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Queda prohibida la distribución de esta traducción sin la aprobación

expresa del grupo Traducciones Ganimedes, además esta obra es de


contenido homoerótico, es decir tiene escenas sexuales explicitas
hombre/hombre, si te molesta este tema no lo leas, además que su
contenido no es apto para cardíacos.
Ser un adolescente gay es bastante difícil, pero cuando el
padre estricto de Christian se traslada a una ciudad diferente y
Christian tiene que ir a una escuela nueva, descubre cuánto
peor las cosas pueden ser. Afortunadamente, antes de que se
hunda en la depresión, Christian encuentra un nuevo grupo de
amigos, que también son gays. Christian pronto aprende que
sus amigos tienen sus propios problemas, buscando
desesperadamente atención a sus familiares abusivos.

Este es el primer libro de una nueva y emocionante serie


que sigue las altas y bajas de Christian y sus amigos a través de
su último año de secundaria a medida que buscan la aceptación
y el amor mientras tratan con la hostilidad y la homofobia.
¿Podrán sobrevivir para ver la graduación... o perderán a
alguien en el camino?
Christian cerró los ojos con fuerza y deseó estar en otro
lugar. En este punto, incluso asistiría a una de las partidas de
bridge de su abuela, o al recital de danza de su hermana
pequeña. Cualquier cosa sería mejor que esta reunión en una
antigua y húmeda habitación de la iglesia llena de sillas
plegables de metal, café rancio y personas incómodas.

Había montones y montones de personas incómodas. El


número uno de todos ellos era la propia madre de Christian. Se
sentaba tensa, con los dedos agarrando su bolso Coach1 color
púrpura, con sus correspondientes zapatos de charol plantados
firmemente en el suelo. Sus dedos revoloteaban alrededor de su
pelo rubio que había recogido en un perfecto estilo con toque
francés. Mientras tanto, sus ojos azul claro se lanzaban de ida y
vuelta, casi como si esperase a que alguien se levantara a sus
pies y la condenara.

«¡Es toda tu culpa! ¡Todo el mundo sabe que los niños se


vuelven homosexuales cuando sus madres les miman
demasiado!»

Christian reprimió un suspiro de agravación. Aunque


pudieran estar en una iglesia, se encontraban en el último
lugar en el que la acusación sería lanzada en dirección a ella.

1
El bolso es un bonito diseño de cuero para llevar en mano aunque también tiene una correa por si
lo queremos llevar al hombro. Además son grandes y espaciosos.
Después de todo, ¿no es que PFLAG era el soporte para Padres,
Amigos y Familiares de Lesbianas y Gays? Este era un lugar
donde se suponía que debían ser aceptados y encontrar apoyo.
Había incluso una bandera arco iris gigante con las letras
PFLAG colocada en la pared detrás del podio en la parte
delantera de la habitación.

Traten de decirle eso a su madre, porque parecía más


tensa de lo que Christian había estado durante el año en que su
padre le había obligado a practicar fútbol. No es que Christian
aspirara a los deportes, pero él era mucho mejor en el hockey.
Desde que era un portero no lo chequeaban mucho, y dolió como
el infierno cuando un hombre grande se estrelló contra él en el
hielo y lo aplastó.

Había varias hileras de sillas llenas de gente de edades


diversas. Ellos se fueron presentando a sí mismos, algo así
como el antiguo programa Club de Mickey Mouse2 que
Christian había visto en internet.

Detrás de él, una mujer mayor lloraba ruidosamente, la


fiesta del llanto había llegado justo después de que ella había
dicho: —Mi nombre es Dottie y mi hija de treinta años de edad,
me acaba de decir que... que... es... g... gay.

El gemido que siguió fue tan fuerte que Christian dio un


salto, casi cayéndose de su silla. Mientras tanto, su madre
siguió agarrando con más fuerza su bolso. A medida que se

2
The Mickey Mouse Club fue un show de variedades estadounidense, creado por Walt Disney, producido
por Walt Disney Productions y emitido por ABC desde el 3 de octubre de1955. Incluía regularmente un
reparto de artistas adolescentes, los cuales siempre iban siendo renovados. The Mickey Mouse Club fue
revivido y reformateado varias veces desde su transmisión inicial en ABC, entre los años 1955-1959.
En 1989, The Disney Channel revivió el show con un formato diferente. El espectáculo estructural fue
originalmente desarrollado por Walt Disney Television a mediados del decenio de 1980.
acercaba su turno para hablar, no podía dejar de preguntarse
cómo su madre se presentaría.

«Hola, mi nombre es Angie y mi hijo es la mayor


decepción de mi vida».

«Mi hijo está condenado al infierno».

«Por favor, díganme dónde lo puedo llevar para que


puedan arreglarlo».

Una pequeña parte racional de Christian le decía que


estaba loco por pensar eso. Desde que salió hace un par de
semanas atrás, su madre no había sido nada más que un apoyo.
Infiernos, estuvo a punto de comprar una torta y globos para él.
Incluso el padre de Christian había estado bien con eso, en su
propia brusca manera. Sólo le dijo a Christian que no quería
decir que podía perder el tiempo puesto que no podía dejar a
nadie embarazada, y tratara de no ser uno de esos gays que
siempre llamaban la atención.

Christian aún no tenía idea de lo que significaba la


última parte. ¿Quiere esto decir que no podía escuchar a Lady
Gaga? ¿Ondear una bandera arco iris? ¿Hacerse fan de Glee3?

Finalmente, llegaron a su madre y el corazón de


Christian se apretó con pavor. Antes de la discusión de su
orientación sexual siempre había sido privado. Esta era la
primera vez que lo estaría anunciando al mundo. Una parte de
Christian se relevaba porque estaba harto de llevar el secreto
en torno a él, sin embargo, otra parte de él se asustaba

3
Glee —en inglés estadounidense: «coro o regocijo»— es una serie de televisión cómica-musical emitida
1
por la cadena Fox desde el 19 de mayo de 2009. Se ambienta en el glee club "New Directions" de una
escuela secundaria de Lima, Ohio, donde sus miembros hacen frente a las relaciones amorosas, la sexualidad
y los problemas sociales.
estúpidamente porque sabía que su vida nunca volvería a ser la
misma.

Tomando una respiración profunda, su madre sonrió y


luego dijo: —Yo soy Angie y soy la orgullosa madre de mi hijo
gay.

A continuación, se acercó y pasó la mano sobre la espalda


de Christian. De la misma manera que ella hacía cuando era
más joven y estaba enfermo o trastornado. Una chispa de
felicidad aumentó en él al darse cuenta de que, si bien su vida
para siempre podría ser diferente, al menos una cosa seguiría
siendo la misma, su madre siempre lo amaría sin importar qué.

Hubo una larga pausa y Christian dio un tirón, al darse


cuenta de que ahora era su turno. Tragando contra el nudo en
su garganta, dijo, —Mi nombre es Christian y soy gay.

Wow. En realidad lo había hecho. Admitido en voz alta y


en público que él era gay. El mundo no se había terminado.
Nadie lo había señalado con el dedo y le gritó. Nadie había
actuado rechazándolo. De hecho, sólo veía sonrisas de
bienvenida y escuchó palabras de aliento en toda la habitación.

Eso era agradable, pero incluso él no era lo


suficientemente estúpido como para creer que sería de esa
manera en el mundo real.

Después de las presentaciones, se dividieron en grupos


más pequeños y Christian pronto se encontró en un círculo con
otros jóvenes como él. El líder del grupo no parecía mucho más
viejo que ellos y se veía bastante guapo al estilo de Zach Efron4.

4
Zachary David Alexander Efron (San Luis Obispo, California, 18 de octubre de 1987), más conocido como
Zac Efron, es un actor de cine y televisión estadounidense. Además de por su trabajo actoral, por el que ha
Sólo el Sr. Skins, como él se había presentado, tenía el cabello
un poco más corto y de hecho vestía un poco mejor. Claro, eran
tan sólo unos jeans y una camisa a cuadros, pero se veían bien
en él.

No queriendo hacer un idiota de sí mismo por mirar


embobado al líder del grupo, Christian miró a su alrededor a
los otros miembros. Había un muchacho alrededor de su edad,
que tenía el cabello castaño corto y ojos oscuros, pero se veía
nervioso y casi muerto de miedo. Mantenía la mirada fija en
sus maltratadas Converse5 rojas y no hablaba mucho. Christian
se devanó los sesos durante unos minutos antes de que él
recordara el nombre del chico, Taylor.

—Por lo tanto, eres nuevo aquí. ¿Vas a la escuela


Holcomb? —Sr. Skims le preguntó a Christian.

—Sí, ¿es agradable allí? —Christian dijo, sin preocuparse


de cualquier manera.

Antes de ahora su padre había estado en el ejército, por


lo que Christian había sido trasladado de una ciudad a otra
tantas veces que hace mucho tiempo dejó de estar conectado a
cualquier escuela. Mientras que su papá había prometido que
esta sería la última mudanza, Christian todavía no estaba listo
para entusiasmarse demasiado ante la posibilidad de ser capaz
de hacer amigos duraderos.

—Está bien —dijo Taylor finalmente levantando la


mirada para encontrarse con los ojos de Christian.

sido galardonado con los premios MTV Movie y People's Choice, su significativa presencia mediática se debe
también a su consideración como uno de los hombres más atractivos del mundo

5
Uno de los otros miembros, un chico con un poco de
sobrepeso, que parecía ser más o menos un año menor comenzó
a ir en una larga diatriba acerca de qué tan mala era la
escuela. No eran sólo los estudiantes, sino también los
profesores que se la agarraban contra él porque era gay.

Después de unos cinco minutos, el muchacho se detuvo,


pero sólo el tiempo suficiente para tomar un trago de un vaso
que había estado sosteniendo. Se lamió los ya húmedos labios
de aspecto color rosa, tiró con furia de uno de sus rizos sucios
color marrón oscuro y continuó con su perorata.

Christian estaría preocupado si no hubiera sido por la


mirada que Taylor le disparó. Rodando los ojos, articuló: «Una
apestosa reina del drama».

Christian se echó a reír, pero rápidamente cubrió la risa


con una tos. Por desgracia, atrajo la atención del líder del
grupo. Dándole una mirada a Christian que fue tan intensa que
le hizo retorcerse un poco, el Sr. Skims le preguntó:
Christian, ¿cómo está tu padre manejando esto?

Christian se encogió. —Bastante bien, teniendo en


cuenta que ha estado en la Marina durante la mayor parte de
su vida adulta.

—Sin embargo, él no está aquí hoy.

Maldición, ¿por qué el Sr. Skims tenía que darse cuenta


de eso? Tragando contra el nudo en su garganta, Christian dijo:
Él vendrá. Sólo tardará un poco.
Taylor le dirigió una sonrisa. —Oye, podría ser peor. Mi
mamá me da su apoyo, pero es más bipolar que Joan Crawford6
y mi papá es un idiota abusivo.

Y la tensión se rompió, pero a costa de Taylor. Christian


miró al otro muchacho y supo una cosa con certeza: por primera
vez en muchos años, finalmente había logrado encontrar un
buen amigo. La sonrisa que Taylor le dio le mostró que estaba
pensando la misma cosa.

Parte de la tensión de ir a enfrentar otra escuela nueva


decayó del cuerpo de Christian. Al menos esta vez iba a conocer
a alguien. Esta era una rara ocasión para él.

Cuando la reunión concluyó, Christian se acercó a


Taylor. —Entonces, ¿en qué clase te encuentras este año?

Taylor comenzó a plegar las sillas. —Soy un senior.

—Yo también. —Christian corrió a ayudarlo—. Tal vez


tengamos la suerte de tener algunas clases juntos.

Taylor hizo una pausa, con los dedos agarrando la silla


con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos. —¿Tal
vez no sería una buena idea si actuamos como si no nos
conociéramos el uno al otro?

El estómago de Christian se hundió. ¿Habría dicho algo


malo? ¿A Taylor no le gusta? Oh, Dios mío, ¿y si Taylor pensaba
que Christian era demasiado idiota o algo así?

6
Lucille Fay Le Sueur, más conocida como Joan Crawford (n. San Antonio, Texas; 23 de marzo de 1905 -
f. Nueva York; 10 de mayo de 1977), fue una actriz estadounidense. Fue una de las pocas superestrellas de la
época muda en adaptarse al cine sonoro en Hollywood. Es considerada la décima estrella femenina de todos
los tiempos por el American Film Institute.
—¿Por qué no? —Christian dijo, a pesar de que tenía
miedo de la respuesta.

Taylor mordisqueó su labio inferior. Un hábito que debía


tener por la forma en que tenía la piel agrietada allí. —No soy
exactamente el tipo más popular allí. De hecho, los atletas se la
agarran conmigo porque soy gay.

Christian se encogió de hombros. —¿Y? Eso no me


importa. He tratado con un montón de idiotas antes.

—Apuesto a que ninguno de ellos era tu hermano.

Horror llenó a Christian. —¿Tu propio hermano es uno


de los matones?

—Sí, la peor parte de esto es que somos gemelos. Siempre


pensé que eso significaba que teníamos que tener una conexión
especial o algo así. En cambio, Tommy sólo utiliza nuestra
relación para abusar de mí en casa y en la escuela.

Christian se sintió mal por Taylor. Mientras que su


propio padre podía ser estricto, sonaba como si tuviera las cosas
mucho más fáciles que Taylor. A continuación, un pensamiento
extraño se le ocurrió a Christian.

—¿Los llamaron Tommy y Taylor?

Si bien el cambio de rumbo de la conversación podía


haber sido extraño, funcionó. Taylor dejó escapar una risa
suave. —Sí, te dije que mi mamá es un poco loca a veces.
Incluso ella solía vestirnos iguales. Puedes creer que ellos
hubieran tenido la pista de que Tommy y yo éramos diferentes
el año en que él pidió Grand Theft Auto7 para la Navidad y yo
pedí un horno Easy Bake8.

Christian sonrió. —¿Recibiste el que hace galletas y


pasteles, también?

—¡Sí! Me encantó esa cosa.

—Yo también y estuve desanimado cuando se rompió.

Taylor dejó la última de las sillas a un lado. —Me


pregunto si todavía los hacen.

—Debemos averiguarlo y tener un día de horneado.


Podemos hacerlo en mi casa, por lo que no tienes que lidiar con
tu hermano.

Cuando Taylor le dirigió una mirada especulativa,


Christian soltó con rapidez: —No estoy tratando de llegar a ti o
cualquier otra cosa. Tienes muy buen aspecto y todo, pero me
gustan mis hombres...

Se calló, sin saber cómo continuar sin insultar a su nuevo


amigo.

Taylor levantó una ceja. —Déjame adivinar, ¿te gustan


los chicos más fuertes y asertivos? No te preocupes, no estoy
ofendido. Así es como me gustan mis chicos, también. También
me gustan un poco más viejos.

7
Grand Theft Auto (GTA) es una serie de videojuego, creada por David Jones y luego por Sam Houser y Dan
Houser. Originalmente fue creada por DMA Design, que posteriormente pasó a llamarse Rockstar North, de
la empresa Rockstar Games. Grand Theft Auto cuenta la historia de distintos criminales y aunque sean
varios, por una razón se van relacionando y envolviendo en problemas a más personajes conforme va
pasando el tiempo, generalmente los protagonistas son antiheroes.
8 El Easy-Bake Over es un horno de juguete de trabajo presentado por Kenner en 1963 y actualmente
fabricado por Hasbro. El juguete original utiliza una bombilla de luz incandescente ordinaria como una
fuente de calor; las versiones actuales utilizan una verdadera resistencia. En 1997, se habían vendidos más
de 16 millones de Easy-Bake Over (en los 11 modelos).
Después de que Taylor hizo ese anuncio, le lanzó una
mirada de añoranza al Sr. Skims que estaba enfrascado en una
conversación con el presidente de PFLAG.

Sus madres se acercaron y los interrumpieron. Por


primera vez Christian conoció a la madre de Taylor. Christian
se mantuvo buscando los signos de inestabilidad mental de los
que Taylor le había hablado. Aparte del hecho de que ella tenía
el pelo corto teñido de un color rojo horrible, y que el lápiz de
labios era demasiado oscuro y borroso, parecía lo
suficientemente normal.

—Esta es mi mamá, Margie —Taylor la presentó.

Margie le sonrió, mostrando sus manchas de lápiz de


labios en los dientes delanteros. —Tu madre me contó todo
acerca de ti, Christian. Suenas como un buen muchacho.

—Gracias —respondió torpemente Christian.

Se volvió hacia Taylor. —Deberías llevar a tu nuevo


amigo a la cafetería y pasar la tarde juntos. Es un buen día y
ya que la escuela comienza mañana, no vas a poder disfrutar de
ese lugar ya.

Taylor se puso tenso. —No lo sé. Christian,


probablemente tiene otros planes.

Incluso mientras Taylor pronunciaba estas palabras,


Christian podía ver el revoloteo de esperanza que pasó por los
ojos del otro adolescente.

—Creo que suena muy bien. Me encantaría ir —dijo a


Christian.
—¿Te gustaría? —Taylor preguntó, los ojos muy abiertos
por la sorpresa.

—Por supuesto, siempre que eso le parezca bien a mi


mamá.

Angie sonrió cuando le entregó algo de dinero a


Christian. —Ve. Te va a hacer bien estar lejos de la casa por un
tiempo.

En otras palabras, sería bueno tener un par de horas,


donde Christian y su padre no tuvieran que bailar alrededor
del enorme elefante de color del arco iris en el centro de la
habitación.

—¿Ustedes chicos necesitan un aventón? —Angie les


preguntó.

—No, tengo mi propio auto —explicó Taylor.

Margie dejó escapar una tos incómoda. —Es mejor si el


padre de Taylor piensa que vamos a diferentes lugares en estos
días ya que no apoya que yo venga a las reuniones.

Angie miró con pesar las palabras de Margie, pero como


siempre, ella fue buena para cubrir sus reacciones, por lo que
Christian estaba bastante seguro de que él era el único que se
dio cuenta. —De acuerdo, entonces. Creo que podemos salir y
dejar que los chicos vayan a divertirse.

Taylor y Christian salieron a la calle en silencio, hasta


que Christian le echó una mirada al auto de Taylor. Dejando
escapar un silbido bajo, dijo: —Tienes un jeep.

No era cualquier Jeep tampoco, sino uno de los nuevos


modelos y de color rojo cereza. Incluso tenía una capota de lona.
Taylor resopló mientras abría la puerta. —Sí, papá me lo
compró el año pasado como una recompensa cuando me llevé a
una chica al baile de graduación. Él estaba tan
condenadamente orgulloso que tomó fotografías y las envió a
todos nuestros amigos y familiares, sólo para demostrar que su
hijo era un hombre de verdad.

No dijeron nada más hasta que se pusieron los


cinturones de seguridad.

—Yo quería decir lo que dije antes. Quiero ser tu amigo


dentro y fuera de la escuela.

Taylor hizo una pausa. —No tienes idea de a lo que te


estás enfrentando. Me molestan horriblemente en la escuela y
es un verdadero infierno.

—¿Alguna vez te quejaste al director?

Una sonrisa amarga se extendió por el rostro de Taylor.


—¿Te refieres al mismo tipo que hace proxenetismo con Tommy
ante todos los colegios? Mi hermano es el mejor jugador de
fútbol que la escuela ha tenido. No hay manera de que él vaya a
hacer algo para empañar la perfecta reputación de Tommy.

—¿Tienes amigos en la escuela?

—Sólo Jessica, pero ella sólo se junta conmigo porque es


lesbiana y soy el único en la escuela que no llegará a ella. Ella
es muy bonita y tiene unas tetas grandes.

El corazón de Christian dolía. Sabía muy bien cómo se


sentía el estar solo y ser el chico extraño en la escuela.
Tendiendo la mano, agarró la mano de Taylor. —Bueno, ahora
tienes dos amigos. No vayas a decirme lo difícil que va a ser.
Solía ir a las escuelas que estaban llenas de niños en su
mayoría de militares y eso fue antes que DADT9 fuera
derogado. Así que, mientras que yo no estaba del todo fuera del
armario, todavía tenía que lidiar con mi cuota de comentarios
sarcásticos por lo que soy. Eso significa que puedo tomar
cualquier cosa que tu hermano y sus jodidos amigos puedan
arrojar sobre mi.

