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Diciembre 7 de 2019
EDICION 1962
PORTADA
Duque en su laberinto
La situación para el presidente no es fácil. Puede que después de las protestas de este año
consiga la paz política con los partidos. Pero llegar a la paz social con los del paro resultará
mucho más difícil.
El presidente Iván Duque llega a los últimos días de 2019 con un panorama tormentoso. El
escenario no puede ser más adverso y muestra básicamente cuatro fotografías: hay un
inédito movimiento de protesta social con la cacerola como símbolo; el gabinete está
desgastado; el Centro Democrático dividido; y en el Congreso hay muy poco margen de
maniobra para sacar reformas estructurales.
La encuesta divulgada esta semana por Gallup solo vino a dimensionar el delicado momento
por el que atraviesa el Gobierno. Y las conclusiones no son nada alentadoras: el 70 por
ciento desaprueba la gestión de Duque; y 8 de cada 10 colombianos considera que las cosas
en el país empeoran. En los últimos diez años, un pesimismo mayor solo se vio cuando
Santos, en 2013, enfrentó el paro agrario. El diagnóstico revela que los colombianos creen
que empeoran la economía, el desempleo, las relaciones internacionales, la inseguridad, la
educación, la situación del campo y la pobreza.
Ahora que llega la temporada navideña probablemente disminuya la intensidad de las
manifestaciones en las calles. Mientras tanto, el país asistirá a un pulso entre el Gobierno y
los líderes del paro para negociar 13 puntos de un pliego de peticiones. En este hay
inamovibles para Duque, como liquidar el Esmad, e imposibles para el Estado, como echar
para atrás los tratados de libre comercio. Las dos partes tendrán que ceder bastante.
Sin embargo, en lo que va corrido de las conversaciones ha quedado claro que, por lo
pronto, hay muy poco para mostrar. Porque la cosa empezó mal desde el principio. El
Gobierno invitó a Palacio a los miembros del Comité del Paro para iniciar la fase exploratoria
de la conversación, pero estos decidieron pararse de la mesa debido a que aquel había
incluido a los empresarios y a los gremios. En adelante, la tensión entre el Ejecutivo y los
miembros del comité, en lugar de aplacarse, se ha mantenido.
Lo que al principio era un pliego de 13 exigencias terminó convertido en uno de 18, cuando
se sumaron los partidos de oposición y los miembros del movimiento Defendamos la Paz.
Entre los nuevos puntos incluidos, le piden a Iván Duque instalar unos diálogos de paz con
el ELN. El presidente ha sido claro en afirmar que para que eso pase este grupo debe
entregar, como primer requisito, a todos los secuestrados y cesar toda acción criminal. Así
las cosas, hay muy pocas probabilidades de que esto se materialice.
Lo que al principio era un pliego de 13 exigencias terminó convertido en uno de 18, cuando
se sumaron los partidos de oposición y los miembros del movimiento Defendamos la Paz.
Pero el problema para el Gobierno va más allá de la dificultad de cumplir las exigencias por
consideraciones económicas, políticas e institucionales. Tampoco han podido llegar a un
acuerdo sobre la metodología, los miembros y la dinámica de la mesa. Este paro no surgió
por el descontento de un sector en particular, sino por una mezcla de organizaciones de
trabajadores, ciudadanos del común, estudiantes, indígenas, políticos, ambientalistas,
etcétera, con peticiones tan diversas como sus orígenes. Por eso, el Gobierno quiso
sentarlos a todos en una misma mesa para comenzar la conversación. Pero el experimento
no funcionó. Los estudiantes exigían una aparte para tratar los temas de la educación, y los
sindicatos hacían lo mismo para tener un espacio exclusivo de ellos con el Ejecutivo.
Este paro no surgió por el descontento de un sector en particular, sino por una mezcla de
organizaciones de trabajadores, ciudadanos del común, estudiantes, indígenas, políticos,
ambientalistas, etcétera, con peticiones tan diversas como sus orígenes.
Esta vez, la tensión llegó porque mientras los del comité insisten en un esquema de
negociación, el Gobierno se mantiene firme en su metodología de diálogo.
Al ver tan modestos avances de la gran conversación nacional, en la Casa de Nariño han
dejado claro que la administración de Duque no se quedará paralizada ante la situación y
seguirá adelante con las reformas y medidas que considera necesarias para el país. Por esto,
radicó la nueva reforma tributaria –rebautizada ley de crecimiento económico–, que ya
pasó en primer debate. El presidente quiso darle un enfoque social al incluir medidas como
los tres días sin IVA, la devolución de este para los más pobres, el desmonte gradual de los
aportes a salud de los pensionados de menos ingresos, y los beneficios para las empresas
que contraten jóvenes. Pero los miembros del Comité del Paro no vieron con buenos ojos
que el Gobierno radicara el proyecto de ley. Para ellos, esa iniciativa es justamente una de
las razones por las que decidieron convocar la movilización. Para el Gobierno, se trata de
una medida necesaria a fin de garantizar la estabilidad de las finanzas públicas.
Al ver tan modestos avances de la gran conversación nacional, en la Casa de Nariño han
dejado claro que la administración de Duque no se quedará paralizada ante la situación y
seguirá adelante con las reformas y medidas que considera necesarias para el país.
experimento de la gran conversación nacional hoy tiene posibilidades de éxito bastante
inciertas. Los miembros del Comité del Paro tienen un pliego de peticiones que hasta el
momento presentan como inamovibles. El Gobierno, por su parte, podría tender la mano y
adelantar esfuerzos para llegar a acuerdos sobre algunos de los puntos del pliego. Pero en
términos realistas no hay mucho que pueda dar, pues con seguridad no hay plata para
cumplir la mayoría de las exigencias. Así las cosas, si no hay condiciones para que las partes
encuentren puntos de consenso, hoy no es claro a qué pueda llegar todo este ejercicio.
Pero incluso en el escenario de llegar a un eventual acuerdo con los líderes del paro, eso no
va a garantizar que las aguas turbulentas se calmen para Duque. Por eso, el presidente
enfrenta un laberinto. ¿Cómo satisfacer a los del paro que quieren casi todo y,
simultáneamente, al Centro Democrático que le prohíbe casi todo? ¿Cómo conseguir
mayorías en el Congreso sin dar mermelada a partidos que en buena parte quieren
justamente eso? ¿Puede la representación política ser suficiente para resolver su problema
de gobernabilidad?
¿Cómo satisfacer a los del paro que quieren casi todo y, simultáneamente, al Centro
Democrático que le prohíbe casi todo? ¿Cómo conseguir mayorías en el Congreso sin dar
mermelada a partidos que en buena parte quieren justamente eso? ¿Puede la
representación política ser suficiente para resolver su problema de gobernabilidad?
Esta semana, Duque dio el primer paso cuando se reunió en la Casa de Nariño con César
Gaviria, jefe del liberalismo, y con Germán Vargas Lleras, jefe de Cambio Radical. Buscaba
alinear las bancadas de cara a la reforma tributaria. Los diálogos surtieron efecto inmediato.
El martes, en un hecho inusual para un Gobierno que suda y sufre en el Congreso, este
aprobó en primer debate la llamada ley de crecimiento económico a pupitrazo limpio.
