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Título: Las condiciones que requiere el sistema jurídico argentino respecto del aborto
Autores: Laje, Alejandro - Lanzavechia, Gabriel E.
Publicado en: DFyP 2018 (julio), 11/07/2018, 163
Cita Online: AR/DOC/1179/2018
Sumario: I. Aportes desde la ciencia biológica.— II. El sistema jurídico argentino.— III. El comienzo de la
existencia de la persona en el derecho positivo argentino.— IV. La regulación del Aborto en el Derecho Penal
argentino.— V. Protocolo de Atención Integral de Los Abortos No Punibles.— VI. Objeción de conciencia.—
VII. Postura mixta en base a la progresividad de los Derechos.— VIII. El interés Superior del Niño.— IX.
Conclusión.
(*)
(**)
El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define al aborto como la "Interrupción del
embarazo por causas naturales o provocadas". El clásico texto de Ricardo Núñez lo define en similares términos
al considerar que "el aborto es la interrupción del embarazo de una mujer debido a la muerte del feto causada
por la madre o por un tercero, con o sin expulsión del seno materno" (1). Estas definiciones resultan importantes
ya que establecen claramente el marco de trabajo para este trabajo": la discusión sobre el aborto se circunscribe
a la situación del embrión en el embarazo.
Respecto del aborto existen tres posiciones o actitudes que básicamente se pueden expresar en los siguientes
términos: La primera, fundada en la protección de los derechos del embrión, afirma que "los hombres y la
sociedad tienen la obligación absoluta de respetar la vida del embrión, que es ya un ser humano. Esta obligación
no puede ser en principio atenuada por ninguna otra consideración. La segunda tesis sostiene que durante los
tres primeros meses de embarazo, el embrión no es más que un tejido que forma parte del cuerpo de la mujer,
puesto que no puede sobre vivir fuera del útero. Esta postura considera que no existe ninguna obligación moral
ante un tejido sin vida propia y considera que toda mujer debe tener la posibilidad de realizar el aborto
legalmente incluso sin la obligación de especificar el motivo, excepto en caso de contraindicación médica. La
tercera posición, intermedia, considera que existe una obligación con respecto al feto, pero no constituye un
deber absoluto. Es posible resignarla ante otras obligaciones más imperativas: salvaguarda de la vida, de la
salud física o mental de la mujer gravemente amenazada en caso de que el embarazo continúe, y en casos de
violación o incesto, para protegerla de un choque emocional excesivo" (2).
La sociedad argentina se encuentra en la disyuntiva de tomar postura respecto de esta temática que acapara
el interés tanto de científicos y académicos como de la población en general. Toda la población está emitiendo
su opinión, ya sea desde el punto de vista de la biología y la medicina, como del derecho y la sociedad civil.
La Academia Nacional de Medicina en diferentes comunicados ha manifestado:
"El niño por nacer, científica y biológicamente, es un ser humano cuya existencia comienza al momento de
su concepción por lo que, desde el punto de vista jurídico, es un sujeto de derecho como lo reconocen la
Constitución Nacional, los tratados internacionales anexos y los distintos códigos nacionales y provinciales de
nuestro país... destruir a un embrión humano significa impedir el nacimiento de un ser humano... el pensamiento
médico a partir de la ética hipocrática ha defendido la vida humana como condición inalienable desde la
concepción. Por lo que la Academia Nacional de Medicina hace un llamado a todos los médicos del país a
mantener la fidelidad a la que un día se comprometieron bajo juramento... el derecho a la 'objeción de
conciencia' implica no ser obligado a realizar acciones que contrarían convicciones éticas o religiosas del
individuo" (arts. 14-19 y ccs. de la CN) (3).
Sostiene asimismo la Academia Nacional de Medicina que
"la vida humana comienza con la fecundación, esto es un hecho científico con demostración experimental;
no se trata de un argumento metafísico o de una hipótesis teológica. En el momento de la fecundación, la unión
del pronúcleo femenino y masculino dan lugar a un nuevo ser con su individualidad cromosómica y con la carga
genética de sus progenitores. Si no se interrumpe su evolución, llegará al nacimiento.
