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SECCIÓN DE ÜBRAS DE LENGUA y ESTUDIOS LITERARIOS
DOSTOIEVSKI
Las semillas de la rebelión
1821-1849
Frank, joseph
Dostoievski. Las semillas de la rebelión, 1821-1849 / joseph Frank; trad. de Celia
Haydée Paschero. - México: FCE, 1984
508 p . · ilus. ; 23 x 17 cm. - (Colee. Lengua y Estudios Literarios)
Título original: Dostoevsky The Seeds of Revolt, 1821 -1849
ISBN 978-968-16-1732-5 (rústica)
ISBN 978-607 -1 6-0206-0 (empastada)
ISBN 978-968-16-0182-7 (obra completa)
Dist1ibt1Clón mundial
Co.mentarios: editorial@fondodeculturaeconomica.com
www.fondodeculturaeconomica.com
Tel. (55) 5227-4672; fax (55) 5227-4649
Prefacio 11
Abreviaturas 17
Fuentes de los textos 18
Primera parte
Moscú 21
Segunda parte
San Petersburgo 103
Tercera parte
La fama 213
Cuarta parte
El camino al autodescubrimiento 383
Apéndice 4 71
Índice analítico 489
Índice general 507
Para mi esposa Guiruite
-Enfin!-
y a mis hij as Claudine e lsabelle.
que crecieron jumo con Doswie\'ski
El aventurero no ha podido concebir aún en la
humanidad una raza [que sea] exclusivamente
física en un mundo físico.
W ALlACE STEVENS, [Esthétique du Mal
Prefacio
... 11
No obstante, al exponer esta idea tenía yo la incómoda sensación de
que distaba mucho de corresponder a la realidad. Indudablemente, acen-
tuaba los puntos esenciales, pero existían otros muchos sobre los que esta
interpretación del existencialismo no daba ninguna clave. Cuando empecé
a redactar mis conferencias, decidí estudiar más a fondo las Memorias del sub-
suelo, e investigar el trasfondo sociocultural que evidentemente había ser-
vido de punto de partida para la obra de Dostoievski. Esto me llevó a leer
todo cuanto pude encontrar concerniente a la época, en los idiomas que
yo sabía y, finalmente, cuando me percaté de las limitaciones de esas fuen-
tes de información, decidí aprender ruso. Con el transcurso del tiempo me
di cuenta de que mi interés por el existencialismo disminuía mucho, en
tanto que mi fascinación por Dostoievski y por la cultura rusa del siglo x1x
iba acrecentándose. Desistí de seguir redactando esas conferencias y opté
por escribir un libro sobre el escritor ruso. Tal fue el origen remoto, casi ac-
cidental, del presente y de los siguientes volúmenes de esta serie de estu-
dios; en realidad, cuando inicié el trabajo no tenía la intención de escribir
una obra de tales dimensiones.
El caso es que el interés intrínseco que el material iba suscitando en
mí me llevó cada vez más lejos. Poco a poco me fui dando cuenta de que ,
si quería ser justo en mi visión de Dostoievski, sería necesario presentar al
autor en el contexto de una reconstrucción masiva de la vida sociocultu-
ral de su época. Pues esta visión puede resumirse diciendo que considero
la obra de Dostoievski una brillante síntesis artística de los problemas de
su tiempo; indudablemente, es ésta una expresión personal, pero más que la
mayoría de las interpretaciones, orientada hacia las preocupaciones que
lo rodeaban. No se trata simplemente - como muy a menudo tendemos a
pensar en Occidente- de la expresión apasionada y febril de un tempe-
ramento desequilibrado , aunque extraordinariamente talentoso. En reali-
dad, una manera de definir el genio de Dostoievski consiste en ubicarlo
en su habilidad para fundir sus dilemas privados con los que existían en
la sociedad de la que formó parte.
Por lo tanto , mi interés en la vida personal del escritor ruso es muy li-
mitado, y quien pretenda encontrar una biografía convencional en las si-
guientes páginas quedará del todo desilusionado . Ya existen muchas obras
de tal índole, y nunca tuve la intención de escribir otra más. Dejo en un se-
gundo plano los sucesos de la existencia privada del escritor, y trato con
mayor detalle los aspectos de su experiencia cotidiana que me parecen te-
12 ... PREFACI O
ner importancia decisiva; esto es, únicamente aquellos que nos ayudan a
comprender mejor sus libros. Por tanto , mi trabajo no es una biografía; o, si
lo es, sólo en un sentido especial, pues no voy de la vida a la obra, sino más
bien en la dirección contraria. Es mi intención interpretar el arte de Dos-
toievski , y este objetivo me lleva a elegir cierta perspectiva y a resaltar cier-
tos detalles. Siempre me ha parecido paradójico que, cuando se escribe una
biografía, los aspectos de mayor interés de la vida del artista - en realidad,
la única razón que nos lleva a estudiarlo; es decir: su obra- se descuidan
en favor de las anécdotas personales y de los pormenores de su vida priva-
da. Tal clase de narrativa puede contribuir al estudio de la condición huma-
na , o también a la historia social de la época que describe , pero general-
mente deja la parte artística en el trasfondo ; o, en el mejor de los casos,
trata este aspecto como si fuese ancilar y adjunto a experiencias vitales más
importantes. Elegí el procedimiento contrario: considerar a Dostoievski
como hombre en calidad de tema paralelo a sus preocupaciones artísticas y
a su obra; me parece que este procedimiento de análisis se acerca más a la
jerarquía real de valores en la vida de cualquier personalidad creadora.
Con lo cual no pretendo que exista una barrera infranqueable entre
arte y "vida"; pero a esta última palabra puede dársele la acepción de
l'homme mayen sensuel: un artista que vive por igual a través de su mente,
su espíritu y su conocimiento de las cosas. Por esta razón, más que dedicar
tiempo y espacio a los hechos rutinarios de la existencia diaria de Dostoiev-
ski, profundizo en el medio sociocultural en que se desenvolvió. Precisa-
mente de este medio el autor extrajo las ideas y los valores a través de los
cuales asimiló las experiencias que tuvo durante su vida; ideas y valores
que transformó en los temas y en la técnica de su arte. Intentaré demostrar que
el análisis, desde esta perspectiva, en el plano de lo que Hegel llamaría el
"espíritu objetivo" de la época de Dostoievski, puede conducir a una com-
prensión, si no totalmente distinta , sí mucho mejor, del significado de su
obra. Por supuesto, éste no es un acercamiento nuevo a dicha obra, si to-
mamos en cuenta, sobre todo, las investigaciones de los últimos cincuenta
años; pues soy consciente de mi gran deuda con mis predecesores, tales
como Leonid Grossman, N. F. Belchikov, A. S. Dolinin y V L. Komaróvich.
He tratado de construir a partir de las bases que ellos han sentado , y de
hacer buen uso de la libertad de interpretación, libertad de la que ellos no
siempre pudieron disfrutar.
Durante los veinte años o más que he consagrado a elaborar este libro
PREFACIO ~ 13
-si bien sólo puedo ocuparme de manera intermitente en él, a causa de las
exigencias de mi labor académica, que me obligan a dedicar más tiempo a
otros asuntos- he acumulado, desde luego, muchísimas deudas de grati-
tud con quienes me han alentado a persistir en lo que, muy a menudo, pa-
recía una empresa quijotesca. Desafortunadamente, varias de las personas a
quienes debo mi mayor agradecimiento ya han fallecido: R. P Blackmur,
Alexandre Koyré, Erich Kahler y H. B. Parkes. Su permanente preocupación
porque yo fuese adelantando en mi trabajo fue un potente estímulo en mo-
mentos de desánimo, y nunca olvidaré una carta de aprobación en una hora
difícil, por parte del primero; una observación amable que abrió ante mí un
horizonte completamente nuevo para la solución de un importante proble-
ma , por parte del segundo; el tercero de ellos me hizo una entusiasmada
llamada telefónica, tras leer un capítulo . El cuarto fue para mí maestro y
fuente de inspiración durante mi juventud, y se convirtió en mi compañero
y colega durante mi madurez; me hubiera gustado regalarle un ejemplar de
este libro , que él nunca dudó que se escribiría.
Otras personas que, a través de los años, me han ayudado en gran me-
dida son Allen Tate , Francis Fergusson y Harry Levin, con quienes estoy
endeudado , tanto intelectual como personalmente, y en cuya amistad siem-
pre pude confiar. john McCormick, Lionel Abel , Ralph Manheim, Charles
Foster, Jackson Mathews, Theodore Weiss, Eugene Goodheart y David
Goldstein son otros amigos que intervinieron en esta obra; de su presencia
he obtenido aliento, apoyo e ideas. Georges Ambrosino y su esposa me pre-
guntaban por mi "Dostoievski" siempre que los veía en París; ella tradujo al
francés varios capítulos de un borrador inicial; la publicación de esos frag-
mentos en la revista Critique fue el resultado de sus esfuerzos. Estoy infini-
tamente agradecido por la ayuda de ambos, que me ofrecieron con cálida
espontaneidad, y no me olvido de las discusiones sobre Dostoievski que se
suscitaban en el cercle (círculo de amigos) que se reunía cada sábado por la
noche en casa de los Ambrosino, para leer algún texto filosófico. Pierre
Andler es otro amigo mío francés que amablemente tradujo artículos y re-
señas relacionados con mis investigaciones sobre el autor ruso para El con-
trato social, y que exteriorizó su cálida estimación del contenido de estas
investigaciones.
Es excepcional que los especialistas en cierta materia den la bienvenida
a los esfuerzos de un intruso , no reconocido , que penetra en sus dominios.
Al no ser un es la vista profesional, me siento más feliz al señalar la buena
14 ... PREFACIO
acogida que he recibido por parte de varios miembros de la comunidad
académica de estudiosos de la cultura eslava en los Estados Unidos . Pasa-
ron por alto, cordialmente, las deficiencias de mi preparación, y estuvieron
amablemente dispuestos a escuchar mis ideas. Sus consejos me han servi-
do siempre para guiar mis propias investigaciones, y sus conocimientos
han estado en todo momento a mi disposición, para llenar mis lagunas .
Estoy agradecido, sobre todo, a Rufos Mathewson, por tantos años de
amistad , y a las conversaciones en Grimaud, París, Nueva York y Londres;
y con Robert L. jackson, Roben Belknap, Donald Fanger, mi colega Cla-
rence Brown, Victor Weintraub, René Wellek y Victor Erlich; a todos ellos ,
porque me apoyaron y estimularon. La buena fortuna me llevó también a
conocer al padre George Florovski en Princeton y, así , a empaparme de
cierto sentido de la tradición que viene desde Dostoievski, de la cual Flo-
rovski -el más grande de los estudiosos, que aún vive, de la historia
rusa- es uno de sus últimos representantes.
Con gran generosidad, Richard Ellmann robó tiempo a su propio tra-
bajo para leer los primeros capítulos del borrador final , y me sugirió mu-
chas correcciones y mejoras que he incorporado al texto. Paul Zweig leyó
una primera versión del mismo material, y sus agudas observaciones críti-
cas me obligaron a la reelaboración completa del original. Roben Belknap
leyó el mismo original y me hizo muchos útiles comentarios. Rufos Ma-
thewson, Harry Levin , Francis Fergusson y S. Frederick Starr leyeron la
versión final y me beneficiaron con sus observaciones. Mi más profundo
agradecimiento a todos ellos.
A través de los años he recibido considerable apoyo por parte de diver-
sas fundaciones e instituciones académicas. Deseo patentizar mi gratitud a
la Guggenheim Foundation, a la Bollingen Foundation y al American
Council of Learned Societies, por su auxilio financiero. Las universidades
de Minnesota, Rutgers , Harvard y Princeton tuvieron a bien proporcionar
fondos para la investigación y para los gastos editoriales. Mi trabajo se faci-
litó gracias a la colaboración de los bibliotecarios de esas universidades, y
gracias también a la ayuda de quienes laboran, en Francia, en la École des
Langues Orientales, en la sala de lectura del Institut des Études Slaves y en
la Bibliotheque de la Sorbonne.
Mi mecanógrafa, la señorita Helen Wright, corrigió pacientemente to-
dos mis errores y me animó en gran medida al manifestarme que conside-
raba el texto de interés absorbente. Gaylord Brynolfson se dedicó a la labo-
PREFACIO
riosa tarea de compilar el índice, y a corregir errores en el texto. El título
del presente volumen me lo proporcionó mi hija mayor, Claudine, en el
curso de un largo viaje automovilístico entre Marbella y Santander. Mi sue-
gra, la señora Paulette Strauss, esperó mucho tiempo la oportunidad para
ayudarme en la corrección del original. Mi correctora de edición, Polly
Hanford, probó ser una paciente y hábil guía al vencer las dificultades de
la preparación del libro para la imprenta.
Mi esposa, francesa por nacimiento y matemática de profesión, revisó
cuidadosamente cada uno de los borradores que terminaba, y me ayudó a
obtener el más alto nivel de rigor conceptual, así como de lucidez y felici-
dad de expresión. Cualquiera de estas cualidades que el libro pudiera tener
se deberá tanto a su trabajo como al mío; y a su fe en la validez en sí de la
tarea que yo había emprendido, en tanto que los años pasaban y el final de
la obra no se vislumbraba, se debe que el proyecto se haya cumplido, por
ahora, con la publicación de este primer volumen.
j OSEPH FRANK
París, febrero de 1976
16 ~ PREFACIO
Abreviaturas
Las citas de los textos en ruso de Dostoievski están tomadas de los volú-
menes de la nueva edición soviética, actualmente en curso de publicación:
F M. Dostoievski, Polnoe Sobranie Sochinenii (Leningrado, 1972) . De los
treinta planeados, veintitrés volúmenes ya han sido publicados al entrar
esta obra en prensa. Para las citas de los relatos y las novelas de Dostoievski
he usado las traducciones de Constance Garnett, porque ella se toma me-
nos libertades con el sentido literal que los traductores más recientes . Sin
embargo, no he dudado en alterar su versión cuando me ha parecido perti-
nente . Si n o se indica la fu ente de una traducción , la he hecho yo mismo.
J. F
NOTA SO BRE LA TRA NSLITERA CJ( lN . En la transliteración de las palabras rusas, principalmente de los nombres
propios, al inglés, joseph Frank recurri ó al Sistema 1 de la tabla de transliteración propuesta en The Tra11sli -
teratio11 aj Modern Russian _{01· English Languagc Publications, de J. Thomas Shaw (Madison-Milwakee-Lon-
dres, 1967).
En esta edición optamos por utilizar la tabla de transliteración elaborada por la UNESCO, aplicable tanto a
la traducción del ruso al inglés como a la del ruso al español, a fin de uniformar, en los cinco tomos de esta
biografía, la escritura de vocablos y nombres propios, recurriendo también al uso castellanizado de aquellas
grafías frecuentes en obras similares a ésta [EE.].
Veo en la crítica un fervoroso esfuerzo para po-
tenciar la obra elegida Todo lo contrario , pues,
de lo que hace Sainte-Beuve cuando nos lleva de
la obra al autor y luego pulveriza a éste en una
llm'izna de anécdotas . La crítica no es biografía
ni se justi fica como labor independiente si no se
propone completar la obra. Esto quiere decir,
por lo pronto, que el crítico ha de introducir en
su trabajo todos aquellos utensilios sentimen ta-
les e ideológicos merced a los cuales puede el
lector medio recibir la impresión más extensa y
clara de la obra que sea posible.
j OSÉ ÜRTEG ..\ y G..\SSET,
MOSCÚ
l. Preludio
~ 23
Atlántico, donde tanto los oficiales como los soldados rasos (la mayoría de
las tropas estaban integradas por siervos campesinos) estuvieron expuestos
a una prolongada relación con la relativa libertad y los atractivos de la vida
en la Europa occidental. Se esperaba que, para recompensar la lealtad de
su pueblo, Alejandro hiciera algún gesto espectacular, en concordancia con
sus primeras intenciones, y que instituyera las reformas sociales que se ha-
bían postergado para hacer frente a la amenaza de Napoleón . Pero el trans-
curso del tiempo, y los acontecimientos memorables que había vivido, no
dejaron de producir cambios en Alejandro . Fue cayendo cada vez más bajo
la influencia del misticismo religioso y del irracionalismo que tanto preva-
lecieron en los años inmediatamente posteriores a la época napoleónica .
En el periodo comprendido entre 1820 y 1825, en vez de reformas, lo que
pudo notarse en Rusia fue una intensificación de las fuerzas reaccionarias y
la represión de toda manifestación en público de las ideas y tendencias li-
berales.
Al mismo tiempo, habían empezado a formarse sociedades secretas en-
tre los cuadros más talentosos e ilustrados de la oficialidad rusa . Esas so-
ciedades, que agrupaban a los descendientes de algunas familias aristocrá-
ticas más ilustres, ardían de impaciencia ante las dilaciones de Alejandro, y
las consumía el anhelo de transformar a Rusia según el modelo de las ideas
liberales y democráticas de Occidente . Algunas eran moderadas en cuanto
a sus objetivos; otras, más radicales; pero todas compartían el mismo des-
contento ante el eviden te abandono, por parte de Alejandro, de las espe-
ranzas y ambiciones de ser un reformista social, que tuvo cuando ascendió
al trono . En noviembre de 1825 ocurre el inesperado fallecimiento de Ale-
jandro; transcurrido un mes del deceso, y en ocasión de la ceremonia de
coronación de Nicolás 1, estas sociedades aprovecharon la oportunidad
para lanzarse a un levantamiento que lastimosamente fracasó, luego de du-
rar apenas ocho horas, y que se conoce en la historia por el nombre de In-
surrección Decembrista. Según un relato apócrifo de este acontecimiento,
las tropas amotinadas, a las que se había ordenado gritar a favor de "Cons-
tantino y konstitutsia" (Constantino, el hermano mayor de Nicolás, había
renunciado al trono, y tenía fama de liberal), creyeron que el segundo
nombre, cuyo género en ruso es femenino, aludía a la esposa de Constanti-
no. Sea cierto o tan sólo un chiste, el relato pone de relieve el aislamiento
en que se hallaban los aristócratas, lo cual permitió que su revolución fue-
se aplastada por unas cuantas ráfagas de metralla que mandó disparar el
24 ... MOSCÚ
nuevo zar, quien condenó a cinco de los cabecillas a morir en la horca , y al
exilio de por vida , en Siberia, a treinta y uno de ellos. Así pues , gracias a
Nicolás, la incipiente intelectualidad rusa tuvo sus primeros candidatos
para el nuevo martirologio que pronto remplazaría a los santos de la Iglesia
ortodoxa.
Fiódor Mijaílovich Dostoievski nació en Moscú , el 3 de octubre de
1821, pocos años antes de ocurrir este acontecimiento decisivo de la histo-
ria rusa; y, por supuesto, era entonces demasiado pequeño para compren-
der el malogrado levantamiento y sus consecuencias trágicas Sin embargo,
tales sucesos estarían destinados a entretejerse íntimamente con su propia
vida. Dostoievski creció en un mundo ensombrecido por la Insurrección
Decembrista, que sufría la dura atmósfera de dictadura instituida por Nico-
lás I para asegurarse de que no volviera a ocurrir nada similar. Cuando
después, el propio Dostoievski fue deportado a Siberia, tuvo la oportunidad
de conocer a las esposas y a las familias de los decembristas sobrevivientes,
que se dedicaban a mitigar la suerte de los "desdichados" recién llegados al
lugar. Esas mujeres habían seguido voluntariamente a sus maridos hasta
Siberi.a; y su devoción altruista, así como sus incesantes esfuerzos por ali-
viar los golpes del destino a una nueva generación de exiliados políticos ,
sirvieron a Dostoievski como una refutación viviente de todas las teorías
que niegan la existencia del libre albedrío y de la posibilidad de heroísmo
moral y sacrificio personal.
Más importante que todo ello fue que la Insurrección Decembrista sig-
nificó la primera escaramuza del largo duelo mortal entre la intelectualidad
rusa y el supremo poder autocrático que determinó el rumbo de la historia
de Rusia y plasmó su cultura durante toda la vida de Dostoievski. Y las
crisis internas morales y espirituales de esta intelectualidad - su autoena-
jenación y su desesperada búsqueda de nuevos valores que dieran funda-
mento a sus vidas- fueron los elementos que aquel niño nacido en Mos-
cú, cuando concluía el reinado de Alejandro I, utilizaría un día para crear
sus grandes novelas .
PRELUDIO
lI. La familia
26 ~
glo, comenzó a minar a la clase media -inestabilidad cuyas consecuencias
pueden apreciarse en las obras teatrales de Chéjov-, sin embargo todavía
retrata la vida burguesa con más simpatía de la que nunca pudo sentir
Dostoievski.) 1
Desde luego , esa definición que Dostoievski hizo de sí mismo en una
etapa muy posterior de su trayectoria artística representa la quintaesencia
de muchos años de reflexión acerca de su posición como escritor. Pero tam-
bién ilumina con luz muy clara su propio pasado, y nos ayuda a compren-
der que pasó sus primeros años en medio de una atmósfera que lo preparó
para convertirse en el cronista de las consecuencias morales del flujo y el
cambio, y de la desintegración de las formas tradicionales de la vida rusa.
Esto no significa, como han tratado de hacérnoslo creer muchísimos bió-
grafos, que cuando niño Dostoievski vivió en medio de un "caos moral"
parecido al que encontramos en sus novelas. El supuesto de que debió su-
frir en su propia persona todos los maltratos y ultrajes que acumula sobre
sus diferentes personajes infantiles - sobre todo, en el joven héroe de Un
adolescente- deriva del postulado positivista, desde hace ya mucho tiempo
desacreditado , que afirma que la literatura sólo puede ser un trozo literal de
la propia vida del escritor. Sin embargo, a pesar de que es falso identificar la
vida y la obra de Dostoievski de esta manera fotográfica , no debemos ex-
cluir una versión como mecánica de dicha relación; porque es indudable
que su visión imaginaria estuvo plasmada por la falta , durante sus primeros
años de vida, de una tradición social unida, dentro de la cual pudiera sen-
tirse en su elemento. El trasfondo familiar de Dostoievski se caracteriza por
el choque entre lo antiguo y lo moderno en la vida rusa, característica que
posteriormente captaría el escritor con sensibilidad y perspicacia poco co-
munes; y también podemos percibir una inseguridad resentida acerca de la
posición social, que nos ayuda a explicar su penetrante comprensión de las
cicatrices psicológicas originadas en la desigualdad social.
Por la rama paterna, los Dostoievski fueron en sus raíces una familia
perteneciente a la nobleza lituana, cuyo nombre derivaba de una aldehuela
(Dostoevo, en el distrito de Pinsk) que le fuera otorgada a un antepasado,
1
F M. Dostoevsky, T11e Diary of a Wliter, trad. al inglés de Boris Brasol (George Braziller,
1954; enero de 1877), p . 6. Citaré la obra de Dostoievski Dnevnik Pisatelya en esta versión in-
glesa como DW, toda vez que sea posible, aunque con numerosas revisiones de la traducción;
véase también, para la comparación que establece nuestro autor entre él mismo y Tolstoi, F M.
Dostoevsky, T11e Notebooks far a Raw Yout11, ed. Edward Wasiolek ( Chicago / Londres, 1969),
pp. 425, 544-545.
2
Leonid Grossrnan, Zhizn i Tnidy Dostocvslwgo (Moscú / Leningrado, 1935), p. 21. Citado en
adelante como ZT
28 .... MOSCÚ
nían ocho y siete años de edad), en los archivos de la nobleza hereditaria de
Moscú.
Así pues, con una gran dosis de empeño y tenacidad, el doctor Dostoiev-
ski logró elevarse desde la menospreciada clase sacerdotal hasta la de ser-
vidor civil, miembro de una profesión culta y, además , noble. Resulta evi-
dente, a partir de las Memorias del hermano menor de Dostoievski, Andrei
-nuestra única fuente confiable en lo referente a esos años de infancia-,
que los niños habían sido informados acerca del antiguo título de noble-
za que poseía la familia , de modo que lógicamente habrán considerado que
el reciente ascenso de su padre no era sino una justa restitución del rango al
cual éste tenía derecho. En tono de burla, Andrei comenta que su padre no
insistió antes en reclamar su derecho nobiliario, porque reunir los docu-
mentos necesarios habría sido demasiado costoso. 3 Parece evidente que , a
juicio de los Dostoievski, ellos pertenecían más a la antigua aristocracia de
clase media que a la nueva nobleza de servicio creada por Pedro el Grande,
es decir, la clase a la que su padre acababa de ascender. Pero el lugar que de
hecho ocupaban dentro de la sociedad estaba en flagrante contradicción
con la ilusoria imagen que ellos tenían de sí mismos .
La medicina era, en Rusia, una profesión digna , pero no muy honorífi-
ca. Además , el sueldo que ganaba con sus servicios el doctor Dostoievski
apenas le alcanzaba para satisfacer sus necesidades, de modo que se veía
obligado a complementarlo con la práctica privada. Los Dostoievski habi-
taban en un departamento pequeño, estrecho , dentro de los terrenos pro-
piedad del hospital , y el espacio vital constituía un problema permanente.
Mijaíl y Fiódor dormían en un compartimiento sin ventanas, separado de
la antesala por un cancel; su hermana mayor, Bárbara, dormía en un sofá
de la sala, y los niños más pequeños , en el dormitorio de sus padres. Es
verdad que, como escribe Andrei con envidia, su familia contaba con un
personal constituido por seis sirvientes (un cochero, un llamado lacayo,
una cocinera, una criada, una lavandera y una niania o institutriz para los
niños), pero este hecho no era indicio de opulencia. Por el comentario que
hace Andrei acerca del "lacayo", quien en realidad era un dvomih, o sea,
portero o conserje, nos damos cuenta de cuán grande era el afán de los
Dostoievski por guardar las apariencias y por llevar un estilo de vida acor-
de con el de la clase media. El trabajo de ese "lacayo" consistía en alimen-
3
A. M. Dostoevsky, Vospominania (Leningrado, 1930), pp. 17-18.
LA FAMILIA ... 29
tar las estufas con leña durante el invierno y acarrear agua para el té desde
una fuente que se encontraba a la distancia de dos verstas* del hospital.
Pero cuando María Feodorovna iba a la ciudad a pie , se ponía una librea y
un tricornio y caminaba orgullosamente detrás de su señora. Cuando salía
sola en coche, es decir, cuando no la acompañaba el doctor, la librea volvía
a aparecer y entonces el "lacayo" subía al estribo posterior y viajaba ergui-
do y con aire solemne. "Ésta era la regla inquebrantable que imponía la
etiqueta de Moscú en aquellos tiempos", 4 comenta Andrei. No cabe duda
de que Dostoievski recordaba esta regla y la observancia de sus padres a
sus preceptos, porque en El doble el señor Golyadkin alquila un coche y
una librea para su sirviente descalzo Petrushka con el objeto de elevar su
posición social a los ojos del mundo.
Los Dostoievski, por tanto, aspiraban a un estilo de vida muy por enci-
ma de sus verdaderos medios, y sus presunciones de pertenecer a la clase
media acomodada eran del todo incongruentes con su posición real dentro
de la sociedad. Llegaría el día en que Dostoievski compararía a Alexander
Herzen, quien había nacido (aunque fuera de la institución matrimonial)
dentro del mismísimo estrato más alto de la clase dirigente, con el crítico
Vissarion Belinski, el cual "¡para nada era un gentilhombre! ¡Oh, no! (¡Sabrá
Dios de quién desciende' Parece ser que su padre era un cirujano mili-
tar.)"5 Como también su padre tenía esa profesión, cabe suponer que este
comentario indica lo que debió aprender a percibir como la realidad de la
situación de su familia. A pesar de su derecho legal a un título nobiliario ,
ni el doctor Dostoievski ni su prole gozaron nunca de aquella considera-
ción que creían merecer en su calidad de descendientes de antepasados
nobles. Años después, Dostoievski describiría esta antigua aristocracia en
sus obras, ya sea satíricamente, o bien, en el único caso del príncipe Mish-
kin, como un "ideal" moral que todavía no había llegado a cristalizarse
dentro de la realidad social rusa. En Un adolescente insinúa la posibilidad
de formar una aristocracia "democrática" basada en los méritos, que con -
sistiría en "una asamblea de la mejor gente en el sentido auténtico y literal;
no en el sentido en que , en el pasado, se aplicaba esta denominación a la
"' Verst o ve rsta: antigua medida de longitud rusa equivalente a 1067 kilómetros. [T. ]
• F M. Dostoevshy v Vospominaniahh Sov mnmenihov, vol. 1, ed . A. Dolinin (Moscú, 1964),
p. 44. Para mayor comodidad, citaré las reminiscencias de Andrei Dostoievski que figuran en
esta colección toda vez que sea posible. Citado en adelante como DVS.
5
DW (1873, núm. 1), p 6.
30 .. MOSCÚ
clase privilegiada" (8 : p. 186). Igual que su padre , Dostoievski nunca dejó
de valorar la posición "aristocrática"; pero soñaba con una aristocracia que
estuviese liberada de todas aquellas características del esnobismo, opulen-
cia y arrogancia clasista que fueron la causa de que nunca pudiera su fami-
lia reconquistar el lugar que le correspondería en las filas de la clase media
acomodada.
LA FAMILIA ~ 31
religiosa, y que, debido a ello , según dice Andrei, "estuvo en contacto es-
trecho con todos los escritores de aquel tiempo" (finales del siglo xvm). 6
Andrei afirma que Kotelnitski pertenecía a un linaje noble; pero aunque
esto fuese cierto, se trataba de un individuo que aún no había adoptado ni
la vestimenta ni las costumbres europeas. Su retrato lo muestra con atuen-
do ruso y barba muy larga , que sólo usaban los miembros del clero, los
comerciantes, los disidentes religiosos (muchas veces estos dos últimos
grupos eran uno solo) y los campesinos. Su hijo , tío de María Feodorovna ,
estudiaba medicina y, con el tiempo, llegó a ser profesor en la Facultad de
Medicina de la Universidad de Moscú. Este culto tío abuelo, a quien sólo
se le veía en las ocasiones festivas, es evocado muy vívidamen te por An-
drei , y debió parecerles menos extraño a los niños Dostoievski - más
como su propio padre- que los otros miembros de la familia de su madre.
Todos los años, durante la Semana Santa, se llevaba a los varoncitos Dos-
toievski a visitar la feria callejera - los titiriteros, los malabaristas, los Pe-
troushkas, los osos bailarines- que se instalaba en el campo frente a su
cabaña de madera.
Sin embargo , en el horizonte del futuro escritor descollaban, a mucha
más altura, otros miembros de la familia materna, todos todavía firmemen-
te arraigados en sus orígenes mercantiles. Los jueves iba a cenar con ellos
su abuelo materno, y los chicos esperaban con ansiedad su visita porque
siempre les llevaba dulces . Invariablemente aparecía vestido con su anti-
cuada levita pasada de moda , color leonado, y colgándole del ojal una cin-
ta con una medalla de la Orden de Santa Ana. Ésta llevaba una inscripción
que decía "¡No en el nuestro , No por el nuestro, sino en Tu Nombrel ";7 y
ese adorno llegó a ser para los niños Dostoievski el símbolo de una tradi-
ción familiar que los vinculaba con el pasado heroico de su país.
Muchas veces la madre hablaba a los chicos de la invasión de Moscú,
en 1812 , cuando su familia huyó de la ciudad apenas en la víspera de la
llegada de Napoleón al frente de sus tropas. En el momento de cruzar el
río en su carruaje , sufrieron un accidente y estuvieron a punto de ahogar-
se; pero , aunque salvaron la vida , la fortuna de la familia quedó destruida .
El abuelo de los niños llevaba todo el capital en papel moneda escondido
entre sus ropas, y cuando todos cayeron al agua , por supuesto, los billetes
se mojaron y perdieron su valor. A pesar de ello , cuando pudo regresar, el
6
A. M. Dostoevsky, op. cit., pp. 18-1 9.
7
DVS, vol. 1, p 49.
32 ... MOSCÚ
abuelo insistió en pagar a todos sus acreedores hasta el último rublo. Sin
duda , Dostoievski oyó por primera vez el nombre aterrador y amenazante
de Napoleón a través de ese relato; pero en cuanto al ejemplo de probidad
comercial dado por su abuelo, nos preguntamos hasta qué punto lo habrá
admirado. A un muchachito cuya imaginación habría de alimentarse , como
pronto veremos, de los acontecimientos más hechiceros de la historia de
Rusia escrita por Karamzin, y de los personajes aristocráticos de la román-
tica n ovelística histórica , tanto de Rusia como de Europa , es probable que
esa anécdota familiar no le haya resultado muy atractiva. El doctor Dos-
toievski no estaba educando a sus hij os - en particular a los dos mayores,
sobre los cuales ejercía una influencia más fuerte que obre los menores-
para ocupar un lugar, por muy honrado que fuese. en ese medio comer-
cial, en el cual un relato de tal índole habría sido apreciado y conservado
como una reliquia.
La hermana mayor de la madre de Dostoie\·ski, Aleksandra Feodorovna,
había ingresado, con su casamiento, en una familia muy parecida a la suya.
Su marido, A. M. Kumanin, era de origen mercantil, pero había mejorado su
posición social al ocupar varios puestos oficiales; dos de sus hermanos
llegaron a ser alcaldes de Moscú. Los Kumanin pertenecían a esa especie
de familias de comerciantes cuya riqueza les permitía competir con la clase
media en cuanto a la opulencia de su estilo de vida ; Andrei nos ha dejado
una descripción muy reveladora acerca de la llegada de su tía a visitar a su
madre, y de la impresión que estas visitas causaban en los niños . "Aproxi-
madamente dos veces al mes, la modesta . .. calle resonaba con el grito del
postillón: '¡Parenl ¡Más despacio ! ¡Paren! ... ', y entonces entraba en el patio
del Hospital Marinsky un coche de dos asientos tirado por un tronco de
cuatro caballos, y con un lacayo parado en el estribo posterior; el coche se
detenía frente a la entrada de nuestro departamento. "8 Por lo que podemos
apreciar, a los Kumanin no les repugnaba exhibir su riqueza; además , vi-
vían en una casa lujosa y muy amplia, con dos lacayos siempre de servicio
en la puerta principal (que, sin embargo, sólo se usaba en ocasión de algu-
na visita formal). Pero, a juzgar por los testimonios que han llegado hasta
nosotros , los adornos exteriores de un estilo de vida de clase media ejer-
cían poca influencia en la mentalidad o en los hábitos de esta familia . An-
drei recuerda a su tío Kumanin, quien regularmente entraba en la casa de
8
Ibid, p 51.
34 ... MOSCÚ
blaba de ellos en la intimidad nunca dejaba de hacerlo con cierto despre-
cio. Quizá una de las razones haya sido que su primer conocimiento de la
injusticia de la desigualdad social surgió en él cuando tomó conciencia de
la desproporcionada riqueza que poseían los Kumanin -que, además,
eran inferiores desde el punto de vista espiritual- . en comparación con
los medios modestos con que contaba su propia familia .. o es de asom-
brar que años después se identificara tan íntimamente con los personajes
que sufrían; ¡no tanto por la pobreza en sí misma , como debido a la humi-
llación de su posición inferior frente a los ricos y a los pode ro o !
10
V S. Nechae\'a , V Semc i Usadbe DostocvsJiihh (Moscú , 1939), p. 109.
LA FAMILI A ~ 35
por la mañana a tomar una taza de café y a charlar acerca del precio de los
alimentos, de las últimas modas y de las posibilidades de conseguir los ma-
teriales que necesitaban para hacerse sus vestidos. Los niños esperaban
ansiosamente, además, que llegara el domingo, porque entonces su madre
dab a un concierto improvisado de guitarra , acompañada por el tío de los
chicos; es decir, el hermano menor de ella, que también era ejecutante ta-
lentoso (Dostoievski heredó de su madre su afición por la música , y toda
su vida fue un entusiasta concurrente a los conciertos). Esta diversión, que
tanto apreciaban los niños, llegó a su fin en 1834, al descubrirse que el jo-
ven tenía amoríos con una bonita criada de los Dostoievski. Cuando su
hermana lo sermoneó por su mala conducta, el JOVen le respondió con un
epíteto grosero, y entonces el doctor le dio una bofetada. El tío Mtjaíl Feo-
doróvich nunca volvió a poner los pies en esa casa y, desde luego , el inci-
dente no mejoró las relaciones entre el doctor y sus parientes políticos
moscovitas . A partir de ese momento, sólo en las raras ocasiones en que
los padres salían de noche los niños gozaban de alguna diversión musical.
María Feodorovna siempre les decía a los sirvientes que los entretuvieran,
y entonces ellos salían de la cocina, y cantaban y bailaban en la sala.
María Feodorovna no era sólo una madre comprensiva, cariñosa y ale-
gre, sino también una administradora enérgica y eficaz de los bienes de la
familia . A los tres años de haberse convertido en noble, el doctor Dostoiev-
ski utilizó su derecho recientemente adquirido de poseer tierras, para com-
prar una pequeña finca situada a unos doscientos kilómetros de Moscú,
llamada Darovoe; puesto que la compra se hizo a nombre de su esposa,
esto probablemente sea indicio de que los fondos procedían de la familia
de ella. Un año después, a consecuencia de una disputa con un vecino so-
bre demarcación de terrenos , los Dostoievski se apresuraron a adquirir un
trozo adyacente de propiedad -el caserío de Cheremoshnia-, cuya com-
pra los obligó a endeudarse excesivamente. No cabe duda de que la adqui-
sición de una finca con tierras, que incluía además siervos campesinos, le
pareció un buen negocio al doctor ; se trataba, por otra parte , de un lugar
en el cual su familia podría pasar el verano al aire libre. Pero es probable
que en lo más recóndito de su pensamiento existiera también el anhelo de
dar alguna forma social concreta a su sueño de convertirse en un miembro
de la burguesía terrateniente. Sin embargo , era María Feodorovna quien
iba al campo cada primavera para vigilar los trabajos; el doctor sólo podía
escapar de la práctica de su profesión en visitas fugaces .
36 .... MOSCÚ
Ubicada en un terreno agrícola poco fértil , que ni siquiera proveía de
suficiente pastura para el ganado, la finca de los Dostoievski producía sólo
lo más indispensable para que su población campesina llevara una existen-
cia miserable; pero en el tiempo en que María Feodorovna estuvo al frente
de la finca, las cosas no fueron tan mal. Durante el primer verano se las
ingenió para introducir agua en la aldea, acarreándola por medio de un
sistema de canales desde un manantial próximo, con el objeto de alimentar
un estanque de gran tamaño, que luego pobló con peces que su marido le
envió desde Moscú. A los campesinos les resultó más fácil dar de beber a
su ganado; los niños podían divertirse con la pesca, y la producción de
alimentos aumentó . Además, era una propietaria muy humanitaria y bon-
dadosa que repartía grano para la siembra entre los campesinos más po-
bres al comenzar la primavera, cuando ellos no tenían semillas propias, a
pesar de que se considerara que esto propiciaba la pereza, y que constituía
una mala administración de la hacienda. Impuso normas que eran lo más
opuesto de una disciplina rigurosa , y varias veces, en sus cartas, el doctor
Dostoievski la reprende por no ser más severa. Casi cien años después
(1925) todavía perduraba la leyenda sobre su indulgencia y su compasión
entre los descendientes de los campesinos de Darovoe. 11 Es indudable que
fue de María Feodorovna de quien Dostoievski aprendió a sentir esa com-
pasión por los desdichados y por los despojados, que tanta importancia
habría de tener más tarde para su obra.
El padre de Dostoievski, Mijaíl Andreévich, tenía un carácter comple-
tamente opuesto al de su esposa. Su retrato nos muestra a un hombre ele-
gante, en un sentido de elegancia inculta o tosca, someramente labrada ,
aunque con rasgos fuertes y ordinarios . El uniforme de gala , con su alto
cuello tieso y bordado en oro, le otorga un aire de rigidez al porte de la
cabeza que apenas consigue neutralizar la más tenue de las sonrisas; la ri-
gidez era una característica más propia de este hombre , que ese vestigio
de afabilidad insinuada por la sonrisa. Puesto que en torno de la figura de
Mijaíl Andreévich se han acumulado tantas historias deformadas, resulta
difícil obtener de él una imagen que nos dé la impresión de un sano equi-
librio. Mucho daño ha causado la comparación casual sugerida por la hija
de Dostoievski, Lyubov, entre su abuelo paterno y Fiódor Pavlóvich Kara-
mázov. "Siempre he creído - escribe Lyubov- que Dostoievski pensaba
11
Ibid., p. 5.
LA FAMILIA ... 3/
en su padre cuando creó el personaje del viejo Karamázov." 12 Cierto es
que, algunas frases más abajo, ella misma pone limitaciones a esta identifi-
cación, cuando dice : "Debe entenderse que este parecido entre mi abuelo y
el viejo Karamázov es una mera suposición de mi parte, y que no existen
pruebas documentales que permitan sustentarla". Pero rara vez se cita esta
aclaración, y tampoco ha impedido que los comentaristas -el principal de
ellos, Sigmund Freud- acepten con entusiasmo la identificación entre el
doctor Dostoievski y la fascinantemente repulsiva creación ficticia de su
hijo. Por consiguiente, se ha vuelto costumbre exagerar y deformar cual-
quier clase de hechos que se puedan conseguir acerca del doctor Dostoiev-
ski con el objeto de que su descripción coincida con los rasgos de su
presumible alter ego. El doctor Dostoievski era un hombre de muchos de-
fectos; pero debemos insistir muy categóricamente en que para nada se
parecía al cínico y disoluto patriarca de la familia Karamázov. Era un médi-
co que ejercía su profesión trabajando con tesón admirable , y cuya capaci-
dad era tan apreciada por sus superiores que, cuando decidió jubilarse, le
ofrecieron un aumento considerable de sueldo para hacerle cambiar de
idea (lo cual convierte en muy dudosa la tan repetida afirmación de que
era un notorio alcohólico); también era un marido fiel, un padre responsa-
ble y un cristiano devoto. Esas cualidades no lo convertían en un ser hu-
mano simpático, atractivo, o que se hiciera querer; pero sus virtudes fue-
ron tan importantes como sus defectos para la plasmación del ambiente en
el que se crió el escritor Dostoievski.
En primer lugar, el doctor padecía de cierta afección nerviosa que le
trastornaba completamente el carácter y el talante. El mal tiempo siempre
le provocaba jaquecas muy fuertes y, como consecuencia de ellas, sufría
estados de depresión y melancolía; cuando volvía el buen tiempo , sentía a
la vez un alivio de su dolencia y una mejoría del humor. Resulta imposible
decir si esta neurastenia era o no síntoma de una forma benigna de epilep-
sia; pero, posteriormente, Dostoievski descubrió que la frecuencia de sus
propios ataques epilépticos dependía de esos cambios climáticos. Si el doc-
tor era , como hasta su hijo Andrei se vio obligado a reconocerlo, "muy
exigente e impaciente y, más que nada, muy irritable",13 pueden atribuirse
estos rasgos de su carácter al constante y extremoso estado de tensión ner-
viosa que le causaba su enfermedad. Dostoievski, que heredó esta predis-
12
Aimée Dostoevsky, Fcodo1· Dostocvsliy (Londres, 1921 ), pp. 34-35.
13
DVS, vol. l. p. 76.
38 ~ MO SCÚ
posición del carácter de su padre, en los últimos años de su vida se queja-
ba constantemente de su propia incapacidad para dominar sus nervios, y
también era propenso a los estallidos de cólera incontrolable.
El doctor Dostoievski era, pues, un hombre desdichado y gruñón, cu-
yas tendencias depresivas teñían todos los aspectos de su vida. Tales ten-
dencias le hacían desconfiado, receloso, e incapaz de encontrar felicidad
en su carrera o en su familia. Sospechaba que los sirvientes de la casa le
robaban dinero con engaños , y eso lo llevaba a mirarlos de soslayo, con la
actitud de vigilancia de un lunático , típica, por otra parte, de su posición
frente al mundo en general. Respecto de su trabajo , creía que no se lepa-
gaban sus servicios como era debido , y que sus superiores cosechaban los
beneficios de su labor no remunerada en el hospital. Aun cuando estas dos
conjeturas no hayan carecido de cierto fundamento, las rumiaba con una
amargura desproporcionada a su importancia real. Sus relaciones con los
Kumanin eran también una constante excusa para sentirse vejado, pues
como no era una personalidad fuerte o interiormente segura su orgullo
sólo tenía el efecto de llenarlo de amarga impotencia ante sus sentimientos
de inferioridad. En una de sus cartas, dice que le desagrada visitar a su hija
Bárbara, que por entonces estaba viviendo con los Kumanin, porque siente
que su presencia allí "aburre" a sus parientes.1-t Esta exagerada susceptibilidad
social es otro rasgo de carácter que el padre transmitió al hijo; muchos de
los personajes de Dostoievski se verán atormentados por la poco halagüe-
ña imagen de sí mismos que ven reflejada en los ojos de los demás.
