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Soren
Diario íntimo
lntroduc·d6n dr
José Luis L. ArnnJ:unn
C'atcdrnlirn cl·t In l l11h1·1'll clu
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Kierkegaard
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Soren Kierkegaard
DIARIO INTIMO
Introducción de
.JOSÉ LUIS L. ARANGUREN
catedrático de la Universidad de Madrid
Traducción y notas de
MARÍA ANGÉLICA BOSCO
Director literario:
GABRIEL OLIVER
ciatcdráüco de la Universidad de Barcelona
Ulrt•t·tor editorial:
l<Al•'AEI, BORRÁS BETRIU
A1w�or:
e 'AIU.O S PlJJOI. Planeta
ganz1912
SUMARIO
Págs.
INTRODUCCIÓN . •
IX
Influencia de su padre . IX
Su deformidad . X
Regina O !sen . . . XI
Los estadios en el camino de su vida XIII
El cristianismo de Kierke gaard . XN
Cristianismo y Cristiandad . . XVI
Kierkegaard, Ja teología y la filosofía XVIII
Obispos y reyes . . . . . . XIX
Dinamarca y Alemania, referencias a España . XX
Cronología XX
Bibliografía . XXXI
Nota a Ja edición XXXIII
DIARIO fNTIMO
1834 3
1835 9
1836 27
18 7 32
1838 41
18 9 . .
. 47
©por la traduccíón, Maria Angélica Bosco, 1993
1817-1839. (Papeles sueltos). 56
©Editorial Planeta, S. A., 1993
1 de julio-10 de agosto de 1840 62
C6rcega, 273-279, 08008 Barcelona (España)
Diseño colección y cubierta de Hans Romberg 1 !l'1 1-20 de noviembre de J 842 67
Ilustración cubierta: retrato de S. Kierkegaard (1838) 1840-1842. (Papeles sueltos) . . . 84
Primera edición en esta colección: marzo de 1993 10 de noviembre de 1842-marzo de 1844 . 87
l}cpósiLo Legal: B. 5.321-1993 1\1111110-djciembre de 1844 106
l�l'lN 84-08-00239·2 llM•I. (Hojas sueltas) . , J J4
'0111posici6n: Fort, S. A. (Aster, 9,5/10,5)
l lf\ k111bre de 1844-diciembre de 1845. 118
Papel: Olf�cl Rotoform, de Clariana, S. A.
1 11( r<, diciembre de 1846. . . . 125
Ji 11p1 l'�1(111: Ouplcx, S. A., Ciudad de Asunción, 26, int., O, 08030 Barcelona
7 dt �l'f)ticrnbre de 1846-24 de enero de 1 847 144
I'llllllldcr n,1c i(m: Encuadernaciones Maro, S. A.
l'r irlll'd 111 �pai11. Impreso en España
11( 17 162
VIII SUMARJO
1 NFLUENCIA DE SU PADRE
La estrecha relación con el padre y la experiencia religio ¡Qué melancolía! Hasta ese asunto de mis panta
sa de éste fueron decisivas para Kierkegaard. Relación po lones, que tanta bulla ha armado, tiene una triste
sitiva y, a la vez, sobre todo en los últimos años del padre, (¡casi simbólica!) conexión con la melancolía de mi
negativa, desoladora, la de un anciano que convirtió al vida. No es que tuviera nada de raro o que yo tuvie
hijo en cristiano a.congojado y antes le impidió la niñez y se la intención de atraer Jas miradas sobre mi mane
ra de vestir. Es muy sencillo. Si uno repara en la
hasta la juventud. (Véase a este propósito en este mismo
manera de vestir de las gentes, se verá que los viejos
libro el cuento titula.do «La desesperación silenciosa», ex
generalmente usan pantalones más cortos, en tanto
presión muy de Kierkegaard.) Fue en las landas de Jutlan
que los jóvenes se preocupan más por andar atilda
dia, siendo todavía joven y pastor de ganado, donde el pa dos, especialmente de llevar pantalones elegantes.
dre, descorazona.do por el sufrimiento y el hambre que Los viejos piensan en la comodidad y no en el aspec
padecía, trepó un día a una colina y, desde ella, «maldijo a to de las ropas. Mi padre era un anciano: siempre lo
Dios». Y esa maldición pesó durante toda su vida sobre el conocí así. La desdicha fundamental de mi vida es
padre y no menos sobre el hijo. La parábola del hijo pródi decir, la que desde niño se me tomara por un vi�jo,
go que aquí relata a su modo Kierkegaard, en directa refe era visible también en mi modo de vestir.
rencia biográ{ico-(amiliar, muestra una ulterior complica Es verdad que en una ocasión llega a decir que
ción al ser aplicada a su hermano Pedro que se hizo «me burlo de mis gráciles piernas» -no pasa de
convencional pastor y llegó hasta obispo. ahí- y «me comprometo a escribir un artículo so
bre mí mismo y sobre mis piernas, más chistoso que
el de Goldschmidt» en El Corsario, el periódico
cuyas burlas tanto le dolieron.
Su DEFORMIDAD
Y. <1 la vez, hablando en general, piensa que la mujer es f/11 /''"" e11te11der a su padre y, como hemos visto, para
111<•111iw.... a y consiste en «egoísmo personificado». El es f, • "" '""'''e de su prometida. St, La mente de Kierkegaard
, , l11t1111 '0111plicada. Sigámosla en lo que podamos.
''""" c•,11!Jico. el estadio ético y el estadio religioso se in-
11·1¡11•111•/1<111 v co11fimden en sus desdichadas relaciones ' 111 ,, ,,., !'"''º"· nos cuenta, para reparar la culpa: pas-
( IJI/ N<'�i11a.
1111 ,J, • '""f"11u1, identificado con el pequeño círculo de
XIV SóREN KJERKEGAARD
INTRODUCCIÓN XV
unas gentes sencillas, en un ambiente idílico. Evidente habría llegado a ser Lutero. ¿Lo siguió siendo? N�.. «Todos
mente, esto no iba con su modo de ser: ¡pastor como y don los cristianos deben -deberían- permanecer celibes. La
de su padre, pero no de rebaños animales, sino de seres distinción entre clero y fieles es anticristiana... pero no
humanos! Y además, tarde o temprano, ser pastor se con para sacar en consecuencia la conclusión cont:aria: ergo
vierte en pastorear funcionaria/mente el rebaño humano que también los sacerdotes deben casarse.» Kier:kegaard;
que, según veremos que piensa, es malamente denominado .
por el contrario, da gracias a Dios «porque nmgun ser hu
cristiano. mano me debe la existencia».
En suma, los entreverados estadios de la vida de Kier Todavía peor y sobre ello volveremos en seguida: L� te:o
kegaard fueron el goce de la vida, con el «agregado ético» puso el cristianismo al servicio del pueblo: «�utero, ¡tu tie
de la promesa matrimonial, la dedicación estético-religiosa nes una responsabilidad enorme! Has abatido al Papa...
de escritor y, por encima de todo, el dolor, el remordimien para poner en el trono al Público!»
to, la «actitud religiosa de convertirse en menos que nada .
Kierkegaard no se limita, como Lutero, a rechazar la filo-.
en este mundo». sofía recibida. Inventa en su lugar otra nueva q�e él �t
siquiera llega a denominar tal: la filosofía de la ex1st�nc1a
EL CRISTIANISMO DE KIERKEGAARD
es una invención suya, aunque habían de ser otros quienes
desarrollarían su experiencia. Privado absolutamente del
ímpetu vital de su maestro, sacó fuerzas .de su misn;z� fla
Lutero, ya lo hemos dicho, fue el maestro de Kierkegaard. queza y vivió la angustia como la irrupción del espmtu, Y
Pero no hay exageración en afirmar que él ha sido más la desesperación, <<enfermedad hasta la muerte», como re
radical y consecuentemente más luterano que el propio Lu velación de la miseria del hombre frente a Dios.
tero. Es verdad que él fue, nos dice en este libro, «con el El cristianismo es experiencia y comunicación de exis
catolicismo como con la Tierra Copérnico: descubrió que tencia, y no doctrina o dogma. El cristiano se sien�e, ha �e
Roma no es el centro alrededor del cual todo gira, sino un sentirse solo , único frente a Dios. La categoría existencial
punto periférico. Y él estaba tan persuadido como Lutero de la interiorización del ser en oposición a su extraverswn
.,
¿Cabe hablar, como se ha hecho, de una aproximación Nadie ha causado más daño a un hombre que
del Kierkegaard último al catolicismo? Yo no lo creo. Y no aquel que educa a un niño en el concepto más ideal
tanto por este carácter existencial de su cristianismo, pues de la vida y de la manera más severa, y luego le
al final de mi libro Catolicismo y Protestantismo como envía al mundo provisto de estas impresiones eter
formas de existencia mostró, incluso con ejemplos, la po namente inolvidables.
sibilidad de una fe católico-existencial. Mas renegar del Aquel que empuja a un niño al juego y a las trave
protestantismo establecido no significa acercarse al catoli suras no le causa, humanamente hablando, tanto
cismo, al cual aquél se estarla pareciendo cada vez más, daño, pues por esto nadie es perseguido. Pero aquel
según Kierkegaard. El celibato y el claustro benedictino le que ha sido tan severamente educado como si el
parecían, ciertamente, bien. Pero el primer Lutero le pare hombre fuera semejante a los dioses; enviado luego
cía, sin la menor duda, mejor. Y si es verdad que frente a la en medio de esa raza de animales que son los hom
fe sola mantuvo la caridad como amor de Dios y a Dios, no bres, ciertamente que ha de sufrir. Angustiado y
la vivió, en cambio, suficientemente, como amor al próji preocupado por sí mismo, por la salvación de su
alma, comprenderá que su deber es esforzarse más
mo. Kierkegaard no era compatible con ninguna religión
aún y con humildad mayor implorar gracia y per
propiamente dicha, es decir, comunitaria. Su fe era la del
dón. Y cuando vuelva la mirada a lo exterior, verá
existente a solas con su Dios.
que en cierto sentido humano ha progresado con
respecto a los demás, precisamente porque le toca
ser escarnecido y perseguido. Bastaría con que -a
CRISTIANISMO Y CRISTIANDAD semejanza de otros campeones de esa raza animal
quisiera desentenderse de Dios y contentarse con el
juicio de la Ciudad, para que también él fuera esti
Cristianismo es, pues, relación directa -y, como hemos mado, amado y bien recibido.
visto, angustiosa, desesperada, patética- del existente
«Único», «solo», «solitario», con Dios. Kierkegaard no so Todos Los ideales recibidos como '<cristianos» son debe
lamente está a mil leguas de todo panteísmo sino que re lados por Kierkegaard como pertenecientes a la « Cristian
chaza enérgicamente la idea de «iglesia», «asamblea» o dad». Así la Iglesia es la heredera del Teatro pagano; el
''comunidad». Pero esta idea, procedente del catolicismo, Claustro, abolido por la Reforma, ha dejado como rastro
se ha impuesto también en el protestantismo, que así las ,,gentes quietas», «migajas de cristianismo» en nues
ha dejado de ser Cristianismo para convertirse en Cris tros tiempos. La Nochebuena es consuelo y la Navidad
tiandad
(testa de los niños. El martirio consiste en la ilusión de
La categoría Pueblo, que ha sido tan importante en la
estar en la verdad con la finalidad de eludir la prueba en
historia de la Modernidad, en tanto que derrocadora de Im que la verdad y la realidad consisten. Y el misticismo no es
perios y Reinados, ahora, para «volver cristianos a los cris sino la (alta de paciencia para esperar la Revelación de
tianos», es ella la que debe ser ''abatida». Dios. En cuanto a la Modernidad, se obstina en la nega
Naturalmente Kierkegaard conocía por experiencia, ex ción de la muerte porque rechaza Lo absurdo y contradic
periencia de su educación, la dureza atroz de esta concep torio en que la vida consiste.
ción existencial. Véase a este propósito el siguiente pasaje El Pueblo, sujeto de la Cristiandad y negador del Cristia
del presente libro: nismo, se manifiesta como Público y se expresa en tanto
INTRODUCCIÓN XIX
XVIII SÓREN KJERKEGAARD
que Opinión pública. Y lo que opina el Público es lo que En cambio por Schelling -el Schelling tardío, que vino
prevalece. a reemplazar desde Berlín el influjo de Hegel, muerto ya
siente gran simpatla, una simpatía que, curiosamente, es
asociada con «ella». {Véanse en este Diario, años 1941-
1942.) Una simpatía semejante siente por Trendelenburg,
KJERKEGAARD, LA TEOLOGÍA Y LA FILOSOFÍA otro discrepante de Hegel. Y Schopenhauer es, sin. duda,
quien más le interesa... y le intriga: predica el ascetismo
Kierkegaard no quiso ser ni teólogo ni filósofo y, sin em hindú, pero no tiene nada de asceta. Kierkegaard suscribe
bargo, fue lo uno y lo otro, aunque no, claro está, a la ma su distinción entre la auténtica filosofía y la (<filosofía de
nera esLablecida. !.A renovación de la teología a partir del profesores», que viven de ella; sí pero, a la vez, «suspira
primer Karl Barth, y su teología dialéctica, proceden de él. detrás de la fama» (Diario, 1854).
Entre sus discípulos más eminentes figura Miguel de Una
muno, que estudió danés para poder leerlo directamente. Y
la filosofía de la existencia, ya lo hemos dicho, encontró en ÜBJSPOS Y REYES
él su precursor. Categorías como la del« instante» y la ((re
pelición» a él se las debemos. Se suele hablar de Marx, Mynster, pastor religioso de su padre, al que profesó, de
Nietzsche y Freud como los (<maestros de la sospecha» del muy joven, admiración, fue visto después como represen
siglo xx en el siglo XIX, sospecha frente a las seguridades de tante del «orden establecido», que solamente se preocupa
la Modernidad; pero habría que agregar a esa relación un del gobierno, por lo que, confiesa, «me da paz su discrepan
cuarto maestro que fue precisamente Soren Kierkegaard. cia conmigo». Pero con ocasión. de su muerte, en 1854, se
Y sus refiexiones, que aquí pueden encontrarse, sobre los desdice y ya no le parece hombre de gobierno sino simple
principios de identidad y de contradicción se sitúan justa poseedor de un «hechizo visual, un periodista, el señuelo
mente en esta dirección. del público».
En su época la seguridad y la actualidad filosóficas esta !.A decena de páginas dedicadas a las audiencias que le
ban representadas por Hegel y su racionalismo, por lo que {ueron concedidas por el rey de Dinamarca Cristián VIII
se comprende que se dirijan a él las principales críticas fi nos desconcierta un tanto por el tono, tan diferente al habi
losóficas, así las siguientes: tual en su Diario, así como por el elogio, casi sin reservas,
que hace del soberano, sobre todo tratándose de un escrito
El lado peligroso de la obra de Hegel consiste en de ningún modo destinado a ser conocido, por lo menos en
haber desnaturalizado el cristianismo, poniéndolo vida del autor.
de acuerdo con su filosofía. Cuando fue recibido por primera vez por el rey, tras ha
El Ser-en-sí y para-sí ha sido sustituido por la ra ber sentido, casi como anle Dios, «Lemor y Lemblor», y no
zón, escrito con minúscula y aplicada calculada saber si entraría en la estancia real ((caminando sobre mis
mente.
pies o de cabeza» se afirmó en él un sentimiento a. la vez de
El supuesto «Estado ético» de Hegel es un mal, no
respeto y de reserva. Hablar con él, nos dice, era excitante,
un bien, el egoísmo humano en sus grandes dimen
pues sentía voluptuosidad por la cultura y poseía. una inte
siones.
ligencia tan excesiva que podía extraviarle. Su deseo era
Su pensamiento está reconciliado completamente
con el mundo. «proporcionar placer y hacer felices» a sus súbditos. Era
XX SóREN KIERKEGAARD INTRODUCCIÓN XXI
amable e interesado por «lo interesante». Y además «sentía 1797 Segundo matrimonio del padre, viudo en primeras
inclinación por mí». nupcias y sin hijos, con la criada.
1813 5 de mayo: nacimiento de Soren Aabye K. en la
DINAMARCA Y ALEMANIA, Y REFERENCIAS A ESPAÑA casa paterna de Copenhague, en el Mercado Nuevo
(Nytorv) n.º 2, actualmente 27; séptimo y último
Se diría que Kierkegaard sintió mucha mayor simpatía por hijo.
el rey de Dinamarca que por Dinamarca, lo que, hasta cier 3 de junio: bautizo en la Iglesia del Espíritu
to punto se comprende, pues el rey le expresó su estima y el Santo.
pafs más bien, se la negó. Desprecia su «nacionalismo», lo 1823 23 de enero: nacimiento de Regina Olsen.
que es congruente con su modo general de pensar, y en el 1828 20 de abril: S. K. recibe la confirmación en la Igle
conflicto político-militar con Alemania, o lo que había de sia Parroquial de Nuestra Señora, de manos del pri
ser el Imperio alemán, parece sentirse menos lejos de los mer capellán, J. P. Mynster.
extranjeros que de sus compatriotas. Hay en este libro dos 1830 30 de octubre: K. se inscribe en la universidad.
referencias a lo español. La primera y más importante es a 1 de noviembre: K. se inscribe en el regimiento de la
El Quijote. Considera que en la obra se comete un error al Guardia Real, 7. ª compañía.
hacerle recobrar el juicio para morir: loco -loco como sus 4 de noviembre: es rechazado para el servicio mi
compatriotas consideraban al propio Kierkegaard, según litar.
él- era mejor. Y «excelente idea» la de, para final, dejarle 1833 4 de abril y 24 de mayo: K. recibe la Comunión en
ser ((pastor de ovejas». Cervantes no fue bastante románti compañía de sus padres.
co: don Quijote nunca debería concluir por ser ((infinita 1834 26 de julio: viaje a Gillelei para reponerse de un
mente perfectible». agotamiento.
Y hablando de sí mismo cita al río Guadalquivir, que 3 1 de julio: retorno de Gillelei y muerte de su madre
confunde con el Guacliana: ((Quiero durante un año, por después de cinco semanas de enfermedad.
una legua del camino del tiempo, desaparecer bajo la tierra 1836 18 de abril: conversación con Joergen Joergen
como el Guadalquivir: ¡ya sabré cómo resurgir!» sen.
Y, en efecto, supo. Ahí está, presente ante nosotros. Inol 1837 mayo (entre el 8 y el 16): primer encuentro con Re
vidable, ((existente», imperecedero. gina Olsen en la casa de Los Roerdam en Frederiks
berg.
JOSÉ LUIS L. ARANGUREN 1837 Fines de agosto: el hermano mayor, Peter, escribe
en su ((Diario»: «Soren está más agobiado que
nunca por negras ideas acerca de su salud física
que le hacen ser infeliz, incapaz de todo, lindando
CRONOLOGÍA casi con la locura.»
1 de septiembre: a partir de esta fecha, K. empieza a
percibir de su padre una renta anual de 500 táleros
1756 Nacimiento de Michael Petersen K. en Saeding, e inicia su vida independiente; se aloja primero en
Jutlandia. Loevstralde 1 y luego en Kultorv (mercado del car
1768 Nacimiento de la madre de K. bón).
){)([/ SOREN KJERKEGAA RD INTRODUCCIÓN XXIII
1837-1838 Durante el. invierno, K enseña latín en la l/.º 16 de julio: la Facultad de Filosofía de la Universi
clase de un liceo de Copenhague. dad acepta la tesis Del concepto de la ironía, con
1838 febrero: su hermano Peter escribe: «Soren, en estos la cual se gradúa de «Magíster artium».
últimos tiempos se vuelve cada vez más irritable, 11 de agosto: K. devuelve el anillo a Regina.
descontento y descorazanado. Mis conversaciones 29 de septiembre: defensa de la tesis (editada el 16
con él -y es preciso que yo mismo vaya en su bus de septiembre por P. G. Philippsen).
ca- no le producen efecto alguno». 11 de octubre: K. rompe definitivamente con Regi
13 de marzo: muerte del poeta Paul Martín Moeller, na Olsen.
profesor e íntimo amigo. 25 de octubre: viaje a Berlín.
19 de mayo: la experiencia del «gozo indescripti 1841-1842 (desde el 15 de noviembre hasta el 4 de febre
ble... » (a las diez y media de la mañana). ro): asiste al curso de Schelling en la Universidad
30 de julio: va a Frederiksberg. de Berlín, al principio con gran entusiasmo y luego
Noche del 8 al 9 de agosto: muerte del padre tras aburriéndose «terriblemente», hasta que acaba por
breve enfermedad. El hermano escribe que el 6 de abandonar. Escribe la l. P. de Enten-Eller («O lo
agosto el anciano se sentía en plena posesión de sus uno o lo otro»).
fuerzas y que había pasado la larde en compañía de 1842 6 de marzo: regresa a Copenhague.
sus dos hijos dando muestras de buen humor, J 843 8 de mayo: partida para Berlín, donde se ocupa en
«aunque durante el día regañara a SOren y le rehu escribir La repetición (Gjentagelsen).
sara algo». julio: se entera del noviazgo de Regina Olsen con
1839 2 de febrero: «Tú, Regina de mi corazón ... » Fritz Schlegel. Serie vertiginosa de publicaciones.
29 de agosto: K. hace un cómputo de sus finanzas 1844 16 de octubre: se muda de Noerregade 230 a la casa
que suman en total alrededor de 31 000 táleros, for heredada de su padre en el Mercado Nuevo, 2, don
tuna que en esos tiempos representaba para un sol de vivirá hasta 1848.
tero una relativa holgura. 20 de noviembre: último de los paseos en coche del
20 de diciembre-4 de julio de 1840: paréntesis para año, unos cuarenta en total, por la campiña, que
la preparación del examen de teología: ce El más lar ocupaban íntegramente sus días. Esos paseos
go paréntesis que haya yo vivido.» continuaron siendo frecuentes en los años pos
1840 2-3 de julio: examen de teología; es aprobado con la teriores.
mención laudabilis. 1845 9 de febrero: escucha el sermón del obispo Mynster
19 de julio-6 de agosto: viaje a Jutlandia. en la Iglesia del Castillo Real.
10 de septiembre: noviazgo con Regina Olsen. 25 de diciembre: K envía a P. L. Moeller, del Corsa
8 de octubre: aparece el primer número del Corsa rio, una negativa con respecto a La colaboración en
rio, editado por M. A. Goldschmidt. Gaea, anuario estético para 1846. El 27 y el 29, ata
16 de noviembre: confesión de su incapacidad para que de K. a P. L. Moeller en Faedrelandet y respues
poseer alguna cosa real y de la vivacidad de su fan ta de éste.
tasía. 1846 2 de enero: el Corsario inicia los ataques contra
18..JI 12 de enero: K. pronuncia su primera disertación K. acompañados por caricaturas.
religiosa en la Holmeskirke de Copenhague. 7 de febrero: K. piensa en hacerse pastor rural
INTRODUCCIÓN XXV
XXIV SÓREN KIERKEGAARD
siento tan tranquilo. Este cumpleaños será inolvi 30 de julio: aparece La enfermedad mortal de An
dable para mí.» ticlimacus, editor S. K.
14 de mayo; aparece la segunda edición de O lo uno agosto: K. comienza la lectura de la Dogmática de
o lo otro y se publican las tres Disertaciones sobre Martensen y estampa en el Diario sus impresiones.
Los lirios del campo y los pájaros del cielo. 24 de agosto: fecha de la explicación definitiva
15 de mayo: K recibe un billete de la publicista sue acerca de su noviazgo: «Mi relación con ella.»
ca Federica Bremer, amiga de Martensen, pidiéndo 26 de agosto: fecha de las «Explicaciones acerca de
le una entrevista para el día de la Ascensión (17 de ella.»
mayo}, al cual contesta con una seca negativa: 15 de octubre: se anuncia un ensayo de R. Nielsen
(«¡No, gracias, no sé bailar!») sobre «Johannes Climacus» del Mag. Kierkegaard
19 de mayo: aparecen las Dos disertaciones ético y la «Dogmática» del Dr. H. Martensen. Aparece el
religiosas, de H. H. Piensa que, para la prédica de 1 de noviembre.
la verdad, es más conveniente el exponerse al sufri 29 de octubre: K entrega a la imprenta las tres di
miento que el escribir. sertaciones edificantes: El sumo sacerdote, El pu
22 de junio: visita al obispo Mynster, muy breve. blicano, La pecadora.
Visita también al ministro del culto Madvig; pero 30 de octubre: el hermano de K., Peter, habla en la
sin ningún resultado. convención de pastores de Roskilde sobre las Dos
25-26 de junio: muere durante la noche el padre disertaciones éticorreligiosas y confronta a Mar
de Regina, el Consejero de Estado. K abandona tensen con S. Kierkegaard como representantes res
nuevamente la idea de publicar su Punto de vista pectivos de la «reflexión» y del «éxtasis».
en mi actividad como escritor; se decide por La 13 de noviembre: aparecen las tres disertaciones
enfermedad mortal y entra en tratos con la im edificantes.
prenta. 1850 11 de marzo: Theophilus Nicolaus (seudónimo del
27-28 de junio: K pasa una noche de insomnio, teólogo Magnus Eiriksson) publica el estudio: ¿Es
inquieto, hablando consigo mismo y examinando acaso la fe una paradoja?, y En virtud del absur
las razanes en pro y en contra. Entrega a la impren do. Se suscita una cuestión a causa de Temor y
ta La enfermedad mortal, luego de decidir que fi Temblor de Ioharmes de Silentio.
gurará como autor con el seudónimo de Anticlima 6 de abril: Rasmus Nielsen publica sus lecciones en
cus y que su nombre sólo aparecerá como editor. la universidad: Fe evangélica y Teología
Siente escrúpulos por haberse adulado algunas ve 11 de abril: mantiene una conversación con R. Niel
ces en el Diario y pide por ello perdón a Dios. sen.
1 de julio (domingo): asiste en la Iglesia del Espíri 18 de abril: K. recibe una carta de R. Nielsen en la
tu Santo a la Misa mayor y se encuentra con Regi cual éste «renuncia a pasear conmigo el jueves». Se
na «y toda la familia». A la salida, ella trata de pro muda a Noerregade 43.
vocar un encuentro, pero K. la esquiva y baja los 30 de abril: K. mantiene una conversación con
ojos. R. Nielsen y en el curso de ella le declara «que desea
19 de julio: Aparece la Dogmática Cristiana del para sus mutuas relaciones una mayor libertad».
Dr. H. Martensen. 5 de mayo: asiste a los oficios de la tarde en la lgle-
XXVlll SÓREN KIERKEGAARD INTRODUCCIÓN XXJX
sia del Salvador. Proyecto para el escrito: Para el 10 de septiembre: «Hoy se cumplen doce años de mi
examen de Sí mismo. noviai,go. »
1 9 de mayo: Mynster predica en la misa mayor de 1853 13 de febrero: «Mi tarea.»
la Iglesia del Castillo Real. 25 de mano: «Lo que he querido.»
14 de junio: aparecen las Dilucidaciones dogmáti 27 de mayo: «La operación de mi vida considerada
cas (Dogmatiske Oplysninger), «Escrito de oca en conjunto, tal como la comprendo o como posi
sión», de H. Martensen. blemente llegaré a comprenderla.»
agosto: entrega a la imprenta el manuscrito de El 1 3 de octubre: «De mí mismo.»
ejercicio del Cristianismo. 2 de noviembre: «Mi balance. »
27 de septiembre: aparece El ejercicio del Cristia 1854 30 de enero: muerte del obispo Myn.ster.
nismo de Anticlimacus, ed. S. K. 15 de abril: Martensen es designado obispo.
22 de octubre: conversación con el obispo Mynster 27 de mayo: aparece el en.sayo: <<De la verdad per
después de haber leído éste El ejercicio del Cristia sonal y de la personalidad verdadera » de R. Niel
nismo. sen.
18 de diciembre: aparece «Clara Raphael» de Matil 5 de junio: ordenación episcopal de Mar/en.sen.
de Fibiger, edit. l. L. Heiberg. 1 8 de diciembre: K. inicia la batalla contra la Igle
20 de diciembre: aparece Un discurso edificante sia oficial de Dinamarca con la publicación del ar
de s. K. tículo contra Martensen: « Era el obispo Mynster
1851 31 de enero: aparece un artículo de K. en Faedre un "testimonio de la verdad"; uno de los verdaderos
landet, «a raíz de un comentario con respecto a mí testimonios de la verdad; ¿acaso tales palabras son
del Dr. Rudenbalch ». verdad?» (Faedrelandet, N.º 295).
13 de marz.o: aparece el ensayo de Myn.ster: « Ulte 28 de diciembre: respuesta de Martens (Berlingske
rior contribución a las discusiones acerca de la si Tidende, N. º 302).
tuación de la iglesia en Dinamarca.» 30 de diciembre: réplica de K. (Faedrelandet,
22 de mayo: conversación con el obispo Mynster. N.º 304).
5 de mayo: para celebrar su cumpleaños, K. realiza 1855 9 de enero: aparece en el Berlingske Tidende la cri
un paseo a Hirscholm. tica al artículo del pastor l. Paludan-Müller: «El
18 de mayo: K. pronuncia una prédica sobre la In ataque del Dr. S. Kierkegaard a la memoria del
mutabilidad de Dios en la Iglesia de la Ciudadela. obispo Myn.ster» (N.º 7).
7 de agosto: aparecen los escritos de K.: Relativo a JO de enero: R. Nielsen escribe en defensa de K.,
mis actividades de escritor y Dos discursos para pero ignorándolo éste, el artículo « Una buena ac
la Comunión del viernes. ción» (Faedrelandet, N.º 8).
9 de agosto: conversación con el obispo Mynster a 12 de enero: K. publica el artículo: « Un.a invitación
su regreso de la visita pastoral. personal del pastor l. Paludan-Müller>> (Faedrelan
1 O de septiembre: aparece el escrito: Para el exa det, N.0 13).
men de Sí mismo de S. K. 16 de enero: R. Nielsen publica el artículo: «A su
1852 mayo: informe: «De ella.» Excelencia Ilustrísima el obispo Martens: una pre
19 de junio: informe: «De mí mismo.» gunta» (Faedrelandet, N.º 13).
INTRODUCCIÓN XXXI
XXX SÓREN KIERKEGAARD
1977.
J. P. Sartre y otros, Kierkegaard vivo, Madrid, reed., 1 980.
rial Morcelliana-Brescia, 1948-1951), la más amplia e im
M. Maceiras, Schopenhauer y Kierkegaard. Sentimiento y pa ¡iortante de las publicadas hasta ahora, con excepción de
sión, Madrid, 1985. la edición danesa, iniciada a petición de Pedro, el hermano
M. Holmes Hartshorne, Kierkegaard, el divino burlador, Ma de Soren Kierkegaard, mientras aún vivía Regina, por el
drid, 1992. pastor H. P. Barford, quien se hizo cargo de los cuatro pri-
111eros volúmenes y continuada luego en cinco volúmenes
111ás a cargo de H. Gottsched, apasionado estudioso del
En otras lenguas
pensamiento kierkegaardiano, con J. T. Beck. El pastor
Harford, quizá por consideración a los sobrevivientes no
H. Barth, Kierkegaard der Denker, Munich, 1926.
\Ó/o interceptó textos y omitió otros, sino que hizo desapa
A. Gilg, Soren Kierkegaard, Munich, 1926.
F. Lombardi, Kierkegaard, Florencia, 1937. recer también algunas hojas. El manuscrito muestra hoy la
W. Lowrie, Kierkegaard, Oxford, 1 938. '1n'ial de hojas arrancadas que a menudo interrumpen el
P. Mesnard, Le vrai visage de Kierkegaard, París, 1 948. texto en los pasajes más delicados. Las lagunas y los defec
J. Wahl, Études kierkegaardiennes, París, 1 949. tos comprensibles de la primera edición de los Papeles, así
P. Mesnard, Kierkegaard, sa vie, son reuvre, París, 1954. < omo el interés creciente que la figura del autor despertaba,
W. Anz, Kierkegaard und der deutsche Idealismus, Tubinga, 1c!clamaban una edición más completa que fue comenzada
1 956. c•11 1 909 y concluida en 1 938 y que abarca diecinueve volú-
C. Fabro y otros, Studi kierkegaardiani, Brescia, 1957.
N. Grimault, Kíerkegaard par lui-meme, París, 1962.
111enes. Como el traductor italiano lo hiciera notar en su
italiana, así como las notas señaladas entre paréntesis DIARIO ÍNTIMO
(N. del t. i.); y las señaladas con (N. del t. f) pertenecen a la
versión francesa de Knud Ferlov y J. J. Gateau (2 tomos,
Gallimard, París, 1 942, esta última utilizada como texto de
consulta para la presente traducción). Las notas indicadas
con un asterisco son del autor.
M. A. B .
1 834
TEMPRE
S
es necesaria una luz para distinguir otra luz.
Cuando un punto luminoso surge en medio de las
ti nieblas, es ab�olutamente imposible discernir el origen
de la luz, porque la oscuridad no permite determinar re
l;,ición alguna en el espacio. Sólo otra luz podrá precisar
la posición del primer punto con respecto al segundo.
15 de abril de 1834
trado aquel punto y que, partiendo de él, por medio de puesto que conforme a su providencia debe conocer tam
la pura actividad del espíritu ha llegado al conoci- bién que el hombre se enmendará.
20 de octubre de 1834
1. Kierkegaard alude a Franc;ois Huber ( 1750-1831), ciego desde los
cinco años de edad. Su obra principal, Nouvelles observations sur les Sólo podemos concebir una inspiración de dos mane
abeilles, es de 1792. (N. de la t.) ' · ": o limitada a la actividad de los apóstoles cuando
6 SÓREN KJERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 7
redactaban el Nuevo Testamento, o abarcando toda su animales acuden a él y a cada uno impone su propio
existencia. En el primer caso el Nuevo Testamento no nombre.
ofrece base alguna donde asentar la teoría; por el contra 22 de noviembre de 1834
rio, la comunicación con el Espíritu Santo que perma
nentemente alega, debería abarcar toda su existencia (es El colmo de lo trágico consiste sin duda alguna en ser
característico del Nuevo Testamento el incesante pla incomprendido. Por esto la vida de Cristo, incomprendi
near del Espíritu Santo sobre ellos). En cuanto a la ins do por el pueblo, por los fariseos, por sus mismos discí
piración en el sentido más estricto de la palabra, nos ve pulos, y muy pronto por cada uno de nosotros, a pesar de
mos obligados a extenderla a toda su existencia. Pero, si que su mensaje haya sido el más sublime de todos, cons
resulta imposible suponer a los propios elegidos y discí l i tu ye la suprema tragedia . He ahí también lo trágico de
pulos de Cristo la capacidad de comprender debidamen la vida de Job, quien sufre en medio de un círculo de
te el cristianismo, significa que esa inspiración los pre amigos que no lo comprenden, junto a una mujer que se
serva del error, en tanto que la siguiente generación y las burla de él. He ahí lo doloroso de la situación de la mu
generaciones sucesivas estarían condenadas a una inter jer en La familia Riquebourg:2 su amor por el propio so
pretación errónea; a menos que admitamos igualmente brino del marido la obliga al disimulo bajo la apariencia
la infalibilidad inspirada para ellas y que afirmemos así de una fingida frialdad. He ahí la trágica autenticidad
la incompatibilidad del cristianismo con l a vida huma de La escena V, 1 de Egmont de Goethe, en la que Clara
na, pues tal inspiración las sustrae precisamente a la co :l.caba siendo totalmente incomprendida por sus conciu
mún condición de la humanidad. Aun la misma teoría dadanos. He ahí probablemente la razón que convierte
católica sobre la infalibilidad del Papa sería insuficien <.:n trágicos a ciertos personajes cómicos de Holberg (por
te, pues en su caso especial la verdadera doctrina sólo ejemplo, El hombre ocupado, aplastado por una suma
tendría la persistencia de una reliquia que, apenas enun l'JIOrme de asuntos, en tanto que el mundo se mofa de él
ciada, sería mal interpretada. No basta entonces ex y no ve nada). Y he ahí también el rasgo típico de la vida
tender l a infalibilidad a los jefes, porque así su verda del hipocondríaco, así como de la del hombre impulsado
dera actividad como tales no tendría utilidad alguna, por un ideal, pero que se halla condenado a vivir entre
y nos vemos obligados a suponer la infalibilidad para gentes que no lo comprenden.
cada uno de nosotros. Siendo así, ¿acaso es necesario 22 de noviembre de 1834
un jefe?
