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Universidad de Puerto Rico

Universidad de Puerto Rico


Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación
Departamento de Estudios Graduados
Programa de Currículo y Enseñanza en Teoría, Diseño y Evaluación Curricular

HACIA LA AUTOCONCIENCIA Y LA AUTOGESTIÓN:


COMPETENCIAS PARA EL FORTALECIMIENTO DE LAS
DESTREZAS SOCIOEMOCIONALES DEL DOCENTE PARA
EL MANEJO DEL AMBIENTE EN LA SALA DE CLASES

Examen - ensayo investigativo doctoral (EDUC 8900)


Tema – Desarrollo de destrezas socioemocionales en el
docente

Marta A. Montañez Fernández


Hacia la autoconciencia y la autogestión: competencias para el fortalecimiento de las destrezas
socioemocionales del docente para el manejo del ambiente en la sala de clases

“El aprendizaje no es un hecho separado


de los sentimientos. Estar alfabetizado
emocionalmente es tan importante para el
aprendizaje como la enseñanza en
matemáticas y lectura"
(Karen Stone, 2010).

Hace dos años, una comunidad educativa, ubicada en uno de los barrios

aledaños al Caño Martin Peña, forma parte de mi vida profesional y personal por las

experiencias y compromisos allí sustraídos. He colaborado en el desarrollo de un

currículo novel basado en liderazgo participativo y transformación social, fundamentado

en un modelo innovador de competencias ciudadanas. He ofrecido acompañamiento y

mentoría a los maestros y las maestras sobre el currículo y su propuesta de cambio de

paradigma. Estas experiencias me han permitido conocer y compartir experiencias

significativas, especialmente con los docentes de la escuela. Identificar y reconocer

situaciones a las cuales colegas se están enfrentando en su contexto junto, con la

violencia institucional a la que han estado y siguen siendo expuestos los docentes en el

país, me causa angustia y preocupación.

La Escuela de Liderazgo y Transformación Social del Caño Martin Peña

(ELTS), Emilio del Toro y Cuebas, se ha convertido en una receptora de estudiantes

provenientes de otros planteles que han cerrado debido a la restructuración que

experimenta actualmente el Departamento de Educación de Puerto Rico. La escuela

tiene salones con muchos estudiantes, algunos tienen hasta 35 alumnos. Según

documentado por la directora en entrevistas con la investigadora, la matrícula actual

está compuesta en un 60% por estudiantes de educación especial. A este respecto, nos

parece importante recalcar que, los maestros y las maestras, en entrevistas grupales e

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socioemocionales del docente para el manejo del ambiente en la sala de clases

individuales, han expresado tener dificultades en el manejo de la conducta de los

estudiantes; los docentes indican que muchos de los alumnos presentan

comportamientos retantes, agresivos y difíciles. Esta situación incide en mayores retos

para mantener un ambiente acogedor, seguro y saludable en sus salas de clase.

A este estresor sobre el manejo del ambiente en la sala de clases, se le suma

que el proyecto de la ELTS nace de una iniciativa de la misma comunidad del Caño

Martín Peña. La iniciativa responde a su necesidad de desarrollar líderes educados

que se empoderen, desarrollen y respondan críticamente a las necesidades de su

comunidad. Los maestros y maestras se sienten desplazados e ignorados, además de

abrumados, con el trabajo que conlleva la escuela tradicional junto con el de

implementar un nuevo currículo. Muchos docentes están resentidos y piensan que el

proyecto les ha sido impuesto sin consultarles o tomarles en consideración. Las

realidades antes expuestas afectan el trabajo de los docentes y sus aspectos

socioemocionales también.

Otra situación que abona al problema de estos docentes es que los maestros

y las maestras en Puerto Rico nos enfrentamos con una doble ausencia en cuanto a

nuestra preparación docente por un lado, no hemos sido formados para atender las

situaciones que se generan a partir de las necesidades comunitarias y los cambios al

interior de una institución educativa. Y, por otro, en el país no existe una tradición de

formación de docentes dirigida a potenciar nuestras habilidades afectivas, emocionales

y sociales con el objetivo de prepararnos para manejar situaciones como éstas.

