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FAMILIA, RED DE PARIENTES Y SISTEMAS DE PARENTESCO
1. Familia y sistema de parentesco en Social Structure
(1949), de G.P. Murdock
Se comienza por la obra de Murdock ya que ocupa un lugar estratégico dentro de la disciplina y por
su elevado valor didáctico. Su punto de vista teórico está centrado en la familia elemental y una
perspectiva etnocéntrica (familiocéntrica). Es nuestro propio sistema pero es el menos común. Lo
usamos como punto de partida, como plataforma inicial.
1.1 La familia nuclear, elemental o conyugal
En Social Structure analiza el sistema de parentesco después de haber dedicado cinco capítulos a la
familia nuclear. Según Murdock:
Un sistema de parentesco es distinto a “tipos de organización social” ya que no es un grupo social ni
una agregación ordenada de individuos, sino un sistema estructurado de relaciones en el que los
individuos se hallan ligados el uno al otro por complejos vínculos que se entrecruzan y ramifican.
Pueden servir para unir individuos en grupos sociales, como en la familia nuclear, pero no son y no
producen agregados sociales.
Para él:
La familia es un grupo social caracterizado por la residencia común, la cooperación económica y la
reproducción. Incluye a adultos de ambos sexos que mantienen una relación sexual socialmente
aprobada y uno o más hijos que cohabitan. Debe distinguirse de matrimonio que es un complejo de
costumbres centrado sobre la relación entre una pareja de adultos sexualmente asociados dentro de
la familia.
Para Murdock hay tres tipos distintos de organización familiar en base a 250 sociedades:
1 Familia nuclear: hombre+mujer casados con descendencia, aunque puede haber alguna
persona más.
2 Familia polígama.
3 Familia extensa. Combinación de familias nucleares con agregados.
Hay diversidad de clasificaciones y polémica de si la familia es universal cultural o no, y todo esto
se reduce a la ambigüedad y polisemia de la palabra. Los distintos usos se agrupan entorno a dos
polos:
1 La “familia” como un grupo de parientes definido exclusivamente por las relaciones de
parentesco y los tipos de pariente que la constituyen, con independencia de que residan o no en
común.
2 La “familia” como grupo de parientes (que puede incluir a noparientes) definido adicionalmente
por la residencia común y por cooperación económica. Familia como grupo doméstico.
Las distintas clasificaciones de “tipos de familia” suelen adoptar como punto de partida el primer
polo de sentido y como punto de referencia implícita o explícitamente la familia conyugal
monógama a la que se denomina de forma etnocéntrica nuclear o elemental para incorporar luego la
residencia común y de ahí pasar a los otros tipos (poliándrica...) que suelen ser definiciones de tipo
doméstico. Familia nuclear elemental a la que se pueden añadir o combinarse nuevos elementos.
Para Murdock la nuclear era el tipo de familia y el matrimonio son universales. Sobre esto
Goodenough critica esto (sí que estaban de acuerdo con Murdock otros autores como Boas y
Lowie): “para Malinowski el matrimonio está basado en la unión hombre+mujer, la economía
compartida, cohabitación y producción y cuidado de los hijos. Todo ello encaja con nuestra
sociedad. Lo que nosotros reconocemos como familia nuclear en otras sociedades es aquella unidad
social que resulta estar más cercana al análogo funcional de nuestra propia familia, y el matrimonio
es cualquier transacción que sirva para establecer esa unidad social.
Queda claro que la familia elemental/nuclear tal como Murdock la definió no es universal, no es la
unidad básica de la sociedad humana. Por ejemplo, entre los nayar de la India o los kibutz de Israel
o la llamada familia matrifocal del Caribe. Es el resultado de ser víctimas de nuestro etnocentrismo.
Para algunos propósitos no hay nada erróneo en ese procedimiento (como para utilizarlo de
instrumento social para resolver un puñado de problemas humanos universales que su
institucionalización es casi inevitable), pero sí lo es si el propósito es desarrollar un conjunto de
conceptos para describir y comparar todas las sociedades humanas entonces sus definiciones de
estos conceptos son insatisfactorios.
Pero Murdock no se limita a proclamar la universalidad de la familia nuclear solamente en Social
Structure sino que sugiere que hay un fundamento biológico de esta presunta universalidad. Para él,
la universalidad de la familia deriva de la universalidad de las relaciones que la constituyen (que
dice que son 8 padrehijo, padrehija...).
Sobre esta afirmación Murdock procede a un análisis de las supuestas 8 funciones universales y de
las causas y los efectos de lo que, en el proceso de socialización y endoculturación de los
individuos, califica como la extensión o generalización a personas fuera de la familia de la conducta
aprendida en esas relaciones interpersonales primarias que son las relaciones intrafamiliares.
1.2 Tabú del incesto, familia de orientación y familia de procreación
Algunas de las personas de “fuera de la familia nuclear” son parientes, aunque sean parientes más
lejanos que los primarios se les designa como marido, esposa, hijo, hija, hermano, hermana, padre y
madre. Para nosotros ninguno de estos términos se utiliza para designar a parientes “fuera de la
familia nuclear” pero en otras culturas sí. Suelen ser llamados en antropología “padre (o hermano,
etc) clasificatorio” porque son clasificados junto con el padre en una sola categoría de parentesco
lingüística.
Aunque Murdock postula que la conducta de un individuo con las personas de “fuera de la familia”
es una extensión de la conducta aprendida “dentro de la familia”, es más prudente que otros
antropólogos en la interpretación de la frecuente, pero ni universal ni necesaria, congruencia entre
terminología de parentesco y conducta de parentesco (para Tax dos personas que se comportan
igual con el ego serán nombradas igual) y no llega tan lejos como Malinowski o EvansPritchard en
la interpretación extensionalista de la génesis de términos clasificatorios (para ellos tanto el término
clasificatorio como la conducta hacia este pariente clasificatorio son extensiones del lenguaje y de
la conducta aprendidos en la familia nuclear).
Para Murdock (y Pritchard y Malinowski) la existencia de parientes fuera de la familia tiene un
sentido:
Para él, el pilar estructural de la familia nuclear es el tabú del incesto, que lo considera la
prohibición universal de mantener relaciones sexuales con miembros de la familia del otro sexo
(excepto el cónyuge). Puede extenderse de forma variable. En base a este tabú, se prohíbe que hijos
de distinto sexo puedan reproducirse e impide que la familia se perpetúe como grupo. Convierte a
las familias en discontinuas en el tiempo. Por eso se necesitan familiares fuera de la familia, y las
personas pasan a tener dos familias nucleares: una familia de orientación, en la que nació y fue
criado, y una familia de procreación que establece mediante el matrimonio y que incluye hijos. El
hecho de pertenecer a dos familias nucleares da origen a los sistemas de parentesco... cada persona
constituye un vínculo entre los miembros de su familia de orientación y los miembros de su familia
de procreación, y series ramificadas de tales vínculos relacionan entre sí a numerosos individuos
mediante lazos de parentesco.
1.3 Parientes primarios, secundarios y terciarios
Los parientes primarios son aquellos que pertenecen a la familia nuclear (tanto padres como hijos).
