Más aun, la mayoría de las tradiciones religiosas
BUDISMO Y CRISTIANISMO
Por Greg Martín, Asesor del Departamento de Estudio
de la SGI-USA
Publicado en la revista Living Buddhism de febrero2004,
pp. 4-8
Traducción de Angélica Bacquerie SGI México
Con esta entrega se inicia una nueva serie que se
enfocará en tratar preguntas comunes provenientes de
los miembros que practican y propagan el Budismo de
Nichiren en occidente. Los miembros hace mucho que
buscan ayuda para responder preguntas sobre el punto
de vista del Budismo sobre Dios, Jesús, Satán, el Cielo,
etc. La idea es proporcionar respuestas directas en los
próximos meses.
Esperamos que esta serie ayude a los miembros de la
SGI a comunicar mejor el Budismo de Nichiren a sus
amigos y familiares que practican el Cristianismo,
examinando las palabras y el significado común a la fe
cristiana, desde una perspectiva budista. También
esperamos poder ayudar a los miembros provenientes
de una cultura cristiana a entender mejor el Budismo de
Nichiren, sus similitudes y sus diferencias, y como
resultado incrementar la efectividad de su práctica.
Adicionalmente, esperamos construir un puente que
ayude a los no miembros y a los cristianos a tener un
mejor entendimiento, a tener mayor empatía y quizá a
otros, a facilitar su transición hacia la práctica budista.
Sin embargo, antes de empezar, comentaremos sobre
el contexto de nuestro análisis.
Primero, nos enfocaremos en lo que creemos que son
principios comúnmente aceptados en el Cristianismo,
reconociendo que existe una gran diversidad de formas
de entender la fe cristiana. Seria imposible, en el
alcance de esta serie, examinar totalmente todas las
variaciones de la doctrina cristiana. Apelamos a la
indulgencia del lector cuando hagamos generalizaciones
inevitables de algunos conceptos, que son necesarias en
este enfoque.
Segundo, no intentamos adoptar un enfoque de
refutación del Cristianismo. Consideramos innecesario y
sin valor socavar una tradición religiosa que es
ampliamente aceptada y valiosa. Al mismo tiempo, no
podremos evitar la evidencia histórica de sus aspectos
menos nobles que dieron lugar a la propagación de la
violencia y a la Inquisición y su uso como herramienta
para la colonización y el sometimiento.
Finalmente, no adoptaremos una posición exclusivista
– que el Budismo de Nichiren es el único vehículo capaz
de llevar a sus practicantes al pináculo de la verdad y a
las playas de la felicidad.
Estando convencidos de que sólo hay una realidad
ultima, reconocemos que las principales tradiciones
religiosas también buscan esta verdad en mayor o
menor grado.
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comparten con el Budismo de Nichiren la intención de
guiar a sus practicantes a esta verdad y al objetivo de
desarrollo humano y una comunidad armoniosa. Por lo
tanto, ya que no decimos ser los únicos poseedores de
la verdad (después de todo, ¿quién es dueño de la
verdad?), lo que nos ocupa es el grado en el que una
tradición religiosa es capaz de hacer realidad sus
promesas a sus seguidores. ¿Realmente cuántas
personas son capaces de trascender su yo básico y vivir
conforme a los principios de su credo, convertirse en
personas de carácter digno de respeto, de sabia
intención y comportamiento comprensivo? ¿Está
contribuyendo una práctica religiosa en particular en
menor o mayor medida a lograr estas metas?
El budismo ha tocado este punto desde hace mucho
utilizando analogías tales como un navío para cruzar el
mar del sufrimiento o la de un vehículo para recorrer el
camino a la iluminación. Por ejemplo, más que rechazar
las enseñanzas de los mayores diciendo que son falsas,
los budistas Mahayana caracterizaron su práctica como
“vehículo menor” que podía llevar solamente a unos
cuantos – dedicados monjes y monjas – a la meta de la
iluminación. En contraste, cuando se enfocó en
desarrollar prácticas para monjes y laicos y tuvo como
intención el atraer a todas las personas a este viaje, se
designó al Mahayana como “gran vehículo” y este
término se aplicó a sus enseñanzas y a sus prácticas.
En este contexto, todas las religiones principales son
vehículos; unos buenos y otros malos, unos mejores
que otros, pero vehículos al fin. Nosotros también
creemos que no hay vehículo más grande que el
Budismo de Nichiren Daishonin, el vehículo capaz de
llevar a todas las personas – no sólo a unos cuantos
elegidos – en esta jornada. Para la gran mayoría que
aun no está familiarizada, se ha generalizado la opinión
ampliamente aceptada de que la jornada hacia la
iluminación es algo que sólo unos cuantos pueden llevar
a cabo – algo reservado para los santos y los sabios.
