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La Revolución china de 1949 o Revolución Comunista china fue el resultado de la

larga guerra civil china, iniciada en 1927, en la que se enfrentaron


los nacionalistas del Kuomintang, encabezados por el generalísimo Chiang Kai-shek, y los
comunistas del PCCh de Mao Zedong, y que se saldó con la victoria de estos últimos, que
instauraron la República Popular China —proclamada en Pekín el 1 de octubre de 1949—,
mientras que Chiang Kai-shek y sus partidarios se refugiaban en la isla de Taiwán, donde
fundaron la República de China (Taiwán), conocida durante los dos primeros decenios de
la Guerra Fría como la «China nacionalista» opuesta a la «China comunista».
Comenzó en 1946, después del final de la segunda guerra sino-japonesa, y fue la segunda
parte de la guerra civil china. Fue la culminación del impulso al poder del Partido
Comunista de China después de su fundación en 1921. En los medios chinos, este período
se conoce como la guerra de Liberación (chino simplificado: 解放 战争, chino tradicional: 解
放 戰爭, pinyin: Jiěfàng Zhànzhēng).

Índice

 1El fracaso de las negociaciones entre nacionalistas y comunistas (agosto, 1945-julio, 1946)
 2La reanudación de la guerra civil (1946-1949)
o 2.1La ofensiva nacionalista y sus debilidades (julio, 1946-junio, 1947)
o 2.2El contraataque comunista (mediados de 1947-mediados de 1948)
o 2.3Las victorias comunistas decisivas (septiembre, 1948-enero, 1949)
 3La ofensiva final y la proclamación de la República Popular de China (enero – octubre de
1949)
 4Conclusión: las causas de la victoria comunista
 5Resultado de la Revolución China
 6Notas
 7Referencias
 8Bibliografía

El fracaso de las negociaciones entre nacionalistas y


comunistas (agosto, 1945-julio, 1946)[editar]
Véase también: Guerra Civil China

Tropas comunistas avanzando hacia Manchuria. Nacionalistas y comunistas se concentraron en


apoderarse de la región tras la rendición japonesa en agosto de 1945, que quedó en principio
dominada por los soviéticos.

El 9 de agosto de 1945, después de que los estadounidenses reconociesen la importancia


para los soviéticos del noreste chino, estos declararon invadieron la región, que
arrebataron a los japoneses en pocos días.1 Tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y
Nagasaki que motivaron la rendición japonesa ese mismo mes, comunistas y nacionalistas
se apresuraron a adueñarse de los territorios hasta entonces ocupados por los ejércitos
nipones.1 Las unidades nacionalistas contaron con la colaboración estadounidense para
trasladarse desde el suroeste del país, donde se concentraban sus mejores unidades, al
noroeste, movimiento que también imitaron los comunistas, decididos a concentrar sus
fuerzas en la misma región.2
Representantes de los dos bandos enfrentados en la guerra civil china iniciada en 1927 —
y que había quedado relativamente en suspenso durante la ocupación japonesa (1937-
1945)— mantuvieron conversaciones en la capital (por entonces Chongqing) del 28 de
agosto al 19 de octubre) para poner fin al conflicto, que no fructificaron.2 Las
negociaciones, que no detuvieron la carrera por ocupar el territorio, habían sido
propiciadas por estadounidenses y soviéticos, que deseaban evitar el desencadenamiento
de la guerra entre los dos bandos o el tenerse que enfrentar entre sí por el control de
China.2 Comenzó entonces el último acto de la guerra civil. Nada hacía presagiar entonces
que tres años y medio después la victoria sería para los comunistas, dado que su ejército
era mucho menos numeroso y estaba peor armado, y que el prestigio del líder nacionalista
Chiang Kai-shek, encarnación de la resistencia contra el invasor japonés, se encontraba
en su zénit.3 Para mejorar su posición en el noreste, que entonces dominaban los
soviéticos, Chiang firmó con ellos el 14 de agosto un tratado a amistad y alianza que le
concedía la soberanía de la región a cambio de una serie de concesiones industriales y de
transporte a la URSS.4 El momento del traspaso del control territorial, no obstante, debían
determinarlo los soviéticos, que mientras permitían el despliegue en la zona de las
unidades comunistas chinas.5

Mao Zedong y Chiang Kai-shek, dirigentes comunista y nacionalista respectivamente, brindando en


1946. Las negociaciones que mantuvieron entre agosto y octubre de 1945 para evitar la reanudación
de la guerra civil fracasaron.