Respecto a la necesidad de capacitación de los docentes, King (1999)

plantea que se han reconocido resultados de investigaciones que han determinado

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que la inteligencia emocional juega un papel importante para el ejercicio de profesiones

como la enseñanza. Este conocimiento debe de tener un impacto en la preparación del

futuro, así como en su formación permanente. Entendemos entonces, que potenciar a

los docentes con conocimiento, prácticas y herramientas que desarrollen sus

competencias sociales y emocionales para que fortalezcan su liderazgo y gestión

docente, debe ser una prioridad. Con relación al desarrollo del docente, Khezerlou

(2013) propone una preparación del profesorado desde la perspectiva de su propio

manejo cognitivo-emocional. Para el autor esto representa un paso de importancia

capital para la consecución exitosa de la labor docente.

El propósito de esta investigación es proveer un espacio al maestro y la maestra

para autoevaluar sus fortalezas e identificar estrategias que le permitan facilitar la

construcción de un ambiente acogedor, seguro y saludable en las salas de clase,

partiendo de su autoconocimiento socioemocional y del manejo de sus destrezas de

liderazgo. La investigadora presentará la práctica reflexiva y el mindfulness o “atención

plena” a los docentes como estrategias o herramientas para el autoconocimiento y la

autogestión. Estas estrategias estarán dirigidas al empoderamiento y la transformación

del propio liderazgo en la sala de clases. Como resultado, el docente logrará modelar y

facilitar en los estudiantes expectativas de conducta que permitan colaborar en la

construcción de un ambiente adecuado para el proceso de enseñanza aprendizaje.

Para guiar el proceso, me he planteado las siguientes preguntas de investigación:

 ¿Cuáles son las destrezas sociales y emocionales que necesita fortalecer

el docente para facilitar su liderazgo y lograr manejar sus propias

emociones y las de los estudiantes de su sala de clase?

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 ¿Qué expectativas de conducta tiene el docente con respecto al estudiante

para lograr su colaboración en la construcción de un ambiente acogedor,

seguro y saludable en la sala de clases?

 ¿De qué manera la reflexión en la acción de esta investigadora le ayuda a

comprender los procesos de liderazgo y el manejo emocional del docente

en la sala de clases?

En los últimos seis años he estado trabajando con programas que intentan

integrar el desarrollo de destrezas socioemocionales a las salas de clase a nivel

elemental en escuelas públicas del país, ubicadas en áreas de desventaja social y

económica. Además, he estado estudiando e investigando de manera documental el

tema del desarrollo de destrezas sociales y emocionales en los estudiantes y docentes.

He notado que ha surgido un gran interés por el campo del aprendizaje social y

emocional (SEL, por sus siglas en inglés) alrededor del mundo. Este campo

multidisciplinario ha logrado el encuentro, particularmente, entre la educación y la

psicología. Ha establecido la importancia de la integración del desarrollo personal con

el desarrollo organizacional. En este sentido, se ha planteado la posibilidad de que

construyendo escuelas y ambientes de aprendizaje que estimulen el desarrollo de

competencias sociales y emocionales, tal vez es la manera más efectiva de formar

adultos, jóvenes y niños psicológicamente saludables y productivos (Darling-Hammond,

2015).

Sabemos que cuando un docente pierde el control propio probablemente se

agrave cualquier episodio de conducta en una sala de clases o escenario educativo.

Desde SEL, capacitar al docente en el desarrollo de su autoconciencia y autogestión es

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lo más importante porque las situaciones que se suscitan en la sala de clases son, en

ocasiones, muy fuertes y complicadas emocionalmente, siendo el docente el

responsable de gestionarlas en primera instancia. Para Martín y Boeck (1997) el

maestro siempre ha constituído un modelo a seguir para sus alumnos; por lo tanto, la

manera en que este maneje sus emociones constituye un marco de referencia para

ellos. Los autores afirman que:

“Los alumnos que tienen profesores inteligentes, desde el punto de vista


emocional, disfrutan asistiendo a la escuela, aprenden sin pasar miedo
alguno y van edificando una sana autoestima. Pero, sobre todo, la postura
humana del profesor les trasciende.” (p.181)

A su vez, Gallego, Alonso, Cruz y Lizama (1999) indican que es

imprescindible que el educador tenga una conciencia clara de sí mismo y de sus

procesos emocionales. Para estos autores, la introspección y el reconocimiento de sus

puntos débiles y fuertes, la confianza en sí mismo, la atención que preste a sus estados

de ánimo y la expresión que haga de estas ante sus alumnos son aspectos que se

deben trabajar a conciencia antes de enfrentarse a la responsabilidad de enseñar.

