Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
1
No esté afectado por una pena canónica, legítimamente impuesta o declarada.
En el bautismo no sean el padre o la madre de quien se ha de bautizar.
Solo en peligro de muerte es válida la confesión del sexto mandamiento cuando uno es
cómplice. Cuando no es así el confesor que intenta absolver al cómplice incurre en
excomunión latae sententiae.
La absolución del cómplice en pecado grave, externo, entre dos o más personas,
consentido por ambas partes, en materia de castidad, de obra o de palabra, cooperando
de manera inmediata en la misma acción es inválido. La norma inhabilita al sacerdote
para poder dar la absolución, en caso contrario incurriría en excomunión latae sententie,
reservada a la Sede Apostólica (C.1378.1), cuya eficacia no queda impedida por la
ignorancia.
La violación del secreto se puede dar de dos maneras y tiene diferente pena (Canon
1388)
La violación del secreto por parte del intérprete o de aquellos que por un motivo u otro
escucharon la confesión están sujetos a penas que serán más o menos severas
dependiendo de la gravedad y que puede llevar como máximo castigo a la excomunión.
2
Para los catecúmenos fallecidos se equiparan a fieles en las exequias. De igual forma
para aquellos niños que murieron antes de ser bautizados y sus padres deseaban que
recibieran el bautismo. En el caso de un fiel bautizado en una Iglesia que no esta en
plena comunión con la Iglesia Católica se puede celebrar exequias. Siempre y cuando el
fiel no hubiera expresado lo contrario o no hubiera un ministro de su confesión
próximo.
Los lugares sagrados solo pueden utilizarse para el fin al que han sido consagrados, es
decir, el ejercicio y fomento del culto, de la piedad y de la religión. Se prohíben
cualquier acto que esté en contra de cualquiera de estos fines. El Ordinario de lugar
puede autorizar para casos concretos algún otro fin siempre y cuando no atenten contra
la santidad del lugar.
Cualquier imagen expuesta a la veneración de los fieles en iglesias u oratorios que son
preciosas y tienen valor ya sea por su antigüedad, valor artístico o por el culto que se les
practica, nunca han de ser restauradas sin la licencia del Ordinario. Dicha licencia se
dará por escrito y el Ordinario antes de darla ha de consultar a personas expertas en la
materia.