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Van DE Paver, Zur Geschichte der Messliturgie in Antiocheia und Konstanti- nopel gegen Ende des vierten Jabrbunderts, Analyse der Quellen bei Johannes Chrysostomos, Roma 1970 (OCA 187). “JoRcDAzABAL; La encaristia, en D. Boxosto (dir.), La celebracién en la Iglesia, 11. Sacramentos, Sigueme, Salamanca 1988, p. 181-436. 308 INTRODUCCION En las tltimas reformas litargicas lo que mds impresioné al pueblo fue ciertamente todo lo relativo a la misa; fue ahi donde los cambios, exteriores 0 mas profundos, fueron perceptibles tanto a los practicantes regulares como a los que sdlo frecuentan la iglesia los dias de fiesta o con motivo de casamientos y entierros. Si la eucaristia es la celebracién mas popular es porque es la mas visible; y, si es la mas visible, es que constituye la cima de todos los sacramentos: La celebracién de la misa, como accién de Cristo y del pueblo de Dios or- denado jerarquicamente, es el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia, uni- versal y local, y para todos los fieles individualmente, ya que en ella culmina la accién con que Dios santifica en Cristo al mundo, y el culto que los hombres tributan al Padre, adoréndole por medio de Cristo, Hijo de Dios'. Por ello la eucaristia senala el principio y el término de la exis- tencia del fiel: después del bautismo y la confirmacién debe nor- malmente sellar la iniciacién, y en el vidtico se convierte, para el moribundo, en el germen, en su propio cuerpo, de la resurrecci6n futura. Y ya que el afio litérgico es el marco de la vida eclesial, en la vigilia pascual adquiere un cardcter de solemnidad, sumergiendo de algiin modo al discipulo de Cristo en la gracia de su primera regeneracion. La eucaristia ritma el tiempo por medio de la celebracién cada ocho dias de la asamblea dominical, la cual es su lugar por anto- nomasia e, incluso cuando la ausencia de sacerdote la impide, las comunidades cristianas no dejan de tender hacia ella. 1. IGMR 1. 309 C La eucaristia De algan modo da cumplimiento a todos los demés sacramen- tos y a los grandes actos litirgicos, como las profesiones religio- sas, los funerales y las consagraciones de iglesias. En muchas iglesias también constituye, para los fieles mas fer- vorosos, el sacramento de lo cotidiano por medio de las misas fe- riales o la comunion fuera de la misa. En Occidente es también una de las expresiones de la oracién incesante, por medio de la adoracion ante el sagrario y de las manifestaciones mas solemnes de las procesiones y exposiciones del santisimo sacramento. Aunque la misa siempre es la misa sean cuales fueren sus cir- cunstancias, la Iglesia no ha dado la misma importancia a la asam- blea del domingo, en la que convoca a todos los suyos, a la de las grandes etapas de la existencia, a la de las concentraciones en torno al obispo? y a la de cada dia. El término que la designa comtinmente en Occidente no dice mucha cosa de lo que verdaderamente es. La palabra latina missa designa la despedida del pueblo al final de una reunion, ¢COmo fue tomando, a partir del siglo tv, el sentido que le damos hoy? Quiza, como dice Isidoro de Sevilla, porque «es el momento del sacrificio, cuando los catectimenos son despedidos...»> Pero es todo el conjunto de la celebracién, desde los ritos de entrada y la liturgia de la palabra, lo que designa este nombre’. Hoy se habla més a menudo de «eucaristia», pero subsiste la misma dificultad. Es como si esa realidad estuviera mas alla de todo vocabulario hu- mano y sdlo pudiera ser designada por medio de términos sim- bélicos, como los que utilizaban los Padres de la Iglesia: «cena del Seftor», «fraccién del pan», «santos misterios», «oblacién», o tam- bién, segiin un uso muy extendido en Oriente, «divina liturgia». Nacida de una institucién de Cristo, la misa siempre ha sido lo que fue en su origen, pero sin embargo, a lo largo de los siglos, distintos ritos y oraciones le han ido dando segin lugares y tiem- pos formas sensiblemente diferentes sin afectar su estructura fun- damental. Estudiaremos esta historia, distinguiendo, un poco arbitraria~ mente, cuatro grandes perfodos: la misa antes de los libros litdr- gicos, hasta fines del siglo m1; la época creadora en que se enri- 2, SCA. 3. §, Isipono pe Szvitta, Etimologias 6, 19: PL $2, 252. 4. BL Borne, Ite Missa est, en B. Borrr - C. MoHRMAnn, L’ordinaire de la messe, Ceri, Paris 1933 (Beudes lieurgiques 2), p. 145-1495 C, MOHRMANN, Missa, «Vigiliae chrstianac» 12 (1958) 67-92; A. Corro, Una nuova ipotesi sulForigine di Misa, BL. 71 (1957) 225-267: K. Gawnen, Missa, EL 74 (1960) 48-52; fd, Nochmals zur Bedetung Missa als Opfer, EL 81 (1967) 70-73. 310 La eucaristia quecieron los grandes momentos de la liturgia, hasta el siglo vir aproximadamente; luego la época en que la imaginacidn de la pie- dad de los pueblos cristianos influyé sobre todo en aspectos mas secundarios y exteriores; finalmente, la del movimiento litargico y de las reformas del concilio Vaticano u. 311 SECCION PRIMERA LA EUCARISTIA ANTES DE LOS LIBROS LITURGICOS Capitulo primero DE LA CENA A LA MISA BIBLIOGRAFIA H. Scurmann, Der Abendmabhlsbericht Luk. 22, 7-38 als Gottesdienstordnung, Gemeindeordnung, Lebensordnung, Paderborn 1957 (Die Botschaft Gottes, ‘Neutestamentliche Reihe 1). N. Kouromzine, La sainte Céne dans le Nouveau Testament, en Eucharisties @Orient et d’Occident, I, Cerf, Paris 1970 (Lex Orandi 46), p. 53-64. J. Jeremias, La derniére Céne, les paroles de Jésus, Cerf, Paris 1972 (Lectio divina 75), trad. francesa de la 4.* ed. alemana de Die Abendmablsworte Jesu, Van- denhoeck & Ruprecht, Gotinga 1967; trad. cast., La iiltima cena. Palabras de Jessis, Cristiandad, Madrid 1980, V. Warnack, Ein neuer Beitrag zur paulinischen Eucharistieauffassung, ALW 8 (1964) 457-467. X. LEon-Durour, Le partage du pain eucharistique selon le Nouveau Testament, Seuil, Paris 1982 (Parole de Dieu). § 1. Los relatos de la institucién de la eucaristia en el Nuevo Testamento En la primavera del aio 55 el apdstol Pablo escribe una carta ala Iglesia de Corinto, que él mismo habia fundado. Los cristianos son una minoria en esa ciudad y pertenecen a las capas ms pobres de la pablacién, lo cual no impide que haya entre ellos desigual- dades de fortuna que pueden dar lugar a graves abusos al celebrar las reuniones: Cuando os congregais en comtin, eso no es comer la cena del Sefior, pues cada cual se adelanta a comer su propia cena: y hay quien pasa hambre, y hay quien se embriaga. ¢Es que no tenéis casas para comer y beber? ¢O tenéis en tan poco As La eucaristia primitiva las asambleas de Dios que avergonzéis a los que no tienen? ¢Qué queréis que os diga? ¢Que os alabe? En esto no puedo alabaros. Yo recibi una tradicién pro- cedente del Sefior, que