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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

FACULTAD DE INGENIERÍA
DEPARTAMENTO DE INGENIERÍA INDUSTRIAL Y SISTEMAS
CONTROL Y GESTIÓN DE LA CALIDAD

REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La Revolución industrial inicia en Inglaterra en el siglo XVIII con una serie de cambios que
transformaron profundamente la economía que pasó de ser agrícola y comercial a industrializada
pues se desarrollaron y utilizaron nuevas máquinas en la industria, medios de transporte y
comunicación (Domínguez, 2001). La humanidad abandonó formas de vida tradicionales que se
basaban en la agricultura y producción artesanal para consolidar la producción industrial y
mecanización, esto a su vez aceleró la urbanización y modificó las estructuras económicas y
políticas (Galbiatti, s.f).

Imagen 1: Transformación de la economía en la revolución industrial

Fuente: Domínguez (2001)

UST (2013) asevera que la primera revolución industrial se sitúa entre los años 1760 a 1870 y a
pesar de iniciar en Inglaterra se extiende al resto de Europa en países como Francia, Bélgica,
Alemania, Holanda, España, Portugal y Grecia, incluso alcanza a Estados Unidos y Japón; en
todos estos lugares los sectores textil, energético, metalúrgico y transporte se vieron ampliamente
favorecidos por las invenciones tecnológicas de la época. Las máquinas introducidas en estos
sectores afectaron positivamente la capacidad de producción, por lo que los procesos de
manufactura en varias industrias se facilitaron así la cantidad de productos aumentó a la vez que
disminuyó el tiempo de fabricación de los mismos, esto abrió paso a la producción en serie pues
las operaciones complejas se simplificaron al reducirlas en varias tareas más sencillas que podían
ser ejecutadas por cualquier obrero sin necesidad de contar con mano de obra cualificada en las
fábricas.

En la siguiente ilustración se pueden apreciar los acontecimientos más importantes de la primera


revolución industrial que serán abordados en los párrafos siguientes.

Imagen 1: Línea de tiempo de las primeras revoluciones industriales


Fuente: Cidead (s.f)

Ahora bien, la industrialización no se gestó de manera simultánea ni obtuvo las mismas


características en todos los países; el caso de Inglaterra adquiere gran importancia ya que fue un
país con gran espíritu científico e innovador por lo que a mediados del siglo XVIII se gestaron
varias innovaciones tecnológicas, entre las que caben destacar la máquina de vapor de Watt, los
hornos que hicieron posible fundir minerales y producir acero a gran escala y la locomotora de
Stephenson. Al poner en práctica estas innovaciones el trabajo manual fue reemplazado y hubo
un desplazamiento de los talleres artesanales a las fábricas donde se agruparon obreros y
surgieron economías de escala (Junta de Andalucía, s.f).

Esto último es sin duda un aspecto esencial porque la organización del trabajo cambió de una
producción a domicilio donde cada artesano se encargaba de ejecutar cada etapa para la
fabricación del producto final, a una producción que si bien estaba dividida por etapas, se
desarrollaban en un mismo lugar donde se agrupan tanto las personas como las máquinas; dichos
artefactos permitieron mejorar la productividad pues la relación entre cantidad de recursos
utilizados respecto a la cantidad de productos se modificó significativamente. La producción en
masa permitió disminuir costos y así mismo los precios que conllevaron a su vez a aumentar el
número de consumidores. Cabe destacar que, las fábricas se situaron cerca de las fuentes de
energía (carbón) por lo que conformaron grandes centros industriales donde se presentó una
degradación del ambiente considerable (Cháves, 2014).

En la agricultura se introdujeron técnicas para mejorar los cultivos como las rotaciones regulares
de los cultivos y las máquinas que dieron posibilidad de aumentar la productividad, de esta
manera las cosechas se beneficiaron y permitieron que la cantidad de población creciera al estar
mejor alimentada y al reducir las tasas de mortalidad. Finalmente, hubo una acumulación de
capital por parte de los propietarios de la tierra que decidieron invertir en otros sectores
económicos, aunque el empleo en el campo se redujo drásticamente pues cada vez se
necesitaron menos hombres. En Inglaterra los cambios en la estructura de la propiedad agraria
fueron impactados por los regímenes de cercamiento que abrieron paso a la propiedad privada en
oposición a los campos abiertos de propiedad comunal (Valdaliso & López, 2000).

