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Hoy estamos aquí para hablar de la manifestación más extrema de la violencia contra las mujeres:

los asesinatos de mujeres por razones de género, también llamados feminicidios.


Debemos recordar que hoy, en el siglo XXI, todavía hay una necesidad urgente de consolidar la
igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de vivir sin violencia ni discriminación. Los asesinatos
de mujeres por razones de género se dan en todas las regiones, en todos los países y en todas las
culturas. Es un asunto de derechos humanos universales y de la innata dignidad humana que nos
concierne a todos, nos afecta a todos, y requiere un esfuerzo concertado y urgente por parte de
todos nosotros.
La Relatora Especial Rashida Manjoo ha declarado que la falta de investigaciones, de juicios y de
sanciones por actos de violencia contra las mujeres ha contribuido a un entorno de impunidad y de
poca confianza en el sistema judicial. Esta impunidad transmite el mensaje a la sociedad de que la
violencia hacia las mujeres infligida por los hombres no sólo es tolerada, sino que es aceptada. En
muchos países vemos que la impunidad es generalmente la norma más que la excepción. Los
Estados tienen la obligación, en tanto que garantes de los derechos de todas las personas, de
castigar a los culpables de violencia contra las mujeres y las niñas, y de proporcionar servicios, apoyo
y justicia a las supervivientes y a sus familias.
Actualmente, 160 países cuentan con leyes que se ocupan de la violencia contra las mujeres. Sin
embargo, las mujeres y las niñas víctimas de violencia sufren, por lo general, una doble violación: la
primera vez cuando son víctimas de violencia y la segunda cuando buscan, pero no encuentran los
servicios y la justicia a los que tienen derecho. Demasiado a menudo la cantidad de juicios y
sanciones por estos crímenes son escasos, y cuando se llega a pedir cuentas a los culpables, se les
castiga por delitos menores y se les da penas más cortas y más ligeras.
Los costos de la pasividad son evidentes: muertes innecesarias, prematuras y devastadoras de
mujeres y de niñas, y sufrimiento y pérdida para las familias. Es hora de fortalecer los sistemas de
justicia, de capacitar a la policía y a los jueces para eliminar los estereotipos y los prejuicios hacia la
mujer, de mejorar los servicios de apoyo a las supervivientes y a sus familias, y de dedicar planes y
presupuestos para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas.
En primer lugar, todos los países necesitan marcos jurídicos exhaustivos que creen un entorno para
que las mujeres y las niñas vivan libres de violencia, y que tipifiquen al feminicidio como un delito
específico. Además, las leyes deben ser ejecutadas de modo que los casos se investiguen
diligentemente, que los culpables sean juzgados y que se ofrezca reparaciones justas a las víctimas o
a sus familias.
En segundo lugar, una intervención temprana por parte de la ley y de otras agencias de apoyo
resulta fundamental para prevenir los feminicidios. La policía debe desarrollar sus capacidades de
respaldar la evaluación del riesgo a que están expuestas las mujeres, dar medidas de protección
apropiadas y eficaces, hacer cumplir las órdenes de alejamiento, y referir a las mujeres a servicios
sociales completos, incluyendo refugios y casas seguras.
En tercer lugar, las supervivientes y sus familias deben tener acceso a servicios completos que les
garanticen el acceso a la policía y al sistema de justicia, a los refugios, a la asistencia jurídica, a los
servicios de salud, a la asesoría psicosocial, a las líneas de atención las 24 horas y al apoyo a largo
plazo. En nuestros esfuerzos debemos hacer participar a las supervivientes y poner los derechos
humanos de la mujer en el centro de toda respuesta, de modo que la recuperación y la justicia
tengan apoyo y que el ciclo de violencia no se perpetúe. Aquí es también fundamental ofrecer
servicios para la salud sexual y reproductiva de modo de proteger los derechos reproductivos de las
mujeres.
En cuarto lugar, es primordial fomentar cambios en las actitudes, en las creencias y en los
comportamientos que consienten o que perpetúan la violencia, con el fin de prevenir la violencia
antes de que se dé. Esto puede hacerse mediante campañas de concientización, movilización
comunitaria, programas educativos incluyendo de educación sexual, y apoyo a los niños y a los
jóvenes que están expuestos a la violencia. Una cosa queda clara: prevenir todas las formas de
violencia contra las mujeres requiere la participación de todos los segmentos de la sociedad,
especialmente de los hombres y de los niños en tanto que compañeros en la igualdad de género y en
las relaciones respetuosas.
En quinto lugar, y para terminar, los Gobiernos tienen que COMPROMETERSE a pasar a la acción.
Nos alienta ver que hasta ahora 50 gobiernos han respondido a nuestro llamado y se han
comprometido a tomar medidas para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas a través
de la iniciativa NOS COMPROMETEMOS de ONU Mujeres. Exhorto a todos los Gobiernos a unirse a
esta iniciativa.
Trabajemos juntos para garantizar que mantendremos nuestra promesa y que las mujeres no corren
el riesgo de ser asesinadas simplemente por ser mujeres. Trabajemos juntos para un mundo mejor y
más pacífico para todos.
Muchas gracias.

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