a mi vez. os he transmitido; y es ésta: que el Seftor Jesis, la noche en que era entregado...' Aqui se inserta el relato mas antiguo que poseemos de la ins- titucion de la eucaristia. Es la aparicién de diticultades en el fun- cionamiento de un rito ya bien arraigado en la practica de la co- munidad lo que induce a la misma a precisar la significacion de lo que practica. Y para ello, se remonta al hecho fundacional, a una «tradicién procedente del Senor». Pero, ¢cémo no preguntarse lo que pas6 en el transcurso de la Ultima cena de Jesis con los suyos? Los testigos no nos han dejado descripcién alguna: los tres primeros evangelios* —Juan no refiere Jo que aqui nos interesa— no son tan circunstanciales como las cartas de Pablo y, sin embargo, también estan destinados a dar cuenta de la vida de las Iglesias en que se constituyeron: redac- tados definitivamente unos quince o veinte afios después de la epistola a los Corintios, recogieron elementos més antiguos, notas escritas ya parcialmente organizadas, y también tradicién viva de los gestos y palabras repetidos en cada celebracién. El relato de Lucas es el mAs aproximado al de Pablo y parece también el mds conforme al desarrollo de los banquetes festivos entre los judios®: primero esta la preparacién y la bebida de una primera copa de vino por todos los comensales; a este rito se vin- cula una oracién cuyo contenido conocemos por testimonios mas recientes: Dios es bendecido por habernos dado el «fruto de la vifia», Esta expresin se halla en el tercer evangelio en labios de Jestis, el cual toma en primer lugar una copa. Pero la liturgia de la mesa empieza de verdad cuando el cabeza de familia parte el pan que sera distribuido entre los comensales, diciendo una f6r- mula apropiada. Y, cuando la cena termina, pronuncia, ante una copa nuevamente llena, una oracién mas larga que constituye un elemento importante del ceremonial. Es sin duda en esos dos mo- mentos, al principio y «después de haber cenado», donde hay que situar las palabras de Jesus relativas a su cuerpo y su sangre; por ello, muy probablemente, son las unicas que Pablo conservo. El relato de la cena en Marcos y Mateo se vincula a una tra- dicién distinta; esta mas elaborado y de algtin modo reconstruido: 1. 1Cor 11,20°235 jéase cuadro p. 316s. 2, Le 22,1420; Me 14,22-25; Mt 26,26-295 véase euadro, p: 3165. 3. CE infra, p. 316, 328. 314 Relatos de la institucién no se habla de la primera copa, y las palabras que segtin Lucas dijo el Seftor sobre la misma se vinculan a la tnica mencién del | vino que subsiste. Pero, sobre todo, los dos elementos que dieron lugar a la designacion del cuerpo y de la sangre de Cristo se pre- sentan de un modo simétrico y colocados indistintamente «mien- tras estaban comiendo», uno después del otro, sin que se men- cione el intervalo de la cena. La férmula pronunciada sobre el caliz } se-presenta-de-una-forma diferente-y podemos observar también | otras particularidades. Quizas esa nueva redaccién se explica en | parte por la evolucién de los usos litirgicos. Parece que muy pronto se dejé de celebrar la eucaristia en el marco de una comida (aunque comieran juntos antes.o después). Si ello fue asi, cosa que parece probable, en la época y en las Iglesias en que se redacté el relato, se comprende que Marcos y Mateo no se atuvieran a los detalles del ritual judio de la mesa y que presentasen encadenados y sin interrupcién los gestos del Sefor sobre el pan y el vino, ya | que las cosas se hacian asi en las asambleas cristianas. Pablo y Lu- ! cas permanecieron fieles a testimonios mas antiguos, pero la nueva practica, que sdlo comportaba una tinica accion de gracias comin al pan y al vino, explicarfa que no insistieran en la formula de la | bendicién de la copa, que, sin embargo, era la mas importante en el ceremonial de Israel. A pesar de esas dos tradiciones, vemos en ambas la misma es- tructura, articulada por la sucesién de cuatro verbos, el ultimo de los cuales no se halla, ciertamente, en la epistola a los Corintios, pero puede ser suplido por el contexto: 1. Jesiis tomé pan, y luego una copa de vino, 2. dio gracias o pronuncié la bendicion, 3. partio el pan, 4. dio a sus discipulos. A este ultimo gesto se unen las palabras: «Esto es mi cuerpo... mi sangre»; es importante situarlas en ese conjunto. La catequesis e incluso la teologia han recurrido a menudo a simplificaciones engaftosas que solo se fijaban en estas palabras, con el peligro de transformarlas en formulas cuasi magicas, olvidando los demas as- pectos, sobre todo la’plegaria pronunciada por Jesus. El cardcter estereotipado de esta composicién, cuyas palabras clave aparecen en las diversas redacciones, parece indicar que se trata de un texto memorizado, sin duda porque se utilizaba en la celebracién. Dichos términos pueden también desempefiar el pa- 315, c La eucaristia primitiva 1 Cor 11,23-26 Le 22,14-20 14 Cuando llegé la hora, se puso Jestis ala mesa, y los apéstoles con él. 15 Y les dijo: «Con ardiente deseo he deseado. comer esta pascua con vosotros antes de padecer. 16 Porque os digo que ya no Ia voy a comer més hasta que se cumpla _enelreino de Dios.» 17 Tomé luego una copa, y después de r citar la accién de gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros; 18 por- que os digo que, desde ahora, yano be- beré del producto de Ia vid hasta que legue el reino de Dios.» Sheeran tmnt ll. a noche en que era entregado Senor Jestis tomé pan; 19 Luego tomé pan, 5 de recitar la accién de gracias, y después de recitarla accin de gracias, coe milo praeees mo y se lo dio a ellos diciendo: «Esto es mi cuerpo, ‘ (ebxa- guomPévtw), y su envio a los ausen- tes por medio de los diaconos. labra, con las lecturas, la homilia y la plegaria universal, y la li- turgia de la eucaristia, con la presentacién del accion de gracias consagratoria y la comunién. Se insiste en primer lugar en la reunién de los hermanos: los cristianos no se dispersan; todos acuden a un mismo lugar y su reunién esta organizada: como cabeza, tiene un «presidente» que toma la palabra después de fas lecturas, recibe las ofrendas y dice Ja plegaria eucaristica; su funcién no es s6lo cultual ya que, como — veremos més adelante, también le compete socorrer las necesida- des de los pobres. Ese presidente no pue pero hay otros actores de la celebracién: el que lee, los que pre-_ «el pan, el vino y el agua» (aunque la formula sea ee sonal), los diéconos que dan la comunién, y el mismo puel lo, cuyo amén manifiesta su participacion. 