Pérez, Reyes y Juandó (2001) comparten la idea de capacitar al docente en

aspectos socioemocionales. Los autores sostienen que la formación que reciba el

docente tiene tanto que ver con la adquisición de información y conocimiento, como

con la reflexión sobre su propia actuación, y con el análisis sobre la adecuación de sus

propios comportamientos y hábitos como docente, antes de dirigirse a sus alumnos.

A mí me parece que, para manejar situaciones difíciles en la sala de clases es

indispensable la exposición y la práctica diaria, sumadas a la reflexión profunda sobre

nuestras gestiones y acciones. Al enfrentarnos a estas situaciones, lo mejor es intentar


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aprender de ellas, analizándolas, pensando en lo que funcionó e identificando lo que no

aportó. De igual forma, analizando lo que se hizo y lo que se dejó de hacer y las

razones para ello. Los docentes necesitamos estar dispuestos y practicar el mirarnos

hacia adentro de manera reflexiva y consciente, como parte de nuestra preparación

para la práctica docente con los estudiantes.

El Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning, (CASEL), y la

Universidad de Illinois en Chicago fueron pioneros en presentar el campo de SEL,

documentar sus esfuerzos y medir sus logros. En la actualidad CASEL es considerada

la organización líder en fomentar prácticas basadas en evidencia y políticas públicas

dirigidas a fomentar las competencias sociemocionales en estudiantes y personal

escolar alrededor del mundo, particularmente en Estados Unidos. Ha desarrollado un

marco para el desarrollo sistémico de las áreas de competencia sociemocional. El

marco supone que SEL realmente tiene que ver con el proceso de enseñanza y de

cómo se lleva a cabo el aprendizaje. El colaborativo ha identificado cinco áreas de

competencia que, cuando son trabajadas transversalmente en la sala de clases, en la

escuela, en la familia y en la comunidad, educan al ser humano para “navegar el

mundo más efectivamente” (www.casel.org).

El encuentro y la cohesión entre la autoconciencia y la autogestión, dos de las

cinco áreas principales de desarrollo de SEL (CASEL, 2009), permitió el

reconocimiento de otra forma de inteligencia, la inteligencia emocional. Salovey y

Mayer (1990) y Goleman (1996) han difundido y profundizado en el concepto de

inteligencia emocional, así como la importancia que esta tiene en el desarrollo integral

del individuo. Los autores han resaltado la capacidad de modificabilidad que tiene la

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inteligencia emocional. A diferencia de lo que aparenta ocurrir con el cociente

intelectual, la inteligencia emocional puede mejorar a lo largo de la vida. Yoney (2000)

a su vez reconoce que, a pesar de que algunos rasgos de la inteligencia emocional

podrían ser heredados o determinados genéticamente, sus habilidades se pueden

aprender por medio de la experiencia, además de que es posible desarrollarla a través

de la orientación profesional. Goldie (2002) también sostiene que es posible educar las

emociones, inclusive afirma que se puede enseñar a reconocer las emociones y

aprender a controlarlas.

Goleman (1996) propone que la educación en general debe incluir en sus

programas la enseñanza de habilidades tan esencialmente humanas como el

autoconocimiento, el autocontrol, la empatía y el arte de escuchar, así como el resolver

conflictos y la colaboración con los demás. Por su parte, Steiner y Perry (1997)

proponen que la educación emocional debe dirigirse al desarrollo de tres capacidades

básicas: “comprender las emociones, expresarlas de una manera productiva, y

escuchar a los demás y sentir empatía respecto de sus emociones”.

Acerca de las competencias sociales y emocionales, dentro de la psicología

humanista, se destacan las aportaciones de Maslow (1982) y Rogers (1977, 1978),

quienes señalaron que una de las metas de la educación ha de ser satisfacer las

necesidades psicológicas básicas, ya que no puede alcanzarse la autorrealización

mientras no se satisfagan las necesidades de seguridad, pertenencia, dignidad, amor,

respeto y estima, estos últimos totalmente relacionados con la afectividad y las

emociones. Con respecto a la afectividad, Bisquerra (2001) plantea la necesidad de

diferenciar la educación afectiva y la educación del afecto. Para él, la educación

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emocional supone pasar de la educación afectiva a la educación del afecto. Sostiene

que, hasta el momento, la educación afectiva se ha entendido como educar o enseñar

poniendo afecto y cariño en el proceso educativo. En cambio, la educación del afecto

se trata de impartir conocimientos teóricos y prácticos sobre las emociones. Un poco

lo que proponemos hacer en esta investigación.

Bisquerra (2001) además expone que la educación emocional es un proceso

educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional

como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los

elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral. Para ello, propone el

desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones para capacitar al

individuo para que logre afrontar de manera efectiva los retos que le plantee la vida.