20 de octubre de 1834 Para juzgar a un gran hombre, ¿es preciso aplicar
principios distintos de los que utilizamos para juzgarnos
Pocas ciencias procuran al hombre un sentido de paz y " nosotros mismos? La respuesta frecuente es que sí. Yo
de quietud como las ciencias naturales. Con ellas el sa respondo: « ¡ No!» Es propio de la grandeza del hombre
bio penetra en la naturaleza y todo lo conoce. Por decirlo 'er el instrumento de elección en las manos de Dios.
así, ha hablado primero con las plantas y con los anima Pern, si el hombre se precia de ser autor de sus actos, si
les, y no sólo descubre la utilidad que el hombre puede pretende poseer la capacidad de escrutar el porvenir y
extraer de ellos (conocimiento que posee un matiz de su just ificar de este modo por el fin los medios, su grandeza
bordinación), sino que· incorpora su significado en el
conjunto del universo. Como ocurrió con Adán, todos los 2. Drama en un acto de Scribe. (N. de la t.)
8 SÓREN KIERKEGAARD
Entr e las gentes de los alrededores (Gillelei) ber si el hombre será capaz, empleando otra imagen del
encontré
a una persona verdaderamente notable, mundo de las flores, de segregar por sus propios recur
Jens Andersen
de Fjellenstrup. No sólo poseía un gran cono sos, como el laurel rosado, una gota que ha de subsistir
cimiento de
la Bibl ia, sino que también había leído como el fruto de su vida. Ante todo, la primera condición
libros de histo
ria, como por ejemplo Saxo, Snorre y las ha de ser la de crecer en un suelo que sea realmente el
sagas islande
sas (que el pastor le había prestado), se expre nuestro, cosa no tan fácil de hallar. Existen al respecto
saba ade
más en un tono muy sensato, casi diría con naturalezas tan felices que captan a primera vista el
unción, pero,
por desgracia, era adicto a la bebida, y rumbo que deben emprender y avanzan tranquilamente
debo confesar
que en aquellos momentos sus discursos por el camino señalado sin que jamás las perturbe la
me resultaban
deJ todo abominables, precisamente porq idea de que tal vez hubieran podido elegir otro diferente.
_ ue decía las
mism as cosas que cuando se hallaba sobrio. Otras naturalezas se dejan regir hasta tal punto por el
29 de julio de 1835 medio ambiente, que nunca alcanzan a comprender del
todo cuál era su verdadera aspiración. Así como las pri
meras extraen su imperativo categórico de lo íntimo, las
COPENHAGUE, 1 DE JUNlO DE 1839 2 segundas parecen resignarse a recibirlo del mundo ex
terior. Pero, por pocos que sean los que pertenecen a la
Usted sabe con qué fervor le he escuchado hablar en primera clase, no quisiera contarme entre los de la se
otros tiempos, cómo me entusiasmaba entonces la des gunda. Más numerosos son aquellos a quienes la vida
cripción d e su estancia en el Brasil, y no precisamente reserva la experiencia del significado profundo de la dia
por el co�junto de observaciones singulares con que ha léctica hegeliana. Por otra parte, ¿no es acaso normal
.
cnnquec1do usted su saber científico, ni por usted mis que el vino fermente antes de clarificarse? Bien desagra
mo; lo que así me exaltaba era la impresión recibida en dable es a veces tal estado; aunque a fin de cuentas
su primer contacto con aquella maravillosa naturaleza ofrezca sus atractivos, pues a pesar de estar encuadrado
su felicidad, su gozo paradisíaco. Un estado de ánim � en la duda universal logra ciertos resultados relativos.
semejante influir� siempre simpáticamente sobre quien Especialmente cobra importancia para el hombre que,
no esté desprovisto de sentimientos y de entusiasmo, al adentrarse en él, alcanza por fin a ver claro en su des
aun cuando crea hallar su posición y su actividad en una tino, no sólo por cuanto de ello deriva una paz que con
esfera distinta; y sobre todo en el joven que sólo sabe trasta con la tempestad precedente, sino porque enton
soñar con su porvenir. Nuestra primera juventud es ces uno posee la vida en un sentido totalmente opuesto al
como una flor matutina en cuya corola luce una hermo anterior. Tal es el elemento fáustico que señala en mayor
sa gota de rocío donde se refleja con hermosa melancolía o menor grado todo desarrollo intelectual, y por lo mis
la naturaleza circundante. Pero ya el sol aparece en el mo siempre ha creído que se debía dar un sentido uni
horizonte y el rocío se evapora; con él se desvanecen los versal a la idea de Fausto. Así como nuestros antepa
ensueños de la vida y llega la hora en que es preciso sa- sados tenían una diosa de la nostalgia, Fausto, en mi
opinión, es la duda person ificada. Ni más ni menos.
2. Proyecto de carla o simplemente nota escrita pensando en P. w.
Y constituye un pecado contra la razón el que Goethe lo
l.und (1801-1880), hermano del cuñado de Kicrkegaard y naturalista haya hecho convertirse, como también que Mériméc haga
tlané'>. (N. del t. i.) convertirse a Don Juan. Que no me objeten que Fausto
12 SÓREN KIERKEGAARD DIARIO fNTIMO 13
da un paso positivo al dirigirse al diablo, porque este astrónomo que calcula la velocidad de los astros y pare
punto me parece representar uno de los aspectos más ce detener su curso para escrutarlos mejor, hasta el bió
�
pro nd�s de la leyenda de Fausto. Se entregó a él para logo que describe la fisiología de tal o cual animal; desde
ser ilummado. En consecuencia, no lo era antes; precisa el geógrafo que en lo alto de los montes contempla la
mente por su abandono en brazos del diablo, aumenta superficie terrestre, hasta el geólogo que desciende a la
su duda (como nota el enfermo que cae en manos de un sima de los abismos; desde el embriólogo que persigue
charJat án cuando su mal se agrava). En vano las gafas la formación del cuerpo humano a través de sus innume
.
de Mefistófcles le � uestran el interior de los hombres y ra bles matices, al entomólogo que observa los gusanos
los arcanos de la tierra; no por eso Fausto desconfía me de nuestras entrañas), descubro naturalmente que, aquí
nos del diablo, quien nunca ha podido ofrecerle la solu como en todas partes {pero sobre todo aquí), existen mu
?
ci n de los verdaderos enigmas del intelecto. Dirigirse a chos ejemplos de gentes que han alcanzado renombre
�1os le está vedado por su idea misma; porque, si lo hi científico gracias a su inmensa paciencia de coleccionjs
ciera, debería admitir inmediatamente que en Él se en tas. Conocen una infinidad de detalles, han hallado otros
cuentra la verdadera luz, y al instante renegaría de su nuevos; y eso es todo. Sólo han suministrado un sustrato
naturaleza de incrédulo. para la reflexión y el trabajo ajenos. Tales seres que se
Una duda semejante puede manifestarse en otras es regocijan por haber acumulado esas migajas, me recuer
feras. Aunque el hombre haya logrado la certeza en algu dan al campesino rico del Evangelio; aunque mucho
no d� estos puntos capitales, la vida le propone otras hayan atesorado; la ciencia puede decirles: «Esta misma
.
cuestiones importantes. Todo hombre, naturalmente, noche te pedirán el alma» (Le. 12, 20); por cuanto ella
desea actuar en este mundo según sus dotes; surge en asigna a cada detalle su importancia en el conjunto. Si
tonces el deseo de plasmarlas en determinada dirección l a sabiduría de esos hombres se ha visto animada por
en aquella que mejor convenga a su individualidad. Per � una vida inconsciente, podremos decir que la ciencia ha
¿cuál? Heme aquí sumido en una duda. Como Hércules o rbido su vida; sin este requisito su actividad recuerda
....
vacilo en mi camino. No se trata de una alternativa sin� al cadáver que, al convertirse en polvo, contribuye al
de una encrucijada de sendas que se abren en tod�s los abono de la tierra.
sentidos. Por esto mismo es tan difícil acertar con la Muy diferente, como era de esperar, es lo que ocurre
exacta. Quizá la desgracia de mi existencia consista en con otros ilustres, con los naturalistas que encuentran o
que m � intere�o por demasiadas cosas sin llegar a ningu que buscan el «punto de Arquímedes», el cual no es de
.
na dec1s1ón; ninguno de mis intereses espirituales se su 1:-. 1c mundo; desde allf podrán abarcar el conjunto y ver
bordina a otro, todos se dan la mano. lo· detalles a la luz de la verdad. No niego que hombres
Trataré de demostrar dónde me encuentro. .1!-.í me han causado siempre un efecto bienhechor. La
paz, la armonía, el goce que de ellos se desprenden son
Ciencias naturales. Si dedico una ojeada de conjunto 1 1 1 u y difíciles de hallar en otra parte. Tenemos en Cope-
a este campo (incluyendo a todos los que tratan de com 1 1 hague tres personalidades eminentes: un Oersted, cuyo
prender y descifrar las runas 3 de la naturaleza, desde el 1 o:-.tro me ha parecido siempre una armónica a la cual la
naturaleza arranca los más raros y ajustados acordes;
3. Runas: _caracte1·es de la escritura de los antiguos escandinavos a 1111 Schouw, modelo adecuado para un pintor que se pro
los que �e atnbufa poder mágico. (N. de la t.) pu....icra pintar a Adán en el momento de dar nombre a
14 SÓREN KlERKEGAARD DIARIO INTIMO 15
los animales de la creación; y por fin un Horneman, tan e han refundido en forma tal que es difícil desentrañar
familiarizado con las plantas que parece un patriarca de los. Sin duda podría estar de acuerdo con muchos de sus
la naturaleza.4 En este sentido también recuerdo con puntos, pero a condición de considerarlos como las se
alegría la impresión que me produjo usted de ser el di millas que germinan en las hendiduras de las rocas. Ade
putado de una grandiosa naturaleza, digna de tener su más, podría también descubrir la flaqueza de varios de
vocero en el Parlamento. sus dogmas, pero en cuanto al armazón general me vería
He sido y soy un entusiasta de las ciencias naturales, forzado a tolerarlo durante algún tiempo, in dubio.5 Des
pero no creo que las convierta en el objeto principal de de el instante en que ella cambia, el conjunto adquiriría,
mis estudios. Lo que más me ha interesado en la vida es como es lógico, un aspecto diferente; esto hace que mi
el juego de la inteligencia y de la libertad, cuyos enigmas atención se vea atraída por otro fenómeno, el racionalis
he deseado sin cesar explicarme y resolver. Los cuarenta mo, el cual en resumen me parece representar un triste
años en el desierto, antes de alcanzar la «tierra prometi papel. Puesto que, en tanto que la razón desarrolle su
da» de las ciencias, me parecen demasiado preciosos, propia lógica y que - a fin de desentrañar las relaciones
por cuanto creo que la naturaleza puede considerarse l'ntre Dios y el mundo- considere al hombre en su rela
desde un ángulo que no requiere iniciación en los secre ción más profunda y más íntima con Dios, y que con tal
tos de la ciencia; sea que por un detalle de la floración fin, aun desde su propio punto de vista, vea al cristianis
descubra yo al universo entero, o sea que aceche los sig mo como a un movimiento que ha satisfecho durante si
nos que la naturaleza prodiga para explicar la vida hu glos enteros las más íntimas necesidades del hombre, en
mana; sea que admire los libres diseños que una mano tanto que se detenga ahí, nada tengo que objetar. Pero
audaz ha trazado en el firmamento, o que los exóticos ¿puede decirse lo mismo acerca del racionalismo? ¿Aca
cantos escuchados en Ceilán me remonten hasta el plano "º no copia éste su colorido del cristianismo? Por consi
espiritual de la música; o sea que la partida de las aves guiente, el racionalismo es cosa aparte y no constituye
migratorias suscite en mi corazón una humana y profun un sistema, sino un arca de Noé (para usar la expresión
da nostalgia. empleada en otra ocasión por Heiberg) donde los anima
les puros se codean con los impuros. Frente al hegelia
Teolog{a. Aparentemente es mi campo preferido, nismo, uno siente aproximadamente la misma impre
pero aquí también tropiezo con grandes dificultades; el '>ión que debió de producir nuestra guardia territorial en
propio cristianismo me revela sus contrastes; tales y tan presencia de la Guardia de Potsdam. Además, con el fin
tos son, que impiden una mirada libre. He sido educado de acercarse al cristianismo, se sirve de las Escrituras
en un medio ortodoxo, bien puedo decirlo, pero desde como base para sus especulaciones y utiliza para cada
que comencé a reflexionar por mi cuenta, el inmenso co uno de sus problemas una legión de versículos cuyo sen-
loso empezó a tambalearse. Digo « inmenso coloso» in 1 ido no ha penetrado. Me recuerda a Cambiscs, quien
tencionadamente, porque su conjunto rebosa verdadera durante la campaña de Egipto se protegía con una van
lógica y porque con el correr de los siglos sus elementos guardia de gatos y pollos sagrados; nuestros racionalis-
1 as se hallan tan dispuestos como el cónsul romano a
lanzar por la borda los pollos sagrados que rehúsen el
4. llans Christian Oersted (1777-1851) descubrió el elcctromagne-
1 i-;mo. J . F. Schouw (1789-1852) y J. W. Homeman eran botánicos.
(N. <le la t.) 5. •En la duda.•
16 SÓREN KIERKEGAARD
DIARIO fNTlMO 17
alimento. Su error consiste, pues, en que cuando con 1 1 nos a los otros, gritan, chillan, se mofan recíprocamen
cuerdan con las Escrituras se basan en ellas y, en el caso ll', lat igan a las cabalgaduras, vuelcan, se hacen arrollar,
contrario, las dejan de lado ..., y así andan en dos direc y ruando por fin, polvorientos y sin aliento, llegan a la
ciones opuestas. l l o rcst a . . ., se limitan a mirarse las caras y a regresar a
"I 1:- respectivos hogares.
1�11 cuanto a su retorno, sería infantil de mi parte soli-
«NONNULLA DESUNT» 6
1 l l a r que lo apresure, tan pueril como los esfuerzos de la
En cuanto a los inconvenientes menores, me limitaré a 1 1 1t1drc de Aquiles por esconderlo a fin de evitarle la
decir que estoy preparando mi examen de teología, ocu 1 1 1 1 1crte súbita y gloriosa. ¡Buena suerte!
cual deseo vivir y morir». ¿Qué provecho podría sacar 1 ia organizada de la vida de los ladrones, sondear sus
de las llamadas verdades objetivas aunque descubriera -.umbras (también existe aquí un cierto espíritu de aso
alguna de ellas, aunque me engolfara en los sistemas ' iación muy singular). Por la misma razón se me ocu-
filosóficos y, llegado el caso, fuera capaz de reseñarlos 1 1 ió luego convertirme en actor, a fin de obtener, bajo
todos? ¿El de poder mostrar sus incoherencias en cada una apariencia ajena, un sucedáneo de mi propia exis
uno de sus problemas? ¿Cuál sería mi ventaja particu h:ncia, y a fin de hallar, en los cambios exteriores, una
lar, aunque desarrollara una teoría del Estado y con la 1 ·lativa distracción. Sentía la carencia de la posibili
suma de detalles, obtenidos aquí y allá, construyera d,td «de una vida plenamente humana» y no limitada
un mundo, si tampoco lograría vivir en él y tendría 1 . 1 1 1 sólo al «conocimiento», que me permitiera fundar
que limitarme a enseñarlo a los demás? ¿Cuál el pro 1 1 i i pensamiento sobre alguna cosa ... ¡Oh, sí: sobre algo
vecho, aunque desarrollara l a importancia del cristia objetivo, algo que, a pesar de no ser cosa mía, nazca
nismo y explicara muchas de sus particularidades, si de las profundas raíces de mi vida,* que me arraigue,
esta capacidad no adquiere un significado profundo por decirlo así, a lo divino y que me sostenga aun
para mf y para m i vida? A medida que triunfase y que ' uando el mundo entero se derrumbe! Esto «me falta»
viera cómo los otros asimilan los frutos de mi pensa } a eso «aspiro». Y por esa razón siento tanto placer y
miento, aumentaría la tristeza de mi posición, como 1.11 1 íntimo consuelo en contemplar a los grandes hom
sucede con los padres indigentes, obligados a entregar hrl's, quienes, habiendo encontrado una perla semejan
sus hijos al mundo, abandonándolos a merced del pró lv, dan por ella todo lo demás (Mt. 1 3, 42), hasta l a
jimo. ¿Qué ventaja significaría una verdad que se ir 1 11 opia vida;** sea que los vea enérgicamente aferra
guiera, desnuda y fría e indiferente a mi reconocimien dos a la vida y avanzando sin ningún tropiezo por tal
to, engendradora mejor de un estremecimiento de o cual sendero, sea que los descubra apartados de los
angustia que de un abandono confiado? Es verdad que ' .1 minos del vulgo y entregados a sí mismos y a su ta-
admito aún el « imperativo del conocimiento», en vir 1 ''ª con un fin sublime. Venero aun sus mismas abe-
tud del cual podría ejercer una acción sobre los hom 1 1 .iciones, fácilmente explicables. Porque en verdad
bres, pero «es preciso que lo absorba vitalmente»; he t 11c:nta la acción íntima del hombre, su lado divino, y
aquí lo esencial para mí. Mi alma sufre su sed como 110. en cambio, Ja suma de sus conocimientos; éstos se
Jos desiertos africanos padecen la sed de agua. Eso me tk-.prenderán, entonces, uno tras otro, sin dar la im
falta, y por lo mismo me veo como al hombre que ha pH:sión de agregados fortuitos o de una serie de deta
reunido muebles y alquilado una vivienda sin encon lh;., apilados y desprovistos de sistema alguno, sin un
trar previamente a su amada, a la compañera de las
vicisitudes de su vida. De nada sirve que me lance al ¿No corre el hombre, a pesar de todo su saber, e l continuo riesgo de
1 1 locu.-a? ¿Qué otra cosa significa sacrificar la vida por una idea? A fin
d1 n 1cntas, todo debe basarse sobre un postulado: pero tan pronto
mundo, en pos de l a idea o con el propósito de encon
trarme a mí mismo. Así procedía antes. Por ello juzgué • rn110 éste pierde su carácter exterior para constituirse en la propia vida
conveniente dedicarme a l estudio del Derecho, que ha ol1 1 hombre, cesa de ser un postulado (dialéctica · discusión).
bría de agudizar m i sagacidad para las múltiples com Será fácil, una vez que hayamos recibido de Ariadna (el amor) el
l 1 t lt 1 conductor, recorrer los recodos del laberinto (la vida) y matar al
plejidades de la vida. Hubiera dispuesto, en tal caso,
11u111.,truo. Pero ¡cuántos se arrojan a la vida (el laberinto), sin haber
de un cúmulo de detalles donde extraviarme; hubiera 11l 1'crvado dicha precaución (jóvenes y doncellas sacrificados todos los
pod ido, t a l vez, elaborar con ellos un todo, una histo- 11•<•' al Minotauro)!
20 SÓREN KIERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 21
foco adonde todos los rayos converjan. Yo mismo he sagradable y funesto compañero de viaje (esa «ironía de
buscado ese foco. Tanto en los mares sin fondo del pla la vida»,* que revela el mundo del conocimiento y que
cer como en los abismos del conocimiento, traté de impone al verdadero conocimiento un comenzar por el
arrojar el ancla. También yo he experimentado la casi «no conocer» socrático),** exactamente como Dios creó
irresistible fuerza con que a veces un placer nos arras al mundo de la nada. Pero en las aguas tranquilas de la
tra hacia otro, la especie de entusiasmo ficticio que moralidad es donde encuentran su verdadero campo de
provoca, el tedio y el hastío que se siguen. También yo acción aquellos que no han entrado en la zona de los
he gustado los frutos del árbol de la ciencia y ¡cuántas alisios de la virtud. Entonces la ironía maltrata al hom
veces me he regocijado con su sabor! Pero dicho goce bre de un modo horrible; a veces le concede la sensación
sólo existía en el instante del conocer y no dejaba en de felicidad y el acicate de avanzar por el buen camino;
mí huella profunda. No me parece que haya bebido en otras lo arroja en los abismos de la desesperación. A me
la copa del saber, sino que haya caído dentro. Me he nudo lo adormece con la idea de que «no puede ser de
esforzado por hallar el principio de mi vida en la re otro modo», para despertarlo súbitamente y someterlo
al más implacable interrogatorio. Con frecuencia extien
�ignación, creyendo que, pues todo obedece a leyes
inescrutables, «no podría ser de otro modo», calmando de un manto de olvido sobre el pasado y luego hace que
d e esta manera mi ambición y las antenas de mi espí cada detalle refulja bajo una cruda luz. Y cuando el
. hombre lucha por encontrar el buen camino y se alegra
ntu. Puesto que no lograba someterlo todo a mi arbi
trio, me he retraído, con la conciencia de mi capaci de haber superado la fuerza de las tentaciones, en el mis
dad, como el pastor jubilado se retira con una pensión. mo instante, quizá, que sucede a la más completa de las
Pero ¿qué he encontrado entonces? No mi «yo»; por victorias, sobreviene una circunstancia exterior, insigni
que para encontrarlo recorrí esos caminos (imaginaba íicante en apariencia, que lo precipita desde las alturas
a mi alma, para ser sincero, como una caja de sorpre del risco como a Sísifo. Frecuentemente, apenas el hom
sa cuyo resorte hubieran apretado circunstancias exte bre ha concentrado todas sus energías en un punto, cho
riores). Lo primero que debía decidir, pues, era la bús ca contra un pequeño accidente exterior que destruye
queda y el descubrimiento del reino de los cielos. Así por completo sus esfuerzos (tal es el caso del hombre
como el cuerpo celeste, considerado en el momento de hastiado de la vida que, a punto de arrojarse al Támesis,
su formación, no empieza por determinar cuál ha de fue detenido en el momento decisivo por la picadura de
ser su superficie, ni hacia qué cuerpos ha de dirigir su un mosquito). Frecuentemente también, por la misma
faz iluminada, ni hacia qué otros la faz en sombras
sino que, ante todo, permitiendo a las fuerzas centrífu� * Es verdad que entonces persiste en cierto sentido, pero el hombre
l.!> capaz de soportar esas borrascas de la vida, porque cuando el hom·
gas y centrípetas su libre ejercicio, aguarda tranquila hre vive para una idea le interesa cada vez menos servir de espectáculo
mente el futuro, de la misma manera no aprovecha al al mundo. A menudo, también, cuando mejor creía haberse comprendi
hombre el querer decidir acerca de las cosas exteriores do a sf mismo, una extraña inquietud lo invade al pensar que sólo ha
antes de fijar su principio interior. Es preciso empezar .1prcndido de memoria una vida ajena.
Dice el proverbio que •niños y locos dicen la verdad•. No se trata
por conocerse a sí mismo en primer lugar (yvwfü oeau **
causa, el hombre cree, como el tuberculoso, que ha expe apatía con respecto a los móviles espirituales e íntimos
rimentado una mejoría, cuando en realidad ha empeora del hombre, me distanciaron todavía más. Tampoco mis
do. En vano se empeña en resistir, las fuerzas le faltan y :imigos habituales, salvo raras excepciones, han ejercido
de nada Je sirve haber pasado tantas otras veces por el gran influencia sobre mí. Una vida que no logra com
mismo estado; la experiencia adquirida no le aprovecha prenderse a sí misma, a la fuerza tiene que mostrar una
ya. Así como el mejor nadador del mundo no podría -.u perficie rugosa; por consiguiente, los demás se detie-
mantenerse a flote durante una tempestad si lo abando 11cn ante los hechos aislados y ante su aparente disonan
na la íntima convicción y la experiencia de ser más livia l ia, pues para intentar reunirlos en una armonía supe
no que el agua, así también el hombre que carece de un ' ior o para comprender su razón no se interesaban
centro de gravedad interior tampoco logrará mantener -.uficientemente por mi vida. Y su mismo juicio, a mi
se a flote durante las tempestades de la vida. Sólo cuan 1 cspecto, se ha fundado siempre sobre un solo lado; a mi
do el hombre se haya comprendido a sí mismo de ese vez, yo he concedido demasiada o demasiado poca im
modo, sólo entonces será capaz de llevar una existencia ptwtancia a sus juicios. Incluso a esa influencia y a los
independiente y evitará el extravío del propio «YO». desvíos que habría podido provocar en el complejo de
¡Cuántas veces nos hemos encontrado con gentes que, mi vida me he sustraído ahora. Y heme aquí llegado al
por pereza espiritual, se contentan con las migajas de las punto en que he de recomenzar de una manera diferente.
mesas ajenas, o que, impulsadas por motivos egoístas, rrataré ahora de fijar mi mirada tranquila sobre mí
remedan la vida de su prójimo para concluir como el rnismo y empezaré por actuar partiendo desde lo íntimo;
embustero que, a fuerza de repetir sus invenciones, aca porque sólo así, semejante al ruño que en el primer des
ba por darles crédito! Aunque muy lejos estoy de esa ín pertar de su conciencia empieza a llamarse «YO», me será
tima comprensión de mí mismo, he tratado, con todo e l posible aplicarme el «yo» con un criterio más profundo.
respeto que me merece su importancia, de salvaguardar Para ello necesito tenacidad; además, no es posible re
mi individualidad. He adorado a un « Dios desconocido» coger en seguida lo sembrado. Recordemos el método de
(Act. 17, 23). Con intempestiva inquietud he procurado aquel filósofo 8 que imponía a sus alumnos un período
evitar un contacto demasiado estrecho con aquellos fe de silencio de tres años, con la promesa de que luego todo
nómenos cuya atracción se ejerce, quizá, demasiado in �al.dría bien. Así como no se inicia una fiesta al amane-
tensamente sobre mí. He procurado apropiarme de mu cr sino en el ocaso, así también en el mundo del espíritu
chos de sus aspectos, estudiado la importancia de su 1.·s necesario trabajar durante algún tiempo antes de que
personalidad para la existencia, cuidando siempre de no t·l sol luzca de veras para nosotros y de que se nos mues
acercarme demasiado, como la mariposa a la luz. La fre ' n; en todo su esplendor. Es verdad que se ha dicho que
cuentación del hombre común, poco me ha dejado en Dios hace brillar el sol sobre buenos y malos, sobre jus
calidad de ganancias o pérdidas. En primer lugar, sus tos e injustos (Mt. 5, 45), pero en el mundo espiritual no
ocupaciones, eso que llaman «la vida práctica» , * no me .1caece lo mismo. «La suerte está echada» , paso mi Rubi-
interesan en absoluto. Además, su frialdad, su completa
eón. Este camino me conducirá a la lucha, pero no me 11idad de las almas, como el hielo invernal, al persistir
apartaré. No me aflige lo pasado, pues ¿de qué sirve que d11rante algún tiempo, traza sobre los cristales figuras
jarse? Con todas mis energías iré al encuentro del futuro que el cálido sol borra.
correr por la ruta elegida, gritando a los que me salgan durante el mayor tiempo posible.
al paso que no se vuelvan para mirar atrás como la mu 9 de octubre de 1835
jer de Lot (Gén. 19, 26), y que recuerden en cambio que
estamos ascendiendo por una pendiente. ¡Qué extraña es la alianza que ha acabado por estable
< ·rse entre el protestantismo y la política moderna! Am
1 de agosto de 1835 (Gillelei)
i ms partes luchan por la misma cosa, por la soberanía
Surge de ello la explicación de un fenómeno muy fre d ·I pueblo; y es interesante ver cómo los auténticos rea
cuente, cierta pobreza de ideas.* Precisamente porque la lts1 as (que no quieren tener un concepto dentro de uno
vida no es sana y predomina el conocer, las ideas no se d\.' los campos y otro esencialmente diferente dentro del
conciben como flores naturales del árbol de la vida ni t•I ro, pues ambos deben fundarse sobre los mismos prin
conservan tal condición, la única que les asi-gna impor c· 1pios para cada individuo) se acercan al catolicismo.
tancia, sino que, por el contrario, brotan como relámpa 13 de octubre de 1835
gos aislados, como si la riqueza de la vida dependiera de
una lluvia de ideas proveniente, por decirlo así, del ex uando observo la vida de muchos cristianos, tengo la
terior (sit venia verbo, 9 como aforismo). Olvidan que las 1111presión de que el cristianismo, en lugar de infundirles
ideas, como el martillo de Tor, vuelven al punto de parti 1 u ·rza... 1 0 Más bien tales individuos, al ser confrontados
da, pero modificadas en su forma. 1 <111 1.os paganos, parecen haber sido esterilizados por el
20 de setiembre de 1835 1 ristianismo y me producen el mismo efecto que el caba
za del conocimiento y de sus resultados, por cuanto se hace referencia a 1•.;h.: mundo, se torna pobre para describir la beatitud de
los resultados objetivos, sin pensar que el verdadero filósofo es sub los creyentes y de los elegidos a quienes representan
jetivo en grado máximo. Basta con nombrar a Fichte. Pe igual manera < rnno rígidas figuras, con ojos mortecinos y fijos, la pu
es tratada la espiritualidad, no considerándola como a una Minerva,
pila .inmóvil y la mirada tan húmeda que estorba la libre
indispensablemente surgida de la total individualidad y del ambiente
del autor y, por lo tanto, con cierto carácter lírico (por eso el rubor visión. Nada hace pensar en una intensa vida espiritual,
acompaña a la espiritualidad y revela su espontaneidad y su frescura de ( ' 1 1 l a contemplación directa de Dios, en la comprensión
manantial), sino como a las flores que se cuelgan en las calles para uso •.i1pcrior opuesta a la estrecha perspectiva de esta tierra
común (el nomeolvides modesto y secreto es hermoso en los prados,
L
avivara el amor y la íntima y mutua contemplación de
E
los amantes. Personalmente me ha resultado más benéfi sentimentalismo es, con respecto a l sentimiento
ca la siguiente idea: quisiera reunir a todos los genios verdadero y auténtico, como el gorrión con respecto
que han impulsado la rueda de la historia de la humani 1 1 In golondrina, a quien deja construir su nido para lue
dad; me he entusiasmado con la formación de una aca ¡•o a lojar allí a sus crías. (No estoy seguro de que se trate
demia de ese tipo, de una república de las letras donde (a 1 k golondrinas y gorriones, pero por lo menos sé que se
pesar de las eternas contradicciones) nuestro conoci d:i ·slc caso entre dos clases de pájaros.)
miento se acrecentara sin cesar, donde surgieran a plena Enero de 1836
luz los efectos y las causas del pasado, con suma frecuen
cia escondidos o poco conocidos. Pero los cristianos te Ton poco me comprenden las gentes, que ni siquiera
merán siempre a estos hombres, cuya admisión les obli 1•1 11 1 1 prenden mis lamentos por no ser comprendido.
garía a alternar con ellos; quieren escuchar un único Febrero de 1836
acorde en las asambleas y sentarse en un cenáculo chi
no, felices y contentos ¡de haber levantado una infran La vida humana puede concebirse como una gran elo-
queable muralla contra los bárbaros! No digo esto con 1 ul'ión donde los diferentes hombres representan las dis-
ánimo de censurarlos, sino para mostrar el contraste re 1 l n t as partes de la oración (otro tanto se puede decir de
conocido de facto en la vida cristiana, para disuadir a 111" Est ados en sus relaciones recíprocas). ¡Cuántos hom
aquel cuyos pulmones no oprima aún semejante cota de l 11 ts son puramente adjetivos, interjecciones, conjuncio-
hierro espiritual, de aventurarse i mprudentemente por 11t•s, y qué pocos son sustantivos, verbos activos, etc.!
el cristianismo, para inmunizarlo contra esas ideas tísi 1< uán t os son cópula!
cas y asmáticas. Por cierto que es duro vivir en un país Con las mutuas relaciones de los hombres ocurre
sobre cuyo horizonte jamás se alza el sol, pero tampoco 1 1 11110 con los verbos irregulares en muchas lenguas: casi
es agradable un cuchitril donde el sol cae a plomo sobre iodos lo son.
el cráneo y no permite, ni a nosotros ni a cuanto nos Marzo de 1836
rodea, l a proyección de una sombra.
1 lc aquí verdaderamente demostrado el contraste en
t 1 t• 1a época romántica y nuestra época intelectualista.
I 11 1 anto que aquélla acariciaba principalmente la idea
•
de concentrar en un solo individuo a la humanidad ente \ ida, debe sucumbir a veces y otras logra elevarse por
ra, la nuestra trata de aparear las naciones (el llamado 1·11cima de ella y sonreír (cuando, por ejemplo, Fausto
«Sistema cosmopolita»). Que no me objeten que también 110 comprende al mundo pero sonríe del mundo que no
el punto de vista romántico era cosmopolita porque la 1 omprende).
diferencia estriba en que la época romántica insistía Abril de 1836
mayormente en la idea de lo grande y lo sublime, etc., y
la nuestra, en cambio, insiste en la idea de lo múltiple, Conversaciones con J. Joergensen, 1 18 de abril de 1836.
de lo heterogéneo que se funde en una sola unidad. Por
eso, mientras que en aquella época en lo particular se Estaba ebrio; lo notaba, entre otras cosas, al observar
mantenía la nacionalidad y, por decirlo así, cada naciona "' labios. Pensaba que en el fondo la poesía es una cosa
lidad se resumía en sus representantes, la nuestra insiste 1•t u ndaria, una excrecencia, e hizo el elogio de la filoso
más bien en el pensamiento de individuos múltiples que l 1.1. de la memoria; envidió mi juventud, habló de la
se funden en un solo Estado con sus múltiples intereses 1 . rda de las hojas, del silbido del viento, del cierzo. «La
•
Es curioso que las gentes ataquen a los jesuitas. Todo Me impresiona el extraño modo en que un lejano re
' 1 1rrclo puede surgir de improviso en La conciencia; por
aquel que se entusiasma por una idea y piensa sólo en
realizarla es en cierto modo un jesuita. • 11·inplo, el recuerdo de una falta de la que casi no nos
i l 1 1 1 1os cuenta en el momento de cometerla; relámpagos
17 de junio de 1836
p1 l't.:ursores de un fuerte huracán. No se trata de una
l111ple comparecencia, sino de una irrupción que opri-
¿A qué se debe que prefiramos leer las comedias en
1 1 w con inmensa fuerza y que exige que se le escuche. En
1 i1 "cnl ído, más o menos, ha de entenderse el texto del
compañía y las tragedias a solas?
rreveidiles de los chismes famil iares, así también hay c·ulpa mía entre todo inocente corazón de doncella y yo
un hato de gentes que en el problema del acuerdo entre mismo. ¡Pero Tú te reuniste conmigo! ¡Gracias, Dios
filosofía y religión sólo llevan y traen chismes. Pues, mío, por no haberme precipitado en la demencia Uamás
sin poseer un adecuado conocimiento de ninguna de he sentido tanto miedo); gracias por haberme prestado
ambas, sino uno de segunda o de tercera mano, han �1yuda una vez más!
llegado a aprender algo del gran Magister, quien en su Otra vez hoy la misma escena; sin embargo, fui a ver a
viaje al extranjero tomó el té con la celebridad tal o los Roerdam. ¡ Dios mfo!, ¿por qué habría de despertar
cual, etc.4 l'Sla inclinación precisamente ahora? ¡Qué solo me sien-
10! ¡Maldita sea mi orgullosa satisfacción de bastarme a
Fausto debería ser confrontado con Sócrates. Así como 1 1 1 í mismo! Todos me despreciarán ahora ... Pero Tú, oh
éste expresa la separación del individuo del Estado, Dios mío, no me abandones; ¡déjame vivir y haz que sea
aquél representa al individuo sustraído a la guía de la mejor!
Iglesia y abandonado a sí mismo. En esto reside su vin
culación con la Reforma que se desligó de la Iglesia y, en Cuando se pierde de vista la relación entre filosofía
cierto sentido, expresa una parodia de la Reforma, des (el modo puramente humano de considerar el punto
tacando unilateralmente su aspecto negativo. cll· vista humano) y cristianismo y, sin haber reali-
1ado profundas búsquedas en esta materia, uno co
La filosofía es el ama seca de la vida. Vigila nuestros in icnza a especular con el dogma, pueden obtener
pasos, pero no nos amamanta. "l' fácilmente resultados copiosos y felices. Pero puede
"uceder también como con el abono (cuando se lo
Quiero apartarme de los que están permanentemente dc-;parrama al azar sobre un terreno sin haber exami-
al acecho para pillar a alguien en falta; quiero dirigirme 11<1do antes ni la naturaleza del estiércol ni la de la tie-
a Aquel que se regocija más con la conversión de un solo 1 1 a a la cual se lo destina): uno obtiene una rica vege-
pecador que con noventa y nueve justos que no han me 1.1ción durante algunos años, pero luego la tierra se
nester de arrepentimiento (Le. 15-17). ·•rota.
s.
Nota agregada a una larga disquisición sobre los burgueses, del 3 de noviembre de 1837
19de julio de 1837. (N. de la t.)
6. Poeta y cuentista danés del Romanticismo ( 1782-1848). (N. de la t.) 7 l11H""1un irónica de Mt. 7, 15. (N. de la t.)
40 SóREN KJERKEGAARD
Creo que, si un día me hago cristiano de veras, deberé N11//a dies sine linea. 1
ante todo avergonzarme por no haberme convertido an
tes y por haber intentado además todas las escapatorias. h1 i l
8 de diciembre de 1837
Orro largo período sin que acertara a recogerme en
,1h-.oluto. Trataré ahora de recobrar el ritmo.