Germán Vargas protagonizó ese episodio. Él, que con su demanda había sido el mayor
responsable de que la corte tumbara la primera Ley de Financiamiento, pasó a salvarla en
la segunda. En sus más recientes columnas, el exvicepresidente había bajado el tono, y
mostró puntos de encuentro entre la reforma tributaria que él planteó como candidato y la
del Gobierno. Las dos partes llegaron a un acuerdo que para los entendidos mejora el
producto original.
Por los lados de Gaviria, Duque intenta, por ahora, recomponer una relación que fue crucial
para su triunfo en las elecciones, pero que se deterioró a comienzos de noviembre.
Entonces, el expresidente hizo público su malestar y le pidió a Duque “salir del esquema
absurdo que hoy practica, en el sentido de que no se le puede dar a nadie representación
porque eso es mermelada”.
Gaviria había manifestado que su partido votaría en contra, pero dejó de ser un palo en la
rueda y el liberalismo ayudó. Algo pudo haber tenido que ver el paro con esa pipa de la paz.
Ante la sinfonía de cacerolas, ninguno quiere echarse al hombro la responsabilidad de
haberse atravesado a una salida. En la votación por la ley de crecimiento económico estaba
de por medio el grado de inversión de las calificadoras de riesgo, las cuales durante el
incendio tenían la lupa sobre Colombia más que antes.
Antes del paro corrían rumores según los cuales la calificadora Fitch no estaba muy
convencida de la estabilidad fiscal del país porque se basa en ingresos no recurrentes, como
las utilidades extraordinarias del Banco de la República o la eventual venta de empresas
estatales. En la calificación también ayuda hacer recortes en el gasto público, lo cual ante
el pliego de peticiones del paro parece imposible. En coyunturas difíciles en el pasado, la
solidez institucional ha impedido que a Colombia le bajen el grado de inversión. El paro
tendría consecuencias muy graves si llegara a poner en entredicho esa fortaleza histórica.
Gaviria y Vargas entendieron ese riesgo y por eso ayudaron. Como el presidente Duque
busca un gran acuerdo nacional, algunos han visto este gesto como un primer paso en ese
sentido. Pero esos coqueteos no significan que el compromiso se haya convertido en
matrimonio. Tanto el jefe del Partido Liberal como el de Cambio Radical aclaran que dieron
su respaldo sobre un tema puntual, pero que este no implica que sus respectivos partidos
entren al Gobierno.
En público, Gaviria y Vargas Lleras dejan claro que esto último no depende de que les
ofrezcan ministerios, sino de acuerdos programáticos a los que podrían llegar aún sin la
zanahoria de un puesto en el gabinete. En privado, sin embargo, los dos tienen dudas sobre
qué tan rentable política y electoralmente puede resultar entrar a un Gobierno con 70 por
ciento de rechazo. A pesar de esto, las invitaciones de Duque a Palacio han tendido un
puente de comunicación que no existía.
El presidente Duque, al haber abierto un diálogo directo con los partidos y sus líderes, dio
un primer paso para tratar de salir del laberinto en que se encuentra. Muchos dan por
descontado que a comienzos del año entrante hará cambios en el gabinete. La llegada de
Claudia Blum a la Cancillería y la movida de Carlos Holmes Trujillo a Defensa no aportaron
nada a la gobernabilidad. Seguramente, las figuras que lleguen al Gobierno en el revolcón
ministerial representarán partidos diferentes al Centro Democrático y aportarán votos para
destrabar el bloqueo de Duque en el Congreso.
Aun con gabinete renovado la cosa no le va a quedar fácil al presidente. Puede que logre la
paz política con los partidos, pero la paz social con los promotores del paro va a resultar
mucho más difícil.
Aun con gabinete renovado la cosa no le va a quedar fácil al presidente. Puede que logre la
paz política con los partidos, pero la paz social con los promotores del paro va a resultar
mucho más difícil. Duque puede tener la voluntad, pero no la plata. Esa no es una realidad
política, sino matemática, pues el país atraviesa épocas de vacas flacas. Esa situación a corto
plazo solo aumentará la polarización. Por estos días, la mitad de los colombianos piensa que
una crisis como la actual requiere un Germán Vargas. La otra mitad, por el contrario, la
considera la prueba de que Petro tenía razón. Pero a mediano plazo la gente terminará
cansada de los extremos y dando un viraje hacia el centro, como ya quedó en evidencia en
las últimas elecciones de alcaldes y gobernadores en las que cambió el mapa político. Los
votos para que esta corriente llegue a la Casa de Nariño están. Pero nadie sabe quién los
recogerá.
La encrucijada de la corte
Esta semana será crucial para la Corte Suprema de Justicia. Los magistrados determinarán
si pueden salir del atolladero para intentar elegir al fiscal general y llenar sus propias
vacantes. Si no lo logran, la situación llegará a un punto crítico.
¿Podrá la Corte
Suprema de Justicia,
reducida al límite, salir
del pantano en que
está hace meses y que
tiende a ensancharse?
Eso se preguntan los
16 magistrados
actuales y el país. El
máximo tribunal civil
enfrenta un panorama
extremo e incierto. Los
togados tienen que escoger al próximo fiscal general de la terna que anticipó el presidente
Iván Duque, y además encontrar una fórmula de consenso que les permita también elegir
siete nuevos magistrados para llenar sus vacantes. Pero el tiempo se agotó, y requieren
unanimidad justo cuando abundan las divisiones internas.
La Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia debe tener 23 magistrados. Pero en los últimos
meses siete de ellos terminaron su periodo de ocho años sin que les hayan podido nombrar
sus reemplazos. Así, solo hay ocupadas 16 sillas. Se trata del mínimo de votos con que la
corte puede elegir el fiscal general o un nuevo magistrado. Eso significa que en las
condiciones actuales los integrantes de la Sala Plena deberían votar unánimemente. Ahí
está lo complicado.
La presión sobre la Corte Suprema aumentó esta semana cuando el presidente Duque
decidió destapar su terna para fiscal general. El jefe de Estado había dicho, seis meses atrás,
que prefería no desgastar los nombres que postularía y que aguardaría a que la corte
completara los despachos vacíos. Pero cambió de opinión. El martes Duque llegó al Palacio
de Justicia y entregó al presidente de la Corte Suprema, Álvaro García, el documento oficial
con los tres nombres escogidos: Clara María González, Francisco Barbosa y Camilo Gómez.
La corte acusó recibido y aceleró en lo que podía. Citó a los postulados para rendir
entrevista, paso que se agotó el jueves.
La semana entrante los 16 magistrados tendrán un encuentro extraordinario, martes y
miércoles, para empezar las rondas de votación tanto de las siete vacantes como de fiscal
general. Aún cuando logren elegir los nuevos magistrados, estos solo podrán posesionarse
en varias semanas, por lo que no estarán para ampliar el quórum y destrabar la situación.
El máximo tribunal enfrenta un panorama extremo e incierto. Los togados tienen que
escoger al próximo fiscal general de la terna que anticipó el presidente Iván Duque, y
además encontrar una fórmula de consenso que les permita también elegir siete nuevos
magistrados para llenar sus vacantes.
Si no logran consenso esta semana, el lío quedará aplazado para 2020, pues la vacancia
judicial arranca el 19 diciembre y la primera sala plena del año tendrá lugar el último jueves
de enero. Para colmo de males, en febrero termina el periodo el magistrado Ariel Salazar
Ramírez, de la Sala Civil. Si eso ocurre sin que para entonces hayan nombrado reemplazos,
la Corte Suprema de Justicia se reduciría a 15 miembros, y en consecuencia quedaría en un
limbo, sin posibilidad de elegir a nadie. Para salir de esa situación de brazos caídos habría
que explorar mecanismos inéditos. Seguramente el presidente de la república, en el marco
de algún estado excepcional, tendría que expedir un decreto que reforme transitoriamente
el reglamento de la corte y que permita elegir con menos de 16 magistrados.