Como consecuencia, terminar deliberadamente con una vida humana incipiente es inaceptable. Representa
un acto en contra de la vida, pues la única misión de cualquier médico es proteger y promover la vida humana,
nunca destruirla. Esta convicción está guardada en la cultura mundial y muy notablemente en el Juramento
Hipocrático.
Siendo el derecho a la vida el primero de los derechos personalísimos, toda legislación que autorice el
aborto es una negación de estos derechos y por lo tanto de la medicina misma.
Con los adelantos tecnológicos actuales en Reproducción Humana para combatir la mortalidad perinatal,
salvando fetos y recién nacidos enfermos, resulta un absurdo la destrucción de un embrión o feto" (4).
En las últimas décadas se han observado en nuestra región, otras opiniones que pugnan por una visión
diferente respecto de la situación de la mujer frente al embarazo y de sus derechos a este respecto. Esta corriente
impulsa la despenalización del aborto, en el marco de derechos sexuales y reproductivos, y como uno de los
Derechos Humanos fundamentales, de las mujeres (5).
En esta línea de pensamiento se sostiene que los derechos sexuales y reproductivos son derechos humanos y
existen para garantizar el bienestar físico, mental y social de las personas en todos los aspectos relacionados con
su sistema reproductivo, sus funciones y procesos. "En consecuencia, estos derechos entrañan la posibilidad real
de las personas de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos de procrear, y la libertad para decidir
hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia. Además se destaca que los derechos humanos referidos a la
reproducción no se agotan en derechos negativos, sino que los Estados tienen obligaciones positivas para
garantizarlos y fortalecerlos" (6).
Estos derechos de las mujeres involucran, entre otros, "el relativo a decidir libre y responsablemente el
número de hijos que desean tener y el espaciamiento o intervalo entre los mismos, el concerniente a disponer de
la información sobre salud reproductiva y de los medios para acceder a ella, el referido a alcanzar el nivel más
elevado de salud sexual y reproductiva, y el derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir
discriminación, coacciones ni violencia" (7).
Se plantea así una situación en la que es necesario elegir entre dos opciones igualmente buenas o malas,
según desde el punto de vista en desde dónde se lo analice. Es posible considerar el punto de vista social, el
político, el económico o tantos otros. Desde el derecho, lo que corresponde es tomar el dato de las diferentes
ciencias que estudian el tema, clasificarlo, calificarlo y asignarle consecuencias (8).
I. Aportes desde la ciencia biológica
Voces muy diversas han expresado sus análisis desde la ciencia biológica. Así, el "Consejo de Bioética del
presidente de los Estados Unidos" sostiene que "existe identidad entre un pre-embrión y el adulto que se
desarrolla a partir de ese pre-embrión y que la identidad se basa en la continuidad del proceso de desarrollo por
lo que la persona comienza con la fecundación, basada en que no hay ningún punto durante el desarrollo
posterior a la fertilización en el que sea razonable afirmar que el organismo cambia de no-persona a persona".
Continúa sosteniendo el Consejo que, "solo el comienzo mismo de una nueva vida (embrionaria) puede servir
como una línea fronteriza razonable en cuanto a valor moral para un organismo humano, porque es el momento
marcado por la naturaleza para la primera aparición visible en el mundo de un nuevo individuo. Antes de la
fertilización, no existe ningún individuo nuevo. Después de esto, las células espermáticas y de óvulos
desaparecen, se subsumen y se transforman en una nueva tercera entidad capaz de su propio desarrollo interno
auto-dirigido... Todas las etapas y eventos adicionales en el desarrollo embriológico, son etiquetas discretas
aplicadas a un organismo que es persistentemente sí mismo, incluso cuando cambia continuamente en sus
dimensiones, alcance, grado de diferenciación, etc... ningún punto discreto en el tiempo o desarrollo parecería
dar ninguna justificación para suponer que el embrión en cuestión era una cosa en un punto y luego
repentinamente se convirtió en algo diferente (convirtiéndose, por ejemplo, de no-humano a humano o de
persona a persona)" (9).
