba a
encender su imaginación. Shidlovski lo enfrentó a esa "imagen auténtica del
hombre" como "ser maravilloso, exaltado", que le presentaron Shakespeare
y Schiller. Ninguna conferencia dictada en clase , ni cualquier otro texto,
podían transmitirle una imagen tan vívida de las cumbres y los abismos de
la experiencia romántica. Y la influencia de Shidlovski, lógicamente, contri-
buyó a fortalecer su propio compromiso con los valores románticos que su
amigo y mentor ejemplificaba de un modo tan dramático. La suprema dig-
nidad de una pasión sin esperanza (y desinteresada, debido a eso mismo); el
valor espiritual de sufrir por un ideal inalcanzable; el papel del poeta como
sacrificado "sacerdote" de este designio romántico, proclamando su fe y su
amor a Dios en medio de sus sufrimientos ... todo eso lo acepta Dostoievski
en aquel momento como la cumbre misma de lo sublime. En efecto, describe
a Shidlovski con esas palabras , como si estuviera tratando de glorificarlo y
de justificarlo contra alguna acusación o expresión de desaprobación hecha
por Mijaíl en una carta anterior, que se ha perdido.
M. H. Abrams, siempre tan acertado, recientemente nos ha hecho pro-
fundizar más nuestra comprensión de hasta qué punto los "conceptos y
esquemas característicos de la filosofía y de la literatura románticas son
una teología desplazada y reconstituida", 14 y representan un retorno a las
formas cristianas del sentimiento.

13
Pisma, vol. 1 (10 de enero de 1840), p. 56.
14
lv1. H. Abrams, Natural Supematuralism (Nueva York, 1971), p. 65.

"UN SER MARAVILLOSO Y EXALTADO'' ... 139


Una destacada tendencia romántica, después del racionalismo y del decoro
de la Ilustración -escribe Abrams- fue volver al drama puro y a los misterios
supranacionales de la historia y a las doctrinas cristianas, y a los violentos con-
flictos y bruscos cambios de la vida interior cristiana, recorriendo los extre-
mos de la destrucción y de la creación, el infierno y el cielo, el exilio y la unión,
la muerte y el renacimiento, el desaliento y la dicha, el paraíso perdido y el
paraíso recobrado. 15

Los valores románticos que Dostoievski asimiló de Shidlovski eran,


pues, una nueva versión, en el lenguaje de principios del siglo x1x, de las
mismas inquietudes y preguntas religiosas que tan profundamente los con-
movieron en su niñez , al leer el Libro de Job. Y aquí podemos situar una
razón todavía más profunda, aparte de las ya mencionadas, que nos expli-
ca la importancia que en su vida le atribuye a Shidlovski: el principal papel
de este amigo consistió en haberlo ayudado a pasar de la fe de su niñez a
los equivalentes modernos y más complejos de dicha fe. No es de asom-
brar que Dostoievski sintiera una perdurable gratitud por el hombre que
desempeñó papel tan decisivo.
Además, Shidlovski representaba para él un ejemplo concreto , por su
propia adhesión inquebrantable a las formas ortodoxas del culto, de cómo
podían combinarse ambos tipos de fe. Ello significaba que Dostoievski no
tenía que sufrir ninguna crisis de desprendimiento, ni hacer una angus-
tiante revaluación de sus anteriores creencias, para adaptarse al nuevo
mundo de la cultura romántica , que con tantas ansias deseaba asimilar. En
efecto, para el joven Dostoievski, a quien sus compañeros llamaban "el
monje Photius", y que probablemente era objeto de burlas debido a su re-
ligiosidad, la amistad con Shidlovski le proporcionó un sólido puntal para
sostener su valoración personal. Tampoco debemos desestimar la futura
influencia del ejemplo vivo que representaba Shidlovski en el sentido de
que el intenso compromiso religioso podía combinarse con una sincera
confesión de los tormentos de la duda; ya nunca jamás, a partir de enton-
ces, habría de confundir Dostoievski la fe auténtica con una tranquila
aceptación del dogma. Cierto es que muy pronto Dostoievski dejaría atrás
esta etapa romántica, y que posteriormente, a menudo, habría de satirizar
los diversos prototipos del egoísmo romántico . Pero la insatisfacción ro-

1
' Ibid., p. 66.

140 <11 SAN PETERSBURGO


mántica respecto de las limitaciones de la vida terrenal y, en particular, su
positiva valoración del sufrimiento moral, perduraron siempre como ras-
gos permanentes de su propia cosmovisión.*

Shidlovski se marchó de San Petersburgo a finales de 1839 (la fecha exacta


es incierta), y se retiró a la finca familiar en la provincia de jarkov, para no
regresar nunca y, que sepamos, para no volver tampoco a ver a los herma-
nos Dostoievski. Durante un tiempo trabajó en una Historia de la Iglesia
rusa, y siguió escribiendo poesía; pero los conflictos interiores que se le
manifestaron durante los años de permanencia en San Petersburgo siguie-
ron acosándolo y al poco tiempo quedó totalmente destruido. Oscilaba
entre momentos en que se entregaba a las borracheras con los oficiales del
regimiento de su hermano, y renovados accesos de fervor religioso. Duran-
te un breve periodo ingresó a un monasterio y llevó la vida de un novicio;
pero fue expulsado cuando su presencia allí provocó un notable aumento
en el consumo de bebidas alcohólicas entre los monjes . Posteriormente,
solía ponerse las ropas del peregrino religioso y, conservando todavía su
irresistible talento de orador, predicaba a la gente del pueblo en las taber-
nas de su distrito. Un testigo ocular lo describe en una de esas ocasiones,
sometiendo a los hombres a muda reverencia y a las mujeres haciéndolas
llorar, para luego aceptar agradecido el vaso de vodka que tradicionalmen-
te los campesinos ofrecían a los predicadores de la palabra de Dios.
Sabemos que Dostoievski deseaba mantenerse en relación con Shidlov-
ski; en 1846 le dice a Mijaíl que acaba de recibir la visita del hermano de
su amigo. En ese momento consiguió su dirección (pues la había perdido),
y es probable que haya habido un intercambio de cartas; pero hasta ahora
ninguna ha salido a la luz. El fragmento de una carta recientemente publi-
cada, que le escribió Shidlovski a Dostoievski después de la muerte de

* H. G. Schenck ha señalado con perspicacia que "en el contexto de la secularización de


nuestra cultura en la Edad Moderna, parecería que este renovado acento en el sufrimiento [es]
una característica típica del romanticismo. En marcado contraste con el optimismo de la Ilus-
tración, se puede afirmar que los románticos redescubrieron la fata lidad del sufrimiento hu-
mano". The Mind aj the European Romantics (Nueva York, 1969), p . 100. [Hay versión del FCE,
El espílitu de los románticos europeos. Ensayo sobre histolia de la cultura, 1983 .]

"UN SER MARAVILLOSO Y EXALTADO" ~ 141


Mijaíl, en 1864, nos indica que mantuvo una correspondencia esporádica
con este último, pero que había perdido el contacto con Fiódor. Docu-
mento nostálgico y patético , esta carta demuestra que Shidlovski tenía
conciencia del fracaso de su propia vida en comparación con la de sus dos
jóvenes amigos, y en otro tiempo admiradores. Le suplica como un favor
especial a Dostoievski que se tome la molestia de enviarle una fotografía de
los dos hermanos , porque "es imposible que tú no estés convencido de mi .
amor por ustedes dos". 16 Shidlovski murió en 1872, y unos meses des-
pués, Dostoievski , al hablar con Vsevolod Soloviev sobre su antiguo inspi-
rador, tributó un agradecido homenaje a su recuerdo .

16
Litemturnoe Nasledstvo, núm . 86 (Moscú , 1973), p. 398; carta 52, nota L

142 ... SAN PETERSBURGO


VIII. Los dos romanticismos

A MEDIADOS del decenio de 1830-1839 , la cultura rusa pasaba por un perio-


do de transición, entre la influencia predominante de la literatura románti-
ca germana y la filosofía idealista, por una parte, y el comienzo de un vira-
je hacia el romanticismo social francés (que incluyó gran parte de lo que
posteriormente habría de llamarse, en Rusia , realismo o naturalismo), por
la otra. La generación de 1820 había crecido en una época de grandes per-
turbaciones políticas, y se interesó vivamente por los temas sociales y polí-
ticos. Como lo recordará todo lector de Eugenio Oneguin, el dandy del San
Petersburgo de esa época consideraba que cierto conocimiento de las teo-
rías de Adam Smith era una parte indispensable de su guardarropa men-
tal.* Sin embargo, la conmoción causada en la sociedad rusa por la Insurrec-
ción Decembrista, y por la dura represión subsecuente , canalizó las ideas
de la generación siguiente hacia otra dirección. Las simientes de la influen-
cia romántica alemana , que ya desde antes de 1825 estaban profundamen-
te arraigadas, tuvieron un exuberante florecimiento en el clima de inverna-
dero inflexiblemente antipolítico que fomentó Nicolás l.
En consecuencia, toda preocupación por los asuntos prácticos y empí-
ricos del hombre y de la sociedad eran entonces desdeñosamente descar-
tados por considerárseles impropios de la auténtica dignidad del espíritu
humano. Sólo mediante el esfuerzo por desentrañar los misterios de lo
Absoluto podría el hombre permanecer fiel al elevado destino que le reve-

* "En Adam Smith buscó su.educación/ Y no era un mal economista;/ Es decir, podía expli-
car/ Cómo los Estados prosperan y se enriquecen/ Sin el beneficio del oro,/ En total, el secreto
es que sus productos básicos los enriquecen. /Su padre n o logró entenderlo ,/ E hipotecó la
tierra ancestral" (1.7). Utilicé la traducción de Walter Arndt (Nueva York, 1963) .

~ 143
laba su propia conciencia; y estos misterios podían adivinarse en las gran-
des creaciones artísticas de las épocas de fe religiosa, o en las instituciones
metafísicas de los grandes filósofos. De esta manera, el arte y la metafísica
idealista remplazaron todos los otros aspectos de la vida como el núcleo
central del interés cultural. Sólo una publicación -El Telégrafo de Moscú
de N. A. Polevoi- se oponía a esta corriente y, sobre todo, después de
la Revolución de 1830, habría de esforzarse por expresar y dar cabida a la
fuerte orientación social y socialista de gran parte de la nueva literatu-
ra francesa. Pero la propia obra de Polevoi, como novelista, revela la híbri-
da amalgama de influencias tan típica de mediados del decenio de 1830-
1839. Sus mejores narraciones, publicadas bajo el título de Sueños y vida
(1834), describen el arquetípico choque del idealismo romántico entre un
joven artista o "soñador" de elevados principios, y la dura realidad. Es
cierto, como señalan los críticos soviéticos, que sus protagonistas dedica-
dos al arte pertenecen todos a la clase inferior, y tienen que luchar contra
los prejuicios sociales; pero incluso estos críticos coinciden en que el
acento principal de Polevoi está puesto en la permanente disparidad entre
los sueños de la imaginación y las limitaciones de la realidad. Dostoievski
llegó a su madurez intelectual a mediados del decenio de 1830-1839, y se
mostró profundamente influido por la mezcla desigual de las tendencias
culturales predominante en aquellos años.

El retrato que nos presenta Dostoievski de su amigo Shidlovski es sólo


uno de los numerosos pasajes de sus cartas en los que advertimos que
está tratando de asimilar afanosamente las tendencias de lo que puede
llamarse el romanticismo metafísico, con su fuerte acento puesto en la
relación del hombre con un mundo de fuerzas sobrenaturales o trascen-
dentales. Durante el verano de 1838, como orgullosamente informa Dos-
toievski a Mijaíl , leyó "todo Hoffmann en ruso y en alemán (Kater Murr
no ha sido traducido) ", así como "el Fausto de Goethe, y sus más breves
poemas", además de una nueva tragedia romántica de Polevoi, titulada
Ugolino. 1 Éste era precisamente el momento en que Belinski les decía a sus

1
Pisma, vol. 1 (9 de agosto de 1838), p. 47.

144 .. SAN PETERSBURGO


amigos que Hoffmann era un genio tan grande como Shakespeare, y en
que , como lo recuerda P. V. Annenkov, "el mundo fantástico de los cuen-
tos de Hoffmann parecía. una partícula de revelación o de descu-
brimiento de la Idea Absoluta, creadora de todas las cosas".2 Otro indicio
de este periodo de fluctuación cultural es el hecho de que incluso Alek-
sandr Herzen, quien ya había caído bajo la influencia del sansimonismo,
se haya iniciado como escritor en 1837, con un homenaje al genio de
Hoffmann. Así pues , Dostoievski estaba muy a la moda con su tiempo en
cuanto a sus lecturas, y rápidamente asimilaba el tipo de literatura enton-
ces en boga.
En esa misma carta encontramos rastros de esta inmersión en Hof-
fmann. "Tengo un plan: enloquecer -le dice a Mijaíl- . Hacer que la gente
se enfurezca ; que me cure, que me devuelva mi cordura ."3 Indudablemen-
te, Dostoievski soñaba con esta sutil manera de vengarse de sus compañe-
ros de clase y de todo el ambiente que lo rodeaba, y que no congeniaban
con él; en otra observación se refiere más explícitamente a Hoffmann: "Si
has leído todas las obras de Hoffmann, seguramente recordarás el persona-
je de Alban. ¿Te gustó7 Es terrible ver a un hombre que , sin saber qué ha-
cer, juega con un juguete que es ... ¡Dios l"~ Alban es un personaje de El mag-
netizador de Hoffmann, cuyos poderes ocultos lo llevan a abrigar la satánica
ambición de rivalizar con Dios, logrando dominar a la naturaleza. Dostoiev-
ski dice que este personaj e "Juega con Dios" porque , según la concepción
romántica alemana, Dios está omnipresente en la naturaleza como una
fuerza vital, y todo aquel que juega con la naturaleza invade los dominios
de Dios. Vemos, pues, que incluso en esta fecha tan temprana Dostoievski
manifiesta una horrorizada fascinación respecto del tema de la ambición
sacrílega del hombre, de destronar a Dios y sustituirlo; y muy pronto ha-
brá de encontrar un intento mucho más pujante e influyente, de esta índo-
le, en las teorías de los jóvenes hegelianos.
Mucho se ha discutido sobre la influencia de Hoffmann en Dostoiev-
ski; pero tan omnipresente fue la influencia ejercida por el escritor alemán
en la literatura rusa que resulta difícil aislar el caso de Dostoievski para
determinar con precisión en qué consistió su deuda particular respecto de
2
P. V. Annenkov, The Extraordinmy Decade, trad. al inglés de lrwin R. Titunik (Ann Arbor,
Michigan, 1968), p. 13. Citado en adelante como Decade.
3
Pisma, vol. 1 (9 de agosto de 1838), p. 47.
+ Idem.

LOS DOS ROMANTICISMOS ... 145


dicho escritor. Dostoievski ya había leído tanto a Pushkin (La reina de es-
padas es inconfundiblemente hoffmanesca) como a Veltman, con su em-
pleo del doble como un recurso estructural; y los primeros relatos de Gó-
gol también muestran una gran influencia de Hoffmann. Sin embargo, es
probable que Dostoievski haya aprendido mucho de un modo directo del
talento de Hoffmann para describir estados emocionales patológicos e im-
pulsos criminales subconscientes, así como para crear una atmósfera poé-
tica singular, combinación de trivialidades reales con un mundo onírico
alucinante de gran fecundidad de imaginación. Muchos años ·después, al
comparar a Hoffmann con Poe, Dostoievski confiesa su preferencia por el
autor alemán respecto del norteamericano, a quien considera demasiado
práctico y demasiado terrenal. Dice que Poe limitaba su fantasía sólo al ar-
mazón de sus cuentos; una vez dada la situación, todo lo demás era presen-
tado con sorprendente precisión y verosimilitud. Por lo contrario, Hoffmann
"personifica a las fuerzas de la naturaleza en imágenes"; permite que lo so-
brenatural se inmiscuya abiertamente en la realidad, y "a veces incluso bus-
ca su ideal fuera de los confines de lo terrenal". Esto es lo que, según Dos-
toievski , hace que Hoffmann sea "inconmensurablemente superior a Poe
como poeta" (XIII: 524). A pesar de esta preferencia, la propia obra de
Dostoievski está más cerca de Poe que de Hoffmann: él también tiene una
espeluznante capacidad para describir vívidamente y representar de mane-
ra teatral lo insólito dentro de las normas del realismo, y sin introducir
ningún elemento sobrenatural.
Ya hemos señalado que, cada vez que Dostoievski desea describir su
vida interior, muestra la tendencia a emplear el lenguaje de la metafísica
romántica. Por ejemplo: dice que él es una "presencia extraña" en la Aca-
demia y, respecto del mundo , afirma que se trata de un "purgatorio de es-
píritus celestiales" (frase que tiene un distinguible tono schilleriano). Más
adelante , en esta misma carta , su estado de depresión es remplazado por
otro de atormentada rebelión:

Pero tan sólo ver la dura cáscara bajo la cual languidece el universo , saber
que una sola explosión de la voluntad es suficiente para romperla y para fun-
dirse con lo eterno; saber esto y seguir siendo el más inferior de los morta-
les ... , ¡esto es lo terrible! ¡Qué cobarde es el hombre! ¡Hamlet! ¡Hamlet!
Cuando recuerdo aquellos enfurecidos, brutales discursos , en los que resue-
nan los gemidos de un mundo sin vida, no arrancan de mi pecho ni un mur-

146 ... SAN PETERSBURGO


mullo melancólico ni un reproche . .. Mi espíritu está tan agobiado por la tris-
teza, que me asusta entender esto por temor a quedar despedazado. 5

El hecho de que Hamlet no pueda hacer estallar al universo para "fun-


dirse con lo eterno" se vuelve aquí un signo de la degradación del hombre:
la humanidad no es lo suficientemente fu erte para vivir a la altura de su
propia autoconciencia exaltada. La acusación de "cobardía" que hace Dos-
toievski contra Hamlet , más adelante se repetirá en las autoacusaciones
frenéticas de Raskólnikov, por su incapacidad para ser un "Napoleón", y
por seguir siendo en su interior sólo "el más inferior de los mortales". Tam-
poco olvidará Dostoievski la idea del suicidio - una "explosión de la vo-
luntad"- como gesto supremo de desafío metafísi co, cuando le llegue el
momento de crear el personaje de Kirilov en Los demonios.
Una y otra vez , al hojear las cartas de Dostoievski, encontramos ejem-
plos de cuán hondamente se había identificado con esta proclividad ro-
mántica de expresar sus problemas personales en términos cósmicos y to-
talizadores del mundo . Por ejemplo: después de desahogar su cólera por
no haber sido promovido, Dostoievski se explaya en el siguiente arrebato
de exageración :

Hermano , es triste vivir sin esperanza .. ; miro hacia adelante, y el futuro me


aterroriza ... Me muevo en una especie de fría atmósfera polar, en la que nun-
ca ha penetrado un rayo de sol. .. Hace mucho tiempo que no siento ningún
destello de inspiración ... Pero con frecuencia me siento como el prisionero
de Chillan , recordarás, después de la muerte de sus hermanos en la mazmo-
rra . . . El celestial pájaro de la poesía no vuela hacia mí, ni viene a entibiar mi
espíritu entumecido . . . ; los maravi.llosos arabescos que solía yo crear han per-
dido todo su brillo dorado .. ; o bien mi corazón se ha endurecido o .. . No me
atrevo a continuar ... 6

Así pues, la desilusión de Dostoievski se traduce , con la pequeña ayu-


da de Byron, en el vínculo metafísico entre el artista y su musa, que llega
hasta él desde alguna fuente sobrenatural para darle inspiración, para con-
fortarlo - como la lágrima de Dios de Shidlovski- y para calentar el cora-
zón y el espíritu del poeta aterido por la frialdad de la vida.
5 Ibid , p. 46.
6 Ibid. (3 1 de octubre de 1838), p. 50.

LOS DOS ROMANTICISMOS ~ 147


Un pasaje de otra carta adquiere particular importancia, por tratarse
del primer indicio de aceptación, por parte de Dostoievski, de una irracio-
nalidad filosófica, cuyas raíces habrán de buscarse en la difundida moda
de Schelling en Rusia. Mijaíl le había escrito a su hermano -no se sabe
con certeza en relación con qué- que "para saber más, uno debe sentir
menos". La respuesta de Fiódor es una vehemente afirmación de lo con-
trario: "¿Qué quieres decir con la palabra saber7", pregunta en tono belige-
rante. "Saber qué es la naturaleza, el espíritu, Dios, el amor . . . Todo esto lo
sabe el corazón, no el cerebro." Dostoievski sostiene que la razón no puede
desentrañar el misterio de la Creación porque el "cerebro es un órgano
material" y, por ende, la facultad de pensar no está en contacto con la ver-
dad trascendental. "La mente es un instrumento; una máquina movida por
el fuego del espíritu." Es el espíritu (Dostoievski también utiliza el término
"corazón") el auténtico medio para alcanzar el conocimiento superior, por-
que "si la finalidad del conocimiento es el amor y la naturaleza, éste le
despeja una visión diáfana al corazón". Por lo tanto, para lograr el conoci-
miento, la poesía es un medio tan válido como la filosofía (es probable que
Mijaíl haya sostenido lo contrario), porque "el poeta, en el trance de la ins-
piración, descifra a Dios" .7
Si, junto con estas citas , recordamos cuán profundamente absorbido
en las obras de Schiller estaba Dostoievski en comunión con Berezhetski,
nos daremos cuenta de la fuerte influencia que el romanticismo metafísico
ejercía sobre él. Y -a partir de las prefiguraciones de temas importantes
del Dostoievski de los años siguientes, y que hemos señalado, de paso-
resulta evidente que esta influencia habría de ser bastante profunda y du-
radera.
Ello no quiere decir que estos indicios románticos contengan el "ori-
gen" de cualesquiera de las grandes creaciones de Dostoievski. Se requeri-
rán largos años de penurias y sufrimientos, y las experiencias insólitas que
se vio obligado a soportar, para que Dostoievski pueda metamorfosear los
románticos estereotipos cursis, juveniles, de sus cartas, en la autenticidad
templada por la vida de su arte trágico. Empero, el romanticismo metafísico
retuvo su significación o importancia para Dostoievski, pues desde el punto
de vista espiritual nunca lo descartó ni superó del todo. Dicho romanticis-
mo le abrió la sensibilidad al lenguaje de principios del siglo x1x, mediante

7
Idem.

148 ... SAN PETERSBURGO


el cual el hombre luchaba por expresar sus antiguas dudas religiosas; y tam-
bién de ese romanticismo extrajo algunos de los paradigmas por medio de
los cuales habría de afirmar finalmente su propio genio .

Sin embargo, igualmente importante en cuanto a su influencia sobre Dos-


toievski fue la opuesta corriente literaria del romanticismo socialista fran-
cés . Debemos reconocer que, hasta cierto punto , es ficticia toda separa-
ción demasiado tajante de estas dos manifestaciones románticas. Por
ejemplo: ¿cómo podríamos separar lo metafísico de lo social en un escri-
tor como Schiller7 Auerbach ha dicho de una de las piezas teatrales de
Schiller, Luisa Miller, que es "una puñalada en el corazón del absolu-
tismo ";8 y esta misma frase muy bien podría aplicarse a todas ellas. Otro
crítico alemán escribió que "lo que Schiller expresó en sus creaciones,
desde Los bandidos hasta Don Carlos, fue ... aquello que la Revolución fran-
cesa tradujo a los hechos".9 Es bien conocida la influencia exaltadora de
Schiller en el nacimiento de más de una vocación revolucionaria dentro
de Rusia; y si Dostoievski y Berezhetski se abrogaron la caballeresca tarea de
proteger a los débiles y a los desamparados de la Academia , podemos te-
ner la seguridad de que su lectura de Schiller contribuyó a despertar su
conciencia social. Sin embargo, a pesar de ser todo esto cierto, cabe hacer
todavía una conveniente diferenciación entre aquellas influencias que le
enseñaron a Dostoievski a contemplar la vida humana , en primer lugar,
desde una perspectiva absoluta o trascendental, y aquellas otras que agu-
dizaron su conciencia acerca de los temas sociales de su mundo contem-
poráneo.
Esos temas eran planteados de un modo más espeluznante en la nueva
literatura francesa, cuya lectura por parte de Dostoievski fuera alentada
por el curso que dictó Cournant. Es probable que la guía de Shidlovski
también haya contribuido en este sentido, a pesar de que no tenemos prue-
bas en su obra de ninguna orientación concretamente social. Sin embargo,
al referirse a El Telégrafo de Moscú, en su carta a Mijaíl, dice lo siguiente:

8 Erich Auerbach, Mimesis (FCE , México, 1950), p. 412.


9 Citado en Benno von Wiese, Fliedrich Schiller (Stuttgart, 1959), p. 448.

LOS DOS ROMANTI CISMOS ~ 149


"Feliz el hombre que lo ha salvado como lo más sagrado de su biblioteca.
Yo le debo mi espíritu mismo". 10 Y la amistad de Shidlovski con Polevoi le
permitió a Dostoievski penetrar en la órbita del principal defensor crítico
del liberalismo político y del humanitarismo moral de la escuela romántica
francesa. Así pues, de ninguna manera es fortuito que, en la misma carta
en la que habla de haber leído a Hoffmann y a Goethe, Dostoievski tam-
bién alardee frente a Mijaíl de la lectura "casi completa de Balzac" y de to-
das las obras de Victor Hugo , excepto Cromwell y Hernaní. 11
La repercusión que Balzac tuvo en Dostoievski asumió nada menos
que el carácter de una revelación. "Balzac es grande -escribe con entu-
siasmo-. ¡Sus personajes son creaciones del espíritu universal' No el espí-
ritu de una época, sino la lucha de miles de años han preparado semejante
resultado en el espíritu del hombre." 12 Ésta es la primera reacción deslum-
brada ante un escritor que, como ha dicho Leonid Grossman, desempeñó
el papel de Virgilio para su Dante. No hubo ningún predecesor de la nove-
lística europea más importante para Dostoievski que Balzac, y obras tales
como Eugenia Grandet y Papá Goriot serían como máquinas rastreadoras
que habían de despejarle el camino para sus propias producciones.
Fue Balzac quien retomó la novela histórica de Scott y la utilizó para
tratar el tema de la vida social contemporánea, sustituyendo los valles
montañosos y el campesinado medieval, o el Cercano Oriente de Scott,
por la engañadora calma de las provincias francesas y por el rutilante calei-
doscopio de París. Fue Balzac el primero en decir que Scott le había ense-
ñado que la novela moderna era un drame dialogué,* y nadie desarrollaría
este género en esa dirección más brillantemente que Dostoievski. De todos
sus contemporáneos , únicamente Balzac puede comparársele, en el senti-
do de haber unido una observación social visionaria de asombrosa preci-
sión con dramas interiores del espíritu que abarcan la gama completa de la
experiencia moral, desde lo satánico hasta lo divino.
La importancia artística que tuvo Balzac para Dostoievski es una cues-
10
Véase G. Prochorov, art. cit. , p. 323.
11 Pisma, vol. 1 (9 de agosto de 1838), p 4 7.
12
Idem.
* Hizo esa observación en su obra Illusions perdues, en la cual se le dice a Lucien de Rubem-
pré, joven aspirante a escritor: "Vous serez tout neuf en adaptant a l'Histoire de France la forme
du drame dialogué de l'Ecossais". [Seréis el primero en adaptar la forma del drama dialogado
del escocés a la historia de Francia.] Honoré de Balzac, La Comédie Humaine, vol. 4, ed . Marce!
Bouteron (París, 1947), p. 649 .

150 ... SAN PETERSBURGO


tión muy conocida y ha sido objeto de extensos estudios; 13 pero ninguna
atención se ha prestado a la indudable contribución del novelista francés
en la educación sociopolítica de Dostoievski. Al final de su vida, Friedrich
Engels elogiaba a Balzac por haber presentado, en La Comedia Humana,

una excelente historia realista de la sociedad francesa, que describe en forma


de crónica, y casi año con año, entre 1816 y 1846, los ataques cada vez más
crecientes de la burguesía que estaba surgiendo, contra la sociedad aristocrá-
tica que resucitó después de 1815 y que , hasta donde le fue posible, volvió a
levantar la bandera de la vieille politesse fran (ais e (la vieja cortesía francesa).
Describe cómo los últimos supervivientes de esta sociedad , que para él es
ejemplar, fueron vencidos por las embestidas de los advenedizos vulgares y
acaudalados, o bien fueron completamente corrompidos por ellos .. .

Y de esta serie de novelas, Engels afirma haber aprendido más, "inclu-


so en cuanto a pormenores económicos (por ej emplo, la redistribución de
la propiedad real y personal después de la Revolución) que de todos los
historiadores, economistas y estadistas profesionales de la época".14 Tam-
bién Marx fue un gran admirador de Balzac, y en la misteriosa y todopode-
rosa figura de Gobseck, el inmensamente acaudalado prestamista o usure-
ro , veía un símbolo del oculto poder del capital que dominaba en ese
momento el destino de la humanidad.
Para Balzac, la moderna sociedad francesa no era otra cosa que el cam-
po de batalla de una ruda lucha por el poder entre la antigua aristocracia
de cuna y los nuevos filibusteros de las altas finanzas. En esta lucha a
muerte, todos los cimientos morales prestigiados por el tiempo de la co-
munidad humana se estaban derrumbando. "El becerro de oro - como
escribe Harry Levin- [había], en efecto, usurpado el altar y el trono", 15 y
Europa estaba destinada a desaparecer, debido a que ya no podía oponer
valores elevados al desenfrenado reino de los intereses materiales. Esta vi-
sión de la sociedad europea, bosquejada en proporciones monumentales
por Balzac, forma parte del trasfondo de la visión de Occidente que tuvo
después Dostoievski. Si a Karamzin le debía su sensación de que Europa
13
El meior análisis es todavía el de Leonid Grossman, "Balzak i Dostoevsky", en Poetika Dos-
toevskogo (Moscú, 1925), pp. 64-115 .
14
Citado en Peter Demetz, Marx, Engels und die Dichter (Fráncfort /Berlín, 1969), p. 171.
15
Harry Levin, The Cates of Hom (Nueva York, 1963), p. 191.

LOS DOS ROMANTICISMOS ~ 151


agonizaba, fue probablemente Balzac quien primero lo persuadió de que
estaba absolutamente sometida a Baal, el dios carnal del materialismo, y
que no podía escapar de la catástrofe de una sangrienta lucha de clases
(convicción que, por otra parte, era compartida por sus iguales, los balza-
cianos Marx y Engels). Pero la obra de Balzac también le dio al joven Dos-
toievski lo que acaso fue su primer atisbo de las teorías de la escuela sansi-
moniana (teorías que son analizadas en tono irónico, pero no hostil, en
L'Illustre Gaudissart), que se oponían a la deshumanización de principios
del capitalismo y predicaban un "nuevo cristianismo", en el cualjesucristo
era interpretado como el profeta de una "religión de la igualdad".

A pesar de la gran admiración que sentía Dostoievski por Balzac, ésta era
igual o quizá sobrepasada por su culto a Victor Hugo. A los dos meses de
su primera mención de haberlo leído , ya se sentía autorizado para negar la
crítica contra el autor francés publicada en la revista de Polevoi. "No hace
mucho -le dice a Mijaíl- leí en El Hijo de la Patria un ensayo del crítico
Nisard acerca de Victor Hugo. ¡Ah! ¡Qué opinión tan baja le merece el fran-
cés! ¡Cuán insignificantes hace Nisard que parezcan sus dramas y sus nove-
las! Son injustos con él, y Nisard (a pesar de ser un hombre inteligente)
dice tonterías." 16 Désiré Nisard -uno de los mejores críticos franceses con-
servadores, que defendía la tradición clásica contra los románticos- era,
en efecto, un hombre inteligente, y el hecho de que Dostoievski se niegue a
dejarse convencer por sus argumentos es prueba fehaciente de la admira-
ción del ruso por Victor Hugo.
Para apreciar la importancia de esta admiración en su justa dimensión,
debemos recordar que, en esa época, Victor Hugo y sus escritos eran una
bandera roja; un símbolo de la gran corriente de humanitarismo social que
se desató a raíz de la Revolución de 1830. "La charité, c'est le socialisme",
escribía Lamartine en 1834,17 revelando el origen cristiano del nuevo mo-
vimiento social; y fueron esos sentimientos cristianos los que Victor Hugo
expresó en su propia obra:

16
Pisma, vol. 1 (31 de octubre de 1838), p. 51.
17
Citado en David Owen Evans, Social Romanticism in France, 1830-1848 (Oxford, 1951), p. 8 1.

· 152 ... SAN PETERSBURGO


]'ai, dans le livre, avec le drame, en prose, en vers,
Plaidé pour les petits et pour les misérables;
Suppliant les heureux et les inexorables;
]'ai réhabilité le bouffon, l'histrion,
Tous les damnés humains, Triboulet, Marion,
Le laquais, le for(at, et la prostituée.18 *

Los escritos de Victor Hugo causaron una impresión tan honda en Dos-
toievski precisamente por esta cualidad social y aun cristiana; y, más de
treinta años después, todavía seguía considerando que esos escritos esta-
ban inspirados por una idea "cristiana y de elevada moral". "Puede definir-
se como la regeneración de la humanidad caída, aplastada por el injusto
peso de las circunstancias, la inercia de los siglos y por los prejuicios socia-
les . Se trata de la idea de la justificación de los humillados y de todos los
parias rechazados de la sociedad" (XIII: 52 6).
Si vamos a juzgar por las referencias que posteriormente hace a la obra
de Victor Hugo, El último día de un condenado, fue esta terrible novela breve
la que tuvo más significado para Dostoievski . Este libro -rebosante, como
sugestivamente lo expresa Herzen , de "las extrañas, terribles luces y som-
bras de un Tumer"- 19 es el diario imaginario de un criminal condenado
que espera ser ejecutado por un crimen no especificado. Nunca se escribió
un ataque más acerbo sobre el horror a la pena capital; y existe cierto ele-
mento realmente profético en la evidente fascinación que esta obra ejerce
sobre Dostoievski. Porque llegaría también para él el día en que habría de
sufrir exactamente las mismas agonías del personaje de Victor Hugo y en
que, al describir todos sus tormentos , revelaría la indeleble huella que el
libro de Victor Hugo dejó marcada en su cerebro. Al volver a la prisión
después de la ejecución simulada, en 1849, cuando creyó que sólo un ins-
tante lo separaba de la muerte frente al pelotón de fusilamiento, su prime-
ra reacción fue escribirle una carta a su hermano Mijaíl. Y este conmovedor
documento contiene la frase francesa, sin ninguna otra explicación: On voit

18
Victor Hugo, Oeuvres complétes, vol. 6 ((París, 1882), p. 9 1.
" "Mediante el libro, el drama , en prosa , en verso , / He defendido a los débiles y a los mise-
rables;/Por medio de la súplica a los dichosos y a los inexorables,/ He rehabilitado al bufón, al
comediante,/ A todos los que han sido condenados : Triboulet, Marion,/ El lacayo, el presidiario
y la prostituta. "
19
MPT, vol. 3, p. 1056.

LOS DOS ROMANTICISMOS ~ 153


le soleil! [¡Se ve el soll ], y que son casi las mismas palabras usadas por el
condenado de Victor Hugo para expresar su deseo de vivir a cualquier pre-
cio, aun al precio del exilio y de los trabajos forzados que Dostoievski aca-
baba de enterarse debería pagar él mismo . No es de asombrar que, puesto
que había asimilado tan cabalmente el libro de Víctor Hugo, Dostoievski
posteriormente lo introdujera en sus novelas. V. V. Vinogradov ha demos-
trado que ciertos detalles tomados de El último día de un condenado reapa-
recen en el sueño alucinatorio de Raskólnikov, en el que se ve a sí mis-
mo asesinando por segunda vez a la vieja usurera , mientras ella se ríe
mucho en su cara; y también en el episodio del suicidio de Kirilov, en
Los demonios. 20
La enorme importancia que Victor Hugo tuvo para Dostoievski se re-
vela notablemente en el pasaje de una carta que le escribe a Mijaíl a princi-
pios de 1840. En una carta anterior, Fiódor evidentemente había compa-
rado a Homero con Víctor Hugo; a lo cual Mij aíl responde que era más
adecuada la comparación de Homero con Goethe. Fiódor replica con estas
asombrosas palabras:

En lo que a Homero y Victor Hugo se refiere, parece ser que con toda inten-
ción me has interpretado mal. Esto es lo que yo dije: Homero (un personaje
legendario , quizá, como Jesucristo, encarnación de Dios, y que éste nos envió
a nosotros) puede compararse sólo con Jesucristo, no con Goethe ... Fíjate
que en la Ilíada Homero le dio a todo el mundo antiguo la organización de su
vida espiritual y terrenal, exactamente en el mismo sentido en que Jesucristo
lo hizo respecto del mundo nuevo. ¿Ahora me entiendes? Victor Hugo, como
poeta lírico , con un carácter puro , angélico, con una tendencia cristiana in-
fantil en su poesía, y nadie puede comparársele en esto .. . Sólo Homero, con
la misma imperturbable confianza en su misión, con su fe infantil en el dios
de la poesía a quien sirve , es similar a Victor Hugo en cuanto a la tendencia de
la fuente de su poesía .. n

Completamente aparte de su relación con Victor Hugo, este pasaje es de


gran interés porque demuestra la familiaridad del joven Dostoievski con
ideas que en ese entonces se consideraban bastante "avanzadas". En efecto ,
si está empeñado en considerar que Homero y jesucristo fueron ambos
20
V. V. Vinogradov, Evolutsia Russkogo Natu ralizma (Leningrado, 1929), pp , 127-152.
21
Pisma, vol. 1 (l º de enero de 1840) , p. 58.

154 ... SAN PETERSBURGO


enviados por Dios, y que su posición frente a la humanidad fue casi la mis-
ma, entonces quiere decir que no puede acusarse al joven Dostoievski de
aceptar con fe ingenua las ideas religiosas convencionales; el tono de sus
palabras se acerca muchísimo más a la teoría socialista utópica de la reli-
gión, como "revelación progresiva", 22 que a la ortodoxia cristiana. Además,
es muy revelador que Victor Hugo desempeñe, en el mundo moderno, el
mismo papel de vocero profético de Dios que se le atribuye a Homero res-
pecto del mundo antiguo. Al parecer, la idea de Dostoievski es que Jesu-
cristo había proclamado "la organización de ... la vida espiritual y terrenal"
para la Era Moderna, y que Victor Hugo, inspirado por esta fuente divina,
expresaba en su poesía el auténtico sentido de las enseñanzas de Jesucris-
to. Esto parecería estar indicándonos que el cristianismo de Dostoievski ya
había adquirido un sólido fundamento social y humanitario; que prácti-
camente era idéntico a lo que en Francia se llamaba entonces "socialismo".
Otro comentario que aparece en sus cartas nos revela el profundo co-
nocimiento que tenía Dostoievski respecto de los románticos socialistas
de la literatura francesa. Al hablar de varios poemas escritos por Mijaíl,
hace la observación de que aprueba "la idea" de uno de ellos; pero luego
añade que "el espíritu y la expresión del poema muestran una gran in-
fluencia de Barbier; entre otros, sus versos sobre Napoleón estaban muy
frescos en tu mente".23 Esta capacidad para reconocer rasgos estilísticos de-
muestra un conocimiento profundo de la poesía del ahora olvidado (pero
entonces muy famoso) Auguste Barbier, a quien Sainte-Beuve llamó "el
único poeta producido por la Revolución de 1830".24 La obra de Barbier
había sido prohibida en Rusia a causa de un poema en el que se atacaba la
represión del alzamiento polaco; pero ello no impidió que ejerciera su in-
fluencia sobre Lermontov, y que se convirtiera años después en el poeta
preferido del círculo de Petrashevski. Ciertos críticos progresistas, amigos
de Dostoievski, decían que la obra de Barbier

exhala indignación contra los vicios e infortunios que ahora torturan a las
clases más pobres de la sociedad europea y ... derrama amargas lágrimas so-
bre aquellos que por necesidad se ven obligados a corromperse, sobre los que
sufren encerrados en los manicomios privados de la razón por sus desgracias,
22 Véase D. G. Charlton, Social Religions in France, 1815-1870 (Londres, 1963), p. 84 .
23
Pisma, vol. 1 (lº de enero de 1840), p. 55.
24
C. A. Sainte-Beuve, Portraits Contemporains, vol. 2 (París, 1869), p. 230.

LOS DOS ROMANTICISMOS ~ 155


sobre los pobres trabajadores que agonizan lentamente en las sofocantes fá-
bricas de Inglaterra. 25 *

La identificación de Dostoievski con este tipo de literatura de protesta


con conciencia social probablemente explique su entusiasmo por la obra de
De Quincey, Confesiones de un fumador de opio, que calurosamente reco-
mienda a Grigoróvich. El retrato de la compasiva prostituta joven Ana, de la
calle Oxford, quien salvó la vida de De Quincey, anticipa la larga serie
de esas "mujeres perdidas", espiritualmente, que aparecen en la literatura
rusa, siendo , por supuesto, la más famosa de ellas Sonia Marmeládov. Gri-
goróvich dice haber leído el largo poema narrativo de Lamartine, ]ocelyn,
mientras estaba en la Academia, y probablemente esta "epopeya humanita-
ria" (así la definía su autor) también fuera conocida por Dostoievski.
Durante el verano de 1838, con toda seguridad por recomendación de
Shidlovski, Dostoievski se dedicó afanosamente a la lectura de los seis vo-
lúmenes de la obra de Polevoi, Historia del pueblo ruso. Fue la primera obra
rusa que utilizó las teorías de la escuela romántica liberal francesa de histo-
riadores tales como Augustin Thierry y jules Michelet, y en ella se subraya
la importancia del espíritu del pueblo más que, como lo hizo Karamzin, la
del Estado y la de los déspotas moralmente esclarecidos.

Como sucedió con los demás miembros de su generación que llegaron a la


madurez a mediados del decenio de 1830-1839 , Dostoievski siempre estu-
vo marcado por el sello de la compleja fisonomía cultural de su época. En
efecto, uno de los secretos de su genio acaso haya sido haberse negado

25
P. N. Sakulin , Russhaya Literatura i Sotsializm (Moscú , 1922) , pp. 3 17-318. Es todavía la
mejor obra sobre el tema.
" Posiblemente en el poema que Barbier escribió en honor de Napoleón tenemos una de las
fuentes de asociación entre éste y la palabra bronze (bronce) en Crimen y castigo. En esta obra, a
la estatua de Napoleón se le menciona una y otra vez como ce bronze (este pedazo de bronce), le
bronze puissant (el pedazo de bronce poderoso), etc. En un primer momento, la gente derribó la
estatua , pero luego la b ·antó y le rindió culto como si fuera un ídolo. Esto es lo que el pueblo
siempre hace , dice Raskólnikov, precisamente "con los grandes criminales" como Napoleón, a
quien se le acusa en el poema de ser el responsable de la hecatombe humana que en su tiempo
hubo en Francia. Auguste Barbier, Lambes et poémes (París, 1871), pp. 31 -42.

156 .... SAN PETERSBURGO


siempre a tomar partido desde el punto de vista sentimental entre las ten-
siones personales y las literarias que le creaban su pareja devoción hacia
los dos romanticismos. Por un lado, advertimos su compromiso con la vi-
sión sobrenatural, supraterrenal y más tradicionalmente cristiana del ro-
manticismo metafísico, cristiana, al menos en espíritu, y aun cuando el ar-
tista sustituya al sacerdote y al santo. Pero, por el otro lado, notamos la
fuerte inclinación de sus sentimientos hacia la aplicación práctica de los
valores cristianos de la piedad y el amor; hacia esa marejada "filantróp ica"
del romanticismo social francés, cuyas aguas avanzaron con ímpetu cada
vez más arrollador después de 1830. Uno de ellos mantiene sus ojos devo-
tamente fijos en lo eterno; el otro reacciona frente a las necesidades del
momento. El primero se concentra en la lucha interior del espíritu que
busca la purificación; el segundo combate la degradante influencia de un
ambiente embrutecedor. El supremo valor atribuido al sufrimiento entra
en conflicto con la compasión hacia los débiles y los oprimidos; la necesi-
dad de justificar lo que Dios hace con el hombre choca con el deseo de
reformar el mundo. Dostoievski se sentía tironeado por estos dos opuestos
imperativos: el moral y el religioso, y el equilibrio de estas dos fuerzas con-
trarias ayuda a explicar la impresión o el efecto ininterrumpidamente trá-
gico de sus mejores obras.

LOS DOS ROMANTICISMOS ... 157


IX. El periodo de Gógol: I

A PRINCIPIOS de 1840 , Dostoievski era aún un desconocido estudiante de


ingeniería militar con indefinidas ambiciones de hacer una carrera litera-
ria, pero sin nada en las manos que pudiera demostrar que esas ambicio-
nes habrían de materializarse alguna vez. Hacia 1845 , sin embargo , ya era
saludado por Belinski -la mayor potencia crítica de la literatura rusa-
como la última revelación en el horizonte literario ruso. Durante esos años
pasó por una metamorfosis que lo encaminó firmemente en la trayectoria
que seguiría el resto de su vida . "Hermano - le escribe a Mijaíl en la pri-
mavera de 1845- , respecto de la literatura no soy el que era dos años atrás.
Entonces era pura puerilidad ; tontería . Dos años de estudio me han traído
y quitado mucho." 1 ¿Qué ocurrió durante esos dos años que le trajeron
semejante comprensión, y de qué manera contrastan con los tres años pre-
cedentes?
Si buscamos alguna respuesta en los acontecimientos de la vida de
Dostoievski, poco hallaremos que resulte útil o esclarecedor. Siguió avan-
zando sin incidentes importantes en sus estudios en la Academia, y fue
ascendido a alférez en agosto de 1841 . Conservó su puesto en la Academia
para completar los cursos superiores, destinados a la oficialidad, pero
como ya se le permitía vivir fuera del establecimiento aprovechó de inme-
diato la oportunidad, al alquilar un departamento, a medias, con un inge-
niero colega, Adolfo Totleben, a quien visitaba con frecuencia su hermano
mayor, Eduardo. Este conocido casual desempeñó un papel muy impor-
tante en la vida de Dostoievski. Eduardo lvanóvich Totleben, sobreviviente

1
Pisma, vol. 1 (24 de marzo [febrero] de 1845), p. 76.

158 ""
de la fortaleza de Sebastopol durante la Guerra de Crimea, se convirtió en
un héroe nacional de ese momento crítico de la historia rusa. En respuesta
a una carta de Dostoievski, usó su influencia ante la Corte de Alejandro II
para obtener una amnistía incondicional, luego que fue liberado del cam-
po de prisioneros de Siberia. En 1843, Dostoievski también compartió un
departamento con un estudiante de medicina de Revel-amigo de Mijaíl-
llamado Igor Riesenkampf.

Las reminiscencias de Riesenkampf sobre Dostoievski , recientemente pu-


blicadas, constituyen la principal fuente de información acerca de su vida
en este periodo, y nos revelan algunos rasgos de su carácter que le impe-
dían establecer relaciones fáciles y duraderas con la gente . Según Rie-
senkampf, Mijaíl era calmado y ecuánime ; sabía dominar sus emociones y,
cuando en una reunión social algo le desagradaba , un imperceptible estira-
miento de los labios era el único indicio. Su hermano Fiódor tenía un tem-
peramento más inquieto e irritable, siempre proclive a dejarse dominar
por un estallido de entusiasmo o de cólera, e incapaz de refrenarse en mo-
mentos de violencia . "Fiódor Mij aílovich era tan tolerante, bondadoso y
gentil como su hermano, pero cuando estaba de mal talante solía mirarlo
todo a través de anteojos oscuros; se molestaba por cualquier cosa, olvida-
ba los buenos modales , llegando a veces al extremo de insultar y perder
todo dominio de sí mismo."2 Esa incapacidad para refrenar sus enojos -ras-
go heredado de su padre- lo mortificó toda su vida, obligando a sus ami-
gos a una gran dosis de tolerancia. En el único incidente de este tipo que
describe Riesenkampf, Dostoievski se exasperó durante una reunión social
a la que habían asistido casi exclusivamente miembros de la colonia ex-
tranjera de San Petersburgo. "Le disparó tal andanada de insultos contra
los extranjeros que , tomándolo por un loco furioso, el asombrado suizo
consideró prudente retirarse."3 De modo que la xenofobia de Dostoievski,
tan violenta en su vejez, ya se manifestaba en sus años mozos ante la me-
nor provocación.
Como pronto lo haría el propio Dostoievski, Riesenkampf atribuye esta
2A. l. Riesenkarnpf, "Vosponirnania o F. M. Dostoevskorn", Literaturnoe Nasledstvo, núm. 86
(Moscú, 1973), p. 325.
3
Ibid , p. 330.

EL PERIODO DE GÓGOL: 1 ~ 159


excepcional susceptibilidad a la mala salud de su amigo. Para el ojo clínico
de Riesenkampf, la palidez de Dostoievski indicaba cierta anemia, y seña-
laba, además, que el escritor era proclive a las infecciones crónicas del apa-
rato respiratorio. Y esto no era todo, pues padecía de continuos trastornos
nerviosos de diversa índole. "Me decía que por la noche creía oír que
alguien roncaba a su lado. Cuando eso ocurría , le causaba una sensación
de inquietud, de incomodidad, que le impedía volver a dormirse. Entonces
se levantaba, y pasaba el resto de la noche leyendo o, más frecuentemente, se
ponía a trabajar en varios cuentos que se proponía escribir. "4 Esos ataques
de insomnio eran seguidos por periodos de extrema irritabilidad, durante
los cuales se peleaba con todo el mundo por cualquier motivo, o sin él.
Para empeorar más las cosas , como ya lo dijimos anteriormente, Dostoiev-
ski estaba obsesionado por el miedo de caer en un estado de sueño letárgi-
co, y que lo enterraran vivo. Para precaverse de semejante espanto, solía
dejar desparramadas por la casa notas , pidiendo que no se le sepultase an-
tes de transcurrido un lapso de cinco días. Según Riesenkampf, Dostoiev-
ski hacía todo lo posible por ocultar sus trastornos, y los soportaba con
gran estoicismo. Si Riesenkampf los conocía, era porque vivían juntos. "En
el círculo de amigos , siempre se mostraba animado, tranquilo y satisfecho
consigo mismo. "5
En los primeros años en que se vio libre de la Academia, Dostoievski
inició la vida de un joven mundano, dispuesto a disfrutar de los placeres
de residir en San Petersburgo. Asistía a casi todas las piezas y ballets que se
montaban en el teatro Alexandrinski. Estuvo presente cuando Franz Liszt
y Ole Bull visitaron la ciudad; cuando el gran clarinetista belga joseph Blaise
dio un concierto; cuando el célebre tenor italiano Rubini actuó para el pú-
blico ruso. Si no al estreno, al menos asistió a una de las funciones de la
nueva ópera de Glinka, Ruslán y Ludmilla. Andrei -quien llegó en el oto-
ño de 1841 para vivir con su hermano y se quedó un año- menciona
ocasionales partidas de naipes que se organizaban en el departamento, con
sus compañeros del Ejército, y comenta: "a mi hermano le gustaba mucho
jugar a las cartas". 6 También Riesenkampf notó la afición de Dostoievski
por los juegos de azar, y que se volvió patológica en el decenio de 1860-
1869. Por una observación hecha a Mijaíl sobre las molestias de vivir con
4
Ibid., p. 331.
5
Idem.
6
DVS, vol. 1, p. 95.

160 ... SAN PETERSBURGO


Andrei ("Imposible trabajar o divertirse ... , ya me entiendes"), 7 deducimos
que, cuando se presentaba la oportunidad, Dostoievski no se privaba de
los otros placeres que fácilmente podían conseguir los hombres jóvenes
de la capital.
Desde luego que , para todos esos entretenimientos, hacía falta dinero ;
y Dostoievski padecía de una crónica escasez de efectivo. La causa no era
tanto la pobreza como el derroche, combinado quizá con un sentimiento
de inferioridad social. A pesar de recibir su sueldo de oficial del Ejército y
una considerable participación de la renta proveniente de la herencia fami-
liar, y que entonces administraba su cuñado, Piotr Karepin (casado a los
cuarenta años con su hermana de diecisiete, Bárbara), Dostoievski estaba
siempre endeudado , y había caído en el hábito de cobrar su sueldo por
adelantado, y de pedir préstamos con intereses altísimos. Riesenkampf, tan
ahorrativo como todo auténtico alemán báltico, y a quien Mijaíl le pidió
que vigilara los gastos de Fiódor, se escandalizaba ante su absoluta caren-
cia de virtudes burguesas. Aparte de gastar sin medida en diversiones y
frivolidades, se dejaba desplumar sin ninguna consideración por su sir-
viente, un soldado raso que mantenía a su amante y a toda la familia de la
mujer con las monedas que hurtaba del gasto diario.
Dostoievski se graduó en la Academia en agosto de 184 3, y obtuvo
una plaza en el departamento de reclutamiento del Comando de Ingeniería
de San Petersburgo. Aliviado de la carga de sus estudios, podría ya dedi-
carse a tratar de restaurar sus finanzas; en ese momento hace toda clase de
planes de traducción, de los cuales espera obtener una rápida ganancia.
Un año después, al anunciar su largamente acariciado proyecto de retirarse
del servicio, le pide a Karepin la suma de mil rublos de plata a cambio de
renunciar a su parte del legado familiar cuando éste fuera dividido entre
los herederos. Karepin retrasó esta proposición, por considerarla perjudi-
cial para los intereses del resto de la familia; y, sintiéndose llamado a darle
al joven un consejo paternal, le dice que no se pierda en "sueños shakespe-
reanos" .8 Esta reaccionaria animadversión contra Shakespeare provocó en
Dostoievski un violento ataque de ira, que le llevó a replicar con una serie
de cartas hirientes e insultantes, llenas de resentimiento, contra la figura
paterna que obstaculizaba su camino hacia la libertad. Dadas las circuns-
tancias, las exigencias de Dostoievski eran indudablemente excesivas; y
7
Pisma, vol. 1 (23 de diciembre de 1841), p. 65.
8
lbid., vol. 4 (5 de septiembre de 1844), p. 450.

EL PERIODO DE GÓGOL: 1 ... 161


por cierto que no hace un papel muy bueno cuando deliberadamente exa-
gera sus necesidades, o bien cuando amenaza con entregar a sus acreedo-
res la parte que le corresponde de la herencia. No cabe duda de que creía
que los hermanos menores serían cuidados por los Kumanin, y además,
estaba desesperado por reunir todo el dinero posible para pagar sus deu-
das antes de lanzarse a su independencia.*
Tales son los principales acontecimientos de su vida durante ese perio-
do de cinco años, y lo que esos años nos muestran es que, a comienzos de
1843, había empezado seriamente a tratar de labrarse un lugar para sí mis-
mo en el ambiente literario de San Petersburgo. Sabemos que esta fecha
marcó el inicio de la .principal transformación de sus ideas literarias que
abarcó los dos años siguientes. Puesto que esos años coinciden exactamen-
te con el viraje de la literatura rusa , del romanticismo al realismo social ,
podemos comprender mejor la evolución personal de Dostoievski ubicán-
dola en el contexto de ese cambio o evolución más general.

Recordemos que Dostoievski dijo que estaba elaborando en su cerebro una


novela "veneciana" mientras hacía el viaje de Moscú a San Petersburgo.
Esto es todo lo que sabemos respecto de alguna actividad literaria de su
parte, hasta el invierno de 1841. Evidentemente, la mayor parte de su tiem-
po la dedicaba a sus estudios, y hemos visto que leía mucho; en cambio,
ignoramos si también durante esos años de permanencia en la Academia se
dedicó a la producción literaria. Saveliev recuerda a un Dostoievski vesti-
do con ropas ligeras, sentado en alguno de los alféizares de las ventanas
del palacio durante finales del invierno y qu e, sin darse cuenta del pe-
netrante frío, escribe algo en su cuaderno. Saveliev pensaba que se trataba de
un primer borrador de Pobres gentes, y dice que durante una conversación,
mantenida cuarenta años después, Dostoievski le confirmó esa sospecha.
Sin embargo, intrínsecamente es inadmisible que Dostoievski en ese mo-
mento se dedicara a escribir esa obra. En el caso de que realmente estuvie-

'' No ha quedado claro si Dostoievski obtuvo los mil rublos, pero parece que así fue. Dijo a
la comisión investigadora del caso Petrashevski que en 1845 renunció a la herencia de sus pa-
dres, a cambio del pago inmediato de una considerable cantidad de dinero. N. F. Belchikov,
Dostoevsky v Protsesse Petrashevtsev, 2ª ed. (Moscú, 1971), p. 123.

162 ~ SAN PETERSBURGO


ra tratando de probar su pluma en la composición literaria, es mucho más
probable que haya estado trabajando en dos muestras de drama histórico,
las cuales, más adelante en su vida, prefirió olvidar.*
Mijaíl llegó a San Petersburgo para presentar sus exámenes en el invier-
no de 1840-1841; y durante una fiesta de despedida en enero, antes de su
partida, Dostoievski homenajeó a sus amigos reunidos leyéndoles algunas
partes de las obras que estaba escribiendo. Según Riesenkampf, se trataba
de dos piezas teatrales , tituladas María Estuardo y Boris Godúnov, y desgra-
ciadamente esto es todo lo que la posteridad sabe acerca de ellas. Rie-
senkampf también nos dice que Dostoievski siguió trabajando en María Es-
tuardo durante 1842, debido a la fuerte impresión que le causó una actriz
alemana que había actuado en la obra de Schiller. "Dostoievski deseaba re-
elaborar este tema trágico a su manera propia, y con este propósito se puso
afanosamente a leer historia, como preparación previa .' Presumiblemente,
esto mismo ocurrió respecto de Boris Godúnov, aunque en este caso el joven
no debió de necesitar lecturas tan extensas como en el caso anterior, pues
había crecido leyendo a Karamzin y dominaba a Polevoi.
Pensar en Dostoievski iniciando su carrera literaria con la tragedia ro-
mántica, en vez de hacerlo con un primer borrador de Pob res gentes, tiene
mayor sentido desde el punto de vista histórico. Igual que Stendhal y Bal-
zac, es probable que primero pensara en escribir para el escenario, por las
mismas razones que da Victor Brombert respecto de los autores franceses:
"Simplemente, ocurría que la novela no era el camino para obtener un
éxito rápido o sensacional. Era mucho mayor el hechizo del teatro, con su
promesa de gloria inmediata , aplausos audibles, dinero y mujeres". 10 Ade-
más, la tragedia era el género literario que gozaba del mayor prestigio
crítico en el momento de más auge del romanticismo , y también entonces
''' Esa actitud de rechazo, por parte de Dostoievski, hacia sus primeras obras para la escena,
queda muy bien ejemplificada en un pasaje de una carta, poco conocida, que Andrei escribió
después de la muerte de su hermano. "Allá por 1842, mucho antes de Pobres gentes, mi hermano
estaba escribiendo un drama, Bolis Godúnov. A menudo, el manuscrito quedaba sobre la mesa,
y yo -que soy curioso- a escondidas leía ese trabaio con vivo entusiasmo; más de una vez.
Luego , no hace mucho tiempo, quizá en 1875, mientras conversaba con mi hermano, le confe-
sé que sabía de la existencia de Boris Godímov, y que había leído la obra. Ante mi pregunta:
'Hermano , ¿aún existe el manuscrito?', él sólo respondió, moviendo las manos: 'Bueno , ¡basta l
Eso ... ¡eso fue una estupidez infantil! '" Citado en Literntitrnoe Nasledstvo, núm. 86 (Moscú,
1973), p. 366.
9
DVS, vol. 1, pp. 112 y 113.
10
Victor Brombert, Stendhal: Fiction and the Themes of freedom (N ueva York, 1968), p. 29.

EL PERIODO DE GÓGOL: 1 .... 163


la cultivaban tanto Shidlovski como Mijaíl. La carta de Shidlovski contiene
un largo párrafo sobre Hernani, de Victor Hugo, obra que critica diciendo
que es poco convincente, porque la psicología del personaje central es arti-
ficial; y hace una comparación poco favorable para Victor Hugo con
Shakespeare, Schiller, Goethe y Manzoni. Sabemos que analizó la cuestión
acerca del estilo dramático con Dostoievski, mientras reelaboraba una pie-
za propia llamada María Simonova. "La revisó durante todo el invierno -le
dice Fiódor a Mijaíl a principios de 1840- y él mismo denominó mons-
truosa la versión anterior." 11 El propio Mijaíl, en una carta, bosquejó a
grandes rasgos una idea para un drama que Dostoievski consideró "atracti-
va". "En particular, me agrada que tu héroe, igual que Fausto, al buscar lo
infinito y lo inalcanzable, enloquezca en el preciso momento en que en-
cuentra lo infinito y lo inalcanzable ... cuando se enamora. ¡Maravilloso!
Me alegro de que Shakespeare te haya enseñado algo." 12 Dostoievski mis-
mo recordaría esta lección shakespereana cuando Natasya Filippovna, en
El idiota, enloquece en circunstancias parecidas. . . al encontrar también
ella "lo infinito e inalcanzable" en el "amor" del príncipe Mishkin.
A principios de los años 1840, tanto la mente como la imaginación
de Dostoievski estaban llenas no sólo de los personajes de Shakespeare y
Schiller, sino también de los de Racine y Corneille. Bajo la influencia de la
crítica romántica del clasicismo francés, entonces en boga, Mijaíl había di-
cho que "ni Racine ni Corneille (¿!?)son capaces de agradarnos debido a
que su estilo es imperfecto" (así parafrasea Dostoievski la posición de su
hermano, con signos de puntuación que muestran su indignación). Fió-
dor salta en defensa de los autores franceses, elogiando "al ardiente, apa-
sionado Racine, enajenado por su ideal"; y dedica especiales palabras de
elogio para Fedra, cuya lucha con su conciencia culpable anticipa tantos
de sus propios personajes. Efectivamente, con sus sutiles análisis de los
secretos recovecos de su conciencia moral dividida contra sí misma, el de-
votamente cristiano jansenista Racine fue el escritor antiguo que más se
acercó a la psicología de Dostoievski. * También Corneille lo entusiasma-

u Pisma, vol. 1 (1° de enero de 1840), pp. 56 y 57.


12
Ibid., p. 58.
* Lo que Paul Bénichou dice acerca de Racine es igualmente aplicable a Dostoievski. "La
equivalencia entre amor y odio, uno surgiendo ininterrumpidamente del otro ... se halla en el
centro de la concepción psicológica de Racine sobre el amor." Paul Bénichou, Morales du grand
siécle (París, 1967), p. 223. [Hay versión del FCE, 1984.]

164 ... SAN PETERSBURGO


ba, y dice que "con sus gigantescos personajes y su espíritu romántico, es
casi shakespereano".13 Este tipo de comentarios demuestran la admirable
independencia de juicio que tenía Dostoievski; su capacidad para apreciar
la fuerza creadora dondequiera la encontrase, y sin que por ello tomara en
cuenta la moda literaria. También son un indicio su interés por el teatro,
en ese momento fuente para su propia inspiración.
Al parecer, abandonó sus esfuerzos por completar las dos piezas teatra-
les en 1842; pero, a juzgar por una referencia que hizo dos años después a
una obra llamada El judío Yanhel, no dejó de escribir para el teatro. En enero
de 1844 le pide un préstamo a Mijaíl, y le promete devolvérselo con las si-
guientes palabras: 'Juro por el Olimpo y por mi judío Yankel (mi obra para
el teatro ya completa, y ... ¿por qué otra cosa? Tal vez por mis bigotes, que
espero me crezcan algún día) que la mitad de lo que obtenga .. . será tuyo". 14
Resulta imposible saber a partir de esta promesa hecha en broma si la obra
estaba realmente terminada, o si simplemente DostoieY ki esperaba que,
igual que los bigotes, pronto brotara espontáneamente. Pero la respuesta a
esta pregunta es menos importante que lo que podemos aprender del sim-
ple título de la pieza, estuviera o no terminada .. . o aunque ni siquiera hu-
biera empezado a escribirla. Pues el judío Yankel es el personaje menor
de la novela histórica de Gógol, Taras Bulba, y su nombre indica que
Dostoievski había cambiado su modelo literario de Pushkin y Schiller a
Gógol. Además, el hecho de haber siquiera pensado en convertir a ese per-
sonaje en el protagonista de una pieza teatral, en lugar de pensar en María
Estuardo, o en Boris Godúnov, ilustra claramente la tendencia de la épo-
ca. La tragedia, en el grandioso estilo romántico, estaba muerta, y el pe-
riodo de Gógol dentro de la literatura rusa -el periodo del realismo tra-
gicómico y de la sátira social- comenzaba a barrer con todo lo que se le
ponía por delante.

En 1843, muchas causas se conjugaron para transformar el mundo litera-


rio ruso . Uno de estos factores fue la publicación, en 1842, de la obra de
Gógol Las almas muertas, y de su cuento breve, El capote. Otro factor fue la

13
Pisma, vol. 1 (1 ºde enero de 1840), pp. 58 y 59.
t4 Ibid. (segunda mitad de enero de 1844), p. 69.

EL PERIODO DE GÓGOL: 1 ~ 165


evolución interna del crítico V. G. Belinski, quien en ese momento estaba
al frente de la sección crítica de la publicación Noticias de la Patria. Un tercer
factor fue que, en ese preciso momento, el periodismo ruso empezó a aco-
ger con entusiasmo la nueva moda francesa que en Rusia se dio en llamar
"el boceto fisiológico" (tomado del término francés physiologie); es decir,
bocetos de color local acerca de la vida urbana, y de los tipos sociales que
se volvieron muy populares después de la Revolución de 1830. El efecto com-
binado de todos estos acontecimientos dio origen a la escu ela naturalista
de escritores rusos en el decenio de 1840, grupo en el cual, con el éxito de ·
Pobres gentes, Dostoievski inmediatamente ocupó un lugar destacado.
Seguramente que Gógol no era un desconocido al que no se apreciara
antes de 1842; en efecto, Belinski lo había saludado en 1835 como la jo-
ven estrella en ascenso de la literatura rusa. Pero entonces el crítico inicia-
ba su tormentosa e influyente carrera, de modo que su panegírico de Gó-
gol de ninguna manera fue aceptado como la verdad bíblica. No cabe duda
de que a todos había impresionado la fuerza , la amenidad y la originali-
dad de la obra de Gógol, que le mereció la inmediata aceptación personal
por parte de luminarias como Pushkin y Zhukovski; pero la crítica rusa
oficial estaba lejos de sentirse dispuesta a otorgarle la posición que Belinski
le dio como "el conductor o dirigente de nuestra literatura".15 Hasta 1842,
era mucho más habitual considerarle , para decirlo con las palabras de Po-
levoi, como "excelente, inimitable" en su propio campo especial; es decir,
en el de "la farsa amable, los relatos amenos acerca de la pequeña Rusia". 16
Es muy probable que el romántico Shidlovski compartiera algo de estas
opiniones sobre Gógol; y que también Plaksin lo clasificara por debajo de
aquellos escritores que dirigían sus esfuerzos hacia géneros más ambicio-
sos y elevados. De manera que el concepto que Dostoievski debió asimilar
sobre Gógol y su ambiente difícilmente sería el que pudiera alentar una
actitud de respeto , o un deseo de emulación: los grandes nombres del pan-
teón romántico eran mucho más seductores y, además, nadie ponía en
duda su grandeza. Ya desde 1840 Dostoievski había leído a Gógol - cita
una frase humorística tomada de uno de sus cuentos en una carta-, pero
no hay todavía indicios de una seria influencia literaria.
15
V. G. Belinski , Izbrannye Filosofskie Sochinenia, vol. 1 ((Moscú , 1948) , p. 215 Citado en
adelante como IFS.
16
Citado por N. G. Chernyshevski, Izbrannye Filosofskie Sochinenia, vol. 1 (Leningrado,
1950), p. 441.

166 .. SAN PETERSBURGO


Las cosas cambiaron de modo radical dos años después , en gran medi-
da como resultado de un vuelco trascendental en las ideas de Belinski.
Desconocemos en qué momento exacto Dostoievski comenzó a leer a Be-
linski y a aceptarlo como una autoridad. Pero a partir de todo lo que ya
sabemos, es evidente que debió de ser indiferente u hostil a todo lo que
acaso leyó de su obra, entre 1838 y 1840. Pues ésos fueron los años en
que el crítico pasaba por su famosa "reconciliación con la realidad", y que
tendría consecuencias funestas para todo el rumbo futuro de la cultura
rusa. Seis o siete años antes , mientras era aún un estudiante en la Universi-
dad de Moscú, Belinski escribió una pieza teatral titulada Dimitri Kalinin,
inspirada en Los bandidos, y que contenía una apasionada protesta contra la
institución de la calidad de siervo. Sin embargo, la influencia del idealismo
lo desvió de las cuestiones sociales hacia el estudio del arte y de la filosofía,
y hacia la convicción de que el perfeccionamiento del yo era la única fuen-
te de la auténtica cultura y del progreso. Pero en 1 3 cayó bajo la in-
fluencia de M. A. Bakunin, el futuro anarquista reYolucionario, quien en
ese momento de su asombrosa trayectoria predicaba una interpretación de
Hegel como una teoría de total quietismo político y de indiscutible acepta-
ción de la "realidad". Con esa habitual exaltación fervorosa que lo caracte-
rizaba (afectuosamente era llamado por sus amigos "furioso Vissarion"),
Belinski aceptó esas ideas con la mayor vehemencia, y las llevó a extremos
que incluso obligaron al propio Bakunin a protestar.
El resultado fue una serie de artículos cuya tesis general ha sido exce-
lentemente descrita en las Memorias de l. l. Panaev.

Seducido por la interpretación que Bakunin hacía de la filosofía de Hegel , y


por la famosa fó rmula tomada de esa filosofía , de que "todo lo real es racio-
nal", Belinski predicaba la reconciliación con la vida y con el arte. Luchaba
por volverse a cualquier p recio un conservador en contra de su propia natu-
raleza, y combatía encarnizadamente a favor del arte por el arte mismo ...
Con desdén hablaba de los enciclopedistas franceses del siglo xvm, de los crí-
ticos que no querían aceptar la teoría del arte por el arte mismo, de los escrito-
res que postulaban la necesidad de una reforma social , y que se esforzaban
por una nueva vida; por una renovación de la sociedad. Sobre todo, hablaba
con indignación de George Sand. Para él, el arte representaba una especie de
mundo superior, aislado, encerrado en sí mismo, sólo entregado a las verda-
des eternas , y sin ninguna relación con las trifulcas y pequeñeces de nuestra

EL PERIODO DE GÓGOL: 1 .. 167


vida, con el mundo en el que realmente vivimos y con el cual tenemos que
tratar de ponemos de acuerdo. 17

Lo que determinó que esta etapa de la carrera de Belinski resultara tan


funesta y desafortunada para la cultura rusa fue que permitió que la sepa-
ración de las inmediatas preocupaciones sociopolíticas se asociara con una
defensa positiva de la reacción política. A partir de ese momento, esta vin-
culación se convirtió en una obsesión en la relación de Rusia con el arte, y
ya ha sido exportada al resto del mundo con la difusión del marxismo-le-
mmsmo.
Una de las primeras manifestaciones de la disconformidad de Belinski
con la literatura francesa contemporánea fue su ataque, en la primavera de
1839, contra Polevoi, el principal defensor crítico de dicha literatura en
Rusia; y seguramente que Shidlovski y su joven amigo Fiódor Dostoievski
analizaron esta jeremiada. Belinski acusaba a Polevoi de estar irremedia-
blemente caduco porque seguía enamorado de sus antiguos favoritos fran-
ceses y no había captado aún la enorme importancia que tenían las ideas
de Hegel (por supuesto, en su versión bakuniniana). "Cuando el señor
Polevoi inició su carrera -escribe irónicamente- los nombres de Víctor
Hugo, Lamartine, De Vigny y Balzac retumbaban y relumbraban ... ¿Es
de sorprender que todavía ahora los considere grandes7" 18 Es notorio que
Belinski no estaba dominado por semejante ilusión o engaño. En cambio,
el joven Dostoievski consideraba que el mundo moderno le debía a la obra
de Víctor Hugo sus bases morales; por lo tanto, debió de rechazar el pun-
to de vista de Belinski con la misma firmeza con que antes descartó las
ideas de Nisard. Aproximadamente en esa misma época, Shidlovski asistió
a una función de beneficio para Polevoi, en la cual se representó una de
sus obras con el famoso actor Karatiguin en el papel principal. El progra-
ma también incluía un número de variedad acerca de un joven estudiante,
Vissarion Grigoróvich Glupinski (glupy significa estúpido, o tonto), quien
"explica a todo el mundo la filosofía hegeliana y la individualidad objeti-
va, etcétera". 19 Se desconoce al autor de esta obra, que sólo se representó
una vez (pero probablemente fue Polevoi); y nos está indicando la opinión
17
l. l. Panaev, Sobranie Sochinenii, vol. 6 (Moscú , 1912), p. 212. Citado en adelante como SS.
18
Citado en Yu. Oksman , Letopis Zhizn i Tvorchestvo V. G. Belinshogo (Moscú , 1958),
p. 194.
19
Ibid., p. 195.

168 ~ SAN PETERSBURGO


acerca de Belinski que debió de recoger Dostoievski de su propio círculo
literario.

En el invierno de 1839, Belinski se trasladó de Moscú a San Petersburgo y,


en parte debido al estímulo de un nuevo ambiente , y de un nuevo grupo
de amigos, comenzó rápidamente a cambiar sus ideas. Además, estaba
muy preocupado de que luminarias de Moscú tales como Aleksandr Her-
zen y T. N. Granovski, cuyas opiniones no podía menos que respetar, se
opusieran a su adulación incondicional de la "realidad" rusa. Durante el
invierno de 1841, su nuevo círculo de amigos se reunía en casa de I. I. Pa-
naev una vez por semana, para conversar y divertirse; y fue allí donde por
primera vez conoció las más recientes ideas francesas . Panaev traducía los
artículos de Pierre Leroux tomados de la Revue lndépendant, que había co-
menzado a aparecer; la conclusión del Spiridion de George Sand fue tradu-
cida al ruso especialmente para Belinski; se leía la Historia de la Revolución
de 1789 de Thiers, así como la vehemencia socialista Histoire des dix ans de
Louis Blanc. "Su anterior indignación [de Belinski] contra George Sand
-escribe Panaev- fue remplazada por el más apasionado entusiasmo ha-
cia la escritora. Todos sus anteriores ídolos literarios -Goethe, Walter Scott,
Schiller, Hoffmann- palidecieron delante de ella ... Sólo quería hablar de
George Sand y de [Pierre] Leroux." 2 º
En poco más de un año, todo esto dio por resultado la transformación
total de Belinski, quien pasó de su anterior desdén por las preocupaciones
sociopolíticas a una fogosa defensa de las nuevas teorías sociales francesas.
En el otoño de 1841, le escribe a su amigo V. P. Botkin que "la idea del
socialismo" se ha vuelto para él "la idea de las ideas, el ser de los seres, la
pregunta de todas las preguntas, el alfa y el omega de la fe y del conoci-
miento . .. Para mí, todo ha fusionado, la historia, la religión y la filosofía" .2 1
Es evidente que, sea lo que fuere lo que el "socialismo" significaba para
Belinski, era infinitamente más que la mera adopción de un nuevo conjun-
to de ideas sociopolíticas. Cuando trata de hablar de ello con más detalle,
nos damos cuenta de que lo que más le ha impresionado es el aspecto apo-
calíptico y mesiánico de todas las teorías socialistas utópicas; la idea, parti-
20 SS, vol. 6, p. 273.
21
Works, p. 159.

EL PERIODO DE GÓGOL: 1 ~ 169


cularmente fuerte en las prédicas de George Sand y Pierre Leroux, de que
el socialismo es el cumplimiento o la realización final sobre la tierra de las
auténticas enseñanzas de Jesucristo. Los últimos capítulos de Spiridion re-
velan que la inmaculada doctrina de Jesucristo, vergonzosamente parodia-
da por la despótica Iglesia Católica Romana, es la misma que proclamaba
la Revolución francesa; pues los grandes herejes del pasado, comenzando
por Joaquín de Flora, siempre defendieron el eterno evangelio de la Liber-
tad , la Igualdad y la Fraternidad, que no es otra cosa que la moderna ver-
sión sociopolítica del sentido original del dogma cristiano del amor.
La influencia de estas ideas, entremezcladas con otros conceptos de
George Sand sobre las relaciones entre los sexos, es perfectamente visible
en la exposición que hace Belinski de su nuevo credo.

Y llegará el tiempo -fervorosamente lo creo- en que nadie será quemado


en la hoguera, en que nadie será decapitado, en que el criminal suplicará que
se le mate por misericordia y para su salvación, y en que la muerte se le nie-
gue, pues su castigo será la vida , como ahora lo es la muerte; un tiempo en
que no habrá costumbres ni ritos carentes de sentido , ni contratos ni estipu-
laciones sobre los sentimientos, ni deber ni obligaciones, y en que no cedere-
mos a la voluntad sino sólo al amor; en que dejarán de existir maridos y espo-
sas, y sólo habrá amantes y queridas, y en que cuando la querida le diga a su
amante: "quiero a otro", él le responderá: "No puedo ser feliz si tú me faltas , y
sufriré toda mi vida; pero vete con aquel a quien amas", y no aceptará el sa-
crificio de ella, si por un gesto de generosidad su querida desea permanecer
con él, sino que, como Dios, le dirá: "quiero bendiciones; no sacrificios" ...
No habrá ricos ni pobres, ni reyes ni súbditos; habrá hermanos, habrá hom-
bres y, como lo dijo el apóstol Pablo , jesucristo pasará su poder al Padre, y
otra vez volverá a dominar la Razón-Padre, pero esta vez en un nuevo cielo ,
y por encima de un mundo nuevon

Ésta será materialización, como acertadamente se lo dice a sí mismo,


del sueño de "La Edad Dorada"; y es a este sueño al que Belinski denomina
"socialismo".
Con la versión del crítico a este tipo de socialismo inició una nueva
etapa en la cultura rusa del decenio de 1840-1849. P. V. Annenkov, quien

22
lbid. , pp. 164 y 165.

170 ... SAN PETERSBURGO


había dejado Rusia en la mitad del periodo hegeliano de Belinski, regresó
a San Petersburgo en 1843 para encontrar, con gran sorpresa de su par-
te, que los literatos de dicha ciudad estaban dominados por las mismas
obras que él había conocido en París.

El libro de Proudhon, De la Propriété, que para entonces estaba casi totalmen-


te fuera de moda , el Icari e de Cabet, poco leído en la propia Francia, excepto
por un reducido grupo de pobres soñadores obreros, la teoría muchísimo
más difundida y popular de Fourier; todas estas obras eran objeto de estudio,
de acaloradas discusiones , de preguntas y esperanzas de todo tipo , lo cual era
comprensible, porque ... grupos enteros de rusos ... se sentían llenos de júbi-
lo ante la posibilidad de cambiar ideas abstractas y especulativas sin conteni-
do real por la misma clase de ideas abstractas, pero que ahora parecían tener
un contenido real. . . En esos días , los libros de los autores que acabo de men-
cionar se encontraban en las manos de todos; eran objeto de meticuloso estu-
dio y análisis; generaron, como antes había ocurrido con chelling y con He-
gel, sus propios voceros, comentaristas, intérpretes, y algo má tarde - lo que
no sucedió con teorías anteriores- incluso también sus propios mártiresD

Al principio, toda esta efervescencia intelectual sólo tuvo lugar en el cerra-


do y reducido círculo de amigos de Belinski, ese núcleo que posteriormen-
te se llamó Pléyade .* Pero este círculo estaba constituido, al mismo tiem-
po, por lo más granado de la redacción de Noticias de la Patria; y las ideas
que conmovían a esos jóvenes escritores pronto comenzaron a aparecer en
las páginas de esa publicación. Hubo, por ejemplo, una ráfaga renovadora
de interés por George Sand, cuyas novelas empezaron a traducirse casi si-
multáneamente a su aparición en París. (Desde luego, no todas; indudable-
mente, Spiridion se consideraba demasiado peligroso para tratar siquiera de
engañar a la censura .) Además se le prestó más atención a la nueva litera-

23
Decade, p. 112.
*Durante los primeros años de la Pléyade (1840-1843), los nombres más conocidos eran
los del propio Panaev y de K. D. Kavelin. Entre 1843 y 1848 el grupo creció, para incluir en-
tonces a Nekrásov, Turgueniev, Dostoievski, Goncharov y Saltykov-Schedrin. También fueron
integrantes ocasionales Ogarev y Herzen, cuando éstos llegaron a San Petersburgo.

EL PERIODO DE GÓGOL: 1 ~ 171


tura francesa, y de una manera discreta, a su mensaje social subversivo.
Sin embargo, más importante que todo ello fue la providencial publicación
de Las almas muertas, un auténtico regalo divino para Belinski. En efecto,
se trataba de una nueva obra rusa de indiscutible grandeza artística, que le
permitía traducir su vehemente interés social en términos rusos que causa-
ban un efecto inmediato.
Las almas muertas, de Gógol, relata el viaje que hace a través de las pro-
vincias rusas un astuto estafador, para comprar los títulos de propiedad a
siervos recientemente muertos, pero que desde el punto de vista legal toda-
vía existen en el inventario de propiedades. Hipotecando esos títulos antes
de que se revisen los inventarios, pretende ganar una suma considerable de
una manera fácil y casi legal. Así pues, el argumento del libro se ocupa di-
rectamente de la servidumbre; y la posibilidad misma que utiliza para fines
satíricos subraya la transformación de los seres humanos -"almas"- en
propiedades. Además, los terratenientes provinciales de Gógol forman una
notable galería de descuidados o negligentes personajes grotescos , retrata-
dos por la mano de un maestro y absolutamente aterradores en la compla-
ciente pereza , trivialidad y sordidez de sus vidas. Ansiosamente , Belinski se
adueñó del libro como una exposición de los horrores de la realidad rusa
que, luego de haber sido seducido por Hegel, ya como nunca encontraba
mucho más intolerables. Lógicamente que no podía hablarse de esos asun-
tos demasiado abiertamente en la prensa; pero Belinski era todo un maes-
tro en el arte de transmitir sus ideas en lenguaje esopiano, y el público lec-
tor ruso tenía una larga experiencia en cuanto a descifrar esos códigos.
Nadie cometía errores cuando se trataba de interpretar lo que Belinski que-
ría decir al afirmar que Las almas muertas era "una creación absolutamente
rusa y nacional , extraída de los recovecos más recónditos de la vida del
pueblo ... , que sin piedad le arranca la cobertura exterior a la realidad, y
que rebosa de un apasionado, impaciente y apremiante amor por el cora-
zón fecundo de la vida rusa" (léase: el esclavizado campesino ruso). 24
Entre 1843 y 1845, en revistas y periódicos literarios rusos práctica-
mente sólo se habla de Las almas muertas. Belinski se enreda en infatigables
e interminables polémicas, tanto con opositores como con admiradores
del libro, admiradores que, como los rusófilos, trataban de suavizar el as-
pecto social de la denuncia de Gógol.

24
Véase N. V. Gogol v Russkoi Kritike (Moscú , 1953), p. 122.

172 ... SAN PETERSBURGO


Parecía como si él [Belinski] considerara que la misión de su vida -escribe
P. V. Annenkov- era lograr que Las almas muertas fu ese inmune a cual-
quier suposición de que contenía algo más que no fuera un cuadro auténti-
co, desde el punto de vista artístico , espiritual y etnográfico, de la situación
contemporánea de la sociedad rusa .. . Tanto verbalmente como por medio
de la palabra escrita , e incitando a sus oyentes y lectores en toda oportuni-
dad a reflexionar, pero a hacerlo seriamente y con sinceridad , incansable-
mente les señalaba que las actitudes correctas hacia dicha obra eran pregun-
tarse por qué tipos tan repulsivos como los que presentaba la novela
aparecían en Rusia; por qué podían tener lugar en Rusia esos increíbles suce-
sos que el libro relataba ; por qué las afirmaciones , las opiniones y los puntos
de vista transmitidos por esa novela podían existir en Rusia sin escandalizar
a nadie. 25

La campaña crítica de Belinski se completaba con exhortaciones gene-


rales dirigidas a los escritores rusos, en el sentido de que siguieran el ejem-
plo de Gógol. Sostenía que la literatura debía buscar su material en la socie-
dad contemporánea; y declaraba que George Sand era la escritora más
grande de todos los modernos porque había encontrado en dicha autora las
"convicciones vitales" 26 que les faltaban a Victor Hugo y Balzac. Hacia 1844,
en una reseña de la literatura rusa del año anterior, Belinski ya estaba salu-
dando la aparición de una nueva escuela que, aun cuando "apenas cuenta
con doce representantes auténticos", no obstante, "es más fértil y vital que
todas las demás" del escenario ruso. Esta escuela

se ocupa de los problemas más vitales de la existencia , destruye los antiguos


prejuicios arraigados, y alza su voz indignada en contra de los aspectos de-
plorables de la moral y las costumbres contemporáneas, exponiendo a la luz
en toda su fea y cruel realidad "aquello que constantemente está a la vista,
pero que los ojos cegados no quieren ver; toda esa aterradora montaña de
trivialidades en las que desperdiciamos nuestra vida; todo ese abismo de in-
sensibles seres comunes, destruidos , que abundan en nuestra tierra".* 27

25
Decade, p. 112.
26
IFS, vol. 1, p. 4 32.
* La frase entre comillas procede de Las almas muertas.
27
Works, pp. 192 y 193.

EL PERIODO DE GÓGOL: 1 ... 173


En este pasaje Belinski se refiere a los jóvenes escritores de la escuela
naturalista que empezaban a asomar en el horizonte, y cuyas obras se pu-
blican en Noticias de la Patria. Este grupo (todavía no bautizado) surgió
como reacción al pedido de Belinski de que empezara a crearse una litera-
tura de realismo social; pero en lugar de adoptar como su modelo el mun-
do provincial de Las almas muertas, sus miembros estuvieron muchísimo
más influidos por el ambiente de San Petersburgo que aparece representa-
do en El capote, y que coincidía muy oportunamente con la última moda
literaria extranjera. Según recuerda D. V. Grigoróvich,

alrededor de esa época (1843-1844) comenzaron a aparecer en cantidades


considerables en las tiendas que vendían libros extranjeros, pequeños volú-
menes con el título general de "fisiología"; cada volumen contenía la descrip-
ción de algún tipo tomado de la vida parisiense ... Al punto empezaron a
surgir imitadores en Rusia ... Nekrásov, cuya mentalidad práctica estaba siem-
pre alerta a las novedades, concibió la idea de publicar algo dentro de esta
tendencia ; pensó entonces en editar varios volúmenes pequeños que llevarían
el título común de La.fisiología de San Petersburgo. 28

Invitado a escribir uno de esos bocetos, y decidido a concentrarse en la


vida de los organilleros italianos de San Petersburgo, Grigoróvich comen-
zó a seguirlos por todas partes donde esos músicos callejeros tocaran , y a
tomar apuntes. "En ese entonces ... yo ya había comenzado a sentirme
atraído hacia el realismo, y deseaba pintar la realidad en toda su autentici-
dad , como lo hace Gógol en El capote, relato que leí con verdadero fer-
vor."29 A principios del otoño de 1844, al encontrarse con Dostoievski en
la calle, por casualidad, Grigoróvich lo arrastró hasta su casa para que le
diera su opinión sobre esa nueva obra.

28
DVS, vol 1, p. 129.
29
D. V. Grigorovych, Polnoe Sob ranie Sochinenii, vol. 12 (San Petersburgo, 1896), p 266.

174 ... SAN PETERSBURGO


X. El periodo de Gógol: II

EN LA época en que , por casualidad, se encontró con Grigoróvich , Dostoiev-


ski empezaba a experimentar una evolución literaria parecida a la de su
antiguo condiscípulo de la Academia y por la cual estaba también pasando
toda una generación de jóvenes que se acercaban a la madurez. Hasta
1842 , y a pesar de su identificación con el humanitarismo compasivo de
los románticos socialistas franceses, es evidente que Dostoievski seguía tra-
baj ando dentro de las tendencias literarias del gusto predominante en el
decenio de 1830-1839. Después de todo, no existía en la opinión crítica
de Rusia ninguna corriente que pudiera indicarle alguna otra dirección a
un joven aspirante a la fama literaria. Sin embargo, la campaña en favor de
Gógol promovida por Belinski, y la transformación de Noticias de la Patria
en avanzada de la tendencia "socialista" francesa, cambió todo el panorama
de un solo golpe. Y como Dostoievski se había comprometido emocional-
mente con los ideales morales de este movimiento desde bastante tiempo
antes que Belinski, no resulta difícil de entender el porqué de la presteza
con que se unió a esta nueva corriente cultural.
Empezando en 1843 , encontramos las primeras referencias a su vivo y
entusiasta interés por Gógol. De todos los escritores rusos, nos dice Rie-
senkampf, Dostoievski "mostraba particular afición por leer a Gógol, y le
encantaba citar de memoria páginas enteras de Las almas muertas" .1 Otro
amigo suyo, que solía visitar a Dostoievski cuando éste todavía se encon-
traba en el Ejército (por ende, entre agosto de 1843 y agosto de 1844),
también recuerda su entusiasmo por Gógol.

1
DVS, vol. 1, p 114.

~ 175
En el curso de nuestras conversaciones, era el primero en explicarme la enor-
m:e importancia de las creaciones de Gógol, todas las profundidades de su
humorismo .. . La más fu erte y más decisiva impresión me la causó cuando
[él] , con indescriptible inspiración, me reveló toda la hondura de las ideas del
cuento El capote. Lo comprendí todo de inmediato, y en particular, el signifi-
cado de "ocultas lágrimas a través de la risa superficial".2

Si El judío Yankel estaba terminado en la segunda quincena de enero


de 1844, entonces quiere decir que tuvo que ser escrito en el otoño y el
invierno de 184 3 , y que debió de significar la primera reacción de Dos-
toievski al cambio en la atmósfera de la literatura rusa provocado por
los esfuerzos conjuntos de Gógol y Belinski.

Casi todos los demás datos que tenemos acerca de las actividades literarias
de Dostoievski concuerdan en presentarlo como totalmente inmerso en la
nueva tendencia . Por ej emplo : era un asiduo lector de la novela-folletón
francesa que, a partir de principios del decenio de 1840-1849 , se propaga en
Rusia como el producto de consumo más importante del periodismo fran-
cés, y uno de los medios más eficaces de difusión de las ideas humanitarias
y socialistas. Al descubrir que Mathilde, de Eugene Sue -la primera novela
en la que este autor abandona las aventuras náuticas para dedicarse a los
problemas sociales-, comenzó a ser traducida al idioma ruso , pero que
nunca se había completado el trabajo, le propuso a Mijaíl a fines de 1843
que la tradujeran entre los dos, para publicarla luego ellos mismos. Empe-
zaron a trabajar en el libro, pero como los fondos prometidos para la publi-
cación no les llegaron, el proyecto tuvo que abandonarse. Dostoievski
también leyó Los misterios de París, obra escarbadora de vidas ajenas y expo-
sitora de ruindades (en la cual Sue popularizó ciertas ideas de Fourier), y
que, cuando apareció en Rusia en 1844, fue saludada por Belinski con un
entusiasta artículo. "El autor --escribe Belinski- quiso presentar a una de-
pravada y egoísta sociedad adoradora del becerro de oro, el espectáculo de
los sufrimientos del pueblo sumido en la ignorancia y en la miseria y con-

2
DZhP, p. 92.

176 ... SAN PETERSBURGO


denado por la ignorancia y la miseria al vicio y a los delitos. "3* Dostoievski
también conocía la obra de Sue El judío errante, sobre la cual, en la primave-
ra de 1845, hace el siguiente comentario lacónico: "El judío errante no está
mal. Aunque Sueno va mucho más lejos".4
Al mismo tiempo que leía a Sue, Dostoievski estaba también impresio-
nado , según afirman Riesenkampf y Grigoróvich, por la obra Las memorias
del diablo de Frédéric Soulié, quien combina la tradición del satanismo ro-
mántico - como lo hiciera Maturin en Melmoth el vagabundo- con una
mordaz sátira social y con un argumento desaforadamente melodramático.
La finalidad del libro era mostrar que, durante la Restauración de la Monar-
quía de julio, "la virtud era normalmente perseguida y explotada, y el vicio,
astutamente disfrazado de virtud, triunfaba ''. 5 (Quizá puedan encontrarse
muchos años después algunas reminiscencias del amablemente cínico Dia-
blo de Soulié en el superficial interlocutor de lván Karamázov.) Dostoievski
también estaba interesado por Émile Souvestre, quien se especializaba en
novelas con argumentos paralelos, que contrastaban el destino de persona-
jes nobles, que se autosacrificaban dedicando su vida a la causa del bien de
la humanidad, con la suerte de tipos ambiciosos y fríos dispuestos a hacer
de su profesión una carrera lucrativa; invariablemente, los primeros se hun-
dían en el sufrimiento , mientras que los segundos alcanzaban los puestos
más elevados en la escala de una depravada e injusta sociedad. La Revue In-
dépendant sentía tanta admiración por la obra Mélt de Cocagne [El palo ense-
bado] de Souvestre, que recomendaba a este autor como un modelo en el
tratamiento de los temas sociales.
No es de asombrar que Dostoievski, durante la segunda mitad de 1844,
estuviera trabajando en una traducción de La Derniere Aldini de George
Sand: en ese momento , cualquier obra de esta autora francesa era una mer-
cancía de fácil y rápida venta. La Derniere Aldini es una de sus novelas ve-
necianas, con una historia amorosa demasiado ampulosa y un argumento
3Works, p. 323 .
* Puede juzgarse cuán seriamente se consideró el libro de Sue como un comentario social, al
constatar el hecho de que Carlos Marx dedicó una parte extensa de La sagrada fam ilia a criticar
la novela. El autor alemán señala que las acciones caritativas del héroe aristocrático de Sue, el
príncipe Rodolphe de Gerolstein, quien pone en práctica las ideas de Fourier, no bastan para
resolver los problemas de la clase obrera. Véase Karl Marx, Frühe Schriften [Primeros esoitos],
vol. 1, ed. de Hans-Joachim Lieber y Peter Furth (Darmstadt, 1962), pp . 727-756.
• Pisma, vol 1 (4 de mayo de 1845), p. 78 .
5
Harold March, Frédélic Soulié (New Haven, 193 1), p 177.

EL PERIODO DE GÓGOL: 11 ~ 177


totalmente inverosímil; pero, como sucede con la mayoría de sus obras,
esos defectos de estilo eran más que compensados por el interés localista
de su tema, o que no trascendía su propio tiempo. En la obra que estamos
analizando, muestra la superioridad moral de un auténtico hijo del pueblo
- vástago del humilde pueblo pescador de la laguna veneciana- , frente a
la pusilánime y decadente aristocracia de su país natal. No es de extrañar
que una alegre y caprichosa hija de esa aristocracia, la última representan-
te de la familia Aldini, encuentre irresistible a ese hijo del pueblo. El libro
está lleno de alusiones a la lucha de Italia por conseguir su independencia
nacional, y también plagado de destellos del cristianismo socialista revo-
lucionario que en ese momento hacía su aparición en la increíblemente
voluminosa producción de George Sand. "El culto a la liberación es un
nuevo culto - proclama el protagonista-, el liberalismo es una religión
que habrá de ennoblecer a sus seguidores y que , igual que el cristianismo
en sus comienzos, hará del esclavo un hombre libre; del hombre libre, un
santo o un mártir." 6 No cabe duda de que Dostoievski se afanaba por tra-
ducir esas páginas con auténtica reverencia ; pero , cuando casi había con-
cluido su traducción, descubrió , para su desaliento , que la obra ya estaba
publicada en idioma ruso .

Nunca se ha estudiado a fondo la cuestión acerca de la influencia que


George Sand ejerció en Dostoievski. Sin embargo, es indudable que leyó
gran parte de sus muchas novelas y que, como sucedió con toda la genera-
ción de 1840 , esas obras constituyeron una aportación muy importante
para sus conocimientos sobre las ideas progresistas y revolucionarias. Exis-
te una clara alusión a este hecho en el patético obituario que escribió cua-
renta años después. George Sand, dice, fue más importante en Rusia que
Dickens, o que Balzac, debido a que sus lectores "se las ingeniaban para
extraer incluso de las novelas todo aquello contra lo cual les habían ense-
ñado a ponerse en guardia". 7 El gran satírico Saltikov-Schedrin es todavía
más explícito: "De la Francia de Saint-Simon, Cabet, Fourier y Louis Blanc
y, en particular, de George Sand ... fluía hasta nosotros [en el decenio
de 1840] una fe por la humanidad; desde ese país brillaba para nosotros la
6
George Sand, The Last of the Aldinis (Filadelfia, 1900), pp. 359 y 360.
7
DW Qunio de 1876), p. 346.

178 ~ SAN PETERSBURGO


certidumbre de que la Edad de Oro no debía buscarse en el pasado, sino
en el futuro".8 George Sand había ayudado notablemente a inspirar esa fe en
Belinski; y la novelista a quien Renan cierta vez llamó arpa eólica, cuyo
sonido se hizo sentir en todas las corrientes ideológicas que soplaron en el
tempestuoso decenio de 1840-1849 , también desempeñó este memorable
papel para Dostoievski.
No es posible determinar con certeza si hubo conexiones más concre-
tas entre George Sand y Dostoievski: las pruebas son demasiado escasas y
casi totalmente conjeturables. Pero resulta muy tentador creer que tam-
bién Dostoievski leyó Spiridion, y que el libro causó en él una impresión
tan grande como sobre Belinski. * En todo caso, hay parecidos sumamente
sugerentes entre esta novela notable de George Sand, y que fue poco leída
(una combinación de relato de misterio gótico y de autobiografía espiri-
tual) y ciertas características de Los hermanos Karamázov. Ambas novelas
están ambientadas en un monasterio; ambas transmiten una antigua tradi-
ción religiosa semihereje; las dos subrayan que la religión auténtica de-
bería depender tan sólo de la libre elección moral, y no de la tiranía del
dogma o de instituciones ; ambas contienen como personajes centrales a
un viejo monje agonizante -heredero de esa tradición, que es odiado por
sus compañeros monj es-y un fervoroso discípulo joven inspirado por sus
ideas y su ejemplo; las dos novelas dramatizan la lucha entre la razón es-
céptica y la auténtica fe En ambos libros, la lucha se resuelve mediante
una visión mística que restablece un amor altruista hacia toda la creación
de Dios y revitaliza la fe en la existencia de la conciencia y de la inmortali-
dad del alma; en cada una de ellas, el agonizante guardián de la tradición
envía a su joven seguidor al mundo para que practique la doctrina del
amor cristiano y lo aplique a los males de la vida social. 9 En 1876, Dostoiev-
ski estaba seguro de que George Sand había "muerto como una deísta, con
una sólida creencia en Dios y en la vida inmortal", y señala que el socialis-
mo, que se basa "en la apetencia espiritual de la humanidad de perfección
y pureza", concuerda con el cristianismo en su concepción de la persona
8
Citado en M. Poliakov, Vissarion Belinshi (Moscú, 1960), p. 325.
·· Sabemos que Dostoievski leyó L'Uscoque, el cual fue publicado en la Revue des Deux
Mondes en 1838. También en ese mismo año, y en la misma revista, empezó a publicarse Spi1i-
dion. Seguramente la destacada publicación se distribuía en la librería francesa a la que Dostoie-
vski estaba suscrito .
9
Para más detalles, véase lván Pouzina, "George Sand et Dostoievski", Études, núms. 238 y
239 (1939), pp 345-360.

EL PERIODO DE GÓGOL: 11 ~ 179


humana como moralmente responsable. 10 Ya sea que estos comentarios es-
tén o no directamente inspirados en recuerdos de la lectura de Spiridion,
no cabe duda de que ilustran la clase de socialismo cristiano moral-religio-
so que George Sand contribuyó a inspirarle al propio Dostoievski, a prin-
cipios del decenio de 1840-1849.
Cuando Dostoievski se enteró de que La Derniere Aldini ya estaba tra-
ducida , quedaron destruidos todos sus planes de obtener dinero suple-
mentario mediante la tradu cción. Tampoco logró llevar a su culminación
otro proyecto , que en un principio pareció muy prometedor: una versión
rusa completa de las obras teatrales de Schiller, con Mijaíl como traductor,
y él mismo como editor. Mtjaíl alcanzó a traducir al ruso Los bandidos y
Don Carlos, y ambas obras fueron publicadas en periódicos; pero la espe-
ranza de una edición completa, con ganancias considerables , resultó otro
nuevo fuego fatuo . El único proyecto que Dostoievski consiguió concretar
fue una traducción de Eugenia Grandet, novela a la cual sirvió de promo-
ción la triunfal presencia de Balzac en San Petersburgo, en el invierno de
1843 . Traducida durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo, se publicó
en el periódico Repertorio y Panteón, en 1844. Fue así como el nombre de
Dostoievski, proféticamente unido al de Balzac, apareció impreso por pri-
mera vez . En ese entonces, ya estaba compartiendo un piso con Grigoró-
vich , quien gracias a su amistad con Nekrásov empezaba a gravitar en la
órbita del círculo de Belinski.

La idea de escribir Pobres gentes fue concebida en medio de esta febril acti-
vidad literaria , y todo ello fomentado , de una u otra manera, por la aguda
percepción, por parte de Dostoievski, de la nueva atmósfera literaria de su
tiempo . Esta percepción no sólo se reflejaba en actividades tales como leer
y traducir; también redundó en el hábito de anotar "impresiones" y observa-
ciones que, según él, podrían servirle como material literario. Riesenkampf,
muy preocupado por la indigencia en que vivía su amigo, nos dice que su
propia práctica médica también constituyó una carga económica para Dos-
toievski durante el periodo en que ambos compartieron un departamento .
En efecto , el joven escritor mostraba un gran interés por todos los pa-

10
DW (j unio de 1876), p. 349.

180 ... SAN PETERSBURGO


cientes de las clases bajas que llegaban a consulta , y siempre estaba dis-
puesto a darles un poco de dinero a cambio de conversación. Para justifi-
car este gasto, Dostoievski explicaba: "Puesto que deseo describir la vida
de la pobre gente, me siento feliz por la oportunidad de conocer mejor al
proletariado de la capital" (la nueva palabra "proletariado" era usada por
Dostoievski, si es que hemos de creerle a RiesenkampD . Dostoievski tam-
bién encontró un filón para sus anotaciones en un irremediablemente
arruinado joven comerciante de origen alemán , que durante un tiempo
exprimió sus bolsillos como una esponja . Este astuto caballero, que h a-
bía vagabundeado mucho tiempo por San Petersburgo, era una fuente
inagotable de relatos, que Dostoievski anotaba ; y, según Riesenkampf, el
escritor lo toleraba por su deseo de obten er un material que más tarde
habría de aparecer en Pobres gentes. 11
La primera mención de esta obra aparece en una carta escrita a Mijaíl a
principios del otoño de 1844, en la cual Dostoievski se lamenta de su funesto
futuro económico. Mijaíl le había dicho que su salvación estaba en el teatro;
pero él le replica que poner en escena una obra toma tiempo, y que necesita
de manera inmediata algún ingreso . "Tengo una esperanza. Estoy terminan-
do una novela aproximadamente del tamaño de Eugenia Grandet. Una novela
bastante original. Estoy empezando a pasarla en limpio, y recibiré alguna
respuesta acerca de ella hacia el catorce. Se la daré a Noticias de la Patria. (Es-
toy satisfecho con mi trabajo .) Acaso obtenga cuatrocientos rublos, y ésas son
todas mis esperanzas. "12 Es evidente que Dostoievski destinaba su novela,
desde el principio , a Noticias de la Patria, y que escribía con toda la intención
de satisfacer las nuevas exigencias impuestas a la literatura rusa por Belinski.
Esto es todo lo que se sabe acerca de la gestación de la novela . Se ha
insinuado que la relación de la protagonista Bárbara con su seductor mu-
cho mayor, y luego su marido, pudo haber sido una idea inspirada por el
casamiento de la propia hermana de Dostoievski, del mismo nombre, con
el aborrecido Karepin. No hay motivos para negar esa posibilidad ; tampo-
co para desmentir que ciertos detalles e impresiones acaso correspondan a
sus propias desventuras con los prestamistas de San Petersburgo, o que el
libro no esté también poblado de recuerdos de su niñez . Pero para compren-
der por qué toda esta materia prima se unió para formar la estructura lite-
raria particular conocida como Pobres gentes, es necesario prestar la mayor
11
DVS, vol. 1, pp. 11 6 y 117.
12
Pisma, vol 1 (30 de septiembre de 1844), p. 73.

EL PERIODO DE GÓGOL: 11 ... 181


atención a una observación reveladora que hizo Dostoievski mientras tra-
bajaba arduamente en el libro.

Quizá quieras saber en qué ocupo mi tiempo cuando no estoy escribiendo


-le dice a Mijaíl en la primavera de 1845 , precisamente cuando daba los to-
ques finales a su manuscrito , en que tardó más tiempo del esperado- . Leo .
Leo como un loco, y la lectura ejerce un extraño efecto en mí. Vuelvo a leer
algún libro que leí antes, y es como si una nueva fu erza empezara a agitarse
en mí. Capto profundamente todo; entiendo con precisión [el sentido de lo
que leo] y yo mismo extraigo de ello la capacidad para crear. 13

Así pues, para encontrar las "fuentes" de Pobres gentes, lo primero que
debemos hacer es orientar nuestra búsqueda hacia la literatura . Algunos
especialistas afirman que el núcleo del libro puede hallarse en el Diario de
Bárbara, por así decirlo , las confesiones vistas desde el interior, de Pobre
Liza, de Karamzin. En cuanto a tratar de clasificar como anteriores o poste-
riores los heterogéneos estratos que componen la novela, me parece un
derroche innecesario de sutileza o perspicacia; en cambio , considero que
la referencia en el título al relato de Karamzin, como también el estilo del
Diario de Bárbara, constituyen pruebas irrefutables de su vinculación con
el sentimentalismo bucólico de Karamzin.14 También El capote de Gógol, y
El jefe de es tación, de Pushkin, influyeron en la concepción de la obra y,
como veremos, ambos relatos se mencionan en el texto. Menos visible ,
pero acaso no menos decisiva, fue la influencia de Eugenia Grandet, obra
en la que se encomia el heroísmo espontáneo y modesto de una cándida
muchacha campesina, quien demuestra su capacidad de auténtica grande-
za moral. Animada por la fuerza del amor, Eugenia se atreve a desafiar a su
padre, un déspota y despiadado avaro; y, según Balzac, este oscuro drama
familiar, aun cuando "carece de la grandiosidad y del renombre que otor-
gan el veneno, la daga y el derramamiento de sangre", no fue menos cruel
y ominoso que el de "la principesca Casa de Atreo" .15 Estas palabras, junto

13
Ibid. (24 de marzo [febrero] de 1845), p. 76.
14
Esta concepción fue presentada por K. K. lstomin y A. L. Bem. Para un análisis más am-
plio véase el sugerente artículo de Bem, "Pervye Shagi Dostoevskogo", Slavia, núm . 12 (1933-
1934), pp. 134-1 61.
15
Honoré de Balzac , "Eugénie Grandet", en La Comédie Humaine, vol. 3, ed. Marce! Boute-
ron (París, 1947), p 599.

182 ... SAN PETERSBURGO


con el paradigma de Balzac, acaso le hayan mostrado a Dostoievski cómo
lograr una elevación similar, en cuanto a estatura humana, en sus propios
humildes protagonistas.

Existe otro documento que también puede ayudamos a comprender mejor


el proceso de la maduración artística de Dostoievski: se trata de un folletín
que escribió en 1861, cuando, al revisar su primera obra escrita en el dece-
nio de 1840-1849, sintió el impulso de defenderla. Con algunos pequeños
cambios, dicho folletín reproduce la famosa "visión del Neva" que Dostoiev-
ski utilizó por primera vez en su cuento corto Un corazón débil (1848). En
otro capítulo nos ocuparemos del uso que da Dostoievski a la "visión" en
su relato; aquí sólo queremos verlo como parte del análisis de su propia
evolución, que él mismo explica en el folletín.
Este folletín nos presenta un bosquejo , a grandes rasgos , de la evolu-
ción literaria de Dostoievski, desde la época de su temprano romanticismo
hasta el momento en que descubre el tema de su primera novela. Escrito en
primera persona, se ubica en el mismo plano social y en el mismo ambien-
te que los personajes de su libro. Desde luego, esta transposición es ficti-
cia, pero la descripción de su formación cultural y literaria es absoluta-
mente verídica. Educado, como toda su generación, en la novela histórica
y en la tragedia romántica, nos dice que, cuando joven, su imaginación
estaba llena de las fantasías que le inspiraba este tipo de lecturas.

Antes, en mi fantasía juvenil me encantaba imaginarme a mí mismo a veces


como Pericles, otras como Mario, a veces como un cristiano en la época de
Nerón, otras como un caballero en un torneo, a veces como Eduardo Glen-
denning en El monasterio de Walter Scott, etcétera, etcétera. Y ¿qué no habré
vivido con todo mi corazón y mi espíritu en mis apasionados y dorados sue-
ños .. ., exactamente como si me los produjera el opio? [XIII: 157].

Este estado mental persistió, aun cuando (aquí es donde comienza la


ficción) el narrador se vuelve un funcionario de inferior categoría, en San
Petersburgo y, como todos los demás, vive en una miserable buhardilla. Su
vecino, otro empleado pobre, tiene una familia compuesta por cinco hijas;
y comienza entonces un tímido idilio con la mayor de ellas. Leen juntos a

EL PERIODO DE GÓGOL: 11 ~ 183


Scott y a Schiller y, a pesar de que el nombre real de la joven es Nadia , él la
llama Amalia (igual que la protagonista de Los bandidos). Pero no repara en
los rubores virginales de la joven, ni en la confusión que siente en presen-
cia de él, porque "yo prefería leer Kabale und Liebe, o los cuentos de Hoff-
mann" (XIII : 158) . Cierto día , la joven le anuncia súbitamente que va a
casarse con otro empleado -un hombre mucho mayor que ella-, quien
acaba de obtener un ascenso; antes de partir, besa al narrador en la frente,
y se alej a con una misteriosa y forzada sonrisa.
Probablemente es después de este incidente (la secuencia temporal no
está clara) cuando el narrador tiene su "visión", que describe así:

Recuerdo una noche ventosa de enero , en que yo me apresuraba a regresar a


casa desde el sector Vyborg. Era todavía muy joven entonces. Cuando llegué al
Neva, me detuve un instante, y eché una mirada escudriñadora hacia la dis-
tancia brumosa opacada por la escarcha, y que súbitamente se había tornado
carmesí con los últimos rayos púrpura de un sol que iba desapareciendo en el
neblinoso horizonte . La noche estaba suspendida sobre la ciudad, y toda la
inmensa planicie del Neva, henchida de nieve helada , bajo el último destello
del sol, estaba sembrada de infinitas miríadas de chispas de agujas de escarcha
blanca. Hacía un frío de veinte grados bajo cero ... De los cansados caballos y
de la gente que corría brotaba un vaho helado. El aire tenso se estremecía al
más leve sonido, y como gigantes, columnas de humo se elevaban de todos los
techos de ambos terraplenes, y salía disparado atravesando el helado cielo,
enroscándose y volviendo a retorcerse en nuevas volutas m ientras subía, de
manera que parecía que nuevos edificios se alzaban sobre los viejos; que una
nueva ciudad se estaba formando en el aire ... Finalmente, me pareció como si
todo este mundo, con todos sus habitantes; fuertes y débiles, con todos sus
domicilios, los albergues de los pobres o las doradas mansiones, fuesen , a esta
hora crepuscular, una visión fantástica, mágica; un sueño que a su vez habría
de desvanecerse de inmediato para elevarse como vapor hacia el cielo azul os-
curo. De pronto me asaltó una idea extraña. Temblé, y fue como si mi corazón
fuese inundado por un torrente caliente de sangre que súbitamente hubiera
salido hirviendo de la oleada de una poderosa pero hasta ese momento desco-
nocida sensación. Me pareció en ese instante comprender algo que hasta en-
tonces sólo había estado bullendo en mí, pero sin que yo pudiera interpretar;
fue como si mis ojos se hubieran abierto a algo nuevo , a un mundo completa-
mente nuevo, que me fu ese extraño y que únicamente conocía por ciertos ru-

184 .... SAN PETERSBURGO


mores confusos, por determinados signos misteriosos. Supongo que mi exis-
tencia se inició a partir de ese preciso instante . .. [ibid.]

No se hace ningún intento por explicar el significado de esta "visión";


pero es el origen de una transformación radical en la relación total del na-
rrador con la realidad. Antes, o bien no prestaba atención a las cosas que
lo rodeaban, o de inmediato les daba una forma nueva, adaptándolas a las
imágenes consagradas de su romántico mundo de fantasía (María Estuardo,
o Boris Godúnov). Ahora, el narrador de pronto comienza a observar lo que
lo rodea, y a ver "algunos personajes extraños, totalmente prosaicos , en
nada parecidos a Don Carlos o a Posa, simplemente consejeros titulares y,
sin embargo, al mismo tiempo, consejeros titulares fantásticos" (ibid.). De-
trás de todas esas figuras o personajes súbitamente extraños y fascinantes
había alguien "que me hacía gestos o muecas de frente, oculto detrás de
toda esa fantástica multitud, y que, tirando de especies de hilos o de resor-
tes, lograba que todos esos títeres se movieran y se rieran y todo el mundo
reía" (ibid.). Pero entonces el narrador tiene un atisbo de otro relato que no
tiene nada de humorístico: "cierto corazón titular o nominal, honrado y
puro , moral y respetuoso de la ley y de las jerarquías, y junto a él cierta
muchacha , humillada y triste, y la historia de esos dos seres me destrozaba
profundamente el corazón" (XIII: 158-159). Este relato, desde luego , es el
que Dostoievski narra en Pobres gentes.
Este folletín ha sido objeto de abundantes y exageradas especulacio-
nes, con la tendencia desafortunada de considerarlo literalmente autobio-
gráfico. "Hasta ese momento - escribe K. Mochulski- , Dostoievski habría
vivido en un mundo de sueños románticos . .. Estaba cegado a la realidad,
y todo cuanto fuese misterioso, fantástico y fuera de lo normal , lo tenía
hechizado en su cautivadora esfera", etc. 16 Sin embargo, incluso una lectu-
ra superficial de las cartas de Dostoievski de principios del decenio de
1840-1849 basta para demostrar que se hallaba muy lejos de estar "cegado
a la realidad" (sea lo que fuere lo que eso significa) antes de su "visión".
Además, la descripción misma de la visión dice claramente que Dostoiev-
ski está hablando de literatura; el nuevo mundo que flota dentro de su
percepción mental es el del magistral titiritero Gógol; no el de la "vida", en
ningún sentido elemental y simple. Esto no significa que la "visión" no

" K. Mochulski, Dostoevshy (Princeton , Nueva j ersey, 1967), p. 27.

