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Las masacres de la guerra civil española y su tratamiento historiográfico

Research · September 2010


DOI: 10.13140/RG.2.1.2750.8249

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1 author:

Juan Lorenzo Lacruz


University of Zaragoza
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Las masacres de la guerra civil española
y su tratamiento historiográfico

Juan Lorenzo Lacruz


Universidad de Zaragoza

Resumen:
Esta investigación historiográfica analiza el hecho histórico de las masacres
cometidas durante la guerra civil española analizando varios de sus elementos
fundamentales. Se pone en relación el devenir sufrido por la historiografía centrada en
la guerra civil con el debate generado actualmente por la Memoria Histórica. El estudio
refleja a su vez las motivaciones de ambos bandos para recurrir a la violencia y la
metodología que pusieron en práctica. Posteriormente se analizan las masacres
cometidas por ambos bandos en determinadas regiones españolas para finalmente
analizar algunos de los problemas a los que se enfrenta el historiador ante tan delicado
tema.

Palabras clave:
Masacres Historiografía Historia de España Memoria histórica
Violencia política

Abstract:
This research analyses the historical events of the commited massacres during
the Spanish Civil War focusing on various fundamental topics. The ongoing debate
generated around the Historical Memory is related to the evolution of the specialized
historiography. The study also reflects the motivations of both factions for appealing
violence and the methods they applied. Subsequently the massacres commited in
particular Spanish regions were analysed to show, finally, the problems faced by the
historian discussing such a delicate subject.

Key words:
Massacres Historiography History of Spain Historical Memory
Political Violence

1
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1. SIGNIFICADO DE LAS MASACRES EN LOS DOS BANDOS
ENFRENTADOS
2. LAS MASACRES EN LA ESPAÑA FRANQUISTA
2.1. Andalucía
a) Sevilla
b) Málaga
c) Córdoba
d) Granada
2.2. Cataluña
a) Lérida
2.3 Norte y Aragón
a) Asturias
b) Aragón
3. MASACRES REPUBLICANAS
3.1. Madrid, Barcelona y Valencia
a) Madrid
b) Barcelona
c) Valencia
3.2 Un caso paradigmático: el POUM y Andreu Nin
4. INTERPRETACIÓN CONTROVERTIDA DE LOS HECHOS
4.1 La constante controversia entre las cifras e interpretaciones
4.2. Dos casos significativos: Paracuellos del Jarama y Badajoz
4.2.1 Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz
a) Los hechos y su mitificación
b) Una interpretación de referencia: Ian Gibson
c) Un debate historiográfico
4.2.2. Badajoz
a) Los hechos y su mitificación
b) Una interpretación de referencia: Mario Neves
c) Un debate historiográfico

2
5. INTERPRETACIÓN HISTORIOGRÁFICA DE LAS MASACRES EN EL
CONTEXTO DE LA GUERRA CIVIL Y EL FRANQUISMO
5.1. Primera historiografía
a) Cuestiones de guerra
b) Los cronistas de la “Cruzada”
c) Historiografía republicana en el exilio
5.2 Aportaciones del mundo anglosajón y renovación académica en las décadas
de los 50 y 60
5.3. Tendencias interpretativas en el tardofranquismo
6. HISTORIOGRAFÍA DE LAS MASACRES Y DE LA GUERRA CIVIL EN EL
POST-FRANQUISMO Y LA ACTUALIDAD
6.1 . El boom del cincuentenario
6.2 El decenio de los 90
6.3 Proyección de la controversia en el siglo XXI
7. HACIA UNA SÍNTESIS DE LAS INTERPRETACIONES
HISTORIOGRÁFICAS
7.1 A propósito de las Memorias de Manuel Azaña
7.2. La hegemonía de Ricardo de la Cierva en la historiografía franquista
7.3. La influencia de los Hispanistas británicos y franceses
a) Gerald Brenan y los hispanistas británicos
b) Bartolomé Bennassar y los hispanistas franceses
7.4. El debate historiográfico en España
7.4.1. Historiografía franquista y revisionista
7.4.2. Historiografía crítica y antirrevisionista
a) Precedentes
b) Representantes
Alberto Reig Tapia
Julián Casanova
8. LA CONTROVERSIA HISTORIOGRÁFICA EN EL CONTEXTO DE LA
RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA
8.1. Los silencios de la Transición
8.2. La repercusión de la Memoria Histórica
8.3. El debate actual entre revisionistas y antirrevisionistas historiográficos
9. BIBLIOGRAFÍA

3
INTRODUCCIÓN

La Guerra Civil española ha constituido el episodio más sangriento acaecido


durante el siglo XX español. Sus consecuencias han supuesto un duro lastre para la
memoria histórica de la colectividad del país. Dicho lastre se denota especialmente en
aquellos aspectos escasamente tratados, malinterpretados y en el peor de los casos,
manipulados interesadamente. El ejemplo más claro al respecto es el tema de las
masacres de la Guerra Civil, cuya trascendencia es evidente al suponer la más flagrante
prueba de la violencia fraticida practicada en España. Las masacres constituyeron el
cenit del odio caínita que explotó en los años 30, en un país que arrastraba tras de si un
importante bagaje de subversiones, rebeliones y represión. Tras un siglo XIX marcado
por la revolución liberal (caracterizada por la alianza entre antigua nobleza y nueva
oligarquía burguesa), por las guerras civiles carlistas y por un extenso número de
insurrecciones y golpes de estado, se inició un siglo XX marcado por dicho currículo y
por los nuevos acontecimientos a que dio lugar. Así pues, la Guerra Civil sería la
culminación de un proceso histórico claramente caracterizado por el continuo recurso a
la violencia.

Algunos autores, como el profesor Santos Juliá, consideran la Guerra Civil y las
masacres como el final necesario de la trayectoria secular hispana. Otros autores
recurren a explicaciones deterministas que vienen a certificar que la formación de la
España contemporánea se fundamentó sobre la base de la violencia lo que le llevaría
hacia un devenir histórico divergente con respecto al resto de Europa occidental. Dicha
evolución estaría plasmada en la constitución gradual de un antagonismo entre aquellos
que quedaron anclados en la tradición y aquellos que pugnaban por el progreso
nacional. De este modo, se llega a la conclusión de que la escisión del país en “dos
Españas” era inevitable. Otros autores, como Ramón Menéndez Pidal, achacan la guerra
fraticida a la etnosicología fundamentada en el carácter del pueblo español dotado de
una fuerte tendencia hacia la escisión y el exclusivismo. No obstante estas
interpretaciones se remontan a una historia ancestral tremendamente idealizada,
anacrónica y que se presta a múltiples matizaciones. Es por ello, que el origen de la
violencia que se cebó sobre los españoles debe buscarse como mucho en el siglo XIX,
aunque muchos especialistas no se remontan más allá del inicio del siglo XX e incluso
hasta el mismo momento en que se produce la insurrección militar del 18 de julio de

4
1936. La especificidad de la guerra de España, como fue calificada entonces, dista
mucho de poder ser comparada con otros conflictos anteriores y mucho menos la
violencia, la represión y la aniquilación del contrario puestas en práctica. Así pues, es a
través del análisis de las masacres llevadas a cabo por ambos bandos de donde se
pueden extraer las principales conclusiones que demuestran la singularidad de la guerra
así como su crueldad.

Además, la Guerra Civil, y sus detestables ejemplos de violencia, han producido


una vasta historiografía que lejos de facilitar su estudio y reflexión la presentan aun más
difícil. El desarrollo historiográfico sobre la guerra española ha estado muy influenciado
por las connotaciones políticas resultantes del conflicto, pues buena parte de la centuria
estuvo dominada por las opiniones de los llamados “cronista de la Cruzada” y por
historiadores próximos a régimen. La censura y el exilio no permitieron sacar a la luz la
verdad de lo sucedido en el país. Ello queda evidenciado por el peso que tuvieron los
estudios promovidos por hispanistas extranjeros, principalmente anglosajones, que aun
distanciados políticamente de la temática, no clarificaban mucho los aspectos más
oscuros de la guerra. El fin de la dictadura y la llegada de la democracia favorecieron un
verdadero impulso historiográfico en el que por primera vez el bando derrotado pudo
dar su versión de los hechos. No obstante, si bien las crónicas generales sobre la guerra
fueron realizadas, no sucedió lo mismo con el tratamiento de los elementos más
delicados, entre los que destacan sin duda, por su peso y trascendencia, las masacres.
Realmente, hasta las últimas décadas no se han dado verdaderos estudios que se
internen en profundidad en el sujeto de las victimas represaliadas y en los crímenes de
la guerra. Muchos autores afirman, que como para el caso de la ocupación-colaboración
de Francia con el régimen nazi, hacen falta cerca de tres décadas para que el tema pueda
ser analizado desde la objetividad y bajo un correcto rigor histórico. Así pues, en los
últimos años se han emprendido los necesarios estudios sobre la temática,
principalmente abanderados por los herederos de aquellos que sufrieron en primera
persona los horrores de la guerra y el odio visceral del fascismo hispano.

La llamada generación de los “nietos” es la que ha tomado el relevo a la


historiografía foránea en lo concerniente al tratamiento y el estudio de las masacres.
Cabe decir, que la historiografía siempre ha mantenido un vasto lastre ideológico difícil
de mitigar incluso en los estudios más serios y objetivos. Este lastre se trasluce a través

5
de las críticas más o menos veladas que los nuevos autores exponen contra los actos de
la dictadura franquista; gracias a la democracia se ha podido condenar realmente las
atrocidades cometidas aunque el llamado “consenso” de la transición instara a no
ahondar en las viejas heridas, muchas de ellas todavía sin cerrar. No obstante, la
disparidad de opiniones actual vienen a ser el reflejo del abanico ideológico y social que
caracterizó en su tiempo a la guerra, pues no es difícil encontrar autores que defiendan
los actos de los militares sublevados o bien nieguen muchas de las verdades históricas
tanto tiempo manipuladas. Este grupo de “historiadores” son los denominados
revisionistas, que al abrigo de los grupos conservadores y del gobierno derechista del
Partido Popular pudieron proclamar en numerosas ocasiones la legitimidad de la
sublevación y de los crímenes realizados. Frente a ellos se encuentran un número mayor
de autores de signo contrario que vienen a defender la legalidad republicana y a
denunciar, con mayor o menor intensidad, los crímenes cometidos, tanto en uno como
en otro bando.

Esta disparidad de opiniones, muchas veces enconadas y polémicas, vienen a


certificar como el abismo de silencio abierto por la Guerra Civil no ha sido todavía
rellenado con el suficiente sustrato de verdad histórica. Además, las huellas de la guerra
y la dictadura a la que dio lugar son todavía más que latentes, así como el peso y fuerza
de los sectores conservadores y reaccionarios, los cuales siguen muy presentes en todos
los niveles de la sociedad española. Muchos de los integrantes o afectos al régimen
siguen contando con prestigiosos puestos desde el estamento militar hasta el poder
judicial pasando por la vida pública y por el “cursus honorum” político. La transición,
por no ocasionar un nuevo enfrentamiento entre compatriotas, vino a sancionar los
desmanes cometidos años atrás legitimando el poder de la derecha española, la cual al
igual que la iglesia católica, nunca ha reconocido sus errores y culpabilidad. Frente a
ello, la izquierda española, crónicamente dividida en un amplio espectro ideológico, no
ha podido superar el silencio, el miedo y el olvido hasta hace muy poco tiempo.
Además, solo actualmente esta decidida a recuperar la memoria y la dignidad de sus
muertos, pues durante la transición democrática sus principales dirigentes abogaron por
olvidar lo ocurrido y no reavivar viejas disputas. Esta nueva actitud de la historiografía
hispana se ha visto favorecida por la multiplicación de los estudios locales y regionales
que han aportado luz al asunto y un gran número de nuevos datos e informaciones. A
ello se suma la labor de nuevas asociaciones entre las que destaca la Asociación para la

6
Recuperación de la Memoria Histórica. Estos estudios, que parten de zonas concretas de
la geografía española, sirven para comprobar actuaciones que se dieron en la totalidad
del territorio español y su análisis permite establecer conclusiones que hasta la fecha no
podían haber sido contempladas.

Sin embargo, la escasez de fuentes respecto al tema de las masacres sigue siendo
más que acusada, pues su propia idiosincrasia viene marcada por la ocultación, la
censura y la manipulación. La dificultad de aprehender unas fuentes fidedignas al
respecto se agudiza por culpa de las resistencias, oficiales o no, que todavía hoy existen
al respecto. Como apunta el prestigioso historiador británico Paul Preston, el régimen
franquista siempre estuvo deseoso de mantener la cruel división entre vencedores y
vencidos, entre una España auténtica y una anti-España. Este mismo historiador destaca
el supurante mantenimiento de la cuestión de la guerra, que aunque atenuado perdura
hasta nuestros días. Las masacres de la Guerra Civil no se limitaron a un exterminio
físico del enemigo, sino a una aniquilación de su memoria, historia y dignidad en parte
heredadas por los descendientes de los derrotados. En el estado español existe a día de
hoy un gran silencio y un miedo velado ante una dictadura ya extinta pero todavía
presente al ser la democracia actual el resultado directo de una evolución del régimen.
Hasta el año 2000 el congreso de los diputados del país no condenó la dictadura
franquista, que aunque con un eficiente lavado de cara, mantenía viva su legitimidad y
su peso social. Ese fue el resultado del llamado “pacto del olvido” propio de la
transición posterior a la muerte del general Franco. Este pacto certificó el deseo de la
izquierda de no reclamar venganza pero tampoco la necesaria reparación político-legal
de las victimas. Esta defección de la izquierda ha dado lugar a que la derecha española
vea su posición reforzada para poder defender el fascismo, de manera muchas veces
directa, con el apoyo de los medios de comunicación afines y con la eterna complicidad
de la mayoría del clero español.

Con estos presupuestos debe entenderse que el estudio profundo de las masacres
cometidas durante la guerra española cuenta con más obstáculos que el tratamiento de
cualquier otro aspecto de la misma. Si un estudio general y objetivo sobre el conflicto
como tal cuenta con importantes barreras para acceder al rigor histórico, las dificultades
son aun mayores cuando se quiere adentrar en el estudio de un tema todavía tabú para
muchos ciudadanos españoles. Mientras los muertos del mal llamado bando “nacional”

7
reciben, como ya lo hicieron en la dura posguerra, múltiples honores y
conmemoraciones, los muertos del bando republicano no pueden todavía ser enterrados
dignamente incluso ni ser localizados e identificados. El injusto tratamiento de las
victimas de la Guerra Civil viene a ser la prueba del desagravio histórico que arrastra la
frágil democracia española desde 1978. Todo ciudadano, y más aun los historiadores
actuales, tienen la tarea democrática de superar dicha injusticia a través del
reconocimiento de lo ocurrido gracias a un estudio severo y profundo de las masacres y
la represión provocadas por la guerra. No obstante, hasta que todos los sectores de la
sociedad española no acepten su responsabilidad y culpa no será posible superar los
problemas que lastra la memoria colectiva del país. Por tanto, el primer paso para
conseguir dicho proceso de asimilación del pasado es superar el olvido y dignificar a
todos aquellos que lucharon por la primera democracia que vivió el país, destruyendo
las falacias y tergiversaciones vertidas sobre los mismos y todavía hoy defendidas por
buenas parte de los herederos del franquismo. Afortunadamente, las nuevas
generaciones de ciudadanos e historiadores contemplan con mayor claridad la necesidad
de cerrar óptimamente las heridas del pasado pues de lo contrario el futuro del país
seguirá pecando de los errores cometidos años atrás.

Actualmente la Guerra Civil y las masacres cometidas suscitan si cabe más


interés debido a la reactivación de distintas polémicas al respecto de las
responsabilidades de cada bando. Los últimos estudios han proporcionado datos e
informaciones hasta hace poco tiempo no accesibles al público, como por ejemplo los
guardados en archivos militares y de distintas instancias carcelarias y de orden público.
Estos nuevos documentos y datos han permitido completar el escueto marco histórico
que hasta ahora tenía el tema de la represión en España. El fin de la dictadura y de la
censura no trajeron de inmediato la apertura de archivos, sino que su aparición pública
hubo de pasar por muchos trámites y querellas. Además la profundización de los
estudios locales y la promoción de la búsqueda y apertura de fosas comunes ha podido
unirse a testimonios y opiniones de personas que vivieron la guerra y que bajo la
dictadura mantuvieron en secreto toda información acerca de la posible localización de
dichas fosas. La localización de estos lugares supone en la actualidad uno de los objetos
principales del debate referente a la memoria histórica. El mismo concepto de memoria
histórica ha reactivado el tradicional debate sobre la Guerra Civil aportando un nuevo
aspecto de gran importancia a la historiografía especializada.

8
Varias fueron las actuaciones que precedieron la actual legislación acerca de la
memoria histórica. Estas leyes y decretos se promulgaron una vez concluida la dictadura
dentro del marco de consenso orientado a reconciliar las dos Españas quebradas por la
guerra. Los principales ejemplos al respecto son la ley del 5 de marzo de 1976 a través
de la cual se regulaban las pensiones de los españoles mutilados durante la guerra. La
ley del 15 de octubre de 1977 constituyó la amnistía general para los reprimidos por la
dictadura, cabe decir que esta amnistía ha sido criticada por muchos por sus limitaciones
y fisuras legales. El 18 de septiembre de 1979 se fijó el reconocimiento de pensiones y
la asistencia social para las viudas y familiares de muertos durante la contienda. En los
años 80 se promulgarían distintas leyes que regulaban pensiones para excombatientes,
mutilados y el reconocimiento de derechos y servicios prestados para los militares y
fuerzas del orden leales al orden republicano.

Estas leyes fueron ampliadas por varias Comunidades Autónomas hasta que el
28 de octubre de 2007 el congreso de los Diputados aprobó la llamada “Ley para la
Memoria Histórica” a través de la cual se reconocen y amplían los derechos a favor de
los que sufrieron la represión durante la guerra y la dictadura. Cabe decir que el 20 de
noviembre de 2002 (fecha trascendental por coincidir con la muerte del dictador) el
Congreso de los Diputados condenó por unanimidad el franquismo y reconoció
moralmente a las victimas del mismo. La polémica también se avivó con el debate
generado por la retirada de la estatura ecuestre de Franco situada frente a Nuevos
Ministerios. Esta polémica fue el ejemplo más claro de las resistencias todavía
existentes a día de hoy a la hora de retirar placas conmemorativas del franquismo y sus
lugares de culto como el Valle de los Caídos. Cabe decir que en este lugar hasta hace un
año las manifestaciones y rememoraciones franquista eran totalmente legales.

A la aprobación de la Ley para la para la Memoria Histórica siguió la ceración,


por parte de Emilio Silva y Santiago Macías, de la Asociación para la Recuperación de
la Memoria Histórica orientada a la localización y excavación de fosas comunes y a la
divulgación de toda información referente a las mismas. En 2007 también se avivó la
polémica por la desestimación de las denuncias presentadas por los familiares de
victimas expuestas antes la Ausencia Nacional, que terminó con la nulidad del proceso
tras una esperanzadora pero efímera actuación del juez Baltasar Garzón (encargado

9
también del proceso emprendido contra el dictador chileno Augusto Pinochet). Por
último, pues sobre todos estos aspectos profundizaré más tarde, se llegó al cenit de la
polémica con el debate suscitado por la devolución de los llamados “Papeles de
Salamanca” o documentos que fueron confiscados por el ejercito sublevado tras la
ocupación de Cataluña y que sirvieron para la “Causa General contra la Masonería y el
Comunismo”, que no fue sino la redacción por escrito de la legitimación del alzamiento
y la persecución de todo aquel susceptible de pertenecer al bando legal republicano.

Así pues, son muchos y complejos los aspectos a tratar y a clarificar pues el
debate sobre las masacres, la memoria histórica y los documentos de la Guerra Civil
sigue más vivo que nunca. Es por ello que a través de esta memoria trataré de sintetizar
lo más pormenorizadamente posible el hecho histórico de las masacres aportando las
opiniones de distinto signo vertidas al respecto; para poder más tarde exponer un
análisis sobre el tratamiento sufrido por éstas tras la transición y la democracia al calor
de la polémica sobre la memoria histórica y el reconocimiento legal de las victimas de
la guerra y la culpabilidad de sus verdugos.

El tema de las masacres de la Guerra Civil se perfila como una de los más
oscuros, trágicos y en consecuencia menos tratados por la historiografía tanto española
como extranjera. El carácter de las masacres y las huellas morales dejadas en muchos
familiares nunca ha sido abordado hasta la actualidad. Después del 70 aniversario de la
guerra y tras 40 años de dictadura muchas de las masacres fueron silenciadas y
manipuladas incluso por los mismos familiares y parientes de las víctimas, pues el
miedo y la represión de la dictadura impidieron todo intento de honrar a los muertos
republicanos. Mientras éstos eran considerados como monstruos integrantes de la anti-
España, los caídos del bando contrario eran honrados con conmemoraciones y
considerados mártires del nuevo régimen. Las familias de unos no pudieron ni llorar a
sus muertos, mientras las de los otros pudieron llorarles, honrarles y beneficiarse de las
prebendas del régimen que ayudaron a instaurar. Las dificultades por encontrar las fosas
comunes aumentan sobretodo en las provocadas por el bando franquista, ya que muchos
de las y los asesinadas no fueron registrados en los archivos civiles de defunciones y en
muchos casos en los que si fueron registrados la causa de su muerte se halla
manipulada. Además, tras la victoria del bando “nacional” muchos de estos registros
fueron destruidos como así pasó tras la muerte del dictador.

10
Es por ello que los obstáculos y dificultades aumentan a la hora de poder tratar
históricamente un tema tan delicado como éste, teniendo que recurrir en muchas
ocasiones a testimonios de testigos o a indagar someramente en los archivos todavía
conservados. Antes de tratar en profundidad la historiografía generada por al guerra, la
represión y las masacres es preciso elaborar un pequeño marco descriptivo sobre las
masacres, destacando las más importantes, llevadas a cabo por ambos bandos, con
metodologías y motivaciones distintas. No obstante existe una gran dificultad a la hora
de proponer distintas visiones sobre las masacres, ya que su tratamiento historiográfico
ha sido, al menos hasta la actualidad, deficiente y manipulado. No obstante, se cuenta en
la actualidad con varios estudios serios y bastante objetivos que permiten al menos un
conocimiento suficiente al respecto. Para este análisis de las principales masacres
utilizaré dos de las fuentes más rigurosas y contrastadas, como son la obra de Santos
Julía1 y de los fundadores de la Asociación para la Recuperación de la Memoria
Histórica, Emilio Silva y Santiago Macías2. A través de ambas obras, completadas con
la obra de Cesar Alcalá3 y la de Agustín de Foxá4, se puede establecer una visión
completa sobre lo que fue la represión de ambos bandos materializada a través del cruel
acto de los fusilamientos y las masacres.

1. SIGNIFICADO DE LAS MASACRES EN LOS DOS BANDOS


ENFRENTADOS

En primer lugar es necesario establecer las motivaciones de ambos grupos y su


metodología para poder comprender como se llegó a la espiral de violencia política que
llevó al país a escindirse en dos mundos irreconciliables. El estudio de Santos Juliá
sobre las masacres nos ayuda a entender estos aspectos y las causas por las que se
multiplicaron las masacres por todo el territorio español, incluso por aquellas zonas
alejadas del frente y sin una previa implicación política. En primer lugar, Juliá alude a la
delicada situación producida por el golpe de Estado, la cual se caracterizó por un estado
1
JULIÁ, Santos (coord.), Victimas de la guerra civil, Editorial Temas de Hoy, Madrid, 1999.
2
SILVA, Emilio et MACÍAS, Santiago, Las fosas de Franco, los republicanos que el dictador dejó en las
cunetas, Editorial Temas de Hoy, Madrid, 2003.
3
ALCALA, Cesar, Checas de Barcelona: el terror y la represión estalinista en Cataluña al descubierto,
Editions Belacqua, Barcelona, 2005.
4
DE FOXÁ, Agustín, Madrid de Corte a checa, Madrid, Ciudadela de Libros, 2006.

11
de rebelión y de revolución en torno a una República atacada por todos los frentes,
incluso y desgraciadamente desde su propio terreno. Quedó claro que las urnas no
resolverían las problemáticas que sufría España desde tiempo atrás, todo ello quedó
evidenciado a través de los denominados “levantamientos plebiscitarios” 5. Dichos
levantamientos fueron secundados por fuerzas de izquierda como de derechas y
anunciaban la futura violencia que, en defensa de la sociedad futura o pasada, se
extendería por España. El golpe militar quedó frustrado al no contar con la totalidad del
ejército y las fuerzas del orden para su causa, es por ello que la liquidación de los
militares leales será la primera misión de los sublevados. Además se dio lugar a que
grupos de civiles muy movilizados tomaran las armas y las calles para plantar cara a los
militares insurrectos. Por tanto, se dio una situación de rebelión no triunfante y de
revolución multiforme que daría lugar a una guerra con distintos apelativos, desde
guerra de clases, guerra de religión, guerra de nacionalismos, guerra entre dictadura y
democracia o entre fascismo y comunismo.

Santos Juliá, gran especialista en la materia, considera a la Guerra Civil como un


enfrentamiento situado como si de una bisagra se tratara entre dos tiempos, entre un
siglo XIX de sublevaciones y un siglo XX de guerra total. En definitiva, se trata una
guerra con carácter tradicional pero que a su vez cuenta con un carácter moderno y
destructivo, precedente inmediato de la Segunda Guerra Mundial. La indeterminación
tanto de la rebelión como de la respuesta revolucionaria darían lugar a un distinto
devenir histórico bien diferenciado dependiendo de las distintas zonas geográficas
españolas, como se verá posteriormente. Como apunta Juliá, los militares no buscaron
en principio ninguna legitimación, les bastaba con ver que el gobierno republicano
estaba controlado por organizaciones obreras revolucionarias, así como sectas y
sindicatos de inspiración foránea. Fue la propia jerarquía eclesiástica quien legitimó el
golpe, considerándolo una lucha justa contra ideologías ajenas a España, como el
liberalismo venido de Francia o el comunismo traído desde Rusia. Se trató,
paradójicamente, de una “guerra contra el invasor” en la que no existía ninguna
posibilidad de pacificación. Dicha guerra contra el invasor fue también considerada por
el bando republicano, en primer lugar por ser los lideres de la rebelión del ejército
africanista y por contar con el apoyo del fascismo europeo. El recurso a políticas de

5
UCELAY-DA CAL, Enric, Buscando el levantamiento plebiscitario: insurreccionalismo y elecciones,
Barcelona, Revista Ayer, 1995.

12
exterminio estaba claro para ambos bandos6, en el bando insurgente la represión y la
muerte estaban unidos a la construcción de un nuevo poder, por el contrario, en el bando
leal, la represión y la muerte estaban ligadas al hundimiento de todo poder.

Metodológicamente las masacres cometidas por el bando franquista


respondieron a decisiones fríamente tomadas por los mandos militares y los grupos
civiles que les apoyaron. La muerte del rival era un fin en si mismo y objetivo
primordial para crear el nuevo estado fascista o nacional-católico. Para el bando
republicano las masacres fueron la prueba de la inexistencia temporal del estado y por el
odio y la violencia espontánea. En el bando franquista las masacres se orientaban a la
creación de un estado fuerte y autoritario, y en le bando republicano dieron lugar a una
atomización de poderes que no logró sustituir al poder legítimo. Los militares, y sus
más fieles aliados del clero y del fascismo, se impregnaron de una violencia vengativa y
con carácter purificador que no concluirá hasta los años 40 coincidiendo con el final de
la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo en el bando republicano las masacres
remitieron a medida que el gobierno se reconstruía 7. Además la propia revolución
contaba con un fuerte carácter redentor e incluso milenarista. De ahí que la violencia
por la religión o en contra de esta requiera una posterior mención aparte (Manuel
delgado). En definitiva, la metodología y motivaciones del bando sublevado partían de
crear a través del derramamiento de sangre un nuevo estado, y las del bando
republicano, partían del miedo, la ansiedad y los ataques del adversario. En estas
circunstancias fue imposible el perdón y la negación clamada tanto desde el propio país
como desde el extranjero.
6
“En este trance de la guerra yo ya he decidido la guerra sin cuartel. A los militares que no se hayan
sumado a nuestro Movimiento, echarlos y quitarles la paga. A los que han hecho armas contra nosotros,
contra el ejército, fusilarlos. Yo veo a mi padre en las filas contrarias y lo fusilo. Cualquiera que sea
abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado. Hay que sembrar el terror, dejar
sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”,
General Mola.
“Ya conocerán mi sistema: por cada uno de orden que caiga, yo mataré a diez extremistas por lo menos, y
a los dirigentes que huyan, no crean que se librarán con ello; les sacaré de debajo de la tierra si hace falta,
y si están muerto los volveré a matar”, General Quipo del Llano.
“No hay redención sin sangre, y bendita mil veces la sangre que nos ha traído nuestra redención”, General
Franco.
“Existen sólo dos caminos, victoria para la clase trabajadora, libertad, o victoria para los fascistas lo cual
significa tiranía. Ambos combatientes saben lo que le espera al perdedor. Nosotros estamos listos para dar
fin al fascismo de una vez por todas, incluso a pesar del gobierno Republicano”, Buenaventura Durruti.
7
“Levanto mi voz para oponerme al sistema y afirmar que se han acabado los “paseos”. Hubo días en que
el Gobierno no fue dueño de los resortes del poder. Se encontraba impotente para oponerse a los
desmanes sociales. Aquellos momentos han sido superados. Es preciso que el ejemplo de la brutalidad
monstruosa del enemigo no sea exhibido como el lenitivo a los crímenes repugnantes cometidos en casa”,
Manuel de Irujo, ministro de Justicia republicano.

13
Tras el golpe militar, que triunfó en buena parte del país, los militares se
dedicaron a regar con sangre las calles y barrios de ciudades y pueblos para cortar de
raíz todas las posibles resistencias. Mientras, según Julián Casanova colaborador en la
obra de Juliá, fue muy costoso y sangriento abortar la sublevación en Madrid y
Barcelona, principales ciudades del país y desde entonces símbolos de la resistencia
antifascistas. Las resistencias, tanto en uno u otro bando, serían respondidas con el
exterminio. El carácter de guerra larga que se consolidó tras la victoria parcial de los
militares, supuso la implantación de un clima de terror en la zona franquista, mientras
en la zona republicana donde perdieron los insurgentes se produjo la toma de armas por
parte de los grupos sindicales y el inicio de un proceso revolucionario también
vengativo. Fue, según Casanova, ese golpe contrarrevolucionario que intentaba frenar la
revolución el que la acabó por desencadenar. Con todo ello, el profesor Casanova,
afirma que dentro de esa Guerra Civil hubo varias guerras.