Cada uno de estos parientes tendrá sus propios parientes primarios, la mayoría de los cuales no
estarán incluidos entre los parientes primarios de EGO, para quienes serán parientes secundarios.
Una persona puede tener 33 parientes secundarios. A su vez, cada pariente secundario tiene
parientes primarios que no son ni parientes primarios ni secundarios de EGO, por lo que son sus
parientes terciarios, hay 151 posibilidades. Más allá de los terciarios son parientes distantes.
Por ejemplo: mi tío y mi abuela son parientes secundarios; la madre de mi abuela y la esposa de mi
tío son terciarios.
Es decir, un EGO establece con sus parientes primarios tres tipos distintos de relación de
parentesco: una relación lineal (paternofilial), con sus padres (como hijo) y con sus hijos (como
padre/madre), con sus hermanos o hermanas y una relación matrimonial, de alianza o afinidad con
el cónyuge. La extensión progresiva de su red de relaciones a sus parientes secundarios, terciarios,
narios, se produce por medio de uno u otro de los tres tipos de parientes primarios y por medio de
una relación de uno de los tres tipos de parientes.
1.4 Las tres relaciones básicas de parentesco: filiación (descendencia), germandad y alianza.
Parientes agnáticos, uterinos y cognáticos
Hasta ahora, para Murdock en nuestra cultura llamamos relación de parentesco a tres tipos básicos
distintos de relación y las relaciones que se tejen combinando esas relaciones simples:
1 Relación paternofilial: entre padres e hijos y viceversa. Puede ser de paternidadmaternidad de
padres (P=parent) a hijos (C) o de filiación de hijos a padres. La relación de filiación aparece, por
tanto, especialmente si se privilegia el punto de vista biológico y diacrónico, como la relación
primaria y más básica de las relaciones de parentesco: todo el mundo es hijo/a de alguien antes de
ser cualquier otra cosa.
Vistas desde EGO las relaciones de parentesco establecidas exclusivamente “a través” de su padre
(F) suelen denominarse relaciones agnaticias (y los parientes relacionados con EGO son sus
agnados).
Las relaciones de parentesco de EGO establecidas exclusivamente “a través de” su madre (M)
suelen denominarse relaciones uterinas (y los parientes así relacionados con EGO son sus parientes
uterinos).
Las relaciones que EGO establece conjunta e indistintamente “a través de” ambos (P) se denominan
relaciones cognaticias y los parientes así relacionados con EGO son sus cognados.
2 La relación “fraternal” entre hermanos/as, denominada germandad. Pueden serlo sólo por parte
de madre o sólo por parte de padre (“semigermanos”) o bien por ambos lados, en cuyo caso la
relación de germandad es “la más estrecha de las relaciones cognaticias”.
3La relación de alianza o afinidad cuyo fundamento y ejemplo más simple para nosotros es la
relación conyugal, matrimonial, entre marido y esposa. Leach sugirió que podía ser interesante
teórica y terminológicamente entre la relación conyugal que el matrimonio establece entre un
hombre (H=husband) y una mujer (W=wife) y la relación de alianza que se establece entre algunos
de los parientes del marido y algunos de los parientes de la esposa, que pasan a ser afines. Así, la
relación que establecen con la familia del otro es una relación de alianza.
La relación conyugal es entre dos individuos (visión individualista y familiocéntrica), la de alianza
entre dos grupos. La relación conyugal es el origen de la relación de afinidad entre un cónyuge y los
parientes consanguíneos del otro, cuanto de la relación de alianza entre los grupos de parentesco de
ambos cónyuges. Pero desde una perspectiva holística, que contempla la estructura social como un
sistema de relaciones entre grupos de parentesco es la relación de alianza entre dos grupos la que
aparece como fundamento y motivo de los matrimonios, y como consecuencia la relación conyugal
entre dos individuos aparece englobada en y subordinada a la relación entre el grupo del que
proviene la esposa (donador de la mujer) y el grupo del marido (tomador de la mujer). En la medida
en que los grupos de parentesco estén dominados por varones el matrimonio aparece desde la teoría
de la alianza, como una relación de intercambio recíproco de mujeres entre grupos de hombres y en
el marco de una relación triádica entre el marido (H), el hermano de la esposa (WB) por medio de
una mujer, hermana (Z) de este último que pasa a convertirse en esposa de aquél (W).
Desde el punto de vista de lógica de las relaciones la relación de germandad y alianza tienen la
propiedad de simetría (si a es hermano de b, b es hermano de a), a diferencia de la relación paterno
filial, de filiación o de descendencia: son asimétricas).
La germandad y la descendencia son relaciones transitivas: “los germanos de mis germanos son mis
germanos” y “los descendientes de mis descendientes son mis descendientes”.
La filiacióny la alianza carecen de transitividad: “el hijo de mi hijo no es mi hijo (S) sino mi nieto
(SS)” y “el cónyuge de mi cónyuge (EE) (donde se permite) no es mi cónyuge sino la coesposa de
mi marido (HW) o coesposo de mi mujer (WH).
Es muy importante la distinción entre parientes consanguíneos y afines, así como entre lineales y
parientes colaterales.
1.5 Parientes consanguíneos y parientes afines
Murdock también establece otra distinción:
Los parientes primarios están vinculados por lazos de sangre o parentesco biológico (excepto la
esposa y el marido, unidos por vínculo conyugal). Cuando la conexión entre parientes, sean
primarios, secundarios o lejanos, incluye uno o más vínculos conyugales, éstos se clasifican como
parientes afines. Aquellos parientes entre los cuales todos los lazos son de sangre o de ascendencia
común, son conocidos como parientes consanguíneos.
A los parientes afines se les llama en GB “relatives in law” y aquí “parientes políticos”.
En las relaciones consanguíneas las conexiones van siendo cada vez más débiles entre EGO y
ALTER en cuanto van aumentando los eslabones, pero nunca desaparece por tenue que llegue a ser
el modo de percibir socialmente la conexión, mientras que las relaciones de afinidad dejan de
producir parentesco más allá de un cierto límite que no suele rebasar el ámbito de los parientes
primarios del cónyuge de EGO, cuya actualización depende de factores e intereses coyunturales.
El parentesco por afinidad es, además de un acuerdo o convenio entre individuos (H y W), en la
inmensa mayoría de sociedades, es un pacto entre grupos, y que en virtud del arreglo matrimonial,
los parientes consanguíneos de W pasan a ser parientes afines de H y viceversa.
La expansión de parentesco por afinidad varía inmensamente según las sociedades, así como las
conescuencias que para el estatuto de la esposa tiene el hecho de que, para sus hijos, se conviertan
en relaciones consanguíneas lo que, para la generación anterior, eran relaciones de afinidad. Lo que
Keesing observa es que el contrato matrimonial entre dos grupos corporativos no convierte
habitualmente a todos los miembros de un grupo en parientes afines de los miembros del otro.
