Mario Guevara Paredes

Entrevista con Ángel

Avendaño Farfán

A
sus 82 años bien habidos, sin lugar a dudas Ángel Avendaño Farfán es el escritor vivo más
importante de Cusco y uno de los principales representantes de la Generación del 60 en
la poesía peruana. No sólo por su obra creativa que abarca la poesía, el cuento, la novela,
el ensayo y el periodismo, sino por su actitud contestaría ante la vida; sufrió prisión por
sus ideas políticas, y cuando le tocó defender el Patrimonio Arqueológico Peruano, como
Director del INC–Cusco, a inicios de los 90, fue destituido del cargo por desalojar a un puñado de lo-
cutores de radio que se apoderaron de la Zona Arqueológica de Marcavalle, hoy Villa El Periodista. Ha
publicado una treintena de escritos en diversos géneros entre los que caben destacar las novelas: Abisa a
los compañeros, pronto (al alimón con Guillermo Thorndike) (1976), Los cuervos de San Antonio (1989), Tupaq
Amaru, los días del tiempo profético (2006); los libros de cuento: Historias de Mesa Pelada (1982), Reunión en la
Almudena (1994), Informe secreto (1994); los poemarios: Los mitos descalzos (1990), A contracorriente ( 2005)
Los días de par en par abiertos (2014); los libros de ensayo: Pintura contemporánea en el Cusco (1987), Historia de
la literatura del Qosqo ( 1993), Diccionario enciclopédico del Qosqo (1995).
Asimismo, Avendaño, fue director de Kronikawan paisanos? Los temas de mi obra son los enigmas del Qosqo,
(1975-1976), periódico editado íntegramente en quechua. estoy obligado a compartirlos con los qosqorunas. Me debo
Ha sido redactor de las revistas Marka, Vistazo y Proceso. a la trascendencia histórico-urbanística de mi ciudad, a un
Colaborador permanente del diario La República. Ejerció la tiempo posada, sacralidad y reto. Desde mi niñez, el Qos-
docencia universitaria en varias universidades del país. qo me subyugó con la multiplicidad de sus significados, sus
En esta entrevista, Avendaño Farfán nos habla de sus ini- lienzos pétreos, sus leyendas e historias quechuas que tres-
cios como poeta, de su paso por cárceles del Perú a causa de cientos años de coloniaje no pudieron desfigurarlo. Al con-
sus ideas políticas, de sus libros más importantes, de su fa- trario, se fundieron en una sincretización quechua-hispana
ceta como periodista y de su desmedida pasión por la ciudad ahogada en adjetivos, sedas y otros flecos de naderías divor-
del Cusco. ciadas de los fundamentos de la filosofía de la historia. Se
—Entre los poetas de la generación de los sesenta a la habla mucho del Qosqo para esconderla en frases acicaladas.
cual pertenece usted, es uno de los pocos que sigue edi- Lo mío es la escritura y tengo la obligación de hacer conocer
tando con regularidad. ¿Cuáles son las razones que le han a mis paisanos las conclusiones a las que arribo –decepcio-
provocado y le siguen provocando a escribir? nantes o admirables–; pero ahí, recogiendo sus vivencias en
—¿Por qué no compartir los misterios del Qosqo con mis magmas de creación histórico-literarias.

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Foto: Auqui Paucar
 —En 1960 publicó usted Carta a Fidel Castro, su pri-
mer poemario, el cual fue reproducido en noviembre de
ese mismo año en la revista Granma. ¿Díganos en qué me-
dida la revolución cubana influyó en su poesía y en los
intelectuales cusqueños de esa época?
—La épica de la Revolución Cubana permeó todas las
conciencias en el Qosqo y en América. Fue un verdadero
abrir las ventanas y airear la esperanza en el futuro del Qos-
qo, deshacerse de los fósiles y los dogmas que llevábamos
en el cerebro para empezar a vivir
la justicia en el Perú. Si Fidel Castro
había hecho lo que hizo, ¿por qué
no podíamos hacerlo los cholos del
Qosqo? Además, aquello que la re-
volución nacía con el proletariado
urbano no en el campo había sido
sepultado por los hechos.