Los sublevados usaron una terrorífica máquina del terror que logró destruir la
capacidad de resistencia de las organizaciones obreras, intimidando a los adversarios
menos activos y exterminando a sus más destacados enemigos. Se trataba de un nuevo
triunfo del militarismo frente a la política civil, como ya había pasado en 1923 con la
dictadura de Miguel Primo de Rivera. Pusieron en práctica un “terror caliente” que
acabó con los políticos y sindicales más significados. La ley fue sustituida por el
marcialismo militarista, que despreciaba los derechos humanos y rendía culto a la
violencia y la muerte. Entre las motivaciones de los militares y sus partidarios se unían
el patriotismo exaltado, la exacerbada religiosidad, los odios políticos y personales. Las
bandas de asesinos protegidos por militares y terratenientes se multiplicaron así como
una crueldad sin freno alguno. Así el verano sangriento de 1936 comprende más del 50
por ciento de las masacres de toda la guerra. Fue en las zonas de mayor arraigo
izquierdista donde se puso en marcha un exterminio “quirúrgico de urgencia” como en
Navarra, Zaragoza, Andalucía o Extremadura. La delación o incautación de nombres de
frentepopulistas era suficiente motivo como para “pasear” a una determinada persona.
La muerte se daba tras una detención previa en edificios habilitados como cárceles. Allí
llegaban los acusados tras haber sido separados de sus familias sin más razón que la
obligación de presentarse en el ayuntamiento o las dependencias judiciales al efecto.
Tras la detención se producía la “saca” y el “paseo” generalmente a través de batallones

14
de castigo y al alba. En las primeras matanzas no solía haber autoridades judiciales que
levantaran los cadáveres, solo un sacerdote para confesar por última vez a los detenidos.
Cuando los muertos no cabía en los cementerios se recurría a grandes fosas comunes,
donde los asesinados eran enterrados sin ningún tipo de procedimiento o anotación.
Solo la condición de militar podía ayudar a salvar a una persona de la sanguinaria
venganza fascista.

Por su parte la respuesta en el bando republicano no se hizo esperar contra todos


aquellos sospechosos de apoyar el golpe de estado que trajo la guerra a España. Los
primeros en ser fusilados fueron los que apoyaron la sublevación del 18 de julio en
Barcelona, ajusticiados en 11 de agosto en el castillo de Montjuïc. Poco después les
seguirían los militares sublevados de Madrid y más tarde las guarniciones sublevadas de
aquellas ciudades donde no triunfó el golpe. Muchas ciudades se llenaron de la sangre
derramada por derechistas asesinados por milicianos impacientes ante la lucha contra el
fascismo. El ambiente de impunidad de los primeros momentos propició un aumento de
las victimas, principalmente en la capital del país que pasaría a ser conocida por la
historiografía franquista como la gran checa de España. La limpieza del enemigo fue
utilizada por ambos bandos y la única diferencia era su objetivo y la zona bajo distinto
poder en el que se encontraba. Como en el bando contrario, se promocionaba mediante
la propaganda la muerte del enemigo, en este caso la “caza de fascistas”. No obstante
los “actos de terrorismo individual” y las represalias decrecerían al comienzo de 1937, a
diferencia de lo que ocurrió en el bando franquista. Los asesinatos se producían de
manera muy similar a los del otro bando salvo que el objetivo era bien distinto. Muchos
consideraron que para consolidar la revolución era necesario eliminar a los “parásitos”
del pueblo. Nada ni nadie pudieron impedir dichas matanzas durante los primeros meses
de la guerra. Se trató en definitiva de la lucha de unos por salvar a toda costa y con todo
rigor a la nación de la anarquía o el marxismo, bajo la bendición de la Iglesia; y para los
otros de una lucha por la revolución en la que debía eliminarse todo tipo de poder y
opresión.

15
2. LAS MASACRES EN LA ESPAÑA FRANQUISTA

Una vez establecidos estos puntos sobre como se produjeron las matazas es el
momento de citar las más importantes y desgraciadamente más conocidas. Los libros
anteriormente citados sirven como fuente principal a la hora de perfilar cuales fueron las
principales matanzas cometidas por ambos bandos.

2.1. Andalucía
El primer lugar donde se desencadenaron las masacres franquistas con toda su
crudeza fue Andalucía, región de grandes contrastes donde convivían inmensos
latifundios pertenecientes a las tradicionales familias terratenientes junto con una gran
masa jornalera con significada inspiración obrera y esencialmente anarquista.

a) Sevilla:
La capital de Andalucía, Sevilla, cayó muy pronto en manos del bando
sublevado, dirigido el ejército del sur por el sanguinario Quipo del Llano, al cual se
acabaría conociendo con el triste apelativo de “carnicero de Sevilla”. Utilizó
propagandísticamente Radio Sevilla para infundir miedo entre la población mientras su
artillería atacaba el Ayuntamiento y el edificio del Gobierno Civil de la ciudad. Su terror
indiscriminado puede perfilarse a través de Antonio Bahamonde8, agregado del general,
el cual apunta a la violencia practicada por el general con la ayuda de falangistas y
carlistas9. Del Llano utilizó a los tercios africanistas y las tropas mercenarias moras para
acabar con toda resistencia obrera en Sevilla. La mínima excusa sirvió para conducir a
los prisioneros a las murallas del barrio de la Macarena. La limpieza política del general
y sus subordinados se unió a una legitimación a través del monopolio de los medios de
comunicación de la ciudad a través de los cuales se extendía la falsa acusación de
traidores vertida contra los que se mantuvieron fieles al orden republicano. La represión
en Sevilla es difícil de investigar ya que se dictaminó no inscribir los asesinatos en el
Registro Civil para evitar dejar cualquier rastro de la matanza cometida. Las cifras
arrojadas por el terror en Sevilla ascienden, según las estimaciones de los estudios

8
BAHAMONDE, Antonio, Un año con Quipo del Llano (Memorias de un nacionalistas), Sevilla, Espuela
de Plata, 2005.
9
“(…) dejaban tantos cadáveres en el suelo que tenían que amontonarlos contra las paredes de las casas
para que pudieran pasar los automóviles que, provistos de ametralladoras, circulaban por toda la ciudad”.

16
provinciales más recientes y completos dirigidos por F. Espinosa, Juan Ortiz y N.
Salas10, a unos 8000 fusilamientos de los cuales 3028 corresponden a la capital hasta
enero de 1937. Por último es destacable la acusación de Ian Gibson contra el general
Quipo del Llano al que acusa como máximo responsable del asesinato de García Lorca
al emitir desde Sevilla las ordenes para fusilar a destacados intelectuales andaluces.

b) Málaga
Málaga fue la primera ciudad de la que salió un diputado del Partido Comunista
de España. El auge del obrerismo (socialista, anarquista y comunista) llevó a denominar
a la ciudad durante la época como Málaga la Roja. No obstante existía un elevado
número de conservadores y ultraconservadores. Al estallar la guerra la provincia quedó
aislada del resto del territorio republicano y en febrero de 1937 fue atacada por el
ejército fascista, con gran apoyo de italianos, hasta su ocupación el 7 del mismo mes. La
ciudad sufrió uno de los mayores castigos dados en todo el territorio español. Varios son
los episodios que marcan la trágica caída de la ciudad en manos franquistas. El libro de
Santiago Macías y Emilio Silva nos narra el hundimiento del submarino C 3 apostado
en el puerto de Málaga, donde se acantonaron varios oficiales leales a la república y que
fue hundido por orden de Quipo del Llano, matando a 37 de ellos sin haber sido todavía
recuperados sus cuerpos ni reflotado el submarino de la costa malagueña 11. Otro de los
sangrientos episodios se trata de la llamada “caravana de la muerte”, debido a la
matanza ocasionada por las tropas franquistas en la carretera que unía Málaga con la
ciudad vecina de Almería12. En dicha carretera encontraron la muerte entre 3000 y 5000
del total de personas que huían de la capital malagueña tras ser tomada por los
franquistas. El total de fusilados por el terror franquista en la provincia de Málaga,
enterrados en fosas comunes principalmente en el cementerio de San Rafael, ronda los
7000 según los estudios de A. Nadal Sánchez, que calcula unos 2537 en la capital entre
mediados de febrero de 1937 hasta 1940. Otros estudios, no tan detalladamente
completos como el de Nadal, trasladan la cifra hacia las 20000 víctimas de las cuales se
conocen el nombre de 4100 enterrados en el citado cementerio. Por el contrario se cifra
en 2607 las víctimas de la represión republicana.

10
Recogidas en: JULIÁ, Santos (coord.), Victimas de la guerra civil, Editorial Temas de Hoy, Madrid,
1999.
11
SILVA, Emilio et MACÍAS, (2003) pp. 135-150.
12
BARRANQUEIRO TEXEIRA, Encarnación y PRIETO BORREGO, Lucía, Población y guerra civil
en Málaga: Caída, éxodo y refugio, Málaga, Diputación de Málaga, 2007.

17
c) Córdoba
La provincia de Córdoba sufrió también unas importantes represalias por parte
del ejército franquista, incrementadas por se momentáneamente un importante frente de
batalla ante la intención de reconquistar la ciudad por parte de las tropas republicanas
comandadas por el general Miaja. Uno de los mejores conocedores de las matanzas
cometidas en la capital cordobesa y su provincia es el historiador Francisco Moreno
Gómez, autor de importantes libros al respecto13. Este autor valora el odio vertido en la
ciudad por el fascismo el cual cifra, a través de su seria y contrastada investigación, en
9579 por parte del bando franquista y 2060 la represión republicana. La ciudad sufrió
por tanto el doble terror de los adversarios de la guerra, dicho terror fue también
estudiado por Gabriel Jackson. El principal artífice de esta masacre, caracterizada por
Moreno como una actuación similar a la Solución Final nazi, fue el enviado de Queipo
del Llano, el teniente coronel Bruno Ibáñez. Todos los asesinados fueron abandonados
en los cementerios de la ciudad, tras su paso por la cárcel de Córdoba o por el Alcázar
de los Reyes Cristianos, la gran mayoría sin identificación ni registro alguno. El
historiador Moreno apunta a que tras el triunfo de la sublevación de la ciudad se dio un
genocidio premeditado cuya proporción nunca podrá ser concebida completamente al
haberse utilizado todo tipo de medidas de ocultación y desaparición de pruebas. Desde
las personalidades del Frente Popular la violencia se extendió a la gran masa de
ciudadanos cordobesa, haciéndose tristemente famosos lugares como el cortijo de El
Telégrafo y los asesinatos de intelectuales como el poeta José María Alvariño. Por
último es destacable también la actuación de la agrupación guerrillera antifascista
denominada “Niños de la Noche”14 que actuó a través de asaltos y sabotajes en los
alrededores de la ciudad.

d) Granada
La represión emprendida en Granada cobró también una gran magnitud, unida a
su vez al simbolismo provocado por el asesinato del genial poeta Federico García Lorca.
La represión en la provincia y capital granadinas puede ser estudiada a través de la
importante obra de Rafael Gil Bracero 15, especialista en la materia, y también sin duda
13
MORENO GÓMEZ, Francisco, El genocidio franquista en Córdoba, Barcelona, Crítica 2008.
MORENO GÓMEZ, Francisco, La guerra civil en Córdoba, 1936-1939, Madrid, Ed. Alpuerto, 1985.
14
JULIÁ, Santos (1999), Victimas de la guerra civil, pp. 199-201
15
GIL BRACERO, Rafael, Conspiración y sublevación en Granada (dentro de la obra de GÓMEZ
OLIVER, Miguel Carlos y RUÍZ-MANJÓN Octavio, Los nuevos historiadores ante la guerra civil
española), Granada, Diputación Provincial de Granada, 1990.

18
alguna, mediante el análisis emprendido por el historiador Ian Gibson referente a la
muerte del poeta16. Ambos autores, el primero desde el plano más rigurosamente
histórico, y el segundo a través de la vida, obra y muerte del poeta granadino, nos
permiten adentrarnos en las violentas jornadas vividas por la ciudad de Granada, antes,
durante y después del golpe de estado. En primer lugar hay que decir que la represión
granadina se unió a las dadas en las otras capitales andaluzas, caracterizada por un odio
exacerbado que alcanzó con seguridad las 5048 victimas según Gil Bracero, cuyas
estimaciones, que no puede asegurar con totalidad ante las dificultades existentes, se
calculan en torno a las 12354 víctimas17.

Cabe decir, antes de anotar ciertos datos sobre la muerte de Lorca estudiada por
Gibson, que Granada sufrió un fraude electoral por parte de las derechas solo repetido
en la ciudad de Cuenca y algunas poblaciones gallegas. Dicho fraude dio lugar a una
rápida sucesión de gobernadores civiles y a un aumento de la conflictividad social. Todo
ello estallaría una vez lanzada la sublevación, narrada con especial brillantez por
Gibson. El autor no se centra solo en la figura del poeta, sino que a través del relato de
su muerte indaga en la situación sufrida por la ciudad tras el golpe de estado. Gibson
relata como el 19 de agosto de 1936, un día antes según Manuel Titos Martínez, fue
asesinado por un grupo de Falangistas (en su última obra Gibson atribuye el asesinato a
Ramón Ruiz Alonso, líder local de la CEDA). Gibson alude al odio adquirido contra
Lorca por los terratenientes locales al tratarse el poeta de un cacique progresista, pero en
ningún caso un intelectual cercano a las tendencias revolucionarias que le ha achacado
la historiografía franquista desde su muerte. Por otro lado, según Jean Louis
Schomberg18, la muerte del poeta se debió a un ajuste de cuentas entre homosexuales
granadinos, teoría rebatida por Gibson. En definitiva, pues el libro de Gibson y la
muerte del poeta necesitarían un estudio más detenido, hay que decir que el poeta fue
asesinado por socialista, humanista y homosexual, motivos suficientes para que el odio
político, la envidia y los prejuicios machistas de los sublevados acabaran con él en el

GIL BRACERO, Rafael, El ejército nacional en la provincia de Granada. Guerra civil en Andalucía
Oriental, 1936-1939, Granada, IDEAL, 1986
16
GIBSON, Ian, La represión nacionalista en Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca,
Ruedo Ibérico, París, 1971.
GIBSON, Ian, Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, Madrid, Debolsillo, 2006.
17
Según los registros civiles del cementerio de Granda constan entre los años 1936 y 1939 los nombres de
2137 fusilados, no obstante la fiabilidad de estas cifras ha sido criticada por Gil Bracero y otros
especialistas a causa de la manipulación existente en el Anuario Estadístico de España de 1943 y la
Reseña Estadística de la provincia de Granda de 1956.
18
SCHOMBERG, Jean-Louis, Federico García Lorca, l´homme – l’ouvre, Paris, Plon-Parution, 1956.

19
barranco de Viznar, donde cerca de 70 años después siguen en paradero desconocido sus
restos.

2.2. Cataluña

a) Lérida
La guerra en Cataluña tomó para los republicanos un carácter especial, al tratarse
de la zona más industrial y principal foco de fabricación del tan necesitado armamento
pesado. El apoyo al republicanismo era casi incondicional en Cataluña, comunidad que
además contaba con un reconocimiento de su autogobierno a través de la Generalitat.
Cataluña, la zona más poblada e industrial del estado, era el único punto de contacto de
la República con Europa. Aquí la conquista se realizó a través de una gran dureza,
debido al sentimiento anticatalanista promulgado por los sublevados africanistas. Los
episodios más importantes fueron la crucial batalla del Ebro y los llamados “lunares de
Lérida”. La toma de dicha ciudad, situada en el oeste catalán y cercano al frente de
Aragón, se caracterizó por un ensañamiento exagerado incluso para algunos
profranquistas ilerdenses. La conquista de la ciudad estuvo precedida de importantes
bombardeos por parte de las fuerzas aéreas nacionales sin ninguna resistencia que se les
opusiera. Este bombardeo, que pudo cobrarse unas 400 víctimas civiles, se pone en
relación al ocurrido en Guernica un año atrás. Los franquistas hicieron también aquí
todo lo posible por borrar de la historia dicha agresión. Un hecho importante es la
ejecución del importante político catalanista Manuel Carrasco i Formiguera, suceso que
trajo tiranteces entre el gobierno franquista de Burgos y el Vaticano. La nota
característica de la ocupación de Cataluña era su deber de ser “españolizada”19.

Con la penetración sublevada en Cataluña el territorio republicano quedó


escindido en dos partes, mientras tantos se daban un sinfín de ataques físicos y
económicos contra Cataluña. La principal fosa de Lérida la constituyó su cementerio 20
en el cual serían enterrados tanto las víctimas de los bombardeos como de las
posteriores represalias hasta alcanzar una cifra cercana a los 450 asesinados, más unos

19
Palabras del falangista Maximiano García Venero: “podía oírse con frecuencia en ciertos medios la
afirmación de que Cataluña debería ser sembrada de sal. Se llega a unos niveles tan altos de xenofobia
que ha de ser el propio general Franco quien emita una orden para atajar el genocidio que se estaba
cometiendo (…)”
20
SILVA, Emilio et MACÍAS, Santiago (2003), pp. 231-238.

20
300 fusilados más que añaden a dicho computo Solé y Villaroya. Por último hay que
destacar el episodio de la invasión del Vall d’Aran iniciada por milicianos antifascistas
desde la frontera francesa en 1944.

2.3 Norte y Aragón

a) Asturias
La toma de Asturias, zona minera y socialista por excelencia, por parte del
ejército franquista en octubre de 1937 supuso un punto de inflexión en el desarrollo de
la guerra. Muchos historiadores opinan que la guerra ya estaba decantada por entonces a
favor de los sublevados pero que fue deseo de Franco prolongarla durante una año y
medio más21. Se habla de la crueldad del ejército moro en tierras asturianas y las
matanzas ocurridas en las principales ciudades, principalmente Gijón y la capital,
Oviedo. Tanto en el medio rural como urbano aparecieron a cientos cadáveres sin
identificar, actualmente, son muchas las fosas clandestinas diseminadas por Asturias. En
las llamadas cuencas mineras, núcleo principal izquierdista donde se fraguó la
revolución de 1934, la represión alcanzó sus mayores proporciones. A la represión se
unió el poder caciquil de la zona, las rencillas de antaño y el problema de los huidos.
Asturias fue uno de los escenarios donde más abundaron los campos de concentración,
habilitados apresuradamente para dar cabida al gran número de presos que llenaron las
prisiones. Los mineros, de tradición mayoritariamente revolucionaria, fueron los más
castigados, constituyendo cerca del 75 por ciento de los asesinados. Como apuntan Solé
i Sabaté y Villaroya22, en su colaboración en la obra de Juliá, el conocimiento y alcance
de la represión cuenta con muchos silencios todavía debido a la ocultación de los
“paseos” y a los fusilamientos producidos fuera del territorio asturiano. No obstante la
cifra arrojada por los estudios de J.R. Muñoz, Mª E. Ortega y la Asociación de Viudas,
cifra el número de víctimas en unos 5952 asesinados.

b) Aragón
Aragón se convirtió durante la guerra en una de las regiones más devastadas por
la guerra y uno de los territorios donde mayor implicación hubo para ambos bandos

21
JULIÁ, Santos (1999.), pp. 208-217.
22
SOLÉ y SABATÉ, Joseph y VILLAROYA, Joan, Capítulo Segundo: Avance franquista y represión. La
campaña del Norte y la ofensiva de Aragón (dentro de la obra de JULIÁ, Santos, Victimas de la guerra
civil).

21
beligerantes. Los hitos más importantes durante la guerra en Aragón fueron el triunfo de
la sublevación en la capital Zaragoza, debido a la tardanza, promovida por el temor, de
las autoridades civiles de dotar de armas al pueblo para hacer frente a la importante
guarnición militar sublevada. También es importante la batalla de Teruel, una de las más
duras vividas durante la guerra y que tras varias ocupaciones acabaría en manos de los
franquistas. Destaca también la formación del llamado Consejo de Aragón con sede en
la localidad de Caspe y creado por las milicias anarcosindicalistas y trotskistas del
POUM durante los dos primeros años de la contienda a causa de las colectivizaciones
dadas en la frontera de Aragón con Cataluña. Por último es destacable la destrucción de
la localidad de Belchite, que quedó prácticamente en ruinas y se mantuvo de tal manera,
según muchos historiadores, con la intención de infundir miedo a los derrotados. Así
pues, debido al peso del obrerismo en la región, se llevaron a la práctica un gran número
de represalias que acabarían con la revolución social iniciada y que dejarían un gran
número de bajas en las principales ciudades (Zaragoza, Huesca, Teruel, Barbastro,
Albarracín…) según las estimaciones y estudios de varios especialistas 23. En total se
calculan unas 6029 víctimas de la represión franquista y unas 742 de la republicana, no
obstante los continuos cambios en la línea del frente dificultan en sobremanera una
correcta y completa estimación al respecto. Como caso excepcional y totalmente
estudiado resalta la matanza cometida en los llamados pozos de Caudé 24, en relación con
la represión posterior a la batalla de Teruel, donde se arrojaron a dichos pozos a más de
mil personas tras ser ejecutadas.

23
Julia Cifuentes y Pilar Maluenda para Zaragoza, María Pilar Salomón para Huesca y Ángela Cenarro
para Teruel. A estos estudios se unen los del profesor Julián Casanova.
24
SILVA, Emilio et MACÍAS, Santiago, Las fosas de Franco, los republicanos que el dictador dejó en
las cunetas, pp. 151-167.

22
3. MASACRES REPUBLICANAS

Para el estudio concreto de las matanzas republicanas se pueden usar las obras
de Santos Julía25, que aun prerrepublicano cuenta con gran objetivismo, y de César
Alcalá, de tendencia conservadora.

3.1. Madrid, Barcelona y Valencia

a) Madrid
La capital de la república hasta el otoño de 1937 fue testigo de un gran número
de depuraciones políticas y fusilamientos, debido a ser el principal centro político del
país, sede del gobierno y principal ciudad del territorio español. Tras la derrota de la
sublevación con la toma, por parte de las fuerzas leales auxiliadas por las milicias, de la
guarnición del Cuartel de la Montaña y de Carabanchel, se comenzó una represión
muchas veces indiscriminada orientada a los sublevados o los sospechosos de apoyarlos.
En Madrid se multiplicaron las checas, centros de detención e interrogación, de donde
saldrían muchos detenidos ser fusilados en las cercanías de la villa. Las fuerzas
republicanas fueron desbordadas en los primeros meses de la guerra por las “policías
paralelas” impuestas por los principales sindicatos y partidos políticos. Muchos
historiadores, como Agustín de Foxá2627, coinciden al afirmar que el caos revolucionario
unido al miedo ante el avance franquista, promovieron una eliminación indiscriminada
de empresarios, burgueses, terratenientes y un gran número de eclesiásticos 28. Otros
historiadores apuntan a que además de ello hay que sumar la reacción popular ante las
noticias referentes a las matanzas franquistas en el sur así como el temor ante las
actividades de la “quinta columna” en la retaguardia. Este fenómeno, según Javier
Cervera, fue especial en la capital del país, pues además de desafectos o derrotistas
contrarios a la República, existía una red unida al espionaje internacional que utilizaba
embajadas o pisos francos protegidos diplomáticamente para promover su actividad. Su
detección era difícil y su actividad muy peligrosa y destructiva como se pudo observar

25
SOLÉ y SABATÉ, Joseph y VILLAROYA, Joan, Capítulo Cuarto: La represión en zona republicana
(dentro de la obra de JULIÁ, Santos, Victimas de la guerra civil), pp. 241-267.
26
DE FOXÁ, Agustín, Madrid de Corte a Checa, Madrid, Ediciones Jerarquía, 1938.
27
VIDAL, César, Checas de Madrid: las cárceles republicanas al descubierto, Barcelona, Best Sellers
Debolsillo, 2004.
28
CARO BAROJA, Julio, Introducción a una historia contemporánea del anticlericalismo español,
Madrid, Istmo, 1980

23
en muchos episodios tráficos de la guerra. José María Carretero, cercano al régimen,
considera como mártires de los quintacolumnistas destacando el sacrificio realizado así
como los distintos medios a través de los cuales minaron la vida cotidiana y la moral de
los republicanos así como las ayudas que ofrecieron a los cercanos al franquismo29.

En la obra de Santos Juliá encontramos una acertada síntesis de lo que fue la


quintacolumna madrileña, que desde la clandestinidad promovía su actividad con apoyo
logístico de la OVRA italiana y la Gestapo alemana. Por último, se debe mencionar,
aunque todavía no entrar en detalle, las “sacas” producidas en las cárceles madrileñas
(principalmente la Modelo aunque también existían las de Las Ventas, Porlier y San
Antón) y que llevarían a los sucesos de Paracuellos de Jarama y de Torrejón de Ardoz
que serán tratados con posterioridad debido a las polémicas historiográficas suscitadas.
La represión desencadena en Madrid sería controlada, como trataré de exponer a lo
largo de la memoria, a partir de la primavera de 1937 con la llegada al poder de Juan
Negrín unido a la recomposición del poder estatal. Madrid sufrirá el constante acoso de
unas fuerzas franquistas cada vez más cercanas así como continuos bombardeos aéreos
(los primeros contra una capital de país) apoyados por Alemania e Italia. Madrid se
convirtió, aun contra todo pronóstico, en un emblema del antifascismo que a pesar de
todo no pudo librarse de las luchas intestinas, del caos del final del conflicto y de las
consecuencias unidas al golpe del general Casado. Tras su toma por los franquistas
comenzará una dura represión dispuesta a cobrarse una cruel revancha contra lo
ocurrido meses antes30. Las cifras para la represión republicana en Madrid se sitúan,
según los estudios de R. Casa de la Vega, en torno a 8815 victimas, mientras que la
represión franquista, nunca estudiada por completo, alcanzó solo para el cementerio del
Este de la capital una 2663 víctimas entre 1939 y 1944.

b) Barcelona
La capital catalana representa, junto con Madrid, otro de los símbolos de la
Guerra Civil debido a la multitud de sucesos que se dieron, tanto en el plano político
como en el social a lo largo de la guerra. Cabe destacar a priori, el peso del obrerismo y
del nacionalismo, y en general, el gran desarrollo político y social de la ciudad, máxima

29
ABELLA, Rafael, La vida cotidiana durante la guerra civil. La España republicana, Barcelona, 2006,
Planeta DeAgostini
30
El diario del ministro de asuntos Exteriores de la Italia de Mussolini, Galeazzo Ciano, da buena muestra
de cómo se desató la intensa represión franquista tras la definitiva toma de la capital.

24
expresión del anarquismo dentro del estado español. Se pueden apuntar varios
testimonios y obras que permiten acercarse a la situación que vivía la ciudad tras la
derrota de la sublevación, la cual fue difícil pero sofocada gracias a la colaboración de
las principales fuerzas políticas y sindicales con las fuerzas del gobierno. Las fuentes
para dicho estudio son por ejemplo el testimonio de George Orwell 31, la obra de Cesar
Alcalá32 y la de Pierre Vilar, uno de los mayores especialistas en la historia de Cataluña
durante la Guerra Civil33. El caso de Orwell es paradigmático, pues el autor vivió los
sucesos dados en Barcelona durante esos años de primera mano, sirviendo
posteriormente para adaptar su novela al mundo cinematográfico de la mano de Ken
Loach (Tierra y Libertad, 1994).

La obra de Orwell, militante del POUM (Partido Obrero de Unificación


Marxista de carácter antiestalinista) sirve para comprender como se desarrollaron las
luchas intestinas de la izquierda en la ciudad de Barcelona. Los sucesos de mayo de
1937 en los que se enfrentaron fuerzas gubernamentales de la Generalitat (Guardia
Civil) con apoyo del PSUC (Partido Comunista de Cataluña) y el POUM junto a una
parte de la CNT, la FAI (Federación Anarquista Ibérica) y FIJL (Federación Ibérica de
Juventudes Libertarias), en una pugna por el retorno a la legalidad republicana o el
mantenimiento de la revolución. Este elemento se dio en aquello meses en los que el
poder del estado se derrumbo y los grupos obreros más izquierdistas llevaron a cabo la
revolución social a través de comités revolucionarios obreros con confiscaciones de
industrias, tierras y comercias para su posterior colectivización. Orwell muestra en su
relato su proximidad al POUM y su simpatía por la CNT, pues ambos grupos, aun con
sus diferencias, se unieron para realizar la revolución que más tarde sería aplastada por
el estalinismo que se adueño de la ciudad tras dichos sucesos de mayo de 1937, y la
ilegalización y persecución del POUM que será tratada posteriormente. Así pues, se
trasluce del libro de Orwell una situación de dualidad de poderes durante 1936 y buena
parte de 1937, por un lado el gobierno de la Generalitat y por otro el de las milicias
populares y del Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña. Dicha dualidad
acabaría con la represión estalinista contra el POUM y la CNT-FAI. Dicha sovietización
31
ORWELL, George, Homenaje a Cataluña, Barcelona, Ediciones Destino, 2003 (primera edición en
1938)
32
ALCALA, Cesar, Checas de Barcelona: el terror y la represión estalinista en Cataluña al descubierto,
Editions Belacqua, Barcelona, 2005.
Historia de Cataluña, Barcelona
33
VILAR, Pierre (dir.), Historia de Cataluña, Barcelona, Ediciones 62, 1987.

25
estalinista de la Generalitat ha sido también tratada por Vilar, el cual considera que la
Generalitat acabó atada a los designios de Moscú y del PSUC, los cuales implantaron
una represión que no solo acabó con la vida de quintacolumnistas, derechistas ni
católicos, sino que también se cebó con otras fuerzas de izquierda.

La historia de las checas de Barcelona ha sido tremendamente utilizada por la


historiografía conservadora y neofranquista, a través del ya citado César Alcalá,
intentado resaltar dicha represión en detrimento de la cometida por el otro bando. Ante
la intencionalidad de estos autores es preciso contrastar su opinión con al autores más
reconocidos y serios, para de este modo acercase de manera fidedigna a la represión
emprendida por la izquierda en Cataluña. Alcalá habla con profusión de las checas de
Barcelona, destacando la persecución religiosa emprendida por las fuerzas
izquierdistas34 y estudiando la persecución civil y política emprendida tanto contra
fuerzas de derechas como de izquierdas por las diferentes facciones. Diferencia dos
momentos de la actividad de las checas, un primero cuando estas se hallaban bajo el
control de la CNT-FAI y un segundo bajo el mando de Erno Gerö, miembro de NKVD y
agente de Stalin en España. Alcalá completa su obra con un estudio sobre el Servicio de
Investigación Militar y la Brigada de Investigación Militar, así como del caso de caso de
Alfonso Laurencic y su papel en la implantación de las checas barcelonesas35.

El libro de Alcalá está orientado a mostrar la verdad de la represión republicana,


y aunque su esfuerzo es sincero acaba por entrar en demasiadas consideraciones
ideológicas que le hacen perderse al final de su escrito en un rencor enconado contra el
Frente Popular. Es por ello que los aspecto tratados por Alcalá pueden ser seguidos a
través de otras obras, como la citada de Juliá. El autor y sus colaboradores, Solé y
Villaroya, estudian la creación del Servicio de Inteligencia Militar tras la “semana
sangrienta” de mayo de 1937 en Barcelona. Explican los logros contra la
quintacolumna, la utilización de la metodología rusa en materia de contraespionaje y el
uso de terror. Destacan la detención y posterior fusilamiento de Rafael Sánchez Mazas,
uno de los fundadores de Falange. También es importante la creación de los Tribunales

34
Cita de Andreu Nin (líder del POUM) recogida por Alcalá: “la clase obrera ha resuelto el problema de
la Iglesia, sencillamente, no dejando en pie ni una siquiera”. Cita del Boletín Informativo de la CNT-FAI:
“los templos han sido pasto de las llamas, y los cuerpos eclesiásticos que no han podido escapar, el pueblo
dará buena cuenta de ellos”.
35
CHACÓN, R.L., Por que hice las checas de Barcelona: Laurencic ante el Consejo de Guerra,
Barcelona, Ed. Solidaridad Nacional, 1939.

