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comunismo
De Dimitris Koutsoumpas, Secretario General del CC del KKE
La Revolución del Gran Octubre demostró la enorme fuerza del internacionalismo proletario. A
pesar de los acontecimientos después del derrocamiento del socialismo en el período 1989- 1991,
el 100 aniversario de la Revolución de Octubre, con toda la experiencia teórica y práctica y la
madurez que hemos adquirido a lo largo de todos estos años, nos hace más seguros y firmes en
cuanto a la vigencia y la necesidad del socialismo-comunismo.
Las luchas diarias para conquistas parciales y generales son sin duda necesarias, pero no pueden
proporcionar soluciones esenciales, a largo plazo y permanentes. El socialismo sigue siendo la única
salida.
Esta contradicción es la raíz de todos los fenómenos de crisis de las sociedades capitalistas
contemporáneas, como son las crisis económicas, la destrucción del medio ambiente, el problema
de las drogas, la larga jornada laboral a pesar del gran aumento de la productividad del trabajo, que,
sin embargo, coexiste con el desempleo, el subempleo y el semi-empleo, la intensificación de la
explotación de la fuerza de trabajo etc.
Al mismo tiempo, esta realidad señala la necesidad de abolir la propiedad privada de los medios de
producción concentrados, para socializarlos y utilizarlos de manera planificada en la producción
social, y de que el poder popular planifique la economía de manera que las relaciones de producción
correspondan con el nivel de desarrollo de las fuerzas de producción.
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Si los comuneros de París en el siglo 19 tomaron y mantuvieron su poder obrero durante sólo 70
días, el nuevo asalto al cielo duró 70 años, construyó el socialismo, con una gran contribución a todo
el mundo, superando los confines de un país.
La postura nihilista hacia el socialismo que hemos conocido, la adopción de puntos de vista que
hablan de un fracaso total –porque su curso fue interrumpido- es una postura anticientífica y
ahistórica, y lleva a callejones sin salida.
Sin embargo, esto no elimina la contribución y el papel del sistema socialista, tal como fue formado
en el siglo 20, independientemente de las deficiencias, las debilidades y los errores que se
produjeron a lo largo de este curso difícil.
Lo que objetivamente señaló la Revolución de Octubre y es un hecho innegable, es que el futuro de
la humanidad es el socialismo. Es el sistema en que el desarrollo histórico de la sociedad creará las
nuevas relaciones sociales, socialistas-comunistas, enfocando al pueblo y a la satisfacción de sus
necesidades.
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La Revolución de Octubre en la práctica confirmó el análisis leninista respecto el eslabón más débil
de la cadena imperialista. Hasta entonces, le faltaba al movimiento internacional el fundamento
teórico para la posibilidad de victoria de la revolución socialista en primer lugar en un país o en un
grupo de países que se destacarían como eslabones débiles, como resultado de la agudización de
las contradicciones internas bajo la influencia de los acontecimientos internacionales.
Por supuesto, debido al desarrollo económico y político desigual, es posible que tales características
se manifiesten en países de nivel de desarrollo medio o bajo, donde, por supuesto, el proceso
revolucionario puede empezar con mayor facilidad, pero es extremamente difícil que la
construcción socialista continúe de manera exitosa. Los análisis de Lenin contribuyeron al desarrollo
del marxismo y del pensamiento estratégico de los bolcheviques en su conjunto.
Lenin con la línea estratégica que siguió, determinó que desde el punto de vista del movimiento
revolucionario de la clase obrera cuyo fin es la revolución y la conquista del poder obrero, la
cuestión no es simplemente una oposición “pacifista” a la guerra, sino la utilización de rupturas que
objetivamente en tales condiciones se crean en el campo imperialista, la utilización del
debilitamiento de la burguesía en cada país con el fin de convertir la guerra imperialista en cada
país, tanto si el país tiene una postura agresiva o defensiva, en una lucha para el derrocamiento del
poder la burguesía que trae la muerte y la pobreza para los hijos de la clase obrera, para el pueblo
de cada país.