Taylor levantó la mirada, sus grandes ojos marrones


brillaban con lágrimas no derramadas. —Tengo que admitir,
que sería algo agradable pasar por un período de almuerzo sin
tener que escuchar la charla de Jessica acerca de su período y
de qué calientes son algunas chicas.

Christian se echó a reír. —Entonces, está decidido. Ya


tienes un nuevo amigo.

9
DADT : dion’t ask, don’t tell , no preguntes, no cuentes.
Taylor se detuvo delante de una pequeña tienda, de
aspecto algo antiguo y aparcó el jeep. Había una gran bandera
multicolor ondeando por la puerta de entrada y en la gran
ventana de vidrio en escritura de lujo, estaban las palabras:
Cafetería El Refugio.

—Así que, ¿vienes mucho por aquí? —Christian dijo


mientras salía del jeep.

Se dio cuenta de que había varias parejas de


homosexuales caminando arriba y abajo por la acera, de la
mano y abiertamente afectuosos uno con el otro. Eso tocó a
Christian, mientras que al mismo tiempo, le dio una pizca de
envidia. Se moría de ganas de tener su primera relación
verdadera. Vaya, no había besado a nadie incluso, y tenía
diecisiete años. ¿Qué patético era eso?

Caminaron dentro y Christian aspiró profundamente.


Siempre había amado el olor del café recién hecho. Le recordó a
los tiempos en que solían visitar la casa de su abuela antes de
que ella muriera.

Cuando Taylor lo llevó a una mesa grande de la esquina,


Christian enarcó una ceja. —¿No es un poco grande para
nosotros dos?

—No, los demás no tardarán en llegar.


Confundido, Christian tomó asiento y se sentó en el
borde de la silla. —¿Qué otros? Pensé que habías dicho que no
tenías otros amigos.

—No tengo otros amigos en la escuela —aclaró Taylor—.


Fuera tengo un pequeño grupo de chicos con los que salgo. Pero
no te preocupes, en su mayor parte no están tan mal.

Como respondiendo a alguna clase de señal tácita, dos


muchachos, alrededor de su edad, se acercaron a la mesa. Uno
de ellos tenía el pelo corto castaño y ojos color ámbar que
estaban rodeados de gruesas pestañas largas. Podría haber sido
lindo si no hubiera sido por la sonrisa maligna en su rostro.

El otro muchacho era negro, pero tenía un tono de piel


más clara que indicaba que podría ser bi-racial. Parecía mucho
más agradable, esbozando una cálida sonrisa mientras se
sentaban.

Ambos llevaban ropa de marca, desde sus camisetas de


cientos de dólares hasta las zapatillas de línea. Si bien
Christian no se quedaba atrás cuando se trata del
departamento de moda, de repente se sintió mal vestido en su
camiseta Dr. Pepper y sus jeans H & M.

—¿Cuál es el nombre de tu nuevo niño bonito? —el de la


sonrisa maligna preguntó.

Taylor rodó los ojos, pero no parecía demasiado ofendido,


demostrando que esta era una conducta común en el imbécil.
Él no es mi niño bonito. Sólo somos amigos y su nombre es
Christian.
El hombre deslizó su mirada en dirección a Christian.
Es un placer conocerte. Mi nombre es Devlin y puedes ser mi
lindo cualquier cosa en cualquier momento que desees.

El otro recién llegado dejó escapar un suspiro agraviado.


—No le hagas caso. A Devlin le gusta darle a la gente un
momento difícil. Le ayuda a olvidar el idiota que es realmente.

Sorprendió a Christian que el hombre hablara con un


nítido acento inglés. Sonriente, el muchacho extendió la mano,
—Mi nombre es Andy, por cierto.

—En realidad, es Andrew Markus Bramson Tercero, pero


a él le gusta ser informal —Devlin dijo arrastrando las
palabras.

Andy se echó a reír. —Nunca creí en la pompa y toda esa


basura. Eso me haría demasiado igual a mis padres.

Christian sonrió, al ver cuán rápidamente le estaba


gustando Andy. —Así que, ¿a qué escuela van ustedes?

—San Bartholomew. Es el lugar donde todas las perras


ricas envían a sus niños para que se hagan hombres dijo
Devlin antes de que repentinamente se levantara y fuera hacia
el mostrador.

Andy se inclinó hacia delante y le susurró a Christian:


No tomes lo que dice personalmente. Tomó muchas de sus
actitudes de su madre y ella sólo lo trata como si fuera un
accesorio de moda o algo así. Si te da un momento difícil,
entonces eso significa que realmente le gustas.
Si ese fuera el caso, entonces a Christian le hubiera
gustado ver cómo el hombre actuaba con alguien que no le
agradaba.

—Es cierto, Devlin no es tan malo una vez que te


acostumbras a él —agregó Taylor—. Incluso me dejó quedarme
en la casa de sus padres un par de veces cuando mi papá...

Se calló, pero no tenía que terminar la frase para que


Christian pudiera entender la esencia de lo que estaba
intentando decir.

Devlin se dio la vuelta en el mostrador y gritó: —¿Qué


quieren ustedes? Hoy invito yo para darle la bienvenida a
Pretty Boy10.

Recordando lo que Andy y Taylor acababan de decir,


Christian de manera casual sacudió su mano como indicándole
que se masturbara. Devlin le dio una sonora carcajada a
cambio. —Parece que no estás tan tenso después de todo.
Bueno, Christian, ¿qué quieres?

Christian y los otros pusieron sus órdenes y entraron en


una conversación informal, en su mayoría hablando de todos
los lugares en los que Christian había vivido en los últimos
años. A mitad de la letanía, Devlin trajo las bebidas y se sentó.

Cuando Christian mencionó Ohio, Devlin arrugó la nariz.


—Tuve que vivir allí un año, cuando la compañía de mi madre
la trasladó. No estaba tan mal el lugar, pero había un gran
idiota homófobo que estaba en mi clase y se negaba a dejarme
en paz.

10
Niño bonito.
—¿Qué hiciste? —Christian dijo antes de tomar un trago.

Estuvo a punto de hacer un sonido de yummy en


apreciación. Casi vivía de Lattes Mocha y éste tenía que ser el
mejor que jamás había probado.

Devlin se encogió de hombros. —Después de algunos días


empujándome y molestándome, finalmente me defendí.
Después de que le rompí la nariz y los dientes delanteros, el
idiota no me molestó de nuevo.

Christian lo miró boquiabierto. —En realidad, ¿le diste


una paliza?

Devlin disparó una mirada fría. —Sí, empecé a entender


y aprendí algo.

—¿Qué fue eso?

—Si los golpeamos primero, nos dejan en paz.

Una bola de hielo se formó en el estómago de Christian.


Dios, esperaba nunca sonar tan amargado. —¿Pero no es
ponerse a su mismo nivel?

—Sigue adelante y lleva tus banderas arco iris y signos


de paz, yo voy a hacer las cosas a mi manera. Al final no
importa. Seguirán odiándonos y diciéndonos que todos vamos a
ir al infierno.

Taylor dejó escapar una carcajada. —Personalmente,


creo que el infierno puede ser un lugar mejor. Si Lady Gaga,
Neil Patrick Harris y Ellen van a estar ahí, entonces seguro
que no quiero estar en el cielo. Toda la diversión se habría ido
entonces.
Todos en la mesa estallaron en carcajadas y toda la
tensión se rompió. Comenzaron a lanzar sus propias personas
favoritas que estarían en el infierno con ellos. Christian agregó
a Nicki Minaj, porque ¿a quién no le gustaba? Ellos acababan
de ponerse cómodos cuando el sonido de la campana sonó,
indicando que otra persona entraba.

—Oh, genial, es mi primo. El hombre que está más


encogido dentro del armario que un cienciólogo11 que
permanecerá sin nombre —Devlin dijo arrastrando las
palabras.

Christian miró y todo el aire parecía haber sido chupado


de sus pulmones cuando vio al hombre más caliente en su vida.
Alto, musculoso, tenía el pelo oscuro, casi negro y penetrantes
ojos azules. Christian había bromeado a veces que si fuera
heterosexual estaría colado por Selina de las películas de
Underworld, y este tipo se la recordaba a Christian, sólo más
grande y mucho más masculino.

—Oye, James —dijo Taylor cuando el muchacho se unió a


ellos—. Este es mi nuevo amigo, Christian. Se acaba de
inscribir en nuestra escuela.

—Sí, aunque sólo no esperes que él te hable o siquiera


reconozca que existes. James no quiere que sus compañeros de
fútbol sepan que pasa el tiempo con nuestra especie —disparó
Devlin sarcásticamente.

11
La cienciología es un sistema de creencias y enseñanzas, originalmente propuesto como una filosofía laica
en 1952 por el norteamericano L. Ron Hubbard, y posteriormente, reorientado desde 1953 como una
especie de «filosofía religiosa aplicada».
Un rubor cubrió el rostro de Taylor. —Está bien. Sé que
James no puede salir, por lo que entiendo por qué tiene que
ocultar nuestra amistad.

James lanzó una mirada de agradecimiento a Taylor


antes de darse la vuelta y estrechar la mano de Christian.
Encantado de conocerte.

La calidez del toque de James hizo que el interior de


Christian se volviera como gelatina y apenas fue capaz de
decir: —Gracias.

Tirando de su mano hacia atrás, Christian no se perdió


de la forma en que los ojos de Devlin se redujeron de una
manera conocedora. ¡Maldita sea! Christian siempre apestaba
cuando de ocultar lo que estaba sintiendo se trataba. Bien,
ahora todos en la mesa probablemente sabían que él se sintió
atraído por James.

—Entonces, ¿qué te trae a nuestro lado de la ciudad?


Andy le preguntó.

James se encogió de hombros. —Es el último día de


verano, así que pensé en pasar el rato con ustedes…

—Antes de tener que arrastrarte de vuelta a tu armario


—cortó Devlin.

Cuando James no dijo nada, Christian se sintió obligado


a defenderlo. —Hey, es su elección en cuanto a cuándo y cómo
quiere salir. No es nuestro asunto.

Devlin dio un resoplido. —Agradable que hayas salido en


su defensa, rubito. Sólo trata de recordarlo mañana, cuando te
lo encuentres en la escuela y te trate como si fueras un leproso.
Pregúntale a Taylor al respecto, él tiene que pasar a través de
eso todos los días.

—Dale un descanso —dijo Andy—. Todos sabemos que no


tendría que preocuparse sólo por sus compañeros de clase si
sale.

—Taylor se enfrenta a la misma maldita cosa todos los


días, pero no lo ves ocultando quién es —argumentó Devlin.

—¿Pueden dejar de hablar como si yo no estuviera aquí?


—preguntó James.

—¿Por qué? Por lo general, no estás aquí, así que es una


costumbre para nosotros —respondió Devlin.

—Eres un asno —James exhaló con un movimiento de


cabeza.

Devlin hizo una ligera inclinación de cabeza. —Es cierto,


pero yo soy tu asno. Acéptalo, compartimos el mismo ADN por
lo que no me puedes negar.

—Dios sabe cuánto lo quiero y no porque seas gay.

—Tú me amas, admítelo. —Devlin hizo una mueca como


si le tirara besos.

—No eres tan malo como el abuelo. Voy a darte al menos


eso.

Andy ladeó la cabeza hacia un lado. —Corríjanme si


estoy equivocado, pero ¿no es tu abuelo, el tío viejo que andaba
por ahí sin pantalones la última vez que tu familia tuvo una
barbacoa?
—Sí, pero él llevaba una chaqueta de esmoquin y
pajarita, por lo que todavía estaba formal, al menos en mi
opinión —respondió Devlin.

—Tu mamá no lo creía así. Pensé que iba a tener un


ataque al corazón. — James se echó a reír.

—Ahora que lo dices, fue muy divertido —coincidió


Devlin.

—Sobre todo cuando comenzó a perseguir a la mejor


amiga de tu madre. No sabía si él estaba tratando de joder con
ella o matarla.

—Conociendo a nuestra familia, estaba intentando las


dos cosas —respondió James, con una sonrisa amarga
arruinando su hermoso rostro.

Cuanto más hablaban, más Christian empezaba a creer


que tenía la familia más funcional de todos ellos. Por supuesto,
su padre podía ser un poco estricto, a veces, pero al menos
nunca golpeó a Christian o cualquier otra cosa.

Devlin terminó el resto de su café y miró por la ventana.


—Es un día muy bonito.

Dando una sonrisa de complicidad, Andy estuvo de


acuerdo: —Sí, sería una vergüenza gastarlo aquí encerrados.

Taylor lanzó un suspiro. —Voy a poner eso en el tope.

—¿El rubito va con nosotros? —Devlin movió las cejas.

—¿Podrías terminar con los apodos? —Christian se


quejó, sin saber todavía si odiaba a Devlin o sólo estaba molesto
con sus palabras.
—Probablemente debería ir a casa —dijo James.

Devlin le dio un puñetazo amistoso en el hombro. —Si


alguien nos ve, sólo puedes decir que mi mamá te obligó a salir
conmigo de nuevo para asegurarse de que estaba siendo un
buen chico. Además, incluso si alguien te viera, tengo serias
dudas de que cualquiera de tus amigos confesara salir por esta
parte de la ciudad.

Christian en silencio tuvo que coincidir con la afirmación


de Devlin. A juzgar por el número de banderas arco iris y
clubes gays que estaban alineados en las calles, era sin duda
un amigable distrito LGBT.

—Está bien, voy a ir —suspiró James.

Eso confortó a Christian. Haría cualquier cosa para


pasar más tiempo con el deportista sexy. —Yo también voy.

Devlin le dio una mirada de sondeo. —¿Cómo sabía que


esa sería tu respuesta?

—¿Qué es exactamente lo que vamos a hacer?


Christian preguntó.

Se dio cuenta de que esa debió haber sido su primera


pregunta. Aunque todos parecían buenos chicos, acababa de
conocerlos. Por lo que sabía podrían ser asesinos seriales o algo
así. A pesar de que no veía a Taylor como al tipo del hacha.
Devlin, por el contrario, era una historia completamente
diferente.

—Sólo vamos a conducir por las calles —dijo Taylor.


—Sé que suena aburrido, pero en realidad es bastante
divertido ver a la gente y esas cosas —agregó James, su cálida
voz parecía bailar sobre la piel de Christian.

Taylor dejó la taza en un cubo cercano y salió corriendo


para estar adelante. Cuando todos estaban saliendo, Devlin se
inclinó y susurró al oído del Christian: —Yo no perdería mi
tiempo con él. Nunca va a salir.

Christian se puso rígido, viendo cómo el resto del grupo


abandonaba el edificio. —No sé de qué estás hablando.

Devlin le dio una sonrisa picarona. —Eres un mentiroso


realmente terrible. Mira, pareces ser una persona bastante
agradable, como una especie de Mary Sue12. Sólo estoy tratando
de ahorrarte un poco de angustia.

Enojado, tanto porque Devlin había visto a través de él,


como por la referencia de Mary Sue, Christian miró a Devlin.
—No necesito que me salves de nada.

Devlin se acercó y suavemente pasó los nudillos por la


mejilla de Christian. —No tienes idea de lo inocente que te ves
con esos bonitos ojos azules y tu pelo rubio.

Muy impresionado por la acción de Devlin, Christian se


quedó inmóvil, incapaz de decir nada.

»—Apuesto a que ni siquiera te han besado aún —Devlin


continuó.
12
Una Mary Sue (a veces sólo es Sue), en la crítica literaria y, en particular, en fanfiction, es un personaje
ficticio con demasiado idealizado y modismos esterotipados, sin fallas y sobre todo funciona como un deseo
de fantasía cumplida del autor o lector. Por lo general, se acepta como un personaje cuyos aspectos
positivos aplastar sus otros rasgos hasta que se convierten en una sola dimensión. Mientras que la etiqueta
"Mary Sue" en sí misma procede de una parodia de este tipo de carácter, la mayoría de los caracteres "Mary
Sues" por los lectores no tienen la intención de autores como tal. Mary Sues son masculinos a menudo
llamado Gary Stu", "Larry Stu", "Marty Stu", o nombres similares.
¿Qué demonios? ¿El idiota podía leer la mente o algo así?
Una nueva oleada de ira pasó a través de Christian y golpeó la
mano de Devlin alejándola de su cara. —Tú no sabes nada
acerca de mí, así que puedes detener el acto.

Esperaba que Devlin arremetiera con otro comentario


mordaz, pero cuando Devlin se volvió y salió a la calle,
Christian se quedó una vez más, congelado por el shock. Lo
único que realmente podía sentir era la sensación de ardor que
dejaron los dedos de Devlin en su mejilla. Christian tuvo que
hacer un esfuerzo para no levantar la mano y tocar la piel
afectada.

Dejando escapar un gruñido de frustración, hizo una nota


mental de no dejar que nada de lo que le dijera Devlin le
afectara. El tipo era un idiota, puro y simple.
James inclinó su rostro hacia atrás y saboreó la
sensación del viento bailando sobre su rostro. A pesar de que
estaba apretado en el asiento trasero, situado entre Devlin y
Christian, James nunca se había sentido tan libre.

Por un breve tiempo estaba bien para él tener los


sentimientos que siempre lo atormentaban. Estaba bien para él
ser él mismo. Sobre todo estaba bien para él bajar la guardia
aunque sólo fuera un poco.

Miró al chico nuevo. Maldita sea, era lindo. Con el pelo


rubio claro trabajado con la cantidad justa de gel y esos
impresionantes ojos azules, era el hombre perfecto.

Más que nunca, James deseaba poder salir del closet, así
fuera para nada más que perseguir a Christian y ver si
realmente podrían tener algo juntos. James había notado cómo
el otro chico lo había mirado de arriba abajo y sabía que la
atracción era en ambos sentidos.

Por desgracia, esa opción no estaba abierta en el mundo


de James. No sólo era por el miedo mortal que le tenía a su
padre y romperle el corazón a su madre, sino que sería el final
de la beca completa que estaba pendiente para ese lujoso
colegio católico al que James aspiraba. No había manera en el
infierno que permitieran que un hombre abiertamente gay
jugara en su equipo de fútbol.
Además, James había sido testigo de todos los abusos que
Taylor sufrió en la escuela y estaba aterrorizado de recibir el
mismo tratamiento. Llámenlo un cobarde, lo que James se
decía a sí mismo muchas veces, pero podía vivir con eso. Con
tal de no ser un paria social como Taylor.

La parte triste de todo era que si James era realmente


sincero consigo mismo, Taylor era uno de sus pocos amigos
verdaderos. James había compartido cosas con Taylor que
nunca le había dicho a nadie, ni siquiera a Devlin. Lo que hacía
sentir a James en carne propia la forma de mierda en que era
tratado Taylor en la escuela.

Pero sabía que una vez que la escuela comenzara


nuevamente, las cosas serían lo mismo. Taylor seguiría siendo
intimidado y James seguiría fingiendo no conocer al chico.
Infiernos, James incluso salía con los chicos que le daban las
peores sacudidas a Taylor. James y Tommy eran casi
inseparables, mientras que estaban en la escuela.

James miró a Devlin. Qué ganas tenía de odiar a su


primo. Tanto por lo crítico que era, como por cuánta razón tenía
de ser así. Pero, de nuevo, mientras que ellos provenían de la
misma familia, él y Devlin podían vivir también en mundos
separados. James no podía maldecir sin conseguir un correazo.
Devlin, por el contrario, podía ir en una oleada de asesinatos y
sus padres todavía le sonreirían con orgullo. Claro que sería un
asesino en serie, pero lo haría con tal clase y rompería el récord
de mayor número de muertes en un día. Y todos se sentirían
muy orgullosos de lo duro que trabajó en ese objetivo.

Bueno, tal vez eso no era del todo justo. James sabía que
la vida de Devlin, a veces apestaba, desde que sus padres eran
tan materialistas y basuras, pero al menos Devlin podría salir y
ser él mismo.

—Así que, ¿cuánto tiempo suelen conducir por los


alrededores? —Christian dijo.

—Por lo general nos quedamos hasta que se ponga


oscuro. Ahí es cuando las personas más interesantes salen
dijo Taylor.

—Pero yo espero por algunos hombres calientes, más


viejos. Mis padres están fuera de la ciudad de nuevo y me
siento muy solo —dijo Andy.