26
de Alta Traición y Espionaje creados tanto en Barcelona como en Valencia. Por último
es necesario citar las cifras respecto a la represión republicana en Barcelona. Según los
ya conocidos Solé i Sabaté y Villaroya el número de victimas de la represión
republicana se cifra en unos 8352 por unos 1716 dejados por la represión franquista
durante y después de la guerra.

c) Valencia
Valencia fue, aunque en menor medida que Madrid o Barcelona, otra ciudad
donde se dieron masacres y represiones contra el adversario fascista. Destaca en
Valencia la creación del Comité Ejecutivo Popular de Valencia, en la línea de los
surgidos al calor de la revolución española de 1936. El gobierno central intentó frenar
su consolidación pero la fuerza del Frente Popular, la CNT y la UGT lo impidieron.
Finalmente el mismo Comité se plegaría a las pretensiones del gobierno central que se
trasladaría a la ciudad en noviembre de 1936. Dicho traslado sería el detonante de la
matanza de Paracuellos. La ciudad vivió también enfrentamientos entre milicianos
anarquistas, dolidos por el retroceso de la revolución, y grupos comunistas (estalinistas).
En esta ciudad destacó el intelectual y poeta Antonio Machado, miembro de la Alianza
de Escritores Antifascistas, que tras la victoria franquista hubo de exiliarse a Francia
muriendo poco después36. Debido a ser la nueva sede del gobierno se favorecieron las
purgas y las persecuciones políticas y civiles así como el bombardeo de la aviación
fascista hasta la toma de la ciudad el 30 de marzo de 1939. Por último, según los
estudios de V.Gabarda, las cifras de la represión republicana en Valencia ascienden a las
2844 victimas por unas 3128 producidas por el terror franquista desde la toma de la
ciudad y durante la posguerra.

3.2 Un caso paradigmático: el POUM y Andreu Nin

El caso del POUM requiere una ampliación explicativa por ser el ejemplo más
claro de Guerra Civil dentro de otra Guerra Civil. El caso del POUM, de tendencia
marxista revolucionaria en oposición al marxismo-leninismo ortodoxo, y su líder,
Andreu Nin, constituye uno de los puntos más álgidos de las luchas intestinas dadas en
España entre las distintas fuerzas de izquierda. El relato de lo sucedido alrededor del

36
GIBSON, Ian, Cuatro poetas en guerra (Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Federico García
Lorca, Miguel Hernández), Barcelona, Editorial Planeta, 2007.

27
POUM puede seguirse a través de las varias veces citada obra de Juliá 37 así como a
través de los trabajos de Wilebaldo Solano38 y Pierre Broué39. En todos ellos se destaca
la represión emprendida por los elementos comunistas contra el POUM, y la CNT,
después de los duros sucesos de mayo de 1937 que dejaron en Barcelona 218 muertos.
Juliá apunta, siendo confirmado por los otros autores, que la persecución del POUM fue
dirigida por los comunistas del PCE, controlados por el comunismo estalinista. Dicha
operación fue dirigida básicamente desde Moscú a través de los agentes estalinistas
destinados en España, entre los que destacan Mijail Efimovich Koltsov, del que se
hablará más tarde por su implicación en las matanzas de Paracuellos. Su objetivo era el
de eliminar, si fuera necesario defendiendo pruebas falsas, cualquier heterodoxia dentro
del comunismo internacional. La acusación lanzada contra el POUM era la de ser un
agente del fascismo internacional, teoría totalmente desmontada por numerosos estudios
como los anteriormente citados. El testimonio de Krivitzky (“Yo fui un agente de
Stalin”) al respecto arroja mucha verdad sobre la actuación del estalinismo soviético en
España durante la Guerra Civil.

Las acusaciones del gobierno de la Generalitat, llevaron a la detención de


Andreu Nin y la mayoría de dirigentes del POUM mientras sus milicias eran
desmovilizadas en el frente. Más tarde se habla de un misterioso “secuestro” del líder
trotskista cuando era enviado a Madrid para tomarle declaración, en dicho secuestro,
cometido a pesar de la vigilancia sobre Nin, los comunistas crearon una farsa para hacer
creer que los raptores eran alemanes de la Gestapo. Ese amaño de pruebas fue
contrastado con unos archivos desclasificados en Moscú tras 1989, donde se aseguraba
la participación de agentes rusos en el secuestro de Nin. Éste, nunca volvió a aparecer, y
tampoco su cadáver. No obstante a través de ciertas confidencias aducidas por Juliá, se
nos dice que el político jamás admitió ser un enlace fascista aun a pesar de las torturas a
las cuales fue sometido. La desaparición de un político de la talla de Nin, cuyo partido
tenía una gran consideración entre los sectores izquierdistas, conmovió a la opinión
pública y ahondó más en las diferencias existentes entre el comunismo español y catalán
con respecto al resto de organizaciones izquierdistas del país. La desconfianza entre el
gobierno central y el de la Generalitat se demostró tras los sucesos de mayo y el caso
37
SOLÉ y SABATÉ, Joseph y VILLAROYA, Joan, Capítulo Cuarto: La represión en zona republicana
(dentro de la obra de JULIÁ, Santos, Victimas de la guerra civil), pp. 241-243.
38
SOLANO, Wilebardo, Le POUM: révolution das la guerre d’Espagne, Paris, Editions Syllepse
(collection Utopie Critique), 2002.
39
BROUÉ, Pierre, Stalin et la révolution : le cas espagnol (1936-1937), Paris, Editions Fayard, 1993.

28
del POUM, ya que se eliminaron las atribuciones sobre el orden público del gobierno
catalán. Otros sufrieron la misma suerte que el líder del POUM, como por ejemplo los
periodistas Kart Landau y Mark Rein. Juliá informa de cómo se extendieron las
consecuencias de este caso por varias localidades catalanas, afirmando también, que el
objetivo último era la CNT, con relaciones con el POUM, así como elaborar una
provocación de crisis contra el gobierno central. El gobierno de Largo Caballero
aguantó las presiones soviéticas contra el POUM, pero tras los sucesos de mayo, “el
Lenin español” fue sustituido por Juan Negrín quien sentenció la persecución del
POUM.

Los distintos trabajos apuntan a que la desaparición de Nin fue obra del agente
del NKVD Alexander Orlov (también involucrado en el tema de Paracuellos). Gracias a
la intervención de Largo Caballero, Joseph Tarradellas (futuro presidente de la
Generalitat en el exilio) y Federica Montseny (anarquista y primera ministra en Europa
Occidental) evitaron que se promulgara un condena a muerte de todos los detenidos.
Nunca se pudo negar el profundo carácter antifascista del POUM el cual se mantuvo en
la clandestinidad durante la guerra y la dictadura. Este triste episodio demuestra como la
actuación de los agentes rusos primó en un contexto de ya tirantes relaciones entre las
“izquierdas”, lo cual demuestra la complejidad de la guerra y de una represión
republicana que atacaría hasta a los más destacados aliados de su bando. La creciente
presión soviética condujo a otros episodios como el golpe de Estado del coronel Casado
contra el gobierno de Negrín el 6 de marzo de 1939 con el apoyo de los socialistas de
Julián Besterio y anarquistas como Cipriano Mera.

4. INTERPRETACIÓN CONTROVERTIDA DE LOS HECHOS.

4.1 La constante controversia entre las cifras e interpretaciones


Una vez analizadas las principales masacres, sus contextos y protagonistas, han
de precisarse ciertos elementos que juegan un papel relevante a la hora de investigar las
cifras, las localizaciones de las matanzas y responsabilidades. En primer lugar, el
estudio de toda masacre se ve condicionado por el desarrollo actual de estudios
monográficos y sobre distintos ámbitos territoriales (locales, regionales o provinciales).
Así pues, la investigación se hace lentamente pues los estudios monográficos deben

29
realizar un enorme esfuerzo de campo así como una importante labor de investigación
en archivos. Muchos de los archivos, por herencia franquista, cuentan con grandes
obstáculos y resistencias para ser consultados libremente por el historiador actual.
Además, muchas cifras se vieron manipuladas por historiadores cercanos al régimen
como el militar Ramón Salas, cuyas conclusiones en cuanto a cifras debe ser revisada a
través de los nuevos estudios. Por otro lado, han de ser también desechadas los
manipulados e intencionados datos arrojados por la llamada Causa General, pricipal
proceso cometido por la dictadura contra los republicanos tras acabar la guerra y a
propósito de la represión. Por otro lado los Registros Civiles han de ser rechazados
como fuente histórica fidedigna ya que la inclusión de los asesinados, por ambos
bandos, no solía realizarse, en el poco probable caso de que se inscribieran, de la
manera correcta. Al menos para las masacres durante la guerra no son fiables, aunque
quizá si para la represión en la posguerra, que no obstante cuenta con un déficit de
veracidad. También se antojan deficientes los datos aportados por el Instituto Nacional
de Estadística (INE) durante los años 40. Por otro lado, para muchas matanzas solo se
tienen indicios mínimos sobre su localización y cifras. Es por ello que muchas veces se
recurre a testimonios de personas contemporáneas a los hechos y aun vivas, pero se
puede incurrir en errores subjetivistas y de falsos testimonios.

Por otro lado muchas provincias, donde se dio a su vez una elevadísima
violencia, no ha contado con los suficientes estudios al respecto, y por tanto no se
pueden defender conclusiones realmente fundadas salvo para aquellas provincias y
comunidades que hayan sido investigadas completamente. Así pues, provincias como
Galicia o Castilla y León, que sufrieron como todas el terror indiscriminado, no han
sido todavía investigadas en profundidad con lo que los datos globales que se pueden
mantener son meramente provisionales, aunque por supuesto muy significativos.
Exceptuando el noroeste peninsular, Cantabria, País Vasco, Guadalajara, Cuenca, Cádiz
y las Baleares, todo el territorio español cuenta con estudios contrastados y completados
a través de un buen número de estudios locales monográficos que más tarde se han ido
solapando con otros de igual carácter para arrojar datos generales sobre provincias y
comunidades. No obstante estas cifras han de estar abiertas a la revisión debido a las
investigaciones actuales aún inconclusas, que como las emprendidas por la ARMH,
pueden ayudar a descubrir la verdad de la represión.

30
Si ya es difícil saber la misma localización de las fosas, más aun, sino imposible,
es dilucidar las responsabilidades al respecto. Todos los documentos que apuntaban
contra determinados culpables fueron sistemáticamente eliminados por el bando
nacional, en lo concerniente a su propia represión, y los que existen son prácticamente
inaccesibles todavía. Por otro lado, las culpabilidades arrojadas por al citada Causa
General distan mucho de mostrar una verdad fehaciente, por lo que la investigación
histórica a de ir mucho más lejos. Actualmente, a la luz de nuevos datos y estudios, se
puede comprobar fácilmente como cada línea historiográfica tiende a una utilización
intencionada de datos, aunque no se puede generalizar a este respecto. Son muchos los
casos que apuntan a este argumento, claro para la historiografía franquista, y también, al
contrario, para la de signo contrario. No obstante es de agradecer que la generación de
historiadores de las últimas décadas han sido muy escrupulosos a la hora de estudiar el
tema de las cifras y las matanzas, intentando defender solo aquellos aspectos realmente
confirmados y posteriormente contrastados. Se pueden contrastar pues los datos
globales establecidos por Salas y Juliá en sus estudios.

El dato al que llega el primero (para las 24 provincias estudiadas por completo)
es de 34250 mientras que el más serio y moderno estudio de Juliá (que tiene en cuenta
los más prestigiosos trabajos monográficos del momento) cifra las victimas del
franquismo en 72527 fusilados y fusiladas. Mientras para los datos parciales de las
restantes provincias se ha de esperar ha la publicación de nuevas investigaciones para
avanzar sobre los mismos. En cuanto a la represión republicana (estudiada por completo
en 22 provincias españolas) la cifra expuesta por Salas y otros historiadores del
régimen, ha de ser matizada y disminuida, denotándose una clara manipulación de
datos. Salas defendía una cifra ligeramente superior a los 60000 fusilados, siendo
rechazada dicha cifra por los estudios reciente que la cifran en torno a 37843. Puede que
el problema de la repetición de inscripciones en los registros induzca a este error (los
fusilados eran muchas veces registrados en su lugar de origen y en el del fusilamiento).
No obstante, no deja de traslucirse una intencionalidad manipuladora en el estudio de
Salas. Por tanto son numerosas las correcciones al alza o a la baja según la represión de
cada bando y la línea historiográfica que investigue sobre la misma. En total, solo como
mera hipótesis, la cifra global de la represión republicana rondará como máximo los
50000 asesinados en toda España, mientras que para la represión franquista, que cuenta
con más de 70000 asesinados en la mitad del territorio, no sería aventurado doblar dicha

31
cantidad para el total del territorio hispano. En definitiva, el tema de las cifras sobre
victimas de la guerra y la represión sigue estando necesariamente bajo una constante
revisión. Dicha revisión ha de superar los obstáculos para contabilizar las víctimas,
sobre todo las producidas por el bando franquista durante la guerra y la represión.

4.2. Dos casos significativos: Paracuellos del Jarama y Badajoz


Tras hacer una pequeña mención a las matanzas cometidas por cada bando y en
distintos puntos de la geografía española, es necesario profundizar en aquellas masacres
que por su especial significación han producido un mayor de publicaciones. Se trata de
crímenes de la Guerra Civil que supusieron los mayores actos de crueldad contra el
contrario y es por ello que han sido las más proclives a una investigación más
exhaustiva y en muchas ocasiones, han dado lugar a importantes controversias
historiográficas sobretodo en lo concerniente a cifras de asesinados y a culpabilidades
sobre lo cometido. Gracias a los estudios realizados sobre estas matanzas concretas, se
puede llegar a confeccionar unos análisis más amplios, algo difícil para masacres menos
estudiadas y que no permiten ahondar más que lo permitido por los estudios
monográficos de nivel regional. Es por ello que historiográficamente estas matanzas
suponen un ámbito inestimable para toda investigaciones sobre esta temática, ya que se
pueden establecer un mayor número de hipótesis así como un tratamiento y
multitemático de la matanza como tal. La mayoría de los estudios dedicados en
exclusiva a una matanza no se limitan a relatar como sucedió, sino que también aluden
al contexto y las condiciones en que se dio la eliminación física del adversario político.
El tratamiento de estas masacres se aborda de tal forma que se puede conocer los
sucesos políticos, sociales y militares del momento, con los que dichas masacres están
estrechamente relacionadas. Desde el punto de vista de la historiografía, los estudios de
las masacres han sido mayoritariamente encaminados a mostrar la culpabilidad de tal o
cual bando, siendo primordial el estudio de estas masacres para conocer los matices
apuntados por las historiografías de signo contrario o discrepante.

La necesidad de conocer en profundidad estas masacres proviene de un deseo


por conocer la verdad histórica de tales crímenes, los cuales, por su importancia, fueron
manipulados por la dictadura bien para minimizar su culpa o bien para incrementar las
responsabilidades del bando vencido. Afortunadamente, a día de hoy existen estudios
serios cuyo objetivo se aleja de la ideología para tratar de abordar objetivamente la

32
matanza en sí, a la cual se le puede considerar como un crimen contra todos los
españoles y no solo contra una parte de ellos. El estudio de estas matanzas es clave para
poder cerrar las heridas abiertas por la guerra gracias a la autocrítica que pueden generar
al respecto. Sin el descubrimiento de los más oscuros secretos de la Guerra Civil, dicho
episodio nunca podrá ser admitido y aceptado por la sociedad española. Hay que
remarcar que traigo a colación dos de las más importante matanzas cometidas durante la
Guerra Civil, cada una por parte de cada bando, para tratar de comprender que la
violencia fue utilizada por ambas “Españas”. Con ello trataré de evitar los errores
historiográficos cometidos a causa de la inoculación ideológica que muchos autores han
dado a sus estudios. En definitiva, se trata de llegar a un conocimiento fidedigno de dos
de las mayores atrocidades cometidas por españoles contra otros españoles.

4.2.1 Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz

a) Los hechos y su mitificación


Las matanzas de Paracuellos cometidas en la retaguardia republicana son las que
más han generados discusiones y controversias entre las distintas líneas historiográficas
existentes. Las matanzas de Paracuellos y Torrejón de Ardoz han generado un gran
número de publicaciones y a actualmente son varias las síntesis recientemente
publicadas. Al tratarse de una matanza de gran magnitud su interés ha sido muy grande,
máxime debido al tema de las culpabilidades y motivaciones que dieron lugar a tales
fusilamientos masivos. El estudio de estas matanzas reviste una gran significación por la
mayor cometida en el territorio republicano, y es por ello que debido a su complejidad,
es necesario sintetizar los hechos pues son muchos los distintos aspectos tratados por las
obras que citaré posteriormente. Los hechos conocidos como las matanzas, en plural, de
Paracuellos del Jarama fueron consecuencia de una “saca” masiva de prisioneros de las
cárceles madrileñas cometidas entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936. Los
hechos de Paracuellos están intrínsecamente relacionados con la situación que vivió por
esas fechas la capital republicana, a escasos kilómetros del lugar de los asesinatos. Las
matanzas fueron consecuencia de un traslado de prisioneros dado en las cárceles
madrileñas a raíz del peligro que suponía tener en dichos establecimientos a más de
8000 profranquistas mientras el ejército sublevado se apostaba ya en las inmediaciones
de la ciudad. Los dirigentes republicanos alertaron muchas veces del peligro que
suponía dicha población reclusa en el caso de que la ciudad fuero tomada por los

33
nacionalistas. Ello podía suponer en definitiva un incremento de las tropas contrarias a
la República.

En total se dieron unas 33 “sacas” de las cuales 23 acabaron en asesinatos.


Dichas “sacas” no concluirían hasta el 4 de diciembre cuando el anarquista Melchor
Rodríguez de hiciera cargo de las Dirección General de Prisiones y acabara con la
práctica de las “sacas”. Antes de su fin se habían cometido ya los asesinatos que
conmocionaron tanto al propio bando republicano como al franquista y la opinión
pública extranjera. Las víctimas, conducidas en convoyes, fueron asesinadas en los
parajes cercanos a las localidades citadas y entre ellos había personas que apoyaron las
sublevación del 18 de julio así como otros individuos acusados de apoyar al bando
franquista; en su mayoría se trató de falangistas (algunos de renombre entre las filas
derechistas), religiosos, militantes de derechas, burgueses y sobretodo reales o
potenciales quintacolumnistas. Los traslados y su orden provinieron de la llamada
Dirección General de Seguridad, pero tras el traslado del gobierno a Valencia durante
esas mismas fechas, las órdenes se emitieron desde la recién formada Junta de Defensa
de Madrid y de la Consellerie de Ordre Public dirigida por el comunista Santiago
Carrillo. Tras las ordenes se procedía a las “saca” de los derechistas cuyos nombres eran
seleccionados por miembros de la Junta y que más tarde se comunicaron a las milicias y
fuerzas de asalto encargadas de ejecutarlas. Las “sacas” se habían dado con anterioridad
sobretodo a raíz del asalto a la Cárcel Modelo de Madrid el 22 de agosto de 1936, lo que
supuso que las milicias obtuvieran el control de las prisiones madrileñas. La magnitud
de las matanzas de Paracuellos ha sido largo objeto de estudio, así como el análisis
sobre sus motivaciones y responsabilidad, asuntos que han producido las mayores
polémicas al respecto de esta matanza.

Ante la imposibilidad de sintetizar pormenorizadamente las mantazas de


Paracuellos centraré mi estudios en las pruebas documentales aportada por la
historiografía especializada en el tema. En primer lugar, ineludiblemente hay que
nombrar al historiador irlandés Ian Gibson, el cual ha producido sin duda el mejor y
más documentado estudio sobre la matanza de Paracuellos 40. El libro de Gibson es el
mayor esfuerzo histórico realizado hasta la fecha en relación a Paracuellos. Gibson ha
40
GIBSON, Ian, Paracuellos: cómo fue, análisis de un sangriento episodio de la guerra civil, Ed.
Tribuna de Plaza&Janés, Espulgues de Llobregat, 1987.

34
emprendido un estudio remarcable y que muestra una gran seriedad e imparcialidad al
respecto, a pesar de sus conocidas y reconocidas inclinaciones socialistas. A pesar de
ello, Gibson muestra sus geniales dotes de historiador a lo largo de su apasionante libro
sobre la matanza. Gibson muestra un marco general que entra en todos los elementos
existentes alrededor de la masacres. Su investigación se apoya en multitud de fuentes, la
mayoría cercanas al franquismo, la cuales utilizada o bien para desmentir sus errores y
bien para apoyar su argumentación. Al ser el libro de Gibson el que me servirá como
base para una síntesis de la masacres me limitaré por el momento a nombrar las
principales fuentes utilizadas por el autor. Gibson, nos muestra además
pormenorizadamente los recursos históricos que ha utilizado, destacando las siguientes
fuentes. En primer lugar la llamada Causa General, que al tratarse un documento
jurídico del bando vencedor tiende a arrastrar importantes manipulaciones. Su carácter
como documento histórico es matizado frecuentemente por Gibson, el cual considera
que arrastra muchos errores y datos intencionadamente manipulados (de hecho el libro
de Gibson comienza con unas notas sobre la Causa General).

En segundo lugar Gibson ha tenido acceso a los teletipos intercambiados entre


los miembros del gobierno republicano y los integrantes de la Junta de Defensa de
Madrid, conservados en el Servicio Histórico Militar y cedidos para su investigación
por Ramón Salas Larrazábal, historiador conservador ya citado pero al cual Gibson
agradece su colaboración. A su vez Gibson utiliza en libro de Felix Schayer 41,
diplomático alemán que ocupó el consulado noruego en Madrid durante los primeros
meses de la guerra. El libro de Schlayer fue conocido gracias a Gibson. A pesar de sus
inclinaciones pronazis y cercanas a la quintacolumna franquista, Gibson considera el
relato de Schlayer imprescindible para conocer la verdad de los hechos de Paracuellos.
No obstante, otros autores como Ángel Viñas aluden a la manipulación que el libro
pudo haber sufrido al ser publicado en Berlín en 1938 y prestarse a la censura y
manipulación de la propaganda de Goebbels. Otra de las fuentes principales que apoyan
la excelente obra de Gibson, es el libro-diario de Mijail Koltsov 42, periodista y agente
soviético enviado por Stalin a territorio español. Este miembro del NKVD relata en su
diario las impresiones sobre las matanzas a través del sobrenombre de Miguel Martínez.
El papel protagonista de Koltsov es bien remarcado por Gibson, como se verá más

41
SCHALER, Felix, Diplomat im roten Madrid, Berlín, Herbig Verlagsbuchhandlung, 1938.
42
KOLSTOV, Mijail, Diario de la guerra de España, Paris, Ruedo Ibérico, 1963.

35
tarde, y es apuntado, como otros asesores rusos, como los principales artífices de las
masacres.

Otro libro de gran importancia utilizado en la obra de Gibson es el de Jesús de


Galíndez43, miembro de la comisión del PNV en el Madrid de comienzos del conflicto.
Galíndez fue el encargado de la sección de presos dentro del informe encargado a la
comisión citada. Gibson utiliza a su vez varios testimonios de presos que sobrevivieron
a su paso por la cárcel Modelo de Madrid. Gibson, acertadamente, contrasta las
informaciones detalladas en estos testimonios para encontrar su veracidad pues se trata
de relatos muy marcados ideológicamente hablando. Los principales testimonios son los
de Antonio Cobanela, el “Duende Azul”44, al que considera Gibson una fuente
indispensable, y los libros de Adelardo Fernández Arias, escritor de extrema derecha
cuya veracidad considera escasa Gibson. Por último Gibson realizó varias entrevista a
importantes protagonistas de la trama que envuelve los sucesos de Paracuellos. Entre
esas personas destaca Santiago Carrillo, dirigente comunista al que muchos adversarios
políticos consideraron y sigue considerando como culpable de lo ocurrido. Otras
personas interpeladas por Gibson son el suplente del secretario de la Junta de Defensa
de Madrid, Máximo de Dios, y Ricardo Aresté Yebes, testigo presencial de los hechos e
hijo del alcalde de Paracuellos durante el periodo. Por último, la detallada información y
cantidad de fuentes utilizada por Gibson se completa con los boletines oficiales emitidos
por la Junta de Defensa de Madrid. Por todo ello y ante la evidente seriedad histórica
del trabajo de Gibson, su utilización para el estudio de Paracuellos es, además de muy
recomendable, indudablemente necesaria.

La segunda de las fuentes que se puede utilizar para el estudio concreto de los
sucesos de Paracuellos del Jarama es el libro de Carlos Fernández referente a dichos
hechos45. Este escritor, militar e historiador gallego, centra su obra en las matanzas pero
carece de la solidez documental que magistralmente presenta el libro de Gibson. No
cuneta con una parte dedica al análisis de sus fuentes y prescinde de los documentos de
la Causa General (aunque utilizó el resumen Causa General. La dominación roja en

43
DE GALÍNDEZ, Jesús, Los vascos en el Madrid sitiado, Memorias del Partido Nacionalista Vasco y de
la delegación de Euskadi en Madrid desde septiembre de 1936 a mayo de 1937, Buenos Aires, Editorial
Vasca Ekin, 1945.
44
COBANELA, Antonio, Emocionario íntimo de un cautivo. Los cuatro meses de la Modelo, Madrid,
Gráfica Administrativa, 1939.
45
FERNÁNDEZ, Carlos, Paracuellos del Jarama: ¿Carrillo culpable?, Barcelona, Argos Vergara, 1983.

36
España…) y el testimonio de Schlayer, centrándose en las obras de Fernández Arias y
de Koltsov, así como en la narraciones de supervivientes de las “sacas” y el libro de
Salas Larrazábal46. No obstante, y ante su deficiente selección documental, su libro se
ha prestado a críticas y matizaciones sobretodo en lo tocante a la figura de Carillo, como
responsable del Orden Público en Madrid, pues sus argumento han sido contrastados
por Régis Debray y Max Gallo titulado Demain l’Espagne (Paris, 1974).

Otros de los estudiosos que han centrado alguno de sus libros en lo sucedido en
Paracuellos es Ricardo de la Cierva47, historiador conservador citado ya en varias
ocasiones. Según Gibson y varios historiadores más, el aporte historiográfico de De la
Cierva es escaso, y las pocas novedades que presenta son el resultado en una mezcla
entre fuentes primarias y secundarias que además, enlazan las supuestas falsedades en
torno a Paracuellos con temática alejadas de la propia masacre. Las principales fuentes
documentales utilizadas por De la Cierva son los boletines de la Junta de Defensa de
Madrid a partir de la recopilación elaborada por Julio Aróstegui y Luís A. Martínez 48.
Como otros estudiosos trabajó también sobre los libros del filonazi Schlayer y del
soviético Koltsov. A su vez, y a pesar de las recomendaciones de Gibson al respecto,
utiliza el testimonio de Adelardo Fernández Arias, el cual nunca abandonó la embajada
argentina mientras se produjeron los hechos que narra. No obstante coincide
positivamente con Gibson sobre la utilización del libro de Antonio Cobanela, conocido
como “el duende Azul”. Por otro lado utilizada la obra “Hombres made in Moscú” del
que fuera el primer comandante del conocido Quinto Regimiento, Enrique Castro
Delgado, seguidor del disidente comunista Jesús Hernández, que tras discrepancias con
otros dirigente del PCE, como Dolores Ibarruri (“La Pasionaria”) fue expulsado del
partido acusado de llevar a cabo actividades antisoviéticas. Más tarde realizó un viaje
por varios países, como la Unión Soviética y Méjico. El historiador Fernando
Hernández Sánchez, apunta que obras de Castro, como “El Campesino” fueron
financiadas en plena Guerra Fría por el departamento de Estado de Estados Unidos. Por
último las fuentes primarias de De la Cierva se basan en el resumen de la Causa General
46
SALAS LARRAZÁBAL, Ramón, Santiago Carrillo y la represión republicana en Madrid, 1936,
Madrid, Nueva Historia, 1973.
47
DE LA CIERVA, Ricardo, Carrillo miente. 156 documentos contre 103 falsedades, Madrileños
(Toledo), Editorial Fénix, 1994.
DE LA CIERVA, Ricardo, La matanza de Paracuellos, España 1936-1976. La historia se confiesa,
Barcelona, Planeta Barcelona, 1978.
48
ARÓSTEGUI, Julio y MARTÍNEZ, Luís, La Junta de Defensa de Madrid, Madrid, Comunidad de
Madrid, 1984.

37
y en las actas del pleno ampliado del PCE en Valencia de 1937. Las fuentes secundarias
utilizadas por el autor son el propio libro de Gibson, el de Carlos Fernández, “Perdidas
de la guerra” y “Santiago Carrillo y la represión republicana en Madrid, 1936” (revista
Nueva Historia) de Ramón Salas Larrazábal.

Otro autor neofranquista que ha tratado el tema de Paracuellos es César Vidal 49,
el cual aporta ciertas novedades historiográficas, aunque normalmente sigue el libro de
Schlayaer y cita a Castro Delgado, Gibson, Fernández y De la Cierva. Destaca su
utilización de numerosas citas de hemerotecas. Las novedades de Vidal parten de
documentos desclasificados de los archivos militares soviéticos y recogidos por Ronald
Radosh, Mary Habeck y Gregory Sevostianov, que junto a otros documentos,
confeccionaron el libro “Spain Betroyed: The Soviet Union in the Spanish Civil War”,
cuya traducción al español critica Vidal por estar directamente tomada del original ruso.
Otra novedad aportada por Vidal es la utilización de la obra de José Manuel Ezpeleta,
piloto aéreo y nieto de un asesinado en Paracuellos. No obstante esta obra no ha sido
revisada por la historiografía actual. Vidal la utiliza sobretodo para los temas del
número de asesinados y de las resistencias de los agentes soviéticos para que salieran de
España documentos comprometidos portados por el delegado en Madrid del Comité
Internacional de la Cruz Roja, el doctor Henny (el cual sufrió un accidente de aviación
cuando intentaba salir de España, la responsabilidad de un posible ataque es estudiada
por Gibson en su libro).

Por último, cabría citar el libro de Javier Cervera 50 en el que no aporta apenas
novedades historiográficas, a excepción del estudio sobre el acta de la reunión del
Comité Nacional de la CNT reunido con representantes de las JSU (Juventudes
Socialistas Unificadas) en los que se acuerda dividir a los presos en tres grupos. Para
uno de estos grupos, el de “fascistas o elementos peligrosos” se acordó una ejecución
inmediata con un encubrimiento de responsabilidades.