EL PERIO DO DE GÓGOL: 11 .... 185


haya ocurrido exactamente como la describe Dostoievski; pero afirmar que
se trata de un descubrimiento de la "realidad" no nos lleva muy lejos; es
mucho más acertado interpretarla como un descubrimiento de Gógol, a
pesar de tratarse , como podemos apreciarlo , de un primer paso; el segun-
do es el descubrimiento de la situación de Pobres gentes, y del enfoque que
hace Dostoievski de sus personajes ("honrado y puro, moral y respetuoso
de la ley y de las jerarquías"; "humillada y triste"). Sólo si logramos com-
prender por qué esa velada evocación de Gógol deriva en la vislumbre de
los protagonistas de su primera novela de envergadura, podremos empe-
zar a entender la importancia que para Dostoievski tuvo su "visión".
A esta altura , debemos analizar otra variante de la "visión" utilizada en
Un joven inculto. "¿Qué ocurriría si esta niebla de San Petersburgo se partie-
ra en dos y se alejara flotando7 -escribe el narrador en primera perso-
na-. ¿Acaso toda esta corrupta y viscosa ciudad no se iría con ella, no se
levantaría junto con la niebla y se desvanecería como el humo , dejando el
antiguo pantano finlandés como era antes , y tal vez en mitad de él, para
realzar el cuadro , un jinete de bronce montando un corcel que resollara
debido a una cabalgata demasiado fatigosa?" (8: 116). Así pues, la imagen
de San Petersburgo que se desvanece en el cielo como el humo se asocia
con El jinete de bronce de Pushkin y, en un reciente artículo , el soviético
pushkinista D. D. Blagoi ha señalado algunas asombrosas similitudes lin-
güísticas entre la "visión" y un episodio particular del poema. 17 Desde lue-
go que el jinete de bronce es Pedro el Grande, tal como fue representado
por Falconet en su famosa estatua ecuestre . El protagonista de Pushkin,
Eugenio, cuya novia acaba de ser arrastrada por la inundación de 1824
evocada en el poema , golpea con el puño la estatua en el momento en que
pasa junto a ella, porque Pedro ha levantado su ciudad en medio de los
pantanos finlandeses constantemente expuestos al peligro de inundaciones
del mar; es Pedro , en última instancia , el responsable de la ruina de la vida
de Eugenio. Pero luego que el desconsolado Eugenio comete su impetuoso
acto de lesa majestad, queda tan aterrorizado y lleno de sentimiento de
culpa, que pierde la razón, y en su desvarío imagina oír de noche y de día
los retumbantes cascos del corcel de bronce que lo persiguen; finalmente,
su cuerpo es arrastrado por las aguas hasta la orilla de la solitaria isla en
que vivió su amada Parasha.
17
D. D. Blagoy, "Dostoevsky i Pushkin", en Dostoevshy-Khudoznih i Mysli tel (Moscú , 1972),
pp . 344-426.

186 ~ SAN PETERSBURGO


De esta manera , Pushkin dramatiza el inmenso poder que tiene San Pe-
tersburgo para destruir las vidas de toda aquella gente desamparada que
vive a la sombra de su esplendor; pero aún más importante es el hecho de
que trata el destino del pobre Eugenio con compasión, en vez de burlarse
de él, como lo hace Gógol cuando utiliza personajes parecidos. Después de
la "visión", ésta es exactamente la actitud que habrá de adoptar el propio
Dostoievski hacia esa clase de personajes. En otras palabras, Pushkin le se-
ñala el camino para superar su romanticismo , sin volverse un simple imi-
tador de Gógol ; la "visión" simboliza el momento en que Dostoievski
toma conciencia acerca de cómo, siguiendo el ejemplo de Pushkin, podría
unirse a la nueva tendencia gogoliana y, al mismo tiempo, afirmar su origi-
nalidad artística. (Como veremos en seguida , ésta es precisamente la fun-
ción atribuida a la obra de Pushkin en Pobres gentes, aunque el texto utilizado
es más El jefe de estación que El jinete de bronce.) Si luego de la "visión", los
personajes de Gógol son vistos de una manera nueva - y de tal modo que
su historia "destroza profundamente el corazón"- es porque ahora se les
ve a través del prisma de Pushkin. En resumen , el ·'mundo completamente
nuevo" que la "visión" reveló a Dostoievski era el de su nueYo estilo de na-
. turalismo sentimental: una síntesis de Gógol, Pushkin . .. y Dostoievski.

EL PERIODO DE GÓGOL: 11 ~ 187


XI. Pobres gentes

N1NGúN estreno en la literatura rusa ha sido descrito más vívidamente que


el de Dostoievski , y pocos, en realidad , suscitaron una emoción tan amplia
y espectacular. El relato de Dostoievski es conocido de todos, si bien exa-
gera bastante su propia inocencia e ingenuidad , dándoles un carácter sen-
timental. "A principios del invierno [de 1845], de pronto comencé a escri-
bir Pobres gentes, mi primera novela ; antes de eso, nunca había escrito nada.
Cuando terminé la novela, no sabía qué hacer con ella , ni a quién dársela a
leer. "1 Ya hemos visto que la verdad es bastante diferente. Dostoievski sabía
muy bien qué deseaba hacer con su novela; y hay también pruebas que
contradicen la impresión (dada por su relato , así como por el de Grigoró-
vich) de que no había hablado de Pobres gentes con nadie antes de haberla
pulido hasta quedar satisfecho. "Aquí han empezado a empujarme de to-
das partes para que entregue mi obra a Noticias de la Patria", le escribe a
Mijaíl en marzo de 1845. 2 ¿Quién podría estar empujándolo , sino Grigoró-
vich, y por qué habría de hacerlo, si no sabía nada acerca del manuscrito
de Dostoievski 7
Sin embargo , no cabe duda respecto de qué ocurrió cuando la novela
estuvo terminada. Grigoróvich estaba profundamente impresionado y con-
movido por la obra ; se la llevó a Nekrásov; y ambos jóvenes literatos llora-
ron por el triste destino de los personajes de Dostoievski. Siguiendo el im-
pulso del momento , corrieron al departamento de Dostoievski a las cuatro
de la mañana - era una primaveral "noche blanca" de San Petersburgo,
luminosa como el día- para transmitirle sus emociones. Al día siguiente,
1
DW (enero de 1877), p 584.
2
Pisma, vol 1 (24 de marzo [febrero] de 1845), p. 75.

188 ~
Nekrásov se la llevó a Belinski, quien la saludó con igual entusiasmo y va-
loración. P. V. Annenkov visitó a Belinski mientras el crítico estaba enfras-
cado en la lectura del manuscrito de Dostoievski; y ha dejado un relato
menos conocido, pero gráfico, del entusiasmo de Belinski ante su descu-
brimiento.

En una de mis visitas a Belinski, antes de la hora del almuerzo, cuando solía
descansar de su tarea de la mañana, le vi desde el patio de su casa, de pie ante
la ventana de su sala de recib o, sosteniendo un cuaderno de gran tamaño, y
mostrando en el rostro to das las señales del entusiasmo . También él me vio,
y entonces me gritó: "¡Ven en seguida; tengo algo nu ern que decirte!" "¿Ves
este manuscrito ?", continuó di cien do, luego de darme la mano . "Hace casi
dos días que no puedo desprenderme de él. Se trata de una novela escrita por
un principiante; un nuevo talento; y todavía n o sé qué aspecto tiene ese caba-
llero, ni cuál es su capacidad mental; pero su novela re\·ela secretos de la vida
y personajes de Rusia como nadie antes que él siquiera ha oñado en presen -
tar. Simplemente, piensa en esto: es el primer intento de nü\·ela social qu e
jamás hayamos tenido y, además , hecho de la manera como por lo general
hacen su trabaj o los artistas; quiero decir , sin ellos mismos sospechar cuál
será el resultado. El argumento es sencillo : se refie re a algunos simplones de
buen corazón que suponen que amar a todo el mundo es un placer extraordi-
nario, y un deber de todos. No pueden comprender nada cu ando la rueda de
la vida con todas sus reglas y normas les pasa p or encima, y les rompe los
huesos sin una palabra . Eso es todo . ¡pero qué drama, qué tipos! Olvidé
decirte que el nombre del artista es Dostoievski. Y ah ora voy a darte algunas
muestras de sus temas." Y con extraordinaria emoción, Belinski empezó a leer
los pasaj es que más le habían conmovido , dándoles mayor colorido con su
entonación y declamación nerviosa. 3

Resulta un poco difícil, a más de cien años, compartir plenamente el


entusiasmo de Belinski por la primera novela de Dostoievski. Una de las
razones es que sus obras posteriores la eclipsaron; otra es que la novela
social, con todas sus variaciones, especialmente después del auge del natu-
ralismo de finales del siglo x1x, hace ya mucho tiempo que ha dejado de
causamos sorpresas en cuanto a sus temas. Es indudable que Pobres gentes

3 Decade, p. 150.

POBRES GENTES ~ 189


es un libro excelente para un escritor principiante; pero la reacción de
Belinski, aparte de la conocida proclividad de su excitable temperamento a
las reacciones exageradas, sólo se explica en función de la historia literaria.
Debemos apreciarla dentro del contexto de su lucha en contra de los epí-
gonos rusos del romanticismo, y de su intento solitario por crear un nuevo
movimiento de realismo social en la literatura rusa.
Antes de Dostoievski, esos esfuerzos habían dado a luz un brote del
bosquejo fisiológico. Pero a pesar de que ahora se había comenzado a des-
cribir la vida rusa urbana de las clases bajas en todas sus formas y diversi-
dades , el acento recaía más en la descripción de los aspectos exteriores que
en la narración, en la exactitud fotográfica (los bosquejos recibían también
el nombre de "daguerrotipos", e iban acompañados de ilustraciones) que
en la profundidad imaginativa y en la identificación interior. Dostoievski
fue el primer escritor que, aunque había elegido su material dentro de la
gama temática de la escuela naturalista , se las ingenió para crear algo más
que una serie de bocetos fisiológicos. "Visito frecuentemente a Belinski -le
escribe a Mijaíl en el otoño de 1845- ; no puede mostrarse mejor dispues-
to hacia mí , y seriamente me considera una prueba püblica y una justifica-
ción de sus ideas."1 El comentario de Dostoievski da precisamente en el
clavo. Había logrado crear la obra que Belinski estaba esperando; y la enor-
me conmoción causada por Pobres gentes entre los contemporáneos, en gran
medida debe atribuirse a la controversia sobre la nueva orientación que
Belinski dio a la literatura rusa.

Pobres gentes está escrita en la forma de una novela epistolar, en la cual dos
personas intercambian correspondencia: el humilde consejero titular
Makar Devushkin, un copista o amanuense de mediana edad empleado en
una de las vastas oficinas de la burocracia de San Petersburgo, y una joven
que acaba de pasar su adolescencia, Bárbara Dobroselova. * Devushkin,
quien tiene un parentesco distante con Bárbara, no bien definido, está tra-

• Pisma, vol. 1 (8 de octubre de 1845), p. 82.


'' Ambos nombres tienen implicaciones alegóricas. Devushkin recuerda la palabra devushka,
que significa joven o doncella. La incongruencia de ese nombre resulta patéticamente divertida ;
sin embargo , de alguna manera , da idea del carácter de Devushkin. Dobroselova proviene de la
combinación de las palabras rusas que significan "bueno" y "aldea".

190 .... SAN PETERSBURGO


tando de protegerla de las intrigas de una alcahueta que , fingiendo ser una
amiga de la familia, ya ha logrado una vez venderla a un acaudalado liber-
tino. Devushkin está tímidamente enamorado de Bárbara; pero la diferen-
cia de edad h ace imposible que ella sienta igual amor, y sus sentimientos
no pasan del afecto amistoso y de una profunda gratitud. La novela co-
mienza en la primavera, y termina cuando se aproxima el invierno (lo mis-
mo que en otros casos del género, existe un paralelismo entre las estacio-
nes y la curva de la acción), y describe las minúsculas y triviales alegrías y
tristezas de estos humildes protagonistas con gran maestría y sensibilidad
poética.
Ambos son seres tiernos, solitarios y frágiles , cuyo mutuo afecto y cui-
dado introduce un rayo de calor en sus vidas, por lo demás yermas; pero
muy pronto el inocente idilio es destruido por la presión de las fuerzas
sórdidas contra las cuales luchan. Devushkin se hunde en la más abyecta
miseria por agasajar a Bárbara con regalos de dulces y frutas, que en reali-
dad sobrepasan las posibilidades de sus magros ingresos. Sufre verdaderas
agonías de humillación, que trata de ocultar, debido a los problemas cau-
sados por su despido. Por último , vuelve a presentarse el seductor de Bár-
bara , quien rudamente le ofrece matrimonio n o movido por ningún senti-
miento de remordimiento o de atracción, sino únicamente porque desea
tener un hijo para poder desheredar de esa manera a un sobrino. La joven,
que pasa por una situación desesperada, y ante la oportunidad de recupe-
rar su posición social, acepta la oferta. El libro termina con el llanto de
angustia de Devushkin, mientras Bárbara desaparece para siempre en las
estepas acompañada de su insensible novio Bikov (cuyo nombre evoca el
término ruso que significa toro).
Lo más impresionante en Pobres gentes es la destreza con que Dostoiev-
ski utiliza la forma epistolar para revelar los pensamientos ocultos de sus
personajes que no llegan a expresarse en palabras; lo que se lee entre líneas
en sus cartas es más importante que lo que aparece en la superficie o, más
bien, es la tensión entre lo dicho y lo no expresado lo que nos permite lle-
gar hasta sus conciencias. Devushkin, tan simple y carente de complicacio-
nes a primera vista, es un personaje que constantemente mantiene diferen-
tes pugnas consigo mismo. En primer lugar, está la lucha entre su pasión
por Bárbara y su lúcido convencimiento de que ese amor es imposible, e
incluso inconveniente. En segundo lugar, está la lucha por conservar el
respeto por sí mismo, el sentido de su propio valor humano, frente a las

POBRES GENTES ... 191


humillaciones a las cuales está expuesto , tanto por su posición como por
su recientemente sentida miseria. Sobre todo , está su lucha "ideológica": su
combate para vencer los impulsos de rebelión que lo invaden inesperada-
mente bajo la presión de su compromiso emocional con Bárbara, y que
son precisamente lo opuesto de esa obediencia que hasta ese momento
siempre había aceptado como credo indiscutible.
Bárbara es un personaje muchísimo menos complicado, si bien ella
también es admirablemente descrita en sus diferentes estados de ánimo,
que oscilan entre su preocupación por eludir los sentimientos de Devush-
kin, su incapacidad para responder a los avances tímidos del hombre, su
angustia al ver que por su culpa él se está empobreciendo y, al mismo
tiempo, su espontánea alegría infantil al recibir los regalos. "¿Cuántas ve-
ces le diré a usted que no necesito nada , absolutamente nada; que nunca
podré retribuirle las amabilidades que usted me prodiga:> - escribe la jo-
ven-. ¿Y por qué me ha enviado estas flores:> ... ¡Qué flores tan bellas! De
color carmesí, en pequeñas cruces. ¿Dónde consiguió un geranio tan her-
moso?", etc. (I: 17-18).
A pesar de toda la ternura y el afecto que le inspira Devushkin, Bárbara
no puede reprimir el lógico y juvenil placer que le causan las buenas cosas
de la vida de las que ha estado privada , o que, hasta ese momento , se le
han ofrecido sólo a cambio de vender su cuerpo. Al final del libro, cuando
recurre a Devushkin para que le haga mandados respecto de su ajuar, hay
incluso cierta insensibilidad inconsiderada en su comportamiento , que no
puede pasarse por alto . Recientemente , un crítico le censuró severamente
ese mal proceder, y sostiene que Dostoievski quería presentarla como una
vil egoísta; opina, sin embargo, que se trata de una interpretación exagera-
damente rigurosa. 5 El retrato que Dostoievski hace de su personaje feme-
nino resulta más convincente precisamente porque no lo idealiza demasia-
do. Al fin y al cabo , ya en otras oportunidades, incluso oponiéndose a las
protestas de la joven, Devushkin había desperdiciado su tiempo haciéndo-
le mandados; y además , Bárbara, en ese momento de breve entusiasmo, no
puede evitar comportarse con la total despreocupación de toda joven no-
via normal, preparándose para el gran acontecimiento. Empero, ni siquiera
en ese momento tiene ninguna ilusión acerca de lo que le espera cuando
ingrese en un matrimonio sin amor, con un aburrido consorte; y su última

5
Victor Terras, The Yoting Dostoevsky, 1846-1849 (La Haya, 1969), pp. 76-86.

192 ... SAN PETERSBURGO


carta es una conmovedora manifestación de gratitud hacia su amigo y be-
nefactor.*

Dostoievski rodea este sencillo relato acerca del breve encuentro de sus per-
sonajes con una cantidad de elementos accesorios que hacen que la historia
crezca hasta adquirir las dimensiones de una auténtica novela social. Inser-
to entre las primeras cartas está el Diario de Bárbara, que nos hace retroce-
der hasta su infancia, y que introduce el contraste clásico entre la felicidad e
inocencia de una niñez rústica y los peligros y corrupciones de la ciudad.
En esas páginas hay fugaces asomos de otras muchachas sin dinero, que
han sufrido la misma suerte de Bárbara o que, bajo el disfraz de beneficen-
cia, son preparadas para ese destino por la siniestra alcahueta Anna Feodo-
rovna. En este diario también aparece el retrato del estudiante turberculoso

* Existe un comentario asombroso sobre el carácter de Bárbara en una de las primeras rese-
ñas que se hicieron de la novela de Dostoievski, comentario que no ha recibido atención sufi-
ciente. Resulta mucho más interesante que lo haya hecho un amigo cercano del escritor, el jo-
ven crítico Valerian Maikov; y probablemente la reseña sea consecuencia de una discusión que
ambos tuvieron en torno al libro.
Maikov señala que quizá los lectores se pregunten "por qué el autor creyó conveniente des-
cribir el momento en que Bárbara Alekseevna, con esa actitud fría y despótica, envía a Devush-
kin a varios establecimientos comerciales a cumplir sus órdenes absurdas. Sin embargo, esta
característica del personaje tiene un profundo significado psicológico, y también otorga interés
a la obra mediante esta insólita y aguda visión de la vida. Está claro que el amor de Makar Ale-
kseévich sólo podía causar repulsión a Bárbara Alekseevna, aunque siempre ella, inflexible,
oculta ese sentimiento, quizá hasta de ella misma. Pero existe algo más desagradable que callar
nuestra antipatía hacia una persona con la que tenemos una deuda, y que además -¡Dios no lo
quiera!- ¿está enamorada de nosotros7 Quienquiera que acuda a su memoria recordará segu-
ramente que sintió la mayor antipatía , no hacia sus enemigos, sino hacia quienes, consagrados
a él, están dispuestos incluso a llegar al autosacrificio, y, sin embargo, no les puede correspon-
der con ese mismo sentimiento. A Bárbara Alekseevna -estamos plenamente convencidos de
esto- la agobiaba mucho más la devoción que por ella sentía Makar que su terrible pobreza; y
no podía -le parecía imposible- privarse del derecho de torturarlo un poco, tratándolo como
si fuera un lacayo, cuando ella se sentía libre del peso de su custodia ... Bárbara Alekseevna ,
alma sensible que comprendió que era difícil soportar esa situación, encontró , sin embargo,
consuelo, pues antes de viajar a la estepa ... dejó una nota a Makar Alekseévich en la que se re-
fiere a él como a un querido amigo".
Es tan característico de Dostoievski el tono psicológico que dio a esa novela, que uno perci-
be la influencia de la explication de texte del propio escritor. Véase Valerian Maikov, Kriticheskie
Opyty (San Petersburgo, 1891), p. 326. En el capítulo xv se encontrará mayor información en
torno a Valerian Maikov.

POBRES GENTES ... 193


Pokrovski - la primera breve descripción de Dostoievski del nuevo inte-
lectual raznochinets, * quien posteriormente evolucionaría en Raskól-
nikov- , el cual, como tutor de la adolescente Bárbara, despierta en ella sus
primeros sentimientos románticos. Pokrovski es el hijo bastardo que ha te-
nido Bikov con otra de las "protegidas" de Anna Feodorovna, la cual ha
sido casada con un ex empleado borracho, con la ayuda de una suma con-
siderable que da Bikov para salvar las apariencias. El viejo Pokrovski, a pe-
sar de ser un alcohólico sin remedio, admira profundamente a su culto
"hijo", quien representa para él el glorioso mundo de la cultura y de la pro-
bidad moral.
Los tristemente ineficaces esfuerzos que hace el viejo Pokrovski para
conservar su dignidad, en un mundo que siente condescendencia y des-
precio por él, son descritos por Dostoievski con pathos tragicómico digno
de Dickens (Devushkin está, por supuesto , comprometido en la misma
lucha, en un plano algo más elevado de conciencia personal y sentido cul-
tural). El último episodio del Diario de Bárbara describe al destruido an-
ciano siguiendo el coche fúnebre que traslada los restos de su adorado
"hijo" hasta el lugar de su reposo final.

El viejo parecía no sentir el frío ni la humedad, y corría llorando de un lado al


otro del coche, con los faldones de su raído abrigo flo tando al viento como
alas. De todos sus bolsillos se le iban cayendo libros; apretaba fuertemente con
sus manos un inmenso volumen ... , mientras otros libros continuaban cayén-
dosele de los bolsillos al lado de la calle La gente se detenía para indicarle los
que iba perdiendo, él volvía a recogerlos, y nuevamente los dejaba caer al lan-
zarse a toda carrera tras el ataúd [I: 45].

Belinski decía que resultaba imposible evitar la risa ante el viejo Pokrov-
ski; "pero - decía a sus lectores- si él no os conmueve profundamente al
mismo tiempo que os estáis riendo .. . , no habléis de ello con nadie, para
que no suceda que algún Pokrovski, un bufón y un borracho, tenga que
sonrojarse de vergüenza por ustedes, como seres humanos". 6

* Un raznochinets era , en el sentido literal de la palabra, una persona sin chin; es decir, sin
rango o grado dentro del servicio público. Pero se emplea esta palabra generalmente para desig-
nar a un plebeyo o comunero.
6
El artículo de Belinski aparece reimpreso en F. M. Dostoevshy v Russhoi K1itilze (Moscú ,
1956; citado en adelante como DRK), p. 16.

194 ~ SAN PETERSBURGO


Otro relato intercalado es del empleado Gorshkov y su familia -todos
muertos de hambre-, que ha venido de las provincias para limpiar su nom-
bre de una acusación de desfalco mientras prestaba servicios en el gobierno.
Se trata de la familia arquetípica hundida en las mayores profundidades de la
miseria, que volverá a aparecer una y otra vez en la obra de Dostoievski, y
siempre caracterizada por ese mismo, terrible y antinatural silencio, como
agobiada por un sentimiento demasiado hondo para entregarse a los lamen-
tos o a las quejas. Ni siquiera los niños emiten ningún sonido, le dice Devush-
kin a Bárbara. ". Cierta noche pasé por casualidad por su puerta; en ese
momento había en la casa un silencio insólito; volví a oír un sollozo , como si
estuvieran llorando tan quedamente, tan tristemente , que resultaba desgarra-
dor, y el recuerdo de esas pobres criaturas me acosó toda la noche, de modo
que no pude conciliar bien el sueño" (I: 24). A pesar de que él mismo está
pasando por lamentables estrecheces económicas, Devushkin no puede ne-
garse a darle a Gorshkov veinte kópecs para comprarle comida a su familia.
"Fui amable con él; es un ser pobre, perdido, lastimado; necesita un amigo ,
de modo que fui amable con él", le dice a Bárbara (1: 91). Gorshkov es otro
reflejo de Devushkin, pero en un tono absolutamente patético; no tiene nada
de la comicidad grotesca tan fuertemente marcada en el viejo Pokrovski, y
todavía presente, aunque bastante amortiguada, en el propio Devushkin.
Todas estas líneas narrativas se entretejen para formar una imagen de
la misma lucha inútil por mantenerse humanamente a flote frente a cir-
cunstancias destructoras; los mismos tesoros de sensibilidad y de refina-
miento moral apareciendo en los lugares más insólitos; insólitos, al menos,
desde el punto de vista de la anterior literatura rusa. Por todas partes , mi-
seria y humillación; la explotación de los débiles y desamparados por parte
de los ricos: los poderosos carentes de escrúpulos ; todo esto , en medio de
los populosos barrios bajos de San Petersburgo, con sus viviendas llenas
de olores nauseabundos y abarrotadas de desechos. "En cada rellano de las
escaleras hay cajas -le escribe Devushkin a Bárbara, al describir su barria-
da-, sillas rotas y alacenas destrozadas , andrajos colgados, ventanas rotas,
bañeras llenas casi hasta el borde de toda clase de suciedad y desechos,
cáscaras de huevos y restos de pescado; hay un olor horrible ... en reali-
dad , no es nada agradable" (I: 22). Es éste un ejemplo excelente del em-
pleo que hace Dostoievski del anticlímax, para transmitir la característica o
la cualidad levemente risible (pero, no obstante , conmovedora) de Devush-
kin como persona.

POBRES GENTES ~ 195


Pobres gentes combina estos valores pintorescos de lo mejor de los bos-
quejos fisiológicos con una nueva e infalible intuición de las torturas de la
sensibilidad humillada.

Los pobres son quisquillosos ... Eso está en la naturaleza de las cosas - le
explica Devushkin a Bárbara- . Yo, incluso, sentía eso en el pasado. El hom-
bre pobre es exigente; tiene una visión diferente del mundo de Dios, y obser-
va con recelo a todo el que pasa por su lado y le dirige una mirada inquieta;
se fija en cada palabra, preguntándose si acaso la gente no estará hablando de
él, si no estarán diciendo que es feo, especulando qué estarán diciendo exac-
tamente, etcétera [I: 68].

Esta "diferente visión del mundo de Dios", el mundo visto más desde
abajo que desde arriba , constituye la principal innovación de Dostoievski
frente a Gógol, cuya compasión por sus humildes protagonistas nunca es
lo suficientemente fuerte para superar la condescendencia implícita en su
enfoque narrativo. El "humanismo" que saludaba Belinski en la obra de
Dostoievski consiste precisamente en "haber enseñado cuánto hay de ex-
celente, noble y sagrado en las naturalezas humanas más limitadas". 7 Las
situaciones y la psicología de Pobres gentes hablan por sí mismas contra el
orgullo y los prej uicios de clase, y contra la supuesta superioridad de la
clase alta respecto de los que pertenecen a las clases bajas. Pero el libro
contiene una protesta mucho más clara que, aunque no es mencionada
por Belinski, seguramente no le pasó inadvertida.

Ya hemos dicho que, de ninguna manera , Devushkin es un personaje sen-


cillo, y en el curso del libro pasa por una definida evolución. Las primeras
cartas lo revelan aceptando su humilde lugar en la vida , sin un solo mur-
mullo de protesta, e incluso enorgulleciéndose de desempeñar sus tareas
modestas con la mayor perfección que le es posible. "Sé muy bien , desde
luego, que no hago mucho al copiar; pero lo mismo estoy orgulloso de
trabajar y de ganarme mi pan con el sudor de mi frente ... Mi escritura es

7
Ibid., p. 15 .

196 .... SAN PETERSBURGO


buena, clara y agradable a la vista, y Su Excelencia está satisfecho con ella"
(L: 4 7-48). Devushkin está perfectamente conforme con ser lo que es, y
con vivir en el mundo tal como lo ha encontrado; lo que le desconcierta
no es ser un empleado copista, sino más bien que haya personas que con-
sideren que los amanuenses son ridículos y despreciables. Pero esta acep-
tación sin protestas de la justicia del orden social, tal como existe, resulta
seriamente conmovida por su incapacidad para proteger a Bárbara y darle
todo lo que ella necesita .
Al llegar al fondo de su miseria - acosado por la casera, vilipendiado
por los clientes de la pensión y atormentado por su zarrapastroso aspec-
to- se desmoraliza por completo, y se entrega a la bebida. Nunca se ha-
bía sentido tan degradado y despreciable; y es en ese momento cuando
brilla una débil chispa de rebelión, incluso en su dócil y sumiso corazón.
Al encontrarse caminando por una de las calles elegantes de San Peters-
burgo, repleta de tiendas lujosas y de transeúntes bien vestidos, se sien-
te herido por la diferencia con las sombrías y desdichadas multitudes de su
propio barrio bajo; y de pronto empieza a preguntarse por qué él y Bárba-
ra tienen que estar condenados a la miseria , mientras otros han nacido en
medio dellujo .

Lo sé, lo sé, mi querida , que está mal pensar así; eso es ser un librepensador;
pero, para hablar con sinceridad, para decir toda la verdad, ¿por qué el desti-
no, como un cuervo, grazna buena fortuna para alguien que todavía no ha na-
cido, mientras otros comienzan su vida en el asilo para huérfanos? Y tú sabes
que ocurre con frecuencia que lván el tonto es favorecido por la suerte [l: 86].

Fortuna y mérito no coinciden; y el "librepensamiento" de Devushkin


no termina con esta idea revolucionaria. A medida que continúa su carta,
expresa la idea típicamente sansimoniana de que el obrero más humilde
tiene más derecho a ser respetado, por ser más útil a la sociedad, que el
parásito social más acaudalado y aristocrático. Al comparar a un organille-
ro (salido del bosquejo fisiológico de Grigoróvich) con "un despreciable y
miserable disoluto", quien devora con la mirada a Bárbara "desde sus ante-
ojos dorados", Devushkin llega a la conclusión de que el organillero es
"más merecedor de respeto" porque al menos "trabaja; aun a su propia ma-
nera, todavía trabaja" (id.).
Todo esto conduce a Devushkin a una perspicaz visión del contraste

POBRES GENTES ~ 197


de vida entre los ricos y los pobres, visión que , igual que en una de las no-
velas folletinescas de Sue o de Soulié, pone al descubierto , detrás de la fa-
chada, la vida auténtica de ambas clases sociales, de manera que podemos
contemplarlas simultáneamente:

Ahora observa el interior, y fíjate qué está sucediendo en esos grandes edificios
negros, tiznados de humo ... Allí, en algún rincón humoso , en algún agujero
húmedo que, debido a la pobreza, pasa por ser un albergue, algún trabajador
despierta de su sueño; y toda la noche ha estado soñando con sus botas, por
ejemplo, que por accidente se le rompieron el día anterior, ¡como si un hombre
debiera soñar con semejante tonteríal Pero él es un artesano; un zapatero; es
lógico que no piense sino en su propia ocupación. Sus niños lloran, y su esposa
tiene hambre; y no sólo los zapateros se despiertan por la mañana de esa mane-
ra; yo mismo .. Eso no importaría, y no valdría la pena escribir sobre ello, pero
ésta es la cuestión, Varinka, muy cerca, en la misma casa, un piso más arriba o
más abajo, un hombre acaudalado sueña en sus departamentos dorados duran-
te la noche, pudiera ser, acerca de esas mismas botas; es decir, botas en una
manera diferente, en un sentido diferente, pero todavía botas, pues, en el senti-
do en que estoy usando la palabra, Varinka, y todos nosotros somos un poco
como zapateros, mi querida; y eso no importaría; sólo que es una pena que no
haya nadie junto a la persona acaudalada; ningún hombre que le susurre al
oído: "¡Vamos, dej e de pensar en esas cosas, de pensar tan sólo en usted mis-
mo, en vivir nada más que para usted mismo; sus hijos gozan de salud, su es-
posa no suplica por un poco de comida! Mire a su alrededor: ¿no ve nada más
noble de qué preocuparse, que sus botas7" [I: 88-89].

La indiferencia de los ricos y poderosos ante la miseria que los rodea


llena a Devilshkin de una indignación tan grande, que incluso por un mo-
mento piensa que su propio sentimiento de inferioridad está fuera de lu-
gar. "Trata de llegar al fondo de esta cuestión - dice- , y luego juzga si
uno tiene derecho a insultarse a sí mismo por ninguna razón, y ser reduci-
do a la indigna mortificación" (ibid.).
Este pasaje acerca de unas "botas" claramente contiene el tema social
central del libro , que es la variante dostoievskiana de ese mismo alegato que
podemos encontrar en la novela social francesa del decenio de 1830-1839,
y en Dickens, el alegato dirigido a los poderosos y opulentos pidiéndoles
que asuman cierta responsabilidad moral hacia sus hermanos menos afor-

198 ... SAN PETERSBURGO


tunados. Este tema llega a su punto culminante en la famosa escena con el
superior de la administración pública para quien trabaja Devushkin, cuan-
do al pobre amanuense se le llama para ser reprendido por haber copiado
descuidadamente cierto documento que se necesitaba con urgencia. Para
entonces, su aspecto es apenas un poco mejor que el de un espantapájaros,
y el último botón que le queda a su chaqueta se desprende, y rebota ruido-
samente por el piso, mientras él trata de balbucear alguna excusa. Conmo-
vido por su evidente pobreza, el general, que tiene buen corazón, le da en
privado un billete de cien rublos. Cuando el empleado, agradecido , trata de
besarle la mano, el general se ruboriza, elude ese gesto de humillación y, en
cambio, le da a Devushkin un apretón de mano igualitario.

juro que por muy desmoralizado y afligido que yo me sintiera en los días más
amargos de nuestra desventura - le dice a Bárbara- , contemplándote a ti en
tu miseria, y a mí mismo en mi degradación e inutilidad, a pesar de todo eso,
te juro que los cien rublos no representan para mí tanto como el hecho de
que Su Excelencia se haya dignado darme un apretón de mano a mí, que soy
una bazofia; un borracho despreciable [I: 93].

El hecho de que el general, aparte de compadecer a Devushkin por su


desesperada situación económica, haya captado su deseo de conservar el
respeto por sí mismo, es lo que salvó su gesto caritativo de ser tan sólo otra
humillación.
A Belinski le irritó profundamente esta escena, y Dostoievski cuenta
que, durante su primer encuentro, exclamó refiriéndose a ella: "¡Y ese bo-
tón que se cae al suelo! ¡Ese momento de besarle la mano al general! .. .
¡Vamosl ¡Eso ya deja de ser compasión por el desdichado hombre, y se
convierte en puro horror! ¡En ese mismo sentimiento de gratitud hay ho-
rror!"8 No queda claro si Belinski se refiere al intento de besar la mano del
general, o a la "gratitud" por el apretón de manos; si se trata de esto últi-
mo, entonces quiere decir que interpreta mal el significado que Dostoiev-
ski quiso dar a la escena. En efecto, la delicadeza de sentimiento demostra-
da en el apretón de manos, el implícito reconocimiento de una igualdad
humana con el inferior Devushkin, evidentemente es un gesto que preten-
de ser juzgado a una luz favorable. En realidad, dos veces se insiste en este

8
!bid ' p. 24.

POBRES GENTES ~ 199


mismo detalle simbólico; una vez, antes del episodio con el general, y otra
vez, después. Devushkin se siente ofendido de que, para poder recibir ayu-
da de beneficencia, antes se lleve a cabo una investigación sobre la vida de
Emelian llich, su destituido compañero de tragos, pues ello significa una
afrenta a la dignidad de Emelian ("hoy día, mi querido amigo, la benevo-
lencia se practica de una manera extraña . .. "). De modo similar, cuando
Gorshkov, después de ganar su litigio, le dice a todo el mundo que su "ho-
nor" ha sido restaurado, el cínico escritor mercenario Rataziaev le respon-
de que, cuando no se tiene nada que comer, el dinero es más importante
que el honor. "A mí me parece -observa Devushkin- que Gorshkov fue
ofendido ... " (1: 69-98).
La insistencia en el tema demuestra la perspicaz captación por parte de
Dostoievski de que lo espiritual tiene igual importancia que lo material
para aliviar el destino de los desafortunados; quizá, incluso, mayor impor-
tancia, puesto que la pobreza agudiza la necesidad de respeto y estima por
sí mismo a un extremo patológico. En efecto, la prominencia de este tema
en Pobres gentes nos está revelando ya una tensión en la obra de Dostoievski
que más adelante tendrá consecuencias sumamente importantes. En Pobres
gentes esta tensión entre lo espiritual y lo material todavía se encuentra la-
tente y en estado de equilibrio; el acento puesto sobre la dimensión espiri-
tual (o, si se prefiere, lo moral-psicológico) de la experiencia humana real-
za el pathos de las injusticias materiales que tienen que soportar los
personajes de Dostoievski. Pero cuando, durante los primeros años del de-
cenio de 1860-1869, un materialismo agresivo y parcial se convirtió en la
ideología del radicalismo ruso, Dostoievski rompió definitivamente sus re-
laciones con los radicales, en defensa de lo "espiritual", en un sentido am-
plio. Esta oposición entre lo material y lo espiritual - entre la satisfacción
de las necesidades materiales del hombre y su necesidad interior, igual-
mente importante, de dignidad y respeto personal-, desde luego, habrá
de culminar más adelante en la Leyenda del Gran Inquisidor.
Existe en este libro otro aspecto que también nos permite vislumbrar
el futuro de Dostoievski. En efecto, resulta que la ayuda del general, si
bien le permite a Devushkin hacer frente a sus necesidades más apremian-
tes, no es en realidad ninguna solución para su problema humano. En el
preciso momento en que le escribe a Bárbara dándole la noticia de que su
situación ha mejorado, y en un estado de ánimo alegre ("¡es muy hermoso
estar vivo, Varinka!"), Devushkin se entera por ella de que Bikov ha regre-

200 .. SAN PETERSBURGO


sado a la ciudad, y de que ha ido al departamento de Bárbara en ausencia
de la joven (I: 96). Éste es el comienzo del fin para Devushkin, cuando el
libro pasa del tema de la pobreza al de la imposibilidad de retener a Bárbara.
Es cierto que la muchacha es víctima de su situación y de su pasado; pero,
aun en las mejores circunstancias, no habría podido continuar desempe-
ñando en la vida de Devushkin el papel que él hubiera deseado. El hecho
de que el gesto caritativo del general no haya resuelto de un modo definiti-
vo todos los problemas de Devushkin fue interpretado, por la reciente críti-
ca soviética, como un indicio de que Dostoievski deseaba señalar la necesi-
dad de un cambio más radical del orden social.9 Pero es mucho más
probable que estuviera proyectando sus temas en un contexto más amplio,
en el cual lo social fuese sólo un componente de un embrollo humano to-
davía más complicado . Y el destino de Gorshkov, que muere el mismo día
en que se le restituyen su honor y su seguridad, nuevamente ilustra la
honda captación por parte de Dostoievski de los problemas humanos, para
los cuales, si queremos hablar con exactitud, no existe ninguna solución
de tipo social.
Otro tema también sugiere que Dostoievski se proponía una amplia-
ción del horizonte temático a este respecto. En efecto, si bien antes Devush-
kin se rebela explícitamente sólo contra las injusticias de la jerarquía
social, al final del libro se advierte el tímido inicio de una rebelión contra
la sabiduría de Dios mismo. Cuando Bárbara anuncia su aceptación de la
proposición de matrimonio , y entrega su destino "al poder divino e ines-
crutable" de Dios, Devushkin replica:

Desde luego, todo ocurre de acuerdo con la voluntad de Dios; así son las cosas,
sin duda que así deben ser; o sea, seguro que en esto tiene que estar la voluntad
de Dios; y la Providencia del Creador Celestial es sagrada, por supuesto, e ines-
crutable, y lo mismo sucede con el destino, y ambos son lo mismo .. . Sólo que,
Varinka, ¿por qué tan pronto?... Yo ... ; yo me quedaré solo [I: 101-102].

Tenemos aquí un atisbo del futuro Dostoievski metafísico, que traspa-


sa los límites de la cuestión acerca de la justicia social; o más bien, que la
toma únicamente como su punto de partida.
9Véase el artículo sobre Pobres gentes de G. M. Fridlender en Istona Russkogo Romana, vol.
(Moscú/Leningrado, 1962), p. 412; también, V. Kirpotin, F. M. Dostoevsky, Tvorcheskii Put,
1821-1859 (Moscú, 1960), p 255.

POBRES GENTES ~ 201


5

A pesar de algunos matices, el análisis que hasta ahora hemos presentado


de Pobres gentes, en gran medida se encuentra aún dentro de los límites de
la imagen que tradicionalmente se tiene de la primera obra de Dostoievski.
Era el poeta de los insultados y vejados; de los humillados y oprimidos; el
compasivo cronista de la vida de "la pobre gente" de San Petersburgo, tri-
turada por la miseria y por el peso demoledor de un orden social inhuma-
no. Ésta es la imagen que de él se había formado Belinski, y que seguirá
teniendo la mayoría de sus críticos; tampoco debería pasarse por alto, ni
disminuirse , la importancia de este núcleo humano del libro. Pero Pobres
gentes, además de ser un conmovedor alegato en favor de la conmiseración
social, es también una pequeña obra maestra sumamente pedante y com-
pleja. Y para entender realmente la índole del arte dostoievskiano, es nece-
sario analizarla más a fondo en relación con la tradición literaria rusa .
En primer lugar, Pobres gentes está escrita en la forma de la novela epis-
tolar sentimental. Desplazada a comienzos del siglo x1x por la novela dra-
mática de Walter Scott, su empleo en el decenio de 1840-1849, por parte
de Dostoievski, fue un hecho a la vez inesperado y un tanto anacrónico.
En realidad, la novela epistolar de ninguna manera había desaparecido del
todo del escenario literario. La obra epistolar ]acques de George Sand, en
una versión rigurosamente censurada, estaba apareciendo en Noticias de la
Patria en el momento preciso en que Dostoievski concluía el primer borra-
dor de Pobres gentes; y Balzac también había utilizado la técnica del inter-
cambio epistolar para su Mémoires de deux jeunes mariées . Sin embargo,
ninguna de estas obras se parece a Pobres gentes. También es cierto que la
novela epistolar es un monólogo dramático extenso, y que, dado su gran
talento para la dramatización psicológica , Dostoievski siempre habría de
continuar utilizando el monólogo con efecto sorprendente, como uno
de los instrumentos narrativos clave de su repertorio. Pero , puesto que no
volvió a escribir otra novela epistolar, su elección de esta forma, en este
caso, y los particulares efectos artísticos que logra mediante su empleo,
exigen algunas aclaraciones.
A lo largo del siglo xvm, este tipo de novela fue la forma en que ejem-
plos de virtud y sensibilidad, como la Clarissa Harlowe de Richardson, y
la Julia de Rousseau , o espíritus poéticos exaltados, como el Werther de
Goethe, volcaron sus elevados sentimientos y nobles ideas. Así pues, la

202 <11 SAN PETERSBURGO


novela epistolar se volvió un vehículo para los desbordamientos del senti-
miento romántico, y sus personajes principales fueron siempre ejemplares
desde el punto de vista de la educación y del ambiente familiar en que se
criaron, aunque no aristócratas, en el sentido estricto. En realidad, el subya-
cente impacto social de este género estaba dirigido a demostrar la superio-
ridad moral y espiritual de sus protagonistas, en su mayoría burgueses ,
frente al mundo corrupto de la clase privilegiada en el que vivían. Dostoievski
utiliza esta forma novelística casi para el mismo propósito , en relación con
una clase social mucho más baja. Pero, puesto que la novela epistolar sen-
timental tradicionalmente era identificada con personajes muy cultos y de
sentimientos elevados, mucho arriesgó Dostoievski, desde el punto de vis-
ta artístico, al emplearla en función de una clase social inferior.
Describir dentro de este esquema sentimental el idilio trunco de un
amanuense viejo y una doncella deshonrada equivalía a transgredir las nor-
mas de la narrativa aceptadas hasta entonces; pero, por varios detalles, nos
damos cuenta de que Dostoievski lo hizo a plena conciencia. Uno de los
más sorprendentes es que, en la pensión del barrio bajo en la cual Devush-
kin había alquilado un rincón de la cocina, los dos sirvientes se llaman Te-
resa y Faldoni (no son nombres reales, desde luego, sino, presumiblemente,
una invención del cáustico littérateur Rataziaev). La novela Cartas, de
Karamzin, no sólo había convertido a estos dos amantes heroicos en perso-
najes famosos de Rusia, sino que su historia también había inspirado el
tema para una novela epistolar francesa, que fuera traducida al ruso a co-
mienzos del siglo. El propio Devushkin es apodado "Lovelace" por Rata-
ziaev; es decir, se le identifica con el libertino aristócrata que rapta a Clarissa
Harlowe, y que acaba por caer víctima de los encantos de la joven. La in-
congruencia de estos nombres ilustra el efecto que Dostoievski desea obte-
ner. En primer lugar, al elevar a su Devushkin y a su Bárbara a la categoría
de protagonistas de una novela epistolar, mientras, a la vez, rebaja a Teresa
y a Faldoni al plano de caricaturas cómicas (Teresa es "una gallina flaca ,
1
desplumada"; Faldoni, "un pelirrojo, mal hablado finlandés, con un solo
ojo y una nariz chata"), implícitamente Dostoievski exige para sus persona-
jes inferiores el respeto y la atención que hasta entonces sólo se acordaba a
los protagonistas sentimentales ubicados en una posición mucho más ele-
vada (I: 23). Y, al invitar a que mentalmente el lector compare a Devushkin
con Lovelace, Dostoievski pone en evidencia la superioridad moral del hu-
milde empleado sobre el talentoso pero egoísta y destructivo aristócrata.

POBRES GENTES ~ 203


La originalidad del empleo que hace Dostoievski del género epistolar
sentimental, como V. V. Vinográdov lo ha señalado, 10 se aparta de la abun-
dante tradición literaria que ya existía sobre describir al empleado escri-
biente burocrático de San Petersburgo (o chinovnik, como se le conoce en
Rusia). Esta tradición, que se remonta al decenio de 1830-1839, trataba a
dicho personaje sólo como material para la anécdota burlesca y el episodio
o número teatral satírico; y ya en 1842 encontramos protestas contra las
injustas caricaturas del chinovnik que se habían convertido en una moda
literaria sumamente popular. 11 El capote de Gógol deriva de esta tradición,
y conserva gran parte de su tono jocoso , humorístico, típico de la anécdota
que se cuenta en los salones de los clubes. El narrador le habla personal- -
mente al lector, como un hombre mundano a otro, desde un punto de
vista infinitamente superior al del protagonista del relato .

Él [el personaj e de Gógol] no se preocupaba para nada de sus ropas; su uni-


forme era .. . , no verde, pero de una especie de color herrumbroso sucio. El
cuello era muy bajo y angosto, de modo que, aunque el suyo no era particu-
larmente largo , sin embargo, al sobresalir sobre el cuello de la camisa, parecía
inmensam ente largo , como los de esas docenas de gatitos de yeso de cabezas
móviles que los extranj eros se ponen en la cabeza, y que venden los buhone-
ros en Rusia.12

Aunque Gógol intercala un alegato sentimental de piedad en medio de la


anécdota burlesca, este alegato es todavía hecho desde una perspectiva exte-
rior y superior al personaje. De una manera bastante forzada , Gógol introdu-
ce a un joven empleado quien, cierto día, cuando Akaki es despiadadamente
atormentado por sus compañeros de oficina, de pronto comienza a sentir
compasión por la desamparada víctima y les recuerda a los otros que el casi
subhumano Akaki es, después de todo, todavía un "hermano" de ellos. Este
sorpresivo pasaje choca con el tono pomposo y el tratamiento dado a Akaki
en el resto de la historia y produce más bien el efecto de una mal hilvanada
moraleja. Por el contrario, al presentar Dostoievski el tema del zarrapastroso

10
V. V. Vinogradov, Evolutsia Russkogo Naturalizma (Leningrado, 1929), pp. 311-338. Ésta
es la segunda parte del clásico estudio de Vinogradov sobre Pobres gentes. Agradezco infinita-
mente a Vinográdov por la sección 4 de mi propio capítulo.
11
Ibid., p. 307.
12
N. V. Gogol, Collected Tales and Plays (Nueva York, 1964), p. 566.

204 ..,.¡ SAN PETERSBURGO


y ridículo chinovnik -hasta ese momento tan sólo un personaje cómico- en
la forma de la novela epistolar sentimental, rompe con el modelo satírico, lo-
grando así una perfecta integración entre el tema "filantrópico" y la forma;
ambos, forma y tema, creados por él.
Esta misma metamorfosis tiene lugar respecto de la concepción que
tiene Dostoievski del personaje de Devushkin, y en lo que se refiere a las
situaciones con las que tropieza. La vida de Akaki se transforma por la
adquisición de un nuevo abrigo que, durante unos días, lo convierte de
una nulidad en algo parecido a un ser humano. o un nuevo abrigo sino una
pobre e indefensa muchacha es lo que da sentido a la existencia hasta ese
momento vacía de Devushkin; no una cosa sino una persona , no un mila-
gro salido de la habilidad manual de un sastre sino un ser humano a quien
él ama y mima. Akaki pasa inadvertido para el mundo que lo rodea, y ape-
nas existe como conciencia excepto cuando es obligado por la fuerza a
mostrarse mediante los insultos y provocaciones más groseros. Por el con-
trario, Devushkin tiene una conciencia tan dolorosa de sí mismo, que la
fuente principal de sus sufrimientos proviene de su propia imagen vista en
los ojos de los demás . En Pobres gentes, incidente tras incidente e innume-
rables pormenores son retomados y recreados de esta manera para suscitar
simpatía y respeto hacia Devushkin, en contraste con la condescendencia
piadosa de Gógol.
Mucho ha discutido la crítica rusa sobre si, en su primera obra, habría
que considerar a Dostoievski un seguidor o un opositor de Gógol. Sus con-
temporáneos lo consideraban primordialmente un continuador. Críticos
recientes se han concentrado más en su transformación "paródica" de los
personajes y temas gogolianos; en el tono de comedia grotesca y fantástica
que él convierte en tragicomedia sentimental. Sin embargo, estos puntos
de vista no se excluyen mutuamente, y la querella acerca de ellos parece
inspirarse más en el deseo de discutir que en el conocimiento profundo. Es
evidente que Dostoievski es un seguidor de Gógol, aunque no fuera sino
porque el empleo de material gogoliano en Pobres gentes salta inmediata-
mente a la vista; es también evidente que este material es empleado de una
manera totalmente distinta; aunque decir que se trata de una "parodia" no
es una descripción muy apropiada.
El término "parodia" -incluso "parodia seria", una mejora del anterior
concepto recientemente sugerida por Victor Terras- no abarca la verdade-
ra relación entre Dostoievski y Gógol, o lo hace sólo de una manera parcial.

POBRES GENTES ~ 205


Hay que tomar en cuenta que "parodia" siempre implica una inversión del
modelo que se está parodiando y, por consiguiente, dicho término es apli-
cable a ciertos aspectos formales de Pobres gentes: en efecto, Dostoievski in-
vierte aquellos rasgos estilísticos de El capote que tienden a poner en ridículo
a Akaki Akakiévich. Sin embargo, el efecto de esta inversión no es minar el
significado de Gógol, sino más bien reforzar su manifiesto tema "humanita-
rio". La técnica narrativa de Gógol consiste en crear una distancia cómica
entre el personaje y el lector, que impide la identificación de tipo emocional;
Dostoievski contrarresta las características puramente satíricas del modelo
retomando sus elementos y, mediante el empleo de la forma epistolar senti-
mental, volviéndolos a plasmar, para acentuar la humanidad y sensibilidad
de Devushkin. No sé si exista un término perfectamente adecuado para de-
finir este proceso de parodia formal utilizada para reforzar el tema. Lejos de
ser la relación antagónica de un parodista respecto de su modelo, se parece
más a la de un crítico que tiene una actitud positiva con dicho modelo y
que está dotado de la capacidad creadora para dar nueva forma a una obra
de modo de lograr una armonía entre su forma y su contenido. Tanto Pobres
gentes como El capote contienen la misma combinación gogoliana de "risa a
través de las lágrimas", pero en proporciones diferentes; en Gógol, lo prin-
cipal es la "risa" , mientras que lo que predomina en Dostoievski son las
"lágrimas".13

La novela de Dostoievski no solamente contiene alusiones a ese resurgi-


miento sin precedentes que él logra del género epistolar sentimental; tam-
bién incorpora indicios respecto de los antecedentes literarios más inmedia-
tos del nuevo tratamiento que él hace del hasta ese momento satirizado
chinovnik. En efecto, una de las características más asombrosas de Pobres gen-
tes, como hace ya mucho tiempo lo señalara A. Beletski, es precisamente su
carácter "literario", las numerosas referencias y reflexiones sobre el ambien-
te literario de ese momento que Dostoievski se las ingenia para introducir

V. Terras, op. cit., pp. 14-15; para el análisis de la parodia, véanse Wido Hempel, "Parodie,
13

Travestie und Pastiche", Germanisch-Romanische Monatsschrift, núm. 46 (abril de 1965), pp.


150-176, y Yu. Tynyanov, "Dostoevsky i Gogol (K teorii parodii)", en Tcxte der Russischen For-
malisten, vol. 1, ed. Jurij Striedter (Múnich, 1969), pp. 301-371. En este volumen aparecen re-
producidos los textos rusos originales, con su traducción al alemán a un lado.

206 ... SAN PETERSBURGO


en sus páginas. 14 Devushkin y Bárbara se envían mutuamente libros para
leer, y hacen comentarios sobre sus impresiones. Incluso, en un momento
dado, Devushkin sueña con publicar un volumen de su propia poesía, y se
enorgullece de su "estilo". Las observaciones de los personajes equivalen
nada menos que a un comentario del propio autor, comentario que alcanza
su punto culminante con las reacciones de Devushkin ante dos relatos : El
jefe de estación, de Pushkin, y El capote, de Gógol.
Bárbara envía a Devushkin un ejemplar de Cuentos de Belkin, de Push-
kin, y el relato de dicho volumen, titulado El jefe de estación, conmueve
particularmente a Devushkin. "Sabes que siento lo mismo que tú respecto
del libro -informa Devushkin a la joven-, y a veces he pasado exacta-
mente por las mismas situaciones que ha tenido que soportar, por ejem-
plo, Samson Virin, ese pobre tipo" (I: 59). Samson irin es el jefe de esta-
ción que , por su buen carácter y por su docilidad respetu osa hacia sus
superiores, permite que un joven noble seduzca a su hermosa hija y se fu -
gue con ella. Incapaz de reconquistar a su hija perdida, el viejo ahoga su
desesperación en el alcohol y muere de tristeza. La historia es narrada de
manera sobria y sencilla, sin ninguna de las burlas manifiestas u ocultas
típicas de Gógol; la figura del viejo con el corazón roto, impotente para
hacer valer sus derechos frente al todopoderoso noble, es presentada por
Pushkin con auténtica simpatía o compasión por su sufrimiento. Devush-
kin derrama abundantes lágrimas ante este relato sentimental, que prefigu-
ra el destino que presiente para Bárbara y para él mismo, y proféticamente
dice lo siguiente: "sí; es natural. .. ¡Es algo vivo' Me he visto en él a mí mis-
mo, se refiere a mí" (ibid.).
Muy diferente es su reacción ante El capote, que Bárbara le insta a leer
(presumiblemente por no encontrar nada objetable en el relato), aunque
provoca un estallido violento en Devushkin. Lo que en particular causa su
ira es la arrogancia con que Gógol presenta la vida de Akaki Akakiévich y
los rasgos de su carácter , de una manera que Devushkin considera un in-
sulto personal, y profundamente falsa. Pregunta indignado: ¿con qué dere-
cho "aquí bajo tus propias narices, por ninguna razón aparente, con o sin
tu permiso, alguien hace una caricatura de ti mismo"7 (I: 62). Para Devush-
kin, el retrato que hace Gógol de Akaki no es otra cosa que una "caricatu-
14
Citado en V. l. Kuleshov, Naturalnay a Shkola v Literature x1x Veka (Moscú, 1965), p. 256.
Se trata de un estudio muy informativo , to talmente dedicado a la escuela naturalista del dece-
nio de 1840-1849.

POBRES GENTES ... 207


ra" y, por ende, fundamentalmente hostil; tampoco le impresiona el único
pasaje que contiene el ruego de tratar a Akaki como a un hermano. Lo que
el autor debió añadir, sostiene Devushkin, es que era "bondadoso, un buen
ciudadano, que no merecía ese tratamiento de sus compañeros empleados,
que obedecía a sus superiores (aquí debió utilizar algún ejemplo), que no
le deseaba a nadie ningún mal, que creía en Dios y que, cuando murió (si
es que uno insiste en que tiene que morir), todos lamentaron su muerte"
(I: 62-63). Devushkin también piensa que el relato habría mejorado con
un final feliz; y si, en vez de morir, Akaki hubiera devuelto su abrigo, reci-
bido un aumento considerable de salario, y de esa manera servido como
ejemplo, para sus insolentes compañeros de oficina, respecto de que la
auténtica virtud es recompensada.
En lugar de la caricatura casi vengativa de Gógol, Devushkin habría
querido un insignificante relato sentimental, con una moraleja edificante
al final; y a pesar de que no cabe duda de que Dostoievski no se adapta a
esta exigencia del inculto gusto de Devushkin, no obstante, se mueve en la
dirección que desea su personaje. En efecto, describe la historia triste de
su vida al estilo más tierno y conmovedor del sentimentalismo de Push-
kin en El jefe de estación. Dostoievski conserva el "naturalismo" del detalle,
y el décor (la escenografía) asociados con la tradición cómica de la descrip-
ción del chinovnik, pero lo une al tono lacrimoso del sentimentalismo ruso
que se remonta a Karamzin; y esta fusión creó una corriente artística origi-
nal dentro de la escuela naturalista -la corriente del naturalismo senti-
mental- que rápidamente tuvo imitadores y se convirtió en un movi-
miento independiente, aunque menor, de la literatura rusa. "La novela de
Dostoievski Pobres gentes --escribe Vinográdov- fue el primer acto en la
materialización artística de una tendencia, visible entre los ideólogos de
la [escuela naturalista], en el sentido de la unificación de la forma gogoliana
con el sentimentalismo (en especial, en aquel aspecto del sentimentalismo
que renació en la literatura francesa 'filantrópica')." 15
Además, a lo largo de Pobres gentes Dostoievski presenta una polémica
sobre la marcha, tanto con los enemigos románticos de la escuela natura-
lista como con aquellos traficantes de la literatura que explotaban las últi-
mas modas sólo por lucro. Utiliza para ello el personaje de Rataziaev, el
escritor que vive en la pensión de Devushkin, y que no sólo quiere utili-

15
V. V. Vinográdov, op. cit., p. 390.

208 .... SAN PETERSBURGO


zarlo como material literario sino que también aprovecha su admiración
incondicional para lograr que le haga algunas copias sin cobrarle nada.
Rataziaev es el primero de los muchos retratos nada halagadores que pre-
senta Dostoievski de la tribu literaria; y resulta interesante comprobar cuán
pronto adquirió esta antipatía profundamente arraigada en él hacia sus
compañeros escritores. Posteriormente, cuando el periodismo radical de
los años sesenta se volvió una poderosa influencia en la vida rusa, Dostoiev-
ski, por lo general, combinaba sus ataques satíricos contra los nihilistas
con alusiones a las actividades literarias o periodísticas.
Rataziaev es un escritorcillo voluble, que escribe a rajatabla obras muy
malas en varios géneros, y Devushkin, tremendamente impresionado, trans-
cribe algunos pasajes de muestra, para que Bárbara se instruya, tomados de
obras maestras como Pasiones italianas o Yermak y Zuleika. Dostoievski apro-
vecha la oportunidad para parodiar novelas románticas al estilo de la alta
sociedad que escribía Marlinski, y para burlarse de los imitadores baratos y
sensacionalistas de Scott: "Vladimir temblaba, y su pasión se agitaba furio-
samente dentro de él, y su sangre hervía ... '¡Amo con éxtasis, con furia ,
enloquecidamentel ' [gritó] ... 'Un obstáculo trivial [el marido] no puede
contener el destructor fuego infernal que atormenta mi pecho exhausto' ... "
O: "¿Qué puede hacer la pobre doncella, guiada en medio de las nieves de
Siberia en la yurta [Zuleika] de su padre en tu mundo frío , gélido, desal-
mado, egoísta?" Sin embargo , Rataziaev también relata cuentos "humorís-
ticos" al estilo de Gógol: "lván Prokofeiévich es un hombre de tempera-
mento arrojado, pero , a pesar de ello, de virtudes excepcionales; por el
contrario, Prokofi lvanóvich es exageradamente aficionado a la tostada
cubierta de queso derretido con cerveza" (I: 52-53). Lógicamente , Rata-
ziaev no tiene una opinión muy elevada de El jefe de estación porque , como
le dice a Devushkin, ahora todo lo que es "caduco" y "los libros con ilus-
traciones y descripciones se han puesto de moda", es decir, los bosquejos
fisiológicos (I: 60). Exactamente qué clase de bosquejo escribiría Rataz-
yaev, es revelado por el horror que siente Devushkin ante el "asqueroso
proyecto de ponerte a ti y a mí en sus escritos, y describirnos en una diver-
tida sátira" (I: 70).
Ambas parodias son graciosas en sí mismas, y también sirven por con-
traste para ahondar y enriquecer la caracterización de Devushkin. Su ad-
miración por esa evidente basura es conmovedora y patética, y revela los
límites de su educación (a pesar de que, entre las tres obras de literatura

POBRES GENTES ~ 209


que le confiesa a Bárbara haber leído, una resulta ser un tratado sobre filo-
sofía moral escrito por el antiguo schellinguiano ruso , A. Gálich). Empero,
sirve también para realzar la elevación moral de su propia vida. En efecto,
Devushkin está verdaderamente viviendo el amor, y está en realidad luchan-
do contra "un mundo frío, gélido, despiadado y egoísta'', que esas altiso-
nantes exageraciones simplemente disimulan. De esta manera, Dostoievski
emplea la implícita relación de su forma con la tradición literaria; el co-
mentario directo de sus personajes y la parodia satírica para dar a su relato
patético-sentimental una dimensión "ideológica", que define su posición
asombrosamente independiente entre las corrientes literarias sociales del
decenio de 1840-1849.

A esta altura de nuestro análisis debería resultar evidente que Pobres gentes
está muy lejos de ser un mero estallido de compasión irrefrenable y carente
de valor artístico, o un reflejo de las sombrías vivencias de Dostoievski en los
bajos fondos de la vida de San Petersburgo. Por el contrario: es inequívoca-
mente una pequeña obra de arte enredada y elaborada con gran cuidado,
que ya revela muchas facetas del talento sumamente complejo de Dostoiev-
ski. Esto no significa que la obra carezca de compasión o simpatía, o que no
exista en ella la observación. La conmovedora autenticidad de Pobres gentes
nos dice precisamente lo contrario en cada línea; pero siempre debemos re-
cordar que las intuiciones de Dostoievski están dirigidas por sus intenciones
artísticas, y que éstas se plasman en su relación con los valores literarios
y culturales de su época. Para que un análisis de Dostoievski resulte válido y
plenamente satisfactorio es necesario que abarque estos dos aspectos de su
obra, y que explique cómo se influyen mutuamente.
En su excelente libro sobre Dostoievski, Mijaíl Bajtín hace algunos
sorprendentes comentarios sobre la naturaleza polivalente del estilo de
Dostoievski que, en su opinión, siempre se orienta en relación con un po-
sible interlocutor. Con ello, Bajtín quiere decir que las expresiones de los
narradores y personajes de Dostoievski nunca son simples informes des-
criptivos unívocos, o monólogos que pongan de manifiesto el punto de
vista de uno u otro personajes; sus palabras siempre contienen referencias
implícitas o explícitas a un sinnúmero de otras posibles respuestas y pun-
tos de vista. Según Bajtín, el lenguaje de Dostoievski es siempre "dialógico"

210 ... SAN PETERSBURGO


en este sentido, aun cuando no tenga lugar un diálogo real; e ilustra su
afirmación con un cúmulo de detalles finos. 16 En realidad, a partir de esta
intuición llega a ciertas conclusiones extremosas que, en mi opinión - y en
la de otros muchos críticos- , son totalmente insostenibles; * pero su aná-
lisis de la índole "dialógica" del lenguaje de Dostoievski no se ve afectado
por sus otras teorías. En efecto , esta captación interior o intuición puede
ampliarse convenientemente , desde mi perspectiva , para caracterizar mu-
chas más cosas del arte coloquial de Dostoievski. En efecto , en Dostoievski
no sólo es "dialógico" el empleo de su medio, ya que esta misma idea pue-
de aplicarse a la naturaleza de su experiencia creadora, en conjunto. Dos-
toievski era predominantemente una personalidad "dialógica'', que vivió in-
tensamente en medio de las corrientes de la vida sociocultural rusa, y que
se proyectó apasionadamente en los temas surgidos del mundo ruso de su
época. Así como lo hem os demostrado respecto de Pobres gentes, sus obras
continuarán siendo , siempre , reacciones o respuestas ante las cuestiones
planteadas por la tradición literaria rusa, y por los críticos conflictos y de-
bates que dominaban agitando el ambiente sociocultural en el momento
de su concepción.

16 Mijaíl Bajtín, Probl emas de la poética de Dostoievski, 2ª ed., FCE, México, 2003. En el capí-
tulo v se analiza el lenguaje de Dostoievski.
'' Bajtín afirma que Dostoievski creó un tipo totalmente nuevo de "novela polifónica"; una
clase de narrativa distinta de la que se había escrito antes, que otorga autonomía cabal a cada
personaje y hace imposible (e indeseable , desde el punto de vista estético) establecer una pers-
pectiva unificadora que pueda considerarse propia del escritor ruso. Puede encontrarse una
buena crítica, de carácter no político, que señala los puntos esenciales, en G. M. Fridlender,
Realizm Dostoevskogo (Moscú /Leningrado, 1964), pp. 188- 191.

POBRES GENTES ~ 211


TERCERA PARTE

LA FAMA
XII. Belinski y su Pléyade

EL ENTUSIASMO de Belinski por el manuscrito de Pobres gentes rápidamente


hizo que el nombre de Dostoievski llegara a ser proverbial entre su círculo,
y que la fama del joven autor se extendiera a toda la comunidad literaria.
l. l. Panaev, quien le hizo a Dostoievski el cumplido de empezar inmedia-
tamente a imitar su estilo, escribió varios años después: "Lo llevábamos [a
Dostoievski] a hombros por las calles de la ciudad y, mostrándolo al públi-
co , gritábamos: ¡He aquí a un genio que acaba de nacer, y cuyas obras con
el tiempo anularán todo el resto de la literatura pasada y presente! ¡Salu-
dadle con una reverencial ¡Inclinaos! Vitoreábamos su nombre en todas par-
tes , en las calles y en los salones". 1 El tono irónico de este pasaje refleja la
actitud que posteriormente habría de tener la Pléyade de Belinski hacia
Dostoievski; pero confirma la enorme aclamación que recibió. Pobres gentes
no apareció en Noticias de la Patria, pero en enero de 1846 fue publicada
en el Almanaque de San Petersburgo, colección de escritos modernos edita-
da por Nekrásov para presentar la obra de la escuela naturalista. Pero la
fama de Pobres gentes se había afirmado mucho tiempo antes, y Dostoievski
ya había escrito tres meses atrás: "En cuanto a Pobres gentes, medio San
Petersburgo habla de esta novela . Grigoróvich solo vale su peso en oro . Me
dice : je suis votre claqueur-chauffeur"'. 2
Con su habitual impetuosidad y sinceridad, Belinski de inmediato
adoptó al joven autor como amigo íntimo, y hablaba de él a los demás con
afecto sin límites; Turgueniev describe su actitud como positivamente pa-
ternal.
1
Citado en DZhP, p. 121.
2 Pisma, vol. 1 (8 de octubre de 1845), p. 82.

~ 215
"Sí", solía decir [Belinski] orgullosamente, como si él mismo hubiera sido el
responsable de alguna proeza notable; "Sí, mi querido amigo, déjame decirte
que acaso sea un pajarito", y entonces extendía la mano aproximadamente a
una altura de treinta centímetros del piso para mostrar cuán diminuto era,
"pero tiene garras afiladas". Imaginaos mi sorpresa cuando conocí al señor
Dostoievski, poco después, y vi frente a mí a un hombre de estatura más que
mediana -al menos, más alto que el propio Belinski- . Pero en su paroxis-
mo de ternura paternal ante un talento recientemente descubierto, Belinski lo
trataba como a un hijo, como si fuese su propio "muchachito''. 3

"Belinski no podría tenerme más afecto", le decía alegremente Fiódor a


Mijaíl, en el invierno de 1845. 4

De este modo, Dostoievski se convirtió durante una temporada - dema-


siado breve, por desgracia- en el autor más festejado de la sociedad culta
de San Petersburgo; y la reciente gloria de su posición, la aturdidora adu-
lación que recibía de todos lados habría logrado marear o hacerle perder la
cabeza incluso a alguien con una personalidad mucho más equilibrada que
la suya. En su caso, abrió las compuertas de una irrefrenable vanidad que,
hasta entonces, había mantenido herméticamente cerradas. A partir de ese
momento, sus cartas desbordan una exuberancia delirante y un envaneci-
miento perfectamente comprensibles, dadas las circunstancias, pero tam-
bién reflejan una peligrosa falta de dominio de sí mismo .

Pues bien, hermano, creo que mi fama nunca podrá ser mayor que ahora -le
dice a Mijaíl-. Por todas partes una estimación increíble, una entusiasta cu-
riosidad acerca de mí. .. Todo el mundo me considera una especie de prodi-
gio. No puedo siquiera abrir la boca sin que por todas partes se repita que
Dostoievski dijo esto, o que Dostoievski piensa hacer aquello ... Verdadera-
mente, hermano, si te contara todos mis triunfos, no me alcanzaría el papel
para hablar de ellos ... Te digo con absoluta franqueza que en este momento
me siento casi embriagado con mi propia gloria. 5
3
!van Turguenev, Litermy Reminiscences (Nueva York, 1958), p. 148.
-+Pisma, vol. 1 (16 de noviembre de 1845), p 84.
5
Ibid., pp 84 y 85.

216 ... LA FAMA


Aparte del ilimitado engreimiento de Dostoievski, esta misma carta re-
vela, además, una veta desagradablemente vengativa, proveniente, sin
duda, de resentimientos acumulados desde que, en la Academia, Dostoiev-
ski tuvo la exacta conciencia de su inferioridad social frente a sus compa-
ñeros más ricos. Le informa a Mijaíl que dos hombres de letras aristocráti-
cos -los condes Odoevski y Sollogub- preguntaron sobre él (el epígrafe
de Pobres gentes fue tomado de un cuento de Odoevski), y que A. A. Kraev-
ski, el influyente propietario de Noticias de la Patria, le había dicho lisa y
llanamente a Sollogub: "Dostoievski no te hará el honor de gozar de su
compañía". "Lo cual es absolutamente cierto; y ahora este insignificante
pequeño aristócrata se ha montado en su alto caballo , y piensa que me
aplastará con la magnificencia de su condescendencia. "6 Sin embargo, ya
frente a frente con Sollogub , quien inesperadamente lo llama cierto día,
Dostoievski se siente nervioso, confuso y asustado ; y por lo menos asiste a
una elegante recepción en casa del hospitalario conde.
Más importante para Dostoievski que esos encuentros casuales con ca-
zadores de celebridades fue su aceptación en el seno del encantado círculo
interior de la Pléyade de Belinski. De inmediato se unió a las actividades de
renovación literaria que constituían una derivación del grupo , y fue invita-
do por el infatigablemente ingenioso Nekrásov a formar parte del cuerpo de
redactores de una nueva publicación humorística quincenal, llamada El Bu-
fón [Zuboshal], que pensaba publicar. El relato que Fiódor hace a Mijaíl res-
pecto de este proyecto, en el otoño de 1845 , refleja la campaña que estaba
llevando a cabo Belinski contra los eslavófilos.

Las colaboraciones para el primer número incluirán, de Nekrásov, "Sobre va-


rias porquerías de San Petersburgo (desde luego, que han ocurrido reciente-
mente)". La novela próxima de Eugene Sue Los siete pecados capitales (toda la
novela, en tres páginas) . Una reseña acerca de todas las revistas. Las conferen-
cias de Shevyrev sobre la armonía de los versos de Pushkin, demostrada por
el hecho de que, cuando estuvo en el Coliseo y los leyó a las dos damas de su
grupo, todas las ranas y lagartos del Coliseo salieron arrastrándose para escuchar.
(Shevirev dio esa conferencia en la Universidad de Moscú.) A continuación,
la próxima reunión de los eslavófilos, en la que se dem ostrará con aire triun-
fante que Adán fue un eslavo y que vivió en Rusia , y en esta ocasión habrá de

6
Idem.

BELINSKI Y SU PLÉYADE ... 217


demostrarse toda la extraordinaria importancia y utilidad que la solución
de esta gran cuestión social tendrá para la prosperidad y conveniencia de la
nación rusa ... Grigoróvich escribirá la Historia de la semana, incluyendo al-
gunas de sus observaciones. Yo escribiré Las notas de un lacayo acerca de su
amo, etcétera. 7

El propio Dostoievski escribió sobre la inminente aparición de la nue-


va revista, y el anuncio apareció en Noticias de la Patria. "El anuncio causó
bastante alboroto - le dice jubilosamente a Mijaíl-; pues es la primera
vez que se manifiesta tanta espontaneidad y humorismo en este tipo de
cosas. Me recordó el primer folletín de Lucien de Rubempré ."8 Esta alusión
al personaje de Balzac ilustra hasta qué punto la imaginación de Dostoiev-
ski se había exaltado por su todavía novedoso triunfo; es lamentable que
el súbito cambio de suerte de Lucien en Las ilusiones perdidas no le haya he-
cho ser más cauteloso. Efectivamente, el folletín de Dostoievski causó con-
siderable alboroto , pero no precisamente del tipo que él había esperado;
de acuerdo con Grigoróvich, la publicación fue prohibida a causa de algu-
nas frases descuidadas en el anuncio. Hay que reconocer que Dostoievski
se presta a las sospechas cuando se coloca en la actitud sagaz de posible
lector, y escribe que El Bufón "puede ser incluso un pretexto indecoroso
para algo; puede ser incluso la expresión de una especie de pensamiento
descarado . . . , ¡ejem! ¡Tal vez, puede ser todavía mucho más ... tal como va
a la actual tendencia, en particular puede serlo!" (XIII: 4). Realmente, esto
equivalía a jugar con el fuego; y la proyectada publicación fue consumida
por las llamas. Parte del material preparado para El Bufón fue entonces uti-
lizado en una colección editada por Nekrásov con el nombre de Primero,
Abril. Dostoievski colaboró con Grigoróvich y con Nekrásov en un episo-
dio humorístico titulado "¡Cuán peligroso es entregarse a los sueños de
vanagloria! ", título por cierto muy apropiado en lo que concernía a Dos-
toievski.

Al principio, todo marchaba perfectamente para Dostoievski respecto de la


Pléyade ... o al menos es lo que le parecía al ansioso joven iniciado quien, a
7
Ibid. (8 de octubre de 1845), pp. 82 y 83.
8
Ibid. (16 de noviembre de 1845), p 84.

218 <11 LA FAMA


pesar de que no era en sentido literal el "soñador" que posteriormente lle-
garía a ser, había vivido hasta entonces una vida solitaria sin más amigos
íntimos que Shidlovski y su hermano Mijaíl.

Acaba de llegar de París (ya te habrás enterado de ello) el poeta Turgueniev


-le dice a Mijaíl-, y tanto se apegó a mí desde el primer momento, con una
devoción tan grande que Belinski la explica diciendo que se ha enamorado de
mí. ¡Y qué hombre, hermano! Yo mismo me he enamorado de él. Un poeta ,
un aristócrata , talentoso , bien parecido, rico , inteligente , bien educado y de
veinticinco años de edad. Y, para concluir, un carácter noble , infinitamente
franco y abierto , formado en una excelente escuela. Tienes que leer su relato
Andrei Kolosov, en Noticias de la Patria. Es él mismo, a pesar de que no pensa-
ba en autorretratarse. 9

Hay una buena cantidad de vanidad en este pasaje , pero también una
conmovedora inocencia , y una necesidad evidente de amistad auténtica,
necesidad que le hace confundir la famosa, pero superficial amabilidad de
Turgueniev, con un afecto sincero.
El pasaje anterior fue escrito al día siguiente de la primera visita que
hizo Dostoievski al salón de los Panaev, que se había convertido en el lu-
gar de cita preferido de Belinski y de su grupo. Débil de carácter, alegre ,
libertino, con cierto talento para escribir entretenidas viñetas satíricas acer-
ca de la vida elegante de San Petersburgo, el afable Panaev era amigo de
todo el mundo. Su esposa Avdotia no sólo era una célebre belleza, sino
también la más destacada literata de su tiempo, quien logró, además , cierta
notoriedad como novelista. Ya en ese momento, o a punto de serlo, aman-
te de Nekrásov (vivió con los Panaev en un apacible ménage a trois durante
diez años), esa mujer estuvo en el centro mismo de la vida literaria rusa de
mediados del siglo x1x, y sus Memorias constituyen una de las mejores pin-
turas de lo que ocurría entre bambalinas en su época.

Dostoievski nos visitó por primera vez en la noche, acompañado de Nekrásov


y de Grigoróvich -escribe Avdotia-, quienes acaban de iniciar sus respec-
tivas carreras literarias. Era evidente , tan sólo con mirar por primera vez a
Dostoievski, que se trataba de una persona tremendamente nerviosa e impre-

9
Idem.

BELINSKI Y SU PLÉYADE ~ 219


sionable. Era delgado , bajo , de pelo claro, y su piel tenía un tono enfermizo ;
sus pequeños ojos grises saltaban inquietamente de un objeto a otro , y sus
labios descoloridos se retorcían en muecas nerviosas. Ya conocía a casi todos
nuestros invitados, pero era evidente que estaba turbado y no intervenía en la
conversación general. Todos trataban de hacerle participar, como para que se
sobrepusiera a su timidez, y hacerle sentir que era un miembro del círculo. 10

Vencida su cortedad normal, el comportamiento de Dostoievski cambió


por completo, y empezó a mostrar en público esa misma vanidad incontro-
lable, tan notable en sus cartas.

Debido a su juventud y nerviosismo -observa la señora Panaev- , no sabía


cómo comportarse , y manifestaba demasiado claramente su engreimiento como
autor, y la alta opinión que le merecía su propio talento literario . Aturdido·
por el inesperado brillo de su iniciación en la carrera literaria , con los elogios
que llovían sobre él de parte de calificados jueces literarios, por tratarse de
una persona tan impresionable, no podía ocultar su orgullo frente a otros jó-
venes escritores cuya iniciación en la misma carrera era más modesta. Cuan-
do en el círculo aparecían nuevos escritores jóvenes ello podía ser causa de
problemas y discusiones si se les incitaba a llevar la contra , y Dostoievski ,
como haciéndolo de propósito, realmente los provocaba con su irritabilidad y
su tono arrogante, dando a entender que era inconmensurablemente superior
a ellos en talento. t i

Todos los testimonios coinciden en que el comportamiento de Dos-


toievski con la Pléyade habría causado dificultades aun cuando se tratara
de un grupo de santos y no de lo que realmente era; es decir, un círculo de
escritores jóvenes y otros que no lo eran tanto, y que competían por atraer
la atención del público, cada uno de ellos tratando de mimar excesivamen-
te su propia vanidad. Como era de esperar, ocurrió que al cabo de un
tiempo el grupo se volvió en contra de Dostoievski, convirtiéndole en el
blanco de una verdadera campaña de persecución. Para empeorar las co-
sas, el jefe de la cuadrilla fue , por desgracia, ese mismo Turgueniev a quien
Dostoievski, no mucho antes, había considerado su fiel amigo .

10
DVS, vol. 1, p. 140.
11
Ibid. , p 141.

220 .. LA FAMA
Comenzaron a despedazarle -nos dice la señora Panaev-, a herir su orgullo
mediante pequeñas provocaciones deslizadas en la conversación; Turgueniev
era un consumado experto en esto ... Con toda intención arrastraba a Dos-
toievski a discutir y le incitaba hasta los límites extremos de la irritabilidad.
Dostoievski, acosado y arrinconado, a veces defendía con apasionamiento las
ideas más ridículas, que soltaba abruptamente impelido por el acaloramien-
to de la discusión, y sobre las cuales se abalanzaba Turgueniev para burlarse
de él. 12

Era evidente para cualquier observador como la señora Panaev, quien


sentía auténtica compasión por Dostoievski, que éste tenía una personali-
dad anormalmente excitable, y cuya irritabilidad y susceptibilidad debían
considerarse síntomas de alguna afección. Si hemos de creer en el relato de
la señora Panaev, al parecer también Belinski compartía este punto de vis-
ta. Cuando Turgueniev relataba gozosamente alguna de las últimas exage-
raciones o desmesuras de Dostoievski al crítico, su respuesta era: "¡Pues
bien, mira que eres una buena pieza! Te ensañas con un hombre enfermo,
lo incitas, lo provocas, como si no supieras que cuando se encoleriza y
exalta no sabe lo que está diciendo" .13
Tampoco la propia señora Panaev, hacia quien Dostoievski alentó du-
rante varios meses una pasión respetuosa-parece que a distancia-, apro-
baba el despiadado acoso que el escritor tenía que soportar, si bien deja
muy claro que en gran medida él mismo tenía la culpa de sus tormentos.
Grigoróvich no hacía otra cosa que emponzoñar la situación, pues era un
famoso transmisor de chismografía y, por lo tanto, ponía buen cuidado
en informarle a Dostoievski acerca de todo lo que se decía de él en su ausen-
cia; de esta manera, por lo general el escritor llegaba a las reuniones ya su-
ficientemente encendido de ira.
Las cosas llegaron al colmo cierto día del otoño de 1846, cuando Tur-
gueniev fue demasiado lejos en sus burlas. La señora Panaev describe la
escena:

Cierta vez, estando Dostoievski presente, Turgueniev describió su encuentro


en las provincias con una persona que lo creyó un genio, y representó el as-
pecto ridículo de ese individuo de una manera magistral. Dostoievski, blanco
12
Idem.
13
Ibid., p. 142.

BELINSKI Y SU PLÉYADE .. 221


como una sábana , y temblando de los pies a la cabeza, huyó sin esperar a es-
cuchar el resto del relato de Turgueniev. Yo les dije a todos ellos: ¿Por qué
provocar de esa manera a Dostoievski, sacándolo de sus casillas? Pero Tur-
gueniev, que estaba sumamente contento e inspirado, hechizó a los otros a tal
punto que nadie prestó atención a la súbita desaparición de Dostoievski ...
Desde esa noche, ya no volvió a visitarnos, e incluso eludía cualquier encuen-
tro en la calle con algún miembro del círculo ... Al único que veía era a Grigo-
róvich , quien nos informaba que Dostoievski nos insultaba vehementemen-
te ... y que decía que estaba desilusionado de todos nosotros; que éramos
personas envidiosas, despiadadas y despreciables. 14

Hacia noviembre de 1846, Dostoievski escribe a Mijaíl: "Ellos [la Plé-


yade] son todos unos truhanes, devorados por la envidia". 15

Toda esta situación habría resultado difícil de soportar incluso para al-
guien que tuviera nervios más templados que Dostoievski, pero, en su
caso, y después de la triunfante aclamación con que fue recibida su obra
Pobres gentes, la persecución de la Pléyade transformó su vida en una abso-
luta tortura. Sabemos, por lo que nos dice Riesenkampf, que su equilibrio
físico y nervioso ya había mostrado signos de fragilidad; y acabó por de-
rrumbarse por completo, debido a la nueva tensión . En realidad, los pri-
meros síntomas de que sus dolencias se estaban agravando aparecieron
incluso antes del resonante éxito de Pobres gentes. Grigoróvich recuerda que
Dostoievski se desmayó en la calle durante un paseo , en enero de 1845, en
momentos en que ambos contemplaban el desfile de un cortejo fúnebre.
Sobre este episodio, ocurrido cuando Dostoievski estaba trabajando muy
intensamente en su primera novela, Grigoróvich escribe lo siguiente: "El
trabajo persistente y una vida del todo sedentaria causaron graves daños a
su salud; empeoraron su enfermedad, de la cual había tenido manifestacio-
nes esporádicas en su juventud, durante su permanencia en la Academia" .16
Ésta es la única mención hecha por un testigo ocular sobre la salud de
14
Ibid., pp. 142-143.
15
Pisma,vol. 1 (26 de noviembre de 1846), p. 102.
16
DVS, vol. 1, pp. 131y132.

222 ... LA FAMA


Dostoievski cuando era cadete; y puesto que Grigoróvich nos dice que el
desfallecimiento sufrido por Dostoievski en la calle era una "agravación"
de síntomas anteriores, podemos inferir que acaso éstos fuesen mareos o
vahídos pasajeros, y no una momentánea pérdida del sentido, como en el
caso de su desmayo durante el paseo.
La salud de Dostoievski empeoró mucho más en la primavera de 1846,
cuando sufrió lo que él describe como "una grave postración de todo el
sistema nervioso" .17 De acuerdo con el diagnóstico de la época, el ataque o
postración fue causado por una excesiva afluencia de sangre al corazón ,
que dio como resultado una inflamación de dicho órgano ; se le pudo con-
trolar mediante la aplicación de sanguijuelas, y dos fleb otomías. Tras este
tratamiento se le declaró fuera de peligro, pero los médicos le aconsejaron
que siguiera una dieta estricta, que evitara las emociones fuertes y que lle-
vara una vida ordenada y regular; consejo que en su caso era más fácil de
dar que de seguir. A finales de la primavera, su amigo Valerian Maikov le
sugirió que consultara al doctor Stepan Yanovski, joven médico que acaba-
ba de instalar su consultorio . Muy interesado en la literatura , Yanovski se
sintió halagado de contar entre sus pacientes con el celebrado autor de
Pobres gentes, estrechando con él los lazos de una amistad que duró el resto
de sus vidas. Sus reminiscencias de Dostoievski, a mediados del decenio de
1840-1849, constituyen una importante fuente de información y contienen
reveladores detalles acerca de su salud.
Desgraciadamente, Yanovski no nos dice cuál era la enfermedad con-
creta de la que estaba tratando a Dostoievski; alude sólo a cierta "afección
local", cuya curación tardó varios meses. 18 (Esta discreción nos lleva a
sospechar que , muy posiblemente, se trataba de una enfermedad vené-
rea.) A pocas semanas de haberse conocido, los dos jóvenes ya eran amigos
íntimos. Dostoievski también consultó a Yanovski acerca de los desequili-
brios nerviosos que continuaban torturándolo . Esos trastornos habían
empeorado desde los tiempos en que creía que alguien roncaba junto a él
durante la noche; ya habían tomado la forma de verdaderas "alucinacio-
nes", y siempre temió fuesen el anuncio del comienzo de lo que él de-
nominaba kondarshka (apoplejía), es decir, uno de sus ataques de desma-
yo. Todas las mañanas, después de tomarle el pulso y de auscultarle el
corazón, Yanovski le aseguraba que sus "alucinaciones" eran causadas por
17
Pisma, vol. 1 (26 de abril de 1846), p . 90.
18
Para detalles, véase DVS, vol. 1, pp. 154-1 57 .

BELINSKI Y SU PLÉYADE .. 22 3
los nervios, y que su condición física era perfectamente normal; este diag-
nóstico siempre lograba calmar los temores del escritor, y entonces solía
sentarse a tomar una taza de té. No obstante, Yanovski informa de un gra-
ve ataque de esa llamada "apoplejía" durante el verano de 1847. Al es-
cribir luego de la muerte de Dostoievski, Yanovski reconoce que esos
ataques eran síntomas avanzados de "epilepsia"; sin embargo, no queda
claro si realmente pensaba así en el momento en que atendía a Dostoiev-
ski, y además es poco probable que los considerara ataques epilépticos.
De todos modos, si efectivamente tuvo alguna sospecha al respecto, es
evidente que tomó todas las precauciones posibles para ocultársela a su
paciente.
En cuanto a las alucinaciones de Dostoievski, la única noticia que te-
nemos de su existencia es la que podemos extraer revisando las páginas
escritas por Yanovski. Es probable, sin embargo, que Dostoievski haya
descrito esas alucinaciones en Humillados y ofendidos, novela que contiene
gran número de pormenores autobiográficos sobre su vida durante media-
dos del decenio de 1840-1849. El narrador, un joven autor venido a me-
nos, empobrecido, escribe lo siguiente:

Poco a poco , al anochecer, empecé a hundirme en ese estado que ahora se ha


vuelto tan común para mí en la noche en medio de mi enfermedad, y que yo
denomino terror místico. Se trata de un estado sumamente agobiador; de una
angustia de terror hacia algo que no puedo definir; algo imposible de com-
prender y totalmente ajeno al orden natural de las cosas, pero que puede in-
cluso tomar forma en este mismo instante, como burlándose de todas las con-
clusiones de la razón , y que puede plantarse frente a mí como un hecho real
innegable, espantoso, horrible e implacable. Por lo general, este temor se vuel-
ve cada vez más y más intenso , a pesar de todas las protestas de la razón, al
punto de que aunque a veces la mente tiene en esos momentos una claridad
excepcional, pierde todo poder de resistencia. Es despreciada, se vuelve inútil,
y este desgarramiento interior aumenta la angustia del suspenso. Me parece
que es una sensación semejante al tormento de la gente que le tiene miedo a
los muertos. Pero , en el caso de mi congoja, el hecho de que la aprensión sea
indefinida hace que mi sufrimiento sea mucho más intenso aún [3: 208].

Posteriormente, conversando con Vsevolod Soloviev, Dostoievski des-


cribe estos mismos síntomas.

224 ... LA FAMA


Dos años antes de ir a Siberia -decía-, en la época en que pasaba por tantas
dificultades y querellas literarias, fui víctima de una especie de extraña e inso-
portablemente torturante enfermedad nerviosa. No podría decirte cuáles eran
estas horribles sensaciones; pero las recuerdo vívidamente; muchas veces te-
nía la sensación de estar muriéndome, y la verdad es que ... la muerte real
venía a mí, para luego volver a marcharse. 19

Esos accesos de "terror místico", cuyo efecto Dostoievski compara con


la angustia de las personas que temen a los muertos, tal vez puedan inter-
pretarse como una materialización de su sentimiento de culpa respecto de
su padre. ¿Acaso no utilizó la misma imagen en su carta a Mijaíl, luego del
asesinato, al decir que desea calmar la "inquietud" de sus progenitores en
la tumba? De ser así, podemos suponer que sentía algo parecido a lo que
describe, y que esas apariciones le hacían tomar conciencia clara de un ta-
jante "desgarramiento interior" de su personalidad, entre las funciones de
su mente racional y la fuerza todopoderosa de una aprensión irracional
que no podía dominar. No hace falta destacar la importancia que tuvieron
para su futuro esas experiencias psíquicas; es evidente que nos aclaran el
origen de su capacidad de captación de los mecanismos psicológicos, y
también nos explican por qué se negó siempre a creer que un racionalismo
ciego y confiado en sí mismo podría dar una definición satisfactoria de la
existencia humana. Pero esto no habría de volverse decisivo para Dostoiev-
ski sino mucho después; por el momento, sus "alucinaciones" únicamente
contribuían a minar su equilibrio psíquico, y le impedían dominar sus
emociones frente a cualquier oposición u hostilidad.

Toda suerte de rumores e historias que lo ponían en ridículo comenzaron


entonces a recorrer los círculos literarios de San Petersburgo. Una de esas
anécdotas, que aparece en todas las memorias, afirma que Dostoievski ha-
bía insistido en que Pobres gentes fuese impreso en el Almanaque de San
Petersburgo, con las páginas enmarcadas por una franja, para distinguir la
obra de otras colaboraciones. Es imposible establecer si realmente esto

19
Ibid., vol. 2, p. 191.

BELINSKI Y SU PLÉYADE ... 225


ocurrió (la novela no tiene ninguna franja alrededor), pero bien pudo ha-
ber sucedido que Dostoievski haya dicho algo por el estilo durante una
discusión, lo cual dio origen a esta acusación. El rumor continuó acosán-
dolo durante toda su vida. Un año antes de su muerte , en 1880, lo des-
miente categóricamente en una carta dirigida a A. S. Suvorin, en la que le
pide que publique una nota al respecto en su revista Nuevos Tiempos. 20
Otra versión de esta historia afirma que Belinski, quien estaba reunien-
do material para un almanaque propio que se titularía Leviatán, y que tam-
bién le había pedido una colaboración, se encontró con una variante de este
mismo pedido: supuestamente Dostoievski insistía en que su colaboración
fuese colocada al principio o bien al final. Todo este incidente, que proba-
blemente fue imaginario , dio nacimiento a un poema satírico escrito en co-
laboración por Turgueniev y Nekrásov a fines de 1846, que pretende ser la
respuesta enviada por Belinski a la exigencia de Dostoievski. Titulado "El
caballero de la triste figura", define a Fiódor como una "pústula" en el ros-
tro de la literatura rusa, se burla de su infatuada opinión acerca de su proe-
za literaria , y lo ridiculiza por haberse casi desmayado cuando le presenta-
ron a una deslumbrante beldad de la sociedad aristocrática que quiso
conocer al autor de Pobres gentes. Este humillante incidente fue real, y ocu-
rrió en un baile organizado por el conde Vielgorski, a comienzos de 1846.
K. Chukovski, autor del único estudio sobre las relaciones entre Dostoiev-
ski y la Pléyade, hace la siguiente observación: "Es común censurarle a
Dostoievski su caricatura de Turgueniev en Los demonios, pero los que esto
hacen se olvidan de que mucho antes de la publicación de la obra mencio-
nada, Turgueniev fue el autor de una caricatura de Dostoievski -escrita
junto con Nekrásov- en la cual se mofa de su aspecto físico y de su enfer-
medad".21
Por varias razones, aun cuando no fue muy edificante , vale la pena que
nos extendamos en la tormentosa relación de Dostoievski con la Pléyade.
La imagen que el grupo nos da de él como personalidad nos ayuda efecti-
vamente a aclarar una de las principales fuentes de sus personajes y de la
clase de mundo en el que vivían. Si Dostoievski despliega semejante nota-
ble capacidad para describir sentimientos y estados de desconfianza, de
20
Pisma, vol. 4 (14 de mayo de 1880), p. 14 3; véase también DVS, vol. 1, p. 399 , para los
hechos tal como se conocen hasta ahora.
21
K. Chukovski, "Dostoevsky i Pleyada Belinskogo", en N.A. Nehadsov: Stati i Materia/y
(Leningrado, 1926), p. 348.

226 "" LA FAMA


persecución y de exasperación rayana en la histeria , y si tiene la tendencia
a concebir las relaciones humanas tan sólo como una lucha por el dominio
psíquico, seguramente la razón es que conocía demasiado bien esos fenó-
menos en su propia psique. Con frecuencia describe la combinación entre
una excesiva vanagloria y egoísmo y un deseo parejo de aceptación, apre-
cio y amor; y estos mismos sentimientos incompatibles se manifiestan en
sus desastrosas relaciones con la Pléyade.
Además, esos desdichados episodios indudablemente lo llevaron a un
cierto escrutinio crítico interior, y contribuyeron a una maduración que le
permitió verse a sí mismo objetivamente, acaso por primera vez. De todos
modos, sus cartas empiezan a contener algunas observaciones menosprecia-
tivas de él mismo mezcladas con sus acostumbradas alabanzas a su persona
y relatos sobre sus triunfos. "He releído mi carta -le escribe a Mijaíl en no-
viembre de 1845-, y descubro que soy: 1) un inculto y 2) un jactancioso." 22
Esta observación todavía tiene un tono burlesco; pero cinco meses después
se muestra mortalmente serio. "Tengo un terrible defecto: inconmensurable
egoísmo y vanidad. "23 Una de las cartas más mordaces, escrita medio año
después, contiene una apología de su conducta durante una festividad en
Revel, y pone de manifiesto su incapacidad - que posteriormente habría de
encarnar en tantos de sus personajes- para armonizar sus auténticos senti-
mientos interiores con su comportamiento exterior.

Recuerdo que en cierta ocasión me dijiste -le escribe a Mijaíl- que mi com-
portamiento contigo excluía la igualdad recíproca. Mi querido compañero, eso
que dijiste fue totalmente injusto. Pero tengo un carácter tan malo, tan repe-
lente.. Estoy dispuesto a dar mi vida por ti y por los tuyos , pero a veces,
cuando mi corazón está lleno de amor, no me puedes arrancar una palabra
afectuosa. En esos momentos, mis nervios no me obedecen. Soy ridículo ,
odioso, y siempre sufro a causa de las injustas conclusiones que se hacen acer-
ca de mí. La gente dice que soy insensible, y que carezco de sentimientos ..
Puedo demostrar que soy un hombre de corazón sensible y que manifiesta
amor sólo cuando las cirwnstancias externas mismas, o accidentes, me sacuden
sacándome por la fuerza de mi habitual forma de ser desagradable. De lo con-
trario, soy repulsivo. Atribuyo esta falta de equilibrio a la enfermedad H
22
Pisma, vol. 1 ( 16 de noviembre de 1845) , p. 85 .
23
Ibid. (1° de abril de 1846), p. 89.
H Ibid. (enero-febrero de 184 7), pp. 107 y 108.

BELINSKI Y SU PLÉYADE ~ 227


Este análisis de sí mismo y esta autoconfesión nos sirven de mucho para
explicar el talento que tenía Dostoievski para describir las fluctuaciones con-
tradictorias de las emociones de amor-odio en sus personaj es, y su ilimitada
tolerancia respecto del abismo que existe entre las intenciones profundamen-
te sentidas y la conducta manifiesta en todos los asuntos humanos.
Otro motivo que justifica que nos extendamos en esta mezquina y ma-
lévola rencilla entre prima donnas es la huella que dejó en la literatura rusa .
El poema satírico escrito por Nekrásov y Turgueniev circuló en manuscri-
to , y se conservó para la posteridad. 25 Desde luego que el propio Dostoiev-
ski estaba enterado de la existencia de este poema, y tuvo una violenta
entrevista con Nekrásov (puntualmente anotada por la señora Panaev) a
raíz de que se rumoreaba que éste estaba leyendo el poema en voz alta en
varias reuniones de San Petersburgo. Panaev lo satirizó en un malicioso
folletín de escaso tamaño incluido en el cuarto número de Los Contemporá-
neos (abril de 1847) , y en 1855 , a poco de haber sido liberado Dostoievski
de su prisión en Siberia, dicha sátira se amplió como tema para otro bos-
quejo denominado Ídolos literarios, aficionados, etcétera. Sin mencionar
nombres, Panaev vu elve a contar la historia del descubrimiento de Dos-
toievski por parte de Belinski, y su posterior "destrucción" a manos de la
Pléyade , sin dejar de regodearse extensamente en el relato de la ignominio-
sa escena de su desmayo durante el baile que dio el conde Vielgorski.
"Nuestro pequeño ídolo - escribe- empezó a hablar por los codos di-
ciendo disparates y, cuando rápidamente nosotros lo bajamos de su pedes-
tal, quedó por completo olvidado .. . ¡Pobre tipo! Lo destruimos, ¡lo pusi-
mos en ridículo1" 26 Probablemente para esa misma época, Nekrásov volvió
al ataque con un relato que dejó inconcluso, ¡Qué grande hombre soy!, que
satiriza tanto a Dostoievski como a la Pléyade, si bien excluye a Belinski
(y desde luego , a sí mismo) . Este libelo , hallado entre sus papeles mucho
tiempo después de su muerte, fue publicado en 1915. 27
Más importante que todo esto son las reflexiones acerca de este conflicto
que figuran en las obras del propio Dostoievski. Posteriormente, escoge en
particular a Nekrásov y a Turgueniev como blancos de ataques satíricos ver-
daderamente devastadores. A Nekrásov lo imita y lo ridiculiza, de manera
25
Aparece reimpreso en DZhP, pp. 121y 122.
26
Citado en K. Chukovski, op. cit., p. 348.
27
Reimpreso por K. Chukovski (ibid., pp. 350-367); véase también V. Eugenyev-Maksimov,
Zhizn i Deyatelnost N.A Nekrasova, vol 2 (Leningrado , 1950), pp. 198-205.

228 ~ LA FAMA
directa e indirecta, en Memorias del subsuelo; a Turgueniev lo satiriza en el fa-
moso retrato de Karmazinov en Los demonios. No cabe duda de que había mu-
chas razones ideológicas que motivaron ambas humoradas, completamen-
te ajenas a la enemistad personal; pero es seguro que Dostoievski aprovechó
la oportunidad para cobrarse - ¡y con intereses considerables!- parte del
maltrato que él mismo había recibido. Además, toda su actitud hacia la
generación de 1840, tal como la describió en sus obras, estaba hondamente
influida por sus desventuras con la Pléyade de Belinski. En efecto, nunca
se cansó de satirizar la discrepancia entre las posturas morales de los miem-
bros de esa generación y la mezquina sordidez de sus vidas y conductas. Y si
se consideraba particularmente calificado para emprender la tarea de des-
enmascarar las evasiones e hipocresías de esa generación, era porque siem-
pre podía recurrir a sus desdichados recuerdos , para confirmar esos desen-
mascaramientos devastadores que tan brillantemente supo exponer.

BELINSKI Y SU PLÉYADE ~ 229


XIII. Belinski y Dostoievski: I

LAs RELACION ES personales entre Dostoievski y Belinski nunca se vieron em-


pañadas por las despreciables riñas que caracterizaron el breve tiempo en
que el primero fue miembro de la Pléyade. El hecho de que Belinski fuera
mucho mayor que él, como también su posición de autoridad indiscutida,
lo excluyó de la íntima rivalidad que pronto habría de corroer al joven es-
critor poniéndolo en contra de sus contemporáneos; por otra parte Dos-
toievski, como era perfectamente lógico , sentía una inmensa gratitud hacia
el hombre que lo había lanzado a la fama. Además, incluso cuando sus re-
laciones con la Pléyade empezaron a corromperse, Belinski nunca se unió
a los perseguidores ni dejó de exteriorizar en todo momento su desaproba-
ción. Sin embargo , a pesar de toda la buena voluntad de ambas partes, esta
amistad también habría de tener corta vida: el encuentro que se inició con
tan buenos augurios a fines de la primavera de 1845, llegó a su fin en una
discusión durante los primeros meses de 184 7. Así pues, el periodo de
contacto íntimo con Belinski duró poco más de un año y medio; no obs-
tante , esta breve etapa continuó siendo una de las más importantes y me-
morables de toda su existencia.
Belinski tenía una fuerte y apasionada personalidad, que le permitió
instalarse y mantenerse con toda justicia en el centro mismo de la cultura
rusa de su época, al punto de que la bibliografía de memorias en las que se
habla de él es muy voluminosa. Pero el homenaje más sincero y conmove-
dor que jamás haya recibido fue el que escribió Dostoievski al recordar,
casi treinta años después, el estado de exaltación estática que le produjo su
primera entrevista con el extraordinario crítico. Esas reminiscencias fueron
evocadas a raíz de una visita que le hizo a Nekrásov en su lecho de muerte;

230 ...
y la circunstancia de que Nekrásov estuviese agonizando, que sin duda
debió derrumbar todas las barreras de antiguos rencores y agravios, provo-
có que como una oleada invasora regresara el estremecimiento de una pri-
mavera largo tiempo desaparecida en el ayer irrecuperable.

Me separé de él [de Belinski] en un estado de arrobamiento . Me detuve al


llegar a la esquina de su casa, alcé los ojos al cielo, contemplé el día lumino-
so, los transeúntes que pasaban a mi lado , y con todo mi ser sentí que un
momento solemne había ocurrido en mi vida, que había llegado a un cruce
decisivo; algo totalmente nuevo comenzaba, pero algo que yo no había podi-
do presentir ni siquiera en mis más delirantes sueños. (Y por cierto que era yo
en ese entonces un febril soñador.) "¿Y acaso es verdaderamente cierto que
soy tan grande?", me pregunté con vergüenza en un arranque de timidez.
¡Ah, no os riáis!, nunca posteriormente me consideré grande . .. pero en ese
momento .. . ¿era posible resistirse? ¡Trataré de merecer esa alabanza; y qué
gente, qué gente' ¡Ésas son gentes de verdad! Trataré de merecerlas, procura-
ré ser tan noble como ellos, permaneceré "fiel". ¡Ay, cuán frívolo soy, y si tan
sólo Belinski supiera cuántas ideas despreciables y vergonzosas tengo', y
piensan que todo el mundo dice que esos literatos son orgullosos, y fatuos.
Ese tipo de hombres sólo se encuentra en Rusia; son únicos, pero ellos tienen
la verdad, la verdad , el bien y lo auténtico, siempre conquistan y triunfan so-
bre los vicios y el mal. Nosotros ganaremos. ¡Ah, ser uno de ellos; estar con
ellos' ... Ése fue el momento más maravilloso de toda mi vida. 1

Éste fue el estado de ánimo jubiloso que caracterizó la primera etapa


de la amistad de Dostoievski con Belinski, estado de ánimo que, como ya
lo hemos visto , encontraba una perfecta reciprocidad de la otra parte. Dos-
toievski pasó el verano de 1845 con Mijaíl y su familia, en Revel; y al día
siguiente de su regreso a San Petersburgo , se apresuró a visitar a Belinski.
El crítico fue pródigo en consejos, ayuda, aliento y suaves recriminaciones
para su nuevo discípulo. Dostoievski le informa a Mijaíl que Belinski "me
explicó que, para la salvación de mi alma, debo ser intransigente, e insistir
en que no se me pague menos de doscientos rublos en billetes por una
página con cien palabras escritas". 2 Para recuperarse financieramente, Dos-
toievski escribe a toda prisa un trivial cuento cómico corto, en una sola
1
DW (enero de 1877) , pp . 587-588.
2
Pisma, vol 1 (8 de octubre de 1845), p. 81.

BELINSKI Y DOSTO IEVSKI: 1 ~ 231


noche (Una novela en nueve cartas), y lo leyó a la noche siguiente en casa de
Turgueniev. Allí, "causó sensación ... y ya tú [Mijaíl] me dirás si es o
no menos bueno que El litigio de Gógol". 3

Sin embargo, el periodo de júbilo de Dostoievski llegó a su fin con la pu-


blicación de Pobres gentes, a principios de 1846. En efecto, la acogida de
la novela de ninguna manera fue tan favorable como él -y quizá también
Belinski- había esperado. El libro recibió ataques violentos desde mu-
chos lados, siendo las principales críticas que era terriblemente largo y
pesado, muy aburrido, y que se notaba demasiado que su lenguaje era
una imitación de los amaneramientos estilísticos de Gógol. "Pobres gentes
fue publicado el 15 [de enero]", le escribía Fiódor a Mijaíl, dos semanas
después. " .. . ¡Pues bien, hermano ! ¡Cuántas violentas injurias ha recibido
de todas partes1" 4 Dostoievski se consolaba recordando que también Push-
kin y Gógol fueron muy mal acogidos al principio, pero que, sin embar-
go, habían sobrevivido hasta alcanzar renombre universal. Además, esta-
ba contento ante la perspectiva de una inminente campaña crítica a su
favor que dirigiría Belinski, y que habría de incluir extensos artículos es-
critos por Odoevski y Sollogub (en ese momento, llamaba a este último
"amigo mío"). Atribuía las críticas a la falta de comprensión de su técnica
artística ("ni siquiera sospechan que no yo sino Devushkin es quien ha-
bla, y que Devushkin no es capaz de hablar de otra manera"), y además se
sentía animado por el apoyo continuo que le brindaba Belinski.

En mí encuentran una nueva corriente original (Belinski y otros) consistente


en esto: en que yo trabajo mediante análisis y no por medio de síntesis, es
decir, que yo profundizo y busco el todo analizando los átomos, mientras
que Gógol capta directamente la totalidad y de esa manera no es tan profun-
do como yo . Cuando leas mi novela, te darás cuenta de lo que te digo por ti
mismo. 5

3
Ibid. (16 de noviembre de 1845), p. 85.
4
Ibid. (1° de febrero de 1846), p. 86.
5
Ibid., pp. 86 y 87.

232 ... LA FAMA


Pero la gran campaña crítica que Dostoievski esperaba en su favor
nunca se llevó a cabo; y el ensayo que Belinski publicó pocas semanas más
tarde en Noticias de la Patria debió de causarle un amargo desengaño. No
cabe duda de que Belinski no escatimó su elogio de Pobres gentes, y que
saludó su aparición como un acontecimiento de gran trascendencia en la
literatura rusa. Más aún, al defender a Dostoievski en contra de aquellos
que decían que su fama había sido sumamente inflada, profetizó un futuro
deslumbrante para el joven autor. "En el curso de su carrera [de Dostoievski]
muchos talentos aparecerán y se los comparará con el suyo; pero al final
serán olvidados, mientras que él habrá de llegar al apogeo de su fama." 6
No obstante, a pesar de sus calurosas y encomiables palabras, el artículo
de ningún modo se limita al simple homenaj e. Está de acuerdo en que los
defectos subrayados por sus crítico no deben pasarse por alto, aunque
hace hincapié en que son consecuencia de su juventud, de su falta de ex-
periencia literaria, y que se deben más a exuberancia que a carencia de ta-
lento creativo . Con todo, cada palabra de crítica fue un golpe mortal ases-
tado a la ilimitada vanidad y arrogante engreimiento que caracterizaba en
ese entonces a Dostoievski .
Existen algunos testimonios de que, incluso antes de la publicación
de este artículo, Belinski había empezado a tener reservas respecto de
Dostoievski que trató (con mucho tacto pero sin ningún resultado)
de transmitirle al joven autor. Durante el verano y el otoño de 1845,
Dostoievski trabajó tenazmente en su siguiente relato importante: El do-
ble, y fragmentos de esta nueva obra fueron leídos en casa de Belinski.
Grigoróvich recuerda que el crítico escuchaba con atención demostran-
do su aprobación, al punto de exclamar, cada tanto, que sólo Dostoievski
podía captar esas sorprendentes sutilezas psicológicas. 7 Pero P. V. An-
nenkov, también presente durante esa lectura y mucho más conocedor
de la manera de ser de Belinski, se dio cuenta de que su reacción oculta-
ba algo más. Belinski, según dice Annenkov,

constantemente .llamaba a Dostoievski la atención sobre la necesidad de lo-


grar el don o acierto , como llaman los literatos profesionales a la adquisición
de una facilidad para transmitir las ideas o pensamiento propios, desemba-
razándose de las complicaciones de la exposición. Al parecer Belinski no
6
Citado en DRK, p. 30.
7
D. V. Grigoróvich, Polnoe Sobranie Sochinenii, vol. 12 (San Petersburgo, 1896), p 273.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 1 ~ 233


podía acostumbrarse al estilo narrativo del autor, que en ese entonces era
todavía demasiado profuso con constantes retornos a lo que ya había sido
dicho, repeticiones y reconstrucciones de las frases ad infinitum, defectos que
atribuía a la inexperiencia del joven escritor, a su incapacidad para superar
los obstáculos del lenguaje y la forma.

Según Annenkov, Dostoievski "escuchaba las recomendaciones del críti-


co en una actitud de amable indiferencia". 8 Pero, aun cuando podía mante-
ner una actitud de dignidad soberana y de gran aplomo ante esas sugeren-
cias dichas como al tanteo y en medio de la atmósfera todavía amistosa e
íntima de la Pléyade, esos mismos consejos se volvían particularmente hi-
rientes cuando había que enfrentarse a ellos en la frialdad de la letra impre-
sa, que parecía una reiteración de los comentarios hostiles.
El doble fue publicado en Noticias de la Patria, a principios de febrero
de 1846 y, en su artículo sobre Dostoievski, Belinski analiza ambas obras.
Su concepto general acerca de El doble, igual que en el caso de Pobres gentes,
es sumamente favorable. "Para quien conozca los secretos del arte, es evi-
dente a primera vista que en El doble hay aún más talento creador y hon-
dura de pensamiento que en Pobres gentes. "9 Pero la crítica negativa es
igualmente inequívoca. "Es evidente que el autor de El doble no ha adqui-
rido todavía el tacto de la mesura y la armonía y, en consecuencia, mu-
chos le critican aun a Pobres gentes, y no sin razón, su exceso de nimiedades,
si bien este juicio es m enos aplicable en este caso que en El doble. "1º La Plé-
yade no tardó nada en adueñarse de estas observaciones y en repetirlas ju-
bilosamente; p odemos calcular el efecto de esas críticas a partir de una
carta dirigida a Mijaíl en abril de 1846. Fiódor le comunica a su hermano
el revuelo y las discusiones que se han originado en torno de su obra , y
luego añade:

Pero esto es lo que me enferma y tortura: nuestro propio círculo, Belinski y


todos ellos, están disconformes conmigo a causa de El doble [Golyadkin]. La
primera reacción fue incuestionablemente de entusiasmo , creó conversacio-
nes , ruido, palabrerías. La segunda ... , de críticas: a saber, todo el mundo ,

8
Decade, p. 151.
9
DRK, p. 27.
10
Ibid, p. 28.

234 ... LA FAMA


como una sola voz, la de nosotros y de todo el público, considera que Golyad-
hin es tan aburrido y soso y tan extenso que resulta imposible de leer. 11

Ahora el propio Dostoievski coincide con este juicio. "Gran parte de él


fue escrito de una manera apresurada y en un estado de gran fatiga ... Junto
con páginas brillantes , muy logradas , hay otras que son pura basura, que
revuelven el estómago; es imposible leerlas." 12
Fue ése el momento en que Dostoievski sufrió el grave trastorno ner-
vioso al que nos referimos anteriormente , y es evidente que la sacudida que
le produjo su desilusión contribuyó a la afección. "Todo esto - le dice a
Mijaíl- fue el infierno para mí durante un tiempo, y me enfermé de dis-
gusto."13 Sin embargo, logró recuperarse del oolpe, y su amistad con Belin-
ski, al parecer, continuó intacta. Al detallarle algunos de los últimos chismes
literarios en esa misma carta, le informa a su hermano que Belinski abando-
nará la publicación Noticias de la Patria, y que se está preparando para via-
jar, o bien al extranjero , o a algún balneario , para recuperar la salud; como
sostén en el futuro próximo , planea publicar un gigantesco almanaque lite-
rario. "Estoy escribiendo dos relatos: 1) Las patillas rasuradas, 2) Un cuento
acerca de las cancillerías abolidas, ambos de un interés desgarradoramente
trágico, y también -respondo de ello- lo más conciso posible."14 Resulta
evidente que las críticas al exceso de detalles o nimiedades en su estilo ha-
bían dado en el blanco, y que comenzaba a tomarlas en serio.