—Háblenos de Prontuario de
un poeta encarcelado, ¿cómo y en
qué circunstancias nació este poe-
mario?
—En mayo de 1961 caí preso por
primera vez. Fue mucho más terrible
que pasar debajo de las horcas caudi-
nas y todas las torturas inquisitoria-
les. Vuelto al Qosqo, al año siguien-
te, solía recitarles a mis camaradas
de la San Antonio Abad del Qosqo,
los poemas que había escrito en El
Panóptico, El Sexto, El Frontón:
ellos editaron dichos poemas en un
cuadernillo muy humilde, pero que
recibieron el homenaje de varias edi-
ciones. El poema: “Tu nombre en la
pared” se hizo una suerte de broquel
y orgullo revolucionario. Lo cierto
es que el tiempo no ha mermado los
caudales emotivos de aquellos poe-
mas. Palabras de aquellas torturas
aún sangran sus inconformismos re-
volucionarios.
—En el poema «Piedra de los
sacrificios», que forma parte del
libro Los mitos descalzos, usted
escribe: “Te conozco Machupiq-
chu,/ soy el hombre que repta entre tus grietas,/ el que
soldó con sangre la grava de tus muros./ Soy el lodo,/ la
superstición que te sostiene,/ el abuelo y el hijo/recosi-
dos con las mismas coyundas./ No me interesa tu poste-
ridad/ ni las ficciones de la palabra que te inventa./ Soy
el llaqtaruna,/ el que pulió la piedra con su piel,/ el que
dejó los ojos en la fosa común de tus alturas”. Háblenos
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sobre este poema y el significado que tiene para usted
ese portento de arquitectura que es Machupiqchu.
—Simplemente lo que hice fue sincerarme con el entor-
no de Machupiqchu. Evitar las galas literarias que la ahogan
en elogios de lirismos modernistas para expresar sus esen-
cias arquitectónicas, sus significados y significantes reales.
Acercarme sin timideces a la óptica de Martín Adán en su
poemario La mano desasida. Machupiqchu es la demostración
de lo que los quechuas del inkario hicieron frente a los retos
de su tiempo y de su realidad. Años
después volvería al tema Machupi-
qchu en mi libro: El Instante y la eter-
nidad en Machupiqchu, editado por el
Ministerio de Cultura.
—Piensa usted que con Los
días de par en par abiertos editado
el 2014 termina ese largo ciclo –de
medio siglo– publicando poesía.
—La poesía como el aliento vi-
tal no concluye ni con la muerte.
Los poetas hablan para la eternidad,
son los únicos que suprimen los ca-
lendarios con su voz. No importa si
los olvidan o los recuerdan. Están
ahí, parpadeando como las piedras
preciosas para asombrar al espíritu
de quien se acerque a sus bordes en
cualquier época del tiempo. Decía
Susan Sontag, “la poesía como empe-
ño de inherente superioridad torna a
la prosa en empresa inferior”.
—Usted ha pasado de la poesía
a la novela, ¿qué conexión encuen-
tra entre ambos géneros?
—Ninguna. Son campos sepa-
rados por los dones de sus frutos
respectivos. La poesía es asunto de
emotividad. De belleza. De máxima
perfección literaria. La novela es
asunto de paciencia, de llenar pági-
nas con lo que sea. Ahora, que algu-
nos novelistas sean poetas, es una
excepción, por lo tanto; otra cosa.
José Tamayo Herrera lo explica muy
bien en su libro: Fenomenología de la
Creación Poética.
—Su primera incursión en narrativa la realiza en
1976, cuando edita al alimón con Guillermo Thorndike
la novela política Abisa a los compañeros pronto. ¿Há-
blenos sobre esa novela? ¿No tiene mucho de testimo-
nial?
—Es una novela de legitimación que relata un he-
cho revolucionario. La empecé a escribir estando preso
en El Frontón, por sugerencia del “Che” Pereyra. Me
sirvió de secretario Raúl Terzi. Posteriormente lo es-
cribimos al alimón con Guillermo Trorndike. Después
de terminar de conocernos concluimos peleándonos
para evitar llegar al mutuo desprecio.