Otro criterio tienen quienes postulan el argumento de la identidad sustancial. Consideran que el organismo
humano en desarrollo forma parte de la especie humana. Esta membresía se mantiene en todas las etapas de
desarrollo porque en todas las etapas el organismo posee la característica esencial de los seres humanos: la
capacidad natural básica para funciones mentales característicamente humanas como la autoconciencia y la
racionalidad. Se distingue de una "capacidad inmediatamente ejercitable" para la autoconciencia y la
racionalidad. Cada nuevo ser humano adquiere recursos internos para desarrollar capacidades mentales
característicamente humanas ejercitables inmediatamente, y solo los efectos adversos en ellas de otras causas
impedirán su pleno desarrollo. En este sentido, incluso los seres humanos en las etapas embrionaria, fetal e
infantil tienen la capacidad natural básica para funciones mentales característicamente humanas (10).
Por otro lado, una importante corriente de pensamiento desarrolla el argumento que se centra en la idea del
"comienzo del sistema nervioso central". Esta postura sostiene que para que haya identidad entre el embrión y la
persona, debe haber identidad entre la materia y la forma de uno y otro. Agregan que para demostrar que la
materia y la forma son acordes, debería haber por lo menos una apariencia visible de los órganos que significan
la conciencia humana. "En particular debe evidenciarse, el comienzo del sistema nervioso central, al menos
debería estar presente en sus etapas iniciales para presagiar la compatibilidad entre el cuerpo humano y la forma
humana" (11).
Para quienes postulan esta idea resulta claro entonces que, si antes de este tiempo de la gestación el feto no
puede tener percepciones y por tanto es insensible al dolor, y es también absolutamente incapaz de sufrir o
gozar y de tener conciencia, porque todavía no ha adquirido las estructuras, las conexiones y las funciones
nerviosas necesarias, biológicamente no puede ser considerado un ser humano, aunque sus células tengan el
genoma humano completo.
Estas voces contrarias y contradictorias se prolongan con diferentes matices con gran variedad de
argumentos, sin llegar a una conclusión determinante. En definitiva, desde la ciencia biológica, no existe criterio
uniforme que permita establecer conclusiones definitivas sobre el comienzo de la existencia de la vida del ser
humano humana.
II. El sistema jurídico argentino
En el derecho argentino positivo, todo ser humano es persona. Ello se sostiene en los siguientes argumentos
ofrecidos por Rivera:
La Constitución Nacional consagra expresamente la igualdad ante la ley (art. 16), que se extiende a favor de
los extranjeros (art. 20), abole la esclavitud (art. 15) y garantiza como derechos de primer rango todos los que
hacen a la dignidad individual (arts. 14, 19, 18 y concs.), los que pueden hacerse valer, inclusive, por vía de las
garantías implícitas (art. 33).
Además, la Convención Interamericana de Derechos Humanos —Pacto de San José de Costa Rica—
dispone expresamente que toda persona tiene derecho a la vida (art. 1º.2) y al reconocimiento de su personalidad
jurídica (art. 3º).
Por lo tanto no podría haber seres humanos a los cuales fuera negada la condición plena de persona
—esclavos, muertos civiles, extranjeros, miembros de alguna religión o comunidad, etc.— pues ello importaría
una violación clara y concreta de principios y reglas constitucionales y supranacionales (12).
De allí que el resto del ordenamiento no podría, en ningún caso, desconocer la personalidad de todos los
seres humanos; una solución así iría en contra la dignidad individual y por ello sería manifiestamente
inconstitucional.
