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Interpretación jurídica (Fuentes: Escandón, Jesús, Curso Introducción al Derecho; Corral,

Hernán, Curso de Derecho Civil Parte General)

I. EL PROCESO INTERPRETATIVO

1. Concepto de interpretación.
Como noción preliminar, podemos señalar que interpretar consiste en atribuir
significado a un determinado texto normativo. Es decir, su finalidad es práctica, puesto que
con ella se busca resolver un conflicto jurídico real o establecer un criterio de
comportamiento futuro, conforme a Derecho. No se trata por tanto de una comprensión de
texto meramente histórica o cognoscitiva.

Como sabemos, el lugar más común en donde se busca aplicar una norma a un caso,
es en un juicio donde el juez resolverá cómo debe aplicarse la norma legislada al caso
concreto, pero lo ideal es no llegar a un juicio, por lo tanto, la interpretación se aplicará
también a conflictos potenciales o incluso hipotéticos. También tendrá lugar cuando la
autoridad administrativa ejecute una ley por medio de otras resoluciones, o para aplicar
medidas o sanciones a los particulares. A su vez, los abogados, profesores o autores de
derecho también interpretan normas, por lo que esta tarea de interpretar involucra a todos
los miembros de una comunidad.

2. ¿Necesitamos interpretar?
Existe un antiguo adagio jurídico “in claris, non fit interpretatio”, lo que implica
que si la ley es clara no se requiere ni se debe interpretar, invocándose normalmente como
argumento el art.19 del código civil. “cuando el sentido de la ley es claro, no se
desatenderá su tenor literal a pretexto de consultar su espíritu”. Por ejemplo, si el texto de
la ley dice: “el que mata a otro debe ser sancionado por homicidio” y el juez da por
acreditado que un asaltante acuchilló a la víctima, no hay que interpretar, porque es claro
que el asaltante mató a otro y debe ser sancionado por ello.

Pero esta idea, hoy es desacreditada ya que las normas usan unidades de lenguaje,
cuyo significado no es unívoco, admiten diversos sentidos, por lo que mediante la
interpretación se debe determinar cuál de esos sentidos es el más razonable.

Se dan diversos argumentos, que a continuación se pasan a examinar, en orden a


sostener que toda ley o norma jurídica, inclusive las que se consideran claras, deben ser
interpretadas cuando se las aplica.

-En primer lugar, se señala que para determinar si una norma jurídica es clara u
obscura debe ser interpretada.
-En segundo término, se dice que palabras y expresiones claras, es decir, unívocas y
precisas, en el lenguaje prácticamente no las hay. Casi todas las palabras tienen más de un
significado y, además, este significado no es preciso, sino vago. Como dicen los lógicos,
los términos y expresiones de un lenguaje, salvo los números y los nombres propios,
presentan los defectos de ambigüedad (las palabras y expresiones tienen varios
significados) y de vaguedad (el significado de las palabras y expresiones es impreciso, no
se encuentra exactamente de terminado). Para superar estos defectos, y así lograr una
adecuada comprensión de los textos, en nuestro caso de las normas que se pretenden
aplicar, se realiza la pertinente interpretación.

-En tercer lugar, se argumenta diciendo que cuando se aplica una norma, se la aplica
siempre en relación con el resto del ordenamiento jurídico. Una norma jamás opera de
manera aislada, sino que en relación con las demás. Por ejemplo, una norma jurídica
aparentemente tan clara como aquella que se consigna en la ley de tránsito, que dice que
cuando el semáforo se encuentra con luz roja el conductor no debe cruzar la bocacalle, no
debemos considerarla aisladamente al aplicarla, sino que deberemos tener en cuenta a
muchas otras. Entre ellas, a las que establecen quienes se encuentran autorizados para
cursar la infracción, por ejemplo carabineros; habrá luego que considerar algunas de las
normas que regulan a este cuerpo policial; asimismo hay que atenerse a los preceptos que
indican cuál es el tribunal competente para conocer de la infracción cursada por carabineros
y, con ello, a las normas relativas a la organización, atribuciones y funcionamiento de los
juzgados de policía local, etc. De este modo, podemos observar que aun en un caso simple
como el que consideramos, deben relacionarse cuando se aplica el Derecho una gran
cantidad de normas. Ahora bien, efectuar esta relación entre normas, no es otra cosa que
una tarea de interpretación. De este modo, se demuestra claramente, una vez más, que
siempre que el Derecho se aplica debe ser previamente interpretado.

-Por último, por la importancia que ha tenido tanto en la práctica como en la


doctrina jurídica chilena, examinaremos el argumento que sostiene, pretendiendo apoyarse
en el inciso primero del artículo 19 del código civil, que las normas o leyes claras no se
interpretan. Sobre tal argumento debemos decir que este precepto no expresa que tales leyes
no se interpretan. Tampoco se refiere al tenor de la ley, sea claro u obscuro. A lo que se
refiere es a su sentido, expresando que cuando éste es claro no debe desatenderse su tenor
literal (es decir, su letra), a pretexto de consultar su espíritu, esto es, su finalidad.
I.- TEORÍAS DE LA INTERPRETACIÓN JURÍDICA
Estas teorías son distintas formas de entender los enunciados interpretativos
(disposiciones), es decir enunciados de la forma; la disposición T significa S.

A.- Teoría cognoscitiva, (formalismo interpretativo)


Esta teoría adopta una concepción estricta de la interpretación. La interpretación es
una actividad de conocimiento, interpretar consiste en verificar el significado objetivo de
los enunciados o disposiciones normativas o la intención subjetiva de sus autores. Los
enunciados interpretativos, resultado del proceso de interpretación son enunciados
descriptivos de los cuales puede predicarse verdad o falsedad.

Este punto de vista se funda en postulados falaces, primero, en el denominado


naturalismo lingüístico; existiría un significado propio de las palabras, en el sentido de
connatural a él, que conectaría cada palabra con la cosa misma a la que designa; el
intérprete podría, por lo tanto, limitarse a reconocer ese vínculo. Otro postulado sobre el
que descansa esta teoría es la creencia de que las autoridades normativas tienen una
voluntad unívoca y reconocible como los individuos Desde esta perspectiva cada
disposición normativa admite una y sólo una interpretación verdadera. Se trata de descubrir
este significado objetivo o esta voluntad subjetiva preexistente,

Esta teoría va acompañada normalmente de la idea de que el sistema jurídico, es


completo y coherente, que no hay discrecionalidad judicial. Este modo de entender la
interpretación, está íntimamente relacionado con la doctrina de la separación de los poderes
y con el mito de la certeza del derecho y la sujeción del juez a la ley.

B.- Teoría escéptica (escepticismo interpretativo)


La segunda posición doctrinaria busca resaltar el hecho de que interpretar
requiere siempre de valoraciones, elecciones y decisiones. La interpretación no es una mera
actividad de conocimiento, puesto que las palabras son símbolos y no signos, no tienen un
significado propio o natural, es decir, el significado no les viene atribuido por la naturaleza
(como si existiera una palabra para cada cosa) sino por el usuario o intérprete, de manera
que el significado varía y cada decisión interpretativa es en buena medida arbitraria. Así,
las disposiciones o enunciados normativos pueden ser entendidos de distintas formas,
dependiendo entre otras razones de las posturas valorativas de los intérpretes.

Los enunciados interpretativos no son por ende verdaderos ni falsos, y tienen


más bien la estructura de una definición estipulativa, es decir, no describen el uso que se
hace de un término sino que más bien proponen un modo en el que este debe entenderse.

Desde esta perspectiva entonces, las normas son el resultado de la


interpretación y no constituyen entonces algo preexistente que se deba descubrir o
meramente conocer.
A diferencia de la doctrina anterior, esta va frecuentemente acompañada de
la idea de que los sistemas jurídicos no son coherentes ni completos y que frente a lagunas
y contradicciones los jueces crean derecho nuevo tal como los legisladores

Desde esta perspectiva no resulta clara la distinción entre textos claros y


oscuros, desde que claridad y oscuridad no son cualidades intrínsecas de un texto sino
resultado de la interpretación en sentido amplio. Para determinar la claridad u oscuridad es
previo atribuir un sentido al texto y luego la claridad u oscuridad de un texto puede ser
perfectamente discutida.

C.- Teoría Mixta o intermedia


Para la tercera teoría llamada mixta o intermedia, las disposiciones jurídicas tienen
algunas veces un único significado y otras veces tienen más significados: a veces el
intérprete se limita a reconocer ese significado, como sostienen los formalistas otras veces
están obligados a elegir uno, como sostienen los escépticos. La teoría mixta es presentada
por su creador, Hart, como solución a la disputa entre formalismo y escepticismo
interpretativo: y se debe probablemente a esta presentación el éxito que le favorece
actualmente. La misma teoría parece apelar más que a razones jurídicas a razones
lingüísticas: en particular, a la famosa tesis de la estructura (textura) abierta de los
conceptos jurídicos (open texture), ilustrada por el aún más famoso ejemplo de la
prohibición de ingreso de vehículos al parque.

