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Resumen:
Esta investigación historiográfica analiza el hecho histórico de las masacres
cometidas durante la guerra civil española analizando varios de sus elementos
fundamentales. Se pone en relación el devenir sufrido por la historiografía centrada en
la guerra civil con el debate generado actualmente por la Memoria Histórica. El estudio
refleja a su vez las motivaciones de ambos bandos para recurrir a la violencia y la
metodología que pusieron en práctica. Posteriormente se analizan las masacres
cometidas por ambos bandos en determinadas regiones españolas para finalmente
analizar algunos de los problemas a los que se enfrenta el historiador ante tan delicado
tema.
Palabras clave:
Masacres Historiografía Historia de España Memoria histórica
Violencia política
Abstract:
This research analyses the historical events of the commited massacres during
the Spanish Civil War focusing on various fundamental topics. The ongoing debate
generated around the Historical Memory is related to the evolution of the specialized
historiography. The study also reflects the motivations of both factions for appealing
violence and the methods they applied. Subsequently the massacres commited in
particular Spanish regions were analysed to show, finally, the problems faced by the
historian discussing such a delicate subject.
Key words:
Massacres Historiography History of Spain Historical Memory
Political Violence
1
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1. SIGNIFICADO DE LAS MASACRES EN LOS DOS BANDOS
ENFRENTADOS
2. LAS MASACRES EN LA ESPAÑA FRANQUISTA
2.1. Andalucía
a) Sevilla
b) Málaga
c) Córdoba
d) Granada
2.2. Cataluña
a) Lérida
2.3 Norte y Aragón
a) Asturias
b) Aragón
3. MASACRES REPUBLICANAS
3.1. Madrid, Barcelona y Valencia
a) Madrid
b) Barcelona
c) Valencia
3.2 Un caso paradigmático: el POUM y Andreu Nin
4. INTERPRETACIÓN CONTROVERTIDA DE LOS HECHOS
4.1 La constante controversia entre las cifras e interpretaciones
4.2. Dos casos significativos: Paracuellos del Jarama y Badajoz
4.2.1 Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz
a) Los hechos y su mitificación
b) Una interpretación de referencia: Ian Gibson
c) Un debate historiográfico
4.2.2. Badajoz
a) Los hechos y su mitificación
b) Una interpretación de referencia: Mario Neves
c) Un debate historiográfico
2
5. INTERPRETACIÓN HISTORIOGRÁFICA DE LAS MASACRES EN EL
CONTEXTO DE LA GUERRA CIVIL Y EL FRANQUISMO
5.1. Primera historiografía
a) Cuestiones de guerra
b) Los cronistas de la “Cruzada”
c) Historiografía republicana en el exilio
5.2 Aportaciones del mundo anglosajón y renovación académica en las décadas
de los 50 y 60
5.3. Tendencias interpretativas en el tardofranquismo
6. HISTORIOGRAFÍA DE LAS MASACRES Y DE LA GUERRA CIVIL EN EL
POST-FRANQUISMO Y LA ACTUALIDAD
6.1 . El boom del cincuentenario
6.2 El decenio de los 90
6.3 Proyección de la controversia en el siglo XXI
7. HACIA UNA SÍNTESIS DE LAS INTERPRETACIONES
HISTORIOGRÁFICAS
7.1 A propósito de las Memorias de Manuel Azaña
7.2. La hegemonía de Ricardo de la Cierva en la historiografía franquista
7.3. La influencia de los Hispanistas británicos y franceses
a) Gerald Brenan y los hispanistas británicos
b) Bartolomé Bennassar y los hispanistas franceses
7.4. El debate historiográfico en España
7.4.1. Historiografía franquista y revisionista
7.4.2. Historiografía crítica y antirrevisionista
a) Precedentes
b) Representantes
Alberto Reig Tapia
Julián Casanova
8. LA CONTROVERSIA HISTORIOGRÁFICA EN EL CONTEXTO DE LA
RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA
8.1. Los silencios de la Transición
8.2. La repercusión de la Memoria Histórica
8.3. El debate actual entre revisionistas y antirrevisionistas historiográficos
9. BIBLIOGRAFÍA
3
INTRODUCCIÓN
Algunos autores, como el profesor Santos Juliá, consideran la Guerra Civil y las
masacres como el final necesario de la trayectoria secular hispana. Otros autores
recurren a explicaciones deterministas que vienen a certificar que la formación de la
España contemporánea se fundamentó sobre la base de la violencia lo que le llevaría
hacia un devenir histórico divergente con respecto al resto de Europa occidental. Dicha
evolución estaría plasmada en la constitución gradual de un antagonismo entre aquellos
que quedaron anclados en la tradición y aquellos que pugnaban por el progreso
nacional. De este modo, se llega a la conclusión de que la escisión del país en “dos
Españas” era inevitable. Otros autores, como Ramón Menéndez Pidal, achacan la guerra
fraticida a la etnosicología fundamentada en el carácter del pueblo español dotado de
una fuerte tendencia hacia la escisión y el exclusivismo. No obstante estas
interpretaciones se remontan a una historia ancestral tremendamente idealizada,
anacrónica y que se presta a múltiples matizaciones. Es por ello, que el origen de la
violencia que se cebó sobre los españoles debe buscarse como mucho en el siglo XIX,
aunque muchos especialistas no se remontan más allá del inicio del siglo XX e incluso
hasta el mismo momento en que se produce la insurrección militar del 18 de julio de
4
1936. La especificidad de la guerra de España, como fue calificada entonces, dista
mucho de poder ser comparada con otros conflictos anteriores y mucho menos la
violencia, la represión y la aniquilación del contrario puestas en práctica. Así pues, es a
través del análisis de las masacres llevadas a cabo por ambos bandos de donde se
pueden extraer las principales conclusiones que demuestran la singularidad de la guerra
así como su crueldad.
5
de las críticas más o menos veladas que los nuevos autores exponen contra los actos de
la dictadura franquista; gracias a la democracia se ha podido condenar realmente las
atrocidades cometidas aunque el llamado “consenso” de la transición instara a no
ahondar en las viejas heridas, muchas de ellas todavía sin cerrar. No obstante, la
disparidad de opiniones actual vienen a ser el reflejo del abanico ideológico y social que
caracterizó en su tiempo a la guerra, pues no es difícil encontrar autores que defiendan
los actos de los militares sublevados o bien nieguen muchas de las verdades históricas
tanto tiempo manipuladas. Este grupo de “historiadores” son los denominados
revisionistas, que al abrigo de los grupos conservadores y del gobierno derechista del
Partido Popular pudieron proclamar en numerosas ocasiones la legitimidad de la
sublevación y de los crímenes realizados. Frente a ellos se encuentran un número mayor
de autores de signo contrario que vienen a defender la legalidad republicana y a
denunciar, con mayor o menor intensidad, los crímenes cometidos, tanto en uno como
en otro bando.
6
Recuperación de la Memoria Histórica. Estos estudios, que parten de zonas concretas de
la geografía española, sirven para comprobar actuaciones que se dieron en la totalidad
del territorio español y su análisis permite establecer conclusiones que hasta la fecha no
podían haber sido contempladas.
Sin embargo, la escasez de fuentes respecto al tema de las masacres sigue siendo
más que acusada, pues su propia idiosincrasia viene marcada por la ocultación, la
censura y la manipulación. La dificultad de aprehender unas fuentes fidedignas al
respecto se agudiza por culpa de las resistencias, oficiales o no, que todavía hoy existen
al respecto. Como apunta el prestigioso historiador británico Paul Preston, el régimen
franquista siempre estuvo deseoso de mantener la cruel división entre vencedores y
vencidos, entre una España auténtica y una anti-España. Este mismo historiador destaca
el supurante mantenimiento de la cuestión de la guerra, que aunque atenuado perdura
hasta nuestros días. Las masacres de la Guerra Civil no se limitaron a un exterminio
físico del enemigo, sino a una aniquilación de su memoria, historia y dignidad en parte
heredadas por los descendientes de los derrotados. En el estado español existe a día de
hoy un gran silencio y un miedo velado ante una dictadura ya extinta pero todavía
presente al ser la democracia actual el resultado directo de una evolución del régimen.
Hasta el año 2000 el congreso de los diputados del país no condenó la dictadura
franquista, que aunque con un eficiente lavado de cara, mantenía viva su legitimidad y
su peso social. Ese fue el resultado del llamado “pacto del olvido” propio de la
transición posterior a la muerte del general Franco. Este pacto certificó el deseo de la
izquierda de no reclamar venganza pero tampoco la necesaria reparación político-legal
de las victimas. Esta defección de la izquierda ha dado lugar a que la derecha española
vea su posición reforzada para poder defender el fascismo, de manera muchas veces
directa, con el apoyo de los medios de comunicación afines y con la eterna complicidad
de la mayoría del clero español.
Con estos presupuestos debe entenderse que el estudio profundo de las masacres
cometidas durante la guerra española cuenta con más obstáculos que el tratamiento de
cualquier otro aspecto de la misma. Si un estudio general y objetivo sobre el conflicto
como tal cuenta con importantes barreras para acceder al rigor histórico, las dificultades
son aun mayores cuando se quiere adentrar en el estudio de un tema todavía tabú para
muchos ciudadanos españoles. Mientras los muertos del mal llamado bando “nacional”
7
reciben, como ya lo hicieron en la dura posguerra, múltiples honores y
conmemoraciones, los muertos del bando republicano no pueden todavía ser enterrados
dignamente incluso ni ser localizados e identificados. El injusto tratamiento de las
victimas de la Guerra Civil viene a ser la prueba del desagravio histórico que arrastra la
frágil democracia española desde 1978. Todo ciudadano, y más aun los historiadores
actuales, tienen la tarea democrática de superar dicha injusticia a través del
reconocimiento de lo ocurrido gracias a un estudio severo y profundo de las masacres y
la represión provocadas por la guerra. No obstante, hasta que todos los sectores de la
sociedad española no acepten su responsabilidad y culpa no será posible superar los
problemas que lastra la memoria colectiva del país. Por tanto, el primer paso para
conseguir dicho proceso de asimilación del pasado es superar el olvido y dignificar a
todos aquellos que lucharon por la primera democracia que vivió el país, destruyendo
las falacias y tergiversaciones vertidas sobre los mismos y todavía hoy defendidas por
buenas parte de los herederos del franquismo. Afortunadamente, las nuevas
generaciones de ciudadanos e historiadores contemplan con mayor claridad la necesidad
de cerrar óptimamente las heridas del pasado pues de lo contrario el futuro del país
seguirá pecando de los errores cometidos años atrás.
8
Varias fueron las actuaciones que precedieron la actual legislación acerca de la
memoria histórica. Estas leyes y decretos se promulgaron una vez concluida la dictadura
dentro del marco de consenso orientado a reconciliar las dos Españas quebradas por la
guerra. Los principales ejemplos al respecto son la ley del 5 de marzo de 1976 a través
de la cual se regulaban las pensiones de los españoles mutilados durante la guerra. La
ley del 15 de octubre de 1977 constituyó la amnistía general para los reprimidos por la
dictadura, cabe decir que esta amnistía ha sido criticada por muchos por sus limitaciones
y fisuras legales. El 18 de septiembre de 1979 se fijó el reconocimiento de pensiones y
la asistencia social para las viudas y familiares de muertos durante la contienda. En los
años 80 se promulgarían distintas leyes que regulaban pensiones para excombatientes,
mutilados y el reconocimiento de derechos y servicios prestados para los militares y
fuerzas del orden leales al orden republicano.
Estas leyes fueron ampliadas por varias Comunidades Autónomas hasta que el
28 de octubre de 2007 el congreso de los Diputados aprobó la llamada “Ley para la
Memoria Histórica” a través de la cual se reconocen y amplían los derechos a favor de
los que sufrieron la represión durante la guerra y la dictadura. Cabe decir que el 20 de
noviembre de 2002 (fecha trascendental por coincidir con la muerte del dictador) el
Congreso de los Diputados condenó por unanimidad el franquismo y reconoció
moralmente a las victimas del mismo. La polémica también se avivó con el debate
generado por la retirada de la estatura ecuestre de Franco situada frente a Nuevos
Ministerios. Esta polémica fue el ejemplo más claro de las resistencias todavía
existentes a día de hoy a la hora de retirar placas conmemorativas del franquismo y sus
lugares de culto como el Valle de los Caídos. Cabe decir que en este lugar hasta hace un
año las manifestaciones y rememoraciones franquista eran totalmente legales.
9
también del proceso emprendido contra el dictador chileno Augusto Pinochet). Por
último, pues sobre todos estos aspectos profundizaré más tarde, se llegó al cenit de la
polémica con el debate suscitado por la devolución de los llamados “Papeles de
Salamanca” o documentos que fueron confiscados por el ejercito sublevado tras la
ocupación de Cataluña y que sirvieron para la “Causa General contra la Masonería y el
Comunismo”, que no fue sino la redacción por escrito de la legitimación del alzamiento
y la persecución de todo aquel susceptible de pertenecer al bando legal republicano.
Así pues, son muchos y complejos los aspectos a tratar y a clarificar pues el
debate sobre las masacres, la memoria histórica y los documentos de la Guerra Civil
sigue más vivo que nunca. Es por ello que a través de esta memoria trataré de sintetizar
lo más pormenorizadamente posible el hecho histórico de las masacres aportando las
opiniones de distinto signo vertidas al respecto; para poder más tarde exponer un
análisis sobre el tratamiento sufrido por éstas tras la transición y la democracia al calor
de la polémica sobre la memoria histórica y el reconocimiento legal de las victimas de
la guerra y la culpabilidad de sus verdugos.
El tema de las masacres de la Guerra Civil se perfila como una de los más
oscuros, trágicos y en consecuencia menos tratados por la historiografía tanto española
como extranjera. El carácter de las masacres y las huellas morales dejadas en muchos
familiares nunca ha sido abordado hasta la actualidad. Después del 70 aniversario de la
guerra y tras 40 años de dictadura muchas de las masacres fueron silenciadas y
manipuladas incluso por los mismos familiares y parientes de las víctimas, pues el
miedo y la represión de la dictadura impidieron todo intento de honrar a los muertos
republicanos. Mientras éstos eran considerados como monstruos integrantes de la anti-
España, los caídos del bando contrario eran honrados con conmemoraciones y
considerados mártires del nuevo régimen. Las familias de unos no pudieron ni llorar a
sus muertos, mientras las de los otros pudieron llorarles, honrarles y beneficiarse de las
prebendas del régimen que ayudaron a instaurar. Las dificultades por encontrar las fosas
comunes aumentan sobretodo en las provocadas por el bando franquista, ya que muchos
de las y los asesinadas no fueron registrados en los archivos civiles de defunciones y en
muchos casos en los que si fueron registrados la causa de su muerte se halla
manipulada. Además, tras la victoria del bando “nacional” muchos de estos registros
fueron destruidos como así pasó tras la muerte del dictador.
10
Es por ello que los obstáculos y dificultades aumentan a la hora de poder tratar
históricamente un tema tan delicado como éste, teniendo que recurrir en muchas
ocasiones a testimonios de testigos o a indagar someramente en los archivos todavía
conservados. Antes de tratar en profundidad la historiografía generada por al guerra, la
represión y las masacres es preciso elaborar un pequeño marco descriptivo sobre las
masacres, destacando las más importantes, llevadas a cabo por ambos bandos, con
metodologías y motivaciones distintas. No obstante existe una gran dificultad a la hora
de proponer distintas visiones sobre las masacres, ya que su tratamiento historiográfico
ha sido, al menos hasta la actualidad, deficiente y manipulado. No obstante, se cuenta en
la actualidad con varios estudios serios y bastante objetivos que permiten al menos un
conocimiento suficiente al respecto. Para este análisis de las principales masacres
utilizaré dos de las fuentes más rigurosas y contrastadas, como son la obra de Santos
Julía1 y de los fundadores de la Asociación para la Recuperación de la Memoria
Histórica, Emilio Silva y Santiago Macías2. A través de ambas obras, completadas con
la obra de Cesar Alcalá3 y la de Agustín de Foxá4, se puede establecer una visión
completa sobre lo que fue la represión de ambos bandos materializada a través del cruel
acto de los fusilamientos y las masacres.
11
de rebelión y de revolución en torno a una República atacada por todos los frentes,
incluso y desgraciadamente desde su propio terreno. Quedó claro que las urnas no
resolverían las problemáticas que sufría España desde tiempo atrás, todo ello quedó
evidenciado a través de los denominados “levantamientos plebiscitarios” 5. Dichos
levantamientos fueron secundados por fuerzas de izquierda como de derechas y
anunciaban la futura violencia que, en defensa de la sociedad futura o pasada, se
extendería por España. El golpe militar quedó frustrado al no contar con la totalidad del
ejército y las fuerzas del orden para su causa, es por ello que la liquidación de los
militares leales será la primera misión de los sublevados. Además se dio lugar a que
grupos de civiles muy movilizados tomaran las armas y las calles para plantar cara a los
militares insurrectos. Por tanto, se dio una situación de rebelión no triunfante y de
revolución multiforme que daría lugar a una guerra con distintos apelativos, desde
guerra de clases, guerra de religión, guerra de nacionalismos, guerra entre dictadura y
democracia o entre fascismo y comunismo.
5
UCELAY-DA CAL, Enric, Buscando el levantamiento plebiscitario: insurreccionalismo y elecciones,
Barcelona, Revista Ayer, 1995.
12
exterminio estaba claro para ambos bandos6, en el bando insurgente la represión y la
muerte estaban unidos a la construcción de un nuevo poder, por el contrario, en el bando
leal, la represión y la muerte estaban ligadas al hundimiento de todo poder.