49
VIDAL, César, Paracuellos-Katyn: un ensayo sobre el genocidio de la izquierda, Madrid, LibrosLibres,
2005.
50
CERVERA, Javier, Madrid en guerra. La ciudad clandestina, 1936-1936, Madrid, Alianza Editorial,
2006.

38
b) Una interpretación de referencia: Ian Gibson

El libro de Gibson, es sin duda el más indicado para mostrar las principales
actuaciones y elementos que envuelven al oscuro episodio de Paracuellos. En primer
lugar, Gibson explica a la perfección como se llevó a cabo la evacuación o “huída” del
gobierno republicano a Valencia, cuando las tropas de Franco cercaban la capital del
país. La ciudad cayó presa del pánico, al que se unía el miedo ante los bombardeos
franquistas, las noticias sobre las atrocidades cometidas por los rebeldes y la llegada de
un ingente aluvión de refugiados que llegaban diariamente. Gibson destaca la actitud de
los distintos grupos políticos o sindicales frente al traslado del gobierno, que aun a pesar
del rechazo de los ministros de la CNT y del PCE, quedó decidido el 6 de noviembre de
1936 a través de la decisión del presidente Largo Caballero. Éste, antes de partir, dio
claras instrucciones para la defensa a los principales generales de la plaza madrileña,
general Pozas y general Miaja (Gibson destaca que estos recibieron instrucciones en
unos sobres que abrieron “ilegalmente” antes de lo indicado). La huída del gobierno
provocó un vacío de poder tanto gubernativo como administrativo que sería llenado por
la Junta de Defensa de Madrid y sus organismos dependiente como el Consejo de Orden
Público, dirigido por Santiago Carrillo. Aquí destaca Gibson la importancia que tuvo
para el futuro la composición mayoritariamente comunista de la Junta y aún más del
Consejo de Orden Público. Gibson, nos dice que esta importancia de los comunistas,
que no equivalía a su inferior fuerza real, se debía principalmente al prestigio que
otorgaba al PCE la presencia en Madrid de agentes y consejeros soviéticos. Poco
después Gibson nos explica a través de fuentes primarias y documentos de las juntas y
consejos, como se organizaron y se estableció un monopolio de la represión que solo
sería desencadenada a través de la Junta de Defensa. De estas disposiciones surgiría la
desmantelación del Comité Provincial de Investigación Pública y sus checas. Gibson
afirma que el puesto de director general de Seguridad desapareció para ser asumidas sus
funciones por Segundo Serrano Poncela, Delegado de Orden Público cuya implicación
es también trazada por el historiador irlandés.

Posteriormente Gibson se centra en la figura de Mijail Efimovich Koltsov, cuyo


pseudónimo era Miguel Martínez, cuya rol y responsabilidad en lo sucedido en
Paracuellos queda perfectamente establecida por el historiador. Era redactor del Pravda

39
enviado a cubrir la guerra de España. Como apuntó Hugh Thomas en su obra general
sobre el conflicto51, “Koltsov no era solo eminente escritor y periodista, sino importante
jerarca comunista”. Como miembro del NKVD se le consideraba el más cercano agente
de Stalin, cuyo peso en la guerra fue máximo durante el asedio de la capital. Su truco
literario de utilizar un “disfraz” bajo el nombre de Miguel Martínez, supuesto comunista
mejicano, es evidente a la hora de expresarse en varias parte de la obra. Koltsov, gracias
al prestigio que todo lo soviético adquirió durante la guerra, pudo entrevistarse con los
principales protagonistas, trabando amistad con ellos, como con Enrique Lister, jefe del
Quinto Regimiento (al respecto se nos muestra, a modo de anécdota, como el militar
daba prioridad a Koltsov en detrimento de otros importantes escritores como Ernest
Hemingway52). Como jerarca soviético logró gran influencia dentro del PCE y su
“nomenclatura” política. El prestigio del PCE se vio incrementado por su asesoramiento
ruso, lo cual le confería un mayor peso a su fuerza numérica real, máxime, al llegar a
España las ayudas militares y económicas soviéticas. El ruso, fue desde muy pronto,
uno de los primeros que alertaron sobre el peligro que suponía mantener prisioneros en
las cárceles a una gran multitud de presos fascistas listos para integrarse en las filas de
los futuros ocupantes de la capital53. Es en ese aspecto donde el ruso critica la actuación
al respecto de Largo Caballero (al que descalifica por ser considerado como el “Lenin
español”). Según afirma Gibson, el objetivo principal de Koltsov, y en definitiva de la
plana mayor de asesores soviéticos, era acabar con el problema de los presos y de la
quintacolumna del modo que fuese necesario54.

Intencionadamente, como resalta con agudeza Gibson, Koltsov afirma que en la


noche del 6 de noviembre, víspera de la matanza, solo el Partido Comunista trabajaba,

51
Como apunta Gibson, Thomas fue el primero en afirmar que « Miguel Martínez” no era sino la mascara
del propio Koltsov. Sin embargo Salas Larrazábal afirma que dicho alias correspondía en verdad a la
figura enmascarada del general soviético Goriev.
52
HEMINGWAY, Ernest, For whom the bells tolls?, Londres, Triad Panther Books, Granada Publishers,
1981.
53
Su propuesta como solución era clara: “Limpiar un poco las ciudad. Echar aunque no sea más que a
treinta mil fascistas. Fusilar aunque sólo sea a un millar de bandidos. Evacuar a los detenidos. Cerrar las
tabernas y las casa de vicio”.
54
Palabras textuales de Koltsov, fechadas, respectivamente, el 1 y 4 de noviembre de 1936: “En las
cárceles de Madrid hay ocho mil fascistas encerrados, de ellos tres mil oficiales de carrera y de la reserva.
Si en la ciudad penetra el enemigo o se produce un motín, el enemigo tendrá ya preparada una columna
excelente de oficiales. Es necesario sacar de la ciudad a esos cuadros inmediatamente, aunque sea a pie,
por etapas. Pero nadie se ocupa de ello (…)”. “Ocho mil fascista permanecen en las cárceles de Madrid.
Ellos hablan abiertamente de su pronta liberación. El personal de prisiones ya les hace la pelota. Ellos
mismos ahora mismo y sin dificultad podrían ir saliendo de la cárcel e ir cada uno por su lado, pero lo
consideran inoportuno, porque la calle es para ellos peligrosa”.

40
algo desmentido por el historiador irlandés. Gibson concluye respecto a Koltsov, que el
ruso se beneficiaba de una gran autoridad y prestigio entre los comunistas españoles y
los propios dirigentes republicanos, así como su fijación por solventar el problema de
los presos. El mismo Koltsov concluye que la “evacuación” de prisioneros fue tarea del
PCE, sin precisar si fue bajo injerencias externas. Dicho documento de Koltsov viene a
contrastarlo y confirmarlo con los testimonios ya citados de Schlayer, el doctor Henny y
Pérez Quesada, analizando a su vez la idiosincrasia de dichos personajes y los
principales acontecimientos en que se vieron involucrados. Gibson establece también
matizaciones a las sacas de la Modelo, pues varios investigadores, testimonios y
documentos han conducido frecuentemente a errores, muchos de los cuales son
desmentidos por Gibson. Más tarde Gibson relata pormenorizadamente el desarrollo de
las “sacas” de la Modelo y varias prisiones más de Madrid (San Antón, Porlier y Las
Ventas) que se dieron entre aquellos fatídicos días de principios de noviembre.

Finalmente antes de tratar el tema de las responsabilidades, Gibson elogia la


labor del anarquista Melchor Rodríguez, que gracias a su tesón y buena voluntad zanjó
el problema de los presos retenidos acabando con las prácticas violentas de eliminación
física. Desde el 4 de diciembre acabaron lo que se denominó “sacas malas”, gracias al
llamado “ángel rojo”, cuyo humanitarismo le granjeó importantes enemigos,
principalmente desde el ámbito comunista-estalinista (fue considerado por muchos un
“ángel traidor”, a pesar de que el trato dispensado hacia los derechista no le libro de más
de un lustro en prisión bajo el franquismo). Finalmente Gibson entra de lleno en el tema
de las cifras y responsabilidades. En cuanto al primer apartado, el irlandés rechaza las
estimaciones del periódico franquista El Alcázar (12000 víctimas), las expuestas en
1972 por De la Cierva (10000) y Salas Larrazábal (7000). Hay que pensar que estas
muertes no fueron inscritas inmediatamente en los registros civiles y además, al ser
inscritos en la inmediata posguerra, es previsible que cuenten con muchos errores.
Gibson se decanta, tras contrastar las cifras de la Asociación de Familiares de los
Mártires y de la Causa General, a proponer una cifra cercana a los 2400 asesinados
desde la toma de posesión de la Junta de Defensa de Madrid hasta la llegada de Melchor
Rodríguez como delegado especial de Prisiones. Finalmente el estudio de Gibson, se
cierra con una aclaratoria entrevista del autor con el entonces encargado del Orden
Público madrileño, Santiago Carrillo, del cual busca demostrar o negar su culpabilidad a
través de un inteligente “interrogatorio”. En conclusión, y ante la imposibilidad de negar

41
los argumentos de Gibson, la culpabilidad de los sucesos de Paracuellos y Torrejón
parece ser atribuible a una orden venida del Partido Comunista, por presión soviética
(Koltsov y Orlov sin duda unos de los principales instigadores) y apoyo de algunos
anarquistas, que tergiversó la orden de traslado dejadas por el gobierno antes de partir
hacia Valencia. No obstante, Gibson también achaca parte de culpa a Carrillo y otros
miembros de la Junta de Defensa al obviar lo sucedido al enterarse días después de
semejante matanza.

c) El debate historiográfico
Finalmente, es el momento de trazar las principales polémicas surgidas entre la
historiografía actual al respecto de los sucesos sangrientos de Paracuellos y Torrejón. En
primer lugar, hay que destacar las críticas expuesta por Gibson, sin duda y en mi
opinión, el especialista más riguroso y comprometido por esclarecer la verdad de los
hechos, contra el neofranquista César Vidal. Gibson descalifica globalmente el libro de
Vidal (Paracuellos-Katyn) en el prefacio de la última reedición de su libro Paracuellos:
cómo fue de 2005. Gibson le achaca principalmente un odio ideológico contra todo lo
relativo al socialismo, así como una deficiente metodología, propia del especialista
ajeno a los círculos universitarios y académicos55. Así pues, Vidal, a través del editorial
del diario La Voz (del 3 de noviembre de 1936), utiliza una cita que pueda apoyar su
argumentación56. De dicho editorial, Vidal extraía otra noticia: “Hay que fusilar en
Madrid a más de cien mil fascistas camuflados, unos en la retaguardia, otros en las
cárceles. Que ni un quinta columna quede vivo para impedir que nos ataquen por la
espalda. Hay que darles el tiro de gracia antes de que nos lo den ellos a nosotros”. No
obstante, esta anotación parece ser del puño y letra de Ricardo de la Cierva, incluía en
su libro ya citado Carrillo miente…de 1994. Aun con todo, Gibson resalta que Vidal
había falseado o inventado el contenido de la cita, pues el original de la editorial
55
Escribe Gibson: “Un comentario final sobre el libro de Vidal, cuyo rabioso anticomunismo le lleva, a
mi juicio a grotescas exageraciones, suposiciones y tergiversaciones”. “¿Hacen falta más comentarios
sobre el proceder de este escritor empeñado en demostrar que en Madrid se llevó a cabo, con la
connivencia del Gobierno de la República, un genocidio en toda regla?”. “Traigo a colación el libro de
Vidal porque es todo lo contrario a un intento de conocer y difundir la verdad de lo ocurrido en el Madrid
de noviembre de 1936. Parte de la base de que los «rojos» son todos monstruos — así lo subrayan tanto el
subtítulo como la cubierta del libro— y que el Partido Comunista había decidido tiempo atrás llevar a
cabo un «genocidio» de burgueses españoles en el momento oportuno. En función de este dogma, el autor
picotea aquí y allá entre los periódicos de izquierdas del momento en busca de suculentas citas que
apoyen sus argumentos. Y cuando encuentra algo que le parezca de utilidad lo sirve fuera de contexto, a
veces truncado y a veces mutilado”.
56
Cita de Vidal, extraída del diario La Voz: “durante el mes de noviembre de 1936, pocas dudas podía
haber de que el sentir común de las fuerzas que integraban el Frente Popular era exterminar a los
enemigos de clase”

42
hablaba de los cien mil republicanos que podía ser fusilados en el caso de que las tropas
franquistas entraran en la capital. Gibson no cree que se trate de un error, además en los
días posteriores, como señala Ángel Viñas, no se vuelve a mencionar tal editorial57.
Gibson arremete desde la publicación del libro de Vidal esgrimiendo que: “No se puede
escribir así la historia. Cuando se trata, sobre todo, de proporcionar responsabilidades,
lo menos que se puede pedir a un investigador es que compruebe sus fuentes y las cite
correctamente”.

Gibson apunta también a la improbable existencia de las referencias y citas


manipuladas aportadas por Vidal para defender su “historia” preconcebida. Vidal por su
parte, en la segunda edición de su libro (donde los elogios hacia el historiador irlandés
se tornan acusaciones y reproches), responde a algunas de las acusaciones de Gibson,
cuyo libro afirma haber estudiado con rigor. Vidal, tergiversa la opinión de Gibson sobre
la autoría de Carrillo sobre los sucesos, y acaba por no considerarle un verdadero
historiador al no tener en cuenta nueva documentación con la que no contó para su
primera edición; principalmente archivos soviéticos descalificados durante la década de
los 90. También, y en sintonía con la paradoja que trata de defender este revisionista
próximo al neofranquismo, crítica la metodología de Gibson por utilizar básicamente
entrevistas y documentos procedente de hemerotecas. En cuanto al editorial de La Voz,
Vidal espeta que Gibson simplemente “no ha dado con la fuente”. Por último, la
polémica tuvo su colofón, aunque parece que persistirá durante tiempo, en la acusación
de Vidal contra Gibson por haber otorgado una lógica comprensiva a los hechos, según
la publicación de una entrevista del diario El País, en la que Gibson decía: “Paracuellos

fue terrible, pero lo entiendo”. Lo que no dice Vidal es que el artículo completo daba
explicación a las matanzas a través del miedo y el pánico que se adueñó de Madrid
durante el otoño de 1936.

57
Ángel Viñas: “De ello cabe deducir no que Vidal no consultara La Voz sino que tergiversó datos fáciles
de contrastar”.

43
4.2.2. Badajoz

a) Los hechos y su mitificación


La matanza de Badajoz se erige actualmente como uno de los episodios más
controvertidos de la Guerra Civil española. La represión impuesta por el ejército
sublevado tras la toma de la capital de Extremadura a partir del 14 de agosto de 1936
supone el cenit de la violencia fratricida. A partir de un estudio de la masacres de
Badajoz se pueden extraer fácilmente varias conclusiones. En primer lugar, que el
elevado número de muertes y fusilamientos es diferente dependiendo del historiador o la
línea historiográfica que trate la temática. Por otro lado, al tratarse de la represión de los
sublevados y vencedores, jamás se llevó a cabo una investigación oficial sobre lo
ocurrido (a diferencia de lo dado con respecto a Paracuellos). De hecho, la matanza de
Badajoz ha querido ser manipulada en repetidas ocasiones por la historiografía
profranquista, tildándola de leyenda y mentira de los “rojos”. Fue tal la matanza que se
cebó con esta localidad cercana a la frontera con Portugal, que las estimaciones más
habituales cifran el número de víctimas entre los 2000 y 4000 asesinados, a partir de las
estimaciones de varias asociaciones58.

Según la tipología actual, la matanza de Badajoz puede ser considerada como un


crimen contra la humanidad debido al número de muertos que produjo entre la
población civil y militar leal a la República. Muchos estudiosos de la línea
historiográfica más progresista, han realizado importantes investigaciones al respecto,
las cuales tienen que superar los obstáculos propios de un episodio que ha intentado ser
olvidado y borrado de la memoria nacional. A diferencia de Paracuellos, nunca se
mencionó lo que pasó en Badajoz, y contrasta la consideración de “genocidio de la
izquierda” con que se califica a Paracuellos y el carácter de “leyenda” que desde la
derecha tradicional se le ha querido dar a la masacre de Badajoz. Además, es importante
resaltar que para muchos se cometió un genocidio en toda regla hasta tal punto que
desde 2007 han sido interpuestas varias denuncias públicas para que dicha matanza sea
considerada como tal. La sucesión de los hechos parte del avance franquista desde el
sur, el cual pretendía, como así lo consiguió, cortar el territorio republicano en dos
partes. La ferocidad de las tropas legionarias y mercenarias moras quedó bien probada
58
Según el censo municipal de Badajoz, la ciudad contaba con 41122 habitantes en 1930, por lo que de
ser correcta la cifra de 4000 ejecutados, el porcentaje de represaliados alcanzó el 10% del total de la
población.

44
en Andalucía y llegó a su máximo en Badajoz, debido a la crueldad y violencia
propugnada desde las altas instancias militares de los golpistas. El militar al mando de
la operación, el general Juan Yagüe, que tras la guerra sería nombrado ministro del Aire
de la dictadura, fue considerado, en semejanza con Queipo del Llano en Sevilla, como
el “carnicero de Badajoz”59.

Los principales testimonios al respecto son numerosos, pero de su idiosincrasia


se deduce que la historiografía franquista nunca intentó esclarecer unos hechos que
podían poner en entredicho el carácter “salvador” de la “Cruzada”. Por regla general,
los historiadores afines al régimen obviaron o intentaron minimizar los sucesos de
Badajoz, intentado por otro lado resaltar las consecuencias del “terror rojo” centrándose
por ejemplo en las matanzas de Paracuellos. De todos modos, actualmente se cuenta con
un granado estudio sobre la masacre, que vienen desde los testimonios de testigos
presenciales, estudios municipales monográficos, artículos periodísticos y obras
generales de investigación sobre la represión. Destaca en primer lugar el emotivo
testimonio del periodista portugués Mario Neves, el cual fue enviado como corresponsal
especial del periódico Diario de Lisboa para cubrir los acontecimientos que se
producían al otro lado de la frontera lusitana. El testimonio de Neves, que más tarde
trataré con más detenimiento, supone el relato más fidedigno en lo concerniente a la
represión franquista desencadenada en Badajoz y las localidades aledañas a la ciudad.
Su rigor histórico y veracidad han sido frecuentemente criticados por los historiadores
de signo contrario, los cuales nunca admitieron lo ocurrido y acusaban a Neves de haber
exagerado o manipulado intencionadamente lo que vio como testigo presencial (hay que
destacar que fue el primer periodista no español que entró en la ciudad tras su toma por
el ejército franquista).

Otro de los más representativos documentos historiográficos que ha ayudado a


esclarecer lo dado en Badajoz, es el libro del historiador Francisco Espinosa Maestre60.
Espinosa Maestre relata pormenorizadamente el sanguinario paso de las tropas
sublevadas por el sur de la península, desde la toma de Sevilla hasta la de Badajoz,

59
Palabras del general Yagüe al enviado especial de The New York Herald Tribune, John T. Whitaker, tras
las matanzas: “Por supuesto que hemos matado, ¿que esperaba? ¿Iba yo a cargar con 4000 rojos conmigo
mientras mi columna tenía que avanzar a marchar forzadas? ¿Iba yo a dejarlos libres en mi retaguardia
para que Badajoz volviera a ser rojo?
60
ESPINOSA MAESTRE, Francisco, La columna de la muerte: el avance del ejército franquista de
Sevilla a Badajoz, Barcelona, Libros Herrer, 2003.

45
haciendo especial hincapiés en denotar como el avance de los franquistas venía
acompañado de una profunda depuración de todas aquellas localidades de las que
tomaban posesión por la fuerza. El libro de Espinosa Maestre ayuda a comprender como
gradualmente se generó el odio visceral que hubo de sufrir el sur peninsular ante los
desmanes de los dos bandos enfrentados, principalmente la violencia impuesta por los
“nacionales”. Otro importante aporte historiográfico lo presenta el libro del diputado
socialista Cayetano Ibarra61. Este autor presenta en su obra acontecimientos de gran
trascendencia y violencia, pues son numerosas las anotaciones acerca de castigos
ejemplares orientados a minar la moral de los enemigos republicanos. Destaca el caso
ocurrido en la iglesia de Fuente de Cantos, donde tras el encierro de varios republicanos,
fue quemada para posteriormente ser ejecutados más de 300 personas como represalia
contra la población leal al republicanismo. Dicha actuación de lesa humanidad se
repetiría en varios puntos de la geografía extremeña, como Almendralejo y Badajoz.
Importante es también el tema de los testimonios, rescatados del olvido a través de la
investigación y la entrevista con testigos presenciales de las matanzas. Al respecto, es
destacable la obra recopilatoria del historiador Francisco Pilo62. La veracidad impresa
por el autor y el deseo de mostrar de primera mano los relatos sobre los acontecimientos
son una herramienta de investigación indispensable para la historiografía actual.

Para el tema de las responsabilidades y la mitología generada en torno a las


matanzas, en concreto, a lo referente al dantesco y sanguinario espectáculo de la plaza
de toros de Badajoz, es importante la obra del historiador Francisco Sánchez Ruano63.
Aquí Ruano desmitifica las acusaciones infundadas que achacan la matanza de la plaza
de toros a las tropas moras al servicio de Franco, afirmando que la responsabilidad
reside en la Guardia Civil. Además, Sánchez Ruano, se sirve de una multitud de
entrevista, testimonios y documentos referentes a los hechos que permiten conocer las
actuaciones del ejército mercenario moro, cuya violencia se ha pretendido maximizar
para eximir de culpa a los insurgentes que los comandaban. Su crueldad fue inmensa
pero Sánchez Ruano nos habla también de cómo muchos musulmanes fueron
integrantes de la Brigadas Internacionales en defensa de la II República. Por su parte, el

61
IBARRA BARROSO, Cayetano, La otra mitad de la historia que no nos contaron, Badajoz, Diputación
Provincial de Badajoz, 2005.
62
PILO ORTIZ, Francisco, Ellos lo vivieron: sucesos en Badajoz durante los meses de julio y agosto de
1936, narrados por personas que los presenciaron, Badajoz, Random House, 2001.
63
SANCHEZ RUANO, Francisco, Islam y Guerra Civil Española, Madrid, La Esfera de los Libros, 2004.

46
historiador David Solar achaca la culpabilidad de lo cometido en la plaza de toros a los
mandos locales de la Falange de Badajoz así como a la Guardia Civil.

Por último es importante citar a los principales periodistas no españoles que se


hicieron eco de la noticia sobre los asesinatos, dichas noticias tuvieron importantes
repercusiones internacionales al comprobarse que la sublevación franquista arrastraba
más violencia de la que el derecho internacional podía soportar. Las consecuencias
internacionales fueron mayores, cuando se comprobó la participación de la aviación
nazi y la impunidad de los asesinatos, todo ello repercutió en la visión de las principales
potencias occidentales con respecto a los sublevados, los cuales en consecuencia
intentaron por todos los medios mitificar, soterrar y minimizar los acontecimientos que
ejecutaron. Los principales periodistas, aparte del ya citado Mario Neves, fueron los
enviados especiales de los diarios Le Popularie, Le Temps, Le Figaro, Paris-Soir, The
New York Herald Tribune o The Chicago Tribune. Entre todos ellos destaca el
testimonio dejado por al norteamericano Jay Allen, el cual habló de 1800 mujeres y
hombres asesinados en la primera noche en que se desencadenó la represión. El relato
de Allen nos describe como eran quemados los cuerpos de los asesinados, cuyos
fusilamientos eran periódicos y diarios, así como los ejemplos de crueldad que nos
trasmite; finalmente Allen habla del sanguinario ametrallamiento de los republicanos en
la plaza de toros. También destaca la noticia del periódico Le Temps atribuida a Jacques
Berthet64 y la emitida por aquellas fechas por el diario francés Le Populaire 65. De igual
fecha que este último artículo es la nota de prensa emitida por e francés François
Mauriac, premio Nobel de Literatura, publicada en Le Figaro y que daría la vuelta al
mundo provocando una importante conmoción internacional. Por último es destacable la
obra de John T. Whitaker, especialista en cubrir conflictos y cuyas entrevistas y
discusiones con los dirigentes franquistas dan buena muestra del espíritu exterminador
que inspiraba a éstos.

64
Le Temps. Lunes, 17 de agosto de 1936: “alrededor de mil doscientas personas han sido fusiladas (…)
Hemos visto las aceras de la Comandancia Militar empapadas de sangre (…) Los arrestos y las
ejecuciones en masa continúan en la Plaza de Toros. Las calles de la ciudad están acribilladas de balas,
cubiertas de vidrios, de tejas y de cadáveres abandonados. Sólo en la calle de San Juan hay trescientos
cuerpos (…)".
65
Le Populaire. Martes, 18 de agosto de 1936: “Elvas, 17 de agosto. Durante toda la tarde de ayer y toda
la mañana de hoy continúan las ejecuciones en masa en Badajoz. Se estima que el número de personas
ejecutadas sobrepasa ya los mil quinientos. Entre las víctimas excepcionales figuran varios oficiales que
defendieron la ciudad contra la entrada de los rebeldes: el coronel Cantero, el comandante Alonso, el
capitán Almendro, el teniente Vega y un cierto número de suboficiales y soldados. Al mismo tiempo, y
por decenas, han sido fusilados los civiles cerca de las arenas”.

47
b) Una interpretación de referencia: Mario Neves
Es momento de extenderse algo más en el relato dejado por el periodista luso
Mario Neves, cuyo libro representa uno de los principales esfuerzos en busca de
esclarecimiento de la verdad. Como uno de los primeros periodistas extranjeros que
llegaron a la ciudad, tuvo que enfrentarse a muchos problemas y críticas vertidos contre
él desde los círculos conservadores. Es por ello que este libro constituye un alegato a
favor de su rigor periodístico y de la veracidad de los hechos que nos narra. En primer
lugar se debe destacar la situación concreta de Badajoz, lugar donde se fraguó
satisfactoriamente la reforma agraria a través de la cual los campesinos se hicieron con
buena parte de las tierras hasta entonces pertenecientes a los latifundistas tradicionales.
Por otro lado en el contexto bélico, Extremadura se antojaba una vía más larga pero más
segura y eficaz para llegar a Madrid. Gracias a la toma de esta región los “nacionales”
pudieron unir sus ejércitos del sur y del norte contando a su vez con el beneplácito
moral y material del Estado Novo de Oliveira Salazar. A través de la salvaje práctica de
conquista puesta en marcha en el norte africano, los sublevados tomaron Mérida y se
dispusieron a hacerse con la ciudad fronteriza de Badajoz, al mando del sanguinario
general Yagüe y de sus subalternos Asensio y Cestajón. Se nos destaca que la situación
interior en Badajoz era caótica, al partir a Madrid el legítimo defensor de la plaza (Luís
Castelló, futuro ministro de Guerra) y el principal y presumible conspirador contra la
república en Badajoz, el comandante Matallana. Así la ciudad quedó bajo el mandato de
Ildefonso Puigdengolas.

La ciudad contaba con unos 40000 habitantes y estaba defendida por unos 500
soldados y 3000 milicianos desorganizados frente a los 2500 del bando nacional. Como
apunta Raymond Carr, la conquista del sur peninsular no fue un “paseo militar”, sino
que los sublevados encontraron fuertes resistencias a su avance, como muestra la
opinión de Yagüe comunicada a Franco66. En Badajoz se produjo además la primera
batalla aérea de la Guerra Civil, en la cual participó a favor del bando republicano el
futuro ministro de Affaires Culturelles francés, Andreu Malraux 67. Antes de ser narrado
el relato de Neves, se apunta el eco internacional que tuvieron las noticias de los
periodistas franceses que le acompañaban. La repercusión internacional fue tal que las

66
Tras el ataque resistido por los defensores el 13 de agosto de 1936: “Mucho enemigo flojo pero bien
situado en formidables posiciones”.
67
Malraux en La esperanza: “Una impresión de sequedad tal que parecía que teas y piedras, casas y calles
debiesen resquebrajarse y pulverizarse en la primera bomba”.

48
autoridades portuguesas acabarían censurando el artículo del periodista donde narraba la
crueldad y los fusilamientos que se cebaron con Badajoz. Gracias ello el levantamiento
militar del 18 de julio se había convertido en una cruenta Guerra Civil que ocupaba las
portadas de los periódicos de todo el mundo. Neves confirma que su obra es un
desahogo y un alivio pues durante 50 años dejó caer en el olvido su testimonio sobre lo
que vivió en Badajoz. Nos narra como llevaba a cabo su trabajo, pues era un joven
periodista al que le habían asignado su primer trabajo serio y de cierta relevancia.

Nos relata como Portugal se hallaba dividido entre partidarios o detractores de la


República, siendo estos últimos los más afines al régimen militar portugués. Dicho
régimen, impuso una censura que acabó perfilándose gradualmente a favor de los
sublevados. Como dice Neves, el reportaje de Badajoz fue la última oportunidad para
relatar la verdad de lo que ocurría en territorio español. A partir de entonces la
historiografía de los “vencedores” trató de negar o atenuar aquellos hechos que
comprometían el carácter de “libertadores” de los nacionales. Badajoz fue desde
entonces, la más flagrante expresión de manipulación y falsificación de los hechos a
través de la historiografía tendenciosa próxima al franquismo. Neves afirma que gracias
al restablecimiento de la verdad logrado por varios autores queda confirmada su
dignidad profesional y demostrada la falsedad de los que acusaban de falso su
testimonio. A modo de diario Neves nos traslada a sus vivencias en la frontera hispano-
lusa de Caya y a la localidad fronteriza de Elvas, que acabaría convirtiéndose en el
cuartel periodístico de los que cubrían los sucesos de Badajoz. Lo primero que destaca
el autor es el inmediato éxodo humano que se dio poco después de que los sublevados
comenzaran a atacar la ciudad. Entre rumores auténticos o infundados se van
conociendo los pormenores del ataque, en el que participó la aviación alemana en varias
ocasiones. Poco después de conocerse la llegada de los nacionales a las afueras de la
ciudad la guarnición fronteriza se sublevó adhiriéndose al “Movimiento Nacional”.

Los acontecimientos que se dan en la frontera son, a través de diversos


testimonios, pruebas al mismo tiempo de máxima crueldad y solidaridad, demostrando
el sinfín paradojas que produjo la Guerra Civil. Mientras prosiguen los bombardeos y la
llegada de refugiados en busca de la protección portuguesa, se extiendes los rumores
sobre los primeros combates cuerpo a cuerpo dados ya en los alrededores de la ciudad.
Neves nos relata su llegada a Badajoz, en compañía de los franceses Dany (de la

49
agencia Havas) y Berthet (de Le Temps de Paris), gracias a la autorización emitida hacia
ellos por las autoridades militares. La ciudad, ya tomada, está tomada por el contingente
militar sublevado listo para proseguir su camino hacia Mérida y más tarde hacia Madrid.
El aspecto desolador de la ciudad queda bien descrito por Neves, que emocionado
amargamente por su visión tardará años en volver a la ciudad. Se nos relata los detalles
del ataque lanzado por las tres columnas sublevadas y la opinión del entonces teniente
coronel Yagüe al respecto68. Poco después la ciudad y la provincia quedaron bajo el
estado de guerra y sujetas al inflexible Código de Justicia Militar. Los cuerpos de los
asesinados se dejaron varios días en las calles de la ciudad para dar ejemplo de las
intenciones de los militares, ocupados en “otras preocupaciones más urgentes que
pensar en dar sepultura a los muertos”. Se nos traslada más tarde a las evidencias de los
fusilamientos producidos en la plaza de toros y en distintos puntos de Badajoz 69. Las
autoridades son las primeras en divulgar que las ejecuciones son muy numerosas para
que se pueda apreciar la inflexibilidad de su justicia. Los muertos eran tantos que se
decidió por incinerarlos, aduciendo también razones de tipo higiénico.