Paul Moeller ha muerto. 1 3 de marzo de 1838.
¡Qué equivocados están algunos con respecto a la ta
' P:1 que les aguarda dentro del movimiento de su época!
1 o mismo acaece durante el cántico en la iglesia, cuando
d¡•uien olvida el órgano y al resto de los fieles para ad-
1 1 1 1 1 ar su propia voz de bajo profundo; como, si en vez
1 l,·I coro de voces, fuera la nuestra la que así llena la
11,1\ l'.
4 de abril de 1838
improviso interrumpe todo otro canto; alegría que cual qt•l' Dios ve sus iniquidades; en tanto que el verdade�o
suave brisa apacigua y refresca, soplo del alisio que 1 1 ... 1 iano se sabe conocido por Dios y reconoce su propia
desde la encina de Mambré se eleva hacia las eternas l 1 .1i• i lidad con una lucidez que únicamente puede procu-
moradas. 1 " la participación del Espíritu que «escudriña el cora-
1 9 de mayo de 1838 1111 y los riñones» (Sal. 7, J 1 ).
¡Cuánto te agradezco, oh Padre celestial, que me hayas M i padre murió en la noche del miércoles (8 de agos-
conservado para un tiempo como el presente, en el que 111), alas dos de la madrugada. ¡Había deseado tanto que
tanta falta puede hacerme, a mi padre en la tierra, quien \ I \ iese unos años más aún! Considero su muerte corno el
con tu ayuda sentirá (así lo espero) mayor gozo en ser mi 1 1 1 1 1 1110 sacrificio de amor que haya hecho por mí, pues
padre por segunda vez que cuanto haya sentido la pri 1111 me abandona con su muerte sino que «ha muerto por
mera! 1 1 1 1 .. . a fin de que pueda hacer algo con mi vida, si eso es
9 de julio de 1838 p m i ble. Todo lo que de él he heredado, su recuerdo, su
l11 1.1gen transfigurada (y no por las visiones de la fanta-
Me ocupo en intensificar mis relaciones con el cristia 1.1 -su recuerdo no lo necesita-, sino por numerosos
nismo. Porque hasta ahora he luchado por su verdad 1 '"l!ºS que ahora comienzo a descubrir), constituye mi
casi manteniéndome fuera, en cierto modo; he llevado la 111qor tesoro, el que ocultaré con más celo que toda otra
1 '"'ª en el mundo. Siento que en estos momentos sólo
cruz de Cristo de una manera exterior, como Simón de
Cirene (le. 23, 26). 1 1 11 1 una persona (E. Boesen}3 puedo verdaderamente ha
9 de julio de 1838 l1l11r de él. Ha sido un «amigo probado» .
1 J de agosto de 1838
Quizá logre, también yo, hallar placer en las condicio
nes de vida dentro de mi patria. Como leí una vez que i:,traño contraste: el paganismo imponía tributos al
acaeció con aquel hombre que, aburrido de su propio 1,, l l1bato; el cristianismo lo recomendó.
hogar, monta a caballo para alejarse; pero, apenas ha 1 1 de agosto de 1838
andado un trecho, el caballo tropieza y da en tierra con
su jinete. AJ levantarse nuestro hombre, posa sus ojos E l cumplimiento del plan griego para el desarrollo
sobre el mirador de su casa y lo encuentra hermoso. En dv l a historia universal, la absorción del infinito por lo
tonces, inmediatamente, monta a caballo otra vez y des
1 11·1 1.•ccdero, se repite en el cristianismo oriental, por
anda el camino a fin de regresar al hogar. Todo depende ' l "l' la cruz griega (T) limita, por así decir, la aspiración
de dar con la perspectiva justa. 11.H ia el cielo, en tanto que la cruz latina (t) aspira a lo
1O de julio de 1838 1 1 l l 1 1 1 i lo.
e inmensa riqueza.
22 de noviembre de 1838
1 1 de octubre de 1838
¿Has experimentado acaso el verdadero sentido de
\ onsuelo inherente a la idea de que « Dios no tienta a
Cristo, que alimentó al pueblo con cinco panes y cinco 11.Jdie»? (Sant. 1 , 1 3.) ¿Has sentido la fuerza superior, la
peces (In. 6, 1 1), se servía de las circunstancias exterio -.obrenatural grandeza que te otorga, frente al pecado,
res más insignificantes para expresar las más profundas l . 1 idea de que es tu propia carne, tu sangre o las tenta-
consecuencias de su doctrina. ¡Sátira de nuestras pom 1 iones del pecado las que han sido vencidas de una vez
posas preparaciones, del presuntuoso boato que nos ca por todas? (Dios, sin duda nos somete a la prueba para
racteriza! lortificarnos y purificarnos : las tentaciones han sido he
30 de octubre de 1838 \ has para quebramos, porque se supone que así sucum-
46 SÓREN KIERKEGAARD
El Señor vendrá aunque debamos esperarlo; vendrá N la vida de todo cristiano se repite el milagro que
aunque debamos envejecer como Ana, encanecer como
Simeón (el segundo Noé), pero debemos esperarlo en su
E asombró a los invitados a las bodas de Caná: «To
dos sirven primero el vino bueno y, cuando están ya be
casa (Le. 2, 25 ss.). hi<los, el peor; pero tú has guardado hasta ahora el vino
3 1 de diciembre de 1838 111cjor>> (Jn. 2, 1 O). Lo dirá especialmente aquel que haya
1·xperimentado cómo el mundo sirve primero el vino
4. El texto completo del versículo dice así; «Nadie en la tentación hucno y luego el malo.
diga: "Soy tentado por Dios." Porque Dios ni puede ser tentado al maJ ni
(N. de la t.)
1 de enero de 1839
tienta a nadie...
6 de enero de 1839
Tú, « Regina» , que reinas en mi corazón oculta en lo 111.1-. que todo puntillo.
profundo y más secreto de mi pecho, raíz y plenitud de 12 de febrero de 1839
mis pensamientos que estás en mitad del camino entre el
Ouc el pensamiento y el ser son la misma cosa se pue
cielo y el infierno -¡oh divinidad aún desconocida!-,
ojalá pudiera pensar como los poetas, quienes al ver por ' h .1preciar en las gentes que sufren de ideas fijas, prue
li.1 lambién de la eternidad del infierno; la más perfecta
vez primera al objeto amado creen conocerlo desde
• 1stcncia debe ser concebida como inmune a las dis
tiempo atrás, que el amor es siempre un «recuerdo» con
t 1 11� ·iones de cualquier género, a las impresiones mo-
sus profecías propias para cada ser humano, sus tipos,
111l 1Háneas y pasajeras, que impiden sentir la identidad
sus mitos y su Antiguo Testamento. En cada rostro de
doncella descubro rasgos de tu belleza; pero me parece 1 1 1 1 rt· el ser y el pensar, sin decir, por supuesto, que ha de
• l 1 1n inarse todo cuanto dependa de las características
que debería poseerlos todos para poder extraer de ellos
tu extraña hermosura; debería recorrer el mundo entero • \ ualcs así como el desarrollo de la historia que tenga
' 11 dlas su punto de partida y que deberemos en este
a fin de hallar el continente que me falta y que la brújula
del arcano misterioso de mi «yo» me señala como a su 1•111110 ·er semejantes a los ángeles, quienes ni se casan ni
polo; y un instante después, tan cerca estás de mí, tan ' dan en casamiento.2 Pero la caída de los ángeles -así
presente, de tal manera colmas mi espíritu, que me sien l. 1 ,·11-;cñan los Padres de la Iglesia- es irrevocable, pues
Es mi desdicha que toda mi vida sea una interjección; d1·-.perdiciado el vigor y el coraje de nuestra juventud en
nada está fijo (todo se mueve, nada se mantiene estable). l,1 1 l·belión contra Él; porque luego, exhaustos y derrota
Mi tristeza es una desesperación quejumbrosa, mi ale ''"' · debemos comenzar la retirada a través de países
gría es un brinco exuberante del lirismo. 1h·-.r ruidos, de comarcas asoladas. rodeados por todas
13 de marw de 1839 p.11 tcs por el horror de la devastación, de las ciudades
l11l cndiadas. de las ruinas humeantes, de esperanzas
Hay ocasiones en las que uno siente particularmente 1 11 1 didas, de opulencia pisoteada, de grandeza abatida;
la dureza de estar solos en el mundo. Hace poco vi a una 11 1 1 1 a retirada como un año de desdichas, larga como la
joven pobre encaminándose solitaria hacia la iglesia • 11·1 11idad, monótonamente entrecortada por un suspiro
para recibir la confi rmación; y a un viejo, a quien se le 11• 1 u.:tido sin cesar: « ¡ Qué días de tedio!»
había muerto toda la familia, llevando en brazos el fére 12 de mayo de 1839
tro de su nietecito, su último consuelo; poco después lo
vi en el cementerio, plantado como una cruz sobre la , Cómo no he de creer que sea la voluntad de Dios la
tumba familiar. t¡lll' me prepare para el examen y que le sea grato que lo
28 de abril de 1839 l1ul'a en lugar de alcanzar, por la dedicación a otros estu
o ltn-., un conocimiento más lúcido? Porque la obediencia
Cuenta Cornelio Nepote que un general, encerrado t• ••, más grata que la grasa de los carneros.
dentro de una fortaleza con un nutrido contingente de 13 de mayo de 1839
caballería, para impedir que los caballos enfermaran
por falta de ejercicio, los hacía azotar a diario. Así vivo 1 a desgracia de los filósofos estriba en que se sirven
yo, como sitiado en mi propio cuarto; no tengo deseos de d1 1 rnapamundi para estudiar el cristianismo, cuando en
ver a nadie y temo el asalto del enemigo a cada instante, 1 1 1 1 1 hio sería preciso que util izaran mapas especiales.
es decir, una visita. No deseo salir de casa, pero, para no r• 1 1 . 1 ellos el dogma es sólo un destilado más concreto de
enfermar de inercia, me agoto llorando. 1 • 1 onciencia humana universal.
10 de mayo de 1839 22 de mayo de 1839
La existencia entera me angustia, desde el más peque 1 .1 teología católica hace del pecado original una doc-
ño moscardón hasta los misterios de la Encarnación; 1 1 111.1 en el fondo tan ajena al individuo que uno no pue
todo se me hace inexplicable, por encima de todo, yo .1, 1 1 1\.·nos que compararla con el título falso que aparece
mismo; l a vida entera es una peste, y yo más que nada. 1 1 1·1 libro encuadernado; por tal razón, la justitia origi
Vasto es mi dolor sin límites; nadie lo conoce aparte del '' '" mantiene escasa conexión con el hombre y podría
Dios del cielo, y Él no quiere consolarme; nadie lo cono • ' l omparada con una espléndida encuadernación pero
ce sino el Dios del cielo, y Él no quiere apiadarse de mí. 111 1 vlación alguna con el libro.
Joven amigo, tú que das tus primeros pasos por el cami 2 7 de mayo de 1839
no que conduce hacia la meta, si te has extraviado, retor
na, vuelve a Dios y en su escuela adquirirás juventud y 1 'i ....tc una visión de la vida lograda a fuerza de lágri
reforzarás tu vigor para tu tarea de hombre. Nunca ha ........ . rnás fuerte que el hierro, corno la camisa legenda
brás de sentir cuánto es preciso padecer cuando se ha ' 1' Wenn sie ihn unter Thranen spirmt, mil Thranen
52 SóREN KJERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 53
bleicht, eine Hemde draus unter Thriinen niiht, schützt tl.111; porque el Génesis dice que el hombre y la mujer
mich dies besser als alles Bisen, es ist undurchdringlich.4 \l011drán a ser los dos una sola carne» (Gén. 2, 24).
Pero la camisa a la que me refiero sólo protege al que la 7 de julio de 1839
ha fabricado con sus propias manos y no al resto de los
hombres. (;c neralmente los demás escritores sienten menor
Quien se atiene al punto de vista humano general es d1·c10 hacia sus primeras obras. Mi desgracia, por el
cribe con mano insegura y temblorosa; el cristiano escri ' 111 1 t rario, es que las prefiero a todo lo que ahora escribo.
be en tanto que otro sostiene su mano:* da un testimonio 1 4 de julio de 1839
de la exactitud (en sentido subjetivo), pero no l a produ
ce. Por esto es profundo el significado de la palabra «tes 1 o que nosotros designamos aproximadamente con el
timonios» para el cristianismo; ellos no son los invento 11111nbre de spleen y que los místicos denominan « mo
res de la fe ni sus reformadores, son los testimonios, sea '"l'lllos de entorpecimiento», ya era conocido en la Edad
porque el cristianismo es un acto objetivo que se lleva a Mrdia como «acedia» (áxr¡füa, apatía). San Gregorio,
cabo en el mundo, sea porque lo absorben en sí mismos. \fw olia in Job, XDI: virum solitarium ubique comitatur
1 1 de junio de 1839 ,,, f'rlia. . . ut animi remissio, mentis enervatio, neglectus
avergonzamos de nuestra existencia terrestre como si ''"' a todo miembro de la Iglesia que permaneciera
ella no proviniera de Dios. Todo debe ser tan espiritual, 111.1ct ivo), sino con el de un pronunciarse; los ejemplos
tan volatilizado, que contrasta típicamente con el can 1111 .1cabarían nunca.
dor de la canción de mayo, en otros tiempos muy po 20 de julio de 1839
pular.
14 de junio de 1839 Y no es sin un profundo conocimiento de la naturaleza
l 1 1 1 1 1 1ana por lo que los viejos moralistas incluían la tris
El matrimonio representa la unidad en el aspecto de ff/10 L'ntre los siete pecados capitales. Así lo hace Isidoro
la sensibilidad, no la unidad en el espíritu ni en la ver- d1· S ·villa.
4. «.Cuando la hilan lágrimas y lágrimas la blanquean y tejida está < ·011stituye una característica del desarrollo de la lite-
con lágrimas, mejor que una coraza me protege mi camisa; nada puede 1 11l1 1 ra moderna ese continuo adquirir conciencia del
traspasarla.,. (N. de la t.)
11 11·d io: método que, según imagino, debe conducir a la
* Porque lo que el hombre hace con sus propias manos no será nunca
hojarasca.
M1 padre lo llamaba «desesperación silenciosa».
DIARIO ÍNTIMO 55
54 SOREN KIERKEGAARD
espíritu y son �i ? a » (Jn. 6, 63). 1 En resumen: no tengo 1 11 cambio, como compensación, exige la libertad de pa
deseos de escribir esto que escribo ni tampoco de bo l.1bra.
rrarlo.
l�xiste una reservatio menta/is absolutamente necesa-
Las flores de mi corazón se convierten en flores de es 1 1,1 para pronunciar una sentencia justa.
carcha.
La paradoja es el verdadero páthos de la vida intelec-
Con mis ideas y sus realizaciones ocurre lo mismo que 111,1 l. Y como sólo las almas grandes son pasionales, úni
' .1mcnte los grandes pensadores están expuestos a eso
con los pc:es durante ciertos meses: muerden en falso; el
lfl ll' o llamo paradojas y que no son más que pensa-
bocado existe, pero los peces no lo atrapan.
111 it·ntos grandiosos e incompletos.
1. El versículo entero dice así: «El espíri1u es el que da vida; la car A medias en los juegos de la infancia, / a medias con Dios en el
ne no aprovecha para nada. Las palabras que yo o he hablado son 111 1 n11• (Fausto). Tema para el boceto de Margarita en la primera par-
espíri tu v �on vida.• (N. de la t.) 1 1, 1 > 111 11110 o lo otro. (N. del t. i.)
60 SóREN KIERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 61
zaran mutuamente. Entonces sentí crecer a mi alrede h· p11ra que vivas largos años en la tierra que Yavé, tu Dios, te da.»
,¡,. la f.)
dor el silencio de la muerte; mi padre fue para mí como
un condenado a sobrevivimos a todos nosotros, como
una fúnebre cruz sobre la tumba de sus propias esperan
zas. Sobre la familia entera debía de pesar una culpa, un
castigo que Dios suspendía sobre nuestras cabezas; tenía
que desaparecer, aniquilada por la divina omnipotencia,
ser borrada como un intento fracasado. Rara vez hallaba
un poco de alivio al pensar que mi padre había cumplí-
E
L misticismo carece de paciencia para esperar la re """ r ranjeamos con nuestras obras; pero, en cuanto al
velación de Dios. hdu1 que Tú mismo nos impones, concédenos la gracia
11 de julio de 1840 .i, 1 t'·ibirlo humildemente de tu mano y la fuerza para
11prn 1ado.
Bien está hablar de experiencia en lugar de conoci ' l 1 branos de pensar que la tristeza tiene mayor méri
' 1 lfltl' la alegría, el automartirio ...
miento a priori; pero por loable que fuese el método de
aquel concienzudo juez que quería experimentar cada
una de las penas antes de aplicarlas, a fin de proceder �h acusan de hacer uso excesivo del paréntesis: mi
con mayor justicia, ¡su sistema no lo llevó hasta el ex 1 1 1 p.1 ración para el examen de teología es el paréntesis
tremo de someterse a la pena de muerte! 11 1 l.1rgo que yo haya vivido.
te elevas hasta el lugar que tantos esfuerzos nos cuesta 1 11 1 1 i . 1 vacía, como imagen retenida del objeto fugaz, se
alcanzar! 1 1 1 t . 1 también en el problema de la libertad: seme-
11 1111 \ k-. dijo: "¿Cómo estáis aquí sin hacer labor en todo el día?",.
sas; por esto se suele decir que el post illón, cuando sopla I /, t I
el cuerno, sopla la grasa del caldo. • ''• 11 -.1 mismo.» (N. de La t.)
64 SOREN KIERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 65
Me gustaría fundar una orden del Silencio como la or 1�11 general la imperfección de todo lo humano estriba
den de la Trapa, no con fines religiosos, sino estéticos; 1 11 <ruc el deseo jamás alcanza su objetivo sino a través
para acabar de una vez por todas con estas habladurías. il1 1 t ontraste. No me detendré en la variedad de confor-
111.wiones que podrían dar mucho quehacer a los psicólo-
Mi duda es horrenda. Nada puede detenerme, mi ' '" (el melancólico es el que está mejor dotado de sen-
hambre es infernal: razonamientos, comprobaciones, 111 In ('Ómico; el voluptuoso, a menudo, posee sentido idí
certidumbre, lodo puedo devorarlo; corro a una veloci l h 1 1 , el libertino, sentido moral; el dubitativo, sentido
dad de diez mil leguas por segundo, arrollando cual 1 1 l 1 1'ioso), pero sólo a través del pecado se descubre la
quier obstáculo. 1111 11<1vcnturanza. Por consiguiente, la imperfección no
d1 l ll'tt<.lc tanto del contraste cuanto de nuestra incapaci-
Los Estados Unidos de América tienen una estructura l 1 1 1 para considerarlos simultáneamente: para ver al
política que es la antítesis de la de los Estados europeos. 1111-.1110 tiempo el contraste y lo demás.
Se desarrollan en latitud y en longitud (los descontentos
conquistan o compran nuevas tierras y se establecen l\tw:hos sienten gran temor de la eternidad, pero
allí), en tanto que en Europa el Estado crece en altura y 11 111C.lo se logre hacer frente al tiempo será posible so-
en profundidad, verdadera forma de organización. 1 11 l'· " l a . Tan cierto es que el juramento que se hacen los
11 1111orados de amarse por toda la eternidad es un
Constituye un punto de partida positivo para la filoso 1 u u p 1 tlín menos grave que un compromiso para el tiem-
1 •• pt cscnte; pues aquel que promete para la eterni
fía el de Aristóteles 1 cuando dice que la filosofía comien
l 1d, puede responder en todo caso: « ¡ Dispénsame por
za con el asombro y no, como en nuestros tiempos, con la
duda. En general el mundo debe aprender aún que no d11 1 1 . t ! ... »
aprovecha comenzar por lo negativo, y si hasta ahora el
método no ha fracasado se debe a que no se ha encarado
lo absolutamente negativo, y de este modo, tampoco se 1 ' lamentas de que muchas de tus esperanzas se
ha lJevado a cabo en forma seria lo que se pretendía ha lt '' .111 visto frustradas, de que ninguno de tus ardientes
cer. Su duda es pura coquetería. 1 1 º' ·e haya realizado. Tan pobre eres que has perdí
'" 11.l'ta la voluntad y el coraje de esperar; tal vez
Para los paganos el teatro tenía el mismo valor que dt·ha a que todos tenemos muchos necios espejismos,
tiene para nosotros la iglesia; lo demuestra el hecho d(.• d 'l' / ::i que el Señor nos enseña a esperar que no todo
que el teatro fuera gratuito y que jamás se les ocurriera a "" 'l't'ét concedido. Pero existe una esperanza que no
los paganos que debieran abonar ninguna cantidad para 1111i•dl' verse defraudada: porque esperas la resurrec-
ir al teatro, como tampoco nosotros pensamos en pagar 11111 dl' la carne, que para ti representa la nostalgia de
la entrada a la iglesia. Partiendo de esta consideración 1 1 1 1 1 1 1 le con tus seres queridos, la nostalgia que te
del teatro se podría desarrollar una concepción del pa 1 1 11 1 ,·,pcrar que algún día verás tu vida transfigurada
ganismo. 11 1 >111-.; confías en que Dios quiera lo mejor, porque tu
\ l 1 1 10 ha terminado aún y tú no sabes «ni el día ni la
¡Y cuánto la he amado! R.,2 ligera como un pájaro, Dice el poeta pagano3 que el dolor cabalga en la grupa
atrevida como una idea; la dejaba volar cada vez más d1 raballo; para el cristiano el gozo está más allá, olvi
alto. Erguida sobre mi mano como sobre un pedestal, ,1,111clo así lo que queda atrás.
batía las alas y me gritaba a mí, que permanecía abajo:
« ¡ Esto es magnífico! » No advirtió que era yo el autor de l lace falta valor para casarse, y no se debe cantar el
su ligereza, que yo le había otorgado esa audacia de pen I ' 1 1 1\.'gírico de la virginidad; pues la misma Diana per-
samiento, que su fe en mí le permitía caminar sobre las 1111111cció virgen, no porque apreciara la grandeza de tal
aguas; yo la aplaudía y ella aceptaba mis aplausos. 1.1do, sino porque temía los dolores del parto. ¿Acaso
Otras veces se arrojaba a mis plantas y sólo quería ad 1111 dice Eurípides4 que preferiría volver a guerrear tres
m i rarme, olvidando todo lo demás. • 1 l'" antes que dar a luz una sola?
¡Mi niña! En latín se dice de un asiduo oyente: pender l>1lcs « ¡ lo que he perdido! », o más exactamente
ex ore alicujus, refiriéndose especialmente al oído que
1 .1qu1.: llo de que me he despojado!» Pero, ¡ay de mí!,
capta y retiene dentro de sus fibras más íntimas aquello 1 11 1 1 prenderías acaso lo que he perdido yo? Cuando se
que ha percibido. Nosotros expresamos lo mismo de un lt d1l.1 de ello, más valdría que cal laras. ¿Quién puede
modo distinto; pues ¿cómo no estar pendiente siempre d1l 1 lo mejor que yo? ¿No había trazado acaso, con las
de tu boca? ¿No soy acaso tu asiduo? Asiduo oyente, en • 1 1 1 ' iones infinitas de mi alma, el cuadro más exquisito
verdad, porque aunque no se cruce entre nosotros pala
1 · 11 1hlc, por su profundidad -sirviéndome hasta de mis
bra alguna, no por eso dejo de sentir los latidos de tu 1i1 1 ...ombrías ideas- , de la melancolía de mis sueños,
corazón. h 1 1 ... plcndor de mis esperanzas y, sobre todo, de mis
"' 1111l'l udes y de mi inconstancia, mezclando este fulgor
Quien funda su existencia en los dones del azar se en
1 1 profundidad? ¿Y cuándo he sentido el vértigo?
trega a una vida de pil laje, cualesquiera que sean esoi1
1 1 1 111<.lo mi mirada penetraba el infinito de su abando
dones: belleza, fortuna, nacimiento, ciencia, arte; en n.•
' • p1 1l·�10 que nada puede compararse con lo infinito
sumen, todo lo que constituye la herencia común dd 1 1 , 1 1 11or? ¿O cuando sus sentim ientos, sin caer en el
hombre. Y aunque obtuviera el triunfo ... Supongamos
.i.1 11w, danzaban en el borde mismo la danza ligera del
que entonces un joven se dirigiera a ti con toda la fe y d
derecho propio de la juventud, derecho que no puedl'!I
objetarle, a fin de preguntarte cuáles son los fundamen
IJ11v he perdido? Mi único amor. ¿Qué he perdido a
tos de tu vida; ¿no te sentirías lleno de vergüenza? Por
1 1 1 1 ¡ 1 ,... de los hombres? Mi palabra de honor. ¿Qué he
que ¿te atreverías acaso a iniciar a ese joven en tus secn.·
' d 1 do? Precisamente aquello que representa y repre-
tas artes de astucia y de hipocresía?
1 1 1 1 1 1 ,1 s iempre para mí, sin que el golpe me aterre, mi
El punto capital en la vida de un individuo consiste l'll 1 •111 1 1 . 1 1 1 i alegría y mi orgu llo; mi promesa de serle fiel.
salvar todo lo posible dentro de las categorías humamt!l In l.1 1 1lo, el tormento de mi alma iguala al de mi
de orden general .
1 ¡,,, 11 m. (N. de la t.)
2. La inicial de Regina Olsen figura así en el original. (N. de la t.) t.,¡,.,, . \ . 249. (N. de la t.)
72 SOREN KIERKEGAARD DIARIO INTIMO 73
¡Cuán duro es para mí, en estos momentos en que qui l1�·l·ncia; no, sólo me amaba a mí... ¡Y sin embargo, no
siera tanto lanzarme a la acción, verme reducido a la 1m· ha comprendido!
actividad que de ordinario se reserva a las mujeres y a
los niños: la plegaria! l )iccn que el amor obceca. Más aún, nos vuelve sordos,
111 1-. paraliza. Cuando padecemos e) mal de amor, somos
No sólo yo, sino R. y cualquier otro Espíritu del Anillo, • 1 1 1 n o la sensitiva, cuyas flores se cierran, sin que ningu-
sin olvidar que esos diferentes Espíritus significan para 11.1 t!.anzúa logre abrirlas, con tanta más fuerza cuanto
mf la diversidad de servidores dispuestos a obedecerme 111i1vor sea la violencia que se pretenda ejercer.
en mi fuero interno a la más pequeña señal; uno por
cada deseo tuyo y, si fuera posible, aun diez; todos Sl' (No crees acaso que deseo darle esta prueba de mi
incorporan para formar dentro de mí un Espíritu único, 1 1 1 1or para pagar la humillación que ha de haber sentido
diferente del de Aladino, porque no los une a ti el azar de 1 1 1 1 c la pena de sus parientes y amigos (Dios sabe que no
un vínculo exterior, sino la nostalgia de un alma; pues 1t ' sido por mi culpa que las cosas sucedieran así);7 mos-
¿acaso no te he entregado yo mismo el anillo que me 1 1 1 1 1 1 1 c una vez más, probar que no era el deber ni el
querido engalanarla con todas las joyas del mundo "'' -.intiera que todas esas virtudes sólo son espléndidos
-claro está que siempre que sirvieran para realzar sus h 1os, volvería a ella, para luego quitarme la vida,
gracias-, y cuando ella hubo alcanzado el supremo en· p111yccto que desdichadamente he acariciado durante
canto, debí alejarme. Cuando su mirada, rebosante de 1i 1 1 iasiado tiempo para que la separación no le resulte
vida y de alegría de vivir se cruzaba con la mía, me vi 1111 l'u doblemente penosa. Pues, a fin de cuentas, ¿quién
obligado a partir. Y me marché llorando de amargurn, 1111:1 mejor que un moribundo? Así me he considerado
ula vez que me abandonaba a «ella». Vivir con ella, en
1 wntido plenamente tranquilo y confiado de la pala-
S. Kierkegaard, Juego de romper su compromiso con Regina Olst·n,
panió para Berlfn el 25 de octubre, a bordo de un barco sueco. Fue é'IC'
111,1, jamás lo he soñado. Por cierto que es como para
su primer viaje a Berlín. (Nota de los traductores franceses Knud Fer/01• v d1 -1·sperar. Mi único deseo era el de permanecer a su
lean J. Cateau.)
6. Esle lcxto ha sido tomado de La traducción francesa, que en 110111
precisa: «El Espíritu del Anillo que habla en el Aladino de Oehlensd1 1 La nota marginal indicada en el tcxlo fue suprimida más tarde
laege1· Kierkegaa1·d juega con la palabra "anillo" y dibuja uno en 1·1 ( •t ' 1 mismo Kierkegaard, pues no se han encontrado señales de ella y
manuscrito en torno a la inicial de Regina.» (N. de Ja t.) 1 111 11 gen había sido arrancado. (N. de los t. {.)
74 SÓREN KJERKEGAARD DIARIO INTIMO 75
lado; pero apenas hube comprendido que las cosas to l un ella pueden considerarse verdaderamente un amor
maban mal cariz, ¡ay de mí, demasiado pronto!, tomé la desdichado; la amo -ella es mía-, su único deseo es
resolución de darle a entender que no la amaba; y ahora que permanezca junto a ella -la familia me suplica-,
heme aqu(, odiado por todos a causa de mi infidelidad, 1·s mi suprema aspiración ... ¡y debo decir no! Para facili
causa aparente de su desdicha, en tanto que le soy tan IM las cosas, trataré de darle a entender que he sido un
fiel como siempre. ¡Si por lo menos pudiera verla feliz \.t1lgar impostor, un hombre frívolo, a fin de que le sea
junto a otro hombre! Por dolorosa que sea tal solución posible odiarme. Pues supongo que la sospecha de que
para mi orgullo masculino, me alegraría lo mismo. Aho todo se debe a mi melancolía le resultaría más penosa.
ra ella se consume de dolor pensando que habría podido 1 t uánto se asemejan la melancolía y la frivolidad!
hacerla dichosa pero que no he querido. Y en verdad que
lo hubiera logrado si no fuera porque... , etc. Se dice que el amor terrenal nos vuelve elocuentes.
Y aunque no sea prudente para mi tranquilidad, no ll uánto más elocuentes debería volvernos Tu amor, oh
puedo menos que figurarme el indescriptible instante de 1 > 1os, que con Tus manos modelaste la boca del hombre
mi retorno a ella. A pesar de que me considero resisten p.1ra que pudiera hablar!
te, lo bastante como para sufrir lo que me corresponde
como un castigo de Dios, este sufrimiento se vuelve de Y cuando me siento tan desdichado, mi único consuelo
masiado pesado, a veces. Además, me parece haber co 1 '• que «ella» no sufra conmigo. Es duro saber que l a
metido un error al ocultarle mis sufrimientos. Cuando 1 1 1 1ada nos ha sido infiel, pero este sufrimiento cotidia-
pienso en mis palabras de entonces («el mundo de las 1111 Y si permaneciera con ella, sería preciso mostrarme
•
letras perderá conmigo a uno de sus fieles»), siento su , 1111tcnto. ¿Y si, aun así, ella me viera sufrir? Mi alegría
falsedad, puesto que, por haberla abandonado, las letras 1 l'mpaña siempre con el dolor de que ella no pueda ser
han perdido para mí todo lo que es posible perder; sólo 1 '•11 t ícipe.
en ella pienso y estoy seguro que ella no sufre tanto
como yo. ¡Quiera Dios que mis sufrimientos le reporten No logro liberarme de este amor: no puedo soñarlo a
algún beneficio! l 1 1 1rnncra de un poeta, porque, cuando estoy a punto de
, 111 1 1.:garme a la poesía, la angustia y la impaciencia por
Debes saber que cifras tu dicha en haberla amado úni 1 1 11l ión se apoderan inmediatamente de mí.
camente a ella y que pones tu honor en no amar a ningu
na otra mujer. 1 \'
l'Sla ho1Tible inquietud, este deseo de querer con-
' 11l lTme en todo instante de Ja posibilidad de volver a
¡Cuánta grandeza en el abandono de la mujer! Pero la 1 1111 . 1 pesar de todo! ¡Si me atreviera, Dios mío! ¡Qué
maldición que pesa sobre mí es la de no atreverme a per (!111 n l'S! Había depositado en ella mi última esperanza
mitir que ningún ser se me apegue íntimamente. Dios. 1 1 1.i vida y debo renunciar. Extraña situación: en el fon-
desde el cielo, sabe cuánto sufría cada vez que escogía 111, ¡ . 1 1 1 1 ás pensé en casarme, pero que el asunto se desa-
con alegría infantil algún medio para hacerla feliz; 1 1 ul l. 1 1 a así, dejando en mí una herida tan profunda, he
cómo debía cuidar que esta alegría no me delatara, sino d 1 1 .ilgo que jamás hubiera creído. Siempre me he mofa-
esperar hasta que la razón y la prudencia me lo prohi 111 ill· lo:-; que hablaban del poder de la mujer, y todavía
bieran por temor a atraerla demasiado. Mis relacione:-. 1 l1.1ro; ¡pero una hermosa joven, con un alma exquisi-
76 SóREN KlERKEGAARD DIARJO INTIMO 77
ta, que nos ama de todo corazón y con todos sus pensa
mientos, con absoluto abandono, que nos suplica ... ! ¡Qué Y luego, cuando el sol entorne su ojo escrutador, cuan
poco faltó, a veces, para que atizara su amor hasta el do la historia haya acabado, no sólo me envolveré en mi
incendio sin caer por ello en un amor pecaminoso! Bas , ,1pa, sino que me echaré la noche encima como un velo
taba con decirle que la amaba para provocar la explo ,. iré a buscarte -al acecho, como un salvaje- , no para
sión y acabar luego con mi joven vida. Pero comprendí ,•,piar tus pasos, sino para escuchar los latidos de tu co-
que así la habría perjudicado, que habría desencadena 1 .1zón.
do un huracán en su cabeza, puesto que ella se atribuiría
la culpa de mi muerte. ¡Preferí actuar como lo he hecho! ¡Qué humillación para mi vanidad es ésta de no poder
Había conservado suficiente elasticidad en nuestras re 'q.?,rcsar a su lado! Había puesto mi orgullo en serle fiel
laciones para poder reservarme la capacidad de inter v, "in embargo, no me atrevo. No estoy habituado a po-
pretarlas a mi manera. Les di, pues, el sentido de ser yo 11t·r mi honor en la traición, siempre lo he puesto en la
un impostor. Humanamente hablando, era la única for l i d ·lidad; pero es preciso que ante sus ojos pase por un
ma de salvarla, de dar un impulso a su alma. Mi culpa i 1 1 1 postor, porque no dispongo de otro medio para repa-
ha consistido en carecer de fe, de esa fe que todo lo cree 1 1 1 r el mal que pueda haber causado. Con horrenda certi
posible para Dios, pero ¿cuál es la diferencia entre creer rl u in bre, a pesar de los más fervientes deseos de mi fuero
y tentar a Dios? No puedo reprocharme no haberla ama 11lcrno -puesto que no hago caso de los escrúpulos pro
do. Por cierto que si ella no se hubiera entregado de ese H'11ientes de lo exterior, de parte de aquellos que tratan
modo, si no hubiera puesto en mí toda su confianza has rk atacarme- , me he mantenido firme. Pero aún me
ta el extremo de dejar de vivir su vida para vivir por mí, 111ormenta una angustia. Admitamos que «ella» se con
todo me habría resultado fácil, a fin de cuentas; reírme \l'11za de que soy un impostor, admitamos que se com-
del mundo entero no me habría costado mucho, ¡pero 111 <Jineta con algún otro -debería desearlo por muchas
engañar a una jovencita ... ! ¡Ah, si tuviera el valor de vol 1 .1 1ones-; admitamos que entonces se entere imprevis-
ver a ella, a ella que, sin considerarme un mentiroso, 1 1 mcnte de que la he amado realmente y, que, por amor
estaba convencida de que, una vez libre, no volvería so 11 l'l la, he procedido así, por íntima convicción de que
bre mis pasos! ¡Cálmate, alma mía! Actuaré con firmeza lodo terminaría mal, o que, en todo caso, habría de-
y decisión, según considero justo hacerlo. Vigilaré hasta 1 .1<lo, con la mayor alegría del mundo y dando gra-
mis cartas. Conozco mi punto débil. Pero cuando escribo • 1.1s a Dios, compartir con ella mi gozo, pero nunca mi
una carta no puedo, como cuando hablo, deshacer de un 111l'lancolía. ¡Ay de mí, tal solución sería peor aún que
golpe la impresión causada, si noto que produce un efec 1 11 ol ra!
to demasiado grande.