Al respecto Cháves (2014) afirma que, se registraron cambios importantes en la sociedad puesto
que la división social dejó atrás la ideología del feudalismo para impartir una igualdad entre los
ciudadanos ante la ley, no obstante la burguesía propietaria del capital y medios de producción no
sólo acapararon poder económico sino político que afectaron al proletariado pues las jornadas
laborales llegaron a ser de 18 horas diarias con sueldos muy bajos en especial para las mujeres y
los niños, además la protección social era inexistente y las condiciones de vida precarias. De esta
manera, se empiezan a defender las ideas del liberalismo económico donde el Estado debe evitar
interferir en la economía para dejar que el mercado se regule a sí mismo; frente a estos
postulados surge el socialismo que pretende brindar mejores condiciones para los obreros al
repartir de forma equitativa los medios de producción.

Imagen 3: División de clases sociales en la época de la Revolución Industrial

Fuente: Domínguez (2001)

Valdaliso & López (2000) aseguran que, fruto de todos esos cambios registrados los obreros
toman conciencia de su situación y se reúnen a través de sindicatos para mejorar sus condiciones
defendiendo sus derechos, poco a poco fueron logrando que los gobiernos promulgaran leyes que
controlan el trabajo infantil, reducen la jornada laboral y mejora la salubridad en las fábricas.

Por último es pertinente denotar que, los grandes volúmenes de riqueza orientaron la inversión
industrial que cada vez se reinvertían tanto en industrias secundarias y primarias para hacer
crecer los ingresos y fomentar el ciclo de producción y venta, por ello se suele afirmar que el
capital industrial se creó a sí mismo al no depender de otras fuentes (Equipo Académico, 2009).
Esto se puede apreciar a través del amplio desarrollo del comercio interior e internacional de los
países que se beneficiaron de la evolución presentada en los transportes ya que la mercancía
pudo ser trasladada de las fábricas a los mercados donde se consumían; esto a su vez fue
propicio para las ideologías de libertad en las relaciones comerciales y culminar con el
proteccionismo estatal. Inglaterra se puso a la cabeza de este auge al ejecutar varias
transformaciones en la agricultura, transportes y tecnología que terminaron por favorecer el
desarrollo industrial (UTC, 2013).

REFERENCIAS
❖ Cháves, J. (2004). Desarrollo tecnológico en la primera revolución industrial. Recuperado
de:
https://www.google.com/search?q=revolucion+industrial+pdf&rlz=1C1ASUT_enCO843CO8
43&oq=re&aqs=chrome.0.69i59l2j69i61j69i60l3.1185j0j7&sourceid=chrome&ie=UTF-8#
❖ Cidead (s.f). La revolución industrial. Recuperado de:
http://recursostic.educacion.es/secundaria/edad/4esohistoria/quincena4/textos/quincena4p
df.pdf
❖ Domínguez, B. (2001). ​La Revolución Industrial: algunos logros de la ingeniería​, Academia
Nacional de Ingeniería. Recuperado de:
http://ebookcentral.proquest.com/lib/unalbogsp/detail.action?docID=3221297
❖ Equipo académico. (2009). ​Reseña crítica de “La revolución industrial”, de Ashton,
Thomas,​ la Bisagra. Recuperado de:
http://ebookcentral.proquest.com/lib/unalbogsp/detail.action?docID=3195339
❖ Galbiatti, M. (s.f). Revolución industrial. Recuperado de:
https://www.aiu.edu/resources/Proceso%20Administrativo/6.pdf
❖ Junta de Andalucía. (s.f). La revolución industrial. La era de las máquinas. Recuperado de:
http://www.juntadeandalucia.es/averroes/centros-tic/14007374/helvia/sitio/upload/SOCII_B
10_T1_contenidos.pdf
❖ UTC. (2013). Revolución industrial. Recuperado de:
http://www.utsvirtual.edu.co/sitio/blogsuts/cientecso/files/2013/10/revolucion-industrial-segu
nda-y-tercera.pdf
❖ Valdaliso, J & López, S. (2000). Historia Económica de la Empresa. Editorial Crítica.
Barcelona.

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