Una norma prohíbe el ingreso de vehículos en un parque público. Claramente ella


prohíbe el ingreso de un automóvil: pero qué ocurre con las bicicletas, los patines, un auto
de juguete. ¿Qué dice de los aviones? ¿Todas estas cosas deben ser llamadas vehículos,
como a veces hacemos, para los fines de aplicación de la norma, o no? Si tenemos que
comunicarnos unos con otros los términos generales que usamos - como vehículo en el
caso considerado - tienen que presentar algún caso familiar en el que no surjan dudas
acerca de su aplicación. Debe haber un núcleo claro de significado; pero también habrá una
penumbra de casos discutibles, en cuyo caso la aplicación de la palabra no es ni obvia ni
está claramente excluida.
La estructura abierta de términos generales como “vehículo” es configurada por
Hart como un tipo particular de vaguedad cuantitativa: una vaguedad cuantitativa potencial,
por la cual cualquier término, aunque no actualmente vago, puede volverse vago en algún
caso de aplicación. La estructura abierta consiste precisamente en esto: los términos
generales presentan casos de aplicación que recaen en un núcleo de certeza o bien en una
zona de penumbra. Cuando el caso cae en el núcleo de certeza (un automóvil es un
vehículo), o también cuando abiertamente no recae (la tía Adalgisa no es un vehículo),
entonces la solución es cierta, y el caso es fácil, el intérprete no puede hacer otra cosa que
reconocerla: excluyendo del parque los vehículos y admitiendo a la tía Adalgisa. Cuando el
caso recae en la penumbra de incertidumbre (zona de penumbra), como sucede con las
bicicletas, los patines o aeroplanos, entonces la solución es incierta, el caso es difícil y el
intérprete debe elegir.

En el plano estrictamente lingüístico, la teoría mixta parece superior al formalismo y


al escepticismo: del mismo modo en que el convencionalismo lingüístico que ella sostiene
parece superior al naturalismo y al contractualismo lingüístico En particular, mientras que
el formalismo cree aun en un significado propio de las palabras, en el sentido de connatural
a ellas, y mientras el escepticismo reduce el significado a los usos estadísticamente más
frecuentes, la teoría mixta sostiene la existencia de un significado propio de las palabras,
pero propio sólo en el sentido de correcto de acuerdo a las reglas lingüísticas. Dicho de otro
modo, el significado está determinado por el uso, como admiten también los escépticos,
pero sólo en última instancia; de los usos estadísticamente más frecuentes se forman en
efecto auténticas reglas lingüísticas, que determinan cuales usos son propios o correctos y
cuales impropios o incorrectos.

Justamente esta insistencia sobre los aspectos lingüísticos de la interpretación, más


que sobre sus aspectos jurídicos, constituye, sin embargo, bien la ventaja o bien el límite
de la teoría mixta: al menos en relación al escepticismo interpretativo. Como el propio Hart
ha admitido, la teoría mixta tiende a reducir la interpretación jurídica sólo a sus aspectos
lingüísticos: como si sólo contara el significado de las palabras y no también la intención
del legislador (como lo pretende el art. 19). Por ejemplo: se admite en el parque un
automóvil de la policía? En base a la regla lingüística y al significado propio de la palabra,
ciertamente no: un auto de la policía es indiscutiblemente un vehículo. En base a cánones
interpretativos jurídicos como la intención del legislador, en cambio, ciertamente sí: si la
norma se dictó para proteger la seguridad de los visitantes del parque, entonces los autos de
la policía debe ser admitidos.
III.- ESCUELAS DE INTERPRETACIÓN

1. La Escuela Francesa de la Exégesis: Es aquella conformada por los principales


juristas que desarrollaron la tarea de explicar e interpretar los primeros códigos de la
época de la codificación, y especialmente el Código civil francés. Esta Escuela se
caracteriza por sostener la idea de que el juez debe simplemente ser el aplicador de
la decisión soberana del poder político. El juez debe aplicar la ley clara, aunque le
parezca injusta, y si la ley es oscura, debe buscar la intención del legislador en su
texto, analizando las palabras empleadas o indagando en las actas de los órganos
políticos en que se discutió el texto legal.

2. La Escuela Histórica del Derecho: El forjador de esta Escuela es el jurista alemán


Federico von Savigny. Postula que el Derecho es como la lengua, las costumbres,
que se van moldeando a lo largo de la evolución de los pueblos. La interpretación,
por consiguiente, no debe atenerse a las palabras de los textos legales, ni tampoco a
la historia inmediata de la decisión del órgano legislativo, sino que debe profundizar
en la conformación histórica de las instituciones jurídicas y en las necesidades del
espíritu del pueblo a las que ellas responden.

3. La Escuela de la Libre Investigación Científica del Derecho: La ley, no es la única


fuente de Derecho, por lo que en la interpretación el juez debe atender, además de
las fuentes formales, a las fuentes reales, esto es, a los elementos históricos,
utilitarios, sentimentales, para obtener la solución justa del caso.

4. La Escuela del Derecho Libre: Kantorowicz señala que, en el caso de lagunas


legales, el juez crea Derecho y lo hace libremente, incluso acudiendo a sus
sentimientos personales de justicia. Pero, posteriormente la noción de “Derecho
libre” ha sido utilizada para enfatizar la absoluta libertad que tendría un juez para
decidir en sus sentencias lo que es la regla jurídica aplicable al caso, y ello
conforme a un análisis de las circunstancias y elementos subjetivos que lo rodean.
La Escuela de Realismo Jurídico, alabando la obra de Kantorowicz, sostiene que el
Derecho no es más que una predicción sobre como fallarán los jueces determinadas
series de casos.
5. La Escuela Kelseniana de interpretación: Kelsen señala que la validez de la norma
depende de si ha sido elaborada de acuerdo al procedimiento establecido también
normativamente, no de su contenido (que puede ser justo o injusto, moral o inmoral)
ni de su eficacia social (puede ser acatada o no por la sociedad). No obstante, en la
interpretación de la norma, es más realista que sus antecesores de la Escuela de la
Exégesis, ya que reconoce que el juez no solo aplica la ley, sino que también crea
Derecho al dictar una regla particular que regulará el caso concreto. Señala que,
salvo casos concretos, el texto de la ley no permite una sola lectura, la ley es sólo un
marco en el que varias interpretaciones son posibles y no existen razones jurídicas
para considerar que una de esas lecturas es más correcta que la otra.
Actualmente podemos decir que ninguna escuela predomina del todo, aunque en Chile
existe una larga tradición exegética. Hoy en día sin embargo, esta tradición se encuentra
sujeta a una importante revisión tanto por parte de la doctrina como de la jurisprudencia.

IV.- CLASIFICACIÓN DE LA INTERPRETACIÓN


En primer términos y en función del resultado distinguiremos dos tipos
fundamentales de interpretación, por una parte la interpretación literal o declarativa y por
otro, la interpretación correctora, y en esta última a vamos a distinguir la interpretación
extensiva y restrictiva.

A.- LA INTERPRETACIÓN DECLARATIVA O LITERAL.


Es aquella interpretación que una vez efectuada por el intérprete conduce a la
conclusión de que el texto legal interpretado debe aplicarse únicamente a los casos que él
expresamente menciona, sin extender por tanto su aplicación a más casos de los que este
contempla y sin restringirlo tampoco a menos casos de los que el propio texto interpretado
señala.

De modo que para establecer el o los posibles sentidos de una disposición recurre a
las palabras de las que se ha valido la autoridad para expresar su mensaje normativo.

Esta definición supone que las palabras que ha usado el legislador tienen un
significado propio lo que ya hemos visto no es así.

Si, en cambio, adoptamos la idea de que las palabras pueden tener más de un
significado entonces una mejor definición de interpretación declarativa sería aquella que la
entiende como la que atribuye a una disposición o enunciado el significado que se
desprende del uso común o general de las palabras y de las reglas sintácticas del idioma
respectivo.
A favor de la interpretación declarativa se dan dos clases de argumentos:

a).- el argumento del lenguaje común.


Que apela sencillamente al significado ordinario de las palabras y las reglas
usualmente aceptadas, aunque el significado ordinario de las palabras es también impreciso
y las reglas de la gramática son en ocasiones bastante elásticas por lo que el significado
ordinario puede llegar a ser controvertido.

b).- el argumento a contrario


Se argumenta a contrario cuando se aduce que el legislador ha dicho exactamente
aquello que quería decir y que no ha dicho aquello que no quería, pues si hubiese querido lo
habría hecho. Aquí se presume que el legislador ha expresado fielmente su intención en el
enunciado respectivo.

