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Identificación aspirante:

Nombre: Juan Carlos Castañeda Sotelo


Lugar de trabajo: Universidad La Gran Colombia
Título de pregrado: Profesional en filosofía
Universidad: Universidad del Quindío
Año: 2017
Teléfono: 3103736542
Correo electrónico: juanccsotelo@gmail.com
Dirección residencia: CRA. 17 # 12 – 09 Barrio San Fernando. Armenia – Quindío

Título de la propuesta:
La filosofía como herramienta pedagógica para la construcción de la identidad en los estudiantes

Línea de investigación:
Observación: no hay estrictamente un espacio de investigación propia para mi tema, pero si tenemos en
cuenta que la filosofía es una actividad discursiva, dialógica y argumentativa, la presente propuesta de
investigación se puede presentar para la línea investigativa de Didáctica de la lengua materna y la
literatura.

En el libro, En el Castillo de Barba Azul, George Steiner habla de lo inhumano en términos de barbarie. Cuando
él asegura “que ciertos orígenes específicos de lo inhumano, de las crisis de nuestro tiempo (…), se hallan en
la larga paz del siglo XIX y en el centro mismo de la compleja estructura de la civilización”, está pensando en
lo ocurrido un siglo después, el holocausto nazi con sus campos de exterminio y la sagacidad humana puesta
en marcha en todos los frentes de la Segunda Guerra Mundial para fomentar el dolor, la angustia y para
reproducir la muerte.
Sin embargo, es posible pensar lo inhumano como un fenómeno cultural mucho más arraigado en las actuales
formas de vida, y no solo en términos de barbarie, sino también como una forma de convenio social cada vez
más plausible y que encuentra eco en la actualidad. La inequidad, la indiferencia y el rechazo son algunas de
las expresiones de lo que yo llamo en este escrito lo inhumano, y que se encuentran tan inmersas tanto en el
colectivo social como en el individuo mismo que configuran también una parte de nuestra identidad como un
rasgo característico.
El siglo XIX, concuerdo con Steiner, es el siglo donde emerge una forma específica de lo inhumano; pero el
origen de la injusticia, la intolerancia y la indiferencia expone a la luz raíces más antiguas. No se puede
desconocer que estas características forman parte de la condición humana. No existe una época donde se
conciba antes de ella una paz o un estado de convivencia y armonía absoluta. Sin embargo, las características
de lo inhumano en la sociedad actual, expone un tejido elaborado con hebras distintas a las de otras épocas.
Antes del siglo XV ya había expuesto Europa, las primeras señales de lo que se conoce como capitalismo
mercantil. Las fuerzas que impulsaron estos procesos se pueden encontrar en la tendencia de los monarcas a
intervenir en la economía de sus países, el espíritu de empresa de los individuos, el deseo de conquista y de
lucro y la racionalización de la producción y los negocios. Cuando los economistas clásicos, Adam Smith y
David Ricardo entre otros, hablaron de la existencia del homo oeconomicus, no se referían a un hombre nuevo,
hablaban de una tendencia generalizada de un ser humano que es un consumidor perfectamente racional y
consiente. En búsqueda de su provecho y beneficio, es capaz de decidir mejor que nadie las tramas de su vida.
Este consumidor no requiere tener ningún sentimiento de amor, afecto, deber, honor, gratitud, fidelidad o
justicia, a menos, claro, que esto le convenga.
Cabe resaltar que un aspecto del homo oeconomicus es la maximización y potencialización de sus fuerzas
vitales en la búsqueda de sus propios intereses. Es evidente que el aumento exponencial de las ganancias de
las empresas es un factor importante en toda política administrativa. El homo oeconomicus encontró en la
industrialización el punto de quiebre para pasar de una economía gremial y de una producción basada en la
fuerza familiar a una economía de mercado soportada en la producción en serie de bienes para el consumo.
El homo oeconomicus no ha desaparecido, pero sus energías y potencia ha puesto en marcha otro ser humano,
el homo faber. El homo faber, es el trabajador, el obrero para quien sus fuerzas productivas están siempre a
disposición de otra persona. El homo faber no vive, propiamente sobrevive. Su tiempo es el hacer mercancías
(dinero), repitiendo sus acciones día tras día. Sí el homo oeconomicus ha sustituido los sentimientos por la
frialdad del cálculo, como expresión de su egoísmo; el homo faber ha sido despojado del interés por la vida,
como producto de la monotonía de su vida misma.
Ahora bien, en la actual sociedad de consumo y de desarrollo tecnológico existe otro elemento que se incorpora
en el homo oeconomicus y en el homo faber. Hablamos de la información como un bien de consumo, del
internet como masificación y de las redes sociales como moda y estilo de vida.
Las actuales relaciones sociales se encuentran mediadas y definidas por la internet y las redes sociales. El
egoísmo del homo oeconomicus y la inapetencia (como fruto de la monotonía) del homo faber, han
encontrado en estos espacios una nueva forma de vida. El egoísmo del primero ha encontrado un espacio donde
compartir, un lugar donde su individualismo encuentra una válvula de escape. Por su parte, la inapetencia del
homo faber haya un universo que por fin para él puede denominar nuevo, encuentra que su vacío y también
soledad se llenan de cosas antes desconocidos para él. Observamos que tanto el homo oeconomicus como el
homo faber, un elemento que los caracteriza es la soledad, y aunque la soledad comparte en ellos redes de
significado y sentido diferentes son la clave para entender otro síntoma de la deshumanización de nuestra
