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IGLESIA

La palabra "discernimiento" es vieja como la


TEORÍA Iglesia. Se encuentra ya en San Pablo (1 Cor. XII,
10). Pero desde hace 15 años está tomando conno-
DEL taciones nuevas. El Concilio habló de discernir los
signos de los tiempos l , Paulo VI habló de discer-
DISCERNIMIENTO nir las opciones en materia política, social y eco-
nómica, de discernir las situaciones, de discernir
CRISTIANO las ideologías, etc. 2 . Luego el término ha ido en-
trando en el vocabulario de los documentos epis-

DE LA ACCIÓN copales y de las comunidades cristianas que parti-


cipan activamente en la vida de la Iglesia.
Muchos se han quedado al nivel de la moda.
Es un término cómodo, que se usa en un sentido
ARTURO GAETE, S. J. vago; cada uno lo entiende como mejor le parece.
Pero en realidad tiene un sentido bien preciso y
la Iglesia está abriendo con él una gran ruta de
orientación para los cristianos. Por eso vale la pena
detenerse a considerar qué significa.
Los hombres de Iglesia han ejercitado desde
siempre el discernimiento frente a la sociedad, pe-
ro sin tener un vocabulario específico para ello.
En la larga tradición espiritual el término ha sido
usado para referirse a la búsqueda de la voluntad
de Dios respecto de la persona, no de la sociedad.
Un clásico en esta materia, que recoge la tradi-
ción anterior, la enriquece con su experiencia pro-
pia y le da una metodología precisa, es San Igna-
cio de Loyola. La obra donde este método se halla
consignado son los Ejercicios Espirituales, que no
es propiamente un libro sino la guía para una ex-
periencia espiritual de búsqueda de la voluntad
de Dios. ¿Qué quiere Dios de mí?, es ahí la pregun-
ta central. Pero si bien esta es la pregunta explí-
cita, la teología y la práctica espiritual involucra-
das en los Ejercicios tienen un alcance mucho más
universal y a la luz de ellas la pregunta podría
formularse así: ¿qué quiere la libertad divina de
la libertad humana?
Durante el último medio siglo, tres teólogos
(Fessard, Przywara y K. Rahner), han explicitado
la teología que subyace a los Ejercicios y que no
es otra que una teología de la libertad en la his-
toria. Al mismo tiempo la práctica de la Iglesia
desde el Concilio —tanto a nivel de Episcopados
como de Pueblo de Dios— ha ido ampliando de
hecho el ámbito del discernimiento.
Inspirado por todos estos aportes, quiero ofre-
cer algunas reflexiones que ayuden a los cristianos
a orientarse en las nuevas tareas propuestas a su
discernimiento. Habrá un primer artículo para tra-
tar la teoría del discernimiento cristiano de la ac-
El discernimiento cristiano es un conoci- ción y un segundo sobre la práctica del mismo.
miento que apunta a la acción. En estos últi- El discernimiento es un acto de la razón prác-
mos anos la Iglesia ha ampliado el ámbito del tica cristiana. Este primer artículo sobre teoría
discernimiento y ha invitado explícitamente a del discernimiento pretende dar una ordenación
los cristianos a discernir sus opcciones en el general de la experiencia cristiana que haga EáciV
terreno político, económico y social. En este mente inteligible lo que diremos en el otro acerca
artículo el autor se ocupa de la teoría del dis- de la práctica.
cernimiento, es decir, en qué consiste. En el
próximo número tratará de la práctica del 1 Gaudium ct Spes, rt. 11.
mismo, cómo opera en concreto. 2 Octogésima AdvenJens, nn. 4, 15, 49, 31, 35.

