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ANEXO FALLOS
FALLO PRIMERO :
Tribunal:C. Civ. y Com. Azul, sala 2.
Fecha:04/06/2001
Partes:T., C. A. v. M., J. R. Expediente: 42.616
ÇPATRIA POTESTAD Ejercicio Hijos matrimoniales Divorcio vincular Tenencia
compartida. 2ª INSTANCIA. Azul, junio 4 de 2001.
1ª. ¿Es justa la sentencia apelada de fs. 462/471?
2ª. ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
1ª cuestión. El Dr. Galdós dijo:
1. Antecedentes
1) En los autos caratulados "M., J. R. y T., C. A. s/ Divorcio Vincular" (expte. 47.899/94) se decretó
el divorcio vincular de los cónyuges, con fecha 15/5/1995, con sustento en las prescripciones del art.
215 del CCiv. t.o. ley 23515 homologándose también el acuerdo de los progenitores sobre el
régimen de tenencia de M. M. T., el hijo menor de ambos (conf. fs. 16 vta.; acuerdo fs. 16 vta.;
sentencia de divorcio de fs. 24; y homologación del precitado acuerdo).
En estos autos, desde hace años, los cónyuges se disputan la tenencia del niño. En efecto, la madre
promovió el incidente de tenencia y medió reconvención, en idéntico sentido, por parte del padre.
Luego de diversas contingencias procesales tendientes a determinar regímenes de tenencia
provisorios y a fijar los mismos con relación a los períodos de vacaciones, se arribó a la sentencia
definitiva dictada en estos autos. El puntilloso y minucioso pronunciamiento del Sr. Juez de Grado
decidió desestimar la demanda incidental promovida por C. A. T. e igualmente la reconvención
argüida por el Sr. J. R. M., otorgándose la tenencia del hijo de ambos de modo compartido,
difiriendo a la firma del pronunciamiento la determinación de la forma en que, por acuerdo de partes
o en su defecto por fijación judicial, habrá de concretarse. Ese acto jurisdiccional reitero de
marcada solidez dogmática y sustentado en argumentos de autoridad derivado de pronunciamientos
judiciales y de proficuas citas jurisprudenciales, apartándose del dictamen de la Sra.Asesora de
Incapaces ponderó esencialmente:
Que luego del divorcio, en el mes de diciembre de 1994, el progenitor del menor se ausentó de la
ciudad de Azul viviendo en la Capital Federal hasta febrero de 1996, época en la regresó a esta
ciudad radicándose definitivamente e iniciándose un régimen de visitas que se cumplió en todo
momento. De este modo desde el divorcio, y aún durante la ausencia transitoria del padre en esta
p.2
ciudad, ambos han ejercitado en plenitud los derechos que les correspondían decidiendo lo que
creían más conveniente para el menor.
Destaca el principio cardinal que ha de atenderse al interés superior del niño, el que emerge de
normas constitucionales y supraconstitucionales, especialmente de la Convención de los Derechos
del Niño (arts. 3 , 9 , 18 y concs.).
Hace referencia a un fallo dictado por la C. Nac. Civ. sala J, con primer voto de la Dra. Zulema
Wilde, en la que se resolvió, con aceptación de buena parte de la doctrina, la vigencia y
aplicabilidad del régimen de tenencia compartida. En tal sentido y acudiendo a ese precedente
destaca sus conveniencias y ventajas.
Bajo el rubro de los derechos y deberes de los padres se menciona la normativa legal aplicable
(arts. 264 incs.1 y 2 , 206 y concs. del CCiv.) los precedentes, incluso de la Corte Sup., de los
que colige que el ejercicio del derechodeber de cada uno de los padres no puede vulnerar idéntico
derecho del otro progenitor a fines de asegurar "que cada uno pueda participar con la misma
amplitud en la crianza, formación, protección y educación del niño". Empero, con notable realismo,
agrega que "para lograr ello sin duda será necesario un esfuerzo mayúsculo (de los padres) que
permita superar los conflictos y lograr que el menor sea el recipiendario de lo mejor de cada uno de
ellos" (sic. fs. 467 vta.).
Explica que el argumento desarrollado por la incidentista y la representante del Ministerio Pupilar
en el sentido de no innovar y mantener el statu quo preexistente esto es la tenencia provisoria que
ejerce la madre no ha encontrado apoyo probatorio en estas actuaciones.
Resalta el informe pericial del psicólogo oficial que alude al divorcio patológico de los esposos M.
y T. y a la situación conflictiva en la que se ve envuelto el niño M., como derivación y consecuencia
directa de la incapacidad de los padres de despojarse de sus propios intereses y de resolver sus
cuestiones personales.
Señala que no encuentra dificultades en admitir desde el punto de vista jurídico la procedencia de la
tenencia compartida para lo cual acude a citas y opiniones que la auspician, entre otros calificados
autores de Cecilia Grosman.
No resultando que uno de los progenitores sea más idóneo que el otro a los fines de ejercitar la
precitada tenencia, las particularidades del caso conllevan a adoptar la tenencia compartida para lo
cual pondera la cercanía de los domicilios de ambos progenitores; que el del padre también se
encuentra cerca de la escuela donde concurre, y la edad del menor. Descarta dificultades de
incidencia negativa.
p.3
No soslaya que el padre del menor ha cumplido en forma continua y permanente con todos sus
derechos y deberes, lo que se desprende de la prueba testimonial rendida en autos.
Puntualiza también que esta forma resolutiva quiebra la clásica figura prescriptiva que recae en
quien convive cotidianamente con el menor y la figura recreativa que representa quien visita al hijo
que convive con el otro progenitor.
Tiene también en cuenta el dictamen pericial psicológico en torno a que es muy alto el grado de
probabilidades de adaptación del menor y a la voluntad por él expresada en la audiencia convocada
al efecto. Finalmente, como se anticipó, difiere la materialización de su resolución a las resultas de
una audiencia, impone las costas por su orden, atendiendo que se trata de una cuestión dudosa en
derecho, y la de los peritos intervinientes por mitades.
2) A fs. 473 interpone recurso de apelación la incidentista quien trae su memoria a fs. 475/482, la
que es contestada por el incidentado a fs. 484/485. Las quejas de la madre recurrente se apoyan, en
esencia, en:
Señala en primer lugar que se ha vulnerado el principio de congruencia decisoria toda vez que el
incidente promovido procuraba legitimar una situación de hecho (tenencia a favor de la madre con
régimen de visitas a favor del padre), lo que constituyó el objeto primigénico de la pretensión
deducida en autos. Por ende el Sr. juez a quo agrega vulnera aquél precepto procesal decidiendo
una tenencia compartida.
Se confunde la figura de la patria potestad prevista en el art. 264 del CCiv. con la guarda o
tenencia del menor ya que no necesariamente debe existir tenencia compartida para que el
progenitor que carece de la patria potestad pueda, en la práctica, ejercitar en plenitud y de modo
efectivo sus derechos y deberes, pudiendo tener el padre que carece de la guarda una adecuada
comunicación con su hijo y supervisar su educación.
Se vulnera el principio del status quo, que es de interpretación primordial en esta materia,
arribándose a una solución jurisdiccional "de laboratorio", por las dificultades para concretar la
tenencia compartida.
Expresa que el derecho del menor a ser oído consagrado en la Convención del Niño ha sido
equívocamente aplicado, en razón de que las propias expresiones de M. infieren que él está bien,
conforme con tener una casa y que su real deseo es sólo tener más y menos rígidas visitas. La
apelante entiende que el menor no se pronunció de modo alguno en el sentido asignado en el fallo de
la Instancia de origen.
Confiere importancia a la opinión contraria a la decisión adoptada del Ministerio Público Pupilar,
cuyo dictamen es favorable a su postura.
p.4
Concluye finalmente peticionando se revoque la resolución recurrida legitimándose la situación de
hecho preexistente "reconocida por las partes" (que será desde la fecha de separación de los
cónyuges y hasta el momento actual) y se otorgue judicialmente la tenencia del hijo menor a la
incidentista, como de hecho es ejercida en la práctica: se establezca un amplio régimen de visitas en
favor del padre que permita un vínculo más profundo con su hijo a la vez que el debido ejercicio y
cumplimiento de los deberes y derechos propios de la patria potestad" (sic. fs. 481).
Contestados esos agravios por el Sr. M., a fs. 490/491 obra el dictamen de la asesora de incapaces ad
hoc quien reitera su criterio en cuanto que el cambio de guarda sólo es aconsejado salvo
circunstancias de hecho que fundamenten su utilidad para el menor.
2. 1) Pese al esfuerzo del recurrente sus críticas y argumentos no logran modificar la decisión
judicial atacada, tanto en la valoración de los hechos como en su encuadre legal.
Las circunstancias acreditadas en autos, atendiendo a los agravios, se focalizan en:
Los cónyuges J. R. M. y C. A. T. quienes contrajeron matrimonio el 25/4/1986 solicitaron (el
25/12/1994) su divorcio vincular por existencia de causas graves que tornaban imposible su vida en
común (art. 215 CCiv.; conf. fs. 16 y vta.; sent. fs. 24 expte. 47.899/94, "M., J. R. y T., C. A. s/
Divorcio vincular"). Allí acordaron y obtuvieron homologación judicial (art. 236 CCiv.) del
régimen de visitas del hijo menor de ambos, M., nacido el 29/10/1990 (conf. expte. cit. partida fs. 6).
Expresamente convinieron una suerte de tenencia compartida al obtener, con los efectos de la cosa
juzgada proveniente de una sentencia judicial, homologación del acuerdo siguiente: "mientras
ambos padres vivan en la ciudad de Azul, se ha convenido que el menor conviva indistintamente con
ambos y de acuerdo a las necesidades derivadas de la concurrencia del mismo a la escuela y de sus
padres al respectivo trabajo. Es decir, se tratará de incidir lo menos posible en la vida del menor con
la separación de sus padres que, podemos decir, de facto ya existe. Cualquier inconveniente que se
plantee en esta situación, que como se advierte, pretende mantener al menor al margen del divorcio,
deberá ser objeto de nuevas presentaciones" (sic., expte. cit. fs. 16 vta.; confesional de M. quién
reconoce, que además convinieron con la madre que el niño "estaría con ella hasta los 5 años y
posteriormente se negó a cumplir lo pactado..." posic. 1ª y 2ª fs. 293 y 296; arts. 409 y 421 CPCC.
Bs. As.).
El padre se trasladó a Buenos Aires en un período breve que la sentencia ubica entre diciembre de
1994 a febrero de 1996, lapso que el menor quedó bajo la guarda de la progenitora y en el que M.
viajaba fin de semana por medio para visitar a su hijo (fallo fs. 464 vta.; absolver posiciones M. dijo
que se fue a Castelar en febrero de 1995 y regresó definitivamente en diciembre de ese año; fs.