La Gran Revolución Socialista de Octubre ha confirmado además el papel del oportunismo como
una expresión política ideológica de secciones compradas de la clase obrera, como el impacto de la
ideología burguesa y pequeñoburguesa en el movimiento obrero.
Tuvo una contribución especial a la identificación de los gérmenes de los órganos del nuevo poder,
del carácter de la dictadura del proletariado, como una forma superior de organización estatal del
poder de la clase, para la transición de la sociedad socialista temprana imperfecta a la sociedad
comunista superior plena, en forma y contenido.
Esta experiencia y lecciones tienen un valor constante en cuanto a la organización de la lucha obrera
y popular, cuando se intensifica la lucha de clases en condiciones de crisis revolucionaria, de
situación revolucionaria, a la organización y la expresión de la alianza de la clase obrera con los
sectores populares pobres, sus aliados naturales, los campesinos pobres y los trabajadores
autónomos, con la clase obrera en la vanguardia, su transformación en fuerza revolucionaria, capaz
de liderar un enfrentamiento decisivo contra el poder burgués y formar las nuevas instituciones
obreras populares del nuevo poder.
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Hemos llegado a la conclusión fundamental que la determinación del objetivo político, el poder
obrero, debe hacerse en base a la definición objetiva del carácter de la época que se determina por
el movimiento de la clase que objetivamente está en primer plano del progreso social.
Esto define el carácter de la revolución y no la correlación de fuerzas, según dicen otros Partidos
Comunistas.
Por supuesto, la correlación de fuerzas entre las dos clases rivales básicas, la burguesía y la clase
obrera, así como la postura de las capas medias, es un factor decisivo respecto el momento
oportuno para la revolución socialista. En este sentido, un partido comunista debe tomar en cuenta
la “correlación de fuerzas de clase”, en sentido leninista, es decir, cuál es la relación de las clases
con el poder.
El Partido Comunista al mismo tiempo debe tomar en cuenta y evaluar la correlación de fuerzas en
el movimiento obrero, los movimientos de sus aliados sociales, como un elemento necesario para
hacer posibles maniobras adecuadas, para desarrollar consignas, para que las masas, a través de su
propia experiencia, entren en la lucha por el poder.
Sin embargo, esto no puede servir en ningún caso como coartada, para la sumisión, participación o
tolerancia del movimiento obrero y comunista a cualquier forma de gobierno burgués en el marco
del capitalismo.
En Grecia, en los últimos años de la crisis, han florecido todo tipo de fabricaciones ideológicas
burguesas y oportunistas. Ha tenido lugar y sigue hasta hoy día un gran debate acerca de la
necesidad de la formación de un gobierno de “izquierda”, “progresista”, “democrática”,
“antiderecha”, “anti-memorandum”, “patriótico”, “nacional”, “universal” (todos estos nombres se
han utilizado para describir tales gobiernos) como una propuesta inmediata de salida de la crisis
económica y de la política antipopular.
Estas propuestas se hacen tanto por los partidos burgueses tradicionales como por otros partidos
burgueses recién fundados y por partidos que pertenecen a la “izquierda” del espectro político. El
movimiento obrero debe rechazar todas estas trampas de manipulación de la lucha obrera y popular
y de asimilación del movimiento.
Es innegable que en aquel entonces las condiciones estaban totalmente distintas, ya que se trataba
de una situación revolucionaria, con el pueblo organizado en los soviets, armado, con un estado
burgués que todavía no había tenido tiempo para formar el total de sus mecanismos.
Además, lo que es aún más importante, ¿por qué es necesario que el movimiento revolucionario
generalice un pensamiento que tenía que ver con una posibilidad que de hecho ni siquiera fue
realizada, y no se generalice la estrategia de Lenin y de los bolcheviques que realmente llevó a la
victoria?
Por supuesto, todos los “bien intencionados” hoy día no dicen nada respecto las posiciones y
acciones políticas de Lenin, a partir de abril, después de la caída del zarismo, declarando la
revolución socialista victoriosa en Rusia, y dirigiendo por primera vez en la historia al proletariado a
tomar el cielo por asalto y al predominio de la revolución, rompiendo el hielo, forjando y abriendo
el camino para el socialismo-comunismo.