—En 1980 usted publica Cusco, Crónica de una pa-
sión, uno de los mejores ensayos que se ha publicado so-
bre la ciudad imperial. ¿En qué circunstancias nace este
ensayo, y por qué no hubo una se-
gunda edición?
—Fue el primer libro que escribí
en mi destierro de Lima. Recuerdo
mucho, apristas, comunistas, cama-
leones y otros hijos de puta se confa-
bularon para expulsarme de mi con-
dición de Director de la Biblioteca de
la UNSAAC. No lo podía creer, pero
me sentía ahogado, huérfano, lejos
del Qosqo. En ese libro habla el ha-
raweq qosqoruna, no la víctima pro-
vinciana del stalinismo werataka. Es
un libro como un grito de rabia que
se despelleja a sí misma. Muchos de
los párrafos de ese libro los escribí en
quechua para traducirlos después al
castellano.
—Fines de los ochenta, exacta-
mente en 1989, edita Los cuervos
de San Antonio, novela inspirada
en las Jornadas de Agosto de 1971;
un suceso que remeció la Univer-
sidad San Antonio Abad de Cus-
co, donde usted estudió, trabajó
y fue dirigente sindical. El libro,
para unos, fue un ajuste de cuentas
contra los docentes, trabajadores y
estudiantes de dicha casa de estu-
dios, y para otros, fue el «novelista
primerizo» que ficcionalizó dichas
jornadas de forma polémica y pun-
zante. ¿Qué tiene que decir sobre
estas afirmaciones?
—La novela tiene algo de lo que
dice la pregunta. Pero, fundamen-
talmente, desnuda la trivialidad y la corrupción que se apo-
deraron de las aulas universitarias al empezar la década del
setenta. Describí con tonos irónicos los apriscos en que tas-
caban los docentes universitarios –aún lo hacen llevando sin
pudor su primer abecedario bajo el sobaco–. La novela tuvo
mucho éxito en los medios universitarios del Perú: todos se
veían retratados en sus páginas.
—A inicios del nuevo milenio, en 2006, publica Túpaq
Amaru: Los días del tiempo profético. ¿Cómo nació la
idea de escribir esa novela?
—Fue un reto que empezó a gestarse todavía en mis
días de estudiante universitario. Entonces, tardé lo que
tenía de vida recopilando datos y buscando los enfoques
literarios, para darle mayor verosimilitud a la historia. El
proceso de su edición fue una verdadera aventura porque el
libro fue prácticamente secuestrado en la imprenta. Ahora,
al cabo de quince años de su edi-
ción, lo veo multiplicado con diver-
sos títulos, donde cada quien llena
la muñequería de los personajes “de
su obra”, con lo que pudo saquear
de mi libro.
—Como periodista usted ha
sido el Director de «Kronikawan»,
diario íntegramente escrito en
quechua que se inició como suple-
mento de “La Crónica”, en tiem-
pos de Thorndike como director,
y que fue reconocido como uno
de los medios de comunicación de
más tiraje, dizque superaba los 260
mil ejemplares. Háblenos sobre su
experiencia periodística al mando
de «Kronikawan».
—Fue una experiencia grati-
ficante. Fui nombrado director
después de un concurso de lecto
escritura en quechua. Logré formar
un equipo de qosqorunas quechua-
hablantes de primera calidad entre
los que recuerdo a Mario Luis Che-
varría, William Hurtado de Men-
doza, Oscar Campero, Ana Jara, con
los que sacamos algo más de treinta
números de Kronikawan, hasta que
fue clausurada a pedido del general
Leonidas Rodríguez, (cusqueño)
quien la acusaba de ser vehículo de
propaganda comunista; “trusktquis-
ta” decía el general.
—En 1996, hace 23 años, en una
entrevista que le hice al «Cholo»
Nieto, le pregunté sobre usted y su obra. Ahora, pasados
los años y el poeta Nieto Miranda fallecido, ¿qué piensa
sobre él y su obra en particular?