La carrera desenfrenada para ocupar los territorios que habían estado en poder de los
japoneses y para apoderarse de sus armas y equipamientos la ganaron los nacionalistas
gracias a que los norteamericanos reconocieron a Chiang Kai-shek como la única
autoridad legitimada para recibir la rendición de las fuerzas japonesas, a que les
proporcionaron los aviones necesarios para llegar antes a las zonas claves del norte y del
este desde sus bases en el sudoeste de China, —a más de 1000 kilómetros de distancia—
y a que alrededor de 50 000 marines de los Estados Unidos desembarcaron en las
provincias de Shandong y de Hebei, ocupando los puertos y aeródromos en nombre de los
nacionalistas —incluido el aeropuerto de Pekín—. De esta forma sólo tres meses después
del final de la guerra toda la franja costera desde Cantón, en el sur, a Pekín, en el norte,
estaba en poder de los nacionalistas.6
Por su parte los comunistas, desde su feudo del nordeste de China, se desplegaron
en Manchuria, en el extremo norte del país, donde los japoneses se habían rendido
al Ejército Rojo de la Unión Soviética que había declarado la guerra a Japón el 8 de
agosto, dos días después del lanzamiento de la bomba atómica de Hiroshima.7 Allí el
ejército comunista chino se vio fortalecido gracias al material japonés que los soviéticos le
cedieron y al reclutamiento de antiguos soldados del ejército de Manchukuo —el Estado
satélite creado por los japoneses tras la invasión japonesa de Manchuria en 1931—,
consiguiendo alcanzar los 130 000 hombres, pero todavía muy lejos de los efectivos del
ejército nacionalista.8 A mediados de noviembre, los comunistas habían logrado concentrar
unos ciento treinta mil soldados en la región, mediante el traslado de unidades desde
Rehe, Hebei y Shandong y el reclutamiento de soldados en la zona, algunos del antiguo
Ejército de Manchukuo.5 Pese al tratado de agosto, los soviéticos rehusaron el
desembarco de las unidades nacionalistas en los puertos de Lüshun y Dalian.9 El control
de otros puertos menores (Andong, Yingkou y Huludao) se lo habían entregado a los
comunistas chinos.9 Por ello, los estadounidenses tuvieron que conformarse con
desembarcar a las tropas de Chiang (los ejércitos 13.º y 52.º) en Qinhuangdao, al sur de
la Gran Muralla China.9 Desde allí, las unidades nacionalistas atacaron a las comunistas
apostadas en Shanhaiguan y penetraron en Manchuria.9 El mando de los ejércitos
nacionalistas en el noreste lo ostentaba el general Du Yuming.10 Por entonces los
nacionalistas gozaban de una amplia ventaja numérica frente a los comunistas: tenían casi
cinco veces más tropas en el conjunto del país, y casi seis veces más en la región de
Shanhaiguan.10 En consecuencia, los nacionalistas pudieron apoderarse de esta ciudad el
15 de noviembre y, seguidamente, perseguir al enemigo en dirección a Jinzhou, que este
evacuó el 25 del mes.10
A continuación y para evitar un choque con los ejércitos soviéticos, las unidades
nacionalistas detuvieron su avance por el sur manchuriano y se dedicaron a reforzar sus
vulnerables posiciones.11 Los comunistas hicieron lo propio, protegidos por los soviéticos.11
La pausa en los combates duró hasta marzo de 1946, cuando los soviéticos se retiraron de
la región.11 Entre noviembre de 1945 y octubre de 1946, los nacionalistas se apoderaron
de casi todo el sur de Manchuria.7 A partir de entonces, sin embargo, los comunistas
lograron detener los avances nacionalistas en el norte y, a partir del invierno de 1946-
1947, tomar la iniciativa.7
En diciembre de 1945 y tras la desairada renuncia del embajador en China, el presidente
estadounidense envió al país al general George Marshall con la misión de lograr una
tregua entre los bandos enfrentados, formar un ejército mixto bajo control estatal y
establecer un Gobierno de coalición democrático.11 La misión resultó un fracaso.11
Ninguna de las tres partes que participaron en las negociaciones (nacionalistas y
comunistas chinos y estadounidenses) confiaba en las demás.12 Pese a todo, Marshall
obtuvo algunas concesiones de los beligerantes: Chiang tuvo que hacerlo porque
dependía de la cooperación estadounidense —criticada por los comunistas— para dominar
ciertas posiciones clave (líneas férreas, ciudades y puertos, custodiados por infantes de
marina de los EE. UU.), transportar soldados en barcos y aviones americanos, y obtener
de Washington las armas y municiones que empleaban sus unidades.13 Los comunistas,
por su parte, también cedieron por insistencia de Stalin, que no deseaba una intervención
estadounidense en el norte de China, y porque en aquellos momentos eran el bando
militarmente inferior.14 El engañoso ambiente conciliador le permitió a Marshall imponer
una tregua el 10 de enero de 1946.14 Los dos bandos habían aceptado además un plan
para que las fuerzas comunistas se integrasen en un nuevo ejército nacional que quedaría
sometido a Chiang y formar una asamblea política consultiva que tratase el futuro del
país.14 Satisfecho con la situación, Marshall regresó a los Estados Unidos en marzo, donde
solicitó mayor ayuda económica para el Gobierno de Chiang.14 En su ausencia, la tensión