James frunció el ceño. A menudo se preocupaba de que la


necesidad de Andy por atención lo metiera en problemas. Desde
que sus padres nunca estaban alrededor, era como si Andy
estuviera buscando afecto en cualquier lugar que pudiera
conseguirlo.

—No pasará. ¿Te olvidas que irás a dormir a mi casa esta


noche? —Devlin interrumpió

James sabía que era la forma en la que su primo velaba


por su amigo. Mientras que Devlin podría comportarse como un
verdadero imbécil parte del tiempo, era muy protector con las
pocas personas que le importaban.

Andy dejó escapar un suspiro. —Eso lo dices porque odias


ver solo a The Walking Dead13.

13
The Walking Dead es una serie de televisión desarrollada por Frank Darabont y basada en la serie de
cómics homónima creada por Robert Kirkman y Tony Moore y que actualmente se publica por la editorial
1
Image Comics. Su episodio piloto, de sesenta minutos de duración, fue estrenado por la cadena AMC el 31
2
de octubre de 2010. En Hispanoamérica se estrenó el 1 de noviembre y se emite los martes en primetime
3
por Fox Latinoamérica. La segunda temporada se estrenó el 16 de octubre de 2011 en Estados Unidos, y el
18 de octubre para Latinoamérica.
Christian se rio y maldito si no tenía el más lindo
conjunto de hoyuelos. James sintió que su corazón se saltaba
un latido, cuando se vio fascinado por la dulce sonrisa del otro
niño.

—Me encanta ese programa —declaró Christian.

—Me gustaría pensar que asustaría a un niño inocente


como tú —bromeó Devlin.

Christian hizo una mueca. —Si hubiera un apocalipsis


zombi real, jalaría a Shane y te dispararía para que los zombis
pudieran comer mientras que escapo.

Mientras que James no tenía ni idea de lo que Christian


estaba hablando, Andy, obviamente, la tenía porque dejó
escapar un alarido de risa. —Creo que me gusta mucho el
novato.

James le sonrió a Christian y dijo: —Touché.

Los celos quemaron en el intestino de James cuando se


dio cuenta de la mirada que Devlin le estaba dando a
Christian. Era una que James había visto antes y que siempre
había sido antes de que Devlin se abalanzara y reclamara a un
hombre —o al menos mantener al otro chico alrededor hasta
que finalmente se cansara de él y se alejara.

Mierda, parecía que su primo le tenía echado el ojo a


Christian y por lo que James sabía, su primo nunca había
fallado cuando tenía su presa en la mira. La peor parte era que
no había absolutamente nada que James pudiera hacer al
respecto.
Varias horas más tarde, James entró a su casa. Aunque
trató de ser lo más silencioso posible, cuando su pie solo había
alcanzado a dar el primer paso en las escaleras que conducía a
su habitación la voz de su padre le llegó: —¿Dónde diablos has
estado?

Oh, ya sabes papá, simplemente babeando por los chicos


en 9 Millas. Deberías haber visto algunas de las bellezas que
salían de Backstreet. Ese bar debe tener una regla que dice que
sólo los hombres dignos de babear pueden entrar. Nos
sentamos durante una hora en el estacionamiento y los vimos
salir del edificio.

Sabiendo que por ese comentario se ganaría la paliza de


su vida, James se acercó con su habitual mentira. —Salí con
algunos chicos del equipo.

Su padre, un hombre que ya había perdido la mayor


parte de su pelo canoso, pero que aún era corpulento, frunció el
ceño. —Bueno, ¿cómo explicas el hecho de que Tommy llamó
hace unas horas buscándote?

El horror llenó a James mientras un sudor frío cubrió su


cuerpo. Por favor, no dejes que averigüe la verdad. Querido
Dios, por favor, déjame ser capaz de mentir a mi manera para
salir de esto. La bilis se acumuló en su garganta y tuvo que
tragar un par de veces para no vomitar sobre los pies de su
padre.

—Ah, Tommy no estaba allí.


Su padre lanzó un gruñido. —Fue probablemente a causa
de la reina del drama que tiene tan mal a su familia. Te lo juro,
no sé por qué no envían a ese hijo maricón que tienen lejos, a
uno de esos campamentos de conversión.

Le dolió a James escuchar a su padre hablando de Taylor


de esa manera, pero no se atrevió a mostrarlo. —Tommy no dijo
por qué no podía estar allí, así que no sé lo que está pasando.

Su padre acababa de dejar salir otro de sus gruñidos,


pero la ira desapareció de su cara. James dejó escapar un
suspiro interno de alivio. Había conseguido esquivar la bala
gay una vez más. Pero ¿cuántas veces más antes de que lo
golpeara directo en el culo?

—Voy a ir a la cama —dijo, señalando hacia las escaleras


con el pulgar por encima del hombro.

Su padre lo cubrió con una mirada escudriñadora. —Sep,


es un gran año para ti. Tienes que asegurarte de no meter la
pata o llamar cualquier tipo de mala atención sobre ti. No voy a
ser feliz si dejas esfumar esa beca.

Maldita sea, ¿acaso su padre sabía del secreto de James


desde el principio? Toda la sangre parecía escurrirse de la cara
de James y su boca se puso tan seca que parecía que estaba
rellena de viejos calcetines de gimnasia.

Pegando su mejor sonrisa, James dijo: —No te preocupes,


nada va a suceder. Te prometo hacerte sentir orgulloso.

—Cuento con ello. Lo último que quiero es que termines


como tu primo Devlin. —Su padre negó con la cabeza, el
disgusto en su rostro—. Todavía no puedo creer que mi
hermano permita que un hijo marica viva bajo su techo.
Demonios, incluso lo tolera.

¿Marica? Cómo odiaba James esa palabra. Cada vez que


la oía, sentía como un golpe físico directo en sus intestinos.
Lamentablemente era una de las palabras más usadas en el
léxico de su padre.

—No estarás hablando mucho con Devlin, ¿verdad? —El


padre de James le preguntó bruscamente.

James rápidamente negó con la cabeza. —No, sólo hablo


con él en las reuniones familiares. Ni siquiera sé su número de
celular.

Lo cual era una mentira descarada. James tenía


programado en su teléfono ese número, y había sido inteligente
en colocarlo en la lista con un nombre diferente.

Su padre asintió con la cabeza. —Bueno, ahora sube las


escaleras y duerme un poco. Tienes práctica mañana después
de la escuela.

—Sí, señor —murmuró James.

Dio un par de pasos antes de que la voz de su papá lo


detuviera. —Lo digo en serio, James. ¡No hagas nada que me
avergüence! No te gustará lo que pasará si lo haces.

Miedo frío como el hielo se enrolló a través del cuerpo de


James. No, él no quería decepcionar a su padre. La última vez
que había sucedido, se había visto obligado a usar gafas de sol
durante una semana. En aquella ocasión había sido solo porque
había estado terrible en un partido, costándole a su equipo el
juego. James esperaba que nunca tuviera que ver qué tipo de
castigo recibiría si su padre descubriera que era gay.

»—Tienes que encontrar alguna buena chica y empezar a


salir con ella. No queremos que la gente piense que eres como
tu primo.

James sentía como si todo su mundo se viniese abajo. En


el momento en que se dio cuenta que su padre ya no
sospechaba... lo sabía y le estaba diciendo a James que mejor
encontrara una manera de cambiar o si no….

Su mente divagó en Christian y la dulce sonrisa del


muchacho. O la forma en que su cabello rubio se había
despeinado un poco cuando habían conducido con el techo del
jeep hacia abajo. Cómo a James le encantaría poder salir con
alguien como él. Pero sabía que nunca sería capaz de vivir su
vida como él quería. Se trataba de las expectativas de su padre
y no había nada que pudiera hacer más que esto.

—En realidad, tengo una novia —mintió James.

—Tú, ¿cómo se llama? —La incredulidad en el tono de su


padre hizo que los intestinos de James se apretasen por el
miedo.

—Jessica...

James sólo rezaba para que una vez que ella se enterara
de la pequeña mentira, no le diera una patada en las bolas.
Pero, por otro lado, Jessica siempre lo había respaldado y él lo
sabía. Mientras que ella podía ser una perra, ella le ayudaría
con esto.
Su padre le dio una sonrisa que era tan petulante que
envió un escalofrío por la espalda de James. —Bueno, entonces
no te importaría invitarla a cenar el viernes.

—Estoy seguro de que va a estar encantada.

A continuación, y antes de que se metiera aún más en la


mierda, corrió el resto de los escalones y se refugió en su
habitación. Al cerrar la puerta, se arrojó sobre la cama y tomó
una bocanada de aire estremeciéndose profundamente.

Antes de que siquiera se diera cuenta de que lo estaba


haciendo, sus dedos estaban llegando a su teléfono y estaba
presionando en el número de Jessica. Sólo rezaba para que ella
respondiera porque estaba tan desesperado por hablar con
alguien en ese momento y ella era la única que realmente
tenía.

—Es tarde, así que será mejor que sea algo bueno —dijo
por saludo.

James intentó responder, pero su garganta se apretó


fuerte y sintió las lágrimas deslizándose por sus mejillas.

—Cariño, dime qué pasó —lo tranquilizó.

—¿Alguna vez deseaste hacer nacido diferente?


preguntó con la voz quebrada.

—Claro, cada vez que me cruzo con mi abuela y murmura


en voz baja que estoy poseída por un demonio. Pero he
aprendido que no puedo dejar que me deprima.

—¿Cómo?
Genial, estaba completamente hecho un desastre ahora,
llegando incluso a hacer ruidos de hipo, pero Jessica no le dijo
nada al respecto.

—Diciéndome a mi misma que no tengo tiempo para


preocuparme por las personas que son tan estrechas de mente
que no me pueden amar sin importar lo que pase.

James cerró los ojos, una sensación de ardor


construyéndose en su pecho. —Me gustaría poder ser fuerte
como tú y Devlin.

—Hmmm... divertido, a mí me gustas tú mucho más que


Devlin —musitó.

Si la situación hubiera sido diferente, James se habría


reído. Jessica y Devlin siempre tenían encontronazos.
Probablemente porque ambos eran tan tercos como el infierno.
No es que James nunca sería lo suficientemente valiente como
para señalarlo.

—No sé por cuánto tiempo más pueda seguir adelante


confesó James con su voz entrecortada.

—¡Ni siquiera digas eso! —ella espetó—. Si haces algo


estúpido, te juro por Dios que voy a patearte el culo.

Incluso sobre la ira en su voz, pudo detectar su temor de


que en realidad él iba a hacer algo drástico. Lo triste era que no
sabía si podía asegurarle que no lo haría. En más de una
ocasión, sólo quería ir a dormir y no despertar de nuevo.

En cada ocasión fue capaz de detenerse antes de hacerlo


al imaginar lo mucho que podría devastar a su madre y a su
hermana pequeña. Además, de una jodida extraña manera,
sintió como si fuera a defraudar a Devlin también. Si bien
podían discutir mucho, James realmente admiraba a su primo
y algún día tenía la esperanza de ser tan fuerte como Devlin.

—Por favor... prométeme que no lo harás —dijo Jessica,


su voz llena de lágrimas.

La culpa asaltó a James. Lo último que había querido


hacer era alterarla a ella también. Secándose las lágrimas,
tragó saliva. —No, no lo haré.

—Bien, porque eres una de las pocas personas que


realmente hacen de este mundo un lugar decente.

—No seguirás diciendo eso cuando sepas lo que acabo de


hacer.

—¿Qué?

Se preparó y tomó una respiración profunda antes de


confesar: —Buenamente le dije a mi papá que estamos
saliendo.

Una larga pausa se asentó en el aire hasta que


finalmente dijo: ¿Se te ha ocurrido pensar que mi aversión a
tu pene podría convertirse en un problema en nuestra relación?

—Siempre me encanta cuando utilizas palabras bonitas


como esa.

Dejó escapar un suspiro. —¿Qué tengo que hacer para


que tu papá esté lo suficientemente feliz para que deje de
molestarte?

Alivio lo inundó. —Ven a cenar la próxima semana y


pretende que estás locamente enamorada de mí.
—¿Te das cuenta de que esto podría ser
contraproducente? La mayoría en la escuela sabe que soy
lesbiana.

—Lo sé, pero ya que mi padre no habla con nadie más,


que mi entrenador y algunos de los padres de mis compañeros
de equipo, dudo que se vaya a enterar.

Al menos esperaba que no se enterara, o de lo contrario


sería realmente un grave problema y esta vez su papá no
dejaría que James bailara fuera de su camino nuevamente.

—James, todo va a estar bien. Y no sólo me refiero a la


cena la semana que viene solamente. Puedes pasar a través de
todo esto.

James sólo esperaba que Jessica estuviera en lo cierto


porque desde donde él veía las cosas, no había manera de que
alguna vez pudiera realmente ser feliz o libre.
Christian estacionó su Tracker amarillo en el lugar
designado y apagó el motor cuando levantó la mirada hacia lo
que él esperaba que fuera la última escuela secundaria a la que
tenía que asistir.

Este edificio se veía más o menos como todos los demás,


exterior de ladrillo rojo, con un campo de fútbol y pista en la
parte posterior. Todo el lugar parecía bastante nuevo, como si
tal vez acabara de ser reacondicionado o algo así. Aparte de eso,
podría haber sido una de las otras docenas de escuelas a las
que había asistido.

Desde que sus padres lo habían traído la semana pasada


para la orientación, ya tenía su agenda y carnet de estudiante.
También tenía un mapa del interior de la escuela. Sólo
esperaba que no tuviera que sacarlo. Nada gritaba más que
había un pez nuevo en el agua que el estar caminando por ahí
con un mapa apretado en la mano.

Agarró su mochila, que alzó sobre un hombro, y luego


salió. Escaneó la escuela llena, y fue una grata sorpresa el ver a
Taylor.

Christian se apresuró a alcanzar a su nuevo amigo.

—Gracias a Dios te encontré. Tal vez puedas ayudarme a


encontrar mi primera clase —dijo Christian a modo de saludo.
Taylor saltó en estado de shock antes de que él mirase a
su alrededor, casi como si tuviera miedo de que fueran vistos
juntos.

Un calor cubrió su cara cuando Christian, dijo: —Lo


siento. ¿He hecho algo mal?

—Quise decir lo que dije ayer. Puede que no sea una


buena idea si dejas que los otros chicos te vean conmigo —dijo
Taylor en voz baja.

Un muchacho que parecía casi idéntico a Taylor pasaba


por allí. Obviamente, era su hermano y él estaba en medio de
un grupo de chicos, todos ellos vestidos con chaquetas de
Varsity14, a pesar de que todavía estaba caliente afuera.

—Oye, Taylor, ¿ese es tu nuevo novio maricón? —el


hermano se burló.

—No soy su novio, pero soy gay. Me pregunto por qué


estás tan interesado —disparó Christian a continuación.

Aunque no le gustaba meterse en peleas, no iba a dejar


que lo convirtieran en un saco de boxeo verbal, tampoco. Una
cosa que su padre había logrado hacer fue enseñarle a
Christian a luchar. A pesar de que a Christian no le gustaba la
violencia, sabía que podía defenderse si era necesario.

Los ojos del hermano de Taylor se ensombrecieron con


furia y dio un paso en dirección a Christian. —¿Por qué,
pequeño punk, no te pateo el culo por eso?

—Alto, ellos no valen la pena —dijo una voz suave.

14
Chaquetas del equipo o colegio.
Fue entonces que Christian se dio cuenta de que James
estaba en medio del grupo de deportistas. Si bien había sido
advertido sobre que James sería diferente en la escuela, aun
así una pizca de desilusión golpeó a Christian.

—Sí, ustedes no valen la pena. Sobre todo porque algunos


de nosotros realmente sabemos cómo luchar —añadió una
nueva voz.

Christian dejó escapar una exclamación de sorpresa


cuando Devlin se acercó y pasó un brazo sobre los hombros de
Taylor. No sólo eso, sino que Andy estaba con él y los dos
estaban vestidos con ropa casual en vez del uniforme de su
escuela de ricos, sin duda requerido.

Christian vio que su confusión hizo eco en la expresión de


James, pero James nunca diría nada ya que su grupo estaba
alrededor. No fue sino hasta que estuvieron solos que Christian
le preguntó: —¿Por qué están ustedes dos aquí?

Andy sonrió alegremente. —Oh, ¿no te dijimos? Nos


echaron de la escuela privada.

—¿Qué? ¿Cuándo ocurrió eso? —Taylor exigió, con los


ojos cada vez más amplios.

—La semana pasada, cuando tuvimos la orientación,


Andy y yo nos aburrimos y empezamos a tontear. Los
sacerdotes no lo tomaron demasiado bien y amablemente nos
pidieron que nos fuéramos y nos condenáramos solos en el
infierno —les informó Devlin.

A continuación, Devlin se apoderó del brazo de Taylor y


lo arrastró hacia delante. Una vez que estuvieron fuera del
alcance del oído de ellos, Christian alzó una ceja hacia Andy.
Está bien, ¿cuál es el verdadero trato? ¿Están tú y Devlin
juntos o algo así?

—¡Claro que no! Es casi como un hermano para mí. De


hecho, casi se sentía mal besándolo y, créeme, besar chicos es
algo que generalmente me gusta hacer.

—Entonces, ¿por qué lo hiciste?

Andy lanzó una mirada hacia Taylor. —Estábamos


hartos de ver a nuestro amigo solo y siendo acosado. Le
preguntamos a nuestros padres para dejarnos salir de la
escuela al principio, pero se negaron. Entonces nos tomamos el
asunto en nuestras propias manos... y nuestras bocas... y
nuestras lenguas.

—¿De quién fue la idea?

—De Devlin. Ha estado muy preocupado por Taylor.

Empezaron a caminar de nuevo. Christian miró hacia


adelante a Devlin y Taylor, ambos se reían y Taylor en realidad
parecía menos tenso.

—No pensé que Devlin fuera del tipo que cuidara de otro
—admitió Christian.

—Había pensado lo mismo cuando lo conocí, también.


Pero con el tiempo, me di cuenta de lo que se esconde detrás de
la prepotencia de Devlin. Independientemente de todos esos
comentarios maliciosos es una persona realmente agradable.

Christian se sentía muy dudoso acerca de eso, pero como


le agradaba Andy, decidió ser agradable. —Claro, si tú lo dices.
Andy sonrió mientras ponía un brazo sobre los hombros
de Christian. —Eres un mentiroso terrible.

—Sí, he oído eso todo el tiempo.

Caminaron en el interior y Christian estaba feliz de


encontrar que él y Andy estaban en el mismo salón de clases.
Mejor aún, Devlin estaba con Taylor entonces Taylor no estaría
solo. Si el encuentro en el estacionamiento mostró cómo las
cosas solían ser, entonces Taylor necesitaba todo el apoyo que
pudiera obtener.

Él y Andy encontraron asientos en la parte posterior del


aula de clases y algo se le ocurrió a Christian. —Oye, ahora que
estás tú y Devlin aquí también, no voy a ser el único chico
nuevo.

—Y todos somos gay. Los republicanos están en lo cierto.


Estamos tratando de tomarnos la escuela secundaria —Andy
bromeó.

Consiguieron algunas miradas sucias, pero también hubo


algunas risitas por lo bajo. Christian miró hacia el frente del
aula y casi se ahogó con su lengua cuando vio a James, sentado
con algunos de sus amigos.

Sus miradas se encontraron por un breve instante, antes


de que James apartara la mirada rápidamente. Christian trató
de no dejar que se le notara que le dolía. Después de todo, él
sabía que James estaba aterrorizado de salir por lo que la
última cosa que probablemente quería era ser capturado
poniendo los ojos en el nuevo chico que era gay.

No es que Christian pensara que se veía obviamente gay


ni nada por el estilo, sino que el estar con Taylor y después de
la broma que Andy acababa de hacer, era bastante claro.
Además, Christian no tenía planes de ocultar quién era. Fue
bastante difícil salir del closet una vez por lo que sería
condenado si tenía que arrastrarse hacia el interior de nuevo
sólo por algunos tipejos de mente cerrada.

Una vez que empezó la clase, Christian se alegró de que


no tuvieran la costumbre de la cosa de que los nuevos alumnos
se presentaran a sí mismos. Como era el primer día y no tenían
ninguna tarea o algo que estudiar aún, él y Andy pasaron la
mayor parte del tiempo hablando.

