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Sesenta años después sale a la luz una historia que se mantuvo oculta.
Infobae accedió a los 10 capítulos de las memorias de la joven de 14
años que fue amante de Juan Domingo Perón. En esta nota, los dos
primeros capítulos. Luego, diariamente, serán publicados los restantes
episodios
Recuerdo ésto muy vividamente porque fue la primera vez que tuvimos
en casa "pan dulce" para Navidad. La familia se reunió alrededor de la
mesa y mi abuelo nos dijo:
En 1951, cuando tenía doce años y estaba por terminar mis estudios
primarios, mi padre se enfermó y tuvo que someterse a una operación.
Muy pronto nos encontramos sumidos en deudas: cuentas de hospital y
de médicos, además de los carísimos medicamentos importados.
-Pasé, contesté.
-Gracias, general.
-Dígame, nenita.
– No practico, le respondí.
-Esto no me gusta nada, me dijo. Quiero que las chicas sientan que
pueden acercarse a mí con toda tranquilidad.
Y volviéndose a mí añadió:
-Venga- me dijo.
A mis padres no les gustó la idea. Yo era hija única y ésta sería la
primera vez que pasaría la Nochebuena lejos de ellos.
Pero les expliqué que ellos tenían el uno al otro, mientras que Perón no
tenía a nadie. Les dije que sería un egoísmo no hacer nada por Perón
después de todo lo que él había hecho por nosotros. Finalmente
aceptaron.
¿Por qué me distinguió a mí entre las otras chicas, aquella noche entre
las otras tres o cuatro mil que acudían todos los domingos al club? No lo
sé.
Había incontables chicas de lindas caras y de magníficas figuras.
Algunas tenían 20 años. Yo tenía catorce, no era bonita ni tenía hermosa
figura. Era pequeña y parecía una nena, aunque más desarrollada que el
promedio de las chicas de esa edad.
Eva Perón, hablando de sí misma, lo dice muy bien en su libro "La razón
de mi vida": "Yo era uno de una bandada de gorriones y él me eligió".
En la mesa, sobre cada plato, nos esperaba un paquetito artísticamente
envuelto.
Las chicas fueron abriendo sus regalos entre grandes manifestaciones
de alegría al descubrir un brazalete de oro, otra un par de aritos finos,
aquella una gargantilla…
Noté que el general me observaba atentamente mientras abría el mío. Mi
regalo era tal vez el más insignificante de todos: un anillo de oro,
completamente sencillo. Tal vez el motivo que tuvo el general para
elegirlo fue poder comprobar si yo era o no ambiciosa y si demostraría o
no desilusión.
Cuando pude hablarle a solas, en el jardín, a donde habíamos salido a
admirar un arbolito de Navidad lleno de luces, le dije que quería
agradecerle, nuevamente, su regalo.
-Las otras chicas recibieron cosas que tal vez tengan mayor valor
material- le dije- pero para mí este es un regalo de un valor incalculable,
porque es un recuerdo de Ud.
Nuestra fiesta de Navidad con el General Perón había tenido tanto éxito
que decidí organizar otra para el año nuevo.
Me puse de acuerdo con otras cuatro chicas de la Unión de Estudiantes
Secundarias y luego de conseguir de nuestros padres la autorización que
necesitábamos, nos dirigimos al Presidente.
-General -le dije- quisieramos celebrar el año nuevo con Ud. que ha sido
tan bondadoso con nosotras. No queremos que Ud. esté solo en una
noche como esa. Y le expliqué que teníamos el consentimiento de
nuestros padres.
Nelly Rivas, en los jardines de la quinta de Olivos
Nos preguntó cuántas seríamos y cuando le dije las que éramos, estimó
que la residencia presidencial en la U.E.S. era demasiado grande para
un grupo tan reducido.
Pensó un momento y luego nos dijo:
La idea nos encantó. Combiné con las otras cuatro chicas reunirnos en
mi casa en la mañana del 31 de diciembre. El general mandó un auto a
buscarnos y partimos para San Vicente, que queda a más o menos dos
horas de Buenos Aires.
Cuando llegamos a la quinta, nos encontramos con el General trabajando
en el jardín, vestido con un pantalón viejo y con las manos y los zapatos
cubiertos de barro. Nos dio una cordial bienvenida y nos llevó a recorrer
la quinta que él mismo fomentado. Por último nos invitó a pasar a la
casa, donde nos esperaba un riquísimo almuerzo.
Luego, mientras el General dormía su siesta habitual nosotras nos
sentamos alrededor de la amplísima pileta de natación, chapoteando con
los pies en el agua y charlando sobre mil y una cosas.
Queríamos recibir el año nuevo con el General, pero comprendimos que
si lo hacíamos se nos haría demasiado tarde para regresar a nuestros
hogares en Buenos Aires.
Durante los tres primeros días del año nuevo el General no apareció por
la U.E.S. Comencé a pensar que podría haberle ocurrido algo.