No siento ninguna alegría; ya no me abandono con el
En las cercanías de la casa donde habitaba, había una l 1 1 1 pl'lu de otros tiempos, rehúso sentirme contento
iglesia; puedo aún recordar claramente el sordo tañer de H 1 1t· 1 1 t ras ella esté triste.
las campanas. A una hora señalada, en medio de las
charlas de salón, resonaba l a señal anunciadora del co 1 loy he vuelto a sorprenderme en un intento de hacer-
mienzo de los murmullos vespertinos. Una campana de 11 1 legar alguna noticia de mi parte, de hacerle sospe
iglesia indicaba la hora. l li.1 r que todavía la amo. Mi mente es bastante ingeniosa
78 SÓREN KIERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 79
y, además, uno experimenta satisfacción cuando cree l 1 1 <:cordara alguna vez. De sobra sabe que basta que la
que ha hallado un recurso hábil. Quería escribir una car 1 1 l ucrde para que se desencadene el infierno. De todos
ta a su familia destinada a ser impresa. Llevaría como 1111idos, igual lo habría hecho aunque no me lo hubiera
encabezamiento: «Mi R.» Hubiera sido muy significati 111 dido.
vo para ella. La carta abundaría en alusiones sutiles.
Pero es preciso que renuncie a ello; me humillo bajo la Me siento contento de haber asistido a la segunda lec
mano poderosa de Dios ( 1 Pe. 5, 6). Cada vez que me ' ion de Schelling, inexplicablemente contento. Hacía
asalta tal· pensamiento -y, en general, acaece varias ve 11111l ho tiempo que lo anhelaba con todas mis fuerzas.
ces por día- lo convierto en oración por «ella», pidien \pl·nas él, hablando de la relación entre filosofía y reali
do de veras que todo redunde en su provecho. d11d, pronunció la palabra « realidad», el fruto de mi
111 nsamiento se estremeció de gozo, como el seno de lsa-
Hoy he visto a una graciosa damisela ... , pero ya no me 111 1 ( /,c. l , 44). Recuerdo su disertación palabra por pala-
atraen, no quiero saber nada con ellas. Ningún marido 111 , , desde aquel momento. De aquí puede surgir un poco
puede ser más fiel a su mujer de lo que yo lo soy con tl1• l u z . Esa sola palabra trajo a mi mente mis sufrimien-
respecto a «ella». Por otra parte, mejor que así sea; esos 111, y mis pesares filosóficos. Y para que ella pudiera par-
amoríos me trastornaban completamente. 1 li 1 par de mi alegría, ¡con qué afán regresaría a su lado,
• flt110 quisiera poder persuadirme de que ésa es la mejor
Si hubiera sido «ella» quien rompió el compromiso, . . 111ción! ¡Pobre de mí! ¡Ojalá pudiera hacerlo! Ahora he
entonces, a pesar de que la amara mucho, me hubiera 1h positado todas mis esperanzas en Schelling; pero, si
sido fácil olvidarla; habría sido capaz de correr todos 11pH:ra que puedo hacerla feliz todavía, partiría esta
mis velos sobre el asunto y olvidar, me atrevería a soñar 1111,1na noche. Es bien duro ser la causa del infortunio de
con ella como un poeta; pero ahora no puedo hacerlo. 1111 ''-'r humano; es duro también pensar que haberla he-
Evoco frecuentemente su recuerdo, y a menudo su 1111 d e dichada es casi la única esperanza que tengo de
recuerdo me asalta sin que sea necesario evocarlo. Mi . 1 l: t dichosa.
alma gana en seriedad. Quiera Dios, ¡ay de mí!, que sea
para mi bien. l'1cnso a menudo que, si me echara atrás, «ella» tal vez
• 1 un vencería de que he sido un impostor. Supongamos
Mi pensamiento se balancea sin cesar, entre dos imá •1111 h.,·nga poder para triturarme con una mirada (la ino
genes de «ella»: una, joven, exuberante de vida, rebosan ' 11t ia ofendida bien puede hacerlo); tal idea me provo-
te de gozo, transparente; en suma: como jamás la he vis ' c''t rcmecimientos, me hiela de espanto; no tanto por
to quizá; la otra, pálida, encerrada en sí misma, a la 11 1wr que soportarlo -sería perfectamente capaz si su-
espera de las horas de soledad para desahogar su llanto; 1 ' 1 1 n que es para su bien-, como porque lo terrible del
en resumen: como tampoco la he visto quizá. 1111•po de La vida es esto de arrastrar a una criatura hu-
1111u 1:1 hasta donde uno se ha propuesto.
¡Afortunadamente, este asunto ya está zanjado! Y, sin
embargo, no logro darlo por terminado; no sé cuál es V\·1 daderamente existe en el sufrimiento una comuni
este abogado del que ella dispone en mi fuero interno. l 111 u rn Dios, un pacto de lágrimas que es, en sí y por sí,
¡Qué hábil ha sido! Cuando nos separamos me rogó que .lt••• rnuy hermoso.
80 SÓREN KIERKEGAARD DIARIO INTIMO 81
marte con el destino común a todos los hombres y cum 111l ianos, significa que nos hemos dejado impresionar
plirlo? ¿Consideras imposible que te comprendan si tus p111 los hechos exteriores. Si pudiéramos afirmar que los
sufrimientos permanecen ignorados?» ¡Oh, cuán cierto dvajes odian de veras a sus padres, sería diferente.
es que el ojo del hombre que sufre es de una muy singu 1'1 1 u los salvajes, como nosotros, consideran que se les
lar estructura! Semejante al oído del amante que sólo d1 h<.· amar y su único error consiste en la manera de
está hecho, en el fondo, para oír la voz de la amada aun d1 111ostrarles tal amor. Es evidente que los salvajes no
que sienta los demás rumores del mundo, así el oído del • • l'l'll causar daño alguno a sus padres sino, por
el con-
doliente percibe las voces de consuelo y reconoce cuál es 1 1 .11 io, beneficiarlos.
la verdadera. Así como, según las Escrituras, la fe y la
esperanza sin la caridad son «Como bronce que suena o ( uanto mayor es el desarrollo orgánico de un cuerpo,
címbalo que retiñe» ( 1 Cor. 1 3, 1 ss.), así también la all· 1 111to más horrorosa es su putrefacción. La hierba, al
gría exteriorizada sin mencionar el dolor es simplemen 111.1rchitarse, exhala perfume. El animal que se pudre,
te bronce que suena o retiñir de címbalo que pasa veloz, l i 1l·de. La corrupción de un hombre es horrenda, más ho-
sin ser escuchado por los que sufren; es voz que retiñe en 1 1 1·11da que la de la mujer. ¿Sería ésta, aca o, la prueba
el oído sin resonar en el corazón, que roza sin dejar ras d1 que el hombre es superior a la mujer?
tro. Pero la voz que cuando anuncia alegrías se estreme
ce de dolor, e abre camino a través del oído y llega
hasta el corazón, donde se graba. 1 1
T ooo es nuevo en Cristo (2 Cor. 5, 17). 1 ontrario, enseña que habremos de rendir cuentas por
1 .ida palabra ociosa (Mt. 1 2, 3); esto significa, entre otras
Éste será mi punto de vista para una especulación ex l o....as, la presencia total de nuestro pasado, aunque otro
positiva del conocimiento cri:stiano. 1 l'tco deba quitarnos su lacerante dolor.
(Nuevo, no solamente como algo diferente, sino tam
bién como todo lo que ha sido renovado, rejuveneci ¿Cómo actúa la remisión de los pecados para obrar
do, en comparación con lo que ha envejecido y se de 1 111a redintegratio in statum pristinum, 1 aunque se trate de
rrumba.) p1'1.:ados actuales? Este punto adquiere una importancia
Mi punto de vista será a la vez polémico e irónico. De 111i1xima para la concepción cristiana de la realidad.
mostrará, además, que el cristianismo no es restricción , Cuál es la relación que existe entre el penitente perdo-
en torno a un objeto único, a una simple psique normal 1r:1do y el castigo que la misma realidad puede contener?
(no como remiendo de paño no abatanado puesto a vesti , Debe seguir considerándola como un castigo? ¿O acaso
.1· ha producido un cambio en su alma que le permita
do viejo (Mt. 9, 1 6), sino como pócima que devuelve la
1 onccbirla como destino?
juventud).
Hasta ahora el punto de vista comparativo para deter l�xisten ciertos animales tan extrañamente astutos
minar la relación del cristianismo con el pasado ha sido: p.i ra procurarse el bocado, que dejan de comer apenas
«No hay nada nuevo bajo el sol.» 11110 los mira. De esta manera me comporto yo con res
Conducta negativa que mata la vida a causa de la mo pl'rlo a mis emociones, saciándome a hurtadillas sin que
notonía abstracta que lleva en sí, en tanto que el otro 11.id ic lo sospeche y fingiendo desprecio.
punto de vista es fecundo.
precisamente la causa de su agitación atormentadora. 1t 1h1 ían podido soportarlo (Jn. 16, 12). Pacto de amor
Por otra parte, la duda, debido a la liviandad del amo ""' Su parte; pero ¿es esto moral? He aquí una de las
río, sólo se ejerce en el momento en que él se enamora l11d.1-; más difíciles en el campo de la ética. Si callo, evi
de veras. 1 ''' ,, otra persona un dolor; pero ¿me está permitido ha
. 1 lo> ¿No constituye una injerencia en su existencia
l111111.1na?
BOCETO 1 "'ª es la paradoja de mi vida: con respecto a Dios,
1o 1 1 1prc estoy en el error; pero ¿es un delito hacia los
Un hombre que ha vivido largo tiempo ocultando un se li 1111brcs?
creto, enloquece. Uno supone entonces que su secreto ha
de ser revelado. ¡Nada de eso! A pesar de su locura, su 1 1 ,1-,unto de mi amor es de una naturaleza particu-
1 11 < ;l'neralmente los diplomados en teología siguen la
alma guarda celosamente la simulación y sus familiares
se persuaden mejor aún de que la mentira con la que los 1 • 1 11. :1 de comenzar como maestros, luego actúan un
ha engañado es la verdad. Sana de su locura, se le infor 1'11' ti c.·omo padres espirituales con sus predilectos, y
• 1h. 1 1 1 por transformarse en enamorados y en maridos.
ma de todo y comprende que no ha revelado nada. ¿En
cuentra entonces en ello un motivo de alegría? ¿Habrfa • • 1 v 1 1 c.:ambio, comencé como enamorado y he acabado
deseado, acaso, desembarazarse de su secreto durante su 111111 padre espiritual. De todos modos, mi procedí
locura? Parecería que el destino lo obligara a mantener ,, 1 1110 es mejor; no he envilecido las cosas santas al
el secreto. ¿Habrá sido una circunstancia feliz, lo habrá 1 \ ll iu de mi amor; en mi intento de doblegar a los de-
1. Este texto parece tener un sentido autobiográfico. Kierkegaard. 1 1 11 necio encuentra siempre a otro más necio que lo admira.•
en Etapas en el camino de la vida, insiste en el mismo tema. (N. de la t.) I /,, t J
92 SOREN KJERKEGAARD DIARIO fNTIMO 93
más ante la religión, comienzo por doblegarme 11 p11csto a arrastrar a la gente por la nariz. Eso no sirve
mismo. 11 1 1 1 i caso. Prefiero mandarlo todo a paseo. Escribo
·0110 me place y como se me antoja; ¡aquí mando yo!
La vida del hombre que mejor logra olvidar está rn 1 1 • 11 l·da n los otros como mejor les parezca; lo mismo da
sujeta a metamorfosis que las otras; la del que logra 1•11 dl!jen de comprar libros o de leerlos o de hacer la
cordar adquiere un carácter mucho más divino. • l l ll a.
Después de mi muerte no se encontrará entre mis pa 1' 011 qué singular severidad he sido educado, en cierta
peles (éste es mi consuel o), una sola explicación de 1 1 11111o1! De vez en cuando caigo en una tenebrosa cárcel
que en realidad ha colmado mi vida. No se hallará ent f 01111.: me revuelvo agobiado por tormentos y dolores,
los repliegues de mi alma el texto que todo lo explica 111 1·1 11 1-ever ninguna salida. De improviso surge en mi
que a menudo convierte en acontecimientos de eno . 1111.1 un pensamiento tan vívido como nunca lo con
importancia lo que para el mundo son simples bagatel i l 111·1 a, aunque no me resulte absolutamente deseo
y que yo mismo considero fútiles si les quito la nota ' 11 Ido; hasta entonces le había entregado m i mano iz-
creta que es su clave. pd• 1 da y ahora le entrego la derecha. Cuando dicho
·• 1 1 h11niento arraiga en mí, me siento acunado entre sus
Mi misión parece consistir en ir exponiendo la ve ' ''º"' yo, encogido como un saltamontes, crezco otra
dad a medida que la descubro, pero de tal manera que 1 .rno, vigoroso, contento. Mi sangre vuelve a circular
mismo tiempo vaya yo destruyendo mi posible autorl d d11 me siento flexible como un recién nacido. Lue
dad. Cuando me he despojado de toda autoridad y con , , 1 1 1 1 peño mi palabra, pues es preciso que me compro-
vertido ante los ojos de los hombres en la última person •11 1,, a seguir este pensamiento hasta desarrollarlo por
en quien sea posible confiar, anuncio la verdad y los e 1 1 1 1 •o: empeño mi vida y me veo así uncido al carrn.
loco en una situación contradictoria de donde nadie p< " puedo detenerme y mis fuerzas resisten. Pero
· 1 1 tl' aquí llegado al final y debo recomenzar desde el
drá arrancarlos si ellos mismos no se deciden a asimiJ·
la verdad por su propia cuenta. Sólo logra una persona , 1 1111 1pio.
lidad aquel que se apropia de la verdad, sea quien fue
su pregonero: el asno de Balaam (Núm. 22, 22), un aleg1 1 h· ..,obra sé que en este momento soy el más fuerte en
bromista, un apóstol o un ángel. 1111 l tgl·ncia entre todos los jóvenes, pero sé también que
1 • l t terza puede serme arrebatada mañana mismo, aun
El oficio de escritor se ha convertido en el más adoc "''' . de concluir este período. Otro hombre, si descu
nado de todos. En general, con él sólo se persigue pone ' • 1 1 1 .1 en sí una inteligencia superior, creería estar a sal
se en evidencia como un aprendiz de jardinero en u • p 1 1 a Loda su vida. Yo no pienso así: no puedo basar
anuncio ilustrado del Diario de Avisos Económicos, som '" 1 11 lo perecedero.
mo. Me descubrió a pesar de que yo estaba en un lugar En Straslsund creí enloquecer al escuchar a una joven
apartado. ¡Quisiera el cielo que no lo hubiera hecho! Un que tocaba al piano el último vals de Weber, el mismo
año y medio de sufrimientos y de enormes esfuerzos des qlll' me acogió cuando llegué a Berlín la vez anterior,
perdiciados: ¡ella no me considera un impostor, pues! 1 wcutado entonces por un arpista ciego.
¿Por cuáles pruebas no ha de pasar, entonces? La próxi· rodo parece concertarse para evocar el recuerdo. Mi
ma etapa le ofrecerá la figura de un hipócrita. La situa l.11 macéutico, un solterón recalcitrante, se ha casado.
ción se hará cada vez más terrible a medida que pase el �k dio un sinfín de explicaciones al respecto: «Sólo vivi-
tiempo. ¡Que un hombre de una vida interior y una reli 1110:-. una vez ... Necesitamos, sin embargo, tener a al
giosidad como las mias haya podido proceder de ese ••111l·n con quien sea posible entendernos.» ¡Cuánta sabi
modo! Sin embargo, no puedo continuar viviendo tan d111 ía encierran estas reflexiones, sobre todo si se las
sólo para ella, exponiéndome al desprecio de los hom 1 ' pone sin pretensión alguna!
bres y a la pérdida de mi honor: ¿qué otra cosa he he· Mi cuarto en el Hotel Saxen da sobre el río, cerca de
cho? Llevar la locura hasta el extremo de convertirme en 1111 atracadero de barcas. ¡ Dios santo! Todo esto me re
un bribón sólo para que ella lo creyera. ¿Con qué fin? ' 1H:rda tanto el pasado ... Detrás hay una iglesia, y el ta
¡Pensaría que antes no lo era! n1do de las campanas que dan la hora me penetra las
Hoy, lunes, me encuentro con ella entre las 9 y las 1 0 1 1 1 1 rañas.
incomparable. Así me provocó a la lucha. ¡ Dios la 1 ll'lico y caballeresco la he amado mucho más de lo que
perdone! Despertó m i orgullo, ésa es mi culpa. La con ' ll.1 me ha amado; de lo contrario no se hubiera mostra
fundí y bien lo merecía; mi intención fue sincera, aun rlo r>etulante conmigo, ni me habría angustiado con sus
que no puedo decir otro tanto de lo que sucedió luego. ' ltdlidos. De esta forma he comenzado ahora a escribir
Mi tristeza se avivó entonces; a medida que trataba de 11 1 1 relato titulado « ¿Culpable o no culpable?»3 que, na-
atraerme con mayor vehemencia, sentía que mi respon 1 1 1 1 : t i mente, ha de contener cosas capaces de maravillar
sabilidad nunca había sido más grave por el hecho de d i nundo, pues en un año y medio he vivido en mi inte-
que existiera ese combate. Y entonces el vínculo quedó 1 tor tanta poesía como pueda caber en todas las novelas
roto. qm· se hayan escrito. Pero no puedo ni quiero que nues-
Berlín, 1O de mayo de 184.l 1 1 .1 historia se esfume en poesía; su realidad es muy dife-
1 1 111c. A fin de cuentas, no se ha convertido en una prin-
Al día siguiente de mi llegada me sentí muy mal; estu
ve a punto de perder el sentido. 1 Incluido en Etapas en el camino de la vida. (N. de la. t.)
96 SÓREN K1ERKEGAARD DIARIO INTIMO 97
cesa de la escena,* y, si ello fuera posible, quizá se con t 1 l 1 1 1onios ocultan asuntillos enojosos! No quise; porque
vierta algún día en mi mujer. ¡ Dios mío! Ése era mi úni .,1 "IC hubiera transformado en mi concubina y entonces
co deseo y, sin embargo, he debido renunciar a él. En li •• hría preferido matarla. Pero, si hubiera sido necesaria
esto, hablando humanamente, me ha asistido toda la ra t1H.1 explicación, habría debido ponerla al corriente de
zón; me he portado con ella como un perfecto caballero • • •"l.1� terribles como mis relaciones con mi padre, su me
l 11 tt. ulía, la eterna noche que lo envolvía, mi extravío,
y le he evitado la sospecha de mi dolor. Si uno mira las
cosas simplemente del lado exterior, he actuado con no 111 i"I deseos y mis excesos ... , que tal vez no son una ofensa
bleza; puedo preciarme de haber llevado a cabo algo que 11 .1vc ante los ojos de Dios porque ha sido la angustia la
muy pocos hubieran realizado en rni lugar; puesto que, 1 11 1 1sa de mis descarríos; ¿dónde podía buscar un apoyo
si no hubiera pensado tanto en su bien, habría podido 1 'iabfa y sospechaba que el único hombre a quien había
hacerla mía, accediendo a sus propias súplicas (no debió 1d1nirado por su fuerza y su firmeza, vacilaba?
hacerlo; fue mala táctica) y cuando su padre me rogaba; 1 a fe espera también en esta vida, pero - uno lo nota
le habría dado un placer al mismo tiempo que cumplía 11111v bien- en virtud del absurdo y no de la razón hu-
con mi deseo. Y si más tarde se cansaba le habría podido 111 111a; de otra manera es simplemente cordura de vivir,
echar en cara que fue ella quien lo quiso. No lo hice, Dios 1 ICI fe.
es testigo de que ése era mi único deseo: Dios es testigo
de cuánto he debido vigilarme para que ningún olvido l 1 �taré de deshacerme de las ideas sombrías y de las
borrara su recuerdo; creo que desde entonces no he ha 11 < u ras pasiones que aún subsistan en mí, por medio de
blado con ninguna muchacha. Aunque esperaba que 1111 art ículo que se titulará «Consideraciones de un lepro-
cualquier tuno enamorado viera en mí a un hombre a 1 1 .,obre sí mismo ».4
l l 1 b rá una escena entre dos leprosos: uno, simpático,
medias, a un canalla, he servido a m i época, pues en ver ,
dad era ciertamente.. . (hoja arrancada). 1 \'.,conde de los hombres para no inquietarlos; el otro,
...eso habría sucedido, sin lugar a dudas. Pero un ma 1 h "l'O�o de venganza, trata de inspirar angustias. Uno de
• 1111 1... 1 iene hermanos y sólo después descubre que su
trimonio no es lo mismo que una subasta pública, donde
todo se vende, tal cual, bajo el martillo del rematador; 111·1 tc es común; toda la familia está atacada de lepra.
un poco de probidad se impone dw·ante el tiempo que 1 k pensado en volver a ocuparme de Inés y el Tritón5
precede. Con respecto a eso, mi lealtad es evidente. Si no 1 l1 .,de un punto de vista hasta ahora desconocido para
la hubiera honrado más que a mí mismo, como a mi fu 1, ,.., puclas. El Tritón es un seductor, pero al conquistar el
tura esposa, si no me hubiera sentido más celoso de su 11111w de Inés se siente tan conmovido que quiere perte-
honor que del mío, habría callado y, dando cumplimien 111 1 vrlc por entero. No puede hacerlo, pues debería ini
to a mis deseos, me habría casado con ella: ¡tantos ma- ' h 1 1 la en el misterio de su existencia y decirle que a una
lt01 " determinada se convierte en monstruo; por lo tan
' ' ' • -.us nupcias no pueden ser bendecidas por la Iglesia.
* ¿Quién hubiera sospechado que una joven como ella pudiese tener
semejantes ideas? Hay en ello bastante aturdimiento y nada más que 1 1 pubrecillo se desespera y se arroja al mar para no
vanidad, como luego me ha dado pruebas; porque si hubiera tenido
tino, mi manera de romper el noviazgo debió resultarle absolutamentl' luduido en «¿Culpable o no culpable?» de Etapas en el ca111i110 de
definitiva. Mi método trataba exactamente de darle ese impulso. Pero ' 1d11. (N. de la t.)
¡así era mi niña!; al principio altanera, llena de presunción y de arru· l�n efecto, Kierkegaard trata el tema de Inés y el Tritón en Temor
gancia; luego ... ¡abatida por completo! r�t11•111ccimie11to. (N. de la t.)
98 SóREN KJERKEGAARD DIARIO INTIMO 99
volver a surgir. Da a suponer a Inés que la ha engañado. 111 11d ición nupcial, por Lo tanto nada puedo ocultarle.
¡Esto sí que es poesía, y no esos chismes ridículos y \1 ll·más, hay ciertas cosas que nunca podré manifestar,
mezquinos que son pura farsa y necedad! • 1 '11' jamás podré decirle: la intervención divina en el
Un nudo de esta clase sólo puede deshacerse con 111 111.tl rimomo ha sido mi ruina. Si no me caso con ella,
ayuda de la religión («religión» significa que deshara 1t1y dispuesto a reanudar las relaciones mañana mis-
todo hechizo). Si el Tritón pudiera creer, tal vez su lo 11111 Me lo ha suplicado y eso basta. Puede confiar en mí
podría transformarlo en hombre. ol1 11na manera absoluta, pero sería una existencia des
Es preciso tener fe en Dios en las cosas pequeñas; de lo .fil hada. Me hallo al borde de un volcán y es necesario
contrario nuestras relaciones con Él no son verdaderas. q11v ella se reúna conmigo para bailar juntos mientras
Si decimos de alguien: «Sé que es mi amigo y que su· 1111 1..· . Por lo mismo, demuestro más humildad cuan
ceda lo que suceda seguirá siendo mi amigo», y luego .111 callo. Demasiado bien sé La humillación que repre
ocurre que por cualquier futilidad nuestros puntos de.• ' 111 a .8
vista se oponen diametralmente, no obstante lo cual aún l lc: aquí un buen personaje para una comedia: un
lo consideramos como a un amigo, ¿no representaría es· l111111bre dotado de un profundo sentido del humor se
to una flaqueza? ¿No existiría, en el fondo, una forma <le l111l 1..' modista y utiliza dinero e influencias para ridiculi-
exaltación? Pues igualmente es necesario que Dios partí· 11 a las mujeres, en tanto que con ellas adopta maneras
cipe de la realidad práctica del mundo, de la cual, por 111... 111uantes y las colma de halagos y de elogios; no por
cierto, no está ausente. Pablo, a bordo de la nave a punto • l l l l' aspire a sus favores (es demasiado intelectual para
de naufragar, no rogaba tan sólo por su salvación eterna, • 1111). sino con el fin de hacerlas vestir de modo más ri
sino también por su salvación corporal. Tal vez debió lfl 1110 posible; así satisface su desprecio por la mujer,
resignarse y decir: «Todo ha acabado para mí... Quiero . .tm: todo cuando una de las damitas conoce a un hom-
pensar únicamente en salvar mi alma.» Sin embargo, 111 �· tan necio como ella. Para castigarlo, uno podría deri-
¡Pablo era un apóstol del Señor! 11 la trama hasta tal punto que las gentes tomaran
N. B. Periissem nisi periissem. 6 111110 muestras de buen gusto las modas maliciosamente
l 111n1das, de modo que fuera él el único que se divirtiera,
Quisiera escribir una réplica del Diario de un seduc 11111\ legítimamente, por otra parte; pero entonces se
tor. 7 Se trataría de una figura femenina: Diario de una ' 11,11nora de una jovencita. Quiere hacer una excepción
hetaira. Valdría la pena bosquejar una figura semejante. 1 1 111 •lla, pues no puede tolerar que lleve los ridículos
La continuación del Diario de un seductor debería ser ,..,, idos que ha creado para prostituir al sexo. Con todo,
de género picaresco; por ejemplo, sus relaciones con una 1111 logra convencerla y se ve obligado a soportar que su
mujer casada. 1111.1<la vista como las demás.
·
(Dos hojas arrancadas) ...ella: ¡si supiese todo lo que he ( rn1vence a las mujeres de que con sus atavíos maní-
sufrido durante este último año! Ella jamás hubiese des 111 "'l'n los matices políticos que separan a sus maridos;
cubierto njngún indicio. Pero, de improviso, mi punto de 1 ' idea conquista el favor de los hombres y la prostitu
vista se modifica. Debo pronunciar un juramento en la • h 111 se generaliza.
6. «Me habría muerto sí no hubiese estado muerto.» Los textos sobre el modista contenidos en los párrafos siguientes
7. Publicado en la primera parte de O lo uno o lo otro. (N. de la t.) 11'" \IU<J tomados de la traducción francesa de Ferlov-Gateau. (N. de la t.)
/{)() SóREN KJERKEGAARD
DIARIO ÍNTIMO
101
una minucia para su ajuar de novia; y el día de la boda, 11 , 1 .c Ente» ;9 pues si permanezco en el pecado conside
cuando haya logrado sus buenos propósitos, me compro· , •1 l 1 1 ·omo condición general estoy simplemente en la
meto por lo más sagrado", por el amor de Dios y por su 1 111 l tción n.º 2.
•
salvación eterna, a mandarle otro tanto.» 1 ,,. , , , puede compararse con las categorías de Aristó-
En lugar de la intriga bosquejada para La repetición, ' 1j Jt,
un seductor, pero limitado por la imposibilidad de se· 1 1 1 r loso como verdadera misión propia, he vuelto a mi
<lucirla. Sería interesante que más tarde, cuando �l IJ'll«idad contra mí mismo. Si la llamada «realidad»
alcanzara el pleno dominio de sus fuerzas, enriquecido l 111 1 11 el fin supremo, debí haber hecho una elección dife
por la experiencia, tratara de seducirla porque «le debíu " 1 1 11•. ¡He aquí una nueva dificultad!
mucho».
1 11 1u ndo uno escribe acerca de los acontecimientos de
¿No es acaso un defecto de la personalidad entregarsu 1 1 p t op ia vida, es norma de delicadeza no decir nunca la
a otro ser hasta el extremo de no conservar el propio yo� • 1 1 l11d. sino reservarla para sí y permitir sólo que se re-
Una personalidad auténtica y madura permanece fiel a 1 1 , li' desde diversos ángulos.
sí misma como la paloma viajera a su palomar. Vended·
la cuantas veces queráis: siempre regresará. 1i., verdad lo que dicen los filósofos: «La vida sólo se
11111prcnde hacia atrás.» Pero es necesario recordar el
E l concepto de «repetición» se generaliza: 1 ) Cuando 11111 principio: «Se vive hacia adelante . » Cuanto más
debo actuar mi acción ha preexistido en mi conciencia 1 1 1 1 1 1 desmenuza esta fórmula, tanto mejor concluye que
en forma de representación o de idea; de lo contrari<J
actúo sin pensar, lo cuaJ no es actuar. 2) Desde el mo· 1 K icrkegaard emplea la palabra Enkelte, que el traductor italiano
mento que debo actuar me presupongo en un estado ori· 1 "lm L' por i/ Singo/o y los traductores franceses por l'Isolé. Con el la se
111 "' ,ti i ndividuo, a la persona a islada de la masa y «frente a Dios».
ginal íntegro. Y llegamos al problema del pecado; otra t 11 1 l\.1akcgaard representa la razón de la existencia humana, el íin de
repetición, puesto que es preciso retornar a mí mismo. l 1 • t li 11, del que ningún hombre se ve excluido. Es la base de su ataque
3) Por fin la verdadera paradoja, por la cual me convierto 111111 11 e l hegelianismo y la filosofía materialista. (N. de la t.)
104 SOREN KlERKECAARD DIARIO INTIMO 105
es imposible comprender del todo la vida en su tempora ta a su padre. Como no puede verse satisfecha, cae enfer
lidad, porque ninguno de sus momentos proporciona, en ma y muere. « ¡Cuando haya muerto, será demasiado tar
efecto, esa calma indispensable para adoptar la actitud de!» ¡Probablemente nuestra época cree que pone a Dios
de «mirar hacia atrás». L'n una situación embarazosa!
/,¡
Hasta que nuestra época no haya padecido sacudidas Es preciso que algún día utilice a Abelardo. Pero ha
mucho más profundas, no habrá nada que hacer. La épo brá que modernizarlo completamente. Sus conflictos es
ca contemporánea puede dividirse en dos categorías: los pirituales no serán entre la autoridad del Papa y de la
que escriben representan la desesperación, y los que leen Iglesia y su propio saber, sino entre su impatía, que se
desaprueban, por supuesto, a los primeros, jactándose 111clina hacia el orden establecido, y Eloísa.
de poseer una sabiduría mayor; pero si sL pieran escribir
cometerían las mismas tonterías que aquéllos. En el fon Pues el tiempo es quizá el más peligro o de los adver
do, todos han alcanzado iguaJ grado de desesperación, "arios; como los partos, hiere cuando huye; acaso no
pero si no les brinda la oportunidad de volverse impor -;un los peores ataques los que nos sorprenden por la es
tantes no vale la pena ni desesperar ni demostrarlo. palda?
¿Puede decirse acaso que hayan superado la duda, que la
hayan vencido? U n último análisis podría dar como ¿Qué es la fel icidad? Un espectro que perdura después
lema de nuestra época el que encontré en la Teología teu de haber existido. ¿Y la esperanza? Un inoportuno en-
tona •0 (tal vez las palabras alemanas no hayan tenido 1 1·ometido del que no podemos zafarnos; un hábil impos
para el autor el mismo sentido, tal vez no haya sospecha tor más permanente que la honestidad; un amigo pen
do esa desesperación extrema): «Cuando hemos dejado denciero que no quiere perder sus derechos aunque
de ser ricos de espíritu, olvidamos a Dios y nos gloria César haya perdido los suyos. ¿Y el recuerdo? Un incó
mos de nuestra perdición» (c. 1 O, p. 4 1 ) Nuestra época,
.
modo lenitivo, un traidor que nos hiere por la espalda,
por decirlo así, quiere mostrar a Jos ojos de Dios una ¡11na sombra imposible de vender aunque salga un com
vanagloria semejante. Y de este modo la desesperación prador! ¿Qué es la bienaventuranza? U n augurio que
actual prueba que no es posible prescindir de Dios, pues 11no deja para quien lo recoja. ¿Y la fe? Una cuerda de la
to que el estímulo de tal desesperación es justamente el 1 11al permanecemos suspendidos a menos que nos sirva-
pensamiento de Su existencia. 1 1 1os de ella para ahorcarnos. ¿Qué es la verdad? Un se-
1 1 l'lo que los hombres se llevan a la tumba. ¿Y la amis
Cuando una muchacha no consigue obtener de su t.1d? Un tormento más. ¿Y la espera? Una flecha
amado el fin que se ha propuesto, finge que está enamo d1:-.parada sujeta al arco. ¿Y la realización? Una fle
rada de otro y prueba así que la llama de su amor es ' Ita que sobrepasa el blanco.
debida al primer novio; de este modo también la tempo
ralidad pretende darse importancia a los ojos de Dios.
Lo trata como Emelina (en el Primer amor de Scr�be) tra-
Si el cristianismo pudiera naturalizarse no seria nece �l· di ría que el lenguaje ha sido dado a los hombres, no
sario el bautismo de los niños, puesto que por nacer de 11111 .t ocultar sus pensamientos (según afirma Talleyrand
1. «Creo para entender.» 1 nas Wesen des Christenturns, leipzig, 184 l . Kierkegaard había
2. Calle principal del viejo Copenhaguc. (N. de la t.) p111p1.1du el libro el 20 de marzo de 1844. (N. de los t. {)
/()8 SOREN KIERK.ECAARD DIARIO INTIMO 109
y según afirmó ya Young en las Noches),4 sino para ocul l11l· muchacho, estás incubando una desesperación silen-
tar la falta de pensamientos. 1 lnsa! » No le hizo preguntas. ¿Cómo podía interrogarlo
Antaño los hombres derivaban su importancia del na l'odos comprenden que e l principio de identidad domine
cimiento, de la fortuna, etc.; ahora somos menos humil vn cierto sentido al principio de contradicción y hasta le
des, hay más «historia universa l » , y toda la importancia � i 1-va de base. Pero éste es, simplemente, el límite del
proviene de haber nacido en el siglo XIX. ¡Viva el mila ¡k·nsamiento humano como las montañas azules del ho
groso siglo xrx! ¡Vaya suerte envidiable! 'i 1.onte, como esa línea que los dibuj antes llaman de fon
do, en tanto que la figura será siempre lo principal.
El más severo escrúpulo es y será siempre ignorar si la M i entras viva en el tiempo, el principio de identidad es
razón del sufrimiento está en el pecado o en la demencia. .1bst racción pura. Nada más fácil, por lo tanto, que enso
La libertad, habitualmente empleada como medio de lu berbecerse e inducir a los demás a pensar en la .identi
cha, se convierte dialécticamente en este caso en su más dnd total dejando de lado las diferencias. Pero podría-
horrendo adversario. 111os preguntar a uno de estos escamoteadores cómo
nt· túa en l a vida, pues en la identidad se opera fuera del
l •l'inpo. Así, el suicidio sería la única consecuencia mo
Me hallo con mis sentimientos en la misma condición
' . 1 1 del principio de identidad si se Lo quiere mantener en
que aquel inglés poseedor de un billete de cien libras
esterlinas y que no encontró a nadie que pudiese cam
1•1 t iempo. La confusión resulta, por consiguiente, del he-
biárselo.6
1 hu de vivir en una categoría distinta a l a del pensa-
1 1 1 icnto que nos inspira cuando escribimos algún libro.
1< )h miserias del oficio de escriba!
En el fondo sólo existe una cualidad: la individuali
Mientras viva permaneceré en la contradicción, por
dad. Es el eje de toda cosa; así, la comprensión de la
qut l a vida misma es contradicción. De una parte tengo
propia personalidad es cualitativa, en tanto que la que
11 l a verdad eterna; de la otra L a muJtiplicidad de la ex is-
poseemos acerca de los demás es cuantitativa. He aquí
1 1• 1 1c.: ia que el hombre, como tal, no puede penetrar, pues
l a obra de l a individualidad; pero ¿quién la desea ya?
1 ld)cr(a ser omnisciente.
Por esto mismo el agente de enlace es la fe.
Por extraño que resulte, una joven, cuanto más pura
es, más pronto conoce su naturaleza pecaminosa. Tal
descubrimiento me ha procurado gran placer; pues, en
el fondo, ése es el punto que me ha causado mayores djfi N B.
cultades para pensar en el pecado y subordinarle todo lo
demás. Para nosotros, pecadores, no existe dificultad al Dios sólo puede manifestarse al hombre en e l milagro;
guna en entenderlo. t". decir, que verlo significa ya presenciar un milagro. El
l11 1 r 1 1 bre no puede ver el milagro por sí mismo, pues el
6. Citado también en «¿Culpable o no culpable?», de Etapas en el 1 1 1 t lagro consiste en su propio aniquilamiento. Los ju
camino de la vida. (N. de la c.) dtm. expresaban esto mismo al decir: «Ver a Dios y mo-
112 SóREN KIERKEGAARD
DIARIO fNTlMO 113
rir» (Éx. 33, 20).7 Más exacto sería decir que la visión de 1 icne un concepto claro de las propias categorías; se
ha
Dios o del milagro ocurre en virtud del absurdo, puesto bla del bien, se lo elogia e incluso se llega a dar un ejem
que toda razón queda de hecho descartada. plo; pero se trata si mplemente de una definición que no
'ªle de la esfera de lo inmediato (por ej. : «un buen cora-
Lo cómico estriba siempre en la contradicción. El que 1.6n », «Lo que se llama un hombre de bien»). O de lo con
un hombre pida autorización para abrir un estableci t r·ario se habla de la duda total, y si alguien se arriesga a
miento de venta de cerveza y se le niegue el permiso, no l'SCribi r sobre Hamlet, los demás se persignan de espan
tiene nada de cómico. Por el contrario, el que una mu t o declaran que eso es enfermedad de reflexió n. ¡Y de
chacha solicite permiso para hacer una vida deshonesta < i r que Hamlet no llegó hasta
el extremo de dudar de
y obtenga una negativa, como a veces sucede, eso sí que ludo!
es cómico; y, como hay aquí más de una contradicción,
el efecto es mayor.