Durante todo ese tiempo James parecía estar haciendo


todo lo posible por no mirar hacia donde estaba. Parecía tan
diferente del hombre del que había estado colgado el día
anterior que Christian tenía dificultades para recordar que
ellos eran supuestamente amigos.

—No dejes que te moleste —le susurró Andy.

—¿Soy así de transparente? —Christian respondió.

—Sí, pero no te preocupes, estoy bastante seguro de que


soy el único que se ha dado cuenta de lo molesto que estás.

—Realmente, esto debe lastimar a Taylor.

Se sentía lastimado por el niño triste y retraído. No es de


extrañar que Taylor tuviera miedo de hablar o mirar a
cualquiera a los ojos. Después de todo, uno no podía ser pateado
tantas veces hasta que finalmente decidiera quedarse abajo.
Ahora Christian entendía completamente la desesperada
necesidad que Devlin y Andy habían sentido para cambiar de
escuela para así poder proteger a su amigo.
—¿La familia de Taylor es realmente tan mala como él
dice? —Christian dijo, a pesar de que temía lo que la respuesta
pudiera ser.

—Sí, yo solía pensar que la tenía mal porque mis padres


están fuera todo el tiempo y por lo general soy una idea de
último momento para ellos, pero ahora me doy cuenta de que lo
tengo fácil en comparación con él. Su madre lo intenta, pero
ella tiene problemas mentales y su padre es la peor clase de
hijo de puta que hay. Tommy se parece a su papá, también, así
que Taylor recibe una dosis doble de lo mismo.

—¿Alguna vez lo lastimaron físicamente?

Andy puso las manos en la parte superior de su escritorio


y apretó los puños. —Lo he visto luciendo moretones más de un
par de veces.

Horror llenó a Christian. —¿Alguien alguna vez lo


reportó a la policía o algo así?

—Hemos querido, pero él nos hizo prometer que no.


Tiene miedo de que si lo sacan de su casa, nadie se hará cargo
de su madre. Supongo que ella se pone tan mal que hay
algunos días en los que ni siquiera puede levantarse de la
cama.

Christian se sintió mal al pensar en tener que vivir de


esa manera.

Andy lo estudió. —¿Qué tal tus padres?

El brusco cambio de tema sacudió a Christian y le tomó


unos cuantos latidos para responder: —Mi mamá es genial,
entonces está mi papá. Me refiero a que las cosas son un poco
incómodas entre él y yo desde que salí, pero él está tratando de
ajustarse. ¿Tus padres se preocupan de que seas gay?

Andy se encogió de hombros. —Tendrían que estar en


casa para que eso sucediera.

—¿Dónde están?

—Mi mamá está por lo general en Inglaterra desde que


su empresa se encuentra allí y mi padre siempre está viajando
por su trabajo, también.

—¿A qué se dedican?

—Mi mamá trabaja como diseñadora de modas y mi papá


hace relaciones públicas para los artistas.

—¿Ellos viven separados?

—Sí, a veces pienso que sólo se casaron y me tuvieron por


un capricho o algo por el estilo —dijo Andy.

Mientras que Andy pudo haber estado tratando de hablar


del tema de una manera informal, estaba fallando
estrepitosamente. Christian podía ver el dolor del rechazo
grabado claramente en los ojos de Andy.

—Entonces, ¿quién cuida de ti, mientras que ellos no


están?

—He pasado por una larga lista de niñeras. Por último,


el año pasado mis padres se dieron por vencidos y ahora sólo
tengo al ama de llaves alrededor.

—¿Alguna vez te sientes solo?


Tan pronto como hizo esa pregunta, Christian quiso
patearse. Ajá... Por supuesto que Andy se sentía solo. ¿Quién
no se sentiría así en esas circunstancias?

—Me sentía de esa manera hasta que me hice amigo de


Devlin. Ahora me cuelgo la mayor parte del tiempo en su casa.
Sus padres son un poco extraños, pero me gustan.

—Sólo puedo imaginar el tipo de personas que


engendrarían a alguien como él —Christian sólo estaba medio
bromeando.

Andy sonrió. —Su padre es un gran abogado corporativo.


Creo que es de ahí de donde Devlin consigue su agresión. Su
madre es la típica esposa rica de alta sociedad. Ella incluso
lleva alrededor a uno de esos pequeños perros chillones. La
maldita cosa me ha mordido dos veces.

—¿Se han metido en problemas por el truco que hicieron


para que los expulsaran de su escuela?

Andy soltó un bufido. —Me dijeron vía e-mail que estaba


castigado. Como si de hecho fuera a obedecer a eso. En cuanto a
Devlin, su mamá lo reprendió, pero su padre se dio cuenta de
por qué lo hizo y le dijo a ella que lo dejara en paz.

—¿Lo hizo a pesar de que se había negado a sacar de la


escuela a Devlin en primer lugar?

—Sí, de hecho, creo que él admira a Devlin por pensar en


el plan. Siempre está empujando a Devlin para que luche
contra el sistema con el fin de progresar en la vida.

Una muchacha alta, delgada, de pelo negro se acercó y se


sentó a la mesa, delante de Christian. Dirigió su mirada de ojos
verdes a Andy y le preguntó —¿Qué demonios estás haciendo
aquí?

—Encantado de verte también, Jessica —Andy le


contestó con facilidad.

En cuanto a Christian, ella dijo: —Y tú eres...

—Christian —respondió, retorciéndose un poco bajo su


escrutinio.

Ella era bastante bonita, aunque la falda color rosa con


pliegues era un poco corta y las medias de red rotas un poco
cliché, pero odiaba cada vez que una chica lo miraba de esa
manera. Lo hacía sentir... bueno, torpe.

Como si le hubiera leído sus pensamientos, ella sonrió.


No te preocupes, yo no lo hago con los chicos.

—¿Qué hay de los hombres? —Andy bromeó.

—No, por lo que he oído ese es tu departamento —replicó


ella.

—Ah, ahora, estás escuchando esos rumores


desagradables de nuevo —dijo Andy.

—No, lo vi por mí misma. Es mejor que tengas cuidado.


No quiero verte salir lastimado.

Andy miró a Christian. —A Jessica le gusta jugar a


Mamá Osa con nosotros todo el tiempo.

—Sólo cuando los niños lo necesitan y, créeme, es


necesario que alguien vele por ti. —Ella le devolvió la mirada a
Christian—. Entonces, ¿cuál es tu historia?
—Es bastante aburrida. Sólo el hijo de un militar
tratando de mezclarse.

Ella le dio una vez más esa mirada. —Debe ser difícil si
usas esa camiseta.

Él miró la rana Kermit15 de su camiseta. —¿Qué hay de


malo en esto?

—Nada, ella sólo te quiere dar un mal rato —le aseguró


Andy.

Jessica no se retractó para nada. —Todo el mundo sabe


que el mejor animal de la pandilla de Los Muppets.

Christian se echó a reír. —¡¿En serio?! ¿Has visto todas


las películas?

—¿Estás bromeando? Incluso tengo una colección de los


viejos episodios de TV.

—¡De ninguna manera! Eres muy afortunada.

Ella inclinó la cabeza hacia un lado. —Si sigues siendo


tan agradable puedo permitirte verlos algún día.

Una ráfaga fuerte de risas estalló desde el frente y


Christian levantó la mirada. Los amigos de James
cuchicheaban apuntando a Christian, Jessica y Andy. A juzgar
por la expresión de culpabilidad en el rostro de James, lo que
estaban diciendo no era agradable tampoco. Aunque eso no
impidió que el chico murmurara su propio comentario.
Christian no sabía qué era, pero no pudo dejar de escuchar la
varias veces repetida palabra mariquitas.

15
Es la que todos conocemos como la rana René de Los Muppets.
Tommy se volvió y trató de amedrentar a Christian con
la mirada. Todo el entrenamiento que su padre le metió en la
cabeza se hizo presente y Christian le devolvió la mirada, sin
mostrar ninguna debilidad. Justo cuando estaba seguro de que
las cosas estaban empezando a ponerse feas sonó la campana,
interrumpiendo el enfrentamiento.

De pie, Christian, recogió su mochila y la puso sobre su


hombro. Jessica lo sorprendió al enlazar su mano en su brazo
libre. —¿Sabes qué? Creo que ya me gustas.

—Simplemente, no voy a dejar que esos tipos me


intimiden.

O a Taylor para el caso. Aunque Christian podía no ser


capaz de proteger a su amigo mientras estuviera en su casa,
hizo la promesa de que le protegería la espalda a su amigo cada
vez que estuvieran en la escuela. A juzgar por las expresiones
violentas de Jessica y la cara de Andy, él no sería el único en
hacerlo.
El resto del día transcurrió con bastante facilidad.
Aunque no tuvo más clases con James, Christian estaba
contento de descubrir que tenía Historia y Física con Taylor.
También tuvo Inglés con Devlin y Andy. Por desgracia, también
compartieron esa clase con Tommy. Devlin se aseguró de que el
deportista supiera lo mucho que le disgustaba. Una sensación
de que estaba claro por la manera en que Tommy miraba a
Devlin. Por supuesto, Devlin no hacía las cosas mucho mejor
soplando besos y luego haciéndole gestos groseros al chico.

En el momento en que llegó a casa, Christian se sentía


abrumado, pero en general fue uno de los mejores días que
había tenido en una nueva escuela. Ya tenía un pequeño grupo
de amigos y, aparte del par de incidentes, nadie le había dado
un mal rato.

Cuando Christian entró en su casa, una pequeña casa de


una planta, se sorprendió un poco al encontrar a su padre en
casa. Desde que había dejado el ejército, su padre había estado
trabajando para una compañía de financiamiento y por lo
general no cerraba hasta las cinco.

Dejando de lado su mochila, Christian entró en la cocina


para encontrar a su padre leyendo el periódico. Era un poco
mayor que la mayoría de los padres de los amigos de Christian
pues se casó ya maduro. Sin embargo, todavía estaba en mejor
forma que la mayoría de los hombres que eran años más
jóvenes que él. Continuaba manteniendo en su envejecimiento
su cabello castaño, en un corte corto, estilo militar y sus ojos
marrones que ahora estaban cubiertos con un par de gafas,
nunca parecían perderse nada.

—Hola, papá. ¿Qué estás haciendo en casa? —Christian


dijo.

Doblando el papel en pliegues prolijamente, su padre lo


miró. —Quería ver cómo te fue en tu primer día de clases así
que me tomé la segunda mitad del día libre.

Christian dejó escapar una pequeña risa cuando ladeó la


cabeza hacia un lado. —¿Desde cuándo lo haces? He estado en
un montón de escuelas y nunca sentiste la necesidad de
comprobar cómo me fue.

—Lo sé, pero las cosas son diferentes ahora.

El corazón de Christian dio un vuelco cuando el


significado de esas palabras simples se estrellaron contra él.
¿Lo dices porque ahora estoy fuera del clóset?

—Sí.

Tomando una lata de refresco del frigorífico, Christian la


abrió, sus manos temblaban tanto que era una maravilla que la
bebida no se derramase por todo el lugar. —¿Tenías miedo de
que hiciera algo que pudiera avergonzarte o algo así?

—¿Qué? —Su padre frunció el ceño—. No, por supuesto


que no.

—No te preocupes, me aseguré de no llamar demasiado


la atención.
Su padre se pasó los dedos por encima de su cabeza,
dejando escapar un profundo suspiro. —Lo siento, nunca debí
decirte algo así.

Eso sorprendió a Christian. Su padre a menudo


manejaba la casa como si fuera otra rama de las fuerzas
armadas. Aunque nunca había sido abusivo, las cosas siempre
habían sido a su manera, y siempre había estado en lo cierto.
Así que, ¿por qué se disculpaba de repente?

—Yo estoy... —Su padre movió las manos en el aire, como


buscando las palabras correctas—. Confundido y preocupado
por ti. Sé cuán cruel puede ser el mundo y no quiero verte salir
lastimado.

Esa había sido la última cosa que Christian hubiera


esperado que su padre le dijera. Pestañeando duro para no
dejar que las lágrimas que había estado guardando durante
mucho tiempo salieran, dijo: —Pensé que estabas decepcionado
de mí y avergonzado.

De pie, Christian pronto se encontró envuelto en el


abrazo protector de los fuertes brazos de su padre. Alivio llenó
a Christian cuando dejó escapar un ligero suspiro. No podía
recordar la última vez que había sido abrazado por su padre ya
que el hombre nunca había sido demasiado cariñoso, pero
maldito sea si esto no era lo que Christian había necesitado en
este momento.

—Nunca estaré decepcionado de ti. De hecho, eres una de


las personas más valientes que conozco —dijo su padre,
sosteniéndolo aún con fuerza—. Debes de haber tenido tanto
coraje para salir, pero lo hiciste y nunca miraste hacia atrás. A
pesar de que sabías que tendrías que enfrentar todo tipo de
obstáculos, aun así te negaste a dar marcha atrás. No podría
estar más orgulloso de ti.

—¿En serio?

Maldita sea, ¿por qué su voz tenía que sonar acuosa tan
de repente? Justo después de que su padre le había llamado
valiente.

—Sí, lo siento, no te lo dije antes. Tengo tanto miedo de


que alguien te lastime que dejo que mis emociones tomen el
control y dije algunas cosas estúpidas.

—Hey, puedo cuidar de mí mismo. Tú fuiste quien me


enseñó a luchar, ¿recuerdas? —Christian le recordó.

—Sí, tuve un montón de diversión trabajando en el saco


de boxeo contigo.

Dejando de lado su vaso, Christian elevó sus puños en


forma burlona. —¿Qué te parece si salimos y me das una clase
de repaso?

Su padre sonrió... y fue la primera sonrisa que vino sin


ninguna tensión ni vacilación desde que Christian había dejado
caer la bomba de yo-soy-gay. —Eso sería genial.

Antes de que Taylor llegara hasta el porche de su casa,


ya podía oír los gritos de dentro. Su padre estaba gritando y su
madre suplicaba tratando de calmarlo.
¡Mierda! Eso nunca era una buena señal. Lo único bueno
era que Tommy estaba en la práctica de fútbol para que al
menos él no estuviera allí para incrementar la ira de su padre,
pero aun así no iba a ser una recepción feliz para Taylor.

Hizo una pausa, con un pie en el escalón inferior


mientras debatía qué hacer. Si era lo suficientemente
silencioso, podría ser capaz de colarse en su habitación antes de
que fuera descubierto.

No, eso no iba a funcionar. Al final, su padre se cansaría


de abusar de la mamá Taylor y el hijo de puta buscaría una
nueva víctima y el primer lugar al que su papá iría a buscar
sería la habitación de Taylor.

Eso estaba fuera.

A continuación, debatió en ir a la casa de Devlin. Sabía


que su amigo le daría la bienvenida y le daría refugio.

Taylor no podía hacer eso. Ya había fastidiado a Devlin lo


suficiente. No eran más que amigos después de todo, y puesto
que Taylor tenía muy pocos de ellos, no quería ir con esta
basura con Devlin.

Siempre podía ir simplemente a la Cafetería El Refugio.


Ellos estaban abiertos hasta muy tarde así que tal vez para el
momento en el que Taylor volviera a casa su padre habría
bebido hasta el punto de perder el conocimiento. Claro, eso
significaría que se perdiera la cena, pero Taylor tenía la
sensación de que no conseguiría alimentarse de cualquier
manera.
Decidido, Taylor estaba empezando a poner su pie de
nuevo en la acera, cuando el sonido de la voz de su padre le
llegó: ¡Taylor! ¡Entra, ahora!

El miedo corría por Taylor y no podía respirar porque


sentía como si un puño gigante se hubiera envuelto alrededor
de su pecho. Aun así se obligó a girar y entrar en la casa, su
terror creciendo con cada paso que daba más cerca hacia la
puerta principal.

Una vez dentro, la cerró detrás de él. Sus ojos de


inmediato cayeron sobre uno de los muchos agujeros de tamaño
de un puño que salpican las paredes. Iban a la perfección con la
mesa de café agrietado, las manchas de vómito en la alfombra y
la porcelana rota que estaba ensuciando el suelo.

Esto último fue una nueva incorporación y el corazón de


Taylor se hundió cuando lo reconoció como piezas de la
colección Clayworks que su madre atesoraba. La que había tan
cuidadosamente atendido desde que la había heredado de la
fallecida abuela de Taylor.

—La próxima vez que te llame, es mejor que te muevas


un infierno de mucho más rápido —gritó su padre.

Taylor levantó la vista y aunque sabía que debía estar


pensando en una manera de escapar todo lo que vino a su
mente fue cuan opuestos sus padres parecían. Su padre llevaba
una camiseta hecha jirones que apestaba a grasa, más gris que
negra, porque era muy vieja. Él la combinaba con unos jeans
que estaban demasiado sucios de trabajar en el garaje como
mecánico. Y completaba su imagen de viejo-chico-bueno con
una gorra de béisbol maltratada que le cubría su escaso cabello
marrón.
La madre de Taylor, por el contrario, podría haberse
hecho pasar por el ama de casa Susie. Incluso llevaba un
vestido largo hasta la rodilla con un delantal y tenía el pelo
recogido en una cola de caballo apretada. Todo era una
fachada, porque una vez que se la miraba más de cerca, se
podía ver el miedo en sus ojos, la forma en que sus delgadas
manos siempre revoloteaban alrededor con nerviosismo, las
líneas en las comisuras de su boca que venían de siempre tener
el ceño fruncido.

De hecho, cuanto más Taylor pensaba en ello, más ella se


parecía a su colección de Clayworks. En un momento había sido
hermosa y admirada, pero en manos de su padre se había
destruido y roto en pedazos.

Ella retorcía sus dedos juntos, una mirada de


preocupación cubría su rostro excesivamente delgado, pero
como siempre se puso de pie al fondo y no se apresuró a
defender a Taylor.

—Lo siento, lo haré mejor la próxima vez —dijo Taylor,


preparándose para un golpe.

Su padre no lo decepcionó, levantó su mano carnosa y


golpeó ruidosamente contra la parte posterior de la cabeza
Taylor. El dolor se disparó a través de su cráneo, cuando los
dientes hicieron clic en conjunto, pero al menos no había nada
de sangre... al menos no todavía.

—Lo haré mejor la próxima vez —se burló su padre—.


Dices eso muchas veces, y ya lo tengo tatuado en el culo.

En este punto su padre estaba tan cerca que el hedor de


su aliento a vodka era nauseabundo. El miedo tomó el control y
Taylor cometió el mayor error de todos, trató de correr. Hizo
exactamente dos pasos antes de que lo agarrara por la espalda
de la camiseta.

Taylor dejó escapar un grito agudo cuando el cuello de su


camisa se apretó y casi lo estranguló. Las lágrimas se
asomaron a sus ojos, tanto por el dolor como por el terror que
corrían por su cuerpo.

Fue arrojado al suelo, algunos de los fragmentos de


porcelana se clavaron en sus brazos y espalda. Apenas sintió el
dolor mientras levantaba la vista justo a tiempo para ver la
pesada suela de la bota de trabajo de su padre bajando sobre él.

Varios minutos después, Taylor se arrastró hasta su


habitación y se desplomó sobre la cama. Sabía que debía ir al
baño y al menos limpiarse un poco la sangre, su madre iba a
tener un infierno de tiempo para lograr sacar las manchas de
las sábanas. Por otro lado, lo había hecho ya tantas veces que
debía ser una profesional en ello.

El dolor parecía envolver como una manta cada


centímetro de su cuerpo y sabía, después de tratar de tomar
unas cuantas respiraciones profundas, que tenía por lo menos
algunas costillas rotas. Ir al hospital para obtener una
radiografía no era una opción porque habría demasiadas
preguntas.

Preguntas que Taylor no se atrevía o no deseaba


responder.

Al menos una cosa buena había salido de la paliza. Ahora


la planta baja estaba en silencio porque su padre había
trabajado en él con toda su furia. Eso significaba que la mamá
de Taylor no sería golpeada de nuevo. Eso por sí solo valía la
pena todo el dolor que estaba pasando.

La habitación se oscureció y alrededor de una hora más


tarde oyó a Tommy llegar a casa. Su bienvenida fue muy
diferente a la que Taylor había recibido. Pronto, los olores de la
cocina le llegaron, pero Taylor no se molestó en ir abajo para
conseguir algo de comida.