Las relaciones de afinidad que se establece con el matrimonio entre dos familias pasan a ser
consanguíneas cuando el matrimonio tiene hijos. En algunas sociedades cuando se establece un
matrimonio la esposa pase a ser pariente consanguíneo del grupo del varón. La consideración de
una misma relación de parentesco puede ser considerada afín o consanguínea según los factores
contextuales y situacionales.
En los casos en los que el padre se casa con una nueva mujer y tiene hijos, los hijos de la primera
mujer considerarán a estos (y viceversa) como “mediohermanos de padre”. Esta situación es creada
por la monogamia serial frecuente en sociedades occidentales contemporáneas y la situación
característica de las familias poligínicas africanas, en las que el varón convive al mismo tiempo con
dos o más esposas, hay interesantes semejanzas y diferencias. En el último caso un ego tenderá a
categorizar a a sus “mediohermanos de padre” como tales o como “hijos de la esposa del marido de
su padre” en función de si quiere hacer hincapié en la defensa de los “hijos de su madre” frente a las
otros grupos formado por otros matrimonios de su padre. Eso suele ocurrir cuando el linaje
patrilineal se fisiona o escinde en sublinajes.
Es probable que en sociedades occidentales donde padres se han divorciado, los hijos resultantes de
ambos cónyuges sean designados en función de con quién resida EGO y el tipo de relación que
tenga con sus padres y respectivos cónyuges, si los hay.
Hay muchas sociedades patrilineales en las que una mujer al tener un hijo de su amrido rompe todo
vínculo de su origen y pasa a ser parte de la familia del marido. Para el marido es más la madre de
sus hijos que su cónyuge, y para la familia del marido la mujer pasa de ser un pariente afín a un
pariente consanguíneo.
En nuestra sociedad, sin grupos corporativos de descendencia, los usos lingüísticos testimonian que
su manera de concebir el parentesco varía cuando se tienen hijos, designándose los cónyuges como
“papá” o mamá”. Es como si pasaran a verse el uno al otro a través de su hijo, de pasar de ver una
relación directa a indirecta. En cierto modo los usos lingüísticos transforman ideológicamente la
afinidad en consanguinidad.
Cuando nosotros pensamos en consanguinidad es desde una perspectiva emic, altamente simbólica,
pero el sentido de esta palabra en antropología debe ser etic.
1.6 Clasificación de parientes y reglas de descendencia: parientes lineales y colaterales
Murdock expone que todas las culturas establecen patrones de relaciones con sus parientes.
Dado que los 7 tipos de parientes primarios se convierten en 33 tipos de parientes secundarios, en
151 tipos de parientes terciarios, y un número geométricamente creciente de parientes lejanos de
varios grados, todas las culturas se enfrentan a dos problemas básicos relacionados con el ámbito
del parentesco:
1 Problema de superar la irrelevancia cultural de las numerosas distinciones establecidas entre
todos y cada uno de los tipos de parientes enumerados (manifiesta por ejemplo en la imposibildad
práctica de asociar un patrón distintivo de conducta a cada una de las infinitas categorías de
parientes potencialmente distinguibles).
2 El problema de establecer prioridades, de “definir para los individuos el grupo particular de
parientes hacia el cual tienen el privilegio de dirigirse en primer lugar para obtener ayuda material,
apoyo o servicios ceremoniales”.
Murdock insiste en que la regla de descendencia sólo se refiere a la asgiancion social de un
individuo, al nacer, a uno u otro grupo, sin que ello implique en modo alguno el reconocimiento de
ciertos vínculos genealógicos y/o biológicos con exclusión de otros. Por tanto, descendencia no
implica necesariamente ninguna creencia en que cierto vínculos genealógicos son más estrechos que
otros. Sólo es una regla cultural para ciertos propósitos sociales. Las diversas reglas de
descendencia dan como resultado varios tipos de grupos de parentesco.
El estudio detallado de las distintas reglas de descendencia y de los grupos descansa en otra
importante dicotomía entre parientes:
– Parientes lineales: consanguíneos que se hallan vinculados entre sí exclusivamente por uno o
más lazos paternofiliales de descendencia directa.
– Parientes colaterales: consanguíneos relacionados por lo menos un vínculo nolineal.
Hay por lo tanto, según Murdock, dos maneras de solucionar el problema práctico que plantea el
elevadísimo e inmanejable número de tipos de pariente que resulta del entrelazamiento de familias
nucleares generado por la prohibición del incesto:
1. La clasificación de estos innumerables tipos de pariente, amalgamando varios tipos en una
sola clase lógica o categoría según criterios que varían en las distintas culturas, lo cual
general las distintas terminologías del parentesco.
2. La formación, a efectos prácticos varios, de grupos de parentesco utilizando como criterio
definitorio de los mismos una u otra regla de descendencia.
Ambos implican limitar, recortar y ordenar la amplia red de parientes primarios, terciarios...
surgidos de la familia nuclear. La extensión fuera de la familia nuclear de las tres relaciones básicas
que constituyen ésta da origen a los tres tipos de parentesco que hemos distinguido: la extensión de
la relación conyugal da origen a la afinidad, la extensión de la relación de filiación da origen al
parentesco consanguíneo lineal y la extensión de la relación de germandad da origen al parentesco
consanguíneo colateral.
¿Cuál es la distinción entre línea directa y línea colateral de parentesco consanguíneo tal y como
establecen el Derecho Civil y el antiguo Derecho Canónico a la hora de computar o calcular el
grado de parentesco y sus efectos sociales?
1.7 El cálculo del grado de parentesco en el Derecho Civil y en el antiguo Derecho Eclesiástico
o Canónico
Tanto para el Derecho Canónico como para el Derecho Civil español, consanguinidad es el
parentesco que existe entre personas que proceden de un mismo tronco, es decir, que tienen el
mismo origen o una misma sangre, ayuntamiento ordenado de personas que descienden de una raíz.
Puede ser recta y oblicua:
– Línea recta o directa es la serie de personas que proceden directamente unas de otras, es decir
engendrantes y engendrados: es ascendente cuando desde la persona de que se trate sube hasta
el tronco o raíz común, y descendente cuando se baja desde éste hasta el último descendiente.
– Línea oblicua, trnasversal o colaterales la serie de personas que, sin estar engendradas las unas
por las otras, proceden todas de un mismo tronco. Puede ser igual o desigualsegún que los
parientes comprendidos en ella disten o no igual distancia del tronco común.
– Línea masculina y femenina: Que empiezan por el hombre o por la mujer. Se distingue entre
– parientes de línea masculina/femenina: incluyen toda la línea nacida de varón o mujer
sean varones o hembras quienes la formen.
– parientes por línea masculina/femenina: incluyen sólo varones nacidos en la línea de
varón o hembras pero no varones de cada línea nacida de mujer.
Grado de parentesco es la distancia genealógica que hay entre un pariente y otro: hay un grado de
distancia entre dos parientes “inmediatos” y para saber los grados que hay entre dos parientes “no
inmediatos” hay que ir contando hasta que los dos parientes quedan enlazados. Ese cómputo era
parcialmente distinto entre derecho Eclesiástico y Civil, ahora ya no. Aquí se puede ver el carácter
convencional y cambiante de grado de distancia natural entre parientes
En línea directa:
• Civil: cuenta tantos grados como generaciones. El resultado es el mismo:
• Canónico: contaba tantos grados como personas menos uno. pariente primer grado...