296/298 posición 4ª y 10ª; para el resto de las afirmaciones posiciones 1, 2, 4, 6/8, 10, 12; ver
informe laboral fs. 303 que extiende hasta Marzo de 1996 el desarrollo de sus tareas; arts. 384 , 409
y 421 CPCC. Bs. As.). Radicado en Azul convive en pareja con otra mujer, con quién ya lo hacía
p.5
en aquél domicilio, y con uno de los hijos de ella (confesional fs. 297/298, posiciones 16, 17;
informe ambiental fs. 391/392; arts. 384 y 421 CPCC. Bs. As.).
Desde entonces ambos padres han asumido entre ellos y con relación al niño una situación de
marcada conflictividad, desacuerdos, discusiones, peleas y vuelcan en la tenencia los problemas y
conflictos personales, interpersonales e intrafamiliares no resueltos, prescindiendo de asumir una
postura "sana y madura" (sic., informe pericial psicológico del que no encuentro mérito para
apartarme de fs. 400 vta./401; arts. 384 y 474 CPCC. Bs. As.). Más aún esa tensión exconyugal,
repercute y transfiere profundos y negativos efectos psicológicos y emocionales en M. El nivel de
desavenencias se advierte con elocuencia en estos actuados y en el expte. 51.253, caratulado: "M., J.
R. v. T., C. A. s/ Inc. Régimen de visitas". Por ejemplo en estos últimos autos la madre se opuso a
un viaje programado para la festividad de Semana Santa entre el padre y M., por apartarse ello del
régimen de visitas vigente y solicitó "compensar" esos días (conf. expte. cit. resolución fs. 85 y este
tribunal fs. 104/105). Recién para las fiestas de fin de año del 2000 y para las vacaciones estivales
aunque de un modo notoriamente rígido, pautando días y horas lograron acordar un régimen de
visitas y tenencia provisorio (fs. 108/110), el que fue homologado judicialmente (fs. 113; y 440 de
este expte.). No obstante, esta última postura insinúa un posible cambio de actitud, comparada con
los reiterados y prolongados desencuentros anteriores (conf. estos autos, audiencia celebrada a fs. 47
sin acuerdo alguno; acta policial fs. 68; resolución fs. 105 para los fiestas de navidad y año nuevo de
1997/1998; fs. 147 y 172/173 de fijación judicial de un régimen de visitas provisorio; fs. 194 para el
receso escolar de julio, en que T. acepta la propuesta de M.; en este último sentido fs. 237 para el
período de vacaciones 1998/1999).
Ambos padres han demostrado inquietud y preocupación por el niño, en todas sus problemáticas,
interesándose de su rendimiento escolar y de su estado de salud (conf. para la madre fs. 2 y 3, 219,
282; para el padre fs. 24/31, 66, 67, 68, 70/71, 218 y reconocimientos de la autenticidad de esos
informes de fs. 299/302, 315/319; declaraciones testimoniales coincidentes de Arnol, Alabart,
Álvarez, Gerez, Alonso, Scarella, Moroni, Rubare, Choca, médico que asiste a M., fs. 344/357;
369; arts. 384 , 394 , 456 CPCC. Bs. As.).
Los dos progenitores trabajan, siendo ambos docentes y la madre lo hace en el turno mañana (fs.
218 y 282), quedando M. en ese horario a cargo de otra persona, siendo llevado al Colegio por una
vecina, madre de un compañero (testigo Álvarez fs. 349 vta./350). Mientras el actual grupo familiar
del padre lo conforma una familia ensamblada con su actual compañera y su hijo, la Sra. T. vive sola
con M. (testigos Alabar, fs. 348, Arnol fs. 347, informe ambiental fs. 391 vta.).
Es indiscutible en esta hora el reconocimiento de la normativa constitucional y supra constitucional
sobre el derecho del menor a ser oído "en todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al
niño..." y se garantiza su derecho "de expresar su opinión libremente en todos los asuntos (que lo)
afecten teniéndose debidamente en cuenta (sus) opiniones en función de su edad y madurez" (art. 12
de la Convención sobre los Derechos del Niño, incs.1 , y 2 , art. 75 inc. 22 CN.; arts. 264 ter
p.6
CCiv.; Blanco, Luis G. Gavotti, Alicia M. Polakiewicz, Marta, "Interés del menor: derecho de
comunicación (visitas)", JA, 1993I871; Barallobres, Walter C., "El Juez como garantizador del
derecho del niño a ser escuchado...", LL. Actualidad, ej. del 17/9/1998; C. Nac. Civ., sala I,
20/10/1998, "T., H. E.", en Suplemento LL. de Derecho Constitucional del 15/7/1999; Risolía de
Alcaro, María, "La opinión del niño y la defensa de sus derechos", en Grosman, Cecilia, "Los
derechos del niño en la familia", p. 257 y ss.). Demás está destacar que la opinión de M. no es
vinculante pero que por su edad, "su versión de los hechos, indicaciones y deseos, pueden ser
ilustrativos para el juez" (Zannoni, Eduardo, "Tratado de Derecho de Familia", t. 2, p. 695, n. 1220;
Grosman, Cecilia, "La opinión del hijo en las decisiones sobre tenencia", ED., 1071011; ver:
Gowland, Alberto, "Tenencia de hijos: criterios de atribución", LL., 1984C929; BossetZannoni,
"Régimen legal de la filiación y patria potestad").
En caso similar la Corte Sup. resolvió que "la consulta a la voluntad y deseo de la niña, dada su
edad, serán ponderadas de manera que sus legítimos afectos ... se vean fortalecidos y armonizados"
(Corte Sup., 5/9/1989, "Incidente tutelar de Romina P. Siciliano " en DJ., 1989A973 y apostilla
de Gustavo Ferrari y en LL., suplemento diario del 15/12/1989, p. 5).
"El niño siempre debería ser escuchado, lo cual no implica en absoluto que de inmediato se hará lo
que él pide" (Dolto Francoise, "Cuando los padres se separan", p. 130 y ss.). Esta autora francesa
recuerda que "la justicia no deberá olvidar que las medidas tomadas ... representan las condiciones
para que el niño sea autónomo en la adolescencia ... porque experimenta una dinámica evolutiva
que comienza a los 9 años que implica que la decisión relativa a la custodia deberá poder ser
revisada con frecuencia..." (aut. y ob. cit., p. 125).
La comparecencia del menor ante el Sr. juez de grado y la asesora de menores e incapaces ad hoc
revela, sin hesitación, que M. ha expresado que "yo estoy bien como estoy, pero me gustaría estar
más tiempo con mi papá..." lo que tal como lo interpretó el presentenciante, quien tuvo contacto
directo con él, demuestra la necesidad del menor de acentuar el contacto paterno logrando mejorar y
ampliar la interacción vincular con su progenitor (conf. acta fs. 454).
Ello se corresponde con el estado de angustia y la salud psicológica del niño, lo que se desprende
del informe del perito oficial (fs. 399/402 y fs. 414), el que no obstante su impugnación (fs.
408/410), contiene sólidos fundamentos científicos, fundados en las técnicas empleadas, se refiere
además a la entrevista realizada y se corresponde con las restantes pruebas obrantes en autos. Por
ende no advierto motivos valederos para apartarme de él (arts. 384 y 474 CPCC. Bs. As.). Esa
pericia demuestra que como consecuencia de lo que el experto denomina "divorcio patológico de los
progenitores" el niño recibe negativa y desfavorablemente el impacto emocional de esa situación.
Expresa: "por este motivo el niño presenta una seria conflictiva la que pretende resolver utilizando
mecanismos esquizoides, que implican disociación y negación de la realidad, realizando una
sobreadaptación. El menor se siente presionado y entiende que debe satisfacer al padre y a la madre
con sus demandas, tratando de no quedar mal ni con uno ni con el otro y se siente culpable y
p.7
promotor de tantas peleas y desacuerdos. Por lo tanto de ninguna manera puede sentirse habituado ni
conforme con la actual situación familiar" (sic., fs. 400; íd. fs. 399/402 y fs. 414). Agrega más
adelante que M. no puede realizar una reestructuración psicológicosocialfamiliar que le permita
llevar adelante un proceso tendiente al desarrollo normal, pleno y saludable de su personalidad; que
dicha circunstancia sólo es revertible en la medida en que se modifiquen las conductas de los
adultos. En otro aspecto que resulta gravitante para decidir la litis el experto no manifestó
objeciones desde el punto de vista de su especialidad respecto de una posible modificación del
régimen de visitas vigente (en cabeza de la progenitora con un amplio régimen de visitas a favor del
padre), descartando que ello suponga "la posibilidad de trastornos en la conducta del menor como
consecuencia de un cambio en el régimen del ejercicio de la tenencia sobre todo si ese cambio
implica resolución de conflictos y desaparición del clima beligerante" (sic., fs. 401; arts. 384 y 474
CPCC. Bs. As.). Más adelante señala que "es muy alto el grado de posibilidad de adaptación a un
nuevo régimen de vida (a través de un régimen de tenencia compartida) atento la actitud de
adaptación a las situaciones planteadas por sus progenitores, destacando que "las dificultades
adaptativas" son de los padres y no del niño quien ansía "fervientemente una vida más libre, sana,
armoniosa y libre de conflictos". Finalmente y en este marco de importancia decidente, advierte el
licenciado Conte que ambos padres están en igualdad, desde el punto de visto psicosocial, "para el
ejercicio de la tenencia compartida del hijo menor del matrimonio y en función del grado de
adaptabilidad del mismo a cada uno de ellos".
3. 1) La traslación del precedente cuadro fáctico al supuesto de autos conlleva a que propicie, en
esencia, la confirmación de la sentencia atacada con algunas modificaciones secundarias.
Cabe recordar, en primer lugar, el principio harto conocido y reiterado de "que las resoluciones
sobre tenencia de hijos nunca pueden ser definitivas y las mismas son mutables en atención a la
vigencia de las circunstancias fácticas que la determinaron (C. Civ. y Com. Mar del Plata, sala 1ª,
7/10/1993, "G., S. M. v. S., P. R. s/ Tenencia de hijos ", sumario BA. B1350453; Sup. Trib. Tierra
del Fuego, 8/10/1997, "B. A. B. v. T. M. H. ", en LL.., 1998F569, "Un fallo valioso sobre
sentencia").
No advierto, como lo postula la apelante recurrente, que exista ninguna vulneración al principio de
congruencia decisoria toda vez que ambos padres reclamaron para sí a través de la demanda y de la
reconvención la tenencia exclusiva de M. De este modo la decisión del Sr. juez a quo de admitir
una tenencia alternada o compartida, se emplaza dentro de los hechos litigiosos y en la facultad del
juez de aplicar el derecho, la que se encuentra potenciada por lo que ha dado en llamarse orden
público familiar, que rige ante la insuperable dificultad de los cónyuges para proveer, per se, las
soluciones más convenientes a sus hijos (arts. 34 inc. 4 , 163 inc. 6 y 164 CPCC. Bs. As.).