Lo que sostenía a Mijaíl Andreévich en medio de todas sus angustias y
sufrimientos -lo que le permitía, a pesar de todo , llevar una vida normal
y moderadamente próspera- era, antes que nada , la ilimitada y nunca es-
catimada devoción de su esposa; pero en sus momentos más sombríos,
cuando ningún auxilio terrenal parecía servirle, se refugiaba en la convic-
ción de su propia probidad y rectitud, y en la creencia de que Dios estaba
de su lado en contra de un mundo hostil e indiferente.
En Moscú -le escribe a su esposa que regresaba del campo- encontré que
sólo me estaban esperando disgustos y vejaciones; entonces me senté y, cu-
briéndome la cabeza con las manos, me dije apesadumbrado que no existe
ningún lugar donde pueda apoyar mi cabeza, por no mencionar a alguien con
1
• V S. Nechaeva, V Seme ... , op. cit., p. 90.
LA FAMILIA ~ 39
quien pueda compartir mi dolor; pero Dios los juzgará y les pedirá cuentas
de mi desgracia. 15
15
Ibid. , p 77.
40 ... MOSCÚ
-así como a otras personas, cuando sus hijos no le escribían- con pre-
guntas respecto de su bienestar.
Si hacemos caso omiso de su carácter, y reparamos sólo en cómo cum-
plió con sus responsabilidades paternales, entenderemos el sentido de una
observación que hizo Dostoievski a finales del decenio de 1870-1879, en
un momento en que se sentía sumamente preocupado a causa del desmem-
bramiento de la familia rusa, que, según él, estaba ocurriendo a su alrede-
dor. Sin duda , al recordar su propia vida hogareña como el polo opuesto de
las "familias accidentales" de esa época, Dostoievski le dice a su hermano
Andrei que sus padres habían sido "personas sobresalientes", y añade que ,
de haber vivido en ese momento, y no a principios de siglo, seguirían mere-
ciendo esa misma calificación. "Y hombres de familia como ésos, padres
como ellos .. . ¡Nosotros mismos somos completamente incapaces de serlo,
hermano' ",16 termina diciendo. Aunque estas palabras representan sólo uno
de los aspectos de la relación que tenía Dostoievski con su padre, constitu-
yen un homenaje que, para un observador imparcial, no resulta desmentido
por los hechos.
A pesar de que sus caracteres eran muy divergentes , hay razones suficien-
tes para creer que el doctor Dostoievski y su esposa formaban una pareja
fiel y que se amaba entrañablemente. Sus veinte años de matrimonio fruc-
tificaron en una familia de och o hijos (una hermana gemela murió a los
pocos días de nacida); y nadie que lea sus cartas con imparcialidad puede
dudar del profundo afecto que los unía. "Adiós, mi alma, mi pequeña tór-
tola , mi felicidad , alegría de mi vida, te beso hasta quedar sin aliento. Besa
a los niños por mí. "17
Éstas son las palabras que le escribe a María Feodorovna su marido
después de catorce años de matrimonio; y aunque debamos hacer cierta
concesión a la prosa florida de la época , son expresiones que exceden, con
mucho, las exigencias de la etiqueta o de la costumbre. María Feodorovna
es igualmente pródiga en sus manifestaciones de cariño: "Regresa pronto ,
mi querido - le escribe a su marido desde Darovoe- , ven, mi ángel; mi
16
DVS, vol.l , p. 87.
17
V S Nechaeva, V Seme .. , op. cit., p. 81.
LA FAMILIA ... 41
único deseo es que vengas a visitarme; sabes que la fiesta mayor para mí, el
más grande placer de mi vida, es cuando estás conmigo''. 18
"Hasta donde mi memoria puede retroceder -afirmaba Dostoievski
en 1873-, recuerdo el amor que mis padres me demostraban. "19 Sus obras
están pobladas de tantos niños pobres, desdichados, abandonados y trata-
dos con crueldad, que ha sido tendencia inevitable de la crítica identificar
su propia infancia con ese tipo de experiencias, a pesar de sus explícitas
declaraciones en contra. Empero , las cartas de sus padres constituyen un
testimonio fehaciente de que sus recuerdos de ningún modo eran simples
idealizaciones del pasado . Reflejan la imagen de una familia muy unida, en
la cual la preocupación por los hijos era el principal desvelo de los padres.
V S. Nechaeva - el humanista soviético que estudió la vida familiar de
Dostoievski con la mayor sobriedad, y que editó y publicó las cartas de sus
padres- comenta que
42 ... MOSCÚ
mente después de haberle comunicado a su padre algo que primero lo
dejó perplejo y naturalmente le provocó una reacción de cólera.
Andrei explica que la probable causa de la escena fue el anuncio del
embarazo de su madre , y atribuye el disgusto de su padre a la perspectiva
de que se añadiera a la familia un nuevo miembro no deseado. Empero, las
cartas indican que el doctor estaba atormentado por las dudas acerca de la
fidelidad de su mujer, a pesar de que no hacía acusaciones directas. Su lar-
ga experiencia le había enseñado a María Feodorovna a adivinar los pensa-
mientos recónditos de su marido por el tono demente de sus cartas y su
profunda depresión. "Amigo mío - escribe María-, al repensar todo esto,
me pregunto si no estarás torturado por esa injusta sospecha, tan mortal
para ambos, de que te he sido infiel. "21
Su negación respecto de haber cometido un acto inicuo está escrita
con una elocuencia y una expresividad que hasta su segundo hijo habría
envidiado . Si el talento literario puede heredarse, no hace falta volver la
mirada hacia ningún otro lado para descubrir de quién Dostoievski adqui-
rió el suyo. "Te juro - escribe María Feodorovna- ... que mi actual emba-
razo es el séptimo y más fuerte lazo de nuestro amor mutuo; de mi parte ,
un amor puro, sagrado , casto y apasionado , que ha permanecido inaltera-
do desde el día de nuestro casamiento ." Existe también un delicado sentido
de la dignidad en su explicación de que nunca antes condescendió a re-
afirmar su promesa matrimonial, "porque tenía vergüenza de rebajarme a
jurar que he sido fiel durante nuestros dieciséis años de matrimonio" n
A pesar de las protestas de su mujer, el doctor siguió aferrado a sus turbias
ideas, producto de su imaginación, llegando incluso al extremo de acusarla
de que, con el propósito de prolongar al máximo su permanencia en el
campo , con lo cual de paso elude regresar a Moscú, ha postergado el viaje
hasta bien pasado el momento de poder hacerlo sin correr el riesgo de un
aborto. En respuesta, ella le escribe estas tristes palabras: "El tiempo y los
años van pasando, las arrugas y la amargura se extienden por la cara; la
jovialidad natural del carácter se torna melancolía entristecida, y ésa es mi
suerte; ésa es la recompensa por mi amor casto y apasionado; y si no fuera
por las fuerzas que me dan la pureza de mi conciencia y mi esperanza en la
Providencia, el final de mis días sería realmente digno de compasión" .23
21
!bid. , p. 106.
22
Idem.
21
!bid. , p. 109.
LA FAMILIA ... 43
Nos resulta fácil imaginar cómo habrá sido la vida de la familia Dos-
toievski, desgarrada y sometida al constante cataclismo emocional a causa
de los repetidos episodios de esta índole . Pero , hasta donde es posible sa-
berlo, parece ser que nunca ocurrió nada que fuese espectacular o trágico.
Resulta asombroso que, en las mismas cartas que hemos citado, la corrien-
te de la vida fluya con la misma placidez de siempre. Se intercambian noti-
cias acerca de los asuntos de la finca, y los chicos mayores, que están en
Moscú, añaden las acostumbradas posdatas de cariño a su madre; no hay
ninguna interrupción en la rutina familiar y, en medio de las recriminacio-
nes, ambos miembros de la pareja continúan asegurándose el uno al otro
amor y devoción eternos. En realidad , resulta difícil calcular hasta qué
punto esos episodios constituían un trastorno serio; en el caso que cita-
mos, parece ser que la crisis fu e rápidamente superada. En julio, el doctor
Dostoievski fue al campo para ayudar al alumbramiento de Aleksandra, y
luego, a su regreso en agosto, le escribe afectuosamente a su esposa lo si-
guiente : "Créeme que , al leer tu carta, con lágrimas le agradecí a Dios pri-
mero que a nadie , y en segundo lugar a ti, mi querida . . . Beso tu mano
millones de veces, y le ruego a Dios que sigas con buena salud, para nues-
tra felicidad"H No hay una sola palabra que recuerde las tensiones del mes
anterior; parece que la presencia sedante y cariñosa de María Feodorovna
ha obrado milagros. Por tanto, debemos ser muy cautelosos al tratar de
comprender o juzgar cómo habrá sido la atmósfera normal de la vida fami-
liar de Dostoievski, tan sólo a partir del puñado de cartas que poseemos, y
que representan aquellos periodos en que el solitario Mijaíl Andreévich,
tan dado a las cavilaciones melancólicas , estaba propenso a su peor estado
de ánimo.
Además, a partir de todo lo que sabemos sobre el carácter de la pareja,
es sumamente improbable que las ocultas tensiones de su vida matrimo-
nial estallaran de una manera poco decorosa o digna. Si después de sesenta
años Andrei recordaba tan vívidamente la única ocasión en que vio llorar
a su madre, era porque las efusiones de emoción exagerada entre los pa-
dres probablemente fueron excepcionales. Nada era más importante para
los Dostoievski que presentar ante el mundo una imagen de corrección
propia de la gente bien educada , y de ese refinamiento o cultura que carac-
terizaba a la clase media acomodada; resulta imposible imaginarlos en su
H Ibid. , p. 111.
44 ~ MOSCÚ
estrecho departamento, con un personal de servicio en la cocina y rodea-
dos de las familias vecinas del hospital, entregándose a esas violentas pe-
leas y a esos estallidos escandalosos que tan a menudo habría de describir
más adelante en sus novelas el propio Dostoievski. Cuando las relaciones
con su esposa se volvían tensas, es probable que el doctor haya utilizado
alternativamente, para demostrar su disgusto, un torvo silencio cargado
de malos presagios y una interminable retahíla de críticas acerca de las mi-
nucias de la vida cotidiana. Su renuencia a hablar claro, en el caso de
Aleksandra, puede tomarse como un ejemplo típico de su actitud general;
y cuando María Feodorovna expuso abiertamente la cuestión, el doctor la
reprendió por escribirle de una manera tan directa y por revelar su secreto
familiar a ojos curiosos. Es evidente la tendencia o el impulso a tapar y
ocultar las cosas, instinto que sin duda también actuaba en su comporta-
miento personal. Por consiguiente, es probable que la familia en cuyo seno
creci.ó Dostoievski se caracterizara muchísimo más por el orden, la regula-
ridad y la rutina, y por una superficie engañosamente serena de tranquili-
dad doméstica, que por ese caos familiar que tanto habría de preocuparle
medio siglo después.
Pero , a pesar de que en mi opinión es incorrecto establecer ningún pa-
rangón ingenuo entre la descripción que presenta Dostoievski de la vida
familiar y su propia infancia , por supuesto, no es posible separarlas del
todo. No cabe duda de que el talentoso y perceptivo muchachito se daba
cuenta de las tensiones que palpitaban por debajo de la rutina sedante de
sus primeros años de vida, y de que aprendió a sentir que esa rutina estaba
acosada por tensiones y enemigos ocultos, constantemente sometida a
fluctuaciones extremosas en cuanto a la distancia emocional entre la inti-
midad y la separación. Para Dostoievski, la vida familiar nunca habría de
ser serena y sin perturbaciones; nunca algo dado por sentado y que se
acepta naturalmente como un dato ; siempre será un campo de batalla y
una lucha entre voluntades, tal como aprendió a sentirla cuando era niño,
a partir de la vida secreta de sus padres. Y para un niño y un joven destina-
do a hacerse famoso por su comprensión de los enredos de la psicología
humana, fue una excelente escuela haberse criado en el seno de una fami-
lia en la que el significado del comportamiento se mantenía oculto a la
vista, y en la que su curiosidad era estimulada a intuir y descifrar sus signi-
ficados ocultos. Quizá podamos ver en esto el origen del profundo sentido
de captación del misterio de la personalidad que tiene Dostoievski, y de su
LA FAMILIA ~ 45
tendencia a explorarla, por así decirlo, de afuera hacia adentro , siempre
avanzando desde el exterior hasta planos o capas subterráneas cada vez
más profundas y que sólo gradualmente son mostradas a la luz. Es posible
que su preferencia respecto de revelar el carácter mediante súbitos estalli-
dos de autoconfesión tenga sus orígenes en la fuerte impresión que le deja-
ron los estallidos poco frecuentes de sus padres, y que brotaban a la super-
ficie como una revelación insospechada de algo que había estado en
ebullición, e hirviendo a fuego lento , en las profundidades. Pero ha llegado
el momento de interrumpir las especulaciones para ocuparnos de la infan-
cia de Dostoievski.
46 ~ MOSCÚ
III. Infancia, adolescencia, juventud
1
DVS, vol 1, p 55.
~ 47
como administrador de finanzas mientras Fiódor se ocupaba activamente
de la parte editorial.
La familia Dostoievski llevaba una vida prolijamente organizada en
torno del esquema de la ru tina diaria del doctor, que ha sido descrita por
Andrei. La familia se despertaba puntualmente a las seis de la mañana, y a
las ocho el doctor se dirigía al hospital para realizar sus visitas correspon-
dientes al turno de la mañana . Entonces se procedía a asear el departamen-
to de modo que, cuando él regresaba a las nueve, ya imperaba el orden
propio de las horas del día . Después, el doctor dedicaba el resto de la ma-
ñana a visitar a sus pacientes particulares en Moscú, y durante ese tiempo
los niños se ponían a estudiar sus lecciones. Aprendieron a leer casi en
cuanto bajaron de la cuna, y fueron instruidos por preceptores a domicilio,
o bien por sus hermanos y hermanas mayores; no tenían en sus vidas lar-
gos ratos de respiro durante los cuales pudieran simplemente entregarse a
los alegres placeres y a la irresponsabilidad de la niñez. "Fiódor Mij aílovich
-escribe su primer biógrafo, Orest Miller, al presentar las reminiscencias
del propio Dostoievski- recordaba . . . que ellos [los niños] eran estricta-
mente vigilados, y que se les enseñaba a estudiar desde muy pequeños. A los
cuatro años de edad ya se les ponía frente a un libro, y les decían insisten-
temente: ¡Estudia1"2
El doctor Dostoievski regresaba a casa alrededor de las doce; no dejaba
de preguntar acerca del trabajo realizado, y el almuerzo se servía a la una
en punto . Luego, el doctor se retiraba a su siesta diaria sobre el sofá de la
sala, y durante una hora y media o dos horas había que guardar un silencio
absoluto para no perturbar su descanso. En los meses de verano, por lo
regular se designaba a uno de los niños para que se sentara junto al pater
familias que dormitaba y le espantara las moscas con una rama fresca que
se cortaba todos los días con ese prop ósito . Andrei recuerda el tremendo
esfuerzo y la tensión que significaba estar sentado durante todo ese tiempo
lo más inmóvil posible y tratando de no despertar al durmiente. Pues, en
caso de que esto ocurriera, una granizada de regaños severos caía sobre la
cabeza del info rtunado pecador.
A las cuatro de la tarde la familia volvía a reunirse, a tomar el té, y el
doctor regresaba al hospital. La familia pasaba las noches en la sala, por lo
general iluminada por dos velas de sebo ; sólo se usaban velas de cera cuan-
2
Orest Miller y Nikolái Strájov, Biografía, Pisma i Zametki iz Zapisnoi K11izl111i f M. Dostoevs-
kogo (San Petersburgo, 1883), p. 6. Se citará como Biografía.
48 ... MOSCÚ
do se esperaban visitas, o bien para alguna celebración familiar o día de
fiesta. Si el doctor no estaba demasiado ocupado con sus listas de enfer-
mos, por las noches, antes de la cena, les leía en voz alta a los niños. La fa-
milia cenaba a las nueve y, tras decir sus oraciones frente al icono, los niños
se iban a la cama. "Nuestra familia pasaba el día -comenta Andrei- de
acuerdo con una rutina que había sido fijada una vez para siempre, y que
día tras día se repetía, de la manera más monótona. "3 También Fiódor fue
sometido a esta rutina desde sus primeros años; rutina que combinaba la
incomodidad física de habitaciones atiborradas y sombrías ("los cielorrasos
bajos y las habitaciones estrechas aplastan el cerebro y el espíritu", le dice
Raskólnikov a Sonya) con la incomodidad psíquica de la constante presión
de trabajar bajo la mirada de un inflexible capataz paterno.
Desde luego , cometeríamos un error o una inexactitud si describiéra-
mos la infancia de Dostoievski diciendo que careció por completo de los
entretenimientos normales. No cabe duda de que, durante los rigores del
invierno, los niños permanecían casi todo el tiempo dentro de la casa; pero
cuando el tiempo lo permitía , podían usar, como patio de juegos, los am-
plios paseos sombreados por árboles de los terrenos del hospital, que tam-
bién eran ocupados por los convalecientes que tomaban el aire. Allí, bajo
la mirada vigilante de su niania, podían retozar teniendo por compañeros
de juego a niños pertenecientes a las otras familias que constituían el per-
sonal del hospital. Sin embargo, siempre se trataba de una libertad relativa,
pues se habían dado órdenes estrictas -que eran impuestas a la fuerza-
en lo concerniente a su conducta en un lugar público. No se permitía nin-
gún tipo de juego de pelota por el temor de golpear a los otros paseantes,
y también estaba estrictamente prohibido todo comportamiento ruidoso y
alborotado. Sin duda por razones sociales, tampoco se podía conversar con
los adultos convalecientes, pues todos ellos eran pacientes pobres, de las
clases bajas de la ciudad. Pero existe la leyenda de que Fiódor, el futuro
cronista del infortunio de "los humillados y ofendidos", infringió este man-
dato paterno dando rienda suelta a su insaciable curiosidad y precoz com-
pasión y simpatía hacia los infortunados.
Durante las épocas de buen tiempo, la familia Dostoievski también sa-
lía a pasear al atardecer por el bosque que se extendía bastante próximo al
hospital. Puesto que el doctor dirigía estas excursiones, lógicamente los
3
DVS, vol 1, p. 57.
4
Tbid., p. 157.
50 ... MOSCÚ
El origen de la "leyenda" sobre Dostoievski, tal como la fraguó Freud,
es una molesta nota de pie de página que figura en la Biografía oficial
(1883), cuyos autores son Orest Miller y Nikolái Strájov. En la parte escri-
ta por Miller, éste señala que, de acuerdo con una fuente bien informada ,
la epilepsia de Dostoievski estuvo vinculada a "un elemento de evidencia
muy particular acerca de la enfermedad de Fiódor Mijaílovich, que se re-
laciona con su primera juventud, y que vincula dicha enfermedad a un
acontecimiento trágico en la vida familiar (de los Dostoievski)". 5 No cabe
duda de que Freud tuvo en sus manos una traducción de esta nota de pie
de página mucho antes de escribir su artículo (que apareció publicado
en 1928), y hace alusión a ella en una carta diriaida a tefan Zweig, en el
año 1920.
52 ... MOSCÚ
primera crisis epiléptica, cuando el deseo de muerte pasó de la fantasía a
la realidad.
Para confirmar este diagnóstico, Freud cita "dos hechos" que supuesta-
mente son síntomas reveladores de este deseo de muerte.
Un gran cambio tuvo lugar en la vida de los niños Dostoievski cuando sus
padres adquirieron, en 1831, la pequeña propiedad situada en Darovoe.
Durante cuatro años, Fiódor y Mijaíl pasaron allí, junto con su madre, cua-
tro meses al año; posteriormente, a causa de sus estudios , sólo pudieron ir
durante periodos más cortos , de un mes o algo más. Aquellos momentos
de libertad que pasaba en el campo, alejado de la vigilancia paterna, y bajo
la tierna y cariñosa mirada de su madre, fueron las épocas más felices de la
pubertad de Dostoievski. Cuando años después le dijo a su segunda espo-
sa que había tenido una "infancia feliz y serena", 11 es indudable que estaba
pensando en aquellos meses en el campo, libre de la amenaza de la des-
aprobación paterna, y de todo el encierro opresivo de la vida en la ciudad.
Las evocaciones de una infancia feliz son extremadamente inusitadas en
las novelas de Dostoievski, y el único caso o los dos que existen están si-
tuados o bien en una aldea (Pobres gentes) o en una finca campestre (Un pe-
queño héroe, La aldea de Stepanchikovo); en su sensibilidad, ningún recuerdo
10
La cita pertinente de Andrei Dostoievski aparece en Literaturnoe Nasledstvo, núm. 86
(Moscú , 1973), p. 550; véase también la mención en las Memorias de K. A. Trutovski , que se
refiere a 1849, DVS, vol. 1, p. 109 , y la observación que Dostoievski le hizo a Soloviev acerca de
su sueño letárgico, al que alude como parte de los trastornos nerviosos de su "juventud" (y u-
nost, que significa el final de la adolescencia o el principio de la edad viril). No dice que se re-
monta hasta su "infancia" (detstvo). Ibid., vol. 2, p. 191.
11
Leonid Grossman, Dostoevsky na Zhiznennom Puti (Moscú, 1928), p. 33. Citado en adelan-
te como DZhP.
54 .... MOSCÚ
agradable se relacionaba con la vida en la ciudad. "No sólo ese primer viaje
a la aldea -escribe Andrei- sino todos los siguientes que hicimos allí
siempre me llenaban de una especie de entusiasmo extático." 12 No cabe
duda de que el impresionable y alegre Fiódor experimentaba la misma
sensación, hasta más intensa, cuando cada primavera el coche con destino
a Darovoe arrancaba con alegre tintineo de los cascabeles que adornaban
los arneses de los caballos, y cuando comenzaban a desplegarse ante sus
ojos los paisajes rurales, que primero le resultaron desconocidos y luego
aprendió a amar.
Resulta revelador que Andrei recuerde los alrededores de Darovoe como
lugares "muy agradables y pintorescos". 13 En cambio, más imparcial, V S.
Nechaeva describe el paisaje que rodea a la aldea como "insípido y monóto-
no"; 14 pero seguramente la reacción de Andrei representa la respuesta jubi-
losa de los niños frente a la vasta extensión de campo y las ilimitadas posi-
bilidades de libertad que implicaba aquel horizonte ininterrumpido, que se
alargaba hasta donde el ojo alcanzaba a ver. Los Dostoievski vivían en una
pequeña cabaña de tres habitaciones , con techumbre de paja , y al abrigo de
un bosquecillo de añosos tilos. Cerca había un bosque de abedules llamado
Brykovo (el nombre sería usado más tarde en Los demonios para designar
el bosque en el que Stavroguin sostiene un duelo), y era llamado "el bosque
de Fedia" por la familia, debido a que Fiódor pasaba mucho tiempo vagando
por sus profundidades. Muchos años después, Dostoievski evocaría esos
paseos de niño con palabras fervorosas: "Y en toda mi vida nada he amado
tanto como el bosque, con sus setas y fresas o moras silvestres, sus insectos
y sus pájaros y sus pequeños erizos [se recordará que, en El idiota, Aglaya
envía un erizo al príncipe Mishkin como prenda de reconciliación] y ardi-
llas; su húmedo olor a hojas muertas, que yo adoraba".15
Esas permanencias en el campo también brindaron a Dostoievski su
primera oportunidad de conocer de cerca al campesinado ruso (antes sólo
había conocido a los criados de su familia, que se habían adaptado a la
vida urbana y habían adquirido los modales y hábitos de los sirvientes).
Como ya lo hemos dicho, María Feodorovna era una propietaria eficiente
y bondadosa, de modo que los Dostoievski vivían en contacto estrecho y
12
DVS, vol. 1, p. 64.
13
Ibid., p 66.
14
V S. Nechaeva, V Seme .. ., op. cit., p. 37.
15
DW (enero de 1876), p. 208.
16
V S. Nechaeva, V Seme. .., op. cit. , p. 83.
17
DVS, vol. 1, p. 209.
* Esta afirmación de Semenov acérca de las costumbres de la clase media puede documen-
tarse con una cita tomada de las Memorias del segundo hijo de Tolstoi, Ilya, quien nació en
1866. "El mundo estaba dividido en dos partes -escribió-; uno compuesto por nosotros, y el
otro por todos los demás . Éramos gente especial, y los demás no eran nuestros iguales ... Por
56 ... MOSCÚ
El relato de Andrei sobre su hermano cuando residía en Darovoe nos
permite tener el primer atisbo de ciertos rasgos del carácter de Dostoievski.
Ya no se trata tan sólo de imponerse y de afirmar su superioridad sobre el
más pasivo, Mijaíl; también advertimos una necesidad de ponerse a prueba
y de sentir escalofríos en sus nervios y en su sensibilidad, corriendo peli-
gros . El campo que rodeaba a Darovoe estaba atravesado por numerosas
barrancas -restos de un antiguo lecho de río- que ofrecían guarida a
serpientes y, en ocasiones, a lobos extraviados. La madre les hacía a los
chicos la advertencia de que no se acercaran a esas hondonadas, pero esto
no impedía que Fiódor se internara en el "bosque de Fedia" con un deli-
cioso estremecimiento de temor. En un pasaje de la versión original de Po-
bres gentes, que posteriormente fue eliminado durante el proceso de revi-
sión, Dostoievski revelaba sus sensaciones al entrar en dicho bosque.
Andrei nos relata otro episodio que también debió de producirle a Fió-
dor un frisson (estremecimiento) especial, y que parece simbólico y premo-
nitorio. Exactamente detrás del bosquecillo de tilos había un cementerio;
en su borde, una vieja capilla desgastada por la intemperie y adornada con
iconos. Esta capilla nunca se cerraba con llave; y cierto día , durante un pa-
supuesto, era mamá, sobre todo, quien nos inculcaba estas ideas , pero también papá cuidaba
celosamente de que no nos juntáramos con los niños de la aldea. En gran medida, él fue res-
ponsable de la arrogancia y de la autoestimación excesivas, y sin fundam ento, con que se nos
educó , y de las que después me fue tan difícil librarme. " Citado en Edward Crankshaw, Tolstoy:
The Making of a Novelist (Nueva York, 1974), p 253.
58 .... MOSCÚ
murmurando continuamente palabras deshilvanadas e incomprensibles
acerca de su hijo muerto y enterrado en el cementerio, exactamente como
ocurrió con otra durochka dostoievskiana: María Leviadkina, en Los de-
monios [Biesi] .
Podemos encontrar otros ecos de esos años en el retrato que hace Dos-
toievski del campesino Marey, que analizaremos más adelante , y acaso
también en la famosa secuencia onírica durante el interrogatorio prelimi-
nar de Dimitri Karamázov. En la primavera de 1833 estalló un incendio en
Darovoe, y la mayor parte de la aldea quedó destruida. Cuando ese año
llegaron los niños, se les presentó un cuadro de desolación. "Toda la finca
-escribe Andrei- parecía un desierto , con vigas chamuscadas que sobre-
salían aquí y allá. "20 Probablemente Dostoievski recurrió a esas impresio-
nes para elaborar las imágenes oníricas de Dimitri:
había una aldea no muy lejos, pues él alcanzaba a ver las chozas negras, y la
mitad de ellas estaban destruidas por un incendio; sólo quedaban las vigas
carbonizadas. Y mientras el coche pasaba, pudieron ver a mujeres campesinas
alineadas a lo largo del camino , una gran cantidad de muj eres, una fila ente-
ra , todas ellas flacas y pálidas , con una especie de color moreno en las caras,
sobre todo una, que estaba a la orilla; una mujer alta y huesuda, que parecía
tener cuarenta años, pero que debía de tener sólo veinte , de cara delgada y
larga. En los brazos llevaba a un infante que lloraba, y sus pechos parecían
estar tan secos que no tenían una sola gota de leche. El niñito lloraba y llora-
ba, alargando sus bracitos desnudos, con sus puñitos azulados a causa del
frío [X: 178] .
20
DVS, vol. 1, p. 72.
Por primera vez en el año 1833 , Mtjaíl y Fiódor dejaron la casa para asistir
a una escuela diurna; transcurrido un año, fueron enviados a Chermak, la
mejor escuela de internos que existía en aquel tiempo en Moscú. Años
después, Dostoievski le puso al internado que describe en Un adolescente el
nombre de la escuela diurna levemente cambiado (Touchard, en vez
de Souchard). El narrador de la novela , Arkady Dolgoruki, es hijo ilegíti-
mo de un padre de la clase media , que pertenece al más elevado rango so-
cial , y de una madre campesina. La escuela es el lugar donde Arkady por
primera vez se da cuenta del oprobio de su nacimiento , y de que no puede
reclamar legítimamente la misma consideración de que es objeto la familia
de su padre. El chico toma conciencia de su situación porque allí en la es-
cuela se le humilla en público, se le separa de los demás niños "respeta-
bles" , es golpeado aproximadamente una vez al mes y, desde luego, sus
condiscípulos lo desprecian. Todo esto proviene mucho más de las páginas
de Dickens que de la vida real; es absurdo imaginar que los hijos del doc-
tor Dostoievski pasaran por algo remotamente parecido al tratamiento que
recibió Arkady. Pero , de todos modos , esas escenas acaso contengan un
núcleo de experiencia personal. La escuela de Souchard fue el primer con-
tacto real que tuvo Dostoievski con el mundo exterior, la primera vez que
puso los pies más allá de las fronteras protectoras del círculo familiar. Tal
vez haya sido también el momento en que comenzó a sopesar el carácter
ilusorio o fantasioso de la pretensión de su propia familia respecto de un
linaje hereditario.
De cualquier manera , la preparación para la escuela de internos es-
tuvo ligada a una experiencia particularmente penosa o angustiosa para
los dos varones mayores. Todas las enseñanzas que se impartían en el
establecimiento de Souchard estaban a cargo de miembros de la familia,
ninguno de los cuales sabía latín. Pero, puesto que en el internado de
Chermak se exigía el dominio de esa lengua, el doctor Dostoievski deci-
dió reparar personalmente esa deficiencia. Las lecciones de latín le die-
ron a Andrei la prueba más gráfica del temperamento irascible de su
padre. "Ante el más leve error de mis hermanos , papá siempre se enfure-
cía y, encendido en cólera , los llamaba holgazanes y tontos; en los casos
más extremos, aunque más raros , incluso llegaba al extremo de inte-
rrumpir la lección , lo cual era considerado peor que cualquier casti-
60 ... MOSCÚ
go." 2 1 Normalmente, cuando la instrucción se realizaba en la casa, los
niños se sentaban a la mesa con sus preceptores; pero el doctor exigía
que sus hijos permanecieran de pie, en actitud de tiesa atención todo el
tiempo que durara el ejercicio de latín. Podemos llegar a la conclusión
de que ya había decidido inscribirlos en alguna especie de estableci-
miento militar, y que estaba tratando de acostumbrarlos a los rigores de
la disciplina marcial. No cabe duda de que, como lo señala Andrei, sus
"hermanos les tenían mucho miedo a esas lecciones" ,22 pero es probable
que el temor estuviera también mezclado con cierto sentido o compren-
sión sobre cuánto preocupaba a su padre el futuro de sus hijos.
La transición del hogar a la escuela y, sobre todo , al internado fue un
rudo golpe para Fiódor. A pesar de los estallidos de cólera de su padre, el
hogar seguía siendo un lugar cómodo y conocido , y además su madre era
una perpetua fuente de solaz y consuelo. En contraste, el nuevo mundo de
la escuela era desconocido y le causaba espanto . Podemos utilizar las pala-
bras de la protagonista de Pobres gentes para evocar las que, acaso hayan sido
las sensaciones de su creador:
¡Qué triste me sentía al principio entre extraños . .. Todo era tan riguroso; tan
exigente! Horas fijas para todo, las comidas en común , los aburridos maes-
tros .. Al principio, todo eso me inquietaba y fatigaba . . Solía sentarme incli-
nada sobre mi traducción al francés o los vocabularios, sin atreverme a mo -
verme , y soñando todo el tiempo en nuestra casita , en papá, en mamá, en
nuestra vieja nodriza , en sus relatos ... [I: 28].
23
Ibid., p. 75.
24
DZhP, p . 26.
25
DVS, vol. 1, p 82.
62 ... MOSCÚ
ruso. Ocurrió realmente que Dostoievski prestó servicio en ese regimiento
después de ser liberado del campamento de prisión, en el año 1854.
26
Ibid., p. 75.
64 ... MOSCÚ
dice a la muchacha lisiada que Umnov es un tonto que no sabe nada; le
propina una golpiza a la tullida y, a partir de ese momento, busca la com-
pañía de Umnov." 29 La segunda frase es la transposición a una acción dra-
mática violenta -una acción apropiada al personaje en el que está pen-
sando el escritor- de la envidia que Dostoievski le tiene a Umnov, y de su
lucha por no reconocer la superioridad del segundo. Pronto veremos que
se comprometerá en esta misma lucha contra toda la generación de sus ri-
vales literarios de San Petersburgo.
Los últimos años que vivió Dostoievski en Moscú estuvieron ensom-
brecidos por la enfermedad de su madre que, en el otoño de 1836, se agra-
vó de repente. Fue evidente que María Feodorovna perdía fuerza con gran
rapidez; muy pronto ya no pudo ni siquiera peinar sus largos y abundantes
cabellos, y entonces tuvieron que cortárselos. Todos los días el doctor y sus
colegas celebraban juntas, a las que también asistía el jefe de personal, y
las visitas de parientes se sucedían en un agotador e interminable desfile.
"Ésos fueron los momentos más amargos de la época de infancia de nues-
tras vidas -escribe Andrei-. ¡Y no es de asombrar! Estábamos a punto de
perder a nuestra madre en cualquier momento ... Papá estaba totalmente
destruido." 30 Minutos antes del final, María Feodorovna recobró la con-
ciencia, pidió que le acercaran el icono del Salvador, y luego bendijo a sus
hijos y a su marido. "Fue una escena muy conmovedora, y todos nosotros
lloramos", recuerda Andrei. 31 Sin duda que Fiódor, quien más tarde habría
de incluir tantas escenas similares ante el lecho de muerte en sus obras,
también recordaba, muy vívidamente, el fallecimiento piadoso de suma-
dre, quien supo perdonar a todos.
Pero no era sólo la crisis inminente en su vida familiar lo que preocu-
paba a Fiódor durante los dos últimos años que permaneció en el hogar;
también sabía que estaba destinado a una carrera totalmente incompatible
con sus inclinaciones más profundas. El doctor ya había decidido que sus
dos hijos mayores debían ser ingenieros militares, de modo que en el oto-
ño de 1836 presentó una solicitud por medio de su superior en el hospital
para que los muchachos fuesen admitidos en la Academia de Ingenieros de
San Petersburgo, pensionados por el gobierno. Ni Mijaíl ni Fiódor tenían
el menor deseo de llegar a ser ingenieros; ambos soñaban con la fama lite-
29
Ibid., p. 64.
30
DVS, vol. 1, pp 83-84.
31
Ibid. , p. 84.
66 .. MOSCÚ
sión y algo de impaciencia que se nota en sus palabras, es reveladora de
esa ambivalencia de sentimientos típica de su carácter:
Siento pena por nuestro pobre padre - escribe- . ¡Extraño ser! ¡Oh, cuánta
desdicha ha tenido que soportar! Yo podría llorar por la amargura de saber
que no hay nada que pueda consolarlo. Pero , ¿sabes una cosa7 Papá descono-
ce por completo el mundo . Cincuenta años lleva viviendo en él, y todavía
conserva las mismas ideas de hace treinta años acerca de la gente . ¡Dichosa
ignorancia! Pero está muy desilusionado del mundo. Éste parece ser nuestro
sino común. 32
Es muy probable que Dostoievski las más de las veces juzgara justos
esos reproches y que tratara, asimismo, de justificarlos en su corazón. Ve-
mos, pues, que describe a su padre no como a un déspota brutal y cruel,
sino como a un ser atormentado y, en última instancia , digno de lástima , a
quien los problemas de la vida empujaban a la desesperación.
Algunos de los rasgos de carácter del doctor Dostoievski, descritos en
ese caso con pluma más satírica que patética, pueden también encontrarse
en la primera versión de otra obra de juventud, Netotchka Nezvánova. Un
personaje de nombre Fiódor Ferapontóvich, burócrata de baja categoría,
tiene la sensación de que la sociedad no le reconoce sus méritos, y cons-
tantemente les reprocha a sus hijos su ingratitud.
68 ... MOSCÚ
temente'', etc. (id.) Nos resulta fácil imaginar al joven Dostoievski especu-
lando más o menos de igual manera acerca del origen de las rarezas más
irritantes de su padre.
Es válido atribuir algunos rasgos del carácter de Dostoievski a la rela-
ción con su padre. Cuantas personas le trataron durante algún tiempo
coinciden en afirmar que era huraño y retraído. No era una persona de
trato fácil o espontáneo. En casi todas las memorias que se escribieron so-
bre él aparece algún comentario sobre esta falta de efusividad y, en conse-
cuencia, muy poco de verdadera importancia nos dicen sobre su carácter.
Tenemos la sospecha de que esta actitud bien pudo haberse desarrollado
por la necesidad de disimular, como un medio de hacer frente a esa combi-
nación de arbitrariedad, capricho y severidad que distinguía el carácter de
su padre. Quizá también sea posible atribuir la timidez patológica que du-
rante toda su vida aquejó a Dostoievski a la misma causa: una renuencia a
ponerse de manifiesto, el temor a ser rechazado y emocionalmente enga-
ñado, que llegó a convertirse en una segunda naturaleza.
Más importante que todo esto, como lo señala Freud, es que, de niño,
Dostoievski interiorizó un sentimiento de culpa muy desarrollado. Pero
la explicación de Freud acerca de esta culpa en función de la acostumbra-
da rivalidad sexual edípica por la madre es demasiado universal e hipo-
tética para ser útil. Nos ayuda más, en este periodo o etapa de la vida de
Dostoievski, interpretar sus sentimientos de culpa a la luz de la insisten-
cia paterna en el triunfo académico como una obligación moral, y como
la única defensa contra la abrumadora pobreza y la pérdida de posición
social.
La importancia real que se otorgaba a este aspecto de la vida familiar
está excelentemente ilustrada por una pequeña ceremonia que se celebra-
ba todos los años en ocasión de la fecha del santo del doctor Dostoievski, y
que después aparece en La aldea de Stepanchihovo, realizada en honor del
coronel Rostanev, un padre de bondad y afectuosidad ejemplares.
Los dos chicos mayores, a veces la hija mayor (no se aclara si lo hacían
al unísono o por separado), preparaban un saludo mañanero para su padre
en esa ocasión jubilosa. Ello significaba aprender de memoria un poema
francés , copiarlo prolijamente en un papel fino, presentárselo a su padre
cuando éste aparecía y luego recitarlo de memoria -haciendo alarde de
su mejor pronunciación- mientras el padre seguía el texto escrito. "Papá
se sentía muy emocionado -dice Andrei- y trataba cariñosamente a los
34
DVS, vol. 1, p. 59.
70 ~ MOSCÚ
IV La formación religiosa
1
Alexander Herzen, My Past and Thoughts, vol. 1 (Nueva York, 1968), p. 42. Citado en ade-
lante como MPT
sus invitados los platos de Cuaresma por convicción personal , contestó
que lo hacía "simple y únicamente por consideración a los criados". 2
Padres con semejantes ideas difícilmente considerarían indispensable
dar a sus hijos alguna clase de educación religiosa formal. De niño, Herzen
leyó el Nuevo Testamento en alemán porque su madre era luterana , y ella
lo llevaba a la iglesia protestante de Moscú una vez al mes, y a modo de
paseo; sin embargo, fue sólo cuando tenía quince años (después de haber
leído a Voltaire , como él mismo lo señala) que "mi padre trajo a la casa a
un sacerdote para que me diera clases de religión, pues esa instrucción era
necesaria para ingresar en la universidad". 3 A pesar de que lo criaron casi
exclusivamente parientas devotas, Tolstoi tampoco recibió ninguna educa-
ción religiosa de niño; y el estudioso más reciente de sus ideas religiosas
comenta que, cuando era un adolescente, tenía apenas conocimientos muy
superficiales de los contenidos esenciales de la religión cristiana. 4 La mons-
truosa madre de Turgueniev, cuyos gratuitos azotes a su hijo hacían que el
doctor Dostoievski pareciera por comparación un ángel de dulzura y de
alegría, despreciaba a tal punto la religión de la gente común que reempla-
zaba las habituales oraciones de antes de empezar a comer por la lectura
de una traducción francesa de Tomás de Kempis [Imitación de Cristo].
Sólo sobre semejante trasfondo podemos valorar, en toda su plenitud,
la fuerza que tienen estas serenas palabras de Dostoievski: "Yo vengo de
una piadosa familia rusa ... En nuestra familia , aprendíamos los Evangelios
casi desde la cuna".5 Sabemos por Andrei que esto es literalmente cierto:
a todos los niños, su madre les enseñó a leer usando un famoso manual
religioso del siglo xvm, traducido del alemán, y que tenía por título Ciento
cuatro relatos sagrados del Antiguo y Nuevo Testamentos. (Digamos de paso
que el padre Zósima también aprendió a leer de ese mismo libro, y sabe-
mos que Dostoievski guardaba como una reliquia un ejemplar de segunda
mano adquirido en una librería de viejo.) El texto estaba ilustrado por bur-
das litografías que representaban diferentes episodios tomados de las Santas
2
Ibid., vol. 2, p. 4 12.
3 Ibid.,vol. 1, p 42.
• "La fo i enfantine de Léon Tolstoi est avant tout affective, impulsive presque, sans grand
contenu intellectuel au départ ... De sa religion, il n'a qu'une caricature. Car il ne semble pas
avoir rec;;u une instruction religieuse plus digne, il ne semble pas que le myste re du Christ lui ait
été montré dans sa profondeur, ni qu'il ait entrevu l'Ancien Testament dans sa majesté formida-
ble." Nicolas Weisbein , I.'.Évolution religieuse de Tolstoi (París, 1960), p. 27.
5
DW (1873, núm. 50) , p. 152.
72 ... MOSCÚ
Escrituras: la creación del mundo, Adán y Eva en el paraíso, el Diluvio, la
resurrección de Lázaro, la rebelión de Job, el hombre justo contra Dios,
etc. Las primerísimas impresiones que despertaron la conciencia del niño
fueron aquellas que encarnaban las enseñanzas de la religión cristiana; y a
partir de entonces, para Dostoievski, el mundo siempre estaría transfigura-
do por el resplandor de esta iluminación sobrenatural. Años después, diría
que el problema de la existencia de Dios lo había atormentado durante
toda su vida; pero esto no hace más que confirmar que para él siempre fue
emocionalmente imposible aceptar un mundo que no estuviera relaciona-
do con alguna especie de Dios.*
Esta saturación de la imaginación del niño con imágenes y sentimien-
tos religiosos, sin duda nos ayuda a comprender las cosas que Dostoievski
rememoraba como sus primeros recuerdos. Una de ellas era el vuelo de
una paloma atravesando la cúpula de una iglesita de aldea a la que fuera
llevado por su madre; incidente que usaría muchos años después en Un
adolescente. En Rusia, las palomas eran reverenciadas como símbolos del
Espíritu Santo; por ende, estaba prohibido matarlas. Quizá la madre le dijo
que esa ave era mensajera de Dios, y ello contribuyó a fijar dicha imagen
en su mente . Otro recuerdo de infancia era el de una ocasión en que, luego
de llamarlo a la sala, le pidieron que dijera sus oraciones delante de los
iconos y en presencia de invitados que lo escucharon con admiración, pro-
bablemente la familia de su madre. "¡Pongo toda mi confianza en Ti, oh,
Señor! -recitó el niño-. Madre de Dios, ¡guárdame y protégeme bajo tu
ala!" En la atmósfera que predominaba en el seno de la familia Dostoievski,
esa representación infantil de un ritual religioso evidentemente era motivo
de orgullo y de satisfacción social. 6
* Para ilustrar los efectos que esta prematura educación religiosa ejerció en Dostoievski, pue-
den sernos útiles las evocadoras palabras que aparecen en la biografía del cardenal Newman: "Re-
sulta difícil, para quien nunca lo haya experimentado, formarse siquiera una remota idea de cómo
realmente es una educación religiosa que se funde de una manera total y exclusiva en el estudio
de la Biblia. En el caso de un niño con tendencia a la reflexión y a las fantasías, este tipo de educa-
ción lo inclina hacia una especie de humanismo sobrenatural, absolutamente sui generis. El mun-
do, la historia humana, la vida de la humanidad, están envueltos en una luz que, desde ese mo-
mento, nada logrará atenuar ni extinguir. Dios, activamente presente, todopoderoso, reina sobre
todas las cosas, tanto vivas como inertes. Además, hay innumerables patriarcas, profetas, reyes y
apóstoles, santos y pecadores, o más bien pecadores arrepentidos; santos conscientes de su pe-
cado; figuras todas que, para quienes están familiarizados con ellas, parecen más reales que la gente
que vemos todos los días". Louis Bouyer, Newman, trad.]. Lewis May (Nueva York, 1960), p. 13 .