En línea colateral:
• Civil: se cuentan tanto los grados como las generaciones y ambos lados: para averiguar los
grados que hay entre dos parientes colaterales hay que subir desde uno de ellos al tronco o raíz
común y descender luego desde éste hasta el otro pariente. Mi primo es mi pariente de cuarto
grado.
• Canónico: aplica un criterio mucho más restrictivo y sólo computaba (utilizando el criterio de
tantos grados como personas menos uno) una línea: una cualquiera de las dos líneas
transversales en que se sitúan los dos parientes colaterales en el caso de que ambas líneas sean
iguales (igual distancia entre ambos parientes y raíz común) y sólo la línea más larga cuando
son desiguales.
Las tablas de descendencia se realizaron por sus usos y efectos sociales, especialmente por sus usos
jurídicos: regular el matrimonio, establecer ciertos grados como impedimento para casarse...
En nuestra sociedad estas tablas tienen poca importancia a nivel social, pero en otras son las
reguladoras que determinan el lugar que se ocupa en la sociedad.
2. Filiación y descendencia vs. Alianza
El hilo conductor hasta aquí ha sido la concepción de Murdock sobre los sistemas de parentesco,
introduciendo algunos conceptos clave de la disciplina en versión estándar. Pero ahora hay que
eliminar esa concepción etnocéntrica, justamente en lo que parece más claro: la filiación.
2.1 Dumont vs. RadcliffeBrown
Dumont, en su texto Introducción a dos teorías de la Antropología Social (1997) reflexiona sobre
las implicaciones teóricas de un hecho lingüístico ya referido: inglés kindship, que puede traducirse
por “parentesco”, pero significa con más precisión “consanguinidad”. Dumont relaciona este hecho
con la frecuente devaluación de la relación de alianza entre los antropólogos británicos, y acaba por
establecer una triple correlación:
1 Correlación entre el privilegio de la descendencia y la concepción sustancialista del parentesco
(el parentesco como consustancialidad).
2 Una correlación entre prioridad de la alianza y la concepción relacional del parentesco (los
sistemas de parentesco como sistemas de relaciones).
3 Según Dumont, una concepción sustancialista del parentesco como la que favorece la teoría de
linajes se desliza con mucha más facilidad hacia el biologismo (hacia una concepción del parentesco
como consanguinidad, como sustancia biológica común compartida por los parientes) que una
concepción basada en la categoría de relación como la promovida por la teoría de la alianza.
Dumont dice: que en inglés no haya una palabra que designe “parentesco” y se tenga que decir
relaciones de kindship y afinidad, implica que en nuestras sociedades la afinidad está devaluada. En
francés sí que hay palabras para “cuñado” en inglés es soninlaw, lo que corresponde a una
apoteosis de la consanguinidad y una devaluación de la afinidad.
2.2 Alianza, patrificación y matrificación (según Edmund Leach)
Leach va más lejos en su crítica que Dumont en su libro Rethinking Anthropology desde la
perspectiva de la teoría de la alianza. Señala que la antropología británica (autodefinida como
funcionalista y concernida con el análisis comparativo de estructuras sociales) ha renunciado de
facto en 1950 a las generalizaciones comparativas para entregarse por completo a “etnografías
históricas detalladas de los pueblos particulares”. Leach cree que los hallazgos tienen implicaciones
tanto generales como particulares. Afirma que el funcionalismo ha fallado y que debemos volver al
comienzo y volver a pensar las cuestiones básicas, como qué son los germanos.
Al repensar los antropólogos se encuentran con, dificultades, resistencias y prejuicios. Así, Dumont
intenta conjurar no sólo el peligro del sociocentrismo apuntado por Dumont, sino una forma más
sutil de etnocentrismo que afectaba en 1950 a sus colegas funcionalistas británicos: convertir en
categorías de validez universal aquellos conceptos que se han mostrado fecundos para describir y
comprender la concreta sociedad y cultura en la que cada uno de ellos ha realizado el trabajo de
campo.
Leach vincula ese etnocentrismo a las insuficiencias teóricas y metodológicas de la antropología
Funcionalista de Malinowski y RadcliffeBrown, especialmente a su modo de entender las
relaciones entre comparación y generalización (sólo comparan, no generalizan) y el abuso
funcionaista de la analogía entre sociedad y organismo. Frente a la analogía que concibe “una
cultura o una sociedad como un todo empírico por un número limitado de partes adecuadamente
identificables” y funcionalmente ajustadas entre sí, frente al método comparativo que empieza por
preguntarse si en dos sociedades se dan o no partes pertenecientes al mismo género y con análoga
función. Leach propone “pensar acerca de la sociedad de un modo matemático: la sociedad no es un
ensamblaje de cosas sino un ensamblaje de variables”. La generalización que propone, basada en el
estructuralismo de LéviStrauss y en la topología matemática consiste en “pensar en las ideas
organizativas que se hallan presentes en cualquier sociedad como constitutivas de un patrón
matemático”. Las generalizaciones que le interesan son aquellas que se basan en el discernimiento
de posibles patrones (patterns) generales en los hechos peculiares de etnografías particulares. A
Leach no le interesan las particulares características en esta o aquella sociedad aisladamente
consideradas, sino la relación entre esas relaciones entendida como una función algebraica.
Leach analiza distintas sociedades ya conocidas e intenta establecer una ratio entre matrificación y
patrificación. Hay que distinguir entre patrilinealidad o matrilinealidad social y biológica.
Desde el punto de vistadel parentesco “biológico”, podemos clasificar las distintas etnoteorías de la
procreación en tres grandes grupos:
1. Teorías uroxigenéticas: sólo reconocen la matrificación biológica (Trobriand).
2. Teorías virigenéticas: reconocen de forma exclusiva o prioritaria la patrificación (Kachin).
3. Teorías bilaterales: nuestra cultura; reconcen más o menos por igual la matrificación y la
patrificación biológica.
Esta clasificación sólo puede ser indicativa ya que los valores resultantes de z (ratio entre
matrificación y patrificación social) son aproximados.
Por ejemplo, los Trobriand siguen una línea de procreación uroxigenética, con linaje matrilieal, la
relación entre hermanos está fuertemente tabuizada, utilizan un patrón virilocalavunculocal para
establecer la residencia después del matrimonio y los parientes de sangre (matrilineales) no son
sospechosos de brujería pero los demás sí.
En opinión de Leach, este conjunto de creencias y actitudes configuran “un patrón de ideas
organizativas” que se deforman y manipulan (como dice que hacen Malinowski y Fortes) cuando se
intenta adaptarlas al lecho de Procusto familiocéntrico que considera la filiación bilateral como un
universal cultural impuesto por la naturaleza humana (por su biología o psicología).