322 el presidente, segin sus fuerzas 1 pan y el vino, la de ser mas que el obispo; 7 Primeras menciones de la eucaristia La liturgia de la palabra incluye pasajes del Nuevo Testamento; son las memorias o «recuerdos de los apéstoles», expresion de la que Justino se sirve en otro pasaje para designar los evangelios'®, Pero también se lee el Antiguo Testamento; es sin duda lo que hay que entender por » JUDIA A LA PLEGARIA EUCARISTICA CRISTIANA BiBLIOGRAFIA G. Dix, The Shape of the Liturgy, Dacre Press, Westminster 1945, 51952. J.P. Auvet, Esquisse historique du genre littéraire de la «bénédiction et de Peeucharistie» chrétienne, «Revue Biblique» 65 (1958) 371-399. L. Licter, Autour du sacrifice eucharistique. 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Lecasse, Ebyaguteiv er Ethoyetv, en Mens concordet voci, Mélanges Mar- timort, t. 2, Desclée, Paris 1983. — 4 «E presidente, segiin sus fuerzas, eleva preces y acciones de gracias.» Esta indicacion proporcionada por Justino no nos ilustra_ mucho-acerca de cémo.era, en esa época, la plegaria eucaristic: El Nuevo Testamento también es muy discreto sobre las palabras _ de Jests cuando «da gracias» 0 «pronuncia la bendicién» sobre el pan y el vino. Seria peligroso resignarnos a esta ignorancia y con- servar solamente las palabras explicitamente citadas en los relatos de la cena, como: «Esto es mi cuerpo..., esto es mi sangre.» Sin se sittin en su contexto de oracién propio, tales expresiones co- rren el riesgo de ser mal entendidas: para Justin, las ofrendas son consagradas porque son «eucaristizadas», porque sobre ellas se ha dicho la accién de gracias. § 1. La accién de gracias de la cena ¢Podemos referirnos a las tradiciones judias relativas a los ban- quetes festivos?! Sdlo fueron puestas por escrito a partir del si- glo ude nuestra era, pero las indicaciones dadas en dicha época por la Misnah se remontan a tiempos mucho mas antiguos. Parece, pues, legitimo extraer algunas indicaciones del capitulo dedicado a las Berakot (en singular: Berakah), es decir, a las «bendiciones» — utilizadas sobre todo como oraciones de la mesa. I Para acompanar la primera copa y la fraccién del pan, que in- troducen el rito, se dice”: q Bendito seas TG, Sefior, Dios nuestro, rey del universo, que nos das el fruto dela via. a : Bendito..., que haces que la tierra produzca el pan. Prescindiendo de si la cena fue © no una comida pascual, lo que nos interesa es que Lucas en especial haya querido vincular el acontecimiento con ese «memorial» de Ia antigua alianza, del que cons. —__kyerel cumplimiento. Por otra parte, la Pascua solo se diferenciaba por los alimentos servidos y. algunas palabras insertadas en la trama ‘del desarrollo habitual. 7 Miinah, Berakot VL, 1; ed. de E. GucENHEM, Presses du Temps présent, Paris 1968, p. 25: wa. a Misnd, Nacional, Madrid 1981. cast: 328 5 Bendicién de la cena Y, una vez terminado el servicio, se pronuncia una formula més larga, la birkat ba-mazon, ante una copa nuevamente llena. La Misnah no ofrece su texto completo, pero podemos hacernos una idea del mismo a partir de testimonios més recientes’. Es una plegaria que contiene primero una «bendicién» en dos partes: para el alimento y para la «tierra»: Bendito seas tii, Sefior, Dios nuestro, rey del universo, que alimentas el mundo por tu bondad, gracia y misericordia. Bendito seas ti, Sefior, que ali- mentas el universo. Te damos gracias, Seftor, Dios nuestro, pues nos has dado en herencia la tierra deseada, la alianza, la Torab, la vida y el alimento. Por todo ello te-damos gracias -y bendecimos tu nombre por siempre. Bendito seas, Sefor, por la tierra y por el alimento. Luego la berakah se transforma en tefillah, es decir, en stiplica para que la obra evocada Ilegue a cumplimiento: Ten misericordia, Sevior Dios nuestro, de Israel, uu pueblo, y de Jerusalén, tu ciudad, y de Sién, morada de tu gloria, y de tu altar y tu santuario. Bendito seas, Seftor, ta que edificas Jerusalén‘. Hallamos versiones més desarrolladas de estas oraciones y, a veces, divergentes en algunos puntos; pero hay que tener en cuenta que es una tradici6n oral: los formularios se transmiten en forma de un esquema preciso, con expresiones estereotipadas que todos saben de memoria, a partir de las cuales se ejercita cierta libertad de composicién. Adiciones y variantes no afectan la con- ciencia que se tiene de una conformidad y de una fidelidad a lo que se ha aprendido y recibido. Y cuando se siente la necesidad de fijarlo por escrito, se hace sin duda teniendo en cuenta el es- quema y las palabras clave que lo estructuran, y mucho menos los detalles de una redaccién literal. Es casi seguro que Jestis se comporté en la ultima cena como todos los judios de su tiempo que tenfan que presidir una comida. Proclamé las formulas que le dictaba el uso y cuyo tenor era el de las plegarias que hemos presentado; pero es probable que usara de la libertad de que gozaba para introducir adaptaciones, e incluso para dar un sentido nuevo a las palabras antiguas. 1K. Hinuny, La Birkat ha-mazon, en Mélanges B. Botte, Abadia de Mont César, Lovaina 1972, 4. Siddur R. Saadja Gaon, Kitab gami as-salawat wat-tasabih, ed. de 1. Davinson, $, Assar, B.L Jous, Jerusalén 1941y.p. 102. 329 c La eucaristia primitiva La tradicion distingue dos clases de «bendiciones»: las peque- fias berakot que contienen una sola frase, como las que hemos transcrito para la primera copa y la fraccién del pan, y las grandes berakot, como la del final de la comida o las que rodean la lectura de la Torah en el oficio sinagogal, las cuales tienen un desarrollo més amplio y terminan en suplica. No es imposible que Marcos y Mateo sefialaran la distincién entre ambas formas empleando dos palabras distintas: «recitando la bendicién», para el pan y «reci- tando la accién de gracias», para la copa. §2. La plegaria de la Didakbé BIBLiOGRAFIA La Didaché 0 Doctrina de los doce apéstoles, texto griego y version cast. de D. Ruiz, en Padres apostolicos, Catdlica, Madrid 1950 (BAC 65). a J.P. Auber, La Didache. Instruction des Apotres, Gabalda, Paris 1958 (Etudes bibliques). W. Roxvor®, Les priéres eucharistiques de la Didaché, en Eucharisties d’Orient et d’Occident, t. I, 1970 (LO 46), p. 64-82. TJ. Tatty, De la Berakah a Vencharistic... LMD 125 (1976): La Birkat ha- ‘Mazon et la Didach®, p. 22-28. E. Mazza, Didache IX-X. Elementi per una interpretazione encaristica, EL 92 (1978) 393-419. W. Rorporey A. Tumitr, La Doctrine des douxe Apétres, Cerf, Paris 1978 (SChr 248). G. Girauno, La seruttura letteraria, p. 249-253. En esa coleccién de diversas piezas que es la Didakhé, los ca- pitulos 9 y 10 generalmente se atribuyen a un autor mas antiguo que el del pasaje citado antes*; él mismo se debié inspirar en fuen- tes anteriores, pues las plegarias que reproduce presentan un ca- racter muy arcaico. Es, pues, verosimil que nos hallemos muy cerca del tiempo de las primeras redacciones de los evangelios si- népticos, en las comunidades de Palestina o de Siria, donde en- cajaria muy bien la evocacién de los campos de trigo en las colinas. Primeramente sobre el céliz: Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa vifia de David, tu siervo, fa que nos diste a conocer por medio de Jesés, tu siervo. 