13
Tras el golpe militar, que triunfó en buena parte del país, los militares se
dedicaron a regar con sangre las calles y barrios de ciudades y pueblos para cortar de
raíz todas las posibles resistencias. Mientras, según Julián Casanova colaborador en la
obra de Juliá, fue muy costoso y sangriento abortar la sublevación en Madrid y
Barcelona, principales ciudades del país y desde entonces símbolos de la resistencia
antifascistas. Las resistencias, tanto en uno u otro bando, serían respondidas con el
exterminio. El carácter de guerra larga que se consolidó tras la victoria parcial de los
militares, supuso la implantación de un clima de terror en la zona franquista, mientras
en la zona republicana donde perdieron los insurgentes se produjo la toma de armas por
parte de los grupos sindicales y el inicio de un proceso revolucionario también
vengativo. Fue, según Casanova, ese golpe contrarrevolucionario que intentaba frenar la
revolución el que la acabó por desencadenar. Con todo ello, el profesor Casanova,
afirma que dentro de esa Guerra Civil hubo varias guerras.
Los sublevados usaron una terrorífica máquina del terror que logró destruir la
capacidad de resistencia de las organizaciones obreras, intimidando a los adversarios
menos activos y exterminando a sus más destacados enemigos. Se trataba de un nuevo
triunfo del militarismo frente a la política civil, como ya había pasado en 1923 con la
dictadura de Miguel Primo de Rivera. Pusieron en práctica un “terror caliente” que
acabó con los políticos y sindicales más significados. La ley fue sustituida por el
marcialismo militarista, que despreciaba los derechos humanos y rendía culto a la
violencia y la muerte. Entre las motivaciones de los militares y sus partidarios se unían
el patriotismo exaltado, la exacerbada religiosidad, los odios políticos y personales. Las
bandas de asesinos protegidos por militares y terratenientes se multiplicaron así como
una crueldad sin freno alguno. Así el verano sangriento de 1936 comprende más del 50
por ciento de las masacres de toda la guerra. Fue en las zonas de mayor arraigo
izquierdista donde se puso en marcha un exterminio “quirúrgico de urgencia” como en
Navarra, Zaragoza, Andalucía o Extremadura. La delación o incautación de nombres de
frentepopulistas era suficiente motivo como para “pasear” a una determinada persona.
La muerte se daba tras una detención previa en edificios habilitados como cárceles. Allí
llegaban los acusados tras haber sido separados de sus familias sin más razón que la
obligación de presentarse en el ayuntamiento o las dependencias judiciales al efecto.
Tras la detención se producía la “saca” y el “paseo” generalmente a través de batallones
14
de castigo y al alba. En las primeras matanzas no solía haber autoridades judiciales que
levantaran los cadáveres, solo un sacerdote para confesar por última vez a los detenidos.
Cuando los muertos no cabía en los cementerios se recurría a grandes fosas comunes,
donde los asesinados eran enterrados sin ningún tipo de procedimiento o anotación.
Solo la condición de militar podía ayudar a salvar a una persona de la sanguinaria
venganza fascista.
15
2. LAS MASACRES EN LA ESPAÑA FRANQUISTA
Una vez establecidos estos puntos sobre como se produjeron las matazas es el
momento de citar las más importantes y desgraciadamente más conocidas. Los libros
anteriormente citados sirven como fuente principal a la hora de perfilar cuales fueron las
principales matanzas cometidas por ambos bandos.
2.1. Andalucía
El primer lugar donde se desencadenaron las masacres franquistas con toda su
crudeza fue Andalucía, región de grandes contrastes donde convivían inmensos
latifundios pertenecientes a las tradicionales familias terratenientes junto con una gran
masa jornalera con significada inspiración obrera y esencialmente anarquista.
a) Sevilla:
La capital de Andalucía, Sevilla, cayó muy pronto en manos del bando
sublevado, dirigido el ejército del sur por el sanguinario Quipo del Llano, al cual se
acabaría conociendo con el triste apelativo de “carnicero de Sevilla”. Utilizó
propagandísticamente Radio Sevilla para infundir miedo entre la población mientras su
artillería atacaba el Ayuntamiento y el edificio del Gobierno Civil de la ciudad. Su terror
indiscriminado puede perfilarse a través de Antonio Bahamonde8, agregado del general,
el cual apunta a la violencia practicada por el general con la ayuda de falangistas y
carlistas9. Del Llano utilizó a los tercios africanistas y las tropas mercenarias moras para
acabar con toda resistencia obrera en Sevilla. La mínima excusa sirvió para conducir a
los prisioneros a las murallas del barrio de la Macarena. La limpieza política del general
y sus subordinados se unió a una legitimación a través del monopolio de los medios de
comunicación de la ciudad a través de los cuales se extendía la falsa acusación de
traidores vertida contra los que se mantuvieron fieles al orden republicano. La represión
en Sevilla es difícil de investigar ya que se dictaminó no inscribir los asesinatos en el
Registro Civil para evitar dejar cualquier rastro de la matanza cometida. Las cifras
arrojadas por el terror en Sevilla ascienden, según las estimaciones de los estudios
8
BAHAMONDE, Antonio, Un año con Quipo del Llano (Memorias de un nacionalistas), Sevilla, Espuela
de Plata, 2005.
9
“(…) dejaban tantos cadáveres en el suelo que tenían que amontonarlos contra las paredes de las casas
para que pudieran pasar los automóviles que, provistos de ametralladoras, circulaban por toda la ciudad”.
16
provinciales más recientes y completos dirigidos por F. Espinosa, Juan Ortiz y N.
Salas10, a unos 8000 fusilamientos de los cuales 3028 corresponden a la capital hasta
enero de 1937. Por último es destacable la acusación de Ian Gibson contra el general
Quipo del Llano al que acusa como máximo responsable del asesinato de García Lorca
al emitir desde Sevilla las ordenes para fusilar a destacados intelectuales andaluces.
b) Málaga
Málaga fue la primera ciudad de la que salió un diputado del Partido Comunista
de España. El auge del obrerismo (socialista, anarquista y comunista) llevó a denominar
a la ciudad durante la época como Málaga la Roja. No obstante existía un elevado
número de conservadores y ultraconservadores. Al estallar la guerra la provincia quedó
aislada del resto del territorio republicano y en febrero de 1937 fue atacada por el
ejército fascista, con gran apoyo de italianos, hasta su ocupación el 7 del mismo mes. La
ciudad sufrió uno de los mayores castigos dados en todo el territorio español. Varios son
los episodios que marcan la trágica caída de la ciudad en manos franquistas. El libro de
Santiago Macías y Emilio Silva nos narra el hundimiento del submarino C 3 apostado
en el puerto de Málaga, donde se acantonaron varios oficiales leales a la república y que
fue hundido por orden de Quipo del Llano, matando a 37 de ellos sin haber sido todavía
recuperados sus cuerpos ni reflotado el submarino de la costa malagueña 11. Otro de los
sangrientos episodios se trata de la llamada “caravana de la muerte”, debido a la
matanza ocasionada por las tropas franquistas en la carretera que unía Málaga con la
ciudad vecina de Almería12. En dicha carretera encontraron la muerte entre 3000 y 5000
del total de personas que huían de la capital malagueña tras ser tomada por los
franquistas. El total de fusilados por el terror franquista en la provincia de Málaga,
enterrados en fosas comunes principalmente en el cementerio de San Rafael, ronda los
7000 según los estudios de A. Nadal Sánchez, que calcula unos 2537 en la capital entre
mediados de febrero de 1937 hasta 1940. Otros estudios, no tan detalladamente
completos como el de Nadal, trasladan la cifra hacia las 20000 víctimas de las cuales se
conocen el nombre de 4100 enterrados en el citado cementerio. Por el contrario se cifra
en 2607 las víctimas de la represión republicana.
10
Recogidas en: JULIÁ, Santos (coord.), Victimas de la guerra civil, Editorial Temas de Hoy, Madrid,
1999.
11
SILVA, Emilio et MACÍAS, (2003) pp. 135-150.
12
BARRANQUEIRO TEXEIRA, Encarnación y PRIETO BORREGO, Lucía, Población y guerra civil
en Málaga: Caída, éxodo y refugio, Málaga, Diputación de Málaga, 2007.
17
c) Córdoba
La provincia de Córdoba sufrió también unas importantes represalias por parte
del ejército franquista, incrementadas por se momentáneamente un importante frente de
batalla ante la intención de reconquistar la ciudad por parte de las tropas republicanas
comandadas por el general Miaja. Uno de los mejores conocedores de las matanzas
cometidas en la capital cordobesa y su provincia es el historiador Francisco Moreno
Gómez, autor de importantes libros al respecto13. Este autor valora el odio vertido en la
ciudad por el fascismo el cual cifra, a través de su seria y contrastada investigación, en
9579 por parte del bando franquista y 2060 la represión republicana. La ciudad sufrió
por tanto el doble terror de los adversarios de la guerra, dicho terror fue también
estudiado por Gabriel Jackson. El principal artífice de esta masacre, caracterizada por
Moreno como una actuación similar a la Solución Final nazi, fue el enviado de Queipo
del Llano, el teniente coronel Bruno Ibáñez. Todos los asesinados fueron abandonados
en los cementerios de la ciudad, tras su paso por la cárcel de Córdoba o por el Alcázar
de los Reyes Cristianos, la gran mayoría sin identificación ni registro alguno. El
historiador Moreno apunta a que tras el triunfo de la sublevación de la ciudad se dio un
genocidio premeditado cuya proporción nunca podrá ser concebida completamente al
haberse utilizado todo tipo de medidas de ocultación y desaparición de pruebas. Desde
las personalidades del Frente Popular la violencia se extendió a la gran masa de
ciudadanos cordobesa, haciéndose tristemente famosos lugares como el cortijo de El
Telégrafo y los asesinatos de intelectuales como el poeta José María Alvariño. Por
último es destacable también la actuación de la agrupación guerrillera antifascista
denominada “Niños de la Noche”14 que actuó a través de asaltos y sabotajes en los
alrededores de la ciudad.
d) Granada
La represión emprendida en Granada cobró también una gran magnitud, unida a
su vez al simbolismo provocado por el asesinato del genial poeta Federico García Lorca.
La represión en la provincia y capital granadinas puede ser estudiada a través de la
importante obra de Rafael Gil Bracero 15, especialista en la materia, y también sin duda
13
MORENO GÓMEZ, Francisco, El genocidio franquista en Córdoba, Barcelona, Crítica 2008.
MORENO GÓMEZ, Francisco, La guerra civil en Córdoba, 1936-1939, Madrid, Ed. Alpuerto, 1985.
14
JULIÁ, Santos (1999), Victimas de la guerra civil, pp. 199-201
15
GIL BRACERO, Rafael, Conspiración y sublevación en Granada (dentro de la obra de GÓMEZ
OLIVER, Miguel Carlos y RUÍZ-MANJÓN Octavio, Los nuevos historiadores ante la guerra civil
española), Granada, Diputación Provincial de Granada, 1990.
18
alguna, mediante el análisis emprendido por el historiador Ian Gibson referente a la
muerte del poeta16. Ambos autores, el primero desde el plano más rigurosamente
histórico, y el segundo a través de la vida, obra y muerte del poeta granadino, nos
permiten adentrarnos en las violentas jornadas vividas por la ciudad de Granada, antes,
durante y después del golpe de estado. En primer lugar hay que decir que la represión
granadina se unió a las dadas en las otras capitales andaluzas, caracterizada por un odio
exacerbado que alcanzó con seguridad las 5048 victimas según Gil Bracero, cuyas
estimaciones, que no puede asegurar con totalidad ante las dificultades existentes, se
calculan en torno a las 12354 víctimas17.
Cabe decir, antes de anotar ciertos datos sobre la muerte de Lorca estudiada por
Gibson, que Granada sufrió un fraude electoral por parte de las derechas solo repetido
en la ciudad de Cuenca y algunas poblaciones gallegas. Dicho fraude dio lugar a una
rápida sucesión de gobernadores civiles y a un aumento de la conflictividad social. Todo
ello estallaría una vez lanzada la sublevación, narrada con especial brillantez por
Gibson. El autor no se centra solo en la figura del poeta, sino que a través del relato de
su muerte indaga en la situación sufrida por la ciudad tras el golpe de estado. Gibson
relata como el 19 de agosto de 1936, un día antes según Manuel Titos Martínez, fue
asesinado por un grupo de Falangistas (en su última obra Gibson atribuye el asesinato a
Ramón Ruiz Alonso, líder local de la CEDA). Gibson alude al odio adquirido contra
Lorca por los terratenientes locales al tratarse el poeta de un cacique progresista, pero en
ningún caso un intelectual cercano a las tendencias revolucionarias que le ha achacado
la historiografía franquista desde su muerte. Por otro lado, según Jean Louis
Schomberg18, la muerte del poeta se debió a un ajuste de cuentas entre homosexuales
granadinos, teoría rebatida por Gibson. En definitiva, pues el libro de Gibson y la
muerte del poeta necesitarían un estudio más detenido, hay que decir que el poeta fue
asesinado por socialista, humanista y homosexual, motivos suficientes para que el odio
político, la envidia y los prejuicios machistas de los sublevados acabaran con él en el
GIL BRACERO, Rafael, El ejército nacional en la provincia de Granada. Guerra civil en Andalucía
Oriental, 1936-1939, Granada, IDEAL, 1986
16
GIBSON, Ian, La represión nacionalista en Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca,
Ruedo Ibérico, París, 1971.
GIBSON, Ian, Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, Madrid, Debolsillo, 2006.
17
Según los registros civiles del cementerio de Granda constan entre los años 1936 y 1939 los nombres de
2137 fusilados, no obstante la fiabilidad de estas cifras ha sido criticada por Gil Bracero y otros
especialistas a causa de la manipulación existente en el Anuario Estadístico de España de 1943 y la
Reseña Estadística de la provincia de Granda de 1956.
18
SCHOMBERG, Jean-Louis, Federico García Lorca, l´homme – l’ouvre, Paris, Plon-Parution, 1956.
19
barranco de Viznar, donde cerca de 70 años después siguen en paradero desconocido sus
restos.
2.2. Cataluña
a) Lérida
La guerra en Cataluña tomó para los republicanos un carácter especial, al tratarse
de la zona más industrial y principal foco de fabricación del tan necesitado armamento
pesado. El apoyo al republicanismo era casi incondicional en Cataluña, comunidad que
además contaba con un reconocimiento de su autogobierno a través de la Generalitat.
Cataluña, la zona más poblada e industrial del estado, era el único punto de contacto de
la República con Europa. Aquí la conquista se realizó a través de una gran dureza,
debido al sentimiento anticatalanista promulgado por los sublevados africanistas. Los
episodios más importantes fueron la crucial batalla del Ebro y los llamados “lunares de
Lérida”. La toma de dicha ciudad, situada en el oeste catalán y cercano al frente de
Aragón, se caracterizó por un ensañamiento exagerado incluso para algunos
profranquistas ilerdenses. La conquista de la ciudad estuvo precedida de importantes
bombardeos por parte de las fuerzas aéreas nacionales sin ninguna resistencia que se les
opusiera. Este bombardeo, que pudo cobrarse unas 400 víctimas civiles, se pone en
relación al ocurrido en Guernica un año atrás. Los franquistas hicieron también aquí
todo lo posible por borrar de la historia dicha agresión. Un hecho importante es la
ejecución del importante político catalanista Manuel Carrasco i Formiguera, suceso que
trajo tiranteces entre el gobierno franquista de Burgos y el Vaticano. La nota
característica de la ocupación de Cataluña era su deber de ser “españolizada”19.
19
Palabras del falangista Maximiano García Venero: “podía oírse con frecuencia en ciertos medios la
afirmación de que Cataluña debería ser sembrada de sal. Se llega a unos niveles tan altos de xenofobia
que ha de ser el propio general Franco quien emita una orden para atajar el genocidio que se estaba
cometiendo (…)”
20
SILVA, Emilio et MACÍAS, Santiago (2003), pp. 231-238.
20
300 fusilados más que añaden a dicho computo Solé y Villaroya. Por último hay que
destacar el episodio de la invasión del Vall d’Aran iniciada por milicianos antifascistas
desde la frontera francesa en 1944.
a) Asturias
La toma de Asturias, zona minera y socialista por excelencia, por parte del
ejército franquista en octubre de 1937 supuso un punto de inflexión en el desarrollo de
la guerra. Muchos historiadores opinan que la guerra ya estaba decantada por entonces a
favor de los sublevados pero que fue deseo de Franco prolongarla durante una año y
medio más21. Se habla de la crueldad del ejército moro en tierras asturianas y las
matanzas ocurridas en las principales ciudades, principalmente Gijón y la capital,
Oviedo. Tanto en el medio rural como urbano aparecieron a cientos cadáveres sin
identificar, actualmente, son muchas las fosas clandestinas diseminadas por Asturias. En
las llamadas cuencas mineras, núcleo principal izquierdista donde se fraguó la
revolución de 1934, la represión alcanzó sus mayores proporciones. A la represión se
unió el poder caciquil de la zona, las rencillas de antaño y el problema de los huidos.
Asturias fue uno de los escenarios donde más abundaron los campos de concentración,
habilitados apresuradamente para dar cabida al gran número de presos que llenaron las
prisiones. Los mineros, de tradición mayoritariamente revolucionaria, fueron los más
castigados, constituyendo cerca del 75 por ciento de los asesinados. Como apuntan Solé
i Sabaté y Villaroya22, en su colaboración en la obra de Juliá, el conocimiento y alcance
de la represión cuenta con muchos silencios todavía debido a la ocultación de los
“paseos” y a los fusilamientos producidos fuera del territorio asturiano. No obstante la
cifra arrojada por los estudios de J.R. Muñoz, Mª E. Ortega y la Asociación de Viudas,
cifra el número de víctimas en unos 5952 asesinados.
b) Aragón
Aragón se convirtió durante la guerra en una de las regiones más devastadas por
la guerra y uno de los territorios donde mayor implicación hubo para ambos bandos
21
JULIÁ, Santos (1999.), pp. 208-217.
22
SOLÉ y SABATÉ, Joseph y VILLAROYA, Joan, Capítulo Segundo: Avance franquista y represión. La
campaña del Norte y la ofensiva de Aragón (dentro de la obra de JULIÁ, Santos, Victimas de la guerra
civil).