De esta definición se desprende que la educación emocional debe ser un proceso

intencional y sistemático.

Por su parte, Cunningham (2009) establece que para que el capital humano sea

uno competente, necesita aprender habilidades socioemocionales tanto en escuelas

primarias como en instituciones post secundarias. Cunningham establece que los

trabajadores con mayores habilidades cognitivas y socioemocionales consiguen

mejores empleos, mayores recompensas económicas y personales, por lo que están

más satisfechos, independientemente de su nivel académico (Cunningham, 2009).

Para ella, las habilidades socioemocionales hay que practicarlas y aplicarlas para

afrontar satisfactoriamente la vida y situaciones complicadas socioemocionalmente.

Nos parece, al igual que Cunningham, que para aplicar un concepto o destreza

primero hay que conocerlo y aprenderlo. Las habilidades socioemocionales hay que

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conocerlas, practicarlas y aplicarlas para afrontar satisfactoriamente la docencia, sus

actividades y los comportamientos retantes que presentan a diario los estudiantes en

la sala de clases. De otro lado, los docentes de la escuela ELTS podrían beneficiarse

del efecto en el nivel de satisfacción laboral y personal, reconociendo y fortaleciendo

sus propias destrezas sociales y emocionales.

Para Torres & Zinny (2014) también las destrezas socioemocionales son una

necesidad para manejar satisfactoriamente la vida adulta y laboral. Sugieren que

existe una brecha o desfase entre las destrezas que se enseñan en los sistemas

educativos actuales y las que se requieren para desenvolverse en la realidad e

insertarse de manera exitosa en el mundo del trabajo. Se cuestionan entonces:

¿dónde y cuándo se aprenden las habilidades sociales y emocionales; en la familia,

en la escuela o en la universidad? Para ellas, el lugar natural para que se desarrollen

las habilidades socioemocionales es en la familia. De estas no desarrollarse de

manera firme en el núcleo familiar, apuestan al rol fundamental que cumple la escuela

en su estímulo y desarrollo, incluso proponen atender su desarrollo en la escuela, de

manera transversal. Coincido con las autoras al reconocer que las salas de clase son

espacios privilegiados en los que los docentes podemos enseñar y modelar estas

destrezas. Además, reconozco que adoptar esta postura implica un cambio de

paradigma o mirada a la educación tradicional.

Goodman (2017) afirma que la inteligencia emocional es un puente que logra

unir lo que divide a los seres humanos. Para el autor, todo comienza al confiar en los

propios instintos, sobre todo cuando nos enfrentamos a situaciones de conflicto. El

autor trata de establecer una relación desde nuestra humanidad, no desde las

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diferencias. Además, reconocer las diferentes perspectivas que convergen ante una

situación. Goodman propone indagar sobre las razones por las cuales la persona

piensa o se siente de alguna manera y abundar en su contexto cultural y social. El

autor reconoce que la valía y la sabiduría del ser humano recae en la capacidad de

comunicarse y compartir retos y conocimiento. Esto será posible experimentarse en

nuestra investigación a través de los espacios reflexivos que se proponen.

Las prácticas reflexivas presentan una alternativa para preparar a los docentes

en el desarrollo de habilidades y conocimientos en aspectos sociales y emocionales.

Uno de los primeros en utilizar las prácticas reflexivas como una manera de explorar

la experiencia e interacciones en los docentes fue John Dewey a inicios del Siglo XX.

Schön (1990) continuó trabajando con las teorías de Dewey, definiendo las prácticas

reflexivas como actividades en las que los profesionales se hacen conscientes de su

sabiduría interna o intuitiva y aprenden en base a sus experiencias. Schön sostiene,

además, que el proceso que subyace en el conocimiento es "la reflexión en acción o

la reflexión en la práctica", y ata la reflexión en acción a habilidades tales como

"sentimientos", "observar", o "notar" lo que se está haciendo; aprender de lo que se

siente, observar y, finalmente, de manera inteligente, incluso intuitiva, ajustar su

práctica. Shon centra su atención en el arte de experimentar el momento presente, lo

cual presenta una especie de paradoja cuando se hace, mientras no se conoce o se

sabe lo que es.