5. Chi supra, p. 320. 330 Plegaria de la Didakhé A ti sea la gloria por los siglos. Luego sobre el fragmento: Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos manifestaste por medio de Jestis, tu siervo. ‘A ti sea la gloria por los siglos. Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo uno, asfsea reunida tw Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente. Que nadie, empero, coma ni beba de vuestra eucaristia, sino los bautizados enel nombre del Sefior, pues acerca'de ello dijo el Sefior: «No deis lo santo a los perros.» 10. Después de saciaros, daréis gracias asi: Te damos gracias, Padre santo, por tu santo nombre, que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe y Ia inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jestis, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos. Ti, Seior omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu nombre y diste a los hombres para su disfrute comida y bebida, para que te dieran gracias. Mas a nosotros nos hiciste gracia de comida y bebida espiritual y de vida eterna por tu siervo. Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. ‘A ti sea la gloria por los siglos. Acuérdate, Senor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y retinela de los cuatro vientos, santificada, en el reino tuyo, que has preparado. Porque tuyo ¢s el poder y la gloria por los siglos. Venga la gracia y pase este mundo. jHosanna al Dios de David! El que sea santo, que se acerque. El que no lo sea, que haga penitencia. Marana tha..Amén. A los profetas, permitidles que den gracias cuantas quieran*. Las prescripciones rituales, que quizd se deben al redactor, precisan: «sobre el cdliz... sobre el fragmento... después de sacia- 9-103 trad, cast. de D. Ruwz, en Padres apostélicos, Catélica, Madrid 1950 (BAC 65), p. 86-88. Hemos modificado ligeramente el texto de la versi6n castellana 331 La eucaristia primitiva ros» y corresponden a los tres momentos mencionados por san Lucas: «Tomé una copa..., tomo pan..., después de haber ce- nado.» Debemos, pues, considerar como un todo los dos capitulos de la recopilacién; se trata de un ritual conforme al de los ban- quetes festivos del judaismo. Sin embargo, se trata de una cele- bracion cristiana, aunque sdlo fuera por las referencias explicitas al nombre de Jestis. Primero hallamos una pequena berakah para la primera copa, otra para el pan y, finalmente, una férmula tri- partita cuyos dos primeros elementos se presentan como una transposicién de la bendicién para el alimento, la tierra, Ja alianza y la Ley; enla tefilla, el. cumplimiento de las maravillas de Dios se realiza por la salvaguardia y reunion de la Iglesia en el reino. Algunos tinicamente ven ahi una comida religiosa, que quiza precedia a la celebracién sacramental’. Para otros, se trata cier- tamente de ésta; entonces este testimonio se tendria que hacer re- montar a una época antigua, incluso si se coloca en una comunidad que hubiera conservado durante mas tiempo que otras el uso pri- mitivo. Pero ello no parece imposible: las prescripciones rituales dicen: «Respecto a la eucaristia» y este término, un poco mas ade- lante, designa algo que se come y se bebe y que, por otra parte, esta reservado a los bautizados. Sin duda falta el relato de la ins- titucién, pero el texto ofrecido se presenta Gnicamente como un esquema de libre composici6n; es lo que parece venir indicado al final del pasaje: «A los profetas, permitidles que den gracias cuan- tas quieran.» Los discipulos querian obedecer la orden que habian recibido: «Haced esto en memoria mia» y tuvieron que expresar la significacion de los ritos que celebraban al hacer memoria de la cena, cuyo relato —lo vimos antes—, habia adoptado muy pronto una forma estereotipada; pero, en lugar de insertar esta evocacién en la trama de las oraciones, que se limitaban a las bendiciones pronunciadas por Jess, ¢por qué no podrian haberla convertido én una introduccion a la celebracién, como la conmemoracion de la salida de Egipto en el ceremonial de la cena pascual? En cuanto a la formula: «El que sea santo, que se acerque>, se puede ver en ella una invitacién.a celebrar el sacramento, pero, ¢no puede ser una monicién antes de la comunién? Sin embargo, no olvidemos el cardcter hipotético de una reconstitucin de este tipo. En todo caso se puede Ilegar a la conclusién de que la accién FEE JP. Avner, La Didake, Instruccion des Apétres, Gabalda, Paris 1958 (Evudes bibliques) p. 415-417. 332 Plegaria de la Tradicion apost6lica de gracias cristiana aparece como la heredera de la «bendicién» judia. Esta impregnada sobre todo de una contemplacidn del Se- fior como autor de todas las maravillas de la creacion y de la his- toria de la salvacion, alabanza del dador mas que reconocimiento por los dones recibidos. Y es el término excaristia el que traducira esta actitud; ciertamente, en la lengua griega expresa solo el agra- decimiento; por ello, -sin-duda, los-traductores-alejandrinos de la Biblia prefirieron otros vocablos, pero el uso de la Iglesia le ha dado una nueva comprensién que se inspira en el Antiguo Tes- tamento. Ademis, el evangelio dard a la espiritualidad de Israel su mas_perfecto.cumplimiento,.desde-el momento en que «dar gra- cias» se hace equivalente de «celebrar la eucaristia»: la plegaria se convierte en accién. §3. La plegaria eucaristica de la Tradicién apostélica BIBLIOGRAFIA B. Borte, La Tradition apostolique de saint Hippolyte, Aschendorfi, Minster 1963, °1989 (LQF 39), p. 30-33; ed. abreviada: Cerf, Paris 1968 (SChr 11is). R.H. Connotty, The Eucharistic Prayer of Hippolytus, JTS 1938, p. 350-369. G. Dix, The Treatise on the Apostolic Tradition of St. Hippolytus of Rome, SPCK, Londres 1939, p. 75-78. J.M. Hanssens, La Liturgie d’Hippolyte, 1, Pontificio Instituto Oriental, Roma 1959 (OCA 155), p. 431-441. L. Bouyer, Eucharistic, p. 158-181; trad. cast., Excaristia, Herder, Barcelona 1969, p. 166-191. C. GirauDo, La struttura letteraria, p. 290-295. La primera plegaria eucaristica parecida a las nuestras que se ha podido datar se remonta a los alrededores del afio 225; se halla en un documento que ha sido identificado con la Tradicién apos- tolica de Hipélito; por lo tanto, puede considerarse como origi- naria de Roma, pero no se puede decir en qué medida representa la practica de dicha Iglesia. El autor, en efecto, la presenta como una composici6n que se inspira en la tradicién y que él propone al obispo, pero, tal como él mismo dice, «no es necesario que pronuncie las mismas palabras... como si se esforzara por decirlas de