Conocía el trato que tendría ya que había pasado por esto


muchas veces. No sólo no se le permitiría comer como parte de
su castigo, sino que incluso si intentara poner algo en el
estómago acabaría vomitándolo. Siempre ocurría cuando su
padre le daba un puñetazo en la boca y Taylor tragaba
demasiada sangre.

Entonces se dio cuenta de que tendría que enfrentar a los


chicos mañana y explicar los cortes y magulladuras. Su corazón
dio un vuelco. Era genial tener algunos amigos de verdad para
pasar el rato en la escuela. Usualmente solo evitaría a Devlin y
Andy, mientras que James nunca lo notaría porque estaría
demasiado ocupado tratando de fingir que no se conocían entre
sí. Claro, Jessica bien podría gritar algo, pero ya su propia vida
en casa no era la mejor, pero ella no le decía a Taylor
demasiado al respecto.

Sabía a ciencia cierta que una vez que Devlin lo viera,


estaría enojado con el padre de Taylor. Entonces todos le
darían una mirada de lastima. Y eso era lo que Taylor más
odiaba de todo. Sólo servía para recordarle que él era
demasiado débil para defenderse y que era demasiado perdedor
para merecer el amor de su padre.
Podía oír el zumbido de la conversación en la cocina
debajo de él. A juzgar por el sonido del resto de su familia, un
extraño nunca podría adivinar que uno de sus miembros estaba
sólo un piso más arriba, todo maltratado y ensangrentado.

Reuniendo su valor, salió de la cama e hizo su camino al


cuarto de baño. Accionó el interruptor, la luz era tan brillante
que le tomó unos minutos para que sus ojos se adaptasen. Una
vez que lo hicieron, dejó escapar un gemido ante la imagen que
le presentó el espejo.

Parecía como si hubiera sido atacado por un oso pardo, y


había salido perdiendo. Uno de sus ojos estaba hinchado y ya
estaba empezando a volverse púrpura, además de que su labio
inferior estaba hinchado y sangrando por un corte en el centro.
Lo peor de todo era el hematoma en la mejilla derecha.
Mirándolo más de cerca pudo darse cuenta del patrón de la
bota de su padre.

Al menos no tenía por qué preocuparse de que alguno de


los profesores llamara a las autoridades, ni nada. Desde que
Taylor había conseguido ser siempre golpeado alrededor de la
escuela, podría utilizar la misma mentira que siempre había
tenido. Algunos chicos le saltaron encima después de clase y no,
no iba a decirles sus nombres, muchas gracias.

Tiró de la camiseta hacia abajo, dándose cuenta de la


marca roja justo detrás de su cuello donde la camiseta lo había
apretado hasta casi estrangularlo. Maldita sea, eso dolía peor
que todo el resto.

Se desnudó y se duchó, lavando la sangre con sumo


cuidado. Varias marcas rojas y moretones marcaban su torso,
pero llevaría una sudadera con capucha para ocultarlos. Aún
podría estar demasiado caliente afuera, pero era mejor sudar
más que llamar más la atención sobre él.

Después apagó la ducha y comenzó a secarse. Sonidos de


risas venían desde la cocina. Taylor cerró los ojos, pero ya era
demasiado tarde. Algunas lágrimas se escaparon y se
deslizaron por sus mejillas, la sal escocía algunos de los cortes.

Cómo deseaba poder tener sólo un poco de la aceptación y


el amor que le daban a Tommy. Siempre había sido Taylor, el
último y el odiado.

Incluso antes de que Taylor hubiera salido, o más bien


haber sido brutalmente sacado cuando Tommy encontró su
escondite de porno gay, su padre había odiado a Taylor.
Tommy, por su parte, siempre había sido el más favorecido.
Había conseguido los mejores regalos de cumpleaños, las
mejores ropas, la mayor atención. Taylor, por el contrario,
siempre había sido echado a un lado y fue nada más que un
segundo pensamiento.

—Sólo un año más —susurró.

Eso era todo lo que tenía que durar antes de que se


graduara y fuera capaz de dejar esta ciudad de mierda, alejarse
de su familia de mierda y dejar todo lo demás atrás. Sólo
esperaba ser capaz de sobrevivir durante todo ese tiempo
porque podía sentir la situación cada vez más desesperada con
cada día que pasaba.
Como Christian llegó un poco tarde a la escuela al día
siguiente, no llegó a ver a Taylor hasta el almuerzo. Después de
haber cargado la bandeja con comida apenas palpable, se
acercó a la misma mesa que todos ellos habían compartido el
día anterior.

A pesar de que sólo Taylor y Jessica estaban allí,


Christian sabía antes de sentarse que algo andaba mal. Por un
lado, Taylor llevaba una sudadera y tenía puesta la capucha a
pesar del hecho de que la temperatura estaba elevada. Lo que
es más, llevaba unas gafas de sol y sólo BD16 eran para
interiores.

Christian miró a Jessica y la expresión de su cara sólo


profundizó sus preocupaciones. Sus labios rosados demasiado
satinados estaban apretados con fuerza en una línea y ella
jugueteaba con la falda a cuadros muy corta, tal como
acostumbraba vestir. Tenía una carrera en uno de los muslos
de sus medias blancas, pero en su estado actual, Christian
dudaba que ella se hubiera percatado de eso.

Dejando sobre la mesa la bandeja, Christian dijo: —¿Qué


demonios está pasando...?

16 Db / material clínico: gafas de protección para lámparas de polimerizarref.


Se apagó tan pronto como llegó a darle un vistazo a la
cara de Taylor. Incluso con la capucha y las gafas de sol,
Christian podía contarle a alguien que el tipo había trabajado
muy bien sobre él.

—¿Quién te hizo eso? —Christian exigió, la ira surgiendo


a través de su cuerpo.

Miró hacia la mesa de los deportistas y vio a Tommy reír.


Aunque James no estaba participando de eso, no parecía estar
haciendo nada para detenerlos tampoco. Pero se tomó el tiempo
para darle una rápida mirada a Christian, que parecía como si
le estuviera pidiendo comprensión.

Como Christian había estado en el mismo lugar exacto


que James hace apenas un año, se encontró a sí mismo dándole
un pequeño guiño a cambio. Después de todo, no creía que
fuera James el que utilizara la cara de Taylor como un saco de
boxeo.

Apretando los puños, Christian preguntó: —¿Fue tu


hermano?

Si fue así, le iba a mostrar al tipo los principales golpes


con los que algunos de los marines probaban sus habilidades
para el combate. Mientras que Tommy no había hecho
exactamente un movimiento agresivo hacia Christian, aun,
todavía pensaba que su papá entendería sus acciones.

Taylor se acercó y agarró una de las manos de Christian.


—No, no fue él.

—Fue el canalla de un padre —escupió Jessica con


veneno.
Por un segundo, Christian estuvo tan horrorizado que se
encontró sin palabras. Claro, él había oído que el padre de
Taylor era abusivo, pero esto era peor que cualquier cosa que
Christian pudiera haber imaginado.

—¿Que demonios? —Devlin casi gritó cuando él y Andy


se acercaron a la mesa.

Taylor agachó la cabeza más y la ira de Christian creció.


¿Por qué debería Taylor estar actuando avergonzado? Él no
había hecho nada. Si alguien debía cubrir su cara, deberían ser
Tommy y el asno de su padre.

—Intenta adivinar —dijo Jessica mientras enojada hizo


chasquear su goma de mascar.

Christian quería señalar que no era su goma de mascar


la que había causado todas esas contusiones a Taylor, pero
decidió mantener esa opinión para sí mismo. Aunque Jessica
podría ser pequeña, algo le dijo que no quería estar en el
extremo receptor de su rabia.

—¿Tu padre te hizo esto? —Andy respiró mientras


tomaba asiento.

—¿Qué fue tan malo esta vez? —Devlin preguntó


mientras también se sentaba.

—Por favor, esto es leve. Él siempre lo ocultó de ustedes


antes, evitándolos hasta que se curaba —dijo Jessica.

Un fuerte estallido de risa vino de la mesa de los


jugadores y ella se volvió la distancia suficientemente para
darles un gesto grosero antes de regresar su atención a sus
amigos. —Lo he visto varias veces, algunas en las que Taylor
no podía ni siquiera caminar.

Un silencio atónito llenó el aire, pero muy pronto, fue


interrumpido por otra ronda de risas de los deportistas.
Moviéndose tan rápido que era sorprendente, Taylor se puso de
pie y corrió hacia el cuarto de baño.

Christian ni siquiera lo pensó, sólo se levantó y lo siguió,


desesperado por ofrecerle a su amigo algún tipo de consuelo.
Pasó rápidamente a través de la puerta y se detuvo, su corazón
latiendo salvajemente ante la imagen frente a él.

Taylor tenía las manos apoyadas en uno de los


sumideros, la cabeza abajo, pero por la forma en que sus
hombros temblaban, estaba llorando. Por un horrible momento,
Christian casi dio vuelta y corrió de regreso.

Mierda, ¿cómo se suponía que debía manejar esto? ¿Y si


decía algo equivocado? ¿Habría algo que pudiera hacer para
ayudarlo realmente? Cuando todo se redujo a eso, se dio cuenta
que sólo era un chico tonto de la escuela secundaria. No tenía
los conocimientos sobre cómo ayudar a una víctima o
entrenamiento en consejería.

Entonces se dio cuenta que tenía dos cosas a su


disposición, comprensión y simpatía y, debido a eso, no había
manera en el infierno que pudiera alejarse de Taylor en su
momento de necesidad.

Caminando hacia delante, agarró uno de los hombros de


Taylor y suavemente le dio un codazo hasta que el otro chico
estuvo delante de él. Muy suavemente, Christian le quitó las
gafas de sol y bajó la capucha de Taylor.
Cuando vio la magnitud del daño, quería vomitar. Él
había visto un montón de partidos de MMA17 y Taylor se veía
como si hubiera tenido tres rondas con uno de sus pesos
pesados.

—¿Con qué frecuencia? —Christian finalmente logró


decir.

Su garganta se sentía como si estuviera llena de relleno y


sus ojos le ardían por las lágrimas, pero se negó a dejarlas caer.
Taylor necesitaba fuerza en este momento y eso era lo que
Christian iba a darle.

Taylor lanzó su mirada hacia el suelo. —Usualmente no


es tan malo.

—Eso no es lo que pregunté —reprendió con suavidad


Christian.

—Todo el tiempo. Es peor cuando bebe.

—¿Y tu madre o tu hermano, no hacen nada para


ayudarte?

—¿Estás bromeando? Mi hermano por lo general ayuda a


mi papá con la golpiza. En cuanto a mi madre, ella
simplemente se queda atrás y no dice nada.

17
Las artes marciales mixtas (a menudo conocidas por sus siglas en inglés, MMA, o AMM en español) son un
"deporte" de combate que incorpora técnicas y tácticas de distintas artes marciales. En la actualidad, las
artes marciales mixtas han logrado una mayor efectividad al incorporar tanto golpes, como técnicas de lucha
en pie, y de lucha en el suelo; las artes marciales mixtas pueden ser practicadas como un deporte de
contacto de manera regular, o bien, a través de torneos, en los cuales dos competidores intentan vencer
cada uno a su oponente usando un amplio rango de técnicas de artes marciales permitidas, como golpes de
puño y patadas, agarres, lances o proyecciones, sumisiones o inmovilizaciones y palancas. Cabe mencionar
que el concepto artes marciales mixtas suele considerarse erróneamente como sinónimo del término Vale
Todo y debe diferenciarse no sólo de dicho término, sino también de los términos Full Contact y kickboxing;
ya que existen amplias diferencias entre este y otros deportes de contacto, en lo respectivo al reglamento y
a su preparación física, técnica y tactica.
Indignado, Christian preguntó: —¿Cómo puede hacer
eso? Ella es tu madre. Es su trabajo protegerte.

Taylor le dio una sonrisa triste: —Está bien. Yo prefiero


que me pegue a mi y no a ella.

Maldita sea, la situación seguía sonando cada vez peor.

La puerta se abrió de golpe y Devlin entró —Taylor, ¿por


qué no me llamaste?

Taylor se encogió de hombros. —Ya bastantes molestias


te he causado.

Devlin se acercó y puso sus manos sobre los hombros de


Taylor. —Tú eres mi amigo y me preocupo por ti. Nunca has
sido una molestia y nunca voy a enojarme contigo porque me
llames o vengas. Sin embargo, voy a molestarme mucho si no
vienes a mi para que te ayude.

—Está bien —coincidió Taylor, soltando un tembloroso


suspiro.

Frustrado, Christian se pasó las manos por el cabello.


Tenemos que decirle a alguien sobre esto. Como a un maestro
o algo así.

—¡No! —Taylor protestó en voz alta—. Si haces que me


lleven lejos de mis padres, no voy a estar allí para proteger a
mi madre.

—¿Quieres decir que no vas a estar ahí para recibir las


palizas en su lugar? —corrigió Devlin, con un poquito de ira en
su voz.
La puerta se abrió de nuevo y esta vez James caminó
dentro y Taylor levantó las manos en el aire —¡Genial! ¿Por
qué no consiguen que la banda de música venga aquí, también,
y hacen que mi humillación sea mucho mayor?

James se quedó inmóvil, sus ojos llenos de estupor,


mientras veía el estado de la cara de Taylor. —¿Te hizo Tommy
esto?

Devlin se volvió a su primo. —¿Desde cuándo en el


infierno te importa?

Taylor puso una mano sobre el brazo de Devlin. —No te


enojes con James. Él no hizo nada realmente.

Devlin miró a James. —Sí, porque eso es lo que mejor


sabe hacer... nada. Se sienta ahí en silencio mientras sus
amigos se burlan de ti. Te da la espalda mientras ellos te
golpean. Infiernos, podrías tener una pistola en la cabeza y lo
más probable es que les suministrara las balas.

El veneno en la voz de Devlin sorprendió a Christian. En


su familia nunca habrían sacado sus problemas a relucir en
público de esta manera. Por supuesto, claro está, que su propio
padre preferiría cortar su propio brazo primero antes de
ponerle una mano encima a Christian o a su madre.

—No seas duro con él. Todos sabemos lo difícil que es


para James —declaró Taylor a Devlin.

Dándole a Taylor una mirada más, él soltó un bufido.


Desde mi punto de vista, tú eres el único que está
atravesando un momento difícil.
—No hay nada que no pueda manejar. Lo prometo,
parece mucho peor de lo que es. Es sólo un par de heridas en la
cara, eso es todo —Taylor les dio una débil sonrisa—. Ahora,
será mejor que salga a comer algo antes de que Jessica llegue y
empiece a gritarme.

Una vez que se fue, Devlin miró a James. —¿Por qué


sigues aquí? ¿No tienes miedo a que uno de tus compañeros de
fútbol te vea salir con los maricones?

Christian hizo una mueca. Realmente odiaba esa


palabra.

James le devolvió la mirada. —Estaba preocupado por


Taylor. Es mi amigo.

—Si ese es el caso, entonces ¿por qué te sientas ahí,


mientras todos se ríen de él?

—Este realmente no es el momento para entrar en esto


—intervino Christian.

Devlin no le hizo caso y siguió regañando a James. —En


lugar de eso simplemente le diste la espalda y dejaste que
abusaran de él, como siempre. Eres exactamente igual que su
madre, sólo que tú no tienes los problemas mentales que ella
tiene. Por lo tanto, al final, todo se reduce a lo mismo de
siempre, eres demasiado malditamente cobarde.

—¿Por qué no te jodes tú mismo? —gruñó James.

—Al menos puedo ver mi propia mano cuando hago esa


actividad. Es tan oscuro en ese armario en el que estás
escondido, que ni siquiera puedes encontrar tu propio cerebro, o
tu culo.
La boca de James se abrió y se cerró, pareciendo estar
pidiendo a gritos algo que decir, pero al final, sólo giró sobre
sus talones y salió del baño.

Un silencio cayó sobre ellos. Christian sabía que tenía


que irse, pero estaba demasiado conmocionado por no haber
hecho mucho más que permanecer allí como un maniquí en el
escaparate de una tienda de H&M.

Los ojos oscuros de Devlin se deslizaron en Christian.


Oh, no luzcas tan sorprendido, rubito. Estoy seguro de que tu
familia tiene sus momentos disfuncionales.

—En realidad, no. Por lo menos nada como esto. Claro,


mi tía-abuela Rhoda a veces puede pasar por alto el llevar los
pantalones cuando llega a la mesa para la cena, pero ella
siempre se pone un poco olvidadiza de vez en cuando.

Ese comentario le valió una sonrisa. —Por supuesto,


debido a que tu familia es perfecta... como tú.

Christian negó con la cabeza. —Nunca dije que fuera


perfecto.

—No tienes que hacerlo, puedo decir que piensas que


estás por encima de todos los demás. No creas que no puedo ver
lo que realmente piensas de mí.

La ira se apoderó de Christian y él arremetió: —Estoy


sorprendido de que un imbécil egoísta como tú note cualquier
otra cosa en absoluto.

—Te voy a decir una cosa, voy a dejar de ser un imbécil


cuando dejes de pensar que el mundo entero es esta bola
brillante, llena de felicidad y que siempre tendrá un gran final.
—¿Qué se supone que significa eso?

—Tú y James, a los dos les gusta ocultar los ojos y actuar
como que está bien para todo el mundo que nos traten como
basura. ¿Por qué no te levantas y luchas?

—Lo hago. El hecho de que no tiro insultos en el rostro de


la gente no quiere decir que no me preocupe por cómo el mundo
nos trata —se defendió Christian.

¿Quién le dio el derecho a Devlin de ser tan crítico? Él y


Christian acababan de conocerse por lo que no tenía ni idea de
cómo actuaba y se sentía Christian.

—Si ese es el caso, entonces dime que realmente piensas


que James debería enfrentarse a sus compañeros deportistas y
decirles que dejen a Taylor en paz. O mejor aún, que tal vez
James deba salir y dejar que esos intolerantes sepan que hay
más de nosotros de lo que piensan.

Christian dio un paso más cerca. —¿Quién te nombró el


saca-del-armario oficial? Tú o yo no tenemos derecho a decirle a
James cuando tiene que salir o si tiene que hacerlo. Esa es una
decisión que todos debemos hacer por nuestra cuenta. Nadie
tiene el derecho de obligarnos a hacer nada.

—Entonces, ¿está bien que vaya allí y se siente todo muy


bien y a salvo, mientras que Taylor sigue siendo intimidado?

—No... sí... ¿qué quieres que te diga? Ninguna de las


opciones es correcta, ni es justa. —Christian levantó las manos
ante la frustración que sentía—. Todo lo que puedo hacer es
estar allí para Taylor y James si necesitan alguien con quien
hablar.
Devlin le dio a Christian una sonrisa de complicidad.
Estas prendado de él, ¿verdad?

—¿De Taylor? Por supuesto que no —respondió


Christian, deliberadamente no entendiendo la pregunta.

—No seas tímido conmigo, rubito.

Esta vez fue Devlin el que dio un paso más cerca. Ahora
estaban a pulgadas de distancia, pero Christian se negó a dar
un paso atrás y mostrar alguna debilidad.

—¿Qué te importa? —Christian exigió.

—Contesta. La. Pregunta.

Devlin avanzó aún más, pero Christian siguió negándose


a retirarse.

Enojado, frustrado y un poco avergonzado, Christian,


finalmente exclamó: —Está bien, tal vez esté un poco colado
por él. ¿Cuál es el problema?

Devlin se acercó, acunó las mejillas de Christian y unió


sus labios en un beso.

Fue duro, pero tan rápido que todo había terminado


antes de que Christian incluso pudiera registrar lo que estaba
ocurriendo, y mucho menos reaccionar a ello.

Manteniendo las manos en el mismo lugar, Devlin le


susurró al oído a Christian. —Es importante porque nunca va a
hacer esto en público, mientras que yo no tengo ningún
problema con hacerlo.

Su respiración se deslizó por el cuello de Christian,


haciéndolo temblar.
Luego, muy repentinamente, Devlin se apartó y fue a la
puerta. Antes de salir, se volvió de nuevo hacia Christian.
¿Sabes qué? Estar en shock y enojado se ve bien en ti. Debo
trabajar más duro para conseguir ese tipo de reacción más a
menudo de ti. —Luego se fue.

Christian se apoyó contra la pared, con los dedos en sus


labios. Se dio cuenta de que Devlin tenía razón en una cosa,
Christian estaba sorprendido y enojado.