N . B.
HOJAS SUELTAS
débil su psique y su importancia para el hombre y acaba
1 wgándola. El Modista trata el factor sensual apartado
INFORME
1 1 1 ingo; no, vayamos por partes ... Sí, sí, exactamente un
d 1 1 1 1 1 i ngo después del almuerzo. Estaba, como de cos
l 1 1 1 1 1 bre, en el café del parque de Frederiksberg fu mando
«In vino veritas»1 no quiere progresar. No hago más que 1 1 1 1 puro. Había salido de casa sin ninguna ruta prefij ada
escribir algunos pasajes, que no acaban de satisfacerme. \ 1 n i s pasos me llevaron, como habitualmente, a ese pa-
Creo que he reflexionado demasiado y, por lo mis mo, 1 ,1 1 c donde me encuentro tan bien como en mi propio
esterilizado mis emociones. Imposible escribir aquí en 1111¡!.ur, donde todo predispone a cierta elevación melan
la ciudad, sería necesario viajar. Pero quizá no valga la ' ol ica por encima de este mundo y de sus cosas, donde la
pena concluir lo comenzado. La idea de com.icidad en el 1 11vidi ada gloria de l a d.ignidad real es simplemente el
erotismo ha sido bosquejada ya en Del concepto de la an H't uerdo que una reina guarda de su difunto señor. Para
gustia. E l Modista es una figura bien lograda, pero se 1 1 1 1 viejo habitante de Copenhague, el jardín de Frede-
trata de saber si esto no acabará por desviarme de cosas 1 lksberg adquiere fácilmente un matiz melancólico des
más importantes. De todos modos, es preciso terminarlo ,¡, la muerte del anciano rey;2 su sucesor, al no habitar
de una vez. Si no sobreviene un rapto de inspiración, lo • 11 l' sl a residencia de verano, ha permitido a sus súbditos
abandono del todo. Últimamente mi productividad dis ill·plorar convenientemente la pérdida del viejo monar-
minuye o me sugiere consideraciones que no quiero
transcribir.
Federico VI, el más popular entre los soberanos del antiguo régi
[111·11 d a nés , cuya muerte, ocurrida en 1839, fue muy lamentada en Dina-
1. Primera parlt! dt! E
tapas en el ca111i110 de la vida. {N. de la t.) 111111' "· (N. de la t.)
116 SóREN KJERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 117
ca, como un buen súbdito llora la ausencia de un prínci que.; el recuerdo; y el mejor de los súbditos no vale hoy
pe; porque un ser enfermizo ni aprecia a los vivos en su l.111to como un niño. Pues el mejor de los súbditos conoce
justo valor ni sabe tampoco llorar dignamente a los 1il1orn los sufrimientos de la dignidad real que, por lo
muertos. 1.111to, ha perdjdo para él sus atractivos; el niño, en cam-
Pero ¿acaso existe algo que pueda sustituir la inolvi 1110, ve al rey como al único ser dichoso; ¡ay, qué error el
dable impresión de la infancia: el rey es el rey y Federi 11yo! ¡El único ser dkhoso es él, el niño!
co VI es el rey? ¡ Ú nico caso en que un nombre común es El rey ya no está. Dejemos a nuestra espalda la vida
nombre propio y en que el nombre propio es nombn· h11lliciosa, el niño no acude ahora a las alegres atraccio
común! ¿Acaso existe otra edad como la infancia, igno lll'S de Vesterbro; simplemente ha ido a Frederiksberg.
rante e inexperta en cuestiones de cambios de reinado y 1 1 1 conlrasle aument a el silencio. Llt:gamos al -parque
que in concreto no sabe nada, capaz de embellecer así la r lo1 1<le se reúne un pequeño grupo; tampoco la fuente
idea del rey convirtiéndolo en un ser sobrehumano? Sin p•.tá tan concurrida como en otros tiempos; a pesar de su
envidia de ninguna clase, sin sospecha alguna de los su 1 ordialidad y de su belleza, se asemeja al culto de una
frimientos que la dignidad real entraña, sin crítica nin .1·t·t a tolerada. La frondosa vegetación y el oscuro reflejo
guna de los presuntos lados buenos o de sus flaquezas, dvl agua convierten el parque en un refugio para parejas
ya sea un buen príncipe o un príncipe prudente, el rey dl· enamorados que se dedican al placer de vivir y para
representa para todo niño una figura indispensable y, lllH>S pocos desdichados, dispuestos a entregarse a sus
sin haber leído los decretos males, el niño cumple espon q111brías ideas. Seguía yo con la mirada a una pareja de
táneamente sus órdenes y tributa a Su Majestad las cor 11ovios que se adentraban en el sendero en busca de los
tesías más inimaginables. Ese rey, por supuesto, habita 1 tncones más apartados del jardín, lejos del ruido, a fin
en un castillo de marfil con balcones ... dl· encontrarse a sí mismos; descubría entonces nuevas
Y he aquí que Federico VI se presenta los domingos a p 1 rejas que como veleros distantes acudían desde lejos
bordo de un barco cuyo timón gobierna, con los remeros p.11 a perderse en medio de la multitúd.
vistiendo su librea y rodeado de cisnes y de toda esa rea En el café del parque se da cita un grupo de personas.
lidad que el niño conoce a través de sus juguetes de Nu 1 )11 icn busca allí retiro como en una fortaleza, se siente
rcmbcrg y de sus propias invenciones; había visto ya tll·jado de la rumorosa alegría de la vida cotidiana; tal
todo aquello: el rey y la reina bogando en una barca con d1,1ancia manifiesta una diferencia que se traduce en
el cortejo de los cisnes en pos de ellos. ¡Con cuánta fide 1111:i mezcla de sentimientos; por una parte, una pequeña
lidad la imagen se ha precisado! Pues lo que la h.terza no dn,is de buen tono deseoso de mantener la separación;
logra obtener del hombre, el niño lo obtiene con su fan t 11>1 otra, algo de melancólica nostalgia afanosa de elimi-
tasía; y aquello que en la plenitud de nuestra vida somos 11.11 aquélla para abandonarse a la sana sencillez de la
incapaces de extraer de la realidad, mana espontánea y 1dn popular, que no debe desperdiciar el momento y
copiosamente en la infancia. 1 1 11c, con traje de fiesta, ha de aprovechar el domingo, su
¡Ah, sí: Federico VI, en sus paseos dominicales por el df.1 de libertad.
jardín de Frederiksberg, empuñando el timón y acompa
ñado por sus remeros de librea y por el cortejo de los
cisnes .. ., un mundo del pasado! Sólo quedaba el arom<i
de las O.ores a la entrada del parque, no permanecía más
DIARIO INTIMO 119
tea en los siguientes términos: ¿es útil para Jos demás l e correría mayor peligro de quebrársela y la inminencia
que calle su falta o valdría más confesarlo todo? De oc del hecho le parecería ya una falta. Supongamos que no
cullis non judicat Ecclesia, podría ser el título. haya podido sobreponerse a esta primera impresión. En
Poner en sus labios esta réplica: « ¡Quisiera Dios que la tonces, por amor a sus padres, para que no los aflija la
Iglesia no juzgara las cosas ocultas! ¡Quisiera Dios qul' 1 ncursión en esta culpa, tratará de mantenerse firme to
asf fuera! El consuelo de tantos es para mí causa de su do el tiempo que le sea posible. Como cuando se ata un
frimientos infinitos. ¿Debo denunciarme? Sería cerrar caballo a una carga demasiado pesada y el animal tira
me el acceso al ministerio sagrado. Pero ¿osaré hacerlo? �un todas sus fuerzas hasta que acaba por caer exhausto.
Réplica: por encima de todas las cosas me falta el púl Tal vez, un «desvío» similar se da, a veces, respecto
pito, me siento como el enfermo que yace en su lecho de dd pecado, por causa precisamente de los que nos quie
muerte o en el hospital. ren bien. Como el padre que, habiendo malgastado su
vida en la disolución, a fin de apartar de ella a su hijo,
He comprado una nueva edición del Derecho Canóni rnnsidere el instinto sexual como pecado y olvide la dife-
co para reanudar los estudios y saber así si podré o no 1 ·ncia existente entre él y e1 niño, el cual, en su incons
ser pastor. El simple hecho de comprarlo me hizo estre ' it-ncia, naturalmente lo interpretará mal... ¡Qué desdi-
mecer, pensando que el librero podía leer en mi cara el 1 ha cuando desde la infancia uno se ha visto uncido a
propósito doloroso para el cual ha de servirme. l�dcs penas para toda la vida!
Aunque el sistema 3 tuviera la cortesía de asignarme
un cuarto de amigo bajo su techo para no dejarme a la e podría imaginar a alguien capaz de vivir toda la
intemperie, preferiré siempre ser un pensador como un \ ida con la preocupación constante de carecer de fe y a
pájaro en l a rama. quien se dijese: « Querido amigo, ¡tú has tenido fe! ¡Tu
p1 cocupación fue tan sólo el dolor de la interioridad!»
Etapas en el camino de la vida no tendrá tantos lectores
como O lo uno o lo otro; casi no despierta atención. ¡Muy
bien! Así me veré libre de esa canalla bobalicona qul' f(l· PUCA
siempre quiere estar presente donde hay aglomeración.
¿Acaso no lo habfa previsto en el postscriptum de Culpa h1 un gran barril de arenques, siempre una de las capas
ble o no culpable? 1 ... 16
apretada y desmenuzada; en los cajones de frutas,
lns que están colocadas a los lados se maceran y se pier
El otoño, a pesar de que nos recuerda el ocaso, será clrn ... Y así, en cada generación, los hombres que están
siempre para mí la estación preferida. Cuando l legue el 111 margen, víctimas del embalaje, tienen la misión de
momento de mi ocaso, quisiera que alguien me amas�· p1 otcger a los demás.
como yo he amado al otoño.
La reflexión ética es el punto decisivo en la vida. Ella
Si se le dijera a un niño que quebrarse una pierna es
1 1 1 1 1 inistra la autorización y Ja medida de la existencia
pecado, el pobrecillo viviría en la angustia. Posiblemen
l 1 1 1 1 1 1 ana. Las demás diferencias no cuentan, por otra
3. Expresi ón con·iente de Kierkegaard para designar al hcgcl iani� p.11 lc. No hay diferencia entre un comerciante al por
mo, y en particular a la teología racionalista. (N. de los t. {.) 11 1.1yor que mide millones de palmos de tela por año y
12.J SóREN KJERKEGAARD
Por ahora mi proyecto es hacerme pastor. Hace meses 1 lasta ahora he estado al servicio de mis seudónimos
que suplico a Dios que me ayude y hace tiempo que veo 1111 n ayudarles a convertirse en escritores; pero en lo fu-
1
que debo dejar de escribir, pues o me convierto en un 11110 me decidiré por la escasa productividad que puedo
escritor completo o no lo soy del todo. Mientras me dedi 1 1 1d.1vía permitirme; la realizaré en forma de reseñas a
co a la corrección de las pruebas no he emprendido nada p1 opósito de tales o cuales artículos ajenos y expondré
nuevo, excepto el pequeño «Intercambio de observacio 1111' pensamientos así, como si formaran parte de l a obra
nes de dos épocas», que, a su modo, es una especie de , 1 11rn.:otada. ¿Evitaré acaso, de esta manera, aparecer
punto final. 1 1 11110 autor?
7 de febrero de 1846 I de febrero de 1846
¿no seria acaso mi denuncia una arrogación de los fines .11 -.¡i mples «representantes».
de la Providencia?
Hoy un recuerdo acusador cruzó por mi mente. ¿Y si F. n mi opinión, vencer no debe significar que yo he
la acusación llegara a conocimiento de todos? Podría 1 11<.:ido, sino que la idea ha vencido gracias a mí, aun
irme lejos, vivir en tierra extraña, lejos del recuerdo y qtll' vo tenga que ser sacrificado.
de todo peligro de publicidad. Podría vivir oculto . .. No,
debo permanecer en mi puesto sin alterar mi conducta Huscar el aplauso del « momento» es lo mismo que co-
en absoluto, sin ninguna medida de prudencia, enco 1 1 �·1 tras de su propia sombra. Ésta huye de quien la per-
mendándome a Dios para todo. 1111c. Recuerdo, a propósito de eso, una ilustración de
¡Es tremendo que una actitud de firmeza semejante no 1111 devocionario: un niño corre detrás de su sombra y la
sirva de impulso para un hombre y que, en cambio, lo 1 1 1 1 1bra corre junto con él.
detenga la simple posibilidad!
1 in de cuentas creo que todo ha sido tergiversado. Ya
2. Episodio de la vida del padre de Kierkegaard, citado también por 1 11 1 escribe para que los demás aprendan algo. ¡ Por
'l.'.
su hermano Pedro. (N. de la t.} t 1 1 1dad! Representaría una falta de tacto. Los lectores
128 SÓREN KJERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 129
todo lo saben ya. No es el lector quien necesita del escri 1h•I �scritor) interviene el factor pecuniario (pago o esti-
tor como el enfermo del médico, ¡sino el escritor qukn 1 11 n d io, etc.), es preciso que quien mantiene dicha exis
tiene necesidad del lector! En resumen, el escritor es un lt 1 11.: ia espiri tua l sostenga y asuma la gestión del propio
pobre diablo sumido en la miseria que se dedica enton· • lado pecurúario, no como un medio para procurarse
ces a escribir como si se sometiera a un examen para ser 111.1 ores ganancias, sino para que la situación conserve,
juzgado por los omniscientes lectores. El escritor que no 1 IK'Sar de todo, un carácter más pudoroso. Si el asunto
gana el dinero a montones no es tal. Por esto no son con• 1• ·onvierte en oficio ajeno, pronto acabará en la impu-
siderados como escritores los que insertan anuncios CO• .1 lt'ia. No faltan los ejemplos de impudicia con respecto
merciales en los periódicos ... , ¡pues ellos son los que pa· 1 l os editores; en este caso, su pretensión de considerar
gan! 1 1 1 reservas el fruto d el espíritu como una mercadería . A
1 1 vez, el público tiene en sus manos al editor por medio
«Y les dará mozos por príncipes » , dice uno de los pro .lt 1 <linero, y el editor, en razón del negocio, conserva al
fetas del Antiguo Testamento (Is. 3, 4), anunciando el 111fnr en su poder; con frecuencia ocurre así que el escri
-
castigo más duro ·para el. desobediente Israel. Muy apro• 1. 11 (q ue debería poseer, en materia de dinero, la casti
piado para nuestra época, en que los muchachos escri• d11d y la celosa modestia de una jovencita virtuosa) está
ben en periódicos, etc. También Sócrates lo dice en 111 1 11¡ 1 igado a sonrojarse ante la ofensa, pero carece de re-
República de Platón: al final los padres temerán a loll 1 1 1 1 sos para hacerse valer.
hijos y, por temor a el los, deberán hacer bulla y divertir Su pongamos que se adopte la siguiente costumbre: un
los, sometidos por completo a los hijos. p 1•.tor emplea a un gerente para la administración del
. l l 1 1L·ro, diezmos y ofrendas; no hay nada que objetar,
Un ironista que cuenta con la mayoría es eo ipso un l'"''"' el gerente está a] servicio del pastor. Pero suponga-
ironista mediocre. Pues contar con l a «mayoría» es la 11111.., que el primero goce de una situación independ ien-
aspiración de lo « inmediato».3 La ironía es sospechosa 1 . , que compre al segundo los derechos de los ingresos
tanto para la izquierda como para l a derecha. Por lo tan• 1 1 1•. 1 1 1ral es y los utilice con fines especulativos. Por inte
to, un irónico de verdad nunca arrastra a la mayoría; l'I , , .. 1 1 1onetario deseará entonces que el pastor se manten
bufón, sí. ' 1 l'll buenos términos con sus feligreses. ¿Cuál será la
• • 1 1..,l:cuencia? Los sábados por las noches el pastor irá a
Ninguna escuela de la contrición promueve a l a etcr· 1111J..,Lrar sus disertaciones al gerente y tal vez éste le
nidad. 1 1,., 1 :«Si Vuestra Reverencia habla así, ni los perros
�' a la iglesia y, ¡demonios!, eso no conviene a los
1 1 d i rán
Que existan editores, es decir, hombres cuya existen· 1 1 1 l r l cses de la cuestación. De e se modo no podré liqui
'
cia entera confirma que los l ibros son una mercancía y d l 1 1 k· una suma anual, cosa que a usted también le inte -
autor un mercader, indica una situación absolutamenl� " 11. Es preciso que halague un poco a sus feligreses, y
inmoral. Cuando en una existencia espiritual (como la n h· explicaré cómo ha de hacerlo. No es que pretenda
1l1l'r cómo se compone un sermón in forrnis, pero co
'" 11t l
o a dedillo la época y las exigencias de los fieles.»
3. Kie1-kegaard indica con este término al hombre espontáneo q111•
no conoce la dialéctica de la vida y de los valores espirituales, cualidml l11L·11so que el pastor se sonrojaría avergonzado y que
propia del ironista y del humorista. (N. del r. i.) 1 1 1 1 : « ¿Acaso es mi misión de maestro la de halagar a
.
130 SÓREN KIERKEGAARD DIARIO fNTIMO 131
los fieles o la de reunir dinero?» El gerente replicaría ' 1 plan entero, según mis deseos. Actualmente, vista a la
entonces: « Eso que usted dice es producto de la exalta 1111 de la idea, mi posición dentro de la literatura es la
ción o de algo por el estilo; poco me importan tales pre '" · '� correcta posible, situada de tal manera que ser es-
tensiones: cada uno atiende a su oficio y el mío consiste 1 1 1or se convierte en una proeza. Ha sido la más feliz de
en mantener a Vuestra Reverencia a la altura de las cir 1 ,., ocurrencias que, en el preciso momento en que esta
cunstancias.» l 1.1 ,, punto de dar fin a mi actividad como escritor y que
Tal sería el caso del pastor y de su gerente. ¡Es inde '"t 1 1 1 1 iendo todos los seudónimos corría el riesgo de con
cente que el dinero tirano meta la nariz en los sermones \1 1 1 irme en una especie de autoridad, haya sobrevenido
y que éstos hayan de ser juzgados tomando el lucro por 1 1 querella con El Corsario, impidiéndome todo acerca-
medida! Nuestro gerente carece de los apoyos de un edi 1111l·nto directo.
tor, cuya filosofía del dinero halla un sostén en todos los l\lk preocupan especialmente dos cosas: 1 ) que intelec-
asalariados de la imprenta. 1 1 1.il mcnte, en el sentido griego, permanezco fiel a mi
Pero el pudor es indispensable para todo verdadero lill·a, cueste lo que cueste; 2) que, en el aspecto religioso,
estado espiritual. ¿De qué podrá servir al público el que • 110 me causa u n efecto altamente ennoblecedor. Ruego
sienta tal vez un autor, si debe abrirse paso a través del 1 Dios por esto último. Siempre he estado solo y ahora
ambiente del descaro: dinero, dinero, dinero -exigen I • 11dré de nuevo, verdaderamente, la oportunidad de
-··-
cias de la época- , dinero, dinero? • 11 rcitarme. Mi solitario secreto no me da pesares, sino
Con la mayoría de los filósofos sistemáticos y sus siste l 1 1 1plcmente la convicción de que poseo la fuerza nece-
mas ocurre lo mismo que con aquel que, después de 1 1 ia para transformar el elemento hostil en útil para m i
construirse un castillo, habita en un pajar. Ellos no vi 111 opósito, sin que eso se adivine. Por cierto que una vida
ven dentro de sus enormes edificios sistemáticos. En d 1 111cjante conforta, pero ¡qué tremendamente difícil es!
campo del espíritu, esto constituye una objeción capital. , IJ11é aspecto doloroso de la vida humana se nos ahorra?
Las ideas de un hombre deben ser su propia morada; de! l 1 1ste resulta comprobar que lo que con el tiempo será
lo contrario, peor para ellas. 111ut 1vo de admiración deba er siempre mal interpreta
il11 por los contemporáneos! Pero la religiosidad es, una
1 / rnás, el elemento salvador; en ella encontramos la
1NFORME 4 111 1putía hacia todos, no la simpatía que consiste en
' 11.11 l a r con los amigos del partido y con los propios se-
9 de marzo de 1846 1 1 1,1('CS, sino la simpatía infinita hacia todo el mundo:
f1 11 :-. ilencio!
El Tratado a.científico conclusivo ha aparecido; los seu 1\sí están las cosas; cuando haya muerto, algún día
dónimos han sido asumidos; un día de éstos se empezará 1h1 irán los ojos y admirarán aquello que he querido. Y
la impresión de La repetición. Todo está en orden . Debo .1 mismo tiempo se comportarán de una manera seme-
solamente guardar la calma y estar callado, confiando 1 11111..· con algún contemporáneo, que tal vez sea el único
en que El Corsario apoye ciertamente de modo negativo 1111· me comprenda. ¡ Dios mío! Si no existiera algo más
1 1 1 1 1 1110 para el hombre, algo que le permita olvidar todo
4. Del extenso informe de Kierkegaard a propósito de su polémint ' 111, olvidarlo por completo en su unión contigo, ¿quién
con El Corsario se han extraído estos párrafos. (N. de la t.) p11d1 ía soportado?
132 SÓREN KIERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 133
Pero mi actividad como escritor ha concluido ahora, � 1 1 1 raté indirectamente de apoyarlo en forma negativa;
gracias a Dios. Me ha sido concedido (doy gracias de ello p111 mi parte puedo elogiar su seguridad para hallar la
al Señor) como segundo don, luego de haber publicado p111pia posición. Creo que ha obtenido lo que deseaba.
O lo uno o lo otro, el poder ponerle fin por mí mismo, el 1 .pl·raba que eligiera el camino del honor para hacerse
comprender que había llegado el momento de concluir. 1 1 1 1 11ombre; hoy me apena sinceramente que, como cdi-
¡Ni siquiera esto verán los hombres, pues a ellos no les 1111 del Corsario, persista en el camino del deshonor. Mi
parecerá así, aunque dos palabras mías bastarían para d1 'l'O fue salvar, en lo posible, a un hombre que estaba
demostrarles la vc1·dad del caso con hechos evidentes! il111.1do aún de buenas condiciones, de que se convirtiera
Demasiado bien lo sé, y lo acato como sucedido dentro 1 1 1 instrumento de la plebe; pero, a la verdad, no fue mi
del orden de las cosas. Me ha dolido bastante. Hubiera d1 °'l'O er vergonzosamente pagado con verme inmorta
querido proclamar a gritos mi descubrimiento, pero dc l11.1do en un periódico en virtud del deshonor que no de-
jémoslo todo como está. 111•1 ía existir y con el que sólo yo puedo desear ser inju
Sólo deseo vencerme a mí mismo y lograr convertirme ' .ido. Para mi existencia como escritor, «Conviene» la
en un pastor. En la campaña, en medio de una tranquila 11lj11ria; yo mismo la he deseado y buscado apenas me
actividad, ocupando mis horas l ibres en escribir cosas inil ié como escritor; porque cuando escribí Frater Taci-
de poca importancia, quiero respirar con más suavidad, 1111 1111<;, Johannes Climacus 6 ya había sido entregado a la
aunque la vida actual también me da ciertas satisfaccio 1111prcnta poco días antes. Con este paso esperaba, a la
nes. \ 1 1, a udar a lo demás, pero ellos no lo quieren así; y
Pero nada de escribir; ni una sola palabra me está per tl1ora continúo buscando que se me insulte, porque con-
mitida; no me atrevo. El lector me reconocería al menor 11·11c a mi plan y para acar alguna utilidad del hecho
signo y esto originaría confusión. En estos últimos tiem 1lt que exista un periódico semejante.
pos se me han ocurrido diversas cosas que no están mal,
pero las destinaré a otras circunstancias. Lo último que Ml' interesaba exponer las diversas etapas de la exis-
había proyectado sería algo as(: 11 11cia, a ser posible, en una sola obra; así considero toda
1111 producción seudónima. Para tal fin importaba man
'' 1u:rlas todas en un plano de inalterable igualdad; por
CLARO Y EXPEDITIVO , wmplo, que la religiosidad no se manifcslase solamente
1 11.indo el estilo, debido a mi avanzada edad, hubiese
Para mí, un editor es responsable, desde el punto de vis 1w1 dido algo de la exuberancia imaginativa propia de la
ta literario, de que no existan escritores. Es editor del , ,,l�I ica. No quiero decir con esto que la religio idad de-
Corsario el señor estudiante Goldschmidt; mente despl'· 11.1 poseer esa exuberancia, sino que el escritor debe ser
jada, carente de ideas y de cultura, desprovisto de unu 1 ,1paz de producirla y, de este modo, demostrar eviden-
concepción de la vida y de dominio de sí mismo, pero no 11·11icnte que falta en la obra por una razón accidental, o
sin cierto talento y con una fuerza estética de desespera· ,,.,,, porque eJ escritor no es ya muy joven.
do. En determinado momento crítico se dirigió a mf 5 y
" Respectivamente los cudónimo� de ¿Culpable o 110 culpable?
S. El mismo Goldschmidt confirma el hecho en su auLObiograffa Liw ( t l'i ) y de Artículos para los lectores de «Etapas e11 el camino de la vida»,
rin drigerog Resultater (Rccuerdos y resultados de una vida). (N. del l. i.) \ .i. 1 Tratado aciewí{ico co11c/11sivo (1846). (N. del t. i.)
134 SÓREN KJERKE.GAARD DIARTO INTIMO 135
¿Creen acaso que cuando escribo lo hago al correr de l l H l , comparada con mi fntimo afán , todo esto se ha ma
la pluma? ¡Pobres! Estoy persuadido de que no existe logrado ahora. La plebe, los aprendices, los matarifes,
ningún escritor danés que cuide tanto la elección de la los colegiales, toda esa calaña de gentes han sido azuza
más insignificante palabra. Redacto dos veces todo lo das en m i contra. No quiero exhibirme ante u n público
que escribo, y ciertos pasajes hasta tres o cuatro; luego tk: tal estofa; nada tengo que ver con ellos, carecen de la
-cosa que generalmente no se tiene en cuenta- están preparación necesaria para poner de relieve mi ironía y
también mis meditaciones durante mis paseos; digo mis para encuadrarla dentro de un significado ideal. Sobre
pensamientos en voz alta, repetidas veces, antes de es lodo, yo me dirigía a los hombres cuya cultura les per-
cribirlos. ¡Y a esto lo llaman escri bir al correr de la plu 1 1 i i t icra comprender y medir, de cualquier modo que
ma! ¿Y por qué? Por la razón de que nada saben, porque hiera, mi profundidad; mi ironía esperaba satisfacerse
son escritores durante unas horas, como máximo, cuan 111 ver cuán ventajosamente m e juzgaban. Pero la clase
do se encierran en sus aposentos para escribir, y el resto uhsolutamente inculta, Jos colegiales, los matarifes, toda
del día no se ocupan de sus propias ideas. Los escritores 1 • gente de esa ralea no tiene ningún tipo de prepara-
de esta talla, cuando regresan a sus casas, necesitan 1 1 1 1 1 1 , son u n terreno refractario donde la ironía no pene
tiempo para ponerse a trabajar, en tanto que yo vuelvo a l rn . Da pena, en verdad, ver que se imprimen diarios
mi hogar con el páITafo ya listo en mi mente, basta el p:1ra colegiales y que desde su más tierna edad éstos se
extremo de que puedo recitarlo de memoria en forma \1·1 1 impulsados a la confusión del equívoco. Quiero refe-
estilizada. Cuando la gente lee un par de páginas mías se 1 1 nne, de paso, a una simple escena que es bastante ca-
admira de mi estilo. Pero ¿cómo podría ser posible un 1 .1rl crística: m i encuentro con Bradt, el teniente y asis-
libraco así? Ergo: ¡debe haber sido escrito al correr de la 11·111c de húsares. Iba acompañado por su hijo. El padre
pluma! ¡Ah, no, queridos míos! Es preciso querer algo, 111r saludó con su habitual y exagerada cortesía; se hizo
desearlo por encima de todo sacrificio y de todo esfuer • u n lado para cederme el paso. S i el niño no hubiera
zo, y entonces será posible. 11hido quién era yo, debía de haber tenido la impresión
En cierto sentido la existencia debería asquearmc, .11 que se trataba de alguna persona extraordinaria;
pues yo, que sólo amo un pensamiento (¡Dios mío!, ¿qu� pt•1·0 el chiquillo me conocía muy bien: ¡leía el Corsario! 7
no podrá ser un hombre si de veras lo desea?), realizo un En lo que a «ella» se refiere, no puedo decidirme a
epigrama a propósito d·e los hombres; puesto que el jui 11101ar nada. Desconfío del papel, pues temo que caiga
cio que de mí se forman y el hecho de que no alcancen a 1 1 1 1 1 1 anos indiscretas y que «la» pueda confundir, ahora
comprender mi coherencia es una triste prueba que de • P it· todo, por lo menos hasta cierto punto, marcha muy
muestra las categorías y la mediocridad de sus vidas. 1111·11. Espero que Dios se acuerde de todo y que lo haga
1 1 1 ordar, aun a mí mismo; desde aquella mañana no ha
Para mi alma y m i observación irónica era, sin embar· p11-.ado día en que yo no meditara sobre el particular, a
go, una satisfacción este vagabundear por las calles anó· 111d.1s horas. La última súplica que me dirigió fue que
nimamente, mientras las ideas hervían en mi interior;
que me confundieran con un holgazán a mí, el más tenai
El pequeño Bradt. sin embargo. declaró, siendo ya hombre, a
entre los hombre jóvenes para el trabajo; que me consi 1 " 111 !\l' Brandes que nunca había leído el Corsario en su juventud y que,
deraran frívolo y desprovisto de seriedad en tanto que la 11 • .1mbio, sentía una viva admiración hacia el escritor que su padre
seriedad de los otros bien podía ser juzgada como bro 1 111 1 101 a blemente honraba. (N. del t. i.)
136 SóREN KIERKEGAARD DIARIO INTIMO 137
« l a » recordara de vez en cuando; por cierto que no era "" vidas y las ajenas, todos ellos hallarán en mf al hom-
necesario que me lo suplicara. A su peligrosa pregunta 111 i: hecho a la medida para sus propósitos. Tomad al
de si no pensaba en casarme alguna vez, contesté con I'' qucño Goldschmidt: se le ha puesto en la cabeza que
una ingeniosa salida. Era una situación tremenda y hu 1• d llamado por Dios para convertirse en el azote de
biera debido ofrecerle algún pequeño consuelo. Dios sa 1111wtros, los pobres diablos; helo aquí en la alternativa
be que de buena gana lo habría hecho. Dios sabe cuánto d1 vituperar lo mismo que antes inmortalizara.8 Lo ha
anhelaba mitigar la situación. Pero fue bueno que mi 1,,. ho. No había en él nada verdadero; sólo había hipo-
coherencia venciera. Le respondí: «Sí, dentro de unos 1 • t·..,ía en su ira divina, porque de lo contrario habría
diez años, cuando me haya curado de caprichos, elegiré p1 1111anecido fiel a la verdad y perseguido la maldad y
a una jovencita para rejuvenecerme.» Fue una crueldad, 1 11 1 .ti mismo a quien admira, en caso de que éste se nie
lo confieso, pero resultó terriblemente duro tener que '111.· a admirarlo.
hacerlo. Si no hubiera procedido de esta manera, ¿acaso
ella se habría comprometido con otro? Seguro que no. Si M i existencia era la expresión de un principio griego y
le hubiera manifestado solemnemente el verdadero pro d111ra se ha echado a perder. ¿Qué es lo que la ha echado
pósito de mi corazón: «¡No tomaré a nadie por mujer ' Pl'1·der? ¡El abuso de la prensa! Su destino es destruir
excepto a ti!», ella se hubiera atenido a mis palabras. 1 ' personalidad; por medio de el.la un insignificante
Ante una propuesta de boda habría permanecido indeci 111 ll.1co puede escribir desde la sombra saciando la
sa; y, en caso de acceder, lo habría hecho con el alma 111 1osidad de millares de lectores. Ante ella debe ren-
dividida; en cambio, ahora se ha comprometido en ma 11 "'e cualquier conducta, cualquier poder personal. Me
trimonio con toda su alma, porque yo le he dado el im 111h·1 esaría sumamente poder discutir este tema con
pulso. ..,, 1 ates.
La idea que he expresado existiendo, a fin de apoyar la
productividad de los seudónimos, era la mi ma produc Mi-; contemporáneos no comprenden en absoluto mi
tividad elevada a su extrema coherencia. Si con esta u 1 1 \ 1dad como escritor: que O lo uno o lo otro, se di vida
enorme productividad hubiera vivido apartado y oculto, 11 t uatro partes o quizá en seis, y que cada una de ellas
mostrándome rara vez y con el ceño fruncido que se atri • publique por separado, por consiguiente, en seis años,
buye a un pensador, a un avinagrado profesor, ¡por to • 1 1 1 pase. Pero que cada tratado de O lo uno o lo olro sea
dos los demonios que entonces cualquier criadita chis 1 1 1 1 1 1 parte de un todo, eso es cosa de enloquecer, al decir
mosa y cualquier estudiantillo habrían notado que era 1111 11ucstros filisteos.
yo un hombre profundo! Hubiera significado una enor
me incoherencia con respecto a mi producción; pero No obstante, sería posible que yo - a pesar de mi pe-
¿qué les importa a los necios la coherencia? ¿Cuántos 111
1 m'1. frente a Dios, sumido en la humillación personal
sabios existen en cada generación?
Si me viera obligado a decir mi última palabra (sé qm· 11 1 u1:go de la publicación de O lo uno o lo otro, Goldschmidt ensal
' 1 V1l t1.w Eremita y hasta le propuso un convenio literario que Eremi-
me asiste la verdad) sería ésta: todo aque.I que «de veras
1 , ,., lt:i1.ó. fiel a su nombre, a pesar de la secreta aspiración de Kier-
desee» algo hallará en mí a un admirador y, si fuera m� 1 1 1 d por ser admitido en el ..CírcuJo distinguido.. de Heiberg,
nester, una ayuda. Pero esta masa de imbéciles, esta ba l1t1 11 11 del Teatro Real y árbitro, entonces, de las letras en Dinamarca.
1.1 1 t.)
•
que mis pecados personales provocan- fuese para mi l111..1mente contrario a revelar a lo demás mis secretos
pueblo un «don de Dios». ¡ Dios sabe lo mal que me han 1 11 '""onales, considero como deber de un hombre no de-
tratado! Él sabe que me han maltratado como hacen los 1 1 1 de lado esa instancia que es la consulta con otro hom-
niños con sus preciosos regalos. 1111.:; con tal de que no se trate de una confidencia de
l1111n bre frívolo, sino de una comunicación seria y oficial.