A principios del otoño de 1846, sin quererlo, Dostoievski se vio de pronto


envuelto en una rivalidad que sacudió toda la vida literaria de San Peters-
burgo , añadiendo un nuevo motivo de tirantez a sus relaciones con Belinski.
Hacía ya mucho tiempo que el crítico estaba en desacuerdo con las cláusu-
las de su contrato con A. A. Kraevski, el pudiente e inescrupuloso editor de
Noticias de la Patria, quien había amasado una considerable fortuna aprove-
chándose del talento y de la popularidad del crítico. Cuando dos miembros
11
Pisma,vol. 1 (1° de abril de 1846), p. 88.
12
Ibid., p. 89.
13
Idem.
14
Idem.

BELINSKI Y DOSTOI EVSKI: 1 .. 235


de la Pléyade, N. A. Nekrásov e I. I. Panaev, lograron obtener el control
editorial de Los Contemporáneos -el famoso periódico fundado por Pushkin,
que desde hacía poco estaba casi en quiebra- , Belinski rompió con Kraev-
ski y se unió a sus amigos. En ese momento, todos los colaboradores de
Kraevski se vieron obligados a elegir entre su antigua afiliación y su lealtad
a los ideales literarios y morales de Belinski.
Este hecho colocó a Dostoievski en una posición sumamente difícil.
En primer lugar, ya había comenzado con su sistemática costumbre de co-
brar por adelantado trabajos aún no escritos, de modo que se encontraba
muy endeudado con Kraevski. Además, su litigio personal con la Pléyade
empeoraba de una manera constante. A pesar de su admiración y gran res-
peto hacia Belinski, ya no se sentía inclinado a seguir a los demás por sim-
ple solidaridad con el grupo; y ahora se había hecho amigo de otra camari-
lla de intelectuales bulliciosos, uno de cuyos miembros -el sumamente
talentoso joven crítico Valerian Maikov- había remplazado a Belinski en
el puesto clave de crítico principal de Noticias de la Patria. Así pues, Dos-
toievski se negó a comprometerse en forma absoluta pasándose al bando
de Los Contemporáneos, y las consecuencias de ese esfuerzo por mantenerse
ajeno a la batalla no tardaron en hacerse sentir. "Tengo que decirte que he
tenido el disgusto de pelearme definitivamente con Los Contemporáneos en
la persona de Nekrásov -le escribe a Mijaíl en noviembre de 1846- . Se
enojó conmigo porque continúo entregándole cuentos a Kraevski, con
quien estoy en deuda , y porque no quiero hacer una declaración pública
de que no pertenezco a Noticias de la Patria. "15
Esa misma carta también contiene el primer indicio de un cambio en
cuanto a la actitud incondicionalmente amistosa de Dostoievski hacia Be-
linski. "Nekrásov ya está casi preparándose a injuriarme. En cuanto a
Belinski, es una persona tan inestable que incluso en las cuestiones litera-
rias sigue cambiando continuamente de parecer. Únicamente con él he lo-
grado mantener mis anteriores buenas relaciones. Se trata de una persona
noble." 16 Por este pasaje parece que Belinski ya había dado muestras de un
cambio de opinión sobre la obra de Dostoievski. Es probable que hubiesen
discutido acerca del cuento de Dostoievski El señor Projarchin (publicado
en el número de octubre de Noticias de la Patria), y que Belinski hubiera
manifestado ciertas reservas. Pero esto se vuelve más probable porque,
15
Ibid. (26 de noviembre de 1846), p. 102.
16
Ibid., p. 103.

236 ~ LA FAMA
al mes siguiente, Belinski volvió a referirse a Dostoievski en una investi-
gación sobre la literatura rusa para 1846; y los términos en que lo critica
son ahora mucho más hirientes y mucho menos elogiosos. Si leemos entre
líneas, podemos vislumbrar la sospecha de Belinski en el sentido de que la
obra de Dostoievski se estaba inclinando hacia una dirección opuesta a
la que él habría deseado que siguiera.
En realidad, Belinski no abandona a su protegido, y comienza por
referirse "a la fuerza, profundidad y originalidad del talento del señor
Dostoievski"; también habla del "inmenso vigor de genio creador" puesto
de manifiesto en El doble, cuyo personaje central "es una de las concep-
ciones más profundas y audaces de las que pueda alardear la literatura
rusa''. 17 Pero el efecto de estos elevados elogios queda modificado consi-
derablemente por una nueva referencia a que El doble es un libro tedioso.
Y en este nuevo artículo Belinski añade una objeción mucho más grave,
que significa un ataque a toda la concepción del libro más que simple-
mente a su ejecución o elaboración. Afirma que El doble "adolece de otro
defecto importante: su ambiente fantástico. En nuestros días lo fantástico
puede tener cabida sólo en los manicomios, pero no en la literatura, pues
es de incumbencia de los médicos, no de los poetas''. 18 Semejantes obser-
vaciones provenientes de quien fuera un fervoroso admirador de Hoff-
mann bastan para justificar la acusación de Dostoievski de que las opi-
niones literarias de Belinski se encontraban en un perpetuo estado de
fluctuación.
En cuanto a El señor Projarchin, los comentarios de Belinski no mues-
tran piedad ninguna. Afirma que se trata de "una desagradable sorpresa
para todos los admiradores del talento de Dostoievski", y considera que la
obra es "artificiosa, amanerada e incomprensible''. Más aún, como si acepta-
ra las acusaciones personales de la Pléyade en contra de Dostoievski, escri-
be que "este extraño relato" parece haber sido "engendrado" por "algo por
el estilo de -¿cómo lo diremos?- la ostentación y la presunción". 19 Nada
pudo ser más hiriente para Dostoievski, dadas las circunstancias, que seme-
jante estocada por parte del hombre cuya autoridad moral seguía siendo
para él una cuestión indiscutible.

17
Works, p. 384.
18
Ibid., p. 385.
19
Idem.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 1 ~ 237


4

La ruptura final entre ambos tuvo lugar en algún momento durante los me-
ses inmediatamente siguientes a la publicación de este artículo. No cabe
duda de que Belinski se sentía desilusionado por la renuencia de Dostoiev-
ski a comprometerse con Los Contemporáneos; y en ese momento empiezan
a aparecer en sus cartas alusiones a Dostoievski que no hacen otra cosa que
repetir la chismografía que corría por los círculos literarios y a expresar dis-
conformidad respecto de su obra. En una carta que le escribe a Turgueniev
a principios de 1847, alegremente Belinski informa que a pesar de que Dos-
toievski aceptó un cuantioso adelanto de Kraevski por una nueva novela
(Netotchha Nezvánova) que se publicaría entre diciembre de 1846 y marzo
de 184 7, hasta ese momento no había aparecido ningún ejemplar. Se ru-
moreaba que cierta mañana Dostoievski había hecho sonar la campanilla de
la puerta de entrada a la casa de Kraevski y que se le había hecho pasar a su
departamento; pero que cuando el editor, que se había vestido apresurada-
mente, hizo su aparición en la sala, todo rastro de Dostoievski se había
desvanecido . "¿No es ésta una escena exacta tomada de El doble7", pregunta
Belinski como con una risita maliciosa. Además, dice que "la corresponden-
cia de Dostoievski entre dos tahúres ,* para sorpresa mía, simplemente no
me agradó ... con gran dificultad pude terminar de leerla. Ésta es la impre-
sión general". 20
Es muy evidente que las acciones de Dostoievski estaban sufriendo un
rápido y nuevo descenso; y las noticias que acaso le llegaban a Belinski
sobre la obra que estaba escribiendo no estarían precisamente favorecien-
do que Fiódor recuperara el aprecio del crítico. En efecto, Dostoievski
abandonó los dos cuentos que pensaba escribir para el proyectado almana-
que de Belinski y se había entregado en ese momento a una nueva fuente
de inspiración. Los títulos de sus dos relatos propuestos nos permiten de-
ducir que se habían mantenido dentro de los límites acostumbrados de la
escuela naturalista; pero Dostoievski había empezado a tener la sensación
de que esa veta estaba agotada para él, y anhelaba iniciar algo totalmente
original. "Todo aquello no es otra cosa sino una repetición trillada de lo

" Esto se refiere a Una novela en nueve cartas, publicada en el primer número de Los Contem-
poráneos.
20
V. G. Belinski , Izbrannye Pisma, vol. 2 (Moscú , 1955) , pp. 296 y 297. Citado en adelante
como IP.

238 ... LA FAMA


que hace ya mucho tiempo he dicho - escribe a Mijaíl a fines de octubre
de 1846- . Ahora ideas más originales, vivas y luminosas están suplicán-
dome que las ponga en el papel. . . Estoy escribiendo otro cuento y el tra-
bajo fluye, como sucedió en el caso de Pobres gentes, fácil, espontáneamen-
te y con buenos resultados." 21 Esa nueva obra era La patrona aosizita en
ruso), de la que vuelve a hablar con entusiasmo tres meses después.
Si , como parece plausible, Dostoievski le confió a Belinski la nueva
orientación que estaba tomando su obra, es indudable que el crítico sólo
pudo considerarla como una confirmación de que las esperanzas en otro
tiempo depositadas en el promisorio joven escritor habían sido ilusorias.
En efecto, La patrona era un evidente retorno al estilo de aquel hoffman-
nianismo ruso que ahora Belinski detestaba con la misma vehemencia con
que anteriormente lo había admirado. Sin duda que le parecería que Dos-
toievski estaba en ese momento traicionando todo aquello por lo que Be-
linski tanto había luchado y los ideales literarios que supuestamente com-
partían. Pero lo cierto es que Dostoievski nunca se comprometió de una
manera tan exclusiva con los principios poéticos de la escuela naturalista
como probablemente creía Belinski basándose en su impresión acerca de
Pobres gentes. Casi en el mismo momento en que ponía fin a su obra en
1845, le escribía a Mijaíl: "¿Has leído Amelya de Veltman, en el último Bi-
blioteca para Lectura? ... ¡Qué cosa más encantadora! "22 En esa nueva obra
del antiguo preferido de Dostoievski aparece un personaje central que se
parece en algo al príncipe Mishkin, en cuanto a la absoluta pureza y sim-
plicidad de su espíritu . Todos lo consideran un "tonto", que vive tanto en
el mundo fantástico del folclore ruso como en el Moscú de 1812 en que se
ubica la obra. Veltman continuamente va y viene moviéndose entre lo real
y lo imaginario al estilo romántico que fue desechado en la década de 1840
como totalmente fuera de moda ; pero Dostoievski evidentemente está mu-
cho menos esclavizado por la moda literaria de lo que podría parecer a
primera vista . Debemos recordar que eligió el epígrafe para Pobres gentes
tomándolo del volumen de V. F. Odoevski, Las noches rusas (1844), cuyos .
relatos y diálogos son la quintaesencia literaria del espíritu schellingeniano
romántico de la Rusia de 1830.
Al escribir a principios de 1848 sobre La patrona, Belinski no pudo ser
más demoledor. Según él, el autor de dicha obra "quería tratar de reconci-
21 Pisma, vol. 1 (fines de octubre de 1846), p. 100.
22
Ibid. (4 de mayo de 1845), p. 78 .

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 1 ~ 239


liar a Marlinski con Hoffmann, añadiendo a esta mezcla un poco de humor
según la última moda y recubriendo espesamente todo esto con el barniz
de un estilo folclórico ruso ... A lo largo de todo este relato no aparece una
sola palabra o expresión sencilla o viva: todo en él es forzado, exagerado,
altisonante, espurio y falso" .23 De no ser por el hecho de que el relato lleva
el nombre de Dostoievski, afirma Belinski, no valdría la pena mencionarlo
para nada en su investigación acerca de la literatura rusa en 184 7. Si Dos-
toievski y Belinski discutieron o no sobre un primer borrador de La patro-
na, es sólo una cuestión que queda librada a la especulación; sin embargo,
no cabe duda de que sus respectivas actitudes acerca del arte se volvieron
a partir de entonces diametralmente opuestas.

s
Aun cuando Dostoievski, como lo sabemos, aceptó la nueva estética del
realismo social que defendía Belinski en el decenio de 1840-1849, nunca
llevó su aceptación a los extremos a los que Belinski estaba dispuesto a lle-
gar al final de su propia vida. La concepción de Dostoievski sobre la índole
y función del arte se había formado bajo la influencia romántica, y siempre
conservó la veneración que tenía el romanticismo hacia la creación estética
como algo sagrado e inviolable. Durante 1846, a medida que aumentaba su
desánimo por tener que producir originales para Kraevski, mientras que él
soñaba con poder escribir en paz y sin presiones, le habla de este deseo a
Mijaíl, con palabras que revelan sus creencias fundamentales. Su aspira-
ción, confiesa, es "al fin poder trabajar para el Sagrado Arte, un trabajosa-
cro realizado con total pureza y simplicidad de corazón ... Un corazón que
nunca antes se había sentido tan estremecido y conmovido como ahora por
todas las nuevas imágenes creadas en mi espíritu" H Es notorio que Dos-
toievski de ninguna manera abandonó la concepción idealista romántica
del arte que sólo es posible distinguir de la religión en cuanto a la forma,
pero no en lo referente a la sustancia; ni tampoco se apartará de esa concep-
ción en ningún momento del futuro.
Aproximadamente en esa misma época, Belinski se oponía tenazmente a
esa concepción, que otrora defendiera con tanta vehemencia, y manifestaba
23
Works, p. 4 78.
24
Pisma, vol. 1 (26 de noviembre de 1846), p. 103.

240 ... LA FAMA


su preferencia por un arte socialmente didáctico como el único que en ese
momento podía perdurar. En diciembre de 1847, le escribe a V. P. Botkin:

Ya no exijo más poesía y habilidad artística que las estrictamente necesarias


para asegurar la verosimilitud del relato; es decir, para evitar que degenere en
la alegoría o que adquiera el carácter de una disertación ... Lo principal es que
debería provocar preguntas, que tendría que tener una influencia moral sobre
la sociedad. Si esto se logra aun careciendo de poesía y de belleza artística,
para mí es, no obstante, interesante, y no lo leo, sino que lo devoro ... Sé que
asumo una posición parcial , pero no deseo cambiarla y siento compasión y
piedad por aquellos que no comparten mi opinión. 25

Estas dos citas acerca del arte, leídas consecutivamente, aclaran una de
las razones por las que Dostoievski y Belinski rompieron relaciones entre
enero y abril de 1847. Dos años más tarde , Dostoievski le dijo a la comi-
sión investigadora del asunto Petrashevski que había discutido con Belin-
ski "sobre ideas literarias y acerca de la tendencia de la literatura. Mi con-
cepción era radicalmente opuesta a la de Belinski. Lo acusé de tratar de
darle a la literatura un significado parcial indigno de ella, rebajándola
al plano de la mera descripción, si se puede decir así, de hechos periodísticos
o de acontecimientos escandalosos". 26 Estas palabras contienen la respues-
ta de Dostoievski a la posición adoptada por Belinski en su carta a Botkin,
posición que Fiódor debió de conocer de labios del propio Belinski, defen-
dida con la típica e irrefrenable vehemencia del crítico. Es probable que
Dostoievski respondiese con igual fogosidad, y puesto que ambos contrin-
cantes eran famosos por su falta de dominio de sí mismos cuando discu-
tían, la ruptura que sobrevino se volvió inevitable.
El juicio final de Belinski sobre Dostoievski fue totalmente negativo,
como podemos apreciarlo tanto a partir de sus observaciones publicadas
acerca de La patrona como a partir de sus comentarios hechos a P. V. An-
nenkov a principios de 1848. "No sé si te he informado que Dostoievski
escribió un cuento, La patrona ... ¡Qué espantosa basura! ... Escribió algo
más después de esto, pero cada trabajo suyo es peor que el anterior ...
¡Realmente le di alas para que se sintiera engreído, amigo mío, al conside-
rarlo un genio' ... Yo, el crítico más prominente, me comporté como un
25
IP, vol. 2, pp. 369 y 370.
26
N. F. Belchikov, Dostoevsky v Protsesse Petrashevtsev, 2ª ed. (Moscú, 1971), p. 105.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 1 ~ 241


asno a la enésima potencia." 27 Tampoco al referirse a Dostoievski como
persona, Belinski, que por lo general era generoso, encuentra palabras más
desfavorables. "De Rousseau, sólo he leído Las confesiones, y a juzgar por
ellas ... siento un fuerte desagrado por ese caballero. Se parece mucho a
Dostoievski, quien está absolutamente convencido de que toda la humani-
dad lo envidia y persigue. "28
Belinski murió varios meses después, el 28 de mayo de 1848, y la reac-
ción de Dostoievski revela cuán hondamente quería aún, a pesar de todas
sus desavenencias, al combativo, voluble y encantador Belinski, a quien se
le llamaba "el furioso Vissarion". En su visita al doctor Yanovski, ese mis-
mo día, Dostoievski entró diciendo: "Compañero, algo verdaderamente te-
rrible sucedió. .. ¡Belinski está muerto 1" 29 Fiódor se quedó en casa de su
médico a pasar la noche y, a las tres de la mañana, sufrió un ataque de
convulsiones, parecido a lo que él llamaba su hondrashka.

27
IP, vol. 2, p. 388.
28
Idem.
29
Citado en ZT, p. 52.

242 .... LA FAMA


XIV Belinski y Dostoievski: II

L A AMISTAD de Dostoievski con Belinski, entre 1845 y 1847, fue la relación


más importante de este tipo en su vida. Ninguna otra persona, con la posible
excepción de Shidlovski, ejerció una influencia tan fuerte sobre él entonces
o más tarde, y todo lo que asimiló o aprendió del crítico constituye el marco
dentro del cual debemos entender su posterior evolución ideológica.
Aun antes de conocerlo en persona, los escritos del crítico de mediados
de la década de 1840 le habían marcado el-rumbo para su propio descubri-
miento artístico. Y el recuerdo del día en que Belinski le confirió el espalda-
razo de la fama, a pesar del desengaño que se produj o al poco tiempo, le
servía para consolarse y sostenerse en medio de sus peores momentos de
desesperación y de dudas sobre sí mismo. Aunque no existieran otros moti-
vos, las dos razones que acabamos de mencionar habrían sido suficientes
para justificar el papel decisivo que Dostoievski siempre le atribuyó a Be-
linski en su historia personal. Pero a estos aspectos accesibles y conocidos
del público respecto de la relación que los unía debemos añadir otro más
íntimo y menos visible: la reconocida influencia directa que el renombrado
crítico ejerció en la formación de las convicciones y creencias del joven.
Treinta años más tarde, Dostoievski publicó dos artículos acerca de Belinski
en su Diario de un escritor, cuyo tono común es que el crítico fue el culpable
intelectual de haberlo puesto en el camino que conducía a Siberia. Desde su
aparición, dichos artículos fueron aceptados sin objeción como material
confiable para la biografía de Dostoievski.
Si lo interpretamos en sentido literal, es indudable que el relato de Fió-
dor es una versión irresistiblemente hagiográfica del gran drama de su con-
ciencia. Antes de conocer a Belinski, era un joven de corazón puro, idealis-

~ 243
ta, quien ingenuamente creía: en el Dios y el jesucristo de su religión de la
infancia. Fue el apasionado y testarudo Belinski, el ídolo reverenciado por
la juventud radical rusa, quien logró convertir a Dostoievski al socialismo y
al ateísmo . El resultado fue su participación en la actividad subversiva,
y posteriormente su arresto, condena y exilio en Siberia. Allí volvió a descu-
brir a Dios y a jesucristo gracias al pueblo ruso, y comprendió que el ateís-
mo solamente podía conducir a la destrucción personal y social.
Esta descripción de los acontecimientos ha sido entusiastamente acep-
tada por todos debido a que satisface tantas de las diversas necesidades
que son colmadas por la obra de Dostoievski. Para el cristiano creyente,
quien encuentra consuelo espiritual en esa obra, la explicación convierte la
vida del escritor en una parábola que ilustra la profunda moral de sus li-
bros. Al crítico de la Rusia soviética comprometido con un ateísmo mili-
tante, le permite ubicar a Dostoievski como parte de aquella leyenda dora-
da de la historia rusa que primero fue creada por los seguidores de Belinski
y que, incluso desde la Revolución, es apreciada como el Evangelio por
una sociedad ansiosa de ver su propia historia a la luz de una unificada tra-
dición revolucionaria. Es posible que Dostoievski haya traicionado esa
tradición al final , pero, n o obstante, se adapta perfectamente a ella, y no es
del todo irredimible. Así pues , lo que perdura como valioso en sus escritos
puede atribuirse a la tutela que recibió del gran antepasado revolucionario.
Como consecuencia de estos intereses opuestos, pero que se apoyan mu-
tuamente, ha habido muy poca preocupación por estudiar los artículos
escritos por Dostoievski en 1873 con sentido crítico, a pesar de que , evi-
dentemente, se contradicen el uno al otro en algunos pormenores y, lo que
es más importante, no concuerdan de una manera exacta con lo que sabe-
mos sobre su vida . Empero, ya es tiempo de hacer el esfuerzo de evaluar la
veracidad histórica del testimonio de Dostoievski, y de que se aborden al-
gunos de los problemas que plantea.
Como primer paso , deberíamos tener en cuenta que estos artículos
fueron escritos mucho después de los acontecimientos que describen, y
que su intención es transmitir una determinada imagen del crítico . Hacia
1870, Dostoievski consideraba a Belinski la fuente simbólica del nihilismo
ruso , que el novelista combatió hasta lo imposible durante el decenio de
1860-1869 y en contra del cual acababa de lanzar su obra más violen-
tamente antirradical, Los demonios . Belinski no era una persona común
acerca de la cual Dostoievski pudiera hablar objetivamente; su nombre se

244 ... LA FAMA


había convertido en lema y bandera para las sucesivas generaciones de ra-
dicales rusos; y sobre este Belinski mítico o simbólico Dostoievski escribe,
en realidad. En una carta dirigida a Nikolái Strájov, quien en una misiva
anterior le objeta la violencia de su lenguaje al referirse a Belinski, Dostoiev-
ski le replica en 18 71: "Insulté a Belinski más como fenómeno de la vida
rusa que como persona". 1 En el retrato que bosqueja de él dos años des-
pués predomina esta perspectiva impersonal; y el resultado , como vere-
mos en seguida, es que logra integrar su propia historia personal -aunque
no haya una adecuación perfecta de los hechos- dentro de la imagen ge-
neral que desea crear sobre la influencia nefasta de Belinski en la cultura
rusa en general.

Comencemos por el bosquej o, lo más breve posible, de la evolución de


Belinski a partir del punto en que lo dejamos en 184 3, hasta el final de su
vida, a principios de 1848 . En efecto , el utópico Belinski socialista de co-
mienzos de los cuarenta no dejó de sufrir cambios; y hacia la época en que
conoció a Dostoievski, en 1845, su punto de vista había evolucionado de
una manera que dejó a Dostoievski absolutamente perplej o.
Cuando Belinski se convirtió al socialismo utópico francés, en 1841 -
1842, recordemos que aceptaba una teoría sólidamente imbuida de valores
morales y religiosos cristianos. Saint-Simon tituló la última obra que escri-
bió antes de morir Nouveau Chri.stianisme; y se puede resumir todo el socia-
lismo utópico francés con ese mismo título.

De esta manera -como escribió sobre el tema V. L. Komaróvich- se creó un


cristianismo "nuevo" y "auténtico'', defendido no sólo por Saint-Simon, sino
también por Cabet, Pierre Leroux, Lamennais, [etc.]. Sin romper abiertamente
todo vinculo con la doctrina cristiana -sin negar, por ejemplo, como Voltaire
y los deístas del siglo xvm, la Divina Revelación como el fundamento de la reli-
gión, pero tampoco declarándose ellos mismos en favor de esta teoría-, los
utopistas concentraron su atención en el tema principal de la moralidad de
los Evangelios, sin dejar de reconocer, a la vez, su carácter divino. 2

1
Pisma, vol 2 (18-30 de mayo de 1871), p. 364.
2
V. L. Komaróvich, "Yunost Dostoevskogo", reimpreso en O Dostoevshom, intr. de Donald

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 .. 245


Todos los socialistas utópicos que alcanzaron cierto renombre en el
decenio de 1840-1849 consideraban (como Dostoievski, en 1838) que jesu-
cristo era un personaje divino, que vino al mundo para establecer las le-
yes que debían gobernar la vida terrenal en el mundo moderno , y cuyas
enseñanzas, luego de siglos de ser deformadas, finalmente se pondrían en
práctica.
El "nu evo cristianismo" del socialismo utópico se basaba en una opo-
sición entre la auténtica religión de jesucristo -una religión de esperanza
y de luz , de fe en las capacidades potenciales del hombre, como también
en la caridad de Dios- y una falsa religión que fomentaba el temor, al
hablar de la condenación eterna. La segunda se consideraba una deforma-
ción y corrupción de las enseñanzas de j esucristo; una desdichada amal-
gama entre el mensaje de Jesucristo y teorías derivadas del fatalismo y de
la desesperanza respecto de lo terrenal, característicos de los cultos "orien-
tales", en medio de los cuales había surgido el cristianismo. Victor Consi-
dérant explica con claridad este contraste en su obra La destinée sociale,
que fue uno de los tratados socialistas más leídos en Rusia durante los
años cuarenta.

¡Cuidado! - les advierte a los defensores de la antigua religión del miedo- ;


¡vosotros , que acusáis a Dios de desear la humillación y desgracia del hombre
aquí en la tierra, pues dentro de poco el hombre habrá conquistado a Dios l
Vuestro dogma, insultante para Dios, pudo prevalecer cuando el hombre ,
en su infancia y desamparo, temblaba frente a Dios, creyendo que se trataba
de un amo bárbaro, de un déspota brutal , cuya ira temía; pero esta imagen
ha dejado de ser adecuada para el hombre que ha crecido en fuerza y en inte-
ligencia; el hombre maduro en cuanto a su fuerza y a su inteligencia recono-
cerá que Dios es su padre, le amará con toda su capacidad de amor, y sabrá
que nada tiene que temer de él, sino esperarlo todo , pedirlo , y contar con que
obtendrá lo que pide ... 3

Por lo que sabemos a través de Spiridion, una fervorosa adhesión al


"nuevo cristianismo" fácilmente coincidía con una furiosa oposición a la

Fanger (Providencia, R. l. , 1966), p . 78. El artículo de Komaróvich, originalmente publicado en


1924, es todavía uno de los mejores estudios acerca de este periodo de la vida de Dostoievski ,
aunque necesita de algunas correcciones en cuanto a detalles.
3 Victor Considérant, La destinée sociale, vol. 2 (París , 185 1), p. 38.

246 ... LA FAMA


Iglesia establecida como fuente de ignorancia y oscurantismo , y como aliada
de la reacción política. Por ende, en la misma carta en que anuncia su con-
versión a un socialismo en el cual "jesucristo delegará Su poder al Padre",
Belinski se burla de un amigo suyo que todavía conserva "su ardiente fe en
el mujik de pequeña barba, quien, sentado eructando en una nube blanca ,
rodeado por una multitud de serafines y querubines , considera que su po-
der es justo, y que sus rayos y relámpagos constituyen demostraciones
racionales".4
Otra característica de esta "religión" socialista utópica era , para decirlo
con las palabras que utiliza Maxime Leroy, que se trataba de "una divíniza-
ción del pueblo",5 a quien invariablemente se consideraba moralmente su-
perior a sus opresores de la clase alta . En consecuencia, Belinski le repro-
cha a Eugene Sue que describa en Los misterios de París al pueblo sólo
"como una chusma hambrienta y andrajosa, condenada por la miseria y la
ignorancia a una vida de delitos", y de no darse cuenta de que "en el pue-
blo existe fe y entusiasmo, hay una gran fuerza moral". 6 Resulta perfecta-
mente evidente que Dostoievski comparte esta misma creencia que se pone
en evidencia en Pobres gentes y que puede ilustrarse también por su entu-
siasmo hacia la obra Teverino de George Sand, novela que demuestra la
inmaculada sublimidad moral de dos parias y vagabundos en contraste
con los hastiados, exangües y cínicos aristócratas que los rodean. "Tienes
que leer Teverino (George Sand en Noticias de la Patria, octubre)", le escribe
entusiastamente Dostoievski a su hermano poco después de terminar Pobres
gentes. "Nada parecido ha surgido todavía en nuestro siglo. "7 Belinski, que
también admiraba a Teverino, * acertadamente sentía que una convicción
similar estaba en la raíz del "humanismo" que Dostoievski mostraba en
Pobres gentes; y la coincidencia inicial entre el crítico y el joven novelista
quedó sellada por esta comunión de valores compartidos. O, al menos, esto
era lo que creía y pensaba Dostoievski cuando estuvo por primera vez en
presencia de Belinski.

4
Worhs, pp. 165 y 166.
5
Maxime Leroy, Histoire des idées sociales en France, vol. 2 (París, 1946-1954), p. 442.
6
Worhs, p. 328.
7
Pisma, vol. 1 (8 de octubre de 1845), p. 83.
* Y al parecer, también le sucedía lo mismo a Henry james (1897): " ... y ¿acaso queda toda-
vía alguien que recuerde Teverino?" Notes on Novelists (Nueva York, 1914), p. 161.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 ~ 247


3

Sin embargo, otras ideas habían empezado a minar poco a poco la adhe-
sión de Belinski a la concepción y al espíritu del socialismo utópico. Se
trataba de las ideas de los hegelianos izquierdistas alemanes, que comen-
zaron a introducirse en Rusia casi al mismo tiempo que los socialistas
utópicos. El hegelianismo de izquierda era primordialmente una crítica
de la religión; y el efecto de su influencia fue poner en tela de juicio el
fundamento religioso de las convicciones socialistas utópicas. En su Vida
de jesucristo, D. F. Strauss consideraba que el Nuevo Testamento no era
una revelación divina, sino una expresión mitopoética de las aspiraciones
históricas de la comunidad judía en aquella época. Se debía a un mero
accidente histórico, sostenía Strauss , que esos mitos se hubiesen materia-
lizado en torno de la figura de Jesucristo, quien no era otra cosa que uno
de los tantos autoproclamados profetas de su tiempo. La esencia del cris-
tianismo, de Feuerbach, era todavía más radical en su secularización de lo
divino , y argüía que, lejos de haber creado Dios al hombre a Su propia
imagen, lo contrario era lo correcto. La especie humana, en su conjunto,
había divinizado sus cualidades superiores y más sublimes, atribuyéndo-
selas a seres sobrenaturales y, al hacerlo así, se había alejado de su propia
esencia. La tarea que ahora tenía por delante la humanidad era reclamarle
a lo trascendente todas las cualidades que con justicia le pertenecían a
ella, y convertirlas en una realidad sobre la tierra, incorporándolas a la
vida social.
Esas ideas estallaron como una bomba entre los occidentales rusos que
ya contaban con suficiente preparación o cultura para apreciarlas, gracias
a su anterior comprensión de las teorías de Hegel. En el año de 1842 llegó a
Rusia un ejemplar de la obra de Feuerbach; y Annenkov recuerda que este
libro estuvo "en manos de todo el mundo" a mediados de los cuarenta.

Puede afirmarse con absoluta seguridad -escribe Annenkov- que en nin-


guna otra parte del mundo el libro de Feuerbach produjo una impresión tan
fuerte como en nuestro círculo "occidental" , y que tampoco en ninguna otra
parte logró cancelar con tanta rapidez los restos de todas las concepciones
anteriores. No hace falta decir que Herzen fue un entusiasta expositor de las
proposiciones y conclusiones de dicho libro; entre otras cosas, relacionaba el
cataclismo que según esa obra habría de producirse en el reino de las ideas

248 ... LA FAMA


metafísicas con el trastorno político anunciado por los socialistas, respecto de
lo cual Herzen una vez más coincidía con Belinski. 8

Empero, Belinski, que se mantenía al día gracias a amigos como V. P.


Botkin y Herzen, no se rindió a las nuevas ideas tan rápidamente como lo
da a entender Annenkov. Tenía, como él mismo confesaba , una necesidad
congénita de religión y todavía estaba discutiendo acerca de Dios con Tur-
gueniev -quien acababa de regresar de la meca filosófica de Berlín- en la
primavera de 1843. Al referirse a una de esas interminables conversaciones,
el novelista recuerda que Belinski dijo con tono de reproche: "Todavía no
hemos decidido la cuestión acerca de la existencia de Dios ... ¡y tú ya quie-
res comerl" 9 No obstante, hacia 1845 , precisamente pocos meses antes de
conocer a Dostoievski, Belinski había llegado a la conclusión, como le escri-
be a Herzen, de que "en las palabras Dios y religión eo oscuridad, tinieblas,
tristeza, cadenas y el knut, y ¡ahora me agradan estas dos palabras tanto
como las cuatro siguientes! "1º Estas frases indican el momento en que el
ateísmo y el socialismo se fundieron en Rusia formando una alianza que ya
nunca más se disolvió del todo (aunque se debilitó un poco en el decenio
de 1870). En realidad, no todos los occidentales rusos querían aceptar el
ateísmo como un nuevo credo obligatorio. T. N. Granovski (quien proba-
blemente más tarde apeló a Dostoievski por esta misma razón)* se negó a
abandonar su creencia en la inmortalidad del alma y cortó relaciones con
Herzen con motivo de esta cuestión, ruptura que tuvo lugar de manera casi
simultánea al primer encuentro entre Dostoievski y Belinski.

Existe todavía otra transformación en la actitud de Belinski que es necesa-


rio tomar en cuenta antes de ocuparnos de los artículos de Dostoievski.
A pesar de que el hegelianismo izquierdista era militantemente antirreli-

8
Decade, p. 35.
9
lvan Turguenev, Literary Reminiscences (Nueva York, 1958), p. 123.
º IP, vol
1
2, p 259.
• Granovski es uno de los antecedentes del Stepan Trofimóvich Verkhovenski, en Los demo-
nios, que constituye el retrato estupendamente caricaturizado, pero en el fondo simpático , del
arquetípico liberal ruso de los años 1840.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 ~ 249


gioso, al principio sólo atacaba la historicidad y divinidad de Dios y de Je-
sucristo; se dejaban intactos los valores morales y religiosos que Jesucristo
proclamó ante el mundo. Feuerbach, sobre todo, afirmaba que los valores
religioso-morales cristianos constituían la esencia auténtica de la naturale-
za humana; no se proponía remplazar esos valores por otros, sino verlos
realizarse en el amor del hombre hacia sus semejantes, en lugar del hom-
bre hacia Dios. "Su único propósito -como lo señala Karl Lówith- era
quitarle al predicado religioso el 'sujeto', Dios; no oponía objeciones a los
predicados en sí mismos, cuando se los interpretaba según el acertado sen-
tido humano." 11 Empero, muy pronto la negación de la divinidad de Jesu-
cristo llevó a cuestionar los ideales religioso-morales proclamados por él; y
mucho ayudó a que esto sucediera la aparición del último y más sensacio-
nalista de los tratados hegelianos de izquierda , El ego y lo que le es propio,
de Max Stirner. Este au tor afirmaba que la aceptación de cualquier valor
moral abstracto o general constituía un impedimento para la libertad del
hombre, y que lo alejaba de la posibilidad de conocer su personalidad,
tanto como la creencia en seres sobrenaturales. No hubo grupo del que
más se burlara, ni opositor que atacara con más crueldad, que a los socia-
listas y a los liberales todavía aferrados a su ideal general de "humanidad".
Según Stirner, lo fundamental para el yo individual es simplemente lasa-
tisfacción de sus propias necesidades, cualesquiera que éstas sean; es la
suya la filosofía de una exaltación del yo, totalmente subjetiva, y totalmen-
te amoral.
Belinski conocía el libro de Stirner, y lo menciona en una carta de fe-
brero de 184 7. *También sabemos, por Annenkov, que estaba muy intere-
sado en esa obra durante el verano del mismo año. "Sería una puerilidad
-nos informa Annenkov que Belinski decía- asustarse de la palabra
'egoísmo' por sí misma. Se ha demostrado que el hombre siente y piensa y
actúa invariablemente de acuerdo con la ley de los instintos egoístas y que, ·
11
Karl Lówith, From Hegel to Nietzsche (Nueva York, 1967), p. 336.
* Por lo que tal vez no pase de ser una coincidencia fortuita, el nombre de Stirner aparece
ligado al de Dostoievski en la carta de Belinski. Tras nombrar a Stirner, dice: "De paso, casi lo
olvido ... hay una anécdota muy divertida acerca de Dostoievski". Y pasa a contar el episodio
(antes mencionado) de cuando Dostoievski no pudo entregarle un manuscrito a Kraevski, se
asomó a su puerta, pero desapareció súbitamente.
Esto ha suscitado bastantes especulaciones, pero no es posible determinar su importancia.
Sin embargo, acaso signifique que ambos habían discutido sobre Stirner, y que su nombre le
recordó a Belinski el de Dostoievski.

250 <111 LA FAMA


en realidad, no puede tener otro tipo de instintos." Pero ocurría que Be-
linski no consideraba el término tal como lo hacía Stirner; es decir, en su
sentido más estrechamente egoísta, y que creía que con el tiempo los indi-
viduos podrían llegar a comprender que "sus propios intereses egoístas
son idénticos a los de la humanidad, en su conjunto".12 Lo que importa,
sin embargo, es la evidente predisposición de Belinski a aceptar la concep-
ción no idealista de Stirner respecto de las raíces de la conducta humana,
el deseo del crítico de encontrar una base nueva , más "práctica" y "racio-
nal" para sus valores. Descubrimos que el fundamento de su atracción ha-
cia el materialismo fisiológico de Émile Littré es este mismo impulso; y en
esa época, cuando se encuentra rodeado de amigos, comienza a referirse a
los socialistas utópicos, que tienen siempre la mirada perdida en las estre-
llas, con despreciativa obscenidad, como "esos insectos incubados en el
montículo de estiércol salido del trasero de Rousseau". 13
La nueva orientación de Belinski, ningún secreto para nadie, era abier-
tamente exteriorizada en las páginas de Los Contemporáneos. Su importante
manifiesto, aparecido en el primer número, y en el cual define la orienta-
ción ideológica del rejuvenecido periódico, muestra pruebas indiscutibles
del cambio operado en sus ideas. "La psicología que no se basa en la fisio-
logía -declara Belinski bajo la influencia de Littré- es tan incongruente
como la fisiología que desconozca la existencia de la anatomía." Mirando
hacia los futuros triunfos de la ciencia física, predice que llegará el día en
que "el análisis químico demostrará el misterioso laboratorio de la natura-
leza" , y que "mediante observaciones del embrión ... podrá rastrear el pro-
ceso físico de la evolución moral" .14 El excelente historiador soviético del
periódico , Eugeniev-Maksimov, también afirma que

las recetas propuestas por el socialismo utópico ya en [184 7] se habían des-


prestigiado a los ojos de la mayoría de los colaboradores de Los Contemporá-
neos . Las expresiones escépticas y hasta desdeñosas respecto de esta tendencia
en el pensamiento social de Europa occidental, de ninguna manera son ex-
cepcionales . .. Particularmente característico en este sentido es el juicio de
Annenkov, en su obra Cartas de París. 15

12
Decade, pp. 211-213.
13
IP, vol 2, p. 286.
14
Works, p. 369.
15
V. Eugenyev-Maksimov, Sovremennik v 40-50 Godokh (Leningrado , 1934), pp . 143 y 144.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 ~ 251


Estos influyentes artículos ponían en ridículo a pilares del utopismo
tales como Pierre Leroux, Cabet y Victor Considérant, y elogiaban a Proud-
hon, quien acababa de publicar su Systeme des contradictions économiques,
por haber abandonado las fantasías, y por dedicarse al estudio de las leyes
económicas que rigen la sociedad actual. "Tus cartas son nuestro deleite",
le escribe a Annenkov a principios de la primavera de 1847, 16 confirman-
do la observación de este último de que, en esos dos o tres años finales de
su vida, Belinski "estaba interesado en las nuevas definiciones que surgían
acerca de los derechos y obligaciones del hombre, en la nueva verdad pro-
clamada por las teorías económicas que estaban liquidando todos los con-
ceptos de la antigua y desplazada verdad acerca de la moral, el bien y la
nobleza sobre la tierra, y colocando en lugar de ellas fórmulas y tesis del
más puro carácter racional" .17
Como nota final, deberíamos también señalar el abandono, por parte de
Belinski, de su anterior idealización del "pueblo". A comienzos de 1848 de-
fiende a Voltaire en una carta dirigida a Annenkov, aun cuando el extraordi-
nario francés "a veces llamaba al pueblo 'vil populacho"'. Belinski justifica
esta frase insultante "porque el pueblo es inculto, supersticioso, fanático, se-
diento de sangre, y le encantan las torturas y las ejecuciones". Añade que
Bakunin (en aquel momento revolucionario fervoroso) y los eslavófilos, a
causa de su exagerada idealización, "me han ayudado mucho a liberarme de
una mística fe en el pueblo" .18 Ésa es la atmósfera del último periodo del
pensamiento de Belinski, que se inició poco después de haber conocido a
Dostoievski en 1845, y que sin duda ya era muy visible en 1846. Todas las
pruebas nos llevan a creer, al contrario de la opinión generalizada, 19 que
Dostoievski conocía perfectamente las manifestaciones de este cambio en las
ideas de Belinski.

Por lo tanto, en el tiempo que duró la amistad entre Dostoievski y Belinski, el


crítico se desplazaba (o más bien, oscilaba) entre un "humanismo" feuerba-

16
IP, vol. 2, p 302 .
17
Decade, p. 208.
18
IP, vol. 2, p. 389.
19
A. Rammelmeyer, "Dostoevskij's Begegnung mit Belinskij", Zeitschrift für Slavische Philolo-
gie, núm. 21 (1951-1952), pp. 1-5.

252 ... LA FAMA


chiano con tonalidades religioso-morales y la aceptación de un punto de vis-
ta más "racional", con tendencia hacia el materialismo mecanicista y el deter-
minismo moral. Es difícil aseverar en forma definitiva si Belinski, antes de su
muerte, negó alguna vez su "humanismo" de un modo absoluto; menciona-
remos en un capítulo posterior las pruebas que indican lo contrario. Pero no
cabe duda de que se estaba inclinando en esa dirección, a pesar de que siem-
pre debemos recordar que Belinski no tenía muy buena opinión de la cohe-
rencia intelectual como tal, y que gustosamente habría adoptado como su
lema -en el caso de haberlo conocido- el aforismo emersoniano de que
"una coherencia disparatada es el duende de los cerebros insignificantes".
Resulta asombroso comprobar que el retrato apresurado de Belinski
que bosquejó a grandes líneas Dostoievski coincide, en cuanto a su capta-
ción de lo esencial, con la imagen que surge de un estudio cuidadoso de
todos los demás materiales. "Aunque valoraba la razón , la ciencia y el rea-
lismo por encima de todo -escribe Dostoievski- , al mismo tiempo él
[Belinski] comprendía más profundamente que nadie que la razón, la
ciencia y el realismo por sí solos únicamente podrían construir un hormi-
guero, pero no una 'armonía' social dentro de la cual le fuera posible vivir
a la humanidad. Sabía que , en la base de todo, estaban los principios mo-
rales"; y también sabía que , al atacar el cristianismo , que se fundamenta en
la responsabilidad moral del individuo, no sólo estaba minando los ci-
mientos de aquella sociedad que deseaba destruir, sino también negando
la libertad humana. Pero, según Dostoievski, Belinski creía , además, que el
socialismo habría de devolverle a la persona su libertad, elevándola así a
alturas hasta ese momento nunca soñadas. 20 En los dos artículos que escri-
be Dostoievski en 1873 presenta una acertada descripción de esta compli-
cada configuración ideológica del último periodo de la vida de Belinski. En
realidad, en el contexto que hemos presentado a grandes rasgos, resalta el
hecho de que uno de esos artículos describe al Belinski que no ha abando-
nado todavía los ideales del socialismo utópico, y que acaso aún fuese por
momentos un "nuevo cristiano". El otro , que tal vez incluye recuerdos de
un tiempo un poco posterior , nos muestra al ateo Belinski en el proceso
de desechar, de sus ideas , las antiguas bases religioso-morales. No obstan-
te, en ambos casos, lo que Dostoievski nos cuenta acerca de sus relaciones
con Belinski contiene ciertas deformaciones.

20
DW (núm. 1, 1873), pp. 6 y 7.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI : 11 ~ 253


Es el Belinski socialista utópico quien predomina en el artículo titula-
do "Una de nuestras falsedades contemporáneas". Se trata de un documento
sumamente importante, en el cual se incluye el único testimonio públi-
co directo que Dostoievski haya dado nunca acerca de su participación en
el asunto Petrashevski y sobre los motivos que en ese momento lo inspira-
ron. Su propósito al escribir este artículo era convencer a sus lectores del
decenio de 1870-1879 de que los radicales de ninguna manera habían sido
personas impelidas a actuar por razones ruines o ignominiosas; y para de-
mostrarlo, recuerda su propio pasado como antiguo miembro del círcu-
lo de Petrashevski. De esta manera, le saca brillo a una descripción del so-
cialismo utópico de los años cuarenta, que pone de relieve su carácter
religioso-moral.

Sin embargo, en aquellos días la cuestión era vista a la luz más rosada y más
angelicalmente moral. En realidad, verdaderamente, el socialismo que enton-
ces acababa de nacer solía ser comparado, incluso por algunos de sus promo-
tores o cabecillas, con el cristianismo, del cual se le consideraba como un mero
correctivo y una versión mejorada, más acorde con el siglo y con la civili-
zación. Todas estas nuevas ideas nos agradaban muchísimo en San Petersbur-
go, y nos parecían sagradas y morales en el grado más alto y, lo que era más
importante, universales; es decir, la ley futura para toda la humanidad, sin ex-
cepción . .. En 1846, Belinski ya me había iniciado en toda la verdad de esta
futura "regeneración del mundo", y también en toda la santidad de la futura
sociedad comunista. 2 1

La verdad deformada en este caso es el hecho de que Dostoievski afirma


que fue Belinski quien lo instruyó acerca de esas ideas. Sabemos perfecta-
mente que se había convertido a esta especie de socialismo moral-religioso
por lo menos varios años antes de conocer al crítico, en un periodo, para ser
exactos, en que Belinski todavía lanzaba anatemas contra las almas envueltas
en tinieblas, ignorantes, que creían que la "realidad" podía mejorarse y que
se negaban a "reconciliarse" con sus imperfecciones. En cuanto a las razones
que pudo tener Dostoievski para invertir de esta manera la cronología, sólo
cabe hacer conjeturas; la explicación más aceptable es que, como novelista,
por instinto buscaba la síntesis dramática, y que aquí presenta su propia vida

21
Ibid., p. 148.

254 ... LA FAMA


como lo habría hecho con cualquier otro material literario; es decir, de la
manera que causara mejor impresión. Al fin y al cabo , es cierto que Belinski
desempeñó el papel que le atribuye Dostoievski en la cultura rusa del dece-
nio de 1840-1849. ¿Para qué confundir al lector con los pormenores insigni-
ficantes de su propia historia personal auténtica, con lo cual lo único que se
habría logrado sería complicar innecesariamente el cuadro restándole, ade-
más, fuerza a la imagen que estaba tratando de transmitir? Por otra parte, así
como se identificaba con los personajes de sus novelas en el momento de
escribir, seguramente que Dostoievski se imaginaba a sí mismo como uno
de los soldados de ese numeroso ejército que había tenido la oportunidad de
vislumbrar por primera vez aquella "futura regeneración del mundo" pre-
sentada en las páginas escritas por el célebre crítico.
Sin embargo, en el otro artículo que le dedica a Belinski - escrito uno o
dos meses después-, Dostoievski describe una imagen totalmente distinta .
Ello se debe a que su propósito de entonces era convencer a sus lectores de
que el socialismo y el cristianismo son fundamentalmente incompatibles. No
cabe duda de que sabía muy bien que, desde el punto de vista histórico, so-
cialismo y cristianismo habían sido compatibles, cuando menos por un breve
periodo; y también sabía, como podemos comprobarlo por el artículo que
acabamos de analizar, que su propio socialismo fue precisamente de este tipo
o de esa especie cristiana. Pero como desea demostrar que esa combinación
era verdaderamente inconciliable con la teoría final del Maestro, recurre a su
propia experiencia de la etapa última de la vida de Belinski para demostrarlo;
y lo mismo que en el caso anterior, adorna sus recuerdos para transmitir la
impresión de que no son autobiográficos en el sentido estricto del término.
Lo que hace es insinuar (sin decirlo explícitamente) que Belinski lo convirtió
al ateísmo y a aquella negación de los valores religioso-morales cristianos que
normalmente acompañaba ese tipo de conversión a finales de los años cua-
renta. Es evidente aquí la intención polémica: en Rusia , el socialismo ha sido
ateo y totalmente anticristiano desde su inicio mismo, y resultaba imposible
mantener ninguna vinculación entre dicho socialismo y la moral cristiana.
Éste fue un tema muy importante a principios de los años setenta, cuando
una nueva generación de radicales -los populistas rusos- comenzó a retor-
nar a un cristianismo más o menos secularizado, que sus predecesores habían
abandonado veinte años antes.
Existe solamente un detalle en las reminiscencias de Dostoievski para
el cual contamos con confirmación histórica. "De ningún modo exagero su

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 ~ 25 5
[de Belinski] inclinación hacia mí, al menos en los primeros meses de
nuestra amistad - escribe Dostoievski- . Yo lo consideraba un apasiona-
do socialista, y él comenzó de inmediato a convertirme al ateísmo. "22 Una
breve nota escrita por Belinski a Dostoievski, a mediados de junio de 1845 ,
confirma la autenticidad de estas palabras. "Dostoievski, mi alma (inmor-
tal) suspira por verte", 23 escribe Belinski en tono satírico . La amistosa iro-
nía de este paréntesis nos está indicando la acumulación de discusiones
acerca de un tema que, como nos enteramos por Annenkov, estaba en ese
momento a punto también de ser debatido en Moscú por Herzen y Gra-
novski. Además, podemos deducir que a Belinski le estaba resultando mu-
cho más difícil dominar al joven de lo que acaso había esperado .
Es muy probable que el ataque de Belinski le haya caído de sorpresa a
Dostoievski, y que fuese ésa la primera vez que tomaba conciencia con un
sentimiento de sobresalto respecto de la posibilidad de conflicto entre su
fe religiosa y sus convicciones socialistas. Nutrido en los románticos socia-
listas franceses, no tenía motivos para anticiparse al hecho de que acaso
resultase imposible conciliar religión y socialismo. Fuese lo que fuera lo
que en realidad sucedió, lo cierto es que el intento polémico de Dostoiev-
ski, en 1873 -su deseo de demostrar que entonces el socialismo y el
cristianismo eran irreconciliables- enturbia o confunde los términos del
relato sobre el cual está informando. "Como socialista, él [Belinski] estaba
obligado a destruir las enseñanzas de jesucristo, a denominarlas filantropía
(chelovekolyubie) engañosa e ignorante, condenadas por las modernas teo-
rías científicas y económicas. "2-l
Para un lector incauto (y hasta donde llegan mis conocimientos , no ha
habido otros) , parecería que Dostoievski está defendiendo "las enseñanzas
de Jesucristo" en algún sentido convencional; es decir , como si estuviese
discutiendo del lado del "mujik de la pequeña barba" sentado en su nube.
Pero tendría que resultar obvio que no se podría acusar de semejante inge-
nuidad al lector de George Sand y al autor de Pobres gentes.
Si Belinski estaba atacando a Dostoievski por seguir creyendo en "las
enseñanzas de Jesucristo", esto sólo podía significar, dentro del contexto
de la época, el "nuevo cristianismo" del socialismo utópico. Dostoievski
trata de crear confusión en torno a este hecho ocultándolo por razones
22
Ibid., p. 6.
23
IP, vol. 2, p. 259.
H DW (n úm 1, 1873), p. 7.

256 ... LA FAMA


El doctor M. A. Dostoievski

La señora M. F Dostoievski
La casa de campo de los Dostoievski en Darovoe.
En esta heredad vivió el escritor las épocas más feli ces de su pubertad

Un correo del gobierno en misión.


El correo llegó a ser un símbolo del gobierno brutal y opresor
a cuyo servicio estaba Dostoievski
La Academia de Ingenieros

Interior de la Academia. Un dormitorio
'.

El viejo Pokrovski corriendo


tras el ataúd de su hijo

N.A. Speshnev
El hermano mayor de Feodor, M. M. Dostoievski, en 1847
M. V Butashévich-Petrashevski en 1840

V G. Belinski en 1843
·-- IJ~t '·Á
--- l¡d'~~,,
Ñ~ ·' 11'1~ ...~J'* < ·tv

.,,,,...¡. .
Á{ i t( ,..,,,.,,. ,,,
/ - /_ Id 4t

Caricatura de 1848 que muestra a Dostoievski


conversando con su editor, A. A. Kraevski

DosTOIEVSKI: ¿Puedo preguntarle si ha leído mi cuento?


KRAEVSKI:Lo he leído; es regular, no malo; tiene lagunas aquí y allá, y una visión superficial
del tema ... (Con estudiada seriedad) ¿Sabe usted? Su cuento no es, en realidad, un cuento,
sino un estudio psicológico.
DosTOIEVSKI: Muy cierto, seflor. . Tal vez se dignó usted olvidar que ésa es la opinión del
señor M[aikov), como le expliqué en la carta que envié con el cuento
V N. Maikov. Retrato de los años cuarenta

Vista de la Perspectiva Nevski


evidentes de estrategia ideológica, pero su elección de terminología en ruso
en realidad lo traiciona , poniendo al descubierto el verdadero sentido de
sus palabras. Podía, según parece, embrollar su perspectiva histórica, pero
le resultaba imposible falsificar su estilo. En efecto , es inconcebible que
Belinski haya atacado la religión del "mujik de la pequeña barba" llamán-
dola chelovekolyubie. Este término sólo era apropiado para el socialismo
utópico , a cuyos defensores Belinski empezaba a hacer objeto de sus ata-
ques - y contra el cual seguramente ya estaba despotricando- con la
característica belicosidad exacerbada que mostraba por lo general en se-
mejantes ocasiones.* Igualmente delatoras son sus otras objeciones a las
"enseñanzas de Jesucristo", pues precisamente en ese momento se había
iniciado el proceso de censurar o desaprobar la relación entre el socialismo
utópico y la fe sobrenatural, en nombre de la "ciencia" moderna (Strauss y
Feuerbach), y de las recientes teorías económicas (Proudhon) que estaban
surgiendo con objeto de remplazarlo.

* Alrededor de 1840, la palabra chelovekolyubie se utilizaba frecuentemente para caracterizar


al "humanismo" moral y religioso que imperaba en esa época, propio de la escuela naturalista
rusa y de su afín, la escuela "filantrópica" francesa. Belinski escribe que Eugene Sue, como fran-
cés, "no es un extraño que no siente simpatía por los caídos y los débiles. El humanismo y el
chelovekolyubie son las más notables características nacionales de los franceses" . IFS, vol. 2,
p. 12 7. Shevyrev censuró la antología en que por primera vez se incluyó Pobres gentes, ya que
quienes participaron en su publicación convirtieron el arte en "un agente de la tendencia chelo-
vekolyubivoi". Véase M. Poliakov, Vissarion Belinski (Moscú , 1960), p 419.
Así, esta palabra había significado la aplicación de los ideales morales y sociales del cristianis-
mo a la existencia humana. No tenía un carácter teológico particular; y fue en este sentido en el
que Dostoievski siguió considerando el término. Solamente un año después de haber escrito
el artículo sobre el que se estableció el debate, el autor apuntó algunas notas en relación con Un
adolescente; aquí señala que la palabra chelovekolyubie significa "buenas acciones sin intervención
de Cristo", lo cual es para él una idea calvinista (por ejemplo , característica de Rousseau). Induda-
blemente , esta definición agrega a la palabra un matiz que recuerda a Feuerbach; es decir, una
combinación de moral cristiana y ateísmo doctrinal; por otra parte, en el artículo conserva el otro
sentido de "nuevo cristianismo", que fue aplicable a la propia posición de Dostoievski en los
años posteriores a 1840. Sin embargo, en ambos casos el hincapié se hace sobre "buenas accio-
nes", pero éstas no tienen un significado supraterrenal, exclusivamente religioso. Literatumoe
Nasledstvo, núm. 77 (Moscú, 1965), p . 89. Véase también el debate que se estableció en torno a
la palabra en la monumental obra Slovar Sovremennogo Russkogo Literatumogo Yazyka, vol. 17
(Moscú-Leningrado , 1965), p . 828. En este último libro, la palabra mencionada significa "amor
de los seres humanos, de la humanidad; humanitarismo", y no se hace referencia al sentido reli-
gioso del término .

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 .. 257


6

El núcleo central del retrato que presenta Dostoievski de Belinski se con-


centra aquí en una discusión sobre el problema de la responsabilidad mo-
ral del individuo y, por ende , el tema del libre albedrío. Esta cuestión tuvo
una importancia tan trascendental para el Dostoievski posterior, quepo-
dríamos inclinarnos a pensar que no pudo resistir a la tentación de intro-
ducirlo de contrabando, anacrónicamente, en el decenio de 1840-1849.
No obstante, si hemos de ajustarnos a los hechos reales, el amigo de Dos-
toievski, Valerian Maikov, atacó a Belinski sobre este mismo tema en el
invierno de 1846-1847; y su ataque fue lanzado desde una oposición so-
cialista utópica, que recurre a la figura de j esucristo como el gran símbolo
de la libertad moral del hombre para desembarazarse o salvarse del deter-
minismo material.
Tal como Dostoievski lo presenta, el diálogo se inicia con Belinski ne-
gando que las sufrientes y oprimidas clases bajas tengan ninguna respon-
sabilidad moral por sus acciones.

"Pero, ¿no sabes?", gritó él [Belinski] cierta noche (algunas veces cuando se
encontraba en un estado de gran excitación solía gritar), "¿no sabes que es
imposible abrumar al hombre con pecados, y cargarle de deudas y poner la
otra mejilla, cuando la sociedad está organizada de un modo tan ruin , que el
hombre no puede evitar cometer delitos, cuando económicamente se lo em-
puja a la vida delictuosa, y que es estúpido y cruel exigir a los hombres aque-
llo que , por las mismas leyes naturales, no pueden hacer aunque ellos mis-
mos quisieran ... 7" 25

Es evidente que el Belinski que habla aquí ha dejado de ser aquel "hu-
manista" de otros tiempos, que reaccionaba ante el estímulo emocional de
los valores morales y religiosos cristianos; ésta es la voz del admirador
de Littré, y acaso también del lector de Max Stirner, quien considera que la
voluntad moral es impotente o simplemente que no existe, y que los actos
criminales de los oprimidos son tan sólo la manifestación natural y legíti-
ma de sus necesidades "egoístas".
El tema siguiente de la conversación se refiere a la personalidad de je-

25
DW (núm 1, 1873), p 7.

258 ... LA FAMA


sucristo; y resulta revelador de la época que ninguna discusión sobre cues-
tiones sociales pudiera evitar que más pronto o más temprano tomara po-
sición respecto del cristianismo.

"Verdaderamente me conmueve mirarle", dijo Belinski, interrumpiendo súbi-


tamente sus furio sas exclamaciones, dirigiéndose a su amigo [presente en la
conversación] y señalándome a mí [a Dostoievski]. "Cada vez que menciono
a jesucristo cambia la expresión de su cara como si estuviera a punto de po-
nerse a llorar. Sí, créeme, tú, ingenuo - se volvió a mí bruscamente- , crée-
me si te digo que tu j esucristo, si naciera en nuestra época , sería la persona
más común e insignificante; simplemente desaparecería frente a la ciencia
contemporánea y a los promotores contemporáneos de la humanidad. "26

Podemos hacer dos comentarios acerca de este pasaje. El primero, que


si el rostro de Dostoievski mostraba una emoción tan intensa ante las pa-
labras de Belinski respecto de Jesucristo se debía a que esas palabras eran
lo más rudo y vulgar que , por lo que sabemos Belinski era perfectamente
capaz de pronunciar. "Ese hombre [Belinski] --escribe Dostoievski a
Strájov, en 1871- injuriaba a Jesucristo frente a mí de la manera más
obscena y denigrante ; pero ni él ni todos los agitadores del mundo entero
fueron nunca capaces de compararse conJesucristo. "27 La segunda obser-
vación que queremos hacer es que los comentarios de Belinski delatan la
notoria influencia hegeliana izquierdista de Strauss, quien atribuía los ca-
rismáticos poderes de Jesucristo tan sólo al hecho de haber vivido en un
mundo anterior al racionalismo. La réplica a esta embestida hegeliana de
izquierda es pronunciada por el amigo anónimo de Belinski (¿no habrá
sido el propio Dostoievski quien inventó, como novelista, este interlocu-
tor, para expresar su propia y auténtica posición7), y es una respuesta típi-
ca de un socialista utópico . "'Bueno , no es del todo así', intercedió el amigo
de Belinski ... 'Bueno, no : si Jesucristo apareciera ahora , se uniría al movi-
miento y lo conduciría ... ' 'Está bien, está bien', aceptó Belinski, con asom-
brosa rapidez ... 'Como tú dices, se uniría a los socialistas, y los seguiría.' "28
La poca firmeza de Belinski respecto de esta cuestión tan decisiva revela el
estado de transición en que se encontraban sus ideas.
26
Idem.
27
Pisma, vol. 2 (18-30 de mayo de 187 1), p. 364.
28
DW (núm. 1, 1873), p. 8.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 ~ 259


El siguiente comentario de Dostoievski sobre esta conversación no deja
lugar a dudas respecto de las corrientes ideológicas encontradas que esta-
ban realmente en juego

Esos promotores de la humanidad, a quienes j esucristo estaba destinado a


unirse , eran los franceses: George Sand , sobre todo , el ahora totalmente olvi-
dado Cabet, Pierre Leroux, y Proudhon , que entonces iniciaba su carrera .. .
Había también un alemán ante quien Belinski se inclinaba con respeto enton-
ces: Feuerbach (Belinski, que en toda su vida nunca fue capaz de dominar un
solo idioma extranj ero, pronunciaba así su nombre: Fierbaj ). De Strauss se
hablaba con reverencia. 29

De manera pues que Jesucristo podría unirse sin inconveniente al movi-


miento preponderantemente socialista utópico y francés moral-religioso;
Dostoievski tiene el tino de construir la frase de suerte que los alemanes he-
gelianos de izquierda queden cuidadosamente separados. Y verdaderamente
esa discusión sobre la cual nos informa -la discusión, no sólo de Belinski
con Dostoievski, sino también de Belinski consigo mismo- era algo que
estaba ocurriendo entre las dos teorías opuestas que entonces se disputaban
el dominio ideológico de la izquierda en todo el mundo. *
Dostoievski concluye su descripción con las siguientes palabras, que
han originado una enorme confusión: "En el último año de su vida [de
Belinski] dejé de visitarle . Me había tomado antipatía, pero en ese enton-
ces yo seguía fervorosamente todas sus enseñanzas".30 Es evidente , al llegar
a esta altura de nuestro estudio sobre Dostoievski, que esta simple afirma-
ción contiene un verdadero atolladero de complejidades y posibles inter-
pretaciones: cuál es el verdadero sentido que Dostoievski le da a la expre-
sión "todas sus enseñanzas", es una cuestión terriblemente indefinida. ¿Se

29
Idem.
* Cuando Am old Ruge, el empresario editorial de los hegelianos de izquierda, llegó a París
en agosto de 1843 con el fi n de reclutar colaboradores para el Deutsch-Franzósische j ahrbücher,
el ateísmo de estos hegelianos se encontró con un obstáculo mayor: "Casi sin excepción , ellos
(los franceses) creían y sostenían el anatema de Robespierre: la filosofía atea" David Mcl ellan, The
Young Hegelians and Karl Marx (Londres, 1969), pp. 37 y 38.
En una carta que en mayo de 1844 envió desde París a Feuerbach, Ruge dice, disgustado:
"Todos los partidos se basan en el cristianismo puro". Citado en Werner Sombart, Der proleta-
rische Sozialismus, vol 1 Oena, 1924), p. 119.
30
DW (núm. 1, 1873) , p. 9.

260 ... LA FAMA


trata de la enseñanza del socialismo utópico moral-religioso que, engaño-
samente, afirma haber asimilado de Belinski, y que era tan sólo una forma
"mejorada" del cristianismo? ¿Es la lección aprendida de la insultante dia-
triba hegeliana de izquierda de Belinski en contra de Jesucristo, y su nega-
ción a aceptar el libre albedrío y la responsabilidad moral debido al peso
abrumador de "las leyes de la naturaleza"? Lo que Dostoievski evidente-
mente quiere que el lector entienda es que fue convertido al ateísmo y ma-
terialismo de Belinski; pero hay sólidas razones para ponerlo en tela de
juicio. En efecto, sus amigos más íntimo de los siguientes años se negaron
a someterse a la inspiración moral-relü!iosa del socialismo utópico, y criti-
caban mucho a Belinski. Sabemos también . por uno de sus compañeros
del grupo de Petrashevski que , cuando Do toieYski esperaba ser ejecutado
en 1849, se declaró un creyente cri tiano que de ninguna manera había
abandonado su esperanza de que en una \ida fu ura "se reuniría con jesu-
cristo". 31
El doctor Yanovski vio a DostoieYski casi a diario. desde finales de la
primavera de 1846 hasta el momento de u arresto . tres años más tarde; y
nos asegura que su amigo Fiódor Mijaílovich era una persona sumamente
religiosa. En realidad , afirma inequívocamente que ambos ayunaron jun-
tos, en una atmósfera de genuina religiosidad, durante la festivida d de la
Ascensión en 184 7 y 1849. Existe en los círculos académicos soviéticos
la tendencia natural a desechar este testimonio como tendencioso y apolo-
gético; pero para mí es perfectamente aceptable a la luz de todo lo demás
que sabemos acerca de Dostoievski a mediados del decenio de 1840-1849.
Por otra parte, Yanovski afirma también que , cuando en sus conversacio-
nes Dostoievski tocaba temas político-sociales, siempre "analizaba algún
hecho o situación, análisis que era luego seguido por una conclusión prácti-
ca, pero de tal naturaleza, que nunca contradecía los Evangelios".32 A partir de
esto, Yanovski deduce que Dostoievski no pudo haber participado en nin-
guna conspiración ilegal; pero a este respecto, lo que Yanovski hace es
simplemente conjeturar -exactamente como lo hacen quienes descartan
sus recuerdos, por considerarlos poco dignos de confianza- que el respeto
hacia los Evangelios se opone de una manera rotunda a cualquier clase de
radicalismo. Sin duda, esto fue válido en la Rusia del decenio de 1860-1869,
31
Véase el "Zapiska o Dele Petrashevtsev", escrito por F. N. Lvov y hallado entre los papeles
que dejó Herzen. Literatumoe Nasledstvo, núm. 63 (Moscú , 1956) , p. 188.
32
DVS, vol 1, p. 169.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 ... 261


pero no lo fue en la de los años cuarenta; y en el decenio de 1870-1879 , lo
fue todavía mucho menos de lo que Dostoievski habría deseado.

Aun cuando Belinski no desempeñó en la vida de Dostoievski el exacto


papel que este último quería hacer creer a sus lectores, no por ello hay que
disminuir la enorme importancia que tuvo su encuentro . No obstante, se
trata más de una importancia simbólica que histórica, más literaria que li-
teral. Las escaramuzas verbales entre Dostoievski y Belinski tuvieron una
trascendencia decisiva para el futuro novelista de las crisis espirituales de
la intelligentsia rusa; pero, por lo que podemos juzgar, no determinaron
ningún cambio fundamental en sus ideas y valores. Empero, la enorme
fuerza de la influencia de Belinski sin duda explica por qué Dostoievski
estaba tan decidido a poner orden en su Biografía, y a dar vida a la simetría
artística que debió tener de acuerdo con su concepción final de la cultura
rusa. En efecto ; si Belinski realmente no hubiera iniciado a Dostoievski al
socialismo, lo habría iniciado al socialismo ateo, y esto es lo que el Dostoiev-
ski del decenio de 1870-1879 consideraría como espiritualmente honrado ,
e intelectualmente coherente consigo mismo.
Además 1 una serie de influencias culturales cuyos primeros escarceos
encontró Dostoievski en Belinski dominó rápidamente el escenario ruso , a
pesar de que no habría que apresurarse a identificar las ideas de Belinski
-todavía embrionarias y en estado de fluctuación- con las de sus segui-
dores en los años sesenta. Sin embargo , el materialismo "científico" mecáni-
co que Belinski admiraba en Littré efectivamente se convirtió en el dogma
filosófico de la izquierda rusa durante gran parte de la vida de Dostoievski.
Y los valores morales provenían de un egoísmo utilitario que, a pesar de
derivar más directamente de Bentham que de Max Stirner, compartían el
absoluto desprecio de este último hacia todo tipo de humanitarismo senti-
mental (Engels" en cierta ocasión dijo muy acertadamente que Stirner era el
Bentham alemán) .* Así pues, Dostoievski tenía buenas razones para consi-

* Según los más recientes resultados del estudio de la obra de Marx, éste rompió con el "hu-
manismo" de Feuerbach in fluid o por el feroz ataque que a tal concepción filosófica hizo Stir-
ner. "Es ... probable que los constantes ataques por parte de Marx a todo lo que parecía basarse
en la 'moralidad' o el 'amor' del verdadero socialismo, se debieran a la despiadada crítica de

262 ~ LA FAMA
derar que sus disputas con Belinski habían anunciado los temas principales
planteados por la posterior evolución de la vida político-social y cultural de
Rusia; y seguramente que su encuentro con Belinski influyó en sus propias
reacciones ante dichos cambios. En cierto sentido , podemos afirmar que
continuó esa discusión durante toda su vida. De hecho , su cristianismo
siempre conservó el fuerte tono altruista y humanitarista social del decenio
de 1840-1849 (en los años ochenta , Konstantin Leontiev lo denominaría,
mordazmente, "cristiano de agua de rosas"), 33 y siempre se le imputó un
"racionalismo" que servía para justificar un egoísmo absolutamente amoral.
Es incuestionable que el tema religioso de las grandes novelas de Dos-
toievski estuvo hondamente influido por los ataques de Belinski. Tampoco
cabe discutir que el ateísmo, o las dudas acerca de la bondad de Dios, aso-
maron por primera vez en su horizonte mental y emocional en 1845. Peca-
ríamos de ingenuos si pensáramos que el niño cuya conciencia se conmo-
vió por la lectura del Libro de Job, o el joven que había participado en la
atormentada búsqueda del alma de Shidlovski, necesitó de Belinski para
iniciarse en esas cuestiones; pero fue Belinski quien le hizo conocer los
nuevos -y mucho más complicados desde el punto de vista intelectual-
razonamientos de Strauss, Feuerbach y, probablemente, Stirner. Y aun
cuando finalmente su fe religiosa salió incólume -incluso fortalecida-
de este encuentro, esas teorías efectivamente lo enfrentaron a un hondo
dilema espiritual. Seguramente podemos encontrar rastros de esta crisis
interior en las luchas de los propios personajes de Dostoievski con los pro-
blemas de la fe y de jesucristo.
Feuerbach había sostenido que Dios -el Hijo de Dios, en razón de
ser divino- era mera ficción que representaba la esencia de los valores
superiores de la humanidad , de los cuales ésta se había apartado. La
tarea de la humanidad era , por tanto , volver a adueñarse de su propia
esencia, recuperando los poderes y prerrogativas que atribuía a la divi-
nidad. Los hegelianos de izquierda no recomendaban que esta tarea
fuese llevada a cabo por ningún individuo en particular; sólo la huma-
nidad, en conjunto, podría recobrar este gran tesoro humano; pero , en
cambio, Max Stirner se acerca mucho a instar a que de un modo inme-
diato cada individuo emprenda la tarea de su propia deificación perso-
Stirner en torno a tales ideas-" D. McLellan , op. cit. , p. 132 ; véase, también, Henri Arvon , Max
Stimer (París, 1954), pp. 167- 178 ..
33 Konstantin Leontiev, Sobranie Sochínenii, vol. 8 (Moscú, 1912), p. 199.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 ~ 263


nal. No resulta difícil prever el efecto que todo esto debió de tener en
el joven Dostoievski, quien se había sentido tan fascinado por el perso-
naje de Alban en Der Magnetiseur. Nadie ha captado con mayor profun-
didad, ni descrito más brillantemente , la trágica dialéctica interior de
este movimiento del humanismo ateo; y si en 1845 Dostoievski no po-
día responderle a Belinski con ninguna respuesta concreta, sobrada-
mente pudo hacerlo más tarde, mediante la creación de sus héroes ne-
gativos. En efecto , cuando esos personajes niegan a Dios y a jesucristo ,
invariablemente quedan atrapados en el imposible y autodestructivo
intento por trascender la condición humana y por encarnar el sueño de
los hegelianos de izquierda , de remplazar al Dios-Hombre por el Hom-
bre-Dios. 34
En lo que se refiere al propio Dostoievski , el efecto de largo alcance de
esta crisis probablemente haya agudizado su sentido de la absoluta incom-
patibilidad entre la razón y la fe . Esto le abrió el camino para su posterior
compromiso con el irracionalismo, para el cual lo prepararon tanto su edu-
cación religiosa como filosófica, y la experiencia psíquica que él denomina-
ba "terror místico". Igual que Kierkegaard, con quien tan frecuentemente se
le ha comparado en la segunda mitad de nuestro siglo, Dostoievski también
dejó posteriormente indicios de que un paradójico "salto de fe" es la única
fuente de la certidumbre religiosa . Y la similitud de la solu ción deriva de
que el punto de partida es el mismo: Kierkegaard sentía gran admiración
por Feuerbach, por haber hecho hincapié en la imposibilidad de combinar
la religión con el carácter científico y racional de la vida moderna . "Feuer-
bach --escribe Karl Lówith- intuyó este contraste exactamente de la misma
manera que lo hizo Kierkegaard; pero este último llegó a una conclusión de
que, aun siendo igualmente lógica, era totalmente opuesta: que simplemen-
te no es posible adecuar la ciencia, sobre todo la ciencia natural, a la situa-
ción religiosa. "35 También Dostoievski acaba por pronunciarse en favor del
irracionalismo existencial del "salto de fe", oponiéndose a la exigencia de
Feuerbach, de que se hiciera descender a la tierra la religión y se le sometie-
ra a los criterios de la razón humana.
Habrían de transcurrir, no obstante , muchos años antes de que Dos-
34
Véase Henri de Lubac, Le Drame del'hLtmanisme athée (París, 1950), especialmente la tercera
parte; también las profundas observaciones, basadas en un amplio conocimiento de las fu entes,
en Andrzej Walicki, W Kregii Konserwatywnej Utopii (Varsovia, 1964), cap. x1v.
35
K. Uiwith, op. cit. , pp . 334 y 335 .

264 ... LA FAMA


toievski pudiera llegar a este tipo de conclusiones. Por el momento, se ocu-
pó del problema más personal, de buscar una atmósfera que le resultase
más afín que aquella que le brindaba la Pléyade, o la personalidad de Be-
linski. Encontró lo que buscaba en un nuevo grupo de amigos: el poco
conocido círculo de Beketov.

BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 ... 265


XV El círculo de Beketov

EL PROPIO Dostoievski era el primero en reconocer que tenía un carácter re-


belde, obstinado y espinoso. La historia de sus desventuras con la Pléyade
de Belinski justifica ampliamente la poco envidiable reputación que pronto
adquirió. Al mismo tiempo, también estaba conquistando amigos, quienes
dan testimonio de su amabilidad; uno de ellos fue el doctor Yanovski, que
permaneció desinteresadamente fiel al escritor el resto de su vida. Cuando
su vanidad literaria no estaba en juego, y cuando podía contar con simpatía
segura , era perfectamente capaz de adaptarse a la vida social, e incluso se
mostraba sumamente encantador y dueño de un gran don de gentes. Sin
duda seguía sintiendo esa misma necesidad de amistad que manifestó de
un modo tan conmovedor luego de su primer encuentro con Turgueniev; y
esa necesidad se volvió más fuerte cuando los choques con la Pléyade fue-
ron más frecuentes y encarnizados. Era, pues, perfectamente lógico que tra-
tara de conquistar un círculo de amigos nuevos , y que buscara en ellos
apoyo emocional, a medida que su fama literaria declinaba, y que sus rela-
ciones con Belinski se tornaban cada vez más tensas.
La primera mención de estos nuevos conocidos tiene lugar a mediados
de septiembre de 1846; es decir, luego de haber ocurrido la crisis causada
por el fracaso de El doble. "Ceno con un grupo - le escribe a Mijaíl-. Seis
personas que se conocen entre sí , incluyendo a Grigoróvich y a mí mismo,
nos reunimos en casa de los Beketov. Cada uno paga quince kópecs de
plata al día , nos sirven dos buenos platos sencillos, y quedamos satisfe-
chos. "1 Dos meses después, Dostoievski habla de este nuevo círculo con el

1
Pisma, vol. 1 (17 de septiembre de 1846), p. 95 .

266 ...
mayor entusiasmo, y atribuye a su influencia la mejoría en su estado físico
y emocional. Eran ésos los meses en que, como se lo confiesa a Mijaíl, se
sentía "casi aterrado respecto de mi salud";2 pero, según parece, la ayuda
psicológica que le brindaron sus amigos lo restableció por completo.

Hermano -escribe Dostoievski- , he renacido , no sólo moral, sino también


físicamente . Nunca me he sentido tan lleno de energía y de claridad, con tan
grande ecuanimidad de carácter, con tanta salud física. Debo gran parte de
este nuevo estado a mis buen os amigos Beketov, Zaliubetski y a otros con
quienes vivo; son personas sensibles e inteligentes, de corazones de oro y no-
bleza de carácter. Me curaron con su compañía. Acabé por proponerles que
viviéramos juntos. Hemos encontrado un departamento amplio , y todos los
gastos del alquiler y mantenimiento no obrepa an los mil doscientos rublos
en billetes al año, por persona. Ésta- on las grandes ventajas que tiene el ha-
bernos asociado. 3

Ésta es la misma carta en la que DostoieY ki manifiesta por primera


vez su actitud crítica hacia el juicio literario de Belinski; y la seguridad que
obtuvo de su nuevo ambiente fue de gran importancia, en el sentido de
que le ayudó a sobrellevar las perturbaciones causadas por el rechazo del
crítico.

¿Quiénes formaban este nuevo grupo al que entonces pertenecía Dostoiev-


ski? Desgraciadamente, la información de que disponemos es sumamente
escasa: se reduce a una o dos referencias que ya hemos citado , y que figu-
ran en las cartas de Dostoievski, y a un pasaje en las Memorias de Grigoró-
vich. El centro del grupo era Alekséi N. Beketov, que fuera uno de los
amigos íntimos de Dostoievski en la Academia de Ingenieros Militares, y
también formaban parte de ese grupo sus dos hermanos -que entonces
eran todavía estudiantes- Nikolái y Andrei. El primero fue posteriormen-
te profesor de química en la Universidad de San Petersburgo; el segundo,
profesor de botánica. Sin embargo, quien animaba el grupo era el viejo
Beketov, y Grigoróvich se refiere a él diciendo que era "la encarnación mis-
2 Ibid. (! de octubre de 1846).
3 Ibid. (26 de noviembre de 1846), p. 103.

EL CÍRCULO DE BEKETOV ~ 267


ma de la bondad, de la integridad y de la sinceridad", alrededor de quien
infaliblemente la gente se agrupaba, debido a sus sobresalientes cualidades
morales. Pertenecía a la clase de personas que "se muestran indignadas frente
a todo tipo de injusticia , y que siempre están dispuestas a participar en las
empresas nobles y honradas"; y era Beketov quien imponía el tono en
las reuniones. A pesar del lenguaje esopiano que Grigoróvich utiliza para
disfrazar sus Memorias, logramos deducir que ese tono era fuertemente
político-social.

Pero , sin importar quién hablaba o de qué se hablaba - ya fu era que tocára-
mos el tema de lo que acontecía en San Petersburgo, en Rusia o en el extran-
jero, o bien que nos ocupáramos de asuntos literarios o artísticos- , en todas
las cosas podíamos sentir una ráfaga de vi.gor nuevo; el espíritu vivo de la ju-
ventud, el surgimiento de ideas luminosas brotadas súbitamente en el entu-
siasmo de un cerebro que se encendía; por todas partes se escuchaban los estalli-
dos nobles de indignación contra la opresión y la injusticia. 4 [Las cursivas se han
añadido.]

De hecho , Grigoróvi.ch atribuye a las circunstancias de haber pertene-


cido al grupo de Beketov su auténtico despertar a los intereses de índole
político-social.

Hasta el momento en que me convertí en uno de sus miembros regulares, mis


capacidades intelectuales habían estado envueltas en una nebulosa. Mis con-
versaciones con Dostoievski nunca habían traspasado los límites de la litera-
tura; todos los intereses de la vida estaban enfocados en ese único tema o as-
pecto ... Nunca había reflexionado profundamente en nada ; las cuestiones
sociales no me interesaban lo más mínimo ... Muchas cosas que nunca antes
habían entrado en mi cerebro empezaron entonces a preocuparme: una pala-
bra llena de vida, que desembriagara la mente de toda frivolidad, sólo allí, en
el círculo de Beketov, la escuché por primera vez. 5

Resulta difícil de creer que Grigoróvich no hubiese escuchado nada


referente a temas sociales en la Pléyade de Belinski; pero tal vez las discu-
siones en el círculo de Beketov fuesen más concretas y terrenales; más en-
4 DVS, p. 277 .
5
ldem.

268 ... LA FAMA


raizadas en la realidad social de Rusia , que las especulaciones teóricas más
características de las pláticas en el círculo de Belinski. Esta suposición pa-
rece adecuarse mejor a la importante influencia que el grupo de Beketov
tuvo en la carrera literaria de Grigoróvich. Efectivamente, gracias a esa in-
fluencia, al regresar a su finca familiar en el verano de 1846 comenzó a
trabajar en su primera novela importante, La aldea, descripción precursora
de la vida campesina que rompe completamente con la tradición idílico-
pastoral, y que describe una imagen sombría de los terribles estragos de la
servitud en el carácter de sus desdichadas víctimas.
Esto es todo lo que se sabe acerca del círculo de Beketov, que llegó a
su fin cuando los dos hermanos menores partieron para continuar sus es-
tudios en la Universidad de Kazán, a principios de 184 7. La impresión que
allí causaron constituye la única información precisa con que contamos
sobre la orientación ideológica del grupo, a pesar de que esos círculos nun-
ca tenían un carácter monolítico , y de que, dentro de una coincidencia
general de concepción, incluían la más amplia divergencia en cuanto a
convicciones concretas. N. Flerovski, cuyos libros ejercieron después una
influencia importante sobre los populistas rusos de los años setenta, era un
estudiante de Kazán en 1847 , y nos ofrece una vislumbre de los Beketov.
"Propagaban las enseñanzas de Fourier - nos dice- , y aquí [en Kazán]
los resultados fueron los mismos que en San Pertersburgo. "6 Presumible-
mente, lo que quiere decir es que los Beketov atraían a otros, y formaron
un círculo. Dichos hermanos eran evidentemente defensores de Fourier; y
la alusión de Dostoievski a "los beneficios de la asociación" nos está indi-
cando la tendencia socialista utópica del grupo .

En las descripciones de la carrera de Dostoievski se ha descuidado más o


menos la afiliación del escritor con el círculo de Beketov; en parte porque
existe muy poca información directa disponible, y en parte porque el pro-
pio Dostoievski nos obliga a enfocar nuestra atención sobre Belinski de una
manera sumamente llamativa. A esta altura de nuestro estudio debería re-
sultar fácil comprender por qué prefirió no llamar la atención sobre este
6 Citado de las Memorias de Flerovski, en Sorohovye Gody XIX Veka (Moscú , 1959), p. 191.

Es una colección de textos que ilustran la situación sociocultural en el decenio de 1840-1849.

EL CÍRCULO DE BEKETOV ~ 269


nuevo grupo . Lo que sucede es que la vinculación entre Dostoievski y el
círculo de Beketov plantea serias dudas respecto de su autorretrato, y que
supuestamente corresponde a su manera de ser o carácter en el decenio de
1840-1849. Lejos de ser un inocente en cuestiones políticas, a quien de gol-
pe inicia al socialismo, al ateísmo y al materialismo el gran agitador inte-
lectual Belinski, Dostoievski era un progresista moral-religioso comprome-
tido, quien tenazmente sostenía sus convicciones frente a los ataques de
Belinski, y que luego se alió con otros que compartían sus ideas. Ésta es la
imagen que surge cuando observamos más de cerca a algunas personas a las
que conoció Dostoievski dentro del círculo de Beketov y por medio de él.
Aparte de los Beketov mismos, fue allí donde Dostoievski hizo amistad
con el famoso poeta, entonces todavía estudiante, Alekséi Pleshcheev, cuyo
nombre aparece en todos los anales de la intelligentsia progresista durante
el decenio de 1840-1849. El atractivo y bien educado descendiente de una
familia aristocrática - amable, compasivo , nebulosamente rapsódico-
Pleshcheev se hizo amigo íntimo de Dostoievski; y esta amistad se prolon-
gó el resto de sus vidas, a pesar de que, por razones políticas, se volvió más
formal que cordial desde mediados del decenio de 1860-1869. Durante
los años cuarenta , sin embargo , ambos jóvenes eran inseparables no sólo
desde el punto de vista personal, sino también político; pertenecieron a los
mismos grupos hasta el momento en que ambos fueron arrestados en
1849, año en que, como prueba pública de su amistad, se dedicaron mu-
tuamente historias (en el caso de Dostoievski, su encantadora, pequeña
obra maestra Noches blancas). No caben casi dudas de que el espíritu que
animaba la obra de Pleshcheev debió de estar muy cerca del corazón de
Dostoievski; y de que la poesía de Pleshcheev, para decirlo con las pala-
bras de P. N. Sakulin, "lograba fundir imperceptiblemente la religión del
socialismo con las enseñanzas de los Evangelios acerca de la verdad y
del amor".7 La imagen del Jesucristo socialista utópico es constantemente
evocada en sus páginas. Incluso en un poema que se convirtió en "el him-
no de varias generaciones de revolucionarios", 8 el poeta conmina a sus ca-
maradas, condenados igual que él a la tortura y a la ejecución, a perdonar
"a nuestros insensibles verdugos" 9 con la misericordia cristiana. Este espí-
ritu rebelde , pero al mismo tiempo dispuesto al sacrificio personal, proba-
7
P. N. Sakulin , Russhaya Literat:Llra i Sotsializm (Moscú, 1922), p. 348.
8
V. l. Kuleshov, Naturalnaya Shhola v Literature xix velia (Moscú , 1965), p. 145.
9
A. N. Pleshcheev, Polnoe Sobranie Stihhotvorenii (Leningrado, 1964), p . 83.

270 .. LA FAMA
blemente sea lo más cercano al propio ideal sociomoral de Dostoievski en
aquella época.
También por intermedio de los Beketov, Dostoievski tuvo la oportuni-
dad de entablar una amistad igualmente íntima -y, desde un punto de
vista práctico, mucho más importante- con Valerian Maikov. Dos años
más joven que él, Maikov tuvo una breve pero meteórica carrera en las le-
tras rusas, que se inició en 1845 y terminó con su prematura muerte a
causa de un ataque, en el verano de 184 7. o obstante , durante este breve
lapso logró considerable renombre al hacerse cargo del puesto de crítico
principal en Noticias de la PatJia, que dejara vacante Belinski, convirtiendo
el periódico en un órgano de la tendencia socialista utópica del grupo Be-
ketov, y colocándose él mismo en la posición de rival del poderoso árbitro
reinante del buen gusto y de las ideas.
Maikov, que era un joven sumamente precoz y talentoso, tenía intere-
ses que abarcaban un amplio campo: desde la química (tradujo al ruso un
libro de Liebig) y la economía política hasta la literatura. No sólo visitaba
a los Beketov en su casa, sino que también fue de los primeros miembros
del círculo que se reunía en torno a Mijaíl Butashévich-Petrashevski, cuyas
veladas de los viernes también atraían a Pleshcheev, y que pronto habrían
de convertirse en el principal sitio de reunión para los intelectuales pro-
gresistas de San Petersburgo. junto con un amigo suyo , R. R. Shtrandman,
Maikov escribió la mayor parte de los artículos del primer fascículo del fa-
moso Diccionario de bolsillo de términos extranjeros, en el cual también cola-
boró Petrashevski. Esta ingeniosa publicación, llena de ideas "subversivas",
logró engañar a la censura gracias a su formato seudoacadémico. La segun-
da entrega , mucho más virulentamente radical , fue escrita casi toda por el
propio Petrashevski y publicada un año después. En realidad, existen cier-
tas dudas en el sentido de que Maikov deseara verdaderamente dedicarse a
la crítica literaria, y de que no habría preferido una carrera universitaria en
economía, o que tuviera que ver con el nuevo estudio de la sociedad (esta-
ba interesado por Comte). Pero, al ofrecérsele la oportunidad de remplazar
a Belinski, por recomendación de Turgueniev, se entregó a esta tarea con
entusiasmo y vehemencia polémica.
Es probable que Dostoievski haya conocido a Maikov a principios de
la primavera de 1846 (sabemos que este último envió a Dostoievski a que
visitara al doctor Yanovski poco después en esa misma primavera), y la
amistad se afianzó en los meses siguientes. Pronto empiezan a aparecer en

EL CÍRCULO DE BEKETOV ~ 271


las cartas de Fiódor, indicios de su intimidad con Maikov. "Grigoróvich ha
escrito un cuento corto notablemente bueno -le cuenta a Mijaíl, en sep-
tiembre de 1846-. Gracias a mis esfuerzos y a los de Maikov -de paso,
te digo que quiere escribir un largo artículo acerca de mí para el 1º de ene-
ro-, el relato [La aldea] aparecerá publicado en Noticias de la Patria. "10
Maikov nunca escribió el largo artículo que Dostoievski esperaba; pero
lo elogiaba calurosamente, y era la única voz que se alzaba para defenderlo
en contra de las críticas de Belinski. Varios meses después, Dostoievski
informa a Mijaíl que la Pléyade de Belinski está difundiendo el rumor
"de que yo estoy enfermo de vanidad; que tengo una opinión tremenda-
mente inflada de mí mismo , y que me he vendido a Kraevski porque
Maikov me alaba". 11 Una nota de Dostoievski, fechada a comienzos de
1847, que hace referencia a un grupo que asiste al teatro, y que incluye a
Maikov y a Shtrandman, revela su participación en la vida social del grupo
íntimo de Maikov.
La muerte de Valerian Maikov, pocos meses después, fue un golpe te-
rrible para Dostoievski, y lo privó de la única persona en el mundo litera-
rio de San Petersburgo que estaba perfectamente a tono con todo lo que
había estado escribiendo después de Pobres gentes. Pero el recuerdo de Vale-
rian Maikov no se opacó para Dostoievski, y se mantuvo vivo gracias a los
vínculos íntimos que había establecido con su familia. Su afecto por Vale-
rian se transfirió a Apollon, un hermano un poco mayor, que ya había lo-
grado cierta fama como poeta, y que continuaría siendo el más leal de los
pocos amigos íntimos que Dostoievski tuvo años después. El jefe de la fa-
milia era un conocido escultor académico; la madre, una talentosa y tem-
peramental mujer con ambiciones literarias propias; el hogar de esta fami-
lia era el centro de Un salón literario-artístico en el cual Dostoievski, a
pesar de su notoria irritabilidad, era invitado frecuente y bien recibido. En
cierta ocasión, después de un desagradable intercambio de palabras con
otros visitantes (probablemente miembros de la Pléyade), huyó del lugar
sin despedirse de su anfitriona, para no arriesgarse a un estallido de insul-
tos, y luego se sintió obligado a escribir una carta de disculpa. En el mo-
mento de su arresto, en 1849, se encontró entre sus papeles una copia
manuscrita de los ensayos de Valerian Maikov (que continuaron inéditos
hasta finales del siglo). La familia de Maikov no le habría prestado esa reli-
10 Pisma, vol. 1 (17 de septiembre de 1846), p. 95 .
11
Ibid. (26 de noviembre de 1846).

272 ... LA FAMA


quia de no haberle considerado un confidente; y poco antes de partir para
Siberia, se recuerda todavía que preguntó, en medio de sus otras desgra-
cias , si el manuscrito había sido devuelto a la inconsolable madre de su
amigo fallecido.
Valerian Maikov fue más o menos olvidado después de su muerte, y su
nombre desaparece durante los próximos veinte o treinta años. No es de
sorprender que una de las pocas referencias a Maikov, durante este perio-
do de olvido , haya provenido de la pluma de Dostoievski. "Valerian Maikov
se entregó a su tarea apasionadamente -escribió en Í861-, con convic-
ciones claras, cultas, con el primer entusiasmo de la juventud. Pero no lo-
gró expresarse. Murió en el primer año de su actividad [como crítico de
Noticias de la Patria]. Esta refinada personalidad prometía mucho, y acaso
su muerte nos haya privado de muchas cosas buenas."12 Este mesurado
tributo no es muy elocuente, pero al menos demuestra el deseo de que la
obra de Valerian Maikov no sea completamente ignorada por el público.
En realidad, nadie que lea este pasaje podría siquiera imaginar el papel
decisivo que este hombre desempeñó en la vida de Dostoie ski. Sin em-
bargo, para entender el ambiente sociocultural en el cual \ivía a mediados
de los años cuarenta , es indispensable que prestemos mayor atención a los
escritos de Maikov.

En esas circunstancias críticas, nada pudo ser más importante para Dos-
toievski, desde luego, que la vigorosa defensa por parte de Maikov de su
talento y logros literarios en contra de las opiniones desvalorativas de Be-
linski. Empero , esta defensa era algo más que una simple cuestión de pre-
ferencia personal; representaba un esfuerzo sistemático por adelantarse a
Belinski en una dirección que Maikov preveía como futura para las letras
rusas . Hostil a los vestigios de romanticismo e idealismo alemán que toda-
vía podían advertirse en el trasfondo de la crítica de Belinski, Maikov pro-
ponía remplazarlo por un fundamento puramente empírico, tomado de la
psicología. Decía que el arte se funda en lo que él llamaba "la ley de la sim-
patía o afinidad" (idea que es posible encontrara en Adam Smith y en
Hume, y que además anuncia la teoría de la empatía estética de finales del

12 F. M. Dostoevsky, Dnevnik Pisatelya za 1873 God (París, s. f.), p. 47.

EL CÍRCULO DE BEKETOV ~ 273


siglo x1x). Según esta "ley", el hombre conoce y entiende todas las cosas
por comparación consigo mismo; es mediante el proceso de "humaniza-
ción", que asimila el mundo y lo domina sometiéndolo a su sentimiento
(en el arte) y a su comprensión (en la ciencia y en la filosofía) .13 De esta
manera, la psicología -el estudio de la vida interior del hombre- pasa a
ser la llave que abre la puerta a los secretos del universo total. Este acento
puesto sobre la psicología determina la separación tajante entre Maikov y
Belinski, y refleja un interés muy difundido entre los socialistas utópicos
que estaban influidos por el análisis obsesivamente pormenorizado de
Fourier acerca de las pasiones humanas. 14 Maikov , como lo veremos en
seguida , utiliza profusamente los términos de Fourier; y aunque quizás no
fuera un fourierista en el sentido estricto (hay motivos para creer que la
imagen de la vida en el falansterio no le atraía) ,* es evidente que compartía
con Fourier su preocupación respecto de la psique como el aspecto más
importante de la personalidad humana que nunca se había explorado
como lo merecía .
Estas ideas coincidían perfectamente con las propias inclinaciones ar-
tísticas de Dostoievski; y el joven crítico se lanzó sobre su obra como el
mejor ejemplo de sus teorías críticas. En efecto , consideraba que tanto
él como Dostoievski eran los legítimos voceros, cada uno en su propia es-
fera, de una nueva generación que se estaba afirmando y rebelando contra

13
Valerian Maikov, Kriticheskie Opyty (San Petersburgo, 189 1), pp . 25-3 1.
14
Véase el útil fo lleto de T. Usa kina, Petras hevtsy i Literaturno-Obschestvennoe Dvizhenie So-
rokovykh Godov x1x Veka (Saratov, 1965), pp . 95 y passim en cap. 1.
* Maikov estudió seriamente la economía socialista, y un o de sus artículos , que no fu e pu-
blicado mientras vivió el autor, ha sido considerado po r una autoridad en la materia como el
primer "examen crítico (supuestamente en ruso) sobre las ideas de las distintas escuelas socia-
listas, y [en él] se llega incluso a indicar el curso que debe seguirse para solucionar el antagonis-
mo existente entre trabajo y capital". K A. Pazhitnov, Razvitie Socialisticheskikh Idei y Rossii (Pe-
trogrado, 1924), p. 49.
En su análisis, Maikov revela su simpatía sincera y profund a hacia los objetivos del socialis-
mo, pero también exterioriza su desconfianza de los planteamientos utópicos, pues los conside-
ra incompatibles con la libertad individual. En esto radica, quizá, por qué nunca aceptó del
todo las ideas de Fourier. "En casa de Petrashevski-escribe N.A. Danilevski- conocí a Vale-
rian Maikov, quien entonces estaba aplicado al estudio de la economía política. Muchas veces
conversé y discutí con él acerca de las enseñanzas de Fourier, y creía que a final de cuentas lo-
graría convencerlo de que eran ciertas, y de que juntos podríamos dedicarnos a aclarar sus as-
pectos confusos." Delo Petrashevtsev, vol. 2, ed . V. R Leikina, E. A. Korolchuk y V. A. Desnifsky
(Moscú / Leningrado, 1937-1 95 1), p. 320. A este respecto, la posible influencia de Maikov so-
bre Dostoievski será estudiada en el capítulo xv11.

274 ~ LA FAMA
el dominio de Belinski. En opinión de Maikov, la tarea artística de esta
nueva generación consistía en ampliar las conquistas de Gógol, subiendo
el sendero que él había iluminado hacia los reinos inexplorados de la psi-
cología. Maikov escribía que la vieja generación se había asustado y por
ende había retrocedido ante el "análisis" y la "negación" de Las almas muer-
tas; pero que la joven generación "era muy afortunada de no tener el tiem-
po , la ocasión ni los medios para la indecisión; si el autor de El doble hu-
biera nacido ocho años antes, ¿habría podido ser un psicólogo tan
magistral7"15 Esta pregunta define el empuje de sus ideas y la dirección en
la que deseaba marchar, como también el lugar central que le atribuía a
Dostoievski.
Es muy probable que la ami tad de _taikov con el famoso y apenas
mayor Dostoievski, ya dueño de una considerable (aunque discutida) repu-
tación, haya influido en la formulación 'e semejante programa de crítica.
Seguramente no es casual que los ensa,-os de \iaikov contengan los co-
mentarios más profundos acerca de Dos-oieYski de cuantos escribieron sus
contemporáneos.

Tanto Gógol como Dostoie\-sk riescriben a la sociedad existente - escribe


Maikov- . Pero Gógol es, an e todo. :.m poeta social, mientras que Dostoievski
es, en esencia, un poeta psicólooo. Para el primero , el individuo es importan-
te como representante de de e · ada sociedad o de determinado grupo ;
para el segundo, la sociedad misma es interesante debido a su influencia so-
bre la personalidad del indi\iduo ... Categóricamente puede afirmarse que las
obras de Gógol constituyen la e rndí tica artística de Rusia. También Dostoiev-
ski nos presenta una descripción asombrosamente artística de la sociedad
rusa; pero, en su caso, se trata ólo del fondo del cuadro, y casi siempre se la
pinta con brochazos tan diminutos que acaba por desaparecer, eclipsada por
la importancia del interés psicológico .
Incluso en Pobres gentes, el interés suscitado por el análisis del pueblo que
él pone en escena es incomparablemente mayor que la impresión que le causa al
lector la vívida descripción de la existencia que rodea a esas personas. 16

Esto nos permite captar en profundidad el rasgo predominante del ta-


lento de Dostoievski, que invierte la relación entre el individuo y la socie-
15
V. Maikov, op. cit. , p. 394.
16
Ibid., p. 325.

EL CÍRCULO DE BEKETOV ~ 275


dad, típica de Gógol. A partir de Pobres gentes, cuando este cambio o inver-
sión se vuelve cada vez más pronunciado, la sociedad se nos presenta en
gran parte como un reflejo a través de la conciencia de los personaj es de
Dostoievski. Belinski critica este procedimiento de interiorización; en cam-
bio, Maikov lo celebra con palabras de elogio, que demuestran su acertada
intuición, como el florecimiento lógico del talento de Dostoievski.

En El doble, el estilo de Dostoievski y su afición por el análisis psicológico al-


canzan plena expresión y originalidad. En esta obra cala tan hondo en el alma
humana, observa tan temeraria y apasionadamente las secretas artimañas del
sentimiento humano , el pensamiento y la acción, que la impresión que pro-
duce la lectura de El doble sólo puede compararse a la de un investigador que
penetrara en la composición química de la materia .

Esa "visión química de la sociedad'', continúa diciendo Maikov, son-


dea tan profundamente en el alma humana , que incluso parece estar "inun-
dada por una especie de luz mística"; sin embargo, no hay allí nada de na-
turaleza "mística"; por lo contrario, la descripción de la realidad no podría
ser más precisa o auténtica. 17 Estas observaciones contradicen la acusación
de Belinski, de que El doble es una obra demasiado "fantasiosa" para atraer
el gusto de los lectores contemporáneos, y que personajes como Golyadkin
únicamente se encuentran en los "manicomios" .
Maikov hace una penetrante descripción de El doble, en la que subraya
su importancia social; podemos suponer que se acerca mucho al concepto
que el propio Dostoievski tenía de la obra.

El doble despliega ante nuestra vista la anatomía de un alma que agoniza por
ser consciente de la disparidad que existe en cuanto a los intereses particula-
res dentro de una sociedad bien orden ada. Recordad a ese pobre, enfermo,
egoísta Golyadkin, permanentemente temeroso de lo que pueda su cederle,
eternamente torturado por el esfuerzo de no ceder ante ninguna circunstan-
cia y ante ninguna persona y, al mismo tiempo , siendo continuamente aplas-
tado y abrumado incluso por la personalidad de su vil sirviente Petrushka,
aceptando permanentemente limitar su pretensión de ser una persona con tal
de poder retener sus derechos .. . Recordad todo esto y preguntaos a vosotros

17
lbid., p. 327.

276 ... LA FAMA


mismos: ¿no tenéis acaso en vosotros algo que se parece a Golyadkin, algo
que nadie quiere reconocer, pero que explica perfectamente la asombrosa ar-
monía que reina en la sociedad humana7 18

Si la "asombrosa armonía" que reinaba en la sociedad rusa se basa en


un componente semejante a Golyadkin que tenían todos los rusos, enton-
ces quiere decir que la autosubordinación patológica de Golyadkin resulta
una aterradora explicación acerca de los efectos represivos que ejercía so-
bre los individuos el orden social ruso de entonces.
Tampoco El señor Projarchin - respecto del cual Belinski fue rotunda-
mente negativo- es descartado por Maikov mediante un juicio lacónico.
Reconoce que el relato adolece de oscuridad; pero la atribuye a que Dos-
toievski se dejó impresionar demasiado por las críticas de Belinski en con-
tra de su meticulosidad. Son muchas las cosas, afirma Maikov, que pueden
sacrificarse "por hacer gala de esa elogiada concisión", que, sin embargo,
nadie ha podido nunca definiÍ- de un modo concluyente. Acertadamente,
Maikov entiende que la clave del relato es la "inseguridad" de Projarchin,
y luego afirma que, si ese personaje hubiera estado tratado como lo fue
Golyadkin en El doble, no habría existido ninguna confusión. Le aconseja a
Dostoievski que en lo futuro tenga "más confianza en la fuerza de su talen-
to", dejando de lado otro tipo de consideraciones, con lo cual podemos ·
suponer que aludía al consejo de los críticos. 19
No debería tampoco pasarse por alto la defensa que hace Maikov de la
libertad en el arte, tema muy querido de Dostoievski debido a sus disputas
con Belinski. Maikov es terminante en cuanto a negarle a la crítica la fun-
ción de dictar normas al escritor, y sostiene que "la estética contemporánea
ha renunciado de una vez para siempre al título de guía del talento artísti-
co". La crítica es -o debería ser- una ciencia, y esta aspiración "se expre-
sa únicamente en el predominio absoluto de la libertad estética". 2 º Por últi-
mo, en una definición que Dostoievski repitió en 1861, Maikov afirma que
"la fidelidad a la realidad constituye una condición tan esencial de toda
obra de arte, que una persona dotada de talento artístico nunca produce
nada que se oponga a ese requisito".* En consecuencia , no sólo es absurdo
18
Idem.
19
Ibid., p. 328.
20
Ibid., p. 342.
* En un artículo en que analizaba la estética utilitaria de N. A. Dobrolyubov, Dostoievski

EL CÍRCULO DE BEKETOV ~ 2 77
sino además inútil imponer restricciones y exigencias a la creación artística
en nombre de la "realidad".

Así pues , en los ensayos de Maikov, Dostoievski encontró una alentadora


defensa de su propia obra y, al mismo tiempo , la definición de una pos-
tura literaria y crítica que él podía aceptar plenamente. Pero los escritos
de Maikov fueron también importantes para Dostoievski en un sentido
mucho más amplio, y que no se restringe tan sólo a la esfera literaria. En
efecto, la controversia con Belinski, iniciada por Maikov, no se limita al
tema del contenido y a la forma del juicio literario. Caló mucho más
hondo, hasta llegar a la raíz misma de la división ideológica entre aque-
llos que todavía se mantenían aferrados a la inspiración moral y religiosa
del socialismo utópico, y aquellos que , como Belinski, buscaban una
base o fundamento más "concreto" para sus ideas sociopolíticas. Pero no
debemos exagerar ni la extensión ni la gravedad de esta división. Ambas
partes seguían compartiendo la misma actitud de repudio hacia los ma-
les sociales existentes en ese momento , y la discrepancia en cuanto a las
ideas no excluía las relaciones personales amistosas ni la colaboración li-
teraria (poco antes de morir Maikov, por invitación de Belinski, había
empezado a escribir para Los Contemporáneos). Con todo, existían mati-
ces ideológicos que nos ayudan a aclarar la posición de Dostoievski en
ese periodo.
Ya dijimos que Maikov, hasta cierto punto , había transformado el pe-
riódico Noticias de la Patria en un órgano del círculo de Beketov, lo cual
resulta evidente, pues el gusto y las opiniones del grupo se reflejan en las
páginas de la publicación a partir del momento en que Maikov pasa a ser
director del periódico. Así como Maikov elogia a Dostoievski, también se
muestra entusiasmado con la poesía de Pleshcheev, cuyo primer volumen
se apresura a comentar. Lo que le agrada en los esfuerzos poéticos de
Pleshcheev es que concuerdan con la época ("versos dedicados a las don-
cellas y a la luna han desaparecido para siempre"), y el hecho de que el

escribió: "El hecho más importante es que el arte, en gran medida, refleja fielmente la realidad:
sus desviaciones son efímeras y se desvanecen rápidamente; no siempre es fiel a la realidad en
general, pero quizá no puede dejar de reflejar la realidad de una época determinada". DW,
p 134.

278 ... LA FAMA


joven poeta se ocupa de temas contemporáneos. En su opinión, la poesía
rusa careció hasta ese momento de una voz que expresara esos problemas
vitales; pero ahora aparece Pleshcheev, quien, como sucesor de Lermon-
tov, pasa a ser "indiscutiblemente nuestro primer poeta", por el hecho de
que "se identifica con todos los problemas de su época , sufre a causa
de los males del siglo, se conduele por las carencias de la sociedad y se
consume con un anhelo altruista por acelerar el perfeccionamiento de esa
sociedad y por lograr que triunfen en la tierra la verdad, el amor y la fra-
ternidad". 21
Son inconfundibles los acentos del socialismo utópico que contienen
tales declaraciones; y esta postura de Maikov se vuelve más claramente vi-
sible en el artículo de mayor envergadura , en el cual anuncia su programa
literario y se lanza al ataque contra Belin ki. En apariencia este artículo se
ocupa de la poesía de A. V. Koltsov, que Belinski recopiló y publicó con
un extenso prefacio. A este respecto, lo que e discute no son los méritos
de Koltsov, pues ambos críticos no e catiman us elogios al poeta; lo que
Maikov le critica a Belinski es haber definido al escritor sólo como poeta
de la vida rural de Rusia y, por ende , por con iderarlo "un prototipo de la
naturaleza rusa" .22 Maikov considera que Beli:nski se equivoca al interpre-
tar la obra y la personalidad de Koltsov tan sólo como un producto y un
reflejo de su ambiente; sostiene que este pun to de vista no es el adecuado
para apreciar o juzgar a ningún individuo; mucho menos a un individuo
creativo, como es el caso de Koltsov. Vemos pues que lo que Maikov dis-
cute es en realidad el tema de la libertad que tiene la persona de poder
trascender su ambiente. A su vez, esta cuestión lo lleva a tratar; por simple
asociación, el problema del libre albedrío y de la responsabilidad moral:
cuestión que Dostoievski recuerda haber discutido con Belinski en ese pre-
ciso momento . Es muy posible que las reminiscencias de Dostoievski estu-
viesen muy influidas (acaso inconscientemente) por recuerdos de esta po-
lémica olvidada hacía ya mucho tiempo, en la cual también Maikov se
oponía a la inclinación de Belinski por el determinismo moral.
No hace falta entrar en mayores detalles sobre los razonamientos de
Maikov que, como él mismo reconoce, han tomado prestadas muchas
ideas del historiador romántico francés y ardiente defensor del libre albe-
drío: jules Michelet. Una sola cita bastará para ilustrar el profundo signifi-
21
V. Maikov, op. cit., p. 129.
22
Ibid., p. 62.

EL CÍRCULO DE BEKETOV ~ 279


cado sociocultural de este debate. Para afianzar su teoría de que no es po-
sible concebir al hombre simplemente como un ser condicionado por su
ambiente , Maikov recurre al ejemplo de j esucristo :

La mayor revolución en la vida de la humanidad fue la que realizó Dios mis-


mo al encamar en la imagen de un hombre - escribe Maikov-. En el aspecto
de su esencia humana, j esucristo se revela como la imagen más perfecta de lo
que noso tros denominamos una gran personalidad . Su auténtica doctrina se
ubica en una posición radicalmente opuesta a las ideas sustentadas por el
mundo antiguo, y contiene una independencia tan inconmensurable respecto
de los fenómenos a los que fatalmente están condenados millones de seres
considerados libres y racionales; en resumen, son a tal grado elevados sus
principios por encima de las leyes de los fenómenos históricos, que incluso
hasta el momento actual, y luego de transcurridos dieciocho siglos, todavía la
humanidad no ha evolucionado hasta alcanzar ni siquiera la mitad de esa in-
dependencia de pensamiento , sin la cual resulta imposible comprender y rea-
lizar esas leyes. Esa independencia, en un grado incomparablemente menor,
se manifiesta en las ideas de todas aquellas personas verdaderamente gran-
des , que son las que llevan a cabo revoluciones morales de alcances menores
que la originada por Dios mismo. 23

Considerar a jesucristo el más grande revolucionario moral de todos los


tiempos -un paradigma sublime para todos los revolucionarios menores
que seguían su ejemplo-, desde luego, encerraba el oculto propósito de
desplegar la bandera del socialismo moral-religioso ante la cara de aquellos
que se habían unido bajo otro estandarte. Las palabras de Maikov resultan
también muy interesantes, debido a sus insinuaciones sobre la cristología
posterior del propio Dostoievski. Considerar a Jesucristo revolucionario era
bastante común en el decenio de 1840-1849;* en cambio , concebirlo como
el heraldo divino cuya misión fue anunciar la liberación del hombre de las
cadenas del determinismo histórico , era una idea mucho más novedosa.

23
Ibid, p. 68.
'" En 1848, en las oficinas de todas las organizaciones obreras y en los hogares de un gran
número de socialistas, era común ver un grabado en que aparecía la imagen de j esús como car-
pintero , acompañada de la siguiente inscripción: "Jesús de Nazareth, el primer representante
del pueblo". Benoit Malon, Exposé des écoles socialistes de France (1872) , p. 230; citado en Ma-
xime Leroy, Histoire des idées sociales en France, vol. 3 (París, 1946-1954), p. 77.