Eso solo se ha presentado una vez en la historia del país. En la toma a sangre y fuego del
Palacio de Justicia en 1985, quedaron solo 12 magistrados para elegir a 11 faltantes. Por eso
el presidente Belisario Betancur tuvo que declarar la conmoción interior para expedir un
decreto que redujo a 8 votos el mínimo decisorio en la corte. Aquella vez, el país
comprendió la necesidad de recurrir a esa fórmula.
La Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia debe tener 23 magistrados. Pero en los últimos
meses siete de ellos terminaron su periodo de ocho años sin que les hayan podido nombrar
sus reemplazos. Así, solo hay ocupadas 16 sillas.
Pero esta vez la Corte Suprema se marchita por cuenta de sus profundas divisiones y
rencillas internas. ¿Tendrá que intervenir el Ejecutivo para lanzar un salvavidas a la cúpula
de la rama judicial? ¿Definitivamente no lograrán los magistrados encontrar un consenso
que anteponga la institucionalidad a sus diferencias particulares?
Las respuestas definitivas llegarán esta semana. El martes los togados intentarán llenar sus
plazas vacías y el miércoles votarán la terna para encontrarle reemplazo en propiedad a
Néstor Humberto Martínez. Los tres postulados a fiscal general hicieron una breve
presentación y respondieron cinco preguntas. Francisco Barbosa lució mejor en la
exposición ante los magistrados. En el Palacio de Justicia dicen que este candidato lleva la
delantera pero aún no con unanimidad. Desde meses atrás, el presidente Duque le anunció
en reserva que lo propondría y eso le permitió activar contactos con la rama judicial antes
que los demás.
De los ternados Barbosa es el más cercano al presidente Duque. Se conocen desde que
estudiaban derecho en la Universidad Sergio Arboleda. El candidato se desempeña como
alto consejero presidencial para los derechos humanos y usó esa experiencia para perfilar
su propuesta a fiscal general. “Yo quiero ser un fiscal de las regiones, no del búnker”, dijo
Barbosa. Y recalcó en varios momentos que apostaría por desplegar la Fiscalía de acuerdo
al mapa de criminalidad del país. También señaló que haría un especial esfuerzo por luchar
contra la deforestación y prometió fortalecer la Policía Judicial y las Fiscalías locales para
dar una respuesta pronta a la inseguridad cotidiana que afecta a la gente en las calles.
La corte le hizo las mismas cinco preguntas a los tres candidatos. Tres de estas inquietudes
tuvieron que ver con asuntos problemáticos cuando Néstor Humberto Martínez llevó las
riendas del búnker: la JEP, las salas de interceptación de la Fiscalía y el caso Odebrecht. Así
envió el mensaje tácito de que a los magistrados les preocupa repetir esos errores y que las
respuestas a esos temas pesarán mucho a la hora de decidir el ganador. El martes Duque
llegó al Palacio de Justicia y entregó al presidente de la Corte Suprema, Álvaro García, el
documento oficial con los tres nombres escogidos: Clara María González, Francisco Barbosa
y Camilo Gómez.
Barbosa dijo que había apoyado la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), y que como fiscal
tendría una buena relación con ella. En efecto, este candidato respaldó la creación de ese
tribunal, incluso trató de ser magistrado allí. Sin embargo, después pasó a ser crítico y desde
que su nombre empezó a sonar para la terna ha guardado estratégico silencio. Respecto al
desgobierno de las salas de interceptación dijo que en el búnker no podían haber ruedas
sueltas y prometió revisar y profundizar las auditorías.
Clara María González, secretaria jurídica de la Casa de Nariño, hizo una exposición en clave
técnica. Dijo que hay que optimizar los recursos de la entidad y aprovechar más la
tecnología y herramientas como la big data. Señaló que le preocupa que la Fiscalía sea la
tercera entidad del Estado con más demandas judiciales, con pretensiones por 54 billones
de pesos, 14,6 veces su presupuesto anual. Así mismo resaltó que 54 por ciento de los
procesos en los que la Fiscalía formuló acusación en 2018 terminaron en sentencias
absolutorias. Y propuso, como fórmula para mejorar los resultados, fortalecer la parte
técnica de las investigaciones.
Frente al tema Odebrecht, González dijo que el país debe obtener resultados “eficientes y
concretos” de esa investigación. Y señaló que con la JEP tendrá un nexo de cooperación con
independencia. Acerca del lío de las salas de interceptación explicó que es necesario
concluir las auditorías para conocer qué ocurrió allí y después “tomar las medidas
pertinentes”. González no hacía su primera presentación ante la Corte Suprema de Justicia.
Duque la ternó también meses atrás cuando había que nombrar un fiscal ad hoc para el
caso Odebrecht, dado los impedimentos del entonces fiscal Martínez. En aquella
oportunidad la aspirante lució nerviosa y le restó posibilidad ser cercana al expresidente
Álvaro Uribe. Las cosas no cambiaron mucho esta semana en su segunda cita.
La corte le hizo las mismas cinco preguntas a los tres candidatos. Tres de estas inquietudes
tuvieron que ver con asuntos problemáticos cuando Néstor Humberto Martínez llevó las
riendas del búnker: la JEP, las salas de interceptación de la Fiscalía y el caso Odebrecht.
Por su parte Camilo Gómez, director de la Agencia para la Defensa Jurídica del Estado, llegó
ante los magistrados con el reconocimiento público de ser el escudero de Andrés Pastrana.
Pero claramente la sombra del expresidente conservador no suma de cara a los
magistrados.
Gómez genera la menor resistencia en sectores que respaldan el funcionamiento de la
Justicia Especial. “La misión de la Fiscalía para construir la paz empieza con la colaboración
armónica con la JEP”, dijo. El excomisionado propuso dar un viraje al funcionamiento de la
Fiscalía y equiparó sus parámetros de eficiencia a los que debe tener un bufete de
abogados. Así propuso quitarles cargas administrativas a los fiscales para fortalecer su
gestión. Trajo cifras que dan cuenta de que los investigadores del ente de control perdieron
el 50 por ciento de los casos que llevó a juicio y solo llevó a sentencia el 5,7 por ciento de
los 2.645.516 procesos activos.
Su comparación con una oficina de abogados resulta lógica dado que por 15 años ha
asesorado legalmente a empresas de diversos sectores. Ha estado en las juntas directivas
de Ecopetrol, Fondo Nacional del Ahorro, Llanogás. En su hoja de vida también registra
haber fundado en Colombia el controversial bufete Mossack Fonseca. La oficina principal
de la firma en Panamá y varias sedes en Latinoamérica tuvieron que cerrar tras décadas de
ayudar a celebridades, oligarcas y criminales mundiales a ocultar sus fortunas. Gómez
aparece como fundador de Mossack Fonseca & Co Limitada en 2009 y quedó desvinculado
en marzo de 2016, semanas antes de estallar el escándalo mundial de Panamá Papers.
La corte le hizo las mismas cinco preguntas a los tres candidatos. Tres de estas inquietudes
tuvieron que ver con asuntos problemáticos cuando Néstor Humberto Martínez llevó las
riendas del búnker: la JEP, las salas de interceptación de la Fiscalía y el caso Odebrecht.