Me armé de valor y el 4 de enero me dirigí a la residencia presidencial,
en Buenos Aires. El guardián en la reja principal me preguntó qué quería.
Expliqué que era incomodísimo tener que volver a casa muy tarde por la
noche y regresar a la residencia por la mañana.
No podía tomar la responsabilidad de que "Monito" empeorara con estos
continuos traslados. Los perritos lloraban sin mí y yo no deseaba
separarme de ellos.
Además, continué, podría hacerle compañía al General y ayudarlo de
muchas maneras, por ejemplo, cuidando a "Monito" y a "Tinolita" y
atendiendo la casa cuando él no estaba.
Mi padre no quería comprender.
Miré a Perón radiante de alegría. Era uno de los momentos más felices
de mi vida.
Las memorias de Nelly Rivas, quinto capítulo:
"Sin darnos siquiera cuenta cómo, la atracción
mutua con Perón nos venció"
El quinto episodio de los diez que escribió la joven amante del ex
presidente
Atilio Renzi, Nelly Rivas y Méndez San Martín, durante una velada de boxeo en el
Luna Park, en mayo de 1954
Le había dado ese nombre un día en que me pareció mucho más alto
que de costumbre, en su uniforme militar. Le dije que me recordaba a
Papaíto Piernas Largas. No se opuso a que lo llamara así, y desde
entonces, Papaíto aquí, Papaíto allá, el nombre quedó y lo llamaba
siempre así cuando estábamos solos.
En público me refería a él como al General. El me decía siempre "Nena".
Yo quería ser digna de un hombre de la posición de Perón. Presidente de
la Argentina.
Procuraba durante horas, pulir mi dicción y mis modales. Aprendí a no
arrastrar la doble "I" como la gente plebeya.
Trataba en lo posible de no hacer gestos con las manos, una costumbre
que muchos argentinos han heredado de sus antepasados napolitanos.
Una de las pocas fotos de Nelly Rivas junto a Juan Domingo Perón
Perón y Nelly Rivas, en Mar del Plata, durante una comida ofrecida a artistas japoneses
en el marco del festival de cine (1954)
El siguiente es el sexto capítulo de los diez que componen las memorias
de Nelly Rivas, la joven amante de Juan Domingo Perón,
que Infobae publica por primera vez de manera completa en la
Argentina.
-Pero, Papaíto, rogué- tengo tantas ganas de ir…de ver a los artistas… a
Errol Flynn…
-No, respondió.
-Cuando salgas quiero que todo el mundo vea que estás a mi altura…
-Si te digo que te quiero, puedes creerlo, porque a mi edad los hombres
no mienten…
Cuando volví a mi cuarto, me puse a examinar la pequeña fortuna que
había recibido en alhajas: valían alrededor de un millón de pesos
argentinos. Había sortijas con brillantes, rubíes y otras piedras preciosas:
pulseras de oro y de brillantes; relojitos, aretes de aguamarinas, broches
de todas clases y un magnífico collar de brillantes.
Renzi se fue poniendo cada vez más furioso con la vigilancia que yo
ejercía sobre sus actividades.
Y un día, sencillamente cerró la puerta con llave y no me dejó entrar más
en su oficina, que se encontraba en la plata baja de la residencia.
Me sentí ofendida, pero no dije nada a Perón.
Comprendía que durante 10 años Renzi había merecido la confianza del
Presidente y no quise provocar un incidente desagradable entre los dos.
Los "valets" y sirvientes se unieron a Renzi en su afán de destruirme. Se
habían indignado conmigo cierta vez que había confirmado las
sospechas de Perón de que una botella de "cognac" de gran precio había
desaparecido de la casa. Me acusaron de querer ponerlos mal con el
Presidente.
También les enojaba que yo asumiera algunas de sus obligaciones,
como llevarle a Perón los diarios de la tarde a su habitación; molerle el
café que tanto le gustaba tomar en la noche; prepararle el cocimiento de
boldo que tomaba frío antes del desayuno; preocuparme de su ropa y de
ordenar sus cosas que dejaba tiradas de cualquier manera cuando partía
a la Casa de Gobierno a las seis de la mañana.
De común acuerdo, me acechaban en espera de que diera un paso en
falso, como había ocurrido con un muchachito español que había llegado
de polizón a la Argentina y a quien llamaban el "Galleguito". El chico vivió
un tiempo en la Residencia con Perón, pero fue despedido cuando,
haciéndose pasar por el hijo del Presidente, comenzó a vender cosas
que robaba de la casa.
Muy pronto me dí cuenta de que Renzi hacía intervenir mi teléfono para
averiguar si yo concertaba secretamente salidas con mis amigos. Me
cuidé de llamar a nadie más que a mi madre, con quien hablaba todas
las noches.
Un día paseando en compañía de mis perritos en el "Fiat" que me había
regalado Perón, noté, a través del espejo de retrovisión, que un coche
me seguía a todas partes.