Tampoco existe confusión en la aplicación de las figuras de la patria potestad y de la tenencia. En
efecto, la patria potestad dice el art. 264 del CCiv. "es el conjunto de derechos y deberes que
corresponden a los padres sobre las personas y bienes de los hijos, para su protección y formación
p.8
integral mientras sean menores y no se hayan emancipado". ... Existe consenso en que esa
denominación como la de tenencia es poco feliz (Mizrahi, Mauricio L. Voz, "Menor. Interés del"
en "Enciclopedia de Derecho de Familia", Dir. LagomarsinoSalerno, t. III, p. 53) lo cierto es que
ella comprende: a) la tenencia o guarda, cuidado, "quedar a cargo", todas locuciones equivalentes,
como lo puntualiza Nora Lloveras (ob. cit., t. III, p. 721; arts. 264 incs. 2 y 5 , 264 bis , 271 ,
177 , 307 inc. 2 CCiv.); b) educación y C) alimentos (aut. cit. en "Código Civil" de
BueresHighton, t. 1, p. 1228; art. 265 CCiv.).
La ley vigente establece que en caso de divorcio el ejercicio de la patria potestad lo ejerce quién
tiene otorgada su tenencia (art. 264 inc. 2 CCiv.).
Tiene decidido esta sala, en el fallo citado por la sentencia de grado, que "la tenencia es el "elemento
material de la guarda que consiste en la conservación del menor por parte de quien la ejerce...
comprensivo del deber de educación" (Laquis, Manuel, "Tenencia de los hijos y educación
obligatoria", LL., 113519), e importa "no sólo el poder retener al hijo, sino también el ejercicio de
las principales manifestaciones que forzosamente derivan de esa especie de gobierno de la persona y
de los bienes del menor a los que se añade la influencia preponderante y directa del guardador sobre
su conformación espiritual" (Sánchez de Bustamante, Miguel, "La patria potestad durante el juicio
de divorcio...", LL., 88953). El precepto básico que rige la materia, y sin soslayar la preferencia que
por la madre confiere la ley a los menores de 5 años (art. 206 CCiv.), es "el interés del menor"
(Méndez Costa, María, "Algunos aspectos de la guarda de menores", JA, 27710; Belluscio,
Augusto, "Tenencia de hijos", Enciclopedia Jurídica Omeba, t. XXVI, p. 39; Kemelmajer de
Carlucci, Aída, "La culpa en el divorcio y la tenencia...", LL., 1975D261)" (esta sala, 22/9/1998,
"B., E. S. v. C., J. L.", LLBA., 1999219; ver Grosman, Cecilia, "El interés superior del niño" en
"Los derechos del niño en la familia", p. 41, ob. cit.).
Siguiendo la obra clásica de Eduardo Busso en el comentario al art. 265 del CCiv., ha decidido un
tribunal que "la tenencia de los menores traduce el elemento material de la guarda, consistente en la
facultad de conservar consigo al menor bajo patria potestad" (C. Civ. y Com. Morón, sala 2ª,
14/2/1995, "G., C. A. v. J., L. L. s/ Tenencia de hijos ", ED, 165263).
En ese precedente se agregó que "al disgregarse el hogar común y residir padre y madre
separadamente, es inevitable atribuir los deberes de guarda a uno u otro, agregando que se produce
un verdadero desmembramiento del ejercicio de la patria potestad, puesto que según María J.
Méndez Costa "es la convivencia paternofilial la que hace posible la educación, del hijo y supone
su vigilancia y corrección" conf. Zannoni, Eduardo, "Derecho de Familia", 2ª ed., t. 2, p. 180;
Méndez Costa, María, "Algunos aspectos de la guarda de menores", JA., 271975711.
2) La apelante no controvierte la procedencia legal de acudir a la tenencia compartida, sino que el
cuestionamiento recae en su aplicabilidad al acaso.
p.9
El ejercicio de la guarda utilizada como sinónimo de tenencia compartida o alternada, implica el
ejercicio conjunto de la patria potestad, régimen que entre nosotros no goza de marcado consenso en
la doctrina y jurisprudencia y sobre cuyas ventajas se ha explayado el Sr. juez de 1ª instancia.
Consiste, esencialmente, en "reconocer a ambos padres el derecho a tomar decisiones y distribuir
equitativamente, según sus distintas funciones, sus recursos, posibilidades y características
personales, responsabilidades y deberes" (C. Nac. Civ., sala J, 24/11/1998, "P., E. E. y P., E. N.",
voto Dra. Wilde, LL., 1999D479, cit. en el fallo recurrido). En ese antecedente se enfatizó un
presupuesto fáctico indubitable tanto de orden físico como psicológico: la necesidad del niño de
contar con ambos progenitores (Cárdenas, E., "Acercar la justicia a la familia...", LL., 1986C838),
afianzando las figuras paternales, igualitariamente añado por mi parte. A partir de la patria potestad
compartida (art. 264 inc. 2 CCiv., ley 23264 ) es viable además atender a las soluciones de raíz
constitucional (art. 75 inc. 22 CN.) que atienden al interés superior del niño (arts. 3 , 9 inc. 1 , 18
inc. 1 , Convención sobre los Derechos del Niño").
"En concepto de "interés superior del niño" consagrado en los arts. 3.1 y 9.1 de la Convención
sobre los Derechos del Niño debe ser preferido por los jueces sobre los demás derechos de los
padres y de la familia, al momento de decidir los conflictos que impliquen la tenencia de menores"
(Sup. Trib. Tierra del Fuego, 8/10/1997, "B., A.B. v. T., M. H. [J 1/39475]", LL., 1998F, 571; Sup.
Trib. San Juan, 25/11/1996, "V., S. A.", LL., 1997C659), lo que, además, ha sido agudamente
ponderado para determinar la idoneidad del padre divorciado (art. 206 CCiv.), por el influjo de "la
Constitución de Buenos Aires que ha destacado el derecho a la protección y formación integral del
niño (art. 36, inc. 2 )" (C. Civ. y Com. Morón, sala 2ª, 14/2/1995, "G., C. A. v. J., L. L ", LLBA.,
1995437).
En términos generales, y pese a los esfuerzos doctrinarios anteriores a la vigencia del precitado
Tratado Internacional e incluso de la ley 23264 , se han insinuado opiniones favorables a la
tenencia compartida (conf. Grosman, Cecilia P., "La tenencia compartida después del divorcio.
Nuevas tendencias en la materia", LL., 1984B806; aut. cit., "El Proceso de Divorcio. Derecho y
realidad"; a favor: Yarke, María del Carmen, "Un derecho del menor: la tenencia compartida", LL,
1993A1038; Alles Monasterio, Ana M., "Patria Potestad. El superior interés del niño la tenencia
compartida", ED. 185103; Díaz de Guijarro, Enrique, "El interés familiar y el interés social en las
cuestiones sobre tenencia compartida de los hijos, en hipótesis de nulidad matrimonial y de
divorcio", JA., 1989I979; Gregorini Clusellas, Eduardo L., "El interés de los hijos como valor
superior en los acuerdos sobre tenencia y patria potestad", LL., 1997E425; Marta Polakiewicz, "El
Derecho de los hijos a una plena relación con ambos padres, p. 192 en Grosman, ob. cit., "Los
derechos del niño en la familia"; en contra: C. Nac. Civ., sala D, 31/8/1982, "C., A. H. y otra",LL.,
1983C256; C. Nac. Civ., sala B, 18/3/1997, "A., L. E. y S., M. B.", LL., 1997E425; Vidal
Taquini, Carlos, "Matrimonio Civil. Ley 23515", p. 466; ver el detalle casuístico y evolución en
Grosman, cit., LL 1984B807, punto III y la doctrina que no auspicia esta solución en Monasterio,
p.10
ob. cit., ED., 189103, nota 16; íd. Stilerman, "Menores. Tenencia. Régimen de visitas", p. 138,
citando jurisprudencia).
3) Con esta plataforma jurídica no cabe dudas, a esta hora, que debe respetarse el acuerdo de los
progenitores que convienen esa modalidad (Gregorini Clusellas, Eduardo L., "El interés de los hijos
como valor superior en los acuerdos sobre tenencia y patria potestad", LL., 1997E425) o en otras
hipótesis reputadas de excepción (Díaz de Guijarro, Enrique, "El interés familiar y el interés social
en las cuestiones sobre tenencia compartida de los hijos, en hipótesis de nulidad matrimonial y de
divorcio", ... 1989I979, cap. III).
Por ello, sin pronunciarme dogmáticamente de modo genérico sobre la cuestión, ni desconocer que
es particularmente aplicable en casos de armonía entre los padres (Grosman, Cecilia P., "La tenencia
compartida después del divorcio. Nuevas tendencias en la materia", LL., 1984B806) totalmente
ausente entre T. y M. lo cierto que en el sub lite debe regir por las siguientes circunstancias
fácticas:
El presupuesto inicial y determinante lo constituye el propio acuerdo entre los padres, ya reseñado
con detenimiento, en 1994, en ocasión de obtener el divorcio y fijar para M. un régimen "indistinto".
Luego de la residencia definitiva de M. en Azul, salvo la situación de hecho generada (tenencia de la
madre, con visitas al progenitor), convalidada provisionalmente por las resoluciones judiciales, no se
han invocado ni acreditado causales atendibles y de peso que supongan prescindir de esa común
voluntad inicial de los padres (art. 375 CPCC. Bs. As.).
El fracaso del sistema de tenencia que rige desde el divorcio, por causas endilgables a los
progenitores que no logran la mínima comunicación en armonía para proveer las soluciones que
demanda la crianza del hijo común, por el que tanta preocupación expresan procurando cada uno
para sí la tenencia "exclusiva".
La necesidad del niño, según sus propias manifestaciones, de ver más al padre, consolidando el
vínculo parental y el diagnóstico desfavorable sobre su estado de salud psíquica actual denotan la
necesidad y conveniencia de intentar agotar otra solución, ante el fracaso prealudido.
El ejercicio por padre y madre que compartirán en paridad de condiciones todas las cuestiones
inherentes a la educación, crianza y cuidado de M. v.gr. elección de la escuela a la que concurra,
control sobre sus amigos, continuidad en los tratamientos médicos, etc. obligará a los padres, fuera
de los supuestos del art. 264 quater CCiv., a conciliar, y armonizar sus actitudes personales a favor
del mejor y mayor bienestar del menor, por lo que ello importaría poner a prueba definitivamente
su actitud y aptitud como progenitores y, en suma, su capacidad para concretar en lo cotidiano lo
que se ha pregonado por años en escritos judiciales (ver Zannoni, Eduardo, "Derecho de Familia", t.
2, p. 678, n. 1198). En un precedente y muy similar alta conflictividad de los padres el tribunal
acudió "al modelo propuesto porque ayudará a incrementar el diálogo, y ambos ejercitarán los
p.11
derechos de hablar con la maestra, llevarlo al psicólogo o a la fonoaudióloga, de comprarle la
ropa..." (Sup. Trib. Tierra del Fuego, cit., LL., 1998F568; con nota laudatoria de Gloria Martino).