Tremmel (1993) exploró la posibilidad de enriquecer la enseñanza con la

reflexión en los programas de educación a docentes, por medio de la práctica

reflexiva incorporando la tradición budista Zen de "Mindfulness". Tremmel discute la

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noción de reflexión-en-acción de Schön como una alternativa y un enfoque más

amplio sobre la reflexión, conectando este enfoque con las dimensiones centrales de

Enseñanzas Zen. Para él, algunos programas de educación docente comprometidos

con la práctica reflexiva fracasan porque dependen de conceptos sobre la reflexión e

ignoran la necesidad de aprender o, “preparar nuestras mentes", como paso hacia la

reflexión. El autor, desde su propia práctica como profesor, discute su experiencia

educativa con los estudiantes en el arte del mindfulness o de "prestar atención" como

una manera de nutrir la práctica reflexiva.

Tremmel entiende que la reflexión es en un sentido la evaluación del propio

trabajo del docente. Requiere no solo tener cierto conocimiento y destrezas para

conceptualizar el aprendizaje como un proceso reflexivo, sino que necesita de

competencias básicas junto con cierto grado de confianza en sí mismo. Entiende que

la reflexión comienza con prestar atención, no sólo a lo que está sucediendo en el

entorno, también a lo que sucede dentro de nosotros. Esto es además un paso

necesario hacia el mindfulness. Explica que, tanto para estudiantes de mindfulness

como para estudiantes de educación, si no se presta atención, no ocurrirá nada.

Tinberg (1991) parece reafirmar lo expuesto por Tremmel, cuando expone que

ninguno de los problemas que tiene actualmente la educación se resolverán hasta

que los maestros presten más atención. Tinberg indica que "es reclamando, y

observando nuestras observaciones, que nos encontraremos dentro y fuera del

entorno que estamos estudiando.... Nosotros... debemos estudiarnos mientras

estudiamos a otros "(PP. 41-42).

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En este sentido, resulta imprescindible que el docente tenga una clara

conciencia de sí mismo y de sus procesos emocionales. La introspección y el

reconocimiento de sus puntos débiles y fuertes, la confianza en sí mismo que

demuestre, la atención que preste a sus estados de ánimo y la expresión que haga de

los mismos ante su alumnado, son aspectos que un docente competente debe

trabajar y afianzar (Valdivieso, Carbonero y Martín, 2013).

Escogimos el método cualitativo para dirigir los trabajos de esta investigación.

En la investigación cualitativa, el investigador recopila los datos en situaciones reales

por medio de la interacción con personas seleccionadas en su propio entorno

(McMillan & Schumacher, 2005). Para McMillan y Schumacher el método cualitativo es

uno interpretativo, que incluye la observación y el análisis de la información en

ámbitos naturales para explorar los fenómenos, comprender los problemas y

responder las preguntas que tiene el investigador. El objetivo del método se

encuentra en los procesos inductivos en lugar de los resultados deductivos. Los

datos de la investigación cualitativa brindan información para que el investigador logre

buscar patrones narrativos y llevar a cabo su propia descripción e interpretación. Commented [a1]: De dónde sale este material?

Para Creswell (2017) la investigación cualitativa, en lugar de comenzar con una

hipótesis, teoría o nociones a probarse, empieza con observaciones preliminares y

culmina con una hipótesis explicativa o una teoría fundamentada. Denzin y Lincoln Commented [a2]: Eliminar…

(1998) a su vez expusieron que hablar de métodos cualitativos es hablar de un modo

de investigar fenómenos sociales, persiguiendo objetivos determinados para así dar

respuesta a problemas concretos a los que se está enfrentando la misma

investigación.

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Para llevar a cabo esta investigación cualitativa sobre destrezas

socioemocionales del docente para el manejo del ambiente en la sala de clases, se

propone la metodología de la reflexión en acción o reflexión en la práctica. Para Shön

(1990) es en la reflexión en acción que el docente se hace consciente de su sabiduría

interna o intuitiva y aprende en base a sus experiencias. El autor entiende que el

docente debe poseer o desarrollar habilidades tales como "sentimientos", "observar",

o "notar" lo que está haciendo; aprender de lo que siente, observar y, de manera

inteligente e intuitiva, reajustar su práctica. Los participantes tendrán la oportunidad

de poner en práctica las destrezas de autoconciencia y autogestión mediante la

reflexión y el mindfulness, se identificarán el impacto de su práctica en el ambiente de

la sala de clases.