Maldita sea, sólo había sido un beso forzado.

Tal vez no hubiera importado tanto, pero fue su primer


beso y él había imaginado que sería de una manera muy
diferente.

No, para ser honesto consigo mismo, había imaginado


estar con James. Sin embargo, Devlin tenía razón en una cosa,
no había manera en el infierno que James fuera a salir en un
futuro cercano. Aunque Christian no podía culpar a James por
esa decisión, no le impedía sentirse decepcionado.

Porque mientras James continuara ocultando quién era,


no había forma de que Christian y él pudieran estar juntos.

¿Entonces por qué esa revelación hacía que Christian se


enojara con Devlin en lugar de con James?

¿Y por qué en el infierno su cuerpo tenía una sensación


de hormigueo a causa del beso? Odiaba a Devlin tanto que
Christian realmente debería estar sintiéndose violado. En su
lugar, se encontró lamiendo sus labios al recordar cómo la boca
cálida y suave de Devlin se había sentido. Por mucho que
Christian odiara admitirlo, los labios de Devlin no eran del todo
malos, siempre y cuando no estuvieran lanzando insultos.
Desde el momento en que su padre abrió la puerta y
saludó a Jessica, James sabía que la noche iba a ser un
completo desastre. Si el saludo tenso y las introducciones no
habían sido una pista suficiente, el silencio en el transcurso de
la comida fue el clavo final.

Jessica hizo todo lo posible. Llevaba unos jeans y una de


las menos impactantes de sus camisetas, una de color rosa con
un Care Bear18 en ella. Claro que el oso en cuestión tenía una
hoja de marihuana en su vientre, pero sabiendo James que
Jessica no se drogaba, eso era sólo una broma.

El problema era que su padre no sabía que era una


broma y no hizo ningún intento de ocultar su desaprobación. El
resto de la familia se sentó en un tenso silencio, el único sonido
fue el roce de los cubiertos contra los platos.

Su madre había hecho su lasaña y por lo general a James


le encantaba. Pero ahora, su estómago estaba tan atado en
nudos que todo lo que pudo hacer fue empujar la comida
alrededor del plato.

Después de alrededor de una hora y media su padre


finalmente dejó la servilleta, miró a James y le preguntó con

18
En Latinoamérica se conocieron como los Ositos Cariñositos.
una voz aparentemente tranquila: —¿Qué tan estúpido crees
que soy?

Tanto él como Jessica se quedaron helados. El miedo


corría a través de James y su aliento quedó atrapado en su
garganta. Recuperándose, tragó saliva y contestó: —No sé lo
que quieres decir.

Su padre asintió con la cabeza en dirección a Jessica.


¿Realmente crees que me trague que este pedazo de basura
es tu novia? Yo sé lo que realmente es.

Jessica tomó una bocanada de aire, pero no dijo nada.


James sabía que era sólo para su beneficio, porque Jessica
nunca se contuvo al ser insultada.

—No hables de ella de esa manera —dijo James.

Aunque hablaba en voz baja, podía muy bien haber


gritado las palabras. Nunca antes se había enfrentado a su
padre. James había estado siempre lleno de “si señor” antes de
ese momento.

La madre de James se acercó y agarró la mano de


Jessica. —Tal vez sería mejor si volvieras en otro momento,
querida.

Jessica se volvió hacia James, su expresión diciendo


claramente: Puedes enfrentarte a él. Voy a quedarme y ayudar.
El único problema era que todo el coraje de James había huido.
Incapaz de enfrentarse a ella, a pesar de que sabía que ella no
lo juzgaba, James bajó la cabeza y centró su mirada en su
regazo.
Oyó el roce cuando Jessica empujó su silla hacia atrás y
luego el sonido de los pasos que se alejaban.

—Lana, ve a tu cuarto —su padre le gritó a la hermana


pequeña de James.

A pesar de ser unos años más joven, ella captó la esencia


de lo que estaba pasando porque metió la mano bajo la mesa y
apretó la rodilla de James en un gesto de simpatía antes de que
se levantara y corriera hacia las escaleras.

—No voy a permitir que esto suceda —declaró su padre


una vez que estuvieron solos.

—¿Permitir qué? —preguntó James haciéndose el tonto.

—No voy a dejar que te pierdas en ese estilo de vida. Te


lo prohíbo.

¿Prohibirle? ¿Su padre estaba loco? Si hubiera sido tan


fácil cambiar quién era, James lo habría hecho hace mucho
tiempo. Habría sido mucho más fácil que seguir luchando
consigo mismo.

—Papá, yo…

Su padre cortó con su mano el aire, deteniendo las


palabras de James. —Ya he contactado con nuestro pastor y él
ha dispuesto un lugar para que pases este verano. Te van a
arreglar allí.

—¿Arreglarme? —James hizo eco a las palabras, su


estómago se apretó ante el temor.

—Te pueden curar antes de que sea demasiado tarde y


arruines tu vida.
—¿Estás hablando de la terapia de conversión? ¿Dónde
ellos rezan para alejar al gay?

Sentía como si la habitación se estuviera cerrando


alrededor de él y James sentía que cada vez le era más difícil
respirar. Su corazón comenzó a acelerarse y apretó el borde de
la mesa por apoyo.

Había leído acerca de esos lugares y nada de eso era


bueno. Ante todo, él había conocido a un chico llamado Carl
quien era un año mayor y que había ido a uno de esos lugares.
Probablemente el lugar exacto al que James se dirigía, ya que
ambos iban a la misma iglesia.

Carl nunca había sido el mismo desde que había vuelto.


Solía ser tan feliz y sin preocupaciones. Ahora, nunca hablaba y
saltaba cada vez que alguien se acercaba demasiado a él.
James no quería terminar así.

—Te enviaría inmediatamente, pero no quiero echar a


perder tu beca. Hasta entonces, voy a mantener mis ojos en ti.
La nueva primera regla es: No quiero que veas a tu primo más.
Devlin es la razón por la que tienes a ese demonio dentro de ti,
en primer lugar.

James sólo podía imaginar cuál sería la reacción de


Devlin ante esa acusación. Él probablemente lanzaría una de
esas sonrisas que daba y diría: Por supuesto que es mi culpa.
¿No sabes que todos los chicos gays tienen una tarjeta
perforada? Por cada diez personas que reclutamos, nos dan una
taza de café gratis.

—¿Qué pasa si no quiero ir?


A pesar de que estas palabras brotaron de sus labios
entumecidos, James se preguntó dónde encontró el coraje para
hablar.

—No tienes otra opción —gruñó su padre.

—Yo... voy a... cumplir dieciocho. Por lo tanto... no me


puedes obligar.

Su padre se levantó y golpeó su mano sobre la mesa,


haciendo caer varios platos. Se hicieron añicos al estrellarse
contra el piso, la comida salpicó los jeans de James.

Reaccionando ahora por puro instinto, James se puso de


pie y corrió hacia la puerta. Podía oír a su padre gritando su
nombre, pero no se dio la vuelta, sólo corrió por la calle.

Su respiración continuó saliendo en cortos jadeos, el


sonido se mezclaba con el ruido de sus tenis golpeando sobre el
cemento. A pesar de que ya era tarde, un poco de la luz del sol
todavía se asomaba entre las nubes. Aparte de eso, James
estaba completamente solo.

Con cada fuerte golpeteo de sus pies, podía escuchar las


palabras que su padre había lanzado a lo largo de los últimos
meses.

Abominación.

Antinatural.

Pecador.

Enfermo.

Asqueroso.
Las lágrimas picaron sus ojos antes de que comenzaran a
caer por sus mejillas, pero no se detuvo para limpiarlas. Él sólo
quería seguir corriendo.

Alejarse del dolor. Del rechazo. De la humillación. De la


vergüenza. Del hecho de que sabía que algo andaba mal dentro
de él y no sabía cómo solucionarlo. De saber que sin importar
cuánto lo intentara, terminaría siendo un fracaso a los ojos de
su padre.

Un coche se detuvo junto a él. Interrumpió su carrera


cuando lo reconoció como el destartalado Cavalier púrpura de
Jessica. La cosa tenía manchas de óxido y montones de
abolladuras, lo que era un milagro que fuera manejable. Ella
bajó la ventanilla. Entra.

Él no discutió, en lugar de eso dio la vuelta hasta el


asiento del pasajero y subió en el carro. Una vez que cerró la
puerta, ella apretó el acelerador y se apresuró por la calle.

—¿Dónde vamos? —preguntó.

Su tono de voz sonó tan hueco como sus esperanzas.

—Para la cafetería. Ya he llamado a los demás y van a


encontrarse con nosotros allí.

James dejó escapar un gemido. Genial, justo lo que


necesitaba. Más piedad y el juicio proveniente de sus amigos.

Como si le leyera la mente, Jessica negó con la cabeza:


Ellos no están enojados ni nada. Sólo están preocupados por
ti. Todos lo estamos.

Se quedaron en silencio por el resto del viaje. En el


momento en que se detuvieron ante la cafetería, el sol se había
ocultado completamente y las luces de la calle estaban
encendidas por lo que podía ver claramente el interior del
edificio.

Los otros estaban allí, como Jessica le había predicho.


Incluso Christian estaba presente y era la más nueva adición.
Eso realmente no debería haber sido una sorpresa, aunque ya
el hombre había impactado a James como el tipo que se
dedicaba a sus amigos.

James se frotó las manos sobre los ojos, esperando que no


pareciera que había estado llorando, antes de que él se bajara y
siguiera a Jessica al interior del local. Ninguna palabra de
saludo fue pronunciada a medida que se deslizó en el banco,
James terminó junto a Taylor.

Taylor, quien todavía llevaba moretones y marcas de su


propia paliza, se acercó y pasó un brazo alrededor del hombro
de James. A pesar del hecho de que James no hizo nada para
evitar que lo tratasen como una mierda en la escuela. Culpa se
disparó a través de James, pero eso no le impidió aceptar el
abrazo de su amigo, aceptar la comodidad.

—¿Qué pasó? —Andy le preguntó, su usual voz chillona


ahora sometida.

En breves ráfagas, James consiguió dejar salir la


historia. En algún momento del camino, Jerry, el dueño de la
cafetería trajo una taza del moka favorito de James. Cuando
trató de pagar por ello, sólo dio unas palmaditas en la cabeza
de Taylor y dijo: —No te preocupes, esta va por la casa,
muchacho.
Cuando James llegó a la parte de él siendo enviado lejos,
Devlin dejó escapar una cadena de fuertes palabras vulgares.
—¡De ninguna manera! No voy a dejar que te envíen a uno de
esos lugares.

—No tengo otra opción —respondió James con voz


apagada.

Todavía estaba en la comodidad de los brazos de Taylor y


se sentía demasiado bien como para alejarse. Además, La
Cafetería El Refugio era sólo eso: su refugio. Era el único lugar
donde realmente James podía ser él mismo sin tener que
preocuparse de ser juzgado u odiado.

Devlin dio un puñetazo a la mesa. —Al infierno que no


tienes opción. Vas a cumplir dieciocho años. Él no puede
obligarte a hacer algo que no quieras.

—Si no lo hago, me va a echar de la casa. No voy a tener


un lugar para vivir hasta que me vaya a la universidad en el
otoño.

—Puedes venir a vivir con nosotros. Esa oferta ha estado


siempre abierta para ti —insistió Devlin.

Eso era cierto. En más de una ocasión, los padres de


Devlin habían ofrecido llevar a James con ellos. Fuera de su
círculo más cercano de amigos, eran los únicos ante los que
James había salido.

James se sentó, y negando con la cabeza dijo: —No


puedo.

Christian, que había permanecido en silencio hasta


entonces, levantó una ceja. —¿Por qué no?
—No voy a dejar a mi padre de esta manera.

—¿Tienes alguna idea de lo que aquellos lugares les


hacen a chicos como nosotros? Ellos nos destruyen
emocionalmente por lo que pueden tratar de reconstruirnos en
lo que ellos piensan es la visión perfecta —escupió con furia
Christian.

Se sorprendió James al ver a Christian tan enojado en su


nombre. Sobre todo porque James siempre le dio la espalda tan
fríamente en la escuela. Aunque eso todavía no quería decir
que James iba a cambiar su forma de pensar.

—No, voy a ir como él quiere que lo haga. —James


jugueteó con su taza—. Tal vez sean capaces de curarme como
papá prometió.

Taylor dejó escapar un suspiro mientras alejaba su brazo


de James. —Realmente no quieres decir eso.

—Y ustedes no pueden decirme que son felices viviendo


de esta manera.

Andy miraba a un chico guapo que estaba sentado a un


par de mesas más allá. A pesar de que el hombre parecía ser
mayor, le devolvió la mirada a Andy. Un escalofrío recorrió a
James al ver qué impúdica la sonrisa del hombre era. A veces,
James estaba preocupado por Andy y su búsqueda constante de
atención.

Eso sólo hizo que James se preguntara aún más si tal vez
había algo malo con ellos después de todo. Tal vez su padre
estaba en lo cierto y James podría ser curado.
James se deslizó del asiento y se puso en pie. —Me tengo
que ir. Gracias por todo lo que han hecho por mí.

Devlin entrecerró los ojos. —¿Por qué eso sonó como la


misma línea que un hombre utiliza cuando rompe contigo?

Envolviendo sus brazos alrededor de su cintura, James


dijo: Porque es la forma en la que tiene que ser. No puedo
salir más con Devlin y no puedo arriesgarme a que mi papá
descubra que me he encontrado con alguno de ustedes tampoco.
Lo siento...

Sin esperar respuesta, dio media vuelta y prácticamente


salió corriendo. Una vez que estuvo libre de las miradas
escandalizadas de sus ahora ex amigos, James se apoyó en una
farola y se esforzó para luchar contra todas las emociones que
se arremolinan a su alrededor.

Cuando oyó que la puerta se abría, se dio vuelta,


esperando ver a Devlin. James sabía que no había manera de
que su primo fuera a dejar que saliera con todo lo que dijo sin
una buena patada en el culo. Cuando James vio ahí de pie a
Christian en lugar de Devlin, estuvo confundido y más triste de
alguna manera.

—No hay nada malo contigo. Lo sabes, ¿verdad?


Christian dijo en voz baja.

—Si eso es cierto, entonces ¿por qué nos odian tanto?

—No todo el mundo nos odia. Claro que puede haber


algunas personas ignorantes por ahí, pero si les dejas llegar a
ti, entonces ellos ganan.
James soltó un bufido. —Y aquí es donde me das todo el
discurso de Las-Cosas-Van-A-Mejorar. Te lo puedes guardar.
He visto todos los videos.

—¿Cómo sabes que no hay nada mejor?

Por un momento todo lo que pudo hacer James fue mirar


a Christian en estado de shock. —Wow, Devlin tenía razón. Tú
no sólo ves al mundo de color rosa, sino como una especie de
fantástico lugar. Tal vez sea así en tu casa, pero no de donde yo
vengo.

—Mi tío fue golpeado hasta morir hace tres años. Estaba
en la Infantería de Marina como mi papá, pero a diferencia de
papá, el tío Harvey era gay.

—¿Tu padre lo sabía?

—Sí, pero no le importaba, aun así él amaba a su


hermano. Por desgracia, algunos de los otros chicos en este bar
al que mi tío fue, no compartían ese mismo tipo de tolerancia.
Se llevaron a mi tío a la parte de atrás, lo golpearon muy duro
y simplemente lo dejaron allí para que muriera. —Christian
tomó aire temblorosamente—. Entonces, después de ser
capturados, culparon de todo a mi tío, diciendo que él los había
abordado y les había pedido por ello. Lo que era la mayor
mentira de todas ya que mi tío tenía un compañero y nunca lo
había engañado. A pesar de todo eso no importó, el tribunal
sólo encontró a los hombres culpables de homicidio sin
premeditación por lo que sólo obtuvieron unos cuantos años de
prisión.
James meneó lentamente la cabeza. —Después de todo
eso ¿cómo puedes estar ahí y decirme que el mundo nos puede
llegar a aceptar?

—No puedo prometerte nada, pero te puedo decir esto, si


escondemos lo que somos, si continuamos sintiéndonos
avergonzados y no defendemos nuestros derechos, entonces es
seguro que las cosas no van a cambiar. Puede ser un largo y
difícil camino por delante, pero si caminamos juntos será
mucho más fácil.

James cerró los ojos. Maldita sea, realmente quería creer


eso, pero la imagen de su padre se mantenía en su mente. Al
abrir los ojos, contempló a Christian y confesó: —Si alguna vez
lo hiciera, tú serías la razón. Pero no puedo. No soy lo
suficientemente fuerte.

Antes de que Christian pudiera decir algo más, James


dio la vuelta y se alejó en la noche.
Christian se subió el cuello de su chaqueta mientras
corría dentro de la escuela. Cuando la correa de su mochila se
rompió y sus libros cayeron al suelo, dejó escapar un suspiro de
resignación. Con la forma en que la mañana había ido, de
alguna manera no estaba sorprendido.

En primer lugar, siguió durmiendo a pesar de sonar la


alarma. Entonces agarró el iPhone sólo para descubrir que
estaba muerto porque se había olvidado de conectarlo la noche
anterior. Además de que no pudo encontrar su cargador de
carro para el celular, y se dio cuenta que se había quedado sin
combustible. Por si fuera poco, la tienda de donuts tenía
faltante de buñuelos de manzana, que eran sus favoritos.

Por lo tanto, ahora no sólo llegaba tarde para su primera


clase, sino que tenía hambre y tenía que correr por todo el
estacionamiento para recoger todos sus papeles y libros. No fue
fácil tampoco, ya que estaba frío y ventoso.

Se agachó, metiendo el último de sus papeles en su


mochila, cuando un par de pies quedaron ante su vista.
Mirando hacia arriba, Christian estaba consternado, pero no
sorprendido al ver que era Tommy.

¡Genial! Justo lo que necesitaba, la cereza en la cima de


su mierdástico helado de la mañana.

—No lo puedes proteger todo el tiempo —dijo Tommy.


Poniéndose de pie, Christian subió la cremallera de su
mochila y se la colgó de la cinta que aun estaba intacta por
encima del hombro. No tengo tiempo para hablar contigo.

—¿Crees que porque Taylor duerma en tu casa todo el


tiempo podrás protegerlo. Eso no va a funcionar porque cuando
llegue a casa, estaré esperando por él.

Ese fue un hecho del que Christian era dolorosamente


consciente, gracias a todos los moretones y cortes que había
visto en su mejor amigo durante las últimas semanas. Mientras
que Taylor le aseguraba que las cosas estaban mucho mejor
que antes, Christian deseaba poder hacerlas aún mejor. Un
sentimiento que los propios padres de Christian habían hecho
eco. A pesar de que ellos pensaron que Taylor obtenía todo el
abuso en la escuela y no en su casa.

Hubo muchos momentos en los que Christian había


querido decir la verdad, pero en cada uno de ellos, su promesa
de guardar silencio se lo impidió. Más y más recientemente,
Christian se había encontrado a sí mismo desgarrado por esa
promesa y se preguntó si él estaba decepcionando a su amigo
por no decirlo.

—Será mejor que empieces a dejarlo en paz —gruñó


Christian, frente a frente contra Tommy.

Un destello de shock pasó por los ojos del deportista


antes de que él sonriera. —¿Y qué vas a hacer? ¿Ir corriendo y
decirle? Los dos sabemos que Taylor se niega a decir lo que está
sucediendo porque él es un niño de mamá. Lo mismo sucede
cada vez.
¿Cada vez? ¿Así que eso significaba que Servicios de
Protección Infantil había estado allí antes? Y de ser así, ¿cómo
podían haber dejado de hacer un seguimiento posterior? Peor
aún, ¿significaba que la escuela sabía que había un problema,
también? Si ese fuera el caso, significaba que se estaban
haciendo los de la vista gorda ante la situación y el pensar en
eso hizo que Christian se enojara y enfermara al mismo tiempo.

Alargando la mano, Tommy agarró la cabeza de


Christian y le aplicó una llave de cabeza. —No vas a hacer
nada, porque tú eres tan cobarde como él.

Todo el entrenamiento que el padre de Christian había


inculcado en su cabeza hizo clic en él y antes de que siquiera lo
supiera, había blandido su puño. Que se conectó sólidamente
contra el estómago de Tommy. Uno que era bastante suave
teniendo en cuenta el jugador de fútbol que se suponía que era.

