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MIRA QUE UNO SIN DARSE CUENTA VA Y SE

PONE A HABLAR DE LO QUE NO ES

Daniel Sebastian
Pestana Villa
Frente a frente con la humanidad
Se nota la diferencia al sentir una foto física. Claro, no se permitía tocarlas, pero la
colección del World Press Photo dejaba una huella en el espectador que
ensanchaba el alma y revolvía el espíritu. En la medida que los lienzos impresos
se encargaban de palparnos, con la maestría del carterista más mañoso, cuando
nos esculcaban cada sentimiento que podía ser liberado en pro de sostenerlo
frente a nuestras narices.
La galería se parte en dos salas. La primera resulta claramente más apabullante
que su contraparte. Se podría decir que se hace un recorrido a través de los
rincones más perversos y torcidos de la humanidad: la guerra, las drogas, la
enfermedad, la pobreza… en suma, se captura esa actualidad perpetua que
siempre logra superarse a sí misma para horrorizarnos. Justo al lado, imágenes, si
bien más bondadosas eran igual de impactantes, permanecían clavadas en los
muros. Pero esa no es la impresión que generan. Parecen desbordarse de sus
marcos imaginarios para posarse a nuestro lado y juzgarnos, porque cada
fotografía en la galería cumplía el rol de reina de belleza y juez inflexible. Una
revista Soho con disertaciones filosóficas y afirmaciones apocalípticas junto a las
modelos. Pues había cabida para consentir la mirada con tan bien lograda
estética, pero siempre llegaba al instante la acusación, la denuncia gritada con
lenguaje de señas, soterrada. Solo puedo describirlas como productos visuales
profundamente eróticos, en el sentido en que con sutileza cuentan lo que hay más
allá de la imagen, momentos capturados en una botella como una ventana a la
constelación social que se dejó fuera [del encuadre]. No se cae en lo pornográfico
de la crudeza sin filtro, no lo enseña todo ni asume una postura, tan solo se
encarga de mostrar múltiples realidades de la manera más bella y responsable
posible; como si nos preguntaran “ahí lo tienen ¿ahora qué?”.
Por sí solo, cada ensayo visual que son las fotografías del concurso abarca con
soltura muchas preguntas que el espectador no puede evitar hacerse. Las que no
se pueden resolver en el lienzo se responden justo a su lado, en un pequeño
párrafo se da el contexto y el hecho, la cantidad de suposiciones posibles se
reduce al mínimo. Esta es una ayuda esencial en la comprensión del trasfondo de
la obra, pero le quita cierta fuerza que solo la imagen solitaria o acompañada de
sus pares irradia. Además, se encuentran en un museo, nada más alejado de las
realidades que relatan, esta asepsia del espacio de exposición transmite un
mensaje que contradice al de las fotos, que por el contrario son exóticas y
atrapantes. Ese estatus de obra de arte que adquiere este tipo de fotografía, en mi
opinión, reduce su poder e interacción con quien la ve, ahora nos mira desde
arriba, es una noticia más; a una imagen con tanta vida y movimiento capturado
que pretende ser inmortal a ojos de la crítica, solo le espera la descomposición.
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α
Por otro lado, por este medio quiero resaltar la fuerte impresión que me dejó la
serie fotográfica Faces of an epidemic de Philip Montgomery sobre el abuso de
drogas como la heroína y la metanfetamina en EE. UU:

Lágrimas sobre las rocas


El oleaje azota las islas
cargado de bolsas
a la deriva,
despierta la madrugada y apaga sus risas.

Bajo el mar …
La piedra se vuelve
humo y fuego,
las venas hierven
de polvo ceniciento.

Bajo el mar…
Las aves lucen escamas
como brillantes lentejuelas,
los peces hechos de plumas
vomitan boca arriba.

Bajo el mar…
No puedes ver tu sombra
se oculta tras la espuma.
Negra esperas hallarla, mas
bajo el cuerpo pálido, se esfuma.

Bajo el mar…
La distancia más larga
es la vuelta,
ningún viajero esperaba
no volver nunca a casa.

Sangre entre la espuma,


mocos bajo el lodazal,
lágrimas sobre las rocas.
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β
Del polvo al polvo
De la creación a la creación.
Una mirada basta
Mi cabeza en nuevos horizontes
Mis manos tiemblan de emoción
Obturando los bolsillos

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¿De qué me provoca hablar?
De la salud. Será una charla de ausencias y presencias. El mal manejo de los
recursos de la salud pública se evidencia en las largas filas y tiempos de espera,
junto a un servicio deplorable y lleno de trámites y burocracia. Si bien esto pasa en
todo el país, en las ciudades es más aguda la problemática por la gran población
de pacientes.
Ahora bien ¿Cómo se logrará? A través de una serie fotográfica con sonido
adjunto con el fin de ofrecer una experiencia inmersiva en el agobio y la soledad
de salas de espera y habitaciones de hospital respectivamente. La primera parte
de la serie intentará evidenciar la sobrepoblación de las EPS por medio de planos
generales y crudos resaltados por las luces halógenas de las salas de espera. Se
harán planos detalle de los papeles y trámites junto a retratos de sus portadores
además de evidenciar su lugar en la multitud.
En la segunda parte se recurrirá a las figuras literarias tales como alegorías y
metáforas para hablar de las ausencias de los que la muerte se ha llevado
mientras esperaban sin poder recibir atención médica apropiada. Serían
fotografías de objeto y de archivo, además de retratos de los familiares.
Así conversarían las esperanzas, sueños y hastío de los que esperan, con el
desamparo, la impotencia y tristeza de quienes murieron esperando. Cabe resaltar
que a cada foto quedará adjunto un audio del lugar al momento de ser tomada la
foto, en pro de aumentar la experiencia sensorial otorgada por la fotografía.
En suma, sería una cronología del proceso de muerte en busca de una atención
médica que no llega provocando desenlaces trágicos.

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