Esto nos dice que para la mayoría de la gente, la mera
existencia de un gran vehículo para el logro de la
Budeidad y la felicidad absoluta es un concepto ajeno
que no forma parte de su experiencia religiosa diaria.
Pero en el Budismo de Nichiren esta jornada se ha
hecho posible para todas las personas sin importar el
sexo, la raza, el estatus social, el nivel económico o
educacional, la orientación sexual o la edad.
Con esto como fondo, empecemos a examinar
nuestra primera pregunta.
¿El Budismo de Nichiren cree en Dios? La respuesta a
esta pregunta depende en gran medida de cómo
imaginemos a Dios. Una encuesta reporta que el
noventa y nueve por ciento de los norteamericanos dice
creer en Dios. Sin embargo, a pesar de que prevalece la
religiosidad en los Estados Unidos, la creciente tasa de
crímenes, la desenfrenada drogadicción, la epidemia de
enfermedades mentales y el que esté reviviendo la pena
de muerte – por nombrar unos cuantos síntomas – no
son signos de una sociedad espiritualmente sana. Los
europeos reportan un creciente vacío donde una vez
existió Dios en la conciencia humana.1
Lo que también queda claro es que el concepto
individual de Dios no es uniforme. Puede haber tantas
versiones de Dios como personas que lo definan ya que
este concepto nunca ha sido algo estático. Como dice
Karen Armstrong en su libro Una Historia acerca de
Dios, “Pareciera que crear dioses es algo que los seres
humanos han hecho siempre. Cuando una idea religiosa
deja de funcionar para ellos, simplemente lo sustituyen.
Estas ideas desaparecen calladamente, como el Dios del
Cielo, sin muchas fanfarrias. En nuestros días muchas
personas dirían que el Dios reverenciado durante siglos
por judíos, cristianos y musulmanes es ahora algo tan
remoto como el Dios del Cielo.”2
Armstrong concluye: “Los seres humanos no pueden
soportar el vacío y la desolación; llenarán ese vacío
creando un nuevo significado. Los ídolos del
fundamentalismo no son buenos sustitutos de Dios; si
creáramos una nueva fe vibrante para el siglo XXI,
quizá deberíamos ponderar la historia de Dios y evaluar
algunas lecciones y advertencias.”3 Cuando nos
pregunta si creemos en Dios respondemos con otra
pregunta: ¿A qué Dios te refieres? ¿Al Dios de Abraham,
el Dios del Antiguo Testamento? Este Dios era padre
estricto, creador, protector y castigador, un dador de
leyes. Este dios también requirió el sacrificio del hijo de
Abraham, Isaac y autorizó la conquista y la matanza de
muchos miles de personas. ¿Al Dios de San Agustín, el
Dios de la primera iglesia cristiana? Este es el dios de la
iglesia poderosa, heredera del legado del Imperio
Romano. Este dios juzgaba a toda la humanidad basado
en el pecado original de Adán. Esta religión basada en
este dios nos hace vernos como fundamentalmente
defectuosos – originalmente pecadores.4 ¿Al Dios de
Miguel Ángel, un Dios personal pintado en el techo de la
Capilla Sixtina? Este concepto de Dios ayudó a
desarrollar el humanismo liberal altamente valorado en
occidente. Fue bien aceptado en la Europa que
despertaba y se engrandecía. Este dios ama, juzga,
castiga, ve, oye, crea y destruye como lo hacemos
nosotros los humanos. Este dios inspira. Sin embargo,
él también puede ser un inconveniente cuando uno da
por hecho que este dios ama lo que uno ama y odia lo
que uno odia, por lo tanto le endosamos nuestros
prejuicios en vez de esforzarnos por superarlos. El
hecho de que este Dios “personal” sea masculino (y
generalmente blanco) ha creado profundos problemas
existenciales en las mujeres y en las personas de otras
razas.5 ¿Se refieren al Dios omnipotente que algunos
teólogos creen que murió en Auschwitz? La idea de un
Dios todopoderoso y que todo lo sabe, para algunos es
difícil de reconciliar con la maldad y el holocausto. Ya
que, si Dios fuera verdaderamente omnipotente, podría
haber evitado todo eso. Entonces, esos que no pueden
1
Karen Armstrong, A history of God, (Una historia acerca de
Dios) Ballantine Books, una division de Random House, Inc.
Alfred A. Knopf, New York, 1993, pp. 397-98.
2
Misma obra antes mencionada, p. 4.
3
Misma obra, p. 398.