La experiencia histórica nos enseña que los primeros gobiernos “obreros”, “de izquierdas” fueron
establecidos por partidos socialdemócratas o como gobiernos de coalición de partidos
socialdemócratas con otros partidos burgueses. No existe ni un caso en la historia del movimiento
obrero internacional y en aquel período, es decir después de la I Guerra Mundial, que estos
gobiernos no surgieron como consecuencia de las maniobras de la burguesía para confrontar el
levantamiento revolucionario, para asimilar el descontento obrero y popular en condiciones de una
crisis económica muy profunda, antes o después de la guerra.
El objetivo de tal gobierno “de izquierdas”, “obrero” en el marco del poder capitalista, sin el
derrocamiento revolucionario, mediante procesos parlamentarios, fue adoptado a continuación por
partidos comunistas como un objetivo intermedio con medidas transitorias. El objetivo de este,
como se creía, era facilitar la lucha por el socialismo y solucionar ciertas demandas populares
apremiantes.
Pero la experiencia, en todos los lugares, ha demostrado que a pesar de las buenas intenciones de
los partidos comunistas, no sólo no han logrado ni siquiera abrir una ventana, ni mucho más abrir
el camino hacia el socialismo, ni siquiera asegurar la estabilización de ciertas conquistas del
movimiento popular. De la experiencia de varios países, en algunos antes y en otros después de la
II Guerra Mundial hasta el presente, partidos comunistas se han encontrado desarmados a nivel
organizativo, ideológico y político.
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Ofrece una experiencia valiosa también para el trabajo de los comunistas en amplias masas obreras,
en masas obreras sin experiencia y sectores populares pobres. Esto demuestra el constante y al
mismo tiempo contradictorio movimiento en el desarrollo de la alianza de la clase obrera con otras
capas populares aliadas.
Nos enseña que el espíritu militante o incluso revolucionario aumentado coexiste con opiniones y
puntos de vista confusos y desorientadores. Por supuesto, el espíritu más robusto se desarrolla
entre los trabajadores industriales, la clase obrera.
Al contrario, existe el peligro de difundirse entre las masas, ser asimilado en posiciones dentro del
sistema, convertir la estrategia en una maniobra constante y una táctica. Tampoco nos debe escapar
de la mente que es posible que uno se puede llevar a un camino igualmente doloroso para la clase
obrero y por supuesto sin dolor para la burguesía, es decir el camino de aislamiento, fragmentación,
dogmatismo.
Los partidos comunistas hoy deben procurar en todo momento utilizar de manera creativa el
método y la experiencia con la que trabajaron los bolcheviques bajo la orientación del Partido y de
Lenin, en su actividad política diaria, la combinación exitosa del trabajo teórico con el estudio de los
acontecimientos, nacionales e internacionales, de la propia experiencia de la lucha de clases.
A través de este proceso se puede dar una clara respuesta marxista leninista a la siguiente pregunta
¿por qué la estrategia victoriosa de los bolcheviques no ha sido el objeto de una elaboración básica
del Movimiento Comunista Internacional? ¿por qué muchos partidos comunistas siguieron una
dirección de elaboraciones anteriores, en esencia privando la línea leninista de su contenido obrero
revolucionario, llevando a muchos partidos comunistas a posiciones socialdemócratas y al
oportunismo.
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El hecho de que el contenido revolucionario, las conquistas que se produjeron como el resultado de
la Revolución de Octubre a lo largo de décadas han ido debilitándose debido al impacto de intentar
dar soluciones a problemas existentes de la construcción socialista en dirección equivocada, como
se suele decir, siguiendo recetas capitalistas, un curso que coincide cronológicamente con las
resoluciones del 20 Congreso del PCUS en 1956, no cambia y no altera ni la dinámica interior de la
construcción socialista, ni la importancia decisiva de la Gran Revolución de Octubre en 1917.