memoria»*. Por desgracia, este formulario, que seguramente se compuso La Tradition apostolique de saint Hippolyte, 9; ed. de B. Borre, Aschendorff, Minster 1963 (LQF 39), p. 28-295 ef, también La Tradicién apostolica, Sigueme, Salamanca 1986, p. 5 333 La eucaristia primitiva en griego, sdlo nos ha Ilegado a través de traducciones’, que per- miten reconstituirlo: —E] Sefior esté con vosotros. —Y con tw espiritu. —Levantad vuestros corazones. —Los tenemos levantados hacia el Seftor. Demos gracias al Seftor. — pbs Es justo y necesario. "Te damos gracias, oh Dios, por tu Hijo muy amado Jesucristo, a quien en los “lkimos tiempos nos enviaste como salvador, redentor y mensajero de tu designio. Eles tu Verbo inseparable, en quien tienes tu complacencia, a quien desde el cielo enviaste al seno-de una-virgen, y-quien, habiendo sido concebido, se encarné y manifest6 como Hijo tuyo, naciendo del Espiritu Santo y de la Virgen. EL, para cumplir tu voluntad y adquirirte un pueblo santo, extendi6 sus brazos mientras sufria, para librar del sufrimiento a los que en ti creen. ‘Cuando se entregaba a la pasion voluntaria, para destruir la muerte y romper las cadenas del diablo, para aplastar el infierno y llevar a los justos a la luz, para fijar la regla (de fe) y manifestar la resurrecci6n, tomando pan, pronuncié la ac- cidn de gracias y dijo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo, partido por vosotros.» Del mismo modo, tomé el ciliz, diciendo: «Esta es mi sangre, derramada por vosotros, Cuando hacéis esto, hacedlo en memorial mio.» Por eso, haciendo memoria de su muerte y resurreccién, te ofrecemos este pan y este céliz, dandote gracias por habernos hecho dignos de estar ante ti'y de servirte como sacerdotes. Te suplicamos que envies tu Espiritu Santo sobre la oblacién de la santa Iglesia congregindola en la unidad. Da a todos los que participan en tus santos misterios la plenitud del Espfritu Santo, para que sean confirmados en su fe por la verdad, a fin de que te alabemos y glorifiquemos por tu Hijo Jesucristo, por quien se da ati la gloria y el honor, con el Espiritu Santo en la santa Iglesia, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén", Después de observar la ausencia del Sanctus y de las interce- siones, reconocemos la estructura de conjunto que nos es familiar y podemos, sin atentar contra la unidad funcional del texto, dis- tinguir sus elementos. 1, La expresion de la acci6n de gracias. Después de un didlogo entre el obispo y la asamblea, que hallamos en todas partes, con pocas variantes, y que tiene sus antecedentes en el ritual judio, se expresan, como en las berakoth, los motivos que se tienen para bendecir al Sefior; aqui la formulacién es claramente cristolégica: - 9a obra nos ha llegado-en dos dialectos coptos, en arabe, en etidpico y, en parte, en latin. Le misma plegaria eucaristica, después del didlogo introductorio, sélo se conserva en las dos dltimas versiones. 10. La Tradition apostolique, 4; 0.c., p. 11-17; trad, cast. en J.M. Sancez Caro y V. MARTIN Puxpapo, La gran oracién eucaristica, La Muralla, Madrid 1969, p. 136-137. 334 Plegaria de la Tradicin apostélica obra creadora y redentora del Verbo encarnado que se forma un pueblo por su muerte y resurreccién. Todo se presenta en tér- minos de accidn de gracias, que volveran a salir en el momento de la anamnesis y estaran subyacentes a la doxologfa final: toda la plegaria es «eucaristica». 2,-El relato de la institucién. La evocaci6n de la cena se inserta en la trama del texto: continua dirigiéndose al Padre. Es de una gtan sobriedad, ateniéndose a lo esencial, y atestigua una tradicion oral independiente de las redacciones de la Escritura. 3. El memorial (anamnesis) y la ofrenda. Tomando pie de la orden de Cristo: «Hacedlo en memorial mio», el formulario pro- sigue: «Por eso, haciendo memoria...», mencionando la muerte y la resurreccién del Hijo. El memorial, en el sentido biblico de la palabra, no es, como en las lenguas modernas, una simple refe- rencia al pasado. La celebracion nos hace entrar en la memoria de Dios para quien «mil afios son como un dia»"', y nos hace de algan modo contemporaneos de las maravillas de antano'*. Y si esto es verdad para las fiestas de Israel, lo es de un modo mis real todavia para la Iglesia, cuya cabeza vive actualmente en la gloria. También puede presentar a Dios el sacrificio de su Sefior hecho presente en el sacramento: «Haciendo memoria... te ofrecemos...» Todo ello se dice en una sola frase, como si fuera una sola cosa, en estrecha unidad con el relato de la institucién. 4. La invocacién de los frutos del sacrificio sobre los comul- gantes. «Te suplicamos...» Después de la accién de gracias viene la sdplica; es la estructura especifica de la espiritualidad judeo- cristiana. Y asi como la primera se desarrollé en una dimensién sacramental, la segunda implora el cumplimiento de las maravillas de Dios en la comunién. E] objeto principal de la peticion es que los fieles reciban «la plenitud del Espiritu Santo», segin la expre- sién de los Hechos de los apéstoles en Pentecostés'’, y que su fe sea confirmada por Ja verdad, pero recibiran estas gracias al par- ticipar en los santos misterios: el pan y el vino son como el ve- hiculo que utiliza el Pardclito para producir sus frutos en la vida Sal 894, a 12. Cf. M, THURIAN, L’Euchariste, mémorial du Seignewr, sacrifice d'action de grace et d’intercession, Delauchaux et Niestlé, Neuchitel 1959, 13. Act 2,2 335 La eucaristfa primitiva de los que los reciben. Sin duda se explica asi el comienzo de esta secuencia, que solicita la venida del Espiritu sobre la oblacién"*. 5, La doxologia. Las ultimas palabras de la plegaria vuelven a sacar el tema de la accién de gracias al Padre por mediacién de Jesucristo. Observemos la formula original en otros pasajes de Hi- polito: «Con el Espiritu Santo en la santa Iglesia.» 