4
Misma obra, pp. 123-24
5
Misma obra, pp. 209-10
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aceptarlo, dicen que ya que no pudo evitarlo, Dios es
impotente; o bien, si pudo haberlo evitado y no lo hizo,
entonces no es un Dios compasivo.6
El conocimiento científico sobre el universo, el cual se
ha propagado rápidamente, está haciendo evidente que
Dios ya no está “allá arriba” ni “allá afuera”. Los cielos
parecen vacíos de la presencia protectora, juzgadora y
divina en la que creía el mundo antiguo. De acuerdo
con John Shelby Spong, obispo episcopal y autor del
libro ¿Por qué el Cristianismo debe cambiar o morir? , el
resultado es que millones de personas están como
“creyentes en el exilio” porque han perdido contacto
con estas imágenes de Dios que les fueron enseñadas
en los púlpitos tradicionales, pero no están preparadas
para abandonar totalmente el concepto de Dios.7
Así como una serpiente cambia de piel cuando crece,
¿estamos ahora siendo testigos del nacimiento y
crecimiento de un nuevo concepto colectivo de Dios,
que está dejando atrás el antiguo – para algunos
todavía inadecuado – porque este nuevo concepto no
les queda claro? Algunos creen que existe, de hecho, un
nuevo punto de vista de Dios que esta emergiendo en
esta era postmoderna. Este nuevo punto de vista deja
atrás las grandes imágenes externas del Dios teísta y
está siendo reemplazada con imágenes internas
profundas de un dios que no está separado de la
persona, sino que es una parte integral y fundamental
de uno. Esta es una perspectiva bastante consistente
con el concepto budista de la Ley Mística.
Esta Ley Mística es la entidad o verdad última que
permea todos los fenómenos del universo, pero no es
una entidad personificada. Existe una total unidad entre
los seres humanos y esta Ley última – no hay
separación entre los seres humanos (todos los seres
humanos) y esta idea de Dios como una Ley Mística.
Esta verdad eterna e incambiable que vive dentro de
nosotros, es la fuente de la cual extraemos la sabiduría
compasiva que requieren las cambiantes circunstancias,
así como el coraje y la confianza necesarios para vivir
de acuerdo a esa sabiduría. Es una ley mística, no
mágica, porque su totalidad está más allá de cualquier
conceptualización en forma humana que solamente la
restringe y la limita. Es una ley porque realmente se
experimenta en la vida cotidiana del ser humano
individual.
Esta realidad última, verdad última o pureza última,
existe en las profundidades de cada ser humano.
Debido a esto, los budistas ven a todas las personas
como sagradas y perfectamente dotadas, con el
potencial para llegar a ser personas iluminadas y
maravillosamente felices. No existe el “nosotros y ellos”
ni “los buenos y los malos” – todos son hijos de Dios, o
como se dice en el budismo, todos son entidades de la
Ley Mística.
Mientras otros ven hacia los cielos, el Buda ve hacia
dentro de si mismo y encuentra la invaluable joya de la
6
Misma obra, p. 346
7
John Shelby Spong, ¿Por qué el Cristianismo debe cambiar
o morir? (HarperCollins Publishers, Inc.,San Francisco, 1998,
p. 33.
posibilidad y la maravilla humana. Reconoce que
nosotros también estamos hechos de la “materia” divina
del universo. Simplemente hemos olvidado quienes
somos.
Por lo tanto, ¿creemos en Dios? Conforme a las
definiciones más tradicionales, no. Pero en términos de
cómo entiende a Dios un creciente número de
cristianos, entonces la respuesta es sí, creemos en Dios.
El nombre que nosotros le damos a Dios es Nam-myojo-
rengue-kyo, la Ley Mística. Creemos que existe tanto
“aquí dentro” como “allá afuera” y que esta luz interior
puede brillar desde dentro cuando nos despertamos a
ella y abrimos nuestro corazón a través del acto de
recitar Nam-Miojo-Rengue-Kyo.
Desde luego que habrá muchas personas para
quienes este entendimiento sobre Dios será inaceptable.
Está bien. Pero también habrá muchas otras – el 25%
de la población adulta de los Estados Unidos de
Norteamérica, conforme a estudio realizado 8 - a quienes
les parecerá razonable. Habrá también personas que
descubran que en realidad ellas ya no conservan las
versiones antiguas de Dios; que han empezado a ver el
universo de forma diferente; y que el concepto de Dios
como Ley Mística va de acuerdo con la noción que han
desarrollado por su propia cuenta. Descubrirán, como
pueden dar testimonio la mayoría de los miembros de la
SGI-USA, que la Ley Mística llena en forma realmente
agradable el vacío espiritual que pudiera haber en su
ser.

8
Phillip Hammond and David W. Machacek, La Soka Gakkai
en América, (Oxford University Press, Inc., New York, 1999
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