En el caso de Malinowski, la responsabilidad de esa manipulación recaería, según Leach, en el
concepto de “paternidad sociológica” y en el supuesto arraigo de las actitudes sociales ante el
parentesco en hechos psicológicos universales. Piensa que la relación paterna contiene elementos
que están necesariamente presentes en la relación padre/hijo en todas las sociedades, con
independencia de cuáles sean las circunstancias de la costumbre y la estructura social. Para Leach,
esto es contradictorio y cree que este paquete de creencias y actitudes de los Trobriand es un “patrón
de ideas organizativas”: especifica categorías y las coloca en una relación particular entre ellas
como en una ecuación algebraica”.
En el caso de Fortes, la responsabilidad de esta deformación recaería en el concepto de filiación
complementria, que es la relaciń que un hijo mantiene con un parent a través del cual no traza línea
de descendencia y, por tanto, no pertenece. Esto es familiocéntrico, ya que universaliza el caracter
bilateral de la filiación, y no es otra cosa para Leach que la forma conversa de Malinowski de
“paternidad sociológica”.
Fortes y Malinowski mantienen la universalidad de las relaciones parentshijos, ya que sino se
elminaría el sentido del tabú del incesto. Por lo que repudian cómo los Trobriand conciben su
sistema social.
Leach a este respecto, afirma que si los Trobriand conciben lo que los antropólogos denominan
relación de (patri)filiación como una relación de alianza, sería caer en un injustificable
etnocentrismo negarse a reconocer que el padre (F) no es necesariamente un pariente consanguíneo,
sino que puede ser y de hecho es para los Trobriand) un pariente afín, un aliado: más aún, no
deberíamos traducir tamu como “padre” sino como “marido de la madre”. Leach también afirma
que en las sociedades con un valor p de matrificación biológica y social es igual a 0, se concibe la
relación madrehijo como afín, y habría que traducir la palabra a “esposa del padre”. Concluye esto
del método de generalización propuesto por él, una de cuyas virtudes es precisamente su valor
heurístico, su función de guía en la investigación: no se debe llamar relación de filiación en los
casos anteriores, se trata de afinidad. Esta hipótesis es avalada por datos recogidos por Leach de
distintas sociedades. De todos estos Leach llega a una primera conclusión:
1. “Mi primera variable z, que es la ratio entre matrificación y patrificación, se corresponde, a
un nivel etnográfico, con variaciones en la ideología de la herencia genética. En uno y otro
extremo, el niño Trobriand deriva su sustancia exclusivamente de la sangre de su madre,
mientras que el niño Kachin es el producto óseo del semen de su padre. En casos más
normales donde los hijos establecen su filiación con respecto a ambos padres (como ocurre
entre los Talensi patrilineales) el niño obtiene su sustancia física de ambos padres”.
Por otro lado, para los Trobriand el parecido físico proviene del padre, que lo moldea cuando
mantiene relaciones con la madre, y para los Kachin, la forma se la da la madre cuando le da el
pecho a través de la leche y la sangre. La influencia mística que pueden recibir (brujería) siempre
proviene del lado contrario a la linealidad (de la madre en caso de patrilinealidad y viceversa). Hay
una oposición entre influencia genética e influencia mística. Leach aquí hace otra hipótesis:
2. La relación denotada con la palabra “afinidad” halla con mucha frecuencia expresión
cultural como “influencia mística”, pero que esto a su vez es sólo una instancia especial para
algo más general, la oposición lógica entre unidad mediante incorporación y unidad
mediante alianza. Cualquier sistema de consanguinidad y matrimonio hay una oposición
ideológica fundamental entre las relaciones que conceden al individuo la condición de
miembro de un “nosotros grupal” (we group) de algún género (relaciones de incorporación)
y aquéllas otras relaciones que vinculan “nuestro grupo” (our group) (relaciones de alianza),
y que, en esta dicotomía, las relaciones de incorporación se distinguen simbólicamente como
relaciones de sustancia común, mientras que las relaciones de alianza son vistas como
influencia metafísica.
Lo que para Dumont es sólo una crítica al “olvido” británico de la relación de filiación
descendencia, especialmente si se concibe con arreglo al modelo biológico del engendramiento, se
convierte con Leach en un cuestionamiento de la universalidad de la relación de filiación bilateral
que termina por disolver el estudio de las relaciones “familiares” de filiación y conyugalidad en el
estudio más amplio de la relación entre las relaciones sociales de incorporación y las relaciones
sociales de alianza y en el estudio de su respectiva simbolización cultural como consustancialidad y
como influencia metafísica.
Mientras que una concepción sustancialista y familiocéntrica del parentesco como la hegemonica
en nuestra cultura y como la profesada por numerosos antropólogos, estudia las relaciones de
parentesco con arreglo al modelo de las relaciones familiares, privilegia la relación consanguínea de
filiación y considera, en consecuencia, que el fundamento último del parentesco es la
consustancialidad biológica resultante del proceso de procreación, desde la perspectiva de Leach las
nociones de influencia genética y de sustancia común en que descansa esa concepción del
parentesco y en cierto modo esa concepción misma y la etnoteoría bilateral de la procreación en
que se fundamenta no son sino símbolos de nuestra cultura que adoptan otra configuración en otras
culturas y cuyo significado sólo se revela a la luz de un análisis de sus relaciones con las
simbolizaciones culturales de su polo opuesto y complementario la influencia metafísica en el
marco contextual más amplio de la específica relación que en toda sociedad también la nuestra se
registra entre relaciones de incorporación de los individuos a los distintos “grupos de nosotros”
(wegroup) y relaciones de alianza de “nuestro grupo” (our group) con los otros grupos.
¿Tiene sentido seguir llamando teoría del parentesco a esta teoría del ambicioso análisis socio
cultural que Leach propone?
Reflexión sobre la noción central del parentesco en nuestra propia cultura: consanguinidad como
variante concreta del concepto general y abstracto de consustancialidad.
Leach pone en relieve la problemática de los fundamentos de nuestra concepción sustancialista y
biologicista del parentesco utilizado como espejo para otras culturas. Reflexión sobre
ambigüedades, paradojas e incoherencias de nuestra concepción, buscando analogías en otras
culturas.
3.1. Tipos de parentesco en la cultura euroamericana moderna
Las “nuevas formas” de parentesco están produciendo simultáneamente, en las sociedades modernas
euroamericanas, una ampliación de los límites tradicionales del parentesco y una problematización
de los fundamentos ideológicos de la concepción euroamericana “tradicional” del parentesco.
Ambos procesos son complementarios y se retroalimentan: las nuevas formas de matrimonio y de
familia intentan ampliar los límites del parentesco tradicional concibiendo las nuevas relaciones
conyugales y paternofiliales por analogía con las relaciones tradicionales de consanguinidad y
alianza, y respetando por tanto en lo esencial, en la medida de lo posible (aunque se desafíe en
algunos aspectos la ideología hegemónica de matrimonio y familia) los fundamentos teóricos de
nuestra cultura del parentesco; pero éso no siempre es fácil y resulta en algunos casos prácticamente
imposible, lo cual conduce inevitablemente a problematizar e incluso a rechazar algunos aspectos
de mayor o menor importancia de la cultura euroamericana tradicional del parentesco.