6
Miller, Biografía, pp 5 y 6.
LA FORMACIÓN RELIGIOSA
Para reforzar el efecto de esta temprana iniciación religiosa, regular-
mente iba a la casa un diácono, una vez que los niños habían aprendido a
leer, para continuar sus lecciones de un modo más formal. Ese clérigo tam-
bién enseñaba en el cercano Instituto Catalina para Niñas, una escuela ele-
gante a la que asistían las hijas de la aristocracia; lo cual significa que, a
diferencia de la mayoría del clero ruso no monástico, el diácono debió de
ser sumamente culto y muy bien educado. Al menos sabemos que era un
pedagogo elocuente y de gran experiencia. "Poseía un excepcional talento
oral -escribe Andrei- , y toda la lección, que en esa época duraba hora y
media o dos horas, se dedicaba a contar cuentos , o, como nosotros decía-
mos, a interpretar las Santas Escrituras ... Puedo asegurar, categóricamen-
te , que lograba conmover nuestros corazones infantiles con sus lecciones y
relatos ."7 Particularmente vívidas eran sus narraciones acerca del Diluvio
y sobre José y el milagro de la Natividad. A los niños también se les pedía
que estudiaran la introducción a la religión escrita por el metropolitano
Filaret, cuya primera frase Andrei todavía recordaba después de transcurri-
do más de medio siglo: "El Dios Único, venerado en la Santa Trinidad, es
eterno; es decir, no hay principio ni fin para su ser, sino que siempre fue ,
es y será .. ."8
Como acertadamente comenta Andrei, esto era mucho más filosofía
que una introducción a la religión para niños; y suponemos que lo mismo
pensaban en ese momento sus hermanos mayores. Parece ser que ya desde
niño los intentos de los teólogos por explicar desde un punto de vista ra-
cional los misterios de la fe , nunca atrajeron a Dostoievski. En cambio, lo
que conmovía sus sentimientos hasta lo más profundo era la historia de la
Anunciación como una narración humano-divina llena de fuerza , origina-
lidad y acción; como un relato de personas reales que vivían y respondían
con pasión y fervor a la palabra de Dios.
Aprender sus lecciones fue por supuesto sólo uno de los canales -y de
ninguna manera el más importante- a través de los cuales las impresiones
religiosas penetraron la sensibilidad de Dostoievski cuando era un niño.
7
DVS, vol. 1, p. 75.
8
Idem.
74 ... MOSCÚ
La religión no sólo era una presencia descollante debido a la posición ma-
nifiesta que ocupaba ante los ojos de sus padres y parientes (como en el
caso del recordado episodio acerca de la oración); también estaba entreteji-
da, de un modo perfectamente natural, con las experiencias más estimu-
lantes de sus primeros años, con aquellos acontecimientos que resaltaban
como jubilosas interrupciones de su rutina monótona y laboriosa. Tan in-
disoluble ha llegado a ser la asociación del nombre de Dostoievski con el
de San Petersburgo que existe la tendencia a olvidar que nació en Moscú:
"la ciudad de innumerables iglesias, de perdurables campanas , de intermi-
nables procesiones , combinación de palacio e iglesia", la ciudad a la que
los campesinos denominaban "Nuestra Santa Madre".9 El centro palpitante
de toda esa intensa vida religiosa era el Kremlin; y toda vez que la familia
Dostoievski salía a pasear por la ciudad, invariablemente dirigía sus pasos
hacia ese sitio sagrado. "Cada visita al Kremlin y a las catedrales de Moscú
-recordaría más tarde Dostoievski- era, para mí , algo muy solemne ."1º
Una y otra vez volvía a recorrer su bosque de cúpulas bulbosas; escuchaba
la variada armonía de sus campanarios; contemplaba sus atesoradas reli-
quias y catedrales de lujosos adornos, y desde cuyas paredes los santos or-
todoxos - como los vio Théophile Gautier, el escritor francés de larga ex-
periencia viajera- clavaban sus ojos en el mundo de abajo con una mirada
que parecía "amenazar, a pesar de que sus brazos se extendían en un gesto
de bendición". 11
Las sólidas paredes y las murallas almenadas del Kremlin, mudos testi-
monios de su función tanto de fortaleza como de santuario religioso, re-
cuerdan a quien lo contempla que no sólo fue un lugar de culto sagrado,
sino también un monumento a la grandeza histórica de Rusia. Los zares,
ungidos de Dios, eran coronados en la catedral de la Asunción; en otra
iglesia se conservaban los sepulcros de todos los anteriores gobernantes de
Rusia, quienes, vestidos con vaporosas túnicas blancas , y con un halo alre-
dedor de sus cabezas, se asomaban por encima de la pared construida so-
bre cada tumba. En su deslumbradora profusión de fulgurantes colores, las
joyas de la corona rusa constituían, según las palabras del marqués de Cus-
tine, "una historia [expresada] en piedras preciosas"12 del prodigioso surgi-
9 A. P Stanley, Lectures on the History of the Eastern Church (Londres, 1924), p. 303.
10
DW (1873 , núm. 50), p. 152.
11
T. Gautier, Voyage en Russie (París, s. f.) , p. 276.
12
A. de Custine, La Russie en 1839, vol. 3 (París, 1843), p. 243.
LA FORMACIÓN RELIGIOSA ~ 75
miento del imperio ruso . Como nos lo recuerda un estudioso de su historia
eclesiástica, en Rusia "los elementos nacionales y religiosos se fusionaron
mucho más profundamente que en Occidente"; 13 y uno de los grandes hi-
tos de esta simbiosis es el Kremlin. Toda vez que los rusos combatieron a
invasores extranjeros -ya fuesen los tártaros paganos, los turcos mahome-
tanos, los católicos alemanes o polacos, o los suecos luteranos-, siempre
lucharon por defender la religión ortodoxa. A comienzos del siglo x1x hacía
ya un milenio que para los rusos religión y nacionalismo (ambos, a la vez,
sentimiento e idea) eran inseparables. Podemos entender perfectamente
cómo debieron de entremezclarse en la conciencia de Dostoievski, durante
esas excursiones de su infancia , en una mezcla inextricable de fervor y de-
voción que, más adelante en su vida, le resultaría imposible poder desen-
marañar.
13
A. P Stanley, op. cit. , p 2 79.
76 ~ MOSCÚ
Tell para un suizo , o como Juana de Arco para un francés".14 La humilde
vivienda de San Sergio en los bosques fue transformándose gradualmente
en uno de los principales centros -más importante incluso que el Krem-
lin- para la innata amalgama rusa de sentimientos patrióticos y religiosos.
Y su importancia como símbolo de ese sentimiento se vio reforzada en el
siglo XVII, cuando se convirtió en el centro de la resistencia nacional contra
los invasores polacos, en la Época de Confusión.
Cada año, los niños Dostoievski visitaban esa enorme posada religiosa,
mezclándose lo mismo con humildes peregrinos campesinos con zapatos
de corteza de árbol que con elegantes visitantes que lucían relumbrantes
uniformes y trajes largos al estilo de la última moda francesa . Cada visita ,
como lo recuerda Andrei Dostoievski, constituía un acontecimiento "me-
morable" en la vida de todos los niños; 15 para su hermano Fiódor, fue una
experiencia inolvidable. Cuando en el año 1870 concibe por primera vez
la idea de situar una novela en un monasterio, le escribió a un amigo suyo:
"Soy un experto en este mundo, y he conocido cómo es el monasterio ruso
desde la infancia".16 Una de las más famosas leyendas de la vida canónica de
San Sergio es la que se refiere a la ocasión en que un oso salido de los bos-
ques se le apareció de pronto , frente a frente . Vencido por la santidad que
emanaba de ese hombre , el animal aceptó un trozo de pan y un poco de
agua, que constituían el único alimento de San Sergio, y luego se acostum-
bró a regresar todos los días a la misma hora para compartir con el santo
varón esa frugal comida. Entre los frescos pintados en la torre de entrada al
monasterio aparece representada esta conmovedora amistad entre la bestia
salvaje y el santo ruso ; y Dostoievski debió contemplar esta pintura en mu-
chas ocasiones, durante su infancia. Cuando el padre Zósima , en su época
de monje peregrino, le predica a un jovencito campesino acerca de la ino-
cencia y pureza de los animales, y de todo cuanto existe en la naturaleza,
utiliza la leyenda de San Sergio y de su oso para apuntalar la moraleja.
Con la ayuda de la obra de Gautier, Viaje a Rusia, podemos tener una
imagen vívida de algunas de las otras impresiones que acaso Dostoievski
retuvo de esas visitas. El centro de la devoción era el relicario de San Ser-
gio, cuya tumba de plata dorada reposaba debajo de un palio de plata ma-
ciza, sostenido por cuatro columnas de ese mismo metal precioso.
14
Ibid., p . 319.
15
A.M. Dostoevsky, Vospominania (Leningrado, 1930), pp . 48-49.
16 Pisma, vol. 2 (25 de marzo, 6 de abril de 1870), p. 264.
Debió ser en ese lugar donde Dostoievski presenció por primera vez la
curación de las mujeres campesinas poseídas e histéricas que describe en
Los hermanos Karamázov. Seguramente pensaba en San Sergio cuando le
hace decir al padre Zósima: "Antiguamente, verdaderos líderes del pueblo
nacían entre nosotros; y ¿por qué no habrían de volver a surgir?" (IX: 310).
17
T. Gautier, op. cit., pp . 298 y 299 .
78 ... MOSCÚ
ciclo espectáculo del tonto santo (yurodivi) que vivía en la casa de los Tolstoi,
diciendo sus oraciones de la noche mezcladas con sollozos y exclamaciones.
Para Dostoievski niño no había nada exótico o extraordinario respecto
de la gente y de su fe, y ambas cosas entraron en su mundo de una manera
mucho más natural y espontánea.
Uno de los acontecimientos repetidos que los niños Dostoievski espe-
raban con mayor anhelo era la visita de las nodrizas de leche que habían
sido empleadas para amamantarlos en su infancia. Esas mujeres campesi-
nas vivían en aldeas próximas a Moscú y, una vez al año, durante el invier-
no, momento en que la vida campesina se sosiega, hacían una visita cere-
moniosa a la familia y pasaban dos o tres días en la casa como invitadas.
Esas visitas siempre eran ocasiones para una verdadera orgía de cuentos
narrados en las últimas horas de la tarde, cuando ya los niños habían reali-
zado sus tareas escolares y hacía demasiado frío para jugar afuera. Andrei
recuerda que esas narraciones eran una mezcla de cuentos de hadas y de
leyendas populares rusas; en cambio , su hermano Fiódor, que tenía cuatro
años más , rememora otro tipo de relato, que acaso contara una narradora
diferente cuando Andrei aún no había salido de la cuna.
Sin duda, estos relatos de las vidas de los santos estaban impregnados
del espíritu especial del ascetismo ruso -la glorificación del sufrimiento
pasivo, completamente antiheroico, y que no ofrecía ninguna resistencia;
el sufrimiento del despreciado y humillado jesucristo- que es un rasgo
muy sobresaliente en la tradición religiosa rusa. 19 Incluso a un escéptico
observador extranjero, como el liberal francés Leroy-Beaulieu, quien tenía
18
DW Qulio-agosto de 1877) , p. 803.
19
Véase George P Fedotov, The Russian Religious Mind (Nueva York, 1960), cap. rv.
LA FORMACIÓN RELIGIOSA ~ 79
un vasto conocimiento personal de la vida y de la cultura rusas, todavía
hacia finales del siglo x1x le asombraba esa admiración que el pueblo ruso
sentía hacia "el espíritu de ascetismo y renuncia, la afición a la pobreza, el
deseo ferviente de autosacrificio y automortificación". 2 º Fueron impre-
siones de este carácter, recogidas en la primera infancia de labios de hu-
mildes narradores campesinos, las que nutrieron la inconmovible con-
vicción de Dostoievski de que el alma del campesino ruso estaba imbuida
del ethos cristiano del amor y la resignación.
80 ... MOSCÚ
Por lo tanto , la figura de Aliona siempre estaba rodeada , para los ni-
ños , de cierta aureola sagrada, y ésta debió ser la causa de que el episodio
del que nos habla Dostoievski resultase aún más sorprendente desde el
punto de vista simbólico. Ocurrió al poco tiempo de haber comprado los
Dostoievski su propiedad del campo, y fue sólo la primera de las varias
desgracias que la familia llegó a vincular con ese desdichado lugar. Duran-
te la primavera de 1833, inesperadamente , llegó la noticia del incendio
que ya hemos mencionado; casi todas las chozas campesinas fueron des-
truidas por el fue go, y la pérdida, como también el costo de las reparacio-
n es, constituyó un golpe financiero que desencadenó otros infortunios
económicos para esa familia que ya sufría fuertes presiones en este sentido .
Mientras todos estaban aún aturdidos por la conmoción que les produjo la
noticia , la reacción de Aliona fue ofrecerles todos los ahorros que había
estado acumulando para su vejez: "De pronto , ella le susurró a mamá: 'Si
llega a hacerle falta dinero, tome el mío; no tengo en qué usarlo; no lo ne-
cesito ... "' 22 Este gesto espontáneo perduró en el recuerdo de aquel Fiódor
de doce años de edad, como típico de la capacidad del pueblo ruso, en
momentos de crisis moral , de ponerse a la altura de los ideales cristianos
que de palabra reverenciaba , pero que tantas veces infringía y traicionaba
en los hechos de su vida diaria.
Otro incidente de la misma índole, que también aparece descrito en el
Diario de un escrito1~ sirve asimismo para fijar en la sensibilidad de Dostoiev-
ski una imagen del pueblo ruso que nada hará cambiar en años posterio-
res . Cierto día , durante una de esas excursiones por el bosque que tanto
amaba, sufrió una alucinación auditiva, y que sepamos , fue el único signo
de trastorno nervioso que tuvo en su niñez. Creyendo haber oído el grito de
alarma : "¡Un lobo anda suelto! ", presa del pánico , salió a toda carrera
del bosque y se acercó siempre corriendo hasta un muj ik que araba un
campo. Era uno de los campesinos de la aldea, llamado Marey, "de casi
cincuenta años de edad, fornido, bastante alto , con muchas canas en la
enmarañada barba blonda". Marey tranquilizó al asustado niño con una
sonrisa (Dostoievski la calificó de "maternal"), le dio unas palmaditas en la
mejilla con la mano ennegrecida por la tierra , y lo envió a su casa asegu-
rándole que lo seguiría con la mirada. '"Ahora bien: j esucristo estará conti-
go; ahora ¡vete !' Y el hombre hizo el signo de la cruz sobre mi cabeza y
22
DW (abril de 1876), pp. 284 y 285.
23
Ibid. (febrero de 1876), pp . 208 y 209.
24
DVS, vol. 1, p. 61.
82 ... MOSCÚ
como siglos antes debió de ocurrir en el seno de una familia puritana in-
glesa o alemana pietista, donde Dios estaba también omnipresente. Andrei
Dostoievski nos dice que, una vez concluido el trámite de la compra de su
finca , los padres inmediatamen te salieron de la casa para ir a pronunciar
una oración de gracias en la capilla de la Virgen de Iversky, el icono más
reverenciado de Moscú, que en 1812 el pueblo quiso llevar en andas hasta
el lugar donde se libraba la batalla contra los franceses. Ese mismo acto
reflej o tuvo lugar cuando la familia se enteró del incendio ocurrido en su
propiedad del campo. "Recuerdo que mis padres se arrodillaron delante de
los iconos que estaban en la sala - escribe Andrei-, y luego fueron a re-
zarle a la Virgen de Iversky. "25
Una simple ojeada a las cartas de los padres de Dostoievski basta para
sentir asombro ante este aspecto devoto de sus mentalidades, y al advertir
que hablan de Dios con esa misma combinación de fervor sentimental e
intenso sentido práctico que llama tanto la atención - y que ahora parece
tan insólita- en las novelas de Defoe , o en los sermones de los ministros
puritanos ingleses . A pesar de su título de médico y de su educación cien-
tífica , el doctor Dostoievski nunca perdió el sello clerical de su primera
formación , y sus cartas abundan en expresiones pertenecientes a la Iglesia
eslava que revelan su perfecto conocimiento de la literatura eclesiástica .
"¡Cuán grande es la misericordia divina l - le escribe a su hijo mayor Mi-
jaíl- ¡Cuán inmerecedores somos de dar las gracias al grande y generoso
Dios por su indecible misericordia para con nosotros! ¡Cuán injustamente
nos hemos quejado; sí, que esto nos sirva como ejemplo exhortatorio para
el resto de nuestras vidas , puesto que el Todopoderoso nos envió esta prue-
ba transitoria para nuestro propio bien , y para nuestra propia ventura! "26
El motivo de este estallido de consejos fue que Mijaíl (a quien se le negó el
ingreso a la Academia de Ingenieros Militares en 1837) logró entrar en otra
escuela de la misma clase.
Las cartas de la madre de Dostoievski tienen un tono efusivo más per-
sonal e íntimo, y se nota que están influidas más por la novela sentimental
de finales del siglo xvm que por las vidas de los santos . Pero también en
este caso es muy visible la mezcla de lo sublime con lo trivial, de lo religio-
so con lo mundanamente práctico.
25
Idem.
26
V S. Nechaeva, V Seme .. , op. cit. , pp. 11 7 y 118.
LA FORMACIÓN RELIGIOSA ~ 83
Te doy las gracias, mi muy amado amigo, por tu mensaje -le escribe la seño-
ra Dostoievski a su marido, desde el campo- ; reviví del todo después de re-
cibir tu carta, mi querido amigo, y cien veces le agradecí a Dios su bondad al
escuchar mis plegarias de que te hiciera llegar sano y salvo a Moscú. No pro-
testes en contra de Dios, amigo mío; no te aflijas por mí. Sabes muy bien que
fuimos castigados por Él; pero que también nos ha perdonado . Con devoción
inquebrantable, confiemos en Su Divina Providencia y Él no nos negará Su
Misericordia. 27
84 ... MOSCÚ
entonces, yo era todavía casi un niño. "29 En Los hermanos Karamázov apa-
rece una alusión a esta experiencia reveladora, cuando el padre Zósima re-
cuerda la gran conmoción que le produjo la lectura del Libro dejob a los
ocho años de edad, y que sintió que "por primera vez en mi vida recibí
conscientemente la semilla de la palabra de Dios en mi corazón" (IX: 287).
Esta simiente habría de florecer un día en la magnífica exuberancia de la
protesta apasionada de Iván Karamázov contra la injusticia de Dios y en
La leyenda del Gran Inquisidor; pero también habría de fructificar en la sumi-
sión de Aliosha ante la grandiosidad abrumadora del infinito, que también
a Job le hizo inclinar la cabeza, y en las enseñanzas de Zósima acerca de la
necesidad de una inquebrantable fe en la bondad de la misteriosa sabidu-
ría de Dios. El genio de Dostoievski como escritor estriba en haber sido
capaz de sentir (y de expresar) estos dos extremos del rechazo y la acepta-
ción; simplemente no es verdad, como ha argüido Leo Shestov con elo-
cuencia tan convincente, que sólo el polo negativo representa al Dostoiev-
ski "real" o "auténtico".30 Además, aunque la tensión de esta polaridad haya
surgido de la ambivalencia de la psicodinámica relación con su padre, más
importante es que comprendamos que a muy temprana edad esa tensión
se transmutó y se proyectó en el simbolismo religioso del eterno problema
de la teodicea .
29
Pisma, vol. 3 (10-22 de junio de 1875), p. 177.
30 Leo Shestov, "Dostoevsky and ietzsche: The Philosophy of Tragedy", en Essays in Riissian
Liternture, The Conservative View: Leontiev, Rozanov, Shestov, sel. , ed. )'trad. al inglés por Spencer
E. Roberts (Atenas, Ohio , 1968), pp. 3-183.
1
Emestj. Simmons, Dostoevsky (Londres, 1950), p. 20.
86 ~
tente que la acostumbrada chusma de extranjeros vulgares que se emplea-
ban en Rusia para iniciar a niños y adolescentes en los misterios de las
principales lenguas europeas. Por otra parte, hasta donde nos es posible
juzgar, parece ser que se lograba establecer un perfecto ajuste mutuo entre
el estudio de la religión y el estudio del francés (aun cuando acaso fuese
sólo casual). Que sepamos, el único texto que Monsieur Souchard señalaba
como obligatorio para sus alumnos era La Henriade de Voltaire , obra épico-
heroica (famosa por ser la última de su género) y que abunda en esa orto-
doxia religiosa que resulta apropiada para el tema. Partes de esta obra fue-
ron recitadas en alabanza del doctor Dostoievski durante una de las
celebraciones de santo que ya hemos descrito.* Además, Souchard era un
patriota ruso tan entusiasta que le pidió (y recibió) un permiso especial a
Nicolás I para darle a su nombre una forma rusa. No es muy probable que
un hombre con esa idiosincrasia haya inculcado a sus alumnos, como su-
cedía con muchos de los preceptores de las familias aristócratas, ideas peli-
grosamente subversivas, tanto en religión como en política. Por ejemplo, el
instructor francés de Herzen le decía que la ejecución de Luis XVI había
sido justa, pues el rey había traicionado a Francia.
* Como ejemplo, podemos citar las palabras concluyentes de Voltaire acerca de Enrique
IV: "Il, avoue avec foi, que la religion/Est audessus de l'homme et confond la raison". ["Él
reconoce, con fe, que la religión/Está muy por encima del hombre , cuya razón no logra
explicarla."] Oeuvres complétes de Voltaire, vol. 8 (París, 1819), p. 297.
LA FORMACIÓN CULTURAL ~ 87
entró por primera vez en contacto con la moda novelística que transformó
el arte de la narrativa a finales del siglo xvm, y cuya técnica posteriormente
utilizaron Scott y Balzac para fines artísticos más elevados. Las principales
características estructurales de esa técnica son: un argumento basado en el
misterio y en el suspenso; personajes que siempre se encuentran involu-
crados en situaciones de extrema tensión psicológica y erótica; incidentes
de crimen y mutilación de varias clases , y una atmósfera calculada para
transmitir un estremecimiento de lo demoniaco o sobrenatural. Más ade-
lante , Dostoievski se adueñaría de esas características de la técnica francesa
y las llevaría hasta una cumbre de perfección jamás superada.
Cuando el doctor Dostoievski tenía algún tiempo libre durante las no-
ches (y parece ser que esto ocurría con mucha frecuencia), también les
ofrecía a sus hijos un alimento cultural más serio. Lo que les leía en esas
ocasiones era la Historia del Estado ruso de Karamzin, la primera obra que
desenterró el pasado ruso de las polvorientas crónicas monásticas y de la
leyenda poética, para presentarlo como una epopeya nacional destinada a
atraer la atención de un círculo amplio de lectores cultos. Tal como lo se-
ñalara Pushkin, Karamzin descubrió el pasado ruso como Colón había
descubierto América . Puesto que al escribir su obra estaba inmerso en la
gran tradición del siglo xvm, caracterizada por la admiración hacia el des-
potismo ilustrado, Karamzin hace hincapié en la importancia que el poder
autócrata tiene para mantener la unidad rusa, y para conservar la indepen-
dencia nacional, luego que el país logró liberarse del yugo tártaro. Andrei
nos dice que el de Karamzin era el libro de cabecera de su hermano Fió-
dor, obra que éste releía continuamente. No hay duda de que el posterior
apoyo que Dostoievski le daría al zarismo culto de Alejandro 11 se sustentó,
en parte, en esa prolongada inmersión en la perspectiva histórica de
Karamzin.
"Yo crecí bajo la influencia de Karamzin", 2 escribiría a propósito Dos-
toievski, en 1870, cuando se acusó a ese pilar de las letras rusas de haber
sido un reaccionario político. Lo mismo podría decirse de toda la genera-
ción de Dostoievski, aunque no es probable que el conocimiento común
respecto de las obras de Karamzin haya sido tan íntimo ni tan precoz como
en su caso. A su Historia le seguía en importancia la famosa obra Cartas de
un viajero ruso, que era un brillante relato de sus Wanderjahre por Suiza,
2
Pisma, vol. 2 (2-14 de diciembre de 1870), p. 298.
88 ... MOSCÚ
Alemania, Francia e Inglaterra; también este libro era leído en voz alta y
analizado dentro del círculo familiar de los Dostoievski. Juzgada de acuer-
do con cualquier norma o pauta, es indudable que la obra de Karamzin es
uno de los mejores relatos personales de finales del siglo xvm que la civili-
zación europea haya jamás escrito; y que ofreció a varias generaciones de
lectores rusos un magnífico panorama del legendario mundo europeo que
con desesperación trataban ellos de imitar desde lejos. Por tanto, la impre-
sión que extraían del libro inevitablemente era muy confusa. Karamzin
sentía una admiración ingenua por todo lo que veía, y ansiaba acicatear a
su país para que se enganchara en las filas del progreso europeo; pero tam-
bién transmitía un sentido de presagio.
Las etapas iniciales de la Revolución francesa coincidieron con su pri-
mera visita a Francia; y a pesar de que, igual que tantos otros, el liberal
masónico Karamzin saludó a la Revolución con sentimientos parecidos a
los de Wordsworth ("Pero Europa en ese tiempo se estremecía de júbilo
con Francia erguida en la cúspide de las horas doradas") ,3 como al poeta
inglés también a él los episodios posteriores de la Revolución lo llenaron
de congoja y desilusión. Ya para el tiempo en que regresa con el objeto de
publicar sus Cartas, les hace a sus compatriotas la advertencia de que no
sigan el camino europeo , pues éste había desembocado en la subversión y
en el caos social. Así pues, las Cartas de Karamzin ayudaron a difundir la
idea -tan importante para el pensamiento ruso del siglo x1x- de que Eu-
ropa era una civilización condenada a desaparecer y que ya estaba agoni-
zando. Cuando lván Karamázov recita su letanía acerca de los desapareci-
dos esplendores del "cementerio" cultural europeo , lo único que hace es
repetir sentimientos que Dostoievski hacía ya mucho tiempo había recogi-
do en las páginas de Karamzin.
A pesar de que nunca se estudió a fondo y en detalle la influencia que
las Cartas de Karamzin ejercieron sobre Dostoievski, seguramente fue más
importante de lo que deja traslucir este descuido. Por ejemplo, al principio
del libro, Karamzin hace una visita de paso a Kant, el sabio de Kónigsberg,
quien recibe muy hospitalariamente a ese joven visitante ruso que no ha-
bía sido invitado. El filósofo no resiste la tentación de aprovechar esa opor-
tunidad de exponer, para beneficio de Karamzin y en un lenguaje adecua-
do a oídos no acostumbrados a las sutilezas filosóficas, las dos ideas
1
William Wordsworth, The Prelude, libro 6, vv. 339 y 340:
LA FORMACIÓN CULTURAL . ~ 89
principales de la Crítica de la razón práctica, que fuera publicado apenas un
año antes. Kant explica que la conciencia del bien y del mal es innata a la
humanidad; que dicho conocimiento está indeleblemente grabado en el
corazón humano. Sin embargo, la vida terrenal muestra una notoria con-
tradicción: en este mundo , los virtuosos, aquellos que eligen vivir de acuer-
do con el bien y obedecer a la ley moral, no siempre son los que prosperan
y reciben su justa recompensa. Pero si -como debemos suponerlo- el
Eterno Espíritu Creador es racional y caritativo, entonces también tenemos
que suponer que esta contradicción no quedará sin resolver. Por lo tanto,
postulamos la existencia de una vida inmortal después de la muerte física,
en la cual los buenos reciben su recompensa, a pesar de que la razón hu-
mana nunca puede probar este postulado. Así pues, Dostoievski se encon-
tró con estas dos ideas - la de la conciencia moral como una parte inextri-
cable de la naturaleza humana, y la que afirma que la inmortalidad es una
condición necesaria de todo orden del mundo que pretenda tener un sen-
tido moral- cuando siendo niño leyó a Karamzin, y ésta fue la base o ci-
miento de todos sus conocimientos posteriores.* También resulta gracioso
* La entrevista que Karamzin hizo a Kant es tan interesante, y tan poco conocida, que no
puedo menos que citar su pasaje principal. "La actividad es el sino del hombre -decía Kant-.
Nunca está completamente satisfecho con lo que tiene, sino que siempre está luchando por
obtener algo más. La muerte nos sorprende en el camino por conseguir algo nuevo que
deseamos. Dése a un hombre lo que desea tener y, no obstante, en ese preciso momento,
sentirá que ese todo no lo es. Al no lograr entender el propósito y el fin de nuestra lucha por
la vida aquí en la tierra, suponemos que existe un tiempo futuro en el que se descifrará el
enigma . Esta idea resulta muy atractiva para el hombre , puesto que en el plano terrenal no se
da el equilibrio entre alegría y sufrimiento, entre placer y dolor. Me reconforta el hecho de que
ya tengo sesenta años, pues así pronto llegaré al final de mi existencia, y, por lo tanto , podré
iniciar otra mejor.
"Ahora que pienso en las alegrías que he tenido, no siento placer, pero cuando vienen a mi
memoria esas veces en que actué de acuerdo con la ley moral de mi interior, siento verdadero
regocijo. Hablo de la ley moral que podríamos llamar conciencia, ese sentido del bien y del
mal que tiene existencia propia. Mentí, y aunque nadie lo sabe, me avergüenzo. Cuando
hablamos de una vida futura, no hay seguridad en nuestras palabras; pero cuando sopesamos
todas las cosas, la razón nos obliga a creer en ella. Y suponiendo que lográramos ver esa
vida futura, ¿qué pasaría? Si nos entusiasmáramos con esta posibilidad, ya no podríamos
interesarnos en nuestra vida presente, y estaríamos siempre en un estado de decaimiento.
Y, en el caso contrario , no podríamos contentarnos con decir, en medio de las tribulaciones
de la vida terrenal: '¡Quizá sea mejor en nuestra otra existencia! ' Pero cuando hablamos del
destino, de una vida futura , etc., creemos en la existencia de una Inteligencia Creativa Eterna,
que engendró todas las cosas, a las cuales dotó de un propósito definido. ¿CuáP ¿De qué
manera? En este punto, incluso el hombre más sabio admite su ignorancia. En este momento,
90 ... MOSCÚ
advertir que la mayoría de los rótulos franceses que aparecen en sus pági-
nas (l'homme de la nature et de la véríté, etc .) pueden todos ellos encontrarse
en las Cartas de Karamzin, y que el libro contiene un relato acerca de dos
heroicos amantes predestinados, Teresa y Faldoni, cuyos nombres Dostoiev-
ski utilizará en Pobres gentes.
Dostoievski no sólo aprendió de la Historía y de las Cartas de Karamzin.
También, cuando era niño, sus padres le leyeron los cuentos cortos de di-
cho autor, escritos en un estilo patético-pastoral que muestra la influencia
de Sterne, Gessner y Florian. El nombre del más famo so y popular, Pobre
Liza, habría de perdurar en el título , Pob res gentes, que elige Dostoievski
para su primera novela.
La égloga sentimental de Karamzin es un lacrimo o lamento acerca del
triste destino de una bella y virtuosa doncella campesina que es seducida
y posteriormente abandonada por un joven aristócrata de buenas intencio-
nes pero de carácter débil; y aunque, por más vuelo que le demos a la ima-
ginación, es imposible considerar como "reali ta" el tratamiento que le da
Karamzin a este tema, es el primero de los grandes escritores rusos en abor-
dar un asunto que refleja algo de las tensiones sociales de la \ida rusa en
su época. Además, la observación que pone entre paréntesis y en la que
dice que "las mujeres campesinas también saben am ar" fue causa de un
gran revuelo por haberse atrevido a afirmar que el siervo-campesino y el
aristócrata compartían una misma condición humana. Por muy tímido y
afectado que fuese, el humanitarismo de Karamzin continuaba siendo pre-
cursor directo del realismo social "filantrópico" que caracterizó a la escuela
naturalista de la década de 1840; y ésta es la tradición de la literatura rusa
dentro de la cual Dostoievski comenzaría su carrera.
LA FORMACIÓN CULTURAL ~ 91
Scott (Zagoskin, Lazhechnikov, Masalski) . Esos autores revelan que los
Dostoievski mayores estaban muy interesados en conocer los últimos pro-
ductos literarios del nacionalismo romántico. Los padres también iniciaron
a los niños en el conocimiento de la obra de su poeta favorito, Zhukovski,
quien estaba muy influido por la escuela inglesa del "cementerio", represen-
tada por Gray y Young y por las baladas de los románticos alemanes. Sin
duda que Zhukovski atraía a los Dostoievski mayores por su melancólico
desengaño respecto de la vida terrenal y por su nostalgia de un mundo de
felicidad más allá de la tumba. Dostoievski también se familiarizó con la
poesía de Derzhavin -el único poeta ruso del siglo xvm auténticamente
inspirado- cuya famosa oda a Dios, escrita dentro de la tradición del deís-
mo filosófico , evoca con gran fuerza la inmensidad del universo y la majes-
tuosidad inconmensurable del poder creador de Dios. Seguramente debió
causarle una enorme impresión a esa tierna sensibilidad de Dostoievski,
que tan bien había sabido responder al Libro de Job .
Estos pormenores, tomados de las Memorias de Andrei Dostoievski,
no habrían parecido muy insólitos en el seno de una familia de la Europa
occidental en aquel mismo periodo . Pero , para un niño ruso de la época,
no era lo normal recibir una iniciación cultural tan meticulosa y, sobre
todo , tan sólidamente imbuida en el conocimiento de la literatura rusa.
A pesar de sus estudios del francés, fu e la cultura rusa la más descollante
en el horizonte de su niñez y la que eclipsó a todas las demás. También a
este respecto, como sucedió con su educación religiosa, el contraste con la
mayoría de sus contemporáneos fue muy notorio .
A diferencia del doctor Dostoievski, casi todos los padres rusos de la
clase alta ponían muy poco interés personal en la educación de sus hijos.
En cuanto se les quitaban los pañales, eran entregados a preceptores e insti-
tutrices extranjeros para adquirir el obligatorio lustre de los modales euro-
peos. Como resultado , mientras que en general el joven noble ruso se sentía
"muy cómodo cuando se hablaba de la literatura y de la historia de Europa
occidental", en cambio solía ser un "perfecto ignorante en lo referente a las
letras rusas y al pasado de su país natal" .4 Por ejemplo , sus primeras aven-
turas librescas las obtiene Herzen de la extensa biblioteca de su padre, espe-
cializada en literatura francesa del siglo xvm. En su obra Mi pasado y mis
ideas, no menciona ni un solo libro ruso entre los que más amó cuando
4
Marc Raeff, Origins aj the Russian Intelligentsia (Nueva York, 1966), p. 142.
92 ... MOSCÚ
niño. Tolstoi aprendió el francés con su tía y en Infancia inmortalizó a su
bondadoso tutor de alemán, Fedor Ivanóvich. Aunque a los ocho años po-
día recitar algunos poemas de Pushkin, en realidad los había estudiado por
su cuenta, pues nunca recibió lecciones de literatura o historia rusas antes
de ir a la escuela un año después. También Turgueniev tuvo preceptores de
francés y de alemán, pero quien le enseñó a leer y a escribir en ruso fue el
mayordomo siervo de su padre. A los ocho años logró entrar subrepticia-
mente en una habitación cerrada con llave que contenía una biblioteca en
ruinas, y fue allí donde por primera vez leyó un libro escrito en ruso (la ve-
nerable epopeya Rossiada de Kheraskov)* En cambio, a Dostoievski le en-
señaron a una edad mucho más temprana a identificarse emocionalmente
con Rusia y su pasado , y a enorgullecerse de las obras que la nueva cultura
rusa estaba creando a imitación de las de Europa occidental.
* Este tipo de educación que recibía la aristocracia rusa -educación que no incluía la
enseñanza del idioma nacional - continuó mucho tiempo después de iniciado el siglo xx. "Un
día de verano, en ocasión de una de sus [de mi padre] breves estancias en nuestra casa en el
campo --escribe Vladimir Nabokov-, comprobó, para consternación de su amor a la patria, que
mi hermano y yo podíamos leer y escribir en inglés, pero no en ruso (excepto kakao y mama).
Ordenó que el maestro de la aldea viniese todas las tardes a darnos lecciones, y a llevarnos a
paseos." Esto ocurría en 1905. Vladimir Nabokov, Speak, Memory! (Nueva York, 1968) , p. 20.
94 ... MOSCÚ
las obras que escribió luego de regresar de Siberia a menudo se burlan del
nombre del poeta y del "schillerismo" como sinónimos de una absurda
concepción sentimental de la naturaleza humana. Pero esto no significa
que Dostoievski hubiera dejado de admirar la obra de Schiller, o de consi-
derar nobles e inspiradores los ideales del poeta alemán. En los últimos
años de su vida, Dostoievski trató en varias ocasiones de leerles a sus pro-
pios hijos Los bandidos, pero, desgraciadamente, con esa lectura sólo con-
seguía que se durmieran.
¿Qué le habrá causado esa "tremenda impresión" al ver por primera
vez representado en teatro el violento Sturm-und-Drang de Schiller? Por
un lado, pudo impresionarle la rebelión de Karl Moor en contra de lapa-
ternidad divina y humana, su aventurero intento de rectificar a su modo
las injusticias de su sociedad volviéndose delincuente y criminal, o cuan-
do menos jefe de una pandilla de asesinos. Por el otro lado , acaso se ho-
rrorizó ante la blasfemia y la villanía parricida de Franz Moor, quien utili-
za las cínicas ideas del materialismo del siglo xvm para justificar sus
crímenes. Es probable que fuera ése su primer encuentro con este tipo de
ideas, que él luego atacó cuando en el decenio 1860-1869 dichas ideas
resucitaron disfrazadas de nihilismo ruso. El terror que , a pesar de su pro-
fesado ateísmo, le inspiraban a Franz Moor el infierno y la condenación
eterna era una demostración escalofriante de que es imposible arrancarle
al corazón humano esa chispa de conciencia acerca de la cual , como quizá
lo recordara el adolescente Dostoievski , también Kant había hablado .
Y cuando Karl Moor, luego de abandonar su vida de bandido , acaba por
rendirse voluntariamente a un clérigo que representa la ley de Dios sobre
la tierra , admite la existencia de un poder moral más fuerte que su propia
voluntad individual: un poder que es el único al cual está reservada la ta-
rea de impartir la justicia divina . Estos temas de Schiller permanecieron
con Dostoievski a lo largo de toda su vida; y cuando le llega el momento
de escribir, en Los hermanos Karamázov, su propia versión de Los bandidos,
la abundancia de referencias y citas schillerianas nos está indicando hasta
qué punto podía aún expresar sus valores más profundos en el lenguaje
del poeta alemán.
Otro escritor que hechizó la adolescencia de Dostoievski, y al cual más
tarde también le atribuyó una importante influencia en su formación y
evolución espiritual, fue Walter Scott. Durante uno de los veranos pasados
en Darovoe cuando tenía doce años, Dostoievski devoró todas las novelas
LA FORMACIÓN CULTURAL ~ 95
de Scott; Andrei lo describe llevando siempre consigo un ejemplar de
Quentin Durward o de Waverley mientras estaba en la casa. Los Dostoievski
tenían su propia colección de las obras del "hechicero escocés" (Pushkin)
en una traducción anticuada y sumamente recargada; pero a pesar de ello,
los libros eran ansiosamente leídos y vueltos a leer por los niños. En la
misma carta en la que habla de Schiller, Dostoievski le insiste al destinata-
rio que haga leer a su hija adolescente las novelas de Scott, y añade que
"como resultado de esta lectura tantas bellas y elevadas impresiones traía
conmigo cuando me metí en la vida que, seguramente, ellas le dieron a mi
espíritu una gran fuerza para luchar contra las tentaciones seductoras, apa-
sionadas y corruptas". 8
También en este caso nos resulta difícil saber en qué consistían estas
"bellas y elevadas impresiones". Pero ciertos indicios aparecen en un pa-
saje (posteriormente suprimido) tomado de la versión de revista de Ne-
totchka Nezvánova (1849). La pobre muchacha huérfana Netotchka llega por
fin a vivir en el seno de una familia aristocrática, después de haber sufrido
una infancia terrible en medio de la pobreza y las angustias psíquicas , y
allí encuentra consuelo en su descubrimiento de las novelas de Scott.
Este afecto por la familia, que es descrito de un modo tan poético en las nove-
las de Scott, y que se va revelando a través de todos sus libros con tanto
amor, penetraba mi espíritu como una agradable y vigorizante respuesta a
mis recuerdos y sufrimientos. Este sentido de la familia era el ideal en cuyo
nombre Scott creó su novela, un sentimiento al cual esas obras supieron darle
un elevado sentido histórico y que describieron como la condición necesaria
para la conservación de la humanidad [2: 450-451].
Desde luego que cuando Dostoievski tenía doce años de edad difícil-
mente habría podido expresar esas ideas acerca de Scott; pero no hay moti-
vo para poner en duda que sentía algo parecido a la emoción que describe.
Quizás este aspecto de Scott le haya causado una impresión tan fuerte por-
que, como le sucedía a Netotchka, le servía como una especie de compen-
sación emocional por algunas de las carencias que notaba en su propio
hogar. Es posible también que, como lo había hecho Schiller, Scott le de-
mostrara la importancia de conservar la unión de la familia a cualquier
8
Pisma, vol. 4 (18 de agosto de 1880), p. 196.
96 ~ MOSCÚ
precio, y que de esa manera lo estuviera ayudando para aceptar su propia
situación con un poco más de ecuanimidad. Además, resulta interesante
señalar que acaso la conciencia todavía en germen del adolescente Dos-
toievski haya percibido que el "sentido de familia" que aparece en las no-
velas de Scott tenía "un elevado significado histórico", probablemente
como una alusión al hecho de que el conservadurismo de Scott y su glori-
ficación de las relaciones patriarcales entre gobernante y gobernados cons-
tituían el soporte más firme para asegurar la estabilidad social. Si esto fuese
así, entonces quiere decir que se trata precisamente de la relación entre el
padre-zar y sus "hijos" -sus súbditos- la que más adelante Dostoievski
habría de convencerse a sí mismo de que existía en Rusia, y que , según su
criterio, serviría como dique de contención contra el individualismo des-
tructivo de la sociedad europea. Por supuesto que , para la época en que
fue escrito el pasaje acerca de Scott, o sea poco antes de que Dostoievski
fuera arrestado con la acusación de ser un conspirador político, tenía ideas
completamente distintas; pero, no obstante, es evidente que el ideal que
había recogido de Scott acerca de un orden social basado en un "sentido de
familia" ejercía sobre él una atracción muy fuerte. Más adelante en su vida,
también él llegó a creer que la protección de ese "sentimiento" era una
"condición necesaria para la conservación de la humanidad". Y si, después
de El rey Lear, Los hermanos Karamázov es la obra más perfecta jamás escri-
ta para ilustrar los horrores morales que sobrevienen cuando se destruyen
los lazos familiares, ello se debe, en parte , a que toda su vida Dostoievski
reflexionó sobre el tema.
