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BIOÉTICA

¿Cuándo se puede revelar el secreto profesional?

El deber de secreto, al igual que sucede con el resto de deberes, no es absoluto, sino que
tiene una serie de límites. Las leyes permiten a los profesionales sanitarios revelar datos
de los pacientes sin que puedan ser sancionados por ello en los siguientes tres casos:

Cuando el paciente lo autorice. Un profesional Cuando la ley exija colaborar con la Justicia. Existe
sanitario que revela datos de salud de un paciente a una ley que impone a los profesionales sanitarios la
petición de este o con su autorización no podrá ser obligación de revelar determinados datos o
sancionado por ello. Así sucede con motivo de la informaciones relativas a un paciente. Cristina Gil
emisión de informes o certificados médicos a Membrado plantea el caso de que el facultativo
petición del propio paciente para, por ejemplo, la tuviera conocimiento de que su paciente fuese un
obtención de una licencia deportiva. También es pederasta. En este supuesto, el artículo 262 de la
habitual que los enfermos pidan al médico que Ley de Enjuiciamiento Criminal dispone que “los
explique a sus familiares o acompañantes los que por razón de sus cargos, profesiones u oficios
detalles de su situación, su diagnóstico o su tuvieren noticia de algún delito público, estarán
tratamiento. obligados a denunciarlo inmediatamente”.

Otro ejemplo podría darse si el médico tuviera


conocimiento de que su paciente consume drogas
y trafica con ellas. Ante esta situación, si el
sanitario fuera consciente de que pretende
cambiar de vida y, de hecho, lo está intentando y
así le consta, el cumplimiento de la ley, al que sin
duda está obligado el profesional, podría ser
perjudicial para el paciente e, incluso, para la
sociedad si entendemos que lo ideal sería la
curación y que dejara de delinquir.

Otro hecho que puede provocar que el profesional se salte el secreto es que sea citado a
juicio para declarar como testigo o perito. En esta situación puede encontrarse ante un
conflicto de deberes: mantener en secreto la información de los pacientes, frente a la
obligación de proporcionar al juez los datos sobre los que se proyecta su deber de secreto.
Por ejemplo, si un psicólogo es citado por un tribunal para declarar en calidad de testigo
en un proceso de divorcio en el que se va a discutir la idoneidad de una madre que padece
un trastorno inespecífico de la personalidad, que es su paciente, para asumir la custodia
de los niños. El profesional duda si debe revelar que la mujer tiene este trastorno o si, por
el contrario, debe negarse a dar ese dato acogiéndose al secreto profesional. También es
frecuente que en juicios en los que se decide el grado de incapacidad de una persona, el
juez acuerde que, además del informe del equipo de valoración de incapacidades, emita
un informe pericial un especialista.

El profesional sanitario obligado a actuar como testigo deberá poner en conocimiento del
juez su deber de secreto. A partir de ese momento, será el juez quien decida si le libera o
no de contestar a determinadas preguntas. Si la citación es como perito, el profesional
podrá abstenerse de actuar alegando alguna de las causas previstas en el artículo 220 de
la Ley Orgánica del Poder Judicial. Si el juez considera suficiente la causa alegada, el
perito será sustituido por un perito suplente.

Cuando exista un riesgo para terceros. Una situación particularmente comprometida es la


que se produce cuando el profesional sanitario sabe que el estado de salud de uno de sus
pacientes puede constituir un peligro para otras personas y duda si hace bien
manteniéndolo en secreto. El ejemplo clásico es el médico de familia que atiende a un
paciente infectado por VIH. A pesar de las advertencias del profesional, el paciente se
niega a tomar precauciones en las relaciones con su esposa. Argumenta que ha cogido el
virus en relaciones extramatrimoniales de las que su esposa nada sabe y que si comenzase
ahora a utilizar preservativos ella sospecharía. Además, el paciente advierte al médico de
que su enfermedad es confidencial y que le demandará si se le ocurre decírselo a alguien.

Aunque cada caso presentará sus peculiaridades, se suelen recomendar las siguientes
pautas de actuación que han de seguirse de forma escalonada: primero, hay que identificar
que existe un riesgo cierto de contagio; después, se debe negociar con el paciente a fin de
que sea él quien informe a su pareja. En este punto es legítimo utilizar diferentes fórmulas
de persuasión, como, por ejemplo, dar un plazo máximo, ofrecerse a mediar en el proceso
de información o informar al paciente de las consecuencias legales que tiene el contagio
de una enfermedad a sabiendas. Si persiste la negativa, el sanitario ha de comunicar al
paciente que, en caso de no informar él, no le quedará más remedio que romper el secreto
porque está obligado a poner en conocimiento del juez la posible comisión de un delito.
Si todo lo anterior falla, el médico estaría habilitado para romper el secreto e informar a
la pareja.

Bibliografía
Acuerdo Ministerial 5216. (29 de Enero de 2015). msp. Obtenido de
http://instituciones.msp.gob.ec/cz6/images/lotaip/Enero2015/Acuerdo%20Minist
erial%205216.pdf

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