—Creo que Luis Nieto Miranda es el poeta del Qosqo
de todos los tiempos; por su vida combatida y combatien-
te, por la altísima calidad de un obra, por su vivir devoto de
las palabras y por sus sueños de un socialismo libertador y
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redentor de los pobres. Como en todos los seres humanos:
en su vida se dieron las luces y las sombras del vivir huma-
no. Me consta que apuró las crucifixiones de su destino con
grandeza ejemplar. Siempre estaré agradecido por la amistad
con que ennobleció mis días. El Cholo Nieto hace mucho es
un genuino orgullo del Qosqo, como Saqsaywaman, Q’enqo,
Pukapukara o Tampumach’ay; cantor de tesituras y rescol-
dos intemporales del Qosqo.
—Dígame, ¿por qué la crítica literaria peruana nunca
hizo justicia con su obra poética?
—La derecha peruana y sus tentáculos centralistas tiene
decretada hace mucho la orden de ignorar la obra de los es-
critores de izquierda. Reconocieron la obra de Vallejo des-
pués de veinticinco años de su fallecimiento. Callan la cali-
dad y bibliografía de Miguel Gutiérrez. Ignoran exprofeso a
Dante Nava, Guillermo Mercado, Efraín Miranda, Gustavo
Pérez Ocampo, Arturo Castro Loayza, Raúl Brozovich, Ar-
mando Salas Gamarra, Carlos Velázquez Iwaki y un largo
etcétera. Para los trogloditas de la derecha los escritores ver-
daderamente libres no existen.
—¿Cómo le gustaría que lo recuerden los peruanos y
en particular los cusqueños?
—Fregando a todos los conformistas que se resignan a la
mediocridad del entorno familiar y el poblacho. El peor qos-
qoruna es el que vive restregándose la cara con los estropajos
del pasado español. Por la antigüedad del Qosqo, se debe vi-
vir fiscalizando sus días a toda hora y enterrando todo lo que
se pueda oler a turismo.
—Después de 60 años de creación, ¿cuál es el balance
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que puede hacer de su producción y de su actividad como
escritor?
—Tengo algunos libros memorables como Cusco, Crónica
de una Pasión, Pintura contemporánea en el Cusco, Historia de la li-
teratura del Qosqo, Diccionario Enciclopédico, etc. Y, cinco o diez
poemas que pasarán por los pórticos de la eternidad. Más
algunos cuentos en los que arderán peor que en los infiernos
los iskay uyas p’alqa sonq’os de mis enemigos,
—¿Qué opinión tiene de la literatura cusqueña? ¿Cree
que ha trascendido en el tiempo?
—Al escritor no le interesan los instantes del presente.
Sus sueños son el futuro, apunta al porvenir, lejos, en ese lu-
gar donde dicen que existe la gloria. Creo que la generación
de escritores cusqueños que sigue a la mía logrará liberar al
quechua de los guetos en que la tienen los ministerios de
Educación, Cultura, y la yapa de la Academia de la Lengua
Quechua. Nombres como los de Yván Yauri, Enrique Rosas,
Mario Pantoja, Mario Guevara, Pavel Ugarte, Juan Mescco
Sinchi, Américo Yábar Zevallos, Ana Bertha Vizcarra, Carlos
Gabriel Montes, John Paucar Aguirre, mejor conocido como
Awki Pawkar, me hacen suponer lo mejor para los escribido-
res del Qosqo.
—Para terminar, ¿qué está preparando actualmente?
—¡Nada! Ahora soy gerente de mis ocios, santificado por
las caudas de la poesía. Además, con tanto Netflix, Youtube,
Fox, para qué seguir escribiendo con los cuentos de la lectu-
ra para ser tenido por culto; como si cambiar los soportes de
la comunicación intelectual atentara contra la inteligencia
humana. ¡Chin! Chayllan chay, challamantan rimani.
La autora señala que dicha actividad con
el nombre de Sastrería fue introducida en
la época colonial, es decir, con la invasión
española. A partir de entonces surgieron
los establecimientos comerciales llamados
sastrerías para vestir fundamentalmente
al vecindario cusqueño de origen
español, ya que el pueblo andino seguía
confeccionando sus vestidos típicos
mediante el Siraq Kamayoq o técnicos en
la confección de vestidos como lo siguen
haciendo hasta la actualidad.
Germán Zecenarro Madueño