Era evidente que Renzi me hacía seguir y lo confirmé cuando me
preguntó un día acerca de un joven a quien yo había llevado en mi
coche. Le dije que se equivocaba; que no había habido tal joven, sino un
muchachito de catorce años de pantalones cortos que como
acostumbran, me había hecho señas de que lo llevara.
Después de este incidente, no me arriesgué más. En vez de manejar mi
auto, prefería usar uno de los coches presidenciales, para que el chofer
pudiera ver exactamente a dónde iba y qué hacía.
Nunca quise tener modista particular. Iba a las casas de costura del
centro, ubicadas en las calles principales de la ciudad, de manera que no
hubiera duda alguna acerca de mi comportamiento.
También me llevaba un chofer cuando visitaba a mi madre, generalmente
un día sí y otro no.
Siempre estaba de regreso en casa antes de las siete de la tarde, ya que
quería que Perón me encontrara al regresar de la oficina alrededor de las
8 de la noche.
Cuando acompañaba a los artistas japoneses que había venido para el
festival internacional del cine, conocí a un joven argentino, miembro del
Instituto Argentino-Japonés.
Trató de cortejarme, luego de encontrarse conmigo varias veces en
peleas de boxeo y en otros actos públicos, a los que yo había asistido
con Perón.
Renzi le habló a Perón de estos encuentros y trató de sembrar la
sospecha de que quizá no fueran casuales como aparecían.
Nelly Rivas y Juan Domingo Perón, una de las pocas imágenes juntos
El Palacio Unzué, la residencia presidencial que utilizaba Perón y fue demolida por
los militares que lo derrocaron
Abandoné mis estudios y me propuse demostrarles a Renzi y a los otros
que seguiría junto al Presidente sin ayuda de lecciones privadas.
Deseaba escaparme de la atmósfera asfixiante de la residencia
presidencial y soñaba con que nos mudáramos a la calle Teodoro
García, a una linda casa en Buenos Aires, que Perón había heredado de
su difunta esposa. Pero me dí cuenta que sería imposible. El "grupo" nos
seguiría hasta allí y las cosas continuarían igual que en la residencia
oficial.
Renner ya nos había echado a perder los pocos fines de semana que
Perón y yo pasamos en la quinta de San Vicente.
Trataba de impedir que fuéramos, presentándole al Presidente una
cantidad de papeles oficiales que, según decía, requerían su presencia
en Buenos Aires durante el fin semana.
Un sábado a las 5 de la mañana, Perón y yo nos fuimos antes de que
Renner pudiera impedirlo. Apenas nos habíamos acomodado en la quinta
cuando Renner apareció con sus papeles oficiales y yo quedé
abandonada otra vez. Le dije a Perón que daba lo mismo volver a la
capital.
El 16 de junio de 1955, volviendo a la residencia después de hacer unas
compras, me encontré con que había tropas montando ametralladoras y
otras armas. Perón no estaba. Corrí hasta donde estaba Renzi y le
pregunté que ocurría.
Tomó mi mano y la apretó con fuerza. Y pude ver que sus ojos se
llenaban de lágrimas.
Más tarde, cuando pudimos hablar a solas, me dijo:
-Parece que no me quieren mucho…
Perón me aseguró que sí: que yo era un gran aliciente para él en esos
momentos.
Había habido gran revuelo a raíz de que la quema de la Bandera de la
Patria y de los continuos choques con el clero. Se había llegado hasta
incendiar numerosas iglesias en Buenos Aires. Todo esto cargaba la
atmósfera de tensión y de incertidumbre.
Un día oí unos disparos cerca de la puerta principal de la Residencia. Me
dijeron que unos hombres habían pasado en un auto y habían intentado
matar al guardia.
Después de esto, la seguridad de la Residencia Presidencial fue confiada
a la Guardia de Granaderos, considerada una de las unidades más
fuertes y más leales del ejército.
Perón al principio, no se resignaba a convertir su casa en un cuartel, pero
el Servicio de Seguridad insistió. Con esto, la Residencia dejó de ser un
hogar.
Nelly Rivas rememora los alzamientos militares contra Perón
A juzgar por sus semblantes, parecía que la situación no era buena, pero
tampoco desesperada. Perón se veía tranquilo, pero los ministros
estaban visiblemente preocupados.
Era evidente que estaban tratando de asuntos más serios que los de
costumbre. Y me levanté, silenciosamente, de la mesa.
Perón regresó al Ministerio de Guerra y no volvió a casa esa noche. Yo
dormí vestida, sobre la cama.
La residencia se convirtió de repente, en un puesto militar, rodeado de
tropas desde donde Perón en gran parte dirigía las operaciones.
Él y sus consejeros pasaron las noches en pie, estudiando los planes y la
estrategia destinados a aplastar la revolución que había estallado en
Córdoba, a 750 kilómetros de Buenos Aires.
Yo les enviaba continuamente café o "cognac" para levantarles el
espíritu.
Mientras se abría y cerraba la puerta, alcancé a oir algunos comentarios
que hacían entre ellos. Decían que era imposible llegar a Córdoba, ya
que los revolucionarios había tomado posiciones avanzadas a la entrada
de la ciudad.