21
beligerantes. Los hitos más importantes durante la guerra en Aragón fueron el triunfo de
la sublevación en la capital Zaragoza, debido a la tardanza, promovida por el temor, de
las autoridades civiles de dotar de armas al pueblo para hacer frente a la importante
guarnición militar sublevada. También es importante la batalla de Teruel, una de las más
duras vividas durante la guerra y que tras varias ocupaciones acabaría en manos de los
franquistas. Destaca también la formación del llamado Consejo de Aragón con sede en
la localidad de Caspe y creado por las milicias anarcosindicalistas y trotskistas del
POUM durante los dos primeros años de la contienda a causa de las colectivizaciones
dadas en la frontera de Aragón con Cataluña. Por último es destacable la destrucción de
la localidad de Belchite, que quedó prácticamente en ruinas y se mantuvo de tal manera,
según muchos historiadores, con la intención de infundir miedo a los derrotados. Así
pues, debido al peso del obrerismo en la región, se llevaron a la práctica un gran número
de represalias que acabarían con la revolución social iniciada y que dejarían un gran
número de bajas en las principales ciudades (Zaragoza, Huesca, Teruel, Barbastro,
Albarracín…) según las estimaciones y estudios de varios especialistas 23. En total se
calculan unas 6029 víctimas de la represión franquista y unas 742 de la republicana, no
obstante los continuos cambios en la línea del frente dificultan en sobremanera una
correcta y completa estimación al respecto. Como caso excepcional y totalmente
estudiado resalta la matanza cometida en los llamados pozos de Caudé 24, en relación con
la represión posterior a la batalla de Teruel, donde se arrojaron a dichos pozos a más de
mil personas tras ser ejecutadas.
23
Julia Cifuentes y Pilar Maluenda para Zaragoza, María Pilar Salomón para Huesca y Ángela Cenarro
para Teruel. A estos estudios se unen los del profesor Julián Casanova.
24
SILVA, Emilio et MACÍAS, Santiago, Las fosas de Franco, los republicanos que el dictador dejó en
las cunetas, pp. 151-167.
22
3. MASACRES REPUBLICANAS
Para el estudio concreto de las matanzas republicanas se pueden usar las obras
de Santos Julía25, que aun prerrepublicano cuenta con gran objetivismo, y de César
Alcalá, de tendencia conservadora.
a) Madrid
La capital de la república hasta el otoño de 1937 fue testigo de un gran número
de depuraciones políticas y fusilamientos, debido a ser el principal centro político del
país, sede del gobierno y principal ciudad del territorio español. Tras la derrota de la
sublevación con la toma, por parte de las fuerzas leales auxiliadas por las milicias, de la
guarnición del Cuartel de la Montaña y de Carabanchel, se comenzó una represión
muchas veces indiscriminada orientada a los sublevados o los sospechosos de apoyarlos.
En Madrid se multiplicaron las checas, centros de detención e interrogación, de donde
saldrían muchos detenidos ser fusilados en las cercanías de la villa. Las fuerzas
republicanas fueron desbordadas en los primeros meses de la guerra por las “policías
paralelas” impuestas por los principales sindicatos y partidos políticos. Muchos
historiadores, como Agustín de Foxá2627, coinciden al afirmar que el caos revolucionario
unido al miedo ante el avance franquista, promovieron una eliminación indiscriminada
de empresarios, burgueses, terratenientes y un gran número de eclesiásticos 28. Otros
historiadores apuntan a que además de ello hay que sumar la reacción popular ante las
noticias referentes a las matanzas franquistas en el sur así como el temor ante las
actividades de la “quinta columna” en la retaguardia. Este fenómeno, según Javier
Cervera, fue especial en la capital del país, pues además de desafectos o derrotistas
contrarios a la República, existía una red unida al espionaje internacional que utilizaba
embajadas o pisos francos protegidos diplomáticamente para promover su actividad. Su
detección era difícil y su actividad muy peligrosa y destructiva como se pudo observar
25
SOLÉ y SABATÉ, Joseph y VILLAROYA, Joan, Capítulo Cuarto: La represión en zona republicana
(dentro de la obra de JULIÁ, Santos, Victimas de la guerra civil), pp. 241-267.
26
DE FOXÁ, Agustín, Madrid de Corte a Checa, Madrid, Ediciones Jerarquía, 1938.
27
VIDAL, César, Checas de Madrid: las cárceles republicanas al descubierto, Barcelona, Best Sellers
Debolsillo, 2004.
28
CARO BAROJA, Julio, Introducción a una historia contemporánea del anticlericalismo español,
Madrid, Istmo, 1980
23
en muchos episodios tráficos de la guerra. José María Carretero, cercano al régimen,
considera como mártires de los quintacolumnistas destacando el sacrificio realizado así
como los distintos medios a través de los cuales minaron la vida cotidiana y la moral de
los republicanos así como las ayudas que ofrecieron a los cercanos al franquismo29.
b) Barcelona
La capital catalana representa, junto con Madrid, otro de los símbolos de la
Guerra Civil debido a la multitud de sucesos que se dieron, tanto en el plano político
como en el social a lo largo de la guerra. Cabe destacar a priori, el peso del obrerismo y
del nacionalismo, y en general, el gran desarrollo político y social de la ciudad, máxima
29
ABELLA, Rafael, La vida cotidiana durante la guerra civil. La España republicana, Barcelona, 2006,
Planeta DeAgostini
30
El diario del ministro de asuntos Exteriores de la Italia de Mussolini, Galeazzo Ciano, da buena muestra
de cómo se desató la intensa represión franquista tras la definitiva toma de la capital.
24
expresión del anarquismo dentro del estado español. Se pueden apuntar varios
testimonios y obras que permiten acercarse a la situación que vivía la ciudad tras la
derrota de la sublevación, la cual fue difícil pero sofocada gracias a la colaboración de
las principales fuerzas políticas y sindicales con las fuerzas del gobierno. Las fuentes
para dicho estudio son por ejemplo el testimonio de George Orwell 31, la obra de Cesar
Alcalá32 y la de Pierre Vilar, uno de los mayores especialistas en la historia de Cataluña
durante la Guerra Civil33. El caso de Orwell es paradigmático, pues el autor vivió los
sucesos dados en Barcelona durante esos años de primera mano, sirviendo
posteriormente para adaptar su novela al mundo cinematográfico de la mano de Ken
Loach (Tierra y Libertad, 1994).
25
estalinista de la Generalitat ha sido también tratada por Vilar, el cual considera que la
Generalitat acabó atada a los designios de Moscú y del PSUC, los cuales implantaron
una represión que no solo acabó con la vida de quintacolumnistas, derechistas ni
católicos, sino que también se cebó con otras fuerzas de izquierda.
34
Cita de Andreu Nin (líder del POUM) recogida por Alcalá: “la clase obrera ha resuelto el problema de
la Iglesia, sencillamente, no dejando en pie ni una siquiera”. Cita del Boletín Informativo de la CNT-FAI:
“los templos han sido pasto de las llamas, y los cuerpos eclesiásticos que no han podido escapar, el pueblo
dará buena cuenta de ellos”.
35
CHACÓN, R.L., Por que hice las checas de Barcelona: Laurencic ante el Consejo de Guerra,
Barcelona, Ed. Solidaridad Nacional, 1939.
26
de Alta Traición y Espionaje creados tanto en Barcelona como en Valencia. Por último
es necesario citar las cifras respecto a la represión republicana en Barcelona. Según los
ya conocidos Solé i Sabaté y Villaroya el número de victimas de la represión
republicana se cifra en unos 8352 por unos 1716 dejados por la represión franquista
durante y después de la guerra.
c) Valencia
Valencia fue, aunque en menor medida que Madrid o Barcelona, otra ciudad
donde se dieron masacres y represiones contra el adversario fascista. Destaca en
Valencia la creación del Comité Ejecutivo Popular de Valencia, en la línea de los
surgidos al calor de la revolución española de 1936. El gobierno central intentó frenar
su consolidación pero la fuerza del Frente Popular, la CNT y la UGT lo impidieron.
Finalmente el mismo Comité se plegaría a las pretensiones del gobierno central que se
trasladaría a la ciudad en noviembre de 1936. Dicho traslado sería el detonante de la
matanza de Paracuellos. La ciudad vivió también enfrentamientos entre milicianos
anarquistas, dolidos por el retroceso de la revolución, y grupos comunistas (estalinistas).
En esta ciudad destacó el intelectual y poeta Antonio Machado, miembro de la Alianza
de Escritores Antifascistas, que tras la victoria franquista hubo de exiliarse a Francia
muriendo poco después36. Debido a ser la nueva sede del gobierno se favorecieron las
purgas y las persecuciones políticas y civiles así como el bombardeo de la aviación
fascista hasta la toma de la ciudad el 30 de marzo de 1939. Por último, según los
estudios de V.Gabarda, las cifras de la represión republicana en Valencia ascienden a las
2844 victimas por unas 3128 producidas por el terror franquista desde la toma de la
ciudad y durante la posguerra.
El caso del POUM requiere una ampliación explicativa por ser el ejemplo más
claro de Guerra Civil dentro de otra Guerra Civil. El caso del POUM, de tendencia
marxista revolucionaria en oposición al marxismo-leninismo ortodoxo, y su líder,
Andreu Nin, constituye uno de los puntos más álgidos de las luchas intestinas dadas en
España entre las distintas fuerzas de izquierda. El relato de lo sucedido alrededor del
36
GIBSON, Ian, Cuatro poetas en guerra (Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Federico García
Lorca, Miguel Hernández), Barcelona, Editorial Planeta, 2007.
27
POUM puede seguirse a través de las varias veces citada obra de Juliá 37 así como a
través de los trabajos de Wilebaldo Solano38 y Pierre Broué39. En todos ellos se destaca
la represión emprendida por los elementos comunistas contra el POUM, y la CNT,
después de los duros sucesos de mayo de 1937 que dejaron en Barcelona 218 muertos.
Juliá apunta, siendo confirmado por los otros autores, que la persecución del POUM fue
dirigida por los comunistas del PCE, controlados por el comunismo estalinista. Dicha
operación fue dirigida básicamente desde Moscú a través de los agentes estalinistas
destinados en España, entre los que destacan Mijail Efimovich Koltsov, del que se
hablará más tarde por su implicación en las matanzas de Paracuellos. Su objetivo era el
de eliminar, si fuera necesario defendiendo pruebas falsas, cualquier heterodoxia dentro
del comunismo internacional. La acusación lanzada contra el POUM era la de ser un
agente del fascismo internacional, teoría totalmente desmontada por numerosos estudios
como los anteriormente citados. El testimonio de Krivitzky (“Yo fui un agente de
Stalin”) al respecto arroja mucha verdad sobre la actuación del estalinismo soviético en
España durante la Guerra Civil.
28
del POUM, ya que se eliminaron las atribuciones sobre el orden público del gobierno
catalán. Otros sufrieron la misma suerte que el líder del POUM, como por ejemplo los
periodistas Kart Landau y Mark Rein. Juliá informa de cómo se extendieron las
consecuencias de este caso por varias localidades catalanas, afirmando también, que el
objetivo último era la CNT, con relaciones con el POUM, así como elaborar una
provocación de crisis contra el gobierno central. El gobierno de Largo Caballero
aguantó las presiones soviéticas contra el POUM, pero tras los sucesos de mayo, “el
Lenin español” fue sustituido por Juan Negrín quien sentenció la persecución del
POUM.
Los distintos trabajos apuntan a que la desaparición de Nin fue obra del agente
del NKVD Alexander Orlov (también involucrado en el tema de Paracuellos). Gracias a
la intervención de Largo Caballero, Joseph Tarradellas (futuro presidente de la
Generalitat en el exilio) y Federica Montseny (anarquista y primera ministra en Europa
Occidental) evitaron que se promulgara un condena a muerte de todos los detenidos.
Nunca se pudo negar el profundo carácter antifascista del POUM el cual se mantuvo en
la clandestinidad durante la guerra y la dictadura. Este triste episodio demuestra como la
actuación de los agentes rusos primó en un contexto de ya tirantes relaciones entre las
“izquierdas”, lo cual demuestra la complejidad de la guerra y de una represión
republicana que atacaría hasta a los más destacados aliados de su bando. La creciente
presión soviética condujo a otros episodios como el golpe de Estado del coronel Casado
contra el gobierno de Negrín el 6 de marzo de 1939 con el apoyo de los socialistas de
Julián Besterio y anarquistas como Cipriano Mera.
29
realizar un enorme esfuerzo de campo así como una importante labor de investigación
en archivos. Muchos de los archivos, por herencia franquista, cuentan con grandes
obstáculos y resistencias para ser consultados libremente por el historiador actual.
Además, muchas cifras se vieron manipuladas por historiadores cercanos al régimen
como el militar Ramón Salas, cuyas conclusiones en cuanto a cifras debe ser revisada a
través de los nuevos estudios. Por otro lado, han de ser también desechadas los
manipulados e intencionados datos arrojados por la llamada Causa General, pricipal
proceso cometido por la dictadura contra los republicanos tras acabar la guerra y a
propósito de la represión. Por otro lado los Registros Civiles han de ser rechazados
como fuente histórica fidedigna ya que la inclusión de los asesinados, por ambos
bandos, no solía realizarse, en el poco probable caso de que se inscribieran, de la
manera correcta. Al menos para las masacres durante la guerra no son fiables, aunque
quizá si para la represión en la posguerra, que no obstante cuenta con un déficit de
veracidad. También se antojan deficientes los datos aportados por el Instituto Nacional
de Estadística (INE) durante los años 40. Por otro lado, para muchas matanzas solo se
tienen indicios mínimos sobre su localización y cifras. Es por ello que muchas veces se
recurre a testimonios de personas contemporáneas a los hechos y aun vivas, pero se
puede incurrir en errores subjetivistas y de falsos testimonios.
Por otro lado muchas provincias, donde se dio a su vez una elevadísima
violencia, no ha contado con los suficientes estudios al respecto, y por tanto no se
pueden defender conclusiones realmente fundadas salvo para aquellas provincias y
comunidades que hayan sido investigadas completamente. Así pues, provincias como
Galicia o Castilla y León, que sufrieron como todas el terror indiscriminado, no han
sido todavía investigadas en profundidad con lo que los datos globales que se pueden
mantener son meramente provisionales, aunque por supuesto muy significativos.
Exceptuando el noroeste peninsular, Cantabria, País Vasco, Guadalajara, Cuenca, Cádiz
y las Baleares, todo el territorio español cuenta con estudios contrastados y completados
a través de un buen número de estudios locales monográficos que más tarde se han ido
solapando con otros de igual carácter para arrojar datos generales sobre provincias y
comunidades. No obstante estas cifras han de estar abiertas a la revisión debido a las
investigaciones actuales aún inconclusas, que como las emprendidas por la ARMH,
pueden ayudar a descubrir la verdad de la represión.
30
Si ya es difícil saber la misma localización de las fosas, más aun, sino imposible,
es dilucidar las responsabilidades al respecto. Todos los documentos que apuntaban
contra determinados culpables fueron sistemáticamente eliminados por el bando
nacional, en lo concerniente a su propia represión, y los que existen son prácticamente
inaccesibles todavía. Por otro lado, las culpabilidades arrojadas por al citada Causa
General distan mucho de mostrar una verdad fehaciente, por lo que la investigación
histórica a de ir mucho más lejos. Actualmente, a la luz de nuevos datos y estudios, se
puede comprobar fácilmente como cada línea historiográfica tiende a una utilización
intencionada de datos, aunque no se puede generalizar a este respecto. Son muchos los
casos que apuntan a este argumento, claro para la historiografía franquista, y también, al
contrario, para la de signo contrario. No obstante es de agradecer que la generación de
historiadores de las últimas décadas han sido muy escrupulosos a la hora de estudiar el
tema de las cifras y las matanzas, intentando defender solo aquellos aspectos realmente
confirmados y posteriormente contrastados. Se pueden contrastar pues los datos
globales establecidos por Salas y Juliá en sus estudios.
El dato al que llega el primero (para las 24 provincias estudiadas por completo)
es de 34250 mientras que el más serio y moderno estudio de Juliá (que tiene en cuenta
los más prestigiosos trabajos monográficos del momento) cifra las victimas del
franquismo en 72527 fusilados y fusiladas. Mientras para los datos parciales de las
restantes provincias se ha de esperar ha la publicación de nuevas investigaciones para
avanzar sobre los mismos. En cuanto a la represión republicana (estudiada por completo
en 22 provincias españolas) la cifra expuesta por Salas y otros historiadores del
régimen, ha de ser matizada y disminuida, denotándose una clara manipulación de
datos. Salas defendía una cifra ligeramente superior a los 60000 fusilados, siendo
rechazada dicha cifra por los estudios reciente que la cifran en torno a 37843. Puede que
el problema de la repetición de inscripciones en los registros induzca a este error (los
fusilados eran muchas veces registrados en su lugar de origen y en el del fusilamiento).
No obstante, no deja de traslucirse una intencionalidad manipuladora en el estudio de
Salas. Por tanto son numerosas las correcciones al alza o a la baja según la represión de
cada bando y la línea historiográfica que investigue sobre la misma. En total, solo como
mera hipótesis, la cifra global de la represión republicana rondará como máximo los
50000 asesinados en toda España, mientras que para la represión franquista, que cuenta
con más de 70000 asesinados en la mitad del territorio, no sería aventurado doblar dicha
31
cantidad para el total del territorio hispano. En definitiva, el tema de las cifras sobre
victimas de la guerra y la represión sigue estando necesariamente bajo una constante
revisión. Dicha revisión ha de superar los obstáculos para contabilizar las víctimas,
sobre todo las producidas por el bando franquista durante la guerra y la represión.