Es así como he comprendido mi actividad como escritor: 1'111 lo tanto, pregunté a mi médico si creía que esa des
Soy, en el más profundo de los sentidos, una indivi pioporción de mi naturaleza, entre cuerpo y psique, po
dualidad infeliz. Desde los primeros años he permaneci dr.1 'icr superada hasta el extremo de permitirme reali
do enclavado en una forma de sufrimiento que lindaba 'I 11 aquello que constituye el deber ético «gcnera l »9 de
con la locura, la cual debe de tener su más profunda ra 111" hombres. Lo puso en duda. Le pregunté entonces si
zón en la desproporción entre mi alma y mi cuerpo; por 1 1• 11-;aba que el espíritu estuviese capacitado para con-
que (y esto es lo más extraño y a la vez mi infinito con 1111 111ar o reformar, a fuerza de voluntad, esa despropor
suelo), éste no guarda relación con m i espíritu, y así, ' 11111 fundamental; volvió a dudar; ni siquiera quiso
debido tal vez a la tensión entre cuerpo y alma, se produ 11 u11scj arme que pusiera mi voluntad, cuya fuerza cono-
ce una elasticidad que rara vez se encuentra. ' ' perfect amente, pues de tal modo podría echarlo todo
Un anciano, ext raord inariamente melancólico tam 1 pl'rder.
bién él (no quiero describir la manera), tiene un hijo que l k de ese momento hice mi elección. Aquella dolorosa
recibe como herencia toda esa melancolía, pero que pe. 1 h "l wopo1·ción y sus sufrimientos (que indudablernente
see al mismo tiempo una elasticidad de espíritu que le li 1 h1 ían impulsado al suicidio a la mayoría de los que
permite ocultarla. Precisamente porque su espíritu, en pt1'>1.:veran espíritu suficiente para comprender la mise-
un sentido eminente y esencial, es sano, su melancolía 1 1,1 del tormento) yo la he considerado como «mi aguijón
no puede tener poder alguno sobre él; por otra parte, el 1 11 la carne», mi límite, mi cruz. Pensé que tal vez éste
espíritu es incapaz de eliminar dicha melancolía. A lo , 1 , el precio que Dios me había cobrado por mi fuerza
d1• espíritu, sin par entre mis contemporáneos. Esto me
,
Semejante a aquel que, en lo que a él respecta, se hace 1 ,, cosas más estupeúdas, con tal de que me sintiera se-
desdichado y que, en caso de sentir amor por los hom 1 1 1 o de llevarlas a cabo. Mi miseria reside en este segun
bres, decide precisamente ayudar a los demás a fin de ,¡., l'SLado de cosas, en la primera convicción mi sentido
que puedan ser felices; así he comprendido también yo .11 l uerza casi sobrenatural. La mayoría de los hombres
mi tarea. , h3llan en una situación inversa: temen la oposición
Pero, en tanto que mi tarea representaba para mí una 1 ll·rior e ignoran la tremenda tortura de la resistencia
piadosa búsqueda de una obra de bien cualquiera, hu t11 1t·rior. Yo, en cambio, no siento temor a ninguna resis-
mildemente llevada a cabo, como expiación de mis pe 1 1 11lia exterior; pero hay en mí una resistencia interior
cados, he procurado en particular que mi aspiración no l 11ando Dios quiere hacerme sentir ese aguijón- y
bién ser personas honestas y amables, siempre que no so L'll,ildad; también hay melancolía en la voz del que ha
propongan lanzar sentencias acerca de los pensamientos lil,1.» Sí, es cierto que hay melancolía y así debe ser; por
o de un pensador), incapaces de formular un par de qt 1l' un discw·so sobre la vida del hombre en este mundo
ideas y hábiles solamente para concebir bajezas y mi· q111.· 110 tenga una vena de melancolía, resulta afónico y
serias! d1·..,1.· 11tonado. Sí, es cierto que hay melancolía, porque
1.1111bién quien así habla ha soñado su leyenda de juven-
1 1 1d. esa vieja historia que todos conocen, la que se cuen
ANOTACIONES DE BERLlN ''' J los niños durante las veladas: (( y allí, en el fondo del
tu ,-.que, divisó un viejo castillo donde vivía una prince-
5-12 de mayo de 1846 " ... Y por cierto que así no encontró el mundo, pero
1.1mpoco encontró la igualdad en la leyenda.
La «Providencia» no es más comprensible que la «Re
dención». Sólo es posible creer en ambas. · i observas cómo se habla de la muerte en nuestra
Providencia y Redención son categorías de la desespe 1 poca, notarás un gran cambio en comparación con épo-
ración. 1 .. .., pasadas, y en cualquier parte oirás que una muerte
Es decir, que yo habría debido desesperar si no hubie ll'pcntina es Ltna cosa deseable. ¿Qué significa eso? Sig-
ra podido, mejor aún, si no hubiera debido creer. De mo 11il ica que queremos liberarnos de la idea de la muerte,
do, pues, que no son ellas lo que hace desesperar, sino lo 111 rojándola, en lo posible, fuera de la vida. Se desea vi
que aleja la desesperación. \ 1r como si la muerte no existiera; y cuando deba llegar,
que se presente en forma rápida y repentina, como si no
Líbrame de convertirme en un necio que no acepta Tu r..,luviera allí. ¡ Extraña prudencia del vivir humano!
corrección, en un necio que se muestra recalcitrantt.• 1 ómo sabes tú engañar astutamente a la muerte
-y qué
ante Tu corrección, en un necio que se niega a aceptarla t remendo es que no sepas engañarte a ti mismo-, por
como una bendición, en un obstinado que la convertirá que la eternidad no es ni rápida ni repentina! En las an-
en su perdición. 1 iguas oraciones de la iglesia -que por otra parte toda
\ ía son de pre cepto- el feligrés, cuando pedía a Dios
Por el hecho de que Dios dé a uno muchas alegrías en que lo preservara de todo mal, le suplicaba también que
la vida y lo enmudezca y a otro le niegue muchas ale lo librara de una muerte imprevista. A quien debe em
grías y lo vuelva elocuente, ¿no hay acaso igualdad? Ved prender un largo camino más le vale escapar a una
a uno a quien Dios hace grande en el mundo y envidiado, muerte repentina . Claro que para aquel que concluye en
y a otro humilde y bendito; ¿no hay acaso igualdad? un momento, quizá represente, a veces, un bien cerrar
Dios concede a uno la mujer amada, pero ésta perturba los ojos y dar el salto. Pero a quien le corresponde la
su idea; a otro le niega el amor, y en cambio le deja la iniciación de lo más largo. de la eternidad, para éste la
idea; ¿no hay acaso igualdad? A uno, Dios le concedt' astucia del salto no es sólo locura, sino el más tremendo
honores en el mundo y ese hombre se los apropia; a otro l'ngaño que se hace a sí mismo.
lo hace despreciado por el mundo y éste, el despreciado,
rinde honores a Dios; ¿no hay acaso igualdad? Alguien
dirá tal vez: «No es verdad esto que dices acerca de la
DIARIO ÍNTIMO 145
1 ,
, i ngenuidad estriba precisamente (y en cierto sentido
1 ,10 es lo bueno) en la incapacidad de concebir una du
p l 1 t idad dialéctica. Del eminente, los ingenuos piensan:
• h. eminente; nadie, pues, debe hablar mal de 61.» ¡Si
11110 es un filósofo eminente, nadie debe escarnecerlo!
7 DE SEPTIEMBRE DE 1 846 - 24 DE ENERO DE 1 847 1'1 , o como los ingenuos no están capacitados para juz-
1,,, quién es un filósofo eminente, cuando alguien escri-
11 ...obre él de aquel modo, se inclinan a pensar en con
7 de setiembre de 1846
' 111-;ión: « ¡ Ése no es un gran filósofo!»
La baje:ta de la abyección literaria se logra cuando es-
INFORME. RESULTADO
1 1 1 tores que podían alcanzar cierta fama aun en puestos
1 , undarios, con el fin de vengarse, de causar daño, de
1 l t l'.tr confusión y de ensuciar, soliviantan a la plebe.
Pero, como dije en el Tratado, este sentimentalismo m I ividad literaria para olvidar las mezquinas pequeñe
«Ortodoxo» ha falseado todo el cristianismo. ' l''> de la vida.
'ada vez veo con mayor claridad que estoy hecho de
La mutación consiste en lo siguiente: el cristianismo, 1.d manera que no logro realizar mis ideales, en tanto
en lugar de volverse consciente de su combatividad, se qt 11.· en otro sentido -humanamente hablando- sobre
on
arrellana en la comodidad, se las compone cómodamen !'• ''º mi ideal. Los ideales de la mayoría de la gente
io
te con l a existencia. Así, Navidad se ha convertido en la ill· grandeza: convertirse en un ser tan extraordinar
, 111110 jamás lograrán serlo. Yo soy demas iado melan có-
«fiesta más bella».
150 SOREN K.1ERKEGAARD DIARIO INTIMO 151
la búsqueda
lico para tener ideales similares. En general, los hom htl·ra aplicar dos tercios de sus energías en
bres se echarian a reír al conocer estos ideales míos. 1k -.u cometido. Por esto el niño posee
tanta fuerza: por
Muy cierto es que mi ideal fue el de casarme y llevar una tarea y él sólo tiene que obede-
qiu: el padre le impone su
perfecta vida conyugal. Y ahora que desespero de lograr 1 t't . En el fondo, lo que enerva a un
hombre es la dialéc-
lo, me hago escritor, tal vez escritor de categoría. Mi úl 111 a de la tarea.
timo ideal es el de hacerme pastor de campaña, el de
a el pensar
vivir en medio de la quietud campesina, identificándo Sin embargo, es algo que exalt a y edific
me con el pequeño círculo que habría de formar mi am 1 111111 impotentes son los contempor
áneos; ¡cuántos, en el
.
guen Y c�-
biente; pero, puesto que dudo, puede que aún realice lu11do, sólo trabajan contra sí mismos! Persi
mas
algo más grande. 1 11 ·11 de escarnio al hombre eminente; pero cuanto
perse guido es ya
Cuando el obispo Mynster me aconseja que me haga 111 hacen, más inmortal será éste. Ser
ntes puede?
pastor de campaña, evidentemente no me comprende. ""ª distinción; hombres del todo insignifica
los contempora-
Claro que lo deseo, pero nuestras premisas son del todo ,,, hacerse inmortales, con tal de que
distintas. Él supone que de un modo o de otro quiero 111·os los hayan perseguido canal lcsca ment !
e . Una répl ca
perseguido
avanzar por ese camino, que quiero, sea como sea, hacer 11 u11ica y patética sería la de un eminente
algo; y, sin embargo, la verdad e que yo deseaba justa 11111..· dijera a sus contemporáneos:
«Debo agradecéroslo�
mente llegar al menor grado posible; tal es la idea de mi 11 n1usa de vuestro escarnio mi nomb re se mantendra
que seáis
melancolía. Por eso mismo he experimentado satisfac 111mortal una generación más; por eso os ruego
ces absolu-
ción cuando me tomaban por un medio loco, pero esto h11 ·nos y me maté is; ¡mi nombre será enton
representa sólo una forma negativa de ser alguien ex t.11nente inmorta l ! »
traordinario. Y bien puede que así sea, en el fondo, la for
ma de mi ex istencia, de modo que jamás alcance la bella,
tranquila y pacífica existencia de una pequeñez total. 1 11110 la dedicatoria: «Ese Ente»
Esto que he sentido siempre en mi fuero interno y por
un pastor. Si
lo cual nunca he hablado con nadie de mis verdaderos menudo me he imaginado en el lugar de
s de la igle-
asuntos, lo he vuelto a experimentar en mis conversacio l.1 1 u rba se agolpa para escuchar, si las nave
debe
nes con el obispo Mynster. De nada sirve, puesto que, no 1 . 1 no pueden contener al nume roso públi co, � ue
ces s1: loor Y
pudiendo ni atreviéndome a hablar de lo que tan total, 1w1 manecer afuera para escuchar, enton
esencial e íntimamente constituye mi existencia, La con 1.ioria a aquel que tiene el don de conm
over, e� habla r
versación se convierte, en lo que a mí respecta, casi en 1 011 entusiasmo y de
entusiasmarse con la vida de la
es� ar la ver
un engaño. Con un hombre como Mynster lo siento de 1111111 itud, porque donde ésta se halle debe
que siempre ha
veras, porque lo venero mucho. il.id: estoy entusiasmado con la idea de
son muchos,
d1· quedar un poco para algunos, pues
d p� ra
EL y l.'SOS muchos que poseen un poco d ': verda
HOMBRE
sena, 1m-
esto
, .ida uno de ellos, son la verdad; para m1
El romano lo tomó de la tierra (homo), pero el griego lo p11-.ible.
tiempo fuera
elevó ( 0.v{}Qú>JtO�). Pero si fuera una tarde dom inica l; si el
inver nal hubiera va-
Todo hombre podría ser infinitamente fuerte si no de- 1 1 1 icstro y opresivo; si la tormenta
152 SÓREN KIERKEGAARD DIARIO INTIMO 153
ciado las calles y todo el que poseyera una habitación 111 . porque a menudo los hombres creen que la multitud
bien caldeada hiciera esperar a Dios en la iglesia hasta 1 ... 1�1 en el error, pero basta con que ella quiera aceptar
que el tiempo mejorara; si en la iglesia desierta sólo hu 11-. opiniones para que todo esté bien) confiesa ser débil
biera algunas pobres mujeres que no tienen siquiera una 1 1 1 1 1 potente; ¡cómo podría un Ente defenderse frente a
habitación caldeada que, por consiguiente, pueden so '""' muchos seres que tienen el poder! No podría, por
portar el frío de la iglesia, con mi voz podría reconfortar • h-r10, desear tener de su parte a la multitud, pues esto
las a e1las y a mi mismo. A menudo me he imaginado • q11ivaldría a engañarse a sí mismo; pero si este último
junto a una tumba. Si todo lo que en la tierra hay de.· 1 1 1 1 1 1 1 0 de vista, por ser una confesión de la propia dcbi
excelente y de magnífico se reuniera en el cortejo fúne lldud y de la impotencia, parece poco estimulante, tic
bre; si aleteara un aire de fiesta sobre la numerosa asam "'" <..·n cambio, la ventaja de ser imparcial, de no ofen
blea, entonces sí: loor y gloria a aquel que poseyera el ""' a nadie, de no hacer distinción alguna. La multi
don de dar realce a La fiesta, interpretando con emoción t 11d está formada por los individuos, de modo que cada
el sentimiento de la multitud, convirtiéndose en la ex 11110 está capacitado para convertirse en lo que reaJ
presión del dolor verdadero; ¡pero yo no sería capaz! En tlll'tllc es: un Ente. De ser un Ente nadie está excluido
cambio, si el sepelio fuera el de un miserable sin cortejo 1110 aquel que se excluye al transformarse en «muchos».
alguno; si sólo una pobre mujer siguiese al coche fúne 1 011ve11:irse en multitud, reunir en torno a sí a Ja mul
bre, la viuda del difunto, que por primera vez saliese de l i t ud, esto es lo que constituye la diversidad de la vida;
su casa sin la compañia del marido, palabra de honor 11111 el mejor intencionado de los hombres que hable
que si me lo pidiera pronunciaría un discurso fúnebre, t ll· eso, puede fácilmente ofender a un Ente. Además,
primer lugar, para ello ha de contar el principiis obsta.4 ¡ I maginemos al mayor delincuente que haya existido
Pero ¿y a mf qué? ¿Qué me importa la corriente centrífu f 1 1:'.Ís, imaginemos que la fisiología de su época se pu-
l l
ga o centrípeta de los nervios y de la circulación de la 11'1 u un nuevo par de gafas aún más magníficas que las
sangre, y el estado del hombre visto con microscopio en el 1111 · riores, de tal modo que pudiera «explicar» al delin
seno de la madre? «La ética es suficiente para mí.» ¿Acaso ' 111·11te y demostrar que todo se debe a una necesidad
necesito saber cómo se hace la digestión para digerir? ¿O 11 11ural, que su cerebro era demasiado pequeño, etc.!
cómo se produce el movimiento del sistema nervioso • 1i.Jnto horror encierra esta absolución de toda acu-
para creer en Dios y amar a los hombres? Y si alguien me 11 1611 ulterior, si se la confronta con el juicio que
dijera entonces: «Sí, es cierto que para eso no son necesa d1 ,.¡ hace el cristianismo: «Si no se convierte, irá al in
rios», volvería a preguntar: « Pero si me convierto en un l 11·1 110.»
naturalista, ¿no debilitará la ciencia mi pasión ética?» 1 a mayoría de las publicaciones que pululan hoy con
¡Quién sabe si con este múltiple conocimiento de analo 1 1 11umbre de ciencia (especialmente Jas ciencias natu-
gías y monstruosidades, de tal o cual fenómeno, no perde 1 i ll·,) no son ciencia sino curiosidad. «Al final la ruina
ré cada vez más la impresión de la ley moral, del «tú de 11hn.:vendrá por las ciencias naturales.» Muchos admi-
bes», del imperativo «se trata de ti» ! No has de mezclarte 1 11 lorcs (un sol trouve toujours un plus sol qui l'admire) 5
con hombre alguno aunque el cielo y la tierra se derrum 1 \'L'n que cuando se ha implantado la búsqueda con un
ben: «tú debes». ¿No será acaso un precaverse con un 1111< roscopio posee, sin más ni más, seriedad científica.
montón de subterfugios y de falaces excusas, un apartar ¡t 111 necia superstición deJ microscopio! Más bien, la
la mirada de lo importante, esto de hacer que comience ..ti-.crvación microscópica vuelve aún más cómica la
con la fisiología en lugar de mandar a paseo a la fisiología • 111 1osidad. Es natural que un hombre, con perfecta
entera y de decirme simplemente: « ¡ Comienza ahora!»? 1111\·no fe y también con profundidad, diga: «No puedo
Tomemos el problema de la libertad y de la necesidad. • r con mis ojos, sin nada más, cómo se crea la con
Que empiece, pues, el fisiólogo a explicar cómo la circu ' • 11cia.» Pero que un hombre se ponga al microscopio
lación de la sangre influye de tal o de cual manera, y la d,111oso de ver y de descubrir y no vea nada, esto es
presión de los nervios, así y así, etc.; su tesis no podrá 111nico y particularmente ridículo, cualquiera que sea
probar jamás que la libertad sea pura imaginación. 11 ..criedad. Considerar el descubrimiento del micros-
Cuando haya escrito cuatro volúmenes infolio, repletos 1 1 1p10 como un pequeño recreo, como una ligera pérdi
de números y de maravillas, deberá confesarse: «Ante tl11 de tiempo, bueno; pero considerarlo como cosa seria
"esto último", mi maravilla se detiene.» ¿Para qué sirve, ' de necios. También eJ arte de la imprenta es casi un
entonces, todo ese saber? ¿No es ésa una manera de em 11 dl::tzgo satírico: pues, ¡Dios mío! ¿no ha demostrado
baucar a los hombres, de quitarles poco a poco el entu 1 i l 1cicntemente cuán pocos son aquellos que verdade
siasmo, de mantenerlos ilusionados con la creencia de ' 1 1 1 1cnte tienen algo que comunicar? Y así este enorme
que algún día, por medio de un microscopio aún mayor, .i. ,...l' ubrimiento ha favorecido la difusión de todos estos
se les podrá explicar que la l ibertad es una ilusión y qu(• 1 l1hmorreos, que de otro modo habrían muerto al
todo se reduce a funciones naturales? lhll l'I'.
4. Principiis obsta: uAtájalo al principio»; sentencia de Ovidio e� Texto de Boileau, citado anteriormente en el Diario de 1842.
prcsada en sus Remedia amoris. (N. de la t.) ,¡, la t.)
156 SÓREN KJERKEGAARD DIAIUO INTIMO 157
¡Si Dios empezara a dar vueltas, bastón en mano, ya 1 1 scgundo»,6 pero al final la rel.ación se invierte y el
sobre el
veríais cómo buscaría a esos obse1vadores tan engalJa• 1111 1sciente ejerce en parte un inílujo formativo
se vuelve estéti-
dos con sus microscopios! Con su bastón desbandaría 11 1consciente. Entonces la fisiología
Dios toda hipocresía de ellos y de los naturalistas. La 1 o "cntim ental; habla de expres
ión noble, de la fisono-
culta.
hipocresía consiste, en efecto, en decir que las ciencia 1111a, de la conducta, etc., de una personalidad
esto? Un poco de mise1 ia
conducen a Dios. Sí, de una forma «Superior», pero ésta 1 1 > 1us mío!, ¿qué significa todo �
Aeusse re ist
es precisamente la impertinencia. Uno puede convencer· , . a lo sumo, un poco de paganismo (das
tlll\ /nnere). 7 San Pablo no habla de «volverse hermo
se fácilmente de que un naturalista es un hipócrita. Por·
que si uno quisiera decirle que, a fin de cuentas, todo .nn con la oración n i la predic
ación, sino que advierte
pe,
hombre tiene bastante con su conciencia y con el peque· qm· «mientras nuestro hombre cxlerior se corrom
ño catecismo <le Lutero, el naturalista frunciría el ceño. 11m·stro hombre interior se renueva de día en día» (2 Cor.
Quiere - ¡ como hombre superior que es!- hacer de Dios 1, 16).
una bellei.a excelsa. un artífice grandioso que no todos l.a fisiología materialista es cómica ( ¡creer que matan
están capacitados para comprender. ¡Alto ahí! No: la do se puede hallar el espírilu que vivifica!); la fisiología
es
exigencia religiosa es humana, y nadie, absolutamen· 1 1 1odema, a pesar de ser la más dotada de espíritu,
te nadie, puede comprender a Dios; el más sabio debe .ol ística. Admite que el milagro no puede expl icarse y,
i-
humi ldemente atenerse a «lo mismo» que cJ ingenuo. 1 1 1 embargo, quiere existir, se vuelve más y más volum
He aquí la profundidad de la ignorancia socrática: re· de lo mism o, de las much as
"""ª· y cada volumen trata
nunciar con toda la fuerza de la pasión a toda sabiduría , rnuy admir ables cosas que no pueden explicar el mi-
curiosa, para ser simplemente ignorante con respecto l.1¡.!.rO.
llave
a Dios; renunciar a esa apariencia (que establecería /\demás, la filosofía sofística nos enseña que « la
del alma está
siempre una diferencia entre un hombre y otro) de po p.ira el conocimiento de la vida consciente
der hacer observaciones por medio del microscopio. , 1 1 el inconsciente» (Ca.rus).
Pero si no puede explicar el
ica
Goethe, en cambio, que no era un espíritu religioso, se p.1-.ajc del inconsciente a la conciencia, ¿qué signif
e, es un «sallo » (al
aferró vilmente a ese saber que habría de crear difc· , ,,, «llave »? El pasaje, precisament
llave pue
rencias. 1 1 1id corresponde la «mara villa») que ninguna
Tal cientifismo se vuelve peligroso y funesto, especial· il1· abrir.
mente si uno lo quiere llevar hasta la esfera del espíritu. Los naturalistas emplean el microscopio como los pe
Que así se trate a las plantas, las estrellas y las piedra�. t 1 1 1 1etres el monóculo; sólo que el microscopio lo em
pero hacer lo mismo con el espíritu humano es una bias· pkan contra Dios.
femia buena tan sólo para debilitar l a pasión de la ética
y de la religiosidad. Comer es más razonable que especu
Principio bá�ico del célebre ensayo de C. G. Carus
sobre antropo
11
lar con el microscopio sobre l a digestión. Y el rogar a l11p w íilosófica: Psique. Carus O 789-1869) se inclinaba por un pantcís-
Dios no puede ser considerado como el comer, una cosa 11111 c<>télico. (N. del t. i.)
interior», con-
inferior a las observaciones científicas, pues es absoluta El conocido principio hegeliano •lo exterior es lo
obra literari a, desde la
'' , d cual Kicrkeg aard polemi za en toda su
mente lo más elevado. y
111 11 1ación del Diario (teoría de la predestinación) desde el prefacio de
Luego nos enteramos, gracias a la fisiología, que «el \ h 1or Eremita en O lo uno o lo otro. donde dicho princip io está citado.
inconsciente constituye el primer estadio y el conscientl' / ..... i/1•/ 1. i.)
158 SÓRE.N KIERKE.CAARD DIARJO INTIMO 159
Si con las búsquedas científicas se pudiera alcanzar Para un pensador no puede existir tormento más ho-
algún resultado en la esfera del espíritu, sería el primero 1 1 1·11do que el verse obligado a vivir en esa tensión, pues
en tomar un microscopio y quizá llegaría más lejos que 111k11 tras se amontonan los detalles se tiene la impresión
nadie. Pero, como por medio de la dialéctica cualitativa t. que la idea, la conclusión, quedan postergadas para
fácilmente entiendo que, desde el punto de vista de la """' adelante. Si el naturalista no siente esa tensión,
calidad, el mundo dentro de cien mil años no habrá 1111 11.:rc decir que no es un pensador. ¡Éste es el tremendo
avanzado un solo paso, entonces, por el contrario, no 1 1 1 1 t alismo de la intelectualidad! U n pensador sufre las
desperdiciaré un solo segundo de mi vida en ninguna p1•m1s del infierno hasta que no haya hallado la certi-
curiosidad. Por cierto, que puedo comprender que Dios 1h1 rnbre del espíritu: Hic, Rhodus, hic salta. 8 En la esfera
ha dado al hombre esa cla e de perspicacia que le ha 111 la fe es cuestión (aunque el mundo entero se incendie
hecho descubrir nuevos instrumentos y cosas simi lares. M' fundan los elementos) de «tú debes creer». Sin espe
Pero como también Dios le ha ciado al hombre la razón, ' 1 1 novedades del correo ni noticias de los navegantes.
por la cual éste, en la dialéctica cualitativa, debería 1 t.1 sabiduría del espíritu, la más humilde de todas, la
comprender Ja contradicción que existe en ese «más o 11111..., mortificante para el ánimo vanidoso (¡ pues es algo
menos» cuantilalivo y aproximativo, entonces el hom 1 111 aristocrático eso de observar al microscopio!), es la
bre humilde y pío debería renunciar a la curiosidad y a 1111tu\ certeza.
esa clase de tranquilidad de ánimo necesaria para los
descubrimientos microscópicos y remontarse hasta Él 1 k' nuevo siento en estos tiempos algo que he experi-
solamente a través de la ética. 111 111 ado a menudo: ¡lo difícil que me resulta compren
¡, 1 " los demás! Con furiosa pas.ión me arrojo sobre un
l tlu o; pero cuando lo leo me parece que sólo hallo cosas
No tiene utilidad alguna consagrarse a las ciencias na
turales. Uno permanece inerme sin poder comprobar 1 ' onocidas, o cuando lo cierro siento otra vez que ver-
nada. El científico comienza al instante a distraer a las 1 ukramente algo se me ha escapado. Por otra parte, me
gentes perdiéndose en detalles: ahora es preciso ir a Aus 1 · 1 1 �·u.· también que he encontrado pensamientos que
tralia, ahora remontarse hasta la luna, ahora descender 111111<.:a tuve, pero no se me graban y no logro recordarlos.
a una caverna subterránea, ahora ir a casa del diablo ... 1 11 rambio, cuando me propongo reflexionar sobre esto
• 11qudlo, estoy seguro de resolverlo lo haya leído o no.
para encontrar un parásito intestinal; ahora es preciso
usar el telescopio, ahora el microscopio ... ¡Quién puedl· e omo se comportan los otros, no lo sé. Quizá el anhelo
escapatoria. Estoy convencido aún de que progresaré \'l:dad del ataque; precisamente cuando tiene miedo,
mejor por medio de la paciencia, por el camino más lar· 1 1 1cga el ataque. Cuando está seguro de ser el más fuerte,
go de la autorreflexión. • 111onces comenta: «Es una canallada.» En cambio,
1 1 1ando se siente débil razona así: « No es nada.» Es de-
Uno puede muy bien comer la ensalada antes de que 1 1 r, que se aparta.
contraigo relaciones personales con ningún hombre qm• I"" l·onsiguiente, de la lglesia del Estado, llamada precisamente «lgle-
1 1 1 l·,tablecida», en tanto que a la verdadera Iglesia conviene el «devc
L sentimiento de tranquila elevación, cuando uno 1 1 .... facción observar de cerca a los animales de un modo
objeciones contra el cristianismo provienen de la in La turba es verdaderamente el blanco de mis ataques.
subordinación, de la mala disposición a la obediencia, l u he aprendido de Sócrates . Quiero atraer la atención
de la rebelión frente a la autoridad. Por eso hasta hoy 1k los hombres para que no desperdicien sus vidas en
se han dado simplemente palos en el aire contra las llll'gos y disipaciones. Los aristócratas piensan que exis
objeciones, pues sólo se ha combatido a la duda des ll· siempre una masa de hombres que se pierden por
de el punto de vista de la inteligencia, cuando debía ha ' ompleto. Pero lo callan, viven agazapados y se compor-
bérsela combatido en el campo de la ética contra la re 1.irl como si e a gran multitud de hombres realmente no
belión. n istiese. La impiedad de la superiotidad de los aristó
' 1 atas consiste precisamente en que, con tal de pasarlo
Me acusan de impulsar a Jos jóvenes a repantigarse en l 11l·n, no se toman ninguna molestia en advertir a los
la propia subjetividad. Tal vez. Pero ¿cómo sería posibk• 1kmás.
suprimir esas ilusiones de la objetividad, por ejemplo, la Yo no quiero eso. Quiero, en cambio, advertir a la tur
del «públic o», etc., sin hacer resallar la categoría del En ba sobre su propia ruina. Si no lo quieren a las buenas,
te? Con el pretexto de la objetividad se ha pretendido l1J..., obligaré a las malas. Me comprendan o no. Mi inten-
sacrificar por completo la individualidad. 1 ion no e golpearlos (¡ay de mí!, uno solo no puede gol
pear a la turba): quiero obligarlos a que me golpeen.
Ningún filósofo moderno ha influido tanto en mí como P01·que una vez que me hayan golpeado, seguramente
Trendelenburg.' Cuando escribí La repetición no había prestarán atención, y si me golpean a muerte, prestarán
leído aún nada suyo, pero ahora que lo he leído ¡cuán .1bsoluta atención y yo habré vencido por entero.
claro y potente se vuelve todo! Me relaciono con él de un Los hombres no están perdidos hasta el extremo de
modo extraño. Uno de los puntos que me ha interesado querer el mal en última instancia, pero están ciegos y no
desde el comienzo es la doctrina de las categorías (los -..tben lo que quieren. Por eso mismo es preciso tenderles
problemas sobre esta materia se encuentran en mis no 1 1 1 1a mano e impulsarlos a que tomen una decisión. Un
tas antiguas y en los cartapacios señalados con el númc 111110 puede, durante mucho tiempo, mostrarse rebelde
ro 4). Trendelenburg ha publicado ahora dos disertacio ' on su padre. Pero si el padre procede de tal modo que lo
1 1bliga a cometer un atentado, el niño estará más cerca
1. Federico Adolfo Trendelenburg ( 1802-1872), filósofo que se opu:.11 1 k su salvación. La victoria de la turba se debe a que uno
a Hegel y, en especial, a su método dialéctico. (N. de la 1.) l.1 esquiva de tal manera que ella no adquiere jamás con-
DIARIO fNTIMO 171
170 SÓREN KIERKEGAARD
ciencia de sus actos . La turba no tiene reflexión alguna e los de valía es quizá
•11 ,l· cualquier escritor danés entr
esencial; si llega hasta el extremo de matar a un hombre, "'• '"' esmerado que yo.
nte a el la no
eo ipso se detiene, piensa y reflexiona. l 'l:ro otra cosa es la puntuación; en lo toca
Aquel que, como generalmente se dice, en calidad dt' "'l' i nclin o ante nadie, y hasta
dudo de que exista otro
i -
reformador lucha contra un poderoso (el Papa, el empe , 1 ritor danés que
pueda competir conmigo. Mi esti;- �
especial para la reto n-
rador, en suma: contra un solo hombre) debe tratar de 1111,1 de dialéctico, con un sentido
mis pen�amientos Y el
abatir al poderoso; pero aquel que, con más justicia, '· 111is conversaciones interiores,
es� o tiene absolu �a-
hace frente a la turba, de la que proviene toda perdición, • ¡1·rcicio de leer en voz alta , todo
_
cialista en la matcna.
debe tratar de que sea él el abatido. 11u·n te que convertirme en un espe _
ia en mi puntuación.
Por lo tanto, hago una diferenc
leo en un artículo
Mi melancolía se ha esforzado durante muchos años 1 1 1-.. 1 inta es la puntuación que emp
retórico. Esto solo ya
en impedir que yo pudiera tratarme de «tú» en el sentido , 11·nt ífico de la que util izo en uno
conoce una
más profundo. Entre mi melancolía y mi ((tuteo» existía 1• 1 1 a demasiado para la mayoría que sólo
puedo de ning una n:a-
un mundo de fantasía; este mundo fantástico que ahora I" .11ná tica . En consecuencia, no
ejemplo para c�leg1a
he extraído en parte de mí mismo con mis seudónimos. 111 1 1 proponer mis artículos como
Así también un
..
Así como aquel que no posee un hogar feliz, vagabundea ¡. .., para hombres todavía inmaduros.
enseñar a sus alum nos
todo lo posible y de buena gana prescindiría de su casa, l111cn latinista no se preocupa por
ua, los múl tiple s, pe
así mi melancolía me ha alejado de mí mi mo, en tanto 111.., matice más sutiles de la leng
subjuntivo; pero por su
que yo, con mi vida y mis hallazgos poéticos, recorría un •tm•uos y graciosos misterios del _
conozco, además, a run
mundo de fantasía. Como aquel que ha recibido un con , 11l·11t a escribe de ese modo. No
la puntuación e� sen
siderable patrimonio en tierras y que no acaba jamás de .,11n escritor danés que se ocupe de
conocerlo por entero, de este modo, bajo la presión de la tido ideal; los escritores de hoy
se limi tan a segutr las
melancolía, me he amoldado a mis limitaciones. 1111rmas gramaticales.
distinta para los tro-
1i puntuación es especialmente
Sí y no, o los dos hermanos (Mt. 2 1 , 28 ss.). º" de retórica, pues es
muy avanzada. De u� modo. es
cto dialéctico-arqu1tect6�1�0:
¿Cuál de los dos hermanos era el perdido? ¿El que dijo l •�Tia l me preocupa el aspe
itmi a de las propos1c10-
que no e hizo la voluntad del padre, o el que respon qm· a primera vist a surja esa eur
, constituye el ritmo
dió que sí pero no hizo la voluntad del padre y quizá 111..., que, cuando uno lee en voz alta
que lea en voz alta ). Po;
también se jactó de estar siempre dispuesto a . . . decir ( v o imagino siem pre a un lector
as. As1,
que sí? • ..,0 soy muchas
veces parco en el uso de las com
e punto y com a, no
, 11.indo quiero una subdivisión entr
ejemplo: «LO que uno
d¡vid o esas proposiciones; por
Algo acerca de mi puntuación 1khc a otro o lo que uno debe a
sí mismo.» A este respec
'º vivo en con tinu a luch a
con los correctores de impren-
En lo que a ortografía se refiere, me inclino incondicio 1.1. quienes con muy buena inte
nción ponen comas por
o.
nalmente ante la autoridad (Molbech); ni se me ocurre 111da s partes y así perturban mi ritm . .
oría de los estilistas dan�scs
pretender justificarme, pues sé que con respecto a este 1�11 mi opinión, la may
completamente cqu1vo-
punto me faltan conocimientos y de buena gana admito 11.,.a1 1 el punto de una manera
172
SÓREN KIERKECAARD DIARIO INTIMO 173
cada Descomponen su
: discurso en numerosos
seguidos; de ahí se sigu e puntOI
que la lógica no sea suficie Andersen puede contar el cuento de «las calzas de la
temente respetada, pues n•
así las proposiciones sub lurtuna», pero yo puedo contar el de los zapatos que
nadas -siendo cada una ord i·
de ellas un punto seguido- 11prietan. Mejor dicho, podría contarlo; pero como no
se
vuelven coordinadas.
quiero hacerlo, prefiero guardar un profu ndo silencio,
Ante todo debo repetir que
imagino a lectores que lean por eso mismo puedo contar muchas otras cosas.
en voz alta y que, por lo tan
. to, estén ejercitados en recorrer
la �ecuenc1a del pensam
iento hasta en sus menor Mientras existan numerosos pozos de donde extraer
l�c1ones y en reproducirlo es osci·
con la voz.* Con toda tranqu .1nua, no se siente la angustia de que pueda faltarnos.
hdad me someto al experim i·
ento. Invitad a un actor 0 l\:ro íCuando só]o hay uno . . . ! Así también, cuando el
un orador (que sean práctic a
os en modular) a leer, a títu 1 1 istianismo
se convierte para alguien en el pozo único,
de ensayo, un trozo de mis lo
discursos. Estoy convencid .olo entonces comienzan los escrúpulos. El escrúpulo es
de que habrán de admitir o
que muchas cosas que de l.1 expresión del alma concentrada en el cristianismo
modo estarían a merced otr o
de su libre interpretació 1 orno en su único objeto. Por eso mismo la mayoría está
chas que deberían ser acl n, mu·
aradas con notas del aut libre de escrupulos.
hal l�:án explicadas en virt or las
t�ac10n gramatical abstra
ud de la puntuación. La
un·�
cta n o basta en retórica; La existencia más ingrata es y será siempre la del es
esp
�
c1a lmente cuan o se me
zcla una pizca de ironía,
c.
de epi· '1 itor que escribe para escritores. Los escritores pueden
grama, de as�ucra y de ma
licia, es decir, algo que, dividirse en dos clases: los que escriben para los lectores
terreno de la idea, tenga en el
un cierto sabor a malicia. y los que escriben para escritores. A estos últimos el pú
blico no puede entenderlos, los considera locos y se mofa
¡Qué sátira tan tremenda
de los tiempos modernos 1k· ellos. Entretanto, los escritores de la segunda catego-
el ver �ue la única aplica e�
ción que se da a la soleda 1 1a saquean sus obras, hacen furor con la mercadería sa
:n calidad de castigo: la prisión! ¡Qu d sea
é diferente de las c¡ucada y menoscabada y generalmente se convierten en
epocas en que, aunque la
vida terrenal fuera munda los peores enemigos de los escritores de la primera cate-
se creía en la soledad del na
lo más elevado, como a
claustro y se Ja honraba
la determinación de lo ete
com t ; 1·oría; porque es de suma importancia para ellos que na
rno ! d 1c se entere de la verdad.