La solución adoptada preferencia el superior interés del menor, desplazando la aplicabilidad de
otros principios, subordinados a aquél, como el mantenimiento del statuo quo reclamado por la
apelante. Importa atender a las particularidades del caso, apartándose de las soluciones clásicas o
tradicionales. En ese sentido v.gr. la casación bonaerense ha admitido, en situaciones singulares la
tenencia dividida "si media una justa causa y circunstancias especialísimas que atiendan a la
suprema finalidad de otorgar máximo amparo a los hijos" (Sup. Corte Bs. As., Ac. 47.117,
16/8/1994, "C. de S. L., A. v. v. S. L., C. s/ Divorcio y separación de bienes ", DJJ., 147189).
En suma: a fines de revertir la situación beligerante de M. y t., corresponde atender y tutelar la
razonable necesidad emocional de M., revertiendo su cuadro psicológico desfavorable, ante el
fracaso del sistema de tenencia actual, y la ausencia de mayor idoneidad de uno u otro progenitor
(art. 206 CCiv.). El régimen de tenencia compartida concilia el superior interés del menor y
procura de modo mediato o indirecto que cese la puja permanente de los padres al tener que
decidir las cuestiones propias de su crianza. Reparar en las necesidades del niño implica también
constreñir a los adultos al replanteo y modificación de las conductas que, como padres, inciden con
disfavor en el hijo de ambos.
Las dificultades que para su implementación señala el agravio tener dos casas, dos juegos de ropa,
etc. carecen de andamiento toda vez que la situación no difiere sustancialmente del supuesto de un
amplio y libre régimen de visitas.
5) Empero, habiéndose diferido su instrumentación para una audiencia, o en su defecto ulterior
decisión judicial, cabe acotar que el Sr. juez de grado deberá:
contemplar la fijación de un domicilio legal para M., para evitar la falta de estabilidad en la
identificación de "su casa legal".
Imponer a los padres de modo conjunto y al niño, por separado, un tratamiento terapéutico o el que
luego y en definitiva aconsejen los profesionales especializados para superar las causas y secuelas
del "divorcio patológico" y asistir a M. en su desarrollo psicosocial sano y pleno. En ese sentido y a
través de instituciones públicas locales se deberá requerir su cumplimiento, con presentación de
informes periódicos (bimestrales o trimestrales) acerca de su observancia. Asimismo y por parecidos
o iguales períodos se deberá requerir un informe ambiental y social, sea de la perito interviniente o
de la profesional del Ministerio Público Pupilar, realizando un seguimiento y evaluación de la
evolución de la situación. Todo ello bajo apercibimiento de que en supuestos de incumplimientos, y
atendiendo al interés del menor se resuelva sumariamente por el Sr. juez las modificaciones o
adecuaciones que puedan sugerir los profesionales intervinientes, e incluso los propios auxiliares de
la justicia (asistente social y psicólogo, en su caso), cuyas participaciones en la audiencia de fijación
p.12
del régimen de tenencia compartida podrá ordenar el juez de grado (en lo pertinente: C. Nac. Civ.,
sala C, 11/9/1992, "I. de V. ", JA, 1993II418).
Finalmente las costas de la alzada serán impuestas en el orden causado por las particulares
contingencias del expediente y lo dudoso del derecho aplicable que permiten apartarse del principio
de vencimiento respecto de la apelante cuyas pretensiones no prosperaron (art. 71 CPCC. Bs.
As.).
Así lo voto.
La Dra. de Benedictis, votó en análogo sentido.
2ª cuestión. El Dr. Galdós dijo:
Atento lo acordado al tratar la cuestión anterior, demás fundamentos del acuerdo, citas legales,
doctrina y jurisprudencia referenciada, y lo dispuesto por los arts. 266 , 267 y concs. del CPCC.
Bs. As. corresponde confirmar la sentencia recurrida, en lo que ha sido materia de recurso y agravio,
y modificarla únicamente respecto de las pautas señaladas en el consid. 3, acerca de la
instrumentación del régimen de visitas. Imponer las costas por su orden (art. 71 CPCC. Bs. As.); y
diferir la regulación de honorarios para la oportunidad del art. 31 del decreto ley 8904/77.
Así lo voto.
La Dra. de Benedictis, votó en igual sentido.
Por todo lo expuesto, atento lo acordado al tratar las cuestiones anteriores, demás fundamentos del
acuerdo, citas legales, doctrina y jurisprudencia referenciada, y lo dispuesto por los arts. 266 , 267
y concs. del CPCC. Bs. As., confírmase la sentencia recurrida. Modifícasela únicamente respecto de
las pautas señaladas en el consid. 3, acerca de la instrumentación del régimen de visitas. Impónense
las costas por su orden. Difíerese la regulación de honorarios para su oportunidad. Notifíquese por
Secretaría y devuélvase. Jorge M. Galdós. Ana M. de Benedictis.
FALLO SEGUNDO :
Tribunal:C. Nac. Civ., sala J
Fecha:24/11/1998
Partes:P., F. v. P., E. N.
Publicado:JA 1999IV604.
PATRIA POTESTADPadres divorciados Tenencia compartida de los hijos menores Derechos
del niño.
p.13
2ª INSTANCIA. Buenos Aires, 24 noviembre de 1998.
La Dra. Wilde dijo:
1. La sentencia de f. 26 en su punto III otorga la tenencia de los menores con exclusividad a la
madre, argumentándose para sostener la decisión, lo normado en el art. 264 inc. 2 CC. y lo
dictaminado por el asesor de menores.
2. Tiempo atrás ha habido exégetas ortodoxos de la norma que interpretaron ésta, sin tener
preocupación por las consecuencias efectivas de la decisión asumida. Refería Planiol que para
Laurent "el texto era todo, las soluciones injustas o desagradables no le preocupaban, él aplicaba
imperturbablemente lo que creía que era el pensamiento del legislador" (Planiol, Marcel, "Traité
élémentaire de Droit Civil", t. 1, p. 50, n. 131, 7ª ed., Librairie Generale, París, 1915).
Nótese que en el auto obrante a f. 13, la jueza a cargo del Juzgado del Fuero n. 106 adelantó opinión
con relación al tópico, al afirmar que "en atención a que el convenio sobre tenencia se contrapone
con lo dispuesto por el art. 264 inc. 2 CC. , previo a todo, córrase vista al asesor de menores a fin
de que dictamine lo que en derecho corresponda".
El acuerdo en cuestión ponía de relieve que "tomando en cuenta fundamentalmente el interés y
bienestar de nuestros hijos, asumiendo el compromiso para participar en el cuidado, protección y
formación integral de los mismos 'convinimos en compartir la tenencia y guarda de nuestros hijos
M. E. y N. E., ya que ambos nos consideramos con idoneidad para velar por la protección y
formación integral de nuestros hijos'".
En dicho escrito se deja constancia de la instrumentación deseada en relación al ejercicio en cuanto a
tiempo y espacio, se pone en conocimiento de la jueza de anterior instancia que ese "régimen se
viene implementando desde poco después de nuestra separación de hecho, con resultado
ampliamente favorable hacia los menores y hacia las partes, con buena adaptación escolar y
contención afectiva de los menores, permitiendo una mayor y mejor dedicación de cada padre en
nuestros hijos y en este caso ratificamos el mismo régimen y modalidad de compartir nuestros
afectos y responsabilidades como padres" (ver fs. 9 vta.).
Después de la audiencia celebrada con los padres y el asesor de menores (f. 14), las partes
ratificaron el convenio, poniendo de resalto que "es nuestra mayor preocupación preservar la
estabilidad emocional de los menores, manteniendo un vínculo de los hijos con ambos padres,
ratificando nuestra disposición a la cooperación mutua, asumiendo nuestra responsabilidad como
padres, proveer a sus necesidades, participar en la formación, educación y crianza de nuestros hijos,
evitando vulnerar lo menos posible la relación con los mismos" (sic. f. 16).
A f. 19 el papá reitera la ratificación de lo convenido, pone de manifiesto lo prescripto por la
Convención sobre los Derechos del Niño (1), sugiere se entreviste a los menores, solicita se
p.14
designe asistente social para tomar conocimiento del estado de ellos, y de la relación con sus padres
e inclusive peticiona se oficie al colegio al que concurren, para conocer acerca de la evolución de los
niños desde el momento de la separación (ver fs. 19/20).
A f. 23, luego de la celebración de la segunda audiencia conforme el procedimiento instituido en los
arts. 215 y 236 CC., para obtener el divorcio vincular, los padres reiteran su ratificación respecto
al régimen de tenencia compartida pactado, por ser beneficioso para sus hijos.
La resolución final dictada rechazando lo convenido no tiene más basamento que el ya puesto de
relieve; en ella también se decide el otorgamiento de la guarda exclusivamente a favor de la madre.
Es dable poner de relieve que el art. 264 CC. comienza poniendo en cabeza de ambos padres la
patria potestad "como conjunto de deberes y derechos que corresponden a aquéllos sobre las
personas y bienes de sus hijos". Ello implica un juicio de valor respecto de la titularidad y del
ejercicio a favor de ambos padres.
Si esa protección y formación integral de los hijos desde la concepción de estos y mientras sean
menores de edad y no se hayan emancipado, es el objetivo buscado por la ley, no puede olvidarse
ese norte para su instrumentación.
Ese objetivo puede concretarse a través de distintos medios, algunos más adecuados que otros.
No cabe duda de que si la ley reconoce a ambos padres la titularidad y el ejercicio de la patria
potestad privilegiada que, se trata de una tríada, no es de vínculo diádico. En consecuencia, no
existe medio más bondadoso que el ejercicio en forma conjunta de ella, sin perjuicio de que en
algunos supuestos, ha de ser menester una debida adecuación a las particularidades del caso.
La interpretación ha de realizarse en consonancia con el propósito que inspiró la elaboración de la
norma.
"Las normas del derecho positivo son instrumentos prácticos, elaborados, construidos por los
hombres para que, mediante su manejo, produzcan en la realidad social unos ciertos efectos,
precisamente el cumplimiento de los propósitos concebidos que inspiraron la elaboración de tales
normas" (Recasens Siches, Luis, "Introducción al estudio del Derecho", Ed. Porrúa, México, 1970,
ps. 213 a 215).
En igual sentido se ha manifestado nuestro distinguido y respetado jurista Dr. Guillermo Borda, en
las "Reglas prácticas para la interpretación de la ley civil" (separata de la Revista General de
Legislación y Jurisprudencia, Ed. Reus, Madrid, 1951, p. 12).
Lo concreto es que evaluar los resultados de la interpretación permite la confrontación con el
objetivo perseguido por la norma. Si la patria potestad se articuló en la ley sobre la base de
conferirla a ambos padres, de manera que deba guardar su ejercicio relación con los intereses de los
p.15
hijos, respetando la igualdad de ambos, sin distinción de sexo, la jerarquía que tiene este principio
no debe ser desvirtuada por una interpretación no acorde con él.