Ante la censura que sufrió el último testimonio de Neves enviado a Lisboa, es


importante para el tema historiográfico, anotar las principales pruebas testimoniales y
documentales que ayudan a conformar una visión fidedigna de lo ocurrido. El primer
testimonio corre a cargo de Arthur Koestler y su libro Spanish Testament (Londres,
1937). Kostler alude a las mentiras vertidas por escritores sin escrúpulos, que afines a la
propaganda franquista, fabricaron una verdad alejada de la realidad. Su obra demientes
la llamada “leyenda de Badajoz”, criticando principalmente la obra del comandante
inglés Geoffrey McNeill-Moss. Kostler afirma que el comandante obvia toda referencia
al periodista portugués cuando trata las noticias emitidas por distintos corresponsales
extranjeros. La propaganda franquista basara su tergiversación de los hechos en las
falsedades defendida por McNeill-Moss, el cual se preocupó por que en Inglaterra nadie
conociera las referencias en torno a Mario Neves y su testimonio. Otro importante
testimonio lo representa la obra de Herbert Southworth, que aun claramente definido a
favor de la República condena al franquismo solo a través de la enumeración objetiva de
hechos perfectamente documentados. Su libro, editado por la importante editorial Ruedo

68
Palabras de Yagüe: “La acción del ejército sublevado que se llevó a cabo ayer a las puertas de Badajoz
ha sido la más importante desde que estalló la revolución”.
69
La selección de los presos para ser fusilados se daba a aquellos que presentaban aún la señal de la culata
del fusil grabada en el hombro, por haber disparado durante mucho tiempo.

50
Ibérico, El mito de la cruzada de Franco (Paris, 1963), viene a poner en entredicho la
“leyenda de Badajoz” aportando los testimonios de periodistas como Leopoldo Nunes y
Emille Condroyer, fotógrafos como René Bru e historiadores como Gerald Brenan70. La
defensa historiográfica franquista vino de militares y periodistas como el capitán Bolín
y el comandante Lunn, los cuales califican a la matanza de Badajoz como “el más
popular de los mitos rojos”. Estos personajes, creían que desacreditando los testimonios
de Neves y sus colegas franceses, podían edulcorar la historia de la matanza. No
obstante, Neves, se propone demostrar la manipulación de sus detractores aportando
varias pruebas que irrefutablemente confirman su testimonio. Una de ellas es el
despacho de Reynolds Packard, que apareció en la edición parisina del New York
Herald Tribune71. Otro corresponsal de la agencia Havas, D’Hôpital, tuvo como
Packard, problemas con el nuevo gobierno de Burgos a propósito de sus noticias sobre
Badajoz.

Neves sigue desarticulando la tendenciosidad del testimonio de McNeill-Moss


pues obvia varios de los pasajes escritos por el periodista portugués, además de censurar
a sus lectores el artículo de Neves del día 15 de agosto así como la crónica de la
segunda visita del portugués a la ciudad el 16 de agosto. El tercer artículo enviado por
Neves, que se centraba en la matanza de Badajoz, fue censurado por las autoridades
portuguesas claramente ya identificadas con la sublevación. Neves denuncia el
testimonio de McNeill-Moss pues en su opinión no resiste un examen concienzudo. Las
agencias United Press y Havas nunca desmintieron los trabajos de sus corresponsales
como quiere hacer creer McNeill-Moss. No obstante la propaganda del inglés fue eficaz,
hasta tal punto que escritores e historiadores actuales la citan como referencia
fundamental sobre lo ocurrido en Badajoz. Sin embargo, Neves considera el folleto de
McNeill-Moss como uno de los más pobres trabajos de investigación llevados a cabo
durante la guerra. El libro del comandante inglés contienen muchas contradicciones que
solo pueden defenderse por los creyentes de la existencia de un “complot” comunista.
Para apoyar su argumentación, Neves alude al testimonio del ya citado Jay Allen, uno
de los más serios y prestigiosos corresponsales americanos, cuyo relato confirma
totalmente la veracidad de las matanzas. Se nos dice, que de los cuatro periodistas que

70
BRENAN, Gerald (Le labyrinthe espagnol, pp.225): “La célebre matanza de Badajoz no fue sino la más
sangrienta de una serie de matanzas que tuvieron por escenario las ciudades y pueblos del sudoeste”.
71
Cita del despacho de Packard: “Los defensores fieles, en cuanto los cogía, eran ejecutados en masivas
carnicerías”.

51
enviaron sus crónicas sobre Badajoz, los tres todavía vivos, confirman sus reportajes de
1936. Además alude a las entrevista de Whitaker con el coronel Yagüe72.

En cuanto a la historiografía histórica actual, Neves nos habla de la desigual


aceptación de las matanzas de Badajoz. Hugh Thomas confirma la existencia de la
masacres pero disminuye a 200 el número de víctimas defendido por Jay Allen. Según
el escritor profranquista James Cluegh (1961), cabían pocas dudas de que dos mil
republicanos fueran ejecutados sobre la arena de la plaza de toros de Badajoz. Los
franceses Broué y Temime por su parte, centrados en la sangrienta conquista de Sevilla,
muestran sus dudas al considerar la matanza de Badajoz como verídica. El escritor
alemán y antirrepublicano Dahms, dice que la certeza sobre las matanzas se basa en el
relato de Mario Neves, que estaba instalado en Elvas y que escribió lo que oía decir.
Georges-Roux, habla de las atrocidades de las tropas moras al mando de los sublevados
pero sin embargo no trata en ningún momento el tema de las presumibles matanzas. En
España por el contrario, poco es lo que se ha escrito sobre las matanzas, importantes
historiadores como Manuel Aznar, Luís María de Lojendio o Seco Serrano apenas tratan
vagamente lo ocurrido en Badajoz, así como el general Carlos Asensio Cabanillas. Por
su parte el relato del biógrafo de Yagüe, Juan José Calleja, decía en 1963 que los relatos
republicanos sobre Badajoz eran exagerados y que superaban los “medidas severas”
tomadas en la ciudad tras su conquista. Calleja fue el último franquista que hablo de la
matanza y usó la misma estrategia difamatoria contra los periodistas usaba por McNeill-
Moss. André Maury sin embargo habló de 1500 ejecuciones dadas el día siguiente a la
toma de la ciudad, citando también el relato de Berthet 73. Por último a través de las
obras de Ángel Viñas (Guerra, dinero, dictadura) y los trabajos de Iva Delgado se
muestra la ola de indignación que siguió al conocimiento de los hechos a través de los
citados artículos periodísticos. Iva Delgado apunta que ni del lado portugués ni del
español se consideraba la represión como un mal en sí, sino como una acción necesaria
contra la anarquía reinante en el bando republicano. Finalmente se traen a colación los
testimonios de Hugh Thomas, Gabriel Jackson, Hellmuth Günther Dahms, Meter
Wyden y Justo Vila Izquierdo para ser comparados y contrastados con el fin de aclarar
la definitiva veracidad del relato de Neves, Dany y Berthet.

72
Whitaker en el New York Herald Tribune: “el coronel Yagüe, que mandaba las tropas de Franco en
Badajoz, se reía al oír los desmentidos relativos a las matanzas”.
73
Maury cita a Berthet: “Los civiles cuya chaqueta brillaba a causa del retroceso del fusil eran pasados
por las armas”

52
c) El debate historiográfico
Por último es necesario hablar de las cifras dadas por varios especialistas en la
materia así como tratar el tema de las responsabilidades sobre lo ocurrido en Badajoz.
Según la Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores, que sigue las
cifras dadas por Jay Allen, el número de víctimas se calcula en torno a las 4000
fusilados. Para César M. Lorenzo la cifra sería 1500 asesinados, para el eminente
Manuel Tuñón de Lara en tonrno a 1200 solo antes del 15 de agosto, mientras que para
Ricardo Sanz y James Cleugh las cifra oscilaría entre los 3000 y 2000 asesinados
respectivamente. Según el socialista Julián Zugazagoitia se afirma que "cientos de
prisioneros fueron llevados a la plaza de toros donde, atraillados como perros de caza,
eran empujados al ruedo para blanco de las ametralladoras que, bien emplazadas, los
destruían con ráfagas implacables" (cabe decir que este político y escritor de origen
vasco sería fusilado en noviembre de 1940).

Para Hugh Thomas, que como se ha indicado estudio el caso de Badajoz en


1959, los legionarios mataron a todos los que portaban armas, incluso aquellos que se
refugiaban en el altar mayor de la catedral de la ciudad. Para él, Badajoz se llenó de
cadáveres, pero la cifra que apunta es bastante menor que los 4000 apuntados por Allen.
Según Thomas, la plaza de toros se convirtió en un campo de concentración pero no
asegura que allí se cometiera una matanza como tal74: “El 27 de octubre de 1936, en La
Voz, de Madrid, se publicó una versión completamente falsa de esta matanza, en la que
se acusaba a Yagüe de haber organizado una fiesta en la que se había fusilado a los
prisioneros ante la flor y nata de la sociedad de Badajoz, y que tuvo efectos
desastrosos, pues provocó represalias en Madrid”. Francisco Sánchez Ruano, ya citado,
confirma la matanza sanguinaria de la plaza de toros, pero no lo achaca a la
responsabilidad de las tropas moras, pues las fuerzas del “orden” que quedaban en la
ciudad por esas fechas eran principalmente miembros de la Guardia Civil. David Solar,
también citado, achaca a los mandos locales de Falange el tema de la plaza de toros los
cuales ordenaron las ejecuaciones a la Guardia Civil. Este mismo autor apunta a unos
2000 ejecutados.

Francisco Pilo, por su parte, pone en duda la presencia del propio Allen en
Badajoz así como el número de ejecuciones al que apuntó el norteamericano, a pesar de
74
THOMAS, Hugh, Historia de la Guerra Civil Española. Libro II, capítulo 22. Nota 7 :

53
la gran consideración profesional de este periodista, defendido por historiadores de
renombre como el propio Paul Preston. Por su parte, el revisionista Pío Moa, en Los
mitos de la Guerra Civil (Esfera de los Libros, Madrid, 2003), desmiente que se dieran
ejecuciones en la plaza de toros y cifra el número de víctimas en torno a los 500 y 1500
asesinados. En contraste, el historiador Javier Tussel en Franco en la Guerra Civil. Una
biografía política (1992), considerada manipulados los datos aportados por Moa y
estima la cifra de fusilados en torno a los 4000, en consonancia con los expuesto en su
día por Allen. Por su parte Francisco Espinosa documenta fidedignamente unas 1389
ejecuciones pero afirma que la cifra podría superar los 3800 asesinados. En cuanto a los
estudios realizados recientemente por la ARMH, se calcula que en la provincia de
Badajoz los asesinados bajo la represión franquista fueron en torno a los 4000 y 9000.

En cuanto a las responsabilidades, no cabe duda que la dinámica de “política de


exterminio del adversario político” partía a partes iguales de Franco y de Mola, y que
fue seguida, desgraciadamente de manera ejemplar, por Quipo del Llano en su avance
por Andalucía. Las entrevistas de Jay Allen con Franco, como la dada el 27 de julio en
Tetuán, confirman la sanguinaria e irrevocable decisión tomada por los altos mandos
militares de la sublevación. No obstante, para el caso concreto de Badajoz, los
principales responsables fueron en primer lugar el teniente coronel Yagüe, y sus
subordinados en el ataque a la ciudad, Antonio Castejón y Carlos Asensio, ambos
involucrados en otras matanzas en Extremadura y en la toma de varias ciudades
republicanas de renombre como Toledo.

54
5. INTERPRETACIÓN HISTORIOGRÁFICA DE LAS MASACRES EN EL
CONTEXTO DE LA GUERRA CIVIL Y EL FRANQUISMO

Antes de tratar en profundidad un tema tan concreto y delicado como el de las


masacres de la Guerra Civil es necesario presentar un marco general de la historiografía
sobre la guerra, para más tarde, una vez conocidas las principales líneas historiográficas,
poder tratar con detalle el sujeto de las masacres y la represión provocadas por el
conflicto y la dictadura militar impuesta por el bando vencedor. La Guerra Civil
española es sin duda el sujeto histórico que mayor atención ha suscitado y la producción
bibliográfica al respecto supera ampliamente la de cualquier otra temática de la historia
española (las publicaciones sobre la Guerra Civil superan los 40000 ejemplares). La
guerra de España, como fue conocida en su momento, suscitó desde su inicio una
importante atención internacional debido al carácter del conflicto y a las diferentes
ideologías que jugaron un rol en su desarrollo. Muchos ven en la Guerra Civil española
el precedente de la Segunda Guerra Mundial75, pues en su interior se dibujó la lucha
emprendida entre las ideologías que pocos años más tarde pugnarían en el conflicto
mundial: democracia, comunismo y fascismo.

El levantamiento de los militares africanistas del 18 de julio de 1936 coincidió


con el gradual peso del fascismo en Europa (en el contexto de la “Europa de los
dictadores”) así como con la victoria del Frente Popular en Francia. Es por ello que la
guerra de España atrajo la atención del mundo por tratarse de un preámbulo de lo que
posteriormente acaecería. La internacionalización de la Guerra Civil española queda
expuesta por Schwartz76 y queda reflejada por la importante producción llevada a cabo
por un buen número de hispanistas extranjeros (como Gabriel Jackson, Ronald Fraser,
Pierre Broué, Émile Temime, Pierre Vilar o Bartolomé Benassar entre otros muchos). La
Guerra Civil es por tanto un tema muy recurrente tanto para historiadores españoles
como extranjeros pues su huella en la historia contemporánea española es tal que ha
marcado el devenir histórico del país desde hace 70 años. Su trascendencia,
consecuencias y connotaciones hacen de la Guerra Civil un tema en continua revisión y

75
BERDAH, J-F., La démocratíe assassinée. La République espagnole et les grandes puissances 1931-
1939. París, Berg International Éditeurs, 2000
76
SCHWARTZ, F., La internacionalización de la guerra civil española. 2ª Ed.,Barcelona, Planeta, 1999.

55
sobre el que se pueden seguir proponiendo múltiples análisis, estudios y nuevas
investigaciones77.

Para conocer en profundidad la historiografía de la Guerra Civil es necesario


partir de la producción existente durante y después del conflicto. De esta manera se
pueden observar las características propias de dicha producción historiográfica así como
los cambios sufridos a causa del devenir político de España durante el franquismo y la
posterior transición democrática.

5.1. Primera historiografía

a) Cuestiones de guerra
En primer lugar es importante iniciar este somero estudio sobre la historiografía
de la Guerra Civil a partir de la primera producción iniciada ya durante el conflicto. La
principal característica de esta primera historiografía es su importante peso ideológico y
su intencionalidad política. Dicha producción provenía tanto de España como del
extranjero y trataba por un lado de justificar el levantamiento fascista militar y por otro
lado legitimar la defensa del orden legal republicano. Esta toma de partido por uno u
otro bando refleja que la bipolarización ideológica española tuvo una dimensión
mundial ya que ante un conflicto de tal envergadura y calado, y en el contexto europeo
de la época, era casi imposible mantenerse neutral ante la guerra española. Como
ejemplos de esta historiografía producida en plena guerra son destacables los trabajos de
Franck Borkneau (El reñidero español: la Guerra Civil vista por un europeo, 1937) o de
George Orwell (Homenaje a Cataluña o Cataluña libre, 1938).

b) Los cronistas de la “Cruzada”


Una vez concluida la guerra será la visión de los vencedores la que se imponga a
través de un contexto de represión y miedo. Esta historiografía, fascista o nacional-
católica, legitimó el levantamiento de Franco y sus correligionarios al considerarlo
como una “cruzada de liberación nacional” cuyo objetivo era “librar” al país del

77
TUÑON DE LARA, Manuel; ARÓSTEGUI, Julio; VIÑAS, Ángel; CARDONA, Gabriel et BRICALL,
Joseph M., La guerra civil española 50 años después, Éditorial Labor, Barcelona, 1985.

56
comunismo, el judaísmo, la masonería y el separatismo. Dicha “cruzada” vendría
acompañada de una mitología bélica cuyas conmemoraciones vendrían a su vez
auspiciadas por el clero español. Esta historiografía pretendió reescribir la historia
reciente de España como vehículo para legitimar la necesidad de un golpe de estado
militar, su objetivo era también borrar, como apunta Paul Preston, los logros
revolucionarios que con tanto esfuerzo había alcanzado la clase obrera española durante
el conflicto. La necesidad de consolidar la inexistente legitimidad del régimen llevó a
crear una nueva historia de España con una marcada intencionalidad a posteriori y que
parte desde la introducción del liberalismo en España. De esta reinterpretación histórica
fue Joaquín Arrarás78 su máximo exponente cuya labor se vino apoyada por la dictadura,
sus agentes y mecanismo coercitivos y por la propaganda militar y eclesiástica. Tras la
Segunda Guerra Mundial los autores afectos régimen, como Luís de Galinsoga, tratarán
de salvar la pérdida de los aliados fascista europeos mostrando al general Franco como
“el centinela de occidente” y primer vencedor ante el comunismo. Durante la década de
los 50 se seguirá mostrando a un Franco victorioso frente al marxismo máxime en el
nuevo contexto de la Guerra Fría y la transformación de la alianza antifascista en
alianza anticomunista en Occidente79.

c) Historiografía republicana en el exilio


Tras la conclusión de la guerra también el bando republicano, en el exilia, trató
de dar una explicación a la derrota pero, como apunta Preston, a través de una
importante carga ideológica. A diferencia de la visión unánime del bando victorioso, el
bando de los vencidos se caracterizaba, como antes y durante el conflicto, por un amplio
y divergente espectro político en el que se inscribían un buen número de fuerzas y
corrientes políticas. Las interpretaciones fueron en consecuencia distintas y los
principales puntos de discusión fueron la aportación de cada corriente al esfuerzo bélico
y las responsabilidades de cada grupo en lo concerniente a la derrota. Un importante
debate al respecto se centró en el papel jugado por los comunistas y la liquidación de la
revolución a cambio del apoyo soviético a la causa republicana. En general, todas las
fuerzas políticas en el exilio (republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas,
nacionalistas vascos y catalanes) ahondaron en las divisiones y luchas existentes ya
desde la instauración de la Segunda República, siendo muy frecuente las críticas de
78
ARRARÁS, J., Historia de la cruzada española. Madrid, Ediciones Españolas, 1939-1943
79
Los acuerdos de 1953 con EEUU que salvaron a la dictadura, obligaron a poner el acento en la lucha
contra el comunismo internacional obviando el carácter antidemocrática y antiparlamentario del régimen

57
mutua culpabilidad y la auto-exculpación. Incluso dentro de un mismo campo
ideológico se dejaron sentir las críticas, como entre los anarquistas o los trotskistas. En
general se puede decir que esta primera historiografía republicana del exilia estuvo
marcada por mucha auto justificación, crítica recíprocas y escasa autocrítica sobre la
acción de cada fuerza política.

5.2 Aportaciones del mundo anglosajón y renovación académica en las décadas de


los 50 y 60
Las décadas posteriores a la finalización de la guerra vinieron marcadas por una
férrea represión interior que transformó a la historia en propaganda, manipulación y
adiestramiento pedagógico. La indiferencia exterior hacia la política interna de España
favoreció la escasa producción bibliográfica sobre la guerra. No obstante existieron
obras de interés como la de Patricia A. M. van der Esch 80 y las producidas por
extranjeros que participaron en la guerra como combatientes, observadores o
periodistas. Si es cierto que en el exterior no faltaron referencias al conflicto hispano,
sobretodo en lo concerniente a sus repercusiones internacionales y en especial en países
cercanos como Francia (obras como las de André Jacquelin, Paul Reynaud o George
Bataille).

En el contexto expuesto sobre el exilio y la historiografía franquista, no es de


extrañar que a fines de los años 50 y comienzos de los 60, empiezan a aparecer los
primeros estudios académicos, en la mayoría de los casos de autores extranjeros, que a
partir de un cierto distanciamiento objetivista y de la utilización del rigor crítico propio
del método histórico, presentan las primeras síntesis sobre la guerra alejadas de
objetivos políticos y finalidades justificatorias. Estos trabajos, principalmente del
ámbito anglosajón, no obviaban del todo las consecuencias socio-políticas de la guerra
ni eran completamente objetivos pero buscaban una explicación sobre las causas de la
guerra y de la victoria franquista. Mientras, en la España de los años 60, se iniciarán
trabajos universitarios al respecto de la República, la guerra y el movimiento obrero.
Dichos trabajos pudieron darse por varios factores, en primer lugar por el relajamiento
del control ideológico de la dictadura, por una nueva generación de historiadores más
alejados del contexto bélico, la influencia de los estudios extranjeros y el protagonismo

80
VAN DER ESCH, P. A. M. Van der, Prelude to war. The international repercussions of the SpanishCivil
War. The Hague, Nijhoff, 1951.

58
universitario en la lucha antifranquista. Estos nuevos estudios reivindicaron la historia
de los vencidos apareciendo estudios sobre partidos, sindicatos y personalidades de
izquierdas. Frente a esta renovación historiográfica y el éxito de la editorial Ruedo
Ibérico el régimen, de la mano de Manuel Fraga, inició una actualización de
historiografía cercana al régimen mediante el Centro de Estudios de la Guerra Civil
ubicado en el Ministerio de Información y Turismo81.

La tímida apertura y el exilio hicieron que el mayor peso historiográfico siguiera


en manos de los anglosajones que pudieron acceder a las publicaciones de los
republicanos exiliados y a las fuentes documentales de la guerra y la posguerra. El
principal precedente lo representó el libro El laberinto español de Gerald Brenan
publicado en 1943, pues aunque se hayan cuestionado algunas de sus ideas no dejó de
dar una nueva visión sobre el conflicto español. Más tarde le siguieron las obras de
Raymond Carr82 , de Hugh Thomas83, de Grabriel Jackson84, de Burnnet Bolloten85 y de
Herbert Southworth86. Muchas de estas obras presentaban unos “marcos explicativos”
propios de una tendencia historiográfica, de una ideología o de un partido, algo que será
cuestionado por autores como Tuñon de Lara y los hispanistas franceses anteriormente
citados. El modelo liberal anglosajón, aunque contestado por varios e importantes
autores, mantuvo vigentes sus explicaciones basadas en el “fracaso” de la República,
incapaz en ese contexto de sostener una experiencia democrática lo suficientemente
fuerte como para resistir los ataques que se le lanzaron.

5.3. Tendencias interpretativas en el tardofranquismo


Los años 70 vivieron el fin de la dictadura y el inicio de la transición
democrática. No obstante, el tardo franquismo siguió apoyándose en las explicaciones
venidas del mundo anglosajón y de autores como Trythall, Robinson, Carr, Malefakis o
Payne. Todas sus obras criticaban la actuación de la izquierda durante la República pero
obviando los conflictos precedentes y la historia de principios del siglo XX español; de
ahí parte la crítica de autores como Blinkhorn o Preston. En estos años tomarán

81
DE LA CIERVA, R., Historia de la guerra civil española. Madrid, Ed. San Martín,1969
82
CARR, R. (Ed.)., The Republic and the Civil War in Spain. Londres, Macmillan,1971 [CARR, R.
(Ed.), Estudios sobre la República y la Guerra Civil Española. Esplugues de Llobregat, Ariel, 1973].
83
THOMAS, H., The spanish civil war. Harmondsworth, Penguin, 1961
84
JACKSON, Gabreil, Memoria de un historiador y La República y la guerra Civil
85
BOLLOTEN, B., The spanish Republic and the civil war, Princeton, 1965
86
El mito de la cruzada de Franco

59
relevancia, gracias a nuevos y jóvenes investigadores, la historia social, la historiografía
nacional frente a la extranjera, los estudios locales y la dimensión internacional del
conflicto87. Tras la muerte de Franco y el inicio de la democracia creció el interés sobre
el estudio de la guerra que dio lugar al régimen que llegaba ahora a su fin. Se produjo a
su vez una apertura de archivos, sobretodo desde 1982, como por ejemplo los del
Servicio Histórico Militar, los del Archivo Histórico Nacional y los del Ministerio de
Asuntos Exteriores y de Hacienda entre otros. No obstante, el acceso a los nuevos
archivos no fue tan amplio como se hubiera deseado pero si lo suficiente como para
producir un importante cambio historiográfico en la década de los 80. El peso de la
dictadura y la no eliminación de todas sus herencias por parte de la democracia tuvieron
una gran influencia, además la guerra seguía muy viva en el imaginario y la memoria
colectiva del país. La historiografía española pecaba todavía de una falta de síntesis y
estudios comparativos que si eran propuestos por hispanistas extranjeros (la reedición
de la obra de Hugh Thomas en 1977 supone un importante ejemplo del trabajo de los
hispanistas extranjeros)88. En 1979 aparecería una obra clave para la historia oral, se
trata del libro de Ronald Fraser Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros. De todos modos,
esta explosión historiográfica que sigue al final del franquismo no presenta importantes
novedades para la historiografía política.

Gradualmente se acrecentaría un verdadero interés por los vencidos, así surgirían


obras sobre el movimiento anarquista y las colectivizaciones, estas obras estuvieron
favorecidas por los nuevos estudios e investigaciones como las de Franck Mintz,
Gutiérrez Molina y Walter L. Bernecker89. También recibió aportaciones el campo de
estudio sobre los partidos políticos, principalmente los catalanes, gracias a Ramón
Casterás (sobre las Juventudes Socialistas Unificadas), a Hilari Raguer (sobre Unión
Democrática) y a Francesc Bonamusa (sobre Andreu Nin y el movimiento comunista en
España). También fueron importantes los estudios sociales del conflicto que se
opusieron a las explicaciones aportadas por la historiografía franquista y la anglosajona
tradicional, tales como los de Blinkhorn y Preston90. También aparecerán estudios sobre
87
RUIZ, O. & GÓMEZ, M. (Eds.), Los nuevos historiadores ante la Guerra Civil española. Granada,
Diputación Provincial, 1990
88
También se reeditó la obra de 1965 de Jackson y aparecieron estudios comparativos como The spanish
tragedy de Carr. A su vez fue reeditada Guerra y revolución en España de Broué y Témime.
89
LEVAL, G.,Colectividades libertarias en España. Madrid, Ricardo Aguilera, 1977; y SOUCHY, A.,
Entre los campesinos de Aragón. Barcelona, Tusquets, 1977.
90
PRESTON, P., La destrucción de la democracia en España. Reacción, reforma y revolución en la
Segunda República. Madrid, Turner, 1978.

60
la emigración provocada por la guerra y sobre las relaciones Iglesia-Estado, como el
libro de Hilari Raguer La espada y la cruz. En cuanto al tema de la represión, dada la
dificultad de acceder a fuentes óptimas y a la idiosincrasia de la temática, no se cuenta
en estos años con muchas publicaciones, aunque destaca las Pérdidas de la
Guerra de Ramón Salas Larrazábal. Aparecieron también memorias, testimonios
y biografías de muchos participantes de la guerra y de ambos bandos.

Con la transición democrática se inicia un periodo especialmente fructífero en la


historiografía de carácter territorial a partir del acceso a nuevas fuentes documentales y
la incorporación a la investigación de jóvenes investigadores vinculados a su ámbito
geográfico y en su mayoría al medio universitario. La celebración de conferencias y
coloquios favoreció, desde una perspectiva territorialmente local, un nuevo impulso a
las investigaciones aunque con distinta intensidad según la región tratada.

También recibieron atención los aspectos militares de la mano de Michael


Alpert, Ramón Salas Larrazábal y Martínez Bande. El bombardeo de Guernica también
suscitó los estudios de Southworth, Viñas y Maier. El propio Viñas, realizó un
importante estudio sobre la economía española durante la guerra hasta entonces
prácticamente olvidada por la historiografía existente (el autor trata el controvertido
tema de el “Oro de Moscú”)91. También reciben atención la intervención extranjera en la
Guerra Civil, el intervencionismo alemán a través de La Alemania Nazi y el 18 de julio.
Antecedentes de la intervención alemana en la Guerra Civil española (de Viñas) y el
italiano a través de Intervención fascista en la Guerra Civil Española (de Coverdale).
Sin embargo el estudio sobre la participación rusa no profundizará mucho más del relato
de Krivitsky92 retomado por Bolloten y David Catell, al que se sumarán las obras
producidas por otros disidentes soviéticos y exiliados anarquistas y disidentes
comunistas. El estudio de la política británica en relación a la Guerra Civil fue realizado
por Hill Edwards en 1979 (The British Governement and the Spanish Civil War) y sobre
la política francesa por D. Pike (Les Francais et la guerre d´Espagne).

91
VIÑAS, A., “Dimensiones económicas e internacionales de la guerra civil: una presentación de la
literatura reciente” en TUÑON DE LARA, M.,Historiografía española contemporánea, ob. cit., pág. 366-
367
92
KRIVITSKY, W., I was Stalin´s Agent. London, Harmish Hamilton, 1939.

61
6. HISTORIOGRAFÍA DE LAS MASACRES Y DE LA GUERRA CIVIL EN EL
POST-FRANQUISMO Y LA ACTUALIDAD

6.1 . El boom del cincuentenario


Posteriormente, la historiografía sobre la Guerra Civil puede escindirse en los
distintos aniversarios que hacen referencia al comienzo y final del conflicto. Los 50
años del inicio de la guerra fraticida estuvieron marcados por reediciones (como la de
Carr, Jackson…) sin embargo con el cincuentenario del final de la guerra aparecieron
obras tan polémica como Agonía y victoria de Ricardo de la Cierva. Este aniversario
propicio actos rememorativos o bien reivindicativos que partieron de los gobiernos
locales o de formaciones obreras pero nunca del estado. El cincuentenario no trajo
grandes polémica a excepción de las creadas por los “nostálgicos de la victoria”. Sin
embargo propició la aparición de publicaciones en la prensa nacional a través de
periódicos como El País, ABC, El Periódico de Cataluña o la revista Época. También
favoreció estudios y publicaciones de revistas especializadas en Historia, Ciencias
Sociales y divulgación cultural así como revistas de Departamentos universitarios o de
entidades de carácter y proyección local. También dio lugar a la creación de una gran
síntesis sobre la Guerra Civil a través de la revista Historia 16.