El excomisionado ha explicado que esta vinculación se debe al trabajo que ha desempeñado
durante años como asesor de muchas compañías. Si bien no tiene investigación penal
alguna, de llegar a ser fiscal general tendrá su primer impedimento en un caso de alto
interés nacional.
Gómez es el más político de los candidatos y fue fórmula presidencial de Marta Lucía
Ramírez. Con ella ahora volvió a hacer llave desde la dirección de la Agencia del Estado, por
ejemplo, para empujar una inhabilidad de Odebrecht para contratar en el país. Al igual que
sus contrincantes, critica los resultados de las investigaciones de corrupción de la
multinacional, a los que considera insuficientes.
El alcalde de
Bogotá,
Enrique
Peñalosa, viene
creciendo en
las encuestas.
Su aprobación
ha aumentado
gracias a las
obras que ya
empiezan a ver
los capitalinos.
Sacó adelante el Metro.
La nueva encuesta de Gallup muestra una buena calificación para los mandatarios de
Barranquilla, Alex Char; Medellín, Federico Gutiérrez; Cali, Maurice Armitage; y
Bucaramanga, Manolo Azuero. En el caso de Bogotá, hay una tendencia de crecimiento en
la valoración positiva hacia el alcalde Enrique Peñalosa, gracias a las obras que empiezan a
ver los capitalinos y a proyectos concretados, como la primera línea del metro. Los mismos
números positivos se ven en los departamentos. La gobernadora del Valle, Dilian Francisca
Toro; el gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa; y el gobernador de Antioquia,
Luis Pérez, salen bien calificados.
El alcalde de Cali, Maurice
Armitage, termina su periodo
bien calificado. Su estilo
gerencial y su gran apuesta por
la educación, entre lo más
destacado de su trabajo.
¿Por qué este escenario
regional tan diferente del que
vive el país? Algunos analistas
explican que, al menos en el
caso de Barranquilla, Medellín y la Gobernación del Valle del Cauca, los líderes políticos
“entendieron que gobernar no es solamente administrar, sino guiar a un colectivo de
ciudadanos, conectarlos con sus sueños y hacerlos realidad”, como anota Carlos Suárez,
CEO de la firma Estrategia y Poder. “Ante la ausencia de un liderazgo central, los
gobernantes regionales materializan logros en sus respectivos territorios y brillan con luz
propia”, añade.
El alcalde encargado de
Bucaramanga, Manolo Azuero,
continuó con el discurso
anticorrupción de Rodolfo
Hernández y trabajó por recuperar
las finanzas de la capital de
Santander.
En Bucaramanga, el alcalde
encargado, Manolo Azuero, le dio continuidad al discurso anticorrupción de Rodolfo
Hernández, que decidió renunciar a su cargo tras una suspensión de la Procuraduría por
participar en política. Azuero, la mano derecha de Hernández, supo conducir el tramo final
de un gobierno que logró proponer una manera distinta de dialogar con el Concejo.
Nuevo escándalo
Una investigación de Armando.info revela cómo diputados opositores se prestaron en
Venezuela para limpiar el oscuro historial de Alex Saab y la vasta red empresarial que el
barranquillero tejió gracias a los negocios que le ha otorgado Nicolás Maduro.
Hace año y
medio, cuando le
ofrecieron el
puesto de
consejero
presidencial de
paz, Emilio
Archila trabajaba
cómodamente
en su oficina de
abogados y era
director de
estudios del Departamento de Derecho Económico del Externado. Si no fuera porque había
votado Sí al plebiscito, probablemente no habría aceptado. Pero asumió el cargo como un
asunto de coherencia moral.
Tiene nada menos que la responsabilidad de implementar lo que las Farc y el Gobierno de
Juan Manuel Santos pactaron en La Habana. Y ha contado con la virtud de hacerlo sin
politizarse, de manera práctica, casi gerencial.
Con los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) –inaugurados en el
Gobierno anterior– construyó el diálogo social más ambicioso de la historia del país. En este,
los habitantes de 171 municipios y 11.000 veredas donde también viven unos 3.500
excombatientes, participan en el trabajo por mejorar sus condiciones de vida. El Estado por
fin está llegando con vías, escuelas, agua y electricidad. Los principales garantes de la paz.
Archila ha demostrado que el gobierno de Duque, con varias reservas sobre los acuerdos,
puede aplicar lo pactado independientemente del concepto que el presidente tenga de
esto, pues ve su implementación como una política de Estado y no de Gobierno. Se cercioró
de propiciar una integración fluida entre su política de paz con legalidad y el cumplimiento
de los acuerdos en lo que él denomina una hoja de ruta única. Y ha asignado recursos
destinados específicamente a la implementación, algo que parecía muy poco probable en
un Gobierno que votó No a los acuerdos.
ENTREVISTA
SEMANA: Hay quienes dicen que si no bloquean una vía el Gobierno no les pone atención
y que por eso es necesario bloquear TransMilenio...
M.C.A.: Detener TransMilenio es detener la productividad de la ciudad. Yo les diría que
piensen que hay personas que no tienen otra manera para movilizarse. Algunas han tenido
que caminar cuatro horas después de una jornada de trabajo por los bloqueos y actos
vandálicos. Así como la protesta pacífica es un derecho que hay que respetar, el derecho a
la movilidad y al trabajo, también.
SEMANA: ¿Cómo va el proceso para judicializar a las demás personas que dañaron el
sistema?
M.C.A.: Avanza bien. Hemos trabajado de la mano de la fuerza pública y de la Fiscalía con
un gran énfasis en que hay un perjuicio no solamente para TransMilenio, sino para la
ciudadanía. Interrumpir la prestación de un servicio público esencial como es el transporte
debería tener consecuencias muy graves.
SEMANA: Los usuarios se quejan de las frecuencias, las filas para ingresar y lo incómodos
que viajan en los buses. ¿Cómo se ha avanzado en ese sentido?
M.C.A.: Uno de nuestros logros es la renovación de la flota de TransMilenio. Con los 1.441
buses nuevos, de los cuales 964 son biarticulados, se aumenta la capacidad. Cuando
llegamos a la alcaldía, el 40 por ciento de la flota estaba tan vieja que no le funcionaba el
dispositivo de localizador. Esta nueva flota tiene GPS, entonces la gente podrá saber
exactamente cuánto tiempo se demora en llegar su bus. (...) Más de la mitad de la flota es
a gas euro VI y con esto lo que contamina TransMilenio pasó de representar el 1,8 al 0,4 por
ciento. Además estrenamos la recarga de la tarjeta Tu Llave en línea, y eso disminuirá los
tiempos.
SEMANA: Hay constantes quejas por robos y las mujeres denuncian permanentemente
que son víctimas de abuso y acoso en TransMilenio. ¿Están funcionando las medidas que
han tomado?
M.C.A.: Cuando yo llegué había 300 policías en el sistema. Ahora tenemos 900, gracias a un
convenio que hicimos en el que invertimos 10.000 millones de pesos y las denuncias y
capturas han aumentado. También hicimos un convenio con la Secretaría de la Mujer para
que fuera más sencillo denunciar estos casos de acoso y se han capturado a 67 personas.
Los nuevos buses además tienen cámaras para que sea más fácil identificar a las personas
que roban en el sistema.
