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Práctica plus

La movida madrileña desde el objetivo de cuatro míticos fotógrafos.


El periódico.

Breve justificación del tema escogido


El presente trabajo tratará sobre la contracultura madrileña de los 80 en el contexto de
la Movida madrileña desde un prisma cultural que no se ha tratado en las clases y que
en general, tampoco se valora suficientemente en nuestra vida cotidiana: la fotografía
como forma de expresión cultural.

Por otra parte, he querido centrar este trabajo en la Movida madrileña ya que por aquel
entonces la fotografía no era algo tan banalizado, tan “en manos de todo el mundo”,
como lo es ahora.

Introducción y resumen de la noticia


La movida madrileña es un movimiento contracultural que surge en España en la década
de los 80, durante los primeros años de la Transición a la Democracia, en el contexto de
la España Posfranquista. Fue un movimiento eminentemente cultural que alcanzó
espacios como la música (principalmente), los programas televisivos, el cine, la moda, la
literatura, e incluso el periodismo (con periódicos surgidos a raíz de estos
acontecimientos como La luna o Madrid me mata). Este movimiento contracultural se
extendió posteriormente a otras provincias, un claro ejemplo fue la Movida viguesa.

Una vez introducida brevemente esta dinámica contracultural, me centraré en un


aspecto menos visibilizado de aquella “explosión” cultural, la fotografía. Para ello me
valdré de la fotografía de Miguel Trillo, Ouka Leele, Pablo Pérez Mínguez y Alberto
García-Alix, a quien le dedicaré especial atención al final de este trabajo. Al final del
Miguel Trillo, la fotografía de los abandonados

En primer lugar, la obra fotográfica de Miguel Trillo se centra en la gente de a pie, la


gente anónima, que circula por la ciudad. Se centra en las tribus urbanas, en como se
visten, como decoran sus cuerpos con ropajes llamativos, peinados imposibles y
maquillajes estrafalarios. Como pone en el título, de este epígrafe, lleva a cabo una
fotografía de los abandonados, inmortaliza escenas de lesbianas, seguidores del
movimiento punk, y los personajes más estridentes que se puedan imaginar. Plasma la
transgresión de la norma con una estética rupturista acorde a los tiempos que se vivían.
Ouka Leele, la fotografía onírica

Ouka Leele creaba fotografías en blanco y negro y posteriormente las pintaba con
acuarelas mezclando colores complementarios que generan una estética muy llamativa.
Sus fotografías representan escenas muy diversas, desde imágenes provocadoras como
Un domingo por la mañana donde un señor se apunta con un revolver a la cabeza, hasta
imágenes con un cierto toque cómico como lo puede ser El beso. Incluso algunas otras
que ya muestran una ruptura con la censura anterior, como su serie de desnudos.
Pablo Pérez Mínguez, las caras de la movida
Este fotógrafo famoso por fotografíar, principalmente, a las grandes figuras de la
Movida, destacan Alaska y Gurruchaga y también algunos directores de cine como
Almodóvar. En este sentido, también fotografió a otros personajes anónimos que
pertenecían a círculos marginales de aquel entonces, como gogós, y buscavidas.

Alberto García-Alix, la versión más intimista de la movida


García-Alix es una de los personajes que en mi opinión, han sabido captar mejor no
solo la movida madrileña, sino la transformación de la sociedad Española en esa época.
Sus retratos de transexuales, drogodependientes drogándose, skins, homosexuales,
desnudos, figuras con posiciones retorcidas, familias, personajes con chupas de cuero,
etc., son una clara muestra de cómo se puede captar toda una sociedad en 35
milímetros.

Comentario crítico
Desde una visión sociológica, la fotografía como forma de expresión visual nunca ha
tenido, según Jesús M. de Miguel y Omar G. Ponce de León, una consideración especial
por parte de las sociedades, al menos hasta la actualidad, desde su surgimiento hasta
los años 80, la fotografía se considera equívoca, desinformante y de dudoso significado,
o directamente falsa. Quizás esto se deba a la capacidad de transmitir mensajes
elaborados en base a fotos. Es más, si hablamos de sociología, sería muy complicado
hablar solo con imágenes, ya que las relaciones políticas y económicas, los discursos de
poder, las estructuras de desigualdad, no se pueden fotografiar por ser elementos
abstractos que escapan a nuestra visión. Es más, los temas más importantes que
atraviesan nuestras vidas no se pueden fotografíar. Entonces, ¿Por qué estos autores
han tenido tanta importancia para mostrar realidades sociales de una forma tan clara y
precisa? Es aquí donde entra en juego la imaginación sociológica.