La crisis de nuestra cultura de parentesco nació a comienzos del siglo XXI y sigue creciendo cada
vez más con las NTR; sabemos su punto de origen pero no conocemos el puerto de llegada.
Para la mayoría de los miembros de la cultura euroamericana, el parentesco real es el parentesco
carnal, físico o biológico, el llamado parentesco “de sangre”. Este parentesco tiene sus raíces en el
proceso biológico de procreación, es para nosotros el sustrato “real” último y el modelo de
cualquier otra forma de parentesco que, por analogía con él, podemos reconocer (el legal, el
espiritual, étnico, político...).
Por otro lado, no dejamos de reconocer la existencia de un ámbito mayor o menor de parentesco
social y legal que se “desvía” de facto de su supuesta base biológica.
En cuanto al parentesco espiritual, en algunos países puede seguir teniendo valor jural en la medida
en que la sociedad le concede mayoritariamente un valor normativo al margen de la Ley.
La relación de las modalidades de parentesco de nuestra cultura reconoce dos oposiciones que no se
corresponden entre sí: la oposición entre el parentesco carnal o “biológico” y el parentesco socio
cultural y la oposición entre parentesco jural y nojural.
3.2. Procesos vitales, relaciones y sustancia o identidad común
¿Cómo se conciben en nuestra cultura estos distintos tipos de parentesco y cómo funcionan?
En nuestra sociedad distinguimos entre los procesos vitales y sociales generadores de los distintos
tipos de parentesco y el parentesco como resultado de aquellos.
Hacemos otra distinción, dentro del parentesco como resultado, entre las relaciones más o menos
sólidas, estables y duraderas que mantienen entre sí los participantes en dichos procesos (como
agentes y/o pacientes) y los distintos tipos de sustancia común e identidad individual (de identidad
sustancial) que a veces (no siempre) se produce como efecto de esas (inter)relaciones.
La afirmación de Keesing “las redes que conetan a los individuos en tanto que parientes son en
apariencia universalmente reconocidas y se les concede universalmente importancia social” es
cierta en el sentido en la medida en que se entienda que su significado es que en todas las
sociedades humanas alguna gente se considera a sí misma más estrechamente relacionada con unas
personas que con otras, y que este modo de estar relacionado mutuamente es la base de numerosas y
variadas interacciones en las que se hallan envueltos, o provee a esas interacciones de legitimización
o racionalización. Pero el saber convencional empieza a verse como problemático cuando
consideramos las razones culturalmente específicas por las que la gente se ve a sí misma
emparentada y la línea entre las personas emparentadas y las que no lo están. El porqué la gente en
distintas sociedades se ve emparentada es distinto, pero en general se basan en una noción de
consustancialidad: la gente se ve mutuamente vinculada porque comparten una sustancia común y,
por consiguiente, no está emparentada con quien no la comparte.
¿Porqué en nuestra cultura tenemos un vínculo con nuestros parientes que no tenemos con quienes
no consideramos parientes aunque también con estos tengamos un vínculo más o menos estrecho?
Procreación
A efectos de análisis hay que distinguir entre procreación como proceso vital predominantemente
biológico y la enculturación infantil como proceso predominantemente sociocultural, con la
crianza como ámbito biosocial “intermedio”.
Dentro del proceso de procreación en la cultura euroamericana y antes de aparecer las NTR se
distinguían tres fases o subprocesos, con distintos protagonistas:
1. Apareamiento o coito heterosexual, hasta hace poco necesaria pero no suficiente para la
fecundación.
2. El desarrollo del embrión y el feto en el útero o embarazo que implica una larga relación
física sensible entre la mujer y el feto, en el que se excluye el fecundador. Sea cual sea la
legislación o el padre el aborto es una decisión de facto exclusivamente de la mujer.
3. El nacimiento posterior al parto abre un abanico de posibilidades influidas pero no
determinadas por las relaciones biológicas en lo que se refiere a futuras relaciones sociales
de parentesco.
En nuestra cultura entendemos grosso modo que el proceso de procreación genera por sí mismo, de
forma “natural”, involuntaria e inevitable, lo que llamamos relaciones genealógicas o relaciones de
parentesco “de sangre”, y que su efecto sustancial es la consanguinidad (el compartir “la misma
sangre”) de las personas vinculadas por esas relaciones. De hecho (según Schneider y nuestro
biologicismo radical) vamos más allá ya que si postulamos el parentesco real de carácter biológico
equivale a considerar, que el proceso de procreación es en su totalidad un proceso biológico que
empieza en el coito y termina en el parto, y que las tres relaciones genealogicas básicas (filiación
descendencia, germandad y relación de alianza) hunden sus raíces en ese proceso biológico.
Pero si profundizamos y analizamos las tres fases en esta vista que la mayoría de nosotros
suscribiría, surjen fecundas perplejidades que matizan y problematizan el supuesto “pan
biologismo” de esta concepción: ¿Cuánto hay de “lo biológico” y de vinculado a la procreación en
nuestra concepción cultural de las relaciones de filiación, germandad y alianza?
a) Filiación
La que más se nos muestra claramente como resultado de un proceso biológico: la relación de
filiacióndescendencia. Y la más vinculada es la de matrificación entre el niño y la genitrix.
Aunque la atribución de la paternidad biológica siempre ha sido problemática y se distingue entre
pater y genitor, siempre hemos postulado una etnoteoría bilateral, de la que tanto genitor como
genitrix contribuyen a formar la sustancia del hijo, por lo que es coherente que postulemos a la
patrificación como una relación que emite al proceso biológico del nacimiento., y que la relación
con sus padres sea de consustancialidad: la misma sangre (consanguinidad) o los mimos genes.
Hay otras culturas que lo conciben de otra manera: o la consustancialidad por parte de uno d elos
padres, o que la modalidad de consustancialidad es otra como el semen, o incluso que no consideren
que haya sustancia o identidad social como algo establecido al nacer. Por eso:
– Qué implicaciones biológicas puede tener dentro de nuestra concepción de parentesco pensar la
consustancialidad como compartir la misma sangre o genes?
– ¿Qué diferencias culturales y sociales cabe esperar de una sociedad que concibe la
consustancialidad como consanguinidad y otra en que la sustancia es otra (semen)?
– ¿Qué diferencia hay entre postular que el proceso humano de procreación produce alguna forma
de consustancialidad entre los parientes que en ese proceso se relacionan y no concebir forma
alguna de consustancialidad porque no se considera que la sustancia quede definida al nacer?
b) Hermandad
La relación de germandad remite a nuestra concepción supuestamente biologista y sustancialista de
parentesco. En la medida en que se concibe como resultado de una doble filiación resulta lógico que
esta relación se remita al proceso biológico del nacimiento y se vea como un generador de
consustancialidad.
Nuestra concepción de parentesco postula que la consustancialidad de dos germanos, su
consanguinidad, porque postula previamente la consustancialidad de cada uno de ellos con sus
padres.
La concepción que nuestra cultura profesa entre hermanos no es otra cosa que germandad
genealógica o la simple extensión metafórica a otros ámbitos (religioso por ejemplo) de una relación
reductible a la filiación biológica.
