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ISSN 0718-655X.
César Uribe
Sin embargo, esta crisis que tiene causas materiales concretas (alta concentración
del ingreso, bajos salarios, baja calidad y privatización de los servicios públicos
como salud, educación, bajas pensiones, etc.), se desarrolla acelerada y
violentamente producto de la larga instrumentalización de la sociedad civil y el
tratamiento indolente que el Gobierno y la clase política dieron a las alzas en los
precios de bienes y servicios públicos que detonaron finalmente el conflicto. La
falta de empatía con los problemas cotidianos de la gente se plasmó también en
las desafortunadas frases expresadas por los ministros de Estado (semanas antes
del estallido social) quienes hicieron un llamado a la ciudadanía a “levantarse más
temprano para aprovechar las tarifas rebajadas del metro”, a “rezar para que
termine la guerra comercial entre EE.UU y China”, o a pensar en “los consultorios
como un lugar de reunión social” (a propósito de las largas esperas para la
atención), evidenciando con estas declaraciones la completa desconexión del
Gobierno en particular y de la clase política en general con la población, sus
problemas y sus malestares. Son justamente estos hechos los que anteceden al
sinnúmero de expresiones de hartazgo, rabia y dolor que se muestran en las
calles durante los últimos días, y que lamentablemente se han mezclado con
acciones de vandalismo ejecutadas por un grupo muy minoritario de la población.
Es por esto que los chilenos se han alienado de una sociedad y de una clase
política que no los representa, que no comparte su lengua y no entiende su dolor,
se apartaron también de las instituciones que estaban para protegerlos y se han
volcado a la manifestación intensa que reclama por justicia y por un nuevo
contrato social igualitario.
[2] Benjamín Arditi, “Las insurgencias no tienen plan, ellas son el plan:
performativos políticos y mediadores evanescentes”, Debate Feminista 46 (2012).
[3] Jaques Rancière, Política, policía, democracia, trad. María Emilia Tijoux
(Santiago: Lom ediciones, 2006); El desacuerdo. Política y filosofía (Buenos Aires:
Editorial Nueva Visión, 2012).
[5] Ronald Melzack y Kenneth L. Casey, “Sensory, motivational, and central control
determinants of pain. A new conceptual model”, en D. Kenshalo ed., The Skin
Senses (Springfield: Charles C. Thomas, 1968).”