La IX Conferencia Internacional Americana que aprobó la Convención de Bogotá, que nuestro país
ratificó, mediante el decreto 9983/57, establece en su art. 1 que "los Estados americanos convienen
en otorgar a la mujer los mismos derechos que goza el hombre".
En igual sentido, la ley 23179 (2) aprueba la Convención sobre eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas,
estableciendo y reafirmando la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el
valor de la persona humana y en la igualdad de los derechos del hombre y de la mujer.
Esta declaración reafirma el principio de no discriminación, proclamando que todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos... sin distinción de sexo.
Adoptar las medidas adecuadas para evitar todo tipo de discriminación para la mujer, no significa
que ella tenga mejores derechos que el hombre, la base es la igualdad para ambos.
De allí que no se comprenda ante el absoluto desconocimiento de elementos fácticos en relación a
los niños al tiempo de lo resuelto, esa decisión que contraría la voluntad de los padres vertida en el
convenio, que es coincidente con el espíritu de la norma explicitada, y además en violación a la
eliminación de las discriminaciones, sin diferencia alguna y por ende, sin distinción de sexo"
(consid. 2).
Focalizar la decisión sobre la instrumentación olvidando el propósito, o dicho de otro modo, no
preocupándose por lo mediato, es un camino errado, más cuando lo resuelto en este caso ayuda a
producir cierto desbalance de poder entre los padres.
Nuestro máximo tribunal reiteradamente y en ocasión de distintos tópicos ha hecho mención de este
primer paradigma, concretamente en el caso puntual, ha expresado "si la inteligencia de un precepto,
basado exclusivamente en la literalidad de sus términos, conduce a resultados que no armonizan con
principios axiológicos superiores, arriba a conclusiones reñidas con las circunstancias singulares del
caso, o a las consecuencias notablemente disvaliosas, la interpretación de la ley debe integrarse a su
espíritu, a sus fines y los principios fundamentales del derecho en grado y jerarquía en que éstos son
valorados por el todo normativo" (Corte Sup., voto de los Dres. Pedro J. Frías y Elías P. Guastavino,
"Saguir y Dib, Claudine G.", Fallos 3021284 [3], en igual sentido, Corte Sup., causa U.48 XXII
"Unión del Centro Democrático y otro v. Gobierno de la Provincia de Mendoza", 12/11/89 ; ídem,
causa P.410 XXII "Partido del Trabajo y del Pueblo s/reconocimiento de personería jurídica política
de distritos Córdoba", 12/8/89, LL 1990A279).
Lo decidido no sólo vulnera este principio que fija la ley respecto de ambos padres sino que olvida
que toda interpretación debe ser integral:
p.16
El texto dentro del contexto.
Por otra parte la ley no prohibe la tenencia conjunta, sencillamente no la legisla. Pero la ausencia de
normas no permite olvidar que "los niños necesitan siempre a ambos padres". Los contactos
continuos y significativos entre los padres disminuyen el impacto traumático del divorcio en los
hijos" (ver Cárdenas, E. J., "Acercar la justicia a la familia que sufre separación" [Balance de una
experiencia]", LL 1986C, Sec. Doctrina, p. 838).
Por otra parte, ¿cuál sería el interés del Estado en no aceptar una responsabilidad más amplia y
dedicación duplicada? Sólo en caso de que tales acuerdos resultaran perjudiciales para los hijos, se
justificaría el rechazo.
"Se ha comprobado que el progenitor que no tiene la guarda de los hijos de ordinario el padre
inmediatamente después de la separación mantiene un contacto más estrecho con sus hijos, pero se
muestra menos dispuesto en medida que transcurre el tiempo" (C. Grossman, "La tenencia
compartida después del divorcio. Nuevas tendencias en la materia", LL 1984B806).
Por último he dejado para considerar las normas contenidas en la Convención sobre los Derechos
del Niño , ratificada por nuestro país.
Aunque no se coincidiera con todo el desarrollo llevado a cabo hasta aquí, es necesario hacer notar
que si se considerara una barrera infranqueable lo dispuesto en el art. 264 inc. 2 CC. para otorgar la
tenencia compartida a ambos padres, bastaría recordar la pirámide de jerarquía en cuanto a las
normas (H. Kelsen).
Nuestra reformada, en particular del art. 41 ha consagrado en la cúspide de la pirámide a los
convenios y tratados internacionales al considerarlos complementarios de las disposiciones de la ley
fundamental (art. 75 inc. 22 [4]).
Lo que se ha visto claramente reflejado en lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Esta convención trae como uno de sus principios destacados que cuando los tribunales, las
instituciones de bienestar social o las autoridades administrativas, toman medidas concernientes a
los niños, darán una consideración primordial al interés superior del niño. Se examinarán inclusive
con atención, las opiniones del niño.
Gracias a la adecuada y oportuna intervención de la defensora de menores de Cámara, Dra. Elsa G.
Arias, se realizaron entrevistas individuales con ambas partes y visitas a domicilio de cada una en
donde se entrevistó a los menores con sus respectivos padres y sus abuelos maternos, examinando
con atención sus opiniones.
p.17
Del informe surge que ambos progenitores tienen relación estrecha con el derecho, por ser la madre
oficial de un juzgado y el padre, abogado, lo que hace presumir que conocen la dimensión de sus
actos y sus implicancias jurídicas con más profundidad que en otros casos.
Con respecto a los niños, el mayor cuenta con doce años y su hermanita con diez.
Los niños manifiestan haber aceptado esta realidad del divorcio de sus padres y adecuarse a esta
nueva vinculación que comparten; refieren estar bien, ser comprendidos, protegidos y estimulados
por ambos padres (ver f. 44).
Las conclusiones de las visitas hacen notar que "de acuerdo al trabajo realizado observamos que el
acuerdo inicial respecto a la tenencia (obrante a f. 9 de autos) se cumple, habiendo responsabilidad y
afecto de ambos padres. Los menores se encuentran bien tanto en la casa paterna como en la
materna, o sea que estos padres han preservado la estabilidad emocional de sus hijos como así
también sus intereses (escuela, amigos, barrio)... Finalmente consideramos que no hay motivos
aparentes que justifiquen una modificación a lo acordado por las partes respecto a compartir la
tenencia de M. y N." (sic fs. 44 vta.). Por otra parte, lo resuelto no condice en lo referente a evitar
cambios a fin de lograr estabilidad cuando es conveniente para el menor o los menores" (C. Nac.
Civ., sala E, 7/11/95, "L.P.A. y B.C.J.", 1998II, síntesis, sala K, 25/3/96, "G., H. L. v. P. M. V.",
1998II, síntesis, C. Civ. y Com. Morón; sala 2ª, 14/2/95, "G.C.A. v. L.L.", 1998II, síntesis).
La convención también surca nuevos senderos al establecer el derecho del niño a participar de su
propio desarrollo, a expresar opiniones y a que éstas se tengan en cuenta en las decisiones relativas a
su vida.
Mal podría decidirse, como se ha hecho, contrariando el deseo de todos los integrantes de esta
familia, sin que existiera ninguna constancia al tiempo de la sentencia que mostrara lo desadecuado
de lo acordado.
Obsérvese que a posteriori del pronunciamiento, las partes en una mediación reestructuraron el tema
del régimen de convivencia a través de este proceso voluntario. El acta confeccionada con motivo de
ella, muestra que ese ejercicio compartido continuaba a pesar del encuadramiento legal dado a la
situación por la sentencia.
No puedo más que recordar en esta ocasión lo dicho por Salvador Mimuchin en cuanto a que "los
tribunales todavía defienden el sistema antagónico. En su estructura no cabe la opción de intervenir
en la familia como sistema de apoyo" (ver "Caleidoscopio familiar. Imágenes de violencia y
curación", Ed. Paidós, 1985, ps. 53 y 116).
Aquí, la sentencia en crisis, sin análisis de ningún elemento fáctico porque se carecía de ellos, es la
que ayuda a dejar a una parte como vencedora y a otra como vencida y de su historia.
No ha habido interés en respetar el conocimiento que tienen las partes de su propia vida.
p.18
Tampoco ha habido una prudente abstención de intervenir frente a la decisión conjunta y sin que
hubiera motivo para dudar de lo acordado, lo realizado no ha sido para ayudar a los ex esposos a
reforzar la cooperación que muestran para criar y educar a sus hijos, sino ha sido una intervención
que deja a una parte como perdidosa y débil.
En conclusión, aunque se creyera que el art. 264 inc. 2 CC. impide otorgar la tenencia en forma
conjunta a los padres de los menores, lo dispuesto en la convención debería hacer variar la solución
ante el superior interés de estos niños.
El incumplimiento de la convención que tiene jerarquía constitucional por imperio directo y
automático del art. 75 inc. 22 CN. (Bidart Campos, Germán, Ponencia en el Seminario
Internacional "El derecho de los chicos. Balance y perspectivas de las reformas legislativas", Bs.
As., 2124 de marzo de 1995), los magistrados deben operar considerado modificadas o derogadas
las disposiciones que vulneren, desconozcan, restrinjan o contradigan los derechos de la infancia sin
necesidad de que tales disposiciones infraconstitucionales sean expresamente abrogadas o
reformadas" (Belluscio, A. C., "Incidencia de la reforma constitucional sobre Derecho de Familia",
LL 1995A936).
A nuestro modesto entender si hay acuerdo entre los padres "son ellos los que están en condiciones
de establecer cuál es el mejor interés del hijo" ([juez de 1ª instancia en lo Civil, Dr. A. Repetto,
4/11/92 y 24/6/93; Juzg. Crim. y Com. Gualeguaychú n. 2, Prov. de Entre Ríos, 6/7/92], citados en
la publicación "Los Derechos del Niño en la familia. Discurso y realidad" con la dirección de la Dra.
Grossman, Ed. Universidad, p. 192).
Las ventajas que implican para los niños han sido destacadas con claridad por los autores citados en
un apretado resumen: "a) ambos padres se mantienen guardadores; b) equiparación de los padres en
cuanto a la organización de su tiempo y vida personal y profesional; c) convivencia con cada uno de
los padres; d) menos problemas de lealtades y e) no hay padres periféricos" (sic obra ut supra cit., p.
192).
Asimismo, resulta claro que en este caso es factible esta tenencia en estas condiciones porque se
reúnen determinados requisitos que muestran las ventajas que tienen para los hijos (ver en este
sentido, "Partir o compartir la tenencia. ¿Es posible compartir la tenencia de los hijos en casos de
divorcio?", por R. Oppenheim y S. Szylowicki, publicado en "Lecciones y ensayos", p. 78 y
Mizrahi, Mauricio L., en "Familia, matrimonio y divorcio", Ed. Astrea, p. 423).