III. El comienzo de la existencia de la persona en el derecho positivo argentino
La ya citada Convención Interamericana de Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica, determina
también que toda persona tiene derecho a la vida y ella se protege —en general— desde la concepción (art. 4º).
En idéntico sentido, la ley 23.849, que ratificó la Convención de Derechos del Niño, establece en su art. 2º que
"...debe interpretarse por niño todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los 18 años".
La Constitución Nacional atribuye al Congreso de la Nación la competencia para "Dictar un régimen de
seguridad social especial e integral en protección del niño en situación de desamparo, desde el embarazo hasta
la finalización del período de enseñanza elemental, y de la madre durante el embarazo y el tiempo de lactancia"
(inc. 23, art. 75 CN). Finalmente, el Código Civil y Comercial de la Nación, en el art. 19 dispone "La existencia
de la persona humana comienza con la concepción". Estas tres piezas legislativas establecen el marco en el cual
se debe legislar el aborto.
Por el texto del Pacto de San José de Costa Rica, cualquier decisión —en particular— deberá proceder de
una norma de jerarquía igual a la que protege la vida —en general— desde la concepción (13). Por el contenido
normativo de la Constitución, la vida se protege desde el embarazo, y por el Código unificado de Derecho
Privado, la protección es desde la concepción.
Nótese que el texto convencional admite dos interpretaciones: "toda persona tiene derecho a la vida y ella se
protege —en general— desde la concepción". La palabra ella, se puede referir a la vida, o a la persona. Si se
refiere a la vida, el embrión, sea o no persona, debe protegerse. Si se refiere a la persona, no cabe duda que debe
protegerse al embrión.
Ahora bien, ante semejante situación, la incertidumbre que genera la falta de un dato cierto proveniente de la
biología, corresponde preventivamente proteger la vida que en su desarrollo normal será persona. Ello, aun,
frente a eventuales intereses de la mujer en que se atienda una situación particular de su condición ya que la
disyuntiva tiene consecuencias muy diferentes. En un caso, se trata de una situación fáctica básica de
supervivencia y en otro una situación grave, sí pero de jerarquía ontológica relativa.
El "Fallo Artavia Murillo y otros vs. Costa Rica" de 2012 (14) es frecuentemente citado al analizar el art. 4º
de la Convención Americana, pero no resulta aplicable a este análisis porque trata sobre técnicas de
reproducción asistida y no sobre aborto. Ello además de que la interpretación de la convención realizada por el
Tribunal no resulta de aplicación al derecho argentino.
El profesor Saba sostiene que "el feto o el embrión pueden gozar de protección legal, pero esta no es
equivalente a la de una persona nacida" (15) y agrega que el aborto no es un asesinato ya que, si lo fuera, se
hubiera aplicado penas equivalentes a ambas acciones y no se establecerían excepciones a la penalización para
casos como la violación o la preservación de la salud de la mujer. Agrega Saba que el derecho liberal protege la
autonomía personal de la mujer que no puede ser considerada como medio para lograr fines ajenos a su
decisión, sino que es un fin en sí misma.
Estos argumentos refieren precisamente a la cuestión específica tratada en este trabajo: la condición
biológica del embrión o feto dentro del vientre de la mujer no está establecida, ni si quiera provisionalmente.
Ante esta indefinición de la ciencia biológica, y ante la eventual posibilidad de que allí haya persona humana, lo
único que puede hacer el derecho es disponer la aplicación del principio precautorio (16). Tiene razón Saba
cuando dice que frente al derecho de la mujer, que es persona, no puede priorizarse otra pretensión, que la
instrumentalice, pero ante la posibilidad de que esté en juego la vida de una persona, el derecho de la mujer
debe articularse con dichas circunstancias.
IV. La regulación del Aborto en el Derecho Penal argentino
Por su parte, nuestro ordenamiento jurídico penal regula en su tít. I, de "Delitos contra las Personas",
capítulo I de "Delitos contra la vida", la figura del Aborto como tipo penal, cuyo bien jurídico tutelado es la
vida.