Los años 80 estuvieron marcados por la reconciliación y la rememoración y


estudio de la guerra fue considerada en general como un medio para mostrar la tragedia
del pueblo español. Salvo los nostálgico-fascistas, la gran mayoría tomó la guerra como
un error colectivo que era necesario asumir a través de la tolerancia democrática. Este
tema de la reconciliación y del abandono de la historiografía propagandista o
revanchista ocupó muchas páginas de obras de autores de todo signo político e
intelectual93. La transición democrática y la era de los “nuevos historiadores” ocasionó
un cambio en la visión sobre la guerra sobretodo al situarse más lejana en el tiempo y en
la memoria colectiva. Por un lado, la historiografía neofranquista perdió la ya de por sí
escasa credibilidad que tenía y la historiografía de signo contrario moderó su
posicionamiento y supo atraerse a los sectores universitarios. Las principales
características de esta nueva historiografía surgida en los años 80, y que en gran medida

93
TUÑÓN DE LARA, M. [et al.], La guerra civil española, 50 años después. Barcelona, Labor, 1985,
pág. 10.
ARANGUREN, J. L. [et al.], La guerra civil española. Una reflexión moral 50 años después.
Barcelona, Planeta, 1986

62
se mantiene hasta la actualidad, son por un lado la abundancia de publicaciones, el
conservadurismo metodológico general, el mantenimiento de la historiografía y temas
tradicionales (aunque existen nuevas aportaciones y campos de estudios novedosos), la
positiva valoración de la “nueva España democrática”, el tratamiento de nuevas fuentes
todavía sin analizar, el avance en la Historia local y regional así como la persistencia del
binomio República-Guerra Civil heredado de los estudios anglosajones. Por último, el
tema de la represión en ambos bandos será uno de los temas estrellas de esta década y
las posteriores.

Por tanto, se trata de una historia que sigue básicamente los patrones
tradicionales salvo alguna novedad pero que en líneas generales no busca nuevos
campos y temáticas. La gran cantidad de nuevas fuentes no llegó a favorecer una
verdadera ampliación del espectro de los estudios, además desde el mundo militar se
mostró una crónica reticencia al acceso a sus archivos. No obstante y por inspiración
universitaria se celebraron muchos congresos y seminarios a los que se sumó un
despertar cultural plasmado en el mundo de la fotografía, el arte y el cine. Los años 80
fueron una época en la que destacó una nueva manera de aproximarse a la temática de la
guerra gracias a la libertad de criterios y de opiniones favorecidas por múltiples
colaboraciones y una apertura pública del tema. Destacan en esta época las obras de
Tuñon de Lara, de Tamanes y de los hermanos Salas Larrazabal 94 sin olvidar las obras
de hispanistas extranjeros como Preston o Vilar95, aparte de las producidas por Hermet,
Témine, Ellwood, Bernecker o Ranzato.

6.2 El decenio de los 90


Los años 90, coincidentes con nuevos aniversarios del conflicto, propiciaron un
nuevo impulso historiográfico y la labor documental de editoriales y autores. Aunque el
volumen fue menor que el dado durante el cincuentenario se logró una mayor calidad
debido al alejamiento temporal, el tratamiento de temas “tabú”, el acceso a nueva
documentación y el desarrollo de la historia local. La historiografía del momento
mantuvo todavía la pugna ideológica surgida con la guerra y la utilización y el

94
TUÑÓN DE LARA, M. [et al.], La guerra civil española...; TAMAMES, R., La guerra civil española.
Una reflexión moral 50 años después. Barcelona, Planeta, 1986; SALAS LARRAZÁBAL, R. & SALAS
LARRAZÁBAL, J., Historia general de la guerra de España. Madrid, Rialp, 1986
95
PRESTON, P., La guerra civil española, 1936-1939. Barcelona, Plaza & Janés, 1987;
VILAR, P., La guerra civil española. Barcelona, Crítica, 1986

63
enfrentamiento partidista ahondaron en esa diferenciación entre las “dos Españas”. Sin
embargo, el tema fue tratado desde un más amplio espectro, al detenerse las
investigaciones en la recreación visual y en la historia oral beneficiándose también de
un acercamiento a la temática por medio de nuevas formas culturales y sociales que
tomaron en consideración aspectos hasta entonces prácticamente olvidados. Existieron
también debates sobre el llamado “pacto del silencio”, problemas para acceder todavía a
los archivos (como los del Alto Estado Mayor) y reticencias por tratar temáticas como la
de la represión. También el clima político y las visicitudes gubernamentales facilitaron o
en el peor de los casos dificultaron un óptimo tratamiento de la temática (es el caso de
algunos políticos que fueron dirigentes durante la dictadura).

La historiografía española toma ahora realmente el relevo a los hispanistas


extranjeros aunque sigue existiendo una positiva interacción y colaboración. Además es
en esta época cuando se produce una verdadera renovación historiográfica al tratarse la
represión, temas sociales como la vida en la retaguardia, el coste humano y material del
conflicto, la política cultural y propagandística, la historia de género, etc. Se dan pues
nuevos enfoques en los que se mezclan la historia estructural con la de tipo política y la
nueva historia socio-cultural. Los encuentros siguen dándose en los 90 destacando el
organizado por la Universidad de Pau en 1996. Los periódicos nacionales publican
obras de carácter general que muchas veces atendieron a intencionalidades políticas. Se
dieron obras colectivas como las de Tusell y Peyne 96 o la de Preston y Mackenzie 97 y
entre las obras individuales destacan las de Bernecker, Témine, Preston, Palacio
Bañuelos y Aróstegui.

6.3 Proyección de la controversia en el siglo XXI


La llegada del siglo XXI ha incrementado el inagotable tema de la Guerra Civil
ahora tratado desde una mayor variedad de direcciones. Este nuevo impulso viene
también favorecido por la polémica creada por revisionistas neofranquistas como Pío
Moa, Cesar Vidal, Bullón de Mendoza, Eugenio Togores y como desde antaño Ricardo

96
TUSELL, J. & PAYNE, S., La guerra civil. Una nueva visión del conflicto que dividió España.
Madrid, Temas de Hoy, 1996.
97
PRESTÓN, P. & MACKENZIE, A. L. (Eds.), The Republic Besieged: Civil War in Spain, 1936-1939.
Edimburg, Edimburg University Press, 1996

64
de la Cierva. La intencionalidad, la parcialidad y la orientación maniquea están
presentes en las obras de estos últimos autores, los cuales pretenden dar una
justificación a la sublevación militar gracias al apoyo de ciertas editoriales, instituciones
y universidades privadas y al seguimiento de sus obras de parte de la ciudadanía
heredera de los vencedores. Por supuesto, este revisionismo historiográfico ha suscitado
reacciones y críticas como las de Enrique Moradillos y Alberto Reig Tapia que vienen a
demostrar acertadamente como la historiografía neofranquista pretende continuar
manipulando y engañando en lo concerniente a la Guerra Civil 98. Angel Viñas también
viene a desmontar las teorías de los revisionistas exponiendo que no son historia pues se
basan en la mitología manipulada que la educación de la dictadura inculcó a varias
generaciones de españoles.

En estos años se mantuvo el debate sobre el “pacto de silencio” el cual no es tal


ya que aparece continuamente en multitud de obras, además es importante la presencia
social e intelectual de la generación de los “nietos” así como un auténtico tratamiento de
temas escabrosos como el de la represión y el exilio. Así el nuevo siglo se caracteriza
por una muy amplia cantidad de publicaciones y el avance de otras muchas
investigaciones y estudios. Las obras generales más destacables son por ejemplo la de la
británica Helen Graham (The Spanish Repúblic at war (1936-1939), Cambridge,
Cambridge University Press, 2002), la del francés Bartolomé Bennassar (El infierno
fuimos nosotros. La Guerra Civil española (1936-1942), Madrid, Santillana, 2005), o la
de Rafael Cruz (En el nombre del pueblo. República, rebelión y guerra en la España de
1936. Madrid, Siglo XXI, 2006). Otras obras fundamentales que han promovido el
debate y la reflexión son La cruzada de 1936 de Alberto Reig que desmonta los mitos
fundacionales de la dictadura e incide en la necesidad democrática de rescatar la
memoria colectiva a propósito de la guerra. También se pude citar la obra de Julio
Aróstegui Por qué el 18 de julio…y después en la que el autor analiza la preparación de
la sublevación militar y las consecuencias de la transformación del golpe en Guerra
Civil. La historia local por su facilidad de acceso documental, cercanía y financiación
sigue siendo el ámbito más prolífico historiográficamente hablando 99. Entre las obras de
98
MORADILLOS, Enrique, 1936. Los mitos de la Guerra Civil [Barcelona, Península, 2004].
REIG TAPIA, Alberto, Anti-Moa[Barcelona, Ediciones B, 2006]
99
PALOMARES, J. M., La Guerra Civil en Palencia: la eliminación de los contrarios. Palencia, Ed.
Cálamo, 2002
ESPINOSA, F., La columna de la muerte: El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz.
Barcelona, Crítica, 2003

65
historia temática, menos abundante, destacan las referentes a la dimensión internacional
de la guerra (E. Moradiellos, El reñidero de Europa: las dimensiones internacionales de la
Guerra Civil Español; Berdah, La démocratie assassiné. La Republique espagnole et les
grandes puissances,1931-193 o bien La soledad de la República de Angel Viñas).
También han aparecido obras sobre la participación de las Brigadas Internacionales
(Baxell, Carroll), el asilo diplomático, la participación alemana (Bowen, Arias Ramos),
italiana (Heiberg), rusa (Kowalsky) y marroquí (De Madariaga). Las investigaciones
sobre la sociedad también han sido recogidas en las obras de Seidman 100, de Tébar y de
Abella.
Por otro lado también contamos con obras sobre el exilio republicano en
Francia101, sobre el maquis102 y la historia de género103. A su vez también se ha puesto el
acento en las biografías y memorias sobre las principales personalidades implicadas en
la guerra como por ejemplo Azaña, Negrin, Zugazagoitia, Mola o Franco. La variedad
temática se completa con obras sobre el “oro de Moscú” (Viñas y Martín Aceña), la
propaganda (Soutwoth y Vázquez Liñan), la cultura (Trapiello y Davison) y la historia
militar (Gabriel Cardona). La actuación de instituciones y partidos también ha sido un
tema recurrente y muchas veces polémico, los principales ejemplos los representan las
obras de Antonio Cazorla sobre el Nuevo Estado, de Hilari Raguer y Julián Casanova
sobre la actitud de la Iglesia y de Joseph Puigsech sobre el PSUC. Estas obras se
completan con otras más concretas sobre el nacionalismo catalán y vasco. En lo
referente a las fuentes ha habido novedades como las aportadas por la limitada apertura
de los archivos de la antigua Unión Soviética y el también limitado y arbitrario acceso a
los archivos de la Fundación Francisco Franco, los militares, los provinciales y los de
instituciones carcelarias. Un importante debate se surgió debido a la conformación del
Archivo General de la Guerra Civil Española situado en la ciudad de Salamanca. La
vitalidad publicista se sigue manteniendo e incrementando con el 70 aniversario de la
Guerra Civil debido a que quedan muchos aspectos por tratar adecuadamente y otros
todavía obviados como el peso de la Guerra Civil entre la sociedad española actual y la

LEDESMA, J. L., Los días de llamas de la revolución. Violencia y política en la retaguardia


republicana de Zaragoza durante la guerra civil. Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2003
100
SEIDMAN, M., A ras de suelo: Historia social de la República durante la Guerra Civil. Madrid,
Alianza, 2003.
101
ALTED, A.& DOMERGUE, L., El exilio republicano español en Toulouse, 1939-1999. Madrid,
UNED, 2003
102
SERRANO, S., Maquis. Historia de la Guerrilla antifranquista. Madrid, Temas de Hoy, 2001
103
NASH, M., Rojas. Las mujeres republicanas en la guerra civil. Madrid, Taurus, 2000

66
temática sobre la memoria histórica (promovida por la Asociación por la Recuperación
de la Memoria Histórica).

La Guerra Civil es algo muy vivo a los setenta años de la misma, dando lugar a
manifestaciones y planteamientos morales y culturales diversos y enfrentados con
notable presencia pública e implicaciones políticas como es el caso de la polémica por
los Archivos o por la recuperación de la memoria democrática de la misma. Con esta
enumeración y análisis de la evolución de la historiografía de la Guerra Civil se puede
denotar la importancia del conflicto y las distintas vertientes surgidas desde los más
divergentes planos ideológicos. Como se ha visto, en las últimas décadas han surgido
estudios que abordan temas hasta entonces no tratados y como para el caso de la
represión, tema que interesa para esta memoria, obviados. No obstante la dificultad de
sintetizar todas las líneas historiográficas sobre las masacres obliga a seleccionar una
pequeña muestra de lo producido por la historiografía española y extranjera en las
últimas décadas, sin olvidar que la labor de instituciones como la Asociación por la
Recuperación de la Memoria Histórica ha logrado impulsar nuevas investigaciones
todavía por concluir.

7. HACIA UNA SÍNTESIS DE LAS INTERPRETACIONES


HISTORIOGRÁFICAS

Para descubrir cueles fueron las complejas causas que llevaron al estallido de la
Guerra Civil española y a su más desgraciado ejemplo de las masacres, es necesario
adentrarse en los estudios realizados dentro de la granada bibliografía originada por la
temática. Muchos estudiosos y autores han tratado de dar respuesta a la incógnita
concerniente a los orígenes de la Guerra Civil y a la explosión de violencia y crueldad
sin precedentes que sufrió el país durante tres largos años de guerra y varios más de
cruda posguerra. La complejidad de la temática y de la propia sociedad e historia
reciente española o facilitan una explicación única. Son muchos los factores que se
pueden señalar como principales factores de la eclosión fratricida. Como he indicado en
la introducción se pueden defender explicaciones de tipo determinista y
etnosociológicas, pero se puede caer en la trampa del anacronismo y la simplicidad. Es
por ello que se deben citar varios autores y varias obras perteneciente a distintos

67
mundos historiográficos, por un lado, para conocer las opiniones de dichos autores al
respecto, y por otro lado, para poder dar el máximo número de explicaciones posibles
buscando dar una solución al respecto. Debido a la amplia historiografía generada por la
Guerra Civil es necesario seleccionar varias obras principales que sirvan como ejemplos
de sus correspondientes líneas historiográficas. Además, debido al eco internacional de
la guerra, es preciso también mencionar las principales opiniones vertidas
principalmente por hispanistas anglosajones y franceses.

7.1 A propósito de las Memorias de Manuel Azaña


En primer lugar se pueden citar obras de importantes personajes contemporáneos
a la guerra e incluso partícipes políticos dentro de la misma. Una de las principales
fuentes que se pueden utilizar para este análisis son las memorias del presidente de la
República española Manuel Azaña104, líder de Acción Republicana y figura clave dentro
de la política española del primer tercio del siglo XX. Esta obra empieza con una
acertada narración de la vida y obra del político español de la mano del prestigioso
historiador norteamericano Gabriel Jackson, gran conocedor de la guerra de España y
autor de obras principales para el hispanismo anglosajón105. Lo interesante de esta obra
es la opinión de Azaña respecto a lo que el considera las causas directas de la guerra y el
recurso de la violencia y de las masacres. Para Azaña las causas de la guerra tienen dos
orígenes. Por un lado parten de la propia política interior española y por otro lado, e
interactuando con ellas, las procedentes y generadas por la política internacional de los
años 30. Azaña afirmó en su día que sin la conjunción de los factores internos y
externos nunca se hubiera dado la guerra, es decir, que sin el auge de los totalitarismos
en Europa no se hubiera producido el levantamiento militar del 18 de julio, y sin éste,
las potencias fascista europeas no hubieran intervenido sobre el terreno hispano. Para el
presidente de la República, las principales motivaciones del bando nacional fueron las
expuestas por la propaganda orientada al exterior, es decir, la represión de la anarquía, la
eliminación del poder comunista y la dependencia de Moscú, así como salvar a la
religión católica y mantener la unidad nacional a través de la llamada “revolución
nacional-sindicalista”.

104
AZAÑA, Manuel, Causes de la guerre civile d’Espagne, Presses Universitaires de Rennes, 1999.
105
JACKSON, Gabriel, Historie d’un historien, Anaya, Madrid, 1993

68
Como señala Azaña, el golpe de Estado no fue algo decidido en 1936 sino que
fue la resolución que hubieron de postergar tras el fracaso de otros complots
antirrepublicanos, como el dirigido por el general Sanjurjo en 1932. No obstante
también alude a una explicación de tipo determinista al comentar la situación socio-
política, económica y cultural que arrastraba el país desde el siglo XIX. Azaña destaca
el carácter atrasado de un país rural como España en cuyo seno existían importantes
escisiones sociales y económicas. Destaca la debilidad de la burguesía española y la casi
inexistencia de una suficiente clase media que pudiera resistir los ataques de la extrema
derecha y de la izquierda, que extrema o no, se hallaba también dividida
irreconciliablemente entre socialismo de tipo marxista y anarquismo. Por otro lado
destaca las adversas consecuencias acarreadas por la crisis capitalista de 1929 que
coincidieron con el fin de la bonanza, para nada igualitaria ni redistribuida, traída por la
dictadura de Primo de Rivera. Por otro lado son destacables las importantes reformas
llevadas a cabo durante la República y que en muchos casos le granjearon enconadas
reacciones que vinieron tanto de sectores tradicionalmente privilegiados y a su vez
desde el mundo proletario. La reformas agraria, militar, judicial y educativa del primer
gobierno republicano suscitaron un importante odio por parte de militares y religiosos
que perdían atribuciones y privilegios a favor de la acción del Estado, pero también el
desencanto de grupos de jornaleros y de obreros cuyas expectativas de mejoría socio-
económica no se colmaron. Temas como la separación entre Iglesia y Estado, la ley
sobre el divorcio y la autonomía de Cataluña vinieron a sumarse al cúmulo de
problemas a los que la República se tuvo que enfrentar.

Así pues, y en unión al devenir del periodo republicano (sublevación militar de


agosto de 1932, sucesos de Casas Viejas de 1933, revolución de Asturias de 1934…) se
fueron clarificando unas derechas que recurrieron al extremismo y a la demagogia, y
unas izquierdas desunidas y en gran parte frustradas con la acción de los gobiernos
republicanos. Ambos grupos, destacando en la derecha la Falange y en la izquierda los
sindicatos UGT y CNT, apelaron ya antes de la guerra a la violencia contra su enemigo
social. El golpe de Estado no triunfante fue el que en definitiva dio lugar a la Guerra
Civil al trastocar los planes militares de quienes confiaban en hacerse con el poder en
poco tiempo. En definitiva las profundas convicciones de dichos grupos socio-políticos
y su agudo antagonismo llevaron a una guerra sin cuartel en la que era precisa no hacer
prisioneros, es decir, acabar físicamente con el enemigo de la forma más cruel, simple y

69
rápida posible. Por tanto los fusilamientos y la multiplicación de fosas comunes son
para Azaña, adalid de la defensa de la no violencia entre compatriotas, el resultado de
una gradual acumulación de odio y extremismo del que ambos bandos fueron partícipes.
Azaña intentó no ahondar en el odio visceral entre los bandos enfrentados aunque el
mismo decretó la dura represión emprendida en la localidad de Casas Viejas en la que
fueron ejecutados un buen numero de campesinos tras haber comenzado la revolución
en dicha localidad.

7.2. La hegemonía de Ricardo de la Cierva en la historiografía franquista


Otra de las opiniones que pueden remarcar en este estudio es la expuesta por los
llamados “cronistas de la Cruzada” encabezados Joaquín Arrarás y por Ricardo de la
Cierva. Este autor que trabajó durante la dictadura y que ya en la democracia llegó a ser
ministro de Cultura, es un claro defensor del levantamiento militar y del régimen
fascista o nacional-católico resultante de la guerra. Ricardo de la Cierva en sus múltiples
obras destaca el carácter necesario del levantamiento militar y defiende los asesinatos y
crímenes cometidos por los franquistas basándose en que éstos tuvieron lugar para librar
a la “verdadera España” de la llamada “Anti-España” 106 y la revolución social que se
cernía sobre el país. De la Cierva legitima las masacres cometidas durante la guerra
presentando el golpe militar de Franco y su camarilla como una “cruzada” contra el
marxismo y la masonería, tesis defendida y legitimada por la Iglesia católica. De la
Cierva considera al socialismo como una ideología viciada que vino a envenenar al país
y que por ello era necesario erradicarla de la manera más rápida posible. Ricardo de la
Cierva centra sus obras en la República y la Guerra Civil, y pone el acento en la defensa
de la eliminación física e intelectual del socialismo, al que considera culpable de la
guerra junto con la masonería.

De la Cierva ha dedicado libros a los crímenes cometidos por las fuerzas


republicanas y ha intentado desmontar la historia del socialismo español así como de las
fuerzas leales a la republica que actuaron durante la guerra (como por ejemplo las
Brigadas Internacionales). La principal justificación que utiliza desde los años 60
Ricardo de la Cierva, y en definitiva la línea historiográfica cercana al franquismo, es la
106
DE LA CIERVA, Ricardo, Bibliografía general sobre la guerra de España (1936-1939) y sus
antecedentes históricos. Fuentes, Ariel, Barcelona, 1968

70
de la ilegalidad de la República. El mismo autor llegó ha afirmar que “el 18 de julio no
fue un golpe militar fascista, pues no existía legalidad republicana”. Para afirmar dicha
tesis se basa intencionadamente en aquellos documentos de la época que certifican dicha
idea. No obstante y claro está, estos documentos pecan de gran parcialidad y más aun
las opiniones que de ellos extrae De la Cierva; cuyo carácter como historiador ha sido
negado por múltiples historiadores de signo contrario como el profesor Julio Aróstegui,
que le achaca al autor, aparte de su parcialidad, subjetivismo y falta de rigor histórico, el
apoyo recibido tanto por la dictadura como por el Partido Popular durante el gobierno
de José María Aznar107. Así pues, el autor defiende la legalidad del golpe militar y la
necesidad de depurar al país de las “hordas comunistas” controladas desde Moscú y
culpables en su opinión de la desunión de España. El rigor de De la Cierva es nulo a la
hora de seleccionar los documentos que certifican las matanzas cometidas por uno u
otro bando beligerante. Su testigo ha sido recogido recientemente por los revisionistas
neofranquistas entre los que destacan Pío Moa y Cesar Vidal, y cuyas tesis y reacciones
suscitadas serán tratadas posteriormente.

7.3. La influencia de los Hispanistas británicos y franceses.


Otras de las líneas historiográficas más importante y de mayor calado, al menos
durante buena parte del siglo XX, es la constituida por los hispanistas extranjeros,
principalmente anglosajones y franceses. Entre los primeros son destacables los trabajos
de Raymond Carr, Ronald Fraser, Hugh Thomas o Gabriel Jackson108 por citar a los más
clásicos y entre los más recientes Ian Gibson y Paul Preston 109. Las obras de estos
autores no españoles vinieron a llenar el vacío historiográfico ocasionado por la
represión y el pensamiento único impuesto por la historiografía adepta al régimen
franquista.

107
AROSTEGUI, Julio, Historia y memoria de la guerra civil, Salamanca, 1988.
108
CARR, Raymond, The Spanish tragedy, the civil war in perspective, Lodres, 1977.
FRASER, Ronald, Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros, Barcelona, Grijalbo-Mondadori, 1979.
THOMAS, Hugh, La Guerre d'Espagne, Paris, Robert Laffont, 1997.
JACKSON, Gabriel, Historia de un historiador, Madrid, Anaya, 1993.
109
GIBSON, Ian, La muerte de Lorca, Madrid, Ruedo Ibérico, 1976.
PRESTON, Paul, The Spanish Civil War, 1936-1939, New York, Grove, 1986.

71
a) Gerald Brenan y los hispanistas británicos
Entre todos ellos se debe destacar la obra de Gerald Brenan 110 ya que supuso el
precedente historiográfico para el resto de los hispanistas posteriores. Su obra es la
principal base introductoria para los angloparlantes pues sintetiza con gran acierto el
devenir histórico de España desde finales del siglo XIX hasta la proclamación de la
Segunda República y la Guerra Civil. Su análisis viene a perfilar la actuación de todos
los grupos políticos y sociales que actuarían más tarde durante el conflicto. Por tanto,
presenta un marco explicativo lo suficientemente profundo como para clarificar las
causas por las que se dio la guerra y su dramática culminación a través de las masacres
y fusilamientos en masa. Brenan señala que la guerra estalló debido al coraje y a la
resistencia que el pueblo opuso a la sublevación, la cual contaba con la mayor parte del
ejército y las tropas mejor preparadas, además de apoyo militar y logístico de las
potencias fascistas occidentales. Al no triunfar el golpe de Estado en las principales
ciudades (Madrid y Barcelona principalmente) el territorio español quedó escindido en
dos partes bien diferenciadas en las que se desarrolló la inevitable guerra entre
hermanos.

Progresivamente, según Brenan, las posiciones de cada bando fueron a parar a


manos de los grupos más extremistas o radicales de cada bando, en el bando
republicano en poder de socialistas, comunistas y anarquistas, y en el bando sublevado
en poder de la Falange de las JONS. También destaca Brenan la importancia del apoyo
internacional (mucho mayor por parte de Alemania e Italia hacia los sublevados que de
la URSS hacia la República) así como el carácter de “cruzada” de los franquistas
(carlistas principalmente) y el entusiasmo popular en el bando republicano. Brenan
destaca la importancia de la toma de poder de los sindicatos en el bando republicano
comparándola con la lucha contra el invasor dada en 1808 durante la guerra de la
Independencia; las antiguas juntas decimonónicas se transformaron en comités obreros.
Señala la labor de los comités de salud pública encargados en los primeros meses de
llevar a cabo el conocido como “terror rojo” los cuales respondieron a la lucha contra el
peligroso enemigo interior o “quinta columna”. Destaca que los paseos llevados a cabo
en la zona republicana así como las ejecuciones masivas se dieron la mayoría de las
veces tras un bombardeo o el anuncio de una atrocidad cometida por los fascistas.

110
BRENAN, Gerald, El laberinto español, orígenes sociales y políticos de la guerra civil, Paris, Ed.
Champú Libre, 1984.

72
Destaca como principales artífices de las masacres de los primeros meses de la
guerra a la columna Durruti antes de partir al frente de Aragón o de la capital como una
especie de terror jacobinista. Este descontrol revolucionario se frenaría desde el
gobierno a partir del 25 de agosto y tras la dura lección aprendida tras la cruel matanza
de Badajoz. Las eliminaciones físicas “irregulares” se achacarían a “elementos
incontrolados” a partir de octubre mientras que nacería un nuevo terror de tipo
“político” principalmente bajo la influencia comunista-estalinista. Dicho terror actuó
sobre los sospechosos quintacolumnistas y sobre “disidentes” de izquierda,
principalmente trotskistas del POUM y anarquistas, lo que hizo ahondar más en la
desconfianza entre los distintos grupos y partidos antifascistas (los sucesos de mayo de
1937 de Barcelona sirven como ejemplo para este punto). Brenan destaca a este respecto
la hostilidad existente entre los principales sindicatos obreros, UGT y CNT, surgida
principalmente por las distintas vías concebidas para llevar la guerra y la revolución
social. A su vez, Brenan realiza una crítica constante contra el estalinismo y su
influencia durante el conflicto y especialmente en los últimos meses del mismo. Brenan,
siguiendo las observaciones establecidas por Borkenau111, establece un análisis sobre las
colectivizaciones dadas por las distintas facciones revolucionarias (principalmente
anarquistas) en el ámbito agrícola e industrial, dichas colectivizaciones perderán vigor
en favor de la actuación del Estado llevada a cabo por socialistas y comunistas.

En lo que concierne al bando franquista, Brenan destaca que los sublevados


también se entregaron a las masacres y las atrocidades para intimidar al adversario y
eliminar a los elementos obreros más peligrosos. La intervención de falangistas y
carlistas, con “listas negras” elaboradas previamente, desencadenó un alza de las
masacres sin parangón. Brenan habla de las sangrías dadas en Andalucía y lideradas por
Quipo del Llano (llamado el carnicero de Sevilla). La matanza de Badajoz será la
culminación de la política de eliminación y depuración puesta en práctica por los
militares. El norte tampoco se libró de las atrocidades fascistas pues entre sus victimas
se contaban por igual masones y liberales como comunistas y socialistas. Todas las
matanzas cometidas por los “nacionales” contaron con el apoyo incondicional de la
Iglesia, que a su vez legitimó moralmente la “cruzada” nacional. Brenan señala que
proporcionalmente el terror “blanco” triplicó al terror “rojo” aunque afirma que sus
métodos eran básicamente idénticos aunque menos sangrientos por parte de los
111
BORKENAU, Franz, El reñidero español, Madrid, Ruedo Ibérico, 1977.

73
republicanos112. La metodología habitual consistía en recoger con camiones a los
supuestos enemigos para asesinarlos en las cercanías de los pueblos, no obstante, las
ejecuciones sumarias en los penales fueron más incontroladas en el bando sublevado,
pues en el republicano muchas voces se alzaron contra la violencia. Brenan destaca que
los nacionales nunca renunciaron a eliminar a sus enemigos a través, de lo que él
considera, un jamás denunciado terrorismo falangista y carlista.

b) Bartolomé Bennassar y los hispanistas franceses


La historiografía francesa centrada en el caso español representa a su vez un
vasto esfuerzo por conocer detalladamente lo acaecido en su país vecino, pues la
proximidad y la afinidad han pesado mucho entre los hispanistas franceses. Los
principales autores han propuesto hipótesis en muchos casos alejadas de sus colegas
británicos, que generalmente achacan la derrota militar republicana a su incapacidad de
hacer frente al bando sublevado. Si bien es cierto que esta afirmación puede ser
argumentada, los hispanistas franceses han tratado de matizarla y aportar una visión que
no solo se centre en el resultado en los campos de batalla ni en las decisiones políticas
de despacho. Destacan en esta línea historiográfica autores como Pierre Chaunu, Émile
Temime, Pierre Broué, Michel Papy et Jean-François Berdah entre otros 113. Cabe decir
que la línea historiográfica francesa cuenta con un espectro ideológicamente más amplio
(desde la derecha hasta el trotskismo) y que difiere del casi monolítico pensamiento
liberal del hispanismo inglés; es por ello que se pueden contar con obras que cuentan
con una mayor amplitud temática y con unas opiniones diversas que permiten al
historiador actual contrastar y analizar el sujeto desde distintos puntos de vista.

A destacar también son las obras del profesor emérito de la Universidad de


Toulouse, Bartolomé Bennassar114. Este autor francés destaca que durante el otoño de
1936 las victimas producidas por el terror blanco más las ocasionadas por el terror rojo
fueron superiores a la habidas en los campos de batalla, de ahí se puede concluir la
112
Brenan cita una ilustrativa frase del escritor Benito Pérez Galdós: En España nada se parece más a un
levantamiento revolucionario que un levantamiento reaccionario.
113
IMATZ, Arnaud et CHAUNU, Pierre, La guerre d’Espagne revisitée, Paris, Economica, 1993.
TEMIME, Émile, La guerre d’Espagne commence, Bruxelles, Editions Complexe, 1986.
PAPY, Michel, Les espagnols et la guerre civile, Biarritz, Atlantica, 1999.
BERDAH, Jean-François, La démocratie assassinée, la République espagnole et les grandes puissances,
1931-1939, Paris, Berg International Éditeurs, 2000.
114
BENNASSAR, Bartolomé, La guerre d’Espagne et ses lendemains, Paris, Editions Perrin, 2004.
BENNASSAR, Bartolomé, El infierno fuimos nosotros, la Guerra de España (1936-1942…), Madrid,
Taurus, 2005.