No obstante, las tropas leales a Perón recibieron orden de avanzar y
lograron entrar en la ciudad.
Cuando empezaban las cosas a mostrarse favorables al gobierno,
recibimos la noticia de que unidades de la Marina, al mando de los
revolucionarios, se acercaban a Buenos Aires. Uno de los comunicados
decía que habían recibido armas del Uruguay.
Perón y sus ministros se indignaron. El capitán Alfredo Renner,
secretario particular de la Presidencia, cogió el teléfono, llamó a
Montevideo y advirtió al gobierno uruguayo que sería considerado
responsable si los buques de la Marina de Guerra argentina llegaban a
nuestras costas cargados de municiones.
(Perón, que desconfiaba de la Marina, había tomado sus precauciones y
desarmado a los buques de guerra).
Uno de los oficiales propuso hundir algunas naves a la entrada del puerto
de Buenos Aires para impedir la entrada de los buques rebeldes, pero
Perón se opuso diciendo que él no hundiría barcos por los cuales había
pagado tanto dinero.
Comencé a darme cuenta de que la situación se hacía grave.
El 19 de setiembre, a las 5.30 de la mañana, Perón se dirigió al Ministerio
de Guerra. Algunas horas más tarde volvió acompañado de Renner, y
corrió escaleras arriba. Yo me encontré con él en el último peldaño.
-¡Andate a casa, inmediatamente!, me dijo. Más vale prevenir que tener
que lamentar…
-Estos son los perros del tirano- exclamó uno de ellos reconociendo a
"Monito" y a "Tinolita". ¿Por qué no los matan?
-Vos estuviste enredada con Perón, así que no podrás salir de aquí hasta
que tengas veintidós años. Tenés deciséis…me decían y yo me
horrorizaba.
Mantuvo que era ilegal detener a mis padres cuando ninguna de las
partes había presentado una denuncia contra Perón.
El estado argentino, procediendo con un juicio enteramente aparte, ha
acusado a Perón de haber mantenido relaciones ilícitas con una menor.
En estos momentos procura obtener su extradición de las autoridades
venezolanas, a fin de juzgarlo aquí en la Argentina.
Perón podría echar por tierra este cargo, solicitándome en matrimonio y
el juez no se opondría a esta solución. Estando bajo la tutela del juez, no
puedo abandonar la Argentina, pero el matrimonio podría hacerse por
poder. En este caso yo adquiriría el derecho de viajar al extranjero.
Si llegara él a considerar esta propuesta, yo insistiría en que fuera
enteramente voluntaria, motivada por sus sentimientos hacía mí y no
porque se viera obligado a hacerla.
Es Perón quien deberá decidir. Confiando en Dios, yo aceptaré lo que el
destino me depare.
PERÓN, NELLY RIVAS ¿ ESTUPRO?
Se relata la relación que Perón mantuvo por dos años con una chica que, al
iniciarla, tenía catorce años. Esta relación se hizo pública por dos cartas que le
habría enviado desde la cañonera paraguaya en la que estaba refugiado. Las
cartas fueron interceptadas y publicadas por la prensa[11]. Un par de años más
tarde, la joven, Nelly Haydee Rivas, publicó en diarios norteamericanos varias
notas sobre sus relaciones con Perón y en 1968 se prestó a un reportaje para
Primera Plana.
Nelly Rivas conoció a Perón en Olivos, a fines de 1953, llevada por una
delegación de la UES, la asociación de estudiantes secundarios creada en 1953 y
cuya rama femenina funcionaba en la quinta presidencial.
Al poco tiempo estaba instalada permanentemente en la residencia presidencial
de la avenida Alvear. Perón se exhibió públicamente con ella por lo menos dos
veces: en el Festival de Cine de Mar del Plata y en una pelea de box en el Luna
Park. El círculo íntimo de Perón conocía perfectamente esa relación, que no
trascendió.
En Perón y su tiempo Vol.III- El régimen exhausto[12], Luna amplía un poco el
tema y afirma “…. las pruebas de su convivencia con Nelly Rivas son
ilevantables. Sus padres lo admitieron ante el tribunal que los juzgó por
complicidad en el delito de estupro; ella misma relató los detalles de su
intimidad con el presidente en recuerdos que vendió a la revista Time; se
conocen dos cartas manuscritas que Perón envió a Nelly Rivas después de su
derrocamiento cuya letra, firma, giros idiomáticos y circunstancias a que hacen
alusión hacen indiscutible su legitimidad. Por si faltara algo, hay varias
fotografías que los muestran juntos…” Como se ve, su relato difiere
notablemente del de Galasso. Sigamos entonces con otros autores.
Hugo Gambini: Como periodista de Primera Plana, Gambini realizó en los años
sesenta numerosas entrevistas a personas ligadas al peronismo, entre ellas el
reportaje a Nelly Rivas de 1968 que menciona Luna. Fue autor además de una
serie de notas, publicadas con gran suceso con el título de Historia del Peronismo
y citadas muy frecuentemente. Sus libros posteriores sobre el peronismo se basan
en parte en ese material.