Por ello, tal como refiere la estructura metodológica del Código Penal, la regulación del aborto está pensada
en los Delitos que se suscitan contra las Personas, y más específicamente en relación a aquellos que atenten
contra la "vida".
Así las cosas, se observa que el legislador tuvo en consideración la idea de la persona por nacer, como
persona propiamente dicha, sin distinción; y a su vez, entendió que el bien jurídico tutelable no era otra cosa
más que la vida misma de esa persona.
Ahora bien, tal como se desprende de los andamiajes normativos, puede observarse que en el art. 85 se
tipifica la comisión del aborto: "El que causare un aborto será reprimido: 1º Con reclusión o prisión de tres a
diez años, si obrare sin consentimiento de la mujer. Esta pena podrá elevarse hasta quince años, si el hecho fuere
seguido de la muerte de la mujer. 2º Con reclusión o prisión de uno a cuatro años, si obrare con consentimiento
de la mujer. El máximum de la pena se elevará a seis años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer".
Este artículo establece al Aborto como una figura que tutela el bien jurídico vida de la persona por nacer,
resultando un tipo penal de comisión, con la salvaguarda que, no solo se encuentra penado el personal de la
salud que pueda intervenir en la actuación —como comúnmente se cree— sino al mero cometimiento de la
interrupción del embarazo, cualquiera sea el sujeto activo y la causa que lo produzca.
Asimismo, la punición se encuentra afectada por dos supuestos, si del hecho deviene la muerte de la mujer,
suscita el agravante — siempre y cuando sea ocasionado por un tercero — o bien, un atenuante hacia el tercero
si media el consentimiento de la mujer.
Por su parte, el art. 86 tipifica que: "Incurrirán en las penas establecidas en el artículo anterior y sufrirán,
además, inhabilitación especial por doble tiempo que el de la condena, los médicos, cirujanos, parteras o
farmacéuticos que abusaren de su ciencia o arte para causar el aborto o cooperaren a causarlo...".
Es decir, esta norma introduce la idea de pena complementaria por una condición especial del agente,
cuando este sea un agente de la salud: médico, partera, cirujanos o farmacéuticos; de ello debe desprenderse la
cooperación o el causar el aborto, a través del abuso de su ciencia. Por ello, la sanción complementaria opera
siempre y cuando el aborto haya precedido del abuso de la ciencia o profesión, y no con una simple conducta
que se aparte de ello.
La misma norma continúa tipificando las excepciones que eliminan la punición, por considerarlos Abortos
no punibles, por revestir estos causales particulares: "...El aborto practicado por un médico diplomado con el
consentimiento de la mujer encinta, no es punible: 1º Si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o
la salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios. 2º Si el embarazo proviene de una
violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente. En este caso, el consentimiento
de su representante legal deberá ser requerido para el aborto".
Estas excepciones que efectúa la ley penal se denominan abortos no punibles, y tal como refiere Creus: "El
primero de ellos (el aborto terapéutico) es el que regula el art. 86 en su inc. 1º, exigiendo tres requisitos: una
particular calidad del agente, el consentimiento de la mujer embarazada y una especial finalidad" (17).
Es decir, que el aborto terapéutico se caracteriza por la calidad o condición del agente — profesional de la
Dicho Interés Superior, posee raigambre Constitucional (art. 75, inc. 22), y a su vez, se encuentra
reconocido en la Convención de los Derechos del Niño y reproducido por ley 23.849 en nuestro país, siendo que
en su art. 3º establece que en todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, existirá
una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.
En virtud de este, los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean
necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas
responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas.
Asimismo, las instituciones, servicios y establecimientos encargados del cuidado o la protección de los niños
cumplan las normas establecidas por las autoridades competentes, especialmente en materia de seguridad,
sanidad, número y competencia de su personal, así como en relación con la existencia de una supervisión
adecuada.