LA FORMACIÓN CULTURAL ~ 97
dos que eran sus preferidas: Bursak, de Narezhny (un cuento picaresco
dentro de la tradición de Gil Blas, con algunas escenas de la vida de semi-
nario en la Ucrania que influyó en Gógol), y Serdtse i Dumka [El corazón y
la cabeza], escrita por uno de los novelistas más originales de los años
treinta, Alejandro Veltman, quien en este caso utiliza el tema del doble con
fines cómicos y satíricos.
El doctor Dostoievski estaba suscrito al nuevo periódico de moda en
ese entonces, la Biblioteca para Lectura, que era editado por ese personaje
excéntrico, el polaco Osip Senkovski , que se había convertido en un per-
fecto ruso. Profesor de lenguas del Cercano Oriente en la Universidad de
San Petersburgo y lingüista de extraordinario talento , Senkovski era tam-
bién un influyente editor, crítico y parodista que escribía con el seudónimo
de Barón Brambeus. A pesar de ser un encarnizado enemigo del nuevo ro-
manticismo, sobre todo de la especie francesa, Senkovski tuvo la suficien-
te sagacidad, como editor, de traducir algunas de las primeras obras de
Balzac y de George Sand (para ser verídicos, digamos que las publicadas
en versiones truncas), y para dedicarles considerable atención crítica. Uno
de los blancos predilectos de sus ataques era la novela histórica ("fruto de
la seductora fornicación entre la historia y la imaginación"),9 y años des-
pués Dostoievski recordaría que el aluvión de ese tipo de novelas otrora
"abastecía de sabroso alimento al ingenioso Barón Brambeus" (3: 12). Fue
probablemente en las páginas del periódico Biblioteca para Lectura donde
Dostoievski conoció por primera vez a escritores tales como Victor Hugo ,
Balzac y George Sand, quienes muy pronto desempeñarían un papel muy
importante en su evolución espiritual y literaria.
Al mismo tiempo , en el aula empezaba a tener sus primeros contactos
con las ideas del idealismo y del romanticismo alemán. Su profesor de lite-
ratura durante el primer año de secundaria fue I. I. Davidov, quien perte-
necía al redu cido grupo de profesores universitarios que difundieron en
Rusia las ideas de Schelling. Davidov instruyó en forma muy completa a
Dostoievski respecto de la tradición del arte y la estética idealista románti-
ca alemana que dominó a la cultura rusa en el decenio de 1830-1839. Lo
que más profundamente lo afectó fue la teoría de Schelling, de que el arte
es un órgano de conocimiento metafísico , en realidad el vehículo median-
te el cu al se le revelan a la humanidad los misterios de las verdades tras-
9
Citado en Lo u is Pedrotti, ]osef-]ulian Sehowshi (Berkeley/ Los Ángeles, 1960), p. 116.
98 ... MOSCÚ
cendentales. De hecho , toda la generación de los cuarenta estuvo imbuida
en esta creencia de que el arte tiene una elevada misión metafísica; y nadie
habría de defenderla en el futuro con más entusiasmo y lucidez que Dos-
toievski.
Como lo veremos en seguida, Dostoievski estuvo también influido
por la concepción de Schelling de que la razón discursiva no puede cap-
tar las verdades superiores, pero que éstas pueden ser comprendidas me-
diante una facultad superior de "intuición intelectual", y asimismo por su
teoría idealista que sostiene que la naturaleza no es estática y mecánica
sino dinámica o, en otras palabras, que posee un significado y una finali-
dad espirituales. Al joven Dostoievski esas ideas debieron parecerle una
grata confirmación, que le ofrecían la ciencia y la filosofía más actualizada
en aquel momento, de las convicciones religiosas que le inculcaron cuan-
do niño y que siempre había aceptado.
Sin embargo , para Dostoievski , muchísimo más importante que todas las
influencias que mencionamos hasta aquí, fue la de Alexander Pushkin.
Una parte de la prosa de Pushkin fue leída en el círculo familiar (tal vez
sus Cuentos de Belhin y la Historia de la insurrección de Pugachev, ambos pu-
blicados en 1834), pero como todavía su fama de ninguna manera estaba
afirmada, el entusiasmo juvenil tanto de Mijaíl como de Fiódor por la
obra de Pushkin es una prueba de la seriedad de sus inclinaciones litera-
rias. Al parecer, surgió una amistosa disputa de familia entre las genera-
ciones acerca de los méritos comparativos de Zhukovski y de Pushkin, y
entonces se organizó una competencia para dirimir esa cuestión. Mijaíl
aprendió de memoria la obra de Zhukovski, El conde Hafsburg, y a Fiódor
le fue asignada La muerte de Oleg, de Pushkin; ambos recitaron las obras
ante el jurado constituido por sus padres , quienes fallaron en favor de
Zhukovski, declarándolo vencedor, aunque sin lograr convencer del todo
a sus vástagos. Con frecuencia , María Feodorovna pedía a sus hijos mayo-
res que le recitaran los dos poemas , y escucharlos fue uno de los últimos
placeres que disfrutó en su lecho de muerte. Algunas de las obras más
importantes de Pushkin aparecieron durante la adolescencia de Dostoiev-
ski (La reina de espadas , Canciones de los eslavos occidentales, El caballero
100 .. MOSCÚ
evidentes profundizaciones de los bocetos originales pushkinianos lo que
los eleva al plano de intensidad trágica ... "1º Cabe hacer esta afirmación
en particular respecto del periodo postsiberiano de Dostoievski, cuando
sus personajes ascienden a las más auténticas cumbres trágicas; pero es
igualmente válida para sus obras del decenio de 1840-1849, aunque en
dicho periodo reduce y simplifica (en lugar de expandir o profundizar) de-
terminados temas pushkinianos. Los aterrorizados empleados de oficina
de los primeros cuentos no habrían podido existir sin El jinete de bronce y
El jefe de estación; Raskólnikov recrea la locura homicida del Hermann de
Pushkin en La reina de espadas, que igualmente está obsesionado por una
idea fija, e igualmente dispuesto a asesinar para obtener riqueza y poder;
Stavroguin transforma al encantador Eugenio Oneguin , bueno para nada,
en una aterradora fuerza demoniaca. El tema de la impostura - tan bri-
llantemente dramatizado en Boris Godúnov, y tan fatal y ominosamente pre-
sente en la historia rusa- también aparece como una presencia obsesiva
en las páginas de Dostoievski de la primera a la última, comenzando con
El doble, volviendo a ser retomado en Los demonios, y culmina majestuosa-
mente con La leyenda del Gran Inquisidor.
D. V Grigoróvich, quien posteriormente habría de convertirse en un
novelista destacado, fue por un tiempo compañero de estudios de Dostoiev-
ski, en la Academia de Ingenieros Militares . Recuerda que le causó gran
impresión no sólo el conocimiento tan perfecto que Dostoievski tenía de
las obras de Pushkin, sino también el hecho de que, de todos los demás
estudiantes, fuera el único que se tomó a pecho la muerte de Pushkin. Este
testimonio es una valiosa confirmación de lo que sabemos por Andrei; y
nos permite precisar una imagen clara de cómo era Dostoievski en esa épo-
ca de su vida. Lo que ya en ese entonces lo distingue de sus compañeros es
la profundidad de su compromiso con la literatura; es evidente que desde
el punto de vista emocional vivía en un mundo completamente diferente
del de sus camaradas, quienes tenían la cabeza llena de preocupaciones e
intereses más concretamente prácticos. A los dieciséis años, es el infortu-
nado destino de su ídolo literario, así como todo lo que la muerte de Push-
kin implicaba para la cultura rusa, la preocupación que comprometía los
10 Leonid Grossman, Biblioteka Dostoevskogo (Odesa, 1919), p. 70; para más detalles véase
A. L. Bem, U Istokov Tvorchestva Dostoevskogo (Praga, 1936), pp. 37-123; un buen tratamiento
reciente es el ensayo de D. D. Blagoy, "Dostoevsky i Pushkin", en Dostoevsky-Khudoznik i
Myslitel (Moscú, 1972), pp. 344-426.
SAN PETERSBURGO
VI. La Academia de Ingenieros
~ 105
Y esa joven ciudad, de las tierras tramontanas belleza y portento, surgiendo
del rocío de bosques y de la bruma de ciénagas , se elevó en toda su grandeza
y en todo su orgullo; allí donde en otro tiempo el pescador finlandés , huraño
hijastro de la naturaleza, había tendido en medio de su soledad en playas de
suave declive sus desgarradas redes, h oy junto a muelles bulliciosos se aglo-
meran, fuertes y simétricas, las siluetas de torres y palacios; barcos proceden-
tes de todos los confines de la tierra pululan hacia ese próspero puerto; el
Neva se ha vestido de piedra ; puentes atraviesan de lado a lado sus aguas; ar-
boledas umbrías recubren sus islas; y ahora frente a la capital más joven , la
vieja Moscú queda oscurecida ... como , delante de la nueva zarina , la viuda
de la púrpura. 1
Para todos los jóvenes rusos, el viaje desde Moscú hasta San Petersbur-
go simbolizaba la entrada en el mundo moderno , la trayectoria del pasado
al presente, desde la ciudad de monasterios y procesiones religiosas hasta
aquella otra de adustos edificios gubernamentales y gigantescos desfiles mi-
litares, el viaje hasta el lugar donde Pedro el Grande había abierto "una
ventana hacia Europa". Para Mijaíl y Fiódor Dostoievski también represen-
taba el itinerario desde la adolescencia hasta la edad adulta , el final de ese
mundo familiar seguro y protegido que habían conocido hasta entonces y
el comienzo de las inseguridades propias de la independencia.
Muchos años después, Dostoievski describió este viaje en el Diario de
un escritor, rememorando el estado de ánimo con que ambos muchachos
se acercaban a esta nueva etapa de sus vidas. Es evidente que, al menos en
lo que a Fiódor se refiere , ya se sentía abrumado por el conflicto o dilema
que habría de emponzoñar su vida hasta su retiro del Ejército , en 1844.
A pesar de que , según nos dice Fiódor, tanto él como su hermano tenían la
cabeza llena de los conocimientos matemáticos que necesitaban adquirir
para su examen de admisión en la Academia, ambos acariciaban secretas
ambiciones literarias e incluso se dedicaban activamente a la composición.
"Soñábamos sólo con la poesía y con los poetas. Mi hermano escribía ver-
sos, no menos de tres poemas al día, hasta cuando viajábamos, y yo dedi-
caba todo mi tiempo a crear en mi cabeza una novela acerca de la vida
veneciana ."2 Ambos jóvenes habían proyectado que , en cuanto llegaran a
1
La traducción en prosa que cito pertenece a Edmund Wilson y aparece incluida como
apéndice a la obra de D. S. Mirsky, Pitshki n (Nueva York, 1963), pp. 261-270.
' DW (enero de 1876), p. 184.
Esta breve escena se me presentaba, por así decirlo, como un emblema, como
una demostración muy gráfica del vínculo entre causa y efecto. En este caso,
cada golpe que se le propinaba al animal era causado por cada golpe que reci-
bía el hombre. Al final del decenio de 1840-1849, en la época de mis sueños
más fervientes y desenfrenados, me asaltó de pronto la idea de que , si alguna
5
DW (enero de 1876), p. 186.
6
F. M. Dostoievski, The Notebooks for Crime and Punishment, ed. y trad. al inglés de Edward
Wasiolek (Chicago, 1967), p. 64.
7
DW (enero de 1876), p. 186.
8
ldem.
11
Pisma, vol. 4 ( 4 de febrero de 1838), p. 236.
23
Sigmund Freud, Character and Culture, ed. Philip Rieff (Nueva York, 1963), p. 282.
27
Ibid. , vol. 1 (3 1 de octubre de 1838), p. 49.
Viví en el mismo campamento que él, en las mismas tiendas de tela de lino ...
y pude pasármela sin mi propio té (recibíamos un poco en la mañana, y otro
poco en la noche), sin más botas que las que me fueran entregadas, y sin un
baúl para mis libros, aunque leía tanto como F. M. Dostoievski. En conse-
cuencia, todo ello no respondía a una necesidad real, sino simplemente al
28
Jbid.,vol. 4 (5 de junio de 1838), p. 238.
29
Idem.
30
Ibid., vol. 1 (10 de mayo de 1839), p. 52.
'' Acerca del asesinato, un rumor que aún persiste señala que el doctor Dostoievski sufrió
un ataque sexual , o una mutilación . Henri Troyat escribió que uno de los asesinos "prensó sus
genitales [de la víctima] con todas sus fu erzas"; más recientemente, Manhe Roben habla con
mayor seguridad de "la castración que tuvo lugar junto con el crimen ". Henri Troyat, Dostoevsliy
(París, 1960), p. 52; Manhe Roben, "L'lnconscient, creuset de l'oeuvre", en el volumen colecti-
vo Dostoevshy (París, 1971), p. 148.
Sobre este punto, la única información d igna de confianza - e incluso, en este caso, de se-
gunda mano- proviene de dos fu entes: las Memorias de Andrei Dostoievski, y los relatos
transmitidos de generación en generación por los descendientes de los campesinos de Darovoe,
testimonios que fueron recogidos por V. S. echaeva y otros, y reunidos en el libro de esta au-
tora. Por supuesto, esta información consiste en rumores que datan de casi un siglo , y que han
siclo adornados con gran número de detalles por la tradición oral campesina. En uno de los re-
latos de Nechaeva hay una frase, no muy clara, que puede interpretarse como una referencia
aproximada de lo que Troyat considera un hecho. En ninguna otra parte de la obra de la autora
se menciona la castración. DVS, vol. 1, p. 89; V. S. Nechaeva, V Seme ... , op. cit., p. 54.
'' * Al tiempo de llevar a impresión el presente volumen , se ha dado a conocer nuevo material
informativo de importancia, el cual plantea la duda de si la muerte del doctor Dostoievski se
debió realmente a un asesinato. Según la descripción que ofrece Andrei, se hizo ocultar al su-
puesto asesino, y se dio como causa de la muerte un ataque de apoplejía; los campesinos logra-
ron sobornar a las autoridades locales entregándoles una considerable cantidad de dinero. Cómo
estos campesinos pobres lograron reunir dicha suma es un misterio al que Andrei se refiere , pero
no aclara; sin embargo , da como un hecho que fue entregado el dinero que se requería para rea-
!izar el soborno. Una semana después de la muerte del doctor Dostoievski, ya éste en su tumba,
su suegra reunió a los hi_¡os más _¡óvenes, y se dedicó a buscar otras pistas . Dos de sus vecinos
-el mayor Khotiaintsev, ya retirado , y su esposa- le dijeron que la muerte no había sido natu-
ral, sino que se había debido a un asesinato; y le aconsejaron que no investigara más sobre el
asunto, con el fin de cuidar la reputación de la familia. Ésta fue la versión en torno al fallecimien-
to del doctor Dostoievski que ella llevó a Moscú, y que fue aceptada por la familia .
Recientemente, un investigador, que incluso fue a examinar los archivos correspondientes
a la iurisdicción en donde estaba ubicada la propiedad de los Dostoievski, nos ha traído una
visión completamente distinta sobre los hechos. En primer lugar, lejos de haber sido sepultado
apresuradamente, sin celebrar ninguna ceremonia. el cadá\·er del doctor Dostoievski fue exami-
nado de manera independiente por dos médicos del lugar; ambos coincidieron en que la causa
de la muerte había sido un ataque de apoplejía. En segundo lugar, el rumor de que posiblemen-
te se trataba de un asesinato fue comunicado a las autoridades po r otro vecino, A l. Leybrekht,
quien, no obstante, atribuyó tal información a Khotiaintsev. La Corte provincial sometió a in-
vestigación el asunto; interrogó al mayor, y cuando éste negó ser el autor del rumor preparó un
careo entre ambos. Khotiaintsev se mantuvo en su negativa; entonces, Leybrekht lo acusó de
haberle pedido que pusiera sobre aviso a las autoridades, ante la posibilidad de que se tratara
de un asesinato. Es necesario señalar que Khotiaintsev estuvo involucrado en un proceso judi-
cial en contra de la familia Dostoievski en relación con un desli nde de tierras; además, era un
terrateniente muy rico, y trabajaban en sus propiedades cerca de quinientas personas . En el
caso de que se acusara a los campesinos de haber asesinado al doctor Dostoievski, y por ello se
les enviara a Siberia , Khotiaintsev podría apoderarse, por una bagatela, de las propiedades del
muerto. Quizá esto explique por qué deseaba propagar el rumor de que Dostoievski había sido
asesinado, pues de esta manera también aparecía como un amigo de la familia, preocupado por
los intereses de ésta.
Durante más de un año, varios grupos provinciales de abogados continuaron investigando
el caso. Se interrogó a los parientes del doctor Dostoievski que residían en Moscú, y también a
la niania de los niños, Aliona Frolovna, quien había estado en Darovoe cuando ocurrió la muer-
te. Se sometió a in terrogatorio a varios campesinos sospechosos del asesinato , de acuerdo con la
versión que corría, pero no se descubrió ninguna prueba de delito. Debe recordarse que cual-
quier "sospecha" _Justificable podía bastar para enviar al exilio a los campesinos, y que el asesi-
nato de un terrateniente era un crimen que el gobierno estaba en la mejor disposición de casti-
gar severamente a quienes lo habían cometido.
A la luz de estos hechos, que ahora se conocen , la descripción de la muerte del doctor Dos-
toievski que se aceptaba como cierta se ha convertido en una cuestión muy ambigua. Toda esta
historia sobre el asesinato, que se inició a partir de Khotiaintsev, quien tenía razones persona-
les para que se aceptara su versión de los hechos, no cuenta con otra prueba, aparte de ésta;
nadie más sabía del asunto. Es difícil creer que todos los implicados en el caso, incluso los dos
médicos, pudieran haber sido sobornados, pues para ello se hubiera requerido una cantidad de
dinero demasiado elevada. Aparentemente, los hijos del doctor Dostoievski no supieron de esta
última investigación; pero el relato que Khotiaintsev hizo a la abuela del escritor, y que la fami-
lia conoció , fue aceptado como veraz por Dostoievski, lo cual tuvo incalculables consecuencias
en su equilibrio moral y emocional. DVS, vol. 1, pp. 89 y 90; G. Fedorov, "K biografi.i F. M.
Dostoevskogo", Liternturnay a Gazeta, núm. 25 (18 de junio de 1975), p. 7.
33 E. H. Carr, "Was Dostoevsky an Epileptid", The Slavonic and East Eumpean Review, núm. 9
16
Idem.
CASI todos los críticos coinciden en afirmar que la educación que recibió
Dostoievski en la Academia de Ingenieros fue bastante deficiente . Es indu-
dable que, sobre todo en las clases más avanzadas, efectivamente perdía
muchísimo tiempo esclavizado por los estudios de matemáticas e ingenie-
ría. Pero la Academia también tenía la loable ambición de dar a esos futu-
ros oficiales del Ejército ruso cierta educación humanista; de modo que, al
menos durante los dos primeros años, los estudios de Dostoievski no fue-
ron un desperdicio total. Asistía a clases de religión, historia, arquitectura
civil, idiomas y literaturas rusa y francesa, y también recibía lecciones de
alemán. Pudo añadir un dominio bastante aceptable de este último idioma
a su conocimiento perfecto del francés; y los excelentes dibujos y bocetos
que aparecen en sus cuadernos de clase -tanto sobre arquitectura europea
como los bocetos de sus personajes- demuestran que había adquirido
considerable destreza en esta rama de las artes . Además, ambos profesores
de literatura rusa y francesa de la Academia eran pedagogos excelentes, que
le permitieron profundizar en el conocimiento sistemático de esas materias.
V. T. Plaksin, quien unos años antes había publicado un manual de histo-
ria de la literatura rusa, que se usaba mucho , ocupaba la cátedra de literatura
rusa en la Academia. Frecuente colaborador de las publicaciones literarias,
se puede describir a Plaksin como un moderado partidario del romanticis-
mo . Aceptaba este movimiento como el arte del mundo moderno; creía que
la religión -desde luego, el cristianismo- había creado la modernidad y el
romanticismo, y hacía hincapié en el nacionalismo como algo inseparable de
la creación romántica. Definía el genio como la capacidad para revelar el mis-
terio de aquello que parece ser un lugar común, e incluso algo repulsivo,
132 ..
elevándolo al plano de lo refinado y hermoso. Las conferencias de Plaksin
versaban sobre Pushkin y Lermontov, y también sobre el poeta popular
Koltsov, el comerciante en ganado que fue uno de los pocos escritores
rusos surgidos del pueblo . En efecto, Plaksin dedicaba gran parte de sus cla-
ses al estudio de la poesía popular rusa, de la cual era un verdadero cono-
cedor. Su concepción de que el genio consistía en la capacidad de elevar lo
ordinario o común al plano más alto, hacía que tuviera un concepto bas-
tante deslucido respecto de las primeras obras de Gógol; y en el decenio de
1840-1849, se expuso a la mofa pública por haber escrito en su manual la
imprudente observación de que, si bien Gógol era "un gran artista", sus
escritos estaban "plagados de repulsivos errores".1 Es imposible saber si
Dostoievski estaba de acuerdo con este juicio cuando era estudiante; pero
tampoco existen pruebas de que haya mostrado ningún interés serio por
Gógol antes de 1842.
En cuanto a ideas acerca de la literatura, Dostoievski no aprendió de
Plaksin mucho más de lo que ya h abía adquirido de Davidov en Moscú;
ambos debieron de enseñarle en esencia las mismas ideas románticas ale-
manas. En cambio , su profesor de literatura francesa , joseph Coumant, fue
algo totalmente distinto. Grandes elogios se prodigan al curso de Coumant
en las Memorias de l. Sechenov, quien posteriormente habría de convertir-
se en el famoso fisiólogo y maestro de Pavlov, y que ingresó a la Academia
en 1843 . También Dostoievski se benefició de los conocimientos de Cour-
nant, y pronto comenzaron a aparecer en sus cartas abundantes citas no
sólo de Racine, Comeille y Pascal, sino también de escritores del Renaci-
miento francés, tales como Ronsard y Malherbe. Más importante fue que
Cournant incluyó en sus clases la literatura contemporánea, e inició a sus
alumnos en la lectura de Balzac, Victor Hugo, George Sand y Eugene Sue.
En una carta a su padre, de mayo de 1839, Dostoievski dice que le es "abso-
lutamente necesario" suscribirse a una biblioteca francesa de actualidad.
"¡Cuántas grandes obras de genio hay -genio matemático y militar- en
idioma francés!" 2 Éste es otro ejemplo, acaso el menos odioso, de los subter-
fugios que empleaba Dostoievski para obtener dinero; pero el deseo de es-
tar al día en publicaciones francesas de aquel momento es indudablemente
un homenaje al estímulo que le proporcionaba el curso de Coumant.
1
Citado en V. G. Belinski, Selected Philosophical Works (Moscú, 1948) , pp. 410-411. Citado
en adelante como Works.
2
Pisma, vol. 4 (5 de mayo de 1839), p. 242.
3
DVS, vol. 2 , p. 191.
Podemos apreciar hasta qué punto asimiló Dostoievski los valores de esta
etapa romántica de la cultura rusa por lo que le dice a Mijaíl, aproximada-
mente un año después , en una carta en la que describe a Shidlovski inmer-
so en las angustias de su primera crisis.
No había más que verle para darse cuenta de lo que era: ¡un mártir! Había
adelgazado; tenía las mejillas hundidas; sus chispeantes ojos, secos y ardien-
tes: la belleza moral de su rostro realzada por la decadencia física. Estaba su-
friendo; sufriendo cruelmente. ¡Dios mío' ¡Cómo amaba a la muchacha! (Ma-
ría, según creo.) Ella se casó con otro. Sin tal amor, él no habría llegado a ser
este sacerdote de la poesía: puro , noble , desinteresado ... A veces, en las no-
ches de invierno (hace precisamente un año), mientras se dirigía a sus modes-
11
Idem.
12
Works, p. 14.
13
Pisma, vol. 1 (10 de enero de 1840), p. 56.
14
lv1. H. Abrams, Natural Supematuralism (Nueva York, 1971), p. 65.
1
' Ibid., p. 66.
16
Litemturnoe Nasledstvo, núm . 86 (Moscú , 1973), p. 398; carta 52, nota L
* "En Adam Smith buscó su.educación/ Y no era un mal economista;/ Es decir, podía expli-
car/ Cómo los Estados prosperan y se enriquecen/ Sin el beneficio del oro,/ En total, el secreto
es que sus productos básicos los enriquecen. /Su padre n o logró entenderlo ,/ E hipotecó la
tierra ancestral" (1.7). Utilicé la traducción de Walter Arndt (Nueva York, 1963) .
~ 143
laba su propia conciencia; y estos misterios podían adivinarse en las gran-
des creaciones artísticas de las épocas de fe religiosa, o en las instituciones
metafísicas de los grandes filósofos. De esta manera, el arte y la metafísica
idealista remplazaron todos los otros aspectos de la vida como el núcleo
central del interés cultural. Sólo una publicación -El Telégrafo de Moscú
de N. A. Polevoi- se oponía a esta corriente y, sobre todo, después de
la Revolución de 1830, habría de esforzarse por expresar y dar cabida a la
fuerte orientación social y socialista de gran parte de la nueva literatu-
ra francesa. Pero la propia obra de Polevoi, como novelista, revela la híbri-
da amalgama de influencias tan típica de mediados del decenio de 1830-
1839. Sus mejores narraciones, publicadas bajo el título de Sueños y vida
(1834), describen el arquetípico choque del idealismo romántico entre un
joven artista o "soñador" de elevados principios, y la dura realidad. Es
cierto, como señalan los críticos soviéticos, que sus protagonistas dedica-
dos al arte pertenecen todos a la clase inferior, y tienen que luchar contra
los prejuicios sociales; pero incluso estos críticos coinciden en que el
acento principal de Polevoi está puesto en la permanente disparidad entre
los sueños de la imaginación y las limitaciones de la realidad. Dostoievski
llegó a su madurez intelectual a mediados del decenio de 1830-1839, y se
mostró profundamente influido por la mezcla desigual de las tendencias
culturales predominante en aquellos años.
1
Pisma, vol. 1 (9 de agosto de 1838), p. 47.
Pero tan sólo ver la dura cáscara bajo la cual languidece el universo , saber
que una sola explosión de la voluntad es suficiente para romperla y para fun-
dirse con lo eterno; saber esto y seguir siendo el más inferior de los morta-
les ... , ¡esto es lo terrible! ¡Qué cobarde es el hombre! ¡Hamlet! ¡Hamlet!
Cuando recuerdo aquellos enfurecidos, brutales discursos , en los que resue-
nan los gemidos de un mundo sin vida, no arrancan de mi pecho ni un mur-
7
Idem.
A pesar de la gran admiración que sentía Dostoievski por Balzac, ésta era
igual o quizá sobrepasada por su culto a Victor Hugo. A los dos meses de
su primera mención de haberlo leído , ya se sentía autorizado para negar la
crítica contra el autor francés publicada en la revista de Polevoi. "No hace
mucho -le dice a Mijaíl- leí en El Hijo de la Patria un ensayo del crítico
Nisard acerca de Victor Hugo. ¡Ah! ¡Qué opinión tan baja le merece el fran-
cés! ¡Cuán insignificantes hace Nisard que parezcan sus dramas y sus nove-
las! Son injustos con él, y Nisard (a pesar de ser un hombre inteligente)
dice tonterías." 16 Désiré Nisard -uno de los mejores críticos franceses con-
servadores, que defendía la tradición clásica contra los románticos- era,
en efecto, un hombre inteligente, y el hecho de que Dostoievski se niegue a
dejarse convencer por sus argumentos es prueba fehaciente de la admira-
ción del ruso por Victor Hugo.
Para apreciar la importancia de esta admiración en su justa dimensión,
debemos recordar que, en esa época, Victor Hugo y sus escritos eran una
bandera roja; un símbolo de la gran corriente de humanitarismo social que
se desató a raíz de la Revolución de 1830. "La charité, c'est le socialisme",
escribía Lamartine en 1834,17 revelando el origen cristiano del nuevo mo-
vimiento social; y fueron esos sentimientos cristianos los que Victor Hugo
expresó en su propia obra:
16
Pisma, vol. 1 (31 de octubre de 1838), p. 51.
17
Citado en David Owen Evans, Social Romanticism in France, 1830-1848 (Oxford, 1951), p. 8 1.
Los escritos de Victor Hugo causaron una impresión tan honda en Dos-
toievski precisamente por esta cualidad social y aun cristiana; y, más de
treinta años después, todavía seguía considerando que esos escritos esta-
ban inspirados por una idea "cristiana y de elevada moral". "Puede definir-
se como la regeneración de la humanidad caída, aplastada por el injusto
peso de las circunstancias, la inercia de los siglos y por los prejuicios socia-
les . Se trata de la idea de la justificación de los humillados y de todos los
parias rechazados de la sociedad" (XIII: 52 6).
Si vamos a juzgar por las referencias que posteriormente hace a la obra
de Victor Hugo, El último día de un condenado, fue esta terrible novela breve
la que tuvo más significado para Dostoievski . Este libro -rebosante, como
sugestivamente lo expresa Herzen , de "las extrañas, terribles luces y som-
bras de un Tumer"- 19 es el diario imaginario de un criminal condenado
que espera ser ejecutado por un crimen no especificado. Nunca se escribió
un ataque más acerbo sobre el horror a la pena capital; y existe cierto ele-
mento realmente profético en la evidente fascinación que esta obra ejerce
sobre Dostoievski. Porque llegaría también para él el día en que habría de
sufrir exactamente las mismas agonías del personaje de Victor Hugo y en
que, al describir todos sus tormentos , revelaría la indeleble huella que el
libro de Victor Hugo dejó marcada en su cerebro. Al volver a la prisión
después de la ejecución simulada, en 1849, cuando creyó que sólo un ins-
tante lo separaba de la muerte frente al pelotón de fusilamiento, su prime-
ra reacción fue escribirle una carta a su hermano Mijaíl. Y este conmovedor
documento contiene la frase francesa, sin ninguna otra explicación: On voit
18
Victor Hugo, Oeuvres complétes, vol. 6 ((París, 1882), p. 9 1.
" "Mediante el libro, el drama , en prosa , en verso , / He defendido a los débiles y a los mise-
rables;/Por medio de la súplica a los dichosos y a los inexorables,/ He rehabilitado al bufón, al
comediante,/ A todos los que han sido condenados : Triboulet, Marion,/ El lacayo, el presidiario
y la prostituta. "
19
MPT, vol. 3, p. 1056.
En lo que a Homero y Victor Hugo se refiere, parece ser que con toda inten-
ción me has interpretado mal. Esto es lo que yo dije: Homero (un personaje
legendario , quizá, como Jesucristo, encarnación de Dios, y que éste nos envió
a nosotros) puede compararse sólo con Jesucristo, no con Goethe ... Fíjate
que en la Ilíada Homero le dio a todo el mundo antiguo la organización de su
vida espiritual y terrenal, exactamente en el mismo sentido en que Jesucristo
lo hizo respecto del mundo nuevo. ¿Ahora me entiendes? Victor Hugo, como
poeta lírico , con un carácter puro , angélico, con una tendencia cristiana in-
fantil en su poesía, y nadie puede comparársele en esto .. . Sólo Homero, con
la misma imperturbable confianza en su misión, con su fe infantil en el dios
de la poesía a quien sirve , es similar a Victor Hugo en cuanto a la tendencia de
la fuente de su poesía .. n
exhala indignación contra los vicios e infortunios que ahora torturan a las
clases más pobres de la sociedad europea y ... derrama amargas lágrimas so-
bre aquellos que por necesidad se ven obligados a corromperse, sobre los que
sufren encerrados en los manicomios privados de la razón por sus desgracias,
22 Véase D. G. Charlton, Social Religions in France, 1815-1870 (Londres, 1963), p. 84 .
23
Pisma, vol. 1 (lº de enero de 1840), p. 55.
24
C. A. Sainte-Beuve, Portraits Contemporains, vol. 2 (París, 1869), p. 230.
25
P. N. Sakulin , Russhaya Literatura i Sotsializm (Moscú , 1922) , pp. 3 17-318. Es todavía la
mejor obra sobre el tema.
" Posiblemente en el poema que Barbier escribió en honor de Napoleón tenemos una de las
fuentes de asociación entre éste y la palabra bronze (bronce) en Crimen y castigo. En esta obra, a
la estatua de Napoleón se le menciona una y otra vez como ce bronze (este pedazo de bronce), le
bronze puissant (el pedazo de bronce poderoso), etc. En un primer momento, la gente derribó la
estatua , pero luego la b ·antó y le rindió culto como si fuera un ídolo. Esto es lo que el pueblo
siempre hace , dice Raskólnikov, precisamente "con los grandes criminales" como Napoleón, a
quien se le acusa en el poema de ser el responsable de la hecatombe humana que en su tiempo
hubo en Francia. Auguste Barbier, Lambes et poémes (París, 1871), pp. 31 -42.
1
Pisma, vol. 1 (24 de marzo [febrero] de 1845), p. 76.
158 ""
de la fortaleza de Sebastopol durante la Guerra de Crimea, se convirtió en
un héroe nacional de ese momento crítico de la historia rusa. En respuesta
a una carta de Dostoievski, usó su influencia ante la Corte de Alejandro II
para obtener una amnistía incondicional, luego que fue liberado del cam-
po de prisioneros de Siberia. En 1843, Dostoievski también compartió un
departamento con un estudiante de medicina de Revel-amigo de Mijaíl-
llamado Igor Riesenkampf.
'' No ha quedado claro si Dostoievski obtuvo los mil rublos, pero parece que así fue. Dijo a
la comisión investigadora del caso Petrashevski que en 1845 renunció a la herencia de sus pa-
dres, a cambio del pago inmediato de una considerable cantidad de dinero. N. F. Belchikov,
Dostoevsky v Protsesse Petrashevtsev, 2ª ed. (Moscú, 1971), p. 123.
13
Pisma, vol. 1 (1 ºde enero de 1840), pp. 58 y 59.
t4 Ibid. (segunda mitad de enero de 1844), p. 69.
22
lbid. , pp. 164 y 165.
23
Decade, p. 112.
*Durante los primeros años de la Pléyade (1840-1843), los nombres más conocidos eran
los del propio Panaev y de K. D. Kavelin. Entre 1843 y 1848 el grupo creció, para incluir en-
tonces a Nekrásov, Turgueniev, Dostoievski, Goncharov y Saltykov-Schedrin. También fueron
integrantes ocasionales Ogarev y Herzen, cuando éstos llegaron a San Petersburgo.
24
Véase N. V. Gogol v Russkoi Kritike (Moscú , 1953), p. 122.
25
Decade, p. 112.
26
IFS, vol. 1, p. 4 32.
* La frase entre comillas procede de Las almas muertas.
27
Works, pp. 192 y 193.
28
DVS, vol 1, p. 129.
29
D. V. Grigorovych, Polnoe Sob ranie Sochinenii, vol. 12 (San Petersburgo, 1896), p 266.
1
DVS, vol. 1, p 114.
~ 175
En el curso de nuestras conversaciones, era el primero en explicarme la enor-
m:e importancia de las creaciones de Gógol, todas las profundidades de su
humorismo .. . La más fu erte y más decisiva impresión me la causó cuando
[él] , con indescriptible inspiración, me reveló toda la hondura de las ideas del
cuento El capote. Lo comprendí todo de inmediato, y en particular, el signifi-
cado de "ocultas lágrimas a través de la risa superficial".2
Casi todos los demás datos que tenemos acerca de las actividades literarias
de Dostoievski concuerdan en presentarlo como totalmente inmerso en la
nueva tendencia . Por ej emplo : era un asiduo lector de la novela-folletón
francesa que, a partir de principios del decenio de 1840-1849 , se propaga en
Rusia como el producto de consumo más importante del periodismo fran-
cés, y uno de los medios más eficaces de difusión de las ideas humanitarias
y socialistas. Al descubrir que Mathilde, de Eugene Sue -la primera novela
en la que este autor abandona las aventuras náuticas para dedicarse a los
problemas sociales-, comenzó a ser traducida al idioma ruso , pero que
nunca se había completado el trabajo, le propuso a Mijaíl a fines de 1843
que la tradujeran entre los dos, para publicarla luego ellos mismos. Empe-
zaron a trabajar en el libro, pero como los fondos prometidos para la publi-
cación no les llegaron, el proyecto tuvo que abandonarse. Dostoievski
también leyó Los misterios de París, obra escarbadora de vidas ajenas y expo-
sitora de ruindades (en la cual Sue popularizó ciertas ideas de Fourier), y
que, cuando apareció en Rusia en 1844, fue saludada por Belinski con un
entusiasta artículo. "El autor --escribe Belinski- quiso presentar a una de-
pravada y egoísta sociedad adoradora del becerro de oro, el espectáculo de
los sufrimientos del pueblo sumido en la ignorancia y en la miseria y con-
2
DZhP, p. 92.
La idea de escribir Pobres gentes fue concebida en medio de esta febril acti-
vidad literaria , y todo ello fomentado , de una u otra manera, por la aguda
percepción, por parte de Dostoievski, de la nueva atmósfera literaria de su
tiempo . Esta percepción no sólo se reflejaba en actividades tales como leer
y traducir; también redundó en el hábito de anotar "impresiones" y observa-
ciones que, según él, podrían servirle como material literario. Riesenkampf,
muy preocupado por la indigencia en que vivía su amigo, nos dice que su
propia práctica médica también constituyó una carga económica para Dos-
toievski durante el periodo en que ambos compartieron un departamento .
En efecto , el joven escritor mostraba un gran interés por todos los pa-
10
DW (j unio de 1876), p. 349.
Así pues, para encontrar las "fuentes" de Pobres gentes, lo primero que
debemos hacer es orientar nuestra búsqueda hacia la literatura . Algunos
especialistas afirman que el núcleo del libro puede hallarse en el Diario de
Bárbara, por así decirlo , las confesiones vistas desde el interior, de Pobre
Liza, de Karamzin. En cuanto a tratar de clasificar como anteriores o poste-
riores los heterogéneos estratos que componen la novela, me parece un
derroche innecesario de sutileza o perspicacia; en cambio , considero que
la referencia en el título al relato de Karamzin, como también el estilo del
Diario de Bárbara, constituyen pruebas irrefutables de su vinculación con
el sentimentalismo bucólico de Karamzin.14 También El capote de Gógol, y
El jefe de es tación, de Pushkin, influyeron en la concepción de la obra y,
como veremos, ambos relatos se mencionan en el texto. Menos visible ,
pero acaso no menos decisiva, fue la influencia de Eugenia Grandet, obra
en la que se encomia el heroísmo espontáneo y modesto de una cándida
muchacha campesina, quien demuestra su capacidad de auténtica grande-
za moral. Animada por la fuerza del amor, Eugenia se atreve a desafiar a su
padre, un déspota y despiadado avaro; y, según Balzac, este oscuro drama
familiar, aun cuando "carece de la grandiosidad y del renombre que otor-
gan el veneno, la daga y el derramamiento de sangre", no fue menos cruel
y ominoso que el de "la principesca Casa de Atreo" .15 Estas palabras, junto
13
Ibid. (24 de marzo [febrero] de 1845), p. 76.
14
Esta concepción fue presentada por K. K. lstomin y A. L. Bem. Para un análisis más am-
plio véase el sugerente artículo de Bem, "Pervye Shagi Dostoevskogo", Slavia, núm . 12 (1933-
1934), pp. 134-1 61.
15
Honoré de Balzac , "Eugénie Grandet", en La Comédie Humaine, vol. 3, ed. Marce! Boute-
ron (París, 1947), p 599.
188 ~
Nekrásov se la llevó a Belinski, quien la saludó con igual entusiasmo y va-
loración. P. V. Annenkov visitó a Belinski mientras el crítico estaba enfras-
cado en la lectura del manuscrito de Dostoievski; y ha dejado un relato
menos conocido, pero gráfico, del entusiasmo de Belinski ante su descu-
brimiento.
En una de mis visitas a Belinski, antes de la hora del almuerzo, cuando solía
descansar de su tarea de la mañana, le vi desde el patio de su casa, de pie ante
la ventana de su sala de recib o, sosteniendo un cuaderno de gran tamaño, y
mostrando en el rostro to das las señales del entusiasmo . También él me vio,
y entonces me gritó: "¡Ven en seguida; tengo algo nu ern que decirte!" "¿Ves
este manuscrito ?", continuó di cien do, luego de darme la mano . "Hace casi
dos días que no puedo desprenderme de él. Se trata de una novela escrita por
un principiante; un nuevo talento; y todavía n o sé qué aspecto tiene ese caba-
llero, ni cuál es su capacidad mental; pero su novela re\·ela secretos de la vida
y personajes de Rusia como nadie antes que él siquiera ha oñado en presen -
tar. Simplemente, piensa en esto: es el primer intento de nü\·ela social qu e
jamás hayamos tenido y, además , hecho de la manera como por lo general
hacen su trabaj o los artistas; quiero decir , sin ellos mismos sospechar cuál
será el resultado. El argumento es sencillo : se refie re a algunos simplones de
buen corazón que suponen que amar a todo el mundo es un placer extraordi-
nario, y un deber de todos. No pueden comprender nada cu ando la rueda de
la vida con todas sus reglas y normas les pasa p or encima, y les rompe los
huesos sin una palabra . Eso es todo . ¡pero qué drama, qué tipos! Olvidé
decirte que el nombre del artista es Dostoievski. Y ah ora voy a darte algunas
muestras de sus temas." Y con extraordinaria emoción, Belinski empezó a leer
los pasaj es que más le habían conmovido , dándoles mayor colorido con su
entonación y declamación nerviosa. 3
3 Decade, p. 150.
Pobres gentes está escrita en la forma de una novela epistolar, en la cual dos
personas intercambian correspondencia: el humilde consejero titular
Makar Devushkin, un copista o amanuense de mediana edad empleado en
una de las vastas oficinas de la burocracia de San Petersburgo, y una joven
que acaba de pasar su adolescencia, Bárbara Dobroselova. * Devushkin,
quien tiene un parentesco distante con Bárbara, no bien definido, está tra-
5
Victor Terras, The Yoting Dostoevsky, 1846-1849 (La Haya, 1969), pp. 76-86.
Dostoievski rodea este sencillo relato acerca del breve encuentro de sus per-
sonajes con una cantidad de elementos accesorios que hacen que la historia
crezca hasta adquirir las dimensiones de una auténtica novela social. Inser-
to entre las primeras cartas está el Diario de Bárbara, que nos hace retroce-
der hasta su infancia, y que introduce el contraste clásico entre la felicidad e
inocencia de una niñez rústica y los peligros y corrupciones de la ciudad.
En esas páginas hay fugaces asomos de otras muchachas sin dinero, que
han sufrido la misma suerte de Bárbara o que, bajo el disfraz de beneficen-
cia, son preparadas para ese destino por la siniestra alcahueta Anna Feodo-
rovna. En este diario también aparece el retrato del estudiante turberculoso
* Existe un comentario asombroso sobre el carácter de Bárbara en una de las primeras rese-
ñas que se hicieron de la novela de Dostoievski, comentario que no ha recibido atención sufi-
ciente. Resulta mucho más interesante que lo haya hecho un amigo cercano del escritor, el jo-
ven crítico Valerian Maikov; y probablemente la reseña sea consecuencia de una discusión que
ambos tuvieron en torno al libro.
Maikov señala que quizá los lectores se pregunten "por qué el autor creyó conveniente des-
cribir el momento en que Bárbara Alekseevna, con esa actitud fría y despótica, envía a Devush-
kin a varios establecimientos comerciales a cumplir sus órdenes absurdas. Sin embargo, esta
característica del personaje tiene un profundo significado psicológico, y también otorga interés
a la obra mediante esta insólita y aguda visión de la vida. Está claro que el amor de Makar Ale-
kseévich sólo podía causar repulsión a Bárbara Alekseevna, aunque siempre ella, inflexible,
oculta ese sentimiento, quizá hasta de ella misma. Pero existe algo más desagradable que callar
nuestra antipatía hacia una persona con la que tenemos una deuda, y que además -¡Dios no lo
quiera!- ¿está enamorada de nosotros7 Quienquiera que acuda a su memoria recordará segu-
ramente que sintió la mayor antipatía , no hacia sus enemigos, sino hacia quienes, consagrados
a él, están dispuestos incluso a llegar al autosacrificio, y, sin embargo, no les puede correspon-
der con ese mismo sentimiento. A Bárbara Alekseevna -estamos plenamente convencidos de
esto- la agobiaba mucho más la devoción que por ella sentía Makar que su terrible pobreza; y
no podía -le parecía imposible- privarse del derecho de torturarlo un poco, tratándolo como
si fuera un lacayo, cuando ella se sentía libre del peso de su custodia ... Bárbara Alekseevna ,
alma sensible que comprendió que era difícil soportar esa situación, encontró , sin embargo,
consuelo, pues antes de viajar a la estepa ... dejó una nota a Makar Alekseévich en la que se re-
fiere a él como a un querido amigo".