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Discernir la voluntad de Dios descansa sobre como persona le hace falta percibir en otros ojos
dos supuestos: primero, que Dios habla y el hom- la mirada del amor. Mientras esa mirada le sea
bre escucha, y segundo, que ese mensaje es desci- negada será sólo un muñón de persona. El segun-
frable. El artículo consta de dos partes, que ex- do radio es la relación al nosotros. Es una rela-
plican los dos supuestos. ción vasta y compleja, que comporta dos formas
bastante diversas: va desde el niño que juega con
otros niños, del adolescente que comparte ideales
DIOS HABLA Y EL HOMBRE ESCUCHA con otros adolescentes, y del adulto que defiende
con otros sus intereses, hasta esas grandes unida-
Dios habla des de convivencia que son la nación, el continen-
te, la especie humana. Las primeras formas de re-
El que nos habla no es un Dios lejano, sino un lación dan origen a sociedades particulares, que
Dios que desde siempre ha estado vinculado a la llamaremos "microsociedades"; las segundas dan
historia concreta de los hombres. La Epístola a origen a sociedades globales, que llamaremos "ma-
los Hebreos es explícita: "En múltiples ocasiones crosociedades". Cuando se distingue entre comu-
y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nidad y sociedad, el termino "comunidad" es más
nuestros padres por los Profetas. Ahora, en esta adecuado para reFerirsc a las primeras y el térmi-
etapa final, nos ha hablado por su Hijo..." (I, 1). no "sociedad" para referirse a las segundas. El ter-
Habló el Padre educando largamente a un Pueblo cer radio del reconocimiento es la relación a
que pudiera escuchar a su Hijo. Habló el Hijo Dios. El hombre es persona porque es imagen
con toda la fuerza de lenguaje de su cuerpo y de de Dios, lleva en su entraña más íntima la huella
su sangre, de su muerte y de su resurrección. Si- del Padre, del Hijo y del Espíritu. Ellos están en
gue hablando el Espíritu. Al despedirse en la Ul- su origen y en su meta, están llamándolo conti-
nuamente con amor hacia la plena realización de
sí. Eso es la vocación. (Viene del latín "VOCARE"
"Si Dios nos habla, hay que suponer que quiere decir llamar).
que lo hace en todas las dimensiones en Pero la relación humana de comunicación no
que somos hombres." se da en un plano único con diversos radios; tiene
además un cierto espesor. No somos espíritus pu-
ros, sino personas encarnadas, inmersas en la ma-
tima Cena Jesús dice a sus discípulos: "Cuando El teria y en el tiempo. De ahí que hay que pensar
venga, el Espíritu de la verdad, los irá encaminan- en dos niveles cada una de las relaciones que he-
do hacia la verdad entera" 3 . mos mencionado: el nivel de la naturaleza y el ni-
El Espíritu no dice todo de una vez —lo cual vel de la historia.
además no serviría de nada—, sino que nos ayuda
a madurar para entender las implicancias que la Normalmente atendemos muy poco a nuestro
Palabra de Dios tiene para cada momento de la condicionamiento natural. El cuerpo sano es silen-
historia. Dios ha ido habiéndonos cada vez desde cioso y la salud la damos por descontada hasta
más cerca y desde más adentro de nosotros. Por que comienza a fallar. Tampoco advertimos el rol
eso para profundizar en su lenguaje nos hace fal- que juegan los bienes materiales en las relaciones
ta saber más quién es el hombre. (En la segunda humanas hasta que éstos se hacen escasos. Imagi-
parte de este artículo volveremos sobre el tema nemos lo que sucede en una isla feliz el día que
de Dios que nos habla). un incendio destruye el bosque, los cultivos y los
animales. Imaginemos además qué pasa con las
relaciones sociales si unos cuantos se apoderan
de lo poco que queda. El condicionamiento natu-
El hombre escucha ral es una dimensión de los distintos tipos de re-
lación que hemos examinado: no sólo de la rela-
"Señor, ¿que quieres que haga?", es la primera ción a sí mismo y a los demás, sino también de
pregunta del hombre que discierne. Pero ¿quién la relación a Dios. Por algo los hombres en la
es ese yo que pregunta? No es una isla, sino un pobreza o en la enfermedad se acuerdan más de
ser abierto a la comunión con los demás, es como hacer oración.
un árbol que extendiera sus raíces a tierras leja-
nas y se nutriera de manantiales profundos. El yo También el tiempo es una dimensión decisiva
no se constituye como persona si no es de alguna en todas nuestras relaciones. No es lo mismo ser
manera reconocido por los demás. ¿Por quiénes? un niño de cuatro años que no entiende lo que es
Esto nos lleva a describir los radios de la comu- "marzo próximo" o ser un anciano con puro pasa-
nicación y del reconocimiento. do. No es lo mismo ser una república naciente en
El primer radio del reconocimiento es la rela- 1978 o ser descendiente directo de los romanos.
ción a un tú. Para que una guagua se desarrolle También nuestra relación con Dios tiene una di-
mensión de historia personal y social. Dios no nos
dice cualquier cosa en cualquier momento; nos
3 Juan, XVI, 13. espera hasta que tengamos la edad para poder oír.