74
magnitud de las masacres y la depuración político-social. Bennassar afirma que por muy
crueles que fueran estas masacres se hallaban inmersas de una lógica propia de una
Guerra Civil en la que no fue habitual la toma de prisioneros. El hispanista francés
señala la concepción del rival que tenía cada bando, el bando republicano consideraba a
sus enemigos como rebeldes sediciosos y los franquistas consideraban a los leales a la
Republica, como milicianos o irregulares situados al margen de la ley. Ambos grupos
eran susceptibles de ser eliminados por sus enemigos pues en la Guerra Civil el status
social y el cargo eran los condicionantes básicos para llevar a alguien al paredón. El
estudio de Bennassar confirma lo mismo que concluyeron otros autores, que el terror del
bando rebelde se basaba en un cálculo frío y sistemático frente al terror espontáneo y
muchas veces incontrolado del bando republicano. La existencia de un poder sólido
estipuló la metodología y carácter de las masacres en cada bando. El nuevo estado
creado de la nada por los militares se dispuso a poner en práctica una limpieza y
depuración vengadora para liquidar la “Anti-España”, mientras la revolución se
sumergió en la destrucción de un mundo enfermo en busca de la consecución de una
nueva humanidad. De hecho, Bennassar afirma que el nuevo estado rebelde surgió a
causa del terror promocionado por sus principales dirigentes, entre los que destacan el
general Mola y Quipo del Llano. Mientras, para el bando republicano la intensidad de
las matanzas fue paralela al hundimiento del estado y su posterior reconstrucción.
Bennassar hace uso de un óptimo objetivismo a la hora de intentar evaluar las cifras de
muertos ocasionadas por las “sacas”, “paseos” y posteriores fusilamientos dados durante
la guerra en cada bando. El autor reconoce su dificultad y desecha las cifras aportadas
por el norteamericano Jackson, por excesiva, y la de Ramón Salas Larrazabal, por
intencionadamente manipulada y minimizada.

Bennassar confía el estudio de las matanzas a los estudios regionales aparecidos


en las últimas décadas. Además, el autor reconoce la dificultad existente a la hora de
encontrar fuentes fiables, pues los registros judiciales de condenas y defunciones
adolecen de un sinfín de problemas y trampas para su correcto estudio. Es por ello que
solo pueden defenderse a ciencia cierta balances provisionales sobre aquellas provincias
o regiones estudiadas con mayor profundidad. Además hay que prestar atención a varios
aspectos y elementos de cómo se desarrollaron las masacres, sujeto, en opinión de
Bennassar, obviado por muchos estudios. Estos condicionantes responden al espacio y
al tiempo en que se dieron las masacres, pues la República solo puedo ejercer dicha

75
represión en aquellas zonas donde mantuvo temporalmente su poder mientras que el
bando faccioso la acabo ejerciendo en todo el país y además en la dura posguerra
ulterior a la guerra. En lo concerniente a este punto Bennassar recalca la necesidad de
distinguir ambas etapas de la política de eliminación fascista. Bennassar apunta, sin
perfilar demasiado el problema de las cifras, que la violencia republicana y franquista
entre 1936 y 1939 tuvieron valores prácticamente similares, debido principalmente a la
mayor población controlada por la República durante la guerra. No obstante, una vez
concluido el conflicto, Franco y su camarilla demostraron su nulo deseo de promover
una verdadera reconciliación nacional al basar su régimen dictatorial en el miedo, la
represión y el constante recuerdo y conmemoración del resultado de la guerra.

Bennassar para no caer en el error generalista o exagerado de otros autores,


perfila con varios ejemplos la cuantía e intensidad de la masacres de la Guerra Civil. En
primer lugar destaca como ejemplo lo acaecido en la provincia de Málaga, donde se
cebaron contra la población ambos terrores beligerantes a raíz del caos que sufrió la
ciudad durante los primeros años del conflicto. Por otro lado analiza someramente el
terror “nacionalista” dado indiscriminadamente hasta la primavera de 1937 poniéndolo
en relación con la gradual limitación de las masacres en el bando republicano. Destaca
en este punto el papel exterminador de la Falange en su labor de “limpieza” en las zonas
controladas por los sublevados y caracterizadas por la composición de las “patrullas del
alba” principales protagonistas de múltiples “paseos”. El hispanista francés destaca
como el odio social llevó a una decadente perversión de los espíritus que llegó a
convertir a las matanzas en verdaderos “espectáculos”. Por otro lado destaca la
influencia de la proximidad del frente sobre las masacres así como el binomio acción-
reacción frente a los asesinatos producidos a pocos kilómetros por el bando rival. El
terror rojo y negro también es analizado por Bennassar que en primer lugar apunta a
como la represión republicana se dio en las zonas bajo su control donde se concentraban
las principales ciudades del país. En dichas zonas se desencadenó un odio previo
generado por años de explotación y que con el mínimo pretexto liquidó a sus
adversarios políticos. Los ejemplos y circunstancias de Madrid o Barcelona dan buena
prueba de ello. Con todo, Bennassar afirma que llegada la citada primavera de 1937 el
tiempo de las masacres como tal llegaría a su fin.

76
7.4. El debate historiográfico en España
Por último cabe hacer la necesaria mención a la historiografía española, la cual
después de varias décadas de letargo tomó el relevo a los hispanistas extranjeros para
ocupar el primer lugar en cuanto a cantidad y a calidad historiográfica se refiere. Una
vez finalizada la dictadura se pudo comenzar a tratar temáticas hasta entonces
prohibidas, comenzándose pronto a elaborar obras generales sobre la República y la
Guerra Civil. No obstante, solo hasta hace poco tiempo se han comenzado a realizar
proyectos serios referentes a las víctimas de la guerra y en especial, al tema tabú de las
masacres. La apertura de archivos, los estudios regionales, la aparición de fosas y
sobretodo la mitigación del miedo sufrido durante más de 40 años han favorecido un
correcto reestudio de la temática. Cabe destacarse que, al no ser un tema con una
historiografía tan extensa como el tema más general de la Guerra Civil, son muchas las
nuevas aportaciones otorgadas por nuevos descubrimientos, investigaciones y estudios
de todo tipo. Dichas aportaciones vienen de campos tan diversos como el de la historia
académica, la historia narrativa, la historia oral o la sociología. Así pues, es en la
actualidad cuando pueden elaborarse estudios profundos y correctamente documentados
sobre el tema que nos ocupa, el cual, lógicamente resta lejos de estar completamente
abarcado al existir todavía un déficit historiográfico al respecto, así como reticencias y
dificultades de tipo político e institucional para abordar nuevos documentos o hallazgos
de fosas. No obstante la Ley de la Memoria Histórica y asociaciones como la ARMH
(Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica) proporcionan actualmente
un impulso del que anteriormente carecía este ámbito de la investigación.

Por último, antes de mencionar los principales especialistas y obras al respecto,


es necesario precisar, que por el especial desarrollo de las segunda mitad del siglo XX
español, la historiografía arrastra tras de sí una importante carga ideológica, difícil de
mitigar incluso en los estudios más serios, objetivos y contrastados. Poco son los
autores que no denotan una inclinación más o menos clara hacia uno u otro bando o bien
hacia tal o cual facción política. Ese aspecto radica en la lenta asimilación del proceso
histórico que dividió al país hace 70 años. La bibliografía española ha necesitado un
necesario proceso de maduración después de años de censura y severos problemas para
poder estudiar el conflicto que por odio, conquista y asesinato dio lugar a la dictadura.
Dentro de la historiografía española especializada en el estudio de la Guerra Civil, y en
consecuencia de las victimas, masacres y represión, destaca una gran variedad de forma

77
a acercarse a la temática (desde obras generales, revistas especializadas, monografías,
estudios locales, regionales y provinciales de masacres, colecciones, literatura, cine…).
Pero para un tema tan delicado, aun a día de hoy, es suficiente con adentrarse en las
distintas líneas historiográficas para denotar la todavía existente disparidad y desunión
que generó la Guerra Civil. Dicho antagonismo, entre las nunca reencontradas “Dos
Españas”, sigue latente en muchos aspectos de la vida de la sociedad española,
evidenciando como la Transición democrática no llegó a cerrar las heridas abiertas,
como trataré de mostrar posteriormente.

7.4.1. Historiografía franquista y revisionista


Entre la historiografía defensora de la victoria y legalidad de la dictadura del
general Franco, destacan los principales sucesores de los estudios emprendidos por el ya
citado Ricardo de La Cierva, los hermanos Salas Larrazabal o Burnett Bollonten,
principalmente, Pío Moa y Cesar Vidal115; que como antaño sus predecesores ensalzaron
a la dictadura, ellos agasajaron con una especie de pseudo-historia al gobierno del
Partido Popular. La utilización intencionada de esta línea historiográfica llega a ser tal
que es poco recomendable a la hora de acercarse a la temática, aunque bien es cierto que
son eficaces a la hora de generar discusión y debate. No obstante, su uso como fuente
dista mucho de ser óptimo, pues por lo general son el fruto de una selección
intencionada de documentación que tiende a obviar la propia responsabilidad y culpa.
Aunque pueden ser alguna vez adecuadas para la observación y el contraste, las tesis de
estos autores dentro de una historiografía conservadora de toda índole, no se sostienen
por lógica ante las evidencias proporcionadas por la historiografía de signo contrario.
Los principales puntos de fricción, debate y polémica han girado en torno a la matanza
de Badajoz y al bombardeo de Guernica. Dichos hechos son negados o manipulados por
estos autores que siguen manteniendo a modo de dogmas varios mitos franquistas
basados sobre la censura, la represión y la manipulación de los hechos.

Moa afirma que la guerra se dio por el carácter antidemocrático de la mayor


parte de las fuerzas de izquierda, las cuales en su opinión consideraban a la República

115
MOA, Pío, Los orígenes de la Guerra Civil española., Madrid, Encuentro, 1999.
MOA, Pío, Los mitos de la Guerra Civil., Madrid, La Esfera de los Libros, 2003.
VIDAL, César, Durruti: La furia libertaria, Temas de Hoy, Madrid, 1996.
VIDAL, César, La destrucción de Guernica: Un balance sesenta años después, 1997.

78
como el paso intermedio hasta llevar a cabo la revolución social. Habla también de la
huella dejada por la insurrección asturiana de octubre de 1934, así como los “oscuros
arreglos” electorales que darían la victoria a la coalición del Frente Popular. Basa dichos
argumentos en las denuncias presentadas al respecto por Niceto Alcalá Zamora,
presidente de la República por entonces, y secundados por Azaña y Madariga, aunque
sin haber sido contrastados. Moa afirma que las masacres y la violencia puesta en
marcha por la extrema derecha en España respondía a la violencia y fervor
revolucionario de la izquierda. Así pues, el golpe de julio es considerado por este autor
como una respuesta de una derecha “arrinconada” a la que se sumó una parte de la
oficialidad del estamento militar. Las declaraciones de Moa han supuesto en muchas
ocasiones motivos de polémica y discusión, al considerar por ejemplo que Franco “no
aniquiló a los rojos, los escarmentó” y afirmando que los que actualmente defienden la
Ley de la Memoria Histórica son los descendientes de aquellos que hicieron funcionar
las checas y el terror rojo. Estas declaraciones le supusieron la denuncia pública de
varios ciudadanos, a lo que se sumó la negativa de Moa a condenar al franquismo y
continuar alabándolo.

Es por ello que esta línea historiográfica, cercana también a las tesis de Stanley
Peyne116 o Anthony Beevor117 y secundada por José Manuel Cuenca Toribio y Carlos
Secos Serrano entre otros, se han ganado numerosas críticas y controversias a raíz de
varios puntos. En primer lugar muchos les reprochan una deficiente formación pues se
trata básicamente de “comentaristas”, en palabras de Albert Reig Tapia118. Este mismo
autor es con el que más polémica se suscita con Pío Moa, hasta el punto de elaborarse
libros y réplicas a modo de contraofensivas. Se les crítica una manipulación en el uso de
las fuentes que carecen del suficiente rigor histórico, y aun menos crítico, al ser las
utilizadas tradicionalmente por la derecha española. A esto responden Moa y Vidal
indicando que estas críticas vienen de la historiografía izquierdista iniciada años atrás
por autores como Tuñón de Lara119, de inspiración marxista. No obstante y
paradójicamente, el mismo Pío Moa fue miembro del GRAPO (Grupo de Resistencia

116
PAYNE, Stanley, El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil (1933-36), Barcelona,
La Esfera de los libros, 2005.
117
BEEVOR, Anthony, La guerra civil española, Barcelona, Círculo de Lectores, 2005.
118
REIG TAPIA, Albert, Anti-Moa. La subversión neofranquista de la Historia de España, Barcelona,
Ediciones B, 2006.
119
TUÑON DE LARA, Manuel (coord.), La guerra civil española 50 años después, Ed. Labor,
Barcelona, 1985.

79
Antifascista Primero de Octubre) y militante en su juventud del PCE para más tarde
tornar su ideología hacia las posturas conservadoras y ultraliberales que defienden en
sus escritos. Se le achaca pues ese cambio de postura y sus descalificaciones contra
autores de renombre como Pierre Vilar, también cercano a la metodología marxista.

Las tesis de Moa han sido desechadas y descalificadas por importantes autores
como Paul Preston, Helen Graham, Javier Tussell, Enrique Moradiellos, Santos Julía o
Gabriel Cardona. Por su parte, el británico Ian Gibson ha denunciado varias de las
mentiras defendidas por Cesar Vidal en su estudio sobre Paracuellos 120. No obstante,
posteriormente trataré en mayor profundidad esta polémica sobre Paracuellos así como
la suscitada por el revisionismo neofranquista centrándome en la discusión mantenida
entre Moa, a propósito de sus escritos y su libro Los Mitos de la Guerra Civil, y
Francisco Espinosa Maestre121 y Albert Reig Tapia. Es necesario dedicar una parte de la
memoria al tema del revisionismo-negacionismo para poder contrastar las opiniones de
varios investigadores y comprender a ciencia cierta como se encuentra el mundo
historiográfico hispano actual al respecto de la Guerra Civil.

7.4.2. Historiografía crítica y antirrevisionista

a) Precedentes
Antes de ello, es necesario hacer un extenso recorrido por la historiografía de
signo contrario, más nutrida, documentada y contrastada que la ya expuesta. La línea
historiográfica que puede ser considerada como izquierdista o prerrepublicana cuenta
con un mayor número de publicaciones que han ido incrementándose a medida que se
desarrollaba la democracia en España. Sus trabajos han dado lugar a un verdadero
conocimiento sobre lo ocurrido durante los años 30 en el país, gracias a unas
exhaustivas investigaciones que han logrado acceder a documentación hasta entonces
obviada o inaccesible. Los principales estudios de esta línea historiográfica provienen
del mundo académico universitario, tanto español como extranjero, y poco a poco han

120
VIDAL, Cesar, Paracuellos-Katyn, un estudio sobre el genocidio de la izquierda, Libros Libres, 2005.
121
ESPINOSA MAESTRE, Francisco, El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha española
(sobre la matanza de Badajoz y la lucha en torno a la interpretación del pasado), Los libros del Oeste
Ensayo, Badajoz, 2005.

80
ido llenando el vacío documental que arrastraba la temática desde mediados del siglo
XX. No obstante, cabe decir que no se trata de un campo homogéneo como el de la
línea conservadora, sino que en su seno existen un buen número de distintas opiniones
que responden a las distintas ideologías de sus autores. A pesar de ello, estos autores han
puesto el acento en los hechos acaecidos a través de explicaciones objetivas que
intentan no traslucir, al menos en la mayoría de los casos, inclinaciones políticas
concretas.
Esta línea historiográfica cuenta con trabajos serios y rigurosos que han
pretendido sacar a la luz los más oscuros episodios de la guerra, beneficiándose de
continuas colaboraciones con hispanistas extranjeros así como de los estudios y análisis
de monografías regionales. Todo ello ha dado lugar a grandes obras generales así como
obras de carácter global realizadas mediante la estrecha colaboración entre prestigiosos
autores. A través de estas recopilaciones se han podido tratar temas de gran diversidad
logrando de esta manera profundizar en sujetos que no pueden abordarse de igual modo
en las obras de carácter general. La obra de esta línea historiográfica pretende a su vez
saldar la deuda histórica contraída por buena parte del país y silenciada por la dictadura
y sus cronistas. Es por ello que esta tendencia historiográfica es las más rica y óptima
para realizar todo tipo de estudios referentes a la Guerra Civil y a las masacres.

En primer lugar, hay que destacar la labor de hispanistas ingleses como los ya
citados Hugh Thomas, Ian Gibson o Paul Preston, cuyas colaboraciones con
especialistas españoles son muy frecuentes. Del primero de dichos autores destaca su
obra sobre la guerra citada anteriormente y su labor y obra difundida por la editorial
Ruedo Ibérico, no obstante, su especialidad es el estudio del imperio ultramarino
español de los siglo XVI y XVII. De Ian Gibson destacan sus trabajos biográficos sobre
los principales genios del arte español del primer tercio del siglo pasado, como por
ejemplo Salvador Dalí, Antonio Machado y principalmente Federico García Lorca,
asesinado en Granada por las tropas franquistas. Por otro lado, este autor también ha
tratado el asesinato de José Calvo Sotelo (episodio que se uniría a los detonantes de la
sublevación del 18 de julio y que consideraría a este político derechista español como el
primer mártir de la “cruzada”) así como la matanza de Paracuellos 122. Paul Preston por
su parte es uno de los principales referentes a la hora de estudiar la historia reciente de

122
GIBSON, Ian, Paracuellos: cómo fue, análisis de un sangriento episodio de la guerra civil, Ed.
Tribuna de Plaza&Janés, Espulgues de Llobregat, 1987.

81
España, desde la República a la Transición pasando por la Guerra Civil y la dictadura.
Este autor cuenta con obras centradas en la represión y el militarismo en España, el
asedio recibido por la República, los mitos del franquismo y biografías del dictador y
del rey Juan Carlos Primero123. Son importantes las colaboraciones de estos autores con
especialistas españoles como Santos Julía, Javier Tussell, Emilio Silva, Reig Tapia o
Julián Casanova entre otros124.

Por último cabe destacar la interesante labor de los hispanistas franceses y sus
eficaces aportaciones a la historia del país vecino, como Michel Papy y Pierre Vilar.
Este autor es uno de los autores que más han estudiado la Guerra Civil y su precedente
republicano, de ahí las críticas vertidas contra el por parte de los grupos conservadores y
neofranquistas125. Aparte existen otros aportes extranjeros elaborados por autores como
Bernecker, Mary Nash o Helen Graham. De estas colaboraciones se destila por un lado
una prolífica simbiosis entre especialistas extranjeros y españoles y por otro lado la
progresión de ambas líneas historiográficas hacia un nivel y puntos comunes que han
roto con el retardo que lastraba a la historiografía española hasta hace unas décadas.
Entre los historiadores españoles cabe destacar a un buen número de especialistas. Uno
de los más afamados y pioneros en esta materia fue Manuel Tuñón de Lara 126, internado
en un campo de concentración y exiliado en 1946 en Paris. Destaca su actividad docente
y un buen número de obras sobre la temática. Las últimas décadas han demostrado ser
un gran momento para la historiografía española que se demuestra por la cantidad y
libros de autores como Ángel Viñas, Julio Aróstegui, Josep Fontana, Santos Juliá, Julián
Casanova, Gabriel Cardona, Enrique Moradiellos, Miguel Abella o Hilari Raguer entre
otros muchos. Este conjunto de obras sirve de prueba para comprender hasta que punto
la historiografía hispana ha tomado el relevo tanto de la vieja historiografía
tradicionalista cercana al régimen como la liderada por los hispanistas extranjeros

123
PRESTON, Paul, La política de la venganza: el fascismo y el militarismo en la España del siglo XX,
Barcelona, Península, 1990.
PRESTON, Paul, El gran manipulador, Barcelona, Ediciones B, 2008.
124
SILVA, Emilio (coord.), La memoria de los olvidados, un debate sobre el silencio de la represión
franquista (prologo de Paul Preston), Ed. Ámbito Alarife, Valladolid, 2004.
CASANOVA, Julián y PRESTON, Paul, Guerra Civil y violencia política, Madrid, Historias Debates,
2005.
TUSELL, Javier y PAYNE, Stanley, La guerra civil. Una visión del conflicto que dividió España. Madrid,
Temas de Hoy, 1996.
125
VILAR, P., La guerra civil española. Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1996
126
TUÑÓN DE LARA, Manuel, La Guerra Civil española: 50 años después, Barcelona, Editorial Labor,
1989.
TUÑÓN DE LARA, Manuel y MALEFAKIS, Edward, El final de la guerra, Madrid, Taurus, 2006.

82
durante buena parte del siglo XX. Las obras sobre la temática son muy numerosas así
como la cantidad de autores que centran sus estudios en la misma. Gracias a ello se
puede actualmente elaborar un cuadro completo sobre la Guerra Civil pero todavía no
sobre las masacres pues son muchos los estudios e investigaciones que restan por
hacerse. No obstante se ha roto con el silencio previo y la prolífica historiografía
española ha favorecido la eclosión de una abundante documentación que gradualmente
ha ido completando las facetas oscuras de la guerra.

Ante la dificultad de abordar un análisis completo del tema debido a la ingente


cantidad de obras y autores es preciso elaborar una selección de la misma para no caer
en una sobresaturación documental que impida una correcta investigación sobre el tema
y su historiografía. Es por ello que he escogido dos obras que sintetizan a grandes
rasgos lo expuesto por esta línea, al tratarse o bien de obras general de refutados autores
o bien colaboraciones que integran los estudios de varios de los autores citados. Una de
las obras de conjunto más completas y recomendables es la dirigida por Edward
Malefakis y que reúne los escritos de los principales especialistas sobre la Guerra Civil
(Aróstegui, Cardona, Carr, Fusí, Jackson, Juliá, Payne, Reig Tapia, Salas Larrazabal,
Thomas, Tuñón de Lara, Tussell o Viñas)127. Este libro supone un esfuerzo colectivo por
abordar de forma diferente la temática, tratando una gran variedad de temas y desde
distintos puntos de vista. La inclusión en este libro de autores de líneas historiográficas
e ideologías diversas ha permitido alcanzar un gran nivel de objetividad y profundidad
que de otro modo hubiera sido difícil de alcanzar. El libro abarca en su mayoría la
narración de los episodios fundamentales de la guerra para tratar más
monográficamente, temas como la posición de la iglesia católica o los intelectuales, la
intervención extranjera y la situación en las zonas proclives al nacionalismo (País Vasco
y Cataluña). No obstante, el tema que nos interesa es el de la represión establecida en
ambos bandos y que en este libro ha sido analizada por el ya citado Alberto Reig Tapia.

127
VIÑAS, Ángel, Franco, Hitler y el estallido de guerra civil. Antecedentes y consecuencias. Madrid,
Alianza, 2001.
ARÓSTEGUI, J., Por qué el 18 de julio...y después. Barcelona, Flor del Viento, 2006
JULIÁ, Santos (coord.), Victimas de la guerra civil, Editorial Temas de Hoy, Madrid, 1999.
CASANOVA, Julián, República y guerra civil (volumen 8 de la colección Historia de España dirigida por
Joseph Fontana y Ramón Villares), Madrid, Crítica Marcial Pons, 2007.
CARDONA, Gabriel, Historia militar de una guerra civil. Estrategia y tácticas de la guerra

83
b) Representantes

Alberto Reig Tapia:


Este autor certifica la polémica existente sobre la represión, especialmente por la
practicada por el bando franquista, debido principalmente a que muchos de los
asesinados no entraron jamás en los registros civiles sobre defunciones y aun menos
tuvieron un entierro digno. Sin embargo, las víctimas del bando republicano si fueron
inscritas y además sus familiares no tuvieron que exiliarse o vivir bajo el miedo durante
más de cuarenta años. De este diferente tratamiento de las victimas, que dio lugar a
conmemoraciones y recompensas “para los caídos por Dios y la patria”, se destilan unos
datos mucho más fiables sobre la represión republicana. Las facilidades de las victimas
del “terror rojo” no las tuvieron las otras víctimas, que además hubieron de vivir bajo la
intensa y manipulada propaganda del régimen. Además las circunstancias de la guerra y
la posguerra no permitieron dar cabida en el registro de defunciones a los muertos por la
República y la democracia. La dispersión, censura y expolio de archivos impide retomar
dicha labor de manera óptima, y cuando dicha labor se pretende hacer a través de
testimonios se choca inevitablemente con juicios de valor y factores ideológicos. Es en
este punto donde al autor reivindica la superación de dichas barreras pues concluye que
un crimen es un crimen, tanto en uno como en otro bando. Reig Tapia rechaza todo
planteamiento determinista para dar una explicación al incremento de la violencia, pues
considera que de este modo se obvia el complejo desarrollo histórico hispano. La
violencia ya existía a través de grupos armados desde las elecciones de febrero y el 18
de julio (y su fracaso) constituyeron la explosión de esa violencia previamente
acumulada.

Una violencia entre grupos extremistas derivó en una guerra entre compatriotas
que poco a poco extremarían a su vez sus posiciones. La animadversión del pueblo
hacia los militares sublevados hizo que se recurriera a una feroz represión para evitar la
reacción del adversario (los planteamientos de sus principales dirigentes, Franco, Mola
o Queipo del Llano, no dejaban ninguna duda al respecto como se verá posteriormente).
Se trataba de una guerra sin cuartel ni perdón basada en una brutal represión preventiva
contra cualquier conato de resistencia física y moral; este punto lo pone en relación con
la violencia aplicada por los nazis para colapsar la república de Weimar. Desde
Marruecos hasta Burgos se aplicó, una vez lanzado el golpe de Estado, el estado y

84
bando de guerra que destruían toda garantía jurídica de los que se opusieran al mismo.
El único objetivo era “exterminar al adversario”128. Incluso desde el ámbito intelectual
conservador se alabó esta lógica exterminadora contra “los enemigos de España”. Los
primeros que sufrieron esta violencia demente, fueron en ambos bandos, los militares e
integrantes de las fuerzas del orden, ya que como apunta Reig Tapia, sin la división
previa del ejército no se hubiera dado la guerra, que antes de civil fue militar. Los
consejos de guerra se impusieron rápidamente entre el bando franquista, que
paradójicamente fusiló a militares por haber inducido a la “rebelión” o bien por no
haberse sumado a la “sublevación”. Reig Tapia apunta los episodios más sangrientos de
los primeros meses de la guerra, destacando la horrenda labor de limpieza de Quipo del
Llano en Andalucía y las sanguinarias huellas dejadas por el Ejército de África de
Franco en su camino hacia Madrid (el episodio de Badajoz es la muestra más perversa y
a la vez compleja al respecto).

El militarismo del ejército colonial imponía una dura lógica de exterminio que
procedía, una vez ocupadas las distintas poblaciones, a nombrar nuevas autoridades y
eliminar las anteriores; mientras tanto se imponía la dura represión inducida por
caciques locales, sacerdotes o enemigos políticos del republicanismo. Las “sacas” y los
“paseos” proliferaron bajo el consentimiento de los mandos militares y en ellos se
mezclaban a partes iguales los motivos ideológicos y los personales. Esta represión se
cebó con los integrantes y seguidores del Frente Popular, los nacionalistas vascos y
catalanes, los masones, las mujeres, los maestros y los intelectuales. La depuración fue
por tanto física, material, intelectual, profesional y jurídica. Solo la perspectiva de una
larga guerra, nunca prevista por los militares, significó una desaceleración de la
violencia masiva dada durante el verano y el otoño de 1936. Por otro lado, Reig Tapia
habla del descontrol republicano dado principalmente desde Madrid y Barcelona, donde
se unieron los asaltos a cuarteles, la incautación de armas por parte del pueblo y la
violencia vengativa contra los fascistas. A diferencia del otro bando, en el republicano
se respetaron los consejos de guerra bajo la legislación previa, no obstante, el clima de
violencia y venganza se extendió y la legalidad republicana se vio afectada por la acción
de distintos “contrapoderes independientes”. Los hechos de la cárcel Modelo de Madrid
son un claro ejemplo de esta violencia descontrolada. Estos episodios despertaron tales

128
Palabras del coronel de Caballería Marcelino Gavilán Almuzara, gobernador civil de la ciudad de
Burgos desde el 19 de julio de 1936.

85
críticas que el gobierno impuso por decreto los tribunales populares a fin de limitar la
acción expeditiva y libre de las masas; no obstante dichos tribunales no garantizaban
tampoco las suficientes garantías jurídicas. Los esfuerzos del gobierno por mantener el
control se vieron desbordados por la acción revolucionaria de sus principales aliados,
los cuales “ejercieron el poder sin llegar a ocuparlo”. Pronto comenzó la limpieza de
enemigos en la retaguardia, se generalizaron los paseos y desmanes a través de las
patrullas de control o vigilancia y se liquidó a caciques, empresarios, burgueses,
clérigos y católicos, todos ellos denominados fascistas como en el otro bando las
victimas eran consideradas “rojos”. Los hechos de Paracuellos, en los que profundizare
más tarde, suponen el cenit de dicha violencia incontrolada e indiscriminada.

Reig Tapia alude también a la fuerza adquirida por el anticlericalismo,


principalmente, aunque no en exclusiva, dirigido por los anarquistas en su afán por
destruir los elementos que consideraban más contrarrevolucionarios. Hasta 1937 no
decreció esta violencia de tipo “milenarista” contra la Iglesia católica, la cual adquirió la
consideración de mártir y de fiel aliada de la sublevación militar. Reig Tapia alude
también a las voces críticas que desde todos los sectores izquierdista (Indalecio Prieto,
socialista, o Joan Peiró, anarquista, entre otros) se alzaron contra la progresión del
terror. A medida que la guerra se prolongaba, el bando franquista institucionalizó su
terror acabando, aunque no definitivamente, con la violencia masiva previa. Los
episodios de Málaga y el bombardeo de Guernica certifican que la violencia franquista
estaba lejos de atajarse. Se procedió a una “normalización” de la vida civil a medida que
las tropas avanzaban a través de la acción de batallones de orden público, del Alto
Tribunal de Justicia y de la implantación y saturación de prisiones y campos de
concentración y trabajo. La depuración política y legislativa se practicó rápidamente
hasta culminar con la Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939.

