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1. 1. El Silencio
Cuando indagamos la REALIDAD, de nosotros mismos, de lo que llamamos "Dios" o de lo que llamamos existencia, no
la encontraremos en nada de lo que normalmente percibimos, en nada de lo que afecta nuestros 5 sentidos o
nuestra imaginación.
La REALIDAD está justo "detrás" de todo lo que se mueve, de todo lo que tiene forma, de todo lo que es fenómeno.
La naturaleza profunda de las cosas que vemos está en lo que no vemos, en lo que no oímos, en lo que no se mueve,
está en el no-fenómeno, en el SILENCIO.
El Silencio conduce a la dimensión de la REALIDAD, de la verdad. Y la verdad de las cosas no se encuentra a través de
pensar, sentir, de movernos sino que se encuentra yendo a la raíz de las cosas; la raíz del movimiento es el no-
movimiento, la raíz del sentimiento es el no-sentimiento, la raíz de las ideas está en la no-idea.
El Silencio se puede describir diciendo que es la capacidad de mantenerse despierto, atento, lúcido, pero sin objeto.
Nosotros hemos desarrollado la capacidad de atención siempre en relación a algo, con el mundo que nos rodea, con
las personas, o en relación a nuestros fenómenos fisiológicos, o mentales, y así nuestra lucidez está siempre vertida
hacia el objeto, es una lucidez de relación hacia algo.
Hemos de poder desarrollar la lucidez pura, simple, en sí misma, con independencia de toda relación.
Así como al hacer gimnasia o deporte desarrollamos una fuerza física o una agilidad que luego podemos aplicar con
independencia de los ejercicios del gimnasio o del campo de juego, o sea que sabemos separar la fuerza en sí del
medio que nos ha servido para desarrollarla, del mismo modo hemos de poder separar nuestra capacidad de ser y
estar conscientes de los objetos que nos han servido de medio para desarrollar la lucidez.
Cuando la consciencia se mantiene despierta, sin dirigirse a ningún objeto, esa consciencia se ahonda y crece hacia
una nueva dimensión que es el "centro".
El mantenerse en Silencio mental, lúcido, produce automáticamente este ahondamiento y nos introduce al interior
de las cosas y los fenómenos, y al interior de nuestra realidad, de nuestro yo.
Este ahondamiento aumenta la potencialidad de nuestra acción en grado extraordinario. Pero además es el único
medio para descubrir en SI, la Realidad de Si.
A la Realidad se llega a través del Silencio; al ser absoluto sólo se llega mediante la abstracción de lo que es
pensamiento, sentimiento y acción.
La dificultad que todos experimentamos cuando queremos permanecer en silencio es la demostración de la inercia
con que vivimos, de la fuerza que los hábitos tienen en nosotros, de lo poco que nosotros somos nosotros mismos.
Obligarse a descubrir el silencio es dirigirse hacia la propia autenticidad, hacia la raíz del yo, hacia el ser absoluto.
La persona no puede entrar en este santuario que es el silencio sino está realmente interesada en descubrir lo
Trascendente. Si la persona en el fondo está interesada en cosas de su vida, está pendiente de sus problemas, de sus
deseos, temores, eso será una barrera que le impedirá llegar al silencio.
Al silencio se llega cuando todo lo demás se calla; y se calla, apacigua, cuando el interés -de la mente, el corazón y de
la voluntad- para descubrir la verdad, la realidad, es superior a todo lo demás