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La Iglesia Católica de Guinea Ecuatorial ¿víctima y/o cómplice?.

La restauración
de la Catedral de Malabo y las relaciones con el Estado en los últimos tiempos.

En rueda de prensa reciente, el Arzobispo Metropolitano, S. E. Monseñor JUAN


NSUE EDJANG, ha hecho saber al público en general y, particularmente, a los fieles
parroquianos la buena nueva del inminente comienzo de las obras de restauración
de la Catedral Metropolitana Santa Isabel de Malabo; las cuales requerirán el cierre
del Templo y, consecuentemente, la suspensión del culto sagrado en su recinto
durante siete meses, a partir del próximo siete de enero del año 2020.

El proyecto de obras de restauración de la Catedral de Malabo, que es desconocido


en su integridad por el Monseñor Presidente de la Conferencia Episcopal de Guinea
Ecuatorial (CEGE), tiene un alcance total y una importante repercusión en las
características arquitectónicas originales de las edificaciones de la Iglesia Católica a
nivel nacional, propias del periodo colonial, construidas antes de la independencia
de España y algunas de hace más de un siglo, como la Catedral en cuestión. Varias
de esas edificaciones han sido objeto de reconstrucción o reforma en los últimos
cuarenta años, tras misteriosos incendios accidentales, o sugerencias, no menos
misteriosas, desde entornos institucionales no necesariamente vinculados o afectos a
la Iglesia Católica. La Iglesia María Reina de Mbini, construida antes de la mitad del
siglo pasado, y la Iglesia Virgen de Montserrat de Rebola de la segunda mitad de
dicho siglo, son dos ejemplos que ilustran esa casuística. La primera pasto de llamas
en agosto de 2013 (ver fotos), en un incendio declarado precisamente durante las
obras de restauración del interior; y la segunda hace tres años. Llorada por su
comunidad parroquial de la Iglesia María Reina de Mbini no quedó piedra sobre
piedra, levantando en su lugar una desproporcionada y costosa edificación que
inspira más a valores mundanos que a la espiritualidad propia de la Iglesia Católica.

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Las obras a llevar a cabo en la Catedral metropolitana, más que una restauración es
una reconstrucción en toda regla, pues abarcan desde el levantamiento de todo el
pavimento (suelo) hasta la ampliación de las sacristías, pasando por la sustitución de
los ventanales, las vidrieras, los mármoles del interior, las campanas y el techo y el
amurallamiento del recinto, según nos comunica Monseñor. Estos aspectos que sí
han sido puestos en conocimiento de nuestro Prelado, por unos informadores de
desconocidos promotores/inspiradores, ejecutores y financiadores; si bien recordar
que es sabido por todos que en acto público, dentro de la referida Catedral
precisamente, se hizo una donación pública de dos mil millones de Francos CFA
(unos tres millones de €uros) por el Gobierno para esta finalidad, hace un año.

Los argumentos para tamaña obra son: belleza, luminosidad y creación de empleo
juvenil. Es decir, después de la ejecución de esta controvertida restauración
propuesta, tendremos una catedral más bella y más luminosa y, además, estas obras
proporcionarán puestos de trabajo para jóvenes.

Los espacios y las edificaciones de la Iglesia Católica que están consagrados al culto
son tenidos en alta consideración por la espiritualidad que emanan, por el don de la
gracia de Dios, bien espiritual, belleza del alma merecida por los fieles creyentes,
pueblo de Dios, que se comportan en sus vidas de seguimiento del Evangelio de
Jesucristo, practicando el Amor, la Verdad, la Justicia y la Paz; glorificando a
YavéhDiosPadreCreador, haciendo presente su Reino en la humanidad. Cabría
preguntarse si la belleza y la luminosidad que, presumiblemente se conseguirían con
la pretendida restauración, significarían un mayor aporte de espiritualidad a la
Catedral Metropolitana de Malabo y que, por lo tanto, los fieles católicos que
practicasen el culto en ella obtendrían, en mayor proporción, el don de la gracia de
Dios que lo que han venido mereciendo a lo largo de más de un siglo de existencia
del Templo. Porque si no es así, la conclusión, desde el punto de vista fundamental
de la edificación que es la espiritualidad, está clara para muchos fieles católicos,

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parroquianos y no parroquianos: la restauración propuesta no va a proporcionar
mayor espiritualidad al Templo; por lo tanto, no es necesaria.