Partiendo de esta metodología, el diseño que sugerimos para llevar a cabo esta

investigación es el Diseño de Investigación-Acción. Becerra y Moya (2016) indican

que “en la investigación en acción los protagonistas asumen la tarea de cambiarse a

sí mismos para cambiar las instituciones.” (p.146). En este sentido, los maestros y

maestras que participen de la investigación en acción asumirán la responsabilidad de

fortalecerse y cambiarse a sí mismos durante el proceso. Partiendo del propósito de

nuestra investigación en acción se espera que, a la luz de la reflexión en la acción, los

participantes identifiquen las destrezas sociemocionales necesarias para manejar las

características del ambiente de su sala de clases y se propongan trabajar en su

desarrollo.

Coincidimos con Parkin (2009) cuando este afirma que el propósito de

emprender investigaciones de acción es lograr cambios en contextos específicos. El

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autor indica, además, que durante un proyecto de investigación en acción los

investigadores necesitarán desarrollar y utilizar habilidades tales como la planificación

cuidadosa, observación y comprensión afilada, evaluación y reflexión crítica para

lograr sus objetivos. Todas estas habilidades podemos clasificarlas como destrezas

sociemocionales. A su vez, por tanto, este proyecto ofrecerá la oportunidad a los

participantes de potenciar las habilidades y destrezas que ya tienen y crear interés en

trabajar intencionalmente en el desarrollo de aquellas que necesiten.

Sobre el diseño de investigación en acción, Meyer (2000) sostiene que su fuerza

radica en el énfasis que posee en generar soluciones para los problemas prácticos y

su capacidad para empoderar a los profesionales, haciéndolos partícipes de la

investigación y de las actividades posteriores de desarrollo o implementación. En esta

investigación busco herramientas para empoderar a los docentes por medio de sus

propios procesos de desarrollo socioemocional y prácticas reflexivas.

Kemmis y McTaggart (1988) han descrito ampliamente las características de la

investigación-acción. Los autores señalan que la investigación-acción es, sobre todo,

una práctica participativa. Los participantes trabajan con la intención de mejorar sus

propias prácticas. La investigación sigue un espiral introspectivo: espiral que incluye

ciclos de planificación, acción, observación y reflexión. Este espiral de ciclos es el

procedimiento base para mejorar la práctica.

Whitehead (2008) subraya la importancia de la investigación docente para

mejorar las prácticas educativas, los contextos sociales en los que se ubican estas

prácticas y aporta al conocimiento pedagógico. Acogimos la investigación en acción

como opción metodológica para esta investigación, porque entendemos esta nos

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permitirá una descripción completa de la situación y, sobre todo, incorporar las

opiniones y reflexiones de los docentes tal cual ellos las expresen, logrando que sean

además de partícipes de la experiencia, transformados por ella. Para Freire (1978) la

educación emancipadora es la que empodera a los alumnos del conocimiento

brindándoles así la posibilidad de mejorar su realidad. Freire enfatiza en el diálogo, el

cual está unido a las experiencias de tipo existencial de los dialogantes. El diálogo en

la educación emancipadora se debe dar de manera horizontal, en la cual el educador

no ejerce una posición de poder y ambos, educador y educando, se educan mediante

la conversación y el intercambio de ideas y experiencias. Aspiro a que, a partir de

esta experiencia de investigación, surjan nuevas y mejores prácticas educativas para

el fortalecimiento de los docentes de la sala de clases.

Sobre el diseño de investigación en acción A. Latorre (2003) señala que: “los

docentes deben investigar su práctica profesional mediante la investigación-acción,

teniendo como foco su propia práctica profesional” (p7.). El autor concibe la

enseñanza como una actividad investigativa. La investigación, a su vez, la concibe

como una actividad autorreflexiva realizada por los docentes con el fin de mejorar sus

prácticas. En este sentido, el proceso de enseñanza deja de ser un fenómeno natural

para constituirse en un fenómeno social y cultural, además de una práctica social

compleja, construida, interpretada y realizada por los docentes. Coincidimos con

Latorre al este hacer énfasis en que los procesos de enseñanza dejan de ser técnicas

o saberes donde se aplica la teoría, para constituirse en procesos reflexivos sobre la

misma práctica de los docentes y que conduce a una comprensión mayor sobre las

prácticas y contextos.

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Según el modelo que propone Latorre, en la investigación-acción el énfasis

primordial es en la acción más que en la investigación, y la observación recae en la

acción. La función principal de la investigación es servir a la acción por lo que es

importante revisarla (Latorre, 2003). En este diseño, la acción se desarrolla en un

tiempo real; es deliberada y controlada, se proyecta como un cambio reflexivo y

cuidadoso de la práctica. Para llevar a cabo una investigación en acción el autor

propone una secuencia en cuatro fases: planificar, actuar, observar y reflexionar.