En su Historia del Peronismo[13] confirma, por boca de la misma Nelly en la
entrevista de 1968, su relación con Perón. Cuenta como lo conoció en la quinta
de Olivos, siendo miembro de la UES, la invitación a almorzar con él y como
esto fue luego haciéndose habitual. Menciona a Méndez San
Martín[14] que “..me perseguía bastante aunque nunca me habló muy
claramente”
Mas adelante relata la primer visita a la residencia de la calle Alvear “para
cumplir encargos de la Secretaría de la UES”, la conversación con
Perón “…hasta que se hizo de noche y como yo era muy jovencita para volver
sola no me dejó regresar. ‘Esta bien’, le dije al general esa noche, ‘por esta vez
me quedo a dormir aquí. Y llamé por teléfono a mis padres para avisarles que no
regresaría, que no debían preocuparse y que no hacía falta que me enviaran el
camisón porque ya me habían ofrecido uno.”
Una semana después Perón la invitó a una pelea en el Luna Park: “…como todo
terminó tan tarde volví a quedarme a dormir en la casa del presidente. La
tercera vez me quedé por una causa fortuita, la lluvia, que me obligó a reincidir.
Pero esa fue definitiva pues no volví a dormir en mi casa. Me quedé a vivir con
el general hasta que me abandonó para refugiarse en una cañonera paraguaya”.
Zavala: Las fuentes citadas por Saenz Quesada son diarios y libros con
testimonios de la época, entre ellos las memorias de Juan Ovidio Zavala[17] lo
que me llevó a ese autor. Su testimonio es particularmente interesante por haber
actuado como abogado de Nelly Rivas y sus padres.
Juan Ovidio Zavala fue un dirigente estudiantil radical, muy activo en la
oposición durante los gobiernos de Perón. Como tal fue encarcelado y torturado
brutalmente (M.Larraquy, De Perón a Montoneros, Aguilar, 2011). Después de la
caída de Perón formó parte de los sectores proclives a la integración del
peronismo y apoyó a Frondizi, de cuyo gobierno fue funcionario importante.
En el libro citado, Zavala relata como llegó a ser defensor de los Rivas cuando
llevaban 92 días de prisión sin conseguir abogado. Habla con indudable simpatía
de Nelly y señala que altas figuras del gobierno (entre ellos Isaac Rojas)
pretendían instrumentar a la menor y sus padres contra Perón. Es así como se
buscó extraditar a Perón a través de un juicio por estupro y termina “No lograron
entonces traer a Perón, pero condenaron a la cárcel a los padres de ella y
destruyeron la vida de la menor.”
Sin embargo, queda claro que su juicio sobre el papel de Perón en este asunto es
negativo. Reproduce en Anexo, sin ponerlas en duda, las actuaciones del
Tribunal Superior de Honor sobre el tema. Estas actuaciones incluyen el
testimonio de cuatro miembros del personal de la residencia presidencial, quienes
coinciden en señalar que Nelly Rivas vivía permanentemente en la residencia y
que todos la consideraban amante del general.
Aún cuando dudo mucho del valor de estos textos abundantes en adjetivos
calificativos y afirmaciones sin fundamentar, decidí consultar entonces a otros
historiadores. Para mayor seguridad probé con algún académico extranjero.
Joseph Page: Este destacado académico estadounidense publicó hace años una
biografía de Perón, reeditada recientemente con motivo del 40 aniversario de su
muerte[20]. Es calificada como una de las mejores y más ecuánimes biografías
de Perón, como señaló recientemente Página 12, que no es nada sospechoso de
antiperonismo.
Perón por J.Page (según Página 12) No es la biografía “oficial”, tampoco la
más controvertida, pero sí es una de las más exhaustivas sobre el principal líder
de masas argentino. En Perón, una biografía (Sudamericana), el investigador
Joseph A. Page recorre minuciosamente, con honestidad intelectual, el itinerario
personal y político del ex presidente. Se trata de una investigación que le llevó a
Page más de ocho años, con entrevistas en tres continentes y acceso a
documentación relevante. Publicado originalmente con la vuelta a la democracia
en los años ’80, Perón, una biografía cuenta en su flamante edición con un
prólogo del autor, en ocasión del 40o aniversario del fallecimiento del
General. http://www.pagina12.com.ar/diario/ suplementos/espectaculos/2-32815-
2014-07-21.html (consultado el 1/8/14)
Page cuenta más o menos las mismas cosas que Luna y Gambini incluyendo que
pasó “..poco tiempo antes de que la atractiva morena se fuera a vivir con él.” Se
pregunta “¿Era Nelly Rivas su amante o un mero ornamento?” y parece
inclinarse por la primera hipótesis:”… Después de su caída un tribunal militar
halló que él había tenido relaciones sexuales con ella. La base para tal
comprobación era el testimonio de la misma Nelly y de varios de sus
colaboradores inmediatos. Cuando Nelly se casó con un ex empleado de la
embajada de los Estados Unidos en 1958, se dice que su marido admitió
ingenuamente que era como desposar a una mujer divorciada…”.