Teniendo en cuenta que hasta la fecha la mayor financiación del proyecto la ha


proporcionado el Gobierno, es decir, son fondos del Estado para gestionar la
consecución del bien común; y, sabiendo que, por una parte el empleo joven que
podría propiciar dicha restauración sería cuantitativa y temporalmente despreciable
en proporción a la envergadura del problema de desempleo existente en ese
segmento poblacional; y por otra, la Iglesia Católica que, acudiendo a la caridad de
la feligresía, atiende las necesidades básicas de una sociedad con un sector creciente
de marginados y empobrecidos precisamente por una continuada gestión inmoral de
los recursos del Estado, no debería permitir que éstos sean aplicados en cuestiones
que, de entrada, no revisten una notable importancia relativa frente a los actuales
problemas de subsistencia básica de la sociedad.

Otros aspectos a considerar en la pretendida restauración de la Catedral de Malabo


son: los fieles católicos allí enterrados y su valor arquitectónico-histórico.

De los varios enterramientos existentes a destacar notablemente: Excmo. Monseñor


Armengol Coll Armengol CMF (1859-1918), tercer Prefecto Apostólico y primer
Vicario Apostólico con dignidad de Obispo de la entonces Guinea Española; Excmo.
Monseñor Rafael Mª Nze Abuy CMF (1926-1991), Obispo de la Diócesis de Bata
(obligado a renunciar en 1974) y Arzobispo de Malabo; y Excmo. Monseñor Vicente
Bérnikon (1907-1976), Obispo de la diócesis de Malabo. Del levantamiento del suelo
que incluye la propuesta restauración, la imaginación popular, como en anteriores
situaciones parecidas, no descarta la pretensión de profanar las sepulturas de la
Catedral con el propósito de conseguir restos óseos humanos para ritos y ceremonias
maléficos de detentación de poder y posesión de riquezas.

Construida en la década de los veinte del siglo pasado por los Misioneros
Claretianos, según los planos traídos por arquitectos españoles, la Catedral de
Malabo tiene un valor artístico y arquitectónico propio de su época, la de las
edificaciones de la Iglesia Católica de la España colonial. Todo un símbolo
representativo e innegable de la historia de la Evangelización, del Cristianismo en
suma, de nuestro País. Resulta difícil encontrar razones convincentes para negar a
las futuras generaciones, interesados en nuestra historia o simplemente turistas
curiosos, la oportunidad de contemplar esta obra secular con sus características
originales, nuestro patrimonio histórico-cultural sin duda alguna.

La evangelización cristiana-católica desde los tiempos de los Territorios Españoles


del Golfo de Guinea, llevada a cabo en su inicio por los Claretianos, Misioneros Hijos
del Corazón de María, hace más de dos siglos, ha llegado a constituir el fundamento
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de la fuerza espiritual de más del ochenta por ciento de la población que hoy
vivimos en este Estado independiente, Guinea Ecuatorial.

Como tal, la República de Guinea Ecuatorial tiene firmado el correspondiente


Concordato con el Estado Vaticano en fecha relativamente reciente. El Jefe de la
Iglesia Católica universal es Su Santidad el Papa, quien a su vez es el Jefe del Estado
Vaticano. En la actualidad ambos cargos son ostentados bajo la titularidad del Santo
Padre, Su Santidad, el Papa Francisco. Las relaciones entre la Iglesia Católica de
Guinea Ecuatorial con el Estado están reguladas por el referido Concordato.
También en fecha relativamente reciente se han ordenado tres nuevos Obispos y
creadas dos nuevas Diócesis, sufragáneas de la Archidiócesis de Malabo, bajo la
Administración Apostólica de cada uno, Ordinario del lugar. Con la instauración
institucional de la actual Conferencia Episcopal la Iglesia Católica de Guinea
Ecuatorial se completa el organigrama jerárquico general; teniendo en cuenta que
esa Institución colegial ostenta el Poder espiritual, el Gobierno y la Autoridad moral
de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana en Guinea Ecuatorial.

El Estado (Población, Ley, Territorio), constituido con poderes políticos legítimos,


tiene por objeto conseguir el bien común de todos sus connacionales; mientras que la
Iglesia apunta la meta de la realización integral del hombre (varón y mujer) según el
plan de Dios; es decir, además del bien común el bien espiritual, belleza del alma
que da la gracia, don de Dios, concedida por misericordia a los fieles creyentes,
pueblo de Dios, que se comportan en sus vidas de seguimiento del Evangelio de
Jesucristo, teniendo por patrones el Amor, la Verdad, la Justicia y la Paz; en ese
peregrinaje glorificando a YavéhDiosPadreCreador, para hacer presente su Reino en
la humanidad.

Tanto la inspiración como la sugerencia de la restauración en cuestión parecen tener


su origen en el actual financiador principal. Al contrario que el proyecto de
construcción de un hotel de gran lujo, precisamente enfrente de la Catedral al otro
lado de la plaza, que se exhibe en fotografías de su maqueta, sin embargo llama la
atención de que de la polémica restauración de la Catedral no se dispone de ninguna
maqueta, descripción precisa de las obras a realizar, o algo parecido que pueda dar
idea al público interesado de lo que se trata. A menos de un mes para el cierre del
Templo e inicio de las obras, los parroquianos no saben dónde se celebrarán los
Sagrados oficios entretanto; circunstancia que ahonda en la sensación generalizada
de una improvisación urgente, de difícil justificación.