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Y lo mismo hizo con el Pueblo que El se formó:


unas son las cosas que pudo decirle en Egipto o
en el Sinaí y otras las que sólo podía comprender
en la lejanía del exilio babilónico.
Si Dios nos habla, hay que suponer que lo hace
en todas las dimensiones en que somos hombres.
Hay gente que subraya unilateralmente la dimen-
sión inlimista y no percibe las voces que nos llegan
a través de la sociedad. Oíros, por reacción, enfa-
tizan de tal manera lo que Dios nos dice a través
de la sociedad que olvidan que también tiene men-
saje para nosotros como personas y como seres
comunitarios. El cristiano debe tener su radar gi-
rando en 360 grados y estar abierto a todas las
señales que Dios le dirija, desde cualquier dimen-
sión de la vida de donde vengan. Pero es justifi-
cada una particular atención a la dimensión social tuaciones culturales, han sentido la necesidad de
y a la dimensión histórica. El surgimiento de la explicar una extraña sobreabundancia del mal. El
conciencia histórica es algo muy reciente en la hu- dolor que nos abruma parece superar con mucho
manidad. Además son muy pocos los hombres que nuestras capacidades de autodestrucción, aun si
tienen conciencia política y sobre todo los que contamos, más allá de los actos puntuales perver-
perciben su inserción en unidades más vastas que sos, con estructuras y dinamismos estables del
la nación (sistemas económicos, Tercer Mundo, hu- nial operando en las personas y en las sociedades.
manidad en vías de planetización, etc.). Estando El problema del mal será siempre una agonía
estas dimensiones poco desarrolladas en la huma- para la inteligencia y el corazón. Si las explica-
nidad en general, es normal que los cristianos no ciones no nos satisfacen, es porque en esta zona
busquen leer en estos pentagramas la melodía que caliginosa de la vida simplemente es difícil ver.
Dios les dirige. Pero es normal también que la La fe soporta un rayo de luz en la oscuridad. El
Iglesia atraiga su atención hacia estas esferas. Es poder del Maligno se sitúa a mitad de camino en-
por eso que desde fines del siglo pasado viene tre Dios y el hombre, sin suprimir la libertad de
proclamando una doctrina social y desde el Síno- ninguno de los dos. No es un poder último, sino
do de Obispos de 1974 viene destacando la estre- un poder subordinado a Dios y como tal se inser-
cha relación que hay entre evangelización y dere- ta en la historia de la salvación. Dios lo usa mis-
chos humanos. teriosamente para purificarnos y Cristo lo ha ven-
cido definitivamente. Tampoco es último con res-
Pero no hemos dicho todo sobre los interlocu- pecto a nosotros; es simplemente el Tentador, el
tores. Los maestros espirituales han hablado siem- que nos pone a prueba. Pero sólo tendrá éxito si
pre de discernimiento de espíritus, de distinguir sus sugerencias son acogidas por nosotros y se en-
en nuestra acción la huella del buen y del mal es- carnan en las estructuras profundas de nuestra
píritu. La Iglesia ha enseñado a lo largo de los acción.
siglos la existencia del Diablo como un ser de ca- A algunos puede parecerles que el Diablo está
rácler personal, distinto del mundo y del hombre, pasado de moda, que no es más que una represen-
y que nos incita continuamente al pecado. Este tación mítica ligada a una edad pre-científica y
personaje es menos que un dios del mal y más que es incompatible con la imagen del mundo que
que un símbolo de la maldad que hay en el hom- tiene el hombre moderno. Pero cuando se miran
de cerca las objeciones que plantean, por ejemplo,
algunos exégetas europeos, uno se da cuenta de
"Kn la experiencia religiosa de la que son ingenuamente modernos. Su afán desmi-
humanidad, a lo largo de varios milenios, tologizador se funda en un principio a priori: si
el demonio es una constante." algo es mítico es falso y no tiene nada que ver
con la realidad. Más razonable sería este otro
principio: si hay una constante en el universo del
bre. No es una mera carencia de bien, una priva- mito, ahí se está expresando algo de la realidad.
ción; designa una realidad positiva, activa. Pero Esto es lo que el psicoanálisis ha hecho con los
no es una realidad última, independiente de Dios. sueños. El mundo del sueño es distinto del mundo
Fue creado por El como un ser inteligente y libre; real, pero no está desconectado de él, y a menudo
pero se pervirtió y persevera en la negación radi- en el sueño se expresan mejor aspectos profundos
cal del amor. Por eso, más que persona, podría- de nuestra personalidad que no nos atrevemos o
mos llamarlo anti-persona. no podemos expresar en lenguaje racional. Algo
En la experiencia religiosa de la humanidad, a semejante hay que hacer con la mitología acerca
lo largo de varios milenios, el demonio es una del Diablo: no se trata de evacuarla sino de inter-
constante. Los hombres, en las más diversas si- pretarla. Es cierto que en la vida de la Iglesia ha