Ahora se la aborrece, se
la execra y se la emplea tan
como pena para los delinc sólo
uentes. ¡Qué cambio! Cada vez que la historia del mundo debe dar un paso
.1dclante y superar un punto difícil, avanza al instante
Nuestro tiempo necesita
educación. Por eso Dios '"'ª formación de verdaderos caballos de tiro: los céli
Sl'
a�oderó de uno que, com
o los demás, necesitaba ht·s, los solitarios, los que viven tan sólo para una idea.
c16n Y lo educó «privadís educa
imamente», para que a su lohannes von Müller dice que dos fuerzas guían al mun
.
pudiera enseñar. vez
do: las ideas y las mujeres, pero cuando se debe dar la
h.1talla decisiva es preciso dejar que gobiernen las ideas.
* P11!cisam�nte �n estos días
me entero de que el viejo Ficht
co�1-espondenc1a epistolar con Schiller, se lam
e en MI
enta a propósito de MI E.s penoso el error de Cervantes al concluir Don Quijo
estilo que la gente no logra de
clamar. ,,. de manera que el héroe recobre el juicio, y que muera
175
174 SóREN KJERKEGAARD DIARIO INTIMO
icio conti-
luego. ¡Pensar que había tenido la excelente idea de ha· ol.1u n irles; por el contrario, sólo existe el sacrif
lo sumo una
cerio convertir en pastor de ovejas! Debió terminar en· 11110. En tal caso, un amigo representará a
tonces. Don Quijote no debe «Concluir»; debe ser repre 1 1 mora, y por consiguiente es preciso
ser cautos.
sentado en pleno impulso, de modo que permita
d, es duro
descubrir una serie sin fin de nuevas ideas fij as. Don Más que el no comprender nosotros la verda
Quijote es infinitamente perfectible en su locura, pero lo 1111 ,cr comprendidos por la persona
amada.
único imposible para él es precisamente que recobre Ja
adicción
razón. Me parece que Cervantes no era lo bastante dia l�n realid ad, todo arte consiste en una contr
e ser pinta
léctico para dar a l a obra la conclusión romántica, que .11.déclica. Lo verdaderamente eterno no pued
itu.
no es conclusión. .111, ni dibujado, ni esculpido en piedra porque es espír
do ni dibuj ado
l'1•1 o tampoco lo temporal puede ser pinta
rlo así, se lo
Un hombre peca primero quizá por «debilidad» y su 111 esculpido en piedra; porque, al representa
sólo fija un
cumbe a la debilidad (porque es su debilidad justamente ,, presenta eternamente, pues una imagen
lleván dose la cu
la fuerza de la inclinación, de la pasión, el anhelo del 1i¡omento. Cuando pinto a un hombre
izo; el hom-
pecado); pero luego se siente tan desesperado que tal vez ' h11 ra a la boca o sonándose la nariz, lo etern
peca de nuevo por «desesperación».2 111 · seguirá sonándose la nariz mien
tras dure la imagen.
Nuestros liberales son unos bellacos que sólo saben
con
charlar. Critican los actos del gobierno y cuando se les Nuestro tiempo necesita páthos (como legumbres
de perfora
echa en cara que no actúen, responden que ellos no son " .1 d escorbuto); pero, en verdad, la labor
e ser más comp licada
el gobierno. Cuando se les pregunta luego por qué no ' 1un de pozos artesianos no pued
las p�-
dirigen por lo menos sus armas contra la degeneración 11111· mi cálculo dialéctico sobre lo cómico, sobre
, a ser pos1-
del público, en la cual están implicados como periodis ic111cs y sobre lo patético donde procurarse
aire patét ico. La desgracia
tas, entonces responden: «No es culpa nuestra si el pú l1ll·, una benéfica corriente de
la reflex ión. Ningún
blico va de mal en peor; no es asunto que nos' concier .11· nuestra época es la prudencia y
porque la re
na.>) Summa summarum, 3 puras bagatelas: no hay entre , 11l usiasta inmediato podrá ayudarme ya,
necesario uno
ellos un solo hombre de carácter. lll'x ión de la época lo devora. Por eso fue
ión, de echar a volar
q1 1l· fuera capaz, mediante la reflex
Uno se lamenta a menudo de no hallar un amigo. La l 1-. reflexiones, un hombre de genio que,
dentro de su
ido del
culpa es verdaderamente nuestra. Depende de lo que el 111l 1onalismo y su insensibilidad, en lo desapercib
ba un entus iasmo de prime-
hombre quiera en el mundo: si sólo tiende a un fin in 1 .l .1rnio y de la mofa, oculta
defen der
mediato, cualquiera que sea, hallará siempre alguien 1 . 1 calid ad. Y en nuestra época, en la que, para
degenera
que acabe por reunirse con él. Pero si el hombre quiere el d matrimonio, es necesario encantar al gusto
de un seduc tor;4 y así con
más alto idealismo, con todos los sacrificios, no hallará do tic los tiempos con un Diario
amigo alguno, porque no existe interés común que pue- tudo lo demás.
(111. s. 5 ss.).
Si muriera «ahora», el mundo creería que he muerto
de pena por la persecución; y esto conviene al mundo; en 1 rumanamente hablando, debo decir que habría podi
cierto sentido, se puede decir que no ha contribuido real do hacer mi vida mucho más fácil y ser amado y, por
mente a prolongar mi vida. Por otra parte, la verdad so 1·110, mucho más apreciado. Pero ¿me está permitido,
bre mi vida es otra. Cuando la abandoné a «ella», elegl 11111 respecto a Dios? Con Dios es con quien tengo mayor
la muerte y. por lo mismo, pude trabajar enormementl'. l.11n iliaridad; nadie piensa en esto. ¡Ay de mí! Por eso mi
Ella hizo la parodia de exclamar: «Me muero», en tanto , 1<la es tan tensa. Apenas Dios se aparta un poco de mí,
que yo pretendí que sólo entonces comenzaba la alegría ,a no me queda ningún otro confidente; además, resue-
178 DIARIO ÍNTIMO 179
SÓRE.N KJERKEGAARD
Los hombres se afanan siempre por procurarse al 1 u� libros son leídos por unos pocos, los periódicos
nos discípulos, y es de gran importancia para ellos q 1 .. u iodos. Como si a bordo de una
nave hubiese un solo
esto suceda pronto. Se afanan por recurrir a cualqui 1111 t•flfono del cual se hubiera apoderado el mozo de co-
medio y por rechazar a todo aquel que no lo acepte. Di 111:1 con el consentimiento general. Entonces, todo lo
gana a sus secuaces por medio de la longanimidad. 11w d pinche tendría que decir («pon mante
ca a las espi-
los gana en última instancia. Por eso, en última inst 11 u Lis», « hoy hace buen tiempo» o «quién sabe si algo no
cia, los secuaces de un hombre desmayan y los de Di •1tdd mal por allí») sería comunicado por el megáf
ono;
resisten. ,1 tanto que el capitá n debe dar sus órden es a viva voz,
' "'l''- lo que el capitán tenga que decir no es tan impor -
En todo campo, para cualquier fin, etc., son siemp 1 11111:. ¡Al final, el capitán habrá de solicit
ar l a ayuda del
las minorías, los pocos, los escasísimos, los Entes, aqu 1111110 de cocina para lograr que le oigan, supon iendo que
llos que saben; la turba es ignorante. Esto es claro co 1q11d se digne transm itir sus órdenes, las cuales al pasar
el sol, porque, si fuese de otro modo, cada hombre , 1 1 .1vés del mozo de cocina y de su megáfono serán com
sabría todo. Y precisamente porque no acaece así ho ¡tll•1amente alteradas; en vano el capitán alzará su pobre
cada hombre tiene o debería tener un fin, pequeño 111; el otro con su megáfono le llevará ventaja.
Al final,
grande, complicado, difícil o menos difícil, acerca d 1 pinche, porque posee el megáfono, se hace con el man-
cual conozca algo, de manera que él sea el maestro y 1 11 1 1k la nave. ¡Pre diis inmortalibus!
demás (la turba, la pluralidad) quienes aprendan, y
todos, en esto o en aquello, tendrán su propio fin. Pe El gobierno no puede prohibir la fuerza natural �e un
¿qué hacen hoy los periódicos? Informan acerca de t lu111 1bre, pero puede prohibir la posesión de un fusil
por
(el tema es indiferente: política, crítica, etc.) como si fuoa , , ·xcesivo, y además sobrehumano. Tampoco puede el
se la turba, la pluralidad quien lo supiese. Por esto lot p11hierno prohibir la palabra, don de Dios; pero podría
periódicos son el sofisma más funesto que haya aparccl p111hib ir los diarios por ser un medfo de información de-
do. Se lamentan porque a veces aparece una artículo fal 111,.._iado enorme. En los periódicos se podría permi
tir la
so. ¡Ay de mí! ¡Qué inepcia! No, lo falso es la forma total 1111prcsión de avisos de publicidad, pero de ningu na ma-
de tal información en su esencia misma. En la antigüe 111·1 a las críticas y las argumentaciones.
dad se halagaba a la turba de una manera puramento
material por medio del dinero y panern et circenses; pero M ¡ vida ha sido dispuesta con un «aguijón en la
carne»
la prensa ha adulado espiritualmente a la clase medin. I"" a que alcance aquello con lo que nunca habrí
a soña
Tenemos necesidad del silencio pitagórico. Para la socit.• do Pero la pregunta que antes me plaJ?teaba, y que
aun
dad son más necesarias Jas leyes prohibicionistas contra d1�>ra debo hacerme a veces, es si no me corresponde
los diarios que contra las bebidas alcohólicas. Lo ridícu l t H 1ccntrar la atención sobre la posibilidad
de arrancar-
lo está en que el periódico Faedrelandet pretenda S('r 1111: esa espina de la carne. Si lo lograra, en sentid o finito
aristocrático y ser al mismo tiempo un periódico. No, Ml 1 , 'ª más dichoso, pero me
habría perdido en sentid o
los editores quieren ser aristocráticos, deben supri 111l111ito. ¿Me estaría permitido, pues, aun cuando fuera
mir los diarios. Ser aristocrático en medio de los periu pu-.ible, cosa que dudo? En mi juventud hice a gunas �
distas es como ser aristocrático entre truhanes. 11 11tativas en ese sentido. Por eso soy tan enemigo de
DIARIO ÍNTIMO 183
182 SóREN KJERKEGAARD
mporaneidad.
arriesgarme con ideas grandiosas a fin de convertirm 1 ,, , ,·que ya no tiene el aguijón de la conte
en alguien entre los .grandes. ¡Ay, la espina en la ca 1 1 objeción contra la vida de un espíritu ético se trans-
te
me ha destrozado, en sentido finito, para siempre!; pe 1.11 111ará en elogio después de su muerte. Si cede duran
11 \ ida, en el primer momento complacerá al mund o;
en sentido infinito salto con mayor agilidad. ¿Acaso
una
.
es Justo? ¿Podría Dios preferir a un hombre que aguan I" 1 0 al poco tiempo el mismo mundo dirá: «Ha sido
ll 1queza .» De coherencia ética el mund o algo entien de.
la espina sin ser ni ayudado ni curado en sentido i ·
111 1 o si no quiere ceder, el mundo se enfurece; sin embar -
Lo? Existe una forma de pietismo que es un triste asceti
mo del espírit u : la de creer que la espina en la carne 1 11, cuando muera, los mismos dirán : « ¡ Vaya, y tenía
ha sido dada a un hombre sólo para que lloriquee y • 11on! »
contemple la espina, y no para que pueda saltar más ah
gracias a ella. Pues, aunque parezca extraño, así es; yo, c '-11 se pone a un pez en agua a la que se ha agregado
la espina en el pie salto más alto que otro con el pie san 111.1 '>UStancia nociva, el pez no puede respirar; así vivo
-
, , �·11 cierto modo. Me han infectado el aire a mi alrede
de
El artista, el poeta, el científico, pueden vivir rodead 1111 Necesitaba, para descansar de m i melancolía y
o de la turba. Desesp ero
de admiración toda su vida; sólo por casualidad algu 1111 enorme labor, estar aislad
no de ellos se ve perseguido y escarnecido. Cada uno 11 lograrlo. La curiosidad me rodea por todas partes.
''• t 01To cinco millas para llegar a mi amado bosqu
e, en
ellos se relaciona con lo humano -genera l - como «di
1111..,ta de la soledad lejos de los homb res; ¡ay de mí, por
ferencia», y sus respectivas vocaciones no afectan a 11
11111.1� partes curiosidad! Esos incómodos homb res son
existencia de una manera esencial, puesto que son pr<>•
pías del medio de la fantasía. Pero aquel que profesa la 111110 los insectos que viven a costa de los otros.
ética tiene que ser perseguido, pues de lo contrario es un l k sobra sé que, para Heiberg y su camarilla, mi ma-
espíritu mediocre. Un carácter ético se remite a la hu· 111 1 .1 de andar por las calles sólo es vanidad desde el
manidad en general (por consiguiente a todos los hom· " " 1 1 1 0 de vista cristiano. ¡Que lo hago para captar la
bres por igual y no como diferencia) y se remite a la exi11• 111 11ción! Pero ¿acaso es para lucirme por lo que paseo
,
tencia en calidad de exigencia. En cuanto observe que so , posiblemente mucho más- por las calles de Berlín
le quiere admirar (cosa que conviene al poeta, al artista, .h1mk no hay alma viviente que me conozca?
etc., pues en este caso se trata de una diferencia), debo
1 1 1 otros tiempos, mi único deseo era ser funcio
nario
comprender que eso es engaño y falsedad. Los hombrcll
no han de admirar a un carácter ético, sino que han de 1.. 1l1Lial: me parecía una tarea adecuada para mi mente
sentirse impulsados por él hacia la ética. En vez de exi· 111 11mne e intrigante. Suponía que entre los crimin ales
gir de los hombres admiración, exige de ellos la existen· li d11.1 gentes con quienes uno podría luchar, muchachos
que
cia. Entonces los hombres montan en cólera. Quisieran 1111t·ligentes, fuertes, astutos. Más tarde comprend í
:
1 11 1 1 1cjor no haberlo llevado a cabo, pues la mayor parte
de buena gana admirarlo para liberarse de él, es decir,
¡I, lo-; asuntos policiales se reducen a cosas mezquinas
y
de ese aguijón clavado en su existencia; pero lo humano
os.
que hay en él cuando dice: «Cualquier hombre puede ha 111 1wras; nada de crímenes y de delincuentes fichad
cer tanto bien como yo», excita el odio, y los hombrt'!i ,, l rata de unas pocas monedas y de pobre s diablo s.
1 11cgo sentí el deseo de hacerme pastor; pero ¿no
ocu-
quieren qui társelo de encima.
en
Y así se explica que a su muerte lo cubran de honores; 1 1 1 .-caso lo mismo? ¡Qué pocos son los hombres que
184 SóREN KIERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 185
el fondo experimentan un verdadero anhelo religioso! 1 1 l i do en lo que ahora soy. Me habría visto «Obligado»
Las preocupaciones y las miserias de la mayoría de 101 • 1111a de estas dos salidas: a caer en la locura o a remon-
hombres son puramente terrenales. «Procurémonos 1 1 1 l.1. He podido dar un sallo morlale 5 sumergiéndome
necesario, procurémonos dinero, procurémonos una 11 l.1 existencia puramente espiritual. Pero así me con
prebenda, etc.», tales son las preocupaciones, tales lUll h 1 1 0 en alguien completamente diferente del hombre
consuelos que Los hombres buscan. "111ún. Me falta, en el fondo, el cuerpo y los atributos
En este sentido, los hombres carecen de toda orienta• '" porales.
ción, y en sustancia se debería comenzar por el prind•
pío: desarrollando la necesidad de la religión, si fuera 1 idea de Sócrates de «amar lo feo» es, en sustancia,
.1
posible. Pero esto también es difícil, pues la mayoría no 1 1 idea cristiana de amar al prójimo. Porque lo feo es el
se siente ni siquiera impulsada a desarrollar la necl'• 11111.·to reflejo, ético, pues; en tanto que «lo bello» es lo
sidad. 11111wdiato que todos sentimos placer en amar. En tal
, 1 1 1 ido, el «prójimo» es «lo feo».
Mi existencia como escritor es la más desdichada y
miserable que quepa imaginar. Claro que se puede decir mor y matrimonio son, en el fondo, un corroborante
que la merezco y que en este sentido expío mi culpa, con• 1 1 111s profundo del amor propio; uno se vuelve doblemen
forme a la voluntad de Dios. Al mismo tiemp,o m i exis• •• t•1wísta; por esto los esposos se sienten tan contentos,
tencia es la más interesante que escritor alguno haya lle· 1 11 1 prósperos para la vida vegetativa, porque el puro
vado en Dinamarca. Justamente por tal razón seré leído 11nor no está hecho para la existencia terrenal corno el
y estudiado el día de mañana. Europa entera se encaml• • poísmo. El soJtero carece de egoísmo, y los esposos di
na hacia una desmoralización, pero en Copenhague la11 •'" de él: «Es un egoísta», porque los esposos parten del
condiciones son tan restringidas que mis cálculos y ob· 1 1 1 1 1 1cipio de que el matrimonio es amor.
servaciones pueden dominarla por completo. Esto seré
muy interesante. Soy como el médico frente a una pl'l' ( 'an Pablo era un funcionario? No. ¿Tenía alguna
paración perfecta, pero no tan grande que no pueda do 1 1 1 c·hcnda? No. ¿Ganaba mucho dinero? No. ¿Era casado
minarla con la mirada. rnn h_ijos? No. ¡ Pues entonces san Pablo no era una
1•1 • ·sona formal!
su melancolía: un anciano que descarga su profunda ¡ 11 11 consiguiente, conserva el mundo en sus pensamien
melancolía sobre un pobre niño, por no hablar de aqm· '' ''· no está solo; será un solitario, pero no está solo.
llo mucho más tremendo aún! ¡Y, sin embargo, era l'I
mejor de los padres!) Pero entonces no me habría co11 4i En italiano en el texto dant\s. (N. de la t.)
186 SóREN KJERKEGAARD
DIARIO INTIMO 187
animales);
que yo, en medio del terrible sufrimiento, he podido n.• 1,q.... al mundo, puede educarlos (como los
es un don muy raro. Tal vez
sistir gracias a Su ayuda hasta el final. 1 .. 1 1 1 l.'clucar a los hombres
confusió� de nues
Pero ahora Dios quiere otra cosa. Se agita en mi inlc• 11 1 1 1 11gún otro campo ni dirección la
o en matena de edu-
rior algo que señala una metamorfosis. Por esto no mo , , , ,poca se vuelva tan risible com
atreví a ir a Berlín; hubiera sido hacer abortar el fruto. 11 ion. ¡Dentro de una
generación los mismos padres es-
Ahora debo mantenerme tranquilo y trabajar sin esfucr· 1 1 1 . 1 1 1 quizá tan descalabrado
s, que ellos, que debe: an �
zos excesivos; casi sin esfuerzo; sin comenzar ningún Ji. , 1 1r de ayuda al maestro en la educ
�
ación e los hiJOS'.
bro nuevo, sino tratando de regresar a mí mismo «preci ,, 11clrá n necesidad de ser
educados! Especialmente si
o método de ense
samente para sumergirme en los pensamientos de mi 1 , 1 1 111dtv ig9 logra introducir el nuev
la lengua matem� .
melancolía, junto a Dios, sin moverme». Así es como he " 1111a : proverbios, Saxo y Snorre,
podna
de vencer mi melancolía y «yo debo aproximarme más a r muerto para entonces en tanto que
,
1 1 .pero esta
a esa époc a!
la realidad cristiana». Hasta ahora me he defendido con .111'urar a Grundtvig que vivirá hast
tra mi melancolía únicamente con el trabajo intelectual.
La igualdad entre los hom-
Ahora debo tratar (creyendo que Dios, al otorgarme d t Oué es la humanidad?
perdón, ha olvidado la culpa) de olvidarla también yo: 1 . , ,., La desigualdad es lo inhu
mano.
pero sin distraerme ni apartarme, permaneciendo en
ia de Asia. Los
Dios. Con m i pensamiento puesto en Dios, que pueda yu 1 .1 categoría de «permanecer» es prop .
vo; la India perma
pensar que Él ha olvidado mi culpa, y aprender así a 1iulros se detuvieron; China se detu
.
olvidar por la fe en el perdón. rn l i(>. En Europa,
en cambio, la categoría es «decaer»
1111111a decayó. Grecia decayó.
¡Qué extraño! Ayer hablé con Joergen Joergensen, que
ópilas resistió y cayó
ahora se ha convertido en un apasionado lector de Ha· /\qucl que en el paso de las Term
que la mía en el paso
mano. Ha descubierto en sus obras que Hamann no esta· , tuvo en una situación más dificil
es la ca�egoría del
ba casado con su mujer, sino que vivía con ella sin ben prn ese estrecho desfiladero que .
scurnr el tiempo; por
dición matrimonial; por consiguiente, en concubinato. l• ntc» a través de la cual debe tran
po, recorran esa sen-
Y yo, que busqué el texto con tanto entusiasmo, no pudl• qul· cuando, pasando sobre mi cuer
le cupo tal suerte.
hallarlo. En su época habría sido de suma importancia 11.1, yo habré vencido. A Leónidas no
para mí. No me hubiera servido, pero el caso habría ad
men, como si l a si
quirido un cariz diferente, de haber sabido entonces qUl' 1.a cristiandad actual vive, en resu
Hamann osó hacer algo semejante. Naturalmente, yo t 1 1 , 1ción pudiera considerarse
así: Cristo es un gran héroe
concebí la posibilidad, pero no sabía que Hamann lo hu \ benefactor, el cual -de
una vez por todas- nos ha
ra podemos conten
biera realizado. Claro que en su debido momento juzgur "l'l:�urado la bienaventuranza. Aho
ente s placeres de la
que de ese modo era imposible realizarlo.8 t 1 1 1 11os y satisfacernos con los inoc
a Él. Pero Cristo es
De buena gana admitimos que aquel que puede traer \ida terrestre y encomendar el resto
1 -.1.· 11cia lmente el mod
elo, y así nosotros debemos aseme-
jarnos a Él y no simplemente disfrutar de sus bendi ¡•l·ncia, por eso mismo debo estar en guardia para preca
ciones. '1·rme de tener seguidores.
el precio y posi
blemente en sugerir a cada uno cuál podr
ía ser la ex i 10 El que lleva por título Acciones del amor. (N. de la t.)
192 SÓIUJN KJERKEGAARD
DIARIO ÍNTIMO 193
etcétera,* sino en una resolución firme y reconocida de 1111 1 1 'ió, sino que se ha casado y es feliz. 1 3 Se lo dije el
querer sacrificarlo Lodo, hasta la propia vida, por una 1111,1110 día de nuestra separación, hace seis años, y se me
causa, de querer defender esa causa de modo que uno no 1 1 .11<'> como al más infame de todos los infames canallas.
se traicione a sí mismo, de que no sienta miedo ni necesi· j\.1\a, vaya!
dad alguna. Esta ausencia de miramientos de la infin¡.
tud es «autoridad » . La verdadera y propia autoridad
consiste en que su causa sea la de la verdad. Por eso las I'' colisión más terrible
palabras de los fadseos carecían de «autoridad», aunque
fueran ellos los maestros autorizados; porque todas sus l 1 1 1.1ginemos a un pajarillo: por ejemplo, una golondrina
palabras y toda su vida estaban contenjdas dentro del 1 11.1morada de una jovencita. La golondrina podría, «por
poder finito de diecisiete miramientos. 111 t�1nto», conocer a la muchacha (por ser diferente a to
Por eso la posesión de la autoridad me remite a la con d,.., las demás), pero la joven no podría distinguir a la
ciencia y no a la intel igencia o a la sutileza y a la profun· ¡•nlondrina entre cien mil. Imaginad su tormento cuan
didad, al hombre y no al profesor. do, a su retorno en primavera, ella dijera: «Soy yo», y la
jll\cn le respondiera: «No puedo reconocerte.»
Mi ideal era hacerme pastor. Cuando comencé a escri· l�n efecto, la golondrina carece de individualidad. De
bir O lo uno o lo otro, después de una desdichada rela 1d11 se deduce que Ja inilividualidad es el presupuesto
ción con cierta persona, 1 1 el mal y el tormento funda 11 ..,ico para amar, la diferencia de la distinción. De ahí
•
mentales de mi vida se habían renovado y redoblado 1 deduce también que la mayoría no puede amar de ve
otra vez; pero eso mismo comprendí que mi existencia, ' " "· porque la diferencia de sus propias individual idades
humanamente hablando, había encallado definitiva 1' demasiado insignificante.
mente. Y así fue como me hice escritor. 'uanto mayor es la diferencia, mayor es la individua
lidad, mayores son los caracteres distintivos y mayores
El tiempo gris tiene un no sé qué de más piadoso quc
111, rasgos reconocibles.
el buen tiempo; como si representara un desarrollo del
En este profundo sentido se comprende el significado
tema de que aun la cosa más insignificante, aun la más
dd hebreo: «Conocer a su mujer», refiriéndose a la unión
estropeada, puede convertirse en algo de valor. El tiem
1 1 i a t rimorual; pero cobra un sentido más profündo en lo
po gris, cuanto más uno lo mfra, más hermoso se vuelve.
qul' se refiere al alma, al carácter distintivo de la indivi
Con extraña masonería puedo adoptar este verso del d11al idad.
poeta como motivo de una parte de los dolores de mi
La más tremenda de las contrailicciones se produjo
vida; Infandum, regina, jubes renovare dolorem. 12
, 1 1ando el pueblo gritó: « ¡ S uéltanos a Barrabás! » (Le. 23,
1 8). Tan lejos estaba Cristo de la razón imperante en el
Aquella jovencita me ha ocasionado verdaderos que
braderos de cabeza durante bastante tiempo. Pero no 111u ndo. Analogías no faltan. Preferentemente se pone de
1 l'I icve la analogía s.igwente: « ¡Crucificadle! » Sin em
* !:.ste es el concepto de la autoridad inmanente, no el
de la autoridad h.1rgo, algún día yo pondré de relieve esta otra: « ¡ Suélta-
como paradoja. ' " " a Barrabás!»
1 1. Regina Olsen. (N. de la t.)
12. Kierkegaard escribe aquí y en otras partes: " lnfandum me ;ube,\, 1 1. Regina Olsen se casó con J. Frcderick Schlcgcl el 3 de noviembre
Regina, renovare dolorem•. (N. del t. i.) .lt· 1847. (N. dela t.)
196 SOREN KJERKEGAARD DIARJO ÍNTIMO 197
y que uno no pueda aceptar, esto sí que es ironía. Para 1 11 lucha recíproca; al final sospecharán que uno es pro-
una formación así, las individualidades deben poseer un 1k111án si no usa cierto modelo de sombrero, cte. Por
secreto, un secreto melancólico, un secreto de sabiduría '''"' parte, la revolución comunista; todo el que posea
�elancólica. Por ello un ironista no puede ser compren il1•0 será señalado con el dedo, perseguido por la prensa.
dido por una individualidad desbordante de deseos, rnl es la desdicha de Dinamarca, mejor dicho, el casti-
puesto que ésta piensa: «¡Oh, si pudiera saciar mis de 1•11 de Dinamarca, de un pueblo sin verdadero temor a
seos!» 1 lms, de un pueblo que se pierde en fruslerías de con-
La ironía es una forma de hipertensión, de la cual, 1 u: 1 1c ia nacional, de un pueblo que idolatra la nulidad,
16
como es sabido, se puede hasta morir. dl· un pueblo donde los mozos son príncipes (ls. 3 , 4),
1h· un pueblo donde quienes deberían obedecer son inso
h 111cs, donde a diario se puede hallar una nueva prueba
Texto para una bendición nupcial 1h: que no hay moralidad pública en el país, de un pue
lilo, en fin, que deberá ser salvado por un tirano o por un
«El que ama a su mujer, a sí mismo se ama» (Ef. 5, 28). p.ir de mártires.
Esto es egoísmo en el buen sentido.
E l mal de la historia universal se abate sobre nosotros.
El miedo a Alemania es imaginación, juego, un nuevo "l' ha vuelto a establecer el concepto de la turba (este
.
rntento de halagar la vanidad nacional. 15 Un millón dt• , 011cepto ahora tendrá, como consecuencia del apogeo
hombres que honestamente admitieran que forman un 1k la cultura y con la ayuda de la prensa, un poder mu-
pequeño pueblo y que decidieran, cada uno de ellos per 1 lio más nefasto que en la antigüedad). La turba es la
sonalmente ante Dios, ser lo que son, representarían una 1 1 1... tancia, la turba es Dios, Ja turba es la verdad, Ja turba
enorme potencia capaz de afrontar cualquier peligro. • ., el poder y el honor. Ahora sólo se piensa en jugar con
.
No, la desgracia es diferente. La desgracia consiste en , .,,3 turba. Como se juega con el dinero, así la turba lo es
este pueblo pequeño y degenerado, dividido, roído por 111du; se trata únicamente de apoderarse de ella y de te
abominables envidias, hombre contra hombre, rebeldt• mTla de su parte. Frente a esa fuerza, todo se inclina.
�
contra to o poder, mezquino con todo aquel que signifi Además, que no se pueda prestar atención a mi doctri-
que algo, msolente y desenfrenado, fango que la tiranía 11.1 del «Ente» - y justamente porque así están las co-
del pueblo revuelve. Todo esto da mala conciencia; por •..1-;-, es asombroso que no se le pueda prestar atención.
eso se teme a los alemanes. Pero nadie tiene coraje para De ahora en adelante, todo testimonio de la verdad
decir dónde está el mal, y de este modo fomentan esas lt.1brá de dirigirse contra la turba, todo «verdadero»
malsanas pasiones y se vuelven importantes entre sí 111ártir caerá víctima de la turba. Y proponerse, precisa-
mismos por el hecho de combatir contra los alemanes. 1 1 1cnte, estar solo en nombre de Dios, para testimoniar
Un período horrendo amenaza a Dinamarca. El espíri q11c existe un Dios -como le echarán en cara-. sin re
tu de provincialismo y la irritabilidad de la mezquindad ' 1�11nar la ayuda de nadie, ésa será su tarea.
llasta ahora, en el desarrollo del género humano, el
1 s. IGerkegaard se �cfiere a la hoslilidad creciente entre
Alemania , pueblo» ha representado el momento dialéctico; algo
_
205
DIARIO INTIMO
204 SÓREN KIERKEGAARD
ha acreccnta-
esa relación sólo
p , nadie sos echa mi aclual estado de ánimo. Ésa es mi
� � , illv. el haber iniciado mento tre
ndo. U n suple
�
1 1 penas de un modo treme
vi a : ¡eterna incomprensión! No comprenden mis sufri•
9 1• • 1 � 1
r se lo debo esen-
Si me he convertido en escnto
••I• 11Jo! a,
m1entos y me pagan con odio. a m i dine o· Ahor
:
m i melancolía y
La República Francesa 18 es un regalo del destino. Est• 1 1\i ncnte a ell a, a e en �í m ism o: c;co
debo convertirm
fund da sobre una falsedad, y debe comenzar con esa
� 1111 �ivuda de Dios, m1 melan coha Y
vencer
ahora Cristo me ayudará a
mentira; convencerse los unos a los otros de que esto era 111,.
.
lo que querían, la verdadera meta, aunque nada querían li wi:rme «pastor». amado al mundo, sin
melanc olía he
y no hubo meta alguna. 1 n medio de esta � :U� � h
� lía. Tod
pues
go , he am ado m i melanc
111\ mr o.
. ción de m 1 mm �
para
io ha ce r más tensa Ja situa del
¡No, educación, educación: esto es lo que el mundo , 1 vic escam 10�
los
ella, mi esfuerzo,
nece ila! Ha sido el tema continuo de mis trabajos li
� 111 padecimientos de ayuda de D1os-:-
contribuido -con
la
t ranos, d argumento de mis conversaciones con Cris·
� pnhlico, todo ha en el futuro, pa1
a
obligado a pensar
t1án Vlll; ¡y ahora pasa por lo más superíluo del mundo! 11m1 a que me veo
asarla. . .
pntlcr por fin trasp ,
dec1d1do hablar,
coinci dencia ; cuando hab1a
(· ,1 raña dije nad , porqu
� e ha
médico . Pero no le
Miércoles Santo, 1 9 de abril • presen tó el c1ón de hablar
repentino. La resolu
IH 1,1 sido demasiado
111 1 111anece firme.
,
N. B. verdaderos d1as
Viernes Santos fueron
l'.I Jueves y el
Todo mi ser ha cambiado. Mi reserva y mi mutismo se 1h· licsta para mí.
han roto; puedo hablar:
de abril
� i padre decía, sin embargo: «No harás nada bueno I 1111c•<; de Pascua, 24
?1 1c�tra� tengas dinero ... » ¡Verdaderamente tuvo una arse, al menos por
o no puede quebr
mspirac1ón Creía que me entregaría a la bebi
profética! No, no; mi mutism acaba rá por preo-
.
a La idea de pretender romperlo . _
?ªY � la vida alegre. ¡Eso sí que no! No, pero con toda mi ull r .
lo ire acrecen-
a cada momento
o
· ,¡
, quizá, más
a mi trabajo. Así he llegado a comprender mi vida: qui lic de romper mi silencio, ello sucederá
me abra un camino
mi misión sea la de anunciar a los otros consuelos y gOI 1 11 1 1 porque Dios de alguna forma
1• 1 1 11 encontrar empleo, y ento
zos, en tanto que yo me siento ligado a un dolor para al nces me ayudará a con-
Pero cuando pre
que no hallo consuelo, salvo en l a labor espiritual. Hn 1 1 1 iarme por entero en esa situación.
•· 1 1do acabar con mi herm
ese aspecto nada tengo que objetar a mi destino. Por ol etismo, pensando continua
' ' º 1 11c en él, obtengo exactame
contrario, cada día doy gracias a Dios por haberme con• nte el efecto contrario.
.
No he elegido esta vida, que he considerado sicmpn · 11hora, como castigo, Dios te midiera con su mirada de
como mi misión, porque me creyese más perfecto que los pies a cabeza? » Tal es y será mi infortunio: humana-
demás, sino porque me sentía más miserable y el mayor 1111.'nte hablando, he hecho demasiado por los hombres.
pecador. t• \teriormente me he comportado como si los mirara de
Por ello he vivido hasta ahora en una rigurosa renun 1 1 1 iba abajo... , precisamente porque me avergonzaba
cia de toda recompensa terrenal, y así necesariamenh• 1kmostrar1es cuánto los amaba; para que no me toma-
(dentro del espíritu deJ cristianismo) he acabado por Sl'I' 1 M l , sin más ni más, por un loco.
mal visto, escarnecido, aborrecido, arrojado como pasto ¡Sólo por haber olvidado dar los «buenos días» a una
a cualquier brutalidad, en tanto que los aristócratas lo • 1 iada he sufrido como si se tratara de un delito y he
celebran, movidos por una secreta envidia. 1t mido que Dios fuera a abandonarme! ¡Y luego atri
Decir a cualquiera estas cosas ya no sirve de nada. li1 1ycn las persecuciones de que soy objeto a mi orgullo!
Existe un «tiempo de silencio» (Prv. 3, 7),2 como lo de F.n todo he visto una relación de deber, y Dios siempre
muestra el modelo más elevado: « Pero Él no respondía a li.1 estado presente para mí. Pero nadie parece tener <le-
nada.» (Ml. 27, 1 4). Pero yo lo he aprendido de un modc 11 ·res con respecto a mí.
lo más hwnildc, de Sócrates, quien, como Cristo, tenía d
poder de salvar su vida ... ¡halagando al pueblo! El mismo Cristo dice que no ha venido a traer la paz
1110 la discordia (Le. 1 2 , 51). ¡Ése es el punto capital! El
Periissem nisi periissem es y será el lema de mi vida. 1 1 1 1stianismo representa la discordia con el mundo, pero
Por esto mismo he podido soportar todo aquello qur 1 1 rristiano halla la paz de Cristo.
los hombres quienes no me han comprendido. N i en esh• que sólo fuera una hora, lo consagraría con todas mis
momento puedo desprenderme de m i primer pensa lm-rzas a l cometido al que hasta ahora las he consagra
miento; es decir, de que ningún hombre piensa en Dio11 do: a atacar el refugio del mal. .. La turba, el impío parlo-
en lo recóndito de su corazón. Jamás he medido a nadir 11·0 entre los hombres, el sacrílego desprecio por el Ente.
con una mirada de pies a cabeza, ni siquiera al sirvienh•
o a la criada más humilde: porque aquel que está «�·n 1 le sido desdichado en amor, pero es imposible pensar
presencia de Dios» debe, en lo más profundo de su aJ11111, q11c pueda ser feliz, porque habría de convertirme en
horrorizarse en el instante mismo pensando así: « ¿ Y �I ,01 ro hombre. Sin embargo, mi desdicha ha sido mi fcli-
1 1 dad . Humanamente hablando he sido salvado por un
2. El proverbio citado dice así: e No te tengas por sabio. teme a l>u• dilunto, ¡por él, mi padre! Me es imposible imaginar que
y evita el mal.» (N. de la t.)