En otras palabras, el argumento a contrario consiste en limitar la aplicación de un


precepto normativo a los casos estrictamente indicados en el mismo, sin que sea posible su
extensión o ampliación a otros casos o supuesto distintos de los expresamente
mencionados. No excluye, en cambio, la posibilidad de que se le pueda aplicar un
significado más restringido que el literal.
Este argumento se presenta en dos modalidades.

i.- Se puede hablar de argumento a contrario como una técnica o argumento interpretativo
en sentido estricto, que da lugar a una interpretación literal de la disposición interpretada.

Se prohíbe entrar con perros. Entrar con cualquier otro tipo de animal no está regulado por
esa disposición y podría estarlo por otras.
ii.- El argumento a contrario como argumento productor.

Lo más habitual es hablar de argumento a contrario para referirse a un argumento


creador de normas más que un mero argumento interpretativo.

Así el argumento diría que si un precepto se refiere expresamente a un caso debe


entenderse que cualquiera otra situación distinta a las expresamente mencionadas debe
tener también una solución distinta.
Todo fundado en que “si el legislador hubiese querido incluir otros casos lo habría
hecho y si no los incluyó fue porque no quiso tratarlos del mismo modo”. Nuevamente de
trata de una manifestación de la hipótesis del legislador racional.

Según esta modalidad, en el caso del ejemplo (prohibido entrar con perros) se sigue
que se puede entrar con otros animales pues si el legislador los hubiese querido incorporar
en la prohibición lo habría hecho.

Aunque no es un argumento deductivo resulta bastante persuasivo si se parte de la


base de la presunta voluntad del legislador. En ocasiones incluso se puede llegar a sostener
que la no inclusión de un supuesto, manifiesta la voluntad del legislador de excluirlo del
ámbito de aplicación de la norma.

B) LA INTERPRETACIÓN CORRECTORA.
Esta se define por oposición a la declarativa o literal y puede entenderse como
aquella que se desvía del significado propio de las palabras o bien como aquella que
atribuye al enunciado o disposición normativa un significado distinto al de su significado
literal (común conforme al uso común de las palabras y de acuerdo a las reglas sintácticas
del idioma respectivo).
Este significado distinto puede ser más restringido o más amplio que el literal.

La interpretación correctora en general, encuentra justificación en distintos


argumentos. Estos son argumentos de tres tipos.

i.- EL ARGUMENTO PSICOLÓGICO O TELEOLÓGICO (llamado también


en forma impropia lógico) que apela a la intención del legislador o a los fines que éste
perseguía, en síntesis, a la ratio legis. Aquí la idea es que según el intérprete existe un
desacuerdo entre lo que el legislador quiso o buscó y lo que efectivamente expresó en
términos lingüísticos.

Se suele entender este propósito o finalidad en términos subjetivos u objetivos, esto


es como el propósito o finalidad del legislador histórico o bien de la misma ley.
Esto plantea un primer problema, que es que sólo pueden atribuirse fines o
propósitos a entes dotados de voluntad (pero no nos detendremos en esto aquí). Para
averiguar la voluntad del legislador histórico (los hombres que participaron activamente en
la redacción y aprobación de la disposición o enunciado normativo a interpretar) el único
camino es valerse de los trabajos preparatorios. Entre nosotros es la denominada historia
fidedigna del establecimiento de la ley. (art. 19 CC).
La segunda variante (objetiva) es la de la intención o voluntad de la ley, considerada
con independencia de su creador, para ello habría que atender sólo al texto de la ley y no a
la historia fidedigna de su establecimiento que refleja no la “objetiva“ voluntad de la ley
sino la “subjetiva” de sus creadores.

Desde luego hablar de la voluntad de la ley es un modo un tanto oscuro de


expresarse, que oculta el hecho de que el intérprete le quiere atribuir al texto un sentido que
sea acorde con su propia política jurídica y no con la del legislador que la dictó.

ii.- EL ARGUMENTO APAGÓGICO O REDUCCIÓN AL ABSURDO.


Es un argumento negativo o indirecto que en lugar de ofrecer razones o apoyo
directo a favor de una determinada tesis (interpretación determinada de una disposición
normativa) muestra que otra tesis distinta o incompatible es rechazable por dar lugar a
consecuencias o resultados absurdos. Así al rechazar un punto de vista contrario se apoya el
punto de vista propio.

Una interpretación puede resultar absurda entre otras razones porque da como
resultado una norma incompatible con otra de rango superior (CPE) o es considerada
injusta o irrealizable o irracional desde el punto de vista económico, etc.

En ese caso ese resultado se manifiesta como una razón para rechazar esa
posibilidad interpretativa e indirectamente, para aceptar las propuestas alternativas
respaldadas por el intérprete

En todo caso la percepción de lo que es absurdo y de lo que es razonable es


subjetiva y por lo tanto siempre controvertible. Y en las pocas ocasiones en que una
determinada interpretación aparece como evidentemente absurda para la generalidad de los
intérpretes, el argumente es totalmente inútil, porque sirve para excluir una interpretación
que nadie pensaría en proponer.

iii.- EL ARGUMENTO EVOLUTIVO.


Es aquel que permite atribuir a un texto normativo un nuevo significado, distinto de
aquel que históricamente había asumido. Por medio de este argumento, el intérprete
intentará adaptar disposiciones antiguas a situaciones de hecho nuevas (sociales, culturales
o económicas) que no fueron previstas o conocidas por el legislador al momento de dictar
la norma
A.- LA INTERPRETACIÓN EXTENSIVA.
Como dijimos la interpretación correctora puede consistir en atribuirle a una
disposición un significado más amplio, en cuyo caso hablamos de interpretación extensiva.
Concepto.-

Es aquella en que como resultado de la actividad de interpretación se llega a la


conclusión de que el enunciado normativo debe aplicarse a más casos de los que se
desprenden de su tenor literal. La extensión del significado de una disposición tiende a
confundirse con la formulación de una norma nueva, y en realidad no son dos cuestiones
lógicamente diferentes entre sí sino que sólo existe entre ellas una cuestión de grado.

Los argumentos capaces de sostener una interpretación extensiva son


principalmente dos: el argumento a fortiori y el argumento analógico o a simili.

Nótese que pueden existir al menos dos razones distintas para extender una norma
más allá de su campo de aplicación natural.

Que el intérprete desee aplicar a un determinado supuesto de hecho una cierta


norma y no otra para satisfacer su sentido de justicia o puede suceder que el intérprete
desee aplicar una cierta norma a una cierto supuesto de hecho que otra manera quedaría
privado de regulación jurídica (es decir, abriría una laguna)-

i.- El argumento “a simili” o argumento analógico.


Consiste en aplicar a un supuesto de hecho no regulado por ninguna norma la
consecuencia jurídica prevista por una norma que regula otro supuesto de hecho cuando
entre ambos supuestos existe similitud y existe además la misma razón para aplicar la
misma consecuencia.

Este argumento se expresa en el aforismo jurídico que señala "donde existe la


misma razón debe existir la misma disposición".

La interpretación correctora extensiva fundada en el argumento analógico supone la


identificación primero de un rasgo común no accidental sino esencial y además la
identificación de una ratio común.

La identidad de razón exige que las similitudes entre el caso a resolver y el regulado
por la norma a aplicar sean centrales o relevantes. La relevancia es un concepto valorativo y
bastante vago que otorga gran discrecionalidad al intérprete a la hora de decidir si procede
o no aplicar la a analogía

ii.- El argumento a fortiori


Es un mecanismo para dar respuesta a una supuesta laguna normativa. El supuesto
para que opere es que nos encontremos frente a un caso para el que el ordenamiento no
ofrece al menos en forma explícita una solución.

El argumento a fortiori consiste en acudir a otra norma para resolver el caso (una
norma que resuelve un caso distinto) justificando su aplicación por el hecho de que la razón
o fundamento que subyace en la norma aplicada se manifiesta aun con mayor intensidad en
el caso a decidir.
Los requisitos para que pueda operar son similares a los de la analogía:
a) Una laguna normativa.
b) Un juicio acerca de la razón o fundamento de otra norma del sistema.-

c) Un juicio de que dicha razón se manifiesta con mayor intensidad que en los casos
cubiertos por la norma.
Tiene este argumento dos modalidades

La primera modalidad se usa cuando se trata de una norma que confiere derechos o
posiciones ventajosas en general y se asemeja al dicho “quien puede los más puede lo
menos” (A maiori ad minus)

La segunda se utiliza cuando el precepto establece obligaciones o algún tipo de


posición desventajosa para los afectados. Por ej. Prohibido entrar con perros, prohibido
entrar con leones. (A minori ad maius)

Interpretación extensiva y la analogía

En la doctrina se ha planteado el problema de establecer el límite entre la


interpretación extensiva y la aplicación de la analogía propiamente tal.