280 .. LA FAMA
No cabe duda de que el concepto que tenía el propio Dostoievski de jesu-
cristo estaba profundamente influido por la imagen de carácter socialista
utópico presentada por Maikov, y de que, para Dostoievski,Jesucristo siem-
pre seguiría siendo no sólo el Salvador tradicional de las ataduras del peca-
do y de la muerte, sino también la sagrada promesa de la posibilidad de li-
beración moral.
Por otra parte , el artículo de Maikov también nos revela que la cuestión
acerca del libre albedrío y la responsabilidad moral ya empezaba a conver-
tirse en una tenaz obsesión en el caso de aquellas personas que, como Dos-
toievski, se negaban a renunciar al fundamento moral y religioso de sus
ideas progresistas. En efecto, no se trataba tan sólo de seguir creyendo que
el poder moral de la personalidad era esa aterradora acumulación de testi-
monios del vandalismo humano que caracterizó los inicios del capitalismo.
Incluso ni siquiera Maikov podía dejar de reconocer que era "estúpido y
perverso" predicar moralidad a las clases baj as explotadas, pues "para ser
moral y culto , es decir civilizado, lo mismo un individuo que un pueblo,
antes que nada debe tener una vida holgada". Pero esto no lo lleva a negar
la posibilidad del libre albedrío y de la responsabilidad moral, aun cuando
reconoce que "sólo el heroísmo puede unir el valor moral con la pobreza". 24
Ese "heroísmo", sin embargo , existe; siempre habrá un puñado , un resto
excepcional, de ese tipo de héroes; la personalidad humana nunca permiti-
rá que las condiciones materiales la sojuzguen por completo. Resulta ilus-
trativo que en estos ensayos de Maikov ya sea posible vislumbrar los linea-
mientos generales de esa misma polémica interior, que más adelante se
entablará con tanto apasionamiento en las páginas de Dostoievski. *Veinte
años después, cuando Dostoievski empieza a separarse por completo del
radicalismo, lo que en el desaparecido Belinski era tendencia se había en-
durecido en la forma de dogma, de modo que ya era imposible ser un radi-
2.. v. Maikov, op. cit. , p. 295.
,., Existe todavía otro aspecto del pensamiento de Maikov que quizá haya influido sobre
Dostoievski : la clara distinción que aquél hace entre mayoría y minoría de una nación ; entre
gente común y gente especial, lo cual recuerda un pasaj e del conocido artículo de Raskólnikov
en Crimen y castigo.
"Cada nación - escribe Maikov- presenta dos facetas; una diame tralmente opuesta a la
otra; ésta corresponde a la mayoría , aquélla ... a la minoría. La mayoría de un pueblo siempre
está sometida mecánicamente a las leyes del clima, la ubicación, la raza y el destino; la minoría,
en tanto, se va al otro extremo, al negar tales influencias." Maikov habla de esta división como
si se tratara de una "ley" (supuestamente, de la naturaleza), división que aún no ha sido sufi-
cientemente estudiada por los etnógrafos . Ibid., p. 69.

EL CÍRCULO DE BEKETOV ... 281


cal y continuar afirmando la existencia del libre albedrío . En la década de
1870, cuando ocurre un retorno entre los izquierdistas rusos al "humanis-
mo" moral-religioso feuerbachiano característico de los años cuarenta, la
hostilidad de Dostoievski fue bastante más moderada .
Existe todavía otro aspecto más del pensamiento de Maikov que ayuda
a iluminar mejor la personalidad de Dostoievski. Empleando la terminolo-
gía de Fourier, Maikov escribe que el hombre "está dotado de virtudes, es
decir , necesidades y capacidades que forman su vitalidad ... [y] el origen
de todo lo que es vicio o maldad puede ubicarse tan sólo en el choque en-
tre sus capacidades para sufrir y actuar y las circunstancias exteriores, lo
cual crea un desequilibrio entre esas capacidades del hombre al destruirse
la proporción de satisfacción que la naturaleza ha determinado para cada
uno". 25 Por lo tanto, la naturaleza humana es en esencia buena, y el mal es
resultado de las estructuras sociales que no le permiten a la humanidad
satisfacer como corresponde sus necesidades y desarrollar sus capacidades.
En el siguiente capítulo de este libro veremos que Dostoievski duda , in-
fluido por la misma corriente de ideas ; también afirma la necesidad natural
y perfectamente justificada que tiene el yo de expresarse y realizarse, y ad-
vierte, además, sobre las consecuencias desdichadas que resultan cuando
se frustran esas necesidades. Pero, en sus creaciones literarias, Dostoievski
también echa sobre los hombros del individuo una carga de responsabili-
dad -cada vez más pesada- en el sentido de que debe superar los efec-
tos psíquicos nocivos de esa frustración , y que, en particular, tiene la obli-
gación de resistir la tentación de mortificar a otros para desquitarse de sus
propias humillaciones.
Empero , Maikov emplea esta visión fourierista de la naturaleza huma-
na para minar el supuesto de que la "nacionalidad" es un valor positivo .
Según Maikov, los rasgos nacionales del carácter son el resultado de las
tendencias que se forman en la psique humana , al objetivarse en una u
otra dirección por influencia de las condiciones materiales (clima, geogra-
fía, raza, historia). Pero el ideal humano universal, tanto para un individuo
como para un grupo étnico, es "el desarrollo armonioso de todas las nece-
sidades humanas y sus correspondientes capacidades". 26 Cuando se las
compara con este ideal , todas las características nacionales - incluso aque-
llas que comúnmente se consideran virtudes- en realidad resultan ser
25
Ibid., p. 66.
26
Ibid , p. 64.

282 ~ LA FAMA
defectos o vicios: son deformaciones que no corresponden al desarrollo
pleno de la naturaleza humana. Esta negación rotunda de la nacionalidad
era una derivación bastante común de la influencia del socialismo utópico
(aparece claramente expresada en el segundo fascículo del Diccionario de
bolsillo de Petrashevski). 27 Sin embargo , es poco probable que Dostoievski
coincidiera con Maikov sobre este asunto , pues en algunos artículos que
escribió un año después adopta una posición antieslavófila, aunque de
ningún modo antinacional.

Belinski vivía para las polémicas y nunca se sentía mejor que cuando al-
guien o algo despertaba en él furia agresiva. En el invierno de 1846 no era
hombre que pudiera acobardarse ante la embestida de Maikov. Por lo tan-
to, responde al ataque de su colega con el famoso artículo Panorama de la
literatura rusa en 1846, que apareció en el primer número de la nueva épo-
ca de Los Contemporáneos. En ese artículo , Belinski se lanza a atacar -para
decirlo con las palabras del autorizado historiador soviético del periódico ,
Eugeniev-Maksimov- "no sólo al joven crítico de Noticias de la Patria,
Valerian Maikov, sino también el socialismo utópico , en general. A finales
de 1846, poco tardó en llamarlos [a los socialistas utópicos] 'asnos sociales
y virtuosos' ". 28
Para Dostoievski, éste fue el fatídico artículo que rubricó el hundi-
miento total de su reputación literaria y el repudio público por parte del
crítico que lo había elevado a la fama. En ese artículo , Belinski afirma que
"el escenario fantástico " de El doble resulta inadecuado para el gusto con-
temporáneo , y también habla de la "ostentación y engreimiento" de la obra
El señor Projarchin. Todo esto nos hace sospechar que la amistad de Dos-
toievski con Maikov -que no era secreto para nadie- debió de tener al-
guna influencia en esa nueva severidad del juicio de Belinski. En efecto, no
fue Dostoievski el único en recibir esta bofetada de Belinski. Todas los que
de algún modo estuvieron relacionados con Maikov, o cuyas obras dicho
crítico hubiera elogiado , son tratados con la misma dureza.
El pobre y bondadoso Alekséi Pleshcheev quedó atrapado entre dos
27
Véase el artículo sobre la "Nacionalidad'', en Proizvedenia Petrashevtsev, ed. V l. Evgrafova
(Moscú , 1953), pp . 193-195 .
28
V. Eugenyev-Maksimov, Sovremennih v 40-40 Godohh (Leningrado, 1934), p . 117.

EL CÍRCULO DE BEKETOV ~ 283


fuegos y, por ende, se le desprecia por aspirar en vano a un talento litera-
rio que no posee (Belinski, incluso, le niega el honor de referirse a él por
su nombre). Es indudable que Pleshcheev estaba muy lejos de ser un poeta
mayor; pero, a pesar de ello, en otras circunstancias sus temas humanita-
rios le habrían merecido una palabra de elogio por parte del crítico. Otra
víctima involuntaria de la ira de Belinski fue Julia Zhadovskaia, poetisa
plañidera cuyos esfuerzos Maikov saludó con algunos elogios sumamente
moderados. Con la mayor crueldad de que podía hacer gala, Belinski se
burla de la poetisa del corazón roto , herida por la vida, que busca consue-
lo en el cielo estrellado. ¿Acaso no sabe que , según la óptica moderna, "lo
que embelesa su mirada no existe en realidad, sino que es resultado de su
propia visión, en la cual se concentra la convexidad esférica que ella ve"?
En este pasaje, Belinski adopta su posición más cruda y científicamente
materialista; y ese mismo cientificismo ingenuo se hace evidente en su ré-
plica a quienes él denomina "los cosmopolitas humanistas", o "los cosmo-
politas fantasiosos" (Maikov y sus amigos) , que defienden el ideal universal
de la "humanidad" y repudian la nacionalidad.
La respuesta concreta de Belinski a Maikov es una curiosa y contradic-
toria mezcolanza de Littré y Hegel, de cuyas sutilezas no es necesario que
nos ocupemos, porque, además , realmente en ningún momento consiguen
embonar con el argumento de Maikov en contra del determinismo. Lo que
sí resulta importante es su fogosa afirmación y defensa de la nacionalidad,
en oposición al menosprecio expresado por Maikov. La importancia de
esta polémica estriba en que, según P. V. Annenkov, marca un momento
decisivo en la evolución interna de la cultura rusa a fines del decenio de
1840-1849. Hasta ese momento , la polémica entre los occidentalistas y los
eslavófilos había dividido a la intelligentsia rusa en bandos opuestos. Be-
linski encabezó la ofensiva contra la idealización, por parte de los eslavófi-
los , de las virtudes nacionales rusas simbolizadas por el retrógrado e in-
culto campesinado. Annenkov llega al extremo de acusarlo de que sus
artículos habían alentado entre los intelectuales "un matiz de desprecio
arrogante, mitad patricio y mitad pedante" hacia la vida campesina.29 Pero,
al replicarle a Maikov, Belinski declara que "sobre este asunto [la naciona-
lidad] me siento más inclinado a tomar partido a favor de los eslavófilos
que a permanecer en las filas de los cosmopolitas humanistas".30 Esta inau-
2" Decade, p. 21 8.
30
Wo rks, p. 371.

284 ... LA FAMA


dita abjuración actuó como un catalizador en el sentido de acelerar el pro-
ceso de fusión ideológica entre ambos bandos, que en realidad se había
iniciado algunos años antes , y que muy pronto daría origen a las diferentes
especies del populismo ruso (incluyendo la propia ideología de Dostoiev-
ski del Pochvennichestvo), *que dominó la cultura rusa hasta el último de-
cenio del siglo x1x.
De hecho, gran parte de lo que dice Belinski sobre la nacionalidad en
este artículo reaparece en los posteriores trabajos periodísticos de Dostoiev-
ski, expresado casi con las mismas palabras. Al igual que Belinski, y en
oposición a los eslavófilos, Dostoievski siempre rehusó idealizar o adornar
el pasado ruso y soñar en la restauración de una especie de mundo arcádi-
co, anterior a San Pedro. Sin embargo, también en este caso, igual que Be-
linski, participaba enérgicamente en los ataques de los eslavófilos contra la
"europeización de Rusia". Belinski advierte que esa imitación humillante y
maquinal de la cultura europea, que se prolongó demasiado, creó "una es-
pecie de dualidad en la vida rusa y, en consecuencia, una falta de unidad
moral" ... ¿Qué otra reflexión podía ser más típicamente dostoievskiana
que la que acabamos de citar? ¿Acaso el propio Dostoievski no se conside-
ró a sí mismo como el cronista de esta "falta de unidad moral" de la vida
rusa7 Por otra parte, también para Dostoievski el remedio no consistía en
descartar todo lo europeo y retomar al pasado (tarea imposible, de todos
modos), sino en comprender "que Rusia había superado la época de la Re-
forma; que dichas reformas habían cumplido ya con su papel histórico ... y
que ya era tiempo de que Rusia evolucionara independientemente, a partir
de sus propias raíces".3 1 En este caso Belinski se refiere a las reformas de
Pedro el Grande. Dostoievski repetiría exactamente el mismo razonamien-
to pero aplicándolo a los cambios constituidos por Alejandro II , a princi-
pios del decenio de 1860-1869 .
Así pues, la nacionalidad deja de ser un tema menospreciado, descar-
tado, o que se deja de lado. Por lo contrario, como afirmaban los eslavófi-
los, llegaría a ser el principio sobre el cual se fundaría la Rusia del futuro.
Pero precisamente este hecho determinó que la tarea de definir ese princi-
pio de la nacionalidad rusa se tomara mucho más apremiante e importan-
te. Según los eslavófilos, lo que diferenciaba a su país de Europa era su
propia historia, caracterizada más por la armonía o concordia cristiana lo-
* La palabra rusa pochva significa suelo o terreno , y también fund amento o apoyo.
31
Ibid., pp. 359 y 360.

EL CÍRCULO DE BEKETOV .,,. 285


grada de una manera pacífica, que por las luchas egoístas por conquistar el
poder tan típicas de las rivalidades occidentales entre clases sociales y na-
ciones. Esta opinión sólo merece por parte de Belinski un comentario des-
pectivo: para él no existe en la historia rusa nada que pueda servir de base
a la concepción de que es posible identificar la nacionalidad rusa con el
principio del amor y la humildad. A pesar de su coincidencia de opinión
con los eslavófilos en cuanto a que Rusia estaba destinada a transmitirle al
mundo "nuestra palabra, nuestro pensamiento", considera todavía prema-
turo tratar de definir con un grado aceptable de precisión esa "palabra"
rusa. Sin embargo, acaso sea posible encontrar un cierto indicio de lo que
esa palabra podía residir en la "versatilidad" del carácter ruso , su aparente
carencia de forma propia y su sorprendente capacidad para asimilar y ab-
sorber culturas ajenas. Vista superficialmente, esta capacidad podría inter-
pretarse como inconstancia, como indecisión; en suma, como un defecto.
Pero, para alguien conocedor de Schelling y Hegel y formado según las
teorías mesiánicas del nacionalismo romántico, resulta muy sencillo ex-
traer de lo negativo deducciones positivas. En efecto, esa extraordinaria
flexibilidad de la psique popular rusa también puede "atribuirse a una in-
teligencia natural", y considerarse el germen de una gran fortaleza futura.
Quizá eso quiera decir que "la nacionalidad rusa está predestinada a expre-
sar la esencia exuberante y multifacética de su idiosincrasia, y que a esto se
deba su asombrosa capacidad para adoptar y asimilar toda clase de ideas y
elementos extranjeros" .32
Dostoievski conocía estas ideas , por haber leído los ensayos de Belin-
ski de su etapa hegeliana - en los cuales volcaba todo su agresivo naciona-
lismo-, como también otras muchas fuentes. Desde finales del siglo xvm
existía toda una corriente de literatura satírica que atacaba la excesiva euro-
peización. Por otra parte, desde el decenio de 1820-1829 flotaba en la at-
mósfera la concepción de que Rusia tenía la misión histórica mundial de
sintetizar las culturas nacionales europeas , que siempre habían estado en
pugna.* Pero estas ideas adquirieron nuevo vigor y actualidad cuando Be-
12 Ibid., p. 363.
* Alexandre Koyré, luego de estudiar el debate que se suscitó, en el decenio de 1820-1829,
en torno al nacionalismo ruso , resume sus conclusiones de esta manera: "Rusia tiene una mi-
sión que cumplir, y ésta no solamente consiste en llegar al mismo grado de civilización de los
pueblos de Occidente, adquiriendo la cultura de éstos , sino, al contrario, en desarrollar su pro-
pia civilización, mayor y más perfecta, lo que , al mismo tiempo , significará la culminación de la
evolución histórica integral de Occidente. Gracias a su juventud, la cual constituye su fuerza,

286 ~ LA FAMA
linski las usó para refutar el "cosmopolitismo" de Maikov en los años cua-
renta. En efecto, al quitarle al concepto de "nacionalidad" todo lo negativo
y al limitar las connotaciones que le añade Maikov , Belinski logra, con
gran habilidad, encauzar dicha idea hacia un universalismo que libera el
sentimiento patriótico y el orgullo nacional del monopolio ejercido hasta
ese momento por los eslavófilos, a la vez que los reconcilia con el occiden-
talismo progresista . Se trata de la misma visión de Rusia como creadora
futura de una cultura mundial panhumanista, que con tanta frecuencia y
de un modo tan elocuente habrá de evocar más adelante Dostoievski, de
sustentarla con los mismos razonamientos: la facilidad que tienen los rusos
para aprender idiomas extranjeros, su capacidad para identificarse con
culturas ajenas, el papel que desempeñará la literatura rusa como precur-
sora de la nueva síntesis mundial. Desde luego que , a todo esto, Dostoiev-
ski añadirá eljesucristo ruso, interpretado como el testimonio divino de la
posibilidad de existencia sobre la tierra de la libertad moral y el triunfo del
libre albedrío humano sobre las leyes de la naturaleza. Desde esta perspec-
tiva, cabe considerar que su ideología "eslavófila" postsiberiana es una
amalgama de ideas cuyos orígen es deben buscarse en Belinski y en Vale-
rian Maikov. *
Es importante trazar esas líneas de continuidad si queremos restaurar
el auténtico cuadro histórico que el propio Dostoievski se empeñó tanto
en empañar y confundir. Por el momento, sin embargo, repararemos tan
sólo en el contenido general del artículo de Belinski. "Hoy Europa está en-
frascada [en la búsqueda de solución de] grandes problemas totalmente
nuevos ... pero ... sería absolutamente vano e inútil que nos ocupáramos
de esos problemas como si fueran propios ... Nosotros por nuestra propia
cuenta, en nuestro interior y a nuestro alrededor.. . es allí donde debería-
Rusia podrá, al expresar y llevar a efecto su ideal , hacer también realidad el ideal de la humani-
dad, en su conjunto". La philosophie et le probléme national en Russie au début du x1x siécle (París,
1929), p. 209.
* Asimismo , apoyado en su "cosmopolitismo humanístico" y en su visión nacionalista esla-
va, Maikov señala el contraste que existe entre la pureza de la doctrina cristiana dentro de la
Iglesia rusa y la concepción deformada del mensaje de Cristo por parte del catolicismo romano;
esta idea habría de ser de gran importancia para Dostoievski.
'Todos saben - escribe Maikov- que Rusia los preservó [los dogmas de la fe cristiana] en
tal estado de pureza e inmutabilidad, que, a través de la historia , sólo la Iglesia rusa tiene el
pleno derecho de ser considerada ortodoxa." En cambio, "al mismo tiempo que Bizancio se
ocupaba de buscar y guiar a su rebaño al reino de los cielos, Roma estaba soñando con dominar
espiritualmente a los reinos terrenales".

EL CÍRCULO DE BEKETOV ~ 287


mos buscar tanto los problemas como sus soluciones. "33 Estas palabras tra-
ducen la desilusión de Belinski respecto del socialismo utópico ; pero tam-
bién reflejan la tendencia general seguida por la intelligentsia progresista.
Incluso aquellos que todavía se aferran a lo que queda como fragmentos o
restos de las esperanzas socialistas utópicas ahora empiezan a reinterpre-
tarlas y readaptadas , en función de los problemas sociales rusos , en parte
estimulados por las ideas eslavófilas. Describiremos este movimiento más
extensamente cuando nos ocupemos de la participación de Dostoievski
dentro del círculo de Petrashevski. Pero primero debemos analizar una se-
rie de folletines que escribió en la primavera de 184 7. El enorme valor que
tienen estos escritos se debe al hecho de que nos permiten penetrar en al-
gunos de los sentimientos e ideas que bullían en él, aparte de constituir un
autocomentario parcial acerca de sus creaciones literarias.

33
Works, p . 375.

288 .... LA FAMA


XVI. Los folletines de San Petersburgo

DURANTE la primera oleada de éxito alcanzado por Pobres gentes, el futuro


brilló para Dostoievski con sus colores más resplandecientes. No se trataba
sólo de que se viera a sí mismo como un escritor famoso y festejado, cuyos
sueños adolescentes de gloria habrían por fin de realizarse, sino que, ade-
más, la aclamación de la crítica y del público significaría el fin de las tribu-
laciones económicas que no habían dejado de martirizarle desde que re-
nunciara al Ejército. A los pocos meses de ser descubierto por Belinski, le
dice a Mijaíl que, "al enterarse de que yo no tenía dinero , Kraevski me su-
plicó con la mayor humildad que le aceptara un préstamo de quinientos
rublos".1 A comienzos de 1846, luego de citar algunas de las opiniones to-
davía laudatorias de Belinski, Dostoievski añade en tono alborozado: "Her-
mano, ¡mi futuro no puede ser más brillante!" 2
Empero , bien pronto el tono de las cartas se vuelve muy diferente y
mucho más deprimido. En primer lugar, el aterrador estallido de su súbita
fama literaria quebranta su frágil equilibrio nervioso. En segundo lugar,
Dostoievski se queja de su dependencia económica respecto del editor,
A. A. Kraevski, cuya complaciente generosidad en el sentido de dar ade-
lantos de dinero a escritores indigentes resultó ser una trampa cebada con
un señuelo de miel. Kraevski, famoso por su habilidad para explotar el ta-
lento literario, amasó una fortuna gracias a Belinski durante los años en
que el crítico trabajó para Noticias de la Patria, y utilizó esos mismos méto-
dos con el necesitado Dostoievski.
Muy pronto descubre que depende totalmente del editor para su sos-
' Pisma, vol. 1 (16 de noviembre de 1845) , pp. 84 y 85.
2 Ibid. (l º de febrero de 1846), p. 87.

... 289
tenimiento, y entonces Dostoievski se ve obligado a escribir apresurada-
mente y contrariando sus deseos, para pagar sus deudas. En una carta
fechada en octubre de 1846, le dice a Mijaíl que desea ir a Italia para poder
escribir allí una novela en total libertad y sin presiones de tiempo; para escri-
bir "para mí mismo, y de este modo tener la posibilidad de elevar mi pre-
cio. La deuda eterna, que Kraevski trata de aplicar a todo el mundo, es el
sistema de mi esclavitud y vasallaje literario" .3 Lamentaciones de este tipo
aparecen interminablemente repetidas en las cartas de Dostoievski desde
1846 hasta su arresto en 1849. A pesar de todos sus esfuerzos nunca logró
librarse de las ataduras que lo esclavizaban a Kraevski, ni consiguió esa
seguridad que tanto ansiaba para poder crear en paz. "Es terrible trabajar
como un jornalero. Lo destruye todo: tu talento , tu juventud y tus espe-
ranzas; aborreces tu trabajo y terminas por volverte un escritorzuelo, y no
un verdadero escritor. "4
El estado de endeudamiento crónico de Dostoievski, aparte de obligar-
lo a escribir más rápidamente de lo que hubiera querido, y a completar
apresuradamente obras que requerían de un proceso de maduración, tam-
bién lo impelía a vigilar el mercado literario , a la pesca de cualquier encar-
go, periodístico o de otra índole, que le permitiera obtener dinero en efec-
tivo. En el invierno de 184 7, lo encontramos escribiendo artículos de
fondo para una enciclopedia, y quejándose de lo difícil que resulta corregir
en pruebas de galeras un artículo acerca de los jesuitas. Es evidente que
tenía un interés especial en la historia y características de esta orden reli-
giosa católico-romana, cuya influencia mundial sería, más adelante, una de
sus más persistentes obsesiones. Antes, en la primavera de ese mismo año,
consiguió un encargo más importante de la Gaceta de San Petersburgo. El
autor que escribía los folletines para ese periódico murió repentinamente,
y el editor se apresuró a llenar el hueco recurriendo a algunos de los jóve-
nes literatos de San Petersburgo para que lo proveyeran de material. Alek-
sei Pleshcheev escribió un folletín para el número del 13 de abril, y quizá
fue por intermedio de él como Dostoievski se enteró de esta oportunidad
periodística. Así, los cuatro folletines siguientes , firmados F. D. , fueron
escritos por el propio Dostoievski.
Estos folletines desaparecieron por completo después de su efímera
aparición, y fue sólo en el decenio de 1920-1 929 cuando se les desenterró
3
Ibid. (7 de octubre de 1845), p. 97.
4
Ibid. (1 7 de diciembre de 1846), p. 104.

290 ... LA FAMA


y volvió a publicar.* No se sabe la verdadera razón de que Dostoievski no
haya reeditado él mismo más adelante estos cuatro especímenes sumamen-
te interesantes de su primer trabajo periodístico; después presentaremos
un posible motivo. Empero, no pudo ser que el novelista ya maduro se
sintiera avergonzado de haber tenido que dedicarse , en otro tiempo, a una
labor periodística degradante. Todos los jóvenes talentos pertenecientes a
la escuela naturalista que iban camino de la fama -Grigoróvich, Panaev,
Turgueniev, Goncharov, Sollogub , Pleshcheev- también escribían folleti-
nes , y Dostoievski no hizo otra cosa que unirse a una tendencia literaria
general. Recordemos que ya había colaborado en este sentido con el malo-
grado Bufón, que comparó su propio estilo chispeante y su humorismo con
Lucien de Rubempré , de Balzac, quien de la noche a la mañana se con-
virtió en la figura mimada de París después de escribir apresuradamente
una pieza brillante que luego fue considerada como el modelo del nuevo
género. La novela Las ilusiones perdidas, de Balzac, publicada en 1846, ha-
bía jerarquizado el folletín como una forma de creación muy apropiada
para captar todo el brillo, la efervescencia y la variedad de la vida sociocul-
tural parisiense. Siempre alerta a las últimas novedades literarias, los jóve-
nes escritores rusos no vacilaron en adoptarlo como medio de su propia
expresión.
En Francia , la invención del folletín se vio estimulada por un nuevo
tipo de publicación periódica popular y de circulación masiva, puesta al
servicio de la publicidad y que podía influir en el éxito o el fracaso de li-
bros, piezas teatrales , óperas y espectáculos públicos de toda clase. En su
origen, el folletín era simplemente una columna de información acerca de
todas esas novedades culturales. Pero rápidamente adquirió la forma del
libro moderno, o de la revista sobre teatro. La famosa columna de Lucien
de Rubempré era un relato ingenioso y chispeante acerca de una nueva
pieza teatral, en la que una joven actriz, su futura amante, hacía su primera
aparición importante en escena. Pero cuando el folletín se amplía para in-
' ' Tres de ellos se reimprimieron en 1922; otro más, en 1927 . Por equivocación, en el volu-
men de 1922 uno de los fo lletines se publicó bajo el nomb re de Dostoievski, cuando en reali-
dad el autor era Pleshcheev; se reparó el error en la edición posterior del libro (XIII : 594; 608).
Desafortunadamente, la equivocación persiste en la edición inglesa. David Magarshack in-
cluyó el folletín de Pleshcheev en el volumen titulado Dostoevsliy's Occasional W1iti11gs (Nueva
York, 1963), pp . 3-9 , según el cual el escri to fu e re dactado por Dostoievski. He utilizado la
edición inglesa de Magarshack de los tres folletines para mis citas, tras haber realizado lasco-
rrecciones pertinentes.

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ... 291


cluir tipos urbanos y la vida social, da también origen al bosquejo fisioló-
gico . Una vez que esas estampas o bocetos prendieron en el gusto del públi-
co, se le ocurrió a Frédéric Soulié unirlos semana a semana mediante una
leve ilación argumental; y así nació la novela folletinesca.
Resulta difícil establecer una diferencia definida entre el folletín y el
bosquejo fisiológico. Podríamos decir que el primero se caracteriza por
una menor ambición, en el sentido de describir la vida de un ambiente
social particular, y que le permite al escritor más libertad para dar rienda
suelta a su fantasía y mostrar su personalidad. Un autor francés de menor
importancia, Nestor Roqueplan, habla de ce droit de bavardage, * que, se-
gún su criterio, es lo que le daba al folletín su encanto peculiar. 5 Por lo
general, el escritor de folletines utilizaba este privilegio de poder entregar-
se a los desahogos líricos y a las "confesiones" seudopersonales. Esto crea-
ba una atmósfera de intimidad entre el escritor y el lector que se volvió un
recurso estilístico. Por lo que Belinski nos dice, se consideraba que en to-
dos los casos el autor de folletines debía ser un individuo sumamente con-
vencional y estilizado. El escritor de folletines, nos explica Belinski, es

un charlista , aparentemente de buen genio y sincero, pero en realidad a me-


nudo es malicioso, y tiene una lengua viperina; es alguien que lo sabe todo ,
que todo lo ve, que calla una cantidad de cosas, pero que definitivamente se
las ingenia para expresarlo todo, que hiere mediante el uso de epigramas e
insinuaciones, y que sabe divertir con una palabra acertada e inteligente, así
como con un chiste pueril. 6

Esta definición es perfectamente adecuada a la personalidad que asu-


mió el joven Dostoievski frente a la vida. A primera vista, sus folletines
pueden parecer tan sólo ensayos familiares sin pretensiones, que saltan de
un tema a otro respondiendo únicamente a cambios en el estado de ánimo
del narrador. Descripciones de la vida de San Petersburgo y de paisajes,
estampas de diferentes tipos sociales, reflexiones y reminiscencias, la in-
contable información acerca de las últimas noticias culturales, todos los
ingredientes consabidos están allí presentes, entremezclados sin seguir un

* "Este derecho a parlotear. "


5
Citado en V. L. Komaróvich, "Petersburgskie Feletony Dostoevskogo'', en Feletony Soroko-
vykh Godov, ed. Yu. Oksman (Moscú/ Leningrado, 1930) , p 93 .
6
Citado en V. S. Nechaeva, V.G. Belinski, vol. 4 (Leningrado , 1949-1967), p. 298.

292 ~ LA FAMA
orden determinado, para distraer al lector ocasional. Pero, en cuanto se
profundiza más la lectura, resulta evidente que los folletines significan mu-
cho más de lo que aparentan. A pesar de todas sus omisiones y simuladas
evasivas, "decididamente se las ingenian para expresarlo todo" (o cuando
menos, una gran parte) de aquello que preocupaba a Dostoievski - y a
muchos otros como él- en la primavera de 1847.

Nadie que haya leído el primer folletín de Dostoievski puede dudar de que
su autor estaba sumamente inconforme con el orden existente en la vida
sociopolítica de su patria. Es perfectamente patente que le aflige la falta
total de libertad que tiene todo ciudadano pensante, en Rusia, para recibir
información y para discutir asuntos de "interés público". Esta cuestión
aparece de inmediato en la estampa de dos ciudadanos de San Petersburgo
que se animan a salir a la calle para recibir la primavera y saludarse mutua-
mente después del prolongado paréntesis invernal. La primera pregunta
que invariablemente formulan es: "¿Qué noticias hay7"; y en ese momento
el cronista de la ciudad señala un fenómeno curioso. os dice que siempre
hay "un agudo sentimiento de desolación en el sonido de sus voces, sea
cual fuere la entonación inicial de su conversación". No se da ninguna
explicación de ese estado de ánimo extrañamente descorazonado, que
no corresponde a la época del año. Pero el lector de Dostoievski, acostum-
brado al lenguaje cifrado del periodismo ruso , entendía muy bien el tono
desanimado de la pregunta, porque sabía que la respuesta carecía de im-
portancia: simplemente no había "noticias" de ninguna clase que merecie-
ran una conversación. La razón de que, a pesar de ello, se continuara for-
mulando la pregunta , era porque "una especie de buena educación exige
que [los rusos] también participen en algo que abarque a la sociedad, y que
tengan intereses públicos" (XIII: 8-9).
Este vívido boceto es un buen ejemplo de una de las técnicas de alu-
sión que emplea Dostoievski, recurso que podemos denominar "enigma
no explicado", cuya adecuada solución deberá ser dada por el lector al tan-
to de la situación a la que el autor se refiere . Para asegurarse de que sus
lectores comprendan lo que él quiere decir en este caso, Dostoievski tam-
bién utiliza la ironía hiperbólica para satirizar la acostumbrada función de

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO .. 293


un autor de folletines , y que consiste en proveer de "noticias" que entre-
tengan al público en sustitución de temas de mayor contenido, pero po-
tencialmente peligrosos. "Pero yo soy un folletinista , caballeros -aclara el
cronista-; debo contarles las últimas noticias, las más recientes, las más
estremecedoras ... Es oportuno emplear este epíteto prestigiado por el tiem-
po, sin duda inventado en la esperanza de que el lector de San Petersburgo
tiemble de placer al enterarse de cierta clase de noticias conmovedoras;
por ejemplo , quejenny Lind partió rumbo a Londres. " Toda vez que Dos-
toievski hace referencia a las obligaciones estipuladas que tiene como folle-
tinista, de suministrar ese tipo de "noticias" , su tono es siempre de desdén
melancólico (XIII: 12).
Dostoievski no sólo protesta , en su primer folletín, contra la falta de
libertad de prensa en Rusia; también alude en la misma forma a la carencia
de libertad de expresión, la absoluta imposibilidad de discutir en público
temas sociopolíticos de importancia esencial. "Es bien sabido - escribe el
cronista- que todo San Petersburgo no es otra cosa que un conjunto de
pequeños círculos, cada uno de los cuales tiene sus propios estatutos, sus
propias normas de etiqueta, sus leyes, su lógica y su oráculo. " Se pregunta ,
con ingenuidad fingida , cuál será la causa de que esos "círculos" sean "un
producto tan característico de la idiosincrasia rusa , que todavía tiene cierta
timidez respecto de la vida pública, y la mirada vuelta hacia el país". A pe-
sar de que inevitablemente la respuesta es evasiva, en cambio, la interpre-
tación es inequívoca: la vida en un "círculo" es "más natural"; "no hace
falta ser mentalmente ágil, es una vida más tranquila. Dentro de un 'círcu-
lo' uno recibe una respuesta rotunda a la pregunta: '¿Qué noticias hay ?' En
suma, cuando se pertenece a un círculo se habla con mayor libertad, pues
existe la relativa seguridad de que no hay dentro de él espías, ni soplones"
(XIII: 9).
Los "círculos" constituyen, pues , un recurso inventado por los rusos
para poder llevar cierta vida sociopolítica ante la ausencia de las libertades
civiles que existen en otras partes. Pero, en el mejor de los casos, es sólo
un endeble sustituto de la libertad real. Existe un tipo de "círculo" - el
cronista lo denomina "patriarcal"- que se justifica únicamente por permi-
tirles a sus miembros reunirse en un lugar determinado , en el cual deben
tener conversaciones cínicas y divertidas , pero que nunca van más allá de
la "chismografía o los cuentos chinos". Empero, existen otros "círculos"
- sin duda los de la intelectualidad progresista- en los que "un grupo de

294 ~ LA FAMA
personas cultas y bien intencionadas ... interpreta con inexplicable entu-
siasmo diversos temas importantes" y llegan a un acuerdo general "respec-
to de diferentes cuestiones, por lo general útiles". Pero , pasado ese primer
estallido de arrebato o entusiasmo , "todo el 'círculo' cae en una especie de
irritación; en una suerte de incómodo fastidio ", y poco a poco se va co-
rrompiendo hasta llegar a un estado de cinismo muy parecido a la tónica
imperante en el círculo "patriarcal''. Los rusos no tienen ninguna posibili-
dad de participar de una manera activa en los asuntos sociopolíticos de
su país, y ello , como insinúa aquí por primera vez el cronista , ayuda a ex-
plicar una parte considerable del carácter ruso (ibid.). En primer lugar ,
explica el tipo de persona que pulula en los "círculos", y que emponzoña
la vida de los demás miembros . "' stedes conocen muy bien a este caballero
-dice el cronista a sus lectores- . Su nombre es legión. Se trata del caba-
llero de buen corazón, y que no posee otra cosa más que un buen corazón. "
Es el personaje que, a pesar de dedicar todo su tiempo a enumerar todas y
cada una de sus intachables virtudes morales, es un consumado egoísta, a
quien nada le interesa el resto de la humanidad. El comentario del cronista
acerca de este tipo ya nos está re,·elando la perspicacia de Dostoievski - y
también su profunda aversión- para captar este fingimiento "liberal" de
compasión moral , que más adelante expondría a la mofa pública tan ma-
gistralmente. Este hombre, escribe el cronista, ni iquiera sospecha que "su
tesoro oculto, su buen corazón, podría pulirse y lustrarse hasta llegar a ser
un auténtico diamante precioso y resplandeciente·', sólo cuando comenza-
ra a identificar sus intereses "con los de la sociedad' , únicamente cuando
"demostrara simpatía y compasión hacia la sociedad , en conjunto" (XIII:
10-11) .
El retrato que hace Dostoievski del caballero de "buen corazón" es el
primero de una serie de bosquejos caracterológicos burlescos , que ocupan
casi todo el resto de este folletín . Cada uno de ellos se refiere a un indivi-
duo que , detrás de una fachada de virtud, oculta algún defecto de carácter,
o alguna forma de vicio. A esa altura , Dostoievski abandona la técnica de la
ironía que ha estado utilizando hasta ese momento - la técnica del falso
ingenuo, tan apreciada por los satíricos del siglo xvm, el ingenuo cuya in-
comprensión respecto de lo que ve le permite al lector tener una visión
mucho más clara-, y la cambia por la técnica de la identificación fingida
con aquello que satiriza. La escuela naturalista se dedicó a bosquejar gran
parte de la vida rusa empleando precisamente el contraste entre una su-

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ~ 295


perficie brillante de virtud impecable y un estrato oculto de corrupción. Lo
que Dostoievski hace entonces es identificarse, como cronista, con los que
se oponen a la escuela naturalista, y que protestaban en ese momento enar-
decidamente contra los escandalosos intentos de dicha escuela de exponer
a la vista del público las injusticias de la vida rusa. Y a pesar de simular
que habla en nombre de esos críticos y desde sus puntos de vista , astuta-
mente introduce su propia aportación al género, recurriendo a la indirecta
o a la insinuación, y a la hipérbole, para transmitir el verdadero significado
de lo que quiere expresar.

¡Dios míol - exclama el cronista-. ¿Dónde están los antiguos villanos de las
novelas y de los melodramas de otros tiempos, caballeros? ¡Qué agradable era
la vida cuando ellos merodeaban por el mundo! La vida era encantadora, por-
que en seguida, allí , a la mano, estaba siempre presente el más bondadoso de
todos los hombres, quien desde luego defendía al inocente y castigaba al per-
verso . Aquel villano , aquel tirano ingrato, había nacido así, ya hecho de acuer-
do con alguna predestinación secreta y totalmente incomprensible del desti-
no. Todo en él era la personificación del mal.

En aquellos felices tiempos , no existía separación entre las apariencias


y la realidad; el bien y el mal estaban claramente delimitados, y no era po-
sible ninguna confusión entre ellos. Pero , por desgracia , "súbitamente nos
enfrentamos al hecho de que el hombre más virtuoso, un hombre que ,
además , es incapaz de cometer un delito , de pronto resulta ser un perfecto
villano sin que él mismo se dé cuenta de ello". Más aún : ese hombre vive y
muere "honrado y exaltado" por todos aquellos que lo conocieron; ocurre
con frecuencia que lloran con lágrimas sinceras y tiernas su muerte , inclu-
so "sus propias víctimas" (XIII: 11).
Como un ejemplo de este tipo de hombre, que Dostoievski empieza a
denigrar implacablemente, menciona a "mi buen amigo Julián Mastakó-
vich, que otrora estaba lleno de buenos deseos hacia mí, y que incluso llegó
a ser en cierta medida benefactor mío". julián Mastakóvich aparece como
personaje en dos cuentos cortos de Dostoievski, a quien en este caso que
estamos analizando se le atribuye existencia "real", debido al carácter "con-
fesional" del género. El pobre julián Mastakóvich, funcionario burocrático

296 .. LA FAMA
de cierta jerarquía, es un hombre que tiene un problema. Está a punto de
casarse, a la edad ya bastante madura de cincuenta años, con una encanta-
dora y pura jovencita de diecisiete. Lo que preocupa a julián es que puedan
surgir problemas que le impidan seguir visitando en su departamento a una
bella viuda, a quien desde hace dos años está ayudando generosamente a
llevar adelante un juicio. El cronista simpatiza con el dilema de Julián, aun-
que no disimula su envidia. ¡Qué suerte haber encontrado una joven novia
tan encantadora que sirva de consuelo a los años de decadencia! (Xlll: 11).
El cronista entresaca de las páginas de un relato recientemente publi-
cado en No ticias de la Patria 7 otro ejemplo de ese mismo tipo de individuo
respetable, a quien por alguna razón inexplicable empieza a retratar a la
luz más desfavorable . Se trata de un episodio que Dostoievski escoge para
llamar la atención de sus lectores, y que relata la ruptura accidental de un
espejo durante una fiesta infantil en ausencia del amo de la casa, un buró-
crata moscovita de respetabilidad intachable. "lván Kirilóvich es un buen
hombre", nos asegura el cronista. Pero también es un tirano y un borracho
perdido , que martiriza a su abnegada y enferma esposa con sus arranques
de ira incontrolable. Resulta fácil vaticinar la tormenta que provoca el es-
pejo roto , y "un mes después [la esposa] muere a causa de la tisis ... Una
especie de maleficio dickensiano satura la descripción de los últimos mo-
mentos de la vida dócil y opaca de esa mujer" (XIII: 15).
Desde luego , los biógrafos han visto en Iván Kirilóvich una reminis-
cencia del padre de Dostoievski, sobre todo porque el cronista confiesa
que el relato "¡me trajo el recuerdo de muchas cosas ... ! Personalmente co-
nocí a un hombre parecido a lván Kirilóvich. Los hay a montones por to-
das partes" (ibid.). Resulta difícil determinar con certeza hasta qué punto
estas palabras encierran algo más que la referencia similar a julián Mas-
takóvich. No debe dársele una interpretación demasiado literal a ese tipo
de declaraciones sobre un conocimiento personal, cuando aparece dentro de
un folletín. Pero , aun suponiendo que Dostoievski se sintiera conmovido
por este relato porque le recordaba a su padre, es más importante señalar
que, para él, lván Kirilóvich es más un tipo humano que un individuo de-
terminado. Es decir: su padre se ha fundido , dentro de la sensibilidad de
7
Esta obra fue identificada como Sboyev por A. Nestroiev. El nombre es un seudónimo de
P. N. Kudriavtsev, un amigo de Belinski , quien más tarde fue profesor de historia en la Univer-
sidad de Moscú. Belinski comentó sobre el mismo personaje y escena que también Dostoievski
había señalado especialmente. Works , p. 4 77.

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ~ 297


Dostoievski, con toda una clase de individuos similares, cuyas crueldades
familiares eran en ese momento expuestas a la luz por la escuela naturalis-
ta como un mal social muy difundido. El resentimiento que sentía Dos-
toievski hacia su padre por haber maltratado a su madre - siempre y
cuando creamos que ese resentimiento existió- había dejado de ser un
trauma exclusivamente personal que estuviera supurándole en lo más re-
cóndito de su subconsciencia. Se había vuelto parte de todos aquellos ma-
les morales de la sociedad que estaban siendo atacados por la escuela lite-
raria a la que él pertenecía.
Al final de su primer folletín, Dostoievski añade algunas observaciones
sobre la temporada literaria anterior, que resumen el procedimiento que
utiliza en toda esta obra: la crítica social indirecta, combinada con una
nota de menosprecio hacia la función tradicional de un cronista de San
Petersburgo. "El libro de Gógol creó mucho ruido a principios del invierno
-dice , como de paso-. En particular vale la pena señalar que todos los
periódicos y revistas concuerdan acerca de él; incluso aquellos cuyas ideas
siempre se contradicen mutuamente" (Xlll: 15). El libro al cual hace refe-
rencia es el infortunado Pasajes escogidos de mi correspondencia con amigos,
que unánimemente fue condenado por exaltar como sagradas y provenien-
tes de Dios todas las instituciones existentes en ese momento en Rusia (in-
cluyendo la servidumbre).* Mediante esta referencia final, Dostoievski alu-
de a los males morales y sociales subyacentes en la vida rusa y que infectan
a todo el resto. A continuación cambia tanto el tema como el tono para bur-
larse de su obligación de informar sobre la temporada social. Pero las pala-
bras que utiliza en tal burla adquieren un ribete particularmente punzante
porque las dice inmediatamente de que hace referencia a la servidumbre.
"Lo siento; olvidé mencionar las cosas más importantes ... Ernst va a dar
otro concierto; en este caso, la función será a beneficio de la Sociedad Na-
cional de Socorro para los Pobres, y de la Sociedad Alemana de Benefi-
cencia" (Xlll: 15).

* Como ha señalado sir lsaiah Berlin, el libro de Gógol no pudo haber aparecido en peor
momento . Justamente en ese tiempo recibía reconocimiento general la idea de que "la esclavi-
tud que ocasionaba el trabajo agrícola era un mal , tanto social como económico. El conde Kise-
lev (el consejero de Nicolás en asuntos de servidumbre) sostenía firmemente esta opinión ...
Y durante varios años, ni siquiera los terratenientes ni los burócratas reaccionarios que hicieron
todo lo posible por resolver las dificultades mediante una reforma de carácter positivo habían
pensado en los beneficios que les habría procurado cuestionar las fallas del sistema mismo".
"Russia and 1848", Slavonic and East forop ean Review, núm. 67 (1948), p 35 1.

298 .. LA FAMA
4

En gran medida, el segundo folletín que escribió Dostoievski no hace otra


cosa que seleccionar y elaborar determinados temas que ya aparecen en el
primero. Comienza con una extensa -demasiado prolongada- variación
sobre el tema de la falta de "noticias" en la vida rusa y sus efectos nocivos so-
bre la conducta social. Uno de los resultados de esta situación es que una
persona con "alguna especie de información en reserva, y que todavía no
haya llegado a oídos de nadie, y sobre todo, que posea el talento de saberla
narrar de una manera atractiva", es alguien que se vuelve muy importante
en San Petersburgo . Sucede entonces que individuos a los que en circuns-
tancias normales jamás se les permitiría trasponer el umbral de la puerta,
logran acceder a los santuarios interiores más celosamente guardados
cuando tienen "novedades" que contar. El cronista describe el despreciable
servilismo de esos personajes, así como la tolerancia condescendiente de
aquellos a quienes adulan con su rastrera sumisión. Cada uno se dedica a
halagar la vanidad del otro, haciéndolo a plena conciencia, y ambos que-
dan perfectamente satisfechos. "Reconozco que hipocresía, fingimiento,
engaño, son asquerosidades; pero si en el momento presente todos se pre-
sentaran en público como realmente son, ¡Dios mío!, sería todavía peor"
(Xlll: 15-17).
Así pues, el cronista ilustra de una forma sumamente audaz este con-
traste entre la apariencia y la realidad. En efecto, Dostoievski retoma el
tema al que ya había aludido cuando mencionó el libro de Gógol: la servi-
dumbre, asunto que, desde luego, era muy delicado. Lógicamente, resulta-
ba imposible tratar el tema de manera directa, por lo cual el cronista se ve
obligado a dar un gran rodeo para llegar a su propósito. También en este
caso adopta la técnica de la identificación irónica; esta vez, no una identifi-
cación con los enemigos de la escuela naturalista, sino con aquella clase de
personas que no sienten ninguna necesidad de reunirse en "círculos", y
que al parecer están absolutamente satisfechas con las cosas tal como son.
"En ocasiones siento, incluso, el impulso de ponerme a cantar de puro pla-
cer -confiesa el cronista- cuando me introduzco en alguna reunión so-
cial y observo a ese tipo de gentes bien educadas y respetables que están
sentadas, y que discuten algo con el mayor decoro y, al mismo tiempo , sin
perder un ápice de su dignidad" (Xlll: 19).
Empero, a pesar del embeleso que le produce el espectáculo de esa ci-

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ~ 299


vilizada conversación, el cronista reconoce que muchas veces le resulta di-
fícil comprender aquello que discuten esas personas de la clase alta, y que
saben conversar en una actitud tan correcta y decorosa.

¡Sólo Dios sabrá acerca de qué hablan ! Seguramente de algo fascinante,


porque todos ellos son hombres de mundo encantadores y respetables; pero
el tema de su conversación resulta incomprensible, o al menos difícil de cap-
tar .. . Por momentos, se tiene la impresión de que hablan de temas muy se-
rios; de algo que exige profunda reflexión; pero , cuando luego uno se pre-
gunta a sí mismo cuál era el tema de su conversación, simplemente no
encuentra una respuesta: ¿hablaban sobre guantes, del estado de la agricultu-
ra , o de si "el amor de la mujer es duradero "7 Así pues , confieso que a veces
me siento invadido por un sentimiento de melancolía [ibid.].

Para ayudar a que su lector comprenda la razón de semejante senti-


miento, al parecer tan incongruente respecto de una compañía tan encan-
tadora, el cronista ha recurrido a una extensa comparación, cada una de
cuyas palabras, podemos asegurarlo, ha sido cuidadosamente elegida.

Imaginemos - nos dice- que escuchamos la cautivante música de un alegre


baile de disfraces , y que el sonido de esa música sale de alguna imponente
residencia , refulgente de luces, de risas y de todo el bullicio propio de la so-
ciedad. Escuchemos esa música con una sensación de exaltación y entusias-
mo; con un deseo de algo que se despierta en nosotros; un anhelo . Nos pare-
ce haber escuchado el sonido de la vida; y, sin embargo, todo lo que nos
llevamos con nosotros es sólo un tema pálido , incoloro ; una idea , una som-
bra ; casi nada. Y cuando nos alejamos, tenemos la sensación de algo que es
sospechoso; estamos escuchando algo distinto; lo que oímos - atravesando
el tema descolorido de nuestra vida cotidiana- es otra nota, dolorosamente
viva y triste, como el baile de Berlioz en casa de los Capuleto.* Angustia y
atormentadora desazón que corroe y desgarra el corazón como la congoja con-
tenida en el interminable estribillo de la melancólica canción rusa que resuena con
esa tonalidad autóctona, familiar. [Las cursivas se han añadido .]

* Durante aquel invierno de 1847, Berlioz, al frente de su orquesta, dio una serie de con-
ciertos en San Petersburgo , e incluyó en el programa algunas partes de su nueva sinfonía, Romeo
y ]ulieta.

300 ~ LA FAMA
Luego , sigue esta cita de un poema:

Escuchad .. Se oyen otros sones . ..


Sones de borrachera melancólica, ¡desesperada'
¿Es algún asaltante que está cantando allí,
o acaso una doncella que llora en la triste hora
de la separación7
No; es el son de los segadores que regresan al hogar .. .
[XIII: 19-20]

Este pasaje constituye un magnífico ejemplo de lo que afirmaba Belin-


ski en el sentido de que un folletinista podía "incuestionablemente ingeniár-
selas para expresar cualquier cosa", en medio de lo que podía parecer un
simple parloteo incongruente y sin ninguna ilación con el argumento. Efecti-
vamente, en este pasaje Dostoievski apunta con el dedo a la plaga mayor de
tipo moral y social que destruye a la sociedad rusa, censurando en tono
despreciativo a aquellos que, a pesar de todo , siguen sin ninguna perturba-
ción en la conciencia, llevando un tipo de vida digna, civilizada y satisfecha
de sí misma. El contraste entre el baile de disfraces y los "borrachines" cam-
pesinos no necesita de ningún comentario; y lo mismo sucede con la "an-
gustia y desazón" que corroe el corazón del cronista, y con la "melancolía"
que lo embarga cuando asiste a las alegres reuniones de la sociedad culta.
Lo que el autor nos quiere decir es que la "realidad" de la vida rusa no se
encuentra en los rituales sociales de los estratos dirigentes, sino en el sufri-
miento del campesinado esclavizado.
Es notorio que los dos motivos o asuntos hasta ah ora insertos en este
segundo folletín son variaciones de temas que ya habían aparecido en el
anterior. Pero existe también un tercer tema que anticipa lo que habrá de
venir más adelante: San Petersburgo como símbolo de la cultura rusa y su
asimilación del progreso europeo. Ya hemos dicho que las descripciones de
San Petersburgo eran parte de la mercancía que vendía el folletinista . Y Dos-
toievski es pródigo en cuanto a la entrega de este tipo de mercancía en sus
folletines. Los paisajes urbanos que describe invariablemente tienen el colo-
rido gris y deprimente de la escuela naturalista, cuyo interés se concentraba
en describir las inclemencias del clima de San Petersburgo y la sórdida mi-
seria y suciedad en medio de la cual vivían sus habitantes más míseros. Los
esplendores arquitectónicos de la Palmira del Norte (como se complacían

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ~ 301


los poetas antiguos en llamar a la ciudad) quedan reducidos a una imagen
de "inmensos muros manchados de humedad ... mármoles, bajorrelieves,
estatuas, columnas que ... tiritan y rechinan a causa del húmedo frío". Las
imágenes que el cronista escoge para llamar la atención del lector son un
caballo cansado y hambriento que tira de un cabriolé, un cortejo fúnebre
que tristemente se abre paso por las calles, con "rostros enlutados y tensos
por el dolor" que espían desde los coches, transeúntes "de mirada descolo-
rida y expresión torva, y que parecen estar terriblemente enojados por algo".
Incluso la primavera de San Petersburgo es comparada con una enclenque
jovencita, enferma de tuberculosis, cuyas mejillas se encienden por un ins-
tante con los vivos colores de la vida y la belleza, para volver a apagarse al
día siguiente (XIII: 13-26).
A primera vista, parecería que Dostoievski no tiene nada bueno que
decir acerca de la ciudad, que es presentada sólo como un ambiente inhu-
mano y opresor, dominado por el aplastante poderío del Jinete de Bronce
y de sus descendientes que ocupan los asientos del poder. Pero, como su-
cedía con otros occidentales del decenio de 1840-1849, la actitud de Dos-
toievski hacia San Petersburgo era ambigua: la ciudad no era sólo el centro
nervioso de la tiranía y del despotismo; también, en comparación con
Moscú, simbolizaba el deseo de Rusia de asimilar el progreso y la cultura
de Occidente; y es este último aspecto el que aparece al final del segundo
folletín. Allí, el cronista compara a San Petersburgo con el hijo joven, bas-
tante díscolo, de un anticuado terrateniente, perfectamente satisfecho él
mismo de vegetar en su cómoda existencia patriarcal. A pesar de ello, quie-
re que su hijo "se convierta en un joven europeo", aunque su conocimien-
to acerca de "la cultura" es sólo de oídas. Pero cuando el hijo se lanza con
visible entusiasmo a ese proceso de asimilar la cultura de Europa, el terra-
teniente se escandaliza al ver las costumbres manifiestamente foráneas que
ha adoptado su vástago y los derroches en lujo desmedido; "rezonga, se
enfurece y termina por abominar, tanto de la cultura, como de Occidente"
(XIII: 17-18).
Así pues, San Petersburgo es presentada bajo una nueva apariencia y
una luz mucho más favorable; y Dostoievski desarrolla el tema en su si-
guiente folletín.

302 ... LA FAMA


5

El tercer folletín que escribió Dostoievski se aparta algo de los anteriores,


por ser mucho menos confidencial y más circunspecto en cuanto al estilo .
El cronista se quita el traje de colores abigarrados propios del escritor satí-
rico y que busca entretener a sus lectores, para adoptar la vestimenta más
seria del comentarista cultural, con el propósito , además, de ofrecer su
propia modesta aportación a la controversia entre eslavófilos y occidenta-
listas que entonces hacía furor en la cultura rusa. El pequeño artículo de
Dostoievski no puede competir con los más profundos en cuanto a su
contenido, que sobre ese mismo tema y en ese mismo momento escribie-
ron Belinski y Herzen; pero tiene la gran importancia de ser la única for-
mulación semiconceptual de sus ideas en ese periodo . Algunas de esas
ideas son tan contrarias a sus convicciones de más adelante que , si alguna
vez volvió a leer este folletín, debió de sentir un estremecimiento de dis-
gusto por considerarlo una muestra demasiado visible de los errores de su
juventud. Acaso haya sido ésta la causa de que nunca quisiera resucitar
estos cuatro folletines , prefiriendo que quedaran enterrados en los archi-
vos de la Gaceta de San Petersburgo.
El cronista comienza sus reflexiones con una pintura de la ciudad va-
cía por haberse marchado de ella los vacacionistas del verano, y en la que
ahora sólo han quedado los obreros que se ocupan de limpiar y recons-
truir la metrópoli estropeada por el invierno. "Una capa densa y transpa-
rente de polvo blanco flota en el aire tórrido", y se le aconseja al peatón,
"flaneur o espectador" que no se arriesgue a sobrepasar la Perspectiva
Nevski, "si es que no tiene el firme deseo de parecerse al Pierrot del carna-
val romano que se baña con harina". Entonces , ¿en qué puede ocupar su
tiempo la persona que se queda en la ciudad? Pues bien, puede, por ejem-
plo, contemplar la arquitectura , "ocupación importante, e incluso verda-
deramente instructiva" (XIII: 21).
Este pensamiento le recuerda al cronista que, hace ya algún tiempo,
"leyó por casualidad un libro francés dedicado totalmente al estudio de las
condiciones contemporáneas en Rusia". Nunca logró determinarse con
precisión a qué libro se refiere Dostoievski (mi propio candidato es la fa-
mosa obra del marqués de Custine, La Russie en 1839); pero Dostoievski
entresaca de las páginas de ese libro mencionado algunas observaciones
poco halagüeñas sobre la arquitectura de San Petersburgo. El cronista re-

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ~ 303


cuerda que, según la concepción implacable de ese autor francés, "no ha-
bía en San Petersburgo nada que fuese particularmente notable, nada na-
cional", y que "toda la ciudad no era otra cosa que una ridícula caricatura
de varias capitales europeas". En cambio, el culto turista francés "es pródi-
go en sus alabanzas de Moscú, debido al Kremlin; pronuncia algunas fra-
ses floridas, retóricas acerca de él, y se complace por la abundancia de na-
cionalidad que encuentra en Moscú" (XII: 21-22). *
Al cronista le divierte esta búsqueda, por parte del visitante extranjero,
de rasgos visibles del espíritu ruso, y se burla de que le desagraden los
droshkis, "porque no se parecen en nada a los antiguos carricoches patriar-
cales, y por ser una prueba más de que está desapareciendo de Rusia todo
lo que es autóctono y nacional". Pero el blanco de los ataques burlones del
cronista no es tanto el turista visitante como los rusos que adoptan un
" Hasta ahora los pocos esfuerzos que se han hecho para identificar esta obra no son convin-
centes. V. Kirpotin habla de manera vaga de "las notas que hizo A. Dumas durante su viaje a
Rusia"; sin embargo, este autor llevó a cabo su travesía en 1858. El editor de una versión france-
sa reciente de uno de los libros de Dostoievski (Gustave Aucouturier) cree que el libro en cues-
tión es Lettres sur la Russie, la Finlande et la Pologne (1843), de Xavier Marmier. Empero , las insí-
pidas anotaciones que éste hizo durante su viaje difícilmente "encuentran correspondencia con
las condiciones en que se hallaba Rusia en ese tiempo"; tampoco Dostoievski habría calificado
este relato como "un libro escrito por un célebre turista que toda Europa ha leído con avidez".
Sería más apropiado aplicar estas palabras a la obra de Custine. Además, no he logrado encon-
trar en el libro de Marmier algo que realmente hubiese provocado el ataque de Dostoievski.
Por otra parte, Custine se mete a fondo a comentar la situación sociopolítica (las "condicio-
nes de ese tiempo"), y sus observaciones en torno a la arquitectura de San Petersburgo parecen
estar calculadas para provocar la ira de Dostoievski. "Je vous ai décrit -dice- une ville sans
caractére, plutót pompeuse qu'imposante, plus vaste que belle, remplie d'édifices sans style,
sans goüt, sans signification historique." [Os he descrito una ciudad sin carácter propio, más
pomposa que imponente, más vasta que hermosa , llena de edificios sin estilo , sin gusto artísti-
co, sin significado histórico. ) Marmier no dice nada del Kremlin , como el lugar que expresa la
nacionalidad rusa, pero Custine se esmera en un vuelo retórico: "Espéce d'Acropolis du Nord ,
de Panthéon barbare , ce sanctuaire national pourrait s'appeler !'Alcazar des Slaves". [Especie de
Acrópolis del Norte, de Panteón bárbaro, este santuario nacional podría llamarse Alcázar de los
Eslavos.) V. Kirpotin, F. M. Dostoevsky, Tvorch eskii Put, 1821-1859 (Moscú, 1960), p. 176; Dos-
toyevski Récits, chroniques et polémiqites, ed. Gustave Aucouturier (París, 1969), p. 1682; mar-
qués de Custine, La Russie en 1839 (París, 184 3), vol. 2, p 90; vo l. 3, p. 162 .
Inmediatamente después de haber escrito esta nota , encontré un artículo , de reciente publi-
cación, que también identifica La Russie en 1839, del marqués de Custine, como el libro al que
se refiere Dostoievski en el follet ín. No se ofrece ninguna prueba concreta que permita aclarar
completamente este punto; sin embargo, se menciona la popularidad que el libro tuvo en Ru-
sia, y se seflala que fue leído por Belinski y conocido en el círculo de Petrashevski. Véase E. l.
Kyko , "Belinski i Dostoevsky o Knige Custina 'Rossia v 1839' '', en Dostoevsky: Mate1iali i Issle-
dovania, vol. 1, ed. G. M. Frid\ender (Leningrado , 1974), pp. 196-200.

304 ~ LA FAMA
punto de vista similar. En efecto, Dostoievski señala que esas ideas "coinci-
den con algunas ideas propias a las que no llamaremos rusas sino vanas o
inútiles, concebidas en el estudio" . Sin duda se trata de una alusión a los
rusófilos, a quienes también se les define como individuos que buscan la
nacionalidad rusa en "una letra muerta, una idea gastada, un montículo de
piedras [el Kremlin] que presumiblemente rememoran a los predecesores
rusos y, por último, en un ciego e incondicional retorno a un adormecedor
pasado autóctono".
Para el cronista, esta identificación de la nacionalidad rusa con el Krem-
lin acaso haya tenido validez en el pasado ; pero difícilmente existe en el
presente. El Kremlin "es una rareza de anticuarios que uno contempla con
particular curiosidad y gran respeto; pero por qué considerarlo la cumbre
de la nacionalidad ... ¡es algo que va más allá de mi entendimiento! Existen
algunos monumentos nacionales que han sobrevivido a su época y que
han dejado de ser nacionales". Presumiblemente, el Kremlin pertenece a
esta categoría. Aun llegando al extremo de negar que el Kremlin sirva como
punto de concentración de los sentimientos nacionales y religiosos del
pueblo ruso, el cronista señala que lo mismo acuden a otros monasterios y
sitios extranj eros de devoción, tales como el Monte Atas y jerusalén.
Y, además, el cronista pregunta: ¿acaso el pueblo ruso realmente conoce
mucho más acerca de su historia aparte de los nombres de Dimitri Dons-
koi, lván el Terrible y Boris Godúnov? (XIII: 22) . Estos razonamientos nos
muestran hasta qué extremos estaba dispuesto a llegar Dostoievski para
oponerse a los eslavófilos.
Desde luego que, como auténtico occidentalista, adopta la posición
contraria y ensalza la nueva capital por encima de la antigua. A pesar de
reconocer que la arquitectura de San Petersburgo es un caos y una mezco-
lanza de estilos , y que "gran parte de dicha arquitectura puede servir de
alimento a la caricatura; sin embargo, pese a todo, hay vida y movimiento".
San Petersburgo está llena de polvo y yeso porque todavía está en proceso
de construcción. "Su futuro es aún una idea; pero esta idea pertenece a Pe-
dro el Grande", y es una idea que está tomando forma y que crece día a día.
En realidad, la mezcolanza de estilos arquitectónicos en la ciudad "recuerda
en conjunto la historia de la vida europea de San Petersburgo y de toda Ru-
sia". Dicha ciudad es el símbolo vivo de la "gran idea" de Pedro, y sostiene y
pone en movimiento todo lo que es vital en el país: "la industria, el comer-
cio , la ciencia, la literatura, la civilización, el principio o fundamento y la

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO .... 305


organización de la vida social". Contrariamente a lo que temen sus oposito-
res, esta asimilación de la cultura occidental no implica sometimiento a
ningún principio o forma de vida extranjeros. "En este esfuerzo contempo-
ráneo no vemos la desaparición de la nacionalidad, sino el triunfo de ella;
pues, en mi opinión, esa nacionalidad no sucumbirá tan fácilmente a la in-
fluencia europea, como muchos lo creen" (XIII: 23).
A pesar de estar en favor de la occidentalización, vemos que Dostoiev-
ski de ninguna manera desea seguir a Maikov en su negación de la nacio-
nalidad como valor. Al contrario: el nacionalismo visceral de Dostoievski
aparece claramente manifiesto en el folletín, y crea una tensión perceptible
entre sus ideas y sus sentimientos. En efecto, aunque su propósito princi-
pal es aporrear a los eslavófilos, no desaprovecha la oportunidad de asestar
un golpe de costado a los extranjeros que no comprenden a Rusia, porque
"tercamente nosotros nos hemos negado hasta ahora a ser medidos según
la vara europea". Sobre todo los franceses no quieren reconocer "nada que
no sea francés, ni en arte, ni en literatura o ciencia; ni siquiera en la histo-
ria del pueblo y, lo que es más importante, son capaces de montar en cóle-
ra cuando descubren que existen otros pueblos con su propia historia, sus
ideas, su carácter nacional y su propio progreso o evolución" (XllI: 21-22).
Este acento puesto en la "singularidad" histórica de Rusia está muy cerca
del eslavismo, a pesar de que se lo inserta en medio de una polémica an-
tieslavófila. Con su acostumbrado talento en el uso de los aforismos , Her-
zen escribió en su obra Mi pasado y mis ideas acerca de los eslavófilos, que
"como jano, o como el águila bicéfala, ellos y nosotros [los occidentalistas]
miramos hacia direcciones contrarias, pero en nuestro pecho late un mis-
mo corazón";ª y esto era lo que ya comenzaba a ocurrir a finales del dece-
nio de 1840-1849.
Empero, en 184 7 Dostoievski se aparta totalmente de esta última con-
cepción expresada acerca de la relación entre el pueblo y la clase culta.
Como acabamos de ver, su mayor anhelo era la liberación de los siervos, y
el sufrimiento del pueblo le causaba una profunda aflicción. Pero, a pesar
de su arraigado nacionalismo, todavía no había aceptado el punto de vista
eslavófilo de que el pueblo ruso estaba dotado de cualidades y virtudes
morales extraordinarias. "¿Quiénes forman el pueblo? -pregunta el cro-
nista-. El pueblo está formado por los ignorantes y los incultos", y para

8
MPT, vol. 2, p. 549.

306 ... LA FAMA


ser dirigidos o guiados buscan "a la sociedad, a la clase culta" (XIII: 23).
Estas palabras son exactamente lo contrario de lo que Dostoievski habrá
de decir después de Siberia, cuando aconsejaba a la clase culta que buscara
guía en el pueblo. Son, pues, los intelectuales quienes deben conducir al
pueblo por la ancha avenida que abrió la mano gigantesca de Pedro el
Grande, para la realización de "su gran idea".
Luego de completar su tercer folletín con un homenaje general a la ac-
tividad intelectual y cultural de San Petersburgo en la temporada del in-
vierno anterior, Dostoievski sigue desarrollando el tema de la "gran idea"
encarnada o materializada por la ciudad , y de su papel clave como crisol
de la cultura rusa. Como una nota de pie de página de esta presentación
del panorama cultural, el cronista elogia las ilustraciones de una nueva
edición de Las almas muertas (que también merecieron un comentario elo-
gioso de Valerian Maikov); además, señala que "verdaderamente resultaría
difícil encontrar un momento más propicio que el actual para la aparición
de un caricaturista-artista" (XIII: 26). Esta última palabra en cursivas tiene
especial significación, pues , de acuerdo con la terminología de Dostoiev-
ski, ser un artista significa exactamente trascender la caricatura, orientán-
dola hacia esa "humanización" que, según Maikov, era el origen del atractivo
estético. No cabe duda de que Dostoievski estaba definiéndose a sí mismo ,
y también a sus propias ambiciones artísticas, al elogiar al ilustrador que
había logrado el equilibrio entre esas dos tendencias opuestas.

Si el gran interés de los tres primeros folletines de Dostoievski se debe a la


información que nos suministran acerca de sus ideas y actitudes en gene-
ral, la singular importancia del cuarto estriba en los comentarios parciales
que presenta sobre su propia obra literaria. En este caso, Dostoievski reto-
ma el tema importante al cual se había acercado cautelosamente en su pri-
mer folletín -el tema de cómo las circunstancias opresivas de la vida rusa
influyen en el carácter de los rusos- y lo desarrolla de una manera suma-
mente esclarecedora. Pues son estas condiciones, nos sugiere ahora el cro-
nista, las que crean ese tipo de personajes que hallamos retratados en obras
de ficción de ese mismo periodo.
Escrito a principios de junio, este cuarto folletín evoca el éxodo anual

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ~ 307


de la ciudad por parte de todos aquellos que, como el cronista y sus ami-
gos, pueden permitirse gozar de los encantos pastoriles del campo. Sin
embargo, en seguida el cronista sugiere que el verdadero descanso y el dol-
ce far niente no son para las gentes como él y sus lectores (que, presumible-
mente, son miembros de la intelectualidad) En efecto, nos dice que los
rusos de esta índole siempre llevan consigo la desgracia "del análisis y la
comparación; una visión escéptica , una idea secreta, y siempre la obliga-
ción de alguna tarea cotidiana eterna, y que nunca termina" (XIII: 27) ; es
decir, esa omnipresente e ineludible "tarea" que obsesionaba a los rusos
cultos que trataban de tomarse unas vacaciones rurales en 184 7.
Esta evidente incapacidad de los rusos -más concretamente, de cierta
clase de rusos- para disfrutar emocionalmente de una breve permanencia
en el seno de la naturaleza lleva al cronista a extenderse un poco más en el
diagnóstico de la situación rusa. ¿Por qué los rusos desarrollaron esa "carac-
terística sumamente molesta" del continuo autoanálisis y de la eterna insa-
tisfacción con la vida7 La respuesta que sugiere Dostoievski es que "están
torturados por un deseo de actividad exterior y espontánea que no pueden
satisfacer". En realidad , ese anhelo "por cualquier tipo de actividad llega a
un punto en que se convierte en febril e incontrolable impaciencia; todos
nosotros suspiramos por alguna ocupación trascendente, y muchos de nos-
otros tenemos el deseo evidente de hacer el bien"; pero todo este senti-
miento reprimido no conduce a ninguna parte. "El problema estriba en que,
cuando hay que hacer algo, sólo nos damos cuenta de ello, por así decirlo ,
desde fuera .. . Los rusos hacemos las cosas mal y chapuceramente, porque
en realidad no nos importa cómo son hechas." En otras palabras, ¿por qué
habrían de preocuparse , cuando sus vidas están por completo en manos de
un gobierno todopoderoso , que ni siquiera les permite practicar el derecho
de discutir en público sus mandatos? (XIII: 27-28).
Como consecuencia de lo anterior, la vida rusa no ofrece ningún estí-
mulo para que el individuo cultive la disciplina interior, ni alienta el senti-
miento de la responsabilidad personal. A continuación, Dostoievski des-
cribe, en un pasaje sumamente importante, las consecuencias psicológicas
de esta desdichada situación.

Cuando un hombre está descontento , cuando no puede expresarse ni mos-


trar lo mejor de sí mismo (no por vanidad, sino por la necesidad natural de
tomar conciencia de su ego dentro de la vida real , de objetivarlo y realizarlo) ,

308 ... LA FAMA


en seguida cae en alguna situación increíble; uno, si se me permite decirlo de
esta manera, se entrega a la botella con toda su alma; otro se vuelve un juga-
dor y un tahúr; otro , un fanfarrón pendenciero; otro, por último, pierde la
cabeza a causa de la ambición,* a la vez que la desprecia e incluso sufre por
todo lo que tiene que soportar a causa de una tontería tan grande como la
ambición.

Todo esto hace que Dostoievski llegue a "una conclusión casi injusta ,
ofensiva pero al parecer muy probable", a saber, que los rusos "tienen un
sentido muy poco desarrollado de la dignidad personal" y muy poco de lo
que él denomina "egoísmo necesario" (XIII: 29).
Esta nueva interpretación del egoísmo , como ya lo señalamos anterior-
mente , era una idea o concepto que en 184 7 ocupaba un primer plano
muy visible en la conciencia rusa. La influencia combinada de Fourier y de
Max Stirner había estado actuando para transformar esta idea, de algo ne-
gativo, en algo positivo. Fue en el verano de ese año cuando Belinski se
sintió obligado a reflexionar sobre las reacciones de Stirner, y que Herzen
-a quien Dostoievski leía en ese momento con envidia y admiración-**
publicó sus propias conclusiones, pocos meses antes de la aparición del
folletín de Dostoievski . "Desarraigar el egoísmo del corazón de un hombre
-escribía Herzen- equivale a extirparle su principio vital, su levadura, la
sal de su personalidad . . . Me atrevo a decir que un reconocimiento racio-
nal de la voluntad o egoísmo propio es el más elevado reconocimiento
moral de la dignidad humana, y que todos pueden aspirar a ello." 9 Las ob-
servaciones de Dostoievski sobre el "egoísmo necesario" provienen de una

* La palabra rusa ambitsia no tiene el mismo significado neutral que su sinónimo en inglés.
En ruso , esta palabra implica amor propio, orgullo y arrogancia, pero en sentido peyorativo.
* * En 1873, Dostoievski aconsejó a una joven escritora, aspirante a autodidacta, que obtuvie-
ra viejos ejemplares de Noticias de la Patria de la biblioteca pública , y que leyese lo que Herzen
había publicado a mitad y a fines del decenio de 1840-1 849. Se refería específicamente a los Es-
oitos en torno al estudio de la naturaleza (1845-1846), que Dostoievski consideraba como "lo me-
jor en filosofía" de todo lo que se había publicado, no sólo en Rusia sino también en Europa.
El libro de Herzen es una eficaz síntesis de la Historia de la filosofía, de Hegel (versión en es-
pañol, FCE), escrita a partir de la concepción de un hegeliano de izquierda , pero de característi-
cas idealistas. Herzen rechaza el materialismo del siglo xvm, como antes hiciera Hegel, pues se
trata sólo de una filosofía de la "negación". DVS, vol. 2, p. 138; véase también Dimitri Chizhev-
ski, "Hegel in Russland", en Hegel bei den Slaven, ed. Dimitri Chizhevski (Darmstadt, 196 1),
pp . 271 -274.
9
A. l. Herzen, Sochinenia, vo l. 2 (Moscú, 1955) , pp 382 y 383 .

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ~ 309


convicción similar; y esta actitud favorable hacia la autoafirmación perso-
nal como manifestación de la "dignidad humana" constituye una clave im-
portante (aunque de ninguna manera exclusiva) para interpretar la prime-
ra obra de Dostoievski.
En la lista de las deformaciones psíquicas presentadas anteriormente,
podemos fácilmente reconocer a la mayoría de los tipos caracterológicos
presentados en las obras de ficción de Dostoievski del decenio de 1840-
1849. Borrachos (el viejo Pokrovski, Devushkin cuando cae en la desespe-
ración, Emelyan llyich, tanto en Pobres gentes como en Un ladrón honrado);
aquellos que enloquecen de "ambición" a la vez que desprecian la idea mis-
ma (Golyadkin, en El doble); aquellos a quienes la carencia de "egoísmo ne-
cesario" conduce al miedo patológico y a la inseguridad neurótica (el señor
Prokharchin, en el cuento del mismo nombre; Vasia Shumkov en Un cora-
zón débil) . Así pues, las reflexiones que aparecen en el folletín ayudan a acla-
rar las implícitas hipótesis sociopsicológicas de las creaciones de Dostoievski.
Aun cuando, como lo veremos en seguida, esos supuestos no fueron enten-
didos por la mayoría de sus contemporáneos - y acaso él no se haya esfor-
zado lo suficiente para hacer sentir artísticamente la presencia de esos su-
puestos-, cabe conjeturar que concibió a sus personajes como ejemplos de
la prevaleciente dificultad que tenían los rusos "para tomar conciencia de su
ego dentro de la vida real, para materializarlo u objetivarlo , y para realizar-
lo''. Pero habría que subrayar que esto no significa que él absolviera a esos
personajes de toda responsabilidad individual, por más que carecieran de
"dignidad personal".

Así pues, el cuarto folletín de Dostoievski nos permite tener una esclarece-
dora vislumbre del molde ideológico de aquellas obras que pertenecen a la
esfera estilística de la escuela naturalista. Sin embargo, también es posible
percibir el asomo de una nueva veta de su producción que se inicia en
1847. En efecto, Dostoievski deja de concentrarse sólo en un chinovnik de
facultades mentales limitadas para pasar a ocuparse de un personaje pro-
totípico perteneciente a la intelectualidad: "el soñador". Como sucede con
muchos otros aspectos de su creación, por lo general los críticos han expli-
cado la aparición de este tipo atribuyendo su origen exclusivamente a las
peculiaridades de la psique de su autor, del escritor, y, en consecuencia,

310 ~ LA FAMA
limitan su interpretación a la mera relación que pudiera tener con datos
biográficos; pero es imposible aceptar este punto de vista como el correc-
to . En primer lugar, debemos recordar que los idealistas poco prácticos
atrapados en las fantasías románticas de ninguna manera eran desconoci-
dos por la antigua literatura rusa: el personaje llamado Lenski en la obra
Eugenio Oneguin, de Pushkin, y el desdichado artista Piskarev de Gógol (en
La Perspectiva Nevski) son personajes que ejemplifican un dilema cultural y
espiritual parecido. Y, lo que es todavía más importante, "el soñador" de
Dostoievski aparece en el preciso momento en que se ha desatado una
campaña general en contra de los peligros que entraña la mechtatelnost (en-
soñación, fantasía), considerada como enfermedad congénita de la intelec-
tualidad rusa.
Cuando se revisa la cultura rusa de mediados de 1840, por todas par-
tes se encuentran pruebas de esta campaña. Se acusa a los exaltados ideales
y actitudes románticos de causar un enervante desapego respecto del mun-
do, y de favorecer la práctica de una actitud exclusivamente pasiva y orgu-
llosa de exaltada contemplación. Herzen publicó una serie de hirientes ar-
tículos en los cuales pone en ridículo lo absurdo de las extravagancias
amaneradas de los románticos en medio de "esta época bulliciosa, dedica-
da por completo al progreso material, a los problemas sociales , a las cien-
cias" .10 Belinski prorrumpe en invectivas en contra de aquellos que tratan
de plasmarse a sí mismos de acuerdo con el ideal postulado por Schiller,
"del espíritu hermoso", y que por lo tanto creen que pueden superar y
vencer los problemas de la vida común. Esas personas, dice Belinski, "co-
nocen 'lo sublime y lo hermoso' sólo en los libros, y eso no siempre; en la
vida y en la realidad, no saben reconocer ni lo uno ni lo otro". 11 A princi-
pios de la primavera de 184 7, la novedad literaria que causó gran revuelo
fue Una historia común, de Goncharov, que contiene un retrato demoledor
de un típico joven romántico de provincia quien desciende a la tierra debi-
do a su contacto con la vida en San Petersburgo y también por los sermo-
nes que le endilga el personaje principal "positivo" del relato: un atareado,
desengañado, frío y perspicaz burócrata encargado de dirigir una fábrica
que proporciona pingües rendimientos al gobierno.
En una carta que le escribe a Mijaíl a principios de 1847, Dostoievski se
limita a repetir esta generalizada desvalorización de la mechtatelnost románti-
10 Citado en A. G. Tseitlin, I. A. Goncharov (Moscú, 1950), p. 6.
11
Ibid., p. 62.

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ~ 311


ca, cuando señala que si bien una fecunda e intensa vida interior es un bien
espiritual, aquellas personas que se dedican con demasiado fervor a este tipo
de vida están también en peligro. En efecto, explica que "existe una discor-
dia terrible, un desequilibrio tremendo, que nos llega desde la sociedad. Lo
exterior debe equilibrarse con lo interior. De lo contrario, ante la ausencia de
acontecimientos exteriores, lo interno adquiere una supremacía demasiado
amenazadora. Los nervios y la fantasía ocupan un lugar demasiado grande
en nuestra existencia".12 Con frecuencia estas palabras han sido interpreta-
das como una confesión personal; y no hay ningún motivo para negar que el
joven Dostoievski, que sufría "alucinaciones", haya podido sentirse amena-
zado por su propia inclinación a dar rienda suelta a sus "nervios y fantasías".
Sin embargo, difícilmente puede considerarse casual el que no manifestara
este temor sino hasta 184 7; como tampoco debemos pasar por alto el detalle
de que se culpe a la "sociedad" de no poder encontrar ninguna adecuada sa-
lida o desahogo exterior. No cabe duda de que Dostoievski volcó en su crea-
ción imaginaria del "soñador" su propia experiencia de desequilibrio psíqui-
co; pero la importancia que le atribuye a este personaje en su folletín le fue
inspirada por la situación predominante en su época.
Verdaderamente, la carta de Dostoievski encaja a la perfección con el
análisis del soñador que encontramos en su folletín. ¿Qué es un soñador?
Podríamos definirlo como la especie culta del tipo de carácter que está
determinado por las frustraciones causadas por la vida rusa. Como los de-
más , el soñador también está "ávido de actividad, ansioso de llevar una
vida espontánea, anheloso de realidad"; pero, puesto que no puede satisfa-
cer estas necesidades y, además, su carácter es "débil, femenil, blando", es
la clase de persona que se refugia más en los sueños y en las fantasías que
en los desahogos mucho más vulgares de los individuos que son menos
educados, o que tienen más rasgos viriles. El soñador culto lleva a un gra-
do excesivo la tendencia típica rusa de vivir por completo en el mundo de
"nuestras ilusiones, nuestras quimeras inventadas, nuestras remembran-
zas, y todos aquellos otros remedios mediante los cuales en la actualidad la
gente trata de alguna manera de llenar todo el insípido y triste vacío de su
vida cotidiana, carente de interés". Es en ese tipo de naturalezas humanas
en las que "poco a poco se va formando un estado de permanente ensueño
(mechtatelnost), y que hace que finalmente un hombre deje de serlo para

12
Pisma, vol. 1 (enero-febrero de 184 7) , p 106.

312 ... LA FAMA


transformarse en una especie de extraño ser neutro: un soñador" (XIII:
29-30). A pesar de ser demasiado extenso el extraordinario retrato de este
tipo humano para transcribirlo completo aquí, no podemos dejar de decir
que se trata de una de las joyas de la prosa rusa. Parafraseando lo que dice
Dostoievski, pero con menos brillantez, digamos que el soñador es un ser
ensimismado, solitario, desapegado , de temperamento sumamente ines-
table, incapaz de ningún esfuerzo constante, ni siquiera en el caso de
su ocupación favorita: la lectura. Todo le sirve de excusa para alimentar su
capacidad de vivir en ese universo artificial creado por él mismo: un mun-
do poblado de fantasías e ilusiones que sobrepasa con mucho en atractivo
al mundo real. "En ocasiones , noches enteras de placeres indescriptibles
transcurren sin notarlo; a menudo en unas pocas horas él [el soñador] ex-
perimenta los goces celestiales del amor o de toda una vida; goces incon-
mensurables, inauditos, desconocidos, mara\'illosos como un sueño, gran-
diosamente bellos" (Xlll: 30).
Practicar constantemente esos deleites desarrolla una incapacidad cre-
ciente para tolerar la realidad ("los momentos de retorno al estado de sobrie-
dad o cordura, resultan temibles"), de manera que el soñador se aleja por
completo de su existencia real, con todas sus angustias y exigencias. "Poco
a poco nuestro diablillo comienza a esquivar a las multitudes, a rehuir los
intereses de la gente, en general, y gradual e imperceptiblemente, su capa-
cidad para la vida real empieza a languidecer. Por último, en su engaño,
pierde por completo esa sensibilidad moral que le permite al hombre apre-
ciar toda la belleza de lo real. .. " El cronista termina por clasificar ese tipo
de vida como una tragedia, un pecado, una caricatura; pero , "¿acaso no
somos todos nosotros soñadores en mayor o menor grado7" (XIII: 31).
Aunque Dostoievski considere que él mismo es (o ha sido) un "soñador",
señala con toda claridad que llegó el momento de que los intelectuales de-
jen de alimentarse de esos sueños y se dediquen a realizar las inmensas
tareas a las cuales los enfrenta la vida en Rusia. Precisamente dos años des-
pués, Dostoievski intentará poner en práctica dichas convicciones.

Los folletines de Dostoievski han recibido muy poca atención dentro de la


enorme cantidad de bibliografía crítica acerca de su autor; y desde luego ,

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ~ 313


no pueden competir en interés con sus más importantes creaciones del
decenio de 1840-1849. Sin embargo, ya a esta altura de nuestro estudio
debería resultar obvio que , contrariamente a lo que pueda pensarse de una
lectura superficial, merecen mucha mayor atención. Aunque sólo fuera por
ello, constituyen los únicos documentos directos que nos permiten tener
una idea concreta de la posición ideológica de Dostoievski en ese momen-
to decisivo; también constituyen un inapreciable contexto para interpretar
su obra temprana . Además - cuestión no tratada hasta ahora- inician
una corriente de la actividad literaria de Dostoievski que habrá de adqui-
rir, cada vez , mayor importancia en lo futuro.
Por lo general, no se considera a Dostoievski para nada un periodista,
acaso debido a que muchas de las ideas por él expresadas resultan desagra-
dables para los admiradores de su arte. Pero , a pesar de ello, fue un perio-
dista, y por cierto de un enorme éxito, y muy influyente durante el decenio
de 1870-1879 , cuando su Diario de un escritor, publicado en forma de en-
tregas mensuales, fue el suelto periodístico más ampliamente leído que ja-
más haya aparecido en Rusia. Incluso en una época anterior, durante el
decenio de 1860-1869 , fue un colaborador infatigable de artículos polémi-
cos para las dos revistas que editaba junto con su hermano (Tiempo y Épo-
ca). No es éste el lugar indicado para analizar más extensamente su obra
como publicista; pero corresponde señalar aquí que todo cuanto escribió
en este formato lleva la marca del estilo folletinesco.
No cabe duda de que, para Dostoievski, el estilo espontáneo, displi-
cente, típico del folletinista, le venía como anillo al dedo; y posteriormen-
te, ni siquiera cuando presumiblemente exponía ideas , escribió nada a lo
cual se le pueda considerar simple prosa discursiva. En todos los casos, su
estilo es personal e íntimo; no logra su objeto mediante la persuasión lógi-
ca, sino recurriendo al bosquejo de tipo caracterológico, dramatizando ac-
titudes, narrando experiencias u observaciones. En realidad, el tono super-
ficial y caprichoso del folletinista del decenio de 1840-1849, si bien nunca
fue abandonado de una manera definitiva, es remplazado por el de un ob-
servador social serio y, en ocasiones, colérico; pero su empleo de la ironía
y de la burla aparentemente superficial continúa inalterable, y lo mismo
ocurre respecto de la identificación con el lector, el cual se vuelve un inter-
locutor implícito . Desde este punto de vista , los ejercicios periodísticos
realizados por Dostoievski en los años cuarenta marcan el inicio de un as-
pecto esencial de su carrera.

314 ... LA FAMA


V. L. Komaróvich es el único crítico que ha reflexionado en la posible
influencia artística del estilo folletinesco; pero , a pesar de que sus observa-
ciones resultan todavía bastante interesantes , pasa por alto el único caso en
que dicha influencia parece haber sido decisiva. 13 Entre los rasgos más sor-
prendentes de Memorias del subsuelo debemos señalar su singularidad artís-
tica, y el hecho de que carezca de antecedentes ; parece surgir de la nada;
pero, en realidad, lo probable es que su origen sea el folletín. Existen bue-
nas razones para creer que esta obra comenzó por ser un artículo crítico
sobre dos novelas recientes: Los mares tormentosos de Pisemski, y ¿Qué debe
hacerse? de Chemishevski; y si esto es así , Dostoievski debió de haber em-
pezado a escribirlo en su habitual estilo folletinesco. Pero cabe suponer que
luego se impuso la fertilidad del tema, y que lo que en un momento dado
fue un artículo se transformó en la pequeña obra maestra de rara calidad
que todos conocemos. Ese origen explicaría todas las características forma-
les originales de la novela , que no por ello dejan de ser tan desconcertantes:
el narrador en primera persona que nos toma por su confidente a un grado
que llega a ponemos incómodos , molestos ; el hecho de dirigirse al lector
tratándolo como si fuera un interlocutor; la aparente falta de ilación de la
secuencia narrativa; la combinación de ironía y pathos.
Éstas son cuestiones que, sin embargo, debemos dejar para un análisis
más profundo y extenso que habremos de realizar en un volumen poste-
rior. Aquí bastará con señalar la habilidad con la que el cronista de San
Petersburgo, mediante su aparente causerie (charla) intrascendente y su-
perficial, transmite toda esa frustración quemante que sin duda sentía la
intelligentsia progresista de mediados del decenio de 1840-1849 ante su
impotencia sociopolítica. En ninguno de los escritos de ese periodo se es-
cucha esa nota de un modo tan claro y audible; en ninguna otra parte el
subyugante canto de sirena del mechtatelnost es rechazado con una con-
ciencia tan profunda de sus deleites y peligros. Los sentimientos que estos
artículos lograban transmitir indudablemente eran compartidos, en mayor
o menor grado, por todas aquellas personas a las que conoció en las re-
uniones del círculo de Petrashevski, grupo que Dostoievski empezó a fre-
cuentar precisamente en la misma época en que los estaba escribiendo.

13 Véase V. L. Komaróvich, "Petersburgskie ... ", op. cit.

LOS FOLLETINES DE SAN PETERSBURGO ~ 315


XVII. El círculo de Petrashevski

LA PRIMAVERA de 184 7 fue un periodo excepcionalmente penoso en la vida


personal de Dostoievski. Al disgregarse el círculo de Beketov a comienzos
del año, quedó privado de ese invaluable sostén emocional que había sig-
nificado el hecho de compartir habitaciones comunes con un grupo de
amigos afines a él. Precisamente unos meses antes había tenido una quere-
lla definitiva con la Pléyade de Belinski; cada día que pasaba se alejaba más
del crítico , y la ruptura final entre ellos tuvo lugar entre principios del año
y comienzos de la primavera. Lo que él mismo llamaba "la destrucción de
mi fama en los periódicos" continuaba a paso acelerado. En la misma car-
ta, le informa a Mijaíl que sus reservas de dinero han disminuido tanto,
que "si no hubiera sido por la bondad de algunas gentes, me habría hundi-
do del todo".1 Sólo le quedaba Valerian Maikov para darle cierto consuelo;
pero, como Maikov carecía de la autoridad de Belinski, sus elogios no te-
nían la fuerza suficiente para neutralizar los juicios demoledores del viejo
crítico.
Dostoievski cambió de domicilio a principios de la primavera de 184 7,
y comenzó entonces para él una auténtica vida de soltero. Desde luego que
había personas a las que frecuentaba, como era el caso de Yanovski, y que en
casa de los Maikov podía codearse con la sociedad literaria y artística de
San Petersburgo de todas las categorías. Pero era evidente que sentía la
necesidad de contar con un grupo más íntimo y afín de amigos. Debió de
ser en esta época cuando comenzó a organizar cenas, en las que se com-
partían los gastos, para aquellas personas a las que conocía mejor: Plesh-

1
Pisma, vol. 1 (enero- febrero de 184 7) , p. 106 .

316 ~
cheev, los dos hermanos Maikov, Yanovski, el escritor menor Yakov But-
kov (el rival de Dostoievski como retratista de la vida de los barrios bajos
de San Petersburgo), grupo al cual se unió un poco más tarde el maestro de
escuela y crítico Aleksandr Milyukov, cuyos recuerdos acerca de Dos-
toievski son sumamente valiosos . Esas cenas se celebraban en el Hotel de
France, célebre por su cocina, y que estaba ubicado en la misma avenida
en la que a la sazón vivía Dostoievski, a quien, según Yanovski, le causaba
gran placer organizar esos convites entre amigos. Sabemos que Dostoiev-
ski tenía perfecta conciencia de la importancia de mantener el equilibrio
mental entre lo exterior y su parte interna, y que temía ser dominado en su
propia vida por los "nervios y la fantasía". Seguramente que, en parte, se
debió al deseo de contrarrestar su nuevo aislamiento que comenzara a fre-
cuentar las reuniones del círculo de Petrashevski. *
De hecho, mucho antes tuvo oportunidad de entrar en ese círculo.
Dostoievski conoció a Petrashevski durante la primavera de 1846, en una
cafetería a la que entró acompañado de Pleshcheev para tomar algún re-
fresco y leer los periódicos. No tó que Pleshcheev se detuvo para charlar
con un desconocido , cuya cara n o podía ver, y que no le fue presentado.
Luego, cuando Dostoievski salió de la cafetería , el desconocido lo siguió
hasta la calle y, sin ningún preámbulo, le dijo: "¿Puedo preguntar cuál será
la idea de tu próximo cuento?" Pleshcheev ya los había alcanzado , y pre-
sentó al desconocido como Petrashevski. Intercambiaron algunas palabras
más (Dostoievski no nos dice si respondió a la pregunta) , y luego los tres
se separaron. 2 En esto consistió el primer encuentro de Dostoievski con el
hombre cuyas excentricidades eran objeto de burla en todo San Petersbur-

* Me gustaría hacer constar mi agradecimiento, en lo que se refiere a los tres capítulos si-
guientes, a Francis Michael Bartholomew, por su disertación -aún no publicada- que ofreció
en Princeton bajo el título The Petrashevsky Circle (1969). Si bien no estoy de acuerdo con el
señor Bartholomew en algunas de sus interpretaciones, considero que su análisis sobre testimo-
nios son un inapreciable auxilio para conocer fielmente los objetivos y las actividades de este
grupo y de sus satélites.
Otro libro cuya consulta me ha sido muy útil, y que ya no tendré oportunidad de señalar, es
la breve pero sustancial obra de V. R. Leikina, Petrashevtsy (Moscú, 1924).
2
N. F. Belchikov, Dostoevsky v Protsesse Petrashevtsev, 2" ed. (Moscú , 1971), p. 124. Este
volumen , publicado por primera vez en 1936, reproduce todos los documentos oficiales refe-
rentes a la implicación de Dostoievski en el asunto Petrashevski, junto con excelentes comenta-
rios editoriales y aclaraciones. La segunda edición incluye valioso material nuevo y una nueva
introducción. También se recomienda muy especialmente la introducción a la primera edición,
escrita por el editor.

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI ~ 317


go; y su manera intempestiva de dirigirle la palabra a Dostoievski fue sólo
una muestra moderada del tipo de actitudes que le merecieron la fama de
que gozaba.
Uno o dos meses después, Dostoievski pasó el verano fuera de San Pe-
tersburgo; al regresar continuó reuniéndose con Belinski, entró en el círcu-
lo de los Beketov, pero no utilizó su presentación a Petrashevski para bus-
car un mayor acercamiento. Bien pudo hacerlo tomando en cuenta que
tanto Pleshcheev como Valerian Maikov conocían a Petrashevski desde
1845. Pero , por alguna razón desconocida (tal vez disparidades de criterios
respecto de las normas editoriales para elaborar el Diccionario de bolsillo de
términos extranjeros), las relaciones entre Valerian Maikov y Petrashevski se
habían vuelto muy tirantes, de modo que la imagen que probablemente
Dostoievski se formó de este último, por lo que de él se decía en las reunio-
nes, no era muy atractiva . No fue sino hasta un año después cuando empe-
zó a frecuentar el círculo de Petrashevski.

En 184 7, Mijaíl Butashévich-Petrashevski era un hombre joven, de veinti-


séis años, exactamente medio año mayor que Dostoievski. Educado en el
Liceo Aleksandr de Tsarkoe Selo -la escuela más exclusivista que existía
en Rusia para los hijos de la nobleza, y que funcionaba en un ala del pala-
cio imperial de verano- , incluso en esa institución había adquirido fama
de ser refractario y opositor a toda autoridad. Luego de graduarse con
grandes dificultades , obtuvo un puesto de traductor en el Ministerio de
Relaciones Exteriores , y prosiguió sus estudios hasta lograr un diploma
en derecho en la Universidad de San Petersburgo. Pero Petrashevski tam-
bién asistía a los cursos sobre economía política que dictaba el profesor
V. S. Poroshin, quien daba clases sobre los diferentes sistemas socialistas
recientemente surgidos, sin disimular la simpatía que esas ideas le inspira-
ban. Esta iniciación en las teorías socialistas ejerció una fuerte influencia
en Petrashevski, como sucedió con muchos otros - Valerian Maikov, en-
tre ellos- que se sentaron en el aula en la cual dictaba sus clases Poroshin.
Sobre todo las ideas de Fourier impresionaron muchísimo a Petrashevski,
como lo confiesa con gran candidez a la comisión investigadora. "Cuando
leí sus escritos [de Fourier] por primera vez, fue como si yo hubiera rena-

318 ... LA FAMA


cido -escribe Petrashevski- . "Rendí homenaje a la grandeza de su ge-
nio."3 A partir de ese momento se volvió fanático fourierista, y se dedicó a
difundir su nueva religión.
A principios del decenio de 1840-1849, Petrashevski empezó a invitar
a sus amigos más cercanos a que lo visitaran para conversar; y ese redu-
cido puñado de amigos fue el origen de lo que posteriormente sería su
"círculo". Lector infatigable y coleccionista de libros, llegó a tener una bi-
blioteca bastante nutrida de libros "prohibidos" en varios idiomas, y sobre
los temas históricos, económicos y sociopolíticos más importantes del mo-
mento. A pesar de la censura, era relativamente fácil obtener casi todo lo
que se publicaba fuera del país y en otros idiomas ; y como una de las fun-
ciones de Petrashevski era ayudar a los forasteros en sus problemas con la
policía de San Petersburgo , tenía la oportunidad de enriquecer su colec-
ción comprándoles libros a las personas que conocía de esta manera. En
realidad, uno de los mayores atractivos de Petrashevski era que poseyera
una biblioteca extensa, y que él ansiaba poner al alcance de otros . Trans-
currido un tiempo, esa biblioteca fue mantenida y aumentada con la ayuda
de suscripciones pagadas por sus visitantes regulares.
Hacia 1845, el círculo se había extendido mucho más allá de los lími-
tes de sus antiguos compañeros del liceo o de la universidad , y ya para
entonces era un personaje muy conocido en la vida social de San Peters-
burgo. En una pieza teatral en verso , titulada Dos egoísmos, que apareció
publicada ese año, y que escribió el renombrado poeta y crítico Apollon
Grigoriev -quien en el decenio de 1860-1869 fue uno de los amigos más
íntimos de Dostoievski-, se le satiriza amablemente mediante un perso-
naje llamado Petushevski, quien, durante una discusión que mantiene con
un eslavófilo moscovita en un baile de disfraces, le recomienda a su anta-
gonista que lea la obra Nuevo Mundo de Fourier, si acaso quisiera saber
algo sobre la cuestión de la familia.
Esto basta para demostrar la fama que Petrashevski había adquirido.
Pero de ninguna manera era un seguidor fanático que considerara sagradas
todas las palabras del maestro y prohibida toda oposición a esa palabra.
Por el contrario, sin hacer alharaca, Petrashevski desechó toda la fantástica
cosmología e historia natural de Fourier. Tampoco aceptó ninguno de los
sueños quiméricos acerca de un mundo futuro, en el cual sería posible rea-
3 Citado en V. l. Semevsky , M. V. Butashevich-Petrashevski i Petrashevtsy (Moscú , 1922),

p. 71. Es todavía la mejor obra sobre el tema.

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI .... 319


lizar todo tipo de fantasías sexuales. Además, puesto que había leído y asi-
milado a Strauss y a Feuerbach, no compartía la religiosidad, ni de Fourier,
ni de su sucesor como jefe del movimiento, Victor Considérant. En el Dic-
cionario de bolsillo se define con tono de aprobación al "naturalismo", como
una filosofía moderna que, al considerar que la "divinidad no es otra cosa
que la función general y superior de la mente humana", dio origen al
"antropoteísmo"; es decir, al reconocimiento de que todas las religiones
positivas , basadas en la revelación o en la tradición, en realidad son el
endiosamiento del hombre o de las leyes de la naturaleza. 4 En una carta,
Petrashevski se refiere con sarcasmo a jesucristo como "el famoso dema-
gogo cuya carrera terminó más bien en el fracaso''. 5 Igual que todo autén-
tico hegeliano de izquierda, consideraba que , aparte de ser un error, la
religión era verdaderamente nociva, pues al despojar al hombre de sus
atributos superiores, convirtiéndolos en sobrenaturales, condenaba a la
humanidad a la inactividad y al estancamiento, y constituía un obstácu-
lo para el progreso.
Más que nada, lo que le atraía del fourierismo era "todo aquello rela-
cionado con la organización del falansterio", el cual no titubeaba en decir
que "acepto plenamente como justo y posible de llevarse a la práctica" .6
Estaba absolutamente convencido de que la fundación de un falansterio y
la aplicación de la teoría de Fourier sobre la naturaleza humana a la orga-
nización de su obra, harían que el trabajo dejara de ser una carga y una
maldición para transformarse en una actividad gozosa y de autorrealiza-
ción. Según cierta fu ente que en general es aceptada, estaba tan convenci-
do de la factibilidad de la Utopía de Fourier, que en 184 7 trató de ponerla
en práctica en la pequeña finca de su propiedad. Contando con el apoyo
de los campesinos que trabajaban allí, y que servicialmente aceptaron to-
dos sus planes (o al menos eso creía él), procedió a construirles un falans-
terio totalmente equipado. Llegó el gran día; las cuarenta y tantas familias
campesinas dejaron sus miserables ízbas (cabañas) para trasladarse a su
nueva residencia; pero , a la mañana siguiente, la vivienda ideal, con todas
sus comodidades y amenidades, era ruina quemada hasta sus cimientos.
Lejos de desanimarse , Petrashevski se convenció más que nunca de
que , para lograr cualquier progreso de tipo social, hacía falta un periodo
• Proizvedenia Petrashevtsev, ed. V. I. Evgrafova (Moscú , 1953), p. 184.
5
Ibid , p 370.
6
V. I. Semevsky, op. cit., p. 153.

320 ... LA FAMA


preparatorio de instrucción intelectual. Primero, era necesario erradicar y
destruir por completo ignorancias y prejuicios de largo arraigo, lo cual lo
llevó a dedicarse , con más fervor aún, a la tarea de difundir la cultura,
dondequiera que fuera. Petrashevski conservaba la fe todavía inmaculada,
típica del siglo xvm, en el poder de las ideas para generar cambios sociales,
y estaba absolutamente seguro de que , si lograba convencer a un número
suficiente de personas para que reflexionaran con sentido crítico sobre
todo aquello que afectaba sus vidas, con el tiempo eso las movería a la ac-
ción. Se consagró a esta tarea con entusiasmo infatigable; no sólo en las
tertulias de los viernes , en que abría su casa a todos aquellos que quisieran
visitarlo , sino también en los diferentes clubes y organizaciones (incluyen-
do una clase de danza para comerciantes y tenderos), a los cuales se afilia-
ba con el propósito concreto de conocer la mayor cantidad posible de gen-
te en la que pudiera sembrar la semilla del descontento.
A pesar del amplio círculo de sus conocidos, que él infatigablemente se
esforzaba por ampliar, era un hombre que no tenía amigos íntimos . Aun-
que siempre se mostraba amable y cortés con los miembros de su círculo,
su personalidad tenía cierta cualidad repulsiva y áspera que acaso provi-
niera de la firmeza de sus convicciones y del papel que él mismo se había
asignado como agent provocateur intelectual. D. D. Akhsharumov, futuro
médico y precursor de la higiene social en Rusia, afirma que "hablaba en
voz baja y pausada. Su conversación era siempre seria, a menudo con cierto
tono burlón; su mirada expresaba, sobre todo , desconfianza, desdén y bur-
la hiriente".7 Petrashevski era respetado por su gran erudición, la firmeza
de su carácter y la energía inagotable que desplegaba en el cumplimiento de
su misión como apóstol del descontento social ; pero casi nunca inspiraba
sentimientos de cordialidad o de afecto. Cuando Dostoievski fue sometido
a interrogatorio , negó haber tenido ninguna intimidad auténtica con Pe-
trashevski, y se sintió obligado a añadir: "en realidad, siempre lo respeté por
considerarlo un ser humano h onrado y noble".8 Ésta era la actitud que casi
todo el mundo tenía hacia Petrashevski.
La mayoría de los que lo visitaban en su casa, además, inevitablemente
abrigaban sentimientos confusos respecto del dueño de casa, debido a su
fama de excéntrico algo lunático. "Muchas personas , todas las que lo cono-
cían en persona o de oídas -escribe Dostoievski- comentaban sus ex-
7 !bid' p. 85.
8
N. F. Belchikov, op. cit., p. 96.

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI ... 321


centricidades y rarezas. "9 Algunas anécdotas derivaban simplemente de la
llamativa originalidad de su aspecto personal: gastaba una barba corta (se
suponía que los empleados del gobierno se rasuraban bigotes y barba), y
en sus paseos por la ciudad llevaba un gran sombrero y una capa, en vez
del atuendo europeo más convencional. Corrían además innumerables
anécdotas sobre sus riñas con diferentes funcionarios burócratas, a quie-
nes provocaba en todo momento con su porfiada insistencia en afirmar
que obedecían al pie de la letra las normas del código jurídico ruso . Se de-
cía que cierta vez se había presentado en la iglesia vestido de mujer; y que
en otra ocasión, en que se le ordenó cortarse el pelo, llegó a la oficina lu-
ciendo una exuberante cabellera ¡que resultó ser una peluca! Es imposible
decir cuántos de estos relatos son apócrifos. Pero es evidente que todos
ellos tienen su origen en la costumbre de Petrashevski de burlarse de las
innumerables reglas que regían todos los aspectos de la vida común en
Rusia, y en su negativa terca y valiente a someterse a ellas sin oponer resis-
tencia. Ello le valió, no obstante , la fama de ser más un bufón y un hazme-
rreír, que una persona sensata y responsable, al punto de que incluso a la
mayoría de los miembros de su círculo les resultaba difícil aceptarlo sin
algunas reservas.

Éste era el personaje insólito y ya célebre a quien Dostoievski comenzó a


visitar durante la primavera de 184 7. No pensemos, empero, que le atri-
buyó mucha importancia a esa visita; fu e a casa de Petrashevski como ha-
bría ido a cualquier otra reunión social. Los "viernes" de Petrashevski no
tenían ningún carácter secreto ni conspiratorio, como tampoco lo tenían
las reuniones de la Pléyade de Belinski o del círculo de Beketov. Al fin y al
cabo , la gente se reunía allí sólo para hablar con un poco más de libertad
acerca de los mismos asuntos que mes a mes se insertaban en los periódi-
cos literarios. En general , se consideraba que, mientras ese tipo de conver-
saciones tuvieran lugar a puertas cerradas, no había nada que temer por
parte del gobierno. Las veladas en casa de Petrashevski gozaban de una
muy extendida fama, en el sentido de ser un lugar muy interesante y esti-
mulante que merecía ser visitado, siempre y cuando se pudiera conseguir

9
Idem.

322 .. LA FAMA
una invitación por intermedio de algún amigo. Un alegre joven de San Pe-
tersburgo, en una carta que data de comienzos de 1848, enumera entre las
atracciones de la ciudad "los sermones de Nilson, la propaganda de Petra-
shevski y las conferencias públicas y los folletines de Pleshcheev" ,10 y que,
según él, se mantenían dentro de los mismos límites de la diversión públi-
ca y la expresión de opiniones, tolerados en esa época.
Muchos de los que asistieron a las reuniones de Petrashevski han des-
crito la atmósfera que reinaba en ellas. En los primeros años, cuando toda-
vía los visitantes eran escasos, el círculo era más que nada un grupo de es-
tudio; se leían en voz alta libros y artículos , y en ocasiones alguno de los
miembros exponía un tema que fuese de su interés particular. Más adelan-
te, cuando las reuniones se volvieron más concurridas , los miembros del
círculo variaban de una a otra semana y, en general, se formaban pequeños
grupos que conversaban de un tema determinado. En los casos en que una
discusión acalorada atrajese la atención general, se nombraba un árbitro
encargado de moderar la controversia y asegurar los derechos de ambas
partes. A finales de la primavera de 1848, se sugirió que las reuniones fuesen
organizadas de una manera un poco más formal , nombrándose con antici-
pación a un orador para cada reunión, y un presidente que vigilara y man-
tuviera el orden en cuanto a las intervenciones del público. Así pues, las
reuniones adquirieron el carácter de una especie de club o asamblea parla-
mentaria, durante las cuales se utilizaba una campanilla, cuyo puño estaba
labrado sospechosamente en la forma de una estatua de la Libertad, para
ajustar y moderar el flujo de los discursos y llamar al orden a los diferentes
oradores.
D. D. Akhsharumov escribe que las reuniones constituían

un interesante caleidoscopio de las opiniones más diversas acerca de los acon-


tecimientos contemporáneos, las decisiones del gobierno, sobre las creacio-
nes de la literatura de ese momento en los diferentes campos del conocimien-
to ; se comentaban sucesos de la ciudad; de todo se hablaba en voz alta, sin la
menor restricción . En ocasiones, un especialista daba un informe en la forma
de una conferencia ... a causa de que el contenido de las conversaciones era
primordialmente sobre cuestiones sociopolíticas, esas tertulias de Petrashevski
tenían un enorme in terés para nosotros; eran las únicas de su tipo en todo

10
V. l. Semevsky, op. cit. , p. 108.

EL CÍRCULO DE PETRASHEYSKI ~ 323


San Petersburgo. Por lo general, se prolongaban hasta altas horas de la noche,
entre las dos y las tres de la mañana y terminaban con una modesta cena u

Uno de los primeros y más fieles miembros del círculo, Aleksandr Ba-
lasoglo, escribió que por lo común los invitados eran de siete a diez; que
ese número a veces aumentaba hasta quince, y que los días del santo o
cumpleaños de Petrashevski solían reunirse alrededor de veinte o treinta
personas. "¿Sobre qué versaban las charlas, las discusiones, los juicios< Ab-
solutamente sobre todo", aunque "la balanza se inclinaba , sin lugar a du-
das, en favor de las teorías sociales" .12
Durante el primer año y medio, Dostoievski no fue un asiduo concu-
rrente a las reuniones de Petrashevski; por otra parte, parece ser que su
actitud hacia el grupo era bastante ambigua. Yanovski afirma que, cuando
se refería a las reuniones, lo hacía en un tono desdeñoso, y que atribuía su
popularidad tanto a que se sirvieran refrescos gratis como al deseo de "re-
presentar la comedia del liberalismo, porque , bien lo sabes, entre nosotros
los mortales no hay ninguno que no disfrute jugando a ese juego".13 Lo
que Dostoievski escribió respecto del grupo para la comisión investigadora
tiene este mismo tono, y coincide con la descripción de otros.

En la sociedad que se reunía en torno de Petrashevski no había la menor uni-


dad, ni en cuanto a la manera de pensar, ni en lo referente a la tendencia de
las ideas. Parecía que ésta era una discrepancia que se había iniciado en un
momento determinado , con el único propósito de no acabar nunca ... Sin
discusiones, las reuniones en casa de Petrashevski habrían sido sumamente
aburridas, pues sólo las reyertas y las contradicciones podían mantener uni-
das a personas de carácter tan diferente.14

Desde luego , debemos juzgar este tipo de testimonio con cierto escep-
ticismo; pero hay razones válidas para considerar que expresa gran parte
de los sentimientos auténticos de Dostoievski , ya que difícilmente el am-
biente de Petrashevski podía remplazar su afe cto hacia la Pléyade o hacia
el círculo de Beketov.
11
Idem.
12
Idem.
13 DVS, vol. 1, p. 169.
14
N. F. Belchikov, op. cit., p. 107.

324 ... LA FAMA


Ambos habían sido pequeños grupos, unidos por los sólidos lazos de
amistad personal y las esperanzas de intereses comunes. En casa de Petra-
shevski, lo único que había era una aglomeración de personas reunidas más
o menos de un modo casual, cuyos miembros variaban todo el tiempo, y
con poco o nada que los uniera, aparte de la curiosidad y el deseo de expre-
sar libremente en público sus ideas. Por otra parte, existían otras razones de
índole más particular que impedían a Dostoievski sentirse irresistiblemente
atraído hacia este círculo todas las semanas, aunque exteriormente Dostoiev-
ski y Petrashevski continuaban manteniendo una relación cordial-al pun-
to de que Petrashevski, cada tanto visitaba al joven escritor por tratarse de
la presa más famosa que había logrado atrapar-: lo cierto era que no se
llevaban muy bien. En su declaración, Dostoie,-ski escribe que ambos "po-
nían mucho cuidado en no prolongar una conversación con el otro durante
mucho tiempo , porque habríamos empezado a pelear después de pronun-
ciar diez palabras, y eso nos disgustaba a ambos".15 Con el caso anterior, a
pesar de que podemos sospechar que esta declaración es un esfuerzo de
Dostoievski por disociarse de una amistad peligrosa , existen motivos vale-
deros para aceptar lo que n os dice.
En primer lugar, no cabe duda que debió de disgustarle el intransigente
ateísmo hegeliano de izquierda de Petrashevski , como ya antes le había
ocurrido con el de Belinski; de hecho , podemos suponer que su aversión
era bastante más pronunciada en el caso de Petrashevski. Cuando menos ,
los tempestuosos estallidos de Belinski eran indicios de una sincera preocu-
pación emocional por los enigmas de la fe religiosa; aparte de que esos esta-
llidos seguramente se compensaban con la calidez y la bondad de su carác-
ter, así como con su talento crítico. En cambio , el temperamento de
Petrashevski era muy distinto , y siempre que se refería a la religión lo hacía
con frío sarcasmo hostil, o con desdeñosa irreverencia burlona. Después de
morir Dostoievski, Nikolái Speshnev - de quien muy pronto oiremos ha-
blar bastante- le dijo a la señora Dostoievski que "Petrashevski le causaba
repulsión a Dostoievski porque era un ateo, y se mofaba de la fe''. 16
Tampoco la literatura era objeto de respeto por parte de Petrashevski
excepto como un medio de propaganda; incluso en cierta ocasión atacó las
fábulas y los cuentos de hadas por considerarlos perjudiciales para la edu-
cación de los niños. Sus palabras desataron una acalorada discusión con
15
Ibid., p. 96.
16
Biografía, p 91.