"Detener TransMilenio es detener la productividad de la ciudad (...) Así como la protesta
pacífica es un derecho que hay que respetar, el derecho a la movilidad y al trabajo,
también".
SEMANA: Según algunas mediciones, los usuarios se incomodan con los vendedores
ambulantes y las personas que piden dinero. Pero estas personas encuentran en esta
opción su forma de sobrevivir…
M.C.A.: Una de las cosas importantes que hicimos fue hacer el censo con el IPES y
encontramos que en TransMilenio se movían cerca de 1.200 vendedores ambulantes.
Hemos hecho tres ferias de empleo y algunos se han sumado y otros no. El problema es que
ellos no se van a bajar si la gente les sigue comprando o dando dinero. Por eso también nos
inventamos las monedas de cambio para que en vez de darles dinero la gente les dé la
información con la oferta del Distrito.
SEMANA: En el SITP, el reto era que 1,6 millones de personas no se queden sin transporte
por cuenta de la posible quiebra de los operadores. ¿Cómo va el otrosí que se firmó para
sacarlo a flote?
M.C.A.: Se ha cumplido el cronograma. Con el otrosí se logró que el SITP no se quebrara y
además el desmonte del SITP provisional. De 8.500 buses que debía haber, en realidad están
rodando 5.000, pero hay 4.500 del provisional que son viejos y no cumplen con normas de
seguridad vial. Lo primero era romper ese ciclo de mal servicio y mal funcionamiento. Era
una negociación muy difícil porque tocaba cambiar un contrato que se había licitado
públicamente, pero para eso contamos con todo el apoyo de la Procuraduría y la Contraloría
para dar toda la seguridad jurídica. Hoy ya dos operadores lograron pasar la etapa de la Ley
de reestructuración financiera y están del otro lado.
SEMANA: Lo otro que hicieron fue invertir en el sistema, pero las licitaciones para comprar
buses nuevos han sido complicadas de concretar...
M.C.A.: En los eléctricos hicimos tres procesos y logramos que el tercero fuera exitoso y
llegarán 378 buses eléctricos el próximo año. En el de gas vamos para el tercer intento. Pero
hubo una serie de factores que hicieron que el mercado no reaccionara: 1) La historia de
inestabilidad financiera. El SITP llegó a deber 2,5 billones de pesos a la banca. 2) Las
aseguradoras después de esta semana de vandalismo percibieron un mayor riesgo así que
había que ajustar tarifas y pólizas. 3) Estos buses son importados y el dólar se disparó esta
semana, entonces tuvimos que modificar las ofertas. Pero esperamos que en diciembre se
puedan adjudicar 2.256 vehìculos para prestar el servicio en las zonas en las que no se
estaba operando y reemplazar a los provisionales. La licitación en total es por
aproximadamente 7 billones de pesos a 10 años.
OPINION
Daniel Coronell
Su señoría
La notificación a los coreanos se cumplió ágilmente, el lunes 11 de abril. Un día después, el
martes 12, el juez Huertas fue a comprarse su carro.
El juez Reinaldo Huertas, acusado formalmente de recibir sobornos para dictar una medida
cautelar que favoreció los intereses de Carlos Mattos en su pleito con Hyundai, salió de la
cárcel al estrado. Le dicen “su señoría” y tiene más de 500 casos civiles por resolver. El juez,
señalado por testigos y pruebas como receptor de millonarias coimas, está impartiendo
justicia vestido de toga.
Huertas quedó libre hace unos meses por una controversial decisión de vencimiento de
términos. Esto no quiere decir que esté exonerado de cargos, ni que el proceso haya
terminado a su favor. Por el contrario, un escrito de acusación de la Fiscalía General
establece que Reinaldo Huertas estuvo involucrado desde las primeras fases del delito. El
sistema de reparto electrónico fue alterado justamente para que el caso llegara a su
juzgado:
“El señor Carlos José Mattos Barrero quería manipular el sistema de reparto, con la finalidad
de que la demanda fuera conocida específicamente por el Juzgado Sexto Civil del Circuito
de Bogotá. Lo anterior, porque ya había acordado con el juez titular de ese despacho,
Reinaldo Huertas, y su oficial mayor, Dagoberto Rodríguez Niño, el pago de coimas, con la
finalidad de que, al interior del proceso civil a iniciarse, el despacho decretara una medida
cautelar favorable a los intereses económicos del señor Carlos José Mattos Barrero”.
Es decir que no fue el azar lo que llevó el caso Hyundai al conocimiento del juez Huertas.
Los técnicos involucrados en la manipulación del reparto reconocieron ya su
responsabilidad en el delito y aceptaron que les pagaron para eso. Tampoco fue
desinteresada la participación de Reinaldo Huertas:
“Reinaldo Huertas: titular del Juzgado Sexto Civil del Circuito para el momento de la
comisión de los hechos. Tras ser presentado por Dagoberto Rodríguez a Luis Durán y Carlos
Mattos, se comprometió a decretar una medida cautelar favorable a los intereses
económicos de este último al interior del proceso a iniciarse por su demanda en contra de
Hyundai Motor Company. A cambio de remuneración ilícita se comprometió a adoptar
medida cautelar mediante auto y a sostener su vigencia en el tiempo”.
El caso salió a la luz pública gracias a una de estas columnas llamada ‘Sobre Ruedas’,
publicada en el año 2016. Allí fue descubierto que el juez Huertas compró un automóvil
Mazda y lo pagó en el concesionario en efectivo, un billete sobre otro.
Y así, sin explanaciones, Su Señoría Reinaldo Huertas sigue impartiendo justicia a nombre
de la República de Colombia.
Lo más curioso es el cronograma de los hechos: la demanda de Mattos fue radicada el
martes 15 de marzo de 2016. El reparto manipulado la asignó al juzgado de Huertas y a los
tres días, el viernes 18, el juez resolvió admitirla. Apenas diez días hábiles después, el
miércoles 6 de abril, el juez Huertas ordenó la medida cautelar prohibiéndole a Hyundai la
venta de sus automóviles en Colombia y dándole así a Mattos toda la ventaja para negociar
un jugoso acuerdo con la multinacional coreana.
La notificación a los coreanos también se cumplió ágilmente, el lunes 11 de abril. Un día
después, el martes 12, el juez Huertas fue a comprarse su carro.
Huertas pasó algún tiempo detenido y como queda dicho, salió por un polémico
vencimiento de términos concedido en segunda instancia. Pese al conocimiento público y
notorio de las pruebas contra él, el Consejo Superior de la Judicatura no ha tomado medidas
en su contra. Esa es la razón por la que este juez cuestionado volvió al despacho, para
vergüenza de la justicia colombiana.
Hace unos días el periodista Guillermo Gómez de Noticias Uno encontró al juez Reinaldo
Huertas. Estaba fresco como una lechuga vestido de toga y sentado en el lugar del juez y no
en el banquillo del acusado: “He regresado para cumplir lo que constitucionalmente juré
cumplir que es administrar justicia”, dijo Huertas sin sonrojarse.
Se dice que usted llegó a un concesionario con una tula llena de plata a comprar un vehículo
–le dijo el reportero– ¿Cuál es la historia de eso?
Ehhh –respondió el juez Huertas– mira ya considero que en este momento no resulta ni
adecuado, ni apropiado hacer mayores “explanaciones” acerca de la temática.
Y así, sin explanaciones, Su Señoría Reinaldo Huertas sigue impartiendo justicia a nombre
de la República de Colombia.