Es tan característico de Dostoievski el tono psicológico que dio a esa novela, que uno perci-
be la influencia de la explication de texte del propio escritor. Véase Valerian Maikov, Kriticheskie
Opyty (San Petersburgo, 1891), p. 326. En el capítulo xv se encontrará mayor información en
torno a Valerian Maikov.
Belinski decía que resultaba imposible evitar la risa ante el viejo Pokrov-
ski; "pero - decía a sus lectores- si él no os conmueve profundamente al
mismo tiempo que os estáis riendo .. . , no habléis de ello con nadie, para
que no suceda que algún Pokrovski, un bufón y un borracho, tenga que
sonrojarse de vergüenza por ustedes, como seres humanos". 6
* Un raznochinets era , en el sentido literal de la palabra, una persona sin chin; es decir, sin
rango o grado dentro del servicio público. Pero se emplea esta palabra generalmente para desig-
nar a un plebeyo o comunero.
6
El artículo de Belinski aparece reimpreso en F. M. Dostoevshy v Russhoi K1itilze (Moscú ,
1956; citado en adelante como DRK), p. 16.
Los pobres son quisquillosos ... Eso está en la naturaleza de las cosas - le
explica Devushkin a Bárbara- . Yo, incluso, sentía eso en el pasado. El hom-
bre pobre es exigente; tiene una visión diferente del mundo de Dios, y obser-
va con recelo a todo el que pasa por su lado y le dirige una mirada inquieta;
se fija en cada palabra, preguntándose si acaso la gente no estará hablando de
él, si no estarán diciendo que es feo, especulando qué estarán diciendo exac-
tamente, etcétera [I: 68].
Esta "diferente visión del mundo de Dios", el mundo visto más desde
abajo que desde arriba , constituye la principal innovación de Dostoievski
frente a Gógol, cuya compasión por sus humildes protagonistas nunca es
lo suficientemente fuerte para superar la condescendencia implícita en su
enfoque narrativo. El "humanismo" que saludaba Belinski en la obra de
Dostoievski consiste precisamente en "haber enseñado cuánto hay de ex-
celente, noble y sagrado en las naturalezas humanas más limitadas". 7 Las
situaciones y la psicología de Pobres gentes hablan por sí mismas contra el
orgullo y los prej uicios de clase, y contra la supuesta superioridad de la
clase alta respecto de los que pertenecen a las clases bajas. Pero el libro
contiene una protesta mucho más clara que, aunque no es mencionada
por Belinski, seguramente no le pasó inadvertida.
7
Ibid., p. 15 .
Lo sé, lo sé, mi querida , que está mal pensar así; eso es ser un librepensador;
pero, para hablar con sinceridad, para decir toda la verdad, ¿por qué el desti-
no, como un cuervo, grazna buena fortuna para alguien que todavía no ha na-
cido, mientras otros comienzan su vida en el asilo para huérfanos? Y tú sabes
que ocurre con frecuencia que lván el tonto es favorecido por la suerte [l: 86].
Ahora observa el interior, y fíjate qué está sucediendo en esos grandes edificios
negros, tiznados de humo ... Allí, en algún rincón humoso , en algún agujero
húmedo que, debido a la pobreza, pasa por ser un albergue, algún trabajador
despierta de su sueño; y toda la noche ha estado soñando con sus botas, por
ejemplo, que por accidente se le rompieron el día anterior, ¡como si un hombre
debiera soñar con semejante tonteríal Pero él es un artesano; un zapatero; es
lógico que no piense sino en su propia ocupación. Sus niños lloran, y su esposa
tiene hambre; y no sólo los zapateros se despiertan por la mañana de esa mane-
ra; yo mismo .. Eso no importaría, y no valdría la pena escribir sobre ello, pero
ésta es la cuestión, Varinka, muy cerca, en la misma casa, un piso más arriba o
más abajo, un hombre acaudalado sueña en sus departamentos dorados duran-
te la noche, pudiera ser, acerca de esas mismas botas; es decir, botas en una
manera diferente, en un sentido diferente, pero todavía botas, pues, en el senti-
do en que estoy usando la palabra, Varinka, y todos nosotros somos un poco
como zapateros, mi querida; y eso no importaría; sólo que es una pena que no
haya nadie junto a la persona acaudalada; ningún hombre que le susurre al
oído: "¡Vamos, dej e de pensar en esas cosas, de pensar tan sólo en usted mis-
mo, en vivir nada más que para usted mismo; sus hijos gozan de salud, su es-
posa no suplica por un poco de comida! Mire a su alrededor: ¿no ve nada más
noble de qué preocuparse, que sus botas7" [I: 88-89].
juro que por muy desmoralizado y afligido que yo me sintiera en los días más
amargos de nuestra desventura - le dice a Bárbara- , contemplándote a ti en
tu miseria, y a mí mismo en mi degradación e inutilidad, a pesar de todo eso,
te juro que los cien rublos no representan para mí tanto como el hecho de
que Su Excelencia se haya dignado darme un apretón de mano a mí, que soy
una bazofia; un borracho despreciable [I: 93].
8
!bid ' p. 24.
Desde luego, todo ocurre de acuerdo con la voluntad de Dios; así son las cosas,
sin duda que así deben ser; o sea, seguro que en esto tiene que estar la voluntad
de Dios; y la Providencia del Creador Celestial es sagrada, por supuesto, e ines-
crutable, y lo mismo sucede con el destino, y ambos son lo mismo .. . Sólo que,
Varinka, ¿por qué tan pronto?... Yo ... ; yo me quedaré solo [I: 101-102].
10
V. V. Vinogradov, Evolutsia Russkogo Naturalizma (Leningrado, 1929), pp. 311-338. Ésta
es la segunda parte del clásico estudio de Vinogradov sobre Pobres gentes. Agradezco infinita-
mente a Vinográdov por la sección 4 de mi propio capítulo.
11
Ibid., p. 307.
12
N. V. Gogol, Collected Tales and Plays (Nueva York, 1964), p. 566.
V. Terras, op. cit., pp. 14-15; para el análisis de la parodia, véanse Wido Hempel, "Parodie,
13
15
V. V. Vinográdov, op. cit., p. 390.
A esta altura de nuestro análisis debería resultar evidente que Pobres gentes
está muy lejos de ser un mero estallido de compasión irrefrenable y carente
de valor artístico, o un reflejo de las sombrías vivencias de Dostoievski en los
bajos fondos de la vida de San Petersburgo. Por el contrario: es inequívoca-
mente una pequeña obra de arte enredada y elaborada con gran cuidado,
que ya revela muchas facetas del talento sumamente complejo de Dostoiev-
ski. Esto no significa que la obra carezca de compasión o simpatía, o que no
exista en ella la observación. La conmovedora autenticidad de Pobres gentes
nos dice precisamente lo contrario en cada línea; pero siempre debemos re-
cordar que las intuiciones de Dostoievski están dirigidas por sus intenciones
artísticas, y que éstas se plasman en su relación con los valores literarios
y culturales de su época. Para que un análisis de Dostoievski resulte válido y
plenamente satisfactorio es necesario que abarque estos dos aspectos de su
obra, y que explique cómo se influyen mutuamente.
En su excelente libro sobre Dostoievski, Mijaíl Bajtín hace algunos
sorprendentes comentarios sobre la naturaleza polivalente del estilo de
Dostoievski que, en su opinión, siempre se orienta en relación con un po-
sible interlocutor. Con ello, Bajtín quiere decir que las expresiones de los
narradores y personajes de Dostoievski nunca son simples informes des-
criptivos unívocos, o monólogos que pongan de manifiesto el punto de
vista de uno u otro personajes; sus palabras siempre contienen referencias
implícitas o explícitas a un sinnúmero de otras posibles respuestas y pun-
tos de vista. Según Bajtín, el lenguaje de Dostoievski es siempre "dialógico"
16 Mijaíl Bajtín, Probl emas de la poética de Dostoievski, 2ª ed., FCE, México, 2003. En el capí-
tulo v se analiza el lenguaje de Dostoievski.
'' Bajtín afirma que Dostoievski creó un tipo totalmente nuevo de "novela polifónica"; una
clase de narrativa distinta de la que se había escrito antes, que otorga autonomía cabal a cada
personaje y hace imposible (e indeseable , desde el punto de vista estético) establecer una pers-
pectiva unificadora que pueda considerarse propia del escritor ruso. Puede encontrarse una
buena crítica, de carácter no político, que señala los puntos esenciales, en G. M. Fridlender,
Realizm Dostoevskogo (Moscú /Leningrado, 1964), pp. 188- 191.
LA FAMA
XII. Belinski y su Pléyade
~ 215
"Sí", solía decir [Belinski] orgullosamente, como si él mismo hubiera sido el
responsable de alguna proeza notable; "Sí, mi querido amigo, déjame decirte
que acaso sea un pajarito", y entonces extendía la mano aproximadamente a
una altura de treinta centímetros del piso para mostrar cuán diminuto era,
"pero tiene garras afiladas". Imaginaos mi sorpresa cuando conocí al señor
Dostoievski, poco después, y vi frente a mí a un hombre de estatura más que
mediana -al menos, más alto que el propio Belinski- . Pero en su paroxis-
mo de ternura paternal ante un talento recientemente descubierto, Belinski lo
trataba como a un hijo, como si fuese su propio "muchachito''. 3
Pues bien, hermano, creo que mi fama nunca podrá ser mayor que ahora -le
dice a Mijaíl-. Por todas partes una estimación increíble, una entusiasta cu-
riosidad acerca de mí. .. Todo el mundo me considera una especie de prodi-
gio. No puedo siquiera abrir la boca sin que por todas partes se repita que
Dostoievski dijo esto, o que Dostoievski piensa hacer aquello ... Verdadera-
mente, hermano, si te contara todos mis triunfos, no me alcanzaría el papel
para hablar de ellos ... Te digo con absoluta franqueza que en este momento
me siento casi embriagado con mi propia gloria. 5
3
!van Turguenev, Litermy Reminiscences (Nueva York, 1958), p. 148.
-+Pisma, vol. 1 (16 de noviembre de 1845), p 84.
5
Ibid., pp 84 y 85.
6
Idem.
Hay una buena cantidad de vanidad en este pasaje , pero también una
conmovedora inocencia , y una necesidad evidente de amistad auténtica,
necesidad que le hace confundir la famosa, pero superficial amabilidad de
Turgueniev, con un afecto sincero.
El pasaje anterior fue escrito al día siguiente de la primera visita que
hizo Dostoievski al salón de los Panaev, que se había convertido en el lu-
gar de cita preferido de Belinski y de su grupo. Débil de carácter, alegre ,
libertino, con cierto talento para escribir entretenidas viñetas satíricas acer-
ca de la vida elegante de San Petersburgo, el afable Panaev era amigo de
todo el mundo. Su esposa Avdotia no sólo era una célebre belleza, sino
también la más destacada literata de su tiempo, quien logró, además , cierta
notoriedad como novelista. Ya en ese momento, o a punto de serlo, aman-
te de Nekrásov (vivió con los Panaev en un apacible ménage a trois durante
diez años), esa mujer estuvo en el centro mismo de la vida literaria rusa de
mediados del siglo x1x, y sus Memorias constituyen una de las mejores pin-
turas de lo que ocurría entre bambalinas en su época.
9
Idem.
10
DVS, vol. 1, p. 140.
11
Ibid. , p 141.
220 .. LA FAMA
Comenzaron a despedazarle -nos dice la señora Panaev-, a herir su orgullo
mediante pequeñas provocaciones deslizadas en la conversación; Turgueniev
era un consumado experto en esto ... Con toda intención arrastraba a Dos-
toievski a discutir y le incitaba hasta los límites extremos de la irritabilidad.
Dostoievski, acosado y arrinconado, a veces defendía con apasionamiento las
ideas más ridículas, que soltaba abruptamente impelido por el acaloramien-
to de la discusión, y sobre las cuales se abalanzaba Turgueniev para burlarse
de él. 12
Toda esta situación habría resultado difícil de soportar incluso para al-
guien que tuviera nervios más templados que Dostoievski, pero, en su
caso, y después de la triunfante aclamación con que fue recibida su obra
Pobres gentes, la persecución de la Pléyade transformó su vida en una abso-
luta tortura. Sabemos, por lo que nos dice Riesenkampf, que su equilibrio
físico y nervioso ya había mostrado signos de fragilidad; y acabó por de-
rrumbarse por completo, debido a la nueva tensión . En realidad, los pri-
meros síntomas de que sus dolencias se estaban agravando aparecieron
incluso antes del resonante éxito de Pobres gentes. Grigoróvich recuerda que
Dostoievski se desmayó en la calle durante un paseo , en enero de 1845, en
momentos en que ambos contemplaban el desfile de un cortejo fúnebre.
Sobre este episodio, ocurrido cuando Dostoievski estaba trabajando muy
intensamente en su primera novela, Grigoróvich escribe lo siguiente: "El
trabajo persistente y una vida del todo sedentaria causaron graves daños a
su salud; empeoraron su enfermedad, de la cual había tenido manifestacio-
nes esporádicas en su juventud, durante su permanencia en la Academia" .16
Ésta es la única mención hecha por un testigo ocular sobre la salud de
14
Ibid., pp. 142-143.
15
Pisma,vol. 1 (26 de noviembre de 1846), p. 102.
16
DVS, vol. 1, pp. 131y132.
BELINSKI Y SU PLÉYADE .. 22 3
los nervios, y que su condición física era perfectamente normal; este diag-
nóstico siempre lograba calmar los temores del escritor, y entonces solía
sentarse a tomar una taza de té. No obstante, Yanovski informa de un gra-
ve ataque de esa llamada "apoplejía" durante el verano de 1847. Al es-
cribir luego de la muerte de Dostoievski, Yanovski reconoce que esos
ataques eran síntomas avanzados de "epilepsia"; sin embargo, no queda
claro si realmente pensaba así en el momento en que atendía a Dostoiev-
ski, y además es poco probable que los considerara ataques epilépticos.
De todos modos, si efectivamente tuvo alguna sospecha al respecto, es
evidente que tomó todas las precauciones posibles para ocultársela a su
paciente.
En cuanto a las alucinaciones de Dostoievski, la única noticia que te-
nemos de su existencia es la que podemos extraer revisando las páginas
escritas por Yanovski. Es probable, sin embargo, que Dostoievski haya
descrito esas alucinaciones en Humillados y ofendidos, novela que contiene
gran número de pormenores autobiográficos sobre su vida durante media-
dos del decenio de 1840-1849. El narrador, un joven autor venido a me-
nos, empobrecido, escribe lo siguiente:
19
Ibid., vol. 2, p. 191.
Recuerdo que en cierta ocasión me dijiste -le escribe a Mijaíl- que mi com-
portamiento contigo excluía la igualdad recíproca. Mi querido compañero, eso
que dijiste fue totalmente injusto. Pero tengo un carácter tan malo, tan repe-
lente.. Estoy dispuesto a dar mi vida por ti y por los tuyos , pero a veces,
cuando mi corazón está lleno de amor, no me puedes arrancar una palabra
afectuosa. En esos momentos, mis nervios no me obedecen. Soy ridículo ,
odioso, y siempre sufro a causa de las injustas conclusiones que se hacen acer-
ca de mí. La gente dice que soy insensible, y que carezco de sentimientos ..
Puedo demostrar que soy un hombre de corazón sensible y que manifiesta
amor sólo cuando las cirwnstancias externas mismas, o accidentes, me sacuden
sacándome por la fuerza de mi habitual forma de ser desagradable. De lo con-
trario, soy repulsivo. Atribuyo esta falta de equilibrio a la enfermedad H
22
Pisma, vol. 1 ( 16 de noviembre de 1845) , p. 85 .
23
Ibid. (1° de abril de 1846), p. 89.
H Ibid. (enero-febrero de 184 7), pp. 107 y 108.
228 ~ LA FAMA
directa e indirecta, en Memorias del subsuelo; a Turgueniev lo satiriza en el fa-
moso retrato de Karmazinov en Los demonios. No cabe duda de que había mu-
chas razones ideológicas que motivaron ambas humoradas, completamen-
te ajenas a la enemistad personal; pero es seguro que Dostoievski aprovechó
la oportunidad para cobrarse - ¡y con intereses considerables!- parte del
maltrato que él mismo había recibido. Además, toda su actitud hacia la
generación de 1840, tal como la describió en sus obras, estaba hondamente
influida por sus desventuras con la Pléyade de Belinski. En efecto, nunca
se cansó de satirizar la discrepancia entre las posturas morales de los miem-
bros de esa generación y la mezquina sordidez de sus vidas y conductas. Y si
se consideraba particularmente calificado para emprender la tarea de des-
enmascarar las evasiones e hipocresías de esa generación, era porque siem-
pre podía recurrir a sus desdichados recuerdos , para confirmar esos desen-
mascaramientos devastadores que tan brillantemente supo exponer.
230 ...
y la circunstancia de que Nekrásov estuviese agonizando, que sin duda
debió derrumbar todas las barreras de antiguos rencores y agravios, provo-
có que como una oleada invasora regresara el estremecimiento de una pri-
mavera largo tiempo desaparecida en el ayer irrecuperable.
3
Ibid. (16 de noviembre de 1845), p. 85.
4
Ibid. (1° de febrero de 1846), p. 86.
5
Ibid., pp. 86 y 87.
8
Decade, p. 151.
9
DRK, p. 27.
10
Ibid, p. 28.
236 ~ LA FAMA
al mes siguiente, Belinski volvió a referirse a Dostoievski en una investi-
gación sobre la literatura rusa para 1846; y los términos en que lo critica
son ahora mucho más hirientes y mucho menos elogiosos. Si leemos entre
líneas, podemos vislumbrar la sospecha de Belinski en el sentido de que la
obra de Dostoievski se estaba inclinando hacia una dirección opuesta a
la que él habría deseado que siguiera.
En realidad, Belinski no abandona a su protegido, y comienza por
referirse "a la fuerza, profundidad y originalidad del talento del señor
Dostoievski"; también habla del "inmenso vigor de genio creador" puesto
de manifiesto en El doble, cuyo personaje central "es una de las concep-
ciones más profundas y audaces de las que pueda alardear la literatura
rusa''. 17 Pero el efecto de estos elevados elogios queda modificado consi-
derablemente por una nueva referencia a que El doble es un libro tedioso.
Y en este nuevo artículo Belinski añade una objeción mucho más grave,
que significa un ataque a toda la concepción del libro más que simple-
mente a su ejecución o elaboración. Afirma que El doble "adolece de otro
defecto importante: su ambiente fantástico. En nuestros días lo fantástico
puede tener cabida sólo en los manicomios, pero no en la literatura, pues
es de incumbencia de los médicos, no de los poetas''. 18 Semejantes obser-
vaciones provenientes de quien fuera un fervoroso admirador de Hoff-
mann bastan para justificar la acusación de Dostoievski de que las opi-
niones literarias de Belinski se encontraban en un perpetuo estado de
fluctuación.
En cuanto a El señor Projarchin, los comentarios de Belinski no mues-
tran piedad ninguna. Afirma que se trata de "una desagradable sorpresa
para todos los admiradores del talento de Dostoievski", y considera que la
obra es "artificiosa, amanerada e incomprensible''. Más aún, como si acepta-
ra las acusaciones personales de la Pléyade en contra de Dostoievski, escri-
be que "este extraño relato" parece haber sido "engendrado" por "algo por
el estilo de -¿cómo lo diremos?- la ostentación y la presunción". 19 Nada
pudo ser más hiriente para Dostoievski, dadas las circunstancias, que seme-
jante estocada por parte del hombre cuya autoridad moral seguía siendo
para él una cuestión indiscutible.
17
Works, p. 384.
18
Ibid., p. 385.
19
Idem.
La ruptura final entre ambos tuvo lugar en algún momento durante los me-
ses inmediatamente siguientes a la publicación de este artículo. No cabe
duda de que Belinski se sentía desilusionado por la renuencia de Dostoiev-
ski a comprometerse con Los Contemporáneos; y en ese momento empiezan
a aparecer en sus cartas alusiones a Dostoievski que no hacen otra cosa que
repetir la chismografía que corría por los círculos literarios y a expresar dis-
conformidad respecto de su obra. En una carta que le escribe a Turgueniev
a principios de 1847, alegremente Belinski informa que a pesar de que Dos-
toievski aceptó un cuantioso adelanto de Kraevski por una nueva novela
(Netotchha Nezvánova) que se publicaría entre diciembre de 1846 y marzo
de 184 7, hasta ese momento no había aparecido ningún ejemplar. Se ru-
moreaba que cierta mañana Dostoievski había hecho sonar la campanilla de
la puerta de entrada a la casa de Kraevski y que se le había hecho pasar a su
departamento; pero que cuando el editor, que se había vestido apresurada-
mente, hizo su aparición en la sala, todo rastro de Dostoievski se había
desvanecido . "¿No es ésta una escena exacta tomada de El doble7", pregunta
Belinski como con una risita maliciosa. Además, dice que "la corresponden-
cia de Dostoievski entre dos tahúres ,* para sorpresa mía, simplemente no
me agradó ... con gran dificultad pude terminar de leerla. Ésta es la impre-
sión general". 20
Es muy evidente que las acciones de Dostoievski estaban sufriendo un
rápido y nuevo descenso; y las noticias que acaso le llegaban a Belinski
sobre la obra que estaba escribiendo no estarían precisamente favorecien-
do que Fiódor recuperara el aprecio del crítico. En efecto, Dostoievski
abandonó los dos cuentos que pensaba escribir para el proyectado almana-
que de Belinski y se había entregado en ese momento a una nueva fuente
de inspiración. Los títulos de sus dos relatos propuestos nos permiten de-
ducir que se habían mantenido dentro de los límites acostumbrados de la
escuela naturalista; pero Dostoievski había empezado a tener la sensación
de que esa veta estaba agotada para él, y anhelaba iniciar algo totalmente
original. "Todo aquello no es otra cosa sino una repetición trillada de lo
" Esto se refiere a Una novela en nueve cartas, publicada en el primer número de Los Contem-
poráneos.
20
V. G. Belinski , Izbrannye Pisma, vol. 2 (Moscú , 1955) , pp. 296 y 297. Citado en adelante
como IP.
s
Aun cuando Dostoievski, como lo sabemos, aceptó la nueva estética del
realismo social que defendía Belinski en el decenio de 1840-1849, nunca
llevó su aceptación a los extremos a los que Belinski estaba dispuesto a lle-
gar al final de su propia vida. La concepción de Dostoievski sobre la índole
y función del arte se había formado bajo la influencia romántica, y siempre
conservó la veneración que tenía el romanticismo hacia la creación estética
como algo sagrado e inviolable. Durante 1846, a medida que aumentaba su
desánimo por tener que producir originales para Kraevski, mientras que él
soñaba con poder escribir en paz y sin presiones, le habla de este deseo a
Mijaíl, con palabras que revelan sus creencias fundamentales. Su aspira-
ción, confiesa, es "al fin poder trabajar para el Sagrado Arte, un trabajosa-
cro realizado con total pureza y simplicidad de corazón ... Un corazón que
nunca antes se había sentido tan estremecido y conmovido como ahora por
todas las nuevas imágenes creadas en mi espíritu" H Es notorio que Dos-
toievski de ninguna manera abandonó la concepción idealista romántica
del arte que sólo es posible distinguir de la religión en cuanto a la forma,
pero no en lo referente a la sustancia; ni tampoco se apartará de esa concep-
ción en ningún momento del futuro.
Aproximadamente en esa misma época, Belinski se oponía tenazmente a
esa concepción, que otrora defendiera con tanta vehemencia, y manifestaba
23
Works, p. 4 78.
24
Pisma, vol. 1 (26 de noviembre de 1846), p. 103.
Estas dos citas acerca del arte, leídas consecutivamente, aclaran una de
las razones por las que Dostoievski y Belinski rompieron relaciones entre
enero y abril de 1847. Dos años más tarde , Dostoievski le dijo a la comi-
sión investigadora del asunto Petrashevski que había discutido con Belin-
ski "sobre ideas literarias y acerca de la tendencia de la literatura. Mi con-
cepción era radicalmente opuesta a la de Belinski. Lo acusé de tratar de
darle a la literatura un significado parcial indigno de ella, rebajándola
al plano de la mera descripción, si se puede decir así, de hechos periodísticos
o de acontecimientos escandalosos". 26 Estas palabras contienen la respues-
ta de Dostoievski a la posición adoptada por Belinski en su carta a Botkin,
posición que Fiódor debió de conocer de labios del propio Belinski, defen-
dida con la típica e irrefrenable vehemencia del crítico. Es probable que
Dostoievski respondiese con igual fogosidad, y puesto que ambos contrin-
cantes eran famosos por su falta de dominio de sí mismos cuando discu-
tían, la ruptura que sobrevino se volvió inevitable.
El juicio final de Belinski sobre Dostoievski fue totalmente negativo,
como podemos apreciarlo tanto a partir de sus observaciones publicadas
acerca de La patrona como a partir de sus comentarios hechos a P. V. An-
nenkov a principios de 1848. "No sé si te he informado que Dostoievski
escribió un cuento, La patrona ... ¡Qué espantosa basura! ... Escribió algo
más después de esto, pero cada trabajo suyo es peor que el anterior ...
¡Realmente le di alas para que se sintiera engreído, amigo mío, al conside-
rarlo un genio' ... Yo, el crítico más prominente, me comporté como un
25
IP, vol. 2, pp. 369 y 370.
26
N. F. Belchikov, Dostoevsky v Protsesse Petrashevtsev, 2ª ed. (Moscú, 1971), p. 105.
27
IP, vol. 2, p. 388.
28
Idem.
29
Citado en ZT, p. 52.
~ 243
ta, quien ingenuamente creía: en el Dios y el jesucristo de su religión de la
infancia. Fue el apasionado y testarudo Belinski, el ídolo reverenciado por
la juventud radical rusa, quien logró convertir a Dostoievski al socialismo y
al ateísmo . El resultado fue su participación en la actividad subversiva,
y posteriormente su arresto, condena y exilio en Siberia. Allí volvió a descu-
brir a Dios y a jesucristo gracias al pueblo ruso, y comprendió que el ateís-
mo solamente podía conducir a la destrucción personal y social.
Esta descripción de los acontecimientos ha sido entusiastamente acep-
tada por todos debido a que satisface tantas de las diversas necesidades
que son colmadas por la obra de Dostoievski. Para el cristiano creyente,
quien encuentra consuelo espiritual en esa obra, la explicación convierte la
vida del escritor en una parábola que ilustra la profunda moral de sus li-
bros. Al crítico de la Rusia soviética comprometido con un ateísmo mili-
tante, le permite ubicar a Dostoievski como parte de aquella leyenda dora-
da de la historia rusa que primero fue creada por los seguidores de Belinski
y que, incluso desde la Revolución, es apreciada como el Evangelio por
una sociedad ansiosa de ver su propia historia a la luz de una unificada tra-
dición revolucionaria. Es posible que Dostoievski haya traicionado esa
tradición al final , pero, n o obstante, se adapta perfectamente a ella, y no es
del todo irredimible. Así pues , lo que perdura como valioso en sus escritos
puede atribuirse a la tutela que recibió del gran antepasado revolucionario.
Como consecuencia de estos intereses opuestos, pero que se apoyan mu-
tuamente, ha habido muy poca preocupación por estudiar los artículos
escritos por Dostoievski en 1873 con sentido crítico, a pesar de que , evi-
dentemente, se contradicen el uno al otro en algunos pormenores y, lo que
es más importante, no concuerdan de una manera exacta con lo que sabe-
mos sobre su vida . Empero, ya es tiempo de hacer el esfuerzo de evaluar la
veracidad histórica del testimonio de Dostoievski, y de que se aborden al-
gunos de los problemas que plantea.
Como primer paso , deberíamos tener en cuenta que estos artículos
fueron escritos mucho después de los acontecimientos que describen, y
que su intención es transmitir una determinada imagen del crítico . Hacia
1870, Dostoievski consideraba a Belinski la fuente simbólica del nihilismo
ruso , que el novelista combatió hasta lo imposible durante el decenio de
1860-1869 y en contra del cual acababa de lanzar su obra más violen-
tamente antirradical, Los demonios . Belinski no era una persona común
acerca de la cual Dostoievski pudiera hablar objetivamente; su nombre se
1
Pisma, vol 2 (18-30 de mayo de 1871), p. 364.
2
V. L. Komaróvich, "Yunost Dostoevskogo", reimpreso en O Dostoevshom, intr. de Donald
4
Worhs, pp. 165 y 166.
5
Maxime Leroy, Histoire des idées sociales en France, vol. 2 (París, 1946-1954), p. 442.
6
Worhs, p. 328.
7
Pisma, vol. 1 (8 de octubre de 1845), p. 83.
* Y al parecer, también le sucedía lo mismo a Henry james (1897): " ... y ¿acaso queda toda-
vía alguien que recuerde Teverino?" Notes on Novelists (Nueva York, 1914), p. 161.
Sin embargo, otras ideas habían empezado a minar poco a poco la adhe-
sión de Belinski a la concepción y al espíritu del socialismo utópico. Se
trataba de las ideas de los hegelianos izquierdistas alemanes, que comen-
zaron a introducirse en Rusia casi al mismo tiempo que los socialistas
utópicos. El hegelianismo de izquierda era primordialmente una crítica
de la religión; y el efecto de su influencia fue poner en tela de juicio el
fundamento religioso de las convicciones socialistas utópicas. En su Vida
de jesucristo, D. F. Strauss consideraba que el Nuevo Testamento no era
una revelación divina, sino una expresión mitopoética de las aspiraciones
históricas de la comunidad judía en aquella época. Se debía a un mero
accidente histórico, sostenía Strauss , que esos mitos se hubiesen materia-
lizado en torno de la figura de Jesucristo, quien no era otra cosa que uno
de los tantos autoproclamados profetas de su tiempo. La esencia del cris-
tianismo, de Feuerbach, era todavía más radical en su secularización de lo
divino , y argüía que, lejos de haber creado Dios al hombre a Su propia
imagen, lo contrario era lo correcto. La especie humana, en su conjunto,
había divinizado sus cualidades superiores y más sublimes, atribuyéndo-
selas a seres sobrenaturales y, al hacerlo así, se había alejado de su propia
esencia. La tarea que ahora tenía por delante la humanidad era reclamarle
a lo trascendente todas las cualidades que con justicia le pertenecían a
ella, y convertirlas en una realidad sobre la tierra, incorporándolas a la
vida social.
Esas ideas estallaron como una bomba entre los occidentales rusos que
ya contaban con suficiente preparación o cultura para apreciarlas, gracias
a su anterior comprensión de las teorías de Hegel. En el año de 1842 llegó a
Rusia un ejemplar de la obra de Feuerbach; y Annenkov recuerda que este
libro estuvo "en manos de todo el mundo" a mediados de los cuarenta.
8
Decade, p. 35.
9
lvan Turguenev, Literary Reminiscences (Nueva York, 1958), p. 123.
º IP, vol
1
2, p 259.
• Granovski es uno de los antecedentes del Stepan Trofimóvich Verkhovenski, en Los demo-
nios, que constituye el retrato estupendamente caricaturizado, pero en el fondo simpático , del
arquetípico liberal ruso de los años 1840.
12
Decade, pp. 211-213.
13
IP, vol 2, p. 286.
14
Works, p. 369.
15
V. Eugenyev-Maksimov, Sovremennik v 40-50 Godokh (Leningrado , 1934), pp . 143 y 144.
16
IP, vol. 2, p 302 .
17
Decade, p. 208.
18
IP, vol. 2, p. 389.
19
A. Rammelmeyer, "Dostoevskij's Begegnung mit Belinskij", Zeitschrift für Slavische Philolo-
gie, núm. 21 (1951-1952), pp. 1-5.
20
DW (núm. 1, 1873), pp. 6 y 7.
Sin embargo, en aquellos días la cuestión era vista a la luz más rosada y más
angelicalmente moral. En realidad, verdaderamente, el socialismo que enton-
ces acababa de nacer solía ser comparado, incluso por algunos de sus promo-
tores o cabecillas, con el cristianismo, del cual se le consideraba como un mero
correctivo y una versión mejorada, más acorde con el siglo y con la civili-
zación. Todas estas nuevas ideas nos agradaban muchísimo en San Petersbur-
go, y nos parecían sagradas y morales en el grado más alto y, lo que era más
importante, universales; es decir, la ley futura para toda la humanidad, sin ex-
cepción . .. En 1846, Belinski ya me había iniciado en toda la verdad de esta
futura "regeneración del mundo", y también en toda la santidad de la futura
sociedad comunista. 2 1
21
Ibid., p. 148.
BELINSKI Y DOSTOIEVSKI: 11 ~ 25 5
[de Belinski] inclinación hacia mí, al menos en los primeros meses de
nuestra amistad - escribe Dostoievski- . Yo lo consideraba un apasiona-
do socialista, y él comenzó de inmediato a convertirme al ateísmo. "22 Una
breve nota escrita por Belinski a Dostoievski, a mediados de junio de 1845 ,
confirma la autenticidad de estas palabras. "Dostoievski, mi alma (inmor-
tal) suspira por verte", 23 escribe Belinski en tono satírico . La amistosa iro-
nía de este paréntesis nos está indicando la acumulación de discusiones
acerca de un tema que, como nos enteramos por Annenkov, estaba en ese
momento a punto también de ser debatido en Moscú por Herzen y Gra-
novski. Además, podemos deducir que a Belinski le estaba resultando mu-
cho más difícil dominar al joven de lo que acaso había esperado .
Es muy probable que el ataque de Belinski le haya caído de sorpresa a
Dostoievski, y que fuese ésa la primera vez que tomaba conciencia con un
sentimiento de sobresalto respecto de la posibilidad de conflicto entre su
fe religiosa y sus convicciones socialistas. Nutrido en los románticos socia-
listas franceses, no tenía motivos para anticiparse al hecho de que acaso
resultase imposible conciliar religión y socialismo. Fuese lo que fuera lo
que en realidad sucedió, lo cierto es que el intento polémico de Dostoiev-
ski, en 1873 -su deseo de demostrar que entonces el socialismo y el
cristianismo eran irreconciliables- enturbia o confunde los términos del
relato sobre el cual está informando. "Como socialista, él [Belinski] estaba
obligado a destruir las enseñanzas de jesucristo, a denominarlas filantropía
(chelovekolyubie) engañosa e ignorante, condenadas por las modernas teo-
rías científicas y económicas. "2-l
Para un lector incauto (y hasta donde llegan mis conocimientos , no ha
habido otros) , parecería que Dostoievski está defendiendo "las enseñanzas
de Jesucristo" en algún sentido convencional; es decir , como si estuviese
discutiendo del lado del "mujik de la pequeña barba" sentado en su nube.
Pero tendría que resultar obvio que no se podría acusar de semejante inge-
nuidad al lector de George Sand y al autor de Pobres gentes.
Si Belinski estaba atacando a Dostoievski por seguir creyendo en "las
enseñanzas de Jesucristo", esto sólo podía significar, dentro del contexto
de la época, el "nuevo cristianismo" del socialismo utópico. Dostoievski
trata de crear confusión en torno a este hecho ocultándolo por razones
22
Ibid., p. 6.
23
IP, vol. 2, p. 259.
H DW (n úm 1, 1873), p. 7.
La señora M. F Dostoievski
La casa de campo de los Dostoievski en Darovoe.
En esta heredad vivió el escritor las épocas más feli ces de su pubertad
.,,,,...¡. .
Á{ i t( ,..,,,.,,. ,,,
/ - /_ Id 4t
"Pero, ¿no sabes?", gritó él [Belinski] cierta noche (algunas veces cuando se
encontraba en un estado de gran excitación solía gritar), "¿no sabes que es
imposible abrumar al hombre con pecados, y cargarle de deudas y poner la
otra mejilla, cuando la sociedad está organizada de un modo tan ruin , que el
hombre no puede evitar cometer delitos, cuando económicamente se lo em-
puja a la vida delictuosa, y que es estúpido y cruel exigir a los hombres aque-
llo que , por las mismas leyes naturales, no pueden hacer aunque ellos mis-
mos quisieran ... 7" 25
Es evidente que el Belinski que habla aquí ha dejado de ser aquel "hu-
manista" de otros tiempos, que reaccionaba ante el estímulo emocional de
los valores morales y religiosos cristianos; ésta es la voz del admirador
de Littré, y acaso también del lector de Max Stirner, quien considera que la
voluntad moral es impotente o simplemente que no existe, y que los actos
criminales de los oprimidos son tan sólo la manifestación natural y legíti-
ma de sus necesidades "egoístas".
El tema siguiente de la conversación se refiere a la personalidad de je-
25
DW (núm 1, 1873), p 7.
29
Idem.
* Cuando Am old Ruge, el empresario editorial de los hegelianos de izquierda, llegó a París
en agosto de 1843 con el fi n de reclutar colaboradores para el Deutsch-Franzósische j ahrbücher,
el ateísmo de estos hegelianos se encontró con un obstáculo mayor: "Casi sin excepción , ellos
(los franceses) creían y sostenían el anatema de Robespierre: la filosofía atea" David Mcl ellan, The
Young Hegelians and Karl Marx (Londres, 1969), pp. 37 y 38.
En una carta que en mayo de 1844 envió desde París a Feuerbach, Ruge dice, disgustado:
"Todos los partidos se basan en el cristianismo puro". Citado en Werner Sombart, Der proleta-
rische Sozialismus, vol 1 Oena, 1924), p. 119.
30
DW (núm. 1, 1873) , p. 9.
* Según los más recientes resultados del estudio de la obra de Marx, éste rompió con el "hu-
manismo" de Feuerbach in fluid o por el feroz ataque que a tal concepción filosófica hizo Stir-
ner. "Es ... probable que los constantes ataques por parte de Marx a todo lo que parecía basarse
en la 'moralidad' o el 'amor' del verdadero socialismo, se debieran a la despiadada crítica de
262 ~ LA FAMA
derar que sus disputas con Belinski habían anunciado los temas principales
planteados por la posterior evolución de la vida político-social y cultural de
Rusia; y seguramente que su encuentro con Belinski influyó en sus propias
reacciones ante dichos cambios. En cierto sentido , podemos afirmar que
continuó esa discusión durante toda su vida. De hecho , su cristianismo
siempre conservó el fuerte tono altruista y humanitarista social del decenio
de 1840-1849 (en los años ochenta , Konstantin Leontiev lo denominaría,
mordazmente, "cristiano de agua de rosas"), 33 y siempre se le imputó un
"racionalismo" que servía para justificar un egoísmo absolutamente amoral.
Es incuestionable que el tema religioso de las grandes novelas de Dos-
toievski estuvo hondamente influido por los ataques de Belinski. Tampoco
cabe discutir que el ateísmo, o las dudas acerca de la bondad de Dios, aso-
maron por primera vez en su horizonte mental y emocional en 1845. Peca-
ríamos de ingenuos si pensáramos que el niño cuya conciencia se conmo-
vió por la lectura del Libro de Job, o el joven que había participado en la
atormentada búsqueda del alma de Shidlovski, necesitó de Belinski para
iniciarse en esas cuestiones; pero fue Belinski quien le hizo conocer los
nuevos -y mucho más complicados desde el punto de vista intelectual-
razonamientos de Strauss, Feuerbach y, probablemente, Stirner. Y aun
cuando finalmente su fe religiosa salió incólume -incluso fortalecida-
de este encuentro, esas teorías efectivamente lo enfrentaron a un hondo
dilema espiritual. Seguramente podemos encontrar rastros de esta crisis
interior en las luchas de los propios personajes de Dostoievski con los pro-
blemas de la fe y de jesucristo.
Feuerbach había sostenido que Dios -el Hijo de Dios, en razón de
ser divino- era mera ficción que representaba la esencia de los valores
superiores de la humanidad , de los cuales ésta se había apartado. La
tarea de la humanidad era , por tanto , volver a adueñarse de su propia
esencia, recuperando los poderes y prerrogativas que atribuía a la divi-
nidad. Los hegelianos de izquierda no recomendaban que esta tarea
fuese llevada a cabo por ningún individuo en particular; sólo la huma-
nidad, en conjunto, podría recobrar este gran tesoro humano; pero , en
cambio, Max Stirner se acerca mucho a instar a que de un modo inme-
diato cada individuo emprenda la tarea de su propia deificación perso-
Stirner en torno a tales ideas-" D. McLellan , op. cit. , p. 132 ; véase, también, Henri Arvon , Max
Stimer (París, 1954), pp. 167- 178 ..
33 Konstantin Leontiev, Sobranie Sochínenii, vol. 8 (Moscú, 1912), p. 199.
1
Pisma, vol. 1 (17 de septiembre de 1846), p. 95 .
266 ...
mayor entusiasmo, y atribuye a su influencia la mejoría en su estado físico
y emocional. Eran ésos los meses en que, como se lo confiesa a Mijaíl, se
sentía "casi aterrado respecto de mi salud";2 pero, según parece, la ayuda
psicológica que le brindaron sus amigos lo restableció por completo.
Pero , sin importar quién hablaba o de qué se hablaba - ya fu era que tocára-
mos el tema de lo que acontecía en San Petersburgo, en Rusia o en el extran-
jero, o bien que nos ocupáramos de asuntos literarios o artísticos- , en todas
las cosas podíamos sentir una ráfaga de vi.gor nuevo; el espíritu vivo de la ju-
ventud, el surgimiento de ideas luminosas brotadas súbitamente en el entu-
siasmo de un cerebro que se encendía; por todas partes se escuchaban los estalli-
dos nobles de indignación contra la opresión y la injusticia. 4 [Las cursivas se han
añadido.]
270 .. LA FAMA
blemente sea lo más cercano al propio ideal sociomoral de Dostoievski en
aquella época.
También por intermedio de los Beketov, Dostoievski tuvo la oportuni-
dad de entablar una amistad igualmente íntima -y, desde un punto de
vista práctico, mucho más importante- con Valerian Maikov. Dos años
más joven que él, Maikov tuvo una breve pero meteórica carrera en las le-
tras rusas, que se inició en 1845 y terminó con su prematura muerte a
causa de un ataque, en el verano de 184 7. o obstante , durante este breve
lapso logró considerable renombre al hacerse cargo del puesto de crítico
principal en Noticias de la PatJia, que dejara vacante Belinski, convirtiendo
el periódico en un órgano de la tendencia socialista utópica del grupo Be-
ketov, y colocándose él mismo en la posición de rival del poderoso árbitro
reinante del buen gusto y de las ideas.
Maikov, que era un joven sumamente precoz y talentoso, tenía intere-
ses que abarcaban un amplio campo: desde la química (tradujo al ruso un
libro de Liebig) y la economía política hasta la literatura. No sólo visitaba
a los Beketov en su casa, sino que también fue de los primeros miembros
del círculo que se reunía en torno a Mijaíl Butashévich-Petrashevski, cuyas
veladas de los viernes también atraían a Pleshcheev, y que pronto habrían
de convertirse en el principal sitio de reunión para los intelectuales pro-
gresistas de San Petersburgo. junto con un amigo suyo , R. R. Shtrandman,
Maikov escribió la mayor parte de los artículos del primer fascículo del fa-
moso Diccionario de bolsillo de términos extranjeros, en el cual también cola-
boró Petrashevski. Esta ingeniosa publicación, llena de ideas "subversivas",
logró engañar a la censura gracias a su formato seudoacadémico. La segun-
da entrega , mucho más virulentamente radical , fue escrita casi toda por el
propio Petrashevski y publicada un año después. En realidad, existen cier-
tas dudas en el sentido de que Maikov deseara verdaderamente dedicarse a
la crítica literaria, y de que no habría preferido una carrera universitaria en
economía, o que tuviera que ver con el nuevo estudio de la sociedad (esta-
ba interesado por Comte). Pero, al ofrecérsele la oportunidad de remplazar
a Belinski, por recomendación de Turgueniev, se entregó a esta tarea con
entusiasmo y vehemencia polémica.