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI ~ 325


todos los literatos integrantes del círculo , y en particular una apasionada
defensa del fabulista ruso Krilov por parte de Dostoievski. Según algunos
testimonios, Petrashevski también confesaba que se había peleado con los
hermanos Dostoievski (Mijaíl llegó para vivir en San Petersburgo en el oto-
ño de 184 7) por haberles "criticado su estilo de escribir, pues de ninguna
manera podía servir para infundir ideas en el público" .17 Aunque esta de-
claración corresponde a una época muy posterior en la historia del círculo,
refleja una actitud que seguramente captó o comprendió Dostoievski mu-
cho antes , y en la que se repite la concepción que , cuando menos en parte,
fue la causa de su ruptura con Belinski: la concepción de que el arte debía
limitarse a servir a la causa del progreso social. A pesar de que las opinio-
nes de Petrashevski no hayan tenido la menor importancia para Dostoiev-
ski, debieron de apartarlo del atractivo de sus reuniones de los viernes por
la noche. Por último , hay otro factor de fondo que es necesario mencionar
para poder evaluar la actitud de Dostoievski hacia el círculo de Petrashev-
ski en ese momento. Como todos los intelectuales, desde luego , también él
se sentía agobiado por la carencia general de libertad de la vida social en
Rusia; pero la injusticia más visible e insoportable -la cuestión que pro-
vocaba sus reacciones emocionales más hondas- era la esclavitud del
campesinado. El 18 de mayo de 184 7, Nicolás l insistió enérgicamente, en
un discurso ante una delegación de nobles, en que no debía considerarse a
los campesinos "como propiedad privada, y más aún, como mercancía", 18
y pidió la ayuda de la nobleza para que lo ayudara a transformar su condi-
ción de siervos a la de arrendatarios. Las noticias de esta proclama, que se
extendieron rápidamente por toda la capital, despertaron grandes esperan-
zas; incluso Belinski llegó a convencerse de que por fin Nicolás estaba de-
cidido a extirpar el cáncer mortal que amenazaba la vida de la sociedad
rusa. No obstante, antes del otoño de 1848 , las charlas en las reuniones de
Petrashevski no expresaban sino muy poco sentido de urgencia política. Se
leían artículos y se intercambiaban ideas sobre todos los temas concebi-
bles; se comparaban y sopesaban las ventajas de uno y otro sistema socia-
lista; se condenaban los rigores de la censura; se daban a conocer los actos
de corrupción de diferentes funcionarios con altos puestos en la burocra-
cia. Pero todo ello debió de tener, como efecto final, esa sensación de im-
17
Delo Petrashevtsev, vol. 3, eds. V R. Leikina, E. A. Korolchuk y V. A. Desnitsky (Moscú /
Leningrado , 1937-1951), p. 412.
18
Yu. Oksman, Letopis Zhi zn i Tvorchestvo V.G. Belinskogo (Moscú, 1958), p. 50 1.

326 ... LA FAMA


potencia exasperada que Dostoievski ya había diagnosticado en sus folleti-
nes, y que, bien podemos asegurarlo, sólo podía tolerar en dosis pequeñas
y esporádicas.

Esta atmósfera de estancamiento fue arrasada por el estallido de las revolu-


ciones de 1848 en Europa, que causaron miedo en los círculos dirigentes
de Rusia y un desenfrenado entusiasmo entre los intelectuales. Se afirma
que, cuando llegaron las noticias, el propio zar irrumpió en medio de un
baile blandiendo en una mano el mensaje telegráfico, y que ordenó a los
oficiales que en ese momento estaban bailando que ensillaran sus caballos.
Herzen nos ha legado una descripción de los ciudadanos de San Peters-
burgo, que en los cafés se arrebataban los unos a los otros los periódicos
hasta que, por fin, se encaramaban sobre una mesa para leerles a los demás
las noticias a gritos. Aleksandr Milyukov logra una excelente transcripción
del espíritu de rebelión que iba adueñándose de los intelectuales a medida
que continuaban lloviendo desde el exterior las asombrosas noticias .

Conocí a F. M. Dostoievski en el invierno de 1848. Era un periodo difícil


para la juventud culta. Desde el primer día de la Revolución de Febrero , se
sucedían los más increíbles acontecimientos. Las reformas inauditas de Pío IX
provocaron levantamientos en Milán, Venecia , Nápoles; la embravecida ma-
rejada de las ideas liberales surgidas en Alemania causaron revoluciones en
Berlín y en Viena. Al parecer, se estaba produciendo un renacimiento general
en todo el mundo europeo. Los cimientos podridos de la vieja reacción se
estaban desmoronando , y comenzaba una nueva vida para toda Europa. Pero ,
al mismo tiempo , el estancamiento más opresivo imperaba en Rusia; las ideas
y la prensa estaban cada vez más limitadas , y en ninguna parte se veía activi-
dad desde que la vida social fuera aniquilada ... Prácticamente con cada en-
trega de correspondencia del exterior, nos enterábamos de que nuevos dere-
chos eran otorgados al pueblo, ya fuera con anuencia o con reticencia,
mientras que en la sociedad rusa sólo oíamos rumores de más limitaciones y
restricciones . Quien recuerde ese periodo sabe cómo todo esto influía en el
espíritu de los jóvenes intelectuales. 19

19
DVS, vol. 1, p. 181.

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI ~ 327


El primer efecto de esta inquietud sediciosa, que comenzó a manifes-
tarse en la primavera de 1848, fue el engrosamiento de las filas del grupo
de Petrashevski con la afluencia de nuevos miembros. Jamás las reuniones
habían contado con una concurrencia tan numerosa y tan animada; y fue
precisamente a principios del otoño de 1848 cuando Dostoievski empezó
a aparecer en los "viernes" de Petrashevski con cierta regularidad. Desde
luego que, en lo recóndito de sus pensamientos, todos se preguntaban si
acaso el propio régimen ruso habría de eludir indefinidamente el destino
del cual no pudo escapar ninguno de los monarcas absolutos de Europa.
"Un aterrador espectáculo está ocurriendo en Occidente -escribió Dos-
toievski en su declaración-; se está representando un drama sin prece-
dentes. El antiguo orden se tambalea y se está resquebrajando. Los cimien-
tos mismos de la sociedad amenazan con derrumbarse en cualquier
momento, arrastrando en su caída a toda una nación."2º Era lógico que esa
visión apocalíptica de caos social inminente suscitara cuestionamientos
más profundos y más fundamentales acerca del antiguo orden en Rusia, y
que las charlas en casa de Petrashevski empezaran a concentrarse de una
manera mucho más directa en los problemas sociopolíticos rusos. Tanto
más , como lo señala Herzen, debido al hecho de que "todos los rumores
acerca de la intención del zar de proclamar la liberación de los campesinos
que se habían difundido por todo el país ... cesaron repentinamente".21
Fue en esa época cuando las reuniones de Petrashevski se organizaron so-
bre bases más formales , y cuando se inició la práctica de elegir un "presi-
dente" para cada viernes, quien se encargaría de dirigir las animadas discu-
siones.
Debido a la atmósfera de crisis causada en todo el país por las revolu-
ciones, era inevitable que , más tarde o más temprano, las reuniones en
casa de Petrashevski despertaran sospechas. De hecho , sus escapadas ya
habían sido advertidas por la policía secreta , de modo que se le puso bajo
vigilancia discreta en 1844. Pero como no se tomó ninguna medida contra
él, bien podemos suponer que la policía lo descartó, por considerarlo un
chiflado inofensivo. A comienzos de 1848, sin embargo, cometió la impru-
dencia de hacer circular entre los nobles de San Petersburgo un memorial
en que se solicitaba la revisión de las normas jurídicas referentes a la venta
de haciendas . La finalidad aparente de esa propuesta era elevar el valor de
20
N. F. Belchikov, op. cit. , p. 100.
21
Petrash evtsy, vol. 1, ed. P. S. Schegolev (Moscú / Leningrado, 1926-1928), p. 92.

328 ... LA FAMA


ese tipo de propiedades, poniéndolas al alcance de compradores no perte-
necientes a la nobleza; pero, después de la compra, al nuevo dueño se le
exigiría que cambiara la posición de los campesinos de siervos a arrendata-
rios. Petrashevski creía que era una astuta maniobra para aprovecharse de
la avaricia de los terratenientes en favor de la emancipación del campesi-
nado. Lo único que consiguió, sin embargo, fue volver a llamar la atención
de las autoridades hacia su existencia de tábano provocador e irritante.
Decididos, tanto la policía secreta como el ministro de Gobernación, a
investigar más atentamente su vida , lo pusieron bajo vigilancia secreta. Para
evitar confusiones, finalmente la tarea fue asignada al ministro, a quien los
agentes informaron, transcurridos diez meses, de que en esa casa se realiza-
ban reuniones todos los viernes , las cuales se prolongaban hasta las tres o
cuatro de la madrugada. "Ellos , los in ·rados no juegan a las cartas, sino
que, en cambio, leen, conversan y discuten; pero resultó imposible descu-
brir exactamente de qué hablaban , debido a las precauciones y al secreto de
que se rodeaba el propio Petrashevski ."12 En consecuencia, un agente secre-
to llamado Antonelli - ex estudiante y también hijo de un renombrado
pintor de ascendencia italiana- se presentó como compañero de empleo
de Petrashevski en el ministerio, en enero de 1849. Antonelli presentaba
informes regulares a sus superiores sobre las conversaciones que mantenía
con el sospechoso; y a pesar de que Petrashevski desconfiaba de sus esfuer-
zos por congraciarse con él y se preguntaba de dónde obtendría la generosa
abundancia de fondos que Antonelli derrochaba, éste estuvo presente en las
siete últimas reuniones del círculo, entre el 11 de marzo y el 22 de abril,
inclusive.

La información referente a la participación de Dostoievski en los debates


del círculo de Petrashevski es sumamente escasa. Como se lo dijo a la co-
misión investigadora, "estoy muy lejos de ser un conversador, y todos los
que me conocen dirán lo mismo. No me agrada hablar en voz alta ni por
largo tiempo ni siquiera cuando estoy entre amigos , de los cuales tengo
muy pocos, y menos aún estando en reuniones sociales, en las cuales ten-
go fama de ser una persona nada comunicativa, reservada y retraída o in-

22
Delo Petrashevtsev . .., op. cit., vol. 3, pp. 3 y 4.

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI .. 329


sociable"D Existen, en efecto, pocos rastros de que Dostoievski haya sido
una presencia activa, en el abundante material acerca del círculo que ha
salido a luz desde el decenio de 1920-1929. Sólo en las últimas semanas
de su existencia aparece mencionado su nombre entre los de aquellos que
tomaban parte destacada en las discusiones.
Tras declarar a la comisión investigadora que nunca se había ocupado
en las reuniones de Petrashevski de cuestiones sociales o políticas, Dostoiev-
ski reconoce haber tomado la palabra en el caso de otro tipo de temas. "En
su casa hablé sólo tres veces, o más exactamente dos. La primera , sobre lite-
ratura, a raíz de una disputa con Petrashevski respecto de Krilov, y en la
segunda ocasión hablé de la personalidad y del egoísmo. "24 La discusión so-
bre literatura surgió cuando Petrashevski se lanzó al ataque en contra de
las fábulas, episodio que ya mencionamos. Dostoievski explica que su de-
fensa se basaba en su opinión "de que el arte no tiene necesidad de ninguna
tendencia, que el arte es un fin en sí mismo , que el autor debería preocu-
parse únicamente de la calidad artística, y que la idea vendrá por sí sola,
pues ésta es la condición necesaria de la calidad artística. En una palabra, es
sabido que ésta es una tendencia diametralmente opuesta a la del periodismo y
a los escritos que tratan de enardecer los ánimos".25 Estas palabras son muy
parecidas a las que ya hemos citado,* con las cuales Dostoievski explica
que la causa de su ruptura con Belinski fue la diferencia de pareceres en
cuanto al papel que debe desempeñar la literatura en la sociedad.
Su descripción de la charla que dio sobre el tema "personalidad y
egoísmo" nos recuerda el pasaje de su folletín en el cual se refiere al "egoís-
mo necesario'', pero con una modificación significativa. "Yo quería demostrar
-dice Dostoievski- que entre nosotros hay más ambición que auténtica
dignidad humana; que tendemos a rebajarnos, a pulverizar nuestra perso-
nalidad debido a un amor propio trivial; al egoísmo y a la falta de una fina-
lidad en nuestras ocupaciones."26 Por razones obvias, en este pasaje el
acento recae mucho más en el carácter personal que en los obstáculos co-
locados por la sociedad rusa en el camino de la autorrealización individual;
empero, esta segunda idea es insinuada vagamente ("la falta de finalidad

23
N. F. Belchikov, op. cit., p. 99.
24
Ibid., p. 106.
25
Idem.
" Véanse las pp. 238-240.
26
N. F. Belchikov, op. cit. , p. 107.

330 ... LA FAMA


en nuestras ocupaciones"). Es probable que Dostoievski haya sido aún más
explícito sobre este punto que en el folletín, precaviéndose de la posibili-
dad de que se estuviera tomando nota textual de sus palabras, en cuyo
caso la referencia a las "ocupaciones" le permitiría refutar cualquier acu-
sación de ocultamiento deliberado .
Algunos miembros del círculo pensaban que la evidente reticencia de
Dostoievski a participar de una manera más activa en sus polémicas y de-
bates se debía a simple ignorancia. Es lo que puede colegirse del comenta-
rio menospreciativo de que, a pesar de los largos años de asociación con el
círculo, Dostoievski no había aprovechado la biblioteca de Petrashevski
para "instruirse", y que no había leído un solo libro "realmente valioso"; es
decir, cuyos autores fuesen Fourier, Proudhon o Helvetius. 27 El conde Se-
menov, empero, conocía muy de cerca a Dostoievski , y sabemos que el
solitario y joven escritor solía visitarlo en el departamento que Semenov
compartía con N.A. Danilevski (quien más tarde sería el famoso teórico
del paneslavismo, y que en el decenio de 1840-1849 tenía fama de ser el
especialista de mayor autoridad entre los miembros del grupo de Petrashev-
ski sobre las complicaciones y enredos del fourierismo). Semenov, cuya
opinión podemos considerar como calificada, se burla de la imagen que
otros querían presentar respecto de Dostoievski como un hombre "incul-
to". Por lo contrario, Semenov lo recuerda como una de las personas mejor
informadas y más eruditas de cuantas conoció; no solamente Dostoievski
conocía las literaturas rusa, francesa y alemana, sino, según Semenov, tam-
bién había leído mucho sobre la historia de la Revolución francesa (Thiers,
Mignet, Louis Blanc) y, asimismo , acerca de la teoría socialista (Saint-
Simon, Fourier).28
Aunque no contáramos con este testimonio , la acusación de Balasoglo
resultaría desmentida por la lista de obras que en realidad Dostoievski sacó
de la extensa colección de Petrashevski. Acaso no haya utilizado esos re-
cursos tan ampliamente como algunos otros; pero el material consultado
por él abarca la gama total de los problemas que se discutían en las reunio-
nes. Para tener un conocimiento directo de la teoría hegeliana de izquier-
da , Dostoievski leyó la obra de D. F. Strauss, La vida de j esucristo. Los tres
volúmenes de Histoire des dix ans, de Louis Blanc, comprendían la historia
francesa reciente entre 1830 y 1840, y gracias a su lectura Dostoievski se
27
Delo Petrashevtsev .. . , op. cit. , vol. 3, p . 442.
28
DVS, vol. 1, p. 209 .

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI ... 331


puso al día respecto de las condiciones sociopolíticas que determinaron la
creación del socialismo utópico. De la biblioteca de Petrashevski también
sacó varios libros de Proudhon (los títulos no están registrados), y la obra
de un autor desconocido, de nombre Paget, con el poco inquietante título de
Introduction a l'étude de la science sociale, pero que, pese a ello, resultó ser
uno de los libros de divulgación del fourierismo mejor escritos en ese tiem-
po. En Le Vrai Christianisme suivant]. Christ, de Étienne Cabet , Dostoievski
se encontró con la teoría , que rechazó enérgicamente, de que el comunis-
mo igualitario absoluto era el único cristianismo auténtico (en su declara-
ción , Dostoievski hace el comentario de que "el cabetismo es la estupidez
más grande jamás inventada en el mundo") .29 Marie ou l'esclavage, de Gus-
tave de Beaumont (obra que también fue atentamente leída por Carlos
Marx, quien cita largos pasajes de ella en La cuestión judía) , describía los
horrores de la esclavitud de los negros en los Estados Unidos, y también
presentaba una imagen muy poco halagüeña de la supuesta Tierra de la
Libertad.

Así pues , no era por ignorancia que Dostoievski no se lanzaba con más
fervor a las contiendas verbales que tenían lugar en las reuniones de Pe-
trashevski. Es mucho más probable que simplemente no le interesaran los
interminables debates sobre las virtudes y los defectos de uno u otro siste-
ma socialista. Para muchos de los miembros del círculo , las ideas socialis-
tas eran todavía una novedad llena de atractivo, y en el caso de los que ya
las conocían, eran fanáticos ansiosos de conquistar nuevos prosélitos. En
cambio, Dostoievski no tenía nada que aprender sobre socialismo de recal-
citrantes socializantes como Petrashevski o Danilevski; tampoco era un
discípulo consagrado a difundir ese evangelio. A pesar de que de todo co-
razón estaba de acuerdo con el impulso moral que inspiraba a los diferen-
tes sistemas socialistas, no estaba convencido de que todas sus panaceas
pudieran llevarse a la práctica.

El socialismo ofrece miles de métodos para organizar a la sociedad - comen-


ta- , y como todos estos libros están escritos con inteligencia , fervor, y a

29
N. F. Belchikov, op. cit. , p. 111.

332 ~ LA FAMA
menudo con auténtico amor hacia la humanidad, los leo con curiosidad. Pero
precisamente porque no me adhiero a ninguno de los sistemas socialistas, es-
tudié el socialismo en general, todos sus sistemas, y ésta es la razón de que
(aunque mi conocimiento está lejos de ser completo) advierto los defectos en
cada uno de ellos. Estoy convencido de que la aplicación de cualquiera de
ellos traería aparejada la ruina inevitable, y no sólo me refiero a nosotros, sino
que pienso que eso mismo ocurriría incluso en Francia. 30

Los comentaristas dudan en aceptar que semejante declaración, hecha


bajo coacción, pueda considerarse una exacta definición de la relación
de Dostoievski con el socialismo; empero , expresa una actitud que él com-
partía con muchos de sus contemporáneos y amigos. También Valerian
Maikov había sentido simpatía hacia los ideales socialistas, pero era escép-
tico en cuanto a la factibilidad de cualesquiera programas concretos pro-
puestos por las diferentes escuelas; y esta misma posición inspiró una serie
importante de artículos que aparecieron publicados en Los Contemporá-
neos, en 1847, escritos por Vladimir Milyutin, talentoso y joven economis-
ta amigo íntimo de Valerian Maikov, y que también asistía a las reuniones
de Petrashevski. Como la primera difusión pública sobre economía socia-
lista que aparecía en la prensa rusa, estos artículos despertaron gran inte-
rés no sólo debido a su tema peligroso, sino también porque, como lo se-
ñala Eugeniev-Maksimov, "en ellos no había la menor huella de ese dejo
de desaprobación o censura que se percibía en esa época en los juicios de
Belinski y Annenkov sobre el socialismo utópico: Milyutin simpatiza con
estas nuevas escuelas ... "31 Miembro de una familia muy prominente (su
tío, el conde Kiselev, dirigía una comisión nombrada por Nicolás para es-
tudiar la abolición de la servidumbre), Milyutin mantuvo con Dostoievski,
como veremos más adelante, una relación mucho más íntima de lo que
nadie había sospechado.
Milyutin opinaba que las teorías socialistas se inspiraban en un propó-
sito humanitarista laudable; pero, lo mismo que a Maikov, le resultaba im-
posible aceptar cualquiera de sus propuestas concretas. Preocupado, tam-
bién en este caso, igual que Maikov - y lo mismo que Dostoievski- por
la libertad del individuo, Milyutin les criticaba a las "nuevas escuelas" el
hecho de limitar demasiado radicalmente esta libertad.
30
Ibid., p. 146.
31
V. Eugenyev-Maksimov, Sovremennik v 40-50 Godokh (Leningrado, 1934) , p. 213.

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI ~ 333


Según las formas de organización social que proponen las nuevas escuelas
-escribe-, la personalidad del individuo o bien desaparece por completo, o,
de lo contrario, se le restringe a límites sumamente estrechos. En vez de en-
contrar los medios para reconciliar los dos principios igualmente necesarios
del individualismo y del socialismo [obshchinnost), la mayoría de las escuelas
contemporáneas sacrifican lo primero en nombre de lo segundo, y subordi-
nan la actividad del individuo a determinadas reglas que sólo pueden satisfa-
cerse mediante la autorrestricción o el autosacrificio. 32

Utilizando el lenguaje de Auguste Comte, Milyutin afirma que ninguna


de las teorías socialistas ha alcanzado todavía la etapa del "positivismo o
certidumbre"; es decir, la etapa de ciencia auténtica, capaz de explicar sa-
tisfactoriamente las leyes que gobiernan los fenómenos empíricos. Las uto-
pías de los socialistas han sido elaboradas o creadas para formar los sueños
de la humanidad respecto de un orden social ideal ; pero todavía se en-
cuentran en lo que Milyutin denomina su estadio metafísico-mitológico ;
constituyen el esbozo de una futura ciencia social que algún día será capaz
de resolver los problemas de la sociedad, pero todavía no son esa ciencia
propiamente dicha. Como lo señala P. N. Sakulin, Dostoievski emplea esa
misma idea y esa misma terminología, pero más concisamente, en su de-
claración. "El socialismo es una ciencia en germen - les explica a sus jue-
ces- ; un caos, más alquimia que química, más astrología que astronomía.
Empero, opino que del actual caos surgirá algo sólido, lógico y benéfico
para el bien común. "33 La insólita perspicacia de esta evaluación, que pare-
ce preanunciar el surgimiento del llamado socialismo científico de Marx,
refleja la influencia del estudioso de economía política más profundo que
existía en la Rusia del decenio de 1840-1849*
Las Memorias de Aleksandr Milyukov nos ayudan a sustentar la teoría
de que la actitud de Dostoievski hacia el socialismo era sinceramente la
que él confesó cuando estaba sometido a investigación. Milyukov no era
miembro del círculo de Petrashevski, sino que pertenecía a uno de los di-
32
Vladimir Milyutin, Izbrannye Proizvedenia (Moscú, 1946), p. 355.
33
N. F. Belchikov, op. cit., p 146 ; P N. Sakulin , RLlsskaya Lite ra tt1ra i Sotsializm (Moscú,
1922), pp. 174 y 175.
* De esta manera consideraban los contemporáneos de Dostoi evski las teorías socialistas; y
así ocurre hasta la fecha. Los artículos más importantes de Milyutin fueron reeditados en la
Un ión Soviética en 1946 , acompañados de una presentación sumamente elogiosa. V. Milyutin,
op. cit.

334 .... LA FAMA


ferentes grupos satélites que se formaron en tomo de aquél. Con todo, su
testimonio es todavía más valioso porque probablemente Dostoievski
-uno de los organizadores de ese grupo más pequeño- hablaba allí con
más libertad.

Hablar sobre La Nueva Lanark de Roben Owen, la Icane de Cabet y, en parti-


cular, sobre el Falansterio de Fourier y la teoría de Proudhon acerca de un
impuesto progresivo a veces nos tomaba la mayor parte de la noche - escribe
Milyukov-. Todos nosotros estudiábamos a los socialistas, pero también to-
dos estábamos muy lejos de creer en la posibilidad de la realización práctica
de sus planes. Entre estos últimos se encontraba F. M. Dostoievski. Leía a los
escritores socialistas, pero se refería a ellos con sentido crítico. Aunque reco-
nocía que en la base de esas teorías había un propósito noble, los consideraba
sólo como beneméritos visionarios. 34

Lejos de sentirse hechizado por estas fantasías utópicas, las ideas de


Dostoievski seguían un curso mucho más concreto y práctico. Sobre todo
insistía, según nos dice Milyukov, en afirmar

que todas estas teorías carecían de importancia para nosotros; que debíamos
buscar las fuentes de evolución de la sociedad rusa no en las teorías de los
socialistas occidentales, sino en la vida y en la antigua organización histórica
de nuestro pueblo, en la cual, ya fuera en la obshchina [posesión comunal de
la tierra], en el artel [cooperativa de trabajadores de salario compartido], y en
los principios de la responsabilidad mutual de aldea [para el pago de los im-
puestos], desde mucho tiempo antes existían bases muchísimo más sólidas y
normales que en todos los sueños de Saint-Simon y su escuela. Decía que la
vida en una comuna italiana o en el falansterio le parecía a él más terrible y
repugnante que la que pudiera llevarse en cualquier prisión.35

Este comentario sobre las prisiones parece demasiado profético del fu-
turo de Dostoievski para ser verídico; pero eso no quiere decir que sea to-
talmente inverosímil que haya podido utilizar este tipo de imagen. Tanto
Maikov como Milyutin le criticaban al socialismo sus limitaciones a la li-
bertad individual; en su declaración, Dostoievski se refiere a la "necesidad
34
DVS, vol. 1, p. 185.
35
Idem.

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI ... 335


inexorable" del fourierismo; y cuando Apollon Maikov es llamado a decla-
rar, se explaya hablando de la falta de vida privada en el falansterio , ·
compara la existencia allí con vivir en un cuartel del Ejército. 36
Más importante aún, sin embargo, es el hecho de que observamos e:
surgimiento de otra idea en el relato de Milyukov. Se trata de la idea segú
la cual, puesto que el socialismo "auténtico" o "natural" ya está contenido
en las instituciones sociales del campesinado ruso, esas instituciones pro-
veen de una base para construir un nuevo orden social, superior a las arti-
ficiales utopías de los socialistas occidentales. Por tratarse de una idea que
es el núcleo central del populismo ruso, y que habría de resultar de una
importancia tan enorme para Dostoievski en lo futuro, Milyukov fue acu-
sado de haber introducido de contrabando las ideas del Dostoievski má
"eslavófilo " de su época posterior a Siberia, en el decenio de 1840-1849.r
Empero, un estudio más cuidadoso de las pruebas disponibles tiende a
confirmar las palabras de Milyukov. Franco Venturi, en su voluminosa his-
toria del populismo ruso, señala la existencia de un embrionario apéndice
"populista" entre los miembros del círculo Petrashevski. 38 Es dentro de este
grupo -que seguía el reciente requerimiento de Belinski de tratar de solu-
cionar los problemas sociales rusos en coincidencia con la idiosincrasia y
el lenguaje rusos- donde debemos ubicar a Dostoievski.
Un catalizador decisivo en la formación y evolución de estas ideas po-
pulistas fue el libro del agrónomo alemán barón Haxthausen, Estudios sobre
el interior de Rusia (184 7), en el cual se describe la comuna campesina de
Rusia como asombrosamente similar "a la utopía que modernas sectas po-
líticas , a saber, los sansimonianos y los comunistas, han imaginado que
representa a la sociedad perfecta". 39 Petrashevski, que conocía esta obra,
influido por Haxthausen, empezó a concebir el falansterio como una obsh-
china mejorada y ampliada. Otro Petrashevski hace hincapié en un señala-
miento de Haxthausen: que la obshchina protegía a Rusia contra el paupe-
rismo extremo y el surgimiento de un proletariado carente de tierras que
habría buscado el remedio en el socialismo utópico. Uno de los que más

N. F. Belchikov, op. cit., pp 112, 226.


36

37
Véase A. S. Dolinin, "Dostoevsky sredi PetrashevLsev", Zvenya, núm. 6 (Moscú/ Leningra-
do) , 1936, pp. 528 y 529.
38
Franco Venturi, Roots of Revolution (Nueva York, 1960), p. 85.
39
August von Haxthausen, Studies on the Interior of Russia, ed. S. Frederick Starr (Chicago,
1972), p. 89.

336 ... LA FAM A


impresionados se sintieron con esta idea fue un joven empleado civil, V. A.
Golovinski, a quien Dostoievski consideraba entre sus amigos más ínti-
mos .40 "El origen eslavo contiene una base - la obshchina- que salvará
a Rusia de las terribles consecuencias del socialismo - escribe Golovin-
ski-. Puesto que existen dos tipos de propiedad en la aldea rusa
-personal y comunal-, es decir, la tierra campesina no pertenece a nin-
gún individuo en particular, sino a toda la comunidad aldeana, la obshchi-
na, que se distribuye entre la comunidad. "41 Otro amigo de Dostoievski, el
joven teniente del Ejército, Nikolái Grigoriev, expresa ideas parecidas
acerca del artel y de la obshchina, a los que denomina "socialismo sin es-
tupidez". 42
Podemos encontrar, en la declaración de Dostoievski, ideas muy cerca-
nas a estas definiciones protopopulistas.

El fourierismo , y junto con él todos los sistemas occidentales, son tan inade-
cuados para nuestro país, tan ajenos a nuestras condiciones y circunstancias,
tan distintos de la idiosincrasia de nuestra nación, y, por el otro lado , a tal
punto son una consecuencia o producto de Occidente, y de la realidad occi-
dental, en la cual el problema del proletariado tiene que ser resuelto por cual-
quier medio ... , que para nosotros, ahora que no tenemos un proletariado ,
resultaría una rotunda ridiculez. 43

Como Dostoievski hacía poco había insistido en la imposibilidad de


comprender la historia rusa y el carácter nacional según los cánones euro-
peos, es evidente que estas ideas "eslavófilas", de las cuales ya no se podía
sospechar que estuvieran originadas por Haxthausen, debieron de resultar
sumamente influyentes.

Vemos, pues, que los pensamientos de Dostoievski estaban sólidamente


fijados en Rusia y en los problemas rusos. Como muy rara vez en las re-
uniones en casa de Petrashevski se discutían estos temas con razonamien-
40
N. F. Belchikov, op. cit., p. 123.
41
Delo Petrashevtsev ... , op. cit., vol. 3, p. 225.
42
Ibid. , p. 250.
43
N. F. Belchikov, op. cit. , p. 112.

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI ~ 33 7
tos que Dostoievski pudiera considerar lógicos y sensatos, sólo pedía la
palabra cuando se sentía personalmente atraído hacia un escritor, o para
exponer alguna idea muy clara para su alma e importante para su obra lite-
raria. Si bien era famoso por su indiferencia cuando la charla giraba en
torno de las sutilezas de la doctrina socialista, igualmente notoria era su
vehemencia apasionada cada vez que se trataba el problema de la servitud.
De todas las descripciones de Dostoievski que aparecen en las memorias,
hay una imagen que se impone a todas las demás: en realidad era alguien a
quien le resultaba imposible dominarse cuando hablaba de los maltratos
que sufrían los campesinos esclavizados.
l. M. Debu -un fourierista perteneciente al círculo íntimo de Petra-
shevski- recuerda a Dostoievski de la siguiente manera:

Como si fuese ahora, veo delante de mí a Fiódor Mijaílovich durante una de


las veladas en casa de Petrashevski. Lo veo y escucho contarnos cómo un sar-
gento del regimiento finlandés fue obligado a pasar por baquetas, como casti-
go por haberse vengado en el comandante del pelotón a causa del tratamiento
inhumano a que eran sometidos sus compañeros; o bien, acerca de cómo los te-
rratenientes se comportan con sus siervos. 44 [Las cursivas se añadieron.]

El conde Semenov, presente en esa misma ocasión, se aproxima mu-


cho al diagnóstico acertado respecto del origen emotivo del radicalismo de
Dostoievski en el decenio de 1840-1849.

Aquí sólo puedo decir -escribe- que Dostoievski nunca fue , ni podría ha-
ber sido , un revolucionario; pero , por tratarse de un hombre de sentimientos
y gran sensibilidad , podía dejarse arrastrar por una oleada o corriente de in-
dignación , y hasta de odio , ante el espectáculo de un acto de violencia perpe-
trado en contra de los humillados y ofendidos. Eso sucedió, por ejemplo ,
cuando vio o se enteró de que un sargento del regimiento finlandés fue some-
tido al castigo de la carrera de baquetas. Sólo en esos casos de violencia o de
ultraje era capaz de lanzarse a la calle enarbolando una bandera roja. 45

Es evidente que Dostoievski hablaba con fervor irrefrenable en esos


momentos, ya fuese en casa de Petrashevski o en otra parte.
44
Biografía, pp. 90 y 91.
45
DVS, vol 1, p. 211.

338 ... LA FAMA


No puedo ahora reproducir exactamente sus discursos -escribe Milyukov-,
pero recuerdo muy bien que siempre hablaba con gran energía contra todas
las medidas o todos los procedimientos que pudieran causarle a la gente al-
gún tipo de mutilación, y en particular , se sentía ofendido por los maltratos
que debían soportar, tanto las clases bajas como los niños y adolescentes en
la escuela.46

Sin duda que , lo que en esos momentos se precipitaba sobre él, era
una combinación de todas las antiguas emociones o sentimientos relacio-
nados con su experiencia traumática de ver golpear al joven cochero cam-
pesino , cuando se dirigía con su padre y su hermano a San Petersburgo;
su recuerdo del sadismo constante en la Academia de Ingenieros; y las
visiones de pesadilla y la asfixiante sensación de complicidad causada por
el sentimiento de culpa por la muerte de su padre. Todos estos horrores,
funcionando juntos, evidentemente lo impulsaban a súbitos estallidos de
encendida elocuencia , que hacían que algunos miembros del círculo lle-
garan incluso a ver en él el germen de un innato agitador del populacho .
(Sus p osteriores triunfos como lector de sus propias obras en público,
y como orador que sabía conmover las fibras del corazón, demostraron
que esa opinión de algunos miemb ros del círculo era acertada.) En todo
caso , nadie podía abrigar la más leve duda en el sentido de que Dostoiev-
ski estaba agobiado por un deseo vehemente de remediar las intolerables
injusticias sociales en medio de las cuales estaban obligados a vivir todos
los rusos.
Tal vez fue esa violencia irrefrenable, que como la erupción de un vol-
cán mostraba Dostoievski toda vez que se ponía a hablar acerca de la ser-
vitud, el rasgo que primero atrajo hacia él la atención de la figura enigmá-
tica y fascinante de Nikolái Speshnev. Dentro de la amorfa aglomeración
del círculo de Petrashevski, el duro e inflexible Speshnev era uno de los
pocos que exteriorizaban la tenaz decisión de transformar las palabras en
hechos reales; y por lo mismo, continuamente buscaba gente a la que pu-
diera reclutar con este propósito . Formó un pequeño círculo -con al-
gunos miembros de las tertulias de Petrashevski y con otros que eran con-
tactos propios- que fu e la única sociedad auténticamente secreta surgida
de los "viernes" de Petrashevski. Muy poco se sabe de cierto acerca de esta

46
Ibid. , p. 186.

EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI ... 339


organización clandestina, pero un hecho es incuestionable: Dostoievski se
encontraba entre sus miembros. Ni Belinski ni Petrashevski, sino Spesh-
nev, fue el guía de Dostoievski en cuanto al radicalismo revolucionario, y
fue él quien le plasmó su concepción sobre el verdadero sentido que tenía
en la práctica la conspiración clandestina. Por ello, hasta donde es posible
desentrañarlas , las relaciones entre Dostoievski y Speshnev merecen tratar-
se con cierto detalle.

340 .. LA FAMA
XVIII. Dostoievski y Speshnev

NIKOLÁI SPESHNEV -en quien indudablemente Dostoievski se inspiró, en


parte, veinte años después , para el personaje de ikolái Stavroguin en Los
demonios- sobresalía entre los individuos bastante anodinos que se agru-
paban alrededor de Petrashevski , como un pájaro de plumaje totalmente
diferente y mucho más brillante. En primer lugar, era un terrateniente de
gran fortuna (también lo era Petrashevski, pero su hacien da era pequeña y
estaba en decadencia). Como Petrashevski, Speshnev había asistido al Liceo
Alexander, y ambos se conocieron cuando eran estudiantes; pero con esa
arrogante irreflexión típica de su carácter, Speshnev no se había tomado la
molestia de graduarse. Era el único miembro del círculo que no tenía ne-
cesidad de trabajar ni en el Ejército ni en la burocracia, o, como Dostoiev-
ski, de ganar lo necesario para llevar una existencia precaria como escritor
independiente. Era, además , el único que había viajado por Europa y go-
zado de las ventajas culturales de la vida desordenada , pero sumamente
cosmopolita, que llevaba la clase acomodada rusa.
Speshnev no sólo se distinguía de los demás por su fortuna y posición so-
cial. Era una persona notable por derecho propio. Bakunin -producto del
mismo ambiente, y que sabía reconocer a otro aristócrata cuando se topaba
con él- se sintió muy impresionado cuando lo conoció en Siberia, en 1860.
"Speshnev - le escribió a Herzen- es un hombre notable en muchos senti-
dos: inteligente, culto, bien parecido, de porte aristocrático, para nada indife-
rente o alejado, si bien es serenamente frío, e inspira confianza - como toda
persona que posea una calmada fuerza-; un caballero, de los pies a la cabeza."1

1
Petrashevtsy, vol. 1, ed. P. S. Schegolev (Moscú / Leningrado, 1926-1 928), p. 134.

~ 341
La esposa de Nikolái Ogarev, quien lo conoció poco antes de su arresto, en
1849, lo describe como un hombre alto, con rasgos finamente cincelados y
cabellera de color castaño oscuro, que le caía en ondas hasta los hombros; en
opinión de esta mujer, Speshnev tenía grandes ojos color gris azulado, ensom-
brecidos por una mirada de dulce melancolía. 2 El conde Semenov, quien dis-
taba mucho de ser un sentimental, también hace un comentario acerca de la
belleza masculina de Speshnev: "Bien podría haber servido como modelo para
bocetos de la cabeza y el tipo del Salvador".3
Speshnev había vivido en Europa entre 1842 y 184 7 y, al regresar a
San Petersburgo en diciembre de ese último año , llegó rodeado por la au-
reola de una belleza tanto romántica como revolucionaria. Corría el rumor
de que se había fugado con una belleza polaca, esposa de un terrateniente
cuya finca colindaba con la suya, y que años después la mujer había muer-
to en Viena -al parecer, luego de envenenarse a causa de los celos-, de-
jándole con dos hijos ilegítimos. Bakunin comenta, con cierta envidia, que
las mujeres consideraban irresistible a Speshnev. Sabiamente informa a
Herzen que "las mujeres no se resisten a un poco de charlatanería, y Spesh-
nev causa una verdadera impresión: sobre todo , es muy hábil en saber cu-
brirse con el manto de una impenetrabilidad profundamente pensativa y
silenciosa".4 Si hemos de creer a Bakunin, Speshnev hizo verdaderos estra-
gos entre el sexo femenino durante 1846 en la sociedad ruso-polaca de
Dresde. Viejas o jóvenes, madres e hijas, todas las mujeres estaban locas
por él. Más deslumbrador que esta fama byroniana de Don juan fue el in-
forme de que había intervenido en la guerra Sonderbund que estalló en
1843 entre los cantones liberales y católicos de Suiza en torno a la cuestión
de la expulsión de los jesuitas; se dice que Speshnev luchó como volunta-
rio en el ejército de los cantones liberales.
Verídico o falso, este rumor basta para revelarnos el carácter de la polí-
tica de Speshnev. Influido por sus lecturas de los historiadores románticos
franceses, comenzó siendo un liberal; pero, aun cuando continuara sién-
dolo en 184 3, rápidamente evolucionó inclinándose a la izquierda, hacia
una posición mucho más radical. Luego de empaparse en la bibliografía,
tanto de la economía política ortodoxa como de sus críticos socialistas,
muy pronto pasó por el socialismo utópico hasta llegar al comunismo
2
Ibid , p. 75.
3 DVS, vol. 1, p 206.
4
Petrashevtsy .. ., op. cit. , vol. 1, p. 135.

342 ... LA FAMA


igualitario. También tenía una cultura filosófica muy completa, y conocía
muy bien las teorías hegelianas de izquierda, hasta llegar a Max Stirner, e
incluyendo a dicho autor. Frecuentaba los círculos de emigrados polacos,
tanto en Alemania como en Francia, lo cual lo puso al tanto de los méto-
dos empleados por la conspiración clandestina , y al despertarse en él el
interés por la historia de las sociedades secretas leyó cuanto pudo hallar
sobre la materia. Tenía un conocimiento profundo de La conspiración de
Babeuf de Buonarotti (que fue un manual de lectura obligatoria para todas
las sociedades secretas francesas hasta 1848, pues trataba de las tácticas de
la conspiración), como también del volumen resumido de la obra Mémoires
pour servir a l'histoire du ]acobinisme, de l'impiété et de l'anarchie, del abate
Barruel, en la cual se describía detalladamente el supuesto éxito logrado
por los masones y los jacobinos en el sentido de poner secretamente en
marcha la Revolución francesa . Por dondequiera que fuese, Speshnev se
inclinaba hacia la izquierda o (como en el caso de los polacos) formaba
parte de los círculos políticos de la oposición. En París, y por intermedio
de un amigo suyo llamado Edmond Chojecki (un polaco que posterior-
mente fue amigo íntimo de Herzen y de Proudhon), conoció a los integran-
tes del grupo aglutinado en torno de la Revue Indépendant, quienes lo invi-
taron a escribir artículos sobre Rusia.
Sin embargo, a diferencia de Belinski, al parecer Speshnev jamás cayó
bajo la influencia del humanitarismo sentimental y el mesianismo religio-
so-filosófico de la escuela de George Sand y Pierre Leroux. Mucho más le
atraían las desenfrenadas teorías expuestas sin orden alguno entre las so-
ciedades secretas francesas más extremistas, que predicaban la necesidad
de la violencia y cuyo comunismo estaba combinado más con una filosofía
materialista, atea y de egoísmo utilitario que con una versión modernizada
del cristianismo. Uno de los caudillos más lúcidos y congruentes de esta
posición, quien mereció una nota de aprobación por parte de Carlos Marx
en La sagrada familia, fue Théodore Dézamy. 5 joven francés fogoso, otrora
maestro de escuela y periodista , y por un tiempo secretario de Cabet, se
separó de su anterior patrono a mediados del decenio de 1840-1849 para
lanzarse a atacar ferozmente su comunismo cristiano, por considerarlo va-
cilante y cobarde. Dézamy estaba tan comprometido como Cabet con un

5
Karl Marx, Frühe Schriften, vol. 1, eds. Hans-joachim Lieber y Peter Furth (Darmstadt,
1962), p. 828. Esta referencia bastaría, por sí sola, para asegurarle la inmortalidad a Dézamy.

DOSTOIEVSKI Y SPESHNEV ~ 343


comunismo de la especie más intransigente , que abogaba por la igualdad
absoluta y la total nivelación o emparejamiento de las diferencias sociales;
pero pensaba que sólo podría convertirse en realidad alcanzando el poder
y mediante la aplicación implacable del terror para aplastar a todos los
enemigos del nuevo orden ideal. Uno de los libros de Dézamy -El jesuitis-
mo vencido por los socialistas- fue encontrado durante la requisa del domi-
cilio de Speshnev; y el joven ruso conocía perfectamente los turbios y
ocultos pormenores de la lucha fratricida que habían desatado, precisa-
mente antes de 1848, estas dos insignificantes sectas comunistas.
Asimismo , hay buenas razones para pensar que Speshnev, durante su
permanencia en París, fue influido por los padres mismos del marxismo
(desde luego, todavía no marxistas). En el otoño de 1844, Engels escribe
una carta para ser publicada en el Nuevo Mundo Moral, periódico que pre-
conizaba el comunismo de tipo owenista; en ella afirma con orgullo que
"estamos teniendo mucho éxito entre los rusos que viven en París. Hay tres
o cuatro nobles y terratenientes rusos viviendo aquí, que son declarados
comunistas radicales y ateos". V. l. Semevsky, quien escribe antes de la
Revolución rusa y es un historiador que se distingue por su intachable ob-
jetividad y por ser la máxima autoridad en cuanto al radicalismo ruso,
opina que "prácticamente no podemos poner en duda que uno de esos
rusos haya sido Speshnev". 6

Desgraciadamente, el expediente sobre Speshnev que compiló en 1849 la


comisión investigadora se perdió, de modo que lo que sabemos acerca de
él nos ha llegado en gran medida por conducto indirecto, a través del testi-
monio de otros , y del resumen de su caso elaborado para presentárselo a
Nicolás l. Empero , hace poco se publicaron los borradores de dos cartas
escritas por él en 184 7, la una originariamente redactada en francés; la
otra, en alemán, salpicadas ambas con abundancia de palabras y frases en
polaco. Se supone que ambas estaban dirigidas a Chojecki; y en ambas
encontramos sorprendentes confirmaciones de las cualidades que poseía
Speshnev, y que tanto impresionaron a sus contemporáneos. Aun en la
actualidad resulta imposible, al leerlas, dejar de admirar la soltura y facili-

6
V. I. Semevsky, M. V. Butashevich-Petrashevski i Petrashevtsy (Moscú, 1922), p . 192.

344 .... LA FAMA


dad con que sabe exponer sus conocimientos sobre cuestiones filosóficas y
socioeconómicas, y la particularidad lúcida, irónica y fríamente incisiva
que constituye la esencia de su inteligencia. Esta cualidad destaca con ma-
yor claridad en su análisis de las tácticas políticas, análisis surgido de una
discrepancia exclusivamente filosófica respecto de si es posible que pueda
existir unificación en los resultados finales de una determinada acción,
cuando sus orígenes son fuentes divergentes que carecen de esa unidad.
O bien, desde un punto de vista más práctico , ¿debería uno colaborar con
otras personas en un movimiento sociopolítico, a pesar de no existir una-
nimidad absoluta en cuanto al aspecto ideológico?
Por lo que Speshnev le replica , conjeturamos que Choj ecki estaba en
contra de cualquier claudicación de principio; en cambio, Speshnev estaba
en favor de tácticas más flexibles. "Yo también estoy absolutamente con-
vencido -escribe Speshnev- de que si en este momento se levantaran de
pronto de sus tumbas los antiguos cristianos que vivían en comunas y los
jesuitas del Paraguay, y los actuales comunistas ateos de Dézamy los invi-
taran a vivir juntos en una sola comunidad, ese tipo de sociedad sólo po-
dría causar fricciones, disputas y problemas."7 Señala que para que esto
ocurra ni siquiera es necesario poner como ejemplo a gentes tan apartadas
desde el punto de vista ideológico como los antiguos cristianos y los mo-
dernos comunistas ateos . Incluso personas tan cercanas entre sí como "el
deísta y moralista Cabet y el ateo y materialista Dézamy, no pueden vivir
en el mismo mundo: pelearán a muerte hasta que el deísta moralista logre
poner en la cárcel a su amoral antagonista" .8
A pesar de todo, Speshnev establece una diferencia bien marcada entre
aquellas enemistades de largo alcance para las cuales toda reconciliación es
imposible - que presumiblemente sólo pueden eliminarse por la fuerza-
y una unión temporal de facciones disidentes para el logro de un propósito
limitado sobre el cual todos están de acuerdo. Simplemente trata de imagi-
nar, le dice a Chojecki, que por un lado existe un grupo de cristianos cre-
yentes y por el otro un conjunto de ateos intransigentes que coinciden en
considerar que la propiedad privada es un mal, y que los bienes terrenales
deberían distribuirse según las necesidades de cada uno. Aun cuando pien-
sen diferente respecto de los fines o propósitos supremos, "¿por qué no
habrían de convenir en la posibilidad de instituir un tipo de organización
7
Proizvedenia Petrashevtsev, ed. V. l. Evgrafova (Moscú, 1953), p. 489.
8 Idem.

DOSTOIEVSKI Y SPESHNEV .. 345


comunitaria de la sociedad siempre y cuando ambos grupos valoren
esto? ... ¿Tú crees que toda la metafísica bizantina que tengo metida en la
cabeza sólo puede causar dificultades? Te lo acepto; pero ¿qué te impide
esperar a condenar esa metafísica hasta que hayamos realizado aquello por
lo que ambos luchamos7" Además, Speshnev le asegura a Chojecki que,
a menos que siga su consejo, "tu partido muy acertadamente habrá de con-
siderarte un tipo muy poco práctico".9 Esta irónica defensa del maquiave-
lismo político nos ayuda a iluminar una parte de ese tenebroso trasfondo
de las maquinaciones que realizaba Speshnev dentro del círculo de Petra-
shevski.
Lo que Speshnev dice sobre filosofía en estas cartas aclara aún más su
personalidad y encaja perfectamente con su oportunismo táctico. Se han
dedicado muchas páginas a refutar las ideas de un hegeliano izquierdista
polaco llamado Kamiénski, cuyo libro compara Speshnev con la obra de
Proudhon Systeme des contradictions économiques; pero las observaciones
más importantes son aquellas que demuestran cuán profundamente estaba
influido por Max Stirner. Para descartar toda posibilidad de crear cual-
quier tipo de sistema metafísico , Speshnev escribe lo siguiente : "El antro-
poteísmo [la posición de Feuerbach] es también una religión, sólo que di-
ferente. Diviniza a un objeto nuevo y distinto , pero no hay ninguna
novedad en el hecho mismo de la divinización ... ¿Acaso es tan grande en
realidad la diferencia entre un Dios-hombre y un Hombre-dios7" Ambos
son, según afirma Speshnev, abstracciones que nada tienen que ver con el
individuo real, de carne y hueso. "¿Soy yo, quien te está escribiendo ahora,
realmente idéntico a la humanidad, o a 'lo humano'? ... Si no lo soy, enton-
ces quiere decir que la 'humanidad' y 'lo humano' son también seres aje-
nos, extraños , no idénticos a mí y que , a pesar de ser bastante similares,
siguen siendo invenciones distintas o ajenas. " En consecuencia, Speshnev
llega a la conclusión de que "abstracciones tales como belleza y fealdad ,
bueno y malo , noble y ruin, siempre fueron y siempre serán cuestiones
que dependen del gusto".10
Es imposible saber con certeza si Speshnev alguna vez expuso estas
ideas delante de Dostoievski. En cambio, sí sabemos que disertó sobre reli-
gión desde un punto de vista "filosófico " durante una de las veladas en
casa de Petrashevski, en la que probablemente Dostoievski estuvo presente.
9
Ibid , p. 492.
10
Ibid, pp. 496 y 497.

346 ... LA FAMA


Pero aun suponiendo que los móviles ideológicos de Stavroguin hayan sido
inventados en su totalidad por Dostoievski, ello no hace sino confirmar la
asombrosa capacidad de su imaginación, en lo que pudiera parecer uno de
sus vuelos más alocados, para entrecruzarse siempre con algún aspecto de la
realidad histórica de la cultura rusa. En efecto, la "confesión" de Stavroguin
contiene el siguiente pasaje, en el cual encontramos la explicación racional
de su conducta: "No tengo ni el sentimiento ni el conocimiento del bien y del
mal, y no se trata tan sólo de que yo haya perdido el sentido del bien y
del mal, sino de que el bien y el mal realmente no existen (y esto me agra-
da), y no son otra cosa que un prejuicio; puedo liberarme de todos los
prejuicios, pero en el momento mismo en que logre esa libertad, habré de
perecer" (XII: 113).
Lógicamente, la aparición de Speshnev en las reuniones de los "vier-
nes" en casa de Petrashevski, a principios de 1848 , despertó gran interés y
expectativa, aunque no fuera sino porque, como el nuevo visitante ha-
bía viajado por muchos países, quizá trajera información directa sobre
los círculos socialistas de Europa. Pero su personalidad fuerte y llamativa
también produjo su efecto, en gran parte ayudada por su actitud de re-
sistencia y el aire de misterio que asumía, el aire de un hombre con un
dominio perfecto y con gran seguridad en sí mismo , que sabía mucho más
de lo que quería revelar a los no iniciados. Rara vez intervenía en las con-
versaciones en casa de Petrashevski; pasaba casi todo el tiempo en el es-
tudio de su anfitrión consultando su biblioteca, y sólo esporádicamente
condescendía a emitir alguna frase muy lacónica. Por el pasaje que hemos
resumido respecto de lo que Speshnev decía de sí mismo, nos damos cuen-
ta de que con toda deliberación cultivaba esa posición para aumentar su
autoridad y prestigio .

Permanecía entre los otros como completamente aparte o independiente, sin


necesitar a nadie mientras que los otros lo necesitaban a él; hablaba poco, casi
todo el tiempo se lo pasaba en su casa leyendo , y daba la impresión de ser
una persona reservada; en ocasiones demostraba gran perspicacia en la con-
versación, con el objeto de impedir que los demás se ocultaran de él, y sabía
reconocer perfectamente los pensamientos escondidos, así como sabía con
quién estaba tratando. 11

11
Petrashevtsy .. op. cit., vol. 3, p. 60.

DOSTOIEVSKI Y SPESHNEV ... 347


Por la manera como Speshnev era tratado por los otros, incluyendo a
Petrashevski, podemos inferir que se sospechaba fuese el emisario de algu-
na organización revolucionaria europea.
Cada vez que Speshnev se decidía a hablar, introducía una nota nueva
de firmeza inflexible en la atmósfera un tanto inconexa y variable de las
reuniones; nadie hasta ese momento se había expresado allí con tanta bru-
talidad y franqueza. Durante la charla sobre religión que ya hemos men-
cionado, afirmó que en Rusia era posible hacer propaganda de las ideas
únicamente mediante la palabra oral. "Y por tanto , caballeros, ya que sólo
conservamos entre nosotros la palabra hablada, tengo la intención de em-
plearla sin retaceas ni miramientos; sin ningún sentido del deshonor, para
hacer la propaganda en favor del socialismo, el ateísmo, el terrorismo ; es
decir , de todo lo que es bueno en el mundo. Y os aconsejo que hagáis lo
mismo. "12 Speshnev tenía un temperamento moral totalmente distinto del
de Petrashevski y, desde el punto de vista ideológico , eran polos opuestos.
Ambos eran revolucionarios en el sentido de desear para Rusia cambios
sociales fundamentales. Pero Petrashevski cifraba sus esperazas en una
evolución gradual a largo plazo, se oponía a precipitar cualquier acción
política, y abominaba del comunismo igualitario , por considerarlo un bar-
barismo económico. Por lo contrario , Speshnev se declaraba abiertamente
comunista, estaba a favor de la nacionalización de todos los recursos de la
producción en manos de un omnipresente poder central, y consideraba
que el paso inicial y más trascendente debía ser la toma de ese poder
por parte de los revolucionarios, en cuanto se presentase la primera opor-
tunidad.

Durante el invierno de 1848-1849 ocurrió una serie de incidentes dentro


del círculo de Petrashevski que puso de manifiesto el vuelco hacia un radi-
calismo cada vez más intransigente de algunos de sus participantes, o al
menos , una creciente necesidad de algún tipo de acción positiva. Esta in-
quietud tomó la forma de varias tentativas por transformar los "viernes" en
una verdadera organización política. Speshnev estuvo directamente invo-
lucrado en todos estos incidentes , o bien los demás sospechaban que ac-

12
V. l. Semevsky, op. cit., p. 194.

348 ... LA FAMA


tuaba entre bambalinas. No cabe duda de que sabía aprovechar cuanta
oportunidad sintiera propicia en el ambiente, para moverse más allá de la
cautela y de las vacilaciones que eran la actitud invariable de Petrashevski.
En el episodio más extraño de este tipo aparece mezclada la extrava-
gante figura de Rafael Chernosvitov, un siberiano buscador de oro , quien
cierto día de noviembre de 1848 cayó dentro de la órbita del grupo de Pe-
trashevski, empujado más por la curiosidad que por cualquier otra cosa.
En algún otro tiempo oficial del Ejército, alrededor de diez años mayor que
la mayoría de los otros miembros del grupo, había vagabundeado bastante,
recibido una condecoración al valor, y era el orgulloso poseedor de una
pierna de madera que remplazaba a la que había perdido en una batalla. De
carácter locuaz y expansivo, era evidente que gozaba deslumbrando a su
joven y crédulo público con prodigiosas insinuaciones acerca de su enorme
influencia sobre la desenfrenada y revoltosa población de su distrito sibe-
riano , y respecto de sus contactos con el gobernador general. Dostoievski, a
quien le agradaba el lenguaj e ruso sentencioso, chispeante, que empleaba
Chernosvitov -que comparaba con el utilizado por Gógol- , sin embar-
go, también le dijo a Speshnev que el pintoresco recién llegado probable-
mente fuera un espía de la policía. Speshnev pensaba que se trataba de un
agente de alguna organización revolucionaria de Siberia, enviado para son-
dear el terreno en el centro mismo del imperio; quizá Petrashevski pensaba
lo mismo. A su vez, Chernosvitov sospechaba que todos ellos eran jefes de
un movimiento que preparaba un levantamiento en la Rusia europea.
El hecho de que Petrashevski invitara a Speshnev a participar en una
serie de conversaciones privadas con Chernosvitov, indica la posición que
ocupaba Speshnev. Los tres trataron de descubrir lo que cada uno de ellos
pensaba cuando la plática se concentró en la posibilidad de una revolu-
ción. Chernosvitov les aseguró a sus interlocutores que , más allá de los
Urales, los campesinos libres siberianos poseían todos ellos armas y esta-
ban dispuestos a destruir por completo a cualquier ejército invasor. Spesh-
nev dijo que, si se lograba hacer caer al gobierno en la trampa de enviar a
Siberia a casi todo el Ejército ruso, y si esto se pudiera coordinar con alza-
mientos en las dos ciudades principales, la caída del zarismo quedaría ase-
gurada. Declarándose dispuesto a participar en semejante empresa, Cher-
nosvitov procuró sonsacarles a los otros dos la confesión de que estaban
efectivamente organizando ese tipo de rebelión. Speshnev estaba ansioso
por echar mano de cualquier truco en la esperanza de sonsacarle más in-

DOSTOIEVSKI Y SPESHNEV ~ 349


formación a Chemosvitov; pero Petrashevski se negó rotundamente a par-
ticipar en un engaño tan absoluto. Por lo tanto , las conversaciones se inte-
rrumpieron a consecuencia de esta negativa.
En el segundo incidente intervino un ex oficial de la marina, Konstan-
tin Timkovski, quien ocupaba un puesto en el Ministerio de Gobernación.
Durante el invierno de 1848, Timkovski habló en dos o tres ocasiones en el
círculo de Petrashevski, y dejó una impresión duradera. Según parece, era
un fogoso neófito socialista que impresionaba a todo el mundo por su te-
meridad y su ingenuidad. "Algunos lo observaban con burlona curiosidad
- escribe Dostoievski-; otros, con escepticismo, pues no creían en su sin-
ceridad. Varios de ellos opinaban que se trataba de un auténtico daguerroti-
po de Don Quijote, y quizá no estaban equivocados. "13 Resulta imposible
saber qué decía este hombre con exactitud, pues no se ha conservado copia
de ninguna de sus charlas, pero evidentemente fue cambiando de opinión
en los intervalos entre sus diferentes intervenciones. Al principio se refirió a
la necesidad de organizar y realizar un esfuerzo conjunto de propaganda,
con el objeto de influir en favor del fourierismo a las personas que ocupa-
ban puestos clave; pero luego , de acuerdo con lo que todos afirman, cayó
bajo la influencia de Speshnev. Lo que dijo posteriormente, según uno de
los informes, definitivamente lleva la marca speshneviana. "Timkovski de-
claraba ... que los esfuerzos de todos los auténticos luchadores en favor del
progreso debían dirigirse en el sentido de apresurar una rebelión"; que, de
todos modos, según él creía, era seguro que ocurriría, dando a entender
que podría suceder en las próximas semanas. Declarándose dispuesto a sa-
crificar su propia vida por la causa sagrada, insistía en que "la primera con-
dición del éxito estriba en la unidad de todos los luchadores y en el cese de
todas las discusiones respecto de los sistemas , y también en el estableci-
miento de un principio firme para la propaganda''. 14
La perorata de Timkovski fue muy mal recibida, haciendo que algunos
sospecharan que era un espía de la policía y que otros palidecieran de mie-
do ante semejante discurso, tan peligrosamente subversivo. Sólo su her-
mano -un oficial de la marina- y (lógicamente) Speshnev expresaron su
aprobación. Petrashevski, en su calidad de anfitrión, conservó el decoro,
pero más tarde envió una larga carta de censura a Timkovski, quien en ese
momento había partido de San Petersburgo para ocupar un puesto en Re-
13 Ibid., p. 124.
14
Ibid., p. 125.

350 .. LA FAMA
vel. La carta es una afirmación elocuente de las propias convicciones de
Petrashevski, escrita con bastante dignidad, y en la cual increpa a Timkov-
ski por su vanidad y por exhibir de un modo tan descarado y temerario su
fervor revolucionario a la Karl Moor. Explica que el fourierismo "no desea
malgastar los resultados de mil años de penoso esfuerzo de la humanidad
por un solo instante de solevantamiento, sublime, si tú quieres, pero mal-
sano y calenturiento''. 15
Sin embargo , el discurso de Timkovski actuó como un catalizador en
el sentido de sacar a la superficie ideas expresadas a medias (o que acaso se
manifestaban plenamente pero que aún causaban demasiado temor) y que
habían comenzado a fermentar dentro del grupo . La siguiente persona
que las expresó fue un joven teniente del Ejército llamado N ikolái Mom-
belli, quien habló en privado con Petrashevski sobre la formación de una
sociedad secreta de ayuda mutua. Hasta donde podemos saberlo, la finali-
dad de esta organización sería infiltrarse en la burocracia. Sus miembros
deberían ayudarse secretamente de todas las maneras posibles, tratando de
usar su influencia para introducir reformas y para contrarrestar la opresión
de las autoridades. Esto dio lugar a otra serie de plácticas privadas que se
llevaron a cabo alrededor de la misma época que aquellas con Chernosvi-
tov, siendo también en este caso Speshnev y Petrashevski los principales
participantes.
Ahora ya sabemos que Mombelli era miembro de la organización se-
creta de Speshnev, y que su sugerencia tal vez fue parte de un plan más
complicado. En todo caso, Speshnev aprovechó de inmediato la oportuni-
dad para definir sus propias ideas respecto a qué debería ser una sociedad
secreta. Explicó que

existen tres métodos ilegales de acción: el jesuítico [es decir, la infiltración],


la propaganda y la subversión; que ninguno de éstos es seguro y que, por
ende, hay mejores oportunidades si se opta por los tres caminos. Para ello, es
necesario formar un comité central, cuya función sería formar otros auxilia-
res; un comité de confraternidad para fundar una escuela de propaganda
fourierista, comunista y liberal y, por último, un comité encargado de crear,
detrás de todo esto, una sociedad secreta para la rebelión. 16

15
Ibid., p. 130
16
Petrashevtsy . ., op. cit., vol. 3, p. 63.

DOSTOIEVSKI Y SPESHNEV ~ 351


Mombelli sugirió que todos los miembros de la futura organización
comenzaran por escribir sus propias biografías (¿quizá con fines de pre-
sión y chantaje?) , y que se ejecutara a los traidores . Pero Petrashevski se
entretuvo en tácticas que fueron demorando la acción; en todo momento
llamaba la atención sobre la necesidad de ser prudentes y prácticos, y de-
cía que, aunque no aprobaba la revolución violenta, todavía creía que po-
dría vivir en un falansterio el resto de su existencia. Speshnev acabó por
perder la paciencia, se negó a asistir a ninguna otra de esas reuniones in-
fructuosas y, por un tiempo, dejó de ver a Petrashevski, a partir de diciem-
bre de 1848.

Es contra el fondo de estos varios intentos por parte de Speshnev de for-


mar una sociedad secreta, todos ellos frustrados y desbaratados por Petra-
shevski, donde debemos ubicar lo que sabemos del Dostoievski de esa
época. Fue, en efecto, poco tiempo después de estos esfuerzos abortados
que cierta noche de enero de 1849 visitó el piso de Apollon Maikov y se
quedó a pasar la noche. Le dijo que lo habían nombrado para hacerle una
proposición: invitarlo a unirse a un nuevo grupo secreto que acababa de
formarse. "Petrashevski - dijo Dostoievski- ; bueno , él es un tonto , un
cómico y un hablador; nada sensato podría jamás salir de él." En conse-
cuencia, gente más práctica había urdido "un plan de acción" sin decír-
selo a Petrashevski. La idea era "instalar una imprenta clandestina e impri-
mir, etcétera". Otros siete ya se habían unido , y se invitaba a Maikov a ser
el octavo; nadie más se les uniría. "Recuerdo a Dostoievski -escribe
Maikov- como Sócrates agonizando, rodeado de sus amigos, vestido con
su camisa de dormir , con el cuello desabotonado y prodigando toda su
elocuencia acerca de la santidad de esta acción, sobre nuestra obligación
de salvar a la patria , etcétera, de modo que terminé por reírme y contar
chistes." 17 Maikov le advirtió a Dostoievski que toda esa aventura era muy
peligrosa y que se encaminaba a la destrucción segura; empero prometió
no decir una palabra a nadie sobre esa propuesta y permaneció fiel a su
juramento mientras Dostoievski vivió .
Este intento por enlistar a Maikov fue revelado por primera vez en una

17
N. F. Belchikov, Dostoevsky v Protsesse, Petrashevtsev, 2ª ed. (Moscú , 1971), p. 265 .

352 ... LA FAMA


carta escrita después de la muerte de Dostoievski (pero que nunca fue en-
viada), y que no se publicó sino hasta 1922. En ella figuran los nombres
de Speshnev y de Pavel Filippov como los otros dos miembros de este gru-
po clandestino (Filippov era un ex estudiante de la Universidad de San
Petersburgo al que Dostoievski nombra junto con Golovinski, entre sus
amigos más íntimos). Maikov le contó la misma historia de viva voz a un
amigo, un poeta menor, el cual transcribió sus palabras en un diario que
salió publicado en 1956. Nos enteramos, por dicho diario , de los nombres
de todos los miembros restantes: Nikolai Mordvinov, Mombelli, Nikolái
Grigoriev, Vladimir Milyutin. Allí se dice, también sin rodeos, que la fina-
lidad de la organización era "crear una revolución en Rusia".18 En su carta,
Maikov también menciona el dato de que se enteró más tarde de que el
grupo había logrado juntar las diferentes partes de una prensa de mano, y
que ésta ya estaba armada poco antes del arresto de todo el grupo Petra-
shevski. Describiremos en el capítulo siguiente las actividades que hasta
ahora se conocen de esta sociedad clandestina. Lo que aquí importa es sólo
establecer con certeza que Dostoievski ya era uno de los miembros de esa
organización cuando menos desde comienzos de enero, y que había acep-
tado la responsabilidad de reclutar activamente a otras personas para dicha
organización.*
Nada más ha podido desenterrarse como testimonio seguro sobre este
grupo de Speshnev, si bien su existencia no era ningún secreto para los
observadores más perspicaces que se acercaban a la casa de Petrashevski ...
En sus Memorias, D. D. Akhsharumov afirma que Speshnev había forma-
do "su propio círculo que, hasta donde yo sé, tenía su propia tendencia y
competía con Petrashevski"; 19 podemos deducir las características de esta
tendencia a partir del testimonio de Speshnev en lo referente a sus ideas
sociopolíticas. "Cuando él [Speshnev] se enteró en 1848 de que este asun-
18 Esta historia figura ahora en ibid., pp. 271 -274.
' ' Existe cierta controversia en cuan to a la fecha de la visita nocturna de Dostoievski. En su
cronología autorizada de la vida del escritor, Leonid Grossman señala que este hecho ocurrió
entre marzo y abril de 1849. No se ofrece ninguna razón de tal cambio, aunque sospecho que
se debió al deseo de hacer coincidir lo más posible la fo rmación del grupo de Speshnev con el
momento (según sabemos) en que se llegó al acuerdo .
Sin embargo, aunque el propio Maikov comete un error numérico al fij ar la fecha de la visita
de Dostoievski en enero de 1848 (sólo pudo haber ocurrido un año después) , tal equivocación
difícilmente parece ser suficiente para que desechemos de manera inmediata la única prueba de
primera mano de que disponemos. Véase ZT, p. 54; N. F. Belchikov, op. cit., p. 265 .
19
Petrashevtsy ..., op. cit., vol. 1, p. 59.

DOSTOIEVSKI Y SPESHNEV .. 353


to [la liberación de los siervos] había sido puesto de lado , consideró que
posponer esta cuestión significaba preparar voluntariamente en Rusia el
único propósito o camino posible: una insurrección campesina."20 Muchos
años después, Dostoievski suministró algunos datos adicionales a su ínti-
mo amigo y biógrafo oficial, Orest Miller.

Era evidente - escribe Miller- que Fiódor Mijaílovich conservaba el recuer-


do de que había existido in intent una conspiración ... es decir, existido para el
futuro . Ésta había surgido, indudablemente , por el descontento general, que
era el vínculo más importante entre los miembros de "la sociedad para la pro-
paganda" , como acertadamente se la denomina en el libro de Leipzig. ''' La fi-
nalidad era sembrar el descontento con el orden existente por todas partes ,
comenzando por las escuelas; establecer conexiones con quienes ya estaban
disconformes: con los disidentes religiosos [raskolniki] y con los siervos cam-
pesinosn

Más luz arroja sobre las características de esta organización, un do -


cumento encontrado entre los papeles de Speshnev: el borrador de un ju-
ramento de alianza para un grupo secreto llamado la "Sociedad Rusa". El
individuo que firmara ese juramento se comprometía a obedecer las órde-
nes del comité central, en cuanto ese organismo ejecutivo decidiera que
había llegado la hora oportuna para una revolución. Prometía intervenir
en la batalla en el momento y lugar que le fueran asignados ; presentarse
equipado con armas de fuego, armas blancas, o con ambas; y lanzarse a la
lucha "sin preocuparse por la propia vida" para el triunfo de la causa n
Speshnev aseguraba que este documento era el resultado de sus estu-
dios pasados sobre las sociedades secretas, y que en ningún momento se
tuvo la intención de usarlo. Para su fortuna , no aparecieron copias de ese
juramento en ninguna de las numerosas requisas realizadas por la policía
secreta. Lógicamente, las autoridades se mostraron escépticas respecto de
la explicación de Speshnev y lo presionaron para que diera más detalles.

20
Ibid., vol. 3, p. 69.
* Se trata de un libro publicado en Leipzig en 1875, el cual contenía diversos documentos
concernientes al caso Petrashevski. Su título fue: Sociedad para la Propaganda en 1849 (Obshche-
stvo Propagandy v 1849).
21
Biografía, p. 90.
22
Proizvedenia Petrashevtsev .. , op. cit., pp. 503 y 504.

354 ... LA FAMA


De todos los que estaban bajo custodia, Speshnev fue el único a quien
se amenazó con el uso de métodos más severos para extraerle información.
Se solicitó a Nicolás I permiso para ponerle grilletes en caso necesario;
pero a pesar de ser otorgado, nunca se llevó a la práctica, hasta donde es
posible creer lo que figura en el expediente. Sin embargo, ante la amenaza ,
Speshnev reveló la existencia de grupos más pequeños que habían surgido
de los "viernes" de Petrashevski, y también las conversaciones secretas
mantenidas con Chernosvitov y Mombelli: nada de eso se sabía antes de su
confesión. Esas nuevas pistas permitieron a la comisión investigadora lan-
zarse tras el rastro de la "Sociedad Rusa'._ Pero el juramento nos da una vi-
sión espeluznante del tipo de sociedad que Speshnev habría formado, y
nos permite imaginar cómo habrá ido el clima o la atmósfera de las deli-
beraciones dentro de esa sociedad. Dostoievski habla muy en serio cuan-
do , treinta años después , señala en el Diario de un escritor que, aun cuando
nunca habría podido llecrar a ser un" echaev - el jefe de un grupo revolu-
cionario clandestino que a esinó a uno de sus miembros en 1869-, no
puedo asegurar lo contrario. en cuanto a convertirme en un Nechaevets;
quizá , posiblemente ... en los días de mi juventud".23

El doctor Yanovski notó un cambio muy evidente en el carácter de su ami-


go Fiódor Dostoievski entre finales de 1848 y el momento de su arresto,
tres meses después. "Se rnhió algo melancólico - escribe Yanovski-, más
irritable, más quisquilloso , siempre dispuesto a pelear por cualquier tonte-
ría, y con frecuencia se quejaba de vértigos. " Yanovski tranquilizó a su pa-
ciente diciéndole que esos síntomas no tenían ningún origen orgánico , y
su pronóstico fue que ese estado de depresión y confusión mental pronto
se le pasaría. A lo cual Dostoievski replicó: "No, no se me pasará; por lo
contrario, me torturará por un tiempo largo , pues he aceptado dinero de
Speshnev (mencionó una suma de alrededor de quinientos rublos) , y aho-
ra estoy con él y le pertenezco. Nunca podré devolverle semejante suma, sí,
y él no me aceptaría el dinero; es esa clase de hombre". A continuación
repitió varias veces las palabras que, por lo mismo, quedaron indeleble-

23 DW (núm 50, 1873), p. 14 7.

DOSTOIEVSKI Y SPESHNEV ~ 355


mente grabadas en la memoria de Yanovski: "¡Entiende que desde ahora
en adelante yo tengo mi propio Mefistófeles! "24 Podemos suponer que Dos-
toievski no era un hombre predispuesto a usar a la ligera sus comparacio-
nes literarias. Si identifica a Speshnev con Mefistófeles, ello sin duda signi-
fica que Dostoievski consideraba que había sido tentado por una fuerza
tan poderosa, que le resultaba imposible resistir a embarcarse en una em-
presa riesgosa y grandiosa, con la cual, de no mediar esa circunstancia, no
se habría comprometido .
Resulta difícil saber con certeza qué sentía y qué pensaba Dostoievski
en esos últimos meses de libertad: todas las evidencias son conjeturales y
bastante contradictorias. A partir del informe de Maikov y de todos los
testimonios que conocemos, resulta evidente que Dostoievski -apasiona-
damente comprometido con la causa de la liberación de los siervos- ha-
bía aceptado cooperar con Speshnev en su sociedad secreta. Al menos en
una ocasión, según un testigo ocular, cuando surgió la cuestión respecto
de qué tipo de acción emprender en el caso de que resultara imposible li-
berar a los siervos como no fuera mediante un alzamiento, "Dostoievski,
con su acostumbrada proclividad a dejarse impresionar, exclamó: '¡Enton-
ces dejemos que ocurra un levantamiento! ' "25 Por lo contrario, Milyukov
recuerda otro debate acerca de la eterna cuestión de si el pueblo debía ser
liberado "desde arriba" o "desde abajo". Según esta fuente, Dostoievski for-
maba parte del grupo que sostenía que "nuestro pueblo no debería seguir
las huellas de los revolucionarios europeos, y, como ya no cree en una
nueva revuelta de tipo Pugachev, esperará con paciencia a que su destino
sea resuelto por el Poder Supremo".26 La mejor manera de reconciliar estos
testimonios tan contradictorios entre sí consiste en suponer que Dostoiev-
ski estaba realmente acosado por dudas internas respecto del camino que
había elegido - o que parecía haberlo elegido a él- y que sus diferentes
declaraciones describen con perfecta fidelidad las oscilaciones causadas
por sus propias inseguridades o incertidumbres.
Todo esto se vuelve aún más probable si tomamos en cuenta que, a lo
largo de esos meses, acaso empezó a sentirse acosado por los riesgos y pe-
ligros de la empresa, cuando se apagó la primera fulgurante llamarada del
momento de la decisión. Es posible que Dostoievski empezara entonces a
24
DVS, vol. 1, p . 72.
25
Biografía, p. 85.
26
DVS, vol. 1, p. 184.

356 .... LA FAMA


comprender las advertencias de catástrofe expresadas por Maikov en la
conversación nocturna que ambos mantuvieron. Incluso mucho tiempo
antes de esa charla, existen pruebas de que Dostoievski vivia en un perma-
nente estado de angustia respecto de los riesgos que significaba su relación
con el grupo Petrashevski. Fue el primero en exteriorizar la sospecha de
que Chernosvitov fuera un espía de la policía; y lo inquietaban cada vez
más los desconocidos que semana tras semana se apretujaban en el depar-
tamento de Petrashevski. Si el solo hecho de asistir a esas reuniones en
casa de Petrashevski -que eran bastante inocentes, y cuya tolerancia por
parte de las autoridades durante tanto tiempo parecía garantizar una segu-
ridad relativa- le causaba inquietud ante la posibilidad de traición y
arresto, pensemos cuánto más angustiado, cuánto más presa de extremas
fluctuaciones emotivas se sentiría a cau a de sus relaciones con el grupo de
Speshnev.
Existe otra prueba más, suministrada por Yanovski, y que debe ser to-
mada en cuenta. Tanto Dostoievski como su hermano Mijaíl eran invitados
por Petrashevski a sus reuniones más íntimas . Ambos coincidían más o
menos en todas las cuestiones importantes. Pero Yanovski afirma que, lue-
go que Fiódor empezó a frecuentar a Speshnev, esa armonía fraternal se
resquebrajó . En cierta ocasión, Yanovski presenció una pelea durante la
cual Mijaíl, en ese momento ferviente fourierista, rotundamente le dijo a
su hermano que él se mantenía fiel a la línea de ese credo no político. Fió-
dor lo invitó a leer un libro escrito por Louis Blanc, asegurándole que, si lo
hacía , cambiaría de parecer.27 Como Louis Blanc era el gran defensor so-
cialista del uso del poder del Estado para provocar el cambio social, bien
podemos deducir que la controversia había surgido a raíz de la conversión
de Dostoievski al activismo político bajo la influencia de Speshnev. Cuan-
do, años más tarde, escribe acerca de su hermano en Diario de un escritor,
elogiándolo por no haber denunciado a nadie durante su encarcelamiento
(Mijaíl fue arrestado , pero se le dejó en libertad transcurridos dos meses),
Dostoievski afirma que "aunque no tomaba parte en nada, verdaderamente
sabía muchas cosas". 28 Podemos interpretar las cursivas en el sentido de que
implica que Mijaíl estaba enterado de la existencia y de los planes del
grupo de Speshnev; y que si esto es así, entonces Dostoievski debió de sen-
tirse constantemente perseguido , no sólo por sus propias malandanzas,
27
Ibid. , vol. 1, p. 173.
28
DW (abril de 1876), p. 312.

DOSTOIEVSKI Y SPESHNEV ~ 357


sino también por las advertencias y los presagios de catástrofe que le mani-
festaba Mijaíl.
A la luz de todo esto , ya nos es posible comprender mejor todas las
implicaciones que encierra esa frase que Dostoievski le dice a Yanovski y
que, juzgada de un modo superficial, puede parecer totalmente descabe-
llada o confusa . En realidad, el préstamo en sí mismo no es la causa del
permanente estado de irritabilidad y angustia que pone de manifiesto Dos-
toievski. Después de todo , no era la primera vez que estaba endeudado
(más excepcional era que no lo estuviera), de manera que la deuda en sí no
pudo causarle tanta inquietud. Lo que le perturbaba era la obligación per-
sonal hacia Speshnev, que constituía un lazo más aparte de la deuda, y que
reducía el margen de libertad interior que habría querido conservar Dos-
toievski. En este sentido, su explicación no era para nada falsa: a la vez se-
ñalaba tanto a la persona como al hecho mismo o circunstancia que cons-
tituían el origen del problema; pero, desde luego, no podía revelarle al
inocente doctor su compromiso de tipo conspirativo, ya que Dostoievski
se había negado incluso a llevarlo a las reuniones de Petrashevski. Por otra
parte, cuando dice que Speshnev no aceptaría cancelar la deuda aunque él
estuviera en condiciones de devolverle el dinero, nos está indicando su
sospecha -que ya en ese momento estaría basada en algunas experiencias
al respecto- de que Speshnev no era un hombre que aceptara fácilmente
dejar libre a una persona cuando conseguía dominarla de alguna manera.
No es de extrañar que Dostoievski estuviera hundido en la tristeza y la me-
lancolía: se sentía inextricablemente atrapado en un laberinto, cuya única
escapatoria era mediante algún acontecimiento catastrófico. Más adelante
le confiará a su segunda esposa que, de no haber sido por la circunstancia
providencial de su arresto, seguramente habría enloquecido. 29

29
Citado por A. S. Dolinin, " Dostoevsky sredi Petraschevtser'', Zvenya, núm. 6 (Moscú I
Leningrado, 1936) p 533.

358 ... LA FAMA


XIX. El círculo de Palm-Durov

DURANTE el último periodo de existencia del círculo de Petrashevski, la re-


pentina popularidad de las reuniones y el incremento de su tamaño deter -
minaron la formación de varios grupos satélites, que se organizaron para
ocuparse de diferentes intereses. Esos grupos no competían con el círculo
de Petrashevski, y sus integrantes seguían asistiendo a los famosos "vier-
nes". No obstante, las reuniones de esas noches dejaron de ser el centro
exclusivo de los debates y discusiones. A pesar de que por lo general se
asocia a Dostoievski tan sólo con el núcleo primigenio, en realidad prácti-
camente dejó de frecuentar las veladas en casa de Petrashevski durante sus
dos últimos meses de libertad. Para poder comprender, además, las intri-
gas de esa organización clandestina de la que se sabe él fue uno de sus
miembros, debemos seguir sus pasos, lo mejor que podamos, a través del
laberinto de testimonios que se han ido acumulando y que se refieren a
esos grupos menores.
El círculo de Petrashevski se dividió en dos facciones principales. La
primera , el círculo de Kashkin, estaba constituida por fourieristas orto-
doxos, quienes consideraban que se dedicaba poco tiempo a la discusión y
explicación de las teorías del Maestro. Fueron ellos quienes organizaron el
famoso banquete para festejar el cumpleaños de Fourier, el 7 de abril de
1849 , e invitaron a Petrashevski para que fuese uno de los oradores. Pues-
to que Dostoievski no era fourierista, no se le invitó a unirse a este círculo,
ni al banquete. Pertenecía a otro grupo -el círculo de Palm-Durov-, for-
mado por gente cuyo interés en Fourier era mínimo y que, en realidad,
consideraba que ya se habían analizado más que suficientemente sus ideas
en las sesiones semanales del círculo de Petrashevski.

... 359
Lo que con el tiempo llegó a ser el círculo de Palm-Durov, según pare-
ce, surgió de algunas reuniones celebradas durante el otoño y el invierno
de 1848 en casa de Pleshcheev. Eran reuniones improvisadas, a las cuales
asistían todos los literatos que iban a la casa de Petrashevski, como tam-
bién la mayoría de las personas que se sabía habían pertenecido a la socie-
dad secreta de Speshnev (el propio Speshnev, Dostoievski, Mombelli, Gri-
goriev, Filippov, Vladimir Milyutin). En una de esas ocasiones, Milyukov
leyó el ensayo de Herzen titulado San Petersburgo y Moscú, y Pleshcheev
también leyó en voz alta -no se sabe con certeza si en la misma reunión,
o en otra- un discurso de Felix Piat, el conocido dramaturgo y periodista
francés de ideas radicales, que fuera elegido para formar parte de la Asam-
blea Constituyente después de la Revolución de 1848. Cuando los herma-
nos Dostoievski, junto con Danilevski y Butkov, se quejaron amargamente
de la severidad de la censura, Speshnev se ofreció para lograr que todas las
obras que ellos quisieran entregarles fuesen publicadas en el extranjero
(probablemente por intermedio de Chojecki, quien tenía el proyecto de
fundar una Free Press (Prensa Libre rusa en Occidente). Sin embargo, Mi-
jaíl Dostoievski rechazó categóricamente esta proposición, dejando a los
otros confundidos y vacilantes . Ésta no es de ninguna manera la única vez
que veremos a Mijaíl asumiendo una firme posición pública contra lo que
fuera francamente ilegal, mientras que su hermano permanecía a la zaga y,
mediante su silencio, cuando menos daba a entender su consentimiento
y aprobación.
A comienzos de marzo de 1848, o acaso un poco antes, muchas perso-
nas que se conocieron en casa de Pleshcheev decidieron celebrar reuniones
periódicas, por lo general los sábados, en el espacioso departamento que
compartían Aleksandr Palm y Serguéi Durov. El primero era un teniente de
los Guardias de Salvamento , quien para aumentar sus magros ingresos es-
cribía colaboraciones para los periódicos literarios; el segundo, algunos
años mayor que casi todos los miembros del grupo de Petrashevski (había
nacido en 1816), era egresado de la Universidad de San Petersburgo y es-
critor y traductor independiente. Existen explicaciones contradictorias res-
pecto de los motivos de inconformidad de este grupo en cuanto a Petra-
shevski, y que los impulsó a formar una sociedad independiente. Una
versión -a la que podemos llamar "oficial", ya que fue presentada por to-
dos los miembros, con la sola excepción de uno de ellos- sostiene que
ese grupo se formó con personas que se fueron alejando del círculo de Pe-

360 ~ LA FAMA
trashevski a causa de la limitación en cuanto a los intereses, y debido a la
fijación fanática en temas sociopolíticos. En la declaración escrita que pre-
sentó Palm, afirma que los que constituyeron este grupo (incluyendo a los
dos hermanos Dostoievski),

al analizar las tertulias en casa de Petrashevski .. y al llegar al acuerdo de que


a veces eran tediosas y monótonas debido a los discursos, tuvieron la idea de
organizar veladas dedicadas exclusivamente a la música y a la literatura.
Cuando Mombelli preguntó si Petrashevski sería invitado , Durov dijo: "Pe-
trashevski, como un toro, se aferra a la filosofía y a la política ; no entiende
nada de las bellas artes, y sólo nos echará a perder nuestras tertulias".1

En cuanto a Dostoievski, cayó en la ingenuidad de decir a las autorida-


des que el círculo de Palm-Durov había surgido del proyecto de publicar
un almanaque literario, lo cual exigía que todos los literatos se reunieran
con bastante frecuencia a analizar los temas. 2
Desde luego que esta explicación no puede aceptarse en forma literal;
pero tampoco es totalmente falsa. Efectivamente, el círculo de Palm-Durov
agrupó a personas que habían discutido con Petrashevski acerca de li-
teratura, y que se negaban a considerar el arte únicamente como un medio
para transmitir ideas sociales "útiles". También es verídico que se proyec-
taba la elaboración de un almanaque literario (publicación que, en caso de
lograr éxito, sería muy lucrativa) y que gran parte de las reuniones se dedi-
caba a leer obras literarias. También se tocaba música regularmente, por-
que el grupo estaba integrado por un pianista, dos violonchelistas y un
cantante.
Una parte de la suscripción que pagaba cada invitado (tres rublos de
plata al mes) fue incluso utilizada para alquilar un piano. Muchos de los in-
tegrantes del círculo de Palm-Durov se sentían indudablemente atraídos por
estas innovaciones, pues encontraban en ellas un alivio muy grato respecto
de la atmósfera sociopolítica más espartana del círculo de Petrashevski.
Pero existe otra versión acerca del origen del círculo , que proviene de
Speshnev. Confesó a los investigadores que Dostoievski y Pleshcheev en
cierta ocasión lo visitaron
1 Delo Petrashevtsev, vol. 3, eds. V. R. Leikina, E. A. Korolchuk y V. A. Desnitsky (Moscú/
Leningrado, 1937-1951), pp. 272 y 273.
2
N. F. Belchikov, Dostoevsky v Protsesse Petrashevtsev, 2ª ed. (Moscú, 1971), p. 139.

EL CÍRCULO DE PALM-DUROV ~ 361


para manifestarle su deseo de reunirse con sus conocidos en otro lugar que
no fuera la casa de Petrashevski, porque, aparte de que allí las reuniones eran
aburridas, pues únicamente se hablaba de temas cultos, no se sabía quiénes
eran los que asistían, de modo que incluso era peligroso hablar. Dijeron, ade-
más, que invitarían sólo a aquellos de sus conocidos respecto de los cuales
estuvieran seguros de que no fuesen espías, y que él, Speshnev, podía hacer
lo mismo. A esta sociedad él [Speshnev] únicamente la clasificaría como el
tipo de grupo formado por temor a la policía. 3

Estas palabras le dan un carácter completamente diferente a toda la


organización, a la que difícilmente se podría concebir sólo como una asam-
blea de estetas que desearan escapar de los temas políticos. Todo el grupo
-o cuando menos algunos de sus miembros- sabía muy bien que se
ocuparía de asuntos diferentes de los puramente literarios o artísticos.

Gran parte de lo que ocurría dentro del círculo de Palm-Durov permanece


aún en la oscuridad, y es probable que continúe así, a menos que se descu-
bra nuevo material. Sin embargo, algunos hechos son indiscutibles. El más
importante es que este círculo incluía a todos los miembros de la sociedad
secreta de Speshnev (caben algunas dudas respecto de Milyutin, pero él
estuvo ausente de San Petersburgo a principios de la primavera de 1849).
Otro de los hechos es que la sociedad secreta y el círculo de Palm-Durov
no son idénticos. El grupo de Speshnev, como veremos en seguida, trataba
de movilizar al círculo para los fines de reproducir y distribuir propaganda
revolucionaria (el plan bosquejado por Dostoievski durante su visita de
medianoche a Maikov); pero nunca lo logró. Por último, no cabe duda
de que, como miembro de la sociedad secreta, Dostoievski se dedicó a ac-
tividades conspiratorias durante todo ese periodo.
La primera reunión del círculo de Palm-Durov, a comienzos de marzo,
tuvo un definido carácter literario-musical. Ambos anfitriones aprovecha-
ron la ocasión para leer algunos de sus propios trabajos: Palm, un cuento
titulado Tragicomedia, o hermano y hermana, y Durov, "un relato dramáti-

3
Petrashevtsy, vol. 3, ed. P. S. Schegolev (Moscú/ Leningrado, 1926-1928), p. 59.

362 ... LA FAMA


co" que se titulaba Un donjuan de San Petersburgo (que suena a algo pareci-
do a un bosquejo fisiológico). Además, leyó la introducción escrita por él a
una nueva edición de las obras de su tío, el dramaturgo satírico de princi-
pios del siglo x1x, Khmelnitski. Pero más reveladora fue la lectura que hizo
Durov de su traducción de la obra Chiaia [Quiaya], de Auguste Barbier,
largo poema narrativo con un definido matiz sociopolítico. Está escrito en
la forma de un diálogo entre el pintor Salvator Rosa y un pescador dedica-
do a su ocupación en la bahía de Quiaya, cerca de Nápoles, quienes anali-
zan la desdichada situación por la que atraviesa su país, sometido a un
gobierno despótico. El pintor ha perdido las esperanzas y amargamente se
lamenta de la pasividad del pueblo; en cambio, el robusto y porfiado pes-
cador, que es un hombre de acción, está convencido de que algún día

En man golfe divin je ferai bonne peche,


Aux rives de Chiaia, sur ce sable argenté,
Dans mes larges filets viendra la Liberté. 4 *

Aunque fuese verdad que las reuniones tenían el propósito de mante-


nerse al margen de la política, como declararon sus miembros, resulta evi-
dente que los gustos literarios de los participantes no permitían semejante
exclusión. En efecto, las conversaciones acerca de la liberación de los siervos
y de la tiranía de la censura fluían tan libremente allí como en casa de Pe-
trashevski.
Por otra parte, en esa misma primera reunión ocurrió un incidente
muy significativo: Mombelli, uno de los miembros de la sociedad de Spesh-
nev, le dijo al grupo que sus reuniones seguramente serían consideradas
del tipo de las de un "club" de carácter sociopolítico, independientemen-
te de lo que los participantes tuvieran intención de hacer. Por ende, sucedía
que muy bien podría constituir una sociedad de ayuda mutua; presu-
miblemente ese mismo tipo de organización que había analizado meses
antes durante las negociaciones secretas con Petrashevski. Pero este pre-
maturo intento de introducir una nota abiertamente política no fue bien
acogido. Mombelli chocó con una firme resistencia por parte de aquellos
que habían sido atraídos al grupo por su declarada índole literaria y musical
4
Auguste Barbier, lambes et poémes (París, 1871), p. 158.
* En mi golfo divino cobraré buena pesca ,/ De Quiaya en las riberas, en su arena plateada; /
En mis anchurosas redes vendrá la Libertad.

EL CÍRCULO DE PALM-DUROV ~ 363


y, aun cuando n o insistió, en varias semanas no estuvo en las veladas del
grupo de Palm-Durov.
Resulta difícil de establecer la cronología exacta de todo cuanto ocu-
rrió en esas reuniones; pero, en cambio , contamos con alguna información
adicional referente a algunas discusiones literarias en las que Dostoievski
intervino de manera activa. Sabemos, por Milyukov, que en una ocasión el
antiguo favorito de Dostoievski, Derzhavin - el poeta de la Corte de Cata-
lina la Grande-, fue severamente criticado .

Alguien dijo que lo consideraba mucho más un retórico altisonante y un pa-


negirista senr:il, que el gran poeta proclamado por sus contemporáneos y por
los pedantes escolásticos . Al oír esto , F. M. Dostoievski saltó como movido
por un resorte, y exclamó: "¿Qué dice usted7 ¿Negará que Derzhavin tiene
sus vuelos de inspiración poética7 Escuche: ¿acaso esto no es gran poesía7"
Y a continuación recitó de memoria el poema Gobernantes y jueces, con tal·
pasión, con tal entusiasmo , que todo el mundo se sintió arrobado por su de-
clamación y, sin más comentario, la estatura del cantor de Felitsa [Catalina]
se elevó en la estimación general.

Gobernantes y jueces, vale la pena señalarlo, es una versión del Salmo


81 (que corresponde al 82 en la Biblia de los cristianos occidentales) , en el
cual se exhorta a los gobernantes terrenales a tratar con justicia y benevo-
lencia al más humilde de sus súbditos . "En otra ocasión -escribe Mil-
yukov- leyó varios poemas de Pushkin y de Víctor Hugo que eran simila-
res en cuanto al tema y a las imágenes , y luego demostró, de una manera
magistral, la superioridad artística de nuestros poetas. " Dostoievski tam-
bién leyó en voz alta la versión completa, es decir, no mutilada por lacen-
sura, de La aldea de Pushkin, con su evocación del amanecer de un radian-
te nuevo día para Rusia , cuando la servidumbre fuese abolida "por la mano
del zar".5
El siguiente suceso importante en la historia del círculo ocurrió aproxi-
madamente tres o cuatro semanas después , hacia finales de marzo . Pavel
Filippov, otro "speshnevita", sugirió que, puesto que ya todos se conocían
bien, había llegado el momento de que los miembros del grupo pensaran
en compartir sus ideas sociopolíticas con los demás. Propuso que "realiza-

5
DVS, vol. 1, pp 184 y 185.

364 ~ LA FAMA
ran el esfuerzo conjunto de escribir artículos dentro de un espíritu de libe-
ralismo [que en esos días significaba 'revolucionario'], en los que se trata-
ran cuestiones referentes a la condición contemporánea de Rusia, en un
sentido jurídico y administrativo". Era necesario, explicó Filippov, que se
hicieran conocer "todas las injusticias de las leyes . .. [y] toda la corrupción
y las deficiencias que existen en la organización de nuestra Administra-
ción" .6 Una vez escritos esos artículos, podrían reproducirlos en una pren-
sa litográfica casera, y distribuirlos. Otro miembro del círculo, F. N. Lvov,
era capitán de la plana mayor del Ejército y enseñaba química en una es-
cuela para cadetes. Él mismo se ofreció para armar un aparato de esa clase,
y prometió hacer un cálculo de los costos.
Según parece, esta iniciativa, que contó con el apoyo entusiasta de Gri-
goriev, Mombelli y Speshnev, fue aceptada. Se anotaron los temas que
trataría cada uno de los miembros del círculo, de acuerdo con sus prefe-
rencias, y Dostoievski se comprometió a escribir algo sobre socialismo.
Pero una vez apagado el entusiasmo inicial, empezaron a surgir reflexiones
más sensatas sobre la cuestión. En los días que siguieron a esta reunión,
comenzó a notarse una actitud de oposición a este proyecto, y quien la
expresó con un lenguaje sumamente enérgico fue Mijaíl Dostoievski. Si
hemos de confiar en lo que dice su hermano, incluso en el momento en
que se sugirió la idea hubo muestras de descontento, aunque no se lo ma-
nifestó de una manera franca o sincera. "No estoy muy seguro; quizá estoy
equivocado -le dijo a la comisión investigadora-, pero me pareció que
la mitad de los presentes no expresaron en voz alta su oposición al proyec-
to de Filippov sólo por no parecer cobardes frente a nosotros y, además,
porque no querían rechazar la propuesta directamente, sino recurriendo a
algún medio indirecto. "7
El testimonio de Dostoievski sobre este episodio resulta sumamente
interesante no sólo porque observaciones como la que acabamos de citar
anticipan ciertas escenas de Los demonios, sino también porque una lectura
atenta de lo que él dice nos revela su propia complicidad. Por ejemplo:
llama la atención que en ningún momento diga, como fácilmente pudo
hacerlo, que él personalmente desaprobaba la idea de Filippov. En lugar de
ello, menciona la inconformidad de los demás - sobre todo de su hermano-

6
Petrashevtsy .. ., op. cit., vol. 3, p. 124.
7
N. F. Belchikov, op. cit., p. 141.

EL CÍRCULO DE PALM-DUROV ~ 365


y luego se une él mismo a la desaprobación general para que el círculo de Palm-
Durov no fuese totalmente desmembrado.

Al día siguiente [después de la reunión], mi hermano me dijo que dej aría de


asistir a la casa de Durov si Filippov no abandonaba su iniciativa. Recuerdo
que eso mismo le d~o a Filippov cuando se entrevistó con él, aproximada-
mente dos días después. Me di cuenta , por mis propias observaciones, de que
muchos procederían de igual manera que mi hermano. Cuando menos, sabía
positivamente que Durov deseaba poner fin a sus veladas lo más rápidamente
posible. Por último, cuando nos reunimos a la vez siguiente , pedí la palabra y
los disuadí a todos, asumiendo en mi charla un tono de leve burla para no
herir la susceptibilidad de ninguno. 8

A menudo se cita la intervención de Dostoievski sobre esta cuestión de


la prensa litográfica como prueba de que se encontraba entre los que se
oponían a la idea de Filippov, y que , por ende, no se le podría considerar
en favor de la acción revolucionaria. 9 Empero , existe otra explicación igual-
mente aceptable , y que no debemos pasar por alto : a partir de sus propias
palabras y del testimonio de otros, resulta evidente que su hermano tomó
la delantera , llegado el momento de oponerse abiertamente al proyecto de
adquirir una prensa litográfica. Y si suponemos que este proyecto surgió
del plan, por parte de la sociedad de Speshnev, de manipular al círculo de
Palm-Durov, cuyo carácter literario y musical estaba utilizando como pan-
talla para sus actividades políticas, entonces el testimonio y el comporta-
miento de Dostoievski adquieren un significado totalmente distinto. Cuan-
do el grupo de Speshnev se dio cuenta de que el círculo de Palm-Durov
corría el peligro de desaparecer por completo, se le asignó (o él la asumió
por su cuenta) la tarea de suavizar las cosas, para que el grupo pudiera se-
guir siendo utilizado como pantalla. Cabe señalar que la comisión investi-
gadora sabía distinguir perfectamente las diferencias que caracterizaban a
los dos hermanos , y que , por tanto , no se sintió impresionada o influida
por el discurso de Dostoievski en contra de la prensa litográfica. Mijaíl fue
puesto en libertad a los dos meses de iniciada la investigación, e incluso
8
Idem.
0
Véase, más recientemente, j ean Drouilly, La Pensée politiqLtCet rcligieusc de Dostoievslú (Pa-
rís, 19 71 ), p. 116. Mi interpretación de los hechos difie re totalmente de la de Drouilly, cuyo
obj etivo es demostrar que, por ser cristiano , Dostoievski nunca pudo ser un auténtico radical.

366 ... LA FAMA


fue indemnizado por su pérdida de ingresos .* En cambio, a Fiódor se le
sentenció, entre otras razones, "por el intento, junto con otros, de escribir
contra el Gobierno, y de difundir sus artículos por medio de una prensa
litográfica casera". 10
A pesar de los esfuerzos de Dostoievski por calmar el alboroto, la inicia-
tiva de Filippov marcó un momento de crisis en la historia del círculo de
Palm-Durov. Ambos anfitriones se sentían cada vez más inquietos por conti-
nuar las reuniones , y cuando Durov preguntó en tono de impaciencia si no
podían celebrarse en alguna otra parte, Mombelli sugirió que se reunieran
en casa de Speshnev en lo futuro. Como veremos más claramente en segui-
da, el comportamiento de Mombelli no se distinguía precisamente por la
prudencia típica del conspirador; en efecto, aun cuando la idea era razona-
ble - Speshnev era un soltero acaudalado que vivía solo en habitaciones es-
paciosas y que, por tanto, podía recibir cómodamente en su casa a los miem-
bros del círculo-, probablemente nació del impulso irreflexivo de mantener
unido al grupo a toda costa. Pero, como si el círculo de Palm-Durov se re-
unía en el domicilio de Speshnev habría significado anular su utilidad para
la sociedad secreta, éste rehusó tomar en cuenta la sugerencia y, en un gesto
de buena voluntad, sólo se ofreció a organizar una cena para la semana si-
guiente . Todavía se celebraron dos o tres reuniones más en el departamento
de Palm y Durov, pero ambos deseaban acabar con ellas. Poco antes de la
redada del grupo de Petrashevski, el 22 de abril de 1849, Palm escribió a
todos los miembros cancelando la fecha siguiente, y Durov se aseguró de no
estar en la casa aquella noche .
* Hace poco se prestó mucha atención a la posibilidad de que Mijaíl Dostoievski pudiese
haber "traicionado" a los Petrashevski, pues fue liberado meses después, e indemnizado con
doscientos rublos por el gobierno. Inicialmente manifestó tal sospecha A. S. Dolinin, y pronto
fueron de la misma opinión Leonid Grossman y otros que estudiaron el caso.
Sin embargo, un artículo reciente que incluye los documentos oficiales en tomo a este caso
-nunca antes publicados- libera a Dostoievski de tales acusaciones. Nada de lo que se registró
en los expedientes indica que Mijaíl Dostoievski proporcionara información que perjudicara a
cualquiera de los otros prisioneros. Los documentos señalan, también, que el general Dubelt, el
Jefe de la policía secreta, acostumbraba pagar a quienes ofrecían información no más de treinta
rublos - el pago de Judas-; y durante su vida la reputación de Mipíl Dostoievski no sufrió
menoscabo alguno, si bien no ocultó haber recibido una indemnización por el tiempo que per-
maneció detenido. Algunos llegaron a indignarse realmente por la miserable suma con que se le
indemnizó, tomando en cuenta las necesidades de su familia. Respecto de los documentos y de
otros informes de importancia, véase "Sledstvennoe Delo M. M. Dostoevskogo-petrashevtsa", en
Dostoevsky: Materiali i Issledovania, vol. 1, ed. G. M. Fridlender (Leningrado, 1974), pp. 254-265.
10
Petrashevtsy .. ., op. cit., vol. 3, p. 385.

EL CÍRCULO DE PALM-DUROV ... 367


3

Por lo que nos cuenta Dostoievski de la iniciativa de Filippov, se tiene la


impresión de que su rechazo fue inmediato. Sin embargo, en realidad
transcurrieron varias semanas, durante las cuales se siguió discutiéndola.
Además, a pesar de que el litógrafo se menciona por primera vez en rela-
ción con la idea de escribir artículos sobre "la condición contemporánea
de Rusia desde un sentido jurídico y administrativo", al parecer nadie tomó
muy en serio este compromiso. Dostoievski no escribió su exposición acer-
ca del socialismo, ni se presentó ninguno de los otros artículos prometi-
dos. Empero , en las semanas siguientes , de hecho aparecieron varios ma-
nuscritos que se consideraron muy adecuados para fines propagandísticos,
y entonces se discutió la cuestión de la prensa litográfica, en relación con
la posibilidad de reproducirlos y distribuirlos.
No es de extrañar que el primer manuscrito que salió a la luz haya sido
escrito por Grigoriev, teniente del cuerpo de granaderos montados y miem-
bro de la sociedad de Speshnev. Titulado Conversación de un soldado, se
leyó por primera vez durante la cena en casa de Speshnev que éste organi-
zó en honor del círculo de Palm-Durov. Este breve trabajo es un bosquejo
fisiológico, consistente en una corta introducción descriptiva, seguida de
un monólogo. El narrador del relato, un campesino veterano del Ejército
ruso que ha quedado reducido a la mendicidad, busca refugio del gélido
frío invernal de San Petersburgo en un cuartel de la guardia militar. Invita-
do por los jóvenes soldados a narrar su vida , a cambio del abrigo y de la
comida, el hombre cuenta su historia en sencillo lenguaje campesino . Su
suerte quedó decidida cuando , tras haber atacado a un terrateniente que
había violado a su hermana (la del campesino), fue embarcado en un navío
de guerra como castigo. Participó como soldado raso en la invasión de Eu-
ropa en 1812, y allí conoció otro estilo de vida . Habla con admiración de
lo que vio en Francia, donde el pueblo había derrocado a un rey, y "ahora
no necesitan de los zares, y dirigen las cosas ellos mismos, como nosotros
lo hacemos en las aldeas''. 11
El bosquejo abunda en esta especie de protesta social seudoingenua,
expresada en un lenguaje que los campesinos pudieran entender y preme-
ditadamente destinada a influir en sus mentes y en sus valores. En térmi-
11
A Soldier's Conversation aparece reproducido en Delo Petrashevtsev .. . , op. cit., vol. 3,
pp. 233-237.

368 ... LA FAMA


nos modernos, digamos que se trata de un primer ejemplo de literatura de
propaganda agitadora.
El esfuerzo literario de Grigoriev suscitó discusiones acaloradas en el
grupo de Speshnev. Mijaíl Dostoievski le aconsejó que lo destruyera, pero
en cambio, en opinión de los otros, debía ser aún más sarcástico, más inci-
sivo y más violento. Es probable que la versión que llegó hasta nosotros
sea una corrección del original, pues Grigoriev decía que el final era "más
moderado". 12 Sin nombrar a aquellos que lo alentaban al empleo de un
lenguaje más violento , menciona haberle prestado una copia a Mordvinov,
quien antes de devolvérsela se la pasó a Speshnev. El único ejemplar del
trabajo que llegó a manos de la comisión investigadora fue encontrado en-
tre los papeles de Speshnev. Por otra parte, Grigoriev declaró que éste le
había pedido permiso para leer Conversación de un soldado, "prácticamente
ante el público de la calle". Por su parte, Fiódor Dostoievski no se unió a
las advertencias que su hermano le hizo a Grigoriev (de hecho, negó haber
hablado alguna vez con este último sobre su manuscrito), e incluso fingió
desconocer quién era el autor y qué se leía en casa de Speshnev, pues no se
había hecho por anticipado ningún anuncio.
Todo nos lleva a pensar que el trabajo de Grigoriev era sólo un ejem-
plo del tipo de material que elaboraba el grupo de Speshnev con fines de
propaganda, y que también alentaba a otros para que produjeran. Un ma-
nuscrito de Filippov -que nunca salió a la luz, pero que se encontró entre
sus papeles- tiene exactamente el mismo carácter: se trata de una versión
nueva, revolucionaria , de los Diez Mandamientos, donde se combinan las
iglesias eslava y rusa moderna. La interpretación de cada mandamiento
apunta al propósito de persuadir al lector (o al oyente) de que un levanta-
miento en contra de la opresión y la injusticia social responde al deseo de
Dios . Sobre todo inquietaron a las autoridades sus comentarios al Sexto
Mandamiento, porque "decía que si los campesinos mataban a su amo, es-
taban obedeciendo la voluntad de Dios, que quien marchaba a la guerra
cometía un pecado y que en particular el zar peca cuando ordena a su pue-
blo cometer crímenes". 13
Tal clase de material sólo podía estar destinada a circular entre el cam-
pesinado, y acaso , fundamentalmente, entre los raskólniki. Dostoievski,
quien en su declaración incluyó un análisis extenso y elogioso del carácter
12
Ibid., p. 250.
13
Petrashevtsy .. ., op. cit., vol. 3, p. 200.

EL CÍRCULO DE PALM-DUROV ~ 369


de Filippov, seguramente conocía la existencia de este material, y es muy
probable que haya intervenido en su elaboración.
De los testimonios reunidos acerca de la cena de Speshnev, parece ser
que originalmente no tenía la intención de que en esa ocasión Grigoriev
leyera Conversación de un soldado, sino que lo que verdaderamente quería
era que Aleksandr Milyukov presentara su traducción y adaptación de al-
gunos capítulos tomados de la famosa obra de Lamennais, Faroles d'un cro-
yant [Palabras de un creyente]. Pero como Milyukov no se presentó se in-
vitó a Grigoriev a remplazarlo . Estos hechos indican que Speshnev estaba
relacionado con Milyukov (quien, que sepamos, no era miembro de su
sociedad secreta) respecto de su plan de traducir esta obra, y que lo había
alentado a hacerlo. Una o dos semanas después , Milyukov leyó su versión
durante una de las reuniones del grupo de Palm-Durov, versión que res-
ponde perfectamente al tipo de material propagandístico que favorecían
los miembros del grupo de Speshnev. Escrita en un francés que trata de
imitar la majestuosidad del hebreo bíblico , la obra de Lamennais es un
enérgico y conmovedor ataque del "nuevo cristianismo" a las injusticias y
desigualdades sociales. Milyukov utilizó en su traducción el grandioso es-
tilo de la Iglesia eslava a la cual le puso un título ruso casero: Las nuevas
revelaciones del metropolitano Antonio. Dostoievski, quien seguramente tam-
bién alentó a Milyukov en sus esfuerzos (debió de informar a Speshnev de
este proyecto), le dijo al traductor que Lamennais sonaba mucho mejor en
el austero lenguaje de la Iglesia eslava, que en el original. Con su nuevo
ropaje lingüístico , no cabe duda de que esta obra , a la cual cierta vez Ha-
rold Laski denominó "versión lírica del Manifiesto comunista" ,14 debió con-
siderarse muy apropiada para conmover las insatisfacciones latentes de los
campesinos rusos , debido a su alusión a las raíces igualitarias del cristia-
nismo primitivo.
Existe otra obra que los miembros del círculo de Palm-Durov confesa-
ron haber estado reproduciendo y distribuyendo. Se trata de la famosa
Carta a Gógol que Belinski escribió en el verano de 184 7 como respuesta a
Pasajes escogidos de Gógol (más exactamente, como respuesta a una carta
de Gógol sobre la desfavorable reacción de Belinski ante el libro), y que
entonces circulaba en forma de manuscrito. Pleshcheev, quien había ido a
Moscú a mediados de marzo para atender asuntos familiares , consiguió allí

14
Citado en D. O. Evans, Social Romanticism in France, 1830-1848 (Oxford , 1951), p. 39.

370 ... LA FAMA


una copia, y se la envió a Dostoievski por intermedio de Durov. Además,
le dijo a un grupo de estudiantes de la Universidad de Moscú, de quienes
probablemente obtuvo el texto, que

es necesario despertar la conciencia del pueblo , y la mejor manera de hacerlo


sería traduciendo al ruso obras extranjeras, adaptándolas al estilo conversa-
cional de la gente sencilla, y distribuyéndolas en forma de manuscritos.
Y acaso hasta podría encontrarse la manera de imprimirlas. Nos dijo, además,
que se había formado una sociedad en San Petersburgo con ese propósito
y que ... si nosotros [los estudiantes] deseábamos colaborar con ella , podría-
mos empezar con Faroles d'un croyant, de Lamennais. 15

Por una carta del grupo Pleshcheev a Dostoievski, sabemos que Mil-
yukov había prometido enviar una copia de su traducción a Moscú. Plesh-
cheev le pide a Dostoievski que le diga a Milyukov que debe apresurarse, y
que "cuanto antes mejor. .. Hay aquí gente que simpatiza con nuestras
ideas respecto de la posibilidad de acción". 16 Tanto la Carta de Belinski
como la traducción de Milyukov fueron leídas durante la misma reunión
del círculo de Palm-Durov, a principios de abril.
Sin embargo, a pesar de que según los cálculos de Lvov los costos de la
compra e instalación de una prensa litográfica casera estaban dentro de los
medios económicos del círculo, finalmente se abandonó el proyecto. De-
bió de ser durante estas discusiones -acaso en su discurso contra la pren-
sa- cuando Dostoievski hizo las enigmáticas declaraciones que figuran
registradas en el testimonio de Golovinski. En los documentos se lee que,
durante una de las reuniones de comienzos de abril, Dostoievski dijo "que
uno no debería actuar en forma ilegal contra dos cuestiones; no debería
condenar a la sociedad, y [debería] trabajar en su favor; no mediante la
amargura y la burla, sino mostrando los propios defectos personales''. Una
versión en borrador de estas palabras dice lo siguiente: "Dostoievski con-
denó la acción [ilegal] (contra dos cuestiones), y dijo que había que echarle

15
E.M. Feoktistov, Vospominania (Leningrado, 1929), p. 164; citado en V. R. Leikina-Svirs-
kaya, "Revolutsionnaya Praktika Petrashevtsev", Istoricheskie Zapiski, núm. 47 (1954), pp. 210 y
211. Feoktistov, quien más tarde llegó a ser un influyente burócrata, era uno de los estudiantes
a los que Pleshcheev les hablaba.
16
Delo Petrashevtsev .. ., op. cit., vol. 3, p. 295.