El mayor beneficiario de su medida cautelar Carlos Mattos, ha dilatado exitosamente su
extradición desde España donde sigue dándose la gran vida.
Vicky Dávila
El procurador candidato
Cuando le preguntaron sobre su impedimento en el caso Odebrecht, el funcionario
respondió indignado, tartamudo y con evasivas.
Es vergonzoso y muy grave que en Colombia el procurador general de la nación parezca más
un candidato presidencial que el jefe del ministerio público: en el mundo político se
comenta en voz baja y con preocupación que Fernando Carrillo está en campaña. Lo que
hace, cómo lo hace y lo que dice lo delatan. Pero su candidatura política es bastante precoz
y dañina. El país necesita un disciplinador ejemplar. A mi juicio, Carrillo no lo es.
Sus resultados son pobres: ¿dónde están las grandes investigaciones que ha liderado el
procurador? Eso sí, ha recorrido el territorio nacional, entre besos, abrazos, aplausos,
camisetas y discursos populistas. Su estilo es más el de un funcionario oportunista que,
solapadamente, se atreve a darle órdenes incluso al presidente de la república, como
ocurrió durante el inicio del paro. En una carta de diez puntos, prácticamente le dijo a Iván
Duque todo lo que tenía que hacer y lo conminó: “Es imprescindible su participación
directa”, dejando al presidente sin salida.
Con tantos escándalos de corrupción, Carrillo solo se dedicó a perseguir a Rodolfo
Hernández, quien desesperado por una y otra suspensión terminó renunciando a la Alcaldía
de Bucaramanga. ¿Querían sacarlo del camino? Hernández tiene aspiraciones
presidenciales.
¿Qué hizo el procurador con los escandalosos audios, revelados en la pasada campaña, en
los que se evidenciaba la podredumbre de la política en Cartagena? Nada.
No quiero pensar mal, pero por esos días a Fernando Carrillo lo vieron en el Congreso con
el presidente del Senado, Lidio García, quien salía salpicado en el escándalo. Por pura
coincidencia, García debía tramitar la discusión del impedimento del procurador para
conocer sobre las investigaciones de Odebrecht que tuvieran que ver con los intereses de
Luis Carlos Sarmiento, su exjefe, a quien ocultó cuando lo eligieron procurador. Hasta hoy,
Lidio no ha dado luz verde para la discusión. Curiosamente, la Procuraduría tampoco ha
avanzado en las investigaciones para descubrir por qué en las grabaciones mencionan al
presidente del Senado y a su primo Dumek Turbay, gobernador de Bolívar. ¿Ayúdame que
yo te ayudaré? A propósito, varios de los más altos funcionarios de las instituciones del
Estado se sorprendieron al escuchar el nombre de Turbay en los escandalosos audios,
porque solo días antes habían sido convocados al despacho del procurador, quien los
esperaba con el mencionado gobernador.
Hace pocos días escuché a la periodista Laura Palomino en La W preguntándole a Carrillo
sobre su impedimento en el caso Odebrecht; el funcionario respondió indignado,
tartamudo y con evasivas. Paradójicamente, habiéndole marcado tarjeta a Sarmiento, el
procurador fue el más incisivo a la hora de exigirle al entonces fiscal Néstor Humberto
Martínez que se declarara impedido en el mismo caso. ¡La autoridad moral a la medida de
los protagonistas!
La verdad es que para hacer esta columna conversé con muchos funcionarios y políticos
preocupados con el papel del procurador Fernando Carrillo. Pero, no nos digamos mentiras,
a Carrillo le tienen terror.
Mientras tanto, seguimos esperando, entre otras, las decisiones de la Procuraduría en el
caso de los parlamentarios involucrados en el escándalo de la Ruta del Sol que hacían parte
del grupo Bulldozer y que estaban fletados por la multinacional. Los expedientes le llegaron
en 2017; mucho tiempo.
En su lista de “logros”, Carrillo cuenta con la versión de algunos magistrados y
exmagistrados del Consejo Nacional Electoral que aseguran que él fue el verdadero cerebro
detrás de la prescripción de las investigaciones por la financiación de Odebrecht a las
campañas de Juan Manuel Santos. La verdad es que para hacer esta columna conversé con
muchos funcionarios y políticos preocupados con el papel del procurador Fernando Carrillo.
Pero, no nos digamos mentiras, a Carrillo le tienen terror. En la Fiscalía lo miran con reserva
porque dicen que se ha querido tomar atribuciones que no le corresponden, mientras en el
Congreso se sienten permanentemente amenazados por quien los puede investigar.
El que no quiere ni verlo es su mentor político, el expresidente César Gaviria, quien ya copó
su rosario de motivos con el procurador. Aunque Carrillo ha hecho de todo para acercarse,
Gaviria está indignado porque considera que se ha dedicado a perseguir a quienes no le
rinden pleitesía o se convierten en un obstáculo para sus aspiraciones presidenciales.
Incluso se lo ha dicho personalmente y quiere promover una ley que prohíba al procurador,
al fiscal y al contralor tener aspiraciones políticas inmediatas. Recordemos que Carrillo fue
su ministro de Justicia y, a pesar de que salió del Gobierno antes de la fuga de Pablo Escobar
de La Catedral, terminaron investigándolo. Aunque logró que le revocaran la sanción en su
contra, la polémica por estos hechos no ha terminado.
Quisiera dejarle algunas preguntas al señor procurador en esta columna: ¿ha sacado partido
de la Procuraduría como fortín democrático para pavimentar su campaña presidencial?
¿Cuánto dinero ha gastado en pauta publicitaria en medios de comunicación? ¿Es cierto
que tiene o ha tenido gente a su servicio para manejarle y proyectarle la imagen,
especialmente en tiempos de crisis, cuando denunciamos en esta columna su relación
laboral formal con Luis Carlos Sarmiento? ¿Es cierto que toma decisiones como una
retaliación contra sus críticos? ¿Todo esto será una calumnia de sus temerosos opositores
políticos, o simplemente se trata de verdades, duras, pero al fin y al cabo, verdades?
Doctor Fernando Carrillo, si quiere ser presidente, lo primero que tiene que hacer es
renunciar y hacer campaña por fuera de la Procuraduría. En Colombia no necesitamos un
procurador candidato. Y recuerde: todos los procuradores y fiscales que han sido
candidatos presidenciales han padecido el fracaso electoral, porque la gente no es boba.
Salud Hernández
Sanguijuelas
Lo habitual es que empleen puño de hierro para responsabilizar a Duque de la violencia y
reserven el guante blanco para los elenos
No termino de entender qué diablos quieren negociar ni con quién. ¿Será que sueñan con
su propio Premio Nobel? Porque no tiene sentido volver a la cantaleta del proceso de paz
con el ELN si lo único que uno encuentra en Arauca, Norte de Santander, Cauca y Chocó,
por citar solo cuatro departamentos donde tienen presencia, es una banda de sanguijuelas
dedicada al bandidaje. Chupan la sangre de la gente que trabaja vía extorsiones y
secuestros; reclutan niños para engordar la tropa y someterlos a una existencia infernal;
trafican cocaína, negocian oro ilegal, devastan la naturaleza, roban el erario y corrompen
autoridades locales.
Y encima Iván Cepeda y Álvaro Leyva, con el aplauso de De la Calle, siguen empeñados en
que nos traguemos el sapazo de que los elenos son abnegados luchadores de la causa
revolucionaria y merecen trato de dignatarios.