volvió a crecer.14
Chiang se había reservado el derecho de trasladar tropas por Manchuria, lo que había
originado choques en enero y febrero de 1946.14 En marzo comenzó la retirada soviética
de la zona.14 Los soviéticos no avisaron al Gobierno chino y ayudaron a los comunistas a
apoderarse de algunas posiciones estratégicas.14 Los soviéticos entregaron las ciudades a
los nacionalistas, en virtud del pacto firmado con ellos el 14 de agosto —«Stalin se
esforzaba en mantener todas las opciones abiertas, con el fin de preservar la influencia
soviética en China fuera quien fuera el vencedor»—, mientras que enviaban a la Unión
Soviética como botín militar la maquinaria de las fábricas instaladas por los japoneses, así
como el oro que encontraron en los bancos manchúes.15 Ante la creciente tensión, Chiang
ordenó a Du que emprendiese una gran ofensiva que permitiese tomar Changchun y
quizás Harbin y aniquilar a las fuerzas de Lin Biao.16 Mao, por su parte, ordenó a Lin
sostenerse en Changchun con la esperanza de que Marshall impondría a Chiang el fin de
los combates y esto permitiría a los comunistas reforzar su control de una vasta franja de
territorio que se extendía de Yanan hasta las fronteras soviética y coreana e incluía la
Mongolia interior, Chahar y Rehe.16 Para lograrlo, Lin debía detener a los nacionalistas en
el sector de Siping, una pequeña ciudad junto al ferrocarril ubicada a ciento trece
kilómetros a sur de Changchun.16 Pese a considerar errónea la estrategia de Mao, Lin se
aprestó a defender la plaza.16 La segunda batalla de Siping se ssaldó con una grave
derrota comunista.16 Tras un mes de resistencia, los nacionalistas conquistaron la
población el 18 de mayo.16 uy debilitado por los combates y por las posteriores
deserciones, Lin decidió abandonar Changchun y tomar posiciones en torno a Harbin. Du
Yuming se preparaba a expulsarlo de allí cuando Chiang aceptó detener las operaciones a
petición de Marshall, que había vuelto a China el 18 de abril.16 La nueva tregua entró en
vigor el 7 de junio y se mantuvo inestablemente hasta septiembre.17
Mientras los combates cesaban en casi toda Manchuria, los nacionalistas trataron de
aplastar al enemigo en otras provincias.17 Pese a que la lucha fue más reñida de lo
esperado por el alto mando nacionalista, las tropas de Chiang lograron expulsar a las
comunistas de varias posiciones importantes
en Anhui, Hubei, Jiangsu y Shandong durante el verano.17 En el norte, la principal tarea de
Du Yuming era conquistar la provincia de Rehe, dejando de lado las posiciones enemigas
en Manchuria, concentradas principalmente en el territorio al norte del río Songhua.18 Para
entonces las conversaciones de paz de Marshall se hallaban empantanadas y los
estadounidenses habían perdido toda esperanza de alcanzar un acuerdo.17 Para
contrarrestar la influencia soviética en la zona, siguieron, sin embargo, colaborando con el
Gobierno de Chiang.17
Por su parte, los comunistas aprovecharon el verano para adoptar una nueva estrategia,
abandonando la defensa estática de posiciones, asumiendo el reforzamiento de su
influencia en el campo mediante la eliminación del bandidaje y la aplicación de reformas
agrarias, y pasando al acoso guerrillero de las unidades enemigas.19 Desde junio, Lin Biao
había asumido el poder político además del militar en la zona.19
Mientras tanto tienen lugar en Chongqing —sede del gobierno nacionalista del
Kuomintang— cuatro entrevistas entre Mao Zedong y Chiang Kai-shek, auspiciadas por
Estados Unidos, y durante las cuales Mao se declara dispuesto a participar en un
«gobierno democrático de coalición». Pero las conversaciones se cierran el 11 de octubre
de 1945 sin haber alcanzado acuerdos concretos. Dos meses y medio después viaja a
China el general George C. Marshall en representación del presidente Harry Truman para
forzar la formación de un gobierno de coalición nacionalista-comunista, consiguiendo
inicialmente que se declare una tregua y que se forme en Chongquing un organismo
tripartito formado por él mismo, el comunista Zhou Enlai, en representación del Mao, y un
general nacionalista, en representación de Chiang Kai-shek. Pero la misión de Marshall se
salda con un fracaso total por la falta de confianza entre los dos bandos chinos y en enero
de 1947 regresa a Estados Unidos —donde al poco tiempo será nombrado secretario de
Estado, lanzando el plan para la recuperación de Europa que lleva su nombre—. Los
comunistas, por su parte, denuncian el «doble juego» norteamericano, dado que durante
todo ese tiempo Estados Unidos había continuando proporcionando armas, municiones y
equipamientos al gobierno nacionalista. 20
Según el sinólogo francés Lucien Bianco, la reanudación de la guerra civil era inevitable,
una vez que el enemigo común japonés había desaparecido de la escena, debido a «la
oposición absoluta entre dos fuerzas políticas nacionales con programas antitéticos y con
ambiciones irreconciliables: una espera conquistar el poder, la otra quiere conservarlo.
Una está decidida a promover una revolución social en el campo, la otra quiere
prevenirla».21

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