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La razón

La entendemos aquí en sentido amplísimo: no


sólo la razón intelectual, sino también la razón
cordial. Recordemos lo que decía Pascal: "El co-
razón tiene sus razones que la razón no conoce".
La realidad comporta dos grandes ámbitos: la na-
turaleza y la libertad. En ellos no reina el caos,
sino que hay hitos de sentido.
La naturaleza física y biológica es un mundo
ordenado, tiene leyes. Estas leyes van siendo poco
a poco descubiertas por la razón. El mensaje que
Dios nos dirige a través de la naturaleza es éste:
"explórala y aprende a manejarla, respetándola".
También hay un orden en el mundo de la liber-
tad, pero es de otro tipo. El hombre imprime un
sentido ÍMI ios acontecimientos. La libertad no es
poder de hacer cualquier cosa, sino de hacer su
propia cosa, la que responde a su autenticidad pro-
funda, a su ley moral. El poder de la libertad so-
bre los acontecimientos no es ni total ni nulo; so-
mos una libertad condicionada. Esto quiere decir
dos cosas: que la libertad licne márgenes (físicos,
biológicos, psicológicos, sociales, históricos, etc.),
y que el hombre puede dar nuevo sentido a esos
margenes.
Algunos ejemplos nos ayudan a aclarar esto.
¿Qué le sucede a un hombre cuando le llega la
hora de escoger carrera, compañera de vida, cam-
po ocupacional? Por un lado, se encuentra en parte
habido, sobre todo en ciertas épocas, prolifera- ya hecho y con un espacio abierto por hacer. La
ciones y excesos. Ellos son en parte explicables historia ha ido decantando en él aptitudes e incli-
por el influjo de las mismas culturas en que la naciones determinadas. Los caminos de la liber-
Iglesia se ha encarnado (helenismo, mundo bár- tad no son infinitos: algunos están ya cerrados,
baro, etc.). Pero el Magisterio, aun durante esas otros están sugeridos, otros simplemente abiertos.
épocas, ha sido extraordinariamente sobrio al for- Por el lado de la sociedad, tampoco se encuentra
mular el contenido de la fe cristiana: sus afirma- ni ante un desierto ni ante una selva impenetra-
ciones básicas no van más allá de las que hemos ble; también ahí hay rutas ya trazadas por las
señalado en los dos párrafos anteriores. necesidades que se imponen, otras son seductoras
promesas, otras son meras posibilidades. Así las
elecciones vitales que una persona tiene que hacer
no son caprichosas; en la confrontación entre lo
que él es y la situación en que le toca actuar se
EL HOMBRE DESCIFRA EL MENSAJE va revelando una cierta racionalidad que guía su
opción. Algo semejante sucede con las decisiones
Muestra situación frente a Dios no es la del que toman las sociedades. Ellas no empiezan de
hombre que, desde una ventana distante, escucha cero, tienen una historia y se mueven en un espa-
mensajes indescifrables. Nuestro encuentro con cio circundado por otras. Pero ese espacio no es
El es mucho más cercano que los "encuentros cer- cerrado, sino que se abre hacia el futuro.
canos de tercer tipo". Dios está continuamente
hablándonos en lenguajes que están a nuestro al-
cance. Para eso precisamente se hizo hombre. Pero
a menudo escuchamos distraídamente o no nos to- La fe
mamos la molestia de interpretar.
El hombre es un ser abierto a la realidad. Las Pero Dios no nos ha dado sólo la razón, sino
antenas por las cuales comunica con el mundo y que se nos ha dado El mismo. Por el Espíritu San-
con Dios son la razón y la fe. A través de ellas to, que habita en nosotros, va haciendo camino
nos habla Dios. Para que se entienda mejor cómo junto con nosotros; es luz y amor, nos aclara el
descifra el hombre el mensaje de Dios diremos sentido de las cosas y nos atrae con su bondad.
también algunas palabras acerca de quién discier- Esta acción la realiza a través de la fe, la espe-
ne y sobre qué. ranza y la caridad, las virtudes básicas que infun-