Para la cultura cristiana de la que provenimos la hermandad se reduce también teóricamente a la
filiación: si todos los hombres somos hermanos, “hermanos en Cristo”, es porque todos somos
“hijos de Dios”. Pero la reelaboración cristiana de los conceptos de filiación divina y fraternindad
tiene como efecto una importante ampliación y cambio de significación y relevancia que en nuestra
cultura adquieren las palabras “hermano”, “hermana”, “hermandad” o “fraternidad”. Por ejemplo el
significado de Fraternidad de la Revolución Francesa es deudor ideológico de la hermandad
cristiana pero el vínculo semántico es mucho más tenue o incluso nulo con la germanadad
ideológica.
La evolución semántica de los términos tiene estrecha relación con uno de los tópicos de la
Antropología del parentesco:la interpretación genealógica o categorial de las terminologías del
parentesco.
Según Corominas, hermano procede del latín germanus, abreviación de frater germanus “hermano
de padre y madre”, germanud tiene su sentido propio y habitual de verdadero, auténtico. Con
anterioridad a la importancia de la madre en el parentesco romano, frater a secas significaba sólo
“hermano del padre” y más en general miembro de una fratria. Del latín frater derivan las palabras
fraternidad y sus conexas (fraternal, fraternalmente...) (de germanus germain francés, germà
català...), pero el primer derivado de frater es fraile.
Si analizamos la gama de significados de las palabras castellanas derivadas del latino frater
observamos tres rasgos interrelacionados:
1. Ámbito inicial y predominante de parentesco espiritual cristiano, los frailes, así como
grupos de personas carentes de cualquier conexión con el parentesco biológico.
2. El significado de la relación de fraternidad se desliza desde una concreta relación de
parentesco hasta algo mucho más abstracto y genérico: “relación amistosa/solidaria”. En la
semántica castellana la fraternidad parece hallarse a medio camino.
3. Así como la germandad genealógica es algo que viene dado al nacer, que no es fruto de la
propia acción, la fraternidad se puede crear; el castellano concibe como posible la
fraternización, acción de generar fraternidad por iniciativa propia cuando no había al nacer.
Así como el resultado de fraternización se concibe prioritariamente como una relación, el resultado
de hermanamiento, es decir la hermandad, se concibe como una condición o una institución.
Por su parte en nuestra cultura la idea de germandad se reduce a la doble filiación común. Esto
depende de la estabilidad del matrimonio monógamo. Con el hecho del divorcio aparece un tipo de
relación análoga a la generada por la poligamia. Así, un número de germanos cognacticios puede
tenerlos sólo uterinos o agnaticios. Ello obliga a repensar la relación de germandad, remitiéndola
ahora también a una sola relación de filiación que sólo puede resolverse apelando a factores socio
culturales, como la “amistad” o la “enemistad” entre ellos que nada tiene que ver con la filiación y
la biología.
Esta problematización puede ayudar a entender su mayor complejidad en otras. Dentro de la
relación de germandad, la diferencia de sexo y la distinción de edad entre mayor y menos pueden ser
tanto o más importantes que la filiación común (doble o única) y la pertinencia de esas distinciones,
que hacen pasar a un segundo plano la remisión a la filiación, sólo se explica habitualmente por su
relación con otras costumbres sociales, como por ejemplo reglas y prácticas matrimoniales.
c) Alianza
Así como germandad y filiación pueden pensarse sin problemas como un proceso biológico del
nacimiento, difícilmente cabe considerar la relación de alianza como el resultado del apareamiento
o cualquier otro proceso biológico.
Para nosotros no es lo mismo alianza que apareamiento, aún concibiendo uno como “natural” y el
otro como “cultural”. La relación sexual puede tener sentido y agotarse en sí misma. Lo cual tiene
paradójicas consecuencias en el modo de concebir la relación entre cónyuges y en los modos de
asimilar esa relación a la concepción biologista y (con)sustancialista de la filiación, subordinándola
a ella o imaginándola como análoga a ella. La muestra más acabada de esta paradoja es que se ala
concepción sacramental cristiana de parentesco (espiritual) la que más lejos haya llegado en la
concepción sustancialista de la alianza, al postular que el matrimonio cristiano hace que los
cónyuges sean “una sola carne” y que la relación conyugal sea tan definitiva e indisoluble como la
relación de filiación, lo cual hace imposible el divorcio.
Schneider, el fustigador principar de nuestra concepción “biologista” del parentesco y la
ilegitimidad teórica de su proyección etnocéntrica sobre otras culturas, partiendo de dos hechos:
1. Que toda relación sexual es una relación física que no implica que los partenaires compartan
sustancia biológica.
2. A veces las relaciones sexuales (cuando hay fecundación) pueden incluirse entre “los hechos
de la reproducción sexual humana”, lo que parece buscar Schneider, mediante la abusiva
equiparación entre “relación física” y “relación biológica” por una parte, y mediante la
inclusión de “lo biológico” de cualquier relación que pueda tener algo que ver con “los
hechos de la reproducción”
Esto es un efecto retórico triple:
a Categorizar las relaciones sexuales como relaciones biológicas.
b Incluir el apareamiento entre “los hechos de la reproducción sexual humana”.
c Sugerir que las relaciones de alianza son un resultado de estos hechos.
El efecto final es sugerir que, en la supuestamente “biologista” cultura eurocéntrica del parentesco,
también la relación de alianza se concibe como teniendo una raíz biológica.
Las vacilaciones terminológicas y las argucias de Schneider reflejan las vacilaciones del “hombre
común” y nos plantea un problemas generales y uno específico: ¿Cómo se conciben en nuestra
cultura las relaciones entre procreación, apareamiento heterosexual y alianza matrimonial?
En nuestra cultura, especialmente en el último siglo no ha habido ni hay unanimidad a la hora de
contestar la pregunta, ya que es un terreno en que las valoraciones influyen en las descripciones y
en las teorías que lo que se cree que se debe creer se presenta con frecuencia como lo que es. No es
fácil distinguir los hechos de los valores.
Lo que la mayoría concebimos como hechos (apartando los valores):
Para la procreación se encesita fecundación, embarazo y parto. Hay una clara separación entre coito
y procreación (sobretodo con las NTR), fue precedido en los 60 por la reparación entre sexualidad y
procreación, entre sexualidad reproductiva y noreproductiva. El resultado de esta separación es que
apareamineto y sexualidad se ve algo como mucho más fuera que dentro del proceso de procreación,
ya que sólo en contadas ocasiones se orientan a la fecundación y se relacionan con la procreación.
Sexualidad, procreación y matrimonio (alianza) son actualmente en nuestra sociedad y cultura,
realidades independientes que se relaciones como variables independientes y sin jerarquía itnerna.
Excepto para la ideología cristiana, cuya jerarquía es: matrimonio, procreación y sexualidad (la
única sexualidad tolerada es la reproductiva).