Es probable que Dostoievski haya conocido a Maikov a principios de
la primavera de 1846 (sabemos que este último envió a Dostoievski a que
visitara al doctor Yanovski poco después en esa misma primavera), y la
amistad se afianzó en los meses siguientes. Pronto empiezan a aparecer en
En esas circunstancias críticas, nada pudo ser más importante para Dos-
toievski, desde luego, que la vigorosa defensa por parte de Maikov de su
talento y logros literarios en contra de las opiniones desvalorativas de Be-
linski. Empero , esta defensa era algo más que una simple cuestión de pre-
ferencia personal; representaba un esfuerzo sistemático por adelantarse a
Belinski en una dirección que Maikov preveía como futura para las letras
rusas . Hostil a los vestigios de romanticismo e idealismo alemán que toda-
vía podían advertirse en el trasfondo de la crítica de Belinski, Maikov pro-
ponía remplazarlo por un fundamento puramente empírico, tomado de la
psicología. Decía que el arte se funda en lo que él llamaba "la ley de la sim-
patía o afinidad" (idea que es posible encontrara en Adam Smith y en
Hume, y que además anuncia la teoría de la empatía estética de finales del
13
Valerian Maikov, Kriticheskie Opyty (San Petersburgo, 189 1), pp . 25-3 1.
14
Véase el útil fo lleto de T. Usa kina, Petras hevtsy i Literaturno-Obschestvennoe Dvizhenie So-
rokovykh Godov x1x Veka (Saratov, 1965), pp . 95 y passim en cap. 1.
* Maikov estudió seriamente la economía socialista, y un o de sus artículos , que no fu e pu-
blicado mientras vivió el autor, ha sido considerado po r una autoridad en la materia como el
primer "examen crítico (supuestamente en ruso) sobre las ideas de las distintas escuelas socia-
listas, y [en él] se llega incluso a indicar el curso que debe seguirse para solucionar el antagonis-
mo existente entre trabajo y capital". K A. Pazhitnov, Razvitie Socialisticheskikh Idei y Rossii (Pe-
trogrado, 1924), p. 49.
En su análisis, Maikov revela su simpatía sincera y profund a hacia los objetivos del socialis-
mo, pero también exterioriza su desconfianza de los planteamientos utópicos, pues los conside-
ra incompatibles con la libertad individual. En esto radica, quizá, por qué nunca aceptó del
todo las ideas de Fourier. "En casa de Petrashevski-escribe N.A. Danilevski- conocí a Vale-
rian Maikov, quien entonces estaba aplicado al estudio de la economía política. Muchas veces
conversé y discutí con él acerca de las enseñanzas de Fourier, y creía que a final de cuentas lo-
graría convencerlo de que eran ciertas, y de que juntos podríamos dedicarnos a aclarar sus as-
pectos confusos." Delo Petrashevtsev, vol. 2, ed . V. R Leikina, E. A. Korolchuk y V. A. Desnifsky
(Moscú / Leningrado, 1937-1 95 1), p. 320. A este respecto, la posible influencia de Maikov so-
bre Dostoievski será estudiada en el capítulo xv11.
274 ~ LA FAMA
el dominio de Belinski. En opinión de Maikov, la tarea artística de esta
nueva generación consistía en ampliar las conquistas de Gógol, subiendo
el sendero que él había iluminado hacia los reinos inexplorados de la psi-
cología. Maikov escribía que la vieja generación se había asustado y por
ende había retrocedido ante el "análisis" y la "negación" de Las almas muer-
tas; pero que la joven generación "era muy afortunada de no tener el tiem-
po , la ocasión ni los medios para la indecisión; si el autor de El doble hu-
biera nacido ocho años antes, ¿habría podido ser un psicólogo tan
magistral7"15 Esta pregunta define el empuje de sus ideas y la dirección en
la que deseaba marchar, como también el lugar central que le atribuía a
Dostoievski.
Es muy probable que la ami tad de _taikov con el famoso y apenas
mayor Dostoievski, ya dueño de una considerable (aunque discutida) repu-
tación, haya influido en la formulación 'e semejante programa de crítica.
Seguramente no es casual que los ensa,-os de \iaikov contengan los co-
mentarios más profundos acerca de Dos-oieYski de cuantos escribieron sus
contemporáneos.
El doble despliega ante nuestra vista la anatomía de un alma que agoniza por
ser consciente de la disparidad que existe en cuanto a los intereses particula-
res dentro de una sociedad bien orden ada. Recordad a ese pobre, enfermo,
egoísta Golyadkin, permanentemente temeroso de lo que pueda su cederle,
eternamente torturado por el esfuerzo de no ceder ante ninguna circunstan-
cia y ante ninguna persona y, al mismo tiempo , siendo continuamente aplas-
tado y abrumado incluso por la personalidad de su vil sirviente Petrushka,
aceptando permanentemente limitar su pretensión de ser una persona con tal
de poder retener sus derechos .. . Recordad todo esto y preguntaos a vosotros
17
lbid., p. 327.
EL CÍRCULO DE BEKETOV ~ 2 77
sino además inútil imponer restricciones y exigencias a la creación artística
en nombre de la "realidad".
escribió: "El hecho más importante es que el arte, en gran medida, refleja fielmente la realidad:
sus desviaciones son efímeras y se desvanecen rápidamente; no siempre es fiel a la realidad en
general, pero quizá no puede dejar de reflejar la realidad de una época determinada". DW,
p 134.
23
Ibid, p. 68.
'" En 1848, en las oficinas de todas las organizaciones obreras y en los hogares de un gran
número de socialistas, era común ver un grabado en que aparecía la imagen de j esús como car-
pintero , acompañada de la siguiente inscripción: "Jesús de Nazareth, el primer representante
del pueblo". Benoit Malon, Exposé des écoles socialistes de France (1872) , p. 230; citado en Ma-
xime Leroy, Histoire des idées sociales en France, vol. 3 (París, 1946-1954), p. 77.
280 .. LA FAMA
No cabe duda de que el concepto que tenía el propio Dostoievski de jesu-
cristo estaba profundamente influido por la imagen de carácter socialista
utópico presentada por Maikov, y de que, para Dostoievski,Jesucristo siem-
pre seguiría siendo no sólo el Salvador tradicional de las ataduras del peca-
do y de la muerte, sino también la sagrada promesa de la posibilidad de li-
beración moral.
Por otra parte , el artículo de Maikov también nos revela que la cuestión
acerca del libre albedrío y la responsabilidad moral ya empezaba a conver-
tirse en una tenaz obsesión en el caso de aquellas personas que, como Dos-
toievski, se negaban a renunciar al fundamento moral y religioso de sus
ideas progresistas. En efecto, no se trataba tan sólo de seguir creyendo que
el poder moral de la personalidad era esa aterradora acumulación de testi-
monios del vandalismo humano que caracterizó los inicios del capitalismo.
Incluso ni siquiera Maikov podía dejar de reconocer que era "estúpido y
perverso" predicar moralidad a las clases baj as explotadas, pues "para ser
moral y culto , es decir civilizado, lo mismo un individuo que un pueblo,
antes que nada debe tener una vida holgada". Pero esto no lo lleva a negar
la posibilidad del libre albedrío y de la responsabilidad moral, aun cuando
reconoce que "sólo el heroísmo puede unir el valor moral con la pobreza". 24
Ese "heroísmo", sin embargo , existe; siempre habrá un puñado , un resto
excepcional, de ese tipo de héroes; la personalidad humana nunca permiti-
rá que las condiciones materiales la sojuzguen por completo. Resulta ilus-
trativo que en estos ensayos de Maikov ya sea posible vislumbrar los linea-
mientos generales de esa misma polémica interior, que más adelante se
entablará con tanto apasionamiento en las páginas de Dostoievski. *Veinte
años después, cuando Dostoievski empieza a separarse por completo del
radicalismo, lo que en el desaparecido Belinski era tendencia se había en-
durecido en la forma de dogma, de modo que ya era imposible ser un radi-
2.. v. Maikov, op. cit. , p. 295.
,., Existe todavía otro aspecto del pensamiento de Maikov que quizá haya influido sobre
Dostoievski : la clara distinción que aquél hace entre mayoría y minoría de una nación ; entre
gente común y gente especial, lo cual recuerda un pasaj e del conocido artículo de Raskólnikov
en Crimen y castigo.
"Cada nación - escribe Maikov- presenta dos facetas; una diame tralmente opuesta a la
otra; ésta corresponde a la mayoría , aquélla ... a la minoría. La mayoría de un pueblo siempre
está sometida mecánicamente a las leyes del clima, la ubicación, la raza y el destino; la minoría,
en tanto, se va al otro extremo, al negar tales influencias." Maikov habla de esta división como
si se tratara de una "ley" (supuestamente, de la naturaleza), división que aún no ha sido sufi-
cientemente estudiada por los etnógrafos . Ibid., p. 69.
282 ~ LA FAMA
defectos o vicios: son deformaciones que no corresponden al desarrollo
pleno de la naturaleza humana. Esta negación rotunda de la nacionalidad
era una derivación bastante común de la influencia del socialismo utópico
(aparece claramente expresada en el segundo fascículo del Diccionario de
bolsillo de Petrashevski). 27 Sin embargo , es poco probable que Dostoievski
coincidiera con Maikov sobre este asunto , pues en algunos artículos que
escribió un año después adopta una posición antieslavófila, aunque de
ningún modo antinacional.
Belinski vivía para las polémicas y nunca se sentía mejor que cuando al-
guien o algo despertaba en él furia agresiva. En el invierno de 1846 no era
hombre que pudiera acobardarse ante la embestida de Maikov. Por lo tan-
to, responde al ataque de su colega con el famoso artículo Panorama de la
literatura rusa en 1846, que apareció en el primer número de la nueva épo-
ca de Los Contemporáneos. En ese artículo , Belinski se lanza a atacar -para
decirlo con las palabras del autorizado historiador soviético del periódico ,
Eugeniev-Maksimov- "no sólo al joven crítico de Noticias de la Patria,
Valerian Maikov, sino también el socialismo utópico , en general. A finales
de 1846, poco tardó en llamarlos [a los socialistas utópicos] 'asnos sociales
y virtuosos' ". 28
Para Dostoievski, éste fue el fatídico artículo que rubricó el hundi-
miento total de su reputación literaria y el repudio público por parte del
crítico que lo había elevado a la fama. En ese artículo , Belinski afirma que
"el escenario fantástico " de El doble resulta inadecuado para el gusto con-
temporáneo , y también habla de la "ostentación y engreimiento" de la obra
El señor Projarchin. Todo esto nos hace sospechar que la amistad de Dos-
toievski con Maikov -que no era secreto para nadie- debió de tener al-
guna influencia en esa nueva severidad del juicio de Belinski. En efecto, no
fue Dostoievski el único en recibir esta bofetada de Belinski. Todas los que
de algún modo estuvieron relacionados con Maikov, o cuyas obras dicho
crítico hubiera elogiado , son tratados con la misma dureza.
El pobre y bondadoso Alekséi Pleshcheev quedó atrapado entre dos
27
Véase el artículo sobre la "Nacionalidad'', en Proizvedenia Petrashevtsev, ed. V l. Evgrafova
(Moscú , 1953), pp . 193-195 .
28
V. Eugenyev-Maksimov, Sovremennih v 40-40 Godohh (Leningrado, 1934), p . 117.
286 ~ LA FAMA
linski las usó para refutar el "cosmopolitismo" de Maikov en los años cua-
renta. En efecto, al quitarle al concepto de "nacionalidad" todo lo negativo
y al limitar las connotaciones que le añade Maikov , Belinski logra, con
gran habilidad, encauzar dicha idea hacia un universalismo que libera el
sentimiento patriótico y el orgullo nacional del monopolio ejercido hasta
ese momento por los eslavófilos, a la vez que los reconcilia con el occiden-
talismo progresista . Se trata de la misma visión de Rusia como creadora
futura de una cultura mundial panhumanista, que con tanta frecuencia y
de un modo tan elocuente habrá de evocar más adelante Dostoievski, de
sustentarla con los mismos razonamientos: la facilidad que tienen los rusos
para aprender idiomas extranjeros, su capacidad para identificarse con
culturas ajenas, el papel que desempeñará la literatura rusa como precur-
sora de la nueva síntesis mundial. Desde luego que , a todo esto, Dostoiev-
ski añadirá eljesucristo ruso, interpretado como el testimonio divino de la
posibilidad de existencia sobre la tierra de la libertad moral y el triunfo del
libre albedrío humano sobre las leyes de la naturaleza. Desde esta perspec-
tiva, cabe considerar que su ideología "eslavófila" postsiberiana es una
amalgama de ideas cuyos orígen es deben buscarse en Belinski y en Vale-
rian Maikov. *
Es importante trazar esas líneas de continuidad si queremos restaurar
el auténtico cuadro histórico que el propio Dostoievski se empeñó tanto
en empañar y confundir. Por el momento, sin embargo, repararemos tan
sólo en el contenido general del artículo de Belinski. "Hoy Europa está en-
frascada [en la búsqueda de solución de] grandes problemas totalmente
nuevos ... pero ... sería absolutamente vano e inútil que nos ocupáramos
de esos problemas como si fueran propios ... Nosotros por nuestra propia
cuenta, en nuestro interior y a nuestro alrededor.. . es allí donde debería-
Rusia podrá, al expresar y llevar a efecto su ideal , hacer también realidad el ideal de la humani-
dad, en su conjunto". La philosophie et le probléme national en Russie au début du x1x siécle (París,
1929), p. 209.
* Asimismo , apoyado en su "cosmopolitismo humanístico" y en su visión nacionalista esla-
va, Maikov señala el contraste que existe entre la pureza de la doctrina cristiana dentro de la
Iglesia rusa y la concepción deformada del mensaje de Cristo por parte del catolicismo romano;
esta idea habría de ser de gran importancia para Dostoievski.
'Todos saben - escribe Maikov- que Rusia los preservó [los dogmas de la fe cristiana] en
tal estado de pureza e inmutabilidad, que, a través de la historia , sólo la Iglesia rusa tiene el
pleno derecho de ser considerada ortodoxa." En cambio, "al mismo tiempo que Bizancio se
ocupaba de buscar y guiar a su rebaño al reino de los cielos, Roma estaba soñando con dominar
espiritualmente a los reinos terrenales".
33
Works, p . 375.
... 289
tenimiento, y entonces Dostoievski se ve obligado a escribir apresurada-
mente y contrariando sus deseos, para pagar sus deudas. En una carta
fechada en octubre de 1846, le dice a Mijaíl que desea ir a Italia para poder
escribir allí una novela en total libertad y sin presiones de tiempo; para escri-
bir "para mí mismo, y de este modo tener la posibilidad de elevar mi pre-
cio. La deuda eterna, que Kraevski trata de aplicar a todo el mundo, es el
sistema de mi esclavitud y vasallaje literario" .3 Lamentaciones de este tipo
aparecen interminablemente repetidas en las cartas de Dostoievski desde
1846 hasta su arresto en 1849. A pesar de todos sus esfuerzos nunca logró
librarse de las ataduras que lo esclavizaban a Kraevski, ni consiguió esa
seguridad que tanto ansiaba para poder crear en paz. "Es terrible trabajar
como un jornalero. Lo destruye todo: tu talento , tu juventud y tus espe-
ranzas; aborreces tu trabajo y terminas por volverte un escritorzuelo, y no
un verdadero escritor. "4
El estado de endeudamiento crónico de Dostoievski, aparte de obligar-
lo a escribir más rápidamente de lo que hubiera querido, y a completar
apresuradamente obras que requerían de un proceso de maduración, tam-
bién lo impelía a vigilar el mercado literario , a la pesca de cualquier encar-
go, periodístico o de otra índole, que le permitiera obtener dinero en efec-
tivo. En el invierno de 184 7, lo encontramos escribiendo artículos de
fondo para una enciclopedia, y quejándose de lo difícil que resulta corregir
en pruebas de galeras un artículo acerca de los jesuitas. Es evidente que
tenía un interés especial en la historia y características de esta orden reli-
giosa católico-romana, cuya influencia mundial sería, más adelante, una de
sus más persistentes obsesiones. Antes, en la primavera de ese mismo año,
consiguió un encargo más importante de la Gaceta de San Petersburgo. El
autor que escribía los folletines para ese periódico murió repentinamente,
y el editor se apresuró a llenar el hueco recurriendo a algunos de los jóve-
nes literatos de San Petersburgo para que lo proveyeran de material. Alek-
sei Pleshcheev escribió un folletín para el número del 13 de abril, y quizá
fue por intermedio de él como Dostoievski se enteró de esta oportunidad
periodística. Así, los cuatro folletines siguientes , firmados F. D. , fueron
escritos por el propio Dostoievski.
Estos folletines desaparecieron por completo después de su efímera
aparición, y fue sólo en el decenio de 1920-1 929 cuando se les desenterró
3
Ibid. (7 de octubre de 1845), p. 97.
4
Ibid. (1 7 de diciembre de 1846), p. 104.
292 ~ LA FAMA
orden determinado, para distraer al lector ocasional. Pero, en cuanto se
profundiza más la lectura, resulta evidente que los folletines significan mu-
cho más de lo que aparentan. A pesar de todas sus omisiones y simuladas
evasivas, "decididamente se las ingenian para expresarlo todo" (o cuando
menos, una gran parte) de aquello que preocupaba a Dostoievski - y a
muchos otros como él- en la primavera de 1847.
Nadie que haya leído el primer folletín de Dostoievski puede dudar de que
su autor estaba sumamente inconforme con el orden existente en la vida
sociopolítica de su patria. Es perfectamente patente que le aflige la falta
total de libertad que tiene todo ciudadano pensante, en Rusia, para recibir
información y para discutir asuntos de "interés público". Esta cuestión
aparece de inmediato en la estampa de dos ciudadanos de San Petersburgo
que se animan a salir a la calle para recibir la primavera y saludarse mutua-
mente después del prolongado paréntesis invernal. La primera pregunta
que invariablemente formulan es: "¿Qué noticias hay7"; y en ese momento
el cronista de la ciudad señala un fenómeno curioso. os dice que siempre
hay "un agudo sentimiento de desolación en el sonido de sus voces, sea
cual fuere la entonación inicial de su conversación". No se da ninguna
explicación de ese estado de ánimo extrañamente descorazonado, que
no corresponde a la época del año. Pero el lector de Dostoievski, acostum-
brado al lenguaje cifrado del periodismo ruso , entendía muy bien el tono
desanimado de la pregunta, porque sabía que la respuesta carecía de im-
portancia: simplemente no había "noticias" de ninguna clase que merecie-
ran una conversación. La razón de que, a pesar de ello, se continuara for-
mulando la pregunta , era porque "una especie de buena educación exige
que [los rusos] también participen en algo que abarque a la sociedad, y que
tengan intereses públicos" (XIII: 8-9).
Este vívido boceto es un buen ejemplo de una de las técnicas de alu-
sión que emplea Dostoievski, recurso que podemos denominar "enigma
no explicado", cuya adecuada solución deberá ser dada por el lector al tan-
to de la situación a la que el autor se refiere . Para asegurarse de que sus
lectores comprendan lo que él quiere decir en este caso, Dostoievski tam-
bién utiliza la ironía hiperbólica para satirizar la acostumbrada función de
294 ~ LA FAMA
personas cultas y bien intencionadas ... interpreta con inexplicable entu-
siasmo diversos temas importantes" y llegan a un acuerdo general "respec-
to de diferentes cuestiones, por lo general útiles". Pero , pasado ese primer
estallido de arrebato o entusiasmo , "todo el 'círculo' cae en una especie de
irritación; en una suerte de incómodo fastidio ", y poco a poco se va co-
rrompiendo hasta llegar a un estado de cinismo muy parecido a la tónica
imperante en el círculo "patriarcal''. Los rusos no tienen ninguna posibili-
dad de participar de una manera activa en los asuntos sociopolíticos de
su país, y ello , como insinúa aquí por primera vez el cronista , ayuda a ex-
plicar una parte considerable del carácter ruso (ibid.). En primer lugar ,
explica el tipo de persona que pulula en los "círculos", y que emponzoña
la vida de los demás miembros . "' stedes conocen muy bien a este caballero
-dice el cronista a sus lectores- . Su nombre es legión. Se trata del caba-
llero de buen corazón, y que no posee otra cosa más que un buen corazón. "
Es el personaje que, a pesar de dedicar todo su tiempo a enumerar todas y
cada una de sus intachables virtudes morales, es un consumado egoísta, a
quien nada le interesa el resto de la humanidad. El comentario del cronista
acerca de este tipo ya nos está re,·elando la perspicacia de Dostoievski - y
también su profunda aversión- para captar este fingimiento "liberal" de
compasión moral , que más adelante expondría a la mofa pública tan ma-
gistralmente. Este hombre, escribe el cronista, ni iquiera sospecha que "su
tesoro oculto, su buen corazón, podría pulirse y lustrarse hasta llegar a ser
un auténtico diamante precioso y resplandeciente·', sólo cuando comenza-
ra a identificar sus intereses "con los de la sociedad' , únicamente cuando
"demostrara simpatía y compasión hacia la sociedad , en conjunto" (XIII:
10-11) .
El retrato que hace Dostoievski del caballero de "buen corazón" es el
primero de una serie de bosquejos caracterológicos burlescos , que ocupan
casi todo el resto de este folletín . Cada uno de ellos se refiere a un indivi-
duo que , detrás de una fachada de virtud, oculta algún defecto de carácter,
o alguna forma de vicio. A esa altura , Dostoievski abandona la técnica de la
ironía que ha estado utilizando hasta ese momento - la técnica del falso
ingenuo, tan apreciada por los satíricos del siglo xvm, el ingenuo cuya in-
comprensión respecto de lo que ve le permite al lector tener una visión
mucho más clara-, y la cambia por la técnica de la identificación fingida
con aquello que satiriza. La escuela naturalista se dedicó a bosquejar gran
parte de la vida rusa empleando precisamente el contraste entre una su-
¡Dios míol - exclama el cronista-. ¿Dónde están los antiguos villanos de las
novelas y de los melodramas de otros tiempos, caballeros? ¡Qué agradable era
la vida cuando ellos merodeaban por el mundo! La vida era encantadora, por-
que en seguida, allí , a la mano, estaba siempre presente el más bondadoso de
todos los hombres, quien desde luego defendía al inocente y castigaba al per-
verso . Aquel villano , aquel tirano ingrato, había nacido así, ya hecho de acuer-
do con alguna predestinación secreta y totalmente incomprensible del desti-
no. Todo en él era la personificación del mal.
296 .. LA FAMA
de cierta jerarquía, es un hombre que tiene un problema. Está a punto de
casarse, a la edad ya bastante madura de cincuenta años, con una encanta-
dora y pura jovencita de diecisiete. Lo que preocupa a julián es que puedan
surgir problemas que le impidan seguir visitando en su departamento a una
bella viuda, a quien desde hace dos años está ayudando generosamente a
llevar adelante un juicio. El cronista simpatiza con el dilema de Julián, aun-
que no disimula su envidia. ¡Qué suerte haber encontrado una joven novia
tan encantadora que sirva de consuelo a los años de decadencia! (Xlll: 11).
El cronista entresaca de las páginas de un relato recientemente publi-
cado en No ticias de la Patria 7 otro ejemplo de ese mismo tipo de individuo
respetable, a quien por alguna razón inexplicable empieza a retratar a la
luz más desfavorable . Se trata de un episodio que Dostoievski escoge para
llamar la atención de sus lectores, y que relata la ruptura accidental de un
espejo durante una fiesta infantil en ausencia del amo de la casa, un buró-
crata moscovita de respetabilidad intachable. "lván Kirilóvich es un buen
hombre", nos asegura el cronista. Pero también es un tirano y un borracho
perdido , que martiriza a su abnegada y enferma esposa con sus arranques
de ira incontrolable. Resulta fácil vaticinar la tormenta que provoca el es-
pejo roto , y "un mes después [la esposa] muere a causa de la tisis ... Una
especie de maleficio dickensiano satura la descripción de los últimos mo-
mentos de la vida dócil y opaca de esa mujer" (XIII: 15).
Desde luego , los biógrafos han visto en Iván Kirilóvich una reminis-
cencia del padre de Dostoievski, sobre todo porque el cronista confiesa
que el relato "¡me trajo el recuerdo de muchas cosas ... ! Personalmente co-
nocí a un hombre parecido a lván Kirilóvich. Los hay a montones por to-
das partes" (ibid.). Resulta difícil determinar con certeza hasta qué punto
estas palabras encierran algo más que la referencia similar a julián Mas-
takóvich. No debe dársele una interpretación demasiado literal a ese tipo
de declaraciones sobre un conocimiento personal, cuando aparece dentro de
un folletín. Pero , aun suponiendo que Dostoievski se sintiera conmovido
por este relato porque le recordaba a su padre, es más importante señalar
que, para él, lván Kirilóvich es más un tipo humano que un individuo de-
terminado. Es decir: su padre se ha fundido , dentro de la sensibilidad de
7
Esta obra fue identificada como Sboyev por A. Nestroiev. El nombre es un seudónimo de
P. N. Kudriavtsev, un amigo de Belinski , quien más tarde fue profesor de historia en la Univer-
sidad de Moscú. Belinski comentó sobre el mismo personaje y escena que también Dostoievski
había señalado especialmente. Works , p. 4 77.
* Como ha señalado sir lsaiah Berlin, el libro de Gógol no pudo haber aparecido en peor
momento . Justamente en ese tiempo recibía reconocimiento general la idea de que "la esclavi-
tud que ocasionaba el trabajo agrícola era un mal , tanto social como económico. El conde Kise-
lev (el consejero de Nicolás en asuntos de servidumbre) sostenía firmemente esta opinión ...
Y durante varios años, ni siquiera los terratenientes ni los burócratas reaccionarios que hicieron
todo lo posible por resolver las dificultades mediante una reforma de carácter positivo habían
pensado en los beneficios que les habría procurado cuestionar las fallas del sistema mismo".
"Russia and 1848", Slavonic and East forop ean Review, núm. 67 (1948), p 35 1.
298 .. LA FAMA
4
* Durante aquel invierno de 1847, Berlioz, al frente de su orquesta, dio una serie de con-
ciertos en San Petersburgo , e incluyó en el programa algunas partes de su nueva sinfonía, Romeo
y ]ulieta.
300 ~ LA FAMA
Luego , sigue esta cita de un poema:
304 ~ LA FAMA
punto de vista similar. En efecto, Dostoievski señala que esas ideas "coinci-
den con algunas ideas propias a las que no llamaremos rusas sino vanas o
inútiles, concebidas en el estudio" . Sin duda se trata de una alusión a los
rusófilos, a quienes también se les define como individuos que buscan la
nacionalidad rusa en "una letra muerta, una idea gastada, un montículo de
piedras [el Kremlin] que presumiblemente rememoran a los predecesores
rusos y, por último, en un ciego e incondicional retorno a un adormecedor
pasado autóctono".
Para el cronista, esta identificación de la nacionalidad rusa con el Krem-
lin acaso haya tenido validez en el pasado ; pero difícilmente existe en el
presente. El Kremlin "es una rareza de anticuarios que uno contempla con
particular curiosidad y gran respeto; pero por qué considerarlo la cumbre
de la nacionalidad ... ¡es algo que va más allá de mi entendimiento! Existen
algunos monumentos nacionales que han sobrevivido a su época y que
han dejado de ser nacionales". Presumiblemente, el Kremlin pertenece a
esta categoría. Aun llegando al extremo de negar que el Kremlin sirva como
punto de concentración de los sentimientos nacionales y religiosos del
pueblo ruso, el cronista señala que lo mismo acuden a otros monasterios y
sitios extranj eros de devoción, tales como el Monte Atas y jerusalén.
Y, además, el cronista pregunta: ¿acaso el pueblo ruso realmente conoce
mucho más acerca de su historia aparte de los nombres de Dimitri Dons-
koi, lván el Terrible y Boris Godúnov? (XIII: 22) . Estos razonamientos nos
muestran hasta qué extremos estaba dispuesto a llegar Dostoievski para
oponerse a los eslavófilos.
Desde luego que, como auténtico occidentalista, adopta la posición
contraria y ensalza la nueva capital por encima de la antigua. A pesar de
reconocer que la arquitectura de San Petersburgo es un caos y una mezco-
lanza de estilos , y que "gran parte de dicha arquitectura puede servir de
alimento a la caricatura; sin embargo, pese a todo, hay vida y movimiento".
San Petersburgo está llena de polvo y yeso porque todavía está en proceso
de construcción. "Su futuro es aún una idea; pero esta idea pertenece a Pe-
dro el Grande", y es una idea que está tomando forma y que crece día a día.
En realidad, la mezcolanza de estilos arquitectónicos en la ciudad "recuerda
en conjunto la historia de la vida europea de San Petersburgo y de toda Ru-
sia". Dicha ciudad es el símbolo vivo de la "gran idea" de Pedro, y sostiene y
pone en movimiento todo lo que es vital en el país: "la industria, el comer-
cio , la ciencia, la literatura, la civilización, el principio o fundamento y la
8
MPT, vol. 2, p. 549.
Todo esto hace que Dostoievski llegue a "una conclusión casi injusta ,
ofensiva pero al parecer muy probable", a saber, que los rusos "tienen un
sentido muy poco desarrollado de la dignidad personal" y muy poco de lo
que él denomina "egoísmo necesario" (XIII: 29).
Esta nueva interpretación del egoísmo , como ya lo señalamos anterior-
mente , era una idea o concepto que en 184 7 ocupaba un primer plano
muy visible en la conciencia rusa. La influencia combinada de Fourier y de
Max Stirner había estado actuando para transformar esta idea, de algo ne-
gativo, en algo positivo. Fue en el verano de ese año cuando Belinski se
sintió obligado a reflexionar sobre las reacciones de Stirner, y que Herzen
-a quien Dostoievski leía en ese momento con envidia y admiración-**
publicó sus propias conclusiones, pocos meses antes de la aparición del
folletín de Dostoievski . "Desarraigar el egoísmo del corazón de un hombre
-escribía Herzen- equivale a extirparle su principio vital, su levadura, la
sal de su personalidad . . . Me atrevo a decir que un reconocimiento racio-
nal de la voluntad o egoísmo propio es el más elevado reconocimiento
moral de la dignidad humana, y que todos pueden aspirar a ello." 9 Las ob-
servaciones de Dostoievski sobre el "egoísmo necesario" provienen de una
* La palabra rusa ambitsia no tiene el mismo significado neutral que su sinónimo en inglés.
En ruso , esta palabra implica amor propio, orgullo y arrogancia, pero en sentido peyorativo.
* * En 1873, Dostoievski aconsejó a una joven escritora, aspirante a autodidacta, que obtuvie-
ra viejos ejemplares de Noticias de la Patria de la biblioteca pública , y que leyese lo que Herzen
había publicado a mitad y a fines del decenio de 1840-1 849. Se refería específicamente a los Es-
oitos en torno al estudio de la naturaleza (1845-1846), que Dostoievski consideraba como "lo me-
jor en filosofía" de todo lo que se había publicado, no sólo en Rusia sino también en Europa.
El libro de Herzen es una eficaz síntesis de la Historia de la filosofía, de Hegel (versión en es-
pañol, FCE), escrita a partir de la concepción de un hegeliano de izquierda , pero de característi-
cas idealistas. Herzen rechaza el materialismo del siglo xvm, como antes hiciera Hegel, pues se
trata sólo de una filosofía de la "negación". DVS, vol. 2, p. 138; véase también Dimitri Chizhev-
ski, "Hegel in Russland", en Hegel bei den Slaven, ed. Dimitri Chizhevski (Darmstadt, 196 1),
pp . 271 -274.
9
A. l. Herzen, Sochinenia, vo l. 2 (Moscú, 1955) , pp 382 y 383 .
Así pues, el cuarto folletín de Dostoievski nos permite tener una esclarece-
dora vislumbre del molde ideológico de aquellas obras que pertenecen a la
esfera estilística de la escuela naturalista. Sin embargo, también es posible
percibir el asomo de una nueva veta de su producción que se inicia en
1847. En efecto, Dostoievski deja de concentrarse sólo en un chinovnik de
facultades mentales limitadas para pasar a ocuparse de un personaje pro-
totípico perteneciente a la intelectualidad: "el soñador". Como sucede con
muchos otros aspectos de su creación, por lo general los críticos han expli-
cado la aparición de este tipo atribuyendo su origen exclusivamente a las
peculiaridades de la psique de su autor, del escritor, y, en consecuencia,
310 ~ LA FAMA
limitan su interpretación a la mera relación que pudiera tener con datos
biográficos; pero es imposible aceptar este punto de vista como el correc-
to . En primer lugar, debemos recordar que los idealistas poco prácticos
atrapados en las fantasías románticas de ninguna manera eran desconoci-
dos por la antigua literatura rusa: el personaje llamado Lenski en la obra
Eugenio Oneguin, de Pushkin, y el desdichado artista Piskarev de Gógol (en
La Perspectiva Nevski) son personajes que ejemplifican un dilema cultural y
espiritual parecido. Y, lo que es todavía más importante, "el soñador" de
Dostoievski aparece en el preciso momento en que se ha desatado una
campaña general en contra de los peligros que entraña la mechtatelnost (en-
soñación, fantasía), considerada como enfermedad congénita de la intelec-
tualidad rusa.
Cuando se revisa la cultura rusa de mediados de 1840, por todas par-
tes se encuentran pruebas de esta campaña. Se acusa a los exaltados ideales
y actitudes románticos de causar un enervante desapego respecto del mun-
do, y de favorecer la práctica de una actitud exclusivamente pasiva y orgu-
llosa de exaltada contemplación. Herzen publicó una serie de hirientes ar-
tículos en los cuales pone en ridículo lo absurdo de las extravagancias
amaneradas de los románticos en medio de "esta época bulliciosa, dedica-
da por completo al progreso material, a los problemas sociales , a las cien-
cias" .10 Belinski prorrumpe en invectivas en contra de aquellos que tratan
de plasmarse a sí mismos de acuerdo con el ideal postulado por Schiller,
"del espíritu hermoso", y que por lo tanto creen que pueden superar y
vencer los problemas de la vida común. Esas personas, dice Belinski, "co-
nocen 'lo sublime y lo hermoso' sólo en los libros, y eso no siempre; en la
vida y en la realidad, no saben reconocer ni lo uno ni lo otro". 11 A princi-
pios de la primavera de 184 7, la novedad literaria que causó gran revuelo
fue Una historia común, de Goncharov, que contiene un retrato demoledor
de un típico joven romántico de provincia quien desciende a la tierra debi-
do a su contacto con la vida en San Petersburgo y también por los sermo-
nes que le endilga el personaje principal "positivo" del relato: un atareado,
desengañado, frío y perspicaz burócrata encargado de dirigir una fábrica
que proporciona pingües rendimientos al gobierno.
En una carta que le escribe a Mijaíl a principios de 1847, Dostoievski se
limita a repetir esta generalizada desvalorización de la mechtatelnost románti-
10 Citado en A. G. Tseitlin, I. A. Goncharov (Moscú, 1950), p. 6.
11
Ibid., p. 62.
12
Pisma, vol. 1 (enero-febrero de 184 7) , p 106.
1
Pisma, vol. 1 (enero- febrero de 184 7) , p. 106 .
316 ~
cheev, los dos hermanos Maikov, Yanovski, el escritor menor Yakov But-
kov (el rival de Dostoievski como retratista de la vida de los barrios bajos
de San Petersburgo), grupo al cual se unió un poco más tarde el maestro de
escuela y crítico Aleksandr Milyukov, cuyos recuerdos acerca de Dos-
toievski son sumamente valiosos . Esas cenas se celebraban en el Hotel de
France, célebre por su cocina, y que estaba ubicado en la misma avenida
en la que a la sazón vivía Dostoievski, a quien, según Yanovski, le causaba
gran placer organizar esos convites entre amigos. Sabemos que Dostoiev-
ski tenía perfecta conciencia de la importancia de mantener el equilibrio
mental entre lo exterior y su parte interna, y que temía ser dominado en su
propia vida por los "nervios y la fantasía". Seguramente que, en parte, se
debió al deseo de contrarrestar su nuevo aislamiento que comenzara a fre-
cuentar las reuniones del círculo de Petrashevski. *
De hecho, mucho antes tuvo oportunidad de entrar en ese círculo.
Dostoievski conoció a Petrashevski durante la primavera de 1846, en una
cafetería a la que entró acompañado de Pleshcheev para tomar algún re-
fresco y leer los periódicos. No tó que Pleshcheev se detuvo para charlar
con un desconocido , cuya cara n o podía ver, y que no le fue presentado.
Luego, cuando Dostoievski salió de la cafetería , el desconocido lo siguió
hasta la calle y, sin ningún preámbulo, le dijo: "¿Puedo preguntar cuál será
la idea de tu próximo cuento?" Pleshcheev ya los había alcanzado , y pre-
sentó al desconocido como Petrashevski. Intercambiaron algunas palabras
más (Dostoievski no nos dice si respondió a la pregunta) , y luego los tres
se separaron. 2 En esto consistió el primer encuentro de Dostoievski con el
hombre cuyas excentricidades eran objeto de burla en todo San Petersbur-
* Me gustaría hacer constar mi agradecimiento, en lo que se refiere a los tres capítulos si-
guientes, a Francis Michael Bartholomew, por su disertación -aún no publicada- que ofreció
en Princeton bajo el título The Petrashevsky Circle (1969). Si bien no estoy de acuerdo con el
señor Bartholomew en algunas de sus interpretaciones, considero que su análisis sobre testimo-
nios son un inapreciable auxilio para conocer fielmente los objetivos y las actividades de este
grupo y de sus satélites.
Otro libro cuya consulta me ha sido muy útil, y que ya no tendré oportunidad de señalar, es
la breve pero sustancial obra de V. R. Leikina, Petrashevtsy (Moscú, 1924).
2
N. F. Belchikov, Dostoevsky v Protsesse Petrashevtsev, 2" ed. (Moscú , 1971), p. 124. Este
volumen , publicado por primera vez en 1936, reproduce todos los documentos oficiales refe-
rentes a la implicación de Dostoievski en el asunto Petrashevski, junto con excelentes comenta-
rios editoriales y aclaraciones. La segunda edición incluye valioso material nuevo y una nueva
introducción. También se recomienda muy especialmente la introducción a la primera edición,
escrita por el editor.
9
Idem.
322 .. LA FAMA
una invitación por intermedio de algún amigo. Un alegre joven de San Pe-
tersburgo, en una carta que data de comienzos de 1848, enumera entre las
atracciones de la ciudad "los sermones de Nilson, la propaganda de Petra-
shevski y las conferencias públicas y los folletines de Pleshcheev" ,10 y que,
según él, se mantenían dentro de los mismos límites de la diversión públi-
ca y la expresión de opiniones, tolerados en esa época.
Muchos de los que asistieron a las reuniones de Petrashevski han des-
crito la atmósfera que reinaba en ellas. En los primeros años, cuando toda-
vía los visitantes eran escasos, el círculo era más que nada un grupo de es-
tudio; se leían en voz alta libros y artículos , y en ocasiones alguno de los
miembros exponía un tema que fuese de su interés particular. Más adelan-
te, cuando las reuniones se volvieron más concurridas , los miembros del
círculo variaban de una a otra semana y, en general, se formaban pequeños
grupos que conversaban de un tema determinado. En los casos en que una
discusión acalorada atrajese la atención general, se nombraba un árbitro
encargado de moderar la controversia y asegurar los derechos de ambas
partes. A finales de la primavera de 1848, se sugirió que las reuniones fuesen
organizadas de una manera un poco más formal , nombrándose con antici-
pación a un orador para cada reunión, y un presidente que vigilara y man-
tuviera el orden en cuanto a las intervenciones del público. Así pues, las
reuniones adquirieron el carácter de una especie de club o asamblea parla-
mentaria, durante las cuales se utilizaba una campanilla, cuyo puño estaba
labrado sospechosamente en la forma de una estatua de la Libertad, para
ajustar y moderar el flujo de los discursos y llamar al orden a los diferentes
oradores.
D. D. Akhsharumov escribe que las reuniones constituían
10
V. l. Semevsky, op. cit. , p. 108.
Uno de los primeros y más fieles miembros del círculo, Aleksandr Ba-
lasoglo, escribió que por lo común los invitados eran de siete a diez; que
ese número a veces aumentaba hasta quince, y que los días del santo o
cumpleaños de Petrashevski solían reunirse alrededor de veinte o treinta
personas. "¿Sobre qué versaban las charlas, las discusiones, los juicios< Ab-
solutamente sobre todo", aunque "la balanza se inclinaba , sin lugar a du-
das, en favor de las teorías sociales" .12
Durante el primer año y medio, Dostoievski no fue un asiduo concu-
rrente a las reuniones de Petrashevski; por otra parte, parece ser que su
actitud hacia el grupo era bastante ambigua. Yanovski afirma que, cuando
se refería a las reuniones, lo hacía en un tono desdeñoso, y que atribuía su
popularidad tanto a que se sirvieran refrescos gratis como al deseo de "re-
presentar la comedia del liberalismo, porque , bien lo sabes, entre nosotros
los mortales no hay ninguno que no disfrute jugando a ese juego".13 Lo
que Dostoievski escribió respecto del grupo para la comisión investigadora
tiene este mismo tono, y coincide con la descripción de otros.
Desde luego , debemos juzgar este tipo de testimonio con cierto escep-
ticismo; pero hay razones válidas para considerar que expresa gran parte
de los sentimientos auténticos de Dostoievski , ya que difícilmente el am-
biente de Petrashevski podía remplazar su afe cto hacia la Pléyade o hacia
el círculo de Beketov.
11
Idem.
12
Idem.
13 DVS, vol. 1, p. 169.
14
N. F. Belchikov, op. cit., p. 107.
19
DVS, vol. 1, p. 181.
22
Delo Petrashevtsev . .., op. cit., vol. 3, pp. 3 y 4.
23
N. F. Belchikov, op. cit., p. 99.
24
Ibid., p. 106.
25
Idem.
" Véanse las pp. 238-240.
26
N. F. Belchikov, op. cit. , p. 107.
Así pues , no era por ignorancia que Dostoievski no se lanzaba con más
fervor a las contiendas verbales que tenían lugar en las reuniones de Pe-
trashevski. Es mucho más probable que simplemente no le interesaran los
interminables debates sobre las virtudes y los defectos de uno u otro siste-
ma socialista. Para muchos de los miembros del círculo , las ideas socialis-
tas eran todavía una novedad llena de atractivo, y en el caso de los que ya
las conocían, eran fanáticos ansiosos de conquistar nuevos prosélitos. En
cambio, Dostoievski no tenía nada que aprender sobre socialismo de recal-
citrantes socializantes como Petrashevski o Danilevski; tampoco era un
discípulo consagrado a difundir ese evangelio. A pesar de que de todo co-
razón estaba de acuerdo con el impulso moral que inspiraba a los diferen-
tes sistemas socialistas, no estaba convencido de que todas sus panaceas
pudieran llevarse a la práctica.
29
N. F. Belchikov, op. cit. , p. 111.
332 ~ LA FAMA
menudo con auténtico amor hacia la humanidad, los leo con curiosidad. Pero
precisamente porque no me adhiero a ninguno de los sistemas socialistas, es-
tudié el socialismo en general, todos sus sistemas, y ésta es la razón de que
(aunque mi conocimiento está lejos de ser completo) advierto los defectos en
cada uno de ellos. Estoy convencido de que la aplicación de cualquiera de
ellos traería aparejada la ruina inevitable, y no sólo me refiero a nosotros, sino
que pienso que eso mismo ocurriría incluso en Francia. 30
que todas estas teorías carecían de importancia para nosotros; que debíamos
buscar las fuentes de evolución de la sociedad rusa no en las teorías de los
socialistas occidentales, sino en la vida y en la antigua organización histórica
de nuestro pueblo, en la cual, ya fuera en la obshchina [posesión comunal de
la tierra], en el artel [cooperativa de trabajadores de salario compartido], y en
los principios de la responsabilidad mutual de aldea [para el pago de los im-
puestos], desde mucho tiempo antes existían bases muchísimo más sólidas y
normales que en todos los sueños de Saint-Simon y su escuela. Decía que la
vida en una comuna italiana o en el falansterio le parecía a él más terrible y
repugnante que la que pudiera llevarse en cualquier prisión.35
Este comentario sobre las prisiones parece demasiado profético del fu-
turo de Dostoievski para ser verídico; pero eso no quiere decir que sea to-
talmente inverosímil que haya podido utilizar este tipo de imagen. Tanto
Maikov como Milyutin le criticaban al socialismo sus limitaciones a la li-
bertad individual; en su declaración, Dostoievski se refiere a la "necesidad
34
DVS, vol. 1, p. 185.