32
matanza en sí, a la cual se le puede considerar como un crimen contra todos los
españoles y no solo contra una parte de ellos. El estudio de estas matanzas es clave para
poder cerrar las heridas abiertas por la guerra gracias a la autocrítica que pueden generar
al respecto. Sin el descubrimiento de los más oscuros secretos de la Guerra Civil, dicho
episodio nunca podrá ser admitido y aceptado por la sociedad española. Hay que
remarcar que traigo a colación dos de las más importante matanzas cometidas durante la
Guerra Civil, cada una por parte de cada bando, para tratar de comprender que la
violencia fue utilizada por ambas “Españas”. Con ello trataré de evitar los errores
historiográficos cometidos a causa de la inoculación ideológica que muchos autores han
dado a sus estudios. En definitiva, se trata de llegar a un conocimiento fidedigno de dos
de las mayores atrocidades cometidas por españoles contra otros españoles.
33
nacionalistas. Ello podía suponer en definitiva un incremento de las tropas contrarias a
la República.
34
emprendido un estudio remarcable y que muestra una gran seriedad e imparcialidad al
respecto, a pesar de sus conocidas y reconocidas inclinaciones socialistas. A pesar de
ello, Gibson muestra sus geniales dotes de historiador a lo largo de su apasionante libro
sobre la matanza. Gibson muestra un marco general que entra en todos los elementos
existentes alrededor de la masacres. Su investigación se apoya en multitud de fuentes, la
mayoría cercanas al franquismo, la cuales utilizada o bien para desmentir sus errores y
bien para apoyar su argumentación. Al ser el libro de Gibson el que me servirá como
base para una síntesis de la masacres me limitaré por el momento a nombrar las
principales fuentes utilizadas por el autor. Gibson, nos muestra además
pormenorizadamente los recursos históricos que ha utilizado, destacando las siguientes
fuentes. En primer lugar la llamada Causa General, que al tratarse un documento
jurídico del bando vencedor tiende a arrastrar importantes manipulaciones. Su carácter
como documento histórico es matizado frecuentemente por Gibson, el cual considera
que arrastra muchos errores y datos intencionadamente manipulados (de hecho el libro
de Gibson comienza con unas notas sobre la Causa General).
41
SCHALER, Felix, Diplomat im roten Madrid, Berlín, Herbig Verlagsbuchhandlung, 1938.
42
KOLSTOV, Mijail, Diario de la guerra de España, Paris, Ruedo Ibérico, 1963.
35
tarde, y es apuntado, como otros asesores rusos, como los principales artífices de las
masacres.
La segunda de las fuentes que se puede utilizar para el estudio concreto de los
sucesos de Paracuellos del Jarama es el libro de Carlos Fernández referente a dichos
hechos45. Este escritor, militar e historiador gallego, centra su obra en las matanzas pero
carece de la solidez documental que magistralmente presenta el libro de Gibson. No
cuneta con una parte dedica al análisis de sus fuentes y prescinde de los documentos de
la Causa General (aunque utilizó el resumen Causa General. La dominación roja en
43
DE GALÍNDEZ, Jesús, Los vascos en el Madrid sitiado, Memorias del Partido Nacionalista Vasco y de
la delegación de Euskadi en Madrid desde septiembre de 1936 a mayo de 1937, Buenos Aires, Editorial
Vasca Ekin, 1945.
44
COBANELA, Antonio, Emocionario íntimo de un cautivo. Los cuatro meses de la Modelo, Madrid,
Gráfica Administrativa, 1939.
45
FERNÁNDEZ, Carlos, Paracuellos del Jarama: ¿Carrillo culpable?, Barcelona, Argos Vergara, 1983.
36
España…) y el testimonio de Schlayer, centrándose en las obras de Fernández Arias y
de Koltsov, así como en la narraciones de supervivientes de las “sacas” y el libro de
Salas Larrazábal46. No obstante, y ante su deficiente selección documental, su libro se
ha prestado a críticas y matizaciones sobretodo en lo tocante a la figura de Carillo, como
responsable del Orden Público en Madrid, pues sus argumento han sido contrastados
por Régis Debray y Max Gallo titulado Demain l’Espagne (Paris, 1974).
Otros de los estudiosos que han centrado alguno de sus libros en lo sucedido en
Paracuellos es Ricardo de la Cierva47, historiador conservador citado ya en varias
ocasiones. Según Gibson y varios historiadores más, el aporte historiográfico de De la
Cierva es escaso, y las pocas novedades que presenta son el resultado en una mezcla
entre fuentes primarias y secundarias que además, enlazan las supuestas falsedades en
torno a Paracuellos con temática alejadas de la propia masacre. Las principales fuentes
documentales utilizadas por De la Cierva son los boletines de la Junta de Defensa de
Madrid a partir de la recopilación elaborada por Julio Aróstegui y Luís A. Martínez 48.
Como otros estudiosos trabajó también sobre los libros del filonazi Schlayer y del
soviético Koltsov. A su vez, y a pesar de las recomendaciones de Gibson al respecto,
utiliza el testimonio de Adelardo Fernández Arias, el cual nunca abandonó la embajada
argentina mientras se produjeron los hechos que narra. No obstante coincide
positivamente con Gibson sobre la utilización del libro de Antonio Cobanela, conocido
como “el duende Azul”. Por otro lado utilizada la obra “Hombres made in Moscú” del
que fuera el primer comandante del conocido Quinto Regimiento, Enrique Castro
Delgado, seguidor del disidente comunista Jesús Hernández, que tras discrepancias con
otros dirigente del PCE, como Dolores Ibarruri (“La Pasionaria”) fue expulsado del
partido acusado de llevar a cabo actividades antisoviéticas. Más tarde realizó un viaje
por varios países, como la Unión Soviética y Méjico. El historiador Fernando
Hernández Sánchez, apunta que obras de Castro, como “El Campesino” fueron
financiadas en plena Guerra Fría por el departamento de Estado de Estados Unidos. Por
último las fuentes primarias de De la Cierva se basan en el resumen de la Causa General
46
SALAS LARRAZÁBAL, Ramón, Santiago Carrillo y la represión republicana en Madrid, 1936,
Madrid, Nueva Historia, 1973.
47
DE LA CIERVA, Ricardo, Carrillo miente. 156 documentos contre 103 falsedades, Madrileños
(Toledo), Editorial Fénix, 1994.
DE LA CIERVA, Ricardo, La matanza de Paracuellos, España 1936-1976. La historia se confiesa,
Barcelona, Planeta Barcelona, 1978.
48
ARÓSTEGUI, Julio y MARTÍNEZ, Luís, La Junta de Defensa de Madrid, Madrid, Comunidad de
Madrid, 1984.
37
y en las actas del pleno ampliado del PCE en Valencia de 1937. Las fuentes secundarias
utilizadas por el autor son el propio libro de Gibson, el de Carlos Fernández, “Perdidas
de la guerra” y “Santiago Carrillo y la represión republicana en Madrid, 1936” (revista
Nueva Historia) de Ramón Salas Larrazábal.
Otro autor neofranquista que ha tratado el tema de Paracuellos es César Vidal 49,
el cual aporta ciertas novedades historiográficas, aunque normalmente sigue el libro de
Schlayaer y cita a Castro Delgado, Gibson, Fernández y De la Cierva. Destaca su
utilización de numerosas citas de hemerotecas. Las novedades de Vidal parten de
documentos desclasificados de los archivos militares soviéticos y recogidos por Ronald
Radosh, Mary Habeck y Gregory Sevostianov, que junto a otros documentos,
confeccionaron el libro “Spain Betroyed: The Soviet Union in the Spanish Civil War”,
cuya traducción al español critica Vidal por estar directamente tomada del original ruso.
Otra novedad aportada por Vidal es la utilización de la obra de José Manuel Ezpeleta,
piloto aéreo y nieto de un asesinado en Paracuellos. No obstante esta obra no ha sido
revisada por la historiografía actual. Vidal la utiliza sobretodo para los temas del
número de asesinados y de las resistencias de los agentes soviéticos para que salieran de
España documentos comprometidos portados por el delegado en Madrid del Comité
Internacional de la Cruz Roja, el doctor Henny (el cual sufrió un accidente de aviación
cuando intentaba salir de España, la responsabilidad de un posible ataque es estudiada
por Gibson en su libro).
Por último, cabría citar el libro de Javier Cervera 50 en el que no aporta apenas
novedades historiográficas, a excepción del estudio sobre el acta de la reunión del
Comité Nacional de la CNT reunido con representantes de las JSU (Juventudes
Socialistas Unificadas) en los que se acuerda dividir a los presos en tres grupos. Para
uno de estos grupos, el de “fascistas o elementos peligrosos” se acordó una ejecución
inmediata con un encubrimiento de responsabilidades.
49
VIDAL, César, Paracuellos-Katyn: un ensayo sobre el genocidio de la izquierda, Madrid, LibrosLibres,
2005.
50
CERVERA, Javier, Madrid en guerra. La ciudad clandestina, 1936-1936, Madrid, Alianza Editorial,
2006.
38
b) Una interpretación de referencia: Ian Gibson
El libro de Gibson, es sin duda el más indicado para mostrar las principales
actuaciones y elementos que envuelven al oscuro episodio de Paracuellos. En primer
lugar, Gibson explica a la perfección como se llevó a cabo la evacuación o “huída” del
gobierno republicano a Valencia, cuando las tropas de Franco cercaban la capital del
país. La ciudad cayó presa del pánico, al que se unía el miedo ante los bombardeos
franquistas, las noticias sobre las atrocidades cometidas por los rebeldes y la llegada de
un ingente aluvión de refugiados que llegaban diariamente. Gibson destaca la actitud de
los distintos grupos políticos o sindicales frente al traslado del gobierno, que aun a pesar
del rechazo de los ministros de la CNT y del PCE, quedó decidido el 6 de noviembre de
1936 a través de la decisión del presidente Largo Caballero. Éste, antes de partir, dio
claras instrucciones para la defensa a los principales generales de la plaza madrileña,
general Pozas y general Miaja (Gibson destaca que estos recibieron instrucciones en
unos sobres que abrieron “ilegalmente” antes de lo indicado). La huída del gobierno
provocó un vacío de poder tanto gubernativo como administrativo que sería llenado por
la Junta de Defensa de Madrid y sus organismos dependiente como el Consejo de Orden
Público, dirigido por Santiago Carrillo. Aquí destaca Gibson la importancia que tuvo
para el futuro la composición mayoritariamente comunista de la Junta y aún más del
Consejo de Orden Público. Gibson, nos dice que esta importancia de los comunistas,
que no equivalía a su inferior fuerza real, se debía principalmente al prestigio que
otorgaba al PCE la presencia en Madrid de agentes y consejeros soviéticos. Poco
después Gibson nos explica a través de fuentes primarias y documentos de las juntas y
consejos, como se organizaron y se estableció un monopolio de la represión que solo
sería desencadenada a través de la Junta de Defensa. De estas disposiciones surgiría la
desmantelación del Comité Provincial de Investigación Pública y sus checas. Gibson
afirma que el puesto de director general de Seguridad desapareció para ser asumidas sus
funciones por Segundo Serrano Poncela, Delegado de Orden Público cuya implicación
es también trazada por el historiador irlandés.
39
enviado a cubrir la guerra de España. Como apuntó Hugh Thomas en su obra general
sobre el conflicto51, “Koltsov no era solo eminente escritor y periodista, sino importante
jerarca comunista”. Como miembro del NKVD se le consideraba el más cercano agente
de Stalin, cuyo peso en la guerra fue máximo durante el asedio de la capital. Su truco
literario de utilizar un “disfraz” bajo el nombre de Miguel Martínez, supuesto comunista
mejicano, es evidente a la hora de expresarse en varias parte de la obra. Koltsov, gracias
al prestigio que todo lo soviético adquirió durante la guerra, pudo entrevistarse con los
principales protagonistas, trabando amistad con ellos, como con Enrique Lister, jefe del
Quinto Regimiento (al respecto se nos muestra, a modo de anécdota, como el militar
daba prioridad a Koltsov en detrimento de otros importantes escritores como Ernest
Hemingway52). Como jerarca soviético logró gran influencia dentro del PCE y su
“nomenclatura” política. El prestigio del PCE se vio incrementado por su asesoramiento
ruso, lo cual le confería un mayor peso a su fuerza numérica real, máxime, al llegar a
España las ayudas militares y económicas soviéticas. El ruso, fue desde muy pronto,
uno de los primeros que alertaron sobre el peligro que suponía mantener prisioneros en
las cárceles a una gran multitud de presos fascistas listos para integrarse en las filas de
los futuros ocupantes de la capital53. Es en ese aspecto donde el ruso critica la actuación
al respecto de Largo Caballero (al que descalifica por ser considerado como el “Lenin
español”). Según afirma Gibson, el objetivo principal de Koltsov, y en definitiva de la
plana mayor de asesores soviéticos, era acabar con el problema de los presos y de la
quintacolumna del modo que fuese necesario54.
51
Como apunta Gibson, Thomas fue el primero en afirmar que « Miguel Martínez” no era sino la mascara
del propio Koltsov. Sin embargo Salas Larrazábal afirma que dicho alias correspondía en verdad a la
figura enmascarada del general soviético Goriev.
52
HEMINGWAY, Ernest, For whom the bells tolls?, Londres, Triad Panther Books, Granada Publishers,
1981.
53
Su propuesta como solución era clara: “Limpiar un poco las ciudad. Echar aunque no sea más que a
treinta mil fascistas. Fusilar aunque sólo sea a un millar de bandidos. Evacuar a los detenidos. Cerrar las
tabernas y las casa de vicio”.
54
Palabras textuales de Koltsov, fechadas, respectivamente, el 1 y 4 de noviembre de 1936: “En las
cárceles de Madrid hay ocho mil fascistas encerrados, de ellos tres mil oficiales de carrera y de la reserva.
Si en la ciudad penetra el enemigo o se produce un motín, el enemigo tendrá ya preparada una columna
excelente de oficiales. Es necesario sacar de la ciudad a esos cuadros inmediatamente, aunque sea a pie,
por etapas. Pero nadie se ocupa de ello (…)”. “Ocho mil fascista permanecen en las cárceles de Madrid.
Ellos hablan abiertamente de su pronta liberación. El personal de prisiones ya les hace la pelota. Ellos
mismos ahora mismo y sin dificultad podrían ir saliendo de la cárcel e ir cada uno por su lado, pero lo
consideran inoportuno, porque la calle es para ellos peligrosa”.
40
algo desmentido por el historiador irlandés. Gibson concluye respecto a Koltsov, que el
ruso se beneficiaba de una gran autoridad y prestigio entre los comunistas españoles y
los propios dirigentes republicanos, así como su fijación por solventar el problema de
los presos. El mismo Koltsov concluye que la “evacuación” de prisioneros fue tarea del
PCE, sin precisar si fue bajo injerencias externas. Dicho documento de Koltsov viene a
contrastarlo y confirmarlo con los testimonios ya citados de Schlayer, el doctor Henny y
Pérez Quesada, analizando a su vez la idiosincrasia de dichos personajes y los
principales acontecimientos en que se vieron involucrados. Gibson establece también
matizaciones a las sacas de la Modelo, pues varios investigadores, testimonios y
documentos han conducido frecuentemente a errores, muchos de los cuales son
desmentidos por Gibson. Más tarde Gibson relata pormenorizadamente el desarrollo de
las “sacas” de la Modelo y varias prisiones más de Madrid (San Antón, Porlier y Las
Ventas) que se dieron entre aquellos fatídicos días de principios de noviembre.
41
los argumentos de Gibson, la culpabilidad de los sucesos de Paracuellos y Torrejón
parece ser atribuible a una orden venida del Partido Comunista, por presión soviética
(Koltsov y Orlov sin duda unos de los principales instigadores) y apoyo de algunos
anarquistas, que tergiversó la orden de traslado dejadas por el gobierno antes de partir
hacia Valencia. No obstante, Gibson también achaca parte de culpa a Carrillo y otros
miembros de la Junta de Defensa al obviar lo sucedido al enterarse días después de
semejante matanza.
c) El debate historiográfico
Finalmente, es el momento de trazar las principales polémicas surgidas entre la
historiografía actual al respecto de los sucesos sangrientos de Paracuellos y Torrejón. En
primer lugar, hay que destacar las críticas expuesta por Gibson, sin duda y en mi
opinión, el especialista más riguroso y comprometido por esclarecer la verdad de los
hechos, contra el neofranquista César Vidal. Gibson descalifica globalmente el libro de
Vidal (Paracuellos-Katyn) en el prefacio de la última reedición de su libro Paracuellos:
cómo fue de 2005. Gibson le achaca principalmente un odio ideológico contra todo lo
relativo al socialismo, así como una deficiente metodología, propia del especialista
ajeno a los círculos universitarios y académicos55. Así pues, Vidal, a través del editorial
del diario La Voz (del 3 de noviembre de 1936), utiliza una cita que pueda apoyar su
argumentación56. De dicho editorial, Vidal extraía otra noticia: “Hay que fusilar en
Madrid a más de cien mil fascistas camuflados, unos en la retaguardia, otros en las
cárceles. Que ni un quinta columna quede vivo para impedir que nos ataquen por la
espalda. Hay que darles el tiro de gracia antes de que nos lo den ellos a nosotros”. No
obstante, esta anotación parece ser del puño y letra de Ricardo de la Cierva, incluía en
su libro ya citado Carrillo miente…de 1994. Aun con todo, Gibson resalta que Vidal
había falseado o inventado el contenido de la cita, pues el original de la editorial
55
Escribe Gibson: “Un comentario final sobre el libro de Vidal, cuyo rabioso anticomunismo le lleva, a
mi juicio a grotescas exageraciones, suposiciones y tergiversaciones”. “¿Hacen falta más comentarios
sobre el proceder de este escritor empeñado en demostrar que en Madrid se llevó a cabo, con la
connivencia del Gobierno de la República, un genocidio en toda regla?”. “Traigo a colación el libro de
Vidal porque es todo lo contrario a un intento de conocer y difundir la verdad de lo ocurrido en el Madrid
de noviembre de 1936. Parte de la base de que los «rojos» son todos monstruos — así lo subrayan tanto el
subtítulo como la cubierta del libro— y que el Partido Comunista había decidido tiempo atrás llevar a
cabo un «genocidio» de burgueses españoles en el momento oportuno. En función de este dogma, el autor
picotea aquí y allá entre los periódicos de izquierdas del momento en busca de suculentas citas que
apoyen sus argumentos. Y cuando encuentra algo que le parezca de utilidad lo sirve fuera de contexto, a
veces truncado y a veces mutilado”.