EL CÍRCULO DE PALM-DUROV ~ 371


toda la culpa al gobierno y no a la sociedad; que antes de condenar, uno
debería tratar de mejorarse a sí mismo" .17
Los comentaristas se han lanzado sobre este testimonio diciendo que
es una prueba de que Dostoievski comenzaba a flaquear ante las presiones
a que era sometido, y que ya defendía su famosa teoría de la "autopurifica-
ción a través del sufrimiento" como un medio para mejorar a la sociedad.
Pero , aparte de que el sentido y el contexto de estas declaraciones frag-
mentarias es sumamente confuso, cabe suponer que Golovinski -a quien
la comisión investigadora ya tenía bien catalogado como uno de los presi-
diarios más hostiles y menos cooperadores- estuviera sólo tratando de
disculpar o justificar a un amigo. Sin embargo, en caso de que estas pala-
bras hayan sido pronunciadas, son de gran interés , pues coinciden con
una evolución interior que ya se notaba -como lo veremos en capítulos
posteriores- tanto en La patrona como, más acentuadamente, en Netotch-
ka Nezvánova. En ambas obras se advierte cómo Dostoievski libera a la so-
ciedad de una parte de la responsabilidad por la desdicha y miseria huma-
nas , transfiriéndola a las faltas morales o debilidades de los propios
individuos; hasta este punto , podemos ver en ello los primeros indicios de
la teoría de la autopurificación. No existen pruebas , empero, de que en ese
momento estuviera pasando por ningún cambio profundo de tipo sociopo-
lítico, o de que hubiese claudicado hasta cierto punto respecto de su com-
promiso con los ideales del grupo de Speshnev. Su declaración no muestra
signos de arrepentimiento ni de inquietud, mientras que, en el caso de
muchos de los otros acusados, ellos sí se culparon a sí mismos golpeándo-
se el pecho en actitud de mortificante contrición.
Podemos deducir que fue a partir del momento en que se abandonó el
proyecto de instalar la máquina litográfica cuando los miembros del grupo
de Speshnev decidieron actuar por su cuenta. Con fondos que proveyó el
propio Speshnev, Filippov empezó a encargar las distintas partes para una
prensa manual en varios establecimientos de San Petersburgo. No se sabe
con certeza si estas partes fueron llevadas al domicilio de Speshnev y, des-
pués de su arresto, trasladadas subrepticiamente a casa de Mordvinov
(quien sólo meses después fue citado a interrogatorio), o si desde el primer
momento esas partes fueron llevadas a casa de Mordvinov. Las autoridades
se enteraron de la existencia de la prensa manual tanto por Filippov como

17
Ibid., p . 226.

372 <11 LA FAMA


por Speshnev, pues cada uno de ellos trató de proteger al otro, culpándose
de haber fraguado la idea; ambos insistieron en que únicamente ellos esta-
ban comprometidos en ese proyecto. Cuando Dostoievski fue interrogado
sobre la prensa manual, hábilmente eludió el tema. "La pregunta se refiere
a una prensa casera. Nunca escuché que nadie en casa de Durov hablara de
imprimir; sí; ni en cualquier otra parte ... Filippov sugirió una prensa lito-
gráfica. "18 Al no encontrar ningún rastro de la prensa manual, y ante su
impotencia para asegurar que otros estuvieran involucrados en el intento
de armarla, la comisión desistió de continuar sus pesquisas en este sentido.
Nunca se descubrió la existencia de la sociedad secreta de Speshnev; y
años después, Dostoievski le dijo a su biógrafo Orest Miller que "numero-
sas circunstancias [del caso] desaparecieron por completo de la vista; toda
una conspiración se desvaneció". 19

El espía policiaco Antonelli presentó a sus superiores un relato pormenori-


zado, informativo y absolutamente objetivo , de las siete últimas reuniones
del círculo de Petrashevski. La mayor parte de este material carece de valor
para nuestros propósitos; pero nos interesa, en cambio, que Dostoievski
estuviera presente en dos de esas reuniones (el 1ºde abril, y el 15 de ese
mismo mes) y lo que ocurrió en otra velada, porque arroja cierta luz res-
pecto de las personas con las cuales mantenía relaciones muy íntimas. En
general, tanto sus actividades como las de sus amigos (fuesen o no conoci-
dos miembros de la sociedad de Speshnev) estaban dedicadas a imprimir
un carácter más definido y radical a las un tanto pesadas y lentas reuniones
de Petrashevski, y a animar a sus miembros a discutir el urgente tema re-
volucionario de la liberación de los siervos.
En la reunión del 25 de marzo, sólo Mijaíl estuvo presente (Antonelli
anotó a un "Dostoievski", pero la comisión investigadora aceptó la declara-
ción de Fiódor en que negaba haber asistido). Antonelli, quien llegó un
poco tarde, informa que ya se había iniciado una controversia entre Durov
y Filippov sobre el tema de las técnicas de propaganda. ¿Deberían atacarse
las leyes y al zar de un modo directo, o tratar, en cambio , de provocar hos-
tilidad únicamente contra los funcionarios de rango inferior con los que la
18
N. F. Belchikov, op. cit., p. 144.
19
Biografía, p. 90.

EL CÍRCU LO DE PALM-DUROV ~ 373


gente estaba en contacto directo? Durov estaba en favor de dirigir los ata-
ques directamente al origen del mal, porque los funcionarios de categoría
inferior estaban, ellos mismos, oprimidos y, por ende, no era justo hacer
que recayera en ellos toda la culpa. Por otro lado, Filippov defendía enér-
gicamente la tesis de que el pueblo ya estaba tan aterrorizado por las auto-
ridades superiores, que cualquier tipo de propaganda que atacase "el ori-
gen del mal" resultaría inoperante. La gente del pueblo "se apartará
huyendo de ustedes, agitando los brazos y tapándose los oídos". Este razo-
namiento se parece mucho a los fogosos discursos que típicamente se pro-
nunciaban en el círculo de Palm-Durov; y esta deducción resulta reforzada
por las palabras con que Filippov remata su arenga: "Nuestro sistema de
propaganda es el mejor, y apartarse de él significa renunciar a la posibili-
dad de poner en práctica nuestras ideas" .20 La alusión de Filippov a "nues-
tro sistema", al parecer se refiere a los que tenían la intención de hacer
circular el escrito Conversación de un soldado y su comentario personal so-
bre los Diez Mandamientos; por otra parte, indica que verdaderamente
existía un grupo de propaganda organizado. Antonelli, que no era tonto,
comprendió la importancia de la declaración de Filippov y, por consi-
guiente, la subrayó en su informe.
Petrashevski, quien conocía perfectamente la existencia de un movi-
miento activista dentro de su propio círculo, acaso se enteró de un plan en
favor de la propaganda que se discutía en el grupo de Palm-Durov. Tal vez
eso explique por qué, durante la reunión del 1º de abril, lanzó un ataque
fortísimo contra los agitadores que soñaban con la posibilidad de un alza-
miento con fines políticos. Comenzó definiendo tres problemas que, en su
opinión, eran de enorme importancia sociopolítica: la abolición de la cen-
sura, la reforma del sistema jurídico y la liberación de los siervos. ¿Cuál de
ellos era el más urgente? ¿A cuál deberían dar prioridad quienes trabajaban
en favor del progreso? Su respuesta, que supo exponer con gran desplie-
gue de ingenio, era que la reforma del sistema jurídico debía clasificarse
como la meta primera y la de carácter más apremiante.
Respecto de la censura, Petrashevski manifestó compasión por aque-
llos que tenían que luchar con sus tentáculos; pero se negó a considerarla
sólo desde un punto de vista negativo. Según su criterio, era hasta cierto
punto beneficiosa, al eliminar estupideces y disparates, y porque obligaba

'ºDelo Petrashevtsev ... , op. cit., vol. 3, p. 419.

374 ... LA FAMA


a los escritores a poner mucha atención en lo que decían. Con cierto matiz
de malicia, afirmó que, en el caso de muchos libros, "aun cuando merecen
un lugar en la historia de la literatura , debido a su talento", de todos mo-
dos constituyen "obstáculos para la evolución de la humanidad y para el
logro del fin que tanto deseamos". 21 ¡Tanto más para los literatos que for-
maban su público, incluido Dostoievski! Por más que se considerara la li-
beración de los siervos, como en realidad lo era , un asunto de la mayor
seriedad, comprometía la vida de sólo doce millones de personas. En cam-
bio, una reforma de los tribunales que asegurase audiencias o juicios pú-
blicos y procesos por jurado tendría consecuencias favorables para el des-
tino de sesenta millones de almas. Todos los rusos habían tenido que sufrir
a causa de la corrupción y de las injusticias o desigualdades del imperante
sistema jurídico. Sus reformas responderían a los deseos de la vasta mayo-
ría del pueblo, y en ese momento era muy probable que se implantaran.
El furibundo Golovinski, que tenía veinte años de edad, y a quien Dos-
toievski había llevado consigo esa noche en su primera visita al círculo de
Petrashevski, se puso de pie tras escuchar esas palabras, y se lanzó a una
enérgica refutación. Incluso Antonelli quedó impresionado: "Golovinski
hablaba con vehemencia, con convicción, con verdadera elocuencia, y era
evidente que sus palabras provenían directamente del corazón". El joven
dijo que

era una iniquidad y una ignominia contra la humanidad contemplar con in-
diferencia los sufrimientos de doce millones de seres desdichados. Que el
propósito de todos debía ser tratar de liberar a esas víctimas oprimidas . Que
la liberación de los siervos no entrañaba problemas muy difíciles, porque
ellos mismos en ese momento reconocían todo el peso de las injusticias de su
situación, y estaban empeñados en liberarse, de cualquier maneran

Las palabras de Golovinski revelan hasta qué punto Dostoievski y sus


amigos habían estado reflexionando concretamente en la situación socio-
política. Era imposible para el gobierno liberar a los siervos , sostenía Golo-
vinski, porque, de hacerlo con la tierra, tendría que pagar indemnizaciones
a los miembros de la clase media acomodada , y no había fondos suficien-
tes para hacer esos pagos, en el caso de liberar a los campesinos que no
21
Ibid., pp. 424 y 425.
22
Ibid., p. 426.

EL CÍRCULO DE PALM-DUROV ~ 375


poseían tierras ; o, si se negaba a indemnizar a la clase acomodada por la
pérdida de utilidades, estaría actuando de una manera revolucionaria (con
lo cual daba a entender que provocaría oposición en una u otra clase so-
cial) y, por ende, estaría actuando contra su propia estabilidad política. La
conclusión obvia era que la liberación de los siervos sólo podía hacerse
"desde abajo".
Sin sentirse en lo más mínimo derrotado por esta diatriba, Petrashev-
ski pidió la palabra después de la cena para analizar la cuestión de si era
cierto que los campesinos estaban tan inconformes con su suerte, como lo
creía Golovinski. Era muy probable que más de la mitad de ellos , que en
vez de prestarles servicios a los dueños de sus tierras les pagaban una ren-
ta , prefirieran este arreglo por razones económicas. Seguramente los im-
puestos que se verían obligados a pagar excederían la renta fija que paga-
ban sobre la propiedad inmueble. Por otra parte, la liberación de los siervos
probablemente provocaría una lucha de clases , cuyo resultado final acaso
fuese un despotismo militar o clerical. "La reforma del sistema jurídico
-concluyó Petrashevski- era mucho menos riesgosa, y más factible. "23
Quizá como réplica a la observación de Petrashevski respecto de la guerra
de clases, Golovinski señaló que un cambio de régimen no podía ocurrir de
un modo inmediato y definitivo, y que probablemente sería necesaria una
dictadura durante el periodo de transición. Petrashevski , a quien ofendía
la sola mención de la palabra dictadura, y por ser admirador incondicional
de las instituciones republicanas de los Estados Unidos, replicó que sería
el primero en levantar la mano contra cualquier dictador.
Este acalorado intercambio de razones puso al descubierto el conflicto
que existía entre los activistas que rodeaban a Speshnev y los fourieristas
o moderados, en cuyo nombre habló Petrashevski. También puso de relie-
ve parte de la agitada atmósfera y las conclusiones políticas extremosas
que se ventilaban en el círculo más cercano a Dostoievski. La democracia
tenía una importancia muy secundaria dentro de esta ideología, y sus parti-
darios aceptaban sin repugnancia la idea de una dictadura revolucionaria,
la cual con toda seguridad habría de ser ejercida por un órgano similar al
comité central secreto de Speshnev. Resultaba perfectamente clara cuál era
la posición de Dostoievski: Antonelli anotó que intervino para apoyar a
Golovinski.

23
Ibid., p . 427.

376 .. LA FAMA
5

Transcurridas dos semanas, se reanudó el mismo debate , en otra forma ,


durante la famosa sesión en la que Dostoievski leyó el escrito Carta a Gó-
gol, de Belinski, que ya había leído en dos oportunidades en el departa-
mento de Palm y Durov. Como explicación de haber presentado la Carta
en el grupo de Petrashevski, Dostoievski dijo que , en el momento de sa-
carla del departamento de Durov, el crítico entró y le preguntó qué era ese
paquete de manuscritos que llevaba en la mano . Dostoievski se lo dijo y,
espontáneamente, se ofreció para llevarla en su próxima visita. Es posible
que la versión de Dostoievski fuese verídica; pero , en todo caso, no pudo
haber hallado un momento más propicio para introducir la opinión autori-
zada de la Carta de Belinski en esas controversias sobre tácticas, que ya
había alcanzado un tono de lucha encarnizada. La epístola de Belinski es la
denuncia más enérgica de la servidumbre jamás escrita en idioma ruso , y
Dostoievski y sus amigos la utilizaron de una manera sumamente eficaz
para reforzar sus razonamientos, en el sentido de que la posición de los
siervos era demasiado intolerable desde el punto de vista moral para que
se siguiera soportando.
Dostoievski leyó dos de las cartas de Gógol y también la de Belinski, y
causó con su lectura, según la descripción de Antonelli, un efecto sensa-
cional. "Esta carta [de Belinski] provocó un rugido general de aprobación.
Ante todos los pasajes que lo sacudían, Yastrzhemski gritaba: '¡Eso es! ¡Eso
es!' Aunque no decía nada, Filippov sonreía todo el tiempo, murmurando
algo para sí mismo. Balasoglo se puso nerviosísimo, y, en suma, los ánimos
del grupo entero se inflamaron. "24 La copia que Dostoievski leyó pertene-
cía a Filippov, pero este último explicó que la había tomado de la que le
entregara Dostoievski, quien, tras llevarse ambas copias, le pidió "conser-
var [el asunto] en secreto".25 Dostoievski también le pasó el texto de la
Carta a Mombelli, quien, con imprudencia increíble, se la entregó al escri-
biente de su regimiento , pidiéndole que hiciera varias copias más . Esta
prueba de que Dostoievski estaba haciendo circular activamente y difun-
diendo la Carta de Belinski pesó muchísimo en su contra.
Pasajes escogidos, de Gógol , es un libro muy extraño, que todavía des-
concierta e irrita a los admiradores de su obra. En él, el otrora despiadado
24
Ibid. , p. 435.
25
Petrashevtsy .. ., op. cit., vol. 3, p. 201.

EL CÍRCULO DE PALM-DUROV ~ 377


satírico de la vida rusa muestra su conversión a un pietismo religioso que,
sin dejar de ser consciente de las injusticias sociales , considera que el úni-
co remedio es el esfuerzo interior que realice cada cristiano para lograr su
propio perfeccionamiento moral. La obra equivalía a un insulto desconsi-
derado para todos aquellos que creían (como en el caso de muchos eslavó-
filos , sin mencionar a los occidentalistas progresistas) que la servidumbre
era incompatible con el cristianismo auténtico. Belinski tuvo una reacción
de cólera violenta al leer este libro, no sólo debido a sus posibles repercu-
siones sociales, sino también por considerarlo un ultraje personal; una
traición a todo aquello por lo que él había luchado usando como estandar-
te el nombre de Gógol. Desde luego que no podía escribir en la prensa
destinada al público ataques demasiado violentos en contra de esta obra;
pero cuando recibió una carta personal de Gógol en la que éste se muestra
sorprendido ante su reacción desfavorable, Belinski dio rienda suelta a su
ira , estallando en una enfurecida lluvia de invectivas. Herzen denominó
este torrente incandescente de palabras el último "testamento" de Belinski,
e incluso Lenin, a finales del siglo x1x, seguía todavía admirando el impe-
tuoso fuego de tal indignación. 26
A pesar de su fama de manifiesto revolucionario , la Carta a Gógol de
Belinski está muy lejos de ser extremista en el sentido ideológico, y no de-
beríamos permitir que su enfurecida retórica nos ocultara el hecho de que
sus demandas concretas son relativamente moderadas. Además, por razo-
nes que todavía no ha sido posible aclarar, Belinski le responde a Gógol
con los términos que utilizaría un "nuevo cristiano" perteneciente al socia-
lismo utópico, a pesar de que se supone que en esa época ya había aban-
donado los valores "sentimentales" de esa teoría, en favor de una ideología
más "racional". Resulta difícil determinar si se trataba sólo de una táctica
para responder a la posición "cristiana ortodoxa" del propio Gógol, o si
refleja aquella inseguridad interior que Dostoievski describe.* Cualquiera
26
Ambos son citados en Worlcs, p. 529.
• Un señalamiento similar se encuentra en el último ensayo importante de Belinski, Panora-
ma de la literatura rusa en 1847. "El Redentor de la humanidad - escribe- vino al mundo para
favo recer a todos los hombres .. . Su amor y su mirada piadosa no desmerecieron ante el espec-
táculo de las heridas purulentas de un cuerpo apenas cubierto de andraj os. Él, el Hijo de Dios,
amó a la gente con amor humano, y se compadeció de su pobreza y suciedad, de su vergüenza,
de su maldad , de sus vicios y pecados", etcétera.
El editor soviético de la obra original de Belinski - de donde surgió la traducción inglesa
que estoy utilizando- no supo exactamente qué hacer con el texto anterior. Se excusa dicien-

378 ~ LA FAMA
que haya sido el motivo o la razón, la concepción que Belinski tenía acerca
de jesucristo como revolucionario moral armoniza perfectamente con las
ideas socialistas y religiosas que compartía Dostoievski con el círculo de
Beketov, y que nunca había abandonado.

Que usted [Gógol] base sus enseñanzas en la Iglesia ortodoxa -escribe Be-
linski-, eso puedo entenderlo: siempre ha sido sostén del hnut (el látigo) y
del despotismo; pero, ¿por qué ha mezclado usted a jesucristo en todo esto?
¿Qué de común encuentra usted entre Él y cualquier Iglesia, y menos que
ninguna, con la Iglesia ortodoxa? Fue el primero en traerle a la gente la ense-
ñanza acerca de la libertad, la igualdad y la fraternidad , y en sellar la verdad
de esa enseñanza mediante su manirio.27

Belinski refuta rotundamente la afirmación de Gógol, de que "el pue-


blo ruso es el más religioso del mundo" y, por lo contrario , afirma que es
"profundamente ateo". Pero se refiere sólo al hecho de que es más una reli-
gión de supersticiones y rituales, que de auténtica fe interior. "La supersti-
ción" (la realización mecánica y exclusivamente exterior del ritual religio-
so) es propia de los pueblos bárbaros y atrasados; en cambio, aclara
Belinski, la auténtica "religiosidad" es algo que puede ir perfectamente a la
par con el progreso y con la cultura; 28 y no cabe duda de que Dostoievski
consideraba que su propia fe pertenecía a esta variedad o especie "culta".
Es muy significativo que la Carta de Belinski no contenga ningún ataque a
la religión de tipo hegeliano de izquierda, ni ninguna palabra en su contra,
que diga que hay que apartarse de ella, por ser un obstáculo para el pro-
greso de la humanidad en su camino hacia la autorrealización y el autoen-
diosamiento .
Tampoco la Carta de Belinski es revolucionaria en ningún sentido so-
cialista; no contiene nada que exija una transformación fundamental de la
sociedad basada en nuevos principios. Se trata de una vehemente protesta
democrática contra el despotismo y la servidumbre , que no trasciende al

do que el autor lo incluyó con el fin de defenderse de la censura. Sin embargo, Belinski no era
hombre que traicionase sus convicciones más profundas sólo para engañar al censor. Debemos
recordar que cuando escribió tales palabras se estaba muriendo, enfermo de tuberculosis. Ibid.,
pp. 420, 421 y 524.
27
Ibid., p. 506.
28
Ibid., pp. 506 y 507.

EL CÍRCULO DE PALM-DUROV ~ 379


liberalismo político en sus demandas. Lo que Rusia necesita, le dice Belin-
ski a Gógol, "no son sermones" (¡tiene suficiente cantidad de ellos!), ni
plegarias (¡las ha repetido con demasiada frecuencia!), sino que resucite o
despierte en el pueblo ese sentido de su dignidad humana que durante
muchos siglos ha perdido, por estar sumergido en el cieno y en la basura;
lo que necesita son derechos y leyes que concuerden no con las prédicas
de la Iglesia, sino con el sentido común y con la justicia. En cambio, pre-
senta el lamentable espectáculo de constituir un país en el que los hombres
trafican con los hombres , sin tener siquiera la excusa que tan astutamente
explotan los dueños de las plantaciones en Norteamérica, de que los ne-
gros no son hombres. Así pues, para Belinski, "los problemas nacionales
más urgentes de la Rusia de hoy son la abolición de la servitud y del casti-
go corporal , y la observancia lo más estricta posible de, cuando menos,
aquellas leyes que ya existen". 29 En esto consiste el "programa mínimo" que
en realidad defendía Belinski en el último año de su vida . Recordemos
que, para despistar, Dostoievski afirmaba haber "aceptado" todas las ideas
de Belinski a finales del decenio de 1840-1849, presentando al crítico den-
tro del contexto de esa declaración como un ateo hegeliano de izquierda,
incipiente materialista y determinista moral. Pero, si suponemos que en
ese momento pensaba en la Carta a Gógol, entonces su afirmación se vuel-
ve perfectamente aceptable. No cabe duda de que aceptaba de todo cora-
zón esas ideas y este programa.
A pesar de que la ola de entusiasmo provocada por la lectura de Dos-
toievski lo colocaba en desventaja , con toda valentía pidió Petrashevski
la palabra para tratar de contrarrestar sus efectos embriagantes . Retomó la
cuestión debatida dos semanas antes para volver a argüir que una reforma
al sistema jurídico debía imponerse por encima de todos los demás temas.
Según Antonelli, a cuyo parecer aquella vez el razonamiento de Petrashev-
ski fue "metafísico", se redujo a lo siguiente: "Nadie debía iniciar ningún
levantamiento sin estar seguro desde el principio del triunfo completo, lo
cual era imposible en ese momento. En cambio , una reforma del sistema
jurídico podría lograrse dentro de la mayor legalidad, exigiéndole al go-
bierno aquellas cosas que no podía negarse a conceder, por ser consciente
de que eran justas". 30 Adoptando una posición conciliadora, Golovinski
señaló que acaso pudiera obtenerse la liberación de los siervos mediante
29
lbid., p. 504.
30
Delo Petrashevtsev ... , op. cit. , vol. 3, p. 435.

380 ... LA FAMA


los tribunales de justicia, en particular en las provincias occidentales; y
solicitó autorización para extenderse en el tema en las dos reuniones si-
guientes. "En general -escribe Antonelli rematando su frase con un flo-
reo- , la reunión del 15, como dicen los periódicos extranjeros, fue tres
orageuse [muy tempestuosa] ."31

El 22 de abril, fecha de la última reunión en casa de Petrashevski, fue un


día en que llovió a cántaros , y a raíz de ello. aproximadamente a las seis de
la tarde, Dostoievski se detuvo al llegar al domicilio de Yanovski, a secarse
un poco las ropas y beber una taza de té. El médico supuso que Dostoievski
se dirigía a la reunión de Petrashevski , y nada de lo que le dijo el escritor
pudo hacerle pensar lo contrario. Incluso le pidió algo de dinero prestado
para tomar un coche de alquiler, dada la distancia considerable entre el
lugar donde vivía Yanovski y la casa de Petrashevski. También la memoria
del médico falló en este caso, o bien Dostoievski deliberadamente le ocultó
su destino. En realidad , pasó la noche en casa de Grigoriev, tal vez hablan-
do con él y con otras personas de los planes para el funcionamiento de la
prensa manual.
A las cuatro de la madrugada regresó a su casa, y se fue a dormir; pero
al poco tiempo lo despertó un débil sonido metálico en la habitación. Al
entreabrir los párpados pesados de sueño, vio parado frente a él al agente
policiaco de su distrito , que lucía un par de exuberantes patillas, y a un
teniente coronel que llevaba puesto el uniforme color azul claro de la poli-
cía secreta, y cuya espada suspendida del cinturón chocaba contra sus bo-
tas, produciendo el sua\·e tintineo metálico que despertó al escritor. Con
gran amabilidad, el oficial le pidió que se levantara y se vistiese, cosa que
hizo Dostoievski mientras otros registraban su habitación y sellaban sus
papeles. Una moneda sumamente desgastada de quince kopecs sobre su
mesa atrajo la atención ; y cuando Dostoievski preguntó en broma si era
falsa, con la mayor seriedad se añadió esto en su declaración. Se ordenó a
un sargento que revisara una repisa que estaba encima de la estufa, para lo
cual el hombre tuvo que encaramarse sobre una mesa. Peto al desprender-
se la comisa de la estantería cayó pesadamente al suelo, incidente que puso

31
Ibid., p. 436.

EL CÍRCULO DE PALM·DUROV ... 381


fin al registro de las pertenencias del escritor. Por último, Dostoievski fue
conducido hasta un coche que esperaba a la puerta, acompañado por el
agente policiaco local, el teniente coronel, su atemorizada casera y el sir-
viente de esta última, Iván, quien también estaba asustado, pero que "mi-
raba a su alrededor con expresión de estupefacta solemnidad, apropiada a
la ocasión". 32 Cuando salió Dostoievski de su habitación para subir al co-
che, dejó atrás la existencia relativamente normal que había llevado hasta
ese momento -con la sola excepción de su breve aprendizaje como cons-
pirador clandestino- y entró en un mundo insólitamente diferente.
Ese mundo nuevo habría de poner a prueba, al máximo, la capacidad
de resistencia, tanto emocional como espiritual, de Dostoievski, y ensan-
charía inconmensurablemente el horizonte de sus experiencias morales y
psicológicas. Pero aquello que había conocido antes por la lectura de las
obras de los románticos, con sus más grotescas y peregrinas fantasías o
desvaríos, ya fuesen metafísicas o sociales, ahora se convertirían para él en
la esencia misma de su existencia. Conocería la pavorosa y escalofriante
desesperación de la soledad absoluta en prisión; sentiría la rabiosa angus-
tia del perseguido; experimentaría el aterrador tormento del condenado a
muerte que se aferra con desesperación a los últimos y preciosos instantes
de vida; habría de descender a los estratos más bajos de la sociedad, donde
se codearía con parias y criminales, y escucharía las conversaciones de sá-
dicos y asesinos, para quienes la sola idea de moralidad era una farsa; y
también tendría instantes de sublime armonía interior; momentos de fu-
sión con el principio divino que rige el universo, en esa "aura" de éxtasis
que precede a todo ataque epiléptico . Cuando regrese a la sociedad y em-
piece a redescubrirse a sí mismo como escritor, el horizonte de sus crea-
ciones estará entonces delimitado por ese nuevo mundo y sus agobiantes
revelaciones. Todo ello habrá de permitirle crear obras de una visión y su-
tileza imaginativas incomparablemente más profundas que las que podía
tener en el decenio de 1840-1849, cuando su único acercamiento a esa
clase de mundo era a través de sus estereotipos románticos.

32
DVS, vol. 1, p 193.

382 ... LA FAMA


CUARTA PARTE

EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO
XX. El doble

LOGRAR una perspectiva adecuada para juzgar la obra de creación menor


de Dostoievski en el decenio de 1840-1849, después de Pobres gentes, no es de
ninguna manera una tarea fácil. Desde luego , es imposible coincidir con
los juicios, casi todos ellos negativos, de sus contemporáneos, sobre todo
porque podemos distinguir, gracias a la ventaja de la distancia en el tiem-
po, numerosos indicios del Dostoievski futuro (y mucho más grande) que
ya eran visibles en esas primeras creaciones. Por otra parte, al excluir lo
que en nuestra opinión era la miopía intelectual como mal característico
de su época, no debemos caer en el mismo error flagrante, pero que en
nuestro caso sería menos justificado. No debemos borrar la línea que sepa-
ra lo potencial de lo real, y, por ende, leer su obra temprana como si ya
contuviera toda la complej idad y profundidad de sus obras maestras. Al-
gunos críticos más recientes, sobre todo fuera de la Unión Soviética, han
caído en esa trampa ; y entonces, en ocasiones, se les ha achacado a estas
endebles primeras obras -El doble es un buen ejemplo- una carga de
significado demasiado pesada y que, por lo tanto, no pueden soportar, de-
bido a su fragilidad.
De entrada debemos aclarar que todo lo que escribió Dostoievski entre
1846 y 1848 no puede compararse con la perfección alcanzada en Pobres
gentes. En realidad, en el momento en que es hecho prisionero, en general se
le consideraba un escritor que lamentablemente no había sabido mantener-
se a la altura de lo que se esperaba de él cuando publicó su primera obra.
Por supuesto, esta opinión prevaleciente era injusta, aparte de falsa; pero no
es tan extemporánea como pudiera parecer a primera vista. Entre 1846 y
1848, Turgueniev publicó muchos cuentos incluidos en Relatos de un caza-

.. 385
dor; Herzen escribió ¿Quién tiene la culpa? y una serie de excelentes cuentos
cortos; Goncharov hizo un impresionante debut con Una historia común,
seguido de un capítulo tomado de la novela que estaba escribiendo, El sue-
ño de Oblomov, y aún no hemos mencionado las dos novelas de Grigoróvich
sobre la vida campesina, Antón Goremika y La aldea, ni Polinka Sachs, de
A. V. Druzhinin, que levantó el estandarte de la emancipación femenina.
Comparadas con esta colección de obras, las publicaciones de Dostoievski
parecían realmente insignificantes; además, la obra más extensa con la que
contaba para reconquistar su fama entre el público lector, Netotchka Nezvá-
nova, nunca se completó , debido a su detención.
No cabe duda de que parte del problema de Dostoievski era su situa-
ción de estrechez económica, que lo obligaba a una producción demasiado
rápida. En parte , se debía también a su inquietud y ambición artísticas ,
que lo impelieron a abandonar el naturalismo sentimental y, después del
triunfo de Pobres gentes, a lanzarse, con paso tambaleante, hacia lo que al
parecer era una fascinación malsana respecto de los trastornos mentales y
hacia exploraciones líricas del tema del Mechtatelnost (marginado). Ahora
no tenemos ninguna dificultad en comprender que Dostoievski estaba ex-
perimentando con estilos y tipos caracterológicos que posteriormente ha-
bría de fusionar de una manera magistral. Pero, en su tiempo , era fácil
pensar que , en comparación con otros jóvenes escritores que marchaban
hacia la cúspide de su creación, Dostoievski simplemente había perdido el
rumbo.

La siguiente obra importante de Dostoievski , publicada inmediatamente


después de Pobres gentes, fue El doble. En mayo de 1845, mientras daba los
retoques finales a su primera novela , le dice a Mtjaíl que ya tiene "muchas
ideas nuevas" 1 para otras obras; y es probable que entre ellas estuviera la
concepción inicial de El doble. A partir de otras referencias que figuran en
cartas , sabemos que analizó la novela (como llamaba a este cuento largo)
durante el verano de 1845, y que se puso a trabajar seriamente en ella en
el otoño. En una carta de octubre de 1845, parodiando la manera de ha-
blar del personaje principal, le informa a Mijaíl que "Yakov Petróvich Golyad-

1
Pisma, vol. 1 (8 de mayo de 1845), p 78 .

386 .... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMI ENTO


hin ... [es] un bribón, ¡un terrible pícaro! Está decidido a no terminar su
carrera antes de mediados de noviembre. Así se lo ha aclarado a Su Exce-
lencia y, llegado el caso (¿y por qué no7) , está dispuesto a presentar su re-
nuncia". 2 Pero, como llegaría a ser normal en Dostoievski, el trabajo se
prolongó más de lo esperado , de modo que aún lo estaba revisando a fines
de enero de 1846, cuando faltaban pocos días para que saliera publicada la
versión para la revista.
No son difíciles de distinguir los orígenes de la novela, tanto en la vida
personal de su autor como en la tradición literaria. Resulta interesante lo
que dice en una carta refiriéndose a Netotchka Nezvánova, en la cual seña-
la que esta proyectada novela "será también una confesión, como Golyadkin,
pero en otro tono y estilo".3 Es una observación con cierta autocrítica que
nos recuerda a Golyadkin, debido a las quejas de Dostoievski respecto de
la imagen que otros tienen de él. "Soy ridículo y odioso, y siempre sufro
por las conclusiones injustas respecto de mí." 4 Como su personaje, tam-
bién Dostoievski sufre de "alucinaciones", que acaso incluían fantasías pa-
recidas a las de Golyadkin, y su timidez es casi anormal. A partir de la ob-
servación que ya hemos señalado de Belinski a Annenkov, de que, como
Rousseau, Dostoievski también estaba "absolutamente convencido de que
todo el mundo lo envidia y persigue", sabemos que tenía bastantes sínto-
mas de la paranoia del señor Golyadkin.
Sin embargo, en el autorretrato de El doble, estos aspectos constituyen
un solo elemento en su composición; los demás corresponden a la propia
obra anterior de Dostoievski, y a influencias literarias externas. En primer
lugar, existe una evidente continuidad entre el carácter de Devushkin y el
de Golyadkin. En uno de los momentos decisivos de Pobres gentes -cuando
Devushkin, en un estado de total desesperación, es llamado por el gene-
ral- se describen sus sentimientos de la siguiente manera: "El corazón
comenzó a estremecerse dentro de mí, y yo mismo no sé por qué estaba
tan asustado; sólo sé que me encontraba en un estado de terror que jamás
había sentido en toda mi vida. Me quedé clavado en mi asiento ... como si
nada ocurriera, como si no fuera yo" (I: 92). Esta reacción de terror origina
la división de la personalidad de Golyadkin y la aparición del doble: el
proceso interno adquiere realidad dramática .
2
Ibid. (8 de octubre de 1845), p. 81.
3
lbid. (enero-febrero de 184 7), p 108.
4
Idem.

EL DOBLE .... 387


Así pues, Pobres gentes es la fuente literaria más obvia de El doble. Pero
existen algunas otras más que deben mencionarse. El empleo que hace
Dostoievski del recurso del Doppelganger (el doble) vincula a esta nueva
novela con E. T. A Hoffmann; y ya se han estudiado perfectamente las
posibles relaciones entre El doble y varios prototipos hoffmannianos. 5 Pero,
más importante que la influencia directa del autor alemán, es la asimila-
ción por parte de Dostoievski de los hoffmannianos rusos y que le llega a
través, sobre todo , de los escritos de Gógol. Según V. V. Vinográdov, el
tema de El doble consiste en "una transformación naturalista de los 'dobles'
románticos del hoffmannismo ruso, 6 al parecer análoga a la transmutación
naturalista de la novela epistolar sentimental que podemos observar en
Pobres gentes. No obstante, El doble es mucho menos original a este respec-
to". En efecto, el propio Gógol -para no mencionar a otros- ya había
iniciado este proceso de "transformación naturalista", y Dostoievski lo úni-
co que hace es avanzar un paso más.
Golyadkin se enamora de la atractiva Clara Olsufyevna, como en Dia-
rio de un loco, de Gógol, Propishchin, de la hija de su jefe de la oficina. La
joven dama le presta la misma atención que a los muebles del despacho de
su padre, y el desdeñado Romeo acaba en un manicomio , absolutamente
convencido de ser el rey de España. En otro cuento de Gógol, La nariz,
este insustituible órgano del olfato se desprende de la cara del asesor cole-
giado Kovaliov (quien prefiere el título militar de mayor o comandante) y
sale volando por la ciudad luciendo el uniforme de un rango mucho más
elevado, ante los azorados ojos de su anterior dueño. En ambos relatos se
utiliza la misma técnica del grotesco fantástico , combinado con temas so-
ciales del tipo que encontramos en Dostoievski, quien evidentemente tra-
bajaba en la misma tradición.
Estos dos cuentos no son las únicas fuentes gogolianas de El doble,
pues el propio Dostoievski es el primero en establecer la relación entre su
nueva obra y Las almas muertas. "Golyadkin es diez veces mejor que Pobres
gentes", le dice lleno de júbilo a Mijaíl el día en que aparece publicada su
nueva obra. "Ellos [Belinski y la Pléyade] dicen que, después de Las almas

5
El estudio más reciente es el de Natalie Reber, Studien zum Motiv des Doppelgangers bei Dos-
toevskij und E. T. A. Hoffmann (Giessen, 1964); también Charles Passage, Dostoevsky the Adapter
(Chapel Hill , Carolina del Norte, 1954). El libro de Passage está viciado por la idea que ya insi-
núa en el título de su obra: que lo único que hizo Dostoievski fue "adaptar" a Hoffmann.
6
V. V. Vinogradov, Evolutsia Russkogo Naturalizma (leningrado, 1929), p. 2 14.

388 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


muertas, nada parecido se ha visto en Rusia ... Sé que te gustará incluso
más que Las almas muertas. "7 Con toda intención, Dostoievski le pone al
original de su novela el subtítulo Las aventuras del señor Golyadkin, que nos
recuerda la obra Las aventuras de Chichikov, de Gógol. Este último autor
escribe un relato épico-burlesco de las "aventuras" de Chichikov al tratar
de mejorar de posición en el mundo, y lo mismo hace Dostoievski con el
señor Golyadkin. No se ha prestado la debida atención a la relación que
existe entre El doble y Las almas muertas porque , cuando Dostoievski revisó
el cuento , diecinueve años después, eliminó todas las huellas de dicha vin-
culación. Pero la mejor manera de comprender El doble es considerarlo
como un esfuerzo de su autor por reelaborar Las almas muertas en su pro-
pio lenguaje artístico , como ya lo hiciera antes con El capote.
Sin embargo , el efecto que obtiene es absolutamente distinto en ambos
casos, a pesar de corresponder al mismo afán artístico por ahondar en la
psicología de los personajes de Gógol y presentarlos desde dentro. Golyad-
kin es una mezcla de la timidez y pusilanimidad de Propishchin y de la
"ambición" de Chichikov; pero el descenso a su vida interior, el acerca-
miento de la visión , no inspira simpatía ni compasión. El tono épico-bur-
lesco tomado de Las almas muertas, que Gógol emplea con fines de gran
sátira social, ahora se aplica a un mundo reducido al plano de la farsa de
vodevil un poco desteñida; la aventura picaresca incluye la búsqueda , ni
siquiera de una gran fortuna , sino de un puesto oficinesco apenas un poco
más elevado, y la aceptación dentro del círculo encantado de una jerarquía
burocrática corrupta. Dostoievski parte, una vez más, de un modelo gogo-
liano , e intensifica su efecto; pero, en este caso , su finalidad no es resaltar
más inequívocamente el elemento "humanitario" del original, sino reforzar
la aguda percepción de Gógol de los efectos grotescos que ejercen sobre el
carácter el estancamiento moral y la inmovilidad social. El resultado es una
nueva síntesis de elementos gogolianos, lograda no mediante el sentimen-
talismo, sino gracias a una profundización de la fantasía hoffmanniana, y
que se transforma en una auténtica exploración de las circunstancias que
determinan el proceso de la locura. De esta manera, Dostoievski acentúa el
aspecto humanamente trágico de las frustraciones psicosociales que , en
el caso de Gógol, son presentadas todavía en un tono relativamente amable
y mucho menos dramático.

7 Pisma, vol. 1 (1° de febrero de 1846), p. 8 1.

EL DOBLE ~ 389
3

En El doble se nos presentan una vez más esa misma atmósfera chinovnik y
el mismo mundo de la burocracia de San Petersburgo que aparecen en El
capote y Pobres gentes. Pero Golyadkin ya no vive como Akaki Akakiévich
al borde de la miseria, ni como Devushkin, a punto de ser destituido. Por el
contrario, tiene departamento propio y un sirviente (no vive, por lo tanto,
en un "rincón" detrás de un biombo); además, acumuló algunos ahorros
que guarda consigo para deleitarse de vez en cuando en la seguridad que
le proporciona ese dinero. Aunque no ocupa un puesto muy elevado den-
tro del escalafón burocrático, con todo, es ayudante del principal emplea-
do de su oficina. Al comenzar el relato, ha alquilado un coche, le compró a
su sirviente Petrushka una librea, y se prepara a irrumpir en la fiesta de
cumpleaños de Clara Olsufyevna, a la cual, con toda intención, no fue in-
vitado.
En otras palabras, el señor Golyadkin ascendió en la escala social lo
suficiente, al menos en su propia estimación, para aspirar a trepar un poco
más alto; su enfermedad ya no es la miseria, sino la "ambición". Dostoiev-
ski abandona la relación establecida en Pobres gentes entre la pobreza de
Devushkin y su lucha por conservar la dignidad, y ahora hace hincapié en
este segundo tema. Su atención, que ahora se vuelve hacia el aspecto inter-
no y psicológico , se concentra en el esfuerzo de Golyadkin por autoafir-
marse, lo cual inevitablemente lo lleva a una confrontación con las rigide-
ces del orden social. El tema es, en este caso , las deformaciones internas
que sufre el individuo causadas por dicho sistema social; el hecho de que,
para citar su folletín, Golyadkin "enloquece de ambición, a la vez que la des-
precia e incluso sufre por estar casualmente enfermo de una cosa tan tonta
como la 'ambición'" .
Los primeros capítulos de El doble describen magistralmente el desdo-
blamiento de la personalidad que sufre Golyadkin hasta quedar totalmente
separada en dos entes independientes. Por una parte, Golyadkin aspira a
una posición social más elevada y a una imagen más halagüeña de sí mis-
mo. A ello se deben el coche, la librea, la simulada compra de muebles
elegantes como si fuese un novio; incluso el detalle, de extraordinario
acierto, de cambiar sus billetes por papel moneda de menor denomina-
ción para tener una billetera más abultada. Su pretensión al amor de Clara
Olsufyevna no es la causa sino sólo una expresión de su afán de ascenso

390 <111 EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


social y de satisfacción personal. En un pasaje que figuraba en la versión
original de la novela , se describen algunas de las fantasías de autoengran-
decimiento de este personaje. Al señor Golyadkin, escribe Dostoievski, "le
encantaba fraguar de vez en cuando ciertas fantasías románticas sobre su
persona; le gustaba, por ejemplo, imaginarse como el héroe de la novela
más ingeniosa; fantasear que era protagonista de intrigas; que se metía en
dificultades, y que al final triunfaba de todos los obstáculos , salía con ho-
nor de todos los problemas , y magnánimamente perdonaba a sus enemi-
gos" (1: 335) . El señor Golyadkin, pues, en un principio tenía característi-
cas de Don Quijote o, si se prefiere , de Walter Mitty.
Todo esto formaba parte de la estructura épico-burlesca que original-
mente tuvo la novela, y que fue eliminada en la versión que todos conoce-
mos. Por ejemplo: cada capítulo iba precedido de una serie de frases des-
criptivas destacando , en parodia, en un formato que comenzó con Don
Quijote, la acción de dicho capítulo. "Del despertar del consejero titular
Golyadkin", leemos en el primer capítulo. "De cómo se vestía y se ponía en
marcha. De cómo se justificaba ante sus propios ojos, y luego llegaba a la
correcta conclusión de que lo mejor era actuar con audacia y temeridad ,
aun cuando no sin nobleza. De dónde, finalmente, el señor Golyadkin lle-
gaba para hacer una visita" (I: 334). Esta parodia del estilo heroico o épico
se complementa, en el último capítulo, que no sufrió cambio, con otra pa-
rodia de la intriga romántica de la típica novela sentimental de aventuras,
con sus amantes que logran fugarse burlando la vigilancia de padres estric-
tos, y Golyadkin desempeñando el papel de seductor renuente.
Así pues, la mitad de su personalidad desdoblada imagina que es un
héroe capaz de todas las conquistas; pero la otra mitad sabe perfectamente
que es incapaz de desempeñar ese papel, porque, en realidad, es tímido
como un ratón. Se hunde en el asiento de su coche para no ser visto por
dos jóvenes compañeros de oficina en la calle, y prácticamente queda pe-
trificado cuando es alcanzado por el elegante droshhy de su jefe, Andrei
Filippóvich. Su reacción ante este suceso desencadena el mecanismo psí-
quico - el mismo que ya hemos visto en Devushkin- que pronto provo-
cará la aparición del doble. '" ¿Saludar o no? ¿Llamarle o no? ¿Reconocerle
o no?', se preguntaba nuestro héroe con angustia indescriptible . 'O fingir
que yo no soy yo, sino alguien que tiene un parecido asombroso conmigo,
y mirar como si nada ocurriera. Simplemente, no soy yo, no yo .. . y eso es
todo"' (1: 113). Golyadkin padece de una patética incapacidad para de-

EL DOBLE ~ 391
sempeñar el papel que desea, y sólo puede escaparse eludiendo toda res-
ponsabilidad mediante ese mecanismo; pero en el momento en que Andrei
Filippóvich desaparece, vuelve a salir a la superficie el conquistador inven-
cible. "Entonces, al recordar de pronto a qué grado de confusión se había
dejado arrastrar, nuestro héroe enrojeció de ira, frunció el ceño y lanzó
una enfurecida mirada de desafío al extremo delantero del coche; una mi-
rada calculada para reducir a cenizas a todos sus adversarios" (ibid.).
Desde el comienzo mismo se advierte que, a pesar de su pretendido
heroísmo, el señor Golyadkin no emprendió su viaje hacia la aventura con
ánimo ligero y festivo. Hay motivos para sentirse abatido y confuso, algu-
nos de los cuales salen a la luz cuando visita a su médico alemán, Krestyan
lvanóvich Rutenspitz. Un joven rival, sobrino de Andrei Filippóvich, fue
ascendido en la oficina al puesto a que aspiraba Golyadkin, y ya es el pre-
tendiente a la mano de Clara con las más auspiciosas ventajas para obtenerla.
Hace apenas uno o dos días que, al no poder refrenar su disgusto ante esos
frustrantes acontecimientos , el señor Golyadkin armó un escándalo, mos-
trando públicamente su hostilidad hacia su rival y su influyente tío. Como
si esto no bastara, se enteró, además, de que corrían rumores sobre cierto
vergonzoso enredo amoroso con una alemana , dueña de una pensión en la
que por un tiempo vivió el señor Golyadkin. Al iniciarse la novela, lo vemos
hacer esfuerzos desesperados por borrar de su mente esos dos episodios
perturbadores, y con lógica típicamente paranoica ya ha logrado transferir-
los a la idea de que lo persiguen, y de que sólo él es sincero, honrado yac-
túa de frente y sin ocultamientos. Así pues, la escena con el médico sirve de
trasfondo de la acción para mostrar que el comportamiento del señor Gol-
yadkin es inequívocamente anormal, y hace que el personaje exteriorice
todo el patetismo de su drama interior en el momento en que se deja vencer
por el abatimiento y se pone a llorar.
Sus esfuerzos por conseguir una invitación para la fiesta de cumple-
años de Clara precipitan la crisis de Golyadkin. Los esplendores de esa ce-
lebración son descritos por el narrador mediante un estupendo estallido
de sarcasmo gogoliano, que subraya la ridícula mediocridad de esa esfera
social por la que suspira el señor Golyadkin. "¡Ah, si yo fuese un poeta!
Desde luego, como Homero, como Pushkin, quiero decir, porque nadie
con menos talento se atrevería ... entonces, seguramente yo podría pintar
para vosotros, ¡ah, mis queridos lectores! , los prodigios de ese glorioso día
con pincel ligero y colores brillantes", etc. (I: 128). Vale la pena que nos

392 .... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


detengamos un poco a analizar este pasaje porque, aparte de ser una mues-
tra excelente de la destreza retórica de Dostoievski, tiene también cierta
importancia temática. En efecto , en medio de ese derroche de floreos y de
fras es que se contradicen entre sí , el narrador dice con toda claridad que
ese grupo al que se le prodigan tantos elogios en realidad es un foco de
soborno y corrupción. El benemérito Olsufy lvanóvich, padre de Clara y
patrón de Golyadkin, "es un robusto viejo y consejero privado, quien per-
dió el uso de las piernas en sus largos años de senicio, y cuya devoción el
destino recompensó con inversiones , una casa, algunas fincas no muy
grandes, y una bella hija'', etc. (1: 129). Vladimir emionóvich, el rival del
señor Golyadkin, inspira la siguiente obsen-ación: .. Todo en ese joven
hombre ... desde sus lozanas mejillas hasta u cargo de asesor, parece pro-
clamar casi a gritos las cimas a las que puede ele\'arse el hombre gracias a
la moralidad y a los buenos principios" (1: 130).
Comparado con esos empedernidos réprobos , el señor Golyadkin es
un dechado de inocencia y virtud.
Es a raíz de haber sido ignominiosamente excluido de esa reunión de
gentes tan prestigiosas, cuando se materializa el doble. Su aparición está
precedida por otra pieza retórica de ambientación; una parodia del estilo
de la novela histórica. "Sonaban las campanadas de medianoche en los re-
lojes de todas las torres de San Petersburgo cuando , fuera de sí, el señor
Golyadkin se escurrió en el muelle Fontanka", etc. (1: 138). Se nos dice,
explícitamente, que el doble hace su aparición en escena en el preciso mo-
mento en que "mataron al señor Golyadkin ... lo mataron por completo,
en el sentido cabal de la palabra" (ibid.). Cuando su borrosa figura asoma
por primera vez saliendo de la oscuridad de la tormentosa noche, es indu-
dable que el doble parece ser un fenómeno puramente psíquico. Pero hay
ciertas escenas (como las que ocurren en la oficina) en las cuales la presen-
cia de un doble con existencia propia es confirmada por otros personajes.
Deliberadamente, Dostoievski deja al lector en un estado de incertidumbre
respecto de cuántos de los sucesos narrados no serán fantasías fraguadas
por las alucinaciones y la creciente pérdida de la conciencia objetiva que
sufre el señor Golyadkin. Aunque no se aclara la naturaleza psíquica o ma-
terial del doble, en cambio no caben dudas respecto de su función: sirve
para enfrentar al señor Golyadkin con todo lo concerniente a sí mismo y a
su situación, cuyo espectáculo le resulta insoportable. Esta situación ha
sido causada por su osadía social, por las maliciosas murmuraciones sobre

EL DOBLE .. 393
el vulgar pecadillo que cometió en su pasado, y por el miedo a las conse-
cuencias de haber insultado a sus superiores. La relación de Golyadkin
con su doble remeda una u otra de estas tres facetas de su posición frente a
sí mismo y a su mundo, y en ocasiones varias de ellas se entremezclan en
una combinación de elementos que se van acoplando y yuxtaponiendo
con una delicadeza y perfección magistrales.

Los primeros cinco capítulos de El doble describen las "aventuras" del se-
ñor Golyadkin al tratar de afirmarse en el mundo real. El resto, que inicia
una nueva secuencia, describe su infructuosa lucha por impedir que su
doble lo desplace en todo momento y su final hundimiento en la demen-
cia. Al principio , el doble se muestra respetuoso , insinuante, obsequioso, y
le suplica al señor Golyadkin que lo proteja. Este comportamiento acaso
tiene el propósito de recapitular el comienzo de la propia carrera del señor
Golyadkin, cuando debió actuar de manera similar. La triste historia que
cuenta el doble acerca de un pasado de pobreza y humillaciones puede
interpretarse como un panorama retrospectivo de la propia vida de Golyad-
kin. La posición subordinada del doble expresa el estado de relativa con-
fianza en sí mismo alcanzado por el señor Golyadkin, y que le ha permitido
alimentar su "ambición". Pero cuando el doble consigue ganarse subrepti-
ciamente la confianza de Golyadkin y enterarse de todos sus secretos, lo
traiciona (como lo hizo el propio Golyadkin con sus superiores mediante
su insubordinación), y entonces comienza a representar las confusas espe-
ranzas y temores del señor Golyadkin.
El doble consigue todos aquellos triunfos en la oficina que habría que-
rido obtener el señor Golyadkin, lo somete a constantes humillaciones alu-
diendo a su enredo amoroso con la cajera alemana ("'él es nuestro Faublas
ruso, caballeros; permítanme presentarles al joven Faublas', cantaba con
voz aflautada el señor Golyadkin hijo , con su característica insolencia"), se
entiende a la perfección con Clara Olsufievna , y desconcierta y frustra al
verdadero señor Golyadkin de todas las maneras posibles (I : 195). Algu-
nos episodios tienen exclusivamente carácter bufonesco ; por ejemplo,
cuando a escondidas el doble consume diez pasteles, lo cual obliga a Gol-
yadkin -quien sólo comió uno- a pagar por once pasteles, y a soportar

394 .. EL CAMINO AL AUTODESCUBRIM IENTO


la vergüenza de una reprimenda. Pero casi siempre el comportamiento del
doble es al mismo tiempo un reflejo de los deseos subconscientes reprimi-
dos del señor Golyadkin y la materialización de los subsiguientes senti-
mientos de culpabilidad.
A lo largo de la primera parte , la "ambición" del señor Golyadkin se
impone a sus sentimientos de inferioridad y culpa , y logra mantenerlos bajo
control. En el transcurso de la acción lo vemos tratando todavía, aunque sin
lograrlo, de afirmarse en un mundo que persistentemente lo rechaza. Sin
embargo, en cuanto aparece el doble , el proceso se invierte, y entonces ob-
servamos cómo Golyadkin se esfuerza por todos los medios posibles en
mostrarse como un subordinado dócil y obediente que acepta las órdenes
de las autoridades que rigen su vida, literalmente como si se tratara de la
palabra de Dios. En esta última parte de la obra las embestidas sociopsico-
lógicas de Dostoievski se vuelven más violentas. Golyadkin lucha para evi-
tar que se lo confunda con su doble, cuyo comportamiento querría emular
si no fuese porque le han enseñado a creer que es un comportamiento mo-
ralmente inadmisible. Desde luego que el doble es "un bribón", y que, por
el contrario, el verdadero Golyadkin es "honrado, virtuoso, manso, apacible,
libre de malicia, en quien siempre se puede confiar en cuanto a su trabajo,
y digno de ser ascendido .. . pero ¿qué ocurriría si .. . qué sucedería si llega-
ran a confundirse/" (I: 172). Ante la posibilidad de sustitución, el señor
Golyadkin acusa a su doble de ser "Grishka Otrepeev" -el famoso falso
pretendiente al trono de los auténticos zares en el siglo xvn-, introduciendo
así el tema de la impostura , que tan importante llegaría a ser más adelante
para Dostoievski (con su reminiscencia de Boris Godúnov) pero que resulta
tan incongruente dentro de este contexto .
A medida que aumentan los sentimientos de peligro que acosan al se-
ñor Golyadkin a causa de las intrigas y maquinaciones de su doble, más
dispuesto se siente a rendirse, a retroceder y a entregarse a la misericordia
de las autoridades para que ellas lo ayuden y protejan. Incluso está decidi-
do a admitir que acaso realmente sea "un andrajo sucio y apestoso", aun-
que sin duda es "un andrajo que posee ambición . . . Un andraj o que tiene
sentimientos y sensaciones" (I : 168-169). Las frases iniciales que brotan de
sus labios abundan en lemas propios de la moralidad oficial de obediencia
absoluta fomentada por la autocracia paternal. "Yo, como quien dice, con-
sidero a mi benévolo superior como a un padre y ciegamente le confío mi
suerte a él", le dice a Andrei Filippóvich en sus desesperados esfuerzos por

EL DOBLE ~ 395
"desenmascarar al impostor y truhán que está ocupando su lugar". "Al de-
cir esto la voz le tembló , y dos lágrimas se desprendieron de sus pestañas"
(1: 196) . En el momento en que representa el papel de su doble, "con una
imperceptible sonrisita" dice Golyadkin en la importante secuencia onírica
del capítulo x: "¿Para qué sirve la fu erza de carácter? ¿Cómo podríamos tú
y yo, Yakov Petróvich, tener fuerza de carácter:> . .. " (1: 185).
Este deprimente proceso de la capitulación del señor Golyadkin se ale-
gra un poco cuando, en los capítulos finales , cree haber recibido una carta
de su amada Clara, en la que ella lo cita para fugarse . Puesto que Propish-
chin podía leer la correspondencia deliciosamente parlanchina e indiscreta
de los dos perros Magdie y Fido en el Dimio de un loco, no hace falta espe-
cular, como lo han hecho tantos comentaristas, acerca de la categoría on-
tológica de la misiva que representa los deseos íntimos del señor Golyad-
kin. ¿O es acaso realmente la representación de esos deseos? Algunos de
los momentos más auténticamente divertidos de la novela ocurren cuando
el señor Golyadkin se refugia de la lluvia debajo de una pila de madera, y
espera sentado en el patio de la casa de Clara a que ella acuda al supuesto
lugar de su cita amorosa, mientras que a la vez se rebela interiormente
contra semejante rompimiento injustificable de las normas de la conducta
decente.

El buen comportamiento , madame -de este tenor son sus reflexiones-,


significa quedarse en casa, honrando a vuestro padre, y sin pensar prematu-
ramente en novios. Los pretendientes vendrán en el momento oportuno, ma-
dame, así es ... Pero, para empezar, permítame decirle como amigo que las
cosas no se hacen de esta manera y, en segundo lugar, que yo le daría a usted,
y a sus padres también, una buena paliza por permitirle leer libros franceses,
porque esos libros no le enseñan nada bueno [I 221].

La versión original de El doble concluye casi en seguida de que el señor


Golyadkin es llevado en un coche por su médico, Krestian Ivanóvich,
quien súbitamente se transforma en un personaj e demoniaco y ... ¡pero
quedamos suspendidos en el aire! La obra se interrumpe al llegar a este
punto con una frase de ligereza irrespetuosa y de indecisión típicas de Gó-
gol: "Pero aquí, caballeros, concluye la historia de las aventuras del señor
Golyadkin" (I : 43 1).

396 ..,. EL CAM INO AL AUTODESCUBRIMIENTO


5

La lucidez fascinante de la descripción que hace Dostoievski de una con-


ciencia acosada por sentimientos obsesivos de culpa, y que termina por
zozobrar en la demencia, fue reconocida desde el momento mismo en que
apareció publicado El doble. Cuanto ocurre en la novela resulta suficiente-
mente comprensible en líneas generales , pero respecto a la interpretación
de su significado aún continúa la controversia. ¿Representa el doble del
señor Golyadkin -como lo expresa un crítico soviético- "las cualidades
más despreciables y degradantes de su espíritu ..? ¿O acaso , como lo afirma
otro crítico, el doble representa sólo una imagen alucinatoria de las fuerzas
sociales exteriores que amenazan la existencia de Golyadkin como indivi-
duo ?9 Considero imposible optar por alguna de estas posibles interpreta-
ciones, porque si la existencia de Golyadkin está amenazada desde el pun-
to de vista social, ello se debe precisamente a haberse atrevido a afirmarse
de una manera que , en efecto, nos revela algo sobre su espíritu (o su sub-
consciente).
Sin embargo, estas diferencias de opinión surgen porque resulta autén-
ticamente difícil señalar con precisión el centro o meollo moral de El doble.
Por ejemplo: no es posible identificarse empáticamente con Golyadkin
tanto como con el bondadoso y abnegado Devushkin. Aunque sólo tomá-
ramos en cuenta la índole de su "ambición" tal como se manifiesta a través
de su doble, difícilmente la consideraríamos como una cualidad que Dos-
toievski querría vernos aprobar incondicionalmente, como nos lo da a en-
tender con diáfana claridad mediante la persistencia del tono burlón de su
estilo narrativo. A la vez, el crítico radical del decenio de 1860-1869 , N.A.
Dobrolyubov, tiene indudablemente razón cuando define a Golyadkin
como uno de los primeros "personajes pisoteados" de Dostoievski que lu-
cha desesperadamente por afirmar su dignidad e individualidad dentro de
una jerarquía social que se niega a reconocer su derecho al lujo de tener
ese tipo de sentimientos. 10 Pero, ¿cómo podemos reconciliar la ironía de
Dostoievski con su compasión?
Ya hemos indicado de pasada una de las posibles maneras de enfocar
8
G. M. Fridlender, Realizm Dostoevskogo (Moscú /Leningrado , 1964), p. 70.
9
F. Evnin, "Ob Odnoi Istoriko-Literaturnoi Legendy", Russkaya Literatura, núm. 2 (1965),
pp. 3-26.
10 Véase su influyente artículo "Zabytye Liudi", en DRK, pp. 58-94.

EL DOBLE ~ 397
este problema. A pesar de las múltiples burlas de que hace objeto a Golyad-
kin, Dostoievski es aún mucho más sarcástico cuando se refiere a esas
encumbradas cimas del reino burocrático que lo deslumbran como su
ideal inalcanzable. Esas eminencias están evidentemente corruptas hasta los
huesos, y carecen hasta de la más mínima conciencia moral de ser respon-
sables de la desgraciada situación en que se encuentra Golyadkin. 11 Cuan-
do menos, él verdaderamente cree en la piadosa moralidad oficial a la cual
el resto del mundo alaba de dientes para afuera, y por otra parte, su lucha
con el doble constituye un esfuerzo para impedir que esa moralidad sea
traicionada. Al tratar de derrotar al doble, en realidad Golyadkin pugna
por vencer sus propios impulsos de subvertir aquellos valores que presu-
miblemente comparten sus superiores oficiales. Quizá es esto lo que quiso
significar Valerian Maikov cuando dijo que Golyadkin sucumbe "al tomar
conciencia de la disparidad de los intereses particulares dentro de una so-
ciedad bien ordenada", a saber, cuando se da cuenta de que le será imposi-
ble afirmarse a sí mismo como individuo sin transgredir la moralidad que
han sabido inculcarle hasta el fondo mismo de su corazón, y que lo man-
tiene sometido.
No obstante , esta explicación es tan sólo parcial, pues deja sin respon-
der por qué Dostoievski se burla de Golyadkin. A este respecto, opino que
debemos remitirnos a un documento cuya relación con este punto no fue
tomada en cuenta hasta ahora: las observaciones que hace Dostoievski en
su folletín acerca del "egoísmo necesario". En dicho documento se afirma
que la vida en Rusia no ofrecía ninguna salida para que el ego pudiera afir-
marse de una manera normal, y que, por ende, los rusos no habían podido
desarrollar un sentido suficientemente afirmativo de su propia "dignidad
personal". * Este análisis contiene la exacta proporción de conmiseración y
de reserva crítica que introduce El doble: existe compasión hacia el deseo de
elevación que tiene Golyadkin, pero también un cierto desprecio por su
incapacidad para persistir en el combate y hacia la mezquindad de sus fi-
nes. La legítima indignación que suscitan en Dostoievski las circunstancias
frustrantes de la vida rusa no lo convierte en un determinista moral que
anhela absolver a sus víctimas de toda responsabilidad por su conducta.
11
En su artículo ya citado en la nota 9, Evnin presenta muy bien este punto , aunque inter-
preta la obra demasiado exclusivamente dentro de la tradición de Dobrolyubov, lo cual me im-
pide aceptar su concepción en conjunto .
·•· Véanse supra las pp. 307 y 308.

398 ... EL CAM INO AL AUTODESCUBRIMIENTO


En efecto, su descripción misma de un personaje como Devushkin da a
entender que el carácter no está totalmente plasmado por condiciones so-
ciales degradantes . En consecuencia, la obra dostoievskiana de este perio-
do contiene una desconcertante ambigüedad de tono, porque simultánea-
mente se presenta a un personaje como un ser oprimido por la sociedad,
pero a la vez censurable desde el punto de vista moral, por haberse rendi-
do demasiado abyectamente a las presiones de su ambiente.
Esta misma ambigüedad de actitud se refleja también en la técnica na-
rrativa de la historia que atrajo atención considerable por parte de la crítica
soviética. Tanto Bajtín como Vinográdov han señalado acertadamente que ,
si bien el narrador empieza como un observador que contempla la situa-
ción desde fuera, conforme avanza el relato se identifica cada vez más con
la conciencia de Golyadkin. 12 Más recientemente, se ha hecho hincapié
con igual acierto en que esta identificación nunca es total: el narrador se
mantiene a distancia al parodiar a Golyadkin, a pesar de utilizar el mismo
lenguaje de su personaje y de fingir que se ciñe al horizonte de Golyadkin. 13
Esta mezcla de identificación y chocarrería crea esa peculiar amalgama de
tragicomedia que resulta tan difícil de aceptar a la mayoría de los lectores
(a juzgar por la inclinación que muestran los críticos a leer la obra exclusi-
vamente desde una u otra perspectiva) , y que sin embargo traduce a la
perfección el propio punto de vista del autor.

Sabemos que las grandes esperanzas de éxito que puso Dostoievski en El


doble se desvanecieron rápidamente. La obra fue objeto de implacables ata-
ques por parte de la crítica , debido a dos razones principales. La primera,
simplemente porque -para citar al simbolista ruso Andrei Bely, a la vez
especialista en Gógol y admirador de Dostoievski- "El doble se parece a
un edredón de parches recortados de los temas , gestos y técnicas lingüísti-

12 M. Bajtín, Problemas de la poética de Dostoievshi (FCE, México , 1986), p 323; V. V. Vino-

grádov, op cit. , pp. 261 -267.


13
Véanse V. Terras, The Yottng Dostoevshy, 18-f6-18-f9 (La Haya, 1969), pp. 206-212; M.F.
Lomagin , "K Voprosu o Positsii A\·tora \" ·DYoinike' Dostoevskogo", Filologicheshie Naitlú ,
núm. 14 (1971), pp. 3-13 ; más recientemente, Wolf Schmid, Der Textaufbaii in den Erzahlttngen
Dostoevsliijs (Múnich, 1973), pp 85-146.

EL DOBLE ~ 399
cas de Gógol" M En este sentido , El doble adolecía del defecto de ser dema-
siado limitativo; pero, en otro sentido , era bastante original para que en su
época se le pudiera valorar plenamente. En efecto, las complejidades de la
técnica narrativa de Dostoievski planteaban un problema especial a los lec-
tores de su tiempo.
El doble es narrado por un observador exterior, quien poco a poco se
va identificando con la conciencia de Golyadkin hasta adoptar el lenguaj e
propio de su personaje. Su estructura lingüística contiene, pues , una ex-
tensa mezcolanza de frases estereotipadas, clichés, lemas, fórmulas de eti-
queta social y exclamaciones incoherentes que se repiten obsesivamente (y en
exceso), para mostrar las inquietudes y dudas de la psique perturbada del
señor Golyadkin. Se trata de una notable anticipación, inusitada para su
época, de los experimentos que realizó Joyce con el cliché en el capítulo
"Gerty McDowell", del Ulises, y de aquello que Sartre tanto admiraba en
John Dos Passos: la descripción de una conciencia totalmente saturada de
las fórmulas y de los lemas de su sociedad. Empero, el efecto en El doble es
una monotonía y un tedio que los lectores de Dostoievski no estaban aún
preparados para soportar, ya fuese en nombre de la verosimilitud sociopsi-
cológica o de la experimentación artística.
Además, aun cuando la técnica narrativa de Dostoievski, per se, ha de-
jado de ser un obstáculo para el lector moderno, la complejidad de su acti-
tud todavía plantea problemas de comprensión. Al aislar la confusión
mental de su personaje de toda presión social manifiesta, y al tratar, tanto
al protagonista como a su mundo , con pareja ironía demoledora , el autor
tiende a crear la impresión de que Golyadkin no es otra cosa que una per-
sonalidad patológica, y que sólo a él hay que culpar por sus problemas.
Hasta el propio Belinski, quien presumiblemente podía captar las implica-
ciones sociales de la psicología del personaj e tal como el novelista las ex-
plicó en su folletín, hace la observación de que pudo tener una existencia
menos insoportable , de no haber sido "por la enfermiza susceptibilidad y
suspicacia de su carácter", que fue "el demonio maléfico" de su vida .15 En
suma, lo único que hizo Dostoievski, según Belinski, fue describir un caso
de paranoia y de desquiciamiento mental, cuya importancia o cuyos valo-
res no logran trascender a los de cualquier historia clínica.
Este juicio establece la pauta para una interpretación de las primeras
1
• Citado en A. L. Bem, U lstolwv Tvorchestva Dostoevskogo (Praga, 1936), p. 143.
15
V.G. Belinski, "Petersburgskii Sbomik", en DRK, p. 27.

400 .... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


obras de Dostoievski (y de gran parte de su labor literaria posterior) que
predominó en la crítica rusa hasta finales del siglo pasado. En 1849, P. V.
Annenkov repite conceptos de Belinski, y acusa a Dostoievski de encabe-
zar una nueva escuela literaria (que incluía a su hermano Mijaíl y a But-
kov) especializada en describir "la locura por la locura misma". 16 Annenkov
criticaba acerbamente este gusto morboso (según su criterio) por la tragi-
comedia grotesca y bastante sensacionalista, a la cual no le encontraba nin-
guna finalidad seria o elevada. Semejante acusación era injusta , pues
cualquiera puede darse cuenta de que, examinados más atentamente , sus
personajes "anormales" y "patológicos" efectivamente tienen una impor-
tancia sociocultural. Pero quizá el error cometido por Dostoievski haya
sido confiar demasido en la capacidad del lector para captar las implicacio-
nes ideológicas de su psicología, y para comprender que las "anormalida-
des" de sus personajes tenían su origen en las presiones que ejercía la si-
tuación social rusa sobre la personalidad. El resultado fue una falta de
equilibrio artístico, que generó múltiples errores de interpretación e inter-
minables controversias entre los críticos.

Tan abrumadoramente hostil fue la reacción ante El doble, que Dostoievski


se vio acicateado a contemplar seriamente la idea de revisar esta obra casi
desde el momento mismo de su publicación. Pero su detención lo impidió,
de manera que sólo en el decenio de 1860-1869 pudo reanudar ese proyecto.
Sus cuadernos de notas contienen una serie de apuntes, más que para una
simple revisión, para una reelaboración completa de El doble, con los mis-
mos personajes e igual trama sentimental, pero con nuevos temas ideológi-
cos nacidos en este periodo posterior de su vida. Golyadkin se transforma-
ría en un radical, asistiría a una de las reuniones del círculo de Petrashevski,
"soñaría con llegar a ser un Napoleón, un Pericles, el dirigente de la rebe-
lión rusa", estudiaría ciencias y los principios del ateísmo ... y su doble de-
nunciaría las actividades de los radicales a las autoridades. 17 Estos apuntes
demuestran cómo comenzaba a madurar en la imaginación de Dostoievski
16
P. V. Annenkov, Vospominania i Kriticheskie Ocherki, vol. 2 (San Petersburgo, 1879), p. 23 .
17
Estas notas figuran ahora en I: 4 32-4 35; han sido traducidas en The Unpublished Dostoev-
sky, vol. 1, ed. Car! R. Proffer (Ann Arbor, Michigan, 1973), p. 15.

EL DOBLE ~ 401
la técnica del doble y a incorporar los grandes temas ideológicos que carac-
terizarían las obras que creó luego de regresar de Siberia . Sin embargo , fue
postergando su intención de volver a elaborar El doble -acaso porque el
mismo impulso creador ya se estaba canalizando hacia nuevas produccio-
nes- y fu e sólo en 1866, al concluir Crimen y castigo, cuando llevó a cabo
su revisión, dándole la forma que constituye la única versión que ha llegado
hasta nosotros.
En su mayoría, los retoques consistieron en suprimir muchas de las
repeticiones de vocablos y expresiones conversacionales que fueran el
blanco de tan copiosas críticas. 18 Más importante , empero , fue el hecho de
que también eliminó por completo el tono épico-burlesco. Tachó todos los
encabezamientos de capítulo, y el subtítulo original -Las aventuras del se-
ñor Golyadkin- fue sustituido por Un poema de San Petersburgo. Quedaba
así disimulada la vinculación estilística con Las almas muertas, acaso con la
intención de borrar todos los elementos de crítica social radical y los re-
cuerdos de Belinski que todavía permitían relacionar El doble con la novela
de Gógol. En efecto, el nuevo subtítulo, a la vez que no contradecía la obra
(ya que Golyadkin era un tipo de San Petersburgo), no resultaba compro-
metedor gracias a su vaguedad e imprecisión, aparte de la ventaja adicional
de ubicar dicha novela en el lugar exacto que le correspondía dentro de la
tradición literaria rusa iniciada por El jinete de bronce.
Otros cambios fueron: acortar la obra, quitándole un capítulo entero, y
simplificar la trama al suprimir casi todo el tema del doble como "Grishka
Otrepeev" -que en el original era mucho más extenso- , y también muti-
lando la parte que se ocupa del temor xenófobo de Golyadkin de ser en-
venenado por su ex casera alemana, quien, según él, se ha confabulado
con Krestyan lvanóvich, igualmente de origen germano. Estas mutilacio-
nes del texto original hacen que en su versión definitiva algunos pasajes
relacionados con este tema del envenenamiento resulten mucho más con-
fusos . En contraste, se refuerza el aspecto sociopsicológico central me-
diante un cambio, al final , que constituye una escalofriante confirmación,
no solamente de que Golyadkin está loco y de que será encerrado en un
manicomio, sino también de que continúa acosándolo su sentimiento de

18
Podrá hallarse un detallado estudio de estas revisiones en el artículo de P. l. Avanesov,
"Dostoevskii v rabote nad 'Dvoinikom'", en Tvorches kaya lstoria, ed. N. K. Piksanov (Moscú ,
1927), pp. 154-191.

402 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


culpa: "Obtienes gratuitamente habitación, leña, con luz y servicios , que
no mereces" (1: 229).
A pesar de su inconformidad respecto de El doble, Dostoievski persistía
en considerarla una novela de gran importancia. Al escribirle a Mijaíl en
1859 sobre sus planes para mejorarla y publicarla con un nuevo prefacio,
le dice: "¡Ellos [sus críticos] acabarán por darse cuenta de que es realmente
El doble' ¿Por qué habría yo de abandonar una idea tan grandiosa en cuan-
to a su importancia social y que yo fui el primero en descubrir y procla-
mar?" 19 Veinte años después, en el Diario de un escritor, confiesa que "mi
relato fue imperfecto"; pero continúa afirmando que "la idea era bastante
clara, y fue mi mayor aportación a la literatura. En cambio, fracasé rotun-
damente en cuanto a la forma del relato". 20 No se entiende muy bien qué
quiso significar Dostoievski con el término "forma", pero cabe la sospecha
de que estuviera refiriéndose al aspecto "fantástico"; a ese titubeante vaivén
entre lo psíquico y lo sobrenatural. El doble, como proyección imaginaria
derivada del delirio de Golyadkin, es un fenómeno perfectamente concebi-
ble; en cambio, como su imagen refractada con existencia propia y su mis-
mo nombre, resulta perturbador y misterioso. En lo futuro Dostoievski ja-
más volverá a mostrarse vacilante a este respecto : sus dobles serán
alucinaciones definidas, o bien lo que podríamos denominar "cuasidobles";
a saber, personajes con vida propia, pero que a la vez son una manifesta-
ción más visible de algún aspecto interno de otro personaje. Sin embargo,
no entraña dificultad alguna entender por qué Dostoievski atribuía tanta
importancia a la "idea" simbolizada en esta novela por el doble de su pro-
tagonista , pues representa aquellos aspectos reprimidos de su personalidad
con los cuales no quiere enfrentarse, y esta dicotomía interior entre la ima-
gen de sí mismo y la verdad -entre lo que una persona desea creer acerca
de ella, y lo que realmente es- constituye el primer atisbo, por parte de
Dostoievski, de un tipo caracterológico que con el tiempo llegaría a ser su
marca distintiva como escritor. Golyadkin es el antecesor de todas las gran-
des personalidades desgarradas que Dostoievski creó, que siempre , en las
escenas memorables de sus obras cumbres, se enfrentan con sus dobles o
cuasidobles, ya sea en la forma de otros personajes "reales", o bien de alu-
cinaciones. El parecido en lo concerniente a la estructura de la personali-
dad entre Golyadkin y sus sucesores - tales como el hombre del subsuelo,
19
vol. 1 (1 ºde octubre de 1859), p. 25 7.
Pisma,
20
DW (noviembre de 1877), pp. 882 y 883.

EL DOBLE ~ 403
Raskólnikov, Stavroguin e lván Karamazov- ha llevado a algunos críticos
a interpretar El doble como si todos los temas filosóficos y religiosos del
Dostoievski maduro ya estuvieran presentes en sus páginas.21 Pero se trata
de un anacronismo insostenible, pues el Dostoievski de los años cuarenta no
es el mismo de los dos decenios siguientes. En el caso de El doble, el marco de
referencia del autor es todavía exclusivamente sociopsicológico.
En su madurez, Dostoievski consideraba que el descubrimiento de este
tipo "subterráneo'', cuya primera versión es Golyadkin, era su mayor con-
tribución a la literatura rusa. En su opinión, este tipo representaba la situa-
ción real en que se encontraba la psique cultural rusa de su tiempo , irreme-
diablemente dividida entre ideas y valores opuestos e irreconciliables. En
esta primera etapa de su obra, los torturantes sentimientos de culpa que
acosan a Golyadkin a causa de sus modestas ambiciones, ponen al descu-
bierto el proceso de asfixia y de mutilación que sufre la personalidad al ser
sometida a una tiranía despótica. Más adelante, este tipo caracterológico
será utilizado para mostrar el efecto destructor que ejerce el ateísmo radical
importado de Occidente sobre lo que, para Dostoievski, constituía la idio-
sincrasia rusa , con su innata tendencia moral-religiosa, con su necesidad
instintiva de creer en jesucristo y en Dios. Así pues, los apuntes de Dostoiev-
ski para la reelaboración de El doble revelan el proceso, tanto de continui-
dad como de metamorfosis, entre sus primeras y posteriores creaciones. El
personaje prototípico descubierto en el decenio de 1840-1849, y que es
utilizado para difundir los ideales sociales progresistas de la escuela natura-
lista, se transmuta, en el Dostoievski maduro , en un arma para combatir la
ideología radical. Una posible conclusión respecto de todo lo dicho sería
que la génesis de este proceso se encuentra en la propia psicología del
autor. Pero no se trata de una conclusión definitiva, sino de una hipótesis
inicial para llegar a comprender la obra y el genio de Dostoievski.

21
Lamentablemente esta tendencia aparece manifiesta en el estudio , por otra parte clásico ,
de Dimitri Chizhevski, "The Theme of The Double in Dostoevsky", en Dostoevsky, ed. René
Wellek (Englewood Cliffs, Nueva Jersey, 1962), pp. 112-129.

404 .... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


XXI. Los grotescos de San Petersburgo

ALGUNOS otros cuentos que Dostoie\ ski creó en esa época fueron escritos
desde la misma perspectiva que El doble, y trataban de casi los mismos te-
mas conflictivos. En cada uno de ellos continúa su análisis de los efectos
patológicos que ejerce sobre la personalidad ese mundo de gigantescas
cancillerías y aterrorizados chinovniks, mundo típico de San Petersburgo ,
pero sin acusar en ningún momento, de un modo concreto, a ese ambiente
como responsable de las deformidades o anomalías que describe. Lo único
que consigue es provocar la confusión causada por El doble, y aumentar la
inconformidad por parte de los críticos en cuanto a sus obras y, presumi-
blemente, también de parte del público lector.
En rápida sucesión. después de El doble apareció El señor Projarchin,
con muy pocas probabilidades de permitir a Dostoievski recuperarse en
parte de sus menguadas finanzas. Es probable que este relato haya surgido
de uno de los proyectos en que Dostoievski menciona estar trabajando en
abril de 1846 para la antología que proyectaba editar Belinski. Habría de
titularse Un cuento acerca de cancillerías abolidas, y puesto que la posibili-
dad de perder su puesto enloquece al pobre señor Projarchin, es muy pro-
bable que dicho cuento sea un desarrollo de aquella idea. Escrito durante
el verano de 1846, El señor Projarchin apareció publicado en el número de
octubre de Noticias de la Pat1ia. Empero, antes de su publicación, fue muti-
lado por la censura. En una carta a Mijaíl, Dostoievski se queja de que
"toda vida en [este cuento] ha desaparecido. Lo que queda es tan sólo el
esqueleto de lo que te leí. Reniego de mi cuento" .1

1
Pisma, vol. 1 (17 de septiembre de 1846), p. 95.

~ 405
2

El señor Projarchin (irónicamente, el nombre recuerda a alguien que gasta


una cantidad exorbitante de dinero en comida) es una mezcla bastante pe-
nosa de farsa macabra con los temas mucho más desgarradores de la inse-
guridad y de la culpa. También en este campo, el relato se refiere a un po-
bre y esclavizado empleado de la categoría más baja, a quien, en el primer
momento, se describe de manera algo parecida al retrato de Akaki Akakié-
vich; es decir, como un personaje grotesco subhumano y carente en abso-
luto de sensibilidad. Toda su vida se la ha pasado cumpliendo puntillosa-
mente con sus insignificantes tareas en su escritorio, o tendido en su
apestoso colchón en la casa de huéspedes en la cual vegeta "sin hablar ni
tener ningún tipo de relación con nadie" (1: 246). Pero su existencia sufre
una transformación cuando una inesperada conmoción exterior -parecida
a la necesidad que tiene Akaki de adquirir un nuevo sobretodo- se intro-
duce repentinamente en su vida. Un nuevo grupo de jóvenes pensionistas
invade su hasta entonces tranquilo refugio, y el choque inevitable entre
esos jóvenes y el señor Projarchin precipita su ruina.
Los nuevos huéspedes, a varios de los cuales se les ponen cómicos
nombres gogolianos , son descritos en un tono narrativo de ironía fingida ,
cuya jocosidad forzada contrasta desagradablemente con la siniestra índole
de los acontecimientos reales.

Debemos señalar aquí que todos esos nuevos huéspedes de Ustinia Feodo-
rovna, sin excepción, eran como hermanos; algunos de ellos trabajaban en la
misma oficina; cada uno , por turno , perdía todo su dinero con los otros ju-
gando a los naipes , en acciones preferenciales y en el bixe; a todos les gustaba
un momento de parranda para gozar de lo que ellos denominaban "los mo-
mentos efervescentes de la vida", todos juntos; también eran aficionados a
discutir en algunas ocasiones sobre temas elevados, y a pesar de que al final
rara vez las cosas terminaban sin una disputa, sin embargo, en un momento
dado, todo el grupo dejaba de lado los prejuicios; de esa manera, no se per-
turbaba lo más mínimo la armonía general [I: 241].

En cambio, el señor Projarchin sí perturbaba la armonía general con su


silencio y su mal genio. El huésped que le había tocado de compañero ,
Mark Ivanóvich, "hombre inteligente y culto", diagnosticó , para satisfac-

406 ... EL CAM INO AL AUTODESCUBRIMIENTO


ción de todos, que su mal carácter no se debía "a nada más que a falta de
imaginación" (ibid.). Al parecer, ningún crítico ha notado la importancia
que tiene el tema de la "imaginación" en el cuento El señor Projarchin; pero
considero que es la clave para entender esta historia, bastante desconcer-
tante . En efecto, el propósito de Dostoievski es demostrar que el grotesco e
inhumano señor Prokharchin, en realidad es más "imaginativo" que todos
sus estúpidamente satisfechos detractores.
Con la sola excepción de un sondeo de su subconsciente, el señor Pro-
jarchin es presentado sólo de un m odo indirecto, a través de sus reacciones
grotescas e insultos ante las provocaciones de sus compañeros. El comen-
tario casual de que acaso esté "escondiendo" algo en la caja que guarda
debajo de su cama provoca, primero, un estallido de ira y, luego, una leta-
nía en la que repite hasta el cansancio que es "un hombre pobre" que tiene
que mantener a una "cuñada". Pero éste es tan sólo el comienzo, pues los
jacarandosos bons vivants (epicúreos) toman por costumbre atormentarlo
adrede con toda suerte de cuentos y rumores , de que para conservar su
empleo le exigirán nuevos requisitos que el pobre hombre no podrá satis-
facer de ninguna manera . El señor Projarchin termina por enloquecer, por
"parecer más la sombra de lo que pudo ser un ser racional", y por último
- luego que su superior inmediato en la oficina, asustado por su extraña
conducta, le llama la atención con una reprimenda- desaparece sin dejar
rastro (I: 243, 245).
Aunque no se cuenta paso por paso lo que le ocurre durante su fuga,
es posible reconstruirlo a partir de ciertos indicios y alusiones. Los hués-
pedes de la pensión se enteran de que se le ha visto mezclado entre la mul-
titud agolpada para ver un incendio y en compañía de un conocido "vividor
borracho'', un empleado despedido que, a raíz de ello, se convirtió en un
mendigo que desvergonzadamente se ha acostumbrado a vivir de la limos-
na y los sablazos. El señor Projarchin es traído de vuelta a la pensión en un
estado de total inconsciencia pero, misteriosamente, no a causa de la bebi-
da o de haber sido víctima de una golpiza . Mientras yace en su lecho, por
momentos delira, y entonces, con frases inconexas que responden a toda
una serie de imágenes también desarticuladas -algunas surgidas de su
pasado, y otras relacionadas con el incendio- y que atraviesan su cerebro
desquiciado, va revelando el secreto de su vida.
Estas imágenes son las de un compañero suyo de oficina, quien a du-
ras penas consigue alimentar a su numerosa familia, que lanza miradas de

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ~ 407


reproche a Projarchin mientras este último esconde su salario , y lo hace
sentirse responsable, hasta cierto punto , de su desgracia. Una anciana "cu-
bierta de andrajos y con destrozados zapatos de corteza" que sale a la calle
obligada por el incendio, gritando que "sus propios hijos la han echado, y
que en consecuencia ha perdido dos vasijas de cobre". Un campesino ,
quien trata de incitar a la multitud que observa el incendio en contra del
señor Projarchin, y que este último reconoce como un cochero a quien
él estafó hace cinco años "de la manera más cruel" . Es evidente que el in-
cendio , como amenaza visible de posible destrucción y despojo, agudizó al
máximo el sentimiento de inseguridad del señor Projarchin, que ya era
patológico , despertando en él, además, sus temores subconscientes de una
inminente venganza por parte del destino, a causa de sus malas acciones
pasadas. Al recuperar la conciencia, siente que su propia cabeza está "ar-
diendo". Se tira de la cama agarrado de "su precioso colchón", y sólo por la
fuerza consiguen arrastrarlo de nuevo hacia la cama (1: 250-251).
Los compañeros de pensión del señor Proj archin, que ya se han dado
cuenta de que el pobre hombre perdió el juicio debido a su conspiración
"juguetona o traviesa", se impacientan y exasperan al comprobar la inutili-
dad de sus esfuerzos por "razonar" con el enfermo. Nada podrá convencer-
lo de que su vida está segura, de modo que cuanto le dicen para tranquili-
zarlo él lo reinterpreta como una confirmación más de sus temores. Ni
siquiera el "vividor borracho", quien inesperadamente logra dominar al se-
ñor Projarchin diciéndole con tono severo: "Pórtate bien ... o de lo con-
trario, te dejo" , no consigue nada mediante la persuasión. Cuando le grita
que es un "librepensador", por creer que simplemente puedan despedirlo
sin ninguna causa , Projarchin emplea las palabras del otro para alimen-
tar su delirio de persecución: "Pues bien, con eso está todo dicho ... soy
humilde . Soy humilde hoy, lo seré mañana , y entonces de repente me
echan a patadas diciendo que soy un librepensador". La secuela es una re-
caída del señor Projarchin, quien, luego de desahogarse con un llanto
histérico, vuelve a hundirse en un estado de inconsciencia, "al punto que
llegaron a pensar en mandar llamar a un doctor" (1: 256, 258).
El cuento concluye con un episodio de farsa de terror. Aprovechando la
oscuridad de la noche, el "vividor borracho" y otro huésped asaltan el rin-
cón donde duerme el señor Projarchin , y comienzan a arrancar tiras de su
colchón, pero en medio de su faena quedan paralizados cuando el dur-
miente, después de lanzar un chillido escalofriante, rueda debajo de la

408 ... EL CAMI NO AL AUTODESCUBRIMI ENTO


cama. El enfermo muere durante el momento de confusión que sobreviene,
y cuyo significado se aclara sólo cuando empiezan a caer monedas de una
de las rasgaduras hechas en el colchón por los delincuentes . La cabeza del
señor Projarchin ha quedado hundida del otro lado de un travesaño de
madera de su cama, del cual asoman "sólo sus dos piernas huesudas, flacas,
azules, estiradas hacia arriba como dos ramas de un árbol carbonizado".
Pareciera como si más allá de la tumba siguiera protegiendo su apreciado
tesoro (descrito mediante una enumeración épica , que recuerda a un catá-
logo similar que figura en Eugenia Grandet). Luego, en un número típico de
sainete, cuando los dos ladrones se arrastran debajo de la cama para inves-
tigar la situación, se oye un fuerte cabezazo. Cuando le piden a Mark Ivanó-
vich , el "inteligente" del cuento, que explique por qué Projarchin no ha
depositado su dinero en el banco, responde con su acostumbrado aire de
gran conocedor de la psicología humana: "Era demasiado simplón, el po-
brecito, y no tenía suficiente imaginación". El narrador, en cambio, tiene un
concepto diferente del personaje: "Su rostro tenía una expresión de honda
reflexión, mientras que en sus labios apretados se dibujaba un gesto de im-
portancia o valor, que en vida nunca creyó, ni siquiera sospechó, tener".
Y los huéspedes de la pensión, reunidos alrededor de su lecho, tienen la
sensación de estar oyendo todavía los ásperos sonidos de su voz, como si
los amenazara con regresar a la vida (I: 260 , 262).

El señor Projarchin es un cuento difícil de interpretar, por una serie de


razones. En primer lugar, Dostoievski estaba decidido a ser lacónico , ha-
ciendo caso de las críticas de que fuera objeto El doble, en el sentido de
que era un relato demasiado largo y pesado. Así pues, es muy probable que ,
como lo sugirió Valerian Maikov, él mismo se haya impuesto límites que le
impidieron extenderse lo suficiente para desarrollar su tema. Además, si
fue verdad que los censores mutilaron su trabajo dañándolo en la medida
en que lo aseguraba el propio Dostoievski , entonces ello debió de contri-
buir considerablemente a aumentar los puntos oscuros o confusos que ha-
cen del cuento un verdadero rompecabezas. Por último , por lo que sabe-
mos, parece ser que Dostoievski se proponía algo casi imposible al escribir
este cuento. Acaso el tema se lo haya sugerido una observación que pre-

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ~ 409


senta en una revista Maikov acerca de la obra Cumbres de San Petersburgo,
de que su autor, Butkov, no había podido hacer frente a "la gigantesca ta-
rea de humanizar, o en otras palabras, de presentar una descripción artística
de un truhán". 2 Alrededor de ese mismo tiempo, también Pleshcheev plan-
teó en un folletín la cuestión acerca de cómo describir gentes "en las cuales
todo germen de bondad hubiese sido triturado por el peso terrible de las
circunstancias, de las cuales fueron víctimas desde la infancia"; y su res-
puesta es que únicamente el autor que sondeara los recónditos secretos de
la vida de esos seres podría "humanizarlos". 3 En mi opinión, en su cuento
El señor Projarchín, Dostoievski luchaba por resolver precisamente este
mismo dilema, que no era sino una prolongación lógica de los objetivos
artísticos y "filantrópicos" postulados por la escuela naturalista.
Para los huéspedes de la pensión, Projarchin casi no es siquiera un
ser humano, y carece de imaginación. Pero como, de hecho, posee muchí-
sima más "imaginación" de la que le conviene, toda su vida ha sido acosa-
do por el terror de la inseguridad. Por otra parte, a pesar de que su tacañe-
ría es un rasgo de carácter despreciable y bajo, ello no significa que se haya
vuelto una persona absolutamente insensible. Vemos que es capaz de tener
sentimientos de compasión y de remordimiento (aun cuando no influyen
en su comportamiento), al punto de que lo que le provoca su delirio de los
momentos finales de su vida es tanto una conciencia culpable como el te-
mor de perder su tesoro. Sin embargo, este núcleo temático queda en rea-
lidad oculto por la repulsiva escualidez del propio Projarchin, por la
monstruosidad y repulsión que causan los detalles, y por último, como en
el caso de El doble, por la dificultad de establecer o determinar dónde po-
dría situarse un eje o centro moral. Por un lado, la ironía del autor socava
el concepto que los huéspedes de la pensión se han formado respecto de
Prokharchin; pero, por el otro, y con la sola excepción del relato de su de-
lirio, lo presenta únicamente como el blanco de burlas siniestras. De he-
cho, este choque de perspectivas que se contradicen entre sí anula el único
esfuerzo que se hace por "humanizar" a Projarchin desde su interior. Si
partimos de suponer (en congruencia con todo lo que sabemos acerca de
Dostoievski en esa época) que lo que se proponía el autor era lograr esa
"humanización", entonces no podemos decir otra cosa sino que el cuento
2
Citado en el excelente artículo de Yu. Mann, "Filosofia i Poetika 'Naturalnoi Shkoly"', en
Problemi Tipologii Russkogo Realizma, eds. N. L Stepanov y Yu. R. Fokht (Moscú, 1969), p. 282.
3
V. Maikov, Kriticheskie Opyty (San Petesburgo, 1891), p 291.

410 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


es un absoluto fiasco. En realidad, causa la impresión de que el propio au-
tor se caracteriza en gran medida por esa falta de comprensión e insensibi-
lidad que presumiblemente desea poner en ridículo. Además, a lo largo
del cuento se intercalan pasajes recargados de arabescos estilísticos inten-
cionadamente "literarios", cuyo efecto es reforzar esa impresión. Quizá a
causa de esos pasajes, Belinski calificó la obra de "afectada y maniéré'', y lo
único que consigue es alejar aún más al lector de toda p osible identifica-
ción con Prokharchin como ser humano sufriente.
Poniendo a un lado sus defectos , sin embargo , El señor Projarchin re-
sulta interesante por varias razones; la más importante , por tratarse del pri-
mer intento de Dostoievski de describir la psicología del avaro, tema que
habrá de desarrollar más adelante en gran escala , en obras tales como El ju-
gador, El idiota (el personaje de Ganya) y, en particular, en Un adolescente,
en la cual el joven protagonista está decidido a "transformarse en un Roths-
child". En la larga historia de la avaricia como tema literario han surgido
muchos prototipos que pudieron servirle de inspiración a Dostoievski: el
Harpagón de Moliere , el Plyushkin de Gógol en Las almas muertas, El caba-
llero ambicioso de Pushkin, papá Grandet de Balzac. Podemos suponer que
Dostoievski conocía a todos estos predecesores; pero el fragmento poético
de Pushkin probablemente haya sido el que más estrechamente se relaciona
con su propio tratamiento del personaje. Ambos autores se concentran en
la necesidad emocional interna que la avaricia satisface y que, en el caso del
señor Projarchin, es la necesidad de asegurar y defender una vida inte-
riormente amenazada en cualquier momento. No es precisamente la que
inquieta al caballero ambicioso de Pushkin, quien goza la sensación de po-
der ilimitado sobre los otros que le proporciona su riqueza, el gozoso cono-
cimiento de que el mundo es dominado por él. Pero ambos autores subrayan
la importancia psicológica de la riqueza como sostén del ego, aunque, en el
caso del personaje de Dostoievski, esa necesidad de apoyo se debe a una
auténtica debilidad y vulnerabilidad social, mientras que en el segundo caso
el origen es un desmedido afán de poder.
De hecho, en El señor Projarchin aparece un indicio de la vinculación
que establece Pushkin entre la avaricia y el afán de poderío. Cuando los
huéspedes se dan cuenta de que está totalmente obsesionado por su pro-
pia persona, el "sagaz" Mark lvanóvich le grita: "¿Qué te ocurre , acaso te
crees la única persona en el mundo? ¿Supones que el mundo fue creado
para ti? ¿Eres un Napoleón? ¿Qué cosa eres? ¿Quién eres tú? ¿Eres un Na-

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ~ 411


poleón, eh7" (I: 257). No cabe duda de que la intención de esta compara-
ción absurda no es que se la tome en serio , sino que sirva tan sólo para
mostrar la exasperación que todos comienzan a sentir ante la testarudez
del señor Projarchin. Con todo, ello no ha impedido que algunos críticos
tratasen de interpretar que la avaricia del señor Projarchin tiene por origen
un deseo de poder (cuando menos sobre su propia vida). 4 Como en otros
casos que ya hemos señalado, este error de interpretación se debe al hecho
de analizar esta primera obra a la luz del empleo que posteriormente haría
Dostoievski de este tema , cuando la relación característica del "caballero
ambicioso" entre la avaricia y el afán de poderío aparece claramente defini-
da y explícita. En cambio , en El señor Projarchin no existe ningún detalle
que nos permita atribuirle al tristemente desquiciado chinovnih siquiera un
atisbo de deseo de poder. Sin embargo, asombra descubrir que ya en una
de sus primeras obras Dostoievski identifique - aun cuando sea para usarlo
en sentido irónico- el concepto de un egoísmo absoluto y centrado ex-
clusivamente en el propio ser, con el nombre simbólico de Napoleón.

Otro de sus relatos que puede incluirse dentro de la categoría de los grotes-
cos de San Petersburgo es Un corazón débil. El protagonista es un escribien-
te burócrata (aunque esta vez se trata de un joven , y no de un hombre ma-
duro o anciano como Devushkin, Golyadkin y Projarchin). También él
termina en la locura, aunque, a diferencia de Golyadkin o de Prokharchin,
en su caso no es tan evidente que el orden social imperante sea responsable
de su enajenación mental. Por lo contrario: Dostoievski incluso subraya la
bondad y la generosidad de su superior inmediato, julián Mastakóvich , que
es el mismo alto funcionario de la burocracia que aparece mencionado en
los folletines de San Petersburgo. Sin embargo , con ello el autor se propone
sólo hacer más patente hasta qué punto las circunstancias de su vida coti-
diana han deformado y destruido en el protagonista su valoración o estima
de sí mismo . Afortunadamente , en Un corazón débil Dostoievski elude algu-
nas de las imperfecciones que estropean tanto El doble como El señor
'Véase por ejemplo V. Terras, The Young Dostoevsky, 1846-1849 (La Haya, 1969), p. 26; pero
para la concepción opuesta, véase W. Schmid, Der Textaiifbau in den Erzahlungen Dostoevskijs
(Múnich, 1973), pp. 148-1 71.

412 ... EL CAMI N O AL AUTODESCUBRIMIENTO


Projarchin. En este caso, la lucha interior del personaje no es presentada
como una demanda de derechos o como un acto de hacerlos valer, pero
que desde el punto de vista moral son derechos dudosos; tampoco es un
individuo tan repulsivo que resulte imposible sentir siquiera cierta simpatía
o un poco de compasión. Además, también en este caso, Dostoievski nos
da una pista simbólica que nos permite establecer la relación entre la anoma-
lía de carácter del personaje y una causa sociocultural más general y de
mayores alcances. No obstante , se trata todavía de una alusión demasiado
indefinida para poder neutralizar la opinión tan generalizada en ese mo-
mento de que Dostoievski se deleitaba en explayarse interminablemente
acerca de personajes que sufrían trastornos mentales , debido a la fascina-
ción irresistible que ej ercía sobre él la psicopatología.
En el cuento que estamos analizando, toma un aspecto de sus prime-
ros personajes (una mezcla de temor y de mansedumbre o docilidad) , y
luego de exagerar su proporción o manifestación lo convierte en el rasgo
caracterológico exclusivo de su nuevo personaje, Vasia Shumkov. El re-
lato comienza cuando Vasia, que es un empleado de baja estatura, de
modales finos, delicado y con una ligera deformación, le comunica a su
compañero de cuarto , Arkadi lvanóvich - fu erte y tosco como un oso,
algo rufianesco , pero de corazón tierno-, que acaba de comprometerse.
La relación entre estos dos seres - la fuerza intuitiva del uno , el ensimis-
mamiento inquieto, el desasosiego caviloso y la sensibilidad melancólica
del otro- se parece a un esfumado boceto a lápiz de la amistad entre
Razumikhin y Raskólnikov en Crimen y castigo. Por cortejar a la mucha-
cha de la cual se ha enamorado, Vasia descuidó ciertos trabajos de copia
que le ha encargado su jefe de la oficina , Julián Mastakóvich, quien ade-
más es su benefactor, pues incluso en el pasado lo salvó de presentar el
servicio militar.*
Dado que su protector fue extremadamente bondadoso con Vasia , éste
se siente abrumado por un sentimiento de culpa al fallarle en su encargo.
En realidad, la tarea que le ha sido confiada carece en absoluto de impor-
* Este detalle del relato ha llevado a algunos especialistas a deducir que el carácter de Vasia
se basa en el del amigo y colega escritor, Yakov P. Butkov, a quien A. A. Kraevski salvó de la
conscripción comprándole un sustituto. También Butkov era muy pobre , muy humilde, y vivía
en un estado perpetuo de susto y angustia.
Sin embargo, aunque acaso Dostoievski usó este episodio de la vida de su amigo, el parecido
entre Vasia Shumkov y otros personajes dostoievskianos desmiente que Butkov haya sido la
"fuente" de su creación. Véanse los comentarios editoriales en 2: 4 75-4 76 .

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ~ 4 13


tancia, y no justifica esos sentimientos de culpa que terminan por hundir-
lo en la locura.
El espíritu de la primera parte del relato, dedicada en gran parte a na-
rrar una visita que ambos compañeros de habitación le hacen a la novia de
Vasia, se parece mucho al de Pobres gentes, con su acento sentimental puesto
en los placeres sencillos de las personas humildes y sin pretensiones, que
tienen una concepción ramplona (y sin embargo, tan conmovedora) de la
felicidad terrenal. Aun cuando el narrador realza esa ingenuidad, lo hace
sin ningún matiz de arrogancia . Su tono no es de hiriente sarcasmo , como
en el caso de El señor Projarchin, sino de ternura humorística. Se desliza
una indirecta acerca de la preocupación de Vasia respecto de su trabajo ,
pero la alegría desbordante de Arkadi al enterarse de la gran noticia del
noviazgo de su amigo disipa toda preocupación. Es a partir de la segunda
mitad del cuento cuando esa nota se vuelve más amenazadora y entonces
el centro de atención se desvía hacia el comportamiento cada vez más ma-
niaco de Vasia, hasta su desquiciamiento final. El joven empieza a sentirse
perseguido por la idea de que si no completa su trabajo de amanuense en
la fecha fijada , perderá su exención del servicio militar. A pesar de que el
narrador aclara que en este caso el temor es infundado, no obstante, sim-
boliza de un modo muy concreto la amenaza muy real que pende sobre
aquellos que pertenecen al estrato social inferior, y que los somete a tener
que hacer la conscripción.
A diferencia de El doble, en el cual el narrador permanece muy próxi-
mo a la conciencia del señor Golyadkin, en este caso Dostoievski no nos
presenta ningún atisbo del interior de Vasia. Principalmente lo vemos a
través de la mirada afectuosa y cada vez más inquieta de su amigo Arkadi
lvanóvich, quien funciona como núcleo o eje central de la conciencia, de
modo que su análisis del carácter de Vasia es decisivo para comprender el
tema que presenta aquí Dostoievski. Durante una de sus conversaciones ,
Arkadi le dice a su compañero: "'Como tú eres feliz, quieres que todos,
absolutamente todo el mundo, lo sea en este mismo instante. Te duele y te
incomoda ser feliz solo. Por ello quieres hacer todo lo posible para mere-
cer esa felicidad, y acaso realizar alguna hazaña grandiosa para calmar tu
conciencia"' (2: 38). Lo que abruma a Vasia no es en realidad la sensación
de no poder cumplir con su obligación externa , sino más bien el hecho de
que por primera vez en su vida es "feliz". El sentimiento de culpa que le
crea esa felicidad es trasladado al trabajo de copia que le encargara julián

414 .. EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


Mastakóvich, y que él ha descuidado. En otras palabras, ha sido tan gol-
peado por la vida, que hasta el placer humano más simple y natural basta
para provocarle un sentimiento de culpa.
Ésta es también la interpretación del cuento que aparece en una reseña
atribuida a Mijaíl Dostoievski.

Los corazones débiles y tiernos - escribe- . .. están tan resignados a un des-


tino aplastante ... , que consideran que las pocas alegrías que en ocasiones
llegan a tener son la manifestación de algo sobrenatural; que son una desvia-
ción ilícita del curso normal de los acontecimientos ... Por ello, incluso esos
placeres sencillos son corruptos para ellos .. [porque] las circunstancias están
hechas de tal manera que ellos mismos se humillen a sus propios ojos.

El autor de la reseña llega a la conclusión de que el rasgo sobresaliente


en todos estos héroes del Dostoievski de la primera época es "la conciencia
de su desigualdad" (2: 44 7). "' Cabe mencionar aquí que el propio Mijaíl
conquistó cierta reputación con cuentos de concepción parecida a la de los
de su hermano , aunque el tono no es tragicómico sino humorístico. En
esta obra también ocurre que incidentes y sucesos insignificantes adquie-
ren proporciones inusitadas y se transforman en una amenaza, por el sim-
ple hecho de la inseguridad y el temor constantes del "hombrecito" ex-
puesto a los caprichos de una autoridad contra la cual es imposible, y hasta
inimaginable , cualquier medio de defensa. 5
Un corazón débil concluye con Vasia que ha perdido completamente la
razón , y que saluda como un soldado , mientras lo llevan a un asilo , ante

* La psicología de Vasia se ajusta perfectamente a la descripción que presenta Freud de los


que sufren el llamado "complejo de éxito". "Por lo común - escribe Freud-, la gente se enfer-
ma por fr ustración de alguna necesidad o deseo vital. Pero con esas personas, ocurre lo contra-
rio; se enferman y hasta pueden llegar al desquiciamiento total, porque se les cumple un deseo
obsesivo. " En esos casos, explica Freud , esta reacción paradójica se debe a "un sentimiento de
culpa o de inferioridad , que podría traducirse: 'No merezco tanta felicidad"'. Según Freud , ese
sentimiento es una "materialización de nuestra conciencia, del severo superego que llevamos
dentro , y que es un remanente de la influencia de los castigos en nuestra infancia".
Esta explicación se adecua perfectamente a Vasia, con la salvedad de que debemos entender
su psicología más en función de fac tores sociales, que de aquellos pertenecientes a su ambiente
familiar. Sigmund Freud, "A Disturbance of Memory on the Acropolis", en Character and Cul-
tu re, ed. Philip Rieff (Nueva York, 1963), p 35 .
5
Para un análisis de Mij aíl Dostoievski como escritor, véase V. l. Kuleshov, Naturalnaya
Shhola v Lilerature x1x Veha (Moscú, 1965), pp. 230-232 y passim.

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ... 415


la mirada perpleja y dolorida de julián Mastakóvich y del resto de sus
compañeros de oficina. La escena conmueve terriblemente sobre todo a
uno de los empleados , quien "pálido como una sábana, temblando de la
cabeza a los pies y con una extraña sonrisa", repite frente a cada uno de los
otros, luego de darles un codazo, "que él sabía cómo había ocurrido todo,
que no era tan sencillo sino un asunto de suma importancia que no podía
dejarse así como así sin una investigación más a fondo", etc. En la versión
de 1848 de este cuento , Dostoievski añade: "En su círculo de amigos ínti-
mos, él [el empleado] tenía fama de ser un furioso librepensador"; pero
esta frase fue eliminada cuando su autor revisó el texto en 1865, y ya nun-
ca más figuró en las ediciones que se leen comúnmente (2: 4 7, 416). Es
evidente que Dostoievski trató de darle al lector una pista para que busca-
ra un significado más general o amplio del destino de Vasia, significado
que podría considerarse era el "librepensamiento". El comportamiento del
empleado a quien tanto trastorna el episodio es, pues, una preparación
para el epílogo , que se ocupa más de Arkady que de Vasia, y que culmina
simbólicamente el cuento.
Arkady visita a la familia de la novia de Vasia, y ahí tiene lugar una
desgarradora escenita, cuando todos lamentan que el pobre muchacho
haya sido abatido por la demencia . Luego , camino de regreso a su casa,
Arkady tiene la famosa "visión sobre el Neva", siendo ésta la primera vez
que Dostoievski utiliza dicho pasaje.* Si aceptamos que esta "visión" de
San Petersburgo está constitutiva o estructuralmente relacionada con El ji-
nete de bronce y con la locura del Eugenio de Pushkin, entonces no entraña
ninguna dificultad entender lo que Dostoievski estaba tratando de trans-
mitir. Al parecer, ningún crítico ha notado que entre Un corazón débil
- aunque desde luego en un estilo de miniatura grotesca y de naturalismo
sentimental- y el tema principal del poema de Pushkin existe una analo-
gía absoluta. En ambas obras, los placeres del individuo ("la felicidad ho-
gareña") se contraponen a una obligación o deber para con el gobierno (el
trabajo de amanuense de Vasia); tanto el Eugenio de Pushkin como Vasia
eligen el aspecto personal de su vida por encima del deber con el Estado
(Vasia descuida su trabajo debido a su noviazgo); ambos personajes enlo-
quecen porque el poder simbolizado por la ciudad de San Petersburgo in-
evitablemente destruye el sueño idílico de poder llevar una existencia

*Se cita el texto en las pp. 184-185.

416 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


privada mediocre, pero serena. Desde luego que el San Petersburgo de Dos-
toievski no es de ninguna manera parecido al que presenta Pushkin. En su
caso , nuestra atención es desviada de la contemplación de los esplendores
de la majestuosidad imperial hacia los estratos sociales de la ciudad ("los
refugios para los pobres, o los dorados palacios construidos para la como-
didad de los poderosos de este mundo"). Las consecuencias psíquicas son,
sin embargo, las mismas en las dos obras, y en el caso de la de Dostoievski,
ni siquiera hace falta ningún intencionado gesto de desafío (como el de
Eugenio) para despertar la terrible cólera del jinete de bronce.
Desde este punto de vista, podemos comprender el efecto trascenden-
tal que la "visión" ejerce sobre Arkadi: "Se sobresaltó, y en ese instante
sintió como si el corazón se le inundase de una corriente caliente de sangre
encendida por una sensación poderosa de agobio, que nunca antes sin-
tiera. Le pareció que sólo en ese momento entendía cuál había sido todo el
problema, y que sabía por qué su pobre amigo Vasia había perdido la ra-
zón, al no poder soportar el peso de su felicidad". El culpable de la trage-
dia es el orden encarnado por la propia ciudad de San Petersburgo, ese
absolutismo que destruyó a Eugenio, y que ahora pisoteaba la más peque-
ña partícula de respeto por sí mismo que sentían todos aquellos de posi-
ción aún más inferior que la de Eugenio. No es de asombrar que el efecto
de esta visión sobre Arkadi sea nefasto, privándolo de toda su anterior ac-
titud alegre y despreocupada hacia la vida. "Se volvió melancólico y depri-
mido, y perdió su alegría y jovialidad": ésta es la nota de pesadumbre y
desesperanza con que concluye el relato (2: 48).

Los dos cuentos que acabamos de analizar son los trabajos más ambiciosos
escritos por Dostoievski dentro del estilo de la escuela naturalista después
de El doble. Todos los demás son apenas bosquejos fisiológicos o anécdotas
cómicas y, con más frecuencia, combinaciones de ambos.
En el otoño en 1846, mientras trabajaba aún en El doble, Dostoievski
escribió en una noche un relato insignificante al que denominó Una novela
en nueve cartas. El hecho de que pensara publicarlo en la revista humorísti-
ca (que significaba satírica), el almanaque bimensual El Bufón, que edita-
rían Nekrásov, Grigoróvich y el propio Dostoievski, nos ayuda a explicar

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ... 417


sus características. Escrito, como en el caso de Pobres gentes, en la forma de
un intercambio de correspondencia, el cuento es una anécdota cómica
perteneciente a esa vasta tradición rusa de piezas y cuentos sobre juegos de
azar y timadores (por ejemplo, Los jugadores, de Gógol). Lo mismo que en
la pieza teatral, en el cuento de Dostoievski se utiliza el añejo tropos cómi-
co del "burlador burlado".
El argumento se refiere a dos estafadores de San Petersburgo que se
confabulan para desplumar a un acaudalado joven de provincia. Uno de
ellos, conocido de la familia del joven, lo lleva a la casa del otro timador,
quien procede a limpiarle los bolsillos jugando todas las noches a las car-
tas. Ambos habían acordado dividirse las ganancias, pero el estafador de
San Petersburgo, que es un alegre juerguista frecuentador de los ambien-
tes elegantes en la ciudad, elude encontrarse con su cómplice de antaño,
y entonces tiene lugar un intercambio de cartas. Éstas resultan bastante
divertidas, por el contraste entre las excusas cada vez más absurdas y for-
zadas que el uno inventa para no aclarar las cosas, y la indignación y des-
confianza también crecientes del otro. En el desenlace, el estafador se en-
tera de que la complaciente víctima lo ha hecho cornudo. El conocido de
la familia también se entera de que su flamante esposa, que espera un
niño, fue en otro tiempo amante del joven acaudalado. La carta que la
mujer le escribe a su ex amante, llena de sentimiento auténtico, introduce
una inesperada nota seria en el cuento, pero, por lo demás, se trata de un
relato de muy poco valor, excepto por el hecho de demostrar la capaci-
dad de Dostoievski para escribir sobre distintos temas. En realidad, ésa
fue la interpretación o la importancia que le dio Belinski. "Belinski me
dijo que ahora tiene confianza absoluta en mí - le escribe Dostoievski a
Mijaíl, refiriéndose a este relato-, pues ya puedo manejar diferentes ma-
teriales. "6
Mucho más interés tiene Polzunkov (el nombre sugiere a alguien que se
arrastra o trepa), en el cual se combina una anécdota burlesca acerca de un
"calavera" burócrata con un análisis breve, pero profundo, sobre un ex
empleado en aprietos, quien se gana la vida haciendo el papel de bufón
para sus semejantes. Escrito en un principio como bosquejo fisiológico
(uno de los títulos provisorios, El Bufón, indica este origen), conserva, en el
tono del narrador cómplice, algo de la posición impersonal y casi científica

6
Pisma, vol. 1 (16 de noviembre de 1845), p. 85.

4 18 "" EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


apropiada a este género. Polzunkov, clasificado como un tipo que pertene-
ce a la categoría de los "bufones voluntarios", no despierta ninguna simpa-
tía en el narrador porque "los bufones voluntarios no merecen ni siquiera
que se les compadezca". Lo que resulta interesante en este personaje, sin
embargo , es que no logra -o no puede- aceptar su humillante posición.
"Parecía asustado de las bromas y burlas, a pesar de que casi dependía ,
para vivir, de representar el papel de bufón ante todo el mundo , exponién-
dose , así, a cualquier clase de agresiones morales y hasta físicas , a juzgar
por la compañía que frecuentaba." El problema de Polzunkov era que, a
pesar de ser "lo que se dice un 'pelagatos' en el más amplio sentido de la
palabra", le sucedía lo mismo que al señor Golyadkin; es decir, que inte-
riormente no aceptaba esa posición, "y en realidad tenía pretensiones de
respetabilidad y dignidad personal" (2: 5-6).
Así pues, Polzunkov no podía acomodarse emocionalmente a su posi-
ción social. Aun cuando vivía de los sablazos, cada vez que pedía un prés-
tamo representaba una nueva tortura , al punto de que el narrador explíci-
tamente lo clasifica como "un mártir cómico".

