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La autogestión comunitaria.
El programa de gestión comunitaria reconoce a la autogestión como la estrategia a
través del cual el potencial inherente a los seres humanos y obstruido por la inequidad
social se orienta hacia el logro de una mejor calidad de vida, de acuerdo a sus propios
objetivos, metas y con el apoyo solidario de sus semejantes.
La autogestión comunitaria es la capacidad de la comunidad para organizarse a fin de
defender sus intereses de manera efectiva, autónoma y sostenida, logrando así su
propio desarrollo. Se ha comprobado que comunidades que desarrollan proyectos a
través de procesos autogestionarios avanzan mejor y más rápido en su desarrollo, que
aquellas comunidades que son sujeto de intervención sin empleo de esta estrategia.
La autogestión comunitaria como práctica social, es un sistema de planificación
alternativo que opera en la propia comunidad, que pone en práctica actividades
conjuntas en torno a intereses compartidos. Implica también conocer la realidad, desear
un cambio positivo, idear un futuro mejor, definir las acciones necesarias para alcanzar
sus objetivos, definir el camino que facilita lo deseado y construir la organización
adecuada que haga realidad la meta.
La autogestión comunitaria es un proceso de planificación alternativo, es un
instrumento ajustable y flexible, es una herramienta educativa, comunicativa,
organizativa y puede transformarse en un instrumento técnico-político en poder de las
comunidades, al cambiar o complementar el sentido de la planificación (de arriba hacia
abajo en de abajo hacia arriba), planificar diferenciando las necesidades de género,
grupos y/o patrones culturales sobre la base del ciclo de resolución de problemas.
A través de la autogestión comunitaria, se reconoce que para lograr el desarrollo
humano es importante una correcta utilización de sus activos, sean estos recursos
humanos, físicos, naturales y financieros en sinergia con los recursos de actores o
instituciones externas a la comunidad: fortaleciendo los esfuerzos individuales de las
partes y permitiendo la optimización y adecuado uso de los mismos. La utilización de los
activos de la comunidad apoya sustantivamente en hacer viables y a acortar los tiempos
de los procesos del desarrollo comunitario y como consecuencia lógica, un
ordenamiento en la construcción de la ciudad bajo la percepción de ciudades
incluyentes.