Hemos dicho que la analogía es un procedimiento lógico mediante el cual se aplica


a un caso no regulado por la ley una norma relativa a un caso semejante cuando existe la
misma razón para aplicarla. En síntesis, la analogía responde al criterio de que donde existe
la misma razón debe existir la misma disposición. La diferencia entre la interpretación
extensiva y la analogía aparece en principio bastante clara de acuerdo a lo que acabamos de
señalar. En efecto, en la analogía se parte del supuesto de un caso no regulado, es decir, de
que existe un vacío y el vacío no se puede interpretar. En cambio, en la interpretación
extensiva, se refiere a una norma existente.
En la práctica es muy difícil establecer esta distinción y por ello muchos autores
prefieren denominar a la interpretación extensiva como interpretación analógica. Para
nosotros, en rigor no existe tal diferencia, pues en ambos casos se trata de aplicar una
norma jurídica a un caso que ésta no regula, es decir de extender el ámbito de aplicación de
la norma más allá de lo aparece de su propio tenor literal.

B.- LA INTERPRETACIÓN RESTRICTIVA.


Se llama restrictiva aquella interpretación en que como resultado del proceso
interpretativo el intérprete concluye que la disposición normativa debe aplicarse menos
casos de los que se desprenden de su tenor literal.

Para justificar una interpretación restrictiva se utiliza normalmente el argumento de


la disociación.

Que el intérprete desee aplicar a un determinado supuesto de hecho una norma


distinta y no ésta para satisfacer su sentido de justicia o puede suceder que el intérprete
desee excluir de la aplicación de cierta norma un cierto supuesto de hecho por que otra
manera se produciría una antinomia

En este segundo caso el argumento de la disociación puede ser introducido en una


estrategia argumentativa más amplia que apela al dogma de la coherencia del derecho. En
primer lugar se justifica la interpretación restrictiva recurriendo al argumento de la
disociación y luego se puede justificar el empleo de dicho argumento recurriendo al dogma
de la plenitud (que es consecuencia a su vez del dogma del legislador racional).

El argumento de la disociación consiste en introducir subrepticiamente en el


discurso del legislador una distinción que éste no ha tenido presente, con el fin de reducir el
campo de aplicación de una disposición sólo a algunos de los supuesto de hecho previstos
por ella.

D.- OTRAS CLASIFICACIONES DE LA INTERPRETACIÓN

1° Clasificación desde el punto de vista del agente que efectúa la interpretación:

A.- La interpretación privada: es aquella que realizan los particulares, tanto aquella que
realizan aquellos a quienes van dirigidas las normas como la que realizan los profesionales
del derecho. La interpretación privada se contiene normalmente en tratados, manuales,
revistas, etc. Algunos distinguen la interpretación privada realizada por los juristas de la
realizada por los abogados, sosteniendo que esta última está más ligada a la aplicación de
las normas por un tribunal u órgano administrativo. Se trata, dicen, de una interpretación
más circunstancial que aquella que realizan los juristas, y por lo mismo, más interferida por
los intereses de las partes que el abogado representa. Lo anterior no significa que la
interpretación doctrinal realizada por los juristas no esté ligada a la aplicación de las
normas o que se encuentre libre de toda interferencia, sino que en el caso de la
interpretación realizada por los abogados, esta interferencia es mucho más marcada y
directa. Esta interpretación privada o doctrinal no tiene ninguna fuerza obligatoria y tendrá
mayor o menor influencia según sea el prestigio de quien la formule y la adhesión que
obtenga entre los distintos operadores jurídicos.

B.- La interpretación pública o de autoridad: se clasifica a su vez en, la interpretación legal


o autentica, interpretación judicial e interpretación administrativa.

B1-La interpretación legal o autentica: es como su nombre lo indica la realizada por el


mismo órgano productor de la ley, esto es, por el poder legislativo, sea que lo haga en el
propio texto de la ley interpretada o en una ley posterior que por ello toma el nombre de ley
interpretativa.

“Sólo toca al legislador explicar o interpretar la ley de un modo generalmente obligatorio,”


así lo dispone el Art.3º del código civil, de manera que la interpretación legal es la única
que tiene fuerza obligatoria general.

En cuanto a la ley interpretativa, se plantea el problema de la fecha de entrada en vigencia,


en efecto, el art.9 inciso 2º del código civil establece “sin embargo, las leyes que se limiten
a declarar el sentido de otras leyes, se entenderán incorporadas en éstas; pero no afectarán
de manera alguna los efectos de las sentencias judiciales ejecutoriadas en el tiempo
intermedio”.

Esto significa que la ley interpretativa se entiende haber entrado en vigencia el mismo día
que lo hizo la ley interpretada. Si la ley interpretativa se publica el día 10 de septiembre
para interpretar una ley que estaba vigente desde el primero de marzo, se entiende que la
ley interpretativa ha entrado en vigencia también el primero de marzo. Ello con la salvedad
de que en ningún caso se afectarán las sentencias judiciales ejecutoriadas en el tiempo
intermedio, pues en tal caso se tratará de una ley con efecto retroactivo.

B2-La interpretación judicial: Como su nombre lo indica, es aquella que realizan los jueces
en el ejercicio de su función jurisdiccional en virtud de la cual deben conocer y resolver los
casos jurídicamente relevantes que sean sometidos a su decisión. La interpretación judicial
también tiene fuerza obligatoria, pero solo relativa, pues obliga solo a las partes del juicio,
así lo establece el Art.3º inciso 2º del código civil, “Las sentencias judiciales no tienen
fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente se pronunciaren”. El
instrumento que utiliza el juez para interpretar la ley son las distintas resoluciones que dicta
el curso del proceso y particularmente, la sentencia definitiva.

B3-La interpretación administrativa. Es la que realizan determinados órganos y servicios


públicos que cumplen funciones fiscalizadoras de distinta naturaleza, tales como la
Contraloría General de la República, el Servicio de impuestos internos, la dirección del
trabajo, etc.

Esta interpretación se expresa por medio de dictámenes que emanan del órgano superior
del servicio de que se trate. Estos dictámenes tienen por finalidad aplicar o facilitar la
aplicación de normas legales que rigen en el ámbito de competencia del respectivo servicio
u órgano de la administración.
La interpretación administrativa, a pesar de ser pública, se distingue de la legal y judicial.

En primer lugar, porque estos órganos de la administración del estado sólo pueden
interpretar las normas jurídicas de su competencia y en segundo lugar porque si bien esta
interpretación suele tener un alcance obligatorio, cualquier particular que se sienta
perjudicado por un dictamen administrativo puede recurrir a los tribunales de justicia para
que se modifique o se deje sin efecto.

2ª Clasificación: Interpretación reglada y no reglada.


Para hacer esta clasificación se atiende al hecho de que el orden jurídico contenga o no
normas relativas a la forma de interpretar las leyes.

A-Interpretación reglada: es aquella que en cuanto al método que debe seguir el intérprete
para establecer el o los significados de las normas jurídicas interpretadas, se encuentra
normado por el respectivo ordenamiento jurídico. Es lo que ocurre por ejemplo en el
ordenamiento jurídico chileno que contiene distintas normas acerca del modo de llevar a
cabo esta interpretación. Así por ejemplo están los Art. 19 al 24 del código civil, que se
refieren a la interpretación de la ley. Están también el Art. 1560 y siguientes relativos a la
interpretación de los contratos.

B- Interpretación no reglada: es aquella que no se encuentra normada por el ordenamiento


jurídico, de modo que el intérprete puede llevar a cabo su tarea con mucha mayor libertad.
Se sostiene por algunos que, en realidad no existe un orden jurídico que no contenga
normas de interpretación, pues en todos ellos hay al menos alguna referencia al modo en
que debe interpretarse la ley. Por ello, prefieren hablar más que de interpretación reglada o
no reglada de gradualidad de los sistemas de interpretación.

Quienes defienden un sistema de interpretación reglada, argumentan que este contribuye a


la seguridad jurídica. Estableciendo reglas conocidas de todos y además para facilitar la
labor del juez, indicándole de antemano el modo en que deberá interpretar la ley.
Otros sostienen que la tarea de elaborar normas de interpretación le corresponde a la ciencia
del derecho y que por lo mismo esto no debe ser materia de norma jurídica. Argumentan
que cuando las normas de interpretación se encuentran contenidas en normas jurídicas,
surge el problema de saber si estas normas de interpretación, al momento de ser aplicadas,
han de ser también interpretadas y en caso de responder afirmativamente aparece el
problema de saber conforme a qué reglas deben ser interpretadas estas normas
interpretativas. Sostienen finalmente que un sistema reglado le resta flexibilidad al derecho
impidiéndole, a la larga, adaptarse a las nuevas realidades.

V.- ELEMENTOS DE LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY (Fuente: Corral, Hernán,


Curso de Derecho Civil Parte General)

1.- El proceso hermenéutico según la doctrina tradicional chilena. La teoría de


“los elementos de la interpretación”.
Según esta teoría, los elementos son:

-Elemento gramatical: que busca el sentido de la ley en sus palabras, en su tenor literal o
gramatical.