Sin embargo, menciona un “…aspecto paternal…” en la relación y las
declaraciones de Perón en Paraguay acerca de que su interés en Nelly era solo de
ese tipo.
En general, Page no se pronuncia terminantemente sobre esta relación, aunque es
muy crítico sobre el comportamiento de Perón en esta etapa, con frases como:
“…El sainete representado con la UES demostró que Perón no tenía
criterio…”; “…demuestran que Perón debe haber necesitado de la presencia
femenina para probar su heterosexualidad…”; ”…Perón siempre había tenido la
necesidad de estar acompañado por mujeres a fin de demostrar su masculinidad
y de ser objeto de atenciones domésticas.”, ”…Con Nelly Rivas en el nido y las
ninfas de la UES siempre alrededor, el conductor podía pasar sus ratos de ocio
en el marco idílico de la quinta de Olivos…”
Destaca también Page que para Enero del 56, solo tres meses después de su
caída, Perón ya había tenido su conocida relación con la joven americana Eleanor
Freeman, a quién llamaba La Gringuita, y conocido a su futura tercera esposa, o
sea a María Estela Isabel Martínez.
Con ironía añade “Si a esta altura Perón había olvidado a Nelly Rivas, no
ocurría lo mismo con la joven Nelly respecto de su ‘papi’”, para contar el
frustrado viaje de la joven y sus padres, quienes querían llegar a Panamá vía
Paraguay llevando joyas, dinero y los perros de Perón.
Robert Crassweller: Este autor estadounidense, cuyo libro Perón y los enigmas
de la Argentina[21], es también muy citado, relata en detalle el episodio
coincidiendo esencialmente con los detalles descriptos por Gambini y Luna.
Señala que “El espectáculo de un viejo presidente de cincuenta y ocho años con
una amante de catorce fue una excusa ideal para sus opositores y los presuntos
episodios en Olivos llevaron a desenfrenadas especulaciones y rumores
difamatorios.”, aunque descree de que las cosas fueran tan graves.
En su opinión “…Perón era más paternal que lascivo…” aunque “…En el caso
de Nelly, Perón sin duda se aprovechó de una adolescente sin experiencia…”. Si
bien “…había un vínculo carnal en la relación…ese era un factor secundario
dada la necesidad de Perón de contar con una compañera que no le impusiera
exigencias…”. Añade que “…su relación con las mujeres siguió siendo como
siempre, cómoda más que erótica, y a excepción de la aberración con Nelly y sus
desprecios hacia las convenciones con Evita, habría sido apropiada…” en la
Inglaterra victoriana. Crassweller habla con cierto detenimiento de las cartas que
Perón habría mandado a Nelly, que obviamente considera autenticas. En una de
ellas le habría dicho “…Cuida a los perritos en mi lugar y cuando vengas a
Asunción, traelos…” El hecho de que Nelly y sus padres trataran de llegar allí
poco tiempo después, llevando los perros, parece confirmar la autenticidad de
esas cartas.
El autor atribuye la relación con Nelly y otros hechos al “…deterioro de la
capacidad de discernimiento de Perón…” quien “ya no era el líder que le había
dado su nombre a toda una era en la Argentina…” y “…aparecía desprovisto
de ese extraordinario dominio psicológico que lo había llevado a la cumbre.”
¿Serán también gorilas? En definitiva, los extranjeros consultados comparten la
versión de la convivencia prolongada de Perón con la joven Rivas. A lo sumo,
con alguna indulgencia, le atribuyen un cierto carácter “paternal” o consideran
al aspecto carnal como” secundario”.
De todas formas ¿podemos descartar que también ellos sean gorilas? Concluí
entonces que era necesario buscar alguna fuente que definitivamente no lo sea.
Araceli Bellota: Esta autora ha escrito, entre otras obras, un libro titulado Las
mujeres de Perón[21], es reconocidamente peronista y fue nombrada en diversos
cargos por el actual gobierno.
Cuando Cristina Fernández creó por decreto el Instituto Nacional de
Revisionismo Histórico, Araceli Bellota fue nombrada Vicepresidente Primero
del mismo (Boletín Oficial 21/11/2011). En abril/2013 fue designada Directora
del Museo Histórico Nacional (ver por ej. lanacion.com.ar/1569256-polemico-
cambio-de-director-del-museo-historico-nacional, consultado el 17/9/2014). Un
año más tarde fue designada también Directora interina del Museo del Cabildo
(telam.com.ar/notas/201407/72149-araceli-bellota-directora-museo-historico-del-
cabildo.html, consultado 17/9/2014)
Su relato sugiere además que Nelly tomó fuertemente la iniciativa para establecer
la relación con Perón. Finalmente, señala dichos de Pavón Pereira según los
cuales “…de ninguna manera se trató de un amor erótico.”, de Nelly según los
cuales “He vivido en la residencia presidencial como una hija…” y de Perón
diciendo que “Por mi edad, por mi experiencia, puede tener la seguridad que
no transgredí códigos morales.”.