Todo estaba allí - la vergüenza y un gesto de arrogante insolencia, el enfado


en un súbito enrojecimiento de su rostro, la cólera y el temor de ser rechaza-
do , la súplica de que se le perdonara el atrevimiento de importunar con su
pedido, un sentido de su propia dignidad y un sentimiento todavía mayor
de su propia abyección-; todo eso pasaba por su semblante como un
relámpago.

La sutileza de este análisis prefigura la atormentada dialéctica entre el


orgullo y la humillación que habrá de aparecer en Memorias del subsuelo
(para mencionar tan sólo un ejemplo); y la solución de esta dialéctica tam-
bién es presentada con igual economía lingüística.

Si hubiera estado profundamente convencido (y a pesar de su experiencia,


por momentos le sucedía que llegaba a creer en ello) de que su público estaba
constituido por las personas más tolerantes y bien dispuestas del mundo , que
simplemente se reían de algo divertido , y no del hecho de verle sacrificar su
dignidad personal, con mayor buena predisposición se habría puesto el saco
al revés, y habría salido a la calle así vestido para divertir a los demás y para
su propia satisfacción [ibid.].

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ~ 419


En otras palabras, la sensación de ser aceptado por un semejante (más
adelante, la sensación de ser sinceramente amado como un igual espiri-
tual) es la única solución a los tormentos de la humillación.
Ya dijimos que Polzunkov es una combinación de un bosquejo fisioló-
gico con una anécdota cómica, esta última presentada en la forma que los
rusos denominan un skaz; es decir, una narración oral en primera persona,
cuyo colorido depende, en gran medida, del estilo del narrador y de su
personalidad. A esta altura, Polzunkov se hace cargo del papel del narra-
dor y cuenta la triste historia de su ruina, que divierte enormemente a su
público. Resentido por haber cortejado en vano a la hija de su superior
inmediato en la oficina de una ciudad provinciana, y que espera un aspi-
rante a su mano más próspero, Polzunkov amenaza con revelar los pecula-
dos de su padre, y acepta un soborno para permanecer callado. Pero en-
tonces, cuando es afectuosamente aceptado (o eso le parece a él) como
futuro yerno, se descuida por un instante, y a su vez resulta engañado. En
el preciso instante en que cree en la sinceridad de los sentimientos que le
manifiesta la familia de la joven, de pronto se encuentra en la calle, sin
empleo, ¡luego de ser despojado con engaños del dinero que le pagaron
para asegurarse su silencio! A pesar de que al final logra salvarse casándose
con la ex novia de un oficial de caballería que pasó por el pueblo, y reco-
nociendo al hijo de éste, la solución no es por cierto ningún consuelo; por
lo contrario, es una humillación más, pues la joven dama ni siquiera lo
considera buen sustituto de su amante anterior.
Este tropo del "burlador burlado" no le otorga a este cuento ninguna
característica peculiar, si bien arroja una vívida luz sobre las costumbres
burocráticas de su época. Sin embargo, lo que eleva a este cuento por enci-
ma de lo común es la descripción del efecto destructivo que esta experien-
cia tiene sobre el propio Polzunkov, quien ahora tiene una conciencia tre-
mendamente lúcida de ser un inferior social. A diferencia de Devushkin y
Golyadkin, quienes luchan desesperadamente por todos los medios, Pol-
zunkov, en el primer momento en que lo conocemos, al parecer ha renun-
ciado a luchar y acepta su propia degradación. Pertenece, pues, a otra cate-
goría de personajes, que se inicia con el anciano Pokrovski de Pobres gentes
e incluye al "vividor borracho" del cuento El señor Projarchín. Este perso-
naje, que al parecer ha renunciado a pedirle al público que lo respete, a pesar
de ello constantemente revela en su comportamiento un sentido de humi-
llación. Polzunkov es el primero de esa serie de "sufrientes bufones" (como

420 .... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


se les ha llamado) que presentan toda la gama de la complejidad espiritual.
El breve análisis que citamos antes nos revela que ya desde entonces Dos-
toievski dominaba y conocía a la perfección los retorcimientos psicológi-
cos de este tipo de personajes (2: 473).
La versión al estilo skaz que presenta Polzunkov sobre la anécdota có-
mica, con todo lo que nos revela sobre el mundo en el cual vive, es ex-
traordinariamente expresiva. Las grandes "confesiones" de las novelas pos-
teriores ya están presentes en forma embrionaria en este pequeño cuento ,
carente de pretensiones. Pero también se establece , entre Polzunkov y su
público , una relación más complicada y que hasta ahora ha pasado inad-
vertida. A pesar de que con su historia Polzunkov se está humillando , tam-
bién pone frente a sus oyentes un espejo en el que éstos se ven reflejados.
En efecto, les dice, inequívocamente, que todos ellos forman parte de ese
mundo de sobornos y corrupción que él les describe: "Ella es nuestra Ma-
dre, caballeros, nuestra Madre Rusia; nosotros somos sus infantes y, por
tanto , ¡ella nos amamanta!" (2: 8). La causa de su ruina fu e el único mo-
mento de sentimiento genuinamente sincero y honesto de toda su vida;
presumiblemente, aquellos a quienes él les está hablando nunca caerían en
semejante ingenuidad. Por consiguiente, cuando ríen porque Polzunkov
no pudo sobrevivir en medio de la jungla burocrática, en realidad, sin dar-
se cuenta de ello, se ríen al ver expuestas a la luz sus propias vilezas. Éste
es su primer bosquejo de la relación muchísimo más complicada (pero, no
obstante, parecida) entre el hombre del subterráneo y su interlocutor en la
primera parte de Memorias del subsuelo. En efecto, este último también está
dispuesto a despreciar al hombre del subsuelo, sin darse cuenta de que en
realidad tiene frente a él una imagen de sí mismo , demasiado fiel para que-
rer contemplarla.*

Otros varios bosquejos escritos entre 184 7 y 1848 tienen esta misma for-
ma del skaz, y van precedidos por una especie de breve introducción. Exis-
ten evidencias de que , acaso inspirado por el éxito de los cuentos de Tur-

* Puesto que a algunos lectores quizá les sorprenda que no analice aquí este punto -pues
me ocuparé de él al estudiar Memorias del subsuelo en el segundo volumen de esta obra-, los
remito a mi interpretación en "Nihilism and Notes from Underground", Sewanee Review, núm. 1
(1961), pp. 1-33.

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ~ 421


gueniev (posteriormente reunidos en Relatos de un cazador), Dostoievski
pensaba escribir toda una serie de obras de este tipo. Podemos encontrar
todavía huellas de este proyecto en Un ladrón honrado, que lleva el subtítu-
lo Diario de un desconocido . Este "desconocido", el narrador oculto de la
serie, es un burócrata jovencito, culto y reservado, que lleva una "existen-
cia de ermitaño" (2: 83) y que le alquila un rincón de su cocina a un sol-
dado retirado que recibe una pensión. Es este soldado retirado, Astafy lva-
nóvich, quien desempeña el papel del narrador-skaz, y el ciclo completo
habría de llamarse , refiriéndose a él, Los cuentos de un hombre de experien-
cia. Dos relatos de esta serie -El jubilado y Un ladrón honrado- aparecie-
ron publicados en el periódico Noticias de la Patria. El fragmento de otro ,
Domovoy, fue encontrado entre los papeles de Dostoievski. Otra serie, esta
vez con "el desconocido" como único narrador, incluye Un árbol de Navi-
dad y una boda y La mujer ajena y el marido debajo de la cama. Cuando pos-
teriormente Dostoievski cambió y revisó estos primeros cuentos, descartó
el bosquejo de este plan general.
El primer relato del ciclo-skaz, El jubilado, es muy poco conocido. En
1860 su autor eliminó la mayor parte de este cuento y combinó el resto
con Un ladrón honrado, en el cual presenta un perfil fisiológico del jubilado
como tipo social, y una narración al estilo skaz, en la cual Astafi lvanóvich
recuerda algunas de sus aventuras durante las campañas de 1813 y 1814.
Este retrato "fisiológico" es, no obstante, de considerable interés porque
nos permite atisbar algunas de las ideas que tenía Dostoievski respecto de
"las gentes" de esa época.7
"El jubilado es mucho más civilizado que el campesino -dice el
narrador oculto- , y cien veces superior, desde el punto de vista moral , al
criado de una finca solariega." Se supone que el jubilado es más "civiliza-
do" por el hecho de haberse educado en el Ejército. "No le huye al trabajo,
porque éste es parte de su vida; nunca le asustaréis con el trabajo. Destre-
za, pericia y talento inventivo están presentes en él, en un grado mucho
más manifiesto que en el campesino ." "A él no le gusta protestar mediante
el crimen sangriento, como lo hace un mujik cuando se encuentra en
aprietos, sino que hace todo lo necesario él mismo , sin quejarse , y de una
manera ordenada." Estas observaciones nos indican cuán lejos estaba Dos-
7
Una tradu cción de este texto al inglés, por Frederick K. Plous, apa rece incluida co -
rno Apéndice 1 en V. Terras, op. cit. , pp. 291-298 . Mis citas también han sido tornadas de esta
versión .

422 .... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


toievski, en el decenio de 1840-1849, de idealizar al campesino ruso.
A continuación, Astafi toma la palabra para contar sus reminiscencias mili-
tares que ponen de manifiesto su valentía, entereza y elemental sentido de
humanitarismo, como también la vinculación que por instinto establece el
pueblo ruso entre religión y política: "Y se le hizo saber a Bonaparte que
debía bautizarse según la religión rusa y jurarle fidelidad. Pero el francés
no quiso hacerlo; no estaba dispuesto a renunciar a su religión . . . ", etc.
(2: 422, 426).
Posteriormente, Dostoievski tomó la parte secundaria de este relato ,
que describe la llegada de Astafi como huésped del "desconocido", y la
fusionó con el segundo de los cuentos narrados por el voluble jubilado, Un
ladrón honrado. Este cuento se concentra en un alcohólico incurable y per-
manente desempleado, Emelian Ilich (quizás el mismo ex empleado por
quien Makar Devushkin sentía compasión en Pobres gentes), quien se le
pega a Astafi y se deja mantener por él. El miserable Emelian ha caído hasta
las profundidades más bajas. "'Nunca he visto un ser más desamparado,
más digno de compasión', dice Astafi, 'y jamás pronuncia una palabra; no
pregunta ni pide nada , sino que simplemente está allí, sentado, mirándolo a
uno a los ojos como un perro. ¡Pensar cómo puede destruir el alcohol a un
hombre! '" (2: 85). Empujado por su irrefrenable necesidad de alcohol, le
roba un par de pantalones a Astafi para emborracharse. A su regreso, a pesar
de que porfiadamente niega el robo, al sentir el disgusto y el rechazo de
Astafi vuelve a marcharse. Por último , regresa para morir de fiebre y remor-
dimiento. Sus últimas palabras son una confesión del hurto, y le pide a
Astafi que venda su raído abrigo para compensarlo de su pérdida , en vez
de usarlo para su entierro.
Un ladrón honrado está escrito en el más puro estilo del naturalismo
sentimental, pues muestra las "buenas" cualidades innatas de Emelian,
que brillan por encima de toda la degradación y miseria de su vida. Para
dejar bien claro este propósito del cuento, Dostoievski hace que Astafi le
explique esto al "desconocido" perteneciente a una clase social más alta y
que, en consecuencia, podría sentirse predispuesto a despreciar a un ser
como Emelian:

Y como un hombre depravado no puede tener una voluntad fuerte y no siem-


pre su raciocinio es sólido o seguro , por ello llega a cometer este tipo de ac-
ciones vergonzosas , y tan pronto se le ocurre un pensamiento impuro lo pone

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ~ 423


en práctica. Y si lo hace, pero a pesar de toda su vida depravada, todavía no
ha logrado destruir lo que de humano tiene, y aún le queda un poco de senti-
miento, entonces empezará a afligirse y a sufrir; el remordimiento lo acosará
como una serpiente, y el hombre morirá no por la acción vergonzosa, sino
de pena, por haber destruido por nada lo mejor que había en él -aquello a
lo que se aferraba más que a otra cosa y que le permitía considerarse todavía
un hombre- , como Emelian destruyó lo único que le quedaba: su honra-
dez, por una botella de vodka, que embrutece y pudre las entrañas. Éste es
sólo un ejemplo, señor, tomado de la vida de nuestro pueblo sencillo, traba-
jador; pero es algo que también ocurre en todas las clases sociales, sólo que
de diferente manera. Por eso le pido que no menosprecie mi insignificante
historia. Sí; y perdone también al pobre y desdichado Emelian; a él le hacía
falta la bebida, sólo que, por lo que parece, su necesidad era muy grande.
Y usted, señor, no desprecie a un hombre que ha caído; es lo que Jesucristo,
quien nos amó a todos más que a sí mismo, nos dijo que hiciéramos . Mi ami-
go Emelian, si hubiera continuado viviendo, habría terminado por ser no un
hombre sino un desecho para escupir sobre él. Pero, en cambio, aquí murió
de pena y arrepentimiento, y es como si le hubiera demostrado al mundo
que, no importa lo que haya sido, seguía siendo un ser humano; que un hom-
bre puede morir por un vicio como por un veneno mortal, y que el vicio es
algo humano; tiene que serlo; algo que uno contrae y de lo cual se restablece,
no algo que nace con uno ... sino algo que hoy está y que quizá mañana des-
aparezca para siempre; de lo contrario, si estuviéramos condenados a perma-
necer depravados por todos los siglos de los siglos, a causa del pecado original,
entonces Jesucristo nunca habría venido a nosotros [2: 426] .8

Cuando en 1860 Dostoievski volvió a publicar el cuento, suprimió este


pasaje tan importante , quizá porque P. V. Annenkov se lo criticó concreta-
mente, por considerar que estaba en desacuerdo con el personaje. Razón
de más para creer que lo que oímos es al propio Dostoievski hablando; y
resulta una voz extraordinariamente valiosa para quien se interesa en estu-
diar su evolución. En efecto, a mi parecer, las palabras de Astafi iluminan
el camino que conduce del Dostoievski de la primera época al escritor pos-
terior. En primer lugar, demuestra su honda preocupación respecto del
tema de la libertad moral, aun en esta etapa "radical" de su trayectoria lite-
8
Deseo expresar mi agradecimiento a mi colega, el profesor Clarence Brown, por su ayuda
en la traducción de este pasaje.

424 ~ EL CAMINO AL AUTODESCUBRIM IENTO


raria (veremos esto con mayor claridad en el capítulo próximo), y nos ayu-
da a confirmar algunas de las conclusiones a las que ya hemos llegado
cuando analizamos el círculo de Beketov y a Valerian Maikov.
Más importante aún es que nos muestra la naturalidad con que Dos-
toievski traduce la inspiración "filantrópica" de su idealismo socialista mo-
ral-religioso del decenio de 1840-1849 -con su creencia en la existencia
de la conciencia y de la libertad moral de la persona humana- en pala-
bras que para él resultan perfectamente congruentes con la fe cristiana tra-
dicional del pueblo ruso. Es posible que en esa época Dostoievski no viera
ninguna contradicción de principio entre ambos, pues acaso considera
la primera como una forma "purificada" del segundo. De todos modos ,
tenía para él una importancia decisiva el hecho de que posteriormente pu-
diera pasar del uno al otro - como vemos que lo hace aquí transitoria-
mente- sin ningún sentimiento de estar realmente traicionando las sólidas
convicciones y valores religioso-morales que nunca abandonó. El arrepen-
timiento postrero de Emelian es el prototipo de muchas otras escenas me-
morables, en las cuales la verdad moral y el poder o fuerza de la conciencia
terminan por imponerse. Y a lo largo de toda su vida , Dostoievski seguirá
reafirmando que sólo la existencia inexpugnable de la conciencia moral es
lo que hace del hombre un auténtico ser humano.

La segunda serie de relatos cuenta con un narrador menos pintoresco; se


trata del hacendado o patrón de Astafi, "el desconocido", quien también
habla en primera persona; pero, como permanece oculto, los relatos no
están escritos al estilo del skaz. Lo único que distingue a este narrador es
una mirada penetrante que descubre las contradicciones sociales de un
mundo que observa con cáustico desapego; y el relato más importante en
el que él aparece es Un árbol de Navidad y una boda.
El narrador, que ha sido invitado a una fiesta de Año Nuevo en la casa
de un conocido que ocupa un puesto prominente, nota que en esa reunión
todas las relaciones humanas están regidas, ya sea por el cargo burocrático
o por la fortuna. Aparece un caballero de provincias , que ha venido a pe-
dirle ayuda al anfitrión sobre algún asunto importante, pero permanece
sentado solo, sin ser presentado a ninguna de las personas de la reunión.

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ~ 425


Por lo contrario, el influyente julián Mastakóvich (¡otra vez él!) es el centro
de la atención más aduladora. Hasta los regalos para los niños se clasifican
cuidadosamente de acuerdo con la categoría de los padres; el hijo de la
institutriz de la familia "no obtuvo nada, sino un libro de cuentos acerca
de las maravillas de la naturaleza y lágrimas de afecto, etc ., sin láminas o
siquiera grabados en madera". Los niños son menos remilgados o afecta-
dos y más democráticos que los mayores; pero, a pesar de ello, el hijo de la
institutriz ya aprendió cómo conducirse en el mundo : "se moría por jugar
con los otros niños, pero no se atrevía a hacerlo". Al último, consigue acer-
carse a una niñita ocupada en vestir una muñeca (2: 96-97).
La pequeña resulta ser la hija de un acaudalado empresario, quien pre-
gona a gritos, para que todo el mundo se entere, su intención de asegurarle
a su hija una dote exorbitante. Luego de hacer un rápido cálculo, Julián
Mastakóvich de repente se pone a observar a la pequeña heredera con mi-
rada penetrante. "O bien sus cálculos le habían afectado la imaginación, o
le ocurría alguna otra cosa, pues se frotaba las manos y le costaba un gran
esfuerzo quedarse quieto." Asusta a la pequeña cuando inesperadamente la
besa , mientras trata inútilmente de ahuyentar al inoportuno muchachito,
quien tercamente no se mueve del lugar debido a la evidente alarma o sus-
to de su compañerita de juegos. Se incomoda al ver que el chico lo observa
con mirada escrutadora, de modo que , cuando unas horas más tarde su
anfitrión caritativamente le solicita permiso para brindarle protección al
hijo de la institutriz, sólo obtiene una irritada negativa. De esta manera, el
futuro del muchacho queda irremediablemente estropeado , por haberse
preocupado por cuidar a su compañerita de juegos. La velada termina
cuando Julián Mastakóvich acepta amablemente una invitación que le ha-
cen los padres de la niñita de que vaya a visitarlos.
Transcurren cinco años cuando , por mera casualidad, el narrador tro-
pieza con una boda, que resulta ser la de julián Mastakóvich con la otrora
niñita que ahora tiene dieciséis años , y que se ha transformado en una "in-
creíble belleza", pero que "tiene el rostro pálido, y con una expresión de
tristeza", mientras es conducida al altar (2: 97-100).
Este cuento se encadena con otros dos -La mujer ajena (una escena
callejera) y Un marido celoso (un suceso insólito)- que pueden considerarse
su continuación. Ambos tratan el tema del marido cornudo, y también son
narrados por "el desconocido", quien sugiere que la boda de julián Mas-
takóvich posiblemente lo conduzca por el camino del tormento de los ce-

42 6 ... EL CAMI NO AL AUTODESCUBRIM IENTO


los que había experimentado lván Andreévich, otro caballero ya maduro
de elevada categoría y dignidad que se había casado con una mujer mucho
más joven que él. Los dos cuentos acerca de lván Andreévich posterior-
mente se redujeron e integraron en una obra única , La mujer ajena y el
marido debajo de la cama. Uno de los episodios presenta al marido hacien-
do guardia frente a un edificio de departamentos, en el cual sospecha que
su frívola consorte tiene una cita de amor. En el otro episodio vemos al
perplejo lván Andreévich irrumpiendo en un departamento desconocido ,
creyendo que va a sorprender a su descarriada mujer, sólo para terminar
debajo de una cama en compañía de un joven que igualmente trata de
ocultarse allí escapando de otro marido de edad avanzada, y que tiene una
joven esposa de gran belleza.
Ambos cuentos son las anécdotas cómicas perfectamente comunes o
tradicionales que repiten el tema siempre vigente de las aventuras extra-
conyugales . Dostoievski no hace ningún esfuerzo por cambiar este mate-
rial ni por elevar su nivel; pero no podemos dejar de asombrarnos de la
destreza con que logra sacar adelante esta versión narrativa de la farsa fran-
cesa de alcoba . "¿Quién, en toda la literatura rusa -pregunta Victor
Tenas-, ha logrado imitar a Paul de Kock mejor que Dostoievski/"9 En
efecto , la misma índole trivial y convencional de estos relatos nos permite
captar uno de los rasgos sobresalientes de su arte en estado puro, p or así
decirlo. La comicidad proviene de que las personas involucradas en una
situación comprometedora no quieren hablar con franqueza. Cada uno
desconfía del otro, y trata de adivinar sus pensamientos a través de las pala-
bras, en función del embrollo común que ambos entienden. Esas palabras
cumplen con su función cuando el autor tiene la capacidad de escribir diá-
logos entrecortados, chispeantes , ágiles, en los cuales se presupone que
existe un conocimiento común , al cual sólo se hace referencia mediante
alusiones e indirectas; de esta manera, los diálogos adquieren una particu-
lar tensión interna, cuya falta se nota de inmediato cuando los personajes
expresan sin ambigüedades exactamente lo que quieren decir.
Dostoievski demuestra un talento excepcional en sostener este tipo de
diálogo que se lanzan los personajes entre sí , como balas de cañón de tiro
rápido, y que deriva de que todos los personajes están involucrados en una
situación de escándalo sexual. Pero, aunque en esta ocasión emplea su

9
V. Terras, op. cit., p. 4 7.

LOS GROTESCOS DE SAN PETERSBURGO ~ 427


destreza sólo en la comedia burlesca, en otras obras utiliza esta misma des-
treza o talento pero poniéndolo al servicio de fines mucho más serios.
Bakhtin ha señalado, con gran acierto y demostrando tener un hondo sen-
tido de percepción, que Dostoievski nunca pone a dialogar a dos personas
totalmente ajenas o que no tengan nada en común.

Introduce a dos héroes de tal modo que cada uno de ellos queda íntimamente
ligado a la voz interior del otro [... ] La profunda y esencial relación o la coin-
cidencia parcial de las palabras ajenas de un personaje con la palabra interior
y secreta del otro aparece como el momento obligatorio en todos los diálogos
importantes de Dostoienvski. 10

No es de asombrar que el diálogo entre Golyadkin y su doble tenga


esta característica, pues en este caso la identificación psíquica entre ambos
es algo que surge de la situación misma. Pero la habilidad para lograr esta
misma interpenetración dialoguística con cualquier grupo de personajes,
únicamente basada en estar mutuamente implicados en una situación co-
mún, explica esa sensación excepcional de exaltación o entusiasmo que
Dostoievski consigue crear página tras página, y esa fascinación casi hip-
nótica que , completamente aparte del argumento, nunca deja de ejercer
sobre sus lectores.

10
M. Bajtín, Problemas de la poética de Dostoievski, 2' ed. (FCE, México, 2003) , p. 375.

428 ... EL CAMI N O AL AUTODESCUBRIMIENTO


XXII. La realidad y "el soñador"

AL MISMO tiempo que escribía las obras que hemos examinado en los
dos últimos capítulos, Dostoievski también compuso otras de estilo y tema
completamente distintos: La patrona y Noches blancas. Se atribuye a Dos-
toievski haber dicho en cierta ocasión que toda la literatura rusa de su época
tuvo por origen El capote, de Gógol, y aun cuando lo más probable es que
esta frase sea apócrifa, como dicen los italianos, se non e vero, e ben trovato. 1
La literatura rusa del decenio de 1840-1849, efectivamente, estuvo domi-
nada por el surgimiento de la escuela naturalista , y los escritores más im-
portantes de esa época, incluyendo a Dostoievski, brotaron originariamente
de los holgados pliegues del abrigo de Gógol. Empero, los relatos que anali-
zaremos a continuación pertenecen a una tradición gogoliana distinta . Para
variar un poco la metáfora , podríamos decir que la inspiración para escribir
estos cuentos le vino a Dostoievski mientras acompañaba a Gógol en uno
de sus paseos a lo largo de la avenida o Perspectiva Nevski.
La novela rusa del decenio de 1830-1839, fuertemente influida por
Hoffmann y por el romanticismo alemán, abunda en conflictos entre lo
ideal y lo real, lo espiritual y lo material. N.A Polevoi, quien hizo aporta-
ciones importantes a esta moda, explicaba que su finalidad artística era
"demostrar que los insensatos sueños de los poetas no encajan en el mun-
do de la existencia material". 2 En aquellos días se consideraba que este
desajuste era un juicio sumario aplastante de la estrechez y las limitaciones

' En los años setenta surgió, en la crítica rusa, un brote de polémica acerca de esta fórmula.
Para un resumen , que pone en boca de Turgueniev una afirmación similar, véase S. A. Reiser,
"lz lstorii Formuly 'Vse my Vyshli iz Gogolevskogo Shineli' ", en Poetika i Stilistika Russkoi
Literaturi (Leningrado, 1971), pp. 187-189.

~ 429
de lo cotidiano. Además, puesto que según la metafísica del idealismo ro-
mántico sólo los artistas (y los filósofo s) estaban en contacto inspirado con
el reino de la verdad trascendental, invariablemente se les consideraba
como los héroes de esas creaciones. La expresión clásica del tema , dentro
de la literatura rusa, es La Perspectiva Nevski, de Gógol.
En esta obra se narran las experiencias opuestas de dos personaj es
que se encuentran por casualidad en su paseo a lo largo de la avenida
Nevski, al anochecer. El joven artista Piskarev, verdadero idealista,
queda extasiado por la belleza angelical de una muchacha que fugazmente
pasa junto a él en el preciso momento en que se encienden las lámparas.
Horrorizado , descubre que esa encarnación de la armonía divina es una
prostituta; todo su mundo espiritual es sacudido por ese encuentro con
semejante degradación de la belleza . Su eña con ubicarla en un ambiente
más apropiado, más respetable, y toma opio con el objeto de embellecer
con colores más magníficos sus visiones de futura felicidad con esa mujer.
Decidido a rescatarla de la prostitución, saca fuerzas de flaqueza y le ofre-
ce matrimonio.
La muchacha se ríe en su cara ante la sola idea de tener que abando-
nar su lujosa vida de pecado; el artista no puede soportar la profanación de
sus sueños y, en medio de la desesperación, se suicida. Al mismo tiem-
po, el inefable teniente Pirogov, una de las más logradas representacio-
nes del poshlost gogoliano -esa palabra evasiva que malamente podría
traducirse por "mediocridad satisfecha de sí misma o engreída", y sobre
la cual Vladimir Nabokov escribió algunas páginas- ,3 persigue tenaz-
mente a una tentadora rubiecita que camina por esa misma vía pública.
A pesar de que el animoso teniente termina por ser ignominiosamente
apaleado por el marido de la muchacha y por su amigo íntimo -que no
por casualidad se llaman Schiller y Hoffmann- , de todas maneras logra
rebotar con la elasticidad propia del caucho y mantenerse tercamente en
posición vertical.
Este relato de Gógol se encuentra en la línea fronteriza entre el trazo
puramente romántico de este choque entre lo ideal y lo real y la evolución
posterior de dicho tema en el decenio de 1840-1 849. En efecto, a pesar de
que , comparado con Pirogov, Piskarev es todavía un personaj e positivo,

2
Citado en Ist01ia Russkogo Romana, vol. 1 (Moscú/ Leningrado, 1962), p. 272.
3 Vladimir Nabokov, Nikolai Gogol (Norfolk, Connecticut, 1964) , pp. 63-74.

43 0 ... EL CAM INO AL AUTODESCUBRIM IENTO


Gógol no inclina la balanza de los valores del relato demasiado a su favor ;
su desconocimiento de las costumbres del mundo es más patético y digno
de compasión que sublimemente trágico. Sólo una distancia muy corta se-
para este retrato del artista-"soñador" de la descripción que presenta Dos-
toievski de este tipo humano en sus fo lletines de San Petersburgo. Y en el
intervalo entre ambos tuvo lugar el ataque de Belinski en contra del ro-
manticismo , a mediados del decenio de 1840-1849 , que provocó una re-
versión total de la relación romántica originaria entre lo ideal y lo real.
Ahora, el soñador (ya no más un artista auténtico, sino un artista malogra-
do o falso) pasa a ser el símbolo de la incapacidad para luchar con la vida y
para dominar sus exigencias y retos. Es dentro de este contexto como jun-
to con Goncharov y Herzen, el Turgueniev de las primeras obras y muchos
otros, Dostoievski presenta su propia versión del tipo caracterológico del
"soñador" y de sus conflictos y problemas.

Tras la publicación de El señor Projarchin, Dostoievski comenzó a trabajar


en La patrona. En una carta de finales de octubre de 1846, le informa a
Mijaíl su decisión de cambiar el estilo de su obra. No cabe duda de que en
parte se debe al fracaso de todo lo que escribió después de Pobres gentes; pero
también esta decisión se debió a su cansancio respecto de las limitaciones
estilísticas que le ofrecía la escuela naturalista: Dostoievski consideraba
como una liberación interior este cambio hacia un nuevo estilo y tema. "Es-
toy escribiendo mi Patrona - le dice a Mijaíl, tres meses después- . Ya está
resultando mejor que Pobres gentes. Es de la misma especie . Mi pluma
está guiada por una fuente de inspiración que brota directamente del alma.
No es como Projarchin, que me hizo padecer todo el verano ."4 Resulta difícil
explicar qué quiso decir Dostoievski al afirmar que La patrona y Pobres
gentes son "de la misma especie", tomando en cuenta que es casi imposible
imaginar dos obras más distintas en cuanto a su naturaleza. Quizá se refirie-
ra a lo que señala en la frase siguiente; es decir, la espontaneidad de inspi-
ración y la soltura o facilidad de la composición le recuerdan lo que sintió al
escribir Pobres gentes.

4
Pisma, vol. 1 (enero-febrero de 184 7), p. 108.

LA REALIDAD Y EL "SOÑADOR"' ... 431


Si bien el nuevo giro de la obra de Dostoievski en La patrona se encuentra
en la tradición de La Perspectiva Nevski, el estilo y los temas se relacionan de
manera más directa con una obra anterior de Gógol: Una venganza terrible.
Este cuento forma parte de Veladas en una granja cerca de Dikanka, que
pertenece a la época en que Gógol todavía se inspiraba en el folclor ucra-
niano e imitaba el estilo de balada épica de los relatos populares cosacos.
La protagonista de Una venganza terrible se llama igual que La patrona
(Catalina) ; también ella es incestuosamente amada por su padre brujo y
mago, quien asesina a su madre; este hombre ejerce un misterioso e irre-
sistible poder sobre la joven, que acaba por enloquecer; además, el relato
está escrito en el lenguaje sumamente estilizado de la poesía popular. Tam-
bién se han establecido comparaciones entre La patrona y varias obras de
Hoffmann, así como con una multitud de relatos menores que han explo-
tado las convenciones populares del hoffmannismo ruso.
Sea o no cierto que Dostoievski se inspiró directamente en esos prede-
cesores, no cabe duda de que La patrona pretende revitalizar esta tradición
a finales del decenio de 1840-1849, tarea que de ninguna manera es senci-
lla . En el caso de Gógol, el empleo de elementos sobrenaturales románti-
cos , como también de un sublimado estilo narrativo de balada épica, sur-
gían naturalmente de las supersticiones y creencias de ese desaparecido
mundo que Gógol estaba describiendo. Dostoievski se propone la hazaña
mucho más difícil de utilizar esas mismas convenciones románticas y esos
acontecimientos melodramáticos para un relato situado en la San Peters-
burgo moderna , y que se concentrara en el prototipo contemporáneo del
"soñador". Como lo veremos en seguida , al elaborar esas convenciones
Dostoievski lo hacía a conciencia, con un propósito simbólico muy con-
creto , pero no puede afirmarse que haya logrado revivirlas. El fracaso de
La patrona se debe a que Dostoievski no consiguió imprimirle interés reno-
vado a ese anticuado armazón romántico mediante el mismo nuevo signifi-
cado que supo darle al sentimentalismo en el caso de Pobres gentes, y al
tema igualmente romántico del Doppelganger en El doble.

Vasili Mijaílovich Ordinov, "el soñador" del relato, tiene todos los rasgos
esenciales que caracterizan a este tipo. Último superviviente de una familia

432 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


aristocrática arruinada, heredó una pequeña suma de dinero que le permi-
te llevar una vida solitaria y recluida dedicada al estudio. Ordinov siente
pasión por la "ciencia" (que en este contexto ruso tiene el significado ge-
neral de "filosofía"), y está trabajando en la creación de un "sistema"; pero
hasta ahora "ha tenido sólo el primer éxtasis, la primera fiebre, el primer
delirio del artista" (I: 266). Algunos críticos han sugerido que el "sistema"
de Ordinov en realidad tiene las características del socialismo utópico; y
no puede negarse que hasta la palabra "ciencia" [Nauka] se usaba por lo
común para referirse a las teorías socialistas utópicas. Sin embargo, esta
hipótesis no concuerda con las imágenes que se emplean para describir el
"sistema" de Ordinov, ni con el hecho de que se le denomine "artista''. Más
bien se trata del anticuado prototipo del "soñador" idealista romántico ,
que considera el arte y la filosofía caminos iguales que eventualmente conver-
gen al descubrimiento de las verdades superiores. Por otra parte, la des-
cripción de su carácter también contradice la hipótesis de que estaba creando
realmente un "sistema" socialista utópico.
Si esta interpretación fuese correcta, entonces no se entiende por qué
Dostoievski habría de insistir tanto en subrayar el aislamiento en que vive
Ordinov y la sensación de estar totalmente apartado de la demás gente,
integrada a la bulliciosa vida de San Petersburgo. Al comenzar el relato, la
necesidad que Ordinov tiene de encontrar una nueva vivienda lo obliga a
deambular por las calles y a descubrir un mundo totalmente nuevo, que
le resulta desconocido. Esta súbita inmersión en la existencia cotidiana le
hace comprender hasta qué punto ha estado siempre separado de la comu-
nidad humana. "Repentinamente comprendió que toda su vida había sido
un solitario, y que nadie lo había amado . .. , y que , en realidad, tampoco él
había querido a nadie. " Recuerda que , hasta cuando era niño, "sentir afec-
to o simpatía hacia la gente siempre le había resultado difícil, y le causaba
una sensación de agobio u opresión, y nadie se había dado cuenta de ello ,
pues aunque existiera dentro de él, no había en ello ningún signo visible de igual-
dad moral" (1: 26 7; las cursivas se añadieron). Esta descripción no corres-
ponde a un socialista utópico, quien presumiblemente debe ser sensible a
los sufrimientos de la humanidad y mostrarse deseoso de aliviar sus car-
gas; es una descripción mucho más adecuada para el "genio" idealista ro-
mántico; es decir, el individuo que, encerrado en su orgullosa soledad,
alimenta la vanidosa creencia de que ha sido escogido para llevar a cabo
grandes proezas creativas. En todo caso, encontramos aquí el primer indi-

LA REALIDAD Y EL "SOÑADOR" ~ 433


cio de la relación entre el egoísmo y el "soñador" -intelectual que posterior-
mente habrá de aparecer tan reiteradamente en la obra de Dostoievski.
Como en el caso del desdichado Piskarev, un encuentro fortuito tiene
las consecuencias más funestas para Ordinov. Cae bajo el hechizo de la
belleza de una joven, a quien ve por primera vez rezando fervorosamente
en una iglesia, y en cuyo rostro cree adivinar "las huellas de un miedo
infantil y de un horror imperioso". La acompaña un hombre mucho ma-
yor que ella , vestido según la antigua moda rusa de la clase comerciante,
y su semblante es imponente y repulsivo. "Su rala, larga y entrecana bar-
ba le caía hasta el pecho, y sus ojos feroces, de fulgor ardiente, lanzaban
una mirada arrogante y prolongada por debajo de sus cejas tupidas y
fruncidas en un gesto hosco" (I: 267-268). Movido por un impulso irre-
sistible , Ordinov los sigue hasta el estrecho departamento donde la ex-
traña pareja vive , y solicita que le alquilen una habitación; contrariando
su propio deseo , el anciano (Murin) cede al deseo de Catalina y le alquila
el cuarto. A partir de ese momento, el relato se transforma en una suce-
sión de incidentes, cada uno de ellos más increíble y espectacular que el
anterior.
Ordinov enferma y permanece metido en su lecho en un estado constante
de delirio; cuando no está postrado por la fiebre, está perdido en el éxtasis
sensual que le provocan las caricias de Catalina. Ella , a su vez, alterna los
abrazos apasionados con Ordinov y la atención embelesada a los libros
herejes sobre los raskólniki que le lee Murin, o a sus salvajes relatos sobre
hazañas de bandidos en el Volga. Murin trata de dispararle un tiro de esco-
peta a Ordinov, pero cae presa de un ataque epiléptico. Incitado por Cata-
lina, Ordinov está a punto de matar a Murin, quien está inconsciente des-
pués de una borrachera , pero falla cuando "imagina que todo el rostro del
viejo comienza a reírse, y que al final una risa diabólica y escalofriante re-
suena por toda la habitación" (I: 301). Así pues, al no poder llevar adelante
su propósito de matar al viejo y liberar de esa manera a Catalina del em-
brujo de Murin, Ordinov es derrotado por el poder maligno que también
domina con su hechizo a su bella casera.
Muchas de las cosas que ocurren son tan extravagantes que el propio
Ordinov se pregunta varias veces si no estará sufriendo una especie de alu-
cinación. Esto ha llevado a algún crítico a sugerir que los acontecimientos
que supuestamente ocurren en el departamento de Murin son tan sólo
imaginarios; es decir, una dramatización de la fantasía delirante de Ordi-

434 ~ EL CAMINO AL AUTODESCUBRIM IENTO


nov, y que él acepta como hechos reales. 5 Con muy buen criterio, esta in-
terpretación no ha sido aceptada en general; pero el hecho mismo de que
se la haya presentado como una posible interpretación transmite el miste-
rio que caracteriza a todo cuanto ocurre en La patrona. En ningún momen-
to se aclara si Catalina en realidad es una demente que sufre alucinaciones,
o si el disparatado cuento que narra tan poéticamente es verídico. Tampo-
co es posible establecer con certeza si Murin es sólo un anciano comer-
ciante cuyas posesiones fueron destruidas por el fuego (ésta es la opinión
prosaica del policía Yaroslav llich), o el jefe de una banda de ladrones del
Valga que tiene misteriosos poderes esotéricos.
Definitivamente, Dostoievski se excede en el empleo de adornos góti-
cos y románticos que resultan innecesarios y que justifica la aversión que
sentía Belinski hacia este relato. Respecto de los ojos de Murin, el crítico
dice en tono burlón: "están cargados de tanta electricidad, galvanismo y
magnetismo, que cualquier fisiólogo le hubiera pagado una buena suma de
dinero para realizar experimentos científicos con los rayos fulminantes de su
mirada". 6 Aunque esta reacción responde al gusto de la época, no es el
juicio definitivo sobre La patrona. A pesar de que difícilmente se la pueda
defender como pieza lograda desde el punto de vista artístico, el paso del
tiempo ha demostrado que, de las primeras obras de Dostoievski, es la que
contiene mayor cantidad de importantes anticipaciones del futuro. Incluso
sin apartarnos de los límites del decenio de 1840-1849, un análisis más
profundo demuestra que no es, como Belinski y todos los demás lo consi-
deraron, una asfixiante fantasmagoría romántica. Lo que en realidad se
proponía Dostoievski era que el tema elemental de sus cuentos de chinovnik
-el tema del hombre destruido por el despotismo y la subordinación in-
condicional típicos del mundo ruso- se enriqueciera con un tono simbó-
lico mucho más amplio, acorde con la historia y el folclor rusos.

Para ilustrar esta interpretación, es necesario analizar atentamente el tipo


de relación que existe entre Murin y Catalina, tal como oscuramente la
5
Véase A. L. Bem, "Dramatizatsiya Breda (Khozyaiha Dostoevskogo)", en su compilación de
estudios, Dostoevshii (Praga, 1938), pp. 77-141.
6
Worhs, p. 4 78.

LA REALIDAD Y EL "SOÑADOR" ~ 435


vislumbramos por lo que ella le dice a Ordinov. Aunque sea una demente
y no se pueda creer en sus palabras, ello no disminuye la importancia te-
mática de lo que dice; el secreto de su sometimiento a Murin estriba no en
la realidad misma, sino en lo que Catalina cree que es la verdad. Catalina
está convencida de que Murin fue (y acaso todavía lo es) el jefe de una
banda de asaltantes del Volga, que en otro tiempo fue amante de su madre ,
y que ella es hija ilegítima de ese individuo. A pesar de ello, aceptó las in-
sinuaciones amorosas de Murin y se fugó con él al morir su padre (presu-
miblemente, asesinado por el bandido) durante un incendio que destruyó
todas sus posesiones, y abandonando a su madre que agonizaba. Lo que
conquistó a Catalina fue la excepcional seguridad en sí mismo que tenía
Murin de que ella no podría dejar de obedecer sus deseos, y el juramento
de dejarla en libertad cuando ella lo desease: "bastará que muevas las cejas,
los negros ojos, o que levantes un solo dedo, para que te devuelva, junto
con tu amor, tu apreciada libertad" (1: 298).
Pero Catalina descubre que, al dejarse dominar por Murin, ya no le
será posible escapar de su poder. En un primer momento parece que la
tiene dominada por el sexo; pero, cuando Ordinov la conoce, Murin es ya
un anciano enclenque, y su poder se ha vuelto más sutil. Le ha hecho com-
prender a la joven que cometió "el pecado imperdonable" (el incesto) , y la
tiene asustada con el fantasma de la condenación eterna. "Me tortura -le
cuenta a Ordinov- leyéndome fragmentos de sus libros" (los volúme-
nes manuscritos de los Antiguos creyentes), y el tormento continuo de la
muchacha consiste en creer que "mis plegarias no llegarán nunca a ser es-
cuchadas por los santos , que no querrán salvarme de mi cruel sufrimien-
to". Ésta es la causa de ese "misterioso horror" que Ordinov notó por pri-
mera vez en el rostro de Catalina, al verla rezando en la iglesia. Lo peor de
todo es que la joven ya ha comenzado a sentir placer en su propia aflicción
y conciencia de pecado irremediable. Le confiesa a Ordinov que su autén-
tico "sufrimiento" no es "haber vendido su alma al demonio y al destruc-
tor", sino el hecho de que "encuentra placer y felicidad en recordar la cau-
sa de su dolor; en eso consiste mi sufrimiento; en que carece de fuerza y en
que mis errores no me causan ira ... " (1: 293-299).
Así pues, la mente de Catalina se ha deformado debido a su creencia
en los poderes ocultos de Murin. Cabe señalar, al respecto, que no se trata
sólo de poderes mágicos y paganos, sino que se les presenta entretejidos
con los símbolos cristianos de la ortodoxia rusa . Llama también la aten-

436 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


ción que sólo este aspecto del relato de Catalina reciba confirmación exter-
na (el "culto" y presuntuoso Yaroslav Ilich también cree en los poderes
de Murin como vidente y profeta). Lo que la mantiene atada a Murin son
los temores y horrores que él logró inculcarle, y que se han transformado
luego en una extraña especie de "felicidad o placer", que se desahoga o li-
bera mediante rezos fervorosos . Murin es perfecta y hasta cínicamente
consciente del daño que le ha hecho a Catalina , pero , para justificarse a
los ojos de Ordinov, lo convierte en una ley universal. "Permítame decir-
le, señor - le explica al estupefacto Ordinov-, que un hombre débil no
puede estar solo. Déle usted todo, y él vendrá por su propia voluntad y se
lo devolverá ... Déle a un hombre débil su libertad ... y él solito se amarra-
rá y se la devolverá. ¡A un corazón tonto la libertad no le sirve de nada! "
(1: 317).
Por tanto, el tema central de La patrona es la "libertad", tema que, por
otra parte, vincula sólidamente este relato con otras obras de Dostoievski
de la misma época. Como en el caso de Devushkin y Golyadkin, el tema es
el mismo: la deformación psíquica causada por las condiciones imperantes
en la vida y la sociedad rusas; pero el estilo y el tratamiento son completa-
mente diferentes. Para recalcar aún más el propósito del cuento , Dostoiev-
ski pone en boca de Ordinov las siguientes reflexiones , con las que con-
cluye el relato :

Imaginó que algún misterio, algún secreto la mantenía atada al anciano , y que
Catalina , aunque era inocente de todo delito como una blanca paloma, había
caído en su poder ... tenía constantes visiones de un inmenso, todopoderoso
despotismo sobre una pobre e indefensa criatura , y su corazón temblaba de
indignación impotente. Imaginaba que mediante alguna hechicería se le pre-
sentaba ante la asustada mirada de su alma, súbitamente despierta, la idea de
su degradación, que su pobre corazón débil era torturado mediante alguna tre-
ta o artificio mágico , que con algún propósito se la mantenía en la ignorancia
o ceguera cuando era necesario, que las inclinaciones pasionales de su atribu-
lado corazón, que nunca había experimentado, le fueron inducidas subrepti-
ciamente, y que poco a poco le fueron cortando a esa alma libre sus alas,
hasta ser finalmente incapaz de sublevarse o de algún movimiento de libertad
hacia la vida real. .. [I: 319; excepto en el caso de la palabra débil, las cursivas
se añadieron en esta cita. ]

LA REALIDAD Y EL "SOÑADOR" ~ 437


Visto desde esta perspectiva, el aspecto folclórico del relato y su evoca-
ción del pasado ruso también adquieren un nuevo significado. En efecto,
son las supersticiones de ese pasado -su religión basada en el temor y en
la condenación eterna- lo que permitió que pudiera inculcarse a Catalina
(según Ordinov, en realidad inocente) ese terrible sentimiento de culpa, y
lo que proveyó a Murin de las armas necesarias para someter y destruir su
espíritu. Sabemos que Dostoievski estaba trabajando en la elaboración de
La patrona al mismo tiempo que escribía sus folletines de San Petersburgo.
¿Y acaso el simbolismo del relato no es un reflejo de su crítica al eslavismo,
por su "ciego e incondicional retorno a un adormecedor pasado autóc-
tono"?*
En efecto , un pasaje en el que pocos críticos han reparado parece con-
tener una alusión satírica a ese entusiasmo que mostraba la sociedad "cul-
ta" por los rasgos folclóricos del pueblo que presumiblemente habían
sobrevivido desde una época de mayor pureza moral. Murin acaba de des-
empeñar astutamente el papel del hombre sencillo y servicial de pueblo,
porque quiere que eso piense de él Yaroslav Ilich, a quien además le dice
que, en otras circunstancias, se habría sentido muy feliz de hospedar a
Ordinov en su casa como un "huésped" sagrado:

Murin hizo una reverencia flexionando su cuerpo desde la cintura. Lágrimas


de contento afluyeron a los ojos de Yaroslav Ilich. Miró con entusiasmo a
Ordinov.
"¡Qué rasgo de generosidad! Qué sentido sagrado de la hospitalidad po-
see el pueblo ruso."
Ordinov le lanzó una mirada extraviada a Yaroslav Ilych. Estaba práctica-
mente aterrorizado y lo examinó de la cabeza a los pies.

Basado en este tipo de detalles, recientemente Rudolf Neuhauser ha


sugerido que debía interpretarse La patrona como una alegoría perfecta en
la que cada episodio tiene su equivalente en el panorama sociocultural
ruso del periodo 1846-184 7. A pesar de que su intento a favor de este tipo de
interpretación no resulta convincente, en el caso del tema simbólico prin-
cipal logra una explicación de gran profundidad: "Luego de siglos de so-
metimiento a tradiciones nacionales y religiosas, el espíritu ruso ha llegado

*Véanse supra las p. 305.

438 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


a embriagarse con un complejo narcisista de autoflagelaciones y goce de la
humillación, y no tiene fuerza para renunciar a esas tradiciones que lo
mantienen oprimido". 7 Esta interpretación del relato también ayuda a ex-
plicar el efecto destructivo que toda esa experiencia tiene sobre Ordinov,
y que prefigura el mismo desquiciamiento moral que habrá de sufrir Arkadi
Ivanóvich en Un corazón débil. (El título de esta segunda obra en ruso,
Slaboe Serdtse, es una frase originariamente empleada por Ordinov en las
reflexiones sobre Catalina que acabamos de citar.)
Luego de ser derrotado por Murin, Ordinov descubre que ya no puede
retornar a su vida anterior, y pierde la fe en sí mismo en el sentido de "estar
destinado a ser un artista de la ciencia". En efecto, "la fe auténtica es la pro-
mesa del futuro", pero en ese momento el futuro le parece cerrado. Nos en-
teramos, además, de que antes había tomado notas para "un trabajo relacio-
nado con la historia de la Iglesia, y que en él aparecían expresadas sus ideas
más fervorosas" (aunque a menudo se le confunde con su "sistema", no se
trata del mismo trabajo). También abandona ese proyecto y "algo parecido al
misticismo, al fatalismo y a una creencia en lo misterioso comienza a abrirse
paso en su mente". Presumiblemente, se trata de convicciones totalmente
opuestas a las ideas que habría suscitado en él su historia de la Iglesia. La
relación entre esta crisis espiritual y el tema simbólico del relato se remata
mediante una frase irónica: "La criada del alemán [Ordinov vive en ese mo-
mento en el departamento de un artesano alemán] , una anciana rusa muy
devota, solía describir con verdadera delectación cómo su manso huésped
rezaba y cómo solía permanecer tendido horas enteras, como si estuviera
inconsciente, sobre el piso de la iglesia" (I: 318). Lo que al parecer Dostoiev-
ski quiere destacar en este pasaje es la diferencia entre una religión de luz,
esperanza y fe en el hombre, y otra -más tradicional- basada en el misti-
cismo y en el fatalismo: ese mismo contraste señalado tanto por Considérant
como por Belinski. * Desde este punto de vista, considero muy probable que
Dostoievski se haya propuesto con su cuento La patrona no sólo criticar sim-
bólicamente el eslavismo sino también la ortodoxia, puesto que, como Be-
linski, también él en ese entonces pensaba que esta última era una religión
basada en el miedo o el terror.
Así pues, La patrona resulta bastante interesante como intento plausible
7
Véase el interesante artículo de Rudolf Neuhauser, "The Landlady: A New Interpretation",
Canadian Slavonic Papers, núm. 10 (1968), p. 57.
*Véanse supra las pp. 202 ss.

LA REALIDAD Y EL "SOÑADORºº ... 439


(aunque frustrado desde el punto de vista artístico), por parte de Dostoiev-
ski, de transportar a una clave y tonalidad diferentes el tema principal de
aquellas obras que escribió siguiendo las normas poéticas de la escuela
naturalista. Su interés es aún mayor cuando nos damos cuenta de que esta
narración marca un momento decisivo en la transición de Dostoievski
hacia su madurez artística. Con el personaje de Catalina, por primera vez
se concentra en la psicología del masoquismo, y empieza a explorar el
"placer" sutil y patológico que puede obtenerse de la autoflagelación y
el autocastigo. Desde luego, ya antes podemos encontrar atisbos de esta psi-
cología; por ejemplo, en El doble. En un momento determinado, a conti-
nuación de transcribir en primera persona algunos de los reproches que se
hace a sí mismo el señor Golyadkin, el narrador dice lo siguiente: "Así el
señor Golyadkin se mofaba de sí mismo mientras saltaba dentro del vehícu-
lo. Burlarse de él mismo, logrando de ese modo exacerbar sus enconos, era,
en ese tiempo , motivo de gran satisfacción para el señor Golyadkin; casi
un placer voluptuoso" (1: 170). Pero en este caso, se trata de una observa-
ción dicha al pasar, y no se utiliza el "placer" del señor Golyadkin con nin-
gún propósito temático. Es sólo en La patrona donde Dostoievski comienza
a comprender las implicaciones de esta psicología y a explotar seriamente
sus posibilidades. El eje de su interés artístico se traslada del conflicto in-
terior causado por actitudes condicionadas por la sociedad a la lucha del
individuo con su propio carácter. Catalina es todavía víctima de Murin y
de todas las fuerzas oscuras que él representa; pero también es víctima de
su incapacidad para dominar el "placer" que obtiene de su sometimiento y
degradación . De este modo , se añade una nueva dimensión a la descrip-
ción que hace Dostoievski de la personalidad, y que consiste en trasladar al
propio individuo parte de la responsabilidad moral de su propio destino.
De importancia decisiva dentro de la obra dostoievskiana, por tratarse
del primer indicio de este cambio en la interpretación del carácter indivi-
dual que evoluciona desde lo psicológico social hasta lo psicológico moral,
La patrona también contiene anticipaciones más limitadas de otras caracte-
rísticas futuras de su obra. Nunca más volverá Dostoievski a tratar de es-
cribir tan extensamente en estilo de balada épica; pero de vez en cuando
vuelve a aparecer una nota parecida, que recuerda la poesía popular, so-
bre todo en las inflexiones líricas de la tullida María Levyadkina , en Los
demonios. Existe cierto parecido entre Catalina y María en cuanto a su
situación, el cual explica la resonancia estilística. Catalina espera que Ordinov

440 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIM IENTO


la rescate, así como María imagina que Stavroguin habrá de ser su "salva-
dor"; pero en ninguno de los dos casos el "falso" enamorado intelectual
salva del hechizo del mal a la joven rusa perteneciente al pueblo. Además,
con frecuencia se ha señalado que la desdeñosa opinión que tiene Murin
respecto de la incapacidad de la humanidad para soportar la "libertad"
anuncia uno de los pasajes más famosos de La leyenda del Gran Inquisidor.
La descripción física de Murin - su semblante grisáceo, enflaquecido has-
ta los huesos, y el "galvanismo" de sus ojos, del cual se burla Belinski-
prefigura claramente la aterradora majestuosidad del Inquisidor; lo mismo
ocurre con el papel simbólico que desempeña Murin como representante
de una religión de tiranía y opresión, basada en el temor, y que esclaviza
al hombre .

Aunque La patrona es la primera obra de Dostoievski en la que aparece el


personaje del "soñador", el eje central temático del relato no es este proto-
tipo. Como lo indica su título , el relato se centra en Catalina y en su rela-
ción con Murin y con Ordinov; la psicología de este último es apenas bos-
quejada , y no se la describe con detalle. El lector espera que en algún
momento este personaj e se ponga en contacto con la realidad o entre en
conflicto con ella; pero, en cambio, la única vez que Ordinov se aparta con
paso vacilante de su aislamiento acaba por sumergirse en un mundo mu-
cho más extraño y fantástico que cualquiera de los que él solía imaginar en
su soledad. El mundo que Ordinov encuentra -y que , por desgracia, es
evocado en una prosa demasiado trillada y vulgar- pretende representar el
choque entre la "realidad" psíquica del pasado ruso y el presente. Pero en
ese momento Dostoievski todavía no dominaba los medios artísticos con la
perfección que habría de alcanzar más adelante , y que le habría permitido
transformar esa "realidad" en algo más que , como la definió Belinski, un
intento "por reconciliar a Marlinski con Hoffmann", en la cual todo es
"exagerado, pomposo, espurio y falso" . Sin embargo , en el siguiente inten-
to que en este mismo sentido hace Dostoievski logra corregir esos dos de-
fectos de La patrona. En primer lugar, abandona por completo el folclor
romántico y, en segundo lugar, ubica la psicología del "soñador" en el cen-
tro mismo de la perspectiva artística.
El resultado es ese encantador relato, Noches blancas, una de las dos

LA REALIDAD Y EL "SO ÑADOR" ~ 441


obras maestras menores (la otra es El doble) que Dostoievski escribió des-
pués de Pobres gentes. El encanto no es precisamente una cualidad literaria
que podamos por lo común atribuirle a Dostoievski; pero tuvo la suficien-
te versatilidad para adueñarse de esta cualidad tan evasiva en las dos raras
ocasiones en que trató de atraparla. Noches blancas se aparta del universo
tragicómico y satírico de sus primeras creaciones, por la hermosa frivoli-
dad y delicadeza de su tono, por la atmósfera de primaveral emotividad
adolescente, por la gracia y el ingenio de sus joviales parodias. Varias alu-
siones a la ópera de Rossini El barbero de Sevilla se entretejen con el episodio
principal, y Noches blancas rebosa de esa misma exuberancia y alegría que
caracteriza a esa pequeña travesura operística.
Noches blancas -subtitulada Una novela sentimental, nombre tomado
de la obra El diario de un soñador- está escrita en primera persona por el
"soñador" mismo. Lo que asombra al lector, sobre todo luego de haber
leído La patrona, es la absoluta diferencia en cuanto a temperamento y
carácter que existe entre Ordinov y este nuevo "soñador". Aunque eviden-
temente es un joven sensible y sumamente culto, no hay en él nada que
nos recuerde ese ominoso y seudofaustiano interés respecto de la "ciencia"
que distingue a Ordinov. Tampoco vive apartado del mundo, ya que ocu-
pa un puesto muy común en una oficina gubernamental, también suma-
mente común. No obstante , ambos se parecen en su sensación de aisla-
miento y soledad; pero el "soñador" de Noches blancas observa con cordial
curiosidad e interés caritativo al resto de la humanidad, e incluso se hace
amigo de las casas por las que pasa todos los días. "Tengo mi preferida en-
tre todas ellas , algunas son amigas muy cariñosas; una de ellas tiene la in-
tención de ponerse en tratamiento con un arquitecto este verano. Pasaré
por allí todos los días a propósito, para vigilar que la operación no falle"
(I: 103).
Como el personaje de La patrona, el "soñador" de Noches blancas hace su
primer contacto con la "realidad" al encontrarse con una joven, que no es
una belleza marchitada por el sufrimiento como Catalina, sino una jovial mu-
chachita de diecisiete años, llamada Nastenka, quien sabe que le ha llegado
el momento de encontrar marido. Hace un año se ha hecho novia de un
hombre joven que se marchó a Moscú para establecerse, con la promesa
de retomar en la misma estación y encontrarse, bajo el extraño resplandor de
las "noches blancas" del estío de San Petersburgo, sobre el mismo puen-
te en el que la ve por primera vez el "soñador", inclinada pensativamente

442 .. EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


sobre el pasamanos. El tiempo pasa, el novio todavía no aparece, y Nas-
tenka está preocupada. Ella y el "soñador" se encuentran durante varias
noches encantadas en el mismo lugar; el joven se enamora perdidamente
de Nastenka (como ella esperaba que sucediese, puesto que expresamen-
te se lo prohibió); ocurre un momento en que ella, con seguro instinto fe-
menino de propia preservación, está dispuesta a transmitirle sus sentimien-
tos. "Lo amo; pero me recuperaré -dice con firmeza-. Debo superar este
afecto, tengo que conseguirlo; me estoy recuperando; puedo sentirlo"
(1: 136). Por un instante fugaz, alentado por Nastenka, el "soñador" tiene
un atisbo de felicidad "real"; pero ella vuela hacia los brazos de su prometi-
do cuando éste finalmente aparece, y entonces el "soñador" queda solo ca-
vilando acerca del último de sus "sueños" y sobre el significado que ha te-
nido para él.
La acción se reduce al simple esquema de una intriga amorosa insigni-
ficante y superficial; pero es lo único que Dostoievski necesita para hacer
que sus dos personajes hablen por sí mismos. Y una vez que comienzan a
expresarse, el relato alza el vuelo. Nastenka es encantadora en su esponta-
neidad, en su capacidad para adentrarse en el dilema del "soñador", en su
calidez y vivacidad .... y en su inalterable fidelidad a su primer amor. Las
reflexiones lírico-humorísticas del "soñador" en parte han sido tomadas
textualmente del retrato de este prototipo que aparece en el cuarto folletín
de San Petersburgo; y Dostoievski vuelve a conjurar una vez más, pero con
más detalles aún, todo el encanto y fascinación del mundo de fantasía en el
que éste vive.
"¡Pobrecitos!, piensa nuestro soñador" [acerca de la gente común].
"Y no es de asombrar que piense así. Observad esos mágicos fantasmas,
que tan encantadora, tan descuidada y libremente se agrupan frente a él
formando un cuadro mágico, animado, en el cual la figura más sobresa-
liente del primer plano es desde luego él mismo, nuestro soñador, en su
preciosa persona ." El pasaje más famoso de esta extensa tirada es el que
Dostoievski le añadió en 1860, cuando al revisar el cuento decidió darle al
"soñador" una genealogía cultural más concreta.

Quizá ustedes se pregunten con qué está soñando ... con la amistad con Hoff-
mann, con la Noche de San Bartolomé, con Diana Vernon, con desempeñar
el papel de héroe durante la toma de Kazán por parte de lván Vasiliévich; con
Clara Mowbray, con Effie Deans, con el Concilio de Prelados y con Huss de-

LA REALIDAD Y EL "SOÑADOR"" ~ 443


lante de ellos; con la sublevación de los muertos en Roberto el endemoniado
(¿recuerdan la música7 ¡Huele a cementerio de parroquia!), con Minna y con
Brenda; con la batalla de Berezina, con la lectura de un poema a la condesa
V. D.; con Dantón, con Cleopatra eí siwí amantí; con una casita en Columna ...

Hasta donde nos es posible reconocerlas, el pasaje contiene alusiones a


Hoffmann, Mérimée, sir Walter Scott, Karamzin, George Sand (¡quizá!),
Meyerbeer, Zhukovski y Pushkin.
Dostoievski añadió este caleidoscopio de influencias románticas en
Noches blancas casi al mismo tiempo (1860-1861) en que escribía su obra
Visiones de San Petersburgo en verso y prosa; y la similitud de inspiración es
evidente.* Sin embargo, es posible que el brillo de su estilo oculte lo que
acaso en el texto original se notaba más claramente: la parodia de las nove-
las románticas que describían amores eternos y sin esperanzas , en la alta
sociedad y en ambientes exóticos . Hasta aquí, la encendida imaginación
del narrador se ha regodeado en ese atractivo platillo; y aunque su decla-
mación para suscitar la admiración de Nastenka es demasiado extensa para
citarla completa , es indispensable transcribir un pasaje que nos permita
apreciar todo el ingenio que despliega Dostoievski en esta disminución o
reducción de valores de ese tipo de novelas.

¿Quién duda que se pasaron años tomaditos de la mano ... solitas sus almas,
apartados del mundo y la vida del uno unida a la del otro7 ¿Quién duda que
cuando llegó la hora de separarse ella se recostó en el pecho de él, sollozando
y lanzando lastimeros quejidos de dolor , indiferente a la tempestad que des-
ataba su furia bajo el tétrico cielo, indiferente al viento que le arranca y se
lleva lejos las lágrimas de sus negras pestañas? ... Pero ¡oh sorpresa!, segura-
mente él vuelve a encontrarla tiempo después, lejos de las playas nativas, bajo
cielos ajenos, en el tórrido sur, en la ciudad divinamente eterna, en medio del
enceguecedor esplendor del baile, en el estrépito de la música, en un palazzo
(tiene que ser en un palazzo), ahogada en un mar de luces, asomada al bal-
cón, adornado con guirnaldas de mirto y rosas donde, al reconocerle, ella se
apresura a quitarse el antifaz y susurra "soy libre", se arroja temblando en los
brazos de él y con una exclamación de arrobamiento o embriaguez agarrado
el uno al otro , en un instante olvidan sus tristezas, su separación y todas sus

*Véanse supra pp. 183-184.

444 ~ EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


angustias, y aquella lóbrega casa y el distante jardín en aquella tierra lejana , y
el sillón sobre el cual, con un último beso apasionado, ella se desprendió de
los brazos de él aturdida por el dolor y la desesperación ... [l: 117].

Cuando conoce a Nastenka, hacía ya bastante tiempo que el encanto


de esos romances imaginarios había empezado a marchitarse y que el so-
ñador se había dado cuenta de la inutilidad de esos placeres engañosos.
Empezaba a sentir que "también para él acaso alguna vez sonara la hora
de duelo, cuando por un solo día de esa vida pesarosa daría todos sus años de
fantasía y no sólo los entregaría con júbilo y felicidad sino también sin
detenerse a hacer distingos en esa hora de tristeza , remordimiento y dolor
incontenible" (I: 116). Los encuentros con Nastenka le regalan ese único
día (o más bien, varias "noches blancas") de vida real; y sabe que, como re-
sultado de ello, su propia existencia cambiará para siempre.
No obstante, el amor que el soñador siente por Nastenka no está man-
chado de egoísmo, e incluso trata de ayudarla a ponerse en contacto con
su evasivo novio. Además, cuando éste aparece por fin, su reacción no
muestra ningún rastro de celos o de resentimiento, a pesar de saber que
nuevamente está condenado a vegetar en la tristeza de su cuarto solitario.
Cuando se sienta para leer la nota de disculpa y gratitud que ella le ha es-
crito - en la cual, con sofistería típica de la mujer, le pide que continúe
amándola "como hermano", igual que antes- no encuentra en su corazón
ni el más mínimo deseo de ensombrecer la felicidad de la muchacha. "¡Oh,
nunca , nuncal ¡Que tu cielo sea siempre claro, que tu dulce sonrisa brille
siempre alegre y espontánea , y que Dios te bendiga por ese momento de
suprema felicidad que supiste darle a otro corazón solitario y agradecido!
¡Dios mío, un instante completo de felicidad! ¿Acaso eso es demasiado
poco para toda la vida de un hombre?" (I: 141).
Noches blancas concluye, pues, con una nota de bendición por el único
momento de felicidad "real" que la vida le ha concedido al soñador. Toda la
refulgente luz y colorido del mundo ideal e imaginario desaparecen en
la nada frente a la realidad del amor hacia la figurita alegre y vivaracha de
una joven en la que resplandece la vida. Ésta es la aportación vibrante
de poesía de Dostoievski al ataque lanzado contra el mechtatelnost romántico
tan común en la literatura rusa de finales del decenio de 1840-1849; y a
pesar de que su cuentito no puede competir con las novelas que escribie-
ron Herzen y Goncharov sobre el mismo tema , no existe en toda la litera-

LA REALIDAD Y EL "SOÑADOR" .... 445


tura rusa una obra que lo exprese con más sensibilidad y gracia lírica. De
todos los relatos menores de Dostoievski, Noches blancas fue el único al
que los críticos saludaron favorablemente; pero también dio pie para una
amistosa polémica con Alekséi Pleshcheev. Como ya lo señalamos ante-
riormente, el relato fue dedicado a este último, quien, en respuesta, escri-
bió su propio Consejo amistoso, que dedicó a Dostoievski.
El protagonista de Pleshcheev, también un "soñador", se parece mu-
cho al personaje creado por Dostoievski, e incluso repite algunas de sus
frases. Pero consigue lo que desea; es decir , se casa con una damita acau-
dalada y sumamente vulgar, lo cual le permite sentar cabeza y llevar el tipo
de vida más prosaico que pueda imaginarse. Para Pleshcheev, el amor que
siente "el soñador" hacia Nastenka, por muy real que sea, en sí mismo es
tan sólo una forma menos grandiosa y más común de las vanas ilusiones o
autoengaños románticos.
El crítico soviético que en un artículo informativo presenta esta obser-
vación también señala que, a pesar de que Dostoievski condena desde el
punto de vista temático los atractivos del mechtatelnost, no obstante los
presenta con sus colores más brillantes. 8 El poder de la imaginación es
exaltado precisamente por el hecho mismo de censurar, en apariencia, sus
consecuencias; y gran parte del atractivo del relato, sin duda, proviene de
esta ambigüedad. En efecto, cuando Dostoievski se pronuncia en contra
del romanticismo , lo hace con un tono elegiaco tan afectuoso y delicado,
que no podemos dejar de sospechar que está sentimentalmente mucho
más atado a la cultura romántica de lo que acaso estaría dispuesto a re-
conocer.
Demasiadas fibras emocionales lo unían al romanticismo para poder
desprenderse totalmente de él. A pesar de que siempre estaba dispuesto a
satirizar y a parodiar la petulancia de las actitudes románticas o su utiliza-
ción como pantalla para ocultar tendencias egoístas ("y desde luego, en el
primer plano estaba él mismo, nuestro soñador, en su preciosa persona"),
no obstante, nunca dejaría de creer en la importancia de conservar la capa-
cidad de ser conmovido por la imaginación y los ideales. Durante el dece-
nio de 1860-1869, el tema de su primer cuento sería uno de los principa-
les asuntos puestos en tela de juicio durante la batalla que se desató entre
dos generaciones.
8
Yu . M. Proskurina, "Povestvovatelrasskazchik v. romane F. M. Dostoevskogo Belye Nochi",
Filologicheskie Nauki, núm. 9 (1966) , p. 133.

446 ... EL CAM INO AL AUTODESCUBRIMIENTO


Y, por mucho que posteriormente haya tratado de combatir las pre-
sunciones y el vacío moral de la generación romántica de los "padres",
siempre habría de preferir a éstos, y no a los hijos, con su empeño fanático
de reducir la "vida real" exclusivamente al mundo de los hechos concretos,
prosaicos, e incluso burdamente materiales.

LA REALIDAD Y EL "SOÑADOR" .. 447


XXIII . Netotchka Nezvánova

N i EN los momentos de mayor desesperación por las críticas negativas a sus


obras, Dostoievski abandona la esperanza de que las cosas cambien. Quizá
fue en octubre de 1846 cuando empezó a pensar en una novela de enver-
gadura que le permitiera recuperar su prestigio. Según le informa a Mijaíl,
tiene el propósito de ir a Italia para escribir allí la primera parte de esta
novela "en tres o cuatro entregas para Los Contemporáneos". Podrá comple-
tar las otras partes a su regreso después de una permanencia de unos ocho
meses en Italia. "Ya tengo en la cabeza el tema (el Prólogo) y la idea", le
asegura a su hermano .1 Sin embargo, a finales de octubre le dice que
abandonó el proyecto de viajar al extranjero , que comenzó a escribir La
patrona, pero que, no obstante , continúa pensando en la novela "que no
me deja un instante en paz".2
Al mes siguiente ocurre su pelea con Los Contemporáneos y, en diciem-
bre, le promete a Kraevski entregarle "la primera parte de mi novela
Netotchka Nezvánova, de cuya publicación ya te habrás enterado en Noticias
de la Patría" .3 Al iniciarse el nuevo año , le repite a Mijaíl que "pronto estarás
leyendo mi N etotchka N ezvánova" .4 Pero varias veces, a lo largo de 184 7,
Dostoievski se ve obligado a interrumpir su trabajo para cumplir con otras
obligaciones literarias más urgentes. Mucho debió de sufrir por estas dila-
ciones, pues sabía que sólo un éxito literario importante podría restituirle
el favor del público, y que, además, un nuevo grupo de competidores esta-
1
Pisma, vol. 1 (7 de octubre de 1846) , p. 97.
2
Ibid. (fines de octubre de 1846), p 100.
3
Ibid. (17 de diciembre de 1846), p. 104.
4
Ibid. (enero-febrero de 184 7), p. 108.

448 ....
ba asomando en el horizonte. "Toda una constelación de nuevos escritores
está empezando a aparecer'', le dice , preocupado, a Mijaíl, en abril de 1846.
"Algunos son mis rivales. Entre ellos, sobresalen Herzen (Iskander) y
Goncharov "5 Och o meses más tarde confiesa a Mijaíl: "Siento que he co-
menzado una campaña en contra de toda nuestra literatura , periódicos y
críticos, y que con las tres partes de mi novela en Noticias de la Patria, este
año volveré a afirmar mi superioridad a despecho de todos los que me de-
sean mala suerte" .6 No obstante , transcurriría otro año antes de que la no-
vela empezara a aparecer, a principios de 1849.

Netotchha Nezvánova, que se inicia cuando la protagonista apenas tiene


dieciocho años de edad, quedó inconclusa, de modo que no puede saberse a
ciencia cierta qué se proponía Dostoievski. Sin embargo , podemos conjetu-
rar, en primer lugar, que la obra fue estructurada como una Bildungsroman,
en la cual se presenta la historia de Netotchka escrita en la madurez o en la
vejez, describiendo las experiencias que formaron su carácter y configuraron
su existencia. En general, se creía que Netotchka llegaría a ser una gran can-
tante , como tantas protagonistas de George Sand, y ello es muy probable.
Aparte de que Dostoievski era un gran aficionado a la ópera, y asistía con
frecuencia a las funciones de la Ópera Italiana en San Petersburgo, como una
de sus pocas diversiones,* existen también pruebas de que pensaba insisten-
temente en George Sand cuando escribió su novela. En una carta en la que
se entremezclan un análisis de su propio carácter y comentarios sobre esta
obra , Dostoievski se compara, al pasar, con el príncipe Karol, el protagonista
masculino de la entonces famosa novela de dicha autora, Lucrezia Floriani. **

5
Ibid. (1° de abril de 1846), p. 89.
1> Ibid. (17 de diciembre de 1846), p. 104.
* Dostoievski asistía asiduamente a la ópera mientras trabajaba en esta noYela. "Estoy ago-
biado de trabajo , y le prometí a Kraevski entregarle la primera parte de mi novela Netotchlw
Nezvánova hacia el 5 de feb rero ... Te escribo esta carta a ratos, porque me lo paso escribiendo
de día y de noche, salvo el descanso que me tomo a las siete de la tarde con el fin de distraerme
un poco yendo a sentarme al 'paraíso' de la Ópera Italiana, para escuchar a nuestros incompara-
bles cantores." lbid. , vol.l (1 7 de diciembre de 1846), p 104.
* ''' Las observaciones de Dostoievski sobre su propio carácter ya fu eron citadas en las
pp. 226 y 227 , SLtpra.

NETOTCHKA NEZVÁNOVA ... 449


Como George Sand escribió esta novela al final de su relación con Chopin,
la crítica piensa que el príncipe Karol es un retrato del gran compositor y
pianista polaco. Por lo mismo que el príncipe es un aristócrata de exquisito
refinamiento, gran sensibilidad y distinción espiritual, estas mismas cualida-
des admirables hacen que sea demasiado exigente, tremendamente suscepti-
ble y, en última instancia, inaguantable incluso para quienes ama y que, a
cambio de ello, le entregan el corazón y el alma. (Nos preguntamos qué sen-
tiría Chopin cuando, como sabemos que lo hizo , George Sand le leía suma-
nuscrito a medida que lo iba escribiendo.)
La alusión al príncipe Karol por parte de Dostoievski es significativa,
por lo que nos revela acerca de su personalidad y, también, por tratarse de
una confirmación en el sentido de que se inspiró en George Sand. Por otra
parte, en esta novela fragmentaria la influencia de la escritora francesa se
advierte más que en cualquiera de sus otras obras. De modo que es muy
probable que Dostoievski tuviera la intención de que su joven heroína, que
empieza a tomar lecciones de canto en el último episodio que consiguió es-
cribir, fuese el equivalente ruso de Lucrezia, o de la aún más famosa cantatrice
veneciana Consuelo (en la novela de este nombre). El libro sería la autobio-
grafía romántica de una artista muy amada de los novelistas en el decenio
1830-1839; y al elegir este anticuado género como su modelo, Dostoievski
siguió el mismo impulso estilístico que lo llevó a escribir Pobres gentes, como
novela epistolar-sentimental, a desarrollar la técnica Doppelganger en El
doble, y a narrar el cuento folclórico romántico La patrona. En los tres casos
adoptó una forma ya caduca, tratando de revitalizarla mediante un significa-
do afín a su época.
A juzgar por los tres episodios que completó Dostoievski, este signifi-
cado se concentraría en un tema cultural muy del momento . Como conse-
cuencia del sostenido ataque a los valores románticos, a finales del decenio
de 1840-1849 empiezan a cuestionarse, en toda la literatura rusa, la fun-
ción y situación del arte. Pero , en el caso de Dostoievski, ya hemos visto
que, a pesar de criticar al mechtatelnost, no acepta del todo la completa
subordinación del arte y de la imaginación a los intereses sociales. Lo que
a mi parecer quería hacer Dostoievski era presentar un personaje compro-
metido a la vez con el arte y con los más altos ideales sociomorales. Al
principio, la obsesión de Netotchka respecto del arte le estropea el carácter
y desorienta su sentido de la ética. Más adelante, sin embargo , consigue
superar esta desventaja inicial y conciliar su amor con una conciencia so-

450 ... EL CAM INO AL AUTODESCUBRIM IENTO


ciomoral sensible y tierna, pero que a la vez no se atemoriza ante nada. Así
pues, con esta obra Dostoievski pretendía encontrar un equilibrio entre la
desprestigiada glorificación romántica del arte, por un lado , y la tentación
de una negación total de los valores artísticos en favor de los utilitarios y
prácticos, por el otro.
Quizá desde este punto de vista podamos comprender el verdadero
sentido de las palabras de Dostoievski, cuando le dice a su hermano que
Netotchka Nezvánova "será una confesión como Golyadkin, pero en otro
tono y estilo". 7 La crítica, en general, ha interpretado esta frase como una
referencia exclusiva al carácter del músico Yefimov que figura en la prime-
ra parte, y cuya lucha desesperada por conservar su fe en su propio talento
es, para algunos, un reflejo de las propias dudas que debió de tener Dos-
toievski respecto de sí mismo ante los ataques de Belinski. Pero, aunque
seguramente sus vacilaciones de esos años influyeron en su creación del
personaje Yefimov, no hay motivos para limitar el ámbito de su compro-
miso emocional a este único aspecto del libro, pues el significado moral y
espiritual del arte fue siempre una de las cuestiones que más preocuparon
a Dostoievski. Al fin y al cabo, muchas penurias materiales y angustias psí-
quicas tuvo que sufrir por su insistencia en seguir su propio camino litera-
rio , lo cual de ninguna manera significaba -de eso estaba absolutamente
convencido- traicionar la concepción humanística que compartía plena-
mente con la escuela naturalista. Así pues, puede verse en esta novela de
Dostoievski un esfuerzo de autojustificación, transmutado en una nueva
creación artística.
También puede considerársele como una "confesión", en un sentido
diferente y mucho más personal e íntimo. Cuando menos en el plano ex-
clusivamente psicológico-moral, el principal tema de la primera parte es el
injustificado odio que siente un niño hacia su padre, nacido de la falsa su-
posición de que el progenitor le impide seguir la ruta que habrá de con-
ducirlo a su realización como artista y a esa vida de comodidades y gloria
que, según él, trae aparejado el éxito en el arte. En este caso, el niño es una
niñita, el padre es su madre, y el artista, su padrastro; pero es posible inter-
pretar este conflicto como una transposición apenas disfrazada del resenti-
miento que el propio Dostoievski sentía hacia su padre, por haberle insistido
en estudiar la carrera de ingeniería militar, prohibiéndole la de escritor.

7
Pisma (enero-febrero de 1847) , p. 108.

NETOTCHKA N EZVÁ NOVA ~ 451


El tremendo sentimiento de culpa que siente Netotchka por haber
odiado a su madre, que tanto ha sufrido y trabajado, y a quien incluso la
muchacha le saca dinero con engaños para ayudar a su vividor padre-artis-
ta, sólo puede interpretarse como un reflejo de los propios sentimientos de
culpa de Dostoievski relacionados con el asesinato de su padre. El proceso
de maduración emocional y moral de Netotchka es presentado como la
superación de ese odio - y de la culpa que ese sentimiento engendró-
merced a un desarrollo o ensanchamiento del ego, que le permite identifi-
carse con el sufrimiento ajeno. Si esta interpretación es correcta, cabe con-
siderar a Netotchka Nezvánova como una auténtica "confesión", acaso en un
sentido más amplio que el que pudo sospechar el propio Dostoievski. Desde
esta perspectiva, la novela adquiere un carácter mucho más patético, como
un esfuerzo por parte del autor de hacer justicia al recuerdo de su padre, y
por presentarse él mismo asumiendo el deber moral de superar su antago-
nismo edípico.
Sin embargo, como siempre, Dostoievski transforma sus propios pro-
blemas psíquicos en estructuras artísticas adecuadas a los temas sociomo-
rales de su época. Aun cuando, como lo veremos más adelante, Ne totchka
Nezvánova señala el momento preciso en que Dostoievski se aparta para
siempre de las limitaciones literarias de la escuela naturalista, la novela
tiene todavía un fuerte acento social. Existen pruebas de que, en una ver-
sión anterior, fue aún mucho más directo o franco en su planteamiento de
los problemas sociomorales. I. M. Debu recuerda que, en una de las re-
uniones del grupo de Petrashevski, la narración de esta novela, leída por
Dostoievski, fue más completa que el texto publicado. "Recuerdo -nos
dice Debu- con cuánto calor humano nos habló entonces de ese 'porcen-
taje' social que posteriormente personificaría en Sonechka Marmeladova
(sin duda, bastante influido por las teorías de Fourier)." 8 A pesar de que
nada de esto aparece en la novela, es muy probable que el proyecto original
incluyera cierto tratamiento "filantrópico" del tema de la prostitución; so-
bre todo, de la reivindicación de esas "mujeres caídas".* Este tema era muy
8
Biografía, p. 91.
* Hay motivos para creer que el propio Dostoievski estuvo envuelto personalmente, cuando
menos como observador, en uno de estos intentos de redención. En una carta que Pleshcheev
le envía desde Moscú, y que está fechada el 14 de marzo de 1849, le pregunta sobre una tal
Naste (Nastasia). "Bésala de mi parte - le dice a su amigo-. Daría cualquier cosa por tenerla
junto a mí en este momento. Últimamente la amo más que nunca , y me entristece profunda-
mente que sea imposible reformarla ... , o que, si lo fuese , costaría dinero; te confieso que ésta

452 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


popular en su época -inspiró , por ejemplo, el famoso poema de Nekrásov,
"Cuando de tu error, oscuro, degradante", del cual se burla despiadada-
mente Dostoievski en Memo1ias del subsuelo- , y su interés se prolongó dos
decenios más. 9
Aunque no contuviera nada acerca de la prostitución , es evidente que
en una versión anterior el tema del adulterio estaba tratado de un modo
más explícito. En el único fragmento que se conserva de este texto original,
se le atribuye una importante función simbólica a un famoso grabado de la
época, j esucristo y la adúltera, de Emil Signol, inspirado en las palabras
de San juan: "Aquel de voso tros que esté sin pecado, que le arroje la pri-
mera piedra" (8: 7) . Aun cuando en la versión publicada no figura ninguna
mención a este grabado, todo el tercer episodio es una dramatización mu-
tilada o expurgada del tema. También el subtítulo del libro -Historia de
una mujer- sugiere que Dostoievski se proponía tratar temas similares so-
bre la situación de las mujeres, a medida que avanzara la novela. Además ,
lo poco que sabemos de Netotchka es suficiente para imprimirle a su relato
la marca de "filantrópico " Tras vivir los años de su infancia en la más ab-
yecta miseria, el triunfo posterior de letotchka como gran artista demos-
traría que en las clases marginadas, y también en su sexo supuestamente
inferior, hay verdaderos tesoros de talento escondido , y que muchas veces
se desperdicia.
De todas estas maneras, Dostoievski se esfuerza por conservar vivo el
interés en "la cuestión de la mujer" que tanto se destaca en el escenario lite-
rario de la Rusia de esa época, y que ya fu era utilizado en novelas tales
como Polinka Sachs y en el relato de Herzen , La urraca ladrona [Soroka-
Vorovka] . Herzen se anticipa a Dostoievski también en convertir en la prota-
gonista de su cuento a una mujer artista (una talentosa actriz-sierva), pero
su propósito es mostrar la destrucción de esta mujer cuando rechaza los
íue la causa principal de mi melancolía antes de separarme. Le estoy agradecido por la felicidad
que me ha proporcionado, y quisiera retribuírsela con algo ... "
Semanas después , entre marzo y abril de 1849 , en una carta escrita en ruso y en francés ,
Pleshcheev le suplica a Dostoievski: "Si tienes algo de dinero , no te olvides ele ella [Nastasia],
querido amigo; esa pequeñez no me debes, dásela a ella. También yo trataré de enviarle algo,
pero nada es seguro en este mundo cruel. .. ¡Si supieras wánto me apena1·ía si regresara al lugar
aquel donde estaba antes!" (las cursivas se añadieron). Parece evidente que Pleshcheev se refiere a
un prostíbulo. Delo Petrashevtscv, vol. 3, eds. V. R. Leikina, E. A. Korolchuk y V. A. Desnitsky
(Moscú /Leningraclo, 1937-1951), pp. 290, 296.
9
Para más información , véase George Siegel, "The Fallen Woman in Nineteenth Century
Russian Literature", Harvarcl Slavic Studies, núm. 5 (1970), pp. 81 -107.

NETOTCHKA NEZVÁNOVA .... 453


requerimientos amorosos de su amo y patrocinador. En cambio, el objetivo
de Dostoievski, sin precedente en la novelística rusa de su tiempo, era pre-
sentar a una mujer de talento y de fuerte voluntad que se niega a ser aplas-
tada; que se vuelve, en suma, la protagonista positiva de una gran novela.
Dostoievski esperaba, como en el caso de Pobres gentes, restablecer su posición
independiente en el escenario sociocultural ruso, y ofrecer una opción a la
sumisión incondicional de Goncharov al meshchantstvo (el espíritu práctico
burgués), así como a la desesperanza y desolación de Herzen.

La primera parte de Netotchka Nezvánova, titulada Infancia, narra la historia


de la niñez de Netotchka como hijastra del arruinado músico Yefimov, que
en esos años ella cree es su padre legítimo. Se han buscado los anteceden-
tes de Yefimov como personaje en E. T. A. Hoffmann y en Balzac (Cambara),
pero es más lógico buscarlos en la propia obra de Dostoievski. Tiene una
clara relación con Golyadkin, quien lucha con la misma clase de conflicto
interior pero que se manifiesta de otra manera: también él se niega a reco-
nocer la verdad sobre sí mismo, y cuando las circunstancias lo obligan a
hacerlo enloquece igual que su homólogo. Sin embargo, la "ambición" de
Yefimov adquiere la forma de una idea fija maniaca: la creencia de que es
el mejor violinista, si no del mundo, cuando menos de Rusia y, además, no
es ni tímido ni servil, como Golyadkin. En el caso de Yefimov, Dostoievski
agranda el afán de autoafirmación de Golyadkin hasta adquirir las dimen-
siones de megalomanía ; une a este rasgo el complejo temático del romanti-
cismo y el "soñador", transformando a este tipo humano , por primera vez,
en un personaje sumamente antipático , pues su obsesión artística desem-
boca en un egoísmo exacerbado, con consecuencias realmente monstruo-
sas para la vida de otras personas.
La manía o idea fija de Ye.fimov tiene su origen, presentado de una ma-
nera un tanto enigmática, en la relación que tuvo con un violinista italiano
-su primer maestro de dicho instrumento- que muere en circunstancias
misteriosas después de legarle su violín a Yefimov, y todos los críticos han
coincidido en considerar que esta parte del libro es "hoffmanniana".
Dostoievski acentúa los rasgos demoniacos y antisociales del extravío de Ye-
fimov , y su descontento y extravagante autoglorificación a menudo se atri-

454 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


buyen a su baja condición social. Pero no es un siervo como la actriz de
Herzen, y su patrono -un acaudalado terrateniente , que tiene verdadera
pasión por la música- se enorgullece de tratar a sus músicos con gran res-
peto a su dignidad. Incluso Dostoievski se preocupa por esclarecer que la
conducta incomprensible de Yefimov no tiene una causa social. En efecto,
cuando Yefimov responde a la bondad de su patrona con la más insólita in-
gratitud, no puede explicar por qué insulta y difama a quienes son bonda-
dosos con él. "Sabrá Dios por qué lo insulté , señor -le dice al hacendado ,
agitando las manos-; probablemente sea el diablo que me tienta . Ni yo
mismo sé qué me ha impulsado a todo esto" (2: 14 7).
El irrefrenable egoísmo de Yefimov, que le impide llevar una vida so-
cial común, tiene un origen perverso , tan misterioso como los inexplica-
bles instintos criminales que tan a menudo se apoderan de alguno de los
personajes de Hoffmann. Y puesto que esta atmósfera hoffmannesca sólo
rodea a Yefimov, nos sentimos tentados de atribuirle alguna significación
simbólica. Podríamos decir que Yefimov está poseído por el demonio de la
anticuada concepción romántica del arte, que en gran medida era una glo-
rificación del ego de su creador. Cabe sustentar esta interpretación en la
sátira al egoísmo romántico que introduce Dostoievski en esta primera
parte, utilizando como blanco de su burla la pomposa tragedia romántica
de Néstor Kukolnik, jacopo Sannazaro. Tanto Yefimov como su amigo Karl
Feodoróvich -un fracasado bailarín de danza clásica que no es otra cosa
que una nueva réplica cómica de Yefimov- son admiradores fanáticos de
esa obra, y se la pasan sentados en la miserable buhardilla de Yefimov de-
clamándola en voz alta , con verdadera delectación. "Esta pieza teatral trata
acerca de los infortunios de un gran artista, un tal Gennaro o ]acopo - es-
cribe Netotchka- , quien en una página grita: '¡No me comprenden! ', y en
otra: '¡Soy admirado' ', o bien: '¡Carezco de talento' ', y algunas líneas más
adelante: '¡Poseo talento! ' El final de la obra era sumamente lacrimoso y
triste" (2: 168). Esta escena es una parodia del artista romántico exclusiva-
mente abstraído en sí mismo, ensimismamiento de consecuencias devasta-
doras para la moral, como lo demuestra Yefimov.
A pesar de poseer auténtico talento y un excelente oído musical , es in-
capaz de someterse a ninguna disciplina por estar convencido de antema-
no de que es un genio de la categoría más elevada. Dostoievski lo compara
con su amigo íntimo, el violinista germanorruso B., quien compensa su
carencia de los dones naturales de Yefimov con trabajo arduo y dedicación

NETOTCHKA NEZVÁNOVA ~ 455


ilimitada a su arte. "Es un soñador'', le explica B. al príncipe X., quien más
adelante habrá de desempeñar un papel importante en la vida de Ne-
totchka. " ... Está sediento de gloria. Y cuando un sentimiento semejante
pasa a ser el solo y único motivo de un artista, entonces éste deja de serlo
porque pierde el principal instinto artístico, a saber, el amor al arte exclu-
sivamente porque es arte y no otra cosa, no la gloria" (2: 175). La antítesis
entre Yefimov y B. es análoga a lo que se establece en Una historia común,
de Goncharov, entre las ilusiones románticas del joven Aduev y la sobria
sensatez de su tío , quien trabaja tesoneramente. Pero , en vez de satirizar
las fantasías artísticas en oposición a la "vida real", Dostoievski compara el
egoísmo del artista romántico con un fervor altruista hacia el arte como
valor de suprema importancia espiritual. No es casual que, con la sola ex-
cepción de Yefimov, se describa a todos los personajes genuinamente de-
dicados a la música - el primer patrón de Yefimov, el violinista B., el prín-
cipe X., su hijastra Aleksandra Mijaílovna- como seres amables y generosos
en sus relaciones con los demás.
Yefimov es el primer retrato completo que nos presenta Dostoievski de
una personalidad sadomasoquista. Al no poder enfrentarse al contraste
entre su megalomanía y las humillaciones de su verdadera posición dentro
de la sociedad, se refugia en la paranoia. Se creía, escribe Netotchka, "per-
seguido por el Destino, agraviado, incomprendido a causa de varias intri-
gas y, por tanto, ignorado . Esto último incluso le resultaba lisonjero, pues
hay personas a las que, como a él, les encanta considerarse ofendidas y
subyugadas , para vociferar sus quejas o bien encontrar silencioso consuelo
en reverenciar su propia grandeza no reconocida" (2: 15 7). Así, Yefimov
obtiene un placer masoquista de su propia degradación; masoquismo que
se transforma en sadismo cuando encuentra una víctima propicia. Al no
poder aceptar su responsabilidad por el abismo que separa la imagen de sí
mismo y la realidad, le achaca la culpa a su pobre esposa esclavizada, que
verdaderamente lo mantiene vivo . Ella es el chivo expiatorio de todas sus
desgracias; un "pretexto" viviente para su holgazanería y libertinaje. La
"ceguera, la idea fija de mi padrastro, su locura, lo volvía inhumano e in-
sensible ... , y juraba no volver a sostener su violín hasta la muerte de su
esposa, como se lo decía a ella con brutal franqueza" (2: 155).
Los primeros recuerdos de Netotchka datan de cuando tenía nueve
años, y en todos ellos descuella la enigmática figura de su padrastro , cuya
crueldad e irresponsabilidad moral al negarse a levantar siquiera un dedo

456 ~ EL CAMINO AL AUTODESCUBRIM IENTO


para sostener a la familia tiñen las tempranas nociones acerca del arte que
concibe la niña . A cada reproche o sermoneo de su mujer, Yefimov siem-
pre responde con arrogancia que él es un "artista", y Netotchka comenta
que "desde el principio arraigó firmemente en mi imaginación la idea de que
un artista era un ser especial diferente de los demás" (2: 62) . Contagiada
por las fantasías de triunfos artísticos de su padre, y de una vida de como-
didades y lujos que sobrevendrían luego de la muerte de su madre , Ne-
totchka empieza también ella a desear verla ya en la tumba , para que por
fin ocurra el advenimiento del glorioso día . A tal punto llegan a identificarse
los sentimientos de Netotchka con los de Yefimov, que incluso le roba a su
madre dinero, que tanto se necesitaba para comida, y lo destina a com-
prarle bebidas alcohólicas a su padrastro . "¿Cómo pude alimentar seme-
jante crueldad hacia un ser como mi madre, sometida a eterno sufrimiento?
- se pregunta, perpleja, Netotchka-. Sólo ahora comprendo su vida ator-
mentada y no puedo recordar a esa mártir sin sentir un retorcimiento de
congoja en el corazón" (2: 163).
El dénouement (el desenlace) de esta parte de la vida de Netotchka tiene
lugar en el momento en que el violinista europeo S., de fama mundial,
llega a San Petersburgo para dar un concierto. Yefimov es acosado por la
atormentadora sospecha de que no podrá librarse de él tan fácilmente
como lo hizo en el pasado con tantos otros artistas, diciendo que es infini-
tamente inferior a su propio talento. La brillante ejecución de S. confirma
sus temores; y cuando Yefimov regresa a su casa trastornado y deshecho
por el extraordinario recital, encuentra muerta a su esposa e irrevocable-
mente obstruidos todos los caminos de la autoevaluación. Los aterradores
esfuerzos que hace el "artista" demente para arrancarle a su violín una me-
lodía , luego de sepultar a su difunta mujer bajo una montaña de ropas ,
como para ocultar por completo su figura, son de un patetismo horripilan-
te, casi imposible de soportar. Como Golyadkin, Yefimov sigue justificán-
dose hasta el final ("'Escúchame , yo no tengo nada que ver con esto; de esto no
soy culpable"', le dice a Neto tchka , señalando el cadáver), y completa su
perfidia abandonando a la niñita mientras ambos deambulaban sin hogar
por las nevadas calles de San Petersburgo durante las inertes y solitarias
horas de la noche (2: 186-188). Esta primera parte de la novela de Dos-
toievski contiene uno de los anatemas más acerbos al egoísmo romántico
en su variedad "artística" de toda la literatura de su época. Sólo Harold
Skimpole, de Dickens , en Bleak Hous e (que se publicó cuatro años des-

NETOTCHKA NEZVÁNOVA ... 457


pués) es comparable a Yefimov como condenación moral a la crueldad del
esteticismo romántico.

Por un milagro del destino, en la segunda parte de Netotchka Nezvánova


-titulada Una nueva vida-, la protagonista ingresa en ese mismo mundo
que había soñado por influencia de la obsesión de Yefimov. El hombre
muere completamente loco a los dos días de haber abandonado despiada-
damente a la aterrorizada niña, pero el príncipe X., quien ya conocía su ex-
traña historia por habérsela contado B., la recibe y acoge en su casa. Se
describe al príncipe como "un renombrado dilettante, persona con un
profundo conocimiento y amor por el arte"; y Netotchka recalca la fuerte
impresión que le causó su rostro "tan serio, y al mismo tiempo tan bonda-
doso, que me miraba con honda compasión" (2: 189). Hay cierto misterio
en tomo de la vida del príncipe, cuya dilucidación Dostoievski reserva para
más adelante; por el momento, lo que importa es que traslada a Netotchka
de un mundo dominado por Yefimov, a otro en el cual la afición por el arte
se combina con las más elevadas cualidades morales y humanas.
Esta segunda parte de la novela se divide a su vez en dos secciones:
aquella en la que se relata el encuentro de Netotchka con otro huérfano
adoptado por el príncipe X., Laria, y la siguiente, que trata de su relación
con la princesa Katia. A pesar de que el encuentro con Laria es muy breve,
anuncia un desenvolvimiento posterior: llamado "el futuro héroe de mi his-
toria" por Netotchka, el niño desaparece rápidamente, pero con la seguri-
dad de que habremos de volver a oír hablar de él. Aunque Dostoievski eli-
minó esta escena cuando decidió volver a publicar Netotchka Nezvánova
como fragmento, debe tomársele en cuenta en cualquier análisis de su pro-
yecto original, pues la importancia de Laria no se limita a su futuro papel de
"héroe", ya que también actúa como un espejo en el que se refleja la propia
Netotchka, al ayudarla, incluso en esta primera etapa, a entender el signifi-
cado de su misma complicada y retorcida historia psíquica. Mientras escu-
cha el relato que le hace Laria sobre su vida, "esa confesión me iba aclaran-
do cada vez más cosas a mí-dice-. Y fue Laria el escogido para explicarme
toda mi pena y sufrimiento, a través de su propia historia" (2: 442).
Laria está agobiado por un terrible sentimiento de culpa, causado por
un comportamiento cuyo origen psicológico se parece mucho al de Yefi-

458 ... EL CAM INO AL AUTODESCUBRIMIENTO


mov. A pesar de darse cuenta de cuánto lo amaban sus padres, y de cuán
penosa era su vida , con toda premeditación exageraba sus aflicciones in-
fantiles y sus quejas , porque la desdicha de sus progenitores le causaba
placer. "Era tan necio, tan desconsiderado , que cuando volvía de la escue-
la solía contar adrede que los otros chicos me pellizcaban y perseguían ,
pero lo hacía porque de antemano sabía que mamá se pondría a llorar
cuando yo se lo contara todo." Deliberadamente atormentaba a sus padres
de esta manera , "porque me gustaba mucho; quiero decir, que mamá se
pusiera a llorar por mí" (2: 443) . Empero, un día decide no continuar com-
portándose de esa manera , pues "sentí verdadera compasión por mamá,
Netotchka" (2: 444); mas la fatalidad le impide llevar a la práctica su reso-
lución. La misma noche en que Laria decide reformarse, el padre muere de
un ataque cardiaco, y a los pocos días su madre lo sigue a la tumba. Laria
queda, pues, con un atormentador sentimiento de culpa, sin poder expiar
su cruel ingratitud hacia unos padres que lo colmaron de amor.
El relato de Laria tiene profundas repercusiones en Netotchka , al
aclararle sus propios sentimientos, mostrándoselos en toda la desnudez de
su ignominia. Empero, respecto de este proceso de autorreconocimiento,
Dostoievski sólo lo indica o señala, pero no lo describe. En lugar de ello ,
una Netotchka ya madura generaliza acerca de cómo un ambiente dañino
puede pervertir a los niños en sus primeros años, y cuán fácil es fomentar
en ellos un "falso sentimentalismo" y "fantasías" que los llevan a "lucirse y
endiosarse ellos mismos y a desarrollar el egoísmo, la egolatría y la sensua-
lidad" (2: 44 3). Un niño que haya recibido esta orientación habrá de trans-
formarse en otro Yefimov, en lo que a la demás gente se refiere.

El niño es por naturaleza un déspota , y quién sabe si Laria no había ya descu-


bierto la cobarde satisfacción de aceptar que lo insultasen , para luego desqui-
tarse en una persona inocente, como más adelante en la vida tuve la oportu-
nidad de conocer a muchos egoístas que han agudizado su egoísmo al extremo
de transformarlo en el más refinado y depravado sensualismo, y que se des-
quitan en otros de los vejámenes que debieron soportar a lo largo de toda su
vida, y que, lejos de alimentar en sus espíritus ultrajados aversión al egoísmo ,
se aferran a una sola convicción: seguir siendo por principio los mismos
egoístas, para progresar en la vida atormentando a otros en nombre de sus
propios infortunios, disfrutando del papel de espectador que observa desde
la orilla cómo los demás tratan de sostenerse o de resignarse [2: 44 3].

NETOTCHKA NEZVÁNOVA ~ 459


El repudio moral hacia esta forma de "sensualismo" es perfectamente
claro y explícito: los que han sufrido a causa del egoísmo de otros deberían
alimentar "en sus espíritus ultrajados aversión hacia él'', y no buscar ven-
garse volviéndose a su vez tiranos egoístas. En el momento en que Laria
había llegado casi a superar este tipo de "placer", sus padres murieron ; y
su papel de futuro héroe acaso fue transmitir las lecciones aprendidas du-
rante la etapa de su arrepentimiento. El siguiente episodio de esta segunda
parte pone a Netotchka en contacto con la princesa Katia, hija menor del
príncipe X., cuya fin eza de carácter vence la tentación del resentimiento
egoísta de una manera mucho más activa y decidida.*

Desde luego que la princesa Katia tuvo una vida muy diferente de la
miserable existencia de la huérfana Netotchka. Acostumbrada a ser objeto
de mimos excesivos y la caprichosa consentida en el mundo que la rodea,
Katia es orgullosa y testaruda; como además rebosa de vitalidad y belleza ,
simplemente no entiende que no siempre la vida se doblegue a todos sus
deseos . "El defecto principal de la princesa, o más exactamente, el rasgo
principal de su carácter - escribe Netotchka- , . .. era el orgullo". La acla-
ración implica que no siempre el "orgullo" es un "defecto", y Netotchka

.,. Los especialistas han sc ii.alaclo algunas llamati\·as ana logías entre es ta parte de la novela y
la Mathilde de Eugéne Sue, no,·ela folletinesca que Dostoievski leyó, y que acaso empezara a
traducir en 1844 . (Véanse las pp. 174 y 175.) "También en la novela de Sue - escribe Victor
Terras- aparecen dos niñitas, la una rubia, la otra trigueña (a unque en Mathilde los papeles
están cambiados, ya que la ru bia es la ado ptada), y que tiene n experiencias muy similares a las
de Netotchka y Katia en la obra ele Dostoievski. Madamc Léo tard , institut riz de Katia , tiene un
gran parecido con la Madamc Bloncleau del libro ele Sue, en tanto que el príncipe X. , padre de
Katia, comparte algunas característi cas comunes con M. de Monagne . Incluso no falt a el tema
del perro, ya que en Mathilde un pequeño lobero blanco desempeña un papel casi idéntico al del
bu lldog Falstaff en Netotchha Nezvánova. Los detalles psicológicos del 'idilio' (entre ambas niñas)
se aproximan bastante a los ele la obra de Sue. " Victor Terras, Th e Young Dosloevshy, 1846-1849
(La Haya, 1969), pp. 206-212.
Aun cuando se podría n citar más correspondencias, bastan las mencionadas para justificar
qu e se hable de influencia. Como hacía apenas dos aüos que Dostoievski había estado tradu-
ciendo la novela de Sue, no cabe du da de que tenía bien presente la trama . No obstante , la
adapta a sus propios fines y con una percepción infinitamente más profunda del carácter y de
las motivaciones psicológicas de sus personajes, a pesar de que al presentar la histo ria de Ne-
totchka toma también algo del moralismo didáctico de Sue.

460 ~ EL CAMINO AL AUTO DESCU BRIM IENTO


subraya que "ninguna" de las imperfecciones que Katia pudiera tener
" ... habían nacido con ella, sino que fueron adquiridas y ella luchaba por
vencerlas" (2: 207). Más adelante señala que, aunque la madre ejercía "una
tiranía moral" sobre ella, y aunque era evidente que la niña se inclinaba más
hacia su padre, no obstante, obedecía a la mamá sin resentimiento porque
percibía "cuán grande era el amor de su madre, tan inmenso, que en ocasio-
nes llegaba al extremo de parecer una pasión enfermiza" (2: 206) . Es
evidente el contraste con Netotchka en la misma situación.
Las relaciones entre Katia y Netotchka adquieren las características de
este tipo de duelo psicológico que Dostoievski empleará más adelante en
tantas y tan múltiples combinaciones. La impresionable Netotchka, ávida
de afecto, se enamora apasionadamente de la bella Katia con un amor cu-
yos matices eróticos son perfectamente perceptibles. A pesar de darse
cuenta del enamoramiento de Netotchka, Katia se niega a corresponderle,
porque su indomable orgullo le impide aceptar la intrusión de la huérfana
en un mundo en el que hasta ese momento ella fue la soberana. A modo de
compensación, espía furtivamente los ratos de arrobamiento de Netotchka,
gozando al máximo de la sensación de ejercer dominio absoluto sobre las
emociones de la pobre huérfana . La princesa Katia es , pues, la primera de
la serie de "mujeres infernales" creadas por Dostoievski, cuyo falso orgullo
o amor propio herido, aparte de impedirles aceptar la ofrenda del amor,
despierta en ellas odio hacia el amante y el deseo de someterlo a humilla-
ciones y vejámenes. Pero en esta primera etapa, en que el drama es prota-
gonizado por niños, la herida no es todavía tan profunda que no pueda
cicatrizarse.
Katia se siente impulsada a cometer desmanes cada vez más violentos,
porque sabe que Netotchka la observa con adoración mezclada con terror
pánico. Llega el día en que comete una falta imperdonable: hace que el fe-
roz bulldog, sir John Falstaff, se introduzca en el departamento de la planta
alta de la casa, en la que habita su melindrosa e hipócritamente moralista
tía. Ni siquiera Katia se salva de la sospecha de culpabilidad de semejante
atrocidad. En el momento crítico, Netotchka se achaca voluntariamente la
culpa, y acepta como castigo que la encierren en un armario oscuro. Este
gesto de autosacrificio termina por conquistar a Katia, y resuelve la batalla
que se libraba en su corazoncito orgulloso entre el resentimiento y el amor.
El acto de abnegación hace desaparecer la altivez o arrogancia, y es pre-
miado con el amor. Katia se niega a quedar para siempre atrapada en una

NETOTCHKA NEZVÁNOVA ~ 461


indefinida prolongación del "placer" sádico que obtiene al contemplar las
angustias por las que pasa Netotchka, a causa de su afecto no correspondido.
Gracias a esta experiencia, también Netotchka comprende mejor los sufri-
mientos de su pobre madre, cuyo autosacrificio por Yefimov nunca recibió
ninguna recompensa.
El retrato de Katia demuestra que Dostoievski dominaba ya a la
perfección la dialéctica amor-odio, que sería uno de los rasgos más impor-
tantes de sus obras mayores. Aun cuando tanto Yefimov como Laria mues-
tran esta dialéctica en acción, es en Katia en quien por primera vez se vuel-
ve lúcidamente autoconsciente. Cuando Netotchka le pregunta las causas
de su anterior comportamiento, la princesa le responde: "Pues bien: ¡Siem-
pre te amé, siempre! Pero como luego no pude soportarlo, me dije: me la
comeré a besos, o bien ¡voy a pellizcada hasta matarla!" (2: 220). Con es-
tas ingenuas palabras Katia explica la ambigüedad de sus sentimientos,
cuyo origen es la resistencia de un ego altivo, orgulloso, a perder la propia
autonomía, al rendirse a la tentación del amor. Aunque en Netotchha Nez-
vánova este conflicto se limita exclusivamente al plano psicológico-moral,
no debemos pasar por alto que el sacrificio personal de Netotchka y la
reacción de Katia contienen ya los fundamentos emotivo-experimentales
del cristianismo dostoievskiano. Para Dostoievski, la salvación habrá de
depender siempre de la capacidad de sometimiento de un ego arrogante
(que más adelante se identificará con el orgullo intelectual) al acto libremen-
te escogido de abnegación o autosacrificio hecho por jesucristo en nombre
del amor.

