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¡¡ Cuánto deseo cenar con vosotros/as!!

Jueves Santo . Juan 13, 1-15.


20 de marzo de 2008
Muchos cuadros y estampas nos hacen imaginar esta Cena
de forma que no corresponde a la costumbre del tiempo.
Representan a Jesús comiendo sólo con los doce apóstoles.
La tradición de Israel reunía aquella noche a hombres y mujeres por igual.
Por lo tanto Jesús se reuniría con los doce y con los seguidores y seguidoras
que ordinariamente iban con Él en el grupo.
Y con su madre.
Antes de la fiesta de la pascua, Jesús, sabiendo que había llegado la hora
de dejar este mundo para ir al Padre, y habiendo amado a los suyos
que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Nos interesa vitalmente saber cómo amó Jesús, porque ésa es nuestra
asignatura pendiente, la única de la que seremos examinados (Mt 25).
El amor, la entrega, hecha realidad en la vida, es la esencia de nuestra fe.
El amor “hasta el extremo” comienza por las entregas cercanas de cada día.
Estaban cenando y ya el diablo había metido en la cabeza a Judas Iscariote, hijo
de Simón, la idea de traicionar a Jesús.
Entonces Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado todo,
y que de Dios había venido y a Dios volvía, se levantó de la mesa,
se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a la cintura.
Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los
discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.

Jesús se levantó. No podemos


estar sentad@s ante el dolor ajeno,
hay que hacer algo para aliviarlo.
Se quitó el manto. Se despojó
de todo poder; el auténtico servicio
sólo se puede hacer desde abajo,
siendo un@ de tant@s.
Para lavar los pies a una persona es
necesario inclinarse, ponerse de
rodillas ante ella.
Jesús nos enseña la forma de estar
ante lo “sucio” de los demás, ante
sus defectos, sus fallos... nuestra
postura es ponernos de rodillas
para lavarlos “en memoria suya”.
Si Dios se empequeñece ante el ser humano,
¿qué debo hacer yo?.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste se
resistió:
–Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?
Jesús le contestó:
–Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes
comprender ahora; lo comprenderás
después.
Pedro insistió:
–Jamás permitiré que me laves los pies.
Entonces Jesús le respondió:
–Si no te lavo los pies, no podrás contarte
entre los míos.
Simón Pedro reaccionó así:
–Señor, no sólo los pies; lávame también
las manos y la cabeza.

¿Me resisto, como Pedro, a entrar en el


“juego del Evangelio”?.
Sólo tiene parte con Jesús quien se pone
de rodillas a su lado para lavar los pies
de quien más necesita.
Entonces dijo Jesús:
–El que se ha bañado sólo necesita lavarse los pies, porque está
completamente limpio; y vosotros estáis limpios, aunque no todos.
11 Sabía muy bien Jesús quién lo iba a entregar; por eso dijo:

«Vosotros estáis limpios, aunque no todos».

Amar es acoger y ponerse al servicio de l@s demás,


respetando la libertad y respondiendo siempre con amor.
Todo ser humano es amable, no por su méritos o cualidades,
sino porque es amado por Dios.
Todos los seres humanos, incluso los más difíciles, los que criticamos
y juzgamos, son amados por Dios.
Él es el Agua que nos limpia a tod@s.
Después de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse
a la mesa y dijo a sus discípulos:
–¿Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros? Vosotros me
llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón, porque efectivamente lo soy.
Pues bien, si yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies,
vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros.
Os he dado ejemplo, para que hagáis lo que yo he hecho con
vosotros

Jesús nos propone su forma de actuar –acogida, servicio, compromiso, comunión-


como pauta de comportamiento para sus discípul@s.
Su mensaje y su testimonio no buscan asegurar privilegios, sino servir.
En Jesús, Dios recobra su verdadero rostro deformado por el ser humano que
había proyectado en Él sus ambiciones, miedos, ambiciones, crueldades....
Jesús muestra que Dios es Padre amoroso y se revela como servidor.
¿Lo hemos comprendido?
Esta tarde estamos tod@s: María, Pedro, Magdalena, Santiago, Juan... ... mis amigos y amigas.
Tenía enormes deseos de que llegara este momento. Sé que mi hora se ha cumplido.
Sé que esta cena será la última que como con vosotr@s.
¿Pero por qué tendrá que ser?.
Apenas estamos empezando. Ojalá fuera un mal presentimiento. No quiero poneros tristes.
Ya sabéis que tenemos una cita para otro banquete,
allá en la hermosura del Reino.
Enseguida tendremos que separarnos.
¡Dios mío!, ¿por qué me cuesta tanto?
Antes quiero dejar constancia de todo lo que os he querido, de todo lo que os estoy queriendo.
No lo podéis comprender. Tiene algo de misterio.
Quisiera quereros y cuidaros como una madre.
No penséis que estoy loco. Son cosas del amor.
En fin, vamos a cenar.
Antes quiero lavaros los pies, y no me digáis que no.
Vosotros lo necesitáis, pero soy yo el que realmente necesito hacerme vuestro servidor,
expresaros mi ternura, algo que tenéis que aprender.

Mi palabra final, mi testamento, es que todo consiste en el amor.


Que el amor sea vuestra tarea y vuestra gloria,
Que saquéis de este pan y de esta copa las fuerzas para amaros,
para amar, como yo lo he hecho con vosotr@s.
Señor, lávame los pies para caminar
siempre puro y limpio y ser digno de Ti!
¡Señor, Judas te traicionó y es el símbolo
viviente de quien errando le mantienes tu
amor incondicional
¡Señor, que aprenda a que cuando me
lavas los pies y me los secas con profundo
amor y misericordia sepa revisar mi vida,
mis comportamientos, mis actitudes
respecto a los demás para no llevar mi
vida hacia el mal y hacia la senda
equivocada . Ayúdame, Señor, con los pies
limpios a caminar hacia la santidad, sin
pisotear los sentimientos ajenos, sin
llenarme de egoísmo y de soberbia,
actuando con gratitud, apelando a la
ternura, sin utilizar la palabra para dañar,
sin desviarme del sendero correcto, sin
romper las amistades, sin resquebrajar las
Señor, ¡Señor, cuando derrames sobre
mis pies el agua tibia de tu
misericordia, ayúdame a orar siempre
con el corazón abierto hacia Ti para
acoger tu amor y saberlo darlo a los
demás y mientras secas mis pies
cansados que mi corazón experimente
un profundo arrepentimiento por tantas
traiciones que cometo contra tí y contra
los demás! ¡Salvación o perdición:
Señor opto por la primera opción pero
envía tu Espíritu para hacerme más
fácil mi camino de cruz!

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