-Elemento Lógico: pretende aclarar una norma de la ley por medio de la observación de
todo el conjunto normativo de dicha ley.

-Elemento histórico: intenta desentrañar el significado de la ley a través de su origen y la


historia de su aprobación.
-Elemento sistemático: obtiene el sentido de la ley oscura a través de su cotejo con otras
leyes o con todo el ordenamiento jurídico en el que se inserta.

Estos elementos, la doctrina civil chilena los ha explicado a través de los art.19 a 24
del código civil. Y a ello también se señala que existe una prelación entre estos elementos,
es decir, primero recurrimos al tenor literal de la norma y si sigue siendo oscuro, acudimos
al elemento lógico e histórico, y si estos no resultan eficaces, se recurrirá subsidiariamente
al elemento sistemático.

Ahora, esta forma de entender y aplicar la teoría de los cuatro elementos en Chile,
no puede aceptarse como correcta en el estado actual de nuestra lectura jurídica ya que:
-no es una fiel interpretación de los textos de los artículos.
-porque resulta históricamente falsa, ya que la teoría de los cuatro elementos, no
proviene de Bello, sino que de Savigny, y este último considera a estos cuatro elementos
como criterios para entender leyes que él llama “saludables”, mientras que para las leyes
“defectuosas” que son leyes oscuras que requieren de una interpretación, recomienda otros
criterios como el lingüístico, el contexto y el resultado.

-no es plausible una interpretación que separe de manera tan radical el texto de la
norma, de su intención o espíritu. Una cosa es que el intérprete comience analizando lo
literal de la norma, pero algo muy distinto es que interprete desconociendo la finalidad de la
norma, su contexto, intención del legislador.

-no es efectivo que el espíritu general de la norma y la equidad deban usarse sólo en
último lugar. La expresión del código en el art. 24: “en los casos a que no pudieren
aplicarse las reglas de interpretación precedentes…” quiere decir simplemente que el juez
no puede utilizar sólo la equidad sin tener en cuenta el texto de la ley.

2.- El sentido de la norma como fin de la interpretación.


El objetivo de la interpretación es encontrar el sentido de la norma. Normalmente se
ha señalado que el art. 19 privilegia el tenor literal de la norma por sobre su espíritu, pero
eso no es correcto, ya que, al interpretar se trata de buscar el sentido de la norma, el cual
surgirá de su finalidad, su historia, su inserción en el conjunto normativo, de la equidad, y
no tan solo del mero significado de las palabras que componen su texto. Ese, es el
verdadero objetivo de la labor interpretativa.

2.1.- La búsqueda del sentido a través del texto


a) Prioridad práctica y demarcación.
Claro está que el análisis del texto de la ley, no es el criterio que debe primar
incondicionalmente al momento de interpretar, puesto que lo normal es que el texto admite
diversos sentidos. Pero es evidente que el intérprete debe comenzar su labor por la lectura y
comprensión de las palabras de la norma, ya que el texto de la norma, nos proporciona un
marco para los posibles sentidos que puedan resultar del examen de la ratio y de los otros
elementos no gramaticales.
Así, si la ratio otorga un sentido de la norma que no coincide con ninguna posible
lectura del tenor literal de la norma, ese sentido debe ser descartado, pero puede ser
considerado para proponer una reforma a la disposición legal.

Ejemplo: si el legislador quería castigar el maltrato animal, pero la norma señala: el


que maltrate a un artefacto doméstico será sancionado”, es claro que “artefacto” y animal”,
no significan lo mismo, y la ratio de la norma no puede prescindir de esto señalando que la
norma en realidad quiso referirse a los animales domésticos, ya que aquí lo cierto es que
existe un error del legislador que hay que enmendar mediante una reforma legislativa.
b) Las palabras de la ley.
El art. 20 establece que “las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y
obvio, según el uso general de las mismas palabras…”. Hay tres herramientas:
-El sentido obvio: es aquel que es manifiesto y evidente a cualquier persona que lea el texto
de la ley en el contexto del lenguaje que impera en el caso.

-El sentido natural: Es aquel significado que no es forzado ni extraño en el contexto


lingüístico de que se trata.

-uso general de las palabras: de acuerdo al medio social en el que la ley está llamada a
desplegar su eficacia.

Los jueces, para precisar los significados, suelen acudir al Diccionario de la Real
Academia Española, pero la doctrina y jurisprudencia han descartado que este sea un
criterio vinculante para el juez, porque puede darse que una palabra de una ley chilena haya
sido tomada en un sentido usual en el medio que no coincida exactamente con el
significado que le otorga ese autorizado diccionario.

c) Términos técnicos o científicos.


Las leyes suelen usar términos técnicos provenientes de una ciencia o arte. El art. 21
señala que dichas palabras se deben tomar en el sentido que les den los que profesan la
misma ciencia o arte; a menos que aparezca claramente que se han tomado en sentido
diverso (en su significado vulgar o coloquial). Aquí, se incluyen los términos técnicos que
provienen de la ciencia del Derecho, que se deben interpretar según el sentido que les den
los juristas de la ciencia.

d) Las definiciones legales.


Se trata de términos técnicos de la ciencia jurídica, pero que además han sido
“normalizadas” por el legislador al recogerlas dentro de una norma obligatoria. Siendo la
definición una norma vinculante, no puede el juez prescindir de este concepto cuando deba
interpretar otra ley que utilice esa palabra. Es importante señalar que la definición legal
suele ser relativa a cierta materia, por lo tanto, el juez debe ser cuidadoso para ver si está
respetando el ámbito de relevancia que el legislador le ha dado a ciertas definiciones
legales, y no aplicarlas a materias que le son extrañas. Igualmente, el juez está autorizado
para no aplicar el significado legal, si aparece claramente que la palabra ha sido utilizada
por la norma interpretada en un sentido diverso.

2.2.- La búsqueda del sentido por medio de la ratio o espíritu.


a) La ratio o espíritu de la ley.
Se entiende por ratio o espíritu de la ley, la finalidad que ella pretende obtener por
medio de su aplicación a los casos concretos. Se ha discutido si el fin de la ley coincide con
el fin que tenía en mente el legislador al aprobar la ley. La Escuela de la exégesis así lo
entendió, pero las teorías sociológicas proponen una desconexión total entre la voluntad de
legislador y la voluntad de la ley en sí misma.

A nuestro entender, esta dicotomía puede atenuarse ya que no puede decirse que
exista una desconexión total puesto que la intención del legislador fue querer una regla para
los casos que contemplaba en ese momento, pero también para los nuevos que se
produjeran si se daban los mismos elementos fácticos y la misma razón de existencia de la
disposición. Por eso, las leyes se expresan en términos genéricos. Ejemplo: la norma señala:
en la expresión “mueble de una casa” no se comprenderá “los carruajes o caballerías”, si un
juez interpreta que dicha norma debe aplicarse para excluir al auto, no estaría contrariando
la voluntad del legislador, aunque éste no hubiera podido imaginar la existencia de este tipo
de vehículos.

b) Ratio y finalidad.
Según el código, la intención de la ley, es decir su ratio o finalidad, puede
descubrirse en el examen de conjunto de la misma ley cuyas expresiones se intentan aclarar
o interpretar. El art.19 inc.2 señala: “Pero bien se puede, para interpretar una expresión
obscura de la ley, recurrir a su intención o espíritu, claramente manifestados en ella
misma…”.

c) Ratio y contexto.
Mirar el conjunto de normas que conforman el respectivo cuerpo legal facilita la
determinación de la mejor interpretación del precepto en cuestión. Así lo establece el art.22
inc.1 del código civil: “El contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido de cada una de
sus partes, de manera que haya entre todas ellas la debida correspondencia y armonía”.

d) Principio de especialidad de ámbito interno.


La debida correspondencia y armonía exige que los preceptos especiales de una
misma ley se apliquen con preferencia a las disposiciones generales de la misma ley. Esta
regla, está manifestada en el art.13 del código civil.

e) Analogía legal.
En este caso, el intérprete aclara el sentido de una ley atribuyéndole el mismo
significado que tiene otra ley, cuya finalidad o ratio es sustancialmente la misma. Aquí, el
intérprete puede intentar descubrir la ratio de la norma por medio de un análisis
comparativo con disposiciones legales similares. El código civil, consagra este argumento
interpretativo en el art.22 inc1.

f) La historia del establecimiento de la ley.


De acuerdo al art.19 inc2, para interpretar una expresión oscura de la ley, se puede
recurrir a su intención o espíritu claramente manifestados…”
Este análisis histórico contiene dos formas:
-La historia próxima del establecimiento de la ley: es aquella que da cuenta del
proceso de discusión, aprobación y promulgación de la ley por medio de los órganos
legislativos, por ejemplo: documentos como el mensaje del presidente, la moción
parlamentaria, informes de las comisiones de las Cámaras del Congreso, etc.