Es decir Bellota reconoce la convivencia de Nelly y Perón pero parece pensar,
aunque no lo diga taxativamente, que su relación fue de carácter puramente
paternal y libre de todo aspecto carnal.
Dice también Zavala que las relaciones habrían terminado después de un tiempo
por decisión del mismo Perón: “…apenas tres meses después de cumplir los 15, y
habiendo pasado solo un mes más desde el Festival de Cine, Perón decide
suspender la relación de pareja, aunque siguen compartiendo el mismo
dormitorio. Fue una noche. Perón la arrancó de su sueño. —Te hice mucho
daño, arruiné tu vida —le dijo. Nelly no entendía nada.”
Si recordamos lo que decía el art. 120 del Código Penal entonces vigente es claro
que Perón cometió el delito de estupro. Sin embargo, como abogado, Zavala
objeta la acusación de la cual fueron objeto tanto el ex-presidente como Nelly
Rivas y sus padres por parte del estado.
En efecto, señala que “Todos los delitos son de acción pública, es decir los
pesquisa y sentencia el Estado …salvo dos tipos de delitos: los que dependen de
instancia privada y los que dependen de la acción privada (violación, estupro,
rapto y ultraje al pudor). Luego agrega el Código Penal que en los casos de los
delitos de acción privada, no se procederá a formar causa sino por acusación o
denuncia del agraviado…o de su tutor, guardador o representante legal.” En
este caso, “…el denunciante es la Comisión Nacional de Investigaciones que
preside el almirante Leonardo McLean, que a su vez depende del vicepresidente
«de facto» de la República, almirante Isaac Francisco Rojas.” cosa que
considera una “monstruosidad jurídica”.
También señala que “...el posible delito es contra la honestidad de una
menor…si hay una víctima en este sumario, esta es la menor que debe ser
preservada, no castigada y menos perseguida…” y que “La doctrina ha
considerado que la pérdida de la virginidad ya no es reparable y que en cambio,
el sumario, la sentencia, etc., hacen nuevo y mayor daño a la menor.”
Dedica además largos párrafos a relatar los malos tratos, persecuciones y
sufrimientos de Nelly y su familia, las que atribuye al revanchismo existente
después de la caída de Perón. Insiste en que era intención del sector que
encabezaba Rojas lograr la extradición del ex-presidente en base al juicio por
estupro.
Zavala cree que Nelly estaba profundamente enamorada y que también Perón
tenía sentimientos muy fuerte hacia la adolescente. Así dice: “Pero esta «nena»
conmovió sus sentimientos, en las buenas y en las malas. Le llamó la atención en
esa multitud de halagos, seducciones y arribistas que lo rodeaban; la tuvo
presente en sus situaciones políticas más críticas; la exhibió al mundo en el
festival de cine, el más ruidoso y visto que pudiera darse y mostró allí la
convivencia; la alhajó para que se viera más hermosa y, por último, le dijo por
escrito cuánto la amaba.”
Se refiere con esto último a un párrafo de una de las famosas cartas donde Perón
dice “…No vayas a creer que me había olvidado, sos lo único que tengo y lo
único querido que me queda…”
Quizás sobre este supuesto amor de Perón, se pueda recordar el comentario de
Page, citado más arriba, acerca de la rapidez con que Perón se había consolado y
mantenido una relación primero con Eleanor Freeman e inmediatamente después
con la que sería su tercera esposa y, en virtud de ello, Presidente de la Argentina.
Perón, Nelly y otras personas (de ref. 10) esta es probablemente la foto más
conocida donde aparecen juntos
CONCLUSIONES: En definitiva:
1. queda claro que existió una prolongada relación de convivencia entre Perón y
Nelly Rivas, por entonces una menor de 14 años.
2. Puede descartarse la versión de Galasso sobre visitas quincenales y concluirse
que Nelly vivió en la residencia del presidente casi dos años.
3. También deben aceptarse como reales los valiosos regalos realizados por el
presidente a Nelly y sus padres.
4. Realmente había razones para pensar que había existido estupro. La
convivencia prolongada entre Perón y Nelly, de solo 14 años al iniciarla, así
lo hacía pensar.
5. Por si quedaran dudas, además de las declaraciones existentes en las
actuaciones del Tribunal de Honor y la Comisión Investigadora, el testimonio
de quién fuera el abogado de la familia Rivas prueba que en esa convivencia
existió, al menos en gran parte del tiempo, contacto sexual.
6. La hipótesis de una relación puramente paternal como parece pensar Bellota
y, con menos convencimiento, Galasso, puede descartarse y la existencia de
estupro resulta indudable.
7. Es cierto, en cambio, que el juicio iniciado contra Perón puede ser
cuestionado, como hace Zavala, dada la naturaleza privada del delito.