En la fase de planificación la investigadora diseñará los instrumentos, identificará

indicadores del proceso o de logro y establecerá los acuerdos para iniciar los

encuentros con los participantes. La fase de actuar compromete lo que es la acción

misma, incluye la participación de los docentes en la ejecución de las actividades

planificadas (reflexiones, reuniones, entrevistas). La investigadora y los participantes

realizarán observaciones/auto-observacioes de las dinámicas en la sala de clases. La

investigadora también observará y evaluará las interacciones durante las reuniones y

encuentros con los participantes. La fase que permitirá realmente reorientar el camino

de la acción, es la reflexión. Por medio de la reflexión los participantes son capaces

de identificar aciertos y desaciertos en la práctica, además de que les permite

recapacitar sobre los resultados. El éxito de los próximos ciclos, a su vez, depende

de la reflexión.

En la investigación cualitativa, “el investigador selecciona individuos particulares

o casos porque ellos son particularmente informativos sobre el tópico” (McMillan,

2008, p.119). Los participantes de la investigación serán seleccionados de manera

intencional siendo éstos parte de la comunidad de docentes de la Escuela Elemental

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Emilio del Toro y Cuebas, entiéndase los maestros y las maestras de la ELTS. Se

espera trabajar la investigación con un grupo de al menos seis docentes.

Aunque se haya escogido invitar a participar de la investigación a los maestros y

las maestras de la ELTS por las razones antes mencionadas, estos docentes al

momento de ser orientados e invitados podrán decidir si participan o no de manera

libre y voluntaria. La investigación será presencial y se llevará a cabo por un semestre

académico.

Hemos diseñado un procedimiento que sugerimos llevar a cabo durante la

investigación en acción. El procedimiento sugiere una gestión activa del docente en

su práctica diaria. Se espera que el docente lleve a cabo prácticas reflexivas sobre

sus acciones y reacciones ante eventos en la sala de clase, junto con ejercicios de

mindfulness. Schön (1990) define la práctica reflexiva como la práctica por la cual los

profesionales se hacen conscientes de su base de conocimiento implícita y aprenden

de su experiencia. En este sentido, el autor contrasta los conceptos de la reflexión en

acción y de la reflexión sobre la acción. Explica que la reflexión en acción es

reflexionar sobre el comportamiento mismo, cómo y por qué sucede. Mientras que,

en la reflexión sobre la acción, el participante reflexiona sobre lo que ocurre después

de los eventos, para revisarlos, analizarlos y evaluarlos a la luz de las situaciones. Se

solicitará a los participantes que cuando se susciten situaciones que afecten el

ambiente de la sala de clases, practiquen ambos tipos de reflexión, reflexión en

acción y la reflexión sobre la acción. Estas reflexiones serán documentadas en

diarios, bitácoras o de forma pictórica en imágenes.

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socioemocionales del docente para el manejo del ambiente en la sala de clases

Las estrategias para la recopilación de información que utilizaré serán variadas:

(a) observación participativa y no participativa, (b) simulaciones, (c) entrevistas, y (d)

prácticas reflexivas.

(a) Observación participativa, el investigador participa de la situación

problemática a analizar, vive las experiencias del grupo, recibe la ventaja de conocer

a fondo a los participantes y así poder comprenderlos. La investigadora visitará las

salas de clases de los maestros y las maestras participantes una vez a la semana.

Realizará observaciones acerca de las características del ambiente de la sala de

clases y el uso de destrezas sociales y emocionales del docente en el manejo de

situaciones disruptivas. Registrará sus observaciones en una hoja pre estructurada.

En la observación no participativa, por el contrario, el investigador no participa

del problema o situación directamente. Se propone una evaluación constante de tipo

formativo en la que los docentes reflexionen sobre sus procesos de autocontrol y

autogestión y el efecto que su proceso tiene en la conducta de los estudiantes. Se

desarrollará una hoja de incidentes de conducta para que el docente mantenga sobre

su escritorio. En ella marcará la frecuencia de los incidentes más disruptivos y la

manera en que el docente los atiende.

(b) Simulaciones: recrearé una situación disruptiva en la sala de clases y se la

presentaré a los participantes. Utilizando la técnica de teatro foro de Augusto Boal, los

participantes observarán, reflexionarán e intervendrán en la escena para sugerir

maneras alternas de manejo de la situación. Mientras esto sucede, la investigadora

documentará.