56
Cita de Vidal, extraída del diario La Voz: “durante el mes de noviembre de 1936, pocas dudas podía
haber de que el sentir común de las fuerzas que integraban el Frente Popular era exterminar a los
enemigos de clase”
42
hablaba de los cien mil republicanos que podía ser fusilados en el caso de que las tropas
franquistas entraran en la capital. Gibson no cree que se trate de un error, además en los
días posteriores, como señala Ángel Viñas, no se vuelve a mencionar tal editorial57.
Gibson arremete desde la publicación del libro de Vidal esgrimiendo que: “No se puede
escribir así la historia. Cuando se trata, sobre todo, de proporcionar responsabilidades,
lo menos que se puede pedir a un investigador es que compruebe sus fuentes y las cite
correctamente”.
fue terrible, pero lo entiendo”. Lo que no dice Vidal es que el artículo completo daba
explicación a las matanzas a través del miedo y el pánico que se adueñó de Madrid
durante el otoño de 1936.
57
Ángel Viñas: “De ello cabe deducir no que Vidal no consultara La Voz sino que tergiversó datos fáciles
de contrastar”.
43
4.2.2. Badajoz
44
en Andalucía y llegó a su máximo en Badajoz, debido a la crueldad y violencia
propugnada desde las altas instancias militares de los golpistas. El militar al mando de
la operación, el general Juan Yagüe, que tras la guerra sería nombrado ministro del Aire
de la dictadura, fue considerado, en semejanza con Queipo del Llano en Sevilla, como
el “carnicero de Badajoz”59.
59
Palabras del general Yagüe al enviado especial de The New York Herald Tribune, John T. Whitaker, tras
las matanzas: “Por supuesto que hemos matado, ¿que esperaba? ¿Iba yo a cargar con 4000 rojos conmigo
mientras mi columna tenía que avanzar a marchar forzadas? ¿Iba yo a dejarlos libres en mi retaguardia
para que Badajoz volviera a ser rojo?
60
ESPINOSA MAESTRE, Francisco, La columna de la muerte: el avance del ejército franquista de
Sevilla a Badajoz, Barcelona, Libros Herrer, 2003.
45
haciendo especial hincapiés en denotar como el avance de los franquistas venía
acompañado de una profunda depuración de todas aquellas localidades de las que
tomaban posesión por la fuerza. El libro de Espinosa Maestre ayuda a comprender como
gradualmente se generó el odio visceral que hubo de sufrir el sur peninsular ante los
desmanes de los dos bandos enfrentados, principalmente la violencia impuesta por los
“nacionales”. Otro importante aporte historiográfico lo presenta el libro del diputado
socialista Cayetano Ibarra61. Este autor presenta en su obra acontecimientos de gran
trascendencia y violencia, pues son numerosas las anotaciones acerca de castigos
ejemplares orientados a minar la moral de los enemigos republicanos. Destaca el caso
ocurrido en la iglesia de Fuente de Cantos, donde tras el encierro de varios republicanos,
fue quemada para posteriormente ser ejecutados más de 300 personas como represalia
contra la población leal al republicanismo. Dicha actuación de lesa humanidad se
repetiría en varios puntos de la geografía extremeña, como Almendralejo y Badajoz.
Importante es también el tema de los testimonios, rescatados del olvido a través de la
investigación y la entrevista con testigos presenciales de las matanzas. Al respecto, es
destacable la obra recopilatoria del historiador Francisco Pilo62. La veracidad impresa
por el autor y el deseo de mostrar de primera mano los relatos sobre los acontecimientos
son una herramienta de investigación indispensable para la historiografía actual.
61
IBARRA BARROSO, Cayetano, La otra mitad de la historia que no nos contaron, Badajoz, Diputación
Provincial de Badajoz, 2005.
62
PILO ORTIZ, Francisco, Ellos lo vivieron: sucesos en Badajoz durante los meses de julio y agosto de
1936, narrados por personas que los presenciaron, Badajoz, Random House, 2001.
63
SANCHEZ RUANO, Francisco, Islam y Guerra Civil Española, Madrid, La Esfera de los Libros, 2004.
46
historiador David Solar achaca la culpabilidad de lo cometido en la plaza de toros a los
mandos locales de la Falange de Badajoz así como a la Guardia Civil.
64
Le Temps. Lunes, 17 de agosto de 1936: “alrededor de mil doscientas personas han sido fusiladas (…)
Hemos visto las aceras de la Comandancia Militar empapadas de sangre (…) Los arrestos y las
ejecuciones en masa continúan en la Plaza de Toros. Las calles de la ciudad están acribilladas de balas,
cubiertas de vidrios, de tejas y de cadáveres abandonados. Sólo en la calle de San Juan hay trescientos
cuerpos (…)".
65
Le Populaire. Martes, 18 de agosto de 1936: “Elvas, 17 de agosto. Durante toda la tarde de ayer y toda
la mañana de hoy continúan las ejecuciones en masa en Badajoz. Se estima que el número de personas
ejecutadas sobrepasa ya los mil quinientos. Entre las víctimas excepcionales figuran varios oficiales que
defendieron la ciudad contra la entrada de los rebeldes: el coronel Cantero, el comandante Alonso, el
capitán Almendro, el teniente Vega y un cierto número de suboficiales y soldados. Al mismo tiempo, y
por decenas, han sido fusilados los civiles cerca de las arenas”.
47
b) Una interpretación de referencia: Mario Neves
Es momento de extenderse algo más en el relato dejado por el periodista luso
Mario Neves, cuyo libro representa uno de los principales esfuerzos en busca de
esclarecimiento de la verdad. Como uno de los primeros periodistas extranjeros que
llegaron a la ciudad, tuvo que enfrentarse a muchos problemas y críticas vertidos contre
él desde los círculos conservadores. Es por ello que este libro constituye un alegato a
favor de su rigor periodístico y de la veracidad de los hechos que nos narra. En primer
lugar se debe destacar la situación concreta de Badajoz, lugar donde se fraguó
satisfactoriamente la reforma agraria a través de la cual los campesinos se hicieron con
buena parte de las tierras hasta entonces pertenecientes a los latifundistas tradicionales.
Por otro lado en el contexto bélico, Extremadura se antojaba una vía más larga pero más
segura y eficaz para llegar a Madrid. Gracias a la toma de esta región los “nacionales”
pudieron unir sus ejércitos del sur y del norte contando a su vez con el beneplácito
moral y material del Estado Novo de Oliveira Salazar. A través de la salvaje práctica de
conquista puesta en marcha en el norte africano, los sublevados tomaron Mérida y se
dispusieron a hacerse con la ciudad fronteriza de Badajoz, al mando del sanguinario
general Yagüe y de sus subalternos Asensio y Cestajón. Se nos destaca que la situación
interior en Badajoz era caótica, al partir a Madrid el legítimo defensor de la plaza (Luís
Castelló, futuro ministro de Guerra) y el principal y presumible conspirador contra la
república en Badajoz, el comandante Matallana. Así la ciudad quedó bajo el mandato de
Ildefonso Puigdengolas.
La ciudad contaba con unos 40000 habitantes y estaba defendida por unos 500
soldados y 3000 milicianos desorganizados frente a los 2500 del bando nacional. Como
apunta Raymond Carr, la conquista del sur peninsular no fue un “paseo militar”, sino
que los sublevados encontraron fuertes resistencias a su avance, como muestra la
opinión de Yagüe comunicada a Franco66. En Badajoz se produjo además la primera
batalla aérea de la Guerra Civil, en la cual participó a favor del bando republicano el
futuro ministro de Affaires Culturelles francés, Andreu Malraux 67. Antes de ser narrado
el relato de Neves, se apunta el eco internacional que tuvieron las noticias de los
periodistas franceses que le acompañaban. La repercusión internacional fue tal que las
66
Tras el ataque resistido por los defensores el 13 de agosto de 1936: “Mucho enemigo flojo pero bien
situado en formidables posiciones”.
67
Malraux en La esperanza: “Una impresión de sequedad tal que parecía que teas y piedras, casas y calles
debiesen resquebrajarse y pulverizarse en la primera bomba”.
48
autoridades portuguesas acabarían censurando el artículo del periodista donde narraba la
crueldad y los fusilamientos que se cebaron con Badajoz. Gracias ello el levantamiento
militar del 18 de julio se había convertido en una cruenta Guerra Civil que ocupaba las
portadas de los periódicos de todo el mundo. Neves confirma que su obra es un
desahogo y un alivio pues durante 50 años dejó caer en el olvido su testimonio sobre lo
que vivió en Badajoz. Nos narra como llevaba a cabo su trabajo, pues era un joven
periodista al que le habían asignado su primer trabajo serio y de cierta relevancia.
49
agencia Havas) y Berthet (de Le Temps de Paris), gracias a la autorización emitida hacia
ellos por las autoridades militares. La ciudad, ya tomada, está tomada por el contingente
militar sublevado listo para proseguir su camino hacia Mérida y más tarde hacia Madrid.
El aspecto desolador de la ciudad queda bien descrito por Neves, que emocionado
amargamente por su visión tardará años en volver a la ciudad. Se nos relata los detalles
del ataque lanzado por las tres columnas sublevadas y la opinión del entonces teniente
coronel Yagüe al respecto68. Poco después la ciudad y la provincia quedaron bajo el
estado de guerra y sujetas al inflexible Código de Justicia Militar. Los cuerpos de los
asesinados se dejaron varios días en las calles de la ciudad para dar ejemplo de las
intenciones de los militares, ocupados en “otras preocupaciones más urgentes que
pensar en dar sepultura a los muertos”. Se nos traslada más tarde a las evidencias de los
fusilamientos producidos en la plaza de toros y en distintos puntos de Badajoz 69. Las
autoridades son las primeras en divulgar que las ejecuciones son muy numerosas para
que se pueda apreciar la inflexibilidad de su justicia. Los muertos eran tantos que se
decidió por incinerarlos, aduciendo también razones de tipo higiénico.
68
Palabras de Yagüe: “La acción del ejército sublevado que se llevó a cabo ayer a las puertas de Badajoz
ha sido la más importante desde que estalló la revolución”.
69
La selección de los presos para ser fusilados se daba a aquellos que presentaban aún la señal de la culata
del fusil grabada en el hombro, por haber disparado durante mucho tiempo.
50
Ibérico, El mito de la cruzada de Franco (Paris, 1963), viene a poner en entredicho la
“leyenda de Badajoz” aportando los testimonios de periodistas como Leopoldo Nunes y
Emille Condroyer, fotógrafos como René Bru e historiadores como Gerald Brenan70. La
defensa historiográfica franquista vino de militares y periodistas como el capitán Bolín
y el comandante Lunn, los cuales califican a la matanza de Badajoz como “el más
popular de los mitos rojos”. Estos personajes, creían que desacreditando los testimonios
de Neves y sus colegas franceses, podían edulcorar la historia de la matanza. No
obstante, Neves, se propone demostrar la manipulación de sus detractores aportando
varias pruebas que irrefutablemente confirman su testimonio. Una de ellas es el
despacho de Reynolds Packard, que apareció en la edición parisina del New York
Herald Tribune71. Otro corresponsal de la agencia Havas, D’Hôpital, tuvo como
Packard, problemas con el nuevo gobierno de Burgos a propósito de sus noticias sobre
Badajoz.
70
BRENAN, Gerald (Le labyrinthe espagnol, pp.225): “La célebre matanza de Badajoz no fue sino la más
sangrienta de una serie de matanzas que tuvieron por escenario las ciudades y pueblos del sudoeste”.
71
Cita del despacho de Packard: “Los defensores fieles, en cuanto los cogía, eran ejecutados en masivas
carnicerías”.
51
enviaron sus crónicas sobre Badajoz, los tres todavía vivos, confirman sus reportajes de
1936. Además alude a las entrevista de Whitaker con el coronel Yagüe72.
72
Whitaker en el New York Herald Tribune: “el coronel Yagüe, que mandaba las tropas de Franco en
Badajoz, se reía al oír los desmentidos relativos a las matanzas”.
73
Maury cita a Berthet: “Los civiles cuya chaqueta brillaba a causa del retroceso del fusil eran pasados
por las armas”
52
c) El debate historiográfico
Por último es necesario hablar de las cifras dadas por varios especialistas en la
materia así como tratar el tema de las responsabilidades sobre lo ocurrido en Badajoz.
Según la Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores, que sigue las
cifras dadas por Jay Allen, el número de víctimas se calcula en torno a las 4000
fusilados. Para César M. Lorenzo la cifra sería 1500 asesinados, para el eminente
Manuel Tuñón de Lara en tonrno a 1200 solo antes del 15 de agosto, mientras que para
Ricardo Sanz y James Cleugh las cifra oscilaría entre los 3000 y 2000 asesinados
respectivamente. Según el socialista Julián Zugazagoitia se afirma que "cientos de
prisioneros fueron llevados a la plaza de toros donde, atraillados como perros de caza,
eran empujados al ruedo para blanco de las ametralladoras que, bien emplazadas, los
destruían con ráfagas implacables" (cabe decir que este político y escritor de origen
vasco sería fusilado en noviembre de 1940).
Francisco Pilo, por su parte, pone en duda la presencia del propio Allen en
Badajoz así como el número de ejecuciones al que apuntó el norteamericano, a pesar de
74
THOMAS, Hugh, Historia de la Guerra Civil Española. Libro II, capítulo 22. Nota 7 :
53
la gran consideración profesional de este periodista, defendido por historiadores de
renombre como el propio Paul Preston. Por su parte, el revisionista Pío Moa, en Los
mitos de la Guerra Civil (Esfera de los Libros, Madrid, 2003), desmiente que se dieran
ejecuciones en la plaza de toros y cifra el número de víctimas en torno a los 500 y 1500
asesinados. En contraste, el historiador Javier Tussel en Franco en la Guerra Civil. Una
biografía política (1992), considerada manipulados los datos aportados por Moa y
estima la cifra de fusilados en torno a los 4000, en consonancia con los expuesto en su
día por Allen. Por su parte Francisco Espinosa documenta fidedignamente unas 1389
ejecuciones pero afirma que la cifra podría superar los 3800 asesinados. En cuanto a los
estudios realizados recientemente por la ARMH, se calcula que en la provincia de
Badajoz los asesinados bajo la represión franquista fueron en torno a los 4000 y 9000.
54
5. INTERPRETACIÓN HISTORIOGRÁFICA DE LAS MASACRES EN EL
CONTEXTO DE LA GUERRA CIVIL Y EL FRANQUISMO
75
BERDAH, J-F., La démocratíe assassinée. La République espagnole et les grandes puissances 1931-
1939. París, Berg International Éditeurs, 2000
76
SCHWARTZ, F., La internacionalización de la guerra civil española. 2ª Ed.,Barcelona, Planeta, 1999.
55
sobre el que se pueden seguir proponiendo múltiples análisis, estudios y nuevas
investigaciones77.
a) Cuestiones de guerra
En primer lugar es importante iniciar este somero estudio sobre la historiografía
de la Guerra Civil a partir de la primera producción iniciada ya durante el conflicto. La
principal característica de esta primera historiografía es su importante peso ideológico y
su intencionalidad política. Dicha producción provenía tanto de España como del
extranjero y trataba por un lado de justificar el levantamiento fascista militar y por otro
lado legitimar la defensa del orden legal republicano. Esta toma de partido por uno u
otro bando refleja que la bipolarización ideológica española tuvo una dimensión
mundial ya que ante un conflicto de tal envergadura y calado, y en el contexto europeo
de la época, era casi imposible mantenerse neutral ante la guerra española. Como
ejemplos de esta historiografía producida en plena guerra son destacables los trabajos de
Franck Borkneau (El reñidero español: la Guerra Civil vista por un europeo, 1937) o de
George Orwell (Homenaje a Cataluña o Cataluña libre, 1938).
77
TUÑON DE LARA, Manuel; ARÓSTEGUI, Julio; VIÑAS, Ángel; CARDONA, Gabriel et BRICALL,
Joseph M., La guerra civil española 50 años después, Éditorial Labor, Barcelona, 1985.
56
comunismo, el judaísmo, la masonería y el separatismo. Dicha “cruzada” vendría
acompañada de una mitología bélica cuyas conmemoraciones vendrían a su vez
auspiciadas por el clero español. Esta historiografía pretendió reescribir la historia
reciente de España como vehículo para legitimar la necesidad de un golpe de estado
militar, su objetivo era también borrar, como apunta Paul Preston, los logros
revolucionarios que con tanto esfuerzo había alcanzado la clase obrera española durante
el conflicto. La necesidad de consolidar la inexistente legitimidad del régimen llevó a
crear una nueva historia de España con una marcada intencionalidad a posteriori y que
parte desde la introducción del liberalismo en España. De esta reinterpretación histórica
fue Joaquín Arrarás78 su máximo exponente cuya labor se vino apoyada por la dictadura,
sus agentes y mecanismo coercitivos y por la propaganda militar y eclesiástica. Tras la
Segunda Guerra Mundial los autores afectos régimen, como Luís de Galinsoga, tratarán
de salvar la pérdida de los aliados fascista europeos mostrando al general Franco como
“el centinela de occidente” y primer vencedor ante el comunismo. Durante la década de
los 50 se seguirá mostrando a un Franco victorioso frente al marxismo máxime en el
nuevo contexto de la Guerra Fría y la transformación de la alianza antifascista en
alianza anticomunista en Occidente79.
57
mutua culpabilidad y la auto-exculpación. Incluso dentro de un mismo campo
ideológico se dejaron sentir las críticas, como entre los anarquistas o los trotskistas. En
general se puede decir que esta primera historiografía republicana del exilia estuvo
marcada por mucha auto justificación, crítica recíprocas y escasa autocrítica sobre la
acción de cada fuerza política.
80
VAN DER ESCH, P. A. M. Van der, Prelude to war. The international repercussions of the SpanishCivil
War. The Hague, Nijhoff, 1951.