-La historia remota: Corresponde a la historia de la institución jurídica, ya sea en el


ordenamiento de la república, o incluso retrocediendo más atrás hasta buscar el origen más
antiguo de la figura legal o disposición. El Derecho es un producto histórico, por lo que sus
soluciones sólo se comprenden bien si se tiene en cuenta su tradición o trayectoria a través
de las distintas sociedades y culturas.

g) El sistema general y los principios jurídicos.


El art.22 inc1 del código civil manda analizar las partes de una ley en su conjunto para
que haya entre todas ellas la debida correspondencia y armonía. La alusión a la necesidad
de una interpretación que resulte armónica con el contexto global del orden jurídico, se
puede ver en el art.24. El código civil supone que así como cada ley tiene su ratio de
carácter general, será necesario tomarla en cuenta para aclarar la ratio particular de cada
ley.

En esta ratio, se encuentran también, los principios jurídicos, que dan coherencia y
legitimidad al orden jurídico como un todo. Los principios constitucionales podrán ser
útiles también para determinar el espíritu general de la “legislación”, ya que esta última
debe entenderse en un sentido amplio, como sinónimo de ordenamiento jurídico, y que
incluye por tanto la carta fundamental, pródiga en la expresión de valores y principios.

h) La equidad natural.
El art.24 señala que los pasajes oscuros o contradictorios se interpretarán del modo que
más conforme parezca. El concepto de equidad es elusivo, pero en general se lo identifica
con la “solución más justa del caso concreto”. Es lógico que se le considere un elemento
interpretativo que pueda elucidar la ratio o la finalidad de la norma, ya que por principio no
puede aceptarse que la finalidad de la ley haya sido tratar un caso concreto de un modo
injusto.

Puede ocurrir que la equidad natural aconseje que la solución del caso sea distinta a la
que claramente prevé la ley. En tal evento, la equidad natural no podrá usarse como
elemento interpretativo, y podrán proceder otros remedios contra la ley injusta, como la
reforma legislativa o la desobediencia civil, pero ya estaremos fuera del ámbito de la
interpretación.
Sin embargo, no necesariamente una ley que contempla que uno o más casos singulares
puedan ser tratados de un modo distinto al que recomendaría la equidad natural, debe por
ello ser tratada de injusta. La ley, por su propia naturaleza, es general, debe aplicarse a la
generalidad de los casos, aunque algunos de ellos sufran algunas consecuencias
inadecuadas. Ejemplo: si la norma dice: “el acreedor pierde su crédito si no lo cobra a
tiempo”, puede ser inequitativo si por ejemplo el acreedor se vio impedido de demandar el
cobro porque estuvo ausente, pero es preferible que esos casos sean tratados de modo
diferente a lo que recomendaría la equidad a que la norma general no pueda aplicarse ante
la multiplicidad de pretextos que invocarían los acreedores remisos.

3.- Reglas para dirimir conflictos entre el texto y la ratio o espíritu.


De la comparación del sentido de la norma que proporciona el análisis del texto y el
estudio de la ratio o espíritu, pueden resultar tres alternativas:

-Interpretación declarativa: Coincidencia entre el significado más natural del texto y lo que
recomienda la indagación de la ratio o espíritu.

-Interpretación extensiva: La ratio aconseja otorgar un sentido más amplio, es decir, incluye
más casos dentro de la regulación que la lectura más probable del tenor gramatical de la
norma. Ejemplo: la norma señala que el mandatario no puede dar en hipoteca bienes del
mandante y según la ratio se llega a la conclusión de que también debe incluirse otros
gravámenes como la prenda, estaremos frente a este tipo de interpretación.

-Interpretación restrictiva: La ratio ordena estrechar el campo de aplicación que se


deduciría del mero texto de la ley, incluye menos casos dentro de la regulación. Ejemplo: si
una norma prohíbe la enajenación de una cosa embargada, y por la ratio de la norma se
llega a la conclusión de que debe entenderse sólo que se prohíbe el modo de transferencia
(tradición), pero no el título (contrato de compraventa), estaremos frente a una
interpretación restrictiva.

¿Por cuál optar? No hay regla absoluta para eso, pero pueden mencionarse algunos
criterios para ayudar al intérprete:

i. Ineludibilidad del tenor literal en caso de coincidencia con la ratio.


Se encuentra en el art.19 inc.1: “cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá
su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu”. Si el intérprete, ayudado por el examen
del texto y del estudio de la ratio legis, llega a la conclusión de que el sentido de la ley es
claro, y ese sentido coincide con una de las lecturas posibles del texto de la ley, entonces no
debe desdeñarse el tenor literal, tergiversándolo o adulterándolo por la invocación espuria
de un espíritu que no es tal. La regla, por tanto, se pone en el caso de coincidencia entre
texto y ratio, y ordena aplicar, en ese caso, el sentido del texto (que es el de la ley).

ii. Primacía limitada de la ratio sobre el texto.


El código no señala cuál debe ser la regla en caso de que no exista coincidencia plena
entre la ratio y el texto de la ley. A nuestro parecer, en tales casos ha de prevalecer el
sentido que se desprende de la indagación seria y rigurosa sobre la ratio, ya que muchas
veces las redacciones legales son desafortunadas, y no expresan el propósito real del
legislador.

Esta primacía es relativa, ya que la ratio de la norma no puede regir con prescindencia
total del texto. La certeza jurídica impone que no pueda el intérprete apartarse de un modo
radical del mensaje comunicado por medio de las palabras que componen la ley, ya que ello
transformaría el proceso de interpretar en una modificación de ley, que solo corresponde al
legislador. Por ello la ratio puede imperar sólo en cuanto el sentido es compatible al menos
con algunas de las lecturas posibles del texto legal, aunque ella no sea la más evidente ni la
más probable. En el fondo en caso de conflicto, el texto opera como marco que pone
fronteras, y la ratio determina cuál de los sentidos prevalece dentro de dichos límites
generales.

iii. Exclusión de lo favorable u odioso.


El art.23 del código civil, dispone que: “lo favorable u odioso de una disposición no se
tomará en cuenta para ampliar o restringir su interpretación”. Esta disposición se explica
porque entre las máximas de interpretación vigentes a la época de la redacción del código,
estaba aquella que preceptuaba que las disposiciones favorables debían interpretarse
extensivamente y las odiosas, en sentido restringido. El codificador quiso suprimir esta
regla. El intérprete para elegir entre interpretación extensiva o restrictiva no puede fundar
su elección en el carácter favorable u odioso de la disposición interpretada.

iv. Subsidiariedad relativa de la equidad y del espíritu general de la legislación.


Durante mucho tiempo se señaló que sólo en caso de que no pudiera desentrañarse el
sentido de la ley con los criterios establecidos en los artículos 19 a 23, podía el intérprete
invocar el espíritu general o la equidad. Por ello, también se pretendía que estas
herramientas se aplicaban a la integración en caso de vacíos legales y no a la mera
interpretación de textos normativos, lo que se apoyaba también en el art 170 número 5 del
Código de procedimiento civil que autorizaba al juez a fundar la sentencia en los principios
de equidad “en defecto de disposiciones legales.

Lo cierto es que no parece posible realizar el análisis de la ratio de la norma sin


considerar si ella conduce a resultados de abierta inequidad o es contraria a principios
generales de la legislación. Además, el art.24 señala: “En los casos a que no pudieren
aplicarse las reglas de interpretación …”, bien puede leerse como un criterio de
subsidiariedad relativa, esto es, como una exclusión de que el intérprete ocupe única y
exclusivamente la equidad y el espíritu general para determinar el sentido de un texto legal
prescindiendo de las demás reglas. De esta manera, sólo en conjunto con la consideración
del texto y de la ratio, puede recurrirse a la equidad natural y al espíritu general de la
legislación, y si estos criterios permiten discernir mejor que los otros el sentido del texto
legal, habrá de dárseles primacía.

v. Rechazo de la interpretación extensiva y exigencia de la restrictiva.


Se señala que para ciertas normas debe rechazarse siempre la opción por la
interpretación extensiva, o incluso que debe preferirse la restrictiva, salvo que la ratio de la
norma exija incluir casos que no estarían incluidos por el simple tenor literal.