En el tercero y último episodio interviene Aleksandra Mijailovna, herma-


nastra mayor de Katia, hija del matrimonio anterior de la esposa del prín-
cipe X. Cuando la familia se marcha de San Petersburgo, Netotchka es en-
viada a vivir con Aleksandra, y de este modo su historia se entrelaza con la
de su nueva tutora . Los matices sociales, mucho más marcados en esta
parte que en las anteriores, corresponden no tanto a los que caracteriza-
ban a la escuela naturalista, cuanto a los típicos del "georgesandismo" . La
trama se centra en la injusticia que significa la existencia de las barreras
clasistas y los prejuicios que generan, cuyo efecto es marchitar los impul-
sos vitales y, sobre todo, arruinar las relaciones entre ambos sexos. Ejem-

462 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


plo de ello es lo que sabemos acerca de la vida de Aleksandra Mijaílovna, y
también la evolución de Netotchka. Pero , como lo veremos en seguida,
Dostoievski no pierde de vista su tema de la "sensualidad" sadomasoquis-
ta, que combina con "la cuestión de la mujer" de un modo en el que ya se
prefigura una fusión parecida entre lo psicológico-moral y lo socio-ideoló-
gico en sus mejores novelas.
Desde el más estricto punto de vista de casta aristocrática, Aleksandra
Mijaílovna tiene un origen social dudoso . Como su padre , próspero espe-
culador en bienes raíces, no le dejó una cuantiosa dote, no fue nada fácil
conseguirle un matrimonio conveniente. Con todo , y haciendo caso omiso
de los deseos de la muchacha, su madre logró casarla con un hombre "de
fortuna, y que ocupaba un puesto de categoría" en la burocracia. Aleksan-
dra Mijaílovna tiene veintidós años, y es de carácter amable, dulce y afec-
tuoso. Aunque parece poseerlo todo para ser feliz, Netotchka advierte que
"una especie de oculta tristeza oscurece sus bellas facciones". En la vida de
Aleksandra Mijaílovna, toda ella pura generosidad ("en su espíritu , la com-
pasión siempre lograba imponerse por encima de cualquier sentimiento de
repulsión"), pesaba cierto sentimiento secreto , cuyo origen Netotchka
nunca pudo desentrañar, a pesar de haber vivido ocho años en la mayor
intimidad con ella (2: 224-225).
El marido de Alexandra es un burócrata con un cargo importante ,
siempre preocupado por las obligaciones propias de su trabajo; un hom-
bre sumamente ambicioso y que obtiene triunfos en su carrera , pero "frío,
indiferente , y tan reservado, que hasta cuando está en compañía de su es-
posa encuentra muy pocas cosas que comunicarle" (2: 226). Piotr Aleksan-
dróvich es la versión dostoievskiana del tío de Goncharov en Una histo1ia
común, y ambos pertenecen a esa categoría de burócratas rusos engreídos ,
muy seguros de sí mismos, cuya personificación más lograda y perfecta es
el obsesivo e intransigente marido de Ana Karenina . También en su caso ,
Aleksandra trata de cumplir los deseos de su esposo en actitud de aterrori-
zado respeto , buscando su aprobación con angustia trémula. Sólo en una o
dos ocasiones en el curso de ocho años, "su mirada por lo general apacible
mostró cierto fulgor de odio; una especie de indignación, en lugar de la
invariable expresión de humillación , sometimiento y veneración hacia su
marido" (2: 228); pero esos fugaces instantes de rebeldía sólo originan
prolongadas crisis de depresión y abatimiento . El dominio que Piotr
Aleksandróvich ejerce en su esposa se parece al de Murin respecto de Cata-

NETOTCHKA NEZVÁNOVA 111> 463


lina, y de hecho se trata de una traducción de gran parte de ese mismo
drama al lenguaje social de finales del decenio de 1840-1849.
Netotchka descubre la clave de esta desconcertante relación cierto día,
cuando tiene dieciocho años. Al hojear por casualidad una novela (El pozo
de San Ronán, de Scott), halla una carta descolorida por el tiempo, con
manchas de lágrimas y escrita a su bienamada Aleksandra Mijailovna. La
caligrafía es de un hombre joven, y su contenido revela que ambos mantu-
vieron una íntima amistad (presumiblemente platónica) que, no obstante,
provocó un escándalo de grandes proporciones y suscitó tantas habladu-
rías, que el joven se vio obligado a alejarse para siempre de Aleksandra. La
causa principal de la chismografía no fue tanto la intimidad de ese afecto
que los unía (aunque un mundo corrupto no podía sino interpretar erró-
neamente la índole de esa amistad), como el hecho de que el joven era un
don nadie, de baja clase social. "Si tan sólo yo hubiera tenido alguna im-
portancia, algún valor personal según ellos lo entienden", escribe el joven,
y "hubiera merecido cierto respeto a sus ojos, ¡entonces te habrían perdo-
nado!" (2: 252). A pesar de su propia aflicción, el joven le dice a Aleksandra
que no se deje llevar por la desesperación, y que recuerde que en el mun-
do hay una persona que verdaderamente la comprende y confía en ella: su
marido, Piotr Aleksandróvich.
En esta carta, Netotchka encuentra la explicación de la desapacible so-
ledad en la que vive Aleksandra a pesar de su posición social, y le revela la
causa de esa honda melancolía que poco a poco la va consumiendo. Más
aún: le ayuda a comprender por qué siempre ha sentido aversión hacia
Piotr Alexandróvich, a despecho de su irreprochable comportamiento ex-
terior, y de que en todo momento se muestra solícito hacia su esposa. En
ese momento, Netotchka recuerda un incidente cuyo significado nunca
había captado: cierta expresión de Piotr Aleksandróvich, parado frente a un
espejo, cuando se disponía a visitar a su cónyuge. Un instante antes se ha-
bía mostrado sereno y sonriente; pero luego, "como respondiendo a una
orden, la sonrisa desapareció y sus labios se crisparon en una suerte de
sensación de amargura .. . Una especie de dolor convulsivo le arrugó la
frente y le hizo fruncir las cejas. Detrás de sus anteojos se ocultaban la lo-
breguez y la melancolía de su mirada . .. En suma, en un instante , y como
cumpliendo un mandato, se transformó en una persona absolutamente
distinta" (2: 251).
Netotchka se da cuenta entonces de que Piotr Aleksandróvich ha estado

464 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


desempeñando el papel de consumado hipócrita. En apariencia le perdonó
a su esposa la lamentable infracción de las normas sociales; pero le empon-
zoña la vida no permitiéndole que olvide en ningún momento el "pecado"
que cometió en el pasado. Cuando está en presencia de ella, toda su acti-
tud y sus gestos están calculados para mantener siempre vivo en ella su
sentimiento de culpa, y para llenarle de terror su corazón estrujado por los
escrúpulos. Así pues, Piotr Aleksandróvich encama, en una forma más sutil
y más solapada, esa misma "sensualidad" sadomasoquista antes personifi-
cada por Yefimov, Laria y Katia. Además , ha reducido a su esposa a un es-
tado mental semejante al que interiormente tiene esclavizada a Catalina en
La patrona.
Esta revelación de la tragedia de Aleksandra se entrelaza con la propia
evolución sentimental de Netotchka, e timulada por los encuentros perso-
nales que ya mencionamos, y también por la educación que recibe bajo la
tutela de Aleksandra. Dicha instrucción iwe los preceptos de libertad e
irregularidad de los estudios establecidos en el Emilio (en la novela aparecen
varias alusiones al propio Rousseau): y una de las obras que leen juntas
con el mayor entusiasmo es una traducción al francés de Plutarco , que
Aleksandra sabe de memoria. El propósito de esta preferencia, suprimida
en ediciones posteriores, acaso fuera para entender que el carácter de Ne-
totchka se iba fortaleciendo al asimilar los preceptos de esta biblia de la
virtud republicana. Más importante es el hecho de que , al descubrirse que
Netotchka tiene una voz de gran potencia, y que promete mucho, empieza
a tomar lecciones en el conservatorio, y sus dotes artísticas van acompaña-
das de una transformación moral de su personalidad. En efecto , al enfren-
tarse nuevamente con el trauma que le causó en su infancia la relación de
Yefimov con su madre, ahora ella toma partido sin la menor vacilación en
favor de la víctima , y contra el perseguidor y tirano.
En las últimas escenas, la trama se complica cuando Aleksandra empie-
za a sospechar que su marido le ha echado el ojo a la ahora núbil Netotch-
ka. Llega incluso a acusarlo, con intuición genuinamente freudiana, de cri-
ticar por fuera a la muchacha porque en su interior se siente sexualmente
atraído, pero que, por tener un carácter tan severo y recto, sólo puede ex-
presar sus sentimientos mediante el antagonismo. Sin embargo, la acción
principal corresponde al momento en que Piotr Aleksandróvich ve la carta
en manos de Netotchka , y cree que está dirigida a ella.
Para salvar a su benefactora del disgusto aplastante que significaría

NETOTCHKA NEZVÁNOVA ~ 465


para ella que su marido llegase a conocer la carta, Netotchka deja correr la
sospecha de que mantiene correspondencia secreta con un presunto aman-
te. Pero Aleksandra no cree ni en las acusaciones de su marido ni en la
culpa admitida por Netotchka. Tampoco, a sus ojos, la mera existencia de
una carta demuestra que la muchacha haya hecho algo censurable. Indig-
nada ante los esfuerzos de su marido por quebrantar el espíritu de la jo-
vencita , como lo hizo con el suyo, recobra sus fuerzas para defender a Ne-
totchka. '"Todos somos pecadores', dice con voz temblorosa mirando a su
esposo con humildad, 'y ¿quién de nosotros tiene el derecho de rechazar la
mano de otro? Dame tu mano , Annette ... no puedes ofenderme con tu
presencia porque yo también soy una pecadora"' (2 : 246) . A esta paráfrasis
de San juan, el enfurecido Piotr Aleksandróvich responde con insinuacio-
nes veladas e insultantes, que ahora Netotchka entiende por primera vez.
La obra concluye cuando Netotchka le entrega en privado la carta a
Piotr Alexandróvich, acusándolo acerbamente de ejercer una tiranía moral
sobre su esposa, quien desde hace mucho tiempo sufre en silencio. "'Que-
rías conservar una posición de superioridad sobre ella , y lo lograste. Pero
¿por qué7 Porque deseabas triunfar sobre sus fantasmas; sobre su enferma
y desquiciada imaginación , para demostrarle que ella había pecado y que
tú eras más virtuoso'" (2: 266). Con estas palabras acusadoras, Netotchka
demuestra a Piotr Aleksandróvich que ella tiene un carácter más fuerte que
su esposa, y que no se dejará pisotear. Si la novela hubiera continuado,
seguramente habríamos visto a una Netotchka que mostraría esa misma
firme independencia e igual oposición sociomoral a todo tipo de tiranía, y
en cualquier clase de circunstancia. Pero , desgraciadamente, nunca sabre-
mos en qué consiste el importante mensaje que Netotchka está a punto de
recibir cuando concluye el fragmento, ni cómo habrá de comportarse Katia
cuando ambas niñas (ahora damitas jóvenes) vuelvan a reunirse, como
tampoco bajo qué ropaje se presentará Laria para llegar a ser "el héroe" del
libro.

466 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMI ENTO


XXIV Envío

LA ÚLTIMA entrega de Netotchka Nezvánova apareció publicada en el número


de mayo de Noticias de la Patria, sin el nombre de Dostoievski como autor.
El 23 de abril fue arrestado, y Kraevski se vio obligado a conseguir un
permiso especial para utilizar el manuscrito que ya había recibido del sos-
pechoso político que ya estaba encerrado bajo llave . Nada más se escribió
acerca del libro, y Dostoievski no volvió a ocuparse de él cuando empezó a
pensar en reanudar su carrera literaria , seis o siete años más tarde.
Si la novela le hubiera permitido recuperar su fama, si hubiera sido
capaz de completarla según el primer proyecto , es cuestión que pertenece
al plano de las meras conjeturas . La reacción de la crítica a las partes que
se publicaron fue confusa , pero más favorable que a todos sus relatos, ex-
cepto Noches blancas. Se reconoció la fuerza de las escenas en las que inter-
viene Yefimov; el encuentro entre Netotchka y Laria fue comparado con
Dickens (Pablo y Florencia, en Dombey e hijo); y sobre todo, fue objeto de
elogios el personaje de la princesa Katia. Parecía que al fin Dostoievski co-
menzaba a hacer algunos progresos, a pesar de sus detractores. Pero su
nombre se esfumó después de su arresto , y lo que predominó hasta su re-
torno fue el veredicto negativo de Belinski sobre todo cuanto escribió des-
pués de Pobres gentes.
Lo que más nos interesa en Netotchka Nezvánova es la abundancia de
prefiguraciones de personajes y temas futuros que pueden añadirse a los
que ya presentamos en capítulos anteriores, y que nos permiten vislumbrar
la evolución interna de Dostoievski como escritor. Yefimov es el prototipo
de todos los posteriores "soñadores" e intelectuales, cuyo frustrado idealis-
mo (respecto de ellos mismos o de la humanidad en general) se relacionará

... 467
con fantasías de grandeza y con una análoga crueldad . La abnegación o el
autosacrificio, y la renuncia gustosa al orgullo en nombre del amor, que tan
difíciles de lograr serán para los protagonistas de las grandes obras de Dos-
toievski, caracterizan la relación de Netotchka y Katia. Piotr Aleksandróvich
reaparece en todos los malvados respetables y satisfechos consigo mismos
-Luzhin, Totsky, Velchaninov- que creen tener derecho a hacer estragos
en las vidas femeninas. El príncipe X. es el primero de los hombres "absolu-
tamente bondadosos", que incluyen al coronel Rostanev en La aldea de
Stepanchikovo, el príncipe Mishkin y Aliosha Karamázov.
Pero lo más importante respecto de Netotchka Nezvánova es que su autor
deja atrás con paso decidido las fronteras de la escuela naturalista para lle-
gar ya, en ese momento - y no , como se cree generalmente , quince años
después-, al umbral del mundo de sus novelas principales. Ya no son los
suburbios de San Petersburgo o el mundo de las cancillerías burocráticas y
sus habitantes el escenario exclusivo de su acción, ni tampoco es posible
clasificar a sus personajes según las categorías socioideológicas bien defini-
das, pero ahora un tanto convencionales, de sus primeros cuentos ("los hu-
millados" y el "soñador"). Por primera vez, el horizonte de Dostoievski
abarca el estrato social de la aristocracia culta. Sus personajes son ya indivi-
duos complicados, con un carácter propio y una personalidad sadomaso-
quista que Dostoievski analiza según su concepción psicológica original, y
perfectamente coherente, de este tipo de personalidad. Netotchka Nezvánova
representa el momento preciso en que Dostoievski inicia este cambio
fundamental en su carrera, y en ello consiste la importancia de esta obra,
que pocos hasta ahora han comprendido y señalado.
Miembro de la escuela naturalista y discípulo de Gógol, aunque nunca
un simple imitador, desde Pobres gentes Dostoievski se destaca por su
tratamiento psicológico de los temas sociales. Poco a poco se interesa cada
vez más por las deformaciones psíquicas que sufre la personalidad en su
lucha por afirmarse y satisfacer la necesidad humana natural de dignidad y
respeto por sí misma, en un mundo de rígidas barreras clasistas y despotis-
mo político. Aun cuando sus cuentos continúan dentro de la conocida ico-
nografía de la escuela naturalista, siempre existe al menos una causa de la
deformación psíquica de sus personajes, a pesar de que Dostoievski no
acentúa esa causalidad con suficiente energía para satisfacer a Belinski. En
La patrona, por primera vez Dostoievski sugiere que esas deformaciones de
la personalidad pueden conducir al "goce" masoquista de la autode-

468 .... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


gradación, que refuerzan los lazos que esclavizan a la personalidad y hacen
que esa cautividad resulte en parte impuesta por la misma persona. No obs-
tante, aun en este caso, todo el simbolismo del cuento atribuye la "causa"
del encarcelamiento emocional de Catalina a una perversa fuerza externa.
Sólo en Netotchka Nezvánova notamos que esas exploraciones de la
personalidad han llevado poco a poco a Dostoievski a invertir la jerarquía
respecto del elemento psicológico y social establecida por la escuela natu-
ralista, hasta que termina por liberar completamente su concepción psico-
lógica de todo condicionamiento social. En efecto , en este cuento, la causa
principal de la crueldad y la opresión en las relaciones humanas es el
"goce" sadomasoquista, y vencer esa "sensualidad" se vuelve el principal
imperativo social-moral. Este tema psicológico-moral se entreteje con otros
de carácter ideológico-social sobre la situación del arte y "el problema de la
mujer"; pero dichos temas continúan subordinados a la lucha interior de
los personajes entre el bien y el mal. A pesar de que la posición social y las
relaciones entre los personajes sirven de marco y de motivación para la
acción, Dostoievski ya no se concentra en las condiciones sociales externas
y en su influencia sobre la conciencia y el comportamiento (como sucede
en el caso de Devushkin, Golyadkin y Polzunkov) , sino en aquellas cuali-
dades que revelan los personajes en su esfuerzo por vencer la tendencia
instintiva del ego lastimado de vengarse por los traumas y heridas psico-
sociales que debió soportar. En Netotchka Nezvánova, el mundo que antes era
exclusivamente psicológico-social ahora es el universo psicológico-moral de
las novelas posteriores de Dostoievski. La capacidad para superar la dialéc-
tica sadomasoquista del egoísmo herido -la capacidad de dominar el odio
y remplazarlo por el amor- surge ya como el centro ideal del cosmos ar-
tístico y moral de Dostoievski.
Pero todo esto se encuentra todavía sólo en germen, dentro de los lí-
mites de un mundo cuyos conflictos no llegan a un extremo total, y en el
cual sólo la muerte es irreparable. Todavía no encontramos en esta obra la
dimensión trágica del Dostoievski posterior, ese choque entre valores
opuestos que luchan cada uno por la hegemonía absoluta -amor y justi-
cia, fe y razón, el Hombre-Dios y el Dios-Hombre- y que, entre los más
grandes escritores del mundo, él fue el único que supo transmitir. Todos los
elementos de sus principales obras ya están presentes en forma esquemática
en lo que escribió durante el decenio de 1840-1849; pero las experiencias
posteriores le permitirían ampliar esos esquemas hasta lograr las formas mo-

ENVÍO ... 469


numentales que admiramos. Aparte del purgatorio de su vida personal,
esas experiencias incluyen los disturbios socioculturales de Rusia, los cuales
coinciden con el momento en que Dostoievski reanuda su carrera literaria.
A su regreso de Siberia, las viejas normas sociomorales de la sociedad rusa
están sufriendo una transformación radical, y los ataques a esas antiguas
estructuras ya no son disimulados, como en el caso del decenio de 1840-
1849, sino agresivos y francamente amenazadores. Dostoievski reacciona a
esos cambios según las lecciones que considera haber aprendido sobre la
vida humana y el pueblo ruso , en la Casa de los Muertos. Sus grandes no-
velas serán el resultado de la síntesis creativa entre los sucesos de su vida
personal , los tumultuosos acontecimientos en la historia rusa durante los
decenios de 1860-1869y1870-1879, y su evolución literaria, que culmina-
rá con el tratamiento del tema de la lucha entre el egoísmo y el amor.

470 ... EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO


Apéndice
HISTORIA CLÍNICA DE DOSTOIEVSKI, SEGÚN FREUD*

Es de todos conocido que el descubrimiento de la importancia de la obra de


Dostoievski por parte de la Europa occidental, y el reconocimiento de que
sus novelas preludian con asombrosa lucidez la crisis de valores que ha
acosado a la cultura occidental durante la pasada mitad de siglo, coincidie-
ron con el surgimiento del psicoanálisis y el notable incremento de su in-
fluencia. Era inevitable que las novelas del autor ruso -cuyos personajes
principales tan a menudo luchan con aspectos reprimidos de su personali-
dad, y cuya psicología, en la mayoría de los casos, es tan ambivalente en
cuanto a su plano emocional- atrajesen la atención de Freud y de sus cada
vez más engrosadas huestes de discípulos, quienes se entregaron con espí-
ritu alegre y despreocupado a entresacar ejemplos del flamante ídolo cul-
tural, con los cuales ilustrar y adornar sus especulaciones.
Las obras del escritor ruso resultaron una verdadera mina de oro para
los psicoanalistas, porque, como lo señala Freud, "no se le puede entender
[a Dostoievski] sin el psicoanálisis ... Esto es, él no lo necesita , porque lo
ilustra en cada personaje y en cada frase". Estas palabras, que figuran en
una carta que Freud le escribió a Stefan Zweig en I 920, 1 demuestran que
desde esa fecha relativamente temprana ya Freud estaba fascinado por el
novelista ruso. Esta interacción entre el psicoanálisis y la erudición univer-
sitaria sobre Dostoievski en Alemania culminó con el famoso ensayo de
Freud , "Dostoievski y el parricidio'', publicado por primera vez en 1928,

* Este apéndice apareció publicado por primera vez en el TLS, 18 de julio de 1975, y se
incluye aquí con la autorización de dicha publicación.
1
Letters of Sigmund Freud, escogidas y editadas por Ernst L. Freud (Nueva York, 1960),
núm. 191 , pp. 331 -333.

... 471
como prefacio a uno de los volúmenes de la célebre edición germana de las
obras del autor ruso - la edición Piper-, que contenía parte del material
de los cuadernos de apuntes y cartas de Dostoievski relacionadas con Los
hermanos Karamázov.
Al año siguiente, el artículo de Freud fue traducido al inglés y publica-
do en una revista titulada The Realist. Desde entonces ha ocupado un lugar
destacado en gran parte de cuanto se ha escrito fuera de Rusia sobre el
carácter de Dostoievski y en relación con su obra. Es indudable que, inclu-
so en el momento en que apareció el artículo, se alzaron hasta del círculo
de partidarios voces disidentes. Theodore Reik lo refuta en el segundo nú-
mero de !mago, acusando a Freud de que sus observaciones encierran la
velada insinuación de una imagen de Dostoievski bastante reaccionaria .
Freud critica al escritor ruso el "compromiso con la moralidad" inherente
en la creencia de que "el hombre que ha atravesado los abismos del pecado
puede alcanzar las supremas cumbres de la moralidad". A su vez, Reik le
censura a su colega que anteponga a Dostoievski la imagen del conformista
más obtuso que se acomoda al código ético de la sociedad, y a quien Freud
parece dispuesto a premiar con diploma de excelencia en conducta.
Freud se defendió en un intercambio de correspondencia privada que in-
dica su renuencia a enredarse seriamente en la discusión del asunto. Por
un lado , dice que acepta "la concepción psicológica subjetiva sobre ética"
que sostiene Reik; pero, por el otro, aclara que "yo no le negaría al excelen-
te filisteo un certificado de buena conducta ética, aunque le haya costado
muy poca autodisciplina''. Añade que , como su artículo sobre Dostoiev-
ski es sólo una "fruslería", en su parecer no se justificaba prolongar la
discusión.2
El artículo de Reik no suscitó mayor interés en refutar el punto de vista
de Freud y, con la sola excepción de otro ensayo de E. H . Carr aparecido
en 1930, que puso en tela de juicio la aceptación por parte de Freud de un
hecho reaP - volveremos sobre este punto más adelante-, el texto fue
objeto de escasa discusión crítica. Philip Rieff hace una referencia casual a
la relación que Freud establece entre la defensa del zarismo que en su ma-
durez adopta el novelista con su actitud hacia su padre , y que Rieff califica
2
El ensayo de Reik y la réplica de Freud son analizados en Fritz Schmicll, "Freud ancl
Dostoevsky" ,jo¡¡ mal of the American Psychoanaly lic Associalion 13 (julio de 1965), pp. 518-532.
1
E. H. Carr, "Was Dostoevsky an Epileptic?", The Slavonic and East European Review, núm. 9
(diciembre de 1930), pp. 424-431.

472 ... APÉNDICE


con un dejo desdeñoso de "fácil identificación". 4 En 1965, Fritz Schmidl
rastrea la génesis de la evidente hostilidad de Freud hacia Dostoievski en el
hecho de que, en la época en que analizaba al gran paladín de la necesidad
de fe religiosa, también estaba trabajando en su estudio titulado El futuro
de una ilusión. No obstante, casi unánimemente se califica el artículo de
Freud de obra clásica; de ser la más extensa exploración psicoanalítica so-
bre una de las figuras cumbres de la literatura universal, realizada por el
fundador del psicoanálisis, y de ser el texto que fija las pautas para las in-
vestigaciones psicohistóricas tan de moda en la actualidad.
En lo que a mí respecta, ocurre que, al escribir mi propia obra sobre
Dostoievski, por fuerza tuve que revisar, durante los dos últimos años,
todo el material disponible sobre la vida del escritor en sus fuentes origina-
les, sobre todo el que se vincula con sus primeros años de vida y que, lógi-
camente, fue el centro de atención para Freud. Mientras revisaba dicho
material, descubrí desconcertantes contradicciones con la interpretación
que Freud nos ofrece de Dostoievski, y que yo siempre había aceptado
como fidedigna, al menos en lo concerniente a sus datos , a pesar de reco-
nocer que, como es tan frecuente en el psicoanálisis, las conclusiones a las
que se llega a partir de esos datos pueden ser meras conjeturas. Ello des-
pertó mi curiosidad y decidí ver si sería posible justificar con cierta preci-
sión los motivos de ese desasosiego que me produjera el artículo de Freud.
¿En qué medida es Freud digno de confianza en lo que se refiere al plano
de los hechos puramente reales que pueden demostrarse? ¿En qué fuentes
se basó, y cómo las utilizó? En mi opinión, éstas son preguntas que vale la
pena tratar de responder, en interés de la verdad histórica .

El conocimiento que Freud tenía de Dostoievski se revela en la carta que le


dirige a Stefan Zweig, y que ya citamos (19 de octubre de 1920), en la cual
le agradece el envío de un ejemplar de su libro Tres maestros. Esta obra
contiene un estudio biográfico de Dostoievski, junto con otros dos sobre
Balzac y Dickens (en realidad, el ensayo de Zweig es una rapsodia expresio-
nista, con una notoria escasez de "hechos" e información, y derroche de li-

-+ Philip Rieff, Freucl: Th e Mincl of the Moralist (Nueva York, 1961), p. 152.

APÉNDICE ~ 4 73
rismo exaltado). Luego de afirmar que no tiene nada que objetarle a Zweig
en cuanto a su tratamiento de los escritores francés e inglés, Freud añade
que no puede decir lo mismo sobre el "réprobo ruso Dostoievski", por ser
éste un caso muy diferente. "Aquí -señala Freud- uno siente que hay la-
gunas y enigmas sin resolver", y de inmediato se pone "a producir algún
material" para solucionar esos enigmas, "según las ideas que espontánea-
mente van brotando de mi cerebro de lego". Por supuesto, Freud quiere
significar que es un "lego" como crítico de literatura, o como historiador.
Pero, lejos de considerar que no está autorizado para opinar sobre Dos-
toievski, cree que en este caso ocurre todo lo contrario. "También es posible
que aquí el psicopatólogo, a cuya férula Dostoievski inevitablemente debe
continuar perteneciendo, tenga ciertas ventajas." (Cabe sospechar que Freud
se sintiera molesto por la observación de Zweig, de que "no fueron los psi-
cólogos, a pesar de su condición de hombres de ciencia, quienes pusieron
al descubierto los recónditos abismos del espíritu moderno, sino los hom-
bres de genio que traspasan todas las fronteras".) 5
El retrato de Zweig presenta a Dostoievski como un genio demente
-el Rasputín de la literatura rusa, valga el símil-, haciendo hincapié en
la epilepsia como clave para comprender su misterioso carácter. Pero
Freud rebate la idea de que Dostoievski haya sido un epiléptico en el senti-
do estricto del término. "La epilepsia es una enfermedad orgánica del cere-
bro independiente de la constitución psíquica -escribe-, por lo común
ligada al deterioro y retroceso de las facultades mentales." La auténtica epi-
lepsia , según Freud, siempre conduce a la declinación o pérdida de las fa-
cultades mentales (cuando menos, casi siempre; se menciona al eminente
científico Helmholtz como el único caso de excepción de la regla). En opi-
nión de Freud -quien aquí trata de controvertir la entonces tan influyen-
te teoría de Cesare Lombroso-, la presunta epilepsia de los hombres de
genio no es otra cosa que "definidos casos de histeria". Por ende, el llama-
do genio epiléptico pertenece más al campo de la psiquiatría que al de la
medicina, porque "la histeria tiene su origen en la constitución psíquica mis-
ma y es una manifestación de esa misma energía orgánica natural que ge-
nera el talento de un artista" (las cursivas se añadieron). En conclusión,
Freud dice lo siguiente: "Opino que toda la singularidad o rareza del ca-
rácter de Dostoievski tal vez se fundó en su histeria".

5
Stefan Zweig, Master Builders (Nueva York, 1939), pp 202 y 203.

474 ... APÉNDICE


Empero , no conforme con señalar como raíz umca del genio de
Dostoievski una predisposición constitucional congénitamente histérica, le
asegura a Zweig que , por más decisiva que haya sido la "constitución" de
Dostoievski como una de las causas de su histeria , "no obstante, resulta
interesante que también pudiera demostrarse, en su caso, la presencia del
otro factor al cual nuestra teoría [el psicoanálisis] le atribuye importancia".
Este "otro factor" resultó ser un severo castigo por alguna falta cometida en
la niñez. "En alguna parte de una biografía de D. - escribe Freud-, se me
señaló un pasaje que permite rastrear el origen del mal que posteriormente
afectó al hombre, en el castigo que le aplicó al niño su padre, en circuns-
tancias de suma gravedad - vagamente recuerdo la palabra 'trágicas'; ¿es-
toy en lo cierto?- . Desde luego que, en nombre de la 'discreción', el autor
no aclara el motivo del castigo."
Pero Freud sí lo sabe perfectamente; se trata de la típica amenaza de
penitencia por masturbación que origina un complejo de castración. En
rigor, Freud no lo dice con palabras tan crudamente explícitas , pues tal
como se lo señala a su amigo, autor él mismo de una obra titulada Erste
Erlebnisse - serie de cuentos cortos con el tema común del despertar sexual
en niños y adolescentes-, seguramente sabrá interpretar el sentido de su
alusión.

Fue esta escena de la infancia ... la que le dio a aquel otro episodio anterior a
la ejecución el poder traumático de repetirse en la forma de un ataque. A ello
se debe que toda la existencia de D. haya estado dominada por su actitud
ambivalente hacia la autoridad representada por la bifronte figura padre-zar,
por la permanente alternancia entre momentos de mórbida sumisión maso-
quista y violentos estallidos de rebelión contra dicho sometimiento. El maso-
quismo entraña un sentimiento de culpa que busca desesperadamente la "re-
dención".

Éste es, a grandes rasgos, el boceto original del análisis que elaboró
Freud sobre Dostoievski, algunas de cuyas puntualizaciones merecen un
comentario. En primer lugar, la cuestión sobre si la epilepsia de Dostoievski
era de naturaleza "orgánica" o "psíquica". No estoy capacitado para califi-
car de fehacientes o de erróneas las ideas de Freud desde un punto de vista
científico . Pero en la biografía del novelista ruso existe un hecho que Freud
no menciona ni entonces ni más adelante, a pesar de tener cierta relación

APÉNDICE .. 475
con el problema que estamos tratando. En mayo de 1878, su hijo Aléksei
muere a causa de un repentino ataque epiléptico, que duró tres horas y
diez minutos. El niño tenía sólo tres años de edad. Según parece, había
una propensión a la epilepsia en el linaje de los Dostoievski, y que presu-
miblemente el niño heredó de su padre. Ello sienta un sólido fundamento
para presuponer que la epilepsia de Dostoievski no era de índole histérica,
sino que tenía un origen orgánico. Pero como sabemos que Freud era un
recalcitrante lamarckiano, y que por ende continuaba creyendo que los
rasgos adquiridos se heredan, cuando hacía ya mucho tiempo dicha teoría
había caído en el descrédito casi absoluto, no dudamos de que habría ar-
güido que la epilepsia y el escritor nacieron juntos, aun cuando se demos-
trase lo contrario.
En segundo lugar, debemos comentar la referencia al pasaje que, según
Freud, vio en cierta ocasión en una biografía. Tan sólo puede tratarse de
una inquietante nota de pie de página que figura en la biografía oficial es-
crita por Orest Miller y Nikolái Strájov, en 1883. 6 En la parte que redactó
Miller, éste afirma que, de acuerdo con una fuente fidedigna, existía "una
prueba muy singular acerca de la enfermedad de Fiódor Mijaílovich rela-
cionada con su primera juventud y que vincula su padecimiento con un
trágico suceso ocurrido en la vida de la familia Dostoievski". Ya vimos que
Freud de inmediato altera el sentido de estas palabras, transformándolo en
una alusión a algún incidente castrador provocado por un padre tiránico,
aunque en el pasaje no se mencionan los términos "castigo" ni "padre". Por
lo demás, los especialistas en Dostoievski coinciden en afirmar que esta
nota de pie de página muy probablemente se refiere de manera velada al
asesinato del padre del escritor ocurrido en la primavera de 1839, es decir,
cuando Dostoievski, entonces un estudiante en la Academia de Ingenieros,
tenía dieciocho años y, por ende, distaba mucho de ser ese "niño" en el
que está pensando Freud. Todo esto aparte del hecho de que cuando escri-
bió su carta, Freud no podía estar enterado del homicidio, pues éste llegó a
conocimiento de la gente al publicarse en 1921 las Memorias de Lyubov,
la hija de Dostoievski.
El desconocimiento del crimen por parte de Freud resulta también im-
portante para interpretar la frase final del fragmento de su carta, que cita-
mos antes. A esta altura, el primer ataque epiléptico que supuestamente

6
Biografia, p 14 l.

476 ... APÉNDICE


sufre el escritor ruso en el decenio de 1850-1859, durante su permanencia
en el campo de prisioneros , es pura conjetura de Freud. Aquí se refiere , al
parecer, al simulacro de ejecución ordenado por Nicolás l. Se le hizo creer
a Dostoievski que él y sus compañeros detenidos en 1849 serían ejecuta-
dos por un pelotón de fusilamiento . Momentos después se enteraron de
que en realidad habían sido sentenciados al exilio y a trabajos forzados en
Siberia. Freud vincula el castigo que le propinó su padre cuando era niño
con esta "escena" posterior, dando a entender que la tensión psíquica pro-
vocada por esta repetición de su trauma infantil culmina en un ataque de
epilepsia, al poco tiempo de llegar Dostoievski a Siberia. De esta manera
queda fijado para el resto de su vida este esquema de alternancia entre so-
metimiento masoquista y violentos arranques de rebeldía .
Al tratar de elaborar un historial clínico de Dostoievski, hemos podido
apreciar cómo maneja Freud su bisturí en este tipo de operaciones, y no
podemos dejar de admirar su gran pericia y talento. Aun sin estar enterado
del asesinato del padre de Dostoievski, se las ingenia para interpretar la
epilepsia del escritor como síntoma de un conflicto no resuelto entre sumi-
sión y rebeldía.

Ocho años después, Freud conoce por fin la verdad sobre la muerte del
viejo Dostoievski y la versión de la parentela al respecto. "Conforme a la
leyenda familiar - escribe la hija del novelista ruso en sus Memorias-,
fue al enterarse de la muerte de su padre cuando Dostoievski tuvo su
primer ataque de epilepsia. "7 Esta nueva información pasa a ser el meollo
de la interpretación freudiana. Vuelve a mencionarse la "escena" frente al
pelotón de fusilamiento - aunque ya sólo de un modo marginal-, pero
desprovista de su papel decisivo como causa de la epilepsia.
En su artículo, Freud se explaya considerablemente sobre las fortuitas
observaciones de su carta, y da una explicación más completa de su enfo-
que. No es éste el lugar indicado para analizar todas las implicaciones de este
punto de vista: no sólo las que señala Reik, sino las que suponen una intru-
sión en el campo de la etnopsicología, por ejemplo, cuando Freud sostiene
que el "compromiso con la moralidad" por parte de Dostoievski es "un rasgo

7
Citado en el artículo de E. H. Carr, op. cit. , p. 428.

APÉNDICE ~ 477
típicamente ruso" que también puede observarse en lván el Terrible, igual
que en el comportamiento "de los bárbaros de las grandes migraciones, quie-
nes luego de cometer crímenes realizaban actos de contrición, hasta que la
penitencia se transformó en una técnica de capacitación para poder llevar a
cabo el crimen". No es mi deseo discutir las opiniones o ideas de Freud, sino
ceñirme únicamente a los hechos que menciona para fundamentar su teoría.
Como antes lo hiciera en su carta, inicia su razonamiento con un análisis
mucho más amplio sobre el tema del origen "orgánico" o "afectivo" de la epi-
lepsia que padecía Dostoievski. Freud es notoriamente más cauteloso cuan-
do escribe para ser publicado, de modo que en este artículo admite que "es
demasiado poco lo que en este caso sabemos para hacer un diagnóstico
confiable". Ello no le impide llegar a la conclusión de que es "sumamente
probable" que la enfermedad del escritor ruso haya sido del segundo tipo.
Aunque también su análisis de la constitución psíquica de Dostoievski
añade innumerables pormenores que no figuraban en su carta, en definitiva
casi no sirve para caracterizar al escritor ruso, fuera de los atributos que
comparte con todos los miembros masculinos de la raza humana. En efec-
to, como trasfondo, lo único que hace Freud es bosquejar su teoría acerca
del complejo edípico , con la concomitante "ambivalencia" de la relación de
todo hijo varón con su progenitor, debido al deseo de poseer a su madre.
Cuando este deseo es reprimido mediante la amenaza de castración, deriva
en la formación de un sentimiento inconsciente de culpa.
Empero, este "proceso normal" en la evolución psíquica se complica
cuando la constitución del niño contiene un fuerte componente bisexual,
en cuyo caso desea remplazar a la madre como objeto del amor de su pa-
dre. Mas como ello análogamente entraña castración (¿cómo volverse mu-
jer si no es mediante la mutilación del miembro viril<), también este deseo
es reprimido. Para Freud, esta segunda clase de represión origina una "in-
tensificación patógena" que constituye "una de las causas originarias de las
neurosis, o bien que la consolida". Freud descubre en Dostoievski una de-
finida actitud femenina que revela su homosexualidad latente, y como
prueba de ello menciona "el importante papel que desempeñaron en su
vida las amistades masculinas .. . su actitud de insólito afecto hacia sus ri-
vales en el amor ... su admirable comprensión de situaciones cuya única
explicación es una homosexualidad latente, como lo demuestran tantos
ejemplos tomados de sus novelas".
Resulta difícil saber a qué se refieren frases tan vagarosas e imprecisas;

478 ~ APÉNDICE
con todo, opino que son muy discutibles. Acaso Freud pensaba en las apa-
sionadas amistades de los últimos años de adolescencia del novelista con
lván Berezhetski, condiscípulo suyo de la Academia de Ingenieros;
con lván Shidlovski -apenas algo mayor que él- , que en ese mismo pe-
riodo de su vida fue a la vez que amigo figura paterna; o bien es posible
que Freud recordara el sólido aunque efímero afecto que años después
sintió hacia Turgueniev . Pero, aparte de su brevísima duración, este tipo
de amistades no fueron un rasgo distintivo de la vida de Dostoievski, en la
cual nada hay que pueda compararse , ni en duración ni en cuanto a im-
portancia afectiva, con la amistad que el propio Freud tuvo, por ejemplo ,
con Wilhelm Fleiss y con josef Breuer. A lo largo de toda su etapa de hom-
bre maduro, infinitamente más significación tuvieron las relaciones de
Dostoievski con mujeres: sus dos esposas , su amante Apollinaria Suslova,
y algunas más a quienes cortejó o de las cuales llegó a enamorarse fugaz-
mente. Hasta donde podemos colegir de lo que sabemos con certeza de su
vida, las relaciones masculinas de sus años de madurez se cimentaban más
en intereses intelectuales comunes o en convicciones ideológicas compar-
tidas, que en profundos lazos de afecto (con la sola excepción de la amis-
tad con su hermano mayor, Mijaíl) .
Esto mismo es válido en lo que se refiere a la actitud con sus rivales en
amor . Presumiblemente , Freud alude a este respecto a los esfuerzos que
hizo Dostoievski por conseguirle un ascenso a un joven que competía con
él por la mano de aquella viuda de Siberia que al cabo de un tiempo fue su
primera esposa . El móvil era asegurarse de que , si ella lo rechazaba prefi-
riendo casarse con su rival, no habría de vivir en medio de la miseria.
Debería aclararse que al mismo tiempo ponía todo su empeño en disuadir
a la señora lsaev de un matrimonio que, en su opinión, sería un fracaso, y
de convencerla de que, en cambio , lo eligiera a él para marido.
Además , existen innumerables pruebas , tanto en sus cartas como en
las Memorias de su segunda esposa (mucho más joven), de sus celos pa-
tológicos hacia posibles rivales . Podemos pues afirmar que Freud escogió
ese incidente único de Siberia dándole una importancia y trascendencia
desmesurada y fuera de toda proporción frente a otros materiales biográ-
ficos . Si bien es cierto que en las novelas de Dostoievski hay ejemplos de
este tipo de comportamiento, sobre todo en Humillados y ofendidos, no
debemos olvidar que esa "ternura" era un cliché literario y cultural de su
tiempo. Es infinitamente más importante en la vida del revolucionario

APÉNDICE ... 479


Nikolai Chernishevski y en su obra ¿Qué debe hacerse! (completamente
basada en el tema de la nobleza del autosacrificio por un rival en el
amor), que en cualquiera de los ejemplos que podamos hallar en
Dostoievski.

No importa cuál haya sido el verdadero carácter y personalidad de Dos-


toievski, pues nada hará cambiar la interpretación de Freud. Para él, la es-
tructura caracterológica del escritor se formó en torno de un núcleo cen-
tral, constituido por la combinación de su ambivalencia edípica y una fuerte
tendencia bisexual, que luego se transmutó en un superego sádico (el odio
reprimido hacia su padre) y en un ego masoquista (el deseo reprimido de
sustituir a la madre). La gravedad del conflicto entre ambos, explica Freud,
depende del "factor fortuito" de "si el padre -figura siempre temida- re-
sulta por añadidura particularmente violento en la realidad. Fue esto lo
que ocurrió con Dostoievski, en cuyo caso su exagerado sentimiento de
culpa y su comportamiento masoquista se explican como rasgos que tuvie-
ron su origen en un componente femenino demasiado pronunciado".
Aunque dentro de un contexto freudiano nunca está muy claro el signifi-
cado del término "violencia", sin embargo, si suponemos que se refiere al
sentido que comúnmente tiene dicha palabra y que implica brutalidad físi-
ca, entonces su afirmación carece de fundamento. A pesar de que la única
descripción que existe del padre de Dostoievski -en las Memorias de su
hermano menor Andrei- lo presenta como un hombre irritable, gruñón,
irritable y despótico, también es cierto que se pone bien en claro que se
oponía al uso del castigo físico en los niños como medio correctivo y que
nunca golpeaba a sus hijos. Precisamente su decisión de enviarlos a escue-
las privadas (a pesar de ser un lujo que con grandes sacrificios podía permi-
tirse) se debió a asegurarse de que no fueran sometidos a castigos corpora-
les con fines disciplinarios.
Es indudable que la convicción que tenía Freud de que el doctor
Dostoievski fue "particularmente violento en la realidad'', deriva de la men-
ción que figura en su carta a cierto castigo "trágico" que debió sufrir
Dostoievski en su niñez. En el artículo desaparece toda referencia directa al
episodio como incidente ocurrido en la realidad; pero, en una extensa nota
de pie de página, Freud cita el pasaje que le sugirió por primera vez su idea,

480 ... APÉNDICE


junto con material adicional que parece confirmarla. "De especial interés
-escribe- es la información de que en la infancia del novelista ocurrió 'algo
terrible, angustioso, imposible de borrar de la memoria', suceso al cual debe
atribuirse la génesis de las primeras manifestaciones de su enfermedad."
La cita de Freud está tomada de un artículo escrito por Aléksei Suvorin
al poco tiempo de fallecer Dostoievski, y que también, en opinión de los
eruditos alemanes , Dostoievski aludía al asesinato de su padre. A conti-
nuación se transcribe el pasaje de Miller ya citado antes, y que por fin
Freud pudo localizar. Usando casi las mismas palabras de su carta, añade
que "los biógrafos e investigadores científicos no pueden agradecerle
[a Miller] su discreción" al negarse a precisar en qué consistió el "trágico
suceso''. Esta nota de pie de página corresponde al pasaje en que se afirma
que los primeros síntomas de la enfermedad del escritor aparecieron en la
infancia, es decir, muchos años antes de que asesinaran a su progenitor. Es
patente que las referencias están destinadas a documentar algún "episodio"
que provocó la aparición de esos primeros síntomas. En suma, Freud in-
siste en interpretar este material como lo hiciera años antes , cuando no
estaba enterado -más aún, ni siquiera podía sospechar- de que el padre
de Dostoievski había sido asesinado. Acaso simplemente no se le ocurrió la
idea de ligar ambos hechos, o bien se dejó engañar por el descuidado em-
pleo del término "infancia". Quizá decidió hacer lo que tantas otras veces
hiciera respecto de los más variados temas: aferrarse tercamente a su punto
de vista personal, con deliberado desdén hacia lo que sobre la materia ten-
gan que decir autorizados especialistas.
justo es reconocer las fatales consecuencias que para su teoría habría
tenido el renunciar a su convicción de que, efectivamente, Dostoievski su-
frió un "trauma" infantil de suma gravedad: hacerlo hubiera significado
resignarse a ver cómo toda su elaborada historia clínica se desintegraba, ya
que Freud pretendía demostrar que la presunta coincidencia entre el asesi-
nato de su padre y el primer ataque epiléptico no fue sino la culminación
de un proceso interno, cuyo inicio databa de un pasado bastante más leja-
no, y cuyo factor desencadenante había sido la violencia de su progenitor
al obrar sobre la constitución congénita marcadamente bisexual de Dos-
toievski. A ello se debió la aparición durante su infancia de ciertos sínto-
mas no todavía decididamente epilépticos en cuanto a su naturaleza, pero
que ya preludiaban la enfermedad futura . Freud encuentra en algún otro
material la confirmación de esos síntomas.

APÉNDICE ~ 481
"Contamos con un punto de partida seguro", escribe (las cursivas se
agregaron):

Sabemos el significado de los primeros ataques que sufrió Dostoievski en sus


años de infancia, mucho antes de la aparición de la "epilepsia". Esos ataques
tenían el sentido de la muerte: se anunciaban mediante el temor de morir y
consistían en estados de letargo, de somnolencia. La enfermedad se le presen-
tó la primera vez, siendo todavía un niño , en forma de una súbita melancolía
sin motivo; de una sensación -según le dijo años después a su amigo Solo-
viev- como si estuviera a punto de morir. Y de hecho, seguía un estado muy
parecido a la muerte verdadera. Su hermano Andrei nos dice que, incluso
cuando era bastante joven, Fiódor solía dejar desparramadas pequeñas notas
antes de irse a dormir, en las que decía que tenía miedo de caer durante la
noche en aquel estado de sueño parecido a la muerte y, por tanto, rogaba que
su entierro se aplazara hasta que hubiesen transcurrido cinco días.

Esos síntomas, según Freud, revelan una identificación con alguna


persona a la que se le desea la muerte y, como en el caso de un niño, "esa
otra persona por lo general es su padre ... El ataque es, por ende, una for-
ma de autocastigo, por haber alimentado un deseo de muerte contra un
padre odiado".
Si esos síntomas son el único punto de partida "seguro" con que cuen-
ta Freud para su diagnóstico de Dostoievski , entonces cabe tachar de
cuestionables en grado sumo las conclusiones a las que llega, por basarse
en premisas por demás "inciertas". Pues si nos remitimos a las fuentes,
comprobaremos que no existen pruebas de ningún tipo que permitan es-
tablecer un nexo entre dichos síntomas y la infancia de Dostoievski.
Aunque, en efecto , le comentó a su amigo Vsevolod Soloviev que en oca-
siones lo asaltaba un repentino temor de morir, ubica con puntual pre-
cisión el inicio de esa extraña aflicción en una época muy posterior de
su vida.

Desde mi juventud padezco de alteraciones nerviosas -le dice a Soloviev en


1873-. Exactamente dos años antes de que me enviaran a Siberia, en el pe-
riodo de mis diversos problemas y disputas literarios, empezó a acosarme
una especie de misteriosa enfermedad nerviosa , que consistía en un insopor-
table suplicio ... Con frecuencia sentía que me estaba muriendo y verdadera-

482 '4 APÉNDICE


mente ... de pronto se presentaba ante mí la muerte real para luego marcharse
tan repentinamente como había aparecido. 8

No existe ningún otro documento en qué basarse para sostener que


esos ataques nerviosos se iniciaron antes del periodo 1846-1847, y por
otra parte sabemos que coinciden con un grave trastorno nervioso docu-
mentado en sus cartas de esa época.
Vuelve a equivocarse Freud en cuanto a la ubicación cronológica del
temor que sentía Dostoievski hacia esos estados de sueño letárgico. No se
menciona ningún síntoma de ese tipo en las Memorias en que Andrei evo-
ca aquellos años de la niñez . En cambio alude a ese extraño padecimiento
en un artículo que escribió en 1881 para el periódico ruso Nuevos Tiempos,
para negar que su hermano hubiese padecido alguna clase de afección aná-
loga a la epilepsia en su niñez. Dice que "desde 1843 hasta abril de 1849"
veía a su hermano cuando menos una vez por semana, y que si bien en
esas ocasiones solían hablar de cuestiones relacionadas con la salud, nunca
oyó nada sobre esa supuesta enfermedad de la infancia. "Es cierto -escri-
be- que dentro de ese lapso (no recuerdo el año exacto) Fiódor se mostra-
ba por momentos bastante irascible y -que, supuestamente, padecía de una
especie de enfermedad nerviosa" (las cursivas se añadieron). Tanto la referen-
cia al sueño letárgico como las notas aparecen a continuación de este
párrafo, e inequívocamente los sitúan sólo dentro de ese lapso ; también
pudieron empezar en el periodo que comprende del año 1846-1847.9
Como es muy posible que las fuentes alemanas que Freud consultó pre-
sentasen apenas fragmentos tomados del material ruso original, y que no
fuesen muy rigurosas en cuanto a las fechas, podemos conjeturar que los
errores que comete Freud sobre esos "síntomas iniciales" se debieron a in-
voluntaria negligencia. En cambio, su actitud es verdaderamente inexcusa-
ble respecto de cierta cuestión, pues a pesar de saber que sus ideas estaban
en flagrante contradicción con casi la totalidad de los testimonios que han
llegado hasta nosotros, insiste en considerarlas válidas. Se trata de respon-
der a una pregunta bastante sencilla: si en efecto la epilepsia de Dostoievski
comenzó en 1839, ¿hay alguna razón para creer que durante los años que
pasó en Siberia desapareció por completo o, cuando menos, disminuyó su
8
El artículo de Soloviev aparece reproducido en DVS, vol. 2, p 191.
9
La cita pertinente tomada del artículo de Andrei aparece en Literaturnoe Nasledstvo, núm .
86 (Moscú, 1973), p. 550.

APÉNDICE ~ 483
gravedad:> Ésta es una cuestión de gran importancia para Freud, porque su
respuesta constituye una comprobación decisiva para su teoría.
Si es cierto que el primer ataque epiléptico ocurrió al enterarse de que su
padre había muerto asesinado, entonces puede interpretarse esta primera
manifestación de la etapa aguda de la enfermedad como expresión de una
necesidad excepcionalmente rigurosa de autocastigo. Desde su niñez venía
reprimiendo sentimientos de odio hacia su padre; un odio cuyo primer indi-
cio presumiblemente se reveló a través de aquellos síntomas iniciales del
mal, y tal como nos lo explica Freud, "como la materialización de esos de-
seos reprimidos entraña un gran peligro, en cuanto pasan de la fantasía a la
realidad se refuerzan de inmediato todos los mecanismos de defensa".
En consecuencia, el autocastigo que se impuso Dostoievski "llegó a ser
tan espantoso como análogamente aterradora fue la forma en que murió su
padre". Pero cuando la penitencia interior es sustituida por la posibilidad
de expiar la culpa hacia afuera al ser sentenciado al exilio y trabajos forza-
dos por rebelarse contra la figura paterna representada por el zar, lógica-
mente ello disminuiría la tensión del conflicto interno. Por eso Freud dice,
con palabras que delatan cierta preocupación, que "sería una ayuda suma-
mente valiosa para apuntalar esta tesis si pudiera confirmarse que en efec-
to los ataques epilépticos desaparecieron por completo durante su exilio
en Siberia; pero hay versiones que afirman todo lo contrario" . Algunas pá-
ginas más adelante, reitera: "Si pudiera demostrarse que en Siberia Dostoiev-
ski quedó liberado de sus ataques, ello bastaría para confirmar la teoría de
que eran su medio de autocastigo" .
Ahora bien, resulta realmente lamentable para la tesis de Freud que, de
acuerdo con todos los testimonios, excepto la leyenda familiar, la epilepsia
de Dostoievski se haya iniciado en Siberia; de modo que la única compro-
bación posible con la que contaba para sustentar su teoría se vuelve una
prueba en contra. Para eludir el problema, trata de desacreditar las prue-
bas aplastantes, sin negarlas abiertamente:

La mayoría de los informes -escribe en una nota de pie de página- , inclu-


yendo los del propio Dostoievski ... aseguran ... que fue durante su exilio en
Siberia cuando la enfermedad manifestó su carácter definidamente epiléptico.
Desgraciadamente, hay buenas razones para desconfiar de las declaraciones
autobiográficas de los neuróticos. La experiencia demuestra que su memoria
falsea los hechos para interrumpir conexiones causales molestas.

484 ... APÉNDICE


Es evidente que Freud imagina a Dostoievski en el papel de uno de sus
pacientes que , al pedírsele que relate su pasado , lógicamente lo deforma
debido a los mecanismos de represión. Empero , la confirmación acerca de
la enfermedad del escritor en Siberia para nada depende del recuerdo de un
pasado remoto, como lo da a entender Freud. Proviene de las cartas que
escribió Dostoievski a principios del decenio de 1850-1859, al poco tiem-
po de haber sido liberado, en las que se menciona el inicio de la enferme-
dad uno o dos años antes, y además se señala que todavía hay dudas sobre
su naturaleza epiléptica.
Sería absurdo pensar que en las entusiastas cartas que profusamente
envió a su familia al ser puesto en libertad - cartas en las que trataba de
contarles a sus gentes todo lo de importancia que le había ocurrido en el
ínterin- Dostoievski hablaría acerca de síntomas epilépticos inexistentes ,
o mencionaría como una penosa novedad una enfermedad con la que
desde hacía mucho tiempo estaba familiarizado. Por otra parte, todos los
que conocieron bien a Dostoievski antes y después de Siberia coinciden
en referirse a su epilepsia como una forma nueva de su mal , que se le
desarrolló en esos años de exilio. Por ende, ni el más mínimo fragmento
del material biográfico del escritor ruso sirve de apoyo a la tesis de Freud.
No obstante, si bien su epilepsia se inició probablemente (o cuando
menos, se agravó) en Siberia, en otros sentidos la salud de Dostoievski me-
joró. Se aliviaron todos los síntomas de su "enfermedad nerviosa" de los
años cuarenta (temor de morir, alucinaciones, vahídos, hipocondría, etc.),
verosímilmente debido a las rudas labores físicas que le asignaban en el
campo de prisioneros. En los años siguientes solía mencionar este restable-
cimiento general de su salud física , aunque siempre - como en la copiosa
correspondencia a sus familiares al ser puesto en libertad- sin contradecir
las alusiones a su epilepsia; más aún, con frecuencia se refiere a la mejoría
y a los ataques al mismo tiempo.
Cabe suponer que Freud no ignoraba la diferencia entre los dos tipos
de enfermedad; sin embargo, y para reforzar su teoría, tiende a confundir-
los. Por un lado reconoce que "no puede demostrarse que los ataques epi-
lépticos de Dostoievski disminuyeron en Siberia" (lo que supone, desde
luego , que para conjeturar todo lo contrario no se basó en nada siquiera
aproximado al rango de "prueba"), y en algún otro párrafo sostiene que "al
parecer es seguro que su arresto en la prisión siberiana recrudeció notable-
mente su condición patológica". Si bien esto último es cierto respecto de la

APÉNDICE .... 485


"enfermedad nerviosa" de Dostoievski, sin embargo , como ya anteriormen-
te Freud había adviertido que no se debe confiar en el testimonio de un
neurótico , es lógico que el lector no familiarizado con todos los pormeno-
res de la biografía de Dostoievski llegue a la conclusión de que alguna ra-
zón más sólida que la mera necesidad de defender una teoría mueve a
Freud a pensar que la epilepsia del novelista ruso se moderó.

Queda por analizar otro asunto sobre el cual no puedo extenderme, porque
ya E. H. Carr lo estudió exhaustivamente. Vimos que Freud acepta la le-
yenda que difundió la familia de Dostoievski, según la cual éste sufrió su
primer ataque epiléptico al enterarse del asesinato de su padre. ¿Cuánto
crédito puede dársele a este rumor?
Luego de revisar la totalidad del material existente en su artículo de
1930 (nada nuevo ha salido a la luz desde entonces), E. H. Carr encuentra
repercusiones de ese chisme en las tres fuentes ya mencionadas: el artículo
de Suvorin, la nota de pie de página de Miller, y la explícita declaración de
Lyubov Dostoievski. Ninguna de esas personas tuvo un conocimiento di-
recto de los hechos , ni tampoco su presunta fuente original: la segunda
esposa del escritor, Anna Grigórievna. Nada dicen, sin embargo, al respec-
to, los que efectivamente conocieron a Dostoievski en esa época (1839),
no obstante la circunstancia (sugestiva, sin duda) de que cuando varias de
esas personas escriben sus memorias, la epilepsia de Dostoievski era algo
que todo el mundo sabía, de manera que revelar la fecha de su primer ataque
no habría representado ninguna indiscreción.
Para completar el análisis de Carr, puedo añadir que en la carta que
Dostoievski le escribe a Mijaíl en agosto de 1839 para expresarle el dolor
que la muerte de su padre le ha causado , no se menciona para nada ningún
ataque de esa especie. Recordemos, además, que entonces Dostoievski com-
partía habitaciones con otros cien estudiantes de ingeniería y que, por ende,
difícilmente podría ocultar un agudo ataque de epilepsia, ni aun queriéndo-
lo. Parece lógico, pues, aceptar el resumen y la conclusión de Carr:

La prueba es, a lo sumo, mero rumor; desmiente toda nuestra información


restante, tanto escrita como verbal; y es muy probable que una historia basa-

486 ... APÉNDICE


da en testimonios tan precarios no fuese tomada en serio , de no haber sido
por la circunstancia casual de que embonaba tan bien con las hipótesis de los
psicoanalistas. 10

En cuanto a la última cuestión sobre qué motivos tendría la segunda


esposa de Dostoievski para difundir una historia falsa, a la cual Carr res-
ponde con una complicada explicación, que no es necesario analizar, en
mi opinión quizá fue tan sólo un error. El año anterior a la muerte del doc-
tor Dostoievski, ocurrida en la primavera de 1838, Fiódor se entera de que
no aprobó los exámenes para pasar a los cursos siguientes de su carrera , y
se lo cuenta a su padre por carta. El doctor sufre un ataque de apoplejía
por el disgusto, del cual se recupera al hacérsele una sangría. A su vez,
Fiódor también cae enfermo y pasa algún tiempo internado en el hospital
de la Academia.
Mi parecer es el siguiente: tal vez al rememorar estos sucesos con su
esposa, Dostoievski le comentó que en cierta ocasión enfermó por algo
que le había sucedido a su padre , y acaso este comentario se confundió
con el relato del crimen, que casualmente ocurrió más o menos hacia esa
misma fecha. Como la esposa estaba obsesionada por la epilepsia , es lógico
que haya interpretado la enfermedad mencionada por su marido como la
primera manifestación de ese mal, que era una permanente amenaza para
ambos. Ello, aunado al horror que debió de causarle la historia sobre el
crimen, y que sin duda eclipsó todos los acontecimientos aledaños de
aquel periodo remoto . Nadie podía imaginar la insólita trayectoria que re-
correría tan inocente error hasta convertirse en el meollo de la historia clí-
nica que, a partir de datos no sólo fragmentarios sino equívocos, inventa
Freud para desentrañar los enigmas de la vida y de la personalidad de
Dostoievski.

10
E. H. Carr, op. cit. , p. 429.

APÉNDICE ~ 487
Índice analítico

Abel, Lionel: 16 American Council of Learned Societies: 17


abolición de la servidumbre: véase libera- amistad: 266
ción de los siervos Andler, Pierre: 16
Abrams, M. H.: 139-140 Annenkov, P. V.: 145 , 14511, 170, 173, 189,
Academia Imperial Médico Quirúrgica: 28 233, 235 , 241.248,249, 250, 251,252 ,
Acta Martyrwn: 79 256. 284 , 333,387, 401 , 40ln,424
adulterio: 453 - Cartas de París, 251
afán de poder: 4 11-412 Amonelli , P. D.: 329, 373-377, 380, 381
Agrafena 58 amropoteísmo: 320, 346
Akhsharumov, D. D.: 321, 323, 353 aristocracia: 29, 30, 93n, 151
Alekseev, M. P.: 138n Arndt, Walter: 14 3n
Alejandro l: 23-25 , 111 , 112 arte: 450, 455, 456 , 458 ; arte por el arte ,
Alejandro U: 88, 159, 285 167
Alemania: 89, 327, 343, 471 Arvon, Henri: 263n
Almanaque de San Petersburgo: 215 , 225 ascetismo: 79
almanaque literario: 361 ateísmo 244 , 249, 255 , 256 , 260n, 261 ,
alucinaciones: 4 34 (véase Dostoievski , 263 , 270 ,325 ,348 , 401 , 404
Fiódor M.) Atlántico, océano: 24
Aliona Frolovna (niania de Fiódor M.): 80- Aucouturier, Gustave: 30411
81 , 120, 128n Auerbach, Erich: 149, l 49n
ambición: 390 autopurificación, teoría de la: 372
Ambrosino, Georges: 16 Avanesov, P. l.: 40211
América: 88 avaricia: 411 , 4 12

'' Este índice fue elaborado por Jas Reuter. Además de conceptos y nombres de personas y lugares, se
incluyen los títulos de las obras de los principales autores mencionados y, entre paréntesis, los personajes .

... 489
Baal: 152 Belinski, Vissarion G.: 30, 118n, 133n, 138,
Bajtín, Mijaíl: 210 , 21 ln, 399 , 399n, 428, 144 , 158 , 165-174 , 175 , 176, 179 ,
428n 181 , 189, 190 , 194 , 194n, 196, 199 ,
Bakunin, M. A.: 167, 252 , 341, 342 202 , 215-279, 281, 283-289 , 292 ,
Balasoglo, A. P. 324, 33 1, 377 297n, 30 1, 303, 304n, 309, 311, 316,
Balzac, Honoré de: 88, 98, 133, 150, 150n, 318 , 325, 326, 330, 333, 336, 340,
151, 152, 163, 168, 173 , 178, 180 , 343, 370, 3 71 , 377, 378, 378n-379~
182 , 182n, 183 , 202, 218, 291, 411, 379 , 380, 387, 388, 400, 400n, 401,
454, 473 402 , 405 , 411 , 418, 431, 435 , 439,
-La comedia humana, 151 441 , 451 , 467,468
-Eugenia Grandet, 150, 180, 181, 182, -Carta a Gógol, 370, 371, 377, 378,
409 (Eugenia , 182; papá Grandet, 379, 380
411) -Dimitri Kalinin, 167
-Cambara, 454 -Ensueños literarios, 138
-Gobseck (Gobseck, 151) -Panorama de la literatura rusa en
-Las ilusiones perdidas, 150n, 218 , 1846, 283
291 (Lucien de Rub empré , 150n, -Panorama de la literatura rusa en 184 7,
218, 291 ) 378n
- L'Ilustre Gaudissart, 152 Belknap , Roben: 17
- Mémoires de deux jeunes mariées, Bely, Andrei: 399
202 Bem, A. L.: lOln, 182n, 400n, 435n
-Papá Goriot, 150 Bénichou , Paul : 164n
Barbier, Auguste: 155, 156n, 363, 363n Bentham , Jeremy: 262
-Chiaia, 363 (Salvator Rosa , 363) Berdyaev, Nikolái: 13
Barruel, Augustin de, abate: Mémoires pour Berezhetski, lván: 115, 117, 119 , 148, 149,
se rvir a l'hist oire du ]acobinism e, de 479
l'impiété et de l'anarchie, 343 Berlín: 249 , 327
Bartholomew, Francis Michael: 3 17n Berlin, sir Isaiah: 298n
Beaumont, Gustave de: Marie ou l'esclavage, Berlioz, Héctor: 300, 300n
332 -Romeo y ]ulieta, 300n (los Capuleto,
Begichev, D. N.: La familia Kolmski, 97 300)
Beketov, A. N.: 11 7, 267 , 268 Biblia: 73n, 115 , 364
Beketov, Andrei: 267 -Evangelios, 72, 245, 261, 270
Beketov, círculo de: 265-288 , 316 , 318 , -Libro de Job, 84, 85, 92, 140, 263
322,324,379,425 - Nuevo Testamento, 72, 248
Beketov, familia: 266 , 269-2 71 - Salmos, 364
Beketov, Nikolái: 267 Biblioteca para Lectura, revista: 98, 239
Belchikov, N . F.: 15, 162n, 24ln, 317n, Bibliotheque de la Sorbonne: 17
32ln, 323n, 328n, 330n, 332n, 334n, Bildungsroman: 449
336n, 337n, 352n, 353n, 36 ln, 365n, Bizancio : 287n
373n Blackmur, R. P.: 16
Beletski, A.: 206 Blagoy, D. D. : lOln, 186, 186n
Belinski, círculo de: véase Pléyade Blaise, Joseph: 160

490 ... ÍNDICE ANALÍTICO


Blanc, Louis: 169, 178, 331 , 357 Charlton, D. G.: 155n
-Histoire des dix ans, 169, 331 Chatterton, Thomas: 137
Bogerhoff, E. B. O.: 13 Chéjov, Antón: 27
Bollingen Foundation: 17 chelovekoly ubie: véase filantropía
Botkin, V. P: 169, 241, 249 Cheremoshnia: 36, 58
Bouyer, Louis: 73n Chermak: 60 , 61, 62
Bratislava: 28 Chernosvitov , R. A.: 349, 350 , 351 , 355,
Breuer, Josef: 4 79 357
Brombert, Victor: 163, 163n Chernishevski, Nikolái G.: 166n, 315 , 480
Brown, Clarence: 17, 424n -¿Qué debe hacerse!, 315, 480
Brown, Edward J.: ll 8n Chizhevski, Dimitri: 94n, 309n, 404n
Brykovo: 55, 58 Chojecki, Edmond: 343-346, 360
Brynolfson, Gaylord: 17 Chopin, Frédéric: 450
Bufón, El (Zuboskal), revista: 217 , 21 8, 291, Chukovski, K.: 226, 226n, 228n
417,418 Ciento cuatro relatos sagrados del Antiguo y
Bull, Ole: 160 Nuevo Testamentos: 72
Buonarotti, Philippe: La con spi ració n de clase media: 26, 29, 30, 33, 44, 56, 82 , 375
Babeuf, 343 clases bajas: 258
burguesía terrateniente: 36 clasicismo francés: 164
Butkov,Yakov:317,360 , 401, 4 10, 41 3n clero no monástico: 28, 74
-Cumbres de San Petersburgo, 410 Colón , Cristóbal: 88
Byron, George Gordon , lord : El pris io nero comisión investigadora: 162n, 241, 318,
de Chillan, 14 7 324 , 329 , 330 , 344 , 365, 366, 369,
372 , 373
Cabet, Étienne: 171 , 178, 245 , 252, 260, compasión: 49, 397, 398
332,335,343 , 345 complejo de éxito: 415n
-Icarie, 171 , 335 complejo edípico: 478
-Le vrai Christianisme suivant]. Christ, Comte, Auguste: 2 71, 334
332 comunismo: 344; cristiano, 34 3; igualita-
cabetismo: 332 rio, 332, 342-343 , 348
campesinado: 55, 56, 78 , 108, 150, 284, comunistas: 336, 345
301,326,336 conciencia: moral, 90, 398 ; social , 149 ,
campesinos: 124-127, 172, 329, 375 156
caos moral: 2 7 confesión: 451, 452
Carr, Edward Hallett: 128, 129n, 472, Confusión, Época de: 77
472n, 477n, 486,487,487n Considérant, Victor: 246, 246n, 252 , 320,
castigo: 40 439
castrados: 112 -La destinée socíale, 246
Catalina la Grande: 23, 364 conspiración: 34 3 (véase Dostoievski, Fió-
catolicismo romano: 287n dor M)
censura: 363,374,405 Constantino (hermano de Nicolás I): 24
Cercano Oriente: 150 Contemporáneos, Los, revista: 228, 236, 238 ,
Cervantes, Miguel de: Don Quijote, 391 238n,251 , 278,283 , 333,448

ÍNDICE ANALÍTICO ~ 491


Corneille, Pierre: 133, 164 - B!eak House , 457 (Harold Skimpole,
corrupción: 111 , 116, 326, 375 457)
Cournant, joseph: 133, 149 -Dombey e hijo, 467 (Pablo y Floren-
Crankshaw, Edward: 57n cia, 467)
Crimea, Guerra de: 159 dictadura: 25 , 3 76
cristianismo: 71, 115, 132, 155, 178, 179, Dimitri Donskoi , príncipe: 76, 305
246, 253-257 , 259 , 260n, 26 1, 263 , Dobrolyubov, N.A. 27711, 397 , 39811
343, 378,462; nuevo , 152, 245 , 246, Dolinin, A. S.: 15 , 336n, 358n, 367n
256, 257n, 370; primitivo, 370 Dos Passos, j ohn: 400
cristianos antiguos: 345 Dostoevo (Pinsk): 27
cristología: 280 Dostoievskaya, Aleksandra (hermana de
Clitique, revista: 16 Fiódo r M.) 42. 44 , 45
Croce , Benedetto: 110, llOn Dostoievskaya, Anna Grigórievna (segunda
cuáqueros: l 12n esposa de Fiódor M ): 129n, 358, 4 79,
curiosidad: 49 486 , 487
Custine, Astolphe, marqués de: 75, 7511, Dostoievskaya. Bárbara (hermana de Fió-
107n, 303,304n dor M.): 29, 31, 39, 161
-La Russie en 1839, 107n, 303, 304n Dostoievskaya, Lyubov (hija de Fiódor M ):
37,38n,476,486
Dahl, V. l.: 97 Dostoievskaya, María Dmitrievna (señora
Danilevski, N.A.: 274n, 331, 332, 360 lsaev, primera esposa de Fiódor M.) :
Dante 150 479
Darovoe : 36,37, 41 , 54 , 55,57-59 , 84,95 , Dostoievskaya, María Fiódorovna (madre
120, 124, 125n, 126n, 127, 130 de Fiódor M): 30 , 31, 32, 35 -37 , 41 ,
Davidov, l. l.: 98 , 133 43,44, 45 , 47, 55,58, 65, 67, 76,84,
Debu, l. M. 338, 452 99, 105, 120
Defoe, Daniel: 83 Dostoievski, Alékse i (hijo de Fiódor M.):
Demetz, Pe ter: 151 n 128,476
democracia: 376 Dostoievski, Andrei (hermano de Fiódor
Derzhavin , G. R: 92 , 364 M. ) 29-35, 38, 41, 42 , 43 , 44, 47-
- Gobernantes y jueces, 364 66, 69, 72 , 74 , 77, 77n, 79, 80 , 82,
desigualdad social: 35 83, 88 , 91-92, 94 , 96, 97, 101 , 105 ,
despotismo: 88, 302, 379 , 468 125 , 12511, 160, 16 1, 163n, 480 ,
determinismo: 284; histórico , 280; mate- 482-483
rial, 258; moral, 253 Dostoievski, familia 30, 36, 44, 47-49, 51,
Deutsch-Franzosische ]ahrbücher: 260n 55, 64, 80, 82, 89, 94, 96, 107, 120,
Dézamy, Théodore: 343, 343n, 344, 345 126n, 134
-El jesuitismo vencido por los socialis- Dostoievski , Fiódor Mijaílovich: passim:
tas, 344 alucinaciones , 50, 81, 223 , 225, 312 ,
Diccionmio de bolsillo de términos extranjeros: 387 ; amante Apollinaria Súslova, 479;
271 , 283 , 318 , 320 conspiración , 261 , 340, 362, 373; epi-
Dickens, Charles: 60, 178, 194, 198, 457 , lepsia, 38 , 50-53, 120, 128, 129n,
467 , 473 224, 382, 474-478, 481-487; escuela,

492 .... ÍNDICE ANALÍTICO


60-62, 105-131; infancia, 35, 45, 46 , 61, 85, 136 , 468; Dimitri K. , 58,
49 , 50,51 , 52,53,54 59; Fiódor K. , 3 7-38, 120; Gran In-
- La aldea de Stepanchikovo, 54 , 69, quisidor, 85, 101, 200, 441; lván
468 (coronel Rostanev, 69, 468) K. , 58 , 85, 89, 177 , 404; Smerd-
- B01is Godúnov, 163, 163n, 185, 395 yakov, 58; Lizaveta Smerdyákova,
-La casa de los muertos, 56 58; Grígori Vasiliev, 58; Zósima, 72,
-Crimen y castigo, 108, 156n, 28ln, 77, 78, 85)
402 , 413 (Raskólnikov, 49, 101 , -Humillados y ofendidos, 22 4, 4 79
147 , 154 , 156n, 194 , 28ln, 404 , - El idiota, 55 , 164 , 411 (Aglaia , 55;
413; Razumikhin, 413 ; Sonya, 49 , Gania , 411 ; príncipe Mishkin , 30 ,
156, 452) 55 , 164, 239 , 468; Natasia Filip-
-Los cuentos de un hombre de experien- povna , 164)
cia, 422 - El jubilado, 422
- Diario de un escritor, 79, 81, 94, 106, -El judío Yankel, 165, 176
108,243,314,355,357,403 - El jugador, 411
- El doble (Golyadkin), 30, 101, 233- - María Estuardo, 163, 185
235, 237,238, 266, 275 , 276, 277 , - La mujer ajena, 426
283, 310, 385-405,409 , 410 ,4 12 , - La mujer ajena y el marido debajo de
414 , 417, 432 , 440 , 442 , 450, 451 la cama, 422, 427 (lván Andreévich,
(Andrei Filippóvich, 391, 395; Gol- 427)
yadkin, 30 , 276 , 277 , 310 , 386- - Memorias del subsuelo, 13, 14, 229 ,
404, 412 , 414, 419, 420 , 428 , 437 , 315 , 419 , 421 , 42ln,453
440, 454, 457, 469; Olsufi Ivanó- - Netotchka Nezvánova, 68, 96, 238,
vich, 393; Clara Olsufievna, 388, 37 2 , 386, 387, 448, 449, 467n,
390, 392-394, 396 ; Yakov Petró- 451-454, 458 , 462 , 467, 468, 469
vich, 396; Petrushka , 30, 276, 390; (Aleksandra, 456, 462-466; Piotr
Krestian lvanóvich Rutenspitz, 392, Aleksandróvich , 463-468; sir John
396, 402; Vladimir Semionóvich, Falstaff, 460n, 461; Karl Fiodoró-
393) vich, 455 ; Fiódor Ferapontóvich,
- Domovoy, 422 68; Katia , 458 , 460, 460n, 462 , 465 ,
- Los demonios, 55 , 59 , 101 , 147, 154, 466, 467, 468; Laria , 458, 459 , 460 ,
226 , 229 , 244 , 249n, 341, 365, 440 461, 462 , 465, 466, 467 ; madame
(Karmazino v, 229 ; Kirilov , 147 , Léotard, 460n; Netotchka , 96, 449-
154 ; María Levyadkina , 59, 440, 468; Yefimov, 45 1, 454-459 , 462,
441; Nikolái Stavroguin, 55, 101, 465 , 467)
341, 347, 404, 441; Stepan Trofí- - Noches blancas, 270, 429, 441, 442,
movich Verkhovenski, 249n) 444, 445, 446, 467 (Nastenka, 442-
- folletines de San Petersburgo, 289 - 446)
315, 327, 330, 331,412,431 , 438 , - Las patillas rasuradas, 235
44 3 (Iván Kirilóvich , 297 ; Julián -La patrona , 239, 240, 241, 372 ,
Mastakóvich, 296 , 297) 429,431 , 432 , 435,437-442,448,
-Los hermanos Karamázov, 58 , 78, 450 , 465 , 468 (Catalina , 434-442 ,
85, 95, 97, 179 , 472 (Aliosha K. , 463-464, 465 , 469; Yaroslav Ilyich,

ÍNDICE ANALÍTICO ~ 493


435, 437, 438; Murin, 434-441, -Un pequeño héroe, 54
463; Ordinov, 432-442) -Una de nuestras falsedades contempo-
-Pobres gentes, 54, 57, 61 , 63, 67, 91, ráneas, 254
162, 163, 163~ 166, 180-182, 185, -Una novela en nueve cartas, 232,
186, 187, 188-211, 215, 217, 222, 238n,417
223, 225,226, 232,233 , 235,239, - Vida de un gran pecador, 64
247, 256, 257n, 272, 275 , 276, -Visiones de San Petersburgo en verso y
289, 310,385, 386, 387, 388,390, prosa, 444
414,418 , 420,423,431,432,442 , Dostoievski, Mijaíl Andreévich (padre de
450, 454, 467, 468 (Bykov , 191, Fiódor M ): 29, 30 , 31, 33, 34, 36-42,
194, 200; Makar Devushkin, 190- 44,48,50 , 52,58,60,68,69, 72 , 83-
210, 232 , 310, 387 , 390,391, 397, 88 , 92 , 93 , 94, 98, 105, 111, 120,
399, 412 , 420, 423,437 , 469; Bár- 121 , 124-125, 125n-127n, 487; aman-
bara Dobroselova, 67, 181, 182 , te Katerina, 120 , 125; asesinato, 51,
190-201 , 203, 207, 209-210;Anna 52, 119, 120, 124-131,225,452,476,
Fiódorovna, 193, 194; Gorshkov, 477 , 481,486
195 , 200, 201 ; Emelian llich, 200, Dostoievski , Mijaíl M~aílovich (hermano
310; Pokrovski, 194, 195 , 310, 420; de Fiódor M): 28, 29 , 34, 47, 54, 57,
Ratazyaev, 200 , 203, 208, 209; Te- 60, 63, 64, 65, 66, 83, 93, 99, 106,
resa y Faldoni, 203) 111, 113, 117, 121 , 122, 129, 130,
-Polzunkov, 418, 420 (Polzunkov , 135-139, 141, 144, 145, 148-150 ,
4 19-421 , 469) 152-155, 158, 159, 160, 161 , 163-
-El señor Projarchin, 236, 237 , 277 , 165 , 176, 180 , 181 , 182, 188, 190,
283 , 405 ,406, 407, 409-414,420, 216 , 217, 218, 219 , 222, 225, 227,
431 (Ustinia Fiodorovna , 406; Mark 231 , 232 , 235 -236, 239, 240, 266,
Ivanóvich , 406 , 409, 411; Projar- 267 , 272, 289, 290, 311, 316, 326,
chin, 277 , 310, 405 -412) 357, 358, 360, 365, 366, 367n, 369,
-Un adolescente, 27, 30, 60 , 73, 257n, 373, 386, 388, 401 , 403, 405 , 415,
411 (Arkadi Dolgoruki, 60) 415n, 418 , 431 , 448 , 449, 479, 486
-Un árbol de Navidad y una boda, 422, Dresde: 342
425 Qulián Mastakóvich, 426) Drouilly, Jean : 384n
- Un corazón débil, 183, 3 10, 4 12 , Druzhinin , A. V : Polinka Sachs, 386, 453
4 15, 4 16 , 439 (Arkadi, 413, 414 , Dubelt , general: 367n
4 16, 4 17, 439;Julián Mastakóvich , Dumas, A. : 304n
412-416 ; Vasia Shumkov, 310, 413- Durov, Sergei F.: 360 , 361 , 362, 363, 366,
417) 367,371,373 , 374, 377
- Un cuento acerca de las cancillerías - Un donjuan de San Petersburgo, 363
abolidas, 235, 405
- Un joven inculto, 186 École des Langues Orientales: 17
- Un ladrón honrado, 310 , 422 , 423 economía socialista: 2 74n
(Emelian Ilich, 310, 423-425 ; Astafi educación: 92 , 93 , 132-133
Ivanóvich , 422-425) Ellmann, Richard 1 7
- Un maiido celoso, 426 empatía estética: 273

494 .. ÍN DI CE ANALÍTICO
enciclopedistas: 167 Fleiss, Wilhelm: 4 79
Engels , Friedrich: 151 , 152 , 262 , 344 Flerovski, N.: 269, 269n
Enrique IV: 87n Florian, j ean-Pierre Claris de: 91
Época, revista: 314 Florovski, George: 17
Erlich, Victor: 17 Foster, Charles: 16
escepticismo: 82 Fourier, Charles: 171 , 176-1 78 , 269, 274,
esclavitud de negros en Estados Unidos: 274~ 282 , 309, 318, 3 19 , 320, 331 ,
332 335 ,35 9,452
eslavo filismo, eslavó filos: 217 , 252 , 284- - Falansterio, 335
288, 303, 305, 306, 336, 337, 378, - Nuevo Mundo, 319
438 , 439 fourierismo 320, 331, 332 , 336, 337, 350,
España: 118 351
Estados Unidos: 376, 380 fourieristas: 359, 376
esteticismo romántico: 458 Francia 17, 87, 89, 150n, 156n, 171 , 178 ,
etnopsicología: 4 77 291 ,333,343,368
Eugenyev-Maksimov, V. E.: 228n, 251, francmasonería: 71, 34 3
25ln, 283,283n,333,333n Freud, Sigmund 38, 50 , 52-54, 69, 70 ,
Europa: 33, 71 , 89 , 106, 123 , 151 , 285, 117, ll 7n, 120 , 121 , 127 , 128, 129 ,
287,302,304n, 309n, 327,328 , 341 , 4 15n, 471 -487
342,347 , 368 - Dostoievski y el parricidio, 50, 4 71
Europa occidental: 24, 92, 93, 251, 471 - El futuro de una ilusión, 4 73
europeización de Rusia: 286 Fridlender , G. M.: llOln, 21ln, 397n
Evans , David Owen: 152n, 388n
Evnin, F.: 397n, 398n Gaceta de San Petersburgo: 290, 303
exilio: 477 , 484, 485 Gálich , A.: 210
Gautier, Théophile: 75, 75n, 77, 78n
Falconet, Étienne: 186 - Voyage en Russie, 77
Fanger, Donald: 17 Gessner, Salomón: 91
Fedorov, G.: 127n Glinka, Mijaíl l.: Ruslán y Ludmilla, 160
Fedotov, George P.: 79n Godúnov, Boris: 165, 305
Fiódorovna, Aleksandra (tía de Fiódor M.): Goethe,johann Wolfgang von: 144, 150,
33 154, 164, 169, 202
Feoktistov, E. M.: 389n - Fausto, 144 (Fausto, 164)
Fergusson , Francis: 16, 17 - W erther (Werther , 137 , 202)
Feuerbach, Ludwig: 248, 250, 257, 257n, Gógol, Nikolái V. 26, 64, 98 , 133 , 146,
260,260n, 262-264 ,320,346 15 8, 165, 166, 172 , 173, 174 , 175,
-La esencia del cristianismo, 248 176, 182, 185, 186 , 187, 196, 204,
filantropí a (che lov eko lyubie) : 256 , 25 7 , 204n, 20 5, 206, 207, 208, 209, 232 ,
257n,452,453 275 , 276, 298, 298n, 299, 3 11 , 349,
Filaret: 74 370, 377, 378, 379, 380, 388, 389 ,
Filipp ov, Pavel N .: 353, 360, 364-370 , 396, 399, 400, 402 , 411, 4 18 , 429,
372 ,3 73,374,377,392 430 ,431,432,468
flagelantes: 112 - Las almas muertas, 165 , 172-17 5,

ÍNDICE ANALÍTICO ~ 495


275, 307 , 388-389, 402 , 411 Grigoriev, Nikolái P 337, 353, 360 , 365,
(Plyushkin , 411) 368,369,370,381
-Las aventuras de Chichikov, 389 (Chi- -Conversación de un soldado, 368,
chikov, 389) 369,370,374
- El capote, 165, 174, 176, 182 , 204, Grossman, Leonid: 15, 28n, 54n, 100 ,
206, 207 , 389, 390, 429 (Akaki lOln, 11211, 150 , 15111, 35311, 367n
Akakié vich , 204, 205, 206, 207, Guggenheim Foundation: 17
208, 390, 406)
-Dimio de un loco, 388, 396 (Propish- Hanford, Polly: 18
chin , 388, 389, 396) Haxthausen , August von: 336, 336n, 337
-Los jugadores, 41 8 -Estudios sobre el interior de Rusia,
-El litigio, 232 336
-La nmiz, 388 (Kovaliov, 388) Hegel, Georg Wilhelm Friedrich : 15, 167,
-Pasajes escogidos de mi correspon - 168, 171, 172 , 248 , 284, 286, 30911
dencia con amigos, 298 , 370, 377 -Hist01ia de la filosofía, 309n
-La Perspectiva Nevski, 311, 430, 432 hegelianismo: 248, 249, 259 , 264
(Hoffmann, 430; Pirogov, 430; Pis- Helmholtz, Hermann von: 4 74
karev, 311, 430, 434; Schiller, 430) Helvetius, Claude Adrien: 331
-Taras Bulba, 165 Qudío Yankel, 165) Hempel, Wido: 206n
- Una venganza terrible, 432 (Catalina, heroísmo moral: 25
432) Herzen , Aleksandr: 26, 30, 71 , 7ln, 72, 86,
- Veladas en una granja cerca de 87, 92, 112 , 118n, 145, 153 , 169 ,
Dikanka, 432 17ln, 248,249, 256, 26ln, 303 , 306,
Goldstein, David: 16 309, 309~ 3 11 , 327 , 328, 341, 342 ,
Golovinski, V. A.: 337, 353, 371, 372, 375, 343, 360, 378, 386, 431, 445 , 453 ,
376,380 454,455
Goncharov, l. A.: l 71n, 29 1, 3 11 , 386, -Escritos en torno al estudio de la natu-
431,445,449,454,456,463 raleza, 309n
-El sueño de Oblomov, 386 - Memoirs of a Young Man, l 18n
-Una historia común, 3 11 , 386, 456 , -Mi pasado y mis ideas , 71, 92, 306
463 (Aduev, 456) - ¿Quién tiene la culpa7, 386
Goodheart , Eugene: 16 - San Petersburgo y Moscú, 360
Granovski, T. N.: 169, 249, 249n, 256 -La urraca ladrona, 453
Gray, Thomas: 92 Herzen, Iskander: 449
Grigoróvich , D . V.: 101, 11 3, 11 4, 117 , Hijo de la Patria, El, revista: 152
129n, 156, 174, l 74n, 175, 177, 180, histeria: 474 , 475
188, 197 , 215 , 218, 219, 221, 222 , Hoffmann, E. T. A.: 135, 144, 145, 146,
223, 233 , 233n, 266-269, 272, 29 1, 150, 169 , 184, 237, 240, 388, 388n,
386, 417 429 ,432, 441 ,443, 444 ,454,455
-La aldea, 269 , 272, 386 -El magnetizador, 145, 264 (Alban,
-Antón Goremika, 386 145 , 264)
Grigoriev, Apollon A.: Dos egoísmos (Petus- -Kater Murr, 144
hevski, 319) Homero: 135, 154, 155, 392

496 ... ÍNDICE ANALÍTI CO


- Ilíada, 154 Joyce, James: Ulises, 400
Hugo , Victor: 98, 133, 150 , 152 , 153 , Juan, San: 453,466
153n, 154, 155, 164, 168, 173, 364 Juana de Arco: 77
-Cromwell, 150
-Hernani, 150, 164 Kahler, Erich: 16
-El último día de un condenado, 153, Kamiénski, Henryk Michal: 346
154 Kant, Emmanuel: 89, 90, 90n, 95
humanidad: 284 - Crítica de la razón práctica, 90
humanismo: 196, 247 , 252, 253, 257n, Karamzin, N. M.: 33 , 88, 89, 90, 90n, 91 ,
262n, 264,282 9ln,97 , 110, 115 , 151 , 156, 163 , 182 ,
Hume, David: 273 203,208,444
humillación: 419, 420, 439 - Cartas de un viajero ruso, 88-91 , 203
(Teresa y Faldoni , 91)
idealismo: 98, 143, 167, 273, 311, 467; - Historia del Estado ruso, 88, 91
moral, 107; romántico , 144, 430 ; so- - Pobre Liza, 91, 109, 182
cialista, 4 25 Karatiguin, P. A., actor: 168
Iglesia ortodoxa: 25, 82, 379 Karepin, Piotr: 161, 181
Ilustración: 23, 71, 140, 14ln Kashkin, círculo de: 359
imaginación: 407, 409 Kavelin, K. D.: l 7ln
Imago, revista: 4 72 Kazán: 269, 443
impostura: 395 Kennan, George F.: 107n
Inglaterra: 89, 156 Kheraskov, M. M.: Rossiada, 93
Institut des Études Slaves: 17 Khmelnitski, N. l.: 363
Instituto Catalina para Niñas: 74, 86 Khotiaintsev, mayor (vecino de Fiódor M.
Insurrección Decembrista: 24, 25, 143 en Darovoe): 126n, 127n
ironía: 293, 295, 397 Kierkegaard, Sóren: 84, 264
irracionalismo: 24, 264 Kirpotin, V.: llOln, 304n
Istomin, K. K.: 182n Kiselev, conde P. D.: 298n, 333
Italia: 178, 290, 448 Kock, Paul de: 427
Iván IV el Terrible: 305, 478 Koltsov, A. V.: 133 , 279
Komaróvich , V. L.: 15 , 245, 245n-246n,
]acko, o el simio brasileño: 94 292n,315 ,3 15n
Jackson, Roben L.: 17 Kónigsberg: 89
jacobinos: 343 Kostka, Edmund K.: 94n
James, Henry: 247n Kotelnitski, Mijaíl Fiódoróvich: 31, 32, 36,
Jarkov, provincia de: 141 58
Jerusalén: 305 Koyré, Alexandre: 16, 286n
Jesucristo: 72n, 79, 80, 81, 152 , 154, 155, Kraevski, A. A.: 217 , 235, 236 , 238, 240,
170, 244, 246-248, 250, 25 6-261 , 250n,272 , 289 , 290 , 413n,448,467n,
263, 264, 270, 280 , 280n, 281 , 287, 467
287n,320 , 379,404,424, 462 Kremlin 75 , 76 , 77, 304, 304n, 305
jesuitas: 28 , 290, 342; en Paraguay, 345 Krilov, l. A.: 326 , 330
Joaquín de Flora: 170 Kudryavtsev, P. N.: 297n

ÍNDICE ANALÍTICO ~ 497


Kukolnik, Néstor V.: ]acopo Spannazaro, Lomonosov, M. V.: 91
455 Lówith, Karl: 250, 250n, 264, 282n
Kuleshov, V. l.: 207n, 270n, 415n Lubac, Henri de: 282n
Kumanin, A.M.: 33 lucha de clases: 152, 376
Kumanin, familia: 33, 34, 35, 39, 111, 125, Luis XVI: 87
129, 162 Lvov,F. N.: 26ln,365,371
Kiko, E. l.: 304n
Magarshack, David: 29ln
La Harpe, Frédéric de: 23 Maikov, Apollon: 272, 317, 336, 352, 353,
Lamartine, Alphonse de: 152, 156, 168 353n,357,362
-]ocelyn, 156 Maikov, Valerian: 193n, 223, 236, 258 ,
Lamennais, F. Roben de: 245, 370, 371 271-284 , 287, 287n, 306, 307, 316 ,
-Faroles d'un croyant, 370, 371 317, 318, 333, 335, 356, 398, 409,
Laski, Harold: 370 410, 4 lOn, 425
Lazhechnikov, l. l.: 92 Malherbe, Frarn;:ois de: 133
Le Sage: Gil Bias, 98 Malon, Benolt: 280n
Leikina, V. R.: 317n Manheim, Ralph: 16
Leipzig: 354, 354n Manifiesto comunista: 370
Lenin, Vladimir Ilich: 3 78 Mann, Yu.: 4 lOn
Leontiev, Konstantin: 263, 263n Manzoni, Alessandro: 164
Lermontov, Mijaíl Yu.: 26, 133, 155, 279 maquiavelismo: 346
Leroux, Pierre: 169, 170, 245, 252, 260, March, Harold: 177n
343 Marey (campesino de Darovoe): 59, 81, 82
Leroy, Maxime: 247, 247n, 280n María Estuardo: 165
Leroy-Beaulieu, A.: 79, 78n Mariinsky, Hospital para los Pobres: 28, 33
Leviatán, almanaque: 226 Mario, Cayo: 183
Levin, Harry: 16, 17, 151, 15ln Marlinski (seud. de A. A. Bestuzhev): 209,
Leybrekht, A. l. (vecino de Fiódor M. en 240,441
Darovoe): 126n Marmier, Xavier: 304n
liberación de los siervos: 23 , 128, 306, 333, -Lettres sur la Russie, la Finlande et la
354,356,373 , 374,375,376, 380 Pologne, 304n
libertad: 294, 333, 335, 358,437,441; de Marx, Karl: 151 , 152, l 77n, 262n, 332,
expresión, 294; de prensa, 294; en el 334,343,343n
arte, 277; moral, 258, 424 -La cuestión judía, 332
libre albedrío: 25, 258, 261, 279, 281, 282, -La sagrada familia, l 77n, 34 3
287 marxismo: 344
librepensamiento: 416 marxismo-leninismo: 168
Liebig, barónjustus von: 271 Masalski, K. P.: 92
Liszt, Franz: 160 masoquismo: 52, 70, 456, 475
Littré, Émile: 251, 258, 262, 284 materialismo: 95, 152, 200, 253, 261, 270,
locura: 412 309n; científico, 262; fisiológico, 251
Lomagin, M.F.: 399n Mathews, jackson: 16
Lombroso, Cesare: 474 Mathewson, Rufus: 17

498 ... ÍNDICE ANALÍTICO


matrimonio: 3 1 301, 310 , 320 , 386, 410 , 416, 417,
Maturin, Charles: Melmoth el vagabundo, 423 ,429, 431, 452 , 455
177 Nechaev, familia: 3 1
McCormick, John: 16 Nechaev, Fiódor Timofeevich: 31
McLellan, David: 260n, 263n Nechaeva , V. S.: 35 n, 39n, 4ln, 42, 42n,
Mefistófeles: 356 55,55n, 56n,83n, 124n, 125n,292n
Mérimée, Prosper: 444 Nekrásov, N.A.: 26, l 7ln, 174, 180, 188,
Meyerbeer, Giacomo : 444 189, 215, 217 , 218, 219, 226, 228 ,
Michelet, Jules: 156, 279 230,231,236, 417 ,453
Mignet, Auguste: 331 -Primero, Abril, 218
Milán: 327 -¡Qué grande hombre soy!, 228
Miller , Orest: 48 , 48n, 51, 52, 73n, 354, Nerón: 183
373, 476 ,48 1,486 Nestroyev, A.: Sboyev, 297n (véase también
Milyukov, Alexander: 317, 327, 334-33 6, Kudryavtsev, P. N.)
339,356, 360,364, 370,370 ,371 Neuhauser, Rudolf: 438, 439n
Milyutin, Vladimir A.: 333-335, 353, 360, Neva, río: 106, 183 , 184, 416
362 Newman, cardenaljohn Henry: 73n
Mirsky, D. S.: 106n Nicolás I: 24 , 25 , 87, 111, 123, 143 , 298n,
Mochalov, P. S., actor: 94 326,333,344 ,355, 477
Mochulski, Konstantin: llOn, 185, 185n nihilismo: 95 , 244
Moliere, Jean-Baptiste de: Harpagón, 4 ll Nilson (ministro de San Petersburgo): 323
Mombelli, N.A.: 351, 352, 353, 355 , 360 , Nisard, Désiré: 152, 168
36 1,363,365,367,377 Noticias de la Patria, revista: 166, 171 , 174,
Monte Atos: 305 175 , 18 1, 188, 202, 215, 217-219 ,
Mordvinov, Nikolai S.: 353, 369, 372 233-247 , 2 71 , 272, 273, 278, 283,
Moscú: 19, 25, 26 , 28, 29, 30 , 3 1, 34, 39, 289, 297 , 309n, 405, 422, 448, 449 ,
43, 44,48,50,60, 61,63, 65, 72, 75, 467
76, 79, 83, 84, 105, 106 , ll2 , ll3, novela: histórica, 91, 97, 98, 183, 393 ; po-
120 , 126n, 133, 162 , 167 , 169, 217, lifónica , 2lln; social, 189, 193 , 198
239 , 256, 297n, 302 , 304, 370, 37 1, Nuevo Mundo Moral, periódico: 344
442,452n Nuevos Tiempos, periódico: 226 , 483
Moscú, invasión de: 32
música: 36, 361 , 455, 456 occidentalistas: 284 , 303, 306, 378
Occidente, cultura de: 78, 302
Nabokov, Vladimir: 93n, 430 , 430n Odoevsky, conde V. F.: 217, 232 , 239
nacionalidad:283n,285,286,305 -Las noches rusas, 239
nacionalismo: 132, 286n, 306; romántico, Ogarev, Nikolái P.: ll8n, l 7ln, 342
92,286 Oksman, Yu.: 168n, 326n
Napoleón: 23, 24, 32, 33, 155 , 156n, 401 Ópera Italiana: 449, 467n
Nápoles: 327, 363 oráculo de Delfos: l 12n
Narezhny, V. T.: Bursak, 98 Orden de Santa Ana: 28 , 32
Nastasia, prostituta: 452n-45 3n Ortega y Gasset, José: Meditaciones del Qui-
naturalismo : 143 , 166 , 174, 187, 189, 208, jote, 22

ÍNDICE ANALÍTICO ... 499


ortodoxia: 155, 4 36, 4 39 Pío IX: 327
Owen, Roben: La Nueva Lanarh, 335 Pisemski, A. F.: Los mares tormentosos, 315
Plaksin, V. T.: 132, 133, 166
Pablo, apóstol: 170 Pleshcheev, A. N.: 270, 270n, 278, 279,
Pablo I: 23, 111, 112 283, 284, 290, 291, 29ln, 316-318,
Paget, Amédée Félix: Introduction a l'étude 323, 360, 361, 370, 371, 389n, 410,
de la science sociale, 332 446,452n,453n
Países Bajos: 118 - Consejo amistoso, 446
Palm, Aleksandr: 360, 361, 362, 367, 377 Pléyade (círculo de Belinski): 1 71, 171 n,
-Tragicomedia, o hermano y hermana, 180, 215, 217, 218, 220, 222 , 226-
362 230, 235, 236, 237, 265, 266, 268,
Palm-Durov, círculo de: 359-374 269,270,272,316,322,324,388
Panaev, familia: 219 Plous, Frederick K.: 422n
Panaev, l. l.: 167, 168n, 169, l 71n, 215, Plutarco: 465
219,228,236,291 Poe , Edgar Allan: 146
Panaeva,Avdotya: 219, 220, 221,228 poesía popular: 133, 440
paneslavismo: 331 Polevoi, N.A.: 134, 138, 144, 150, 152,
papa, autoridad del: 28 156, 163, 166, 168, 429
Paraguay: 345 -Historia del pueblo ruso, 156
paranoia: 400, 456 -Sueños y vida, 144
París: 17, 18, 150, 171, 219, 260n, 291, - Ugolino, 144
343,344 Poliakov, M.: l 79n, 257n
Parkes, H. B.: 16 Poluektov, padre: 115
parodia: 205, 206 Pope, Aleksandr: Dunciada, 64
Pascal, Blaise: 133 populismo ruso: 285, 336
Passage, Charles: 388n populistas: 269
Pavlov, Iván: 133 Poroshin, V. S.: 318
Pazhitnov, K. A.: 274n positivismo: 334
Pedro, San: 105, 285 Pouzyna, Iván: 179n
Pedro I el Grande: 29, 106, 186, 285, 305, prisión: 382
307 Prochorov, G.: 137n, 150n
Pedrotti, Louis: 98n proletariado: 181 , 337
Pericles: 183 , 401 Proskurina , Yu . M.: 464n
Peterhof: 116, 123 prostitución: 452, 453
Petrashevski, asunto: 162n, 241 , 254 , 317n, Proudhon, Pierre Joseph: 171, 252, 257,
354n; círculo de , 155 , 254 , 261 , 288 , 260,331,332,335,343,346
304n, 315-339 , 346, 348 , 349 , 350 , -De la Propriété, 1 71
353, 357, 359-361 , 367 , 373 , 375 , -Sys teme des contradictions économi-
377,401,452 ques, 252, 346
Petrashevski, Mijaíl Butashévich: 2 71 , psicoanálisis: 4 71, 4 73, 4 7 5
274n, 283, 317-326, 328-333, 336- psicología: 273, 274, 400
341, 346-353, 355, 357-363, 373 , psicopatología: 413
374,376,380,381 Pugachev, Emilyan: 356

500 ... ÍNDICE ANALÍTICO


Pushkin, Aleksandr S.: 26 , 78 , 88, 93, 96, Reik, Theodore: 472, 472n, 477
99, 100, 101 , 10 5, 107, 109 , 110, Reiser, S. A.: 429n
117 , 133, 134, 146 , 165, 166, 182, religión: 71-76, 78, 82, 86, 155 , 244 , 246,
186, 187 , 207, 208 , 217 , 232 , 236, 249 , 256, 264, 320, 346, 379, 439,
311,364,392,411,416,417,444 441
-La aldea, 364 religión y nacionalismo: 76
-Boris Godúnov, 101 Rembrandt: 78
-El caballero ambicioso, 99-100, 411 Renan, Ernest: 179
- Canciones de los eslavos occidentales, Repertorio y Panteón, periódico: 180
99 represión: 24
- Cuentos de Belkin, 99 , 207 Revel (provincias bálticas): 111 , 159 , 227 ,
-Eugenio Oneguin, 14 3, 311 (Lenski, 231 , 350-35 1
311 ; Oneguin, 101, 139) Revelsky Snyatok, periódico: 116
-Historia de la insurrección de Puga- revolución: 353
chev, 99 Revolución de 1850: 144 , 152 , 155, 166
- El jefe de estación, 101 , 182, 187, Revolución de 1868: 327, 360
207, 208, 209 (Samson Vyrin , 207) Revolución francesa: 89, 115 , 149, 170,
- El jinete de bronce, 100 , 101 , 105, 331,343
186, 187, 402, 416 (Eugenio, 186- Revolución rusa: 344
187, 416, 417 ; Parasha , 186) revoluciones de 1868: 327
- La muerte de Oleg, 99 Revue des Deux Mondes: l 79n
-Noches egipcias, 100 Revue Indépendante: 169, 177, 343
- La reina de espadas, 99 , 101, 146 Richardson, Samuel: 202
(Hermann , 101) - Clarissa Harlowe (Clarissa, 202 , 203;
Pyat, Felix: 360 Lovelace , 203)
Rieff, Philip: 4 72, 4 73n
Quincey, Tomás de: Confesiones de un fu ma- Riesenkampf, Igor: 159- 161 , 163, 175 ,
dor de opio, 156 (prostituta Ana, 156) 177, 180, 181, 222
Roben, Marthe: 125n
Racine , jean: 133 , 164, 164n Robespierre , Maximilien de: 260n
-Fedra, 164 Roma: 287n
Radcliffe, Ana Ward: 87 romanticismo: 110 , 132 , 14 l n, 162 , 183 ,
radicalismo: 340 , 344 187 , 190, 240, 273 , 431 , 446 , 454;
Raeff, Marc: 92n alemán, 98, 429; francés, 134; metafí-
Rammelmeyer, A.: 252n sico, 144, 148, 157; social, 143, 157;
realismo: 143, 146, 165 , 174; social, 91, socialista, 149
162, 174, 190, 240 románticos socialistas: 155, 175, 256
Realist, The, revista: 4 72 Ronsard, Pierre de: 133
Reber, Natalie: 388n Roqueplan, Nestor: 292
Reforma, época de la: 285 Rossini , Gioacchino: El barbero de Sevilla,
reforma del sistema jurídico: 374, 376, 442
380 Rousseau, j ean-jacques, 202 , 242 , 25 1,
reformas sociales: 23, 24 257n,387 ,465

ÍNDICE ANALÍTICO ... 501


-Las confesiones, 242 Sartre, jean-Paul: 400
-Emilio, 465 sátira social: 165
-Julia, o la nueva Eloísa Oulia, 202) Saveliev, A. l.: 114-117, 162
Rubini, tenor: 160 Schelling, Friedrich: 98, 99, 138, 148, 171,
Ruge, Amold: 260n 286
rusófilos: 172, 305 Schenck, H. G.: 14ln
Schiller, Friedrich von: 94, 95, 96, 110 ,
sacrificio personal: 25, 462 117, 118, 118n, 135, 139, 148, 149,
sacrilegio: 58 163 , 164, 165, 169, 180, 184,3 11
Saint-Simon, Claude-Henri, conde de: 178, -Los bandidos, 94, 95 , 149, 167, 180,
245,331 , 335 184 (Amalia , 184; Franz Moor, 95 ;
- Nouveau Christianisme, 245 Karl Moor, 95, 351)
Sainte-Beuve, Charles Augustin: 22, 155 , -Don Carlos , 118, 149, 180 (don Car-
155n los, 117 , 118, 185; Gran Inquisidor,
Sakulin, P N.: 156n, 270, 270n, 334, 334n 118; marqués de Posa, 117, 118,
Saltykov-Schedrin, M. E.: l 71n, 178 185)
San Petersburgo: 34, 65, 75, 80, 98, 105, - Kabale und Liebe, 184
106, 107, 110-112, 120 , 121, 134, -Luisa Miller, 149
135, 139, 141, 143 , 159-163, 169, -María Estuardo 118 (Isabel de Ingla-
171 , l 71n, 174 , 180 , 181 , 181 , 183 , terra , 11 9; María, 118 ; Mortimer ,
186, 187 , 188 , 190 , 195 , 197 , 202, 117, 118)
204 , 210 , 215, 217, 219 , 225 , 228, Schmid, Wolf: 399n, 412n
231, 235, 254, 267, 268, 269, 271, Schmidl, Fritz: 4 72n, 4 73
272, 290, 292, 293, 294, 298-302, Scott, sir Walter: 88, 91-92, 95-96 , 97 ,
307, 311, 315-319, 323, 324, 326, 150 , 169 , 183, 184 , 202, 209 , 444,
327, 328, 339, 342, 350, 353, 360, 464
362, 368, 371, 372, 390, 393, 402, -El monasterio, 183 (Eduardo Glen-
405, 412, 416-418, 432, 433, 442 , denning, 183)
449, 457, 462 , 468; arquitectura de, -El pozo de San Ronán, 464
303-305 -Quentin Durward, 96
Sand, George: 98 , 133 , 167, 169 , 170, 171 , -Waverley, 96
173 , 177, 178 , l 78n, 179 , 180, 202, Sebastopol: 159
247,256,260,343,444, 449 , 450 Sechenov, l. M.: 133
-Consuelo (Consuelo, 450) sectas rusas: 112
-La Demiere Aldini, 177, 180 Semenov, conde Pedro: 56, 56n, 123 , 331 ,
-]acques, 202 338,342
-Lucrezia Floriani, 449 (príncipe Ka- Semevsky, V. l.: 317n, 318n, 321n, 344,
rol, 449, 450; Lucrezia , 450) 342n, 348n
-Spiridion, 169, 170, 171 , 179, l 79n, Senkovsky, Osip: 98
180,246 sentimiento de culpa: 120, 126, 127 , 225,
-Teverino, 247, 247n 413-415 , 438, 452 , 458 , 459 , 465 ,
sansimonianos: 336 475 , 478,480
sansimonismo: 145, 152 Sergio, San: 76 , 77, 78

502 ... ÍNDICE ANALÍTICO


servidumbre, servitud: 82, 108, 109, 127 , Souchard (tutor francés y director de es-
167, 172 , 269, 298, 298n, 299, 338, cuela): 60, 86, 87
339,364,377,378,379 Soulié, Frédéric: 177, 198, 292
Shakespeare, William: 135, 139, 145, 161, -Las memorias del diablo, 177
164 Souvestre, Émile: 177
- Hamlet (Hamlet, 11 O, 146-14 7) - El palo ensebado, 177
- El rey Lear, 97 Speshnev, círculo de (sociedad secreta):
Shestov, Leo: 13, 85, 83n 351, 352, 353, 353n, 356, 357, 360,
Shevyrev, S. P.: 217, 257n 362, 363, 366, 367, 368, 369, 370,
Shidlovski, lván Nikolaévich: 134-142, 372 , 373
144, 147, 149 , 150 , 156, 164, 166 , Speshnev, Nikolái A.: 325, 339-358, 360-
168,219, 243,263,479 362, 365 , 367-370, 372, 373, 376
-Historia de la Iglesia rusa, 141 Stankévich, Nikolái V. : 118n
- Maria Simonova, 164 Stanley, A. P.: 75n, 74n
Shtrandman, R. R.: 271, 272 Starr, S. Frederick: 17
Siberia: 25, 53, 82, 95, 126n, 128, 129n, Stendhal: 163
159, 209, 225, 228, 243, 244, 273, Sterne, Lawrence: 91
307, 336, 341, 349, 402, 470, 477, Stevens, Wallace: L'Esthétique du Mal, 12
479, 482-485 Stirner, Max: 250, 250n, 251, 258, 262 ,
Siegel, George: 453n 262n,263,263n,309,343,346
siervos: 128 -El ego y lo que le es propio, 250
Signo!, Emil: jesucristo y la adúltera, 453 Strájov, Nikolái N.: 48n, 51, 245 , 259, 476
Simmons, Ernest J.: 86, 86n Strauss, David F.: 248 , 257 , 259 , 260, 263 ,
Smith, Adam: 143 , 143n, 273 320,331
socialismo: 155, 169, 170, 179 , 180, 244, -La vida de jesucristo, 248, 331
247, 249, 253-256, 262, 262n, 270, Strauss, Paulette: 18
274n, 280, 332-337, 348, 365, 368; Sturm und Drang: 95
científico, 334; utópico , 154, 245, Sue, Eugene: 133, 176, 177, l 77n, 198 ,
246, 248, 251, 253, 254 , 256, 257, 217,247 , 257n,460n
261, 278, 279, 283, 288 , 332, 333, - El judío errante, 177
336,342 ,378, 433 -Mathi!de, 176, 460n (Madame Blon-
Sociedad para la Propaganda en 1849: 354n deau , 460n; M. de Mortagne, 460n)
"Sociedad Rusa": 354, 355 -Los misterios de París, 176, 24 7 (Ro-
sociedades secretas: 24, 343, 35 1, 354 dolphe de Gerolstein, 177n)
Sócrates: 352 -Los siete pecados capitales, 21 7
soledad: 382 suicidio: 137, 147
Sollogub, conde F. L.: 217 , 232, 291 Suiza: 88, 342
Soloviev, Vsevolod: 53, 54, 54n, 142, 224, Suvorin, Aléksei S.: 226, 481 , 486
482 ,483n
Sombart, Werner: 260n talento literario: 43, 70, 284
Sonderbund: 34 2 Tatarinova , Madame: 112, 112n
soñador: 310 , 311, 312, 313, 429 , 431, Tate , Allen: 16
432,441-446,454 , 467 , 468 Telégrafo de Moscú, El, periódico: 144, 149

ÍNDICE ANALÍTICO ~ 503


Tell, Guillermo: 76-77 uniatos: 28
templarios: l 12n Urales, montes: 349
Terras , Victor: 192n, 205 , 206n, 399n, Usakina, T.: 274n
412n,422n,427,427n,460n utopistas: 245
terrorismo: 348
Thierry, Augustin: 156 Vasiliev, Grtgori (campesino en Darovoe): 58
Thiers, Adolphe: 169, 331 Veltman, A. F.: 98, 146, 239
- Historia de la Revolución de 1789, - Amelya, 239
169 - El corazón y la cabeza, 98
Tiempo (Vremia), revista: 4 7, 314 Venecia : 327
Timkovski, Konstantin: 350, 351 Venturi , Franco: 336, 336n
Tolstoi, familia : 79 Vera, criada: 58
Tolstoi , Ilia L. (hijo de Lean): 56n Vielgorski, conde: 226 , 228
Tolstoi, León N.: 26 , 27n, 63 , 72 , 72n, 78, Viena: 327, 342
86,93 Vigny, Alfred de: 168
-Adolescencia, 26 Vilmont, N .: 94n
-Ana Karenina, 26 (Ana Karenina, Vinográdov, V. V.: 154, 154n, 204, 204n,
463) 208,206n,388,388n, 399,399n
- La guerra y la paz, 26 , 71 , 97 (Pierre Virgilio: 150
Bezhukov, 71 ) Voekov, A. F.: 64
- Infancia, 26, 93 (Fedor lvanóvich, 93) - El manicomio, 64
-juventud, 26 Valga, río: 434, 435 , 436
Tomás de Kempis: Imitación de Cristo, 72 Voltaire: 71, 72, 87 , 87n, 245, 252
Totleben, Adolfo: 158 - La Henriade, 87
Totleben, Eduardo: 158 voluntad moral: 258
tradición popular: 78 Vrangel, barón Aleksandr: 67
tragedia romántica: 183 Vyazemsky, P. A.: 117
Troyat, Henri: 125n
Trutovski, K. A.: 54n Walicki, Andrzej: 282n
Tsarkoe Selo: 318 Weintraub , Victor: 1 7
Tseitlin, A. G.: 3lln Weisbein, Nicolás: 72n
Turgueniev, lván S.: 26, 72, 86, 93 , 97, Weiss, Theodore: 16
17ln, 215, 216n, 219, 220, 221 , 222, Wiese , Benno von: l 49n
226 , 228 , 229, 232, 238, 249 , 249n, Wilson , Edmund: 106n
266, 271 , 291 , 385, 421-422 , 429n, Wordsworth, William: The Prelude, 89, 89n
431,479 Wright, Helen: 17
-Andrei Kolosov, 219
-Relatos de un cazador, 385-386, 422 xenofobia: 159
Tumer, William: 153
Tynyanov, Yu.: 206n Yano vski , doctor Stepan: 50, 223 , 224,
242 , 261, 266 , 271 , 3 16 , 317, 324 ,
Ucrania: 98 355,356,357,358,381
Umnov, Iván: 63, 64 , 65 Yastrzhemski, lván: 377

504 ... ÍNDICE AN ALÍTICO


Yershov, P. P.: 64 Zschokke , Heinrich: 115
Young, Edward: 92 -Die Stunden der Andacht, 115
Zuboskal, revista: véase Bufón, El
Zagoskin, M. N.: 92 Zweig, Stefan: 51, 471 , 473, 474, 474n,
Zalyubetski: 267 47 5
Zhadovskaia, Julia: 284 -Erste Erlebnisse (Experiencias prima-
Zhukovski, V. A.: 64, 92, 99 , 117, 166, 444 rias), 51, 475
-El conde Hafsburg, 99 -Tres maestros, 4 73

ÍNDICE ANALÍTICO ~ 505


Índice general

Sumario . . 7
Prefacio .. 11
Abreviaturas 17
Fuentes de los textos 18

Primera parte
M oscú [21]

l. Preludio . . . . . . . . 23
II. La familia . . . . . . . 26
III. Infancia , adolescencia , juventud 47
IV La formación religiosa . 71
V La formación cultural . . . . . . 86

Segunda parte
SAN PETERSBURGO [ 103]

VI. La Academia de Ingenieros . . 105


VII. "Un ser maravilloso y exaltado" 132
VIII. Los dos romanticismos . 143
IX. El periodo de Gógol: I . 158
X. El periodo de Gógol: II 175
XI. Pobres gentes . . . . . . 188

~ 507
Tercera parte
LA FAMA (213]

XII. Belinski y su Pléyade 215


XIII. Belinski y Dostoievski: I . 230
XIV Belinski y Dostoievski: II 243
XV El círculo de Beketov . . 266
XVI. Los folletines de San Petersburgo 289
XVII. El círculo de Petrashevski 316
XVIII. Dostoievski y Speshnev . 341
XIX. El círculo de Palm-Durov 359

Cuarta parte
EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO (383]

XX. El doble 385


XXI. Los grotescos de San Petersburgo 405
XXII. La realidad y "el soñador" 429
XXIII. Netotchka Nezvánova 448
XXIV Envío . . . . . . . . 467

Apéndice. Historia clínica de Dostoievski, según Freud . 471


Índice analítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 489

508 ... ÍNDICE GENERAL


Dostoievski. Las semillas de la rebelión, 1821-1849, dejoseph Frank,
se terminó de imprimir y encuadernar en abril de 2010
en Impresora y Encuadernadora Progreso , S. A. de C. V (IEPSA),
Calz. San Lorenzo, 244; 09830 México, D. F
La edición consta de 800 ejemplares en rústica
y 200 empastados.
Reflejo fiel de su época, personificación de aquello que
Hegel llamaba el espíritu objetivo de su tiempo, Fiódor
Mijaílovich Dostoievski (1818-1881) supo fundir en sus
páginas los dilemas privados con aquellos que agobiaban
a su sociedad; de ambos extrajo las ideas y los valores que
se transformaron en la técnica de su arte. Pocos genios
literarios han conseguido articular con igual intensidad
experiencia, mente y espíritu.
En los cinco volúmenes que constituyen esta monumen-
tal biografía,Joseph Frank reconstruye meticulosamente
las aspiraciones e inquietudes de la sociedad rusa del
siglo XIX, prestando mayor interés a los detalles de la vida
cotidiana y dejando a un lado la existencia privada del
escritor. Dostoievski. Las semillas de la rebelión, 1821-1849 da
inicio a esta ambiciosa empresa intelectual y literaria,
donde vida, obra y sociedad se mezclan en busca de un
camino para interpretar la figura del coloso de la litera-
tura rusa.

JosEPH FRANK es profesor emérito de literatura comparada


en.la Universidad de Princeton y profesor emérito de lite-
ratura comparada y de lenguas eslavas en la Universidad
de Stanford.

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