Si observamos las fotos de Miguel Trillo, podemos ver mucho más que solamente gente
extraña, sobretodo si tomamos distancia y vemos qué había antes de esas fotos. En
España, la dictadura de Franco, basada en la moral cristiana, filtraba la cultura de forma
continuada mediante la censura, los cuerpos que aparecen en las imágenes y su
atuendo, son la viva imagen de la ruptura de con lo anterior, del inicio de una etapa de
mayores derechos y libertades para poder “ser como uno quiera”. Esa libertad se
manifiesta con colores, formas afiladas, expresiones que van mucho más allá de los
cánones de buena conducta del franquismo. Si hablamos de censura, es importante
mencionar las fotografías de Ouka Leele, que inicia un proceso rupturista donde el
desnudo es el protagonista. Es en este aspecto donde se nota una transformación del
biopoder ejercido por las altas esferas de la política Franquista. Representa mucho más
que la libertad de poder desnudarse, también muestra el confrontamiento con el
sistema y el nacimiento de nuevas alternativas que liberalizan la moral del cuerpo social.
El objetivo de estas fotografías es escandalizar, de tal forma que el individuo pueda
romper con la moral anterior y crear una nueva, algo que realmente se encuentra en el
espíritu de la transición. Algo que tienen en común todos los autores es la presencia en
la mayoría de sus fotografías de los personajes indeseados, sin ni si quiera aportar una
visión integrativa de los mismos en un cuerpo social nuevo, posterior a la transición. Los
muestran como son y donde están, en lo más radical de su esencia, con el objetivo de
visibilizar esas realidades que permanecieron ocultas durante la represión franquista,
sin edulcorarlas en ningún sentido.

En último lugar quiero dedicar un apartado especial a Alberto García-Alix, autor al que
sigo la pista desde hace años, ya que en mi opinión es el que mayor mirada sociológica
presenta. Este autor fotografía distintas temáticas sin tapujos, que a primera vista
sorprenden, pero que cuando centras tu mirada en los detalles, describen.
Si nos fijamos, por ejemplo, en la fotografía de la familia, ejemplo por excelencia de
fotografía descriptiva, vemos que rompe con todos los roles preestablecidos de la
familia tradicional cristiana. Las fotos tradicionales de familia hasta aquel entonces
consistían en la mujer y el hombre en primer plano, la mujer con el bebé en brazos, o
más próximo a ellos si hubiera más de uno, los niños más mayores delante de los padres
y con un atuendo serio y formal. En este caso, el hombre es quien sostiene al niño, con
una estética rockera típica de los 80, con el pelo largo y con el pezón izquierdo
descubierto, lo que da la sensación de que pudiera incluso estar amamantando al bebé.
Las expresiones faciales son determinantes. El hombre tiene una expresión calmada, no
sonríe pero tampoco está serio, mientras que la mujer presenta una expresión seria y
tiene una postura, podríamos decir incluso, agresiva. Esta estética rupturista, en mi
opinión, define el panorama contracultural español, revolucionario en esencia, que
consiguió transformar los rígidos valores culturales de la dictadura en valores más
flexibles y democráticos.

Para terminar este comentario crítico, me gustaría recuperar un fragmento de una


entrevista a Foucault en la que establece la distinción entre resistencia y creación,
basada en la propuesta de alternativas, y muchas veces, como en este último caso
comentado, las alternativas pueden proponerse sin ni el más mínimo resquicio de letra.

“Es solo en términos de negación que hemos conceptualizado la resistencia. No


obstante, tal y como usted la comprende, la resistencia no es únicamente una negación:
es un proceso de creación. Crear y recrear, transformar la situación, participar
activamente en el proceso, eso es resistir. No se construye una base política sólida solo
negando al contrincante y su capacidad de acción, se resiste construyendo una opción”.

Michael Foucault, 1984, definición de la relación entre resistencia y creación.

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