El socialismo no perduró en este primer gran intento, en la lucha contra lo viejo, en la lucha contra
la reacción, tanto a nivel nacional como a nivel internacional, algo que do lugar a su degeneración
y, al final, a su derrocamiento, que entró en su fase final a través de la “famosa” Perestroika a
mediados de la década de 1980 y se completó a través de la contrarrevolución y la restauración
capitalista en la URSS y los demás países socialistas de Europa y de Asia a principios de la década de
1990.
Por supuesto, el cerco imperialista del sistema socialista agravó los problemas y las contradicciones
internas. Llevaba a decisiones que dificultaban la construcción socialista. Un aspecto que rara vez
se resaltó es el hecho objetivo de que la carrera de armamentos que los países socialistas fueron
impulsados a participar, y sobre todo la URSS, en su confrontación con la barbarie imperialista,
absorbió gran parte de los recursos económicos y de otro tipo de la Unión Soviética y de los demás
países.
Al mismo tiempo, la línea de “coexistencia pacífica” que se desarrolló principalmente en el 20
Congreso del PCUS y después, permitió la promoción de muchas percepciones utópicas de que es
posible que el imperialismo renuncie a la guerra y los métodos militares.
En el occidente capitalista, los partidos comunistas no fueron capaces de elaborar una estrategia
para transformar la guerra imperialista o la lucha por la liberación en lucha para la conquista del
poder obrero.
Después del fin de la II Guerra Mundial se hizo evidente la falta de conexión organizativa entre los
partidos comunistas para la elaboración de una estrategia única contra la estrategia única del
imperialismo internacional. Las Conferencias Internacionales que se llevaron a cabo posteriormente
no lograron contribuir a la unidad ideológica y a la elaboración de una estrategia revolucionaria.
Nuestro partido ha aprendido de sus debilidades y errores del pasado, como ha sido la falta de
preparación teórica y política para entender a tiempo el desarrollo de la contrarrevolución en la
URSS.
Consideramos que cada partido comunista tiene la responsabilidad y el derecho de estudiar asuntos
teóricos del socialismo, evaluar el curso de la construcción socialista, sacar enseñanzas para la lucha
contra el oportunismo a nivel internacional, preparar las fuerzas del partido y de clase para la
explicación de la lucha de clases a nivel internacional, proporcionar una explicación científica y
clasista de los retrocesos en el progreso y desarrollo social. En este espíritu internacionalista y
comunista tratamos de seguir los acontecimientos actuales en países como China, Vietnam, Cuba y
otros.
El estudio de los contrastes y las contradicciones, de los errores subjetivos del progreso histórico es
un proceso de desarrollo de la teoría del socialismo-comunismo, que llevará a la revitalización
ideológica y política y a la supremacía del movimiento comunista para el nuevo asalto y la victoria
final.
Estamos convencidos de que la victoria final surgirá de las derrotas repetidas. La derrota de la
revolución de Octubre por la contrarrevolución de 1989-1991 puede ofrecer lecciones para la
próxima revolución. Como escribió un gran intelectual (el húngaro Laszlo Gurko): “La revolución es
la mayor euforia de la humanidad. Quien la ha probado una vez, nunca olvida de su sabor”.
Actualmente, entre nuestras tareas principales es restablecer a los trabajadores el conocimiento de
la verdad respecto el socialismo del siglo 20, sin idealizaciones, de manera objetiva y libre de las
calumnias de la burguesía que se basan a la destrucción que trajo la contrarrevolución.
El capitalismo sigue siendo poderoso, pero no es invencible. Los pueblos son fuertes cuando luchan
con la estrategia correcta. Miramos hacia el siglo 21 con optimismo.
El siglo 20 empezó con el mayor asalto lanzado por el proletariado en todas las épocas y acabo con
su derrota temporal. El siglo 21 traerá nuevos asaltos y victorias revolucionarias, el derrocamiento
final e irreversible del capitalismo y la construcción del socialismo-comunismo.
El fantasma del socialismo-comunismo habita hoy día en los sueños sangrientos de los burgueses
en cada rincón del planeta. Hay que convertirnos más decisivamente en su pesadilla permanente.
23.05.2017