En comparación con la concepción inequívocamente “biologista” que nuestra cultura postula de la
relación entre nacimiento, filiación y consanguinidad, no hay forma alguna de consustancialidad
que nuestra cultura asocie con la relación de alianza, ni hay fase o momento alguno del proceso
biológico de procreación que se correlacione necesariamente con la relación social de alianza. Para
nuestra cultura no hay nada de biológico en la relación de alianza. Por lo que en la dicotomía natura
vs. Cultura la alianza sería cultura, la filiación natura y la germandad estaría a medias.
La teoría de la alianza de LéviStrauss es totalmente coherente con esto: es como poder decidir
dentro de “la penitencia” de la naturaleza, es como decirle “no irás más lejos”.
A diferencia del carácter permanente, insuprimible, indisoluble e inalterable que nuestra cultura
atribuye a la filiación (aunque se puede actuar “como si no” fueran nuestros padres, no desaparece
la consustancialidad), la relación de alianza no se concibe en nuestra sociedad, a excepción de la
Iglesia Católica, como relación “para siempre”, que no pueda anularse, alterarse o suprimirse.
Hay otras culturas en que los padres y los hijos pueden “separarse” y los hijos pueden “empadrarse”
o “enmadrarse” con quienes no tienen relación genealógica, más allá de “lo legal”. Para otras
culturas “la sustancia” no tiene por qué quedar fijada definitivamente al nacer.
Esta ausencia de objetividado sustancialidad del víncluo matrimonial per se en nuestra cultura fue
claramente reconocida y teorizada por Hegel, para quien solo la filiación, los hijos, hacen objetiva la
relación de alianza y constituyen el vínculo de unión que convierte un matrimonio en familia, una
familia en una comunidad. Nuestra cultura sólo logra objetivizar o sustancializar la alianza mediante
la filiación, pero mantiene una cierta autonomía del matrimonio, una cierta independencia entre
matrimonio y procreación: incluso en la tradición cristiana; la procreación no es el único objetivo.
Hay muchas culturas que van más allá, y el matrimonio sólo se concibe cuando tienen un hijo, e
incluso en los Nuer las mujeres después de un determinado número de partos pasa a incorporarse al
grupo de descendencia patrilineal del marido y los hijos, cambiando así la sustancialidad.
Si dejamos de ver las relaciones de filiación, germandad y alianza a través del prisma deformante y
unificador de su entrelazamiento en la familia y devolvemos a cada una de ellas su independencia y
su diferencia se nos aparecerá con claridad que sólo la filiación tiene sus raíces en el proceso de
procreación, mientras que las relaciones de germandad y alianza son difícilmente reductibles al
proceso biológico de la reproducción sexual y remiten a procesos sociales tan fecundos en la
producción de relaciones de parentesco como la procreación.
Crianza y parentesco “nutricional”
Su primera y más “biológica” fase es la lactancia, de la que surge el parentesco “de leche”, de valor
más afectivo e informal que jural. Hoy día es insignificante en nuestra cultura.
La lactancia artificial tampoco ha generado ninguna forma análoga de parentesco de leche; se críe
con lactancia natural o artificial, el niño es hijo consanguíneo de la mujer que lo parió (excepto en
algunas NTR).
La principal diferencia en nuestra cultura de concebir las dos formas de consustancialidad es la
siguietne: la sustancia compartida resultante de la procreación es permanente e inalterable desde el
nacimiento y define al individuo; la sustancia compartida en virtud de una lactancia común es “la
misma carne” proveniente de la transformación nutritiva de “la misma leche” materna, y por
importante que se considere ese desarrollo o crecimiento común siempre será accidental y accesorio
en comparación con lo esencial que se fijó al nacer.
En nuestra cultura la procreación es mucho más importante que la alimentación y la nutrición en la
configuración de la persona. Pero hay otras culturas en que las relaciones de parentesco tienen sus
raíces en distintos procesos al de creación. Watson diferencia entre “parentesco natural” (nature
kinship) y “parentesco nutricional” (nurtrure kinship).
En aquellas culturas en que el “parentesco nutricional” se añade o sustituye al natural, no es sólo el
consumo común del mismo alimento lo que se considera responsable de la consustancialidad de los
comensales, sino también su producción domésticoagraria en común, la labranza común de una
misma tierra en la que se reside en común y que generará, en virtud de esa labor común, el alimento
que se consumirá común. Por eso el “parentesco nutricional” aparece en muchos casos como la
versión indígena emic de lo que muchos antropólogos habían teorizado como reclutamiento a los
grupos de parentesco en virtud de la residencia además de en virtud de la descendencia.
En nuestra cultura no todos los procesos sociales que generan parentesco producen una manera de
consustancialidad: en la adopción el parentesco es jural, pero no se afirma que “tenga la misma
sangre”, lo que cambia es la identidad legal. En el cristianismo es “el mismo cuerpo”.
3.3 Breve digresión sobre el parentesco cristiano
A diferencia del Judaísmo y el Islam, el Cristianismo sólo más tarde se configura como “religión de
Estado” en Roma Imperial y desarrolla en el Derecho Canónico una regulación jurídica,
teológicamente fundamentada, del matrimonio, la familia y el parentesco. Esa regulación legal
constituye inicialmente una adaptación cristiana del Derecho Romano.
Se ha subrayado que el rito sacramental del bautismo se halla en el origen del parentesco espiritual
cristiano, que se superpone al parentesco carnal o “biológico”. Para configurar el aprentesco
cristiano hay que pasar por dos procesos: el de procreación y proceso ritual cristiano, especialmente
el acto inaugural: el bautismo. Este lava el pecado de Adán e incorpora al bautizado a la asamblea
cristiana, a la comunidad de “hermanos en Cristo”. Añaden un nuevo tejido de relaciones de
parentesco “espiritual”. El bautismo actualiza y produce el paso del pecado a la redención, de la
carne al espíritu, de la simple humanidad a la cristiandad.
El modo como el cristianismo concibe estas relaciones de parentesco “espiritual” está muy influido
por el carácter “espiritual” de la concepción cristiana de las relaciones de parentesco “carnal”.
Si traducimos el conjunto de oposiciones (Adán y Eva, María y Jesús) a términos de relaciones de
parentesco “carnal”, obtenemos que la condena y la minusvaloración de la relación sexual entre
hombre y mujer, entre Adán y Eva, se contraponen a la alabanza e hipervaloración de la relación
maternofilial entre María y Jesús. Por un lado valoran negativamente la relación sexual y su
consecuencia, la descendencia carnal, pero por otro valoran positivamente la maternidad carnal.
Hay un silencio sobre la relación conyugal.
El ambiguo lugar de la relación conyugal en la concepción cristiana del parentesco deriva de la
difícil conciliación entre el rechazo de la sexualidad y la alabanza de la maternidad carnal y produce
una radical asimetría entre el carácter “carnal” de la relación maternofilial y la relación “espiritual”
de la relación paternofilial.
La representación de DiosPadre inseminando pneumáticamente a María muestra que la iconografía
y el culto cristianos han producido la síntesis de la “trinidad celeste” y “trinidad terrestre” en una
“trinidad humanodivina” que establece unidad y completud de la Sagrada Familia cristiana.