En la primera etapa desde la independencia las relaciones entre el poder político


establecido y la Iglesia Católica han devenido tortuosas y turbulentas; de continuo es
acusada de mantener el poder colonial por lo tanto antinacionalista, de

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colaboracionista con una supuesta conspiración contra el Estado. El objetivo es
arrancar de cuajo todo vestigio de cristiandad católica en la sociedad, prohibiendo el
uso de nombres de pila, “aconsejando” la poligamia a los matrimonios canónicos,
destruyendo personas y familias católicas destacadas y relevantes, etc. Culmina este
período de relaciones muy difíciles y complicadas, previa consecución de la obligada
renuncia de su Diócesis de Bata del Monseñor Rafael Mª Nzé Abuy, en 1974, con el
cierre de todos los Templos de la Iglesia Católica por decreto que prohíbe celebrar
funciones religiosas (misas, bautizos, bodas, etc.), en 1976. La Iglesia Católica fue
víctima del poder del Estado en esos primeros once años de acceso a la soberanía
nacional.

Con la reapertura de los Templos y el levantamiento de la prohibición del culto la


Iglesia Católica inicia otra etapa en sus relaciones con el Estado, a partir de 1979, y
que con los años, ya inquietan a muchos fieles católicos por la deriva, aparente o
ciertamente real, a la disolución de los valores de la espiritualidad católica.

Los efluvios del Maligno reflejados en los valores de la mundanidad e intereses


perversos que se vienen imponiendo en diversos estadios de sometimiento a la
sociedad, a pesar de la sutileza y astucia de la estrategia en las actuaciones de las
autoridades públicas, sus efectos no pasan desapercibidos para la mayoría de la
feligresía católica. Actuaciones que, a menudo, se revelan diametralmente opuestas
a la Ética y a la Doctrina Social de la Iglesia. La tolerancia, si no el fomento, de la
inmoralidad generalizada, la omisión deliberada, oficial y pública, de la identidad
cristiana-católica, la inobservancia y transgresión continuadas de las condiciones
exigidas para los sacramentos que se notan en el comportamiento de algunos
cristianos católicos revestidos de autoridad política, socavan y diluyen la fe de los
creyentes en los valores que la Iglesia Católica predica para la salvación de todas
almas, según el plan de Dios.

Otros ámbitos de acción para debilitar y reconducir el poder de la Autoridad


espiritual de la Iglesia Católica de Guinea Ecuatorial son: por un lado, la ola de
promoción y construcción de iglesias parroquiales, centros diocesanos, reformas o
reconstrucciones, etc. que, con recursos procedentes de negocios poco o nada lícitos,
realizan destacadas personalidades del poder político establecido; y, por otro lado, la
manada de sectas invasoras autorizadas que desde hace una treintena de años,
ayudan con toda libertad e impunidad a sembrar ideas contrarias, creando un
confusionismo interesado en la comunidad creyente católica, mayoritaria en el País.
En estos últimos tiempos parece ser que la Iglesia Católica de Guinea Ecuatorial
evidencia ser a ratos víctima, y a ratos cómplice, a ojos de la inmensa mayoría de los
creyentes.

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Por eso, y al hilo de estas reflexiones compartidas por muchos fieles católicos, laicos
y consagrados, cabría esperar que se recabe una segunda opinión, pública y
transparente, del conjunto de todos los intereses involucrados, para sustentar
convincentemente la conveniencia de llevar a cabo las obras de restauración de la
Iglesia-Catedral Metropolitana de Malabo, anunciada en rueda de prensa por S. E.
Arzobispo Monseñor JUAN NSUE EDJANG; y para empezar, aplazando el
consecuente cierre del Templo al culto sagrado y el inicio de las obras.

Habida cuenta de la sutil batalla que se libra por someter el poder de la Autoridad
espiritual de la Iglesia Católica a los intereses del poder político del Estado, cabría
también recabar de la comunidad católica nacional cómo percibe y qué piensa de las
relaciones con las Autoridades del Estado. Convocar unas jornadas de oración y
discernimiento al respecto, ayudaría a clarificar los fundamentos cristianos-católicos
de nuestra sociedad actual frente al confusionismo interesado de la mundanidad que
nos atenaza. La Iglesia Católica de Guinea Ecuatorial se lo debe a los fieles inquietos
de la comunidad.

Por: Marcos-Manuel NDong Owono-Asong

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