La ratio puede, por el contrario, aconsejar restringir el significado del tenor literal,
excluyendo casos que este último parecía incluir. Hay ciertas leyes, respecto de las cuales
hay consenso en que, en caso de duda, debe optarse por una interpretación restringida:
1. Las leyes que establecen sanciones; tanto respecto de leyes que establecen sanciones
penales, como civiles.
2. Las leyes que establecen inhabilidades o incapacidades; como la regla general es que
las personas son capaces, cuando una ley establece lo contrario para ciertos casos, la
interpretación debe ser restrictiva.
3. Las leyes que establecen causas de invalidez o ineficacia de ciertos actos; ya que lo
normal es que se reconozca la validez y eficacia de la actuación de los particulares.
4. Las leyes que imponen que ciertos actos deben cumplir con algunas formalidades; ya
que la regla general es que el consentimiento es capaz de producir efectos jurídicos,
luego, si se exige manifestar la voluntad de una determinada manera, debe ser
interpretada de forma restrictiva.
5. Las leyes que establecen limitaciones a las libertades o derechos constitucionales;
justamente por tratarse de derechos y libertades fundamentales y así están protegidas
por el texto de la constitución.
6. Las leyes que establecen cargas públicas;
7. Las leyes de excepción; se trata de leyes que establecen regímenes que regulan de
manera extraordinaria una situación que, por distintas razones se aparta de lo común.

4.- Argumentos de interpretación.


Se trata de argumentos que no han sido recogidos expresamente por normas
jurídicas formales, pero que igualmente gozan de autoridad por su uso en la tradición de
nuestro derecho.

a) Argumento de especialidad.
El razonamiento es que la ley especial debe regir en el ámbito de su especialidad con
preferencia a la ley general, este argumento supone una operación interpretativa previa,
cual es la de determinar qué ley es especial y qué ley es general. Permite solucionar la
contradicción entre normas distintos cuerpos legales. Ejemplo: art 4 del código civil, en el
que se afirma la especialidad de los códigos de comercio, procedimiento y justicia militar, y
por tanto, la preferencia que debe dársele en relación al derecho común contenido en el
código civil.

b) Argumento a simili.
Este criterio se identifica con el recurso a la analogía, ya que construye una
interpretación adecuada de una disposición legal por medio de su semejanza con otra cuyo
alcance ya ha sido dilucidado.

c) Argumento a contrario.
El argumento a contrario, utiliza el principio lógico de no contradicción. Si una ley
incluye a su disposición ciertas cosas, debe concluirse que las omitidas han sido excluidas
de su regulación. Ejemplo: si una ley dispone que los chilenos deben hacer el servicio
militar, a contario sensu se obtiene que ese deber no corresponde a los extranjeros, aunque
residan en el territorio nacional.

d) Argumento a fortiori.
Cuando se otorga una facultad o poder de mayor amplitud, se entiende incluida una
facultad o poder de mayor amplitud, se entiende incluida una facultad o poder de menor
alcance. Ejemplo: si una ley concede el poder de enajenar, se entiende que también se
incluye el poder de hipotecar. A la inversa, si la ley niega una facultad de menor alcance,
con mayor razón debe negarse la facultad de mayor amplitud. Ejemplo: si una ley señala
que un mandatario no pude hipotecar, con mayor razón se negará que pueda enajenar.

e) Argumento de no distinción.
Se ocupa este argumento para evitar la restricción del tenor literal de la ley, con la idea
de que si la letra es amplia es porque el legislador ha querido incluir todos los supuestos o
casos en ella, sin hacer distinción. Este argumento no puede ser aplicado de manera
absoluta, ya que en tal caso toda interpretación sería imposible, su legitima aplicación es a
los casos en que, para limitar la extensión de la ley no hay alguna razón poderosa deducida
de los motivos manifiestos que han obrado en el ánimo del legislador.

f) Argumento a rúbrica.
Se utiliza ya sea para descartar o reforzar una interpretación de una norma. Se recurre al
título del capítulo, párrafo o libro bajo el cual se contiene en un determinado cuerpo
jurídico. Se sostiene tanto en la idea de cuál fue la intención del legislador al incluir bajo
ese título la disposición en comento como la de la intrínseca organización sistemática que
debemos tratar de reconocer en toda regulación normativa.

g) Argumento de reducción al absurdo.


Si una interpretación conduce a un resultado absurdo en la aplicación de la ley, ese
mismo absurdo prueba que se trata de una interpretación errada. Como se ve, este
argumento opera de manera negativa, para mostrar qué lecturas de la ley deben ser
descartadas como interpretaciones legítimas o correctas.

V.- ALGUNAS DOCTRINAS ACERCA DE LA INTERPRETACIÓN DE LA


LEY Y DEL RAZONAMIENTO JUDICIAL.

1.- El Método tradicional de la Interpretación o formalismo interpretativo.

En términos generales podemos caracterizar este método tradicional de


interpretación señalando que es el método utilizado por la escuela de la Exégesis que se
funda en el principio o doctrina de la separación de los poderes y que defiende la idea de un
legislador racional que expresa en forma clara su pensamiento normativo a través de
cuerpos legales denominados Códigos que no dejan nada al arbitrio del interprete y que
están libres de contradicción.

Especial importancia en el desarrollo de esta escuela tuvo el Código Francés de


1804 denominado también Código de Napoleón.

Esta doctrina parte de la base de que no hay otro derecho que el que se produce por
parte del Estado y sus demás órganos, y más específicamente de considerar que la ley es la
única fuente del derecho y que las demás son solo fuentes aparentes y en el mejor de los
casos subordinadas a la ley.

Nuestro código civil recoge sin duda esta doctrina en el Art.2º en relación con la
costumbre, pues sólo le asigna valor en los casos en que la ley se remite a ella, lo que ha
llevado a algunos a señalar que en este caso la verdadera fuente de derecho es la ley.

Según los partidarios de esta doctrina, el juez sólo debe aplicar la ley. En palabras
de Andrés Bello, el juez es esclavo de la ley, de manera que para esta doctrina, la judicatura
no es un órgano de producción jurídica de donde se sigue que los jueces no crean derecho,
sino que meramente aplican el derecho establecido previamente por el legislador.
Para aplicar la ley los jueces deben interpretarla buscando la voluntad histórica del
legislador que produjo la ley. Una vez establecidos los hechos e identificada la ley que
corresponde aplicar, los jueces deben trasladar al caso las consecuencias previstas por la
ley. En otras palabras, establecidos los hechos e identificada la ley aplicable basta formular
un silogismo judicial cuya premisa mayor será la ley y la menor estará conformada por los
hechos o mejor dicho por la comprobación de que se han cumplido los presupuestos de
dicha norma, la decisión por tanto viene dada por la conclusión del silogismo.

Así, entonces, el juez toma su decisión conforme a la ley sin tener que preocuparse
por el carácter razonable, aceptable o justo de la decisión propuesta. Como servidor de la
ley el juez no tiene que buscar fuera de ella otras reglas que lo guíen, pues, es sólo el
portavoz de la ley.

Según esta tesis entonces, y asumido que el derecho tiene un carácter completo y
coherente siempre frente a un caso determinado habrá una ley aplicable y además esta ley
contendrá una única solución posible para el caso.

2.- Doctrina de Hans Kelsen acerca de la Interpretación (un ejemplo de escepticismo


interpretativo)

Kelsen sostiene que en primer lugar el significado lingüístico o sentido verbal de la norma
legal no es uno solo.

En segundo lugar, considera que la polémica en torno a la primacía de la voluntad sobre las
palabras de la norma legal conduce a la necesidad de admitir la posibilidad de indagar otras
fuentes a parte de su expresión verbal.

En tercer lugar sostiene que siempre existe la posibilidad de contradicciones de validez


simultánea dentro del sistema jurídico, contradicciones que no pueden ser resueltas en el
marco del silogismo deductivo que propone la concepción tradicional. Para Kelsen estas
son razones suficientes para estimar que existe una pluralidad en el significado de la ley.

Para Kelsen la interpretación, es un procedimiento espiritual que acompaña al proceso de


aplicación del derecho en su tránsito de un grado superior a uno inferior, en el tránsito de
una norma de mayor generalidad hacia una de menor generalidad. El caso más frecuente es
el de la interpretación de la ley y la pregunta que hay que responder en este caso es acerca
del contenido que hay que dar a la norma individual de una sentencia al deducirla de la
norma general para su aplicación al caso concreto.
Para Kelsen existen 2 clases de interpretación:
a) Interpretación Auténtica: es la realizada por el órgano encargado de aplicar el
derecho.

b) Interpretación No Auténtica: es la realizada por los privados especialmente por la


ciencia del derecho.

La interpretación como procedimiento para ir de una grada superior a otra inferior del
ordenamiento jurídico como por ejemplo de una ley a una sentencia consiste en una
relación de determinación u obligación. La norma superior regula el acto mediante el cual
se produce la norma de grado inferior determinando no sólo al procedimiento mediante el
cual esta norma se establece, sino que en ciertos casos el contenido de la misma. Sin
embargo, la norma de grado superior es incapaz de determinar todos los sentidos del acto
mediante el cual se la aplica, siempre quedará un espacio para la libre discrecionalidad de
manera tal que la norma de rango superior tiene respecto del acto de su aplicación el
carácter de un marco que debe llenarse mediante dicho acto de aplicación, hasta la orden
más minuciosa tiene que dejar al ejecutor una cantidad de determinaciones que el órgano
emisor es incapaz de prever. Resulta de este modo que todo acto jurídico de producción o
ejecución de derecho en el cual el derecho es aplicado está determinado sólo en parte por la
norma superior quedando en parte indeterminada.
Esta indeterminación puede ser intencional o bien no intencional:

-La indeterminación es Intencional cuando ha sido establecida por voluntad del órgano que
instauró la norma que ha de aplicarse.