1 1 1 1 vivo hubiera podido salvarme. Me convertí entonces
3. «Hubiera perecido si no hubiera perecido•, citado anteriornw111t
c11 él Diario de 1 843, señalado con el signo NB. Es también el lema 11•
, 1 1 escritor, según las posibilidades de mi naturaleza;
«¿Culpable o no culpable?», ensayo autobiográfico en Etapas en el cm111 p�·ro, de no haber sido perseguido, no habría dado la
110 de la vida. (N. de la l.) • ,.1cla medida de mí mismo. En la vida existe siempre
214 SÓREN KlERKEGAARD DlARJO ÍNT/MO 215
mis manos. Si ella llegara a poseer la certeza de cuánto l,1 e le haber sido educado desde la infancia por un ancia-
la he amado y de cuánto la amaré, se arrepentiría de su 1111 1 1 1clancólico ... , en tanto que uno posee la innata habi
casamiento. La sostiene el pensamiento de que, pese 1 ltd.id de engañar a cualquiera mostrándose lleno de brío
las dotes que me reconocía, no obstante la admiración y de alegría; ¡y que luego Dios, desde el cielo, me haya
el amor que me profesaba, yo me he comportado con ella 1\ 11clado de esa manera!
de una manera innoble. Ella no ha tenido la religiosidad
suficiente para vivir con un amor desdichado: ¡me ha "c..: demuestra cierto lo que mi padre decía: « Existen
causado tanta pena la idea de que no me haya atrevido • 11·1 1os pecados de los que un hombre no puede ser salva
jamás a ayudarla directamente! .tu 'ino por una extraordinaria ayuda divina.» A mi pa
. 1 1 t•, humanamente hablando, yo se lo debo todo. Me ha
• 1111vcrtido en todos sentidos en el más desdichado de los
Si no me hubiera sentido feliz en medio de mi melan
colía, no me habría sido posible vivir sin «ella>). Le• • ,
,...., , al hacer que mi juventud fuera un padecimiento
poquísimos días en que me he sentido dichoso, huma 1 1 1 igual y que en mi fuero interno me haya sentido a
namente hablando, no he dejado de sentir una indescrip 111111to de escandalizarme del cristianismo. Mejor dicho,
tibie nostalgia de «ella», de «ella», a quien tanto hahla 111 �·ué a sentirme escandalizado; aunque por respeto de-
amado y que tanto me había conmovido con su súplka 1111 110 decir palabra a nadie y, por amor hacia mí pa
Pero mi melancolía y los padecimientos de mi alma m• • l t ,•, me empeñé en exponer el cristianismo de la manera
han hecho, humanamente hablando, siempre desdich1t 11111' verdadera, contrastando así con toda esa palabrería
do, de tal modo que no he poseído felicidad alguna pa11 •1111· (en la cristiandad) se hace pasar por cristianismo. Y,
compartir con ella. No me atrevo aún a hacerle la 111'11 11 1 1 ¡·1 nbargo, mi padre era el más cariñoso de los padres;
leve observación : mientras viva, yo seré el responsahl• • 1 1 1 ia y siento una íntima añoranza de él, de tal manera
de su porvenir. 111i ningún día he dejado de recordarlo por la mañana y
'"º la noche.
A mi padre se lo debo todo desde un comienzo. Fut· t'I '-tolo ahora he llegado a ese punto en que todo se vuel-
quien, melancólico como era, al verme triste me supliu\ • 1 l . 1 ro para mf. Como la mujer que al sentirse embara
un día: « ¡ Trata de amar de veras a Jesucristo!» ul.1 ...,e vuelve silenciosa y seria, concentrada por entero
216 SOREN KJERKEGAARD DIARIO INTIMO 217
en el pensamiento de su niño, también yo he visto ya 111 1-; relaciones con los que sufren y con todo aquel que
bastante en el mundo. Mi cometido lo percibo claramen· 1·.1 inferior a mi. ¡Váyase a saber cómo luego me acusan
te; tanto si debo vivir una sola hora como cien años, mi .r,. orgullo y de egoísmo!
cometido me satisface igualmente. Pero el hallarse de ese modo frente a Dios, aunque
1 1•presente una verdadera felicidad, exige un enorme
No se trata tanto de hacer una revisión del cristianis• , .t uerzo. Por eso me he sentido y me siento tan desdicha
mo cuanto de borrar 1 800 años como si no hubieran .In. comparado con los otros hombres. Ser sano y
existido. Tengo la certeza de lograrlo: todo es para mi l1 1nte, poder tomar parte en todo, estar dotado de fuer-
claro como el sol. Siento, sin embargo, mi responsabili· ,,.., físicas y sin pensamientos: ¡cuántas veces lo he de-
dad, porque basta la menor impaciencia y terquedad : 1 .ido! ¡ Los padecimientos de mi juventud han sido tre
entonces no aguanto más, mis ideas se confunden. t11l·11dos!
Por la mañana, apenas me levanto, doy gracias a Dios¡
luego comienzo a trabajar. A una determinada hora do Existe algo de verdad en la concepción de los griegos
la noche dejo el trabajo, doy gracias a Dios y me retiro 1 t ' l':tsc, por ejemplo, .Plutarco), que hacen del héroe un
descansar. Ésa es mi vida. Aunque a veces no se vea 1· 1'11 e ro especial, distinto del género humano. Como la
exenta de ataques de melancolía, mi vida transcurre co , 1 1cgoría cristiana del «espíritu». Pero lo humano con
tidianamente en medio de un beatífico encantamiento, .1 .... 1c en lo siguiente: que a todo hombre le ha sido conce-
¡Ay de mí! Así vivo en Copenhague: el único individuo 1lido poder ser espíritu, espíritu que no es el coto privado
que no es formal, que no gana dinero, que no realiza d1· una cofradía de cerebros privilegiados, pues es ver
nada, ¡un pobre diablo medio loco! Así me juzga la tur d,1d que a menudo un hombre del pueblo está capacita
ba: y aun los pocos que ven con algo más de profun<ll do para realizar dicha categoría, en tanto que un profe-
dad, no se lamentan de que éste sea el juicio que de mí Sl' 1 1 1 difícilmente l a alcanza.
forman.
El crimen máximo ante los ojos de los hombres, aquel
Quien de niño no ha recibido ninguna impresión dd q11t.· castigan más cruelmente, es el de «no ser como los
cristianismo, pero la recibe más tarde, debería sentirNt il1 1 11ás». Eso prueba su naturaleza animalística; porque
destrozado por la angustia y por el temor de sí mismo 'º" pájaros tienen razón de perseguir a picotazos al pája-
Yo, en cambio, me siento muy sereno, porque sólo ahora, 1 1 1 que no es como los otros, puesto que la especie es su-
entre estas cosas familiares, me hallo como en mi hoga 1 . 111 1 io r a los individuos. Los pájaros son animales, ni más
111 menos. E n cambio, el destino de los hombres es el de
Mi desgracia, humanamente hablando, está en halll'I 1111 " 'r «como los demás», sino el de poseer cada uno su
poseído demasiado poca corporeidad. Mi inferioridad (y p 1 1 1pia peculiaridad.
ésa es mi relación con Dios, ante el cual con temor y 1 os hombres perdonan cualquier crimen menos éste,
temblor me siento siempre como un cero, por no hablm q11l· juzgan inhumano: ¡el delito de ser hombre!
del dolor y del arrepentimiento de mis pecados) se est, ,.
mece casi por la menor fruslería que emprendo, aJ pt.·11 Me apena, en medio de mi vida de esfuerzos, el hecho
sar así: « ¡ Quién sabe si Dios no se irritará contra mr y d1 que no siempre logre poseer, como quisiera, la inte-
me abandonará ! » Por eso me siento tan angustiado l'll 1 1111 id ad de dolerme de mí mismo, esa interioridad que
218 SOREN KJERKEGAARD DIARIO INTIMO 219
poseía una vez, cuando todos me juzgaban feliz y con Así, la calumnia, cuando se tiñe de escarnio, de grace
tento. ¡u, de vanidad, ofrece el aspecto de una cornucopia llena
¡Cuán fácil es, en un conflicto similar con el ambiente, de bombones ... Pero, por detrás . . . ¡Qué abominación,
olvidarse de uno mismo, de nuestra íntima relación con llius mío! ¡La corrupción de la juventud, el desvío de los
Dios, algo que en cierto sentido parece tan poca cosa Incautos y además los que fueron llevados a l a tumba!
con respecto a lo mucho! Y , si no todo esto, las mujeres que soportan el dolor. . .
Quien vive en quietud y apartamiento puede hallar Es extraño que ninguna otra acción m e haya propor
tiempo para dolerse del menor pecado. l 1011ado tanta dicha corno este paso mío; en mi fuero in
Espero, sin embargo, que Dios me conceda el don d� il'rno no puedo dejar de pensar que en la hora de mi
no convertirme en importante ante mis propios ojos; yo 111uerte contará por lo menos un acto bueno, un acto del
me abandono a Él en la más completa obediencia. 1· 1 1 a l tendré que regocijarme toda la eternidad ...
Todo hombre posee una realidad infinita, y es sober
bia y ambición negarse a honrar en cada hombre a su P1..:<lro 4 sabe que el estado de 111is finanzas es alarman
propio prójimo. ¡Oh, si pudiera hablar con cada hombre "" sabe que mi salud está muy quebrantada, conoce y se
por separado, estoy seguro de que los conmovería a to 1 l'presenta mis esfuerzos por permanecer aquí, sortean-
dos! Pero es un paralogismo pensar que mil hombres va 1 1 , , hábilmente el ataque de los necios y el escarnio co
len más que uno, pues significa reducir a los hombres a t id iano. Sin embargo, desde entonces no he tenido
una categoría animal. La sal de la condición humana l.1 -;atisfacción de recibir una sola palabra suya. Proba
está en que la unidad representa lo más elevado: mil l!lcmente es presa de un gran susto y, como buen pusilá-
hombres valen menos que uno. 111rne que es, probablemente estará rumiando el proso-
¡Pobre de mí! ¡ Quién sabe cuándo lograré que a los 1 1opéyico pensamiento de que esto podría ser un castigo
hombres les quepa en la cabeza esta dialéctica! 1 1 t l l i g ido por Dios. ¡ E l muy cobarde y, por añadidura,
� :11 üdoso, siempre dispuesto a aceptar cualquier demos
t 1 1· 1ción de estima de parte de esos grundtvigianos! 5 ¡Oh,
Lo que digo acerca de mí mismo 1" ulgo «amoroso, amoroso de veras»! 6
U na actitud semejante yo no la entiendo. Si uno com-
Una palabra para mis contemporáneos
•I Pedro, el hermano mayor de Kierkegaard, único sobreviviente
Tal vez sea oportuno que también yo diga una palabrn 1 <Jll él de toda la familia. Fue pastor y luego obispo de Aalberg. Kie1-
acerca de eso de lo cual todos hablan ahora (por ser d l11(11:.ird alude otras veces en su Diario a las diferencias espirituales
¡1l1111Lcadas entre ambos hermanos y a sus respectivas relaciones con
único que no ha hablado de ello o que apenas si ha hecho
1 p.1t.lre. Véase, por ejemplo, «La parábola de los dos hermanos» , en el
algún comentario en privado), es decir, del ataque de la ll/rtiio del 24 de enero de 1947 al 1 S de mayo de 1848. No obstante, fue
plebe... ¡ a mis pantalones! l111d1·0 quien se hizo cargo de los papeles de Kierkegaard a la muerte de
Cuando una mujer de vida alegre se adorna y embellc 1 11•, por haber renunciado a dicha responsabilidad Regina Olsen. a
ce, presenta un aspecto exuberante de vida, de juventud 111111·11 el autor había nombrado heredera. (N. de la t.)
11. Los que seguían la tendencia del obispo y sociólogo Grundtvig, par
de la t.)
y de dicha. Pero ¡ cuán tremendo horror esconde ese ros
pd,11 iu de una Iglesia del Estado, racionalista y nacionalista. (N.
tro envejecido! Porque los rasgos del pecado son los ra:> '' Evidente ironía imitando el lenguaje de los gnmdtvigianos.
gos de la vejez. (N del L. i.)
220 SOREN KJERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 221
prende que las cosas andan mal para otro, creo que 1011
miramientos deberían desaparecer. Cuando hace alglln Ninguna vida produce un efecto tan grande como la de
tiempo se halló en dificultades con Mynster, me apresu 1111 mártir: porque el mártir tan sólo comienza a actuar
ré a escribirle, y más de una vez. Pero estos «Ortodoxos• '" .,pués de su muerte. Y de este modo la humanidad o se
que no tienen un ápice de franqueza filial con respecto a 111.1nliene unida a él o permanece aprisionada dentro de
Dios y lo consideran más como a un tirano a quien hay r 111isma.
que halagar que como a un padre a quien hay que tratar
con amor, experimentan una cierta voluptuosidad cuan· • Él [Pedro] negó delante de todos» (Mt. 26, 70). ¿Qué
do creen que Dios está maltratando a alguien. 1 111l·dc importarme? Si Pedro obra bien, entonces Pedro
Basta de esto. Mis sentimientos hacia mi hermano son , Pedro. Si Pedro obra mal, no tengo nada que ver con
inmutables. El destino que Dios asigna al extraordinario L I, puesto que no es esto lo que de él debo aprender.
es el de ser siempre el incomprendido, especialmentt•
por sus amigos y parientes. Pedro se ha considerado todu Réplica: ¡Cuán penoso es sentirse tan viejos como nos
su vida como mejor que yo y me ha juzgado un poco \ 11t:lvc lo eterno; en tanto que uno es aún un hombre, un
como «al hijo pródigo». En eso ha tenido razón: él hn l 1n111bre sobre todo, y cuando aún la existencia se dirige
sido siempre más honesto que yo. Su conducta con mi 11 1 10sotros con el lenguaje de la juventud! Hubo una niña
padre, por ejemplo, era La del hijo honesto, mientras qu� 11 quien yo amaba, graciosa y tan joven (¡cuán atrayente
la mía frecuentemente ha sido criticable. Pero Pedro no lt,1 e.le ser sentirse tan joven!), como persuasiva y seduc-
quiso a papá como lo he querido yo. Pedro no le dio dis· 111..a. ¡Qué pena tan tremenda ... : yo era para ella viejo
gustos como yo le di. Sin embargo, hace mucho tiempo 1 wno la eternidad!
a diferencia de lo que acaece con tantas otras pruebas h11.·n utiliza espías. Con tal fin no se busca precisamente
doctas y solemnes, podría expresarse en los siguientes ,, hombres de vida intachable, sino a delincuentes, auda-
términos: «Es muy cierto, porque m i padre me lo dijo.• 1 n astutos, porque la policia necesita de su audacia y
¡Es bastante extraño! Durante una de mis primeras .d mismo tiempo los impulsa por la conciencia de su
conversaciones con «ella», cuando me hallaba más pro ' u.la anteacta. Y de este modo se sirve Dios de los peca
fundamente agitado y alterado, le dije que en cada gene dores. Pero l a policía no piensa en mejorar a sus espías;
ración había siempre algún hombre destinado a ser sa 1 n cambio, Dios lo hace: cuando misericordiosamente
crificado por los demás. Probablemente ella no lo com· 111-. utiliza, a la vez los educa los vuelve mejores. Mas
prendió y quizá ni yo mismo me comprendí por entero 1.11 nbién en este caso la obediencia incondicional produ-
(en todo caso, se trataba sólo de m i íntimo sufrimiento): 1 1· la conciencia de la vida anteacta; pues un pecador
y menos que nada que ella comenzara a lle�ar las de h 1 1 111ilde y contrito debe confesarse que, aunque otro
perder. Pero justamente la juvenil espontaneidad de su pt1dría exigir algo de Dios, él no puede exigir absoluta-
dicha comparada con m i tremenda melancolía, y en ta· 11wn1e nada, sino que por el conlrario ha de estar dis
les proporciones además, debió enseñarme a conocerme pm:slo a todo e incluso, cuando es castigado, darle gra
a mí mismo; pues antes no había sospechado cuán me· ' l:1s como de un favor recibido.
l�n la antigüedad se amaba a la sabiduría (q.>LA.ooocpm);
lancólico era yo ni había tenido la menor idea de cuán
fel iz puede ser un hombre . . . l111v se ama el nombre de filósofo.
¡Con cuánta benevolencia m e ha guiado Dios a través
1 os hombres viven como cabezas huecas, como frívo-
de los obstáculos! He aqui que ahora me encuentro en d 1 ..... mujercitas. Por esto no tienen la menor idea de lo que
punto preciso en que la situación exterior tambié� de· 1 ¡ • 1 1 i fica el que a Dios Je plazca mantenerse in incognito.
muestra la verdad del principio según el cual «existen !'ornemos u n ejemplo menor: Sócrates. Qué pocos son
hombres destinados a ser sacrificados por los demás». 111.., que tienen una idea de la significación del hecho de
q11l· para él la ironía sea expresión del carácter y que,
Son «suyas» estas palabras proféticas con respecto u
prn lo tanto, no le importara mucho ser comprendido,
mí: « ¡ Acabarás por hacerte jesuit a ! » Para el romanticis·
1110 precisamente mantenerse fiel a su carácter; en con
mo de una fantasía juvenil, el jesuitismo es precisamen
• l ucncia, ser incomprendido. Quiere ser incomprendi
dn porque quiere conservar el incógnito. La suya no era
te una aspiración cuyo T.f).o((,8 sobrepasa por completo lu
inteligencia de esta juventud.
1 1 1 1.1 astucia del Rey Mago que busca dar placer a Jos pa
t kntes y a los nietecitos. Vivió así, día tras día, durante
Pero acerca de mis relaciones con ella, no puedo escn
1 1 1 1 w h ísimos años.
bir nada. Soporto la responsabilidad del resto de su exi1i
tencia, y por eso mismo toda comunicación directa po
, Se puede ser cruel de muchos modos. Un tirano pue
dría acarrear una confusión sin límites.
, ¡,. maltratar a un hombre. Pero se puede ser cruel de
Es verdad eso que he dicho de mí mismo: « Soy co11111 1 1 1 1 modo distinto de como lo han sido conmigo. Con
un espía al servicio de lo más elevado.» La policía ta111 l.11• 1 imas en los ojos, postrada ante mí, ella me rogó
11111 amor a Dios que hiciera algo que yo no podia ha-
8. Término griego que significa 'realización', 'objetivo final', 1:1111 1 1 1 ¡Oh! ¡Fue demasiado cruel y no he podido reco
bién con motivo de la iniciación en los misterios. (N. de la t.)
l•• . 1 1 me! ¿Qué es más cruel: ser nosotros los crueles o
224 SÓREN KIERKEGAARD DIARIO ÍNTIMO 225
agota tanto como las decisiones negativas; sentirml' 111cnzar por el principo: esa erudición sobre las genera-
1. oi nes pasadas es esencialmente superflua, pero no
dispuesto a llevar a cabo algo, por haberlo considerado
justo y deseable, etc., y luego verme arrollado por un d1.·-;preciable si sólo comprende a sí misma dentro de sus
turbión de reílexiones. Eso no sirve. ¡Algo que en si p1 upios límites, y mucho más peligrosa si así no lo hace.
mismo es una bagatela y que ha sido bien ponderado, 2) En consecuencia (puesto que el cristianismo no es
corre el riesgo de convertirse de improviso en una tn·· 1111a doctrina), con respecto al cristianismo no es indife-
menda realidad! ¿Significa esto que l a reflexión se ha 1 ente la persona que lo expone (como en las otras doctri-
vuelto enfermiza? En tal caso es preciso actuar pam 11,1s), como si bastase exponerlo con exactitud objet iva.
salvar la vida. La indolencia segui rá entonces pretcn· No: Cristo no ha instituido docentes sino imitadores. Si
diendo daros a entender que aferrarse a lo negativo ha t•I cristianismo (precisamente porque no es una doctri
bría sido de todos modos la mejor solución. ¡Puras mcn na) no se reproduce en quien lo expone, éste no expone al
tiras! Lo único justo es encomendarse a Dios y luego t ri s,ti anismo; pues el cristianismo es una comunicación
actuar. dv existencia y sólo puede ser expuesto con el existir .
Es así como, en lo que a mí se refiere, tengo un aguijón 111 a la cristiandad, con la ventaja de saber de qué e
en la carne desde los primeros años. Si no lo hubiera 1 1 .11a. Es preciso suponer que la mayoría de los hombres
tenido, tal vez me habría engolfado en las cosas del mun 110 han recibido ninguna impresión de lo que el cristia-
do; pero no puedo hacerlo, pues de lo contrario de buena 111 ... 1110 es, y que por lo tanto nj siquiera han advertido la
gana lo habría hecho. Por lo tanto, no tengo mérito algu pu.... ibilidad del escándalo. Confieso sinceramente que en
no; pues ¿cuál es el mérito del que camina rectamcnH.' 1 llo no tengo mérito alguno, pues lo debo, en el fondo, a
porque tiene andador o del caballo que sigue el camino l.1 educación que mi padre me dio.
trazado porque tasca un freno? J\quí es preciso citar otra vez a algunos hombres céli
lw-;. Lutero pudo muy bien tener razón en casarse; pero,
La idea de que podría morir ahora, la idea de l a muer dl' haber estado casado, ya no se habría convertido en
te en la que he reposado, me produce ahora perturba l 1 1 1 "ro. Especialmente en estos tiempos se precisan
ción a causa de la publicación de ese pequeño artículo l11 1mbres solteros, porque el mal contra el que hay que
1
estético, 1 me perturba el pensamiento de que ese artícu 1 ombatir está en la « turba», en la prudencia, en el respe-
lo quede como mi (iltima publicación. 1 1 1 humano. ¿Y es posible imaginar a una esposa capaz
Pero, por otra parte, este pensamiento de la mucrtl' dv resignarse con la idea de que su marido se sacrificaría
inminente podría ser tan sólo melancólico fantasear, l1 1d1ando contra un poderoso, por ejemplo, un rey o un
precisamente ahora que acabo de publicar el artículo. 1inperador? Varum? 1 2 Por la razón de que así se le antoja
Y esa melancolía sería con justeza examinada; para lo 1 .... u fantasía. Pero exponerse a los comentarios de los
cual tal vez sirviera la publicación del artículo. ltom bres, ser burlado y escarnecido, esto es algo que
La cristiandad tenía verdadera y suma necesidad dt· lt.11.:c estremecer a una mujer, debido a su naturaleza.
una per ona célibe que tomara en sus manos la causa del 1 )11izá tendría ella coraje suficiente para imaginarlo de
cristianismo. No es que tenga nada que objetar contra d • ,1pi tado por el gobierno, pero maltratado o burlado o
matrimonio, pero ha cobrado demasiada importancia. 1 ·l.arnecido por la turba, no, no, esto no podría soportar-
A fin de cuenta , el casamiento se ha convertido en la 111 Una mujer rogaría y suplicaría a l hombre que no se
única y suprema necesidad. Pero el cristianismo no lo 1 ' r nasiera, por el amor de Dios, a una cosa semejante;
entiende así. Tienes permiso para casarte y el cristianis 1 011 1.ágrimas en los ojos confesaría que no puede tolerar
mo bendice tu matrimonio, pero no olvides que has dl· \ ,·rlo maltratado de ese modo; rogaría para que sus ni-
dejar lugar a las existencias religiosas más decisivas. Dl· 110.... no sufrieran el suplicio de ver a su padre tratado de
otra manera se podría reprochar a San Pablo que no es 1 .1 manera, ni el de ser hijos de tal padre.
tuviera casado ( 1 Cor. 7, 7). ¡Y dónde mejor que en la prensa tiene su asilo este
Al respecto convendría examinar aquí las excepciones 1 1 1. d ? Y eso que casi todos los periodistas on solteros;
que se hacen en las prédicas: « Esto era válido para aqul' ¡ l 11l'go no quieren reconocer la necesidad de ser solte
llos tiempos, para aquellas circunstancias», etc. ªº" · para servir al bien!
Lejos de mi pretender que soy un cristiano eminenll' l�.\iste un aspecto de la vida, el de las pequeñeces coti-
entre los auténticos cristianos; pero, sin embargo, resp1..· 1li.1nas (por ejemplo, que deba ir yo a tal o cual lugar,
1 1. ú1 repetición, a la que he aludido anteriormente. (N. de la t.) 12 ·¿Por qué?' En alemán en el original. (N. de la L.)
228 SóREN KIERKEGAARD DIARIO INTIMO 229
ponerme un sobretodo pesado o ligero, etc.), que muy mundana, es y será la piedra fundamental de su matri-
difícilmente puede resultar conmesurable con las rela 1 1 1onio.
ciones con Dios. Tampoco Dios lo quiere así. Por eso Él
ha creado al hombre y a la mujer, y les dice: «Casaos.•
Tales cosas existen más bien para que los hombres se Sd/Jado, 26 de agosto
ayuden los unos a los otros. Es algo semejante a las rela
ciones entre un padre y su niño: «No tengo ganas de pa Fui a Fredensborg. Me impulsaba un vago presentimien-
sar el día jugando contigo; búscate un compañero para 10; me sentía muy contento y estaba casi seguro de que
eso.» Es muy peligroso que el padre deba ser al mismo 111c encontraría con la familia [de Regina] y de que, por
tiempo compañero de juegos del niño y que el niño sólo lo t an to, valía la pena intentarlo. No me encontré con
frecuente la compañía de su padre. Otro tanto sucede en 11:i<lic. Entonces, después del paseo acostumbrado, pre-
la relación con Dios. Pero, cuando se trata de un niño 1·un1é a un marinero si al consejero de Estado, Olsen, 1 3 se
enfermo, por supuesto que el padre lo hace. Y, cuando Sl' le veía con frecuencia este año. «No -repuso - ; este año
trata de un hombre que fue desdichado hasta el extremo 11na sola vez, el primer domingo de Pascua.»
de renunciar por deber a la felicidad conyugal, muy le Fui a descansar a l a casa de los Kold. Estaba comien
jos de interpretar s u renuncia como algo grandioso, tal do cuando vi pasar a un hombre frente a mi ventana: era
vez porque, al sobreestimar el matrimonio, más profun· l'I consejero Olsen.
<lamente sufría el propio infortunio, entonces Dios s� Él es el único con quien me atrevería, con toda seguri
arroga el derecho de ayudarlo hasta en las cosas peqm.· dad, a reconciliarme, porque en ello no existe peligro al
ñas de la vida. Para un hombre semejante, aun muchai. guno para la muchacha. Sigo sus pasos y por fortuna lo
pequeñeces pueden volverse, de un modo conmovedo1 , ulcanzo. Me aproximo y le digo: «Buenas tardes, señor
conmensurables en relación con Dios. Olscn, ¿no quisiera charlar un rato conmigo?» Se quitó
d sombrero para saludar, pero hizo ademán de recha-
El mío es un martirio de reflexión, o bien un martirio 1�1rme y me dijo: «Con usted no quiero hablar.» ¡Ay! Las
como sólo puede manifestarse en el mundo luego que la l�tgrimas asomaban a sus ojos ; ¡con cuánto dolor repri-
reflexión haya sustituido a l a pasión inmediata. La pcnu 111ido pronunció estas palabras! Traté de acercarme,
para mí consiste en no hallar justamente ningún páthm pero él echó a correr tan rápido que no habría podido
(ni siquiera en los malos tratos). « ¡ Es una necedad, una ulc:anzarlo, aunque me lo hubiera propuesto. Entonces
fruslería !», dicen ellos. Y, sin embargo, no cabe duda dt• grité con todas mis fuerzas, y estoy seguro de que me
que ése es el martirio ante el cual más se estremecen lo� ovó: «¡La responsabilidad es completamente suya, pues-
hombres. 10 que no ha querido escucharme!»
Por el momento no es posible hacer más.
Por «ella» nada puede hacerse. Dios sabe que de muv
buena gana lo haría, y también por mí si ella lo deseara La diferencia entre el fariseo y el publicano (Le. 1 8,
Por cierto que ella sería capaz de perder otra w1 9 14) .
la paciencia si se enterara de cómo han ido en realicl:ul 1 ) El publicano estaba en un rincón, «apartado».
las cosas. La idea de que yo soy un canalla, o por lo nu·
nos alguien que quería convertirse en una celebridacl 1 3. El pad1·e de Rcgina. (N. de la 1.)
DIARIO INTIMO 231
230 SÓREN KJERKEGAARD
ble, y para ella el gesto más conciliador, pues fácilmente
El fariseo había elegido el primer puesto, donde S(.' podía verse que la causa era la melancolía. Hice todo lo
mantenía «apartado» de aquél. posible para evitarle la menor humillación y así man
2) El fariseo habla consigo mismo. lcndría mi superioridad, etc. En esto reside toda su
El publicano habla con Dios. wlpa, la única; porque lo mucho que ha sufrido inocen
Porque, sin duda alguna, el fariseo se imagina que está ll!mente por lo demás, nadie lo sabe mejor que yo, que
hablando con Dios, pero se ve fácilmente que se trata dt.• precisamente he debido sufrir sabiéndome yo la causa.
pura imaginación. Pero ésta es su culpa y en el fondo se debe a su amor
Esto constituye una gran diferencia. propio. Ella consideró vana mi melancolía esperando
3) El publicano baja los ojos. .1ngustiarrne hasta la muerte para obligarme a capitu
El fariseo posiblemente los mantiene en alto, con ex lar; luego, imaginativa como era, por cierto que no en un
presión orgullosa. -;cntido esencial pero impulsada por la exaltación, me
4) El fariseo da gracias a Dios, y en el fondo se buda .1seguró que, si yo hubiera podido convencerla de que
de Él. era un canalla, ella habría podido soportarlo todo: prue
E.I publicano se acusa a sí mismo . . ruega y honra a
.
ba de que tenía una idea de mi melancolía. Por lo tanto,
Dios. debió ceder, soportar su padecimiento y aceptar esa apa
Aun suponiendo que el fariseo se habfa presentado jus t:i ble solución, la de separarse de mí porque yo era un
tificado, su manera de entrar en la casa de Dios consti melancólico. En cambio, ella sobrepasó los límites de
tuyó una culpa que llevó consigo de vuelta a su hogar. toda humana relación y me angustió terriblemente. No
Posiblemente esto se le escapó por completo, es decir, se dio cuenta de que mi melancolía ocultaba una elasti
que su culpa consistió en haber entrado en la casa de cidad tan fuerte como ella, y ésta estalló. Ella misma
Dios cede aquella forma». De haberse quedado en casa, me provocó para que empleara las medidas que he em
contaría con un pecado menos. pleado.
Mi desgracia ha consistido en haberla visto tan orgu
Aunque quiero hacerlo todo por «ella», por su bien y el llosa por el hecho de ser mi prometida. En lo que a esto
mío, sin embargo no es posible; no me atrevo, temo su se refiere, podría amainar un poco ahora y hacer que su
apasionamiento que no repara en nada cuando tiene el matrimonio fuera bello. Dios sabe que de buena gana lo
menor apoyo. Al final yo soy el garante de su matrimo haría y cuán penoso me ha resultado verla humillada
nio y Dios sabe el enorme esfuerzo que ello me cuesta. por mi causa, a pesar de que tengo conciencia de haber
¿Qué es lo que no me ha tocado soportar? Lo comprendo hecho todo lo posible para evitarlo. Pero mi culpa per
mejor, gracias a una señal incLirecta, al hecho de que sólo manece siempre, y es tan grande que anula la suya con
ahora, después de siete años, me atrevo a confiar al pa respecto a mí.
pel algo sobre este asunto. 14 Después de mi muerte (que no me parece tan lejana)
El paso dado a su debido tiempo para romper el no ella, naturalmente, entrará en posesión de sus derechos.
viazgo, representó para mí la mayor humillación posi -
Con respecto a esto, todo está dispuesto ya. Su nombre
debe pertenecer a mi actividad literaria: su memoria
14. Kicrkegaard estaba escribiendo entonces «Mi relación con ci ta•, quedará ligada a la mía. Pero mientras viva, si en el ínte
publicado por prmera vez en 1908 que en los Papeles está fechado el
i
rin no ha cambiado mucho, es un tema peligroso.
24 de agosto de 1849. (N. del t. i.)
DIARJO ÍNTIMO 233
232 SÓREN KJERKEGAARD
Mi actitud me ha procurado un alivio indescripUblc, 1 1oridad debería conmover hasta a las mismas piedras y
1 uvas distintas partes no temen la comparación con
nin-
pues, aunque la realidad no me haya pesado jamás, ha
sido algo tremendo mantenerla en vilo dentro de lo posi 1•1111 escritor contemporáneo (sin mencionar en absoluto
ble. Pero tal es la condición de su matrimonio. ti conjunto), es considerada una especie de manía ad
111odum de ir de pesca u otros esparcimientos semejan
Hay que ver de cerca para creer que ciertas personas tr�. Los que podrían hacer algo en mi favor, revientan de
aun «valerosas» y decentes, apenas se convierten en 1 11vidia y permanecen mudos como piedras ... ; los otros
«turba», se transforman en otros seres muy distintos. Es 110 comprenden ni pizca, y así carezco del apoyo de una
preciso observar de cerca esa falta de carácter con la que 1 1 1 iscrable reseña literaria o algo por el estilo. Pequeños
algunas gentes, por lo demás honestas, exclaman: «¡Es profetas me plagian en conferencias sin pies ni cabeza,
una vergüenza, es indignante hacer o decir cosas seme 1·11 convenciones de pastores y en reuniones de ese tipo:
jantes ! » , y luego contribuyen con su grano de arena a pl'l'O nombrarme ... , ¡vaya, por Dios!, ¡eso sí que no es
envolver la ciudad y el país en un polvillo de charlas y de 1 1t't'csario!
Tal manía es considerada ahora como una diversión, y
chismes. Esa dureza de corazón con que actúa hasta la
llamada gente de buenos sentimientos cuando se viste
1·1 solaz consistiría a fin de cuentas en lograr que enlo
queciera o en sacarme de mjs casillas. ¡Bonito recreo!
de «público», porque el participar o el no participar les
parece simplemente una inepcia, ¡una inepcia que, sin Detrás de estas maqwnaciones se oculta la convicción
embargo, gracias al concurso de muchos, se convierte en cit.· mi grandeza, de la misión extraordillaria que me ha
una inmensidad! ¡Ver que ningún otro ataque es tan te •.ido confiada. Pero la envidia mezquina de Ja chusma
mido como el del ridículo, hasta el extremo de que el i,.d.>0rea deliciosamente el placer de pensar que la po
h?mbre cuyo coraje lo hace capaz de arriesgar la propia "l".;ión de semejante ventaja resultará posiblemente
vida por un extraño, se siente a punto de traicionar a su p.1ra mí un tormento mayor que si fuera el más misera
padre y a su madre para no ser ridiculizado! Porque nin hll' de todos, ¡y que todo dependerá del capricho de la
gún otro ataque aísla tanto, ni nos deja tan enteramenk 1 husma!
privados de] sostén de la simpatía ajena; en tanto que lo!'i
Una perspectiva más agradable sería la siguiente: yo
curiosos y los sensuales sueltan la carcajada, y que
'>l'ría un genio, pero un genio tan interiorizado que no
logro ni ver ni sentir nada. Esta diversión a mi costa es
los cobardes temblarían como hojas sólo de pensarlo, to
1 1 1 1 placer reservado a la chusma (la aristocracia junto
dos gritan sin cesar: « ¡ No es nada ! » ¡Tremendos bellacos
corruptos y con buen semblante que sólo piensan en de 1 on la clase media, y además los ganapanes del arroyo);
por consiguiente, ¡no es nada!
fenderse de un ataque semejante y que luego dicen: « ¡ No
es nada!» Y aun los mismos a quienes disgusta, dicen:
«¡No es nada!» El panteísmo es una ilusión acústica que confunde la
110.x populi con la vox Dei, como cuando gritaron: « ¡Cru
¡Así es como me tratan en Copenhague! Me toman por ' i l'ícale, crucifícaJe! » : ¡era vox populi!
una especie de inglés, por un original medio loco con el
El único cristianismo que posee la cristiandad se redu-
que « todos nosotros, desde los personajes hasta los gana
1 l'
al final a judaísmo. Pues así es: un cristianismo tran
panes, tenemos derecho - ¡ demonios ! - a divertirnos».
qui lamente planeado (como un orden «establecido») es
Mi actividad l i teraria, esa enorme producción cuya intc-
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DIARIO INTIMO