8. Parece razonable aceptar también que este juicio y las persecuciones y malos
tratos sufridos por Nelly y su familia,obedecieron a intenciones de revancha
más que a deseo de justicia.
9. Todos los hechos señalados en el fallo del Tribunal de Honor en relación a
este tema son confirmados.
UNA REFLEXIÓN FINAL: Personalmente pienso que lo más significativo de
este caso es el aspecto moral. Según Bellota, Perón afirmó en relación a este caso
que “Por mi edad, por mi experiencia, puede tener la seguridad que no
transgredí códigos morales.”.
La pregunta que surge es ¿que código moral acepta que un hombre de
casi sesenta años, siendo además Presidente de la Nación, mantenga
relaciones sexuales y conviva con una joven de catorce años, aún cuando esta
haya aceptado y quizás buscado esa relación?
Cada cual tendrá su propia respuesta a esta pregunta. Quizás en muchos casos
primen los sentimientos más que la razón. En cualquier caso, no cabe duda que
para muchos peronistas, la ocurrencia de la Presidente al recordar este caso no
habrá parecido muy afortunada.
publicada el 21/02/2015
[1] http://www.presidencia.gob.ar/informacion/actividad-
oficial/27663 (consultado el 20/7/2014)
[2] Todos las frases en cursiva y entre comillas corresponden a copia textual del
texto citado. Los puntos suspensivos dentro del texto indican palabras o frases no
reproducidas por brevedad pero sin alterar el sentido original.
[3] Según la Ley 26579/2009 modificatoria del Código Civil “Art.126: Son
menores las personas que no hubieren cumplido la edad de DIECIOCHO (18)
años”, pero antes de ella la mayoría de edad se alcanzaba a los 21 años.
[4] http://www.lanacion.com.ar/572372-desaparecio-la-figura-penal-del-
estupro (consultado el 21/7/2014)
[5] Galasso, citado
[7] Integrado por los Tenientes generales Carlos von der Becke, Juan Carlos
Bassi, Víctor Jaime Majó, Juan Carlos Sanguinetti y Basilio D. Pertiné
[8] N.Galasso – Perón. Tomo II – Exilio, resistencia, retorno y muerte (1955-
1974), Ed.Colihue, 2005
[9] S.Jensen – Suspendidos de la historia/Exiliados de la memoria – El caso de
los argentinos desterrados en Cataluña – Universidad Autonoma de Barcelona –
2004
[10] Nuestro Siglo – Historia de la Argentina TOMO 1949-1955 “Escándalos y
Frivolidades” páginas 33 a 36. Editorial Hyspamerica Ediciones de Argentina
S.A., 1992. El texto está reproducido en varios sitios de Internet , por ej
en bolinfodecarlos.com.ar/150111_peron.htm (consultado el 29/7/14) y
en lasegundatirania.blogspot.com.ar/2009/06/juan-domingo-peron-y-nelly-
haydee-rivas.html (consultado el 31/7/14). Sin embargo en estos casos, el texto
esta “enriquecido” con notas cuyo origen no se explica y que no están en el
original.
[11] Se trata sin duda de las cartas que el Tribunal de Honor dio por buenas en
base a pericias caligráficas y cuya autenticidad pone en duda Galasso.
[12] Ed.Sudamericana, 1986, p.142
[13] Historia del Peronismo (192-55) La Obsecuencia – Vergara – 2007.
[14] Armando Méndez San Martín fue Ministro de Educación y se lo considera el
ideólogo y creador de la UES
[15] Después de la caída de Perón esta residencia, que había pertenecido
originalmente a la familia Unzue, fue demolida y el predio destinado a la
construcción de la actual Biblioteca Nacional.
[16] Sudamericana, 2007
[17] Los hechos y sus consecuencias, Buenos Aires, TIYM Publishing Co, Va,
USA
[18] Planeta, 2014
[19] Paidos, 2005
[20] Peron . una Biografia (Nueva Edicion), Sudamericana, 2014
[21] Emece, 1988
[22] Booket, 2013
[23] Según Page, Pavón Pereira es el “más famoso peronólogo del mundo” (Page
, op.cit., Prologo de 1983)
* En un libro publicado recientemente (Puerta de Hierro, Sudamericana, 2015)
J.B.Yofre, que trata circustancialmente el tema, afirma en una nota que “Las
cartas eran falsificadas. A.B. —del grupo del “Bebe” Juan Carlos Goyeneche—
reconoció que él las falsificó. Prefiero no identificar al canalla. De todas formas,
Perón y Rivas tuvieron una relación y volvieron a encontrarse cuando ella
concurrió a su casa de Gaspar Campos a saludarlo.” La afirmación de este
autor, que suele referirse en sus obras a sus relaciones personales y datos que el
solo conoce, parece poco convincente frente a las pericias que menciona Luna y
al testimonio del propio abogado de Nelly Rivas. (Revisión del 5/5/2017)
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