58
universitario en la lucha antifranquista. Estos nuevos estudios reivindicaron la historia
de los vencidos apareciendo estudios sobre partidos, sindicatos y personalidades de
izquierdas. Frente a esta renovación historiográfica y el éxito de la editorial Ruedo
Ibérico el régimen, de la mano de Manuel Fraga, inició una actualización de
historiografía cercana al régimen mediante el Centro de Estudios de la Guerra Civil
ubicado en el Ministerio de Información y Turismo81.
81
DE LA CIERVA, R., Historia de la guerra civil española. Madrid, Ed. San Martín,1969
82
CARR, R. (Ed.)., The Republic and the Civil War in Spain. Londres, Macmillan,1971 [CARR, R.
(Ed.), Estudios sobre la República y la Guerra Civil Española. Esplugues de Llobregat, Ariel, 1973].
83
THOMAS, H., The spanish civil war. Harmondsworth, Penguin, 1961
84
JACKSON, Gabreil, Memoria de un historiador y La República y la guerra Civil
85
BOLLOTEN, B., The spanish Republic and the civil war, Princeton, 1965
86
El mito de la cruzada de Franco
59
relevancia, gracias a nuevos y jóvenes investigadores, la historia social, la historiografía
nacional frente a la extranjera, los estudios locales y la dimensión internacional del
conflicto87. Tras la muerte de Franco y el inicio de la democracia creció el interés sobre
el estudio de la guerra que dio lugar al régimen que llegaba ahora a su fin. Se produjo a
su vez una apertura de archivos, sobretodo desde 1982, como por ejemplo los del
Servicio Histórico Militar, los del Archivo Histórico Nacional y los del Ministerio de
Asuntos Exteriores y de Hacienda entre otros. No obstante, el acceso a los nuevos
archivos no fue tan amplio como se hubiera deseado pero si lo suficiente como para
producir un importante cambio historiográfico en la década de los 80. El peso de la
dictadura y la no eliminación de todas sus herencias por parte de la democracia tuvieron
una gran influencia, además la guerra seguía muy viva en el imaginario y la memoria
colectiva del país. La historiografía española pecaba todavía de una falta de síntesis y
estudios comparativos que si eran propuestos por hispanistas extranjeros (la reedición
de la obra de Hugh Thomas en 1977 supone un importante ejemplo del trabajo de los
hispanistas extranjeros)88. En 1979 aparecería una obra clave para la historia oral, se
trata del libro de Ronald Fraser Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros. De todos modos,
esta explosión historiográfica que sigue al final del franquismo no presenta importantes
novedades para la historiografía política.
60
la emigración provocada por la guerra y sobre las relaciones Iglesia-Estado, como el
libro de Hilari Raguer La espada y la cruz. En cuanto al tema de la represión, dada la
dificultad de acceder a fuentes óptimas y a la idiosincrasia de la temática, no se cuenta
en estos años con muchas publicaciones, aunque destaca las Pérdidas de la
Guerra de Ramón Salas Larrazábal. Aparecieron también memorias, testimonios
y biografías de muchos participantes de la guerra y de ambos bandos.
91
VIÑAS, A., “Dimensiones económicas e internacionales de la guerra civil: una presentación de la
literatura reciente” en TUÑON DE LARA, M.,Historiografía española contemporánea, ob. cit., pág. 366-
367
92
KRIVITSKY, W., I was Stalin´s Agent. London, Harmish Hamilton, 1939.
61
6. HISTORIOGRAFÍA DE LAS MASACRES Y DE LA GUERRA CIVIL EN EL
POST-FRANQUISMO Y LA ACTUALIDAD
93
TUÑÓN DE LARA, M. [et al.], La guerra civil española, 50 años después. Barcelona, Labor, 1985,
pág. 10.
ARANGUREN, J. L. [et al.], La guerra civil española. Una reflexión moral 50 años después.
Barcelona, Planeta, 1986
62
se mantiene hasta la actualidad, son por un lado la abundancia de publicaciones, el
conservadurismo metodológico general, el mantenimiento de la historiografía y temas
tradicionales (aunque existen nuevas aportaciones y campos de estudios novedosos), la
positiva valoración de la “nueva España democrática”, el tratamiento de nuevas fuentes
todavía sin analizar, el avance en la Historia local y regional así como la persistencia del
binomio República-Guerra Civil heredado de los estudios anglosajones. Por último, el
tema de la represión en ambos bandos será uno de los temas estrellas de esta década y
las posteriores.
Por tanto, se trata de una historia que sigue básicamente los patrones
tradicionales salvo alguna novedad pero que en líneas generales no busca nuevos
campos y temáticas. La gran cantidad de nuevas fuentes no llegó a favorecer una
verdadera ampliación del espectro de los estudios, además desde el mundo militar se
mostró una crónica reticencia al acceso a sus archivos. No obstante y por inspiración
universitaria se celebraron muchos congresos y seminarios a los que se sumó un
despertar cultural plasmado en el mundo de la fotografía, el arte y el cine. Los años 80
fueron una época en la que destacó una nueva manera de aproximarse a la temática de la
guerra gracias a la libertad de criterios y de opiniones favorecidas por múltiples
colaboraciones y una apertura pública del tema. Destacan en esta época las obras de
Tuñon de Lara, de Tamanes y de los hermanos Salas Larrazabal 94 sin olvidar las obras
de hispanistas extranjeros como Preston o Vilar95, aparte de las producidas por Hermet,
Témine, Ellwood, Bernecker o Ranzato.
94
TUÑÓN DE LARA, M. [et al.], La guerra civil española...; TAMAMES, R., La guerra civil española.
Una reflexión moral 50 años después. Barcelona, Planeta, 1986; SALAS LARRAZÁBAL, R. & SALAS
LARRAZÁBAL, J., Historia general de la guerra de España. Madrid, Rialp, 1986
95
PRESTON, P., La guerra civil española, 1936-1939. Barcelona, Plaza & Janés, 1987;
VILAR, P., La guerra civil española. Barcelona, Crítica, 1986
63
enfrentamiento partidista ahondaron en esa diferenciación entre las “dos Españas”. Sin
embargo, el tema fue tratado desde un más amplio espectro, al detenerse las
investigaciones en la recreación visual y en la historia oral beneficiándose también de
un acercamiento a la temática por medio de nuevas formas culturales y sociales que
tomaron en consideración aspectos hasta entonces prácticamente olvidados. Existieron
también debates sobre el llamado “pacto del silencio”, problemas para acceder todavía a
los archivos (como los del Alto Estado Mayor) y reticencias por tratar temáticas como la
de la represión. También el clima político y las visicitudes gubernamentales facilitaron o
en el peor de los casos dificultaron un óptimo tratamiento de la temática (es el caso de
algunos políticos que fueron dirigentes durante la dictadura).
96
TUSELL, J. & PAYNE, S., La guerra civil. Una nueva visión del conflicto que dividió España.
Madrid, Temas de Hoy, 1996.
97
PRESTÓN, P. & MACKENZIE, A. L. (Eds.), The Republic Besieged: Civil War in Spain, 1936-1939.
Edimburg, Edimburg University Press, 1996
64
de la Cierva. La intencionalidad, la parcialidad y la orientación maniquea están
presentes en las obras de estos últimos autores, los cuales pretenden dar una
justificación a la sublevación militar gracias al apoyo de ciertas editoriales, instituciones
y universidades privadas y al seguimiento de sus obras de parte de la ciudadanía
heredera de los vencedores. Por supuesto, este revisionismo historiográfico ha suscitado
reacciones y críticas como las de Enrique Moradillos y Alberto Reig Tapia que vienen a
demostrar acertadamente como la historiografía neofranquista pretende continuar
manipulando y engañando en lo concerniente a la Guerra Civil 98. Angel Viñas también
viene a desmontar las teorías de los revisionistas exponiendo que no son historia pues se
basan en la mitología manipulada que la educación de la dictadura inculcó a varias
generaciones de españoles.
65
historia temática, menos abundante, destacan las referentes a la dimensión internacional
de la guerra (E. Moradiellos, El reñidero de Europa: las dimensiones internacionales de la
Guerra Civil Español; Berdah, La démocratie assassiné. La Republique espagnole et les
grandes puissances,1931-193 o bien La soledad de la República de Angel Viñas).
También han aparecido obras sobre la participación de las Brigadas Internacionales
(Baxell, Carroll), el asilo diplomático, la participación alemana (Bowen, Arias Ramos),
italiana (Heiberg), rusa (Kowalsky) y marroquí (De Madariaga). Las investigaciones
sobre la sociedad también han sido recogidas en las obras de Seidman 100, de Tébar y de
Abella.
Por otro lado también contamos con obras sobre el exilio republicano en
Francia101, sobre el maquis102 y la historia de género103. A su vez también se ha puesto el
acento en las biografías y memorias sobre las principales personalidades implicadas en
la guerra como por ejemplo Azaña, Negrin, Zugazagoitia, Mola o Franco. La variedad
temática se completa con obras sobre el “oro de Moscú” (Viñas y Martín Aceña), la
propaganda (Soutwoth y Vázquez Liñan), la cultura (Trapiello y Davison) y la historia
militar (Gabriel Cardona). La actuación de instituciones y partidos también ha sido un
tema recurrente y muchas veces polémico, los principales ejemplos los representan las
obras de Antonio Cazorla sobre el Nuevo Estado, de Hilari Raguer y Julián Casanova
sobre la actitud de la Iglesia y de Joseph Puigsech sobre el PSUC. Estas obras se
completan con otras más concretas sobre el nacionalismo catalán y vasco. En lo
referente a las fuentes ha habido novedades como las aportadas por la limitada apertura
de los archivos de la antigua Unión Soviética y el también limitado y arbitrario acceso a
los archivos de la Fundación Francisco Franco, los militares, los provinciales y los de
instituciones carcelarias. Un importante debate se surgió debido a la conformación del
Archivo General de la Guerra Civil Española situado en la ciudad de Salamanca. La
vitalidad publicista se sigue manteniendo e incrementando con el 70 aniversario de la
Guerra Civil debido a que quedan muchos aspectos por tratar adecuadamente y otros
todavía obviados como el peso de la Guerra Civil entre la sociedad española actual y la
66
temática sobre la memoria histórica (promovida por la Asociación por la Recuperación
de la Memoria Histórica).
La Guerra Civil es algo muy vivo a los setenta años de la misma, dando lugar a
manifestaciones y planteamientos morales y culturales diversos y enfrentados con
notable presencia pública e implicaciones políticas como es el caso de la polémica por
los Archivos o por la recuperación de la memoria democrática de la misma. Con esta
enumeración y análisis de la evolución de la historiografía de la Guerra Civil se puede
denotar la importancia del conflicto y las distintas vertientes surgidas desde los más
divergentes planos ideológicos. Como se ha visto, en las últimas décadas han surgido
estudios que abordan temas hasta entonces no tratados y como para el caso de la
represión, tema que interesa para esta memoria, obviados. No obstante la dificultad de
sintetizar todas las líneas historiográficas sobre las masacres obliga a seleccionar una
pequeña muestra de lo producido por la historiografía española y extranjera en las
últimas décadas, sin olvidar que la labor de instituciones como la Asociación por la
Recuperación de la Memoria Histórica ha logrado impulsar nuevas investigaciones
todavía por concluir.
Para descubrir cueles fueron las complejas causas que llevaron al estallido de la
Guerra Civil española y a su más desgraciado ejemplo de las masacres, es necesario
adentrarse en los estudios realizados dentro de la granada bibliografía originada por la
temática. Muchos estudiosos y autores han tratado de dar respuesta a la incógnita
concerniente a los orígenes de la Guerra Civil y a la explosión de violencia y crueldad
sin precedentes que sufrió el país durante tres largos años de guerra y varios más de
cruda posguerra. La complejidad de la temática y de la propia sociedad e historia
reciente española o facilitan una explicación única. Son muchos los factores que se
pueden señalar como principales factores de la eclosión fratricida. Como he indicado en
la introducción se pueden defender explicaciones de tipo determinista y
etnosociológicas, pero se puede caer en la trampa del anacronismo y la simplicidad. Es
por ello que se deben citar varios autores y varias obras perteneciente a distintos
67
mundos historiográficos, por un lado, para conocer las opiniones de dichos autores al
respecto, y por otro lado, para poder dar el máximo número de explicaciones posibles
buscando dar una solución al respecto. Debido a la amplia historiografía generada por la
Guerra Civil es necesario seleccionar varias obras principales que sirvan como ejemplos
de sus correspondientes líneas historiográficas. Además, debido al eco internacional de
la guerra, es preciso también mencionar las principales opiniones vertidas
principalmente por hispanistas anglosajones y franceses.
104
AZAÑA, Manuel, Causes de la guerre civile d’Espagne, Presses Universitaires de Rennes, 1999.
105
JACKSON, Gabriel, Historie d’un historien, Anaya, Madrid, 1993
68
Como señala Azaña, el golpe de Estado no fue algo decidido en 1936 sino que
fue la resolución que hubieron de postergar tras el fracaso de otros complots
antirrepublicanos, como el dirigido por el general Sanjurjo en 1932. No obstante
también alude a una explicación de tipo determinista al comentar la situación socio-
política, económica y cultural que arrastraba el país desde el siglo XIX. Azaña destaca
el carácter atrasado de un país rural como España en cuyo seno existían importantes
escisiones sociales y económicas. Destaca la debilidad de la burguesía española y la casi
inexistencia de una suficiente clase media que pudiera resistir los ataques de la extrema
derecha y de la izquierda, que extrema o no, se hallaba también dividida
irreconciliablemente entre socialismo de tipo marxista y anarquismo. Por otro lado
destaca las adversas consecuencias acarreadas por la crisis capitalista de 1929 que
coincidieron con el fin de la bonanza, para nada igualitaria ni redistribuida, traída por la
dictadura de Primo de Rivera. Por otro lado son destacables las importantes reformas
llevadas a cabo durante la República y que en muchos casos le granjearon enconadas
reacciones que vinieron tanto de sectores tradicionalmente privilegiados y a su vez
desde el mundo proletario. La reformas agraria, militar, judicial y educativa del primer
gobierno republicano suscitaron un importante odio por parte de militares y religiosos
que perdían atribuciones y privilegios a favor de la acción del Estado, pero también el
desencanto de grupos de jornaleros y de obreros cuyas expectativas de mejoría socio-
económica no se colmaron. Temas como la separación entre Iglesia y Estado, la ley
sobre el divorcio y la autonomía de Cataluña vinieron a sumarse al cúmulo de
problemas a los que la República se tuvo que enfrentar.
69
rápida posible. Por tanto los fusilamientos y la multiplicación de fosas comunes son
para Azaña, adalid de la defensa de la no violencia entre compatriotas, el resultado de
una gradual acumulación de odio y extremismo del que ambos bandos fueron partícipes.
Azaña intentó no ahondar en el odio visceral entre los bandos enfrentados aunque el
mismo decretó la dura represión emprendida en la localidad de Casas Viejas en la que
fueron ejecutados un buen numero de campesinos tras haber comenzado la revolución
en dicha localidad.
70
de la ilegalidad de la República. El mismo autor llegó ha afirmar que “el 18 de julio no
fue un golpe militar fascista, pues no existía legalidad republicana”. Para afirmar dicha
tesis se basa intencionadamente en aquellos documentos de la época que certifican dicha
idea. No obstante y claro está, estos documentos pecan de gran parcialidad y más aun
las opiniones que de ellos extrae De la Cierva; cuyo carácter como historiador ha sido
negado por múltiples historiadores de signo contrario como el profesor Julio Aróstegui,
que le achaca al autor, aparte de su parcialidad, subjetivismo y falta de rigor histórico, el
apoyo recibido tanto por la dictadura como por el Partido Popular durante el gobierno
de José María Aznar107. Así pues, el autor defiende la legalidad del golpe militar y la
necesidad de depurar al país de las “hordas comunistas” controladas desde Moscú y
culpables en su opinión de la desunión de España. El rigor de De la Cierva es nulo a la
hora de seleccionar los documentos que certifican las matanzas cometidas por uno u
otro bando beligerante. Su testigo ha sido recogido recientemente por los revisionistas
neofranquistas entre los que destacan Pío Moa y Cesar Vidal, y cuyas tesis y reacciones
suscitadas serán tratadas posteriormente.
107
AROSTEGUI, Julio, Historia y memoria de la guerra civil, Salamanca, 1988.
108
CARR, Raymond, The Spanish tragedy, the civil war in perspective, Lodres, 1977.
FRASER, Ronald, Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros, Barcelona, Grijalbo-Mondadori, 1979.
THOMAS, Hugh, La Guerre d'Espagne, Paris, Robert Laffont, 1997.
JACKSON, Gabriel, Historia de un historiador, Madrid, Anaya, 1993.
109
GIBSON, Ian, La muerte de Lorca, Madrid, Ruedo Ibérico, 1976.
PRESTON, Paul, The Spanish Civil War, 1936-1939, New York, Grove, 1986.
71
a) Gerald Brenan y los hispanistas británicos
Entre todos ellos se debe destacar la obra de Gerald Brenan 110 ya que supuso el
precedente historiográfico para el resto de los hispanistas posteriores. Su obra es la
principal base introductoria para los angloparlantes pues sintetiza con gran acierto el
devenir histórico de España desde finales del siglo XIX hasta la proclamación de la
Segunda República y la Guerra Civil. Su análisis viene a perfilar la actuación de todos
los grupos políticos y sociales que actuarían más tarde durante el conflicto. Por tanto,
presenta un marco explicativo lo suficientemente profundo como para clarificar las
causas por las que se dio la guerra y su dramática culminación a través de las masacres
y fusilamientos en masa. Brenan señala que la guerra estalló debido al coraje y a la
resistencia que el pueblo opuso a la sublevación, la cual contaba con la mayor parte del
ejército y las tropas mejor preparadas, además de apoyo militar y logístico de las
potencias fascistas occidentales. Al no triunfar el golpe de Estado en las principales
ciudades (Madrid y Barcelona principalmente) el territorio español quedó escindido en
dos partes bien diferenciadas en las que se desarrolló la inevitable guerra entre
hermanos.