35
Idem.
37
Véase A. S. Dolinin, "Dostoevsky sredi PetrashevLsev", Zvenya, núm. 6 (Moscú/ Leningra-
do) , 1936, pp. 528 y 529.
38
Franco Venturi, Roots of Revolution (Nueva York, 1960), p. 85.
39
August von Haxthausen, Studies on the Interior of Russia, ed. S. Frederick Starr (Chicago,
1972), p. 89.
El fourierismo , y junto con él todos los sistemas occidentales, son tan inade-
cuados para nuestro país, tan ajenos a nuestras condiciones y circunstancias,
tan distintos de la idiosincrasia de nuestra nación, y, por el otro lado , a tal
punto son una consecuencia o producto de Occidente, y de la realidad occi-
dental, en la cual el problema del proletariado tiene que ser resuelto por cual-
quier medio ... , que para nosotros, ahora que no tenemos un proletariado ,
resultaría una rotunda ridiculez. 43
EL CÍRCULO DE PETRASHEVSKI ~ 33 7
tos que Dostoievski pudiera considerar lógicos y sensatos, sólo pedía la
palabra cuando se sentía personalmente atraído hacia un escritor, o para
exponer alguna idea muy clara para su alma e importante para su obra lite-
raria. Si bien era famoso por su indiferencia cuando la charla giraba en
torno de las sutilezas de la doctrina socialista, igualmente notoria era su
vehemencia apasionada cada vez que se trataba el problema de la servitud.
De todas las descripciones de Dostoievski que aparecen en las memorias,
hay una imagen que se impone a todas las demás: en realidad era alguien a
quien le resultaba imposible dominarse cuando hablaba de los maltratos
que sufrían los campesinos esclavizados.
l. M. Debu -un fourierista perteneciente al círculo íntimo de Petra-
shevski- recuerda a Dostoievski de la siguiente manera:
Aquí sólo puedo decir -escribe- que Dostoievski nunca fue , ni podría ha-
ber sido , un revolucionario; pero , por tratarse de un hombre de sentimientos
y gran sensibilidad , podía dejarse arrastrar por una oleada o corriente de in-
dignación , y hasta de odio , ante el espectáculo de un acto de violencia perpe-
trado en contra de los humillados y ofendidos. Eso sucedió, por ejemplo ,
cuando vio o se enteró de que un sargento del regimiento finlandés fue some-
tido al castigo de la carrera de baquetas. Sólo en esos casos de violencia o de
ultraje era capaz de lanzarse a la calle enarbolando una bandera roja. 45
Sin duda que , lo que en esos momentos se precipitaba sobre él, era
una combinación de todas las antiguas emociones o sentimientos relacio-
nados con su experiencia traumática de ver golpear al joven cochero cam-
pesino , cuando se dirigía con su padre y su hermano a San Petersburgo;
su recuerdo del sadismo constante en la Academia de Ingenieros; y las
visiones de pesadilla y la asfixiante sensación de complicidad causada por
el sentimiento de culpa por la muerte de su padre. Todos estos horrores,
funcionando juntos, evidentemente lo impulsaban a súbitos estallidos de
encendida elocuencia , que hacían que algunos miembros del círculo lle-
garan incluso a ver en él el germen de un innato agitador del populacho .
(Sus p osteriores triunfos como lector de sus propias obras en público,
y como orador que sabía conmover las fibras del corazón, demostraron
que esa opinión de algunos miemb ros del círculo era acertada.) En todo
caso , nadie podía abrigar la más leve duda en el sentido de que Dostoiev-
ski estaba agobiado por un deseo vehemente de remediar las intolerables
injusticias sociales en medio de las cuales estaban obligados a vivir todos
los rusos.
Tal vez fue esa violencia irrefrenable, que como la erupción de un vol-
cán mostraba Dostoievski toda vez que se ponía a hablar acerca de la ser-
vitud, el rasgo que primero atrajo hacia él la atención de la figura enigmá-
tica y fascinante de Nikolái Speshnev. Dentro de la amorfa aglomeración
del círculo de Petrashevski, el duro e inflexible Speshnev era uno de los
pocos que exteriorizaban la tenaz decisión de transformar las palabras en
hechos reales; y por lo mismo, continuamente buscaba gente a la que pu-
diera reclutar con este propósito . Formó un pequeño círculo -con al-
gunos miembros de las tertulias de Petrashevski y con otros que eran con-
tactos propios- que fu e la única sociedad auténticamente secreta surgida
de los "viernes" de Petrashevski. Muy poco se sabe de cierto acerca de esta
46
Ibid. , p. 186.
340 .. LA FAMA
XVIII. Dostoievski y Speshnev
1
Petrashevtsy, vol. 1, ed. P. S. Schegolev (Moscú / Leningrado, 1926-1 928), p. 134.
~ 341
La esposa de Nikolái Ogarev, quien lo conoció poco antes de su arresto, en
1849, lo describe como un hombre alto, con rasgos finamente cincelados y
cabellera de color castaño oscuro, que le caía en ondas hasta los hombros; en
opinión de esta mujer, Speshnev tenía grandes ojos color gris azulado, ensom-
brecidos por una mirada de dulce melancolía. 2 El conde Semenov, quien dis-
taba mucho de ser un sentimental, también hace un comentario acerca de la
belleza masculina de Speshnev: "Bien podría haber servido como modelo para
bocetos de la cabeza y el tipo del Salvador".3
Speshnev había vivido en Europa entre 1842 y 184 7 y, al regresar a
San Petersburgo en diciembre de ese último año , llegó rodeado por la au-
reola de una belleza tanto romántica como revolucionaria. Corría el rumor
de que se había fugado con una belleza polaca, esposa de un terrateniente
cuya finca colindaba con la suya, y que años después la mujer había muer-
to en Viena -al parecer, luego de envenenarse a causa de los celos-, de-
jándole con dos hijos ilegítimos. Bakunin comenta, con cierta envidia, que
las mujeres consideraban irresistible a Speshnev. Sabiamente informa a
Herzen que "las mujeres no se resisten a un poco de charlatanería, y Spesh-
nev causa una verdadera impresión: sobre todo , es muy hábil en saber cu-
brirse con el manto de una impenetrabilidad profundamente pensativa y
silenciosa".4 Si hemos de creer a Bakunin, Speshnev hizo verdaderos estra-
gos entre el sexo femenino durante 1846 en la sociedad ruso-polaca de
Dresde. Viejas o jóvenes, madres e hijas, todas las mujeres estaban locas
por él. Más deslumbrador que esta fama byroniana de Don juan fue el in-
forme de que había intervenido en la guerra Sonderbund que estalló en
1843 entre los cantones liberales y católicos de Suiza en torno a la cuestión
de la expulsión de los jesuitas; se dice que Speshnev luchó como volunta-
rio en el ejército de los cantones liberales.
Verídico o falso, este rumor basta para revelarnos el carácter de la polí-
tica de Speshnev. Influido por sus lecturas de los historiadores románticos
franceses, comenzó siendo un liberal; pero, aun cuando continuara sién-
dolo en 184 3, rápidamente evolucionó inclinándose a la izquierda, hacia
una posición mucho más radical. Luego de empaparse en la bibliografía,
tanto de la economía política ortodoxa como de sus críticos socialistas,
muy pronto pasó por el socialismo utópico hasta llegar al comunismo
2
Ibid , p. 75.
3 DVS, vol. 1, p 206.
4
Petrashevtsy .. ., op. cit. , vol. 1, p. 135.
5
Karl Marx, Frühe Schriften, vol. 1, eds. Hans-joachim Lieber y Peter Furth (Darmstadt,
1962), p. 828. Esta referencia bastaría, por sí sola, para asegurarle la inmortalidad a Dézamy.
6
V. I. Semevsky, M. V. Butashevich-Petrashevski i Petrashevtsy (Moscú, 1922), p . 192.
11
Petrashevtsy .. op. cit., vol. 3, p. 60.
12
V. l. Semevsky, op. cit., p. 194.
350 .. LA FAMA
vel. La carta es una afirmación elocuente de las propias convicciones de
Petrashevski, escrita con bastante dignidad, y en la cual increpa a Timkov-
ski por su vanidad y por exhibir de un modo tan descarado y temerario su
fervor revolucionario a la Karl Moor. Explica que el fourierismo "no desea
malgastar los resultados de mil años de penoso esfuerzo de la humanidad
por un solo instante de solevantamiento, sublime, si tú quieres, pero mal-
sano y calenturiento''. 15
Sin embargo , el discurso de Timkovski actuó como un catalizador en
el sentido de sacar a la superficie ideas expresadas a medias (o que acaso se
manifestaban plenamente pero que aún causaban demasiado temor) y que
habían comenzado a fermentar dentro del grupo . La siguiente persona
que las expresó fue un joven teniente del Ejército llamado N ikolái Mom-
belli, quien habló en privado con Petrashevski sobre la formación de una
sociedad secreta de ayuda mutua. Hasta donde podemos saberlo, la finali-
dad de esta organización sería infiltrarse en la burocracia. Sus miembros
deberían ayudarse secretamente de todas las maneras posibles, tratando de
usar su influencia para introducir reformas y para contrarrestar la opresión
de las autoridades. Esto dio lugar a otra serie de plácticas privadas que se
llevaron a cabo alrededor de la misma época que aquellas con Chernosvi-
tov, siendo también en este caso Speshnev y Petrashevski los principales
participantes.
Ahora ya sabemos que Mombelli era miembro de la organización se-
creta de Speshnev, y que su sugerencia tal vez fue parte de un plan más
complicado. En todo caso, Speshnev aprovechó de inmediato la oportuni-
dad para definir sus propias ideas respecto a qué debería ser una sociedad
secreta. Explicó que
15
Ibid., p. 130
16
Petrashevtsy . ., op. cit., vol. 3, p. 63.
17
N. F. Belchikov, Dostoevsky v Protsesse, Petrashevtsev, 2ª ed. (Moscú , 1971), p. 265 .
20
Ibid., vol. 3, p. 69.
* Se trata de un libro publicado en Leipzig en 1875, el cual contenía diversos documentos
concernientes al caso Petrashevski. Su título fue: Sociedad para la Propaganda en 1849 (Obshche-
stvo Propagandy v 1849).
21
Biografía, p. 90.
22
Proizvedenia Petrashevtsev .. , op. cit., pp. 503 y 504.
29
Citado por A. S. Dolinin, " Dostoevsky sredi Petraschevtser'', Zvenya, núm. 6 (Moscú I
Leningrado, 1936) p 533.
... 359
Lo que con el tiempo llegó a ser el círculo de Palm-Durov, según pare-
ce, surgió de algunas reuniones celebradas durante el otoño y el invierno
de 1848 en casa de Pleshcheev. Eran reuniones improvisadas, a las cuales
asistían todos los literatos que iban a la casa de Petrashevski, como tam-
bién la mayoría de las personas que se sabía habían pertenecido a la socie-
dad secreta de Speshnev (el propio Speshnev, Dostoievski, Mombelli, Gri-
goriev, Filippov, Vladimir Milyutin). En una de esas ocasiones, Milyukov
leyó el ensayo de Herzen titulado San Petersburgo y Moscú, y Pleshcheev
también leyó en voz alta -no se sabe con certeza si en la misma reunión,
o en otra- un discurso de Felix Piat, el conocido dramaturgo y periodista
francés de ideas radicales, que fuera elegido para formar parte de la Asam-
blea Constituyente después de la Revolución de 1848. Cuando los herma-
nos Dostoievski, junto con Danilevski y Butkov, se quejaron amargamente
de la severidad de la censura, Speshnev se ofreció para lograr que todas las
obras que ellos quisieran entregarles fuesen publicadas en el extranjero
(probablemente por intermedio de Chojecki, quien tenía el proyecto de
fundar una Free Press (Prensa Libre rusa en Occidente). Sin embargo, Mi-
jaíl Dostoievski rechazó categóricamente esta proposición, dejando a los
otros confundidos y vacilantes . Ésta no es de ninguna manera la única vez
que veremos a Mijaíl asumiendo una firme posición pública contra lo que
fuera francamente ilegal, mientras que su hermano permanecía a la zaga y,
mediante su silencio, cuando menos daba a entender su consentimiento
y aprobación.
A comienzos de marzo de 1848, o acaso un poco antes, muchas perso-
nas que se conocieron en casa de Pleshcheev decidieron celebrar reuniones
periódicas, por lo general los sábados, en el espacioso departamento que
compartían Aleksandr Palm y Serguéi Durov. El primero era un teniente de
los Guardias de Salvamento , quien para aumentar sus magros ingresos es-
cribía colaboraciones para los periódicos literarios; el segundo, algunos
años mayor que casi todos los miembros del grupo de Petrashevski (había
nacido en 1816), era egresado de la Universidad de San Petersburgo y es-
critor y traductor independiente. Existen explicaciones contradictorias res-
pecto de los motivos de inconformidad de este grupo en cuanto a Petra-
shevski, y que los impulsó a formar una sociedad independiente. Una
versión -a la que podemos llamar "oficial", ya que fue presentada por to-
dos los miembros, con la sola excepción de uno de ellos- sostiene que
ese grupo se formó con personas que se fueron alejando del círculo de Pe-
360 ~ LA FAMA
trashevski a causa de la limitación en cuanto a los intereses, y debido a la
fijación fanática en temas sociopolíticos. En la declaración escrita que pre-
sentó Palm, afirma que los que constituyeron este grupo (incluyendo a los
dos hermanos Dostoievski),
3
Petrashevtsy, vol. 3, ed. P. S. Schegolev (Moscú/ Leningrado, 1926-1928), p. 59.
5
DVS, vol. 1, pp 184 y 185.
364 ~ LA FAMA
ran el esfuerzo conjunto de escribir artículos dentro de un espíritu de libe-
ralismo [que en esos días significaba 'revolucionario'], en los que se trata-
ran cuestiones referentes a la condición contemporánea de Rusia, en un
sentido jurídico y administrativo". Era necesario, explicó Filippov, que se
hicieran conocer "todas las injusticias de las leyes . .. [y] toda la corrupción
y las deficiencias que existen en la organización de nuestra Administra-
ción" .6 Una vez escritos esos artículos, podrían reproducirlos en una pren-
sa litográfica casera, y distribuirlos. Otro miembro del círculo, F. N. Lvov,
era capitán de la plana mayor del Ejército y enseñaba química en una es-
cuela para cadetes. Él mismo se ofreció para armar un aparato de esa clase,
y prometió hacer un cálculo de los costos.
Según parece, esta iniciativa, que contó con el apoyo entusiasta de Gri-
goriev, Mombelli y Speshnev, fue aceptada. Se anotaron los temas que
trataría cada uno de los miembros del círculo, de acuerdo con sus prefe-
rencias, y Dostoievski se comprometió a escribir algo sobre socialismo.
Pero una vez apagado el entusiasmo inicial, empezaron a surgir reflexiones
más sensatas sobre la cuestión. En los días que siguieron a esta reunión,
comenzó a notarse una actitud de oposición a este proyecto, y quien la
expresó con un lenguaje sumamente enérgico fue Mijaíl Dostoievski. Si
hemos de confiar en lo que dice su hermano, incluso en el momento en
que se sugirió la idea hubo muestras de descontento, aunque no se lo ma-
nifestó de una manera franca o sincera. "No estoy muy seguro; quizá estoy
equivocado -le dijo a la comisión investigadora-, pero me pareció que
la mitad de los presentes no expresaron en voz alta su oposición al proyec-
to de Filippov sólo por no parecer cobardes frente a nosotros y, además,
porque no querían rechazar la propuesta directamente, sino recurriendo a
algún medio indirecto. "7
El testimonio de Dostoievski sobre este episodio resulta sumamente
interesante no sólo porque observaciones como la que acabamos de citar
anticipan ciertas escenas de Los demonios, sino también porque una lectura
atenta de lo que él dice nos revela su propia complicidad. Por ejemplo:
llama la atención que en ningún momento diga, como fácilmente pudo
hacerlo, que él personalmente desaprobaba la idea de Filippov. En lugar de
ello, menciona la inconformidad de los demás - sobre todo de su hermano-
6
Petrashevtsy .. ., op. cit., vol. 3, p. 124.
7
N. F. Belchikov, op. cit., p. 141.
14
Citado en D. O. Evans, Social Romanticism in France, 1830-1848 (Oxford , 1951), p. 39.
Por una carta del grupo Pleshcheev a Dostoievski, sabemos que Mil-
yukov había prometido enviar una copia de su traducción a Moscú. Plesh-
cheev le pide a Dostoievski que le diga a Milyukov que debe apresurarse, y
que "cuanto antes mejor. .. Hay aquí gente que simpatiza con nuestras
ideas respecto de la posibilidad de acción". 16 Tanto la Carta de Belinski
como la traducción de Milyukov fueron leídas durante la misma reunión
del círculo de Palm-Durov, a principios de abril.
Sin embargo, a pesar de que según los cálculos de Lvov los costos de la
compra e instalación de una prensa litográfica casera estaban dentro de los
medios económicos del círculo, finalmente se abandonó el proyecto. De-
bió de ser durante estas discusiones -acaso en su discurso contra la pren-
sa- cuando Dostoievski hizo las enigmáticas declaraciones que figuran
registradas en el testimonio de Golovinski. En los documentos se lee que,
durante una de las reuniones de comienzos de abril, Dostoievski dijo "que
uno no debería actuar en forma ilegal contra dos cuestiones; no debería
condenar a la sociedad, y [debería] trabajar en su favor; no mediante la
amargura y la burla, sino mostrando los propios defectos personales''. Una
versión en borrador de estas palabras dice lo siguiente: "Dostoievski con-
denó la acción [ilegal] (contra dos cuestiones), y dijo que había que echarle
15
E.M. Feoktistov, Vospominania (Leningrado, 1929), p. 164; citado en V. R. Leikina-Svirs-
kaya, "Revolutsionnaya Praktika Petrashevtsev", Istoricheskie Zapiski, núm. 47 (1954), pp. 210 y
211. Feoktistov, quien más tarde llegó a ser un influyente burócrata, era uno de los estudiantes
a los que Pleshcheev les hablaba.
16
Delo Petrashevtsev .. ., op. cit., vol. 3, p. 295.
17
Ibid., p . 226.
era una iniquidad y una ignominia contra la humanidad contemplar con in-
diferencia los sufrimientos de doce millones de seres desdichados. Que el
propósito de todos debía ser tratar de liberar a esas víctimas oprimidas . Que
la liberación de los siervos no entrañaba problemas muy difíciles, porque
ellos mismos en ese momento reconocían todo el peso de las injusticias de su
situación, y estaban empeñados en liberarse, de cualquier maneran
23
Ibid., p . 427.
376 .. LA FAMA
5
378 ~ LA FAMA
que haya sido el motivo o la razón, la concepción que Belinski tenía acerca
de jesucristo como revolucionario moral armoniza perfectamente con las
ideas socialistas y religiosas que compartía Dostoievski con el círculo de
Beketov, y que nunca había abandonado.
Que usted [Gógol] base sus enseñanzas en la Iglesia ortodoxa -escribe Be-
linski-, eso puedo entenderlo: siempre ha sido sostén del hnut (el látigo) y
del despotismo; pero, ¿por qué ha mezclado usted a jesucristo en todo esto?
¿Qué de común encuentra usted entre Él y cualquier Iglesia, y menos que
ninguna, con la Iglesia ortodoxa? Fue el primero en traerle a la gente la ense-
ñanza acerca de la libertad, la igualdad y la fraternidad , y en sellar la verdad
de esa enseñanza mediante su manirio.27
do que el autor lo incluyó con el fin de defenderse de la censura. Sin embargo, Belinski no era
hombre que traicionase sus convicciones más profundas sólo para engañar al censor. Debemos
recordar que cuando escribió tales palabras se estaba muriendo, enfermo de tuberculosis. Ibid.,
pp. 420, 421 y 524.
27
Ibid., p. 506.
28
Ibid., pp. 506 y 507.
31
Ibid., p. 436.
32
DVS, vol. 1, p 193.
EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO
XX. El doble
.. 385
dor; Herzen escribió ¿Quién tiene la culpa? y una serie de excelentes cuentos
cortos; Goncharov hizo un impresionante debut con Una historia común,
seguido de un capítulo tomado de la novela que estaba escribiendo, El sue-
ño de Oblomov, y aún no hemos mencionado las dos novelas de Grigoróvich
sobre la vida campesina, Antón Goremika y La aldea, ni Polinka Sachs, de
A. V. Druzhinin, que levantó el estandarte de la emancipación femenina.
Comparadas con esta colección de obras, las publicaciones de Dostoievski
parecían realmente insignificantes; además, la obra más extensa con la que
contaba para reconquistar su fama entre el público lector, Netotchka Nezvá-
nova, nunca se completó , debido a su detención.
No cabe duda de que parte del problema de Dostoievski era su situa-
ción de estrechez económica, que lo obligaba a una producción demasiado
rápida. En parte , se debía también a su inquietud y ambición artísticas ,
que lo impelieron a abandonar el naturalismo sentimental y, después del
triunfo de Pobres gentes, a lanzarse, con paso tambaleante, hacia lo que al
parecer era una fascinación malsana respecto de los trastornos mentales y
hacia exploraciones líricas del tema del Mechtatelnost (marginado). Ahora
no tenemos ninguna dificultad en comprender que Dostoievski estaba ex-
perimentando con estilos y tipos caracterológicos que posteriormente ha-
bría de fusionar de una manera magistral. Pero, en su tiempo , era fácil
pensar que , en comparación con otros jóvenes escritores que marchaban
hacia la cúspide de su creación, Dostoievski simplemente había perdido el
rumbo.
1
Pisma, vol. 1 (8 de mayo de 1845), p 78 .
5
El estudio más reciente es el de Natalie Reber, Studien zum Motiv des Doppelgangers bei Dos-
toevskij und E. T. A. Hoffmann (Giessen, 1964); también Charles Passage, Dostoevsky the Adapter
(Chapel Hill , Carolina del Norte, 1954). El libro de Passage está viciado por la idea que ya insi-
núa en el título de su obra: que lo único que hizo Dostoievski fue "adaptar" a Hoffmann.
6
V. V. Vinogradov, Evolutsia Russkogo Naturalizma (leningrado, 1929), p. 2 14.
EL DOBLE ~ 389
3
En El doble se nos presentan una vez más esa misma atmósfera chinovnik y
el mismo mundo de la burocracia de San Petersburgo que aparecen en El
capote y Pobres gentes. Pero Golyadkin ya no vive como Akaki Akakiévich
al borde de la miseria, ni como Devushkin, a punto de ser destituido. Por el
contrario, tiene departamento propio y un sirviente (no vive, por lo tanto,
en un "rincón" detrás de un biombo); además, acumuló algunos ahorros
que guarda consigo para deleitarse de vez en cuando en la seguridad que
le proporciona ese dinero. Aunque no ocupa un puesto muy elevado den-
tro del escalafón burocrático, con todo, es ayudante del principal emplea-
do de su oficina. Al comenzar el relato, ha alquilado un coche, le compró a
su sirviente Petrushka una librea, y se prepara a irrumpir en la fiesta de
cumpleaños de Clara Olsufyevna, a la cual, con toda intención, no fue in-
vitado.
En otras palabras, el señor Golyadkin ascendió en la escala social lo
suficiente, al menos en su propia estimación, para aspirar a trepar un poco
más alto; su enfermedad ya no es la miseria, sino la "ambición". Dostoiev-
ski abandona la relación establecida en Pobres gentes entre la pobreza de
Devushkin y su lucha por conservar la dignidad, y ahora hace hincapié en
este segundo tema. Su atención, que ahora se vuelve hacia el aspecto inter-
no y psicológico , se concentra en el esfuerzo de Golyadkin por autoafir-
marse, lo cual inevitablemente lo lleva a una confrontación con las rigide-
ces del orden social. El tema es, en este caso , las deformaciones internas
que sufre el individuo causadas por dicho sistema social; el hecho de que,
para citar su folletín, Golyadkin "enloquece de ambición, a la vez que la des-
precia e incluso sufre por estar casualmente enfermo de una cosa tan tonta
como la 'ambición'" .
Los primeros capítulos de El doble describen magistralmente el desdo-
blamiento de la personalidad que sufre Golyadkin hasta quedar totalmente
separada en dos entes independientes. Por una parte, Golyadkin aspira a
una posición social más elevada y a una imagen más halagüeña de sí mis-
mo. A ello se deben el coche, la librea, la simulada compra de muebles
elegantes como si fuese un novio; incluso el detalle, de extraordinario
acierto, de cambiar sus billetes por papel moneda de menor denomina-
ción para tener una billetera más abultada. Su pretensión al amor de Clara
Olsufyevna no es la causa sino sólo una expresión de su afán de ascenso
EL DOBLE ~ 391
sempeñar el papel que desea, y sólo puede escaparse eludiendo toda res-
ponsabilidad mediante ese mecanismo; pero en el momento en que Andrei
Filippóvich desaparece, vuelve a salir a la superficie el conquistador inven-
cible. "Entonces, al recordar de pronto a qué grado de confusión se había
dejado arrastrar, nuestro héroe enrojeció de ira, frunció el ceño y lanzó
una enfurecida mirada de desafío al extremo delantero del coche; una mi-
rada calculada para reducir a cenizas a todos sus adversarios" (ibid.).
Desde el comienzo mismo se advierte que, a pesar de su pretendido
heroísmo, el señor Golyadkin no emprendió su viaje hacia la aventura con
ánimo ligero y festivo. Hay motivos para sentirse abatido y confuso, algu-
nos de los cuales salen a la luz cuando visita a su médico alemán, Krestyan
lvanóvich Rutenspitz. Un joven rival, sobrino de Andrei Filippóvich, fue
ascendido en la oficina al puesto a que aspiraba Golyadkin, y ya es el pre-
tendiente a la mano de Clara con las más auspiciosas ventajas para obtenerla.
Hace apenas uno o dos días que, al no poder refrenar su disgusto ante esos
frustrantes acontecimientos , el señor Golyadkin armó un escándalo, mos-
trando públicamente su hostilidad hacia su rival y su influyente tío. Como
si esto no bastara, se enteró, además, de que corrían rumores sobre cierto
vergonzoso enredo amoroso con una alemana , dueña de una pensión en la
que por un tiempo vivió el señor Golyadkin. Al iniciarse la novela, lo vemos
hacer esfuerzos desesperados por borrar de su mente esos dos episodios
perturbadores, y con lógica típicamente paranoica ya ha logrado transferir-
los a la idea de que lo persiguen, y de que sólo él es sincero, honrado yac-
túa de frente y sin ocultamientos. Así pues, la escena con el médico sirve de
trasfondo de la acción para mostrar que el comportamiento del señor Gol-
yadkin es inequívocamente anormal, y hace que el personaje exteriorice
todo el patetismo de su drama interior en el momento en que se deja vencer
por el abatimiento y se pone a llorar.
Sus esfuerzos por conseguir una invitación para la fiesta de cumple-
años de Clara precipitan la crisis de Golyadkin. Los esplendores de esa ce-
lebración son descritos por el narrador mediante un estupendo estallido
de sarcasmo gogoliano, que subraya la ridícula mediocridad de esa esfera
social por la que suspira el señor Golyadkin. "¡Ah, si yo fuese un poeta!
Desde luego, como Homero, como Pushkin, quiero decir, porque nadie
con menos talento se atrevería ... entonces, seguramente yo podría pintar
para vosotros, ¡ah, mis queridos lectores! , los prodigios de ese glorioso día
con pincel ligero y colores brillantes", etc. (I: 128). Vale la pena que nos
EL DOBLE .. 393
el vulgar pecadillo que cometió en su pasado, y por el miedo a las conse-
cuencias de haber insultado a sus superiores. La relación de Golyadkin
con su doble remeda una u otra de estas tres facetas de su posición frente a
sí mismo y a su mundo, y en ocasiones varias de ellas se entremezclan en
una combinación de elementos que se van acoplando y yuxtaponiendo
con una delicadeza y perfección magistrales.
Los primeros cinco capítulos de El doble describen las "aventuras" del se-
ñor Golyadkin al tratar de afirmarse en el mundo real. El resto, que inicia
una nueva secuencia, describe su infructuosa lucha por impedir que su
doble lo desplace en todo momento y su final hundimiento en la demen-
cia. Al principio , el doble se muestra respetuoso , insinuante, obsequioso, y
le suplica al señor Golyadkin que lo proteja. Este comportamiento acaso
tiene el propósito de recapitular el comienzo de la propia carrera del señor
Golyadkin, cuando debió actuar de manera similar. La triste historia que
cuenta el doble acerca de un pasado de pobreza y humillaciones puede
interpretarse como un panorama retrospectivo de la propia vida de Golyad-
kin. La posición subordinada del doble expresa el estado de relativa con-
fianza en sí mismo alcanzado por el señor Golyadkin, y que le ha permitido
alimentar su "ambición". Pero cuando el doble consigue ganarse subrepti-
ciamente la confianza de Golyadkin y enterarse de todos sus secretos, lo
traiciona (como lo hizo el propio Golyadkin con sus superiores mediante
su insubordinación), y entonces comienza a representar las confusas espe-
ranzas y temores del señor Golyadkin.
El doble consigue todos aquellos triunfos en la oficina que habría que-
rido obtener el señor Golyadkin, lo somete a constantes humillaciones alu-
diendo a su enredo amoroso con la cajera alemana ("'él es nuestro Faublas
ruso, caballeros; permítanme presentarles al joven Faublas', cantaba con
voz aflautada el señor Golyadkin hijo , con su característica insolencia"), se
entiende a la perfección con Clara Olsufievna , y desconcierta y frustra al
verdadero señor Golyadkin de todas las maneras posibles (I : 195). Algu-
nos episodios tienen exclusivamente carácter bufonesco ; por ejemplo,
cuando a escondidas el doble consume diez pasteles, lo cual obliga a Gol-
yadkin -quien sólo comió uno- a pagar por once pasteles, y a soportar
EL DOBLE ~ 395
"desenmascarar al impostor y truhán que está ocupando su lugar". "Al de-
cir esto la voz le tembló , y dos lágrimas se desprendieron de sus pestañas"
(1: 196) . En el momento en que representa el papel de su doble, "con una
imperceptible sonrisita" dice Golyadkin en la importante secuencia onírica
del capítulo x: "¿Para qué sirve la fu erza de carácter? ¿Cómo podríamos tú
y yo, Yakov Petróvich, tener fuerza de carácter:> . .. " (1: 185).
Este deprimente proceso de la capitulación del señor Golyadkin se ale-
gra un poco cuando, en los capítulos finales , cree haber recibido una carta
de su amada Clara, en la que ella lo cita para fugarse . Puesto que Propish-
chin podía leer la correspondencia deliciosamente parlanchina e indiscreta
de los dos perros Magdie y Fido en el Dimio de un loco, no hace falta espe-
cular, como lo han hecho tantos comentaristas, acerca de la categoría on-
tológica de la misiva que representa los deseos íntimos del señor Golyad-
kin. ¿O es acaso realmente la representación de esos deseos? Algunos de
los momentos más auténticamente divertidos de la novela ocurren cuando
el señor Golyadkin se refugia de la lluvia debajo de una pila de madera, y
espera sentado en el patio de la casa de Clara a que ella acuda al supuesto
lugar de su cita amorosa, mientras que a la vez se rebela interiormente
contra semejante rompimiento injustificable de las normas de la conducta
decente.
EL DOBLE ~ 397
este problema. A pesar de las múltiples burlas de que hace objeto a Golyad-
kin, Dostoievski es aún mucho más sarcástico cuando se refiere a esas
encumbradas cimas del reino burocrático que lo deslumbran como su
ideal inalcanzable. Esas eminencias están evidentemente corruptas hasta los
huesos, y carecen hasta de la más mínima conciencia moral de ser respon-
sables de la desgraciada situación en que se encuentra Golyadkin. 11 Cuan-
do menos, él verdaderamente cree en la piadosa moralidad oficial a la cual
el resto del mundo alaba de dientes para afuera, y por otra parte, su lucha
con el doble constituye un esfuerzo para impedir que esa moralidad sea
traicionada. Al tratar de derrotar al doble, en realidad Golyadkin pugna
por vencer sus propios impulsos de subvertir aquellos valores que presu-
miblemente comparten sus superiores oficiales. Quizá es esto lo que quiso
significar Valerian Maikov cuando dijo que Golyadkin sucumbe "al tomar
conciencia de la disparidad de los intereses particulares dentro de una so-
ciedad bien ordenada", a saber, cuando se da cuenta de que le será imposi-
ble afirmarse a sí mismo como individuo sin transgredir la moralidad que
han sabido inculcarle hasta el fondo mismo de su corazón, y que lo man-
tiene sometido.
No obstante , esta explicación es tan sólo parcial, pues deja sin respon-
der por qué Dostoievski se burla de Golyadkin. A este respecto, opino que
debemos remitirnos a un documento cuya relación con este punto no fue
tomada en cuenta hasta ahora: las observaciones que hace Dostoievski en
su folletín acerca del "egoísmo necesario". En dicho documento se afirma
que la vida en Rusia no ofrecía ninguna salida para que el ego pudiera afir-
marse de una manera normal, y que, por ende, los rusos no habían podido
desarrollar un sentido suficientemente afirmativo de su propia "dignidad
personal". * Este análisis contiene la exacta proporción de conmiseración y
de reserva crítica que introduce El doble: existe compasión hacia el deseo de
elevación que tiene Golyadkin, pero también un cierto desprecio por su
incapacidad para persistir en el combate y hacia la mezquindad de sus fi-
nes. La legítima indignación que suscitan en Dostoievski las circunstancias
frustrantes de la vida rusa no lo convierte en un determinista moral que
anhela absolver a sus víctimas de toda responsabilidad por su conducta.
11
En su artículo ya citado en la nota 9, Evnin presenta muy bien este punto , aunque inter-
preta la obra demasiado exclusivamente dentro de la tradición de Dobrolyubov, lo cual me im-
pide aceptar su concepción en conjunto .
·•· Véanse supra las pp. 307 y 308.
EL DOBLE ~ 399
cas de Gógol" M En este sentido , El doble adolecía del defecto de ser dema-
siado limitativo; pero, en otro sentido , era bastante original para que en su
época se le pudiera valorar plenamente. En efecto, las complejidades de la
técnica narrativa de Dostoievski planteaban un problema especial a los lec-
tores de su tiempo.
El doble es narrado por un observador exterior, quien poco a poco se
va identificando con la conciencia de Golyadkin hasta adoptar el lenguaj e
propio de su personaje. Su estructura lingüística contiene, pues , una ex-
tensa mezcolanza de frases estereotipadas, clichés, lemas, fórmulas de eti-
queta social y exclamaciones incoherentes que se repiten obsesivamente (y en
exceso), para mostrar las inquietudes y dudas de la psique perturbada del
señor Golyadkin. Se trata de una notable anticipación, inusitada para su
época, de los experimentos que realizó Joyce con el cliché en el capítulo
"Gerty McDowell", del Ulises, y de aquello que Sartre tanto admiraba en
John Dos Passos: la descripción de una conciencia totalmente saturada de
las fórmulas y de los lemas de su sociedad. Empero, el efecto en El doble es
una monotonía y un tedio que los lectores de Dostoievski no estaban aún
preparados para soportar, ya fuese en nombre de la verosimilitud sociopsi-
cológica o de la experimentación artística.
Además, aun cuando la técnica narrativa de Dostoievski, per se, ha de-
jado de ser un obstáculo para el lector moderno, la complejidad de su acti-
tud todavía plantea problemas de comprensión. Al aislar la confusión
mental de su personaje de toda presión social manifiesta, y al tratar, tanto
al protagonista como a su mundo , con pareja ironía demoledora , el autor
tiende a crear la impresión de que Golyadkin no es otra cosa que una per-
sonalidad patológica, y que sólo a él hay que culpar por sus problemas.
Hasta el propio Belinski, quien presumiblemente podía captar las implica-
ciones sociales de la psicología del personaj e tal como el novelista las ex-
plicó en su folletín, hace la observación de que pudo tener una existencia
menos insoportable , de no haber sido "por la enfermiza susceptibilidad y
suspicacia de su carácter", que fue "el demonio maléfico" de su vida .15 En
suma, lo único que hizo Dostoievski, según Belinski, fue describir un caso
de paranoia y de desquiciamiento mental, cuya importancia o cuyos valo-
res no logran trascender a los de cualquier historia clínica.
Este juicio establece la pauta para una interpretación de las primeras
1
• Citado en A. L. Bem, U lstolwv Tvorchestva Dostoevskogo (Praga, 1936), p. 143.
15
V.G. Belinski, "Petersburgskii Sbomik", en DRK, p. 27.
EL DOBLE ~ 401
la técnica del doble y a incorporar los grandes temas ideológicos que carac-
terizarían las obras que creó luego de regresar de Siberia . Sin embargo , fue
postergando su intención de volver a elaborar El doble -acaso porque el
mismo impulso creador ya se estaba canalizando hacia nuevas produccio-
nes- y fu e sólo en 1866, al concluir Crimen y castigo, cuando llevó a cabo
su revisión, dándole la forma que constituye la única versión que ha llegado
hasta nosotros.
En su mayoría, los retoques consistieron en suprimir muchas de las
repeticiones de vocablos y expresiones conversacionales que fueran el
blanco de tan copiosas críticas. 18 Más importante , empero , fue el hecho de
que también eliminó por completo el tono épico-burlesco. Tachó todos los
encabezamientos de capítulo, y el subtítulo original -Las aventuras del se-
ñor Golyadkin- fue sustituido por Un poema de San Petersburgo. Quedaba
así disimulada la vinculación estilística con Las almas muertas, acaso con la
intención de borrar todos los elementos de crítica social radical y los re-
cuerdos de Belinski que todavía permitían relacionar El doble con la novela
de Gógol. En efecto, el nuevo subtítulo, a la vez que no contradecía la obra
(ya que Golyadkin era un tipo de San Petersburgo), no resultaba compro-
metedor gracias a su vaguedad e imprecisión, aparte de la ventaja adicional
de ubicar dicha novela en el lugar exacto que le correspondía dentro de la
tradición literaria rusa iniciada por El jinete de bronce.
Otros cambios fueron: acortar la obra, quitándole un capítulo entero, y
simplificar la trama al suprimir casi todo el tema del doble como "Grishka
Otrepeev" -que en el original era mucho más extenso- , y también muti-
lando la parte que se ocupa del temor xenófobo de Golyadkin de ser en-
venenado por su ex casera alemana, quien, según él, se ha confabulado
con Krestyan lvanóvich, igualmente de origen germano. Estas mutilacio-
nes del texto original hacen que en su versión definitiva algunos pasajes
relacionados con este tema del envenenamiento resulten mucho más con-
fusos . En contraste, se refuerza el aspecto sociopsicológico central me-
diante un cambio, al final , que constituye una escalofriante confirmación,
no solamente de que Golyadkin está loco y de que será encerrado en un
manicomio, sino también de que continúa acosándolo su sentimiento de
18
Podrá hallarse un detallado estudio de estas revisiones en el artículo de P. l. Avanesov,
"Dostoevskii v rabote nad 'Dvoinikom'", en Tvorches kaya lstoria, ed. N. K. Piksanov (Moscú ,
1927), pp. 154-191.
EL DOBLE ~ 403
Raskólnikov, Stavroguin e lván Karamazov- ha llevado a algunos críticos
a interpretar El doble como si todos los temas filosóficos y religiosos del
Dostoievski maduro ya estuvieran presentes en sus páginas.21 Pero se trata
de un anacronismo insostenible, pues el Dostoievski de los años cuarenta no
es el mismo de los dos decenios siguientes. En el caso de El doble, el marco de
referencia del autor es todavía exclusivamente sociopsicológico.
En su madurez, Dostoievski consideraba que el descubrimiento de este
tipo "subterráneo'', cuya primera versión es Golyadkin, era su mayor con-
tribución a la literatura rusa. En su opinión, este tipo representaba la situa-
ción real en que se encontraba la psique cultural rusa de su tiempo , irreme-
diablemente dividida entre ideas y valores opuestos e irreconciliables. En
esta primera etapa de su obra, los torturantes sentimientos de culpa que
acosan a Golyadkin a causa de sus modestas ambiciones, ponen al descu-
bierto el proceso de asfixia y de mutilación que sufre la personalidad al ser
sometida a una tiranía despótica. Más adelante, este tipo caracterológico
será utilizado para mostrar el efecto destructor que ejerce el ateísmo radical
importado de Occidente sobre lo que, para Dostoievski, constituía la idio-
sincrasia rusa , con su innata tendencia moral-religiosa, con su necesidad
instintiva de creer en jesucristo y en Dios. Así pues, los apuntes de Dostoiev-
ski para la reelaboración de El doble revelan el proceso, tanto de continui-
dad como de metamorfosis, entre sus primeras y posteriores creaciones. El
personaje prototípico descubierto en el decenio de 1840-1849, y que es
utilizado para difundir los ideales sociales progresistas de la escuela natura-
lista, se transmuta, en el Dostoievski maduro , en un arma para combatir la
ideología radical. Una posible conclusión respecto de todo lo dicho sería
que la génesis de este proceso se encuentra en la propia psicología del
autor. Pero no se trata de una conclusión definitiva, sino de una hipótesis
inicial para llegar a comprender la obra y el genio de Dostoievski.
21
Lamentablemente esta tendencia aparece manifiesta en el estudio , por otra parte clásico ,
de Dimitri Chizhevski, "The Theme of The Double in Dostoevsky", en Dostoevsky, ed. René
Wellek (Englewood Cliffs, Nueva Jersey, 1962), pp. 112-129.
ALGUNOS otros cuentos que Dostoie\ ski creó en esa época fueron escritos
desde la misma perspectiva que El doble, y trataban de casi los mismos te-
mas conflictivos. En cada uno de ellos continúa su análisis de los efectos
patológicos que ejerce sobre la personalidad ese mundo de gigantescas
cancillerías y aterrorizados chinovniks, mundo típico de San Petersburgo ,
pero sin acusar en ningún momento, de un modo concreto, a ese ambiente
como responsable de las deformidades o anomalías que describe. Lo único
que consigue es provocar la confusión causada por El doble, y aumentar la
inconformidad por parte de los críticos en cuanto a sus obras y, presumi-
blemente, también de parte del público lector.
En rápida sucesión. después de El doble apareció El señor Projarchin,
con muy pocas probabilidades de permitir a Dostoievski recuperarse en
parte de sus menguadas finanzas. Es probable que este relato haya surgido
de uno de los proyectos en que Dostoievski menciona estar trabajando en
abril de 1846 para la antología que proyectaba editar Belinski. Habría de
titularse Un cuento acerca de cancillerías abolidas, y puesto que la posibili-
dad de perder su puesto enloquece al pobre señor Projarchin, es muy pro-
bable que dicho cuento sea un desarrollo de aquella idea. Escrito durante
el verano de 1846, El señor Projarchin apareció publicado en el número de
octubre de Noticias de la Pat1ia. Empero, antes de su publicación, fue muti-
lado por la censura. En una carta a Mijaíl, Dostoievski se queja de que
"toda vida en [este cuento] ha desaparecido. Lo que queda es tan sólo el
esqueleto de lo que te leí. Reniego de mi cuento" .1
1
Pisma, vol. 1 (17 de septiembre de 1846), p. 95.
~ 405
2
Debemos señalar aquí que todos esos nuevos huéspedes de Ustinia Feodo-
rovna, sin excepción, eran como hermanos; algunos de ellos trabajaban en la
misma oficina; cada uno , por turno , perdía todo su dinero con los otros ju-
gando a los naipes , en acciones preferenciales y en el bixe; a todos les gustaba
un momento de parranda para gozar de lo que ellos denominaban "los mo-
mentos efervescentes de la vida", todos juntos; también eran aficionados a
discutir en algunas ocasiones sobre temas elevados, y a pesar de que al final
rara vez las cosas terminaban sin una disputa, sin embargo, en un momento
dado, todo el grupo dejaba de lado los prejuicios; de esa manera, no se per-
turbaba lo más mínimo la armonía general [I: 241].