sociedad actual. Este elemento, que es muy marcado y significativo es la indiferencia. Es difícil encontrar una
expresión que ejemplifique con mayor acierto la perdida de lo humano y la deshumanización de nuestras
actuales generaciones. Esta indiferencia se traduce en la incapacidad de aceptar a lo otro, de crear un mundo
donde la otredad se incorpora y encuentra un espacio que se hace común.
No es para nada contradictorio que sea precisamente Smith uno de los primeros en reconocer que el buen
funcionamiento de las organizaciones y los mercados requería de un mínimo de confianza, honestidad,
cumplimiento de la palabra, justicia y cooperación, aspectos que solo pueden ser recíprocos. Estos valores son
espacios que humanizan.
Ahora bien, cuando hablamos de nuestra actual sociedad, y cuando pensamos la humanidad en términos del
egoísmo del homo oeconomicus y de la inapetencia del homo faber y la consecuente indiferencia de sus
condiciones como elementos constitutivos de su identidad; la tesis que propongo investigar durante la Maestría
en Educación, y por qué no, el trabajo que pretendo desarrollar como inquietud filosófica es que existe la
posibilidad de pensar la humanidad en otros términos, que es posible pensar e imaginar la humanidad en
términos del concepto de la entrega y el compartir y que es precisamente la filosofía y la educación
herramientas indispensables, necesarias, pertinentes y apropiadas para humanizar a las nuevas y futuras
generaciones.
El homo traditio, que traducido literalmente es el hombre que entrega o repartidor es la cualidad humana de
la entrega, del compartir y del dar. No es una generosidad en términos materiales, es una generosidad pensada
desde la vida misma.
El fundamento teórico del principio de la entrega se encuentra en la tradición judeocristiana del amor y la
determinación. La máxima expresión y la exaltación del verdadero amor desde el cristianismo es la capacidad
de dar la vida misma por el ser amado. El ser capaz de dar la vida por la persona amada es desde el homo
traditio, la fuerza y determinación de dar la vida a la persona amada. Se puede diferenciar conceptualmente
los términos, dar la vida por y dar la vida a. El cambio es sustancial. La vida es el objeto que se comparte y
todo lo que eso representa. El estar ahí, el ser parte de, son modulaciones de la entrega y del compartir, que
no tiene que ver estrictamente con dar la vida por alguien.
La palabra griega ágape traduce en su origen un amor conyugal que representa la incondicionalidad y lo
irreflexivo del amante hacia el amado. Pero aun en algunos círculos griegos la palabra ágape representaba
igualmente un amor universal, entendido como amor a la verdad o a la humanidad. El amor nace de la voluntad.
Dice el evangelista “Os doy un mandamiento nuevo: amaos (ágapao) los unos a los otros. Así como yo os he
amado, amaos (ágapao) también vosotros los unos a los otros”. El amor nace de la determinación de la voluntad
y no de un sentimiento, razón por la cual se hace más profundo.
De esta manera, existen tres manifestaciones posibles de la entrega y el compartir como expresiones del homo
traditio. El amor familiar, el amor en la amistad (y conyugal) y el amor en el enseñar. En todas tres, el amor
representa la capacidad de darse, de entregarse. Los padres (no necesariamente biológicos) comparten su vida,
la entregan hacia el fruto de su amor. No existe correspondencia, existe la determinación y voluntad de amar a
su hijo.
El amor en la amistad representa la correspondencia no solicitada entre dos personas, ninguna exige a la otra
una prueba de ese amor-respeto, ambos entregan las fuerzas vitales que representan su ser, se deleitan en el
compartir de aquello que solo se da entre dos personas que se aman: tiempo (vida) y voluntad (amor).
El amor en el enseñar es el compartir que se funda en el deber y se alimenta de la vocación. En el libro Lecciones
de los maestros, Steiner retrata la transmisión como la vocación del maestro que enseña para la vida. El maestro
entrega a su discípulo, lo que no pudo conseguir sino con su más caro esfuerzo, aquello que solo se consigue
con disciplina, dedicación y amor. El maestro entrega conocimiento y entrega su vida como muestra de
ejemplo. Solo cuando el maestro comparte su vida y conocimiento es escuchado y seguido, crea comunidad y
se convierte en elemento indispensable para la transmisión. La determinación y la voluntad es la característica
esencial en el homo traditio como la del homo oeconomicus y el homo faber son la indiferencia. De esta
manera, el maestro (la educación) se convierte en una herramienta para humanizar, para promover la identidad
desde la critica y la autoreferenciación.
Referentes bibliográficos

Fromm, Erich; Horowitz, Irving Louis; Marcuse, Herbert; Gorz, André y Florez Olea, Víctor (1990). La
sociedad industrial contemporánea. México: Siglo XXI.

Martínez, Miguel Ángel (2007). Del homo faber al animal laborans: la violencia de la racionalidad
instrumental.
En:http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1870879X2007000100003&script=sci_arttext#nota

Marx, Karl (1993). Manuscritos: economía y filosofía. Barcelona: Altaya.


Nieto Alcalde, Victor y Checa Cremades, Fernando (2000). El Renacimiento, formación y crisis del modelo
clásico. Madrid: Istmo.

Ordine, Nuccio (2013). La utilidad de lo inútil. Barcelona: Acantilado.

Sánchez Vázquez, Adolfo (1997). Filosofía y circunstancias. Barcelona: Anthropos.


Steiner, George. (1991). En el Castillo de Barba Azul. Barcelona: Gedisa.

Steiner, George (2003). Lenguaje y Silencio. Barcelona: Gedisa.

Steiner, George (2007). Lecciones de los maestros. Bogotá: Fondo de Cultura Económica.

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