Por ello, referimos que la Convención y su norma positivizadora en el derecho interno, consagra que el Niño
deberá gozar de una protección especial y dispondrá de oportunidades de servicios, para su completo desarrollo
(moral, espiritual, mental, físico y social, debiendo los Estados promulgar leyes que atiendan al Interés Superior.
Tal como se refirió ut supra, debe comprenderse al mismo como una "consideración primordial" en materia
de regulación normativa y actividad administrativo-jurisdiccional, las cuales deben conformarse en miras de
este.
Por su parte, la ley 26.061 establece en su art. 3º, que ha de entenderse por el Interés Superior del Niño,
Niña y Adolescente, especificando el mismo como: "...la máxima satisfacción, integral y simultánea de los
derechos y garantías reconocidos en esta ley...", debiéndose respetar: a) Su condición de sujeto de derecho; b) El
derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos y que su opinión sea tenida en cuenta; c) El respeto al
pleno desarrollo personal de sus derechos en su medio familiar, social y cultural; d) Su edad, grado de madurez,
capacidad de discernimiento y demás condiciones personales; e) El equilibrio entre los derechos y garantías de
las niñas, niños y adolescentes y las exigencias del bien común; f) Su centro de vida. Se entiende por centro de
vida el lugar donde las niñas, niños y adolescentes hubiesen transcurrido en condiciones legítimas la mayor
parte de su existencia.
Importando un precepto trascendental en materia de derechos, y lo es en cuanto exista conflicto entre los
derechos e intereses de las niñas, niños y adolescentes frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos,
prevalecerán los primeros; lo cual se encuentra expresamente tipificado en la norma precitada.
El conflicto de la aplicación del presente principio o máxima satisfacción, ocurre cuando la mujer
embarazada, también es Niña. ¿Qué Interés Superior debe prevalecer?
IX. Conclusión
El quid esencial es determinar el concepto "vida" y el devenir de su comienzo que, según normas
constitucionales y supra-legales, radica para el Estado argentino en la "concepción".
Tal como se refirió oportunamente, el jurista debe tomar los datos científicos volcados por las ciencias, con
el objeto de regular las situaciones de hecho que se producen en la sociedad.
Ahora bien, como contrapartida de la "vida", yace el concepto "muerte" o "fin de la existencia"; y
justamente conceptualizar dichos estadios de la persona humana, importa para efectuar necesariamente una
decisión esencial basada en cuestiones biológicas.
Es fundamental comprender y reconocer que establecer una delimitación sobre el concepto "comienzo de la
existencia", necesariamente irroga una delimitación vincular con el "desarrollo de la existencia"; cada parámetro
que se imponga sobre la consideración conceptual de comienzo de la existencia, también tendrá su aplicación en
la vida del sujeto humano nacido.
Dicha afirmación, lo es por la siguiente razón: si se toma como parámetro determinante respecto de qué es
vida y cuándo inicia, a la existencia de "sensibilidad corporal", necesariamente también quedarían excluidas de
protección legal aquellas personas que poseen enfermedades que afecten neurológicamente su actividad
sensitiva, por ejemplo, las personas que padecen Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) en un estadio avanzado.
En dicho supuesto éstas también podrían ser excluidas de la idea conceptual "vida". Si se toma como parámetro
la "sensibilidad cognitiva o consciencia", necesariamente quedarían excluidas del concepto "vida" aquellas
personas que padecen afecciones psico-biológicas que impiden el desarrollo de su sensibilidad cognitiva o
consciencia, como por ejemplo personas con capacidades diferentes.
Es por ello, que la idea de "concepción" sostenida por el ordenamiento jurídico argentino, resulta —por lo
pronto— la que tiene una mejor adecuación a los aspectos científicos actuales, sin perjuicio de la obligatoriedad
de la existencia de la prevención y concientización, como así también del otorgamiento de la posibilidad de
contemplar debidamente cada caso particular y atendiendo a las circunstancias del mismo.