Mientras, el gobierno legal republicano se encontraba en la disyuntiva planteada


por su deseo de atajar los crímenes en su propio terreno frente al contexto de descontrol
generalizado. Hasta la primavera de 1937 no se reconstruyó con claridad la autoridad
del estado plasmada principalmente en el campo jurídico a través de los Tribunales
especiales. El fortalecimiento del Estado trajo consigo un aumento de la actividad
quintacolumnista y de la represión comunista-estalinista (como en el caso del POUM y
Andreu Nin). En estas circunstancias una paz negociada, como la pretendida por Azaña,

86
era una utopía en medio de un país desagarrado por divisiones internas. El deseo de
buena parte del republicanismo de llegar a una negociación chocaba con los deseos
franquistas de lograr una victoria incondicional. Así pues, todo intento de humanizar la
guerra desde el interior o el exterior fue totalmente en vano. El final de la guerra se
saldó con las represalias anunciadas desde su inicio por el bando franquista y las cifras
no dejan lugar a dudas: 400000 exiliados, 200000 reclusos y 600000 muertos. Las cifras
son difícilmente cuantificables debido a las manipulaciones a que se sometieron. Las
cifras del ministerio fiscal franquista y de adeptos como Ramón Salas Larrazabal entre
otros, han de ser contrastadas con los actuales estudios regionales y su plasmación y eco
en las distintas obras de carácter general más recientes.

Julián Casanova
Otra de las mejores y más recientes síntesis sobre la Guerra Civil y la represión
es la ya citada realizada por Julián Casanova, profesor de Historia Contemporánea de la
Universidad de Zaragoza. Dos puntos son los que realmente interesan de este libro en
relación con esta memoria, en primer lugar el autor viene a plasmar como tras las
elecciones de febrero de 1936 el proceso histórico que llevaría a una solución por la
fuerza se aceleró irremediablemente. Los grupos izquierdistas gozaron de un nuevo
empuje que atemorizó a los grupos burgueses, mientras los militares conspiraron hasta
la fatídica fecha del 18 de julio de 1936. Tras estas elecciones libres se retomaron las
medidas progresistas del primer bienio republicano mientras la ultraderecha,
monárquica y fascista, apelaba a una lucha armada y una solución dictatorial ante una
temida y posible revolución social. El Parlamento quedó realmente fragmentado pero no
dominado por los extremos como la historiografía profranquista ha tratado de mantener.
El profesor Casanova explica como se fue incrementando el nivel de conflictividad
social en todos lo niveles y grupos de la sociedad española. De este modo nos traslada al
clima de crisis abierto desde inicios de marzo del 36 caracterizado por atentados y
luchas entre la extrema derecha y la extrema izquierda. Esta crisis debilitó al nuevo
gobierno republicano y facilitó la insurrección militar, a ello se unieron los problemas
gubernamentales y la escisión del socialismo abierta en 1935 entre “centristas” e
“izquierdistas” del PSOE y la UGT. El ala izquierdista viró hacia posiciones
bolchevizadas y la derecha de la CEDA se acercó a postulados autoritarios. La derecha
se convenció tras su derrota electoral de la necesidad de obviar las urnas para tomar las

87
armas. A ello se sumó la agitación de la Iglesia y la violencia de la Falange y los
requetés carlistas.

Además, las sospechas conspirativas dieron lugar a sustituciones y nuevos


destinos para los militares más proclives a la insurrección. Sería el general Mola (“El
Director”), el principal instigador de la rebelión y el que marcaría más claramente el
sangriento camino a seguir. El asesinato de Calvo Sotelo clarificó para muchos la
sublevación que no tardó en sembrar de odio y sangre al país. Los militares, nos dice
Casanova, pusieron en práctica en la península la falta de escrúpulos utilizada en
Marruecos. El terror sería su arma principal para ahogar todo tipo de resistencias, así
pues, tras el fracaso del golpe, la destrucción del contrario sería la prioridad absoluta. El
“principio de autoridad” permitió a los militares actuar sin restricciones mientras en el
bando republicano eran los sindicatos y organizaciones obreras las que sustituían al
inexistente poder del estado. La herencia revolucionaria quedó plasmada en España
donde tanto anarcosindicalistas como socialistas confiaban en erradicar “el mal social y
sus causantes”. La limpieza del contrario fue común en ambas zonas. En el lado
franquista se creó una represión selectiva no para amedrentar a sus contrarios sino para
hacerse con su poder. La ira reaccionaria de “paseos” y “sacas” cayó sobre las
principales autoridades políticas, sus familias y allegados. Ser masón, maestro,
intelectual, estar sindicado o ser del Frente Popular fueron considerados delitos contra
España. Los miembros de UGT y CNT fueron perseguidos con un especial odio, que
soterrado desde antaño, salió a la luz con fuerza en los lugares tradicionalmente más
significados con el izquierdismo. Además la delación y denuncia acabó con muchos
españoles, hombres y mujeres, que nunca habían estado interesados en la política. La
purga en el mundo rural fue escandalosa y muchos se dieron a una insaciable sed de
venganza.

Casanova alude más tarde al “descontrol” del bando republicano que también
practicó una política de limpieza contra sus enemigos en busca de la justicia popular y
revolucionaria. La dislocación del orden social dio rienda suelta a la eliminación de
clérigos, patronos y sublevados. Los gobiernos de Largo Caballero y Juan Negrín, así
como los sindicatos UGT y CNT, además de comunistas, republicanos y nacionalistas,
lograron imponer el orden que llevó a la práctica paralización del “terror rojo” iniciado
en el verano de 1936. El ejemplo de Barcelona y Cataluña sirve para explicar como

88
funcionó la violencia popular durante la guerra, así como el trinomio “paseos”, “sacas”
y “checas” de Madrid (las preferencias aniquiladoras en ambas ciudades transmiten
unas distintas motivaciones y agentes sociales involucrados). Le leyenda negra de la
cárcel Modelo de Madrid se une al trágico suceso de Paracuellos. Concluye Casanova
que la violencia estuvo intrínsecamente unida al golpe de Estado y al desarrollo de la
Guerra, utilizada por ambos bandos para eliminar a sus enemigos en una lucha por el
poder lidiada masacre tras masacre. Dicha violencia fue el resultado directo de la
sublevación, que allí donde quedó frustrada, se vio respondida por una réplica armada
contra los compañeros de armas materiales y espirituales del golpe.

8. LA CONTROVERSIA HISTORIOGRÁFICA EN EL CONTEXTO DE LA


RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA.

Antes de concluir esta memoria sobre la historiografía referente a las matanzas


de la Guerra Civil Española, es preciso dedicar un pequeño anexo a tres puntos que
caracterizan al estado actual de la cuestión. Estos tres elementos están íntimamente
relacionados con las distintas historiografías e interpretaciones surgidas a lo largo del
siglo XX, y es por ello que es necesario resaltar sus principales caracteres. Dichos
elementos, que son de distinta categoría e idiosincrasia, están interrelacionados por las
significaciones que arrastran cada uno de ellos, y sin el anterior no podría comprenderse
el siguiente. Esa es la razón por la que voy a intentar establecer el significado de tres
elementos de variada idiosincrasia, desde un proceso histórico como es la transición
democrática en España hasta fenómenos de carácter social como el tema referente a la
Memoria Histórica y aspectos propios de la historiografía neofranquista-revisionista.
Entre todos ellos pueden trazarse unas líneas de continuidad y causalidad que vienen a
evidenciar importantes elementos propios de la historiografía actual a propósito de las
masacres de la Guerra Civil. Todos ellos parten del fin de la dictadura franquista nacida
de la derrota de la democracia en 1939, siendo el primero y más inmediato el tema de la
transición democrática española.

8.1. Los silencios de la Transición


La interpretación de la dictadura nacida de la guerra defendida por el profesor
Lintz y demás miembros de la nomenclatura franquista, exponía que la guerra se dio

89
tras un golpe de estado militar encaminado a salvar al país de la anarquía y el
bolchevismo. Se trata ésta de una visión muy extendida por el país que presenta a la
dictadura como un régimen autoritario pero no totalitario. Los defensores de esta visión
consideran que la democracia fue instaurada principalmente por el rey Juan Carlos I,
que fue nombrado por el general Franco y en su juventud miembro del “Movimiento”.
Así pues, en esta visión la Transición supone la incorporación de las izquierdas y los
nacionalismos periféricos a las instituciones conservadoras. Así pues, los que se
integraban a la naciente democracia eran y se sabían hijos de los vencidos. Bajo esta
imagen, la derecha española no hace ninguna muestra de autocrítica y siguen
considerando como necesaria la Guerra Civil y la dictadura impuesta tras la misma. Esa
misma visión es la que comparten los partidos políticos conservadores actual, entre los
cuales además, figuran antiguas personalidades pertenecientes a las máximas esferas de
la dictadura. En consecuencia, buena parte del país, votante de dichos partidos,
esencialmente el Partido Popular, siguen considerando como positiva la dictadura
franquista. Otra visión muy extendida es la que nace de grupos de centro e incluso de la
izquierda, y que presenta la guerra como una lucha entre dos Españas en la que se
cometieron atrocidades por igual en ambos bandos. En esta visión, la Transición supuso
la reconciliación de las dos Españas enfrentadas, sellándose dicha paz a través de la
Constitución de 1978. Uno de los principales problemas que presentó la transición fue
dar salida a una dictadura fascista o nacional-católica para introducir a España en el
camino de las democracias europeas. La transición se caracterizó por el consenso nacido
de las distintas fuerzas democráticas, legalizadas tras la muerte de Franco, y aquellos
grupos de antiguos seguidores del régimen que vieron la necesidad, o bien la
oportunidad, de tornar su ideología hacia posiciones democráticas y parlamentarias.

No obstante, esta visión, la oficial de “la Transición del consenso”, obvia que la
II República fue la primera democracia auténtica que vivió España y que supuso uno de
los proyectos más modernizadores de Europa en el siglo XX. Sus reformas y
transformaciones promovieron el apoyo a los sublevados de grupos poderosos de la
sociedad española de la época, y si la guerra duro tres años fue por la resistencia y la
fidelidad republicana de la gran mayoría de la población129. La dictadura llegó a cometer
más de 200000 asesinatos siendo la más criminal de las dadas en Europa durante el

129
Hay que destacar que en otros países de Europa el fascismo se impuso apenas sin resistencia e incluso
con apoyo electoral, a diferencia de España donde costó una guerra civil.

90
siglo XX130. La represión franquista, a diferencia de la republicana, no fue por lo general
una política de estado sistematizada y perfectamente calculada e impuesta. Es por ello,
que poner en paralelo las dos represiones es un flagrante error contra la historia de
España. El régimen franquista (calificado como fascista en los principales países
occidentales) es nombrado como tal, aun a día de hoy, para restarle significación
totalitaria y para señalar que era una dictadura caudillista, pero en realidad la dictadura
tenía sus bases en el ejército, la Iglesia y el partido fascista Falange. Realmente, el
régimen denominado franquista ha sido uno de los más totalitarios que ha existido en
Europa durante el siglo XX y sus principales promotores tuvieron un papel protagonista
en la transición. Las fuerzas conservadoras se hallaban en la cima del poder mientras las
izquierdas salieron debilitadas tras años de represión y clandestinidad. De ese
desequilibrio de fuerzas se deduce la democracia incompleta que vive España desde
hace más de 30 años. Puede que en este contexto la Transición democrática no hubiera
sido posible de otro modo, pero no puede ser definida como modélica pues su carácter
incompleto resulta evidente desde la figura del monarca español hasta las leyes
electorales pasando por el tema del silencio, todavía muy vivo en España, aunque
especialistas como Santos Juliá nieguen que existan. Además de dicho silencio existe
cierta culpabilidad inoculada en los vencidos por la dictadura durante 40 años, la cual
logró transformar a los defensores de la democracia en criminales. La derecha quiere
mostrar como revanchismo cualquier denuncia contra lo ocurrido cuando realmente es
una exigencia democrática. No se puede ser demócrata sin ser antifranquista y es
preciso acabar con el homenaje en democracia de aquellos que impusieron el fascismo
en España.

Sólo en noviembre de 2002 el Parlamento español condenó el levantamiento


fascista del 18 de julio de 1936. La fragilidad de la democracia queda evidenciada en
ese dato, así como en la frase del conservador Víctor Pérez Díaz que habla de “la
invención de la democracia en España”. La transición democrática se puede entender
como una inclusión del tardofranquismo en el sistema occidental en todos los ámbitos,
al ser una democracia configurada desde la legalidad franquista. Las condiciones en que
se produjo llevó a una “transición entre elites” alejada de las reivindicaciones más
transformadoras procedentes de la oposición a la dictadura. El peso de los factores
internacionales unidos a los condicionamientos internos hizo que la transición arrastre
130
Según el profesor Malefakis, por cada asesinato cometido por Mussolini, Franco asesinó a 10000.

91
desde entonces importantes obstáculos sociales, políticos y económicos. El carácter
pacífico que la caracterizó no puede obviar los 40 años de dictadura previos. Según
Jesús Ibáñez (1997) el consenso siguió socializando a los españoles en la cultura del
autoritarismo, la dejación de responsabilidades y el miedo. La transición la hicieron los
franquistas teniendo como piezas claves al rey, al olvido del pasado, a la amnistía para
los sublevados del 36, el mantenimiento del status quo creado durante la dictadura y un
estado de derecho democrático y social limitado. En definitiva la transición estuvo
tutelada por la Iglesia, el ejército, las partidocracias, grupos terroristas de izquierda y
derechas y sobretodo por un monarca impuesto por la dictadura, y que se legitimará tras
el golpe de estado de 1983.

Por tanto, y en conclusión a este punto, la democracia española actual sigue


siendo débil por el peso de la derecha y su visión del pasado reciente, unido a la
inexistencia de un cuerpo social crítico y emancipador, debido principalmente a la tarea
pendiente de la recuperación de la memoria histórica. Es interesante a este respecto la
obra de Viçenc Navarro Bienestar Insuficiente, Democracia Incompleta. Sobre lo que no
se habla en nuestro país (Premio Anagrama 2002), en la que la fragilidad democrática
española se vincula y relaciona íntimamente con el silencio y la tergiversación de la
historia reciente del país. Así pues, solo si se entiende que la democracia española
emana de abril de 1931 y no de noviembre de 1976, España podrá aproximarse a la
pauta democrática europea.

8.2. La repercusión de la Memoria Histórica


En lo tocante al tema de la recuperación de la memoria histórica, se puede decir
que España tiene la tarea pendiente de la restitución de la memoria basada en la
restitución de la dignidad arrebatada por los que ganaron la Guerra Civil. Para el
historiador Enrique Gavilán (La memoria de lo olvidados, 2004) vivimos un momento
de profunda crisis de la historia, reducida a su dimensión monumentalista y
conservadora. La historia se trivializa y se limita a lo conmemorativo. La necesidad de
dicha recuperación parte de la objetividad y la información fiable que se trasluce de la
memoria histórica, que además es comunicable logrando además aportar lecciones
morales para el presente. No obstante como apuntó en su momento Halbwachs, la
memoria histórica colectiva es una acción del presente sobre el pasado, por lo que sería
más conveniente hablar de “construcción” de dicha memoria. El tema de la memoria, en

92
unión a la historia oral, puede conducir a numerosas trampas y limitaciones por lo que
se debe estar preparado para no caer en errores y deformaciones históricas (Ronald
Fraser nos habla aquí del tema de la autorrepresentaciones que puede entenderse
también como la “racionalización a posteriori” expuesta por Bourdieu). Por otro lado,
ha de tratarse el tema de sí la memoria es revolucionaria, en base a la frase de Gramsci
(“la verdad es siempre revolucionaria”), pudiendo apuntarse que no necesariamente el
recuerdo y recuperación del pasado es revolucionario. José María Palomares (La
memoria de los olvidados, 2004) apunta a una interesante frase de Wiesenthal: “lucha
contra el olvido es un instrumento de resistencia contra todas las formas de
neonazismo”.

Es por ello que la memoria histórica se convierte en una exigencia histórica y


democrática así como en un deber moral. Es por tanto preciso superar el “pacto de
silencio” creado por el “consenso” de la Transición. Sin la recuperación de esa memoria
es imposible completar la historia y sus visiones actuales. Es importante pues superar
los mecanismos de olvido y silencio impuestos por la dictadura 131. Sin dicha
recuperación se mantiene la anulación del régimen democrático de la II República, cuyo
referente histórico ha sido y sigue siendo manipulado y mitigado por la derecha actual.
Además la recuperación de la memoria puede ser un buen ejercicio para la
reconciliación, entendida como una renuncia a la revancha pero no a un vaciado de la
memoria. Es preciso por tanto, que las nuevas generaciones superen el maniqueísmo
abriendo el cauce del diálogo y el entendimiento. Para entender bien como se ha ido
generando desde finales de los años 90 un deseo por recuperar la memoria histórica en
España, es preciso acudir a la obra conjunta de los fundadores de la Asociación para la
Recuperación de la Memoria Histórica (creada en diciembre de 2000), Emilio Silva y
Santiago Macías (Las fosas de Franco, 2003). En dicha obra se puede ver las
motivaciones que han llevado a la creación de esta asociación, cuyo principal objetivo
es la localización y recuperación de cadáveres de fusilados así como la divulgación de
sus hallazgos.

No obstante, muchas voces conservadoras actualmente, están intentando


desmerecer la labor por la recuperación de la Memoria Histórica, presentando dicha
labor como un ejercicio nostálgico encaminado a abrir viejas heridas, en su opinión, ya
131
Kundera: “La lucha contra el poder es ante todo la lucha de la memoria contra el olvido”.

93
cicatrizadas. Lo que no considera el conservadurismo español, es que dichas heridas
permanecen abiertas pues nunca llegaron a cerrarse al no darse un perdón contra los
crímenes cometidos ni un tratamiento digno e igual para todas las víctimas. Dichas
voces conservadoras y sus intereses saber que la rectificación de la historia española
puede dañar en demasía su imagen y estatus. Es por ello que el silencio que ha existido
en España es la mayor prueba de la fuerza que todavía hoy tiene la derecha en el país 132.
Para la ARMH no supone una vuelta nostálgica hacia el pasado, sino simplemente
encontrar a los muertos por el bando republicano, que todavía siguen en muchos parajes
del territorio español sin recibir una sepultura digna y sin poder ser llorados por sus
familiares. Otro aspecto importante es la dignificación de muchos republicanos
exiliados (miembros de la aun no reconocida Diáspora Republicana) que recibieron un
mejor tratamiento de gobiernos ajenos como el francés, el cual les agradeció su lucha
contra el nazismo. Desde España, nunca han recibido un trato semejante e incluso ni un
mínimo reconocimiento generalizado.

El debate historiográfico actual al respecto de la memoria histórica es


importante, siendo los principales puntos de fricción lo tocante a su conveniencia y
objetivos. Incluso desde el ámbito político y judicial se ha tratado la temática,
promulgándose el 31 de octubre de 2007 la entrada en vigor de la Ley de Memoria
Histórica que incluía el reconocimiento de todas las víctimas de la Guerra Civil, las
víctimas de la dictadura, la apertura de fosas comunes en las que aún yaciesen restos de
represaliados por los sublevados en la Guerra Civil, hasta entonces realizadas por la
ARMH. Tras denuncias presentadas por la ARMH en diciembre de 2006, y tras haberse
declarado competente para investigar a los desaparecidos del franquismo, el juez de la
Audiencia Nacional de España, Baltasar Garzón, autorizó la exhumación de 19 fosas
comunes, incluida la del poeta Federico García Lorca, "más todas aquellas que puedan
resultar"133.

8.3. El debate actual entre revisionistas y antirrevisionistas historiográficos


Por último, para cerrar este anexo, es preciso anotar ciertos aspectos referentes al
revisionismo historiográficos español nacido en paralelo al proceso de recuperación de

132
NAVARRO, Viçenc: “El silencia histórico ha tenido una función política muy importante en nuestro
país”.
133
Posteriormente, Garzón trasladó la investigación de estos enterramientos a los juzgados provinciales
de las provincias en que se encontrasen las fosas.

94
la memoria histórica. En primer lugar se puede analizar el expuesto por el historiador
Javier Tusell al respecto, el cual afirma que los revisionistas no actúan igual que el resto
de historiadores y especialista, pues estos revisionistas toman como primarias fuentes
secundarias dotándolas de cierta originalidad impregnada de partidismo. Para Tusell el
revisionista “elude la técnica del historiador y por eso suele magnificar el dato
irrelevante para sus propios fines o tomar la parte por el todo. Huye de matices porque
lo suyo es el dualismo maniqueo, la simplificación o la parcialidad. Ansía la polémica
porque parece concederle el privilegio de una posición innovadora o situarle en idéntico
plano de los profesionales de la Historia”.

El revisionismo actual supone la reacción de la derecha orientada hacia un


neoconservadurismo radical. Las presunciones y frágiles hipótesis de los revisionistas
entorpecen la convivencia y el estudio riguroso de la temática, principalmente en lo que
respecta a la Guerra Civil Española. Como se ha dicho anteriormente los principales
representantes de esta tendencia historiográfica, renovación de la franquista tradicional,
son Pío Moa y César Vidal, los cuales utilizan el pasado para atacar a partidos políticos
del presente, principalmente al PSOE (Partido Socialista Obrero Español). Estos
autores, como otros como Martín Rubio, José María Parco y Gutiérrez Casalá, no
realizan un suficiente trabajo en los archivos y su argumentación parte de una constante
acusación contra la izquierda, a la cual atacan diariamente con una actitud parcial ante
la historia. Además, estos revisionistas critican a la historiografía dominante por
defender determinadas hipótesis sobre la Guerra Civil aunque no las hayan defendido.

Estos revisionistas siguen defendiendo la mitología creada por los “cronistas”


del franquismo aportando escasa nueva documentación e intentando dotar de verdad a
sus poco fiables hipótesis. Esta creación del mito fue usada por los franquistas para
culpar a los republicanos de inicio de la Guerra Civil, manipulando la verdad sobre
aspectos tan oscuros como las matanzas del conflicto. A través de la utilización de
fuentes poco fiables y manipuladas atraen la atención hacia la represión republicana
para minimizar lo cometido por el bando sublevado. Además, los revisionistas, reflejo y
altavoz de la derecha española más conservadora, cuentan con un gran eco mediático a
través de la potencia y fuerza de los medios de comunicación derechistas españoles. No
obstante, la historiografía dominante, procedente de los círculos académicos más serios

95
y contrastados, no ha dudado en poner en entredicho muchas de las tesis defendidas por
los revisionistas.

Dos de los principales libros que destruyen muchas de las invenciones y


manipulaciones de los revisionistas son los de Albeto Reig-Tapia (Anti Moa, 2006) y
Francisco Espinosa Maestre (El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha
española, 2005). Este último autor, se ha enzarzado en una dura polémica con Pío Moa a
propósito del libro del revisionista “Los mitos de la Guerra Civil”. Espinosa Maestre
viene a desmentir las afirmaciones de Moa con respecto al polémico tema de la matanza
de Badajoz, rompiendo con los mitos repetidos hasta la saciedad por franquismo para
convertirlos en realidad. Espinosa Maestre destaca la intención de Moa de desviar la
atención del lector hacia las atrocidades cometidas por los republicanos cuando está
tratando una matanza cometida por los “nacionales”. Siguiendo las tesis de Ricardo de
la Cierva y el negacionismo de David Irving, Moa y sus partidarios vienen a minimizar
las matanzas de los sublevados intentando restarles simbolismo y significación. Le
critica también a Moa y a otros revisionistas como Gutiérrez Casalá su deficiente uso de
la documentación existente, calificando sus obras como “disparate historiográfico”. Los
revisionistas suelen también separar la guerra y la represión, negando el carácter
indisoluble de ambos hechos en un intento por blanquear la historia. Espinosa divide
estas corrientes historiográficas en tres líneas, la heredera de las “Pérdidas de la guerra”
de Salas Larrazábal, la iniciada por Martín Rubio y Gutiérrez Casalá y la revisionista
iniciada en los años 90 y muy activa desde el años 2000 134. Los revisionistas por su
parte no dudan en descalificar a los más prestigiosos especialistas históricos
calificándolos de “propagandistas de corte estalinista dedicados a ensuciar la memoria
de la derecha española”135. Espinosa Maestre de lamenta también de que la legislación
española no contemple penas para estos negacionistas, pues de lo contrario se podrían
emprender acciones legales contra ellos al igual que se hizo contra David Irving por su
mentiras sobre el holocausto. Espinosa Maestre apunta a que el éxito editorial de estos
revisionistas, especialmente de Pío Moa, viene gracias a la provocación, pues

134
Los revisionistas forman parte de la respuesta de la derecha ante la aparición en 1999 de la obra de
carácter divulgativo Víctimas de la guerra civil coordinada por Santos Juliá y en la que intervinieron Solé,
Villaroya, Casanova y Moreno Gómez, que obtuvo un enorme éxito y que recogía veinte años de esfuerzo
investigador.
135
El ultraderechista locutor de radio Jiménez Losantos calificó a Paul Preston, Santos Juliá, Julián
Casanova y a otros eminentes historiadores como “la cofradía de la checa”.

96
generalmente no son historiadores sino ensayista que utilizan una metodología alejada
del procedimiento histórico serio.

Los revisionistas pretender imponer nuevamente la versión franquista sobre lo


que la investigación histórica ha ido construyendo desde 1977 hasta la actualidad.
Íntimamente relacionados con la derecha política, los revisionistas se han enzarzado en
críticas contra la recuperación de la memoria histórica pues dicho movimiento dificulta
y socava el desarrollo político de la derecha española. La derecha española,
representada por el Partido Popular, escogió como mayor propagador mediático estas
nuevas versiones neofranquistas más acordes con el espíritu ultraconservador de sus
principales dirigentes. Fue el pacto político de la transición y la amnesia histórica la que
permite a día de hoy la existencia de estos ensayistas que sin ningún pudor defienden al
franquismo. Muchos son por tanto los posos dejados por el franquismo, evidente ante
estos revisionistas y los posicionamientos tomados por la Iglesia y buena parte de los
medios de comunicación actuales. Todos estos grupos conservadores, los revisionistas al
frente, pretender trasladar la responsabilidad del desastre de quienes lo provocaron a sus
víctimas. Generalmente en los países donde se empieza a recuperar la memoria de un
pasado oculto aparecen los que se presentan como “verdaderos historiadores”
poseedores de la verdad, cuando en verdad su única intención es hacer prevalecer los
argumentos franquistas vigente hasta el final de la dictadura. El pacto de silencio de la
transición se vio roto cuando diversas asociaciones al margen de los partidos políticos
empezaron a mirar atrás, generando una nueva situación para la historiografía española
tanto de izquierdas como de derechas136. El fenómeno revisionista por tanto, lejos de
articular un nuevo discurso histórico acorde con la evolución del país a partir de 1977,
se limita a recurrir a la vieja propaganda franquista. La existencia de esto, viene a
confirmar que el acuerdo político de la transición no logró eliminar las diferencias entre
la interpretación del pasado de los vencedores y los vencidos. Además que en España
varias voces puedan legitimar públicamente al fascismo contrasta con el escándalo que
eso produciría en países como Francia o Alemania. La supervivencia durante cuarenta
años de la dictadura propicio la desconexión de la izquierda con su pasado reciente y la
libertad de la derecha a seguir manteniendo los mitos y dogmas defendidos por el
franquismo durante el siglo XX. De ahí, que recuperar los cuerpos y testimonios de las

136
Espinosa Maestre alude a que mientras la historiografía de izquierdas ha de partir de cero, a la de
derechas le basta con acudir al legado propagandístico franquista.

97
víctimas del franquismo es una cuestión pendiente si se quiere cerrar satisfactoriamente
ese episodio de la historia española, a través de la verdad y el reconocimiento.

9. CONCLUSION

En definitiva a través de este estudio se ha trabado de englobal un amplio


abanico historiográfico que trate de arrojar luz al debate actual y a la historia de España
durante el siglo XX en general, y a la de la Guerra Civil en particular. Se ha tratado de
conformar un cuadro historiográfico que integra un estado de la cuestión que ha tenido
en cuenta la diversidad historiográfica e ideológica. A causa de la evolución y el
desarrollo vivivo por la historiografía sobre la guerra civil española desde el fin de la
dictadura de Franco, es preciso establecer un marco histórico que explique las
disonancias existentes entre los distintos lenguajes y discursos históricos.
Por un lado, es necesasrio ahondar en el fenómeno de las masacreas como tal,
entendido como un hecho histórico dentro de un contexto de violencia político-social y
guerra fraticida. El conocimiento sobre las prácticas expeditivas de ambos bandos y los
distintos episodios históricos permiten acercarse, con el aporte de las fuentes primarias,
a un análisis exhaustivo que trata de clarificar acontecimientos oscursos y cargados de
dramatismo e ideología. A través de las nuevas investigaciones y avances en la
recuperación de la memoria histórica, escasos y muy supeditados al devenir político,
ahondamos en nuevos análisis, comparativas e interpretaciones que disipan las
disonancias discursivas e historiográficas. Conociendo de manera fidedigna los hechos
históricos marcados por su violencia y criminalidad podemos atestiguar su incidencia
real y el uso que del mismo se ha dado. El agrio debate histórico en torno a la cuestión
de investigación, con el revival revisionista, suscita nuevos planteamientos que
dificultan todavía más si cabe la subjetividad a la que se expone el hecho de las
masacras y la eliminación física del adversario político en la guerra civil española. Con
los nuevos datos, aportaciones y estudios se puede apuntalar el contraste de opiniones y
formular hipótesis interpretativas sobre las distintas líneas historiográficas.

Como conclusión se puede afirmar que las masacres de Guerra Civil española
estan integradas dentro de las prácticas propias de la violencia política y social que
caracterizan el auge del totalitarismo en Europa a lo largo de los años 30 del siglo XX.

98
El hecho de prevalecer el régimen de Franco tras la Segunda Guerra Mundial, y poder
establecer su versión oficial de los hechos, ocasionó que se tardará años en desemarañar
el discurso oficial a través de nuevos estudios e historiadores contrarios a la dictadura.
Sin embargo, los mitos creados en torno a esos macabros episodios siguen teniendo una
utilización interesada a día de hoy, algo que complementa la dificultad de obtener una
reflexión global, material e histórica, sin una clarificación de los hechos históricos, que
pasa por una apuesta decidida por un plan estatal de recuperación de la memoria
histórica al servicio del ciudadano y de la historia del país.

El endémico debate entre revisionista y antirrevisionistas atestitguan la


actualidad de la temática y la vasta producción historiográfica producida al respecto. El
análsis de las editoriales y ediciones de las diversas líneas historgiográficas se presta a
ser abordado como un estudio de caso que detecte las industrias culturales y los
discursos hegemónicos que pueden llegar a trasmitirse en los ambientes académicso y
en la opinión pública.
Se trata definitiva de un tema complejo, multiforme y que se presta a
grandes polémicas que todavía hoy ponen en entredicho las bases históricas y de
consenso sobre las que se ha sustentado España desde 1975. Se precisa de una reflexión
más profunda y menos pasional para poder disipar los mitos y claroscuros que
acompañan al episodio histórico global de la Guerra Civil española. Se puede concluir
que el conflicto armado fue ganado por el bando sublevado pero que, histórica, cultural
e historiográficamente hablando, el conflicto ha sido vencido por el bando republicano a
nivel nacional e internacional. Pero, a todas luces, las masacres cometidas por cada
bando suponen un lastre histórico para España por no haber sido detalladamente
clarificadas en su conjunto y quedar pendiente una restitución histórica al respecto. Es
por ello, que se precisan nuevos estudios y estados de la cuestión que actualicen nuestro
conocimiento además de un firme y comprometido apoyo social e institucional para
poder cerrar las heridas producidas en España por la violencia política fratricida.

99
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