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Educación y medios masivos en la nueva ley de Educación Nacional

por Mario Orostizaga, Maria Eugenia Bargas, Lucía Couso.

“…un televisor inútil,


eléctrica compañía.”
Charly Garcia

A partir del modo en que, los distintos documentos para la discusión de la ley de
Educación Nacional, integran los distintos actores sociales en la educación, con los factores
mediático-tecnológico, que se han vuelto cotidianos para lo sociedad de conocimiento,
analizaremos el espacio que se pretende dar a la tecnología desde la nueva ley.
Los borradores de discusión plantean la integración del factor tecnológico a la
educación, de esta manera, se descentraliza el poder de la escuela como único espacio
social poseedor de conocimiento y, convierte a los medios y tecnologías en herramientas
para el desarrollo cultural, social e intelectual de los individuos. La escuela, entonces,
formará ciudadanos que puedan enfrentarse críticamente a la información que la televisión
o Internet “disparan” a su cerebro. Así, se cancela la idea de los medios masivos como un
elemento negativo para la escolarización de las personas.
Hemos observado que, en general, las opiniones con respecto a las propuestas de la
nueva ley de Educación Nacional no son favorables. Por el contrario, creemos que más allá
de las posibilidades de realización y accesibilidad, la propuesta de la tecnología como un
medio para la educación es innovadora, rompe viejas estructuras y miedos. Así, debemos
pensar a la educación como transformadora de la realidad, desde esa misma realidad
atravesada por las tecnologías, por la massmediatización de lo cotidiano. La escuela y los
docentes deben develar, y ayudar a revelar, las alianzas entre conocimiento y poder
implícitas en nuestros derechos y deberes, en nuestras acciones, en la información que
manejamos, desde un lugar crítico y político.
A la vez, no se puede pensar un proyecto educativo que excluya, sino que, por el
contrario, integre, de esta forma se nos permite pensar en la televisión como una
herramienta pedagógica. La ley no ignora, sino que visibiliza las circunstancias en las que
se encuentra la sociedad de conocimiento. A partir de la coordinación de los medios de
comunicación, se crearan nuevos espacios de cohesión social para la educación, integrando
distintos sectores sociales y, construyendo un abanico de posibilidades para la formación de
los ciudadanos, lo que resultará productivo como punto de conexión entre la educación
escolar y extraescolar.
No obstante, lo elemental es que el alumno desarrolle el pensamiento crítico que le
posibilite discernir, frente a los medios de comunicación y las múltiples demandas de la
sociedad, qué es lo constructivo y lo que puede tomar de allí y, convertirlo en algo
productivo, y qué es lo que reproduce el orden social que la elite impone.
El documento para el debate de la nueva ley de Educación Nacional desarrolla, en el
punto nueve del capitulo dos, la idea de las tecnologías como nuevos circuitos para la
educación, haciendo hincapié en el uso específico de la televisión como herramienta
didáctica.
Todos somos concientes que en la actualidad, la televisión es el medio de
comunicación por excelencia de la sociedad de conocimiento. Esta relación
sociedad/televisión, en muchos aspectos, es tan significativa como la de sociedad/escuela.
En tal sentido, el lugar del conocimiento y el saber que antes detentaba la escuela se ha
desplazado y, ahora, como se analiza en el documento para el debate, no tiene ese lugar
exclusivo, ya que muchos contenidos son compartidos por ambos circuitos: escuela y
televisión.
El documento para el debate de la ley de Educación Nacional, propone desarrollar,
desde la escuela, las capacidades de cada alumno como sujetos críticos, ante la información
que los medios de comunicación emiten. La escuela debe acercarse a la realidad en la que
los alumnos viven, para comprender como piensan, para generar un pensamiento crítico
sobre la realidad. La presencia de la escuela en la vida del alumno es un punto esencial y
decisivo para determinar el equilibrio escolar. El equilibrio entre lo que el alumno es, lo que
le pasa y lo que debe aprender Debemos tener en cuenta que, en la actualidad, la televisión
llega a casi todos los hogares de nuestro país y la cantidad de tiempo que pasan los chicos
frente a ella es indefinido. Indefinido porque la tecnología le permite al sujeto de la
sociedad de conocimiento desarrollar múltiples acciones simultáneas (navegar por Internet,
mirar televisión, hablar por teléfono, hacer la tarea, leer, escribir, etc.). Como explica
Beatriz Sarlo, en su artículo “Lo que la escuela no da, la tele no presta”, publicado en el diario
Clarín, la mayoría de los niños y jóvenes hacen la tarea frente a la televisión. A partir de esto
surgen dos problemas, la posición negativa de la escuela frente a la televisión, y la relación de
los educandos con estas. Consideramos que tanto el documento para el debate, como el
ante-proyecto de ley, dan cuenta de estas relaciones entre los medios de comunicación y la
sociedad, y proponen a la escuela pública como el único espacio formador de “…
ciudadanos autónomos y críticos que no se limiten a la única alternativa de ser
consumidores pasivos…” (Documento para el debate, 9.1).
Una de las propuestas para generar nuevos códigos educativos es crear consensos
entre los responsables de la educación y los medios masivos sobre los contenidos de
aprendizaje. El ante-proyecto de ley, en el artículo ciento nueve, propone la implantación de
un consejo consultivo conformado por representantes de los medios de comunicación, el
CONSEJO FEDERAL DE EDUCACIÓN, y los organismos representativos de los
anunciantes publicitarios, para la regulación de la programación y para la promoción de
mayores niveles de responsabilidad y compromiso con este proyecto educativo.
Con el crecimiento del consumo de los medios de comunicación, los sistemas
educativos promoverán la comprensión crítica de los mismos. El conocimiento como un
factor común, como un bien público, que la escuela debe proveer a los ciudadanos,
utilizando nuevas herramientas cercanas a la sociedad de conocimiento, cercanas a los
nuevos lenguajes de esta época.
La ley establece, una serie de lineamientos con el objeto de alcanzar los fines
establecidos de la política educativa nacional, por ejemplo en el artículo trece inciso j y ñ,
donde se hace hincapié en el manejo de los lenguajes tecnológicos y el compromiso de los
medios masivos con la educación.
Es importante remarcar lo que explica Beatriz Sarlo, “lo que hagan los chicos con
los medios dependerá de lo que haga la escuela con los chicos, y no a la inversa” (Sarlo,
2006), con esto intentamos expresar la relevancia de la educación como transformadora de
la realidad social. Sin embargo, no debemos olvidar que la televisión es parte cotidiana de
la vida de todos, sobre todo de los niños, y excluirla, dejándola afuera de las políticas
educativas, es excluir, a los niños de la sociedad de conocimiento, de la educación. Por el
contrario, usar y regular la televisión, para convertirla en una herramienta pedagógica y
preparar a los ciudadanos para su abordaje critico, parece una posible solución al problema
actual de inconexión entre estos dos circuitos de información.
Por otro lado, como explica el artículo noventa y tres, el currículum incluirá entre
sus bases el acceso y el dominio a las tecnologías de la información. “La alfabetización es
más que un aprendizaje de las técnicas de la lectura y de la escritura, supone aprender a leer
y escribir la propia realidad con el fin de transformarla.”(Carreño 2000: 212). Es necesario
considerar esta idea, en el marco del enfoque comunicativo de las pedagogías críticas, en
función al artículo noventa y tres, porque reviste de una importancia trascendente la
posibilidad de los individuos de relacionarse críticamente con los medios masivos de
comunicación. No saber usar y, sobretodo, no poder utilizar críticamente los medios de
comunicación nos vuelve analfabetos del siglo XXI.

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