Tommy soltó un gruñido y puso en libertad a Christian.


Tropezando un par de pasos hacia atrás, Tommy se inclinó por
la cintura y comenzó a vomitar lo que parecía ser Lucky
Charms19.

Christian no miró hacia atrás. Sólo entró en la escuela.


En el momento en que entró en el salón de clases, le temblaban
las manos. Por supuesto, Taylor tuvo que notarlo enseguida.
¿Qué pasó?

—Nada grande, sólo un pequeño desacuerdo con tu


hermano en el estacionamiento.

19
Cereales.
Los ojos de Taylor se abrieron como platos mientras
comenzó a mordisquearse las uñas, una costumbre que
Christian se había dado cuenta era cada vez peor. Tanto era así
que actualmente Taylor tenía dos dedos sangrando.

Por costumbre, Christian miró a James, pero como de


costumbre, él ni siquiera miró hacia atrás. Había sido así
durante más de un mes desde que tuvo esa conversación final
fuera de la cafetería.

James no les había hablado ni a Devlin ni a Andy. Devlin


confesó que el padre de James había llegado tan lejos como
para llamar a la casa de Devlin y cortar todos los lazos entre
sus familias. No sin antes de que el padre de Devlin le lanzara
algunas palabras bien escogidas a su hermano homofóbico.

—Tommy no te hizo daño, ¿verdad? —Taylor preguntó,


su voz mezclada con vergüenza, algo que no tenía ninguna
razón de ser.

Christian se acercó y agarró la mano de Taylor,


quitándola suavemente de entre sus dientes. —No, lo he
manejado bien. Creo que va a pasar un tiempo antes de que él
se meta conmigo otra vez.

Los ojos de Taylor de alguna manera se hicieron más


grandes, pero dejó caer el tema.

El resto del día fue bastante tranquilo, al lado de Jessica


que había roto con su novia y luego arruinó todo el período de
almuerzo por entrar en detalles extremos sobre el evento.
Aparte de eso, fue un viernes bastante decente, teniendo en
cuenta cómo las cosas habían comenzado.
Él y Taylor se quedaron después de clases haciendo
algunas tareas en la biblioteca y en el momento en que salieron
la mayor parte del estacionamiento estaba desierto y el sol ya
había comenzado a desaparecer en el horizonte.

—¿Todavía quieres pasar el fin de semana en mi casa?


Christian preguntó.

Taylor se encogió de hombros. —Si no te importa. Mamá


está encerrada en su habitación de nuevo para evitar que mi
papá esté de mal humor.

Estaban acercándose al coche de Christian, cuando un


numeroso grupo de deportistas pareció salir de las sombras.
Ninguno de los dos dijo nada, pero a juzgar por las expresiones
sombrías en sus rostros, no estaban allí para saludar o para
pedirles a Christian o a Taylor un saludo de choque de manos.

Poniendo su cuerpo delante de Taylor, Christian escrutó


la multitud. No sólo estaba Tommy allí, en frente y al centro,
sino también James. Al menos tuvo la decencia de mostrarse
culpable, pero la traición todavía se sentía amarga en la boca
de Christian.

—No queremos ningún problema. Sólo queremos ir a


casa. Mis padres nos están esperando y si no llegamos a casa
en los próximos cinco minutos, mi padre vendrá aquí en busca
de nosotros —dijo Christian.

Su intestino se apretó cuando el grupo se desplegó


alrededor de ellos. Un suave gemido de temor provino de la
dirección de Taylor, pero Christian se comprometió a no dejar
que esos idiotas lo vieran reaccionar con temor.
—Estamos en propiedad escolar. ¿Realmente quieres
hacer esto? —Christian intentó, cada vez más desesperado con
cada momento que pasaba.

—Estamos en propiedad escolar —se burló groseramente


Tommy antes de que él extendiera la mano y empujara a
Christian—. Sí, esto es exactamente lo que queremos hacer. Es
hora de que alguien te enseñe una buena lección maricón.

Un sonido de carne golpeando carne resonó en el aire


cuando un par de deportistas se movieron sobre Taylor. Cuando
algunos otros empezaron a llegar en Christian, hizo un último
intento por conseguir ayuda, mirando por encima a su antiguo
amigo, y le suplicó: —James, detén esto.

James se detuvo y por un segundo Christian pensó que se


pondría de su parte. Entonces la boca de James se abrió y cerró
varias veces antes de que él girara sobre sus talones, dándoles
la espalda a ellos.

Christian extendió su mano por su teléfono celular, sólo


para recordar que se había olvidado de cargarlo. No es que
hubiera importado de todos modos ya que Tommy lo tomó de la
mano de Christian. El dispositivo se estrelló contra el duro
suelo, astillándose en varios pedazos.

Reuniendo todo su valor, Christian dijo: —Mira, soy yo


con el que estás enojado. Deja a Taylor fuera de esto.

Por supuesto, eso significaba que Christian tendría que


lidiar con la furia de todos los atacantes, pero no le importaba.
Taylor ya había sufrido bastante.

Tommy le dio una sonrisa cruel. —Ahora ¿qué divertido


sería eso?
Tommy entonces empujó a Christian fuera del camino
por lo que podría atacar a Taylor.

Christian tiró todo lo que había estado cargando y


comenzó a luchar. Por desgracia para él, esta vez no era uno a
uno por lo que estaba recibiendo más golpes de los que daba. Al
menos se las arregló para mantenerse en pie. Christian sabía
que si lo lograban derribar, eso sería todo.

Pronto su labio estuvo partido, su ojo estaba hinchado y


cerrado y su nariz sangrando. Aunque eso no era la peor parte
de esto, no por mucho. No, estaba escuchando los gritos de
dolor de Taylor y sus súplicas por ayuda, eso era lo que más le
dolía. Christian trató de luchar para llegar al lado de su amigo,
pero cada vez que se deshacía de un cuerpo, otro bloqueaba su
camino.

—¡James! —Christian lanzó un grito—. ¡Vuelve! ¡Lo


están matando!

Pero James no apareció porque los había abandonado


cuando Christian y Taylor lo habían necesitado más.

—¿Por qué estás llamando a James? —uno de los


deportista incitó—. Él te odia más que todos nosotros juntos.
Deberías escuchar algunas de las cosas que dice acerca de ti.

Ese comentario cortó bajo e hizo que Christian hiciera


una pausa en estado de shock, lo que resultó ser un error.

Otro atleta consiguió asestar un buen puñetazo al


estómago de Christian. Él gruñó de dolor, doblándose por la
agonía. Ellos descendieron sobre él y pronto se encontró justo
donde no quería estar, en el suelo e indefenso.
Christian se acurrucó en una bola, poniendo sus manos
sobre su cabeza para protegerse la cara. Sólo esperaba que
terminara de forma rápida y que Taylor no estuviera sufriendo
demasiado.

—¡Déjenlos en paz! —La voz de Devlin cortó a través del


aire.

—Ya he llamado a la policía y ellos vienen en camino


gritó Jessica.

Christian finalmente mostró cierta debilidad por dejar


escapar un gemido de alivio. Sus atacantes dieron un paso
atrás y se fueron corriendo, alejándose tan rápidamente como
habían venido.

—Taylor —graznó Christian, tratando de sentarse.

De repente Devlin estuvo a su lado, sus fuertes brazos


ayudando a Christian a colocarse en una posición sentada.
Despacio, estás sangrando por todo el lugar.

No preocupándose por sí mismo, Christian se precipitó


sobre Taylor. Le dolió moverse, pero tenía que ver cómo estaba
su amigo. Cuando Christian finalmente llegó allí, se le escapó
un sollozo ahogado.

Taylor estaba inconsciente y sangre parecía estar por


todas partes. Había tanta sangre que Christian estaba
sorprendido de que proviniera del pequeño cuerpo de Taylor.
Devlin se agachó y tocó el cuello de Taylor. —Tiene pulso.

A lo lejos, Christian podía oír los gemidos de las sirenas


acercarse. Más estudiantes que se encontraban todavía en la
escuela se reunían alrededor. Christian era vagamente
consciente de que algunos de ellos habían sacado sus teléfonos
y estaban grabándolo todo, pero estaba demasiado alterado
para preocuparse por ello.

Extendió las manos para tocar a Taylor, pero las alejó de


golpe. Tenía miedo de mover a Taylor y de alguna manera
hacerle más daño. Alguien estaba llorando y se sintió
mortificado al darse cuenta de que era él, pero no tenía poder
para detenerse.

Luego vinieron los fuertes brazos alrededor de él otra


vez. Christian respiró profundo, reconociendo el olor de la
colonia cara que Devlin siempre llevaba. Christian se hundió
en el abrazo de su amigo, empapándose de la comodidad.

—Es todo culpa mía —sollozó Christian.

—Shhh... no, no lo es —lo reconfortaba Devlin.

—Nunca debí haber provocado a Tommy esta mañana.

—No vayas a culparte por esto. Esto se veía venir desde


hace mucho tiempo. El odio finalmente terminó atrapándote.

Una animadora se acercó y le ofreció su pañuelo a


Christian para que lo sostuviera contra su nariz. —Esto
debería ayudar a detener el sangrado hasta que la ambulancia
llegue.

—No quiero arruinar tu pañuelo —protestó.

Lágrimas caían por sus mejillas. Y aquí estaba ella,


llorando por él y él ni siquiera sabía su nombre. Christian se
sorprendió al ver a muchos de los otros estudiantes moviéndose
para ofrecer ayuda donde podían.
Lo que hizo que el comportamiento de James fuera aún
más hiriente.

—Él sólo nos dejó —susurró Christian.

—¿Quién los dejó? —Devlin le preguntó.

—James. Le pedí que me ayudara, pero escapó. Él sabía


que... —Christian sollozó, ahogándose con un poco de sangre—.
Él sabía lo que iban a hacer con nosotros, pero los dejó hacerlo
de todos modos.

Devlin se quedó inmóvil, la expresión de sus ojos color


ámbar reflejaron la traición que Christian todavía sentía como
una cruda herida abierta.

Luego, las cosas se pusieron aún más confusas, cuando


un montón de ambulancias, camiones de bomberos y carros de
la policía se detuvieron.

Christian se encontró rodeado por paramédicos y


personal de EMS. Cuando se dio cuenta que no pudo ver a
Taylor por más tiempo, Christian comenzó a forcejear y a gritar
su nombre.

Devlin revolvió el cabello de Christian. —Está bien. Lo


están llevando a una ambulancia, él es el más lastimado.

—Pero él está solo —protestó Christian.

—Jessica y Andy están con él.

Christian hundió sus dedos en el cuero grueso de la


campera de Devlin. —No me dejes.

—Nada haría que salieras de mi vista.


Christian dejó escapar un suspiro de alivio ante la
promesa. Él continuó manteniendo una mano sobre Devlin. A
pesar de que pusieron a Christian sobre una tabla y pusieron
en su cuello un collarín y bloques de espuma alrededor de su
cabeza, siguió manteniendo un firme control sobre Devlin.

Cuando empezaron a encintar la cabeza de Christian en


su lugar y ataron su cuerpo hasta abajo, sintió un momento de
pánico, pero Devlin continuó hablándole con dulzura y le ayudó
a Christian a pasar el traumático momento.

Incluso cuando Christian comenzó a asfixiarse con un


poco de sangre porque estaba acostado de espaldas, Devlin
estaba allí, exigiendo que ayudaran a Christian.

Mientras cargaban a Christian en la parte trasera de la


bien iluminada ambulancia, Devlin lo siguió. Uno de los
tripulantes parecía que iba a discutir, pero Christian solo gimió
un “por favor”.

El médico apretó los labios con fuerza, pero asintió su


aceptación.

Cerraron las puertas traseras y la ambulancia comenzó a


rodar, dejando la escuela detrás de ellos.

—¿Cómo supiste que necesitaba ayuda? —Christian


preguntó.

—Tuve un mal presentimiento cuando vi la forma en que


Tommy te había mirando todo el día. Así que cuando nos
enteramos de que tú y Taylor se habían quedado después de la
escuela, tratamos de llamarte, pero no pude conseguir
comunicarme. Fue entonces cuando decidí conducir a la escuela
para ver cómo estabas.
—Gracias por estar ahí cuando te necesité —dijo
Christian con voz áspera.

Las esquinas de su visión empezaron a apagarse y


comenzó a sentir un poco de sueño.

—Yo siempre estaré ahí para ti, Christian.

Eso fue lo último que oyó Christian antes se sumergirse


en la oscuridad.
Christian se sentó en el borde de su cama, esperando a
que la enfermera llegase con sus documentos para que pudiera
salir. Parecía que llevaba esperándola por siempre. Aunque
sólo se había visto obligado a permanecer una noche, no podía
esperar para entrar en su propia cama.

Su madre entró en la habitación.

—¿Qué tal lo está haciendo Taylor? —preguntó.

Se frotó las sienes. Tenía los ojos rojos de tanto llorar y


bordeados con ojeras. —Todavía no se ha despertado, pero los
médicos son optimistas de que él va a estar bien. Tiene varias
costillas rotas y una de sus muñecas está tan destrozada que va
a tener que ser operado como si fuera poco.

Ira se apoderó de Christian en nombre de su amigo. ¿Por


qué diablos tenían que hacerle todo eso a Taylor? Nunca había
hecho mal a nadie. De hecho, el hombre apenas hablaba en la
escuela, y lo poco que hablaba no era para ofender a nadie.
Todo era tan estúpido y no tenía sentido. ¿Y qué si Taylor era
gay? No es como si mantuviera corriendo alrededor abordando
a chicos heterosexuales o agitando una bandera arco iris.

—¿Cómo lo está pasando la madre de Taylor?


Christian preguntó.

—Nada bien. Ella en realidad no sabe manejar el estrés.


No le facilita las cosas que el hijo de puta de su marido esté
más preocupado por rescatar a Tommy de la cárcel que venir a
ver cómo está Taylor.

La maldición que su madre dijo demostró lo mal que ella


estaba, ya que nunca maldecía.

—Perdona. Debí haberle dicho a alguien cómo el padre de


Taylor lo estaba tratando —dijo Christian, derramando
ardientes lágrimas por sus mejillas.

Ella se acercó y lo envolvió en un abrazo. —Por lo que


hemos escuchado de esto, no fuiste el único que dejó caer la
pelota en este caso. Tanto el sistema y la escuela eran
conscientes de la situación, también, pero ellos sólo se sentaron
en sus colectivos culos y no hicieron nada al respecto.

—Golpéalos antes de que ellos te golpeen —susurró


Christian.

—¿Qué fue eso?

—Nada. Es algo que Devlin dijo una vez. Ahora me


pregunto si tal vez no tenía un punto al decirlo.

Se separaron y ella le dio un vistazo más a Devlin, que


estaba acurrucado en un sillón, dormido. —Por lo que he oído
hablar de él, eso suena como algo que él diría.

Christian alzó una ceja hacia ella. —¿No te gusta?

—¿Estás bromeando? Él salvó tu vida. Si pudiera, le


daría una medalla. —Ella se acercó y dio un beso en la parte
superior de la cabeza a Devlin.

Devlin despertó sobresaltado, su mirada fue de inmediato


hacia Christian. —¿Estás bien?
Christian se echó a reír. —Estoy bien. Todo lo que tenía
era una conmoción cerebral pequeña. Ya te lo dije la noche
anterior. No tienes que quedarte y velar por mí.

Aunque, si Christian era honesto consigo mismo, se


había sentido muy bien el tener a Devlin tan preocupado por él.

Para el momento en que puso al tanto a Devlin sobre el


estado de Taylor, la enfermera entró con los documentos del
alta de Christian.

—Entonces, ¿quién se va a quedar con la madre de


Taylor? —Christian preguntó.

Una mirada de preocupación pasó por el rostro de la


madre de Christian. —No lo sé. Odio dejarla, pero tu padre aún
no ha podido conseguir un vuelo de regreso y no quiero que tú
estés solo tampoco.

El padre de Christian había estado fuera visitando a sus


padres para el momento del ataque y, gracias al mal tiempo,
estaba teniendo problemas para conseguir un vuelo a casa.

—Puedo cuidar de Christian —ofreció Devlin—. Tomé


primeros auxilios y sé todo sobre estar atento a las lesiones en
la cabeza. Jessica trajo mi coche la noche anterior, así que
puedo incluso llevar a Christian a casa.

La madre de Christian le dirigió una mirada, su


expresión claramente diciendo: ¿Eso está bien contigo?

Curiosamente, Christian encontró que estaba más que


bien con él. Llámenlo un cobarde, pero era bueno poder
apoyarse en Devlin después de la noche anterior.
Ella asintió. —Está bien, sólo llévalo por la entrada
posterior al estacionamiento para que puedas evitar a los
periodistas.

—¿Qué periodistas? —Christian preguntó, compartiendo


una expresión de sorpresa con Devlin.

—Todas las grandes redes captaron esto, porque es un


crimen de odio, y ahora es enorme. Un grupo de niños liberaron
videos de ti y Taylor durante y después de la paliza y eso se ha
esparcido como un virus —explicó con los ojos llenos de
lágrimas.

¡Genial! Su culo pateado era la tendencia nueva en


internet. ¿Podrían las cosas ponerse peor?

Christian y Devlin se quedaron inmóviles un momento,


luego Devlin se quitó su chaqueta y la puso sobre los hombros
de Christian.

—Tengo mi propia chaqueta —protestó Christian.

Un destello de dolor pasó por los ojos de Devlin. —No, no


la tienes. La policía se llevó toda tu ropa como pruebas.

—Oh —fue todo lo que Christian podía decir.

Ni siquiera quería pensar en esas primeras horas que


había estado en el hospital, todos los médicos y enfermeras que
descendieron sobre él, cómo la policía lo había protegido, sus
expresiones tan llenas de piedad que Christian quería gritar
ante su propia debilidad.

—Aquí, vamos a ir a mi casa y te prepararé algo bueno


para comer —instó Devlin.
Después de besar a su madre, y despedirse, Christian le
permitió a Devlin guiar el camino hasta la salida. Se quedaron
en silencio mientras caminaban por el estacionamiento
extrañamente desierto. Cuando llegaron al carro de Devlin,
Christian se sorprendió al ver a James esperando por ellos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Christian escupió con


rabia.

Se dio cuenta que James lucía horrible. Llevaba la


misma ropa que tenía el día anterior y parecía como si hubiera
estado llorando. Bien, Christian esperaba que el traidor se
sintiera mal porque el dolor que James estaba pasando no
podía ni siquiera empezar a compararse al que Taylor estaba
sufriendo.

—¿Cómo está Taylor? —preguntó James con la voz


quebrada.

—¿A ti que te importa? Porque seguro que no te importó


ni un comino cuando te pedí que los detuvieras de hacernos
daño.

James se puso pálido y se pasó una mano temblorosa por


su cabello. —Yo no tenía idea de que iban a llegar a estos
extremos. Lo juro.

—Estábamos rodeados por un grupo de furiosos jodidos


homofóbicos que nos estaban amenazando. ¿Cómo creías que
iba a acabar? —Christian gritó.

James empezó a decir algo, pero Christian lo


interrumpió. Toda la ira, el miedo, la humillación, la traición y
el dolor simplemente se desbordaron y no pudo evitar decir:
No, no te importó. Todo lo que alguna vez te ha importado es
estar seguro y oculto y te importa una mierda lo que ocurra con
el resto de nosotros. Allí estábamos, todos nosotros, pensando
que éramos tus amigos. Estuvimos allí cuando nos necesitaste.
Cuando estabas en lo más bajo. ¿Y cómo nos pagaste? Huyendo
y dejando que atacaran a Taylor. El mismo chico que te sostuvo
cuando lloraste el mes pasado. Durante todo este tiempo, sólo
nos usaste. No te importamos ni un comino ni yo, ni Devlin, ni
Andy, ni Jessica, ni Taylor. Éramos solo una conveniencia para
ti, nada más.

James negó con la cabeza. —Eso no es cierto. Ustedes


significan mucho para mí.

—¿Qué has estado diciendo sobre nosotros? —Christian


exigió.

—No sé de qué estás hablando.

—Cuando yo gritaba para que me ayudaras, uno de esos


payasos me dijo que nos odiabas más que todos ellos. Que
siempre estabas diciendo cosas acerca de nosotros. Por eso
quiero saber lo... que... dijiste... sobre... nosotros.