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socioemocionales del docente para el manejo del ambiente en la sala de clases

(c) Práctica reflexiva: cada participante llevará un récord anecdótico en el que

reflexionará sobre las dinámicas que se dan en la sala de clases y cómo éstas

requieren de destrezas socioemocionales específicas. A la luz de la información

compartida por el docente durante la entrevista con la investigadora, esta desarrollará

y proveerá semanalmente una pregunta generadora para llevar a cabo y guiar este

ejercicio.

Se analizarán las respuestas para preparar memos sobre lo que se va

descubriendo, documentando y aprendiendo durante cada uno de los meses. La

investigadora, utilizará un diario reflexivo donde documentará estas y otras

reflexiones sobre momentos específicos del proceso (documentar cambios en los

procedimientos, ya sean relacionados a la intervención o a la investigación; y cambios

metodológicos –preguntas de investigación, cosas que no se pudieron realizar o que

se tuvieron que añadir, momentos de confusión, conflictos éticos, momentos de

iluminación o sorprendentes y momentos de aprendizaje).

Las prácticas basadas en mindfulness parecen ser una herramienta para mejorar

la calidad de la enseñanza, las cuales pueden, a su vez, promover cambios positivos

en los comportamientos de los estudiantes. Se sugiere que luego de que los

participantes se hayan entrevistado con la investigadora y hayan recibido

capacitación y/o entrenamiento en prácticas sencillas de mindfulness, como la

respiración y la atención consciente (enfocarse en un objeto, sonido o color) las

utilicen por espacio de tres minutos al inicio y al final de la jornada escolar con sus

estudiantes

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Hacia la autoconciencia y la autogestión: competencias para el fortalecimiento de las destrezas
socioemocionales del docente para el manejo del ambiente en la sala de clases

La información será recopilada durante la investigación acción a través de

instrumentos estructurados y semi estructurados:

 Hoja de observación de la investigadora sobre el ambiente de la sala de

clases

 Hojas de comportamiento e incidentes en la sala de clases

 Preguntas guía para las entrevistas a docentes

 Documentos reflexivos desarrollados por los docentes

Las estrategias que se utilizarán para el análisis de la información serán las siguientes:

a) Codificación y organización de la información

b) Identificación de unidades de significado que conducen a las

categorías emergentes

c) Interconexión de análisis de datos y su significado.

Para facilitar la reducción de los datos obtenidos y expresarlos con más facilidad,

utilizaremos representaciones gráficas.

Para cumplir con los aspectos de ética en la investigación, previo a comenzarla,

se completará el curso de ética en la investigación en el programa Collaborative

Institutional Training Initiative, conocido como CITI Program y su certificación.

Solicitaré, además, autorización al Departamento de Educación de Puerto Rico para

visitar la escuela durante el periodo de la investigación. Redactaré una carta explicativa

para el director de la escuela de acuerdo con la Carta Circular #13-2014-2015

Directrices y disposiciones para radicar la solicitud de autorización para realizar

investigaciones y sus fases relacionadas: la validación de sus instrumentos o pruebas

piloto en el Departamento de Educación de Puerto Rico. Escribiré una hoja de

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Hacia la autoconciencia y la autogestión: competencias para el fortalecimiento de las destrezas
socioemocionales del docente para el manejo del ambiente en la sala de clases

consentimiento informado para los maestros participantes. Cuando se hayan obtenido

los permisos, convocaremos a una reunión con los maestros, para explicar la

investigación, su propósito y preguntas de investigación. Se entregará a los presentes

una carta de presentación explicativa, y se explicará la hoja de consentimiento

informado además de recoger los documentos completados. Enfatizaré que los

nombres se trabajarán utilizando pseudónimos para mantener la confidencialidad de los

participantes. Una vez los asuntos éticos y de permisología hayan sido atendidos,

procederemos a comenzar con la investigación.

Entendemos que la formación educativa y profesional para la docencia tiene tanto

que ver con la adquisición de más información y conocimiento como con la reflexión

sobre su propia actuación y gestión docente, con el análisis sobre la adecuación de sus

propios hábitos de comportamiento en la sala de clases (Graham, 2012).

Esta investigación espera ser un espacio de reflexión, pero, sobre todo de acción

para los docentes de la ELTS. También pretende satisfacer la curiosidad de la

investigadora con relación a la pertinencia de la acción y la reflexión sobre la acción y

el mindfulness como herramienta en la práctica docente activa.

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socioemocionales del docente para el manejo del ambiente en la sala de clases

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