Imaginen sentarse a conversar otra vez, de tú a tú, con personajes tipo alias Danilo y alias
Martha, candidatos, como el resto de jefes del ELN, a ocupar una curul. No hay duda de que
el citado triunvirato confía en obligar al Gobierno Duque, a golpe de protesta callejera (y
ahora una tutela), a reiniciar otra absolución colectiva de capos guerrilleros.
Como muchos no lo conocerán, solo indicar que Danilo, costeño de unos 40 años, la mitad
de ellos en las filas del ELN y casi siempre en Chocó, donde lidera el Frente Resistencia
Cimarrón, estuvo a punto de que lo degradaran otros comandantes por violador de
menores de edad de ambos sexos.
Narco de mente, corazón y chequera, forja alianzas con los Pachelis, con carteles mexicanos
y otras mafias. Avaro insaciable, asesina a compradores de coca para robarlos. Pero cuenta
con el inquebrantable respaldo de la veterana Martha, todo un ícono entre guerrilleros
jóvenes y quien sabe si futura senadora. Esa barranquillera de 46 años, madre de dos hijos
y un cuarto de siglo enfusilada, decidió cobijarlo bajo su ala y declararlo intocable. Es
consciente de que el ELN vive de la cocaína y no puede prescindir de sus mejores capos, así
Danilo sea un depravado.
Y Martha, que es todo menos boba, sabe que el día que se sienten en La Habana su
protegido no tiene de qué preocuparse. La ley que obligaría a los comandantes violadores
a comparecer ante la justicia ordinaria pronto será letra muerta. Desvirgar niñas, para la
mayoría en las Cámaras legislativas y los tres arriba señalados, es un acto de rebeldía y hay
que perdonarlo. Por tanto, mientras luzcan brazalete rojo y negro están a salvo.
También Danilo fue el responsable del secuestro del candidato a la alcaldía del Alto Baudó,
Tulio Mosquera, antes de los comicios, por el que pide un platal para liberarlo.
¿Me podrían anticipar el senador Cepeda, el ex candidato presidencial De la Calle y el señor
Leyva con qué ropaje político revestirán a semejantes personajes? ¿Qué hazañas realizaron
para otorgarles el privilegio de negociar la agenda política con un gobierno democrático?
Y esos dos subversivos no son los peores, los hay más sanguinarios. Decidí contar algo de
sus vidas al considerar que debemos dejar de hablar en abstracto, y poner rostro y
prontuario a quienes pretenden entregar curules, camionetas, escoltas y privilegios, a
sabiendas de que dejarán disidencias en el territorio. Porque el plan estratégico a diez años
que diseñó el ELN en 2016 nada tiene que ver con ideales políticos y pacifistas. Solo buscan
fortalecerse en Chocó y extender sus tentáculos hacia Antioquia para adueñarse del
lucrativo negocio de la cocaína, el mismo que pretenden las Autodefensas Gaitanistas de
Colombia, disidencias de las extintas AUC.
La única diferencia entre las dos organizaciones criminales es que el ELN siembra minas
alrededor de los caseríos y utiliza el secuestro para sacar más plata. Además de Mosquera,
tienen en sus garras a Freddy Rangel, 17 meses cautivo; a Diana Toro, madre de tres hijos,
secuestrada desde hace 13 meses; a Octavio Sánchez y Gerardo Parra.
¿Alguien escuchó a Cepeda, Leyva o De la Calle exigir en tono duro la libertad de todos ellos,
con nombres y apellidos, y repudiar que criminales desalmados pongan precio a la libertad
y la vida de inocentes?
Lo habitual es que empleen puño de hierro para responsabilizar a Duque de la violencia y
reserven el guante de seda para los elenos. Nunca una definición real, solo eufemismos que
no los ofendan: no son delincuentes sino rebeldes, no secuestran sino retienen, no son
depravados sino actores de la guerra.
Lo que hay que pedirle a Duque es que no negocie y más bien emprenda un intensivo y
atractivo programa de deserción de guerrilleros. Y otro, más imaginativo, de prevención del
reclutamiento.
NOTA: ¿Qué habló Pastor Alape con alias Martha cuando desmovilizó el frente 57 de las
Farc? ¿Inconfesable?
Alfonso Cuéllar
Colombia, cada vez más sola
Veinte años de Colombia como el mejor aliado del hemisferio ya no aplican: Estados Unidos
no tiene amigos sino intereses.
Condoleezza Rice y Hillary Clinton escribieron su experiencia como secretarias de Estado.
En el libro No Higher Honor, Rice explica las decisiones que se tomaron en el mundo durante
el gobierno de George W. Bush. Igual que Hard Choices, donde Clinton habla de la
administración de Obama en su primer periodo.
Son libros fascinantes: Rice y Clinton cuentan también los errores, al igual que los aciertos.
Rice justifica la política exterior de Bush, la cual describe como la defensa de la democracia.
No importa el lugar; es una defensa del sueño americano. Puede uno estar en contra y ver
nubarrones en esa visión pero le reconoce su peso ideológico. No fue de último minuto.
Clinton hace lo mismo. Busca imponer la visión de Obama, que nace de los errores de Bush.
Como secretaria de Estado, Clinton viaja por el mundo con su estilo de encontrarse con
personas del común. Son llamativos los encuentros que tiene con comunidades y los
debates en los que participó. Al final, su gestión habría roto el récord de millas viajadas de
un funcionario estadounidense.
Había con Rice y Clinton la claridad de excelencia, la confianza en que usted estaba
compitiendo con lo mejor de los Estados Unidos. No importaba si eran republicanos o
demócratas, al final estaban representando su interés.
Es llamativo cómo se refieren a Colombia, que aparece en ambos libros. Y no de paso.
Describen al país como aliado crítico en la lucha por la democracia (Rice) y como ejemplo
de una sociedad estratégica con Estados Unidos (Clinton). Es un ejemplo de consenso
bipartidista, ya que hablan de una relación madura. Clinton reemplazó a Rice y frente a
Colombia poco cambió.
Según Rice, durante los años de Bush, el presidente Álvaro Uribe se convirtió en un aliado
fundamental. “Colombia –dice Rice– es ahora reconocida como un éxito, un Estado que se
recuperó de ser fallido y en caos”.
Clinton dice que “un buen modelo ambicioso para México por ser exitoso: Colombia...El
crédito del progreso colombiano es su pueblo corajudo. Pero orgulloso del rol que Estados
Unidos ha jugado por tres administraciones para ayudar a evitar la desintegración del país,
el fortalecimiento de los derechos humanos y el imperio de la ley y la promoción del
desarrollo económico”.
Clinton dice que “un buen modelo ambicioso para México por ser exitoso: Colombia...El
crédito del progreso colombiano es su pueblo corajudo.
Y con Juan Manuel Santos continuó: “Hablé con el presidente Santos y lo felicité”, por su
decisión de negociar con las Farc.
Son libros escritos por dos mujeres extraordinarias, que asumieron el cargo con humildad.
Saben que es una posición ejemplar desde cuando Thomas Jefferson lo ocupó. En otras
palabras, no es una posición honoraria. Las decisiones que se toman reflejan décadas de
reflexión; la improvisación no era parte de las administraciones de Bush y Obama.