James dio un paso atrás, la culpa era tan clara en su


rostro que Christian no pudo contener una amarga carcajada.
—¿Sabes qué, James? Eres peor que Tommy o cualquiera de
sus amigos. Ellos actúan así por odio. Tu por el contrario eres
un mentiroso y un cínico. No tienes que preocuparte jamás de
que vaya a revelar tu pequeño secreto a alguien en la escuela
porque no eres nada para mí ahora.

Devlin se acercó por detrás y puso las manos sobre los


hombros de Christian. —Bueno, vamos. Él no vale la pena.
Christian se alejó, no mirando nunca hacia atrás en
dirección a James.

En el corto trayecto de regreso a casa, Christian sólo


apoyó la cabeza contra el frío cristal de la ventana y trató de
sacar voluntad de su interior para calmarse. Sabía que
probablemente había sido duro con James, pero una y otra vez
Christian seguía recordando la imagen de Taylor. Cuán
ensangrentado y maltratado se veía y cómo James había
permitido que todo eso sucediera.

Claro, tal vez él no hubiera podido disuadirlos acerca de


atacar a Christian y a Taylor, pero James podría al menos
haber intentado detenerlos. Infiernos, podría haber llamado al
911 como mínimo, o algo así. Al final, había hecho lo que
siempre hacía: ni una maldita cosa.

Cuando llegaron a la casa de Devlin, Christian apenas le


dio a la casa de aspecto espléndido una mirada mientras era
llevado a su interior. Devlin lo llevó a la cocina. Abrió el
refrigerador, sacó una bolsa de hielo y se la entregó a
Christian.

Christian murmuró su agradecimiento cuando la tomó y


la apretó contra su mejilla derecha. Había sido cortada y tenía
algunos puntos de sutura allí por lo que el frío se sentía bien
contra la herida.

—¿A dónde están tus padres? —Christian preguntó.

—Ellos están en un viaje de negocios, pero los dos están


regresando. Tan pronto como se enteraron del ataque, querían
estar aquí para Taylor.

—Deben de apreciarlo mucho.


—Sí, lo hacen. —Devlin abrió la nevera—. ¿Quieres algo
de comer?

Christian negó con la cabeza. —Después de dejar salir un


poco de la rabia que tenía, no tengo apetito. —Se quedó
inmóvil, cuando un pensamiento pronto se le ocurrió—. ¡Oh,
mierda! Lo siento, olvidé que James es tu primo. Si quieres
puedo irme.

Devlin se acercó hasta quedar uno frente al otro, sus


cuerpos a unos centímetros de distancia. —No tienes que
arrepentirte de nada. Sólo necesito saber si eras serio con lo
que has dicho.

Confundido, Christian parpadeó un par de veces,


haciendo una mueca cuando el movimiento hizo que le doliera
su ojo herido. —¿Qué parte?

—¿Dónde dijiste que no es nada para ti ahora?

La respiración de Christian quedó atrapada en su


garganta. —¿Por qué es importante para ti?

Moviéndose con dulzura, Devlin acunó las mejillas de


Christian. —Debido a que esta vez quiero que signifique algo
cuando te bese.

Luego, moviéndose con cuidado, como si fuera a darle un


montón de tiempo a Christian para que protestara, Devlin
capturó sus labios con los suyos. Este beso era tan diferente al
otro. Donde el primero había sido duro y enojado, éste era tan
dulce y tierno.

Empujándose hacia atrás, Devlin mantuvo las manos en


su lugar y sólo miraba a Christian. Fue entonces cuando
Christian, finalmente lo vio. El afecto en los ojos ámbar de
Devlin, la emoción que siempre había estado ahí, aunque oculta
bajo gruesas capas de sarcasmo. Christian había estado
demasiado atrapado en su estúpido enamoramiento de James
para notarlo antes de este momento.

—¿Cuánto hace que te sientes así por mi? —Christian


preguntó, su cuerpo todavía tarareando por el beso.

—Desde que te vi por primera en la cafetería.

—¿Por qué no dijiste nada antes?

—Porque vi la forma en que mirabas a James. Pensé que


no tenía ninguna posibilidad.

Christian se acercó y agarró las muñecas de Devlin, una


vez más usando al otro chico como su ancla. —He estado tan
ciego.

—Está bien. Valió la pena la espera.

Christian entrecerró los ojos. —¿Por qué sigo esperando


algún comentario mordaz venir de tus labios?

Devlin se echó a reír. —Oh, estoy seguro de que tendré


un montón de ellos. Probablemente querrás manotearme unas
cuantas veces en la cabeza, pero me comprometo a tratar de
hacerlo mejor si quieres que lo haga.

—No, creo que eres perfecto tal como eres.

Devlin lo era, demasiado. Porque espinas y todo, no tenía


miedo de defenderse o a sus amigos. Ese fue un rasgo que
Christian había encontrado de la forma más dura y era algo
que no existía en el mundo real.
—Vamos, vamos a la cama —dijo Devlin.

Un calor se apoderó del rostro de Christian. —Ah, no


quiero sonar como un mojigato ni nada por el estilo, pero...

Devin soltó otra carcajada mientras presionaba un beso


en la sien Christian. —Te lo prometo, es sólo para dormir.

—Bueno, supongo que está bien.

Devlin recorrió con la yema del dedo la herida en la


mejilla de Christian. —Sólo necesito sostenerte, saber que estás
bien. Todo lo que sigo pensando es que estás en el suelo,
rodeado por esos chicos y siendo golpeado. Pensé que iba a
perderte para siempre.

Esa confesión temblorosa rompió a través de la capa final


de las barreras de Christian y maldito si no se encontraba
cayendo duro por Devlin, más duro que con James o cualquier
otro tipo en el pasado para el caso.

Envolviendo sus brazos por la cintura de Devlin,


Christian prometió: —No voy a ninguna parte.

Se quedaron así durante un tiempo antes de que


Christian decidiera añadir una concesión. —Tienes que
conseguirme otra cosa para vestir. No hay manera de que use
estas cosas feas por más tiempo.

Ambos miraron la holgada y verde oscura ropa de


hospital que Christian estaba vistiendo y rieron entre dientes.
Devlin lo agarró de la mano. —Vamos, tengo unos pijamas
perfectos para ti. Dicen rubito en el trasero.
Christian dejó escapar un gruñido ahogado. —El hecho
de que estemos juntos no significa que te permita usar ese
apodo en mí.

Juntos. A Christian le gustaba el sonido de eso.


Especialmente cuando estaba de la mano con el nombre de
Devlin.
Mientras bajaban por las escaleras varias horas más
tarde, Christian se sintió mortificado al ver que los padres de
Devlin habían vuelto a casa mientras él y su hijo habían estado
durmiendo juntos en su habitación.

Devlin actuó como si nada estuviera fuera de lo normal.


Sólo corrió y abrazó a su madre, una mujer alta, delgada, que
tenía el pelo castaño igual que él. Su padre estaba en el
teléfono, pero le hizo señas. Tenía el pelo oscuro cortado en un
estilo limpio, casi severo y llevaba un traje gris oscuro.

—Este debe ser Christian —dijo la madre de Devlin con


una amplia sonrisa.

Avergonzado estúpidamente, Christian espetó: —No


hemos hecho nada. Bueno... quiero decir nos dimos un beso...
un par de veces... pero después de eso nos dormimos.

Christian se quedó atónito cuando Devlin y sus padres se


echaron a reír. El padre de Devlin colgó el teléfono y le dijo:
No te preocupes. Los checamos cuando entramos en la casa.
Estaban tan cansados que ni siquiera se movieron cuando
vimos en la habitación.

—Además, incluso mi hijo no es tan tonto como para


tratar de hacer un movimiento sobre un niño herido. —La
madre de Devlin juguetonamente revolvió el pelo de Christian.
Señaló a la mesa, que tenía lo que parecía ser una cazuela con
sopa sobre ella—, date prisa y come. Tenemos un montón que
hacer.

Ambos tomaron asiento, Devlin preguntando: —¿Qué


pasa?

—Taylor despertó —les informó sonriendo.

—¿En serio? —Christian lo dijo, tan feliz que no le


importó que su sonrisa lastimara su mejilla.

—Sí, y pueden ir a verlo tan pronto como hayan


terminado de comer. —Se acercó y abrió una botella de
píldoras, entregándola a Christian—. Y tú necesitas tomar
estas.

Él obedeció antes de preguntar. —¿Qué va a pasar con


Taylor una vez que esté fuera del hospital?

No había manera en el infierno que le permitieran volver


con sus padres, después de todo lo que había sucedido. Por lo
menos Christian no lo esperaba.

El padre de Devlin sonrió. —Eso es precisamente lo que


estaba hablando por teléfono. Estamos en el proceso de tener a
tu madre como su guardián asignado. Normalmente se tarda
un poco más, pero teniendo en cuenta los hechos del presente
caso, estamos presionando para llevar las cosas rápidamente.

—Me encanta tener a un abogado con cojones por padre


—dijo Devlin.

La madre de Devlin les pasó unas latas de soda. —Nos


hubiera gustado asumir el cuidado de Taylor nosotros, pero con
nuestros puestos de trabajo no era posible. Dado que la madre
de Christian trabaja desde su casa, ella puede darle a Taylor
toda la atención extra que va a necesitar.

Christian asintió, feliz ante la perspectiva de ser capaz


de cuidar de su mejor amigo.

La madre de Devlin miró su reloj. —Será mejor que nos


vayamos o perderemos la vigilia con velas.

—¿De qué estás hablando? —Devlin le preguntó.

Ella le dio una sonrisa de orgullo. —Parece que no somos


los únicos que están ocupados. Jessica y Andy coordinaron el
evento para llamar la atención a la intimidación y para
manifestarse en favor de la curación de Taylor. Lo último que
oí, es que la mayoría de tus compañeros de escuela están
pensando en asistir.

—¡De ninguna manera! —Christian exclamó,


sorprendido.

Hasta ahora todos habían sido invisibles para el resto de


la escuela, ¿por qué el gran cambio?

—Todos te ven como un héroe ahora —el padre de Devlin


le informó.

—¿A mi? —Christian señaló con el dedo a su propio


pecho—. Todo lo que hice fue conseguir que me patearan el
culo. ¿Cómo es eso heroico?

—Debido a que tomaste una posición y te negaste a dar


marcha atrás. No son muchos los que son valientes —dijo
Devlin.
La habitación quedó en silencio, sin duda, todos ellos
pensando en lo mismo que Christian: la forma en la que James
había huido.

Para el momento en que llegaron al hospital, Christian


estaba casi saltando de emoción ante la idea de finalmente
poder ver a Taylor. Cuando llegaron a su piso, Christian se
sorprendió al ver sólo a su madre esperando.

—¿Dónde está la madre de Taylor? —preguntó.

La madre de Christian dejó escapar un largo suspiro.


No pudo soportar la tensión y tuvo una crisis. La ingresaron
hace una hora.

—¿Y dónde está su padre?

—En casa con Tommy. —Sus labios apretados le decían a


Christian cómo se sentía acerca de eso.

—¿Podemos ver a Taylor ahora? —Christian preguntó.

—Sí, pero sólo pueden permanecer un par de minutos.

Christian asintió con la cabeza, de forma automática


agarrando de la mano a Devlin. Poco a poco entraron en la
habitación, el estómago de Christian se revolvió al ver todas las
máquinas y tubos conectados al cuerpo demasiado pálido de
Taylor.

Una vez que llegaron al borde de la cama, la boca de


Taylor se separó un poco. Ambos ojos estaban tan hinchados
que eran simples cortes y tenía tantos hematomas y cortes en
la cara que era apenas reconocible. Él se las arregló para
formar una sonrisa para ellos.
—Oye, Christian, te ves como el infierno —con voz
áspera dijo Taylor.

Christian le dio una risa temblorosa. —Sí, y tú todavía te


ves tan genial como siempre.

—¡Mentiroso! Ya hice que las enfermeras me trajeran un


espejo.

Devlin se acercó con la mano libre y echó hacia atrás el


cabello de Taylor. —Atraparon a todos los chicos que te
atacaron a ti y a Christian. Ellos no van a salirse con la suya
tampoco. La policía está tomando en serio la situación.

En realidad, dada toda la atención de los medios, la


policía no tenía ninguna opción en la materia.

—¿Dónde está mi hermano? —Taylor le preguntó.

—Él está con tu padre en este momento hasta el juicio


dijo Devlin.

Cuando un destello de temor pasó por la cara de Taylor,


Christian se precipitó: —Pero vas a venir a vivir conmigo y mis
padres. Vamos a cuidar de ti de ahora en adelante.

—Sí, mi papá es tu abogado ahora. Así que no vas a tener


nada de qué preocuparte —añadió Devlin.

—¿Qué pasa con mi mamá? —Taylor presionó.

Cristian y Devlin intercambiaron miradas de


preocupación.

—Mi mamá está cuidándola en este momento —dijo


Christian.
No tenía sentido decirle a Taylor que su madre estaba en
la actualidad dos plantas abajo en el piso de psiquiatría. Él lo
sabría muy pronto. Ahora tenía que estar más preocupado por
su propia salud.

—Oye, ¿adivina qué? Ellos están teniendo una noche de


vigilia con velas por tu lastimado culo —dijo Devlin.

Christian quería besar a su novio por encontrar una


manera de desviar el tema de conversación.

Taylor parpadeó un par de veces. —¿Por qué?

—Todos los de la escuela están enojados con lo que nos


pasó a nosotros por lo que están haciendo esto para llamar la
atención sobre todo el asunto de la intimidación escolar
Christian le informó.

—Lástima que no pensaron en eso antes de que nos


atacaran —escupió Taylor.

La amargura que provenía de Taylor era tan cruda y


nueva que hizo que Christian se retrajera de dolor. En ese
momento se dio cuenta de que él y su familia tenían un largo
camino por delante en cuanto a la curación de Taylor se refería.
Parecía que su amigo estaba tan herido en el interior como lo
estaba físicamente en el exterior.

—Al menos es un comienzo —ofreció Christian.

La enfermera entró y dijo: —Lo siento, muchachos, pero


deben irse ahora.

Christian se agachó y le dio un beso en la frente a Taylor.


—Vamos a venir a verte mañana.
Taylor asintió con la cabeza, dejando caer los párpados
para cerrar los ojos. Christian intercambió una mirada de
preocupación con Devlin antes de que salieran de la habitación.

James se acercó al área de la vigilia con velas, su


estómago se apretó en nudos y se preguntaba cómo iban a
reaccionar los demás ante su presencia.

Se había acordonado una extensa zona del


estacionamiento del hospital para el evento y la zona ya estaba
llena de estudiantes, además de lo que tenían que ser cientos
de otras personas que habían venido de todas partes para
asistir. Numerosas cámaras y camionetas de noticias se
plantaron cerca.

Saltó cuando una mano cayó sobre su hombro. Girando,


James se encontró mirando a Jessica quien también lo miraba.
James se tensó, esperando a ver si iba a atacarlo como
Christian lo había hecho antes. Cuando el silencio se prolongó
demasiado, finalmente no pudo soportarlo más. —¿Me odias,
también?

Su rostro se suavizó al sacudir lentamente la cabeza.


Lo siento por ti. No me puedo imaginar por lo que debes estar
pasando ahora mismo.

James apretó los labios mientras miraba hacia el suelo.


Las últimas veinticuatro horas habían sido las peores de su
vida. Él había sentido tanta culpa, auto odio y desesperación,
que había estado más perdido que nunca. Sólo que esta vez no
había tenido a quien recurrir porque había traicionado a los
únicos amigos verdaderos que había tenido.

—Christian tenía razón, soy peor que Tommy y los


demás. No sólo soy un mentiroso, sino que les di la espalda a
mis amigos. ¿Qué clase de persona hace eso? —preguntó.

La gente empezaba a encender las velas, las numerosas


llamas brillaban en la noche.

—¿Quieres que sea honesta? —Jessica exigió.

Asintió con la cabeza.

Ella dijo: —Te hace bastante podrido. Pero el hecho de


que estés destrozado por eso demuestra que todavía tienes la
esperanza de hacer mejor las cosas. La única pregunta es, ¿eres
lo suficientemente fuerte como para cambiar lo que eres?

James vio a Devlin y Christian. Tomaron algunas velas


antes de unirse al resto de la multitud. La respiración de
James quedó atrapada en su garganta cuando Devlin pasó un
brazo alrededor de los hombros de Christian y tiró de él,
acercándolo a su cuerpo.

Entonces Christian miró a Devlin y la mirada del rubio


estaba tan llena de adoración y felicidad que James se sintió
mal. Él conocía esa mirada muy bien, porque hasta hace poco
había sido él quien había estado en el extremo receptor de la
misma.

Maldita sea, eso dolía. A pesar de que James sabía que


no tenía ningún derecho, él estaba celoso y se sentía un poco
traicionado por su primo.

—¿Cuándo se hicieron novios? —preguntó James.


—Supongo que en algún momento ayer por la noche. Han
sido inseparables desde el ataque. Devlin, incluso insistió en
quedarse con Christian mientras se encontraba en el hospital.

Había un micrófono instalado en el escenario y la gente


iba hasta él, dando breves discursos o dando sus buenos deseos
a Taylor. La multitud siguió creciendo. A pesar del gran
número de personas, el ambiente era muy silencioso y sombrío.

—En realidad, te gusta él, ¿no? —Jessica presionó.

Mirando a Christian que se acurrucaba contra Devlin,


James finalmente admitió: —Sí, me gusta. Me preocupo mucho
por él.

—¿Lo suficiente como para luchar por él?

En ese momento, James se dio cuenta de que lo hacía,


también se dio cuenta de que el primer paso para hacer las
cosas bien era finalmente salir al frente y admitir ante el
mundo quién era realmente. Si eso significa ser expulsado de
su casa, la pérdida de la beca y el respeto de su padre, entonces
que así sea.

Tomando la mano de Jessica, se acercó a la fila de gente


esperando para hablar en el micrófono. Cuando llegó su turno,
ella se acercó con él. Lo cual era una buena cosa ya que sus
piernas estaban tan inestables que era un milagro que no
cayera de bruces.

Esto era. Por fin estaba haciéndolo. Aunque tenía miedo,


también tenía una embriagadora sensación de alivio.

Miró a la gran multitud y a todas las cámaras, a


sabiendas de que una vez que dijera las palabras, no habría
manera de que pudiera echarlas para atrás. Entonces pensó en
Taylor y la forma en que había sostenido a James aquel día en
la cafetería y el coraje de James se construyó sosteniéndolo.

Dando un paso adelante hacia el micrófono, dijo: —Hola,


mi nombre es James. Defraudé a mis amigos el día del ataque,
al no ponerme al frente y decirles a los demás que los dejasen
en paz. Lo que les pasó a Taylor y Christian estuvo mal y yo lo
sabía más que nadie, porque como ellos, soy gay.

Varias exclamaciones de la multitud sonaban, pero


ninguno de ellas era importante para James. Lo único que le
importaba era la reacción que Christian tendría.

Los ojos de Christian estaban muy abiertos por el


asombro, pero él se mantuvo firmemente en el abrazo de
Devlin. No es que James esperase que el hombre se liberara y
llegara corriendo al escenario, pero tenía la esperanza de que
tal vez su admisión fuera un buen comienzo.

Entonces James le dio un vistazo al resto de la multitud,


y al ver que la mayoría de sus compañeros de clase estaban allí,
se dio cuenta de que había estado en lo cierto, nunca su vida
sería la misma otra vez.

Sólo esperaba ser lo suficientemente fuerte para


enfrentar los retos, porque ahora que había traicionado a sus
amigos, estaba más solo que nunca.
Stephani Hecht está felizmente casada y tiene dos hijos. Nacida y
criada en Michigan, le encanta todo lo relacionado con ese Estado, desde
los fríos inviernos hasta el equipo de hockey de Detroit ‘Red Wings’.
Generalmente, puedes encontrarla acurrucada junto a su portátil,
creando su próximo libro o atiborrándose de cafeína en su cafetería
favorita.

Puedes ponerte en contacto con ella en:

Dirección de correo electrónico:archangelwriter@yahoo.com


Twitter: http://twitter.com/StephaniHecht.
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Gaby

Zamorita28

Gaby
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disfrutar de todas estas historias!

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