La sociedad argentina puede disponer un régimen de protección de la vida y del embarazo diferente al
señalado, pero si decide hacerlo debe respetar el orden jurídico establecido por las piezas normativas referidas:
Constitución Nacional, Convención Interamericana de Derechos Humanos —Pacto de San José de Costa Rica—
y demás leyes vigentes.
Existe evidencia irrefutable que indica que a partir de la concepción existe vida de un ser humano. La
estructura normativa argentina establece su protección en igualdad de condiciones que la de cualquier otro y la
prevención de todo daño que se le pueda causar. La sanción de una ley, que no contemple los extremos
establecidos, implicaría el retorno a situaciones de hecho, que tanto daño han causado a la sociedad.
(*) Vice Decano y profesor en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad Abierta
Interamericana.
(**) Profesor la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad Abierta Interamericana.
(1) NÚÑEZ, Ricardo C., en Derecho Penal— Parte Especial— Lemer Ediciones, marzo de 1976, p. 32,
"República Argentina" en AZERRAD, Marcos E., Aborto: despenalización o no, un debate necesario, Ed.
Jurídicas Cuyo, Mendoza, 2008, p. 23.
(2) DALSACE, Jean — DOURLEN-ROLLIER, A. M., "Por y contra el aborto", Granica Editor, Buenos
Aires, año 1971, ps. 23 y ss.
(3) Academia Nacional de Medicina, Declaración Aprobada por el Plenario Académico el 30 de septiembre
de 2010.
(4) Academia Nacional de Medicina, Declaración fue aprobada por el Plenario Académico en su Sesión
Privada del 28/07/1994.
(5) AZERRAD, Marcos E., "Aborto: despenalización o no, un debate necesario", Ed. Jurídicas Cuyo,
Mendoza, 2008, ps. 179-190.
(6) URBANDT, Patricia — BOSTIANCIC, María Carla, "Esterilización femenina y derechos
reproductivos", Ed. Eudem, Buenos Aires, 2008, p. 81.
(7) Ibidem.
(8) CÓRDOBA, Marcos M., "Aborto, La mesa de Oscar Puiggros", conferencia del 3 de abril de 2018.
(9) "The President's Council on Bioethics", Monitoring Stem Cell Research, Washington, D.C., 2004, p. 76.
(10) SANTIAGO, Manuel, "Estatuto Biológico, Antropológico y Ético del Embrión Humano",
www.bioeticaweb.com.
(11) FORD, N., "When Did I Begin?, Conception of the Human Person in History, Philosophy, and
Science", Cambridge University Press, New York, 1988.
(12) RIVERA, Julio C., "El comienzo de la existencia de la persona humana a partir de la ley de
Fertilización Asistida", en Derecho Moderno, Ed. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2015, t. III.
(13) CÓRDOBA, Marcos M., ob, cit.
(14) Consulta Web: http://www.corteidh.or.cr/cf/Jurisprudencia2/ficha_tecnica.cfm?nId_Ficha=235, fecha
08/04/2018. http://www.corteidh.or.cr/docs/ casos/ articulos/ seriec_257_esp.pdf, fecha 08/04/2018.
(15) SABA, Roberto, "El Aborto y la Constitución", Clarín, 10/05/2018.
(16) CÓRDOBA, Marcos M., "Aborto, La mesa de Oscar Puiggros", conferencia del 3 de abril de 2018.
(17) CREUS, Carlos, "Derecho Penal parte especial", Ed. Astrea, 1999, 6ª ed. actualizada y ampliada, 2ª
impresión, t. I, p. 61.
(18) Ibidem.
(19) Consulta web. http://www.ms.gba.gov.ar/sitios/ tocoginecologia/files/
2014/01/resolucion-3146-2012-Aborto-no-Punible.pdf, fecha de consulta 29/05/2018.
(20) CUHNA FERRÉ, María Marta, "Mapa normativo de la objeción de conciencia en la República
Argentina", ED nro. 14.029, año LIV, ed. 269.
(21) Consulta web,