Por ejemplo: en el caso del derecho penal la ley prevé para el caso de un determinado delito
una pena que puede ir desde la multa hasta la privación de libertad, dejando al juez la
decisión de aplicar una u otra según las circunstancias de caso.

-La indeterminación puede ser no Intencional, es decir, puede ser la consecuencia no


buscada, de la forma de ser de la norma jurídica que debe ser aplicada mediante al acto en
cuestión. Esto puede ocurrir por distintas razones:

1.- Por la ambigüedad de una palabra o de una secuencia de palabras mediante las cuales la
norma se expresa, de modo que el sentido lingüístico de la norma no es unívoco y el órgano
encargado de aplicar la norma se encuentra ante varios significados posibles.

2.- puede ser que el órgano encargado de aplicar la norma crea que existe una discrepancia
entre la expresión lingüística de la norma y la voluntad de quien la dictó.

La jurisprudencia tradicional reconoce en forma general que la llamada voluntad del


legislador o la intención de los contratantes de un negocio jurídico no corresponde a las
palabras utilizadas en la ley o en el respectivo negocio. Esta discrepancia entre voluntad y
expresión lingüística puede ser completa o parcial. Es parcial cuando la voluntad del
legislador corresponde al menos a uno de los sentidos que la expresión lingüística de la
norma lleva consigo.

3.- La indeterminación puede producirse porque dos normas con pretensión simultánea de
validez se contradicen total o parcialmente.

En todos estos casos de indeterminación se ofrecen a la aplicación del derecho


varias posibilidades. Cualquiera sea la acción, en todos los casos el derecho por aplicar
constituye sólo un marco dentro del cual están dadas varias posibilidades de aplicación,
con lo cual la decisión estará ajustada a derecho si se mantiene dentro de ese marco
colmándolo en alguno de los sentidos posibles.

Según la tesis de Kelsen el resultado de la interpretación jurídica sólo puede ser


determinado en el marco que expone el derecho por interpretar y por lo tanto el
conocimiento de varias posibilidades dadas dentro de ese marco, de manera entonces que la
interpretación de una ley no conduce necesariamente a una decisión única como si se tratara
de la única correcta, si no que conduce a varias soluciones posibles, todas las cuales tienen
el mismo valor, aunque solo una de ellas se convertirá en derecho positivo en el acto de la
aplicación por el órgano respectivo.

Que una sentencia esté fundada en la ley significa sólo que se mantiene dentro del marco
que la ley despliega y que es una de las normas individuales y no la norma individual que
puede ser producida en el marco ofrecido por la norma general. Este acto de voluntad
mediante el cual el órgano aplicador del derecho elige una de las soluciones posibles dentro
del marco que la ley le da, es un acto creador de derecho.

La interpretación auténtica, según Kelsen, es por tanto creadora de derecho. Por cierto esta
interpretación auténtica se distingue de la que no lo es, sea la que efectúa un privado que
acata la norma o bien la que hace la ciencia jurídica. Esta interpretación no auténtica es
pura determinación cognitiva del sentido de las normas jurídicas y no una producción de
derecho, es más, la interpretación jurídico científica tiene que evitar con el mayor cuidado
la ficción de que una norma admite un solo sentido correcto.

Se trata de una ficción de la que se sirve la jurisprudencia tradicional para mantener la


seguridad jurídica. La jurisprudencia tradicional, con todo, cree que la interpretación no
debe limitarse a establecer el marco de posibilidades que ofrece la norma general y
establece como su principal función desarrollar un método que permita completar
correctamente el marco establecido. La teoría tradicional, según Kelsen, quiere hacer creer
que la ley aplicada al caso concreto siempre podría librar una única solución correcta.
Concibe la interpretación como un procedimiento mecánico en que al órgano de aplicación
le bastaría con poner en movimiento su entendimiento y no su voluntad como si mediante
una pura actividad del entendimiento pudiera encontrarse entre las posibilidades dadas, una
única opción correcta según el derecho positivo.
3-Hart y la textura abierta del derecho. (Teoría mixta)

Al igual que Kelsen, Hart mantiene una posición escéptica acerca de la posibilidad
de alcanzar la certeza del derecho mediante procedimientos lógicos y cognitivos. Señala
que en todo sistema jurídico habrá siempre casos no previstos y no regulados legalmente,
esto es, casos para los que ningún tipo de decisión es dictada por el derecho claramente
establecido y en consecuencia el derecho es incompleto y solo parcialmente determinado.
Esta es la tesis que Hart denomina Tesis de la discreción judicial. El fundamento de la
existencia de cierto margen de discrecionalidad se encuentra en la textura abierta del
lenguaje (EL LENGUAJE NO SIGNIFICA SIEMPRE UNA COSA PRECISA DEL
LENGUAJE) que podemos caracterizar del siguiente modo:

Todas las reglas imponen reconocer o clasificar casos particulares como ejemplos de
términos generales y frente a cualquier regla es posible distinguir casos centrales claros a
los que sin duda ella se aplica y casos en los que hay tantas razones como para afirmar o
negar que se apliquen. Resulta imposible eliminar esta dualidad entre un núcleo de certeza
y una penumbra de duda cuando se trata de colocar situaciones particulares bajo reglas
generales. La aplicación del derecho a los casos concretos no es una operación simplemente
mecánica como lo pretendían las teorías tradicionales basadas en el modelo del silogismo
jurídico. Las características de abstracción y generalidad del derecho y la textura abierta del
lenguaje afectan a la regulación legal provocando dificultades e imprecisiones que son
imposibles de resolver metódicamente.

Aunque pueden reducirse mediante reglas de interpretación. Decimos que pueden


reducirse y no eliminarse por que estas reglas de interpretación son a su vez reglas
generales para el uso del lenguaje y emplean términos generales que también requieren de
interpretación. La textura abierta del derecho implica un cierto margen de apreciación en
los denominados casos difíciles que son los que están en las zonas de penumbra de las
reglas. La ciencia del derecho provee en estos casos los medios suficientes para reducir este
margen de apreciación mediante el razonamiento jurídico, atribuyendo a los jueces una
potestad de elección, de modo que la textura abierta del derecho obliga al intérprete a
realizar una acción sin el respaldo de las reglas.

El formalismo o conceptualismo es un vicio que ha intentado minimizar esta


elección planteando que la resolución de los casos jurídicos es una tarea casi mecánica. El
hecho de que la textura abierta del derecho obligue al interprete a hacer una elección debe
permitirnos concluir que la racionalidad de las oraciones jurídicas que recaigan sobre los
casos difíciles tiene que sustentarse, no en una relación lógica con las premisas, sino que
deberá sustentarse en algo diferente. De este modo, entonces la textura abierta del derecho
es un factor que la teoría jurídica no puede ignorar si quiere describir cómo funcionan las
cosas en la aplicación del derecho y como se legitiman las decisiones jurídicas.

Pero debe tenerse en cuenta también que el margen de discrecionalidad donde los
tribunales tiene un amplio campo, hará elección prudente al tenor de las circunstancias del
caso concreto, lo que es lógicamente necesario desde el punto de vista del funcionamiento
del derecho. Así en todo sistema jurídico hay un importante y amplio campo, abierto al
ejercicio de la discreción por los tribunales, quienes la ejercen fijando el contenido de
criterios o pautas inicialmente vagos, resolviendo las incertidumbres de las leyes o
desarrollando y acondicionando las reglas que solo han sido comunicadas de un modo muy
general. El hecho de que Hart reconozca un cierto margen de discrecionalidad de las
decisiones que toman los tribunales no quiere decir que no sean decisiones regladas, pues la
estructura dentro de la cual tienen lugar consiste en reglas generales. Esta teoría de Hart
puede resumirse formando dos tesis principales:

1.- Presupuesta la textura abierta del derecho en la zona de penumbra, lo jueces tienen ante
sí un cierto margen de decisiones posibles. Como consecuencia de esto, las partes o sus
representantes pueden esperar del tribunal sus decisiones interpretativas distintas que
siempre estarían fundadas.
2.- Pese a ese margen de discrecionalidad judicial, la decisión adoptada será válida
excluyendo la posibilidad de que el resto de las decisiones lógicamente posibles puedan ser
tenidas en cuenta jurídicamente. Hasta el punto de que la misma ha de ser aceptada por
todos, sin posibilidad de controversia valida dentro del sistema jurídico.

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