6. El amén. Se trata ciertamente de una respuesta de la asam- blea, tal como Justino dice con insistencia. §4. Una antigua anafora siriaca BIBLIOGRAFIA E.C. Rareumr, The Original Form of the Anaphora of Addai and Mari, YTS 30 (1928-1929) 23-32. A. Rass, Le récit de Vinstitution eucharistique dans Vanaphore chaldéenne et ma- labare des Apétre, OCP 10 (1944) 216-226. B, Borre, L’anaphore chaldéenne des Apatres, OCP 41 (1949) 259-276. B. Borre, Problemes de Panaphore syrienne d’Addai et Mari, OS 10 (1965) 89- 106. Leanaphore maronite de saint Pierre III, ed. de J.M. Saucer, Anaphorae syriacae, 2, fase. 3, 1973, p. 275-329 (texto sirfaco y version francesa); trad. francesa: M. Haves, Liturgie maronite, histoire et textes encharistiques, Mame, Tours 1964, p. 295-318. W. Macbuatn, The Oldest Known Text of the Anaphora of the Apostles. Addai ‘and Mari, OCP 32 (1966) 335-371. D. Wess, Variations dans les versions manuscrites dai et de Mari, SE 18 (1967-1968) 478-523. D. Wess, La liturgie nestorienne des apétres Addai et Mari dans la tradition ma nuserite, on Eucharisties d’Orient et d’Occident, 2, Cerf, Paris 1970 (LO 47), p. 25-49. W' Maconer, The Maronite and Chaldean Versions of the Anaphora of the “Apostles, OCP 37 (1971) 54-84. W. Macousen. A Theorie of the Origin of the Syrian, Maronite and Chaldean Rites, OCP 39 (1973) 235-242. RJ. Gatvin, Addai and Mari Revisited, the State of the Question, EL 87 (1973) 393241¢-——____—--- a B, SoiNxs, The Original Form of the Anaphora of the Apostles. A Suggestion in the Light of Maronite Sharar, EL 91 (1977) 146-161. de la liturgie nestorienne d’Ad- _ Far Hew palabras, que pueden ororgar al passe la caificacion de epiles, perteneaean 0 00.44 redacein pista de Hipclito, no dicen mis que So signficaign obvi avid divna llega ala comunidad dace oT capoces eucaristicas. Cf. B. BOTTE, Lepiclise de Vanaphore d’Hippolyte, RTAM 14 (1947) 241-251 y L. BOuvER, 0.¢., p. 179-184 (ed. cast.) 336 Antigua anéfora siriaca Hipdlito no es el tnico testigo de la antigitedad: de las regiones de lengua sirfaca nos ha Ilegado un formulario, cuyos caracteres arcaicos pueden hacerlo remontar mas o menos a la misma época; pero no quedé fijado en ningtin documento del siglo m1 como el de la Tradicién apostélica y ha permanecido vivo en la liturgia bajo dos formas diferentes: la Andfora (es decir —segin | Ja terminologia oriental—la plegaria eucaristica) de Adday y Mari’, usada por los sirios orientales y la que conservan los maronitas, conocida con los nombres de tercera andfora de san Pedro o Sharar'*. Pero ello hace dificil la datacién de su origen y obliga aun intento de re- construccién.a partir de manuscritos. recientes" He aqui los principales pasajes de este texto separ ambas tra- diciones: Adday y Mari Sharar 1. Es justo que demos gloria con todas nuestras bocas y que demos gra- cias con todas nuestras lenguas al nom- bre, digno de admiracién y gloria, del Padre y del Hijo y del Espiritu Santo, gue ha creado el mundo por su gracia y.alos habitantes de él por su clemen- cia, y ha salvado a los hombres por su misericordia y nos ha hecho a nos- otros, mortales, una inmensa gracia. (Sanctus con su 2. Y con los ejércitos celestiales te damos gracias, Senor, también nos- otros, tus pobres servidores, del les y miseros, porque nos diste una gracia inmensa que con nada se Gloria a ti, nombre admirable y glorioso del Padre y del Hijo y del Es- piritu Santo, que creaste el mundo por tu gracia y a sus habitantes por tu mi- sericordia, y con tu gracia nos redi- miste a nosotros, mortales. introduccién) Te damos gracias, Sefor, nosotros tus siervos pecadores, porque nos diste una gracia inmensa que con nada se puede pagar. Pues te has revestido de nuestra humanidad para Ilenarnos de 15, W.F, Macomsen, The Oldest Known Text of the Anaphora of the Apostles Addai and Mari, OCP 32 (1966) 335-371; texto siriaco y trad. latina, p. 358-371. Macomber basa su edicién en un ma- nnuscrito del siglo x descubierto en Mosul (los manuscritos més antiguos conocidos hasta entonees databan mas 0 menos del aio 1500). 16, Anaphora saiictt Petri Apostol tert 1. 2, fase. 3, 1973, p. 279-329 (manuscrito de 1454). v7. CEE. y trad. lat, de J.M. Saoet, en Anaphorae syriacae, Rarcuirr, The Original Form of the Anaphora of Addai and Mari, JTS 30 (1929) 23- 32; B. Borre, L’Anaphore chaldéenne des Apatres, OCP 15 (1949) 259-276 y Problémes de Panaphore ‘grienne des apatres Addai et Mari, OS 10 (1965) 98-106; H. ENaneRDiNG, Urgestalt, Eigenart und Ent- wicklung eines altantiochenischen euchansstischen Hochgebetes, OC, 3s. VIL (1932) 32-48, v Zum ana ‘phorischen Fiirbisigebet. der ostsyrischen. Liturgie der Apostel Addaj und Mar(), OC, 4 s. V (1957) 102- 124; TJ, Tattey, De la berakah a l'eucharistc, une question é réexaminer, LMD 125 (1976) 7-37 (L’Ana~ phore d’Addat et Mari, p. 30-34). Trad. cast. de la anafora de Adday y Mari en J.M. SANCHEZ Cao y V. Maatin PINDADO, o:c,, p. 210-214 337 ————————————————— C La eucaristfa primitiva puede pagar. Porque te has revestido ee nuestra humanidad para llenarnos de vida por tu divinidads nos has le~ vantado de nuestra humillacién, has re~ Construido nuestra ruina, has resuci- tado nuestra mortalidad, has perdo- nado nuestras deudas, has justificado nuestra culpabilidad, “has” iluminado nuestra inteligencia, y has vencido, Se- for y Dios nuestro, a nuestros ene~ migos, haciendo triunfar la pequeftez de nuestra débil navuraleza, por las abundantes misericordias de tu graci Y por todas tus ayudas y tus gracias en favor nuestro, te rendimos alabanza a ti y honor y confesion y adoracion ahora y siempre y por los siglos de los sighos. Amén. 3, Senor, por tus muchas ¢ inefa~ bles misericordias haz memoria buena de todos los padres piadosos y justos, que han sido agradables a tus 0j05, en Ta conmemoracion del cuerpo y la san- gre de tu Cristo, que te ofrecemos so- Bre el altar puro y santo, como ti nos ensefiaste; y danos la tranquilidad y la paz que de ti proceden, todos los dias del siglo. (Intercesiones) 4. Y también, Sefior, nosotros, tus pobres servidores, debiles y miseros, ue estamos congregados y_asistimos site tu presencia en este instante, he- mos recibido por tradicién el ejemplo que viene de ti, alegrandonos, glorifi- ‘endo, exaltando, conmemorando y Celebrando este misterio grande y tre- mendo de la pasion, de la muerte y de Ia resurrecciOn de nuestro Sefor Jesu- cristo. — 5, Venga, Seftor, tu Espiritu San- to y descienda sobre esta oblacion de tus siervos, y la bendiga y la san- tifique, a fin de que~seapara_nos~ otros, Sefor, para remision de las deudas y-perdén de los pecados, 338 vida por tu divinidad; nos has levan- tado de nuestra humillacién, has re- construido nuestra ruina, has resuci- tado nuestra mortalidad, has perdo- nado nuestras deudas, has justificado fuestra culpabilidad, has iluminado nuestra inteligencia, has vencido a nuestros enemigos y bas hecho triunfar la pequefiez de nuestra débil natura- leva. Por todas estas gracias te alaba- mos y veneramos en tu santa Iglesia, ante tu altar propiciatorio, ahora... Sefior, por tu gran misericordia, haz memoria buena de todos los padres piadosos y justos, en la conmemora~ cién de tu cuerpo y de tu sangre, que ofrecemos sobre el altar puro y santo, como ti, Maestro nuestro, nos ense- faste. (Relato de Ia instituci6n) ___ (Ofrenda ¢ intercesiones) Venga, Sefior, tu Espirit vivo ¥ santo y descienda sobre esta oblacién de tus siervos, a fin de que sea pare ‘cuantos la reciben, para remision de las deudas, perdén de los pecados, feliz resurreccién de entre los muertos Antigua andfora siriaca para la gran esperanza de la resurrec- cidn de los muertos y para la vida eterna en el reino de los cielos con to- dos los que han sido agradables a tus ojos. 6. Y por toda tu admirable eco- nomia en fayor nuestro te damos.gra- cias y te glorificamos sin cesar en tu Iglesia redimida con la sangre preciosa de tu Cristo, en alta voz y descubiertos los rostros dirigiendo la alabanza, el y vida eterna en el reino de los cielos para siempre, Y por tu economia gloriosa en fa- Yor nuestro,. nosotros, tus siervos pe- cadores salvados por tu sangre victo- riosa, abriendo la boca en tu Iglesia santa y ante tu altar propiciatorio, te damos gracias, ahora... honor, la confesi6n y Ja adoraci6n atu nombre viviente y vivificante ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. 