Otro de sus relatos que puede incluirse dentro de la categoría de los grotes-
cos de San Petersburgo es Un corazón débil. El protagonista es un escribien-
te burócrata (aunque esta vez se trata de un joven , y no de un hombre ma-
duro o anciano como Devushkin, Golyadkin y Projarchin). También él
termina en la locura, aunque, a diferencia de Golyadkin o de Prokharchin,
en su caso no es tan evidente que el orden social imperante sea responsable
de su enajenación mental. Por lo contrario: Dostoievski incluso subraya la
bondad y la generosidad de su superior inmediato, julián Mastakóvich , que
es el mismo alto funcionario de la burocracia que aparece mencionado en
los folletines de San Petersburgo. Sin embargo , con ello el autor se propone
sólo hacer más patente hasta qué punto las circunstancias de su vida coti-
diana han deformado y destruido en el protagonista su valoración o estima
de sí mismo . Afortunadamente , en Un corazón débil Dostoievski elude algu-
nas de las imperfecciones que estropean tanto El doble como El señor
'Véase por ejemplo V. Terras, The Young Dostoevsky, 1846-1849 (La Haya, 1969), p. 26; pero
para la concepción opuesta, véase W. Schmid, Der Textaiifbau in den Erzahlungen Dostoevskijs
(Múnich, 1973), pp. 148-1 71.
Los dos cuentos que acabamos de analizar son los trabajos más ambiciosos
escritos por Dostoievski dentro del estilo de la escuela naturalista después
de El doble. Todos los demás son apenas bosquejos fisiológicos o anécdotas
cómicas y, con más frecuencia, combinaciones de ambos.
En el otoño en 1846, mientras trabajaba aún en El doble, Dostoievski
escribió en una noche un relato insignificante al que denominó Una novela
en nueve cartas. El hecho de que pensara publicarlo en la revista humorísti-
ca (que significaba satírica), el almanaque bimensual El Bufón, que edita-
rían Nekrásov, Grigoróvich y el propio Dostoievski, nos ayuda a explicar
6
Pisma, vol. 1 (16 de noviembre de 1845), p. 85.
Otros varios bosquejos escritos entre 184 7 y 1848 tienen esta misma for-
ma del skaz, y van precedidos por una especie de breve introducción. Exis-
ten evidencias de que , acaso inspirado por el éxito de los cuentos de Tur-
* Puesto que a algunos lectores quizá les sorprenda que no analice aquí este punto -pues
me ocuparé de él al estudiar Memorias del subsuelo en el segundo volumen de esta obra-, los
remito a mi interpretación en "Nihilism and Notes from Underground", Sewanee Review, núm. 1
(1961), pp. 1-33.
9
V. Terras, op. cit., p. 4 7.
Introduce a dos héroes de tal modo que cada uno de ellos queda íntimamente
ligado a la voz interior del otro [... ] La profunda y esencial relación o la coin-
cidencia parcial de las palabras ajenas de un personaje con la palabra interior
y secreta del otro aparece como el momento obligatorio en todos los diálogos
importantes de Dostoienvski. 10
10
M. Bajtín, Problemas de la poética de Dostoievski, 2' ed. (FCE, México, 2003) , p. 375.
AL MISMO tiempo que escribía las obras que hemos examinado en los
dos últimos capítulos, Dostoievski también compuso otras de estilo y tema
completamente distintos: La patrona y Noches blancas. Se atribuye a Dos-
toievski haber dicho en cierta ocasión que toda la literatura rusa de su época
tuvo por origen El capote, de Gógol, y aun cuando lo más probable es que
esta frase sea apócrifa, como dicen los italianos, se non e vero, e ben trovato. 1
La literatura rusa del decenio de 1840-1849, efectivamente, estuvo domi-
nada por el surgimiento de la escuela naturalista , y los escritores más im-
portantes de esa época, incluyendo a Dostoievski, brotaron originariamente
de los holgados pliegues del abrigo de Gógol. Empero, los relatos que anali-
zaremos a continuación pertenecen a una tradición gogoliana distinta . Para
variar un poco la metáfora , podríamos decir que la inspiración para escribir
estos cuentos le vino a Dostoievski mientras acompañaba a Gógol en uno
de sus paseos a lo largo de la avenida o Perspectiva Nevski.
La novela rusa del decenio de 1830-1839, fuertemente influida por
Hoffmann y por el romanticismo alemán, abunda en conflictos entre lo
ideal y lo real, lo espiritual y lo material. N.A Polevoi, quien hizo aporta-
ciones importantes a esta moda, explicaba que su finalidad artística era
"demostrar que los insensatos sueños de los poetas no encajan en el mun-
do de la existencia material". 2 En aquellos días se consideraba que este
desajuste era un juicio sumario aplastante de la estrechez y las limitaciones
' En los años setenta surgió, en la crítica rusa, un brote de polémica acerca de esta fórmula.
Para un resumen , que pone en boca de Turgueniev una afirmación similar, véase S. A. Reiser,
"lz lstorii Formuly 'Vse my Vyshli iz Gogolevskogo Shineli' ", en Poetika i Stilistika Russkoi
Literaturi (Leningrado, 1971), pp. 187-189.
~ 429
de lo cotidiano. Además, puesto que según la metafísica del idealismo ro-
mántico sólo los artistas (y los filósofo s) estaban en contacto inspirado con
el reino de la verdad trascendental, invariablemente se les consideraba
como los héroes de esas creaciones. La expresión clásica del tema , dentro
de la literatura rusa, es La Perspectiva Nevski, de Gógol.
En esta obra se narran las experiencias opuestas de dos personaj es
que se encuentran por casualidad en su paseo a lo largo de la avenida
Nevski, al anochecer. El joven artista Piskarev, verdadero idealista,
queda extasiado por la belleza angelical de una muchacha que fugazmente
pasa junto a él en el preciso momento en que se encienden las lámparas.
Horrorizado , descubre que esa encarnación de la armonía divina es una
prostituta; todo su mundo espiritual es sacudido por ese encuentro con
semejante degradación de la belleza . Su eña con ubicarla en un ambiente
más apropiado, más respetable, y toma opio con el objeto de embellecer
con colores más magníficos sus visiones de futura felicidad con esa mujer.
Decidido a rescatarla de la prostitución, saca fuerzas de flaqueza y le ofre-
ce matrimonio.
La muchacha se ríe en su cara ante la sola idea de tener que abando-
nar su lujosa vida de pecado; el artista no puede soportar la profanación de
sus sueños y, en medio de la desesperación, se suicida. Al mismo tiem-
po, el inefable teniente Pirogov, una de las más logradas representacio-
nes del poshlost gogoliano -esa palabra evasiva que malamente podría
traducirse por "mediocridad satisfecha de sí misma o engreída", y sobre
la cual Vladimir Nabokov escribió algunas páginas- ,3 persigue tenaz-
mente a una tentadora rubiecita que camina por esa misma vía pública.
A pesar de que el animoso teniente termina por ser ignominiosamente
apaleado por el marido de la muchacha y por su amigo íntimo -que no
por casualidad se llaman Schiller y Hoffmann- , de todas maneras logra
rebotar con la elasticidad propia del caucho y mantenerse tercamente en
posición vertical.
Este relato de Gógol se encuentra en la línea fronteriza entre el trazo
puramente romántico de este choque entre lo ideal y lo real y la evolución
posterior de dicho tema en el decenio de 1840-1 849. En efecto, a pesar de
que , comparado con Pirogov, Piskarev es todavía un personaj e positivo,
2
Citado en Ist01ia Russkogo Romana, vol. 1 (Moscú/ Leningrado, 1962), p. 272.
3 Vladimir Nabokov, Nikolai Gogol (Norfolk, Connecticut, 1964) , pp. 63-74.
4
Pisma, vol. 1 (enero-febrero de 184 7), p. 108.
Vasili Mijaílovich Ordinov, "el soñador" del relato, tiene todos los rasgos
esenciales que caracterizan a este tipo. Último superviviente de una familia
Imaginó que algún misterio, algún secreto la mantenía atada al anciano , y que
Catalina , aunque era inocente de todo delito como una blanca paloma, había
caído en su poder ... tenía constantes visiones de un inmenso, todopoderoso
despotismo sobre una pobre e indefensa criatura , y su corazón temblaba de
indignación impotente. Imaginaba que mediante alguna hechicería se le pre-
sentaba ante la asustada mirada de su alma, súbitamente despierta, la idea de
su degradación, que su pobre corazón débil era torturado mediante alguna tre-
ta o artificio mágico , que con algún propósito se la mantenía en la ignorancia
o ceguera cuando era necesario, que las inclinaciones pasionales de su atribu-
lado corazón, que nunca había experimentado, le fueron inducidas subrepti-
ciamente, y que poco a poco le fueron cortando a esa alma libre sus alas,
hasta ser finalmente incapaz de sublevarse o de algún movimiento de libertad
hacia la vida real. .. [I: 319; excepto en el caso de la palabra débil, las cursivas
se añadieron en esta cita. ]
Quizá ustedes se pregunten con qué está soñando ... con la amistad con Hoff-
mann, con la Noche de San Bartolomé, con Diana Vernon, con desempeñar
el papel de héroe durante la toma de Kazán por parte de lván Vasiliévich; con
Clara Mowbray, con Effie Deans, con el Concilio de Prelados y con Huss de-
¿Quién duda que se pasaron años tomaditos de la mano ... solitas sus almas,
apartados del mundo y la vida del uno unida a la del otro7 ¿Quién duda que
cuando llegó la hora de separarse ella se recostó en el pecho de él, sollozando
y lanzando lastimeros quejidos de dolor , indiferente a la tempestad que des-
ataba su furia bajo el tétrico cielo, indiferente al viento que le arranca y se
lleva lejos las lágrimas de sus negras pestañas? ... Pero ¡oh sorpresa!, segura-
mente él vuelve a encontrarla tiempo después, lejos de las playas nativas, bajo
cielos ajenos, en el tórrido sur, en la ciudad divinamente eterna, en medio del
enceguecedor esplendor del baile, en el estrépito de la música, en un palazzo
(tiene que ser en un palazzo), ahogada en un mar de luces, asomada al bal-
cón, adornado con guirnaldas de mirto y rosas donde, al reconocerle, ella se
apresura a quitarse el antifaz y susurra "soy libre", se arroja temblando en los
brazos de él y con una exclamación de arrobamiento o embriaguez agarrado
el uno al otro , en un instante olvidan sus tristezas, su separación y todas sus
448 ....
ba asomando en el horizonte. "Toda una constelación de nuevos escritores
está empezando a aparecer'', le dice , preocupado, a Mijaíl, en abril de 1846.
"Algunos son mis rivales. Entre ellos, sobresalen Herzen (Iskander) y
Goncharov "5 Och o meses más tarde confiesa a Mijaíl: "Siento que he co-
menzado una campaña en contra de toda nuestra literatura , periódicos y
críticos, y que con las tres partes de mi novela en Noticias de la Patria, este
año volveré a afirmar mi superioridad a despecho de todos los que me de-
sean mala suerte" .6 No obstante , transcurriría otro año antes de que la no-
vela empezara a aparecer, a principios de 1849.
5
Ibid. (1° de abril de 1846), p. 89.
1> Ibid. (17 de diciembre de 1846), p. 104.
* Dostoievski asistía asiduamente a la ópera mientras trabajaba en esta noYela. "Estoy ago-
biado de trabajo , y le prometí a Kraevski entregarle la primera parte de mi novela Netotchlw
Nezvánova hacia el 5 de feb rero ... Te escribo esta carta a ratos, porque me lo paso escribiendo
de día y de noche, salvo el descanso que me tomo a las siete de la tarde con el fin de distraerme
un poco yendo a sentarme al 'paraíso' de la Ópera Italiana, para escuchar a nuestros incompara-
bles cantores." lbid. , vol.l (1 7 de diciembre de 1846), p 104.
* ''' Las observaciones de Dostoievski sobre su propio carácter ya fu eron citadas en las
pp. 226 y 227 , SLtpra.
7
Pisma (enero-febrero de 1847) , p. 108.
Desde luego que la princesa Katia tuvo una vida muy diferente de la
miserable existencia de la huérfana Netotchka. Acostumbrada a ser objeto
de mimos excesivos y la caprichosa consentida en el mundo que la rodea,
Katia es orgullosa y testaruda; como además rebosa de vitalidad y belleza ,
simplemente no entiende que no siempre la vida se doblegue a todos sus
deseos . "El defecto principal de la princesa, o más exactamente, el rasgo
principal de su carácter - escribe Netotchka- , . .. era el orgullo". La acla-
ración implica que no siempre el "orgullo" es un "defecto", y Netotchka
.,. Los especialistas han sc ii.alaclo algunas llamati\·as ana logías entre es ta parte de la novela y
la Mathilde de Eugéne Sue, no,·ela folletinesca que Dostoievski leyó, y que acaso empezara a
traducir en 1844 . (Véanse las pp. 174 y 175.) "También en la novela de Sue - escribe Victor
Terras- aparecen dos niñitas, la una rubia, la otra trigueña (a unque en Mathilde los papeles
están cambiados, ya que la ru bia es la ado ptada), y que tiene n experiencias muy similares a las
de Netotchka y Katia en la obra ele Dostoievski. Madamc Léo tard , institut riz de Katia , tiene un
gran parecido con la Madamc Bloncleau del libro ele Sue, en tanto que el príncipe X. , padre de
Katia, comparte algunas característi cas comunes con M. de Monagne . Incluso no falt a el tema
del perro, ya que en Mathilde un pequeño lobero blanco desempeña un papel casi idéntico al del
bu lldog Falstaff en Netotchha Nezvánova. Los detalles psicológicos del 'idilio' (entre ambas niñas)
se aproximan bastante a los ele la obra de Sue. " Victor Terras, Th e Young Dosloevshy, 1846-1849
(La Haya, 1969), pp. 206-212.
Aun cuando se podría n citar más correspondencias, bastan las mencionadas para justificar
qu e se hable de influencia. Como hacía apenas dos aüos que Dostoievski había estado tradu-
ciendo la novela de Sue, no cabe du da de que tenía bien presente la trama . No obstante , la
adapta a sus propios fines y con una percepción infinitamente más profunda del carácter y de
las motivaciones psicológicas de sus personajes, a pesar de que al presentar la histo ria de Ne-
totchka toma también algo del moralismo didáctico de Sue.
... 467
con fantasías de grandeza y con una análoga crueldad . La abnegación o el
autosacrificio, y la renuncia gustosa al orgullo en nombre del amor, que tan
difíciles de lograr serán para los protagonistas de las grandes obras de Dos-
toievski, caracterizan la relación de Netotchka y Katia. Piotr Aleksandróvich
reaparece en todos los malvados respetables y satisfechos consigo mismos
-Luzhin, Totsky, Velchaninov- que creen tener derecho a hacer estragos
en las vidas femeninas. El príncipe X. es el primero de los hombres "absolu-
tamente bondadosos", que incluyen al coronel Rostanev en La aldea de
Stepanchikovo, el príncipe Mishkin y Aliosha Karamázov.
Pero lo más importante respecto de Netotchka Nezvánova es que su autor
deja atrás con paso decidido las fronteras de la escuela naturalista para lle-
gar ya, en ese momento - y no , como se cree generalmente , quince años
después-, al umbral del mundo de sus novelas principales. Ya no son los
suburbios de San Petersburgo o el mundo de las cancillerías burocráticas y
sus habitantes el escenario exclusivo de su acción, ni tampoco es posible
clasificar a sus personajes según las categorías socioideológicas bien defini-
das, pero ahora un tanto convencionales, de sus primeros cuentos ("los hu-
millados" y el "soñador"). Por primera vez, el horizonte de Dostoievski
abarca el estrato social de la aristocracia culta. Sus personajes son ya indivi-
duos complicados, con un carácter propio y una personalidad sadomaso-
quista que Dostoievski analiza según su concepción psicológica original, y
perfectamente coherente, de este tipo de personalidad. Netotchka Nezvánova
representa el momento preciso en que Dostoievski inicia este cambio
fundamental en su carrera, y en ello consiste la importancia de esta obra,
que pocos hasta ahora han comprendido y señalado.
Miembro de la escuela naturalista y discípulo de Gógol, aunque nunca
un simple imitador, desde Pobres gentes Dostoievski se destaca por su
tratamiento psicológico de los temas sociales. Poco a poco se interesa cada
vez más por las deformaciones psíquicas que sufre la personalidad en su
lucha por afirmarse y satisfacer la necesidad humana natural de dignidad y
respeto por sí misma, en un mundo de rígidas barreras clasistas y despotis-
mo político. Aun cuando sus cuentos continúan dentro de la conocida ico-
nografía de la escuela naturalista, siempre existe al menos una causa de la
deformación psíquica de sus personajes, a pesar de que Dostoievski no
acentúa esa causalidad con suficiente energía para satisfacer a Belinski. En
La patrona, por primera vez Dostoievski sugiere que esas deformaciones de
la personalidad pueden conducir al "goce" masoquista de la autode-
* Este apéndice apareció publicado por primera vez en el TLS, 18 de julio de 1975, y se
incluye aquí con la autorización de dicha publicación.
1
Letters of Sigmund Freud, escogidas y editadas por Ernst L. Freud (Nueva York, 1960),
núm. 191 , pp. 331 -333.
... 471
como prefacio a uno de los volúmenes de la célebre edición germana de las
obras del autor ruso - la edición Piper-, que contenía parte del material
de los cuadernos de apuntes y cartas de Dostoievski relacionadas con Los
hermanos Karamázov.
Al año siguiente, el artículo de Freud fue traducido al inglés y publica-
do en una revista titulada The Realist. Desde entonces ha ocupado un lugar
destacado en gran parte de cuanto se ha escrito fuera de Rusia sobre el
carácter de Dostoievski y en relación con su obra. Es indudable que, inclu-
so en el momento en que apareció el artículo, se alzaron hasta del círculo
de partidarios voces disidentes. Theodore Reik lo refuta en el segundo nú-
mero de !mago, acusando a Freud de que sus observaciones encierran la
velada insinuación de una imagen de Dostoievski bastante reaccionaria .
Freud critica al escritor ruso el "compromiso con la moralidad" inherente
en la creencia de que "el hombre que ha atravesado los abismos del pecado
puede alcanzar las supremas cumbres de la moralidad". A su vez, Reik le
censura a su colega que anteponga a Dostoievski la imagen del conformista
más obtuso que se acomoda al código ético de la sociedad, y a quien Freud
parece dispuesto a premiar con diploma de excelencia en conducta.
Freud se defendió en un intercambio de correspondencia privada que in-
dica su renuencia a enredarse seriamente en la discusión del asunto. Por
un lado , dice que acepta "la concepción psicológica subjetiva sobre ética"
que sostiene Reik; pero, por el otro, aclara que "yo no le negaría al excelen-
te filisteo un certificado de buena conducta ética, aunque le haya costado
muy poca autodisciplina''. Añade que , como su artículo sobre Dostoiev-
ski es sólo una "fruslería", en su parecer no se justificaba prolongar la
discusión.2
El artículo de Reik no suscitó mayor interés en refutar el punto de vista
de Freud y, con la sola excepción de otro ensayo de E. H . Carr aparecido
en 1930, que puso en tela de juicio la aceptación por parte de Freud de un
hecho reaP - volveremos sobre este punto más adelante-, el texto fue
objeto de escasa discusión crítica. Philip Rieff hace una referencia casual a
la relación que Freud establece entre la defensa del zarismo que en su ma-
durez adopta el novelista con su actitud hacia su padre , y que Rieff califica
2
El ensayo de Reik y la réplica de Freud son analizados en Fritz Schmicll, "Freud ancl
Dostoevsky" ,jo¡¡ mal of the American Psychoanaly lic Associalion 13 (julio de 1965), pp. 518-532.
1
E. H. Carr, "Was Dostoevsky an Epileptic?", The Slavonic and East European Review, núm. 9
(diciembre de 1930), pp. 424-431.
-+ Philip Rieff, Freucl: Th e Mincl of the Moralist (Nueva York, 1961), p. 152.
APÉNDICE ~ 4 73
rismo exaltado). Luego de afirmar que no tiene nada que objetarle a Zweig
en cuanto a su tratamiento de los escritores francés e inglés, Freud añade
que no puede decir lo mismo sobre el "réprobo ruso Dostoievski", por ser
éste un caso muy diferente. "Aquí -señala Freud- uno siente que hay la-
gunas y enigmas sin resolver", y de inmediato se pone "a producir algún
material" para solucionar esos enigmas, "según las ideas que espontánea-
mente van brotando de mi cerebro de lego". Por supuesto, Freud quiere
significar que es un "lego" como crítico de literatura, o como historiador.
Pero, lejos de considerar que no está autorizado para opinar sobre Dos-
toievski, cree que en este caso ocurre todo lo contrario. "También es posible
que aquí el psicopatólogo, a cuya férula Dostoievski inevitablemente debe
continuar perteneciendo, tenga ciertas ventajas." (Cabe sospechar que Freud
se sintiera molesto por la observación de Zweig, de que "no fueron los psi-
cólogos, a pesar de su condición de hombres de ciencia, quienes pusieron
al descubierto los recónditos abismos del espíritu moderno, sino los hom-
bres de genio que traspasan todas las fronteras".) 5
El retrato de Zweig presenta a Dostoievski como un genio demente
-el Rasputín de la literatura rusa, valga el símil-, haciendo hincapié en
la epilepsia como clave para comprender su misterioso carácter. Pero
Freud rebate la idea de que Dostoievski haya sido un epiléptico en el senti-
do estricto del término. "La epilepsia es una enfermedad orgánica del cere-
bro independiente de la constitución psíquica -escribe-, por lo común
ligada al deterioro y retroceso de las facultades mentales." La auténtica epi-
lepsia , según Freud, siempre conduce a la declinación o pérdida de las fa-
cultades mentales (cuando menos, casi siempre; se menciona al eminente
científico Helmholtz como el único caso de excepción de la regla). En opi-
nión de Freud -quien aquí trata de controvertir la entonces tan influyen-
te teoría de Cesare Lombroso-, la presunta epilepsia de los hombres de
genio no es otra cosa que "definidos casos de histeria". Por ende, el llama-
do genio epiléptico pertenece más al campo de la psiquiatría que al de la
medicina, porque "la histeria tiene su origen en la constitución psíquica mis-
ma y es una manifestación de esa misma energía orgánica natural que ge-
nera el talento de un artista" (las cursivas se añadieron). En conclusión,
Freud dice lo siguiente: "Opino que toda la singularidad o rareza del ca-
rácter de Dostoievski tal vez se fundó en su histeria".
5
Stefan Zweig, Master Builders (Nueva York, 1939), pp 202 y 203.
Fue esta escena de la infancia ... la que le dio a aquel otro episodio anterior a
la ejecución el poder traumático de repetirse en la forma de un ataque. A ello
se debe que toda la existencia de D. haya estado dominada por su actitud
ambivalente hacia la autoridad representada por la bifronte figura padre-zar,
por la permanente alternancia entre momentos de mórbida sumisión maso-
quista y violentos estallidos de rebelión contra dicho sometimiento. El maso-
quismo entraña un sentimiento de culpa que busca desesperadamente la "re-
dención".
Éste es, a grandes rasgos, el boceto original del análisis que elaboró
Freud sobre Dostoievski, algunas de cuyas puntualizaciones merecen un
comentario. En primer lugar, la cuestión sobre si la epilepsia de Dostoievski
era de naturaleza "orgánica" o "psíquica". No estoy capacitado para califi-
car de fehacientes o de erróneas las ideas de Freud desde un punto de vista
científico . Pero en la biografía del novelista ruso existe un hecho que Freud
no menciona ni entonces ni más adelante, a pesar de tener cierta relación
APÉNDICE .. 475
con el problema que estamos tratando. En mayo de 1878, su hijo Aléksei
muere a causa de un repentino ataque epiléptico, que duró tres horas y
diez minutos. El niño tenía sólo tres años de edad. Según parece, había
una propensión a la epilepsia en el linaje de los Dostoievski, y que presu-
miblemente el niño heredó de su padre. Ello sienta un sólido fundamento
para presuponer que la epilepsia de Dostoievski no era de índole histérica,
sino que tenía un origen orgánico. Pero como sabemos que Freud era un
recalcitrante lamarckiano, y que por ende continuaba creyendo que los
rasgos adquiridos se heredan, cuando hacía ya mucho tiempo dicha teoría
había caído en el descrédito casi absoluto, no dudamos de que habría ar-
güido que la epilepsia y el escritor nacieron juntos, aun cuando se demos-
trase lo contrario.
En segundo lugar, debemos comentar la referencia al pasaje que, según
Freud, vio en cierta ocasión en una biografía. Tan sólo puede tratarse de
una inquietante nota de pie de página que figura en la biografía oficial es-
crita por Orest Miller y Nikolái Strájov, en 1883. 6 En la parte que redactó
Miller, éste afirma que, de acuerdo con una fuente fidedigna, existía "una
prueba muy singular acerca de la enfermedad de Fiódor Mijaílovich rela-
cionada con su primera juventud y que vincula su padecimiento con un
trágico suceso ocurrido en la vida de la familia Dostoievski". Ya vimos que
Freud de inmediato altera el sentido de estas palabras, transformándolo en
una alusión a algún incidente castrador provocado por un padre tiránico,
aunque en el pasaje no se mencionan los términos "castigo" ni "padre". Por
lo demás, los especialistas en Dostoievski coinciden en afirmar que esta
nota de pie de página muy probablemente se refiere de manera velada al
asesinato del padre del escritor ocurrido en la primavera de 1839, es decir,
cuando Dostoievski, entonces un estudiante en la Academia de Ingenieros,
tenía dieciocho años y, por ende, distaba mucho de ser ese "niño" en el
que está pensando Freud. Todo esto aparte del hecho de que cuando escri-
bió su carta, Freud no podía estar enterado del homicidio, pues éste llegó a
conocimiento de la gente al publicarse en 1921 las Memorias de Lyubov,
la hija de Dostoievski.
El desconocimiento del crimen por parte de Freud resulta también im-
portante para interpretar la frase final del fragmento de su carta, que cita-
mos antes. A esta altura, el primer ataque epiléptico que supuestamente
6
Biografia, p 14 l.
Ocho años después, Freud conoce por fin la verdad sobre la muerte del
viejo Dostoievski y la versión de la parentela al respecto. "Conforme a la
leyenda familiar - escribe la hija del novelista ruso en sus Memorias-,
fue al enterarse de la muerte de su padre cuando Dostoievski tuvo su
primer ataque de epilepsia. "7 Esta nueva información pasa a ser el meollo
de la interpretación freudiana. Vuelve a mencionarse la "escena" frente al
pelotón de fusilamiento - aunque ya sólo de un modo marginal-, pero
desprovista de su papel decisivo como causa de la epilepsia.
En su artículo, Freud se explaya considerablemente sobre las fortuitas
observaciones de su carta, y da una explicación más completa de su enfo-
que. No es éste el lugar indicado para analizar todas las implicaciones de este
punto de vista: no sólo las que señala Reik, sino las que suponen una intru-
sión en el campo de la etnopsicología, por ejemplo, cuando Freud sostiene
que el "compromiso con la moralidad" por parte de Dostoievski es "un rasgo
7
Citado en el artículo de E. H. Carr, op. cit. , p. 428.
APÉNDICE ~ 477
típicamente ruso" que también puede observarse en lván el Terrible, igual
que en el comportamiento "de los bárbaros de las grandes migraciones, quie-
nes luego de cometer crímenes realizaban actos de contrición, hasta que la
penitencia se transformó en una técnica de capacitación para poder llevar a
cabo el crimen". No es mi deseo discutir las opiniones o ideas de Freud, sino
ceñirme únicamente a los hechos que menciona para fundamentar su teoría.
Como antes lo hiciera en su carta, inicia su razonamiento con un análisis
mucho más amplio sobre el tema del origen "orgánico" o "afectivo" de la epi-
lepsia que padecía Dostoievski. Freud es notoriamente más cauteloso cuan-
do escribe para ser publicado, de modo que en este artículo admite que "es
demasiado poco lo que en este caso sabemos para hacer un diagnóstico
confiable". Ello no le impide llegar a la conclusión de que es "sumamente
probable" que la enfermedad del escritor ruso haya sido del segundo tipo.
Aunque también su análisis de la constitución psíquica de Dostoievski
añade innumerables pormenores que no figuraban en su carta, en definitiva
casi no sirve para caracterizar al escritor ruso, fuera de los atributos que
comparte con todos los miembros masculinos de la raza humana. En efec-
to, como trasfondo, lo único que hace Freud es bosquejar su teoría acerca
del complejo edípico , con la concomitante "ambivalencia" de la relación de
todo hijo varón con su progenitor, debido al deseo de poseer a su madre.
Cuando este deseo es reprimido mediante la amenaza de castración, deriva
en la formación de un sentimiento inconsciente de culpa.
Empero, este "proceso normal" en la evolución psíquica se complica
cuando la constitución del niño contiene un fuerte componente bisexual,
en cuyo caso desea remplazar a la madre como objeto del amor de su pa-
dre. Mas como ello análogamente entraña castración (¿cómo volverse mu-
jer si no es mediante la mutilación del miembro viril<), también este deseo
es reprimido. Para Freud, esta segunda clase de represión origina una "in-
tensificación patógena" que constituye "una de las causas originarias de las
neurosis, o bien que la consolida". Freud descubre en Dostoievski una de-
finida actitud femenina que revela su homosexualidad latente, y como
prueba de ello menciona "el importante papel que desempeñaron en su
vida las amistades masculinas .. . su actitud de insólito afecto hacia sus ri-
vales en el amor ... su admirable comprensión de situaciones cuya única
explicación es una homosexualidad latente, como lo demuestran tantos
ejemplos tomados de sus novelas".
Resulta difícil saber a qué se refieren frases tan vagarosas e imprecisas;
478 ~ APÉNDICE
con todo, opino que son muy discutibles. Acaso Freud pensaba en las apa-
sionadas amistades de los últimos años de adolescencia del novelista con
lván Berezhetski, condiscípulo suyo de la Academia de Ingenieros;
con lván Shidlovski -apenas algo mayor que él- , que en ese mismo pe-
riodo de su vida fue a la vez que amigo figura paterna; o bien es posible
que Freud recordara el sólido aunque efímero afecto que años después
sintió hacia Turgueniev . Pero, aparte de su brevísima duración, este tipo
de amistades no fueron un rasgo distintivo de la vida de Dostoievski, en la
cual nada hay que pueda compararse , ni en duración ni en cuanto a im-
portancia afectiva, con la amistad que el propio Freud tuvo, por ejemplo ,
con Wilhelm Fleiss y con josef Breuer. A lo largo de toda su etapa de hom-
bre maduro, infinitamente más significación tuvieron las relaciones de
Dostoievski con mujeres: sus dos esposas , su amante Apollinaria Suslova,
y algunas más a quienes cortejó o de las cuales llegó a enamorarse fugaz-
mente. Hasta donde podemos colegir de lo que sabemos con certeza de su
vida, las relaciones masculinas de sus años de madurez se cimentaban más
en intereses intelectuales comunes o en convicciones ideológicas compar-
tidas, que en profundos lazos de afecto (con la sola excepción de la amis-
tad con su hermano mayor, Mijaíl) .
Esto mismo es válido en lo que se refiere a la actitud con sus rivales en
amor . Presumiblemente , Freud alude a este respecto a los esfuerzos que
hizo Dostoievski por conseguirle un ascenso a un joven que competía con
él por la mano de aquella viuda de Siberia que al cabo de un tiempo fue su
primera esposa . El móvil era asegurarse de que , si ella lo rechazaba prefi-
riendo casarse con su rival, no habría de vivir en medio de la miseria.
Debería aclararse que al mismo tiempo ponía todo su empeño en disuadir
a la señora lsaev de un matrimonio que, en su opinión, sería un fracaso, y
de convencerla de que, en cambio , lo eligiera a él para marido.
Además , existen innumerables pruebas , tanto en sus cartas como en
las Memorias de su segunda esposa (mucho más joven), de sus celos pa-
tológicos hacia posibles rivales . Podemos pues afirmar que Freud escogió
ese incidente único de Siberia dándole una importancia y trascendencia
desmesurada y fuera de toda proporción frente a otros materiales biográ-
ficos . Si bien es cierto que en las novelas de Dostoievski hay ejemplos de
este tipo de comportamiento, sobre todo en Humillados y ofendidos, no
debemos olvidar que esa "ternura" era un cliché literario y cultural de su
tiempo. Es infinitamente más importante en la vida del revolucionario
APÉNDICE ~ 481
"Contamos con un punto de partida seguro", escribe (las cursivas se
agregaron):
APÉNDICE ~ 483
gravedad:> Ésta es una cuestión de gran importancia para Freud, porque su
respuesta constituye una comprobación decisiva para su teoría.
Si es cierto que el primer ataque epiléptico ocurrió al enterarse de que su
padre había muerto asesinado, entonces puede interpretarse esta primera
manifestación de la etapa aguda de la enfermedad como expresión de una
necesidad excepcionalmente rigurosa de autocastigo. Desde su niñez venía
reprimiendo sentimientos de odio hacia su padre; un odio cuyo primer indi-
cio presumiblemente se reveló a través de aquellos síntomas iniciales del
mal, y tal como nos lo explica Freud, "como la materialización de esos de-
seos reprimidos entraña un gran peligro, en cuanto pasan de la fantasía a la
realidad se refuerzan de inmediato todos los mecanismos de defensa".
En consecuencia, el autocastigo que se impuso Dostoievski "llegó a ser
tan espantoso como análogamente aterradora fue la forma en que murió su
padre". Pero cuando la penitencia interior es sustituida por la posibilidad
de expiar la culpa hacia afuera al ser sentenciado al exilio y trabajos forza-
dos por rebelarse contra la figura paterna representada por el zar, lógica-
mente ello disminuiría la tensión del conflicto interno. Por eso Freud dice,
con palabras que delatan cierta preocupación, que "sería una ayuda suma-
mente valiosa para apuntalar esta tesis si pudiera confirmarse que en efec-
to los ataques epilépticos desaparecieron por completo durante su exilio
en Siberia; pero hay versiones que afirman todo lo contrario" . Algunas pá-
ginas más adelante, reitera: "Si pudiera demostrarse que en Siberia Dostoiev-
ski quedó liberado de sus ataques, ello bastaría para confirmar la teoría de
que eran su medio de autocastigo" .
Ahora bien, resulta realmente lamentable para la tesis de Freud que, de
acuerdo con todos los testimonios, excepto la leyenda familiar, la epilepsia
de Dostoievski se haya iniciado en Siberia; de modo que la única compro-
bación posible con la que contaba para sustentar su teoría se vuelve una
prueba en contra. Para eludir el problema, trata de desacreditar las prue-
bas aplastantes, sin negarlas abiertamente:
Queda por analizar otro asunto sobre el cual no puedo extenderme, porque
ya E. H. Carr lo estudió exhaustivamente. Vimos que Freud acepta la le-
yenda que difundió la familia de Dostoievski, según la cual éste sufrió su
primer ataque epiléptico al enterarse del asesinato de su padre. ¿Cuánto
crédito puede dársele a este rumor?
Luego de revisar la totalidad del material existente en su artículo de
1930 (nada nuevo ha salido a la luz desde entonces), E. H. Carr encuentra
repercusiones de ese chisme en las tres fuentes ya mencionadas: el artículo
de Suvorin, la nota de pie de página de Miller, y la explícita declaración de
Lyubov Dostoievski. Ninguna de esas personas tuvo un conocimiento di-
recto de los hechos , ni tampoco su presunta fuente original: la segunda
esposa del escritor, Anna Grigórievna. Nada dicen, sin embargo, al respec-
to, los que efectivamente conocieron a Dostoievski en esa época (1839),
no obstante la circunstancia (sugestiva, sin duda) de que cuando varias de
esas personas escriben sus memorias, la epilepsia de Dostoievski era algo
que todo el mundo sabía, de manera que revelar la fecha de su primer ataque
no habría representado ninguna indiscreción.
Para completar el análisis de Carr, puedo añadir que en la carta que
Dostoievski le escribe a Mijaíl en agosto de 1839 para expresarle el dolor
que la muerte de su padre le ha causado , no se menciona para nada ningún
ataque de esa especie. Recordemos, además, que entonces Dostoievski com-
partía habitaciones con otros cien estudiantes de ingeniería y que, por ende,
difícilmente podría ocultar un agudo ataque de epilepsia, ni aun queriéndo-
lo. Parece lógico, pues, aceptar el resumen y la conclusión de Carr:
10
E. H. Carr, op. cit. , p. 429.
APÉNDICE ~ 487
Índice analítico
'' Este índice fue elaborado por Jas Reuter. Además de conceptos y nombres de personas y lugares, se
incluyen los títulos de las obras de los principales autores mencionados y, entre paréntesis, los personajes .
... 489
Baal: 152 Belinski, Vissarion G.: 30, 118n, 133n, 138,
Bajtín, Mijaíl: 210 , 21 ln, 399 , 399n, 428, 144 , 158 , 165-174 , 175 , 176, 179 ,
428n 181 , 189, 190 , 194 , 194n, 196, 199 ,
Bakunin, M. A.: 167, 252 , 341, 342 202 , 215-279, 281, 283-289 , 292 ,
Balasoglo, A. P. 324, 33 1, 377 297n, 30 1, 303, 304n, 309, 311, 316,
Balzac, Honoré de: 88, 98, 133, 150, 150n, 318 , 325, 326, 330, 333, 336, 340,
151, 152, 163, 168, 173 , 178, 180 , 343, 370, 3 71 , 377, 378, 378n-379~
182 , 182n, 183 , 202, 218, 291, 411, 379 , 380, 387, 388, 400, 400n, 401,
454, 473 402 , 405 , 411 , 418, 431, 435 , 439,
-La comedia humana, 151 441 , 451 , 467,468
-Eugenia Grandet, 150, 180, 181, 182, -Carta a Gógol, 370, 371, 377, 378,
409 (Eugenia , 182; papá Grandet, 379, 380
411) -Dimitri Kalinin, 167
-Cambara, 454 -Ensueños literarios, 138
-Gobseck (Gobseck, 151) -Panorama de la literatura rusa en
-Las ilusiones perdidas, 150n, 218 , 1846, 283
291 (Lucien de Rub empré , 150n, -Panorama de la literatura rusa en 184 7,
218, 291 ) 378n
- L'Ilustre Gaudissart, 152 Belknap , Roben: 17
- Mémoires de deux jeunes mariées, Bely, Andrei: 399
202 Bem, A. L.: lOln, 182n, 400n, 435n
-Papá Goriot, 150 Bénichou , Paul : 164n
Barbier, Auguste: 155, 156n, 363, 363n Bentham , Jeremy: 262
-Chiaia, 363 (Salvator Rosa , 363) Berdyaev, Nikolái: 13
Barruel, Augustin de, abate: Mémoires pour Berezhetski, lván: 115, 117, 119 , 148, 149,
se rvir a l'hist oire du ]acobinism e, de 479
l'impiété et de l'anarchie, 343 Berlín: 249 , 327
Bartholomew, Francis Michael: 3 17n Berlin, sir Isaiah: 298n
Beaumont, Gustave de: Marie ou l'esclavage, Berlioz, Héctor: 300, 300n
332 -Romeo y ]ulieta, 300n (los Capuleto,
Begichev, D. N.: La familia Kolmski, 97 300)
Beketov, A. N.: 11 7, 267 , 268 Biblia: 73n, 115 , 364
Beketov, Andrei: 267 -Evangelios, 72, 245, 261, 270
Beketov, círculo de: 265-288 , 316 , 318 , -Libro de Job, 84, 85, 92, 140, 263
322,324,379,425 - Nuevo Testamento, 72, 248
Beketov, familia: 266 , 269-2 71 - Salmos, 364
Beketov, Nikolái: 267 Biblioteca para Lectura, revista: 98, 239
Belchikov, N . F.: 15, 162n, 24ln, 317n, Bibliotheque de la Sorbonne: 17
32ln, 323n, 328n, 330n, 332n, 334n, Bildungsroman: 449
336n, 337n, 352n, 353n, 36 ln, 365n, Bizancio : 287n
373n Blackmur, R. P.: 16
Beletski, A.: 206 Blagoy, D. D. : lOln, 186, 186n
Belinski, círculo de: véase Pléyade Blaise, Joseph: 160
494 .. ÍN DI CE ANALÍTICO
enciclopedistas: 167 Fleiss, Wilhelm: 4 79
Engels , Friedrich: 151 , 152 , 262 , 344 Flerovski, N.: 269, 269n
Enrique IV: 87n Florian, j ean-Pierre Claris de: 91
Época, revista: 314 Florovski, George: 17
Erlich, Victor: 17 Foster, Charles: 16
escepticismo: 82 Fourier, Charles: 171 , 176-1 78 , 269, 274,
esclavitud de negros en Estados Unidos: 274~ 282 , 309, 318, 3 19 , 320, 331 ,
332 335 ,35 9,452
eslavo filismo, eslavó filos: 217 , 252 , 284- - Falansterio, 335
288, 303, 305, 306, 336, 337, 378, - Nuevo Mundo, 319
438 , 439 fourierismo 320, 331, 332 , 336, 337, 350,
España: 118 351
Estados Unidos: 376, 380 fourieristas: 359, 376
esteticismo romántico: 458 Francia 17, 87, 89, 150n, 156n, 171 , 178 ,
etnopsicología: 4 77 291 ,333,343,368
Eugenyev-Maksimov, V. E.: 228n, 251, francmasonería: 71, 34 3
25ln, 283,283n,333,333n Freud, Sigmund 38, 50 , 52-54, 69, 70 ,
Europa: 33, 71 , 89 , 106, 123 , 151 , 285, 117, ll 7n, 120 , 121 , 127 , 128, 129 ,
287,302,304n, 309n, 327,328 , 341 , 4 15n, 471 -487
342,347 , 368 - Dostoievski y el parricidio, 50, 4 71
Europa occidental: 24, 92, 93, 251, 471 - El futuro de una ilusión, 4 73
europeización de Rusia: 286 Fridlender , G. M.: llOln, 21ln, 397n
Evans , David Owen: 152n, 388n
Evnin, F.: 397n, 398n Gaceta de San Petersburgo: 290, 303
exilio: 477 , 484, 485 Gálich , A.: 210
Gautier, Théophile: 75, 75n, 77, 78n
Falconet, Étienne: 186 - Voyage en Russie, 77
Fanger, Donald: 17 Gessner, Salomón: 91
Fedorov, G.: 127n Glinka, Mijaíl l.: Ruslán y Ludmilla, 160
Fedotov, George P.: 79n Godúnov, Boris: 165, 305
Fiódorovna, Aleksandra (tía de Fiódor M.): Goethe,johann Wolfgang von: 144, 150,
33 154, 164, 169, 202
Feoktistov, E. M.: 389n - Fausto, 144 (Fausto, 164)
Fergusson , Francis: 16, 17 - W erther (Werther , 137 , 202)
Feuerbach, Ludwig: 248, 250, 257, 257n, Gógol, Nikolái V. 26, 64, 98 , 133 , 146,
260,260n, 262-264 ,320,346 15 8, 165, 166, 172 , 173, 174 , 175,
-La esencia del cristianismo, 248 176, 182, 185, 186 , 187, 196, 204,
filantropí a (che lov eko lyubie) : 256 , 25 7 , 204n, 20 5, 206, 207, 208, 209, 232 ,
257n,452,453 275 , 276, 298, 298n, 299, 3 11 , 349,
Filaret: 74 370, 377, 378, 379, 380, 388, 389 ,
Filipp ov, Pavel N .: 353, 360, 364-370 , 396, 399, 400, 402 , 411, 4 18 , 429,
372 ,3 73,374,377,392 430 ,431,432,468
flagelantes: 112 - Las almas muertas, 165 , 172-17 5,
Sumario . . 7
Prefacio .. 11
Abreviaturas 17
Fuentes de los textos 18
Primera parte
M oscú [21]
l. Preludio . . . . . . . . 23
II. La familia . . . . . . . 26
III. Infancia , adolescencia , juventud 47
IV La formación religiosa . 71
V La formación cultural . . . . . . 86
Segunda parte
SAN PETERSBURGO [ 103]
~ 507
Tercera parte
LA FAMA (213]
Cuarta parte
EL CAMINO AL AUTODESCUBRIMIENTO (383]