110
BRENAN, Gerald, El laberinto español, orígenes sociales y políticos de la guerra civil, Paris, Ed.
Champú Libre, 1984.
72
Destaca como principales artífices de las masacres de los primeros meses de la
guerra a la columna Durruti antes de partir al frente de Aragón o de la capital como una
especie de terror jacobinista. Este descontrol revolucionario se frenaría desde el
gobierno a partir del 25 de agosto y tras la dura lección aprendida tras la cruel matanza
de Badajoz. Las eliminaciones físicas “irregulares” se achacarían a “elementos
incontrolados” a partir de octubre mientras que nacería un nuevo terror de tipo
“político” principalmente bajo la influencia comunista-estalinista. Dicho terror actuó
sobre los sospechosos quintacolumnistas y sobre “disidentes” de izquierda,
principalmente trotskistas del POUM y anarquistas, lo que hizo ahondar más en la
desconfianza entre los distintos grupos y partidos antifascistas (los sucesos de mayo de
1937 de Barcelona sirven como ejemplo para este punto). Brenan destaca a este respecto
la hostilidad existente entre los principales sindicatos obreros, UGT y CNT, surgida
principalmente por las distintas vías concebidas para llevar la guerra y la revolución
social. A su vez, Brenan realiza una crítica constante contra el estalinismo y su
influencia durante el conflicto y especialmente en los últimos meses del mismo. Brenan,
siguiendo las observaciones establecidas por Borkenau111, establece un análisis sobre las
colectivizaciones dadas por las distintas facciones revolucionarias (principalmente
anarquistas) en el ámbito agrícola e industrial, dichas colectivizaciones perderán vigor
en favor de la actuación del Estado llevada a cabo por socialistas y comunistas.
73
republicanos112. La metodología habitual consistía en recoger con camiones a los
supuestos enemigos para asesinarlos en las cercanías de los pueblos, no obstante, las
ejecuciones sumarias en los penales fueron más incontroladas en el bando sublevado,
pues en el republicano muchas voces se alzaron contra la violencia. Brenan destaca que
los nacionales nunca renunciaron a eliminar a sus enemigos a través, de lo que él
considera, un jamás denunciado terrorismo falangista y carlista.
74
magnitud de las masacres y la depuración político-social. Bennassar afirma que por muy
crueles que fueran estas masacres se hallaban inmersas de una lógica propia de una
Guerra Civil en la que no fue habitual la toma de prisioneros. El hispanista francés
señala la concepción del rival que tenía cada bando, el bando republicano consideraba a
sus enemigos como rebeldes sediciosos y los franquistas consideraban a los leales a la
Republica, como milicianos o irregulares situados al margen de la ley. Ambos grupos
eran susceptibles de ser eliminados por sus enemigos pues en la Guerra Civil el status
social y el cargo eran los condicionantes básicos para llevar a alguien al paredón. El
estudio de Bennassar confirma lo mismo que concluyeron otros autores, que el terror del
bando rebelde se basaba en un cálculo frío y sistemático frente al terror espontáneo y
muchas veces incontrolado del bando republicano. La existencia de un poder sólido
estipuló la metodología y carácter de las masacres en cada bando. El nuevo estado
creado de la nada por los militares se dispuso a poner en práctica una limpieza y
depuración vengadora para liquidar la “Anti-España”, mientras la revolución se
sumergió en la destrucción de un mundo enfermo en busca de la consecución de una
nueva humanidad. De hecho, Bennassar afirma que el nuevo estado rebelde surgió a
causa del terror promocionado por sus principales dirigentes, entre los que destacan el
general Mola y Quipo del Llano. Mientras, para el bando republicano la intensidad de
las matanzas fue paralela al hundimiento del estado y su posterior reconstrucción.
Bennassar hace uso de un óptimo objetivismo a la hora de intentar evaluar las cifras de
muertos ocasionadas por las “sacas”, “paseos” y posteriores fusilamientos dados durante
la guerra en cada bando. El autor reconoce su dificultad y desecha las cifras aportadas
por el norteamericano Jackson, por excesiva, y la de Ramón Salas Larrazabal, por
intencionadamente manipulada y minimizada.
75
represión en aquellas zonas donde mantuvo temporalmente su poder mientras que el
bando faccioso la acabo ejerciendo en todo el país y además en la dura posguerra
ulterior a la guerra. En lo concerniente a este punto Bennassar recalca la necesidad de
distinguir ambas etapas de la política de eliminación fascista. Bennassar apunta, sin
perfilar demasiado el problema de las cifras, que la violencia republicana y franquista
entre 1936 y 1939 tuvieron valores prácticamente similares, debido principalmente a la
mayor población controlada por la República durante la guerra. No obstante, una vez
concluido el conflicto, Franco y su camarilla demostraron su nulo deseo de promover
una verdadera reconciliación nacional al basar su régimen dictatorial en el miedo, la
represión y el constante recuerdo y conmemoración del resultado de la guerra.
76
7.4. El debate historiográfico en España
Por último cabe hacer la necesaria mención a la historiografía española, la cual
después de varias décadas de letargo tomó el relevo a los hispanistas extranjeros para
ocupar el primer lugar en cuanto a cantidad y a calidad historiográfica se refiere. Una
vez finalizada la dictadura se pudo comenzar a tratar temáticas hasta entonces
prohibidas, comenzándose pronto a elaborar obras generales sobre la República y la
Guerra Civil. No obstante, solo hasta hace poco tiempo se han comenzado a realizar
proyectos serios referentes a las víctimas de la guerra y en especial, al tema tabú de las
masacres. La apertura de archivos, los estudios regionales, la aparición de fosas y
sobretodo la mitigación del miedo sufrido durante más de 40 años han favorecido un
correcto reestudio de la temática. Cabe destacarse que, al no ser un tema con una
historiografía tan extensa como el tema más general de la Guerra Civil, son muchas las
nuevas aportaciones otorgadas por nuevos descubrimientos, investigaciones y estudios
de todo tipo. Dichas aportaciones vienen de campos tan diversos como el de la historia
académica, la historia narrativa, la historia oral o la sociología. Así pues, es en la
actualidad cuando pueden elaborarse estudios profundos y correctamente documentados
sobre el tema que nos ocupa, el cual, lógicamente resta lejos de estar completamente
abarcado al existir todavía un déficit historiográfico al respecto, así como reticencias y
dificultades de tipo político e institucional para abordar nuevos documentos o hallazgos
de fosas. No obstante la Ley de la Memoria Histórica y asociaciones como la ARMH
(Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica) proporcionan actualmente
un impulso del que anteriormente carecía este ámbito de la investigación.
77
a acercarse a la temática (desde obras generales, revistas especializadas, monografías,
estudios locales, regionales y provinciales de masacres, colecciones, literatura, cine…).
Pero para un tema tan delicado, aun a día de hoy, es suficiente con adentrarse en las
distintas líneas historiográficas para denotar la todavía existente disparidad y desunión
que generó la Guerra Civil. Dicho antagonismo, entre las nunca reencontradas “Dos
Españas”, sigue latente en muchos aspectos de la vida de la sociedad española,
evidenciando como la Transición democrática no llegó a cerrar las heridas abiertas,
como trataré de mostrar posteriormente.
115
MOA, Pío, Los orígenes de la Guerra Civil española., Madrid, Encuentro, 1999.
MOA, Pío, Los mitos de la Guerra Civil., Madrid, La Esfera de los Libros, 2003.
VIDAL, César, Durruti: La furia libertaria, Temas de Hoy, Madrid, 1996.
VIDAL, César, La destrucción de Guernica: Un balance sesenta años después, 1997.
78
como el paso intermedio hasta llevar a cabo la revolución social. Habla también de la
huella dejada por la insurrección asturiana de octubre de 1934, así como los “oscuros
arreglos” electorales que darían la victoria a la coalición del Frente Popular. Basa dichos
argumentos en las denuncias presentadas al respecto por Niceto Alcalá Zamora,
presidente de la República por entonces, y secundados por Azaña y Madariga, aunque
sin haber sido contrastados. Moa afirma que las masacres y la violencia puesta en
marcha por la extrema derecha en España respondía a la violencia y fervor
revolucionario de la izquierda. Así pues, el golpe de julio es considerado por este autor
como una respuesta de una derecha “arrinconada” a la que se sumó una parte de la
oficialidad del estamento militar. Las declaraciones de Moa han supuesto en muchas
ocasiones motivos de polémica y discusión, al considerar por ejemplo que Franco “no
aniquiló a los rojos, los escarmentó” y afirmando que los que actualmente defienden la
Ley de la Memoria Histórica son los descendientes de aquellos que hicieron funcionar
las checas y el terror rojo. Estas declaraciones le supusieron la denuncia pública de
varios ciudadanos, a lo que se sumó la negativa de Moa a condenar al franquismo y
continuar alabándolo.
Es por ello que esta línea historiográfica, cercana también a las tesis de Stanley
Peyne116 o Anthony Beevor117 y secundada por José Manuel Cuenca Toribio y Carlos
Secos Serrano entre otros, se han ganado numerosas críticas y controversias a raíz de
varios puntos. En primer lugar muchos les reprochan una deficiente formación pues se
trata básicamente de “comentaristas”, en palabras de Albert Reig Tapia118. Este mismo
autor es con el que más polémica se suscita con Pío Moa, hasta el punto de elaborarse
libros y réplicas a modo de contraofensivas. Se les crítica una manipulación en el uso de
las fuentes que carecen del suficiente rigor histórico, y aun menos crítico, al ser las
utilizadas tradicionalmente por la derecha española. A esto responden Moa y Vidal
indicando que estas críticas vienen de la historiografía izquierdista iniciada años atrás
por autores como Tuñón de Lara119, de inspiración marxista. No obstante y
paradójicamente, el mismo Pío Moa fue miembro del GRAPO (Grupo de Resistencia
116
PAYNE, Stanley, El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil (1933-36), Barcelona,
La Esfera de los libros, 2005.
117
BEEVOR, Anthony, La guerra civil española, Barcelona, Círculo de Lectores, 2005.
118
REIG TAPIA, Albert, Anti-Moa. La subversión neofranquista de la Historia de España, Barcelona,
Ediciones B, 2006.
119
TUÑON DE LARA, Manuel (coord.), La guerra civil española 50 años después, Ed. Labor,
Barcelona, 1985.
79
Antifascista Primero de Octubre) y militante en su juventud del PCE para más tarde
tornar su ideología hacia las posturas conservadoras y ultraliberales que defienden en
sus escritos. Se le achaca pues ese cambio de postura y sus descalificaciones contra
autores de renombre como Pierre Vilar, también cercano a la metodología marxista.
Las tesis de Moa han sido desechadas y descalificadas por importantes autores
como Paul Preston, Helen Graham, Javier Tussell, Enrique Moradiellos, Santos Julía o
Gabriel Cardona. Por su parte, el británico Ian Gibson ha denunciado varias de las
mentiras defendidas por Cesar Vidal en su estudio sobre Paracuellos 120. No obstante,
posteriormente trataré en mayor profundidad esta polémica sobre Paracuellos así como
la suscitada por el revisionismo neofranquista centrándome en la discusión mantenida
entre Moa, a propósito de sus escritos y su libro Los Mitos de la Guerra Civil, y
Francisco Espinosa Maestre121 y Albert Reig Tapia. Es necesario dedicar una parte de la
memoria al tema del revisionismo-negacionismo para poder contrastar las opiniones de
varios investigadores y comprender a ciencia cierta como se encuentra el mundo
historiográfico hispano actual al respecto de la Guerra Civil.
a) Precedentes
Antes de ello, es necesario hacer un extenso recorrido por la historiografía de
signo contrario, más nutrida, documentada y contrastada que la ya expuesta. La línea
historiográfica que puede ser considerada como izquierdista o prerrepublicana cuenta
con un mayor número de publicaciones que han ido incrementándose a medida que se
desarrollaba la democracia en España. Sus trabajos han dado lugar a un verdadero
conocimiento sobre lo ocurrido durante los años 30 en el país, gracias a unas
exhaustivas investigaciones que han logrado acceder a documentación hasta entonces
obviada o inaccesible. Los principales estudios de esta línea historiográfica provienen
del mundo académico universitario, tanto español como extranjero, y poco a poco han
120
VIDAL, Cesar, Paracuellos-Katyn, un estudio sobre el genocidio de la izquierda, Libros Libres, 2005.
121
ESPINOSA MAESTRE, Francisco, El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha española
(sobre la matanza de Badajoz y la lucha en torno a la interpretación del pasado), Los libros del Oeste
Ensayo, Badajoz, 2005.
80
ido llenando el vacío documental que arrastraba la temática desde mediados del siglo
XX. No obstante, cabe decir que no se trata de un campo homogéneo como el de la
línea conservadora, sino que en su seno existen un buen número de distintas opiniones
que responden a las distintas ideologías de sus autores. A pesar de ello, estos autores han
puesto el acento en los hechos acaecidos a través de explicaciones objetivas que
intentan no traslucir, al menos en la mayoría de los casos, inclinaciones políticas
concretas.
Esta línea historiográfica cuenta con trabajos serios y rigurosos que han
pretendido sacar a la luz los más oscuros episodios de la guerra, beneficiándose de
continuas colaboraciones con hispanistas extranjeros así como de los estudios y análisis
de monografías regionales. Todo ello ha dado lugar a grandes obras generales así como
obras de carácter global realizadas mediante la estrecha colaboración entre prestigiosos
autores. A través de estas recopilaciones se han podido tratar temas de gran diversidad
logrando de esta manera profundizar en sujetos que no pueden abordarse de igual modo
en las obras de carácter general. La obra de esta línea historiográfica pretende a su vez
saldar la deuda histórica contraída por buena parte del país y silenciada por la dictadura
y sus cronistas. Es por ello que esta tendencia historiográfica es las más rica y óptima
para realizar todo tipo de estudios referentes a la Guerra Civil y a las masacres.
En primer lugar, hay que destacar la labor de hispanistas ingleses como los ya
citados Hugh Thomas, Ian Gibson o Paul Preston, cuyas colaboraciones con
especialistas españoles son muy frecuentes. Del primero de dichos autores destaca su
obra sobre la guerra citada anteriormente y su labor y obra difundida por la editorial
Ruedo Ibérico, no obstante, su especialidad es el estudio del imperio ultramarino
español de los siglo XVI y XVII. De Ian Gibson destacan sus trabajos biográficos sobre
los principales genios del arte español del primer tercio del siglo pasado, como por
ejemplo Salvador Dalí, Antonio Machado y principalmente Federico García Lorca,
asesinado en Granada por las tropas franquistas. Por otro lado, este autor también ha
tratado el asesinato de José Calvo Sotelo (episodio que se uniría a los detonantes de la
sublevación del 18 de julio y que consideraría a este político derechista español como el
primer mártir de la “cruzada”) así como la matanza de Paracuellos 122. Paul Preston por
su parte es uno de los principales referentes a la hora de estudiar la historia reciente de
122
GIBSON, Ian, Paracuellos: cómo fue, análisis de un sangriento episodio de la guerra civil, Ed.
Tribuna de Plaza&Janés, Espulgues de Llobregat, 1987.
81
España, desde la República a la Transición pasando por la Guerra Civil y la dictadura.
Este autor cuenta con obras centradas en la represión y el militarismo en España, el
asedio recibido por la República, los mitos del franquismo y biografías del dictador y
del rey Juan Carlos Primero123. Son importantes las colaboraciones de estos autores con
especialistas españoles como Santos Julía, Javier Tussell, Emilio Silva, Reig Tapia o
Julián Casanova entre otros124.
Por último cabe destacar la interesante labor de los hispanistas franceses y sus
eficaces aportaciones a la historia del país vecino, como Michel Papy y Pierre Vilar.
Este autor es uno de los autores que más han estudiado la Guerra Civil y su precedente
republicano, de ahí las críticas vertidas contra el por parte de los grupos conservadores y
neofranquistas125. Aparte existen otros aportes extranjeros elaborados por autores como
Bernecker, Mary Nash o Helen Graham. De estas colaboraciones se destila por un lado
una prolífica simbiosis entre especialistas extranjeros y españoles y por otro lado la
progresión de ambas líneas historiográficas hacia un nivel y puntos comunes que han
roto con el retardo que lastraba a la historiografía española hasta hace unas décadas.
Entre los historiadores españoles cabe destacar a un buen número de especialistas. Uno
de los más afamados y pioneros en esta materia fue Manuel Tuñón de Lara 126, internado
en un campo de concentración y exiliado en 1946 en Paris. Destaca su actividad docente
y un buen número de obras sobre la temática. Las últimas décadas han demostrado ser
un gran momento para la historiografía española que se demuestra por la cantidad y
libros de autores como Ángel Viñas, Julio Aróstegui, Josep Fontana, Santos Juliá, Julián
Casanova, Gabriel Cardona, Enrique Moradiellos, Miguel Abella o Hilari Raguer entre
otros muchos. Este conjunto de obras sirve de prueba para comprender hasta que punto
la historiografía hispana ha tomado el relevo tanto de la vieja historiografía
tradicionalista cercana al régimen como la liderada por los hispanistas extranjeros
123
PRESTON, Paul, La política de la venganza: el fascismo y el militarismo en la España del siglo XX,
Barcelona, Península, 1990.
PRESTON, Paul, El gran manipulador, Barcelona, Ediciones B, 2008.
124
SILVA, Emilio (coord.), La memoria de los olvidados, un debate sobre el silencio de la represión
franquista (prologo de Paul Preston), Ed. Ámbito Alarife, Valladolid, 2004.
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82
durante buena parte del siglo XX. Las obras sobre la temática son muy numerosas así
como la cantidad de autores que centran sus estudios en la misma. Gracias a ello se
puede actualmente elaborar un cuadro completo sobre la Guerra Civil pero todavía no
sobre las masacres pues son muchos los estudios e investigaciones que restan por
hacerse. No obstante se ha roto con el silencio previo y la prolífica historiografía
española ha favorecido la eclosión de una abundante documentación que gradualmente
ha ido completando las facetas oscuras de la guerra.