1. La accion de gracias El dialogo de introduccién, por lo menos en la forma muy elaborada que presenta y que es distinta en cada una de las dos tradiciones, ciertamente no pertenece a la redaccion primitiva. La accién de gracias evoca la creacién y la obra de salvacion realizada por Cristo; el Sanctus, con la mencién de los angeles que lo in- troduce, podria ser una adicién que interrumpe la trama de la re- daccién mas antigua. Hay razones para comparar ésta con for- mulas judias de bendiciones, cuya influencia sin duda se conservé mejor en ese contexto semitico que en otros ambientes. La plegaria empieza dirigiéndose al nombre divino, explicitado, probable- mente ms tarde, por referencia a las tres personas de la Trinidad, pero que, en una teologia todavia poco elaborada, podria designar al mismo Salvador, ya que es a él a quien inmediatamente se dirige la oracién. La evocacion de «las abundantes misericordias de la gracia> termina con una doxologia y un Amén, como indicando el término de una primera parte, que quizé corresponde al aspecto de alabanza de las berakot, que luego se transforman en stiplica. De hecho, lo que sigue es una oracién de peticién que hace memoria de los justos de la antigiiedad que se beneficiaron de las maravillas de Dios, lo cual quiza dio lugar a la introduccién pos- terior de las intercesiones; éstas, en efecto, aunque sean una com- posicién muy antigua, solo figuran en este lugar en la anafora cal- dea. Se trata sin duda de una transicién que conduce a la pers- pectiva sacramental de la accion eucaristica. 339 La eucaristia primitiva Observemos que este formulario, a partir de este momento ha- bla de Jestis en tercera persona, mientras que el Sharar continta hasta el final dirigiéndose a él, lo cual podria ser asi en el conjunto primitivo. 2. El problema del relato de la institucién-y de la anamnesis Lo que més ha llamado la atencién de los comentaristas de Adday y Mari es la ausencia del relato de la institucién, que quiza no se remonta a las redacciones antiguas'*. En efecto, el parrafo 4 tiene el aire de una anamnesis. Sin embargo, no es la idea del «memorial» sino la de la reunion la que serviria de gozne con una evocacién de la cena. Pero, la Andfora de Teodoro, en uso en la mayoria de las Iglesias en que se utiliza la de los apéstoles, se inspira en ella en parte y posee un relato que termina con estas palabras: «Haced esto cuantas veces estéis congregados en me- morial mio.» La hipdtesis de que un texto similar podria haber figurado en este lugar se hizo sin referencia al Sharar. Ahora bien, éste presenta precisamente en este lugar la pieza que falta, pero en una redaccion distinta de la que hemos evocado y, sobre todo, no contiene un paralelo a la seccion considerada como una anamnests, que, sin embargo, parece muy antigua, puesto que se sittia fuera de las elaboraciones ulteriores por la ausencia de todo vocabulario sacrificial, Cuando comprobamos el vinculo estrecho que gene- ralmente une evocacién de Ja cena y memorial de los misterios de Cristo, nos quedamos por lo menos sorprendidos de que esos dos formularios sélo presenten uno u otro de dichos elementos. Ante tales dificultades, no olvidemos que la eucaristia siriaca se trans- mitié oralmente antes de quedar fijada por escrito y puede haber sufrido manipulaciones. Observemos finalmente que las plegarias de san Pedro y de Teodoro hablan de bendicién sobre el pan y de accion de gracias sobre la copa, segdn la distincién —rara en la liturgia— que hallamos en Marcos y Mateo, mientras que no hay ningun otro signo de dependencia de los evangelios. Ta Wane i demosttacign de B: Borne en los dos articulos itados: Dicho autor se separ: of 8 punto, de Rarcure y no ha sido seguido por todos. Sin embargo; nosours admitimos la mayoria de sus aa oeaercut na parecen quedar desvirtuadas por el descubrimiento posterior de “Macomber ni por lt comparacién, que Botte no hace, con el Sharar. 340 Primeras plegarias eucaristicas 3. La invocacién de los frutos del sacrificio sobre los comulgantes La plegaria concluye con una peticién en forma de epiclesis. Aunque algunos hayan dudado de su autenticidad"’, parece que es original; en todo caso, como demuestra el paralelismo de su es- tructura; -se-escribiG-en-siriaco-y no fue traducida del griego y es antigua, ya que sirvié de modelo a los formularios ulteriores de Ja tradiciOn siriaca oriental. ;Es extrafio que aparezca aqui la pa- labra « —«Si, en mi casa hemos celebrado el Dominicum»'. Esta palabra designa sin duda la eucaristia, pero no se trata de una si- tuacién excepcional provocada por la persecucién, esa «guerra de- clarada por el diablo» para, entre otras cosas, «derruir las basilicas consagradas al Sefior»’, segin la expresién del redactor de las Ac- tas de dichos martires. El término empleado es todavia raro en esa época, pero parece indicar que habia edificios destinados a acoger la reunién. Efectivamente se mencionan, con otros nombres®, a lo largo del siglo 111, pero, excepto en los tiltimos afios del periodo, ni en los documentos ni en la arqueologia hay indicio alguno que permita pensar que se tratase de construcciones edificadas para di- cho uso con un plan apropiado. Sabemos, por el contrario, que las comunidades que tenian algunos bienes adquirian una casa or- dinaria y la acondicionaban en funcién de sus necesidades: en Roma, los cristianos compiten con un tabernero para la compra de un inmueble que pertenece al dominio piblico y el emperador Alejandro Severo (222-265) les da la preferencia, considerando que un lugar de culto vale mas que una tienda de bebidas’. En Dura- Europos, junto al Eufrates, se descubrieron los vestigios anterio- res a 256 de una casa que en su estructura no difiere de las res- tantes, pero en la que una gran sala servia para la reunién y otra SP ICOF 11,2022 4.7, Rumant, Acta sanctorum Saturnini, Dativi et aliorem plurimorum martyrum in Africa, Ams terdam ?1713, p. 3875 trad. cast. de D. Ruiz en Actas de los mértires, Catélica, Madrid 1951 (BAC 75), p_ 983. Se tata de los mirtires de Abitene, localidad que se halla cerea de Membresa, hoy Madjez~cl-Bab, en Tiinez. 