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de en nosotros por el bautismo. La fe, entendida día al Cardenal Wojtyla en el último cónclave
en este sentido amplio, no es un "agregado" a cuando hacía oración para saber si aceptaba o no
nuestros dinamismos naturales; cabalga sobre ser Papa. Una pequeña comunidad puede ayudar
ellos dándoles una orientación más profunda y a uno de sus miembros en un discernimiento im-
llevándolos más lejos. Es como una cuarta dimen- portante que éste tiene que hacer. La comunidad
sión; hace que encontremos paz y gozo en la cruz puede también discernir qué va a hacer ella como
y que sintamos la esperanza real de la resurrec- comunidad. Pero la comunidad puede tener res-
ción que ya está comenzada. ponsabilidades más vastas frente a la sociedad.
Pero Dios no se limita a iluminarnos interior- Así, por ejemplo, el Consejo de redacción de la
mente; actúa también a través de acontecimien- revista Mensaje tiene que hacerse periódicamente
tos exteriores, micro y macrosociales, a los cuales preguntas como éstas: ¿qué quiere Dios para Chile?
da un sentido inesperado. Piénsese en la sonrisa ¿que quiere para la Iglesia? ¿cómo se inserta
de Juan Pablo I y sobre todo en su muerte. En ahí nuestra acción? Por último, también las ma-
ese breve pontificado ciertamente nos dijo algo.
El Espíritu en la Escritura aparece como una pre-
sencia incubadora, está en todos los grandes co- "Discernir es contestar a preguntas
mienzos: comienzo del mundo, bautismo de Jesús, como éstas: ¿Señor, qué quieres que yo
nacimiento de la Iglesia. Lo propio de la juven-
tud es estar siempre comenzando. Por la fe nos haga?, ¿qué quieres que hagamos
unimos a la eterna juventud de Dios, al Verbo y nosotros, como grupo particular o como
al Espíritu, que siempre comienzan. grupo total (una nación, por ejemplo)?"
La razón y la fe son nuestros instrumentos para
discernir la acción de Dios; lo son también para
discernir la acción del mal y del Maligno. En el crosociedades disciernen. Durante los cuatro años
Evangelio de Juan, Jesús llama al Diablo "homici- del Concilio los obispos del mundo entero y miles
da desde el comienzo" y "padre de la mentira" de comunidades y de personas estuvieron discer-
(Jn., VIII, 44). El mal es destrucción y falsifica- niendo qué quería Dios de la Iglesia. Durante todo
ción del hombre. En la medida en que se nos ilu- el año 1977 y 1978, la Iglesia de América latina
mina la auténtica imagen del hombre, se nos acla- llevó a cabo un discernimiento que culminó en
ra también los sutiles caminos por los cuales se Puebla, en enero-febrero de este año.
la distorsiona y asfixia.
Todavía una palabra para completar esta or-
denación general de la experiencia cristiana. Dios
obra directa e indirectamente sobre toda la his- Conclusión
toria humana; pero tiene un lugar privilegiado de
su acción y es la Iglesia, entendida en el sentido Discernir es contestar a preguntas como éstas:
amplio en que la presenta la Constitución Lumen ¿Señor, qué quieres que yo haga?, ¿qué quieres
Gen ti um del Vaticano II. Para los cristianos éste que hagamos nosotros, como grupo particular o
es un referente clave de su discernimiento. como grupo total (una nación, por ejemplo)? Pero
no son las únicas preguntas que cabe hacerse: el
ámbito del discernimiento es tan amplio como el
ámbito de la libertad humana.
¿Quién discierne y sobre qué? Incluso cuando se trata de discernir las ideo-
logías (marxismo, liberalismo) no estamos frente
a preguntas teóricas, sino prácticas. Se refieren
El sujeto que discierne es tan amplio como el al aquí y ahora del cristiano: ¿qué hacer frente a
sujeto de la libertad humana: la persona, la mi- las formas históricas que concretamente toman?
crosociedad, la macrosociedad. Igualmente amplio Para contestar a este tipo de preguntas se re-
es el tema sobre el cual versa el discernimiento; quieren criterios prácticos. En este artículo no los
puede concernir a una persona, a una micro o a hemos dado. Nos hemos limitado a algo previo;
una macrosociedad. Combinando sujeto y objeto a proponer el cuadro general donde estos crite-
tenemos nueve posibilidades. Indicaremos algunas rios tienen que enmarcarse. Ello era necesario,
a modo de ejemplo. porque los cristianos con frecuencia han referido
Una persona puede discernir qué va a hacer el término "discernimiento" sólo a la experiencia
con su vida en la medida en que le concierne a espiritual individual. Era preciso ampliar el sen-
ella sola. Pero puede que tenga responsabilidades tido del término, de lo contrario los criterios po-
sobre una microsociedad (su familia o el sindica- dían entenderse en forma demasiado particular.
to que dirige, por ejemplo). Por último, puede ver- Peto una vez hecho esto hay que pasar a los cri-
se enfrentado o tener responsabilidades frente a terios prácticos, porque sin ellos no hay discerni-
una sociedad más vasta. Así sucedía a Kennedy en miento. Es lo que abordaremos en un próximo
1962 en la crisis de los cohetes en Cuba; así suce- número de Mensaje,

MENSAJE N? 273 MAYO 1979 197

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