No pasa lo mismo con Donald Trump y compañía. Y eso, preocupa. Muchísimo. Un hecho
reciente lo ilustra. El lunes pasado el secretario de Estado, Mike Pompeo, hizo un discurso
donde detallaba la política de gobierno hacia América Latina. Era una alocución importante;
cuáles son los pilares de Trump para la región. Por ejemplo, en 2009 Obama habló del futuro
en la cumbre de las Américas, marcó su política por años. Los gringos nunca jugaban a
inventarse la doctrina, sino a aplicarla.
Si eso es correcto el discurso de Pompeo es demoledor. Hay dos enemigos –Venezuela y
Cuba– y pocos amigos. Brasil no existe. La única mención de Colombia es pasajera: que
cerramos la frontera con Venezuela para evitar la entrada de “terroristas”.
Para Pompeo, Colombia no es prioridad. Y es grave para el país y la región. Para Colombia,
porque quedamos en zona desconocida, sin las bases de la relación. Quedamos en terreno
virgen y sin paracaídas. América Latina también podría perder; en la última década
Colombia fue el motor de la integración.
No es fácil ese cambio de énfasis: 20 años como el mejor aliado del hemisferio ya no aplican;
Estados Unidos no tiene amigos sino intereses. Son temas negativos y no positivos.
Esta semana el presidente Iván Duque se reunió con empresarios estadounidenses.
Revisaron el informe reciente de la fuerza de tarea del Atlantic Council. Hay tres
recomendaciones –promoción económica e innovadora, el imperio de ley y liderazgo
regional– a las que Duque debe dedicarles tiempo. En otra época sería oportuno analizarlo.
Hoy, no hay ambiente. Colombia corre el riesgo de ser olvidada, descartada en el cuarto de
San Alejo de las buenas intenciones.
Antonio Caballero
Un país en paz
"No es sostenible el proyecto de tolerar una más amplia democracia política que la precaria
que actualmente existe sin aceptar simultáneamente la existencia de una democracia
económica y una democracia social".
Para justificar la ejecución extrajudicial de un estudiante por las fuerzas antidisturbios del
Esmad dice la ex precandidata presidencial uribista Paloma Valencia, despelucada y febril:
“Dilan Cruz era un vándalo. Estaba en vandalismo”. Curiosa construcción verbal, que
participa de la actual moda de identificarse con el propio telefonito celular: “Estar en modo
avión”. Otro ex precandidato presidencial uribista, Rafael Nieto, bien peinado y enfático,
dice que el joven Dilan en realidad se suicidó, y que quien tiene que responder por su
muerte es el ex candidato presidencial no uribista Gustavo Petro, que fue quien mandó a
los estudiantes al paro. Curioso doble y contradictorio razonamiento, que le atribuye a
Petro el poder decisorio que le gustaría tener, pero no tiene. Otro ex precandidato
presidencial uribista más, Carlos Holmes Trujillo, despeinado como Paloma y enfático como
Nieto, dice, demente como es él, que hay que fortalecer al Esmad. Y el ex precandidato
presidencial uribista restante y hoy presidente, Iván Duque, no dice ni mu. Tal vez piensa
para sus adentros: de qué me hablas, viejo.
El jefe de todos ellos, el expresidente Álvaro Uribe, interviene en su tono más
monaguillesco: “Elevo a Dios una oración…”.
En resumen: a todos los uribistas la muerte de Dilan Cruz por arma no letal, como la llaman,
les parece bien. Para usar la definición que daba hace unos meses el propio Uribe, se trata
de “una masacre con criterio social”. Se la merecía, aunque la pena de muerte no exista
legalmente en Colombia. Para que aprenda. Bueno, él ya no. Pero sí sus amigos que
protestan.
¿Aprender qué? Que la autoridad no puede ser desafiada, porque responde con violencia.
Y la culpa es del muerto. La autoridad “está constituida para eso”, dice la ministra del
Interior, Nancy Patricia Gutiérrez. Y si lo que hace el presidente Duque no es otra cosa que,
como ha repetido veinte veces, poner en marcha el programa para el que fue elegido, pues
que se aguanten. Si para que se aguanten es necesario dar palo, se da palo. Si hay que usar
armas “no letales” o bombardear niños, pues se hace. Para eso Duque fue elegido
presidente –aunque por una minoría de los votantes potenciales, tal vez una cuarta parte:
10.500.000 votos sobre un total potencial de 37 millones, y solo la mitad (54 por ciento) de
los realmente expresados. De los cuales habría que restar los que no votaron por él, sino
contra su rival, Petro.
Pero sucede que la precaria democracia colombiana tiene un único factor de medida, que
son los votos; o, más exactamente, las mayorías aritméticas electorales. Otros, como el
respeto por las minorías (así sean, sumadas, mayoritarias), o en general el respeto por los
derechos, empezando por el derecho a la vida, no entran en línea de cuenta. Escribí yo en
esta revista hace seis años un artículo titulado ‘Los conflictos de la paz’ (agosto de 2013),
mientras estaban en curso las conversaciones de La Habana con las Farc que, cuando
culminaron en el desmonte de la guerrilla, abrieron paso a la protesta sin armas por primera
vez desde el año fatídico de 1948. Pues no la había, no había podido haberla, desde el
surgimiento de las guerrillas liberales de los años cincuenta contra las dictaduras
conservadoras, seguido por la aparición de las guerrillas marxistas de los sesenta bajo las
excluyentes constricciones bipartidistas del Frente Nacional. Decía en esa columna que si lo
que se buscaba era la pacificación del país, “no es sostenible el proyecto de tolerar una más
amplia democracia política que la precaria que actualmente existe sin aceptar
simultáneamente la existencia de una democracia económica y una democracia social”.
Porque un país en paz “es un país plagado de conflictos sociales, económicos y laborales.
Como cualquier país democrático”.
Varios medios de comunicación han puesto el nombre de Andrés Espinosa como el próximo
ministro de Agricultura en representación de Cambio Radical. Aunque todo el mundo
coincide en que sería muy bueno en ese cargo, hasta el momento Germán Vargas y Duque
no han hablado de ministerios, ni Vargas ha tocado el tema con Espinosa. También suena
el nombre de Miguel Uribe para el Ministerio del Interior. Tendría representatividad
política, pues siete partidos, incluidos el Conservador, el Liberal y Cambio Radical, lo
apoyaron en su campaña a la alcaldía de Bogotá.
1) Un estudio de Santiago Montenegro para el Cede calcula que la cocaína contribuye con
el 1,8 por ciento al PIB nacional, el doble que el café. 2) Según un análisis de la Ocde, los
profesores de bachillerato con más de 15 años de experiencia ganan más en Colombia que
en Chile o México. 3) En el último mes, las protestas en Irak han dejado 450 muertos, 2.000
heridos y 8.000 detenidos. 4) Airbnb, la plataforma para alquilar apartamentos, tenía hace
tres años 400 propiedades en oferta en la zona residencial del norte de Bogotá. Hoy tiene
26.000.
¿Cuál es la edad más productiva del ser humano?
Un estudio del New England Journal of Medicine encontró que la edad más productiva en
la vida del ser humano llega entre los 60 y 70 años. Le sigue la de los 70 a 80. La tercera es
de los 50 a los 60. La investigación señala que los premios nobeles tienen una edad
promedio de 62 años. La de los presidentes de las grandes compañías del mundo es 63 y la
de los papas, 76. La investigación parece financiada por los candidatos a la presidencia de
Estados Unidos, pues los cuatro posibles ganadores, incluyendo a Trump, tienen entre 70 y
80.