Hasta hace poco tiempo las tradiciones sociales y legales han tenido por efecto "divorciar", en
ciertos casos, al niño del progenitor "no guardián", en los hechos el padre. Ello ha creado una
situación insostenible tanto para las madres como para los padres. Las mamás, presas del grave peso
de la tenencia exclusiva o casi exclusiva, con una cuota alimentaria a veces mal, o no pagada y un
exceso de responsabilidades y papás poco presentes o inconstantes en el ejercicio de sus deberes de
"visita" a su hijo.
p.19
En modesta opinión, que es la de muchos padres que se acercan a los tribunales, entiendo que la
separación y el divorcio se inscriben en el interior de un proceso, un ciclo a través del cual los hijos
y los padres deben pasar por diversas etapas. En este proceso, los niños también pueden pasar de una
tenencia exclusiva a una conjunta o viceversa, en la medida que resulte más conveniente para su
desarrollo y buen crecimiento.
El proyecto de compartir las responsabilidades paternas sobre el hijo, es mucho más que la elección
del lugar de residencia del mismo.
Después del divorcio, los padres se encuentran necesariamente redefiniendo los conceptos
tradicionales en lo tocante a la familia y a sus roles, reorganizándose para el futuro; creo que la
reconocida necesidad de estabilidad de un menor, debe ser definida más en términos relacionales
que en términos geográficos y temporales.
Y en este sentido, hoy en día, es indudable que un niño necesita continuar el contacto que tenía
cuando su familia se encontraba "intacta" con ambos padres. Ello, no sólo porque mitiga el
sentimiento de abandono y la presión sobre el niño quien no debe elegir entre sus padres,
intentándose eliminar, o eliminándose, los "conflictos de lealtad" en buena medida, sino porque
también le garantiza la permanencia de los cuidados parentales y con ello el mejor cumplimiento de
las funciones afectivas y formativas.
En la Edad Media, lo que hoy se llamaría la función paterna, se designaba con dos términos: genitor
y pater, que denominaban distintas personas y servían para designar como algo diferente a aquel que
había gestado al niño de quien le daba el nombre y posiblemente se hacía cargo de él. Con los
cambios sociales, los dos términos que señalaban esas dos funciones diferentes fueron confluyendo
en una, y se generó un nombre que reunía ambas: progenitor.
Esta peculiaridad etimológica de la palabra progenitor contiene la marca con la cual la cultura
distingue dos tipos básicos de vínculo. Los vínculos de sangre el genitor en nuestro caso
circunscribe el parentesco sobre el hecho de la base biológica y la paternidad en cambio se basa en
compromisos recíprocos entre las personas.
Debemos aceptar que el niño se constituye como hijo a través de una matriz identificatoria familiar
y no sólo a través de la biologíasangre.
Existe en nuestros días una práctica cada vez más frecuente y todo un síntoma social en relación al
problema aquí presentado que consiste en tener hijos sin padres, es decir reduciendo el lugar del
progenitor al de genitor.
Y ello implica un serio peligro para la formación de esos niños como sujetos.
p.20
Ya Lacan en su obra comenzó desde muy pronto a atribuir una gran importancia al papel del padre
en la estructura psíquica. En su artículo de 1938 sobre la familia, atribuye la importancia del
complejo de Edipo al hecho de que combina en la figura del padre dos funciones casi conflictivas: la
función protectora y la función prohibitiva. También señala la declinación social contemporánea de
la imagen paterna (claramente visible en las imágenes de padres ausentes y padres humillados)
como causa de las actuales peculiaridades psicopatológicas (Lacan, 1938, 73). Posteriormente,
Lacan subraya continuamente el papel del padre como tercer término que, al mediar la relación dual
imaginaria entre la madre y el niño, salva a este último de la psicosis y le hace posible el ingreso en
la existencia social.
De modo que el padre es algo más que un mero rival con el cual el sujeto compite por el amor de la
madre; es el representante del orden social como tal, y sólo identificándose con el padre en el
complejo de Edipo puede el sujeto lograr el ingreso en ese orden. La ausencia del padre es por lo
tanto un importante factor en la etiología de todas las estructuras psicopatológicas.
Se ha dicho también que la estructura familiar se constituye en transmisora y transformadora de
significaciones a través de un par: función materna y función paterna.
La función paterna es el representante de los mandatos socioculturales derivados del tabú del incesto
en la dinámica familiar. Garantiza la inserción de la familia en el orden de la reciprocidad social en
cuanto hace a la circulación exogámica.
Por todo ello, y si bien está claro que la presencia física del padre no garantiza el cumplimiento de la
función, creemos que la justicia y el juez a su vez como representante de la ley debe actuar
apoyando en consonancia el lugar de la "ley", cuando se encuentra con un "padre" preocupado en
mantener el contacto con sus hijos y la responsabilidad del ejercicio de la patria potestad. Intervenir
de otro modo, sólo puede resultar en perjuicio de los menores.
Reitero, como decía, que el proyecto de compartir las responsabilidades paternas sobre el hijo, es
mucho más que la elección de los lugares de residencia del mismo. La tenencia compartida no
consiste ni en partir al niño, ni en igualdad matemática alguna entre los padres. No se trata
necesariamente de pasar 3,5 días en lo de papá y 3,5 días en lo de mamá para que exista una
distribución equitativa de las responsabilidades. Consiste, en cambio, en reconocer a ambos padres
el derecho a tomar las decisiones y distribuir equitativamente, según sus distintas funciones, sus
recursos, sus posibilidades y características personales, las responsabilidades y deberes.
La relación padreshijos es independiente de los avatares de la pareja, diferenciándose entre "pareja"
y "dos padres". Por ello, no creo sinceramente que para compartir el ejercicio de la autoridad paterna
sea necesario tampoco un código común de educación, dado que ello estaría en contradicción con la
manera por la cual un chico aprende a socializarse.
p.21
Crecer, es descubrir que en la vida no hay un solo código de relación con los otros, comprender que
cada persona tiene sus hábitos, prohibiciones, tolerancias. Es necesario que, progresivamente, un
niño admita que existe un código materno y uno paterno, y que ello es verdad aún en el caso de una
pareja unida.
La verdadera cuestión, para los padres que han transitado un divorcio, es cómo seguir siendo padres
cuando ya no se es más pareja. Y en este punto creo que no debe afrontarse obstinadamente a
conservar un código común, sino a buscar la compatibilidad entre dos códigos en los puntos
esenciales. Y en esos ítems, negociar una posición común. Esa es la única manera de dirigirse hacia
una verdadera coparentalidad, que es la que pareciera emerge de los informes realizados por el
cuerpo especializado de la Asesoría de Cámara, en este caso.
Nótese que en nuestro caso el contacto con los niños en el desarrollo del proceso muestra que la
guarda así establecida funciona sin dificultad para ellos.
No cabe dudas de que en autos el interés superior de los niños provoca que deba ser revocado lo
decidido y en consecuencia propiciando la homologación del convenio presentado por los padres.
Tal es mi voto.
La Dra. Brilla de Serrat y el Dr. Zaccheo adhieren al voto precedente.
Por consiguiente, se resuelve: revocar la sentencia recurrida, homologándose el convenio presentado
por los padres a fs. 9/10, ratificaciones de fs. 19/20 vta. y fs. 23/23 vta. y reestructuración de fs. 42
bis. Zulema Wilde. Ana María R. Brilla de Serrat. Benjamín E. F. Zaccheo.
NOTAS:(1) LA 1994B1703 (2) LA 1985A12 (3) JA 1981II61 (4) LA 1995A26.
FALLO TERCERO:
Tribunal:C. Nac. Civ., sala C
Fecha:11/09/1992
Partes:I. de V., C. v. V., M.
Publicado:JA 1993II419.
PATRIA POTESTADGuarda Obstaculización al régimen de visitas Cambio de tenencia.
2ª INSTANCIA. Buenos Aires, setiembre 11 de 1992. Considerando: 1. Ante todo el tribunal
estima que el dictamen de fs. 461/2, no contiene conceptos injuriosos o inapropiados respecto del
Poder Judicial. Tampoco, y al margen del exceso verbal en que se habría incurrido a f. 462, se
p.22
advierte una intención por parte del asesor de menores de Cámara de faltar el respeto al Dr. Rodolfo
Ize, o injuriarlo, que justifique la aplicación de las sanciones solicitadas a f. 463, ni el apartamiento
del Dr. Alejandro Molina de la causa.
2. Deben considerarse ahora las impugnaciones efectuadas por ambas partes al peritaje de fs.
439/45.
Al respecto, ha de tenerse presente que, si bien las normas procesales no otorgan al dictamen
pericial el carácter de prueba legal, como comporta la necesidad de una apreciación específica del
saber del perito, para desvirtuarlo es imprescindible valorar elementos que permitan advertir
fehacientemente el error o el insuficiente aprovechamiento de los conocimientos científicos que
debe tener por su profesión o título habilitante. Cuando aparece fundado en principios técnicos
inobjetables y no existe otra prueba de parejo tenor que lo desvirtúe, la sana crítica aconseja, frente a
la imposibilidad de oponer argumentos científicos de mayor peso, aceptar las conclusiones de aquél
(conf. C. Nac. Civ., sala C, R. 288.962, del 12/8/1983; íd., íd., R. 2382, del 29/2/1984 ; íd., íd., R.
12.785, del 21/3/1985; íd., íd., R. 33.729, del 17/3/1988, entre otros). Por lo tanto, no es admisible
la observación de f. 449 vta. a las conclusiones de la experta, respecto de los riesgos y ventajas de la
tenencia de las menores por uno u otro padre, ya que se sustentan en meras conjeturas de quien no
tiene conocimiento en materia psicológica y no aporta elemento alguno que desmerezca aquéllas.
Por las mismas razones, son también inaceptables las impugnaciones de fs. 452/3.
Además, en cuanto a la observación de f. 452 in fine, en los puntos 2.1; 2.2 y 2.3 de fs. 458 vta./59
la perito ha aclarado concretamente el fundamento científico de sus conclusiones y los cuestionarios
que sirvieron para ello. En lo que hace a los riesgos del cambio de tenencia, contrariamente a lo
sostenido por la Sra. C. 1., la psicóloga analizó detalladamente las circunstancias a las que hace
referencia a f. 452 vta. Ello surge nítidamente de la lectura del informe de fs. 439/445, y fue por otro
lado aclarado a f. 459, punto tercero. Finalmente, con los fundamentos dados a fs. 455/458 vta., debe
tenerse por subsanada la omisión apuntada en el primer apartado del punto 2 de f. 452.