127
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83
b) Representantes
Una violencia entre grupos extremistas derivó en una guerra entre compatriotas
que poco a poco extremarían a su vez sus posiciones. La animadversión del pueblo
hacia los militares sublevados hizo que se recurriera a una feroz represión para evitar la
reacción del adversario (los planteamientos de sus principales dirigentes, Franco, Mola
o Queipo del Llano, no dejaban ninguna duda al respecto como se verá posteriormente).
Se trataba de una guerra sin cuartel ni perdón basada en una brutal represión preventiva
contra cualquier conato de resistencia física y moral; este punto lo pone en relación con
la violencia aplicada por los nazis para colapsar la república de Weimar. Desde
Marruecos hasta Burgos se aplicó, una vez lanzado el golpe de Estado, el estado y
84
bando de guerra que destruían toda garantía jurídica de los que se opusieran al mismo.
El único objetivo era “exterminar al adversario”128. Incluso desde el ámbito intelectual
conservador se alabó esta lógica exterminadora contra “los enemigos de España”. Los
primeros que sufrieron esta violencia demente, fueron en ambos bandos, los militares e
integrantes de las fuerzas del orden, ya que como apunta Reig Tapia, sin la división
previa del ejército no se hubiera dado la guerra, que antes de civil fue militar. Los
consejos de guerra se impusieron rápidamente entre el bando franquista, que
paradójicamente fusiló a militares por haber inducido a la “rebelión” o bien por no
haberse sumado a la “sublevación”. Reig Tapia apunta los episodios más sangrientos de
los primeros meses de la guerra, destacando la horrenda labor de limpieza de Quipo del
Llano en Andalucía y las sanguinarias huellas dejadas por el Ejército de África de
Franco en su camino hacia Madrid (el episodio de Badajoz es la muestra más perversa y
a la vez compleja al respecto).
El militarismo del ejército colonial imponía una dura lógica de exterminio que
procedía, una vez ocupadas las distintas poblaciones, a nombrar nuevas autoridades y
eliminar las anteriores; mientras tanto se imponía la dura represión inducida por
caciques locales, sacerdotes o enemigos políticos del republicanismo. Las “sacas” y los
“paseos” proliferaron bajo el consentimiento de los mandos militares y en ellos se
mezclaban a partes iguales los motivos ideológicos y los personales. Esta represión se
cebó con los integrantes y seguidores del Frente Popular, los nacionalistas vascos y
catalanes, los masones, las mujeres, los maestros y los intelectuales. La depuración fue
por tanto física, material, intelectual, profesional y jurídica. Solo la perspectiva de una
larga guerra, nunca prevista por los militares, significó una desaceleración de la
violencia masiva dada durante el verano y el otoño de 1936. Por otro lado, Reig Tapia
habla del descontrol republicano dado principalmente desde Madrid y Barcelona, donde
se unieron los asaltos a cuarteles, la incautación de armas por parte del pueblo y la
violencia vengativa contra los fascistas. A diferencia del otro bando, en el republicano
se respetaron los consejos de guerra bajo la legislación previa, no obstante, el clima de
violencia y venganza se extendió y la legalidad republicana se vio afectada por la acción
de distintos “contrapoderes independientes”. Los hechos de la cárcel Modelo de Madrid
son un claro ejemplo de esta violencia descontrolada. Estos episodios despertaron tales
128
Palabras del coronel de Caballería Marcelino Gavilán Almuzara, gobernador civil de la ciudad de
Burgos desde el 19 de julio de 1936.
85
críticas que el gobierno impuso por decreto los tribunales populares a fin de limitar la
acción expeditiva y libre de las masas; no obstante dichos tribunales no garantizaban
tampoco las suficientes garantías jurídicas. Los esfuerzos del gobierno por mantener el
control se vieron desbordados por la acción revolucionaria de sus principales aliados,
los cuales “ejercieron el poder sin llegar a ocuparlo”. Pronto comenzó la limpieza de
enemigos en la retaguardia, se generalizaron los paseos y desmanes a través de las
patrullas de control o vigilancia y se liquidó a caciques, empresarios, burgueses,
clérigos y católicos, todos ellos denominados fascistas como en el otro bando las
victimas eran consideradas “rojos”. Los hechos de Paracuellos, en los que profundizare
más tarde, suponen el cenit de dicha violencia incontrolada e indiscriminada.
86
era una utopía en medio de un país desagarrado por divisiones internas. El deseo de
buena parte del republicanismo de llegar a una negociación chocaba con los deseos
franquistas de lograr una victoria incondicional. Así pues, todo intento de humanizar la
guerra desde el interior o el exterior fue totalmente en vano. El final de la guerra se
saldó con las represalias anunciadas desde su inicio por el bando franquista y las cifras
no dejan lugar a dudas: 400000 exiliados, 200000 reclusos y 600000 muertos. Las cifras
son difícilmente cuantificables debido a las manipulaciones a que se sometieron. Las
cifras del ministerio fiscal franquista y de adeptos como Ramón Salas Larrazabal entre
otros, han de ser contrastadas con los actuales estudios regionales y su plasmación y eco
en las distintas obras de carácter general más recientes.
Julián Casanova
Otra de las mejores y más recientes síntesis sobre la Guerra Civil y la represión
es la ya citada realizada por Julián Casanova, profesor de Historia Contemporánea de la
Universidad de Zaragoza. Dos puntos son los que realmente interesan de este libro en
relación con esta memoria, en primer lugar el autor viene a plasmar como tras las
elecciones de febrero de 1936 el proceso histórico que llevaría a una solución por la
fuerza se aceleró irremediablemente. Los grupos izquierdistas gozaron de un nuevo
empuje que atemorizó a los grupos burgueses, mientras los militares conspiraron hasta
la fatídica fecha del 18 de julio de 1936. Tras estas elecciones libres se retomaron las
medidas progresistas del primer bienio republicano mientras la ultraderecha,
monárquica y fascista, apelaba a una lucha armada y una solución dictatorial ante una
temida y posible revolución social. El Parlamento quedó realmente fragmentado pero no
dominado por los extremos como la historiografía profranquista ha tratado de mantener.
El profesor Casanova explica como se fue incrementando el nivel de conflictividad
social en todos lo niveles y grupos de la sociedad española. De este modo nos traslada al
clima de crisis abierto desde inicios de marzo del 36 caracterizado por atentados y
luchas entre la extrema derecha y la extrema izquierda. Esta crisis debilitó al nuevo
gobierno republicano y facilitó la insurrección militar, a ello se unieron los problemas
gubernamentales y la escisión del socialismo abierta en 1935 entre “centristas” e
“izquierdistas” del PSOE y la UGT. El ala izquierdista viró hacia posiciones
bolchevizadas y la derecha de la CEDA se acercó a postulados autoritarios. La derecha
se convenció tras su derrota electoral de la necesidad de obviar las urnas para tomar las
87
armas. A ello se sumó la agitación de la Iglesia y la violencia de la Falange y los
requetés carlistas.
Casanova alude más tarde al “descontrol” del bando republicano que también
practicó una política de limpieza contra sus enemigos en busca de la justicia popular y
revolucionaria. La dislocación del orden social dio rienda suelta a la eliminación de
clérigos, patronos y sublevados. Los gobiernos de Largo Caballero y Juan Negrín, así
como los sindicatos UGT y CNT, además de comunistas, republicanos y nacionalistas,
lograron imponer el orden que llevó a la práctica paralización del “terror rojo” iniciado
en el verano de 1936. El ejemplo de Barcelona y Cataluña sirve para explicar como
88
funcionó la violencia popular durante la guerra, así como el trinomio “paseos”, “sacas”
y “checas” de Madrid (las preferencias aniquiladoras en ambas ciudades transmiten
unas distintas motivaciones y agentes sociales involucrados). Le leyenda negra de la
cárcel Modelo de Madrid se une al trágico suceso de Paracuellos. Concluye Casanova
que la violencia estuvo intrínsecamente unida al golpe de Estado y al desarrollo de la
Guerra, utilizada por ambos bandos para eliminar a sus enemigos en una lucha por el
poder lidiada masacre tras masacre. Dicha violencia fue el resultado directo de la
sublevación, que allí donde quedó frustrada, se vio respondida por una réplica armada
contra los compañeros de armas materiales y espirituales del golpe.
89
tras un golpe de estado militar encaminado a salvar al país de la anarquía y el
bolchevismo. Se trata ésta de una visión muy extendida por el país que presenta a la
dictadura como un régimen autoritario pero no totalitario. Los defensores de esta visión
consideran que la democracia fue instaurada principalmente por el rey Juan Carlos I,
que fue nombrado por el general Franco y en su juventud miembro del “Movimiento”.
Así pues, en esta visión la Transición supone la incorporación de las izquierdas y los
nacionalismos periféricos a las instituciones conservadoras. Así pues, los que se
integraban a la naciente democracia eran y se sabían hijos de los vencidos. Bajo esta
imagen, la derecha española no hace ninguna muestra de autocrítica y siguen
considerando como necesaria la Guerra Civil y la dictadura impuesta tras la misma. Esa
misma visión es la que comparten los partidos políticos conservadores actual, entre los
cuales además, figuran antiguas personalidades pertenecientes a las máximas esferas de
la dictadura. En consecuencia, buena parte del país, votante de dichos partidos,
esencialmente el Partido Popular, siguen considerando como positiva la dictadura
franquista. Otra visión muy extendida es la que nace de grupos de centro e incluso de la
izquierda, y que presenta la guerra como una lucha entre dos Españas en la que se
cometieron atrocidades por igual en ambos bandos. En esta visión, la Transición supuso
la reconciliación de las dos Españas enfrentadas, sellándose dicha paz a través de la
Constitución de 1978. Uno de los principales problemas que presentó la transición fue
dar salida a una dictadura fascista o nacional-católica para introducir a España en el
camino de las democracias europeas. La transición se caracterizó por el consenso nacido
de las distintas fuerzas democráticas, legalizadas tras la muerte de Franco, y aquellos
grupos de antiguos seguidores del régimen que vieron la necesidad, o bien la
oportunidad, de tornar su ideología hacia posiciones democráticas y parlamentarias.
No obstante, esta visión, la oficial de “la Transición del consenso”, obvia que la
II República fue la primera democracia auténtica que vivió España y que supuso uno de
los proyectos más modernizadores de Europa en el siglo XX. Sus reformas y
transformaciones promovieron el apoyo a los sublevados de grupos poderosos de la
sociedad española de la época, y si la guerra duro tres años fue por la resistencia y la
fidelidad republicana de la gran mayoría de la población129. La dictadura llegó a cometer
más de 200000 asesinatos siendo la más criminal de las dadas en Europa durante el
129
Hay que destacar que en otros países de Europa el fascismo se impuso apenas sin resistencia e incluso
con apoyo electoral, a diferencia de España donde costó una guerra civil.
90
siglo XX130. La represión franquista, a diferencia de la republicana, no fue por lo general
una política de estado sistematizada y perfectamente calculada e impuesta. Es por ello,
que poner en paralelo las dos represiones es un flagrante error contra la historia de
España. El régimen franquista (calificado como fascista en los principales países
occidentales) es nombrado como tal, aun a día de hoy, para restarle significación
totalitaria y para señalar que era una dictadura caudillista, pero en realidad la dictadura
tenía sus bases en el ejército, la Iglesia y el partido fascista Falange. Realmente, el
régimen denominado franquista ha sido uno de los más totalitarios que ha existido en
Europa durante el siglo XX y sus principales promotores tuvieron un papel protagonista
en la transición. Las fuerzas conservadoras se hallaban en la cima del poder mientras las
izquierdas salieron debilitadas tras años de represión y clandestinidad. De ese
desequilibrio de fuerzas se deduce la democracia incompleta que vive España desde
hace más de 30 años. Puede que en este contexto la Transición democrática no hubiera
sido posible de otro modo, pero no puede ser definida como modélica pues su carácter
incompleto resulta evidente desde la figura del monarca español hasta las leyes
electorales pasando por el tema del silencio, todavía muy vivo en España, aunque
especialistas como Santos Juliá nieguen que existan. Además de dicho silencio existe
cierta culpabilidad inoculada en los vencidos por la dictadura durante 40 años, la cual
logró transformar a los defensores de la democracia en criminales. La derecha quiere
mostrar como revanchismo cualquier denuncia contra lo ocurrido cuando realmente es
una exigencia democrática. No se puede ser demócrata sin ser antifranquista y es
preciso acabar con el homenaje en democracia de aquellos que impusieron el fascismo
en España.
91
desde entonces importantes obstáculos sociales, políticos y económicos. El carácter
pacífico que la caracterizó no puede obviar los 40 años de dictadura previos. Según
Jesús Ibáñez (1997) el consenso siguió socializando a los españoles en la cultura del
autoritarismo, la dejación de responsabilidades y el miedo. La transición la hicieron los
franquistas teniendo como piezas claves al rey, al olvido del pasado, a la amnistía para
los sublevados del 36, el mantenimiento del status quo creado durante la dictadura y un
estado de derecho democrático y social limitado. En definitiva la transición estuvo
tutelada por la Iglesia, el ejército, las partidocracias, grupos terroristas de izquierda y
derechas y sobretodo por un monarca impuesto por la dictadura, y que se legitimará tras
el golpe de estado de 1983.
92
unión a la historia oral, puede conducir a numerosas trampas y limitaciones por lo que
se debe estar preparado para no caer en errores y deformaciones históricas (Ronald
Fraser nos habla aquí del tema de la autorrepresentaciones que puede entenderse
también como la “racionalización a posteriori” expuesta por Bourdieu). Por otro lado,
ha de tratarse el tema de sí la memoria es revolucionaria, en base a la frase de Gramsci
(“la verdad es siempre revolucionaria”), pudiendo apuntarse que no necesariamente el
recuerdo y recuperación del pasado es revolucionario. José María Palomares (La
memoria de los olvidados, 2004) apunta a una interesante frase de Wiesenthal: “lucha
contra el olvido es un instrumento de resistencia contra todas las formas de
neonazismo”.
93
cicatrizadas. Lo que no considera el conservadurismo español, es que dichas heridas
permanecen abiertas pues nunca llegaron a cerrarse al no darse un perdón contra los
crímenes cometidos ni un tratamiento digno e igual para todas las víctimas. Dichas
voces conservadoras y sus intereses saber que la rectificación de la historia española
puede dañar en demasía su imagen y estatus. Es por ello que el silencio que ha existido
en España es la mayor prueba de la fuerza que todavía hoy tiene la derecha en el país 132.
Para la ARMH no supone una vuelta nostálgica hacia el pasado, sino simplemente
encontrar a los muertos por el bando republicano, que todavía siguen en muchos parajes
del territorio español sin recibir una sepultura digna y sin poder ser llorados por sus
familiares. Otro aspecto importante es la dignificación de muchos republicanos
exiliados (miembros de la aun no reconocida Diáspora Republicana) que recibieron un
mejor tratamiento de gobiernos ajenos como el francés, el cual les agradeció su lucha
contra el nazismo. Desde España, nunca han recibido un trato semejante e incluso ni un
mínimo reconocimiento generalizado.
132
NAVARRO, Viçenc: “El silencia histórico ha tenido una función política muy importante en nuestro
país”.
133
Posteriormente, Garzón trasladó la investigación de estos enterramientos a los juzgados provinciales
de las provincias en que se encontrasen las fosas.
94
la memoria histórica. En primer lugar se puede analizar el expuesto por el historiador
Javier Tusell al respecto, el cual afirma que los revisionistas no actúan igual que el resto
de historiadores y especialista, pues estos revisionistas toman como primarias fuentes
secundarias dotándolas de cierta originalidad impregnada de partidismo. Para Tusell el
revisionista “elude la técnica del historiador y por eso suele magnificar el dato
irrelevante para sus propios fines o tomar la parte por el todo. Huye de matices porque
lo suyo es el dualismo maniqueo, la simplificación o la parcialidad. Ansía la polémica
porque parece concederle el privilegio de una posición innovadora o situarle en idéntico
plano de los profesionales de la Historia”.
95
y contrastados, no ha dudado en poner en entredicho muchas de las tesis defendidas por
los revisionistas.
134
Los revisionistas forman parte de la respuesta de la derecha ante la aparición en 1999 de la obra de
carácter divulgativo Víctimas de la guerra civil coordinada por Santos Juliá y en la que intervinieron Solé,
Villaroya, Casanova y Moreno Gómez, que obtuvo un enorme éxito y que recogía veinte años de esfuerzo
investigador.
135
El ultraderechista locutor de radio Jiménez Losantos calificó a Paul Preston, Santos Juliá, Julián
Casanova y a otros eminentes historiadores como “la cofradía de la checa”.
96
generalmente no son historiadores sino ensayista que utilizan una metodología alejada
del procedimiento histórico serio.
136
Espinosa Maestre alude a que mientras la historiografía de izquierdas ha de partir de cero, a la de
derechas le basta con acudir al legado propagandístico franquista.
97
víctimas del franquismo es una cuestión pendiente si se quiere cerrar satisfactoriamente
ese episodio de la historia española, a través de la verdad y el reconocimiento.
9. CONCLUSION
Como conclusión se puede afirmar que las masacres de Guerra Civil española
estan integradas dentro de las prácticas propias de la violencia política y social que
caracterizan el auge del totalitarismo en Europa a lo largo de los años 30 del siglo XX.
98
El hecho de prevalecer el régimen de Franco tras la Segunda Guerra Mundial, y poder
establecer su versión oficial de los hechos, ocasionó que se tardará años en desemarañar
el discurso oficial a través de nuevos estudios e historiadores contrarios a la dictadura.
Sin embargo, los mitos creados en torno a esos macabros episodios siguen teniendo una
utilización interesada a día de hoy, algo que complementa la dificultad de obtener una
reflexión global, material e histórica, sin una clarificación de los hechos históricos, que
pasa por una apuesta decidida por un plan estatal de recuperación de la memoria
histórica al servicio del ciudadano y de la historia del país.
99
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