5. p- 382: aut... basilicas dominicas subverterets; trad. cast.» 0.€., p. 972. 6. sass de oraciéne 0 «casas de Diose, lo cual no es propiamente un vocabulario cristiano, 0 bien ecasas de Ia iglesia» o siglesias» 7. Lanoribus, Vita Alexandri Severi, 6, en Scriptores historiae Augustae 49, ed. de E. Hont (ca. Teubner), Leipzig 1965, p. 290. 344 De la casa a la basilica més pequefa se habia transformado en bautisterio*; unos frescos atestigdan su destinacion litdrgica, Por otra parte, la Didascalia de los apostoles, muy probablemente de la primera mitad del siglo m1, describe uno de esos lugares en pleno funcionamiento: la sede del obispo y los presbiteros hacia el Oriente, la disposicién de los laicos, hombres y mujeres, la funcién de los didconos, etc...? Pero-no todas_las Iglesias locales tenian los medios de procu- rarse edificios de este tipo y sin duda muchas se contentaron du- rante largo tiempo con reunirse en casa de uno de sus miembros, como en las épocas antiguas. § 2. La misa en los cementerios Una idea muy arraigada en la conciencia popular es que du- rante las persecuciones los fieles se reunian en las catacumbas para celebrar clandestinamente. Sin embargo, eran lugares muy poco apropiados para ello; eran conocidos por todos y, en su mayoria, las tumbas cristianas estaban al lado de las paganas. En cuanto a las galerias que fueron excavadas por la Iglesia para la sepultura de sus difuntos, a mediados del siglo 111 no son mAs que unos es- pacios limitados que apenas empiezan a ampliarse alrededor de las areas familiares. Segin una carta de san Cipriano"®, en el afio 258 Sixto 1 fue «ejecutado en un cementerio, el 6 de agosto», pro- bablemente mientras celebraba una liturgia; pero tuvo que ser al exterior, ya que la comunidad de la ciudad eterna contaba enton- ces con unos 25 000 miembros y, aunque no todos estuvieran pre- sentes, es dificil concebir una misa en un subterrdneo reducido, en una €poca en que la eucaristia es siempre el acto de una asamblea'’. Hay que considerar puras leyendas las presentaciones pseudohistéricas popularizadas por la novela y el cine contem- poraneos. Es verdad que a veces se celebraba en los lugares de sepulturas y se trata ciertamente de un culto de los difuntos. En efecto, los 8. Cf. M.J. Rostovrztrr, The Excavations at Dura-Europos, conducted by Yale University and the French Academy of Inscriptions and Letters, VII-VUIL, New-Haven 1934, 9. Didascalia de los apéstoles, ed. de F.X. FUNK, Didascalia et Constitutiones apostolorum, t. 1y Schéningh, Paderborn 1905 (reimp.: Bottega d'Erasmo, Turin 1964), p. 158-166; trad. francesa, F. Nav, Lethielleux, Paris 71912, p. 112-118, 10. S, Cirmiano, Carta 39, 4; ed. de L. Bavaro, t 1, Les Belles Lettres, Paris 1945, p. 99; Carea 38, 2; ibfd., p. 9%. 11. E. Jost, limiteri cristiani anticbi, en Enciclopedia cattolica, t. 3, Ciudad del Vaticano 1949, col. 1622. 345 ST La eucaristia primitiva cristianos habian conservado la costumbre, extendida en la soc dad romana, de acudir a la tumba de los suyos en el dia aniversario de su muerte para celebrar un banquete funerario; este rito habia superado entre los cristianos el marco familiar y el sacramento ter- miné sustituyendo la simple comida. La Didascalia habla de estas reuniones en los cementerios, en las que se ofrece a Dios una «eu- caristia capaz de complacerle»™?. 7 Fue sin duda asi como se celebraron misas en dias que no eran el domingo, ya que el dies natalis de los hermanos que sé habian dormido en el Sefior podia caer evidentemente entre semana. §3. La «casa del pueblo de Dios» BIBLIOGRAFIA “Atti del IX Congresso internazionale di archeologia crstiana, Roma 21-17 settem- bre 1975, vol. 1, 1 monumentt cristiani precostantiniani, Ciudad del Vaticano 1978 (Studi di antichita cristiana 32), principalmente p- 491-537 (informes de B.M, Apotton) Guerrry de N. Duvat). Sin embargo, es el dia del Senor el que permanece como el de la reunion, y la Didascalia pide al obispo que cuide mucho el signo de la Iglesia que debe ofrecer la eucaristia dominical. La acogida del forastero no es una de sus manifestaciones menos importantes: el que viene de fuera, después de demostrar que es un verdadero fiel, se encuentra como en su casa, tanto si es laico, presbitero u obispo. Este sera invitado por su colega del lugar a hablar al pue- blo y a presidir la celebracién 0, por lo menos, a pronunciar la accion de gracias sobre el céliz. En cuanto a los pobres, se les recibira con una atencién particular, aunque para ello el obispo tenga que ceder su sede y sentarse en el suelo. Aunque una pre- sentacién asi sea un poco hiperbélica, es verdad que la asamblea desempefia una funcion de contestacion frente a las divisiones de la sociedad humana’’. Esta concepcion volvera a aparecer en la eleccién de un modelo para las iglesias cristianas cuando, a fines del siglo m1, los arqui- tectos tengan que realizar unas construcciones expresamente pen- sadas para servir de lugares de reunion. No se podian inspirar en los templos, moradas de los dioses, cuya parte principal, conte- Talia, ed. de Funk, p- 276; Nau, p. 218. |. Didascalia, ed. de FUNK, p- 170-172; Nau, p- 116. 346 De la casa a la basilica niendo la estatua o los simbolos divinos, es de dimensiones pe- quefias, aunque esté rodeada de atrios y columnatas. Se tenia ne- cesidad de «casas del pueblo», al ser éste la verdadera morada del Senor hecha de piedras vivas. Por ello se toma en consideracién las basilicas: edificios pablicos (de ahi su calificacién de «imperia- les») que sirven a la vez para administrar justicia, celebrar reunio- nes-politicas yalbergar todos los intercambios de la vida de so- ciedad. De forma rectangular, generalmente divididas en tres, o incluso en cinco, naves, por una doble o cuadruple hilera de co- Jumnas, estan cubiertas por un techo de armazén a la vista. En un extremo,.a menudo al fondo de un Abside, se halla la sede del juez o del presidente. Era facil adaptar un conjunto asi al uso litargico. El lugar del obispo y de su presbiterio era muy apropiado; bastaba ever un ambén para las lecturas y una mesa, que podia ser mé- vil, delante del espacio donde se agrupaba la asamblea. A partir de la paz constantiniana las basilicas se multiplican y su adaptacion se hace de modo variable segtin los paises, especialmente en Oriente y en Occidente'*. 1 OF. J. Wacnen, Le lew de la célébration ewcharistique en Occident, LMD-70 (1962) 32-48; A. Rats, Lat liturgie encharistique en Orient, son cadre architectural, LMD 70 (1962) 49-66; P. Jounty L'as- sembiée chrétienne et les liewe du rassemblemont humain au cours du premier millénaire, LMD 136 (1978) 13.17. 347

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