3. Se alza la actora contra la resolución de fs. 403/4, que haciendo lugar al apercibimiento decretado
por la sala a f. 330, otorgó la tenencia provisoria de las menores al padre. La quejosa sustenta sus
agravios en que para disponer ello se consideraron los informes de la licenciada Iannello, que daban
cuenta del fracaso en la concreción del régimen de visitas a favor del padre, pero no consideró
objetivamente el contenido de dicho informe, ni lo relacionó con los antecedentes de las otras causas
tramitadas entre las partes. Además, sostiene que solicitó instrucciones a fin de que pudieran
efectivizarse las visitas sin lesionar la psiquis de las menores, y que acompañó un dictamen médico
del Dr. Héctor Basile, quien consideraba que era perjudicial para el desarrollo psicoemocional de
aquéllas forzar el cumplimiento del régimen. Agrega que ni el padre, ni la madre, ni las hijas están
preparadas psicológicamente para un resultado distinto.
p.23
También achaca al padre responsabilidad en no poder canalizar los encuentros con las hijas, debido
a que no posee tacto suficiente para imponer su autoridad. Se queja asimismo de que la señora juez
haya expresado que fue por culpa de ella que no se llevó a cabo una terapia familiar, tendiente a
fortalecer el vínculo parental.
Además, estima que con la solución adoptada se les provocará a las hijas un grave daño psicológico,
invocando para ello el peritaje del psiquiatra Dr. Luis Alberto Herrera, que obra a fs. 176/6 de los
autos sobre tenencia.
Concluye que otorgar aquí la tenencia provisoria implicaría un anticipo de la sentencia a dictarse en
el principal, y que el cambio de tenencia no es el medio adecuado para obtener una modificación en
la actitud de las partes.
La sala entiende que no deben acogerse las quejas.
Debe tenerse en cuenta que hace ya 4 años el demandado denunció la actitud de la actora que
obstaculizaba el cumplimiento del régimen de visitas que ambos habían convenido a f. 176. Aquél
solicitó, en consecuencia, que se intime a la apelante su cumplimiento, bajo apercibimiento de
otorgar la guarda al padre, hasta tanto se resolviera la tenencia definitiva.
En 1ª instancia se desestimó la petición. Pero la sala, aun cuando tuvo en cuenta la existencia de un
rechazo de las menores hacia su padre, consideró, no obstante, que se debía cumplir el régimen. Se
basó para decidir así en que el contacto entre padre e hijas era necesario para el buen crecimiento y
desarrollo de estas últimas, señalando que la madre se había mostrado incapaz de ejercer su
autoridad con miras a lograr el cumplimiento de las visitas. Le impuso el cumplimiento del régimen,
bajo apercibimiento de reconsiderar la tenencia o guarda.
Devueltos los autos a 1ª instancia, la apelante, en vez de ejercer su autoridad para que sus hijas
visitaran al padre, modifica su débil proceder con las hijas, acompañó un certificado médico que
daba cuenta de la negativa de las menores a ver al padre y que forzarlas sería sumamente perjudicial
para ellas. Por lo tanto, solicitó instrucciones para poder cumplir con lo resuelto por la sala.
En la anterior instancia no se le proporcionaron tales instrucciones y la juez derechamente dispuso
que se cumplieran sin más trámite las visitas, con la presencia de la asistente social Lic. Silvia
Iannello.
No puede justificar ahora la falta de cumplimiento del régimen, y por ende, dar fundamento a sus
quejas, alegando la circunstancia de que no se dieron las instrucciones. En primer término, porque se
dispuso reanudar el régimen sin darlas y la actora lo consintió. Y, fundamentalmente, porque la
apelante volvía así a abdicar el ejercicio de su autoridad materna solicitando indicaciones, cuando el
tribunal ya había concluido que era su débil actitud la que no favorecía el cumplimiento.
p.24
En cuanto a la queja de que no se consideraron objetivamente los informes de la asistente social para
desistir, tampoco puede ser admitida. Es que nada dice acerca de cuáles elementos de aquéllos no se
tuvieron en cuenta y podrían haber llevado a una solución distinta.
Lo dicho, sin perjuicio de que la recurrente omitió señalar qué perjuicio le causó la falta de traslado
de uno de los informes. Téngase en cuenta, por otra parte que manifestó que tuvo conocimiento de
tal informe después de dictada la resolución y, sin embargo, ninguna observación efectuó al
respecto.
Además, no puede escudarse en que fue la conducta de sus hijas lo que impidió la reanudación de
las visitas, cuando se le impuso a ella que ejerciera su autoridad de madre. En tal sentido, el
dictamen pericial de fs. 439/45, pone de resalto que "asiste sin reaccionar a los desplantes de sus
hijas, sea con el padre o con otros adultos..." "Contempla sin preocupación la hostilidad de sus hijas
que les acarrea el maltrato o la antipatía de los mayores", "No las estimula a indagar, explorar la
realidad". Además, la situación de las hijas es "comparable a la de las víctimas de un cautiverio
prolongado", es decir, "identificación total con los captores, dependencia total y extremos como el
de defenderlos con sus propias vidas".
Si la actora no trató de modificar su conducta, continuando una terapia que tampoco fue capaz de
lograr para sus hijas, pese a que fue aconsejada reiteradamente, era evidente que las visitas
fracasarían. No basta la no oposición a que el tratamiento se efectúe, sino que es necesario asumir
una actitud positiva para que se lleve a cabo, la que salvo manifestaciones de palabra, en realidad no
ha existido.
Resulta entonces inadmisible que se puedan modificar las cosas, achacando el fracaso de las visitas
al demandado.
Ello, por otra parte, no es lo que resulta de los informes de la asistente social. Si bien es verdad que
las hijas no quieren ver al padre, de tales informes también se desprende, corroborando lo ya dicho
anteriormente, que la madre no ejerce su autoridad para lograr vencer la resistencia de aquéllas.
Frente a las mismas asume una actitud suplicante y dice sentirse impotente, actitud que hace
infructuoso cualquier esporádico intento de ejercer autoridad. En definitiva, al no haberse
efectivizado el régimen de visitas, y al no ser atendibles las excusas dadas por ello, corresponde
mantener la resolución recurrida a fs. 403/4.
No puede alterar la conclusión el daño psicológico que, se alega, el cambio de tenencia produciría a
las menores. La recurrente lo invoca apoyándose en el dictamen psiquiátrico obrante en el juicio de
tenencia, vale decir en un elemento probatorio producido para otro proceso. Esa peritación deberá
ser valorada en su momento para decidir la cuestión allí ventilada, pero no es del caso tenerla en
cuenta a los fines que aquí interesan. Máxime que ese peritaje no coincide en tal aspecto con el aquí
producido.
p.25
Tampoco puede sostenerse que lo decidido en 1ª instancia pueda importar un anticipo de la
sentencia a dictarse en el otro juicio mencionado. Lo cierto es que aquí se otorga una tenencia
provisoria al padre, como medio de hacer efectivo un apercibimiento decretado, lo que de ningún
modo importa prejuzgamiento sobre la tenencia definitiva que ha de decidirse en el otro proceso. No
es posible que pueda entrar a considerarse ahora si el cambio de tenencia es un medio adecuado para
lograr modificaciones de la actitud de las partes, porque lo cierto es que se trata de una cuestión ya
decidida en la resolución firme de fs. 329/30."
Resta decir que con el otorgamiento de la tenencia provisoria al padre podrían producirse
eventualmente riesgos para las menores, pero también ventajas, por sobre todo hacer efectiva la
autoridad que aparece burlada. Además, idéntica situación podría ocurrir de mantener la tenencia en
manos de la madre, por las condiciones en que se desarrolla.
Sin perjuicio de lo dicho, el tribunal estima que lo prudente no es proceder a hacer efectivo el
cambio de tenencia en forma inmediata, sino una vez transcurridos treinta días desde la notificación
del dictado de esta resolución. Ello, en miras a dar oportunidad a la madre a que pueda rever su
actitud, induciendo a sus hijas al cumplimiento del régimen de visitas, circunstancia que
eventualmente podría evitar la concreción del apercibimiento.
La situación crítica a que se ha llegado en la relación entre todos los integrantes de esta familia,
lleva a formular un llamado a la reflexión, principalmente a ambos progenitores, pero también a las
menores, para que cada uno de ellos asuma una actitud de apertura a caminos nuevos de
acercamiento que permitan el respeto mutuo, y de aceptación adulta de la recomendación de
asistencia terapéutica de la familia en su conjunto, que efectúa la psicóloga a f. 445, por el método
allí aconsejado o por el que en su caso elijan libremente y de común acuerdo los interesados.
4. En cuanto a las costas, debe señalarse que esta sala ha establecido que, en principio, no debe
haber condena en las relacionadas con la discusión sobre tenencia y régimen de visitas de los hijos,
porque es plausible que ambos progenitores procuren ejercer sus funciones y, en definitiva, al
decidirse la cuestión se atienda a lo que mejor convenga a los hijos (conf. C. Nac. Civ., sala C, L.
229.875, del 4/12/1979; íd., L. 288.308, del 26/4/1984; íd., R. 29.260, del 24/4/1987 ; íd., R.
41.401, del 15/12/1988).
5. En atención al otorgamiento provisorio de la tenencia de las hijas al padre, carece de actualidad
considerar el recurso de apelación de f. 356 contra el punto primero de la resolución de fs. 354 y vta.
Por lo que resulta del acuerdo que antecede, y oído el asesor de menores de Cámara, se resuelve:
1. No hacer lugar al pedido de sanciones respecto del asesor de menores de Cámara formulado a f.
463, ni a su apartamiento de la causa. 2. Confirmar la resolución de fs. 403/4, debiendo entregarse
p.26
las hijas menores al padre una vez transcurridos los 30 días de notificada la presente resolución a la
actora, salvo que quede fehacientemente acreditado por el informe de la asistente social que durante
ese período de 30 días se efectivizaron en la forma convenida las visitas. 3. No tratar el recurso de
apelación de f. 356. 4. Regúlanse los honorarios de la perito psicóloga Marta E. Durantini de
Albarracín por sus presentaciones de fs. 439/45 y 455/60 en la suma de $ ... , los que deberán
abonarse por mitades. Santos Cifuentes. Jorge H. Alterini. José L. Galmarini.
FALLO CUARTO :
Tribunal:Sup. Trib. Just. Tierra del Fuego
Fecha:08/10/1997
Partes:B., A. B. v. T., M. H.
SUMARIOS
PATRIA POTESTAD 04 ) Contenido b) Guarda
1. Toda resolución sobre tenencia implica una apreciación sobre la idoneidad para el pleno ejercicio
de la patria potestad, no debiendo la decisión dictarse en perjuicio de uno u otro cónyuge, en base a
preferencias filiales.
Publicado: JA 1999IVsíntesis.
PATRIA POTESTAD04) Contenido b) Guarda
2.Las decisiones respecto a la tenencia de hijos no causan estado, desde que el interés de los
menores puede exigir en cualquier momento la modificación de aquéllas y aún la llamada resolución
definitiva es esencialmente revocable.
Publicado: JA 1999IVsíntesis.
3.La tenencia compartida o alternada podrá articularse mediante convenios a través de los cuales los
interesados buscan compartir de una manera más o menos igualitaria el trato y responsabilidad
respecto de la formación educativa de los hijos, destacándose la participación de ambos padres en la
ejecución de los atributos emergentes de la patria potestad, con el objetivo de garantizar el contacto
permanente con el menor y brindarle un modelo de organización familiar que se asemeje a la familia
intacta.
Publicado: JA 1999IVsíntesis.
PATRIA POTESTAD 04) Contenido b) Guarda
p.27
4.Las decisiones que resuelven sobre la guarda de menores no son definitivas, y en lo atinente a la
tenencia de menores, la resolución a impugnarse no es definitiva desde que se trata de decisorios
esencialmente revocables y provisorios, ya que subsiste siempre el poder del juez de modificarlos y
adecuarlos a la conveniencia de los menores, siendo revisables en caso de variar las circunstancias
de hecho que dieron lugar a su dictado.
Publicado: JA 1999IVsíntesis.
PATRIA POTESTAD SumarioTIERRA DEL FUEGO
FALLO QUINTO :
Fuente:JA 2002II668
DIVORCIO VINCULAR Y SEPARACIÓN PERSONAL06) Efectosb) Del divorcio vincular 03.
Sobre los hijosPATRIA POTESTAD 04) Contenido b) Guarda
2ª INSTANCIA. Buenos Aires, febrero 14 de 2002.
¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada?
El Dr. Posse Saguier dijo:
1. E. E. C. promueve la presente acción contra L. P. D. a fin de obtener la tenencia de su hijo M. B.
C., fundado en el deseo de su hijo de convivir con él, aclarando que siempre la tenencia fue
detentada de hecho por la madre, no existiendo reclamo legal alguno de su parte a este respecto.
A su vez, la accionada solicita el rechazo de la petición por entender que el padre no está en
condiciones de asegurar el bienestar del menor y solicita para sí la tenencia de su hijo y, en subsidio,
pide se fije un régimen de tenencia compartida.
La sentencia de primera instancia, con dictamen favorable del defensor de menores de primera
instancia, dispuso otorgar la tenencia del menor M. B. C. a su padre E. E. C. Impuso las costas del
proceso a la accionada, que resultó vencida.
Contra dicho pronunciamiento se alza la demandada, quien expresó agravios a fs. 169/172, los que
fueron respondidos por su contraparte a fs. 176/176 vta. A fs. 178/178 vta. obra el dictamen del
defensor de menores de Cámara, quien propone la revocación de la sentencia recurrida y que se
otorgue la tenencia compartida del menor en favor de ambos progenitores.
2. La queja de la apelante ya no apunta a solicitar el rechazo de la tenencia del menor otorgada al
padre, sino a que aquella no se hubiese concedido a ambos progenitores. Dicha tesitura es avalada
p.28
por el defensor de menores de Cámara en su dictamen, quien también propicia la modificación del
decisorio con ese alcance.
En primer lugar, propicio es recordar que en materia de tenencia de hijos debe prevalecer, como
factor decisivo de toda determinación judicial, el interés de los menores, su conveniencia moral y
material, ello sin perjuicio de que se contemplen los intereses y afectos de los padres en cuanto no se
opongan a los de los hijos (conf.: C. Nac. Civ., sala A, 23/8/1983, "T. M. A. v. C. B. N.").
Con relación a la posibilidad de otorgar la tenencia a ambos padres tal como lo he señalado en mi
comentario al art. 206 (conf. Llambías, "Código Civil anotado", t. IA, p. 654 y ss.), la doctrina y la
jurisprudencia tradicionalmente formularon reparos a esta clase de soluciones fundados,
principalmente, en que la ruptura de la convivencia de los padres obligaba a atribuir la tenencia de
los hijos a uno solo de ellos, sin perjuicio del amplio régimen de visitas que pudiera acordarse al
otro. Casi siempre se entendió inconveniente que ambos progenitores pudieran ejercer la tenencia en
forma alternada o compartida y, en todo caso, debía ser una solución de carácter excepcional, habida
cuenta de que significaba someter a los hijos menores a dos regímenes de vida distintos y en forma
alternativa, con posibles incidencias en su educación y futura formación (conf.: Gowland, A. J.,
"Existe la tenencia compartida en nuestro derecho", nota a fallo LL 1983C255; Guastavino, E. P.,
"Régimen de visitas en el derecho de familia", JA 1976I654 ; Mazzinghi, J. A. [h] y Carpineti de
Hughes, R., "La ruptura matrimonial y la importancia de ajustar la función paterna a una nueva
realidad [Tenencia compartida, régimen de visitas y alimentos en especie]", ED 1581007; véase
también C. Nac. Civ., sala A, LL 1989B606 [38092S]).
Así, se sostenía que el sistema vulneraba el buen orden, la claridad en las consignas diarias, el
sentido de pertenencia y estabilidad que necesariamente requiere un menor para su mejor y más
completo crecimiento. Sin embargo, en la actualidad, este criterio ha sido cuestionado, ya que hay
autores que han salido en defensa del régimen alternativo utilizando diversos argumentos. Entre
otros, se indica que este sistema atenúa las consecuencias nocivas que se producen en los hijos a
partir del alejamiento de uno de los padres del hogar común; que permite un mayor protagonismo de
ambos en la vida cotidiana de sus hijos, evitando el sentimiento de pérdida que experimentan en
relación con el padre no custodio; que el reparto de las cargas resulta más equitativo ya que, de esta
manera, no sólo pesan sobre el padreguardador, etc. (conf.: Grosman, C., "Significado de la
Convención de los Derechos del Niño en las relaciones de familia", LL 1993B1089; íd., "La
tenencia compartida después del divorcio, nuevas tendencias en la materia", LL 1984B806;
Rabinovich, S. B., "La tenencia compartida, una alternativa ante el divorcio de la pareja con hijos",
LL 1992A532; Yarke, M. C., "Un derecho del menor; la tenencia compartida", LL 1993A1038).
Por su parte, Mizrahi se inclina por considerar inconveniente el régimen de la tenencia alternada
sólo cuando los hijos no han adquirido madurez suficiente (doce o trece años) ya que, a partir de esa
edad, los problemas son menores, debiendo considerarse cada caso en particular (conf.: "Familia,
matrimonio y divorcio", punto c, ap. b, ley 418 y ss.). A su vez, Zannoni señala que la guarda a
ambos progenitores debe ser aconsejada en cada supuesto, debiendo contar el juez con la
p.29
información que justifique la conveniencia de esa decisión para el menor (conf.: "Derecho Civil.
Derecho de Familia", vol. 2, n. 781, p. 205).
Por su parte, si bien los tribunales han reconocido que la tenencia compartida implica reconocer a
ambos padres el derecho a tomar decisiones y distribuir equitativamente, según sus distintas
funciones, sus recursos, posibilidades y características personales, responsabilidades y deberes
(conf. C. Nac. Civ., sala J, LL 1999D479), también se ha destacado que esa solución debe ser
excepcional, teniendo en cuenta que significa someter a los hijos menores a dos regímenes de vida
distintos y en forma alternativa, con posibles incidencias en su educación y futura formación (conf.:
C. Nac. Civ., sala E, LL 1989B606 (38092S).
Por otro lado, mi distinguida colega de sala, la doctora Highton de Nolasco en función de los
cambios legislativos introducidos por las leyes 23264 (1) y 23515 (2) admite la validez de los
acuerdos que celebren los padres sobre este punto. Es innegable que cuando ambos padres solicitan
la tenencia compartida, una vez producida la ruptura, este sistema es el que mejor asegura la
permanencia de ambos progenitores en la atención de los hijos. La ausencia de conflicto hace que se
asegure, de este modo, un mejor resguardo de los roles paterno y materno que redundará en
beneficio de los menores, colocándolos en un pie de igualdad, evitando los tironeos que implica
colocar a uno de ellos como titular de la custodia o tenencia y al otro como beneficiario del régimen
de visitas, institutos a los que cabe recurrir en los casos en que el servicio de justicia requiera
imponer un orden que los adultos interesados no pueden obtener por ellos mismos (conf.: "Pautas
para mediadores: tenencia, guarda, visitas y la amplitud de posibilidades de la mediación" en
Derecho de Familia, Rev. Interd. de doct. y jurisp., n. 12, p. 7).
Por mi parte, coincido en que lo delicado de la cuestión hace que ésta no puede ser resuelta en
función de parámetros genéricos, sino que debe serlo de conformidad a las particularidades de hecho
que presente cada caso, fundamentalmente, ponderando la conveniencia o no del régimen propuesto
respecto de los menores involucrados y del resto del grupo familiar conviviente. Como bien lo
señala Iñigo citando a Salzberg, el ejercicio compartido de la patria potestad no implica
necesariamente tenencia alternada sino la asunción compartida de autoridad y responsabilidad en
relación a todo cuanto concierna al niño y, en definitiva, el respeto de su derecho a continuar
contando afectivamente y realmente, con un padre y una madre (conf.: nota a fallo, "Una acertada
decisión judicial sobre patria potestad compartida", LL 1999D477).
En la especie, coincido con la argumentación de la demandada en el sentido de que el hecho de que
el juzgador haya entendido que el padre era idóneo para ejercer la tenencia del menor no la
descalifica para que también pueda otorgársele a ella. Más aún, si se advierte del informe social que
si bien los padres mantienen una situación conflictiva, lo cierto es que con relación a sus hijos tal
como lo destaca el defensor de menores de Cámara han logrado en los hechos acordar una situación
que mejor contempla el interés de ellos, particularmente en lo que respecta a M. en su decisión de ir
a vivir con su padre que fue apoyada por su madre y con la cual mantiene una muy buena relación,
p.30
así como también con sus hermanas que conviven con aquella; incluso, es de advertir que M.
mantiene una habitación en la casa de su madre, donde pernocta dos o tres veces a la semana.
Por tanto, y toda vez que el actor ni siquiera ha cuestionado la idoneidad de la madre para detentar la
tenencia en cuestión y, menos aún, que se hayan arrimado elementos de convicción en tal sentido,
así como también ponderando la edad del menor 18 años juzgo razonable el reclamo formulado
por la apelante.
Por ello, y de conformidad con lo dictaminado por el defensor de menores de Cámara, si mi voto
fuese compartido propongo modificar la sentencia recurrida, otorgándose la tenencia del menor M.
B. C. en favor de ambos progenitores. Las costas de ambas instancias habrán de ser soportadas por
su orden, teniendo en cuenta las particularidades del caso.
Por análogas razones a las aducidas por el vocal preopinante, la Dra. Highton de Nolasco y el Dr.
Burnichon votaron en el mismo sentido a la cuestión propuesta.
Por lo que resulta de la votación que instruye el acuerdo que antecede se modifica la sentencia
recurrida, otorgándose la tenencia del menor M. B. C. en favor de ambos progenitores. Las costas de
ambas instancias habrán de ser soportadas por su orden, teniendo en cuenta las particularidades del
caso. Pasen los autos a estudio por honorarios. Notifíquese junto con el auto regulatorio y
oportunamente devuélvase. Fernando Posse Saguier. Elena I. Highton de Nolasco. Ricardo L.
Burnichon.
NOTAS:(1) LA 1985B1098 (2) LA 1987A250.